~~~~~~~~~~~~~~~ Año XI Cagua, Venezuela Nº 152 ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ http://www.letralia.com ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ 6 de noviembre de 2006 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras, es ~~~~~~~~~~~ la revista de los escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos en Internet. ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a info@letralia.com ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ === Sumario =============================================================== | “El optimismo de las letras venezolanas”, Jorge Gómez | Editorial Jiménez. | | Música y teología. / Las voces secretas. / Cora y Pedro | Breves en los Miércoles Literarios. / Las sombras de Fuster. / | El viaje de Lecuna. / Portela en claroscuro. / La | narrativa venezolana en un coloquio. / El arranque de | Ficcionaria. | | Presentan el segundo número de la revista-libro Palabras | Noticias Escritas. / Mario Vargas Llosa recibe el premio Maria | Moors Cabot. / Anunciados ganadores de los premios de | literatura del Inba. / Falleció el poeta chileno Gonzalo | Millán. / Entregan en España premios nacionales. / | Retirado el nombre de Juan Rulfo del premio de la FIL. / | Gloria Cecilia Díaz obtiene el premio Ediciones SM. / | Fallece el escritor mexicano Rafael Ramírez Heredia. / | Blanca Varela no podrá viajar a Granada. / Edición | especial de Cien años de soledad publicará la RAE. / | Bibliotecas españolas deberán pagar canon por prestar | sus libros. / Más de cien mil visitantes recibió Filuc. | / Presentan en el Cervantes de Pekín libro de Wilfredo | Carrizales. / Premio Herralde de Novela para el | venezolano Alberto Barrera Tyszka. / No será suspendido | el Encuentro de Mujeres Poetas en Oaxaca. / Filven | desarrollará actividades en toda Venezuela. / Literatura | y periodismo, tema de la Feria de Puerto Rico. / | Revistas argentinas de poesía se reunirán en la | Biblioteca Nacional. | | “E.T.A. Hoffmann, el romántico magnetizador”, Vanesa | Artículos y Guerra. / “Nunca y siempre es tiempo de la poesía”, | reportajes Mario Amengual. / “Pan de muerto”, Triunfo Arciniegas. / | “Hemingway: Cuba era una fiesta”, José María Gatti. / | “Regissören, Alexander Ahndoril”, Hebert Abimorad. / “El | luminoso paraíso de los desplazados”, Joan Caparrós. / | “Morirás lejos: la verdad de la ficción”, Gustavo | Lespada. | | “Gioconda Belli: ‘La poesía me sobrepasa’ ”, Patricia | Entrevistas Venti. / “La soledad en la poesía de Denisse Vega. | ‘Escribir es mejor que ir al médico, una iglesia, | hablarse frente al espejo’ ”, entrevista por Leoncio | Luque Ccota. | | “Política, tecnología e imaginarios colectivos de | Sala de ensayo América”, Zenobio Saldivia Maldonado. / “Leer textos | literarios en el bachillerato (la paradoja entre la | lectura por placer y la lectura por deber)”, Armando | Segura Morales. / “El cuento en la clase de lengua y | literatura”, Miguel Díez R. | | “Mirar a los ojos”, Yvette Schryer. / Tres poemas de | Letras Reinaldo Ramírez Méndez. / “Monomanía”, Alejandro | Rodríguez Martín. / Poemas de Clarisa Caropreso. / “Tras | el espejo”, Hebe Leopardi. / Poemas de Daniel Beteta | Jiménez. / “Una pitada”, Augusto Gayubas. / “Las horas”, | Raday Ojeda. / “Crónica de una fotografía”, Francisca | Jara Uribe. / Poemas de Mara Romero. / “El nuevo Aleph”, | Esteban Lijalad. / Poemas de Roxana Ghiglino. / | “Montparnasse”, Adolfo Marchena. / “Tres poemas. | Parafraseando a César Vallejo”, María Rosa Perea. / “Mi | sesión de sauna”, Jorge Carmi K. / Poemas de Adolfo | Vaccaro. | | Tras la pista de Hiroma. / Dos libros para biblioteca | El buzón peruana. | | Camilo José Cela. | Post Scriptum | =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753 =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Premio Key Site Award, de Fortress Design, en mayo de 1999 http://www.fortressdesign.com =========================================================================== Premio a la Excelencia, de Exodus Ltd., en mayo de 1999 http://www.exodusltd.com =========================================================================== Premio Mejor Página de Poesía, de La Blinda Rosada, en julio de 1999 http://blindarosada.org.ar =========================================================================== Segundo lugar en los premios Lo Mejor de Punto Com, diciembre de 2004 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Lo Mejor de Punto Com, octubre de 2005 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2006, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Para suscribirse a Letralia, envíe un mensaje vacío a: letralia-subscribe@gruposyahoo.com Para desuscribirse, envíe un mensaje vacío a: letralia-unsubscribe@gruposyahoo.com También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.letralia.com/herramientas/listas.htm Ediciones anteriores: http://www.letralia.com/tierradeletras/archivo.htm === El optimismo de las letras venezolanas Jorge Gómez Jiménez ======= La semana pasada estuvimos en Naguanagua, como parte del programa de conferencias de la VII Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (Filuc, http://www.filuc.com.ve), a la que fuimos cordialmente invitados por el coordinador cultural, el escritor, editor y docente Rafael Simón Hurtado, para quien dirigimos desde aquí todo nuestro agradecimiento por sus atenciones y nuestras felicitaciones por el éxito de la feria, cuya clausura tuvo lugar ayer domingo. En esa oportunidad estuvimos en compañía del investigador Guillermo Cerceau, quien hizo un conciso y acertado esbozo sobre la historia del libro y sobre su papel en nuestra cultura. A nosotros nos correspondió hablar del futuro del libro, encarnado en la fusión de las nuevas tecnologías con la tecnología ancestral del libro que conocemos. Al término de nuestra conferencia permanecimos en el salón Arturo Úslar Pietri de la feria para disfrutar de la que, de seguidas, protagonizaron Fernando Báez y Marcos Barrera Morales en torno al desempeño de los intelectuales frente al poder, un tema que ambos autores han tocado ya; Báez en diversos títulos, incluyendo su afamada Historia universal de la destrucción de libros, y Barrera Morales específicamente en El intelectual y las ideas. Con Báez nos une un vínculo que ya casi alcanza la década, pues textos suyos han sido publicados en Letralia desde 1997. Al terminar su conferencia hablamos sobre diversos temas, uno de los cuales fue la irrupción, en la escena literaria, de jóvenes autores latinoamericanos y, en especial, venezolanos. Él mismo es un escritor exitoso, con un best-seller en sus alforjas, y aún no cumple los cuarenta; sin embargo, nos referíamos a autores que bordean los veinte años y ya hacen sentir su presencia, dando razones para el optimismo. Las letras venezolanas se están haciendo cada vez más frecuentes en la noticia literaria internacional, lo que por supuesto redunda de manera positiva en el discurrir del escritor a nivel local. El triunfo —anunciado apenas esta mañana— de nuestro Alberto Barrera Tyszka en el premio Herralde de novela, con La enfermedad, es el hecho más reciente de esa cadena de buenas noticias, las cuales sin duda alguna apuntalan el estímulo al oficio y se suman a las bases en las que se apoya el medio editorial para virar su mirada hacia nosotros. Barrera Tyszka es uno de los autores incluidos en la antología Las voces secretas, el nuevo cuento venezolano, que preparada por Antonio López Ortega acaba de ser publicada por Alfaguara y será presentada mañana martes 6 en el Centro Cultural Chacao. Una oportunidad para celebrar este éxito en compañía de varios de los autores emergentes de Venezuela. En el prólogo a otra antología de similares características, De la urbe para el orbe, el investigador y académico Luis Barrera Linares se confiesa obligado “a ratificar un fortalecimiento ya indudable de nuestra narrativa”, por lo que dice jugársela “por una nueva generación de narradores que viene con todos los hierros y a la que habremos de seguir con mucho esmero, sin prejuicios y con la actitud crítica que esperan de nosotros”. Sin prejuicios y con actitud crítica, pero además con mucho optimismo, vemos entonces el momento actual para la literatura venezolana. Jorge Gómez Jiménez, editor http://www.letralia.com/jgomez === Hablemos..., de Octavio Santana Suárez, en Editorial Letralia ========= Una colección de dípticos filosóficos, redactados en forma de diálogos, que abarcan temas como la filosofía, el hombre, la libertad, la política y el amor. Con prólogo de Antonio Núñez Ordóñez e ilustraciones de Nicolás Herrera, puedes leer o descargar este libro exclusivamente en Editorial Letralia, el espacio de libros digitales de la Tierra de Letras. http://www.letralia.com/ed_let/hablemos ||||||||||||||||||||||||||||||| BREVES |||||||||||||||||||||||||||||| Música y teología. La canción protesta latinoamericana y la Teología de la Liberación; estudio de género musical y análisis de vínculo sociopolítico y religioso (1968-2000), libro ganador del Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas en su segunda edición, será presentado este martes 7 de noviembre, a las 6:30 de la tarde, en la Sala de Teatro 1 de la Casa de Rómulo Gallegos, en Caracas. Escrito por Juan José Guerrero (Cobán, Alta Verapaz, Guatemala, 1953) y publicado en una edición conjunta por Monte Ávila Editores y la Fundación Celarg, la presentación correrá por cuenta de la investigadora Mirla Alcibíades, ganadora de la primera edición del galardón y miembro del jurado en la edición de este año; y de la periodista Yolanda Delgado, cantante de protesta. El evento contará con la actuación del Grupo Madera. La entrada es libre. http://www.celarg.org.ve Las voces secretas. Otro libro que será presentado este martes 7 de noviembre es Las voces secretas, el nuevo cuento venezolano, una compilación de narrativa de autores venezolanos que para el sello Alfaguara coordinó el escritor Antonio López Ortega. La presentación estará a cargo de Federico Vegas, autor de la novela Falke. Participarán el reciente ganador del premio Herralde de Novela, Alberto Barrera Tyszka (quien está incluido en la antología), Milagros Socorro, Armando Coll, Karl Krispin, Fátima Celis, Sonia Chocrón, Luis Felipe Castillo, María Celina Núñez, Miguel Gomes, Carlos Sandoval, Norberto José Olivar, María Ángeles Octavio, Luis Laya, Salvador Fleján, Juan Carlos Méndez Guédez, Juan Carlos Chirinos, Héctor Torres, Slavko Zupcic, Armando Luigi Castañeda y Roberto Echeto. La cita es en el Centro Cultural Chacao a las 7 de la noche. Teléfonos (0212) 9533990 y 9516623 Cora y Pedro en los Miércoles Literarios. El próximo miércoles 8 de noviembre, en los Miércoles Literarios de Ámbito Cultural (en La Coruña, España), se analizará el cuento “La señorita Cora”, del argentino Julio Cortázar. El miércoles 15 será presentada la novela Masculino singular (Edaf, 2006) de Pedro A. Ramos García. Estas actividades están dentro del nuevo proyecto de Ámbito Cultural, los Miércoles Literarios, y que, a medio camino entre los talleres de escritura y los club de lectura, pretende crear un nuevo formato que recoja lo mejor de cada uno de ellos. Un espacio abierto al diálogo en el que también habrá creación; pues los participantes podrán leer sus textos. La asistencia a los Miércoles Literarios es totalmente gratuita y el horario es de 7 a 9 de la noche. La actividad se realiza en el Restaurante de El Corte Inglés (Ramón y Cajal, Nº 57-59; La Coruña, España). pedroramos@4cuentos.com Las sombras de Fuster. El ciclo Toque de Poesía, conducido por Etnairis Rivera y con el auspicio de la Oficina de Actividades Culturales y el Departamento de Español de la Universidad de Puerto Rico en Bayamón (UPRB), presentará este 9 de noviembre, a las 11:30 de la mañana, el poemario El libro de las sombras (Isla Negra Editores, 2006), de la escritora puertorriqueña Ana María Fuster, quien además leerá textos de su poemario inédito Palabras embotelladas: bitácora de un exilio. La cita es en la Sala de Audiovisual del Centro de Recursos para el Aprendizaje de la UPRB. http://www.uprb.edu El viaje de Lecuna. Este sábado 11 de noviembre, a las 11 de la mañana, el escritor venezolano José Sánchez Lecuna realizará un diálogo con sus lectores en relación con su reciente novela El viaje inefable. De reciente publicación esta novela cuenta el periplo iniciático de un personaje del siglo XVI, oriundo de Florencia, quien se atreve a viajar al Nuevo Mundo. Con una estructura engañosa (propia de una novela histórica) El viaje inefable nos invita a descubrir algunos misterios recónditos del proceso de una vida: la del personaje Roberto di Buonatale quien, sin proponérselo, accederá a mundos y verdades inefables. La actividad se celebrará en la Librería Libroria, en el cruce de las calles New Cork y París, en Las Mercedes (Caracas). http://www.libroria.com Portela en claroscuro. El próximo 21 de noviembre a las 8:30 de la noche será presentado el libro Claroscuro, del escritor y pensador argentino Oscar Portela, autor de quien hemos publicado textos en Letralia. La actividad se realizará en el Club del Progreso (Sarmiento 1334), en Corrientes, y es auspiciada por la Legislatura de la Provincia de Corrientes. Hablarán, entre otros, Luis Benites y Cesar Bisso, y Portela leerá textos de su libro. http://www.universoportela.com.ar La narrativa venezolana en un coloquio. Los escritores Gisela Kosak, Federico Vegas y Eloi Yagüe Jarque protagonizarán un coloquio sobre la narrativa venezolana auspiciado por la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y el Instituto de Investigaciones Literarias de la Facultad de Humanidades y Educación de la mencionada casa de estudios. El coloquio, que contará con la moderación de Carlos Sandoval, tendrá lugar el próximo miércoles 29 de noviembre a las 5 de la tarde, en la Sala E “Francisco de Miranda” de la UCV. http://www.ucv.ve El arranque de Ficcionaria. La revista digital venezolana Ficcionaria está preparando su número Cero, por lo que sus editores han empezado a buscar autores de todo el mundo. Se aceptan textos de escritores en todo género y provenientes de cualquier país del globo, siempre y cuando hayan sido escritos originalmente en lengua castellana. Narrativa de ficción, crónica, poesía, reseñas de libros, ensayos con contenido literario, y cualquier otro género o escrito relacionado directamente con la literatura será bienvenido. La extensión no debería sobrepasar las tres páginas, a menos que usted envíe material que pueda ser seleccionado (por ejemplo, una colección de cuentos breves o de poemas). Ficcionaria circulará bimensualmente en formato PDF a partir del enero de 2007 y recibe colaboraciones por correo electrónico hasta el 30 de noviembre. ficcionaria@gmail.com ¿Quiere publicar una nota en este espacio? Envíenosla por correo electrónico a breves@letralia.com. === ¿Le interesa estar informado sobre concursos? ========================= Reciba por correo electrónico los anuncios vigentes de concursos literarios y artísticos en general suscribiéndose a nuestra lista de distribución. Todo lo qu tiene que hacer es enviar un mensaje vacío a letralia-concursos-subscribe@gruposyahoo.com, o visitar nuestra cartelera de concursos en http://www.letralia.com/herramientas/concursos.htm. Si desea enviarnos las bases de un concurso, escríbanos a info@letralia.com |||||||||||||||||||||||||||||| NOTICIAS ||||||||||||||||||||||||||||| *** Presentan el segundo número de la revista-libro Palabras Escritas El viernes 6 de octubre fue presentado en Ciudad del Este (Paraguay) el segundo número de la revista-libro Palabras Escritas, revista de integración cultural que publica cada seis meses el sello Servilibro (http://www.servilibro.com.py) y que incluye textos de autores de Paraguay, Uruguay, Argentina, Venezuela y Brasil. En sus 220 páginas, Palabras Escritas incluye además notas críticas de importantes catedráticos de las universidades de París VIII, Montreal, La Sorbona, Potiers, Gotemburgo y Nacional del Nordeste (Argentina). La publicación está bajo la dirección de Alejandro Maciel, Amanda Pedrozo, Luis Hernáez y Vidalia Sánchez y las ilustraciones de tapa e interior son del artista plástico argentino Miguel Pencieri. Prestigiosos investigadores como Milagros Ezquerro, Vladimir Krysinski, Michéle Ramond, Julien Roger, Eric Courthés analizan obras y autores de la región. Un tercio de la revista está dedicado a importantes nombres de la literatura del Brasil, con un estudio de Adolfo Montejo, quien presenta la obra de Eudoro Augusto, Afonso Neto, Elizabeth Veiga, Julio Castañón, Régis Bonvicino, Duda Machado, Tite de Lemos y otros importantes autores del Brasil. En este sentido, la publicación se propone desde un principio como un “diálogo entre Brasil e Hispanoamérica”, por lo que se prevé la publicación de un número en portugués. El primer número de Palabras Escritas ha sido digitalizado y puede leerse en http://nirepalabrasescritas.blogspot.com. Fuente: Palabras Escritas *** Mario Vargas Llosa recibe el premio Maria Moors Cabot El escritor peruano Mario Vargas Llosa recibió este 11 de octubre el premio Maria Moors Cabot a la cobertura periodística excepcional latinoamericana, en una cena en la Universidad de Columbia (http://www.columbia.edu) a la que asistieron decenas de personalidades de la prensa. “El periodismo ha sido un buen complemento de mi vocación literaria”, dijo el novelista tras agradecer el reconocimiento y revelar que el periodismo le ha dado un gran número de historias para sus relatos. “Empecé a los 15 años, cuando mi padre me consiguió un trabajo en un diario de Lima y traté de cubrir de todo, desde crimen y deportes hasta política y obituarios”. “Rendimos honores a Mario Vargas Llosa por su distinguido aporte al periodismo”, anunció el maestro de ceremonias al presentar al agasajado. “Tanto en su condición de inagotable reportero de prensa y radio, como de meticuloso artesano del lenguaje y cronista de los logros y desaciertos del ser humano, Vargas Llosa se ha pasado la vida defendiendo los valores democráticos y promoviendo el entendimiento interamericano”. El escritor señaló que el periodismo es la mejor herramienta que tiene la sociedad para descubrir sus fallas y luchar por la democracia y la libertad de expresión, e instó a sus colegas a rechazar el amarillismo y ofrecerle a los lectores siempre la verdad, del modo más objetivo posible, para que éstos puedan desarrollar sus propias opiniones. “Mantengan en mente su responsabilidad como periodistas”, concluyó. El comité universitario también concedió el premio Cabot a Ginger Thompson, ex directora de la oficina del diario The New York Times (http://www.nytimes.com) en Ciudad de México; José Hamilton Ribeiro, de TV Globo (http://redeglobo.globo.com) en Brasil, y Matt Moffett, corresponsal sudamericano del Wall Street Journal (http://www.wsj.com). “Los ganadores de este año ilustran el estándar del premio Cabot: el máximo nivel de profesionalismo y perspicacia periodística en la búsqueda del entendimiento interamericano”, dijo Nicholas Lemann, decano de la Escuela de Periodismo de Columbia, en un comunicado. “Estamos muy orgullosos de los 68 años de historia de este premio y aplaudimos a los ganadores”. Fuente: AP *** Anunciados ganadores de los premios de literatura del Inba Daniel Sada, Malva Flores, Mauricio Carrera, Amaranta Leyva y Ciprián Cabrera Jasso, son algunos de los escritores y poetas que este año fueron galardonados con los Premios Bellas Artes de Literatura, cuyo veredicto fue anunciado el pasado 12 de octubre en Ciudad de México. Saúl Juárez, director del Instituto Nacional de Bellas Artes (Inba, http://www.bellasartes.gob.mx), informó que el monto de los premios se incrementó este año hasta en un 70 por ciento en promedio, de tal forma que cada autor galardonado recibirá entre 50 mil y hasta 150 mil pesos y la publicación de su obra. El Premio para Obra de Teatro le fue otorgado al escritor Luis Ayhllón por El libro de Dante, que presentó bajo el seudónimo de Messian. De acuerdo con el jurado calificador, la obra, que es la historia de un sobreviviente de una sociedad devastada, está plagada de mutabilidad por diálogos que se transforman sin explicaciones, habitaciones de una casa que cambian de lugar y plena de corrupción. El Premio de Cuento para Niños Juan de la Cabada, que otorgan el Inba y el gobierno del estado de Campeche, fue para Víctor Olguín por Cuentos contenidos, donde demuestra una imaginación amplia y atractiva, con fines didácticos. El Premio Nacional de Novela José Rubén Romero, que conceden el Inba y el gobierno del estado de Michoacán, fue para Erma Cárdenas por En blanco y negro, donde la autora indaga en los pensamientos de Henrick Bucheim, un joven economista alemán obsesionado con el éxito. La obra es la exploración de la mente masculina llevada al extremo de la división psíquica de lo externo con lo interno. El Premio de Poesía Carlos Pellicer para obra publicada, otorgado por el Inba y el gobierno del estado de Tabasco, fue para Ciprián Cabrera Jasso, por Obra poética, que reúne la poesía del autor, marcada por la reflexión sobre los sueños y su medio natural. De acuerdo con el jurado, el poeta tabasqueño Cabrera Jasso ofrece a sus lectores una entrada a mundos oníricos y tinieblas. El Premio de Ensayo Literario José Revueltas, que otorgan el Inba y el gobierno del estado de Durango, fue para Malva Flores por El ocaso de los poetas intelectuales (poesía y política en la generación del desencanto). De acuerdo con el jurado, la autora va construyendo los rasgos característicos de la generación de poetas mexicanos de la segunda mitad del siglo XX, como Coral Bracho, Elsa Cross, Favio Morávito y Alberto Blanco, entre otros. El Premio Testimonio Chihuahua, que otorgan el Inba y el gobierno de esa entidad, fue para Mauricio Carrera por Vivir no es preciso, que refiere la aventura que representó para el autor viajar por cuatro meses por las costas de América, desde Panamá hasta Venezuela. El Premio Nacional Luis Cardoza y Aragón para crítica de artes plásticas, que otorgan el Instituto Mexiquense de Cultura y el Inba, fue declarado desierto, debido a que las obras que participaron no reunieron los requisitos suficientes para otorgar el galardón. El Premio Nacional de Narrativa Colima para obra publicada que dan el Inba y el gobierno de esa entidad, fue para Daniel Sada por Sobre Ritmo Delta, que se interna en los vericuetos del mundo editorial para, por medio de la sátira y la parodia, develar su carácter eminentemente mercantilista. De acuerdo con el jurado, el proyecto escritural de Sada trasciende géneros establecidos, explora con lúdico rigor los espacios que se abren entre la narrativa y la poesía, y entre el lenguaje oral y el escrito. El Premio de Cuento San Luis Potosí fue para Armando Vega-Gil por Cuenta regresiva, que reúne una serie de cuentos cuyo eje común es el trayecto hacia la corrupción y la muerte. El Premio Obra de Teatro para Niños, convocado por el Inba y el gobierno del estado de Coahuila, fue para Amaranta Leyva por El vestido, que plasma los problemas de una familia formada apenas por dos personas con una madre siempre ocupada y Diana, que es la protagonista. Finalmente, el Premio Juan Rulfo para Primera Novela, que otorgan el Inba y los gobiernos de Tlaxcala y Puebla, fueron para las coautoras Margarita y Laura Ruiz de Velasco, por su obra Calladita te ves más bonita, un amargo relato contado a dos voces que aborda los conflictos de una familia relacionados con la incapacidad de amar, la ambición y la cobardía. Todos los premios fueron concedidos a escritores, narradores y poetas, excepto Armando Vega-Gil, que es antropólogo social, y Amaranta Leyva, dramaturga y titiritera. Aún no se ha fijado la fecha y el lugar donde serán entregados los reconocimientos. Fuentes: El Informador • e-onceNoticias *** Falleció el poeta chileno Gonzalo Millán El poeta chileno Gonzalo Millán, uno de los más sólidos de la generación de los años 60 y referente fundamental en la poesía de su país, falleció en Santiago, víctima de un cáncer, a los 59 años, el pasado sábado 14 de octubre. El autor de La ciudad y Seudónimos de la muerte murió cuatro meses después de que se le diagnosticara la enfermedad, y mientras preparaba un prólogo para la reedición de su primer libro, Relación personal, que publicó a los 20 años. Millán había estudiado literatura en la Universidad de Concepción (http://www.udec.cl) y fue parte del grupo Arúspice, una de las agrupaciones literarias más relevantes de la poesía chilena, en la segunda mitad del siglo XX. Salió al exilio y residió en Canadá y Holanda. Durante su permanencia en Canadá fundó la editorial Cordillera. Al regresar a su país, a finales de la década de los ochenta y luego de casi veinte años, desempeñó una extensa labor docente. Realizó además poesía visual y tuvo un destacado quehacer en las artes plásticas, llevando a cabo exposiciones individuales en Chile, Canadá, Estados Unidos, Suecia y Holanda. Dirigió en Chile la revista de poesía El Espíritu del Valle. Obtuvo, entre otros galardones, el Premio Pedro de Oña (1967), el Pablo Neruda, de la fundación del mismo nombre (1987), y en 2006 el Altazor y el del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, por su libro Autorretrato de memoria. Fue también traductor del inglés, francés y neerlandés. La obra del poeta, considerado uno de los más creativos de su generación en Latinoamérica, se caracterizó por su carácter autobiográfico. Millán escribió, además, Trece lunas, Vida, Virus y Claroscuro, entre otros títulos. Fuentes: EFE • Wikipedia *** Entregan en España premios nacionales El escritor y periodista Fernando Marías obtuvo el pasado 16 de octubre el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2006, que concede el Ministerio de Cultura, por su obra Cielo abajo, un texto histórico con el que este autor también ganó el II Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil. Igualmente, el 19 fueron anunciados los ganadores de los premios nacionales de literatura dramática (Santiago Martín Bermúdez), creación musical (César Camarero), interpretación musical (Cuarteto Casals), interpretación dancística (Chevi Muraday) y creación dancística (Ananda Dansa). Fernando Marías (Bilbao, 1958) además de ser un novelista de éxito, con numerosos galardones, es también realizador publicitario y guionista de cine y televisión. La novela con la que obtuvo el Premio Nacional se sitúa en noviembre de 1936, cuando las tropas del general Franco se disponían a lanzar el asalto definitivo contra Madrid. La rendición parecía inevitable e incluso algunos periódicos extranjeros se apresuraban a preparar la primera plana del día siguiente, pero, contra todo pronóstico, la ciudad resistió. Y la trama del libro se centra precisamente en resolver y “contar la verdad” de lo que ocurrió aquel 7 de noviembre de 1936. Una novela histórica para jóvenes y adultos y “un homenaje a Madrid y a todos aquellos hombres y mujeres que, a pesar del vértigo de la guerra, nunca perdieron de vista el verdadero sentido de la palabra lealtad”, declaró Marías. El jurado estuvo presidido por el director general del Libro, Rogelio Blanco, a quien acompañaron Antonio Mingote, Rosario Álvarez Blanco, Sara Moreno, Itziar Zubizarreta, María José Olaziregi, Antoni J. Colom, Felicidad Orquín, José Manuel Gómez Rodríguez y Antonio Rodríguez Almodóvar, ganador de la pasada edición. Entre los premios que Fernando Marías posee destacan el Nadal (2001) con El niño de los coroneles; el Ateneo de Sevilla (2005) por El mundo se acaba en dos días; el Novela Corta de Barbastro (1991) por La luz prodigiosa y el Dulce Chacón de Narrativa (2005) por El invasor. Otras obras suyas de literatura juvenil son Los fabulosos hombres película, El vengador del Rif y La batalla de Matxtxako. Santiago Martín Bermúdez (Madrid, 1947) obtuvo el galardón correspondiente a literatura dramática por Las gradas de San Felipe y empeño de la lealtad. La obra, que no ha sido estrenada todavía, habla, según explicó el autor, del Madrid del siglo XVII, y utiliza el mentidero de la corte para ambientar dos tramas de aventuras, “un tema muy de moda por el capitán Alatriste”. Además de dramaturgo, el autor es traductor y crítico musical. Entre otras obras, ha escrito No faltéis esta noche, con la que logró el premio Lope de Vega en 1994, y Vals de los condenados, que obtuvo el Enrique Llovet en 2001. El compositor César Camarero y el Cuarteto Casals, por su parte, lograron los premios nacionales de Música en sus modalidades de creación e interpretación, respectivamente. César Camarero (Madrid, 1962), obtuvo el galardón por “su brillante trayectoria internacional en más de veinte años en muy diversos campos de la composición, que ha culminado en estos dos últimos años con el estreno de varias obras de máxima relevancia en el panorama musical actual”. Entre sus últimas obras figuran Monólogo II para piano solo, Nostalgias de un paisaje futuro y 33 maneras de mirar un vaso de agua. El Cuarteto Casals, creado en el seno de la Escuela Reina Sofía de Madrid en 1997, lo componen Vera Martínez Mehner, Abel Tomas Realp, Jonathan Martínez Mehner y Arnau Tomas Realp. Actualmente tiene residencia en la Sala de Cámara de L’Auditori de Barcelona. El jurado ha destacado “su excelencia y versatilidad interpretativa, así como su proyección en el ámbito internacional y la defensa y difusión de la literatura cuartetística española de todos los tiempos”. Los últimos premios en concederse fueron los de Danza, fallados a favor de Chevi Muraday (interpretación) y Ananda Dansa (creación). Del primero, un bailarín nacido en Madrid en 1969 y creador de la compañía Losdedae, el jurado destacó “su extraordinaria creación interpretativa en sus últimos trabajos de la temporada, tanto para su propia compañía como para la Compañía Nacional de Danza 2 y por sus colaboraciones internacionales, producto de una trayectoria caracterizada por su estilo personal, sobresaliendo su calidad técnica y artística”. Ananda Dansa es una compañía creada en Valencia en 1981 por Rosángeles Valls y Édison Valls. El premio nacional se les otorga “por su especial campaña creativa con sus últimas obras coreográficas, resultado de una extraordinaria labor personal de veinticinco años, siendo compañía pionera en la difusión de la danza-teatro contemporánea”. Los premios nacionales de literatura están dotados con 15.000 euros y los de música y danza con 30.000 cada uno, y son concedidos por el Ministerio de Cultura de España. Fuentes: ABC • EFE *** Retirado el nombre de Juan Rulfo del premio de la FIL La asociación civil del Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe determinó retirar el nombre de Juan Rulfo al galardón que se entrega en el contexto de la Feria Internacional del Libro (FIL, http://www.fil.com.mx) de Guadalajara, según se anunció de manera oficial este 17 de octubre. El reconocimiento, que se entrega desde 1991 y este año corresponde al escritor y periodista Carlos Monsiváis, llevará el nombre Premio FIL de Literatura 2006, anunció Raúl Padilla López, quien además de ser el presidente de la feria, lo es también de esa asociación civil, aunque subrayó que la medida “es temporal” y sólo se aplicará este año, ya que, confía, el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (Impi, http://www.impi.gob.mx) fallará en favor de esa asociación. La decisión se adoptó durante una reunión de la asociación después de que el viernes 13 de octubre recibiera un emplazamiento del Impi para que retirara el nombre de Juan Rulfo del premio, al considerar que se cometía una infracción administrativa, pues desde mayo pasado es marca registrada. Padilla López precisó que este conflicto se circunscribe, hasta ahora, al terreno “marcario” (es decir, de una marca registrada), y no de derechos de autor, y afirmó que acatarán la decisión del instituto, que prevén se llevará de seis a ocho meses. Se trata, dijo Padilla, de “un gesto de buena voluntad para con la familia Rulfo” y, sobre todo, con el Impi, para que emita su fallo sin presiones. Añadió que Carlos Monsiváis ya fue informado sobre la medida. “Lamenta que no lleve el nombre, pero le parece que es una medida por lo pronto prudente”, informó Padilla López. Los abogados de la asociación, Mauricio Jalife Daher y José Luis Caballero Leal, se manifestaron confiados de que el Impi fallará en su favor por varias razones: la primera, que no se ha cometido ninguna infracción en tanto todavía no se entrega el premio con el nombre de Juan Rulfo, y después, porque “no existe, desde el punto de vista del derecho de autor, absolutamente nada que sea reclamable”, indicó Caballero Leal. “Esta pretensión infundada, absurda, de la familia Rulfo, no agravia única y exclusivamente a la literatura de este país, ofende profundamente a un premio que ha tenido reconocimiento universal, pero particularmente agravia a Carlos Monsiváis, quien no merece verse involucrado en una controversia tan absurda”, agregó. El nombre de una persona “es un derecho personalísimo, pero no es heredable ni tiene un carácter patrimonial. Recurrir al régimen de marcas, como una manera de reivindicar la no utilización por parte de terceros para referirse a una personalidad, entra en un hecho profundamente doloso. Sería tanto como evitar que se nombre a una biblioteca, una calle o una glorieta con el nombre de algún héroe, escritor o artista cuya memoria queremos honrar”, explicó Jalife Daher. La firma Jalife, Caballero, Vázquez & Asociados prepara una contrademanda “para cuestionar ciertos elementos del registro de Juan Rulfo como marca registrada, que de cualquier manera y desde la perspectiva técnica, nos parece que cometieron errores imperdonables”. A decir de los abogados de la asociación, “no controvertimos el que alguno de los integrantes de la familia quiera registrar el nombre de Juan Rulfo para vender balones de fútbol, anteojos para sol o lo que se les ocurra. Si le quieren dar una aplicación comercial están en su derecho; lo que el Impi no hará es considerar que la utilización que hace la asociación de la denominación Juan Rulfo para nombrar un premio sea un acto sancionable por la Ley de Propiedad Industrial. Sería como sancionar a una escuela pública por llamarse Juan Rulfo”. La asociación civil —que se mantiene como del Premio Latinoamericano y del Caribe Juan Rulfo—, mediante un comunicado, subrayó que “la demanda de Juan Francisco Pérez Rulfo Aparicio, con base en la existencia de un registro de marca que le ha sido concedido el pasado 23 de mayo por el Impi, por la supuesta infracción administrativa que se comete de los derechos de dicho registro constituye, desde el punto de vista de esta asociación, una pretensión injustificada de subrogarse en el prestigio del Premio, a través de su control y manejo”. Por su parte, el realizador mexicano Juan Carlos Rulfo declaró a la prensa que celebra la decisión de que se retire el nombre de su padre del premio. Aclaró que su familia no se opone a que el nombre de su padre sea destinado a otro premio, pero que “las bases de ese galardón y la gente que esté ahí valgan lo que vale el nombre y lo que vale este país, no lo que vale la política y todo este rollo que está debajo”. Asimismo advirtió que la situación no es en contra de la FIL, “sino de la forma en que se hacen las cosas” y apuntó que un premio con ese valor no puede destinarse a la gente “que lo único que le importa es el dinero”. La polémica por el nombre del premio comenzó el año pasado, por el desacuerdo de la familia de Rulfo con el “desapego” de los últimos premiados con el legado del autor de Pedro Páramo. En particular, la viuda y los hijos de Rulfo se molestaron con declaraciones del escritor español Tomás Segovia, ganador de la edición 2005, quien consideró que los logros literarios de Rulfo habían sido un “milagro”. Fuentes: EFE • La Jornada *** Gloria Cecilia Díaz obtiene el premio Ediciones SM La escritora colombiana Gloria Cecilia Díaz obtuvo el Segundo Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Ediciones SM, según anunciaron en Bogotá los organizadores el pasado 20 de octubre. La periodista, traductora y profesora, de 55 años y afincada en París, fue proclamada de forma unánime por los cinco miembros del jurado del Premio Iberoamericano, dotado con 30.000 dólares y del que ella había sido finalista en la versión inaugural. Una sesión del jurado celebrada en Bogotá proclamó como ganadora a la colombiana, quien lo recibirá el próximo 26 de noviembre en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México). La autora “es como una tejedora del lenguaje”, dijo la representante del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc, http://www.cerlalc.org), la colombiana Beatriz Robledo. Su producción es “muy cuidadosa”, con “un gran respeto para el niño”, agregó Robledo, quien conformó el jurado de esta edición. “Es una obra muy consolidada, con una alta calidad estética y un compromiso muy grande con la literatura”, continuó la representante del Cerlalc, quien recordó que Díaz obtuvo en 1985 el primer premio en el concurso internacional El Barco de Vapor, convocado por la madrileña Fundación Santa María (http://www.fundacionsantamaria.org), con la novela El valle de los cocuyos, que lleva nueve ediciones. La experta observó que ése es un volumen “de carácter fantástico, que valora nuestra mitología”. La premiada también es autora de El sol de los venados, novela con la que obtuvo en 1992 el segundo premio de El Barco de Vapor, junto al relato La botella azul y el poemario para niños El árbol que arrulla, entre otras obras. La colombiana fue postulada por el Museo Quimbaya, con sede en Armenia —ciudad natal de la autora— y construido por el Banco de la República (emisor) para acoger las piezas de arte del pueblo prehispánico de los quimbayas. Además de ella, las organizaciones convocantes del Premio Iberoamericano recibieron las candidaturas de otros 33 escritores de diez países. La pareja argentina de esposos Laura Devetach y Gustavo Roldán, postulados por separado, y el brasileño Bartolomeu Campos de Queiros, concurrieron como finalistas, junto con Díaz. El jurado hizo mención especial de las brasileñas Lygia Bojunga y Ana María Machado, por considerar que “su obra y trayectoria han obtenido un importante reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional”. El representante internacional del Grupo español SM, José Luis Cortés, dijo que éste “es un premio a toda una trayectoria, a una carrera (...), el único con estas características en el ámbito iberoamericano”. El español Juan Farías obtuvo el año pasado el Primer Premio Iberoamericano tras concurrir como finalista junto a la brasileña Ana María Machado y el mexicano Francisco Manuel Hinojosa, además de Díaz, quien combina la escritura con la enseñanza del español en liceos parisinos. Los otros miembros del jurado fueron la también colombiana Silvia Castrillón, representante del International Board on Books for Young People (Ibby, http://www.ibby.org); el español Jaime García Padrino, del Instituto SM de Educación (Isme); el peruano Danilo Sánchez, de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI, http://www.oei.es), y el chileno Manuel Peña Muñoz, por la Unesco (http://www.unesco.org). Fuente: EFE *** Fallece el escritor mexicano Rafael Ramírez Heredia El escritor mexicano Rafael Ramírez Heredia, autor de numerosas obras literarias y de teatro, falleció este martes 24 de octubre en Ciudad de México, a la edad de 64 años, víctima de un cáncer que padecía de tiempo atrás, según informó el Instituto Nacional de Bellas Artes (Inba, http://www.bellasartes.gob.mx). Nacido en el Puerto de Tampico, en el Golfo de México en 1942, Ramírez Heredia abandonó su profesión de contador público para dedicarse a la literatura, pasando, como decía, de ser un “contador de cuentas” a un “contador de cuentos”, y desarrolló su obra de manera incansable desde hace más de 40 años. El autor centró su atención en diversos aspectos sociales, que abordó desde la novela policial, para entrar en el mundo de la farándula, el crimen, y las relaciones clandestinas. Su obra recibió numerosos reconocimientos y premios, entre ellos el Premio Nacional de Teatro por Dentro de estos ocho muros, en 1977. Además, el Gobierno de Francia le concedió el Premio Internacional Juan Rulfo por el mejor cuento en español por su texto “El Rayo Macoy”, mientras que la Sociedad de Escritores de México le concedió el Premio Internacional de Letras por el conjunto de su obra en 1993. Asimismo, fue galardonado con el premio Rafael Bernal a la mejor novela policiaca (1993), al Mérito Literario otorgado por la Universidad México Americana de la Frontera en 2000, y la Gran Orden al Mérito Autoral del Instituto Nacional del Derecho de Autor en 2003. Fuente: EFE *** Blanca Varela no podrá viajar a Granada La poeta peruana Blanca Varela, ganadora del tercer Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, ha delegado en su hijo la recepción del galardón, en una fecha aún no determinada de diciembre próximo, pues ella no podrá asistir por su estado delicado de salud. Varela se convirtió el pasado 10 de octubre en la ganadora de la tercera edición de este premio de poesía, al que concurrieron 34 candidatos, entre ellos los renombrados Mario Benedetti, Ernesto Cardenal, José Manuel Caballero Bonald, Diana Bellesi o Rafael Guillén. Según explicó a la prensa el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Granada y secretario del premio, Juan García Montero, la escritora peruana de 80 años sufrió recientemente un accidente cerebro vascular que le paralizó la mitad izquierda del cuerpo y le ha afectado sensiblemente el habla. Por ello, la familia de la poeta, con su consentimiento, ha decidido que no viaje a Granada, dado su delicado estado de salud, y que sea su hijo, Vicente de Szyszlo, quien reciba el galardón en su nombre. Con 50.000 euros (62.500 dólares) de premio, el galardón español es el de mayor dotación económica de entre los premios poéticos en lengua castellana. Fuente: El Comercio *** Edición especial de Cien años de soledad publicará la RAE La Real Academia Española de la Lengua (RAE, http://www.rae.es) anunció recientemente que el próximo año estará disponible una edición especial, comentada por renombrados estudiosos, de la novela Cien años de soledad, del escritor colombiano Gabriel García Márquez. La edición será publicada en el marco del Congreso Internacional de la Lengua que se celebrará en Cartagena (Colombia) en marzo de 2007, y al que se ha afirmado que asistirá el mismo García Márquez, quien faltó antes a los realizados en Valladolid (España) y Rosario (Argentina), tras su polémica participación en el de Zacatecas (México). Estos congresos, entre otras tareas científicas, sirven para poner en orden el canon de las letras hispanoamericanas. Cuando se anunció en el último encuentro que Cartagena de Indias iba a ser la sede del próximo “sínodo hispánico”, se aplicó el proverbio de que “si Gabo no va al Congreso, el Congreso va a Gabo”. El libro tendrá un carácter similar al que en el congreso anterior tuvo la edición del Quijote. Se trata de una edición especial, anotada y comentada por el propio director de la RAE, Víctor García de la Concha, los académicos Claudio Guillén y José Antonio Pascual y el escritor mexicano Carlos Fuentes, entre otros. En el encuentro de Academias Hispanoamericanas que tuvo lugar en Salamanca se decidió que, dado el precedente de edición popular de El Quijote y su enorme éxito, comenzara la costumbre de realizar este tipo de publicaciones. La primera propuesta vino de Nicaragua, que quería editar Cantos de vida y esperanza, de Rubén Darío. Finalmente fue Colombia quien propuso Cien años de soledad, publicación que coincidiría, además, con el 80º cumpleaños de García Márquez en 2007. No ha sido fácil, según fuentes de la RAE, poner en marcha este proyecto sobre un “libro sagrado” de las letras hispanas cuyas ventas son constantes desde su publicación en Barcelona en 1967. Los derechos de autor de García Márquez, que gestiona la agente literaria Carmen Balcells, gran amiga y consejera del escritor —la “mama grande” la llaman cariñosamente—, se reparten entre cuatro editores: Random House para todo el mundo, Norma para el llamado Pacto Andino (Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia), Diana para México, además de Sudamericana, que a su vez es del sello Random House. Lo que desde la Academia tienen claro es que esta edición no debe ser comercial y que debe estar al mismo nivel “científico” que la de El Quijote. Es decir, que contará con tres estudios introductorios, cinco estudios complementarios y el glosario. La edición de Cien años de soledad tendrá una tirada inicial de un millón de ejemplares, igual que El Quijote conmemorativo de 2004, aunque las expectativas de venta, como en el caso de Cervantes, harán duplicar, como mínimo, la tirada. El gobierno mexicano adquirió un millón de ejemplares de aquella edición de El Quijote para regalar a los profesores de las escuelas públicas. En total, la tirada fue de 2.250.000 ejemplares. Su precio de venta no superará los 10 euros (la de El Quijote valía 9,50 y 7 para Hispanoamérica). Según fuentes de la RAE, hay firmado un principio de acuerdo con la editorial Alfaguara. El libro será presentado el 26 de marzo en una solemne sesión en Cartagena de Indias, dentro de un homenaje a García Márquez, aunque este acto no está incluido en el programa oficial, según fuentes del Ministerio de Cultura colombiano. El Congreso de la Lengua se abrirá con una conferencia del propio García Márquez (ha sido invitado aunque todavía no se ha recibido la confirmación del escritor) y se clausurará con una del mexicano Carlos Fuentes. El presidente colombiano, Álvaro Uribe, ha conseguido que Cartagena de Indias comparta la sede con Medellín, su ciudad natal. En esta ciudad los Reyes sancionarán la nueva Gramática de la Lengua Española el 24 de marzo. Fuente: La Razón *** Bibliotecas españolas deberán pagar canon por prestar sus libros Las bibliotecas españolas dedicadas al préstamo de libros, discos, videos, CDs y cualquier otro soporte físico o virtual que contenga obras protegidas por derechos de autor deberán pagar un canon en concepto de remuneración a los autores de las mismas, aunque su actividad se realice sin ánimo de lucro, según trascendió de la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea hecha pública a finales de octubre. El mencionado tribunal considera que España ha incumplido la legislación que en materia de protección intelectual priva en la Comunidad Europea, al eximir a prácticamente todos los establecimientos dedicados al préstamo del abono de la correspondiente compensación a las entidades gestoras de derechos de autor. La sentencia se ha hecho pública en plena campaña de esas entidades para lograr una mayor fiscalización de sus intereses, y que ha llevado recientemente a Bruselas a intérpretes como Víctor Manuel y David Bisbal, para reclamar a la Comisión Europea y a la Eurocámara un endurecimiento de la legislación europea en la materia. Precisamente, fue el Ejecutivo comunitario el que denunció a España hace tres años, tras advertirle por dos veces que la Ley de la Propiedad Intelectual no se ajustaba a la directiva comunitaria que regula los derechos de autor. Esa norma, de obligado cumplimiento para los socios europeos, admite que cada país puede establecer, con carácter limitado, ciertas exenciones al canon por préstamo. Pero la ley española libera del mismo a la práctica totalidad de los establecimientos, y en concreto, según su artículo 37, a “los museos, archivos, bibliotecas, hemerotecas, fonotecas, o filmotecas de titularidad pública o que pertenezcan a entidades de interés general de carácter cultural o científico, sin ánimo de lucro, o a instituciones docentes integradas en el sistema educativo español”. El Tribunal de la UE abunda en que el canon es un instrumento fundamental para garantizar que los autores europeos puedan dedicarse plenamente a la creación intelectual, y declara que eximir del mismo “a casi todas o incluso a todas las categorías de establecimientos que efectúan tales préstamos” supondría privarles “de una remuneración que les permitiese amortizar sus inversiones”, lo que, a la larga, acabaría repercutiendo “en la creación de nuevas obras”. España había alegado que el objetivo de la promoción cultural que persigue el préstamo sin ánimo de lucro debe prevalecer sobre el objetivo de garantizar ingresos suficientes a sus autores. Sin embargo, el tribunal considera que ambos objetivos son compatibles si las excepciones al canon obligatorio que admite la directiva se aplican de manera limitada, y no con carácter general, como hace la legislación española. Contra la sentencia, que no implica multa alguna pero sí condena a España a abonar las costas del proceso, no cabe recurso, pero Bruselas puede iniciar un procedimiento sancionador si el gobierno español no la acata y no modifica la ley. Fuente: La Voz de Galicia *** Más de cien mil visitantes recibió Filuc La VII Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (Venezuela, Filuc, http://www.filuc.com.ve), clausurada este 5 de noviembre, recibió a más de cien mil visitantes, de acuerdo a los cálculos de los organizadores. Javier Castrillo, coordinador adjunto de la feria, organizada por la Universidad de Carabobo y que tuvo como sede el Centro Comercial Cristal, de Naguanagua, informó que “todas las expectativas han sido superadas, en cuanto a asistencia de personas y ventas, con 25 por ciento de descuento, por lo cual los expositores están sumamente contentos”. La editorial Planeta, que se encuentra como invitada especial, es uno de los 57 espacios de la feria que más han vendido, debido a que trajo publicaciones a precios entre cinco y diez mil bolívares, lo que ha constituido una ocasión única de adquirir obras de grandes maestros de la literatura. No hay una cifra aproximada del monto de las ventas, pero Castrillo anunció que sólo por la prima académica de adquisición, que tienen los profesores, las ventas superan los 600 millones de bolívares. La feria fue inaugurada el 28 de octubre con una conferencia pronunciada por el escritor chileno Antonio Skármeta, en un acto en el que estuvo acompañado por la rectora María Luisa de Maldonado; el alcalde de Naguanagua, Julio Castillo; la presidenta de Filuc, Nilda Ochoa de Rigual, y demás autoridades de este casa de estudios. “Aprender a vivir con las diferencias de cada quien es el gran desafío de las sociedades contemporáneas, pues una ciudad sin libros es como un cuerpo sin alma, lo mismo que una ciudad sin feria...”, dijo Skármeta en su discurso. “Necesitamos aprender a vivir con las diferencias para que el hombre no vea al libro como su gran enemigo, ya que éste debe ser el gran aliado de América Latina”. Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo de la presidenta del comité organizador, Nilda Ochoa, quien catalogó a la Filuc como la fiesta de gala literaria más importante que ofrece la Universidad de Carabobo, a los fines de promover la difusión sensata sobre los derechos culturales y buscar una propia identidad. “Nuestra feria viste el libro como herramienta eficaz y decisiva en las contradicciones entre los deseos de la naturaleza del hombre y los imperativos morales de la vida social. Además, esta gala propugna la identidad mental”, agregó Ochoa. Seguidamente se escucharon las palabras de la rectora de la UC, profesora María Luisa Aguilar de Maldonado, quien agradeció plenamente la presencia del ilustre escritor chileno, a quien consideró “una de las voces más originales de la actual literatura latinoamericana”. De igual manera expresó palabras de reconocimiento a los docentes que durante estos 7 años han hecho posible la realización de esta exposición literaria. “Esto no es un producto azaroso de la universidad, sino la consecuencia lógica de una labor realizada con pasión y bondad por un gran grupo de personas. Es por ello que queremos que el protagonista de este encuentro ferial sea el lector, el ser humano, el hombre que busca en los libros el conocimiento y que sabe que aunque el libro no es el mundo ayuda a comprenderlo”. En horas de la tarde del mismo día, Skármeta se dispuso a la firma de libros en el stand de la Editorial Planeta y, posteriormente, realizó el Pregón Inaugural: “Elogio a la lectura y a las Ferias del Libro”, además de llevarse a cabo la inauguración del Pabellón Infantil, con actos de bienvenida y un “Elogio a la lectura” dirigido a los más pequeños. Skármeta también participó en el foro sobre los derechos culturales que, con el título “El derecho a la diversidad”, se realizó el domingo 29 de octubre, y en el que también intervinieron Tulio Hernández, Freddy Castillo Castellanos, Silvia González y Ángel Orcajo. El autor chileno estuvo además en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo en una tertulia literaria celebrada el lunes 30. El martes 31 se realizó el foro sobre el libro y el libro digital, en el que Guillermo Cerceau realizó una minuciosa disertación sobre la historia del libro y el papel que éste tiene en la cultura, y el escritor Jorge Gómez Jiménez, editor de Letralia, habló del libro digital y la difusión de literatura en Internet. El mismo día, a continuación, el escritor Fernando Báez y el investigador Marcos Fidel Barrera Morales desarrollaron el foro “Intelectuales ¿para qué?”, en el que debatieron sobre la relación de los intelectuales con el poder. El miércoles 1 de noviembre se celebró el foro “El dilema de la internacionalización de la literatura venezolana”, con Victoria de Stéfano, José Napoleón Oropeza, Laura Antillano, Eduardo Liendo, Eloi Yagüe Jarque, Leonardo Milla y Ramón Medero. Los poetas Eugenio Montejo, Rafael Cadenas, Miguel A. Zapata y Elkin Restrepo participaron, el jueves 2, en un recital poético, previo a la presentación de una nueva edición de El cuaderno de Blas Coll, una de las obras más reconocidas de Montejo. Ese mismo día se realizó un foro sobre revistas culturales, en el que participaron editores de varias publicaciones del continente. Antonio López Ortega y Rafael Osío Cabrices presentaron, el viernes 3, la Antología de nuevos cuentos venezolanos. Ese mismo día se realizó el homenaje al intelectual venezolano más importante del siglo XX, Arturo Úslar Pietro, que con la proyección del documental Úslar, el hombre que voy siendo y la presentación del libro Arturo Úslar Pietro o la hipérbole del equilibrio constituyó uno de los eventos más esperados de esta edición de Filuc. El sábado fue presentado el libro Sólo quiero que amanezca, del escritor venezolano Oscar Marcano, ganador del Premio Internacional Jorge Luis Borges, así como varios títulos de la colección “El Otro, El Mismo”. Ese día también se celebró el taller sobre salsa “La Tongolele somos todos”, a cargo de Alejandro Calzadilla. Antes del acto de clausura, ayer domingo 5, se realizó el foro “El aporte de la literatura en el repertorio madrigalista”, en el que participaron Maribel Troia, José Maldonado, Lourdes de Maldonado, Aura Marina Ríos y Alecia Castillo Henríquez. Luego se dio inicio a la fiesta de despedida, a las 6 de la tarde, con música de tambores a cargo de las agrupaciones Son de mi Canto y Venezuela Identidad Musical. Fuentes: El Carabobeño • Filuc • Valencia.com.ve *** Presentan en el Cervantes de Pekín libro de Wilfredo Carrizales El martes 31 de octubre fue presentado en el Instituto Cervantes de Pekín (http://pekin.cervantes.es) el libro Textos de las estaciones, del poeta venezolano Wilfredo Carrizales. La presentación estuvo a cargo de la directora del ente, Imma González, y los comentarios los realizó el famoso poeta chino Xi Chuan, Premio Nacional de Poesía. La actividad literaria estuvo coauspiciada por las embajadas de Venezuela y España. González señaló que la obra de Carrizales “armoniza perfectamente la imagen fotográfica con la palabra y resume un conjunto de viajes del poeta por la geografía antigua y moderna de China, valiéndose del instrumento diestro y bello representado por el idioma español”. Por su parte, el poeta Xi Chuan, aunque reconoció no poder leer la obra en el idioma original, sin embargo, a través de la acertada traducción del especialista Zhao Deming (a quien conoce personalmente y con el cual intercambió impresiones acerca de Textos de las estaciones), captó la especial altura estética del poemario presentado. Asimismo enfatizó acerca de las semejanzas y diferencias del arte de escribir de Carrizales con respecto a la manera como abordan el hecho creativo poético los chinos. Un nutrido público, compuesto mayoritariamente por estudiantes de literatura latinoamericana y arte, algunos escritores latinoamericanos radicados en Pekín, periodistas y gente vinculada a la cultura, se dio cita en el Salón de Actos del Instituto Cervantes de Pekín y enriqueció con sus preguntas y comentarios la velada especial dedicada a la poesía. Al final del acto, el autor de Textos de las estaciones firmó ejemplares de su libro. Nacido en Cagua (Aragua) en 1951, Carrizales realizó estudios de la lengua china, clásica y contemporánea, y de historia y cultura de China, en la Universidad de Pekín (1977-1982). Desde junio de 1992 hasta agosto de 2001 fue el coordinador de Eventos Literarios y Publicaciones de la Secretaría de Cultura del estado Aragua. A partir de septiembre de 2001 ejerce el cargo de agregado cultural en la Embajada de Venezuela en la República Popular China. Carrizales ha publicado, entre otros títulos, Ideogramas (1992), Calma final (1995), La casa que me habita (1999), Mudanzas, el hábito (2003), Postales (2004) y Desde el Cinabrio (2005), así como varias traducciones entre los idiomas chino y español. En Ciudad Letralia mantiene la avenida Muesca (http://www.letralia.com/ciudad/carrizales) y en Editorial Letralia aparecieron, en 2003 y 2006, sendas ediciones digitales de Textos de las estaciones (http://www.letralia.com/ed_let/estaciones) y La casa que me habita (http://www.letralia.com/ed_let/casa). *** Premio Herralde de Novela para el venezolano Alberto Barrera Tyszka La novela La enfermedad, del escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960), se alzó hoy con el 24º Premio Herralde de Novela, uno de los más importantes en el ámbito de habla hispana, según informó la editorial Anagrama, convocante del galardón. Por su parte, Muerte de un murciano en La Habana, de la cubana Teresa Dovalpage, ha sido declarada finalista. Es la primera vez que un venezolano se hace acreedor de este premio, que está dotado con 18.000 euros y que este año recibió 172 originales. Los otros títulos que pasaron a la ronda semifinal fueron El espejo de los tiempos futuros, del mexicano Felipe Nogeles (seudónimo); Que la tierra te sea leve, del peruano Ricardo Sumalavia; Búnker, de Javier Salinas, y Paisaje perdido, de María Tena. Barrera Tyszka es poeta y narrador y ya en 2001 publicó la novela También el corazón es un descuido. Además es autor del libro de cuentos Edición de lujo (1995), y del poemario Coyote de ventanas (1993). En colaboración con la periodista Cristina Marcano ha publicado la primera biografía documentada del presidente de Venezuela, Hugo Chávez sin uniforme. Una historia personal. Barrera Tyszka ha trabajado durante años como guionista de telenovelas y desde 1996 es columnista dominical del diario El Nacional (http://www.el-nacional.com). La enfermedad narra las vivencias de Ernesto Durán, un hombre que está enfermo a pesar de que los resultados clínicos dicen lo contrario. Desde que se separó de su mujer y vive solo, sufre todos los síntomas de un mal que, según sospecha, puede ser mortal. Su obsesión va más allá de la hipocondría y tiene la certeza de que sólo hay un médico que puede salvarlo, el doctor Javier Miranda, que en ese momento se enfrenta a una tragedia personal, ya que su padre está enfermo de cáncer. En esta novela, Barrera apela a las emociones pero también a la inteligencia del lector a partir de distintas historias conmovedoras, tiernas, divertidas y trágicas. La autora de la novela finalista, la cubana Teresa Dovelpage (La Habana, 1966), reside actualmente en Estados Unidos. Su novela La muerte de un murciano en La Habana cuenta la experiencia de Pío, un hombre oriundo de Murcia, sesentón y divorciado, que trabaja para una empresa en España que decide enviarlo a poner orden a la caótica filial de Cuba. En Letralia hemos publicado una reseña de la autora a la novela No siempre gana la muerte, del estadounidense David Landau (http://www.letralia.com/146/articulo01.htm). El jurado de esta edición del Herralde estuvo compuesto por Salvador Clotas, Juan Cueto, Esther Tusquets, Enrique Vila-Matas y el editor Jorge Herralde. Hasta ahora sólo seis latinoamericanos han sido galardonados con este premio a lo largo de sus veinticuatro ediciones: el mexicano Sergio Pitol (1984), el peruano Jaime Bayly (1997), el chileno Roberto Bolaño (1998), el argentino Alan Pauls (2003), el mexicano Juan Villoro (2004) y el peruano Alonso Cueto (2005). Con este galardón, Barrera Tyszka pasa a integrar el “Club Anagrama” compartiendo el catálogo de una de las editoriales independientes más prestigiosas de lengua castellana con autores como Paul Auster, Martin Amis, Antonio Tabucchi, Truman Capote, Patricia Highsmith, Alfredo Bryce Echenique, Roberto Bolaño y Augusto Monterroso, entre otros. En la edición anterior, donde ganara La hora azul, del peruano Antonio Cueto, el venezolano Oscar Marcano estuvo también entre el grupo de 17 finalistas, con su novela Puntos de sutura. Fuente: Ficción Breve Venezolana *** No será suspendido el Encuentro de Mujeres Poetas en Oaxaca El XIV Encuentro Internacional “Mujeres Poetas en el País de las Nubes” se realizará tal como estaba planeado, iniciando este martes 7 de noviembre con un recital, previo a la inauguración, en el que participarán todas las poetas invitadas en la Sala Miguel Covarrubias de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx), pese al agudo conflicto que vive la región en los actuales momentos. Tras el recital, las alrededor de setenta participantes continuarán su camino hacia Oaxaca para el acto inaugural, luego del cual harán un recorrido poético por los pueblos enclavados en la cordillera mixteca, llevando un mensaje de paz en medio del conflicto, tal como informó Emilio Fuego, director del evento. La inauguración del encuentro tendrá lugar en el municipio de Nochixtlán, de la región mixteca, el 8 de noviembre. Los siguientes tres días serán de intensa convivencia con los pueblos aledaños a este municipio, para después ir en caravana de paz hacia Tamazulapan del Progreso, Coixtlahuaca, Yanhuitlán y Teposcolula. “Son un total de 70 poetas y no es la primera vez que tienen contacto con esta región de México”, agregó Fuego. “Sin duda en esta ocasión su presencia cobrará especial significado en medio del tenso conflicto político que inició en mayo y hoy es ampliamente conocido por la comunidad internacional”. Como cada año, desde 1993, las autoras de la poesía contemporánea de numerosas nacionalidades serán recibidas por los pueblos indígenas del sureste de México, pero también ofrecerán conferencias, recitales y talleres en universidades, ferias de libro, centros culturales y plazas públicas, para finalizar el 14 de noviembre con un magno recital en el Palacio de Bellas Artes, en Ciudad de México, donde además se presentará el Anuario 2006 de poesía escrita por mujeres. “La característica esencial de este encuentro es la convivencia que las poetas tienen con las comunidades indígenas de la montaña, el valle y la costa de Oaxaca”, agregó el organizador. “Pero, para dejar constancia de que se trata de un encuentro donde participan las poetas más destacadas de México y otras muchas naciones, los organizadores comparten este proyecto con las poblaciones de la ciudad de Oaxaca y de la ciudad de México”. Considerado como uno de los encuentros más importantes de su especialidad a nivel internacional, esta actividad rompe, según Fuego, “con los estereotipos de la política conservadora del gobierno mexicano, y vence los obstáculos de la burocracia cultural, gracias —paradójicamente— al apoyo de las comunidades indígenas”. Hasta la fecha suman más de 150 pueblos mixtecos los que han participado como anfitriones. Cada pueblo recibe a las poetas con su tradición, arte, costumbre y anhelos. Las poetas que a lo largo de 13 años han participado suman más de 1.200, provenientes de 42 países y para el XIV Encuentro vienen poetas de Argentina, Bélgica, Bolivia, Bulgaria, Canadá, Costa Rica, Ecuador, España, Estados Unidos, Puerto Rico, Perú, Francia, Guatemala, Colombia, Chile, El Salvador, Panamá, México, República Dominicana, Rumania, Uruguay y Venezuela. Además de los recitales y conferencias, las poetas debatirán sobre la política cultural de sus países y la necesidad de definir nuevos mecanismos para divulgación de la poesía. Los resultados de estos debates quedarán en la declaratoria final con sus propuestas y conclusiones. El nombre de este encuentro corresponde a la palabra mixteca, que significa precisamente “lugar” o “país de nubes”. Es organizado por el Centro de Estudios de la Cultura Mixteca y apoyado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Secretaría de Cultura del Gobierno de Oaxaca, el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Universidad Nacional Autónoma de México. Fuente: Emilio Fuego *** Filven desarrollará actividades en toda Venezuela Con el lema “El Libro Libera”, entre el 9 y el 30 de noviembre se celebrará la segunda edición de la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven 2006), evento organizado por el Instituto Autónomo Centro Nacional del Libro (Cenal, http://www.cenal.gob.ve), y que tendrá como país invitado de honor a Cuba, siendo el Amazonas y el Ambiente los temas centrales. Filven tendrá como Presidente Honorario al presidente de Venezuela, teniente coronel (retirado) Hugo Chávez Frías. Participarán escritores venezolanos y de otros países, así como libreros, editoriales de América Latina y Europa, grupos culturales, medios comunitarios y alternativos, colectivos, organizaciones sociales y consejos comunales de toda Venezuela. Esta importante cita editorial se realizará por segunda vez en el Parque del Este, y por primera vez se extenderá a todas las regiones que componen la geografía venezolana. Durante el evento se presentarán los primeros doce títulos del Fondo Cultural Alba, del gobierno venezolano, que además mostrará sus logros en materia editorial a través de la Plataforma de Política Editorial del Ministerio de la Cultura (http://www.ministeriodelacultura.gob.ve). El líder cubano Ernesto Che Guevara y el prócer venezolano Francisco de Miranda serán los personajes de relevancia, a quienes se les dedicarán dos salas y conferencias, así como el programa académico. Por su parte, el programa literario versará en torno a la trayectoria del poeta trujillano Ramón Palomares, ganador del Premio Nacional de Literatura Mención Poesía 1974 y del Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora 2006. Este año estarán presentes 146 expositores, de los cuales 103 son editoriales venezolanas y 35 de otros países, cifra total que se elevó en comparación con la edición del año pasado, cuando participaron 114 casas editoriales. El encuentro tendrá un capítulo en cada uno de los 23 estados del país y otro en el Distrito Capital. El capítulo Caracas arriba a su 13ª edición, y ocupará 4 hectáreas del Parque del Este, distribuidas en 121 stands de 2, 8 y 16 metros, así como la Plataforma del Libro, el Pabellón de Cuba, el Pabellón Infantil, las salas Ramón Palomares, Francisco de Miranda, Ernesto Che Guevara y Amazonas y Ambiente. Además estará dispuesto un Pabellón Gastronómico. Dentro de la programación de Filven 2006 está previsto el Primer Encuentro Internacional del Libro Alternativo, el cual reunirá alrededor de una veintena de editoriales alternativas que expondrán no sólo sus últimas novedades, sino que disertarán sobre los retos de la edición alternativa en el mundo. También propiciará el debate y el análisis sobre la realidad cultural y artística de la escena editorial alternativa en el planeta, además de fomentar la diversidad y pluralidad de tendencias, y el libro alternativo como valor cultural garante de la democracia e impulsor de auténticas redes de participación. Las editoriales visitantes serán Libros del Zorzal y Marea Editorial (Argentina), Lom Ediciones (Chile), Zed Books (Reino Unido), Danger Public (Francia), Les Allusifs (Canadá), Ángeles de Fierro (República Dominicana), Letra Negra (Guatemala), Ediciones Aurora (Colombia), Txlaparta (España), Ediciones Trilce (Uruguay) y Sarita Cantonera (Perú). Venezuela contará con la participación de La Mancha, Mucuglifo y Nadie Nos Edita. En el marco de esta Feria se realizará el foro sobre la Novela Negra en América Latina, con el propósito de hacer un encuentro de corte internacional sobre este género literario. Por segundo año se efectuará el Salón de Derechos de Autor, donde cada editorial, editores, libreros y todos aquellos sectores vinculados al libro, tendrán la oportunidad de entrevistarse con empresas editoriales nacionales y extranjeras. El objetivo de esta rueda de negocios y encuentro de agentes literarios es facilitar la negociación directa entre las empresas asistentes al evento, con la finalidad de que puedan concretar negocios de inversión editorial a través de acuerdos de nuevos productos, financiamiento, representaciones y distribución. Los espacios de la feria estarán abiertos de lunes a viernes entre las 11 de la mañana y las 8 de la noche, y los fines de semana de 9 de la mañana a 8 de la noche. La entrada será libre para todo público. Fuente: Cenal *** Literatura y periodismo, tema de la Feria de Puerto Rico Literatos, empresas privadas y distintas agencias gubernamentales participarán en la IX Feria Internacional del Libro de Puerto Rico (FIL-PR, http://www.filpuertorico.org), que se efectuará del 11 al 19 de noviembre en el coliseo “Roberto Clemente” y será dedicada al tema “Literatura y periodismo”. Para rendir honor a los profesionales de la comunicación, Oscar J. Serrano, presidente de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (Asppro, http://www.asppro.org), formará parte de los actos de inauguración. Igualmente, periodistas de Estados Unidos, España, República Dominicana y Puerto Rico participarán del foro “Literatura y periodismo”, que se llevará a cabo del 15 al 17 de noviembre. Entre los invitados a la feria, que se extenderá de 9 de la mañana a 9 de la noche, se encuentran la escritora dominicana Ylonka Nacidit Perdomo y su compatriota el poeta Mateo Morrison, y los escritores granadinos Jesús Amaya, José María Cotarelo y Pedro Enríquez. La FIL-PR se enfocará en distintos aspectos de la lectura con la exhibición de periódicos del siglo XIX, dos áreas dedicadas a la lectura infantil y más de 100 exhibidores que pondrán a la venta sus publicaciones. El Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP, http://www.icp.gobierno.pr) será el presentador oficial, confirmó su director ejecutivo, el poeta José Luis Vega, por lo que contará con su propio pabellón. En ese espacio se realizarán obras teatrales y lecturas de revistas y comics creados por el ICP para los niños, en un acercamiento a las generaciones emergentes. Se espera que unas 85 mil personas asistan a esta fiesta del libro, entre ellos, diariamente, unos dos mil estudiantes de escuelas públicas y privadas. Como parte del programa “Lee y sueña”, la Oficina de la Primera Dama se integra este año a la exposición para orientar a los padres sobre la importancia de leerles a sus hijos desde los 0 a los 5 años. La primera dama puertorriqueña, Luisa “Piti” Gándara, dijo estar comprometida con el proyecto porque considera que la lectura es “la mejor inversión para el desarrollo económico y social del país”. “Es importante que desde pequeños los niños naveguen por ese mundo de la lectura. Sabemos que estamos convirtiendo a Puerto Rico en una isla de libros”, comentó acerca de esta nueva alianza el presidente de la FIL-PR, José Carvajal. Entre las presentaciones artísticas de la feria se encuentran las del grupo Tepeu, que celebrará sus 32 años de formación el 11 de noviembre a las 7 de la noche. El cantautor puertorriqueño Rique Colón presentará su disco Sentido tropical el viernes 17 a la misma hora, mientras que el sábado el trompetista Humberto Ramírez y la cantante Lucy Fabery darán muestra de su fusión del jazz anglosajón con el bolero antillano. El próximo año la FIL-PR se mudará al Centro de Convenciones de Puerto Rico para la celebración en grande de su décimo aniversario. La entrada a las actividades tiene un coste de $4. Para solicitar información, comuníquese al (787) 721- 0844 o acceda al portal del evento (http://www.filpuertorico.org). Fuente: Primera Hora *** Revistas argentinas de poesía se reunirán en la Biblioteca Nacional El 18 y 19 de noviembre, entre 3 de la tarde y 10 de la noche, se realizará, en la Biblioteca Nacional de Argentina, el I Encuentro de Revistas de Poesía “Las Ínsulas Extrañas” (http://lasinsulas.blogspot.com), en el que se darán cita editores de unas doce publicaciones literarias de la nación sureña. El evento, que se desarrollará en los espacios Plaza del Lector y Explanada de la institución, tiene entre sus propósitos los de intercambiar ideas y difundir la labor de lo que significa hacer hoy una revista de poesía en Argentina. Participarán las publicaciones de poesía Diario de Poesía (http://www.diariodepoesia.com), Plebella (http://www.plebella.com.ar), Música Rara (http://www.musicarara.com.ar), No Retornable (http://www.no-retornable.com.ar), El Jabalí (http://www.poesiaeljabali.com.ar), Hablar de Poesía, Los Rollos del Mal Muerto, Barataria, El Niño Stanton, La Guacha, Coartadas y La Pecera (http://www.lapeceralibros.galeon.com). Entre otras actividades habrá exhibición y venta de los distintos números de las publicaciones, en un stand asignado a cada una; mesas de debate sobre distintos temas de interés tanto para los hacedores de las revistas como para el público en general; y cierre de cada día con una mesa de lectura por parte de poetas representantes de algunas de las publicaciones. Además se celebrará una feria de publicaciones en la que participarán editoriales de poesía, que contarán con stands propios y compartidos. El encuentro, que es organizado por Romina Freschi, Mario Nosotti, Adriana Kogan, Victoria Schcolnik, María Muro y Adrián Pedreira, será clausurado con un recital poético el 18 a las 8 de la noche, al término del cual se realizará un brindis. Fuente: Las Ínsulas Extrañas ||||||||||||||||||||||| ARTÍCULOS Y REPORTAJES |||||||||||||||||||||| === E.T.A. Hoffmann, el romántico magnetizador Vanesa Guerra ========= Mis miradas son extrañas porque en ellas se refleja lo auténticamente extraño que mi espíritu observa E.T.A. Hoffmann Levanta el velo que cubre tus ojos y escúchame atentamente (E.T.A. Hoffmann cita a Shakespeare) Cuando de modo inesperado lo ordinario deja entrever un revés oscuro, algo de esa existencia ordinaria pareciera vacilar en sus formas; la escena, hasta entonces familiar y orgánica, en la cual los sucesos resuelven sus asuntos bajo un flujo cotidiano, hace grieta. Entonces, algo se filtra, y algo se pierde; la armonía se desarma y arma otro lugar donde lugar no había. Pareciera que hay lugares que se habitan a sí mismos, como si fueran otros; esta experiencia de los espacios y del tiempo que todo espacio implica, es una manera particular de dar un indicio más de la existencia de diversas dimensiones superpuestas. Como en aquellos juegos en donde la repetición casi autómata de una palabra cobra repentinamente una falta de sentido absoluto y nos confronta a un sonido híbrido que no remite más que a una extrañeza, al mismo tiempo, algo profundamente incierto se abre y obliga a nuestro próximo paso. La extrañeza, ya sea la del juego o aquella de la experiencia inesperada, nunca es inocua, en realidad, envuelve, captura y nos exilia de nosotros mismos. Hoffmann sabe de estas experiencias y su obra se conforma en esta operatoria. Ernest Theodor Wilhem Hoffmann nació el 24 de enero de 1776 en la ciudad prusiana de Königsberg. Su naturaleza curiosa y laberíntica lo llevó por la pintura, la caricatura, la poesía, la narrativa, la crítica y la música. Como músico y compositor admiró profundamente a Wolfgang Amadeus Mozart al punto de trocar y hacer desaparecer su tercer nombre, Wilhem, por el de Amadeus. Ernest Theodor Amadeus Hoffmann, así, adherido desde el nombre a la vida de Mozart, quedó filiado, tatuado, injertado de otro genio. Este artificio de parentesco hizo lo suyo y hechizó años más tarde a Jacques Offenbach, quien compuso la increíble y legendaria ópera Los cuentos de Hoffmann (1880) como una forma de amalgamar y amalgamarse a esos dos genios que tanto significaron para él durante toda su vida. E.T.A. Hoffmann escribe en el borde de lo inexplicable; sus personajes encarnan la pasión de no ser dueños de su propia vida; enajenados, sobrecogidos, andan como títeres en los sueños de algún genio disparatado, torpe, pueril, que monta una escena para evitar despertarse; sin embargo, pareciera que por momentos el sueño del genio se disgrega, los párpados se le agrietan, el velo se corre y todos, títeres y narrador incluido, quedan ciegos bajo el fogonazo de algo que se muestra y no debía mostrarse, ni siquiera sospecharse; entonces, ya inoculados de una realidad otra, el sueño sigue soñando en el límite de la vigilia. Hoffmann intuye la estructura de la pesadilla, va más allá de lo onírico, trabaja en ese territorio que no pertenece ni al sueño ni a la vigilia, ni a lo conocido ni a lo extraño. Este arte tan peculiar para narrar la intrincada relación de lo humano con lo familiar y a la vez con lo extraño, lo atrajo a Sigmund Freud en 1919, a la lectura y al análisis de Der Sandmann (El hombre de arena, 1817) y Die Elixiere des Teufels (Los elixires del diablo, 1815-1816) para trabajar el concepto de Lo ominoso, “Das Unheimliche”, como aquella evolución de lo que alguna vez formó parte de uno pero sin ser habitado; una suerte de cuarto oscuro que no alberga más huésped que aquel que uno rara vez será y cuando lo sea no sabrá pacíficamente reconocer. O sea que lo ominoso también implica lo ignorado, bajo la forma de lo no reconocido; no sólo por el acto de la sorpresa, sino porque se trata de una forma apasionada de la ignorancia, una forma que late en la presencia de una corazonada. Hoffmann sabe de corazonadas, urde los presagios, los presentimientos; hay algo que siempre está un poquito antes, en la antesala, en la penumbra peculiar que devuelve un espejo visto a la distancia que refleja vaya a saber qué cosa fugitiva que nos anda merodeando el corazón de la corazonada. Será por eso, digo, por ese magnetismo presente en su obra, por esa suerte de hechizo o de encantamiento que habita la atmósfera que recrea, que sus contemporáneos lo llamaron Fantasma Hoffmann o Espíritu Hoffmann. Este espíritu se enreda entre las formas imprecisas pero calculadas que producen y precipitan la angustia, o también, hunde la pluma en esas otras formas grotescas y cómicas, bufos reveses de lo mismo, bajo el signo de la extrema confusión, donde la figura sería, por ejemplo, la del teatro dentro del teatro, la de la ópera dentro de la ópera. La obra de Hoffmann pareciera concebida a la manera de una variación musical. Una y otra vez nos encontramos con los mismos asuntos, volvemos a ellos desde lugares que parecerían remotos, pero todos los caminos conducen a lo mismo, y nos obligan a respirar esa atmósfera densa cuando ya topamos de narices con esos restos poco domeñables, insistentes, y como en aquellas metamorfosis que propuso Ovidio, ganan repentinos, sin saber muy bien cómo, una nueva forma, otro terreno; entonces la obra, toda la obra, como una gran historia en sí misma, diluye su prisa y soporta los jirones de un discurso engañoso, una vez más, que se repite como esos sueños que se cuentan una y otra y otra vez, para que las pequeñas diferencias burlen la repetición y tejan su minucia trasgresora; única bendición antes del silencio. Por cierto, no buscamos plantear la completud o el silencio absoluto, sólo afirmamos que toda obra será incompleta, y que en esos agujeros —que en Hoffmann encuentran la manera estética de una variación musical— la obra respira y vive. Para Carmen Bravo-Villasante, una de las grandes traductoras al español de nuestro autor, la fórmula hoffmanniana es el doble efecto de la ilusión y el distanciamiento. La mayoría de los relatos están enmarcados por “los comentarios de los oyentes y del propio cuentista”. En realidad, como la obra completa no está editada en Argentina, y para la época de estas palabras tampoco lo estaba en España, algunos de los cuentos del autor, en ciertas ediciones voluntariosas pero no muy cuidadas, fueron extraídos (extirpados diría) de un tejido mayor, con lo cual Carmen Bravo-Villasante se ve obligada a aclararnos lo siguiente: “Habitualmente los cuentos de E.T.A. Hoffmann se han publicado sacándolos de su contexto, como elementos aislados. El puro cuento, como en el caso de ‘El vampiro’ o ‘La vampira’, según una traducción del siglo XIX, produce un helado escalofrío, por el desarrollo del tema y el terrorífico final. Los comentarios que anteceden al cuento y los que siguen a la terminación tienen el carácter de crítica literaria del mayor interés, pero no cabe duda que atenúan el efecto sobrecogedor”... “Hay un sistema de inserción del relato en un contexto crítico y preparatorio”. (C. Bravo-Villasante, Prólogo a Vampirismo. E.T.A Hoffmann. Biblioteca de Cuentos Maravillosos, volumen 4. J.J. de Olañeta Editor. Edición Limitada, Barcelona, 1988). Así, creeríamos que aquello que se va tejiendo entre los contertulios es marco y a la vez escena narrativa, esta operación, cruce, superposición, tramado entre los niveles narrativos ha sido la apuesta de Hoffmann: él y sus amigos, él como autor, ellos como coautores y él como narrador y ellos como narradores, son narrados y especulados por algo de ellos mismos, algo que los toma y los devuelve por una suerte de reflejo que la misma química del relato produce. El juego del doble, el juego del espejo y lo que el espejo refleja desde lo inesperado, está implícito en esta fórmula narrativa. Hay una idea de J. L. Borges que podría ayudarnos a pensar lo monstruoso que precipita el descubrimiento de un espejo; Borges escribe —y lo escribe de alguna manera junto a Bioy Casares—, en un relato que considera una escritura sobre una nota sobre un libro imaginario (refiero a “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”) que Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres. Así, en este relato, todo va multiplicándose, ya es la ficción de la ficción, la realidad de la realidad y sus cruces, y la multiplicación de esos cruces, y en una instancia que nunca será la última, y enmarcado y desbordado en ese laberinto de espejos y reflejos, algo se mira y será mirado por sus propios ojos que no alcanzarán del todo a reconocerse. Sin embargo, habrá una ínfima parte, que late corazonada familiar. Lo que no termina de decirse es que lo abominable es la multiplicación de uno mismo, no la de los otros, lo abominable es una suerte de clonación involuntaria, una repetición compulsiva y descontrolada, en donde los términos “propio”, “mismo”, “uno”, quedan francamente heridos, prácticamente rotos. Recordemos, aunque matizada, cómo se plasma esta idea en Máscaras venecianas (Bioy Casares). E.T.A. Hoffmann construye lo monstruoso desde el estatuto de verdad encubridora que posee un recuerdo infantil; por ejemplo, lo escuchamos en boca de Theodor, uno de los contertulios en Los hermanos de Serapio quien cuenta a sus compañeros que, a través de un espejito de mano, miraba algo que no terminaba de comprender si era humano —una mujer— o el retrato al óleo de una mujer o tal vez una muñeca; como sea, eso era de una belleza conmovedora que asomaba su brillo a una ventana, en lo alto, a sus espaldas, y aún le tomaba los ojos: “Cuanto más miraba el rostro de la ventana más iba apoderándose de mí una extraña e indescriptible sensación que casi podría llamar soñar despierto. Me parecía que una especie de catalepsia paralizaba no tanto mis movimientos como únicamente mi vista, que no podía apartar del espejo. Confieso con rubor que me vino a las mientes aquel cuento infantil con el que mi niñera me conducía a la cama en mi niñez cuando al anochecer me entretenía contemplándome en el gran espejo de la habitación de mi padre. Me decía entonces que cuando los niños se miran de noche en el espejo se asoma un rostro extraño y abominable, y los ojos del niño se quedan fijos en él. Aquello me parecía horrible, pero lleno de angustia, no podía dejar de echar una rápida mirada, comido por la curiosidad de ver el semblante desconocido. Cierta vez creí ver un par de ojos ardientes y horribles brillar en el espejo. Grité y caí desvanecido. En aquella ocasión se me declaró una larga y penosa enfermedad, pero aún hoy tengo la sensación de que esos ojos realmente me miraron (“La casa vacía”). Desde el fondo remoto del corredor, el espejo nos acechaba (Borges; “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”). ¿Qué multiplica el espejo sino nuestros ojos mirándose? En algún juego de miradas nunca sabremos quién mira a quién, o qué mira a qué; ese desdoblamiento provocado no dejará de producir algo inquietante. Borges lo extrema, el espejo está solo, sin ojos que lo enfrenten, en lo oscuro de un remoto corredor, en la noche de una quinta de la calle Gaona, en Ramos Mejía. Lo monstruoso, pareciera aclarar, se debe a lo inevitable del descubrimiento de un espejo en altas horas de la noche. ¿Qué es lo oscuro para los ojos? Y también ¿qué es la mirada para aquello que mira? En la multiplicación y aun en la ceguera que toda oscuridad propone, hay ojos no reconocidos que se miran a sí mismos, rodeo mediante. Pero en ese pasaje, en esa peculiar metamorfosis, habrá un dios que no acompaña; un dios que se corre, que se baja de la escena, que la abandona, que se lleva algo con él, como un hálito, y es ese dios que se aparta, aquel que convertirá-transformará-metamorfoseará-clonará los ojos en ojos desangelados, deshabitados, siniestros, hechos de vidrio y de arena. Recordemos uno de los orígenes de la palabra siniestro, recordemos entonces, que cuando los griegos partían aventurados a la batalla, era en el cielo que leían la cifra de su destino. Si las aves volaban a la derecha del campo, habría buena ventura, los dioses acompañaban, estaban de su lado, deseaban la victoria: una suerte de unión. Pero si en el cielo las aves surcaban la izquierda, la muerte o la desventura quedaba anunciada, develada, revelada; se manifestaba, entonces, que los dioses habían votado, habían deseado en contra, no se unían a sus criaturas; así, los guerreros debían reconocerse en el objeto de una voluntad incauta, en el instrumento de poderoso capricho que no tiene reserva, ni sutileza, ni ficción alguna para embellecer un engaño. El cielo-espejo devuelve un destino fatídico; una identidad resquebrajada, los dioses anuncian el descanso, desalojarán sus manos de las cavidades de los títeres; la amenaza habrá activado su propia maquinaria y pondrá en marcha los motores para evidenciar lo otro que habita en uno, hasta ser mirado y tomado, breve pero intensamente, por esa otredad que nos habita desde el origen y nos ha constituido allí donde pocas veces somos. Notas y comentarios sin numerar • “En 1851, el Théâtre de l’Odeon de París representó la rara pieza teatral Les Contess d’Hoffmann, en la cual dos renombrados dramaturgos franceses, Michel Carré y Jules Barbier, habían erigido como figura central la del poeta alemán. En la platea se encontraba Offenbach —ya tenía 32 años— y no pudo sustraerse a su fascinación”... “En 1877 resolvió componer la música para el texto de Barbier y Carré”... “sólo con Barbier. Y parece ser que influyó para someter a la pieza escrita en 1851 a modificaciones sustanciales”. Kurt Pahlen, Jacques Offenbach, Los cuentos de Hoffmann. Ed. Vergara. Buenos Aires, 1992. • En aquel caso Freud se abocó a dos obras de E.T.A. Hoffmann, Der Sandmann (El hombre de arena, 1817) y Die Elixiere des Teufels (Los elixires del diablo, 1815-1816). Rescatamos un comentario de James Strachey para Lo ominoso, 1919; Sigmund Freud, O.C. Amorrortur Editores; Vol XVII, Bs.As., 1979, pág: 217-218: “Este trabajo se publicó en el otoño de 1919, es mencionado por Freud en una carta a Ferenczi del 12 de mayo de ese año, donde le dice que ha rescatado un antiguo manuscrito del fondo de un cajón y lo está reescribiendo. Nada se sabe sobre la fecha de su primera redacción o sobre la medida en que lo modificó, pero la nota de Tótem y tabú (1912-1913) citada infra, pág. 240, muestra que ya en 1913 el tema rondaba su pensamiento, y al menos los pasajes referidos a la ‘compulsión a la repetición’ (págs. 234 y sigs.) deben de haber sido fruto de la revisión, ya que incluyen una síntesis de gran parte de Más allá del principio de placer (1920g) obra a la que aluden como ‘casi concluida’ ”. • Vale una aclaración al respecto de las transformaciones que nos propone Ovidio: En la obra Las metamorfosis, las variaciones preservan algo del orden de la identidad. Solodow J. B. lo plantea de la siguiente manera: la metamorfosis es “un proceso por el cual características de una persona, esenciales o accidentales, toman forma corporal y así se hacen visibles y manifiestas. La metamorfosis hace ver cualidades de una persona sin dar juicio sobre estas cualidades. Paradójicamente esto es un cambio que preserva, una alteración que mantiene la identidad, un cambio de forma por el cual un contenido se representa en una forma”. Lo anterior corresponde a una cita que hace Juan Francisco Alcina para una introducción a Ovidio: Las metamorfosis. Ed. Planeta; España 1990. Hacemos esta aclaración dado que lo siniestro, en tanto afecto, acecha sobre la identidad, la hace vacilar; algo del orden de la despersonalización o de la disolución identitaria se pone en juego. • Comentario respecto al personaje Theodor: “Los hermanos de Serapio, ‘Die Serapions Brüder’, es el nombre de una tertulia donde se reúnen varios amigos para leer y conversar y que da comienzo el día del mártir Serapio, eremita del siglo IV. El abogado Hitzig interviene con el nombre de Otomar, el escritor Contessa con el de Silvestre, el médico psiquiatra Koreff es Vicenzo, el escritor Chamizo es Cipriano, el poeta Fouqué es Lotario y el mismo E.T.A Hoffmann interviene como Teodoro”. C. Bravo-Villasante, Prólogo a Vampirismo. E.T.A Hoffmann. Biblioteca de Cuentos Maravillosos, volumen 4, J.J. de Olañeta Editor. Edición Limitada, Barcelona, 1988. • Ubicado en lo que se llamó el romanticismo alemán, nuestro gran artista abrió caminos insospechados en el mundo de la ópera, del ballet, de la pintura y la escritura. Citamos a José Sánchez López al respecto: “Ya en vida, Hoffmann contó con admiradores como Jean Paul, pero nunca fue apreciado por J. W. Goethe ni por G. W. Hegel. No obstante, enseguida se hizo famoso en el mundo de la lengua alemana, y lo valoraron positivamente o trataron de imitarlo Gottfried Séller (1176-1822), Theodor Storm (1817-1888), Franz Kafka (1883-1924) y Hugo von Hofmannstahl (1874-1929). También ejerció un gran influjo en la literatura de lengua francesa: Charles Baudelaire (1821-1867), inglesa: Edgar Allan Poe (1808-1849) y Ambrose Bierce (1842-1914), y rusa: Fedor Dostoievski (1821-1881). Pero no sólo la literatura, también otras artes están en deuda con Hoffmann. En pintura, se cita a Paul Klee (1879-1940), entre otros. En el cine le han prestado atención Manoel Oliveira, Moira Shere, Michael Powell y Andrei Tarkovski. Pero ha sido en la música donde su influjo ha tenido mayor repercusión, correspondiendo en cierto modo al interés que él siempre tuvo por el arte musical. Así debemos citar a Robert Schumann (1810-1856) con Kreisleriana; Richard Wagner (1813-1883), que compuso Los cantores de Nuremberg y Tannhäuser; Jacques Offenbach (1819-1880), a quien se le deben Los cuentos de Hoffmann; Leo Delibes (1836-1891) autor de Coppelia; Piotr Tchaikovski (1840-1893) compositor de Cascanueces; Ferruccio Busoni (1866-1924) que se inspira en Die Brautwahl; Paul Hindemith (1895-1963),autor de Cardillac; y Gian Francesco Malipiero (1882-1973) que compuso I Capricci di Callot”. José Sánchez López, prólogo a Cuentos de música y músicos, E.T.A. Hoffmann. Edición y traducción: J.Sánchez López. Ediciones Akal, 2003. Madrid, España. Bibliografía y enlaces sugeridos: • Der sandamann (El hombre de arena). http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ale/hoffmann/hombre.htm. • E.T.A. Hoffmann: Signor Formica. Prólogo y traducción de Carmen Bravo-Villasante. Hesperus, volumen 6. J. J. de Olañeta. Ejemplares numerados, Palma de Mallorca, 1988. • E.T.A. Hoffmann: Vampirismo, seguido de El magnetizador y La aventura de la noche de San Silvestre. Traducción de Carmen Bravo-Villasante. Biblioteca de Cuentos Maravillosos, volumen 4. J.J. de Olañeta Editor. Edición Limitada, Barcelona, 1988. • E.T.A. Hoffmann: Cuentos de música y músicos. Edición y traducción: J. Sánchez López. Ediciones Akal, 2003 Madrid, España. • E.T.A. Hoffmann: El puchero de oro —Los románticos alemanes—, selección de Ilse M de Brugger. Traducción: Francisco Payarols. Centro Editor de América Latina, 1968 Bs. As. • E.T.A. Hoffmann: El hombre de arena. Traducción: Sebastián Vargas. Editorial Estrada, 2000. Bs. As. • E.T.A. Hoffmann: La casa vacía. Alianza Editorial, E. Rei Argentina. Colección Biblioteca Página 12. No figura traductor. • E.T.A. Hoffmann: El voto. Alianza Editorial, E. Rei Argentina. Colección Biblioteca Página 12. No figura traductor. • Kurt Pahlen: Jacques Offenbach. Los cuentos de Hoffmann. Traducción: María Antonieta Gregor. Traducción Libreto: Amanda Forns de Gioia. J. Vergara Editor Buenos Aires, 1992. • “Cuentos musicales. Partituras inspiradas en Hoffmann, Andersen y los Grimm”, por José Antonio Ruiz Rojo: http://www.revistasculturales.com/a/301/1/cuentos-musicales-partituras- inspiradas-en-hoffmann-andersen-y-los-grimm.html. • Ana C. Conde: “La palabra enroscada a lo siniestro”: http://www.ucm.es/info/especulo/numero33/siniestr.htm. • Vanesa Guerra: “Angustia, la permanente pasajera”: http://www.con-versiones/nota0032.htm. ** Vanesa Guerra vguerra@comnet.com.ar Escritora argentina nacida en 1965. Psicoanalista de profesión. Codirige la revista transdisciplinaria Con-versiones (http://www.con-versiones.com). Su libro Metáforas del lunar conyugal fue publicado en 2000 por la Editorial Nueva Generación. Fue finalista en 2001 del Concurso de Novela La Resistencia, de Editorial Alfaguara y Elfoco.com, en México. === Nunca y siempre es tiempo de la poesía Mario Amengual ============ A una convicción que me hizo suya en mi adolescencia y a la lectura de los discursos de algunos escritores al momento de recibir el Premio Nobel de Literatura, se deben estas líneas que corren a partir de un título paradójico. Se trata, si acaso es necesario denominarlo, de un ejercicio en el que tomo prestadas las palabras de indudables poetas de nuestro tiempo o, visto de otro modo, con legítimo derecho de lector las hago mías y procuro conjugarlas con palabras menos afortunadas: las que, para bien o para mal, me han asistido. Primero, éstas de Derek Walcott: “La Historia es una olvidada noche de insomnio. La Historia y el temor primigenio son siempre nuestro origen, porque el destino de la poesía es enamorarse del mundo, a pesar de la Historia”.* ¿Cómo no sentir ante ellas (las palabras de Walcott) el drama y la contradicción que todo aquel que emprende la aventura poética adopta como conclusión inevitable, impregnada de toda la fuerza de su veracidad? Bastaría con apenas asomarse a la vida de François Villon, tan sólo leer algunos pasajes de Una temporada en el infierno o simplemente recordar el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz. ¿Y olvidaríamos a Georg Trakl y a Apollinaire, ambos marcados por el desenfreno bélico de sus días? ¿No fue ese el dolor individual e histórico de César Vallejo? ¿Acaso no supo Whitman de esos desencuentros de historia y poesía, aunque quiso aunarlas? ¿No fue ese el abismo por el que se precipitó la cordura de Hölderlin? Pero de poco servirán las enumeraciones, aunque digan mucho. Tal vez sea suficiente opinar sobre nuestra época, en la que, por cierto, el azote de la economía y el culto al progreso infinito tornan más comprometida la situación de la poesía y de sus aislados amanuenses. La sucesión de conquistas de la inteligencia y de ruinas espirituales, debidas a la alianza entre la técnica y la política, pretenden no dejar espacio para todo aquello que no sea la fascinación por los artilugios relucientes y de pronta obsolescencia. No pocas veces la vida misma parece ínfima, mercancía de poco valor, ante el pujo humano por alcanzar fronteras y rebasarlas, sin descanso, sin límites y con insaciable afán. ¿Cómo pretender que la poesía sea un bien o una aspiración común si ya el asombro (o la capacidad de asombrarnos) se reduce al incesante interés por las maravillas de la técnica y los privilegios que otorga el poder en sus diversas pero unidimensionales formas? Por eso, no era para extrañarnos cuando apareció un escribiente de los poderes económicos y militares dominantes declarando el fin de la Historia; sí, esa misma Historia que Walcott sintió inevitable y pese a la cual la poesía se enamora del mundo. Hoy, el optimismo de aquel escribiente ni siquiera resulta risible; cuando mucho, sólo debería provocar un rictus condescendiente. En su momento, se sumaron en apresurada alharaca, como siempre, los infaltables epígonos de todo el mundo, permanentes ansiosos para adherirse a una tendencia de moda. En 1990, dijo Octavio Paz ante la Academia Sueca: “La historia es imprevisible porque su agente, el hombre, es la indeterminación en persona”. Pero ya sabemos que el mundo no escucha a los poetas. De todos modos, ¿de dónde salieron tanto barullo triunfalista y tantas fanfarrias por el fin de la Historia? Obviamente de quienes quieren llevar el mundo a su antojo; ya no sólo la economía, sino las ideas, los pensamientos, los sentimientos y las conciencias. Y aún me consuela presumir que no lo lograrán. No será fácil mientras en cualquier parte de este planeta enloquecido arda la llama de la poesía, así como en la ficción de Bradbury (Fahrenheit 451) los libros, todos proscritos, sobreviven en la memoria de algunos seres humanos. Ese es un legado y más que eso: es una condición indestructible. Así lo dijo Faulkner y lo repitió García Márquez, ambos, también, ante la Academia Sueca. El capitalismo reinante y el socialismo anunciado por algunos, con mucha insistencia hoy desde América Latina, son sistemas totalitarios porque, en esencia, no aceptan la libertad o autonomía del individuo, por más que éste demuestre su voluntad y capacidad para colaborar y asimilarse a la experiencia de proyectos colectivos. Los dos sistemas procuran, aunque lo disfracen sus proclamas y sus constituciones, que ningún hijo de vecino sea quien quiere ser ni haga carne y espíritu lo que Tales de Mileto, primero, y después Jesús de Nazareth, predicaron: “No hagas a otro lo que no quieres que a ti te hagan”. Sin esa tensión necesaria y predestinada entre el individuo y las masas uniformes el mundo de seguro sería un Paraíso; claro, sería el reino de los bostezos que, por abundantes, no competirían entre sí. En cambio, la poesía, cuyo tiempo nunca y siempre es, florece y se desparrama en la diversidad, en las contradicciones y en las oposiciones, y se asoma en todo horizonte que amenace con desaparecerla de la faz de la Tierra. Para Saint John Perse “el poeta existía en el hombre de las cavernas y también existirá en el hombre de las edades atómicas; pues es parte irreductible de lo humano”. Mientras tanto no faltarán paredes ni páginas, incluidas las de Internet, en las que el espíritu pueda expresarse: eso sí, el espíritu, no quienes pretenden sustituirlo con la hipócrita intención de disensos benevolentes, hoy proliferantes en todas las sociedades. No podemos negarnos a reconocer la abundancia de los que queriendo dar certidumbres sólo consiguen agrandar los desconciertos. ¿Cómo pueden los atesoradores de poder (y adoradores del poder) tropezar, sin molestias ni dudas, cuando no las esquivan, con frases lacerantes como éstas: “El poeta puede decir que el hombre comienza hoy; el político puede decir, y de hecho dice, que el hombre ha estado y siempre estará cautivo en la trampa de su cimiento moral; una estructura que no es congénita sino implantada por una infección secular lenta. Esta verdad, escondida tras las actitudes poco asequibles de la sabiduría política, sugiere como primera conclusión, que el poeta sólo puede hablar en tiempo de anarquía. La resistencia es una certeza moral, no una poética. El verdadero poeta nunca usa palabras para castigar a alguien. Su juicio pertenece a un orden creativo; no está formulado como una escritura profética” (Quasimodo). De ninguna manera se trata de propiciar o ejercer la rebeldía, más bien en el mundo hay demasiados rebeldes: algunos armados; otros disfrazados con el atuendo de cantantes estrafalarios; otros despotricando de sus rivales políticos... La lista es larga y no vale la pena ni viene al caso seguir nombrándolos. El asunto es sencillo, aunque por ello no deja de ser inquietante y profundo: los poetas, escriban o no, tienen que seguir siendo poetas, sean cuales fueren las convulsiones históricas que les toque vivir. Un buen ejemplo de esa “resistencia” de la poesía, de los poetas, es la Danza de la muerte castellana y también las Coplas de Mingo Revulgo y las Coplas del Provincial, y podrían darse más ejemplos. En todo caso, el poeta no puede (y me atrevo a decir que tampoco debería pretenderlo) vivir al margen de la Historia; de hecho, muchas veces su alimento, su único alimento, es la Historia y de nada valen los esfuerzos desmedidos de algunos por sólo labrar poesía de puro presente. Sería necesario despojarla de su intenso humanismo, de su mirada agradecida, de sus palabras y gestos celebrantes para no afirmar junto con Neruda: “Sólo por ese camino inalienable de ser hombres comunes llegaremos a restituirle a la poesía el anchuroso espacio que le van recortando en cada época, que le vamos recortando en cada época nosotros mismos”. En nuestros días, la advertencia de Neruda se ha hecho imposición, entre otras y muchísimas razones, porque la novela como género más dúctil y conveniente para el mercado deja a la poesía aun más rezagada, arrumada entre los trastos que el progreso y la globalización arrojan al basurero. Si la poesía en la palabra escrita logra abrirse paso en la ficción de las novelas, no hay duda de que lo consigue a duras penas y con escasas posibilidades de conquistar a la mayoría de los compradores de libros, aun cuando algunos cálculos y cifras permitan alentar cualquier esperanza al respecto. Sólo cuando la novela rebasa el límite de su función recreativa y supera la tentación de tratar sólo temas de moda o que por su naturaleza llaman fácilmente la atención del gran público, su código apuntará a otras realidades oportunamente obviadas (por los medios de comunicación, los políticos y los intelectuales) o simplemente reprimidas por el común de los mortales. Pero la trampa está armada y no es fácil caer en cuenta de ello, sobre todo si arrecia entre quienes escriben el regusto por la notoriedad y los aplausos. El éxito literario también tiene sus fórmulas, con o sin clichés. La poesía que aquí se procura destacar, sea cual fuere el género literario en que aparezca, es aquella que, según Burckhardt, “aporta más que la historia al conocimiento de lo que es la humanidad”. Y a ella, insiste, la historia tiene que agradecerle “el conocimiento de lo que es la humanidad en general” y “los ricos elementos que le da para comprender las épocas y las naciones”.