Merced de umbral • Wilfredo Carrizales
XXXVII

Merced de umbral

La luna nueva se baña en marea viva. Reluce contra el viento del norte. Muy caliente ella se funde y con su pulso rápido obtiene gran futuro. Un lustre de seda le queda a las esponjas.

Los océanos supervivieron y en sus rostros hubo indicios de unidad. El primer día de su incomparable tamaño una humedad que le convenía a la tierra se deleitó en el despliegue. Encontró a los paisajes gratificados y en sazón.

En el inminente amanecer las horas chapalean en el aguazal y encomiendan su desdicha al llantén de las orillas.

Lo abstruso y misterioso se localiza bajo la barca de los días faustos.