~~~~~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ Edición 65 1 de marzo de 1999 ~~~~~~~~~~~ ================================================ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA ~~~~~~~~~~~ Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ ================================================ ~~~~~~~~~~~ http://www.americadelsur.com/letralia ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras es ~~~~~~~~~~~ una revista literaria que ~~~~~~~~~~~ difunde el trabajo de escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos contemporáneos ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a letralia@rediris.es ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Miembro de la Biblioteca Circular ** http://bc.encomix.es === Sumario =============================================================== | "La cultura en expansión", Jorge Gómez Jiménez. | Editorial | Editorial Letralia publica novela de René Marín. | Anuncios | especiales | Un festival poético en la red. / Muere José Luis Cano, | Noticias fundador de la revista Ínsula. / Bryce Echenique regresa | a Perú. / La vaca de Monterroso. / Luis Britto García | nuevo presidente del Conac. / Muere Cristóbal Zaragoza. | / Sala Arturo Uslar Pietri inaugurada en el Celarg. / | Diccionario de historia de Venezuela recibe premio en | Alemania. / El Reina Sofía para Rafael Alberti. / Más de | setecientos aspirantes al premio Alfaguara. / Esta | semana se inician las reuniones del jurado del premio | MOS. / Rock en La Habana. / Medellín, ciudad poética. / | Casa de Dulce María Loynaz será sede de la Academia | Cubana de la Lengua. / Especialistas debatirán sobre la | inteligencia en las organizaciones. | | VI Premio Mejor Libro del Año 1998. / II Concurso | Entre bases Nacional de Cuentos de Sacven. / II Certamen de Poesía | Maika Ortiz. / Premio Andalucía de Novela. / III | Concurso de Cuento Viceversa. / I Certamen Internacional | Pleamar de la Poesía Romántica. / V Premio | Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil. / | Primer Concurso de Cuentos Interactivos. / II Concurso | Literario Anual Arístides Rojas. | | Estigma. | Literatura | en Internet | "Oliverio Girondo: la transgresión perpetua", Jorge | Sala de Ensayo Ariel Madrazo. | | "De donde son las palabras", Luisa Futoransky. / "Muero | Letras de la cada amanecer", José Miguel Pallarés. / Poemas de | Tierra de Letras Ernesto Fidel Domínguez Mederos. / "Todos somos | mortales", Manuel Cabesa. / Poemas de Néstor E. | Rodríguez. / "La políglota", Francisco Herranz. / | "Reviviscencia del quinto sol", Carlos A. López. / Tres | relatos de Gustavo Raimondo. / Poemas de Jimena Pesquero | Bordón. / "Medusa", Laura Heart. | | Si cada país... / Contacto con Luis Zaurín. | El buzón de la | Tierra de Letras | Carlos Delgado. | Post Scriptum | Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras. / Las casas | Coordenadas de la Tierra de Letras. | | =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753/ =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Para suscribirse o desuscribirse de Letralia, envíe el comando correspondiente en un mensaje sin subject a listserv@rediris.es: Para suscribirse: subscribe letralia Para desuscribirse: unsubscribe letralia También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.americadelsur.com/letralia/listas.htm === Editorial ============================================================= La cultura en expansión Los tiempos que corren son singularmente especiales en Venezuela. La ascensión al poder, por la vía electoral, de Hugo Chávez Frías -quien participó hace siete años en un intento de golpe de Estado-, ha levantado ciertas esperanzas de cambio en todos los sectores, toda vez que se ha generado un movimiento nacional en torno a la mejora de las instituciones. Bueno o malo, acertado o equivocado, el tiempo hará su trabajo y nos dará las respuestas. En nuestra humilde opinión, hay que aprovechar la voluntad de cambio para motorizar las propuestas que llevan años guardadas en el cajón esperando tiempos propicios. En todo caso, la designación del escritor y pensador Luis Britto García como presidente del Conac, el organismo que organiza la política cultural oficial en Venezuela, es una oportunidad para plantear ideas y presentar proyectos que puedan brindar resultados de valía. Con una formación variopinta en la que hasta el derecho fiscal ha tenido su parte, Britto ha prometido una gestión en la que se evaluarán los proyectos con la finalidad de restringir los gastos a lo que realmente los merezca. De cumplirse con ese propósito, se sentaría un precedente estimulante en la gestión cultural venezolana. Actualmente, la mayor parte de los apoyos materiales del Conac se diluyen en organizaciones asentadas en la capital, con trayectorias sólidas y suficientes como para dejar de depender del Estado, y esta situación afecta sobremanera a los grupos culturales emergentes del interior del país. Se ha dicho muchas veces, pero es hora de que sea escuchado: la capital venezolana consume demasiados recursos en materia cultural, beneficiando sólo a una escasa proporción de los habitantes del país. La expansión de los programas hacia la provincia rendirá beneficios a largo plazo. De esos beneficios que sólo se aprecian cuando sobrevienen los cambios sociales. Jorge Gómez Jiménez, editor http://members.tripod.com/~jorgegj === Editorial Letralia publica novela de René Marín ======================= El decimonoveno título de la Editorial Letralia acaba de aparecer. Se trata de la novela El cuadro, del escritor mexicano René Marín (rene.c.marin@usa.net), cuya edición electrónica fue completada esta misma semana. Usted puede visitarlo en: http://www.americadelsur.com/letralia/ed_let/elcuadro La historia de Marín se desarrolla a partir de un cuadro y una mujer. La novela es un complejo armazón de recuerdos y persecuciones narrado con un ritmo galopante. El autor es licenciado en Administración de Empresas, pero ha escrito ya varios libros, teniendo en preparación su trabajo Ácrata. Las ilustraciones de El cuadro son digitalizaciones de grandes obras de la pintura del siglo XX. René Magritte, Marcel Duchamp, Max Ernst y Joan Miró son algunos de los artistas cuyos trabajos encabezan cada una de las once secciones de la novela. Recuerde que, si desea participar en la Editorial Letralia o simplemente conocer nuestro proyecto, entre a la página principal, en: http://www.americadelsur.com/letralia/ed_let === Noticias ============================================================== *** Un festival poético en la red El escritor argentino Rogelio Pizzi (poema@geocities.com), editor de la revista literaria digital El Sello, El Cráneo y La Sed (http://www.geocities.com/SoHo/Lofts/8234/sello.htm), nos ha escrito para informarnos de la existencia de una página en la que es posible conocer en detalle todos los acontecimientos del VI Festival Latinoamericano de Poesía de Rosario, celebrado entre el 18 y el 20 de noviembre del año pasado. La página del festival le brinda al visitante información completa sobre los homenajes concedidos, los poetas participantes y las actividades de mesa desarrolladas durante el evento, así como los trabajos presentados en el mismo. También se ha colocado datos de las anteriores ediciones. Para conocer de este encuentro poético, visite la página en: http://members.tripod.com/~FestivalPoesia *** Muere José Luis Cano, fundador de la revista Ínsula A los 86 años de edad, el 15 de febrero murió en Madrid el poeta español José Luis Cano, uno de los más importantes actores literarios de la generación del 27, con una vasta actividad en el campo de la crítica y fundador de la revista Ínsula. Cano había nacido en 1912 en Algeciras y había fundado Ínsula en 1947. Al frente de su revista se mantuvo durante casi cuatro décadas junto con Enrique Canito. Contemporáneo de Aleixandre, García Lorca y Neruda, era considerado el guardián de la memoria de la generación del 27, cuya producción defendió desde las páginas de su revista ante la devastación de la guerra civil. *** Bryce Echenique regresa a Perú Casi tres décadas y media de exilio culminaron el miércoles 17 de febrero para el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, quien desde el aeropuerto de Barajas, en Madrid, abordó el avión del retorno a Lima acompañado por un libro de Augusto Monterroso. Un voluminoso equipaje compuesto por una biblioteca completa, una nutrida discoteca y otros aperos fue embarcada en el Cielo de Italia, barco que trasladaría a Lima las pertenencias del escritor, quien hace dos años empezó a hacer los preparativos para regresar a su tierra natal. Bryce Echenique vendió su casa en España para devolverse a Lima, en cuyo barrio lujoso de Monterrico residirá. El escritor vivió en París, Montpellier, Barcelona y Madrid, en lo que llamó su "exilio voluntario". En España obtuvo el Premio Nacional de Narrativa por su novela Reo de nocturnidad. Regresó a Perú acompañado por el escritor limeño Guillermo Niño de Guzmán, y fue recibido por su editor peruano, Germán Coronado. *** La vaca de Monterroso Bajo el sello de Alfaguara acaba de aparecer La vaca, colección de ensayos del escritor guatemalteco Augusto Monterroso, en el que el autor comenta varios de los elementos que han inspirado su obra literaria. Y, de la misma manera como Monterroso se ha consagrado como un gran escritor de cuentos breves, sigue la misma línea en sus ensayos: "He tardado 12 años en escribir estas 150 páginas que ve", declaró ante un periodista hace unos días. Según Monterroso, el ensayo no es el género cuyas obras tratan de demostrar una tesis: "Quiero hacer libros que sean en verdad ensayos, ensayos personales. La gente tiene una visión equivocada del ensayo. Se piensan que un ensayo ha de demostrar algo. Y el ensayo, desde Montaigne hasta ahora, puede ser sólo una suma de opiniones, opiniones sobre una escoba o sobre un cielo". El autor ha dicho que quiere hacer ensayos que funcionen como conversaciones, y es por ello que La vaca contiene comentarios, ideas y recuerdos relacionados con la literatura, reunidos en veinte ensayos, algunos de los cuales publicados previamente en diarios o revistas. "La metamorfosis de Gregor Mandel", uno de los trabajos reunidos en el libro, cuenta que el famoso relato de siete palabras de Monterroso, "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí", ha sido equivocadamente cambiado por Vargas Llosa, quien convirtió al animal prehistórico en unicornio, por Carlos Fuentes en cocodrilo y por otros autores en rinoceronte, hipopótamo y dragón. "Aún debo escribir más corto", dice el escritor. Vargas Llosa y Fuentes participaron la semana pasada con Monterroso en un ciclo organizado por la Universidad de Barcelona, donde se comentó la obra de diversos autores latinoamericanos. "Las bibliotecas de los países del Tercer Mundo son tan pobres que sólo tienen buenos libros", ha dicho Monterroso, cuyas lecturas de juventud fueron los clásicos, especialmente Cervantes, Homero y Séneca. En los comentarios reservados a grandes firmas de la literatura universal, Monterroso afirma que la mayor deuda literaria que mantiene es con el Quijote, y dedica apartados a escritores de la talla de Pablo Neruda, Juan Rulfo y Jorge Luis Borges. "A Rulfo lo conocí cuando ni él ni yo habíamos publicado ningún libro y con Neruda trabé amistad cuando en 1954 me tuve que exiliar en Chile. A Borges no lo conocí personalmente, coincidí con él en varias ocasiones pero, como soy tímido, nunca me atreví a acercarme y saludarle", dice el escritor. Augusto Monterroso nació en 1921. Ha recibido diversas distinciones, como el premio Juan Rulfo 1996 o el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 1997. Una de las páginas de la red más nutridas sobre el autor es la que mantiene Francisco Rodríguez Ruiz (rodrigfr@engr.orst.edu) en http://www.ece.orst.edu/~rodrigfr/Tito. *** Luis Britto García nuevo presidente del Conac La semana pasada fue designado presidente del Consejo Nacional de Cultura, en Venezuela, el escritor caraqueño Luis Britto García, uno de los más importantes intelectuales venezolanos, a quien le acompañan, en el Comité Directivo del ente gubernamental, el sociólogo Tulio Hernández y la bailarina Zhandra Rodríguez. La designación de Britto fue hecha efectiva el 24 de febrero por el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías. El escritor sustituye en el cargo a su colega Oscar Sambrano Urdaneta. El Conac es la organización que dirige el proceder cultural del Estado venezolano, y está adscrito al Ministerio de la Secretaría de la Presidencia. Luis Britto García es un destacado intelectual, con dos premios Casa de las Américas (en 1970 y 1979, por su libro de cuentos Rajatabla y su novela Abrapalabra, respectivamente), diversos premios literarios y una extensa obra dramática que le ha valido, entre otros, el Premio Juana Sujo y el Premio Latinoamericano de Dramaturgia Andrés Bello. Sus artículos de opinión se pueden apreciar los domingos en el diario caraqueño El Nacional (http://www.el-nacional.com). Al saberse de la designación, el escritor declaró que aceptó el cargo bajo la condición de que el Conac no se adscriba al Ministerio de Educación, como se ha planteado en alguna propuesta emanada de los círculos cercanos a la Presidencia de la República. Britto explicó que el Conac será dirigido con una "gerencia cooperativa, colegiada, coherente con el actual panorama político y cultural del país". *** Muere Cristóbal Zaragoza A sus casi 76 años, el escritor español Cristóbal Zaragoza dejó de existir el pasado miércoles 24 de febrero en Orba, Alicante. La inhumación de sus restos se realizó en su ciudad natal, La Vila Joiosa, el 26. Zaragoza vivió en Orba los últimos seis años, y en los últimos tiempos una enfermedad que lo aquejaba se agravó. Zaragoza nació en 1923 y publicó su primera novela, El escándalo del silencio, en 1968. Vivía en Barcelona desde 1962. En 1975 recibió el Premio Ateneo de Sevilla, en reconocimiento a su libro Manú, y en 1981 el Premio Planeta por su novela Y Dios en la última playa. *** Sala Arturo Uslar Pietri inaugurada en el Celarg Con el patrocinio conjunto de la alcaldía del municipio venezolano de Chacao, la Fundación Celarg y la Fundación Banco Mercantil, el 25 de febrero a las 6 de la tarde fue inaugurada la Sala Arturo Uslar Pietri del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, en Caracas. El recinto tendrá como finalidad promover y difundir la literatura latinoamericana, mediante exposiciones, bautizos de libros, recitales de poesía y otros eventos. De hecho, la exposición inaugural es una muestra con fotografías y textos sobre el autor, además de una serie de entrevistas con él recogidas en video. La obra de Uslar Pietri ha sido reconocida en todo el mundo, y la inauguración de la sala coincidió con la reedición francesa de Las lanzas coloradas, la novela que en 1931 le dio un lugar de importancia en la literatura latinoamericana. Esta reedición estuvo a cargo del sello editorial Le Serpent a Plumes. Durante la inauguración de la sala, fueron bautizados dos nuevos libros de y sobre Uslar Pietri. El primero es su antología ensayística Nuevo Mundo, Nuevo Mundo, publicado en el marco de la Colección Clásica de la Biblioteca Ayacucho, que contiene treintiséis trabajos de Uslar. El segundo es Fuentes complementarias para el estudio de Arturo Uslar Pietri y es un ensayo del investigador Rafael Ángel Rivas Dugarte. *** Diccionario de historia de Venezuela recibe premio en Alemania El Diccionario de historia de Venezuela, publicado por la Fundación Polar y reconocido como la más importante obra de referencia de nuestro país, recibió la semana pasada el primer premio en el Festival Internacional del Libro de Leipzig, en Alemania, como informó Friederike Otthad, representante del evento. La obra recibió la Letra de Oro, el galardón más preciado del festival, que sólo se concede a obras que ostenten la excelencia en contenido, diseño, composición tipográfica, calidad de imagen, impresión y encuadernación. El diccionario recibió esta distinción tras la evaluación, por parte del jurado, de más de seiscientos libros, procedentes de treintitrés países. El libro cuenta con el trabajo de Manuel Rodríguez Campos, como coordinador; Sara Colmenares, Álvaro García Castro, Javier González, Ildefonso Méndez Salcedo y Luis Felipe Pellicer en la investigación, redacción y revisión; Omar Alberto Pérez en la bibliografía, el equipo de la Fundación Polar en la documentación, Manuel Bemporad en informática, María Enriqueta Pocaterra en el banco de datos, Álvaro Sotillo en el diseño, Alberto Márquez en la corrección y Lila Centeno en la diagramación. *** El Reina Sofía para Rafael Alberti El jueves 25 de febrero le fue conferido al poeta español Rafael Alberti el Premio Extraordinario de Poesía Reina Sofía, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cádiz, aunque la distinción fue recibida por su esposa, María Asunción Mateo, ya que la avanzada edad del escritor le impidió apersonarse en el homenaje. Algunos de los asistentes, como los poetas Pablo García Baena y Juan Manuel González, recitaron los poemas más queridos por Alberti, líneas de Garcilaso, Góngora, Salvador Rueda, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado, Neruda y Miguel Torga. En el acto intervino el premio Nobel de Literatura, el portugués José Saramago, quien dijo que "hay en Alberti una doble emoción, la que suscita su vida y la que despierta su obra". Haciendo referencia al Juan Panadero de Alberti, el escritor portugués dijo que, "después de tan largo viaje, el hombre tiene que volver a la palabra poética, y en ese momento poner sobre la mesa lo que se puede llamar el pan de la poesía". *** Más de setecientos aspirantes al premio Alfaguara En su segunda edición, el Premio Alfaguara de Novela logró convocar a 709 aspirantes de todo el mundo, 196 de los cuales son españoles y el resto latinoamericanos. El veredicto se dará a conocer mañana 2 de marzo en Madrid, y el premio se entregará el 20 de abril en el edificio Santillana. El ganador recibirá 25 millones de pesetas. Los jueces de esta edición del Premio Alfaguara de Novela son el escritor español Eduardo Mendoza, quien funge de presidente, la escritora y periodista cubana Mayra Montero, el escritor chileno Jorge Edwards, el cineasta español Fernando Trueba, el escritor mexicano Sealtiel Alatriste, y el periodista y escritor Juan Cruz Ruiz, del grupo editorial Santillana y ex director de Alfaguara. La segunda edición de esta contienda literaria