=========================================================================== Editorial Letralia * http://www.letralia.com/ed_let =========================================================================== HISTORIA DE RAÍCES Julio Álvaro Mena Rosell, jmr@amauta.rcp.net.pe Perú =========================================================================== A Rocío de la Mañana, A Fernando =========================================================================== Quiero agradecer a muchas personas que me ayudaron, mucho más de lo que necesitaba, a lograr esta Historia de raíces. Gracias de más de siete letras a: Jorge, Rocío, Martín, Laura, Enrique, Romeo, Hernán, Víctor, Julio y Teresa, Mariluz, Don Rodrigo, Chacho, Luz, Chicho, Douglas, Milagros, Manolo, César, José Antonio, Gisela y Peco, Giova y Carlos, Kike, Kathy, La Tropa Cósmica, Vania, Carlos, Patty, Alejandra, Marcela, Raúl Enrique, Alvaro, Tessy, Víctor, Félix, Ricardo y muchos más que saben que están; y con todo respeto a: Jorge Luis, Javier, Oscar, Pablo, Manuel, César, Silvio, Dr. Ernesto... Hasta La Victoria Siempre. =========================================================================== Sale del suelo, de la tierra, un corazón encarnado; florece su semilla y da flores, y da luz, y da vida. =========================================================================== I Me trae La lluvia que cae un torrente de fuerza incontenible que se evapora al contacto con mi piel; se funde con mi sangre y en corriente hemorragia vuelve a su seno terrenal. Las nubes con su ignorante asombro cesan sus alaridos desvaneciéndose sobre la luna sólo para descubrir un cielo totalmente vacío. II Deja que sea yo quien parta; déjame ser quien deja todo y cambia de rumbo la vida. Deja que sea yo quien voltea de derecha a izquierda, quien sale y ya no volverá; deja que sea yo el ayer, el recuerdo y el olvido, antes que el sol termine de llorar; déjame ser lo que siempre he sido y cuando, quizá, mis poemas se hayan ido, cambie mi peinado y frente al mar te mire entrando a tus ojos y simplemente diga he vuelto. III Tráeme olivo, que ya no estás, las olas de las que un día fui espuma; tráeme del olvido, tan ausente, tan presente, los días esos de una sonrisa, de un beso, de sus mejillas; tráeme, como si de tu prisa naciera, los recuerdos que necesito para darle vida a este día; que sea eterno, que me envuelvan como en mis sueños. Tráeme, longevo amigo, los trinos de tus ramas que me traían al sueño de un mundo cada vez mejor. IV Cartas para cuando vuelvas, escritas están entre las líneas de mi amor. Son la poesía más hermosa que ser humano algún día haya vivido, pues nadie, sólo yo tengo la dicha de vivir la poesía de tu ternura, de tu amor. V No puedo hablar de tu ausencia; tu corazón late en el mío, suspiro al sentir en la madrugada que se lleva los días, tus suaves labios dueños de los míos, tus manos de suaves caricias sobre el concreto que cubre mi rostro de tristeza. No puedo hablar de tu ausencia, estás en mí. VI Había dejado solas en el recuerdo las poesías que en el corazón guardo, que has escrito en mi alma, múltiple tierra donde mi semilla nació. Dejé solos entre líneas tus cantos de siglos, tu historia, y lo que es tu verdadera poesía, tu presente, donde podemos sentirnos entre tantas fronteras dentro de tus límites. Dejé y ahora retomo tus valles, tus andes, tu tierra, tu gente, mi gente. VII Miel derramada sobre el plato tendido, dulce que al final ni siquiera es mío. Camino de veredas que regresan y árboles que perdieron sombra se conjugan en la ilusión de ver nuestros ideales regados junto al río. VIII Algún día podré ser aquel halcón que vive, nace y muere en mi corazón. Podré ser y volar los rincones de mi vida aún no encontrados, que aún no han vivido. Podré volar y ser, libre, sin preocuparme por el sol, el viento, la tierra o el mar. Podré elevar mi vuelo hasta el infinito universo, o descender en picada como un fulminante rayo hasta fundirme con la tierra que me vio nacer. Serán mías las estrellas y las olas del mar, y tú, donde sea que estés, mi guía, mi pan. Ese día llegará, aquel en que mis alas serán las del sol y mi destino, mi fin... ...el que vive, nace y muere hoy en mi corazón. IX Yo estuve en los años que han pasado y no me recuerdan. Yo estuve en tierra de incas, entre ríos y llanuras que ya me han olvidado. Yo estuve en la tierra, en el mar, en playas de todo el ancho que ya no me reconocen. Ahora estoy en una extraña ciudad que no recuerdo, que he olvidado, que no reconozco. X Tengo ganas de volver aunque no me he ido; quiero volver aunque aún sigo acá; necesito volver a pesar de no haberme movido, aunque me haya ido para siempre. XI Hay un lugar donde la libertad se hace libre, donde se encuentran las almas que vayan buscándose, buscando unas líneas más; un lugar desconocido conocido