~~~~~~~~~~~~~~~ Año XII Cagua, Venezuela Nº 171 ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ http://www.letralia.com ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ 3 de septiembre de 2007 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras, es ~~~~~~~~~~~ la revista de los escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos en Internet. ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a info@letralia.com ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ ISSN: 1856-7983 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ === Sumario =============================================================== | “Cardenal y la farándula”, Jorge Gómez Jiménez. | Editorial | Literatura los jueves. / Lauro, recordado. / Seminario | Breves del Polo. / Escritores ante el psicólogo. / Del cuento | al cortometraje. / Creadoras indígenas. / Jugar y | llorar. / Calva y cantante. / Los libros de Evelyne. / | Machado bilingüe. | | Falleció el escritor español Leopoldo Rodríguez Alcalde. | Noticias / Francisco Arévalo gana el IV Concurso “Alarico Gómez”. | / Ernesto Cardenal denuncia “campaña de desprestigio” en | su contra. / Robados documentos antiguos de la | Biblioteca Nacional de España. / Rosa Regàs renuncia a | la dirección de Biblioteca Nacional de España. / Premio | Rulfo mantendrá este año denominación “FIL de | Literatura”. / Falleció el escritor español Francisco | Umbral. / Exponen obra de Julio Ruelas, el pintor que | ilustró poesía de Darío. / Herido el poeta Raúl Zurita | durante protestas en Santiago. / Cuba y Venezuela | crearán Premios Alba en Artes y Literatura. / Fernando | del Paso obtiene el Premio FIL 2007. / Abren en Colombia | Maestría en Escrituras Creativas. / Encuentro Kipus | reunirá en Ecuador a revistas literarias andinas. / En | Bienal de Brasil homenajearán a García Márquez y | Suassuna. / Realizan en Bogotá talleres de creación | colectiva. / Festival Latinoamericano de la Clase Obrera | celebrarán en Cochabamba. / Estudiantes peruanos de | literatura se reunirán en diciembre. / Homenajearán en | Lima a Gabriel García Márquez. / Mutis y el Gabo | encabezarán delegación de Colombia en Guadalajara. / Se | internacionaliza el premio Copé. | | “Ensayo breve de La Habana grande”, Julio Pino Miyar. / | Artículos y “La fuerza del nadador”, Andrés A. Ugueruaga. / “El | reportajes último viaje de Ernest Hemingway a España”, Ramón | Fernández Palmeral. / “Jueves en Kamakura”, Roberto | Bennett. / “La tercera parte del Martín Fierro”, | Fernando Sorrentino. / “Delito por bailar el chachachá. | Música popular y literatura”, Alaíde Collins. / “Borges, | ciego iluminado”, Leopoldo de Quevedo y Monroy. | | “Gabriel Jiménez Emán: Soy un fabulador y un artesano de | Entrevistas las palabras”, Alberto José Pérez. / “Gloria Dolande, | precisa y sintética: ‘Estoy en la línea que divide la | poesía con la narrativa’ ”, Rafael Ortega. | | “San Manuel Bueno, mártir, y la filosofía del vivir”, | Sala de ensayo Andrea Naranjo-Merino. / “El Colegio Invisible: ‘En | palabras de nadie’ ”, Miguel A. Schmucke P. | | “Dinosaurios”, Isabel Moure Álvarez. / Cinco poemas de | Letras Dolores Torres Bañuls. / “Gritaba y gritaba”, Pablo | Mendieta Paz. / Tres poemas de Miguel Ildefonso. / | Cuatro cuentos de Carlos de la Hoz Albor. / Poemas de | Graciela Wencelblat. / “Cuando sea pequeña...”, María | Dolores Torres Salas. / Tres poemas de Gerardo Almada. / | “Minueto”, Ángel Ruiz Cediel. / Tres poemas de Vivian | Ximena Rodríguez Lozano. / “La plaza de los poetas”, | José Álvaro Cálix Rodríguez. / Poemas de Mario Molfino. | / “Misión Alfa”, Rocío de Juan Romero. / Poemas de | Eugenia Coiro. / Tres relatos de Nohemí Hinojosa Rivera. | / “Facetas descriptivas —Entre vicios y emociones | acuciantes—”, Rafael Pérez Ortolá. | | “Gente rara”, Leonardo Rossiello. | El regreso | del caracol | Ana Nuño. | Post Scriptum | =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753 =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Premio Key Site Award, de Fortress Design, en mayo de 1999 http://www.fortressdesign.com =========================================================================== Premio a la Excelencia, de Exodus Ltd., en mayo de 1999 http://www.exodusltd.com =========================================================================== Premio Mejor Página de Poesía, de La Blinda Rosada, en julio de 1999 http://blindarosada.org.ar =========================================================================== Segundo lugar en los premios Lo Mejor de Punto Com, diciembre de 2004 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Lo Mejor de Punto Com, octubre de 2005 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2006, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Para suscribirse a Letralia, envíe un mensaje vacío a: letralia-subscribe@gruposyahoo.com Para desuscribirse, envíe un mensaje vacío a: letralia-unsubscribe@gruposyahoo.com También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.letralia.com/herramientas/listas.htm Ediciones anteriores: http://www.letralia.com/tierradeletras/archivo.htm ||||||||||||||||||||||||||||| EDITORIAL ||||||||||||||||||||||||||| === Cardenal y la farándula Jorge Gómez Jiménez ====================== El camino al premio Nobel de Literatura suele tener una superficie borrosa, dada la rigurosa confidencialidad con que está pavimentado el procedimiento que sigue la Academia Sueca para escoger al ganador. Si bien en cada edición de este premio —tan codiciado como desdeñado de acuerdo a la perspectiva del observador— se hace pública una lista de posibles ganadores que con frecuencia incluye el nombre de quien termina recibiéndolo, lo cierto es que no existe una manera de prever con exactitud lo que pasa por las mentes de los académicos al momento de revisar las más de trescientas nominaciones con que se inicia el proceso, descrito por cierto hace un año, en nuestra edición 149, por la escritora Lilian Fernández Hall (http://www.letralia.com/149/articulo01.htm). Pese a lo que uno pudiera esperar, este halo de misterio no impide que las agencias de noticias armen alharacas innecesarias cada vez que se conoce de una nominación. Si una institución desliza ante la prensa que ha postulado a alguien al premio Nobel de Literatura o a cualquiera de las otras categorías, los medios hacen de esto la gran noticia. Lo cierto es que la postulación por sí misma no implica en modo alguno un tipo especial de mérito por parte del postulado, más allá del que le atribuya la institución que haya propuesto su nombre. Ergo, la nominación de alguien no es exactamente una noticia sino, apenas, una curiosidad: un evento del ámbito de la farándula, más que del académico. Por supuesto, lo que hace que tales “noticias” adquieran tal interés artificial es la ignorancia general respecto al verdadero peso de una postulación. De unos 350 nominados al iniciarse el proceso en febrero de cada año, el Comité del Nobel emitirá una lista final en la que no entran más de veinte nombres. Si el público estuviera consciente de las mínimas posibilidades reales que bajo estas circunstancias tiene la mayoría de las postulaciones, la noticia terminaría desinflándose irremediablemente. Un caso reciente es el revuelo que ha causado la supuesta “denuncia” que el escritor nicaragüense Ernesto Cardenal ha hecho, al lanzar a los medios de su país —y del mundo, al servirse de las agencias de noticias como cajas de resonancia— una carta abierta en la que se ve “en la penosa obligación” de afirmar que el presidente Daniel Ortega, y su esposa la poeta Rosario Murillo, han emprendido una “campaña de desprestigio” para minimizar sus posibilidades de ganar el Nobel. Es conocida la historia de la relación entre Cardenal y Ortega. En los años 80, el sacerdote trapense formó parte del gobierno revolucionario como ministro de Cultura, por lo que fue severamente amonestado en 1983 por el papa Juan Pablo II. Años después, en desacuerdo con el rumbo que Ortega le dio al FSLN, se convirtió en uno de sus más agrios críticos. En la carta abierta publicada recientemente, Cardenal afirma que, por haberse convertido en su adversario, Ortega y su esposa “han decidido parar esta iniciativa”, refiriéndose a su postulación al Nobel, como si “parar” una iniciativa de este tipo le correspondiera a algún ente externo a la Academia Sueca. Cardenal fue propuesto por la Academia Nicaragüense de la Lengua, que es una de las entidades autorizadas para este tipo de postulaciones. Otras entidades son, como explicaba Fernández Hall en su trabajo de hace un año, “los mismos miembros de la Academia, escritores que anteriormente hayan sido galardonados con el Premio Nobel de Literatura, profesores universitarios de literatura o lenguas de cualquier universidad o instituto superior de cualquier parte del mundo y presidentes de las respectivas organizaciones que agrupan a los escritores de un país”. Hay dos detalles que le dan a este episodio ribetes tristemente cómicos. Por un lado, la difusa certeza con la que Cardenal anuncia la existencia de una campaña. “Me ha llegado la información”, dice el sacerdote poeta sin aportar mayores datos, y sobre esa base tan quebradiza acusa a Ortega y a su esposa de tener a su disposición todos los juzgados e instancias judiciales para presentar “falsas evidencias y falsos testigos y falsas pruebas”, aunque no aclara de qué. Por el otro, habiendo hecho su denuncia hace ya casi dos semanas, no se ha producido la famosa campaña ni tan siquiera respuesta alguna por parte del gobierno nicaragüense. En cualquier caso, el octogenario escritor parece olvidar, o ignorar —aunque esto lo dudamos—, que a estas alturas del proceso ya su nombre tiene definido el destino en la carrera por el Nobel: o ya fue eliminado de la lista de autores con posibilidades reales, o está siendo estudiado seriamente por los académicos. En una u otra eventualidad, la supuesta “campaña de desprestigio” poco podrá influir en la decisión final. Pareciera que su interés, que se muestra desmesurado, por el premio Nobel —más allá de que tenga o no los méritos para obtenerlo—, le ha hecho caer en la tentación de ese pecado capital que es la vanidad. Jorge Gómez Jiménez, editor http://www.letralia.com/jgomez ||||||||||||||||||||||||||||||| BREVES |||||||||||||||||||||||||||||| Literatura los jueves. El Centro Universitario del Sur (CUSur), a través de Casa del Arte “Dr. Vicente Preciado Zacarías”, inició este 30 de agosto el ciclo Jueves literarios, que tiene el propósito de establecer un programa permanente de actividades literarias de calidad en Ciudad Guzmán (Jalisco, México), y de esta manera fortalecer la rica tradición cultural de la región. Las próximas actividades son el 6 de septiembre, cuando se presentará la revista Luvina, de la Universidad de Guadalajara; el día 13 está por confirmar el programa; el día 20, presentación de la revista InterPREtextos, de la Universidad de Colima, y el 27, lectura del escritor Alfredo Cortés. http://www.cusur.udg.mx/portal Lauro, recordado. Este miércoles 5 a las 8 de la noche se bautizará, en la Sala de Teatro 1 de la Casa de Rómulo Gallegos, una rica colección de música con piezas del reconocido compositor y maestro de la guitarra Antonio Lauro (1917-1986), en el marco de los actos que la Asociación Venezolana de Intérpretes y Productores de Fonogramas (Avinpro) viene realizando con motivo de los 90 años del nacimiento del insigne artista venezolano. Esta producción discográfica, que tendrá como padrino al maestro Inocente Carreño, fue realizada por Nelly Carvajal de Lauro, y en ella participan los más destacados guitarristas venezolanos, con un repertorio de canciones que constituyen gran parte de la vida musical de este artista de fama universal. En el concierto participarán los celebrados guitarristas venezolanos Mélida Palacios, Rómulo Lazarde, José Luis Presa, Hugo Zuleta, Ignacio Ornes y Rubén Riera, tras lo cual habrá un brindis a los medios de comunicación social e invitados especiales. http://www.avinpro.com Seminario del Polo. Este 5 de septiembre el Polo Educativo Pilar celebrará en Buenos Aires un Seminario de Literatura Infantil y Juvenil en el Instituto Verbo Divino (Tratado del Pilar y Ruta Panamericana, Ramal Pilar) destinado a docentes, bibliotecarios, directivos y supervisores de nivel Inicial, EPB y ESB. La actividad se iniciará a las 9 de la mañana con la presentación de la mesa central, donde se establecerán los criterios para la selección de literatura infantil y juvenil. A las 10:45 comenzarán los distintos talleres, dictados por Alicia Salvi, Liliana Cimetto, Laura Giussani, Andrea Cordobés y Andrea Baronzini: Proyectos Institucionales de Lectura, Planes de Escritura en el Aula y Narración Oral. Los aspectos a abordar serán: proceso creativo, herramientas para el abordaje de actividades LIJ en las escuelas, orientación sobre la selección de materiales de LIJ y propuestas áulicas a partir de la literatura. El seminario es gratuito y la inscripción debe hacerse anticipadamente por correo electrónico escribiendo a cursos@poloeducativo.com.ar. Se entregará material y certificado de asistencia. http://www.poloeducativopilar.com.ar Escritores ante el psicólogo. Como parte del ciclo “Psicología y literatura”, entre el 6 de septiembre y el 25 de octubre un grupo de especialistas en psicología entrevistará a los escritores mexicanos Rosa Beltrán, Gonzalo Celorio, Ignacio Padilla, Rosa Nissán y Xavier Velasco, en el auditorio “Luis Lara Tapia” de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam). La finalidad del ciclo consiste en promover la lectura de la narrativa contemporánea mexicana entre los estudiantes, así como profundizar en la relación entre la obra literaria y esa disciplina social. http://tinyurl.com/27s2ep Del cuento al cortometraje. Hasta este 7 de septiembre hay oportunidad de inscribirse en el taller de adaptación cinematográfica “Del cuento al cortometraje”, que se dictará en la Universidad Central de Colombia del 17 de septiembre al 3 de diciembre. El objetivo del taller, que durará 60 horas y se dictará los lunes y miércoles de 6 de la tarde a 9 de la noche, es proporcionar a sus participantes un método teórico-práctico para la adaptación del cuento literario a guión de cortometraje. Los interesados deberán entregar un texto de ficción en prosa (cuento, fragmento de novela, testimonio, crónica o poesía en prosa), además de llenar el formulario de inscripción y adjuntar una foto, y asistir a una entrevista personal que se realizará entre el 10 y el 11 de septiembre entre las 6 de la tarde y las 8 de la noche. La inscripción no tiene costo alguno, pero los aspirantes que queden admitidos deberán pagar una matrícula que oscilará de 550 a 650 pesos. humanidades@ucentral.edu.co Creadoras indígenas. Entre el 7 y el 9 de septiembre se llevará a cabo el Segundo Encuentro de Mujeres de la Luna Nueva, Creadoras Indígenas en el Arte Veracruzano, evento que organiza el Instituto Veracruzano de Cultura (Ivec) y que tendrá lugar en el Centro Cultural Los Lagos, en Xalapa, Veracruz (México). Las mujeres de distintos pueblos originarios del estado de Veracruz mostrarán lo que producen y recrean con la utilización de técnicas ancestrales o con nuevos procesos y diseños, siempre con respeto a su sistema de creencias, mitos y formas de pensamiento. La inauguración e inicio del programa musical y literario será el viernes 7 de septiembre, mientras que el día 8 tendrán a lugar los talleres de literatura indígena y producción radiofónica, un encuentro de artesanas e intercambio de experiencias de escritoras. Asimismo, habrá una muestra de las expresiones de las Mujeres de la Luna Nueva en música, canto, teatro y poesía, y se hará un reconocimiento a la artesana Leocadia Cruz Gómez, ganadora en 2006 del Premio Nacional de Arte, entre otras actividades. Al tercer día continuarán los talleres de literatura y radio y se clausurará el encuentro con actividades musicales y poesía. También habrá una exposición colectiva de pintura, expoventa de artesanías y consultas de medicina tradicional. http://www.ivec.gob.mx Jugar y llorar. Hasta el 20 de septiembre es posible visitar la exposición fotográfica “Jugamos, lloramos...”, de la artista argentina Moira Antonello, en el Pop Hotel “Boquitas Pintadas” (Estados Unidos 1393, Buenos Aires). Las fotografías son el resultado de una performance y se basan en la exaltación de un detalle corporal arrancado de su contexto, transformando en ambiguo el gesto que retrata. La ausencia de una codificación similar desestima toda interpretación concreta, permitiendo a los gestos debatirse entre el erotismo y la vulgaridad, entre el reconocimiento y lo grotesco. La muestra está abierta al público de lunes a domingo entre las 11 de la mañana y las 5 de la tarde, salvo los jueves cuando el horario se extiende hasta las 9 de la noche. También los jueves la autora hace un recorrido con el público. http://www.moiraantonello.com.ar/antonellojugamos.htm Calva y cantante. Dirigida por Dairo Piñeres, la obra La cantante calva, de Eugène Ionesco, se presentará desde el próximo jueves 20 de septiembre en la sala Horacio Peterson del Ateneo de Caracas, interpretada por Alexander Rivera, Carlos Díaz, Luis Vicente González, Moisés Berroterán, Marvin Huise y Morris Merentes. Piñeres fusiona acertadamente los disparatados diálogos con su permanente indagación conceptual sobre la puesta en escena. En esta presentación de “La Cantante Calva” tiene mucho que ver la labor de los actores que han asumido el riesgo de convertirse en personajes absurdos y lo han hecho con total convencimiento. Un elenco de hombres que aceptaron el reto del travestismo en un trabajo actoral realizado con sumo esfuerzo y dedicación profesional. La obra se presentará de jueves a sábado a las 8 de la noche y los domingos a las 6 de la tarde. Los libros de Evelyne. Desde este 30 de agosto y hasta el 14 de octubre está abierta al público, en la capital mexicana, una exposición que reúne 80 libros de encuadernación artística de la encuadernadora y bibliófila franco-mexicana Evelyne Buchdid, fallecida en 2006. Las encuadernaciones, producto de 60 años de fecunda labor creativa, usan materiales como pieles de diversos colores y texturas, incrustaciones de metales en distintas formas, piedras semipreciosas, vidrios multicolores y telas de diversas fibras, además de guardas de papel creadas y producidas por afamados diseñadores e impresores. Cada volumen fue trabajado de manera individual para dotarlo de personalidad propia y vestirlo de materiales diversos. Nacida en París, Buchdid se trasladó a México con su familia antes de la Segunda Guerra Mundial. En la nación azteca cursó estudios de filosofía y letras hispanoamericanas, historia de la arquitectura, encuadernación, grabado y restauración de papel. La muestra puede apreciarse en las salas de exposiciones 1 y 2 de la Biblioteca México “José Vasconcelos”, en el Centro Histórico. http://www.bibliotecavasconcelos.gob.mx Machado bilingüe. El Circulo Artístico Cultural Hispano Internacional celebrará el próximo 23 de octubre un recital poético, en castellano e inglés, dedicado a Antonio Machado, con motivo del centenario de su llegada a Castilla y León. Para la convocatoria, organizada por la presidenta de la entidad, Nanette Tolentino, ha sido solicitada la colaboración de la Casa-Museo de Antonio Machado de Segovia. Durante el certamen también se ha programado una actuación de violín y de violonchelo, bajo la dirección de la violinista búlgara Iliana Radkova, además de un breve desfile de modelos y la actuación de la tuna de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. ¿Quiere publicar una nota en este espacio? Envíenosla por correo electrónico a breves@letralia.com. === ¿Le interesa estar informado sobre concursos? ========================= Reciba por correo electrónico los anuncios vigentes de concursos literarios y artísticos en general suscribiéndose a nuestra lista de distribución. Todo lo que tiene que hacer es enviar un mensaje vacío a letralia-concursos-subscribe@gruposyahoo.com, o visitar nuestra cartelera de concursos en http://www.letralia.com/herramientas/concursos.htm. Si desea enviarnos las bases de un concurso, escríbanos a info@letralia.com |||||||||||||||||||||||||||||| NOTICIAS ||||||||||||||||||||||||||||| *** Falleció el escritor español Leopoldo Rodríguez Alcalde El escritor, poeta, crítico y estudioso del arte y la literatura, Leopoldo Rodríguez Alcalde, falleció este 20 de agosto en Santander (Cantabria, España) a los 87 años de edad, en la residencia “San Cándido” de Cajo, donde había sido trasladado hace apenas una semana, tras sufrir una caída que generó posteriormente sucesivos trastornos. También coleccionista y bibliófilo, Rodríguez Alcalde, un erudito solitario, entregado al escaso margen que su salud le dejaba ya para sus dos grandes pasiones: la lectura y la escritura, apenas salió en los últimos años de su domicilio del Paseo Pereda, lugar de peregrinaje, durante muchas épocas, de jóvenes poetas y amigos intelectuales con los que compartía inquietudes y tertulias. Erudito e investigador, era una de las figuras emblemáticas y más singulares de la vida cultural de la región. De su pluma surgieron, durante buena parte del siglo XX, obras poéticas, ensayos, cientos de escritos críticos, catálogos y biografías que, a través de la poesía y la prosa, reflejaron su insaciable curiosidad, su intenso activismo intelectual y, en definitiva, una labor de divulgación destinada siempre a trazar una visión vital y gozosa del arte. Rodríguez Alcalde nació en Santander en 1920. Licenciado en derecho, inició sus colaboraciones en la revista y el grupo “Proel”. Su vasta información intelectual le permitió orientar su labor literaria en diversos campos, encauzados en una brillante crítica artística y literaria —sus textos más valiosos y apreciados—, aunque su auténtica vocación era la poesía. Es también autor de biografías que, en algunos casos, constituyen importantes ensayos en torno al personaje y su época. Más de sesenta obras, muchas de ellas ahora difíciles de hallar, han configurado la diversa y plural creatividad del escritor y poeta. Entre las distinciones recibidas destacan el premio “Lázaro Galdeano” de crítica de arte, el título de “Montañés del Año” del Ateneo de Santander (http://www.atesant.es) y el de Hijo Predilecto de la capital cántabra, concedido por el Ayuntamiento (http://www.ayto-santander.es) en el año 2000. A su muerte era vocal asesor de la Fundación Marcelino Botín (http://www.fundacionmbotin.org), aunque su trayectoria está marcada por su ligazón al Ateneo santanderino. Como recordaba quien fuera presidente de la institución en los noventa, Segundo López Vélez, Rodríguez Alcalde “nació y creció para el Ateneo desde los años de la posguerra y de su juventud”, cuando impartió una primera ponencia sobre Rafael Alberti o divulgó su estudio sobre la poesía francesa. Plástica, música, historia y otros campos pasaron por el filtro de su activa escritura hasta prácticamente principios de esta década cuado vio la luz una parte de sus memorias, Miradas y situaciones (Ediciones Estudio), y continuaron aflorando esporádicamente sus críticas de arte. Su afán de conocimiento se sumó a su dedicación de polígrafo. Difícil es atravesar la creación artística del siglo XX, en especial las huellas cántabras, sin consultar las referencias de Rodríguez Alcalde a creadores, estilos y tendencias. Coleccionista de arte y bibliófilo, su domicilio y estudio eran un auténtico museo. Los fondos de su biblioteca se cifran en más de 20.000 volúmenes y los de su colección de arte en más de mil quinientas piezas, entre originales y obra gráfica. Según expreso deseo del intelectual y crítico, sus libros irán destinados a la biblioteca municipal (una parte de los cuales ya fueron cedidos en los noventa); y sus fondos artísticos tendrán como ubicación futura la Fundación Marcelino Botín. Fuente: El Diario Montañés *** Francisco Arévalo gana el IV Concurso “Alarico Gómez” Con el libro Tropiezos en el campanario, firmado con el seudónimo de Hugo Víctor, el reconocido escritor venezolano Francisco Arévalo (San Félix, Bolívar, 1959) se convirtió este 21 de agosto en ganador de la cuarta edición del Concurso Nacional de Literatura “Alarico Gómez”, que anualmente organiza el gobierno del estado Monagas (Venezuela) a través de su Instituto de Cultura (Icum). Este año el género premiado fue cuento y participaron escritores noveles y consagrados de toda la geografía nacional, quienes fueron evaluados por el jurado calificador que, en esta oportunidad, estuvo conformado por los escritores José Roberto Duque, de Caracas; Carlos Acosta, de Cumaná, y Luz Marina Cruz, del estado anfitrión. El premio para Arévalo consta de cinco millones de bolívares y la publicación de la obra, explicó el presidente del Icum, escritor Miguel Mendoza Barreto, quien agregó que la mención honorífica recayó sobre Juan Ramón Pérez, con el libro de cuentos Eugenio el genio. Tropiezos en el campanario relata la historia que en el barrio La Seguidilla le sucede a varios de sus habitantes. El padre Aitor, incansable peregrino suramericano, y Margaret, quien ayuda a este seguidor de Dios a hacer sus oficios más placenteros y llevaderos, son las piezas clave de la obra, y de ellos comienzan a desencadenarse sucesos de importante significación para el relato. Entre los personajes que poco a poco van ingresando dentro del mundo de Tropiezos en el campanario se encuentra doña Concepción, quien traía niños al mundo y tiene una fuerte vinculación a una red de pederastia. En la acción narrativa también aparece un ser sin nombre (una madre) que abandona a sus cinco hijos en manos de una bestia (su marido), por no aguantarlo más. Así, el escritor Francisco Arévalo, con un lenguaje preciso, hasta soez, va narrando una cruda realidad que sucede en un espacio humano, que bien podría ser cualquiera de nuestros barrios. Para el escritor “todos somos víctimas de una vida intensa, minada de carencias”, por lo que dentro de Tropiezos en el campanario todas las historias están bañadas de tristeza y condimentadas de dramatismo, bajo un lenguaje envuelto en lo cotidiano. Fuente: Icum *** Ernesto Cardenal denuncia “campaña de desprestigio” en su contra El poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal acusó el pasado miércoles 22 de agosto al presidente de su país, Daniel Ortega, y a la primera dama, Rosario Murillo, de lanzar una “campaña de desprestigio” contra su candidatura al premio Nobel de Literatura. “Me veo en la penosa obligación de denunciar ante Nicaragua y el mundo que me ha llegado la información de que el presidente Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo se han alarmado por la promoción de la candidatura al Premio Nobel, por considerar que soy un adversario”, señala Cardenal en una carta pública (http://www.elnuevodiario.com.ni/2007/08/22/nacionales/56923). En la carta, difundida en los medios escritos locales, el poeta, un disidente dentro del sandinismo, agrega que la pareja presidencial nicaragüense han decidido parar esta iniciativa lanzando “una campaña de desprestigio” contra él “tanto nacional como internacionalmente por todos los medios a su alcance”. “En caso de ser así, yo estoy indefenso ante esta campaña del Gobierno de Nicaragua, y lo único que puedo hacer es anunciarlo antes de que suceda”, añade en la misiva, donde el sacerdote trapense asegura que son muchos los medios que el gobierno sandinista puede lanzar en su contra. Advierte que es muy fácil la presentación de falsas evidencias y falsos testigos, más aun cuando las instancias judiciales y la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua está bajo el control de Ortega y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). “Ante esta impotencia en que me encuentro, no puedo sino decirle a Dios como en el salmo: sin motivo me pusieron una trampa, hicieron un hoyo para que cayera en él; que caigan en su propia trampa”, dice el poeta en la carta, que aún no ha sido respondida por Ortega ni por Murillo, también poeta. La Academia Nicaragüense de la Lengua propuso la candidatura de Cardenal al premio Nobel de Literatura 2007, la cual es promovida por un Comité Coordinador integrado por asociaciones culturales, instituciones educativas y escritores nicaragüenses. Con 82 años de edad y una obra publicada en 20 idiomas y en más de 200 ediciones, Cardenal está considerado hoy como uno de los poetas vivos más importantes de Latinoamérica. Fuentes: EFE • El Nuevo Diario *** Robados documentos antiguos de la Biblioteca Nacional de España Dos mapamundis grabados e ilustrados, que formaban parte de sendos ejemplares de la edición incunable de 1482 de la obra Cosmografía, de Ptolomeo, así como hojas de otras obras de los siglos XVI y XVII, fueron sustraídos de la Biblioteca Nacional de España (BNE, http://www.bne.es), según informaron fuentes de esta institución, en cuya Sala Cervantes, a la cual sólo acuden los usuarios que poseen el carnet de investigador, se encontraban los documentos. La sustracción se produjo “burlando las estrictas medidas de seguridad en la Biblioteca Nacional en vigor desde los años noventa”. En un primer momento se anunció, el viernes 24 de agosto, el robo de los mapamundis, pero luego, el 28, fue descubierto el robo de los documentos restantes por el Grupo de Patrimonio Histórico de la Guardia Civil De la edición de la Cosmografía sustraída se conservan actualmente cerca de 120 ejemplares en las más importantes bibliotecas del mundo. La BNE ha procedido inmediatamente a precintar ambos volúmenes para preservar las posibles pruebas y a denunciar el hecho ante la Unidad de la Guardia Civil especializada en Patrimonio Histórico, que ha iniciado la investigación para recuperar las páginas sustraídas. Los otros documentos son varias hojas de cuatro ejemplares de obras de los siglos XVI y XVII, de los cuales existen otras copias en la BNE y en otras bibliotecas del país. Se está llevando a cabo una “minuciosa y exhaustiva revisión” de los ejemplares servidos a los usuarios en los últimos años. “Para no entorpecer la marcha de las investigaciones policiales, no es posible ofrecer por el momento más datos” sobre las piezas mutiladas, asegura la BNE en un comunicado. La escritora Rosa Regàs, quien renunció a su cargo como directora de la BNE el pasado lunes 27 de agosto, negó que ello tuviera relación con los robos. El miércoles, la escritora declaró en la emisora Cataluña Radio (http://www.catradio.cat) que se tiene la identidad de quien los cometió. “Sabemos qué persona ha sido. Tenemos muchos indicios, pero claro, esta persona ya debe haber huido”, dijo Regàs. “Sabemos el nombre, la personalidad, la dirección y la nacionalidad de la única persona que ha tenido estos libros desde que nosotros tenemos constancia de que estaban enteros. Se le dio el carnet en febrero de 2004 y venía avalado por el embajador de España en Buenos Aires”. Poco después, Regàs negó a un periodista del diario El País (http://www.elpais.com) haber declarado ante la emisora que ya se tenía la identidad del ladrón. “Me han preguntado [en el programa de radio] que si entre las personas que habían usado esos libros [de los que se robaron los mapas] había alguien avalado por el embajador de Argentina. Y, claro, yo no digo nada de la investigación, pero tampoco voy a mentir. Lo que sí veo es que alguien de aquí [de la Biblioteca Nacional] ha filtrado información, lo cual tampoco me sorprende. Siempre pasa”. La repentina versión de la ex directora de la BNE causó sorpresa, pues para entonces la entrevista en Cataluña Radio ya circulaba por Internet. Posteriormente la agencia EFE (http://www.efe.es) también recogió las declaraciones y las publicó en castellano. Media hora después de que se supiera que Regàs había apuntado a Rafael Estrella, embajador de España en Argentina, como avalista de un ladrón de mapas, el diplomático dijo por teléfono: “Rotundamente le digo que no he avalado a nadie para que investigue en la Biblioteca Nacional, y además he comprobado que ningún consejero de esta Embajada lo ha hecho. Me parece aberrante”. Fuentes: 20Minutos • El País *** Rosa Regàs renuncia a la dirección de Biblioteca Nacional de España La escritora Rosa Regàs (Barcelona, 1933) presentó el pasado 27 de agosto su renuncia irrevocable como directora de la Biblioteca Nacional de España (BNE, http://www.bne.es), alegando la “total falta de confianza” del ministro de Cultura, César Antonio Molina. Regàs, que ocupaba el cargo desde 2004, comunicó su decisión al ministro a través de una carta. Según la escritora, Molina le dijo en una reunión, celebrada el viernes 24, que durante sus más de tres años de gestión al frente de la BNE “no había hecho nada”. La escritora dijo a la prensa haberse quedado “boquiabierta” ante la declaración del ministro. “A la vista de esa afirmación, que supone una total falta de confianza, he tomado la decisión de presentar mi dimisión”, explicó la escritora. Regàs señaló que tenía “un compromiso de cuatro años con el gobierno socialista” que, “desgraciadamente” no podría continuar, pese a tener “muchos proyectos” en marcha en la BNE. “Pero, puesto que mi carrera no es administrativa, no tiene sentido que permanezca en este puesto si no tengo la confianza del ministro”, recalcó la escritora. Regàs ha precisado que la entrevista del pasado viernes con César Antonio Molina ha sido “la única” que ha mantenido con el titular de Cultura desde que éste fue nombrado ministro en julio. “No tengo interés en seguir en este puesto si no cuento la confianza del ministro. Y nunca dije que me iría, como se ha publicado. Es más, César Antonio Molina es buen amigo mío y, por lo tanto, nunca dije algo así, pero estoy acostumbrada a que manipulen mis palabras. En cualquier caso me siento feliz y contenta”, ha manifestado la escritora. En las próximas semanas, Molina llevará ante el Consejo de Ministros el nombramiento del nuevo director de la BNE. Regàs aclaró que su renuncia “no tiene nada que ver” con el robo de dos mapamundi de dos volúmenes de la Cosmografía de Ptolomeo en la sede de la BNE en Madrid. La sustracción de estos mapas, incluidos en sendos incunables de 1482, se hizo pública a mediados de agosto. Antes de retirarse del cargo, Regàs se reunió con el responsable de la Guardia Civil que se encarga de investigar el robo de los mapamundi. Este responsable del instituto armado, encargado de la persecución de los delitos contra el patrimonio cultural, le pidió a Regàs que no se diera ninguna información sobre este caso para no entorpecer la investigación en curso. Los ejemplares de los que se sustrajeron los mapamundi se guardan en la Sala Cervantes, a la cual sólo pueden acceder los usuarios que poseen el carnet de investigador. De dicha edición de la Cosmografía se conservan actualmente cerca de 120 ejemplares en las más importantes bibliotecas del mundo. Fuente: El País *** Premio Rulfo mantendrá este año denominación “FIL de Literatura” La Asociación Civil del Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (http://www.fil.com.mx) informó este 27 de agosto que decidió que la 17ª edición del certamen mantendrá la denominación “Premio FIL de Literatura”, en virtud de que bajo este nombre se hizo la convocatoria correspondiente. Luego de que el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (Impi, http://www.impi.gob.mx) determinó nula en meses pasados la marca Juan Rulfo, y rechazó la demanda de infracción en materia de marcas presentada por Juan Francisco Pérez Rulfo en contra de la citada asociación, el premio podía retomar su nombre original. Sin embargo, los miembros de la asociación determinaron que la reasignación del nombre no procederá este año, debido a que antes del fallo ya se había emitido la convocatoria bajo la denominación “Premio FIL de Literatura”, como se le denominó a raíz de la referida demanda. Ya sin ningún impedimento legal que le impida recuperar el nombre de Juan Rulfo, la Asociación se volverá a reunir en enero de 2008, a fin de tomar una decisión definitiva respecto al destino de dicho certamen. El Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo fue creado en 1991 por la Universidad de Guadalajara (http://www.udg.mx) y el respaldo de instituciones públicas y privadas, que en conjunto aportan 100 mil dólares para retribuir al escritor designado por un jurado internacional que se conforma por siete especialistas. Como un homenaje al narrador mexicano Juan Rulfo, uno de los iconos de la literatura universal del siglo XX, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) le puso su nombre a este premio, con el propósito de enaltecer la calidad y la trascendencia de las letras contemporáneas escritas en cualquier lengua hablada en América Latina, el Caribe y la Península Ibérica. El nombre del ganador del Premio FIL de Literatura 2007 se dará a conocer hoy 3 de septiembre y el galardón se entregará, como cada año, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a realizarse en noviembre próximo. Fuentes: FIL • Notimex *** Falleció el escritor español Francisco Umbral El escritor y articulista Francisco Umbral falleció en la madrugada del pasado martes 28 de agosto a los 72 años, en el hospital Montepríncipe de Boadilla del Monte, en Madrid, a causa de una insuficiencia respiratoria aguda y un paro cardiorrespiratorio. Los restos del escritor fueron incinerados la mañana del miércoles en el cementerio de La Almudena, donde descansan junto a los de su hijo, muerto en la niñez, y al que dedicó su libro Mortal y rosa. Autor de un centenar de libros y de una columna diaria en el diario El Mundo (http://www.elmundo.es) —anteriormente colaboró con El País (http://www.elpais.es) y Diario 16—, la carrera literaria de Umbral recibió numerosos galardones, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1996 y el Premio Cervantes en 2000. Su salud se deterioró en 2003 y en agosto de ese año tuvo que ser hospitalizado por una neumonía derivada de una operación intestinal. El mes anterior se le había extirpado una parte del colon. Su larga enfermedad le obligó, en algunos momentos, a interrumpir su colaboración con El Mundo, que retomó siempre antes de lo previsto por su firme determinación de volver a su cita diaria con los lectores. Umbral murió intentando dictar a su mujer su última columna, titulada “Las uvas doradas”, una metáfora que refleja “el esplendor y la juventud, temas muy comunes en su literatura”, afirmó el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, quien le describió como “el mejor escritor de periódicos contemporáneo” y “probablemente” el mejor de la historia del periodismo español. Tras conocerse la noticia, Umbral recibió el reconocimiento de escritores, periodistas y políticos, algunos de los cuales visitaron la capilla ardiente instalada en el hospital durante la tarde del martes. Los Reyes y los Príncipes enviaron sendos telegramas a la viuda del escritor, María España, en los que lamentan la pérdida de “una figura imprescindible de las letras españolas”. También visitó la capilla ardiente el ministro español de Cultura, César Antonio Molina, quien afirmó que en los artículos y los libros de Umbral “está la mejor tradición del periodismo y la literatura españolas”. La muerte del escritor “deja un profundo vacío” en la literatura y el periodismo, afirmó el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el telegrama que remitió a la viuda del columnista. Umbral ha sido “una de las grandes figuras de los últimos 50 años”, dijo el líder del PP, Mariano Rajoy, tras visitar la capilla ardiente, por la que pasaron también la presidenta de la Comunidad de Madrid (http://www.madrid.org), Esperanza Aguirre, y el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón. “Con la pérdida de Francisco Umbral desaparece un gran escritor de la lengua española y una personalidad libre que acuñó un estilo propio e indiscutible”, dijo el director de la Real Academia Española (RAE, http://www.rae.es), Víctor García de la Concha. La editora personal de Umbral, Ana Gavin, destacó la faceta “más personal y vulnerable” del literato, del que dijo que “solía encontrarse inquieto ante la acogida de su obra, pese a la imagen de soberbia que pudiera transmitir ante el público”. Considerado uno de los autores más incisivos y brillantes de la España de la segunda mitad del siglo XX, Francisco Pérez Martínez —más conocido como “Francisco (Paco) Umbral”— nació el 11 de mayo de 1935 en Madrid, aunque pasó su infancia y adolescencia en Valladolid. Entre sus más de 80 libros publicados destacan Las ninfas (1975), Mortal y rosa (1975), La noche que llegué al Café Gijón (1977), Trilogía de Madrid (1984), Madrid 1940: Memorias de un joven fascista (1993) y El socialista sentimental (1999). En marzo pasado publicó su último libro, Amado siglo XX, en el que hizo balance de su vida y de todo un siglo, mezclando memoria y literatura. Además del Príncipe de Asturias y el Cervantes, su prolífica labor ha sido reconocida también con galardones como, entre otros, el Premio Nadal (1975) por Las ninfas, el Premio César Ruano de Periodismo (1980), el Premio Mariano Cavia de Periodismo (1990), el Premio de la Crítica de 1991 en narrativa castellana por Leyenda del César visionario, el Premio Nacional de Periodismo (1994) y el Francisco Cerecedo de la Asociación de Periodistas Europeos. “No entiendo cuándo he vivido, habiendo escrito tanto. Pero lo cierto es que he vivido, y mucho, y todo está escrito”, afirmó Francisco Umbral antes de recibir el Premio Cervantes de manos del Rey el 23 de abril de 2001. Fuentes: EFE • El Mundo *** Exponen obra de Julio Ruelas, el pintor que ilustró poesía de Darío La obra del pintor mexicano Julio Ruelas (1870-1907), que ilustró la poesía del nicaragüense Rubén Darío a principios del siglo XX, ha sido rescatada del olvido para la exposición “El viajero lúgubre. Julio Ruelas modernista”, inaugurada este 30 de agosto en el Museo Nacional de Arte de Ciudad de México (http://www.munal.com.mx). La exposición, que estará abierta al público hasta el 28 de octubre, muestra “la intimidad del artista, su relación con la figura femenina y su invención iconográfica notable”, aseguró el curador de la muestra, Miguel Cervantes. Organizada en tres núcleos temáticos llamados “Una pasión modernista”, “Al aguafuerte” y “Poeta de la línea”, la muestra incluye más de cien piezas entre óleos, grabados, viñetas y números originales de la revista Moderna, en la que Ruelas ilustró textos de los principales escritores mexicanos de la época. Cervantes destacó la necesidad de recuperar la obra de Ruelas, que durante años permaneció en el ostracismo por su vinculación con el régimen del dictador Porfirio Díaz, que gobernó México durante