Merced de umbral • Wilfredo Carrizales
XLIV

Merced de umbral

Aquel bufón cometió suicidio y luego dijo que era una broma. Mas los sesos pegados en el suelo no entienden de burlas. Mientras las palas recogían el revoltijo, el bufón protestaba.

El rico atentó contra su fortuna y le sobraron viudas. La doncella intentó desflorarse y nadie le prestó una vela.

Realmente el mundo anda ahorquillado como una serpiente. El crótalo suelta sus huesos en mitad de la juerga.

Los soldados queman incienso después de matar al santo. El olor de la paga es más fuerte que cualquier arrepentimiento.

¡Qué palabras tan extrañas pronuncia hoy el locutor!