Los pájaros ahorcan sus nidos para fundar los territorios que comprendan a los dioses. Cualquier luz no es aceptada hasta tanto las semillas indiquen los parámetros.
Se escribe a sí misma la muerte por razón de trascendencia y antes de que se marchite su momento se engalana y atrasa su partida.
El fin y los montes lejanos o los pinos enredándose en el plenilunio comportan un paisaje que no tolera observación.
Lo elusivo resulta capturado en la variada tradición.