más de treinta años (1876-1911). “El nombre de Ruelas, como el de Saturnino Herrán, quedaron empolvados y no fue sino hasta los años ochenta del siglo pasado cuando se empezaron a estudiar”, indicó. Ahora, cuando se cumplen cien años de su muerte, es el mejor momento para rescatar los trabajos del artista, agregó Cervantes, quien sugirió hacer un catálogo de las obras, ya que gran parte de las que serán exhibidas pertenecen a colecciones privadas y será muy difícil volverlas a ver y seguirles el rastro después. Ruelas, quien se formó en la Academia de Munich (Alemania) y vivió en París hasta su prematura muerte, tuvo la obra “Los caprichos de Goya” como influencia para dibujar seres monstruosos y fantasmagóricos. Sin embargo, su arte está más ligado al academicismo de la escuela alemana. Sobre su participación en la revista Moderna, Cervantes sostuvo que el artista fue un miembro igual de importante que los escritores o “quizá más, pues fue un verdadero inventor del modernismo en México”. Fuente: EFE *** Herido el poeta Raúl Zurita durante protestas en Santiago El poeta chileno Raúl Zurita, ganador del Premio Nacional de Literatura en su país, resultó herido durante una jornada de protesta que contra las políticas económicas de la presidenta Michelle Bachelet organizaron diversas agrupaciones de trabajadores en Chile, y que arrojó en total más de 370 detenidos. El escritor se había sumado a la movilización, pero resultó golpeado por carabineros en la Plaza Italia de la capital chilena, donde además fue afectado por los gases lacrimógenos. Zurita tuvo que huir del carro lanzaguas y de las bombas lacrimógenas mientras miles de manifestantes dialogaban para continuar la manifestación desde la Plaza Italia, por la Alameda hacia el centro. El escritor calificó la jornada como “una protesta absolutamente legítima contra un sistema aberrante e inhumano, este neoliberalismo”, por lo que consideró que los hechos de represión eran “absolutamente” innecesarios. “Son los viejos resabios fascistas que no quieren morir. Incomprensible porque al menos en teoría el gobierno se dice socialista”, agregó. Zurita participó en la manifestación junto a un grupo de escritores para solidarizarse colectivamente con las esperanzas de los trabajadores. Ante el ataque de Carabineros en Plaza Italia, el escritor debió buscar refugio en la sede central del Partido Comunista, donde fue atendido por voluntarias paramédicas de su estado de conmoción provocado por el gas lacrimógeno. “A los 20 minutos de estar en la Plaza Italia, el ambiente se puso bastante denso”, declaró el escritor. “Me agarraron los gases lacrimógenos. Estaba caminando medio ciego, estaba un poco ahogado, me metí por Vicuña Mackenna, no sabía muy bien dónde iba, la gente corría, yo no puedo correr mucho... alguien me tomó del brazo y me metió a una casa... era la sede del PC. Entonces estuve un rato ahí, compartiendo, viendo lo que pasaba. Y eso sería todo, trivialidades”. Zurita indicó que asistió a la marcha por haber sido convocada por “una organización que respeto y he respetado siempre, como es la CUT. Son los trabajadores”. Calificó como “profundamente paradójico” el que una acción de este tipo fuera emprendida por un gobierno encabezado por una presidenta socialista. “Creo que el neoliberalismo es una enorme transnacional que en el caso nuestro supera con creces la autoridad que pueda tener un gobernante. Entonces, si hay que manifestarse, bueno, estaré todas las veces que haya que manifestarse”. Además del escritor, también fueron lesionadas otras cincuenta personas, entre las cuales se encontraba el senador socialista Alejandro Navarro, quien afirmó que “el gobierno no le puede pegar a los trabajadores, si esto lo construimos (la democracia) para poder manifestarse. El gobierno cometió un error, debió haber autorizado la marcha”. Las cámaras de Canal 13 de televisión captaron el momento preciso en que un uniformado ataca con su bastón a la cabeza del senador Navarro, quien anunció que exigirá una investigación sobre la inusitada violencia en la agresión. El parlamentario gestionaba una autorización para que los manifestantes congregados en la Plaza Italia pudieran marchar por el costado norte de la Alameda hasta el edificio Diego Portales. Mientras se realizaban las consultas correspondientes, junto al diputado socialista Sergio Aguiló, se produjo la orden de desalojar la zona con la secuela de contusos y detenidos. Las autoridades de Carabineros presentaron disculpas al senador Navarro y anunciaron una investigación interna para establecer eventuales responsabilidades en la agresión que sufrió por parte de un miembro del cuerpo antimotines, que lo golpeó en la cabeza con un bastón metálico. Entre los detenidos se encontraban el abogado de derechos humanos Hugo Gutiérrez y algunos dirigentes sindicales. Según la intendenta de Santiago, Adriana Delpiano, entre los heridos hay 18 carabineros, de los cuales uno está grave. Los actos estuvieron desde las primeras horas de la mañana acompañados de incidentes, debido a la fuerte acción de la policía, que impidió el propósito de los manifestantes de marchar hacia el centro de Santiago y por la Alameda Bernardo O’Higgins, la principal avenida de la capital chilena. Mientras el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Arturo Martínez, criticó la represión policial y consideró un éxito una jornada “limpia de nuestra parte”, las autoridades señalaron que el país operó con “relativa normalidad”. Por su parte, la presidenta Bachelet afirmó, en declaraciones en La Moneda, en cuyo entorno se dispuso un fuerte cerco policial, que en su gobierno los trabajadores siempre podrán expresar sus demandas y sus derechos, pero pacíficamente. “Eso sí, hay un límite y quiero que todos lo entiendan muy bien”, advirtió, en alusión a los actos de violencia. Para ello se requiere, dijo, “de diálogo y no de presión, de acuerdos y no de violencia, porque la democracia no necesita desorden ni violencia. Hay espacios en la democracia para expresarse pacíficamente”, recalcó la mandataria socialista. En la protesta participaron unos veinte gremios, entre ellos los profesores, médicos y trabajadores de la salud, estudiantes y los empleados públicos, además de dirigentes de partidos de izquierda, como el Comunista y el Humanista y las juventudes de la oficialista Concertación. El presidente de la Central Única de Trabajadores (CUT), Arturo Martínez, afirmó que la movilización buscaba exigir la construcción “de un Estado social, democrático y solidario”, insistiendo que protestan contra el “capitalismo salvaje”. La protesta tuvo como símbolo a una vaca, que “está cansada de ser ordeñada en beneficio de unos pocos”. La economía chilena crecerá este año el 6% y el fisco cerrará con un superávit cercano a los $20.000 millones, pero cifras del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señalan que Chile es el segundo país más desigual de América Latina en distribución de la riqueza después de Brasil, pues el 10% más rico de la población se lleva el 47% de ingresos y el 10% más pobre solo el 1,2%. Fuentes: AFP • EFE • Informativos Telecinco • La Segunda • Mundo Posible *** Cuba y Venezuela crearán Premios Alba en Artes y Literatura Autoridades de Cultura de Cuba y Venezuela realizarán una convocatoria para los Premios Alba en las Artes y la Literatura, a fin de reconocer a sobresalientes creadores latinoamericanos y caribeños, informó el diario Granma (http://www.granma.cu) el pasado 30 de agosto. El ministro cubano de Cultura, Abel Prieto, declaró al diario oficial cubano que “el Premio seguramente pondrá de relieve a grandes figuras quizás hoy no suficientemente valoradas dentro de este mundo”. Dijo que en la actualidad se han despreciado “los verdaderos valores” debido a que la industria cultural hegemónica “ha creado tantos falsos fetiches”. Prieto y su homólogo de Venezuela, el arquitecto Francisco Sesto, quien asistió en la capital cubana a la presentación de un libro con discursos de Fidel Castro, dieron a conocer la convocatoria a estos premios, cuya periodicidad será anual. Los reconocimientos se concederán a creadores vivos que hayan consagrado, de manera sostenida, su vida y el conjunto de su obra a engrandecer el patrimonio artístico y literario de la región, indicaron los funcionarios. Ambas distinciones serán auspiciadas por el Fondo Cultural de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), entidad binacional creada mediante convenio firmado en 2006 por los presidentes de Venezuela y Cuba, Hugo Chávez y Fidel Castro, respectivamente. Fuente: Notimex *** Fernando del Paso obtiene el Premio FIL 2007 El escritor mexicano Fernando del Paso fue elegido por votación unánime para recibir el Premio FIL de Literatura 2007 (http://www.fil.com.mx), según anunció hoy 3 de septiembre el comité organizador. El jurado, conformado por los mexicanos Gonzalo Celorio, Rubén Gallo, Gustavo Guerrero (Venezuela), Suzanne Jill Levine (EU), Julio Ortega (Perú), Beatriz Pastor (España) y William Rowe (Reino Unido), tomó esta decisión luego de haber deliberado en la ciudad de Guadalajara, Jalisco (México), el pasado 31 de agosto. En opinión del jurado, Fernando del Paso “es uno de los escritores más representativos de la literatura contemporánea de la lengua española. Su obra narrativa (...) se ha caracterizado por un creativo trabajo de investigación al mismo tiempo que ha sabido forjar nuevas formas narrativas y experimentar con múltiples recursos literarios”, de acuerdo con lo señalado en el acta resolutiva del premio. El documento añade que la obra de Del Paso es “una obra monumental en la que convergen los modelos literarios de Juan Rulfo y Juan José Arreola y que dialoga con la gran tradición de la novela histórica-latinoamericana”. Del Paso (Ciudad de México, 1935) es autor de una de las trilogías literarias más importantes de la literatura iberoamericana: José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio. Estas novelas fueron publicadas entre 1966 y 1986 y son resultado, cada una, de más de diez años de trabajo. La aparición de estas obras marcó un hito en la literatura mexicana y latinoamericana. Noticias del Imperio, en particular, es considerada, como reza el acta del jurado, “una de las novelas históricas más importantes del siglo veinte”. Además de una cuarta novela, Linda 67, publicada en 1995, Del Paso es autor de una amplia obra dramática, periodística y ensayística, la mayor parte de la cual se publicó reunida en una coedición de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx), el Colegio Nacional (http://www.colegionacional.org.mx) y el Fondo de Cultura Económica (FCE, http://www.fce.com.mx). Fue becario del Centro Mexicano de Escritores, la Fundación Ford y la John Simon Guggenheim Memorial Foundation. Vivió muchos años fuera de México, principalmente en Londres y en París, ciudad en la que fue consejero cultural de la Embajada de México y, posteriormente, de 1989 a 1992, cónsul general de México. Obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1991. Es miembro del Colegio Nacional desde 1996. Actualmente dirige la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz (http://servicios.cencar.udg.mx/iberoamericana) de la Universidad de Guadalajara (http://www.udg.mx). El Premio FIL de Literatura está dotado con cien mil dólares y se entrega como reconocimiento al conjunto de una obra de creación en cualquier género literario. Los escritores que han sido galardonados por la Asociación Civil en años anteriores son Nicanor Parra (1991), Juan José Arreola (1992), Eliseo Diego (1993), Julio Ramón Ribeyro (1994), Nélida Piñón (1995), Augusto Monterroso (1996), Juan Marsé (1997), Olga Orozco (1998), Sergio Pitol (1999), Juan Gelman (2000), Juan García Ponce (2001), Cintio Vitier (2002), Rubem Fonseca (2003), Juan Goytisolo (2004), Tomás Segovia (2005) y Carlos Monsiváis (2006). Fernando del Paso lo recibirá el próximo 24 de noviembre, en el marco de la ceremonia de inauguración de la FIL Guadalajara 2007. Fuente: FIL *** Abren en Colombia Maestría en Escrituras Creativas La Universidad Nacional de Colombia (http://www.unal.edu.co) tiene abiertas hasta este 7 de septiembre las inscripciones para la Maestría en Escrituras Creativas que en cuatro semestres formará a sus estudiantes en poesía y también, a partir de la segunda cohorte, en narrativa, guión para largometraje y dramaturgia. “Es curioso que un país de poetas no tuviera un programa de poesía. Es como si en un país que se ufanara de tener grandes constructores no hubiera escuelas de ingeniería o de arquitectura”, dice Azriel Bibliowicz, director de la Maestría. El posgrado está abierto a profesionales de cualquier área del conocimiento. “En la primera cohorte hay personas desde 22 años hasta alrededor de 60. Hay estudiantes que han egresado de derecho y biología. Lo importante es tener la pasión y el deseo de escribir, porque hay que romper mucho papel. En realidad nosotros no enseñamos a escribir, sino a reescribir, porque en la reescritura surgen las ideas. Hay que pulir y pulir”. Novelista y cuentista con un doctorado en sociología de la Universidad de Cornell (http://www.cornell.edu, EUA), Bibliowicz dice que no se garantiza que la maestría forme genios, “pero una de las funciones de la universidad es democratizar el conocimiento, que la gente tenga acceso a los recursos necesarios para cultivar su sensibilidad. Eso lo podemos ofrecer y a eso apostamos”. Bibliowicz hace notar que la intuición es importantísima en la escritura, pero que con ella no basta. “El programa es creativo. En él, los estudiantes escribirán su ópera prima con un acompañamiento de los profesores”, explica el director, quien agrega que la Maestría cuenta además con tutores extranjeros. Los mejores libros, que serán las tesis de grado, podrán ser publicados por la universidad. Para solicitar mayores informes al respecto es preciso dirigirse a la Escuela Interdisciplinar de Postgrados de la Unal, en Bogotá, ubicada en la Facultad de Artes, Edificio Sindu, oficina 207; o telefonear al 3165000 extensión 12224. Fuente: El Tiempo *** Encuentro Kipus reunirá en Ecuador a revistas literarias andinas Entre el 12 y el 14 de septiembre se realizará en Quito (Ecuador) el encuentro “Kipus: el descubrimiento de las revistas andinas”, evento que bajo la organización de la revista Kipus y la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB, http://www.uasb.edu.ec), y el auspicio del Convenio Andrés Bello (http://www.cab.int.co), reunirá a directores y editores de diversas revistas literarias de la región andina. La actividad tendrá como sede las instalaciones de la UASB, en cuyo edificio Manuela Sáenz se realizará la inauguración el miércoles 12 a las 6 de la tarde, a cargo de Alicia Ortega, directora del Área de Letras de la mencionada casa de estudios. De inmediato se procederá a la instalación de la primera mesa de trabajo, en la que participarán Raúl Vallejo, director de la revista Kipus; Militza Angulo, del Comité Editorial de la revista Casa de Citas (Lima, Perú); Pablo Salgado, director de la revista Qapital (Quito), y Mario Botero, director de la revista Lingüística y Literatura (Medellín, Colombia). El jueves 13, después de las 3:30 de la tarde, se instalará la segunda mesa en el Edificio Mariscal Sucre. Participarán Jorge Dávila, por el Encuentro sobre Literatura Ecuatoriana “Alfonso Carrasco” y la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Azuay (Cuenca); Hugo Jaramillo, de la revista Encuentros (Quito); Ramiro Arias, director de la revista Eskeletra (Quito), y Domingo Martínez Castilla, director de la revista electrónica Ciberayllu (Lima, Perú). A las 6 de la tarde se instalará la tercera mesa, que tendrá como integrantes a Omar Ospina, director de la revista El Búho (Quito); Augusto Rodríguez, director de la revista El Quirófano (Guayaquil); Macshori Ruales, directora de la revista Anaconda (Quito) y Rodolfo Ortiz, director de la revista Mariposa Mundial (La Paz, Bolivia). El viernes 14 a las 6 de la tarde, en el mismo edificio, se instalará la cuarta mesa de trabajo, en la que se tiene programada la participación de Iván Carvajal, director de la revista País Secreto (Quito); Jorge Gómez Jiménez, editor de la revista electrónica Letralia (Cagua, Venezuela); Fausto Aguirre, por la Universidad Técnica Particular de Loja (Loja, Ecuador; http://www.utpl.edu.ec), y Mirla Alcibíades, por el Centro Cultural Rómulo Gallegos (Caracas, Venezuela). Fuente: UASB *** En Bienal de Brasil homenajearán a García Márquez y Suassuna Por primera vez la obra de dos escritores vivos, el colombiano Gabriel García Márquez y el brasileño Ariano Suassuna, será el objeto principal de las conferencias y debates de la Bienal Internacional del Libro de Río de Janeiro (http://www.bienaldolivro.com.br), que en su XIII edición se celebrará del 13 al 23 de septiembre. En un área de 55.000 metros cuadrados del complejo Riocentro de Río de Janeiro, el evento, que este año contará con la participación de 290 autores en 132 sesiones literarias y que se espera sea visitado por más de 600 mil personas, también dará protagonismo a los países de América con la presencia de nueve escritores latinoamericanos y seis estadounidenses. Entre ellos destacan los argentinos Claudia Piñeiro, Santiago Vega y Rodolfo Enrique Fogwill; el colombiano Daniel Samper Pizano; los mexicanos David Toscana y Xavier Velasco, y el peruano Santiago Roncagliolo. El escritor catalán Ildefonso Falcones presentará en Río su primera novela La catedral del mar, que vendió más de un millón y medio de ejemplares en España y ya ha sido publicada en más de 15 países. También está en la lista de invitados el escritor español J. J. Benítez, conocido por la serie de libros Caballo de Troya. “El evento está ya consolidado. El desafío ahora es invertir en calidad, trayendo novedades y mejoras para hacer de la bienal un evento cada vez mejor, en donde los protagonistas sean el libro y los autores”, afirma Paulo Rocco, presidente del Sindicato Nacional de Editores de Libros (SNEL, http://www.snel.org.br), institución organizadora del certamen. Fuente: EFE *** Realizan en Bogotá talleres de creación colectiva Con el apoyo del programa Bogotá, Capital Mundial del Libro, la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte, Biblored y la Alcaldía Mayor de Bogotá, esta semana se dará inicio en la capital colombiana a los Talleres de Creación Colectiva en Literatura (http://creacioncolectivaliteraria.blogspot.com) organizados por el movimiento literario Las Filigranas de Perder (http://lasfiligranasdeperder.blogspot.com). La iniciativa es uno de los proyectos ganadores de la convocatoria Bogotá, Un Libro Abierto. El programa consiste en un taller gratuito de cinco sesiones de charlas y cinco sesiones de asesorías, todo en un período de seis semanas, y en el cual pueden inscribirse personas mayores de 15 años. La inscripción incluye derecho al material, acceso al taller y un certificado para quienes lo completen presentando una obra terminada. Los dos primeros talleres de estas características empezarán a dictarse entre el 7 y el 10 de septiembre y las inscripciones terminaron ayer domingo. Otros dos talleres se iniciarán el mes próximo y las inscripciones serán del 3 al 17 de octubre. La lista de admitidos será publicada el 22 de octubre. Los talleres serán dictados por Alex Acevedo, Carlos Ayala y Néstor Pedraza en el CMR Parque Nacional y en la Biblioteca Virgilio Barco. El taller que se realizará en el CMR tendrá lugar los sábados de 9 de la mañana a 12 del día, y se dictará el 27 de octubre, todos los sábados de noviembre y el 1 de diciembre. El de la biblioteca será los domingos en el mismo horario, y se dictará el 28 de octubre, todos los domingos de noviembre y el 2 de diciembre. Los mejores relatos producidos por los talleristas serán publicados en un libro. Cada taller abarcará los géneros del vampirismo, cyberpunk, erotismo y género negro, en cuento y novela corta (de hasta 90 páginas), iniciándose con una charla sobre creación colectiva en la que los participantes obtendrán instrucción sobre la escogencia del tema, argumentación, líneas narrativas, estructuras clásicas y creación de personajes. Los géneros serán abordados a través de cuatro charlas. La primera, sobre vampirismo, se titula “Abismos sanguinolentos entre el amor y el hambre: los aleteos que cubrieron las noches del romántico siglo XIX” y será dictada por Néstor Pedraza. Le sigue “Estático viajero a la deriva: viaje molecular de Philip K. Dick a William Gibson”, sobre cyberpunk, dictada por Carlos Ayala. La charla correspondiente al género erótico se titula “Cinco arabescos marginales de la pasión por la belleza: el asco, la censura, la plata, la risa y la ruina” y será dictada por Alex Acevedo. La cuarta charla, sobre el género negro, se titula “Un feliz año nuevo en el infierno: el caso Fonseca y la reciente narrativa negra en Colombia”, y será dictada por Alex Acevedo, Carlos Ayala y Néstor Pedraza. Los talleres se llevarán a cabo en 5 sesiones semanales de charlas literarias de asistencia obligatoria, de 3 horas cada una (15 horas de charlas presenciales). Durante estas sesiones, además, se harán las presentaciones de los grupos de creación colectiva conformados dentro de cada taller, de los proyectos de creación colectiva literaria de cada grupo, y de los textos preliminares, de manera que cada tallerista pueda hacer un seguimiento del desarrollo de todos los proyectos, con el objeto de ver cómo los diferentes grupos corrigen, modifican, y van dando forma a sus obras. Adicionalmente, se realizarán 5 sesiones semanales de asesorías literarias, de 4 horas cada una (20 horas de asesorías presenciales), durante las cuales los directores de los talleres revisarán los proyectos y los textos, harán correcciones y sugerencias y guiarán el proceso creativo. En la sexta sesión de cada taller, se llevará a cabo la presentación de los textos definitivos de creación colectiva y la clausura del taller, en un evento de 2 horas. Con esta sesión, se completarán 37 horas de taller (17 horas presenciales obligatorias) en 6 semanas. Los talleristas también recibirán asistencia vía Internet. Todos los talleristas deberán conformar grupos de 2 o 3 personas. Cada grupo deberá presentar un proyecto de creación colectiva en literatura dentro de los temas y los géneros especificados para los talleres. A lo largo de cada taller, los grupos conformados irán presentando el desarrollo de sus proyectos a los demás talleristas. Los directores harán seguimiento de cada proyecto durante las sesiones de asesoría. Los aspirantes a participar, que deben tener más de 15 años de edad, han de enviar a creacioncolectivaliteraria@gmail.com un texto de su autoría, publicado o inédito, sin importar el género literario ni la extensión, anexo a un mensaje en el que se especifique el nombre completo, documento de identidad, número de teléfono y correo electrónico. Para ello deberán esperar las fechas de inscripción, del 3 al 17 de octubre. Las personas admitidas, cuyos nombres se darán a conocer el 2 de octubre, deberán completar el proceso de inscripción asistiendo a la primera charla del taller. Durante esta primera charla deberán llenar, firmar y entregar a los directores de los talleres, el formulario de inscripción en el que se comprometen a desarrollar un texto de creación colectiva y entregarlo al finalizar el taller. Quienes cumplan con estos requisitos, formarán parte de los talleres. Quienes, además, asistan a por lo menos otras dos charlas presenciales, y cumplan con desarrollar un texto literario colectivo durante el taller, recibirán certificado de asistencia. Fuente: Talleres de Creación Colectiva en Literatura *** Festival Latinoamericano de la Clase Obrera celebrarán en Cochabamba Del 10 al 17 de octubre se celebrará en Cochabamba (Bolivia) el V Festival Latinoamericano de la Clase Obrera (Felco, http://www.felcoargentina.com.ar), evento que reúne a cineastas, músicos, poetas, pintores, fotógrafos, actores y artistas de otras disciplinas comprometidos con el movimiento obrero. En el Felco participan cineastas de distintos países latinoamericanos a través de sus producciones o en la Asamblea de Realizadores. Desde su primera edición en 2004, celebrada en Argentina, pasando por El Alto (Bolivia) en 2005 y Sao Paulo (Brasil) en 2006, hasta la última edición de Argentina 2007, se ha caracterizado, según afirman en un comunicado sus organizadores, “por ser un festival que hace vida dentro de la lucha del pueblo, y el pueblo de la mano de los piqueteros, del movimiento sin tierra, de los combatientes del octubre boliviano, de maestros y estudiantes movilizados, desde las fábricas tomadas, van reconociendo al festival un instrumento más de lucha”. El evento se desarrollará “dentro de una crisis histórica del capitalismo, crisis que pretende arrastrar consigo a toda la humanidad si es que antes no surgen alternativas políticas independientes a la burguesía”, continúa el comunicado. Las muestras de cine y video se centran en temas como la cuestión de la propiedad privada, el movimiento de desocupados, los movimientos urbanos, la lucha por las condiciones laborales, las insurrecciones populares, la lucha de pueblos originarios, de la mujer y de la juventud, la defensa de los recursos naturales y lucha contra la contaminación, entre otros. Se pueden presentar documentales, ficción, videos informe, programas de TV, etc., que aborden las temáticas planteadas. También se ha abierto un espacio para personas y grupos que elaboren publicaciones, fanzines, periódicos o cualquier otro tipo de publicación, a participar en el festival con la exposición, venta u obsequio de su material. Los realizadores, artistas y organizadores del Felco que deseen participar de la asamblea, tienen derecho a proponer documentos con miras a discutir la Declaración Política que saldrá de la misma. Se puede presentar el documento completo o parcial, bajo los siguientes ejes: análisis de la situación internacional, análisis de la coyuntura latinoamericana, la situación boliviana y el arte (cine y otros) frente a la coyuntura política. La entrega de las películas debe realizarse hasta el primero de octubre al Correo Central de la Ciudad de Cochabamba, a nombre de de María Elena Valda Vargas, con teléfonos 4722093 y 70379841; o al Correo Central de Santa Cruz de la Sierra, a nombre de David Ángel Caballero T. con teléfonos 3467155 y 72698412. Fuente: Felco *** Estudiantes peruanos de literatura se reunirán en diciembre Entre el 12 y el 14 de diciembre de 2007 se celebrará en Lima (Perú) el Primer Congreso Nacional de Estudiantes de Literatura (Conelit, http://www.proyectoperuanos.org/conelit), evento que tendrá lugar en los campus de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM, http://www.unmsm.edu.pe) y de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP, http://www.pucp.edu.pe). La actividad tiene como objetivos proponer la reflexión y discusión en torno a problemas relacionados con los estudios literarios peruanos y latinoamericanos, así como proporcionar un espacio para la exposición y discusión de las investigaciones y ponencias de estudiantes peruanos de literatura, creando un intercambio de experiencias y generando una situación de integración estudiantil interuniversitaria para estrechar relaciones y vínculos. Podrán participar con ponencias y obras de creación todos aquellos estudiantes universitarios matriculados en el pregrado y postgrado en las áreas de literatura y humanidades de nacionalidad peruana, que realicen sus estudios en Perú o el exterior, y estudiantes extranjeros residentes en Perú. Podrán asistir estudiantes en cualquier área del conocimiento interesados en los temas, así como público en general. Las propuestas de ponencia deberán desarrollarse en uno o más de los ejes temáticos propuestos y deberán ser inéditas. Podrán ser de autoría colectiva o formar parte de un trabajo de investigación mayor, dato que debe incluirse en el documento enviado, y deberán ajustarse a una exposición de veinte minutos. La extensión de las ponencias debe estar entre las 10 y las 17 páginas (excluyendo la bibliografía). El formato debe ser en hojas tamaño A4, escritas por una cara, en letra Times New Roman o Arial, punto 12 y a doble espacio. Todas las ponencias deben ser compuestas en Microsoft Word y deben incluir en la primera página el título y el nombre del ponente. Las referencias bibliográficas y citas deben ser en punto 10 a pie de página siguiendo el modelo puesto en el sitio web del encuentro (http://www.proyectoperuanos.org/conelit). Además, en un documento separado se consignará los datos personales del autor (nombre completo, universidad, año de estudios, especialidad, correo electrónico y número de teléfono móvil) y el eje temático en el que se incluye. Se prestará atención a la ortografía y redacción. Las obras de creación literaria deben ser como máximo, en el caso de poesía, 3 poemas, y en el caso de narrativa, 3 relatos breves que no excedan las 3 páginas (espacio simple) en total, teniendo en cuenta que el espacio para su presentación será breve, y deberán cumplir las mismas formalidades que las ponencias respecto a los datos anexados. Además, irán acompañados de una breve bibliografía del autor. La fecha límite para la recepción de trabajos es el 15 de octubre de 2007. Las ponencias y datos solicitados deben ser enviados solamente en formato electrónico al correo del evento (conelit@proyectoperuanos.org). No se aceptarán copias impresas. El jurado emitirá respuesta antes del 11 de noviembre mediante un anuncio en el sitio web del encuentro. Una vez notificada la aceptación de ponencia o texto de creación, el comité evaluador se pondrá en contacto con el ponente a fin de confirmar su participación antes del 20 de noviembre para incluirla en el programa. Cualquier consulta referente al evento o la claridad de las pautas debe ser enviada al correo electrónico bajo el título “Consulta”. El eje temático central del evento es construcción del pensamiento peruano y latinoamericano a través de los Estudios Literarios, organizados en un eje teórico, uno hermenéutico y otros ejes. El eje teórico consiste en teoría y crítica literaria latinoamericana, discurso literario andino y amazónico y estudios interdisciplinarios (literatura comparada, estudios poscoloniales, teoría feminista, estudios culturales, estudios de género, queer studies, cine y literatura, estudios subalternos, etc.). El eje hermenéutico analizará los géneros canónicos latinoamericanos (narrativa, poesía, teatro, ensayo), los no canónicos (discursos híbridos, literatura infantil, testimonial, géneros al margen, periodismo literario), los estudios coloniales latinoamericanos y las literaturas extranjeras. Dentro de los otros ejes se incluye el proceso de las nuevas propuestas editoriales, creación literaria, poesía y relatos cortos. La entrada al evento es libre. Los ponentes están exentos de todos los pagos. Sin embargo está contemplado un cobro de inscripción que otorgará derecho a participar de todas las actividades académicas y de integración, certificación, carpeta, papelería y materiales. Los cobros por inscripción oscilan entre los 5 y los 10 nuevos soles. Fuente: Conelit *** Homenajearán en Lima a Gabriel García Márquez Entre el 24 y el 26 de octubre se realizará en Lima el Congreso Internacional “Los cien años de Macondo (epopeya de un pueblo latinoamericano)”, evento organizado por el Departamento Académico de Literatura de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM, http://www.unmsm.edu.pe) y que tiene como objetivo celebrar el 40º aniversario de la publicación de la novela Cien años de soledad, del escritor colombiano Gabriel García Márquez. La celebración obedece a la trascendencia literaria de la novela, su riqueza temática y estilística y “su connotación respecto de la realidad latinoamericana a través de su gran poder imaginativo, que se puede apreciar en la repercusión de los personajes creados que constituyen parte del imaginario de los diversos lectores”, como indica el comunicado mediante el cual fue anunciado el evento por la UNMSM. El congreso tiene el objetivo de discutir los distintos temas que la novela ha suscitado en la crítica, establecer su valor en el marco de la producción de García Márquez y de la literatura colombiana y latinoamericana, dar tribuna a disciplinas o perspectivas metodológicas que aborden el fenómeno de la obra del premio Nobel de Literatura 1982 y establecer las posibilidades de los estudios multidisciplinarios para la indagación de la significación y del sentido de la novela. Los participantes discutirán en torno a la recepción y crítica de la novela, la vigencia y universalidad del Realismo Mágico y de lo Real Maravilloso, la obra literaria y periodística de García Márquez y la influencia del autor en la literatura posterior. Las mesas de trabajo se realizarán en las aulas de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la UNMSM entre las 9 de la mañana y la 1 de la tarde, y entre las 3 de la tarde y las 9 de la noche. Fuente: UNMSM *** Mutis y el Gabo encabezarán delegación de Colombia en Guadalajara Este 22 de agosto fue presentado en Guadalajara, Jalisco (México) el programa de actividades que, como país invitado de honor, celebrará Colombia durante la XXI Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL, http://www.fil.com.mx), que tendrá lugar entre el 24 de noviembre y el 2 de diciembre. “El enfoque que va a tener Colombia en México es ‘Colombia diversa’, y queremos enfatizar nuestra diversidad cultural y nuestra diversidad ambiental que es donde está la raíz de nuestra riqueza”, así lo dijo la ministra de Cultura de la República de Colombia, Paula Marcela Moreno Zapata, al presentar el programa. Moreno Zapata hizo énfasis sobre cómo la diversidad de Colombia determina su cultura, mostrándose al mundo como una nación dinámica, con diferentes realidades sociales, que tiene diferentes realidades económicas y ante todo, quiere mostrar cómo la cultura es uno de los principales temas de discusión del país a nivel internacional. En la conferencia de prensa, realizada en las instalaciones de la FIL, estuvieron presentes Moisés Melo, presidente de la Cámara Colombiana del Libro (http://www.camlibro.com.co); Carlos Briseño Torres, rector general de la Universidad de Guadalajara (http://www.udg.mx); Raúl Padilla López, presidente de la FIL; Nubia Macías Navarro, directora de la Feria, e Igor Lozada, director de Cultura UdeG. La programación colombiana incluye literatura, música, exposiciones y gastronomía. La delegación de 63 escritores será encabezada por las dos grandes figuras de Colombia, el ganador del Premio Cervantes 2001, Álvaro Mutis, y el premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez. Autores como William Ospina, Piedad Bonnett, Héctor Abad Faciolince, Santiago Gamboa, Santiago Mutis, Juan Manuel Roca, Daniel Samper Pizano, Jorge Franco y Tomás González, entre otros, estarán presentes en la FIL de Guadalajara para dar testimonio de la diversidad de Colombia. Las nuevas tendencias de la literatura serán mostradas por autores que han tomado la estafeta. Bogotá 39 es un proyecto que ha seleccionado a los jóvenes escritores más representativos de América Latina y en la FIL Guadalajara estarán presentes por parte de Colombia Antonio García, Antonio Ungar, Ricardo Silva, Pilar Quintana, Juan Gabriel Vásquez y John Jairo Junieles (http://www.letralia.com/firmas/junielesjohnjairo.htm). La agenda académica estará compuesta por más de veinte foros en la que participarán cincuenta académicos colombianos que analizarán el contexto histórico de Colombia y pondrán sobre la mesa temas como su política de paz, economía, industria editorial y la cultura. En la Explanada, 14 grupos musicales y artistas como Fonseca, Aterciopelados, Sidestepper y La 33 pondrán a bailar a los más de medio millón de visitantes de la Feria. También estará la banda de jazz más representativa de Colombia, Puerto Candelaria, y el acordeonista que más coronas ha conquistado en Valledupar, Hugo Carlos Granados, Rey de Reyes Vallenato. El arte colombiano dejará huella en la ciudad mexicana con siete exposiciones que van desde los artistas consagrados como el arquitecto Rogelio Salmona, que exhibirá una muestra de su obra arquitectónica en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara; hasta la importante muestra “Espíritus, orfebres y chamanes”, del Museo del Oro de Colombia. También participará Débora Arango, una de las artistas del siglo XX más revolucionarias de Colombia y discípula del gran muralista mexicano José Clemente Orozco. El teatro y el cine también estarán presentes en diversos espacios de Guadalajara como el Teatro Diana, el Teatro Experimental y el Cine Foro de la UdeG. Crónica de una muerte anunciada, la obra de García Márquez, ha sido llevada a las tablas para contar con humor negro la historia de un país que se ve retratado en una plaza de toros. La adaptación al teatro del libro Mujeres en guerra, de Patricia Lara, da cuenta de la violencia que vive Colombia a través del testimonio de cuatro personajes. Cintas como Apocalipsur, Bluff y El Rey son una muestra del cine de actualidad en Colombia y serán exhibidas en el marco de la FIL Guadalajara, así como el documental Buscando a Gabo, un homenaje al Nobel de Literatura. Instalado en 1.431 metros cuadrados, el pabellón de Colombia exhibirá más de 20 mil ejemplares de las diferentes editoriales convocadas por la Cámara Colombiana del Libro. Además contará con una gran librería que será el escenario perfecto para que los visitantes de la feria se deleiten con lo más selecto de la literatura colombiana y, al mismo tiempo, degusten un buen café colombiano, representado por la marca Juan Valdez (http://www.juanvaldezcafe.com). El pabellón contará también con una tienda de artesanías, un punto de información turística del país a cargo de Proexport y un stand donde se mostrará el exitoso Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas, así como los programas de promoción de lectura que le han valido a Bogotá el honor de haber sido designada como la Capital Mundial del Libro para el periodo 2007-2008. Del 24 de noviembre al 2 de diciembre, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más importante del mundo del libro en español, recibirá a Colombia, país Invitado de Honor. El programa podrá consultarse a través de la página de Internet de la feria, http://www.fil.com.mx. Fuente: FIL *** Se internacionaliza el premio Copé La compañía petrolera peruana Petroperú (http://www.petroperu.com.pe) anunció en días pasados la internacionalización de su reconocido premio literario Copé (http://www.petroperu.com.pe/Main.asp?T=3607&S=0&id=21&idA=8843), que este año se convoca en la forma de su XIII Bienal de Poesía y su I Bienal de Novela, iniciativa que según un comunicado del ente auspiciante “demuestra que junto al comprobado crecimiento económico de nuestras fuerzas productivas, la cultura nacional ahora trasciende fronteras, proyecta el talento creativo de los peruanos a nivel mundial y confirma que los treinta años de existencia de Ediciones Copé ha sido el más grande aporte en identificar y posicionar nuestro yo colectivo”. El gerente de Relaciones Corporativas de Petroperú, Javier Galindo Calderón, en representación del presidente de la empresa, César Gutiérrez Peña, dijo que en el contexto de los 25 años del Premio Copé de Poesía, para la nueva administración de la compañía “es sumamente importante trascender fronteras, conforme al proceso de internacionalización que desarrolla actualmente en el mercado internacional de hidrocarburos y energía”. El plazo de recepción de obras para ambos premios cierra el 28 de diciembre. Pueden participar escritores de todo el mundo, siempre que las obras hayan sido escritas en español y se envíen en este idioma. El ganador de la Bienal de Novela recibirá el Trofeo Copé Oro y un premio en metálico de 33.000 nuevos soles, mientras que la Bienal de Poesía otorgará tres primeros premios, con trofeos de oro, plata y bronce y premios en metálico de 16.000, 10.000 y 7.000 nuevos soles, respectivamente. Las bases de ambos premios pueden ser consultadas en nuestra sección de concursos, http://www.letralia.com/herramientas/concursos.htm. Carlos Germán Belli, uno de los más grandes poetas de actualidad, recientemente ganador del Premio Neruda, entregado por la presidenta de Chile, opinó durante la presentación del libro con los ganadores de la edición de 2006, que el nuevo premio Copé en el género novela alcanzará los niveles de otros concursos de prestigio continental ya que se sustenta en la participación casi masiva de creadores peruanos, tanto en cuento como en poesía. “Le auguro a esta primera bienal de novela el mayor de los éxitos, porque el Premio Copé se ha internalizado como uno de los más valiosos concursos, debido, seguramente, a la solidez de sus jurados”, señaló el autor. El reconocido crítico literario Ricardo González Vigil, miembro en varias oportunidades del jurado calificador del Premio Copé, señaló que la instauración de la bienal en novela representa el gran salto internacional que emprende una empresa peruana, sustentada en 25 años de labor difusora. “El Premio Copé ha sido catalizador de grandes obras y escritores en el último cuarto de siglo. Como integrante del jurado puedo testimoniar que en este tiempo han participado miles de aspirantes y ahora son reconocidos autores. Tengo la plena seguridad de que en la Bienal de Novela Premio Internacional 2007 participarán no sólo autores que viven en el territorio nacional, sino peruanos que residen en el extranjero. Creo que Petroperú, ahora con un nuevo liderazgo, ha acertado con esta iniciativa”, precisó González Vigil. Antonio Gálvez Roncero, profesor universitario, periodista y célebre por su obra Monólogo desde las tinieblas, sostuvo que el Premio Copé Internacional en el género novelístico “eleva su prestigio ganado en los últimos años a nivel nacional y satisface la gran demanda de una gran legión de autores que nos miran con entusiasmo desde el extranjero y que, sin duda, participarán con gran entusiasmo”. Fuente: Petroperú ||||||||||||||||||||||| ARTÍCULOS Y REPORTAJES |||||||||||||||||||||| === Ensayo breve de La Habana grande Julio Pino Miyar ================ “El soñador ha visto que el mar se le ilumina, / y sueña que es la muerte una ilusión del mar”. Antonio Machado. El mar que bordea La Habana es visiblemente muy profundo. Esto le brinda a la ciudad una visión de intensidad y justifica el color azul oscuro, el poderoso oleaje y el fuerte olor a salitre que impregna la ribera. La Habana no posee una plataforma submarina. La Habana se convierte de este