~~~~~~~~~~~~~~~ Año XIII Cagua, Venezuela Nº 192 ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ http://www.letralia.com ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ 4 de agosto de 2008 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras, es ~~~~~~~~~~~ la revista de los escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos en Internet. ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a info@letralia.com ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ ISSN: 1856-7983 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ === Sumario =============================================================== | Postulando a Garrido. / Mary Rogers G. y sus crónicas | Breves ochenteras. / Hispanoamericanos de antología. / | Historiando la literatura centroamericana. / Fedosy en | piedra. / A publicar. / Monos azules. / Montt en papel. | / Prórroga en Acapulco. / Tomando La Victoria. / Cuando | seamos grandes. / Revelados en Plebella. / Penitentes en | Caracas. / Más allá de la narrativa. / Escritores | supervivientes. / Revistas en Ceará. | | Traducen Tarumba, de Sabines, a lenguas indígenas. / Alí | Noticias Chumacero recibió designación como “Hijo Distinguido de | Nayarit”. / Presidente de México anuncia creación de | biblioteca básica. / Carlos Fuentes y Lula da Silva | recibirán Premio Don Quijote. / Publican antología de | poesía dedicada al Che Guevara. / Recuperan espadín | robado que perteneció al poeta Rubén Darío. / Heberto | Gamero gana concurso del diario venezolano El Nacional. | / Falleció en Madrid el escritor mexicano Alejandro | Aura. / Carmen Berenguer recibió el premio Pablo Neruda. | / Gilberto Gil renuncia al Ministerio de Cultura de | Brasil. / Kevork Topalian recibió el premio Paz | Castillo. / Celebrado en Cúcuta el XVI Encuentro | Colombo-Venezolano de Escritores. / Premio Emecé de | Novela para el argentino Federico Jeanmaire. / Falleció | el escritor español Leopoldo Alas Mínguez. / Propondrán | bautizar nueva biblioteca con el nombre de Eugenio | Montejo. / Falleció el compositor mexicano Memo | Salamanca. / Falleció el escritor ruso Alexander | Solzhenitsyn. / Fomento del libro y la lectura | discutirán en Argentina. / Todo listo para el II | Festival de la Palabra de Armenia. / Poesía en la | Montaña vuelve a reunir a escritores en Jarabacoa. / | Escritores venezolanos tendrán encuentro en la VI Feria | Unica. / Mexicano Fernando Ruiz Granados recibirá | doctorado en literatura. / Festheve2008 rendirá homenaje | a César Rengifo en París. / Traducirán textos legales | chilenos a la lengua mapuche. / Carlos Fuentes celebrará | sus 80 años con homenaje, novela y ópera. / Ignacio | Solares será homenajeado en la FIL Guadalajara. / Quinto | Congreso Internacional Doceañista se realizará en Cádiz. | | Librofilia. / Archivo Bolaño. / Planocenital. / Sinjania | Literatura Talleres de Escritura. / La Buhardilla. | en Internet | “¿Quién estará por mí en Pekín 2008?”, Andrés Mauricio | Especial: Muñoz. / “Adiós al hutong”, Daniel Dimeco. / “Triatlón”, | Juegos Luis Alejandro Ordóñez. / “La pasión por el fútbol”, | Olímpicos Edgardo Bermejo Mora. / “Victoria española en Galway”, | Beijing 2008 Miquel Silvestre. / “Osvaldo”, Wilfredo Carrizales. / | “Hispania II”, Ángel Olgoso. / “# 333”, Doménico | Chiappe. / “La forma sigue siendo importante”, María | Elena Rodríguez Hernández. / “Ritos ancestrales”, Beto | Agudelo. | | “La llama de la transparencia”, Magally Elvira Ramírez. | Artículos y / “Las torcazas también llegan a la tercera edad”, | reportajes Leopoldo de Quevedo y Monroy. / “Psicologia em | curta-metragem (Psicología en cortometraje): Reflexiones | sobre el cine en el diván”, Jorge Sanglard. / “Y el río | va”, Manuel Garrido Palacios. / “Aprende a reír con tus | labios rotos”, John Jairo Junieles. / “Jack London: | Primero blanco y después socialista”, Carlos Barbarito. | / “Bilingüismo, identidad y transculturación”, María | Teresa Miranda. / “Intertextualidad versus plagio (La | confusa frontera entre la decencia literaria y la | escritura tramposa)”, Antonio Cruz. | | “Luis Alberto Ambroggio habla sobre hispanismo. La | Entrevistas poesía en español en los Estados Unidos”, entrevista por | María Teresa Ogliastri. / Bruno Sáenz Andrade: “El | teatro es para mí otra forma de poesía paralela al verso | y al poema en prosa”, entrevista por Augusto Rodríguez. | | “El kururu (sapo) en la cultura guaraní y paraguaya”, | Sala de ensayo David Galeano Olivera. / “La música moderna y su | influencia en los jóvenes”, Andrea Carolina Uribe Ávila. | / “El teatro anarquista, un camino fluvial”, Carlos Fos. | | Poemas de Soledad Acedo Bueno. / “Charito. Basado en una | Letras historia real”, Lucía Corning. / “poemas cotidianos” | (extractos), Juan Guerrero. / “Rapsodia nuestra”, Tere | Dávila. / “De Lesbia a Catulo”, María Dolores Pliego | Domínguez. / “Dos filamentos”, William Guaregua. / | “Fijeza de los trenes”, Gustavo Solórzano Alfaro. / | “Como un cuento”, Iván Bedoya Madrid. / “Mi abecedario”, | C. A. Campos. / “Al filo de la muerte”, Abraham | Prudencio Sánchez. / Poemas de Carmen Elena Pérez. / “El | ojo”, Javier Martínez. / “Poemas para merendar”, | Gabriela Molina Herrera. / “El despojo”, Aurora Arias. / | “Opúsculo lírico”, Rafael Batista Cáceres. / “Hormonas | ideológicas”, María Elvira González. | | Juan Manuel Roca. | Post Scriptum | =========================================================================== HABLEMOS..., de Octavio Santana Suárez Redactado a la manera de los clásicos de la filosofía, en el estilo característico del español Octavio Santana Suárez, Hablemos... dibuja diversas reflexiones sobre los grandes temas de siempre. “Un inmenso poema del pensamiento”. Antonio Núñez Ordóñez. Léelo en Editorial Letralia: www.letralia.com/ed_let/hablemos =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753 =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Premio Key Site Award, de Fortress Design, en mayo de 1999 http://www.fortressdesign.com =========================================================================== Premio a la Excelencia, de Exodus Ltd., en mayo de 1999 http://www.exodusltd.com =========================================================================== Premio Mejor Página de Poesía, de La Blinda Rosada, en julio de 1999 http://blindarosada.org.ar =========================================================================== Segundo lugar en los premios Lo Mejor de Punto Com, diciembre de 2004 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Lo Mejor de Punto Com, octubre de 2005 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2006, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2008, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Para suscribirse a Letralia, envíe un mensaje vacío a: letralia-subscribe@gruposyahoo.com Para desuscribirse, envíe un mensaje vacío a: letralia-unsubscribe@gruposyahoo.com También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.letralia.com/herramientas/listas.htm Ediciones anteriores: http://www.letralia.com/tierradeletras/archivo.htm ||||||||||||||||||||||||||||||| BREVES |||||||||||||||||||||||||||||| Postulando a Garrido. Un grupo de intelectuales latinoamericanos desea postular al poeta, abogado y periodista peruano Carlos Garrido Chalén (Zorritos, Tumbes, 1951) al Premio Cervantes 2008, para lo cual esperan recaudar suficientes cartas de adhesión. Éstas deben ser enviadas al correo electrónico sociedaddeartedebolivia@hotmail.com con copia a daoa44@yahoo.com, con el texto siguiente: “Por el presente documento expresamos nuestra adhesión a la postulación del poeta peruano Carlos Garrido Chalén al Premio de Literatura en lengua castellana Miguel de Cervantes 2008 de España”. El autor ha publicado los poemarios Informes y contiendas (1969), Llamado a la llamarada (1970), En pie de guerra (1973), La palabra secreta (1977), El regreso a la tierra prometida (1986 y 2008), El sol nunca se pone en mis dominios (1993 y 2008), Confesiones de un árbol (1997, 2004 y 2008), Memorias de un ángel (2003) e Idioma de los espejos (2008), así como los libros de ensayo Itinerario del amor en Vallejo (1991) y Puntada de zapatero (2008), y tiene inédita la novela El muro del abismo. Ha recibido, entre otros reconocimientos, la Medalla de Oro de la Municipalidad Distrital de Aguas Verdes (2007), la Condecoración V Congreso Internacional de Poetas (Cuzco, 2005), la Condecoración “Gobierno Regional de Tumbes” (2004) y la Medalla de Oro Federación de Periodistas del Perú (Lima, 1997). http://www.poetacarlosgarridochalen.3a2.com Mary Rogers G. y sus crónicas ochenteras. La autora chilena Mary Rogers G. (Santiago, 1962) acaba de poner a disposición del público su libro Entre radios y medianoche; crónicas ochenteras y algo más, un trabajo de corte autobiográfico que narra la experiencia profesional de la autora en radio, prensa y televisión durante más de dos décadas, incluyendo pinceladas de la historia de los últimos veinte años: la vida a mediados de los ochenta en Chile; los sueños de una generación que creció bajo el régimen militar reconstruyendo su identidad a través del rock latino, descubriendo verdades, intentado movimientos; Radio Galaxia, el Festival Internacional de Viña del Mar, los canales de televisión, el advenimiento de la democracia y lo que vino después. El libro puede descargarse por US$6,25 o adquirirse impreso por US$11,50. La autora estudió pedagogía en inglés en la Pontificia Universidad Católica de Chile y tiene cursos de publicidad, teatro y música. Ha sido locutora y periodista desde el año 1986 a la fecha trabajando en prensa, radio y televisión. Editora de la publicación gratuita Mujer Noticias por más de tres años, accedió a la beca del Knight Center para el “Rol del Editor” en Texas University. Asistió a los talleres literarios de Pía Barros entre los años 1997 y 1999. Sus cuentos han sido publicados en antologías de Chile (Cuentos en Movimiento VIII, 2001), páginas literarias de México y en el diario La República del Uruguay. También es autora y compositora de música popular y ha publicado Fango azul, su primera novela (http://www.lulu.com/content/3084871), y el libro de cuentos Partes del Juego (cuentos cortos para noches largas) (http://www.lulu.com/content/3350993). http://www.lulu.com/content/3405428 Hispanoamericanos de antología. El escritor peruano Diego Trelles Paz y la revista colombiana Pie de Página acaban de publicar la antología digital El futuro no es nuestro: escritores de la América Hispana 1970-1980, una recopilación amplia que sirve de muestrario de la nueva literatura latinoamericana. Además de un prólogo de Trelles Paz, el libro cuenta con un texto introductorio de Naief Yehya. Este último dice de la antología que “es un deleite por su diversidad y por sus propuestas desparpajadas que no buscan el cobijo de las viejas luminarias y santones latinoamericanos”. Destaca también que “en ese sentido sigue la trayectoria de antologías como McOndo (Fuguet y Gómez, 1996), pero afortunadamente las diferencias de tono, estilo y temáticas son notables. Estos autores no tienen ya la obligación de romper con el realismo mágico, ni con el boom, ni con el crack ni con otros traumas literarios desechables”. El libro incluye textos de 63 autores, entre los que se cuentan los venezolanos Roberto Martínez Bachrich, Slavko Zupcic, Armando Luigi Castañeda, Jesús Nieves Montero y Carlos Villarino, el uruguayo Gabriel Schutz, los dominicanos Ariadna Vásquez y Rey Emmanuel Andújar, los peruanos Santiago Roncagliolo y Alexis Iparraguirre, la puertorriqueña Yolanda Arroyo Pizarro, el panameño Carlos Wynter Melo, el mexicano Antonio Ortuño, el ecuatoriano Miguel Antonio Chávez, la cubana Ena Lucía Portela, las colombianas Pilar Quintana y Carolina Sanín, los bolivianos Maximiliano Barrientos y Giovanna Rivero, y los argentinos Oliverio Coelho, Gonzalo Garcés y Andrés Neuman. http://tinyurl.com/6h75da Historiando la literatura centroamericana. El sello F&G Editores acaba de publicar, en Guatemala, el primer tomo de la colección Intersecciones y transgresiones. Propuestas para una historiografía literaria en Centroamérica, coordinada por Werner Mackenbach, profesor visitante de literatura hispanoamericana en la Universidad de Costa Rica e investigador del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas de la misma universidad. La colección, que tendrá en total seis tomos, congregó a instituciones y estudiosos de diferentes contextos: investigadores de universidades y centros de investigación de América Latina, Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia. En el aspecto teórico-literario el proyecto se inscribe en una tradición de la historiografía literaria en el istmo mismo. El volumen inaugural propone abrir los estudios literarios centroamericanos para los avances teóricos más recientes en los estudios literarios y culturales, aprovechando la participación multidisciplinaria e internacional y reuniendo propuestas metodológicas y teóricas para una historia literaria de Centroamérica de carácter pluralista y transdisciplinario. Historia de la historiografía literaria misma en la región, relaciones entre historia como ciencia, literatura como ficción e historia literaria y definición del objeto de estudio son algunos de los temas abordados en el volumen. Tiene un precio de US$40 y se ofrecen algunas páginas en PDF para su descarga gratuita. http://www.fygeditores.com/FGHL-T19789992261828.htm Fedosy en piedra. Piedras lunares, del escritor venezolano Fedosy Santaella (Puerto Cabello, 1970), será presentado este jueves 7 de agosto en Caracas. Los cuentos que componen este libro, que debe su título a las llamadas “piedras lunares”, de las que se dice cambian de color según el estado de ánimo, refieren hechos de sangre expuestos con un aire de socarrona ironía, donde confluyen el humor negro, la crónica periodística, el cómic y el relato policial, en una atmósfera de suspenso que atrapa al lector, quien se encontrará con algunas escenas bastante crudas. Escritor, profesor universitario, creativo y colaborador en revistas y sites, Santaella es coeditor de la revista Los Hermanos Chang. Es uno de los jóvenes narradores venezolanos más reconocidos y citados en la actualidad. Su primera novela, Rocanegras, fue publicada por Ediciones B y ha tenido muy buena crítica y venta. Piedras lunares recibió mención de honor en la XVI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (2007). Además, su autor recibió el Premio de Narrativa de la Bienal Latinoamericana José Rafael Pocaterra (2006) con Postales sub sole. Publicado también por Ediciones B, Piedras lunares será presentado a las 7 de la noche de este jueves en la Librería El Buscón (Trasnocho Cultural, Centro Comercial Paseo Las Mercedes, Caracas). Habra una “deponencia” por parte de los escritores Roberto Echeto y Joaquín Ortega. http://tinyurl.com/6rqtzg A publicar. La escritora Romina Freschi dictará a partir de esta semana su Taller Intensivo de Publicación en Poesía, que tendrá una modalidad presencial y grupal y actividades teóricas y prácticas, que se centrarán, por un lado, en la discusión conjunta para repensar lo público, la popularidad, y la publicidad de la poesía y, por otro lado, en el trabajo material de los textos, la investigación de distintas posibilidades, instancias y alternativas de publicación con el objetivo de llevar a cabo un proyecto concreto. Los interesados en el taller deben suministrar corpus de textos y/o un proyecto de publicación y luego asistir a una entrevista gratuita. Las sesiones serán semanales, durarán 2 horas y se extenderán desde el 7 de agosto a las 7:30 de la noche hasta mediados de octubre. El costo será de $120. Zona: Almagro. Parque Centenario (a 2 cuadras de Av. Corrientes y de la Estación Ángel Gallardo Subte B) mosquitodragon@tutopia.com Monos azules. Este sábado 8 de agosto será presentado en la Librería Las Musas el libro Monos azules en Times Square, que recoge esta obra teatral del escritor peruano Isaac Goldemberg (Chepén, 1945) y el venezolano Juan Martins (Maracay, 1960) y publicado como parte de la colección Cuadernos del Teatro San Martín de Caracas. La obra, que será presentada en una fecha próxima en el Teatro San Martín de Caracas, retrata la subjetividad latinoamericana en Nueva York con unos parlamentos cuyo ritmo pretende introducir al espectador en la ficcionalidad para establecer con él, de esta manera, una relación lúdica. Lo mítico-latinoamericano es el sustrato de un discurso que dialoga entre diferentes realidades. La alteridad, la disposición de una realidad en otra, fluye en el relato teatral para denunciar, mediante el rigor de la escritura dramática, los modelos de alienación impuestos por los medios de comunicación. Goldemberg ha publicado tres novelas, trece libros de poesía, dos libros de relatos y dos obras de teatro. Actualmente es profesor distinguido en Hostos Community College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, donde también dirige el Instituto de Escritores Latinoamericanos y la revista internacional de cultura Hostos Review. Martins es escritor, dramaturgo y crítico teatral. Ha obtenido, entre otros, el Premio Bienal de Literatura Augusto Padrón 2004 por Caperucita ríe a medianoche y el Premio Miguel Ramón Utrera 2008 por Caramelo de Nueva York. Ha publicado Poética para el actor (2000) y Cartas del corazón para Edith Piaf y otras piezas (2002), entre otros títulos. http://tinyurl.com/5ofpot Librería Las Musas Vía Carretera Vieja de Baruta hacia la Urbanización El Peñón A media cuadra de la estación de gasolina “Llano Petrol” Teléfono: (0212) 9433899 Montt en papel. El caricaturista chileno Alberto Montt publica en Internet su trabajo, desde 2006, en el blog Alberto Montt en dosis diarias. Una selección de estas caricaturas, que se caracterizan por su humor mordaz y por lo general basado en construcciones del lenguaje, ha sido publicada por Ediciones B y CandyFunto en el volumen En dosis diarias, que será puesto a la venta desde este viernes 8 en todas las librerías chilenas en las que el sello tiene presencia, así como algunas tiendas discográficas y puestos ambulantes en el centro de Santiago. La editorial podría exportar ejemplares del libro a sus diversas oficinas en España y Latinoamérica si recibe peticiones de parte de los interesados. Para ello basta con escribirle a Gabriela Precht (gprecht@edicionesb.cl), indicando el nombre y el país de origen de quien envía el mensaje. http://www.dosisdiarias.com/2008/08/llegaron-las-dosis.html Prórroga en Acapulco. Entre el 12 y el 16 de octubre de 2008 se realizará en Acapulco (Guerrero, México) el XXVIII Congreso Mundial de Poetas (WCP), evento que cuenta con los auspicios de la Academia Mundial de Arte y Cultura, la Unesco, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México y otras entidades públicas y privadas, y del que informamos en nuestra edición 182. Quienes estén interesados en participar deben saber que el plazo para enviar los recaudos, que cerraba el pasado 15 de julio, ha sido extendido hasta el próximo 15 de agosto. Los poetas que se inscriban al Congreso después de esa fecha, podrán participar en el concurso de poesía mas no en la antología, ya que el material debe estar en la imprenta a fines de agosto. Aquellos poetas que deseen asistir al Congreso podrán registrarse en la web del evento hasta el 12 de septiembre. Ya se han registrado participantes de alrededor de 25 países, la mayoría latinoamericanos. http://www.uaa.edu.mx/wcpacapulco2008 Tomando La Victoria. El 21, 23 y 24 de agosto se realizará la 3ª Toma Fotográfica de La Victoria 2008, evento organizado por la agrupación ASA 400, dirigida por el fotógrafo Rómulo Ollarves, y con el auspicio del gobierno de la ciudad venezolana de La Victoria (Aragua) y el Centro Nacional de la Fotografía de Venezuela. Los participantes tomarán fotografías, en las fechas indicadas, de lugares emblemáticos de la ciudad, y entre el 1 y el 14 de septiembre deberán suministrar el material para ser incluidos en un libro (un CD con cinco fotos de la ciudad en tamaño postal a 300 DPI, con el nombre y procedencia del autor, lugar y sitio de relación con las fotografías) y en una exposición (3 fotografías, que pueden ser del grupo enviado para el libro, de 30 x 45 cm, copiadas en papel mate y montadas en cañuela, tipo marco museo, y vidrio; con 5 cm de margen para un total de 40 x 55 cm; no debe ser fotomontaje). Los ganadores del 1º, 2º y 3r lugar recibirán cámaras profesionales de 10 MP, mientras que los 7 finalistas recibirán cámaras de 7 MP. La exposición final se realizará entre el 21 de septiembre y el 19 de octubre. La inscripción tiene un costo de 10 bolívares. enlamira519@gmail.com Cuando seamos grandes. Tal es el título de la obra de teatro para niños del escritor venezolano Víctor Vegas que será presentada en Puerto La Cruz (Anzoátegui, Venezuela) este 23 y 24 de agosto, bajo la producción del Teatro San Martín de Caracas y la dirección de Jennifer Morales, en el X Festival de Teatro Infantil José Gregorio Romero 2008, evento que se inaugura este 9 de agosto y es organizado por la agrupación Puertoteatro. La obra cuenta con las actuaciones de Paola Baroferre, Oriana Nigro, Zammy Giménez, José Alberto Blanco, Kaoru Yonekura y la participación especial de la niña Verónica León. El montaje tuvo su primera y exitosa temporada del 29 de marzo al 4 de mayo de 2008 en la Sala Principal del Teatro San Martín de Caracas. Cuando seamos grandes obtuvo en 2006 el primer premio en el IX Certamen de Dramaturgia Infantil de la Universidad Central de Venezuela y fue publicada ese mismo año por el Fondo Editorial Pío Tamayo (Barquisimeto, Venezuela). http://tinyurl.com/5c7sjj Revelados en Plebella. Hasta el 30 de agosto es posible enviar textos para aspirar a su publicación en la columna “Poeta Revelación”, en la que la revista impresa argentina Plebella dará un espacio, en diciembre de cada año, a