Merced de umbral • Wilfredo Carrizales
XLVI

Brotan los ojos tras las lágrimas. No tienen ocasión de reflexionar. Quedan mojados el testamento, las viejas facturas, las olvidadas cartas... No es necesaria la enumeración.

Con milagrosa habilidad se agolpan máscaras en la pared. Se mofan del destino. Frente a ellas lo gigante se torna enano. La armonía de la languidez chorrea.

Las luces de las ganancias injustas iluminan los contornos de una pintura sobriamente acabada. Pesca y caza de los brillos.

Al aproximarse la noche los trastos de los botines quedan diseminados en las calzadas y los perros los olfatean y huyen.