reunió un centenar de autores más que la primera. El año pasado, el premio fue concedido simultáneamente a los escritores Eliseo Alberto, de Cuba, por Caracol Beach, y Sergio Ramírez, de Nicaragua, por Margarita, está linda la mar. Este año, además del premio en metálico, el ganador recibirá la escultura conmemorativa Alfaguara, del artista español Martín Chirino, y la publicación de la obra en todos los países en los que existen sedes de la casa editora. *** Esta semana se inician las reuniones del jurado del premio MOS El Premio de Novela Miguel Otero Silva, convocado en Venezuela por la Editorial Planeta Venezolana, empieza a discernirse esta semana. Aunque el veredicto será dado a conocer en mayo, el próximo 5 de marzo el jurado tendrá la primera reunión de evaluación. En su sexta edición, el premio MOS será decidido por el escritor Simón Alberto Consalvi, María Eugenia Mosquera, asesora editorial del Grupo Planeta, el escritor Eloy Yagüe Jarque, la presidenta del Centro Nacional del Libro, Mary Ferrero, y el escritor y profesor universitario Luis Barrera Linares. El ganador recibirá ocho millones de bolívares. El Premio de Novela Miguel Otero Silva recibió este año cerca de sesenta obras para su evaluación. Planeta creó el premio con la finalidad de estimular la narrativa venezolana y honrar la memoria de uno de nuestros autores de calidad internacional. *** Rock en La Habana El teatro Karl Marx, de la capital de Cuba, será el escenario, entre el 21 y el 28 de este mes, de un encuentro de intérpretes de rock de todo el mundo, según trascendió esta semana en medios de comunicación de Miami. El evento convocará en La Habana a Jimmy Buffett, Chuck D, Joan Osborne, The Indigo Girls, Kris Kristofferson y Peter Buck, entre otros. Por Cuba participarán Chucho Valdés, de Irakere; integrantes de las agrupaciones Los Van Van, Maraca, Sierra Maestra y Síntesis; el pianista Rubén González y Juan de Marcos. La coordinación del concierto está a cargo de Puentes Musicales Alrededor del Mundo, una organización creada por el compositor estadounidense Alan Roy Scott. "Estoy haciendo esto en Cuba por el mismo motivo que lo hice en Rusia", afirmó Scott. "Todos compartimos un mismo planeta. La música es un gran medio de comunicación y llega a un nivel que trasciende todo lo demás". *** Medellín, ciudad poética La poesía es un hábito de los colombianos, y una muestra de ello es la estupenda acogida que, año a año, ha recibido el festival poético que se celebra en Medellín. En su novena edición, el Festival Internacional de Poesía de Medellín de 1999 se realizará entre el 18 y el 26 de junio. Ya es posible obtener toda la información sobre el evento en su página: http://www.epm.net.co/VIIfestivalpoesia Durante una semana, Medellín entera girará en torno a la poesía. Y es que, como explica Fernando Rendón (fearn@epm.net.co), de la Corporación de Arte y Poesía Prometeo -uno de los entes auspiciantes, junto con el Municipio de Medellín y el Ministerio de Cultura de Colombia-, el proceso de paz que vive Colombia mantiene ocupada también a la cultura. "El espíritu, encarnado en la poesía y el arte, ha mantenido ardiendo el fuego de la trascendencia humana, mientras civilizaciones se hundían", explica Rendón. El festival de Medellín reúne siempre a más de 100.000 personas, que asisten a sumergirse en el mundo de la poesía contemporánea. Asisten poetas de cincuenta países y se organizan casi cien lecturas de poemas. Las actividades del festival tienen como escenario diversos auditorios cubiertos y al aire libre, dentro de Medellín y en sus alrededores, En la página web del evento, además de conocer la programación y otros detalles relacionados, usted podrá leer los materiales de la revista Prometeo y enterarse de las actividades de la Escuela de Poesía de Medellín. Además, los creadores del sitio han ido reuniendo una enorme base de datos con casi 1.400 enlaces a poetas, revistas electrónicas y sitios sobre poesía. El festival se realiza desde 1991, cuando se celebró la primera edición "como expresión de la capacidad movilizadora de la poesía para reconstituir el tejido social lacerado por la explosiva disgregación y proponer nuevas alternativas a la vida humana", según reza la página. Han asistido autores de los cinco continentes y se han establecido vínculos invaluables entre organizaciones difusoras de poesía. *** Casa de Dulce María Loynaz será sede de la Academia Cubana de la Lengua Situada en el barrio de El Vedado, en La Habana, la casa que habitara la poeta cubana Dulce María Loynaz, ganadora en 1992 del Premio Cervantes, será la sede de la Academia Cubana de la Lengua, una vez que se ejecute la restauración planeada por la Junta de Andalucía. La Junta de Andalucía invertirá entre 40 y 50 millones de pesetas en las obras de restauración y adaptación que convertirán el viejo caserón en la sede del ente académico. Se prevé, en el proyecto, la conservación de la biblioteca -en la que está el manuscrito de Yerma, de Federico García Lorca- y la construcción de una sala-museo en la que se depositarán las miniaturas de marfil, abanicos y cerámica de la familia Loynaz. *** Especialistas debatirán sobre la inteligencia en las organizaciones Entre el 4 y el 8 de octubre se realizará en La Habana el Coloquio Cubano-Brasilero de Inteligencia Organizacional, en cuyo marco se realizará igualmente, el 5 y 6 de ese mes, el Congreso Internacional Info-99. Ambos eventos son organizados por el Instituto de Información Científica y Tecnológica (IDICT) del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba. Info-99 se celebrará, en su sexta edición bienal, en el Palacio de las Convenciones de La Habana bajo el lema "La información a las puertas de un nuevo milenio". Los profesionales y técnicos que participan de las jornadas discuten sobre la nueva realidad que imponen las tecnologías de la información, así como los nuevos enfoques gerenciales y las exigencias a las que se expondrán los profesionales e instituciones de información. El evento cuenta con el coauspicio de la Unesco, DHL, SWETS, EBSCO, PIG Latina, la Escuela Interamericana de Bibliotecología, la Facultad Regional Santa Fe de la Universidad Tecnológica Nacional de Argentina, PC Max, la Federación Española de Asociaciones de Bibliotecarios y Documentalistas, el Instituto Brasilero de Información en Ciencia y Tecnología, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba, la Agencia de Información para el Desarrollo de dicho ministerio, la Sociedad Cubana de Información Científica y Técnica, Cubana de Aviación la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de La Habana, la Biblioteca Nacional José Martí, el Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Educación y la Organización Nacional de Bufetes Colectivos. Los asistentes al congreso podrán participar en conferencias magistrales, mesas redondas, cursos, seminarios, talleres, paneles y presentación de temas libres. Los temas principales a ser abordados son las tecnologías de información y comunicación en el nuevo siglo, el uso y acceso a la información en tiempos y escenarios diferentes, los nuevos estilos de gestión de la información como expresión del reposicionamiento de los servicios de información, las exigencias y retos que expondrán a los profesionales de información los albores de un nuevo siglo, las demandas y necesidades del usuario como exponente de los niveles de desarrollo de una nueva era, las nuevas condiciones y los cambios necesarios que tendrán que acometer las instituciones de información. Los aspirantes a participar deberán presentar sus trabajos en idioma castellano o inglés, en original y copia, en papel tamaño carta, a doble espacio y con 30 líneas por página, dejando un margen de 2,5 cm por cada lado. Se deberá incluir una copia en disquete realizada en un procesador de texto de uso corriente. En la portada del trabajo deberá incluirse, además del título, el nombre del autor (o del autor principal, en caso de trabajos colectivos), la institución que representa y su dirección, el nombre del ponente y otros autores con las instituciones que representa cada uno y su dirección. Los trabajos no deben exceder las 20 cuartillas, lo que incluye anexos, tablas y gráficos. Todas las salas estarán equipadas con retroproyector, pero si el aspirante necesita algún otro medio deberá comunicarlo con antelación al comité organizador. Además del trabajo, deberá presentarse un resumen de no más de 300 palabras, con las mismas normas explicadas arriba. Los resúmenes deberán ser enviados al Comité Organizador antes del 15 de mayo de 1999. Todos los aspirantes recibirán notificación de parte de la comisión científica sobre su admisión o no en el congreso. Una vez que sean admitidos, los participantes deberán enviar los trabajos definitivos antes del 1 de julio. Esto garantizará la inclusión de los trabajos en la memoria del evento. El trabajo deberá acompañarse de una carta con el nombre de la persona que se responsabilizará con la presentación del trabajo durante las sesiones del congreso. Si necesita más información sobre el congreso o las actividades que se realizarán conjuntamente, puede comunicarse con la licenciada Gloria Ponjuan Dante (info@ceniai.inf.cu), vicepresidenta ejecutiva del Comité Organizador, por los números telefónicos 53 7 635500 / 626501 / 603411, extensión 1146, o por el fax 53 7 338237. También puede establecer contacto con la licenciada Mireya Mesa Tamargo (mireya@palco.get.cma.net), organizadora profesional de congresos, por los números telefónicos 53 7 202588 / 226011/19, extensión 1513, o por los números de fax 53 7 331657 / 228382 / 218270. Información sobre las actividades ha sido publicada en el web, en una página especial sobre el tema: http://www.ceniai.inf.cu/eventos/info99/i99esp.htm ====================== Envíenos información cultural ====================== Este espacio está destinado principalmente a la divulgación del trabajo de los escritores hispanoamericanos, pero no desdeñamos la difusión de las noticias culturales, que siempre son de interés. Envíenos toda la información que pueda a letralia@rediris.es. === Entre Bases =========================================================== *** VI Premio Mejor Libro del Año 1998 Centro Nacional del Libro MENCIONES: Edición de libros de ilustraciones, de divulgación, de creación literaria, infantiles y artesanales. PARTICIPANTES: Editores establecidos en Venezuela. CONDICIONES DEL MATERIAL: Libros editados, reeditados o impresos en Venezuela en 1998; un ejemplar de cada obra concursante. Las obras seleccionadas para optar al premio formarán parte de la VI Exposición Producción Editorial Venezolana, a realizarse durante la Semana del Libro (abril de 1999). IDENTIFICACIÓN: Datos del editor, el diseñador y el impresor en los casos que aplique. El paquete deberá incluir la leyenda "Premio Mejor Libro del Año". JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 15 de marzo de 1999. PREMIACIÓN: Reconocimiento público, diploma y presentaciones especiales en los stands venezolanos de las ferias internacionales del libro en las cuales participe Venezuela durante 1999. VEREDICTO: 21 de abril de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Centro Nacional del Libro, Av. Rómulo Gallegos con 1ª Av. de Santa Eduvigis, Ed. Pascal, torre A, piso 1, Of. 13-A, Urb. Los Palos Grandes, Caracas. INFORMACIÓN: Web: http://eltaller.com/filcaracas. Correo electrónico: cenal@reacciun.ve. Teléfonos: 58 2 2842098 / 4847 / 2859054 / 5171. Fax: 58 2 2850829. *** II Concurso Nacional de Cuentos de Sacven Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela MENCIONES: Cuento. PARTICIPANTES: Escritores venezolanos y extranjeros radicados en Venezuela. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; idioma castellano; un cuento por autor; cuadruplicado; páginas numeradas y perfectamente legibles; mecanografiado a doble espacio por una sola cara sobre papel tamaño carta; extensión máxima de 20 cuartillas; tema libre. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con datos personales del autor; en el exterior de este sobre debe escribirse el título del cuento, el seudónimo y la leyenda "II Concurso Nacional de Cuentos de Sacven". JURADO: Tres escritores venezolanos de reconocida trayectoria. FECHA TOPE: 20 de marzo de 1999. PREMIACIÓN: Bs. 1.000.000. Sacven se reserva el derecho de publicar una edición de los cuentos finalistas y el ganador. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Sacven, Av. Andrés Bello, Ed. Vam (frente al Ed. Las Fundaciones), torre Oeste, piso 10, Gerencia de Atención al Socio. *** II Certamen de Poesía Maika Ortiz Noticias Latin America MENCIONES: Poesía. PARTICIPANTES: Escritores hispanoamericanos. CONDICIONES DEL MATERIAL: Hasta 3 poemas originales e inéditos; tema libre; idioma castellano; extensión máxima de 50 versos por cada poema. IDENTIFICACIÓN: Datos personales del autor: nombre completo, edad, nacionalidad, dirección y teléfono. JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 30 de marzo de 1999. PREMIACIÓN: Tres premios consistentes en publicación en el periódico Noticias Latin America, edición de mayo, y diploma firmado por los miembros del jurado. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Por correo electrónico a la coordinadora, Eva Urzáiz, ta5237@qww.ac.uk. INFORMACIÓN: Web: http://dspace.dial.pipex.com/noticias. Correo electrónico: ta5237@qww.ac.uk, noticias@dial.pipex.com. *** Premio Andalucía de Novela Banco Bilbao Vizcaya MENCIONES: Novela. PARTICIPANTES: Escritores hispanoamericanos. CONDICIONES DEL MATERIAL: Tema libre; original e inédito; extensión entre 150 y 300 páginas; doble espacio; una sola cara; deberá acompañarse con copia en disquete; duplicado IDENTIFICACIÓN: Datos del autor o seudónimo. En este último caso se deberá incluir una plica cerrada con la identidad del concursante. En todo caso se deberá incluir una certificación de autoría de la obra y de que sus derechos no están comprometidos con ninguna editorial ni pendientes de fallo en algún concurso. JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 30 de marzo de 1999. PREMIACIÓN: 7.000.000 de pesetas y publicación a cargo de Alfaguara. VEREDICTO: 16 de junio de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Dirección Territorial del Banco Bilbao Vizcaya en Andalucía. Avenida de La Palmera, 48 - 41012 Sevilla. O también: Editorial Santillana, S.A. Calle Torrelaguna, 60. 28043 Madrid. El sobre debe indicar la leyenda "Premio Andalucía de Novela - Alfaguara". INFORMACIÓN: Teléfono del BBV: 34 95 4559297. Teléfono de Alfaguara: 34 91 7449234. *** III Concurso de Cuento Viceversa Instituto Nacional de Bellas Artes / Revista Viceversa MENCIONES: Cuento. PARTICIPANTES: Escritores nacidos o residentes en México. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; triplicado; mecanografiado a doble espacio en papel tamaño carta; extensión de hasta 15 cuartillas; tema libre; la entrega de los premios implica el reconocimiento y aceptación de los autores al derecho en exclusiva de Viceversa a publicar y comercializar las obras ganadoras. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con nombre completo, dirección y teléfono del autor. JURADO: Tres especialistas reconocidos en el genero cuyos nombres serán dados a conocer con oportunidad. FECHA TOPE: 31 de marzo de 1999. PREMIACIÓN: 1r. lugar: un viaje a Londres de siete días y seis noches. 2º y 3r. lugar: un paquete de libros y videos del CNCA. Publicación de los ganadores en la revista Viceversa. VEREDICTO: Será publicado en el número 75 de la revista Viceversa (agosto de 1999). ENTREGA: Septiembre 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Tercer Concurso de Cuento. Wisconsin 68, Col. Nápoles, C.P. 03810, México, D.F. *** I Certamen Internacional Pleamar de la Poesía Romántica Centro Cultural Kemkem MENCIONES: Poesía. PARTICIPANTES: Escritores de todo el mundo. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; idioma castellano; tema relacionado con el género romántico; sin límites de extensión, formato o estructura de las obras; hasta 2 trabajos por autor; se deberá cancelar un arancel de US$10,00 IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con datos personales del autor. JURADO: Será presidido por la profesora Ilda Mígueles. El resto de los miembros será dado a conocer oportunamente. FECHA TOPE: 1 de abril de 1999. PREMIACIÓN: Se premiará a los 5 mejores trabajos incluyéndolos en la grabación del disco compacto Pleamar Romántico, así como en el libro del certamen. Los ganadores recibirán diplomas y libros de destacados autores y sus obras se publicarán electrónicamente y en medios de comunicación impresos de Uruguay, Chile, Venezuela, México, Argentina, Colombia, Puerto Rico, Estados Unidos, Suecia, Holanda y Japón, entre otros, y se recitarán en el programa Pleamar, que trasmite la emisora FM 2000 107.7 MHz, Quequen, de Argentina. VEREDICTO: 4 de abril de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Correo postal: 527 N° 366 o 521 N° 604 Quequen (7631). Provincia de Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: granate@teletel.com.ar. INFORMACIÓN: http://www.necocheanet.com.ar/kemkem. *** V Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Grupo Editorial Norma / Fundación para el Fomento de la Lectura, Fundalectura (Colombia). MENCIONES: Obra narrativa (cuentos o novela). PARTICIPANTES: Autores latinoamericanos. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; idioma castellano (los participantes brasileños podrán enviar sus textos en portugués); sin compromisos de publicación ni presentación en otros certámenes; tema libre; extensión entre 80 y 200 páginas tamaño carta; orientado a lectores de entre 11 y 18 años de edad; triplicado; mecanografiado en máquina o computador (en este caso, 12 puntos), a doble espacio, sin ilustraciones. Los autores cubanos deberán enviar sólo 1 ejemplar de su trabajo. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con datos del autor y currículum vitae. JURADO: Tres autores, investigadores o críticos de literatura infantil, un representante del Grupo Editorial Norma y un representante de Fundalectura, de Colombia. Sus nombres se anunciarán oportunamente. FECHA TOPE: 30 de abril de 1999. PREMIACIÓN: US$15.000 como anticipo de las regalías que se estipulen en el contrato de edición; publicación por la Editorial Norma; participación, con gastos pagados, en un evento nacional o internacional de interés para el área de la literatura. Si el jurado lo decide así, se otorgará un accésit de US$2.000 como anticipo de regalías estipuladas en el contrato editorial, y publicación, a escritores con ediciones en otros campos que no hayan publicado libros para niños y jóvenes. ENTREGA: Durante la 13ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (2000). DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Fundalectura, Premio Literario Norma-Fundalectura. Avenida 40, Nº 16-46. Bogotá, Colombia. INFORMACIÓN: Teléfono: 57 1 3201511. Fax: 57 1 2877071. Correo electrónico: fundalec@impsat.net.co. *** Primer Concurso de Cuentos Interactivos Fundación Centro de Información Digital del estado Aragua (Venezuela) / Fundación Laberinto de Letras / Letralia, Tierra de Letras MENCIONES: Cuento y diseño HTML. PARTICIPANTES: Escritores de habla hispana. CONDICIONES DEL MATERIAL: Cuento en formato HTML; categoría diseño básico: páginas cuyos archivos componentes (HTML, gráficos, sonido) no excedan en total los 25 Kb y puedan ser visualizados con las versiones 2.x de Microsoft Internet Explorer y Netscape Navigator, y con la 2.12 de Opera, y no incluir elementos de lenguajes de programación tales como CGI, Java o JavaScript; categoría diseño avanzado: páginas cuyos archivos componentes no excedan en total los 200 Kb, no se imponen límites en cuanto a los visualizadores que puedan interpretar el contenido y se pueden incluir elementos de programación. Los materiales deberán ser previamente comprimidos en formato ZIP y enviados en un archivo anexo a un mensaje de correo electrónico a la dirección indicada. Los límites de 25 y 200 Kb de ambas categorías se refieren a la totalidad de los archivos antes de ser comprimidos en el formato ZIP. Todos los trabajos que se presenten a participar serán publicados, durante tres meses a partir de la fecha de cierre del plazo de recepción, en la página del CID (http://www.el-cid.org.ve). IDENTIFICACIÓN: Datos personales del autor: nombre completo, dirección, teléfono, nacionalidad, dirección electrónica y categoría en la cual participa. Esta identificación deberá incluirse en el cuento y en el mensaje de correo electrónico con el que se envíe. JURADO: Tres reconocidos editores en Internet de distintas nacionalidades, cuyos nombres serán anunciados en el momento de publicarse el veredicto. FECHA TOPE: 15 de mayo de 1999. PREMIACIÓN: Se premiará a los trabajos que en cada categoría logren la mejor conjunción de los recursos tecnológicos y literarios. Los trabajos ganadores serán publicados en reconocidas editoriales digitales y sus autores recibirán por correo ordinario un diploma que acredite la premiación. La organización se compromete a difundir el veredicto ampliamente en diversos medios impresos y electrónicos. VEREDICTO: 30 de mayo de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: letras@el-cid.org.ve / letralia@rediris.es. INFORMACIÓN: http://www.el-cid.org.ve/letras / http://www.americadelsur.com/letralia. *** II Concurso Literario Anual Arístides Rojas Contraloría General de la República de Venezuela MENCIONES: Novela, cuento, poesía y ensayo. PARTICIPANTES: Escritores venezolanos y extranjeros residentes en el país. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; idioma castellano; no comprometido con editorial alguna; extensión mínima: novela, 150 cuartillas; libro de poesía, 50 cuartillas; libro de cuentos, 100 cuartillas; libro de ensayo(s), 100 cuartillas; papel Bond tamaño carta; mecanografiado a doble espacio por una sola cara; cuadruplicado. IDENTIFICACIÓN: Sobre manila cerrado identificado con seudónimo; contendrá un sobre aparte cerrado con el nombre, apellido, cédula de identidad, dirección y teléfono del autor. JURADO: Novela: Alexis Márquez Rodríguez, Antonieta Madrid y Guillermo Morón. Libro de poesía: Néstor Francia, Rafael Arráiz Lucca y Patricia Guzmán. Libro de cuentos: Salvador Garmendia, José Pulido y María Antonieta Flores. Libro de ensayo(s): Germán Carrera Damas, Karl Krispin y Enrique Viloria Vera. FECHA TOPE: 31 de mayo de 1999. PREMIACIÓN: Premio único para cada modalidad consistente en Bs. 800.000, diploma y publicación. Se podrá otorgar menciones especiales consistentes en diploma y posible publicación según recomendación del jurado. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Contraloría General de la República, Concurso Literario, Atención Fundacea. Edificio Fondo Común, piso 9, avenida Andrés Bello, sector Guaicaipuro, Caracas, D.F., Venezuela. INFORMACIÓN: Teléfonos 58 2 5083476 / 85. === Literatura en Internet ================================================ Estigma http://externos.uma.es/estigma Solemos aplaudir la aparición de buenas iniciativas en la red, que incorporen algo de valor a este enredijo de opciones en que estamos inmersos. Abrumados por los constantes anuncios de nuevas publicaciones, la creación de una que se destaca por su calidad nos emociona sobremanera. Es por eso que hoy saludamos el traslado al Web de Estigma. Estigma publica ensayo filosófico o de teoría literaria. Es una revista monográfica; esto es, sus editores proponen un tema para cada número y los colaboradores presentan material ensayístico que encaje en el mismo. En la presentación de la revista, se explica que esta definición de la revista fue planteada "bajo el convencimiento de que el hálito creativo no es incompatible con el rigor académico". Los números publicados se han centrado en interesantes temas, debatidos por varios autores cuyos trabajos pueden leerse ya en la red. La primera edición se basó en las relaciones entre el arte y la locura, la segunda en la nada y el vacío, la tercera en Cavafis y la cuarta en el centenario de Jorge Luis Borges. Para el futuro se han previsto los temas de las próximas cuatro ediciones: "La crítica y sus críticos", "La sexualidad y el arte", "La experiencia interior" y "El problema del mal". La revista es dirigida por Enrique Carratalá Llopis y Juan Jacinto Muñoz Rengel (jjmr@tinn.net), y en su Comité de Redacción se encuentran José María Martín Ahumada, Eduardo Muñoz Villén, Manuel Pérez Pérez y Juan Carlos Puche Martín. Muñoz Rengel, además de compartir la Dirección, se encarga de la edición electrónica. La edición en papel circula con el respaldo económico de la Diputación de Málaga y la electrónica está alojada en el servidor de la universidad de esa ciudad. No siendo una publicación con ánimo de lucro, Estigma viró rápidamente hacia el Web. Ahora, con su edición bicéfala, se garantiza la existencia de un producto tangible de primera calidad que tiene, además, acceso ilimitado por la vía intangible. Estigma no impone restricciones a quienes deseen ser publicados en ella. Invita expresamente a todos los escritores en lengua española, independientemente de su procedencia, a participar con artículos que serán juzgados por un equipo responsable. No se requiere que se envíen trabajos inéditos, pero sí que estén relacionados con los temas propuestos. Las condiciones de publicación son accesibles desde la portada. Si usted quiere recibir la revista en papel, puede gestionar su suscripción escribiendo a estigma@lettera.net, o usando el correo ordinario: Revista Estigma, Apartado de Correos 4118, 29080 Málaga, España. En la página web hay, además, un cupón de suscripción que usted puede usar para adelantar los trámites. La presencia en la red de publicaciones como Estigma robustece la calidad de la presencia misma del idioma castellano en los medios electrónicos, conformando fuentes de información serias para quienes, como usted y nosotros, gustamos del sesudo análisis así como de la palabra bellamente escrita. === Oliverio Girondo: la transgresión perpetua Jorge Ariel Madrazo === El poeta argentino -ya puede decirse: universal- Oliverio Girondo (1891-1967), cobra día a día el perfil de un clásico y a la vez, paradójicamente, el de un constante maestro de rebeldías; sobre todo, a partir de su difusión en Latinoamérica (el periplo europeo lo había cumplido y aprovechado muy joven). Girondo supo, en efecto, hallar nuevos y desafiantes rumbos para expresar esa experiencia poética en cuyo seno el mundo parece suceder por primera vez. Una experiencia epifánica que, aunque instrumento de conocimiento, se roza con el mito; y que no puede sino subvertir un lenguaje de estructuras pre-establecidas, fosilizadas. Sobre tal epifanía apuntó, mucho mejor, el propio Girondo: "El solo hecho de poseer un hígado y dos riñones, ¿no justificaría que pasáramos los días aplaudiendo a la vida y a nosotros mismos? ¿Y no basta con abrir los ojos y mirar para sentir esos ímpetus de prosternación ante cualquier cosa; ante las estatuas ecuestres, ante los tachos de basura...?". Pero, atención: nada hay en común entre este alborozado descubrimiento de lo único e intransferible, esta extrañeza emocionada ante el ser y el estar, y su polo opuesto: la aceptación de lo dado; la alienación conformista. Por el contrario: Girondo tocó las cuerdas más trágicas y descarnadas del esqueleto y de la médula, de la pudrición y lo caótico, sin menoscabo de la exaltación de lo vital y de "la presencia del arcángel relámpago y su vuelo", para usar aquí las palabras con que a él se refirió otro poeta mayor: su compatriota Edgar Bayley. Un breve salto a 1922. El año del Ulyses; de The Waste Land. El año cuando Mario y Oswald de Andrade, junto a otros escritores y artistas, organizaron en el Teatro Municipal de San Pablo la "Semana de Arte Moderno", hito del modernismo brasileño. En aquel 1922, un Jorge Luis Borges todavía entusiasmado por la novedad del llamado ultraísmo editaba en Buenos Aires la revista Proa, antecedente del núcleo "Martín Fierro", cuyo manifiesto inicial publicado en el Nº 4 de la revista homónima del 15 de mayo de 1924, redactó el mismo Girondo. También en 1922 André Breton rompía con Tristan Tzara y echaba las bases del surrealismo, mientras Vicente Huidobro reiteraba (con algún mesianismo): "El poeta crea, fuera del mundo que existe, el que debiera existir...". Es decir, poesía como realidad-Otra. No más, ya, como mera representación o adorno de un "tema" previo, sino como la elaboración a posteriori de la experiencia poética, que irá retraduciéndose mediante la puesta en acto de un lenguaje brotando de sí mismo. Una postura que consolidaron con fuerza reveladora, en el mismo '22, los 500 ejemplares del libro La primavera y todo, cuyo autor tanto iba a marcar a la poesía contemporánea: el norteamericano William Carlos Williams. Y bien: en aquel 1922 aparecía en Buenos Aires -como se ve, no por azar- Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, del treintañero Oliverio Girondo: "En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas. El ruido de los automóviles destiñe las hojas de los árboles. En un quinto piso, alguien se crucifica al abrir de par en par una ventana...". Era el Girondo que desde adolescente había residido en Europa, y que habría de publicar un único texto narrativo (Interlunio, 1937) y seis poemarios fundamentales: los Veinte poemas..., en el '22; Calcomanías, en 1925; Espantapájaros, en 1932; Persuasión de los días, en 1942; Campo nuestro, en 1946, época en que Girondo y su esposa Norah Lange estrechan sólidos lazos con poetas jóvenes como Enrique Molina, Aldo Pellegrini, Olga Orozco, Bayley y otros. Y, en 1954, irrumpe como un torbellino En la masmédula, que dejó estupefactos a sus propios amigos y hoy continúa asombrando. Si en "Calcomanías" Girondo insiste con las imágenes de cuño entre modernista y cubista, "Espantapájaros" se abre con un caligrama en homenaje formal a Apollinaire. Y otro poema juega con los retruécanos: "Abandoné las carambolas por el calembur, los madrigales por los mamboretás, los entreveros por los entretelones, los invertidos por los invertebrados... ¡Mi ineptitud llegó a confundir a un coronel con un termómetro!". Pero el todavía refrescante humor de "Espantapájaros" se condensa, de pronto, en un poema que figura en todas las antologías, el número 12: "Se miran, se presienten, se desean, / se acarician, se besan, se desnudan, / se respiran, se acuestan, se olfatean, / se penetran, se chupan, se demudan, / se adormecen, despiertan, se iluminan, / se codician, se palpan, se fascinan, / se mastican, se gustan, se babean (...) / Se derriten, se sueldan, se calcinan, / se desgarran, se muerden, se asesinan, / resucitan, se buscan, se refriegan, / se rehuyen, se evaden y se entregan". Es que en "Espantapájaros" Girondo creaba ya una obra lírica netamente diferenciada de la poesía de su tiempo: cobijaba muchos textos en seudo-prosa (hablar de poesía en prosa es, ab ovo, un absurdo), que desdeñando la matriz lineal del verso abrían las puertas a una imaginación admirada por Gómez de la Serna; y en él están también los grandes anhelos que impregnan cada línea suya: el panteísmo, el afán de elevación simbolizado en las innumerables alusiones al vuelo. Por eso, su alabanza de una supuesta amante no se limitaba allí a un credo erótico; era un ansia espiritual disfrazada por el humor: "No me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida, ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- ¡no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar!". Con "Persuasión de los días" -título que remite ya a la madurez- se inaugura el segundo Girondo, el interior, grave y hasta trágico e imprecatorio. Un registro muy notable en poemas como "Ejecutoria del miasma" ("Este clima de asfixia que impregna los pulmones / de una anhelante angustia de pez recién pescado. / Este hedor adhesivo y errabundo, / que intoxica la vida / y nos hunde en viscosas pesadillas de lodo..."). O en "Derrumbe", "Invitación al vómito", "Expiación", "Hay que compadecerlos". Rotundos desde sus títulos. Sobresalía allí una impronta dialogal, desgarrada, en la que descuella la fiereza del poema "Es la baba". Línea que alternaba, pero no contradecía, a la del poeta aún impregnado de comunión pánica con el todo, aunque tal lazo fuera deteriorándose bajo el hacha del tiempo y de un mundo erróneo desde sus cimientos. En esa línea de fusión vital, de despersonalización e identificación con lo-Otro, sobresale su famoso poema "Gratitud": "Gracias aroma / azul, / fogata / encelo. // Gracias pelo / caballo / mandarino. // Gracias pudor / turquesa / embrujo / vela, / llamarada / quietud / azar / delirio // (...) Gracias a lo que nace, / a lo que muere, / a las uñas / las alas / las hormigas, / los reflejos / el viento / la rompiente, / el olvido / los granos / la locura. // Muchas gracias gusano. / Gracias huevo. / Gracias fango, / sonido. / Gracias piedra. / Muchas gracias por todo. / Muchas gracias // Oliverio Girondo, / agradecido". También en "Persuasión de los días" se anticipa una total Rebelión de vocablos, título del poema que se inicia: "De pronto, sin motivo: / graznido, palaciego, / cejijunto, microbio, / padrenuestro, dicterio; / seguidos de: incoloro, / bisisesto, tegumento, / ecuestre, Marco Polo, / patizambo, complejo; / en pos de: somormujo, / padrillo, reincidente, / hervíboro, profuso, / ambidiestro, relieve...". Y ello sin olvidar el lirismo, el sentimiento, la vida dando sentido al todo, de "A pleno llanto": "Lloremos por las uñas, / por los pies, por los dientes, / lacios chorros tranquilos / de lágrimas salobres (...)". Curiosamente, este poema es una paráfrasis de "Lloremos", de Espantapájaros; y, sin embargo, el de aquel libro anterior aún tañía la cuerda del sarcasmo lúdico. Ahora, el humor había quedado muy atrás. Con "En la masmédula" se ahondan el vértigo a menudo apocalíptico, la denuncia de la vacuidad; se desata un huracán destructivo aunque rigurosamente organizado. Girondo enhiesta allí sus púas como el conmovedor erizo que Derrida equipara al poema, ese erizo que "se ciega erizado de espinas, vulnerable y peligroso, calculador e inadaptado" y que "al sentir un peligro se hace un ovillo en la autopista y se expone al accidente fatal". Tanto el sentido como el ritmo, las asociaciones fonéticas, la entonación, se descargan en un impacto único. "En este libro de fórmulas rituales se juega una de las aventuras más audaces de la poesía moderna" (Enrique Molina, prólogo). Aun en la injusticia del inevitable fragmentarismo, permítase transcribir un tramo emblemático de este último libro girondiano de sustancia en el fondo trágica; unas líneas de un poema de amor -"Mi Lumía"- cuya sintaxis anticipó el glíclico de Cortázar: "Mi LU / mi lubidulia / mi golocidalove / mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma / y descentratelura / y venusafrodea / y me nirvana el suyo la crucis los desalmes / con sus melimeleos / sus eropsiquisedas / sus decúbitos lianas dermiferios limbos y / gormullos / mi lu / miluar / mi mito / demonoave dea rosa / mi pez hada / mi luvisita nimia / mi lubísnea / mi lu más lar / más lampo / mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio / mi lubella lusola / mi total lu plevida / mi toda lu / lumía". Claro está: Girondo creía, como antes e.e. cummings y Gerald Manley Hopkins y los grandes nombres de la vanguardia incluyendo a Huidobro (por supuesto, a partir de Baudelaire-Mallarme-Apollinaire-Rimbaud), que en poesía la unidad o ladrillo esencial no es sólo la palabra -o su agrupación multívoca- sino también la sílaba, y aun la letra; de allí esos quiebres, dismorfismos, distorsiones, descapsulamientos, o al revés: agregados y embolsillamientos sonoros. Revolución de la sintaxis no como experimento sino como imposición de la necesidad poética. Por ello fue capaz de coaligar un lenguaje de neto sello castizo con un lujurioso regodeo de aliteraciones y paronomasias, de palabras vigentes por sus valencias y no por su significado literal, de imágenes deslumbrantes o furiosas, y todo esto sustentado en un impulso de cuestionamiento vital que, apunta Enrique Molina, traduce el "sentimiento de la condición lacerada del yo en lo más íntimo de su nucleo orgánico, entre el latido atronador del cuerpo y lo fugaz perpetuo". Las cosas y los seres exhiben ahora su incompletud -y de allí la abundancia de las partículas lexicales sub o ex: "subánimas", "subcero", "exotro", "exnúbiles", "exellas", "exóvulo"-; un menos, que es más. La más que médula, la masmédula. La vida-texto, la mezcla. Como brama el poema titulado justamente "La mezcla", que abre "En la masmédula": "No sólo / el fofo fondo / los ebrios lechos légamos telúricos entre fanales senos / y sus líquenes / no sólo el solicroo / las prefugas / lo impar ido / el ahonde / el tacto incauto sólo / los acordes abismos de los órganos sacros del orgasmo / el gusto al riego en brote / al rito negro al alba con su esperezo lleno de gorriones / ni tampoco el regosto / los suspiritos sólo (...) sino la viva mezcla / la total mezcla plena / la pura impura mezcla que me merma los machimbres el / almamasa tensa las tercas hembras tuercas / la mezcla / sí / la mezcla con que adherí mis puentes". Los puentes de la poesía total. Es el Girondo a cuya muerte Neruda consagró un intenso poema, que concluye: "De todos los muertos que amé / eres el único viviente. // No me dedico a las cenizas: te sigo nombrando y creyendo / en tu razón extravagante / cerca de aquí, lejos de aquí, / entre una esquina y una ola / adentro de un día redondo / en un planeta desangrado, / o en el origen de una lágrima". ** Jorge Ariel Madrazo, escritor argentino nacido en Buenos Aires en 1931. En Caracas, Venezuela, donde vivió ente 1976 y 1983, ejerció el periodismo y la crítica cultural. Ha publicado los poemarios Orden del día (1966), La tierrita (1974), Espejos y destierros (1982), Blues de Muertevida (1984), Cuerpo textual (1987, Premio Municipal 1986-87), Cantiga del otro (1992, premio publicación Ediciones del Dock), Piedra de amolar (1995), Mientras él duerme (1997) y Para amar a una deidad (1998, premio Fondo Nacional de las Artes), el libro de cuentos Ventana con Ornella y el ensayo Breve historia del Bolero (Caracas, 1980). arielmadrazo@ciudad.com.ar. === Letras de la Tierra de Letras ========================================= *** "De donde son las palabras", Luisa Futoransky. *** "Muero cada amanecer", José Miguel Pallarés. *** Poemas de Ernesto Fidel Domínguez Mederos. *** "Todos somos mortales", Manuel Cabesa. *** Poemas de Néstor E. Rodríguez. *** "La políglota", Francisco Herranz. *** "Reviviscencia del quinto sol", Carlos A. López. *** Tres relatos de Gustavo Raimondo. *** Poemas de Jimena Pesquero Bordón. *** "Medusa", Laura Heart. === De donde son las palabras Luisa Futoransky ======================= (Nota del editor: Plaza & Janés publicó, en 1998, una antología de textos poéticos de la escritora argentina Luisa Futoransky. "De donde son las palabras" recoge lo mejor de la producción de esta poeta trotamundos, que ya en variadas ocasiones ha sido vista por los parajes de la Tierra de Letras. Llegado a nosotros gracias al viejo y fiel correo postal, hoy ofrecemos a ustedes algunos extractos del libro). *** Mester de hechicería A María del Carmen Suárez Hay que comer un corazón de tigre joven para tener afiladas las zarpas; hay que llegar al centro de la estepa y cortarle la lengua a un lobo hambriento para poder hablar con la luna; hay que peregrinar con los tarahumaras para ser rico en silencio; hay que sufrir el celo de todos los animales para conocer los ritos del amor. Recién entonces, mujer, ve al encuentro de tu hombre y camina a su lado por las estaciones; no vuelvas la cabeza para llamar a tu inocencia porque con ella alguien prepara un nuevo sortilegio. (de Babel, Babel) *** Masatsugo El padre cose kimonos. La madre trabaja de peluquera. Masatsugo toca un tambor que se llama taiko y duerme en el suelo del negocio. La madre ayer llorando le dijo que basta de música que hay que ganarse la vida de otra manera. Fuimos al cementerio budista de los samuráis del barrio a pasear con mi cachorro Tango. Bebimos saké y nos acostamos. Lo mejor que tiene es que aun dormido, se sonríe. (de Partir, digo) *** De Provenza Amo las ciudades de los otros partidas al medio por un río cada orilla con sus particulares ambiciones y desaliento un segmento del Ródano que aquí pronuncian ron como la repetida onomatopeya de animales, diz que domésticos, extraviados de cariño y la bebida isleña del Caribe Ciudad ésta, Arles, de comerciantes y burgueses de profesiones llamadas liberales, que de apertura, tan sólo una estrecha, irrespirable grieta en la sesera, con algunos árabes para los trabajos que repugnan los nativos y turistas sin sol ni mistral, en suma, de menosprecio sin remedio al extranjero. Conozco, por arrastrarme en trechos crepusculares algunas de sus barandas de pocos rostros, uno, por ejemplo, asociado para siempre a dos gatos de un viejo inmóvil con boina y cigarrillo los gatos parecen dorados como le gustaban a un amigo muerto cerca de mi extraño río cuya ciudad vaya a saber uno por qué, le vuelve el lomo a sus quimeras. Amo también detenerme a divagar ante las heridas y transformaciones de los muros expectantes erosionados por pasiones graves ya que las paredes huelen siempre a notarios herederos y enemigos. ¿Clausurarán por eso tanto las ventanas? ¿Querrán guardar todo el odio para sí? El Hopital Dieu donde Van Gogh y yo dormimos huele aún el aire de orines y de incontinencia de los locos y los muertos; nuestros vecinos se retuercen las manos de pesadillas y la calle principal se ha cubierto de saldos y servilletas agusanadas de todos los Mac Donald's del mundo, uníos. El Puente de los Leones, roto por modernos cataclismos, conservará una imagen de último abandono porque ya nadie cortará jamás oreja y rabo en nuestro nombre, tal vez, con cuidado en el espejo de las furias unos pocos pelos, inoportuno recordatorio de naufragios, torpezas y ternura que tenaces persisten, bajo las palmeras salvajes de [aquella, única nariz. El Ródano se deshace entre mis manos y los olivares recortados de este poblado mediterráneo evocan lo mustio y perecedero de todo afán. Las semillas de girasoles que adoran las cacatúas blancas de las fábulas sangrientas los girasoles, los girasoles bah (de Cortezas y fulgores) *** Invocación a María A Daniel Pires Mateus salve de la intemperie madona de las rocas del cemento y los ventanucos de los edificios más altos salve señora de los malos pensamientos señora de los deseos ocultos por la vergüenza madona de las ciudades y de los altares en medio del hollín madona loca que vagas en los hospicios con un muñeco viejo sucio diciendo que es tu hijo tú la que te arropas con periódicos y mendigas un poco de tabaco en las escaleras de los subtes tú a la que despierta en los bancos de las plazas y estaciones el insulto soez de los policías tú que hablas sola por las calles mientras los caminantes te abren paso porque te tienen asco y sonríen entre sí con complicidad tú que recuentas las monedas para una medida de alcohol ruin y has visto desde dentro cada uno de los lupanares más abyectos tú la llena de gracia ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte amén. (de Babel, Babel) ** Luisa Futoransky, escritora argentina que reside en París desde 1981. Su obra publicada más reciente es "De donde son las palabras, antología poética", Plaza y Janés, España, 1998. Lfutoran@pratique.fr. === Muero cada amanecer José Miguel Pallarés ========================= A Jerome Odlum. En el contrato la cláusula era muy clara, pero no le presté ninguna atención. Probablemente él tampoco. Yo no iba a participar en ninguna batalla, estaba excluido del riesgo que corren los marines coloniales, tan sólo me ocupaba de la conservación de los HTI y de mantener al día la base de datos. No existía ninguna posibilidad. "Nadie hace preguntas" rezaba la propaganda. "Alístate" susurraba la publicidad. Me había convertido en un fugitivo a causa de un delito de piratería informática. Acudí a la división adecuada y pasé la prueba. Ingresé por necesidad pero en un destino seguro. Aunque pertenecía al ejército yo era un burócrata. Ningún riesgo, pensé, jamás iré al frente, me dije. Y acerté, aunque sólo en parte. En tal coyuntura, ¿cómo podía sufrir heridas de combate?, ¿cómo sospechar lo que iba a suceder? Ya lo decía mi padre: "Espera siempre lo inesperado". Siempre despierto igual: con una agobiante disnea, envuelto en sudor, aterrado por una pesadilla ajena que no me pertenece pero que sufro a diario porque ahora su miedo es mi miedo. Me pregunto si a él le pasará lo mismo, si mi tósigo de oficinista precederá su despertar. ¿Cómo concebir que dos personalidades tan dispares, dos vidas tan alejadas resulten miscibles por un aliñoso precepto jurídico de un reglamento militar aplicado con robótica y aséptica perfección en los quirófanos del ejército? Me ha tocado el turno de noche, que aquí, en esta vieja estación minera de Alfa-Centauro, condena a una abrumadora soledad. Antes lo hubiese soportado sin problemas ni traumas pero ahora vivir entre perdedores biológicos y desechos de la robótica crispa a este cuerpo del que dispongo en usufructo temporal. Tras vestirme con un mono regulado por termostato decido dar una vuelta aun sabiendo que no encontraré nada interesante. Tras introducir mi tarjeta personal salgo de los módulos oficiales. Me conceden un permiso de 5 horas. El aire está impregnado de olor a grasa y la tormenta de arena del exterior hace retemblar la estructura metálica de las bóvedas. Me aproximo a una de las peligrosas balaustradas pero el vértigo espacial, que siempre había padecido, me ha abandonado. Al fondo, el eterno gemido de los generadores que aprovisionan de oxígeno y energía eléctrica a esta vieja explotación. Su horrible chillido pasa inadvertido. La fuerza de la costumbre. Cada tres días tengo un examen sicológico con un aburrido pedazo de chatarra. Confían, ignoro quién, que la cohabitación sea posible sin graves trastornos. Lo repiten continuamente. Siempre me presentan el mismo cuestionario. Siempre les miento y mis contestaciones falsas de hoy difieren de las de ayer. El examen físico es más meticuloso y diario. ¿Se lo harán a él también? -¿Cuándo me trasladarán a un lugar decente? -Pronto -me responden los robots-. Muy pronto. Esperamos instrucciones. La gente me mira con recelo. Les saco a todos por lo menos una cabeza y saben que me gusta la pelea. Por otro lado no ignoran que habito con los robots. Sospechan si puedo ser un replicante pero han visto que mi sangre es roja y no blanca. En el bar adquiero tabaco en una máquina que sólo funciona si le pegas tres golpes seguidos en el costado izquierdo. Aunque no estoy seguro parece que soy fumador porque mi cuerpo se tranquiliza en cuanto le proporciono su dosis de nicotina. Al tercer cigarro los músculos comienzan a relajarse. Perdida al final del tugurio descansa una dañada pantalla de televisión. Continuamente emiten partes de guerra. Vamos ganando, proclaman. Yo sé que la primera víctima de la guerra es la verdad, la información y la segunda la libertad. Todo sacrificado en aras de la victoria. Cuando yo era solamente yo, estaba al tanto de la verdad. Procesaba los datos de cada ataque, los gastos, los muertos, las naves destruidas, las colonias conquistadas. Estoy persuadido de que conquistaremos los mundos de los alienígenas. Tenemos raudales de violencia irracional en nuestros corazones y necesitamos sus mundos para expansionarnos pues vivimos hacinados como ratas en nuestro minúsculo sistema solar. Los humanos estamos incapacitados para vivir en paz, llevamos en nuestros genes la destrucción. Además, la guerra es una buen negocio. A ratos me quedo dormido y unos recuerdos bélicos que jamás serán míos se apoderan de mi ser. Vivo su vida, mato como marine colonial, blasfemo y destruyo como tal y tras semejantes orgías de sangre despierto feliz. Él y yo nos estamos mezclando, fagocitándonos, apropiándonos de lo que nos falta, hurtándonos nuestras realidades, nuestras mentiras, nuestras virtudes. Yo ambiciono su fuerza, siempre deseé tenerla. Estoy seguro de que él se aprovecha de mis conocimientos técnicos. ¿Cómo reprochárselo? Me alejo del bar. La tormenta prosigue su furibundo ataque. Paseo solo por los muelles. Todos los hangares están cerrados. Una lanzadera yace abandonada y destripada en un rincón. Oigo gritos de mujer y unas risas roncas y salvajes. No necesito ver la escena para imaginar qué es lo que está pasando. Me acerco tranquilo. Tres barrigudos policías de aduanas están desnudando a una mujer que ronda la cuarentena. Ella se resiste pero acabarán por violarla y matarla tal vez. Cuando yo era yo y todavía vivía en Marte jamás hubiera hecho nada. De hecho nadie hacía nada por nadie. En frente del hospital galáctico Isaac Asimov tres adolescentes estaban violando a una enfermera que salía de trabajar. Todos pasábamos de largo, cambiándonos de acera y dando gracias puesto que la violencia no nos había rozado. Cuando terminaron se perdieron entre la abigarrada multitud. Nadie la ayudó tampoco entonces. Se tragó sus lágrimas, su dolor y su frustración, y se arrastró hasta el servicio de urgencias desde donde los conductores de las turbo-ambulancias habían estado contemplando el espectáculo. Luego me enteré que uno de ellos era su marido. Agarro una oxidada palanca de hierro y me acerco tranquilo. ¿Hubiera podido hacer algo así antes? Ni se me hubiera ocurrido. Me amenazan y esgrimen sus navajas y porras al tiempo que se suben los pantalones. Uno de ellos intenta correr hacia donde han dejado sus armas de fuego pero yo me interpongo en su camino. Y mientras comienzo a combatir no dejo de preguntarme: ¿quién de los dos está actuando ahora? Yo no era así pero lo cierto es que disfruto mientras un entrenado cuerpo para ser letal proporciona una paliza a aquel montón de basura. ¡Es una gozada! Me he empapado de sangre. Los robots me harán muchas preguntas. Me someterán otra vez al detector de mentiras. Volveré a ser su conejillo de indias. La mujer trata de vestirse nerviosamente. Las ropas rasgadas apenas protegen su delicado cuerpo. Trato de ayudarla y me rehuye. No se lo reprocho. Introduzco los cadáveres en un desintegrador de basura y con mi ficha magnética lo activo. No queda de ellos ni rastro. -Eso ha sido un error. Ahora ya saben quién los ha matado. Ha firmado su hazaña. Estos detectores poseen memoria de todo cuanto destruyen. -¿Tiene a dónde ir? -S-sí. Soy intocable. Hablando con realismo, somos intocables. El experimento es más importante que la muerte de tres gandules con placa oficial. ¿Qué habría hecho él? Viviendo juntos estamos condenados a no poder hablarnos jamás. Le he dejado notas en un ordenador pero él las borra. Los robots me dicen que para él la adaptación está siendo más difícil y que no colabora. La acompaño hasta su apartamento. Finalmente me invita a subir y utilizo su baño para limpiarme la sangre. Los nudillos están rasgados. Me contemplo en el espejo. Me gusto mucho más que antes. Su pelo es rubio, sus ojos azules, mi corazón potente. Tengo el torso repleto de cicatrices. El láser no puede hacer milagros... todavía. En una estrecha cocina tomamos café. Me contempla estupefacta. Reconozco en ella algo más que el agradecimiento. También hay deseo. Este cuerpo es bello y produce deseo. Antes eso nunca había sucedido. Yo era casi calvo, pequeño y miope. -¿Cómo se llama? -Arthur, Arthur Clark. -Yo le conozco. Le veo algunas mañanas jugando al billar pero me dijeron que usted se llamaba Jim Morrison. -También me llaman así. Pero sólo por las mañanas. -¿Más café? Noto que mi vejiga está casi llena y prefiero que orine él. Yo no agarré una gonorrea y no tengo por qué sufrir los dolores al orinar. No me malinterpreten. No lo censuro. Lo entiendo, entiendo que derrochara su paga en los burdeles que el ejército proporciona a la tropa porque en la guerra el dinero y la vida pueden ser efímeros pero yo no he aportado ninguna enfermedad y cuantos dolores pueda se los endosaré a él. Empieza a haber más luz en la habitación. La rotación de Alfa-Centauro es de 14 horas aproximadamente. Finaliza mi permiso. -Debo irme. -Quiero darle las gracias... yo... -¿Sí? -Tengo mañana el día libre. Me llamo Thelma, pensaba que tal vez quisiera tomar una copa conmigo. -Disfrute de su permiso, Thelma. Me doy prisa, debo volver a tiempo porque si no me sancionarán y le darán a él más tiempo de posesión. Comienza a dolerme otra vez la cabeza, ya me advirtieron que esos síntomas no desaparecerían del todo. Todavía recuerdo el ataque militar a la base. Fue algo totalmente imprevisto. Estaban a la defensiva y, casi derrotados, efectuaron una salida suicida y la estación Malkovich-6 quedó desguarnecida. Nuestra pantalla de defensa falló y para cuando llegaron los refuerzos ya habíamos soportado media hora de intensos bombardeos. Demasiados. Mi cuerpo era una salchicha sangrante. Me llevaron al quirófano militar. Me lo han contado, estaba en mi derecho a saberlo. Creo además que el funcionario que lo hizo disfrutó explicándome los detalles desagradables. Sin ojos, sin lengua, sin piernas y con un solo brazo. Pero todavía vivía. Fue entonces cuando se acordaron del contrato: podían experimentar si dejaba de ser útil siempre que yo mantuviera viva mi personalidad. Allí llegó Jim Morrison, un distinguido marine que había sido gravemente herido en una ofensiva terrestre. El corazón estaba casi destrozado, los riñones hechos jirones y no tenía hígado. Le trasplantaron mis órganos y en una operación de microcirugía de casi tres días instalaron mi consciencia en su cerebro. El quirófano electrónico había trabajado a pleno rendimiento. Ya éramos uno. Dos personas habitando un mismo cuerpo. Sólo vivo unas horas cada día y al ver los destellos de luz de Boadicea, nuestra estrella madre, debo volver para morir, para que él resucite y disfrute de su tiempo hasta que nuevamente llegue mi turno. Muero cada amanecer. En el contrato la cláusula era muy clara. ** José Miguel Pallarés, escritor español nacido en Zaragoza en 1966. Es licenciado en Derecho y tiene una vasta trayectoria en el cómic y la literatura. Su trabajo en el cómic ha sido reseñado en el Diccionario de uso de la historieta española (1873-1996) de Jesús Cuadrado. Ha producido el álbum 6 postdatas a un tiempo y realiza trabajos para Planeta-De Agostini, S.A., y Dude. Sus textos han aparecido en revistas de la talla de BEM, Gigamesh, Empresarios y BarZelona Cómics, entre otras. jompal@arrakis.es. === Poemas Ernesto Fidel Domínguez Mederos =========================== *** Cuarentena Azúcar, incienso y tilo al atardecer. Crecerá rápido, desnuda y azul, Pero tendremos paz y buen pan tostado. Café, tabaco, mirra y manzanilla dulce -que ya tendrá tiempo de dormir en ascuas- para que baile como nunca y nos salpique a todos con su sudor amargo. Valor, orgullo y tres tazas de caña santa, Para que vuele y nazca mil veces Sobre el vigor de una ceiba. Soles, majarete, y hasta vino tinto ¿por qué no? -que sólo de lluvia no vive la tierra- y ya verán cómo caerá caliente la estrella de los augurios, para que viva y tenga ganas de beberse el mundo, para que duerma y sueñe con el año nuevo, para que explote y nos hunda el corazón en el pecho. *** Tras las huellas de un conejo ciego I Mudo, salí ayer Con la piel más curtida Por las malas noticias, Esquivo, tosiendo promesas. II Hay sólo tres soles En el cielo plomizo de la tarde Y todavía Hay quien nunca los vio. Pobre de aquellos Sin ojos en las manos. III Gira el mundo (signo de interrogación) IV La conciencia es la madre De los barrigas-llenas. Si sienten hambre No tardan en despedazarla V Quizás sea porque prefieres los pomales. Me deslumbras ¿Te lo habré dicho antes? *** Los diez escalones del olvido Volver a lo mismo creo que va siendo Ganas de morir Mirando el cielo tan rojo De cansancio. Volver a lo mismo no es volver, Es destrozarnos. *** Gauguin en La Habana Pintarte va siendo difícil, Estática, ovulando temores y primaveras. Pareces tragarte El pudor de aquella noche Lívida, fugaz. Tener que pintarte a solas, Dormida, Lloviendo sobre tus propias sábanas, Va siendo difícil. Te quiero mar abierto sobre mi espalda, Blonda cordillera Vomitando sueños dentro de mi boca, Azul y verde sobre el vigor De mis manos desnudas. Pienso pintarte sin atril, Sin pinceles, solo con mis dedos. Te quiero pintar Sobre el jardín vibrante de tu cauce abierto, Del único planeta ingenuo del universo, En el único espacio cerrado del siglo. Te quiero pintar A puertas abiertas, sin teorías, Sin vida, sin silencio. Con el corazón destrozado por la vendimia, Por las cuatro estaciones de Vivaldi, Por tu indiferencia... A pesar de todo, Sigo pensando en pintarte. *** Rumbo a Ítaca Las bestias tienen ojos de azufre Y garras de antimonio, Cáscara de plomo Y un reguero de grutas clavado en sus venas. Degustan los sueños de los inocentes Y apestan a Erebo y a ciudad decapitada. Las bestias, devoran tus manos, Pero escupen verdades entre hilillos de sangre. Los ángeles tienen ojos de lluvia Y manos de alabastro, Níveos brazos de hielo intangible Y un millón de lunas y estrellas fugaces. Limpian recuerdos de telarañas Y toman el néctar de la primera aurora. Los ángeles, te besan las manos, Pero te clavan espinas y versos primaverales. La tarde llora, Y sin Neruda la vida sabrá a Infierno Y a cola de sirena. ** Ernesto Fidel Domínguez Mederos, poeta cubano nacido en La Habana en 1974. Estudia periodismo en la Universidad de La Habana. Ha obtenido reconocimientos en eventos literarios en Cuba. Participó en el Taller Literario de la principal casa de estudios cubana, y su obra ha sido difundida por el Banco de Ideas Z. ernesto@fcom.uh.cu. === Todos somos mortales Manuel Cabesa =============================== Concibe una versión de la muerte que dure tanto como el porvenir. Macedonio Fernández. 