modo en una ciudad oceánica que mira al norte, que es desde donde llegan cíclicamente las grandes marejadas y los frentes fríos de la estación tropical de la seca. A pesar de estar situada casi a la entrada del Estrecho de la Florida, su perfil marítimo es mucho más atlántico que caribeño, como lo es el resto de las ciudades ubicadas en el Golfo de México o en la costa oriental de Mesoamérica. Inclusive la Florida, en su costa atlántica, posee una versión del mar mucho menos intensa, de colores pálidos, opalescentes. El litoral de La Habana se extiende principalmente al oeste de la profunda bahía que lleva su nombre; son casi 20 kilómetros de costa de arrecife o “diente de perro” ante la que se levanta la zona urbanizada. El Malecón es el muro que separa al mar de la ciudad, de la amplia avenida, de las aceras laceradas por el oleaje; es la línea que separa a los viandantes de los arrecifes y del enorme piélago azul que al mediodía se pone a reverberar, creando en el ambiente una luz dorada, fúlgida, que impresiona el resto colorido de la paleta visual. El Malecón fue construido en los años 20 del pasado siglo. Un dictador paternalista auspició su sólida construcción que desanda el norte limítrofe de la ciudad, desde la bahía hasta el pequeño fuerte colonial de La Chorrera, cuyo sitio indica la desembocadura del más importante río citadino, el Almendares. El Almendares divide en dos a La Habana pero muy pocos lo toman en cuenta, los verdes meandros y pequeños puentes de hierro que lo cruzan se dibujan discretamente en las partes traseras de algunas de las casas del Vedado residencial. Se extiende sinuosamente del Sur hacia el Norte, siguiendo el curso de su corriente de aguas contaminadas, que desembocan justo donde termina Malecón, dividiendo El Vedado del viejo reparto aristocrático de Miramar, de la amplia Quinta Avenida y sus casonas de influencia española, mudéjar, pequeños balcones de columnas y techos adornados con palomares y ladrillos rojos; edificaciones en las que predominan los colores azul y blanco. Varias iglesias dotadas con hermosos campanarios y con líneas arquitectónicas que recuerdan el antiguo estilo románico, aparecen a ambos lados del paseo central. Si se continúa en línea recta yendo hacia el Oeste se sobrepasará el barrio de Miramar, que crece a ambos lados de la avenida, para llegar sin solución de continuidad a los pequeños poblados de pescadores de Jaimanita y Santa Fe, el primero conforma en la práctica los límites reales del casco urbano de la ciudad. Jaimanita en el extremo oeste como Cojímar en el extremo este, son dos pueblos de grandes similitudes situados en la periferia de La Habana. Pequeñas casas de madera de techos cónicos y viejos tejados de barro con portalones de columnas; casas estructuradas bajo la solución de alquitrabe; ventanas con enrejados y callecitas estrechas, algunas todavía empedradas. Hay mala sedimentación en las orillas marinas de ambos poblados, restos de tejas viejas, pedazos de lata y madera carcomidas por el oleaje, aparte de los desagües. Sus costas de piedra afilada, donde aún concurren bañistas, poseen abiertas pocetas como pequeños remansos de agua. Cojímar es un poblado de altas colinas donde hoy viven escritores y pintores que se entremezclan, con su estilo de vida, con el vivir cotidiano del resto de los pobladores. Ernest Hemingway escogió el sitio entre los años 40 y 50 del pasado siglo para tener allí su yate de pesca, y de hecho convertirlo en uno de sus lugares preferidos de solaz. Pocos sitios, entre las innumerables tierras que baña el mar Caribe, evocan con su geografía a las pobres aldehuelas del antiguo mar Mediterráneo. Algo primitivo, humilde y milenario se percibe entre los escombros de la playa, los restos de botes hundidos, los espacios anegados de sol y la oscuridad broncínea del horizonte. Allí a la vista de la ensenada donde el río Cojímar vierte hoy sus detritus y de una taberna de marineros que ya no existe, un célebre personaje literario, el viejo pescador Santiago, luego de su epopéyica lucha en la corriente del Golfo contra un enorme pez que lo dejara maltrecho y más pobre que el día anterior, pronunció una de las frases más ilustres de la literatura universal: “El hombre puede ser destruido pero no vencido”. Cojímar está a 10 kilómetros al este de la capital. Se debe atravesar un largo túnel, que pasa por debajo de la estrecha entrada de la rada habanera, para llegar con rapidez al otro lado. Se cuenta que otro dictador, de triste recordación, en los años 50 del pasado siglo, vendió los derechos de construcción del túnel a una compañía francesa, pero abarató intencionalmente el proyecto, robándose parte de los fondos, afectando con ello el calado de la Bahía, mientras que las tierras que emergían en el lado oriental del túnel subían estrepitosamente en el mercado de valores. Con la llegada de la Revolución de 1959 son las grandes barriadas obreras de Habana del Este y Alamar las que se extienden por esa otra región del litoral, que permite al viajero contemplar, desde la carretera, al mar en lontananza. Si se continúa en esa dirección se llegará en escaso tiempo a las playas del oriente habanero, el Mégano, Guanabo, Santa María... Lugares concurridos para el descanso veraniego, alegres recuerdos para millares de personas de una próvida niñez o de una muy disfrutable juventud insular. En el otro extremo, en el Oeste, la carretera costeña, luego de avanzar casi 20 kilómetros y sobrepasar el pueblo de Santa Fe, despegándose del casco poblacional de La Habana, cruza el río San Ana en su pequeño delta de aguas cristalinas y límpidas que demarcan hidrográficamente su lejanía de la urbe con la aparición de otra zona mucho menos maltratada por la sequía y la contaminación ambiental. En el reparto Vedado está la zona metropolitana de la ciudad y los escasos altos hoteles y edificios que dominan el mar desde la acera opuesta a Malecón. Se nota cierta influencia francesa como norteamericana y española en la configuración de algunas de esas construcciones. El Hotel Nacional, su tradicional perfil, sus torres señoriales y sus jardines, que una vez fueron diseñados como remembranza de los jardines del Palacio de Versalles de la Francia imperial, invitan al visitante a permanecer en ellos sumido en una larga plática o contemplando desde el mirador el azul marino recurrente, para darnos de pronto cuenta de que La Habana es un lugar, una ciudad en el mundo que ya perdió su inocencia. Los temas sempiternos del sexo y la existencia, de la palabra procaz, son como cosas que se difuminan entre las sombras que proyectan las hojas del jardín neoclásico, la fresca brisa nocturna que llega del océano y en las conversaciones con personas dolorosamente extrañas, que han hecho de los diálogos un lugar ajeno donde sólo puede habitar el prosaísmo. “Bienvenido al Club de los poetas muertos”; así me previno en el autógrafo de uno de sus libros, cuando me vio llegar a su casa proveniente del extranjero, la esposa de un excelente amigo, la poetisa Caridad Atencio. Pero La Habana es una de las ciudades más bellas del mundo, su serio deterioro lejos de afearla, le posibilita existir en otra dimensión más humana en cuanto más intensa, como un lugar que emprende cada día la gigantesca tarea de sobrevivirse a sí mismo, tentando al Cielo que padece fuerza y a los hombres y mujeres que la habitan en su cotidiana pobreza. Una ciudad que se quedó detenida en el tiempo junto al mar que la encierra y a la vez la ennoblece; acuclillada, sumida en su largo sueño profano y la gracia hiperestésica de su vivir desesperado. Extenuante es en realidad aprenderla a caminar para llegar a poseerla en cada esquina; en sus callejuelas inadvertidamente misteriosas y sensuales; en cada barrio habitado por jóvenes irreverentes y bulliciosos, secundados por ritmáticas músicas estruendosas, los cuales se sientan sempiternamente ociosos, y a veces sin camisa, en los quicios de las puertas, y en las deterioradas aceras, por las que por debajo se cierne una estancada agua albañal. La Habana es como un sudor promiscuo que se impregna y baña de sales la piel, y como una exuberante enredadera tropical donde sus lianas acarician el cuerpo mortal de la concupiscencia. En pocos lugares sobre la Tierra las gentes blasfeman tanto como en esa ciudad. Casi no hay ningún barrio habanero que no esté subordinado a esta escena fundamental de lo popular desacralizador. La ciudad es como un inmenso país mulato de inteligente gracia extrovertida, plagada de decires y refranes, movimientos espasmódicos de zambito, pródigas alegrías, resguardos benditos y regalos de alelíes de no me olvides. Hay una vieja y recurrente historia de un hombre largamente ausente que peregrinó hacia su ciudad natal, para buscar allí lo que le había profetizado hacía muchos años una sibila. La sibila vivía en la zona metropolitana, a sólo unas cuadras del Hotel Nacional, del clásico restaurante El Monseñor y frente al Salón Rojo del Capri. Obviamente el viajero no encontró la fortuna que buscaba, la había dejado atrás. Allí sólo encontró palabras, palabras irónicas en cuanto ubicuas, contradictoriamente puras con las que quizás se pudiera construir una futura escritura. Érase una vez una mujer desnuda frente a su espejo, sumida en el largo éxtasis que trae la contemplación de sí misma, una mujer como La Habana, como una virgen que yace fascinada ante la belleza de su imagen, ante su propia leyenda incomprendida. Un viejo retrato en sepia, como una apariencia de realidad, casi como una revelación en ciernes. Una verdad absolutamente pasional. Una mujer blanca y desnuda vislumbrada a medias en la derrota invertida del espejo. La Habana es uno de los paraísos del Art Decó, de lámparas coloridas que penden graciosas del techo y una doncella de trenzas rubias bajo su luz, cual una pintura de Fidelio Ponce. Es una ciudad de decorados exteriores e interiores que implican un concepto más amplio de arquitectura y urbanización. Y como todo paraíso es un paraíso que se pierde, que se pone en crisis y se nos deshace, víctima del deterioro que hoy sacude a gran parte de las fachadas de los edificios. Pero La Habana es esencialmente una ciudad ecléctica. Neoclásicamente ecléctica. Abundan en ella los falsos estilos, los estilos tardíos. Las yuxtaposiciones de conjuntos y de órdenes. Hay incluso influencia de la arquitectura neoyorquina en esas casas hechas para un invierno que no existe, con portales de escalera para alejar de las puertas la acumulación de la nieve. Pueden verse abundar estos anacrónicos estilos en barrios con nombres tan llamativos como Santo Suárez y La Víbora. El antiguo Zoológico de La Habana se encuentra en la importante Avenida 26, en uno de los más grandes repartos residenciales, situada al sur del Vedado. Hoy el parque es un lugar atendido a medias, donde los simios enjaulados resultan figuras balbucientes y estrafalarias que nos suplican detrás de las rejas sobreviviendo encima de su propio abandono. Mientras el gran cóndor parece taciturno ocupar el mismo lugar que ocupaba hace más de 30 años, cuando las personas de mi generación le visitaban cuando niños. La maestra Rita Longa construyó hace mucho las hermosas esculturas que hoy adornan la entrada del Zoológico, la de los tres clásicos venados, la simbólica familia. Paideuma es una palabra, un concepto que invita al juego, al juego primigenio. El del niño convertido en el Gran artesano, en el Maestro artífice. El viejo parque Zoológico de La Habana era el lugar preferido para liberar el Paideuma, la poética del sentido que remite a la inocencia de una infancia que he perdido y que percibo añeja en la tristeza de los animalejos olvidados y en una frase encontrada entre las ruinas de mi memoria: La ciudad carece de amantes. Ya los enamorados no visitan los parques. Pero no nos engañemos, no es culpa de nadie. Es el tiempo. La culpa es del que suscribe este texto que se ha vuelto muy viejo para poder alzar la vista y ver los globos de colores o saborear el algodón de las nubes. Es una verdadera lástima que tan hermosa urbanización, tan inteligente diseño de callecitas, arboledas y merenderos no reciba la atención que merece. El Zoológico era un antiguo lugar para las aves, los flamencos de patas coloradas y las iguanas que desandaban libres por sus jardines. El Zoológico, casi me atrevo a suponer, era también como un importante ecosistema de la ciudad hoy desatendida. Cercano a esta zona residencial pasa el río Almendares en viaje hacia su próxima desembocadura, cruzando un alto puente el cual vuelve a dividir a La Habana en dos. Por debajo de ese puente está el parque que lleva el nombre del río y un lugar boscoso formado por tupidos árboles que crecen libremente, como si fuesen helechos gigantes, a merced de la gran humedad que impregna esos valles; colinas y desfiladeros que conforman, en la práctica, un pequeño bosque lluvioso que funge como el pulmón verde de la ciudad. Es difícil encontrar tantas tonalidades y matices de verde como en esos bosques que proliferan a la vera de los acuáticos meandros en esa zona citadina y paradójicamente tan agreste. Son las llamadas alturas del Nuevo Vedado. Todos los desagües de las calles colindantes corren hacia un mismo sitio, hacia el profundo ventisquero formado por altísimas paredes de canto, por las que por debajo se desliza el agua verdinegra, maloliente y cenagosa. Desde lo alto de las colinas se distinguen en la mañana brumosos paisajes de extensos pinares que crecen sobre un suelo arcilloso, rocoso, pródigo en húmedas cavernas y aguas subterráneas. Probablemente en tiempos de la Colonia debió existir allí algún tipo de asentamiento, cosa que es difícil de imaginar dado lo intrincado de la región. Pero pequeñas construcciones de piedra muy antigua cubiertas de lino, como pequeños anfiteatros al modo de hemiciclos griegos, se puede apreciar que se levantan sobre el amplio suelo de alta y mullida vegetación. En alguna ocasión me he preguntado, fiel a las rememoraciones ensoñativas de la adolescencia y puntuando el estribillo de una pegajosa canción pop inglesa de los años ‘60, si desandando el río Almendares en su curso invertido no se ha de llegar al reino milenario de Katmandú, situado esta vez en tierras de la mítica Atlántida. El mismo utópos del que nos habla el griego Platón en sus diálogos del Fedro y el Cratilo. Si se sigue la pista del río Almendares desde esa zona se llegará muy pronto al viejo reparto de Puentes Grandes, que fiel a su nombre connotan sus paisajes con pintorescas pasarelas. Es un barrio pobre ubicado al sur de La Habana por donde pasa el río proveniente del sumidero de Batabanó. Puentes Grandes fue un lugar, a principios del siglo XX, muy visitado por pintores. Sus paisajes acuáticos tematizaron la pintura cubana de tendencia impresionista de ese entonces. Y existe allí aún un extraordinario lugar de solaz: los Jardines de la Tropical construidos en los alrededores del río, al lado de una antigua fabrica de cerveza de la que hoy queda sólo su inmenso casco arquitectónico de impresionante estilo modernista. Abundan en el lugar los emplazamientos en piedra, graves pasajes de columnas terminadas en cornisas que se funden con el follaje, integrándose orgánicamente con las extensas arboledas y vetustas escalinatas que descienden, desde las altas terrazas de granito, hasta las márgenes polucionadas del Almendares. Uno de los afamados cuadros que posee, en su notabilísima exposición permanente, El Palacio de Bellas Artes de La Habana, es “La siesta” de Guillermo Collazo, pintada en 1886. Una mujer joven duerme placidamente recostada en su diván, al borde de una abierta terraza que domina el mar y donde predominan los colores tierra; se ven hojas secas, otoñales, esparcidas sobre los amplios mosaicos del piso y bajo las grandes arcadas de una mansión sin dudas señorial. Es el sueño placentero de una burguesía criolla que tuvo, en algún momento de su historia, la innegable sensibilidad para propiciar la construcción de una las ciudades más bellas y originales del mundo. Hay una segunda pintura de Collazo tan hermosa y sugerente como la anterior: “Mujer junto al mar”. El mar que se contempla es plomizo, crepuscular, tanto como el atuendo anacrónico de la mujer, una visión más típica de los paisajes nórdicos que de una región tropical. Era cuando aún nuestra pintura nacional no había definido su objeto y lo veía sólo a través de una educación y un prisma fundamentalmente europeos, desde una óptica y una tradición importadas, que tuvo su cristalización en el magisterio de la Escuela de Arte de San Alejandro. Lo mismo sucede y abunda a fines del siglo XIX con las ilustres marinas de Chartrad. Lo que quiero evidenciar con esto es que La Habana fue concebida para el lujo de nuestra burguesía histórica, la cual construyó en América, en la mestiza y arcaica región mediterránea del Caribe, una ciudad dotada de una ambientación esencialmente europea, española; una España borbónica y sarracena; española afrancesada; francés españolizada. Nuestra burguesía criolla, a principios del siglo XIX, fue la clase social más adinerada del continente latinoamericano. Las extensas plantaciones de azúcar permitieron el fenómeno económico, típico de la etapa industrial del desarrollo, de una gran concentración de tierras, mientras las máquinas importadas fomentaban una nueva división del trabajo. La pintura geométrica de Laplante, concebida sobre el tema de los ingenios azucareros, es casi como una pintura futurista que anticipó en nuestro país el geometrismo de Paul Cezanne. Puede decirse entonces que dinero, concepción del futuro y una extraordinaria sensibilidad, fueron en su momento coautoras de la ciudad de La Habana. La ciudad posee dos importantes calzadas que haciendo la función de anillos la ciñen desde el Sur. La Calzada de 10 de Octubre y la Calzada de Zapata. La primera calzada se desplaza desde la antigua barriada de Santo Suárez, hacia las cercanías de la zona portuaria plagada de industrias, cuyas arquitecturas de hierro y ladrillo ofrecen imperativos perfiles modernistas. La segunda calzada comienza en los límites del suntuoso cementerio neoclásico de Colón, para convertirse después en la Avenida de Carlos III y finalmente en la calle Reina que desemboca en lo que fuera, en la primera mitad del siglo XX, el gran centro urbanístico de la capital. Centro urbano conformado por los alrededores del Parque Central, el clásico Cine Pairet, los tradicionales hoteles Inglaterra y Telégrafo, la acera histórica, llena de remanentes culturales, del Louvre, y la alameda del Paseo del Prado que con sus esculturas de leones en mármol desciende gravemente hasta el mar. Como edificaciones centrales de este suntuoso complejo citadino, se levantan el Teatro Nacional y el Capitolio, esta última antigua sede legislativa de la República que fue diseñada a imagen y semejanza del edificio del congreso norteamericano en Washington. Original Capitolio que fuera construido como remembranza de la Piazza del Campidoglio de la antigua República Romana. Abundan mucho estos tipos de edificaciones parlamentarias en Estados Unidos y América Latina, aunque nuestra edificación capitolina, por sus magnificas proporciones monumentales, se convierte de hecho para mí, en la apoteosis del neoclásico cubano. Alejo Carpentier definió a La Habana como poseedora del estilo de esas ciudades que carecen de estilo propio (el estilo de las ciudades que no tienen estilo, dijo aproximadamente) e hizo demasiado énfasis en los largos paseos de columnas que la ciudad en algunas partes poseía. La indefinición o la imposibilidad de establecer una definición arquitectónica clara, para una ciudad conformada por constantes yuxtaposiciones, le hizo hablar al escritor de una patente falta de estilo que vendría a configurar, en la práctica, su particular modo de ser y de existir. Mas hay pocas ciudades en América que resuelvan sus dimensiones y sus conjuntos urbanos con la racionalidad con que los resuelve La Habana, nada más alejado de una anarquía de la distribución y el diseño se pueden apreciar en ella. Sus viejas calzadas son una obra maestra de la comunicación interior, concebidas para el tráfico automovilístico y al mismo tiempo para su mejor cosmovisión de índole estética. Eso es lo único que puede explicar que la urbe siga siendo, hoy en día, una ciudad carente de grandes estancamientos de tráfico, a pesar de la agresividad con que se maneja y la evidente falta de un buen sistema operativo y permanente de señalizaciones. El barrio colonial de La Habana Vieja es colindante con la zona del Parque Central y la Avenida del Puerto, por la que continúa la sólida línea de Malecón. Es un conjunto casi homogéneo de edificaciones que fueron levantadas antes del siglo XX. Sus hermosas plazas son hijas de un concepto italiano y renacentista de diseño y urbanización, y hay quienes afirman que sus callejuelas recuerdan algunos barrios de París. Sus iglesias, sus conventos, sus abundantes sitios de referencia cultural y literaria, más que ofrecer una sobria unicidad de concepción, lo que nos brindan es una elaborada poética del entorno. El actual historiador de la ciudad me recuerda, en su enorme afán patrocinador, al viejo Obispo de la Colonia de apellido de Espada, a quien lo único malo que le asigna la tradición nacional fue su furia iconoclasta emprendida contra todos los altares barrocos de la capital. El historiador de la ciudad ha realizado, con apoyo gubernamental, una misión extraordinaria de remozamiento, preservación y culta ambientación para un lugar, a todas luces, único en América. Pero hoy en día el turismo ha decaído significativamente, sería conveniente emprender una nueva ronda de negociaciones con el Parlamento de Europa, con sede en Bruselas, para propiciar un flujo de turismo tan necesario para una ciudad, no sólo falta de visitantes, sino de nuevas y mejor dirigidas inversiones de capital extranjero. La Habana es la capital, debo decirlo, de una nación a la cual todo el mundo le presta atención. Continúa siendo el paradigma político que era desde los años ‘60. Y hay algo que se llama opinión, auspiciada por la comunidad internacional de naciones. En la medida que el país se ha ido integrando cada vez más a la vida internacional, esa opinión ha ido cobrando mayor sentido político. A Cuba hoy la sacude el impacto galopante de la Modernidad en su doble vertiente práctica y gnoseológica: la del reconocimiento de la autonomía del sujeto que habla y en la negativa a clausurar, mediante el discurso opresivo de ese mismo sujeto, al objeto de sus designaciones. En términos políticos esto debería traducirse como el reconocimiento explícito del Otro que somos por parte de la comunidad internacional, y, en un sentido social, como el reconocimiento implícito, por el principal sujeto enunciante, de una diversidad que nos sacude de raíz. La Modernidad debe ser entendida así como una verdad histórica que se ha vuelto esencialmente dialógica, práctica, viviente, inclusive circunstancial. Una de las grandes batallas que puede estar librando ahora el pensamiento cultural nacional, en la acepción más amplia del término, es el de poder acceder a los grandes medios de comunicación, tanto en su espacio local como internacional. Esto exige, en primer lugar, gran responsabilidad social, y en segundo, claridad de ideas. Incluso una verdadera metodología de exposición. Los marcos político institucionales que deben nacer de un restablecimiento gnoseológico (de un conocimiento sociohistóricamente dañado) deben ser múltiples aunque al mismo tiempo proceder de una verdad unitaria en cuanto consensuada. Consensuada no sólo en términos democráticos, sino por la propia historia y el diálogo intercultural. Una nación moderna, si se construye al margen del consenso universal, deviene en una caricatura de Modernidad, pero un criterio internacional, si carece de parámetros morales, degenera en un designio, la mayor parte de las veces, imperial. Cuba es de este modo, ante los otros que la miran, el otro mundo político formado, que la propia realidad política formada por intereses ajenos pugna muchas veces por no reconocer. Aunque si no existe Ethos no hay Modernidad viable. El dilema de las naciones modernas, si no se resuelve en términos políticamente consensuados, puede disolver el proyecto histórico de cualquier nación. Mas la irresolución del Estado político puede ser el sumidero histórico de una nación. Por ende, la Modernidad no puede ser la regalía que nos concede el Sistema Político del Mundo, y es que a la Modernidad política, como a la Modernidad social, no se accede, sino que se construye laboriosamente entre todos. La mejor película cubana que pude ver en La Habana fue La noche de los inocentes, del realizador Arturo Soto. Fue el único argumento que no vi descender al mal llamado vernáculo de la exposición; como mero clisé o pintoresquismo de las situaciones, dado en el modo preconcebido de actuar de los personajes. Una comedia de equívocos, un juego irónico de los sentidos y una nevada final sobre las calles atestadas de tráfico de una Habana contemporánea, conformaron el meta discurso del milagro verificado, en el que conceptúo el poderoso latido en ciernes de una añoranza: la participación nacional (siempre pospuesta) en una Modernidad, hoy por hoy, dramáticamente soslayada. La Habana, con todos sus problemas, vive hoy para sí su propia pulsión moderna en gestación. Una Modernidad que debe ser entendida como hija de un proceso histórico, cabe insistir. No una panacea que nos ofrece el pensamiento liberal. Esas pulsiones encuentran también expresión en el arte y en el pensamiento. Muchas veces las formas de expresión más visibles en cuanto mejor sintetizadas. La plástica cubana ha comenzado a comportarse desde hace años como un sistema de ideas que pide una reinstalación del arte en el entramado social, en la funcionalidad, en la eficacia social de sus presupuestos estéticos. Y a veces el artista quiere regresar a su antiguo puesto de artesano en el mercado del trabajo, reubicado para pensar y decir como un gestor más de la vida económica y política de la ciudad. Entonces se pide volver a pensar el papel de las instituciones del arte reubicadas, concebidas, más allá del habitual espacio físico y burocrático, en cualquier articulación social en que se pueda realizar y verificar una gestión cultural. La Habana es una ciudad sometida al impacto cotidiano de la cultura, pero también al impacto que el mercado global viene realizando sobre la cultura, lacerándola. Es además en el arte donde se perciben esos efectos devastadores. Una transgresión de la franqueza original, de las razones originales de un arte concebido en principio como vía para la participación y la solidaridad. La más distintiva de las construcciones habaneras es el Morro, colocado, como su nombre lo indica, a la entrada de la Bahía, en su lado este. La idea general de su construcción es organicista pues se integra plenamente al paisaje de rocas sobre las cuales se levanta, entregándole con esto un aspecto formidable. Es una vieja fortaleza militar del siglo XVII, edificada cuando ya la pólvora había sido inventada, por tanto sus murallas no son tan altas como tan sólidas, hechas para resistir el embate de los cañonazos enemigos. Desde lo altos de sus viejas almenas se nos entrega una visión muy especial del mar y de La Habana. Se puede contemplar desde su cima, de un modo completamente privilegiado, la profunda Bahía con sus buques mercantes estacionados y las edificaciones que integran, en el lado Oeste, la zona de La Habana Vieja y el Paseo del Prado, las hermosas cúpulas del antiguo Palacio presidencial y del Capitolio. Mientras que en lontananza se distinguen, bajo una luz fina y dorada, emborronada por la cálida brisa que difumina suavemente las perspectivas, las altas construcciones del Vedado siempre delineado por el espumoso mar de color azul oscuro que lo abraza. Una de las cosas más curiosas que se perciben en La Habana, sobre todo para una persona habituada a vivir en el mundo desarrollado, es lo elástico que resulta allí el concepto de seguridad personal. No hay una visión clara, concreta, sobre la idea de la muerte y el finiquitar irreversible de la vida. Los cubanos disfrutan de la vida como si fuesen inmortales. Allí la muerte sorprende siempre porque nunca se espera. Sin embargo, el culto a los antepasados es real, como lo es en todas las viejas sociedades agrarias. Los cubanos tienen su propio libro de los muertos y encuentran en la vida, y en las relaciones con los fantasmas del pasado, su propio y especial significado. Hay así casas impregnadas de recuerdos, llenas de olor a viejo, a cosas empolvadas y gastadas. En esos paisajes de gasas y de sombras se yergue paradójicamente la vida fácil, despreocupada, escandalosa y alegre. Como si la brisa tenue, el tintinear de las luces y el practicismo que imponen las agobiantes jornadas, hicieran fracasar todo argumento filosófico. La Habana, como la isla en peso, no es telúrica sino marítima, oceánica. Pero el mar no es sólo un camino, es también una soledad y una asombrosa lejanía. Una promesa. Y la muerte se vuelve ingrávida y azul, generalmente fantasiosa como el mar que eternamente reverbera a su lado. La muerte se viste como un pordiosero que se agacha, en los oscuros zaguanes de las casas, a recoger los centavos prietos como el pago de una extraña bienaventuranza. La muerte es escuálida y esconde con vergüenza su mano tísica, y le pide permiso a la dueña del cementerio para poder entrar con el difunto en brazos. Si la dueña no quiere la muerte tiene que regresar el difunto a casa. Del mismo modo que para el artista el hada verde se esconde en el delirio del ajenjo. Hay ciertos estados límites que el hombre racional, culto y sensible puede, en raras ocasiones, usufructuar, en oscuras vísperas de Noche Buena y en esas calurosas tardes religiosas de los suburbios habaneros en que los santos salen a peregrinar. Poco antes de salir de La Habana visité el Convento de Santo Domingo de Guanabacoa. Un antiguo amigo me había hablado de sus impresionantes espacios interiores que predisponen al visitante al recogimiento interior y a la meditación. Me impresionaron vivamente no sólo las grandes arcadas de los techos, sino la vetusta fachada exterior. Fue como un viaje al pasado. Mi ex amigo había vivido allí, en el pueblo de Guanabacoa, hacía casi cincuenta años, muy cerca del liceo donde predicó José Martí. Toqué a la puerta del convento un domingo en la tarde, un fraile franciscano acudió a abrirme, fue él quien me explicó las razones de mi confusión, aunque el nombre del lugar hacia referencia a los dominicos, este era un convento de franciscanos desde el siglo XIX. Mi antiguo conocido tenía otra vez razón. Los franciscanos, la orden del “cándido y diminuto” San Francisco de Asís, el compañero de Santa Clara, no sólo era la vía de la legítima pobreza sino que era el camino al lejano Oriente que los peregrinos de la orden adelantaron con sus misiones. Fue una especie de despedida. El anciano fraile me despidió afectuosamente en la puerta. Guanabacoa, una de las ciudades más antiguas de Cuba, se encuentra muy cerca de los pintorescos pueblitos de Regla y Casablanca, situados en las inmediaciones de La Habana, en el lado este de la bahía. Pocos lugares dejan en el visitante la intensa experiencia de la fuerza abisal que posee la tierra como en ese lugar, como si fuese un sitio, una región sagrada. Pero de lo que no sé, y mi razón inhibe, es mejor no hablar. Lo que puedo decir, quizás llevado a ello por una intelección personal de la idea de la Providencia, es que los procesos históricos jamás fracasan. Podría fracasar un dirigente, una dirección política, pero la mecánica social de los acontecimientos, trabaja siempre para el mejoramiento humano. Hay que saber dejar hacer al peso irrefutable de los años mientras nos entregamos a las labores cotidianas. No se puede violentar la historia, pero tampoco perder el ritmo que nos hace movernos a su paso. Eso que los hombres de religión de tiempos antiguos llamaban fe, no es otra cosa que una profunda convicción. Una actitud de paciente espera; “de ardiente paciencia”. De una de las personas en La Habana más queridas por mí, el maestro Cintio Vitier, recuerdo la pregunta que en su casa me hiciera, que es la sempiterna pregunta que el creyente poético formula a sus amigos: “¿Para qué hace Dios llover sobre el desierto donde no crece poro vegetal?”. Para probar la fe de Job. ** Julio Pino Miyar isla_59_1999@yahoo.com Poeta, ensayista y narrador cubano (Santa Clara, 1959). Radica en Estados Unidos desde 1987. Colabora en calidad de ensayista con prensa escrita de Cuba, Estados Unidos y América Latina. Ha sido prologuista de varios libros de literatura. Escribió las palabras del catálogo del Primer Premio Internacional de Pintura de la Bienal de La Habana de 2001. En 2003 realizó en Tel Aviv una exposición conjunta de fotos bajo el rótulo “El libro de los árboles desnudas”. En 1995 fundó en Miami la revista cultural Los Conjurados. Tiene en La Habana tres libros en proceso editorial. === La fuerza del nadador Andrés A. Ugueruaga ======================== Hacia enero de 2004, tras haber editado en 1997 y en 2001 Crawl y Hospital Británico, Ediciones del Dock publicó finalmente las Obras completas de Héctor Viel Temperley. Este acontecimiento equivale a abordarlo como uno de los tantos y auténticos descubrimientos literarios que el destino nos tenía deparados. La obra de Héctor Viel Temperley es un clásico, aunque un clásico raro. Como los casos del mejicano Carlos Torri, del uruguayo Felisberto Hernández, del alemán Gottrieb Benn (tan influyente durante y después de la Segunda Guerra), este suceso reciente es prometedor para los amantes de la buena literatura. Compuesto por 9 libros que datan entre 1956 y 1987, la obra del poeta es representante de una literatura excelsa. El lector al toparse con las Obras de Temperley suele sentir un dejo de agradecimiento. No puede apartarse de la sensación que advierte quien prologa dicho libro, Tamara Kamenszain: “Un ángel acompaña la obra poética de Héctor Viel Temperley”. Por otra parte es difícil cuidar que el señor Temperley fue un caso prematuro en la literatura argentina: su primer poema fue escrito a los 18 años: “Volteadas por el viento / mis botas caen al fin. Y arrodillado / abrazo más que viento. / Abrazo al ángel que hice con mis manos” (de El ángel de las botas, 1951). Sus versos guardan la frescura de la arena y del mar. Insinúan esas imágenes en que el agua, el sol y el airoso cielo azul de algún verano, siempre o casi siempre están. Los libros reunidos en sus Obras completas nos remiten en su mayoría más a imágenes/vivencias así de placenteras y profundas, que a otros libros de los muchos que seguramente el poeta puede haberse servido. Porque en su obra están constantemente el agua, el fuego, el aire y la tierra, los cuatro elementos (y más que nada el agua), es como que constituyen sus escritos, de modo que parece una obra que va hacia sí misma. Es eso lo que hace parecer que los versos de Temperley tengan eso tan cristalino que uno quiere volver a revivir: “Y recuerda los días cuando el cielo / rodaba hasta los ríos como un viento / y hacia el agua tan azul que el hombre / entraba en ella y respiraba. Soy el hombre que nada hasta los cielos / con sus largas miradas”. Él, por decirlo de alguna manera, fue muchos otros poetas: en el poema “El nadador” cita por ejemplo a Marcos, 5: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. Es la religiosidad surrealista como él mismo la llamaba, en la que siempre se privilegia el agua tal como lo hizo el uruguayo Felisberto Hernández en un cuento llamado “La casa inundada” en que decía que “hay que cultivar los recuerdos en el agua, que el agua elabora lo que en ella se refleja”. El agua como principal elemento en la literatura rioplatense. Pero el surrealismo religioso pregonado por Héctor Viel Temperley se daría recién en sus dos últimos libros, Crawl (1982) y Hospital Británico (1986) en donde más lo explicitó y desarrolló. Hay líneas encantadoramente oníricas y extrañas, desplegadas en estos dos libros: “Vengo de comulgar y estoy en éxtasis / junto al hombro del kavanagh y de cara a la escuela de náutica / y al plátano, / hacedores de fuego que me impiden flotar con éste entre esos pocos hombres / que allí —solos y lejos con la punta del espigón desierto—, / mecidos como sábanas” (“El espigón más largo, el aviso y el crawl”). En donde se hilvanan los recuerdos de una inundación y una competencia de natación. Crawl, al cual pertenecen aquellos versos, Temperley lo escribió en alabanza a Nuestro Señor Jesucristo (vida del autor). En el último año de su vida escribe Hospital Británico. Hospital Británico es una pequeña y gran obra en donde Temperley más experimentó su más dotado manejo de la palabra. Y en donde se plantea por vez primera una poesía en prosa, en una situación completamente intemporal, entre la vida y la muerte, la muerte y la fe, concatenadas en frases que nos hacen pensar primero en el cielo y luego en el infierno, o dondequiera que él esté. Aquí el dolor es sin embargo lo que se vivencia, en la forma más pura y explícita de la palabra. Hospital Británico es tal como dijo Juan José Saer sobre la poesía: “La gran poesía es de una elección del dolor, una disciplina de la extrañeza que lo borra todo”. Por ejemplo: “Mi madre vino al cielo a visitarme” y después: “Para el recluso el Pabellón del Infierno Rosetto es también la paz, pero una paz alcanzada por la conciencia trágica de la condición humana”. Al parecer en ese año, Temperley estuvo internado allí, justamente en el Hospital Británico, por una intervención debido a un tumor cerebral. No se sabe, no se puede llegar a saber dónde precisamente está el narrador en este libro, si en un delirio o en Buenos Aires, como diría algún amigo suyo. “Mi vida es un desierto entre dos guerras. Necesito estar a oscuras. Necesito dormir pero el sol me despierta. El sol, a través de mis párpados, como alas de gaviotas que echan cal sobre mi vida; el sol como una zona que me había olvidado”. Héctor Viel Temperley nació y falleció en Buenos Aires entre 1923 y 1987. Sus libros editados en vida fueron: Poemas de caballos, 1951; El nadador, 1967; Humanae Vita mía, 1969; Plaza Batallón 40, 1971; Febrero 72-Febrero 73, 1973; Carta de marear, 1976; Legión Extranjera, 1978; Crawl, 1982, y Hospital Británico, 1986. ** Andrés A. Ugueruaga andresugueruaga@hotmail.com Escritor argentino (Santa Fe, 1973). Textos suyos han aparecido en el diario El Litoral (http://www.ellitoral.com.ar), y ha colaborado con páginas como Monografias.com. La mayoría de su producción permanece inédita. === El último viaje de Ernest Hemingway a España ========================== === Ramón Fernández Palmeral ============================================== Es una suerte que la finca de La Cónsula, rodeada de un exuberante jardín botánico, se encuentre abierta al público. A las once de la mañana del día 9 de julio de 2007 estaba yo en esta finca, hoy Escuela de Hostelería de Málaga, situada en Churriana (Málaga), para intentar componer una crónica sobre la última estancia de Ernest Hemingway (http://www.monografias.com/trabajos10/parisfin/parisfin.shtml) en España durante el verano de 1959, dos años antes de que se suicidara en 1961. Don Ernesto, como le llamaban en España, ya era Premio Nobel de Literatura desde 1954, cuando llegó por última vez a España acompañado de su cuarta esposa Mary Welsh, para escribir una crónica periodística de 10.000 palabras por encargo de la revista norteamericana Life, sobre el mano a mano entre los toreros y cuñados José María Dominguín (http://www.portaltaurino.com/matadores/lm_dominguin.htm) y Antonio Ordóñez (http://www.portaltaurino.com/matadores/antonio_ordonez.htm). Don Ernesto nunca viajaba solo: necesitaba tener una corte de amigos a su alrededor. Al llegar a España se hospedó en La Cónsula, finca que era propiedad del matrimonio norteamericano Bill Davis desde 1953. La crónica periodístico-taurina de ese verano creció más de la cuenta y acabó en el libro póstumo El verano peligroso, pero no se publicó hasta 1985, no muy apreciado por los críticos. La crónica sería tajantemente mutilada, reducida a la tercera parte del manuscrito que originariamente dejó Hemingway. La traducción es, según Santos Domínguez (http://santosdominguez.blogspot.com/2005/08/el-verano-peligroso.html), “la que perpetró en 1986 para Planeta un tal Jacinto León Ignacio, traductor abominable que da la sensación de que, como los malos estudiantes de latín, ha tenido que buscar en el diccionario todas las palabras para elegir siempre la acepción más inadecuada”. En La Cónsula, Hemingway, además de trabajar en su crónica taurina que le había traído, también trabajó en su libro París era una fiesta. “Ernest”, como asegura su viuda, “empezó a escribir este libro de vuelta a Cuba en el otoño de 1957, lo trabajó en Ketchum (Idaho) entre 1958-59, se lo llevó a España en 1959, y siguió el libro de vuelta a Cuba (...). Retocó el libro en el otoño de 1960 en Ketchum”. Reseña histórica de La Cónsula La finca de La Cónsula se sitúa a la entrada de la barriada de Churriana, término municipal de Málaga, sobre la carretera hacia Alhaurín de la Torre. Tiene una superficie de una diez hectáreas en un paraje de jardines muy bien cuidados, es actualmente sede de la Escuela de Hostería de Málaga, dirigida por Francisco Oliva García. Al antiguo edificio que data de 1807 se la ha adosado uno de nueva construcción y diseño, que es como un parche arquitectónico, ya que esta propiedad se llamaba Hacienda San Rafael, que se encuentra documenta en una crónica de I. Marzo: “La Hacienda de San Rafael o una comida de campo”, publicada en El Guadalhorce, periódico de literatura y arte (tomo 1, Málaga, 1839). Por los datos que aparecen en Internet he recopilado la siguiente reseña histórica. Aunque los primeros datos disponibles de la Hacienda San Rafael se remontan al siglo XVIII, como una simple finca agrícola, más pequeña que la actual (cinco fanegas, equivalentes a unas 3 hectáreas). Se puede seguir el rastro histórico, con diversos propietarios, incluido un presbítero de la Villa de Cártama, don Pedro López. Por deudas de los últimos propietarios, la finca sale a subasta y es comprada por don Ambrosio Cuartero, en nombre y representación de don Juan Roose Kupckovius. Aparece ya en 1804, como propietario de la finca, y la amplía con 6 fanegas más, que deben corresponder a la parte que actualmente se encuentra entre la escuela de hostelería y la carretera de Alhaurín. En 1807 se inicia la construcción de la casa de recreo y los jardines que la rodean. Se atribuye la dirección de las