El poder, triste ropaje de la criatura • Octavio Santana Suárez
XXVII
Crujen lamentos en la intemperie del poder
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Crujen lamentos en la intemperie del poder

—¿Cabe argumentar contigo?

—Regalo explicaciones perezosas: digo latines ante los que niegan a Virgilio.

—¿Y con tu orgullo?

—Aunque el azafrán no amarillee el mármol, no te diluyas en mis vilezas luciferinas de sal y azufre.

—¿Qué revelan tus insolencias?

—La conducta del miserable vuelto señor —¡vaya con la vanidad loca y vana!

—¿Y tus pensamientos?

—Con respecto al cerebro, guardan idéntica relación que la bilis respecto al hígado o la micción respecto a los riñones.

—¿Y tus bromas?

—Lo sé. Inciviles, engreídas, obscenas, pero el mal no mancilla un entendimiento serio.

—¿Tú, al lado de la verdad?

—Seguro que avanzarán cojas las mentiras —tampoco la luna aparece entera noche tras noche.

—¿Por qué saboreas de esa manera las intrigas?, ¿no tiemblan todos de miedo?

—Me rodeo de una escolta que consigo con sobornos a cargo del erario público:

observa que vencedores y vencidos acaban igual de acabados.

—¿Qué intuyes por derecho?

—Que coincide con el puño de los déspotas.

—¿Qué encarnamos para ti?

—Una pieza de caza que olfatea mi ala de halcón.

—¿De dónde sacas tu desdén altivo, desengañado e indulgente?

—De que describo círculos en vuelos de altura.

—¿Presumes de profeta por tus delirios incontrolados?

—En cuanto dejaron de creer en mí, recurrí al terror y mi predicamento cayó por los suelos.

—Destierras a los buenos, ¿te hacen estremecer las carnes?

—Ejerzo de detractor de la moral, de vengativo, de envidioso, de melancólico, de hipócrita y de pérfido.

—Respondes con ingratitud y crueldad a la generosidad y clemencia, enfrentas ultrajes a la moderación y equidad, ¿alguna vez someterás las discrepancias a peritos imparciales?

—Intervengo, los míos dudan de que tienen cuernos porque no aciertan a precisar cuándo los perdieron.

—Tu furia destructora arrasa ¿y con quién disientes, condición de tu individualidad?

—Con ninguno, el subyugado sirve a la voluntad del subyugador. Del brazo de las mezquindades del mundo desempeño las tareas más relevantes.

—¿Qué sucede con los que limitan su ideal a una causa?

—Necesitan de una atmósfera así para respirar. Atribuyen a sus trabajos un alcance eterno, no perciben que en los otros no producen más que extrañeza.

—¿No adviertes que tu afición de desacreditar te perjudica?

—Hijo, no olvides que una inteligencia ruin esconde una visión aguda y penetrante —¡y cuánto desgaste inflige!

—¿Y no reparas en que el valor de tus víctimas acrisola sus quilates?, ¡atrévete, farsante!

—Calzo botas y ciño casco de mercenario —cuesta lo suyo descubrir los propios ojos dañinos.

—Acusas, y... ¿ni una excusa?

—Otorgo a lo irracional la ocasión de prevalecer sobre los trazos de la razón.

—¿Ni en una sola oportunidad te falló el tiro?

—Nunca: primero disparo y luego pinto la diana con centro en el impacto.

—Tu gobierno, ¿un medio de satisfacer tus apetitos?

—Me comporto de forma semejante a Calicles, me encanta revolcar mi cabeza en el fango.

—Al culminar la descomposición ¿no sueltas riendas?

—Sí, y el huracán de las pasiones más salvajes relampaguea por doquier; los más educados no soñaron ni en sueños un desmadre de tamaño calibre.

—¿Representas una escoria de la conciencia?

—Procuro imitar a Tiberio con lo de mandar a ligar la verga de los condenados con la intención de que mueran por no orinar. Llamo a los ilusionados por una meta sensata amantes de problemáticas utopías.

—¿No encuentras que procedes según Moloch?

—Tras disfrutar por un instante de un detalle bello, lo oculto dentro del baúl de las trastos en desuso.

—¿Por qué acometes acciones con tintes virtuosos?

—Por amor al elogio o por temor a la infamia.

—¿Cómo te consideras?

—Absoluto, sin amigos, a diario opresor, desconozco totalmente la auténtica independencia.

—La naturaleza plasma siempre lo real, no siempre lo posible, ¿no ocurre que en tu interior de hombre libre fermente un alma de esclavo?

—Ando ido por haber andado demasiado con tapujos.

—¿Continúas resfriado?

—¿Persiste el olor de mi peste?

—¿De qué lugar oscuro nacen tus vómitos?

—De una gloria fraudulenta que apuro a grandes tragos.

—¿Tu herencia?

—Estupidez a granel y un soberano aburrimiento.

—¿Un digno gesto tuyo?

—La vergüenza que padecerá mi bellaquería próxima a la etapa postrera.

—La lealtad y el sacrificio del más noble caballero errante ¿no llegó a sanar tu egoísmo?

—Curan el caos, los asuntos incompatibles, no la perversidad.

—Gusano de desechos de cloaca ¿a qué aspiras?

—Ansío que las conveniencias eclipsen a las circunstancias.

—¿Ignorabas que nadie compró jamás la paz a un precio tan caro?

—Pasaré por oro lo que corresponde a latón.

—¿Imaginas que muestras más tu autoridad modificando el orden de las cosas que acatándolo?

—Ya aceptarás el envite cuando te invite a quebrar huesos y chupemos sus médulas.

—¿Qué equivocada quimera interpretas?

—Novedad, prodigio; árbitro de esto y de aquello.

—Mercurio instituyó los preceptos de Egipto, Numa Pompilio los de Roma, Moisés los hebraicos, Orfeo los griegos y ¿en qué momento amanecerá una mente clara de comparable envergadura que imparta cordura en el desquiciante lupanar de ahora?

—Apenas la persuasión y el obrar sigan de cerca a la rectitud y no a los deseos

—Viejo espíritu tardo, personaje majadero y grosero, recuerda la sentencia de Bernard Shaw “no trates a los demás tal como tú mismo quieres ser tratado, el gusto de ellos puede ser diferente al tuyo”.

—Te recomiendo que golpees a la tiranía, no te compliques con el tirano.

—(Qué dura resulta la hegemonía bajo el cuidado de las leyes y a la sombra del estandarte de la justicia!

—Donde una concesión significa debilidad, los titubeos indican carencia de opinión: nada, nada corrompe más que nadar a favor de la corriente.

—Al terminar con la fechoría ¿el placer que la acompaña no toca su final?

—A la huella que insulta, le restan muchos años en el sitio.

Por romper vínculos muy importantes con la sociedad, el cónclave de los astutos quedó vacío de contenido y con corazón viciado, ¿acaso no tomó de esa república de ambiciones su particular característica?; si el triste gozne del tiempo que me incumbió vivir no alumbra un nuevo paradigma que recoja el impulso agotado e inserte en la tendencia general una dirección crítica y de mejora, las pústulas que infectan pudrirán por completo el organismo averiado. Pronostico que la inercia, ceguera y servidumbre no cambian a menos que surja una experiencia dolorosa y ponga remedio; supongo exhausto el largo período paciente de una gente, y preconizo la desobediencia a un escalón de la insurrección y algarada.