La literatura en la superación del tabú sexual y la prevención del sida • Cruz Yayes Barco
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Fotografía: DesgrieuxIntroducción

Desde el año 1986 venimos participando en eventos nacionales, latinoamericanos y mundiales de sexología donde ha sido una constante el tratamiento del tema del sida; la reacción del público: un profundo miedo.

Alrededor del sida se ha formado un conjunto de sentimientos, actitudes y comportamientos que descubren al hombre la impotencia frente a esta mortal amenaza.

Vamos a salirle al paso al miedo con la palabra, como lo hacen nuestros llaneros en las noches sin luna, ante los múltiples espantos de las sabanas.

El llanero, si va acompañado, se vuelve conversador, fluyen relatos de aparecidos, de espantos, de entierros (así era antes), y si camina solo por las sabanas canta o silba para espantar el miedo que lo envuelve, le produce escalofrío y le para los pelos pero que no le impide llegar a su destino.

Sobre esto del miedo a vencer en la lucha contra el sida, Masters-Johnson y Colodny nos dicen: “Opinamos que el temor realista puede albergar una mejor perspectiva intelectual sobre la cuestión del sida y motivar con energía un cambio de conducta, cambio en este caso que para muchos podría ser la clave de la supervivencia” (Crisis; la conducta heterosexual en la era del sida, 1988).

Hablar o escribir sobre el sida es producir miedo; pero también es crear el ambiente para la reflexión y la toma de conciencia que nos lleve, de manera libre y responsable, a la acción, conforme a nuestras condiciones personales y profesionales.

Veamos algunos datos que nos dan los organismos oficiales sobre el sida, principales causas del miedo que esta epidemia provoca.

En 1986, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informaba sobre la existencia en ese año de 5 a 10 millones de infectados asintomáticos del VIH, y hacían una proyección para el año 2000 de 25 millones de infectados. ¿Qué ha sucedido durante apenas nueve años? En 1995 la OMS nos dice: existen más de 20 millones de infectados. El informe de la OMS al primero de julio de 1996 nos habla de 27,8 millones de infectados y, para el año 2000, la proyección de más de 40 millones. Podemos pensar, con razón en los hechos acaecidos, que dentro de cinco años la realidad nos indique más de 100 millones de infectados a nivel mundial.

En Venezuela, según datos de expertos, existen alrededor de 200.000 y pueden ser muchos centenares de miles más. Para el año 2000 no es difícil que tengamos cerca de medio millón. Esto como resultado de la indiferencia de los sectores científicos, políticos, académicos e intelectuales, agravado por la crisis económica, política, social, educativa, ética-moral y sobre todo sanitaria que caracterizan de manera global a nuestro país y región.

Los autores que hemos citado anteriormente, en 1988, con los datos que manejaban en esa oportunidad, escribieron estas dramáticas palabras: “El sida está estallando, el virus del sida está atacando ahora la comunidad heterosexual. A menos que se haga algo para contener esta epidemia global, nos enfrentamos a una tasa creciente de mortalidad en los años venideros, que será la más formidable que el mundo haya visto”.

¿Qué será de nuestro país y nuestra región, donde no estamos haciendo ese “algo”? Es frente a esta realidad que los escritores estamos llamados a actuar.

Nuestra actuación no será marginal o secundaria; cuando se tiene claramente establecido que la única vacuna que existe contra el sida es la educación. Esta educación será posible si los creadores de cultura, y especialmente los que tenemos el oficio de escritores, trabajamos a favor de la superación del tabú sexual imperante en nuestra sociocultura; que ha impedido hasta el momento el diseño y la realización de programas globales y permanentes de educación sexual, que representan una efectiva acción preventiva contra el sida.

Contamos en la actualidad con los más poderosos medios de comunicación para hacer esta gran guerra contra el sida, donde la palabra, nuestro instrumento de trabajo, pueda llevar los mensajes, advertencias y orientaciones para superar el tabú sexual y prevenir el sida.

No olvidemos lo que nos dice Lope de Vega sobre la comedia, que es extensiva a todas las expresiones de la literatura: “Mirad si es digna de corona y gloria”. Tenemos frente a nosotros una realidad y un momento histórico para decir, con obras, donde la palabra es el instrumento más poderoso de esta guerra contra el sida: “Mirad si es útil nuestro oficio”.

En el marco de la celebración del III Encuentro de Escritores Colombo-Venezolano y de la II Jornada Regional de Educación Sexual para la Prevención del Sida, el Embarazo Precoz y el Aborto. Los invito para que hagamos una reflexión personal y colectiva a favor de la creación, en el campo literario, de programas y obras que nos coloquen en un puesto privilegiado en esta guerra mundial contra el sida, flagelo que nos amenaza a todos.

Hacemos una reflexión, primeramente sobre la literatura en la superación del tabú sexual, partiendo del relato que nos muestra el nacimiento del tabú sexual: el Génesis y la visión positiva del sexo que encontramos en otros libros de la Biblia.

Exploramos a vuelo de pájaro algunas expresiones de la literatura oriental y occidental que nos sirven de referencia en el manejo positivo del sexo. Presentamos una visión antropológica del manejo variado del sexo en distintas culturas y dos poemas donde se revelan apreciaciones antagónicas sobre el sexo en dos generaciones de poetas de Colombia. Después compartiremos la visión e inquietudes sobre el papel que nos corresponde a los escritores en la prevención del sida, a partir de la experiencia que hemos acumulado en el campo de la sexología desde 1982 y nuestra experiencia como escritor de columnas y páginas sobre temas sexuales en el Diario Católico y Diario Pueblo desde 1988.