~~~~~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ Edición 66 15 de marzo de 1999 ~~~~~~~~~~~ ================================================ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA ~~~~~~~~~~~ Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ ================================================ ~~~~~~~~~~~ http://www.americadelsur.com/letralia ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras es ~~~~~~~~~~~ una revista literaria que ~~~~~~~~~~~ difunde el trabajo de escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos contemporáneos ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a letralia@rediris.es ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Miembro de la Biblioteca Circular ** http://bc.encomix.es === Sumario =============================================================== | "La semana mortal", Jorge Gómez Jiménez. | Editorial | Letralia coedita en papel y en el Web con Baile del Sol. | Anuncios | especiales | Agencia literaria en Internet. / Vallejo en hebreo. / | Noticias Historia de México. / Las notas de Benedetti. / "Son de | mar", de Manuel Vicent, se alza con el Alfaguara. / Luis | Britto García declinó la Presidencia del Conac. / Las | letras catalanas premian a María de la Pau Janer. / La | vertical sonrisa de Luis Antonio de Villena. / La | problemática lingüística de Cataluña se discute en | tiempo real. / José Luis Vega a la academia. / El fin | del milenio en la mitad del mundo. / Los pininos de | Michelena. / Honduras será escenario para Centroamérica | y México. / Diez grupos de teatro se encontrarán en | Bolivia. / Musicalizan diez poemas de Federico García | Lorca. / Borges en Venecia. | | VI Premio Mejor Libro del Año 1998. / II Concurso | Entre bases Nacional de Cuentos de Sacven. / II Certamen de Poesía | Maika Ortiz. / Premio Andalucía de Novela. / III | Concurso de Cuento Viceversa. / I Certamen Internacional | Pleamar de la Poesía Romántica. / V Premio | Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil. / | Primer Concurso de Cuentos Interactivos. / II Concurso | Literario Anual Arístides Rojas. / 4º Concurso Nacional | e Internacional em Língua Portuguesa de Contos e Poesias | "Poeta Nuno Álvaro Pereira". / Concurso de Cuentos Juan | Rulfo 1999. / Bienal Municipal de Literatura Ciudad de | la Juventud 2000. | | Erwin Neutzsky-Wulff. | Literatura | en Internet | "Una prosa olvidada de Rubén Darío", Carlos | Artículos y Cañas-Dinarte. / El luto de las artes. / Denzil Romero, | reportajes la historia imprevisible. / Stanley Kubrick, la cámara | meticulosa. / Adolfo Bioy Casares, el último dandy. / | Oswaldo Guayasamín, la muerte no existe. / Yehudi | Menuhin, el Einstein del violín. | | "El tirador de piedras", Ernesto Triana López. / "Mi | Letras de la viaje a Uqbar", Fernán Torres León. / "La media verdad | Tierra de Letras de Wei Chi", Viviana Ditry. / "Mitch", Gabriel Lerner. / | "El fogonero", Carlos Briones. / "Nos sigue queriendo", | Juan Antonio Montil Goy. / "Pasaje del signo" | (extractos), Graciela Wainbuch. / "Trilogía del | desvarío", Bruno Kampel. / Textos de Ramiro Sanchiz. / | "Reloj de Dios: o una épica postmoderna", Estuardo | Prado. / | | Cuentos sobre la muerte. / Libros de Miguel Otero Silva. | El buzón de la / Material sobre la escritora Ana de Belén. / La casa de | Tierra de Letras Bernarda Alba. | | Luis Britto García. | Post Scriptum | Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras. / Las casas | Coordenadas de la Tierra de Letras. | | =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753/ =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Para suscribirse o desuscribirse de Letralia, envíe el comando correspondiente en un mensaje sin subject a listserv@rediris.es: Para suscribirse: subscribe letralia Para desuscribirse: unsubscribe letralia También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.americadelsur.com/letralia/listas.htm === Editorial ============================================================= La semana mortal Nos confesamos asombrados ante ciertas circunstancias que racionalmente son casualidades, pero suceden de manera tan extraña que uno termina creyéndole sus cuentos a Borges. La semana pasada, cual piedras de dominó, cayeron uno tras de otro el escritor venezolano Denzil Romero, el director de cine estadounidense Stanley Kubrick, el escritor argentino Adolfo Bioy Casares, el pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín y el músico estadounidense-británico Yehudi Menuhin. Todos fueron puntales en sus disciplinas. Romero era uno de los novelistas venezolanos más serios y de trayectoria más sólida, uno de los escasísimos por estos lares con la capacidad de prefijarse planteamientos y desarrollarlos a lo largo de su carrera. Kubrick colmó una época con imágenes terribles sobre el linaje maldito de la estirpe humana, todo a través de menos de dos decenas de filmes. Bioy Casares era catalogado por Borges como uno de los mejores narradores argentinos, y al morir su amigo se convirtió en la más importante voz literaria del sur. Guayasamín construyó un universo con los elementos del indigenismo y el conflicto cultural que estalló a raíz de la conquista. Finalmente, Menuhin era uno de los músicos de talento más elevado, llamado "el Einstein del violín" cuando apenas contaba 13 años de edad. A ellos dedicamos una serie de semblanzas en nuestro apartado de artículos y reportajes. Hace unos días nos llegó desde España un ejemplar del libro Sucedió al suroeste de las Columnas de Hércules, una recopilación de artículos del escritor Octavio Santana Suárez, consecuente colaborador de la Tierra de Letras, en donde con un lenguaje altamente refinado y un manejo sinigual de las claves de la nostalgia, describe los rincones de sus añoranzas en preciosas reseñas desde las cuales, en palabras de María-Teresa Bertelloni, la prologuista, "se anticipan y se viven las diferentes visiones de las Islas Canarias". Las doscientas páginas del libro vienen plenas de textos en el conocido estilo de Santana Suárez, cuyos materiales se publican con regularidad en las páginas de la Tierra de Letras. Para terminar, les invitamos a suscribirse al nuevo servicio de correo electrónico gratuito basado en el Web, que Letralia ha configurado a partir del servicio de ZapZone Network (http://www.zzn.com). En lugar de crear una dirección en Hotmail, venga a http://letralia.zzn.com donde obtendrá un buzón electrónico en castellano que podrá revisar desde cualquier parte del mundo, con posibilidades tales como filtros de seguridad, murallas antispam, libro de direcciones, firmas automáticas, envío de archivos anexos y mensajes con copia o con copia invisible, entre otras. Lo más importante, usted tendrá una dirección electrónica del tipo usuario@letralia.zzn.com. Esperamos que les agrade este servicio y le encuentren alguna utilidad. Jorge Gómez Jiménez, editor http://members.tripod.com/~jorgegj === Letralia coedita en papel y en el Web con Baile del Sol =============== Acaban de aparecer en versión impresa los relatos "Bajo los castaños", de Ángela Ramos Díaz, y "Atrapada", de Alicia Nersas, en tiradas limitadas de trescientos ejemplares numerados, una coedición entre el Colectivo Cultural Baile del Sol, de las Islas Canarias, y la revista literaria Letralia, Tierra de Letras, de Venezuela. El diseño de este trabajo fue coordinado por Orlando Cova, la ilustración de portada de ambos cuentos es de Santiago Díaz y la asesoría literaria de Fernando Croissier. "Atrapada", de Nersas, fue publicado en nuestra edición 59, y "Bajo los castaños", de Ramos Díaz, en la 60, fungiendo como coeditores digitales de ambos relatos. Baile del Sol, creado en 1992, es una agrupación española asentada en las Islas Canarias, y difunde la creación literaria de esa región. Extractos de los libros que han publicado, así como indicaciones para obtenerlos, pueden leerse en: http://club.idecnet.com/~bailesol O, si lo prefiere, puede establecer contacto por correo electrónico a través de las direcciones bailesol@idecnet.com y bailesol@yahoo.com. === Noticias ============================================================== *** Agencia literaria en Internet La agencia literaria Estandarte está promoviendo su servicio de promoción, que asegura poner en manos de editores de 150 países las obras de los escritores que decidan participar. Estandarte ofrece la presentación de la obra ante los editores, una garantía sobre los derechos de autor, una página de promoción en la que se puede incluir publicidad o enlaces de interés para el autor, consignación de la crítica de los lectores, información sobre concursos literarios y una eficaz asistencia técnica a través del correo electrónico. Los precios del servicio varían de 3.000 a 30.000 pesetas, dependiendo de la cantidad de obras que usted quiera exponer y del género. Poesía tiene los precios más económicos. A partir del segundo año de trabajo con Estandarte, usted recibirá descuentos especiales. También se reduce el precio si el interesado es estudiante. Usted podrá conocer estas y otras ventajas ofrecidas por Estandarte en: http://www.estandarte.com *** Vallejo en hebreo Galgalo shel Ha-Raev es el nombre de la primera antología de poemas de César Vallejo en hebreo. El título equivale, en castellano, a La rueda del hambriento; el trabajo de traducción correspondió a la poeta Tal Nitzan-Keren, bajo la coordinación de una amiga de esta revista, la doctora Florinda Goldberg, del Departamento de Estudios Españoles y Latinoamericanos de la Universidad Hebrea de Jerusalén. El libro fue presentado el 16 de febrero en La Casa del Escritor, en Tel Aviv, en un acto en el que participaron diversas personalidades ligadas a la cultura. El presidente del Instituto Cultural Israel-Ibero América, David Reznik, y Rafi Wihert, de Editorial Keshev, intervinieron en la presentación del libro. El periodista y locutor Jorge Seer leyó varios de los poemas incluidos en el libro, tanto en castellano como en la versión hebrea, acompañado por el actor de teatro Samuel Heilman y por Nitzan-Keren. *** Historia de México El Nº 81 de InfoEdu-Resumen (2 de marzo), el boletín periódico que reúne las mejores aportaciones de la lista sobre tecnología educativa InfoEdu (http://www.geocities.com/Athens/Forum/7543), informa de la iniciativa de la educadora Ana María Prieto Hernández (amprieto@correo.ajusco.upn.mx), de la Universidad Pedagógica Nacional de México, que pretende reunir a los estudiantes en torno a temas de historia de ese país expuestos en el Web. Prieto ha enfocado su trabajo a maestros y alumnos de educación básica. La idea del proyecto es fomentar el uso de la tecnología como recurso educativo. El primer tema tratado por el proyecto ha sido titulado "Exploradores de Mesoamérica", y ya ha reunido a numerosos estudiantes y docentes que intercambian impresiones y experiencias sobre la propuesta. Entre los temas futuros se encuentra uno llamado "Vámonos de pinta con Colón". Este proyecto puede ser visitado en: http://mesoamerica.ilce.edu.mx:84 *** Las notas de Benedetti Con el respaldo de la editorial Alfaguara y la compañía disquera Mulata Records, fue lanzado recientemente el disco La vida ese paréntesis, un esfuerzo por musicalizar los poemas del libro homónimo del autor uruguayo Mario Benedetti, con la participación de la cantante Tania Libertad y, en algunos temas, Joan Manuel Serrat y Willie Colón. El premio Nobel de Literatura, José Saramago, contribuyó con un texto de presentación. El disco contiene la versión musical de diez de los poemas más representativos de Benedetti incluidos en el libro. Según la cantante, la selección de los temas fue harto difícil, "porque el libro es delicioso para convertir en canciones". Los poemas encajaron en diversos géneros musicales como si hubieran sido escritos para ellos. "Nostalgia" se convirtió en un bolero; "El barrio, un tango y una muchacha, en una salsa; "Papam habemus", en una evocación de la música sacra. *** "Son de mar", de Manuel Vicent, se alza con el Alfaguara El 2 de marzo fue hecho público el veredicto del II Premio Alfaguara de Novela, que dio como ganador al escritor español Manuel Vicent, por su obra Son de mar. Rosa Regás, secretaria del jurado, informó que el premio se otorgó por unanimidad al considerar "nítida y rica en imágenes" la prosa con la que Vicent cuenta, en su historia, "la aventura de una pareja cuyo destino está sometido a su propia pasión y al influjo de los mitos clásicos que se mantienen vivos en su corazón". Son de mar fue presentada bajo el seudónimo "Capitán Ajab". El autor de Son de mar nació en 1936 en Villavieja, Castellón, es licenciado en derecho y ha estudiado filosofía, letras y periodismo. En la presentación del veredicto comentó que su obra fluye rápidamente para ser publicada de inmediato, lo que le ha deparado una extensa obra en la cual hay novelas de la talla de Pascua y naranja, Balada de Caín, Tranvía a la malvarrosa, Jardín de Villa Valeria y otras. El premio Alfaguara está dotado con 175.000 dólares, la publicación de la obra y su presentación en eventos literarios de todo el mundo. El jurado estuvo presidido por Eduardo Mendoza y participaron Jorge Edwards, Mayra Montero, Fernando Trueba, Sealtiel Alatriste y Juan Cruz. Participaron 709 autores, de los cuales el jurado tuvo que extraer diez para tomar la decisión final, anunciada el 2 de marzo en el anfiteatro de la Casa de América de Madrid por el presidente del jurado. La lectura del veredicto contó literalmente con la asistencia de espectadores de 17 países, quienes siguieron el acto a través de una teleconferencia organizada en las filiales de Alfaguara. De los 709 participantes, 196 provinieron de España, 143 de Argentina, 98 de Colombia, 60 de Perú, 46 de Estados Unidos, 40 de México, 29 de Chile, 22 de Uruguay, 21 de Costa Rica, 12 de Bolivia, 12 de Ecuador, 12 de Venezuela, 5 de Paraguay, 4 de Guatemala, 4 de Panamá, 2 de Puerto Rico, 1 de República Dominicana, 1 de Honduras y 1 de Nicaragua. Como termómetro de la actividad literaria en los países de habla hispana, el Premio Alfaguara demostró, en palabras de Jorge Edwards, una gran calidad pero no demasiada diversidad de tendencias. Igualmente, Mendoza manifestó que el jurado no descubrió diferencias en la forma de narrar de autores provenientes de distintos países. "No hemos visto unas geografías culturales. Sí se han presentado escritores desclasados, quiero decir que no viven en su país. No hemos querido premiar una novela como representante de una determinada zona narrativa, sino por su calidad". *** Luis Britto García declinó la Presidencia del Conac La declinación del escritor venezolano Luis Britto García a presidir el Consejo Nacional de la Cultura, el ente que encauza la política oficial de Venezuela en materia cultural, dio paso a agrias polémicas en el sector. Britto García fue designado el 24 de febrero por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, pero desaveniencias con los otros dos miembros del directorio le llevaron a declinar el cargo casi una semana después. El escritor habría reemplazado, de no declinar, a su colega Oscar Sambrano Urdaneta. El 2 de marzo, Britto García remitió una carta explicando los motivos para rechazar el cargo. Según él, los vocales que le acompañarían en la directiva del Conac, el periodista Tulio Hernández y la bailarina Zhandra Rodríguez, habrían urdido una estrategia para manipular el reparto de responsabilidades en el ente oficial, durante una reunión de trabajo convocada por el escritor en la tarde del lunes 1. A esa reunión asistieron, además de Britto García, Lelis Páez, Carlos Azpúrua, Benito Irady, Alejandro Armas, Juan Barreto, Zhandra Rodríguez y Tulio Hernández. "Al explicarles que no me era posible violar la ley del instituto para proceder al reparto según sus deseos, amenazaron con presentar sus renuncias ante el ministro de la Secretaría y se retiraron. Nunca he disfrutado de un privilegio cultural, nunca he participado en el reparto de ellos y nunca he dejado tras de mí una sola actuación deshonesta", dijo Britto en un párrafo de la polémica misiva. "No represento partidos, grupos económicos ni camarillas", continúa el escritor. "Ello me confiere autoridad para no aceptar presiones, pues considero que los urgentes y graves problemas del sector no se resolverán condicionándolos a un reparto de nombramientos que además viole de manera flagrante el ordenamiento jurídico". En entrevista con la prensa caraqueña, el escritor aclaró que no se trata de una renuncia: "Nunca fui juramentado oficialmente por la Presidencia de la República. Pero sí, es irrevocable. Mejor dicho, es una declinación al cargo". Durante la campaña electoral que llevó a Hugo Chávez Frías a la Presidencia de Venezuela, Luis Britto García fue literalmente aclamado por unos cuatrocientos creadores e intelectuales, miembros del llamado Frente Constituyente de la Cultura, organización que asesoró al presidente en la conformación de su programa de gobierno en el área cultural. Al declinar el cargo para el cual había sido designado por el presidente, el autor de Rajatabla y Abrapalabra dijo que, más importante que el futuro del Conac es "qué va a pasar con la cultura. Yo pertenezco a la cultura, no al sector. Lamento que se haya presentado esta situación". El impasse involucró también a Carlos Azpúrua, uno de los cineastas venezolanos más renombrados, quien denunció al Frente Constituyente de la Cultura "como seres sectarios que han entrabado todas las discusiones para impulsar un proyecto armónico y coherente. Ellos son los que han mantenido diferencias permanentes, mientras un amplio sector está de acuerdo". Según Azpúrua, Britto García era en realidad quien tenía la intención de repartir cargos: "El presidente Chávez nos ha pedido que nos pusiéramos de acuerdo y eso poco a poco se iba logrando, pero en esa reunión del lunes hemos visto cómo se rompió esa posibilidad de entendimiento, tan sólo por la actitud sectaria de esas individualidades, quienes además no han aportado nada al sector". Aunque todavía no se ha producido un nombramiento definitivo, se dice que el presidente Chávez se mostró en principio en desacuerdo con conceder a Britto la declinación. El lunes pasado trascendió el insistente rumor, aunque sin confirmación oficial, de que el cargo habría de ser ocupado por el abogado Alejandro Armas, gestor cultural del estado Aragua y miembro de la Comisión de Enlace del conflictivo ente cultural. Mientras tanto, aspectos importantísimos de la política cultural venezolana esperan por ser atendidos. Es necesario reconducir el presupuesto del Conac, dadas las limitaciones económicas que atraviesa Venezuela, y actualizar la cancelación de los dozavos, aportaciones que mantienen la actividad cultural oficial en todo el país. *** Las letras catalanas premian a María de la Pau Janer Editorial Planeta anunció el jueves 4 de marzo el veredicto del Premio Ramón Llull de las Letras Catalanas, que recayó este año sobre la escritora María de la Pau Janer, por su novela Lola, una historia en la que una mujer regresa a Mallorca después de dos décadas, y en la que, según el jurado, destaca como valor "la fresca utilización del catalán rural de Mallorca". La autora, que recibirá diez millones de pesetas, nació en Palma de Mallorca en 1966. Pere Gimferrer, Antoni Vilanova, Carles Pujol, David Castillo, Gabriel Oliver, Marcel Plans y Valentí Puig fueron los jueces que dieron a Janer, con cinco votos a favor y dos en contra, la edición 1999 de este importante galardón. *** La vertical sonrisa de Luis Antonio de Villena Un millón de pesetas recibirá el escritor español Luis Antonio de Villena, autor de El mal mundo, al hacerse merecedor del premio La Sonrisa Vertical en su 21ª edición, según se anunció el jueves 4 en Barcelona. El libro está compuesto por dos relatos sobre el amor homosexual entre hombres, y fue seleccionado por un jurado en el que participaron Luis García Berlanga, Juan Marsé, Almudena Grandes, Rafael Conte, Eduardo Mendicutti y Beatriz de Moura por la casa editora Tusquets, convocante del premio. La primera historia transcurre en los sesenta entre dos adolescentes que se enamoran pero deben separarse al sobrevenir las vacaciones de verano; años después, casado y con hijos, uno de ellos recuerda esa época con nostalgia; la segunda da título al libro y expone el desarrollo de una relación que fluye naturalmente entre dos jóvenes marginales, quienes "se van enrollando sin considerarse homosexuales", según el autor nacido en Madrid en 1951. "Son amores cotidianos y raros, singulares y frecuentísimos. Amores que intentan abolir -desde lo muy masculino- el entendimiento del sexo y la ternura como compartimientos estancos e infranqueables. Son relatos de carne, de sexo, de labios -si se mira atentamente-, también de amor y amistad". *** La problemática lingüística de Cataluña se discute en tiempo real La revista Cervantina Digital, publicada desde Barcelona, España, por Acción Cultural Miguel de Cervantes, está promoviendo la realización periódica de conversaciones en tiempo real entre grupos de usuarios -eso que comúnmente es conocido como chat- para discutir los problemas lingüísticos de Cataluña. Los chats sobre este tema empezaron a realizarse el sábado 6 y se repetirán todos los primeros y terceros sábados de cada mes, a partir de las 11 de la noche. Para acceder a estas sesiones, visite el sitio de Cervantina Digital y haga click sobre el botón que dice "Chat" en la parte superior de la pantalla. La dirección de la revista es: http://www.telebase.es/cervantina/index.htm *** José Luis Vega a la academia Recientemente fue designado director de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española (malaret@coqui.net) el poeta José Luis Vega, decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico. Vega sustituye al jurista José Trías Monge. El nuevo director de la institución ha publicado los poemarios Signos vitales (1974), La naranja entera (1983), Tiempo de bolero (1985), Bajo los efectos de la poesía (1989) y Solo de Pasión/Teoría del sueño (1996), y el libro de ensayos y poemas Techo a dos aguas, de reciente aparición. La Academia Puertorriqueña de la Lengua fue fundada en 1955. Ha sido un ente puntal en la defensa del idioma castellano en ese país, donde la lengua ha sido objeto de polémica dadas las peculiares condiciones políticas prevalecientes. La institución ha tenido entre sus miembros a Enrique Laguerre, nominado al Premio Nobel de Literatura, y a Humberto López Morales, secretario general de la Asociación de Academias, con sede en Madrid. *** El fin del milenio en la mitad del mundo Entre el 9 y el 11 de marzo se realizó en Quito, Ecuador, el encuentro "Fin de milenio en la mitad del mundo", que reunió a escritores europeos y latinoamericanos en el teatro Calderón de la Barca, de la Universidad San Francisco, y en el hotel Colón. Entre los participantes se contaron el argentino Mempo Giardinelli, premio Rómulo Gallegos en 1993; la española Rosa Montero, autora de novelas como Amado amo y La hija del caníbal; la italiana Susana Tamaro, autora de Donde el corazón te lleve; el ensayista y narrador guatemalteco Mario Monteforte; los chilenos Antonio Skármeta, autor de El cartero de Neruda, y Marcela Serrano, autora de El albergue de las mujeres tristes. Una de las principales actividades del encuentro fue el diálogo con los escritores y lectores de Ecuador, que se inició con un minuto de respetuoso silencio en homenaje al artista Oswaldo Guayasamín, fallecido el 10 de marzo en Estados Unidos. Fueron variados los temas tratados, destacándose el creciente papel de la mujer en la gran literatura, como indicó Rosa Montero, para quien la excelente producción de mujeres escritoras en España ha impulsado allí un boom del género. Skármeta intervino para defender el papel de la televisión como difusor de la literatura. "Así como hay ensayo, poesía, cuento y novela, creo que la televisión es un género literario que permite la expresión de un alma y la comunicación con la gente, pero como es todavía un género nuevo no ha logrado entrada en el análisis literario". Mario Monteforte, quien durante la Presidencia de Jacobo Arbenz estuvo a cargo de la Vicepresidencia de Guatemala, habló de la relación del escritor con el idioma. "El escritor es un hombre que está luchando con las palabras. La diferencia entre uno que comienza y uno que ya está hecho es el terror de las palabras. Mientras más temor le tiene uno al idioma, mejor escribe. El joven se sienta a escribir en la máquina y le sale todo de una vez, con una gran frescura, pero escribir bien cuesta muchos años, mucho trabajo. el idioma es una de las cosas más espantosas que hay en este mundo, de manera que escoger la palabra es una labor del escritor". *** Los pininos de Michelena Ayer 14 fue inaugurada, en el museo que lleva su nombre, una exposición que permite a sus asistentes ver los inicios artísticos del pintor venezolano Arturo Michelena, consistente en casi cuarenta dibujos elaborados entre 1872 y 1874, cuando el artista contaba entre diez y trece años de edad. Michelena inició sus estudios pictóricos a los seis años. La muestra, titulada "Arturo Michelena niño", puede ser visitada de martes a