** No me refiero, y salgo al paso a la confusión, al abuso contemporáneo de la “novela histórica”, subgénero que en muchos casos ha servido para tergiversar la historia o para ofrecer una visión parcializada de alguna época y otras veces para infamar o exaltar a algún personaje o alguna clase social o algún grupo político. La poesía, en todo caso, ve lo imperecedero en medio de la Historia, por decirlo de alguna manera. En algunos casos, tal vez más de lo que comúnmente se piensa, adquiere su compromiso histórico para luchar solitaria y desoída contra los desastres que suelen acaecer durante y después del apogeo de la literatura propagandística que anuncia regímenes mesiánicos, los defiende (a cambio de dinero, cargos y privilegios) cuando se instauran y con ellos muere y queda en la historia como un sabor amargo en el paladar. Me aventuro a asegurar que la poesía, cuando lo es de verdad, es inevitablemente disidente: no se enamora del éxito o triunfo de cualquier índole; no se regodea en el fracaso, aunque lo padezca; por más que se intente, no está hecha para ser recibida con aplausos en los palacios de gobierno; menos todavía debe condenarse a su forma épica, ya superada y sustituida por la novela. Por algo Saint John Perse afirmó para siempre: “Y ya es bastante, para el poeta, ser la mala conciencia de su tiempo”. A la interpretación interesada o errónea de palabras como ésas se debe la confusión entre responsabilidad, o compromiso, y militancia. Así sea muy elaborada y llamativa, no puede ser la poesía vocera de partidos ni de gobierno alguno: semejante creencia sólo es posible en sociedades adoctrinadas y fanáticas. Es de por sí la poesía voz discorde, incluso respuesta artificiosa o rayana al panfleto cuando toda forma de opresión y de fuerzas uniformadoras pretenden anular las contradicciones ínsitas del ser humano. Es inmedible el espacio y permanente el tiempo de la poesía; es incesante su combate contra las tendencias avasallantes que procuran neutralizarla, abierta o subrepticiamente. Se baña en las aguas de la Historia, toca el fondo de sus cauces y cuando sale a tomar aire sus bocas disconformes dejan el legado, su único propósito y su razón de ser. Si alguien desinteresado escucha sus palabras y se detiene y se estremece, luego las lleva consigo y las repite y las acaricia en su memoria, y corren por sus venas como su propia sangre; puede decirse, entonces, que la poesía ha “hecho su trabajo”, ha cumplido en las honduras renegadas del ser humano. Ese alguien, ese individuo, sabrá que “la Historia es una olvidada noche de insomnio” y difícilmente se comprometerá con redentores urgentes, y de asistir al mercado de los credos y las salvaciones, podrá sonreír con la benevolencia de un moribundo satisfecho. Nunca serán suficientes la arrogancia del olvido, ni los brazos armados de los dogmas, ni las incesantes seducciones de la técnica, ni las profusas parrafadas de la demagogia para sacar a la poesía del corazón del ser humano y condenarla a los arrabales de la Historia, porque aun en las peores pesadillas de ésta, encontrará voces doctas o ignorantes para advertir de su presencia en todos los tiempos y presentarse con el ropaje que encuentre en la soledad y el silencio de quienes lleguen a dar con ella, al margen de las fraseologías dominantes y el ciego progreso. Notas * Esta y las siguientes citas de escritores y poetas que han recibido el Premio Nobel de Literatura las he tomado de: Discursos Premio Nobel, Colección Los Conjurados, Volumen 1, Común Presencia Editores, Bogotá, 2003. ** Jacob Burckhardt, Reflexiones sobre la historia universal, Fondo de Cultura Económica, Colección Popular, p. 116. ** Mario Amengual amengual714@hotmail.com Escritor venezolano (Maracay, 1958). Licenciado en Letras por la Universidad Central de Venezuela (1985), es desde 1997 profesor del Taller de Literatura de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela. Ha colaborado en las páginas de opinión de los diarios Últimas Noticias, 2001 y El Siglo, así como en la revista ElMeollo.net, y poemas, cuentos y ensayos suyos han aparecido en los suplementos culturales de Últimas Noticias, 2001, El Periodiquito, El Impulso y en Revista Nacional de Cultura e Imagen. Ha publicado los poemarios La arboleda deslumbrante (1991) y El tiempo de las apariencias (Ediciones de la UCV, 2000), además de la novela breve y el poema en prosa El pozo de la historia / Los extranjeros (2001, un solo volumen). === Pan de muerto Triunfo Arciniegas ================================= El pan de muerto es esponjoso y dulce. Aparte de la harina y el azúcar, los ingredientes son levadura, mantequilla, huevos, leche y agua de azahar, la flor del naranjo. Se amasa y se levanta un pequeño volcán. Se le adhieren pequeños rollos elaborados con la misma masa, en forma de huesitos, y se mete al horno. Una vez cocido, se espolvorea con azúcar. En algunos pueblos, se riegan semillas de ajonjolí en vez del azúcar espolvoreado. En otros, el pan se pinta de rosa con colorante vegetal. El pan de muerto es un elemento básico de las ofrendas. La ofrenda se compone con todo lo que les gustaba a los muertos, que vienen de visita el primero y el dos de noviembre. Según la creencia del mexicano, el espíritu llega a tomar la esencia de las cosas ofrecidas, el aroma de los alimentos, y de ninguna manera se trata de una reunión luctuosa o macabra sino de una celebración. La ofrenda varía según la región, aunque no faltan el mole con arroz, con pollo, los tamales y los guisados. Tampoco la mazorca de maíz, llamada elote. La tusa es el olote. El mole, un plato típico que se inventó en Puebla para recibir unos invitados muy especiales, se hace con chocolate, cacahuete, ajonjolí, tortillas doradas y una mezcla de chiles. Sal, azúcar, agua, atoles, café o vino o tequila o alguna bebida espirituosa. El atole es una bebida que se hace con masa y agua, leche, canela y azúcar. Hay de muchos sabores. También objetos. En las ofrendas de los niños se colocan juguetes, zapatitos, dulces. En éstas y en las otras, abundan las fotografías del finado y los seres queridos que ya habitan el mundo del Mictlán. Y retratos de santos. La viva representación del sincretismo religioso, pues una celebración indígena se transformó en una fiesta cristiana. Un elemento imprescindible son las flores de cempasúchil, la flor de los muertos, propia de noviembre, de un intenso anaranjado, de infinitos pétalos. Pero hay otras como de terciopelo, llamadas cerebros, algunas oscuras como el vino tinto y otras pálidas. Olvidaba mencionar las pequeñas calaveras de azúcar, que grandes y chicos saborean con regocijo. Hay otras calaveritas, que son coplas, versitos picarescos, humorísticos, incisivos, sobre personajes muertos o vivos. Muerto, si hubieras corrido, yo no te hubiera alcanzado. Pero como no corriste, ahora te llevo cargado. Desde octubre la gente se apresta para la celebración. Casas y negocios se decoran con calaveras y esqueletos, servilletas de papel picado o papel de china cortado en figuritas. Los frentes de las casas compiten en algunos pueblos. En los museos, zócalos, centros comerciales, fábricas, empresas y mercados se levantan ofrendas. Día de Muertos es una celebración nacional en México. La semana laboral este año se acabó el martes, porque miércoles y jueves corresponden al primero y dos de noviembre, y el viernes ya qué. La gente se va a ver a sus muertitos. La mayor parte de los veintidós millones de habitantes de la capital, una ciudad que no conocen a cabalidad ni los mismos taxistas, es de provincia o cuenta con ancestros provincianos, por ejemplo. Me dicen que la tradición se estaba perdiendo, confundida con el halloween, la fiesta gringa de máscaras y disfraces para asustar y pedir dulces y monedas, más comercial que otra cosa. Pero ha habido un esplendoroso resurgimiento. Por cierto, hay ofrendas que son verdaderas instalaciones y con más sentido que las estupideces de algunos museos de arte moderno, maravillosas obras, algo que no vi con tanta intensidad en otros viajes. Sobre todo en la ciudad, se estaba perdiendo la tradición de la visita al cementerio para llevar flores, canciones, comida, bebida y conversación a los seres queridos. Para estar cerca del muertito, en otras palabras, porque es el momento en que viene. Entonces se le sirve su tequila y se le ofrece su tabaco. Lo vi con estos ojos que se han tragar la tierra, y entre tanto colorido, tanta belleza de tumba, nadie pero nadie lloraba. Cinco años atrás pasé la noche del primero al dos visitando ofrendas con dos amigas del alma, en Ocotepec, a un tiro de piedra de Cuernavaca, después de la muerte chiquita, que corresponde al primero de noviembre. Uno va con un cirio y lo entrega a la entrada al dueño de la casa. Una hilera de flores de cempasúchil, intercalado por velas, guía al visitante hasta la ofrenda, que a menudo llena toda una habitación. Es el mismo sendero que sirve al muerto para que no se extravíe. Se contempla la ofrenda sin llanto, sin rezo, y se recibe un pan y una bebida caliente. Por supuesto, después de tres o cuatro casas visitadas, uno ya no recibe nada porque no puede, no da más. La generosidad del mexicano no tiene nombre. No conozco una sola casa mexicana donde la mesa no sea un verdadero banquete. En una medianoche de éstas, cuando empiezan a tocar las campanas, uno entiende estremecido las líneas de la famosa canción: México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí... México, 1 de noviembre de 2006 *** Cuernavaca Un viejo aplastado por el peso del algodón de azúcar recorre el Jardín Borda, de Cuernavaca, Morelos, este último domingo de octubre. Los niños golosos juegan con él a las escondidas. Una niña nos mira al otro lado de una hoja de tigre y la luz de sus bellísimos ojos es suficiente prueba de la existencia de Dios. Arropada por el rebozo y junto a unas escaleras que no se atreve a subir, otra niña llora sus primeras penas. Su mano suspendida parece obra de Miguel Ángel. Y en la calle, de paso, otra ríe feliz y algo traviesa. Tal vez se dirige al antiguo templo de Ocotepec, cuyas campanas el cura achacoso olvida azotar. El lazo es nuevo y las flores locas quieren entrar por la ventana. En el mismo jardín que el viejo recorre con su algodón de azúcar, la araña teje o repara la red maltratada por el viento. Cuernavaca, domingo 29 de octubre de 2006 ** Triunfo Arciniegas triunfoarciniegas@yahoo.com Escritor nacido en Málaga (Colombia) y residente en Monteadentro, en las afueras de Pamplona. Ha publicado El cadáver de sol, En concierto, La silla que perdió una pata y otras historias, El león que escribía cartas de amor, La media perdida, La lagartija y el sol, Los casibandidos que casi roban el sol, La pluma más bonita, Serafín es un diablo, El Superburro y otros héroes, El vampiro y otras visitas y las obras de teatro El pirata de la pata de palo, La vaca de Octavio, La araña sube al monte, Lucy es pecosa, Después de la lluvia y Mambrú se fue a la guerra. Con Las batallas de Rosalino obtuvo el VII Premio Enka de Literatura Infantil, con Caperucita Roja y otras historias el premio Comfamiliar del Atlántico, con La muchacha de Transilvania y otras historias de amor el Premio Nacional de Literatura de Colcultura y con Torcuato es un león viejo el Premio Nacional de Dramaturgia. === Hemingway: Cuba era una fiesta José María Gatti ================== Aire de una isla En el año 1937, Ernest Hemingway parte de Nueva York rumbo a España, como corresponsal de guerra de NANA (North American Newpaper Aliance). Por entonces está casado con Pauline Pfeiffer, una redactora de la revista Vogue que había conocido en Australia, en abril de 1926. Sin embargo, en el nuevo destino, otra mujer estaría a su lado: Martha Gelhorn, quien a la postre sería una enemiga para el soberbio norteamericano. Martha era una joven de 28 años, autosuficiente, que tenía el doble inconveniente de ser atractiva y talentosa. Hemingway lo había advertido desde un principio y por eso, tal vez, le molestaba la independencia de su amante. En julio de 1939, Ernest comienza a frecuentar el hotel “Ambos Mundos”, en La Habana Vieja. Ocupa la habitación 511. Ese espacio lo tomaría como estudio aunque a Martha no le gustara. Una tarde, después de pelearse a los gritos, la periodista decide salir fuera de la ciudad manejando un auto arrendado. Al llegar a San Francisco de Paula, un pueblito ubicado a 11 km al sureste de La Habana, se choca con una residencia totalmente arruinada donde había vivido la familia D’orn. Decide parar y la visita. Esa casa no es otra que Finca La Vigía. Martha alquilaría la propiedad por 100 dólares mensuales y se obstinaría en restaurarla. Toda la inversión correría por su cuenta porque, para Hemingway, los gastos eran excesivos. El destino quiso que el caserón ubicado estratégicamente en una colina, construido por el arquitecto español Miguel Pascual y Baguer, fuera el sitio de residencia del novelista entre 1939 y 1960. Comprada finalmente por Hemingway en 18.500 dólares, con una vista espectacular a las tres colinas de San Francisco, rodeada de una vegetación incomparable, Finca La Vigía mantuvo en sus cuatro hectáreas, a la casa principal, al mirador, al bungalow, la piscina, el cementerio de gatos bajo la puerta del comedor de la casa, el de perros en el sendero de la pileta, todo tipo de hortalizas, flores, plantas, 18 variedades de mango y en el ingreso a la casa, una ceiba cuyas raíces Ernest se negaba a recortar. Acompañaban el ensueño, la mística del norteamericano hecho al rigor del Caribe y la verdad literaria que transformaría al escritor en un habitante de ese suelo al que amaría hasta la confesión de reconocer a esa casa como su único y verdadero hogar. Martha fue una pasajera, una visitante, al igual que todos los que desfilaron por la mansión, tal el caso de Jean Paul Sartre, Ava Gardner, Gary Cooper, Graham Greene, entre otros. Ella tenía “historia propia” y cuidaba su carrera más que la relación afectiva. Quedaría demostrado el celo de Hemingway, cuando Martha recibió un pedido de la revista Collier’s para escribir una serie de crónicas sobre la actividad alemana en el Caribe. Gelhorn para no contrariarlo desecharía la oferta, pero, a fines de 1943, aceptaría escribir desde Inglaterra, África del Norte e Italia. Es ahí donde la felicidad de la pareja empieza a fracturarse. A tal punto llega la rivalidad de ambos que Hemingway no dudaría en ofrecerse a Collier’s como corresponsal de guerra. Participará así, el 6 de junio de 1944, del “Día D” en Normandía. También se uniría a la Cuarta División de Operaciones y llegaría triunfante a la liberación de París el 25 de agosto de ese año. En esos momentos, de paso por Londres, conoce a Mary Welsh y allí se le divide el corazón. En noviembre Martha, ya cansada, le comunica su deseo de divorciarse. En diciembre se dejan de ver. Cuatro meses después, el 11 de abril de 1946, Hemingway ya no se separaría de Mary Welsh, la mujer que estaría a su lado hasta el día de su muerte. Como pez en el agua Haroldo Conti, en una nota publicada en la revista Crisis, del mes de julio de 1974, titulada “La breve vida feliz de Mister Pa”, recrea un diálogo mantenido con Gregorio Fuentes Betancourt —alias “Pellejo Duro”—, quien trabajaría para Hemingway durante 27 años asistiéndolo en el Pilar, la embarcación que formara parte de la vida aventurera de Ernest. En esa conversación íntima, Hemingway dice: “—Viejo, los dos somos hijos de la muerte. Quiero a este barco tanto como si fuera un hijo más. No sé cómo disponer de él, pero en caso de que me pase algo, ¿tú qué harías, viejo? —Lo sé. —Dímelo, por favor. —Pues lo sacaría a tierra y lo pondría en el jardín de la finca. Y si tuviera algo de dinero mandaría a hacer una estatua de usted sentado en una banquina, al lado del barco, con un vaso en la mano. —Es buena idea. Si me ocurre algo, trata de hacerlo”. Esa fantasía de Gregorio fue realidad. La embarcación que Hemingway compró en 10.000 dólares se llamó “Pilar”, en homenaje a la basílica Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza y también en honor al apodo que Pauline —su segunda esposa— utilizó en muchos telegramas que enviaba a Ernest para no llamar la atención de Hadley Richardson, su primera mujer. El yate, adquirido en un astillero de Brooklyn en 1934, es una embarcación realizada en caoba y roble, de 11,86 metros de eslora y 3,65 de manga, dotada de un motor Chrysler de 100 HP, que “Papá” usó para capturar peces aguja y perseguir submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Sobre este aspecto hubo muchas historias, algunas decididamente inventadas y otras que fueron parte de la realidad. Conviene al respecto acudir al libro de Enrique Cirules Hemingway en la cayería de Romano (Editorial José Martí; 128 páginas; Cuba, 1999) donde el autor pormenoriza las travesías de Hemingway desde Cayo Francés a Faro Mat, entrada del puerto de San Fernando de Nuevitas, entre 1942 y 1943. En 1942, el entonces embajador Spruille Braden cargaría con una frase que dejaría blanqueado el asunto: “Hemingway colaboró para nosotros desde su finca de La Habana dos veces por semana. Reunió a un grupo de cuatro hombres que trabajaban todo el día”. Aquella tarea le permitió a ”Hem” juntar una asociación de personajes marginales que merodeaban los cafés del puerto cubano. Así reclutó una docena de estafadores, con el objeto de perseguir a 25.000 “falangistas violentos” que vivían en la isla. También se suponía que unos 1.000 submarinos alemanes podrían circular por las aguas del Caribe y su propósito no sería otro que convertir a Cuba en un punto de avanzada contra los Estados Unidos. Braden, un personaje adicto al alcohol y a los deportes, le entregaría a Hemingway 1.000 dólares mensuales y 122 galones de nafta que el escritor utilizaría para darse el lujo de viajar sin problemas, pescar a su antojo y jugar al espionaje. La situación en nada agradó al FBI, que calificó la travesura como “una torpe e infantil empresa de fulleros de carácter sensacionalista”. Tiempo después tendría peso la versión sobre la verdadera participación de Hemingway en todo este proyecto. El FBI lo negaría al igual que el propio escritor, pero valederos documentos darían cuenta de que, en un principio, Ernest estaba cerca del grupo de inteligencia y, posteriormente, todo hacía pensar en una traición. En 1960, Hemingway se alejaría de Cuba para no volver jamás. Viaja a Nueva York, pasa por Madrid y de regreso a su país se instala en una finca de Idaho. Lejos de la vida y cerca del cielo. En 1962, con la autorización de Mary Welsh, se declara a Finca La Vigía como museo. Lo inauguraría, en 1964, el escritor Alejo Carpentier. Recién en 1970 el yate Pilar es llevado a la casona de San Francisco de Paula y se decide colocarlo en el lugar que fuera la cancha de tenis. Fue restaurado por última vez en 1968, en los astilleros Chillima de La Habana. Desde entonces la casa y el barco son testigos de una paulatina decadencia. Matar al mito El 12 de enero de 1961, John Fitzgerald Kennedy invitaba a Hemingway a la ceremonia de investidura presidencial. El escritor, a través de Mary, se excusa. Ese guerrero prepotente era ahora un ser retraído, silencioso y triste. Por la mañana trabajaba en París era una fiesta y por la tarde caminaba al costado de la ruta 93, en Idaho. El 17 de abril de ese año, el gobierno norteamericano sufría un duro golpe. El comandante Fidel Castro lograba transformarse en héroe nacional ante el frustrado desembarco de Bahía de Cochinos. El sábado 1 de julio, Mary y Ernest almorzarían con amigos en el restorán del pueblo. Al regresar al hogar, “Papá” prácticamente no habla. La madrugada del 2 de julio, cuando todo en la casa era quietud, Hemingway se suicida. Cuatro días después de la tragedia, George W. Bush cumplía 15 años y otra aventura comenzaba a escribirse. El joven Bush vivía en Texas. Era el típico teenager que crecía al ritmo de la velocidad y del rock and roll, según las palabras de Aldous Huxley. Sus gustos musicales lo acercaban a Bob Dylan, que por esos años paseaba por Nueva York y le pedía por favor al dueño del café Wha? que lo dejara cantar. Bush desentonadamente repetirá la Canción para Woody: “Estoy aquí, a mil millas de casa, recorriendo la carretera... / En un mundo de campesinos / que parece estar muriendo y casi ni acaba de nacer / con hombres que vienen con el polvo y se van con el viento”. Como todo adolescente era rebelde, casi diríamos, porque no podía despegarse de su lustre conservador. Aunque negado, George en 1972 fue arrestado por tenencia de drogas y por conducir borracho. El 4 de setiembre de 1976 es condenado legalmente por reiterar la falta. Hoy esto sería algo natural. A nadie le sorprendería, hasta quedaría como una actitud progresista, pero no olvidemos que estamos hablando de un personaje que con los años llegaría a sentarse en el sillón presidencial. Ahora bien: ¿qué cosas cambiaron desde aquella temprana juventud en este George iracundo, con el actual predicador evangelista que después del 11-S utiliza el lenguaje mesiánico y apocalíptico: “Cualquier nación ya debe tomar una decisión: o está con nosotros o está con el terrorismo”?. Respuesta: todo cambió, todo, menos la raíz, el origen, la tradición y el rigor clasista de la familia Bush. Y esto del mandato ancestral y Ernest Hemingway... ¿qué tiene que ver?. Mucho, porque entendiendo y conociendo los orígenes del clan Bush, es fácil comprender por qué el actual presidente de USA se niega a autorizar la restauración del Museo Hemingway en Cuba. Para cierta aristocracia financiera norteamericana, la persona de Ernest Miller Hemingway fue nefasta. Haber pertenecido a la diáspora que se marchó del país rumbo a Europa, en el peor momento del imperio, significó llanamente una ofensa. El jugar al corresponsal de guerra, coquetear en España con los revolucionarios e ingresar con la chaqueta de victoria, en el París liberado, no fue para la elite de los banqueros una hazaña. El vivir en Cuba y entretenerse con los ladrones del espionaje, buscando bajo el agua a los alemanes, tampoco resultó un pergamino. Entre 1941 y 1945, Hemingway fue vigilado por William Donovan. Éste le seguía los pasos, llegó a hacerse amigo mientras manejaba la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), predecesora de la CIA, mucho antes de que el FBI lo espiara hasta su muerte. A Hemingway lo salva la otra parte de la sociedad norteamericana que lo adopta como modelo de triunfo, de rebeldía, de coraje y lo entroniza al reinado del macho americano. Lo ayuda también el interés de llevarlo al centro de la pelea. Desde 1943 hasta 1947, su nombre fue parte del programa “Armed Service Edition”. Durante ese período se entregaron 123 millones de libros a los soldados que estaban en el frente de batalla para que su mente no estuviese tan pendiente de la lucha. El plan hizo que Hemingway lograra meterse en la mente del soldado y éstos jamás lo olvidaron. Pero esos ciudadanos no son los que manejaban la economía. Veamos: Prescott Bush, el abuelo del actual primer mandatario de Estados Unidos, integró la asociación estudiantil Skull y Bones en la Universidad de Yale —en 1968 George se licenció en esa casa de estudios—, donde se tuteaba con los Rockefeller, Roosevelt, Goodyear, Forbes y Vandervilt. De aquella comunidad se catapultaron al Capitolio tres presidentes, los fundadores de la CIA, los que decidieron lanzar la bomba de Hiroshima (1945), los que planearon la invasión de Bahía Cochinos (1961), los que determinaron que Kennedy estaba terminado, los que llevaron a miles de norteamericanos al fracaso de Vietnam (1960-1975), los que invadieron naciones latinoamericanas, los que armaron el Canal de Panamá, los que señalaron el bloqueo a Cuba y los que encendieron la fogata del Medio Oriente. El abuelo Bush fue presidente y accionista de UBC (Union Banking Corporation) que financiaba a un amplio sector del partido nazi y colaboraba con la maquinaria bélica alemana en la Segunda Guerra Mundial. La entidad supo tener como primer presidente a George Herbert Walker, suegro de Prescott y, en el directorio, a August Thyssen, un reconocido banquero alemán. También figuraba Clarence Dillon, hombre de la bolsa neoyorquina y mano derecha de Samuel Bush, padre de Prescott, quienes tiempo después crearían la German Steel Trust, junto a Fritz Thyssen —hermano de August—, un consorcio que manejaba todo el acero y la maquinaria de guerra nazi. ¿Vamos entendiendo cómo Hemingway persiguiendo a los alemanes en bote parecía un estúpido? Su torpeza también quedaba reflejada cuando decía que “los de Yale son peor que la mierda”. Otro dato importante es que Prescott Bush era socio de una de las compañías petroleras más importantes de Texas y que, durante la guerra, ese emporio soportó la sanción del gobierno por violar el Acta de Comercio con el enemigo. La empresa vendía combustible a la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana que descargaba bombas por toda Europa. Si Hemingway pedía combustible para perseguir alemanes no sería descabellado pensar que esa nafta “mal utilizada” provenía de los pozos de Texas. En rigor, todos sabían que “Papá” lo menos que hacía era buscar submarinos. Su rutina consistía en encontrar al pez aguja y luchar contra él hasta vencerlo, por eso el FBI hablaba de “travesura”, aunque la actividad quedara registrada en una serie de informes secretos dados a conocer por el sitio de Internet The Smoking Gun (http://www.thesmokinggun.com) y publicados, en 1999, por el diario Daily News (http://www.dailynews.com). Es preciso aclarar que la situación de espía le trajo con los años, a Hemingway, profundos malestares que derivarían, en parte, en su locura. Hacia 1960, “Papá” tenía la convicción de que el FBI lo estaba buscando para asesinarlo. Su entorno admitió que la paranoia lo cegaba, pero ciertamente, un expediente rotulado “Hemingway, E. M.”, guardado celosamente por la Central de Inteligencia y firmado por J. Edgar Hoover, le daba al escritor la razón. El día de su suicidio, en el restorán donde almorzaba habitualmente en Ketchum, Hemingway se sintió observado por dos hombres sentados cerca de su mesa. Le preguntó a Mary: “¿Esos quiénes son?”. Su esposa le respondió: “Son vendedores”. Hemingway con disgustó afirmó: “Son del FBI y esta vez no fallarán”. Esa madrugada se quitó la vida. Tal vez lo único que identificaría a Bush con “Hem” sea la pasión por el alcohol y el placer por el béisbol. Ernest supo tener, en San Francisco de Paula, un equipo de niños al que llamó Las Estrellas de Gigi, y Bush, en Texas, la franquicia de los Texas Rangers. El amor por los animales en cierta medida también los acerca. ¡Ah!, un detalle de la pareja Bush: la esposa del presidente —Laura Welch— es bibliotecaria, se supone que ama los libros, pero el solo oír hablar del autor de Por quién doblan las campanas, la irrita. Hoy, claro está, George Bush abandonó la bebida, se levanta a las 5.30, le prepara el desayuno a Laura y se instala en el salón Oval a las 7:30. Reza permanentemente y, por sobre todas las cosas, sueña con ser el mejor presidente de los norteamericanos. La casa vacía Finca La Vigía guarda cientos de recuerdos, innumerables historias y numerosos acontecimientos ligados a Ernest Hemingway. En esa casa se paseó desnuda Ava Gardner. Allí se intentó asesinar a Fidel Castro. A esa mansión lo llamaron para comunicarle al novelista que le habían otorgado el Premio Nobel. No hace falta decir que para Cuba este lugar es sagrado. Forma parte de su cultura y es un atractivo sin discusión para el turismo. Por muchos años, la voluntad de las autoridades del hoy museo hizo posible que la mística de la poltrona del comedor se mantuviese ocupada y en silencio, y que esa figura del hombre con torso desnudo, barba canosa y bermudas gastadas, cruzara el parque buscando a los gatos. En 1999, centenario del nacimiento de Hemingway, todo parecía una fiesta. Cuba era una fiesta. Se recordaba a “Papá” como si estuviera vivo. Tres años después, el 16 de marzo de 2002, el ex presidente estadounidense James Carter visitaba, con su esposa Roselyn, la mansión, y se comprometía a que, en el corto plazo, expertos norteamericanos visitaran Finca La Vigía para colaborar con técnicos cubanos en la restauración del museo. Seis meses más tarde se firmaba un acuerdo entre el Social Science Research Council y el Congreso del Patrimonio Cultural de Cuba, para la recuperación, conservación y digitalización de unos 11.000 libros, cartas, folletos, revistas y documentos que Hemingway acumuló en su paso por la isla. Aunque parezca mentira, la Fundación Rockefeller y la Fundación de Preservación Hemingway también estamparon su firma y se pusieron de acuerdo para destinar el dinero que hiciera falta en el desarrollo del proyecto. Más aun, se confirmaba la restauración de la finca y del yate Pilar. Hasta allí, una primavera. Incluso la directora del museo, Ada Rosa Alfonso, convocó espontáneamente a expertos para que se iniciara la obra, mucho antes que la partida presupuestaria acordada llegara. Pero, como un huracán, el presidente George Bush trabó los fondos recaudados por el National Trust of Historic Preservation, quien había escogido a la finca La Vigía como primer centro de atención en el extranjero, escudándose la medida en el embargo económico impuesto a Cuba desde hace más de 45 años. Fue la vocera de la Oficina de Control de Activos en el Exterior del Departamento del Tesoro la que duramente afirmó: “No deseamos favorecer algo que ponga dinero en manos de Castro”. Después de su reelección, el mandatario norteamericano sistemáticamente recorta envíos ya asignados sin ninguna consulta previa con el Congreso de la Nación. Esto disgusta a muchos americanos, pero es uno de los tantos ejemplos de cesarismo del presidente. Desde el mes de febrero de 2005, a pesar del rechazo, los cubanos ponen empeño en continuar las obras de restauración bajo la supervisión del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural y la Empresa de Restauración de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, a un costo estimado de 600.000 pesos (650.000 dólares). La cuestión parece un bloque de cemento. Para los especialistas norteamericanos el embargo prohíbe concretamente destinar dinero en apoyo de proyectos relacionados con viajes y turismo, que generarían divisas al gobierno cubano, pero en este caso, la interpretación es equivocada, la finca es mucho más que un atractivo turístico, es en verdad una porción de historia en el suelo caribeño. En medio de estos desajustes diplomáticos, se produce el 21 de julio de 2005 un hecho significativo: en el puesto fronterizo de Mc Allen, Texas, agentes de la aduana norteamericana secuestran una partida de libros destinados a la Biblioteca de la Universidad de La Habana. Formaban parte del material títulos como las Memorias de Sir Winston Churchill, El principito de Antoine de Saint-Exupéry, Cuán verde era mi valle de Richard Llewellym y ¡oh!, sorpresa, Fiesta, de Ernest Hemingway. Escrito en 1927, la obra narra las aventuras de un grupo de británicos y norteamericanos que vagan por Francia —la mayoría pertenece a “La generación perdida”— después de la Primera Guerra Mundial. Nunca se aclaró el motivo del operativo. Las autoridades cubanas en ningún momento descartaron la responsabilidad que les cabe en el mantenimiento, conservación y preservación de la Finca La Vigía. La directora de la casa-museo cree que la inversión ofrecerá al visitante una remozada mirada. Algunos lugares que no estaban disponibles, como el dormitorio de Mary Welsh, la cocina, la sala dedicada a la historia, la piscina y todos los arreglos del yate Pilar ya están en pleno proceso. Los cubanos, como desafiando a la derrota y desconociendo la arbitrariedad del estilo presidencial, aportaron al recuerdo. Sin ánimo de revancha pero empeñados en la palabra, antes de fin de año, entregarán la primera parte de las 22.000 páginas del material archivado en Finca La Vigía a la Biblioteca John Fitzgerald Kennedy del Congreso estadounidense. La cesión de las copias digitalizadas incluyen cartas (ver aparte), documentos únicos y folletería inventariada por expertos norteamericanos y cubanos, cumpliendo así con el compromiso asumido en el acuerdo firmado, en noviembre de 2002, entre el Social Science Research Council y el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. Para confirmar aun más la vigencia del ilustre norteamericano, estudiosos de cinco países se reunieron entre el 23 y el 25 de mayo de 2006 en el museo y en medio del reciclaje, para discutir la obra del escritor como corresponsal de guerra. Los participantes del Reino Unido, Italia, Francia, Estados Unidos y Cuba tomaron nota de todo este juego de intereses y procedieron a firmar un documento donde quedará sentado el malestar generalizado. Sin otro objetivo que continuar con la memoria de Hemingway, los invitados celebraron el 65º aniversario de la primera edición de Por quién doblan las campanas en el marco del X Coloquio Internacional sobre Hemingway. Hoy se maneja la posibilidad de que el grueso de las fundaciones apele la decisión del Departamento del Tesoro. La medida es una llamada de atención que seguramente Bush tomará como anecdótica. Mientras tanto, en Cuba, ya está girando la circular de invitación para el XI Coloquio Internacional sobre Hemingway, que tendrá lugar en la finca del 21 al 24 de junio de 2007. Como para agregar más leña al fuego, el día que se cumplían 45 años de la muerte de Hemingway se colocaron flores blancas frente al busto instalado en el portón de la entrada a la casa. El administrador de la casona, José Manuel García, en medio de las refacciones, sentenció: “Pusimos una estatua con su rostro en la entrada y un búcaro con flores blancas. Para nosotros es un gran escritor, él quería que hubiera buenas relaciones entre Estados Unidos y Cuba”. Acaso la mejor respuesta sea que Bush aprobó un fondo de 80 millones de dólares para apuntalar la oposición en la isla. El plan de ayuda es presidido por la secretaria de Estado, Condoleeza Rice, y contempla ayuda médica, envío de alimentos y el combustible necesario para poner en marcha la industria del futuro gobierno de transición. Nadie espera, por el momento, un cambio. Menos un milagro. Bush está más preocupado en ser Dios que héroe y, en este proyecto, no está presente ese enajenado y mentiroso llamado Hemingway. Cartas de amor desde el frente El material epistolar encontrado en Finca La Vigía es parte de la documentación que recibirá la Biblioteca Kennedy. La tarea de búsqueda es un mérito de Felipe Cunill, Humberto Crespo y Norberto Fuentes, todos investigadores cubanos que lucharon para rescatar estos textos que tienen como única destinataria a Mary Welsh, apodada por el propio “Papá” como Pickle (Pepinillo). El mal estado de conservación de muchas cartas obligó a los especialistas a un verdadero esfuerzo, dado que las mismas no se encontraban en óptimas condiciones para su lectura. Tampoco nadie pensó que algún día fuera previsto publicarlas, de ahí que las epístolas tengan, además de un valor afectivo, un sustento testimonial. Con posterioridad al relevamiento realizado en 1989, los expertos norteamericanos y cubanos reconocieron la documentación y certificaron su autenticidad. En exclusividad, aquí damos a conocer una de esas cartas. Noviembre 11, 1944 Queridísima Pickle: He pensado mucho en ti y te he amado mucho durante todo el día. Espero que tengas un buen viaje. Anoche nevó mucho al igual que esta mañana. Ahora el tiempo ha mejorado un poco. Esta región es bella aunque salvaje, de difícil acceso, mucho más inhóspita que donde estábamos antes, es la peor que he visto hasta ahora. Me siento igual sobre las perspectivas, pero interiormente tengo la sensación de felicidad de que nada me importa, que siempre se apodera de mí algo cuando se van a armar los líos. Sin embargo las cosas no son las mismas cuando se combate y los ciudadanos no combatientes tratan de molestar a los combatientes (en esto no hay Día D ni hora H). Además el ejército es un negocio de eternos celos y de nuevas y viejas envidias, y de que si te portaste mal conmigo aquí, me desquitaré allá. A uno lo afecta tanto porque conoce la metafísica de todo este proceso. Desde el principio el señor de la calavera y las tibias cruzadas lo había seleccionado. Sencillamente aprendo lo suficiente para poder seguir adelante; es una triste continuación de las inquietudes del sistema de categorías de Yale y de las asociaciones universitarias. Más o menos trato de explicarles a los compañeros que simpatizo todo esto que pienso. Ha caído nieve, nieve y más nieve y además, lluvia, lluvia y más lluvia. Un clima de mierda. Espero que donde estés el tiempo haya sido mejor. La nieve empeora terriblemente los problemas. Ayer iba en un jeep que tenía el parabrisas tan lleno de barro y nieve que no se veía casi nada. Estuvimos a 20 metros de un campo minado, atravesado por una carretera que nos habían dicho que estaba limpia, mientras nos dirigíamos a una aldea que también nos habían dicho que no tenía problemas, pero que estaba finalmente ocupada por alemanes. Ya ves, este tipo de cosas puede provocar resultados inesperados. Soy de lo más alegre y juego todo el tiempo con los muchachos, así que no pienses que soy un eterno tristón. No importa que no te escriba más ahora, porque no enviaré la carta hasta que comience el avance. Te escribo algo todos los días para no sentirme tan solo. Cuando estoy metido en la acción puedo escribir mucho, pero mientras espero soy incapaz de escribir nada. Te amo, querida Sólo tuyo. De Ernest Hemingway. Corresponsal de Guerra. ** José María Gatti josemariagatti@terra.com Escritor, periodista y psicólogo social argentino (Buenos Aires, 1948). Miembro numerario del Instituto Internacional de Periodismo "José Martí" de Cuba. Columnista del suplemento literario "Laberinto" del diario Milenio de México. Durante 2004, la Editorial Longseller lo reconoció con el Segundo Premio en el Primer Concurso de Cuentos Longseller 2004. Trabajos suyos pueden leerse en Librusa, Red Literaria, Deusto.com y Aldea Educativa. Se especializa en literatura norteamericana, puntualmente en la vida y obra de Ernest Hemingway. Pertenece al grupo de investigadores de la Biblioteca Nacional de Argentina. Ha publicado Hola Hemingway. Una mirada centenaria y mantiene en línea sus blogs http://microminicuentos.blogspot.com y http://josemariagatti.blogspot.com. === Regissören, Alexander Ahndoril Hebert Abimorad =================== Cuando la prensa divulgó la aparición del libro Regissören, El director (Bonniers), en que Ingmar Bergman es el personaje principal, utilizando el autor su nombre en vez de uno ficticio, se esperaba que el acto audaz de Alexander Ahndoril (39 años) de escribir sobre el icono sueco traería aparejada una reacción furibunda del involucrado, y así sucedió. Las declaraciones del director, que a pesar de sus 88 años mantiene viva la chispa de la discordia, declaró en Babel, un programa de la televisión sueca, que se sentía ofendido y humillado al inmiscuirse el autor en su vida privada, y que todo lo escrito es una “porquería”. En trece capítulos, la novela describe un periodo de los 60 cuando Bergman ha recibido el Oscar por La fuente de la doncella (Jungfrukällan) y prepara la versión de Luz de invierno (Nattvardsgästerna), película que marca el interés de Ahndoril al relatar el método de trabajo del director. Bergman vivía con la pianista Käbi Laretei, protagonista de la película, una relación caracterizada de perspicacia, ya de angustia, ya de incomprensión. La actriz es descrita en su lecho desnuda y el autor destaca su belleza ante los lectores que ávidos de curiosidad se lanzan a ver nuevamente el trabajo de Laretei en Luz de invierno. Otros recuerdos afloran a la superficie, en el libro, especialmente su relación con su severo padre, cura protestante. Es el momento en que el pasado golpea el presente y se convierte en arte. La novela, escrita de manera poética, abunda en imágenes que, relatadas con exceso de adjetivos, rompen con la frugalidad de la prosa actual. La historia avanza y los sucesos dominan al lector, que trata de comprender por qué sucede y qué significa y es en esa distancia que acontece entre la voz del relator y el mismo relato que aporta a que la novela despierte interés. El lector no tiene tiempo de preguntarse si lo que ocurre en el relato es en cierta medida lo vivido por Bergman, aunque la imaginación nos remonta al director joven y seductor de sus actrices, por lo contrario, la ficción gana credibilidad, el arte se confunde entre la vida y la obra. Por eso entiendo que la novela es una producción literaria y no una biografía del director. La obra se balancea entre el respeto a la persona de Bergman y el trabajo literario. ** Hebert Abimorad hebert.abimorad@comhem.se Maestro, poeta y periodista cultural uruguayo (Montevideo, 1953). Reside en Suecia. Ha publicado Gotemburgo, amor y destino (1982), Gestos distantes (1985), Voces ecos (1988), Poemas frugálicos (1994), Poemas frugálicos 2 (1995), Malena y Cíber (Ediciones Trilce, Montevideo, 1996; bajo el heterónimo de Martina Martínez), Poemas frugálicos 3 (Ediciones Trilce, Montevideo 1998), Coversaciones y Volverá la loba... (Ediciones Trilce, Montevideo, 2000, bajo los heterónimos de José José y Camilo Alegre), y Korta Dikter (Ediciones Heterogénesis, Suecia, 2000) versión en sueco de Poemas frugálicos. === El luminoso paraíso de los desplazados Joan Caparrós ============= En la densa selva de la poesía hispanoamericana actual se destacan algunas voces de notoria obra, las ya consagradas de Mutis, Rojas, Cisneros, Montejo y Aridjis como ejemplos señeros. No obstante, al interior del continente se cuece una nueva generación que tiene significativa presencia en México, Perú, Chile, Argentina y Colombia, especialmente en esta última nación, donde los populosos festivales internacionales de poesía de Medellín y Bogotá han propiciado un masivo interés por los poetas y sus decires: Roca, Cote, Bonnet, Ospina, Robledo y Junieles son asiduos de estos eventos, en los que comparten espacio con relevantes figuras de otros continentes y se muestran como cultores de una poesía de alto vuelo que cada vez se valora más en España. Ciertamente poco visibilizado en los medios nuestros, Antonio María Flórez deviene como uno de los más gratos e incómodos exponentes de una nueva poesía cada vez más comprometida con la cruda realidad colombiana. Su libro Desplazados del Paraíso (segunda edición en España de la Editora Regional de Extremadura, 2006) es una luminosa reflexión sobre el desarraigo y la muerte, sobre las causas y los efectos de todas las violencias, que nos muestra a su autor como un lector sensible de la realidad, que revalora la imagen bella como esencia de la poesía y dota a su verso de una poderosa capacidad narrativa. Esta obra obtuvo el Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá en 2003 y fue considerada por las revistas colombianas Semana y Diners como uno de los diez libros del año en Colombia en 2004, al lado de las de notables figuras como García Márquez y William Ospina, y agotó prontamente su primera edición allí. Letralia, la reconocida revista virtual del venezolano Jorge Gómez Jiménez, le ha dedicado generosos espacios a esta obra y a su autor. Flórez, español de nacimiento pero colombiano de adopción, se nos muestra como un autor que conjuga un amplio arsenal de recursos estilísticos que denota un cuidadoso trabajo formal de pulimiento que no desmerece del carácter reflexivo de sus poemas, del compromiso de su obra con el ser humano y de su llamado a la reconciliación y a la construcción de un mundo ajeno a los exilios forzados. Con precisión de cirujano destaja la carne y el alma de los desplazados y nos muestra las entrañas del dolor y la muerte, del amor y del odio, de estos seres que no suelen ser más que meras anécdotas estadísticas en los medios de comunicación. Los cayucos africanos navegando hacia Canarias en pos del paraíso soñado de la Europa del bienestar, es la imagen que se nos antoja más cercana a la de los desterrados colombianos, tocando a las puertas de la gran ciudad que los aturde o el mar que los engulle, sin ser nunca la Ítaca anhelada, el paraíso sustituto de sus sueños preteridos. Tenemos pues ante nosotros una obra de hondura, que nos muestra una voz distinta y madura, nacida en la invisibilidad del bosque de la nueva poesía hispanoamericana, que ojalá sea adecuadamente valorada en España porque, al menos en este libro, invita al merecimiento de abundantes y cómplices lectores. ** Joan Caparrós caparrosjoan@yahoo.es Escritor español (Cornellá de Llobregat, 1969). Filólogo por la Universidad de Barcelona (http://www.ub.es) con estudios de doctorado en filología hispánica. Es profesor universitario en la Universidad Pompeu Fabra (http://www.upf.edu). Escribe ensayo literario. === Morirás lejos: la verdad de la ficción Gustavo Lespada =========== (Nota del editor: este trabajo es una ponencia, hasta ahora inédita, que el investigador argentino Gustavo Lespada pronunció en el congreso homenaje a Noé Jitrik, “Universos discursivos”, en Puebla y México D.F., en junio de 2001, y que hoy presentamos en la Tierra de Letras gracias a una gentileza de su autor). Hay algo en la realidad que es reacio al conocimiento racional. (...) El sufrimiento, cuando se convierte en concepto, permanece mudo y estéril: esto puede observarse durante el nazismo. En una época de horrores incomprensibles, quizás sólo el arte pueda cumplir con la frase de Hegel que Brecht eligió como divisa: la verdad es concreta. Theodor W. Adorno. Una lectura estimulante Entre quienes nos dedicamos a trabajar con la literatura, la historia de nuestras relaciones con los libros frecuentemente incluye una serie de textos críticos y teóricos a la que aquellos nos han remitido. Tal es el caso de mi relación con Morirás lejos (1), novela experimental cuya complejidad mayor reside en lo inaccesible, en el sentido literal del término: no se puede acceder a ella como objeto libro —en Buenos Aires al menos—, por encontrarse totalmente agotada en sus escasas ediciones, lo que obviamente restringe su circulación. Como también suele sucedernos, el entusiasmo que despierta su lectura me llevó a querer trabajar con ella en la docencia y la investigación, así que pronto me encontré procesando todo el material crítico que pude reunir. En un texto de Margo Glantz que agudamente vincula el procedimiento incisivo de la novela con las incisiones de Drácula, encontré la primera referencia a Noé Jitrik, de quien ella declara haber tomado la idea de la incisión (2). Pero al buscar la ficha bibliográfica de la fuente citada sólo encontré la vaga referencia a “una lectura sobre Morirás lejos”. Posteriormente, leyendo el exhaustivo trabajo de Raúl Dorra, La literatura puesta en juego, nuevamente encuentro citas de Noé, pero esta vez con la aclaración de que se trataba de “apuntes” mimeografiados de clases dictadas en el año 1973 en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Estamos acostumbrados a que las clases grabadas circulen de esta manera entre los estudiantes, lo singular es que aparezcan como referencias textuales en críticos prestigiosos y de latitudes tan lejanas. Como una muestra de integración y a la vez de subdesarrollo, la novela de Pacheco circula fotocopiada en Buenos Aires y las clases de Jitrik en México (3). Finalmente pude hacerme de un juego completo de los apuntes mencionados y comprender la seducción que aquella lectura había provocado en sus colegas. Y quiero destacar este aspecto estimulante del trabajo de Noé que nunca se cierra sobre sus propias conclusiones evitando toda forma de cristalización, apelando a una metodología que —como ya lo dijéramos en otra parte— se retroalimenta del cuestionamiento de sus propias adquisiciones (4). Uno de sus planteos es que Morirás lejos sostiene la teoría de que todo relato es inverosímil (a contrapelo de la exaltación de la verosimilitud que hacían otras poéticas o registros provenientes de la sociología y la historia), y señala que, paradójicamente, en esa inverosimilitud reside la verdad del texto. Quiero señalar la trascendencia del trastrocamiento epistemológico que implica este concepto de lo inverosímil —en consonancia con formulaciones de Julia Kristeva (5)— que aparecerá posteriormente en planteos de Foucault sobre la ficción como productora de verdad (6). En una conversación reciente, Noé Jitrik me contó las circunstancias que lo llevaron a ser un lector privilegiado del manuscrito inédito de Pacheco, a quien conoció en enero de 1967, durante un congreso en La Habana con motivo del centenario del nacimiento de Rubén Darío. Y cómo, en aquel momento, había percibido en este texto una actualización estética de los problemas que por entonces preocupaban a la teoría literaria. Mi propio trabajo con la novela me había llevado a la revisión de testimonios sobre los campos nazis, tal vez en un intento de reponer el corpus no especificado por Pacheco. Pero ante la consideración de la problemática del holocausto, Noé prefiere hacer hincapié en el procedimiento más que en la relación directa con el referente; no sólo en la manera original con que se establece la serie romanos-inquisidores-nazis, sino en la morfología singular de Morirás lejos: el modo de trabajo —señala Jitrik— es lo específico, lo que permite que el libro tenga una extraordinaria actualidad y, por tanto, que pueda continuar siendo operativo en el ámbito de la referencia. Esta reflexión que roza el problema del valor estético y su proyección en la sociedad me hizo recordar otra de Adorno sobre la categoría de vulgaridad en el arte, entendida como opuesta al trabajo estético, como estigma y marca de condición subalterna respecto de un poder excluyente. En lo vulgar reaparece lo reprimido —dice Adorno— y con las huellas de la represión. El arte claudica cuando se vulgariza, cuando por oportunismo o torpeza recurre a la conciencia deformada y estimula esa deformación. Esto no significa que existan temas vulgares, sino que la vulgaridad reside en la relación con que se los trabaja (7). Voy a partir de estos conceptos para exponer mi perspectiva de la novela en el cruce entre la ética y la estética, postulando una profunda confraternidad entre ambos órdenes, una especie de conjunción en que la actitud ética crece en relación directa con el trabajo estético. Desgarrad(or)a inverosimilitud Morirás lejos se nos presenta como la confrontación e interrelación de dos registros diferenciados: un tipo de escritura testimonial, que evoca los acosos y persecuciones que ha sufrido el pueblo judío (al que denominaremos historia para facilitar su referencia), y una escritura literaria (que llamaremos ficción) en que una situación de acecho signada por la indeterminación actualiza la referencia histórica y promueve un amplio espectro de reflexiones a partir de lo inenarrable del genocidio nazi (8). La marcada separación temporal y discursiva que existe inicialmente entre ambos bloques narrativos, se irá diluyendo en forma progresiva hasta abolirse totalmente hacia el final, en que los veinte siglos de historia se precipitan sobre esos breves instantes crepusculares de una ficción escurridiza. En el plano espacio-temporal la historia comienza en Jerusalén, siglo I D.C., contrapuesta al presente de la ficción ubicada en México a mediados de los sesenta —coincidente con la época y lugar de producción de la novela. En el aspecto formal, la univocidad, la linealidad secuencial y totalizadora propia de la crónica de Josefo sobre el asedio romano, se contrapone a una ficción atravesada por la incertidumbre, la simultaneidad de las hipótesis, la proliferación de voces y encrucijadas narrativas. La ficción abre y cierra el texto, relativizando lo de cierre ya que la novela tiene un final abierto en que se plantean numerosos desenlaces posibles y todos aportan perspectivas diversas. Coincido plenamente con Raúl Dorra en que elegir uno de los desenlaces en desmedro de los otros constituye un error de perspectiva crítica que en definitiva reduce el texto, haciendo una lectura “realista” que la propia obra rechaza de plano (9). Sostener la multiplicidad y la duda es sostener la novela, esta praxis anfibológica en que la divergencia extiende las redes sobre las opciones. Su mecanismo de proliferación resulta irreductible porque está al servicio de la propuesta del texto, de la necesidad de hacer algo contra ese agujero negro de la escritura que es el genocidio. Escuálida ficción la de eme y Alguien, descarnada y hambrienta de desarrollos menos ambiguos, quizás añorando la consistencia de personajes de rasgos nítidos, diurnos y no estas sombras hipotéticas, estos espectros inciertos. Pero la literatura es la forma de decir que dice por la forma (10), y aquí lo formal pareciera haber sido alcanzado por la devastación de Auschwitz: la escritura pierde su temporalidad secuencial, el formato homogéneo de la tipografía es asaltado por el caos, bordes abruptos proclaman una técnica de collage corroída por espacios en blanco que horadan toda certeza, perforando la página por cuyos huecos irrumpen las manifestaciones del horror. Todo orden racional expositivo pareciera haber estallado: no estamos frente al relato de una situación de acoso, sino frente a la acción de acoso de lo inenarrable llevada a cabo por un texto. El Testimonio implica una intermediación letrada que por lo general resulta encubierta, ya que este género busca presentarse como relato fidedigno, sin mediación entre los hechos y su recepción. El supuesto subyacente en este gesto esquivo es el de que los mecanismos ficcionales serían incompatibles con la historia y el orden fáctico. Homologada a falsedad y escapismo, la ficción debilitaría el vínculo con el referente, desvirtuando postulados que quieren dirimirse en contenidos de verdad, entendida ésta en términos de constatación y correspondencia con una realidad externa y objetiva. Morirás lejos se inscribe en otra dirección. Lejos de morir en el disimulo de sus aspectos ficticios, no sólo asume la ficción sino que la subraya, la acentúa, la exaspera transformando su condición de subalternidad y bastardía en lúcido protagonismo, en una herramienta capaz de entablar un diálogo reflexivo con el pasado; un concepto de ficción que no está reñido con la verdad. La imposibilidad de(l) decir Hay una voluntad constante de exhibir todos los procesos de producción, claramente destacable en las autorreferencias que mencionan la necesidad de escribir sobre lo ya escrito, que aluden a objeto y materiales de la novela: aunque sombras de las cosas, ecos de los hechos, las palabras son alusiones vanas puesto que nada puede expresar lo que pasó en los campos; entonces las palabritas propias y ajenas alineadas en el papel se ven reducidas en su efecto a la voluntad de una hormiga enfrentada a una división Panzer (89). En esos momentos el discurso no puede atribuirse a ninguno de los protopersonajes que sustentan el acoso de la ficción, más bien es como si ese narrador en tercera tomara cuerpo, identidad y circunstancia, despojándose de su tradicional omnisciencia propia del ojo de Dios (aunque el término empleado sea omnividente) (11). Nada más lejano a un dios que ese narrador comparándose con una hormiga frente a los poderes infernales de las corporaciones que derrocan gobiernos y provocan rentables conflictos bélicos en diversas partes del mundo. Ahora bien, es en esta puesta en cuestión de las posibilidades transformativas del lenguaje, es en este reconocimiento de impotencia en que reside la grandeza de su escritura. Parafraseando a Camus, esta rebeldía terca y absurda en desigual combate con el destino aplastante es lo que otorga trascendencia y valor a la actividad del hombre: no hay espectáculo más hermoso que el de la inteligencia enfrentada a una realidad que la supera (12). Por otra parte, los ideogramas que preceden la escritura literaria —que encabezan los capítulos—, también preceden a la escritura de la Historia, en tanto antiguos símbolos propios del período Neolítico, y además se sugiere que pueden ser las incisiones propiciatorias que eme talla en la pared de la ficción (p.76, 138), lo que también nos remite al aspecto esotérico del nazismo y constituyen señales, presagios que se ciernen sobre la escritura testimonial. Símbolos de origen remoto, prefenicios, como las runas mágicas antecedentes de las culturas germanas y celtas, vinculadas con el culto al dios Odín, encontradas en el norte europeo de lo que luego sería Alemania. Pero además, apelan a otro pacto de lectura. La escritura requiere una concatenación y conjunción de elementos, es sucesiva, en tanto que el símbolo escapa de toda secuencia temporal, cambia de nivel. Exaltación, caída: su imagen es de una multiplicidad simultánea que parece replegarse sobre su propia oscuridad, conmoviendo la linealidad causal de un saber expositivo y meridiano. Nos descoloca, exponiéndonos a una incertidumbre latente, propia de estadios anteriores: el símbolo siempre conecta con una intemperie vestigial y un caos atávico (13). En Morirás lejos se repite que las palabras son sólo vanos intentos ni siquiera de expresar sino apenas de sugerir lo que pasó, que no sabemos siquiera la mitad de cuanto ocurrió en los campos de exterminio (74). El carácter de inenarrable del horror, la incompatibilidad del orden fáctico con el orden del discurso es una constante también en los testimonios de Primo Levi (14). Si todo el Lager (15) era una gigantesca maquinaria planificada para convertir millones de hombres en alimañas, resulta coherente que la articulación del lenguaje humano sea incapaz de dar cuenta de tal regresión. Escribe, sin embargo, y con una escritura atravesada de desgarradora poesía, provocando ese extrañamiento singular, consciente de que el testimonio no está obligado a prescindir del tratamiento estético, por el contrario, utilizándolo puede ser más fiel a su objetivo de devolver humanidad al hombre, porque la experiencia estética no es un adorno superfluo sino una forma de conocimiento y una manera de vincularnos con la verdad. Es casi una regla que los culpables de estas atrocidades proclamaran su inocencia y que las víctimas se sintieran culpables. Culpables de haber sobrevivido, ahogados de angustia y vergüenza por lo que fueron obligados a vivir (16). Sentimiento de deuda que con Pacheco se traslada a nuestra literatura, y que busca saldarse al escribir sin miedo ni esperanza (58). Pero además, se incluyen típicas objeciones de simpatizantes nazis o de indiferentes (como actos de habla sin soporte de personajes) acerca de la pertinencia y veracidad de los propios fundamentos de la novela. Contrapunto del texto que incorpora de esta manera la confrontación ideológica con el discurso del fascismo. El deseo de justicia debe superar al odio —sostenía Primo Levi—, sin que esto signifique perdonarlos, ya que, como repetidas veces afirmó, la magnitud del holocausto le impedía perdonar a los nazis, que por otra parte nunca manifestaron arrepentimiento. “Olvidar sería un crimen, perdonar sería un crimen. La moralidad del caso así lo instituye” (83), puesto que “nadie puede ser nazi e inocente” (118), se dice en Morirás lejos, que también podría ser leída como el juicio en que la ficción hace comparecer a la historia. Podríamos pensar entonces esta confluencia de los más diversos registros discursivos (testimonios de sobrevivientes, imágenes de las cámaras de gas filmadas por los verdugos, masacres de niños, la complicidad de las empresas del gran capital como Siemens o Farben, anotaciones minuciosas de experimentos aberrantes con seres humanos) como las pruebas dentro del rol de la acusación. En tanto que la defensa estaría representada por reproducciones de órdenes de Himmler sobre la Solución final, elementos de la iconografía esotérica, párrafos de Mein Kampf o alegatos de Nüremberg (en que pretendieron ampararse bajo la figura de debida obediencia), en fin, una síntesis que incorpora la justificación ideológica del accionar nazi (17). De la confrontación de ambos despliegues surge el veredicto de culpabilidad único y rotundo, aunque proliferen los desenlaces. Aun en los finales inmersos en la ambigüedad, que dejan esperando a eme o que suspenden el relato desde el daño psíquico de un sobreviviente, aun cuando se proclame la inexistencia de eme o se reconozca la naturaleza ficticia del texto, la condena del genocidio permanece fuera de toda duda: Todo irreal, nada sucedió como aquí se refiere. Pero fue un pobre intento de contribuir a que el gran crimen nunca se repita (152). Morirás lejos despliega complejos mecanismos narrativos suscitando relaciones asociativas por medio de construcciones analógicas y microrrelatos a la vez que incorpora técnicas de montaje para reunir un depurado cuerpo testimonial sobre la diáspora y el holocausto, con la finalidad de exponer y reflexionar sobre las miserias cíclicas y las depredaciones de la historia; realizando el postulado de inducir efectos de verdad con un discurso de ficción, produciendo instancias de conocimiento y en esto, precisamente, reside su eficacia. Eficacia vinculada a su estratégica apertura conjetural, cuyo despliegue de hipótesis dinámicamente intercaladas con la crónica del horror, lejos de tornarse excluyente respecto de las opciones, permite la inclusión efectiva de múltiples facetas del nazismo en tal brevedad de espacio que con un relato en clave realista jamás hubiera sido posible. Bibliografía • Autores varios: José Emilio Pacheco ante la crítica (Hugo Verani comp.), México, Dirección de Difusión Cultural de la Unam, 1987. • Bruno Bettelheim: Sobrevivir. El holocausto una generación después, Barcelona, Grijalbo, 1981. • Maurice Blanchot: El libro que vendrá, Caracas, Monte Ávila, 1991. —. El diálogo inconcluso, Caracas, Monte Ávila, 1993. • Carol Clark D’Lugo: “Narrative and historical commitment in Pacheco’s Morirás lejos”, en Chasqui (Revista de Literatura Latinoamericana), vol. XIX, Nº 2, nov/1990. • Raúl Dorra: La literatura puesta en juego, Facultad de Filosofía y Letras de la Unam, México D.F., 1986. • Michel Foucault: Microfísica del poder, Madrid, La Piqueta, 1992. • Margo Glantz: “Morirás lejos: literatura de incisión”, en José Emilio Pacheco ante la crítica (Hugo Verani comp.), Dirección de Difusión Cultural de la Unam, México, 1987. • Ivette Jiménez de Báez, Diana Morán y Edith Negrín: Ficción e historia: la narrativa de José Emilio Pacheco, México, El Colegio de México, 1979. • Noé Jitrik: Apuntes de clases de literatura iberoamericana, Facultad de Filosofía y Letras (UBA), Mimeo L.E.M. Apuntes, Buenos Aires, 1973. —. Producción literaria y producción social, Buenos Aires, Sudamericana, 1975. —. Suspender toda certeza, Buenos Aires, Biblos, 1997. • Julia Kristeva: “La productividad llamada texto”, en Lo verosímil (pp. 63-92), Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo, 1970. • Gustavo Lespada y Elena Pérez de Medina: Para leer Morirás lejos, editado por la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), Buenos Aires, 1999. • Primo Levi: Si esto es un hombre (1947), Barcelona, Muchnik, 1995. —. La tregua (1966), Barcelona, Muchnik, 1997. • Juan José Saer: El concepto de ficción, Buenos Aires, Ariel, 1998. • Tzvetan Todorov: Frente al límite, México, Siglo XXI, 1993. • Hayden White: Metahistoria, México, Fondo de Cultura Económica, 1992. • Susana Zanetti: “Un asedio al lenguaje: Morirás lejos de José Emilio Pacheco”, en El puente de las palabras. Homenaje a David Lagmanovich, Inés Azar (editora), Interamer/OEA, Washington, 1994. Notas 1. Salvo indicación en contrario, las citas responden a la edición de Montesinos, Barcelona, 1980, que sigue fielmente a la segunda edición corregida por el autor, México, Joaquín Mortiz, 1977. 2. Dice Margo Glantz: “Noé Jitrik insiste en la actividad incisoria del texto de Pacheco, texto dividido en incisos que se comunican entre sí por marcas impresas tipográficamente en el texto, y el personaje del relato hace incisiones en la pared de yeso al tiempo que se plantean las hipótesis”, en “Morirás lejos: literatura de incisión” (1982), p. 187, ver bibliografía. 3. La marginalidad de Morirás lejos respecto del boom editorial de los sesenta fue tal que hubo que fotocopiarla para los alumnos y hasta para los profesores, durante el curso de literatura iberoamericana de 1973. 