obras del jardín a José Martín de Aldehuela, aunque también se sugiere que el Conde de Villalcázar, propietario de El Retiro, suministró a don Juan Roose “el plan de un gracioso aunque pequeño jardín”. Don Juan Roose estaba casado desde 1793 con doña Rafaela Warusch Velasco. Aparte de hombre de negocios adinerado, fue también Cónsul de Prusia, y de ahí, seguramente, aparece la denominación popular de la finca. En algunos documentos aparece también como la Hacienda del Cura, seguramente por su paso a través de manos eclesiásticas, por alguna desamortización. En 1824, la hacienda se amplía con tres cuartillas de tierra, por una donación de don Francisco Javier Abadía. Don Juan Roose muere en 1837, y a través de los inventarios de bienes, sabemos de la existencia de numerosos árboles frutales y ornamentales del área mediterránea, y de determinadas áreas del jardín: el jardín de la alberca, los cenadores de los llorones, de la alberca y de la reja, la gruta, el laberinto, la acequia, el semillero, etc. Escaseaban entonces las especies exóticas, ya que sólo aparecen palmas reales, árboles del paraíso, árbol de la vida y árbol del coral. Esta finca representaba una carga para la familia propietaria. Fueron compradas las diversas participaciones de propiedad por don Enrique Heredia Livermoore, a partir de 1856. Don Enrique vuelve a ampliar la finca 4 fanegas más. Por estas fechas, Amalia Heredia Livermoore (1830-1902), la hermana de don Enrique, compraba La Concepción. La coincidencia de especies exóticas entre ambos jardines nos lleva a pensar que fue por esta época cuando el jardín adquirió el carácter actual. En 1888 fallece don Enrique, y la hacienda pasa en herencia a don Carlos Heredia Cámara. Estuvo en manos privadas hasta 1973, fecha en la que fue comprada por el Ayuntamiento de Málaga a doña Anne Bakwel Davis, viuda del señor Bill Davis. En 1984 se llevó a cabo una restauración del edificio principal, respetando sus características arquitectónicas. En 1993 se constituyó un consorcio entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento para crear la Escuela de Hostelería La Cónsula, ocupando el edificio principal, y los terrenos de ruedo del mismo, añadiendo alguna construcción. En 1997 fue adscrita al Patronato Botánico Municipal Ciudad de Málaga. La secretaria irlandesa Valerie (1), luego nuera de Hemingway, dejó escritas dos reseñas de esta casa: “Estaban en la casa de unos amigos, en Málaga, en días de intenso calor, y ella [Mary Welsh] compró unas toneladas de hielo, que llegaron en un camión y fueron inmediatamente descargadas en la piscina. Luego cuando salieron de Málaga pasaron por Madrid, y tuvo en Aranda del Duero un grave accidente de tráfico” (César Coca, reportaje sobre La historia más triste de Hemingway, 5-5-2005). La señora Valerie, que actualmente vive en Montana (EUA), es autora del libro Corriendo con toros, mi vida con los Hemingway, donde escribe: “Tenía un jardín tan precioso como el Botánico de Madrid. La casa era enorme, magnífica y fresca, de habitaciones espaciosas”. Crónica de julio de 2007 Me acerqué la mañana del sábado 7 de julio a Churriana para dejar un ejemplar de mi libro Buscando a Gerald Brenan en el sur en la Biblioteca Pública que lleva el nombre de José Moreno Villa, poeta y pintor de la Generación del 27. Pero no lo pude dejar; era sábado y estaba cerrada, tenía horario de verano, y aproveché para acercarme a La Cónsula, finca de la que hablo en este libro; saqué fotos desde la cerrada verja. Regresé otra vez el lunes día 9 y entregué mi libro en la biblioteca, que por cierto todavía no me han mandado una carta de haber recibido el libro, las cuales colecciono en mi archivo particular. Como había descubierto que Gerald Brenan y Hemingway se conocieron en el verano de 1959, así lo hice constar en mi libro, de aquí arrancaba el interés original por recordar y recuperar la presencia de Hemingway en Churriana (Málaga) 48 años después, en su último viaje a España. Cuando llegué a La Cónsula, esta segunda vez, aparqué en una explanación, por la parte nueva, que es una construcción moderna, algo decepcionante por las altas vigas metálicas que hacen de soportal, para mí un parche, después de haber visto la columnata de la parte antigua de la mansión con sus dos hileras de columnas de mármol que soportan el alero del primer y segundo piso. Creo que es tendencia de los nuevos arquitectos que no se deben hacer añadidos a los antiguos edificios, sino construcciones totalmente nuevas y disparejas de lo antiguo, de aquí los parches. Una vez traspasado el acceso de entrada por una puerta pequeña, casi de servicio, uno llega a un patio de estilo andaluz cubierto. En el centro mesas y sillas como recibidor. A la derecha veo el pilón de una fuente de piedra caliza que parece antigua y romana, aquí crece y sube una hiedra que se eleva hacia la luz de la claraboya, reptando por la pared almagra donde aparece una cerámica con la imagen de San Isidro Labrador, Patrón de Churriana. No he dicho que esta localidad es el distrito 8 del Ayuntamiento de Málaga, es decir, que pertenece a Málaga capital. Nada más llegar acudió a mi encuentro una fornida vigilante jurado, una chica joven, a la que le pedí que quería entrevistarme con el director del centro o persona responsable. Me respondió que esperara un momento. Durante esta espera estuve contemplando el azulejo que recuerda que esta Escuela de Hostería fue inaugurada por el presidente de la Junta de Andalucía, don Manuel Chávez González, en diciembre de 1993. Decoran la pared cuadros de diferentes promociones de alumnos de la escuela. En esta breve espera me dio tiempo a recordar que Hemingway y Mary Welsh (su cuarta esposa) cruzaron el Atlántico a bordo del “Constitución” y desembarcaron el 1º de mayo de 1959 en Algeciras, instalándose aquí, en esta mansión en la yo me encontraba lleno de una extraña sensación de orgullo. Vino aquí porque la revista Life le había encargado un reportaje sobre lo que era considerado como el enfrentamiento de toreros más grande de la historia: el mano a mano entre Dominguín y Ordóñez, que tendría lugar ese verano. Y si no era así ya se encargaría el Premio Nobel de que así fuera. Hemingway, su cuarta mujer y su secretaria (incorporada dos semanas más tarde), y sus amigos, encontraron acomodo en esta finca, rodeada de un jardín botánico, invitados por el matrimonio Bill Davis, amigos y compatriotas del escritor. La casa la describió él en el libro que escribió de aquella aventura taurina, El verano peligroso, como “maravillosa casa”, y comparaba su jardín en belleza con el Botánico de Madrid. Seguramente, aquí trabajó en su libro París era una fiesta. Este lugar tiene una luz divina, y el clima es de los mejores al sur de Europa. También me da tiempo a recordar que en la calle Torremolinos 56 vivió Gerald Brenan, el autor de El laberinto español, 1943, a quien invitaron los Hemingway, y a los Davis, a un almuerzo que según la fotografía que existe de este encuentro se celebró en el jardín, en correspondencia a una invitación en La Cónsula. Un recorrido por La Cónsula Cuando la vigilante regresó venía acompañada de una administrativa. Yo desperté de mi ensoñación literaria. Se presentó como la secretaria, le comenté que escribía para varias revistas americanas en Internet y que tenía interés en conocer la habitación o despacho donde se hospedó y trabajaba Hemingway en 1959, hace ahora 48 años, y me respondió: —Aquí no tenemos nada de Hemingway, la habitación donde se hospedó se encuentra convertida en un vestuario de alumnas de la escuela. No se conserva nada, ya que esta casa estuvo vacía durante varios años, cuando nos la entregó el Ayuntamiento había sido desvalijada. No obstante, se puede ver en el restaurante una reproducción del atril en el que leía Hemingway..., no sé si de pie o sentado. El original está en Cuba, yo lo he visto y es igual que el que tenemos aquí. También guardamos algunos recortes de prensa y fotos que hemos ido recibiendo. Aquí vinieron el año pasado representantes de la Fundación Hemingway de los Estados Unidos y organizaron una comida; fue bajo la carpa. —¿Puedo visitar el interior de la casa —insistí con cierta decepción ya que yo esperaba encontrarme con un despacho— y hacer algunas fotos, al menos de la puerta de la habitación donde se hospedó? —Sí, no hay ningún problema. Acompáñale —le dijo a la vigilante. Aún puedo recordar el nombre de la amable y eficiente secretaria de la Escuela de Hostelería, se llamaba Maribel Paz, y lo es desde hacía unos 14 años, es decir, prácticamente desde que se inauguró la escuela en 1993. La vigilante y yo subimos por las amplias escaleras hasta el primer piso de la antigua mansión. En el lateral había un montacargas para carritos de inválidos. Aparece un pasillo sobrio, blanco, y en el centro un hueco con baranda que rodea el hueco, abajo se ve el patio andaluz. Al final, a la derecha, me indica la vigilante que es la habitación, tiene una gran puerta de dos hojas, pintada en color caoba oscuro. Aquí, en el pórtico de la gloria de la literatura universal, me entran ganas de besar el suelo que pisara Hemingway, y, como estatua, emocionado de una extraña alucinación, le pedí a la vigilante que me hiciera una foto como recuerdo imborrable. En esos momentos abrieron la puerta tres alumnas, eché un curioso vistazo hacia adentro y vi las taquillas alineadas, solas, grises, desilusionantes. Bajamos otra vez al patio andaluz y salimos fuera de la casa, a la explanada, había coches aparcados y en frente el jardín botánico con aspersores en funcionamiento. Llegamos hasta el restaurante de la escuela, aledaña a la mansión, uno de los más famosos de Málaga, donde a la entrada y a la izquierda se encuentra el atril de madera, es una especie de caja con tapadera, igual a aquellos antiguos pupitres donde uno guarda de todo menos libros. El atril reposa sobre una mesa de la misma madera, posiblemente de pino viejo, en el frontal luce una chapa de latón que nos indica que este atril es una réplica del original. Luego me enseñó la piscina que estaba vacía de agua y llena de yerbajos, no usada desde hacía tiempo. En el frontón veo un gran azulejo orlado de piedrecitas blancas a modo de mosaico que reproduce el retrato de Ernest Hemingway, obra de Eugenio Chicano, artista malagueño. Podemos leer: “En esta finca, en 1959, vivió el escritor y Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway, desde aquí nuestro recuerdo y homenaje”. Creo recordar que este azulejo lo patrocinó la Fundación Hemingway, porque a nosotros malagueños de costa y boquerón de plata no nos interesa la literatura para nada. Maribel Paz, muy amablemente, me enseñó una carpeta con bolsas de plástico transparente en las que se guardaban recortes de prensa. Me dio copia de una vieja fotografía en la que vemos al Premio Nobel con Antonio Ordóñez, cada uno con sendas escopetas en las manos disparando al plato. En otra de las fotos vemos al grandullón de Ernest en bañador y tomando una copa al borde de la piscina (en Cuba le recuerdan como “Papa Hemingway daiquirí” por su afición a la bebida). Piscina por la que yo acababa de pasar sin reparar en este acontecimiento: fue usada por él y sus amigos en aquel verano caluroso de 1959. La fotografía es de Cano, podemos leer al pie de foto la siguiente reseña: “El comienzo de la celebración del sesenta aniversario de Hemingway, el 21 de julio de 1959, a mediodía junto a la piscina de los Davis. Bill Davis sentado a la izquierda. Hemingway hablando con Gianfranco Ivancich, y el general Buch Lanhan está sentado, a la derecha, con el doctor George Saviers de Sun Valley. Idaho. Mary Hemingway aparece sentada cerca de la piscina hablando con la señora Ivancich y la señora Saviers”. Maribel Paz me dio también un recorte de prensa de Berta González de Vega, titulado “Copas en la piscina de La Cónsula”, publicado en Málaga Hoy, el miércoles 25-5-2005. La pestaña de la noticia: “La nuera, y antes secretaria, de Hemingway, nos recuerda en un libro aquel verano peligroso en La Cónsula, con tardes en la piscina donde se servían ‘copas y tapas’. Nadie sabe vender el turismo literario”. Con estas dos líneas, Berta resume muy bien la idea de este ameno y muy logrado artículo. Ilustra el artículo una fotografía donde vemos bailando a Ordóñez con su mujer Carmen González Lucas Dominguín (2). Sentados en un banco del porche vemos a don Ernesto charlando con su secretaria Valerie, y, mirándole atenta, con una copa en la mano la que parece ser la anfitriona Annie Davis. Elogia Berta la incomparable labor promocional que don Ernesto hizo a España con sus libros, más que Antonio Banderas o Penélope Cruz con sus cinematógrafos. Le señala como el mejor embajador de nuestras tierras y fiestas de los toros. Todavía vienen extranjeros a visitar La Cónsula, con la esperanza fallida de encontrar algún recuerdo, algún recuerdo que comprar, pero no hay nada, no queda nada de aquel tiempo glamoroso y encantador. Berta había visto la foto (que acabo de reseñar en la piscina) mostrada por Rafael de la Fuente, anterior director, y comenta “...ellas en trajes de baño, sentadas en el bordillo, con los pies en remojo. Todos con una copa. Me gustaría haber estado así, con el bloody mary de tertulia, en una tarde de verano en esa vega de Churriana...”. Aunque lo que bebía don Ernesto eran daiquiris o mojitos. Nos amplia el artículo sobre Bill Davis, el propietario de La Cónsula, que fue taxista en San Francisco, y que llenó los pasillos de cuadros de Pollock (artista estadounidense y un referente en el movimiento del expresionismo abstracto, http://es.wikipedia.org/wiki/Expresionismo_abstracto). Considerado uno de los pintores más importante de los Estados Unidos en el siglo XX). Nos comenta Berta que Valerie (la secretaria y luego nuera de Hemingway) reseña, en su libro Correr con los toros, mis años con los Hemingway, La Cónsula y elogia sus boscosos jardines, de sus altos bambúes; es cierto, abundan altos bambúes como espigas al cielo, y los altos abetos, y los alerces, y las fuentes con esculturas de niños meones y ninfas con ánforas derramando gracia. También nos habla del Hotel Miramar (hoy convertido en Palacio de Justicia), y del bar Miramar en el cual, después de las corridas de la feria de agosto, se llenaba de comentaristas taurinos que duraban nueve días. No quiero pasar por alto el comentario de Valerie (anotado por Berta): “En el bar Miramar, Ernest recibió una noticia en la que se le comunicaba que la hija de su viejo amigo André Malraux, Florence, tenía ganas de conocerlo. La nota la firmaba Monique Lange, que trabajaba en Gallimard, la editorial de Ernest en Francia. Ernest acudió de inmediato al vestíbulo y regresó con tres personas: Monique, Flo y un joven escritor español, Juan Goytisolo, que trabajaba en Gallimard y era amante de Monique”. Efectivamente, Juan Goytisolo y Monique, en esos años, vivían juntos en la 33 Rue Poissonière de París, ambos trabajaron para la editorial Gallimard, de la que era director por entonces Dyonis Mascoclo. Anteriormente, en unas vacaciones en Almería, posiblemente en el verano de 1957, Juan Goytisolo con Monique Lange recorrieron el Cabo de Gata, de donde saldría su famoso libro de viajes o novela social Campos de Níjar, publicado primero en Francia. Se habían conocido en 1955, y muchos años después, el 17 de agosto de 1978, contrajeron matrimonio civil en el Ayuntamiento del Distrito 2º de París. Monique falleció en 1996 (http://www.elmundo.es/papel/hemeroteca/1996/10/08/cultura/169251.html). También nos habla Berta del escritor anglo-andaluz Gerald Brenan, que por entonces vivía en la calle Torremolinos 56 de Churriana y que, como eran amigos de los Davis (3), fueron invitados a La Cónsula a la llegada de Hemingway, porque éste había leído algunos de sus libros y quería conocerle. Como ya he contado, existe una fotografía de estos dos grandes escritores en un almuerzo. Gerald escribió sobre Hemingway en su libro Memoria personal (1920-1975): “No lo traté a fondo ni conozco los ambientes americanos como para hablar de él con convicción. Solo añadiré que, a pesar de tener un riñón dañado, por lo que sólo se sentaba para comer, rebosaba vitalidad. No hacía falta haber leído sus libros para darse cuenta de que era un gran hombre” (Autobiografía, pág. 757). A la salida de La Cónsula tomé un catálogo del mostrador de la Escuela de Hostelería donde dice que se imparten dos especialidades, Curso de Experto en Hostelería (Especialidad de Cocina) y Curso de Experto en Hostelería (Especialidad de Servicios), siendo la duración de cada especialidad de dos cursos académicos de nueve meses cada uno (2 años), complementados con dos períodos de prácticas en empresas del sector. Su email es dirección@cehm.org, y su teléfono el 952 62 24 24. El último viaje de Hemingway a España Hemingway abandonó su Finca Vigía (http://armengol.blogspot.com/2007/01/finca-vigia-restaurada.html) en San Francisco de Paula, Cuba, en 1958, y se estableció en Ketchum (Idaho, Estados Unidos). Por ello cuando llegó a España venía de Estados Unidos, a bordo del “Constitución”; desembarcó el 1º de mayo de 1959 en Algeciras y se instaló en La Cónsula. Su viaje y estancia en España se recogió en una crónica para la revista Life, como ya he comentado, y después acabó en el libro póstumo El verano peligroso (Planeta, 1986). En este viaje estuvo en las fiestas de San Isidro de Madrid y en los Sanfermines de Pamplona y en la Goyesca de Ronda junta a Cayetano, “El Niño de la Palma”, padre de Ordóñez. Cuando Hemingway viajó de Málaga a Madrid, en coche, siempre conducido por su amigo Davis, se hospedó en el Hotel Suecia, cerca de la calle Alcalá, para asistir a la temporada taurina de las fiestas de San Isidro; su presencia se anunciaba casi como parte del cartel de las fiestas. Ocupaba asiento de barrera; al final de cada corrida la concurrencia se volvía a buscarle para pedirle opinión sobre la faena. La relación de Hemingway con los Ordóñez se inicia en 1953 con Cayetano, El Niño de la Palma y padre de Antonio, que tiene un papel destacado en Muerte en la tarde (1932). Pero es con este último con quien visita “aquella encantadora y extraña ciudad” y su mítica plaza de toros. A Hemingway le fatigó esta temporada de toros; bebía sin límites, tenía tocado un riñón, por lo que siempre estaba de pie; constantes viajes de feria en feria en un Ford color rosa alquilado y conducido por Bill Davis; los horarios de comidas eran irregulares, las noches se alargaban hasta el amanecer. En este año se enteró de que su amigo Gary Cooper (actor en la película Por quién doblan las campanas) se estaba muriendo por un cáncer de próstata, lo que le conmocionó profundamente, y su propia salud se vio quebrada. Esta frenética actividad nos la cuenta Rodrigo Fresán: Entre el 26 y el 31 de ese mes (mayo), Ordóñez tenía corridas en Córdoba, Sevilla, Aranjuez y Granada. Mary, engripada, se quedó en Madrid; pero Hemingway estaba dispuesto a no perderse nada. En Aranjuez, Ordóñez sufrió una leve cornada y allí estaba Hemingway para atenderlo y —ya con trece corridas en su haber— se hizo un alto hasta finales de junio para que el matador se recuperara. El otro matador aprovechó el alto para volver a La Cónsula y arremeter en su lidia privada. “Este es un verano maravilloso”, dijo Hemingway en algún momento mientras las corridas y festejos se sucedían a velocidad de vértigo. Y agregó: “Quien no pueda escribir aquí no podrá escribir en ninguna parte”. En el vestíbulo del Hotel Suecia de Madrid conoció a la irlandesa Valerie Danby-Smith (http://canales.laverdad.es/panorama/reportaje050505-1.htm), que más tarde se convertiría en su secretaria y en nuera del escritor, a quien había venido a entrevistar. Se fueron a las fiestas taurinas del norte de España. Recordemos que el primer viaje a Pamplona lo hizo don Ernesto con su primera mujer, Hadley Richardson, el 6 de julio de 1923. Se cree que acudió a los Sanfermines en 9 ocasiones, la anterior en septiembre de 1956. Luego del periplo de corridas de toros por el norte de España y el accidente en Aranda de Duero, llegaron otra vez a La Cónsula a seguir con la feria de agosto de Málaga, y al Hotel Miramar. Cuenta Valerie al periodista César Coca que pasó dos años con Hemingway y veinte con su hijo. Se habían conocido en los funerales del padre. “Ernest tuvo mucho éxito y era el centro de atención allá donde iba. Eso aumentó su egocentrismo. Pero también era sorprendentemente considerado con los demás y muy generoso con los escritores jóvenes”. Valerie fue seducida por la estela de jarana e intensidad vital que acompañaba al escritor por donde iba: formó parte de su cuadrilla, bailó por Pamplona hasta la salida del sol y aquel hombre le ofreció un sueldo de 250 dólares al mes. Al final del verano de 1959, y cuando parte de España, se dirige a su Finca Vigía en Cuba, ya que aparecen fotografías de Hemingway y Fidel Castro (http://www.floridita-cuba.com/contenido/restaurante_floridita_galeria _de_fotos_hemingway.htm) el 15 mayo de 1960, durante la celebración del Torneo Anual de pesca de la Aguja, en la localidad habanera de Cojímar (http://www.letralia.com/139/articulo01.htm), de donde era el protagonista de El viejo y el mar (1952; http://aula.el-mundo.es/aula/noticia.php/2002/10/07/aula1033755248.html), con el que ganó el Pulitzer en el año siguiente. Vemos a Fidel y a Ernest juntos en una foto tomada por el fotógrafo cubano Osvaldo Salas. Pero no nos engañemos, en realidad Hemingway y Fidel no eran amigos ni se conocían. Lo que sucedió es que ese día del torneo de pesca, Fidel acudió porque iba ser el juez, pero insistió en participar y ganó el trofeo. La foto recoge el momento en que Ernest entrega el trofeo a Fidel. Esta foto la usó el régimen dictatorial de Castro como icono de la revolución. En realidad Hemingway guardaba por Castro un marcado rencor por la muerte de Manolo Castro, su amigo personal desde la época de la Guerra Civil Española. El 22 de mayo de 1948, un grupo de desconocidos matones acribilló a balazos en una calle de La Habana Vieja a Manolo Castro. La realidad es que en 1960 el régimen castrista-marxista le expropió la casa Finca Vigía y se apropió de sus pertenencias, algunas fueron sacadas ilegalmente de Cuba, lo que le causó una fuerte decepción y depresión, sobre todo cuando él había depositado la medalla de oro del Premio Nobel de Literatura a la Virgen de la Caridad en el Santuario del Cobre. Hoy en La Bodeguita del Medio y El Floridita, se sirve el conocido “Papá Hemingway Daiquirí”, una mezcla de limón, toronja, maraschino y “doble ron” y que cuesta $6 dólares el trago, según Arnoldo Varona. Los libros que se publicaron póstumamente incluyen París era una fiesta (1964), un relato de sus primeros años en París y España, Enviado especial (1967), que reúne sus artículos y reportajes periodísticos, Primeros artículos (1970), la novela del mar Islas en el golfo (1970) y la inacabada El jardín del Edén (1986) y El verano peligroso en 1986. Dejó sin publicar 3.000 páginas de manuscritos. Conclusiones Aquí he querido recoger el último viaje de Hemingway a España, a través de un recorrido literario y una visita que hice a La Cónsula de Churriana, y espero que ilustre y empuje a visitar esta finca. Me decepcionó que no se conservaran los muebles de la habitación donde vivió y trabajó una temporada el Premio Nobel de Literatura, y que no hubiera más recuerdos para contemplar; quizás se deba a que, de alguna forma, tal vez romántica, nos agarramos a lo que ya no tenemos pero tampoco nos afanamos en lo que tenemos, lo cual se convierte en una notable insatisfacción. Es mi parecer que en Málaga aún no hemos aprendido a explotar suficientemente nuestro turismo cultural y literario. Churriana es uno de esos lugares emblemáticos que tienen esa pátina de oro que es necesario abrillantar, además tenemos la casa Gerald Brenan, cuyo edificio se cae irremediablemente, o los Baroja que residen en la finca del Carambuco. Notas 1. Valerie Hemingway (de soltera Danby-Smith), autora de Corriendo con toros, mis años con los Hemingway, se casó con Greg, el hijo menor del escritor, de aquí el apellido Hemingway, a quien éste siempre rechazó y a quien conocería años después de la muerte de Hemingway. Con Gigi, como llamaban a Greg, tuvo tres hijos, pero la suya fue una unión trastornada por el desequilibrio psíquico de su marido, que en 2001, seis años después de haberse sometido a una operación de cambio de sexo, murió en una cárcel de mujeres. 2. Carmen era hermana de Luis María Dominguín, conocida como Carmina Dominguín, hija del matador de toros Domingo Dominguín (http://es.wikipedia.org/wiki/Domingo_Domingu%C3%ADn) de este primer matrimonio nacerían Carmen Cayetana y Ana Belén. 3. Annie Davis era hermana de la mujer de Cyril Connolly, amigo de Gerald Brenan, uno de los grandes ensayistas ingleses del siglo XX y uno de los hombres de letras con mayor capacidad para seducir al público con su vasta erudición, su buen gusto, su ingenio y su sentido del humor. Uno de los mejores críticos de los años treinta y cuarenta. Ensayista agudo y culto, sus títulos, entre los que destaca Enemigos de la promesa, le convirtieron en guía de la literatura anglosajona. Editor de Horizon. Brenan le dedicó su libro San Juan de la Cruz. Páginas seleccionadas sobre Ernest Hemingway • Hemingway en La Cónsula (http://revistaperito.com/drupal/?q=node/290). • Con el azulejo de Hemingway en La Consula (http://revistaperito.com/drupal/?q=node/291). • Ernest Hemingway y la generación perdida (http://www.monografias.com/trabajos10/parisfin/parisfin.shtml). • Vida y obra de Ernest Hemingway (http://www.booksfactory.com/writers/hemingway_es.htm). • Descubren en Cuba anotaciones inéditas de Hemingway (http://www.letralia.com/167/0628hemingway.htm). • Ernest Hemingway (http://www.poemas-del-alma.com/ernest-hemingway-escritor.html). • Ernest Miller Hemingway (http://www.diariomardeajo.com.ar/biografiaernest_hemingway.htm). • Biografía de Hemingway (http://encontrarte.aporrea.org/teoria/perfiles/56/). • E.H.: Mirar el mar y beber mojito (http://www.omarperezsantiago.galeon.com/aficiones844200.html). Nota: mi agradecimiento a Maribel Paz, secretaria de la Escuela de Hostelería de Málaga. ** Ramón Fernández Palmeral ramon.fernandez@ono.com Artista plástico y escritor español (Piedrabuena, Ciudad Real, 1947). Reside en Alicante, donde tiene su estudio. Es coordinador de la revista Perito (Literario-Artístico) y de varios portales como Las Lunas de Perito y Como el Rayo. Es autor, entre otros títulos, de La cara atroz del Guernica de Picasso, que además se puede consultar en formato .pdf en la red, así como de numerosos artículos sobre arte y ensayos de temas literarios. Seis de sus libros se encuentran publicados en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (http://www.cervantesvirtual.com). Imparte charlas y conferencias sobre arte, colabora con la Fundación Miguel Hernández (http://www.miguelhernandezvirtual.com), de Orihuela, y con la Casa Museo Azorín (http://www.azorin.org), de Monóvar. Textos suyos pueden leerse en su página personal, http://ramonfernandez.revistaperito.com/ramon.htm. === Jueves en Kamakura Roberto Bennett =============================== Escapar del stress de un seminario al cual fui invitado a disertar en junio de 2007, así como del bullicio y trajín de las calles de Tokio, aunque fuese por un solo día, me pareció una idea muy apetecible. Por eso acepté de inmediato la invitación de mi amigo Bob Spenser, a quien había reencontrado en Japón después de 35 años sin vernos. Desde aquel lejano día en noviembre de 1972, cuando nos despedimos en la terminal de TWA del aeropuerto Kennedy en Nueva York, entre múltiples abrazos y whiskeys irlandeses. Ambos acabábamos de graduarnos de la universidad. Él había decidido que iría a trabajar a Pittsburgh y yo había elegido vivir en Europa. Cada uno siguió su camino, hasta que gracias a Internet logró ubicarme y nos volvimos a juntar, aprovechando mi breve visita a Japón, país donde él reside desde hace 16 años, felizmente casado con una simpática aunque muy tímida dama nipona de nombre Mikie, y enseñando inglés en la prestigiosa Universidad de Waseda. Coordinamos el paseo durante la cena en un omise (restaurante típico) del barrio de Shibuya llamado “Sakanate” y acordamos que él pasaría a buscarme temprano por la mañana y caminaríamos hasta la estación central de ferrocarriles de Tokio, que quedaba muy próxima a mi hotel. Iríamos en tren para poder disfrutar de los paisajes y asegurarnos puntualidad en las salidas y llegadas, porque el tránsito en las calles y carreteras de Japón a veces puede ser infernal. El viaje en tren duró 50 minutos, y durante el mismo hablamos del pasado pero también aproveché para tener una visión de primera mano de cómo era vivir en Japón y pregunté a mi amigo qué tal eran, en su opinión, los japoneses. Ese pueblo fascinante y misterioso, que a veces parece tan inescrutable. Bob entonces me explicó que la sociedad japonesa presenta muchas de las características que definen a una sociedad secreta. Así, por ejemplo, la finura y sistematización con que han sabido organizar la división del trabajo y la compleja jerarquía de sus miembros, la marcada conciencia que tienen de sus vidas, sus peculiaridades y diferencias, el extremado valor que los nipones dan a los usos, las fórmulas, los ritos, etc. Uno de los aspectos de la idiosincrasia japonesa que más llama la atención del occidental es la capacidad innata que demuestran para incluir en su conversación largos y sostenidos silencios. Ese hecho, según mi amigo, ayuda a alimentar la fama de enigmáticos que tienen para nosotros los rostros orientales. De hecho, en Japón las explicaciones públicas para hacer cualquier cosa suelen ser tan exhaustivas que, si se comprende la lengua y la escritura, no es necesario hacer preguntas. De este modo desaparecen muchas excusas para improvisadas aperturas de conversación. Por ejemplo, en las estaciones de metro o en las paradas de autobuses hay grandes paneles en los que se informa a los usuarios de todos los detalles del viaje que están por emprender y hasta el lugar dónde se deben parar los viajeros en la acera para poder subir al medio de transporte elegido. Así se les ve a los respetuosos nipones, todos en fila y en silencio, esperando ordenadamente su tren o autobús. Hasta en los baños se indica minuciosamente, al costado del w.c. (incluso con dibujos esquemáticos), cómo se han de utilizar todas las diferentes prestaciones del mismo. Algo que siempre causa gracia a los occidentales. Hablamos de varios temas y noté que mi amigo no escondía su admiración por la manera de ser de los japoneses, lo cual me ayudó a comprender muchas cosas que venía observando y me intrigaban de este lejano Imperio del Sol Naciente. Durante el trayecto atravesamos varios barrios grises y periféricos de Tokio y a continuación los suburbios igualmente grises de la vecina ciudad portuaria de Yokohama. Finalmente recorrimos un breve trecho de campiña muy verde, con huertas tan delicadamente labradas que parecían bordadas y algunas frondosas arboladas, hasta llegar a la pequeña estación de Kamakura. Allí descendimos y en el portón de salida preguntamos a una sonriente viejecita por la ruta más corta para llegar hasta el gran Buda de Koutokuin. Siguiendo sus instrucciones, que Bob pareció entender a la perfección aunque yo no tenía ni idea de lo conversado y sólo me limitaba a realizar simbólicas y repetidas reverencias con mi cabeza, partimos cuesta arriba a lo largo de una sinuosa avenida, que atravesó un par de túneles bajo las colinas. Kamakura tuvo su momento de esplendor histórico en el siglo XII, cuando el shogún (gobernador general) Yoritomo, integrante del clan Minamoto, instauró el gobierno en esa villa. Kamakura hoy es un pueblo tranquilo, construido entre colinas boscosas y a orillas del mar. Pasadas las calles angostas y zizagueantes de los suburbios de Kamakura, se levantan espesos montes semitropicales donde, según mi amigo, aún habitan monos salvajes. Bordeamos la zona, siempre en ascenso, hasta desembocar en una calle ancha que, tras un breve trayecto, sorpresivamente nos depositó en las puertas del templo de Koutokuin, donde preside majestuosa la estatua más grande del Buda que existe en la Tierra. Traspasamos el umbral y nos internamos en los plácidos y bien cuidados jardines del templo, luego de enjuagarnos la boca y lavarnos las manos de todo mal en una fuente sagrada, como manda la tradición. Ante nosotros entonces se presentó el enorme Amita Buda de bronce, que fue fundido en el año 1252 D.C. por los escultores Ono-Goroemon y Tanji-Hisatomo, a pedido de la señora Inadano-Tsubone y del sacerdote Joko, quienes no sólo fueron los promotores de la idea sino que además realizaron la recolección de donaciones para poder financiar dicha obra monumental. La estatua tiene 13,35 metros de altura y pesa 121 toneladas. En 1498, una ola gigantesca o tsunami arrasó con el templo del Buda, dejando en su lugar solamente las piedras de la base. La estatua fue eventualmente reconstruida y durante los 500 años subsiguientes, ha sufrido el castigo inclemente del sol, las tormentas y la nieve. La última reparación realizada tuvo lugar entre los años 1960 y 1961, para fortalecer el cuello de Buda y hacer posible el movimiento de su base, y así prevenir rajaduras u otros daños estructurales en caso de un terremoto. Francamente impactado por el monumento que tenía ante mis ojos, circulé a su alrededor admirando la obra y dejándome impregnar por la atmósfera sobrecogedora que transmite ese ambiente sacro. Una gran paz espiritual se respira en cada rincón de este templo, y ello lleva a la inevitable meditación sobre la vida, nuestras creencias y nuestros valores. Cabe resaltar que, desde inicios del siglo XX, los príncipes herederos del Reino de Siam (hoy Tailandia) han visitado este santuario budista y cada uno ha plantado allí un pino, que lleva su correspondiente placa recordatoria. Por los jardines del templo paseaban numerosos niños en sus visitas escolares y todos ellos se acercaban sonrientes y nos decían: Hello, friend! en su inglés básico. Por supuesto, nosotros les respondíamos con igual gentileza y eso provocaba en ellos un mar de risas. —¿A qué se debe esta necesidad de venir a saludarnos en inglés? —pregunté a Bob. —Debes comprender que en Japón no abundan los contactos con los caucásicos y ellos, que estudian inglés en las escuelas, ven en nosotros una oportunidad única de practicarlo, para descubrir si se hacen entender en ese idioma foráneo. De ahí sus risas. Entonces comencé a fijarme y concluí que realmente éramos la excepción en aquel lugar y en todos los demás sitios que visitamos aquel día. —Piensa que en un país de 150 millones de habitantes, los occidentales somos menos de un millón, una rara avis... —agregó mi amigo sonriendo. Terminamos comprando algunos recuerdos de la visita a Koutokuin y seguimos camino. El santuario shintoísta de Zeni Arai Bentén era nuestra próxima parada. Ubicado en una colina bastante empinada, a unos dos kilómetros del templo de Buda, avanzamos muy lentamente, lejos de las rutas principales, subiendo por callecitas angostas de este rincón de leyenda para no perder el aroma de los jardines, buscando la sombra y evitando el sofoco que nos provocaba aquel intenso calor húmedo del mediodía. El sol caía sin clemencia sobre nuestras cabezas, afortunadamente protegidas por gorros de tela bastante antiestéticos pero muy útiles. La transpiración nos brotaba por todos los poros, humedeciendo las camisas. Caminamos y caminamos, siempre cuesta arriba, y cuando ya empezábamos a sentir el esfuerzo de la escalada, por fortuna se nos apareció la boca de un túnel en la colina, con un arco simbólico en su entrada. Penetramos en la agradable frescura de la roca y al otro lado apareció el santuario, con varios pequeños templetes a su alrededor. Además, nos invadió un delicioso olor a incienso proveniente de diversos jarrones de bronce. De acuerdo a lo explicado por un señor mayor, muy cortés, que se nos acercó para conversar en su inglés precario, cuenta la leyenda que este lugar sagrado fue creado en 1185, como resultado de un sueño que tuvo el shogún Yoritomo Minamoto. Luego de una serie de feroces combates contra el clan rival de los Taira, a Yoritomo se le apareció un anciano en sus sueños y le dijo que buscara una fuente en las colinas al noroeste de Kamakura. Además, le indicó que la gente que bebiera de esas aguas buscaría la paz y la fe en el dios Ugajin, que es representado por una serpiente con cabeza humana. Los hombres de Yorimoto encontraron dicha vertiente y allí se mandó construir el santuario. Según la creencia popular, esta fuente también trae riqueza a quienes laven sus semillas (si son labradores) o dinero (si son mercaderes) en las aguas sagradas que surgen de dentro de la cueva. Esta costumbre se origina con el quinto regente Tokiyori Hojo en 1257, cuando visitó el templo y lavó sus monedas en la fuente con la esperanza de que las mismas se duplicaran. Al enterarse el pueblo de este hecho inusual, comenzaron a imitar a su regente y dicha costumbre quedó implantada y perdura hasta nuestros días. De hecho, Zeni significa “monedas” y arai “lavado”. Por supuesto que Bob como yo lavamos unos billetes de yens en estas aguas, con la intención de que se cumpla la leyenda y que los mismos se multipliquen varias veces, pero el resultado está aún por verse... Además de la cueva, en el recinto vimos varias esculturas de piedra, quemadores de incienso junto a unos arcos torii que simbolizan la reconciliación entre los elementos shinto y budistas, y un pequeño jardín con su típico puente japonés y su templete casi cubierto por la vegetación. En las aguas del estanque, unas carpas grandes y rojas saltaban completamente fuera del agua para cazar moscas y mosquitos. Antes de irnos, me sorprendió ver que en una tienda dentro del santuario se vendieran huevos y pregunté a mi amigo cuál era el motivo. —La deidad de este lugar, Ugajin, es una serpiente, y sabes que a las mismas les gusta comer huevos. Es simplemente una consideración hacia el dios —replicó Bob. Salimos de la cueva de Zeniarai Benten al mediodía y caminamos cuesta abajo rumbo al centro de la ciudad. La caminata matinal, con sus subidas y bajadas, nos había abierto el apetito. Por ello, decidimos almorzar antes de seguir visitando templos. Recorrimos con paso lento los dos kilómetros que nos separaban de la entrada a Tsurugaoka Hachimangú y buscamos en sus cercanías un lugar donde comer. Por fortuna, a unos doscientos metros encontramos justamente un restaurante soba, adonde sirven fideos como especialidad. El mismo está ubicado en una típica casa japonesa, al principio de una callecita estrecha que luego se pierde en la ciudad. Entramos, dejamos los zapatos en el porche y una muchacha silenciosa nos indicó nuestro sitio, junto a un ventanal que daba a un pequeño jardín interior que lucía varios bonsais. Nos sentamos sobre almohadones y frente a una mesa muy bajita. En el salón comedor sólo había otro comensal. A continuación nos atendió con grandes reverencias y gestos cordiales una mujer mayor, desdentada pero muy sonriente. Evidentemente satisfecha de que unos occidentales hubiesen elegido su negocio para saciar el apetito y que además uno de ellos hablase su idioma. Seguro que ambos hechos eran muy poco comunes en la historia de aquel local. Bob decidió comer un plato de tallarines fríos llamado zaru-soba, acompañado por un tazón de caldo tibio o tsuyu donde mojaría sus fideos, y yo pedí un plato de algas, verduras hervidas y langostinos marinados. Todo eso lo bajamos con dos cervezas Sapporo bien frías y luego numerosas tacitas de té japonés, consistente en una infusión que se bebe sin azúcar, incolora, algo insípida pero bastante agradable al paladar. Un buen acompañamiento para una comida sabrosa. Almorzamos plácidamente en aquel restaurante nipón, coqueto y cálido, conversamos animadamente de tiempos idos y amigos perdidos, descansamos un rato y luego nos dirigimos directamente hacia la entrada al parque que rodea al templo shintoísta de Tsurugaoka Hachimangú, el más grande y visitado de Kamakura (8,35 millones de personas en 2006). Es interesante anotar que en la pequeña población de Kamakura existen más de 50 templos de distinto tamaño e importancia, que en total reciben 17 millones de visitantes al año, aunque sólo un tres por ciento de ellos son extranjeros. Entramos por la explanada principal de este gran templo ubicado en una extensión arbolada de 80.000 metros cuadrados, fundado por el shogún Yoritomo Minamoto en 1180 para celebrar su definitiva victoria sobre el clan rival de los Taira. El santuario al inicio tiene tres arcos torii y fue construido en honor a Hachimán, la deidad shinto protectora de los Minamoto. Caminamos con paso lento debido al calor e inmediatamente a nuestra izquierda apareció una alberca llamada Heike, que está dedicada a los Taira, como perdedores en la guerra de los clanes que se llevó a cabo hace más de 800 años. A la derecha, también vimos otro estanque, el Genji, que es más grande y está consagrado a los Minamoto. Estos dos lagos, conocidos como los Genpei, fueron creados por Masako, la esposa de Yoritomo, y encierran un gran simbolismo. El más pequeño tiene cuatro islotes, porque el número cuatro en japonés se dice shi, que también significa “muerte”. Y el de los Minamoto tiene sólo tres, porque el número tres se pronuncia san, que es homónimo de “nacimiento” o “creación”. Obviamente, Masako deseaba creatividad para los Minamoto y muerte para los Taira, y así lo reafirmó en el diseño de estos dos estanques, que en verano se cubren con flores de loto blancas y rojas. Desde el segundo arco torii (el primero está más abajo, en la avenida que lleva a la playa) hasta el oratorio principal hay un amplio paseo de unos 500 metros de longitud, bordeado de árboles de cerezos y azaleas, llamado Dankazura o Avenida del Joven Príncipe, en honor a Yoriie (primer hijo varón de Masako y Yoritomo). Al frente, divisamos dos edificaciones pintadas de rojo, construidas en madera y con techos de cobre, que pertenecen al Maiden o Escenario de la Danza Ritual y más atrás el Hall Principal. Enfilamos decididos hacia allí pero, antes de llegar, nos encontramos con un sendero de tierra que atraviesa la avenida de este a oeste. Dicha senda tiene unos tres metros de ancho por 300 de largo y por ella cabalgan dos veces al año los jinetes que participan del Festival de la Primavera en abril y luego en septiembre durante los festejos anuales del santuario. Estos jinetes, ataviados con ropajes de samurai, realizan el ritual Yabusame, que consiste en una demostración de pericia guerrera