Breve historia de las representaciones trifaciales y tricéfalas en Occidente • Musa Ammar Majad
6. El Satanás popularizado por Dante

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Pocos saben que muchos conceptos escatológicos cristianos provienen de las ideas dantescas del mundo de ultratumba. Dos conceptos esenciales, que jamás hicieran su aparición en los antiguos Infiernos, ya paganos, ya cristianos, se abren paso en los relatos escatológicos musulmanes, el limbo y el purgatorio, de gran influencia en la obra de Dante.1 ¿Puede creerse que el Limbo, esa antecámara del Infierno, en la que no se sufre ni se conocen penas ni alegrías, es ignorado por la antigua teología cristiana? Es el borde, el orillo, el límite indeciso que circunda la morada de los muertos. Precisamente, Dante es el primer escritor cristiano que utiliza la palabra limbo para denominar a semejante lugar:

Gran duol mi prese al cor, quando lo intesi,
Peró che gente di molto valore
Conobbi che, in quel limbo, eran sospesi.
2

La influencia del poema sobre el credo no es para menos si se piensa que el adjetivo de divina agregado al título Commedia no apareció en éste hasta la edición de mil quinientos cincuenta y cinco, llevada a cabo por Ludovico Dolce. Ya en el siglo XV muchas ciudades italianas habían creado agrupaciones de especialistas dedicadas al estudio de la Divina Commedia. Durante los siglos que siguieron a la invención de la imprenta, aparecieron más de cuatrocientas ediciones distintas sólo en Italia. La epopeya dantesca ha inspirado, además, a numerosos artistas, hasta el punto de que han aparecido ediciones ilustradas por los maestros italianos del renacimiento Sandro Botticelli y Miguel Ángel, por los artistas ingleses John Flaxman y William Blake, y por el ilustrador francés Gustave Doré. La primera edición en castellano de la Commediafue la de Enrique de Villena, a principios del siglo XV, hoy perdida. De mil cuatrocientos veintinueve data una versión catalana, en verso, de Andreu Febrer, y en mil quinientos cincuenta y cinco Pedro Fernández de Villegas tradujo el Inferno.

A través de las distintas traducciones de la Commedia y de las ilustraciones que acompañaban a éstas, se divulgó una iconografía muy particular, sobre todo aquella que atañía al encuentro de Dante y Virgilio con Satanás (figura 11), descrito en el canto XXXIV, 34-69, del Inferno.

S’ei fu sí bel, com’egli é, ora, bruto,
E contra il suo Fattore, alzó le ciglia,
Ben dee, da lui, proceder ogni luto.

Oh, quanto parve a me gran maraviglia,
Quand’io vidi tre facce alla sua testa!
L’una dinanzi, e quella era vermiglia;

L’altre eran due, che s’aggiungnieno a questa,
Sovresso il mezo di ciascuna spalla,
E si giugnieno al sommo della cresta;

E la destra parea tra bianca e gialla;
La sinistra, a vedere, era tal, quali
Vegnon di lá, onde il Nilo s’avvalla.

Sotto ciascuna, uscivan due grandi alli,
Quanto si convenia a tanto cuello:
Vele di mar, non vid’io mai cotali.

Non avean penne, ma di vipistrello
Era lor modo; e quelle svolazzava
Sí, che tre venti si movean da ello.

Quindi Cocito, tutto, s’aggelava:
Con sei occhi piangeva, e, per tre menti,
Gocciava il pianto e sanguinosa bava.

Da ogni bocca dirompea co’ denti
Un peccatore, a guisa di maciulla,
Sí che tre me facea cosí dolenti.

A quel dinanzi, il mordere era nulla,
Verso il graffiar, ché, tal volta, la schiena
Rimanea, della pelle, tutta brulla.

“Quell’anima lassú, che ha maggior pena,”
Disse il maestro, é Giuda Scariotto,
Che il capo ha dentro, e fuor, le gambe, mena.

“Degli altri duo, c’hanno il capo di sotto,
Quei, che pende dal nero ceffo, é Bruto:
Vedi come si storce, e non fa motto!

E l’altro é Casio, che par sí membruto.
Ma la notte risurge; ed, oramai,
E da partir, ché tutto avem veduto”.

Dante y Virgilio están en una zona del Infierno en la que ninguna de las ánimas habla o resulta identificada, a excepción de Judas, Bruto y Casio, una zona donde permanecen aquellos que traicionaron a sus benefactores y bienhechores. Así, y haciendo recordar a las representaciones trifaciales de Jano en el banquete invernal, tres son los traidores de los que se alimenta Satanás: Judas, el que traicionó a Cristo; Bruto y Casio, los que conspiraron contra César. En tal acto Satanás aparece en su calidad de “trinidad infernal”, cuyo reino del Mal debe resaltar, según Dante, por las oposiciones con el del Bien. Contraponiéndose a la Trinidad, la “trinidad infernal”, en su cualidad devoradora, asoma como síntesis de la perversión moral y física del lugar donde reside. Satanás, trifacial, colosal e inmóvil, es puro poder en la pasividad, en el gesto monótono de masticar condenados. Las sucesivas ilustraciones, versiones y reimpresiones del poema de Dante popularizaron su trifacialidad, aunque de ella ya habla Orígenes como “espejo deformante”3 de la propia Trinidad. No en vano los colores que se asignan en los versos citados a cada una de las caras refieren a un vicio: rojo, odio; palidez, impotencia; negrura, ignorancia.

 

Notas

  1. En 1919 el jesuita e islamólogo español Miguel Asín Palacios publicó los resultados de una tesis que, hasta casi la segunda mitad del siglo XX, resultaba descabellada: tanto el espíritu como la fuente principal que insufló a Dante para la redacción de la Comedia fue de origen musulmán. El trabajo llevaba por título La escatología musulmana en la Divina Comedia. Hoy día sus conclusiones son hechos aceptados.
  2. Divina Commedia, Inferno, IV, 43-45.
  3. Baltrusaitis, op. cit., p. 41.