los poetas nacidos a partir de 1978. Los poemas seleccionados serán publicados con una introducción crítica escrita por uno de los miembros del jurado, compuesto por Gabriela Bejerman, Emiliano Bustos y Romina Freschi, e ilustrados con dibujos originales de Eduardo Zabala. Igualmente, participarán de una lectura en la presentación de la revista y las selecciones completas serán publicadas en Internet. En esta primera convocatoria pueden participar poetas nacidos a partir del 1 de enero de 1978 que escriban en castellano. Pueden enviar textos de poesía, incluyendo dentro de este rubro no solamente obras escritas en verso, sino también prosas poéticas, poesía visual y otras variantes experimentales. Los textos deben enviarse por triplicado, encuadernado o anillado, en un máximo de 15 páginas tamaño A4 escritas por una sola cara a máquina o en computadora (fuente Times New Roman en 12 puntos). Deben firmarse con seudónimo, que debe estar presente y claro en cada copia presentada, adjuntándose a las obras un sobre cerrado, rubricado por fuera con el mismo seudónimo, e incluyendo en el interior el nombre completo y breve currículo del autor, domicilio, número telefónico, dirección de e-mail y documento de identidad. Cada participante puede enviar más de una presentación de poemas, siempre que se trate de series distintas, se presenten con seudónimos diferenciados y como envíos separados. La convocatoria no inhibe a aquellos poetas que hayan colaborado antes con Plebella, siempre que utilicen seudónimo, respeten todos los requisitos de la presentación y no estén participando por el momento de ninguna fase de la producción de la convocatoria. Las obras deberán enviarse a Revista Plebella, Perón 4435 Dpto. 2 (1199), Buenos Aires, Argentina. http://www.plebella.com.ar Penitentes en Caracas. Hasta el próximo 7 de septiembre es posible asistir a las funciones de la obra teatral Penitentes, de Elio Palencia, en la Sala Experimental del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), en Caracas, en horarios de viernes y sábados a las 8 de la noche y domingos a las 6 de la tarde. La pieza revisa crudamente la intolerancia y la indiferencia de la sociedad política y religiosa de Venezuela, teniendo como punto de partida tres perspectivas de homosexualidad que se entrecruzan por la fuerza de sus pasiones. El autor pone sobre el tapete a tres personajes (un cura, un estudiante y un buscavidas) cuyos destinos se atarán un sábado por la noche en un discoteca gay de la capital. A partir de ese momento, la fuerza de la acción dramática nos remitirá a una historia de revelaciones y confesiones de alta tensión que vuelven añicos una cantidad de tabúes y falsas morales de la sociedad venezolana. El montaje de la agrupación Teatrela cuenta con las actuaciones protagónicas de Ludwig Pineda, Delbis Cardona y José Gregorio Martínez. El diseño de la escenografía es de Valentina Herz, el vestuario de Omar Borges, la iluminación de Darío Perdomo, el diseño gráfico de Lester Arias, la asesoría actoral de Diana Volpe, la asistencia de dirección de Andreína Rodríguez, la producción artística de Coco Seijas y la producción general de Juan Carlos Azuaje. La puesta en escena es de Costa Palamides. El precio de las entradas oscila entre los 20 y los 25 bolívares. http://teatrela.blogspot.com Más allá de la narrativa. La Fundación José Manuel Lara patrocina, en el marco de los cursos de Verano 2008 de la Universidad Internacional de Andalucía (Unia) en su sede sevillana del Monasterio de la Cartuja, el seminario “Vida más allá de la narrativa. Otros géneros” que se celebrará entre los días 15 y 19 de septiembre. El curso estará dirigido por Carmen Ramírez, del Departamento de Relaciones Editoriales del Grupo Planeta, y por el crítico literario Ignacio F. Garmendia, y contará con la participación de un destacado grupo de autores que analizarán los diferentes géneros literarios que cultivan al margen de la narrativa, entre los cuales se encuentran el escritor y periodista Fernando Delgado, la escritora y periodista Nativel Preciado y el escritor e investigador José Antonio Marina. Cinco bloques permitirán a los asistentes acercarse a otras formas de literatura como la historia, la biografía, los diarios, las memorias, el ensayo, la divulgación científica, el articulismo, la crónica o los libros de viajes. El curso tiene un costo de 115 euros http://tinyurl.com/5t4fqb Escritores supervivientes. El escritor español Raúl Lilloy está invitando a los lectores de su blog Parque Lunar a que se sumen a su iniciativa de celebrar el “Día del Escritor Superviviente” en la fecha de nacimiento del escritor y periodista argentino Antonio di Benedetto, el 2 de noviembre de 1922, y para ello propone “apadrinar” a un escritor “en vías de extinción”. Los “padrinos” deberán localizar un escritor, en su barrio o pueblo, y pedirle un relato o un poema para subirlo a la página de la propuesta. Al final, los textos integrarán una antología digital que podrá ser descargada gratuitamente a partir del 2 de noviembre. La escogencia de Di Benedetto para armar la propuesta consiste en que el autor era, según Lilloy, uno de los escritores más en vías de extinción, “apaleado por los militares y luego ninguneado por las democracias y la intelligentzia de Argentina y España, que no le dieron el menor resquicio para sobrevivir, y quien con Zama ha revolucionado los próximos cuatro siglos de la literatura castellana y agonizó como un pez en el fondo del mar, el 10 de octubre de 1986 en Buenos Aires, sintiendo que sus palabras se habían vuelto obsolescentes”. http://tinyurl.com/6etg4l Revistas en Ceará. Del 12 al 21 de noviembre se celebrará en el Centro de Convenciones de Fortaleza la 8ª Bienal Internacional del Libro de Ceará, actividad cuya curaduría general ha sido encomendada al escritor, editor y productor cultural Floriano Martins. La feria tendrá como tema “La aventura cultural del mestizaje” y, entre las actividades que desarrollará se encuentra una “Sala de Revistas”, un espacio de convivencia y de lectura que ofrecerá al público el acceso a un amplio acervo de revistas de literatura y cultura de los 30 países presentes en el evento, que podrán ser leídas por los visitantes e incluso ofertadas a quienes tengan interés en ellas. Aspectos editoriales de publicaciones del género serán discutidos en tres mesas de debate, que reunirán a directores de revistas tanto impresas como virtuales, en una oportunidad especial para exponer la riqueza y el rigor de las publicaciones que participen. Quienes tengan relación con alguna revista literaria pueden tener presencia en esta feria enviándole a Martins al menos 5 ejemplares de cada número, independientemente de que sean ediciones actuales o no. Concluido el evento, los ejemplares donados serán transferidos al acervo de la Biblioteca Pública del Estado de Ceará, que pasará a ser el responsable de su conservación y difusión. Para conocer más detalles sobre la actividad y sobre cómo participar, es preciso contactar a Martins por correo electrónico. floriano.agulha@gmail.com ¿Quiere publicar una nota en este espacio? Envíenosla por correo electrónico a breves@letralia.com. === ¿Le interesa estar informado sobre concursos? ========================= Reciba por correo electrónico los anuncios vigentes de concursos literarios y artísticos en general suscribiéndose a nuestra lista de distribución. Todo lo que tiene que hacer es enviar un mensaje vacío a letralia-concursos-subscribe@gruposyahoo.com, o visitar nuestra cartelera de concursos en http://www.letralia.com/herramientas/concursos.htm. Si desea enviarnos las bases de un concurso, escríbanos a info@letralia.com |||||||||||||||||||||||||||||| NOTICIAS ||||||||||||||||||||||||||||| *** Traducen Tarumba, de Sabines, a lenguas indígenas Tarumba, escrita hace más de medio siglo y una de las obras emblemáticas del poeta mexicano Jaime Sabines (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 1926; Ciudad de México; 1999), ha sido traducida a las lenguas tzeltal, tzotzil y chol para que los hablantes de éstas conozcan la poesía y el pensamiento del escritor. El titular de la Secretaría de Educación de Chiapas (http://www.educacionchiapas.gob.mx), Javier Álvarez Ramos, afirmó el pasado 21 de julio que el tiraje del libro, en el cual se incluye también el idioma inglés, “porque Jaime Sabines es un poeta de corte universal”, consta de 5 mil ejemplares y tuvo un costo de 80 mil pesos. Añadió que éste es el primer texto en lenguas autóctonas que hace la Secretaría de Educación y se decidió comenzar con Sabines, por “el enorme contenido poético que tiene: ‘Los amorosos’, ‘La muerte del mayor Sabines’, ‘Tarumba’, son poemas con los que Jaime nos hace vibrar a todos un ratito”. La traducción de Tarumba a las lenguas indígenas fue realizada por un equipo del Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígenas (http://www.conecultachiapas.gob.mx/celali). Fuente: La Jornada *** Alí Chumacero recibió designación como “Hijo Distinguido de Nayarit” En el marco de los festejos por sus 90 años de vida, el poeta nayarita Alí Chumacero (Acaponeta, 1918) recibió el pasado 22 de julio el nombramiento como “Hijo Distinguido” por parte del gobierno del estado mexicano de Nayarit, en una ceremonia realizada en el Centro de Arte Contemporáneo “Emilia Ortiz” en la que los poetas Héctor Gamboa, Alma Vidal y Carlos Montemayor —quien ha acompañado al nayarita por diferentes ciudades donde se le han rendido honores— hablaron de la trayectoria literaria de Chumacero. Montemayor destacó sus trabajos desde 1976, fecha en que inició su labor literaria, y dijo que es el maestro de una importante generación de escritores y editorialistas, autor de una obra “clásica”, que ha abordado “temas de otros siglos para conjugarlas con el México tradicional”. Por su parte, el gerente editorial del Fondo de Cultura Económica (FCE, http://www.fondodeculturaeconomica.com), Martí Soler, presentó en representación de Consuelo Sáizar, titular del organismo editorial, el folleto conmemorativo El mago de las letras mexicanas, acompañado de Corina Ramírez, directora del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Colima. Diez mil ejemplares del folleto fueron impresos por el gobierno del estado, que los repartirá en el transcurso de los homenajes que se realicen al poeta. También será distribuido en España en septiembre próximo, cuando se le rendirá un reconocimiento al autor de Páramo de sueños. Por su parte, Chumacero agradeció el homenaje que se le organizó en su tierra, y destacó que el poeta es un ser privilegiado que recoge experiencias compartidas, pues “la poesía es una proyección del espacio y una confrontación con la realidad” así como “una esencia de lo más íntimo del alma”, dijo. Fuente: La Jornada *** Presidente de México anuncia creación de biblioteca básica El presidente de México, Felipe Calderón, anunció el miércoles 23 de julio, al promulgar la Ley de Fomento a la Lectura y al Libro, la creación de una biblioteca básica de entre 15 y 20 títulos, con la que serán dotadas las viviendas populares. La propuesta ha sido bienvenida en términos generales por escritores y promotores culturales en Guadalajara, ya que —dicen— es “como crear una dieta cultural mínima para los mexicanos”, aunque reconocen la necesidad de implementar programas paralelos de fomento a la lectura. La directora de la Feria Internacional del Libro (FIL, http://www.fil.com.mx), Nubia Macías, opina que el proyecto es “espléndido” y “lo aplaudo con entusiasmo” porque es el comienzo para que la gente empiece a construir sus propias bibliotecas. La experiencia arrancó en Argentina hace unos años y ha sido “muy exitosa pues incentiva la lectura dentro del hogar, que en general ha estado relacionada únicamente con la formación. Entonces, tener un pie de biblioteca en tu casa te acerca a los libros de manera lúdica”. Entre las lecturas propuestas se encuentran guías de salud y alimentación, un diccionario, la Constitución Política, un atlas geográfico, un libro de historia de México, una antología de literatura mexicana y otros títulos de fácil lectura. Para Patricia Medina, cualquier idea que se lleve a cabo para el fomento de la lectura es bienvenida. “Puede que no todos toquen los libros, pero qué tal que sí, con que algunas familias lo hagan, ya es buena noticia”, dijo. El experto en política cultural Carlos Lara explicó que la acción está relacionada a la definición de cultura como parte del desarrollo humano. “Es un término que acuña este sexenio y que aparece así desde que Felipe Calderón era candidato, de manera que pasamos de la ciudadanización de la cultura, con Sari Bermúdez, a hacer de la cultura una palanca que incide en el desarrollo de las personas”. Lara comenta que el pie de biblioteca en los hogares de menores recursos es “viable” y no es una “ocurrencia”, pues ya estaba planteado como programa, aunque no se había hecho la presentación. Finalmente, coincide que se tendrán que implementar otros programas de lectura transversales desde otras secretarías, principalmente la de Educación Pública. De igual forma, el escritor Jorge Souza se sumó a la iniciativa, pero advirtió que “no basta”, pues el simple hecho de tener los libros en el hogar no implica que lo gente los lea. “Se necesita un esfuerzo sólido de hábito de lectura y la necesidad de reformar políticas culturales para incentivar la lectura como un elemento de transformación social”. Pese a todo, “es bueno que repartan libros, de tener o no tener, prefiero que las familias tengan libros, pero es insuficiente”. Fuente: El Informador *** Carlos Fuentes y Lula da Silva recibirán Premio Don Quijote El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y el escritor mexicano Carlos Fuentes fueron galardonados el pasado 24 de julio con el Premio Don Quijote de La Mancha, con el que la región española de Castilla-La Mancha y la Fundación Santillana (http://www.fundacionsantillana.org) reconocen la labor de difusión de la cultura y la lengua española. El presidente castellano-manchego, José María Barreda, y el del Grupo Santillana (http://www.gruposantillana.com), Emiliano Martínez, anunciaron el fallo del jurado de esta primera edición del premio tras la reunión de sus miembros, celebrada en Toledo. El jurado otorga a Lula da Silva el Premio a la Mejor Labor Institucional por su contribución a la divulgación y presencia de la cultura española con la Ley del Español, que hará que más de nueve millones de alumnos de Brasil conozcan este idioma, lo que supondrá la incorporación de 29.000 profesores y un desarrollo de los métodos y manuales de enseñanza de la lengua española. A Carlos Fuentes, el jurado le concede el Premio a la Más Destacada Trayectoria Individual por su labor como impulsor de la lengua y de la cultura española. Barreda recordó que Fuentes es uno de los intelectuales más notables del ámbito cultural y lingüístico hispanoamericano y destacó su empeño en impulsar el territorio de La Mancha como espacio cultural común de los hispanohablantes y su contribución a la consolidación de la conciencia del español como lengua internacional de conocimiento. Los premios, que están dotados con 25 mil euros (unos 39 mil dólares) cada uno y una escultura del artista Manolo Valdés, serán entregados probablemente en octubre próximo, según Barreda, quien aseguró que está pendiente de confirmación la fecha porque los organizadores quieren que los entregue el rey Juan Carlos. Emiliano Martínez, por su parte, destacó la multitud de instituciones y personas que contribuyen a la tarea de la expansión de la lengua española y de la cultura que circula por ella, y afirmó que en estos momentos “la salud de la cultura española y del español es muy alta”. Del jurado, presidido por Barreda, formaron parte también el director de la Real Academia Española de la Lengua (RAE, http://www.rae.es), Víctor García de la Concha; la consejera de Cultura de Castilla-La Mancha (http://www.jccm.es/cultura/index2.htm), Soledad Herrero; el consejero delegado del Grupo Prisa (http://www.prisa.es), Juan Luis Cebrián, y el presidente del grupo Santillana. Fuente: EFE • El Universal *** Publican antología de poesía dedicada al Che Guevara El pasado 25 de julio fue presentada en Ciudad de México la antología Coro de llamas para el Che, que reúne textos de 53 poetas en homenaje al guerrillero argentino-cubano Ernesto Guevara de la Serna (1928-67), trabajo coordinado por el poeta Alejandro Zenteno Chávez, y que incluye dos poemas del homenajeado. Zenteno Chávez se dijo orgulloso y satisfecho por la obra realizada, luego de que un grupo de poetas, artistas plásticos y amantes del arte se dieran cita en la presentación del libro, que aparece en el marco de los 80 años del nacimiento del Che Guevara. “Somos coautores de la obra José Alberto Damián, Carmen de la Fuente, Mario Ramírez, de quien surgió la idea, y yo”, comentó al precisar que él tuvo a su cargo el cuidado de la edición y el prólogo del libro que reúne las voces de poetas de América Latina, Europa y África. Aclaró que fue un arduo trabajo reunir las obras de vates consagrados, en formación y noveles, unidas por la figura del comandante y ministro de la Revolución Cubana. “Queríamos tener listo el libro el año pasado, cuando se cumplieron 40 años de la muerte de Guevara, pero por razones de dinero no se pudo”. De cada uno de los autores seleccionados se escogió un poema y sólo del Che se tomaron dos, “por ser el homenajeado y porque pocas personas conocen la poesía que él desarrolló a la par de su carrera como médico, como funcionario público y como guerrillero”, dijo. Sobre el criterio de selección de obras, indicó que la única condición fue la calidad evidente. “Descubrimos muchos poemas dedicados al Che en libros, antologías, poemarios e Internet, y, lamentablemente, no todos reunían la calidad necesaria para ser considerados. También invitamos a poetas amigos”. Mucho del material es inédito, algunas obras fueron comisionadas y las más datan de varios años, pues los poemas dedicados y en torno a la figura de Guevara empezaron a escribirse hace 40 años, poco después de su muerte. Pero este libro, afirmó, es el primero en su género en todo el mundo. “Es un libro de bastante calidad, de colección, porque se tiraron únicamente mil ejemplares, aunque esperamos tener pronto una segunda reimpresión, masiva, para que el mayor público la pueda tener al alcance de la mano”, subrayó el entrevistado, quien ya prepara una antología similar sobre el “México 68”. Entre los poetas reunidos figuran Mirta Aguirre, Leopoldo Ayala, Miguel Barnet, Mario Benedetti, Julio Cortázar, Roque Dalton, Eliseo Diego, León Felipe, Otto Raúl González, Estela Guerra Garnica, Nicolás Guillén, José Lezama Lima, Enrique Lihn, Leopoldo Marechal, Pablo Neruda, Ida Vitale, Cintio Vitier y el mismo Zenteno Chávez. Fuente: Notimex *** Recuperan espadín robado que perteneció al poeta Rubén Darío Tras un fuerte operativo, la Policía Nacional de Nicaragua (http://www.policia.gob.ni) recuperó en perfecto estado, el pasado 28 de julio, el histórico y valiosísimo espadín que forma parte de la indumentaria del traje diplomático del poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916), y que fuera sustraído de una vitrina el jueves 24 por personas desconocidas, en la sala de exhibición del Museo Archivo (http://www.unanleon.edu.ni/museodario) que lleva el nombre del poeta. Los responsables del hurto fueron Francisco Isaac García Espinoza, de 19 años, alias “El Chino”, quien se encuentra prófugo de la justicia, y Franco Emmanuel Flores Calderón, de 20 años, estudiante de secundaria y habitante del barrio Sutiaba, quien se encuentra detenido en las cárceles preventivas de la Policía. Ambos pretendían vender el objeto robado a una chatarrera. El espadín, que mide entre 80 y 90 centímetros, fue encontrado en perfecto estado, envuelto en papel periódico detrás de un ropero en la vivienda del detenido Flores Calderón, en el restaurante Los Pescaditos. Forma parte del traje diplomático que utilizó Darío ante la Corte de Alfonso XIII de España, durante su misión diplomática en 1908, y ha permanecido en poder del Museo Archivo desde 1984. Flores Calderón manifestó que su participación consistió únicamente en esconder el objeto. “Francisco Isaac llegó a mi casa con la espada envuelta en papel periódico y me pidió que por favor se la guardara, que posteriormente la llegaría a traer; yo no tengo nada que ver con ese robo, el culpable es Isaac Francisco, la misma familia de él sabe que es ladrón, de haber sabido, no la agarro”, expresó Flores Calderón ante las autoridades. El comisionado Douglas Zeledón Largaespada, jefe de la Policía en León, se presentó a las 2:40 minutos de la tarde al Museo Archivo “Rubén Darío” para entregar personalmente el valiosísimo objeto sustraído por “ladrones comunes”. Mientras tanto, Miguel Ángel Martínez Buitrago, administrador y responsable de informática en el museo, recibió el antiguo espadín e inmediatamente confirmó que se trataba del objeto sustraído. “Tiene el escudo nacional y la cacha metálica dorada, cubierta de madera”, aseveró. “Esto no fue un robo al museo, fue un robo al pueblo de Nicaragua, porque el espadín es un patrimonio de la nación”, agregó. Socorro Buitrago Laínez, administradora del Museo Archivo “Rubén Darío”, aseguró que a partir de este momento la seguridad será reforzada. “Esto nos hace más celosos todavía, aunque mucha gente se molesta con la seguridad y el resguardo que tenemos, siempre hemos sido celosos, pero queda comprobado que debemos ser más cautelosos con el Patrimonio de la Nación que resguardamos en el museo”, dijo. También señaló que después de 44 años, es la primera vez que ocurre una situación semejante. “Indiscutiblemente, tendremos que triplicar la seguridad en todo momento, además de buscar nuevas medidas de protección en coordinación con las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (Unan-León, http://www.unanleon.edu.ni), instancia