4. “Prólogo” de Gonzalo Aguilar y Gustavo Lespada en: Noé Jitrik, Suspender toda certeza (antología crítica), p. 11. 5. Kristeva pone en evidencia el carácter convencional de lo verosímil y sus mecanismos retóricos de simulación, que privilegian la similitud en desmedro de la diferencia. Ver: “La productividad llamada texto”, en Lo verosímil (pp. 63-92). 6. Michel Foucault, Microfísica del poder, p. 162: “Me parece que existe la posibilidad de hacer funcionar la ficción en la verdad; de inducir efectos de verdad con un discurso de ficción, y hacer de tal suerte que el discurso de verdad suscite, fabrique algo que no existe todavía, es decir, ficcione”. 7. Ver T. W. Adorno: “Crítica de la catarsis. Pastiche y vulgaridad”, en Teoría estética, pp. 311-315. 8. Indeterminación que se vuelca permanentemente sobre los enunciados y sus emisores: “pero quién es eme / quién soy yo / quién me habla / quién me cuenta esta historia / a quién la cuento” (p. 142). 9. Raúl Dorra: La literatura puesta en juego, pp. 138 a 140, México, Unam, 1986. 10. Maurice Blanchot, El libro que vendrá, p. 57. 11. Ver “Salónica”: *¿Quién es el narrador omnividente? uno de dos: eme o el hombre sentado a unos catorce o quince metros del pozo con “El aviso oportuno” entre las manos. (Nota al pie, p. 45). 12. Albert Camus: “La libertad absurda” en El mito de Sísifo, página 73. 13. Maurice Blanchot, El libro que vendrá, p. 102, obra citada. 14. “Del mismo modo que nuestra hambre no es la sensación de quien ha perdido una comida, así nuestro modo de tener frío requeriría un nombre particular. Decimos ‘hambre’, decimos ‘cansancio’, ‘miedo’ y ‘dolor’, decimos ‘invierno’, y son otras cosas. Son palabras libres, creadas y empleadas por hombres libres que vivían, gozando y sufriendo, en sus casas. Si el Lager hubiese durado más, un nuevo lenguaje áspero habría nacido...”: Si esto es un hombre [1946], p. 28. 15. Del alemán das lager, traducido como campo, campamento, barraca, depósito. Con el enmascaramiento hipócrita de Arbeitslager (campo o campamento de trabajo) los nazis se referían a los campos de concentración y exterminio. 16. Respecto del sentimiento de culpabilidad en las víctimas pensemos en el régimen de amenaza y chantaje a que estaban sometidas, sabiendo que si alguien escapaba otro ocuparía su lugar, que por cada alemán muerto en un motín cien prisioneros serían asesinados, o en la generalizada culpa por haber sobrevivido a las condiciones del campo, en que cada uno lucha por un cucharón más de sopa y donde el mendrugo de pan que salva a quien lo come, mata a quien le falta. 17. Ver Morirás lejos, pág. 76 y 119. ** Gustavo Lespada gustavo.lespada@osde.com.ar Investigador argentino (1953). Licenciado en letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA, http://www.uba.ar), doctorando sobre la obra de Fesliberto Hernández y docente e investigador de la mencionada casa de estudios. Ha publicado Naufragio (poesía; Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 2005), Esa promiscua escritura (ensayo; Córdoba, Editorial Alción, 2002) e Hilo de Ariadna (poesía; Buenos Aires, Ediciones Último Reino, 1999). Coeditó una antología crítica de Noé Jitrik, Suspender toda certeza, con Gonzalo Aguilar (Buenos Aires, Editorial Biblos, 1997). Textos suyos han sido incluidas en diversas publicaciones colectivas como Violencia y silencio; literatura latinoamericana contemporánea (edición de Celina Manzoni, Buenos Aires, Corregidor, 2005), La fugitiva contemporaneidad; narrativa latinoamericana 1990-2000 (edición de Celina Manzoni, Buenos Aires, Corregidor, 2003) y Las maravillas de lo real (Noé Jitrik, compilador, Instituto de Literatura Hispanoamericana de la UBA, Buenos Aires, 2000), entre otras, además de varios artículos y estudios editados en revistas especializadas de Uruguay, Estados Unidos, México y Argentina. Es miembro del Consejo de Redacción de la revista Enclaves, editada por el Departamento de Docencia del Hospital Borda (Buenos Aires), y de la revista virtual Everba (Berkeley, Estados Unidos, http://www.everba.org) desde diciembre de 2003. Ha participado de numerosos congresos nacionales e internacionales sobre literatura, teoría literaria y de carácter interdisciplinario. Ha recibido el premio Juan Rulfo 2003 en la categoría ensayo literario por su trabajo sobre Las cartas que no llegaron, de Mauricio Rosencof; además fue distinguido por la Honorable Cámara de Diputados de Argentina en reconocimiento a su labor profesional en el campo de la cultura (2004), finalista del Premio Continentes 2004 de Poesía "País de las Nubes" (México, 2004) y premiado por la Academia Nacional de Letras del Uruguay en 1997 por un ensayo sobre Nadie encendía las lámparas de Felisberto Hernández. |||||||||||||||||||||||||||| ENTREVISTAS |||||||||||||||||||||||||||| === Gioconda Belli ======================================================== === La poesía me sobrepasa Patricia Venti ============================ Entrevista realizada por Patricia Venti en la ciudad de Heidelberg, Alemania, en 1995 —¿Por qué escribes poesía erótica? Yo pienso que empecé a escribir poesía erótica porque no tenía prejuicios ni tabúes con respecto al sexo, tuve la suerte de tener una madre muy sana que nunca me habló del sexo de una forma sucia o pecaminosa, al contrario siempre me lo planteó como una cosa hermosa y ser mujer me lo hizo sentir como un poder, no como una debilidad. Uno de los recuerdos más lindos que yo tengo de ella es cuando me habló de la regla, lo hizo con una charla bellísima, poética; me dijo que mi cuerpo iba a ser capaz de dar vida, yo me quedé con la boca abierta del don de ser mujer. Esto me marcó definitivamente porque yo empecé a escribir lo que sentía, en ningún momento me propuse escribir poesía erótica. Yo fui la primera sorprendida al publicar los poemas y resultaron ser un escándalo y los catalogaron como poemas eróticos. No estamos acostumbrados a ver a la mujer ser sujeto de su sexualidad sino siempre objeto. Las antologías de poesía están llenas de hombres que han escrito desde tiempos inmemoriales las cosas que yo escribo sobre el cuerpo de los hombres o los sentimientos que expreso y sin embargo no se les consideran poetas eróticos. Escribo de todo, no solo poesía sobre el amor, o el cuerpo, pero como me atreví a decir cosas que otras mujeres no se habían atrevido ahora soy poeta erótica. Yo hablo de la vida, del cuerpo, de política y de todas las cosas que me pasan. A las mujeres nos hacen sentir culpables del cuerpo, la mujer tiene una relación más sensual y profunda con su cuerpo. —¿Qué relación tiene tu poesía con la naturaleza? La naturaleza fue mi entorno porque yo nací y viví en Nicaragua, que es un país donde la naturaleza tiene una enorme fuerza y juega un importante rol en nuestras vidas. Nosotros no tenemos que ir a los parques porque los árboles están allí, alrededor nuestro. Es un país de volcanes, terremotos, lagos, grandes tormentas eléctricas, lluvias torrenciales, por ello la naturaleza marca tu vida de una forma muy importante. —Cómo sientes tu ida de Nicaragua? ¿Acaso no hay un vacío? No me he ido, yo estuve unos años que iba menos pero ahora vivo medio año en Nicaragua y medio año en Estados Unidos. No podría vivir sin Nicaragua, estoy tratando de crear un equilibrio entre mi vida familiar, mi vida política y Nicaragua. —¿Qué autores te marcaron? Desde muy niña empecé a leer, una de mis grandes influencias fue Julio Verne, mi abuelo cuando yo estaba chiquita —él era un gran lector— me traía los libros de Verne. Leía todo lo que me caía en las manos. Leía mucho teatro porque mi mamá estaba en el teatro y tenía libros de todo tipo en la casa: Lope de Vega, Shakespeare. También leí poesía, por supuesto Rubén Darío —que en Nicaragua es el héroe nacional— y ya más tarde me influyó mucho el boom latinoamericano, especialmente Julio Cortázar, él fue el ser que más me ha influido, pero también las mujeres, sobre todo las anglosajonas Virginia Woolf, Emily Dickinson, etc. En mi carrera como escritora los novelistas como Faulkner han sido muy importantes. —¿Qué significa ser mujer y además escritora en Latinoamérica? Pienso que hay una carga emocional muy grande, hay una dosis de sufrimiento bastante grande en el hecho de ser mujer porque de alguna manera tienes que luchar con uñas y dientes por tu lugar en el mundo. Uno de los grandes problemas que hemos tenido las mujeres es asumir nuestro propio cuerpo. En este sentido soy una privilegiada, porque yo nunca me he sentido culpable, me he sentido rabiosa cuando he visto mis derechos pisoteados. No me he sentido víctima de los hombres, a los hombres machistas los compadezco. Nosotras las mujeres tenemos que tomar conciencia de nuestro poder, pero hasta ahora en Latinoamérica no lo hemos tomado de forma como yo recibí mi feminidad, que fue como un poder. —¿Por qué escribes primero poesía y luego pasas a la novela? La poesía me sobrepasa, yo no logro sobrepasarla. La poesía me viene como un rayo del cielo, la poesía es un medio íntimo y la novela es un medio más propio para comunicar otras cosas que me es imposible a través del verso. Ambos medios son buenos y cada cual tiene su particularidad, a mí me encanta escribir novelas porque me permite una concentración a largo plazo, me siento arquitecta de un mundo, en el caso de la poesía es más como un médium. Además yo sigo escribiendo poesía, yo no he renunciado a ella. —¿Existe una literatura de mujeres o es simplemente literatura? Es absurda la separación entre literatura y literatura de mujeres. Sería como decir que la otra literatura escrita por los hombres es masculina. Es claro que existe un lenguaje masculino y otro femenino porque cada uno escribe como lo que es, y si soy una mujer hablo como mujer, hay un lenguaje particular que pertenece a la mitad del género humano. Pero hacer la separación entre literatura y literatura de mujeres es peyorativo, es como decir que nosotras las mujeres tenemos una cabeza y somos capaces de pensar, de ver con ojos propios el mundo. ** Patricia Venti ventigarcia@msn.com Ensayista venezolana (Maracaibo, 1966). Estudió letras en la Universidad del Zulia y obtuvo un máster en literatura iberoamericana en la Universidad de Mérida. Desde 1994 vive en Europa y se doctoró en la Universidad Complutense de Madrid (España) en el año 2004 sobre la obra de Alejandra Pizarnik. Ha publicado dos libros de poesía en Venezuela y colabora en diversos periódicos y revistas internacionales. === La soledad en la poesía de Denisse Vega =============================== === Escribir es mejor que ir al médico, una iglesia, ====================== === hablarse frente al espejo ============================================= === Entrevista por Leoncio Luque Ccota ==================================== Cuando me puse a leer Generación del 2000? Muestra de poesía joven (excelente edición, de paso), que los amigos de Claroscuro me entregaron como préstamo el día 12 de agosto, al final del Taller de Poesía al Aire Libre, me quedé con la sensación de haber encontrado un libro significativo que contenía una poesía fresca por la edad de los seleccionados en su mayoría. Una antología, para mí, que marca un derrotero en la poesía peruana, como fue Los nuevos de Cevallos, Estos trece, de Oviedo o La última cena, en los ochenta, publicado por Asalto al Cielo Editores, respectivamente; pero que en los noventa, no creo haber leído una muestra generacional que signifique una muestra del amplio espectro de sus integrantes. Cuando leo Generación del 2000? Muestra de poesía joven, me detengo en especial en la poesía de Denisse Vega Farfán (Trujillo, Perú, 1986). Estudiante de derecho en la Universidad César Vallejo de Chimbote. Premio “Poesía a Vallejo” por la UCVCH. Autora del poemario Euritmia (2005), que me atrapa y despierta en mí esa sensación de goce estético y fresco que hace tiempo no sentía, y que se trasladaba interiormente carcomiéndome, esos vacíos existenciales en que me debato para dialogar con la Poesía. Por esos detalles me contacto con Denisse y solicito otros poemas, con la única salvedad de leer más sobre la soledad que hilvana su poética y que todos como tema recurrente guardamos, pero que a veces se nos escapa y late en el mundo, nada más huidizo e indefinible que bajo la máscara de su propia ceremonia y contemplación. Yo creo que hablar de Denisse es tan sólo poner de manifiesto lo que ella dice de sí misma. Es tratar de buscar lo que ella expresa como es la vida, a través de esta entrevista y nos entrega algunos poemas que ella nos cede, con una madurez inusitada, “en nombre de los perdidos que se glorian...”1 de poeta. —Denisse, tú eres la poeta más destacada y joven de la antología Generación del 2000?, Muestra de poesía joven, conjuntamente con Pamela Lozán Béjar. ¿Cómo te ubicas frente a tus compañeros de ruta? Gracias, eres muy amable con tu comentario. No obstante, no dejo de valorar otras voces incluidas en la antología. ¿Cómo me ubico frente a ellos?, pues sencillamente como una joven que en la poesía ha descubierto un fondo trascendente, y no puede contener lo que virtuosa y famélicamente se le alborota en los dedos. —¿Cómo nació exactamente tu interés por la escritura poética? Antes de pasar al fondo de tu pregunta, me gustaría manifestarte que mi interés por escribir en sí (fuera de que si fue o no poesía lo que hice), lo motivó mi madre. Como te comentaba, nací y viví en Trujillo hasta los siete años, época por la que falleció mi abuela, que me criaba mientras mi madre trabajaba aquí en Chimbote. Su ausencia era lo que me hacía escribir sobre cualquier papel que encontraba, llegaba al punto de desarmar las cajas de los medicamentos de mi abuela para escribirle. Claro que lo que escribí no fueron versos, de eso estoy segura, digamos que volcaba emociones, pensamientos que me hacían estar cerca de alguien que estaba distante y a quien sólo veía los fines de semana. Eso para mí era algo mágico, algo que no se podía comparar con otra experiencia. Ella despertó eso, y en cierto modo se podría decir que aquello también fue poesía. Ahora, ya entrando al fondo, considero que mi móvil principal en cuanto a la escritura poética fue la necesidad de construirme mundos mejores o felizmente habitables con palabras. “Al fin estás cansado de este mundo viejo”, diría Apollinaire; o lo que en palabras de Rimbaud sería: “no la búsqueda del cielo azul de los parnasianos, sino el abismo sin fondo de lo desconocido”. Esto último justamente era siempre lo que me halaba, quería saber lo que sentía, lo que había detrás de lo aparente, quería intensificar la profundidad de lo que vivía, darle saltos altos a mis angustias. Era una necesidad más allá del cuerpo y del alma, algo que bullía y pugnaba por ser expectorado. Esto comenzó en la secundaria. Recuerdo que en los salones del C.E. “Salazar Bondy” (que fue el colegio donde estudié) me emocionaba con los versos de Storni, Vallejo y Octavio Paz. Llegando a casa me ponía a escribir, un papel en blanco siempre fue mi mejor fiesta. Aún conservo en algún armario los cuadernos que llené con mis balbuceos, con mis exploraciones ingenuas que no reparaban en atarse al papel en forma de nudos abultados o piezas rústicas, como toda principiante. Poemas, eso sí, con una pronunciada veta amorosa, y conservando esa actitud de rebeldía hacia lo que, en palabras de Ojeda, es “el temor de un mundo ajeno a los sentidos”. Etapa incipiente, en la que ahora reparo, tal vez fue necesaria, para lo que posteriormente iba a crear con más seriedad y consistencia. Posteriormente el contacto con una mejor biblioteca me hizo conocer nuevos autores, que incrementaron mis ganas de seguir escribiendo, ser más pulida y exigente con mis escritos; y darme cuenta de que la poesía me acompañaría para siempre. —Yo creo que toda poesía es más o menos autobiográfica o testimonial, ¿cómo se fue constituyendo tu primer libro Euritmia (2005)? ¿te acuerdas de cómo surgen tus primeros poemas para este libro? Efectivamente, Euritmia (2005) es cien por ciento testimonial. La constitución de este libro fue vertiginosa, lo empecé a escribir en ese mismo año por el mes de febrero, en tres meses tenía el libro listo, y se extendió a dos meses más por las correcciones. Estos poemas los escribí en las calles de Chimbote, en el Malecón Grau, en la playa, en el colectivo, en plena plaza, en un café, a veces esperando cola en el banco o a mitad de mis clases de derecho en la universidad. Yo quería eso justamente, que los versos de ese poemario se escribieran en lugares espontáneos, sabía que lo que tenía que escribir no fluiría entre cuatro paredes. Fue una experiencia maravillosa, el contacto con lo de afuera me ayudó mucho; también como el apoyo del poeta Ricardo Ayllón, un querido amigo que le hizo algunas observaciones a mis textos y del que aún estoy muy agradecida. Los móviles de Euritmia fueron mi hogar de Trujillo en La Mar, en donde viví los mejores años de mi infancia, el deseo, la pasión, el desencanto, la soledad; pero sobre todo el tránsito amatorio con un “alma gemela”. Hay también uno que otro atisbo erótico. —La creación poética, ¿es un oficio como cualquier otro, o es distinto? No, claro que no es un oficio como cualquier otro. Tal vez podamos encontrar ejes, puntos similares como la disciplina, la continuidad, la perseverancia. La poesía requiere de una sensibilidad que no cualquiera tiene la aptitud de desarrollar, es decir, ciñéndonos al aspecto de la escrituralidad. Ya que también soy de la idea de que hay gente que no escribe y sin embargo con sus actos hace poesía; porque poesía no es solamente lo que leemos en los libros. Recuerdo que en alguna ocasión oí al poeta Marco Martos decir, en alguna conferencia, que el poeta es un hombre poseído por el espíritu de la lengua; pensamiento con el cual estoy completamente de acuerdo. La creación poética traspasa el filtro de lo mundano y desemboca en lo abisal, toca el limen de lo verdadero. Existen unos versos del poeta Roberto Juarroz, que recuerdo haber leído en múltiples ocasiones antes de escribir un poema: “no se trata de hablar / ni tampoco de callar: / se trata de abrir algo / entre la palabra y el silencio”; hermoso ¿no?; y esa no es una tarea como cualquier otra. —¿Cómo ves las relaciones entre el poeta y el mundo? El poeta necesita del mundo, motor de su inspiración, oxígeno de sus escritos; pero considero que ahora más que nunca el mundo necesita del poeta, y no sólo de él, de todo lo que tenga que ver con el arte, frente a nuestra patente involución humana. Poeta como ejemplo de humanidad, de sensibilidad, de despierta conexión con el universo. “Todavía el hombre es más mono que ningún mono”, fíjate, esto lo dijo Nietzsche hace más de un siglo en Así habló Zaratustra, y dime tú ahora si esto ya en pleno 2006 ha variado. Por otro lado, creo que no nos caería mal otro Allen Ginsberg en estos tiempos de precariedad pacífica. —Yo estoy de acuerdo con lo último, se necesita varios aullidos. ¿Crees en el poeta como ser elegido que tiene capacidad de predicción? Creo que ese presupuesto ya perdió legitimidad hace mucho, es decir, en cuanto a lo de “ser elegido” equiparándolo a la “divinidad”, para ser más clara. Yo no sé si la poesía elige, pero creo que tampoco uno la busca, de pronto la sientes. Son cosas a las que difícilmente le encuentras explicación, y justamente su hermosura radica en ello, porque no se explican, sólo fluyen. En mi caso fue así. Ahora, pienso que no necesariamente un poeta, para considerársele como tal, tenga que predecir, basta con que nos sacuda con su mundo, que nos muestre una realidad, que nos remueva el piso. Pero si predice, ¡wow! en buena hora. Aunque predecir algo a estas alturas en un mundo que se ha vuelto tan predecible, hum... sería anómalo. Pero lo que sí pienso es que el poeta siempre tiene que revelarnos algo. —Cuando escribes tus poemas, ¿los trabajas mucho o, por el contrario, los dejas así, tal como salen en su primera versión? Antes emulaba a Mozart, quien no corregía ninguna partitura; claro, eso era antes, cuando la poesía no tocaba mis puertas interiores tan fuerte e insistentemente como las toca ahora. En ese entonces corregir un par de palabras para mí ya era demasiado. Creo que eso nos ha sucedido a muchos cuando empezamos a escribir. Cuando escribo trato de perfilar lo mejor que puedo lo que en esos instantes siento, algo así como si les intentara tomar una fotografía a mis emociones. Me preocupa mucho que el poema exprese la fuerza loca o sutil que quiera darle. Siempre me preocupa la cadencia, los acompasados golpes de los versos. Es por ello que luego de escribir un poema lo leo varias veces en voz alta para detectar una palabra coja o una mala disposición. Si hay que corregir hay que hacerlo, pero si no, entonces dejo que el poema empiece a respirar, a caminar, a vivir tranquilo. Normalmente esto último me sucede con los poemas cortísimos. Tampoco soy tan maniática de estar enmendando un poema, pues pienso que así corro el riesgo de desnaturalizarlo, de desgastar la materia con que fue concebido. —Yo soy de los que creen que la poesía postula siempre a un estado utópico donde los hombres podamos ser hombres. ¿Cuál es tu utopía? Es una utopía muy bella la tuya. Yo le agregaría a ello, el aprender a vivir verdaderamente, rescatar el contacto con los sentimientos reales y no quedarnos como estatuas ante la contemplación vertiginosa, angustiante y también bella del mundo. —En la poesía siempre están presentes los grandes temas universales, como el amor, la muerte, que no son necesariamente una experiencia. ¿Por qué en tus poemas hablas de la soledad?, ¿por qué este tema en especial? Me agrada la escisión que haces al decir que estos temas no son necesariamente una experiencia. La soledad es un tema que desde siempre me ha halado, me ha circundado, la soledad desde casi todas sus aristas, como luz y como sombra. La soledad como luz, o lo que Krishna Murti quería dar a entender cuando decía que “hay una soledad que no es este sentimiento de soledad”, y converge en una bendición. Y la otra, la soledad como sombra, aquella que a veces va tras de mí o de los personajes de mis poemas con una hacha roja. La soledad es un bosque inmensurable donde puedes toparte con lobos y gacelas. Hay que aprender a andar por él, y eso no nos enseña nadie más que el vivir, y no lo sabe nadie mejor que la poesía en mi caso. Lo que sucede es que ahora he prolongado mi temática poética en este último tipo de soledad, quizá, entre otros motivos, lo que leo también me influye. Nietzsche decía algo así como que hay que llevar dentro de sí un caos para poder engendrar una estrella rodante. Además en la creación poética tenemos etapas en las cuales nos aferramos a un tema en especial, por diversos motivos. Por ahora me siento súper cómoda hablando de ello, lo cual no significa que ese sea mi único tema. Ahora, lo que sí es innegable es que hoy más que nunca el hombre es un ser solitario que transita entre una multitud de soledades, es lo que sintió Baudelaire por ejemplo cuando afirmó “Multitud, soledad, términos semejantes”. El uso social nos vende la imagen de independencia, cuando ello es afirmar que no se necesita del otro, porque “independencia” es divergente de “libertad”. La “independencia” genera una mentalidad de autonomía total, casi divina, el hombre es su propio Dios. Anulado el otro entonces, el hombre se convierte cada vez más en un individuo alejado, narcisista, lo que acarrea el detrimento de valores como la misericordia y la solidaridad, la fractura de la verdadera comunicación. Pasamos de ser un emisor con un receptor, a un par de monólogos, cada cual apuntando por su lado. Es innegable que necesitamos de “el otro” por innumerables razones, pero cada vez nos empeñamos en evadirlo más. En este siglo la tecnología ha redoblado fuerzas creando un sin fin de aparatos para comunicarnos más, y sin embargo no sabemos hacerlo, qué tal paradoja. Qué feo, ¿no?, yo no quiero ser parte de ello, yo intento escapar de ello, o encararlo sanamente aunque sea con el arte. Por otro lado, amo la soledad, vivo enamorada de ella, la soledad me ha permitido hacer un montón de cosas, escribir poesía por ejemplo, pintar, viajar o estudiar bastante. Mi soledad en ese aspecto es sagrada. —Volviendo a la soledad. Es un tema recurrente que aparece en tu poesía, que acecha, que ronda, que amenaza, que siempre está presente y te persigue como en estos versos: “Los libros me enseñaron a romper la razón / en casos de emergencia / la emergencia es esta soledad / corriendo tras de mí con una hacha roja”. ¿Qué libros en especial te enseñaron a romper la razón en casos de emergencia? ¿La soledad es para ti una obsesión? La primera es una muy buena pregunta. Me la haces e ipso facto se me viene a la memoria Rayuela de Julio Cortázar; se me vienen otros, Demian de Hesse, La muerte en Venecia de Mann, En los extramuros del mundo de Verástegui, las Obras completas de Pessoa, Libertad bajo palabra de Paz, los Cuentos de Ribeyro, Los días pasan como caballos salvajes sobre las colinas de Bukowski, Donde todo termina abre las alas de Varela, Retrato de una dama y otros poemas de Eliot, etc. Pero sobre todo Cortázar, que he leído sus obras desde mi adolescencia y su lúcida locura me ha rescatado de incontables naufragios. Y la soledad como una obsesión, no tanto así, creo que todos tenemos etapas donde nos sentimos más solos; y quizá lo mejor que pueda hacer en esas etapas sea escribirlas o pintarlas. —¿Qué relación secreta hay entre tu poesía y la de Alejandra Pizarnik, donde ella pide que su soledad “debería tener alas” y tú pides que escupa tu nombre? Como en estos versos: “Ahora sólo te pido soledad / que raudamente escupas mi nombre / mientras salgo como una polilla / por una de tus mangas”. Pues ahora dejará de ser un secreto... Nooo, mentira, no hay secreto. Leí todas sus obras, las sigo releyendo, y no me dejo de maravillar, es una de mis poetas preferidas, tiene esa agresividad y elegancia, precisión y limpieza, oscuridad resplandeciente, esa meditación de la palabra sobre sí misma en sus escritos, que me mantienen fiel a ella. La admiro mucho y le tengo un profundo respeto. E independientemente de que yo escriba poesía, pues creo que cualquier persona que se siente sola y lee algo de Pizarnik se va a sentir muy identificada, como me he sentido y me siento a veces. Justamente “La carencia”, que es el título del epígrafe que tomé para “1ª traición a la soledad”, fue un poema que me remeció mucho cuando lo leí por primera vez, es sumamente doloroso y mágico, como un sol negro. Digamos que a ambas nos hilvanó esa emergencia de empacarle sus maletas a la soledad, y embarcarla en el navío del naufragio sin pasaje de retorno. —“El tiempo no se depila / la soledad se pela mejor con las manos y no somos más que un par de abismos musicalizando / los pétreos huesos de la nada”. Final de poema que me estremece. Quizás la soledad sea para ti un tema de auxilio, con respecto a qué ¿acaso el vacío existencial? Es válida la soledad como auxilio a contraluz de la soledad como tormento. Hay temporadas en las que siento que todo me ahoga, ¿y qué es lo que hago?, después de poetizarlo, me refugio en mi soledad como luz, y toda excusa puede llegar a ser válida con tal de arribar a esto. —¿Tú crees que pueda existir una poesía completamente aislada de la realidad concreta? Naciste en Trujillo, y ahora vives en Chimbote, ¿en qué influyen esas realidades en tu poesía? Es difícil encontrar algo completamente aislado del contexto en donde uno se encuentra viviendo. De Trujillo conservaré siempre un gran estigma, está alternativamente en mis textos aunque de una forma muy disimulada y muy pocos lo noten. La relación con Trujillo siempre estará activa, viajo para allá, camino largas horas por sus calles, visito sus playas cada vez que puedo. Cada ciudad tiene una magia, y Trujillo tiene una incomparable a otra, demasiado especial. Quizá lo sienta tan así porque nací ahí, pero creo que aunque hubiera nacido en otra ciudad, Trujillo igual me atraería enormemente. Acá en Chimbote, el mar es algo que me hala mucho, el mar es como una gran hoja azul llena de poesía, cuando no puedo ir a la playa en mi bici, me doy una escapadita al Malecón Grau para contemplar y escuchar la cadencia de las olas. A pesar de mi apego a estos lugares, es rarísimo encontrar en mis poemas alguna referencia sobre ellos, y eso es porque al momento de escribir es el poema el que termina decidiendo, se nos termina escapando de las manos, toma el timón y escoge la dirección que se le antoje. Me refiero a mis últimos poemas, claro, los que he empezado a escribir después de Euritmia, porque como anteriormente te señalé, ese libro tuvo mucha influencia de afuera, lo que no quiere decir tampoco que haya citado nombres de calles, nada de eso, pero en la mayoría de los poemas se siente la ciudad, el mar. Si te das cuenta hasta ahora sólo me he ceñido a un aspecto geográfico. Bien, pasando ahora a la realidad social, de todas maneras trastoca, sin pretenderlo se refleja en el poema, la poesía te abre infinitos espacios, te abre los ojos de los ojos, cuando te das cuenta de que el noventa por ciento de lo que te rodea, de lo que transcurre en tu ciudad se resume a la nada, el saber que cada vez existe menos espacio para los sueños, para la valoración de los sentimientos reales y la estirpe del cuervo de Poe nos invade, sumado a ello el cuarto de tragedia que nos toca a cada uno, es terrible. Creo que no sólo acá sucede esto, sucede en todas partes, en algunas es más tangible que en otras naturalmente. La poesía es un exilio, pero también me encara en carne viva con la realidad. Ahora, cuando escribo, es como ponerle orden a ese caos, surge la belleza entre toda esa maraña verbal, y es esa belleza que se logra, lo que al final me salva. Escribir es mejor que ir al médico, una iglesia, hablarse frente al espejo, etc. Pero existen también veces en los que al momento de escribir no pienso que vivo en algún lado, ni en Trujillo ni acá en Chimbote, ni en ningún otro lugar. Habito el instante de lo que siento, el papel es mi ciudad y en él pueden suceder cosas más asombrosas de las que se ven más allá de las paredes de mi biblioteca. —¿Por qué y para qué escribes? Escribo porque me hace experimentar una libertad más allá de la libertad misma, me encuentro, me esfumo, reconcilio lo claroscuro, todo lo puedo, todo lo destruyo o reconstruyo con las palabras, puedo pisar las nubes y la tierra a la misma vez. Escribo porque existen zonas que sólo se descubren escribiendo, porque así lucho contra la marginalidad humana. Y escribo para vivir, sin poesía no vivo, “vivo” en el verdadero sentido de la palabra, sería un ser doblemente vacío, sin rumbo. La poesía es como si fuera mi sangre, mi templo eterno. —¿Cuáles son tus preocupaciones políticas e ideológicas? La exangüe inversión educativa, esa ha sido desde siempre mi preocupación. La educación es fundamental para el desarrollo de un pueblo, tanto intelectual como espiritualmente. La educación, es decir, “la buena educación”, es un arma de defensa a la cual, considero, todos sin distinción debemos acceder. No es extravagante encontrar a gente que no entiende lo que lee. La educación es base, en cuanto menos ignorante es un pueblo, menos podrá ser manipulado por los intereses económicos del Estado. Esta es una realidad muy lamentable, somos un país que está en el último lugar en este aspecto, pasan los años y todo sigue inmutable. En cuanto a la cultura, siento que nos falta identificarnos más con lo nuestro para saber hacia dónde nos dirigimos como país. Y respecto a la literatura, el Estado debería participar con un auténtico compromiso, aunque pensándolo bien, por otro lado es mejor que no se meta con ella, porque si lo hace, la morderá. —¿Cómo situarías tu poesía con respecto a la poesía actual y con respecto a la anterior? Eso tendrían que decirlo los críticos, la gente que me lee, que sigue mi poesía. Autodenominarse en ese aspecto corre el riesgo de la parquedad o la exageración. Además creo que tendría que pasar esta década para evaluarlo mucho mejor. Ahora, lógicamente todo cambio generacional implica un contraste, ahora con la globalización mucho más, el mismo poeta Pablo Guevara en el prólogo de la antología indica que los poetas de hoy venimos con las armas de los globalizados. Lo importante, Leoncio, creo yo, es que la pluma no se adormece, la imaginación y la sensibilidad, el compromiso serio y responsable para con la poesía se siguen aceitando; y ahora más que nunca en los noveles poetas. —¿Qué te gustaría a ti que se destacara de tu poesía? No lo sé. Pero si alguien al leer mis poemas encuentra algo rescatable, magnífico; y si les sirve, si contribuye a innovar actitudes, despertar sensibilidad, mucho mejor. Creo que esto último sobre todo es lo ideal para un poeta que publica sus trabajos, cierra el círculo. —Me dices que vienes preparando un nuevo poemario, ¿me podrías dar un adelanto de qué trata? Bueno, no es exactamente un poemario, es decir, no sé si lo vaya a ser, parece que sí porque estoy encontrando un nexo fuerte en mis poemas inéditos desde hace un buen tiempo. Como dijo alguna vez Billy Collins, llegado el momento los poemas se buscan solos. Pues bien, parece que estos ya se están empezando a buscar. Las temáticas que circunvalan mis últimos escritos, como ya te has percatado, son la soledad (como luz-sombra), el vacío, la muerte, el vertiginoso túnel de luminiscencia; pero todo esto alternado con la flora y la fauna; las cuales me han remecido sobremanera en mis últimos viajes a la sierra y la selva. También como otros paisajes naturales que me atraen del extranjero, como el Río Sava en los Alpes Julianos, o el gran lago Victoria en África; y los desiertos. En fin, me fascina la magia de todo elemento creado sin artificios. Hay una sección de poemas cortísimos, y otra con nombres de puentes, justo de esta nómina al que más poemas le voy escribiendo es al Puente Villena, quizá por el magnetismo suicida que tuvo con varios artistas, siempre me tiene extrañada. Abarco también las soledades de otros poetas, artistas y músicos. Sobre todo de éstos últimos, a los cuales les debo la motivación para haber elaborado algunos poemas que aprecio mucho. Y justamente, ya que hablábamos hace unos instantes de Pizarnik, he escrito también poemas en alusión a su soledad que serán incluidos en el libro. Estoy condensando todo esto aquí. Y lo que te comento es sólo una aproximación a lo que estoy elaborando, no sería conveniente por el momento charlar acerca de todos los detalles. Indudablemente deseo que este libro sea superior al primero, publicar algo inferior no tendría mucho sentido. —Algo que quisieras decir, al final. Sí, gracias a ti por la entrevista, y a la gente que le dio o le sigue dando a mis poemas un tiempo en su vida, en su memoria y en su corazón. *** Poemas de Denisse Vega Farfán en Generación del 2000? Muestra de poesía joven 1ª traición a la soledad “Yo no sé de pájaros, no conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad debería tener alas”. Alejandra Pizarnik La verdad me abraza con sus huesos de felpa yo lanzo mi caña de pescar al negro río del tiempo y extraigo un pez grandísimo: es la soledad que emerge de sus aguas turbias con una despedazada mujer apretada entre sus dientes una mujer que lleva puesta la sangre como un vestido de encaje ondeando sus blondas de fuego. Las voces caminan de largo en las ruinas de lo oscuro donde habito como una serpiente pero una de ellas (la más demacrada) se detiene y me susurra: “Denisse nadie lavó tus huesos con su sangre ni desató tus sogas de hielo se olvidaron de tocar tu campana 12 veces cada noche para que amanecieras fuera de tu cárcel de esa hospedería de pasillos y cuartos infinitos donde Baudelaire y Rimbaud escriben versos con los aguijones de los alacranes y el corazón como una casa roja de solitario cuervo o gorrión se hunde tras el tsunami”. Ah soledad percudido gabán que todos se han puesto quédate tú! oliendo el moho de tus calles intentando cruzar los puentes del desquicio quédate con los neologismos que le inventaste al brillo de mis ojos cada día deja que lleve el amor como una insignia en el pecho o una hermosa lágrima entre las manos deja que reconstruya las facciones del ángel que ya no soy. Te digo pálida voz pez que se traga otros peces que ya no dormiré entre tus barrotes en esa cárcel donde antes de beberte como cicuta echaba sus raíces el crepúsculo porque lo mismo sería hacerlo sobre un suelo húmedo a la intemperie con el ruido de los cláxones y tu filuda voz gravitando en mi cabeza como una sonaja. Muchos hijos tuyos he sepultado y dime: ¿acaso se elevaron al cielo? Ahora sólo te pido soledad que raudamente escupas mi nombre mientras salgo como una polilla por una de tus mangas. Fusión Las ideas ejecutan coreografías de ballet en el magro salón de mi cabeza mi bolígrafo como una flecha azul se estrella contra un muro frágil y pálido. Abro puertas invisibles merodeo pasadizos sin suelo y estás aquí debajo de todo lo que escribo olfateando con desquicio el olor a tabaco que despide cada letra sosteniendo un paraguas donde se resbala el horizonte tanteando algún utensilio con el cual rascar la olla de carbón donde quedaron adheridos los restos de mi alma. La ternura es un hilo perfectamente bordado en cada árida región de tu rostro el volumen de tu risa se balancea en el silencio y pienso que bien podría terminar siendo sobre tu piel (si me lo propongo) una sombra desmesuradamente rosa o algo parecido a una pieza de Chopin. Tú saliendo del papel de este fango blanco con raíces negras con un quinqué en la boca y un pozo rojo en el pecho esperando la irradiación el avepez el último fruto de mi árbol. Afuera el sol aún duerme tapado con periódicos mientras que tú y yo bailamos atados por una sola camisa de fuerza en el ancho renglón de este manicomio bailando como dos siameses que comparten el mismo mentón la misma frente. Lo que en este momento creemos que es el amor —tal vez un pájaro de agua atravesando famélicamente el cielo bermellón de nuestra sangre— también baila al ritmo de un paisaje de Tilsa que en mi vientre detona sus colores. El tiempo no se depila la soledad se pela mejor con las manos y no somos más que un par de abismos musicalizando los pétreos huesos de la nada. Sueño material Y de repente mis instintos de rodillas Dibujándome sin armaduras En medio de un círculo rojo El útero de la noche arrojó una estrella Cerca de mi barra Era un ángel de saco y corbata mirando la sequía De su quinto vaso de brandy O un nevado árbol agachado a la altura de mis senos Con una mirada exiliada De alguna remota patria celeste Casi como la mía Pero yo Proveniente de una patria muy negra. En la radiola empezaba a sonar Una música serenamente torva Como algo fuera de este siglo O una jauría de interrogantes (que es idéntico) Al ritmo de la soledad de sus labios inconfesos Y de mi secreta manera de desearlo Así pude ver los rieles del tren En donde mi alma solía tenderse a escuchar Cómo agonizaban los sueños aun después De haber sido enterrados bajo tierra O recordar Cómo nunca pudo habitar en otros cuerpos Cuando mi muerte la escupía. Faros de ciudades jamás habitadas Como palabras nunca antes dichas por el corazón En una pesadilla confusa Se encendieron bajo mi pecho “¿Extrañas a tu patria celeste?” Le pregunté “Al igual que ustedes somos pájaros O ratas que comen pájaros” Me respondió Mientras le servía el sexto vaso de brandy Dentro de mi boca. Emergencias Sentada sobre un peldaño de locura escucho el claxon de un tren corriendo dentro de mí a mil por infinito los libros me enseñaron a romper la razón en casos de emergencia la emergencia es esta soledad corriendo tras de mí con una hacha roja mi corazón viendo todo detrás de unas gafas oscuras el vahído de la tierra atropellando a los viandantes los viandantes atropellando los dones de la tierra la mano del tiempo llevando un filudo garrote flagelándome como un ciego caballo que me derrumba el vetusto catre del cielo donde nada de mí ha de acostarse la melodía del vacío tan sonora tan turbia encarándome encarando esta voz tan pequeña como los labios donde derramé mis primeros cantos ya no más la infancia rosada el mundo descalzo que cabía en mis gavetas el amor navegando como un juguete de goma no encontraré jamás el archivo donde guardé mi sonrisa tan sólo estas vísceras de un aire que ya no respiro esta sorda verdad donde se monta mi corriente este verbo despeinado contra las huestes del extravío vida vuelve a entrar por mis pies sin el galope de tu música muerta vida descósete y vuélvete a hilar con otros hilos menos profanos más resistentes mientras tanto nostalgia erguida primitiva incolora mujer corazón humeante entre los fresnos de tus pulmones mientras tanto pluviales versos escribiéndose aunque el horizonte y estas horas de concreto se despeñen. *** En 19 poetas peruanos. Generación del 2000 Cierta tarde echada sobre el césped Echada boca arriba sobre el césped veo Cómo indolentes los días se escriben en la corteza del roble Y luego se los comen los escarabajos Abro un libro Las letras son gusanos que vuelan de las páginas En forma de negras mariposas (Ellas dibujan túneles Vidas de ángulos estrechos en el aire) Ligeramente me inclino para encontrar entre los abetos El brazo de alguien conocido o ignorado O el dulce fulgor de una rama nueva De improviso las manos del sol me maquillan por última vez el dorso Y la tarde se deshilacha en veloces alfileres de agua Sobre mis costillas Del otro lado la ciudad Es un hormiguero inundado por la lluvia Imagino millones de hormigas tomando autobuses Encadenando sus cuerpos devastados Habitando el abismo de sus pensamientos para guarecerse Mientras las hojas que abandonan a los tilos Trovan sobre mi frente sus pálidas canciones Y les confieso Que yo también soy otra hoja Pero caída de un árbol inexistente Ah Si por un instante los lirios olvidaran sus raíces Y caminaran hasta mí Para derramarse en mis oídos como una música materna Hasta acá donde sólo mi silencio y los aullidos de lo verde moran Llegan los olores de la muerte Como un poderoso excremento del pasado “Nunca más no retornes nunca más” Maúlla el fantasma de un gato con los ojos de Poe Que se pierde entre los helechos Echada sobre el césped escucho claramente Cómo lloran los pulmones enfermos de la tierra Mientras dos gorriones picotean las últimas plegarias Que marzo olvidó recoger de mis bolsillos Abril viene con un bouquet de sueños imposibles Temblando entre sus dedos Y nadie viene a comer los frutos transparentes Que ruedan por mis pómulos Nadie viene a arrancar la maleza que oculta al deseo La vida sigue tosiendo crónicamente dentro de mi boca Como las plagas carcomiendo al mustio platanal Schumann Golpeando mansamente el viejo tambor de mi soledad Le tarareo una pieza de Schumann a una triste muchacha Que llora apoyada en el roble con los brazos de la muerte Apretando sus caderas. Ella no sabe quién fue Robert Schumann Ni que abandonó la toga Por criar a la música como un niño endeble Pero apaciblemente cierra sus pequeños ojos Descruza sus brazos agujereados Por las intensas notas del hambre y el invierno Resbala su cuerpo trasnochado sobre la grama húmeda Como una gacela herida. Robert Veo tus manos aflojándole el corazón Fuera de sus costillas Colocarlo en las copas del silencio Como lo hacías con el tuyo Te veo inventándole un nuevo nombre A su vientre agotado Una gama de infinito A las facciones de su alma Y besando Musicalizando su dolor Como a las calles de Leipzig. Yo —ya de rodillas— Le toco los labios Componiéndole con mis dedos una música extraña (Inocente jugueteo del misterio con las hebras del amor) Hasta que ella Abrazada fuertemente de su centro Como si de un hijo perdido o De una carta antigua se tratara Se queda dormida. Entonces me alejo satisfecha Sin voltear Sin dejar de tararear Estrella Con cada parte de su sueño dibujado En las paredes sucias de mis días. Ya a lo lejos nuevamente escucho El lamento de la muchacha Pero ahora como el rumor del ficus Descubierto por los cuculíes O los latidos de un hombre ahogado desde hace siglos Devuelto con vida a la tierra. Esa tarde Nadie había entendido jamás su dolor —Nuestro dolor— Como Robert Schumann. Abelius A un personaje de ficción que alguna vez destruyó su propia ficción. Un tropel de días camina desangrándose Desnuda cabalgo sobre los fragores De este corazón enfermo Los personajes de mi libro Escaparon de su jaula: Abelius Yo pensaba que la verdadera música Sólo brotaba de tus poros Cuando lo único que brotaba Era este amor tan indigente Veo con atención todas las esquinas azules Por donde doblaron mis sueños El tablero ensangrentado Donde la humanidad sigue jugando al sacrificio Con sus peones de huracán La felicidad se detiene Como un pájaro amarillo sobre una antena Y un hombre Como tantos personajes de ficción Que aborrecen lo bello en tus historias Le dispara una flecha y la mata Pero yo sigo desbordándome con mis raíces Desgarrando esta revolución Que aprendí a crucificar en tu cabeza Con tan sólo este par de manos De dragones perdidos Y esta soledad que sigo colgando a la intemperie Para que la picoteen los cuervos Sigo dándole a la gente los buenos días Las buenas tardes Y las malas noches —No me olvido de tus buenos modales— La mentira no tiene un esqueleto Que la sostenga Eres el virus que seguirá causando Todas mis enfermedades Aunque hayas muerto Como murieron en un foso Mis viejas plegarias a la luna A los dioses sin cabeza Tú —Mi más terrible ficción— Vivirás ahora en esta casa Que he construido en mi memoria Inédito Brújula dormida Se derrumbaron los castillos de seda Donde el dragón era sólo un cuadro oblicuo Cubierto con abandono en el fondo de la sala Ahora el dragón agita su áspera cola Su brasa se vuelve oxígeno de mi cuerpo Y mi cuerpo oxígeno del dolor Huelo la tarde descompuesta Que brama en el jardín Converso con los labios robustos que se abren en el limo Vocalizando una tóxica dulzura Y pequeños cipreses derruidos como niños calcinados Que la inercia descascara de sus rancios vagidos de victoria Jamás leída jamás lograda Contra la oblonga llamarada del dragón Los prefiero Su silencio es menos obsceno que la verdad Menos tullido que la duda Yo les hablo Con agonía de delfín en el río De mujer ante los pies morados de su hijo muerto De Nietzsche ante los ojos vaciados del mundo Mientras el dragón —pródigo de arrecifes— De soslayo me vigila Yo converso amistosamente Con el espasmo que explota y vuelve a nacer en mi corazón Hasta con el último hongo de la náusea Mientras él engulle sin mesura Mares ciudades Soleadas plazuelas del tiempo Puentes hacia la fantasmal sabiduría Ficciones de un lenguaje mejor hablado Desde los labios de la emancipación Dudando si soy Tan sólo un fantasma O el trino del amor que aún no se fermenta Así Cuando el flamígero colmillo del dragón asoma Y su abdomen saciado de terror se ahueca aún insatisfecho Y tan entusiasmado tropieza con mi hedor Que cree que le brotará fuego helado por las fauces O las trasquiladas cabezas de todos los veranos Cuando la luz me sonríe mostrándome Su dentadura rota Como si detrás del halo de un amor Se ocultara un foso Así Cuando todo Todo Hasta la tersura de mamá en el rubor del escaramujo Se subvierte Yo converso con lo que no tiene color Aroma Destino Ni un nombre por el cual llamarlo 1. Dylan Thomas, Poemas completos. ** Denisse Vega Farfán rec_denisse@hotmail.com Escritora peruana (Trujillo, 1986). Estudiante de derecho en la Universidad César Vallejo (UCV, Chimbote; http://www.ucv.edu.pe), donde obtuvo el primer lugar en el Concurso “Poesía a Vallejo”. Profesora de inglés, socia activa de la Asociación Vivienda “Villa de la Cultura” e integrante del taller de Artes Plásticas “Palamenco” de la Universidad Nacional del Santa (UNS, http://www.uns.edu.pe). Autora del poemario Euritmia (2005) y de la plaqueta Palabra de junco. Textos suyos han sido incluidos en las antologías 19 poetas peruanos. Generación del 2000 (Miguel Ildefonso, 2006) y de la muestra de poesía joven Generación del 2000? (Claroscuro, Círculo Abierto Editores, 2006). Ha participado en varias exposiciones pictóricas de la ciudad y sus poemas han sido publicados en periódicos, como Correo, El Regional, El Heraldo y La Industria de Chimbote, así como en revistas y páginas web. ** Leoncio Luque Ccota leoncioluque@hotmail.com Escritor peruano (Puno, Huancané, 1964). Siguió estudios de economía en la Universidad Nacional del Callao (http://www.unac.edu.pe, 1985), la misma que abandonó un año después, para seguir estudios de educación en la especialidad de lengua y literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal (http://www.unfv.edu.pe). Publicó los poemarios Por la identidad de las imágenes (1996), En las grietas de tu espalda (2001) y Crónicas de Narciso (2005). Actualmente estudia la maestría en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (http://www.une.edu.pe, La Cantuta). Mantiene los blogs http://noblekaterba.blogspot.com y http://cronicaskaterbianas.blogspot.com. ||||||||||||||||||||||||||| SALA DE ENSAYO |||||||||||||||||||||||||| === Política, tecnología e imaginarios colectivos de América ============== === Zenobio Saldivia Maldonado ============================================ Es muy frecuente que, en el imaginario colectivo de una región, de un país o de varios países en algunos casos, se gesten anhelos que toman tal o cual forma específica de acuerdo a ciertos requerimientos sociales o materiales que se mezclan con los vaivenes del quehacer político contingente, con las prioridades de la agenda pública y con los énfasis empresariales o comerciales del momento. Ello no es novedad, Chile tiene varios ejemplos al respecto y en otros países de América sucede lo propio. Remontémonos al siglo XIX y pensemos por un momento nada más en algunos megaproyectos que atravesaron generaciones y que fueron parte del esfuerzo o simplemente de la promesa de muchos exponentes de la clase política de su tiempo. En Venezuela, Bolívar por ejemplo, fue uno de los hombres de acción, del Siglo del Progreso, que formado al alero de las ideas ilustradas logra la independencia de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá. Y quien, en pleno desarrollo de los avatares de la guerra contra España reflexiona sobre la conveniencia de alcanzar la dupla de las ciencias y las artes conque ya contaba Europa, y que él percibe como uno de los elementos importantes que hay que fomentar en los países hispanoamericanos una vez terminado el proceso emancipador. Por eso, no es extraño que en 1815 en su Carta de Jamaica alterne frecuentemente sus ideas sobre las tareas militares y políticas inmediatas, con una manifiesta preocupación acerca del rol que debía tener la ciencia en los países hispanoamericanos. Y en este mismo contexto, tendiente a encontrar los ejes que unan a las jóvenes repúblicas, sueña con la fusión e integración de los países de América; por ello ya en 1822 invita a los gobiernos de México, Perú y Argentina para constituir una Asamblea de Plenipotenciarios con asiento en Panamá; idea que retoma dos años más tarde, invitando ahora a más países con vistas a formar una gran Confederación que aglutinara las naciones desde México hasta el Río de la Plata. Los países recién independizados de América, en rigor no apoyan dicha iniciativa que apuntaba a construir un nuevo orden internacional en el cual los países hispanoamericanos podrían situarse como un nuevo referente político, militar, social y comercial fuerte y unido, capaz de enfrentar en igualdad de condiciones a los dos modelos sociopolíticos grandes de su tiempo: Europa y EEUU. Las dos formas de integración se desintegraron casi en sus inicios. Sin embargo, dichos mecanismos políticos y diplomáticos apuntaban con mucha clarividencia a ejecutar un vasto proyecto de Integración de América, que sigue siendo un sueño; con la salvedad de que luego de casi más de 170 años aproximadamente, se están ahora formando grandes bloques económicos que buscan parte de esa integración imaginada y aspiran a lograr algunos de los aspectos esbozados en esa adelantada visión. En todo caso, la integración que se busca en la actualidad parece apuntar, en la práctica, a tópicos puramente comerciales y materiales. Esto es, que se visualiza orientada principalmente a facilitar el desplazamiento más rápido de las mercancías, a compartir las vías y a poner todos los bienes y servicios en los países inmediatos para que nosotros, los usuarios y consumidores, tengamos de todo y más barato. (Al menos los sectores económicamente solventes). Y los otros ámbitos imaginados por Bolívar, tales como el hecho de contar con un solo conglomerado político, un único referente militar o ejército panamericano y una sola cultura identitaria de lo americano, están aún en gestación, si es que están realmente pensados. Al respecto, sabemos que las comunicaciones y el orden tecnológico actual sí están en condiciones de llevar adelante dicho ideario, pero el imaginario colectivo se quedó preñado de la vieja raigambre de caudillismos y de un notorio conservadurismo que le impide seguir a la misma velocidad de la factibilidad técnica y comunicacional. Y lo propio sucede con los exponentes de la clase política latinoamericana, muchos de los cuales, o bien viven al choque con la mera contingencia, o bien se han quedado en sus particulares esferas de poder y de provecho limitado, custodiando sus intereses, pero sin alcanzar a trascender la inmediatez de un recurso personal para arribar a un conglomerado político, a un esfuerzo de consensos para intentar una gobernabilidad americana. En Nicaragua, a su vez, el imaginario colectivo tuvo diversas expresiones, pero tal vez el más relevante es la supuesta construcción de un gran Canal Transoceánico que uniría el Atlántico y el Pacífico, el cual pasaría justamente por el gran lago que presenta este país en su geografía. Y así, desde fines de la década del 30 del decimonono, los nicaragüenses soñaban con el megaproyecto y esperaban. Esperaban que sus dirigentes políticos se esforzaran por materializar esa idea y por la agudeza de los mismos para convencer ora a los ingleses, ora a los inversionistas franceses, ora a los norteamericanos, de que estaban dispuestos a colaborar con cualesquiera de ellos, para atender debidamente el arribo de inmigrantes a las zonas cercanas al trazado supuesto del canal, para insertarse a la economía mundial y alcanzar así en poco tiempo el progreso material, la abundancia de riquezas. Pero eso era sólo un supuesto, un anhelo nacional encarnado y difundido en el imaginario colectivo que atravesó a la clase política, a los comerciantes y a los intelectuales nicaragüenses durante décadas. Y finalmente, el 15 de agosto de 1914, como es sabido, los norteamericanos unieron los dos océanos... pero en Panamá. Esta decisión final tenía su lógica, en primer lugar dependía de un alter ego poderoso que contribuyera a la ejecución del proyecto, puesto que por sí mismo, como nación, no tenían ni los recursos económicos ni la tecnología ad hoc necesaria, de manera que la decisión era esencialmente externa. Por otra parte, la mayoría de los nicaragüenses imaginaban cientos de embarcaciones —tipo pequeños barcos— como los que se desplazaban por las aguas de los grandes ríos norteamericanos, como los que se observan todavía en algunas películas del oeste, y no contaban con los requerimientos emergentes de las grandes naves que a principios del siglo XX principiaban a transportar petróleo y grandes cantidades de mercancías entre otros, y el lago en muchos puntos no era muy profundo como para este tipo de navegación. Pero aun aquello podía no ser un óbice al megaproyecto, puesto que en las últimas décadas del siglo XIX existía ya la tecnología para solucionar estos inconvenientes; el problema mayor parece ser que la clase política nicaragüense se vio atravesada, en primer lugar, por sus propias contradicciones internas y por los vaivenes del proyecto gubernativo centroamericano del cual finalmente se escindió, y luego, por la inmensa maquinaria política norteamericana, por la