lanzando flechas a todo galope con sus arcos ancestrales. —Lástima no poder verlo... —comenté yo. —Es realmente espectacular —afirmó mi amigo—. ¡Bien vale la pena otro viaje! Continuamos subiendo la cuesta por unos gastados escalones de piedra y Bob me señaló un enorme árbol ginko, que según dicen los lugareños tiene más de 1.000 años y 30 metros de altura. Aparentemente, este árbol marca el sitio exacto donde asesinaron a puñaladas a Sanetomo, segundo hijo de Yoritomo y tercer shogún de la dinastía Minamoto, en el año 1219. Llegamos a la cima bastante sofocados y atravesamos una gran puerta que tiene a cada lado unas estatuas muy grandes de dos nobles con vestimentas de fiesta del año 1600, pintadas en colores muy vivos. Penetrando en el Hall Principal, que es un edificio de madera color bermellón, con brillantes decoraciones y tallas, el ambiente transmite al visitante una impactante sensación de majestuosidad y poder. Allí nos encontramos primero con el Haiden u oratorio y más al fondo el Honden, que es la zona más sagrada de todo el templo de Hachimangú. La entrada al Hondén está restringida pero al Haiden puede acceder todo el público, que aprovecha la ocasión para detenerse ante el oratorio y luego de inclinarse un par de veces, golpear sus manos y volver a inclinarse, arroja monedas dentro de una caja rectangular. Por supuesto que Bob y yo cumplimos con dicho ritual de oración shinto, lanzando dos monedas de 10 yens cada uno. En el lado izquierdo del oratorio descubrimos un gran gong y siete altares portátiles tallados en madera de los siglos XVII y XVIII. Dichos altares son sacados durante las principales festividades y paseados ante la aclamación de las multitudes que acuden al parque por esas fechas. Permanecimos allí unos minutos, admirando toda la belleza histórica y cultural del lugar, recuperando nuestro aliento y descansando en la sombra que proyectaba el templo a esa hora de la tarde. Luego, comenzamos nuestro lento descenso desde la colina sagrada. Por todos lados pululaban los fieles, jóvenes y viejos. Mi amigo Bob comentó que en los tres días de celebraciones del Año Nuevo, pasan por este templo unos dos millones de personas y que la pequeña población de Kamakura queda totalmente desbordada por el público que la visita. Y para ilustrarlo mejor, agregó que un peatón tarda normalmente un cuarto de hora caminando desde la entrada del Tsurugaoka Hachimangú hasta la estación de ferrocarril, pero en esos días de fiesta se puede demorar más de una hora. Rumbo a la salida, nos encontramos con más templetes y jardines, ante los cuales nos detuvimos para sacar algunas fotos, pero ahora buscábamos con más interés los senderos sombreados y el frescor de los árboles. En un quiosco compramos trozos de melón frío, ensartados en unos palillos de madera tipo brochette, que estaban realmente deliciosos y nos calmaron un poco la sed. La humedad del ambiente era altísima, la temperatura a esa hora de la tarde rondaba los 30 grados y nuestra capacidad de absorber tanta cultura iba disminuyendo a medida que aumentaba nuestro cansancio. Sin embargo, no dudé en reconocer que es admirable ver a un pueblo tan entregado al trabajo y al recreo, al orden y a la belleza, a sus dioses y a sus esperanzas, a la naturaleza y a la vida... Acabamos el día francamente agotados y retornamos en tren a Tokio al anochecer, dormitando gran parte del camino. Ese jueves de junio en Kamakura resultó ser una jornada inolvidable. Instructiva, porque me permitió descubrir algo de la seducción y el misterio que encierran la cultura, la historia y las religiones de aquel lejano país. Además, y este no es un tema menor, pude alegrarme al saber que luego de 35 años sin vernos, con Bob Spenser habíamos renovado una entrañable y sincera amistad. Gracias a él, transité por este fascinante país con la impresión de que mi senda estaba alfombrada de historias y leyendas perfectamente adaptadas, ajustadas al paisaje y al sentir de su gente. Me interesó sobremanera un pueblo que trata con gran ceremonial todos sus asuntos, ya sean problemas de la siembra o el reparto de funciones en la fábrica, el casamiento de los jóvenes o el merecido respeto hacia los ancianos, y además siempre recuerda y honra épocas y antepasados de gloria. Esta vez fueron sólo cuatro días y por ello quedé con Bob en volver, para continuar empapándome (por supuesto que con su invalorable ayuda) de toda esta enriquecedora y ancestral sabiduría oriental. ** Roberto Bennett rbennettuy@yahoo.es Escritor uruguayo (Montevideo, 1948). Estudió comunicación de masas y marketing en la Universidad de California (1970-73). Trabajó en periódicos, radio y televisión en EUA. En 1973 gana una beca a un seminario de comunicaciones internacionales en Yugoslavia y posteriormente se establece en Palma de Mallorca. Allí publica su libro de cuentos Lo que arrastra el río y otras historias (Soler, 1986). Luego publica dos libros sobre mamíferos marinos: Delfines y ballenas, los reyes del mar (1989), en coautoría con el doctor David C. Taylor, y Animales marinos (1990), ambos traducidos al inglés y al italiano. Se establece en Chicago, participando del 1r. Encuentro de Escritores Latinoamericanos celebrado en esa ciudad, publicando cuentos en periódicos y revistas en castellano de EUA. En 1994 publica en Uruguay su segundo libro de cuentos El último verano (Editorial Graffiti). En 1996 se establece en Madrid y continúa colaborando con periódicos y revistas de España y América. A partir del año 2000, luego de 30 años de viajes por el mundo, vuelve a residir en Montevideo, donde escribe su primera novela. En 2003 se incluyen dos cuentos suyos en la antología Mundo poético, tomo I de poesía y narrativa (Editorial Nuevo Ser, Buenos Aires). === La tercera parte del Martín Fierro Fernando Sorrentino =========== Digamos que yo no soy lo que suele llamarse un lector complaciente. De manera que será difícil dejarme arrastrar por una catarata de elogios indiscriminados sobre una obra literaria cualquiera. También —como preconizaba Jorge Luis Borges— soy un lector hedónico: no leo por sentido del deber; leo lo que me agrada y abandono al instante lo que me aburre o me irrita. Dicho esto, puntualizaré que he leído tantas veces el Martín Fierro, que —apelando a una mínima hipérbole— podría recitarlo de memoria desde el inicial Aquí me pongo a cantar hasta el postrero sinó para bien de todos. Esta frecuentación me ha llevado a analizar con cierta puntillosidad ciertos pasajes curiosos o enigmáticos del poema. Como se sabe, apareció en dos partes, separadas por siete años: El gaucho Martín Fierro (1872) y La vuelta de Martín Fierro (1879). Ciertos indicios diseminados como al azar en la última me llevaron a pensar que José Hernández tenía la intención de escribir una tercera parte de la obra. Sea por sus múltiples ocupaciones, sea porque sus intereses se diversificaron en otras direcciones, sea porque, aún joven (tenía cincuenta y dos años), lo sorprendió la muerte, el caso fue que no se tienen noticias de que haya ni siquiera emprendido la tarea de escribir el Martín Fierro III. Al menos, eso era lo que yo creía. En octubre de 2001, un artículo aparecido en la sección Cultural del periódico El País, de Montevideo, demostró mi error. El trabajo se titula “El minúsculo aforismo”, y pertenece a un compatriota argentino que ha logrado, en un trabajo de algo más de 1.600 palabras, la proeza de nombrar unas cinco decenas de personas, algunas más de una vez (cito por orden de aparición y tal como aparecen, sin permitirme agregar ni una abyecta tilde): Baltasar Gracián y Morales; Schopenhauer; Walter Benjamin; Jorge Luis Borges; José Bergamín; Robert Frost; Miguel de Cervantes; Olegario Andrade; James Joyce; Lichtenberg; La Rochefoucauld; Nicolas Sebastien-Roch, llamado Chamfort; Salomón; Hipócrates; Heráclito; Nietzsche; Wittgenstein; Ferrater Mora; Jean Rostand; Karl Kraus; Marco Aurelio; Napoleón; Disraeli; Peguy; Talleyrand; Aldous Huxley; Bernard Shaw; Stanislav Lem; H. L. Mencken; Paul Eluard; Benjamin Péret; Ramón Gómez de la Serna; Goethe; Kant; Tolstoi; Freud; Canetti; Andre Breton; Julio Cortázar; Kierkegaard; Octavio Paz; W. H. Auden; Louis Kronenberger; John Gross; Príncipe de Ligne... Una vez amedrentado por las fuerzas de este ejército intelectual, encuentro este párrafo (que transcribo textualmente): Los aforismos de antaño eran llamados “gnomo”, y coleccionados en antologías muy populares, llamadas “gnomología”. Nuestro idioma denomina “gnómicas” a las composiciones en versos breves que incluyen una sentencia más o menos moral, y los poetas que las componen son llamados poetas gnómicos. De esta versificación aforística fueron duchos practicantes, sin saberlo, y casi sin excepción, los payadores. Es fácil descubrir el lado “gnómico” de estas estrofas de Martín Fierro: “La sencia es una gran cosa, / Me dijo un maestro projundo, / Pero en mi razón me fundo / Que si es muy útil la ciencia, / No está demás la experiencia / Mi mejor maestro en el mundo. // El mundo a mí me ha enseñado / Cómo debo de seguir, / Porque a fuerza de sufrir / Se hace el hombre en esta vida, / No hay esperanza perdida / Para el que sabe vivir”. Ahora bien, como “estas estrofas” del Martín Fierro no se encuentran ni en la parte I ni en la parte II, es lícito inferir la existencia de la parte III del poema, que don José Hernández habría mantenido en secreto y que —por lo visto— descubrió el autor de “El minúsculo aforismo”. Acaso por haberlos escrito en estado ya cadavérico, el hecho es que estos nuevos versos resultan espantosamente atroces y no parecen guardar ninguna relación con la pluma que escribió, por ejemplo: Yo no tengo en el amor quien me venga con querellas, como esas aves tan bellas que saltan de rama en rama; yo hago en el trébol mi cama y me cubren las estrellas. ** Fernando Sorrentino fs_literatura@yahoo.com.ar Escritor; profesor en letras (Buenos Aires, 1942). Ha publicado, entre otros, los libros de cuentos Imperios y servidumbres (Seix Barral, 1972; reedición, Torres Agüero Editor, 1992), El mejor de los mundos posibles (Plus Ultra, 1976; 2º Premio Municipal de Literatura) y El rigor de las desdichas (Ediciones del Dock, 1994; 2º Premio Municipal de Literatura); la novela Sanitarios centenarios (Plus Ultra, 1979; reedición, Editorial Sudamericana, 2000); la nouvelle Crónica costumbrista (Pluma Alta, 1992; reeditada como Costumbres de los muertos, Colihue, 1996); los libros de relatos para niños o adolescentes Cuentos del Mentiroso (Plus Ultra, 1978; Faja de Honor de la Sade; reedición, Norma, 2002), Historias de María Sapa y Fortunato (Sudamericana, 1995; Premio Fantasía Infantil 1996; reedición, Santillana, 2001), El que se enoja, pierde (El Ateneo, 1999) y El Viejo que Todo lo Sabe (Santillana, 2001); los libros de entrevistas Siete conversaciones con Jorge Luis Borges (Casa Pardo, 1974; reediciones, El Ateneo, 1996, 2001) y Siete conversaciones con Adolfo Bioy Casares (Sudamericana, 1992; reedición, El Ateneo, 2001). Libros suyos han sido traducidos al inglés, al portugués, al italiano, al alemán, al polaco, al chino, al vietnamita y al tamil. === Delito por bailar el chachachá ======================================== === Música popular y literatura Alaíde Collins ======================= “Señor juez, señor juez, señor juez, mi delito es por bailar el chachachá”; así comienza la canción de Jorge Zamora, popularizada por la Orquesta Aragón, que da nombre al libro de Guillermo Cabrera Infante, Delito por bailar el chachachá (1993). El libro, publicado por Alfaguara, se compone con tres cuentos, uno de ellos incluido, también, en Así en la paz como en la guerra (1960), primer libro de Cabrera Infante; abre con “En el gran ecbó”, le sigue “Una mujer que se ahoga” y cierra con “Delito por bailar el chachachá”. Las tres historias son catalogadas por el mismo Caín como “literatura repetitiva” —basada en el ostinato—, una imitación de las formas musicales que “trata de resolver la contradicción entre progresión y regresión al repetir la narración más de una vez” (1); son unidades distintas (con un discurso narrativo propio), pero que se complementan. Todas ocurren en La Habana y se remiten a dos épocas muy específicas de la historia cubana, el apogeo del bolero en los años 50 —época del filin— y la instauración del régimen de patria o muerte que para el autor significa “la caída en el abismo histórico” (2). Como es usual, en la narrativa de Cabrera Infante, el recuerdo de los grandes músicos cubanos que lo marcaron se aprecia desde el comienzo. En la introducción del libro menciona al pianista y compositor Frank Domínguez, “tal vez el músico popular cubano más sofisticado de los años cincuenta” (3), en un guiño de homenaje que le indica a los lectores que los boleros que inspiran la segunda historia del libro aluden a sus composiciones. Los relatos inician en un restaurante de La Habana y tienen por protagonistas a un hombre y una mujer, dos amantes cuyos nombres son desconocidos; los dos primeros retratan la misma temporalidad y acción, sólo que en el segundo el autor introduce algunas variables que enriquecen, o si se quiere, cambian la historia, pues el final de “En el gran ecbó” (la separación de la pareja) resulta muy desconcertante e incluso trágico —es un final que no se espera—, mientras que en “Una mujer que se ahoga” queda completamente justificado y entendido. En el primero, el hombre y la mujer se separan porque viven un amor imposible, quizá porque son amantes o porque la causa es la muerte; las palabras de la mujer, “Están mejor contigo”, al entregarle al hombre unas fotografías de una mujer y un niño, dejan abiertas varios desenlaces, mientras que en la segunda historia, el final es cerrado: la mujer decide retirarse sola y no da pie a la ambigüedad. En “Delito por bailar el chachachá”, aunque se trata de la misma pareja e inicia en el mismo restaurante, el tema de las disertaciones es otro; su narrador, a diferencia de las dos primeras voces en segunda persona, ocupa la primera persona y se presenta como el editor de un suplemento literario, tachado por intelectual burgués y acusado de promover un arte imperialista. * En “En el gran ecbó” los sonidos son la clave de la historia: la lluvia, el tintineo de las copas, platos y cubiertos durante la escena que transcurre en un restaurante y la música de santería, en la que un guía canta, repetidas veces, la palabra “olofi” (es el creador supremo), mientras que el coro le sigue con las onomatopéyicas palabras “sese sese olofi sese olofi maddié olofi maddié maddié olofi bica dioko bica ñdiambe olofi olofi silanbaka bica dioko olofi olofi sese maddié maddié olofi sese sese olofi olofi olofi”, mientras los tambores y los golpes de los pies en el suelo, igual que los jadeos del baile, despiden a los muertos. Aquí, la nostálgica memoria musical de Cabrera Infante inicia —como debe ser— con el recuerdo a los ancestros y tradiciones de su pueblo. El pretexto es una simple historia de amor, pero el recorrido se remite a la religión fundacional cubana, específicamente a la adoración de Obatalá, una deidad orisha que viste de blanco y, según la leyenda, se lavaba siempre con jabón blanco (por eso en la santería se va de blanco). (Justo esta escena fue recreada en la película The lost city (2005), escrita por Cabrera Infante y dirigida por Andy García.) En “Una mujer que se ahoga” los sonidos, así como las acciones, se vuelven más nítidas que en la anterior historia. Se detalla más el sonido de la lluvia como un “ruido cercano” (en “En el gran ecbó” se intuye el sonido, pues se menciona que afuera llueve, mas no se califica); al mismo tiempo, se escucha la música indirecta que le recuerda a “La musique d’ameublement”, de Erik Satie, por su concepto de música ambiental. “Delito por bailar el chachachá” es el cuento con más referencias musicales. Además de la canción homónima, guían la trama: La Internacional, un himno de Brecha (4), la música del bolero de Ravel y el chachachá de Jorrín, Silver star, cuyo coro dice: “Cha cha chá, Cha cha chá, es un baile sin igual”. Aquí, la historia de amor es un pretexto para ironizar el contexto político cubano y la acción política de los militantes socialistas dentro del régimen castrista. El argumento se centra en el cuerpo del delito, el baile, que es, más bien, la representación de la libertad —del cuerpo y de conciencia—, pues, como dice la canción, “la culpa la tuvo él”. Tanto la canción, como el relato, refieren a cuando se consideró que ciertos estilos musicales eran de influencia yanqui, como el mambo y el chachachá: ¿Tú sabes cuándo tuvo su apogeo el danzón? No contestó hasta cerciorarse de que yo no bromeaba. Carraspeó antes. —Sí, claro. Fin de siglo, principio de este siglo. Casi hasta los años veinte. Me miró interesado. Todavía hoy pienso que de veras quería llegar a un acuerdo —por lo menos, momentáneo. —Exacto. Pronunció todas las kas de exacto —aun en la equis. —¿Y el son? —Coincide con las luchas republicanas y su apogeo lo tiene en el tiempo que se derroca a Machado. —Bien. Ahora le toca al mambo. Parecía un concurso de baile. Lástima que no fuera un beauty contest. —Música muy penetrada por la influencia yanqui, dicho sea de paso. [...] —Llegamos al chachachá. [...] —¿Qué hay con el chachachá? [...] —Que este baile nacional, negro, popular, etcétera, no solamente tuvo la desgracia de coincidir en su nacimiento con la dictadura de Batista, época de la mayor penetración, etcétera, sino que tuvo su apogeo brillante en los tiempos en que Batista también tenía si no su apogeo tampoco su perigeo y brillaba todavía con el fulgor de tres estrellas de primera magnitud. Ahora vio. Por fin vio. Vio-vio. Se quedó callado. Pero yo no. —Tú debes preguntarme ahora qué quiero yo decir, para poder responderte que el chachachá, como el arte abstracto, como la “literatura que nosotros hacemos”, como la poesía hermética, como el jazz, que todo arte es culpable. ¿Por qué? Porque Cuba es socialista, ha sido declarada socialista por decreto, y en el socialismo el hombre es siempre culpable (Cabrera Infante, 1995: 93-97). Fue política de estado retirar las vitrolas de los centros nocturnos y cerrarlos, por propiciar el vicio. Poco a poco, se clausuraron los lugares de baile y la vida nocturna de La Habana se fue mermando, con la instauración de una ley seca, parte de una “ofensiva revolucionaria”, pero lo que más lo resintió fue el baile y, por ende, la música popular. Los centros de trabajo cerraron y el “ser bohemio-perverso” —escritores y periodistas, ideológicamente dispares del régimen, y homosexuales— pasó a ser perseguido político, y, con ello, muchos músicos decidieron emigrar, al igual que Cabrera Infante. Literalmente, como escribe el autor, no había lugares para el baile y la cultura se había reducido a la frase “patria o muerte”, todo o nada; bailar era una acción política: retar al régimen. Así, en la canción de Zamora, entra la voz de un guía-juez que absuelve del delito al coro: Coro: Señor juez, señor juez, señor juez, / mi delito es por bailar el chachachá. / Señor juez, señor juez, señor juez, / mi delito es por bailar el chachachá. Guía 1: La culpa la tuvo él, / tenía lesionado el corazón. / Hablamos del chachachá, / el corazón le falló. [Coro] Guía 1: Después que se desmayó, tenía que prestarle atención, / así te conste en el acta: / lo tengo que condenar. [Coro] Guía 1: Usted no le dio el auxilio como el caso merecía, / el cha-cha-chá lo complica, / lo tengo que condenar. [Coro] Guía 2: El juez va a dictar sentencia: Este caso tan sonado no requiere explicación. / Por lo que ya me han contado, usted es peor que un ciclón. / Si fuera otra la razón, ya lo estaría encerrando, / mas por bailar el cha-cha-chá: absuelto y ¡siga bailando! El ostinato en “Delito por bailar el chachachá” imita la modulación del sonido, es un recurso intertextual que se vale de citas, referencias a piezas musicales concretas: —¿Qué hay con el chachachá? Salté del siglo XIV y de entre las dueñas a la mesa. Miré a mi entrevistado. Estaba tenso al hacer la pregunta. O quizá indigesto con tanta agua mineral. —“Que es un baile sinigual” (5) (Cabrera Infante, 1995: 95). Parodias, es decir, el uso de modelos narrativos ya existentes como base para uno nuevo, por ejemplo la modulación musical; tópicos, remisiones a géneros o lenguajes determinados, por ejemplo, al castrista: —Te vamo perdonar la vida compañerito. ¿Qué les dije? —Por ahora. Nesesitamo los intelertuale de ante. Pero deja que formemo nuetro propio cuadros, custede los intelertuale burguese se van a tener quir a noventa millas. No tengo por qué hacé mi biografía. Mi autobiografía. Me molesta ese strip-tease histórico. Todavía más delante de este notable científico cubano, que es una presencia obscena. Resultaría impúdico. Si fuera otra persona la que enfrento le contaría mi vida en términos clasistas, que están de moda. Soy un burgués que vivió en un pueblo —las estadísticas fueron publicas por Carteles, en 1957— donde solamente el doce por ciento de la población comía carne y este burgués estuvo entre ellos hasta los doce años que emigró con su familia a la capital, subdesarrollado físico y espiritual y social, con los dientes podridos, sin otra ropa que la puesta, con cajas de cartón por maletas, que en La Habana vivió los diez años más importantes en la vida de un hombre, la adolescencia, en una miserable cuartería, compartiendo con padre, madre, hermano, dos tíos, una prima, la abuela (casi parece el camarote de Groucho en Una noche en la ópera, pero no era broma entonces) [...] (Cabrera Infante, 1995: 76-75). o al lenguaje cinematográfico: “Traía la chaqueta tirada por sobre los hombros, como una capa, y al atravesar la terraza me recordó a Bette Davis en Now Voyager” (6). Y alusiones, referencias vagas o latentes a una obra o autor, tal es el caso del cine de Groucho Marx, de las menciones que se hacen de Brecht o Hemingway o de la figura del Don Juan: “Cierto, pero una mujer puede ser un archipiélago. Seré un cartógrafo, para ustedes. Llámenme Ptolomeo o si quieren, Tolomeo —o mejor, Juan de la Cosa. Don Juan de” (7). Con tales recursos, el autor implica al lector-receptor, ya que apela a su memoria colectiva y lo lleva a remitirse a otros lenguajes como el cine y la música popular, que entienden lo local como parte del interculturalismo y la intertextualidad, ya que para Cabrera Infante, el lenguaje era la unión intrasensorial: ¿Quién es ese ventrílocuo oculto que habla en este mismo momento por mi boca —o más bien por mis dedos? La pluma, por supuesto, a primera vista o de primera mano anoche. O la máquina de escribir ahora en la mañana. Una segunda mirada sonora, escuchar otra vez ese silencio nos revelará —a mí en este instante; a ti, lector, enseguida —que esa voz inaudita, ese escribano invisible es el lenguaje. Pero la última duda es también la primera —¿de qué voz original es el lenguaje del eco? (8). Fuentes consultadas • Cabrera Infante, Guillermo, Delito por bailar el chachachá, Alfaguara, México, 1995. —. Exorcismos de esti(l)o, Seix Barral, Barcelona, 1976. • Orquesta Aragón, Fiesta en cha cha chá, “Señor juez”, RCA Victor, La Habana, 1982. Notas 1. Guillermo Cabrera Infante, Delito por bailar el chachachá, “Tres en uno”, p. 9. 2. Ob. cit., p. 10. 3. Ob. cit., p. 9. 4. Elogio de la dialéctica. 5. Cita de Silver star: “Cha-cha-chá, cha-cha-chá, / es un baile sin igual”... 6. Guillermo Cabrera Infante, Delito por bailar el chachachá, p. 80. 7. Ob. cit., p. 65. 8. Fragmento de “La voz detrás de la voz”, en Exorcismos de esti(l)o, p. 143. ** Alaíde Collins momalina@gmail.com Escritora mexicana (México, 1984). Estudiante de lengua y literaturas hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx). Tiene experiencia profesional en certámenes de ensayo político (CIDE), encuentros de poesía (Mujeres Poetas en el País de las Nubes) y de Jóvenes Creadores en México (Unam). Poemas suyos han aparecido en la sección "Literarias" de la revista Opción (Itam) y en Poesía de raíces mágicas, anuario de Mujeres Poetas en el País de las Nubes (Centro de Estudios de la Cultura Mixteca, Colección Vidzu, México, 2004). === Borges, ciego iluminado Leopoldo de Quevedo y Monroy ============= Hubiera querido tener la suerte de Alberto Manguel, quien cuenta en su libro Una historia de la lectura que él era no sólo quien leía para el inmortal bonaerense cuando perdió sus ojos, sino su alcanzador de libros en su enorme biblioteca. Al lado de este maestro aprendió no sólo a saborear las letras sino a acariciar el lomo vivo de los libros, como se acaricia una dama o se consiente una mascota. Ya quisiera cualquier escritor tener, no la esquiva fama, sino el placer de sentirse apreciado y leído por las “diez mil caras” de este mundo. Comparable a la de aquel otro ciego, el de Quíos. Porque no lo dijo la Academia sueca, mas todavía su humor, su verbo castizo, su ingeniosidad se pregonan desde la Patagonia hasta el Asia y Cochinchina. Si de algún escritor se predica la universalidad será de Borges la gloria. Digo, escritor, porque habrá que añadir que fue sobre todo un lector. “No soy un buen escritor. Creo que soy un excelente lector o, en todo caso, un sensible y agradecido lector”. Lección para quienes a veces desprecian leer y se dedican a conseguir centavos con garabatos escritos. Bien sabía Borges que no habrá poesía, ni la imaginación creará, sin la meditación de lo que enseñan los libros y la vida. Así lo dice en su famoso texto sobre El libro: “Dijo Heráclito: Nadie baja dos veces al mismo río porque las aguas cambian... Cada vez que leemos un libro, el libro ha cambiado, la connotación de las palabras es otra... Hamlet no es exactamente el Hamlet que Shakespeare concibió a principios del siglo XVII, Hamlet es el Hamlet de Coleridge, de Goethe y de Bradley. Hamlet ha renacido. Lo mismo pasa con el Quijote... Los lectores han ido enriqueciendo el libro”. De profesión viajero, ratón de biblioteca, paleontólogo de letras escondidas, fabulador de personajes y sitios nos ha dejado un legado de traducciones, ensayos, crítica literaria, cuentos y poesía. Hablaba inglés, francés, alemán, escandinavo y sus aficiones predilectas eran la filosofía, la mitología, las matemáticas. Había nacido el 24 de agosto de 1899 y murió en Ginebra cuando se acercaba a los 87 años. La cuarta parte de su vida debió soportar la ceguera de la cual también sufrió su padre. Sus ojos se cerraron prematuramente mas no su inteligencia y su pluma siguió pensando. En 1923 publicó su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires. Entre sus obras —cerca del medio centenar— fueron las de ficción las que le dieron más renombre: Historia universal de la infamia, 1935, Ficciones, 1941-44, y El Aleph, 1949. Otros libros son Luna de enfrente, Elogio de la sombra, Los conjurados, 1985, un año antes de morir. De estilo singular, sus textos llenos de palabras nuevas, como venidas de mundos acabados de nacer, nos traen imágenes vívidas y hacen de su lectura rico manjar y compañía en el silencio de esta era del ruido. Borges hizo del Aleph, esa primera letra hebrea, el punto donde confluyen los demás puntos de todo. Pero le sirvieron de inspiración dos frases, una de Hamlet y otra del Leviatán. El loco Carlos Argentino lo sumió en la oscuridad para mostrárselo y “cerré los ojos, los abrí. Entonces vi el Aleph”. Abordar las entrañas de Ficciones es casi abrir a “sésamo” y empezar a caminar por entre la geometría de Tlön, en Uqbar y Orbis Tertius en viaje cósmico y mágico, como en vaivén de olas. Parece estuviéramos en nuevo barco de Simbad. Otro aniversario de la aparición luminosa de Borges, estrella fugaz en el eterno tiempo para hacernos disfrutar de su prosa fuerte y su erudita poesía. Poema de los dones Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche. De esta ciudad de libros hizo dueños a unos ojos sin luz, que sólo pueden leer en las bibliotecas de los sueños los insensatos párrafos que ceden las albas a su afán. En vano el día les prodiga sus libros infinitos, arduos como los arduos manuscritos que perecieron en Alejandría. De hambre y de sed (narra una historia griega) muere un rey entre fuentes y jardines; yo fatigo sin rumbo los confines de esta alta y honda biblioteca ciega. Enciclopedias, atlas, el Oriente y el Occidente, siglos, dinastías, símbolos, cosmos y cosmogonías brindan los muros, pero inútilmente. Lento en mi sombra, la penumbra hueca exploro con el báculo indeciso, yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca. Algo, que ciertamente no se nombra con la palabra azar, rige estas cosas; otro ya recibió en otras borrosas tardes los muchos libros y la sombra. Al errar por las lentas galerías suelo sentir con vago horror sagrado que soy el otro, el muerto, que habrá dado los mismos pasos en los mismos días. ¿Cuál de los dos escribe este poema de un yo plural y de una sola sombra? ¿Qué importa la palabra que me nombra si es indiviso y uno el anatema? Groussac o Borges, miro este querido mundo que se deforma y que se apaga en una pálida ceniza vaga que se parece al sueño y al olvido. Jorge Luis Borges ** Leopoldo de Quevedo y Monroy leoquevedom@hotmail.com Escritor colombiano. Abogado egresado de la Universidad Libre (http://www.unilibre.edu.co) y magíster en Docencia Universitaria por la Universidad del Valle (http://www.univalle.edu.co). Ha publicado Confesiones de un cura casado (Corredor, 1999), El anteproyecto y el proyecto de investigación, los poemarios Versos sacros y profanos (Artes Gráficas del Valle; Cali, 2005) y Cotidianidad en Re-verso (Artes Gráficas del Valle; Cali, 2006) y diversos materiales en el diario El Tiempo (Cali) y la revista Plenilunio. Ha participado en eventos literarios como la “Hora de la Poesía” en la Feria del Libro en Bogotá (2005), el V Festival Internacional de Poesía en Cali, la XI Feria del Libro Pacífico y otros. |||||||||||||||||||||||||||| ENTREVISTAS |||||||||||||||||||||||||||| === Gabriel Jiménez Emán: ================================================= === Soy un fabulador y un artesano de las palabras ======================== === Alberto José Pérez ==================================================== La literatura venezolana contemporánea tiene en Gabriel Jiménez Emán uno de sus más claros representantes. Hacedor de revistas literarias que son referencia obligada como Talud, en Mérida, Rendija e Imaginaria, en San Felipe, por igual trabaja el ensayo, la novela, el cuento y la poesía, siendo pues un escritor de cuatro esquinas, es decir, todos los puntos cardinales de la literatura no le son ajenos, son de su propiedad y yo lo celebro y digo que es un amigo insustituible, lectura obligada cada vez que hay que recordar con quiénes he crecido como poeta y por, supuesto, cuando me pregunto a quién le pertenece este trozo de historia de la literatura venezolana, siempre concluyo que es a él; con su trompeta y su guitarra, como un ángel barroco, en el Zócalo de la Ciudad de México, o en Mérida o en El Samán de Apure. Ese poderoso señor de la palabra responde a las preguntas que un día decidí para mis amigos y hermanos de generación y otros poetas más recientes pero igualmente queridos. —¿De dónde vienes? —¿De dónde vengo? Pues no lo sé. Como Ser de la especie humana o como Ser planetario, es difícil decirlo o saberlo. Quiero pensar que venimos de las estrellas, de una explosión que tuvo lugar en algún lugar del cosmos y que nosotros somos parte de ese polvo de estrellas originado allá, en el remoto universo, que luego dio origen a las primeras células aquí en nuestro planeta, la Tierra, y que retornaremos allá otra vez, algún día. Nuestros huesos estarían hechos de ese polvo cósmico, del mismo que puede haber en los soles que habitaron el remoto universo. La tierra es un planeta que ha sido elegido por el agua, por el oxígeno para que habitemos en él, y para que después nuestro cuerpo duerma en su interior y siga dando vueltas allí, en un interminable rotar sobre sí mismo y en torno a su estrella el sol, que nos proporciona la luz y la energía. Somos espectadores pasajeros de esta maravilla que significa estar vivos. Después dormimos el sueño eterno, que es una especie de tragedia compartida. Ahora claro, si tú me preguntas de qué lugar preciso vengo como persona, debo aterrizar y decirte que vengo de un país llamado Venezuela, de una ciudad llamada Caracas, donde nací para luego vivir en otras con San Felipe o Mérida, donde he hecho mi vida. También en Barcelona de España viví, y llegué a querer mucho a ese ciudad catalana. Vengo de una familia de poetas, músicos y artistas, de un padre escritor y poeta, de una madre narradora oral, de gente trabajadora y esforzada que hicieron de mí lo que soy, un fabulador y un artesano de las palabras. —La poesía, ¿cuándo entró en tu casa? —La poesía siempre estuvo en mi casa porque mi padre era poeta y en la casa había libros por todas partes, que después se fueron reproduciendo en otras casas a través de las bibliotecas de cada uno de nosotros, como una costumbre. Esos libros siguen llegando y yo los sigo recibiendo como la primera vez. Los libros de poesía han sido siempre parte sustantiva de mi vida. —La vida, ¿mañana u hoy? —La vida es un ayer que miramos en un hoy para proyectarlo en un mañana. Y se conjuga en los tres tiempos simultáneamente. Recordamos, hacemos, soñamos, estamos hechos de tiempo, de un tiempo que se nos fuga milagrosamente, como un asombro entristecido y feliz a la vez. —¿Cuáles son tus gustos literarios? —¿Gustos? No sé. Muchos. Me gusta la palabra concisa, certera, punzante, pero a veces también me gusta la palabra elaborada, barroca. Me gusta Kafka, me gusta Monterroso y me gusta Borges. Pero también me gusta Lezama Lima y me gusta Quevedo y Cervantes. Me gusta Víctor Hugo y me gusta Dostoievsky. Me gusta Ramos Sucre y me gusta Julio Garmendia. Es una experiencia única vivir esos contrastes. Me gusta la literatura de sutilezas, de humor, de inteligencia. Me gusta la literatura que juega, que se interroga a sí misma, que se erige desde dudas válidas. No me gusta lo simple ni lo directo, no me gusta el mensaje, ni el programa ni la tesis, me gusta la sugerencia, la ambigüedad, el juego, la sonrisa secreta. —¿Cuál o cuales autores consideras que hayan influido en tu poesía? —¿En mi poesía? La verdad no lo sé. He leído a tantos poetas que no puedo contestarte esa pregunta. He leído poetas volcánicos y poetas serenos, poetas discretos y poetas que hablan en voz alta. Poetas místicos y poetas satánicos, poetas sensuales y poetas herméticos. Poetas espaciales como Huidobro y poetas angustiados como Vallejo. He leído de todo, poetas culteranos como Darío y poetas cínicos como Nicanor Parra. Todos me gustan. Disfruto el lenguaje de la poesía cuando éste me revela una segunda realidad, un mundo que está más allá del que vemos. El gran ensayista estadounidense Harold Bloom escribió un libro brillante sobre este tema, que tituló La angustia de las influencias. —El paisaje exterior o interior, ¿cuál es tu preferencia? —No existe el paisaje exterior en literatura, creo. El paisaje siempre es interior cuando escribimos. Uno trasforma todo lo que ve al escribirlo, lo cifra en un lenguaje para volverlo a descifrar. En ello radica el goce de la infinita belleza. El paisaje puede ser todo: el mundo, la realidad que se vuelve imaginación, imagen tocada por el espíritu de la palabra, que es el espíritu más elevado porque contiene el espíritu de la música y de todas las demás artes. Entonces el paisaje siempre está dentro de nosotros, conversando con la luz, con las sombras, con el cielo, las cosas y los seres. El paisaje exterior está allí y nosotros no le importamos, existiría sin nosotros. Pero si nos le acercamos, este paisaje comienza a dialogar con nosotros. Un árbol, una flor, pueden hablarnos. Podemos convertir un espeso bosque en un camino hechizado, podemos incluso hablar con una nube, si lo deseamos. Y la nube puede respondernos. —Cuéntame un poco de tu región de origen. —¿Mi región? Tampoco sé muy bien qué región es esa, sucede casi lo mismo que con el paisaje. Yo nací en Caracas y tengo imágenes interiorizadas de esa ciudad; vivo en San Felipe y ese paisaje feraz y verde dialoga conmigo. El Yaracuy es una tierra prodigiosa, fecunda y fecundante, con tantas montañas, fincas, planicies y valles asombrosos. Pero también me veo por las avenidas turbulentas de Caracas, me siento en los cafés, en los bares, cavilo en medio de sus atardeceres anaranjados, me detengo en los precipicios de la noche caraqueña a preguntarme quién soy. —¿Nos puedes contar una anécdota? —Soy tantas anécdotas, Alberto, amigo, son muchas. Mi vida está tejida con ellas, mi vida se mece en la vida de otros escritores que han sido para mí un inmenso regalo de espíritu. Salvador Garmendia, Víctor Valera Mora, Baica Dávalos, Vicente Gerbasi, Elí Galindo, Hernando Track, Ludovico Silva, Orlando Araujo, Caupolicán Ovalles, Efraín Hurtado, Gustavo Pereira, Ramón Palomares, Elisio Jiménez Sierra: ellos han sido mis padres y mis héroes, mis trozos de eternidad poética, ellos me enseñaron a leer la vida. Después con Enmanuel Azócar, Román Picón, Douglas Parra, Lázaro Álvarez, Rafael Garrido, Ennio Jiménez Emán, Gabriel Mantilla, he conocido que existe la amistad, ese reino maravilloso de las anécdotas cotidianas que son infinitas. Recuerdo que una vez Adriano González León y Pancho Massiani le montaron una trampa a Luis Camilo Guevara en un bar y le hicieron creer, lo convencieron totalmente que los marcianos habían tomado la Tierra y que ahora debíamos refugiarnos en bunkers, le mostraron la información armada por ellos y lo sugestionaron, lo intimidaron. Luis Camilo se quedó pensando un buen rato en la barra y después dijo: “Bueno, está bien, acepto que vengan los marcianos a vivir aquí. ¡Pero que no vengan con echonerías!”