sábado entre las 9 de la mañana y las 5 de la tarde, y los domingos de 10 de la mañana a 3 de la tarde. El Museo Arturo Michelena está ubicado en la esquina caraqueña de Urapal, en La Pastora. Las obras, que en vida fueron muy apreciadas por el artista, representan el impulso iniciático de un pintor que marcó la historia del arte venezolano. Pertenecen a la colección de la Fundación Museo Arturo Michelena de Caracas y entre ellas se cuentan diversos trabajos como Pentesilea, Miranda en La Carraca, Carlota Corday, Vuelvan caras y otros, en los que se hace patente la influencia del padre, Juan Antonio Michelena, y del abuelo, Pedro Castillo. *** Honduras será escenario para Centroamérica y México Entre el 16 y el 26 de marzo se realizará, en el Teatro Nacional Manuel Bonilla y en la Plaza Central Francisco Morazán, en Tegucigalpa, capital de Honduras, el I Festival Regional de las Artes Escénicas de Centroamérica y México, en el que se encontrarán los más destacados representantes del teatro y la danza de la región. Los grupos participantes cuentan con un alto prestigio en sus países. Se presentará, por ejemplo, el grupo Barro Rojo, de México, con la obra "Las cosas del amor y otras perversiones propias de la naturaleza humana y animal". También acudirá el grupo nicaragüense Desequilibrio y la bailarina Eva Gastezoro, también nicaragüense. Honduras estará representada por Mandrágora, grupo de teatro que interpretará la obra "Máscaras y mitos femeninos", en la que se juega con el concepto de las máscaras, el intercambio con el público y el lenguaje poético. También estará Danza Libre, agrupación que, con el montaje coreográfico "Con ojos de mujer, letras de movimiento", analizará diversas situaciones que afectan al ser humano, desde la perspectiva femenina. *** Diez grupos de teatro se encontrarán en Bolivia Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, España, México, Uruguay y Venezuela son los países que participarán en el I Festival Internacional de Teatro, que se celebrará en La Paz, Bolivia, entre el 17 y el 27 de marzo, y en el cual habrá, además de la presentación de las obras, diversos eventos paralelos, tales como foros, conferencias, encuentros y presentaciones de teatro de cámara. La actividad está enmarcada en el evento La Paz, Capital Iberoamericana de la Cultura, y es organizada por el grupo boliviano Amalief Teatro y la Secretaría Internacional de Producción y Difusión del Celcit de España, con la colaboración del Viceministerio de Cultura, la Prefectura del Departamento de La Paz y el Gobierno Municipal de la capital boliviana. El país anfitrión estará representado por el Teatro de David Mondacca (La Paz), con la obra "No le digas"; el grupo Teatro del Ogro (Santa Cruz), con "El cuento del Caray"; el Elenco del Viceministerio de Cultura Ninón D. de Kushner (La Paz), con "Agnes de Dios"; el Taller Experimental de Danza de la Universidad Católica Boliviana (La Paz), con "La pasión según San Lucas"; el Teatro de los Andes (Sucre), con "Ubu en Bolivia"; Café con Malicia (La Paz), con "Los Jacobos y los Robertos"; Uma Jalsu (La Paz), con "¡Oiga! Usted, amigo"; y Altazor (La Paz), con "La noche del viernes". Argentina estará representada por el Teatro Periférico de Objetos con su "Máquina Hamlet", el Grupo La Llanura con "El clásico binomio" y Rob Dickinson (Argentina-Inglaterra) con "The Raven". El Teatro Quetzal representará a Costa Rica con "La historia de Ixquic". Por Cuba irá el Teatro Galiano 108 con "La Virgen Triste". De Ecuador asistirá el Teatro Malayerba, con "Nuestra Señora de las Nubes". Portugal y Brasil participan con la Compañía Internacional Teatro Livre, que presentará su "Isadora Duncan". España estará representada por el Teatro La Zaranda, con "Cuando la vida eterna se acabe". De México irá Cornisa 20 con "Don Quijote" y "Maniobras". Chile presentará al Teatro Camino con "Ejecutor 14" y el Teatro Imagen con "La Reina Isabel cantaba rancheras". Uruguay estará representada por el Teatro del Mercado, con "Por el aire, Federico". Venezuela presentará su grupo de teatros La Pareja. *** Musicalizan diez poemas de Federico García Lorca El próximo 22 de marzo se realizará en El Casino de París un concierto del cantante francés Nilda Fernández, para promover el disco Castelar 704, una producción de La Niña/distribution M10 que contiene diez poemas de Federico García Lorca musicalizados. La música con la que ahora pueden cantarse estos poemas fue compuesta por el mismo García Lorca. En la realización del disco participaron músicos prestigiosos como Mino Cinelu, percusionista que acompañara a Miles Davis, y el guitarrista Tomatito. En mayo se realizará un segundo concierto promocional en Barcelona, España. Fernández explicó que la idea de hacer el disco se originó en otro grabado el año pasado por la cantante española Ana Belén para conmemorar el centenario del poeta. Ana Belén convocó a diversos artistas y entre ellos estaba Fernández, quien asegura que su disco carece de "preocupaciones comerciales". *** Borges en Venecia Venecia será el punto de partida de una exposición itinerante en homenaje al escritor argentino Jorge Luis Borges, a inaugurarse el 31 de marzo con la presencia del presidente de Argentina, Carlos Menem. Esta muestra será llevada a Francia, España y Argentina, entre otros países, hasta junio de 2000, siendo coordinada por la Fundación Internacional Jorge Luis Borges y la Secretaría de Cultura argentina. El 4 de marzo, María Kodama y el embajador italiano en Argentina, Giovanni Januzzi, presentaron la muestra a la prensa, explicando las características de los objetos que podrán presenciar los asistentes. Discos compactos, documentales, entrevistas, reportajes, libros, togas, bastones, manuscritos y hasta la propia voz del escritor leyendo sus poemas son algunos de los iconos que se podrán admirar en el laberinto en que ha sido convertida la Biblioteca Marciana, en Venecia. Además de los objetos mencionados, la exposición contendrá textos de Borges sobre las ciudades donde será inaugurada o sobre sus escritores. Januzzi destacó la influencia de Borges sobre la literatura italiana, específicamente sobre la obra de autores como Eco y Calvino, entre otros, y dijo que hablar de la importancia que tiene el escritor para la cultura universal es casi una obviedad. Explicó que el gobierno italiano construyó el laberinto en el que serán expuestos los objetos, y que la inversión asciende a más de 200.000 dólares. La exposición estará en Venecia hasta finales de abril. El 15 de mayo será inaugurada en París y a mediados de junio en la Biblioteca Nacional de Madrid. En agosto será inaugurada en Buenos Aires, coincidiendo con el centenario de Borges. ====================== Envíenos información cultural ====================== Este espacio está destinado principalmente a la divulgación del trabajo de los escritores hispanoamericanos, pero no desdeñamos la difusión de las noticias culturales, que siempre son de interés. Envíenos toda la información que pueda a letralia@rediris.es. === Entre Bases =========================================================== *** VI Premio Mejor Libro del Año 1998 Centro Nacional del Libro MENCIONES: Edición de libros de ilustraciones, de divulgación, de creación literaria, infantiles y artesanales. PARTICIPANTES: Editores establecidos en Venezuela. CONDICIONES DEL MATERIAL: Libros editados, reeditados o impresos en Venezuela en 1998; un ejemplar de cada obra concursante. Las obras seleccionadas para optar al premio formarán parte de la VI Exposición Producción Editorial Venezolana, a realizarse durante la Semana del Libro (abril de 1999). IDENTIFICACIÓN: Datos del editor, el diseñador y el impresor en los casos que aplique. El paquete deberá incluir la leyenda "Premio Mejor Libro del Año". JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 15 de marzo de 1999. PREMIACIÓN: Reconocimiento público, diploma y presentaciones especiales en los stands venezolanos de las ferias internacionales del libro en las cuales participe Venezuela durante 1999. VEREDICTO: 21 de abril de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Centro Nacional del Libro, Av. Rómulo Gallegos con 1ª Av. de Santa Eduvigis, Ed. Pascal, torre A, piso 1, Of. 13-A, Urb. Los Palos Grandes, Caracas. INFORMACIÓN: Web: http://eltaller.com/filcaracas. Correo electrónico: cenal@reacciun.ve. Teléfonos: 58 2 2842098 / 4847 / 2859054 / 5171. Fax: 58 2 2850829. *** II Concurso Nacional de Cuentos de Sacven Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela MENCIONES: Cuento. PARTICIPANTES: Escritores venezolanos y extranjeros radicados en Venezuela. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; idioma castellano; un cuento por autor; cuadruplicado; páginas numeradas y perfectamente legibles; mecanografiado a doble espacio por una sola cara sobre papel tamaño carta; extensión máxima de 20 cuartillas; tema libre. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con datos personales del autor; en el exterior de este sobre debe escribirse el título del cuento, el seudónimo y la leyenda "II Concurso Nacional de Cuentos de Sacven". JURADO: Tres escritores venezolanos de reconocida trayectoria. FECHA TOPE: 20 de marzo de 1999. PREMIACIÓN: Bs. 1.000.000. Sacven se reserva el derecho de publicar una edición de los cuentos finalistas y el ganador. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Sacven, Av. Andrés Bello, Ed. Vam (frente al Ed. Las Fundaciones), torre Oeste, piso 10, Gerencia de Atención al Socio. *** II Certamen de Poesía Maika Ortiz Noticias Latin America MENCIONES: Poesía. PARTICIPANTES: Escritores hispanoamericanos. CONDICIONES DEL MATERIAL: Hasta 3 poemas originales e inéditos; tema libre; idioma castellano; extensión máxima de 50 versos por cada poema. IDENTIFICACIÓN: Datos personales del autor: nombre completo, edad, nacionalidad, dirección y teléfono. JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 30 de marzo de 1999. PREMIACIÓN: Tres premios consistentes en publicación en el periódico Noticias Latin America, edición de mayo, y diploma firmado por los miembros del jurado. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Por correo electrónico a la coordinadora, Eva Urzáiz, ta5237@qww.ac.uk. INFORMACIÓN: Web: http://dspace.dial.pipex.com/noticias. Correo electrónico: ta5237@qww.ac.uk, noticias@dial.pipex.com. *** Premio Andalucía de Novela Banco Bilbao Vizcaya MENCIONES: Novela. PARTICIPANTES: Escritores hispanoamericanos. CONDICIONES DEL MATERIAL: Tema libre; original e inédito; extensión entre 150 y 300 páginas; doble espacio; una sola cara; deberá acompañarse con copia en disquete; duplicado IDENTIFICACIÓN: Datos del autor o seudónimo. En este último caso se deberá incluir una plica cerrada con la identidad del concursante. En todo caso se deberá incluir una certificación de autoría de la obra y de que sus derechos no están comprometidos con ninguna editorial ni pendientes de fallo en algún concurso. JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 30 de marzo de 1999. PREMIACIÓN: 7.000.000 de pesetas y publicación a cargo de Alfaguara. VEREDICTO: 16 de junio de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Dirección Territorial del Banco Bilbao Vizcaya en Andalucía. Avenida de La Palmera, 48 - 41012 Sevilla. O también: Editorial Santillana, S.A. Calle Torrelaguna, 60. 28043 Madrid. El sobre debe indicar la leyenda "Premio Andalucía de Novela - Alfaguara". INFORMACIÓN: Teléfono del BBV: 34 95 4559297. Teléfono de Alfaguara: 34 91 7449234. *** III Concurso de Cuento Viceversa Instituto Nacional de Bellas Artes / Revista Viceversa MENCIONES: Cuento. PARTICIPANTES: Escritores nacidos o residentes en México. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; triplicado; mecanografiado a doble espacio en papel tamaño carta; extensión de hasta 15 cuartillas; tema libre; la entrega de los premios implica el reconocimiento y aceptación de los autores al derecho en exclusiva de Viceversa a publicar y comercializar las obras ganadoras. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con nombre completo, dirección y teléfono del autor. JURADO: Tres especialistas reconocidos en el genero cuyos nombres serán dados a conocer con oportunidad. FECHA TOPE: 31 de marzo de 1999. PREMIACIÓN: 1r. lugar: un viaje a Londres de siete días y seis noches. 2º y 3r. lugar: un paquete de libros y videos del CNCA. Publicación de los ganadores en la revista Viceversa. VEREDICTO: Será publicado en el número 75 de la revista Viceversa (agosto de 1999). ENTREGA: Septiembre 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Tercer Concurso de Cuento. Wisconsin 68, Col. Nápoles, C.P. 03810, México, D.F. *** I Certamen Internacional Pleamar de la Poesía Romántica Centro Cultural Kemkem MENCIONES: Poesía. PARTICIPANTES: Escritores de todo el mundo. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; idioma castellano; tema relacionado con el género romántico; sin límites de extensión, formato o estructura de las obras; hasta 2 trabajos por autor; se deberá cancelar un arancel de US$10,00 IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con datos personales del autor. JURADO: Será presidido por la profesora Ilda Mígueles. El resto de los miembros será dado a conocer oportunamente. FECHA TOPE: 1 de abril de 1999. PREMIACIÓN: Se premiará a los 5 mejores trabajos incluyéndolos en la grabación del disco compacto Pleamar Romántico, así como en el libro del certamen. Los ganadores recibirán diplomas y libros de destacados autores y sus obras se publicarán electrónicamente y en medios de comunicación impresos de Uruguay, Chile, Venezuela, México, Argentina, Colombia, Puerto Rico, Estados Unidos, Suecia, Holanda y Japón, entre otros, y se recitarán en el programa Pleamar, que trasmite la emisora FM 2000 107.7 MHz, Quequen, de Argentina. VEREDICTO: 4 de abril de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Correo postal: 527 N° 366 o 521 N° 604 Quequen (7631). Provincia de Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: granate@teletel.com.ar. INFORMACIÓN: http://www.necocheanet.com.ar/kemkem. *** V Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Grupo Editorial Norma / Fundación para el Fomento de la Lectura, Fundalectura (Colombia). MENCIONES: Obra narrativa (cuentos o novela). PARTICIPANTES: Autores latinoamericanos. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; idioma castellano (los participantes brasileños podrán enviar sus textos en portugués); sin compromisos de publicación ni presentación en otros certámenes; tema libre; extensión entre 80 y 200 páginas tamaño carta; orientado a lectores de entre 11 y 18 años de edad; triplicado; mecanografiado en máquina o computador (en este caso, 12 puntos), a doble espacio, sin ilustraciones. Los autores cubanos deberán enviar sólo 1 ejemplar de su trabajo. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con datos del autor y currículum vitae. JURADO: Tres autores, investigadores o críticos de literatura infantil, un representante del Grupo Editorial Norma y un representante de Fundalectura, de Colombia. Sus nombres se anunciarán oportunamente. FECHA TOPE: 30 de abril de 1999. PREMIACIÓN: US$15.000 como anticipo de las regalías que se estipulen en el contrato de edición; publicación por la Editorial Norma; participación, con gastos pagados, en un evento nacional o internacional de interés para el área de la literatura. Si el jurado lo decide así, se otorgará un accésit de US$2.000 como anticipo de regalías estipuladas en el contrato editorial, y publicación, a escritores con ediciones en otros campos que no hayan publicado libros para niños y jóvenes. ENTREGA: Durante la 13ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (2000). DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Fundalectura, Premio Literario Norma-Fundalectura. Avenida 40, Nº 16-46. Bogotá, Colombia. INFORMACIÓN: Teléfono: 57 1 3201511. Fax: 57 1 2877071. Correo electrónico: fundalec@impsat.net.co. *** Primer Concurso de Cuentos Interactivos Fundación Centro de Información Digital del estado Aragua (Venezuela) / Fundación Laberinto de Letras / Letralia, Tierra de Letras MENCIONES: Cuento y diseño HTML. PARTICIPANTES: Escritores de habla hispana. CONDICIONES DEL MATERIAL: Cuento en formato HTML; categoría diseño básico: páginas cuyos archivos componentes (HTML, gráficos, sonido) no excedan en total los 25 Kb y puedan ser visualizados con las versiones 2.x de Microsoft Internet Explorer y Netscape Navigator, y con la 2.12 de Opera, y no incluir elementos de lenguajes de programación tales como CGI, Java o JavaScript; categoría diseño avanzado: páginas cuyos archivos componentes no excedan en total los 200 Kb, no se imponen límites en cuanto a los visualizadores que puedan interpretar el contenido y se pueden incluir elementos de programación. Los materiales deberán ser previamente comprimidos en formato ZIP y enviados en un archivo anexo a un mensaje de correo electrónico a la dirección indicada. Los límites de 25 y 200 Kb de ambas categorías se refieren a la totalidad de los archivos antes de ser comprimidos en el formato ZIP. Todos los trabajos que se presenten a participar serán publicados, durante tres meses a partir de la fecha de cierre del plazo de recepción, en la página del CID (http://www.el-cid.org.ve). IDENTIFICACIÓN: Datos personales del autor: nombre completo, dirección, teléfono, nacionalidad, dirección electrónica y categoría en la cual participa. Esta identificación deberá incluirse en el cuento y en el mensaje de correo electrónico con el que se envíe. JURADO: Tres reconocidos editores en Internet de distintas nacionalidades, cuyos nombres serán anunciados en el momento de publicarse el veredicto. FECHA TOPE: 15 de mayo de 1999. PREMIACIÓN: Se premiará a los trabajos que en cada categoría logren la mejor conjunción de los recursos tecnológicos y literarios. Los trabajos ganadores serán publicados en reconocidas editoriales digitales y sus autores recibirán por correo ordinario un diploma que acredite la premiación. La organización se compromete a difundir el veredicto ampliamente en diversos medios impresos y electrónicos. VEREDICTO: 30 de mayo de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: letras@el-cid.org.ve / letralia@rediris.es. INFORMACIÓN: http://www.el-cid.org.ve/letras / http://www.americadelsur.com/letralia. *** II Concurso Literario Anual Arístides Rojas Contraloría General de la República de Venezuela MENCIONES: Novela, cuento, poesía y ensayo. PARTICIPANTES: Escritores venezolanos y extranjeros residentes en el país. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; idioma castellano; no comprometido con editorial alguna; extensión mínima: novela, 150 cuartillas; libro de poesía, 50 cuartillas; libro de cuentos, 100 cuartillas; libro de ensayo(s), 100 cuartillas; papel Bond tamaño carta; mecanografiado a doble espacio por una sola cara; cuadruplicado. IDENTIFICACIÓN: Sobre manila cerrado identificado con seudónimo; contendrá un sobre aparte cerrado con el nombre, apellido, cédula de identidad, dirección y teléfono del autor. JURADO: Novela: Alexis Márquez Rodríguez, Antonieta Madrid y Guillermo Morón. Libro de poesía: Néstor Francia, Rafael Arráiz Lucca y Patricia Guzmán. Libro de cuentos: Salvador Garmendia, José Pulido y María Antonieta Flores. Libro de ensayo(s): Germán Carrera Damas, Karl Krispin y Enrique Viloria Vera. FECHA TOPE: 31 de mayo de 1999. PREMIACIÓN: Premio único para cada modalidad consistente en Bs. 800.000, diploma y publicación. Se podrá otorgar menciones especiales consistentes en diploma y posible publicación según recomendación del jurado. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Contraloría General de la República, Concurso Literario, Atención Fundacea. Edificio Fondo Común, piso 9, avenida Andrés Bello, sector Guaicaipuro, Caracas, D.F., Venezuela. INFORMACIÓN: Teléfonos 58 2 5083476 / 85. *** 4º Concurso Nacional e Internacional em Língua Portuguesa de Contos e Poesias "Poeta Nuno Álvaro Pereira" Editora Valença, S.A. MENCIONES: Cuento y poesía. PARTICIPANTES: Escritores de habla portuguesa. CONDICIONES DEL MATERIAL: Original e inédito; tema libre; hasta tres trabajos por categoría; extensión: cuento, hasta 5 páginas; poesía, hasta 2 páginas; duplicado; a doble espacio por una sola cara; IDENTIFICACIÓN: Nombre, documento de identidad, profesión, dirección y teléfono del autor. JURADO: FECHA TOPE: 31 de mayo de 1999. PREMIACIÓN: Los trabajos seleccionados serán publicados en régimen de coedición financiera y editorial en el Nº 4 de Pérgula Literária. También serán publicados en forma de libro con contrato asignado por Editora Valença. Los libros serán lanzados solemnemente en 1999 en la ciudad de Río de Janeiro. Se premiarán los cinco mejores trabajos en cada categoría. El primer lugar de cada una recibirá el trofeo "Poeta Nuno Álvaro Pereira", otorgado por la Academia Valenciana de Letras. Además, los cinco primeros lugares de cada categoría recibirán medallas honoríficas. Se otorgará una Mención de Honor y una Mención de Honor Especial. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Caixa Postal 24.272, Cep: 20.522-970, Tijuca, Rio de Janeiro RJ, Brasil. INFORMACIÓN: Teléfonos 55 021 2689119 / 5758465. Correo electrónico: goinmac@ruralrj.com.br. *** Concurso de Cuentos Juan Rulfo 1999 Radio Francia Internacional MENCIONES: Cuentos. PARTICIPANTES: Escritores de habla hispana. CONDICIONES DEL MATERIAL: Original e inédito; lengua española; extensión máxima de 20 páginas de 22 líneas cada una, mecanografiadas a doble espacio y por un solo lado; cada autor podrá participar sólo con un cuento. Se deberá especificar si se participa en uno de los premios especiales. Los premios especiales son: Premio Unión Latina a relatos de autores inéditos; Premio Le Monde Diplomatique a cuentos que manifiesten una preocupación social; Premio Feria del Disco a cuentos sobre música; Premio Monte Ávila Editores a cuentos para niños; Premio Salón del Libro Iberoamericano a relatos de latinoamericanos que resalten la importancia del libro y la lectura, y Premio Semana Negra a cuentos policiales. Además se disputará el Premio Agence Vu de Fotografía, para series fotográficas de 5 a 10 fotos, tema libre, en blanco y negro o en color, de un máximo de 30 x 40 cm; cada foto debe incluir el nombre del fotógrafo y se debe añadir en una hoja separada un texto descriptivo, el lugar, la fecha de la toma y los datos personales del artista. Se aceptan diapositivas. IDENTIFICACIÓN: Nombre, apellidos, teléfono, dirección y datos biográficos del autor. JURADO: Silvia Baron-Supervielle (Argentina), Jorge Edwards (Chile), Luis Sepúlveda (Chile), Marcelo Leonart (Chile), Juan Manuel Roca (Colombia), Emilio Sánchez Ortiz (España), Aline Schulmann (Francia), Claude Fell (Francia), Mercedes Iturbe (México), Juan Villoro (México), Paco Ignacio Taibó II (México), Julio Ortega (Perú), Fernando Aínsa (Uruguay) y Alexis Márquez Rodríguez (Venezuela). El jurado del certamen de fotografía estará constituido por profesionales de la Agence Vu. FECHA TOPE: 15 de septiembre de 1999. PREMIACIÓN: 30.000 francos (Radio Francia Internacional); 20.000 francos (Instituto Cervantes, París); 15.000 francos (Centro Cultural de México); 15.000 francos (Casa de América Latina); 15.000 francos (Le Monde Diplomatique, Francia); 15.000 francos (El Espectador, Colombia); 10.000 francos (Feria del Disco, Chile); 10.000 francos (Unión Latina, París); 5.000 francos (Monte Ávila Editores, Venezuela); viaje y estadía durante la Semana Negra en Gijón, España, en julio de 2000 (Semana Negra); viaje y estadía durante el Salón del Libro Iberoamericano en Gijón, mayo de 2000 (Salón del Libro Iberoamericano de Gijón, España); e ilustración del libro con los cuentos premiados (Agence Vu, de fotografía). VEREDICTO: 13 de diciembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Radio Francia Internacional, Servicio de Lengua Española, Concurso de Cuentos Juan Rulfo, 1 16 Avenue du Président Kennedy, París Cedex 16, Francia. INFORMACIÓN: Teléfono: 33 01 42301212. Telefax: 33 O1 42304759 / 75786. Correo electrónico: service.amérique.latine@rfi.rf. *** Bienal Municipal de Literatura Ciudad de la Juventud 2000 Alcaldía del municipio José Félix Ribas del estado Aragua (La Victoria, Venezuela). MENCIONES: Mención Narrativa Rafael Briceño Ortega; Mención Dramaturgia Julio Páez; Mención Narrativa Joven Miguel Villasana. PARTICIPANTES: Escritores venezolanos y extranjeros residenciados en Venezuela. La mención Narrativa Joven está reservada a escritores de hasta 20 años de edad, residenciados en los municipios que formaron parte del extinto distrito Ricaurte del estado Aragua. CONDICIONES DEL MATERIAL: Original e inédito; cuadruplicado; papel tamaño carta a doble espacio por una sola cara; no premiado anteriormente. No se aceptará más de un trabajo por mención. Extensión mínima: narrativa, libro de cuentos de más de 30 cuartillas; dramaturgia, obra de teatro de más de 25 cuartillas; narrativa joven, grupo de cuentos e más de 10 páginas. