Libertad de expresión, poder y censura • Varios autores
Censura: esculpiendo la realidad

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Por cuestiones de espacio en realidad no pretendo desarrollar unas ideas que aquí simplemente apunto brevemente. Aludiré también a varios casos de censura que he sufrido, pero sin profundizar, pues no hay tiempo.

Mi experiencia, mi vivencia con la censura, es que ésta se aplica para modelar la percepción de la realidad conforme a los intereses de los diferentes medios de comunicación, no importando cualquier mínima idea de ética y seriedad periodística. Pero como escritor que en su carácter de simple ciudadano ha sido repetidamente censurado, resulta que me ha tocado la aparente paradoja de que estos actos de censura me hayan sido básicamente aplicados por medios de comunicación considerados “progresistas”, identificados como de izquierdas.

Y aclaro que no se trata de una cuestión ideológica. En 2007 fui censurado por el diario Reforma, considerado en México como con orientación de centro-derecha. Este diario es uno de los más influyentes del país, y a pesar de la orientación ideológica que apunto, en cierta época publicó información relativa a la llamada guerra sucia durante la década de los setenta, con muertos, torturados y desaparecidos, en contra de los disidentes izquierdistas, armados o no, opuestos al dictatorial (“dictadura perfecta”, la llamó Mario Vargas Llosa) régimen del PRI. Para investigar estos delitos el gobierno de Vicente Fox creó la FEMOSPP, la Fiscalía para Movimientos del Pasado, una cara simulación que concluyó con señalamientos de prácticas de la corrupción más ramplona y descarada por parte del titular de la fiscalía y varios de sus funcionarios.

Encontré que las pruebas de las actividades ilegales habían sido puestas en manos de un individuo llamado Vicente Capello y personal a su mando. Capello había sido miembro de la DFS (Dirección Federal de Seguridad), un ya extinto organismo de inteligencia, espionaje y represión política. Durante la investigación de otro asunto, los señalamientos en contra de la fallecida escritora Elena Garro en el sentido de que era una espía al servicio de la CIA estadounidense y la DFS del gobierno mexicano en el año de 1968, encontré que la presencia de Capello era absolutamente ilegal.

Lo que me llevó a descubrirlo fue mi investigación sobre los señalamientos contra Garro, los cuales fueron difundidos ampliamente por diversos medios de comunicación mexicanos y retomados por medios internacionales como El País (España) y Clarín (Argentina), y que se basaban en un par de papeles anónimos, sin sellos ni membrete oficial y que no estaban firmados por la propia Elena Garro. Lo que contenían esos papeles era la información que alguien anónimo afirmaba haber recibido, proporcionada por Elena Garro. Estos detalles jamás fueron mencionados por los distintos medios que presentaron el asunto.

¿Qué había sucedido? Pues que Alonso Lujambio, un respetado politólogo, en ese momento comisionado presidente del IFAI, el organismo de transparencia federal en México y actualmente secretario de Educación Pública, se había equivocado, y los medios mexicanos, mayoritariamente practicantes de lo que se ha llamado “periodismo de declaraciones”, dieron como un hecho cierto lo que Lujambio afirmaba, sin realizar mayor comprobación.

Un solicitante de información pública había solicitado la información que la ya mencionada DFS (Dirección Federal de Seguridad) hubiera recabado acerca de los escritores Octavio Paz y Elena Garro. El AGN (Archivo General de la Nación), la dependencia en la que posiblemente se encontraban esos documentos, dio una respuesta que no satisfizo al solicitante y entonces éste promovió un recurso ante el IFAI.

El comisionado a quien correspondió el asunto fue Lujambio, como ya se ha señalado. Al tener a la vista los papeles con las características que he señalado, él, un politólogo y no abogado o historiador, las consideró pruebas de actividades de espionaje por parte de Elena Garro. Estas consideraciones las expuso en la sesión pública que el Pleno del IFAI organiza con la asistencia de la prensa. Los diferentes medios tomaron la declaración de Lujambio y, sin haber tenido acceso a los papeles que éste había visto e interpretado como pruebas de espionaje, publicaron como un hecho confirmado que Elena Garro había sido espía. Unos papeles anónimos que ningún medio serio hubiera aceptado como base para publicar algo como información sólida.

He notado un absoluto desinterés de los diversos medios mexicanos para hacer esta aclaración acerca de Garro. Además Lujambio es ahora uno de los principales funcionarios del actual gobierno federal. En cambio, a Reforma no le interesó publicar la información de que el apoderamiento de Capello de las pruebas en contra suya y de otros ex miembros de la DFS era absolutamente ilegal. Modelar la realidad cual un escultor. Qué belleza.