que proporciona apoyo en la administración del museo”, manifestó. Zeledón Largaespada destacó que todavía se le está dando persecución a dos elementos sospechosos de haber participado en este robo. Sin embargo, aseguró que se trata de ladrones comunes, a quienes señaló como “consumidores de droga y licor”. Jorge Eduardo Arellano, especialista en el estudio de la obra de Rubén Darío, señaló que lo más preciado que hay en el país del panida es su obra, y ésta debe conservarse, estudiarse y difundirse. “La obra de Rubén Darío, sobre todo aquella que aún se encuentra inédita, debe protegerse y estudiarse”, reconoció el especialista. Lamentó que la Comisión Nacional de las obras completas de Rubén Darío, que preside el director del Instituto Nicaragüense de Cultura (INC), Luis Morales, y que fue formada a principios de año, sólo ha sesionado una vez. “Yo recomiendo que esta comisión debe ser reactivada para trabajar en pro de la obra de Darío, que es uno de nuestros mayores tesoros culturales”, concluyó. Fuentes: El Nuevo Diario *** Heberto Gamero gana concurso del diario venezolano El Nacional “Los zapatos de mi hermano” es el título del cuento con el que Heberto Gamero Contín (1952) obtuvo el LXIII Concurso de Cuentos del diario venezolano El Nacional (http://www.el-nacional.com), según informó este medio el pasado martes 29 de julio. Gamero es un empresario del ramo de los pantalones vaqueros, natural del estado Falcón, que lleva poco más de cinco años dedicándose a la literatura, y su relato aborda el ámbito de los corredores profesionales. Gamero se alzó con el premio sobre más de doscientos cuentos participantes. El jurado, conformado por Krina Ber, Alexis Márquez Rodríguez y Freddy Castillo, le concedió el galardón “por su construcción impecable, la alta calidad de su escritura y su metaforización del acto de correr como expresión universal de la vida”. El autor recibió el premio en la celebración del 65º aniversario del diario, el pasado viernes 1 de agosto, y el relato apareció publicado en la edición del día siguiente. De corte autobiográfico, el cuento rinde homenaje por igual a las carreras de fondo, a las rutas de trote del Parque del Este en Caracas y de la playa La Caracola de la isla de Margarita, y al hermano mayor del autor, el destacado maratonista y triatleta Gonzalo Gomero, quien sufrió una enfermedad degenerativa. Finalista con mención publicación y promoción del Concurso de Narrativa Salvador Garmendia 2007 con el libro Cuentos de pareja y otros relatos, que será editado próximamente por la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, y del Concurso de Cuentos de Sacven 2008 con el relato “Oportunidad no negociada”, Gamero ha publicado además el libro de cuentos Cuéntame qué haces (2006), además de participar en el libro colectivo Tusitala, publicado en España en 2005. Igualmente, acaba de concluir el libro Caracas-Ushuaia (Un viaje en cuatro ruedas), que narra las experiencias del autor y su copiloto en un recorrido por tierra a lo largo y ancho de Suramérica. Fuentes: El Nacional • FicciónBreve • Literatura y Vida desde Caracas *** Falleció en Madrid el escritor mexicano Alejandro Aura El poeta mexicano Alejandro Aura falleció este miércoles 30 de julio en el Hospital Universitario de La Princesa, de Madrid, víctima de cáncer, a los 64 años de edad. Su mujer Milagros y su hija María (que tuvo con Carmen Boullosa) estaban junto a él en el momento de su fallecimiento. La enfermedad se le detectó hace tres años y estaba tan avanzada que los propios médicos le dijeron que no se diera quimioterapia. Le daban sólo seis meses de vida. Sin embargo, Aura luchó y vivió tres años más. Antes de morir, dispuso que sus cenizas fueran trasladadas a México, pues aunque llevaba años viviendo en la capital española, siempre quiso que sus restos volvieran a su país natal. Aura fue además de poeta una persona polifacética: en sus años de juventud rebelde participó activamente en el movimiento estudiantil de 1968; también fue un poeta urbano salido de las calles de la colonia obrera de la ciudad de México, donde creció y vivó los primeros años de su infancia. Escribió siempre pero además alternó otras actividades como la de promotor cultural y empresario nocturno: fue fundador y dueño de uno de los bares de mayor tradición de Coyoacán: El Hijo del Cuervo. Una de sus facetas públicas fue su actividad como responsable del área cultural del gobierno de Ciudad de México durante el mandato de Cuauhtémoc Cárdenas, etapa en la que llenó la plaza del Zócalo de conciertos, recitales de poesía y actividades culturales de todo tipo. En 2001, con su nombramiento como responsable del Instituto de Cultura de la Embajada de México en España (http://www.embamex.es), Aura se trasladó a vivir a Madrid, ciudad en la que decidió permanecer hasta el fin, y en la que al cesar en el primer cargo asumió el de representante del Estado de Zacatecas en España. Según ha informado su familia, sus restos recibirán un homenaje el próximo 5 de agosto en el Teatro de la Ciudad, y el 28 de agosto se le hará un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes (http://www.bellasartes.gob.mx) organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal (http://www.cultura.df.gob.mx) y la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx). Hasta poco antes de su muerte mantuvo un blog (http://www.alejandroaura.net/wordpress) en el que publicó, además de textos de creación, una relación de sus últimos días. En una de sus últimas anotaciones, Aura declaraba: “Hoy estoy sentimental. No tengo cuerpo para alegaciones / Ni discursos, lo que quisiera es ponerme a llorar quedito mucho rato, / Que me salieran y me salieran lágrimas de agua salada / Y estar así mojándome la camiseta sin que me importara nada”. Fuentes: Blog de Alejandro Aura • EFE • El Universal • Milenio *** Carmen Berenguer recibió el premio Pablo Neruda Destacados artistas y autoridades del mundo cultural chileno se dieron cita el pasado miércoles 30 de julio en La Moneda para presenciar la ceremonia de entrega del quinto Premio Iberoamericano de Poesía “Pablo Neruda”, la más alta distinción que el Estado de Chile otorga a un poeta iberoamericano, que por primera vez recayó en una autora de ese país, la poeta Carmen Berenguer. Berenguer recibió, de manos de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, la medalla, el diploma de honor y los 30 mil dólares que contempla este galardón, además de la publicación de una antología poética. Bachelet elogió la trayectoria de la autora de Huellas de siglo (1986), A media asta (1988), Mamá Marx (2007) y Las razones de mi vida (2008), entre otras obras. La presidenta chilena expresó su “doble alegría” por entregar el galardón y por concederlo a una mujer chilena, y destacó también que a través de Berenguer “se hace justicia también a una generación de mujeres que se plantaron de cara al feroz autoritarismo que asoló a nuestro país y lo hicieron desde el amor a la vida, desde el arte y la creación”. “Mujeres como Carmen Berenguer decidieron fijar su mirada en ciertas zonas no muy visitadas de nuestro imaginario; el conventillo, la pensión, el Santiago nocturno y poco ‘santo’ que se resiste a la modernización o que simplemente no tiene visibilidad”, dijo la mandataria. Reconoció además que no son demasiado habituales los galardones literarios en Chile, al expresar su satisfacción porque este premio “siga contribuyendo a exaltar diversas voces y a estimular a quienes tienen una obra que merece ser conocida para las siguientes generaciones”. La poeta y ensayista, nacida en 1946, inició su carrera editorial en 1983 con la publicación del libro Bobby Sands desfallece en el muro, que inauguró una trayectoria con marcado tinte de género, y en 1987 organizó junto a otras escritoras el Primer Congreso de Literatura Femenina. Berenguer afirmó entender “perfectamente” la importancia de recibir este premio y “su significado profundo, y el honor de recibirlo de manos de la primera mujer presidenta de Chile”. Repasó su trayectoria literaria e hizo gala del compromiso social y la lucha por la igualdad de género que marcan profundamente todas sus obras. “Mi incomodidad ha sido sentirme en una lengua ajena, instalarme en el lenguaje que lo hago mío por pertenecer a una comunidad lingüística, pero lo vivo ajeno por sentirme intrusa”, comentó a modo de denuncia de la masculinización que, a su juicio, existe en el mundo de la literatura. Berenguer agradeció a su familia y amigos, a los creadores del premio y a los miembros del jurado: la ministra de Cultura, Paulina Urrutia; el escritor mexicano Carlos Monsiváis; el crítico literario y académico francés Alan Sicard, y la académica y crítica literaria chilena Soledad Bianchi. El Premio Iberoamericano de Poesía “Pablo Neruda” fue instaurado el año 2004 por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura, en el marco de las celebraciones del centenario del natalicio del poeta chileno y Premio Nobel de Literatura. Los anteriores ganadores fueron el mexicano José Emilio Pacheco (2004), el argentino Juan Gelman (2005), el peruano Carlos Germán Belli (2006) y la cubana Fina García-Marruz (2007). Fuentes: EFE • El Mercurio • El Universal *** Gilberto Gil renuncia al Ministerio de Cultura de Brasil El popular cantautor brasileño Gilberto Gil renunció este miércoles 30 de julio al Ministerio de Cultura (http://www.cultura.gov.br) de su país, del que era titular desde enero de 2003, para volver a dedicarse a la música. La renuncia fue formalizada en una reunión con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien según el cantautor la aceptó. “Me sentía con el ciclo cumplido y quería apartarme. Sentía una presión mayor de mis actividades artísticas, que se acumulaban”, dijo Gil, quien reconoció que quería renunciar desde 2006, pero que sólo ahora, la tercera vez que se lo pedía, Lula lo aceptó, sintiéndose “más tranquilo con la transición”. El secretario ejecutivo del ministerio, Juca Ferreira, asumirá la cartera, dijo Gil. “Permanecí siendo artista desde el primer día de ministro en 2003”, agregó. “Necesito tiempo ahora para continuar haciendo lo que más me gusta en la vida, que es cantar”, había dicho a fines de 2007, aunque luego retrocedió y anunció que seguía en el cargo. “Gil tuvo una recaída porque volvió a ser un gran artista, volvió a priorizar lo que es más importante”, dijo Lula poco antes de la reunión, cuando indicó que Brasil no debería prescindir de su música. Al frente del ministerio, desde el que defendió causas como la legalización de las drogas o los derechos de los autores, Gil alternó su actividad política con la de músico, componiendo y ofreciendo conciertos. El músico-ministro llegó a proponer un anteproyecto de ley del Audiovisual que generó gran polémica por ser considerado dirigista e intervencionista en algunos sectores. La comisión de Ética del gobierno apenas le exigió que ejerciera de cantante en su tiempo libre y que pidiera permiso al presidente Lula para hacer sus giras al exterior, pero ahora, según él, los compromisos se iban acumulando. Gil nació en 1942 en el estado de Bahia, cuna de grandes músicos brasileños como el pionero de la bossa nova, Joao Gilberto, o como Caetano Veloso, Gal Costa y Maria Bethania, con quienes tocó muchas veces. Con Veloso compartió el origen de la Tropicalia, y ambos fueron detenidos al final de 1968 durante la dictadura, exiliándose en Gran Bretaña al año siguiente. Con más de cuarenta discos en su haber, Gil comenzó su carrera como músico de bossa nova. Defensor de la democratización y popularización de la cultura y fan de lo nuevo, incorporó ritmos africanos, estadounidenses y del reggae, y sumó la protesta política y social a su discurso. De su gestión al frente del ministerio de Cultura, la escritora Clara Arreguy ha dicho que avanzó en lo que más se le critica: la “inversión de las prioridades, del centro a la periferia, de lo consolidado a lo que busca su lugar del sol”. Fuente: AFP *** Kevork Topalian recibió el premio Paz Castillo El pasado 30 de julio se realizó el acto de entrega del Premio de Poesía Fernando Paz Castillo, en su XVII edición, al poeta Kevork Topalian (http://www.letralia.com/187/0509pazcastillo.htm), por su libro Lámpara de oscuridad, acto que fue realizado en la Sala de Teatro 2 de la Casa de Rómulo Gallegos (http://www.celarg.org.ve), con la presencia de Roberto Hernández Montoya, presidente de la institución, y de Rafael Castillo Zapata, presidente del jurado de esa edición. Topalian recibió un diploma y diez mil bolívares como dotación del premio. El jurado de esta edición del premio estuvo integrado por, además de Castillo Zapata, los poetas William Osuna e Igor Barreto. En el veredicto el jurado señaló: “Hemos decidido otorgar el Premio de Poesía Fernando Paz Castillo al poemario titulado Lámpara de oscuridad, presentado bajo el seudónimo ‘Ernesto’, por su verso culto que se aventura en diversos estratos de una cotidianidad vivida e imaginada, logrando una cadencia narrativa que lo aproximan a ciertos hallazgos de la poesía anglosajona moderna”. Recibieron menciones honoríficas los poemarios Baúl, escrito por Ruth Hernández Boscán, bajo el seudónimo “Raga”, y Paisaje y variaciones, escrito por Alejandro Chacón Cárdenas bajo el seudónimo “C. Alejo”. El acto de reconocimiento al trabajo de Topalian culminó con la lectura a seis voces del poema “En el sosegado otoño de Fernando Paz Castillo”, escrito por Pablo Rojas Guardia. En esta intervención participaron los jóvenes poetas que realizaron el ciclo de actividades titulado “Esperando el Premio de Poesía Fernando Paz Castillo”: José Delpino, Leonardo González Alcalá, Adalber Salas, Dayana Fraile y Camila Ríos Armas. Topalian nació en Caracas en 1969, es licenciado en letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve) y ha abordado la poesía, el ensayo y la crítica. Participó en la mención narrativa del Taller de Expresión Literaria del Celarg en 1996. Hoy en día se desempeña en el área de edición. Escribe poesía y ensayo, y tiene inédito el libro de ensayos El fragmento y su articulación en poesía; los ejemplos en A. Oliveros y T. S. Eliot. Además escribe crítica literaria. La memoria, como fuente de creación, imágenes e historias, así como del devenir de la consciencia, es el fundamento de su escritura poética, así como de sus investigaciones ensayísticas, de crítica y lecturas. El galardón fue creado en enero de 1982 por el Consejo Nacional de la Cultura (Conac), con el propósito de honrar y perpetuar la obra del escritor Fernando Paz Castillo, así como estimular la actividad creadora de noveles escritores venezolanos. En sus bases originales contemplaba que dicho reconocimiento tendría una periodicidad anual y que en el mismo podrían concurrir autores con obras de poesía o ensayos de crítica literaria que versaran sobre un autor venezolano. El premio se celebró anualmente hasta 1988, cuando pasó a ser bienal. Actualmente se entrega sólo en la mención poesía. Fuentes: El Observador • Ficción Breve Venezolana *** Celebrado en Cúcuta el XVI Encuentro Colombo-Venezolano de Escritores Entre el 31 de julio y el 3 de agosto fue realizado en Cúcuta, Norte de Santander (Colombia) la 16ª edición del Encuentro Colombo-Venezolano de Escritores, evento que cada año alterna su sede entre esa ciudad colombiana y la de San Cristóbal, en Táchira (Venezuela), y que en esta ocasión se hizo en homenaje póstumo al escritor colombiano José Antonio Tolosa, asiduo asistente, fallecido en marzo de este año. La inauguración se celebró en el Salón Fantasy del Hotel Bolívar, donde se alojaron los participantes, la noche del jueves 31 de julio. Allí el escritor Ciro Pérez, presidente de la Asociación de Escritores de Norte de Santander, develó un retrato del autor homenajeado en compañía de su hija, Mariana Tolosa, quien dirigió unas palabras al público en agradecimiento por el acto. Por su parte, el escritor venezolano Luis José Oropeza, presidente de la Asociación de Escritores del Táchira, saludó a los presentes en nombre de la delegación venezolana. Finalmente, Isaías Medina López presentó la Antología del poemario perdido en la geografía venezolana, que reúne textos leídos por autores participantes de las ediciones anteriores del encuentro. El viernes 1 de agosto a las 8 de la mañana se realizó el montaje de arte efímero “Palabras en concreto”, coordinada por Oscar Schoonewolff y en la que varios de los poetas participantes escribieron sobre el piso de la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero (http://www.bibliocucuta.org). A continuación, Carlos Orlando Pardo, Carlos Pardo Viña y Jorge Eliécer Pardo presentaron la colección “50 novelas colombianas y una pintada”, y posteriormente se realizó una lectura de textos por parte de la delegación venezolana. A las 5 de la tarde fue presentado el libro Mujeres muertas de amor, con el que el escritor colombiano Triunfo Arciniegas recibió el primer premio del X Concurso Nacional de Cuento “Jorge Gaitán Durán”. La presentación estuvo a cargo del escritor, también colombiano, Octavio Escobar Giraldo, y Arciniegas leyó para los presentes una “versión extendida” del relato “La mujer del payaso”, que forma parte del libro. Posteriormente fueron presentados los libros La siesta del camaleón, de Oscar Schoonewolff; Colombia cafetera nació en Cúcuta, 1794-1870, de Eduardo Ángel Mogollón, y Cartilla de juglar, de Jorge Cuéllar Rojas. A las 8 de la noche, en la Torre del Reloj, el poeta colombiano Juan Manuel Roca compartió espacio con la joven poeta Lucía Estrada, en un recital que antecedió a la inauguración de la exposición “Imagen, palabra de piel”. Un recital similar fue programado para el día siguiente en la Biblioteca Pérez Ferrero. El sábado 2 se iniciaron las actividades con el conversatorio “La novela actual en Colombia”, en el que los novelistas Ramón Illán Bacca, Roberto Burgos Cantor y Octavio Escobar Giraldo analizaron el desarrollo de la novela colombiana contemporánea, haciendo especial énfasis en obras que se apartan de las tendencias consideradas parte del canon y estableciendo puntos de comparación entre la presencia del “monstruo” entre Colombia y Argentina, en referencia a Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges, respectivamente. Bacca, además, ofreció una amplia exposición sobre la presencia de los carnavales de Barranquilla en la novelística colombiana. Posteriormente, Alberto Barrera Tyszka y Jorge Gómez Jiménez ofrecieron un conversatorio sobre la novela contemporánea venezolana en el que desglosaron varios de los factores que por un lado han obstaculizado el desarrollo del género en el país y por otro los que en la actualidad están favoreciéndolo, como la renovada atención de las editoriales transnacionales y el crecimiento de las nacionales, la influencia de galardones obtenidos por autores como Boris Izaguirre (Planeta) y el mismo Barrera Tyszka (Herralde) o el sentimiento de comunidad propiciado por las nuevas tecnologías, terminando con un repaso de los autores emergentes. A este conversatorio siguió una ponencia del escritor Cósimo Mandrillo sobre la novela del petróleo en Venezuela. A las 4 de la tarde, la escritora colombiana Liliana Varón, Livaronesa, presentó su poemario Desnuda desde la punta, para lo cual ofreció a los presentes un performance en el que actuó ella misma en compañía de un flautista. El libro fue presentado por los escritores venezolanos Arnulfo Quintero y Dory Rojas y por los padres y el esposo de la autora. Luego se realizó un recital en el que intervinieron varios de los escritores participantes en el encuentro. La clausura del evento se realizó el domingo 3, con la entrega de certificados y un recital de autores de la región. Además de los mencionados, entre los escritores venezolanos participantes estuvieron Maritza Torres Cedeño, Mireya Krispin, María Luisa Lázaro, Gonzalo Fragui, Eduardo Mariño, Pedro Pisanu, Homero Vivas, Sael Ibáñez, Marcos Mendoza, Elsa Sanguino, Ramón Elías Pérez, Niddy Calderón Plaza, Freddy Ñáñez, Róger Herrera, Miguel Pérez, Luz Marina Sarmiento y Carmen Rosa Mora, y la fotógrafa Ana Berta López. *** Premio Emecé de Novela para el argentino Federico Jeanmaire El pasado 31 de julio fue emitido el veredicto del 48º Premio Emecé de Novela, que recayó sobre el argentino Federico Jeanmaire por el libro Vida interior, cuya trama se desarrolla en la habitación de un hotel de México donde una pareja de mediana edad pasa tres días de sus vacaciones. El galardón está dotado con 18.000 pesos argentinos (unos 3.800 euros) y la publicación de la obra en el sello convocante. Jeanmaire señaló que “los premios están muy bien, entre otras cosas, porque te hacen llegar a un público que tal vez sin ellos no conocería el texto”. De Vida interior adelantó que se trata de una novela de amor, “pero también de soledad e incomunicación”, y agregó que el título no sólo hace referencia a una acción que transcurre dentro de la habitación de hotel, sino también a “la diferencia que hay entre lo que decimos y lo que pensamos; la vida interior de cada uno”. El jurado, integrado por los escritores Rodolfo Rabanal, Ana María Shua y Pablo de Santis, valoró la calidad literaria de la obra y el interés que despierta en el lector. Para Rabanal, la novela ganadora reafirma “un criterio de valor inmodificable: que la verdadera literatura vuelve excepcional la sencillez cotidiana”. Ana María Shua, por su parte, premió la novela por el “sutil manejo del suspenso” y consideró que mantiene “atrapado” al lector “en ese juego entre la vida interior y las exigencias de una realidad que no perdona”. Agregó que la obra es “una historia de amor y desamor que se lee como una novela policial”. Nacido en la ciudad bonaerense de Baradero en 1957 y licenciado en letras, Jeanmaire fue el primer finalista argentino del Premio Herralde de Novela con una biografía ficticia de Miguel de Cervantes