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con los datos del autor. Los participantes de la mención Narrativa Joven deberán incluir el nombre de la institución donde cursan estudios y el sobre debe mostrar la leyenda "Bienal de Literatura Ciudad de la Juventud, mención Narrativa Joven Miguel Villasana". JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 1 de octubre de 1999 para las menciones Narrativa y Dramaturgia; 1 de diciembre de 1999 para la mención Narrativa Joven. PREMIACIÓN: Bs. 500.000 y la edición de la obra, para las menciones Narrativa y Dramaturgia; Bs. 120.000 y diploma en la mención Narrativa Joven. Podrá entregarse hasta dos menciones especiales en cada categoría. VEREDICTO: Febrero de 2000. ENTREGA: Marzo de 2000. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Ateneo de La Victoria, avenida Francisco de Loreto c/c Dr. Carías. La Victoria, estado Aragua, Venezuela. INFORMACIÓN: Telefax: 58 44 224953. === Literatura en Internet ================================================ Erwin Neutzsky-Wulff http://imv.aau.dk/~brynskov/enw/spanish Si bien Internet se ha convertido en el vehículo natural mediante el cual las culturas intercambian sus contenidos, para la mayoría de los usuarios existe un escollo de difícil resolución: el idioma. Para el usuario monolingüe, no hay manera de conocer de primera mano las creaciones, propuestas, informaciones y notas que hayan sido subidas a la red en lenguas ajenas a la suya; y aunque existan utilerías como el Pez de Babel de Altavista, que prometen traducir cualquier cosa que se les ponga delante, ya conocemos la calidad que puede tener una traducción mecánica. Es por esto que se aprecia sobremanera la existencia de personas que sirvan de enlace entre usuarios de una lengua y usuarios de otra. Traductores entusiastas que, sólo por el placer de saber que lecturas de calidad están llegando a otros confines, dedican horas de trabajo a re-crear un texto en una lengua extraña, lo que equivale ni más ni menos, para los destinatarios de tal manuscrito embotellado, en la añadidura de un objeto a la realidad, tarea borgiana. En este marco trabaja, desde Dinamarca, Carsten Agger (agger@faklen.dk), coordinador de un gran esfuerzo que ha venido traduciendo varias de las obras más puntuales de Erwin Neutzsky-Wulff, escritor danés cuyos relatos suelen enfocarse en disquisiciones de orden filosófico y científico, en una especie de género mixto que contiene ciencia ficción, filosofía y mitología. La publicación de sus textos en castellano tras la aprobación expresa del autor y de su editorial, ha sido encauzada por colaboradores que consideran que la obra de Neutzsky-Wulff debe ser conocida más allá de las fronteras de su lenguaje. Neutzsky-Wulff ha construido su obra alrededor de la premisa de que el hombre debe volver a plantearse las preguntas esenciales de la filosofía. Para demostrar su punto, se apoya en el conocimiento científico aportado por la física y la neurología moderna, con la intención, según Rune Engelbreth Larsen -quien hace la introducción a la obra del autor-, de "extender el valor funcional de éstos a otros temas de interés epistemológico". En la obra de Neutzsky-Wulff subyace un planteamiento muy parecido, por cierto, a algo de lo que se atisba en el Borges de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius: la realidad tiene la forma que le dé su observador; esta observación, por otro lado, es modelada por los parámetros culturales prevalecientes. El mundo no existe, el mundo es sólo un cúmulo de interpretaciones sobre la instancia que llamamos realidad. "En otras palabras", continúa Engelbreth Larsen en la introducción, "no hay más en la realidad que el ojo ve, más bien la realidad no siempre llega al ojo en la misma manera; en realidad, el ojo no registra la realidad sino que la forma". Erwin Neutzsky-Wulff nació en 1949 y su primera novela, Dialog om det 21. åhundredes to vigtigste verdenssystemer, apareció en 1971. Entre sus obras se encuentran Anno Domini (1975), Gud (Dios, 1976), 33. marts (33 de marzo, 1977), Havet (1978), Menneske (Hombre, 1982), Faust (1989), 2000 (1991), Verden (Mundo, 1994) y D'den (La muerte, 1996). Entre 1972 y 1977 publicó también cuatro novelas policiales con la figura de su "detective de lo oculto", Adan Hart, y ha publicado además poesía, introducciones a ocultismo y magia, el primer tomo de una historia mundial, textos técnicos y varios artículos y cuentos que han aparecido en revistas de todo tipo. El sitio de Neutzsky-Wulff en castellano preparado por Agger y sus colaboradores incluye algunos textos de la novela 2000 (aunque no hay ninguna novela del autor que haya sido traducida completa a nuestro idioma) y de ABC del terror, así como un conjunto de relatos entre los que destacan "El peregrino", "El legado del lobo" e "Y os huirá", una de las narraciones en las que aparece Adan Hart. Hay también algunos artículos sobre ocultismo, tarot, religión y otros temas que pululan entre las páginas de la obra de este autor. El trabajo de estos mensajeros literarios no se ha detenido en el castellano. Agger señala en la introducción a su página que ya hay textos de Neutzsky-Wulff traducidos al alemán y al inglés, y que se adelantan los trabajos que aparecerán en portugués, francés, ruso e italiano. La puerta queda abierta: cualquiera que desee participar en el proyecto, bien sea traduciendo textos a uno de los idiomas en los que ya se ha iniciado el trabajo o incorporando nuevas lenguas, puede contactar directamente a Agger por correo electrónico. === Una prosa olvidada de Rubén Darío Carlos Cañas-Dinarte =========== Para María Elena. Los contactos del poeta y prosista nicaragüense Rubén Darío (18 de enero de 1867-6 de febrero de 1916) con la República de El Salvador fueron de diversa naturaleza e intensidad, según los momentos vitales y anímicos en los que se encontrara el "fénix del modernismo". La primera vez que llegó a nuestras tierras fue a las cinco de la mañana del 8 de agosto de 1882, cuando aquel "mozo flaco, larga cabellera, pretérita indumentaria y exhaustos bolsillos", procedente de Corinto, descendió en el muelle de La Libertad desde el vapor estadounidense South Carolina. Escapado de una locura amorosa y puesto bajo los generosos favores del déspota ilustrado que era el presidente Rafael Zaldívar, Darío no tardó en entablar buenas relaciones entre la más alta sociedad de la próspera San Salvador de fines del siglo XIX, en la que no desperdició el acercamiento con aquella joven luminaria intelectual que era Francisco Antonio Gavidia Guandique (¿1863?-1955), con quien aprendió el manejo de los novísimos versos alejandrinos franceses descubiertos por aquel "indio sabio", se abrió camino poético en revistas y periódicos y se integró a la Sociedad Científico-Literaria "La Juventud", con un incendiario discurso ahora extraviado. Aquejado por la viruela, alejado de las bondades de la mano presidencial y presa de la nostalgia por su patria, el adolescente Darío se marchó para Nicaragua el martes 18 de septiembre de 1883, quizá a bordo de algún paquebote o de uno de los vapores estadounidenses que, como el Colima, el Honduras o el San Blas, recorrían las zonas portuarias entre San Francisco (California) y Panamá. De vuelta de sus experiencias chilenas (1885-1889), con la publicación de Azul (1888) bajo el brazo y escapado de un nuevo enlace matrimonial en Chinandega (Nicaragua), Darío retornó a tierras salvadoreñas en un impreciso día de mayo de 1889, llegada casi clandestina que el poeta quizá realizó a pie o en carruaje, debido a que no quedó consignada en los movimientos de navíos publicados por el Diario oficial salvadoreño. Una vez en la ciudad de San Salvador, Rubén pronto restableció sus viejas amistades culturales y sociales, que le permitieron entrar en contacto con la familia presidencial salvadoreña, compuesta por el agricultor ahuachapaneco y general Francisco Menéndez (1830-1890), su esposa Bonifacia Valdivieso y sus hijas Teresa, Leticia y Juanita. Esa nueva alianza con el poder político salvadoreño le permitió a Rubén publicar su libro A. de Gilbert (1890), lograr ingresos seguros con la edición de su diario semioficial La Unión (1889-1890, cuyas oficinas se localizaban en el que antes fuera Casino Salvadoreño, después Banco de Crédito Popular y hoy Centro Comercial Libertad, a 50 metros al poniente de la actual Plaza Libertad), contraer matrimonio con la malograda escritora costarricense Rafaela Contreras Cañas y dejar escritos muchos poemas y artículos en las revistas nacionales, de los que al menos siete aún esperan turno para ingresar al cuerpo de sus siempre proyectadas Obras completas. Escapado hacia Guatemala y Costa Rica del servilismo generado a fines de junio de 1890 por el régimen golpista de los generales Carlos y Antonio Ezeta, Rubén inició viajes que lo llevarían a distintas partes del nuevo y viejo continentes, ocasiones en las que mantendría contacto epistolar, periodístico y personal con El Salvador, gracias a sus corresponsales y visitantes ocasionales, entre los que se encontraban el prosista capitalino Arturo Ambrogi (1874-1936) y el poeta y educador sonsonateco Carlos Arturo Imendia (1864-1904). Cubierta la ruta Panamá-Nueva York-París, Rubén llegó a Buenos Aires para hacerse cargo del consulado colombiano en aquella ciudad porteña, desde donde rindió homenaje de amistad a uno de sus amigos escritores sansalvadoreños, el humorista y periodista Salvador J. Carazo, nacido en San Salvador el 14 de octubre de 1850 y fallecido en la misma ciudad el 29 de junio de 1910. Políglota educado en París y Londres, Carazo, quien alguna vez se desempeñó como director general de Correos, se amparaba en los seudónimos de Oberón y Sigma Yota Cappa -letras griegas de sus iniciales- para dar a conocer sus escritos en los periódicos y revistas de la época, al igual que sus libros Taracea (cuentos en inglés y español y traducciones, Santa Tecla, 1895) y Cuatro sargentos y un cabo (novela breve, Sonsonate, 1895). Publicado por el dominical literario El Fígaro (tomo I, N¦ 3, domingo 4 de noviembre de 1894, pág. 28), que codirigían en la capital salvadoreña Ambrogi, el doctor Víctor Jerez y el poeta Juan Antonio Solórzano, dicho trabajo en prosa de Darío, ignorado hasta ahora, no fue considerado por su autor como digno de figurar en sus libros Los raros (Buenos Aires, La Vasconia, 1896), Cabezas (Madrid, Mundo Latino, 1899) y Semblanzas de América (Madrid, Cervantes, 1919), aunque sí fue citado a la ligera por Alfredo Cardona Peña en su nota biográfica de Carazo (San Salvador y sus hombres, 1938 y 1967, pág. 255): "Retratos al lápiz Salvador J. Carazo Salvador Carazo tiene entre los escritores hispano-americanos algo que lo distingue, y es su procedimiento. Salvador es uno de los pocos, de los escasísimos humoristas conque cuentan nuestras letras. Hay mucho cuentero guasón, hay hasta hábiles 'de esos que llaman de costumbres', que tienen una su gracia falsa que hace reír. Salvador es artista en su chiste, y conoce a fondo la psicología de la risa. Su gracia no tiene el humor español ni el esprit francés, antes tiene el witz alemán y, sobre todo, el humorismo inglés que los americanos han perfeccionado a tal punto, que hoy forma verdadera escuela, donde descuellan como los mejores conteurs el incomparable Mark Twain, Bill Nay y más de uno de los redactores del neoyorkino Puck. Luego, Carazo conoce todas las literaturas modernas, sabe varias lenguas europeas y es aficionado a lo raro, a lo nuevo, a lo llamativo. Su apego al exotismo es una verdadera bizarrería. Y en sus escritos y narraciones sabe aprovechar, de una manera graciosamente encantadora, giros extraños, palabras de todos los diablos que encuentra sabe Dios dónde, onomatopeyas cómicas y de un efecto a todas luces chistoso. Describe muy bien; conoce de detalles artísticos y apropiados; en fin, Salvador es quelquin en la literatura americana. Es un 'original'. En algunos de sus cuentos, la frase es histérica y convulsiva, hace cosquillas con toda seriedad, y en pensamiento va a su objeto, saltando sobre una calzada de adjetivos estrambóticos. Un volumen de cuentos de Salvador llegaría con buen viento y sería una sorpresa en la América Latina". Al igual que otro gran compatriota humorista, Luis "el Negro" Lagos y Lagos, Salvador J. Carazo es ahora un desconocido de las letras salvadoreñas. Como un acto de justicia literaria, las obras y escritos dispersos de ambos urgen de ser rescatados y revalorizados. A la vez, las relaciones de Darío con nuestro país requieren de un mayor nivel de profundización investigativa y de descripción puntillista, más que el logrado hasta ahora por escritores centroamericanos contemporáneos como Diego Manuel Sequeira, Edelberto Torres Espinoza, Gustavo Alemán Bolaños, Cristóbal Humberto Ibarra, José Salvador Guandique, Luis Gallegos Valdés y Joaquín Meza, trabajo que he tratado de desarrollar en mi inconcluso trabajo Plumas, álbumes y poderes: las jornadas salvadoreñas de Rubén Darío, parte del cual fue galardonado en diciembre pasado con el Premio Único y Nacional de Ensayo, Juegos Florales de Panchimalco, otorgado por el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura). Sin duda alguna, en algunos estantes privados y cofres familiares debe de haber más datos y escritos que nos ayuden a comprender la magnitud de la presencia dariana en el desarrollo artístico-literario de El Salvador. Para muestra, baste este botón en prosa, presentado con motivo del 132º aniversario natal de Rubén Darío, poeta universal y orgullo artístico de toda nuestra región centroamericana. Santa Tecla, El Salvador, 15 de enero de 1999. ** Carlos Cañas-Dinarte, investigador histórico-literario, editor y docente nacido en San Salvador en 1971. Licenciado en Letras por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Es miembro de número de la Academia Salvadoreña de la Historia. Ha recibido premios nacionales y latinoamericanos en ensayo histórico, oratoria, poesía y cuento. Coautor de la Antología 3 x 15 mundos. Cuentos salvadoreños 1962-1992 (1994, 1996) y autor de diversos textos escolares. En 1998 publicó el Diccionario escolar de autores salvadoreños y el ensayo José María Cáceres: un docente, una época. Está en prensa su trabajo de investigación Plumas, álbumes y poderes: las jornadas salvadoreñas de Rubén Darío. Es jefe del Departamento de Archivo de El Diario de Hoy y mantiene el programa radiofónico semanal En voz alta (Radio Clásica). archivo@elsalvador.com. === El luto de las artes Equipo Letralia ============================= La semana pasada estuvo marcada por cinco zarpazos que la muerte asestó contra las artes. Entre el 7 y el 12 de marzo, las letras, la pintura, la música y el cine perdieron a cinco de sus más importantes exponentes contemporáneos. En Venezuela e Inglaterra, el 7, mueren el escritor Denzil Romero y el cineasta Stanley Kubrick; el 8, en Buenos Aires, Adolfo Bioy Casares; el 10, en Baltimore, el pintor Oswaldo Guayasamín, y el 12, en Berlín, el violinista Yehudi Menuhin. Personalidades capitales en sus disciplinas, cada uno marcó hitos profundos en la concepción que el hombre se ha venido construyendo de sí mismo en este siglo. La muerte en estos casos no es más que el tránsito al mito, a una contrastante inmortalidad. Letralia ha querido rendir un homenaje a estos cinco intelectuales, ofreciendo a sus lectores las someras semblanzas que publicamos a continuación. *** Denzil Romero, la historia imprevisible Especial atención merece, en el ámbito literario venezolano, la personalidad de Denzil Romero. Uno de los pocos escritores de nuestro país que pueden llevar sin envanecerse el peso de ejercer el oficio con éxito, Romero murió en Valencia el domingo 7 de marzo dejando tras de sí una obra profunda y una carrera marcada por su vertiginosa novelística. Romero había nacido en el estado Anzoátegui en 1938 y desde niño fue un devorador de libros. "Nunca aprendí a nadar, apenas elevé uno que otro papagayo y soy hijo de maestros de escuela, por lo que puedo decir sin jactancia que a los 15 años ya me había leído la literatura clásica española. Admito que en mi formación influyeron algunos escritores, de los cuales sólo te voy a nombrar a Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, Jorge Luis Borges, José Donoso, Juan José Arreola, Reinaldo Arenas, Marcel Proust, William Faulkner... y de aquí, Ramos Sucre, Arvelo Torrealba, Enrique Arvelo...". Era abogado de profesión. También era profesor de filosofía y, en la Fundación Instituto de Creatividad y Comunicación, daba clases de literatura general y latinoamericana e intertextualidad en la literatura latinoamericana. Luis Britto García dijo de él, en la edición de El Nacional del lunes pasado, que Romero compartía con el lector "largos coloquios de camarada, enumeraciones de la maravilla, erudiciones tocadas con la levedad de la gracia, jocundas sentimentalidades". Sobre su propia obra escribió en una oportunidad: "Verdad es que mis textos se subordinan, en distintos grados, a la reproducción mimética de ciertos períodos históricos y a la presentación de algunas ideas filosóficas, difundidas en los cuentos de Borges, tal es la imposibilidad de conocer la verdad histórica o la realidad, el carácter cíclico de la historia y, paradójicamente, su carácter imprevisible por el cual cualquier suceso inesperado y asombroso puede también darse". Las novelas de Denzil Romero le valieron el equivocado epíteto de antibolivariano. Atraído por las grietas más humanas de la historia decimonónica venezolana, en la que flota la gloria de los prohombres como Simón Bolívar, Francisco de Miranda y José María Vargas, fungió de iconoclasta al esbozar rasgos comunes de tales personajes, elaborando detalladas descripciones no contaminadas por el historicismo. Si bien de La carujada puede decirse que Romero entrega un boceto convincente y competente de la personalidad de José María Vargas y la de Pedro Carujo, quien lo apresó en julio de 1835 durante una de las multitudinarias revoluciones venezolanas del siglo pasado, despierta encendidos fulgores patrióticos cuando, a finales de los 80, publica La esposa del Dr. Thorne, basada en la relación entre Simón Bolívar y Manuelita Sáenz. La novela describe profusas escenas eróticas entre ambos amantes, y se pasea por el sentido lúdico del espíritu del genio; tal óptica para abordar personajes históricos santificados por la educación oficial le acarreó a Romero encarnizados detractores, más aun cuando, en 1988, la novela obtiene el premio La Sonrisa Vertical que otorga la editorial Tusquets en España. Posteriormente Romero se ocuparía de la vida y pasión de Francisco de Miranda, el general venezolano cuyo nombre aparece en el Arco de Triunfo de París. Publica en 1983 La tragedia del Generalísimo, que le valió ese año el premio Casa de las Américas, en 1988 aparece Grand Tour y hace apenas unos meses, el año pasado, el tercer componente de la trilogía: Para seguir el vagavagar, que aparece bajo el sello de Monte Ávila Editores. Miranda fue, para Romero, "un proyecto de vida", según él mismo. "Yo creo que esa es mi obra fundamental y encarna de algún modo todo mi ideario estético, mi teoría novelística. He escrito sobre otros temas y otros personajes, he situado mis libros en otros ambientes, pero siempre el hilo central de mi narrativa está en Miranda". De hecho, había semejanzas físicas entre Denzil Romero y su personaje histórico y literario. José Pulido dice que "no se le escapaba a uno el hecho de que Denzil se parecía cada día más a Miranda o por lo menos al Miranda de los retratos, cuya cabellera blanca se abombaba rebelde al peine, y también soltaba frases de vellos enrollados que reflejaban su conexión con los escritos del venezolano internacional". No hay mucha información en la red sobre Denzil Romero; acaso una reseña de su última novela, Para seguir el vagavagar, en el sitio de Monte Ávila: http://www.monteavila.com/data/notadenzil.html, y las notas luctuosas que publicaron los diarios venezolanos El Nacional (http://www.el-nacional.com) y El Universal (http://www.eud.com) y que pueden dar una aceptable luz sobre su obra. Se sabe también de sus incursiones en el Foro Venezuela de Compuserve. *** Stanley Kubrick, la cámara meticulosa No es común, en las personalidades ligadas al ámbito cinematográfico, hallar la discreción y el enclaustramiento que caracterizaron a Stanley Kubrick. El director de obras clave del cine mundial como La naranja mecánica y 2001: una odisea del espacio murió repentinamente en su casa en Hertfordshire, en circunstancias poco claras, el 7 de marzo. Contaba 70 años de edad. El portavoz familiar simplemente informó: "Stanley Kubrick ha muerto esta mañana. No habrá más comentarios al respecto". Sólo su esposa, Christiane Herlan, y sus tres hijas, Katherine, Anya y Vivian, además de un séquito de apenas unas cien personas, pudieron asistir al funeral. Crítico acérrimo del estilo de vida hollywoodense, enemigo de las marquesinas y un apasionado de la meticulosidad en su trabajo, decía en uno de sus primeros filmes que "la individualidad es como un monstruo que debe ser estrangulado en la cuna para que los que te rodean se sientan cómodos". Kubrick se marchó a Inglaterra en 1961. Estableció su residencia en Harpenden, Hertfordshire, y allí se convirtió en un ilustre ermitaño que se negó el resto de su vida a conceder entrevistas y asistir a los múltiples reconocimientos que obtenía por sus obras. El director neoyorquino deja prácticamente terminada Eyes wide shut, una película en la que se embarcó desde noviembre de 1996 y que cuenta con Tom Cruise y su esposa, Nicole Kidman, en los papeles principales, representando a una pareja de psiquiatras envueltos en una serie de tormentas sexuales. Un video de noventa segundos donde se ve a ambos actores completamente desnudos en un apasionado abrazo es todo lo que se conoce de este filme, que será estrenado el 16 de julio. Como todo lo relacionado con su vida y su trabajo, Kubrick mantuvo un estricto secreto en torno a esta película, y así lo exigió a sus actores y equipo técnico, hasta el punto de que en una proyección privada para los ejecutivos de la Warner -la única vez que la película ha podido ser vista más allá de los límites de su residencia en Hertfordshire- el encargado del proyector fue obligado a realizar su trabajo de espaldas a la pantalla. Como una pista para sus seguidores, se sabe que Eyes wide shut está basada en el relato Traumnovelle, del escritor austríaco Arthur Schnitzler, fallecido en 1931. Su estilo meticuloso de filmar le ganó el mote de artesano, pero también la incomodidad por parte de actores y técnicos. Su mano estaba generalmente sobre el guión, la producción, la camarografía, la edición, el sonido y la dirección de cada una de sus películas, de lo que se desprendió el más personal cine de autor. Solía repetir decenas de veces una escena, hasta alcanzar el grado que él consideraba perfecto. Aunque había afirmado que Eyes wide shut le satisfacía, horas antes de morir había hablado con uno de los ejecutivos de la Warner sobre cambios sustanciales en la música. Los actores Harvey Keitel y Jennifer Jason Leigh decidieron abandonar el rodaje cuando Kubrick les telefoneó para anunciarles que debían hacer nuevamente todas sus escenas. Cruise y Kidman, sin embargo, se jugaron el todo por el todo con tal de protagonizar un filme del que ha sido calificado como el último gran maestro del cine contemporáneo. En los últimos meses, debieron viajar a Inglaterra en reiteradas oportunidades, siempre bajo las agudas exigencias del cineasta. "Kubrick era como de nuestra familia, estamos conmocionados y hundidos", habría dicho Cruise al enfrentarse a la prensa después de la muerte del director. Era proverbial su miedo a volar, por lo que filmó en Inglaterra películas como Full metal jacket, de 1987, ambientada en la guerra de Vietnam, y la misma Eyes wide shut, cuya historia se desarrolla en Nueva York. Para esta su última realización, hizo disfrazar de calles neoyorquinas los estudios ingleses de Pinewood. Kubrick había nacido en el Bronx el 26 de julio de 1928. De raíces europeas, el padre de Kubrick era un médico que atendía a sus vecinos del Bronx y que logró inculcar en el joven Stan sus dos mayores pasiones: el ajedrez, que le acompañó toda su vida y en el que era considerado un experto, y el cine, en el que lo involucró cuando a los trece años puso en sus manos su primera cámara fotográfica, con la que descubre su mirada personal sobre la imagen. Cumplidos los 17, Kubrick entra a la revista Look como fotógrafo, profesión en la que alcanzó los primeros escalones de la fama al convertirse en uno de los mejores pagados del medio, en el que se desempeñó durante cuatro años. En 1950 realiza su primer cortometraje, Day of the fight, con una cámara de 35 milímetros y una destreza recién adquirida en la forma de manipularla. Un año después filma Flying Padre, y es el momento en que decide dedicarse de lleno al séptimo arte. Entre 1952 y 1955 produciría The seafarers, Fears and desire y Killer's kiss. Su aparición definitiva en la escena cinematográfica fue en 1956 con Atraco perfecto. En 1957 filmó Senderos de gloria. De ambas películas dice Ángel Fernández Santos: "La primera, un thriller de tiralíneas, y la segunda, un filme de guerra con nitidez de teorema. Ambas siguen al pie de la letra el patrón, la