por aquellos solamente que entre sueños viajan a mundos conocidos sólo por ellos. Hay un lugar donde la libertad no tiene nombre porque la libertad es uno mismo, la libertad soy yo. XII No niegues tu realidad, no reniegues tu verdad; por tus venas corre la sangre de tus raíces, savia que arrastra historia y te ata a ésta como lo estás a la vida y al futuro. Tu sangre tiene un nombre, el nombre de todas las sangres, el nombre de todas las almas con una misma raíz. Tu sangre es el Perú. XIII Te leo Lima y entre tus líneas veo números que dicen cosas tan distintas de lo que hace 20 años veía en ti. Me dicen muchas cosas, pero, resumiendo, me dicen que te has convertido en una mierda de tres coronas. Conforme creces te vas haciendo más pequeña y no me dejas respirar. Lima, ciudad de sueños y señoríos, de poesías envueltas y un barranco entre la vida y territorios de basura; Lima de todo esto enterrado en vida y pisoteado por los ambulantes que profanan tus repugnantes calles. Lima miseria, Lima esperanza, amparada en un tenue chispazo que busca el sol cuando alguna vez logra abrirse paso frente a las perversas nubes. Lima, capital de un país, mi país, que se escribe en otras líneas que quizá sigan a estas; no te vayas, por favor no te quedes. Quisiera escribir otras cosas sobre ti, cantar lo bella que eres... ...pero no puedo mentir, ya no eres más "la Ciudad Jardín". XIV No pierdas tus alas; ábrelas y vuela, vuela que el cielo te espera, espera que surques sus aires llevándolo de tu vuelo, tu vuelo que puede alcanzar alturas a donde muchos nunca llegarán. No cierres tus alas no las pierdas; ábrelas y lánzate a volar. XV De su sueño despertó con luz cegadora sobre sus ojos. No vio y empezó a avanzar, aunque al principio retrocedió sobre un tropiezo. Era yo, abrí los ojos y ahí estabas, como estás ahora en mí; y si allí no supe mirarte hoy entrego mi vida por ser como tú por vivir como tú. Traté de ver el sol a ojos cerrados, pero ahora que ya los abrí sé que eso ya pasó y puedo buscarte, buscar tu recompensa, aunque las arenas del pasado pretendan tapar y ahogar mi vida con sus tenues dunas. XVI Suave tu piel entre mis poesías se mete, se esconde, hurga con mi consentimiento, y tu corazón se mete en el mío, se adueña de él convirtiendo mi sed en tu sed, mi hambre en tu hambre, tu sueño en el mío, mi vida en la tuya... Tu suave piel, tus dulces labios, tu ardiente pasión, tu temperamento de río con vertiginosas corrientes y mansas riberas, se meten en mis poesías devolviéndome a ellas, a la ruta olvidada en la comodidad del pan caliente, de la mesa y la frazada siempre a la mano. XVII Hoy el campo está listo, es propicio el clima y, aunque no llueve, todo se presta para que estas hojas tengan ganas de llorar. No es un llorar común, no salen lágrimas, sólo un lánguido y silencioso grito que ahoga en su bramar todo el sentimiento, toda la poesía que trato de dejar por fin acá. XVIII Me he alejado de mí mismo, me dejé olvidado en algún oscuro rincón, ando buscándome sin éxito perdiéndome más en mí mismo o en donde pueda estar. El tiempo se ha desvanecido y el sol ya no me deja ver su luz, sólo oigo su risa y la de muchos que no soy yo, o quizás sí. A lo lejos escucho el mar de la ciudad en donde creo estoy; me siento protegido, por ahora nada más. XIX Miro esta hoja y no puedo dejarla vacía aunque para muchos lo que en ella deje no sea poesía. Siento ganas de escribir y escribo el eco de cada latido de mi corazón, acompañado de los suspiros del alma y de las estrofas de los cantos de la vida que son a veces tristes, a veces no, que son melancólicos y a la vez gozosos; que son mis cantos en los que tú también eres parte de la letra. Hoy nace de nuevo la poesía como nació ayer y morirá como lo hizo ayer; mañana será lo mismo. XX La espuma saca de la arena el agua que baña mis pies y la despedaza en pequeños fragmentos que lanza a las nubes, las olas se estrellan contra las estrellas y llegan a mojar las rocas de su orilla. No entiendo qué es esto pero no suena mal, me distrae, me evita pensar, sin lograrlo, en el dolor que me provoca la fría punta que se clava en mí despedazando mi alma. Dónde está la fuerza de la tierra que una vez surcó por mis venas, dónde está para evitar los gritos de mi alma que callan los gritos de mi alma, para secar las lágrimas que llenan mi garganta y ahogan mi corazón hasta no dejarlo gritar más. Dónde está el sol que no quiero ver esta mañana, donde está la noche, la oscura noche, que quiero que se vaya, que me deje gritar en paz, que me deje llorar otra vez, que me deje ser espuma, ser ola y reventar contra las estrellas y mandar a las nubes pequeños miles de fragmentos de la roca de mi corazón. XXI No sé qué escribí ayer, no sé siquiera si lo hice; espero que esto sea distinto, que sea distinto de lo que no escribí ayer. Quiero