titulada Miguel. Además obtuvo el Premio Especial Ricardo Rojas a la mejor novela argentina escrita entre 1997 y 1999 con Mitre. Investigador y especialista en el Siglo de Oro, ha publicado más de una docena de novelas, entre las cuales se cuentan Desatando casi los nudos (1986), Prólogo anotado (1993), Montevideo (1997), Papa (2003) o La patria (2006). En anteriores ediciones, el Premio Emecé de Novela recayó en los escritores Griselda Gambaro, María Esther de Miguel, Angélica Gorodischer, Daniel Guebel, Eduardo Mignogna, Ángela Pradelli, Mariano Dupont, Ariel Bermani y Orlando Van Bredam, entre otros. Fuente: EFE *** Falleció el escritor español Leopoldo Alas Mínguez El escritor español Leopoldo Alas Mínguez falleció el pasado viernes 1 de agosto, a los 46 años de edad, en un hospital de Madrid en el que se encontraba internado desde el 9 de junio a causa de una neumonía. El sábado 2 tuvo lugar su entierro en el cementerio de La Almudena, en Madrid. El escritor y periodista era familiar de Leopoldo Alas “Clarín” (1852-1901), autor de La Regenta, y dirigía un programa radiofónico en Radio 5 (http://www.rtve.es/rne/r5), Entiendas o no entiendas, enfocado a las diferentes tendencias sexuales y del que dejó algunas emisiones grabadas que se transmitieron durante su hospitalización. Alas publicó a los 19 años de edad el libro de cuentos África entera tocando el tam tam, y luego continuó escribiendo, sumando a su obra las novelas Bochorno, El extraño caso de Gaspar Ganijosa y A través de un espejo oscuro. También abordó el teatro, la ópera, el ensayo y la poesía, género al que pertenecen Los palcos, El triunfo del vacío y Concierto del desorden. Colaborador y articulista en diferentes medios, también dirigió entre 1987 y 1992 la revista de poesía Signos. Entre sus obras de teatro se encuentran Última toma o La pasión de madame Artú, además de libretos de ópera como Sin demonio no hay fortuna y Estamos en el aire. Fue además “un gran defensor de los derechos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, tarea en la que se ganó un merecido lugar de honor en los avances de los derechos que hemos visto hechos realidad en España”, como recuerda su amiga Carla Antonelli. “Nos abandona con el dulce recuerdo de ser una persona muy amigo de sus amigos, entregado, generoso y un gran hombre. A partir de ahora tendremos que aprender a vivir sin ti, tarea nada fácil”. Fuentes: AFP • EFE • El País *** Propondrán bautizar nueva biblioteca con el nombre de Eugenio Montejo El escritor venezolano Antonio López Ortega elevará próximamente una propuesta para bautizar con el nombre del poeta Eugenio Montejo, fallecido el pasado 5 de junio (http://www.letralia.com/188/0605montejo.htm), una biblioteca que se construye en el Centro Cívico de la urbanización Los Palos Grandes, sector de Caracas donde residía el autor de Alfabeto del mundo. Amigos, escritores y relacionados del poeta firmarán la propuesta, que será presentada a consideración de la Alcaldía de Chacao (http://www.chacao.gov.ve) a través de la Fundación Cultural Chacao (http://www.chacao.gov.ve/fundacioncultural), presidida por Diana López. Quienes deseen suscribir la petición deberán escribir al correo de López Ortega, alopezo@movistar.net.ve. Según indica la propuesta, “las razones que sustentan dicha petición no sólo responden a la trayectoria nacional e internacional del poeta Eugenio Montejo, sin duda uno de los primeros escritores venezolanos del siglo XX y uno de los de mayor proyección universal, sino al hecho de reconocer en él a un ciudadano ejemplar, de altos principios morales, de conducta ética insobornable, y adicionalmente por haber hecho de Los Palos Grandes y del municipio Chacao su lugar de residencia en sus últimos quince años de vida”. Destaca además que eran de esa localidad “los kioscos donde (Montejo) compraba los periódicos, los cafés donde se citaba con los amigos, los mercados donde hacía sus compras”, y hace referencia a que el poeta “era además un ciudadano de a pie, un peatón esencial, a quien le gustaba recorrer las calles, reconocer los árboles, velar por un ámbito de vida siempre armonioso y en sintonía con las necesidades de los ciudadanos”. “La perspectiva de que una institución de este municipio, y más específicamente una biblioteca, donde le hubiera gustado siempre estar, pueda llevar su nombre, es una manera no sólo de rendirle tributo a un venezolano excepcional, amante del libro y de la lectura, sino también una manera de reforzar valores ciudadanos como los que el maestro Montejo tuvo a lo largo de su vida”, continúa la carta. Fuente: Ficción Breve Venezolana *** Falleció el compositor mexicano Memo Salamanca El músico y compositor mexicano Guillermo “Memo” Salamanca falleció la madrugada de este sábado 2 de agosto en el Hospital Regional de Veracruz, a consecuencia de enfermedades propias de su edad de 83 años. El Instituto Veracruzano de la Cultura (http://portal.veracruz.gob.mx/pls/portal/url/page/IVEC) organizó, como reconocimiento a su creación artística, un homenaje de cuerpo presente que tuvo lugar en la Casa Museo Agustín Lara hasta la cremación de sus restos el domingo 3. Salamanca había nacido el 12 de agosto de 1924 en Tlacotalpan y su carrera artística tuvo gran proyección en los años 50 en Ciudad de México, donde alternó con figuras de renombre como Celia Cruz, Dámaso Pérez Prado. También compuso algunos temas para intérpretes como José José, Marco Antonio Muñiz y otros. Le unió a Pérez Prado gran amistad, puesto cuando el músico cubano tuvo que salir de México, Salamanca dirigió la Orquesta Continental. Otro músico que le otorgó reconocimiento fue Arturo Núñez, “El Caballero Antillano”, quien lo incorporó como pianista a su orquesta. Su exigencia artística le llevó por mucho tiempo a trabajar como solista. Fue autor de innumerables composiciones, entre las que destacan “Mambo y trompeta”, “Rumbambo”, “Mambo número 5”, “Serenata Guajira”. En el género de la salsa fue el primero en incorporar metales como el trombón, acción que luego logró generalizar. En vida, Salamanca recibió un reconocimiento el 21 de diciembre de 2007 en el marco del Festival “Agustín Lara”, donde recibió la medalla con el mismo nombre. Y, en mayo pasado, en el marco del Forum Danzón 2008, fue homenajeado por su aportación a este género musical, como compositor y director de la orquesta “La Charanga del Puerto”. Fuente: El Universal *** Falleció el escritor ruso Alexander Solzhenitsyn El escritor Alexander Solzhenitsyn, autor de las crónicas de los horrores del gulag soviético y ganador del premio Nobel de Literatura, falleció este domingo 3 de agosto a los 89 años de un problema cardiaco, indicó su hijo, Stepan Solzhenitsyn. Las descripciones que hizo el escritor de las torturas y supervivencia en los campos de trabajos forzados de la Unión Soviética sacudieron a sus compatriotas, tras dejar al descubierto la historia secreta del gobierno de José Stalin. Eso le granjeó 20 años de amargo exilio, así como el reconocimiento internacional. Sus crónicas probablemente inspiraron a millones de personas, al mostrar que el valor e integridad de una persona podía, a fin de cuentas, derrotar a la maquinaria totalitaria de un imperio. A partir de 1962, con la novela corta Un día en la vida de Iván Denisovich, Solzhenitsyn se dedicó a describir lo que llamó el “triturador de carne” humana que lo había atrapado junto con millones de otros ciudadanos soviéticos: arrestos arbitrarios, con frecuencia por razones triviales y aparentemente absurdas, a los que seguían sentencias a cumplir en campos esclavistas donde el frío, el hambre y el trabajo en condiciones penosas aplastaba a los internos física y espiritualmente. Su trilogía Archipiélago Gulag, de la década de 1970, dejó impactados a los lectores por el salvajismo del Estado soviético bajo el gobierno del dictador Stalin, y ayudó a eliminar la inclinación que muchos intelectuales de izquierda aún tenían por la Unión Soviética, especialmente en Europa. Pero su relato de ese sistema secreto de campos de prisioneros también fue inspirador en su descripción de cómo sobrevivió, física y espiritualmente, en un sistema penal lleno de enormes dificultades e injusticias que afectaban gravemente el alma humana. Occidente le ofreció refugio y honores, pero su negativa a doblegarse a pesar de la enorme presión posiblemente también le dio el valor para criticar la cultura occidental por lo que él consideraba sus debilidades y decadencia. Siempre crítico con el gobierno soviético, el Nobel regresó de su exilio de 24 años recién en 1994, luego de vivir en Suiza y en los Estados Unidos, donde ejerció como profesor en la prestigiosa Universidad de Stanford (http://www.stanford.edu). Tras su regreso hizo un recorrido de 56 días a través de Rusia, para volverse a familiarizar con su tierra natal, pero posteriormente expresó su molestia y decepción de que la mayoría de sus compatriotas no hubieran leído sus libros. Durante la década de 1990, sus puntos de vista firmemente nacionalistas, su devoción al cristianismo ortodoxo, su desdén por el capitalismo y su disgusto por los magnates que adquirieron industrias y recursos rusos a precios de ganga tras la caída del gobierno soviético estaban fuera de moda. Decidió desaparecer de la vida pública. Pero bajo la presidencia de Vladimir Putin (2000-2008), la visión de Solzhenitsyn de Rusia como un bastión del cristianismo ortodoxo, como un lugar con una cultura y un destino únicos, volvió a destacarse. Ahora Putin argumenta, como lo hizo Solzhenitsyn en un discurso en la Universidad de Harvard (http://www.harvard.edu) en 1978, que Rusia tiene una civilización distinta a la de Occidente, una que no puede reconciliarse ni con el comunismo ni con la democracia liberal al estilo occidental, sino que requiere un sistema adaptado a su historia y tradiciones. “Cualquier cultura autónoma antigua con raíces profundas, especialmente si está extendida por una parte amplia de la superficie de la Tierra, constituye un mundo autónomo, lleno de enigmas y sorpresas para el pensamiento occidental”, afirmó Solzhenitsyn en su discurso. “Durante mil años Rusia ha pertenecido a una categoría así”. Nacido el 11 de diciembre de 1918 en Kislovodsk, Solzhenitsyn fungió como capitán de artillería en el frente en la segunda guerra mundial, donde, en las últimas semanas de la guerra, fue arrestado por haber escrito lo que él llamó “ciertas afirmaciones irrespetuosas” sobre Stalin en una carta a un amigo, refiriéndose a él como “el hombre del bigote”. Estuvo siete años en un campo de trabajos forzados en las áridas estepas de Kazajstán y tres más en un exilio interno en el Asia Central. Fuentes: AP • EFE *** Fomento del libro y la lectura discutirán en Argentina Entre el 13 y el 16 de agosto se celebrará en Resistencia (Chaco, Argentina) el 13r Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura (http://www.fundamgiardinelli.org.ar/fundacion.htm), evento que bajo el lema “Educación y lectura a la puerta del Bicentenario” es organizado por la Fundación Mempo Giardinelli (FMG, http://www.fundamgiardinelli.org.ar) y que se desarrollará en forma de mesas y talleres en el Domo del Centenario de esta ciudad argentina. Después del acto de inauguración, que tendrá lugar a las 4:30 de la tarde del miércoles 13, el escritor y académico argentino Noé Jitrik tendrá la responsabilidad de pronunciar la conferencia inaugural. A continuación se realizará la primera mesa de trabajo, en la que el mexicano Sealtiel Alatriste, el colombiano Óscar Collazos, la venezolana Carolina Álvarez y la argentina Margarita Eggers Lan intentarán delinear un panorama sobre la práctica de la lectura en América Latina. Finalmente, en la noche Luis Pescetti escenificará un espectáculo para niños y adultos. El jueves 14 se iniciarán las actividades con una serie de talleres en diversas salas de la ciudad, que se extenderán hasta el mediodía. Simultáneamente, en la sede de la FMG, se realizará un espacio de intercambio de experiencias de fomento de lectura coordinado por la profesora Adela Rattner. En la tarde, la mesa “La lectura como derecho” reunirá a los argentinos Daniel Filmus, Graciela Bialet, Tununa Mercado y Susana Allori. Luego se celebrará la mesa “Los niños y los jóvenes como destinatarios del fomento de la lectura”, con los argentinos Cinthia Kuperman, Carlos Silveyra y Ángela Pradelli, y el portugués Rui Zink. La actividad de la noche será un espectáculo de lectura y narración con Ana Padovani. Con nuevos talleres en salas de Resistencia se iniciarán las actividades la mañana del viernes 15, mientras que en la tarde se celebrará la mesa “Nuevas tecnologías: cómo afectan los modos de leer”, con los argentinos Alejandro Piscitelli, Olga Maro Dri y Pedro Mairal. Le seguirá la mesa “Leer la Historia, escribir ficción. Dos siglos de lecturas argentinas”, con los argentinos Angélica Gorodischer, Guillermo Saccomano, Patricia Sagastizábal y Orlando van Bredam. La actividad cerrará este día con lecturas de los escritores invitados. El último día de actividades, el sábado 16, se iniciará con una mesa sobre prensa y lectura, en la que participarán los argentinos Mariano de Vedia, Silvina Friera y Esther Andradi, junto con el español Alfonso García Rodríguez. La conferencia de clausura estará a cargo de la escritora venezolana Laura Antillano. La entrada para todas las actividades es gratuita, excepto para quienes deseen recibir certificado y prioridad en los talleres, en cuyo caso habrá un arancel de $40 que deberá ser abonado en la sede de la FMG. También se puede consignar la inscripción por correo electrónico escribiendo a forochaco@fundamgiardinelli.org.ar, incluyendo nombre completo, número de DNI, dirección, teléfono, correo electrónico y datos del pago del arancel (que se puede hacer mediante depósito o giro postal según instrucciones en la web del evento), así como la lista de los talleres en los que se desea participar. Para mayor información, los interesados deben telefonear al 03722 449270, o enviar un e-mail a las direcciones fmg2005@fundamgiardinelli.org.ar y forochaco@fundamgiardinelli.org.ar. Fuente: FMG *** Todo listo para el II Festival de la Palabra de Armenia Entre el 15 y el 18 de agosto se celebrará en Armenia, Quindío (Colombia), el II Festival de la Palabra (http://www.festivaldelapalabra.org), evento organizado por un equipo en cuya dirección se encuentra la escritora Samaria Márquez Jaramillo, quien indicó que los asistentes a esta segunda edición podrán vislumbrar la situación de la literatura, abrir un espacio para el debate, presentar nuevas producciones y conversar sobre la palabra y la escritura. La actividad, que es patrocinada por la Alcaldía de Armenia (http://www.alcaldiadearmenia.gov.co) y cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura de Colombia (http://www.mincultura.gov.co) y la Gobernación del Quindío (http://www.quindio.gov.co), se enfocará en los géneros de la narrativa, la poesía y el cuento, a través de doce ejes temáticos tratados en igual número de conversatorios con seis participantes por mesa, haciendo uno de ellos de moderador. El país invitado de honor al festival es Costa Rica, cuya delegación será presidida por la ministra de Cultura, Juventud y Deportes (http://www.mcjdcr.go.cr), doctora María Elena Carballo Castegnaro, así como la doctora Maribel Salazar Valverde, miembro de la Junta Administrativa del Museo Nacional de Costa Rica (http://www.museocostarica.go.cr), del Consejo Directivo de la Editorial Costa Rica (http://www.editorialcostarica.com) y de la Junta Administrativa de la Imprenta Nacional (http://www.imprenal.go.cr). “Se contará con la presencia de veinte de los más aclamados escritores de habla hispana contemporáneos, quienes convertirán al acto en una de las más impresionantes fiestas de la literatura, en donde la poesía, el cuento, la novela y el sarcasmo improvisado de los autores, llenarán de categoría el evento y harán fácil encontrar la realidad de la ficción, el amor del odio y el llanto de la risa”, dijo Márquez Jaramillo. El Teatro de la Cruz Roja será el escenario en el que durante cuatro días se darán cita expertos en la materia, docentes, alumnos e interesados en dichas temáticas. La inauguración se realizará a las 2 de la tarde del viernes 15 y a continuación tendrá lugar el recital “Armenia vestida de poesía”, a las 3:30. El mismo día se celebrarán los conversatorios “Entre política y literatura”, a las 6 de la tarde, y “¿El escritor debe narrar o describir?”, a las 8 de la noche. Entre el 16 y el 18 los conversatorios se realizarán a razón de tres diarios, con horarios de 3 de la tarde, 6 de la tarde y 8 de la noche. Para el sábado 16 están programados los conversatorios “Literatura y periodismo”, “De las miradas genitales a la narrativa erótica” y “Poesía en vivo y en directo”. El domingo 17 se realizarán “Quien ficciona a sus realidades se atiene”, “Literatura urbana cotidiana” y “Los poetas hablan de magia y literatura”, y el lunes 18 cerrará el encuentro con “Puro cuento. Encuentro con la palabra dicha o la dicha de encontrarse con la palabra”, “Hablemos del amor escrito” y “Los narradores tienen la palabra”. Además durante el encuentro será presentada la reedición de La vida en tiempos de muerte, novela con la que Márquez Jaramillo obtuviera en 2004 el Segundo Premio Internacional de Novela “La Ciudad y los Perros”, y que aparece ahora en la colección “50 novelas colombianas y una pintada”, de Pijao Editores. Entre los escritores que participarán en el Festival de la Palabra se encuentran la venezolana Marisela Gonzalo Febres, docente universitaria, escritora, productora de televisión y editora, autora de Una tumba una rumba, entre otros títulos, y el boliviano Juan Claudio Lechín (1956), ganador del premio Alfaguara 2004 con La gula del picaflor. Además, por el país invitado estarán los escritores Rodolfo Arias Formoso (San José, 1956), Premio Nacional de Novela “Aquileo J. Echeverría” 2007 por Te llevaré en mis ojos, y Luis Chaves (San José, 1969), Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz 1997 por Los animales que imaginamos. También asistirán el chileno Luis Arias Manzo (1956), secretario general del Movimiento Poetas del Mundo (http://www.poetasdelmundo.com) y autor de Agualuna, Mil años de amor e Instantes; los ecuatorianos Solange Rodríguez Pappe (1976), profesora de literatura y autora de Tinta sangre, y Simón Zabala (Guayaquil, 1943), Premio Latinoamericano de Poesía Fundación Givre, autor de catorce libros y coautor del Índice de la narrativa ecuatoriana, con textos traducidos al francés, italiano, portugués y alemán. Por Guatemala asistirán los escritores Eduardo Halfón (Guatemala, 1971), autor de Esto no es una pipa, Saturno (2003 y 2007) y El ángel literario (2004, semifinalista del Premio Herralde de Novela), entre otros, y Humberto Ak’abal (Momostenango, Totonicapán, 1952), poeta maya-k’iche’ con catorce poemarios y dos libros de cuentos publicados, ganador del Premio Internacional de Poesía “Pier Paolo Pasolini” 2004 (Roma, Italia). La representación colombiana, la más numerosa, estará constituida por Gonzalo Mallarino (Bogotá, 1958), autor de Cármina (1986), La ventana profunda (1995) y Golpe de dados (2007), entre otros; Juan David Correa (Bogotá, 1976), editor desde 2005 de la revista Arcadia (http://revistaarcadia.com) y autor de la novela Todo pasa pronto (2007); Juan Diego Mejía (Medellín, 1952), ganador del Premio Nacional de Novela de Colcultura 1996 por El cine era mejor que la vida y autor de Camila Todoslosfuegos (2001) y El dedo índice de Mao (2003), entre otros, y Federico Diazgranados (Bogotá, 1974), subdirector de la revista Golpe de Dados y autor de los poemarios Las voces del fuego (1995), La casa del viento (2000) y Hospedaje de paso (2003), entre otros títulos. Otros colombianos que estarán en el festival son Juan Felipe Robledo (Medellín, 1968), Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 1999 y Premio Nacional del Ministerio de Cultura 2001 (Colombia) por La música de las horas; Carlos Orlando Pardo (Líbano, Tolima, 1947), fundador de Pijao Editores y autor de Los últimos días de Armero y Los lugares comunes, entre otros; Octavio Escobar Giraldo (Manizales, 1962), Premio Nacional de Cuento del Ministerio de Cultura 1997 por De música ligera; Carlos Vásquez-Zawadzki, fundador, director y editor de las revistas Poligramas, CaliArtes y Plumadas, así como del grupo Teatro Abierto, y Premio Internacional Manuel Cofiño por El reino de los orígenes; Omar García Ramírez (Armenia, 1960), director de la revista Griffos de Nneonn, Premio Nacional de Novela Ciudad de Pereira 2001 por Altamira 2001 y Premio Nacional de Poesía Revista Prometeo por La balsa de la medusa, y Elías Mejía (Calarcá, 1951), Premio de Poesía de los Terceros Nuevos Juegos Florales de Manizales 1995 y autor de los poemarios Confesión de navegante y El muro en el espejo, entre otros. Fuente: Festival de la Palabra *** Poesía en la Montaña vuelve a reunir a escritores en Jarabacoa Entre el 29 y el 31 de agosto se celebrará en Pinar Quemado, Jarabacoa (República Dominicana), la sexta edición del Festival de Poesía en la Montaña (http://festivaldepoesiaenlamontana.blogspot.com), evento organizado por la Fundación Festivales de la Montaña y que tendrá lugar en las instalaciones del Centro Salesiano, donde se sumará a las conmemoraciones del 150º aniversario del municipio montañés. El festival tiene como objetivo promover la poesía dominicana, y de manera específica, el género de la poesía “como alimento del espíritu y bálsamo, ya que la poesía es la más pura de las artes”, como indicó la coordinadora general, la escritora Taty Hernández Durán (http://www.letralia.com/firmas/hernandezdurantaty.htm). El programa contempla varios recitales de jóvenes poetas, un taller de poesía, coloquios, poesía musicalizada, teatro y poesía, filosofía y poesía, pintura y poesía, cine y poesía y el Tour Ecológico “Los