. —¿Algo que recuerdes y que te haya marcado? —A mí siempre me ha marcado una imagen: estoy en mi hamaca de San Felipe, que es como el centro del mundo, que es como mi aleph personal, y miro hacia el patio y veo allí entre las matas todo mi pasado, que es como si la vida se arrodillara frente a mí a darme las gracias por haberla vivido. Y luego también pienso qué será de mí en adelante, hacia dónde se dirigirán mis pasos en la búsqueda infinita de ser y de vivir. Me marcó haber conocido a cinco grandes escritores cuando yo estaba muy joven: Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, José Lezama Lima, Juan Rulfo y Augusto Monterroso. Con Lezama Lima, Augusto Monterroso y Eduardo Galeano mantuve correspondencia. Fueron mis amigos. Está por salir la obra de Monterroso en Ayacucho prologada por mí. También he tenido la suerte de conocer personalmente y dialogar con Gabriel García Márquez, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos, Carlos Fuentes. Aquí en Venezuela presenté públicamente a Carlos Fuentes y me he sentado largas horas con Augusto Monterroso. Con Juan Rulfo dialogué una tarde durante siete horas en Barcelona de España y me hizo que le mandara un libro del padre Gumilla, El Orinoco defendido e ilustrado, y se lo envié y él me lo agradeció mucho, me dedicó El gallo de oro, un gran relato suyo. Con Eduardo Galeano compartí durante cuatro años en Callella de los alemanes, un pueblito de la costa catalana, donde él preparaba unas tiritas de costillas deliciosas. Aquí en Venezuela fui amigo de Vicente Gerbasi, Juan Sánchez Peláez, de pasar horas y horas en sus casas y de hablar largo y tendido de literatura y de cosas menos profundas pero igualmente divertidas. Y de todos los poetas que iban a la República del Este en Sabana Grande, que son los poetas más importantes de este país: Ludovico Silva, Víctor Valera Mora, Eleazar León, William Osuna. He conocido y sido amigo de grandes escritores y grandes pintores que han marcado mi vida para siempre. Uno ya no puede ser el mismo una vez que los ha conocido y compartido con ellos. Dejan una marca indeleble en tu vida. —¿Qué es Dios para ti? —¿Dios? Pues... una conciencia suprema, una concentración de energía cósmica que nos ha creado y que nos habla en secreto. Toma todas las formas posibles: de animal, de hombre, se metamorfosea en pájaro, en caballo, en gato, en hombre sabio como Buda o Jesús, como Brahma o como Alá o como Jehová, pero siempre es esa conciencia suprema que nos permite tener fe, tener esperanza incluso más allá de la vida. Lo más curioso de Dios es que es sobre todo una Gran Idea, una idea por una parte irracional, el hecho de que un solo Ente haya creado todo el universo, es algo impensable, casi imposible. Pero vivir sin Dios también es algo imposible, pensar que no hay nada superior a nosotros y que estamos aquí como meros accidentes físicos u orgánicos, sin ninguna otra cosa que preceda nuestra presencia en el mundo ni nos trascienda después de nuestra muerte. Eso también es descabellado. Así que no tenemos más escapatoria que tener una idea de Dios, y de se posible, tener a un Dios y creer en él. —¿Y El Diablo? —Ah, el diablo también es interesante. Sin él no podría existir su contraparte, Buen Dios. Prefiero ver al diablo fundamentalmente como Luzbel, Lucifer, el ángel caído, no necesariamente la encarnación del mal. Puede ser un pícaro o un sujeto transgresor que nos permite ser lujuriosos, cometer excesos y entregarnos a un placer sin fin, a las drogas, a las trampas, a las maquinaciones viles de la política, o a las maquinaciones personales. También puede ser un diablillo juguetón, que nos hace cometer travesuras terribles, sin las cuales la vida sería demasiado aburrida, y que forma parte de la naturaleza humana. El diablo no es sólo ese símbolo de un animal con cuernos, de cara horrible y que echa fuego por los ojos, sino más bien un señor elegante que nos hace caer, sin que nos demos cuenta, en los peores excesos, desviaciones o perversiones. —¿Desarrollas tu escritura alejado de los círculos intelectuales o interactúas con ellos? —“Círculos intelectuales” es para mí una construcción exagerada. Sobre todo se trata de grupos de amigos que nos hemos reunido para hablar sobre cosas comunes en el terreno de la literatura, la sociedad, la ética, la filosofía. Siempre está la relación de los escritores con la sociedad o con el poder, que es cuando se habla de intelectuales, cuando se comienza a hablar de la responsabilidad de los intelectuales en el proceso de formación de una sociedad. Puede ser que el escritor se repliegue, y con toda razón. Puede ser que se identifique con un gobierno determinado, con una ideología. Si esta ideología va por el camino de los más necesitados y tiene un sentido de responsabilidad social y moral, mejor. Un escritor nunca se aleja, en verdad, de estas necesidades o realidades, ni siquiera cuando se lo propone, cuando quiere aislarse. Cuando por fuerza debe exiliarse de su país puede ser que vea las cosas más claras. En verdad, la soledad nos permite reflexionar de modo diferente, o mejor, es necesario aislarse un poco para meditar, para verse más objetivamente. Pero después queremos mezclarnos a la tempestad humana, ir hacia el mundanal ruido, a la multitud desquiciante. El hombre se mueve entre estos dos orbes: la comunión y el solipsismo, lo individual y lo colectivo. Lo que ocurre es que a veces te toca vivir situaciones trágicas, sufrir exilios, persecuciones políticas, atravesar crisis. Porque el escritor se mueve en un mundo de intereses creados, de perversiones políticas y de grandes empresas que quieren apoderarse de todo, quedarse con todo y darle algunas migajas a la gente, al pueblo. —¿Qué opinión te merecen los talleres literarios? —Los talleres literarios han sido muy útiles para discutir los textos en colectivo. Son muy positivos porque en ellos se exponen problemas de forma o escritura y se ventilan con otros lectores, que pueden ser escritores o no. Deben sostenerse ante todo con un ejercicio de sinceridad, donde podamos exponer nuestros aciertos pero también nuestras fallas, tener la honestidad de reconocer los errores. Es mejor hacerlo así que en una clase cerrada donde el que habla es uno solo, el profesor, y los demás escuchan. Los talleres han funcionado en universidades, institutos, fundaciones, y se ofrecen como opciones experimentales de enseñar y trasmitir saberes estéticos, sin acudir necesariamente al lenguaje académico, a la clase convencional. Yo creo que las clases de literatura pueden volverse muy cansonas o aburridas, si no estamos atentos. La literatura debería verse o apreciarse como goce, como placer, no como obligación. La literatura ha estado muy impregnada de tonos graves y edificantes; pero ahora puede ser abordada con más goce, más humor, más rebeldía. —¿La muerte es tema en tu poesía? —¿La muerte? Sí, claro, la muerte debería estar presente en todo porque es un elemento fundamental de la vida, algo sin lo cual la vida no podría explicarse. Si no hay una reflexión sobre la muerte, entonces, ¿sobre qué hay que reflexionar? Entonces no es un sólo tema, un motivo, sino que es un sentimiento que recorre de manera transversal toda la existencia humana, y la poesía, como ideal expresivo de la existencia, de por sí se sumerge, como ninguna otra, en las profanidades de la muerte. Por ejemplo, en el romanticismo la muerte fue el motivo fundamental, era aun más importante que la vida. —¿Piensas el poema o es aluvional su llegada? —Yo creo en el fondo que el poema me piensa. Cuando uno piensa escribir un poema, en verdad es como si él lo estuviera escribiendo a uno. Uno hace una reflexión interior, la plasma en la escritura y luego esa escritura se hace pública al estar impresa, al estar divulgada en un número considerable de lectores. Es como un llamado, una necesidad situada más allá de lo verbal, pero que tiene un resultado verbal después de todo. Es como una paradoja mágica. El poema parece cerrarse en la escritura, pero no: se abre en posibilidades interpretativas. Siempre renueva sus posibilidades en la relectura. Siempre se crea un nuevo espacio de reflexión en el verdadero poema, que en mi caso es más aluvional que pensado. Tiene algo de irracional, de celebración sensitiva, más que intelectual. Se hacen versiones verbales de ese aluvión, de esa primera remesa de palabras que luego son corregidas, tachadas, suprimidas. Y a uno también puede dolerle suprimir, quitar esas palabras innecesarias que también formaron parte del poema alguna vez. —¿Religioso? —No, en todo caso espiritual. Lo religioso implica un culto, un rito eclesiástico, congregarse en un templo y compartir con otros la palabra de Dios. Al aislarme individualmente pierdo esa religiosidad, aunque la espiritualidad no. Las religiones existen si hay un sentido de congregación y de comunicación entre varios. A mí me ha faltado eso; practico una suerte de religión laica donde el arte, la poesía, las formas de la belleza me embriagan y me seducen, pero eso no es una religión. Soy demasiado mundano, demasiado hedonista para ser religioso. Sin embargo, conservo un ápice de espiritualidad que consigo, por ejemplo, en los textos del sufismo, que es el pensamiento tradicional del Islam, y en tantos párrafos de la Biblia, en las lecturas secretas que hago de la Biblia por las noches, y en mis plegarias solitarias en el estacionamiento antes de encender mi carro para salir, me encomiendo con humildad a nuestro señor Jesucristo, y creo que él me oye. En situaciones críticas o difíciles me encomiendo a él, y él siempre me indica algo positivo, una salida justa, que me asombra y me rebasa. Es la voz secreta que habita en uno, y que Dios Cristo sabe sacar a flote, le descubre a uno el mundo. Uno está demasiado imbuido en la cotidianidad material, en las tareas ordinarias. Aspiro algún día a ser más espiritual y más religioso, tener más paciencia con la vida. —¿Qué es para ti la oración? —La oración es una frase secular, canónica, es como un mantra que se profiere para que Dios se acuerde de nosotros y nos oiga. La oración no es una retahíla memorística, sino unas palabras cargadas de fe y esperanza. La oración implica el religarse a la divinidad, es la frase sagrada para alcanzar algo de esa ligazón superior que es el espíritu trascendente, cósmico, de comunión con el universo, es la palabra sagrada. —¿Lector de cuento, novela o poesía? —La novela es un cuento largo; el cuento una novela corta y la poesía una canción que puede ser cantada o narrada, puede ser proferida en verso con respiraciones medidas y rotundas, que se pronuncia con esos sonidos armoniosos que hemos llamo música, pero eso es una convención. Uno, al leer el poema, está leyendo una novela y un relato y una crónica interna del espíritu, está invocando una voz profunda del espíritu. De modo que la lectura preferencial de los géneros no existe para mí. Existe la necesidad de la lectura, a secas. ** Alberto José Pérez albertoperez802@hotmail.com Poeta, editor y comentarista literario venezolano (El Samán, Apure, 1951). Ha obtenido reconocimientos por su obra poética entre los cuales vale mencionar el Premio Único de Poesía de la Bienal de Literatura de la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve) por su libro Homenajes (1991), y el Premio de Poesía de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Ezequiel Zamora (Unellez, http://www.unellez.edu.ve), por el poemario El espejo y la memoria (1987). También ha publicado los poemarios Los gestos tardíos (1975), El libro de Barinía (1985), Marca (1984), Olor de amor (1995), Como si valiera un siglo (1996), Retrato de memoria del corazón de una mujer (1997), Un poeta como yo (2006) y la antología poética El poeta de quien les hablo (1999). === Gloria Dolande, precisa y sintética =================================== === “Estoy en la línea que divide la poesía con la narrativa” ============= === Rafael Ortega ========================================================= “En Venezuela no se ha tendido ese puente cultural, los escritores no han recibido un buen apoyo por parte de las instituciones encargadas de difundir su obra. Esperamos que ahora mejore la política editorial”. Su ascendencia oriental es notoria en sus rasgos, pero confiesa que sus influencias literarias son totalmente occidentales, por lo cual se considera ciento por ciento venezolana. La mayor parte de su obra ha sido publicada en la prensa regional y a través de páginas literarias en Internet. Cursó estudios de piano y fotografía. En cuanto a su desempeño profesional, es docente de castellano y literatura, dicta talleres de creación literaria y cuenta con tres libros inéditos. En una oportunidad conformó la agrupación Musas in Fictio junto a Astrid Salazar y María Luisa Angarita, con la finalidad de hacer muchas cosas, pero “nos quedamos en la ficción”, dice con gracia Gloria Dolande (1981), quien se describe a sí misma en dos palabras: precisa y sintética. —¿Cuáles lecturas te atrajeron al mundo de la literatura? —Cuando era niña leía de todo un poco. Mi mamá tenía una colección de libros, no recuerdo de cuál editorial, que traía cuentos como El patito feo y todas esas cosas que puede leer un niño. Siendo pequeña, leí El médico de los muertos, de Julio Garmendia, y me sentí fascinada. Otros autores que despertaron en mí la curiosidad por leer fueron Aquiles Nazoa y Rómulo Gallegos. En cuanto a mi primer relato, lo escribí cuando cursaba el quinto grado de primaria y todavía lo conservo, se llama “Las aventuras de Nitro”. A partir de ese trabajo, comencé a escribir cuentos infantiles. Más tarde, cuando cursaba el octavo grado de educación básica, escribí un cuento titulado “Lo que había detrás de la montaña”, que obtuvo una mención en el concurso literario interliceísta Sergio Medina, en el año 1995, y Wilfredo Carrizales era miembro del jurado. Luego, ingresé al Pedagógico de Maracay con la intención de estudiar música y por casualidades de la vida, coincidencias, el fatum, el destino —o no sé qué— me llevó a estudiar castellano y literatura y allí conocí a Leonardo Maicán. Yo había escrito un relato llamado “Amargo caserío” y se lo mostré a él porque sabía que tenía contacto con personas ligadas al mundo de las letras. A partir de allí, me presentó a otros escritores e ingresé a uno que otro taller, pues no sólo me quedo en la función de docente, sino que busco ampliar mis conocimientos un poco más. —¿Te parece que los talleres pueden ser fábricas de escritores? —Fábricas como tal, no creo, pero sí ayudan porque nos dan conocimientos, esos tips... de hecho, actualmente estoy participando en un taller con Eugenio Montejo, en Caracas, y él nos dice que los talleres no están para hacer escritores, sino para ayudar. —¿Has incursionado en la poesía? —Estoy en eso... a propósito, hace unos días recibí un mensaje de (Juan) Calzadilla que decía: “Por favor, métete a poeta”, pero yo siento que estoy en la línea que divide la poesía con la narrativa. —¿Cómo nace tu amistad con el poeta Juan Calzadilla? —Hace pocos años viajé a Coro con Astrid Salazar y Alberto H. Cobo a participar en un encuentro de jóvenes escritores y en una de esas lecturas, Calzadilla se impresionó mucho con Astrid y conmigo. Ese día intercambiamos direcciones electrónicas. Cuando regresé a Maracay me encontré con la grata sorpresa de encontrar un mensaje suyo. Desde ese día ha sido un gran apoyo, siempre me aconseja que escriba, que no descuide la literatura, que si es posible ni siquiera dé clases, que trabaje en mis textos, en los libros, siempre ha sido una fortaleza, un gran amigo. —¿Cuáles son los temas que te motivan a escribir? —Me atraen unos temas que sean sorpresivos, tenebrosos, de suspenso... —¿Cómo nacen tus relatos? —Me los imagino como una película ante mis ojos... —Estudiaste piano y fotografía, ¿te nutres de ambas fuentes para escribir? —Yo diría que me nutro más de la música, siempre. Escucho de todo un poco, desde lo académico, el rock, el reggae... bueno, el reggaeton no es mi estilo, pero respeto los gustos musicales de cada quien. De hecho, dentro de ese mundo de la música, tiendo a buscar letras y a partir de ellas desarrollo mis ensayos. —¿Te consideras más auditiva que visual? —Me considero ambas cosas, ni una ni la otra, las dos a la vez... —¿Cuál es la función de un escritor? —Conocer su mundo y darlo a conocer. —¿Las instituciones ofrecen el apoyo que requiere el escritor? —Bueno, para la que yo trabajo, sí, es la Casa Nacional de las Letras. Ahora, las de aquí de la región, me parece que no prestan mucha ayuda. —¿Cuáles escritores venezolanos son fundamentales? —Juan Sánchez Peláez, Vicente Gerbasi, Julio Garmendia, es mi favorito; Salvador Garmendia, dentro de la narrativa; soy fanática de Eugenio Montejo, Ramón Palomares, Rafael Cadenas, entre otros. —¿A qué atribuyes que los escritores venezolanos no sean tan conocidos como los de otros países? —Me imagino que es porque en Venezuela no se ha tendido ese puente cultural, los escritores no han recibido un buen apoyo por parte de las instituciones encargadas de difundir su obra. Esperamos que ahora mejore la política editorial. —¿Cómo ves el panorama regional en la actualidad? —De las nuevas letras, parece que no hay muchos autores, o a lo mejor es que aún son desconocidos. Estoy incluida entre los más nuevos; ahora, ¿quiénes vendrán? No lo sé todavía. No los conocemos, no se dan a conocer, no sé que está sucediendo. Y entre las figuras regionales más representativas del estado se encuentran Alberto Hernández, Harry Almela, entre otros, que son como nuestras instituciones. —¿Cuáles autores de la literatura universal recomendarías? —Me gustan Edgar Allan Poe y Horacio Quiroga. —También has incursionado en el ensayo, ¿en cuál género te sientes más a gusto? —Hasta ahora, la narrativa. El ensayo es mi nuevo género, aunque pareciera que estoy cambiando mi prosa hacia algo más poético, ya no son aquellos cuentos de animalitos ni de cosas que suceden de repente. —¿Es difícil ser escritor en un país de pocos lectores? —Sí, es difícil. Yo doy clases y percibo diariamente la apatía hacia la lectura por parte de mis alumnos. Es un trabajo que hay que hacer. Como docente, soy exigente, y creo que todo profesor debe serlo. Por eso, busco involucrar a mis alumnos con la literatura, siempre tomo media hora de la clase para leer algún texto, ya sea poesía, narrativa o cualquier tema que me llame la atención. Yo siento que ellos lo disfrutan y eso da como resultado que los estudiantes se interesan por la lectura, tanto así que hasta me han regalado libros, me llevan textos a clase, se percibe la motivación. —¿Qué opinas de la presencia de la mujer en la literatura? —Últimamente he leído muchas obras de mujeres que me han dejado sorprendida. Hay unas escritoras españolas que son excelentes, sólo hay que descubrirlas, nada más. No hace mucho vino a Venezuela Josefa Parra y tuve la oportunidad de conocerla y leerla. —¿Qué te parecen las nuevas tecnologías? —Las nuevas tecnologías son un puente espectacular para conocer las cosas que suceden a nuestro alrededor, aparte de que nos ayudan cuando vamos a realizar investigaciones muy profundas. Para hacer mis ensayos, siempre recurro a páginas de Internet referentes al tema que quiero desarrollar. —¿Algún día los libros virtuales sustituirán a los libros tradicionales? —Nunca me lo había preguntado, pero creo que sí. Actualmente, la gente prefiere estar frente a una computadora que leer. Y allí se puede encontrar toda la información que busquemos. Quizás algún día llegue a pasar, aunque en eso debe tomarse en cuenta el tipo de persona, porque hay mucha gente que es reacia a las nuevas tecnologías, pero creo que las generaciones actuales sí las ven con buenos ojos. Hasta los poetas consagrados como, por ejemplo, Eugenio Montejo, dictan sus talleres con un pen drive y una laptop. Ya la tecnología lo hace todo, no es necesario estar fotocopiando ni cargar una maleta llena de libros. Además, nos comunicamos fácilmente a través de los mensajes de texto en los celulares. Siempre hay que estar abiertos a esas cosas, a los nuevos paradigmas... paradigmas emergentes se le llama a eso, valga la clase (risas). Construir nuestras realidades Escribir es una necesidad de expresar todo eso que sentimos, que vemos, que queremos... Es una manera de construir realidades, de acuerdo con nuestras necesidades. Hacer realidad una utopía. ** Rafael Ortega rafaelortega@letralia.zzn.com Escritor venezolano (Maracay, Aragua, 1969). Es técnico superior universitario en publicidad. Ha sido jurado en concursos literarios del estado Aragua. Textos suyos han sido publicados en revistas y periódicos venezolanos, así como en las antologías Narrativa aragüeña en Tierra de Letras (Senderos Literarios, 1997), Narrativa de Aragua (Secretaría de Cultura del Estado Aragua, 1997) y Muestra de minificción aragüeña (Secretaría de Cultura del Estado Aragua, 2001). En 2002 publicó su libro de cuentos La última sutileza del diablo. ||||||||||||||||||||||||||| SALA DE ENSAYO |||||||||||||||||||||||||| === San Manuel Bueno, mártir, y la filosofía del vivir ==================== === Andrea Naranjo-Merino ================================================= En la aldea Valverde de Lucerna se desarrolla la historia del cura don Manuel, un cura que está a punto de ser beatificado, y sus feligreses, un pueblo rayado por el silencio. A lo largo de su vida, don Manuel se dedicó a profesar la religión, la cual solamente era cuestionada por otros dos personajes de la novela, Ángela y Lázaro. Don Manuel se debate entre la vida como un sueño, el ansia de vivir y la muerte que lo signan todo el tiempo. En don Manuel se cifran los opuestos, la antítesis de lo que es ser y no ser como su filosofía o bien como filosofía del autor del cuento. Es un problema ontológico que trata de resolver la identidad del ser, de la existencia que principia en Dios, es un salto de lo infinito a lo finito y no del ente al Ente Supremo. Es en este punto donde se genera la angustia para Miguel de Unamuno, porque él dice que en la lucha “contra la nada por la eternización consiste el destino del hombre”. Saber que se es hoy en el presente y no saber lo que sucederá en el futuro porque un día dejaremos de ser, un día parecerá que nunca habremos sido o existido. La realidad del ser está basada en la conciencia que limita y se contrapone a la infinitud y que es el objeto de la conciencia. Dice Unamuno: “El Universo visible me viene estrecho; esme como una jaula que me resulta chica, y contra cuyos barrotes da en sus revuelos mi alma; fáltame el aire que respirar”, esto refleja su desasosiego, su asfixia, su dolor y una vez más su angustia por el ser y el vivir pero que termina volcándose hacia Dios que es eterno e inmortal. En este punto se descubre la fe y se empieza a creer, como le sucede a Lázaro en la narración cuando llega al pueblo y decide hablar con don Manuel, y refiriéndose a él dice: “—Sí, esto es otra cosa —me dijo luego de haberle oído—; no es como los otros...” (106), y más adelante lo reitera: “Es un hombre maravilloso...” (107); este es el inicio del cambio, del vuelco que da Lázaro a la fe y a la comunión con Dios, es como una especie de resurrección: “Acabó mi hermano por ir a misa siempre, a oír a don Manuel, y cuando se dijo que cumpliría con la parroquia, que comulgaría cuando los demás comulgasen, recorrió un íntimo regocijo al pueblo todo, que creyó haberle recobrado. Pero fue un regocijo tal, tan limpio, que Lázaro no se sintió vencido ni disminuido” (107). Encontramos en el pensamiento unamuniano que a su vez se refleja en la obra, el tragicismo y el lamento que se prolonga casi desde el principio hasta el final de San Manuel Bueno, mártir, es contradictoriamente llamada “la filosofía de la vida”, la filosofía del vivir, y como afirma el franciscano Miguel Oromí en su libro sobre el pensamiento filosófico de Miguel de Unamuno, con relación a ese tragicismo es que éste conlleva “una doble lucha” (207) más íntima pero al mismo tiempo más trágica “con la cual el viviente perpetúa una parte de sí mismo , y la lucha por la perpetuación de todo su ser, la perpetuación de su propia conciencia: la inmortalidad personal” (207). Posiblemente don Manuel quería esa perpetuación en la muerte a la cual quería llegar por medio del suicidio aunque él no fuera creyente y al llegar a esa muerte es, quizás, donde él podría hallar las respuestas a su preocupación por ese mundo absurdo del que sólo se sale a través de ella. “Mi pobre padre, que murió de cerca de noventa años, se pasó la vida, según me lo confesó él mismo, torturado por la tentación del suicidio, que le venía no recordaba desde cuándo, de nación, decía, y defendiéndose de ella. Y esa defensa fue su vida. Para no sucumbir a tal tentación extremaba los cuidados por conservar su vida... Me parecía una locura. ¡Y yo la he heredado! Y cómo me llama esa agua que con su aparente quietud —la corriente va por dentro— espeja al cielo” (111). Don Manuel lucha por la vida tratando de encontrar soluciones a las sinrazones diarias de su poca fe y creencias dando amor al prójimo, reduciéndose a la racionalidad de sus actos para poder justificar su existencia. Como héroe trágico necesita del llanto que le produce su paso por esta dimensión porque se siente inseguro y no sabe a dónde irá a parar. Igualmente exige de los demás esas lágrimas que son producto de la tristeza incontenible que lleva en él, que se refleja desde sus ojos y que transmite cada vez que habla porque “niños y grandes, lloraban y lloraban tanto de pena como de un misterioso contento en que la pena se ahogaba” (102). La angustia del cura es también el aquí y el ahora que logra alivianar con la vida de trabajo que lleva, se ha entregado a los demás como una especie de Mesías o Cristo redentor donde funda “una nueva religión, nueva no por su forma externa sino por su interioridad” (1). Sus trabajos siempre consistieron en la ayuda al prójimo, regalando camisas al que no tenía, confesando a sus seguidores, queriendo a los demás sin ninguna distinción, sus acciones en el pueblo eran tales que nadie se atrevía a decir alguna mentira delante suyo. La vida del cura era en realidad una farsa, una ficción, aunque externamente y sus actos estuvieran mostrando lo contrario que es lo que podría reflejar a un “santo católico” (2). Don Manuel, roído por las dudas, estaba en posesión de su verdad, un ateo que no aparece claramente identificado y que dista mucho de ser como el párroco de Valverde de Lucerna. ¿Sería válido entonces disociar la personalidad del personaje? Es manifiesto que el yo de don Manuel no se identifica con la vida pero sus actos se bastan por sí mismos. Él va imponiendo su forma de ser por donde va y así sucede de principio a fin en el pueblo. Es, tal vez, un pueblo como hipnotizado por la religión o mejor por su propia religión, esa “nueva” que inventó un día para sobrellevar su propio estado de ansiedad ante lo que no se puede explicar. Dice José Miguel de Azola en su artículo “Las cinco batallas de Unamuno contra la muerte”, publicado en los Cuadernos de la Cátedra sobre Miguel de Unamuno sobre su obra: “la obra entera de Unamuno está animada por una dialéctica trágica, cuyos problemas colosales la emparentan sobre todo con aquel teatro religioso, patriótico y filosófico, que compuso Esquilo, y también con aquel otro teatro profundamente humano y moral...”. “...los gritos del hombre Unamuno angustiado por su terror a morirse de todo”. (41) La muerte, como inevitablemente termina llegándole a don Manuel al final de las memorias de Ángela, aparece como la solución prima a todos sus cuestionamientos y dudas que tiene él acerca de la vida y de los dos planos, que nadie sabe si se crucen o se estén cruzando en el tiempo. “Lo que constituye una cuestión filosófica no es la muerte, sino el que yo muera” (3). Esta muerte no sucede en su recinto apartado, ni aislado ni en soledad; sucede todo lo contrario, él quiere morir y terminar sus días entre sus feligreses, él reconoce que se está yendo cuando dice que ya es la hora de su muerte y le pide a Ángela que lo lleve a la iglesia donde todos lo están esperando y la única fuerza que le queda es para morir; por fin se había cumplido su designio, el anhelo y el deseo, responde a todos con el silencio, con el mismo silencio del otro mundo que se encuentra sepultado por el lago junto a la montaña. “Ya os lo dije todo. Vivid en paz y contentos y esperando que todos nos veamos un día en la Valverde de Lucerna que hay allí, entre las estrellas de la noche que se reflejan en el lago, sobre la montaña” (115). Don Manuel murió sin remedio y vivió el sueño de la vida que seguramente quiso tener, un sueño melancólico, acongojado y con sollozos, una vida angustiosa en la que libró y perdió una batalla contra lo infinito. La inmortalidad ya es asunto de Unamuno como escritor, cuando su existencia ha sido prolongada por las palabras y éstas han reproducido su pensamiento a través del tiempo que a su vez no conoce de límites y se refleja bajo el sol como la sucesión de días y noches. Notas 1. González Alcalde, Eduardo, 151. 2. González Alcalde, Eduardo, 161. 3. De Azola, José Miguel, 45. Bibliografía • COLLADO, Jesús Antonio. Kierkegaard y Unamuno. Editorial Gredos, Madrid, 1962. • GONZÁLEZ ALCALDE, Eduardo. Semiótica e Ideología en la Novela San Manuel Bueno, mártir, de Miguel de Unamuno, Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, 1984. • FRIEDMAN, Edward; VALDIVIESO, Teresa; VIRGILIO, Carmelo. San Manuel Bueno, mártir, en Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica, McGraw Hill, New York, 2004. • OROMI, Franciscano Miguel. El pensamiento filosófico de Miguel de Unamuno, filosofía existencial de la inmortalidad, Espasa-Calpe, Madrid, 1943. • DE AZOLA, José Miguel. “Las cinco batallas de Unamuno contra la muerte”, en Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno, Universidad de Salamanca; Salamanca, 1951, 33-109. ** Andrea Naranjo Merino andreanaranjo50@hotmail.com Escritora colombiana (Cali, 1974). Es abogada, egresada de la Universidad de San Buenaventura (http://www.usb.edu.co), de Cali. Reside en Estados Unidos, donde trabaja como instructora de español en James Madison University (http://www.jmu.edu). Textos suyos han aparecido en el diario El País (http://elpais-cali.terra.com.co) y en su magazín dominical La Gaceta, diarios El Tiempo (http://www.eltiempo.com) y Occidente (http://www.diariooccidente.com.co), y en las revistas Magazín Dominical del diario El Espectador (http://www.elespectador.com), En Contacto y Arena, del diario Excelsior (México), así como en la revista Nexus, de creación propia. Textos suyos han aparecido en los libros I Concurso de Crónicas, Cuentos y Poesía para Autores Inéditos (Editorial Gestores del Cambio, 1993) y Universos (Ediciones Embalaje del Museo Rayo, 1996, 1997, 1998 y 2000). Ha publicado el libro Espejismo (Ediciones Embalaje Museo Rayo, 1997). === El Colegio Invisible ================================================== === “En palabras de nadie” Miguel A. Schmucke P. ===================== ¿Es posible imaginarse a una asociación formada por filósofos y pensadores, especialistas en los más diversos campos del saber, los cuales han estado reuniéndose todas las semanas sin interrupción desde el año de 1645 en Londres, hasta el día de hoy? Asombroso, ¿verdad? Más de 362 años de dedicación a la “nueva filosofía”. Se trata de la augusta The Royal Society, la Sociedad Real para el Avance de la Ciencia Natural. Ahora bien, ¿en que consistía esta “nueva filosofía”? Antes de la época de Galileo Galilei (1565-1642), la idea de “Unir la teoría a la práctica” era muy rara, pero fue la genial intuición de este sabio italiano, heredero del Renacimiento, lo que inició lo que hoy conocemos como “ciencia”. El “Principio de Galileo” hoy en día se denomina como la “Primera Ley de Newton”; además, es de todos conocido cómo fue que demostró que la Tierra giraba alrededor del Sol y no al revés (como se creía desde la antigüedad), utilizando al telescopio como un instrumento científico de precisión. También tuvo una gran influencia el pensamiento de Francis Bacon (1561-1626), cuya filosofía se fundamentaba en el criterio de que la verdad no se deriva de la autoridad y que el conocimiento es fruto ante todo de la experiencia, iniciándose así lo que hoy se conoce como el Método Científico. Sin duda que fueron estos acontecimientos los que determinarían la disposición de aquellos buenos hombres ingleses de fundar lo que uno de ellos, Robert Boyle (1627-1691), llamaba “el Colegio Invisible”. Pero, ¿qué era lo que realmente sucedía en el recinto de dicha sociedad? ¿Cuáles eran sus propósitos? ¿Qué hacían en sus reuniones? El lema de The Royal Society era y sigue siendo “Nullius in Verba”, que en castellano quiere decir “En palabras de nadie”, e implicaba que los miembros de la sociedad no podían hacer referencia a sus opiniones y mucho menos imponerlas como “criterio de autoridad”, debido a que lo único que se debía tomar en cuenta era la física experimental, la lógica y las matemáticas, y por lo tanto no se debía hablar de Dios ni del Rey (en nuestros tiempos diríamos ni de religión ni de política) y tampoco de la actualidad; es decir, que impusieron la norma clave de la ciencia, “experimentar para que sean las evidencias las que hablen”. A propósito de dejar que sean las evidencias las que testifiquen la verdad, existe una polémica “científica”, que está a punto de cumplir 150 años, y que en realidad se ha convertido en un verdadero obstáculo para el avance de la ciencia en el campo de la biología. Me refiero a la polémica suscitada entre los llamados “evolucionistas” y los “creacionistas”. Lo mejor que se puede decir el día de hoy al respecto, es lo que expresó uno de los participantes al curso de verano organizado por la Fundación del Valle de San Francisco, la Fundación Cultural Miguel Otero Silva y la Editorial El Nacional, el pasado mes de julio, denominado “Los avatares de la evolución”. El compañero dijo: “Ambas posiciones son dogmáticas” y fue la única opinión con la cual estuve de acuerdo. Sostengo el criterio de que tal polémica debe llegar a su fin en nuestro tiempo. Nada relacionado con Dios debe participar en una discusión donde se pretenda hacer ciencia o hablar de ciencia, por lo tanto; la posición creacionista no debe tomarse en cuenta si se desea llegar a la verdad científica o filosofía científica, pero los evolucionistas sí que están obligados a demostrar de una vez por todas si la evolución merece entrar al recinto de la ciencia experimental, porque la verdad es que hasta el momento no ha podido hacerlo. ¿Existe la evolución experimental? ¿Se ha realizado en los últimos 148 años un experimento que evidencie que los organismos se transforman? ¿Ha sido hecha tal demostración en el seno de The Royal Society? Y si así fue, ¿cuál es ese experimento? ¿Quién fue el que realizó tal demostración? ¿Cuándo se realizó? ¿Le ha dado el Colegio Invisible el diploma de ciencia experimental demostrada a la “teoría de la evolución”? Y si no ha sido así, ¿por qué? Los evolucionistas siempre han presentido que de alguna manera han dejado de cumplir con el principio de la ciencia experimental y se defienden diciendo cosas tan insólitas como la de que en la biología, por tratarse de los seres vivos y de algo demasiado complejo, las leyes de la física no aplican en este campo, pero en realidad se equivocan, debido a que los seres vivos existen como objetos físicos y además ocupan un lugar en el espacio, y eso los obliga a entrar por el aro de las leyes de la física, y por lo tanto están sometidas a sus estatutos experimentales como todo lo demás que forma parte del mundo. La biología como ciencia está obligada a confirmar cualquier teoría con la experimentación física; es decir, deben realizarse experimentos para poder hacer las deducciones correspondientes, lo contrario a esto es simplemente opinión o doxa, como decían los griegos. La polémica entre creacionistas y evolucionistas no es la polémica que es necesario abordar. Los contemporáneos debemos reconocer la verdadera dialéctica e identificar la tesis y la antítesis correctas, enfrentar a la “teoría de la evolución” con la exigencia de la experimentación científica, para así aumentar las posibilidades de esclarecer un poco el “agua turbia” que ha impedido ver con claridad la realidad biológica desde que Charles Darwin publicó su libro El origen de las especies. Es muy posible que muy pronto la humanidad llegue a una síntesis esclarecedora y concluyente. Debemos convertir cualquier “cátedra libre” en un “Colegio Invisible”, aplicando solamente el lema de: “En palabras de nadie”, impidiendo así que se imponga el llamado “criterio de autoridad” y determinándose, de esta manera, la incoherencia del anuncio de declarar Día del Científico, al día del nacimiento de Darwin, por motivo de los 200 años de su nacimiento, evento que se piensa celebrar en el año 2009. Más mérito para ese honor lo tiene el británico William Brouncker (1662-1677) por haber sido uno de los promotores y primer presidente de The Royal Society, sin mencionar a otros verdaderos científicos experimentales. Cuando los datos son correctos, la ciencia puede realizar predicciones; por lo tanto, y debido a lo antes expuesto, no resulta ser un atrevimiento predecir que para el año 2010, cuando al actual presidente de la Sociedad Real, el señor Martin Rees (2005-2010), le toque dar su discurso de despedida, exista una alta posibilidad de que, por hacerse evidente ante los ojos asombrados del mundo, no existe evidencia experimental alguna que apoye a la teoría que afirma que “los organismos se transforman (cambian de forma) con el tiempo”, termine poniéndole al ataúd de la evolución el último clavo para terminar así su gestión con broche de oro. De esta manera le hará un gran servicio a la humanidad, ya que a partir de ese momento se comprenderá que la respuesta al fenómeno de la inmensa variedad de especies viene dada únicamente por la bioquímica de los genes y por nada más. En otras palabras: “Todo dentro de la genética y nada fuera de ella”, todo parece indicar que este es el camino correcto. “El día en que los ojos acuciosos de los científicos posen su mirada en los organismos vivientes, sin el estorbo de la visión equívoca de la idea transformista, ese día se asombrarán aun más y el género humano avanzara más de prisa, haciendo que los próximos mil años se vivan en un instante”. ** Miguel A. Schmucke P. maspar@cantv.net Docente y comunicador social venezolano (Caracas, 1954). Ha publicado artículos de opinión en los diarios El Impulso y El Informador, sobre temas de filosofía, didáctica, historia, psicología, polìtica y ciencias en general. ||||||||||||||||||||||||||||||| LETRAS |||||||||||||||||||||||||||||| *** Dinosaurios Isabel Moure Álvarez *** Cinco poemas Dolores Torres Bañuls *** Gritaba y gritaba Pablo Mendieta Paz *** Tres poemas Miguel Ildefonso *** Cuatro cuentos Carlos de la Hoz Albor *** Poemas Graciela Wencelblat *** Cuando sea pequeña... María Dolores Torres Salas *** Tres poemas Gerardo Almada *** Minueto Ángel Ruiz Cediel *** Tres poemas Vivian Ximena Rodríguez Lozano *** La plaza de los poetas José Álvaro Cálix Rodríguez *** Poemas Mario Molfino *** Misión Alfa Rocío de Juan Romero *** Poemas Eugenia Coiro *** Tres relatos Nohemí Hinojosa Rivera *** Facetas descriptivas —Entre vicios y emociones acuciantes— Rafael Pérez Ortolá === Dinosaurios Isabel Moure Álvarez ================================= Nicolás aún oía gritos y risas de aquellos niños que había visto jugar con un cangrejo ermitaño en la orilla. Abrió los ojos en la medida en que los rayos del sol se lo permitían, y levantó la cabeza del borde de la balsa, manteniendo el resto del cuerpo tendido. Frente a él, había una enorme masa de agua imponente. Nicolás no sabía nadar, sin embargo no sentía nada; no pensaba en nada. Después se sentó entre los dos remos, y giró la cabeza hacia atrás. A lo lejos, aquellos niños, con cubos y palas entre las manos, correteaban por la orilla. “Los niños son buena gente”, pensó. “¡Niños! ¡Niñas! ¡Bienvenidos a nuestro circo!”. Esas eran las palabras con las que, zapatudo, con su nariz roja y la peluca de colores vivos, se dirigía a su público infantil. Giró de nuevo la cabeza al frente y se quedó contemplando aquella masa de agua abrumadora. En medio de aquella quietud, el choque de pequeñas olas sin rumbo fijo contra la balsa producía chasquidos que quizás llevaran consigo algún significado incomprensible. Ahora observó su cuerpo. Sus piernas ya no estaban tan bien torneadas como antes de que dejara de hacer su espectáculo con los leones. Ahora asomaba una incipiente curva en un tórax antaño tan plano como la línea del horizonte. A pesar de las huellas del paso del tiempo por su cuerpo, sus compañeros del circo aún le decían que se parecía a Antonio Banderas. Hacía ya tiempo que su nombre y apellido salían, junto a su foto, en los carteles. Sin embargo la gente, por la calle, le seguía confundiendo con Antonio Banderas. A él también le habría gustado ser actor. En el circo, ser payaso era lo más parecido a actuar, pero al parecer, a sus padres les había disgustado que dejara la doma de leones. “Pero al menos Nicolás permanece en el circo, con nosotros”, dijo su padre a su madre. Desde que el bisabuelo de su abuelo se hubo tragado una espada a los quince años después de imitar a dos titiriteros que, durante las fiestas, en medio de la plaza del pueblo, se habían tragado sendos sables que habían pertenecido a un coronel en la guerra de Cuba, generación tras generación, tragadores de sables, trapecistas, domadores de leones y un payaso, habían ido naciendo en este circo. En la playa, Nicolás se había sentido observado por algunas personas. No era la primera vez. En el chiringuito, la camarera le había sonreído y después invitado a una cerveza. La gente le solía tratar bien. ¿Por qué? ¿Sólo porque se parecía a Antonio Banderas? Ahora abrió los ojos y miró el sol. “No se debe mirar el sol directamente, hijo”, recordó aquella advertencia de su madre. “Tú serás domador, como tu padre”. ¿Esto era también una advertencia? “Para nosotros el circo es como una religión, hijo”. Volvió a recostarse en la balsa; permanecería con los ojos abiertos. ¿Lo hacía para llevar la contraria a su madre? Le picaban tanto que se le cerraron sin querer. Eso le hizo acordarse del eclipse solar, muchos años atrás. “No debes mirar al sol”, había dicho Clara, la novia de su hermano. Antes de producirse el eclipse, Clara le contó que hacía años había visto, con su padre, un eclipse solar en no sé qué país. La temperatura bajó de repente y el cielo tomó el color de la noche americana de las películas de los años cincuenta, y que fue como estar en otro planeta. Él se quedó como un idiota parado ante ella sin decir nada. Su hermano seguro que hubiera dicho algo ingenioso, o preguntado algo interesante acerca de aquel acontecimiento. Pero a él no se le ocurrió nada más que sacar de una bolsa de plástico dos pares de gafas especiales para observar el eclipse. A las once y media, como estaba previsto, empezó el eclipse, y se pusieron las gafas. Sintió una conexión profunda con Clara mientras observaban cómo la luna iba tapando el sol, mientras pensaban qué extraordinario era aquel momento; al menos él lo pensaba, y ahora seguía pensándolo. “¿Ves? es como la noche americana”, dijo Clara. También dijo que algo parecido debieron de haber experimentado los dinosaurios cuando cayó aquel enorme meteorito: “Miles de cenizas cubrieron la tierra, preludio de la extinción de los dinosaurios”. A punto de extinguirse se había sentido él allí junto a Clara, sin saber cómo impresionarla para conquistarla. Aquellos recuerdos le asaltaban mientras se dejaba arrastrar mar adentro. ¿Cómo iba a conseguir llegar a ser actor, si ni siquiera había sabido improvisar algunas palabras ingeniosas para Clara? Y ¿él era el que se parecía a Antonio Banderas? Se sentía como el cangrejo ermitaño de aquellos niños, con su bonita concha de caracol. Hacía tiempo que había dejado de oír las voces de los niños. De repente una ola grande le elevó para luego volver a descenderle, entonces abrió los ojos. Miró al frente; no veía a los niños. Miró hacia atrás; allí tampoco estaban; ni a su izquierda, ni a su derecha. Minutos más tarde, vino otra ola aun más grande que le aupó y le zarandeó, y le produjo una sensación parecida a la que había tenido el primer día que entró con su padre en la jaula de los leones. Más tarde su padre pondría el grito en el cielo cuando se enterara de la proposición de dos de los payasos: “Nicolás, va a haber una audición de actores en Barcelona. ¿Te vienes con nosotros?”