ley genérica, pero hay algo en ellas que, al mismo tiempo, hace añicos ese patrón, esa ley. Ese algo está en la formidable singularidad de la mirada de Kubrick". Espartaco, de 1960, ha sido calificada como su obra más hollywoodense, por la espectacularidad de sus escenas, pero no deja de tener el característico sello personal que imprimía con su creciente espíritu perfeccionista. Al llevar a la pantalla en 1962 la novela de Vladimir Nabokov, Lolita -la historia de una relación tormentosa entre un hombre maduro y una femme fatale adolescente-, perpetró una certera crítica a la hipocresía social -prevaleciente en torno al tema del amor- y a la blandengue postura del cine ante los problemas del hombre como animal de pasiones. En 1964 filma Dr. Strangelove or How I learned to stop worrying and love the bomb, protagonizada por Peter Sellers, una oscura comedia sobre la irracionalidad de la carrera atómica. Es la antesala de 2001: una odisea espacial, una de las películas más complejas jamás realizadas, filmada en 1968. Esta película presenta a Hal 9000, una computadora equipada con inteligencia artificial que intenta controlar una misión astronáutica, en una dura visión del progreso científico como potencial punto de partida para la destrucción de la humanidad. El siguiente paso en la filmografía de Kubrick sería La naranja mecánica, de 1971, donde nuevamente despliega su apreciación fatalista de los avances científicos, esta vez en la forma de una terapia de la aversión que el Estado experimenta en un intento para controlar a los antisociales. Esta película representó la consagración del actor Malcolm McDowell. Martin Scorsese ha dicho de Barry Lyndon, su siguiente película -en la que un hombre apuesta a la conquista de una dama de sociedad, en la Inglaterra victoriana, para elevar su propio estatus-, filmada en 1975, que a través de su impresionante barroquismo se puede apreciar la que quizás sea la más perfecta obra del séptimo arte. Le seguirían El resplandor, de 1980, en la que Jack Nicholson interpreta a un hombre influido por los demonios que habitan en un viejo hotel al que le han encargado cuidar durante el invierno; y Full metal jacket, de 1987, una visión muy personal de la guerra de Vietnam. Han pasado doce años entre esta película y Eyes wide shut. Uno de sus admiradores más consecuentes era su colega Steven Spielberg, para quien Kubrick era "un gran incomprendido", alguien generoso para quien fuera capaz de impresionarle con una buena película. "Se le veía como a un ermitaño porque rehuía a la prensa. Pero para quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo era como un oso de peluche, amable y apasionado". En el lado opuesto, Malcolm McDowell, el Alex de La naranja mecánica, decía hace algún tiempo: "¿Extraordinario? Sí. ¿Brillante? Sí. Pero, como ser humano, vaya, ése es un examen del que no pasa muy bien que digamos". Existe una página en homenaje a Stanley Kubrick, con su biografía y filmografía, en http://www.civila.com/hispania/kubrick/index.html. Un sitio similar se puede visitar en http://www.geocities.com/Athens/7439/hal.htm. Y si quiere saberlo todo sobre La naranja mecánica, visite el sitio de Ignasi A. Mulet Alegre en http://www.geocities.com/Hollywood/Boulevard/6134. Finalmente, la Internet Movie Database le retornará una lista de todas las producciones de Kubrick en http://us.imdb.com/Name?Kubrick,+Stanley. *** Adolfo Bioy Casares, el último dandy La muerte de Adolfo Bioy Casares sorprendió al mundo literario la noche del 8 de marzo de 1999. El escenario de la negra noticia fue el Centro de Educación Médica e Investigación Clínica, en Buenos Aires, donde los problemas respiratorios y coronarios del escritor, que le obligaron a hospitalizarse varias veces en los últimos meses, sellaron su vida a los 84 años de edad. La consternación entre los escritores que le conocieron o admiraron se desplegó rápidamente. Para Carlos Fuentes, quien estuvo con Bioy Casares en septiembre de 1998, fue "un gran ser humano, un excelente y gentil hombre, un ser de trato fino, con el que se pasaba la vida alegre y feliz". Álvaro Mutis dijo resistirse "a saber que murió Adolfo Bioy Casares", novelista que, en su opinión, "supo presentar un Buenos Aires no realista, desprovisto de adornos y con un estilo excepcional". Abel Posse dijo que el escritor "alcanzó sus mejores momentos en la observación despiadada y sarcástica de la pequeña burguesía de ese Buenos Aires de Dormir al sol y de la magistral primera parte de El sueño de los héroes". Para la escritora María Esther Vázquez, "con la muerte de Bioy, Argentina pierde una gran cantidad de valores que hoy parecen estar ausentes. La cortesía, la humildad, el desprecio a los soberbios y a los imbéciles. Bioy odiaba el exhibicionismo y era un optimista". Para Bioy Casares, la inminencia de la muerte le inducía a celebrar. "Espero morirme creyendo que voy a seguir escribiendo, que venga la muerte de un momento a otro. Me gustaría decir, segundos antes de la muerte, lo mismo que un personaje de un libro que estoy leyendo: 'Rápido, cochero; a todo galope, al cielo'". Bioy, el eterno amigo de Jorge Luis Borges, a quien conoció en 1932 y con quien escribiera Un modelo para la muerte, Libro del Cielo y del Infierno, Seis problemas para don Isidro Parodi y Crónicas y cuentos de Bustos Domecq, había nacido el 24 de septiembre de 1914. Su familia le deparó una vida de lujos que configuraron una personalidad atractiva y deslumbrante. Lo define Blanca Elena Pantin: "Fue el último de los dandy, un seductor exquisito". Posse da cuenta también de "aquellas estupendas muchachas en flor que jugaban al tenis", quienes habrían de visitar "su estudio erótico, un pequeño departamento cerca de su casa". Había conocido a Borges en la casa de su amiga Victoria Ocampo. La hermana de ésta, Silvina, se les une en la aventura literaria de escribir la Antología de la literatura fantástica. En 1940 se casan Bioy y Silvina, quien le había convencido de abandonar los estudios y consagrarse por entero a la literatura. "Gracias a Silvina me dediqué a escribir", confesaría Bioy Casares. Su obra, que le mereció en 1990 el Premio Cervantes, es de las más importantes de nuestra lengua y alcanza su pico más alto con La invención de Morel, publicada en 1940 y definida por Borges, en su prólogo, con estas palabras: "He discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releído; no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta". Su catálogo incluyó novelas como Plan de evasión (1945), El sueño de los héroes (1954), Diario de la guerra del cerdo (1969), Dormir al Sol (1973), La aventura de un fotógrafo en La Plata (1985), Un campeón desparejo (1993) y De un mundo a otro, su último libro, publicado en 1997. Adolfo Bioy Casares fue enterrado sin velatorio, como lo decidió él mismo, el 9 de marzo en el panteón familiar de los Casares en el bonaerense camposanto de La Recoleta. Los diarios Clarín y La Nación dedicaron páginas especiales a la vida y la obra de Bioy Casares, en http://www.clarin.com/suplementos/cultura/ultimo y http://www.lanacion.com/99/03/09/g01.htm, respectivamente. Un recurso indispensable en la red para conocerle es la página Literatura Argentina Contemporánea, en http://www.cbc.umn.edu/~ernesto/Literatura.html, cuya sección especial sobre Bioy Casares puede ser visitada en http://www.cbc.umn.edu/~ernesto/Bioy/Bioy_Casares.html. *** Oswaldo Guayasamín, la muerte no existe Bajo un árbol sembrado en su casa por el pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín descansan, hoy, sus cenizas. El más grande artista que ha dado la nación suramericana en el siglo XX murió el 10 de marzo en Baltimore de un infarto. Contaba 79 años de edad y había ido a la ciudad estadounidense para cumplir con una revisión oftálmica, pues la diabetes le había afectado la visión; Berenice, su hija, cancelaba la cuenta del hotel mientras él esperaba en el vestíbulo con un café, cuando una falla en su corazón marcó el final de sus días. De espíritu combativo, Guayasamín dedicó su arte a plasmar la tragedia indígena latinoamericana. Desde su primera exposición individual, en 1942, su obra fomentó la polémica al denunciar los crudos contrastes sociales que arrastra Ecuador, y Latinoamérica toda, desde la conquista. Apreciaba en grado sumo la capacidad del mural para transmitir contenidos. Durante el régimen de Rodrigo Borja pintó uno para el Congreso de Ecuador, uno de cuyos elementos era una calavera con un casco ceñido en el que se distinguía la svástica y las siglas CIA. Su obra mayor, la Capilla del Hombre, que sería inaugurada en junio de 2002, era un intento del artista por "contar desde el nacimiento de nuestras culturas hace 8 o 10 mil años hasta lo que está sucediendo ahora mismo". El monumento queda inconcluso, aunque la fundación Guayasamín estaría pensando terminarla a pesar de la muerte del artista. La Capilla del Hombre es un complejo de murales de 2.500 metros cuadrados, de los cuales Guayasamín había dibujado ya unos 2.000 y pintado el 30 por ciento de toda esa extensión. El artista tenía en proyecto rendir homenaje "a los 70 millones de indios y los 50 millones de negros que murieron tras la llegada al continente de los europeos". Guayasamín había nacido en Quito el 6 de julio de 1919. Era el mayor de los diez hijos del indígena José Miguel Guayasamín y la mestiza Dolores Calero. En 1932, resistiendo a los deseos de su padre, inició estudios en la Escuela de Bellas Artes de Quito; en 1942 inició un periplo artístico que lo llevó a Estados Unidos, México, Perú, Chile, Argentina y Bolivia. Su prestigio internacional fue impulsado por logros como el primer premio en la III Bienal Hispanoamericana de Barcelona, en 1956, donde presentó el tríptico El ataúd blanco, y el premio al mejor pintor de Suramérica en la Bienal de Sao Paulo, Brasil, en 1957. Había tenido seis hijos (Pablo, Berenice, Saskia, Shirma, Yanara, Dayuma) de sus tres matrimonios. La fama internacional no opacó la sencillez que lo caracterizaba. "Hace 50 años", cuenta su biógrafo y amigo, el escritor Jorge Enrique Adoum, "cuando bebíamos en medio de mucha gente que bailaba, nos acostábamos en el suelo, bajo una angosta mesa de la sala, para seguir hablando de cosas más cercanas al corazón, 'como compartiendo un ataúd', dijo entonces". A su muerte, sus obras han de pasar a ser patrimonio artístico de Ecuador, como lo ordenó él mismo, así como los objetos artísticos e históricos de su vasta y valiosa colección. A mediados de los 70, Guayasamín donó toda su obra y sus colecciones artísticas prehispánica y colonial a la Fundación Guayasamín, que acababa de crear para impulsar el arte y la cultura en su país. Esta institución tiene extensiones en Santiago de Chile y San Salvador, y en 1993 el gobierno cubano respaldó la creación del taller y estudio Casa Guayasamín en La Habana Vieja. La denuncia implícita en la obra de Guayasamín contiene también una fuerte carga de tristeza. "Este siglo oscuro y violento que nos ha tocado vivir me ha obligado a llenar mis cuadros de una enorme tristeza". Descreía, sin embargo, de la muerte, de la cual aseguraba no existía: "No creo en la muerte, los hombres se diluyen pero siguen viviendo a través de sus descendientes. (...) Yo tengo ya siete hijos. En cada uno de ellos estoy profundamente reflejado. Es decir que si me toca diluirme ya queda en mis hijos impresa mi vida personal, mi espíritu, mi mundo interior ya queda en cada uno de ellos". De postura izquierdista, amigo de Fidel Castro y de Salvador Allende, Guayasamín dijo en una oportunidad haber pintado "como si gritara desesperadamente, y mi grito se ha sumado a todos los gritos que expresan humillación, la angustia del tiempo que nos ha tocado vivir". Justamente, El tiempo que me ha tocado vivir es una de sus colecciones de obras más famosas, en la que se representan los conflictos armados, la lucha obrera y el ideario político de la izquierda. "Uno hace las cosas por necesidades espirituales, por gritar, por protestar, por hablar de las angustias, no por buscar inmortalidad. A veces pienso que cuando muera, y después de muerto, no valga nada de lo que he hecho. El tiempo será el que lo diga". Cuando el pueblo de Ecuador empezó a protestar ante los desatinos del hoy ex presidente Abdalá Bucaram, Guayasamín fue uno de los propulsores del movimiento, participando en la planificación de las jornadas de protesta del 5 de febrero de 1997. Con los escritores Pedro Jorge Vera -también recientemente fallecido- y Jorge Enrique Adoum formó el llamado Grupo de los Intelectuales. La Fundación Guayasamín fue en repetidas oportunidades lugar de reunión para grupos centroizquierdistas, movimientos independientes e indigenistas. Influyó decisivamente en la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente que inició actividades en diciembre de 1997. El gobierno ecuatoriano rindió a Oswaldo Guayasamín, el día 12, los honores que corresponden a quien dedicó su vida y su obra a exaltar las nacionalidades latinoamericanas. Para saber más acerca de la vida y la obra de este genio de la plástica latinoamericana, conviene visitar el sitio homenaje que le ha dedicado Antonio Ocaña en http://www.guayasamin.com. También se puede obtener información sobre la fundación en http://www.contacto.com/guayasamin. *** Yehudi Menuhin, el Einstein del violín El viernes 12 de marzo murió en Berlín a los 82 años el violinista Yehudi Menuhin, víctima de un ataque al corazón ocurrido tres días después de haber cancelado un concierto por motivos de salud. Poseedor de una extraordinaria sensibilidad social y convencido de que la música era un antídoto contra la violencia, había dicho recientemente que "el arte refleja el refinamiento de una sociedad". Contemporáneo de Jascha Heifetz e Isaac Stern, Yehudi Menuhin nació en Nueva York el 22 de abril de 1916 y vivió casi toda su vida en Gran Bretaña, de donde se hizo ciudadano en 1985. Su debut como violinista se produjo a los siete años de edad interpretando el Concierto en Mi menor Op. 64 de Mendelssohn con la Orquesta Sinfónica de San Francisco; a los 13 años ya había obtenido reconocimientos en Berlín, París y Londres y era llamado "el Einstein del violín". Justamente en Berlín, poco antes de cumplir sus 13 años, el científico alemán Albert Einstein lo felicitó, después de su primer concierto, diciendo: "¡Ahora sé que hay un Dios en el cielo!". Esto le aseguró una exitosa carrera en la que alternó con los mejores directores y orquestas del mundo, convirtiéndose en un apasionado de Bach y los románticos. Grabó con Georges Enesco, quien lo acompañó en el piano; con Edward Elgar; con el director alemán Wilhelm Furtwängler, con quien produjo memorables interpretaciones de Beethoven, Mendelsohn, Brahms y Bartók, entre otros. Como director de orquesta estuvo a cargo de conjuntos como el del Festival de Bath y del Festival Menuhin, la Royal Philarmonic y la Sinfonía Varsovia. Interpretó música hindú con Ravi Shankar y piezas de jazz con Stephan Graphelli, y confesó su aprecio por la música de Los Beatles. Menuhin desarrolló también una intensa actividad social. Durante la segunda guerra mundial participó en quinientos conciertos cuyos beneficios apoyaron a la Cruz Roja y a las tropas aliadas. Pregonó la paz por donde quiera que su música llegara, mostrándose contrario a toda forma de violencia. Criticaba al neonazismo recomendando que sus impulsores, a quienes tildaba de jóvenes que no conocen la historia, fueran "castigados y reeducados sin violencia, pero firmemente". Solidario con los jóvenes talentos, concedió becas en países como China y la extinta Unión Soviética, dando a muchos nuevos valores la oportunidad de cursar estudios en Occidente. Recibió en 1960 el premio Nehru de la Paz y en 1990 fue investido del título de embajador de buena voluntad de la Unesco. También recibió el premio de la Legión de Honor Francesa, la Orden del Mérito de Alemania, la Orden Leopoldina de Bélgica, la Gran Cruz de la Orden del Mérito de España, la Orden de Caballero de la Gran Cruz de Italia y casi treinta doctorados honoris causa en diversas universidades como las de Oxford, Cambridge y La Sorbona. "Nací viejo y cada día soy más joven", dijo Menuhin en diciembre. La Fundación Menuhin, creada por él en Bruselas, conserva su legado en la forma del proyecto MUS-E, con el que se intenta llevar la enseñanza artística a los colegios de escasos recursos. Sobre Menuhin no hallamos material significativo en la red, al menos en nuestro idioma. En alemán es posible leer sobre su vida y obra en http://www.klassik.com/artists/menuhin/index.htm. También en inglés se puede obtener abundante información en el sitio de la Escuela de Música Yehudi Menuhin, en Inglaterra: http://www.brainsys.com/ymschool/index.html. === Letras de la Tierra de Letras ========================================= *** "El tirador de piedras", Ernesto Triana López. *** "Mi viaje a Uqbar", Fernán Torres León. *** "La media verdad de Wei Chi", Viviana Ditry. *** "Mitch", Gabriel Lerner. *** "El fogonero", Carlos Briones. *** "Nos sigue queriendo", Juan Antonio Montil Goy. *** "Pasaje del signo" (extractos), Graciela Wainbuch. *** "Trilogía del desvarío", Bruno Kampel. *** Textos de Ramiro Sanchiz. *** "Reloj de Dios: o una épica postmoderna", Estuardo Prado. === El tirador de piedras Ernesto Triana López ======================= I Un camaleón descansa sobre una piedra debajo del sol. Un niño de muy mala puntería le lanza una piedra, le da al sol y éste cae encima del camaleón. Ese día las hormigas comieron camaleón asado. II Se sintió el ruido de los cristales quebrados El anciano no se inmutó, siguió tranquilamente mirando 105 variantes encajes que el atardecer y su ventana iban labrando en el interior de la casa. El niño, asustadísimo, no paró de correr hasta estar bien lejos. De verdad que no fue su culpa, todo sucedió por la dichosa paloma en el tejado. III La diagonal es un segmento que lleva implícito el movimiento (nadie sabe si se cae o se levanta, pero se mueve) Es un trazo iracundo que si se cruza con otro de sentido contrario, indica violenta negación. Es una línea muy progresista dentro del estado de las rectas, se burla de la tontería anquilosada de las líneas verticales y horizontales que tanto aburren. Este trazo tiene algo de navajazo, de rápida fuga, de eficaz comunicación entre diferentes alturas. Posee estilo, personalidad, se distingue del montón. Aunque manteniendo su recta sobriedad, me hace pensar en parques infantiles, en la canal que tanto gusta a los niños y a mí. Yo, decididamente me deslizo por la diagonal para tomar impulso y llegar hasta el suelo. Allí un niño me mira con cara curiosa tocándose el bolsillo derecho que está, evidentemente, lleno de piedras. IV La birijita con breves vuelos se pasa de un gajo a otro de la mata de guayabas, nerviosamente mira a la derecha, a la izquierda. Y allí tenemos a nuestro niño deslumbrado por el diminuto ser. Observa su tremenda agilidad pensando quizás que se parece un poco a él mismo ¡Si pudiera tener esa maravilla entre las manos! Instintivamente coge una piedra y la tira con fuerza pero ésta da contra el tronco, rebota, acierta al carapacho de una jicotea durmiente y termina su recorrido en el dedo central de la pata de un pato que paseaba por la orilla del río. El pato grita: ¡CUA! (y esta es una palabra bien fea en el idioma de los patos) V En el borde redondo se paró, la boca de ladrillos dejaba escapar un aliento fresco, de profundidad acuosa ensombrecida. Aspiró un instante el agradable olor y de repente sorprendió una cara que lo miraba embelesado desde el fondo de aquel hueco. Por rabia con ese chismoso que trataba de reproducir todos sus gestos, estiró el brazo y la mano, abrió los dedos índice y pulgar para dejar caer la piedra. Le dio justo en la nariz y los círculos concéntricos se fueron agrandando hasta hacerlo desaparecer. VI En el instante de lanzar la piedra tratamos de detener el movimiento, pero ya era demasiado tarde; en esas centésimas de segundo ya el cerebro no puede nada sobre el cuerpo. La mente trabaja muy rápido, pero cuando una idea se lleva al plano de la concreción física, es imposible borrar sus efectos con la misma velocidad que se desecha mentalmente. VII Tenía deseos de comerse aquel mango que lucía tan apetitoso, y allá va la piedra. Casualmente no le acierta, la piedra sigue su rumbo, se escapa de la atmósfera terrestre. El impacto fue violentísimo, toda la nave se estremeció, las alarmas comenzaron a chillar desenfrenadas, el control pasó, por supuesto, al cerebro central de la computadora madre. El capitán comenzó a decir por los altavoces que se tranquilizaran, que mantuvieran sus puestos, que todo estaba bajo control. La tripulación pareció desprenderse un tanto del pánico inicial. Pero quien estuviese observando la cubierta superior, se daría cuenta de que en el depósito de uranio se había producido una avería irreparable. VIII Él mismo fue el primero en gritar: -¡Auxilio, el rascacielos se cae! Luego fue King-Kong quien dijo: -¡Cuidado, el rascacielos se cae! Pero nadie escuchaba las voces. Por suerte una nube paró el descenso. Ya respiraba aliviado cuando una ráfaga de viento se llevó la nube y de nuevo aquel coloso prosiguió su caída. -¡Cuidado, el rascacielos se cae! -¡Auxilio, el rascacielos se cae! Pero nadie escuchaba las voces Solo una auratiñosa que por allí volaba, devolvió con un aletazo el cuerpo a su sitio. IX Paseando Domingo en la tarde con sus padres. Desde su balcón la gatica Mariarramos tira la piedra y esconde la mano. Algarabía, señor protestando por un carro abollado. Asombro, ¿por qué la regañaban si no había hecho nada? X La piedra gira en el aire y nosotros con ella. Cada vuelta que da es un vuelco en el alma. Nuestra vida, al igual que la piedra, se va desviando del objetivo inicial hacia el que fue lanzada. Parece que volvemos al mismo lugar de partida, el suelo. Pero, ¿y la trayectoria?, ¿y el vuelo? XI Le tiró al gato y rompió un bombillo. Le tiró al gato y mató un ratón. Le tiró y el gato siguió con una sonrisa la trayectoria de la piedra hasta la aguja del tocadiscos que iba automáticamente a posarse en quién sabe qué canción. Después, el gato lo miró, y guiñándole un ojo movió la cola aprobatoriamente. XII Una bandada de patos volaba bien unida. Se iban buscando tierras más cálidas. El guía, en la punta de aquella bella uve, rompía el viento con su poderoso pecho cuando de pronto sintió el silbido de la piedra al pasar por su lado. Miró hacia la tierra, vio a un pequeño ser que se halaba los pelos, pero lo que realmente le sorprendió fue un chorro de agua que salió desde la nube agujereada. XIII Le encantaban las películas de pistolero, sobre todo esas escenas en que el bueno lanza la moneda y le abre un hueco en el aire. Con gran emoción imitativa lanzó la piedra-moneda y acto seguido la piedra disparó. Pero eso sale bien sólo en las películas. La piedra moneda, le cayó en la cabeza. XIV En medio del camino un perro ladraba. Pero él no le tiraba a los perros, pues tenía siempre presente este cuento: El perro ladra. El niño le tira la piedra y logra que calle. El perro ladra. El niño le tira la segunda piedra y logra que calle. El perro ladra. El niño le tira la tercera piedra y logra que el perro... le muerda. *** Esta ilusión de atardecer que estáis viendo es producto de la única pedrada certera de este niño. Le tiró al sol y lo hirió de muerte, sangra por todos los costados, tiene el cielo completamente manchado. El sol se cae, ya es de noche. Les recomendamos que se metan en sus casas porque aunque el tirador no trabaja ahora, es probable que aún anden volando muchas de sus piedras y debido a la oscuridad puede suceder que algunas no logren apartarse de nuestras cabezas. ** Ernesto Triana López, escritor cubano nacido en Colón (Matanzas) en 1965. Es licenciado en Historia del Arte y artista independiente. En 1994 publicó el cuaderno de poesía El tirador de piedras con el Banco de Ideas Z. Dirige el proyecto de creación infantil El Trencito desde 1995. Reside en La Habana. === Mi viaje a Uqbar Fernán Torres León ============================== Uniéndome a los preparativos para conmemorar el nacimiento de Jorge Luis Borges, en agosto de 1999. El largo vuelo entre París y Dubai transcurrió normalmente. En las últimas dos horas bebí con placer una botella de champaña con mi compañero de silla, con quien mantuve larguísima conversación, primero sobre Colombia y los últimos acontecimientos derivados del narcotráfico y de la prevista muerte del jefe único y absoluto de los traficantes de droga, Pablo Escobar, y la parte que le correspondió a René versó sobre la educación en Francia y sus tendencias actuales. Me interrogó sobre detalles minuciosos que desconocía totalmente, y tuve que inventarlos a partir de nombres imaginarios de las comunas y las gentes de Medellín; de no ocurrir de esa manera nuestra charla habría declinado irremediablemente. Solicité también especiales informes y él, con la impaciencia que anima a los franceses cuando se dirigen a personas que no hablan de manera exacta, precisa, entonada en mi mayor y perfectamente modulada la lengua de Molière, me aclaró, es decir, introdujo mayor confusión en mis ideas