=========================================================================== Editorial Letralia * http://www.letralia.com/ed_let =========================================================================== EL CUERVO Y LAS ALAS DE LA METÁFORA Ramón Iván Suárez Camaal, rsuarez@akbaal.image.net.mx México =========================================================================== Entre veinte montañas nevadas, lo único que se movía era el ojo del mirlo... Wallan Stevens Mi tribu Un árbol subterráneo nos sostiene, el árbol de los nombres. Miryan Moscona. Tallé en un fémur el retorno de la parvada y lo hice instrumento de golpe. Al tam-tam acudía mi tribu nada silenciosa; del árbol totémico éramos frutos, ojos. Pronto no se sabría quién cantaba, si las aves o los grillos bajo tierra. Tordos, grajos, cuervos, zanates, piches, cornejas kaues, mirlos, urracas: el árbol de los nombres crecía al amparo de lo súbito, del silencio. (Balanza, candelabro, cruz foliada) en su rama derecha, sol; en la siniestra, luna. Madre, sueña con nosotros; pródigo es el cielo en granos. Moja la punta de tus alas en las cenizas de la Vía Láctea; escucha al viento boreal y al del oriente; nos quiebran, nos deshojan. Pronto será lavado el cielo y habremos de buscar la ruta para enterrar a los vencidos. En un hueso de toro tallo el éxodo de la parvada y su percusión sigue el ritmo de mi sangre. Nada silenciosa mi tribu, deshoja la rosa de los vientos. Con carretes de hilos nos ataron y es tanto el peso de la noche, tanto plomo en nuestras alas que habremos de negar tres veces a la luz. Instrumentos (lo viví antes) el fémur y el hueso de un toro golpean la piel de la luna, el gong de la luna roja que mantiene en pie el árbol de los nombres. Pronto no sabría quién cantaba. Por eso nos quiebran, nos deshojan. === Grajo frente al espejo Mirándose en el espejo un grajo a nadie veía, tal era su pluma. Con estas cavilaciones buscaba en la telaraña a quien siempre estuvo a salvo. Los demás sólo sintieron el golpe del ala oscura. Detrás de nuestros actos, nadie. ¿Y si nos hiciéramos presentes en versos cacofónicos al estilo de la corneja en la rama? Amplificaríamos nuestra presencia con la bocina a dos manos, el mundo es chirrido de gozne entre beatitud e infierno. Nunca el cuerno de caza avisó a la jauría la presencia de la raposa ni el grajo frente al espejo supo que estaba ante la noche. Tal era su pluma, secreto y llave. (El grajo entró al espejo). Escribí: grieta, corona de ajos, diente, luna también. Cuando el huevo del hueso que guarda mi tumba eclosione, el grajo de los cuentos graznará. === Salutación del tordo a su hembra Si me ven solo no es que ame el silencio. Si piensan que no canto, se equivocan. Poseo mil voces. Mas enmudezco porque soy el clavo doliente. Cuando tracé tu ausencia remé contra el olvido. Un ciprés junto al otro se mecen y acarician. El viento es débil. Intentan alcanzar las nubes. Nos congregan sombras y clamores. Y ya pertenezco a la parvada, pero no estás. O estás y no me sientes. Tal vez la noche seas, seas el viento o el bosque o la silueta de perfil eterno en el horizonte, tal vez. === Una larga metáfora De pantalones cortos, un niño languirucho corre por los renglones de su cuaderno. Torvo su paraíso, subió a la cruz con una esponja de amarga hiel y la acercó a los labios del Nazareno. Corvo, amó la hilacha de sus días de oro y los fue desenredando del sueño a la palabra. Una mano es un pico, un pico es una pluma. Y los renglones donde el niño languirucho salta, vibran con los versos o las huellas furtivas de su agria memoria. La anterior es una metáfora, una larga metáfora para llamarme cuervo. === Descubrimiento del tótem Cuando vino el tordo y rozó mi nuca temblé. Descubrí en el escalofrío de la página manuscrita, mi tótem. Mis ojos fueron innecesarios y sólo el roce de sus plumas bastaba para descifrar lo que oculta el alma. Vi, desde los suyos, la certeza del estío. Mas no era una hoja la que se abalanzaba al fondo. En don de lenguas. Había pasado muchos siglos en la búsqueda de mi protector. Interrogué a las estatuas, no sólo con un cíngulo hice vibrar la oreja de las flores o leí en las estrías de los troncos caídos el último de los cantos, si no que puse una gota de rabia en el pico de la alondra, en el ojo izquierdo del relámpago y en las plumas del arco iris. No había visto el oro de los dioses perderse en el patio como un graznido ni bajo la piedra, al voltear la tortuga, su húmedo vientre. Esperé que la indefensa manotease para hundir la daga en su cuello y beber su sangre tibia. El mar habitaría otra vez mis venas, el velamen de la noche surcaría el Zodíaco y un tambor igual que las pisadas de un ejército apisonaría la arena con la luna menguante de sus herraduras hasta poner a ras las calaveras y los peces muertos -hojas también su huesa honda- hojas también la playa a donde me llevó la imagen de este vuelo cuando el tótem llegó con el grajo. ¿Cómo cantan las tinieblas? La sangre de su graznido sabe a muerte. Ojos de mediodía, perfil agudo, puntas de pluma los dedos de las manos; zanate la voz, irónica mueca. Coleccionar joyas, versos brillantes, el vidrio de las lágrimas. Desde la rama seca observo los afanes de los hombres. Sé que el silencio es la pócima de los elegidos. Vuelo. Alguien se acerca. La rama