encontrar el Unicornio de Silvio y dárselo de cualquier forma, quiero encontrar mi Unicornio antes que el suyo; porque es mío, lo dejé ir y no quiero que se vaya para siempre, como se han ido las olas, como se han ido los versos que escribí, como se ha ido mi alma no sé a qué lugar. Dice que se fue a un lugar fantástico donde realmente está ella, donde se pudo encontrar; ojalá vuelva por mí y no sean dos a quienes perdí. XXII Azul profundo, profundo cielo; el calor de tus labios, la fuerza de tus ojos, toda tu piel, me estremecen, me hacen temblar hasta caer sobre tu vientre en paz, calmo, como el latir de tu corazón dentro del mío. XXIII Hoy desperté buscando el sol en mis manos y me encontré junto a ti. Te había buscado en sueños, despierto; fui hasta el sol y cuando desperté estabas junto a mí, entre mis brazos, y yo junto a ti. Hoy desperté con el sol entre mis manos, eras tú. XXIV Salió por la tarde entre la luz tenue del eterno ocaso y la espuma, siempre en mi rostro, de las olas del mar. Entre la niebla lo vi alejarse confundiéndose entre las olas y el cielo; su cuerpo quedó en la orilla y él... partió a navegar. Aún recuerdo entre barbas su sonrisa y la luz del sol que salía de su salado rostro mientras me alejaba. Ahí está el Capitán, sé que ahí está porque yo soy el Capitán. XXV Salí un día a caminar como quizá otras veces, sólo salí a caminar. Mis pasos buscaba sin darme cuenta, los que ayer dejé por este camino y, sin pensarlo, conmigo me encontré, volvía de algún lugar. Pensé estar soñando, impávido me observé por largo tiempo. La emoción creó algunas preguntas y respondiendo lo que yo sabía solamente por unas horas dialogué. De pronto partí, seguí mi camino hasta perderme de vista Confusa agonía revuelve mi corazón, ¿quién era yo?, aquél que se perdió de vista, quien su camino continuó, ambos quizá o solamente el loco autor de estas breves líneas. XXVI Pasando las horas pasaban y se iban tan pronto tan lento como llegaban; el teléfono no sonaba... Lejos escuché tu voz, saliendo de algún lugar; no digas nada, deja que el silencio hable por los dos. XXVII Mirándote se hace mía la eternidad y entro, olvidándome del olvido en el cielo estrellado inundado de rocío que son tus ojos. Deja que mi beso se vuelva poesía, déjame que sonría mirándote mientras navego, deja que mis labios rocen tu mejilla, déjame osar la travesía de navegar en el océano de tu vida XXVIII Rocío, que en la mañana das de beber a los sedientos geranios perdidos en el desierto de la noche, que se cruzan con los fantasmas que buscan descanso al pie de los días que traes de las noches sin estrellas, regálame un segundo de tu sonrisa y déjame hacerlo para ti eterno. XXIX Sobre tu cabello el viento dibujó una estrella, la noche le puso brillo y tus labios le dieron un solo nombre; es el resplandor de tus ojos, el fulgor de tu sonrisa, es una suave brisa, en una hermosa noche sin prisa. XXX Deja en derroche la pasión de un eterno instante; que derrame, sin tiempo ni espera el océano infinito de nuestras emociones. XXXI En él, el inexistente tintero de dormidas han despertado las poesías que lejos había olvidado. Salieron de un río como árboles enraizados extendiendo sus ramas como manos buceando el sol. XXXII Aquel muchacho, de ojos perdidos en los acordes de la melancolía, despertó un día y pudo ver cómo surcan en sus manos, los años, que no en vano, ya habían pasado. Despertó entonces y reconoció el día el que vio a través de una sonrisa, y supo al fin que era libre para serlo, y así como el sol nos trae la noche, el día y la tarde se fue a la vida con toda la vida puesta. XXXIII Dime dónde, a dónde vas por la pregunta, por la respuesta, dime dónde buscas solución tan compleja dime viento del sur en el que corriente abrumadora lograré resolver invencible cuestionario; rocío de la mañana cuéntame, dime dónde buscas, dónde encontraré porqué, el porqué que preciso hallar. XXXIV En el instante que en sí mismo se volvió eterno, tu sonrisa tomó el cielo y fue estrella que da luz a Venus, fue mar y me envolvió entre su espuma, fue tierra que germinó un corazón seco dando a las estrellas como fruto una canción. =========================================================================== La edición electrónica de este libro se terminó en octubre de 1998 y está disponible en http://www.letralia.com/ed_let/raices =========================================================================== (C) 1998, Julio Alvaro Mena Rosell. Editado por la Editorial Letralia. Internet, octubre de 1998. La Editorial Letralia es un espacio en Internet patrocinado por la revista Letralia, Tierra de Letras y difundido a todo el mundo desde la ciudad de Cagua, estado Aragua, Venezuela. Contáctenos por correo electrónico escribiendo a editorial@letralia.com. Editor: Jorge Gómez Jiménez (info@letralia.com).