poetas versifican en la montaña”. “Decenas de poetas de República Dominicana acuden cada año al llamado de la montaña y los ríos, las mesetas y los valles a disfrutar del evento, acaso el más original de la región caribeña y que habrá de convertirse en modelo a seguir para otras experiencias similares”, continuó. También se prevé la asistencia de escritores dominicanos de reconocida trayectoria cultural y ganadores de importantes premios nacionales de literatura, como José Rafael Lantigua, José Mármol, Freddy Ginebra, Marcio Veloz Maggiolo, Basilio Belliard, Ángela Hernández, Pedro Antonio Valdez, Tony Raful, Rosa Silverio, Soledad Álvarez, Fernando Cabrera, Rafael García Romero, Rafael Peralta Romero, Mateo Morrison, Rannel Báez, Enegildo Peña, Marivell Contreras, César Zapata, Adrián Javier, Nan Chevalier, Plinio Chahín, Jorge Piña, Karina Rieke y Joel Almonó. Otros participantes dominicanos serán Noé Zayas, Juan Freddy Armando, Oscar Peña, Miguel Collado, Patricia Minalla, Leiby Ng, León Félix Batista, Tomás Castro, Manuel Llibre Otero, Cayo Claudio Espinal, Bruno Rosario Candelier, Reyson Peralta, Yilenia Cepeda, Tanya Badía, Sarah Meran, Sheila Acevedo, Romina Bayo, Sally Rodríguez, Gregorio Espinal, Alejandro González, Guido Rigió, Lissette Ramírez, Julio Cuevas. Igualmente han confirmado su participación Lesgil Russy, Reina Mendoza, Neronessa, Virgilio López Azuán, Ike Méndez, Yky Tejada, Víctor Saldaña, Juan Gelabert, Carmen Pérez Valerio, Jaime Tatem Brache, Blas Jiménez, Puro Tejada, Valentín Amaro, Luis Beiro, Manuel Mora Serrano, Jim Ferdinand, Armando Almánzar Botello, Alejandro Arvelo, Luis O. Brea y Abil Peralta Agüero, también dominicanos. Además participarán los puertorriqueños Vicente Rodríguez Nietzsche, Juanmanuel González Ríos y Zuleika Pagán López; la venezolana Miriam Miralles y los costarricenses Adriano Corrales, Ricardo Marín y William Pérez. A la convocatoria se sumarán representantes de talleres literarios organizados por toda la geografía dominicana. Fuente: Blog del evento *** Escritores venezolanos tendrán encuentro en la VI Feria Unica En el marco de la VI Feria del Libro Unica (http://feria-del-libro-unica.blogspot.com), que se realizará del 28 de septiembre al 5 de octubre en el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez (CAMLB, http://www.camlb.com), en Zulia (Venezuela), se realizará, del 1 al 3 de octubre, el Encuentro de Escritores “La nueva narrativa venezolana”, en el que participarán varios de los más destacados autores del país. El encuentro se iniciará el miércoles 1 de octubre con la conferencia inaugural a cargo del escritor Oscar Marcano. El jueves 2, los escritores José Irimia Barroso, Leopoldo Tablante y Milagros Socorro participarán en un conversatorio moderado por Héctor Torres. Ese mismo día, en la tarde, Roberto Echeto, Fedosy Santaella y Norberto José Olivar participarán en otro conversatorio, moderado esta vez por Valmore Muñoz Arteaga. El viernes 3, Héctor Torres, Milton Quero Arévalo y Alberto Quero integrarán otro conversatorio, moderado por Norberto José Olivar. Le seguirán Juan Carlos Sosa, Alberto Barrera Tyszka y Rodrigo Blanco Calderón, moderados por Fedosy Santaella. Las palabras de clausura estarán a cargo de Antonio López Ortega. El evento servirá asimismo para presentar los libros Qué impertinente manera de volver, de Martha Durán; Arqueología de olores, de Luis Ángel Barreto; La primera República Liberal Democrática 1945-1948, de Germán Carrera Damas; Sobre el diálogo, de Antonio Pérez Estévez; Cuando perdí el miedo, de Diana Bohórquez; Sylvia, de Valmore Muñoz Arteaga; La huella del bisonte, de Héctor Torres; Historie de un vampiro, de Norberto José Olivar; Figuraciones del Hinterland, de Antonio Isea, y Poética del ensayo venezolano del siglo XX, de Miguel Gomes. La entrada al encuentro será gratuita, pero es preciso formalizar previamente la inscripción, bien sea por vía telefónica al número (0261) 3006863, comunicándose con Nayela Leal a partir del 1 de septiembre, o bien por el correo electrónico vajomar@cantv.net, donde ya se puede formalizar. Se entregará certificado de asistencia. *** Mexicano Fernando Ruiz Granados recibirá doctorado en literatura El próximo 14 de octubre, durante el XXVIII Congreso Mundial de Poetas (http://www.letralia.com/182/1012acapulco.htm), la Academia Mundial de Arte y Cultura (http://www.worldcongressofpoets.com) concederá al mexicano Fernando Ruiz Granados (Ciudad de México, 1958) un doctorado en literatura en virtud de su destacada trayectoria literaria, desarrollada a lo largo de más de tres décadas. El evento, que tendrá lugar en Acapulco (Guerrero, México), entre el 12 y el 16 de octubre, tendrá como tema “La poesía en la intimidad del alma” y las inscripciones pueden formalizarse vía web en http://www.uaa.edu.mx/wcpacapulco2008/preregistro.php?leng=es. Radicado en Xalapa, Ruiz Granados ha recibido numerosos premios y reconocimientos en México y el extranjero. Varios de sus libros, publicados en 14 países, han sido traducidos íntegros al náhuatl, francés, italiano y portugués, y Muhsin Al-Ramli, uno de los más importantes poetas del mundo árabe, traduce actualmente al árabe su libro Desierto. Funcionario cultural y editor, el autor es licenciado en letras españolas por la Universidad Veracruzana (http://www.uv.mx) y ha publicado Poemas de brindis, Jardín de piedra, Recinto de la rosa, Devoción del colibrí, Adarga y De árboles y pájaros, entre otros títulos. Fuente: Diario de Xalapa *** Festheve2008 rendirá homenaje a César Rengifo en París Entre el 15 y el 25 de octubre se realizará en París el III Festival de Teatro Venezolano en París “Festheve2008” (http://festheveparis.spaces.live.com), evento dirigido por la dramaturga franco-venezolana Yahaira Salazar y que este año rendirá homenaje al dramaturgo y pintor venezolano César Rengifo, en el marco del Año Internacional de Las Lenguas 2008. El evento, que se inaugurará en la Embajada de Venezuela en Francia, cuenta es organizado por la Asociación Le Ciel d’Émail (http://tinyurl.com/5zrkqq), con el auspicio de la Maison de L’Amérique Latine (http://www.mal217.org) y el Ayuntamiento de París (http://www.paris.fr), y el apoyo de la Maison Antoine Vitez (http://www.maisonantoinevitez.fr), así como la Universidad Experimental de las Artes (Uneartes), de Caracas, la Delegación de Venezuela de la Unesco (http://www.unesco.org) en Francia, la Dirección de Asuntos Internacionales del Ministerio de la Cultura de Venezuela (http://www.ministeriodelacultura.gob.ve) y el Centro de Artes La Estancia. Una obra pictórica, realizada para esta ocasión por el pintor Oscar Aguilera, se le obsequiará en nombre del festival a doña Ángela Carrillo, viuda de Rengifo, en La Maison des Cultures du Monde (http://www.mcm.asso.fr), teniendo como orador de orden al dramaturgo venezolano José Gabriel Núñez. Las obras de los dramaturgos que participan en esta edición del festival son Hasta la vista Beibi, de Juan Ramón Pérez (Portuguesa); Se acercan las elecciones, de José Parada Ramírez (Mérida); La tarde de la iguana, de Juan Martins (Maracay); El enano y el domador, de Carlos Russo (Caracas) y Buenos días Noruega, de Fermín Reina (Maracay). Todas las obras han sido traducidas al francés para la ocasión y serán presentadas en forma de lecturas dramatizadas. Los traductores José Luis Sánchez, Claude Murcia, Yahaira Salazar y Bernadette Chaude-Morel han trabajado en colaboración con los compañías de teatro y sus directores, haciendo posible este encuentro entre dos culturas, presentando estas piezas de teatro totalmente inéditas que, a decir de Salazar, ofrecen “un carácter irreverente en sus temas, con una profunda reflexión y una trascendencia psicológica que nos muestran la grandeza de unos personajes terriblemente humanos”. Además, serán presentadas las obras Yo soy Carlos Marx, de la dramaturga Genny Pérez, interpretada por los actores españoles Olivier Peissel y Victoria Saes, y El mago del patíbulo, del dramaturgo Edilio Peña, cuya “mise en voix” estará a cargo del conocido hombre de teatro Claude Demarigny. Para celebrar este evento, México, país invitado, representado por la compañía Arte Estudio Producciones, presentará en la Maison des Cultures du Monde la obra del dramaturgo Ángel Méndez, Vacaciones en el Purgatorio, el 21 de octubre a las 8 de la noche. En esta obra, en la que participan los artistas Luis Carlos Wong y Frank Rodríguez, se narra la vida de Jorge Negrete y Pedro Infante, con música y canto en vivo. Variadas son las actividades que tendrá el festival en esta III edición: “Los caminos de la voz”, dictado por Jorge López; “Taller de Kinomichi”, dictado por Sylvie Blasco, la conferencia “César Rengifo, semblanza de un visionario”, por Susana Castillo; una exposición fotográfica de la obra de Rengifo, proyecciones de videos sobre la obra teatral de Carlos Giménez, encuentro con los dramaturgos en el café Sur y otras. Oscar Aguilera, el “Maestro del Petróleo”, artista plástico y diseñador gráfico, estará presente durante el Festheve2008 con su obra pictórica. La exposición, que se hará en los salones de la Embajada de Venezuela en Francia entre el 15 y el 24 de octubre, también es un homenaje al pintor que fue César Rengifo. La Asociación Le Ciel d’Émail y Festheveparis, dirigidos por la dramaturgo franco-venezolana Yahaira Salazar, tiene su sede en París, y es una organización cultural sin fines de lucro, compuesta por un equipo de hombres y mujeres dedicados a la difusión y al conocimiento de la dramaturgia venezolana en Francia. Fuente: Festheve2008 *** Traducirán textos legales chilenos a la lengua mapuche Democratizar el conocimiento de la ley y acercarla a la comunidad mapuche en su lengua mapudungun, es el objetivo que se ha propuesto la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile (BCN, http://www.bcn.cl), para lo cual está realizando un trabajo de traducción de diversos textos legales de ese país. La presentación oficial de este proyecto será en la II Bienal de Arte Indígena “La mujer y la palabra” (http://www.bienaldearteindigena.cl), que se efectuará del 17 de octubre al 2 de noviembre en el Centro Cultural Palacio La Moneda (CCPLM, http://www.ccplm.cl), en la capital chilena. En una primera instancia se traducirán al mapudungun dieciocho leyes, entre ellas la de filiación, donación de órganos, acoso sexual, maternidad, tabaco, reforma previsional, subcontratación, violencia intrafamiliar, posesión efectiva sin testamento, pensiones alimenticias y solidarias. Para concretar esta iniciativa la biblioteca cuenta con el apoyo de los profesores Domingo Curaqueo y Florentino Millavil, quienes colaboran en la traducción y validación de los textos. Curaqueo, profesor universitario de la Universidad Tecnológica Metropolitana (Utem, http://www.utem.cl) y subdirector del Liceo Cervantes (http://www.liceocervantes.cl), indicó que “es muy importante traducir las leyes, pero también otros textos de interés, para que los mapuches y no sólo ellos conozcan más acerca de la ley, de los derechos, sino también de la labor del Congreso y de la vida política de Chile; una cultura permanece viva si hay textos escritos”. Agregó que por esas razones se encuentran empeñados “en escribir también lo que nos contaron nuestros antepasados, ya que con el tiempo las versiones van cambiando y reinterpretándose, con lo cual se va perdiendo el sentido original y verdadero de las cosas en su contexto”. Hijo del antropólogo y profesor mapuche Domingo Curaqueo Huaiquilaf y de María Mercedes Silva Álvarez, el traductor y docente aprendió la lengua mapuche con su abuela paterna, quien lo incentivó a conocer esta cultura y posteriormente a profundizar el estudio de su pueblo y analizar el origen de las palabras mapuches y de otras culturas, como por ejemplo la maya. La II Bienal de Arte Indígena “La mujer y la palabra” es organizada por el programa “Orígenes” de la Conadi (http://www.conadi.cl) y cuenta con el patrocinio del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (http://www.consejodelacultura.cl), el Ministerio de Educación (http://www.mineduc.cl), la Comisión Bicentenario (http://www.bicentenario.gov.cl) y la Biblioteca del Congreso Nacional (http://www.bcn.cl). Fuente: Radio Universidad de Chile *** Carlos Fuentes celebrará sus 80 años con homenaje, novela y ópera El escritor mexicano Carlos Fuentes celebrará en grande sus 80 años, con una nueva novela, el estreno de su primera ópera, conferencias, coloquios y la develación de una escultura de su personaje Ixca Cienfuegos, entre otros actos. “Fuentes es el intelectual que mejor representa la vitalidad de la cultura mexicana desde la mitad del siglo pasado hasta lo que va de este”, dijo en la presentación de las actividades el escritor Sealtiel Alatriste. Nacido el 11 de noviembre de 1928, Fuentes recibirá un gran homenaje nacional en el que participarán las instituciones culturales y académicas más importantes de su país, y que se extenderá desde el 10 de noviembre hasta la primera semana de diciembre. Pero antes, en septiembre, publicará su nuevo libro, titulado La voluntad y la fortuna, “una novela amplia, ambiciosa, una de esas novelas que recuerdan la grandísima obra de Fuentes”, dijo el escritor Jorge Volpi, coordinador de los homenajes. En el marco de la 22ª Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL, http://www.fil.com.mx), que se realizará del 29 de noviembre al 7 de diciembre, se hará un congreso sobre la vida y obra de Fuentes, con presencia de unos treinta intelectuales y escritores, entre ellos el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, uno de sus grandes amigos. El homenaje nacional se inaugurará oficialmente el 18 de noviembre, pero desde el 10 de ese mes comenzarán las actividades con un coloquio académico organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx). Fuente: DPA *** Ignacio Solares será homenajeado en la FIL Guadalajara Este año el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL, http://www.fil.com.mx), recaerá en la figura del escritor y periodista mexicano Ignacio Solares, quien lo recibirá el domingo 7 de diciembre, a las 6 de la tarde, en el Auditorio Juan Rulfo de Expo Guadalajara. Solares nació en Ciudad Juárez, Chihuahua. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx). Fue jefe de redacción de la revista Plural cuando era su director Octavio Paz. Dirigió el suplemento cultural del periódico Excélsior, Diorama de la cultura, hasta la salida de Julio Scherer en 1976. También ha dirigido el suplemento de la revista Siempre, La cultura en México, desde 1991, y la revista Quimera en su edición mexicana, así como Semana de Bellas Artes. Fue director de Teatro y Danza, y luego director de Literatura, de la Coordinación de Difusión Cultural de la Unam (http://difusion.cultural.unam.mx), y más tarde coordinador de la propia dependencia, de los años 2000 a 2004. Es miembro de la Fundación John Simon Guggenheim Memorial (http://www.gf.org), de la cual fue previamente becario. También fue becario del Centro Mexicano de Escritores (CME) en dos periodos: 1974 y 1979, y es miembro del Sistema Nacional de Creadores del Arte (http://registrofonca.conaculta.gob.mx) desde 1993. Es autor, entre otras, de las novelas La noche de Ángeles (Premio Diana Novedades, 1989) y El gran elector, que fue llevada al teatro y que obtuvo el premio a la mejor obra del año otorgado por las tres asociaciones teatrales de México; Nen, la inútil (Premio Fuentes Mares, 1996), Columbus (1997), El sitio (Premio Xavier Villaurrutia, 1998) y No hay tal lugar (Premio Mazatlán, 2004), y de los ensayos Cartas a una joven psicóloga e Imagen de Julio Cortázar. Actualmente es director de la Revista de la Universidad de México (http://www.revistadelauniversidad.unam.mx). Este homenaje se viene otorgando desde 1992. Lo han recibido, entre otros, el propio Fernando Benítez, en su primera edición. También han sido reconocidos Carlos Monsiváis (1993), Elena Poniatowska (1994), José Emilio Pacheco (1995), Jaime García Terrés (1996), Vicente Leñero (1997), Raquel Tibol (1998), Emilio García Riera (1999), Cristina Pacheco (2000), Huberto Batis (2001), Armando Ponce (2002), Braulio Peralta (2003), Paco Ignacio Taibo I (2004), José de la Colina (2005), Emmanuel Carballo (2006) y Héctor García (2007). Fuente: FIL *** Quinto Congreso Internacional Doceañista se realizará en Cádiz La Universidad de Cádiz (UCA, http://www.uca.es) está convocando el Quinto Congreso Doceañista que bajo el lema “Liberty, Liberté, Libertad. De Filadelfia a Cádiz, el mundo hispánico en la era de las revoluciones occidentales” se realizará en su Facultad de Filosofía y Letras del 9 al 12 de marzo de 2009, y que recibirá propuestas de comunicación hasta el 20 de enero de 2009. Esta edición del congreso pretende señalar el hecho histórico que supuso para su época la Constitución de Cádiz de 1812, cuya elaboración y promulgación no fue un hecho aislado en el panorama internacional, sino la manifestación hispánica de las transformaciones políticas, ideológicas y jurídicas que sacudían a un amplio y convulso periodo de cambios en todo el mundo occidental. Por tanto, los organizadores creen que la misma debe considerarse como un hito histórico en la misma medida que la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, la Constitución de Filadelfia de 1787, la obra legislativa de la primera Asamblea Constituyente en Francia o la Constitución de 1791, en el marco de las sucesivas etapas de la Revolución Francesa. Los temas que se van a tratar en el evento serán el estudio de este documento y de su entorno cultural, filosófico, político, literario, social o artístico, en comparación o en contraste con los otros procesos internacionales de su época; la consideración de las influencias de los demás países occidentales en el desarrollo de los acontecimientos revolucionarios o antirrevolucionarios en España e Hispanoamérica; el flujo de ideas, discursos, personas, bienes, textos y conceptos entre unos países y otros; las relaciones geoestratégicas y la política exterior como uno de los factores determinantes del curso de los acontecimientos gaditanos, y la dialéctica entre nacionalismo e internacionalismo, entre lo castizo y lo cosmopolita, entre el individuo y la identidad colectiva, como parte de la crisis de la modernidad que representan las revoluciones occidentales. Dentro de ese amplio marco se primará la interdisciplinariedad, invitando a ponentes y comunicantes a presentar aportaciones sobre diferentes áreas de conocimiento: historia, pensamiento, literatura, arte, teoría política y constitucional. En el marco de cada ponencia se aceptará un máximo de seis comunicaciones que tratarán necesariamente la línea temática establecida en cada caso, seleccionadas por el comité científico y asesor. La propuesta de comunicación deberá presentarse antes del 20 de enero de 2009 bien por correo electrónico a alberto.ramos@uca.es o a alberto.romero@uca.es, o bien impresa en una hoja DIN-A4, a un solo espacio y con una extensión mínima de 2.800 caracteres. En hoja aparte se debe incluir un mínimo de siete referencias bibliográficas, y todo ello deberá ir acompañado de una hoja en la que conste el título, nombre del autor o autores, dirección, teléfono, población y correo electrónico, así como su situación académica o profesional, nombre de la institución a la que pertenece y un breve currículo. La Comisión Científica del Congreso seleccionará las comunicaciones que considere de mayor calidad y que mejor se ajusten a las líneas temáticas de la convocatoria, respondiendo mediante correo electrónico antes del 30 de enero. Los comunicantes están exentos del pago de la cuota de inscripción. Fuente: UCA ||||||||||||||||||||||| LITERATURA EN INTERNET |||||||||||||||||||||| Librofilia http://www.librofilia.com Comunidad bibliográfica cuyos usuarios comparten información, críticas, reseñas editoriales y hasta portadas sobre los libros que han leído. Permite agregar notas sobre libros para que puedan ser leídas por el resto de la comunidad o para conservarlas como información privada, y un sistema de clasificación favorece la localización de libros afines a los gustos del usuario. Archivo Bolaño http://garciamadero.blogspot.com Sitio dedicado al escritor chileno Roberto Bolaño, en donde se reúnen entrevistas, ensayos y artículos relacionados, noticias, fotografías y reseñas, entre otras áreas abordadas. Planocenital http://www.planocenital.com.ar Blog de cine de autores varios y miradas diferentes, dirigido por el argentino Hernán Silvosa. Un lugar para la crítica, el análisis, la cinefilia, el debate, los clásicos y las novedades. Un espacio para leer, escribir y pensar sobre cine. Sinjania Talleres de Escritura http://www.sinjania.es Sitio que ofrece distintos cursos de iniciación a la escritura creativa centrados en los principales géneros: poesía, relato o novela, sin olvidar otras materias como el guión de cine o cómic, la narrativa autobiográfica, gastronómica, de viajes y muchas más. Además organiza encuentros con autores, presentaciones de libros y recitales de poesía, y ofrece sus instalaciones a todos aquellos que quieran desarrollar alguna actividad relacionada con la literatura. La Buhardilla http://www.venetorosario.org.ar/labuhardilla Revista que el grupo literario argentino La Buhardilla publica desde 2004 y en la que es posible leer materiales en todos los géneros. Pueden participar todas aquellas personas con inquietudes artísticas, sobre todo literarias, y recibe materiales por correo electrónico. Las ediciones están disponibles en formatos Word y PDF. |||||||||||||| ESPECIAL: JUEGOS OLÍMPICOS BEIJING 2008 |||||||||||||| === ¿Quién estará por mí en Pekín 2008? Andrés Mauricio Muñoz ======== ¿Quién compondrá, como Píndaro, el himno triunfal de aquel atleta vencedor que me suplante? Por estos días no he podido dejar de pensar quién estará por mí en Pekín 2008. Esta mañana, por ejemplo, pasé