El reloj de cáscara esconde un renacuajo que da la hora por él. Como un sonido hueco cae el tiempo dentro del estanque. Nadie lo oye y se ahoga.
El renacuajo sufre la enfermedad de la timidez. Recurre a la máscara y se introduce en el harén. Da cabezadas para despertar a las odaliscas. Éstas chocan entre sí. Todas quieren dormir con el galán encantado.
Somnoliento, regresa el renacuajo a su escondite. Lleva grabada las horas entre las ancas y la boca se le hace agua. Se decide entonces por la clepsidra y comienza su postrer goteo.