La aleta caudal del pez que me traga en sueños está hecha de banderines o flecos decolorados. Yo ostento un rótulo que despliego en cada derrota y que me sirve como insignia cuando despierto sobre un mástil.
Las sábanas de mi cama flamean, manchadas, a los vientos que proceden de las torres. A la distancia, ¿quién no diría que se trata de peces vela?
Me comunico con los buzos por medio de banderolas. Ellos soplan caracolas y me nombran portaestandarte.
¡No sé qué hacer con tanta agua salada y tanto cementerio de barcos!