largo rato de pie y de perfil frente al espejo de mi baño. Estaba concentrado en la prominencia de mi abdomen; recordé entonces que, años atrás, donde ahora luzco una masa de simetría circular perfecta, en algún momento alcanzó a insinuarse una chocolatina. Era otra época; en ella, aparte de la rigurosa disciplina con el atletismo, yo estaba convencido de que, a esta edad, en estos juegos, estaría culminando mi carrera deportiva. Me imaginaba avanzando, en un trotecito suave con mucha gente y cámaras a mi alrededor, sosteniendo en mi mano la antorcha olímpica; el comité olímpico colombiano, y el internacional, habrían decidido incluirme en el trayecto final de la llama como tributo a todo lo que yo había hecho por el deporte latinoamericano. Con esa imagen pertinaz en mi cabeza salía a trotar. Mientras los reporteros capturaban cada uno de mis movimientos con la antorcha, yo me entregaba con fervor a series de quinientas abdominales; en el mismo instante en que mis ojos se perdían en la llama que flameaba, yo arrugaba mi cara en una mueca para mejorar mi tiempo en los cuatrocientos metros; cuando por fin lograba incrustar la antorcha con su ave fénix rojo en el pebetero olímpico, exaltado por la ovación de una masa de gente hacinada en las tribunas, yo metía pecho en los cuadros de la meta en una carrera de cien metros contra mí mismo. Fue uno de los mejores tiempos que he vivido. El rigor con que entrenaba y soñaba me hacían muy feliz. Gracias a ello, también, sólo conocí el licor a los veintiún años y tampoco tuve novias. No había tiempo para fiestas ni enamoramientos; tenía que entrenar. Ahora todo es diferente; aunque no he perdido mi entusiasmo por la vida, esta mañana estaba ahí, frente al espejo, con ganas de llorar porque no estaré en la pista atlética del estadio Nido de Pájaros en Pekín ni en ninguna de las trescientas dos competiciones de alguna de las veintiocho disciplinas. Ahora lloro porque no sé en qué momento ese sueño que tenía se esfumó. Miento. Hace mucho que lo sé; sin embargo en estos días, y especialmente hoy, mientras el espejo me devuelve la anatomía de mi cuerpo, esta idea ha estrujado mi ánimo hasta deteriorarlo. Durante estos últimos días he tratado de recordar todo aquello que viví en esa época; recordé entonces una imagen que vi y que me impactó mucho. Mientras veía en el noticiero el resumen de una de las jornadas de los juegos olímpicos de Barcelona, en el noventa y dos, vi cómo un atleta de raza negra, abrazado por su padre y llorando desconsolado, intentaba alcanzar los cuadros de la meta. Me dediqué entonces, en YouTube, a buscar ese video. No fue fácil encontrarlo. El video aparece con la leyenda “Derek Redmond, dad help son to finish the race” (1). Además, está ambientado con una canción muy pertinente: “With Arms Wide Open” (2) del grupo Creed. Después encontré varios; diferentes registros de lo que para mí constituye una de las epopeyas más grandes de los juegos olímpicos modernos. Se disputaba una de las series de las semifinales de los cuatrocientos metros planos. Derek, concentrado en extremo, espera en el partidor el pistoletazo de salida. Luego se ve cómo todos los atletas inician su carrera. Derek avanza con largas zancadas por el carril número cinco y, para alguien como yo, que aún sabe de atletismo, resulta evidente que tuvo una muy buena partida y que la carrera marcha bien. Sin embargo, cuando está tomando la recta de los segundos cien metros, se ve cómo, de manera violenta, interrumpe su carrera y se lleva la mano a su pierna derecha. Un desgarro. Se agazapa en la pista frente a unos reporteros. Su cabeza mira hacia el suelo y su mano sigue tomándose la pierna. No reacciona. Luego levanta su cabeza y observa, con una infinita impotencia reflejada en su rostro, el resto de atletas cruzando los cuadros de llegada. Todos pensaron que todo había acabado para ese hombre que seguía agazapado mirando la meta. Derek, entonces, se para y comienza, con tímidos saltos que poco a poco ganaban vigor, a continuar con su carrera. Mientras su pierna izquierda saltaba y lo acercaba cada vez más a esa meta que, de seguro, se había trazado desde niño, el público lo ovacionaba con aplausos. Yo sé que atrás de cada hombre que uno ve en el televisor, durante sólo unos segundos, disputando una medalla olímpica, está el sueño de un niño, una vida de entrega decidida, muchas privaciones; también, mucha alegría y mucho llanto. Pero sobre todo hay un hombre corajudo, obstinado; pundonor, mucho pundonor es lo que hay detrás de esos varones y esas hembras que corren frente a nuestros ojos. Cuando Derek ya está por alcanzar los últimos cien metros, y cuando la fatiga y el llanto son más que evidentes, su padre salta a la pista a ayudarlo. Miembros de la organización intentan detenerlo. El tipo no se deja y sigue a ayudar a su hijo. Derek, al principio, cuando ve por el rabillo de su ojo que se le aproximan, manotea y se resiste; piensa que no lo dejarán terminar. Cuando se da cuenta de quién es, deja de saltar y se abraza a él. Derek, renqueando y sostenido por su padre, sigue avanzando hacia la meta fiel a su carril. El público se ve, como telón de fondo, aplaudiendo de pie; sin embargo, puedo intuir que habría muchas lágrimas en muchos ojos. Cuando ya casi han alcanzado los cuadros de llegada, y por el asedio de los camarógrafos, el padre de Derek se desvía hacia un costado. Derek, sin embargo, de una menara muy sutil, imprime fuerza a su cuerpo y no abandona su carril pues aún no han alcanzado la meta. Unos instantes después lo consiguen. Cuando yo vi este video tenía dieciocho años y ya empezaba a intuir, o a aceptar la idea, de que mis sueños olímpicos no se cumplirían. No sólo porque el cronograma de torneos y marcas personales que con tanta rigurosidad había diseñado no se había cumplido, sino porque entendí que la constitución de mi cuerpo no daba para ello. Por otro lado, tenía la presión de Papá, quien a cada instante preguntaba sobre mi futuro; él quería saber, y estaba en su derecho, si yo me dedicaría a mi carrera en la universidad o a correr como un obseso en una pista atlética. Papá cumplía para mí lo que el padre de Derek hizo con él, ayudarme a culminar mi verdadera meta. Aún conservo las medallas que gané; no de los títulos nacionales, suramericanos, olímpicos y mundiales que soñé, pero importantes para mí. Hace poco, cuando fui a visitar a papá a Popayán, él, sin saber lo que tenía en mi cabeza, y por esas cosas de la vida que uno no entiende, me regaló la copia de un libro hermoso: Himnos Triunfales —Epinicios— de Píndaro. Píndaro es considerado el más grande poeta lírico de Grecia. Los Epinicios son cantos triunfales, odas que él componía con mucho fervor a los atletas vencedores de los juegos. Son hermosos homenajes que él entregaba como tributo a esos hombres que se batían en la arena en pos de la victoria. Píndaro pudo conocer, en su apogeo, los juegos de Olimpia que se celebraban en Grecia antes de Cristo; por eso, comenta Agustín Esclasans, el prologuista y traductor del libro, pudo convertirse en su máximo cantor. Píndaro, más que admiración, sentía una veneración devota por los triunfadores de los juegos. En la olímpica “Segunda a Terón de Agriento, vencedor en la carrera de carros” (76ª olimpiada, 476 a J.C), Píndaro recita: Tal como el agua es el primero de todos los elementos, y como el oro es la más preciosa de todas las riquezas, asimismo Terón ha alcanzado, con sus virtudes, el colmo de la felicidad; la gloria de su casa se extiende hasta las columnas de Hércules. Ir más allá es algo imposible, tanto para el sensato como el insensato. Yo no lo intentaría, puesto que equivaldría a realizar un esfuerzo en vano. Dos preguntas me asaltan desde ese entonces ¿Qué hubiese compuesto Píndaro a ese joven británico que con mucho pundonor cruzó la meta ayudado por su padre? ¿Qué cantaría el gran poeta a ese atleta que estará por mí y vencerá por mí en los juegos de Pekín? He decidido seguir los juegos desde aquí, desde lo que ahora es mi vida; cuando el atleta vencedor de los cuatrocientos metros cruce la meta, seré yo quien alzará los brazos. Notas 1. Derek Redmond, el padre ayuda a su hijo a terminar la carrera. 2. Con los brazos bien abiertos. ** Andrés Mauricio Muñoz andres.munoz@hp.com Escritor colombiano (Popayán, 1974). Ingeniero en electrónica y telecomunicaciones de la Universidad del Cauca (http://www.ucauca.edu.co) y especialista en evaluación y desarrollo de proyectos de la Universidad del Rosario de Bogotá (http://www.urosario.edu.co). Trabaja como consultor de tecnología de una multinacional. Ha publicado la novela breve Te recordé ayer Raquel (Sic Editores, 2004) y tiene un libro de cuentos inédito. Dos cuentos suyos se encuentran publicados en la antología de la revista Dos Islas Dos Mares, de Cuba, en homenaje a Hans Christian Andersen (2005). Actualmente trabaja como director de la edición impresa de la revista La Movida Literaria, de Colombia. === Adiós al hutong Daniel Dimeco ==================================== Me tiendo de espaldas sobre la cama. Me cubro los ojos con las manos ocultando que se han anegado. El cuello era como el de una tortuga, hasta tenía el mismo color. Un cigarrillo entre los dedos y las uñas largas y oscurecidas. Me gustó pensar que, en el hutong, le conocían como “el viejo Nian Zu”, aunque su edad era indefinida, puede que haya tenido sesenta u ochenta años, daba igual. Era un hombre respetable. Nian Zu estaba agachado en el umbral de la puerta fumando. A su lado, un niño comía arroz de un cuenco que sostenía en su regazo. El niño maniobraba los palillos como a mí me gustaría hacerlo y tenía la boca inflada de arroz; algunos granos caían de entre sus labios nuevamente al cuenco. Pensé en su nombre y lo bauticé Guang. Al pasar a su lado, estiró un brazo con el palillo y me dirigió unas palabras en chino-bebé. Le sonreí y me sonrió. Me guardé mucho de no sacarles una foto, esa manía tan nuestra de llevarnos la vida de los demás en un carrete o en un chip, de violarlos en su intimidad como a los monos en el zoo. Continué andando por la callejuela y, al girarme, observé que Nian Zu seguía en la misma postura contemplativa, consciente de que la vida transcurre y no porque corramos detrás de ella vamos a poder alcanzarla. Su sabiduría, no la letrada sino la milenaria de su raza, le permitía permanecer aparentemente impávido delante de su casa. En el distrito de Chongwen, los restaurantes antiguos se suceden entre tiendas de ropas y de alimentación; burdeles y fotos revolucionarias de un Mao Tse-tung joven y risueño; proletarios barriendo las calles y humeantes puestos callejeros de comidas calientes. Me incorporo en la cama y busco mi caja repleta de mapas. Encuentro el tríptico verde que me acompañó y me guió por la ciudad de Pekín. Señalo con el dedo un espacio bastante grande, una barriada típica que rodeé durante unos días hasta que decidí atravesarla, internarme en su inmensidad armoniosa entre la avenida Qianmen, arteria recta al sur de la plaza de Tian an men, y el Templo del Cielo, en el parque de Tientan. Según el telediario se trata de una zona derruida, montones de escombros como si se tratara de un bombardeo o de un terremoto. Son (eran) los hutongs, los barrios tradicionales y pobres de la capital. Dicen que por las noches entran las excavadoras y arrasan con lo que hay entre las adyacencias, que demuelen el pasado para construir un futuro acorde a las demandas y al “progreso”. Juegos Olímpicos 2008. Pekín necesita mostrar su cara más moderna, ese rostro por el que Occidente se desvive. Los terrenos se revalorizan, las torres acristaladas de decenas de pisos crecen como hongos y los pobladores son reubicados. Todo es así de fácil y de rápido. Las autoridades chinas necesitan lavarle la cara a la ciudad (cabe decir, como han hecho todas las ciudades olímpicas anteriores) y para ello son indispensables los terrenos en el centro de la capital para poder montar las instalaciones de exigencias deportivas colosales. A la mega construida residencia imperial sólo le quedaban algunos espacios libres: los hutongs, esos sitios en los que la calma oriental me pareció palpable, donde la gente observaba pasar la vida con inteligencia milenaria, donde beber una taza de té o comer un cuenco de arroz sentados en las puertas de las casas era una ceremonia largamente practicada, como lo hacían Nian Zu y el pequeño Guang. Las medallas que se obtienen a través de las competiciones deportivas demuestran los músculos y la salud de un pueblo. 2008 es una cita importante para la nueva China, la llama y el espíritu atenienses, después de una travesía harto complicada y publicitada por los medios. Escribió la gran Marguerite Yourcenar, refiriéndose a la ciudad de su Adriano: “La menor restauración imprudente infligida a las piedras, la menor carretera de asfalto que invade un campo donde creció la hierba durante siglos, determina para siempre lo irreparable. La belleza se aleja; la autenticidad también”. ** Daniel Dimeco daniel.dimeco@yahoo.es Escritor ítalo-argentino (1969). Reside en Madrid desde 2002. Master en Gestión Cultural por el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset (http://www.ortegaygasset.edu), de Madrid. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Buenos Aires (UBA, http://www.uba.ar). Ha dirigido la obra de teatro ¿Son los días felices?, estrenada en Madrid en 2005. Compilador de las obras de teatro breve para la Escuela de Interpretación Jorge Eines (http://www.jorge-eines.com/obras.htm). Ha trabajado en las embajadas de Argentina en Copenhague, Unesco y Madrid. Mantiene en línea la bitácora Scoprire (http://scoprire.blogspot.com). === Triatlón Luis Alejandro Ordóñez ================================== ERIC, 30 años, entra haciendo ejercicios de calentamiento y estiramiento. Inhala y exhala profundamente mientras realiza su rutina. ERIC: Pensar lo menos posible en la competencia, esa es la clave, pensar lo menos posible, no pensar si es posible, la clave es pensar lo menos posible en la competencia. Al menos la clave para mí. Esta competencia es importantísima, no se lo digan a nadie, pero ése que está ahí, sí, el señor (DESCRIBIR A ALGUIEN DEL PÚBLICO), es el de los billetes, un contrato de patrocinio en dólares para prepararme, con entrenador y todo, para el preolímpico, garantizado si quedo entre los cinco primeros, si quedo entre los diez negociable con algún tipo de evaluación posterior de desempeño o meta intermedia. Creo que tengo buen chance de conseguir el patrocinio de una, hace cuatro años estuve a esto de clasificar al preolímpico, y aunque para ser sincero ya no estoy tan fuerte como entonces, sí soy mucho más sabio. Sapiencia, sapiencia fue lo que me faltó en aquel momento y es lo que me sobra en éste. Yo, Eric Delgado, en unos Juegos Olímpicos, quién lo iba a pensar. Ir a las Olimpíadas es un sueño que me ha acompañado desde que tenía diez años. Mi papá me regaló un álbum de barajitas de la historia de las Olimpíadas, desde los griegos pa’cá. Pero como buen padre despreocupado, no se le ocurrió preguntar si el álbum estaba todavía en circulación. Y no estaba, se le había quedado frío al quiosquero que al parecer lo mantenía todavía en venta a ver si encontraba algún desprevenido, y consiguió a mi papá. Las únicas barajitas que pude pegar en el álbum fueron las que mi papá compró ese mismo día, todas las que le quedaban al quiosquero. Mi historia personal de las Olimpíadas tenía una serie de cuadros en blanco que con el tiempo fui llenando con mi imagen ganando cuatro medallas de oro frente a Hitler en el 36, estableciendo el récord más longevo del atletismo en México, salvándome por poco de la matanza del Septiembre Negro, obteniendo siete medallas en la natación del 74. Algún día, solía decirme, tendré mi propia barajita. Cuando empecé a competir en el triatlón, el sueño estaba un poco dormido, archivado en algún lugar de la memoria, pero el triatlón muy pronto se convirtió en un deporte olímpico y el sueño resurgió con toda su fuerza. Bien visto, es el único sueño que he tenido en mi vida, y aquí estoy, todavía tratando de hacerlo realidad. Suena una CORNETA y se oye una VOZ EN OFF. VOZ: Competidores listos para la partida. Eric se pone el gorro de nado y se quita el mono quedando en traje de baño. Ve a su alrededor, saluda emocionado. ERIC: Mi mamá está en el público, como siempre. Ésta es una carrera especial también para ella, me hizo prometerle el podio, no importa en qué lugar, pero quiere verme en lo más alto. Ella ha sido mi mayor fanática. No se perdió una sola de mis carreras, y siempre se las arreglaba para estar en primera fila en la partida, en las dos transiciones y en la llegada final. En cambio, mi papá nunca ha venido a verme, pero eso sí, sabe de triatlón como si fuera comentarista de televisión, apenas me ve me pregunta mis tiempos y los compara con los de Gilberto González, me quito el gorro ante Gilberto (SE QUITA RESPETUOSAMENTE EL GORRO DE NADO, HACE UNA PEQUEÑA REVERENCIA Y SE LO VUELVE A PONER). Cuando estoy yendo a una competencia me pregunta qué competencia es, quiénes van, lo piensa un momento y dice, tercero, quinto, décimo tercero, décimo noveno, vigésimo cuarto, con una habilidad para los números ordinales impresionante, no es exactamente un pronóstico, es un reto, porque no me dice en qué lugar voy a llegar sino cuál lugar no voy a alcanzar. Al volver de la competencia, se me queda mirando y yo asiento con la cabeza dándole la razón, llegué por debajo del tercero, del quinto, del décimo tercero, del décimo noveno, del vigésimo cuarto, entonces sin decir nada, vuelve a lo suyo, no me lo restriega, no se ufana, en el fondo siempre espera equivocarse, es su forma de apoyarme, sé que ahorita está ligando tanto como mi mamá, pero a su manera. Para esta competencia, dijo undécimo. VOZ: Preparados. Eric asume posición de partida. Suena un DISPARO dando la salida. Eric corre y se zambulle. Comienza a nadar. ERIC: Mi estrategia de carrera es sacar la mayor ventaja posible en la natación, mi mejor especialidad, mantener lo mejor que se pueda el ritmo en el ciclismo, que nunca he sido buen pedalista, y volver por el remate en la maratón. Si todo sale bien, mañana estoy firmando contrato y comenzando mi preparación para el preolímpico. Eric aumenta el ritmo de las brazadas. ERIC: Ahí va Rodríguez, adiós Rodríguez, te espero en la meta. Rodríguez es uno de mis rivales en lo del patrocinio, solíamos ser amigos, entrenábamos juntos y todo, ojalá se parta un tobillo. Hace cuatro años justo, en una competencia igualita a ésta, de clasificación para el preolímpico, me hizo creer que se estaba desfalleciendo y me pidió que lo ayudara un rato a mantener el ritmo. Bueno, yo perdí el mío y él se metió un remate que me sacó como seis minutos, él clasificó al preolímpico y yo, cuatro años esperando una nueva oportunidad. No sólo en la meta, también te espero en la bajadita. Voy bien, voy bien, buen ritmo, buena brazada, me siento muy fuerte, salir del agua de primero, salir del agua de primero, cumplir la estrategia saliendo del agua de primero. Pero si esto sigue así no voy a poder cumplirla. ¿Quién va de primero? No lo reconozco. En cada competencia hay alguien nuevo, así no se puede. Está fuerte. No me le acerco. No había pensado en esta posibilidad. No tengo una estrategia alterna, no creí que esto me pasaría. Vamos, Eric, esta es tu disciplina. Eric aumenta aun más el ritmo de la brazada. ERIC: Vamos, ya lo estás alcanzando. Ya vamos hombro con hombro. Ya quedó atrás. A respetar, nuevón, que este es un deporte de jerarquías y todo el mundo sabe a quién le pertenece esta parte de la carrera. La natación, como dije, es mi mejor disciplina. Casi todos mis trofeos y reconocimientos han sido por lograr los mejores tiempos en el nado. Lástima que la natación sea la parte más corta de la disciplina. A veces me pregunto por qué no me dediqué exclusivamente a la natación. Porque era suficientemente bueno en ciclismo y en carreras de fondo como para ser triatleta. ¿Que cómo lo supe? Porque todo el mundo me lo decía. Bien visto, no me hice triatleta por decisión propia. ¿Cómo lo llamaría? ¿Presión de grupo? Más bien abuso de poder. En aquel entonces el triatlón era una novedad, una cosa de locos masoquistas enfermos: la descripción perfecta de mi entrenador de natación. Él estaba muy viejo para iniciar seriamente una carrera de triatleta, por eso quiso tenerla a través de mí. Me ponía a nadar distancias cada vez más largas, junto a sesiones de bicicleta y de trote como parte del entrenamiento, y luego hablaba de lo bien que me iba en todas las disciplinas. ¿Por qué desaprovecharte en una sola especialidad? ¿Por qué desperdiciar ese talento natural? ¿Por qué no intentar en el deporte del futuro? Insistió muchísimo, insistió hasta que terminé aceptando iniciarme en el triatlón, y por supuesto él se convirtió en mi entrenador personal. Pero pronto sentí que lo había dejado atrás, que necesitaba alguien mejor junto a mí. Fue duro, fue mi primera gran decisión, pude tomarla sólo cuando me convencí de que esto era serio, si esto es serio, me decía, tengo que tomar decisiones importantes. Aun así, con la decisión de sustituirlo ya tomada, intenté darle una última oportunidad: hazme un plan de entrenamiento para bajar mis tiempos en el ciclismo. Me hizo el plan, que incluyó hasta una corrección en mi postura al pedalear, lo seguí al pie de la letra, todo parecía perfecto, de hecho, mis tiempos en los entrenamientos bajaron. Pero el día de la competencia, mi primer suramericano de primera categoría, a medio camino tuve que bajarme de la bicicleta reventado, simplemente me había reventado, si algo debe saber un entrenador es cómo no reventarte. Ni siquiera hablamos del asunto, me preguntó si podía caminar, le dije que sí, me dio la espalda y se fue, no lo vi en el hotel, la cosa fue en Cartagena, no lo vi en el avión de regreso, no lo vi nunca más. Desde ese