sobre el método de enseñar economía en la Sorbona IV. Al fin, probablemente ni uno ni otro sacamos mucho provecho práctico del diálogo, pero sí del champaña que degustamos con placer lo mismo que del pedazo de coq au vin que comimos con gusto. Al llegar a Dubai el amplificador del avión nos convocó a la sala VIP para recibir informaciones sobre la siguiente etapa del trayecto Dubai-Manila cubierto por Air France. Concurrimos puntualmente, guiados por los datos que nos darían y por el deseo de beber algún licor típico de esta región de los Emiratos Árabes, sin recordar exactamente que por prohibición expresa de El Corán las personas no beben nada que contenga alcohol. De todas maneras a René y a mí nos correspondió sentarnos en el sofá bellamente cubierto por tela procedente de Francia que él ni siquiera miró, mientras yo dediqué algunos segundos a examinar cuidadosamente. Al final, el encargado de la aerolínea nos informó que por desperfecto en la turbina del Boeing 747 deberíamos esperar tres días mientras desde París enviaban la nueva y los operarios, que también vendrían de Francia, desmontaban la anterior. Mientras tanto nos alojarían, por cuenta de la empresa, en el hotel Hilton, descrito en otro texto oportunamente. Para transportar a la gente hasta el hotel cada diez minutos saldrían desde la puerta norte los buses contratados. Nos informó los números telefónicos y nos dijo el día y la hora de la reanudación del vuelo. Mientras René permanecía otro tiempo del normal en las toilettes me dediqué a explorar el aeropuerto, con tiempo porque a él y a mí nos correspondía el autobús 7, que saldría aproximadamente en hora y media. Admiré cincuenta automóviles, hechos a mano, en donde brillaban las chapas de oro y lujos exóticos, desconocidos para mí. En esas estaba cuando por el parlante escuché la llamada para abordar el vuelo a Uqbar. Al principió no reconocí la palabra, pero en la repetición entendí bien el nombre y me dirigí rápidamente al escritorio de la empresa que buscaba a sus pasajeros, el cual estaba cerca de donde me hallaba en ese momento. De mi indagatoria al funcionario que atendía saqué en conclusión que se trataba del vuelo chárter anual, de un día, que se ofrecía desde hacía por lo menos treinta años. La brochure correspondiente ya estaba agotada, aunque adelante examiné ligeramente la que encontré abandonada en la silla 25E, pero tuve que devolverla cuando la persona que la ocupaba regresó de inmediato a recogerla. El precio del tiquete era extraordinariamente reducido, aunque los setenta y siete dólares excluían el alojamiento, comida y bebida de todo el viaje. Quedaban cuatro sillas vacías y el organizador del chárter me ofreció rebajar siete dólares si pagaba de contado. Fui corriendo hasta el desk de Air France, donde me dijeron que mi equipaje estaría seguro, y que la partida estaba confirmada para el martes a las 14 horas. Así me embarqué para Uqbar llevando conmigo la chaqueta y la cartera. ¡Qué incómodo! El avión, cuando lo vi, estuvo a punto de desvanecer todo deseo. Era un antiguo DC-6 pintado de rojo brillante al cual estaban subiendo conmigo otros veinticuatro turistas, la mayor parte árabes viejos aunque identifiqué dos europeos maduros entre todos. Procuré acercarme, pero cuando les dirigí algunas palabras en francés, entre las cuales sobresalía el nombre de Jorge Luis Borges, solamente obtuve gruñidos de respuesta y, según entendí por pálpito, eran del norte, tal vez de Noruega o de Finlandia. Aunque sonreían amistosamente, con seguridad no entendían ninguna de mis palabras. El Douglas se deslizó a baja altura. Al principió no distinguí nada, pero poco a poco aprendí a leer e interpretar los dibujos en las montañas de arena, que eran el único paisaje disponible. Me coloqué los auriculares que aunque silenciosos conservé. Me defendían del griterío de los súbditos de los emires que mantenían entre sí ruidosas conversaciones. Después de treinta y ocho minutos aterrizamos en pleno desierto. La torre de control era tan pequeña que fue difícil divisarla al lado de la pista. Había otra casita, hacia la cual nos dirigimos a pie porque ningún vehículo llegó a recogernos. Eran las cinco de la tarde y el sol había tomado cierta inclinación que impedía que nos asáramos excesivamente. Cuando entramos en fila al recinto, los de adelante seguían en dirección perfectamente conocida, mientras los rubios europeos y yo los imitábamos llenos de curiosidad. Se veía que la mayor parte de los viajeros conocía la ruta, recorrida en varias ocasiones. Ésta desembocaba en una puerta oscura la cual, después de hondas lucubraciones, creí por error que era un túnel. Corto desde luego, y al final estaba el andén al cual se acercó el aparato marca Ford, destartalado y viejísimo, del modelo 1953. Me senté cerca de los europeos quizás por solidaridad racial (?). Soporté durante media hora el trayecto de aproximadamente doce kilómetros que terminó, detrás de una colina, en sitio de maravillosos y brillantes colores, sin construcción alguna, pero lleno de palmeras y con varias matas sumamente verdes, entre las cuales colgaban esas especies de hamacas, parecidas a la que compré hace años cuando viajaba entre Cartagena y Medellín, al pasar por San Jacinto, población del departamento de Bolívar en donde las hacen. Antes de que el carro se detuviera, los árabes se lanzaron a tierra y rodando comenzaron a desvestirse en el camino con gran prisa, y tiraban la ropa aquí y allá en admirable desorden. Al frente estaba el laguito y todos se metieron dentro, manteniendo siempre incansables sus ruidosas manifestaciones. Lo mismo hicieron los noruegos o de donde fueran, y yo los imité pero dejando mi chaqueta, pantalones y cartera debidamente envueltos y cerca del sitio por donde se penetraba al agua. Cuando recuerdo el tiempo perdido, miro esas cosas con rencor. ¿Esto era Uqbar? Todas las especulaciones, ideas sueltas o encadenadas que caracterizaron las trece páginas publicadas en letra Bodoni MT de 10 puntos que adornan el cuento de Jorge Luis Borges en El jardín de los senderos que se bifurcan, publicado en Buenos Aires por Sur en 1941, exactamente cuando yo tenía 9 años y que leí a los 10, en donde cita imaginarias enciclopedias y libros imposibles de conseguir porque no existen. Ninguno de sus incontables admiradores, y menos yo, los ha visto aun después de infatigables jornadas en bibliotecas y librerías. En París, cuando tropecé con él en octubre del 77, por segunda vez solicité amablemente al argentino mejorar la bibliografía y me contestó vagamente (así lo había hecho en Madrid), sin justificar nunca, desgraciadamente para mí, todos las mañanas y tardes de trabajo que al parecer fueron perdidos, anduvieron equivocadas, desenfocadas quizás, mal guiadas siempre. Es verdad que los recuerdos del autor declinaron con los años (aunque entonces sólo tenía 78), y agotada su vista, gastada a lo largo de lecturas terriblemente largas, como ocurre con los zapatos después de llevarlos y trajinarlos por caminatas y maratones. Vale la cita, modificada y precisada, del tuerto López. Pero estas consideraciones solamente son producto de meditaciones posteriores, hechas cuando llegaba a Manila; en ese instante gozaba del agua después de cruzar, en aeronave y en carro, ese seco desierto, desconocido para mí que provengo del trópico lluvioso. Claro que en ese lejano día mi edad alcanzaba cincuenta años, y sentía todavía en las coyunturas el vigor de tan temprana juventud. Sin embargo, alguna cosa relacionada con la musculatura me llamó la atención. En efecto, en el charco grande lentamente me invadían fuerzas desconocidas y cuando tropecé con una piedra y estuve a punto de caer en el hoyo central de la laguna volví a mirar mi barriga, la noté cambiada del todo, templada y firme. Aquellos trozos de grasa que redondeaban mi estómago habían desaparecido y mi cintura, inexistente hacía poco, aparecía bien marcada y sólo se advertían músculos duros. Me toqué los brazos y allí encontré también señas del atletismo que experimentaba veinte años atrás. Invadido por el optimismo, me lancé de cabeza a la parte profunda y nadé sumergido un minuto. Atravesé de lado a lado con vigorosas brazadas. Al salir me pasé la mano por la cara y por el pelo para sacudirme el agua y -¡oh prodigio!- mis cabellos que empezaban a escasear, habían crecido por lo menos cinco centímetros y eran además espesos y de grosor inusitado. Así los tengo todavía, creo yo, aunque me niego, desde ese día, a mirarme en el espejo. Es, al parecer, otra versión de la leyenda de Oscar Wilde o de Alicia. Pero, ¡qué importa! Con esta información halagadora, volví al agua. Nadé por la superficie o debajo de ella sin prestar atención a los gestos con los cuales los árabes brincaban por el estanque. El escándalo había aumentado mucho, si es posible decirlo, aunque también puedo creer que mi oído que desde hacía meses experimentaba cierto taponamiento, recobraba súbitamente su capacidad. También esta observación es posterior a lo vivido. Se ocultó el sol. La oscuridad absoluta me hizo salir rápidamente para proteger mis pertenencias. Me puse pantalones y camisa sin secarme, y metí las patas en los zapatos sin las medias, guardadas en el bolsillo de la chaqueta. Al parecer nadie hacía lo mismo por la continuidad del ruido. El aire, terriblemente seco hacía unos minutos, adquirió perfumes indefinibles, parecidos a los que se desprendían del dulce de higos que preparaban mis tías Cora y Cosmelina y que servían en bandejas de plata durante mis cumpleaños cuando yo era niño. Me acerqué a las hamacas, desenvolví la grande y me preparaba para sentarme en ella, cuando el guía apareció y señaló enérgicamente la laguna. Jeunesse, jeunesse, decía e indicaba por señas que volviera de inmediato al baño. Obedecí sin dudarlo un minuto. Ya pantalón, camisa, zapatos, cartera me importaban poco. Todo quedó colgado y otra vez completamente empeloto me tiré al lago. Cuando desapareció la nube tan densa que atravesó el desierto sin mancharlo con alguna llovizna, salió la luna, media luna para ser exacto, y todos nos bañamos hasta que se ocultó a las cuatro de la madrugada. ¡Hermoso! ¡Rico! ¡Maravilloso! A las seis apareció el autobús, y volvimos al aeropuerto sin probar bocado. Allí tampoco había nada que comer ni que beber. El DC-6 estaba listo y lo abordamos a toda prisa cuando el sol comenzaba su diaria tarea de quemarlo todo. Al llegar a Dubai fui a la oficina de Air France para averiguar cómo podía llegar al hotel. El empleado, que era de los camareros a bordo y me había visto cuando pedí y pagué la botella de champaña, me miró con extrañeza y pidió que mostrara pasaje e identificación. Comparó largamente la fotografía del pasaporte con mi cara y llamó al supervisor, a quien hizo extensísima consulta en voz baja. El segundo francés también examinó la foto pero terminó encogiéndose de hombros. Una hora después estaba desayunando en el hotel, con veinte kilos y quizás veinte años menos. ¡Chao! Nueva York, 22 de septiembre de 1998. ** Fernán Torres León. cendes@mail.andinet.com. === La media verdad de Wei Chi Viviana Ditry ========================= El padre de Wu Wang estaba sentado bajo la densa sombra del ginkgo. Los ojos cerrados, las piernas entrelazadas como las trenzas de su hermana mayor Li y las manos apoyadas en las rodillas con el pulgar y el índice imitando las pinzas de un cangrejo. El padre de Wu Wang no había dicho una palabra en larguísimo rato, ni había movido los brazos, ni había parpadeado siquiera una vez. Wu Wang miró el faisán que hacía nido en la quinta rama a la izquierda, sobre la cabeza de su padre, y permaneció unos instantes fascinado con el reflejo delicado de las plumas. "Sólo la lechuza", pensó, "tiene plumas tan bellas". Sabía él bien que no debía perturbar de ningún modo a su padre cuando se sentaba allí. Aun si el mismísimo Dragón Celeste se presentara ante sus ojos, con la cola de serpiente gigantesca y la respiración de fuego, a Wu Wang no le estaba permitido hacer ningún ruido. Ocurriera lo que ocurriese. Y a pesar de esta dura restricción (¿quién puede pedir silencio a un niño de seis años como él era?), nunca dejaba de acompañar a su padre mientras descansaba bajo el ginkgo. Así, un día tras otro, a la hora del sol alto, Wu Wang se presentaba en el lugar elegido y observaba un rato al hombre que parecía dormir, para luego tornar su atención hacia las oropéndolas, los cuclillos y las codornices, cuyos vuelos, aleteos y chillidos producían un murmullo similar al de las aguas del río Hu corriendo entre los bambúes. Esa tarde, en tanto contemplaba al faisán, recordó algo que había ocurrido poco antes. -Padre -había preguntado una mañana Wu frente a la puerta de su casa-, ¿has hecho tú esta casa? -No -escuchó-; Shang Ti la ha hecho. Y mientras caminaban despacio entre las moreras rumbo al río, Wu volvió a preguntar. -Y estas moreras sí las hiciste tú, ¿verdad? -No -repitió el hombre-; Shang Ti las hizo. Llegados a la orilla, su padre extendió una gran red de hilos delgados y flexibles y la arrojó al agua para recoger peces. Wu entonces se sintió curioso. -¿Y quién ha hecho estos peces? ¿También Shang Ti? -También -le respondió. -¿Y tú, padre, qué has hecho tú? -reflexionó Wu Wang en voz alta. Como el hombre parecía demorarse en contestar, el niño concluyó entusiasmado: -¡Ah, ya sé! ¡Esta red! ¡Yo te he visto hacer esta red! Wei Chi miró a su hijo un momento y con una leve sonrisa dijo: -Tú has visto a mis manos moverse para tejer la red. Sin embargo, pequeño Wu, yo no he hecho otra cosa que anudar las mallas. Y volviendo su atención al agua rizada por una brisa suave, añadió: -Shang Ti la hizo en realidad. Wu Wang quedó perplejo un buen tiempo. No entendía aquello. Shang Ti había hecho la casa, las moreras, los peces. Si Shang Ti era tan sabio como había oido decir, podía, sin duda, realizar estas cosas. ¿Pero cómo Shang Ti haría algo que el mismo Wu vio que su padre confeccionaba? Trató de pensar una y otra vez sobre el asunto sin sacar nada en claro. Entonces dijo: -Padre, ¿no te acuerdas que tomaste los hilos y sentado frente a la casa los juntaste unos con otros hasta dejar lista la red, mientras yo te estaba mirando? -convencido de que Wei Chi había olvidado todo aquello. -Lo recuerdo -contestó el hombre. Wu quedó aun mas perplejo y permaneció silencioso. -No entiendo -murmuró al fin-, yo vi que tú la hacías. El padre recogió hábilmente la malla cargada de peces y dijo: -Vamos a casa. Ni Wei Chi agregó una palabra, ni Wu Wang se atrevió a importunarlo con más preguntas esa mañana. No obstante, siguió pensando en la red, en Shang Ti y en su padre el resto del día. Ya por la noche, terminado el trabajo, y después de comer, Wei Chi llamó a Wu y sentados a la puerta de la casa comenzó a hablarle. -Mira -dijo señalando el cielo estrellado-. ¿Qué ves? -Estrellas -respondió el niño. -¿Y quién hizo esas estrellas, pequeño Wu? -¿Shang Ti? -se aventuró, con una sonrisa de alegre triunfo. Wei Chi movió la cabeza en signo de asentimiento. -Así es... Él, ha hecho al dragón, al tigre y al faisán. Y también la casa, a ti y a mi. El río Ju es obra de Shang Ti y todos los peces que contiene y todas las montañas. La hierba, el arroz y las oropéndolas salieron de sus manos. No hay nada en el cielo ni en la tierra que no haya sido realizado por Él. Tú me has visto armar la red, pero ella fue hecha antes por Shang Ti para que yo pudiera tejerla. Tu hermana Li no podría cocinar los peces si Él no hubiera hecho ya el fuego y los peces mismos, y no hubiera creado el arte de cocinarlos sabrosamente. ¿Entiendes, pequeño Wu? Pero el pequeño Wu seguía sin entender la explicación de su padre. Y aun cuando no deseaba ser insolente, tampoco deseaba mentir. De modo que dijo simplemente, con tono lleno de humildad: -No, padre. No entiendo. Wei Chi hizo silencio un rato y por fin concluyó: -Es natural, hijo mío. Tal vez mañana comprendas. Te mostraré algo que probablemente te haga comprender. Wu Wang no durmió casi esa noche. El problema de Shang Ti y la hechura de todo cuanto lo rodeaba, inquietaban su mente y su corazón. Y entre los muchos pensamientos que pasaron por su pequeña cabecita, uno echó raíces con más fuerza y se quedó en ella, anidando como una codorniz entre los arbustos. Tal vez su padre estuviera equivocado. ¿Acaso no lo había visto él con sus propios ojos? ¿Acaso los diestros dedos de Wei Chi no ataban los nudos con delicada rapidez ante su mirada? Sí. Probablemente su padre se hallaba en un error. O algún espíritu le había malogrado el entendimiento mientras dormía sentado bajo su árbol favorito. Por la mañana, cuando oyó que Sung Chi, su madre, andaba por la casa, se levantó prestamente y fue a su encuentro. -Madre -dijo después del saludo acostumbrado-, ¿quién ha hecho la red con que ayer atrapamos los peces en el río? -Tu padre la ha hecho, pequeño Wu. El mes pasado. ¿No lo recuerdas? El niño, eludiendo responder y confirmada su sospecha, se escurrió fuera de la casa, exclamando: -¡Te traeré leña, madre! Sun Chi sonrió ante la consideración de su hijo y continuó con sus tareas habituales. Cuando Wu regresó con la leña, Wei Chi estaba esperándolo. -Ven -le pidió-. Voy a mostrarte lo que te prometí. Lo condujo al cobertizo donde guardaban el grano y, al entrar, el niño vio con gozoso asombro la figura de un águila, las alas desplegadas, construida con bambú y un lienzo muy tenue, pintada de vivos colores. Era la más bella cometa que hubiera visto jamás. Wei Chi la tomó en sus manos y dijo: -Vamos a volar la cometa. Y salieron al campo. Mientras el pájaro de madera flotaba en el aire, muy por encima de sus cabezas, el hombre preguntó al niño: -Dime, pequeño Wu, ¿quién crees que hizo la cometa? -Ha sido Shang Ti -mintió Wu Wang, interesado por las evoluciones de aquella mucho más que en la pregunta de su padre. -No es cierto eso, hijo mío. -No, padre -respondió él, un poco arrepentido-; creo que tú la has hecho mientras yo dormía. -Bien -murmuró Wei Chi-. Y si yo la hice, ¿a quién pertenece entonces? -A ti, padre. La cometa es tuya. -Y dime, pequeño Wu; si es mía, ¿crees que alguien pueda arrebatármela? -Tal vez alguien que sea capaz de robártela si no la cuidas... -Pero, de todos modos, yo podría encontrar al ladrón y recuperarla, dado que no es de su propiedad, ¿no es cierto? -Así es -admitió Wu convencido, en tanto el águila continuaba ascendiendo en el cielo limpio, ya se hallaba tan alto que parecía una ligera golondrina. -¿Tú crees que Shang Ti es un ladrón? -lo interrogó Wei Chi con la misma voz tranquila. El niño lo miró con un poco de asombro y riendo exclamó: -¡No, padre! No es un ladrón. -Entonces, pequeño Wu, él deberá devolverme la cometa, si es que me pertenece. Y al concluir la frase, Wei Chi, cortó el tenso hilo con un cuchillo. Wu Wang vio con pena cómo el pájaro subía y subía, y pronto desapareció en el aire sin que fuera posible distinguirlo. El hombre, sin cambiar la expresión, añadió: -En verdad, hijo, Shang Ti hizo la cometa. Es suya, y ha vuelto con su dueño -y caminó de regreso a la casa. Wu esperó varias horas. Pero el águila no volvió ni en toda esa tarde, ni al día siguiente, ni al otro. Al fin, desanimado, decidió reconocer que, de alguna forma incomprensible, Shang Ti la había construido y ella ya no aparecería de nuevo. Ahora, al recordar esto, notó que su padre le había hecho una trampa. Si él no hubiera cortado el hilo, aún tendría la cometa y Shang Ti nada hubiera podido hacer en ese caso. Wu Wang se sintió dolorido. Wei Chi lo había engañado y, con toda intención, despojado del pájaro de madera. Wu se dio cuenta de que un sentimiento de rabia lo invadía. Rabia para con su padre que le había mentido. Se levantó de un salto y empezó a patear la hierba rala que crecía alrededor del ginkgo, molesto con Wei Chi y con Shang Ti y con las oropéndolas y con el faisán en el nido. Su padre amaba ese faisán y el nido, tanto como él amaba la cometa perdida. Entonces, con toda premeditación, recogió una piedra grande del suelo, apuntó bien y la arrojó con fuerza. El faisán chilló terriblemente, y en un revuelo de plumas ensangrentadas, cayó al lado de Wei Chi. Wu quedó inmóvil por un instante, esperando la reacción de su padre. Pero éste no parpadeó, ni habló, ni agitó siquiera un músculo. Luego, asustado de pronto, Wu corrió hacia la casa y fue a esconderse en el cobertizo, entre los sacos de arroz y la paja seca. Transcurrió mucho tiempo. Wu pensó en lo ocurrido y previó que su padre se enojaría muchísimo. Aun así, estaba seguro de que era malo lo que Wei Chi le había hecho, al menos tan malo como haber apedreado al faisán. De pronto, oyó la voz de su padre, grave pero sin enojo, llamándolo. La voz se acercó y en un momento estuvo en el cobertizo. El niño comprendió que tarde o temprano tendría que salir de allí. Así que, un poco tembloroso, se incorporó y avanzó hacia Wei Chi. El hombre estaba serio y su rostro tenía apenas un gesto dolorido. Alargó las manos y Wu vio en ellas el cuerpo del faisán. Miró alternativamente el gesto de su padre y el ave muerta. -Pequeño Wu, ¿sabes quién ha hecho esto? -la pregunta, formulada con serena paciencia, esperaba una respuesta. Y al niño se le ocurrió una que le pareció perfectamente aceptable: -Sí, padre -dijo con determinación-. Ha sido Shang Ti. Es Él quien lo hace todo. Wei Chi puso el faisán a los pies de Wu y habló despacio. -¿Y para qué crees que lo hizo? No supo qué responder. Wei Chi repitió la pregunta. -Yo... -balbuceó el niño, confundido-, yo no lo sé, padre... -Shang Ti no hace cosa alguna sin propósito, pequeño Wu. Todas sus obras tienen una finalidad y para todas se sirve de las manos de alguien. Se sirvió de mis manos para anudar las mallas de la red; y de ellas también para construir la cometa. Si supiéramos de quién se sirvió para hacer esto, tal vez podríamos imaginar con qué objeto lo hizo. Wu Wang miró al suelo, oscurecido. Y sus ojos se detuvieron en el cuerpo inmóvil del pájaro. Al fin, con gran esfuerzo, murmuró: -Yo arrojé la piedra cuando estábamos bajo el ginkgo... porque tú soltaste el águila para regresársela a Shang Ti... Wei Chi quedó en silencio unos segundos, como si pensara en algo. Luego dijo: -Dime, pequeño Wu, ¿hay alguna diferencia entre lo sucedido con el faisán y lo ocurrido con el águila? El niño no habló. El hombre añadió entonces: -La hay, hijo mío. Cuando corté el hilo, Shang Ti dio al águila la libertad de volar que no tenía por sí misma. Al apedrear tú al faisán Shang Ti le quitó la libertad de volar que le había dado a él y a sus descendientes. A ambos ha querido enseñarnos algo... A mí me ha mostrado que decir media verdad empuja al error... -¿Y a mí, padre? ¿qué ha querido enseñarme? -preguntó Wu Wang, aún cabizbajo. -Eso, pequeño Wu, no puedo contestarlo. Tú mismo deberás averiguarlo con el tiempo. Sin embargo, hay algo que no puedes dejar de hacer. Wei Chi salió un momento del cobertizo y volvió a entrar llevando algo en las manos. Wu se acercó para ver qué era. Envueltos en un lienzo, había tres crías de faisán. -Ahora, hijo, tú eres responsable de que ellos vivan. Tendrás que alimentarlos y cuidarlos hasta que se valgan por sí mismos. Shang Ti, hijo mío, es vida y muerte, avance y retroceso, día y noche, luminoso y oscuro, todo a la vez. Se puede servir a Shang Ti para la muerte o para la vida. Cuando comprendas por qué se ha servido de ti para dar muerte al faisán, sabrás qué es lo que ha querido mostrarte. Por ahora, pequeño Wu, ocúpate de las crías... Wei Chi, aún serio, entregó el lienzo al niño mientras agregaba: -A partir de hoy, hijo mío, no volveré a llamarte Wu Wang. Tu nombre será Sung, porque Shen y Kuei divergen en ti. Ya no eres un niño, hijo mío. Salió del cobertizo lentamente y le dio una última recomendación: -Entierra el faisán. Luego, vé, busca la piedra que le arrojaste y guárdala. Tal vez algún día te alegres de haberla conservado... No estés triste, Sung, hijo mío. Afortunadamente, Shang Ti ha creado también el agua que cualquier piedra puede horadar. El hijo de Wei Chi repitió una y otra vez su nuevo nombre, hasta que se acostumbró a él. "Sung", dijo. "Sung". Y comenzó a agradarle un poco. "Parece más interesante que Wu Wang. Wu Wang es nombre de niño y mi padre ha dicho que ya no lo soy". ** Viviana Ditry, escritora argentina nacida en 1952. Cursó estudios de Física en la Universidad de Buenos Aires. Entre sus obras inéditas se encuentra el libro Cuentos en clave, del que forma parte la narración que publicamos hoy. Reside en la capital argentina, donde imparte clases de física y matemática. === Mitch Gabriel Lerner ============================================= El pueblo que borró el viento se llamó Chilanguera pendía del mínimo aliento de las hojas de sus sauces solía comer con paciencia de las bocas arañadas de sus gentes el hombre lento a quien llaman el güero rescató el cadáver de su hija bajo un humo de escombro empapado de su casa camina el güero con su hija fría por la calle cada paso es un frío péndulo la mano yerta saluda seguida de los ojos de Chilanguera que crepita y se calla más adentro dicen que las mujeres miraban al cielo con alarido ululante y vivo pero el helicóptero en lo alto sólo filmó las noticias de la tarde los