inglesa y finalmente, por la panameña, de manera que el imaginario se hace trizas y el icono construido durante casi un siglo se les escapa de las manos. Así, la agudeza de los miembros de la clase política de Panamá terminó revirtiendo la situación a favor de esta joven república; entre los más destacados hombres públicos que lograron cambiar el punto geográfico para decantar el proyecto del Canal Transoceánico figuran el primer Presidente de la República de Panamá: Manuel Amador Guerrero y el ministro plenipotenciario y enviado extraordinario de dicha República a los EEUU: Philippe Bunau-Varillaque, quienes, entre los años 1903 y 1904, echaron definitivamente a pique el ideario nicaragüense. Pero como han estudiado algunos académicos nicaragüenses, entre éstos mi estimada colega Francis Kinloch, incluso recientemente, todavía algunos autores de este país reflotan el tema del Canal Transoceánico como algo que todavía es factible de realizar por su país. Para ello, argumentan que el flujo de naves que actualmente se observa que atraviesan el Canal de Panamá es muy grande y que una implementación y la incorporación de nuevos aspectos operativos y administrativos que habría que hacer para resolverlo sería muy costoso y engorroso; de manera que resultaría más conveniente volver a hacer el Canal Transoceánico pero por Nicaragua, en especial ahora que hay nuevas tecnologías. Probablemente es la vieja idea del folklore, que señala que resulta mejor hacer un traje nuevo en vez de rehacer partes y partes de uno viejo. Y en Chile, independientemente de otros imaginarios viables o no viables que efectivamente existen en nuestro país, el tema del Canal de Chacao está de moda. Pero antes hay todo un desfile de situaciones parecidas y aproximadas. Veamos, al menos algunos casos: Wheelwright, por ejemplo, en Chile —como se sabe— no sólo se esforzó por la construcción del ferrocarril Santiago-Valparaíso, en su primera etapa (proyecto que sí terminaron otros), sino que además abogó y soñó con la construcción de una línea férrea internacional Valparaíso-Santiago-Buenos Aires, que uniera expeditamente a Chile y a Argentina; o más que eso, puesto que estaba pensando en transportar la lana de Australia en la línea de vapores por el inaugurado en 1840: la Pacific Steam Company, para poner éste y otros productos en Valparaíso y Buenos Aires. Para ello se agotó en conversaciones, en los contactos políticos, comerciales, bancarios y otros; los cuales, en definitiva, terminaron con un gran cansancio personal y con el abandono de su idea. Y el proyecto sigue siendo eso: sólo una idea que algún día podría ser realidad. Hoy se escucha en Chile una idea algo aproximada, es referente a la reconstrucción y puesta en servicio, otra vez, del ferrocarril Los Andes-Mendoza. Y como todo tiene su costo social y político, ya hay voces de sectores vinculados al transporte camionero que muestran una manifiesta disidencia al respecto. Y Andrés Bello, también en el siglo XIX, tiene su propio sueño, seguramente lo había empezado a madurar en sus largas horas de estudio en Londres, o tal vez recién asentado en Chile; el caso es que tenía muy claro una pretensión cultural americanista, un anhelo de patriotismo panamericanista —tal como ya lo han destacado, entre otros, Grinor Rojo. Esto es, su secreta pretensión de unir a todas las jóvenes republicas hispanoamericanas por medio del cultivo ilustrado del idioma español aplicado y practicado uniformemente en todos los países de América, para dejar atrás definitivamente la dispersión y fragmentación de tantos usos y dialectos. Es una tarea cultural y política que complementaba por cierto el ideario de Bolívar. Este imaginario apuntaba a la difusión de una sola ortografía, una sola gramática y una sola expresión contundente del idioma español en los países hispanoamericanos, como una forma de asentar la cultura de escrita por sobre la oralidad, de manera que por sí solo el idioma pase a ser un instrumento de ejecución de políticas culturales, un órgano de difusión de las ciencias y de las artes, y posibilite las múltiples acciones sociales tendientes al progreso y a la delimitación de una identidad americana. Ello es la continuación de la idea política y militar de Bolívar, es el refuerzo cultural que debería trascender la geografía y la política de los países recién emancipados en América. Justamente es en esta dirección a la que apuntan algunas de sus obras tales como Advertencias para el uso de la lengua castellana, dirigidas a los padres de familia, profesores de colegios y maestros de escuelas (1834), o Principios de la ortología y métrica de la lengua castellana (1835), o su Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos (1847). Bello atinó en gran medida, en especial en cuanto a la conveniencia de fomentar la escritura por sobre la oralidad para la ejecución de los proyectos políticos en el Chile decimonónico, puesto que su esfuerzo encauzó la consolidación de las tareas republicanas —tal como ya lo ha destacado Ossandón— y contribuyó a la difusión de las ideas científicas y culturales en Chile y América. Un imaginario vivo: el tema del Puente sobre el Canal de Chacao. En rigor, no es una idea nueva, lleva varias décadas en el imaginario isleño chiloense, y de vez en cuando sale a flote y motiva la discusión pública; actualmente forma parte de la carpeta de concesiones del Ministerio de Obras Públicas y se ha asociado a las obras de celebración del Bicentenario. Lo novedoso en esta ocasión es que dicho proyecto se inserta al menos en el marco de tres variables relevantes: primero aparece identificado con la tesis que postula que es el medio más efectivo para terminar con el aislamiento de la gran isla de Chiloé, y por otra parte, porque se presenta en un contexto histórico en el cual la tecnología y el apoyo ingenieril necesario para su ejecución, está a todas luces disponible. Y finalmente, porque la discusión ha reventado dentro de un gobierno elegido democráticamente, todo lo cual le da una dimensión aun mayor a lo que ya de suyo representa. Así, el tema central no es su factibilidad, puesto que ya hay numerosos referentes al respecto, tales como el Golden Gate de San Francisco en los EEUU, o el puente y túnel de Oresund, entre Suecia y Dinamarca, o el puente de Humber, en Inglaterra, por ejemplo; lo relevante parece ser su alto costo, puesto que tal como se ha difundido recientemente en la prensa, los gastos de construcción en este momento no motivarían a las grandes empresas. Ello ha gatillado un mínimo de efervescencia social en la isla y ha dado pábulo a declaraciones de numerosas autoridades regionales que demandan abiertamente que el Estado subsidie dicha obra. Y esto es justamente entrar en la dicotomía clásica costo-beneficio regional y prioridades políticas nacionales, con lo cual la materialización del megaproyecto queda en suspenso. Las autoridades replicaron en su momento que no era posible subvencionar dicha iniciativa porque hay muchas prioridades más que apuntan al buen desempeño de la vida pública y del bienestar del país. Tal vez eso sea atendible puesto que la optimización de los recursos es algo comprensible, dentro de la globalización en que estamos inmersos y dentro de la vida contemporánea que se mide con criterios economicistas de entradas y salidas, de montos de costo-beneficio, de gastos de implementación y de réditos políticos inmediatos. Puede ser. Pero (independientemente de la posición personal del autor de estas notas, que es más proclive a un túnel para zanjar el aislamiento y preservar la estética de la topografía del entorno natural), es necesario no perder de vista algunas consideraciones que articulan la historia y la política chilenas en relación a este imaginario. Tal vez Chiloé no es rentable en lo inmediato puesto que ya no estamos en el siglo XVII y los corsarios holandeses no se ensañan con Castro ni con otros lugares de la isla, y entonces no hay premura. Y como tampoco estamos en el siglo XVIII en el período en que la Corona Española vivía a saltos, temiendo por la seguridad de la zona ante el desfile de exploraciones inglesas y francesas, entre otras, que trasuntaban los ocultos intereses de anexión de dicha región a sus respectivos reinos, entonces no es prioritario focalizar la atención en Chiloé. Y como no estamos en los avatares de la República decimonónica, por ejemplo en la década del veinte, en que seguían enquistados los realistas, hasta su derrota luego de la Batalla de Pudeto, por ejemplo, entonces otra vez Chiloé resulta irrelevante. Finalmente, ahora en el 2006, los chilenos han escuchado de sus autoridades que el puente no será construido. Lo anterior pretende ilustrar cómo un contexto histórico político puede hacer atendible lo secundario y agudizar nuevos mecanismos de apoyo tecnológico para sacar adelante lo que políticamente es prioritario. ¿Cuántos casos más como éstos en que un imaginario colectivo, tecnológicamente viable, es desplazado por las consideraciones políticas y económicas, existen en América? ** Zenobio Saldivia Maldonado zenobio@utem.cl Investigador y poeta chileno. Profesor de filosofía por la Universidad de Chile, y magíster en filosofía de las ciencias y doctor en pensamiento americano, con mención en historia de las ciencias, por la Universidad de Santiago de Chile. Es profesor asociado de la Universidad Tecnológica Metropolitana de Santiago. Diversos artículos suyos, sobre historia de las ciencias y epistemología, han aparecido en publicaciones de su país y de Argentina, Perú, Uruguay, Nicaragua, Panamá, El Salvador, Brasil, España, Costa Rica y EUA. Ha participado en eventos nacionales e internacionales. En 1995 obtuvo el premio de la Unión de Universidades de América Latina (Udual, México) de apoyo a la investigación. Ha publicado, entre otros, el poemario Lirios de septiembre (Arancibia Hermanos, impresores, Santiago, 1990) y los trabajos de investigación En torno a los albores de la ciencia (Central de Publicaciones, Utem, Santiago, 1994), Claudio Gay y la ciencia en Chile (Bravo y Allende Editores, Santiago, 1995), Lógica (Corporación de Educación y Salud de la Comuna de Las Condes, Santiago, 1999), y La ciencia en el Chile decimonónico (Ediciones de la Utem, Santiago, 2004, en prensa). === Leer textos literarios en el bachillerato ============================= === (la paradoja entre la lectura por placer y la lectura por deber) ====== === Armando Segura Morales ================================================ Los maestros enseñan a los niños una luz maravillosa que viene del monte; pero lo que llega es una reunión de cloacas donde gritan las oscuras ninfas del cólera. Federico García Lorca. Pero ¿quién será el amo? ¿El escritor o el lector? Denis Diderot; Jacques le Fataliste et son maître. 1. La lectura y la escritura entre la práctica social y la escuela La mitología nórdica debe a Odín, Wotan, dios poderoso de los antiguos, la sabiduría y las ciencias ocultas, además de que se ha ganado en el panteón mitológico el lugar de dios de los poetas, extáticos y los guerreros. La relación entre Odín y la sabiduría se define como un frenesí por el saber: viajero incansable que anda por montes y valles, que se sorprende de todo (logos) y a su vez quiere saberlo todo. En su travesía, se detiene frente a la fuente del gigante Mimir (dicen que el que bebe de esa fuente adquiere la sabiduría absoluta), y los dioses que previamente han decapitado al gigante le obsequian su cabeza. Odín la acepta y la conserva con plantas y procedimientos mágicos. De esta manera, consulta la cabeza cada vez que hay algún secreto que descubrir. Los libros y la humanidad son el perfecto parangón del frenesí de Odín por el conocimiento. Sin embargo, pareciera que en esta época la curiosidad de Odín se ve amenazada por una hiedra de mil cabezas que avanza a pasos gigantescos: el desinterés por la lectura y el conocimiento. La nostalgia por Odín, por el hambre de conocimiento, es tema recurrente en las reuniones académicas o en los pasillos de las escuelas. Éstas se refieren puntualmente al poco interés de los estudiantes por las lecturas escolares, las explicaciones que han dado los expertos apuntan hacia varias direcciones. Una de ellas propone que la lectura es una práctica común en la vida cotidiana, es decir, convivimos con la lectura todos los días: leemos anuncios publicitarios, periódicos, revistas, manuales, etcétera. Se sostiene que sí se lee, pero lo que la mayoría consume son revistas de entretenimiento y periódicos (TV Notas, Eres, musicales, libro vaquero) y de divulgación (Saber Más, Muy Interesante); después, prefieren otro tipo de impreso y, finalmente libros especializados y lectura por obligación —generalmente éstas se realizan en la escuela—: (v gr) literatura de autores clásicos, libros de texto, de ciencia, etcétera. Para los profesores lo deseable es acercar a los estudiantes a la lectura de textos escolares y autores clásicos. De suceder esto, leer por gusto en las escuelas, se convertiría en una práctica social verdadera, parecida a la que realizamos cotidianamente, sólo que con otro tipo de impresos. Otra postura sostiene que el hábito por la lectura y la escritura se adquiere principalmente en el seno familiar, en los primeros años de infancia y bajo la tutela de un integrante de la familia, por lo general afectivamente cercano al niño. Algunas hipótesis de expertos apuntan a sostener que a los niños que les leen cuentos y tienen contacto cotidiano con los libros, seguramente de adultos se convertirán en buenos lectores. De aceptar esta premisa, un buen número de mexicanos se quedarían fuera de la excelencia del canon de lectura deseada. Joëll Bahloul considera que: “La lectura no es una práctica social únicamente porque clasifica o está clasificada en la jerarquía de los niveles sociales, sino también porque da origen a interacciones e intercambios sociales. Tampoco es, como lo afirma la representación tradicional, un acto de intimidad pura o de retraimiento individualista aislado del mundo y de la sociedad. La lectura está totalmente imbricada en la organización y las condiciones sociales” (1). En este sentido, el contacto con la lectura responde a necesidades vitales y específicas de cada lector, a momentos y condiciones particulares; puede darse en una situación de aislamiento o introspección, para explorar y entender lo que sucede en su interior, o en la búsqueda de consuelo y consejo en el tránsito de una situación emocional difícil, o por el contrario, en circunstancias en que requiere integrarse e interactuar con su entorno inmediato. El hábito por la lectura y la escritura es más una actitud ante la vida que la capacidad de decodificar y reproducir lenguaje. Pero, ¿y la escuela? ¿qué papel juega en todo esto? Ahí aprendemos a mirar las virtudes que encierran los libros, desde otros ángulos entendemos que leer nos hace mejores ciudadanos, nos proporcionan herramientas de análisis que pretenden —al menos en el mapa curricular— profundizar en lo leído. Sin embargo, existen otras posturas, por ejemplo, Juan Domingo Argüelles sostiene que: ...imponer la lectura como materia obligatoria en las escuelas o no reconocer en ella más que un sentido práctico o instrumental resulta contraproducente, pues de ese modo se fomenta la idea de que leer es aburrido y, al asociarla con el deber, la lectura pierde los ingredientes del placer y libertad que tendrían que serle consustanciales. Lejos de seducir a posibles adeptos, se los está ahuyentando. Por otro lado, recriminar a quienes no leen fomenta posiciones moralizantes que tampoco ayudan: porque en realidad “los que no leen” sí leen, sólo que no leen lo que otros quieren, lo que otros dicen que deberían (2). Delia Lerner se ha preocupado en señalar la disociación entre lo que se aprende en la escuela y su aplicación en la vida cotidiana. La investigadora propone en una de las tesis de su trabajo: considerar a la lectura y a la escritura como un objeto de aprendizaje y enseñanza en sí mismo y dejar de mirarlos como una actividad más de los programas de estudio, o en su defecto, como una herramienta para apropiarse de los contenidos de otras asignaturas, o simplemente como un medio para evaluar el desempeño de una asignatura. La lectura y la escritura son un modo de aprender y no únicamente una herramienta de trabajo. Al respecto Lerner dice: “...al ejercer quehaceres del lector y el escritor, los alumnos tienen también la oportunidad de adentrarse en el mundo de los textos, de apropiarse de los rasgos distintivos —más o menos canónicos— de ciertos géneros, de ir detectando matices que distinguen el ‘lenguaje que se escribe’ y lo diferencian de la oralidad coloquial” (3). La decisión que se toma en las instituciones educativas con respecto a los contenidos y aprendizajes que se tienen que enseñar, tendrían que estar regida por la intención de reconstruir un objeto de enseñanza, lo más parecido a las prácticas sociales que cotidianamente realizamos (escribir una carta a un destinatario real, opinar sobre una obra literaria con el propósito de su publicación, leer para compartir, leer historietas y comics por placer, leer periódicos para enterarnos de lo que pasa en el mundo, comentar lo leído con otros, sí así se desea, etcétera). Aquí deberá entrar el criterio de seleccionar aprendizajes que se consideren relevantes o prioritarios, teniendo siempre en cuenta el desarrollo social y los intereses de nuestros alumnos. Desde esta perspectiva, según Lerner, la escuela se enfrenta a una paradoja, es decir, asume la responsabilidad de enseñar a leer y a escribir, pero al transformar el objeto de enseñanza (en aras de la selección de lo que se tiene aprender) cambia el sentido de las prácticas sociales que éstas tienen y se convierten en una actividad muy diferente a lo que realmente es fuera de la escuela, cultivando con ello, una especie de disociación con la realidad o esquizofrenia educativa, es decir, lo que el estudiante aprende en la escuela no tiene que ver con lo que hace cotidianamente en su vida. La propuesta central de Delia Lerner, en materia de lectura y escritura, gira en torno a conformar en las aulas una comunidad de lectores y escritores; es decir, propone incluir a los estudiantes (desde la educación básica), en una comunidad que “forme a los alumnos como ciudadanos de la lectura escrita” (4), para lograrlo toma como referencia las prácticas sociales de lectura y escritura, es decir, hacer en el aula lo que cotidianamente hace un lector: leer, compartir lo leído con otros, escuchar sus puntos de vista. De esta manera, lo que se privilegia es un acercamiento a la lectoescritura, lo más parecido a lo que hacemos en la vida cotidiana, únicamente que debidamente dirigido a formar lectores y escritores de diversos tipos de textos. Evidentemente, los conocimientos teóricos o las habilidades prácticas que aprendan y desarrollen los estudiantes en las materias (informaciones teóricas básicas, esquemas conceptuales, prácticas dirigidas, estructuras textuales, recabar información y discriminarla, experimentar, etcétera), son de gran ayuda, siempre y cuando se utilicen para resolver problemas reales. En el caso específico de los textos literarios, Juan Domingo Argüelles apunta: El gran narrador mexicano, Juan Rulfo, poco afecto a formular teorías, dejó sin embargo algunas declaraciones, por lo que toca a los beneficios de la tradición literaria, que ponen el énfasis donde debe estar. Entre otras cosas dijo: La literatura no es, como creen algunos, un elemento de distracción. En ella hay que buscar la certeza de un mundo que las restricciones nos ha vedado. El conocimiento de la humanidad puede obtenerse gracias a los libros; mediante ellos es posible saber cómo viven y actúan otros seres humanos que al fin y al cabo tienen los mismos goces y sufrimientos que nosotros (5). Indudablemente, la concepción rulfiana (y por ende la de Argüelles) sobre leer y escribir, poco tiene que ver con la pretensión de legar a esta actividad un rango de cientificidad: “...pero leer no es una ciencia (ni siquiera escribir lo es). Disciplinar el placer es disminuirlo. Nunca más volveremos —de esto podemos estar seguros— a experimentar la intensidad del placer que vivimos cuando leímos los libros acodados en el piso, tirados de panza, ociosos y felices, o en la mullida cama cuando el libro nos dio la única alegría en la desdicha de nuestra enfermedad” (6). El valor que poseen los textos literarios es un valor per se, su razón de ser radica en el placer mismo. Obviamente, otras actividades relacionadas con el quehacer literario (crítica literaria, creación literaria, teoría...) son temas que merecen una discusión aparte, lo que aquí nos ocupará es lo que le hace la literatura a los jóvenes estudiantes y ojalá y nos preguntemos: ¿qué tanto hacemos para entenderlo y atenderlo? ¿hemos permitido que se adentren a mundos posibles, con el único propósito de indagar y entender su realidad? 2. La lectura literaria y los currículos en el bachillerato En el contexto de la enseñanza de la literatura en el bachillerato universitario mexicano, especialmente el CCH (Colegio de Ciencias y Humanidades), ENP (Escuela Nacional Preparatoria); ambos de la Unam, así como en el Colegio de Bachilleres (CB), de la ciudad de México y el Área Metropolitana, merece la pena detenernos a reflexionar, sin la intención de hacer un examen concienzudo, en cada una de las modalidades de bachillerato enunciadas. Cuando se piensa en la literatura, su enseñanza y la escuela, es casi imprescindible que a la tríada anterior le añadamos los programas y planes de estudio. Eso es algo lógico y natural. Entre otras cosas, el currículo escolar nos ayuda a delimitar, a dosificar las temáticas, los aprendizajes, pero sobre todo es un indicador de los desempeños que la institución se propone alcancen los alumnos. En el caso especifico de los bachilleratos de la Unam, el CAB (Consejo Académico del Bachillerato), por medio de la Subcomisión de Lengua y Literatura, divulgó en el documento: Núcleo de Conocimientos y Formación Básicos (NCFB) que debe proporcionar el Bachillerato de la Unam (7) los desempeños que, en esa área, el estudiante debe adquirir. Al respecto menciona: Los desempeños están orientados a promover en el alumno una formación humanística a través de los aspectos estéticos y afectivos de la literatura; a reconocer los géneros literarios y los principales rasgos de los textos más representativos de la literatura nacional y universal e identificar las características del texto literario y su relación con las otras artes (8). De la misma manera, el mencionado documento hace referencia a la habilidad de la escritura, como parte inherente (que no complementaria), de todo proceso lector: “Además de la vivencia y el goce personal, se requiere que el lector comparta sus experiencias, por lo que también se propone que el alumno elabore distintos tipos de textos orales y escritos que den cuenta de su comprensión, interpretación y aprecio del texto literario” (9). Los desempeños propuestos por el CAB giran en torno a dos grandes apartados: la competencia literaria y la reflexión sobre la literatura. Es decir, se espera que el estudiante se acerque al fenómeno literario a través de un método de análisis específico, e infiera, reflexione, sobre el mundo estético leído, y preferentemente dé cuenta de sus puntos de vista mediante la elaboración de un texto oral o escrito. Si el punto de llegada de todo currículum escolar es lograr el desempeño de habilidades en sus estudiantes, en la práctica los buenos propósitos se quedan en el camino. En la mayoría de los programas y planes de estudio, lo que los alumnos tienen que aprender se organiza a partir de contenidos (algunas veces con intenciones de convertirse en aprendizajes o desempeños). De esta manera, los planes y programas de lengua y literatura se diseñan pensando en la estructura de los currículum de las carreras de la facultad (como si fuera un hecho que todos los estudiantes que toman la materia de literatura en el bachillerato, la cursarán pensando en que en un futuro serán profesionales de la literatura). En el caso específico de la selección de contenidos que conforman los programas de la enseñanza de la literatura y el fomento de la lectura en los bachilleratos citados, preconizan dos formas de acercar al estudiante al texto literario: a) En el sistema de ENP se leen algunos textos literarios completos (generalmente cuentos, poemas, obras de teatro breves), novelas completas o fragmentos de ellas, con el propósito de ejemplificar las corrientes literarias más importantes del pensamiento estético: (literatura universal, literatura mexicana y literatura española). Así, por ejemplo, bajo el eje de “La historia de la literatura”, el alumno lee Marianela, de Benito Pérez Galdós, para encontrar en el texto elementos que ejemplifiquen “el realismo”, o leen algunas obras de Ionesco o Beckett para evidenciar el tono y lenguaje del teatro del absurdo y las vanguardias, o algunos cuentos hispanoamericanos, insertos en el “romanticismo”. De El Quijote, generalmente se leen pequeños fragmentos —ya que es lectura obligada para los estudiantes de literatura española. b) En el sistema CCH (Lectura y Análisis de Textos Literarios I y II) y CB (Literatura I y II), la literatura y el análisis de textos toman, como eje, la distribución por géneros literarios y el análisis de textos a partir de una “teoría literaria que sirve de soporte para el análisis del texto”, bajo la idea de que “esto permitirá al alumno una mayor comprensión de la estructura y de la función poética en el texto y por lo tanto le permitirá hacer comentarios más inteligentes, más completos”. Todo esto, una vez que haya reconocido el contexto del enunciador, enunciatario; tipo de narrador, figuras retóricas, contextos de producción, y otros tópicos de análisis. De esta manera se espera que, con todo ese bagaje teórico, el comentario de textos que el alumno realice, apoyado en la semiótica, el estructuralismo, la teoría de la recepción, el historicismo, el análisis psicológico, etcétera, le ayude a dilucidar la compleja estructura literaria y la diferencie de otro tipo de textos. En ambos casos: ¿dónde queda el placer por lo leído, el descubrimiento del mundo que hace el adolescente en lo narrado? La sucinta exposición de las prácticas docentes en tres instituciones del bachillerato de la ciudad de México y del Área Metropolitana, nos llevan a preguntarnos: ¿es posible enseñar lo relevante en la lectura de textos literarios, sin olvidar el placer por la lectura? Mejor aún, ¿es posible conformar una comunidad de lectores de textos literarios en las aulas del bachillerato? Desde esta lógica, la preocupación principal de los cursos que diseñamos los docentes de literatura tendrá que estar orientada a considerar como Metas de Comprensión Abarcadoras (10), los siguientes aspectos: • al proceso de la lectura literaria como una actividad placentera, generadora de ideas sobre el mundo ajeno y propio, a partir de la ficción, y, • escribir como la vía para plasmar y ordenar las opiniones que tenemos del mismo texto, de nosotros y de la vida. 3. ¿Es posible conformar una comunidad de lectores y escritores de textos literarios en la escuela? Resulta evidente la complejidad de seleccionar aquello que será relevante al estudiante y que le servirá como soporte para desarrollar habilidades y destrezas a largo y corto plazo. Sin embargo, la incógnita aún sigue en el aire: ¿qué es relevante seleccionar en la clase de literatura y que además le sirva al estudiante para toda la vida? Mencioné la necesidad de considerar como aprendizajes relevantes en la enseñanza de la literatura en el bachillerato, al proceso de la lectura literaria como una actividad placentera, generadora de ideas sobre el mundo a partir de la ficción, y, al escribir como la vía para plasmar y ordenar las opiniones que tenemos del mismo texto, de nosotros y de la vida. Sin embargo, al tratar de implementar dicha organización en el salón de clases, nos enfrentamos ante un verdadero dilema a la hora de diseñar un curso de literatura para estudiantes de bachillerato. ¿Qué es más importante privilegiar? ¿Los contenidos? ¿Los aprendizajes apoyados por contenidos? Gabriel García Márquez propone lo siguiente: “En síntesis, un curso de literatura no debería ser más que una buena guía de lecturas. Cualquier otra pretensión no sirve para nada más que para asustar a los niños...” (11). Es bien cierto, la selección de textos y el análisis de los textos, basados en teorías literarias exhaustivas, más que ayudar a los estudiantes a obtener placer por lo leído y a opinar al respecto, termina por asustarlos y vacunarlos en contra de la lectura literaria. Apoyar el placer de lo leído en algunos tópicos de análisis literario (los básicos, los necesarios), puede proporcionar refinamiento a la opinión inicial, de la primera lectura realizada por los estudiantes; es decir, se trata de evolucionar de lo simple a lo complejo y no fragmentar el texto (infinitesimalmente), a través de métodos y tópicos de análisis minuciosos. En todo caso, si hay alguien con responsabilidad de dominar un método de análisis, a ese nivel, es el profesor, ya que él “asume el rol de intérprete y los alumnos pueden leer a través de él” (12). En cuanto a la capacidad de crear situaciones reales en las diversas prácticas de lectura y escritura en el aula, es necesario que la estrategia diseñada cobre sentido para el alumno, de esta manera los aprendizajes y contenidos seleccionados (en este caso la lectura literaria como vehículo generador de placer y de ideas del mundo), adquiere significado y representa los diversos usos que tiene en la vida social. Tomar conciencia de esta postura implica respetar ampliamente los derechos del lector cotidiano (13), fomentar el autodescubrimiento (bien sea de los clásicos o de autores contemporáneos) y asumir nuestro papel de mediadores en el aula y no de impositores de lo que se tiene y debe leer. Leer textos literarios en una comunidad de lectores y escritores es iniciar un viaje a lo desconocido, estimular la imaginación, centrar nuestra atención en la lectura de un tipo de “texto especial” (el literario) que construye osadamente mundos alternativos que confluyen en el territorio de lo imaginario. Dietrich Rall considera que las características que posee todo texto literario son “lingüística y culturalmente específicas, que exigen al lector y al estudiante un acercamiento particular” (14). En comunión con lo expresado, el texto literario exige al lector una relación más dinámica en su lectura, aquí la relación de la palabra realidad tiene que estar fuertemente custodiada por la imaginación y creatividad de quien lee. El texto literario tiene que ver con la socialización, con el contar historias y permitirnos opinar sobre ellas y, por ende, opinar sobre nosotros mismos. En este sentido, la ventaja de conformar una comunidad de lectores y escritores en el ámbito del salón de clases permite conocer, ipso facto, las opiniones de nuestros estudiantes, escribirlas, releerlas y relacionarlas con su realidad. Anteriormente, el papel del docente, como mediador en la formación de escritores y lectores literarios (15), era determinante para guiar las lecturas en el aula. Sin embargo, en la actualidad, pareciera que ese papel ha sido rebasado por las expectativas y gustos de lecturas que practican nuestros jóvenes, sencillamente la lectura que proponemos los docentes raramente tiene que ver algo con los intereses de nuestros interlocutores. Esto no es un fenómeno nuevo; al respecto, Colomer apunta: Durante la segunda mitad del siglo XX las funciones sociales de la literatura han cambiado y su espacio en la escuela ha ido reduciéndose a favor de la lectura “funcional”, de la enseñanza de la lengua y de las otras materias curriculares. La lectura literaria ha pasado a considerarse simplemente uno de los múltiples “tipos de textos” que los alumnos enfrentan. Una casilla paralela en la programación a la lectura de periódicos o a la de recetas e instrucciones. La situación actual es que gracias a la extensión de la escolaridad se lee —más que nunca, en realidad—, pero lo que se lee y para qué se lee dista mucho de responder a la literatura y a sus posibles beneficios” (16). Pero, ¿qué es lo que hace que un estudiante se incline por leer textos literarios escogidos por él mismo? La respuesta puede encontrarse en dos grandes niveles. El primero de ellos, en la escuela, generalmente los alumnos realizan una lectura guiada de los textos canónicos; dicha tutela consiste en un “esfuerzo por dominar el código y esfuerzo para analizar (o constatar) el significado” (17). Evidentemente, la ortodoxia en la aplicación de los métodos resta interés a la fábula contada en el texto en cuestión. Es decir, un texto cuya vía para allegarse a su entendimiento está plagado de reglas y teorías (casi matemática); dará como resultado un proceso de distanciamiento con el lector, que en lugar de disfrutar lo leído, estará al pendiente de encontrar “categorías retóricas o poéticas” en el texto. Otro factor determinante en la conformación y selección de libros que consumirán los lectores, tiene que ver con la popularidad de libros generacionales (Aura o Las batallas en el desierto, por ejemplo), o los que están de moda (El Señor de los Anillos; Harry Potter, El código Da Vinci, Cañitas), en ellos los jóvenes se sienten lectores ante sus iguales; es decir, se sienten parte de un círculo de pertenencia, y comparten con ellos reflexiones y vivencias, es un motor decisivo en la promoción de su lectura. No se trata de censurar lecturas o moralizarlas, por más banales que consideremos que éstas sean, por el contrario, se trata de ofrecer una gama de posibilidades que, a largo plazo, ayuden al estudiante a construir su propio canon. Estas prácticas llevarán al estudiante de la “lectura del deber“ a la “lectura por placer”. Y si le ofrecemos una gama de textos literarios canónicos, probados y que digan “algo” del mundo del estudiante, seguramente formará parte de sus lecturas preferidas y desplazarán en calidad a las opciones que él consideraba como únicas. Teresa Colomer encuentra, en la tarea de formación de lectores y escritores, una responsabilidad compartida entre la escuela y el entorno del estudiante. Sintetiza las acciones que un mediador pudiera seguir: • Fomentar los hábitos de lectura compartida en familia. • Asegurar la formación profesional de los enseñantes sobre este tipo de prácticas. • Extender las rutinas de construcción compartida y de relación entre lectura y escritura en las actividades escolares y de fomento lector (18). A fin de cuentas, la lectura puede ser, a cualquier edad, un atajo privilegiado para elaborar o mantener un espacio propio, un espacio íntimo, privado; es decir se trata de una habitación para sí mismo, en la que el lector decide si comparte lo leído, decide a quién deja entrar, para compartirle de esa habitación. O, mejor aun, la relación lectura-lector es algo como la concibe Marcel Proust: “...cada lector es, cuando lee, el propio lector de sí mismo. La obra de un escritor no es más que una especie de instrumento óptico que él le ofrece al lector a fin de permitirle discernir aquello que, sin ese libro, quizá no habría visto en sí mismo”. 4. La literatura y su trascendencia en la vida humana La literatura ha sobrevivido a los embates del tiempo; por ello, su función juega un papel relevante en la vida cotidiana de cualquier individuo. Algunos pensadores contemporáneos —Eco, Bloom, Said, etcétera— coinciden en que la llamada tradición literaria (19) posee una suerte de fuerzas o poderes inmateriales, muy parecida a los valores espirituales que se pueden encontrar en cualquier doctrina religiosa —y nadie pone en tela de juicio la importancia de la fe religiosa en la vida de los hombres. De esta manera la literatura crea personajes que perviven en la mente de sus lectores (Edipo, Frankenstein, Drácula, Rama, Gilgamesh, Otelo, Dorian Gray, Gandalf, Merlín, Froddo, Harry Potter, Lancelot, etcétera); cada uno de ellos aporta a nuestras vidas un poder inmaterial, una fuerza que, de una manera u otra, nos amplía la idea del bien, el mal, la justicia, la soberbia, la belleza, lo abyecto, lo divino, la complejidad, lo sublime, etcétera. Esta fuerza inmaterial oculta permite al discurso literario, por un lado, poner en contacto al lector con formas y maneras de ser y pensar en el mundo (a través de la ficción), circunscritas a un espacio poético atemporal; y, por el otro, mantiene en ejercicio la lengua como patrimonio colectivo e individual de la humanidad. Pero, ¿cómo lograr que nuestros estudiantes valoren y se interesen por esa fuerza material que posee el discurso literario? Primeramente, explorando lo que los alumnos leen y escriben libremente, es decir, lo que cotidianamente seleccionan como lectura, escuchar aquello de lo que realmente les interesa hablar. Si lo intentamos, seguramente descubriremos que su afinidad lectora se inclina a la selección de historias cuyos protagonistas son héroes románticos, revolucionarios o transgresores. Tal vez puedan ayudar las siguientes preguntas guías: ¿cuáles son los héroes de los alumnos?, ¿qué es para el estudiante un héroe? Si ponemos en manos de los estudiantes lecturas infalibles, capaces de trastocar su alma, interesar su imaginación o poner en duda la concepción de valores y de vida que tienen los jóvenes, seguramente habremos dado un gran paso (¿quién duda de la eficacia de Holdën, héroe juvenil en El guardián entre el centeno de J. Salinger; de Demian, en la novela homónima de Hesse; de Bastián Bux, en La historia interminable, de Ende, o la presencia gótica, avasalladora y transgresora de Drácula de Stoker?). Al tomar en cuenta las preferencias de los alumnos, reactivamos los aprendizajes previos que tienen sobre la materia y sobre su vida; posteriormente, con estrategias diseñadas ex profeso, se reorientará ese conocimiento, se reconfigurará, se expandirá y lo aplicarán de forma novedosa en un escrito de opinión, por ejemplo. La selección de los textos, tomando en cuenta los intereses de los alumnos, es importante en la planeación didáctica basada en aprendizajes; permite que el alumno discuta, a profundidad, la “idea de vida” contenida en lo leído. Para ello se auxilia de valores éticos, contextos históricos, concepciones filosóficas, todas aquellas conexiones y perspectivas extraliterarias que le permitan apoyar su comprensión e interpretación (relacionadas íntimamente con lo que es él). Las categorías de análisis literarios juegan un papel secundario o de apoyo; son importantes para la detección de estructuras (que permiten por ejemplo fincar diferencias entre el texto dramático, la narrativa y un poema); o por ejemplo, los ejes de apoyo que ofrecen el análisis de la semiótica o el estructuralismo, permiten ver estructuras complejas, lectura de signos. Privilegiarlos restaría vida, movilidad, al mundo vivo que nos presenta el escritor. Por ejemplo, los siguientes versos de García Lorca: Soñabas ser un río y dormir como un río Con aquel camarada que pondría en tu pecho Un pequeño dolor de ignorante leopardo (20). Resulta más interesante y significativo para el alumno discutir sobre el dolor involuntario que ocasiona el camarada de Walt Whitman, muy similar a las garras clavadas por un leopardo que lacera, que llevar al alumno por el camino de descubrir que se trata de una figura retórica llamada prosopopeya, ¿con qué objetivo? 5. Una experiencia: la libre elección de lecturas literarias por parte de los alumnos Diseñar actividades y programar lecturas en el salón de clase, tomando en cuenta los intereses de nuestros alumnos, significa potenciar su capacidad imaginativa a través de libros en los que el estudiante identifique sus propios problemas y los de su entorno. Es indispensable incluir aquellos textos que por gusto personal el alumno tenga detectados y que esté dispuesto a socializar. La lectura por placer permitirá que el adolescente hable y escriba de las afinidades que guarda con algún personaje o situación, es decir, rescatará y hablará de las anécdotas o personalidad de aquél con el que tejió lazos de afectividad y afinidad. Con el propósito de ilustrar las ventajas de considerar los intereses de los alumnos a la hora de seleccionar las lecturas que llevarán durante el curso, narraré las siguientes experiencias: Al iniciar un curso de literatura se interroga a los alumnos sobre su afición por la lectura de textos literarios, tanto de manera “formal”, como “informal” —léase lecturas académicamente obligatorias y lecturas por gusto, curiosidad o placer— y sobre las lecturas que les gustaría hacer. Posteriormente, cada estudiante redacta su biografía literaria (21). La mayoría de los jóvenes se inclina por recordar significativamente aquellas lecturas que les recomendó el novio(a), la amiga(o), alguna persona afectivamente cercana a ellos, y que nada tienen que ver con los deberes académicos; o en su defecto, en textos que ellos mismos, por iniciativa o curiosidad, decidieron leer. Por ejemplo, Luis Fernando escribió “Mi interés de leer por convicción fue a los 8 años de edad, el cual surgió al abrir un libro de ciencias naturales. Ésta iniciativa se dio por curiosidad, o por saber qué fotos de animales contenían. (...) me gustaría comentarte que uno de los libros que yo prefiero, y que me recomendó mi hermano, es La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán. Me gusta porque me identifico con el personaje principal, ya que su astucia política le ayuda a salvar muchas situaciones difíciles. Creo que, a veces, así soy yo. He salvado muchas broncas en el grupo de amigos que nos juntamos”. Para Rosalía, la lectura Momo de Michael Ende ayudó a valorar que “nunca se sabe lo suficiente, que la vida tiene mucho que dar y que no debemos vivir presionados por el tiempo”. Al respecto, ella dice: “La lectura fue obligatoria en el segundo semestre, al principio me aburrió, no la quería leer, pero después, la historia me atrapó y la terminé de volada”. En ambos casos, los gustos que predominan en los escritos de los estudiantes se refieren a aquellas lecturas que descubrieron por interés propio o que se las recomendó alguien cercano. Igualmente, manifestaron la inquietud de leer algún libro que les fue recomendado por un tercero. En algunos casos muy excepcionales, coincide la “empatía” por las lecturas que le gustan al profesor y que, a su vez, sirven como criterio —al docente— para hacerla obligatoria durante el curso; sin embargo, éste último criterio hay que aplicarlo con sus reservas. Tener la habilidad de planear las clases de los alumnos con textos que hablen de sus intereses, de su mundo adolescente, puede lograr que él mismo construya y seleccione sus lecturas favoritas (su propio canon), y que esta lista se enriquezca con el tiempo. Si logramos eso, evidentemente sus intereses cambiarán, pero el gusto por la lectura, ese, permanece de por vida. 6. A manera de conclusión Wallace Stevens escribió: “El lector se convirtió en el libro; y la noche de verano era como el ser consciente del libro”. Indudablemente, el milagro que logra la lectura (la metamorfosis de libro a hombre y viceversa), por medio de la identificación, de la empatía con lo leído, es un misterio que tiene muchas incógnitas por develar. Sin embargo, ese “develar” es tarea de los especialistas. Hoy en día, los profesores hemos complicado a nuestros estudiantes de bachillerato el camino al gusto y placer por la lectura. Diseñamos programas de apoyo a la enseñanza de la literatura que van desde enseñar a leer literatura bajo el auspicio de la teoría literaria excesiva, hasta buscar la suplantación de la obra cinematográfica por la literaria, sin dimensionar y dar el lugar que cada manifestación artística merece. Virginia Woolf alguna vez dijo: ¿Cómo se debe leer un libro?; por cierto, el único consejo que una persona puede darle a otra sobre la lectura es que no acepte consejos. Siempre hay en nosotros un demonio que susurra “amo esto, odio aquello” y es imposible callarlo (22). Tal vez lo único que tendríamos que enseñar a nuestros alumnos es a escucharse a sí mismos, para que detecten sus demonios y aprendan a seleccionarlos, y después... los compartan. No hay que olvidar que la lectura es una praxis personal, más que una empresa educativa (23). Se lee por gusto, por placer, por el interés de descubrir. Bloom refiere que toda práctica de la lectura nos debe permitir encontrar, en aquello que sintamos próximo, aquello que podamos usar para sopesar y reflexionar, y que nos llene de la convicción de compartir una naturaleza única, libre de la tiranía del tiempo (24). En términos reales, el postulado de Bloom alude a que en la práctica educativa el único propósito tendría que ser: allanar el camino al estudiante para que encuentre a Shakespeare, por poner algún ejemplo, y después permitir que el autor de Romeo y Julieta encuentre a nuestros estudiantes. Tal vez sólo así regresemos a Odín el poder que le fue conferido. Bibliografía • Argüelles, Juan Domingo. ¿Qué leen los que no leen? El poder inmaterial de la literatura, la tradición literaria y el hábito de leer. México, Paidós, 2003. 196 pp. • Bloom, Harold. El futuro de la imaginación. Trad. Daniel Najmías. España, Anagrama, 2002. 205 pp. —. Cómo leer y por qué. Trad. Marcelo Cohen. España, Anagrama, 2000. 205 pp. —. El canon occidental. Trad. Damián Alou. (2ª ed.) España, Anagrama, 1996. 585 pp. • Blythe, Tina et alt. La enseñanza para la comprensión. Guía para el docente. Trad. Gabriela Ventureira. Argentina, Paidós, 2002. 163 pp. Col. Redes en Educación. • CAB/Unam. Núcleo de Conocimientos y Formación Básicos que debe proporcionar el Bachillerato de la Unam. México, Unam, 2001. • Castro, Rodolfo. La intuición de leer, la intención de narrar. México, Paidós, 2002. 123 pp. Col. Croma. • Colomer, Teresa et al. Lecturassobrelecturas/3. México, Conaculta, 2002. 61 pp. • Eco, Umberto. Sobre literatura. Trad. Helena Lozano M. España, Océano, 347 pp. • Escorza Rodríguez, Olivia et al. Historias de lectura... historias de vida. México, Conaculta, 2003. 175 pp. • Lentricchia, Frank and Thomas Mc Laughlin (ed.) Narrative (2ª ed.). 1995, USA, University of Chicago Press, 486 pp. • Lerner Delia. Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. México, FCE, 2001, 193 pp. Col. Espacios para la Lectura. • Lorca, Federico. “Oda a Walt Whitman”, en Poeta en Nueva York. México, Lumen, 1998. • Manguel, Alberto. Una historia de la lectura. Trad. J. Luis López Muñoz. España, Alianza, 2003. 494 pp. • Pennac, Daniel. Como una novela. Trad. Moisés Melo (2ª ed.). Colombia, Ed. Norma, 2002. 168 pp. • Petit, Michéle. 1999. Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura. México, FCE. 235 pp. Col. Espacios para la Lectura. —. 2004. Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. México, FCE. 168 pp. Col. Espacios para la Lectura. • Rall, Dietrich * Marlene Rall. Paralelas. Estudios literarios, lingüísticos e interculturales. México, Unam, 1999. 629 pp. • Rosenblatt, Louise M. La literatura como exploración. Trad. Victoria Schussheim. México, FCE, 2002. 355 pp. Col. Espacios para la Lectura. • Sarland, Charles. 2003. La lectura en los jóvenes: cultura y respuesta. México, FCE. 305 pp. Col. Espacios para la Lectura. • Scholes, Robert. The crafty reader (2001). London, Yale University. 260 pp. • Stone Wiske, Martha (comp.). La enseñanza para la comprensión. Vinculación entre la investigación y la práctica. Trad. Cristina Piña. Argentina, Paidós, 1999. 446 pp. Col. Redes en Educación. Hemerográfica • Gabriel García Márquez, “De cómo los profesores de literatura pervierten a sus alumnos” en Caras y Caretas, año 17, núm. 1. 1996. Notas 1. Olivia Escorza Rodríguez, et al. Historias de lectura... historias de vida. México, pág. 11. 2. Juan Domingo Argüelles, ¿Qué leen los que no leen? El poder inmaterial de la literatura, la tradición literaria y el hábito de leer, México, Paidós, pág. 23. 3. Delia Lerner. Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. México, FCE, pág. 99. 4. Ídem. 5. Juan Domingo Argüelles. op. cit., pág. 23. 6. Juan Domingo Argüelles. op. cit., pág. 25. 7. CAB. Núcleo de Conocimientos y Formación Básicos que debe proporcionar el Bachillerato de la Unam. Primera Aproximación. México. Unam, noviembre de 2001. 8. Ídem, págs. III-10. 9. Ídem. 10. Metas que identifican conceptos, procesos y habilidades en torno de los cuales deseamos que los alumnos desarrollen la comprensión durante todo el curso. Las metas de comprensión abarcadoras atraviesan los tópicos generativos: pueden ser tratadas en el contexto de prácticamente cada tópico generativo enseñado a lo largo del curso. Las metas de comprensión de la unidad son, invariablemente, versiones más específicas de las metas de comprensión abarcadoras. También se les conoce como “hilos conductores” (Blythe. 02:162). 11. Gabriel García Márquez, “De cómo los profesores de literatura pervierten a sus alumnos” en Caras y Caretas, año 17, núm. 1. 1996. 12. Delia Lerner, op. cit., pág. 118. 13. Daniel Pennac (Como una novela. Anagrama. pp. 57) instaura el decálogo del lector: “En materia de lectura, nosotros, ‘lectores’, nos permitimos todos los derechos, comenzando por aquellos que negamos a los jóvenes a los que pretendemos iniciar en la lectura. 1) El derecho a no leer. 2) El derecho a saltarnos las páginas. 3) El derecho a no terminar un libro. 4) El derecho a releer. 5) El derecho a leer cualquier cosa. 6) El derecho al bovarismo. 7) El derecho a leer en cualquier sitio. 8) El derecho a hojear. 9) El derecho a leer en voz alta. 10) El derecho a callarnos. 14. Dietrich Rall y Marlene Rall. Paralelas. Estudios literarios lingüísticos e interculturales, México, Unam, págs. 475. 15. Felipe Garrido (Estudio versus lectura: 02: 39-61) plantea la diferencia entre un individuo lector y uno alfabetizado funcional. Un individuo alfabetizado funcional o pasivo es aquél que ve en la lectura un instrumento para el estudio, y que en la práctica, resulta ser un vehículo que le ayuda a memorizar por algún tiempo cierta información, con el objetivo de pasar un examen, un interrogatorio, una práctica, etc. Generalmente, esta práctica presupone una simulación de lectura. En tanto, el lector verdadero o independiente lee generalmente por placer, su propósito es comprender, dar significado al texto por la necesidad y por el gusto de hacerlo, pues sin comprensión no hay lectura. Igualmente tiene la capacidad de expresarse, de informarse y de comunicarse por escrito. 16. Teresa Colomer. “El papel de la mediación en la formación de lectores”, en Lecturassobrelecturas/3. México, Conaculta, 2002, pp.12-13. 17. Ídem, pp. 20. 18. Ídem, pp. 20. 19. Conjunto de textos que la humanidad ha producido y produce no con finalidades prácticas (como llevar registros, anotar leyes y fórmulas científicas, etc.) sino más bien gratia sui, por amor de sí mismos; textos, además que se leen por deleite, elevación espiritual, ampliación de conocimientos, incluso por puro ocio, sin que nadie nos obligue a hacerlo (si prescindimos de las obligaciones escolares). (Eco: 2002:9-10). 20. “Oda a Walt Whitman”, en Poeta en Nueva York. México, Lumen, 1998. 21. Escrito en el que selecciona “aquellas lecturas, bien sea por placer o deber, que les hayan significado “algo”, fuera o dentro del ámbito de la escuela. 22. Citado en Harold Bloom. Cómo leer y por qué, Anagrama, pág.14. 23. Ídem, pág.17. 24. Ídem, pág. 18. ** Armando Segura Morales prroust@yahoo.com.mx Docente mexicano (Ciudad de México, 1965). Enseña literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx). Ha publicado artículos en revistas del bachillerato universitario. === El cuento en la clase de lengua y literatura Miguel Díez R. ====== Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros. Jorge Luis Borges. 1. Problemas de la lengua y la literatura Tengo la impresión de que en la enseñanza de lengua y literatura del nivel no universitario, y en toda la comunidad hispánica, estamos asistiendo a una situación muy parecida: la liquidación o muerte por asfixia paulatina de la literatura en los actuales planes de estudio. Y ello en aras de unos programas que se inclinan mucho más a la lengua, dada la necesidad de solucionar los estrepitosos fallos lingüísticos de los alumnos, fallos derivados de la degradante situación cultural general y, sobre todo, del influjo del nefasto registro lingüístico —o jerga “políticamente correcta”— de los medios de comunicación y aun de ciertos escritores desaprensivos, todo lo cual está llevando a una progresiva simplificación del habla de los jóvenes y, en consecuencia, a la jibarización del pensamiento. Si a esto añadimos las insuficientes horas lectivas, se hace casi imposible la enseñanza de algo que ni siquiera lejanamente se parezca a una historia de la literatura en la que pudieran leerse, comprenderse y degustarse los principales textos de nuestra rica tradición literaria, y no digamos de la universal. Ante esta situación, el profesor tiene que hacer un planteamiento quirúrgico que probablemente le conducirá a cortar drásticamente gran parte de las programaciones al uso, olvidarse de hermosas teorías y orientaciones de psicopedagogos de laboratorio y adecuarse a una realidad muy poco halagüeña, para intentar sacar el máximo provecho del tiempo lectivo. En primer lugar, creo que hay que dar menos gramática y más lengua. Hay que suprimir, sin miedo, muchas reglas y complicados análisis sintácticos, pseudoprofundas teorías y farragosa terminología lingüística, y, en cambio, centrarse en el aprendizaje “instrumental” de la lengua viva y, especialmente, en su nivel léxico-semántico. A este respecto, recuerdo un breve e intencionado cuento de Mario Benedetti: Lingüistas Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida, abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática. De pronto, las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica: —¡Qué sintagma! —¡Qué polisemia! —¡Qué significante! —¡Qué diacronía! —¡Qué exemplar ceterorum! —¡Qué Zungenspitze! —¡Qué morfema! La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella salva de fonemas. Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: —Cosita linda (1). Dominar la propia lengua es hablar y escribir —exponer y redactar—, expresarse correctamente, y para ello leer y leer. A hablar y escribir con corrección, amplitud y soltura, se aprende, sobre todo, leyendo, y para aprender a leer hay que leer mucho. El profesor de lengua y literatura tiene que tener a mano un amplio muestrario de textos breves, muy variados, excelentes en la forma y en el contenido y fácilmente accesibles para en cualquier momento usarlos y trabajar en clase con ellos: lecturas en voz alta, ampliación de vocabulario, memorización, recitaciones y dramatizaciones, comentarios, reescrituras o recreaciones, redacciones, etc. Sin olvidar que estos textos también deben ayudar a formar aspectos tan importantes como la formación de la sensibilidad y del espíritu crítico de nuestros alumnos. Textos que se pueden seleccionar de recortes de prensa, letras de canciones, pequeñas obras dramáticas y antologías de poemas, cuentos y novelas cortas. Avalados por nuestra larga experiencia docente, pensamos que una de las funciones prioritarias de los Departamentos o Seminarios de Lengua y Literatura es confeccionar y catalogar un archivo muy completo de dichos textos, contrastados, experimentados y rigurosamente seleccionados. En la situación actual, solamente en la lectura, análisis y comentarios de textos lingüístico-literarios muy escogidos está el punto de encuentro de la lengua y la literatura. 