entonces, sólo he tenido entrenadores esporádicos, de cara a competencias muy importantes o cuando el presupuesto me permite el lujo. A él, le debo mi carrera de triatlonista y una mala posición al pedalear. Rematemos esto para salir del agua con la mayor ventaja posible. Eric remata. Sale del agua. ERIC: Esto se me está pareciendo a los nacionales del año pasado, donde el hombre de los reales me habló por primera vez del patrocinio. En esa competencia terminé sólo por detrás de Gilberto González. Eric se quita el gorro de nadar, hace la pequeña reverencia pero no vuelve a ponerse el gorro y pasa por la duchita. ERIC: Y como si hubiera sido el ganador, todos me rodearon a mí, me felicitaban, casi me alzan en hombros, nadie le paró a Gilberto, estamos demasiado acostumbrados a que gane, ganar tanto aburre, no sé si al ganador, pero a todos los demás nos acatarra, no puede ser, no puede ser, danos chance. Pero si todo sigue así no necesitaré que me den ni chances ni ventajas. Estoy fuerte y cómodo. Excelente resultado, excelente resultado, todo según la estrategia, salí de primero del agua, buena ventaja, patrocinio te espero en la llegada. Ahí está mi mamá, hola, mami, a veces me parece mejor triatleta que yo. Al menos debió involucrarse en la organización de triatlones, porque una cosa es querer estar ahí en la meta para apoyar a tu hijo, otra es conocer cómo funciona el asunto de la manera en que ella lo conoce: antes de la partida ya tiene cuadrado a algún muchacho que la llevará en jetsky al final de la natación, ahí se monta de parrillera en una de las motos de seguridad, de esas que se aseguran de que en la vía no haya carros ignorantes de la competencia, en la transición entre ciclismo y trote se va en el carro de algún equipo periodístico, porque si algo ellos no pueden perderse es la llegada del ganador a la meta, y ella siempre con la expectativa de que ese ganador sea yo. Sí, mamá, el podio, no lo he olvidado. Pero quien más quisiera que viera ese podio es Isabel, no pudo venir, lástima, casi nunca puede venir a las competencias, cosas del trabajo, es presentadora de televisión, está buenísima, si no estuviera buenísima no sería presentadora, presenta un programa de turismo, de aquí pa’llá, de allá pa’cá, casi no nos podemos ver, ella con sus viajes y reportajes, yo con mis entrenamientos y competencias, la relación perfecta, cada vez que nos vemos es como si fuera el primer fin de semana de novios. Aunque ya a Isabel eso no le parece suficiente. Pero sigamos con lo mío, aquí está mi bicicleta. Eric se pone una camiseta, zapatillas de ciclismo y una gorra, toma la bicicleta y se sube. Comienza a pedalear. ERIC: La clave de una buena competencia es seguir al pie de la letra la estrategia trazada. Repasemos, pues, la estrategia: en bicicleta, aguantar lo mejor posible. Desde Cartagena, ¡qué dura se me hace la bicicleta! Justo en la línea donde las piernas se encajan al resto del cuerpo el traje de baño se me entierra y siento el roce de la piel con la tela mojada. Pedalear se vuelve una tortura, larga y lenta, que no se detendrá hasta que confieses que no puedes seguir montando la bicicleta porque llegó el momento de trotar. Pero no importa. Ahí está uno, pedalea y pedalea, pedalea y pedalea, tratando de no sentir la tela húmeda, de ignorar que la piel se está quemando, buscando la posición para no sentirlo, respirando no por el ritmo del pedaleo sino para aguantar el dolor, contando los kilómetros que faltan para bajarse de la bici, e intentando no pensar que además de la irritación está el roce interno, porque el roce interno uno no lo siente pero es más duro y trae peores secuelas. Está demostrado que el sillín de la bicicleta, incluso el más ergonómico, afecta el aparato reproductor masculino. Me preocupa. Me preocupa porque cuando Isabel me dijo que ella algún día quería tener hijos, yo me quedé pensando y me pregunté si habrá alguna secuela; Isabel y yo somos cuidadosos pero no es que hayamos sido la cátedra del control natal. Viéndolo bien, no me importaría en lo más mínimo que un día Isabel llegara y me dijera, Eric, estamos embarazados, creo que Isabel es la ideal, la mujer de mi vida, la mujer con la que quiero sentar cabeza y formar una familia. El problema es que para el par de años que llevamos juntos, el tiempo compartido es bien poco. ¿Me atrevería a tomar una decisión así con ella? No lo sé, no puedo saberlo, hace rato la llamé la relación perfecta, perfecta ahorita, pero en el futuro no sé. Y el futuro puede ser ahora. El futuro es ahora, está tan cerca como la meta. Lo puso muy en claro: o esto del triatlón comienza a dar frutos o vas a tener que decidir entre el triatlón y yo. Isabel quiere casarse conmigo, pero siente que estoy botando mis posibilidades de tener una familia estable, de asegurarles una vida tranquila a nuestros hijos con esto que ella llama un sueño loco. Para ella, mis mejores años en la competición pasaron y quiere que me retire, que consiga un trabajo serio y que terminemos de sentar cabeza como pareja, como familia. Pero yo no puedo retirarme, no ahora que conozco tanto la competencia que sé poner las cosas a mi favor aunque me fallen las fuerzas. Y sobre todo, no ahora que todavía tengo la oportunidad de coronarme, de alcanzar mi sueño. El peor lugar en una Olimpíada es el cuarto lugar, a un pasito de la medalla pero con el cuello frío y desnudo, y si mi carrera llega a su fin en este momento, tendré que decir que en ella si acaso llegué cuarto. ¡Epa! Ahí va Gilberto González, me quito la gorra delante de Gilberto (SE QUITA LA GORRA, HACE LA PEQUEÑA REVERENCIA Y SE LA VUELVE A PONER). Acabo de perder el primer lugar, pero todo está dentro de lo previsto, voy bien, voy excelente. Eric cambia la posición en la bicicleta para poder pedalear con más fuerza. Lo hace un rato a un ritmo bastante intenso, pero no puede mantenerlo, pronto se muestra incómodo. ERIC: Cartagena está superada, Eric, recuérdalo. ¡Epa! Ahí va el mexicano. Y ahora el brasileño. Se están aprovechando de que no puedo pedalear bien con esta irritación. (CAMBIA DE POSICIÓN EN LA BICICLETA) Si pedaleo de esta forma no me molesta tanto. Lo malo es que voy más lento y no puedo evitar moverme en zigzag. No entiendo por qué estas competencias tienen que ser internacionales, así estaría de segundo y no de cuarto, ¡epa!, ahí va, ahí va, ¿cómo es que se llama? El juvenil, un chamo de Sucre que va para demonio. Me está reclamando que me puse en su línea de carrera para no dejarlo pasar. ¡Como si yo necesitara trucos! ¡Qué bolas tiene! ¡Qué se cree! Claro, si yo tuviera todavía diecisiete también pedalearía a ese ritmo, aprovéchalo mientras te dure. Y yo aquí, tratando de estirarlo. Hace dos meses cumplí los treinta. La parte buena fue la celebración: un fin de semana con Isabel en un resort en Jamaica, entre la compañía productora y el resort pagaron, Isabel hizo su reportaje y yo fui como asistente, tomé bastantes fotos. La parte mala, cumplir los treinta. No es que me preocupe la vejez, es que, coño, cada vez estoy más viejo, y esto se pone más duro, recuperarme de una competencia me lleva más y más días, y entrenar se está volviendo una tortura diaria. Mi cuerpo comienza a pedirme un descansito, y yo no estoy listo para dárselo. El paso del tiempo le pone gríngolas a nuestras expectativas. A los doce años iba a ser medallista olímpico en todas las disciplinas, hasta en las femeninas. A los treinta sólo aspiro a asistir a una Olimpíada. Y no puedo quejarme, es un sueño que ha tenido larga duración, mucho mayor que los sueños infantiles de la mayoría. Lo malo es que no sé si todavía tengo el derecho a soñar otro sueño. Me pregunto si todavía tengo la posibilidad de concentrarme en la natación y trazarme la meta de cruzar a nado el Canal de La Mancha o el Golfo de Cariaco. ¡Ey! ¡Y este gentío de dónde salió! Tranquilo, Eric, que la estrategia dice aguantar lo mejor que se pueda en el ciclismo, y estoy aguantando. Eric vuelve a cambiar de posición en la bicicleta y pedalea intensa y sostenidamente. ERIC: ¡No aguanto! Me estoy desgastando, la entrepierna me molesta mucho, no sé si pueda mantener este ritmo y sigo perdiendo puestos. Ya no estoy entre los diez primeros y no sé si estoy entre los veinte. ¡Epa! Ahí va Rodríguez, con despedida incluida, ya vas a ver, Rodríguez, ya vas a ver. Si no voy a lograr mi objetivo, al menos que Rodríguez tampoco lo logre. Que con ganarle a Rodríguez y verlo a él también sin patrocinio me conformo. Pero debo olvidarme de Rodríguez y concentrarme en mi estrategia, aunque si puedo devolverle la que me hizo hace cuatro años se la devuelvo. Por qué negarlo, aquí uno se juega su orgullo, ser el mejor, y cuando te das cuenta de que ya no podrás ser el mejor de todos vas cambiando tus metas, como un alpinista que sabe que nunca subirá al Everest, sin embargo se siente igual de realizado con cada montaña que corona. Yo sé que no voy a ganar un Ironman y que si clasifico a los Olímpicos no voy a ganarme una medalla, pero el solo hecho de ir a una Olimpíada le daría sentido y significado a mi carrera. Mi carrera, cada vez más a menudo me pregunto si ha valido la pena. Todo por culpa de ese periodista. Periodista no es gente, uno le abre las puertas de su casa, uno se pone confidente y te lo pagan así, escribiendo lo que les provoca y llenándote la cabeza de dudas y de temores. Tremendo reportaje, Las Tres Etapas de Eric Delgado, oye, qué interesante, qué original, como si mi vida misma fuera un triatlón, pero después la sinopsis: La Joven promesa, El que no cubrió las expectativas, El Veterano que taponea a los demás competidores en la carretera. ¡Su madre! Ni seguí leyendo, pero leí suficiente, leí demasiado. Ya nadie debe recordar su reportaje excepto yo, que me quedé todo cabezón, pensando si era verdad que no cubrí las expectativas, si la gente me ve como el que pudo ser y no fue, repasando los momentos de alegría y satisfacción de mi carrera para determinar cuán verdaderos fueron. Lo fueron, pero no lo son y nunca volverán a serlo porque se desdibujan, se borran ante la fuerza de los recuerdos vivos, actuales, reales, del aquí y del ahora. Recuerdo todos y cada uno de los entrenamientos interminables, los calambres, las caídas de la bicicleta, las lesiones, el frío, el calor, los sufrimientos por bajar el tiempo un minuto, por aumentar dos kilómetros, sólo para decir que hice un minuto menos o dos kilómetros más, los recuerdo perfectamente porque todo eso lo estoy viviendo actualmente y cada vez me afecta más, me duele más vivirlo. Le eché la culpa de todo a mi papá, sentí que fue él quien le metió en la cabeza al periodista lo de no cubrir las expectativas. Después de todo, su reto no era otra cosa sino expectativas no cubiertas. Entonces intenté responder al reto diciéndole orgulloso el lugar en que había llegado, y las tres veces que lo hice me replicó con el monto de dinero que tal lugar me otorgaba y la cantidad que había perdido por no haber llegado un puesto más alto. Entendí que estaba cansado de ayudarme cada vez que yo tenía problemas para financiar mi carrera, que los méritos deportivos no eran suficientes, resultados, quería resultados y ésos se miden en efectivo, no hay otra manera, porque al final los méritos deportivos se reflejan tan perfectamente en las ganancias que no tiene sentido sino perseguir la plata. Fue cuando entré en el circuito de las victorias menores, carreras fuera del ciclo olímpico o no reconocidas por la Federación Internacional de Triatlón, eventos patrocinados por marcas recién lanzadas al mercado, invitacionales de clubes, cosas por el estilo, carreras de esfuerzo menor, con tan poco prestigio en juego que alejan a las grandes estrellas, pero con dinero contante y sonante, nunca grandes fortunas pero sí suficiente para tener una entrada de dinero decente, constante, un presupuesto más o menos seguro de premios en metálico, que además abultó el pedigrí de éxitos para conseguir patrocinantes. La Orquídea de Funchal: el principal apoyo a lo largo de mi carrera, con el cheque mensual que me daba el portugués al menos me era fácil remplazar las bicicletas cuando hiciera falta. Pero cuando el portugués decidió retirarse y volver a Funchal, sus hijos cerraron la panadería, sacaron sus pasaportes de la Comunidad y se fueron a Europa, ninguno a Funchal por supuesto, y yo me quedé, de cara al que probablemente sea mi último ciclo olímpico, sin la entrada de dinero, modesta pero fija, que significaba tener La Orquídea de Funchal escrito debajo de mi nombre en todas mis franelas, gorras, trajes de baño, coolers, bolsos y bicicletas. Si gano el patrocinio podré volver a ver mi nombre bien acompañado, escrito al lado de una marca, como debe ser. Eric, échale bola, que en la meta está esperándote ese patrocinio. Eric acelera el ritmo de la pedaleada, se ve que sufre cada vez más y sin embargo mantiene ese ritmo. ERIC: No voy a poder, no voy a poder. Si me bajo de la bicicleta es para siempre. Vamos, vamos, aguanta, faltan pocos kilómetros, es más, la clave está en no pensar, no pensar en kilómetros, mejor pensar en minutos, faltan cinco minutos, como cuando he trabajado y estoy en una oficina mirando el reloj y tratando de dejar algo terminado antes de irme, faltan cinco, faltan cinco, sin importar que faltaran montañas de planillas por meter en la computadora, lo importante era que faltaban cinco, cinco minutos, pedalea cinco minutos más y ya. Sin La Orquídea de Funchal, el entrenamiento se volvió aun más duro, porque trabajar se volvió mi actividad principal, y eso no cuadra con un programa de entrenamiento. Lo malo de entrenar es que los sacrificios de hacerlo van mucho más allá de dedicarle días y horas sólo a mantener las marcas sin importar si está lloviendo o si es Semana Santa y todo el mundo está echado sin hacer nada, los sacrificios se extienden a las horas de no estar entrenando pero que tienen que estar perfectamente medidas y planificadas para cuando llegue el entrenamiento. Estudiar, trabajar, enamorarme, todo gira alrededor de entrenar. Cuando me gradué de bachiller nunca me pregunté qué me gustaría ser o qué carrera me llamaba la atención, simplemente revisé qué horario era más conveniente para mis entrenamientos, derecho en el turno de la noche, eso fue lo que empecé a estudiar pero nunca saqué el título, claro, si la mayor parte del tiempo la pasé dormido en clases por lo tempranito que me levantaba para trotar, nadar o hacer bicicleta, lo que tocara. Con los trabajos igual, horario flexible, poca responsabilidad, renuncia en el escritorio del jefe apenas alguien me ofrecía un dinero para que me dedicara exclusivamente al triatlón, o cuando una carrera importante se avecinaba. Y creo que eso mismo describiría mis noviazgos, horario flexible, poca responsabilidad, a eso es a lo que quiere ponerle fin Isabel. Llega el momento en que uno compite no sólo por la meta personal sino por todo lo que se ha dejado de tener al dedicarse a esto. Cinco minutos, sólo cinco minutos más, han pasado como diez y todavía me faltan unos metros para la transición. No puedo fallar, no puedo fallar. Coño, me están fallando las piernas. Eric se baja de la bicicleta, la pone a un lado, se quita las zapatillas de ciclismo y se pone unas medias y unos zapatos de correr. Empieza a trotar. ERIC: No, mamá, no pongas esa cara, no pongas esa cara que ya estoy suficientemente consciente de que la cosa no va bien. Habrá otras competencias, te lo prometo, mamá, no te vas a morir antes de volverme a ver en un podio importante. No puedo fallar, no en esta carrera, no cuando mi mamá me pidió como regalo ese podio antes de empezar la quimio, la radio, de ir a quirófano, porque después quién sabe. Quién sabe si el cáncer no cede, si no aguanta el tratamiento o si no podemos seguir financiándolo, que mi papá no cree que alcance el dinero, lo dijo justo después de sentenciar que llegaría undécimo, la falta que nos hace ese dinero, suerte, nunca me había deseado suerte antes de una carrera, así de necesario es el dinero del patrocinio, y no sé si lo obtenga, no sé si pueda obtener el dinero de otra manera y cada vez es menos probable que lo obtenga de ésta, porque la verdad, no sé si pueda aguantar más este ritmo, esta carrera. Aguanta, aguanta hasta el próximo poste. Así, así, paso a paso, aguanta mamá hasta la quimio, ya llegamos al poste, ahora aguanta hasta el cartel, ¿cuál?, ¿el de bronceadores? No, el de cerveza, aguanta Isabel hasta el preolímpico y ahí decidimos, ya llegamos al cartel, ahora trata de alcanzar al corredor aquel, vamos, trata de aumentar un poco el ritmo, trata de recortarle camino, trata, trata, trata de trabajar horas extra para ayudar con el tratamiento de tu mamá, no puedo, no le recorto ni un metro, no lo voy a alcanzar, no voy a obtener el patrocinio aunque esté completamente consciente de que es lo menos importante que está en juego, está en juego mi vida, mi forma de vida, la forma de vida de mi familia, a partir de mañana tendremos que ser otros, independientemente del resultado, y yo me niego a que eso pase, quiero negarme. Me estoy jugando mi última oportunidad de que todo siga igual, con sus fallas, con sus sufrimientos, pero igual, conocido, seguro, con partida y llegada. ¿Cuál es la llegada de la carrera que comienza mi madre? ¿Cuál es la carrera que mi papá deberá empezar junto a ella? ¿Dónde está la partida que me exige tomar Isabel? Y al final, ¿cómo sabré el lugar que obtuve, cómo sabré si gané o perdí? No sé, no lo sé, no quiero saberlo. Eric trota con dificultad, cada paso lo da con esfuerzo. ERIC: Siento que las pantorrillas me van a estallar, pareciera que los riñones se me hubieran desprendido, si tomo más agua la vomitaría, no voy a llegar, a este ritmo ni siquiera voy a terminar la competencia. Mi sueño de ir a los Olímpicos, mi año de patrocinio, la gloria y el billete perdidos el mismo día. La promesa a mi mamá, la ayuda a mi papá, el ultimátum de Isabel, mi forma de vida, mi vida tal cual la he vivido, tirada a la basura. Después de este fracaso no me queda otra sino el retiro, para qué seguir en este masoquismo. Que si aguanta hasta el cartel, que si alcanza al corredor que está... ¡si está aquí mismo y ahora lo reconozco!, es Rodríguez. Cada paso que doy estoy más y más cerca, parece que se está desmoronando, que está desfalleciendo. Déjame verte, Rodríguez, ¿quieres que te sirva de rompeviento?, ¿que te ayude a recuperar el ritmo?, ¿quieres hacerme lo mismo de la otra vez? Chao, Rodríguez, nunca había disfrutado tanto una despedida. Por un rato, Eric recupera la fuerza, trota a un ritmo impresionante, pero pronto vuelve a bajarlo y empieza a mostrar todo el cansancio y el sufrimiento que está sintiendo. ERIC: Cuatro años, cuatro años pensando en el momento que algo así me sucediera, poderle decir a Rodríguez si te he visto ni me acuerdo. Y para qué, para nada, no siento nada, no siento dulce en la boca, no siento frío en el paladar, no siento las piernas, no siento los abdominales, no siento los pómulos, haber dejado atrás a Rodríguez no fue otra cosa que la demostración del sin sentido de mi vida, de mi carrera. ¿Para qué coño estoy compitiendo? ¿Para ir a las Olimpíadas? Gran cosa. ¿Para ganar y decir que gané? ¿Para decir que me desquité de un tipo que me la hizo ya nadie sabe cuándo? Qué absurdo todo. Lo mejor es ponerle un parao a todo esto, no ganar, no obtener el patrocinio, retirarme y olvidarme para siempre de entrenar, de levantarme temprano, quedarme en la cama todo el domingo y no porque no me he recuperado de los calambres sino porque me da la gana, rumbear, beber, fumar, comer porquerías, eso sí es vida, es más, debí haberme retirado hace años, debería retirarme independientemente del resultado de hoy, debería detenerme aquí e irme a mi casa. Eric se queda pensativo, aumenta el ritmo del trote. ERIC: ¿Y qué voy a hacer si me retiro? Trato de imaginarme en el futuro y lo que me veo es contando mis hazañas: hijitos, ¿se saben el cuento de cómo me vengué de Rodríguez? Porque mi vida ha sido y es esto, no otra cosa, no tengo otra habilidad, no sé hacer nada productivo y tengo que producirlo ya, no puedo darme el lujo de estudiar, no tengo un título que me acredite en algo, nunca fui buen vendedor porque pensar en los Olímpicos no me dejaba venderles sus sueños a los demás, entrenar a otros me recordará todos los días que fracasé. No sé hacer nada, lo único que he hecho en toda mi vida es triatlones, y ahora no puedo ni terminarlos. ¿Es esto la vejez? ¿Perder la capacidad de hacer lo que siempre has hecho? Pero si tengo treinta años, no puedo estar viejo, no puedo estar acabado. Lo estoy, ya no puedo con el triatlón y ahora tengo que decidir qué voy a hacer con lo que me queda de vida, como un viejito jubilado. Tengo miedo, me da miedo dejar de competir, dejar de ser triatleta, no tener excusas, cuando me pregunten por mi mayor éxito no podré seguir diciendo que todavía estoy activo, que lo mejor está por llegar, me da miedo pararme frente a Isabel y decirle ya no soy triatleta, ya no soy nadie, ¿sigues interesada? ¿Qué va a hacer de ahora en adelante mi papá? ¿Comparar las edades de retiro de los grandes con la mía? No, gracias. ¿Y mi mamá? ¿Cómo ver a mi mamá el día que comience su tratamiento sin haber obtenido el podio? Perdón, mamá, no pude, lo intenté pero no pude. Es triste que todo vaya a terminar así, tanto nadar, tanto pedalear, tanto correr para no haber llegado a la meta. Qué meta tan estúpida. No haber logrado la cura contra el cáncer, no haber sellado el hueco de la capa de ozono, uno puede estar orgulloso de esos esfuerzos infructuosos, pero cómo estar orgulloso de haber quedado siempre a un paso de clasificar a las Olimpíadas, nadie recordará mi carrera, mis tiempos, el segundo lugar del año pasado, los cinco o seis triatlones de segunda que gané, nadie me pedirá un autógrafo, nadie me hará un homenaje, mi vida ha sido un desperdicio y lo peor es que siento terror de tenerla