. Su madre volvería a decir aquellas palabras: “Tú serás un buen domador, como tu padre”; y su padre le repetiría la letanía de siempre: “Para nosotros el circo es como una religión, hijo”, y acabaría con la frase que Nicolás nunca olvidaría: “Ellos no tienen nada que perder; tú sí”. Ahora una nube tapó el sol. El mar se volvió negro, y la temperatura bajó de repente. Entonces se acordó del día del eclipse, de la noche americana, de los dinosaurios después de caer el meteorito, de Clara. Nicolás había vuelto a verla, sí, en las cenas de nochebuena y cumpleaños familiares, junto a su hermano; en los bautizos de sus sobrinos. Otro eclipse hubiera sido un buen pretexto para volver a verla. Le habría dicho que era su chica de los eclipses. Pero el próximo eclipse había sido previsto para después de veinte años. Ahora venía otra ola; era enorme. Le salpicó y sacudió a punto de volcarle. El remo que tenía a su derecha le golpeó el pie con fuerza. Al inclinarse para frotárselo, le pareció ver sombras en el fondo del mar, e imaginó quién sabe qué animales estarían nadando bajo su balsa. “Yo que he acariciado leones, he metido mi cabeza en sus fauces, ¿ahora voy a tener miedo de esos animales?”, se dijo. Durante un instante de pánico pensó que prefería sus fieras en su confinamiento que cualquier animal desconocido de aquel mar oscuro. Quizás debía coger los remos e intentar acercarse a la orilla. Pero el instante de pánico pasó. Estaba ya muy cansado; le había dado el sol durante demasiado tiempo; apenas le quedaban fuerzas; y tenía mucha sed, y sueño. De repente le pareció oír gritos y risas de niños, pero a su alrededor sólo había agua, mucha agua, muy oscura, como si estuviera densa y se moviera lentamente. Ahora otras nubes fueron agrupándose alrededor del sol. A lo lejos, una ola enorme venía hacia él a gran velocidad. Quizás tenía que haber remado hasta la orilla. Ya era demasiado tarde. Había que ser valiente. El tiempo de toma de decisiones había llegado a su término. El mar las tomaría por él. La ola era cada vez más alta. Más nubes habían ido viniendo de todas partes agolpándose unas contra las otras hasta no dejar a la vista ningún hueco azul. El frío iba penetrando por todo su cuerpo mientras la ola se acercaba. El cielo era una masa ondulante y plomiza. Ahora Nicolás pensó en el eclipse, en los dinosaurios después de caer el meteorito, en su extinción, en su total extinción. ** Isabel Moure Álvarez ismoale@teleline.es Escritora española (Valladolid, 1965). Licenciada en filología inglesa y profesora de inglés y español. Ha acudido a talleres de escritura de relatos en el Taller de Madrid, los Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja (http://www.fuentetajaliteraria.com) y la Escuela de Escritores (http://www.escueladeescritores.com) desde 2004. En octubre de 2005 obtuvo el primer premio internacional del Concurso Narcisista de Relato Autocontemplativo, convocado por la Escuela de Escritores, con el cuento “Me llamo Enrique como yo”. === Cinco poemas Dolores Torres Bañuls =============================== *** Amarse en el poema Me dirán que es surrealista Inventarse en la penumbra del verso. *** Tu voz Hablas, tu voz vidriosa suena transparencia. No escucho palabras. Cuando te hundes tu cuerpo ondulante y tibio. Metamorfosis Tacto de lluvia Callada melodía: Tu corazón habla y yo escucho. *** He permanecido... He permanecido boca abajo, mucho tiempo en la parte irreal de la conciencia, esperando esperando entre la sabana y el aire desnuda, los pies cubiertos, el corazón arropado por la espalda, esperando como gata al acecho de un insecto, esperando la luz de la pantalla haciendo sombras esperando la expansión del suspiro confundiéndose mi piel con el aire, con la sabana, con el tiempo. *** La poesía Crepitan las piedras y no lloran; un rumor nace desde la tierra. En la sombra nace la geometría un símbolo promete decirnos lo falso y lo verdadero. Nada existe, pero un pájaro se debate contracorriente. Se fragmenta la palabra como la piedra queda el silencio, la poesía. *** La búsqueda El albatros de Rimbaud El caballo de Blanca Andreu Una carta de Rilke Una estatua de mármol O los filamentos de un ágata: Encontrar las palabras para mi sortilegio. ** Dolores Torres Bañuls mdolores.torresbanuls@telefonica.es Poeta marroquí (Alcazarquivir, 1962). Es asesora de telecomunicaciones. Ha publicado Letras sobre tu cuerpo. === Gritaba y gritaba Pablo Mendieta Paz ============================= Vivía solo en una pensión. Allí había gente de toda condición y carácter. Pero al lado de mi pieza aposentaba una extraña mujer de unos 65 años que manifestaba una forma de ser muy particular: hablaba sola. La verdad es que gritaba y gritaba consigo misma sobre diferentes asuntos. En las noches hacía tanta bulla moviendo muebles, golpeando quién sabe qué, y acompañando a todo eso tan desesperante, profería gritos y gritos haciendo gala de tan poca discreción que me era imposible conciliar el sueño. En las mañanas, todo ojeroso, corría a mi trabajo, fascinado por él —como nadie quizás en el mundo—, para descansar por un tiempo de los gritos de la dama en cuestión. Pero regresaba a la pensión temblando, pues yo bien sabía que al entrar a mi pieza escucharía los horrorosos gritos. Ni siquiera cuando hacía sus necesidades dejaba de gritar, y eso que el baño quedaba bastante lejos de mi habitación. Una noche, con los nervios crispados en redondo, esperé pacientemente a que se durmiera, y cogiendo mi almohada me deslicé sigilosamente hacia su pieza. Entré a duras penas porque, precavida, había afirmado una silla contra la puerta. Sorteé el obstáculo y me dirigí directamente a su cama. Dormía de espaldas. Posición propicia para ejecutar lo que tanto tiempo se me había cruzado por mi fatigada mente. Me acerqué con cuidado a ella e, inclinándome, apoyé con un movimiento brusco y con firmeza el almohadón en su cara. Resistió la embestida por un tiempo que me resultó eterno, pero finalmente sucumbió. Aparté de su semblante sin vida la almohada, y para cerciorarme de que mi faena había sido concluida satisfactoriamente, le tomé varias veces el pulso, al tiempo que apoyaba mi oreja en su corazón. Salí tan subrepticiamente como entré. Ya en mi aposento, me apoyé de espaldas en la puerta: yo no la había matado. Sus gritos estallaron en su corazón. ** Pablo Mendieta Paz mendipaz@hotmail.com Músico, abogado, poeta, escritor y periodista independiente boliviano (1955). Reside en La Paz. Tiene estudios en el Conservatorio Nacional de Música y especialización en Dirección de Coros con el maestro parisino Alain Charron, y estudió derecho en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz. Ha publicado artículos de derecho financiero y derecho constitucional y tiene publicados el libro Actualidad jurídico-financiera en Bolivia (1996) y el libro de cuentos La noche oscura y otros relatos (Plural; La Paz, 2006). Mantiene un blog personal en http://pablomendietapazs.blogspot.com. === Tres poemas Miguel Ildefonso ===================================== *** José María José María venía en bus, por la Oroya, a Lima, en sus audífonos escuchaba a Lou Reed; afuera los cerros mojados, la lluvia entrándole por el hueco de la bala. Esa mezcla de Perfect Day con la caída de la lluvia puso nostalgia a la visión cristalina de la ventana. Recordó entonces cuando chiquillo dormía sobre los pellejos; aprendió el quechua, canciones más tristes todavía que las de Lou. Los cerros con sus minas ya no eran morada de mitos. Cerros como tumbas de Huarochirí y humo que salía de las chimeneas. Un tren fantasma entró a un viejo túnel, la lluvia sepia como las cuerdas de un arpa le cosquilleaba el hueco de la [bala, entonces se preguntó si en cincuenta años todavía existiría este país. Esta idea lo avergonzó, puso otra canción, algo de Pastorita, y casi al empezar a dar vueltas en torno a ello quedó dormido. La carretera daba curvas, lo acurrucaba. —Oye, niño —le dijeron—, regresa a casa. Pero su madre murió. Niño, esta no es tu lengua. Pero él cantaba en el bus: Aún no veo el cerro de mi pueblo, soy un forastero, soy un alma que vaga junto a un río. Tengo un revólver al cinto. Mi corazón, una tinya, un charango y una quena. Ay mi corazón se lo llevó el río y aún no veo el cerro de mi pueblo. José María cantaba en quechua con su guitarra de palo, pero adentro, en las entrañas de su voz, los danzantes ya contaban sus pasos. La muerte —es una herida que se lleva desde el nacimiento, la muerte— es un alma que acompaña: una nostalgia, un país. El niño que cantaba en el río llamaba a su madre para que lo salve. Ese niño tenía miedo que se lleven su corazón, que en cincuenta años nadie cante sus canciones en quechua. Porque el país tenía montañas y cargamentos que llegaban a los puertos, lo saqueaban todo, se lo llevaban todo. Ese paisaje de perros famélicos que anunciaba la entrada a la ciudad iba mezclando la muy dulce melodía de su voz con el fuerte sonido de una [bala. Sus amigos lo querían, pero el resto no entendía el quechua, ni quería entenderlo, cosas de serranos —decían ellos, ellos que hoy publican sus libros, lo estudian, lo celebran. José María, el día que pusiste la pistola en ti, alguien tocaba su violín en las alturas de Andahuaylas. Ellos esperaban que lo hicieras para hacer de ti una leyenda: la gran leyenda cultural del país. Ellos, que escupían en tus cantos. Con una mano cogiste el arma, yo nacía cuando te despedías. Tres días antes cantaste en una reunión con amigos, alguien grabó tu voz y aquella grabación fue una burla a la muerte que siempre te asechó, fue tu victoria sobre una prole de intelectuales. Un día antes fuiste a La Parada a comprar discos de huaynos; nos emborrachamos escuchando a Jilguero; nos vemos mañana, tú naces yo muero, cantabas. Habrías tenido un flash back, tu infancia entre los indios, una clase en la universidad, o algo como una retama que al comienzo te hiciera dudar, pero que luego más bien te impulsara con una fuerza irrefrenable. José María, una mujer canta en la esquina de mi calle, viene de Ayacucho. ¿Estaré yo en su canto? ¿Estarán mis poemas en la palma de esa mano de barro? José María, tú cantabas en quechua un rock en el fondo de mi tumba. Yo escribo esto para cantar en ti. *** La virgen loca. Con final de Edward Norton Dolores Alanis O’Connor velaba por el cuerpo de Dante que se extraviaba por Florencia. Los punks y los vampiros se atravesaban por el corazón del poeta, casi un mínimo verso lo mantenía en vilo. Un sonido cómplice del mar lo rescataba, embarrado ebrio, hacia su sino desconocido. Dante sabía que Dolores Alanis O’Connor velaba su destino como si no existiera otro mundo que el del internet. Es el S. XXI, decía, no hay ficción, ni es la carta XXI del tarot. Los vampiros del mar corrían trayendo mensajes funestos de su país, Oh es el exilio, decía, un frío que recorre estos versos. Pero cuántas veces Dante perdió su inocencia en las nubes, en la eclosión del sol, tras la ventana de cualquier cantina, y la seguía perdiendo hasta con el bostezo de un cuculí. Podría petrificar su corazón bajo la calamina de su agrietada memoria, un [rayo de sol. Sin embargo, ya no había poesía en Florencia. Dolores Alanis O’Connor se le presentó en el bar. Los punks y los vampiros llenaban de sangre y ácido los bosques de humo. El náhuatl que se fundía en el humo se convertía en la serpiente que bailaba en el cuerpo de Dolores, desnuda. La ciudad de Florencia apestaba, todos los peces muertos en el mar, todas las aves muertas en el aire. Y la poesía, como ya se dijo, bajo la tierra agostada de Eliot. Podría ser que las estrellas aún girasen por ese Amor. Pero ella se desnudó frente al poeta, porque la angustia es del ser que ha abandonado su alma, y porque así era su amor. Tiempo atrás, un niño se había comido el corazón de Dante; entonces ese niño empezó a escribir tercetos en italiano, lengua vulgata, [profana, y con su obra se hizo más niño, porque había alcanzado, mediante el amor, ese estado anterior a todos los idiomas. Ah los vampiros y los punks se fueron con el alba, dejando las mesas manchadas por la verdad poética. Florencia seguía estallando, pues los anárquicos querían luchar hasta el [final. Dolores Alanis O’Connor yacía en la tina, con los vellos de sus piernas por afeitar, los senos congelados como icebergs. En los periódicos sólo se hablaba de la guerra, se hablaba tanto que parecía tratarse de una guerra muy lejana. Dante, en su locura, cayó en la esquina, asesinado por la sociedad, idolatrado por unos cuantos druidas. Un niño se le acercó, y tras escribir el último terceto, se miró en el [espejo y empezó a decir: “Al diablo, Beatrice, le di mi confianza y ella me apuñaló por la espalda, me vendió arriba del río Rímac. Maldita, perra. Fuck you! Y al diablo tú, Dante, lo tenías todo y lo tiras por la borda. ¡Maldito idiota!”. *** Miss Emily Miss Emily descansa bajo el alero de su casa, tiene ciento & tantos años apenas es una criatura de dios, nunca ha dejado de regañar a los niños que hacen escándalo en la vereda / raperitos que bailan sin parar. Ella lee tranquila. El sol es como un viejo amante, viejo amante de las ratas, el único que la vio mil veces desnuda en el río Hudson & en el río de todas las ciudades de su soledad. Ella era delgada & elegante —la habían soñado mil poetas— como un lirio arrancado de esos poemas de amor tristes de pueblos tristes; pero Emily no tiene tristeza ni es como esas muchachas amargadas de la otra calle que fingían ser sus amigas, así como fingían orgasmos cuando llegaban los soldados (cuando vivían). Buenos días, Miss Emily, le saluda el cartero invisible entre los sauces, el postman jamás se detuvo en la puerta de la pelirroja (entonces ser solterona en un pueblo así era un melodrama), hasta que esa mañana, emocionado, le entregaría una carta a la señorita que él amaba —le habían dicho que no la dañara—, la primera carta, se dijo, en todos esos cuarenta años trabajando de cartero. Lo recuerda bien: tocó la puerta, pero nadie respondió; volvió a tocar una & otra vez esa maldita puerta, hasta que cansado de insistir, cansado de repetir su nombre, cansado de caminar, de rumiar su pan sin azúcar, se marchó. Los niños raperitos ahora juegan un poco más allá de la casa de Miss Emily, hacen todo el ruido posible & de rato en rato vuelven los ojos hacia el espíritu de una ave que se detiene en una rama del árbol mecido en el viento. Miss Emily está sentada bajo el alero de su vieja casa, no espera a nadie, nunca esperó a nadie. Dicen: que ya no hay trabajo para los inmigrantes. ** Miguel Ildefonso ildehuan@yahoo.com Escritor peruano (Lima, 1970). Estudió Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú (http://www.pucp.edu.pe) e hizo una Maestría en Creative Writing en la Universidad de El Paso, Texas (EUA; http://www.utep.edu). Ha publicado los libros de poesía Vestigios, Canciones de un bar en la frontera y Las ciudades fantasmas. Su poesía ha sido publicada en antologías como La generación del noventa y Poesía peruana siglo XX. Codirige la revista literaria Pelícano. Ha sido finalista en diversos concursos como: Segundo Premio Poesía Juegos Florales Universidad Católica (1991), finalista Premio Poesía Peruano-Japonés (1995), finalista Premio Poesía Copé (1995), Cuarto puesto en el Premio Nacional de Poesía del diario El Comercio (http://www.elcomercioperu.com.pe) “Centenario César Vallejo” (1996), Concurso de Poesía Revista Ajiaco, Arkansas Tech University (http://www.atu.edu, 2002), Segundo Puesto Poesía Erótica Centro Cultural Español (2003), Mención honrosa en el Concurso de Cuento Las Dos Mil Palabras de la revista Caretas (http://www.caretas.com.pe, 2004). Ha ganado los premios: Primer Premio Poesía Juegos Florales Universidad Católica (1995), Primer Premio Copé de Oro Poesía (2002) y Concurso de Cuento “Alfredo Bryce Echenique” (2003). === Cuatro cuentos Carlos de la Hoz Albor ============================ *** El verdugo No comprendo el prejuicio de los hombres contra el verdugo. Giovanni Papini. Sangrante aún, la cabeza rodó unos cuantos metros y fue a dar a los pies de un espectador. El verdugo la miró de soslayo, sin poner en realidad mucho interés en los curiosos trazos que la cabeza iba dejando en su recorrido. Se trataba —el público pudo apreciarlo con absoluta claridad— de una cabeza de regular tamaño, en la que destacaba un rostro imberbe y una persistente sonrisa, casi una burlona expresión. Este último detalle llamó poderosamente la atención de un hombre de aspecto grave, semioculto entre el público, quien reflexionó en seguida: “Por suerte, ahora hay un escéptico menos entre nosotros”. Del público surgió también un tímido “¡oh!” que no alcanzó a tener eco y que el verdugo interpretó como producto de una equivocada sensibilidad o como un recóndito complejo de culpa, que lo obligó a dirigir una dura mirada a quien consideró responsable de tan molesta e inoportuna exclamación. Sin embargo, el verdugo sabía bien qué hacer en estos casos: no interrumpir ni un ápice su rutina, continuar con su labor como si nada ocurriera. De modo que, siempre con su capucha negra, dio unos pasos, recogió la cabeza tomándola de los pocos cabellos y la arrojó al cesto dispuesto para tal fin debajo del tronco de las ejecuciones. Momentos antes, con imperturbable tranquilidad, había dejado en un rincón la consabida hacha, de cuyo filo se desprendía un intenso resplandor que por momentos hería la vista. ¿De común acuerdo? No sabría decirles, pero lo cierto es que la gente comenzó a dispersarse en pequeños grupos de a tres o cuatro personas. Por supuesto, el sordo rumor de pasos que se alejaban dejaba en el lugar una densa pesadez, un acentuado aire de horror. El verdugo pensó entonces que, solo como quedaría, no necesitaba más de la capucha que cubría su rostro y, ¡zas!, tiró de ella: he ahí una cabeza de regular tamaño, un tanto calva, en la que destacaba un rostro imberbe y una persistente sonrisa, casi una burlona expresión... A esta narración le resta un detalle, acaso irrelevante. Resulta que un espectador, que se había quedado rezagado, alcanzó a mirar de soslayo al verdugo. El horror se dibujó en su rostro y ni siquiera pudo articular una palabra para sus acompañantes. Con prisa y sin mirar atrás alcanzó la puerta de salida que le devolvió el aire a sus pulmones. Pero, de lo que él vio, no son muchos los que se atreverían a dar fe. *** Episodio del reloj de la plaza Si se tratara de buscar una razón, tal vez se le podría atribuir a la costumbre, esa absurda forma de asumir la vida. El hecho es que los habitantes de aquella población vieron, una mañana cualquiera, alterar el riguroso orden de su existencia. Había ocurrido que, en la noche y mientras dormían seguros, alguien había robado el reloj de la plaza. Ni más ni menos: el que desde la alta torre de la iglesia saludaba a campanada suelta cada acto de sus apacibles vidas. Fue una sorpresa, digamos, mayúscula. Tan habituados estaban al musical llamado que el pueblo entero tardó en dar inicio a su jornada. Al levantarse (y era visible en el rostro de la mayoría un cierto gesto de mal humor) dirigieron sus pasos a la Plaza Central, dispuestos a indagar en seguida lo que había impedido que el reloj lanzara al viento su agradable sonido. ¡Cuál no sería su asombro! En el lugar que por años había ocupado el reloj sólo se encontraba ahora un hueco. Era difícil no percatarse de ello, dadas las dimensiones del mismo y la manera como había sido abierto. Digamos también, para seguir con el curso de este relato, que aquellos seres tardaron largo rato en reponerse de su perplejidad. Cuando por fin lograron poner algo de claridad en sus ideas, casi de manera concertada se dieron a la tarea de imaginar quién se había atrevido a lo que alguien, sin descomponerse siquiera, llamó “tal sacrilegio”. Y en verdad que, por más que extremaron sus conjeturas, no pudieron dar con ningún nombre al que culpar. Por otro lado, puesto que se trataba de un pueblo tan pequeño, en el que todos se conocían, la posibilidad de que algún visitante ocasional hubiera podido fraguar y cometer el hurto quedó de plano descartada. No hubo que esforzarse mucho para hallar las razones de esta certeza: hacía mucho tiempo ningún desconocido arribaba a aquel lugar, y tampoco era empresa fácil ocultarse en sus calles, siempre tan llenas de lugareños que no dudaban un solo instante en mirar con desconfianza al primer extraño que descubrían sus ojos. Así que, no atinando a emprender ninguna acción efectiva que pudiera remediar tan apreciable falta, se limitaron a cruzarse de brazos. Sin decirlo, claro está, cada uno en su interior comenzó a dar paso a esa especie de pausado tejido que es la resignación. Después de todo, si se le mira bien, éste es el sentimiento más cercano al pesar. Como era previsible suponer, al cabo de un rato la gente de aquel pueblo colmó la plaza. Cesaron todas las actividades. Y sin que hubiera necesidad de ninguna ley, el asueto fue general. Gobernantes, empleados, escolares y amas de casa se entregaron al más completo ocio. Era evidente que no existía manera alguna de regir los destinos de aquellos seres. Aun si alguien hubiera hecho algún intento por controlar la situación, ¿habría sido posible lograrlo sin horarios que cumplir, sin convención a la cual respetar? Sobra explicar que la compra de un reloj de pulso fue siempre vista por ellos como un acto poco menos que inoficioso, sumidos como estaban en el culto al que se erguía imponente en la plaza. Privados, entonces, de aquel instrumento, ¿qué desenlace cabría esperar en aquella escena? Pero, a decir verdad, nadie en aquel lugar parecía echar de menos las bridas del tiempo. Por el contrario, cada quien procuraba disfrutar a su modo del excepcional momento de libertad. Se diría que apenas ahora comenzaban a acariciar por fin, tras una larga y fatigante espera de toda la vida, un anhelado y esquivo sueño. ¡Ah, a quién le fuera dado asomarse por un instante a este mundo! Sin duda, el cuadro que vería es el de hombres y mujeres andar sin prisa, despojados de ese fardo que significa la premura de acabar alguna tarea. ¿Para qué importunarles, entonces? No tiene objeto elevar una fastidiosa voz de censura. Mejor es evitar que las aguas de la envidia irrumpan en este pequeño paraíso. Al fin y al cabo, no es más que felicidad lo que se advierte en estos rostros, ahora que el Tiempo no puede atenazarlos y que han alcanzado ya su Tierra Prometida: esta tranquila población que tal vez Ítalo Calvino alcanzó a imaginar. *** Una mosca que no deja dormir ¡Vengan, cumplidas moscas! J. Gaitán Durán. La mosca va y viene, vuela en círculos, planea y se acerca al rostro del hombre. Revolotea sobre la nariz, se le aproxima a la oreja izquierda, y allí desata un desagradable zumbido. Se posa en el encanecido pelo, restriega sus alas con las patas traseras y las patas delanteras entre sí. Y, tras unos instantes, levanta el vuelo para en seguida regresar. El hombre trata de espantarla con repetidos manoteos que le resultan extraños a la dama que se ha asomado a la ventana y que sólo alcanza a ver a uno que, tendido, agita los brazos de manera exagerada. Cerca de él, una paloma picotea algo oculto entre el verde pasto. La mosca, la dama, la paloma y el hombre juntos no serían suficientes para escribir una historia. Además, ¿cómo se cuenta la historia de un hombre cuyo deseo más vehemente es morir y que, sin embargo, debe resignarse a seguir en esta vida a la que no le halla sentido, por más que le da vueltas y vueltas y se esfuerza en mirarla con los ojos del amor? Para dar más detalles, es la historia de un hombre (habitante quizás de uno de esos barriecitos lóbregos de las afueras de la ciudad) que hastiado de la vida miserable que lleva, decide cualquier día echarse a caminar sin rumbo, con la idea fija de no detenerse, ni siquiera cuando el cansancio de sus piernas se torne insufrible, y de no echar la vista atrás, para no permitir que ninguna de sus queridas cosas le haga torcer el destino que se ha trazado. Han de saber que este hombre no conoce a Wakefield. ¡Qué va a conocerlo, si su mundo está hecho apenas de unas cuantas palabras! Por tanto, no es la suya una determinación que se pueda contar entre las “notables extravagancias del género humano”, como la de aquel entrañable personaje. No. Sencilla, llanamente este hombre se ha levantado dispuesto a dejarse llevar por la vida hasta que ésta estire sus brazos cuan largos son y lo deposite (lo lance, sería mejor decir) en cualquier lugar, como quien arruga y arroja un papel que ha hallado sobre la mesa y comprueba que no guarda ningún dato relevante. El hombre ha pensado en un verde prado. Un prado verde y finamente cortado ha de ser el escogido lugar en el que acabe sus sufridos días. Por largos momentos se le ve andar por calles y calles, con una mirada que delata la honda pena de su alma, resignado a no contar más para la vida. Calles y calles que ya son muchas, sin que aún le parezcan suficientes. Cae la tarde, y cuando se detiene frente a un parque, atraído por la algarabía de unos niños, éstos se disgregan poco a poco por el temor que les produce su inoportuna y sospechosa presencia. Su remota infancia se le aparece, entonces, con claridad frente a los ojos, y debe hacer un esfuerzo para no echarse a llorar y correr en busca de los suyos. Al cabo, el lugar queda en completo silencio, y él se tiende con parsimonia, a la espera de que se le concrete su deseo. Entonces, aparece la mosca. Va y viene, vuela en círculos, planea y se acerca al rostro del hombre. Revolotea sobre la nariz, se le aproxima a la oreja izquierda, y allí desata un desagradable zumbido. Se posa en el encanecido pelo, restriega sus alas con las patas traseras y las patas delanteras entre sí. Y tras unos instantes, levanta el vuelo para en seguida continuar fastidiando a aquel afligido ser. Momentos que transcurren lentos y pesados para el hombre. Y por más que intenta cerrar los ojos para siempre, la mosca no lo deja dormir. *** El puente Desde hace mucho tiempo he deseado contar el hecho del que fui cercano testigo, ocurrido una de las tardes de mi juventud en que, como era habitual en esos años, me hallaba sin nada que hacer, y entonces echaba a andar sin rumbo ni propósito definidos. ¿Seré capaz de revivir con mis palabras aquella desazón que experimenté cuando los hilos de la existencia se entrelazaban ante mis ojos y me revelaban una verdad que aún hoy me asombra? He ahí el interrogante que ha hostigado mi memoria desde aquel día. Sea como fuere, de aquello no pretendo ser más que un asombrado amanuense. Tan solo eso, que es mucho para alguien que da un enorme valor a los recuerdos. Entonces, soy el fiel y obligado escribano de cuanto sigue, pues quizá los mismos seres que le dieron vida ni siquiera se hubiesen percatado de ello. * Por uno de los extremos del Puente Bolívar, agarrándose penosamente de sus barandas, llorando de manera desconsolada, subía esa tarde un hombre. Su rostro delataba un hondo sufrimiento, y hasta el alma más insensible se habría inclinado por un cierto sentimiento de lástima al contemplarle. Rumiaba una queja inaudible y tropezaba, sin caer, cada tanto. Mis ojos le siguieron hasta que hubo llegado a la parte media del puente y comenzado, entonces, un paso menos azaroso, más firme y confiado, gracias a la cuesta. Formaban su indumentaria, su rostro y su cuerpo un lóbrego conjunto que hería la vista, sobre todo a esa hora en que el paisaje y la abundante y traviesa brisa parecían empeñados en convencernos de que existir era una circunstancia grata, de la que no tenían que esperarse sucesos adversos. No intenté palabra, ni el más mínimo ademán, y ahora que lo medito, concluyo que nada hubiera sido tan vano ante el cuadro de irremediable tristeza que esa imagen ofrecía. Lo que aún recuerdo con honda intensidad es el estremecimiento que su desolada presencia me provocó. Era como si la encarnación misma de la pena transitara (con forzado paso lento) frente a mí, en un insólito ejercicio de desprecio para quienes todavía viven aferrados a la quimera de la felicidad. Tal vez sea duro decirlo, mas en seguida agradecí a Dios que hubiese sido el alma de aquel pobre ser y no la mía la escogida para mostrar con cuánta saña y severidad podían las brasas del dolor llegar a arder en una sola persona. ¡Tan grande eran el desconsuelo y la angustia que reflejaban sus ojos! Se diría Sísifo cargando su pesado lastre, y con el que de repente me tocara compartir espacio, por obra y gracia del destino. Ese destino, sin embargo, mantenía intactas las reservas de maravillas de las que yo sería depositario aquella mañana. Pues sucedió que, casi de modo simultáneo y en dirección contraria, pude divisar en el horizonte a un sujeto que entonaba a voz en cuello una feliz melodía y, sonriente, saludaba a los transeúntes que por allí circulan en buen número cada jornada. Todos le miraban, no pudiendo hacer menos que reír con gracia ante el ejemplar de dicha con que se topaban. Aquello parecía ser interpretado por él como un gesto de aprobación a su conducta, que ayudaba a que su voz y su risa fueran aumentando en intensidad, tanto que al pasar junto a mí eran ya un solo grito de rabiosa algarabía, que me ofendió en igual medida que la anterior visión. Irrelevante o memorable, esta anécdota recibe su punto final en el instante que dejé de ver la espalda de quienes habían pasado muy cerca de mí y ahora comenzaban a perderse en la distancia. Yo hubiese querido que también lo fueran por el olvido, pero no pude evitar en seguida ceder a la conjetura y terminé por preguntarme qué ocurriría si aquellos dos hombres se encontraran en algún lugar del puente que, por supuesto y dada mi ubicación, se escapaba de mi vista. ¿Qué sentimientos despertaría en cada uno de ellos levantar la mirada y hallarse frente a su antípoda? Tal vez ninguno de los dos espíritus lo aceptaría, ya que sabido es que el alma humana es propensa a negar cuanto le es extraño. Es probable que ningún recuerdo quedara en la memoria de ninguno de ellos después de sorprenderse en la mirada de su contrario. A pesar de la certeza que me brindaba esa idea, la imagen de los dos hombres cruzándose en aquel puente ha ocupado mi mente todo este tiempo. En alguna de mis febriles lucubraciones veía cómo se fundían en un solo cuerpo frente a mis atónitos ojos, y éste comenzaba a convulsionar y entre espasmos sucumbía. En otra, se me daba por pensar que eran las dos mitades de un mismo ser que vagaban eternamente sin ninguna posibilidad de encontrarse y reconocerse. Ambas posibilidades —lo confieso— me inquietaban en grado sumo. Ahora que escribo estas líneas he pensado con un poco más de calma que el origen de mi asombro estriba en que aquella mañana me fue dado ver de cerca las dos caras, cercanas e irreconciliables, de una misma moneda que es la vida. Y tenía que ocurrir justo en ese puente, que sigue ahí para la llegada de unos y la despedida de otros, y cuyas desgastadas barandas empiezan ya a acusar el paso de los años. ** Carlos de la Hoz Albor cdelahozalbor@hotmail.com Escritor colombiano (Barranquilla, 1966). Educador en la asignatura de lengua castellana. Ha coordinado talleres literarios y dirige la revista-taller Luna y Sol, de Barranquilla. === Poemas Graciela Wencelblat ======================================= *** Cuando Cuando atardecer le habla al oído presiente la dicha del amor el posible desayuno el ceibo en flor la margarita que diga sí. Ella llega de la pena del silencio tajeado del vuelo que no espera que la noche descuelgue su misterio su secreto. *** Sacó Sacó su nombre del otoño posó sus labios en el abandono al que lo había sometido en épocas de ira trabó la puerta del infierno el veneno de las víboras frente al abismo la inmensidad de los límites hablaron de pureza gemidos de luz en la fiesta de las letras *** Culpo Culpo a todas las mujeres que me habitan por traicionarme. Brujas que se atrevieron a borrar las líneas de mis manos, y las enjuicio por no cumplir sus promesas. Sobre todo señalo a la que ríe por no avisar que no debía mirar y evitar que perdiera mi inocencia. ** Graciela Wencelblat grawen@fibertel.com.ar Escritora argentina (Buenos Aires, 1947). Es coordinadora grupal y fue presidenta de la Fundación Mayorazgo para las Artes y Ciencias en Paraná (Entre Ríos). Ha publicado los libros El camino (edición de autora, 1980), Por disimular que estoy flotando (Torres Agüero Ed., 1989), La que dibuja los bordes de los cuerpos (Grupo Editor Latinoamericano, 1994), Pasaje del signo (Vinciguerra, 1998), Travesía del desierto (Vinciguerra, 2002), Itinerarios (Vinciguerra, 2003) y Cotidiana (El Mono Armado, 2006). Varios de sus poemas han sido traducidos al francés por el lingüista canadiense Pierre Leon y al portugués por el poeta Antonio Miranda. Textos suyos han aparecido en antologías como Poesía argentina de fin de siglo (1997), Letras de la conjura (Dunken, 2002), Círculo de poesía 2 (Bianchi ed., 2003) Elegidos 2003 (Aries, 2003), Círculo de poesía 4 (Bianchi ed., 2004), Poesía argentina contemporánea tomo I, parte Decimocuarta (Editorial Fundación Argentina para la Poesía, 2004) y Antología Premio Valle de Elqui (Centro Cultural Gabriela Mistral, 2004). Ha participado en congresos en México, Cuba, Uruguay y Argentina. Entre otros reconocimientos, ha recibido el Primer Premio de Poesía del Instituto Cultural Latinoamericano (2003) y la Primera Mención Especial de la revista Spaciarte (2004). === Cuando sea pequeña... María Dolores Torres Salas ================= Anoche entraron por mi ventana tres sapos: uno era verde lechuga, el segundo rojo tomate y el tercero amarillo cambur. Cada uno traía un instrumento musical, pero no sabría nombrarlos porque nunca los había visto. Solo sé que eran instrumentos porque los sapos los manipulaban con sus patas delanteras y hacían sonar una música bellísima y especial que antes jamás había escuchado. Tiene que ser un sueño —pensé, o soñé dentro del sueño. No hacía mucho rato había estado soñando que abría tu espejo en el baño, sacaba un frasco, lo destapaba y lo olía. Nunca he estado en tu baño ni sé si tienes frascos con aromas. Por eso los sapos tenían que ser parte del mismo sueño, o de otro. Me senté en la cama, o lo soñé. Observé maravillada a los sapos que diestramente interpretaban su melodía a los pies de mi cama. Los invité a subir cuando terminaron la pieza. Saltaron graciosamente del suelo a la cama y aterrizaron en mi edredón. En ese momento pude ver que los colores no eran de ellos sino de los mini paltó levita que llevaban puestos. Unos músicos muy formales. El más gordo, el amarillo, dio un saltito más hacia mí e inclinando la cabeza a forma de reverencia me dijo: “Hemos venido a preguntarte qué quieres ser cuando seas pequeña”. Veterinaria —respondí—. Veterinaria de sapos músicos de colores. En ese justo momento, mi gato Gato, que ya no vive conmigo porque lo regalé, saltó inesperadamente sobre la cama y de un solo zarpazo acabó con los tres sapos y sus mágicos instrumentos. Quizás por eso nunca llegaré a ser veterinaria cuando sea pequeña. Cuando me desperté esta mañana, encontré un objeto extraño a los pies de mi cama. Al observarlo detenidamente, pues pensé que era un botón, me di cuenta de que era un platillo de metal, seguramente de la batería del sapo percusionista. Qué lástima, pobres sapos. No había sido un sueño, ¿o sí? Si me cuesta saber cuándo estoy dormida y cuándo no, mucho más me cuesta saber si aún soy grande o si ya soy pequeña. ** María Dolores Torres Salas mdtorres@mac.com Psicóloga, fotógrafa y escritora venezolana (Caracas, 1959). Actualmente reside en Caracas y participa en el Taller de Dramaturgia dictado por Ibrahím Guerra y en el Taller de Escritura para TV dictado por Mónica Montañés en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (http://www.celarg.org.ve), en Caracas. Hasta el momento su obra no ha sido publicada. === Tres poemas Gerardo Almada ======================================= *** 1 En constantes sueños se plantea la idea de la muerte. En esta fragilidad de los sentidos el cuerpo se estremece en blanco y negro. *** 2 Se me ocurre liberar el fuego que duerme en el madero la llama que crepita en el incendio. Lejos estoy de crear las formas que improvisa el viento. Mas tarde estaré limpiando objetos. *** 3 Cuando quiero nombrarte huyes de mi memoria, pero quedan fragmentos en los labios. ** Gerardo Almada cafepara_2@yahoo.com Escritor uruguayo (Cerro Largo, 1972). Ha publicado Fragmentos (Santa Cruz de la Sierra, 2004) y Amores (Montevideo, 2006). === Minueto Ángel Ruiz Cediel ======================================== Dos meses ya, Dios mío, y seguía empeñado, dale que le pego, en afianzarse a su inútil existencia. ¡En qué mínimo espacio puede caber un hombre tan, pero tan grande! Le miraba y le parecía mentira que aquel cuerpo inerme, que respiraba gracias a la máquina aquélla cuyo pentagrama sólo contenía dos notas monótonas y machaconas, hubiera pertenecido al más hermoso galán, a su galán, un hombre tan vital y dicharacho que apenas si de soslayo cabía su mera sonrisa en el universo. “¡Qué poca cosa que somos, amor!”, soliloquiaba quedamente la mujer, derramándose en agruras al contemplarle aprisionado entre todos aquellos mecanismos que mantenían vivo su aliento y rendida su tiesura. “Ayer, el mundo nos concernía por derecho, y hoy..., ya ves en qué hemos venido a dar. Somos nada más que polvo armado con forma humana, que barro y suero aleados para lo baldío, que carne encaramada a un esqueleto y que promesa de fieros gusanos que han de devorar tanta inútil pasión y tanto desvelo. Te veo, amor, pero no te veo; te contemplo, mas sólo tu ajena figura; siento tu calor, y sólo me parece deshabitado hielo usurpado a la muerte que usufructúa una vida aparente de latidos prestados y mecánicos alientos. Éstos tus labios, no son tus labios, amor, no; no son aquéllos que tempestivos enseñaron a las llamas con fulgurantes versos y ardorosos besos el poder incontestable del fuego. Éstas tus manos, no son tus manos, amor, no; aquéllas que como nadie conocieron de las caricias las blanduras probables de las sedas y sus secretos, aquéllas que como pájaros dichosos eran capaces de trisar entre los ululatos del planeta, levantando un enamorado festival de enardecidos acordes y de diáfanos minuetos. Éstos tus ojos, no son ya tus ojos, amor, no; no, no son aquéllos que contuvieron el esplendor estelar de los luceros, la espiritosa rutilancia de tu inocencia de niño viejo en un destello de hombre prendado de la vida..., de mí que estaba yo pensando, de un porvenir que nos ha dejado al pairo en medio del vendaval en este mundo estragado. No, mi amor; tu cuerpo, no es ya tu cuerpo. Nada de ti eres tú, porque te has ausentado de ti, de mí, del amor, dejándonos huérfanos, baldíos, inútiles como guiñoles en el arcón de nuestra quejumbre, sin la sublime voz que nos anime, como a Lázaro, empujándonos a la emoción del día o de la noche, de la risa o del llanto y de la luz y de la sombra. Sólo cernidas tinieblas me has dejado, un sordo eco de ti que rutila en mi alma desesperado sin saber a qué voz responde, quién fue su dueño y dónde, amor, se esconde tu hálito verdadero. ¿Adónde, amor, te fuiste?... ¿Qué dichoso paraíso te contiene alborozado, que hasta nos niega el dibujo de tu recuerdo?... ¿Qué Dios egoísta te retiene, teniéndolo todo, que hasta tu luz nos niega, que hasta tu presencia nos resta, que hasta el cimbrado timbre de tu voz asorda, acalla, ahoga?... Trato de recordar tu sonrisa, y no puedo; me empeño en remembrar tu júbilo de hombre apasionado, y sólo sombras y acíbares me encenagan la memoria; me obstino en trasponer a mi ahora tu música, y sólo hace simienza en mí la tensa nota única y zumbona del silencio más cerval y deshabitado. Se apagó la música de tus manos, de tu alma, aquélla por la que viviste y moriste, aquélla que nos condujo por la partitura del amor como un bemol de excelsa armonía. Se apagó tu melodía y tu mundo, amor, para siempre, y sólo ha sobrevivido este cuerpo tablón, testigo de tan inmenso naufragio, tu ausente presencia, tu nada y mi nada atiborrándolo todo. Quieren desenchufarte, amor. Quieren aprovechar de ti tu nada para que sea todo en otros, una oportunidad de risa o de lágrima, de paz o de guerra o de amor o de odio. Y he dicho que sí. Lo he dicho, amor, porque tú ya no eres tú, porque no te reconozco en esos dos arpegios, en esa sístole mecánica y en esa diástole plástica. Nunca cupo en ti una simplicidad tan grande, y hora es de que me desprenda de ti y te libere, acaso entregándote la armonía de la eternidad o a ese Dios egoísta que te reclama para sí, porque sin ti, amor, hasta el mismo Cielo está incompleto: ¡Dios, mi amor, está inconcluso sin ti! Quieren tus córneas para que sean el nomon de otros hombres o mujeres, ¡quién sabe si niños!, y a tu través se zambulla la luz en sus almas y marque el decurso de sus existencias, descubriendo hora a hora el perpetuo prodigio de la vida. Quieren tus riñones, amor, tu hígado, tu bazo, tus pulmones, para que otros que no eres tú puedan caminar al sol o a la sombra, descubrir por su propio pie las veredas de la primavera o las bohemias sendas del otoño, quién sabe si sentir la fatiga del estío o hundir libremente su huella en lo más níveo del invierno. Y he dicho que sí. Lo he dicho, amor, porque tú ya no eres tú, porque no te reconozco entre todos esos avíos y ese revoltijo de cables que te hacen parecer nada más que un ingenio de la ciencia, quizá para que retoñes en los demás, y no sé si con la esperanza de reconocer en un extraño parte de tu esencia de hombre vulnerado por la pasión o con la certidumbre de no enterrarte jamás del todo, al menos antes de que la tierra me cubra para enamoradamente ir a tu lado, en cualquiera que sea el infinito en que te encuentres. Lo quieren todo de ti, toda tu nada, amor, y he dicho que sí. He dicho que sí a todo..., menos a tu corazón. No; a tu corazón, no: ¡jamás! Tu corazón, amor, ha sido y es mi casa, mi refugio, el templo en el que he rezado al Dios mismo mano a mano. A su ritmo te he escuchado, te he sentido y he soñado, mientras te desgranabas en este afecto imperecedero que nos irguió sobre el barro y nos hizo hermanos naturales de los ángeles y los pájaros. No; el corazón, no, amor: ¡jamás! Lo demás que se lo lleven, que conviertan en ripio la cantera vencida de tu cuerpo, que lo dividan como los panes y los peces para que prolifere en mil vidas; pero tu corazón, no: ¡jamás! Él, conmigo, a mi lado y en silencio, como mi alma, como mi vida, como este porvenir que presiento de obstinada desolación y de afligidos lamentos. Él, aquí, clavado como un Cristo a mi costado, como este amor que me atraviesa el pecho y me vacía extasiada, como esta inconsolable soledad a la que me siento setenada sin posibilidad de redención. Él, aquí, conmigo, cosido a mis entrañas, porque no es tuyo, sino mío. Sí; mío y bien mío. Él, aquí, amor, aquí, en mí como yo estoy a tu lado, que ni Dios ha podido moverme de este cuarto ni Dios podrá quitármelo, porque aquí me quedo, a tu vera, en la ribera de tu alma, vigilando, vigilando. Él es, amor, cuanto he sido y soy, ya que todo, todo te lo he dado sin que nada me pidieras, y sin él no podría ser, sino, acaso, el resto de mi naufragio póstumo, ése que la marejada del dolor arroja a esta yerma orilla de la vida, derrotada, vencida. Amor, a su lado, donde quiera que esté, te esperaré cada hora que me reste, aguardando esa fausta arena final en que ambos latan al unísono, porque los dos se habrán callado, por fin, para habitar la eternidad solfeando. Hasta entonces, amor, hasta entonces, es mío y sólo mío, y, entonces, amor, te lo devolveré multiplicado”. El doctor entró apresuradamente en la habitación, reclamado por la enfermera de la unidad de cuidados intensivos. Sin decir palabra se precipitó sobre la mujer, la tomó el pulso, la levantó un párpado, pasó ante la pupila su diminuta linterna, y agitó la cabeza negativamente. —Déjenla —ordenó a las enfermeras que se afanaban en recuperarla—, es inútil: al menos lleva dos horas muerta. El respirador mecánico repetía machaconamente las dos únicas notas de su pauta y el monitor cardiaco replicaba tediosamente con la suya; pero a quienes allí estaban, por un instante, les pareció que se alteraban sus acordes y que se entretejían los compases de un minueto suave y abemolado, como interpretado a luz de gas, que lentamente se iba sofocando en la desolación del silencio. ** Ángel Ruiz Cediel arc@arcgrupo.es Escritor español (1955). Es experto en comercialización en mercados exteriores en Latinoamérica. Ha sido finalista en el Premio Internacional de Novela La Rama Dorada (1986), Premio Internacional de Novela Azorín (1996), Premio Planeta de Novela (1999), Premio Ateneo de Sevilla (2002) y VII Premio Internacional de Novela Fernando Lara (2002). Ha publicado El esplendor de la miseria (1984), Germen de Dios, semilla del diablo (1986), La amarga sombra del verdugo (1990), Los Luna: una historia gaucha (1997), Una flor en el infierno (1998), Recuento (2001), Carne (2002), Sangre Azul (El Club) (2003), El hombre evanescente (2004), Los días de Gilgamesh (2005), Crónicas satíricas y políticas de un ególatra o Donde se cuentan las trágicas aventuras y las lógicas desventuras de la vida exagerada de Lucindo Expósito, mal llamado el Pastor de las Desgracias (2006) y El autor prodigioso (2006). En su página personal (http://www.angelruizcediel.com) se pueden adquirir sus libros, así como conocer su biografía. === Tres poemas Vivian Ximena Rodríguez Lozano ======================= *** Alucinación Te bordaría el alma con uno de mis cabellos llenaría tu estómago con mi sangre como vitamina a tu cuerpo redondearía