1. Y yo cómo iba a saber que la pistola era de verdad. Felipito me dijo que su papá se la dejó para que jugara; y, bueno, yo creía que era como la de mi primo Rafa, que echaba candela pero era de juguete. Entonces Felipito me dijo, vaya chamo jugamos en la platabanda; y yo le contesté, bueno vamos a darle. Y subimos, pero Felipito dijo que él era el policía y yo el ladrón, entonces yo dije que no, que los ladrones siempre morían y que yo era policía. Pero él me dijo que no porque la pistola era de él; tuve que quedarme de ladrón. Cuando estábamos en la platabanda Felipito propuso que nos escondiéramos y el que disparara primero ganaba; yo me escondí detrás de unos pipotes y me puse a cazarlo con mi metralleta de rayos. De repente grité arriba las manos señor policía caraota fría y Felipito volteó y disparó. Primero fue como un trueno, después Felipito llorando y su papá le gritaba para qué agarraste esa vaina y la mamá también lloraba y decía pobrecito hay que llevarlo al hospital. Después no recuerdo qué pasó, la verdad que no lo recuerdo. 2. La noticia llegó temprano a la redacción: estallaron unos tanques en Tacoa. El incendio ha arrasado con varias viviendas que se hallaban cerca del depósito. Ahora una cosa es lo que tú lees y otra lo que ves. Yo me enfilé para el litoral con Pepe Trueno pensando cubrir una noticia más. El Pepe me dijo que la vaina era pelúa, desde la madrugada estaba ardiendo y cuando estallaron los tanques nadie tenía idea de lo grande del rollo. La verdad nunca he sabido como hacen los fotógrafos para enterarse de los problemas primero que los periodistas. Pero si Pepe Trueno decía que la vaina estaba mal, bueno, estaba mal. Qué va, estaba peor. El candelero parecía de una película de guerra. Los periodistas de varios medios nos reunimos en un sitio más o menos seguro para compartir información. A mí se me ocurrió preguntarle a un oficial de la Guardia Nacional cómo iba la cosa; cuando vio el carnet del periódico y el grabadorcito el bicho impostó la voz y dijo que la situación estaba a punto de ser controlada en las próximas horas. Al ratico estalló otro tanque, así que los reporteros que estábamos cubriendo la fuente nos olvidamos del trabajo y empezamos a ayudar a evacuar a los damnificados. Yo me fui con Pepe Trueno en el jeep y sacamos a una señora que estaba llorando con dos carajitos a cuestas, la montamos en el vehículo y arrancamos buscando una salida. Yo no lo sabía, pero debajo del pavimento había tubos que transportaban gas de un lado a otro. Uno de ellos estalló justo cuando le pasábamos por encima. Todo fue de un candelazo de un azul intenso. 3. Lo menos que esperaba era que todo terminara así. Cuando entré a la policía el sargento mayor nos dijo que todo gante carga con la muerte en la espalda. Yo ya había estado en operativos recogiendo malandros por el Guarataro. Pero esta vez la vaina era distinta. Malandros, la verdad que no eran, pero tenían dos días jodiendo con eso de que el país se lo estamos vendiendo al Fondo Monetario, que si los estudiantes tienen el derecho a defender los intereses del pueblo. Y los carajos atrincherados nos gritaban: policía marico, jala bola de los ricos. Qué jala bola ni que nada, uno está más fregado que ellos, que tienen su familia y su vaina, y hasta carro le dan para ir a la universidad, y uno más jodido que todo el mundo tiene que salir a la calle a ver si un malandro te mata, por la miseria de sueldo que te pagan. Y calarse además al comandante de turno hablándole mariqueras a uno: que si el deber, que si honor es la divisa, que si la misión del policía es la de hacer respetar las instituciones, que si esto, que si lo otro. Y los carajos, sendos bachilleres, tirando piedra. Policía marico, jala bola de los ricos. Qué jala bola ni qué nada, si de vaina uno sacó el primer año. Si yo hubiera entrado en la universidad, tú crees que iba a estar tirando piedra, no señor, ahorita fuera tremendo doctor, ganándome un billete. La verdad que me dio rabia, por eso cuando el teniente nos ordenó avanzar a discreción yo eché palante, pero los carajos se pusieron como locos. La piedra no la vi, pero sentí el coñazo en la frente. caí de rodillas agarrándome la cabeza con las manos y llamando al cabo que estaba cerca. Los gritos se escuchaban como un susurro: policía marico... 4. Yo se lo dije al ingeniero: caramba, mire, yo estoy cansado, bajar a esta hora pa Caracas es muy duro. Pero él me dijo que no podemos esperar, esas vigas hay que llevarlas hoy, porque si no perdemos tiempo y usted sabe que la construcción no se puede parar. Yo le insistí, mire que vengo de Valencia, pa mí es muy pesado dos viajes en un día. Pero él siguió, hágame esa segunda, yo le meto una vaina más en el sobre aparte de las horas extras, mire que solamente cuento con usted. Y, modestia aparte, él tenía razón, porque el único chofer que aguantaba un camión así era yo. También pensé que unos realitos de más no caían mal, porque en la casa la vaina estaba bastante jodida. Entonces me dije, qué vamos hacer, por unas horas extras no me voy a morir. Total que agarré carretera confiado. Hasta Los Ocumitos no hubo problema, pero un poquito antes del peaje empezó a llover y la cosa se puso fea porque la verdad era que no tenía frenos, pero no se lo había dicho al ingeniero para que no dijera que era un descuidado. En Tazón la lluvia arreció y ahí es verdad que no pude más, la carga pesaba mucho y estaba echando el camión de lado. En lo más empinado la dirección no me respondía y me dije, que se queme esta mierda, yo me bajo. Busqué la rampa de frenado pero al bicho no lo paraba nadie. Abrí la puerta y me tiré, con la mala suerte que pegué el cuello en la valla de seguridad. Qué ganas de mentarle la madre al ingeniero. Las cornetas de los carros se unieron en un sólo escándalo y yo ni la lluvia la sentía. ** Manuel Cabesa, narrador, poeta y ensayista venezolano nacido en Caracas en 1960. Perteneció al Taller de Poesía del Celarg y ha colaborado con las principales páginas literarias de la región y del país. En 1985 publicó su poemario Vida en común. Reside en Cagua. === Poemas Néstor E. Rodríguez ======================================= *** Razones del miedo ...si estuvieras aquí, si vieras hasta qué hora son cuatro estas paredes. Vallejo. Afuera ya no hay ruidos sino los necesarios. No así dentro. Aquí las manos giran y saludan con la súbita prestancia del ausente que regresa como una intemperie de matices probables y remotos. El tiempo del adentro sujeta la demora y artificia el curso fijo de los abecedarios. Desde aquí me confundo como otro factor entre la turbamulta lívida de sus instrumentos. Algo de distancia habrá en el filo de las formas que las vuelven insondables, un quién sabe qué de lentas figuraciones agotando la lámina del suelo sin el menor espanto. Deferencia debo a estas paredes en su ademán de límite baldío. Padecer la inmediatez de tal visaje es conocer del miedo y su razón que nunca es sola sino la impertinencia de salvar esta frontera sin plan concreto, sin orden que defina el avance o retirada de esta ciudad menor, de este jardín hostil que todos llaman mi habitáculo. ¿Presagiaré el escarnio de sus pliegues? ¿Maliciaré la conjura de este cuarto en que se templan los augurios con el silencio de lo intacto? *** La ciguapa A Mario. Al borde de sus pasos recula esta viajera, velocísima. Ni rastro de saliva se conserva, menos el eco de su paso por la yerba y los zaguanes. Qué no diera por saber de sus motivos, por beber de la tensión de su escapada. *** Prometeico Por este mundo en blanco se conjura cada víspera una suerte de reencuentro. Cauto se detiene el aire, el linde avieso principia los rumores. Observa el espacio una lejana exigencia compartida. Dónde encontrarse con el tedio bajo los párpados es un lacónico reparo de promesas dispuestas ante la espuria silueta de la muerte. ¿A qué esta farsa de agonía? Fuera el prístino hacedor y a volverse tornarían las fauces del apócrifo fingidor de notas, minúsculo impostor, famélico oficiante. Ese inquieto signo curtido de rigores: la palabra, pide se le presente de sus nombres el más certero, el apenas insinuado en lugar alguno. Luego el silencio. Por este mundo en blanco algunas cosas quedan: una línea arcana, un aire, el reparo de la tinta obsesa con el fuego. *** Jano Es la cercanía de los espejismos lo que nos hace inmortales. Ariel Frieda. Sobre la sombra única el debate de dos rostros: el uno agota los ardides del conocimiento puro, la soledad precaria, la vela y la vasta biblioteca. Las huellas de la mano le han revelado al otro el sentido previo a la idea del tiempo. No son para sus ojos carne y fuego verdades distintas, sino una sola. La misma de la noche repetida, los silencios y las voces. El uno cuestiona su imagen libresca de ampulosas redes adjetivas. Es uno su cuerpo, como uno el gesto que lo abriga. Vence la vigilia. Contra la pared, como atávico reflejo, el otro torna a soñar. Sabe del aire conocido por sus padres y de una extraña palabra gemela de muchas otras. El doble murmullo. Es de cal el lienzo y la certeza de una sombra sola que el reflejo desdibuja. La voz geminada. Sea la cifra que se escinde junto a la opacidad del reflejo la indudable marca, una frágil seña perfecta. Ella se niega a referir ambos nombres. Queda por testigo el parco eco del silencio, esa continua carencia que no olvida, y un camino dividido que se expande, y una secreta promesa que vacila. El instante precisa un motivo irresoluto, Jano ensaya su contorno. *** Elogio de la llave Cómo se juega la llave su esplendor metálico, la dentada caricia vacilante frente a la vecindad esférica del pomo. *** Vuelta Volver ajeno, como quien regresa. Andar oculto, como quien nos mira. El retorno es un furor cifrado contra letras imposibles, la pátina de horas y memorias si digo soledad para buscarte, un intento, pues, de mordedura. El olvido, al contrario, es una ficha marcada que fija en el tiempo su envés. Con ella se negocia la precaria tregua de los cuartos, perdida ya la mínima cordura al presenciar que al contacto cotidiano de las cosas una maraña de pasos breves avanza copiosa. ** Néstor E. Rodríguez, poeta y crítico literario dominicano nacido en 1971. Licenciado en Literatura Comparada por la Universidad de Puerto Rico, cursa estudios doctorales en Emory University. Sus textos han sido publicados en revistas y periódicos de Santo Domingo y San Juan como Postdata, Contornos, El Cuarto del Quenepón, Claridad, Última Hora, El Fémur de tu Padre, y en la Antología de la Poesía Latinoamericana del Siglo XXI (México). nrodrig@learnlink.emory.edu. === La políglota Francisco Herranz =================================== En memoria de James Cain y del inefable John Garfield. Todo empezó como en "El cartero llama dos veces". Carlo, que vivía en una inhóspita región de España ayudando a su padre en un taller donde se reparaba todo tipo de máquinas, no había leído el libro -o visto la película- escrito por James Cain, pero su argumento lo estuvo esperando durante años, como una prenda exhibida en una baratillo de extramuros que se hubiera negado al capricho de otros adquirentes. Como la aldea no ofrecía posibilidades los chicos más ambiciosos se largaban a recorrer Europa buscando una rápida fortuna; pocos la conseguían porque la prosperidad es una mariposa voluble que se nos escapa de entre los dedos. Carlo acababa de terminar sus estudios y ya tenía una modesta filosofía para manejarse; pensaba que el dinero llega con el tiempo pero que a la vida hay que beberla de un trago. Cuando dijo que partiría el padre opinó que el muchacho debía salir en busca de una vida hecha a su medida; la madre, en cambio, lloró a escondidas. Alto, fuerte, diestro y con los estudios de rigor, estaba destinado a triunfar. En todos lados consiguió dónde dormir; a veces un henar, otras un establo, de vez en cuando una pieza con todos los chiches. También encontró el socorro de mujeres que no pudiendo salir a buscar aventuras se resignaban a esperarlas. Ejerció impensados oficios; se descubrió destrezas desconocidas; comprendió que su pequeña aldea no era el eje del universo y que los hombres son en todas partes el mismo perro con distinto collar. Por si esto fuera poco adquirió una cultura geográfica que, como un almanaque de propaganda, venía de regalo dentro de la aventura. El día en que todo comenzó vio en la ladera de la montaña, al borde mismo de la carretera, la "Hostería del Cartero"; también el cartelito pidiendo un lavacopas. El río que corría a los costados de los surtidores de nafta, el destartalado puente de madera, el atracadero corroído por la resaca y las nubes que rozaban las copas de los árboles, lo decidieron a quedarse. Seamos justos; Carlo aún no había visto a Paula. La Hostería le gustó de inmediato. Lo atrajeron las paredes encaladas con vigas a la vista, los rústicos muebles de caoba, los pisos de listones de roble entarugados, la loza inglesa apilada en el aparador y los postigones de madera, que oscurecían el ambiente. Acodado en el mostrador de estaño estaba José. Él lo miró entrar y allí se quedó, sin quitarle de encima su torva mirada. Carlo avanzó con recelo porque el hombre le pareció un oso lento y peligroso; pelo ralo, de aceitosos resplandores; turbia mirada de apagado gris; pupilas lentas y penetrantes de animal enfermo, taimado y sanguinario. Llegó hasta el mostrador con su mejor sonrisa; cuando el fétido aliento del hombre lastimó sus pituitarias le preguntó si necesitaba un lavacopas. José averiguó si era español y si tenía estudios. Cuando Carlo, en desparejo francés, le dijo que acababa de terminar sus estudios, José pareció darse por conforme; sin dejar de mirarlo, como acechando sus movimientos, llamó a Paula con una voz despareja y bronca: "lo tomé; es español y bachiller", le dijo, sin alegría, como dando cuenta de un hallazgo que parecía convenirle. Paula, asomándose, pareció asentir aunque sin interesarse demasiado. Carlo, en cambio, quedó fuertemente impresionado por la muchacha. Aparentaba veinticinco años; el marido rondaba los sesenta; era alta, rubia; ¡una verdadera pantera! En ese momento José giró la cabeza y Carlo se animó a mirarlo de frente; tenía el rostro purpurado y blando de los bebedores. Sintiéndose aceptado creyó prudente demostrar su valía así que se puso a cortar leña y a arreglar el destellador del cartel. En algún momento encontró los ojos de Paula observándolo. Ese día se electrocutó el gato; el electricista encontró su cuerpo chamuscado. A la noche cenaron los tres juntos. Ella servía sin esmero y cada uno debía estirarse para alcanzar los platos; aunque José protestó por lo bajo la muchacha hizo caso omiso. Luego, sin abandonar su vaso de vino, se puso a cantar con voz pastosa y ella se fue a dormir; Carlo se encaminó a su cuartucho, ubicado encima de las cocheras. Hizo su cama y se durmió. A medianoche lo despertó una bocina. Desde la ventana vio a Paula en salto de cama cargando gasolina mientras José dormía la mona tirado en el porche. Cuando los faros del coche la iluminaron Carlo entrevió el contorno desnudo bajo el salto de cama. En el momento de pagar el hombre del coche le tomó la mano. Hablaron un instante; luego ella subió al auto. Al volver a la posada miró hacia los altos del garaje. A la mañana siguiente Carlo comenzó a ludir los pisos hasta sacarles las viejas capas de cera, dejando al desnudo el pálido color de la madera y sus caprichosas vetas. José quedó encantado. Desayunaron juntos; Carlo levantó la mesa y José, socarronamente le dijo: "en el ropero está la ropa de tu antecesor; lo encontramos muerto en tu pieza; nadie vino por sus pertenencias". Carlo tomó las ropas, que le caían al cuerpo, y se duchó tratando de imaginar la causa de la muerte del muchacho cuyo lugar ocupara. Al salir del baño era otro. Entonces la que quedó encantada fue Paula. Lo que siguió es previsible. José salía a hacer las compras; dejaba las cestas y partía a la cantina del pueblo hasta el anochecer. Carlo y Paula cocinaban, atendían a los clientes, cobraban las adiciones y lavaban los platos; luego se iban a dormir la siesta. Juntos. Los años que