hombres ataron a sus hijos a las copas de los árboles con sogas y bejucos para que no cayeran soñaron que eran fruto maduro al mediodía se dejaron soñar flotando en el río negro que atravesó al pueblo por su vida (sólo cuento lo que he visto debajo de un epígrafe gris y satisfecho desde el ala blanda y caliente el ojo seco y gigantesco que no duele) una mujer se tapa el ojo con mano vacía sólo sabe que el viento se fue con su nube la piedra grande del río ha crecido para aplastar su pecho seco de harina el lodazal practicó una roja grieta en su carne la gente del caserón se apretuja reza espera (sólo cuento lo que he leído y me alejo corriendo de la sangre) los señores de la calle seca durmieron mal aquella noche el huracán se disipó la tristeza anidó en otro cuerpo se llevó el viento al río desbordado con las hojas del diario los hombres y las mujeres de Chilanguera ahora sólo cuentan sus muertos no estuve allí sólo cuento lo que me han dicho las montañas de alimento envasado las bolsas de arroz que nunca llegan no sentí el chaleco de hojarasca apretujarse alrededor de mis costillas ni la respiración sibilina de las rocas en el agua bendecir el ingreso al nuevo osario no protestó la carne de mi espalda mientras Chilanguera cansada de aferrarse a las hojas de los árboles se resbala se suelta se ahoga porque no pudo salvar a los hijos del viento que se llamaba Mitch. Courtleigh Drive, 8 de diciembre de 1998. ** Gabriel Lerner, poeta, novelista y cuentista argentino nacido en Buenos Aires y residente en Los Angeles, California, desde 1989. Como periodista cubrió diversas guerras para medios de comunicación españoles, argentinos y estadounidenses. Fundó la Editorial Alfil en 1980 y la revista Alef en 1984, ambas en Tel Aviv. Ha publicado la novela Soldados de papel (1983). gabrielerner@hotmail.com. === El fogonero Carlos Briones ======================================= I Lo que más me impresionaba de mi padre era su palidez. Lo que más me gustaba era su costumbre de llegar cargado de paquetes con regalos. Siempre de traje azulmarino, camisa blanca, corbata de seda, más un prendedor de oro con la flecha de Cupido, con una dedicatoria que decía: "Eternamente: Ana". Sus ojos azules, sus hermosos ojos de actor de cine, para mí no eran nada especial, siempre me parecieron del color del cielo al mediodía, pero encapsulados en sus anteojos de fogonero, con la cara llena de tizne, me parecían los ojos de una pantera. Para mí no había nada más fascinante que ver a mi padre echando paladas de carbón a la caldera. Cuando tenía siete años me llevó de Santiago a San Fernando. Primero pasaban las casas y las sombras de las casas, los árboles y las sombras de los árboles en sentido contrario. Todo corría ante mis ojos; hasta que salíamos a campo abierto y comenzábamos a cruzar extensos páramos. Yo iba con una emoción contenida. Don Rufino era el maquinista, y los fogoneros eran mi padre y el joven Alberto. Todos eran muy amables conmigo; me daban de sus comidas y a cada tanto me alzaban para que pudiese alcanzar la correa que hacía pitar la locomotora. En San Fernando, a unos 140 kilómetros de Santiago, me dejaron en el restaurante de la estación. Ahí me cuidó una señora que tenía un niño que se llamaba Rafael igual que yo. A los trece años mi padre me llevó hasta Chillán. Me aburrí. Las cosas que vi en esos 400 kilómetros no me gustaron. El Mundial de Fútbol de 1962 me interesaba mucho más que el paisaje del sur. Estuve una semana en Chillán. Me alojé en la casa de la directora del Liceo Gabriela Mistral. Esta señora tenía una casa grande y bonita. Su hija, un año mayor que yo, pero un poco más baja y de aspecto menudo, tenía una radio exclusivamente para escuchar conciertos. Sólo una vez, en contra de su voluntad, con el terror de la cocinera, y la complicidad del jardinero, escuchamos un partido de fútbol. Se llamaba Genoveva; era morena, tenía el pelo negro como su madre y los ojos azules como mi padre. Todos decían que era muy bonita. Aunque parecía enclenque, tenía unos huesos duros como piedra y músculos por todas partes. Iba cuatro veces por semana a clases de ballet. Ese domingo por la noche, estaban en la estación esperándonos con flores. -¡Salude a su primo, hija! -le dijo su madre mientras ella saludaba a mi padre. La niña hizo como que me besaba. Cenamos en su casa, bastante bien. La primera vez que yo usaba tenedor y cuchillo; en el Internado, donde había pasado los últimos cinco años, solamente usábamos cuchara. Después de la cena, me quedé dormido mientras Genoveva tocaba el piano. Lunes y martes, Genoveva se comportó como una idiota completa. Su madre, por el contrario, me mimaba; me colmó de regalos y trataba de que la niña fuese amable conmigo. Le decía que yo era muy inteligente, y le repetía que a mi regreso a Santiago yo iba a entrar en el Seminario; y la niña me miraba como si estuviese mirando una botella de aceite de bacalao. El miércoles por la tarde fuimos a la piscina y por culpa de la muy estúpida casi me ahogo. Yo no sabía nadar y donde estaba la parte honda, me dijo que era la baja. Además me provocó: -¡Dicen que los hombres saltan primero! Salté por supuesto. El susto y la rabia me pusieron furioso. Salí, como pude, y le dije que la iba a matar. Le dio miedo y se fue a vestir. Volvimos a casa sin hablar. No le pegué; le tuve la mano encima, pero no se la dejé caer. Cada vez me pedía perdón, pero formalmente, sin sentimiento. En la cena, volvió a ser la niña altanera, y contó lo que había pasado. -¿Sabes, mamá? Rafaelito dijo que sabía nadar y casi se ahoga. Su madre se ruborizó y pidió detalles. Se los di yo, sin mencionar las amenazas de muerte, y pasamos a otro tema. Terminamos de cenar y salimos para la estación, que quedaba a dos cuadras, pero salir de noche era una aventura. El tren estaba por pasar. Caminando rápido, llegamos un poco antes. Caramelos, helados, manzanas confitadas: la madre de Genoveva se volvía loca cada vez que salía con nosotros. Genoveva decía siempre que no; yo decía siempre que sí. Después me dijo que eran modales de buena educación decir siempre que no: "aunque en tu Internado te hayan enseñado a decir siempre que sí como a los monos enjaulados". La maldita decía que yo no sabía "discernir". Yo no sabía lo que era discernir. "Esperemos que cuando te enjaulen en el Seminario, te lo enseñen, Rafaelito". Pronunciaba "Rafaelito" como si dijera una mala palabra. Su sonido no me entraba por los oídos, yo lo respiraba, me lo tragaba, y me descomponía. Cuando sentimos el tren se armó un alboroto. De pronto divisamos la locomotora entrando en la estación. Pasó lentamente delante de nosotros. Empezamos a caminar a su lado; desde la ventanilla mi padre nos hacía señas. Finalmente el tren se detuvo, y mi padre bajó de entre el humo y el vapor con su uniforme negro, enteramente lleno de hollín, blancos tenía solamente la parte de los anteojos protectores y la parte de la boca que le marcaba la mascarilla. Se sacó los guantes, le tomó las manos a la madre de Genoveva y se las besó. Después a Genoveva y a mí nos dio un beso en la frente. Recibimos los paquetes. El más grande era para Genoveva: un vestido; los otros eran para su madre: "encargos", libros, diarios que le llegaban de Europa a Santiago, jabones y perfumes; y para mí: ropa limpia que me mandaba mi madre. En Chillán el tren se detenía diez minutos que los aprovecharon para intercambiar novedades. Mi comportamiento fue alabado en varias oportunidades; hasta que Genoveva contó que estábamos un poco cansados porque habíamos ido a la piscina. En ese momento la madre de Genoveva le preguntó a mi padre si tenía sed y nos mandaron a comprar refrescos. -Te voy a tirar debajo de la locomotora -le dije a Genoveva cuando estuvimos solos. Me miró sonriente y no dijo nada. Cuando volvimos, mi padre y la madre de Genoveva se estaban besando en la boca. No sé por qué, traté de evitar que Genoveva viera eso. Me puse por delante y le dije: -¡Volvamos! Se me ha olvidado el vuelto. Pero no me hizo caso, se apartó y me dijo con sarcasmo: -Lo llevas en la mano, ¡Rafaelito! -nos acercamos con las bebidas y la mujer separándose de mi padre dijo: -¡Pero cómo han tardado! Ya nos estábamos despidiendo. -Rafaelito no ha querido importunar -dijo Genoveva tomándome de un brazo, con esos aires de persona mayor que yo odiaba y envidiaba. Algo raro sentí en ese momento. Me retuvo, y yo me dejé retener. Mi padre se despidió, subió a la máquina, y por la ventanilla nos dijo que nos retirásemos. La máquina comenzó a moverse, pitó dos o tres veces, y partió. Nos quedamos mirando el tren hasta que se perdió de vista, haciendo señas y diciendo "adioses" que ya nadie escuchaba. En casa, la madre de Genoveva nos pidió un poco de atención para leernos una noticia que se refería a un pianista chileno que había dado un concierto en Europa. Prometido y amenazado quedó que al día siguiente iríamos a la "casa natal" de ese chileno tan insigne; como de costumbre yo no tenía la menor idea quién era. Para corregir tamaña falta, la madre de Genoveva le dio cuerda a la victrola y nos sentamos a escuchar la sonata "Claro de luna" de Beethoven interpretada por Claudio Arrau. Me gustó, pero me quedé dormido. Cuando desperté, lo primero que vi fue el pelo de Genoveva, suelto, sobre su camisón celeste. Luego escuché los sonidos del piano. Genoveva era otra y yo la veía distinta. Seguí haciéndome el dormido. Genoveva repetía y repetía... Cuando terminó, se calzó las pantuflas y se acercó al sofá. La violenta luz de la mañana le daba de espaldas y el camisón era transparente. Me estuvo observando. Yo respiraba como si estuviese durmiendo, pero tenía los ojos entrecerrados. Se acercó y me rozó la cara con su pelo, pero yo no despertaba. Se irguió y me dijo: -Hace rato que estás despierto -y se fue. Desde entonces fue amable y encantadora, pero dura. Ella dictaba y yo obedecía: "Siéntate a mi lado. Pon tu cara al lado de la mía, más cerca, quiero sentirla". "Abrázame", me dijo una vez frente a la ventana: "Tómame, así, por detrás"... -Rafael, quiero que me quieras. Quiero que cuando grande, también seas fogonero. Me sorprendió, pero me sentí muy bien; yo también quería ser fogonero como mi padre. (Mi padre decía que no, él quería que yo fuese ingeniero, y no le gustaba cuando yo decía que quería ser futbolista profesional.) -Quiero que sepas que, si no vuelves, te buscaré. Te buscaré para matarte. Ya me había dado cuenta que Genoveva era medio rara, pero había empezado a gustarme. -Ahora quiero que me toques, como se tocan los amantes. -¿Cómo se tocan los amantes? -le pregunté. -Eso tienes que saberlo tú. Los fogoneros lo saben. Ven, ahora quiero que seas un fogonero hambriento. ¡Ven! ¡Vamos! Fuimos a la cocina y me hizo comer pequeñas porciones de frutas, mermeladas y verduras hasta que me sentí mal. Después me llevó a su pieza y comenzó a desnudarme mientras me decía: -Rafael, lo que más me maravilla de ti son tus brazos. Me gusta todo tu cuerpo, tu pecho, tus piernas, tus ojos... Pero ¡tus brazos! Estréchame, son duros como los barrotes de una cárcel, y yo estoy prisionera entre ellos. Sé que no puede ser. Sé que en pocas horas tienes que partir, pero nada me importa. Vivo para estos instantes. Si mi vida fuese una suma de estos instantes no sería tan bella como lo es cuando el sueño se convierte en realidad. Tu fuerza tiene algo férreo. Hueles a metal. Metal dulce y mío. ¡Tócame! ¡Márcame! ¡Lléname! Entra en mi vida, entra hasta en lo más profundo de mi ser. Te espero. Soy una estación esperando el amor. Soy la estación por donde pasa el amor. ¡Lléname de fuego, fogonero! Como una máquina me trago todo lo que me das y siempre me falta. Ardo como una caldera; pero si te tuviera tanto como quiero, sé que explotaría. ¡Lléname de metal ardiendo! -¡¿...?! -Rafael... ¿Te gusta lo que te digo? -¡Déjame verte! -le dije y comencé a desabrocharle la blusa, pero en ese momento sentimos que venía la cocinera. Genoveva no la dejó entrar hasta que yo estuve vestido y sentado al lado de la cama con unos libros esparcidos por el suelo. La cocinera preguntó qué estábamos haciendo y Genoveva contestó con su voz propia que estábamos mirando unas reproducciones de pintura italiana. La cocinera miró y se fue. Salimos, nos fuimos a caminar por el campo. Nos sentamos a la orilla de un río, entonces me preguntó con dulzura: -¿Qué quieres hacer ahora? -Estar contigo nada más; estar contigo donde solamente estés tú -le dije, sin saber lo que decía. II Volví cinco años después. Su madre había muerto hacía poco en un accidente aéreo. Mi padre ya era maquinista, pero lo habían destinado a un ramal que une Santiago con el puerto de San Antonio. El viaje lo hice solo, tenso, y desesperado, en un vagón de primera clase. Llegué a Chillán convertido en un idiota. No había nadie esperándome. En el Hotel de la Estación me atendieron bien, pero nadie me reconoció. Tomé una pieza, como me lo había ordenado mi padre; me refresqué un poco, saqué los regalos y partí. En el antejardín, esperándome, estaba la mujer más hermosa que yo he visto, más hermosa que en mis sueños incluso. Una mujer bella y misteriosa. No era resignación o abatimiento lo que Genoveva irradiaba, sino misterio. Tenía los mismos ojos de mi padre y estaba casi tan alta como él. No era una muchacha de 19 años, sino una mujer, de cuerpo y de carácter imposibles de definir. Era singular. Nos abrazamos y nos besamos en las mejillas. Me había imaginado repetidas veces cómo le mordería los labios, cómo la estrujaría entre mis brazos; pero nada fue así. Su cuerpo había cambiado. Se había convertido en una atleta. Estúpidamente toqué el tema: -Varias veces he querido saber cómo van tus clases de ballet, pero veo que ninguno de los temas que yo he tocado son de tu interés -dije más o menos formalmente, poniendo expreso cuidado en no resaltar la palabra ninguno que para mí abarcaba los verdaderos temas del diferente interés que surgía de nuestra correspondencia. -Hace dos años que no hago ballet -me dijo sin darle importancia al tema-. Pasa, por favor, debes venir agotado. -Eso es cierto; pero antes quiero saberlo todo. -Yo también -intercaló ella con picardía y elegancia; mientras me indicaba el lugar donde debía sentarme; el mismo puesto de hacía cinco años: el primero, a la izquierda de la cabecera. -Estoy a tus órdenes -le dije-. Pregunta ¡lo que quieras! -Bueno. Veamos: ¿cómo están por tu casa? -Todos bien, sin novedad, ¡gracias! -contesté con soltura y tomé asiento. -¿Cómo está mi papá? -preguntó sin dramatismo ni entonación, y tomó asiento, como hacía cinco años: en el primer puesto de la derecha. -¡¿Mi papá..?! ¡Está bien! Ya sabes, te lo conté en una de mis cartas, ahora es maquinista. Está muy contento... -¡Qué bien! -aprobó con cortesía mientras le recibía una bandeja con dos tazas de té y galletas a una cocinera que yo no conocía, ante la cual me presenté ofreciéndole mi mano y diciéndole mi nombre. La pobre mujer no supo qué hacer, miró a Genoveva que estaba expresamente distraída, se escondió las manos en el delantal, y retrocedió diciendo: -¡Discúlpeme, señor! ¡Con su permiso! Este incidente me permitió cambiar de tema, inquirir nuevos detalles sobre la muerte de su madre, transmitirle las enigmáticas condolencias de mi padre, mientras en mí seguía resonando su pregunta: "¿Cómo está mi papá?". Hablamos de todo, pero menos de lo que había pasado hacía cinco años. Salimos a caminar; y al caer la tarde volvimos al lugar maravilloso que yo tanto recordaba. Genoveva, de pie, mirando la ciudad, dijo: -Debemos olvidar el pasado. No se puede vivir recordando. Quiero que me olvides. Quiero que me lo prometas. Hablaba como hacía cinco años, con el mismo tono dulce e imperativo. Le habían crecido los pechos; y ahora le costaba respirar. -Rafael, ¿me lo prometes? Yo seguía sin hablar. Era tan hermosa. Temía balbucear. A mí me gustaba pensar; no me gustaba hablar; no sabía hablar. Me había preparado para expresarle con frases hermosas y bien hechas lo que sentía; las locuras que me había imaginado, pero me había olvidado de todo lo que quería decirle. Sólo me acordé de un verso de Harold Maine que yo había plagiado: "Entre tus piernas cantan las eternidades", le dije. -Genoveva: entre tus piernas cantan las eternidades. Se molestó; y me dijo cosas muy duras, injustas, absurdas. Cosmogonías, imaginaciones horrendas, teologías insostenibles, llenas de negación y muerte. Me di cuenta que ella, lamentablemente, creía en esas cosas. Esas cosmogonías que, contra la voluntad de mis padres, yo había dejado de estudiar, esas creencias que la inteligencia me había obligado a cuestionar: ella, ahora, las aceptaba. Retrocedía. La infelicidad se había metido en su mente y la torturaba. Las falsedades, cuyo descubrimiento me habían abierto las puertas del ignominioso encierro seminarista, me la arrebataban ahora. Tenía que luchar. Regresé esa misma noche, recordando. Me di cuenta que no había sido capaz de decirle: "Así que somos medio hermanos". Sentí de nuevo el peso de la soledad, más que el peso del silencio; sentí el peso de la sinrazón. Me imaginé el oro blanco, transparente, que se desfogaba de su gruta. En ella yo rezaba, y le repetía: "Entre tus piernas cantan las eternidades. Te toco y siento que toco la completitud del ser". El tren cruzaba los campos del sur de Chile; y yo hablaba y escribía; le decía lo que no había sido capaz de articular: "Un hombre feliz, eso es lo que quiero ser. Quiero que sepas que hace cinco años desperté. Genoveva, después que el hombre despierta, las vigilias del placer y del ser, de la completitud, lo disparan como una flecha, cuyo blanco será siempre la mujer que desea. Nada puede reemplazar esa fuerza, esa felicidad. Nada. Genoveva Araya: ¿dónde estás, mi amor? Genoveva, el celibato es abyecto; Dios no quiere célibes, Él quiere hombres felices; no hombres llenos de odio que defienden fantasías, letra muerta, misas, rituales absurdos, fanfarria en platillos de oro. Esos seres que no saben lo que es el amor: se queman y niegan el fuego". Me sorprendí, en repetidas oportunidades, mirando la noche y diciéndome: "¿Y qué si somos medio hermanos?". Rezaba y escribía. El amor me daba fuerzas; el odio me las consumía. "Todas las religiones mienten, todas amenazan. Yo quiero ser un sacerdote del amor, quiero ser Lawrence. Él es el apóstol de nuestro tiempo. El amante de Lady Chatterley, nuestra biblia. Ningún infeliz célibe, lleno de odio, nos impedirá ser felices. Ningún incienso, ninguna droga, ningún infeliz con sotana o con uniforme podrá cerrarnos las puertas del amor". Llegué a Santiago; en la Estación Central tuve un momento de arrebato e inspiración. Horas más tarde tomé el mismo tren de regreso a Chillán. Me aprendí de memoria lo que quería decirle: lo pensé, lo escribí, y me lo aprendí de memoria. "Las costumbres de nuestro tiempo no deben ser enmugradas con viejas imaginaciones hebreas sometidas a Platón y Aristóteles. Los que se niegan al amor y defienden la polución, los que se niegan al impulso natural y orgánico de sus propios cuerpos en nombre de especulaciones enfermizas, los que anteponen el sentimiento absurdo del pecado al del amor completo, del amor que sólo se realiza si hay sexo, sólo si hay orgasmo y eyaculación, sólo si hay deseo de recibir y de entregar: no podrán abatirnos". Dormitaba, recuperaba fuerzas, y seguía elaborando mi defensa del amor. Temía hablar como Lutero; lo odiaba. Me habían enseñado a odiarlo primero; no lo había leído y ya lo odiaba. "Ningún viejo elegido por ancianos infaustos, ninguna elección viciada, ningún falso representante, ningún negador de la naturaleza: podrá negarnos la felicidad. Nada hay más hermoso que entregarse a la mujer que uno ama. Ser feliz, esa es la meta de la vida. Para eso viven los hombres dignos; los equivocados viven para negarlo". Escribía y leía en voz alta lo que iba a decirle. Ya había decidido que se lo diría, para que ella lo supiese. "He pasado cinco años pensando en ti todos los días; masturbándome todos los días: hace bien, es la mejor manera de relajarse, así uno es más humano. No hay que buscar la divinidad castrándose; hay que buscar ser cada vez más humano. Podemos ser felices sin tener la aprobación de los que niegan el amor. Podemos ser felices, Genoveva. Cuando nos entregamos, y nos olvidamos de todo: duplicamos la vida. Esa es la meta: vida más vida. Aunque te niegues, cuando te recuerde, estarás en mi imaginación, entonces seré tuyo. Te mostraré todo lo que soy capaz de dar. Después descansaré. Recuperaré fuerzas para seguir siendo lo que quiero ser". Voy al baño y mientras orino, pienso: "Ningún maldito antijudío lleno de odio me podrá negar este placer. En este instante, ella es mía. No quiero sus campos, no quiero sus jardines, su inmensa casa: sólo quiero que se agote en mis brazos. Yo me agoto en los suyos y respiro como nunca he respirado; después sigo golpeando tambores, cortando cabezas, abriendo cadáveres, enterrando semillas, fundiendo metales, firmando documentos, asaltando bancos, mirando la noche. Pero por un instante, cada vez, soy feliz". Llegué a Chillán después de medianoche. Camino a su casa pensaba lo que le diría: "Como una catedral, de par en par, se abrirán las puertas del amor. ¡Malditos sean los malditos que quieren negarnos que seamos felices! Es más hermoso el rito en mi soledad, en las profundidades de mi mente adorándote que las sotanas polucionadas y la fastuosidad de los patéticos rituales de los castrados y castradores". La cocinera, sin abrir la puerta, me dijo que la señorita había partido a Santiago. No le creí. Esperé tres días en el Hotel de la Estación. Genoveva no regresaba. Investigué que había ido a hacer unos trámites notariales; y que estaba de novia; de novia con un cadete. De noche entré en la casa, la recorrí; la cocinera dormía; nadie me sintió; revisé la pieza de Genoveva y olí su ropa; me tendí en su cama y me quedé dormido. Le agradecí que no me lo hubiese dicho. Recé con fervor: "Si una mujer comparte mi amor / mi verso rozará la décima esfera de los cielos concéntricos; / si una mujer desdeña mi amor / haré de mi tristeza una música, / un alto río que siga resonando en el tiempo". Al día siguiente me despertaron la cocinera y el jardinero armados de un palo y de unas tijeras para cortar pasto. Regresé a Santiago y me fui de la casa. Viví 12 años felices en el norte de Chile: recordándola y olvidándola. He estado 14 años fuera del país: me expulsaron en 1974. En 1988 murió mi padre y a su funeral llegó un señor que ya no vive. III -Usted es Rafaelito, ¿verdad? -me preguntó con esa voz quejumbrosa de algunos ancianos. Me limité a mirarlo. El anciano no esperaba mi respuesta. Dos individuos lo escoltaban, y de acuerdo a sus indicaciones dejaban de sostenerlo-. Yo estoy en deuda con su padre, estamos unidos; acordamos algo atroz, que no vale la pena recordar. Estoy en deuda, y si algo puedo hacer por usted, dígamelo ahora, dentro de poco ya no podrá. Dijo un nombre de esos que todavía en Chile impresionan; pero después de 14 años en Europa a mí no me dijo nada. -¿Qué puedo hacer por usted? -le pregunté con cortesía que sonó a arrogancia. El anciano sonrió, y dobló la cabeza desconsolado. Me impresionó; le hice otra pregunta-: ¿quién es usted, señor? Hizo un gesto con su mano derecha. No supe interpretarlo; uno de los escoltas me indicó qué quería el anciano. Acerqué mi oído a su boca. -Soy el padre de Genoveva -lo dijo apenas, como si la confesión le pesara más que el hecho. Me retiré un poco y lo miré: no se parecía a mi padre; pero también tenía los ojos azules. -¡¿Usted?! -le dije. -Sí -me dijo-; somos hijos de la misma madre, y durante muchos años hemos amado a la misma mujer. Decidimos que Gabino -se refirió a mi padre por su, voluntariamente olvidado, primer nombre- asumiera la responsabilidad de ser legalmente el padre; queríamos herir, no ofender, a nuestra madre. -¿Lo sabe Genoveva? -le pregunté con apremio-. ¿Se lo puedo contar a Genoveva? El viejo movió la cabeza negativamente una vez y después le reapareció el gesto de desconsuelo. -¿Dónde está Genoveva? -quise saber con alguna insistencia, pero el viejo hizo un intento de levantar los hombros. Al día siguiente hablé con mi madre, que se sintió ofendida por lo que le conté, pero me sugirió algo: -Por el cadete -me dijo. Dos semanas más tarde tocaba el timbre de la mansión donde vivía el viejo. Tenía un plan simple; con una petición simple: que me financiara la búsqueda de Genoveva. Aceptó; con la condición de que jamás mencionaría su nombre, a nadie. He trabajado tres años. A los seis meses de investigar tenía un catálogo de numerosas pistas. Al año, me quedaban sólo algunas y muchas incertidumbres. Me distrajeron colaboraciones voluntariosas e ineficaces. Después de casi dos años, me centré en cinco casos posibles. Durante toda la investigación me ha acompañado una persistente sensación de rondar en círculo, acrecentada por el terror de los últimos veinte años. Hace ocho meses que trabajo en sólo tres. El horror y la muerte circundan el objeto de mi investigación; el crimen y la tortura, que pretenden silenciar víctimas y victimarios, me han salido al paso y me han confundido con el vengador que no soy: los cultivadores del miedo