Todo, absolutamente todo, ha sido imaginado alguna noche por este o
aquel cerebro, para ser olvidado después
Luis Buñuel
Los sueños
Dicen que sumergimos en el sueño
siete años de nuestra existencia
¿Cuánto dura nuestra edad?
¿Dónde está
el portal de la existencia?
Estupor
Jerusalén perdió las estrellas en el día
Y los rasgos de la misericordia durante esta sombra lenta
Una colina
El cielo.
Raso.
Cáscara de otro atardecer.
El placer
se escribe
con los caracteres de un líquido preso
entre las ruinas.
El vehículo de las rosas envejece
y no nos queda en los sobres
el tibio compás
ni el viento de las primeras ramas.
Quizás la memoria desplace este momento
y me prefiera
invertebrada
inaugural
Unos pétalos de valiente carmesí
disfrazan
el nuevo aniversario
Siempre es la efemérides del salto
Porque esto
no es
resignación
Ahora hay
una piedra
los ídolos de un nuevo paradero
Un lamento
ha atravesado nuestro muro.
Lo único sagrado y veloz
será
nuestro desnudo
nuestro hilo
El optimismo uterino de este templo.
Llanto en los sicomoros de Tel Aviv
Toco
una futura cama
El posible cajón de los secretos
Aún es la cópula que nos anticipa
La soberanía de un largo beso inmóvil
va perdiendo
hora a
hora
sus hechizos.
El deseo derrocha su cordel
Una raíz se eleva a los cielos
y la serpiente envuelve
la corteza de la risa.
El frenesí descifra
las letras de este bosque
El turismo de los cuerpos
se acerca al mar y mira de soslayo
Un aquelarre de súplicas
ensordece los troncos.
Atados de pies y manos,
no vemos la luz.
Alguien nos cuenta la verdad
y sin embargo.
Sin embargo.
Como el esfuerzo de un único ángel
me remonto
Algo como una pupila diáfana
me nace entre las alas
Heliogábalo ahogó a sus invitados
con un exceso de pétalos pero Alma
Tadema retrató su belleza impía
Un recuerdo
suave y tenaz
envuelve la pregunta.
Son las doce de una noche sin piedad
entre mis muebles.
Un mosaico azul
resguarda mis ojos
frente a esta arquitectura cruel.
Por Dios
Tráiganme el museo
de un grito.
El cargamento de las brujas
despoja mis naves de su indómita luz.
Y ya puedo
devorar el jardín de la sabiduría
Vacilo
ante los sueños rojos
Ojos de piedad
habitan mi cuerpo
en esta amnesia.
Busco a Dionisio
Busco el roce de un vitral
en mi herida más oscura.
Qué bueno es derramar
un sendero en los portales
Porque alguna vez
llegaremos a la dádiva voraz
Algo se abrirá.
Habrá nombres
y vasijas inmóviles
por cada hora
por cada nudo
y cada cuerda
en la acumulación de las palomas.
Registros
Ejercitando
la firme voluntad del día nuevo
quiero ver.
Una bombilla explota
al borde de mi cuerpo
El velador,
sus hilos destripados
se habitúan
a la inexistencia.
Busco la restauración.
Inmediatamente,
todo en su lugar
Nada ha pasado.
Abro levemente la ventana
y desvirtúo
el artificio de esta oscuridad
que fundé
para imaginar
que el mundo
nunca
está afuera.
Por la rendija
leo la hora
Leo las llamadas
sin contestación.
Nadie descifra
mis ausencias.
A pesar de tanta luz
A pesar de todas mis marcas.
Quisiera que alguien mencione
mis ojos pretéritos
mi vientre acogedor
a los veinte
a los treinta
ahora.
Y que nadie se refugie
en un álbum
en una vida virtual
sino que todo irrumpa
en las ojeras
debajo de las sienes
en la desazón de los omóplatos
Que alguien vacíe la biblioteca
de las preguntas sin Dios
Quién escribirá
la crónica de mis terrores infundados
la caravana de equívocos
la indignación
incrustados
en la tortuosidad de las gargantas.
No se habla ya
del señor de todas las sonrisas
La honestidad de un brindis
no involucra a los días por venir.