2. La dificultad de la lectura El objetivo fundamental del profesor de lengua y literatura es conseguir que los alumnos se aficionen a la lectura. Si esto se consigue, todo lo demás se dará por añadidura. En palabras de Borges, el ejercicio de un profesor es hacer que sus alumnos se enamoren de una obra, de una página o de una línea, porque, como también afirma y completa Juan Delval, la lectura es la llave que nos abre un mundo infinito de fantasías que nos transportan a mundos posibles en que no sólo aprendemos sobre la vida, sino que nos estimula a pensar. Pero todos somos muy conscientes de las muchas dificultades que se acumulan contra este objetivo. A nuestros estudiantes les cuesta mucho leer, se aburren soberanamente, y asistimos perplejos o desconcertados al progresivo distanciamiento o abandono masivo. Ante unos muchachos tan inmaduros, tan faltos de capacidad de atención y concentración, tan movidos e inquietos, tan distraídos, difícil tarea es encaminarlos y centrarlos en una actividad seria y absorbente como es la lectura. Aunque este no sea el momento de analizar en profundidad las causas que generan esta situación, sí quiero dejar constancia de tres fácilmente detectables. En primer lugar la televisión se ha tenido durante mucho tiempo como la culpable más al alcance de la mano. Las imágenes televisivas bombardean impunemente durante muchas horas semanales a nuestros jóvenes que, sin apenas notarlo, se convierten en mudos, pasivos e idiotizados receptores de una avalancha colorista, violenta, edulcorada o de banales chismorreos. En la televisión todo se le da hecho al receptor sin exigirle nada a cambio, ni esfuerzo físico, ni inductivo, ni deductivo, ni imaginativo. Además, si este medio hipnotizante se nutre en su mayor parte de programas estúpidos, carentes del más elemental nivel lingüístico, cultural o estético, que ni elevan ni estimulan, sino que, por el contrario, alienan, rebajan y degradan; que unifican, pero por abajo; si la televisión se ha convertido en telebasura y es hoy, como ha dicho Ernesto Sábato, el verdadero opio del pueblo, el problema se complica al máximo para nuestros jóvenes indefensos. Según los expertos, la televisión ha llegado a ser una especie de “droga dura” a la que los niños son especialmente adictos. En un número muy elevado, la gente joven presenta un cuadro comparable al del drogadicto: bloqueo de las facultades de pensamiento y de expresión, dificultad de comunicación, disminución e, incluso, anulación de la libertad, instigación a la violencia y provocación a la adhesión inmediata. Pero si las imágenes de la televisión invaden hasta el metro y los transportes públicos en donde el hombre tenía un espacio y tiempo de meditación a través del paisaje cambiante; el ruido acústico es ya connatural con nuestra existencia: teléfono, sirenas, radios, coches... Sin silencio no sólo no podemos leer, sino que también quedamos anulados como sujetos pensantes. Así se produce el equívoco de creer que las imágenes vigilantes y el ruido anestésico son producto de la alegría del mundo, mientras que el silencio y la soledad equivalen a la tristeza, el aburrimiento y el desasosiego (César Antonio Molina). Sin embargo —y dentro de este absoluto olvido de la lectura y de la continua primacía y exaltación de la imagen y el sonido—, los últimos estudios sociológicos realizados demuestran que los menores prefieren cada vez más otras pantallas de ocio por su mayor interacción: el ordenador, Internet, los videojuegos y los teléfonos móviles; con el agravante de que los jóvenes van por delante de los padres y de los educadores en el conocimiento y uso de estas nuevas pantallas, lo que puede cuestionar la autoridad de éstos para ejercer cualquier mediación u orientación. Y si en la consola el joven es parte activa y no mero espectador como en la televisión, también es verdad que, en palabras de un experto, son ellos los que matan, atropellan o violan, y eso desestabiliza afectivamente y genera un problema educativo y social muy grave. La realidad actual es que la gente joven, en su mayoría, realiza un uso exclusivamente lúdico del ordenador; navega por Internet a pelo, sin ningún salvavidas y fuera de todo control; se pasma ante la pantalla del DVD portátil, se enardece con la PlayStation de bolsillo o caracolea nervioso con el dedo sobre las teclas del móvil, el MP3 o el iPod. Y de esta manera la imagen prevalente de los muchachos que nos rodean es lo más parecido a unos “zombis”, con pinganillos en las orejas, que se balancean con desgana y manejan a un tiempo y convulsamente dos aparatos luminosos, uno para oír y otro para hablar, pero sin escuchar ni comunicarse realmente. ¿Qué grado de estupidez y reduccionismo puede cobrar aquel anuncio publicitario: “Abuelo, cuando no había vídeo-juegos, ¿qué hacíais?”? (2). El acto de la lectura, del que aquí tratamos, es una actividad personal, intensa y profunda, en la que hay que imaginar y crear; y que exige tiempo, silencio y paciencia; se encuentra, pues, en las antípodas de esta situación descrita tan pasiva, tan superficial, facilitona e idiotizante. Otro enemigo de la lectura es el sentido gregario del muchacho actual, la necesidad del grupo para afirmarse y divertirse y, además, el cerco del ruido, de la música estridente, que unidos a las poderosas solicitaciones del entorno, las continuas incitaciones a salir de sí mismo, a extrovertirse y dispersarse, dificultan enormemente un acto tan interiorizado y concentrado, tan reflexivo y solitario como es el de la lectura. George Steiner enumera el silencio, la soledad y la memoria cultural como las tres categorías que rigen la concepción clásica de la lectura. Los adolescentes son clientes de pleno derecho de una sociedad que los viste, los distrae, los alimenta, los cultiva; en la que florecen los macdonalds, los burgers y las boutiques de moda. Nosotros íbamos a guateques, ellos a discotecas, nosotros leíamos un libro, ellos oyen su música estridente... A nosotros nos gustaba comulgar bajo los auspicios de los Beatles, ellos se encierran en el autismo del walkman... Se ve incluso esa cosa increíble de barrios enteros confiscados por adolescentes, gigantescos territorios urbanos entregados a sus vagabundeos (3). ¡Qué extraños y alejados de este panorama o cuadro juvenil aquellos conocidos versos de don Francisco de Quevedo, en el soneto “Desde la torre”, y que tan bien expresan lo que es la lectura como vehículo de conocimientos y de diálogo con el pasado!: Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos, pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos y escucho con mis ojos a los muertos. La tercera causa es que la lectura ha sido excluida drásticamente del ambiente familiar, bien porque se ha perdido la tradición lectora en clases sociales que antes la poseían y valoraban, o bien porque no se dan las mínimas condiciones económicas y, sobre todo, culturales para que pueda existir. En ambos casos, los padres no leen y los hijos tampoco. La afición lectora entre los adolescentes y jóvenes decrece, aunque a veces haya un aumento engañoso de lectores llamados inducidos, debido a las lecturas obligatorias de los planes de estudio, a campañas de marketing, etc., que apenas consiguen lectores verdaderos y constantes, que es de lo que se trata. A estas causas señaladas, se unen, por supuesto, la degradación de la educación y las formas de vida contemporánea, caracterizadas por la prisa y la superficialidad, que impiden la serenidad, el silencio y la soledad sosegada, a las que estamos aludiendo como requisitos imprescindibles para poder sumergirse en la lectura e ir consiguiendo el hábito. José Saramago recordaba la frivolidad y la trivialidad que se está instaurando en la sociedad. Nos está invadiendo —decía— y nos arrebata lo más preciado que poseemos: pensar y sentir, y Umberto Eco planteaba la necesidad de volver a valorar la reflexión y la meditación solitaria en un mundo cada vez más abierto a los espectáculos y a la distracción. El escritor y catedrático de la Universidad de Barcelona, Juan Ramón Capella, plantea, desde su experiencia docente, la miseria pedagógica con la que los estudiantes llegan a la universidad: Ni siquiera los mejores son capaces de expresarse por escrito. No se trata únicamente del absoluto desconocimiento de la ortografía, sino de la aberrante puntuación, de una grafía disparatada, que muestran la inexistencia de hábitos de lectura y de escritura. Tienen, además, una ignorancia supina de la Historia: no saben si fue antes el Imperio Romano o la Revolución Francesa... La Generación PlayStation ha llegado a la universidad. Divertirse hasta morir. En esto consiste la educación real que ahora funciona. La industria cultural ha convertido la educación en un divertimento. Ahora llegan los nuevos bárbaros. Los pedagogos se han vuelto locos, incluso pretenden que el placer de la lectura se convierta en exámenes... Hay un abismo entre la cultura de élite y la cultura de masas. Es terrible, pero creo que, al menos durante un tiempo, tendremos que defender la cultura de élite ante el barbarismo social. Ante esta situación, que se va agravando curso a curso y que da como resultado una juventud llamativamente hedonista, enemiga del más mínimo esfuerzo, pasiva y despersonalizada, muy poco crítica, que ha perdido toda clase de referentes culturales y que sólo entiende textos muy simples, el profesor tiene que buscar, con inteligencia y sentido de la realidad, los medios más idóneos para conseguir vencer la apatía de los alumnos, motivarlos y crear buenos hábitos. Se trata de descubrirles el placer y la riqueza de la lectura, de conseguir futuros lectores, es decir, hombres más reflexivos, más cultos, más libres. Y este es el objetivo tanto de la asignatura de lengua como de la de literatura. 3. La lectura del cuento en la clase de lengua y literatura La brevedad del cuento literario o relato moderno corto que puede leerse en menos de veinte minutos o que incluso sólo ocupa media o una página, y la sugestión y concentración de los grandes pequeños cuentos, facilitan la entrada del lector juvenil y los convierten en un posible camino de iniciación al placer de la lectura y al conocimiento directo de la literatura. Si se hace una buena selección desde distintos planteamientos —temas, estructuras, personajes, épocas y ambientes, técnicas narrativas y usos del lenguaje, etc.—, los cuentos pueden convertirse en un material vivo de trabajo en las clases de lengua y literatura. La lectura se realizará, generalmente, en el aula, a veces en silencio, cada lector con su texto; otras veces, en voz alta por los propios alumnos y, con frecuencia, será el profesor quien lea el cuento. Siguiendo a Kepa Osoro, y avalados por nuestra propia experiencia, podemos afirmar que la lectura en voz alta, apasionada y a la vez serena, dramatizada y a la vez sencilla, que realiza un profesor de literatura ante sus jóvenes oyentes, impresiona, contagia y crea adicción. Es necesario volver de nuevo a la abandonada lectura en voz alta, porque la comprensión del texto pasa por la audición del sonido de las palabras, de donde, muchas veces, se saca todo su sentido. ¿Ya no tenemos derecho a meternos la palabra en la boca antes de clavárnosla en la cabeza? ¿Ya no hay oído? ¿Ya no hay música? ¿Ya no hay saliva? ¿Las palabras ya no tienen sabor? ¡Y qué más! ¿Acaso Flaubert no se gritó su Bovary hasta reventarse los tímpanos? ¿Acaso no es el más indicado para saber que la comprensión del texto pasa por el sonido de las palabras de donde sacan todo su sentido... que el sentido es algo que se pronuncia? (4). Pues bien, esa lectura en voz alta, bien modulada o expresiva, es ya en sí, como decíamos, un buen comienzo en la iniciación de la lectura. Después, el nuevo lector ha de ir entrando, poco a poco, en la lectura individual e interiorizada, estableciéndose la comunicación silenciosa entre el libro y él; pero, incluso en esta situación normal de lectura, sentirá, en ciertos momentos, la necesidad de leer para sí en voz alta. Y después de la lectura del cuento, ¿qué? El profesor, tal vez por deformación profesional o por excesivo celo pedagógico, requiere, y casi necesita, un listado de ejercicios, trabajos, comentarios de texto, sobre la lectura realizada. ¿Qué pintamos nosotros, los profesores, si no explicamos, proponemos, examinamos y calificamos a nuestros alumnos? Pues bien, muchas veces, después de la lectura, nada; el placer o la sorpresa ante el texto leído, sin más explicaciones... y ya es bastante. Siempre recuerdo las palabras de una joven estudiante al finalizar la lectura en clase del cuento de García Márquez, “El ahogado más hermoso del mundo”: No sé si lo he entendido, pero es lo más bello que he oído en mi vida; tal vez, el mejor comentario que se puede hacer de dicho cuento. En algunos manuales de literatura y en muchas guías didácticas se propone, y parece que se exige, tal cantidad de ejercicios sistematizados, ordenados y pormenorizados que su exhaustiva realización desanima al profesor y hace que el sufrido alumno aborrezca el texto leído; destruye, por tanto, exactamente lo que se pretendía conseguir: provocar el goce de leer. El famoso y tan socorrido comentario de texto, tan sacralizado hace algún tiempo, llegó a convertirse en un ejercicio cuyo solo nombre asustaba y confundía a los alumnos, debido a un uso obsesivo, continuo y rígido. La busca desaforada de temas y asuntos, estructuras internas y externas, aliteraciones y paranomasias, metonimias y metáforas y algún que otro quiasmo y litote se había convertido en un fin en sí mismo, con el resultado de transformar el texto en un cadáver descuartizado. Nunca se debe olvidar que el único objetivo del verdadero comentario es ayudar a una lectura más comprensiva, aclarando y valorando el texto para que el alumno pueda entenderlo y disfrutarlo. El profesor con conocimiento y experiencia, con flexibilidad e imaginación, teniendo en cuenta el grupo de alumnos y en función de cada texto leído, se contentará a veces, como ya hemos apuntado, con la simple lectura; en otras ocasiones recabará un comentario general o una impresión personal más o menos razonada. Planteará y explicará alguna técnica narrativa patente en el cuento, pedirá que se relacionen y clasifiquen los títulos leídos; se atenderán y analizarán las características de la lengua empleada y, desde luego, siempre se solventarán las dudas léxicas y se explicarán las referencias culturales desconocidas. En casos muy puntuales se realizarán comentarios más profundos y completos que analicen y valoren los aspectos fundamentales del texto narrativo: tema, estructura y personajes, tiempo y lugar, técnicas y estilo, e interpretación. Pero, insisto, sin obsesiones ni rigideces, con libertad y buenas dosis de imaginación, sin caer en rutinas ni en estériles repeticiones. En la presentación y tratamiento de los cuentos seleccionados lo que debe importarle al profesor es que vaya aflorando en los alumnos el gusto por la lectura al encontrarse con relatos interesantes; que esos textos vayan ampliando la competencia lingüística, formando la sensibilidad artística y la capacidad crítica y valorativa; y esto exige tiempo y dedicación. No es una tarea fácil, aunque sí, a la larga, muy fecunda, que les irá preparando para lecturas más extensas y complejas. Un lector avanzado sólo se forja a lo largo de años de práctica. Al hilo de lo que estoy comentando, quiero salir al paso de una falacia muy peligrosa que se ha presentado a bombo y platillo como pilar básico de la pedagogía al uso: el estudio y la enseñanza, en general, tienen que convertirse en una actividad prioritariamente amena y lúdica. Parece que el único criterio valido en esta moderna pedagogía es que los alumnos se diviertan en las clases, que aprendan jugando, que las actividades y los ejercicios escolares sean siempre agradables y divertidos, muy lejos de todo lo que suponga trabajo y esfuerzo. Para ello, el buen profesor ha de convertirse en una especie de animador festero que entretenga y distraiga a un coro de maravillosos y entusiasmados chicos que viven cada día, en su centro de enseñanza, una apasionante y renovada aventura. Por esta misma razón, en algunas de las ofertas editoriales de literatura infantil y juvenil, el único criterio parece ser el recurso a lo fácil, a lo bonito y frívolo, a lo divertido, a evitar todo esfuerzo, y, desde luego, ignorar o enmascarar cualquier aspecto duro o desagradable de la realidad. Lo que se busca es que el muchacho no se fatigue ni se entristezca o deprima, que pueda seguir vegetando en el limbo de un mundo idiotizado, convertido así, y desde sus mas tiernos años, en un ciudadano políticamente correcto, sin discernimiento ni asomo de pensamiento crítico, sin la más mínima responsabilidad. Nada más lejos de la verdad. La auténtica enseñanza, el aprendizaje —en la escuela como en la vida—, la formación integral de un escolar, exigen esfuerzo, tenacidad y disciplina que quiere decir orden, no castigo; estudios y actividades no precisamente divertidas, pero sí interesantes y formativas. Sólo en avanzados estadios de madurez intelectual, el estudio produce placer, pero no es posible el aprendizaje sin esfuerzo. Con esto no pretendo afirmar que la actividad escolar tenga que ser aburrida y triste, que no haya que vencer la rutina, romper viejos moldes, buscar nuevos métodos, fomentar el interés, estimular y facilitar el aprendizaje, etc. Por supuesto que sí; pero sabiendo que la personalidad se realiza y llega a su plenitud al superar las dificultades, no al orillarlas. Los alumnos tienen que enfrentarse a textos variados y de progresiva dificultad, a historias fantásticas o reales, a finales felices o desgraciados como la vida misma. Algunos cuentos les agradarán, les resultarán interesantes y sugerentes; otros, les parecerán más “rollos”, más alejados de su pequeño y cerrado mundo. Es normal. Se encuentran en una etapa de formación y necesitan no exclusivamente lo que les atraiga a primera vista —aunque también— sino, en el caso de la lectura, obras distintas y de gradual dificultad. La lectura literaria, como cualquier otra actividad intelectual, requiere una educación apropiada que se va consiguiendo con el hábito. Los profesores experimentados sabemos con cuánta frecuencia poemas, cuentos o novelas inicialmente rechazados, que no gustaron demasiado o no fueron bien comprendidos en un principio, se convierten más adelante en una insospechada y gratificante referencia personal del alumno, hasta el punto de ser sus favoritos. 4. ¿Qué cuentos se pueden leer en clase? Todos sabemos que la principal característica del cuento frente a otros géneros narrativos es la brevedad. El cuento pude leerse en unos minutos, en media hora o algo más: de una sentada. Pero ¿cuál es la extensión mínima del cuento? Hoy es frecuente un tipo de textos llamados cuentos, tan cortos que la narración se ha condensado y reducido incluso a una frase o algunas pocas líneas y cuya extensión máxima puede llegar a una página más o menos. Los teóricos estudiosos los consideran como una modalidad o subgénero del cuento, sin haber llegado a un consenso generalizado para su denominación: minicuentos, minirrelatos, microcuentos, etc. Aparte de su corta extensión, una de las principales características de este tipo de textos —hasta el punto de ser considerada esencial— es su carácter proteico, que se puede traducir también, según todos los estudiosos, como hibridación, mestizaje o ambigüedad genérica, pues presentan tal variedad temática y de formas y estilos que los sitúan en una especie de tierra de nadie entre la narración y la lírica, entre el cuento propiamente dicho o la historia, la anécdota o el microensayo; y próximos, en según qué casos, al diálogo dramático, la ocurrencia o chiste, la noticia periodística, la estampa, el poema en prosa, la frase ingeniosa o lapidaria, el epigrama, la alegoría o la greguería. Es decir, se ha llegado a crear una especie de saco sin fondo, “cajón de sastre” o totum revolutum en el que, en mezcla confusa y heterogénea, cabe cualquier modalidad, sin distinguir entre formas literarias diversas, y que sólo porque prevalece la extensión corta reciben el nombre de minicuentos u otro parecido, a pesar de que el aspecto narrativo se haya jibarizado o desaparecido en su totalidad. Aunque muchos de estos textos tan diversos pueden servir al profesor en las propuestas didácticas a las que nos estamos refiriendo, creo que son necesarias algunas consideraciones previas y, por otra parte, bastante obvias, para poner un poco de orden y precisión terminológica. Para que los textos muy breves puedan recibir la denominación de cuentos, tiene que darse ineludiblemente una narración. Es decir, el suficiente desarrollo de una historia, en un espacio y en un tiempo: la acción de un personaje protagonista o principal no necesariamente humano e, incluso, a veces, no explícito o ni siquiera nombrado, pero siempre en relación con un medio determinado y con otros personajes o elementos, ya explícitos, ya implícitos en la propia textualidad. Ítem más, que sea ficción (invención): una historia inventada por el autor. Este puede crear, sin ningún límite, la historia más fantástica o bien partir de un hecho real, de una experiencia personal o ajena, que su imaginación puede cambiar, transformar, modificar y literaturizar con absoluta libertad creadora, porque ni es un gracioso contador de anécdotas, ni un historiador, ni menos un periodista de sucesos. Y de esta manera se cumple lo que es el proceso normal de la creación artística literaria; proceso muy complejo en el que intervienen la sensibilidad, la memoria, y la imaginación para recrear una historia plasmada, como resultado final, en el texto escrito. Otras características para que podamos hablar de cuento es la voluntad de estilo, nacida del convencimiento por parte del autor de estar escribiendo precisamente un texto literario y no otro cualquiera de simple comunicación. Para que se dé un cuento bueno, por muy breve que sea, la historia tiene que ser sugerente o evocadora, divertida, sorpresiva, y estar muy bien contada, de tal manera que produzca en el lector una fuerte resonancia y una plena satisfacción. Un texto escrito comienza a ser literario cuando, más allá del puro relato de sucesos o de la transmisión de datos, pretende una expresividad de carácter estético, para dar a la supuesta realidad referente una condición distinta, marcada por lo simbólico. En tal sentido, lo sustantivo en la creación literaria es el estilo, el modo de expresar por escrito lo que se pretende, a través del lenguaje. El lenguaje es materia esencial para elaborar la ficción literaria, sostenedor de sus capacidades expresivas y de su tono general (5). Aunque debemos precisar que también con un estilo aparentemente escueto, directo y sencillo, como sucede en muchos y excelentes relatos modernos, se consigue una obra artística. Lo importante es encontrar la manera más adecuada y convincente de contar bien, y esto siempre supone una preparación previa, un esfuerzo y una voluntad de estilo, muy lejos de la improvisación y banalidad a la que estamos acostumbrados. Distinguimos, pues, la denominación de cuento de la de texto mínimo, en el que sí puede entrar cualquier forma escrita como las anécdotas, aforismos, greguerías, chistes o ingeniosidades, algunas transcripciones de diálogos, ciertos ensayos con elementos narrativos, poemas en prosa o estampas literarias, noticias de periódico, o cualquier variante escrita, que, por muy graciosos, acertados, interesantes y sorprendentes que sean, no pueden confundirse u homologarse con el cuento. Es la distinción que establecen algunos estudiosos entre los microtextos frente a los llamados microrrelatos o minicuentos: la diferencia que existe entre una categoría transgenérica, verdaderamente mixta y proteica, que abarca un área mucho más amplia e indeterminada al trascender las restricciones de género y, por otra parte, la forma literaria denominada cuento muy breve —en cualquiera de sus variantes— que alude a un tipo de texto narrativo y de ficción en el que se cuenta, de la manera más breve, bella e intensa posibles, una historia inventada por el autor que produce impacto en el lector. Las características propias de todo buen cuento: concentración, efecto único, intensidad, tensión e iluminación o deslumbramiento (Poe y Cortázar), han de conseguirse en los cuentos brevísimos de una manera muy contundente y, por esta razón, se requiere del autor un bagaje artístico y literario mucho mayor de lo habitual. Si es muy difícil la perfección del cuento canónico, el de extensión normal, es mucho mayor en un minicuento. Recordemos las palabras del escritor español Medardo Fraile: —Un cuento se escribe siempre temblando. —¿Por qué? —Porque puede quebrarse en cualquier momento. Las historias mínimas de estas características siempre han existido, como cuentos populares, antiguas fábulas, parábolas o apólogos inolvidables, Pero es indudable la actualidad de este subgénero del cuento y, por cierto con un desarrollo destacado en las literaturas hispánicas. Por la extrema brevedad, por el acierto formal, por la ingeniosidad, la ironía, humor o sátira y por el final sorpresivo, estos cuentos pueden ser muy apropiados y sugerentes en el trabajo de clase. Véase, como contribución práctica —y me gustaría que sugestiva o, cuando menos, orientadora—, una selección muy heterogénea, en la línea arriba apuntada, de microtextos que engloba minicuentos propiamente dichos (viejos apólogos, cuentos populares anónimos y literarios), y también otros textos no estrictamente cuentos, como anécdotas, estampas o poemas en prosa. El gesto de la muerte Un joven jardinero persa le dice a su príncipe: —¡Ayúdame, Señor! Esta mañana me he cruzado con la Muerte en el mercado y me hizo un gesto de amenaza. Tengo que huir y refugiarme esta noche en la ciudad de Ispahán, donde no pueda encontrarme. El bondadoso príncipe le prestó sus caballos. Por la tarde, también el príncipe se encontró con la muerte y le preguntó: —Esta mañana ¿por qué le hiciste a mi jardinero un gesto de amenaza? —No fue un gesto de amenaza —respondió la Muerte—, sino un gesto de sorpresa, pues lo veía muy lejos de Ispahán y es allí donde debo tomarlo esta noche. Apólogo sufí (6). El ángel de la muerte y el rey de Israel Se cuenta de un rey de Israel que fue un tirano. Cierto día, mientras estaba sentado en el trono de su reino, vio que entraba un hombre por la puerta de palacio; tenía la pinta de un pordiosero y un semblante aterrador. Indignado por su aparición, asustado por el aspecto, el Rey se puso en pie de un salto y preguntó: —¿Quién eres? ¿Quién te ha permitido entrar? ¿Quién te ha mandado venir a mi casa? —Me lo ha mandado el Dueño de la casa. A mí no me anuncian los chambelanes ni necesito permiso para presentarme ante reyes ni me asusta la autoridad de los sultanes ni sus numerosos soldados. Yo soy aquél que no respeta a los tiranos. Nadie puede escapar a mi abrazo; soy el destructor de las dulzuras, el separador de los amigos. El rey cayó por el suelo al oír estas palabras y un estremecimiento recorrió todo su cuerpo, quedándose sin sentido. Al volver en sí, dijo: —¡Tú eres el Ángel de la Muerte! —Sí. —¡Te ruego, por Dios, que me concedas el aplazamiento de un día tan sólo para que pueda pedir perdón por mis culpas, buscar la absolución de mi Señor y devolver a sus legítimos dueños las riquezas que encierra mi tesoro; así no tendré que pasar las angustias del juicio ni el dolor del castigo! —¡Ay! ¡Ay! No tienes medio de hacerlo. ¿Cómo te he de conceder un día si los días de tu vida están contados, si tus respiros están inventariados, si tu plazo de vida está predeterminado y registrado? —¡Concédeme una hora! —La hora también está en la cuenta. Ha transcurrido mientras tú te mantenías en la ignorancia y no te dabas cuenta. Has terminado ya con tus respiros: sólo te queda uno. —¿Quién estará conmigo mientras sea llevado a la tumba? —Únicamente tus obras. —¡No tengo buenas obras! —Pues entonces, no cabe duda de que tu morada estará en el fuego, de que en el porvenir te espera la cólera del Todopoderoso. A continuación le arrebató el alma y el rey se cayó del trono al suelo. Los clamores de sus súbditos se dejaron oír; se elevaron voces, gritos y llantos; si hubieran sabido lo que le preparaba la ira de su Señor, los lamentos y sollozos aun hubiesen sido mayores y más y más fuertes los llantos. Cuento anónimo de Las mil y una noches. El espejo Un campesino chino se fue a la ciudad para vender su arroz. Su joven mujer le dijo: —Por favor, tráeme un peine. En la ciudad, el campesino vendió el arroz y bebió con unos compañeros. En el momento de regresar se acordó de su mujer. Le había pedido algo, pero ¿qué era? No podía recordarlo. Así que compró un espejo en una tienda para mujeres y regresó al pueblo. Entregó el espejo a su mujer y marchó a trabajar sus campos. Ella se miró en el espejo y se echó a llorar. Su madre, que la vio llorando, le preguntó la razón de aquellas lágrimas. La joven mujer le dio el espejo diciéndole: —Mi marido ha traído a otra mujer. La madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija: —No tienes de qué preocuparte, es muy vieja. Cuento anónimo chino. Momotaro Una vez, hace muchos años, en un pueblecito de la montaña, un hombre y una mujer muy viejos vivían en una solitaria cabaña de leñadores. Un día que había salido el sol y el cielo estaba azul, el viejo fue en busca de leña y la anciana bajó a lavar al arroyo estrecho y claro, que corre por las colinas. ¿Y qué es lo que vieron? Flotando sobre el agua y solo en la corriente, un gran melocotón (durazno). La mujer exclamó: —¡Marido, abre con tu cuchillo este melocotón! ¡Qué sorpresa! ¿Qué es lo que vieron? Dentro estaba Momotaro, un hermoso niño. Se lo llevaron a su casa y Momotaro se crió sano y fuerte. Siempre estaba corriendo, saltando y peleándose para divertirse, y cada vez crecía más y más y se hacía más corpulento que los otros niños del contorno. En el pueblo todos se lamentaban: —¿Quién nos salvará de los Demonios y de los Genios y de los terribles Monstruos? —Yo seré quien los venza —repuso Momotaro—. Yo iré a la isla de los Genios y de los terribles Monstruos y los venceré. —¡Dadle su armadura! —dicen todos—. Y dejadle ir. Con un estandarte enarbolado va Momotaro a la isla de los Genios Malignos. Va provisto de comida para mantener su fortaleza. Por el camino se encuentra a un perro que le dice: —¡Guau, guau, guau! ¡Momotaro! ¿Adónde te diriges? ¿Me dejas ir contigo? Si me das comida, yo te ayudaré a vencer a los Demonios. —¡Ki, ki, kia, kia! —dice el mono—. ¡Momotaro, eh, Momotaro, dame comida y déjame ir contigo! ¡Les daremos su merecido a esos malditos Genios! —¡Kra, kra! —dice el faisán—. ¡Dame comida e iré con vosotros a la isla de los Genios para vencerlos! Momotaro, con el Perro, el Mono y el Faisán, se hace a la vela para ir al encuentro de los Genios y derrotarlos. Pero la isla está muy lejos, muy lejos y el mar, embravecido. El mono desde el mástil grita: —¡Adelante, a toda marcha! —¡Guau, guau, guau! —se oye desde popa. Y en el cielo se escucha: —¡Kra, kra! Nuestro capitán no es otro que el valiente Momotaro. Desde lo alto del cielo el Faisán espía la isla y avisa: —¡El guardián se ha dormido! ¡Adelante! —¡Mono, salta la muralla! ¡Vamos, preparaos! —dice Momotaro. Y grita: —¡Eh, vosotros, Demonios, Diablos, aquí estamos! ¡Salid! ¡Aquí estamos para venceros, Genios! El Faisán con su pico, el Perro con los dientes, el Mono con las uñas y Momotaro con sus brazos, luchan denodadamente. Los Genios, al verse perdidos, se lamentan y dicen: —¡Nos rendimos! Sabemos que hemos sido malos, nunca más volveremos a serlo. Os entregamos el tesoro y todas nuestras riquezas. Sobre una carreta cargan el tesoro y todas las riquezas que guardaban los Genios. El perro tira de la carreta, el Mono empuja por detrás y el Faisán les indica el camino. Y Momotaro, encima de los tesoros, entra en su pueblo donde todos lo aclaman como vencedor. Cuento popular japonés. La obra maestra El mono cogió un tronco de árbol, lo subió hasta el más alto pico de una sierra, lo dejó allí, y, cuando bajó al llano, explicó a los demás animales: —¿Ven aquello que está allá? ¡Es una estatua, una obra maestra! La hice yo. Y los animales, mirando aquello que veían allá en lo alto, sin distinguir bien qué fuere, comenzaron a repetir que aquello era una obra maestra. Y todos admiraron al mono como a un gran artista. Todos menos el cóndor, porque él era el único que podía volar hasta el pico de la sierra y ver que aquello sólo era un viejo tronco de árbol. Dijo a muchos animales lo que había visto, pero ninguno creyó al cóndor, porque es natural en el ser que camina no creer al que vuela. Álvaro Yunque (Argentina, 1889-1982) (7). El héroe Figúrate tú, madre, que andamos de viaje y que estamos atravesando un peligroso país desconocido. Tú vas sentada en tu palanquín y yo troto a tu lado en un caballo colorado. El sol se pone, va anocheciendo. Ante nosotros se tiende solitario y gris el desierto de Yorandigui. Todo alrededor es desolado y seco. Tú piensas, asustada: “Hijo, no sé adónde hemos ido a parar”. Y yo te digo: “No tengas miedo, madre”. El sendero es estrecho y retorcido, y los abrojos desgarran los pies. Los ganados han vuelto ya de los anchos llanos a sus establos de la aldea. Cada vez son más oscuros y vagos la tierra y el cielo, y ya no vemos por dónde vamos. De pronto, tú me llamas y me dices bajito: —¿Qué luz será aquella que hay allí junto a la orilla, hijo? Un alarido horrible salta en lo oscuro y unas sombras arrolladoras se nos vienen encima. Tú te acurrucas en tu palanquín y repites rezando los nombres de los dioses. Los esclavos que te llevan se esconden temblando de terror tras los espinos. Yo te grito: —¡Madre, no tengas cuidado, que estoy yo aquí! Los asesinos están más cerca cada vez, hirsutos los cabellos, armados con largas lanzas. Yo les grito: —¡Alto ahí, villanos! ¡Un paso más y sois muertos! Se oye otro terrible grito y los bandidos se abalanzan sobre nosotros. Tú, convulsa, me coges la mano y me dices: —Hijo de mi vida, por amor de Dios, huye de aquí. Yo te contesto: —¡Madre, mírame tú! ¡Ya verás! Entonces meto espuelas a mi caballo, que salta furioso. Chocan sonantes mi espada y mi escudo. El combate es tan espantoso que si tú lo pudieras ver desde tu palanquín te helarías de espanto, madre. Unos huyen, otros caen hechos pedazos. Tú, mientras, ya lo sé yo, estarás pensando, sentada allí solita, que tu hijo ha muerto. En esto yo vuelvo todo ensangrentado y te digo: —Madre, la lucha ha concluido. Tú sales de tu palanquín y, apretándome contra tu pecho, dices, mientras me besas: —¿Qué hubiera sido de mí si mi hijo no me hubiera escoltado? ...Todos los días pasan cosas como esta. ¿Por qué no había de suceder algo así una vez? Sería como un cuento de los libros. Mi hermano diría: —Pero ¿es posible? ¡Yo lo creía tan endeblito! Y los hombres del pueblo repetirían, asombrados: —Verdaderamente fue una suerte que el niño estuviera con su madre. Rabindranath T. Tagore (India, 1861-1941) (8). ¡Qué invierno aquél! ...¡Qué invierno aquél! El atrio de la iglesia se cubrió de sepulturas nuevas. Un lobo rabioso bajaba todas las noches a la aldea y se le oía aullar desesperado. Al amanecer no turbaba la paz de los corrales ningún cantar madruguero, ni el sol calentaba los ateridos campos. Los días se sucedían monótonos, amortajados en el sudario ceniciento de la llovizna. El viento soplaba áspero y frío, no traía caricias, no llevaba aromas, marchitaba la yerba, era un aliento embrujado. Algunas veces, al caer la tarde, se le oía escondido en los pinares quejarse con voces del otro mundo. Los establos hallábanse vacíos, el hogar sin fuego, en la chimenea el trasgo moría de tedio. Por los resquicios de las tejas filtrábase la lluvia maligna y terca en las cabañas llenas de humo. Aterida, mojada, tísica, temblona, una bruja hambrienta velaba acurrucada a la puerta del horno. La bruja tosía llamando al muerto eco del rincón calcinado, negro y frío... ¡Qué invierno aquél! Un día y otro día desfilaban por el camino real procesiones de aldeanos hambrientos, que bajaban como lobos de los casales escondidos en el monte. Sus madreñas producían un ruido desolador cuando al caer de la tarde cruzaban la aldea. Pasaban silenciosos, sin detenerse, como un rebaño descarriado. Sabían que allí también estaba el hambre. Desfilaban por el camino real lentos, fatigados, dispersos, y sólo hacían alto cuando las viejas campanas de alguna iglesia perdida en el fondo del valle dejaban oír sus voces familiares anunciando aquellas rogativas que los señores abades hacían para que se salvasen los viñedos y los maizales. Entonces, arrodillados a lo largo del camino, rezaban con un murmullo plañidero. Después continuaban su peregrinación hacia las villas lejanas, las antiguas villas feudales que aún conservan las puertas de sus murallas. Los primeros aparecían cuando la mañana estaba blanca por la nieve, y los últimos cuando huía la tarde arrebujada en los pliegues de la ventisca. Conforme iban llegando unos en pos de otros, esperaban sentados ante la portalada de las casas solariegas, donde los galgos flacos y cazadores, atados en el zaguán los acogían ladrando. Aquellos abuelos de blancas guedejas, aquellos zagales asoleados, aquellas mujeres con niños en brazos, aquellas viejas encorvadas, con grandes bocios colgantes y temblones, imploraban limosna entonando una salmodia humilde. Besaban la borona, besaban la mazorca del maíz, besaban la cecina, besaban la mano que todo aquello les ofrecía, y rezaban para que hubiese siempre caridad sobre la tierra. Rezaban al Señor Santiago y a Santa María... Ramón del Valle-Inclán (España, 1866-1936) (9). La autoridad En épocas remotas, las mujeres se sentaban en la proa de la canoa y los hombres en la popa. Eran las mujeres quienes cazaban y pescaban. Ellas salían de las aldeas y volvían cuando podían o querían. Los hombres montaban las chozas, preparaban la comida, mantenían encendidas las fogatas contra el frío, cuidaban a los hijos y curtían las pieles de abrigo. Así era la vida entre los indios onas y los yáganse, en la Tierra del Fuego, hasta que un día los hombres mataron a todas las mujeres y se pusieron las máscaras que las mujeres habían inventado para aterrorizarlos. Solamente las niñas recién nacidas se salvaron del exterminio. Mientras ellas crecían, los asesinos les decían y les repetían que servir a los hombres era su destino. Ellas lo creyeron. También lo creyeron sus hijas y las hijas de sus hijas. Eduardo Galeano (Uruguay, 1940) (10). Te quiero a las diez de la mañana... Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí. Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño. Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío? Jaime Sabines (México, 1926-1999) (11). El primer día… El primer día, Dios se creó a sí mismo. Ha de haber un comienzo para todo. Luego creó el vacío. Encontró que le había quedado muy grande, y se sintió impresionado. El tercer día imaginó las galaxias, los planetas y los soles. No se sintió excesivamente satisfecho, sin saber exactamente por qué. El cuarto día hizo un poco de jardinería: decoró algunos planetas elegidos con un verdadero sentido artístico, y se sintió feliz al probarse a sí mismo que era un dios con gusto, destilando a través del universo una sutil perfección. El quinto día, sin embargo, para relajarse de los esfuerzos de la víspera, decidió divertirse un poco: imaginó un mundo que no era más que una flagrante falta de gusto, lo atiborró con horribles colores, y lo pobló de una gran cantidad de repugnantes monstruos. Luego llamó a aquel mundo la Tierra. Juan Sternberg (Bélgica, 1929) (12). Fin de baile Acaban de bajar las luces del salón de baile. La banda comienza a tocar la última canción: una balada. Siempre odié la música lenta, pero ésta significa “te quiero”, y hay poco más que decir. Nunca unos ojos me habían mirado así. Nunca había sentido mi cuerpo vibrar a cada nota, ni mis ojos mirar más fijos a algo. Estas notas que envenenan el aire me han henchido el pecho, hiriendo mi alma de muerte. Me noto temblar cuando nuestras manos se unen, y sus enormes ojos azules se clavan como preciosas aristas de poliedros de amor en mi mente, en mi corazón, en mi recuerdo. Mientras, suavemente, el cantante me demuestra que todo lo que ocurre es real, y por ello, estrecho mi lazo, atenazando mis brazos a su espalda, acercando su pecho al mío. Noto su respirar entrecortado en mi entrecortado respirar, y entre medias nuestros pechos, golpeados por nuestro revolucionado corazón. Sólo quiero que el pianista lea mi mente, y toque para siempre esta melodía, mientras hago de mis labios una extensión de sus labios. Cierro los ojos para soñar que este momento es una poesía en nuestros oídos o el sabor del azúcar glasé del dulce más lindo del mundo. Cuando abro los ojos veo los suyos mirándome, pero tienen veinte años más. No existe el salón de baile, sólo queda en nuestro recuerdo. Y la canción suena en nuestras cabezas, recordándonos cada día cuánto nos queremos, y que lo que una vez fue sueño permanece siendo realidad. Miguel Ángel Hurtado La montaña El niño empezó a trepar por el corpachón de su padre, que estaba amodorrado en la butaca, en medio de la gran siesta, en medio del gran patio. Al sentirlo, el padre, sin abrir los ojos y sonriéndose, se puso todo duro para ofrecer al juego del niño una solidez de montaña. Y el niño lo fue escalando: se apoyaba en las estribaciones de las piernas, en el talud del pecho, en los hombros, inmóviles como rocas. Cuando llegó a la cima nevada de la cabeza, el niño no vio a nadie. —¡Papá, papá! —llamó a punto de llorar. Un viento frío soplaba allá en lo alto, y el niño, hundido en la nieve, quería caminar y no podía. —¡Papá, papá! El niño se echó a llorar, solo sobre el desolado pico de la montaña. Enrique Anderson Imbert (Argentina, 1910-2000) (13). El niño al que se le murió el amigo Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre: “El amigo se murió. Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar”. El niño se sentó en el qui¬cio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. “Él volverá”, pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hoja¬lata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no vi¬niese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar. “Entra, niño, que llega el frío”, dijo la madre. Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos, y pensó: “Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada”. Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y le dijo: “Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido”. Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto. Ana María Matute (España, 1926) (14). La tristeza El profe me ha dado una nota para mi madre. La he leído. Dice que necesita hablar con ella porque yo estoy mal. Se la he puesto en la mesilla, debajo del tazón lleno de leche que le dejé por la mañana. He metido en el microondas la tortilla congelada que compré en el supermercado y me he comido la mitad. La otra mitad la puse en un plato en la mesilla, al lado del tazón de leche. Mi madre sigue igual, con los ojos rojos que miran sin ver y el pelo, que ya no brilla, desparramado sobre la almohada. Huele a sudor la habitación, pero cuando abrí la persiana ella me gritó. Dice que si no se ve el sol es como si no corriesen los días, pero eso no es cierto. Yo sé que los días corren porque la lavadora está llena de ropa sucia y en el lavavajillas no cabe nada más, pero sobre todo lo sé por la tristeza que está encima de los muebles. La tristeza es un polvo blanco que lo llena todo. Al principio es divertida. Se puede escribir sobre ella, “tonto el que lo lea”, pero, al día siguiente, las palabras no se ven porque hay más tristeza sobre ellas. El profesor dice que estoy mal porque en clase me distraigo y es que no puedo dejar de pensar que un día ese polvo blanco cubrirá del todo a mi madre y lo hará conmigo. Y cuando mi padre vuelva, la tristeza habrá borrado el “te quiero” que le escribo cada noche sobre la mesa del comedor. Rosario Barros Peña (España, 1935) (15). Génesis Con la última guerra atómica, la humanidad y la civilización desaparecieron. Toda la tierra fue como un desierto calcinado. En cierta región de Oriente sobrevivió un niño, hijo del piloto de una nave espacial. El niño se alimentaba de hierbas y dormía en una caverna. Durante mucho tiempo, aturdido por el horror del desastre, sólo sabía llorar y clamar por su padre. Después sus recuerdos se oscurecieron, se disgregaron, se volvieron arbitrarios y cambiantes como un sueño; su horror se transformó en un vago miedo. A ratos recordaba la figura de su padre, que le sonreía o lo amonestaba, o ascendía a su nave espacial, envuelta en fuego y en ruido, y se perdía entre las nubes. Entonces, loco de soledad, caía de rodillas y le rogaba que volviese. Entretanto la tierra se cubrió nuevamente de vegetación; las plantas se cargaron de flores; los árboles, de frutos. El niño, convertido en un muchacho, comenzó a explorar el país. Un día, vio un ave. Otro día vio un lobo. Otro día, inesperadamente, se halló frente a una joven de su edad que, lo mismo que él, había sobrevivido a los estragos de la guerra atómica. —¿Cómo te llamas? —le preguntó. —Eva —contestó la joven—. ¿Y tú? —Adán. Marco Denevi (Argentina, 1922-1998) (16). Aviso I.M. Julio Torri. La isla prodigiosa surgió en el horizonte como una crátera colmada de lirios y de rosas. Hacia el mediodía comencé a escuchar las notas inquietantes de aquel canto mágico. Había desoído los prudentes consejos de la diosa y deseaba con toda mi alma descender allí. No sellé con panal los laberintos de mis orejas ni dejé que mis esforzados compañeros me amarraran al mástil. Hice virar hacia la isla y pronto pude distinguir sus voces con toda claridad. No decían nada; solamente cantaban. Sus cuerpos relucientes se nos mostraban como una presa magnífica. Entonces decidí saltar sobre la borda y nadar hasta la playa. Y yo, oh dioses, que he bajado a las cavernas del Hades y que he cruzado el campo de asfodelos dos veces, me vi deparado a este destino de un viaje lleno de peligros. Cuando desperté en brazos de aquellos seres que el deseo había hecho aparecer tantas veces de este lado de mis párpados durante las largas vigías del asedio, era presa del más agudo espanto. Lancé un grito afilado como una jabalina. Oh dioses, yo que iba dispuesto a naufragar en un jardín de delicias, cambié libertad y patria por el prestigio de la isla infame y legendaria. Sabedlo, navegantes: el canto de las sirenas es estúpido y monótono, su conversación aburrida e incesante; sus cuerpos están cubiertos de escamas, erizados de algas y sargazo. Su carne huele a pescado. Salvador Elizondo (México, 1932-2006) (17). La leyenda de Carlomagno El emperador Carlomagno se enamoró, siendo ya viejo, de una muchacha alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído de ardor amoroso y olvidado de la dignidad real, descuidaba los asuntos del Imperio. Cuando la muchacha murió repentinamente, los dignatarios respiraron aliviados, pero por poco tiempo, porque el amor de Carlomagno no había muerto con ella. El Emperador, que había hecho llevar a su aposento el cadáver embalsamado, no quería separarse de él. El arzobispo Turpín, asustado de esta macabra pasión, sospechó un encantamiento y quiso examinar el cadáver. Escondido debajo de la lengua muerta encontró un anillo con una piedra preciosa. No bien el anillo estuvo en manos de Turpín, Carlomagno se apresuró a dar sepultura al cadáver y volcó su amor en la persona del arzobispo. Para escapar de la embarazosa situación, Turpín arrojó el anillo al lago Constanza. Carlomagno se enamoró del lago Constanza y no quiso alejarse nunca más de sus orillas. Ítalo Calvino (Italia, 1923-1985) (18). Las líneas de la mano De una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre por la plancha de pino y baja por una pata. Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina que repro¬duce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván, y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguida a causa del tránsito pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacio¬nado en la esquina y que lleva al puerto. Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entra en el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor, y allí (pero es difícil verla, sólo las ratas la siguen para trepar a bordo) sube al barco de turbi¬nas sonoras, corre por las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor, y en una cabina donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hasta el codo, y con un último esfuerzo se guarece en la palma de la mano dere¬cha, que en ese instante empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola. Julio Cortázar (Argentina, 1914-1984) (19). Amores Cuando Amparo me dijo que no me quería, después de seis meses de tenaz noviazgo, me recluí en casa de mi tía Eredia por espacio de tres meses. El amor de Luisina, un año más tarde, vino a curar aquella herida que seguía sin cerrarse. Fue un tiempo corto, eso sí, de felicidad e ilusiones. Entender la decisión de Luisina de abandonar el mundo para profesar en las Esclavas me costó una úlcera de duodeno. A mi natural melancolía se unió esa tristeza sin fondo que ni los auxilios espirituales logran paliar. Irene llegó a mi vida en un baile de verano al que mi amigo Aurelio me llevó como quien dice a punta de pistola. Que dos años más tarde aquella tierna seductora se fuese precisamente con Aurelio, yugulando a un tiempo amor y amistad, fue lo que provocó, en el abismo de la desgracia sentimental, mi hospitalización. Antonia era una enfermera compadecida que me sacó a flote usando todos los atributos que una mujer puede poseer. El amor del enfermo es un amor sudoroso y lleno de pesares, más frágil que ninguno. Cuando una tarde vi a Antonia y al doctor Simarro besándose en el jardín me metí para el cuerpo un tubo de aspirinas. Gracias como siempre a mi tía Eredia, culminé tras la crisis la desolada convalecencia y, cuando definitivamente me sentí repuesto, comencé a considerar la posibilidad de retirarme del mundo, habida cuenta de que mis convicciones religiosas se habían fortalecido. Fue entonces cuando me escribió Amparo reclamando mi perdón y reconociendo la interpretación errónea que había hecho de su amor por mí. Nos casamos en seguida y todo iba bien hasta que Luisina, que colgó los hábitos, volvió para recuperar mi amor e Irene y Antonia, bastante desgraciadas en sus respectivos derroteros sentimentales, regresaron para restablecer aquella fidelidad herida, convencidas, cada una por razones distintas, de que el único amor verdadero era el mío. Mi tía Eredia anda la mujer muy preocupada, y yo, como dice mi amigo Gonzalo, sobrellevo con astucia y aplomo desconocidos mi destino, trabajando en tantos frentes a la vez. Y me voy convenciendo de que existe una rara justicia amorosa que nos hace cobrar los abandonos, aunque su aplicación puede acabar resultando perjudicial para la salud. Luis Mateo Díez (España, 1942) (20). Áspero abrazo Me dormí a la orilla de un lago junto a un árbol de tronco retorcido. De pronto, sus raíces comenzaron a salir de la tierra como manos sarmentosas y a recorrer mi cuerpo. Exploraban mis rincones con la misma avidez que un animal hambriento. Molesto por aquella insistente caricia que no deseaba, las retiré entre sueños, pero ellas volvían. Aquellas extremidades leñosas persistían en su obstinado recorrido, aprisionando mi cintura cada vez con más fuerza. Inquieto, las sacudí de nuevo, esta vez con saña, intentando librarme de su asfixiante abrazo. No lo conseguí. De repente, me encontré entre las manos un objeto cortante. Sin pensarlo, golpeé con él las raíces hasta que, soltándome, cayeron al suelo. Un líquido caliente brotó de su interior y me mojó la cara. Me limpié con la hierba, que parecía un lienzo, y continué durmiendo. Cuando me desperté, ella yacía ensangrentada a mi lado. Le faltaban las manos. Concha Fernández González (España) (21). Paternidad responsable Era tu padre. Estaba igual, más joven incluso que antes de su muerte, y te miraba sonriente, parado al otro lado de la calle, con ese gesto que solía poner cuando eras niño y te iba a recoger a la salida del colegio cada tarde. Lógicamente, te quedaste perplejo, incapaz de entender qué sucedía, y no reparaste ni en que el disco se ponía rojo de repente ni en que derrapaba en la curva un autobús y se iba contra ti incontrolado. Fue tremendo. Ya en el suelo, inmóvil y medio atragantado de sangre, volviste de nuevo los ojos hacia él y comprendiste. Era, siempre lo había sido, un buen padre, y te alegró ver que había venido una vez más a recogerte. Carlos Alfaro Gutiérrez (España, 1947) (22). Para mi chica la Marga Cuando Marga no está, todo es Marga. Es Marga la pasta de mi tubo de dientes. Marga es mis orejas y las pocas ganas que hoy tengo de levantarme. Y también el vecino que me saluda y parece que diga Marga. Hoy más que nunca Marga es Argentina. Y ensalada con pechuga asada. Hoy Marga no es la siesta, porque pensando, pensando tampoco hoy me dejó dormir. Esta tarde son Marga mis piernas, que me llevan poco a poco como si fueran solas, sin contar con el resto de mi cuerpo, que, dicho sea de paso, también es de Marga. Y el agradable sonido de mis pasos en el suelo. Y mi respiración. Marga es Dostoievski. Y también Mario Benedetti y Miguel Hernández. Y mi Daniel Pennac. Esta tarde es Marga hasta Ana Rosa Quintana. Y café con leche y torta de nueces y pasas. Marga es las nueve y media y las diez menos cuarto y las diez y veinte. Y es entonces, a eso de las diez y media, cuando Marga está, y todo lo demás no existe. Y sólo existe Marga. Martín Civera López (23). Nochebuena Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua. En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar. Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en esto estaba cuando sintió que unos pasos le seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra, lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso. Fernando se acercó y el niño le rozó con la mano: —Decile a... —susurró el niño—. Decile a alguien que yo estoy aquí. Eduardo Galeano (Uruguay, 1940) (24). Si de los minicuentos o cuentos muy breves pasamos a relatos de mayor extensión, nos encontramos con títulos tan numerosos, importantes y variados que se impone una selección, modificada y enriquecida continuamente, que tenga en cuenta las necesidades, la preparación, cultura y nivel de los alumnos, y, desde luego, la propia experiencia del profesor. Presento a continuación una selección de títulos de cuentos muy variados con pequeños comentarios u orientaciones. Algunos de estos textos son verdaderas obras maestras del género y, según mi experiencia, pueden servir, además del aprendizaje lingüístico, para poner a los alumnos escalonadamente en contacto con una literatura viva que les introduzca en el placer y emoción de la lectura. 1. Edgar Allan Poe (Estados Unidos, 1809-1849) El corazón delator (1843) (25) La fascinación que ejercen los cuentos de este maestro del relato breve moderno se debe, principalmente, a su capacidad para crear ambientes densos y compactos donde el lector se sumerge de forma irremediable desde el principio hasta el fin. Esto sucede en este, seguramente, su mejor relato, y, desde luego, un título indiscutible de la mejor cuentística universal. Un ejemplo perfecto de cuento concentrado e intenso y, por otra parte, escrito con una gran economía de medios, pero sumamente eficaces. En los apenas quince minutos que dura la lectura, el lector se ve envuelto y atrapado irremisiblemente por una atmósfera obsesiva e inquietante que estalla en el desenlace final: el efecto único al que, según la famosa teoría del propio autor, se debe orientar y subordinar todo buen cuento. ¿Cómo se logra este pequeño portento narrativo? Mediante el empleo del monólogo interior; la insistente recurrencia de los dos motivos esenciales del cuento: el del ojo y el del latido del corazón; y, especialmente, el marcado ritmo ascendente, conseguido con técnicas de repetición hasta llegar al sorprendente clímax y desenlace final. El asombrado lector queda, como decíamos, sobrecogido y anonadado al final de este relato que cuenta en primera persona y manifiesta literariamente —¡qué lejos de un frío y objetivo informe médico!