han caído en su propia trampa. Hace una semana que me queda sólo un caso. Ese, creo, lo resolveré mañana. Estoy casi seguro. Creo que la voy a encontrar. No sé qué le voy a decir ni cómo. Sólo sé que quiero encontrarla. Mi mujer me pregunta si quiero desayunar con ella. Le digo que no, le agrego que quiero seguir. Me pregunta si puedo llevar los niños al colegio; le digo que no, que no puedo, y le agrego que debo seguir. Me pregunta si voy a entrar inmediatamente al baño, le digo que sí. Me pregunta si nuestra hija mayor puede entrar antes que yo; le digo que sí, y le agrego que voy saliendo. Estoy tranquilo; ya no puedo estar nervioso; estoy demasiado cansado para estar nervioso. El amanecer gris, la niebla casi azul, la solemnidad del acto, la tranquilidad del cementerio, el enorme bosque que lo rodea, la guardia militar, que la vi antes de ayer en un ensayo del homenaje, la presencia de hermosas mujeres discretamente acicaladas, el rigor de la ceremonia, las gracias de un perro vago que circula libremente entre los presentes, los periodistas agrupados detrás de un pequeño podio, y más atrás un grupo de jardineros que fuman y esperan la ceremonia: todo, absolutamente todo, me resulta indiferente; incluso la identificación de la hermosa y joven viuda de un general muerto aparatosamente hace un par de años. La mujer que camina tranquila, al centro de un pequeño grupo de personas, acompañada de hombres de uniforme y de civil, trae, como otras dos o tres, un velo negro que le cubre el rostro. Me pierdo el momento culminante cuando se alza el velo, besa una flor, y la coloca sobre una lápida, los fogonazos de las cámaras fotográficas le dan aun más realce al momento. Individuos de parcos gestos, de presencia evidente, vestidos de manera cinematográfica, luciendo vistosos y ocultos revólveres le agregan indignidad a la muerte y al indigno muerto; individuo ejecutado por sus iguales subalternos, "para limpiar su imagen", dicen. Me dirijo hacia la salida; enciendo un cigarrillo; atrás, me parece que alguien ha empezado a decir algo. Me impresionaron las piernas gordas de la mujer del velo; me impresionaron a pesar del color negro de las medias transparentes. Hay algo raro e indigno en el ser humano; no juzgo la aventura amorosa de mi padre; condeno la voluntad y el deseo de silenciar la verdad, por atroz e indignante que ésta sea. Abomino de tangos y boleros, rancheras matonescas, que cultivan la venganza y se refugian en la religión hipócrita del culto a la muerte, de celebraciones estúpidas. Mi soledad no es la soledad del solitario, sino la del espía; mi desadaptación no es la del individuo que cambia de lugar y de costumbres, sino la del desamparado que a orillas de la quebrada ve cómo en el lugar donde estaba su casa ahora hay un montón de escombros, basura, barro e indiferencia. El aluvión infame de una sociedad que se infama a sí misma, que se niega a reconocer su degradación: no me sorprende, me pruduce vómitos. Pienso que nunca debí volver; he recuperado el pasado, sólo para constatar que el presente es abyecto y que ningún futuro, ningún bienestar lo justifica; el presente de estos días será un pasado repudiable; a lo lejos se escucha una marcha militar. Genoveva, en un rincón del tiempo, estás tú, mi recuerdo y lo que fuimos. Lo Franco, Chile; 1994-1998. ** Carlos Briones, escritor y periodista chileno nacido en Santiago en 1948. Vivió en Alemania entre 1974 y 1992, período en el cual fungió de traductor, conductor de programas, entrevistas y reportajes, locutor, productor de programas de TV y otras actividades similares. Ha publicado material narrativo y poético en revistas de España, Alemania, Argentina y Chile. Reside en su país desde 1993, trabajando para diversos medios de comunicación y colaborando con organizaciones sociales y culturales. carbri@entelchile.net. === Nos sigue queriendo Juan Antonio Montil Goy ====================== Cuando Marta me dijo que mamá se estaba comportando de un modo raro (no lo dijo con estas palabras, creo que sonó más brutal, algo así como: "Mamá está haciendo cosas de loca") me la quedé mirando fijamente y puse el índice en mis labios obligándola a callar. Marta no era tonta, y sabía que esa actitud por mi parte significaba que yo también me había dado cuenta y que me inquietaba que ella reafirmase mis sospechas. Si no hubiera sido así, le habría dicho despreocupadamente: "No digas tonterías", o algo por el estilo, y quizás no hubiésemos dado más importancia al asunto y lo hubiéramos dejado para otro momento. Vi en los ojos de Marta un brillo de temor, y creo que ella también lo vio en los míos. Observábamos a mamá a través de la ventana de nuestro cuarto. Estaba en el jardín, colgando prendas de las cuerdas con gran destreza y rapidez, como si no hubiese hecho otra cosa en su vida. Sin dejar de mirarla, Marta insistió. -He visto cómo esta mañana... -¡No has visto nada! -la interrumpí enfurecido-. ¿Sabes lo que pasaría si en el pueblo se enterasen? -¿Y tú qué has visto..? -preguntó ella como si no me hubiera oído. -¡No he visto nada! ¡Y tú tampoco! Di... ¿Qué crees que pasaría..? Yo te lo voy a decir: se la llevarían a un loquero, y le darían duchas heladas y descargas eléctricas hasta que se le pusieran los pelos como pinchos, como pasa en los dibujos animados, y a ti y a mí nos llevarían a un sitio horrible que llaman casa de acogida o algo así, pero que en realidad es como una cárcel para niños. No olvides que sólo tenemos a ella. Marta comenzó a llorar, y yo me sentí culpable por haberle hablado de un modo tan cruel. Le eché un brazo sobre el hombro y la besé en la frente. Intenté calmarla. -Pero no va a pasar nada de eso, hermanita... Porque nosotros no vamos a dejar que suceda. No vamos a decir a nadie las cosas que hace mamá. No vamos a dejar que ella vaya a comprar al pueblo... Lo voy a hacer yo. Y vamos a ser muy buenos con ella, como si estuviese enferma y necesitase de nuestros cuidados. -¿Es como si estuviese enferma? -Sí... Pero nos sigue queriendo. Ellos no deben verla así... No sabrían curarla. Claro que nos seguía queriendo. Sobre eso no tenía la más mínima duda. ¿Por qué habría de dejar de querernos? A pesar de todo, se comportaba dulcemente con nosotros, como siempre lo había hecho. Aún seguía yendo a darnos un beso de buenas noches antes de retirarse a su alcoba, y de vez en cuando nos narraba historias hasta que nos quedábamos dormidos. ¿Haría eso una madre que no quiere a sus hijos? Aquel día Marta y yo no volvimos a hablar del tema. Parecía que mi hermana había asumido mis palabras, aun a pesar de su poca edad. Yo creía, aliviado, que Marta no volvería a atormentarse con las cosas de mamá, y que tomaría aquello como lo que le había dicho que era: una enfermedad que nadie debería de conocer, pues no la comprenderían; ellos no la comprenderían y no podrían curarla, no podrían saber que nos seguía queriendo. Pero por la noche Marta tuvo un sueño agitado, y de mañana despertó destemplada y temblorosa. Había estado soñando con mamá, según me dijo, aunque no me quiso decir lo que pasaba en el sueño, y yo no se lo pregunté; era mejor dejarlo así. Le propuse que cuando acabáramos de desayunar cogiésemos las cañas y nos acercásemos al río a pescar tencas. -¿Y vamos a dejar a mamá sola? -me dijo aún entre temblores. -No le va a pasar nada. -Pero hoy es lunes... Hoy es cuando va al pueblo a hacer la compra. ¿No dijiste ayer que no debían verla? Era verdad. El día de compra para mamá era el lunes. Aquella sería, pues, la primera oportunidad en que me haría cargo de la situación. Fui hasta la cocina y la vi allí, junto a los fogones. Estaba de espaldas y no se había dado cuenta de que yo estaba tras ella, observándola. Me quedé como bobo contemplando su hermoso cabello, aún muy negro y brillante, recogido en un complicado moño sobre la nuca. No sé cuánto tiempo pasó antes de que se diera la vuelta y exclamara algo sobresaltada: -¡Miguel! No sabía que estabas ahí... ¿No viene Marta? Os estaba calentando el desayuno... -Sí... Ahora. Sus ojos grises me miraban de un modo extraño, como si quisieran decirme: "Qué haces ahí como alelado, qué me estás viendo...". -Mamá... Creo que trabajas demasiado en la casa. Cuando haya que ir al pueblo a comprar o lo que sea quiero ir yo. -¡Vaya! -exclamó-. ¿Y esto a qué viene? ¿Es que me ves vieja? -No, no... -De todos modos te lo agradezco, aunque creía que para ti las vacaciones eran sagradas. Bueno... Pues, toma -dijo dándome un billete que había sacado del cajón de la mesa-. Y aquí tienes la lista. Cuando te marches no olvides el carrito, y no dejes que la señora Falcón te meta cosas caducadas. "Así lo haré, mamá", pensaba mientras tomaba mi desayuno, "tú no te preocupes por nada... Marta y yo te cuidaremos". Como si mi hermana me hubiese leído el pensamiento, me miró a los ojos y esbozó una dulce sonrisa sin dejar de mordisquear su bollo empapado en leche. El camino hasta el pueblo discurría por una carreterita estrecha y mal asfaltada, rodeada a un lado y a otro por campos de girasoles que se perdían a lo lejos. Andando a paso ligero no costaría llegar al pueblo más de media hora. Antes de que nos hubiéramos quedado sin vecinos, mamá solía ir a comprar en compañía de la señora Márquez; algunas veces en su furgoneta, otras a pie. Desde que ella y su marido se marcharon, el trayecto hasta el pueblo se convirtió en algo penoso para nuestra madre, aunque nunca nos lo dijera. A su regreso, observábamos una expresión abatida en su semblante, como si le acongojase caminar por aquella carretera en la que sólo los girasoles le acompañaban. Y a mí aquel día tampoco me gustó ir por ella. No me gustaron sus bordes mordidos, sus rotos por los que salían hierbajos medio secos, ni los incontables girasoles que la flanqueaban, moviéndose estúpidamente al compás de una brisa desagradablemente pegajosa. Pero aun menos me gustó encontrarme dentro de la tienda de la señora Falcón; desde que entré por la puerta, me miró complacida, pero no de verme, sino de que mi madre no hubiera ido y de poder sonsacarme el porqué de su falta. -Así que tú te encargas ahora de hacer la compra, ¿eh? -la señora Falcón me miraba desde detrás del mostrador. Las comisuras de sus labios se arqueaban en una inequívoca expresión sarcástica-. ¿Es que pasa algo a tu madre? -sus ojos de raposa centelleaban-. No estará enferma... -¿habría observado algo? ¿Por qué me estaba mirando así? -Sólo tiene un resfriado. -Ah, vaya... Los resfriados de verano son los peores. Que me le digan a mí, que uno de ellos casi se me lleva a mi Paco... Me encontraba incómodo allí. Me desagradaba sentirme observado por los ávidos ojillos de la tendera -que no dejaban de escrutarme- y contestar a sus preguntas. Pero me armé de paciencia; tendría que pasar por aquello todas las semanas por lo menos una vez, y cada semana sería peor. Cuando estuvo todo dentro del carrito me despedí secamente de la señora Falcón y salí a la calle. Llegué a casa con el brazo derecho doliéndome por haber estado arrastrando el carrito. Una de sus ruedas no funcionaba bien, y costaba mucho hacerlo rodar. Un día me decidiría a arreglarlo, como otras muchas cosas que había en la casa y que se habían ido deteriorando con el paso de los años. Mamá me besó en la mejilla y me dijo que todo estaba muy bien. -¡A ver cuánto duras, niño bueno..! -exclamó mientras me golpeaba cariñosamente en la nuca. Y así pasaron varios días en que las cosas de mamá no nos preocuparon en exceso, pues aún no tenían las marcas de la tragedia, y nadie las conocía, y ella nos seguía queriendo. Pero la felicidad no dura siempre. El sábado por la noche, mientras me encontraba en mi cuarto pensando en lo que había visto aquella tarde, Marta entró sollozando. Había estado encerrada en el cuarto de baño, y no podía haber reprimido las lágrimas. Me dijo: -Mamá está haciendo cosas de loca como nunca. -Cuántas veces he de decirte que está enferma y que tenemos que comprenderla... Cuántas veces he de recordarte que mientras que no la vea nadie no va a pasar nada malo... Será nuestro secreto. Yo sabía que más tarde o más temprano alguien la vería, o intentaría verla, ya fuese un cobrador, alguien del pueblo, o quien diablos fuese, y a mí me correspondería evitarlo, pues de otro modo, todo lo que hasta ese momento habíamos logrado se derrumbaría bruscamente. Sucedió el lunes, poco después de que regresase del pueblo tras haber resistido impávido a las acometidas de la señora Falcón. Por suerte yo estaba en el jardín, y mamá se encontraba dentro de la casa. Era el alguacil, que venía a cobrar el agua. Ya había estado mirando el contador, que estaba en la fachada trasera, y me pedía mil quinientas pesetas. La fortuna quiso que aún no hubiera devuelto a mamá las sobras del dinero que me había dado para ir a comprar. -¿Es que no está tu madre? -me preguntó el hombre. -No... Tome. -Pero sobra, chico... No me des todo eso. Hizo cuentas y sacó parsimoniosamente de su bolsillo varias monedas. Parecía que le gustaba estar allí. Miraba de reojo en dirección a la casa, y en la comisura de sus labios aparecía la misma repugnante sonrisa con la que la señora Falcón me regalaba cada vez que entraba en su tienda. Pensé que quizás ese "querer estar allí" se debía a que estaba esperando oír un grito o atisbar un movimiento extraño tras una de las ventanas; algo que poder contar, algo que sirviera para hundir a nuestra madre... -Firma aquí -me dijo extendiéndome un impreso y un bolígrafo. Hice un rápido garabato y me di la vuelta. No me importaba ser maleducado. Deseaba que el alguacil se marchase cuanto antes. Sucedieron cosas parecidas en varias ocasiones, y siempre tuve la habilidad y la fortuna suficientes como para solventarlas a nuestro favor. Pasaron muchas semanas desde el domingo en que Marta y yo decidiésemos cuidar de mamá. Sus manías se hicieron más terribles cada vez, y también se sucedieron con mayor frecuencia. Pero aun con todo, Marta se había acostumbrado, y ya no lloraba. Se había convertido en mi fiel e indispensable colaboradora. Había madurado en pocas semanas lo que a cualquier otra niña de su edad le hubiera costado años. Una noche, mientras cenábamos los tres alrededor de la mesa de la cocina, mamá dijo: -Es curioso... Hace mucho tiempo que no veo a nadie. Marta y yo nos miramos, y luego a ella, y los tres seguimos cenando en silencio. Las cosas comenzaron a ponerse feas cuando circularon rumores en el pueblo sobre lo que podría ocurrir a nuestra madre. Estaba convencido de que el origen de todo estaba en la señora Falcón. Y las cosas se pusieron aun más feas cuando se acercaron las fechas en que Marta y yo deberíamos volver al colegio. Con aquello no habíamos contado. Además, y por si fuera poco, mamá empezó a decir que quería ir al pueblo, que se aburría de estar todo el día en casa y que necesitaba ver a alguien. -Pero mamá... -dijo Marta ante su insistencia-. Ellos no te quieren. -¡Qué estas diciendo! ¡Quién no me quiere! -Ellos... Los del pueblo... Todos menos Marta y yo -dije apoyando a mi hermana. -Pero... ¿qué pasa? ¿Es que dicen algo de mí? ¡Dime, Miguel! ¿Por qué no queréis que vaya? ¿Qué dicen de mí..? -Ellos te desprecian, mamá. No te quieren. En aquella ocasión se puso furiosa. Por la noche Marta se metió a dormir en mi cama. Me dijo que tenía miedo, miedo de mamá. Se despertó de madrugada bañada en sudor y temblando violentamente. Me rogó que mirase debajo de la cama, y aunque por nada del mundo se lo hubiera confesado, tenía miedo de hacerlo. Ante su insistencia incliné la cabeza bajo el jergón, pero tenía los ojos cerrados. A la mañana siguiente encerramos a mamá en el sótano. Fue mediante engaños, y a mí y a Marta nos partió el alma actuar así, pero no podíamos hacer otra cosa. La alimentaríamos a través del ventanuco que comunicaba a ras de suelo con el jardín. Durante el día pondríamos delante de él una caja para que nadie que por allí merodease pudiera oírla. Desde que la encerramos comenzó a dar unos berridos horribles que nos ponían la carne de gallina. Nos amenazaba con castigos crueles, pero nada de eso era comparable a los momentos en que, entre sollozos, nos preguntaba por qué le hacíamos aquello, qué nos había hecho para comportarnos así con ella... Nuestros oídos se fueron acostumbrando a sus gritos destemplados -que yo oía hasta en mis sueños-, a sus imprecaciones y amenazas. Cuando la llevábamos la comida intentábamos calmarla, y a veces nos acercábamos hasta la puerta del sótano y pretendíamos apaciguarla con frases cariñosas pronunciadas con la dulzura de que un niño que ama a su madre sólo es capaz, pero era como intentar derribar un muro a cabezazos. No había ningún lugar de la casa al que no llegaran sus lamentos. Pasaron los días, y cada vez sus chillidos fueron más débiles, hasta que se convirtieron en un continuo y apenas audible murmullo quejumbroso. A veces mi hermana me miraba afligida. -No temas, Marta... Aunque ya no lo sabe, mamá nos sigue queriendo. ** Juan Antonio Montil Goy, escritor español residenciado en Zaragoza. Dirige la sección de música y literatura en la revista Mundo Clásico (http://www.mundoclasico.com). jmontil@jet.es. === Pasaje del signo (extractos) Graciela Wainbuch =================== (Nota del editor: recientemente apareció el poemario Pasaje del signo, de la argentina Graciela Wainbuch, del cual ofrecemos hoy a nuestros lectores algunos extractos). "Acaso sea poco lo que queda: la inquebrantable fe, el insistente amor, las ataduras con todo lo imposible". Olga Orozco. Hecha de bordes y principios que hacen y deshacen las sombras, acuciada por el tiempo envuelta en secretos Soy Yo, Graciela atada a este nombre Resistiendo. *** Nadie sabe de mí: de las horas perdidas dónde estuve en quién pensé. Nadie sabe de mí: de la pena del corazón seco. Nadie sabe de mí escondida tan hondo que no me encuentro. *** Algo salió de mí sin pedir permiso. Algo que me dejó de pie incapaz de levantar vuelo. Si pienso: salió el amor se desata la tormenta. Algo o alguien salió de mí: qué entró nadie lo sabe. *** Ser pasto verde arrollada en la sombra de las hojas, envuelta en el olor de la retama. Ser irónicamente mía lejanamente tuya partiendo. *** Fue un pliegue en tu abrazo, una mueca en tu silencio, presencias invisibles. Me fui haciendo tenue, vacía de nosotros. Tiempo que pasó y yo sin darme cuenta detrás de un vidrio opaco. *** Sola, bajo el cielo que sostengo sin voz, sin rostro después de un lento aprendizaje marcial. Porque hubo una guerra. No sé si la perdimos pero sí que algo cambió para siempre. *** Eran verdes y oscuros se aclaraban con el sol, brillaban pura curiosidad alegría porque sí. Era un tiempo sin recuerdos sólo principios. *** Aquellos días cobijaban el futuro. Cualquier cosa podía suceder todo pasaba entre sus manos delante de sus ojos. Turbada, recuerda la pasión de aquellos días donde apenas un roce los desnudaba. Y el amor siempre cerca esperando para soltarse. *** La distancia recrea el amor. Nacen buenas intenciones, caricias, que preparan el reencuentro. Sin embargo, desde la sombra una mano rompe el espejo. *** Algún día cuando él llegue ella no va a estar: todo el arsenal de su mirada en otro puesto. Se preguntará ¿por qué se fue? ¿por qué lo dejó solo? No hay respuesta: sin pensarlo, se fue. Así nomás como si fuera otra. *** Se acabó el tiempo de las flores, de las cerezas oscuras, crujientes para morder entre besos. Él llega como un rumor de tormenta y ella, más que nunca se siente perra maldita. Se queda inmóvil como un lagarto tratando de escuchar otro sonido. *** Tendría que cerrar la puerta con candado, romper las cartas, las fotos que fueron dibujando nuestra vida. Abrir la ventana y volar. Pero el amor vuelve a hacerse en la derrota, el borde de una herida, en la piedad que vacila y calla. *** ¿Palpás el aire? El ruido del liquen, ¿Ves la sombra que dibuja en la noche? Lo fugaz del encuentro, la insistencia de la duda. ¿Sentís en el cuerpo la brisa, como una distracción? ¿Palpás el aire? *** Rompió los espejos, buscó cómplices para sonreír en el atardecer, mientras el sol cae vertical sobre la tierra. ** Graciela Wainbuch, escritora argentina nacida en Buenos Aires. Ha publicado los libros El camino (1980), Por disimular que estoy flotando (1989) y La que dibuja el borde de los cuerpos (1994) y varios de sus poemas han sido traducidos al francés. Es coordinadora grupal y Presidenta de la Fundación Mayorazgo para las Artes y Ciencias, que funciona en la ciudad de Paraná. grajor@relay2.impsat1.com. === Trilogía del desvarío Bruno Kampel =============================== *** 1. La demencia de la cordura Se despertó no muy bien dispuesto. De hecho, como de costumbre en los últimos meses, el reloj despertador, además de traerlo de vuelta a la realidad, desencadenaba un diluvio de urgencias que había que atender, una por una. La primera, indispensable para poder continuar con el día que comenzaba, era saltar de la cama en cuanto el despertador sonara, ir corriendo hasta el guardarropa y abrirle las puertas rápidamente, intentando sorprender a los fantasmas que allí pasaban la noche. Infelizmente, sin éxito. Por lo menos hasta hoy. Sí, estaba convencido de que entre los pliegues de las horas que la madrugada fabrica, y aprovechándose de su torpor somnoliento, los fantasmas invadían su armario y allí pasaban el tiempo planeando su muerte. Se había entrenado para levantarse de la cama ni bien el primer "riinng" del despertador sonase, y sin pérdida de tiempo abrir las puertas del ropero, pero, la verdad sea dicha, los fantasmas hasta ahora habían sido más rápidos que él, porque no había podido agarrarlos con las manos en la masa. Después de verificar que el guardarropa no significaba un peligro para él, fue al baño y se puso de espaldas al espejo, para que éste pensara que no tenía intención de reflejarse en él. Ni bien el espejo confiadamente bajó su guardia, se dio media vuelta y, con un aire triunfal en sus mejillas, empezó a afeitarse. Mientras lo hacía, no dejaba de espiar de reojo la cesta de la ropa sucia, porque sabía que también allí los fantasmas le habían tendido una trampa mortal. Felizmente, hace tiempo que había descubierto que si abría el cesto de la ropa a las 7 y 17 en punto, nada de malo le ocurriría. Se felicitaba por su inteligencia y percepción, ya que sin ellas, estaba seguro, hace mucho que hubiera perdido esa guerra sin cuartel que le habían declarado. Una vez duchado y vestido, quedaba pendiente el desayuno, y la cocina fue el lugar para el cual dirigió sus pasos, en un ritual que se repetía cotidianamente. Una vez allí, y mientras el pan no se tostaba y la leche no hervía, apoyó una silla en la puerta del horno, porque sabía que también allí estaban, esperando por cualquier descuido de su parte. Terminado el desayuno, volvió al baño, y como despedida antes de salir, introdujo la cabeza en la máquina de lavar ropa y gritó sus consignas para ese día: -¡La reina del Paraguay es la prima de la enema del general! ¡El edificio se niega a someterse a la educación sexual! ¡Quiten las manos del pubis del Canal de la Mancha! Después de esas tres, y gritando tanto que casi se quedaba sin voz, dio sus últimas instrucciones: -¡Los genitales del coche exigen nuevos amortiguadores! ¡Estrangulen a todos los sinpescuezos! ¡Basta ya de sepulturas dietéticas y de postres cibernéticos! Quitó la cabeza de dentro de la lavadora, agarró el paraguas que dormía en la cama de la asistenta que no tenía, abrió la puerta y salió. Aunque vivía en el octavo piso, sólo usaba la escalera, porque estaba al tanto del pacto firmado entre el ascensor y sus enemigos. En cada piso fue abriendo las pequeñas portezuelas de los contenedores de la basura, para saber si estaba siendo seguido. Llegó al garaje y, antes de entrar en el coche, cumplió con todas las instrucciones que había aprendido para descubrir si los fantasmas se habían infiltrado en el vehículo. Dos saltos sobre el pie izquierdo, el dedo meñique en la nariz, un meneo rápido de la cintura, y la palabra mágica mashishumiklin repetida 7 veces. Después, un poco más tranquilo y seguro, entró en su coche y dio partida al nuevo día. La distancia a recorrer no era mucha, y durante el viaje se divertía mirando por el espejo retrovisor a las fantasmas que corrían atrás del automóvil. Aceleró, y así los perdió de vista. Hoy -pensaba- era uno de los días que menos le gustaban, porque tenía que ir a la consulta en la clínica psiquiátrica. La verdad es que no le encontraba gracia, pues no creía en ninguno de los tratamientos, ya que estaba segurísimo de que la locura no existe. Llegando a la clínica salió del coche, se arregló el nudo de la corbata que no usaba, y silbando una letra sin música abrió la puerta y entró. Y ni bien lo hizo, tuvo su primera rabia del día, ya que, aun llegando tan temprano como siempre ocurría, jamás conseguía ser el primero. La sala de espera ya estaba repleta de pacientes aguardando la hora de ser atendidos. Miraba para todos los lados sin saber qué hacer, hasta que la enfermera-recepcionista se acercó, y con una sonrisa en los labios lo recibió con la frase que él ya conocía de memoria: "Buenos días, doctor Alfredo. En cuanto esté listo avíseme, que hago pasar a su primer paciente". *** 2. La insensatez de