Merced de umbral • Wilfredo Carrizales
XXIV

Merced de umbral

Por la piel me cae un sol de tres renglones. Me quito el traje recién comprado para evitar que se manche. En caso de quemadura acudiré a los consejos del Diablo.

Amanecí despellejado, semejante a un botalón. Mis chancletas sufrían por mi desconsuelo. Tomé un revólver y erré el tiro. ¡Maldita sea cuando soy cegato!

Ahora estoy dislocado; omitido; salteado. Ya ni tengo pelos en la lengua; ya ni remolco mis barbas. He demorado demasiado para tomar una decisión: escaparé de mí, porque soy el único peligro evidente.