Nuestros mejores deseos son una quimera una desnudez que nos apresuramos a esconder porque es tiempo de esquivar la desnudez del alma esta herida es tórrida este es el tiempo de los bordes impecables es la edad de la amnesia los informes son perfectos el hilo es perfecto el rojo perfecto una falda perfecta rasgada un charco infame irrumpe la escena se borra somos fuertesomosfuertesomosfuertes no ha pasado nada aquí estamos no hay rastros no hay nada esto es un largo ahora festejemos
Festejemos
Envejece
tan pronto
el día.
All alone
A Pamela Coleman-Smith, la maga del Tarot
Escribo
y el grafito desaparece
por la cañería de las venas
Descendemos a los íconos
entrelazados en el pan.
En la penumbra
nos parecemos al Dios de las distancias
Oscuridad
Espadas
Un puente al otro mar
A eso lo llamamos
soledad
Soledad
Soledad
Carnificado sea
nuestro nombre
Alquimia del metal
al hueso
Carne viva
basar vadam*
intrusa entre la piedra
Toco el pasamanos
de una escalera
de las instituciones
a las aguas
Descubro
la incrustación de otra carne
la misma
Idéntica
En el recuento general
de las partículas
coloco la planta
de mi pie arenoso.
Esto es Tel Aviv.
Es verano.
Casi no hay vaivén.
* carne y hueso, en hebreo
Transporte
Tengo que cerrar
esta puerta
a esta hora:
23.30
de un viernes
invernal.
El piano subsiste
Una larga nota suena
En una ciudad inexistente
cómo dejar mi marca.
Mi transparencia
desborda los peldaños
Se agolpa
Se aglutina en la estación
Un vehículo desciende
a los cimientos.
Cuando me desplazo a los subsuelos
tampoco existo.
Cuando alguien despide
sus gérmenes sombríos
en el hueco de mi aire
escondo la cara
Se inmovilizan las sillas.
Alguien se prepara
antes de bajar.
Se echa agua de rosas
en el lugar donde la palpitación estalla.
Un cuerpo se apresura
hasta el final de los vagones
Alguien encuentra su instantáneo lugar entre el plástico cansado los vidrios aún intactos el silencio celular el arrepentimiento las consultas el lado del sol el timbre el freno irreverente la aceleración la esgrima de los cuerpos desempeñándose muy bien en el medio de una íntima tormenta agazapándose los pasajeros antes de llegar
las circunstancias
de este trayecto
son anónimas
Por eso las escribo sin la piedad
de un historiador
Sin los códigos de la coherencia
al vislumbrar la calle del transbordo
puedo gritar
ser lodo
ser el lago Esquel
un copo celestial
Puedo pisar un follaje de otoño que no existe
y descender
rozando las orillas.
Viernes en un lugar del día
En una hoja A4
trazo una línea vertical
que divide el espacio
en dos jaulas idénticas.
Tomo un lápiz automático
Pilot-super-grip.
Salen unos signos
ondulantes.
Mis palabras.
Empezó un año.
La cabeza me da vueltas.
Perdón, el mundo da vueltas.
Alguien corre los muebles
encima del cielorraso.
En las vísperas del gran cambio
los atardeceres perfectos
desde el balcón perfecto
me retienen
paralizan
todos los laberintos
con ese óxido perfecto
y un violeta que nace
desde el fondo de las copas.
Es la disciplina de los árboles,
siempre con ese todo en su lugar
Hoy tengo constancia
de que el mundo tiene órbita confusa
y gira alrededor
de todas las cabezas.
Y una parte de toda esta verdad
queda adherida a mi nariz
y a mis ojos
con esa molesta verticalidad
de otros ojos
en medio de otra cara
que siempre me mirarán
demasiado de cerca
La vida
es una cruel entrevistada
Aunque en los bulevares
la ciudad
aún huela a primavera
Y las macetas coherentes
y el pájaro alineado
en una pulcra fila
hasta el mar
repitan su lúcido guión
y esquiven las esquirlas
los clavos
los hilos de la voz
La vida que queda
después
es una cruel entrevistada.