ella le llevaba se enriquecían con la vitalidad de Carlo. Paula era alegre, vivaz, abundante y nada remilgosa; él tenía el ímpetu irreflexivo de sus jóvenes años. La diversidad de idiomas no fue un obstáculo. Carlo había caminado días y días junto a una pareja de franceses muy charlatanes y eso le bastó para defenderse con el idioma. Luego, en la posada, enriqueció el vocabulario. No fue en lo único que se benefició. Ella, por su parte, había adquirido en la escuela un dudoso español; junto a Carlo corrigió errores, mejoró la pronunciación y hasta aprendió las reglas gramaticales. Pero una tarde apareció José antes de la hora habitual y los encontró retozando en la cama. El hombre lo miró fijamente y le dijo en un tono perentorio: "se acabó la fiesta, muchacho; mañana te largas". Ella permaneció en silencio. Carlo salió al alba. Llevaba mochila nueva, ropa decente, alimentos, un coco enorme para las horas de sed y una angustia que era como una angina; caminó durante semanas pensando que debía haber matado a José quedándose con Paula y con la hostería pero, a la vez, no podía olvidar la frialdad de la muchacha cuando fue sorprendida por su marido. En Suiza encontró trabajo. Permaneció un tiempo aprovechando para estudiar gastronomía y hotelería, tratando de no acordarse de Paula y del cerdo de José. Cuando se consideró curado y listo para abordar una profesión volvió a España. El día de su llegada a Cuenca vio el aviso de un hotel que requería un administrador. Allá fue con sus mejores galas. Entrar y verla fue la misma cosa; la reconoció al instante. Paula también: -Te tomo -le dijo secamente- pero sólo como administrador; ¿está claro? Estaba claro pero Carlo no pudo evitar preguntar: -¿Por qué? -Porque ya aprendí el castellano, que era lo que necesitaba para cuando viniéramos a España a poner este hotel. Tuviste lo tuyo, yo lo mío; estamos en paz. Carlo tomó el trabajo; cuando oyó a José sintió que la sangre se le amontonaba en la cabeza. Cuando él dijo, riéndose: -¿Así que volvió el profesor de castellano? -perdió los estribos; tomó el cuchillo de trinchar y se lo clavó en el vientre. El juicio fue lento y tedioso; finalmente lo condenaron a prisión. Paula le manda cigarrillos por intermedio del inglesito que tomó de lavacopas. Está haciendo rápidos progresos en el nuevo idioma. ** Francisco Herranz, escritor argentino. Es maestro normal de profesión y tiene estudios de derecho. Ha publicado cuentos en las revistas La Maga y Puro Cuento, y su relato "Los iguales, los diferentes y la hija del farmacéutico" recibió el Premio Accésit del Grupo Arcano. fmhz@ciudad.com.ar. === Reviviscencia del quinto sol Carlos A. López ===================== Inmigrar es sólo el comienzo del poema: la geografía es un texto que tiene porvenir -entonces, se escribe un modo de arrechar fronteras y atajar senderos con el fin de entrar al vientre del futuro. Un trazo de alma propia filtra muros, salta verjas, se moja, se alambriza y separa el pasado conocido con los esfuerzos de escarbada. Así somos vagabundos romaniegos y joviales, criaturas silvestres de los montes. De cierto, que predominan las formalidades y trámites y reglamentos y proposiciones 187 y -¡qué importa!- ya sabemos, desde antaño, que la tierra es ajena, aunque ancho sea el mundo. Un poema es igual -amplias son las métricas de aliento, infinitas las palabras; pero siempre habla el hombre y sólo el más audaz se abre camino y sepulta con uñas, o con dientes del polvo, a lo que muerde al silencio de las sílabas vedándoles las rieras, venturosas y pluviales, el lecho en la tierra de Hermosura, hija de Sión. Inmigrar es un canto -al que nadie ya viene con romances ni excusas de no vayas, no sueñes, no lo hagas. Por algo ha sido duro cada látigo de ringa y el lomo herido y la cadera rota que soportó que definieran patria y lugar propio hasta este día de hambres abiertas y cicatrices vivas. Y ya no... ya sólo queda el poema en la vergüenza y en la dignidad de su simiente, ya sólo se enrosca a la médula su fuego de avatara y de serpiente y el alma que revoca sus predefiniciones y se arrastra un más allá de piel en camuflaje, evadiendo el escarnio. Esto soy cuando escribo un trenzado de raíces y memorias: -reviviscencia del agua que se había perdido -sed de alimento que es recuerdo en llaga pururante y que -por tanto- el futuro solicita del espacio y la sangre para atar este dolor alzado ante lo amenazante y el pan de trigo para la boca carente en cuerpo doloroso. Inmigrar es una enjalma sobre la bestia de carga y los huesos galopan y no hay quien los detenga (aunque antes se arrastraban, sin quererlo). Por primera vez, definen su grito los que andan y no hay en ellos un Ay de piedad, al ver sus pasos, ni súplica para el amo de las reverendas que dijo: -Para el que sale que no haya patria ni suelo ni sustento... Lejos, lejos, lejos de los canallas y los poderosos... se está escribiendo la nueva mar con sus conquistadores y al polvo ha de llamarse Tierra de Promesa, paraíso, Sión de los valles y al sonido, idioma y habla y sentimiento... Se está escribiendo el jornal y el motor de la historia está aceitado, por fin, y el corazón predijo su ruta con cierta fe que dice -Basta- y suelta amarras de un ayer perverso, injustamente ímprobo... Se fue a soñar el pueblo en muina, por los siglos, y la mujer, en hambre, y sus niños anémicos, y por primera vez, la patria -a quemarropa- dice a las desnudas nubes: -Llueve, cielo- y de cerca, se dispara el rayo y es una garganta humana, social, autogestada, la que nombra al trueno y la que hiende al alma con luz airada, con esperanza, con ilusión de cambio nuevo. Estoy -como las propias rosas me dijeran- perfectamente erguido en el ramaje, en el acomodo más alto del árbol, cara al cielo, y crezco con él, pidiendo porvenir, echando fruto y una flor ha de ser la patria mía, la más espiritual, la más cimera, el hibisco más rojo después de tantos cactus. Inmigrar es matar al desierto, el gorgojo de un nopal hecho de espinas. El texto final no está más que en semillas, pero se me pega al riñón con su sustancia que es alimento de raíces renovadas, un caldo -a rienda suelta- por anhelo, por aroma, por auténtico hervir en su soluto. Inmigrar es sólo el comienzo, pero ya está la mano apretada en la luz. Y la raíz que escapó, a oscuras, para ver el sol vedado y la brújula del norte antes que saliera a volar y hacerse pública convocó su aliento más glorioso y definió el mañana y comenzó la estrofa más tremenda de los sueños. El quinto sol no viene de rodillas. El rostro enjuto y silente de su carne ya no es salmón zancado; el ovario está hinchado de ilusiones y hay una barca de huesos y carlingas que está llena de cantos y se llama voluntad su primavera, pese al que cae en el trayecto y la red que se pierde y el agua embravecida y las secas solidaridades de otros pescadores y los ritos reglamentarios de los crueles. El sur está pidiendo su poema en las fronteras y el que inmigra es un poeta que está bien -como las propias rosas- y el viento que revoca su presencia no impedirá jamás que esparza al polen, que escriba su luz, que encuentre su mañana... ** Carlos A. López, escritor cubano graduado en Historia Latinoamericana. Ha publicado el libro de cuentos Sarnas de la ira y los poemarios La casa y El hombre extendido, con el que ganó el Certamen Literario Chicano de la Universidad de California, Irvine. carlos@dgx.net. === Tres relatos Gustavo Raimondo ==================================== *** Conveniente resignación Salió agobiado de la oficina. No era el clima reinante ni la resaca de la noche anterior en la fiesta de Ordóñez. Era, simplemente, el fastidio cotidiano de cumplir con la misma rutina con que le había encomendado el propio Ordóñez (entonces recién ascendido jefe de contaduría de la firma Martínez y asociados) cuando ingresó un veintitrés de marzo, 17 años atrás: "Usted tendrá la noble tarea de controlar todos los asientos diarios que nos envían de las secciones compras y ventas" -le dijo con voz fuerte y firme. La misma voz que hoy, luego de 17 años, ostenta orgulloso para martirio de sus pobres empleados. Esa voz potente que aún resuena en los oídos de Ferreti como un eco infinito: "¿Y Ferreti? ¿Qué espera para divertirse? Mire que mañana se termina la milonga y usted vuelve a sus libros y sus cuentas, como siempre". Ese "como siempre" era la forma que tenía Ordóñez para humillar a quienes no corrieron con su misma suerte: ser cuñado del patrón y ocupar un cargo que, a juzgar por su poca inteligencia, jamás hubiera conseguido por las vías normales. Ferreti odiaba esas aburridas reuniones de Ordóñez en las que no se hacía más que hablar de temas de oficina, adular al patrón en su ausencia (sabiendo que Ordóñez era su oído derecho) y aceptar las guarangadas y los desplantes de esa bestia con anteojos, barrigona, pelada y estentórea del ser más odiado de la firma: "El petiso Ordóñez". Mientras duró el trayecto hacia su departamento, Ferreti trató de sustraerse de todo pensamiento, por ínfimo que fuera, que lo conectara con su trabajo. Casi lo consigue, a no ser por toparse al salir del subte con la señorita Bogado, más precisamente: Marta Isabel Bogado Lamas, 40 años, soltera, un poco más alta que él, cabello castaño claro recogido con rodete, ojos almendrados injustamente ocultados (a juzgar por Ferreti) por unas gafas de grueso armazón de carey, un rostro delineado con finos trazos, de figura estilizada, y vestida en forma exageradamente clásica, o tal vez antigua, como si se hubiera quedado en los tiempos de su abuela, allá por el 1900. Ferreti, desde que la vio por primera vez en la oficina, sintió una fuerte atracción por aquella dama con aire retraído y suaves modales. Siempre fantaseó con verla con los cabellos sueltos cayendo sobre sus hombros, sin gafas, vestida con unos vaqueros gastados, una remerita suelta, alpargatas de tela blanca y suela de goma; sencillamente, verla como una mujer de su misma edad pero vestida como lo hacen sus congéneres en esta época, a un paso del siglo XXI. Existía un solo detalle que Ferreti no toleraba: era la hermana -por parte de madre- del petiso Ordóñez. -¡Qué sorpresa! -dijo Ferreti al verla-. ¿Usted no vive en Villa Urquiza? -Ay, Alberto, parece que el calor te hizo mal. Bajé a acompañar a mi tía Clara hasta la parada del 161. Vino de visita; vieras lo desmejorada que está la pobre. Te dejó saludos. Ferreti no podía dar crédito a lo que acababa de escuchar. Jamás la señorita Bogado lo había llamado por su nombre de pila, y mucho menos tuteado. No tenía idea de quién era la tal Tía Clara y, lo más desconcertante aun, no entendía por qué ella lo había tomado del brazo y lo conducía en dirección a su departamento de soltero. "¿Cómo sabe dónde vivo?" -se preguntó azorado. Seguidamente recordó que ese día la señorita Bogado no había concurrido a la oficina, cosa que lo sorprendió porque era una empleada ejemplar, jamás faltó un solo día a su puesto, ni aun aquél en que la inundación dividió a la ciudad en dos tomando como línea divisoria al desbordado arroyo Maldonado, entubado bajo la avenida Juan B. Justo. -¿Estuvo enferma? -preguntó. -No, ¿por? -Como no la vi en la oficina, yo pensé que... -Alberto, ¿qué te sucede? Me tratás de usted como cuando recién nos conocimos, hace un rato me preguntaste si vivía en Villa Urquiza, y ahora te sorprendés porque no me viste en la oficina. Hace dos semanas que renuncié a petición tuya. Qué te pasa, ¿estás enfermo? A esa altura de los acontecimientos, Ferreti estaba a punto de desmayarse. Su vista se nublaba por momentos y no sentía la planta de los pies. Al caminar, giró lentamente su cabeza tratando de ver algún indicio que le permitiera comprender la situación. "Esto tiene que ser una joda de los muchachos de la oficina" -pensó mientras hurgaba con su mirada entre la muchedumbre, a la caza de algún desprevenido compañero que estuviera siguiéndolos a pocos pasos de distancia. Nada de eso ocurrió. Cuando llegaron a la puerta de entrada del edificio, la señorita Bogado extrajo un manojo de llaves y abrió. -¡Es suficiente! -gritó Ferreti, y como una catarata, largó lo que sigue-: que me haga tragar el cuento ese de la tía y de que usted no trabaja más en la oficina, se lo acepto, ¡Touché! Caí como un chorlito en este chiste que me hicieron. Felicito a quien pergeñó esto y la haya elegido para tamaña labor actoral; jamás hubiera pensado que usted se prestara para algo así. Hasta aquí, todo bien, sin rencores. Mañana me aguantaré las cargadas de la oficina. En cuanto a las llaves de mi departamento, creo que se pasaron de la raya. ¿Cómo las consiguió? Nadie tiene copias y jamás me desprendo de ellas. Sin contestarle y con evidente fastidio, ella caminó unos pasos por el palier, abrió las puertas del ascensor con violencia, y dijo: "¿Subís o te vas a quedar diciendo idioteces?". Subió como una tromba, cerró las puertas del ascensor inquiriendo: "¡Muy bien, vamos a ver hasta dónde llega este jueguito! ¡Subamos!". El ascenso duró unos pocos segundos, pero a Ferreti le bastaron para repasar mentalmente los hechos desde que salió del subterráneo. Fijó la vista en la imagen que le devolvía el espejo de cortesía y se notó un poco más viejo, con unas pequeñas arrugas en su cara que no había notado antes. "Será la luz que resalta las imperfecciones" -pensó. Al bajar, no se sorprendió por el hecho de que ella abriera la puerta de su departamento y se dirigiera resuelta a la cocina, tampoco cuando se encontró con el petiso Ordóñez sentado en un sillón del living con un vaso de whisky en la mano, recibiéndolo con estas palabras: "¿Qué hacés, cuñado? Llegaste un poco tarde hoy". Hasta aceptó con notable naturalidad la venida a su encuentro de un niño de corta edad, con los brazos en alto y rasgos parecidos a él, que le dijo fuerte y claro, como remarcando cada sílaba: "¡Papá! ¡Papito!". Ferreti, resignado, depositó su maletín en el suelo, tomó al chico en sus brazos y se dirigió al living. Aprovechando la prerrogativa que le otorgaba el nuevo parentesco, miró fijo a Ordóñez y saboreó cada palabra por venir... La orden que liberó su boca retumbó en toda la sala como un mazazo en el yunque del herrero: -¡Petiso!, ¡servime un whisky!" *** El último salto ...y en plena caída, con el viento castigándole la cara, Cristina recordó la promesa que días atrás le había hecho a su flamante marido: "este será mi último salto; ahora tengo alguien que me espera en casa". Siguió con la vista el vuelo de la avioneta naranja que se alejaba y respiró profundamente. Consultó su altímetro y calculó que disponía de diez segundos más de placer hasta accionar el mecanismo de apertura. Comenzó mentalmente el conteo final: Uno, uno y medio, dos, dos y medio... "Qué verdes se ven los campos" -pensó-... Seis, seis y medio, siete... "Me siento verdaderamente libre. Cómo quisiera que Ernesto estuviera aquí"... Nueve, nueve y medio, diez... "¡Ya! ¿Qué pasa? No sentí el tirón en la espalda...". Quince, quince y medio, dieciséis... "Debo serenarme, debo serenarme. Accionaré el mecanismo de emergencia"... Veinte, veinte y medio, veintiúno... "¡Ya!"... Veintitrés. ¡Dios mío! ¿Qué broma es esta..? Veintiocho, veintiocho y medio... Horas más tarde, el traumatólogo diagnosticó una fuerte contusión en el hombro izquierdo y cadera del mismo lado. "Nada grave, suerte que el piso es de madera", le dijo éste a Ernesto. "Y que la cama no es muy alta", replicó aquél. *** Los soles de Mastronardi En Buenos Aires, como en las principales capitales del mundo, las autopistas dejaron de ser una alternativa para convertirse en una fatal necesidad. Si usted quiere llegar a tiempo a Ezeiza (siempre hay que llegar a tiempo; el avión no lo espera a uno) debe tomar por la autopista 25 de Mayo y empalmar con la Dellepiane, de ahí en más el camino y los carteles indicadores lo llevan directo al aeropuerto. Y si no me cree pruébeme lo contrario, le va a resultar difícil, créamelo. Uno que no necesita probar nada y que festejó como si hubiera ganado el loto cuando inauguraron el último tramo de la Dellepiane fue Mastronardi, chofer de remis; hombre acostumbrado a trasladar pasajeros con apuro de tiempo porque se quedaron dormidos o simplemente porque confían en su buena estrella y la habilidad conductiva del "experimentado Mastronardi" -como suelen decir los dueños de la remisera cuando les solicitan referencias. Una mañana de julio, tuvo que trasladar a una pasajera que se hospedaba en el "Hyatt". La pasó a buscar a la hora convenida: cinco y treinta y dos, sí, leyó bien: cinco y trein-ta-y-dos. Llegó al playón de entrada a las cinco y treinta. Bajó del auto y se presentó al impecable portero de galera y levita. "La señora está por bajar, acerque el auto a la puerta principal", le ordenó el hombre de negro. Así lo hizo, y cuando terminó de acomodar el auto se abrieron las dos puertas de blindex enmarcadas en bronce lustrado y apareció una elegante mujer, envuelta en un imponente tapado de visón que le llegaba casi hasta los tobillos. Su cabello dorado estaba recogido en la nuca por un rodete adornado con un clip forrado en terciopelo negro. La cara mostraba una blancura extrema (quizá por el contraste con el color negro del tapado), pero lo que llamó la atención de Mastronardi fue el color celeste cielo de sus ojos que opacaban cualquier otro atributo. Cuando miró el reloj digital empotrado en el panel de instrumentos comprobó que eran las cinco y treinta y dos. "Puntualidad inglesa" -masculló. Con el motor aún en marcha, descendió y abrió el baúl. Al ver venir al botones empujando con dificultad el portamaletas repleto, se preguntó si semejante peso no afectaría la suspensión. Caminó hasta la puerta trasera izquierda, la abrió y permaneció de pie a un lado para recibir cortésmente a la pasajera. -Buenos días, señora. Permítame -le dijo mientras la ayudaba a subir tomándola de un brazo. -Usted debe de ser Mastronardi, ¿verdad? -Sí, señora. Cuando el botones terminó de cargar las valijas, Mastronardi se cercioró de que el baúl quedara bien cerrado. Luego subió al auto y arrancó con rumbo a la autopista 25 de Mayo. El reloj marcaba las cinco y treinta y siete. -Feo día. Parece de noche, y esta neblina que no afloja... ¿A qué hora sale el vuelo? -A las ocho, por American Airlines -respondió la mujer mientras se empolvaba la nariz. -Menos mal que tenemos margen. Con esta neblina que no deja ver mucho voy a tener que ir despacio. Al dejar la avenida 9 de Julio subió a la autopista casi a la misma velocidad que venía: 60 Km/h. Los recibió una neblina más espesa, reduciendo la