— la torturada psicología del narrador-protagonista, un asesino psicópata que intenta justificarse mediante ese monólogo cargado de tensión. El barril de amontillado (1846) (26) Un relato de horror (o terror psicológico) y de suspense en el que se ha conseguido con pleno acierto una característica propia de todo buen cuento: la intensidad del relato, gracias a la eliminación de todo aquello que signifique situaciones intermedias o fases de transición, para meter de lleno al lector, desde el principio, en el mismo corazón del drama y hacerle asistir sobrecogido al cumplimiento implacable de una fría y terrible venganza. Obsérvese la maligna inteligencia, el humor negro, la punzante ironía, y el sadismo gratuito en la conducta del protagonista, tan bien diseñados en un relato corto, además del dramatismo conseguido con tan pocos recursos y el tempo narrativo sabiamente dosificado hasta llegar la culminación del clímax final. Todo el cuento, como sucede frecuentemente en Poe, produce una sensación de modernidad tanto más llamativa si sabemos que se trata de un cuento escrito en 1846. Otros cuentos: El pozo y el péndulo, El gato negro, El retrato oval y La carta robada. 2. W. W. Jacobs (Inglaterra, 1863-1943) La pata de mono (1902) (27) “La pata de mono” —una variante de los cuentos del talismán mágico y exótico que concede tres deseos— está considerado como uno de los relatos más logrados, famosos y sobrecogedores de toda la historia de la literatura de terror. En palabras de García Márquez, es el cuento perfecto, compacto e intenso, una joya del género, en el que todo cuanto sucede es casual y que tiene como principio articulador un refrán oriental: “Ten cuidado con lo que pides porque tus deseos pueden hacerse realidad”. La efectividad del relato se asienta en lo directo del lenguaje y en el brutal contraste entre las situaciones joviales y humorísticas protagonizadas por la familia y los horripilantes acontecimientos posteriormente desencadenados. Contribuye también a su eficacia el seco desenlace y la incertidumbre sobre si lo ocurrido realmente es a causa de la pata de mono ya que, aunque todo parece indicar que sí, el lector puede atribuirlo a la casualidad o al destino. 3. Guy de Maupassant (Francia, 1850-1893) El Horla (1887) (28) A partir de 1884, cuando Guy de Maupassant era un escritor conocido y de prestigio dentro del movimiento naturalista, empezaron a manifestarse en él los síntomas de una enfermedad que, paulatinamente, enajenaría su mente y lo arrastraría hasta la locura y la muerte. Fue también a partir de entonces cuando empezó a escribir relatos fantásticos, narraciones de sucesos sobrenaturales o sobrehumanos que transgreden las leyes de la lógica, al romper la coherencia y estabilidad de una vida regida por normas y leyes establecidas y cómodas. Estos relatos surgieron, en parte, como una necesidad de expresar el terror que iba apoderándose de su alma enferma, de ahuyentar las pesadillas que lo acosaban y que él convertía, de esta manera, en materia artística. De todos ellos, “El Horla”, narrado en primera persona y en forma de diario que abarca varios meses, es la expresión más desesperada de la angustia que se va apoderando de un hombre al ver cómo algo o alguien está introduciéndose en su vida de forma velada e intangible, y lo posee, hasta el extremo de arrastrarlo a la locura. El lector, atrapado desde el principio por esta intensa y desasosegante historia, se sentirá inevitablemente sumido en la duda acerca de si los hechos narrados ocurren realmente en el mundo del personaje o solamente en la imaginación de éste. ¿Es el protagonista un enfermo que llega a la locura? ¿Son alucinaciones las que vive? ¿Se trata realmente de un ser misterioso e invisible que pretende dominarle? 5. W. Faulkner (Estados Unidos, 1897-1962) Una rosa para Emily (1930) (30) La protagonista, Miss Emily, es una vieja y aristocrática dama sureña, última representante de una dinastía acabada, a la que solamente le quedan su orgullo, su dignidad, una antigua mansión ruinosa y un criado negro. No voy a desvelar aquí el sorprendente final de este gran relato, contado por una voz anónima en primera persona de plural, un “nosotros” que representa y asume la colectividad, la gente del pueblo en el que tiene lugar la acción. A través de la historia, tan inquietante como fantasmagórica, de este personaje femenino creado a imagen y semejanza del asfixiante paraje sureño que habita y cuyas tradiciones periclitadas encarna, el autor introduce al lector en la atmósfera decadente, rígida, violenta y soterradamente sensual de un mundo destinado a extinguirse. Ante la imposibilidad de evadirse de las exigencias de Jefferson, la ciudad sureña, de alcanzar la dicha con Homer, Miss Emily toma la única decisión que la puede satisfacer: conservar su mundo, y en él a Homer, haciendo caso omiso del tiempo y se parapetándose en el constreñido recinto que la ciudad le impone. 6. Horacio Quiroga (Uruguay, 1878-1937) A la deriva (1912) (31) Muchos de los valores narrativos de este escritor de cuentos uruguayo-argentino se encuentran en este relato de merecida fama: por la intensa brevedad, la pintura de personas, paisajes y situaciones con certeza y deslumbrante rapidez, y el final que cierra contundentemente la narración. Horacio Quiroga fue también un importante teórico sobre este breve género literario. Es muy conocido el “Decálogo del perfecto cuentista”, cuyo quinto mandamiento dice: No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas. Pues bien, “A la deriva” es un cuento perfectamente planificado; nada sobra y nada falta. El lector avanza al mismo ritmo acelerado de los sucesos, llevado de la mano del autor e identificado con el protagonista. El objetivo es el final, porque en ningún momento sabe el lector lo que va a ocurrir y la habilidad del autor lo mantiene en la incertidumbre hasta la última línea. El hombre muerto (1920) (32) Narración en tercera persona que presenta al protagonista contemplando el proceso de su propia muerte. Al principio, predominio del enfoque externo, próximo a la técnica objetivista; después, el cuento da paso a la pesadilla de la muerte absurda en medio del paisaje familiar y cotidiano. Se puede analizar la digresión en primera persona, del propio autor, intercalada en la historia, y el paso del tiempo que está muy marcado, lento al principio y precipitado después. Otros cuentos: La insolación, El desierto, El hijo, La tortuga gigante y El regreso de Anaconda. 7. Julio Cortázar (Argentina, 1914-1984) La isla a mediodía (1966) (33) El tema del sueño del paraíso perdido —una isla griega— en una de esas admirables historias cortazianas, en las que juega y engaña al lector, obligándole a descubrir la “trampa”. El quiebro entre realidad y textualidad, y la recomposición de la historia, como si se tratara de un inteligente rompecabezas, puede dar lugar a un vivo debate escolar. Casa tomada (1951) (34) Los protagonistas asisten impasibles a la misteriosa y progresiva invasión de su casa de una presencia misteriosa que les acosa hasta expulsarlos totalmente del espacio familiar. En realidad desconocemos de lo que huyen, sin duda de algo extraordinario que sucede dentro de sus anodinas vidas. El tono neutro y falto de emoción, pero contundentemente lento y seguro, con que se narra este extraordinario suceso, contrasta con el sentimiento de angustia y extrañeza vividas por el lector; extrañeza ante los hechos en sí y ante la impasibilidad de las víctimas. Cortázar afirmó que todo cuento fantástico es muchas veces producto de una pesadilla y que para desprenderse de ella e interpretarla se la debe trasladar a otro espacio. Y así fue escrito este relato, producto de una pesadilla real que, según declaraciones del autor, la transcribió —toda seguida, sin interrupción ni correcciones posteriores— una noche en la que despertó sudoroso y asustado. La noche boca arriba (1956) (35) Otro inteligente y magistral cuento del autor argentino. Se plantea un viejo tema muy tratado en la literatura universal, el de la frágil frontera entre el sueño y la realidad. Lo fantástico de este relato no depende, como en otros casos, de la irrupción de un hecho maravilloso, sino de la manera como las dos historias narradas, aparentemente distintas y en sí perfectamente reales cada una, se articulan y confunden; y esta posibilidad de interferencia entre una y otra provoca una ruptura en el universo realista descrito en el relato. En palabras del propio Cortázar, los límites del sueño y la vigilia, ya se sabe: basta preguntarle al filósofo chino o a la mariposa. Se refiere al famoso cuento que Chuang Tzu escribió hace más de veinte siglos: Hace muchas noches fui una mariposa que revoloteaba contenta de su suerte. Después me desperté, y era Chuang Tzu. Pero ¿soy en verdad el filósofo Chuang Tzu que recuerda haber soñado que fue mariposa o soy una mariposa que sueña ahora que es el filósofo Chuang Tzu? En las dos historias entremezcladas de “La noche boca arriba” no sabemos si es el hombre de la moto el que sueña al indio moteca o al revés. ¿Cuál de las dos historias es el sueño y cuál la realidad? ¿Dónde están sus fronteras, si es que existen? ¿Qué relación hay entre las dos historias y los dos protagonistas? ¿Se sitúa el narrador, como parece, en la segunda posibilidad —la de la realidad del indio moteca que sueña con el hombre de la moto— y se trataría, por tanto, de un sueño hacia el futuro? ¿O se trata, más bien, de un sueño dentro de otro sueño? Estas son algunas de las preguntas que se plantea al final el impresionado y desconcertado lector. Continuidad de los parques (1956) (36) Este brevísimo cuento, tal vez sea el más perfecto que escribió Cortázar, a pesar de sus palabras: Yo, que no escribo nunca dos veces un cuento, éste lo he escrito quince veces y todavía no estoy satisfecho. Creo que le faltan aún elementos de ritmo y tensión para que pueda llegar a ser diminutamente perfecto. Se relatan dos historias. En la primera, un hombre de negocios llega a su finca, se arrellana en su sillón y se enfrasca en la lectura de una novela. La segunda historia es la de la novela en la que se narra un crimen pasional: dos amantes traman el asesinato de un hombre de negocios. Ambas historias son, por separado, totalmente realistas. Lo fantástico sobreviene cuando en algún momento del relato ambas ficciones se funden (sintaxis del relato) y el lector hombre de negocios se convierte en el protagonista —la propia víctima— de la novela que está leyendo. Otros cuentos: La autopista del Sur (cuento largo), La señorita Cora y Todos los fuegos, el fuego. 8. Ray Bradbury (Estados Unidos, 1920) Los largos años (1945) (37) Crónicas marcianas son veinticinco relatos de ciencia-ficción ubicados temporalmente entre 1999 y 2026, con títulos diferentes y longitud dispar, que guardan un hilo conductor entre ellos. Las Crónicas... narran la llegada del ser humano al planeta Marte, el rechazo inicial por parte de los indígenas, el asentamiento humano y el exterminio de la raza marciana, la colonización del planeta y, por último, el regreso a la Tierra. “Los largos años” es uno de los más logrados relatos en el que destacan la imaginación, la sensibilidad, los valores humanos y los aciertos poéticos, que capta inmediatamente la atención de los jóvenes lectores y puede dar pie a la realización de un debate sobre la soledad, que es el tema del cuento. La tercera expedición (1950) (38) Es un cuento largo, el más sorprendente e impactante de las Crónicas... y una de las cimas del género de ciencia-ficción. La aventura del capitán Black y sus compañeros, que llegan a Marte y allí encuentran una réplica de su propio mundo material y personal, subyuga y confunde al lector para precipitarlo a continuación en uno de los más sorprendentes y conseguidos finales que se hayan podido imaginar. Jorge Luis Borges, que a propósito del conjunto de las Crónicas marcianas escribió: “¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y soledad?”, sobre “La tercera expedición” concretó: “Es la historia más alarmante del volumen. Su error es metafísico; la incertidumbre del capitán Black insinúa incómodamente que tampoco nosotros sabemos quiénes somos ni cómo es, para Dios, nuestra cara”. 9. Gabriel García Márquez (Colombia, 1928) La siesta del martes (1962) (39) Es un relato contado en tercera persona, sin intervención del narrador, con parcos elementos descriptivos y pequeños toques de sabor local, ubicado en algún lugar de la Colombia costera, el que en Cien años de soledad será el mítico y fabuloso Macondo, inspirado en su pueblo natal de Aracataca. Aparentemente nada sucede y concluye con un final abierto, muy distinto de los finales imprevistos e impactantes de tantos relatos famosos. Cuento, pues, de situación, de ambiente, de atmósfera más que de acción y que, sin embargo ha sido unánimemente valorado como uno de los mejores de su autor, y es que, gracias a un artificio literario apenas perceptible, García Márquez ha conseguido que esa mujer y esa niña, ese pueblo, ese sacerdote y esa siesta, ese mundo evocado, permanezcan y vivan eternamente en la memoria de todo buen lector. En palabras de Mario Benedetti, un relato de una concisión admirable y, sobre todo, de un excepcional equilibrio artístico. En una conversación con Plinio Apuleyo Mendoza (El olor de la guayaba, 1982), García Márquez decía: Yo siempre parto de una imagen visual. “La siesta del martes”, que yo considero mi mejor cuento, surgió de la visión de una mujer y de una niña vestidas de negro y con un paraguas negro, caminando bajo un sol ardiente en un pueblo desierto. Otros cuentos: El ahogado más hermoso del mundo, El último viaje del buque fantasma y Espantos de agosto. 10. Juan Rulfo (México, 1917-1986) Luvina (1953) (40) ¡Díles que no me maten! (1953) (41) No oyes ladrar los perros (1953) (42) Para los comentarios de estos cuentos de Rulfo, véase mi artículo “Juan Rulfo y Luvina”, revista electrónica venezolana Letralia, Tierra de Letras, Nº 143, 19 de junio, 2006: http://www.letralia.com/143/ensayo01.htm. 11. Ramón del Valle-Inclán (España, 1866-1936) El miedo (1902) (43) Para el comentario de este cuento, véase mi artículo “Ramón del Valle-Inclán, Jardín umbrío y “El miedo”, revista electrónica española Espéculo. Revista de estudios literarios, Nº 33, octubre 2006: http://www.ucm.es/info/especulo/numero33/vamiedo.html. Otros cuentos: Juan Quinto, Del misterio, Un cabecilla y Mi bisabuelo. 12. Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986) El fin (1956) (44) Se trata de una historia gauchesca con la que Borges pretendió completar y explicitar —en una recreación personal que tiene mucho de intertextualidad y de homenaje— lo que no aparece en el poema nacional argentino, Martín Fierro (1872, 1879) de José Hernández y que podría haber sido su final. Destaca el personaje de Recabarren, el dueño de la pulpería, cuya movilidad y pasividad sirven de contraste a la escena que, además, está toda ella vista u oída por él. Es una intensa y trágica historia, modelo de concentración, ambientación e intensidad narrativa y de caracterización —en un cuento tan breve— de los personajes. Como siempre en Borges, hay que hacer hincapié en la depurada calidad literaria de este relato, caracterizado por una prosa aparentemente desnuda y sencilla y realmente plena de precisión y efectividad. Otros cuentos: El sur, La forma de la espada, Tema del traidor y del héroe, Emma Zunz y El espejo y la máscara. 13. Antón Chéjov (Rusia, 1860-1904) La tristeza (45). Chéjov fue un maestro indiscutible del relato breve, autor de cientos de cuentos, parcos en palabras, en argumentos y en descripciones, pero que dejan una profunda impresión en el lector. La revolución chejoviana en la cuentística moderna reside en la exaltación del valor narrativo de una escena, de un momento, de la más cotidiana atmósfera anímica y vivencial. La simplicidad y la brevedad, la piedad y el humor son los aspectos esenciales que impregnan las “normales” y humanísimas historias de este narrador ruso. Un ejemplo destacado es “La tristeza”, una historia simple, una tragedia cotidiana, pobre de acción, contada con absoluta sencillez, en la que parece que no pasa nada, pero que, al final de la lectura, deja al lector profundamente conmovido por su intensa humanidad. De este autor ruso se ha llegado a afirmar algo que es lo más hermoso que puede decirse de un escritor: “Se es, sin duda, un poco más humano después de haber leído a Chéjov”; y Máximo Gorki dejó escrito que la gente sentía después de leerlo la necesidad inconsciente de ser más verdadera, más sincera, más ella misma. Esto sucede con la lectura de este cuento en el que un cochero, al intentar inútilmente transmitir a sus pasajeros el dolor que siente por la muerte de su hijo, se refugia y encuentra comprensión únicamente en la taciturna acogida de su viejo caballo. Otros cuentos: La dama del perrito (cuento largo), El beso, La joya robada, Vanka y La corista. 14. Giovanni Guareschi (Italia, 1908-1968) Primera historia (1950) (46) Un original relato sobre una familia que vivía en los campos interminables de Bosque Grande, en “la tierra baja”, muy lejos de la ciudad, donde ocurren historias tan curiosas como esta, que no pueden suceder en ninguna otra parte y que no desentonan con el paisaje. Se puede comentar el punto de vista, el tono de recuerdo, el ambiente en que se desarrolla, la escena en la iglesia; y la figura del padre y su relación con Quico. Tercera historia (1950) (47) Curiosa, extraña y divertida historia de amor cuyo acusado realismo desemboca, con absoluta normalidad, en un final fantástico. El comienzo y el final configuran el carácter circular o cerrado del relato. Se puede comentar el humorismo, la fluidez y la frescura narrativa, la conjunción de realismo y fantasía y las deliciosas figuras contrapuestas de los dos personajes de la historia: el narrador protagonista, machista, decido y fiel; y la dulce, sumisa y misteriosa muchacha. 15. Mario Benedetti (Uruguay, 1920) Cleopatra (1990) (48) Es un delicioso cuento sobre esa etapa de la vida, la primera juventud, llena de dudas, frustraciones, situaciones confusas y descubrimientos contradictorios, como el del primer amor. ¿Por qué es un acierto narrativo el que esté contado en primera persona y no en tercera? Análisis de la protagonista, de su papel en la familia y su relación con los hermanos. Comentario del final imprevisto. El amor-odio, como tema del cuento. Otros cuentos: La noche de los feos y Los bomberos. 16. Luis Mateo Díez (España, 1942) Mi tío César (1989) (49) Se cuenta en primera persona, como un recuerdo de infancia, la historia de un curioso personaje en la que el propio narrador jugó inconscientemente un importante papel. Se puede, pues, considerar como un relato de “aprendizaje” o “iniciación a la vida” en el que resalta la admiración y el influjo en el niño de la atractiva personalidad de su “tío César”. Obsérvese, además de la focalización narrativa y la técnica perspectivista del cuento, cómo la narración no avanza cronológicamente sino que la línea del tiempo se quiebra continuamente y se van mezclando momentos y acciones temporalmente distintos en un uso muy acertado de lo que en narratología se denomina flashback. Se puede analizar también el ambiente marcadamente rural —pueblo, costumbres, personajes— en el que se desarrolla la historia. Otros cuentos: El puñal florentino, Misas y comuniones, Hotel Bulnes y El sendero fugitivo. 17. Ignacio Aldecoa (España, 1925-1969) Balada del Manzanares (1959) (50) Ignacio Aldecoa declaró: Yo he visto y veo cómo es la pobre gente de toda España. No adopto una actitud sentimental ni tendenciosa. Lo que me mueve es, sobre todo, el convencimiento de que hay una realidad cruda y tierna a la vez, que está inédita en nuestra literatura. En consecuencia, sus cuentos se centran en la problemática de la gente humilde y sencilla de la sórdida posguerra y refleja, con profunda comprensión, los problemas cotidianos en muy distintos ambientes. El lenguaje empleado se distingue por la precisión, el rigor, la belleza y la expresividad; y queda, al finalizar sus historias un regusto poético, tierno y doloroso a la vez. “Balada de Manzanares” es un cuento muy sencillo, un fragmento de vida de gente corriente y anodina, pero repleto de humanidad y de ternura. Todo es descripción y diálogo. Obsérvese el realismo de situaciones, personajes y lenguaje, en contrate con las descripciones muy literarias. La despedida (1961) (51) A propósito de este cuento escribió la mujer del autor, Josefina R. Aldecoa: “Nunca olvidaré el origen de uno de mis cuentos favoritos, “La despedida”. Viajábamos por la Castilla profunda, en uno de aquellos trenes tristes y lentos de la posguerra. En una pequeña estación, donde el tren paraba un minuto, vimos a una pareja de viejos que se despedían sin palabras. Era un abrazo torpe, apenas un rápido y breve acercamiento. El viejo se separó y miró a la mujer un instante. Ella se secó con el dorso de la mano una lágrima. Él subió al tren y la mujer se quedó en el andén, sola, esperando a que el tren se pusiese en marcha. No volvimos a ver al viejo en ningún momento. Debió de entrar en otro departamento. Pero de esa intensa despedida nació uno de los cuentos más hermosos de Ignacio. Cada vez que lo leíamos nos hacía llorar. En aquellos años llorábamos con la literatura, porque éramos jóvenes. Y creíamos en todo lo que sentíamos. (52) Otros cuentos: Chico de Madrid (cuento largo) y Seguir de pobres. 18. Juan Bosch (República Dominicana, 1909) La Nochebuena de Encarnación Mendoza (1962) (53) Es uno de los grandes relatos de la importante y abundante cuentística hispanoamericana. Pocas veces se ha logrado una tan perfecta ambientación, un desarrollo narrativo tan medido en su intenso dramatismo, y un final tan sobrecogedor como en este cuento de Juan Bosch. Se cumple exactamente lo que el autor dominicano escribió: El cuento debe comenzar interesando al lector. Una vez cogido en ese interés el lector está en manos del cuentista y éste no debe soltarlo nunca. A partir del principio, el cuentista debe ser implacable con el sujeto de su obra; lo conducirá sin piedad hacia el destino que previamente le ha trazado; no le permitirá el menor desvío. (54) 19. Stefan Zweig (Austria, 1881-1942) La estrella sobre el bosque (1904) (55) Una intensa historia de amor y muerte. Un amor no pasional, a distancia, idealizado, que no es conocido por la persona amada, pero que transforma y da sentido a la vida anodina del protagonista. Y la muerte como sacrificio silencioso en aras de ese amor imposible, tan sublime que no puede quedar sin respuesta y misteriosamente, como una extraña sacudida, llega a la mujer amada. Es de notar la extremada belleza formal: la adjetivación, las comparaciones, las metáforas y los símbolos, en fin, el tono acusadamente poético del relato. 20. Varlam Shalámov (Rusia, 1907-1982) La cruz (1959) (56) Este relato se separa de los demás que componen el libro del que está tomado, pues no pertenece a los recuerdos de la terrible experiencia personal del autor, deportado en los campos rusos de trabajos forzados durante los años oscuros del oprobio estalinista. La mirada se amplía en este caso a una historia colateral, aunque situada en el mismo penoso y miserable ambiente de la época de Stalin. Una historia que tiene como temas la pobreza y el amor de dos ancianos, figuras venerables abocadas, en el límite de la supervivencia, a una desesperada solución final, y que está escrita sin ninguna artificiosidad literaria con un estilo simple, terso y directo, pero tan perfectamente medido y trabajado que inunda al lector con un impreciso halo de belleza sólo conseguido en la verdadera literatura. La sombra fecunda de Chéjov planea, con su carga de tristeza, sencillez y humanidad, sobre este admirable relato ruso. 5. A modo de epílogo Hay que hacer leer. La función esencial de los seres humanos es nutrir su inteligencia, y para hacerlo lo más importante es el lenguaje. Leer es romper con la monotonía de nuestro propio discurso, a veces tan empobrecido, llenar de aire nuevo la mente con todo lo que se ha escrito; la literatura es la verdadera joya de la humanidad. Una biblioteca es por eso memoria, diálogo, y luz, un estímulo constante para ejercer la pura alegría de leer. Emilio Lledó Hay algo sustancial que nos une a la narrativa. Quizá sea, como dice Vargas Llosa, porque la novela pone un simulacro de orden en nuestras azarosas y caóticas existencias; porque restaña, por tanto, la herida del vivir, el mal oscuro. Pero no quiero ponerme trascendente: lo que sí sé es que las novelas me han dado muchas vidas. He visitado cientos de mundos, he sido dama victoriana, rey medieval y bucanero. He conocido el odio y el amor, la aventura y el vértigo. Todos tenemos un libro que nos espera, de la misma manera que a todos nos aguarda un amor en algún sitio; la cosa es descubrirlo. Los que no disfrutan con la lectura son aquellos que no han encontrado aún ese libro, esa obra que les atraparía y les dejaría temblorosos y exhaustos, como siempre dejan las grandes pasiones. Rosa Montero Notas 1. Mario Benedetti, Despistes y franquezas, 1989, en Cuentos completos (1947-1994), Madrid, Alfaguara, 1994, pág. 501. 2. Estamos cerca de un autismo que ya va apareciendo en otras sociedades “más adelantadas”, como en Japón. Hikikimoris es un término japonés que significa “encerrarse, confinarse en uno mismo” y se refiere a una epidemia que afecta a un 10% de los muchachos japoneses ultratecnologizados que al crecer dan la espalda a la vida real y se encierran en un mundo virtual que, en casos agudos, les incapacita para salir de sus casas e incluso de sus habitaciones. 3. Daniel Pennac, Como una novela. Barcelona, Anagrama, 1993, pág. 26. 4. Daniel Pennac, o.c., pág. 167. 5. José María Merino, “Escribir narrativa”, en Ficción contínua, Barcelona, Seix Barral, 2004, pág. 158. 6. Una de las muchas versiones modernas del apólogo “Salomón y Azrael, el Ángel de la Muerte”, incluido en el libro Al-Matnawi del autor sufista Yalal al-Din Rumi —s. XIII. 7. Puro Cuento, Nº 16, mayo-junio de 1989, pág. 25. 8. La luna nueva (1903-1904), en Obra escojida, trad. Zenobia Camprubí de Jiménez, Madrid, Aguilar, 1968, págs. 110-111. 9. Flor de santidad (1904-1920), ed. María Paz Díez Taboada, Madrid, Cátedra, 1993, págs. 130-131. 10. Memorias del fuego. I Los nacimientos (1982). Siglo Veintiuno, Madrid, 1991, págs. 41-42. 11. Otro recuento de poemas: 1950-1993, México, Joaquín Mortiz, 1993. 12. Futuros sin futuros, trad. Domingo Santos, Barcelona, Dronte, 1977, pág. 54. 13. El gato de Cheshire (1965). En Cuentos II. Obras completas, Buenos Aires, Corregidor, 1999, pags. 85-86. 14. Los niños tontos (1956), Barcelona, Destino,1978, págs. 73-74. 15. Babelia, Suplemento cultural de El País, 8 de junio de 2002, pág. 11. 16. http://www.sololiteratura.com/den/dengenesis.htm. 17. El grafógrafo, México, Joaquín Mortiz, 1972, págs. 10-11. 18. Seis propuestas para el próximo milenio. Trad. Aurora Bernárdez, Madrid, Siruela, 1989, pág. 46. 19. Historias de cronopios y de famas (1962), Buenos Aires, Minotauro, 1966, págs. 106-107. 20. Los males menores. Madrid, Alfaguara, 1993, págs. 100-101. 21. Quince líneas. Relatos hiperbreves, Barcelona, Círculo Cultural Faroni, Tusquets, 1996, pág. 103. 22. Granos de mostaza, Madrid, EDIU, 2000, pág. 32. 23. El País Semanal, domingo 10 de febrero de 2002. 24. El libro de los abrazos (1989), RBA, Barcelona, 1995, pág. 58. 25. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/corazon.htm. 26. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/barrilde.htm. 27. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/jacobs/wwj.htm. 28. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/maupassa/horla.htm. 29. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/bierce/puente.htm. 30. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/faulkner/rosapara.htm. 31. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/quiroga/deriva.htm. 32. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/quiroga/hombremu.htm. 33. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/isla.htm. 34. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/casatoma.htm. 35. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/nocheboc.htm. 36. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/continui.htm. 37. Crónicas marcianas (1950), trad. Francisco Abelenda, Barcelona, Edhasa, 1975, págs, 214-225. 38. http://www.vaporesdeliciosos.com.ar/cuentos/expedicion.htm. 39. http://www.literatura.us/garciamarquez/siesta.html. 40. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/rulfo/luvina.htm. 41. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/rulfo/diles.htm. 42. http://www.literatura.us/rulfo/perros.html. 43. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/inclan/miedo.htm. 44. http://www.sololiteratura.com/bor/borelfin.htm. 45. http://www.literatura.us/idiomas/ac_tristeza.html. 46. Don Camilo. Un mundo pequeño, trad. Fernando Anselmo, Barcelona, Planeta, 1993, págs. 9-13. 47. Don Camilo. Un mundo pequeño, trad. Fernando Anselmo, Barcelona, Planeta, 1993, págs. 20-26. 48. Despistes y franquezas (1990), en Cuentos completos (1947-1994), Madrid, Alfaguara, 1994, págs. 537-539. 49. Brasas de agosto, Madrid, Alfaguara, 1989, págs. 221-233. 50. Cuentos completos (1949-1969), Madrid, Alfaguara, 1995, págs. 398-402. 51. Cuentos completos (1949-1969), Madrid, Alfaguara, 1995, págs. 534-538. 52. Prólogo a Ignacio Aldecoa, Cuentos completos 1949-1969, Madrid, Alfaguara, 1995, pág. 18. 53. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/bosch/nochebue.htm. 54. “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, en Cuentos escritos en el exilio, Amigo del Hogar, Santo Domingo, 1978, pág. 13. 55. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ale/zweig/estrella.htm. 56. Varlam Shalámov, Relatos de Kolymá, trad. Ricardo San Vicente, Barcelona, Mondadori, 1997, págs. 374-381. ** Miguel Díez R. pazdiez@mi.madritel.es Docente e investigador español (León, 1937). Profesor de literatura española. Ha publicado, además de varios manuales y comentarios de textos, los libros Ramón del Valle-Inclán, Jardín umbrío (Madrid, Espasa-Calpe, 1993), Antología del cuento literario (1985) (Madrid, Alhambra Longman, 2005) y Antología de cuentos e historias mínimas (Madrid, Espasa-Calpe, 2002). También, en colaboración con Paz Díez Tabeada, ha publicado Antología de la poesía española del siglo XX (1991) (Madrid, Istmo, 2004), La memoria de los cuentos. Un viaje por los cuentos populares del mundo (Madrid, Espasa-Calpe, 1998) y Antología comentada de la poesía lírica española (Madrid, Cátedra, 2005). ||||||||||||||||||||||||||||||| LETRAS |||||||||||||||||||||||||||||| *** Mirar a los ojos Yvette Schryer *** Tres poemas Reinaldo Ramírez Méndez *** Monomanía Alejandro Rodríguez Martín *** Poemas Clarisa Caropreso *** Tras el espejo Hebe Leopardi *** Poemas Daniel Beteta Jiménez *** Una pitada Augusto Gayubas *** Las horas Raday Ojeda *** Crónica de una fotografía Francisca Jara Uribe *** Poemas Mara Romero *** El nuevo Aleph Esteban Lijalad *** Poemas Roxana Ghiglino *** Montparnasse Adolfo Marchena *** Tres poemas. Parafraseando a César Vallejo María Rosa Perea *** Mi sesión de sauna Jorge Carmi K. *** Poemas Adolfo Vaccaro === Mirar a los ojos Yvette Schryer ================================== Ya no sabía qué hacer para mantener a su familia. A un tal Julio del barrio, cuando salió a vender gritos y palabras, le fue bastante bien, pero a él, que había tenido gritos en abundancia, hasta las palabras le faltaban ahora. Las había gastado en entrevistas inútiles, en reclamos estériles, en pedidos ahogados dentro de un mar de carpetas idénticas, grises y flacas. El empleado de la oficina de colocaciones decía que su carpeta estaba junto a las otras de la pila, y que cuando llegara su turno sería revisada. Pasaban las semanas y no sucedía nada. La carpeta seguía “esperando turno”. Cuando su pedido y su currículo figuren en la computadora, entonces todo irá más rápido, lo consoló la rubia de informaciones, mirándolo. La chica debía de ser nueva, porque todavía conservaba esa antigua costumbre de los humanos de mirar a los ojos. En la práctica médica, por ejemplo, esa costumbre se está extinguiendo; pocos médicos la recuerdan. Después de todo, ¿qué necesidad tiene el médico de mirar a quien le dice que por la noche siente una opresión en el pecho que le impide respirar y que, cuando por fin consigue arañar el borde de un sueño, las palpitaciones en la garganta lo despiertan de sobresalto? ¿Dónde?, pregunta el profesional sin levantar la vista. Aquí, dice el paciente con la esperanza de haber atrapado su atención y pone un dedo en el hoyito entre las clavículas. El doctor le concede un parpadeo y luego vuelve a martillar el teclado con más brío y se concentra en los movimientos del ratoncito. Sigue una tecla final, más aporreada que las otras y un suspiro. Luego, en un ronroneo, la impresora saca su lengua blanca y ancha que llega húmeda a las manos del paciente. Cuando termine estas píldoras, vuelva, después veremos. Es la misma frase que repiten los empleados: vuelva la semana que viene, después veremos, a lo mejor su currículo ya subió a la computadora. ¡Como si fuera a subir sin la ayuda de nadie! Y mientras, ¿qué comen en casa? A un cierto Gabriel, que vivía en Macondo, se le había ocurrido alquilar sueños, pero él no podía alquilar ni vender los suyos, porque ya no valían nada. Seguía fabricándolos, pero le salían tan oscuros, deformes y complicados que nadie los querría comprar. No poseía nada; ni gritos, ni palabras, ni sueños, ni gestos. Gestos... esos sí que los había agotado. Y pensar que antes los prodigaba a trochemoche. ¡Un verdadero despilfarro! Los intercalaba entre gritos y palabras y de esa manera consumió hasta el último puño enardecido, se le aflojaron los brazos que solía extender a los costados como alas de pajarón desesperado, y el dedo índice... ése hacía rato que se había cansado de indicar. Antes había dicho yooo... apuntando al pecho con orgullo, ahora apenas si señala al empleado de turno con un movimiento amenazador que no asusta a nadie. Cómo podría asustarle, si sus ojos sin expresión no lo ven por estar pegados a la pantalla luminosa. Algo, algo se le tenía que ocurrir hasta que su pedido y su currículo aparecieran en la computadora del departamento de colocaciones. Colocaciones... demasiada locura en una sola palabra. Tomó una decisión. Ya que estaba desprovisto de gritos y de palabras, de gestos y de sueños, no le quedaba otra que pararse mudo e inmóvil en una esquina, con una latita famélica entre los zapatos desahuciados. Si tampoco eso funcionaba, tendría que salir a robar, eso era; robar. Entonces los policías lo mirarían a los ojos, le devolverían los gritos y las palabras y hasta le enseñarían nuevos gestos a sus dedos para que dejaran las impresiones debajo de las fotos; una de perfil y otra de frente mirando a los ojos. ** Yvette Schryer ivets@netvision.net.il Escritora argentina (1932). Reside en Israel desde 1970. Estudió filosofía y letras en Buenos Aires. Publicó en 2003 el libro de cuentos Un ramo de prosas en la editorial Índigo, de París. Madre de 2 y abuela de 6. Habla italiano, francés y hebreo. Imparte en Israel lecciones de castellano y dirige un taller de escritura creativa en castellano. === Tres poemas Reinaldo Ramírez Méndez ============================== *** Lumbre perdida en el ocaso Soy capaz de ver entre velos sombras de fósiles tenues espigas con estelas de flama y testigos insomnes al arpegio del alba. La luz de la ausencia escancia su halo prisionero entre madejas de desamor ansia y espera junto a la niebla que deja entrever rastro de dragones. Vuela duermevela al abrigo de la lluvia esparce sus huellas en el cuenco de deseos sin nombre linaje de escudos al desgaire. Tengo el don para oír en la lejanía toda suerte de silencios gotas de llantos y vapores temerosos sin olvidar la sonrisa de los niños. Ave de antiguos asombros puedo escuchar el paso de los días y cada noche a la vera del sueño rodeo tus senos con albor de ilusión te puedo asir en mi entraña y perderte de nuevo hoja de astros sin pasado lumbre perdida en el ocaso. *** Último testigo en detener su declive En ese lugar paredes gualda mora la última penumbra al recodo del tiempo en campo de gules y tejidos de azur asoma el aire con máscara de escorpión. En la humedad un eco grana y oro detiene su caída ilumina el secreto de abril jolgorio de flor en primavera violeta de azahar amor de celosías hierbas de campos perfume de albricias agua de rosas de Jericó camino de Granada. Trepa a tientas la verja que todo lo guarda muralla de índigos perdidos al socaire de ilusiones sin rostro desata miedos en el éter recorre la estela fucsia en campos sembrados de piedra rompe aristas que te quiebran salta al recuerdo de juegos sin regreso recoge los blancos y odres envuelve las sepias en tules con aromas guardados en cofres donde se aloja el aliento púrpura de aquellos tiempos de vino y aires frutales. Cuando todo se haya ido las palabras cenizas serán materia para la memoria el azul partirá de viaje sólo entre pliegues de sombras quedará el bermejo último testigo en detener su declive. *** El lugar donde habitan los fuegos En el lugar donde habitan los fuegos estremecido por el tiempo en los días de espera siempre como paso de cerrazones huye el brazo anhelante subyace un rastro de voces acompañado de angustias efímeras. Cada vez que la traza del trueno se deja oír en aquel paraje de montes y olvidos todo semeja un péndulo agitado en el centro del cosmos. La hierba crece adosada a la piedra sin lindero suerte de valladar amenazante y un duende con ropaje nuevo tañe el clavicordio de recuerdos desdobla su voz apacible se deja llevar por el torrente de sueños corre hacia el recodo del rumor se estaciona a la orilla se lanza al vuelo recorre el cristal de nieblas esparce aroma de frailejones allá hacia el final del sendero del lugar donde habitan los fuegos. ** Reinaldo Ramírez Méndez reiramm@hotmail.com Escritor venezolano (Caracas, 1947). Abogado egresado de la Universidad de Los Andes (ULA, http://www.ula.ve). Ha realizado estudios superiores de especialización (derecho público), en el Institut International d’Administration Publique de París (http://www.iiap.fr) y doctorado en ciencia política en la Universidad de París II (Francia, http://www.u-paris2.fr). Catedrático de derecho constitucional e introducción a la ciencia política en la Escuela de Derecho de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la ULA, adscrito al Departamento de Derecho Público, unidad académica de la cual ha desempeñado la jefatura. Ha sido jefe de Relaciones Públicas de la Asamblea Legislativa del Estado Mérida (Venezuela), juez (S) del distrito Alberto Adriani del estado Mérida, abogado adjunto de la Procuraduría General del Estado Mérida, secretario de la Municipalidad de Mérida, integrante de la Comisión Redactora de la Constitución del Estado Mérida (1995) y director del Centro de Investigaciones Jurídicas. Se ha desempeñado como colaborador eventual, en las áreas de ciencia política, derecho público e historia del derecho, en distintas publicaciones de su especialidad. Actualmente es integrante de la Sección Legislativa del Consejo Jurídico Asesor de la ULA; directivo de la Asociación de Profesores de la ULA (Apula, seccional Ciencias Jurídicas) y miembro activo de la Sociedad Bolivariana de Venezuela. Están próximos a publicarse un texto suyo sobre el pensamiento jurídico y político de Simón Bolívar, así como un estudio sobre introducción al estudio del derecho municipal venezolano. Relatos y poemas suyos han sido publicados en las revistas Talud, Génesis y Ensayos, de Mérida; Jurídica (revista del Colegio de Abogados del Estado Mérida), en el diario Crítica, de Maracaibo, en las revistas Saeta y Ficticia (http://www.ficticia.com), de México. Ha integrado el jurado calificador para el Premio de Poesía de la Apula y el Premio Municipal de Literatura, auspiciado por el Ayuntamiento de Mérida. Es miembro de la Asociación de Escritores del Estado Mérida (AEM) y del Centro de Estudios y Documentación Sociales (CEDS). === Monomanía Alejandro Rodríguez Martín ============================= Autobuses. El medio de transporte más económico y a su vez el menos utilizado por el ciudadano de a pie. La gente suele preferir la independencia de un vehículo propio, la comodidad, y, sobre todo, la ostentación de poseer un bien material que atraiga las miradas de propios y extraños. No les gusta el hecho de tener que compartir espacio con decenas de desconocidos, no les gusta compartir el mismo aire, y mucho menos que uno de estos “sin nombre” se atreva a entablar conversación con ellos: para algo se introdujeron los equipos de música en los automóviles, para acabar con el incómodo silencio, y para evadirnos de estúpidas conversaciones. Acomódate. Play. Arranca. A muchos no nos queda otra alternativa que usar el autobús para poder desarrollar nuestra rutina diaria. Ya sea porque no disponemos de vehículo, no sabemos conducir, o hayamos recibido una carta de la oficina de Tráfico en la que, con buenos modales y una exquisita educación, nos deniegan la posibilidad de conducir debido a “trastornos psicológicos y motrices”. En todo caso, cada día acabas dentro de una lata de sardinas andante junto con una serie de desconocidos, a cada cual más pintoresco (incluido un servidor). La rutina diaria alcanza su auge cuando compruebas que has cogido el autobús a la misma hora que el día anterior, y que, cómo no, mañana lo cogerás de nuevo en el mismo lugar, a la misma hora, y probablemente con el mismo abrigo puesto que el día anterior. En ese momento te das cuenta de que estás atrapado, y a menos que hagas algo de inmediato, no podrás escapar. En cambio, subes los 4 peldaños que conducen al interior del autobús, le indicas al conductor tu destino (a estas alturas puede que hayas establecido una relación de amistad con él) y te acomodas en el mismo asiento en el que lo has venido haciendo siempre, a menos que hayas llegado tarde y te lo hayan usurpado. Cuando alguien ocupa tu asiento, te sientes enfermo, sientes que han arrebatado una parte de tu ser, podrías pedirle amablemente que se sentase en otro lugar, ya que “ese es tu asiento”, pero claro, en un alarde de originalidad, el usurpador podría replicarte: —¿De verdad es tu asiento? No veo tu nombre por ningún lado... A lo que podrías replicar que mire bien debajo de su culo, donde, escrito a bolígrafo azul bien visible se puede leer: “Busco joven para chuparle toda la polla. Tengo casa. Llámame. 928...”. Podría decirle que sí, que yo soy ese homosexual reprimido que ha escrito semejante “anuncio”, también podría añadir que, ya que estaba, podría hacerle una mamada en mi casa, que podíamos quedar... y en ese preciso momento, el podría lanzarme un puñetazo directo a mi mandíbula, rompérmela, y acabar con esta maldita monotonía. Pero en lugar de eso, le lanzo una mirada cobarde llena de odio, y me acomodo justo detrás suya. Como de costumbre. ** Alejandro Rodríguez Martín darkmachango@hotmail.com Escritor español (Agüimes, Gran Canaria, 1986). Cursa estudios universitarios de turismo. === Poemas Clarisa Caropreso ========================================= Dime niña ven, tómame, ráptame. Seré tu niña eternamente, si haces de mi una mujer. Niño te diré que sí, si me dejas contigo huir. He pintado de colores el alma en tu coche. Me sangran las dudas de muerte del dolor. Dicen que tal vez no murió, quizá tan sólo se fugó. Iré descalza sobre pétalos de rosa. Caminaré... Te hago dueño de mi oxigeno. Me vuelvo para mi dueño, su aire. Me rindo, sin aquellas armas que me hicieron valiente. Ahora soy valiente tan sólo por creer. Me hago fuerte en mi propia debilidad, al dejarme vencer. Dime niña ven, sabes que iré. Tómame de la mano y tan sólo llévame. Mis párpados descansan en ti. Mis manos se ofrecen al cielo como retribución. Me he despojado de mis armaduras y he salido a combatir desnuda. ¡Que llueva!, que ya no pare de llover... Y mi boca te nombra, y mis labios te suspiran. Te pronuncio débilmente, pero de modo convincente. Permíteme habitar tus sueños, que ya tú haces nido en los míos. Me encontraré ahí cada noche contigo. Golpea mi pecho la emoción, me sacude fuerte. Me retumba de manera violenta en el estómago. Sé mi espía, mi guardia de seguridad, mi guía espiritual. Seré tu vigilia en las noches. Seré tu viaje a la luna cuando los sonidos del día en las calles te [atormenten. Tu refugio en el cielo, tu columpio en las estrellas. Tu tiempo afuera del gris. Sólo toma mi mano, y dime niña ven. Tapa mis ojos con vendas, y llévame. Te diré niño ven, dentro de mi vida, ven. Y yo en silencio, me dejaré llevar donde digas. Caminaré.... Con los ojos tapados, con los labios cerrados... Caminaré... === Fuera de mí, lejos... Así te quiero Ausente de mi cuerpo y de mi vida. Carente de recepción a mis caricias. Extraño a mis recuerdos, a mis lamentos. Ausente del cielo que pinté en mi techo, y de los sueños que colgué en mi [ventilador. Fuera del reflejo de mis ojos, y de los lazos que por las noches enredan mi [pelo, Cual pasiones dilatadas y su dosis de reniego. Ajeno a la astucia de mis manos al dibujar sobre mi almohada tu cuerpo. En tratamiento aún mis ánimos de amar. En terapia y exhaustivo control, Mi inocente romanticismo colegial. Lejano de mis caricias ansiosas por pecar, Lejos de mi reincidente manía de errar. Fuera entonces, de todo aquello que me nombre, Te destierro de mis sueños de día, de mis miedos de noche. Te despido, te encomiendo al cielo, si es que te reciben, Sin preguntas ni reproches. Me dedico ahora, a guardar recuerdos en cajones, A cerrar puertas, a olvidar rencores. Lejos te quiero de mis deseos reprimidos, Aun más lejos de mis actos fallidos, y del agua vertida al recordar lo construido. Fuera de mis caudalosos ríos. De las aguas escurridas en mis ojos, Del sudor furioso que desprendía por los poros, al envolvernos la pasión. Te condeno a mi olvido, Por el daño vertido sobre este corazón. Te condeno a lo mismo, A mi mismo dolor. El día que me desterraste de tus sueños, Sin previo aviso ni indemnización. === Tienen memoria mis dedos, Que recorren cada noche tu cuerpo, Cual camino maltrecho. En fantasías, sumidos en sueños. Tienen memoria mis sueños. Que se reciclan en mi cama, Y atraviesan mi ventana golpeando feroces mi pecho. Mi pecho... Mi pecho tampoco se priva de aquella memoria. Cuando recuerda la noche en que te volviste su dueño. En que ejerciste soberbio sobre este vientre tu poder. Se nutre de aquel recuerdo mi piel. Sumisa y tímida se deja vencer. Haz de mí tu voluntad. Tu orden será mi ley. Sólo tengo recuerdos de tu boca. Y de la paranoia que provoca la abstinencia de tu ser. Añoro tanto mi escondite en tus brazos. Que mi memoria corre rauda para estrechar contigo lazos. Se fuga el pasado en puntitas de pie. Me abandona despacio. Y no lo quiero ver. ¡Que salga de mí! ¡Que se digne a huir de una vez! Ya no quiero memoria del pasado distante. Sólo memoria del tacto de tu piel. Resucitan mis sueños. Y escribo mis memorias a la luz de la noche. Es mi dermis mi papel. Afloran por mis poros los recuerdos de este amor Y sus ansias de trascender. === Que se calle la luna, que se calle. Que con sus huellas nocturnas de amores distantes, Me colma de dudas el colchón. Que haga silencio también el sol. Que pretende despabilarme, Con falsas emociones errantes, Que intentan arrebatarle el equilibrio a mi razón. Que no se exprese nadie por hoy. Llevo el corazón por delante y en lista de espera el dolor. Traigo una lágrima colgando de la pupila. Se mecen los anhelos dilatados, en mis retinas. Si tan sólo pudiera respirarle la nuca a la vida... Susurrarle mis sueños, besarle suave el cuello... Dejarle una colección de besos nuevos sobre las heridas. Si pudiera sumergir mis miedos. Remontar bien alto los sueños. Si aprendiera a faltarle el respeto de un modo más sutil a la luz de cada [día. Que hable la luna, que murmure dormida. Simularé que no la oigo. Simularé que ya es de día. Traigo el mismo brillo en los ojos, Que me enseñó a reflejar el sol. Que calle entonces mejor mi razón. Que quede sin palabras mi coherencia. Que me colme de carencias y de dudas, La incongruente pasión. ** Clarisa Caropreso lali230278@hotmail.com Escritora argentina (Buenos Aires, 1978). Es estudiante. Su obra permanece inédita. === Tras el espejo Hebe Leopardi ===================================== Recoges tu cabello con la misma amargura de todos los días. Me miras y con la peineta desdentada te recoges las hebras teñidas. Lavas con esmero cada diente, colocas crema verde en el borde de los ojos, sacas la lengua a eso que te dicen. Te veo. Te acaricias el rostro, el moretón que cada día cubres en silencio. Ensayas una mueca de sonrisa, bajas la mitad de tu panty, la nalga verdosa aparece redonda, perfecta, firme. Una lágrima corre entre los párpados de tu ojo derecho. Tragas. Agarras el tarro de crema, te acaricias con cuidado las piernas. Duele. Gimes un poco. Cierras los ojos. Te sientas en el suelo. Afuera se oye un grito. Hundes la cabeza entre las rodillas. El agua gotea desde el lavamanos. Te levantas, cierras el grifo, secas el piso. Te exfolias la piel del rostro. Entre las sombras ves las pastillas. Desvías la mirada y te enjuagas el rostro. Oyes los gritos. Corres afuera buscando ansiosamente. No hay nadie excepto tú. Te veo regresar, aprecias tu cuerpo, te admiras de tus piernas, esbozas otra mueca de sonrisa, cierras con cuidado la puerta y pones el cerrojo. Te enjuagas la cara, la secas con delicadeza, aplicas crema. Te sientas un momento acariciándote las rodillas. Esperas. Te doblas de dolor. Espero. Al fin te levantas, te bamboleas, vomitas. Te enjuagas la boca. Comienzas a mirar los colores, eliges el verde pálido para disimular la rojez, sonríes con simpatía, aplicas puntitos de base, los extiendes con los dedos tibios. Colocas corrector en las ojeras. Vuelves a sonreír. Te echas unas gotas de colirio y suspiras. Aplicas rubor en las mejillas delgadas, te tocas los labios con algo de sensualidad, te miras. Murmuras algo que no comprendo y te tocas los muslos. Te pones sombras rosas en los párpados, algo de rimmel en las pestañas y un labial intenso. Te tocas los pechos diminutos, te aprietas, te haces daño. Nuevamente te doblas de dolor. Te apoyas en el marco de la puerta. Aprietas los párpados, evitas las lágrimas. Te señalas con el dedo. Te subes los pantalones negros. Te abrochas la blusa blanca. Cierras los puños de las mangas, siempre tan largas. Te miras. Sueltas tu cabello y lo dejas caer sobre las mejillas. Bajas la mirada. Con el dedo escribes sobre mí. Me miras sorprendida, abres la boca, abres los ojos, te ahogas. Te veo, veo al hombre que se acerca, veo tus cabellos rojos brillar bajo el peso de su mano. Veo tus manos estrellarse contra mí. Veo miles de fragmentos de ti y la sangre correr. ** Hebe Leopardi hebelourdes@yahoo.com Escritora venezolana (Ciudad Bolívar, 1979). Reside en Cumaná, Sucre (Venezuela) y cursa estudios de educación, en mención castellano y literatura, en la Universidad de Oriente. Actualmente se encuentran en proceso de publicación su poemario Ecos de rosas quebradas y su libro de cuentos La risa de Dios. === Poemas Daniel Beteta Jiménez ===================================== *** Utilitaria poética Inspiración: Soldado raso que defiende con ráfagas de sal al vate de los desalmados que logran caminar, saborizante de rotarios en celo, almíbar de leones, ilusión casta y triste como virgen en orgía. Letra: Amiga mía, amiga prostituta que vive entre lenguas, vive amalgamada a disputas e incoherencias verbales, nimia y ambigua fusa perpetradora, pobre palabra mía, pobre hetaira. Vocabulario: Lamento de los inmemoriados, columna de mis sílabas, pulidor de frases enmascaradas, pastilla onerosa de los practicantes, clave de sol que viola las hojas, esperanza de mi pasado. Verso: Maldita daga ensoberbeciente que me permite fungir de Aedo, verso taciturno saltando entre las estrellas del abecedario y dando vuelta a la derecha, dos veces a la derecha, rápidamente. Y Poema: Sublime conjunción erecta cimentada por el placer, por el sarcasmo que regala cada verso cuando tiene sexo con las letras, los jueces y las lunas de mis sílabas. *** Para ser leído al ingresar en un establecimiento de comida rápida Recuerda, Vanessa, que si me dieran un verso (que no creo) por cada vez que te pienso, tendría siete de éstos y un poema que —por más extraño que parezca— no hablaría ni de-ti / de-mí ni de alguna aventurilla tramposa, ni de alguna inmaculada coma austera, más bien, éste explicaría, con razones estrictamente teológicas, las ganas en demasía que tengo de recorrer contigo los campos elíseos. (y tratar de morir en el intento) *** Para ser leído en un puesto de rosas Mas le vale al anfitrión pinta-canas fusilar en puntas de pie al vate que jugar ludo sin irse por las ramas y es por quien llora la musa Modigliani alfarera cuando se apoltrona vendiendo poemas en la cuarenta de Bausate y Mesa. Por si fuera poco, hay quienes le ululan de pies-a-cabeza a la muerte tratando de morderse el codo y quitando las espinas más indecentes Quienes, cual marqués de Villaverde que enrocó a cabo suelto su hombría por sentirse “el más urgente” riéguele de prismáticos su melómana poesía. ** Daniel Beteta Jiménez dbeteta14@gmail.com Escritor peruano (Lima, 1988). Estudiante de lingüística y literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú (http://www.pucp.edu.pe). Su obra permanece inédita salvo por algunas publicaciones en la Web. === Una pitada Augusto Gayubas ======================================= Tomó el cigarrillo y se lo llevó a la boca. Sacó el zippo de su bolsillo izquierdo, pero no hizo más que juguetear con él entre sus dedos mientras con la otra mano tomaba el auricular del teléfono, lo colocaba sobre su hombro derecho y tecleaba el número de su amigo Lucas. ... —¿Hola? —¿Lucas? —Sí. —Alberto te habla. —Alberto. Cómo andás, viejo. —Bien. ¿Vos? —Acá. Tirado, jugando a los fichines. Al tiempo que se sentaba sobre la cama, Alberto tomó el auricular con su mano derecha. Encendió el cigarrillo y tiró el zippo sobre la mesita de luz, en la cual rebotó y fue a parar a la alfombra. “¡Puta!”, susurró. —¿Vos en qué andás? —prosiguió Lucas. Alberto dio su segunda, larga pitada. Exhaló. —Tranquilo. Recuperándome. Nadie se había atrevido a mentirle. No era fácil volver a vivir. Nunca es fácil cuando comprendemos que algunos lo dejan, como el cigarrillo; dejan de vivir, dejan este vicio. —¿La negra? —preguntó (forzadamente serio) su amigo. —Suspira y vive... Como todos nosotros. Al menos, por ahora. Quién puede garantizar que un suspiro no sea el último. Quién puede hacerle entender que todos los suspiros están condenados a ser los últimos. Pero también los primeros, y los únicos. La vida, por la vida misma, se vive. La muerte, por la vida misma, se muere. —Todo se arregla, viejo. No tardó en comprender lo estúpido de su afirmación. —No todo, Lucas. La muerte no se arregla. La muerte, no. Quién pudiera borrar esas palabras; pero qué sentido tiene ocultar lo inevitable. Si es la vida ya suficiente sombra y disfraz de lo definitivo. —El sol siempre vuelve a salir —insistió su amigo. De dónde sacaba sus metáforas, sus consuelos tan inútilmente trillados. —Sí, el sol. Qué carajo me importa a mí el sol. Sandra no vuelve a salir; Sandra no vuelve a vivir. Probablemente la negra no fuera tan cruda; al menos, intentaba superar la angustia. Intentaba creer que su hermana estaba viva en otro plano. Su religión se lo permitía. No a Alberto, cuya religión era la vida, es decir, la muerte. —Una pitada, Lucas. Una pitada. Una pitada... —Pará, Sandi. Esperame. Vamos juntos. —Beto: si te espero a vos, llego media hora tarde. —Bancá, bancá. Es el último cigarro. —¿Por qué no te fumás tranquilo tu cigarro mientras yo voy..., y nos encontramos allá? —Sandi, no puedo pagar cuatro mangos por un café y no disfrutar el último cigarro digestivo. Sandra lo miró con tal expresión de reproche, que él aceptó: —Bueno, andá... Yo termino mi cigarro y te alcanzo. Sandra tomó su cartera, se levantó de la silla y se acercó a su hermano. Le dio un beso en la mejilla y se dirigió a