la locura Era una oportunidad que no dejaría escapar. Hacía mucho tiempo que lo tenía todo planeado, y finalmente las circunstancias le habían sido favorables. Cerró con llave la puerta de la habitación. Tomó el teléfono y se comunicó con la Recepción, pidiendo que no pasaran llamadas hasta nuevo aviso. Se dirigió hacia la silla, y se sentó frente a frente, mirándose en los ojos, como hacía mucho no sucedía, y sin más retrasos, dijo: -Te guste o no, lo quieras o no, diré ahora todo lo que he callado durante los últimos años. Y será un monólogo que tendrás que escuchar, sí o sí, y no aceptaré ningún tipo de interrupción. Pequeñas gotas de sudor se acomodaron alrededor de sus labios, los cuales, como que anticipando el resultado del encuentro, temblaban imperceptiblemente, imitando las cuerdas del violín. -Vengo aguantando durante años tus promesas de que mañana será mejor; de que las cosas serán como las soñamos. He asistido impasible a todos tus fracasos, y escuché pacientemente todos tus arrepentimientos. Simplemente, te lo digo en pocas palabras: estoy harta. Sí, de ti. De tus mentiras y mentirillas, de las falsas esperanzas. Y esto tiene que terminar para siempre, porque no puedo ni quiero tolerar más tus idas y venidas, esta eterna falta de amor, esta ausencia de todas las esperanzas que siempre dijiste que se harían realidad. ¡No puedo más, ¿entiendes..?! Esa última frase la gritó, pero al recordar que no estaba en su casa sino en la habitación de un hotel, bajó el tono, aunque su voz ya no era la misma con la que había comenzado. La culpa, pensaba, era de la respiración entrecortada, del calor, de los nervios, pero, principalmente, del saber cómo terminaría el monólogo tantas veces ensayado. Tomó un sorbo de agua, como tratando de ganar tiempo para recuperar el equilibrio, y después continuó, como si cada palabra que pronunciase fuera una sentencia condenatoria, un peso que le quitaba de encima a su angustia existencial. -¡No puedo más, ¿entiendes..?! No quiero ser una víctima más de tus fracasos. No permitiré que de nuevo hagas todo lo contrario de lo que prometes hacer; que mientas cuando debes decir la verdad; que fracases cuando tienes todas las de ganar. Porque sabes muy bien quién sufre siempre las consecuencias de tus actos. Quien paga soy yo; quien pierde soy yo. Y ya estoy harta. Hartísima. Hasta la mismísima coronilla. ¡No y no y no! ¡Nunca más, ¿me oyes..?! ¡Nunca más! Aún no terminara de pronunciar las últimas palabras, y actuando de forma incontrolada, como si se hubieran abierto las compuertas de un dique que estuviera a punto de estallar, se levantó intempestivamente, totalmente fuera de sí, y movida por una urgencia inaplazable e intransferible, corrió hacia la cama sobre la cual dejara su cartera. Alucinada, la abrió y retiró la pequeña pistola con la cual, sin titubear, le disparó a quemarropa. Antes que el eco del tiro dejara de flotar en el aire, giró la pistola y, apoyándola en su corazón, hizo el definitivo gesto, apretando el gatillo por segunda y última vez. Una hora después, estudiando la escena del crimen, el investigador policial confirmaba: -Ella tuvo una muerte instantánea. No me cabe la menor duda que se trata de un suicidio. Lo que no consigo comprender es la razón que tuvo ella para, antes de matarse, pegarle un tiro al espejo. ¡Uno ve cada cosa..! *** 3. La locura de la locura Saltó de la cama con la desesperación imponiéndole el ritmo. Corrió hacia el guardarropa con la urgencia de los que deben comprobar asuntos de vida o muerte, y entornando los párpados, se paró frente al espejo que colgaba de una de las puertas. Contó hasta diez y luego abrió los ojos de par en par, e inmediatamente se dio cuenta que la pesadilla no había terminado. Sí, lo único que veía reflejado era un patético grito de dolor pungente, el cual, riéndose sin piedad de los ojos que lo seguían, aullaba sin apuro en un rincón del espejo, emitiendo una sonoridad dodecafónica que tan sólo el eco de la angustia más profunda podía entonar con tal maestría. Tembló de miedo del grito que la contemplaba, y la incertidumbre, al darse cuenta, se sumó al monólogo en blanco y negro que el espejo declamaba sin palabras. Empezó a sudar, y el grito aceptó el desafío, mientras mostraba una desesperación que hasta entonces hibernaba enterrada entre las cicatrices de la noche. Lloraba de angustia, y el grito lo hacía de rabia, y la perplejidad -recién llegada- asistía al duelo, mientras la madrugada espiaba por la ventana sin darse por aludida. Cerró los ojos, pero demasiado tarde, ya que el alarido, en un salto acrobático, le atrapó la garganta y allí se instaló soberano, despedazando el silencio del amanecer en la habitación 22 de la clínica psiquiátrica. Murió gimiendo, una muerte totalmente afónica, y las impresiones digitales del grito asesino se desvanecieron en el mutismo sepulcral de la palidez cadavérica, mientras la mañana se desperezaba despreocupadamente, y la enfermera ordenaba el cambio de sábanas, en la expectativa de la llegada de un nuevo paciente. ** Bruno Kampel, escritor argentino nacido en Río de Janeiro y criado en Buenos Aires. Cursó estudios de Derecho, de Marketing y de Comercio Exterior. Consultor de Marketing Internacional. Escribe desde muy joven, habiendo publicado cuentos cortos, poesía, y artículos periodísticos relacionados con la política internacional. Actualmente reside en Suecia. bhlc@hotmail.com. === Textos Ramiro Sanchiz ============================================ *** Llegada Es la tarde guardada que ya se estremece de sólo pensar en el crepúsculo. Hay alguien que trenza agua y rosas, hay un perfume que nace muerto. El eterno regadío arranca ásperos aromas del hormigón caliente. Zumban ebrias avispas agitando el calor; hay leves caricias apenas coloreadas entrelazándose por doquier en un vasto y flotante encaje de aromas, una mesa de piedra que cede triste ante la parra de pequeños movimientos, una sombra abrazada por los jazmines y tarde o temprano todas estas cosas sabrán que es un manto de oscuridad quien los guarda de la espuma salada de la noche. ¿Cómo se llama la ausencia solitaria que sentada en el césped canta la caída del sol? Todos la odian y temen, y se sirve de un coro, metafísicamente de estatuas blancas sobre el verde, y un cielo que celestea el nuevo gris. El mundo es el mosaico del perpetuo avance de las sombras. Acaban la ceremonia, la resignación y el juego. Rápidamente se ha hecho un agitado mar oscurecido, saludado por la secreta metamorfosis de los árboles, ahora guardianes enormes. Hay, finalmente, alguien que, asustado ante el súbito olor de la arena y el rumor del oleaje, nos llama desde adentro de Casa, que nos guarda de la flotante Luna. *** Eucaristía Hay algo que nos arrastra hacia el mar y es el mar. Desde cualquier parte de la Ciudad sentimos el llamado y obedecemos, nos dejamos introducir y nos disolvemos llenándonos de la religión que nace de las olas, de la oscuridad del agua, del reflejo de la luna y las estrellas. Somos, así, peces que miran con mente de hombre el sagrado y secreto principio del tiempo, buceamos en la profunda tiniebla azuloscura de los enigmas más básicos, que nadie ha planteado en la sequía de la tierra. Así, tantas veces, nos hemos proclamado adoradores del agua... Pero surge a nuestras espaldas el sol, y ¿cómo seguir negándolo? Nos basta con recordar el cine de nubes que se trocan ángeles y carruajes, castillos y pagodas, cazadores y presas; nos basta con recordar el centro-joya de las sombras que se irradian, nos basta con recordar el primitivo lago de luz donde se sume la ciudad, nos bastan las fogatas, luces en la luz, que tan tiernamente dioses menores nos señalan al padre, que nos trazan nuestra peregrinación hacia el resplandor, hacia el reino y la gloria, la fuente de toda verdad... El mundo será entonces el diálogo divino entre el sol y el mar, el crepúsculo intermedio que enfría la luz y que tiñe de sangre u oro al líquido donde nos sumimos. Hemos encontrado, hermanos, nuestro dios. *** Tarde del 25 de diciembre, 1998, con alusión a James Morrison Pálido, todo el mundo aplastado por la luz: Las casas perfectas ruinas, ruinas ocultas bajo fachadas muertas e intactas. Escaleras, acrópolis, ropa tendida, verano pudriéndose tórrido en los bordes de los segundos... Falsa eternidad de horno. Es la luz de un sol equilibrado justo antes del crepúsculo (un bostezo lo precipitaría pero no). El discurso del vapor invisible, el vaho, a sí mismo es una arenga; desde el púlpito, el sacerdote-vapor intenta conmover a la vapor-manada, que se cierne sobre las calles. No hay, empero, nubes, y los niños juegan tranquilos, "waiting for the summer rain". ...Todo nada en el resplandor (parece imposible que haya un mundo rodeando esta calle y estas casas), el calor es un dios celoso que intenta, abrazándolos, atrapar la atención de los árboles inmóviles, vueltos, adoradores, al sol. Y finalmente las sombras se extienden sobre la fina pantalla. *** Simetría Viniste a mí con tu costado atravesado por un recuerdo, sangrando tiempo que recogí después en mis manos: Impasible lo vertí un cáliz del que bebí (yo que nunca tuve corazón), y ahora soy tu eternidad de sufrimiento, ahora que he añadido otro velo a mi rostro y el diseño que soy se acerca un poco más a la Belleza. Celebro mi bebida esparciéndome cazador por algún bosque, plaga destructiva sobre cada árbol y cada animal, y culmino mi partida refugiándome en un castillo que da al infinito desnudo y revelado, los dioses de los árboles disolviéndose en mi sangre, y este es el momento donde tú regresas, arrastrándote vampíricamente y bebes, secreta venganza, ceremonia sublime, equilibrio. ** Ramiro Sanchiz, escritor uruguayo nacido en 1978. maldoror@internet.com.uy. === Reloj de Dios: o una épica postmoderna Estuardo Prado ============ Ya está cerrando la tienda y son las seis y cincuentiséis. Han pasado cuarenta y tres personas en los últimos cincuenta y tres minutos -veinticuatro mujeres, siete niños y doce hombres, de acuerdo a mis apuntes-; ya con estos datos podré calcular el momento y el ángulo preciso para acercarme a la tienda de relojes y poner la bomba. Veamos... si el tiempo en el que pasó cada persona sobre la cuadra fue de unos treinta segundos, o sea el temporalis individualis, eso me indica que el tiempo total, el totalis tempoaurum, del paso de todas las personas fue de mil doscientos noventa segundos, o sea veintiún y medio minutos, más los cincuenta y tres minutos que pasé contando, divididos entre el primer factor da como resultado el tiempo vivencialis aeternitatis, que es dos punto veinticinco horas para iniciar el ataque... o sea, exactamente a las ocho con once minutos. Aparte de esto tengo que calcular el ángulo del ataque para poder acercarme en una línea inclinada de x grados a la hora exacta, para poder ser así completamente invisible para todos. Si tomo a los doce hombres como distantis universalis poderosus, a las mujeres y a los niños no puesto que ellos no cuentan como humanos, cuya raíz cuadrada es... tres punto cuarenta y seis; sumado a la raíz cuadrada de las quince tapaderas de los contadores del agua sobre esa banqueta, que es de tres punto ochenta y siete; me da una hipotenusa de... veamos, tres punto sesenta y seis, multiplicado por el número de postes de luz que iluminan la calle las cuales son seis... no, uno está con el foco quemado o sea que son cinco, me da dieciocho punto treinta y dos metros, lo cual es la distancia que tendré que caminar de una banqueta a otra para ser tan ligero e invisible como el aire... lo que me indica que tendré que correrme tres y medio metros más de este lado de la banqueta para poder caminar en un ángulo aproximado de setenta grados para recorrer los dieciocho punto treinta y dos metros exactos del inicio del punto de ataque al blanco destinado. Son las siete con catorce minutos y treinta y ocho segundos, lo que me deja un tiempo de cincuenta y cinco minutos con veintidós segundos, o mejor dicho dieciocho segundos por los cuatro que ya pasaron. L. se levantó de la banqueta guardando la libreta de cálculos, la calculadora y el lápiz en su Field Jacket. Se dirigió a una cantina que estaba en la cuadra anterior, no sin antes contar cuántas estrellas se podían ver desde donde estaba, lo que le indicaba que se podría tomar cuatro cervezas y tres diazepanes para ponerse a tono con el universo, por eso de que la ley natural es el reflejo de la ley divina, pues por lo fuerte de las luces del alumbrado publico sólo pudo ver seis puntos luminosos, él siempre le asignaba dos unitatis destinatatis a Júpiter, por eso fue que llegó al número siete. Veintitrés minutos después -o, como L. diría, veintitrés minutos con cuarenta y cuatro segundos después-, ya en la cantina, recordó cómo es que Dios le habló la primera vez. Se encontraba tirado afuera de una cafetería china ya casi al amanecer, cuando sintió cómo alguien o algo le estaba jalando las botas. Al abrir los ojos, aunque vio todo desenfocado y nebuloso (especialmente con el ojo derecho, pues todo ese lado de la cara la tenía untada de vómito), pudo ver la figura de un hombre como de unos treinta y tres años, de pelo y de barba negra y larga, al que pudo reconocer de inmediato. Era el mismísimo Jesús que le estaba sacando las botas a jalones. De primera le pareció extraño que si era Dios y todo lo tenía, para que quería sus botas. Pero bueno, se dijo, los caminos del Señor no son los del hombre y quién podría comprenderlo... Algo así se recordó que era la cita bíblica que de alguna manera se le había fijado subliminalmente, puesto que siempre iba bien borracho o engomado al culto los domingos. Jesús por su lado al verlo levantar la cabeza de entre la posa de vómito le dijo, sacando una llave de tubos de entre su champa: "Si no me haces caso te quiebro el culo, pisado". Lo que menos quería era no hacerle caso al Señor, especialmente al verlo con su báculo de buen pastor en la mano y su divinidad que se manifestaba de una forma violenta en su rostro. "Quítate el reloj, hijo de puta", le dijo Jesús, asombrándolo cada vez más con el poder que el Señor mostraba. En sus palabras encontraba sabiduría y un conocimiento total, pues sólo Dios sabría que de hecho su mamá había sido una puta barata de la línea del tren. Al recibir Jesús el reloj le dijo: "Esta mierda no vale ni un moco cerote". Por su parte, L., al ver que a Dios no le complacieron sus ofrendas, le ofreció hasta su pantalón al Señor, el cual lo rechazó diciéndole que para qué quería ese pedazo de mierda todo cagado y miado. Cuando vio al Señor que se iba con sus botas, pues el reloj era tan chafa que lo tiró de vuelta hacia la posa de vómitos sobre la acera, trató de levantarse, para seguir a Dios y poder preguntarle cuál era el sentido de su vida, pero cayó de nuevo al piso dándose un gran golpe en la cabeza con la grada de la entrada de la casa de enfrente, perdiendo el conocimiento. Al despertarse en una camilla de algún hospital público, L. recordó cómo el Señor se le había aparecido, estaba feliz porque Dios lo había elegido a él de entre todos los pecadores, para hablarle y darle una misión -aunque en ese momento no sabía todavía cuál era- pero estaba seguro de que era una misión importante, él sería algo así como un nuevo Moisés o tal vez un Isaías. Comenzó a gritar que había visto a Dios y que éste lo había escogido, atrayendo las miradas atónitas y los "¡Shoo, cerote!" de todos los demás pacientes en el área del hospital. Tenía que ponerse en marcha. Dios lo había llamado, no podía perder tiempo, así que se levantó de la camilla y salió corriendo del hospital tan rápido que nadie pudo parar al extraño hombre que gritaba "¡yo soy el elegido!", con la cabeza vendada y con su bata verde abierta por detrás por donde enseñaba la raya del culo. Pasó varios días en la champa en donde vivía pensando -solo ya, pues la puta con que estuvo algún tiempo se fue a vivir con un vendedor de crack del Gallito, dis que pa tener un futuro y todas esas mierdas que piensan las mujeres- hasta que en el día cuarenta de haber estado allí sin comer nada, purgándose para que el Señor le revelara su misión más claramente, al salir volando uno de los cartones del techo por los ventarrones que habían por esos días entró un rayo de luz divina que lo cegó. De primero tuvo mucho miedo pues pensó, por la gran puta ojalá que Dios no me deje ciego como cuando se le apareció a San Pablo en el camino a Damasco. Pero bueno, qué pisados, es Dios el que viene a mí, no importa si hasta los huevos me quita como a los del Heaven's Gate que ya van en un ovni atrás del cometa rumbo a la Nueva Jerusalén. Se quedó en silencio viendo a la luz durante varias horas, esperando oír la poderosa voz de Dios, pero no escuchó nada. De pronto se fijó en cómo las partículas de polvo se movían haciendo patrones cambiantes entre el rayo de luz, L. se tiró al piso pidiéndole perdón a Dios que llevaba ya horas hablándole a través del polvo que volaba en la luz; por ahora, pensaba él, Dios ya debe de estar como la gran puta pues ya llevaba mucho tiempo de estarle hablando sin que se hubiera dado cuenta. Allí fue cuando comprendió que Dios le hablaba en todo momento, pues él era su elegido, en cualquier forma de relación numérica como la disposición de las casas y los patrones que éstas forman, en las piedras de diferentes colores en el piso de granito del templo evangélico, o en la cantidad de pelos que Dios le permitía contar en el sobaco o en la pusa de alguna prostituta (que por cierto le cobraban hasta el triple por tener que estar allí echadas durante horas sobre el catre, mientras L. le contaba los pelos y calculaba su relación con la forma y la posición del clítoris de la puta). Allí sentado sobre su propio excremento, al ver los patrones y contar la cantidad de partículas que veía que Dios hacía pasar frente al rayo de luz en su champa, se dio cuenta de que el Armagedón era inminente (y no era el estreno de ninguna película), la ira de Dios ya había alcanzado casi a darle un derrame al Cerebro Divino, o por lo menos una parálisis facial. Se acordó que en la Biblia había leído de la gran ramera, que vendría al final de los tiempos, esa seguramente era la Shakira (una puta que encontró una noche bien bolo y que después de habérsela cogido por el culo, se dio cuenta que no era la Shakira, sino que el Shakiro). Esa, o mejor dicho ese, era la gran puta babilónica, que por cierto lo llevó a causarle a él mismo el más intenso dolor que alguna vez había sentido, al tener que meter la verga en una palangana llena de alcohol para matar al sida que ese hueco seguramente le había pegado al chiquitearlo. También pensó que en el "Apocalipsis" decía que algo así como un vergazo de animales sobre la tierra morirían al romperse uno de los sellos del juicio final. Ahora ya sabía por qué en los últimos meses había visto más perros y gatos destripados en las calles por los carros que pasaban. Ahora ya sabía que no era una ola de secuestros la que se había desatado en la ciudad, sino que más bien era "El Rapto" antes de la venida de Cristo. Jesús le pidió su reloj aquella noche y vio que ese no era el que el Señor quería, así que estaba buscando otro. Diciéndole que había que encontrar un reloj. Fue allí en donde todo se aclaró, L. se dio cuenta de que Dios le estaba indicando que él era el Ángel exterminador (aunque no podía volar pues ya varias veces se había subido a algún segundo piso, dándose un severendo vergazo al caer al suelo). Seguramente Dios no quería que desplegara sus alas divinas para que no llamara la atención y que lo sacaran fotografiado en el "Extra", pues esto pondría en peligro su misión: la cual era EL DESTRUIR EL MUNDO. Comprendió que Dios, al iniciar la historia, había hecho algún reloj -para que el tiempo empezara a correr-; por eso fue que Jesús le pidió el suyo, para que por medio de parábolas entendiera. Desde ese día, L. comprendió lo que tenía que hacer. Encontrar el reloj del tiempo universal (el relojus hacetatis tiempous et mundis) y destruirlo para cumplir con el designio divino. Con la bomba que pondría en esa relojería -exactamente a las ocho con once minutos, para contar con la protección divina- sería la cuarta relojería que destruiría. Atacaba relojerías, pues así era más fácil y efectivo el destruir todos los relojes en el mundo, hasta encontrar el "Reloj de Dios". Pues de primero había pensado romper todos los relojes que llevaban las personas en la calle. Sólo que esto costaba mucho, pues ya varias veces más de algún pisado le había montado verga en la calle al pensar que L. no era el Ángel exterminador, sino que un simple ladrón hijo de puta. Hasta con las señoras era difícil pues empezaban a gritar al arrancarles el reloj de pulsera, teniendo que correr como el diablo bajo una lluvia de balas, pues algún policía a veces estaba allí para impedir los deseos del Señor. Ya son las ocho en punto, ya casi era la hora de cumplir su misión divina. Con toda solemnidad, por lo menos la que las cuatro cervezas y los diez diazepanes -pues se pasó de la cuenta porque agarró furia- le permitieron. Salió como Abraham o Juan Bautista al desierto a cumplir con su misión. ** Estuardo Prado, licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad Rafael Landívar, nació en Guatemala en 1971. Ha publicado el libro de cuentos La estética del dolor y es fundador de Editorial X, proyecto en el que apoya a escritores de contracultura. efprado@infovia.com.gt. === El buzón de la Tierra de Letras ======================================= *** Cuentos sobre la muerte 1 de marzo de 1999 Yo apenas he publicado 2 cuentos en una edición interna de 250 ejemplares; no sé en realidad qué tan buenos son, pero en los que estoy escribiendo, a veces me quedo empantanada en el clímax y no encuentro una forma natural para el desenlace; entonces el cuento queda "flojo". La mayoría de mis cuentos versan sobre la muerte, pero, aparte de Quiroga, no sé qué otros autores leer. ¿Quiere darme algunas sugerencias para lograrlo, además de autores que escriban cuento de este tipo? Agradeceré mucho su respuesta. Refugio Pérez Ruelas (rperez@www.imp.mx) *** Libros de Miguel Otero Silva 7 de marzo de 1999 Hola, qué tal. Me llamo Manuel Álvarez, soy un estudiante de la USB, y en clase de ciencias sociales me pidieron que tratase de conseguir en la Web alguna información o algún ensayo acerca de Casas muertas o de Oficina Nº 1, para poder discutirlos en clase junto con otros textos argumentativos. Estaría muy agradecido si ustedes me pudiesen proveer esta información, y si hay algo que yo pueda hacer por ustedes, y está a mi alcance, yo con gusto lo haré. Manuel Álvarez (malvarez9@usa.net) *** Material sobre la escritora Ana de Belén 9 de marzo de 1999 Hola: Soy un estudiante de Filología Hispánica y en uno de los seminarios en los que trabajo, Literatura Erótica Española, me han encargado hacer una comunicación sobre una escritora: Ana de Belén. No tengo apenas referencias de ella. Me han informado que alguna vez ha publicado algo en vuestra página. Os agradecería si pudierais proporcionarme alguna información sobre ella, especialmente qué editorial suele publicar sus trabajos, para poder comenzar mi trabajo. Supondría una gran ayuda para mí. Sin nada más por el momento, me es grato enviaros un cordial saludo. tcollantes@fagorelectronica.es L: Lamento informarle que realmente no ha aparecido nada en Letralia sobre la autora a la que hace referencia. Publicamos su carta, sin embargo, en la esperanza de que alguno de nuestros lectores pueda ayudarle. *** La casa de Bernarda Alba 14 de marzo de 1999 Me encanta Federico García Lorca y me han hablado mucho de su obra teatral "La casa de Bernarda Alba". Quisiera saber si le es posible enviarme por correo electrónico los siguientes datos: orden en que aparecen los personajes; características de cada personaje; de ser posible, un breve resumen. Gracias por su apreciado tiempo. Bladimir (damonet@codetel.net.do) === Post Scriptum ========================================================= "Los escritores nos entendemos más de lo que parece los unos a los otros en medio de nuestras desesperadas soledades". Luis Britto García, "Galardonado y satanizado". En El Nacional, http://www.el-nacional.com (1999). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviar algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. 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Barquisimeto, Lara, Venezuela. Telnet a obelisco.ucla.edu.ve o a 150.186.96.4. Login: bbs Sendanet BBS ftp://ftp2.sendanet.es/ftp/letralia. España. SSDA Boletines electrónicos argentinos adscritos al Sistema de Soporte de Distribución de Archivos, a donde Letralia es subida por Horacio Massimino (dodo@mail.cano.com.ar). Si usted ha subido las ediciones a algún otro sitio dentro o fuera de Internet, por favor háganoslo saber para incluirlo en esta lista. ########################################################################### La edición en texto ASCII de Letralia circula en forma de lista de correo como un servicio de la Red Académica e Investigativa Española (RedIRIS, http://www.rediris.es) a la Comunidad Hispanoamericana de Internet. 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