visibilidad a unos treinta metros. A lo alto, la doble hilera de luces alógenas que bordea la calzada se disipaba creando una atmósfera casi fantasmal. Miró por el espejo retrovisor y vio que la dama había guardado la polvera y se pintaba los labios con rouge de un color que no pudo definir. La notó tranquila, como si estuvieran paseando en un día soleado. Él, en cambio, no estaba tan tranquilo. Para serenarse, colocó un casete de boleros en el equipo de audio. La voz de Manzanero le arrancó un suspiro a la señora... Hasta el empalme con la Dellepiane viajaron sin sobresaltos -siempre a 60 Km/h-, pero luego de tomar el desvío, unos dos kilómetros más adelante, el camino desciende entrando en una zona de terrenos bajos. Fue como entrar en otra dimensión, un salto al vacío, un caer en el más profundo y oscuro de los precipicios, porque no se veía nada. La cerrazón era tal que frente a la trompa del auto (por el efecto de las luces al chocar con la niebla) aparecía un inmenso velo blanco, como un manto de plasma lácteo que todo lo envolvía. Mastronardi encendió las balizas intermitentes y redujo la velocidad hasta igualarla con la del paso humano. -¿Y ahora? -Preguntó la dama desde el asiento trasero. -Vamos a tener que parar en la banquina hasta que levante la niebla. -Pero... yo no puedo perder este vuelo. Soy la encargada de leer el discurso de apertura de un congreso de medio ambiente en Nueva York. -Señora, qué más quiero yo que usted llegue a Nueva York y dé su discurso. El problema es que no se ve nada; si manejo a ciegas nos damos la piña seguro -protestó Mastronardi apagando la música y guardando de mala gana el casete dentro de la guantera. -Mi ex esposo, cada vez que íbamos a Bahía Blanca y encontrábamos niebla, se ponía a la cola de un camión y lo seguía. Con esas luces de colores que llevan es imposible perderlos de vista. De pronto, una gran luz naranja los rebasó a poca velocidad. La mujer echó el torso hacia delante, estiró el brazo, y con el dedo índice apuntando hacia el parabrisas, ordenó: -¡Siga la luz! Le pagaré el doble. Mastronardi, un poco seducido por el jugoso ofrecimiento o tal vez por no querer discutir, obedeció. El vehículo que tenían adelante -no se podía determinar si era un camión o un ómnibus- tenía buena iluminación; predominaba el color naranja con algunos destellos dorados. Cuando Mastronardi se le acercó, el tacómetro indicaba 70 Km/h y subiendo, porque lo que tenía enfrente seguía acelerando. Trató de mantener su ritmo de marcha para no perderlo. Cuando la aguja llegó a los 100 Km/h olvidó la presencia de la dama y despojado de todo pudor dijo: -¡Qué hijo de puta! ¿Cómo mierda puede ver con esta niebla? -El señor tiene mejores luces que usted -dijo la señora, sin inmutarse por la grosería que acababa de escuchar. Mastronardi, que no podía ocultar su nerviosismo y el estupor que le provocaba el episodio, contestó: "Señora, este no es un tema de mejores o peores luces; no hay ningún faro, por más potente que sea, que pueda penetrar la niebla como para poder conducir a (en ese instante miró el tacómetro)... ¡ciento treinta kilómetros..! ¡Imposible!, nos vamos a matar". -Reconozco que va un poco rápido. Se ve que aquel conductor conoce el camino -opinó ella. -¿Un poco rápido? ¿Conoce el camino? -preguntó sumamente alterado Mastronardi. Sus ojos iban y venían del tacómetro a la luz naranja y viceversa-. Este tipo no va un poco rápido, ¡va a los pedos! Y en cuanto a lo segundo, permítame decirle, señora, que tengo diecisiete años en esta profesión y este viaje lo hago dos o tres veces por día. ¡To-dos-los-dí-as! -vociferó. Cuando casi rozaban los 140 Km/h, la luz se elevó casi verticalmente para luego quedar suspendida -como colgada del cielo- ligeramente a la izquierda de la autopista. Mastronardi pisó el freno y realizó todos los rebajes posibles con la caja de cambios para desacelerar la marcha hasta detenerse. La luz quedó inmóvil en lo alto. -¿Usted vio eso? -preguntó Mastronardi. Los ojos exageradamente abiertos y la transpiración resbalándole por las sienes. -¿Qué cosa? -¡Cómo qué cosa? ¡La luz! -y señalando hacia arriba-. ¿La ve? La señora se inclinó un poco hacia delante para observar mejor; la niebla seguía tan espesa como antes. -Sí. Debe ser el sol. Lo que pasa es que con tanta niebla no lo podemos ver bien, pero es el sol, segurísimo que es el sol. Mastronardi, asiduo visitante al Unitorco y ávido lector de Cuarta dimensión, intentó otra interpretación: -¿Y si no es el sol? ¿Y si en vez de perseguir a un camión o un ómnibus era otra cosa? Mire, yo le propongo algo, voy a estacionar el auto en la banquina y vamos a esperar hasta que se disipe la niebla. Total, seguro que suspendieron los vuelos. Además debemos estar cerca del aeropuerto, así que ni bien aclara seguimos. La mujer consultó su reloj: marcaba las seis. Estuvieron detenidos treinta minutos. El silencio era abrumador, y en todo ese tiempo no pasó un solo vehículo, ni de ida ni de vuelta. La señora se quedó dormida enseguida y Mastronardi -hasta que decidió continuar- en ningún momento quitó la vista de ese increíble disco naranja que colgaba en las alturas. Poco a poco se fue disipando la niebla. Ya se podía ver a buena distancia. El cielo, aunque estaba cubierto, dejaba ver el inmenso redondel naranja que trataba de abrirse paso entre las nubes grises. -¡Señora, despierte! -le ordenó mirándola por el espejo retrovisor-. Está aclarando. Seguimos. La dama abrió los ojos, se acomodó con gracia el pelo y asintió con un leve movimiento de cabeza. A poco de andar, Mastronardi se sintió desorientado. Trató de encontrar los puntos de referencia que tenía memorizados hasta el mínimo detalle y no los encontró. Todo lo que lo rodeaba le era desconocido. "Esta no es la Dellepiane, ni siquiera estamos en la Richieri, que es la continuación natural" -pensó. Miró nuevamente a la señora por el espejo y dijo señalando a la luz naranja: -Esa cosa nos transportó a otro lugar, otra dimensión, qué se yo... Esto no es Ezeiza, tal vez ni sea la Argentina. La mujer, que lo miraba en silencio, no podía creer lo que escuchaba. "De todos los remiseros que hay en la ciudad me vino a tocar este delirante" -pensó. -Oiga, buen hombre. ¿Usted se siente bien? -Para serle franco, no. Tengo ganas de pegar la vuelta. -¡Ah, no! ¡Usted me lleva al aeropuerto como sea! -exigió esgrimiendo un dedo amenazante. Mastronardi estuvo tentado de gritarle en la cara que a él nadie le daba órdenes, pero pensó que si lo hacía, la mujer no cumpliría con la promesa de la paga doble en caso de llegar a Ezeiza, así que no respondió y siguió andando en busca de una señal orientadora o un contacto con "los del más allá". A los pocos kilómetros de marcha vio a una persona que estaba al costado del camino, con las manos en los bolsillos del pantalón y dando saltitos como para entrar en calor. Arrimó el coche lo más cerca que pudo, bajó la ventanilla del lado del acompañante y preguntó: -Buen día, maestro. ¿Dónde estamos? El hombre, sin dejar de dar saltos respondió: -¡En el culo del mundo estamos! ¡Olvidados y en el culo del mundo! Mastronardi giró su cabeza y le dijo a la mujer: -¿Vio? ¿Qué le dije?... Y yo sin pasaporte. La señora empezó a reírse por la ocurrencia, cosa que lo molestó. -¿De qué se ríe? Claro, usted porque "sí tiene" pasaporte, y con la visa incluida. -No, hombre. No es por eso. Simplemente que la situación me parece disparatada. ¿Por qué no pregunta en una estación de servicio y nos ahorramos inconvenientes y tiempo? -Lo dice como si hubiera visto alguna. Este lugar está más deshabitado que corral inundado. -¿Ve? Usted me hace reír con sus dichos. Mastronardi siguió andando sin estar convencido de llegar a alguna parte. A las siete de la mañana la niebla había desaparecido y el cielo comenzaba a despejarse lentamente. El sol, potente como nunca, se escurría por entre las nubes como lo hace el agua entre los dedos de las manos. -¡Qué notable! ¿Quién iba a pensar que se iba a poner tan lindo el día? -dijo él mirando a los lados del camino como admirando el paisaje. Cuando levantó la vista hacia el sol, lo encontró diferente. -¿Usted ve lo mismo que yo? -preguntó a la mujer reflejada en el espejo retrovisor. -¿Otra vez con lo mismo? Y ahora, ¿de qué se trata? -dijo ella con evidente fastidio. -Mire hacia el sol y dígame que ve. La señora se inclinó hacia la izquierda casi hasta quedar recostada sobre el asiento y miró hacia arriba. -Veo un sol. Creo que está ahí desde antes de que se creara el mundo. Mastronardi, ignorando el sarcasmo, preguntó: -¿Y lo ve como siempre, igualito como todos los días? -Sí, como todos los días -contestó secamente. Su paciencia se agotaba. -¿Me va a decir que no le ve el centro hueco? ¡Son cinco soles! Y están dispuestos en forma circular, dando la apariencia de un único y gran sol. ¿Ve? Fíjese que en el centro no hay nada, es hueco. -¡Como su cabeza! -sentenció la señora-. Le pido un favor, termine de hacerse el idiota y lléveme de una buena vez al aeropuerto. -Yo a usted no la ofendí, señora. ¿Por qué me dice idiota? -¡No le dije idiota! Le dije que deje de ha-cer-se el idiota. Y no quiero hablar más del asunto, ni de este ni de ningún otro, así que limítese a conducir que para eso lo contraté -dijo casi gritando la señora-. Miró su reloj de pulsera y comprobó alarmada que si tardaban un poco más perdería el vuelo. -Muy bien -dijo Mastronardi-. ¿Quiere que conduzca? Voy a conducir. Olvidemos la luz naranja, olvidemos los cinco soles, olvidemos que estamos en el culo del mundo y yo sin pasaporte, ol-vi-de-mos, hagamos como el avestruz, aunque no sé si en este culo habita alguno... Más adelante, en un cruce de caminos, una encrucijada reveladora que se presentaba en el momento justo, Mastronardi se encontró con un cartel que anunciaba: Ezeiza: 2 Km Ante la sorpresa, rompió el silencio diciendo: -¿Vio lo que yo vi? La señora no contestó. Ni lo miró siquiera. "Se ofendió la vieja" -pensó. "¡Ignorante! Si acá estuviera Favio Serpa seguro que me explicaría con lujo de detalles lo que pasó. ¿Cómo no ver los cinco soles? Sólo un ciego puede no verlos. ¿Y este camino? ¿De dónde salió este camino, eh..? Así que yo me hago el idiota... Pero, ¡por favor!". Llegaron al aeropuerto a las siete y diez. No se hablaron. Mastronardi depositó las valijas en el borde del espigón y ella le pagó lo que marca la tarifa simple, "ni un peso más". De regreso, sin el peso de las valijas y la grata ausencia de la molesta dama, Mastronardi intentó tomar el desvío por donde había venido. No lo encontró. Puso el casete de Manzanero con el volumen bastante alto y miró de reojo el sol que se escondía detrás de una gran nube. Adelante -unos doscientos metros-, a la altura del puente que comunica con la ruta 205, una creciente neblina comenzaba a cubrirlo, como un inmenso velo blanco, como un manto de plasma lácteo que todo lo envolvía... De pronto, una luz naranja lo rebasó a poca velocidad... "Allá vamos de nuevo. Y yo sin pasaporte" -pensó. ** Gustavo Raimondo, escritor argentino nacido en 1957. Cultiva el género fantástico y de ciencia ficción. Ha publicado la novela La furia de los dioses (1995) y el libro de cuentos En el umbral del tiempo (1996). Textos suyos pueden leerse en los sitios El Golem, Virtualangel y Axxon, en Internet. En 1998 ganó el III Concurso Latinoamericano de Narrativa del Grupo Editor Sur por su cuento "La ilusión de Dante". raimondo@movi.com.ar. === Poemas Jimena Pesquero Bordón ==================================== *** Asalto a la fortaleza de los dioses Mi dedo se marea dando vueltas en la boca del vaso, y piensa: ¿seré un magnífico ejemplar que pueda rasguñar, tocar o rozar de una manera sutil las vidas, los pasos agigantados, todos los caminos o tan sólo los hoyos que marcamos en la arena porque la ola se va? ¿seré tan infinito para ser campera de gruesa piel, que vos me cargues y yo te abrigue? *** Oráculo Pegaso lleva todas las crispaciones alojadas en sus alas confinadas a servir a sus dioses. Pegaso desparrama sobre sexos, lenguas, espaldas de umbrales infinitos los orgasmos amarrados en su plumaje adquiridos en piezas plagadas de amantes que saben desplumar pegasos escurrir cada pluma que caiga por sus refugios, donde se desploman paredes con aullidos y cuerpos con placer. Los amantes refugiados se descubren furtivos jugando a las escondidas, pegaso los huele son sus pieles sudadas atrapadas en viajes efímeros o en árboles que ahuecan con ardores que brotan en cascadas inundan sus pieles irreconocibles se embrollan en un cuerpo único ya otro ser. *** Ineludible ¿A quién le debo regalar mis cabellos? ¿A los peregrinos que niegan el adiós? ¿A los heraldos que me quieren adoptar y empachar? Aunque el muro ciego y transparente es sal a veces es mar revuelto y sube por mis tallos dejando crestas a veces es cristales agrios con olor a viento onírico, detenido con papel de diario pero llega a desgarrar mi garganta. El puente obstinado me salta en la cara y me trae cuando evade el peaje los ésteres que no quiero oler. A los velocistas los pasé en la partida mientras me enrosco con el ajeno mi compañero de pieza. Me evado de sus inundaciones haciendo barquitos de papel. *** Desnudos "sólo queda, varada bajo la noche austral y sus constelaciones, esta sombra, este sueño, -de tu tronco las venas clausuradas- y esta voz, un clamor desesperado de no dejar de ser, en la supervivencia de su canto". Clara Silva No puedo evitar tragar todas las sábanas me fascina masticar lo mojado aunque esté rodeada por tierras áridas sus Conquistadores sus Inquisidores. Sé tomarlas como un huracán de lenguas emplumadas a veces hacen cosquillas desesperantes a veces juegan con las venas ya abiertas. Pero me encanta seducirlas saber que son blancas aunque demos vagas pitadas anteriores a la ruptura de Bakunin y Marx tomando banderas, pájaros de los colores que nos penetran sin paralizarnos si nos dicen que no está de moda. Pero le abrimos la puerta a todos desnudos desde el principio. Ni la máscara más producida nos cubre las necesidades. ** Jimena Pesquero Bordón, poeta argentina nacida en Quilmes, provincia de Buenos Aires, en 1968. Es miembro del grupo literario Roberto Santoro, que publicó en diciembre de 1998 el colectivo Caras, MÁScaras y Caretas, donde aparecen algunos de sus textos. En 1998 ganó el 1r premio de poesía del Círculo Médico de Quilmes. pesquero@peoples.com.ar. === Medusa Laura Heart =============================================== Soy una mujer digna, que procura hacerse respetar y que, sobre todo, se respeta a sí misma y lo seguiré siendo a pesar de que por los caprichos de Hera cargue la maldición de poseer un solo ojo, compartir un único diente con mis hermanas las gorgonas, tener la cabeza llena de venenosas serpientes o ser decapitada cada vez que Perseo se aparezca. No daré nunca a nadie la satisfacción de verme doblegada, ni a los dioses del Olimpo, ni a los hombres mortales en la tierra, cuya memoria frágil quiere olvidar la verdadera historia de lo que pasó conmigo. La gente en Grecia siempre ha sido ferviente admiradora de la belleza, según los hombres, yo tuve la gracia de ser verdaderamente hermosa, cosa que en el fondo, aquí entre nos, poco o nada me importaba. Muchos hombres de todas las condiciones económicas y sociales perdían la noción de la realidad tan sólo con verme pasar a su lado. En las tabernas, los bebedores dejaban caer sus vasos rebosantes de vino; en las calles, los barberos boquiabiertos cortaban las orejas de sus clientes, y en los mercados los herreros pasmados se machucaban los dedos sólo con verme pasar. Aunque la verdad nunca favorecí a nadie con mis "encantos naturales", como algunos idiotas insistían en denominar algunos rasgos armoniosamente estéticos de mi persona, algunos insensatos, no sé con qué derecho, vivían desafiándose en constantes luchas a muerte por mí. A mi parecer, no pasaban de dar un espectáculo grotesco. Resultaba chistoso que con sólo mirar a un hombre, éste se paralizaba. Era formidable tener en un puño a los hombres más codiciados de la ciudad. El tiempo pasaba y en la medida que crecía, mi mirada comenzó a ser capaz de dar órdenes en silencio a los hombres. Qué bueno, porque así me evitaba trabajar duramente en los viñedos de mi tío y no me tomaba la molestia de ir a traerle los pesados baldes llenos de agua del pozo. Ellos hacían todo por mí con tal de quedar bien. Finalmente yo los abandonaba por cualquier nimiedad y riéndome de ellos en su cara, los hacía que se vieran a sí mismos como seres ridículamente expuestos. Disfrutaba con ello. Supe de algunos que se tiraban de abismos, la gente decía que era por mi culpa, pero ese no era mi problema, hay gente que nace sin una estructura de personalidad fuerte y, tal vez, tomar ese camino haya sido el alivio a su enfermiza dependencia, pero eso era lo que menos me importaba. Por uno que desapareciera, surgían diez más. Era maravilloso que mis antojos se vieran rápidamente complacidos por una pléyade de buenos mozos. En el fondo, no entendía por qué tanta cosa, si ni siquiera permitía que me tocaran un pelo, ¿entendieron?, un pelo. Yo en lo que verdaderamente estaba concentrada era en querer ser luchadora de competencias, quería participar en los juegos olímpicos, que desde mi privilegiada posición de sacerdotisa dedicada al dios Poseidón, veía continuamente atrás de los templos en donde los luchadores practicaban. Yo quería luchar. En mi interior, algo me señalaba que podía vencer a cualquiera en un combate cuerpo a cuerpo y no por la fuerza, sino por la astucia. Como en los juegos no podían participar mujeres, secretamente me iba a los jardines del templo de Apolo con el pretexto de intercambiar experiencias con sus sacerdotisas, pero la verdad, era para contemplar a los mejores gladiadores. Los observaba cuidadosamente, sobre todo a uno que me llamaba más la atención que todos, Aristarco, un hombre ciego pero inteligente en la lucha. No necesitaba ver para percibir cuál sería el próximo movimiento de su adversario para contraatacar y dominarlo. Era increíble. Una mañana en mis andanzas de espía y aprendizaje, fui descubierta por uno de esos forzudos. Ese tipejo creía que lo que quería admirar era su cuerpo, que si en verdad era de llamar la atención, no era precisamente lo que yo deseaba más. Un poco obscenamente se pasó de la raya conmigo y sentí que mi mirada, que no pudo dominarlo por primera vez, en lugar de controlarlo, lo incendió más de manera que su actitud se transformó en la de un maniático sexual. Inútil fue el tratar de defenderme, en poco tiempo me