la puerta del café diciéndole: —Hasta luego, Beto. Tardá lo que quieras, pero llegá. Beto contestó: —Es una pitada, Sandi. No ganás nada con no esperarme. Pago y te piso los talones. Cuando su hermana salió del café, él tomó un sorbo de agua. Luego, llamó al mozo alzando la mano. Cuando dio su última pitada, vio por la ventana del café cómo su hermana era arrollada por un colectivo 53. —Una pitada, Lucas. Una pitada. ** Augusto Gayubas augustogayubas@yahoo.com.ar Escritor argentino (Buenos Aires, 1980). Cursa estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde es investigador de un proyecto Ubacyt. Ha publicado y traducido artículos de carácter historiográfico para una revista de divulgación y para la Cátedra de Historia Antigua de Oriente de la Facultad de Filosofía y Letras. Es autor de dos radiocuentos ("Sabotaje" y "Crazy Story", ambos de 1997) emitidos en una de las, por entonces, más escuchadas radios de Buenos Aires, hasta que uno de ellos fue censurado por las autoridades de la emisora tras una serie de disputas ajenas al autor. === Las horas Raday Ojeda ============================================ Las horas se tragan a sí mismas cual exiguas inhalaciones de pasión desprovistas profanando el oscurantismo de la sed. Sin ti, el incesto de las agujas muta pecados primigenios y las exhalaciones insatisfechas rehúsan a mojar el carbón de otros labios. Tu ausencia: es la canción de un dios insepulto... Mas, lacerado el polvo, esperándote conservase, aún, la virginidad de los aguaceros. === Temo pronunciarte en mis ganas los movimientos revelan a un macho perfidio. Tú, hembra obscura llevas en los senos sudor y otros ríos. Inquietante jadeas sobre mis miembros. Soporto tu celo cual olor a selva obscura. En mis bolsillos de animal urbano pequeñita tu desnudez se excita en las esquinas. Lamido por tus letargos mojado mi sexo despierta en el humo de la ciudad, anquilosado... Allí, en el frontispicio de tus piernas navega la virilidad de mis líquidos, cópula de macho perfidio y hembra obscura. === La lluvia precipita insomnios. Mis delirios salen a caminar para contarte cabellos y cóleras: cauta sumisión las de mis dedos. Marcharé hacia un monte a construir una casa con olores, enojos y críticas ausencias, la memoria está guindada a media pared. Entre mis brazos y pecho salpican tus labios, evítame el letargo de mirarte lejos. ¡Oh nocturna!... ya todo se parece a ti como gota te cuelas a través del techo rauda bendices mi rostro y te posas a dormir. === Reconozco tus metamorfosis a deshoras, ausente tu rostro se maquilla hurañas maniobras donde raudo se extinguen languidez y pensamiento. Invítame a tus guerras y monotonías ocurriré con cicatrices a blindarte el cuerpo, cada herida o sombra hazlas mías... carece en ti la muerte de remordimientos. ¡Oh nocturna... vuelve con sigilo! retorna y reclama la preñez que de mi reposará en tu vientre. Henos aquí desterrados sin justicia las lágrimas volverán como silencio o río y el desvelo bostezará arropado con los años. === Ocurro a la ciudad de tu destierro soy un simple peatón de este lado de la acera en la esquina próxima hipotéticamente sueño con toparme con tus pasos. Las huellas o sombras y otras de tus pertenencias están tiradas, allí, como escombros del ruido: tómolas para usarlas como reliquias. La buena suerte es un asunto de amor. He llegado entre tarantines y un cafecito de madrugada, eres inocente de lo transeúnte de mi aliento. Pulso los botones de un teléfono público tu voz atiende (...) y a través de la bocina cae sobre el desayuno de tu desnudez, una lágrima a destiempo. === De qué tamaño es el sol que engulliste a mitad de la transpiración del cósmo aligerando las ruinas de la noche. Te busqué en la visibilidad de las esporas y amanecías con los pueblos y sus revoluciones luchando por la multiplicación de los panes. Me hice en ti, uno más de la muchedumbre abyecto y subterráneo me hermané al movimiento... ¡Oh diminutos seres! Menudo fue el alimento de tus manos arremolinados tus dedos se mezclaron con mi fe para urdir la misericordia y el verbo de mi canto. === Temo que bebas mis sombras lastimaríanse las pieles en el descenso oblicuo de la cólera, bajo mis ramas debes venir a balancearte. Soy un arbusto desalado cuyos frutos se los come la ausencia. Las raíces fingen dolores y otras hierbas azules espectros me habitan ensimismado entre la corteza. Acércame tus huellas... ¡Oh nocturna! sin misericordia incéndiame en el responso y ayuna de fe endílgame tus desencuentros. Después de todo, bébete mis sombras a mitad de la garganta llorarás la desmesura de tus inrretornos. ** Raday Ojeda enrebeliones@hotmail.com Poeta venezolano (San Fernando de Apure, 1984). Estudia derecho en el núcleo Apure de la Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA). Textos suyos han aparecido en medios de comunicación de la región. La mayor parte de su obra permanece inédita. === Crónica de una fotografía Francisca Jara Uribe =================== Soy una fotografía; sí, una fotografía tomada a inicios de 1960; sí, una fotografía en blanco y negro, regalada a una niña por su madre y, desde entonces, atesorada entre las páginas de su diario de vida; al interior de éste he tenido la oportunidad de explorar su mundo interno por medio de la escritura, le he visto crecer, día tras día la vi incorporar nuevas palabras en sus páginas, algunas veces triste, otras rebosante de alegría, con el tiempo sin querer me convertí en su confidente, mientras me dejaba a un lado y escribía plasmando en su diario sus hazañas, sus sueños, sus amores, sus desencantos, todo mezclado en una interminable sopa de letras. En mi reverso una inscripción hecha por su madre, con el amor fraternal con que sólo una madre podría hacerlo; recuerdo cuando se la escribió, su mano temblaba, una lágrima resbalaba en su mejilla mientras buscaba las palabras adecuadas para explicarle a su hija lo triste que estaba al dejarla, pero que debía irse por un tiempo largo, tiempo que pasaría con su abuela; recuerdo que apenas terminó de escribirla abordó el barco que la sacaría de la ciudad. Sí, yo la vi desde la ventana, estaba destrozada; un tiempo después llegó Julieta, me miró, me dio vuelta, leyó el mensaje y casi inmediatamente, como si de alguna forma las letras contenidas en mí cobraran vida y desataran automáticamente un cúmulo de emociones en lo mas profundo de su alma, ella lloró, lloraba intensamente, me releía una y otra vez como si aún conservara la esperanza de que todo fuera un sueño, mientras inexorablemente era escoltada a lo que sería su nuevo hogar. Fue entonces cuando me guardó en su diario, y desde ese momento no se separó ni de mí ni del libro, hasta un día, lo recuerdo muy bien, me tomó y me llevó a una pieza oscura y silenciosa, y fue ahí donde pase los 10 años siguientes, mientras el polvo se acumulaba en mi cuerpo. Hasta que al fin un día Julieta regresó, me tomó con extremo cuidado y me miró con ojos profundos e interesados, parecía ya inmersa en una dimensión distinta creada por ella misma, una dimensión donde no existía el tiempo, ni el ayer, ni el presente, ni el futuro, ponen límites a su pensamiento, un mundo en el que reina la imaginación, viaja, en su cabeza pasan los años en un segundo, repite su historia cuantas veces y a la velocidad que desea. Al mirarme ella regresa a esos tiempos en que su madre aún estaba con ella; en mi superficie, la imagen de su familia, en ese entonces todos felices, juntos, alegres, había tanto que esperar de la vida, pero a partir de esa ocasión pasaron tantas cosas; sí, tantas cosas, ahora todo es tan distinto, sin embargo yo sigo intacta, siguen plasmadas en mí sus caras sonrientes, repletas de esperanza, después de todo soy sólo un trozo de tiempo congelado y almacenado para las siguientes generaciones, inmutable en un mísero pedazo de papel fotográfico, absolutamente carente de valor objetivo. Sin embargo, al mirarme Julieta se emociona, revive aquellos tiempos de tal forma, con tal profundidad, que llega incluso a revivir el clima, los sonidos, los olores de esa ocasión, casi puede sentir el roce de la brisa en su piel, y el sol. Puedo ver en sus ojos que en estos momentos para ella soy un vehículo, un puente que une su pasado con el presente, que la une con su madre de una forma profunda y compleja, logrando traspasar las barreras temporales como también lo hacen las palabras escritas con su mano en mi reverso; las letras se ven imperfectas, temblorosas; es justo eso lo que las hace incluso más expresivas, al leerlas Julieta puede imaginarse cómo debió sentirse su madre al escribirlo, de alguna forma ella plasmó su esencia en la caligrafía de aquel mensaje; al leerlo, ella ya no se siente sola. Pero para qué creerme a mí o a tantas como yo, que sirven a las personas para viajar en el tiempo y el espacio, vencer la muerte, etc..., reviviendo sus experiencias a cabalidad, pero por qué no experimentar en carne propia la fuerza que tiene la fotografía, una imagen o la de las palabras o las letras, a esto les digo, ¡pero si ya lo han hecho!, ¿no se han dado cuenta?, ¿quién no se ha conmovido alguna vez, con más o menos intensidad, ante una fotografía o un texto? Y por qué no incluso ir más allá, no sólo las fotografías, sino todas las imágenes que se pueden ver en el vivir cotidiano, y que al verlas provocan algún grado de emoción, o una novela con la cual finalmente el lector ha podido identificarse y empatizar con los protagonistas, incluso más que en la comunicación oral, porque la imagen y la escritura trascienden y no sólo trasciende el mensaje, no sólo trasciende la materia que lo compone sino que trasciende además la propia esencia del autor, nos da información sobre su estado de ánimo al momento de escribir, su personalidad, y por qué no decirlo, ambos son máquinas del tiempo, increíblemente eficientes, que se pueden usar en cualquier momento, sólo se necesita estar dispuesto a soñar... Pero no me crean a mí, después de todo soy sólo una vieja fotografía, sino que vívanlo ustedes, la próxima vez que tengamos la oportunidad de encontrarnos. ** Francisca Jara Uribe ffjara@uc.cl Escritora chilena (Santiago, 1987). Estudiante de la Pontificia Universidad Católica de Chile (http://www.puc.cl), su obra permanece inédita. === Poemas Mara Romero =============================================== *** Poemas de una mujer sola Por supuesto que a Perseo, y su infinito amor... I Mis dedos danzan al viento. mis piernas como abanico aplauden su inquietud. Un tibio mar resbala entre ellas como falso canto de sirenas que terminan convenciendo que ya estás en casa II Punto de cruz, cóncavo desespero por llegar, susurro que invoca el golpe seco que parte, destino cierto que culmina en silencio húmedo vacío de inquietud. III Búsqueda danzante embate de instinto desesperado que rasga mi ansiedad. Táctica, desahogo, destino seco luz que naufraga en la última ventana de mi cuerpo. *** Ayer vino la muerte A las muertas de Juárez, con su voz silenciosa que crece en el huerto de la angustia Ayer vino la muerte, se llevó mis ojos y desprendió mis carnes como anguila quemado respiros; la hierba prendió su verdor, y fui clarividente de mi fin, grito, mi lengua se pudre en silencio. Nadie quiere escuchar. Camino boca abajo, mi piel morena es un camaleón ciego; mis manos buscan respuestas en el fango que llega a mi barbilla; mi boca grita mi nombre dócil, ciega como murciélago condenado a luz. II Mis párpados apagados; no más besos; soy cuerpo resintiendo la podredumbre, mi entierro visto detrás de la ventana entreabierta; destierro arañando mi puerta; golpes de mar tumbando una verdad que no se distingue. Un pelícano merodea mi cuello mientras estrecho la mano de una sombra que me parte y confunde mi último día; con plañideras que desafinan; monaguillos que aprietan mis manos, para dejar pizcas de fe. Es la dolencia de la predicción, indiferencia del mundo ante mi partida, que me hace esperar entre árboles que hablan una lengua inexistente. III Mi corazón transparente respira vientos de tormenta, son los dioses del olimpo que desvelan su furia de olvido en el aire; lluvia homicida que lleva mis brazos remo en un río que ríe de inmenso. Y mis ojos prendidos desprenden flechas, de una figura apocalíptica que duerme a mi lado me hace el amor en pesadillas dejando mi cama húmeda de resentimiento. Mi cuerpo gárgola, mira sin ojos el tiempo, come con recuerdos y deja marcas. Soy noticia que se convierte en arena, grito imaginario, apéndice que señala dolor soy pendiente, deuda por pagar, pena desbalagada en ruinas: yo, incompleta caminando en un campo que asusta de real. *** Tambor lento Camino por viejas calles que aún recuerdan tu paso; tambor lento, sombra salida de urnas funerarias me hacen beber el veneno de tus dudas, invocan santos a quien nadie reza, obligan a refugiarme en el almacén de insomnios donde guardo mis noches, y en un parpadeo, distingo tu imagen borrosa a través de una lágrima; tus caricias se vuelven hierba, vidrio roto que corta mi fe. Nací con las manos marcadas, profecía, indescifrable, mensaje incompleto que cierra de golpe la caja de errores amontonados, y me llevan a un destierro ensayado de ti. Tú, último intento por escapar de mis dobles, mis otros yo que también te siguen resentidos, dependencia que lija el ritual de amores, mal uso de los corazones guardados en los cuerpos del olvido; aquellos restaurados por la esperanza en nuestros encuentros, cuando escarbo tu mundo, resquebrajado remordimiento. Pongo en guardia el sentido; hago polvo la represalia, y tu figura, ahora estatua de llanto, confunde los carruajes dirigidos por ángeles desterrados, que buscan mortales para alimentar su eterna muerte, su vagar por el limbo sideral; aquellos, que como nosotros, sufren raspaduras por sus culpas. Impresionante aparición hace esconderme, buscar un rincón tranquilo, restaurar fisuras, escapar del fango de tu desolación, escuchar mi sangre que cuenta una leyenda desconocida, el olvido historia que me habita desde el día que abrí los ojos, adioses emperrados en la piel que maduran con el paso espíritu y me hacen reconocer tu interior inhabitado. Cumplo la consigna, escucho árboles aun en contra de la risa burla. Ahí, también mi voz te busca, choca con tu pista, descarrila tristezas, me convierte en duermevela de un amor programado, mandamiento que sigo a pesar de mis mareas. ** Mara Romero mara@cob.megared.net.mx Poeta y narradora mexicana (Ciudad Obregón, Sonora). Tiene una licenciatura en turismo y diplomados en mercadotecnia, comunicación y literatura hispánica. Promotora cultural y turística, miembro fundador de la Agrupación para las Bellas Artes (Apalba) y directora de la empresa Promociones Turísticas de Cajeme, Protur; forma parte del taller literario de la Biblioteca Pública Municipal; coordina el Encuentro de Poetas Sonorense en su región y el Festival Cultural Tetabiakte. Es editora de la Guía Turística de Ciudad Obregón y de la Guía de Cuaresma y de la Danza del Venado Yaqui. Ha publicado los poemarios Identidad de vértigo (colección Bakatete Ardiente, Apalba, 2003) y Beethovenianos (colección Instantes, Apalba, 2004) y ha aparecido en las antologías En el camino (Apalba, 1994) y Eco de voces; generación poética de los 70 (Conaculta, 2005; compilación de Juan Carlos Vera). Textos suyos han aparecido en diversas revistas y secciones culturales y turísticas de México. === El nuevo Aleph Esteban Lijalad =================================== No voy a rescribir el cuento de Borges. Todos nosotros, argentinos de clase media, en el bachillerato, leímos alguna vez El Aleph, así como los Cuentos de la selva de Quiroga. No sé si sirven para despertar vocaciones literarias esas lecturas obligadas en las tardes interminables del secundario. Pareciera —a mí me lo parece— que en esas tardes nada se despierta: ningún amor a la ciencia, a la geografía o al francés. Sólo las ganas de escapar, escuchar el timbre del recreo y, sobre todo, el que anunciaba la libertad completa, a las seis de la tarde. Entonces, Cortázar o Borges nos sonaban como partes de esa cárcel incomprensible, ese claustro donde perdíamos las mejores horas del día. Bueno, pero ahora quiero volver a ese viejo recuerdo, al cuento que García leía una y otra vez mientras yo dibujaba caritas en los márgenes de la hoja y López o Mosquera boludeaban en voz baja. Creo recordar —nunca volví a leerlo— que el protagonista de El Aleph estaba enamorado de una que se muere, y que sigue visitando la casa de un amigo común de la señora. El tipo era poeta de barrio, italiano (algo tenía Borges con los italianos, no me lo va a negar: al tano Fabbri —padre facho— siempre le parecía que el fino de Borges despreciaba a los tanos. No sé. Yo como judío no tengo nada contra el escritor; al contrario, recuerdo que Aleph es la primera letra del alfabeto hebreo. Y que don Jorge metía personajes judíos que, extrañamente, no eran pícaros comerciantes como esos del Cid Campeador, que el tipo los engaña: el colmo del piola: cristiano canchero engaña a judíos pícaros... esa fue la verdadera hazaña del Cid y la comete, recuerdo, en el primer capítulo... ja). Bueno, a lo que iba. El pequeño poeta italiano de barrio insiste en competir —ni más ni menos— con Borges y le tira versos insufribles, pedantes, cursis y anticuados. Hasta que le larga el Secreto: su fuente de inspiración está en el sótano. Es un lugar, una esfera que condensa toda la realidad, así como suena. El Todo está ahí, visible desde todos los puntos de vista. Ay ay... ahí hay cosas que el pobre Borges nunca hubiera querido ver: su inmaculada y casta novia muerta, encamada con el tano poetastro, en una visión horrorosa que anula la capacidad del escritor para seguir contando qué maravillas del mundo se veían en el Aleph. Ahí termina el cuento, creo recordar yo: un amargo final. Pero nos quedamos sin más Aleph. Se termina el cuento, el tipo putea porque ve a su amada en plena encamada... y nada más. Pasaron cuarenta años. Borges murió, lo mismo que el tano poeta, con lo cual ese trío, reencontrado en el más allá, no sabe qué ha estado ocurriendo en el más acá. Acá ocurrió Google, por ejemplo. Muy poco poético. Nada que ver con El Aleph, ¿no? Yo como moishe algo inculto, hecho en la calle Juan Be Justo (agencias de autos usados, alguna mesa de dinero, un negocito en galería de barrio para Nancy —mi señora— y los hijos al Schule), digo, tengo que terminar ese cuento inconcluso, ahora que El Aleph existe y se llama www.maps.google.com. Seré inculto, pero tengo ojo y lo que se ve desde ahí arriba es —lo sé— exactamente como Dios ve las cosas, como los ángeles del cielo las observan. Yo, maravillado, con bronca por no haber leído más a Borges, alejado de la literatura en las tediosas sesiones de lectura culta del cole, digo: me faltan las palabras para describir el Todo que se ve desde maps.google. Lo invitaría al Escritor o, al menos, al poetastro para que echen una ojeada por la pantalla y vean, como estoy viendo en este momento, las olas rompiendo en el Cabo de la Buena Esperanza, la playa, las rocas del confín sur de Africa. O como hace un rato, el Kilimanjaro nevado, desde arriba, como Dios ve las cosas, o como los ángeles. Ahora, en mi casa, no en un misterioso sótano de Constitución, sino acá mismo, en mi casa de Paternal veo el suburbio triste de Ciudad del Cabo, casas minúsculas —celestes— con jardines mínimos, pelados: casas de negros pobres. Vi ayer Río desde el cielo, y me pareció que el paraíso estaba ahí, a mis pies: subí la falda del Pan de Azúcar y vi los veleros en la Bahía de Guanabara. Ahí está todo: el agujero que dejaron las Torres Gemelas en la punta de Manhattan; el puente que une Europa y Asia; los barcos llenos de contenedores en el puerto de Buenos Aires; los aviones en la pista del aeropuerto de Estambul; las columnas de Piazza San Marco... no puedo seguir: me faltan las palabras. Invoco a Borges y quizás él me sugiera un final adecuado, como este, quizás: Una noche, muy tarde, después de años de escudriñar cada metro de nuestro planeta, creí ver algo moviéndose. Imposible, porque se trata de fotos satelitales. Sin embargo... Luego, una tarde de verano de 2008, noté cómo se movía un barco cruzando el Bósforo. Fue un segundo o dos. Ahora, en 2020, sigo empeñado en mirar, no hago otra cosa que mirar: conozco casi de memoria la cara de los doce mil millones de personas que habitan la Tierra, veo cada tanto pequeños estallidos, accidentes, naciones que nacen, islas que aparecen de la nada. Y lo sigo extrañando a Borges. No puedo encontrar las palabras para describir lo que veo. Sobre todo, cuando —lo anoto todo ahora— el doce de abril de 2018 me vi a mí mismo mirando El Aleph, en Fragata Sarmiento y Juan Be Justo. Y asesinando, como lo hice, a Nancy. Dios me perdonará: esa ignorante mujer mía insistía en que deje de mirar el Todo, desde el puesto de Dios. La insensata estaba celosa de Él. De Mí. ** Esteban Lijalad estebancl@hotmail.com Escritor argentino (1951). Ha obtenido el 4º premio en un concurso literario en el sitio MisEscritos.com. Ocho cuentos suyos han sido publicados por Badosa.com. === Poemas Roxana Ghiglino =========================================== *** Metáforas Y tú comenzaste a crear metáforas en el inmenso campo de ciudades sitiadas Con tu espalda de miel y atardecer ígneo de rosas y espinas de pescado Atragantando el eco que salía de cada hebra de bambú Tú eras yo devorando el azul, el violeta de las piedras Del verano donde el sol bebía de la luna Y se escuchaban los truenos de libélulas El trueno de mariposas y bueyes donde escapaban las lagartijas de nuestras [manos De nuestras bocas Mientras danzaban los peones del juego de ajedrez Y morían los asnos alados y las sombras La tuya, la mía Entonces les llevábamos crisantemos Al no sentirlas en nuestro cuerpo Porque empezamos a ser fantasmas sin reflejo Sin carne en el rostro Sin carne en las alas Aquéllas que empezaban a salir como muñones de la espalda. Éramos reyes en una tierra de dinosaurios De peces y delfines Cuya risa era menos fuerte que la lluvia Que nuestras miradas de amatista De casa de mariposa, de lirio, de estrella De vástagos que salían de nuestras bocas y nuestros vientres A la hora de enviar a las valquirias hacia la luna De crear castillos de piedra negra De garúa y de extraña melodía Porque nuestras constelaciones eran música Sonata de Mozart, de Chopín O danza de Isadora Duncan Era pintura de Van Gogh, Canción de Sabina Porque tu brazo y mi brazo Tus canas y mis cabellos negros Eran sonido y silencio, Eran guerra santa Y sentía el sabor, el olor de tus pestañas El canto de tus brazos El sonido de tus piernas De tu ombligo rojo El cielo era ver desde tus ojos la tormenta El vacío de las ciudades lejanas De los templos conquistados por Neptuno De las ciudades calcinadas por Alejandro Magno Éramos jinetes que vencían al Cid A las amazonas y al minotauro Con su cuerpo de hombre y toro salvaje Con nuestras espadas de papel Con nuestros cascos de aluminio O nuestras manos de falsos guerreros De niños soñando a ser héroes mitológicos A ser como la estrella que se dilata en la eternidad del rayo. *** Yo tenía que ser Aquella que los dioses eligieron para ser sirena O acaso ángel de tierras imposibles En la eternidad del invierno De la tarde iluminada por estrellas de cal Estrellas de plastilina Y luna de hojas silvestres Nunca y jamás supe ser de piedra De este barro con el que un ciervo hace el olvido Quería jugar a ser la reina del tablero Y caminar sobre cenizas y fuego En una batalla donde dejaba el sudario Y ya no era Penélope sino Medea Era una amazona Una virgen de Vesta O aun mejor... un Odiseo, un Eneas Y dejaba correr la sangre de los lagos La hierba de la floresta en el valle Donde escapaban las cebras Y escuchábamos temblar Al mismo trueno A las olas Al viento demente Y cicatrizaban las horas En nuestro costado herido En la isla donde nuestros sueños Se hicieron castillos de papel Reinos de vidrio Y silencio absoluto. *** Piel de loto Siempre quise escribir para otro desde mis ojos solitarios Desde mi vientre desgarrado por las espinas de las rosas Y contar sobre amores inesperados que dejaban sequía de adioses Y tormentas de sangre o terremotos de hastío Quería quemar los recuerdos como chatarra vencida O quizás como viejos testamentos de tristeza De gritos desesperados y terribles venganzas de dioses griegos Era y no era la niña de las manos de hiel De la boca que sólo escucha silencio Y deja su rastro de arena y ausencia Entre lágrimas que queman al contacto con la piel O las huellas violetas en la playa En el instante lejano de los mundos etéreos Donde el ascensor se desmoronaba en nuestros cuerpos El mío siempre como de criatura absurda Sin entrañas y con las manos al aire Hacia quién sabe qué rincón del planeta Donde se aparean los sonidos de los dientes Y el corazón se dilata como una pupila enorme Entonces sólo dibujamos piedras de mar Y peces de asfalto En el aro infinito de los espejos En el instante mismo de las genuflexiones Y vemos cómo todo es cóncavo u ovalado Cada uña de cristal que araña recuerdos porque veía cómo mi galaxia era simple hiedra Era sólo esteras en medio del polvo milenario De avestruces que se sofocan y agonizan Para que mis ojos se hagan menos dolorosos Y mi garganta menos enferma que de costumbre Porque yo siempre bailé con mis pesadillas Jugando a derrotarlas A quemarlas en las hogueras de la Inquisición Con mis mundos subcutáneos Para quitar la piel que apenas crece Con dificultad en mi otra piel Como cicatrizando llagas azules Infinitas marcas de esclava parida en el desierto Infinitas estacas de vampiros Que se atragantan con su saliva Con aquellas historias que creaba en mi saga Esas que sólo eran fantasía pura. *** La primera vez La primera vez que vi tu cuerpo desnudo Supe que te llenabas los testículos de pétalos de rosa Y quise dibujar entre tus uñas sonidos de agua y crepúsculos de fuego Quise atravesar tu garganta con atardeceres de mayo Y cubrir con cuentos de viajeros nórdicos la fragilidad de tus brazos Porque toda mi lengua era orquídea azulada Todo mi atractivo eran mis pares de medias azules Con los que danzaba en salones imaginarios Para seducir a los condes drácula O a los hombres lobo. Y así tenía que ser Así debía aprender a lamer la miel de las estrellas Toda vestida de hiedra celeste Con los peces azules arrastrándose por mis pechos La eterna constelación de Acuario mostrando sus mejillas verdes sus estrellas de asfalto impecables su voz plateada de pájaros cenicientos como esta tierra de geranios negros de gardenias negras de magnolias negras. La primera vez, tenías nombre de forastero Y no eras el primero pero sí el único Que llenaba mis entrañas de dientes Que acertaba en acariciar el universo de ojos Que había más allá de las pestañas Y del eco en las rodillas saladas Que rozaban las cejas dulces El pelo casi amargo De mis pies enredados en tus corneas. *** Agua de luna Oscura claridad de este canto de mujer delfín Mujer mitad mujer Mitad animal despedazado Y quizás mitad flor carnívora De aquellas que bailan y canturrean Alguna balada de pájaro guerrero De papagayo agridulce De pez poeta Oscura eternidad de planetas devorados Por agujeros negros Por batallas cósmicas Por fuegos lunares De niña ciega De niña que baila y juega con faisanes Con pavos reales de feria Con su eterno reflejo de Narciso Hundido en la profundidad de las rocas Del sonido y del recuerdo. ** Roxana Ghiglino deerosgolfasyreinas@hotmail.com Docente y escritora peruana (1980). Licenciada en educación especialidad lengua y literatura y profesora de inglés. Se licenció con la tesis El fanatismo religioso en la novela total La Guerra del Fin del Mundo. Ha pertenecido a los grupos Disidencia, Taller 1, Elenco de Teatro del INC, Coro Polifónico del INC y otros. Ha publicado en Simoné, Letra Libre, Peripheria, Castillo de Humo y Aspermia, entre otras. Ganadora del primer concurso de relato breve “Identidad Ancashina” organizado por la ONG Vasos Comunicantes con el relato “Camile apesta a rosas” y obtuvo una mención honrosa en los IX Juegos Florales de la Universidad Ricardo Palma (http://www.urp.edu.pe) con “Apenas puedo pedir un mea culpa por tanta malicia escrita en tan pocos versos”. Actualmente es participante activa del INC y dicta cursos vacacionales de inglés y lectura veloz. Mantiene un blog en http://roxanaghiglino.blogia.com. === Montparnasse Adolfo Marchena ===================================== A Henry Miller Todo se detenía en aquel momento. El último tren hacia París partía en el andén cuatro. Intuía que tu miraba lo deseaba. Ciervos en el bosque que se asustan ante el estruendo del primer disparo. Del mismo modo mi escapatoria precisaba de aquel billete que ganaste haciéndome salir de nuestro ático para que un hombre se apropiase de tu cuerpo. Cuántas veces soporté aquellas batallas. Ahora al fin me liberaba de todo. Pasear por la calle, sin dinero en el bolsillo, pasando frío y hambriento, esperando que el movimiento de las vértebras de ese individuo, de todos los individuos, le condujese al éxtasis, para luego conseguir una moneda con que tomarme un café. Todo por unas páginas que las palabras ocupaban, se dispersaban. Mares de adjetivos luego tachados o sustituidos. Tal vez ninguno valiese la pena. Pero ahora me encontraba a punto de partir. Montparnasse. El sueño. Y el deseo de alejarme de ti y de todas tus mentiras. Tal vez lo consiguiese. Los años pesaban en la espalda. Losas de cementerios. Flujos derramados. Odio y ese deseo contenido. Tal vez algún filósofo tuviese la respuesta pero sus libros no bastaban para convencerme. En cierta ocasión hablé con Raimond y me dijo que el deseo es una manifestación del odio acorralado. Le escuché, simplemente. Acorralado, sentirse acorralado es teclear la máquina cuando te han prometido que te van a salvar y te olvidan durante tres días sin calefacción ni comida. Horas en un asiento rígido como la espalda de un muerto. Rostros que te seducen con la presencia de un silogismo. Miradas infantiles, que no han provocado la venganza. Miradas que supuran restos de sangre coagulada. La mía, con el sentido de una promesa que difiere de una tormenta que se aleja. Los postes transcurren ennegrecidos. Farolas parejas a los raíles que forman venas de acero. ¡Qué alegría dejar atrás lo sórdido! Tu propia sombra para crear la nueva sombra. Aunque el sol no cambie. Para qué cambiar si tus pensamientos son rígidos. Vulnerables, tal vez. Oscilantes. En ocasiones. Llegar a París con una maleta, un viejo abrigo y una dirección. Algo tan simple como bucear en una piscina pero tan saludable como nacer de nuevo. Poco dinero y demasiados proyectos. Las calles abarrotadas. Letreros, cafés, sonidos. Mi escaso francés para encontrar Montparnasse y dar con el piso de Jacques. Subir las escaleras. Jacques vivía con su mujer, Alisette, una rumana rolliza, y tenían una habitación alquilada a un pintor joven llamado Demetrius. Mi habitación era pequeña pero lo suficientemente cómoda como para instalar mi máquina y escribir. Alisette cocinaba casi todo el día. El ruido no molestaba demasiado. Y Demetrius pintaba. Parecía algo atontado pero me enseñó buenos bares y cafés donde beber y comer barato y conocer a otros artistas. Jacques aparecía poco, siempre andaba con sus putas. Malibú se prendó de mí pero le dije que estaba harto de las mujeres que mentían, aunque no era cierto. Adoraba a las mujeres mentirosas. Las que me hacían sufrir. Todo ello me hacía escribir mejor. Necesitaba el dolor. Mi dolor era mi palabra. Y Malibú comprendía. Nunca me cobraba. Dejaba que la explorara. De ella me gustaba la expresión de su mirada. Porque nunca sabías lo que pensaba. Jamás. Yo intuía a través de la mirada. Pero ella poseía el poder de la duda, de la contradicción, de no penetrar en su coraza. Sus ojos no eran cortinas, eran serpientes. Eran medusas. Sólo su sexo hablaba. De vez en cuando me invitaba a beber o a comer. Jacques lo sabía y lo permitía. Tal vez me respetase. Comencé a escribir París en el Sena al poco de llegar. La librera Julia Bach ayudaba a escritores como yo. Solíamos charlar de vez en cuando. Ante su pregunta de por qué vine le respondí que mi país me saturaba, que era un país de mentes puritanas. Pero había algo más. Ese algo que todos ocultamos. Y aquí lo encontré, en un lugar de mestizaje donde nos juntamos artistas de todos los países, de todos los continentes. Lenguas e ideas. No era una parodia. Era un subsistir, una metafísica, una realidad que nos conducía a visitar epitafios de poetas antiguos. Una noche se produjo un gran tumulto en casa de Jacques. Demetrius llegó borracho con dos jóvenes. Pretendía que se quedasen a cenar y Jacques no lo consintió. Hubo una gran trifulca y Alisette llamó a la policía. Cuando se presentaron todo se hallaba desparramado por el suelo. Nos detuvieron a todos y pasamos esa noche en comisaría. A mí me soltaron a la mañana siguiente, tras soltar declaración. Una noche sobre un tablón. Olor a orines y el ronquido de un mendigo. Cuando la novela estuvo lista se la llevé a Julia. Tras la lectura me sugirió algunos cambios y se comprometió a publicarla. Era un principio. Pero podía suponer un fin. Para entonces mi nombre ya figuraba en revistas y algún ensayo levantó cierta polémica. Aunque no era nadie conseguí en poco tiempo mucho más que en mi país. Y el fantasma de Betty se había evaporado. Si bien de vez en cuando aparecía flotando en las aguas del río, como un muerto o un tronco. Para celebrarlo me fui a ver a Malibú. Con su vestido rojo y su figura espigada. Un hombre la cortejaba pero al distinguirme lo despachó. Y me acerqué. Sus ojos no me dijeron nada. Alegría, ilusión. Nada. Una campana que suena y no escuchas. Subimos a su cuarto. Se desvistió lentamente. Se lavó y quiso lavarme. Si te van a publicar lo conseguirás, me dijo. Nunca se consigue, le respondí. ¿Acaso no crees que podemos elegir? Anochecía ya cuando salí. No me apetecía volver a casa de Jacques y cenar la siempre igual comida de Alisette. Decidí pasar la noche paseando. Perderme por las calles. Que me asaltasen, que me robasen. ¿No podía elegir? No tenía amor, no tenía dinero, acaso no tuviese fe. Pero tenía la esperanza de que algo acontecería, de que algo iba a suceder. Alcé la mirada y allí estaba la luna. Se podía distinguir, a pesar de todo. Si éramos capaces de contemplar aquello podíamos ser capaces de admitirlo todo. Una noche por delante. ¿Y si fuese la última? Era necesario aprovecharla. Sin duda alguna. ** Adolfo Marchena adomarchena@terra.es Escritor español (Vitoria-Gasteiz, Álava, 1967). Entre 1992 y 1995 codirigió la revista Amilamia y entre 1996 y 1997 funda y dirige la revista Factorum. En 1992 escribió el prólogo de Cadáveres exquisitos y un poema de amor, de Leopoldo María Panero y José Luis Pasarín Aristi (Ediciones Libertarias/Prodhufi; Madrid, 1992). Entre 1997 y 1999 dirigió los programas radiofónicos Tocando el viento (Radio Plasencia Centro) y Peleando a la contra (SER Plasencia). En 1997 organizó el I Encuentro Poético Cultural Amilamia. Ha publicado los poemarios Cartapacios de Lucerna (Ediciones Libertarias/Prodhufi; Madrid, 1992) y Proteo: el yo posible (Ediciones El Sornabique; Salamanca, 1999), y textos suyos han sido incluidos en las antologías Relatario (Talleres de Creación Literaria Fuentetaja; Madrid, 1992), Voces del extremo (IV). Poesía y utopía (Fundación Juan Ramón Jiménez; Moguer, Huelva, 2002) y Asilo (antología de poetas) (Ediciones Sin Retorno; Barcelona, 1999). Ha publicado textos en revistas como Portada, El Ateneo del Norte, Píntalo de Verde, Los Cuadernos del Sornabique, Escribir y Publicar, Poemash, Ficciones y La Botica, entre otras. Su poesía ha sido traducida al alemán, al francés y al árabe. Como artista pictórico ha expuesto en salas de Vitoria, Lejona, Amurrio, Llodio y Plasencia. Mantiene un blog en http://www.lacoctelera.com/marchenaescritor. === Tres poemas =========================================================== === Parafraseando a César Vallejo María Rosa Perea =================== Piedra negra sobre piedra blanca de César Vallejo Me moriré en París con aguacero Un día del cual ya tengo el recuerdo Me moriré en París —y no me corro— Tal vez un jueves, como es hoy, de otoño. *** Blanca gaviota Te presiento. Cercana y mía. Muda el aire las últimas evocaciones desde donde intimaron versos bacantes con hortensias azules y labios de mujer. ¡Arena de olvido no ha de ser mi tierra! Horas desplegadas de silencio y dolor sondean el fragmentado abismo del adiós. Menguante luna enlaza tu destino al mío. En este exilio, gaviota blanca, estoy a tu vuelo entregando mi fe. *** Si pudiese elegir Moriré un día cualquiera, del cual surge ya el recuerdo. El silencio será discreto. No habrá truenos ni llanto. ¡Nadie se enterará! Las nubes me absolverán en sus gotas y borrarán mi nombre de calendarios e historias. Moriría igual... en la sequedad de un día, indiferente, en cualquier lugar. Allí o aquí, ¡qué más da! ¡Nunca será desde lejos si es mi centro el que expirará! Si pudiese elegir... elijo un instante cualquiera el umbral de transparencia cruzar. Devolverle a la lejanía su aquí. En la infinitud del tiempo ¡ya no más nacer y morir! Descubrir la esencia sutil y entender de una buena vez qué es la levedad del Ser. *** No más Ya no quiero jugar más al eterno juego de la eternidad ni mirar atrás o pensar en el después. Bastante es un instante de tonta ingenuidad. Se agota el calor en el lecho. Sólo queda el silencio de mi destino, una ley de amores viejos y esta humanidad que se acaba. ¡Me marcho hacia la nada! Soy un sueño acabado bajo el cielo de París. ** María Rosa Perea mrperea@gmail.com Poeta y narradora argentina-italiana, reside en Buenos Aires. Ha publicado su poesía en los libros Letras en levedad (Dunken, 2006), La gran apuesta (Dunken, 2005), Poetas y narradores contemporáneos (Editorial de los Cuatro Vientos, 2005) y Poetas argentinos contemporáneos (Argenta, 1996). Textos suyos se publican en diversas revistas literarias. === Mi sesión de sauna Jorge Carmi K. ================================ El calor seco anidaba en el sótano de la torre empresarial. Quien no daba la talla era marginado; lo decían bajito y perentorio los muros del lobby enchapados en mármol carrara y filigrana de oro; lo susurraban los soberbios recuadros con los nombres de las empresas, lo aseveraba el piso de mármol ajedrezado en baldosones blanco y negro. Al pisar el pavimento me sentí a punto de ser manipulado pese a que la tarjeta dorada de director de mi corporación me autoriza a pisar fuerte. Ya en el ascensor dediqué, en ráfaga, un pensamiento al único punto negro del magistral diseño. Las líneas externas del arrogante animal inteligente y sus pisos empresariales, eran expeditos y elegantes adaptadas como un traje ejecutivo a los requerimientos de “Esas personas”. Pero el diseño de gimnasio y sauna conformaba un plato de tallarines derramado en recovecos y pasillos encontrados; una anarquía arquitectónica. Hoy mi disposición era positiva, todo sonreía, había cerrado un trato espectacular. Ya en el gimnasio inicié mis ejercicios de soltura y finalicé con los de fuerza controlada; bebí, contra mi habitualidad, el zumo de naranja en solitario, no quería distracciones ese día, hice otro cambio, adelanté el masaje; así dispondría casi para mí solo del lugar; planificaría la reunión del lunes sin inoportunos. Me di tres saunas intercalados por recesos cortos. En cada salida del calor a la galería, observé que se raleaba cada vez más el recinto. Abrí la portezuela de pino para tomar el tercero; restaban tres cofrades en la galería, dos vaciaban su último refresco y el tercero miraba el TV adosado a los pies de su camilla. Estaba vacío el interior de la salita caliente; me tendí de espaldas en sensualidad relajada... ese fin de semana lo haraganearía entero. Cerré los ojos y me gratifiqué con oscuridad total. Pasado un espacio de tiempo indeterminado, desperté desorientado, efecto del cansancio acumulado y el sueño profundo en que caí, supuse, me acerqué al furor, me obligo siempre a saber en qué pie estoy; me apretó un presentimiento inquietante. Tomé una buchada de aire y para convencerme de que todo estaba en orden abrí, tildándome de cobarde, la puerta de comunicación con el gimnasio, buscaba conectarme con la realidad; me recibió una bocanada de oscuridad malévola que reía en silencio ominoso; el primer asomo de angustia golpeó mi plexo y me arrebató el aire, se acongojaron mis pulmones y manoteé como un pato atrapado en petróleo. Mi sentido del humor negro me arrinconó. “Arréglatelas solito, ejecutivo de pacotilla”, oí tres o cuatro alaridos cortos y bajos, era mi risa que se despedía para no retornar, se extinguió rebotando de muro a muro y ya todo fue silencio y miedo; el piso se retiró de mis pies, perdí la noción de ubicuidad, avancé unos pasos gelatinosos con mi cuerpo murmurando miedo y aleteando con ambos brazos buscaba apoyo y piedad, algún punto de contacto, un faro para orientarme en esa negrura negra y que me devolviese mi norte. Sentencié: “Si naufragas en este entorno amistoso, despídete de la cordura cuando caigas en los pasillos laberínticos, te acorralarán sus mezquindades, vomitarás nauseabundo y pegajoso, serás invadido desde tu dentro, no evadirás el correr pringoso sobre tu piel, tu sensibilidad violada llorará, las arcadas vacías te harán gemir en miedo y dará culadas de perro flaco, que es lo que serás en ese momento encerrado entre muros que adivinarás y no tocarás y, de tocarlos, la idea de prisión te tumbará”. Caí desvanecido; en mi delirio era Perseo en el laberinto y lidiaba con el toro descomunal, preferí la pesadilla al silencio y a la nada; abrí los ojos, los cerré, al menos cerrados estaba la fantasía de que al abrirlos pudiere haber retornado la luz; en esa idea delirante los abro y cierro repetidas veces, cobardía infecunda, sólo acumulo más desesperación, ni puedo quitarme la vida y rescatarme de eso maligno, ¿con qué arma? ¿con qué valentía? Imploré a mi manido humor negro, esperé y desesperé, no apareció; impotente arañé en ronchas femeniles mi pecho; sólo desfallecí otro poco, arremetí a ciegas contra el muro para retomar el hilo del laberinto, chocó con mi quijada, olvidado del dolor sin siquiera acariciar la carne doliente posiciono mi mano contra el muro para avanzar cuarta a cuarta con temor de encontrar sólo vacío al siguiente tanteo, pero encuentro el muro, avancé esperanzado de cuarta en cuarta y de sólido en sólido hasta tocar madera, una puerta, ¡dicha de Dios!, la pateé, el pie ya insensible al dolor, y entré con una lucecita de esperanza pero, al cuarto paso dado sin obstáculo, choque contra el ladrillo áspero del fondo, reconocí en espanto que era un cuartucho sin salida; me debatí con la respiración en atraganto, el concreto arañó mi piel, tanteé la puerta, buscaba oscuridad más respirable, sólo había muro, el aire ya no entraba a mis pulmones, un piadoso desvanecimiento acudió en mi rescate, antes de caer en modorra visualicé con terror agónico que despertaría en oscuro y seguiría en lo intangible, y no habría piedad para mí, desorientado, sin saber del arriba, abajo o lado, y sin nadie que me abrazara o diera muerte amistosa, floté ingrávido en mi terror. Me incorporé, ¿cómo sé que me incorporé si carezco de referencia?, grité desaforado. ¡Nada! al extinguirse mis alaridos el silencio retomó el mando; me diluí en temores chiquitos, más malignos que uno solo inmenso que me concedería la ansiada locura, lágrimas quemantes se juntaron en el suelo —lo intuí, no lo vi. Mi saliva caía libre, lloraba sin ruido y vencido. Oleadas de risa enfervorizada en miedo me sacudieron con la agonía de orgasmos sucesivos y ajenos; eso se llevó mi sensatez, rugí, imploré que la locura se apoderase de mi estragado raciocinio. La oscuridad envolvente fue la carcelera de mi pánico y yo su rehén..., en el útero hay menos restricción de movimiento, estás sobreprotegido y no hay vivencias de miedo antiguo, todo allí es juego, novedad y amor. Con puño histérico agité y revolví el aire como si pudiera disolver la oscuridad, mi cabeza inició giros sin control, me pensé epiléptico, un sollozo se abrió paso junto a un líquido que presentí verde y que buscaba salir en cascada repugnante, un vómito gelatinoso voló en trapecio; se achicaba el tiempo que me restaba de coherencia. Presentí que mis pasos fatalmente me confinarían en la covacha sin salida y me encontrarían muerto o perdida la razón en zona inelegante e impropia de mi nivel. Mi voz interior me conminó: “Actúa ya, idiota”; un vaho de animación me refrescó, no estaba solo; y lo que yo precisaba era un dominador que decidiese por mí. Con esfuerzo avancé un paso para reconocer el muro y “marcar terreno” pero trastabillé y me golpeé con el muro que buscaba, había patinado en mi viscoso líquido ahora de olor más invasivo por el tiempo transcurrido. Me palpé la rodilla, le escurría líquido, seguro era sangre, no hedía y era de densidad más sutil que mi vómito pringoso. Un gemido mujeril enmarcado en el silencio emergió en borbotones acongojados; dispersé con mi puño, borracho de miedo, la vorágine de sugerencias de mi imaginación ya al desborde, el sopor y la angustia no cedían, mi impotencia lloró, el tiempo se estancó, intenté dormir, me presioné para convencerme de que al despertar todo brillaría hermosamente. Reí amargo por mi infantilismo absurdo; la respiración se me hizo un bloque sólido, fue difícil procesar el aire tibio. Una imagen recurrente, fiel como mi sombra, me taladraba; “Quedan dos pisos de subterráneo hilados por pasillos estrechos que conducen a puertas cerradas o a cuartuchos vacíos. Una sola es la puerta con posibilidades para ti. El resto es silencio oscuro”. Descubrí que apegándome al piso el aire era un tanto más puro, inútil, al rato sentí la oscuridad fea aposentada en mis lomos. ¿O sería el peso ominoso de mi miedo? Nadie ni nada cambiaría mi sino nefasto. Caí en negro sueño sin esperanza. Inesperada irrumpió una algarabía ajena que invadió mi somnolencia y sedujo mi oído, la gocé ingrávido. ¡Quizás vivía aún! Abrí ojos ansiosos. Falso. Las oleadas de oscuridad permanecían ahí, aplastando un falso renacer, agazapadas las negras panteras del terror, no hubo cambio. Insistieron las llamadas prometedoras; provenían de una puerta cercana, pero yo sabía, eran las brujas mentirosas que sedujeron al ladino Ulises; “No escucharé, moriré solitario y aquí; es mi decisión última”. En convulsión trepidante y reiterativa fui sacado otra vez del sopor. Mi imaginación en giro sin par me abrió escenarios de luces que restallaban en fuego multicolor, cerré los ojos ante tanta alegría, tuve miedo de reabrirlos y verme retornado a la pesadilla. Me dije: “déjalos abiertos, que te ciegue el resplandor bendito”. Me senté y grité hasta que todo fue agotamiento y lasitud. La mágica luz seguía allí. Me acuchilló una certeza: “Algún hado la envió en engaño para luego retornarme a muerte oscura”. Me arrastré, el piso tremolaba, odié la luz traidora que se iría apenas la creyese mía. Vino sólo para destacar la tortura que retornaría en cualquier momento para disolverme en pavor; “Muere, luz” y lloraba; me devolví con furor hacia adentro en busca de la oscuridad que no mentía; en ella encontraría muerte rápida y el fin de mi desdicha. En mi urgencia desatinada equivoqué la ruta y choqué con la puerta estrecha —dique entre mi actual realidad lóbrega y la mentirosa fantasía— la que, desvencijada, cedió abriéndose al paraíso de esplendor inimaginado. Desaforado salí a espacio libre, borracho con el aire que mi boca succionaba como guagua agarrada a su teta y mis ojos buceando en la luz. Gimiendo me aferré a un poste; oí a una niña de unos quince que le decía a su amiga, “Tanto vigilarnos a que no bebamos una cerveza inocente y dejan a estos sucios lucir a media mañana su asquerosidad”. Y le creí porque se detuvo, dio dos arcadas de asco y reinició su camino, alcancé a admirar la vibración de su indignado trasero antes de perderme en miserable lástima de mí mismo en un espasmo último y sin soltar a mi protector, el poste de luz apagado y sin función en esa luminosidad regalo del creador. ** Jorge Carmi K. jck@vtr.net Escritor chileno (Viña del Mar, 1935). Economista. Hoy retirado de los negocios, fue empresario en el ramo de la construcción civil. Es escritor autodidacta y relatos suyos han sido publicados en Proyecto Sherezade (http://home.cc.umanitoba.ca/~fernand4), Palabras Malditas (http://www.palabrasmalditas.net) y YoEscribo.com. En la década de los 50 ganó dos concursos nacionales de relatos. === Poemas Adolfo Vaccaro ============================================ *** Amando el cielo Sobre arena blanca pisaba su huella en días de niño abierto al pudor, vestía mi ensueño la secreta boca aspirando cielo de fresco arrebol. Mientras su mirada se hacía horizonte tornándome árbol seguía el andar de un vano deseo, guía de promesas tramaba el misterio desde el más allá. Los días volcaron sólo su presencia, mi juego ignoraba el rol principal buscando por mar su esencia dejada en cada mañana que la viera entrar. Vértigo inocente, palpitar intenso que nunca entendiera la noche final sujeta en su rostro con alas de luna, montando la espuma no volvió jamás. *** Cancelación por falta de pago Cuando deserte la vida de mi cuerpo y dirima el tiempo su contienda dando razón al sepia en esa foto esgrimiendo la fosa de qué somos, el pájaro vendrá a los yuyales donde recala el germen del olvido. Seré silencio, prodigando ausencia el mismo que sostiene acantilados, sumergiendo mis pies en otras vidas que erosionen la fusión que ha huido en levante bipolar y en el ocaso, mientras grita el viento sus confines. La ciega parte emergerá de pena desvanecida en sueños sin sentido, nuevos pasos empolvarán el fuimos con su verbo de resto devorado, y una mano extraerá bajo madera los restos caducados por no pago. *** La casa La casa se vuelve menuda cuando tu paso la acaricia, siguiendo el trayecto de la inquieta sombra, llenando paredes con luz fraccionada. Nuestro hogar es perfecto poliedro de libertad, sujeto al quehacer y la palabra. Una mirada tendida de verde nos devuelve el patio remansando la tarde. Nuestro nidal teje su manantial de sones, dando sentido al oír cuando el silencio aborda un piano, mientras Lerner irredenta su minuto. Nuestro sitio se llena de ideas recreando la belleza del postergado arreglo, esa fórmula que habita el diseño compartido. Y aunque nunca llegue, la pertenencia supera la vigencia del mañana, por saber que el hoy es nuestro día y esta vida la plenitud de amarnos. *** La playa En el prado superior, húmeda boca, vuélvese ávida su nostalgia de besos, sucumbiendo airosa la fuente del recuerdo, vislumbre y oquedal de antiguas voces. Vívido pedestal de suave mano, acariciando acuosa su adiós surgente, anticipado ocaso en ruta del naciente donde estrangula el paso tu regazo. En un violín perplejo de silencio se ahueca la razón de esta vigencia trasponiendo ausencias sin relieve, palpitando su muerte de esperanza. Sobre un monte de alpaca, tu saliva, cerca de fin, remanso y entereza, es Poseidón que envuelve de agonía a los sedientos poros de la arena. Regurgitando ondinas y nereidas al compás misterioso de un deseo, encuentran en la cresta más lejana unos ojos observando mi desvelo. Y el frío viento, suspiro avasallante, sumerge en bruma el labio vítreo, marea que anticipa su destierro cuando la playa de espaldas me devuelva. *** Primavera Mariposas... papelitos de vida que esgrimen los paisajes con sus colchones de lumínicas corolas, donde reposa el sueño del celeste. Vilanos que el viento mece llevando el canto filamentoso de la tierra, cuando el susurro ingresa a la voz del viento, colmando en gris la nobleza de una nube. Manantial de saltos promete el aguacero que teñirá el verdor sediento en primavera. Tus ojos dormirán en aleteo de paloma, mientras los míos vestirán tu cuerpo de mirada. *** Pachamama Por saberme zahorí viví debajo de las calles, Soy nutriente de los valles, Mandante de pies y mundo De agobiados e iracundos, De alegrías y de achares. Soy suburbio de la puna Eclipsada por la arena, Del poeta soy la vena Inspiradora de versos Y el restañado reverso Del tiempo que te condena. Logré ver al Partenón Deponiendo su cabeza, Babilonia ¡Qué belleza! Destinando la antesala Y el corcel con su mirada Resignando su entereza. Llegaron desde mi abajo Para colmarme de estrellas Esta locura tan bella De un centro abierto a destajo Y es la siembra que abarajo Para continuarme en ella. Mis noches fueron marrones Con olor a humus negro, Soy raíces del enebro, Del sauce, del rosedal Y un silencio mundanal Que me reúne en tu ruego. Mis riquezas son la inmóvil Trascendencia de mi cuerpo, bañados, lagos, lagunas Y amparo de las cañadas Deslizando madrugadas Como misteriosas runas. Tengo en mi seno abismal Al faro de Alejandría, Sangre y oro de porfía Arrojadas en gran foso A Rodas y su Coloso Y a la Atlántida perdida. Sostengo los cementerios Como un vigía de muertos Rogando por el entuerto De esos seres olvidados, Soy censor de los callados Que protegen desaciertos. Soy el mástil que sostiene Por la base a su bandera, El que conoce la entrega De la simiente fecunda, Un nido de marabunta Y el control de la caldera. Soy la luna del corsario Que sucumbió en su galeón, El pie del triste fogón Que hace el gaucho solitario, Soy temblor y diccionario De la cruda sinrazón. De mí conoce el mapuche, Las serpientes y las hienas Y en noche de luna llena, Si alguien quiere que me escuche Pues sacaré de mi buche Todo el dolor de mis penas. Idioma soy de ese indio Que me llamó Pachamama, De los huesos soy la cama, Lamento del que comprenda, La cobija de la hembra Y la aridez hecha llama. Soy la tierra millonaria De añares sobre mi capa, El diseño de tu mapa, Estigma de lo geológico, Un maestro cruel y lógico Que a la inconciencia le escapa. Si te mueres seré polvo A pesar de tu egoísmo Mas, siempre valdrá lo mismo Aunque perezcan los hombres Por más que arranques mi nombre, No podrás con su atavismo. ** Adolfo M. Vaccaro amv@fibertel.com.ar Escritor argentino (Buenos Aires). Inició estudios de licenciatura en administración de empresas. Durante el gobierno de facto del general Juan Carlos Onganía se relacionó con intelectuales de diferentes tendencias ideológicas, muchos de los cuales desaparecerían durante la dictadura del general Rafael Videla. Entre 1973 y 1980 residió en Perú, donde desarrolló actividades artísticas, animando y actuando en cafés concert, teatros y eventos culturales y participando, también, en diversos concursos literarios. Ha publicado Para leer con los cinco sentidos y el sentido común y Otra mirada hacia el amor. Su poema “Morir” ganó el concurso “Tanatología 2004 org”. Ha sido conductor de los programas Sentimientos en FM 90.9 Luna Marina (1999) y La sombra de tu sonrisa, en 88 FM y FM 104.5 Radio Instituto (2000). Participa, además, en distintos certámenes y páginas literarias de habla castellana, como también en medios radiales y gráficos de distintas nacionalidades. Tiene una página personal en http://www.adolfovaccaro.com.ar. ||||||||||||||||||||||||||| POST SCRIPTUM ||||||||||||||||||||||||||| “¿Existen o deben existir, realmente, dicciones admisibles y términos que no lo son? En el probable —y nada científico— supuesto de una respuesta afirmativa, ¿quién es, en saludable derecho, el encargado de deslindar la frontera entre unas y otros?: ¿la Academia, que regula la lengua y la encauza?, ¿los escritores, que la fijan y autorizan?, ¿el pueblo, entre la que nace y se vivifica? De otra parte: ¿qué destino debe darse a las palabras condenadas?, ¿por cuáles otras han de ser sustituidas?, ¿qué garantía de permanencia podrán brindarnos, y qué garantía de legitimidad podremos exigir a las palabras que hayan de suceder a las rechazadas?”. Camilo José Cela, “Teoría de la lengua”. En: Los vasos comunicantes (1981). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviarnos algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. Usted puede verlas en el Web en http://www.letralia.com/tierradeletras/publicar.htm. 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