Diez pichones estaban en fila y las balas eran de salva. Mil piezas de oro desplegaron en el casino y los apostadores dijeron incoherencias. Una mano; un instante; una línea continua. Lo mismo con todo y trato hecho.
No tiene vuelta la honda en la boca. Ni vale mi ley en la casa vecina. De un solo corazón hago la mudanza. En distinta tela expreso las preocupaciones de los huéspedes.
Unas hojas anuncian mi pronta caída, pero me sostengo. La tendencia que declina no encaja en mi vida.
Millones de almas entran en el juego y lo empatan.