tenía dominada y a su merced, sólo un milagro podría salvarme, di de gritos y se me ocurrió que lo mejor era invocar la protección de Poseidón, cuando súbitamente apareció Aristarco. Hubo un enfrentamiento violento entre ambos. Finalmente, Aristarco logró dominarlo y lo obligó a disculparse, luego lo largó. Con mi pañuelo, procuré limpiar las heridas de Aristarco. Él me sujetó la muñeca. Sentí una gran fuerza emanada de su interior. No me dijo nada, pero percibí sólo con sentir su mano, que él estaba más furioso que yo por el abuso que aquel sujeto quería hacer de mí. Si alguien sabía lo que significaba el abuso, era él en su condición de ciego. Me contó que, para su suerte, años atrás, aprendió el arte de la lucha de un esclavo cretense y así pudo ganarse el respeto de los demás. El esclavo le enseñó que la lucha se basa en descubrir y aprovecharse de las debilidades que muestre el adversario durante el primer contacto. Sólo era cuestión de pulsar bien al oponente, de percibir su peso, su equilibrio y su posición y si había deficiencias en esa armonía, simplemente había que aprovecharlas en favor de uno. El ser ciego hacía de Aristarco un experto en descubrir la armonía de la fuerza en los demás. Ese era su gran secreto. A mí me pareció muy interesante lo que decía, pensé para mis adentros que mi belleza también, de alguna manera, desajustaba la armonía sensorial de los demás, por lo que después resultaban presas fáciles de mis caprichos. Él prometió enseñarme todos sus secretos, para que en el futuro pudiera defenderme sin recurrir a nadie. A partir de ese día, mi vida tuvo un sentido más para ser alegre. En el templo me dedicaba a la rutina de seleccionar los adornos de las ofrendas del mes, dando preferencia a las estrellas de mar, pues eran muy difíciles de conseguir, muchos buzos sucumbían a menudo por rescatarlas de los fondos marinos, sólo los más expertos eran capaces de adentrarse tanto en el mar y por ello recibían buena paga. Estaba cumpliendo mis tareas de ese día, cuando tuve una incómoda sensación de sentirme observada. Continuamente escuchaba que alguien mencionaba mi nombre y aunque volteaba para descubrirlo, nadie aparecía. La situación se hizo más o menos insoportable y fui a quejarme con la pitonisa. Ella al verme se asustó, yo me quedé pasmaba por la reacción de esa vieja loca. Pronto me di cuenta del porqué de su actitud, y es que a mi lado se encontraba nada menos que el propio Poseidón, el dios de los océanos. A ese viejo barbudo se le conoce bien porque nada que pase en sus aguas se le escapa, la vida de navegantes, pescadores y buceadores de perlas y estrellas de mar dependen de él. Los cuerpos de quienes mueren en altamar son traídos aquí al templo para su purificación. Inmediatamente comprendí que era él el que me fastidiaba en el templo. Le pedí que nos fuéramos respetando porque no me gustaba la idea de ser distraída de mis deberes en el templo. Bastó que lo mirara fijamente para que el barbón se quedara como momia egipcia. En un principio, pensé que no le había gustado la idea de que le pidiera que me dejara en paz. Tal vez me había visto muy osada. Pero no fue por eso, sino que, como tantos otros, se había prendado de mi mirada. Pasaron varios días y él seguía en sus andanzas conmigo, siempre intenté, con buenos modos, ubicarlo en su lugar y jamás di pie para nada. Además de ser un viejo rabo verde, otras cosas me molestaban de él, sabía que estaba casado y yo con casados jamás me había entendido. Pero su calidad de dios-jefe-manda-más-del-templo, me impedía dejarle de hablar, es más, los sacerdotes me pagarían más si, como ellos decían, "le servía bien". Eso me daba tanta bronca que me transformaba por entero. Poco a poco Poseidón se fue haciendo más indeseable y embustero. Qué viejo tan coqueto e inmaduro, pensaba yo para mis adentros. Una noche, mientras limpiaba las urnas de bronce del templo, Poseidón se apareció, pronto percibí que no traía buenas intenciones. Cegado por un deseo inconfesable, quiso arrinconarme entre la pared fría y una columna corintia de mármol. Con firmeza en la voz, intenté ponerle freno a los hipocampos de su carroza y lo enfrenté con calma. Al principio, creí que había comprendido que estaba cometiendo asedio sexual con una sacerdotisa de su propio templo, porque se detuvo, meditó y luego, para mi sorpresa, con mayor ahínco volvió a quererme manosear impúdicamente. Esta vez, gracias a las lecciones de Aristarco, me defendí mejor, pero la superioridad de un dios terminó por dominarme fácilmente, mi último recurso fue morderlo, sintió herida su carne y gritó ferozmente. El muy desgraciado tuvo la osadía de abofetearme el rostro, por primera vez alguien se atrevía a ponerme una mano encima, se iría a arrepentir toda su vida. Entonces lo odié como jamás había odiado a nadie, él iba a continuar en su intentona por poseerme a la fuerza, por suerte el desagradable eructo de un anciano sacerdote ebrio, descontroló al agresor y salvó mi doncellez. ¡Te pasaste del límite!, le gritaba con furia a Poseidón que huía como un vil ladrón de gallinas. Esa noche, me fui desconsolada a caminar por la playa. Mis pies dejaban huellas de furia en la arena, que por cierto, en esos tiempos, las olas del mar no sabían cómo borrar. De mis ojos caían lágrimas de coraje, pensaba en mi impotencia como mortal ante un omnipotente y obsesivo dios que no me dejaría en paz nunca. La densa brisa marina no me impidió ver a lo lejos a Aristarco, quien, sentado frente al mar, dejaba que sus cabellos fueran arrastrados hacia atrás por la fuerza del viento. Me senté a su lado sin decir palabra, pero él percibió mi presencia. Hablé con él sobre la naturaleza inmortal de los dioses, de por qué ellos no son castigados si se portan mal, etc. Con él desahogué todo lo que traía de rabia de lo sucedido en el templo. Esa noche Aristarco me dio toda su comprensión, me habló de que también los dioses tienen debilidades, sólo hay que saber descubrirlas para poder vencerles. Súbitamente cambió de tema; jugando, me invitó a aprender algo de lo mejor de sus artes en la lucha olímpica. Recuerda, me decía, aprovecha la debilidad de tu adversario y vencerás. Ese fue el momento en que él se distrajo y que yo aproveché para aplicarle una llave que se quitó fácilmente devolviéndomela, estando en plena lucha, tuve una sensación extraña, sentí que mi cuerpo y el de él se exigían mutuamente, así teniendo por testigo al mar mediterráneo, amé a un hombre por primera vez. Por eso con mucho cariño dibujé en la arena un "Te amo, Aristarco", él no sabía leer, pero yo acompañé su mano con la mía y deslizando sus dedos sintió las hendiduras de las letras sobre la húmeda superficie. Sonrió y apenas terminamos, sucedió algo insólito, una ola rugiente que nos bañó, borró violentamente la frase que yo había escrito. En esos tiempos las olas del mar no eran capaces de borrar de la arena las huellas que los humanos dejábamos, comprendí entonces lo que había pasado, pero no le comenté nada a Aristarco. Me levanté, le juré a mi amado que nadie me impediría tenerlo grabado en mi corazón para siempre y enfrentando al mar bravío grité ¡nadie! Al otro día, siendo de mañana, estaba aseando el piso del templo, cuando se desató un gran revuelo en la ciudad. Unos buceadores semidesnudos traían el cuerpo de un hombre cubierto de algas. Me temí lo peor, bajé los escalones apresuradamente y me acerqué a la multitud. Vi su rostro, era él, Aristarco. Todavía la arena de mar se resbalaba por su piel tostada por el sol, en su mano apretada había una estrellita de mar, de esas que sólo se encuentran en el fondo de los océanos. No lloré, no me conmoví externamente, sólo regresé al templo y continué limpiando los pisos del templo del dios de los mares. Unas semanas después, Poseidón reapareció. No cambiaba, seguía siendo el mismo viejo pícaro de siempre. Ese día le pedí que habláramos civilizadamente, por suerte, esta vez sí venía con ganas de escucharme. Le dije muy formalmente que cambiara de técnica, que la manera en que él me quería abordar era equivocada. Que así no llegaría a ningún lado conmigo. Lo convencí de que me hiciera sentir como una diosa. Le dije que quería competir con Hera y Afrodita en riquezas. Para Poseidón fue fácil traerme todos los días algún tesoro perdido en el mar. Me vistió con perlas y juntó el oro diluido en los mares para hacerme un hermoso brazalete. Un día le di un tierno beso en la frente y lo llamé de "mi viejo lindo". Íbamos a la playa donde nos encontrábamos y jugueteábamos con las olas, yo le jalaba las barbas y le picaba el trasero con su propio tridente. Él, a su vez, aprovechaba los juegos para tocarme "inocentemente". En un bello atardecer, decidí meterme al mar, me quité la túnica que vestía mi cuerpo y paso a paso fui permitiendo que el oleaje fuera tocando mis pies. Esto enloqueció al viejo que se abalanzó sobre mí. Con un movimiento perfecto, lo finté hacia la izquierda y me hice hacia la derecha al tiempo que lo jalaba de la barba, el viejo cayó de bruces y tragó arena. Cómo me reí ese día, mañana lo intentamos de nuevo, le dije, recogí mi túnica, se la tiré a las manos y desaparecí desnuda por entre las redes de los barcos pesqueros. Nunca había comido mejores langostas que ese día. Poseidón bebía servido por hermosas sirenas. Me coloqué un camarón en la boca y se lo ofrecí. En Poseidón se despertaron sus intenciones sicalípticas y despachó a todo el mundo. Gateando, se acercó y robó el camarón de mis labios. Nos entrelazamos salvajemente, le arañé la espalda, su sangre hervía. Lo agarré de las barbas a la altura de sus sienes y lo estrujé contra mi sexo. Luego lo empujé, me ayudé con el pie izquierdo y, sensualmente, le dije que mañana le daría una sorpresa. Abrió los ojos entusiasmado con mi propuesta, sonrió y abrió la puerta cortésmente para dejarme salir de su palacio. La túnica de ese día era semitransparente, bastaba que una luz estuviera detrás mío para que se dibujara la silueta de un cuerpo perfecto. Mi rostro anticipaba toda la ternura de la que pudiera ser capaz, mi voz estaba perfectamente entrenada para decir lo que tenía que decir. Poseidón llegó más guapetón que nunca. Yo lo esperé de pie. El efecto se produjo a la perfección. Mi silueta era fantasmal. Poseidón se acercó lentamente, estiró sus brazos y yo los recibí. Nos acurrucamos en una concha gigantesca llena de esponjas. Sentí cómo su cuerpo se estremecía de pasión, aproveché la oportunidad para decirle que me sentía desprotegida por ser una simple mortal, que aunque quería estar con él, eso era imposible, pues en su calidad de dios, él estaba más allá de mis posibilidades. Él me preguntó que si yo podía amarlo. Lo miré a los ojos y con toda la sinceridad que me fue posible extraer de mis adentros le dije que sí, pero no como dios, sino como humano. Poseidón cerró los ojos, yo se los besé tiernamente y me acurruqué en sus brazos. Así pasamos la noche. Con tal de no perturbar mi sueño, él no se movió en todo ese tiempo. Al amanecer, besé su frente y sus labios y diciendo despacito, te amo, me retiré con sigilo. Pasaron varios días desde aquel encuentro, algunos sacerdotes me contaban que Poseidón estaba muy feliz. Que los mares se mostraban pródigos con los pescadores y que no se veía ni una sola nube de tempestad que asustara a los navegantes. Poseidón y yo conversábamos sobre muchas cosas, él me presentaba su colección de ballenas y yo le hablaba de lo que sentíamos nosotros los pobres mortales. Una noche linda, cuando la luna se reflejaba en el mar, me pidió en amores, yo le dije que correspondía plenamente a su deseo, pero le insistí que en su condición de dios, lo nuestro era imposible. Poseidón me miró con gran ternura, se arrodilló y llorando como un niño me confesó que estaba perdidamente enamorado de mí. Que esa misma noche pediría a Zeus le concediera la gracia de volverlo mortal. Creo que así lo hizo, por que esa noche el Olimpo, no siendo volcán, entró en una especie de erupción. Zeus también tenía su genio y se enojó ante la petición de su hermano. Ese Poseidón actuaba de manera senilmente vil, en un acto grotesco se arrodilló e imploró en nombre del amor se le concediera su deseo. La desconfiada Hera, no soportando tan desagradable espectáculo, solicitó un receso para considerar la petición del pobre viejo. Hera era todo, menos estúpida, Pimero se informó sobre mí. Supo por medio de Apolo que un ex luchador suyo, de nombre Aristarco, le había hecho una ofrenda y en ella le había implorado que me protegiera. Hades le contó que varios hombres habían muerto en lides por mi culpa. Total, me estaba echando encima ni más ni menos que a la más vengativa y cruel de las diosas del Olimpo. Pasaron unos días, ya para ese entonces el mar era un caos. Los peces no caían en las redes y las tempestades hundían barcos con ricas mercaderías. Hera demostró por qué es considerada una diosa extremadamente inteligente y de una suspicacia y agudeza increíbles, se llevó a Poseidón a un lugar solitario, hablaron largo tiempo. Ante ella, él reconoció dos cosas, la primera era que por mí era capaz de todo, pues me amaba desesperadamente y como yo le había pedido que se transformara en hombre mortal para amarlo, se había atrevido a pedirle el favor a Zeus, y la segunda confesión era en relación a Aristarco, una confesión que, desde que se borraron mis palabras en la arena y vi la estrellita de mar en la mano de Aristarco, yo ya sabía. Así fue que Hera preparó un plan magistral, le dijo a Poseidón que me mandara una serpiente de mar para anunciarme que en plena luna llena finalmente él se transformaría en mortal para podernos amar, que estuviera preparada. Esa noche, con toda frialdad, me puse a afilar un cuchillo con el que se desescama pescado. Llegó el momento ansiado y Poseidón apareció, con el puñal escondido pretendí arrojarme a sus brazos, Hera se interpuso y me lo arrebató, mostrándoselo a él como prueba de mis verdaderas intenciones. Llena de ira, maldije la actitud inexplicablemente posesiva de Poseidón, que le había costado la vida a mi amado Aristarco. Hera, con una cara de satisfacción que me daba asco, ahí mismo me quería matar, fue gracias a los ruegos de Poseidón quien por increíble que pareciera, aún me amaba, Hera pospuso la hora de mi muerte y accedió a condenarme, por misericordia, según ella, a ser la Medusa que ustedes todos ya conocen, pero yo sabía que Hera jamás me perdonaría y que esperaría tener el pretexto más nimio para exterminarme. La otra sentencia de mi muerte se cumpliría más tarde por la mano de Perseo. Esa fue la historia que les quería contar. Después de esto, supe que Poseidón terminó como enloquecido, no soportando ver a los mortales escribir en la arena mensajes de amor, desde ese entonces, convertido en oleaje, se dedica a borrarlos presurosamente de la arena de las playas. Así ha de pagar su crimen hediondo contra un inocente. Lo que él nunca sabrá es que en mi corazón, donde jamás mandó dios alguno, está eternamente dibujada en surcos, para que mi amado la acaricie con su mano, aquella frase que el mar, con toda su fuerza, no podrá borrar jamás: "Te amo, Aristarco". Brasilia, DF, 13 de agosto de 1998. ** Laura Heart, escritora colombiana nacida en Tulua, en el departamento del Valle. Es diplomada en Estudios Internacionales y Económicos del Instituto Matías Romero de Estudios Diplomáticos de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México (1994) y periodista graduada en la Universidad Externado de Colombia (1998). balcom@zaz.com.br. === El buzón de la Tierra de Letras ======================================= *** Si cada país... 20 de febrero de 1999 Jorge, amigo mío, esto no es un cumplido. Usted publica una revista envidiable desde todos los puntos de vista: ya sea en formato electrónico o en papel. No lo voy a felicitar porque eso es algo que ya he hecho antes y que seguramente otros le dicen todos los días. Le voy a decir que si cada país, no ciudad, de América publicara mensualmente sólo algo parecido, podríamos darnos todos por dichosos y sentir el orgullo de leer algo así mensualmente. Como donde vivo no existe "algo así", disfruto el placer de leer lo que usted edita y el orgullo de hacérselo saber. Un abrazo, Guillermo López Borges (elguille@bellsouth.net) *** Contacto con Luis Zaurín 21 de febrero de 1999 Por favor, desearía contactarme vía correo electrónico con Luis Zaurín. ¡Desde ya muchas gracias! Alejandro Zaurín (alejandrozaurin@movi.com.ar) L: Lamentablemente no tenemos la dirección electrónica del poeta Zaurín. En su momento publicamos unos poemas suyos que nos fueron enviados por alguien, por cierto, de cuya identidad no guardamos ninguna traza... De cualquier manera, incluiremos su consulta en nuestra sección El Buzón de la Tierra de Letras; es posible que Zaurín llegue a leerla. === Post Scriptum ========================================================= "Recuerdo que tanta erudición hizo de mí un anacoreta. Lentamente me fui aislando al comprobar que los hombres no sienten agrado por alguien que los conozca tras la máscara". Carlos Delgado, "El bibliotecario" (1987). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviar algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. Usted puede obtenerlas en el Web visitando la página http://www.americadelsur.com/letralia/publicar.htm. Si lo prefiere, puede recibirlas por correo electrónico escribiendo un mensaje a letralia@rediris.es, con la palabra "Condiciones" en el subject, o simplemente dando un doble click de ratón en el enlace siguiente: mailto:letralia@rediris.es?subject=Condiciones. === Las casas de la Tierra de Letras ====================================== Si usted no está suscrito a Letralia, o lo está pero le falta algún número, puede conseguir las ediciones en los siguientes sitios, a donde llegan simultáneamente con su aparición. Sitio de Letralia http://www.americadelsur.com/letralia/archivo.htm Página informativa http://www.rediris.es/list/info/letralia.html Tulane University, http://www.tulane.edu/~latinlib/letralia (sólo Nueva Orleans, EUA ediciones de texto hasta la del 16/9/96). DC BBS BBS del Decanato de Ciencias de la Universidad Centro Occidental "Lisandro Alvarado". Barquisimeto, Lara, Venezuela. Telnet a obelisco.ucla.edu.ve o a 150.186.96.4. Login: bbs Sendanet BBS ftp://ftp2.sendanet.es/ftp/letralia. España. SSDA Boletines electrónicos argentinos adscritos al Sistema de Soporte de Distribución de Archivos, a donde Letralia es subida por Horacio Massimino (dodo@mail.cano.com.ar). 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