es ahora una cruz del camposanto, una cruz sobre mi tumba: los-ojos-yesca-ardiendo, los-de-mirada-dura, los-sin-rastro, los-sin-rostro. De hambre me alimento. Desde que supe de mi doble es más oscura mi palabra en la claridad de sus ojos. === Paleografía Luego del Diluvio, ladrillo quemado en Ur -los grajos- escritura cuneiforme. === Aviso Veo la realidad. La toco. La sopeso en mis manos. Es levemente pluma, tercamente nada. Y como pluma grazna su cuervo: ¡Cuidado con tus ojos! === Reconvenciones del cuervo a sus críticos Nos calumnian desde Esopo o antes. Falsamente, Noé dice que no volvimos a su muladar. Comentan que empollamos en nido ajeno, que somos hábiles ladrones o necios y vanidosos embaucados por la zorra. Y les advierten a los niños no acercarse como si confundiéramos sus ojos con las joyas. Olvidan nuestra piedad por los ascetas, que Odín nos permite la montaña de sus hombros, que nunca más, repetimos El descrédito nos lanza piedras: Está la estampa de uno de nosotros trepada irreverente al cráneo de quien nos reconvino con su juicio. Somos las urracas -dicen- hermanas de las brujas, que sin paciencia nos mecemos en la misma soga de los ahorcados. ¡Krauh!, Tiresías nos adora; él mismo es un cuervo graznando sus vaticinios. Qué sería del alba sin la noche, qué de aquéllos a quienes la poesía sacará los ojos. === También es un libro El grajo puede ser un libro abierto o cerrado -si cierra o abre las alas- un libro azul de tan negro con páginas resplandecientes. En el atril del árbol el libro -el grajo- o el absurdo abren sus hojas. Nada está escrito en ellas, nada en la palma de tu mano cubierta con un guante. Desde que la cetrería recobró su importancia en el arte de lo rapaz y artero. nada está escrito en ellos. Y este libro en voz alta tiene mundos y átomos. Si una página arrancas -y una pluma cae- el libro pierde fuerza como si lo sacaran de raíces. Si desfallece el día hay luz mortecina. Hay libros que se leen por gusto y grajos de una inmediatez que asusta, igual que éste, cerrado al raciocinio. No lo elogies ni le pidas que cante. Canta tú, desde tu alma oscura. === Astillas de la piedra Astillas de la piedra negra que llegó del cielo, los mirlos; más metal el pico, las plumas menos duras. (Esto no impide cortes en el saber inútil). Sin desandar indagan, hurgan. En ellas se transforma en oro el desierto. Sopla la brisa y leen páginas del libro de la vida y la muerte. En tanto, en sus plumas transcurre la vida. De dos piedras nació la llama: aletazo, lascas. Ceñía un halo el ascenso a la cumbre cuando el vidente degolló a quien después sabría su sombra. Los mirlos acostumbran vida solitaria. No se les ve juntos más que cuando la noche bajo su plumaje les dice: Vengan, hijos. Las pesadillas son su alimento. De mi pico reciban a los dioses. Lascas de la Piedra Madre caímos. Por eso el lenguaje nos niega los encantamientos del mago, por eso estas líneas avanzan dando traspiés a tientas. Pico filoso, las plumas no menos. Por la rama de la escritura subo los trece cielos, bajo las nueve muertes. Di, tambor, si tu cráneo cruje, di de qué extensión es la pradera para el vuelo del humo; dinos que cada vértebra del árbol es una nota diferente para la agonía del mirlo. Tres veces puse mi palabra para el viento del Norte, tres veces para el viento contrario. El trigal y las gemas tienen la misma laca, son iguales en su resplandor a mis plumas. De nido ajeno mi linaje viene. Mi túnica es la luz de un sol negro. Vean mis ojos, sus aros de solsticio: joyas robadas al estío, dual visión sin convergencia. Lascas de la Caaba, interminable letanía: Punta de flecha, sálvanos. Llave del secreto, guíanos. Hoja sideral, clava tu daga en nuestra carne... Eran las nueve de la noche cuando me vi entre las hormigas -criatura, despojo, hilachas-. Nueve es el número sagrado que repetía por salvarme, nueve los pasos de la danza, nueve las notas del carrizo, las sílabas nueve, las sílabas de mi graznido, la canción dos veces nueve de la dádiva: KAU-CHAC, KAU-TEH, SOKAU, SOKAU. KAU-CHAC, KAU-TEH, SOKAU, SOKAU. Doy nueve saltos y otros nueve de piedra en piedra hasta cruzar a la otra orilla que amanece. Del árbol el rocío cae, toma la apariencia de un rostro o la máscara de un paisaje que no me pertenece. Soy el mirlo en esta voz ajena y mía, reverberación de la roca oscura, cuchillas en todas direcciones. Miro con la dermis el mundo. Callo lo que debía confesar. Hormigas, hormigas, hormigas pasan frente a mis ojos. Debo detenerlas. A ningún lado van. Borro cicatrices. Mirlos en el cielo sin nubes. Mirlos en la piedra sagrada. Mirlos o su canto en mi lengua. Mirlos. =========================================================================== La edición electrónica de este libro se terminó en febrero de 1998 y está disponible en http://www.letralia.com/ed_let/cuervo =========================================================================== (C) 1998, Ramón Iván Suárez Camaal Editado por la Editorial Letralia. Internet, febrero de 1998. La Editorial Letralia es un espacio en Internet patrocinado por la revista Letralia, Tierra de Letras y difundido a todo el mundo desde la ciudad de Cagua, estado Aragua, Venezuela. Contáctenos por correo electrónico escribiendo a editorial@letralia.com. Editor: Jorge Gómez Jiménez (info@letralia.com).