tu silueta con un puñal sacaría tu corazón para presentarlo ante la corte Que digan, soy valiente y premien mi hazaña. Jugaría con tus pies zanjándolos con fino corta papel, en las articulaciones me detendré para tomar un instrumento delicado y no te lastimaré, los pondré en un museo. tus pasos quedarán grabados en este mundo Y el derramamiento viscoso se perderá entre el ojo y el vidrio Qué hermoso eres. Hasta tu falo me serviría en provocación de mi placer Fascinante sería que el público contemple cómo bocadillos en palillos puntiagudos se enclavan en la piel despegada del músculo, Quiero que me abrases, sentir el calor de tus dedos, ya no te siento, estás frío, por qué no te mueves, cortaré entonces tus brazos para que así me puedas abrazar, no te enojes, es por nuestro bien, sólo estaremos tú y yo muchas partes de ti junto a mí y sólo una parte de mí repartida entre todo [tu ser. *** Evocación Suburbios son tus deseos. El placer de lo pecaminoso, intachable sobre ti, sobre la piel caliente, surcando suavemente la estructura de mis huesos, derramando lánguida esperanza en la fortuna del regreso. En años, ni un nudillo de tu cuerpo he contemplado, pero aún afirmo la polución de mi sexo, el ardor entre los muslos inflama los labios de mi boca rojo se posa el furor en mis mejillas, en cuanto observo memorias de tus gestos, al penetrarme la eyaculación de tu apetito Se enfría mi cuerpo. Ausente estás. Perpetuamente perseguiré los recuerdos para hallar la delicia, de hurgar en los escondites de tus pensamientos, disfrutarte, palparte y que seamos uno solo ante la agudeza ambiciosa de nuestras fogosidades. *** Palidez La palidez mecánica decolora mi semblante incita a mi ser a la hondura de los sentidos, profanando los recuerdos del amor perdido, sin un revés vacilante. La palidez mecánica hace carrillos blanquecinos en la dureza de mi carne, trabazones en mi pecho, velan el pánico, menciones sospechosas de un amor eternizó, guardando el ensueño que ninguna vez anduvo por sendas asaltadas, echándose a la presencia de numerosas pulsaciones La palidez mecánica se resiste, no abandona la desaborida vida, de utopías, deleites. La cúspide por disiparse en la oscura realidad, de la existencia; sin ser fugaz y ser eterno. ** Vivian Ximena Rodríguez Lozano prinsecita.ximena@gmail.com Poeta colombiana (Ibagué, Tolima, 1986). Es estudiante y docente de licenciatura en lengua castellana (Universidad del Tolima, http://www.ut.edu.co). === La plaza de los poetas José Álvaro Cálix Rodríguez =============== La soledad significa sentirse solo no de un modo agradable sino de un modo que atemoriza y vacía, a tal punto que significa exiliarse de uno mismo (Thomas Merton). Recordado profesor. Sospecho que de inmediato va a pensar que algo anda mal conmigo. Sí, ya sé... que sólo lo busco cuando tengo problemas. Discúlpeme, pero no tengo a quien más contarle. Espero que vayan bien sus asuntos, y que su hija Emilia esté bien. ¡Cómo pasa el tiempo!... Hace casi dos años que salí del país. Creo que para navidad voy a estarme unas semanas en casa. Ya ve, apenas faltan unos meses para reunirme otra vez con la familia y, por supuesto, hacerle una visita a usted. Una buena noticia: ya le conseguí el libro que me encargó. Los estudios en la universidad van bien. ¿Qué es lo que me pasa ahora? Estará usted intrigado. La vida universitaria en sí misma es fascinante; sin embargo, afuera del Campus me siento cada vez más extranjero; sobre todo, al olfatear la rutina de la mayoría de la gente que vive aquí. La ciudad me parece, cada vez más, una fría y gran altiplanicie con guetos de pobreza y de riqueza cosidos por hilos: desde amplias autopistas hasta maltrechas calles en las barriadas. Los parques se colman de locos y mendigos; pero también de jóvenes y viejos sin empleo, que en tropeles van de aquí para allá, asumen poses y discursos, inventan posibilidades, maldicen gobiernos y luchan contra el desaire. Los crímenes están a la orden del día, si supiera usted. Camiones y tanquetas, repletas de bisoños soldados, pintan de verde olivo vastas áreas de la ciudad. Hay que andarse con cuidado. El miedo se respira de palmo a palmo y la desconfianza se nota harto en los semblantes. ¡Qué contraste!... con la sonrisa retocada de los rostros que exhiben los afiches proselitistas, que por doquier, irrumpen el espacio de la urbe. Lejos de exagerar, merodea un pánico indecible, que sólo se matiza un poco los domingos, cuando se llenan los estadios de fútbol... ahí, cuando estalla el hincha y se adormece —embriaga— el hombre-esclavo. Desde que apuré mis primeras vueltas por las zonas del comercio, me llamó la atención la gran cantidad de establecimientos defendidos por guardias privados... “La paz de los fusiles”, como dice un amigo poeta. No acaba ahí el asunto... Si uno por casualidad anda de visita por alguna zona residencial y, exhausto por el reflejo del sol en el asfalto, se detiene un segundo para tomar aire a la sombra de una arboleda, desde ese momento se le quedan viendo a uno con sospecha y, tras bastidores, los aparatos de seguridad comienzan a bregar, por si las dudas. No digamos si hay que ir a realizar alguna diligencia a las villas privadas; andando uno a pie le ponen una retahíla de trabas, interrogatorio cuasi policial de por medio, antes de obtener —si se camina con suerte— el permiso para entrar a esas áreas palaciegas. Parece que en la ciudad sólo está permitido ver los escaparates de las tiendas, prerrogativa incluso asequible para los habitantes de las barriadas, que faltos de espacios, ¡figúrese usted!, visitan por centenares los megacentros, en un ir y venir jubiloso por los pasillos, para ver, tras los cristales, las impagables mercancías. Si uno se toma el tiempo para recorrer la ciudad de extremo a extremo, se da cuenta de que es como estar en varias épocas y en diversos países al mismo tiempo. Sé que allá en nuestra ciudad, profesor, es algo diferente, porque es todo tan angosto que no se puede ocultar la pobreza desde ningún sitio; parece un mosaico, o quizás mejor valga decir: un collage social. En cambio aquí... una metrópoli, que se siente uno tan pequeño, insignificante, ¡vaya!, es como si la ciudad nos engullera hasta extirparnos la esencia. No en vano le relato esto. Tal vez no le suceda a todos, pero siento un desgarramiento, como una enfermedad que carcome el ímpetu. La vastedad de estos lares alienta en mí un vacío, un desasosiego que me afixia. Sin duda, profesor, vivo en un exilio premeditado. Quizás la gota que derramó el vaso, lo que me hizo asumir que estaba transformándome, sin saber yo en qué dirección, sucedió en los primeros días de junio. Con algunos compañeros estaba en una sala de estudio, discutiendo un reporte; de a poco, las voces de mis compañeros se fueron apagando. Sólo podía mirar sus gestos. Observaba risas, expresiones de reproche, asentimientos, mientras yo quedaba petrificado con la mano izquierda deteniendo la sien. Entretanto, mi conciencia se posó en lo alto de la sala y con la mirada fui ampliando el panorama: la salita, el pasillo, estudiantes que iban y venían, catedráticos errabundos, y supuse que afuera: tráfico, sol, ciudad-prisión. Quería estar en todas partes, pero no en algún sitio en particular; no me sentía parte de un mundo sino de pequeños mundos cargados de sinsentido. Me aterró el tener conciencia de mi finitud. Como un rompecabezas con piezas trastocadas, me vi fragmentado en pequeñas partes que no lograban concordar. Al volver en mí noté, a juzgar por la ausencia de extrañeza en mis compañeros, que nadie había advertido mi situación. Volvieron las voces, la agitación en los pasillos y el espeso aire del mediodía. Pero también escuché otro sonido en medio del avispero, filas de pentagramas desfilaban y se balanceaban en el aire, y yo sentía que venían hacía mí. Sin dar explicaciones, dejé el asiento y me marché. Como si fuese arrastrado por un oleaje, fui siguiendo un hilo de música de violín que, tenue, provenía de alguna de las aulas del edificio de enfrente. Cuando logré dar con el lugar del que brotaba la música, me quedé afuera del aula, escuchando la sonata, como quien oye en una playa el murmullo de las gaviotas. Sentado en el suelo y con la espalda contra la pared, sin premeditarlo, me quedé semidormido varios minutos, con la mente en calma, en un viaje interior que mucho tenía de inédito y que, descombrando mis viejas resistencias, me llevaba hacia una luz envolvente, cuyo reflejo permitía ver mi lado oculto, agazapado, cautivo entre paredes enmohecidas, arrojando gritos que se apagaban, impotentes, al estrellarse con los esquemas de la prisión. Pude entonces, durante ese lapso, reconciliarme con mi yo más profundo, tomando fuerzas desde las entrañas para llevarlas conmigo a la superficie. Había perdido la sensación corporal, no era consciente de mi propia densidad, podría decir que flotaba en un espacio indeterminado, hasta que una joven tocó mis hombros, despertándome, y luego preguntó si me sentía bien. Sí, muy bien, le dije, largando un suspiro de alivio, como si aquella frugal siesta me hubiese quitado un peso de encima. Después de aquella experiencia, varias cosas han cambiado; en cierta forma, estuve a pocos segundos de enfrentar mi soledad. Por supuesto que no ha sido fácil superar la pesadumbre. En alguna ocasión me he dejado arrastrar hasta el lado más profundo del foso, y, créame, es el infierno... la tierra del sin-deseo, ni siquiera asoma la rutina, es la desidia pura, que no se anda con rodeos. En verdad, hay momentos en que me agobia un tedio inescrutable. No quiero ver a nadie, ni siquiera el reflejo de mi cara en el espejo. Y si me descuido, después, aflora en mí una agresividad inusual, un repentino afán por lanzar los objetos contra la pared y gritar improperios. Empeora la situación si cedo a la tentación de embriagarme al tope con mi amargura, entonces tengo que atarme, literalmente, para no ir a liarme a golpes con el primero que me lance una mala mirada. Mis peores momentos suelen transcurrir después de la jornada en la Facultad. Como usted sabe, vivo en el cuarto piso de un modesto edificio de apartamentos, algo retirado de la universidad. Al llegar al edificio, fatigado no sólo por la jornada de estudio sino también por el exasperante viaje en autobús, siento como si estuviese a punto de ingresar a un foso de concreto, chato y húmedo. Cuando abro el portón, creo dejar atrás, no la universidad, sino un mundo de rostros cetrinos que dando manotazos finalizan el día. Y luego de avanzar por un pasaje de gradas, que se abre paso como gusano en la estrechez, entro a mi pieza con la sensación de estar sepultándome en un nicho, en el que las sombras se dilatan con el resplandor mortecino del bombillo. Le cierro la puerta al mundo, y al mundo no le importa, no tiene tiempo para mí, es más, no sabe quién soy yo. En los días que me asalta la depresión, me enervo tanto que enciendo la televisión y me echo en un mullido y destartalado sofá; tiro los cuadernos a la mesa que hace las veces de comedor y, como loco, hago desfilar los canales en busca de algo que me aturda y ayude a olvidar el peso de las horas. A veces, veo un rato los noticieros para tomarle el pulso a las crónicas del día, o peor, como espectador cómplice, disculpe usted, de ese teatro con juegos pirotécnicos que nos exhiben para disfrazar la guerra en Medio Oriente. Muy pronto me harto y busco algo de música, miro un par de videos musicales y termino después embobado con alguna película. Si no me da sueño, ahí se complica más el asunto, tampoco me dan ganas de leer. Apuro algún bocado para medio cenar y tomo asiento para aguardar los regaños de la señora del cuarto de junto, que reprende a su hijo porque volvió a venir tarde de la calle. Como no tengo teléfono, no le puedo hablar a nadie para pasar el tiempo. Por lo que, ya hastiado del televisor o de la radio, me acuesto en la cama, boca arriba, y comienzo a revolver la maraña de pensamientos que me inquietan, o mejor dicho, comienzo a enfrentarme a mí mismo, contra ese “yo” relegado pero punzante que me aguarda hasta que alejo la última mediación. Antes, cuando estaba en el país, podía recurrir a usted e invitarlo a caminar linterna en mano por las orillas de la ciudad. ¿Recuerda que varias veces nos sorprendió el amanecer, mientras conversábamos hora tras hora sin apercibirnos del tiempo? Bueno, no tengo con quién hacer algo así por estos rumbos, y caminar solo, durante la noche, es arriesgado. En la mañana despierto sin desearlo, y el sopor del mundo sobrepesa mis párpados. Sólo el deber de la rutina logra ponerme en pie. Corro la cortina y observo el amanecer. La ciudad aún calla, parece inmóvil, sorprendida por los primeros rayos de luz. Pero, aun dentro de esa quietud, temprano se ve a hombres y mujeres que, como hormigas, preparan el ritual del nuevo día, esa repetición autómata de un mundo que raya en lo absurdo, digo, la recreación de “un mundo para casi todos jodido”. Perdone si ahora desvarío, pero no puede imaginar usted, a menos que le haya sucedido, cuánto cuesta encontrarle sentido a este permanente abandono que hacemos de nosotros mismos, a ese refugio maniático en la idiotez, estirando los momentos cuanto podemos, sólo para terminar viéndolos estallar e inundarnos de agonía. Confieso que en esos momentos, cuando pierdo hasta la mínima certeza y me abandona todo propósito, la impotencia me seca el ánimo... Dejo de ser peregrino, me convierto en hombre-ausente, y mi aliento sabe agrio, como la propia rutina que condeno. Quizás, a mi favor, soy de los que en la adversidad tratan de buscar la luz al final del túnel. No sé cómo ni dónde buscar, pero trato de moverme a tientas, siguiendo algún reflejo, o mi propio instinto. Puede sonarle baladí, pero una noche, varios meses atrás, realicé un intento que tiene algo de embrionario, de huella para trazar una senda más larga. Fui al cine, a la penúltima función; al finalizar la película, todavía no tenía ganas de irme al apartamento. Pensé que si me metía a la otra sala del cinema, así pasaría el tiempo. Como no me atrajo el filme, sospeché que sería un fastidio quedarme. Fue entonces que por pura maña me acerqué a la taquillera. Ya la conocía, habíamos cruzado algunas palabras, al menos un par de veces, las suficientes para enterarnos de que vivíamos en la misma zona. El pasillo que da a la ventana, adonde venden los boletos, estaba desolado; así que luché contra mi usual estado de retraimiento e intenté abrirle plática para después invitarla a caminar, porque ya iba a finalizar su turno de trabajo. Con frío cálculo, anticipaba que era poco probable que aceptase ir conmigo; por eso la abordé desprovisto de ansiedad, con tono gentil, hasta cierto punto desinteresado. No tengo por qué mentirle... ¡Aceptó! Afuera, el viento soplaba suave pero frío. Le presté mi suéter y nos internamos en la avenida. Sin mucho rodeo, le fui hablando de mi estado de ánimo, del malestar reciente que sentía con la vida, de mi indiferencia hacia el mundo. Sin embargo, la noté aturdida, sin ganas de nada; me miraba por compromiso, quizás porque le prometí llevarla a su casa. Pronto me cansé del monólogo, y se me ocurrió preguntarle si le pasaba algo. Metiéndose las manos en el suéter, y haciendo más lento el paso, me contó que su madre estaba enferma y que necesitaba con urgencia una operación, entiéndase que muy delicada. Dijo, además, que en el hospital no tenían cupo para operarla sino dentro de cuatro meses. Las luces de los pocos autos que pasaban en dirección contraria a nuestra marcha alumbraban por momentos su cara, así que pude mirar rastros de dolor en su expresión, al tiempo que se esfumaba, sin retorno, la sonrisa que en su rostro parecía inextinguible. Contrariado, decidí no hablar más. Ella tampoco lo hizo. Avanzamos varias cuadras en silencio hasta que la despedí enfrente de su casa, muy cerca de mi apartamento. Supongo que en apariencia ella y yo fuimos descorteses esa noche; ninguno reaccionó con empatía a la pena del otro. Quizás los dos nos sentimos como tontos luego de nuestras actitudes. No obstante, en el fondo creo que para ambos significó un desahogo, aunque fuese por un momento, ya que desafiamos el silencio que impone nuestra anónima presencia en la ciudad. Pero bien... uno va intentando aquí y allá, con tal de buscarle alguna salida al letargo del alma, unas veces resulta, otras no. Todo lo que hasta ahora le he contado no tendría mayor sentido si omito lo que aún me resta. ¡Profesor!, frente a esa sensación de extrañeza que siento de mí mismo, frente a la idea de que la vida no es más que un accidente, encontré algo que me hace lidiar contra la monotonía. ¡Vea!, este quehacer, al que me voy a referir, ha sido reconfortante; sé que no es gran cosa, pero ha venido muy bien, a estas alturas de mi fiebre. Confieso que... por la pena, me sería difícil hacer esto en mi país; pero aquí, como nadie me conoce, no hay problema. Bien, me pongo unas alpargatas viejas y me voy a una pequeña plaza los domingos en la tarde, llevo libros de poesía, sin olvidar a mis favoritos: Machado, León Felipe y Vallejo. Cuando siento que es el momento, comienzo a leer en voz moderada, aunque lo suficiente alta para que alguien se interese. Allí va juntándose la gente, en ocasiones unas ocho personas; en otras, incluso hasta veinte. Leo por intervalos de quince minutos, a veces, en la pausa, aprovecho para tomar una taza del café que vende al aire libre una señora de trenzas largas, después reanudo la lectura. A algunos los he visto asistir más de algún sábado... ya llevo cerca de dos meses. Siempre me preguntan si soy extranjero, porque no me notan su acento. Y preguntan si soy poeta, si tengo poemas propios. Me da tristeza desilusionarnos, pero les digo que lo mío es leer, no escribirlos. A algunos les gusta la idea. Hay una jovencita, estudia historia en la misma universidad a la que asisto, que me acompaña durante la jornada, e incluso una vez aceptó mi petición de que ella misma hiciese la lectura. Fue así que comenzó leyendo una de mis favoritas: Alturas, de León Felipe... Se recuerda, profesor... “Yo no distingo ya / desde un piso cuarto / un cetro de oro / de un bordón de palo...”. Empero, lo que más me asombró de la estudiante de historia fue que, al cuarto sábado, me preguntó si podía ensayar en público un monólogo, escrito de su puño y letra. Por supuesto que no me molesta, le dije, y la animé a hacerlo. Llamé a la gente que estaba cerca y les anuncié el acto. Me pidió una pequeña colaboración: que acurrucara el cuerpo, sin moverlo, y me dejara poner encima una manta gris. En una suerte de exordio, dijo que yo, es decir, el cuerpo que cubría la tela, era “la verdad”, cincelada en bronce, pero oculta bajo ese trapo decolorado. Dijo que la verdad era la búsqueda permanente de sentido, y la manta, apuntilló, semejaba las taras de la humanidad, de una humanidad vencida por las falsas convenciones. No dejó de parecerme muy abstracta y comence a preocuparme, pensé que iba a aburrir a los parroquianos. Pero eso jamás sucedió, la verdad que no. Aunque no vi su gesticulación, noté la consistencia que adquirió su voz, y el silencio del público me hizo suponer rostros entre expectantes y conmocionados. Si bien yo sentía un poco de malestar en las piernas, entumecidas por la posición, esa circunstancia no fue impedimento para que se me grabaran las últimas palabras. Profesor, tras una brevísima pausa de suspenso, cuando ella hubo lanzado sus frases frenéticas, a manera de epílogo y con el tono de voz más sosegado, dijo: “Un poeta es un pez de agua dulce lanzado arbitrariamente al mar”. Después, se desplomó. Sólo unos momentos más tarde comprendí que aquel suceso no había sido fingido. Al parecer, exhausta, se quedó sin aliento. Escuché el rumor de la gente, confundida, supongo, dudando si aquello era parte del acto o no. Me quité la sábana y vi a un par de mujeres ayudándola. Me acerqué. Ella tenía los ojos abiertos, resplandecientes, en tanto pulso y respiración eran normales. En cambio, su expresión distante y la sonrisa congelada, la hacían ver como si fuese un ser de otro reino, imbuida del paroxismo de una sinfonía. Desde aquel hecho, la plaza adquirió un aura peculiar, reverdecida por el soplo de una prodigiosa espontaneidad. No puedo asegurarlo, pero creo que ella experimentó algo parecido a lo que yo viví el día que la conocí en un pasillo universitario, cuando al quedarme adormilado al influjo de la música del violín, ella, que pasaba por ahí, me despertó para saber si estaba bien. Por discreción, me abstuve de preguntarle qué había sentido una vez concluido el monólogo. Hay circunstancias en que la observación basta. Sabe, he animado a varios compañeros de la Facultad, ¡hombre!, para que se den una pasada los sábados, pero todavía no ha llegado ninguno. También invité a la taquillera del cine, a la vecina que regaña al adolescente, y a éste también. No me lo va a creer... ellos ya fueron a la plaza. No sé cuánto tiempo voy a continuar con las lecturas; por ahora, confieso que me siento tan comprometido como satisfecho. El sábado pasado llegó un par de jóvenes músicos, los cuales ofrecieron acompañar algunas de las poesías a ritmo de charango y quena. Poco a poco fueron acudiendo varios amigos de los músicos y el ambiente se puso bueno. No sólo estaban ya mis libros, sino también otros que los muchachos iban sacando, y mejor aun, hubo tiempo para leer poemas inéditos. Por turnos, fuimos leyendo embelesados hasta que el policía que cuida la plaza se asustó de ver a tanto joven con el pelo largo, camisas de manta y sandalias. Le aclaramos que no ocupábamos “polvo” para extasiarnos, que se tranquilizara, nadie de nosotros iba a causar algún disturbio. Le compartimos café con pan; él, mientras tanto, se sentó un rato a escucharnos. Estoy consciente, reitero, de que esta inquietud a la que he dado alas no es gran cosa. Cualquiera podría decir: ¿qué significan diez o veinte personas convocadas por el verso? De acuerdo, no es algo descomunal; no obstante, es un hálito que mantiene mi ilusión por la vida, una esperanza para que la ausencia no me despoje. Aun así tengo que luchar contra un gusanillo que me escarba las ideas, que me hace recordar aquel poema de Vallejo en el que dice, entre otras dagas, que un albañil muere al caer del techo y ya no almuerza, y se pregunta entonces por el sentido de innovar, de abstraerse en el tropo, en la metáfora... No tengo respuestas a esa inquietud, pero la intuición me dice que la poesía es más que un alarde. Creo que es antes que nada pasión, y sé que hay de pasiones a pasiones. El verso para mí es pulsión, sangre caliente que me arroja a la vida y me salva del hielo. Es una vertiente, como podrán sin duda existir otras, que me hace palpar los amaneceres y los crepúsculos, la tristeza y el júbilo de la gente, que me induce a juntar mis manos y mi voz con otras manos y otras voces. Es por eso que me siento poeta... aun sin escribir versos. Con franqueza, no puedo negarle que en este quehacer he encontrado sentido a mis horas bajas... y le cuento, en confianza, que me entra una tentación de leer los poemas en el recorrido del autobús, para ver si se levanta un poquito el ánimo de los pasajeros. Bueno, voy tomando valor, en medio de esta vorágine de las almas. Yo creo que, al fin, he encontrado un punto de partida. ** José Álvaro Cálix Rodríguez valaroclaxi-americo@yahoo.com Escritor hondureño (San Pedro Sula, 1970). Es investigador social y analista político. Relatos suyos han sido publicados en periódicos literarios de su país y en el sitio argentino EnCapítulos.com. A finales de 2006 publicará su primer libro, una colección de veintiún cuentos. === Poemas Mario Molfino ============================================= *** Transparencia Estoy cribando mis cariños más transparentes desmadéjame desátame desvísteme Duerme conmigo. Engastada mano a mano hasta el aliento. *** Los tristes Hoy me falta el coraje de Cioran escucharlo a Brahms o tener la cara adecentada de Modigliani para ser un triste cabal. Y no esta imagen bisada y reincidente. No hay caso. Hundo el diente en la incertidumbre jalo de mí digo: los acontecimientos interiores merecen todo nuestro amor. Entonces reviso mi estatuto de hombre mi contrato moral acaricio el lomo de mi perro y retorno a la especie. *** Ella A veces se viste de compromiso otras de negro otras veces me abre las piernas. Y da lo mismo si yo sigo temblando. *** Poema insomne Encebollado, tiro una piel (tiene Tu nombre) tiro otra piel (tiene Tu nombre) Es inútil desvestirme. Ya tengo frío. *** Presagio Las noches sin abrazos. Nihilismo puro de hombre solo frente al sueño, sin arboladuras sin viento sin proa a tus orillas. ** Mario Molfino miramax53@yahoo.com Escritor argentino (Rafaela, 1953). Abogado y productor agropecuario en Norte de Santa Fe. Obtuvo el primer premio en el certamen de Poesía “Hugo Mandón” de la Sociedad Argentina de Escritores de Santa Fe (2002), el segundo premio del XIV Certamen Literario Provincial “Mario Vecchioli”, género Poesía, organizado por el Centro de Estudios de la Lengua de Sunchales (2002), y el primer premio y una mención de honor del Quinto Concurso Literario Provincial, género Poesía, organizado por la Municipalidad de Rafaela (2002). En 2004 editó su poemario Actos mínimos (Ediciones del Dock, Buenos Aires), que ha sido traducido al italiano y está en proceso de edición. Participó en la antología Poemas del desamor (Abrace, Montevideo, 2005). === Misión Alfa Rocío de Juan Romero ================================= Zinnerman comprendió que algo iba mal cuando oyó el llanto del bebé. Su misión le había sido transmitida aquella misma mañana, a las 10:30. Al igual que otras calificadas como de importancia alfa, el procedimiento elegido fue la messaína inyectada directamente en la carótida. En cuestión de segundos la sangre llegaba al cerebro, donde las neuronas recibían su ración de oxígeno, glucosa y el mensaje secreto contenido en la messaína. A Zinnerman no le gustó el contenido de la misión cuando sus neuronas lo leyeron. Pero permaneció sereno e imperturbable, delante del dentista que le había puesto la inyección. El lugar era una buena tapadera y el dentista, que lo era de verdad, obtenía un buen sobresueldo por su colaboración con el Centro de Operaciones y su discreción. A las 11:45 abandonaba el transbordador Hispania, que le había conducido hasta los límites de la Confederación Euroasiática, junto con otra veintena de turistas, para depositarles cerca del monasterio de San Millán de la Cogolla, lugar que la tradición defendía como cuna del castellano. A pesar de haber sido construido en el siglo XI, las modernas técnicas desarrolladas en el XXII habían sabido conservar buena parte del edificio y recrear el resto mediante imágenes holográficas. El castellano era lengua en vías de extinción desde muchas décadas atrás. Primero habían desaparecido los libros. Los últimos editados en papel databan del 2023, por consenso mundial de frenar su uso debido a la deforestación. Se confiscaron todos los ejemplares impresos existentes —por la fuerza o de grado— y se informatizó todo. Sólo los antiguos papiros, manuscritos e incunables permanecieron a salvo, fuertemente custodiados. Sin embargo, nadie estaba preparado para la Batalla Virtual de los hackers Angloparlantes contra los piratas Hispanoparlantes, desatada tras el debate por la elección de un único idioma planetario. El resultado favoreció a los primeros: los potentes virus creados por los hackers-warriors detectaron todas las palabras castellanas y la consecuencia fue la eliminación mundial de todos los ficheros en ese idioma. Sus efectos, además, permanecieron en el tiempo. Nadie podía escribir en castellano si no quería ver borrados sus escritos por algún gusano o tenia informática, en el mejor de los supuestos. A pesar de los años transcurridos, casi un siglo, la añoranza del castellano persistía. El idioma aún se hablaba, pero no se escribía, mucho menos en papel, material prohibido. Sólo en San Millán de la Cogolla se conservaba todavía un libro, ése que registraba en sus márgenes los primeros balbuceos del castellano escrito. Aquel que Zinnerman debía destruir para acabar de una vez por todas con la añoranza y la nostalgia, con ese deseo que sólo conduce a la frustración, y tras la frustración, a la rebelión y a la guerra. A las 12:30 Zinnerman había logrado su objetivo. Veinte cadáveres de turistas yacían bajo las ruinas de lo que había sido el monasterio de San Millán, y el fuego de la explosión devoraría en breves minutos el frágil libro. Esperó paciente mirando cómo se consumían los restos. Entonces oyó el llanto del bebé. Y recordó la imagen de uno de los turistas con un pequeño bulto en brazos. Maldita sea, pensó. Lloraba igual que Fanny, su hija de siete meses. Y Zinnerman, imperturbable, hizo un balance mental y tomó una decisión irrevocable en segundos. Se adentró entre los restos del monasterio, localizó al bebé, rescató el libro a tiempo y huyó para recomenzar su vida en otra parte, con otra hija, con otra lengua. ** Rocío de Juan Romero rociodejuan@gmail.com Escritora española (Bilbao, 1977). De formación empresarial, trabaja actualmente en el área de comercio exterior. Ha recibido varios premios y accésits con relatos breves y microrrelatos, casi todos ellos con publicación incluida. También ha colaborado en revistas locales. === Poemas Eugenia Coiro ============================================= *** Imposibilidad Cuando no queda —espacio entre espacios— hoja tinta No puedo decir Si fueras mío Dónde te guardaría === Nos refugiamos en el umbral de la distancia Agotaba la lluvia silenciaba Ojos secos de palabras el agua nos tapó los pies === *** Intersticios Pequeño Fantasma No digas la palabra Que inutiliza Mis manos No me quemes Perfecto Círculo Empalágame Líbame Líbrame Pequeño fantasma ** Eugenia Coiro basyfran@hotmail.com Poeta argentina (Buenos Aires, 1978). Ha publicado el poemario 374 (De los Cuatro Vientos Editorial, 2007). === Tres relatos Nohemí Hinojosa Rivera ============================== *** Autoestima Mis padres siempre dicen que muy apenas soy el milésimo borrador del boceto imperfecto de un pésimo intento de la falsa copia pirata del reflejo de una caricatura apócrifa vista a través de un empañado espejo, realizada por la mano derecha de un pintor zurdo que tiene los ojos vendados en plena oscuridad mientras bailotea un pincel calvo encima de acuarelas deshidratadas sobre un pasante de papel cebolla reciclado, corriendo de espaldas en el techo de un tren de alta velocidad que recién entra a un túnel a desnivel en curva. De tal suerte, que lo único bueno que he hecho en toda mi vida ha sido participar del placer orgásmico que provocó la eyaculación en la cual fui concebida. Y yo lo creo. *** Volver a verte Ayer te vi. Iba en mi coche, tú caminabas por la calle. Me pasé en ámbar por seguir tus pasos. Una mezcla violenta de miedo, desconcierto y alegría se alojó en mi pecho. Se me llenaron los ojos de lágrimas y la garganta de silencio. Toda saliva se fue de mi boca y todo aliento abandonó mis pulmones. Llevabas la misma ropa con la que te vi por última vez, ese, tu uniforme de guapo, como tú le decías. Entraste a una zapatería. ¿Tú, comprando zapatos? Me estacioné para no perder detalle de tus gestos. Pensé que te había confundido con alguien más, pero el tic que aparece en tu mejilla cuando gastas dinero en cosas innecesarias, tacaño irredimible, me confirmó que eras tú. El momento ameritaba un cigarro. Busqué en mi bolsa, desviando la mirada de tu figura. Al volver la vista a la tienda, ya no estabas. Pregunté por ti, dijeron que no esperaste ni la feria y que aunque parecía que tus pies eran más grandes pediste un número más chico y te quedó perfecto. Me indicaron por dónde te fuiste. Di varias vueltas a la manzana pero no pude encontrarte. Tal vez tomaste el primer taxi que viste. Tal vez cruzaste la calle. Un encuentro común, nada digno de comentarse. Te veo, te pierdo de vista y de ello no hay nada rescatable. Así es y así sería, si no fuera porque hace un año, cubierto de nardos, en aquel cementerio te dijimos adiós, enterrándote descalzo. *** Autobiografía Tener sexo o hacer un rompecabezas, eran las dos opciones que tenían mis padres esa noche de octubre de 1972. Con diez hijos a cuestas, eligieron lo segundo; sin embargo nací ocho meses después. A su edad, les costó trabajo, pero armaron el contorno. Llegaron mis hermanos y agregaron piezas de presente. Abuelos y tíos le pusieron de pasado. Algunos primos colaboraron con fracciones de caos. Maestros de diversos grados hicieron lo propio con el segmento de educación; destacando algunos trozos de habilidades e incapacidades. Los amigos y sus valores formaron mi propia escala. Los amores colocaron lo mismo sonrisas que lágrimas. Mis sobrinos, con sus manos pequeñitas, situaron los milagros. La Muerte ha llenado mi espectro multicolor con profundos negros e intensos blancos. Persona a persona se forma mi esencia, pues de cada una que conozco extraigo una pieza. De aquella inteligencia, de la otra ternura, de alguien más neurosis y de aquél paciencia. Entre los fragmentos de ellos va surgiendo un todo absurdo y polifacético. Pues cada vez soy más yo, al mismo tiempo que voy siendo un poco de todos ellos. Arquitecta, escritora, diseñadora, cocinera. Hija, tía, amiga, sobrina, nieta. Ignorante, desquiciada, sarcástica, soberbia. Creativa, culta, arrogante, débil, etérea, imperfecta. Cada día le sumo piezas a mi vida. Y a mis treinta y tres años, cada noche duermo con el temor de no encontrar más piezas y transitar por la vida eternamente incompleta. ** Nohemí Hinojosa Rivera arqnhinojosa@gmail.com Arquitecta y narradora mexicana (Monterrey, Nuevo León, 1973). Su primer cuento data de 1989; también escribe ensayos de arquitectura. Ha publicado artículos en las revistas Ámbito Arquitectónico; artículos de opinión en la revista Violeta del Instituto Estatal de las Mujeres en Nuevo León, y poemas en la revista Contexto Gráfico. Participó como lectora en la Feria del Libro de 2006 dentro de la mesa “Días Feriados, Escritores de Nuevo León”. Posee un libro de cuentos inédito que distribuye en edición artesanal y actualmente trabaja en su primera novela. Coordina el taller de escritura “Bocetos de Escritores” que se reúne semanalmente en La Gargantúa. Ha sido tallerista de Patricia Laurent, Mario Anteo, Eduardo Antonio Parra y David Toscana. Mantiene una bitácora personal en http://bocetodeescritora.blogspot.com. === Facetas descriptivas ================================================== === —Entre vicios y emociones acuciantes— Rafael Pérez Ortolá ======== Aunque no se trate de historias descomunales, las historietas de cada una de las vidas son apasionantes. Vistos los acontecimientos de gran alcance que nos salpican, sería menester una reconsideración. Quizá sea cuestión de preconizar las pequeñas historietas. Los matices personales tienden a quedar engullidos por el magma de lo grandioso y espectacular. El vértigo de la vida contiene las suficientes carcasas, potentes y cargadas de matices, para inundar de maravillas al firmamento entero. Entre albañales crueles, vidas corrientes y apasionantes iniciativas, se impone la mejora sustancial de las historietas de la vida. *** Albañales ¿Cuántos niños desaparecen? ¿Cuántos abusos depravados? ¿Cuántos asesinatos? Oaxaca, Darfur, Afganistán, Irak... Grandes consorcios ideológicos. Panoramas de desolación geográficamente distribuida. Corrupciones a escalas desmesuradas y despreciables. Con asuntos de lo más inverosímil. Abusos de toda laña y... con la mayor saña. Dopaje físico y mental permanente. Ocultamiento y ventajismos. Desnaturalización. *** Historietas decisivas Chillida Peinando los vientos, asiendo las rocas y abriendo los ojos; así, así, se captaron las ondas vitales y las energías incombustibles. Chasco descomunal La enorme energía ya no pudo más, se cansó del cosmos frío... y fue a condensarse en los enzimas de la vida. Biología Primero creó Dios las cigüeñas, después se entretuvo con la idea de los gametos; consiguió inventar la probeta... y aún no ha descansado. Resfriados Fue una vez, y otra, de tanto abrir la ventana se constipó, era grave, la intoxicación de novedades le obstruía las narices. Laborioso Interrogaba a las estrellas, sorbía los diferentes aires, con intenso frenesí y delirio; hasta el gran coscorrón en el descampado. No vio el pedrusco. Ecología Cuando aún existían las parras y la cerveza fresca, cuando oíamos el croar de las ranas y la brisa en los cañaverales. Es verdad... que existían. Encuentros Me aguantó la mirada con altanería, tensa y desafiante, impresionado me detuve; mas, la perdiz escapó, cauta. Metamorfosis Siempre confié en los demás, mucho, denodadamente fiel; con eso aprendí a volar como el pajarillo desconfiado. Desarraigo Volar, volé, sí; con escasa compañía, alto, muy alto... y con estruendoso batacazo final. Vicio ciudadano Votó en cada convocatoria, trabajó perpetuamente convocado, mas nunca participó. Acaloramientos Vinieron presurosos, el termo de café, los superconductores y los átomos atolondrados, sin que consiguiéramos pasar de tibios. Víboras Llegaron las bragas de esparto y los calzoncillos con ortigas, son los protagonistas de la gran picazón social, campan sin otros respetos. Seguridad total La batalla contra el miedo era feroz. Un control, un impedimento, una barrera, un lamento... condujeron a la inmovilidad, ésta se impuso definitivamente. Inteligencias Ropajes de frío primero, de calores ...luces y sombras; se superaron con técnicas maravillosas, con la consiguiente pérdida de control. Quimeras Después de un nacimiento entrañable, una vida trabajosa y una muerte inevitable, pese a sus esfuerzos no consiguieron destapar el sobre de las respuestas. *** Vértigos Subconsciente inabarcable y presente. Misterioso laboratorio de elaboración. Imprescindible vaso comunicante. Instintivas vibraciones. Emociones matizadas y potentes. Sentimientos silenciables. Bergman permanece en el recuerdo. Lo estentóreo no domina sobre los susurros. A veces es necesario el grito. El IMPERATIVO ÉTICO es crucial Imaginación y ensoñaciones... para lanzar la FLECHA a la diana adecuada... No bastan unos simples fuegos artificiales. El abanico de colores... embelesa. El sonido de los cohetes... impresiona. Es preciso el cohete elegido. Se requiere una cascada de colores. Con una armonía variada y genial. ¡¡DIVERSA y ÚNICA!! la diana de la SOLIDARIDAD y el AMOR. ** Rafael Pérez Ortolá rafapzo@wanadoo.es Médico español (Pego, Alicante, 1945). Reside en Vitoria, Álava. Es autor de Álava. Geometría sentimental itinerante. Ha publicado artículos en La Vanguardia Digital, El Inconformista Digital, Bierzo Noticias, Deia y Noticias Médicas. ||||||||||||||||||||||| EL REGRESO DEL CARACOL |||||||||||||||||||||| === Gente rara Leonardo Rossiello ==================================== Cuento Torre del Vigía Ediciones (http://www.torredelvigia-ediciones.com) Montevideo, 2006 ISBN: 9974-7979-4-2 160 páginas A finales del año pasado apareció en Montevideo la quinta colección de cuentos del escritor uruguayo Leonardo Rossiello, Gente rara, un libro que ostenta un notable equilibrio entre la originalidad de sus historias y la destreza formal con que han sido escritas, dando como resultado la presencia de atmósferas tangibles que el lector advierte en forma inequívoca al abordar cada uno de los textos. El título del libro es preciso. Camuflada bajo la pátina de la coherencia con el contexto social, la singularidad del protagonista de cada historia emerge de las sombras para recordarle al lector que todos, de alguna manera, somos un poco raros, y que nuestra aparente normalidad puede tener, desde una perspectiva ajena, la silueta de un monstruo. Así, las ficciones que Rossiello ha incluido en Gente rara suelen ofrecer dos caras ante el lector. Una de las caras es la que comúnmente sería considerada aceptable, la que encaja a la perfección con el contexto. La otra es la cara rara, la pieza averiada del sistema, el personaje que forma él mismo un conjunto dentro del conjunto y que no siempre está consciente de ello. La forma como el libro ha sido organizado es, incluso, una muestra del carácter de los cuentos que contiene. El primero de los relatos, “El Campanero” está construido con la estructura que tradicionalmente se emplea en este tipo de historias, describiendo la transformación de un personaje común en una singularidad que puede llegar a ser intolerable. Pero conforme se avanza en la lectura, es fácil percatarse cómo el autor ha evitado mostrar ambas facetas siguiendo un orden estático, superponiéndolas en algún caso una y otra vez para darle a la historia más de una situación climática. El juego de espejos llega al paroxismo, en cuentos como “Dama ubicua”, de descubrir ante el lector la rareza en la que en realidad está sumergido el personaje que previamente se ha ganado nuestra confianza como exponente de lo normal. Otros cuentos, como “Regreso al otro lado del sueño” o “El mirador de la isla de enfrente”, son experimentos formales en torno a la noción del reflejo, que recuerdan al Cortázar de “La noche boca arriba”. Mención especial merece “Eclipses (edición anotada)”, en el que las notas a pie de página, la intervención aparentemente caótica de los personajes y el narrador, y la estructura de cuasiensayo con que se desarrolla la historia, convierten al relato en un ars narrativa y definen a Rossiello como un autor capaz de asumir riesgos. Presente en los predios de la Tierra de Letras desde 1998, cuando publicáramos su libro de cuentos Incertidumbre de la proa, Rossiello es profesor universitario en Uppsala (Suecia), en cuya universidad imparte clases de texto, teoría literaria e historia de la literatura. Nacido en Montevideo en 1953, llegó a Suecia en 1978 y se hizo ciudadano del país nórdico en 1982. Tiene en su haber reconocimientos como el premio Narradores de la Banda Oriental o el Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, y ha publicado los libros de cuentos Solos en la fuente (1990), La horrorosa tragedia de Reinaldo (1993), La sombra y su guerrero (1993) e Incertidumbre de la proa (1997), las novelas La mercadera (2001) y Aimarte (2003), y el poemario X-2000 (2001). ||||||||||||||||||||||||||| POST SCRIPTUM ||||||||||||||||||||||||||| “La salud de un poema está en omitir ideas tanto como en expulsar de la idea la excesiva interioridad”. Ana Nuño: “La poesía”. En Sextinario (2002). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviarnos algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. Usted puede verlas en el Web en http://www.letralia.com/tierradeletras/publicar.htm. 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