que cambiar, tener que empezar de nuevo. El esfuerzo que hace Eric por continuar corriendo es inmenso. ERIC: La estrategia fue una mierda, a quién se le ocurre, salir primero del agua, gran cosa, mira todo lo que faltaba, faltaba toda la bicicleta y el fondo, ni siquiera soy capaz de hacer una buena estrategia. Me estoy muriendo, ya me duele hasta la campanilla. ¿Cuánto falta? No quiero detenerme, no quiero detenerme. No veo a mi mamá. Para qué tomarse la molestia si todo indicaba que no llegaría a la meta. ¿Voy a llegar? Faltan pocos metros. ¿Y cuántos minutos? No pensar, la clave está en no pensar, no pensar en lo que me duelen los tobillos, no pensar en la puntada en el costado, no pensar en el destino que me espera, ¿qué destino me espera? Alguna vez leí sobre un tipo que perdió el trabajo y de todos modos se paraba todos los días, se vestía, salía de su casa y no volvía hasta cumplir su horario, de 9 a 5, de 9 a 5 todos los días pero sin hacer nada. ¿Eso me va a pasar a mí? Porque no sé cómo voy a vivir con tanto tiempo por delante, son horas y horas sin planificación, sin cronómetro, sin la fecha de la competencia en la agenda, y no quiero nuevas metas que pueda no alcanzar, no quiero soñar de nuevo, no quiero soñar nunca más, se acabó, el sueño se acabó, mi carrera se acabó, tengo que aceptarlo, no pude, lo intenté pero no pude, estoy viejo, ya no tengo fuerzas, ya no tengo energía, ya no tengo resistencia, adiós triatlón, ojalá alguien se acuerde de mí. Eric llega a la meta. Tras cruzarla da un par de pasos más, se agacha intentando obtener más oxígeno y después de un par de bocanadas desesperadas de aire se desploma en el piso. VOZ: Atención, atención, por descalificación de dos competidores hay un ajuste de las posiciones finales. Eric Delgado, Venezuela, décimo lugar. ERIC: (SALTANDO DE ALEGRÍA Y EMOCIÓN) ¡Qué! ¡Décimo! ¡Y en qué momento! ¡Tremenda remontada! ¡Ni me di cuenta! ¡Qué grande! ¡La estrategia funcionó a la perfección! ¡Décimo lugar! ¡Mi papá se equivocó! ¡A negociar el patrocinio! ¡Qué grande! ¡Ojalá Isabel estuviera aquí! ¡Sí tiene sentido, Isabel, sí tiene sentido! ¡Llegaste, mamá! ¡No es el podio, pero tremendo resultado! ¡Voy a poder ayudarlos con el tratamiento! ¡Décimo! ¡Qué grande! ** Luis Alejandro Ordóñez laordonezs@yahoo.es Escritor venezolano (Boston, EUA, 1973). Es politólogo, funcionario público y profesor universitario. Cuentos y artículos de su autoría han sido publicados en diferentes revistas, semanarios y páginas web. Mantiene la bitácora Pulga de Libertad (http://pulgadelibertad.blogspot.com). === La pasión por el fútbol Edgardo Bermejo Mora ===================== I ¿Cuál es el monosílabo más largo de la lengua española?: ¡Gooooooooool! Acaso la mayor aportación de los cronistas deportivos a la historia de la gramática castellana. Para castellanizarlo, al vocablo inglés se le restó una vocal —la letra a— y se le añadió un número considerable de letras o. El resultado del canje contribuyó a que la expresión se alargue o acorte según el ánimo nacional: un gol de nuestro equipo en copa mundial contiene un número insospechado de letras o; la anotación del equipo contrario —en cambio— se le reducirá a su mínima expresión, casi a una rabieta gutural por lo que apenas y se asoman una g y una l; prosodia oscura que delata el fervor exagerado por el gran Juego del Hombre (Ángel Fernández, dixit) y que nos pone de golpe frente al frágil espejo de los nacionalismos exaltados. El chovinismo es un show. Casi siempre una actuación, una impostura, en el mejor de los casos una catarsis momentánea. No se demuestra, se exhibe. Al menos en México, demostrar amor por la patria y apego a ella sólo puede expresarse en forma expansiva, estridente o a través del estropicio. No en el recogimiento de quien cena cada noche con su familia, en el acto rutinario de hacer la declaración anual de impuestos, tirar la basura en el bote más cercano, o acercarse la ventanilla correspondiente para pagar una multa por alguna infracción cometida. Así no se nota, o mejor dicho, así no se puede notar. El cariño inmarcesible por la-tierra-que nos-vio-nacer se expresa a gritos, en la calle, por la noche, a golpes de banalidad televisiva, a fuerza de rituales desangelados, de ademanes simiescos y leyes ultra nacionalistas que confirmen el mayor Perogrullo de todos: “como México, no hay dos”. Pobre de aquel extraño enemigo que ose profanar con su planta nuestro suelo, con sus inversiones nuestra amadísima industria, o con su balón la meta de nuestro arquero nacional. Los mexicanos bien nacidos gritan su amor por el país en una cuantas ocasiones propicias: la noche del 15 de septiembre; la noche de su boda, o de su graduación escolar —no importa si el que vocifera ha terminado la secundaria o un doctorado en Harvard—; es dable también acudir a la expansión de la laringe tricolor para celebrar que “un paisano” —algo aun más comprometedor que “un mexicano”— se elevó en el podio de los medallistas olímpicos o alzó los brazos —victorioso y vapuleado— en el cuadrilátero de un casino de Las Vegas; pero acaso el grito delator alcanza su registro más agudo y afectado cada vez que la selección mexicana de fútbol remueve, así sea por un instante, las esperazas de grandeza deportiva de una nación que ha sufrido lo mismo el oprobio de la bota militar extranjera, que la afrenta de ser derrotados por el equipo alemán en el Estadio Azteca, gran altar de los sacrificios nacionales en donde todos y cada uno entregan el corazón. “Pinches nazis” rezaba una pintada en el barrio de Santa Úrsula —a un costado del gran altar de los sacrificios— pocos días después de la derrota de 1986 a manos del enemigo teutón y en serie de penaltis. País pendenciero, futbolero y guadalupano, en el amor por la camiseta verde de los seleccionados nacionales se ha llegado a la síntesis más grotesca y atroz de lo que entendemos por apego al terruño. Como el acto gregario de ir a mear en la cantina en jubiloso tropel y nunca en solitario, por lo regular cuando un mexicano se desgañita a nombre de la patria no lo hace solo sino acompañado. El mexicano grita u orina en compañía de su gente, de la raza, del compadre. De ahí la triste paradoja de nuestros presidentes: ellos son los únicos mexicanos que gritan solos. Desde la absoluta soledad de la tribuna, al término de su informe anual de gobierno, los presidentes se arrojan a los brazos de la patria y resuelven en un grito la fatigosa lectura transmitida en cadena nacional: “¡Vivaaa Meeéxicoo!”. No podría ser de otro modo. Imposible que el presidente se despidiera del Congreso acudiendo a una fórmula tradicional de la cortesía. Por ejemplo, “gracias por su atención” o bien, “eso es todo, con su permiso me paso a retirar y nos vemos el año entrante”. Claro que no, el presidente —anticipándose al aplauso que se avecina— grita, se conmueve, se inmola en un grito, y asume que es el actor principal en el espectáculo nacionalista que nutre de muecas, palmadas, silbidos y desplantes parlamentarios, la cita anual con el fantasma de las desilusiones sexenales. El chovinismo futbolero, y su hermano mayor, el nacionalismo, todo lo reducen a una triada fetichoide: sólo así se explica el intento por contener la identidad en tres colores: verde, blanco y rojo; en tres objetos: el tequila, el chile y las tortillas; y en tres sílabas: Mé xi co. Peor aun, esta reducción —de sí abominable e injusta— admite otra más: tres letras que todo lo contienen y todo lo simbolizan, las tres letras taumaturgas de la pasión nacional: gol. Los show vinistas que acuden al Monumento de la Independencia de la ciudad de México para celebrar las glorias del equipo tricolor, son ejemplares de colección para el museo universal del exhibicionismo. Su mayor anhelo: aparecer en pantalla pintarrajeados, echando desmadre, eufóricos, tribales e incontenibles. En términos mediáticos, han logrado lo que parecía insuperable: reducir de 15 a 2 los segundos que Andy Warhol postuló como el tiempo mínimo de fama al que todos tenemos derecho. Dos segundos o acaso menos, el tiempo necesario para mandar lo mismo un saludo por televisión o una alegre mentada de madre. Ya no se buscan tres décadas de prosperidad, como ocurrió en el llamado “Milagro Mexicano” de la postguerra, sino tan sólo noventa minutos de emoción, alrededor de seis horas de celebración y unos pocos segundos en pantalla que aseguren el pase a la posteridad, o simplemente a cuartos de final. El chiste es mostrarse y demostrarle a los otros —pero sobre todo a nosotros mismos— que el amor por México lo llevamos en las venas, por donde corre sangre, ozono y cerveza. II Cierta noche canicular de 1993, en la glorieta que resguarda a la Columna de la Independencia de la ciudad de México, se dieron cita a los pies de lo que se conoce como el “altar de la Patria” el más variopinto catálogo de caballeros y damas pertenecientes a la congregación de los amantes del fútbol. Ahí, a los pies de la columna sobre la que se encarama el “Ángel” de la Independencia —reconstruido tras su caída fatal en el terremoto de 1957—, danzando en círculo y brincoteando, a pie, en bicicleta o sobre los hombros de otros colegas, se hallaban reunidos los mejores hijos de la patria. Una gran asamblea igualitaria y libérrima cuyos diferentes orígenes sociales se confundían en un marasmo donde el color verde y los grandes sombreros predominaban. El sudor masivo y la emoción colectiva rubricaban sin lugar a sospechas el acontecimiento más importante de la temporada: el pase de México a una final de un campeonato internacional de primera línea. La turba no imaginaba —pues ello hubiera resultado anticlimático en ese momento— que el monumento encargado por el general Porfirio Díaz al arquitecto Antonio Rivas Mercado, para celebrar el centenario de la Independencia en 1910, era una pieza más próxima a la imitación que al hallazgo creativo y que, al menos en términos estrictamente arquitectónicos, desmerecía por mucho su condición de símbolo nacional. El propio Díaz pagó un largo viaje de Rivas Mercado por Europa, que tiempo después regresó con el boceto de una columna en cuya cima se erigía un torso alado y femenino, que no era otra cosa que la constatación de una doble impostura: todo aquel conjunto le debía tanto a la Columna de la Plaza de la Bastilla en París, erigida siete décadas atrás para honrar a los caídos en levantamiento contra la monarquía de Carlos X; y a su vez tenía tanto en común con el Ángel de la Victoria que coronaba el cielo de Berlín desde 1873, a encargo del Káiser Wilhelm II —a la sazón el último emperador de Alemania—, que el monumento mexicano dejaba más que en entredicho su pretendido simbolismo de independencia. Original o no, lo cierto es que esa noche no faltaba nadie a la cita. A los pies de la Columna, el Pucas y su pandilla corrían sin tregua alrededor de la glorieta no menos eufóricos que el resto de los peregrinos. Aquella banda de conductores de peseros y mecánicos viajaron a bordo de una flotilla de microbuses desde algún punto incierto en el oriente de la ciudad. Poco antes, de camino a la celebración, vaciaron la vinatería de un incauto, que hubo de pagar con un botellazo en la cabeza y una retahíla de insultos la osadía de mencionar el pago de las cervezas, cuando estaba claro, para el Pucas y los suyos, que aquel día las cervezas, las botanas y los goles corrían por cuenta de la patria. No había un guión preestablecido para agradecer a los dioses el favor de la victoria. Simplemente los hinchas brincaban, bailoteaban y daban vueltas y vueltas bajo el influjo de una sola consigna demencial, que se repetía como un credo: ¡Mé-xi-co! ¡Mé-xi-co! Eran miles, eran un chingo, eran la encarnación del amor, y todos parecían poseídos por la misma histeria febril, incontenible. Cerca de ahí, en el bar de un gran hotel de cinco estrellas, apuraban los últimos tragos de la primera etapa del festejo Nacho, Paúl, Adrián, el Coque y resto del grupo de corredores de bolsa y ejecutivos de finanzas que se citaron para ver el partido en una pantalla gigante dispuesta para la ocasión. No sabía aquella partida de jóvenes relamidos que abandonar la comodidad del hotel para unirse al resto de la grey, habría de ponerlos de golpe ante una realidad abrumadora: la notoria mayoría de jodidos y descamisados en la orgía futbolera, cuyo sudor de raza pura resultaba inconfundible y desafiante. ¡Pinches nacos! —sentenció Nacho—. ¿Ya vieron a ese güey meándose en las garras del león?. —¡Ya lo vi —respondió Gabi Madrazo, que de pronto se supo en medio de una vorágine despreciable y primitiva—, puta... qué asco! Pero ocurrió que al enorme felino de mármol y granito, que se apostaba impasible a los pies de la columna, le importaba menos el tibio baño de orines que al causante mismo de la afrenta, es decir, al Pucas, que se reconoció sorprendido en la felicidad de su acto. Y lejos de suspenderlo, o inhibirse, prefirió girarse un poco para ofrecerle a la audiencia de pirrurris un mejor ángulo desde el cual contemplar la persistencia de sus fluidos y el grosor altivo de su verga, al tiempo que con un ademán de la cabeza les retó sin hablar y como diciendo entre dientes: “Qué pedo, putos”. Naturalmente a Nacho no le parecía correcto que a un tipo como ese le diera por mostrar su tripa sucia y peluda, y juzgaba increíble que al parecer nadie se percatara de la escena, como no fueran él y sus amigos. Y nada hubiese pasado, absolutamente nada, de haber continuado su marcha en redondel —negando aquella evidencia hostil, o tan sólo de aceptar que aquella multitud no estaba allí para ofender a nadie, ni para dar explicaciones de nada, una turba ciega y extasiada, coro democrático y atroz de un pueblo jubiloso. Pero Adrián no se pudo contener. Adrián miró al Pucas y reconoció en él a la imagen de lo más despreciable, el rostro analfabeta de los descastados, la pose sucia y abyecta de un pendejo insolente. Y Adrián se le fue a los golpes aprovechando su metro noventa de estatura, y sus clases de box Thai en el Club Libanés. Los gritos destemplados de Gabi y las otras compañeras del banco se diluyeron en la marea ensordecedora de aquella fiesta nacional, de modo que por un momento nadie percibió la gresca, y Nacho, y Paúl, y Jordi, y el Coque, y los demás, que de pronto se encontraron con el cuerpo sudoroso y prieto del Pucas muy cerca de sus pies, les dio por rematarlo como quien se ensaña con un bulto. Le habrán molido a patadas por espacio de un minuto, justo el tiempo necesario para que los otros, es decir, los amigos del caído, reconocieran su ausencia al doblar por la esquina norte de la escena. En medio de tal alboroto imposible formularse más preguntas, de modo que se siguieron de largo, sin reparar demasiado que su carnal ya no estaba. Y es que el carnal, sincero como era, les había advertido a más de uno de la inminencia de orinar, y de la total inutilidad de suspender la celebración, para buscar alivio a su esfínter en los baños públicos más cercanos, o por lo menos en un paraje menos concurrido. “Orinita los alcanzo” —les dijo el Pucas hasta el tope de cerveza y de fatiga—. Despreocupados entonces, le dieron otra vuelta a la ciclopista tricolor, sin sospechar que el más cabrón y padrote de la banda había sucumbido al ataque artero de una caterva de ricachones. Pero se cumplió la vuelta, y alcanzaron de nuevo el sitio de marras, y se detuvieron en seco al contemplar en la escalinata blanquecina de la Columna el cuerpo castigado del más raza entre la raza, y descubrirlo con el horror antiguo de los soldados que descubren el cuerpo ensangrentado de su general en el campo de batalla, como si el Pucas fuera Nelson, o Rommel o Alejandro Magno, o el Pipino Cuevas en la lona. El Pucas, raza entre la raza, desfallecido y todo, tuvo energías para acusar a los culpables. ¡Alcancen a esos culeros! ¿Pero a quiénes? Imposible identificar a los agresores en aquella marabunta. Y en realidad Nacho y Adrián y el resto, hubieran podido confundirse entre la turba vocinglera, que le daba vueltas y vueltas a la alta torre penígera como musulmanes en la Meca, a no ser porque en la huída irracional desafiaron las leyes de la dinámica, y en lugar de respetar el flujo anular de la masa enardecida —para diluirse en aquel transcurrir sanguíneo—, les dio por buscar un resquicio transversal en la rotonda de carne y almas aguerridas, de modo que el Boy —lugarteniente del Pucas, pudo reconocer al vuelo a uno de los probables agresores: gordo, rubio, de piel rosada, traje a rayas y colita de caballo, que manoteaba desesperado contra las paredes de un camión de redilas, sobre el que se apostaba una banda de rock que le obstruía la escapatoria. Fue entonces cuando el Boy dio la señal de alarma: ¡Atrapen a ese pinche cerdo! ordenó con aire marcial y el índice de la mano izquierda en plan jefazo. Y sus huestes secundaron la invectiva con la habilidad siniestra de los jíbaros del Amazonas que la emprenden contra un mono. Y al cerdo, es decir al Coque, no le quedó mas remedio que contener un grito de dolor, mientras le sometían a estocadas, como a Julio César en las puertas del Senado. La sangre y los gritos apagados del Coque llamaron por fin la atención de una parte de la turba, que se disolvió en estampida presa de una histeria pasajera. A bordo de un helicóptero de la televisión, que transmitía el festejo en directo y en cadena nacional, un reportero contempló la escena sin adivinar la violencia que cifraba, y pudo percibir con claridad cómo de pronto se abría un boquete en aquel amasijo de toros de ronda que un segundo antes avanzaba lento, impasible, como un magma tricolor. Bien mirado, aquel huir desordenado y repentino de la gente se parecía al de las hormigas que se apoltronan hambrientas sobre el cadáver de un grillo, y que de pronto se dispersan en todas direcciones ante la intrusión de un enemigo mayor. El reportero pudo percibir, en medio del alborto, la formación de dos contingentes que avanzaban en la misma dirección a una distancia considerable uno del otro, como persiguiéndose a toda velocidad. No sabía naturalmente que aquellos dos escuadrones a la carrera era la expresión última y más acababa de aquella noche de suave patria y fundamentalismo nacional: pobres contra pudientes, gañanes vengativos a la caza de pirrurris sin dios y sin diablo. Los treinta desarrapados del Pucas, contra los quince o veinte corredores de bolsa que —vaya redundancia— corrían y corrían de la mano aterida de sus novias. La persecución pronto abandonó el perímetro de los festejos para trasladarse a la zona de bares y restaurantes más próxima al lugar de los disturbios. Ahí, en un bar de poco lustre en el que se habían dispuesto por todas partes televisores fijos al techo —para que la clientela siguiera de cerca la actuación de los seleccionados nacionales—, un cantinero secaba copas y vaciaba ceniceros mientras que por la televisión se escuchaba la conseja de un conductor muy popular, aleccionando al público con voz engolada: “Les quiero recordar, amigos, que esta es una gran noche para la historia del fútbol mexicano, debemos conservar la calma y festejar ordenadamente. Estamos muy cerca de la gloria... hay que conservar energías para la gran final, ¡vamos, muchachos..!”. El timbre nasal del locutor y las mesas sucias de aquel lugar —que por más de noventa minutos albergó las esperanzas de todos y cada uno de los comensales— le imprimían a la escena un aire decadente. Como no fueran dos o tres tipos fulminados por el ron, no había nadie más en el bar. Todo mundo, incluyendo los meseros, celebraba a esas horas por las calles, o hacía largas colas en los estacionamientos de la Zona Rosa a la espera de sus autos. Intranquilo ante el riesgo que suponía hallarse solo con el dinero de las ventas en la caja registradora, para el cantinero la irrupción violenta de un grupo de chicos le pareció un mal augurio. En previsión, saco del cajón un revólver espectacular, pero no hizo falta empuñarlo, porque los jóvenes —lejos de amenazarle— se siguieron de largo rumbo al baño. Sólo por un momento la mirada suplicante de los muchachos le hizo pensar al dueño de aquel sitio que buscaban sanitarios con la urgencia de un diarreico, porque enseguida un segundo grupo hizo su entrada en el lugar y entonces comprendió que éstos venían en pos de los primeros: tres chicas bien vestidas y formadas y dos hombrecillos de traje, que para esos momentos se estarían cagando del susto en los retretes ubicados al fondo de aquel garito. Los recién llegados eran el Boy y otros cuantos de su tropa, como siete, tal vez nueve, que entraron muy pero muy gandayas, con la pose ecuánime de quienes saben que tienen acorralada a la prensa y se toman su tiempo para el remate final. El revólver del cantinero rápidamente regresó al cajón y su pensamiento se concentró en lo que parecía la inminencia de un atraco. El Boy le dirigió una mirada elocuente y sin concesiones que a todas luces significaba “¿Dónde se metieron?”. El cantinero respondió con el mentón apretado y un simple movimiento digital que apuntaba hacia el fondo, delatando a los intrusos. El Boy, como si hubiese leído el guión de una cinta de mafiosos, apuró un trago de quién sabe qué —abandonado sobre la barra—, convocó al resto de los suyos con un ademán gastado y avanzó con paso firme, ya sin prisas. Del otro lado de la puerta, que separaba los baños angostos del resto de la cantina, le esperaban Nacho, Jordi, Mónica —la novia de Nacho— y sus dos primas. Apenas y gritaron. A Nacho y a Jordi los estrellaron contra el piso pringado de aquel baño, y los cocieron a puñetazos sin ánimo de liquidarlos. Estaba decidido que pudiesen asistir con plena conciencia al momento estelar en el que les hundían por la cabeza en el pozo del retrete, anegado de orines y otros miasmas. Jordi y Nacho vomitaron, y sólo entonces se desvanecieron por completo, sin poder atestiguar los gritos y jaloneos de las primas, sometidas al intenso manoseo de dos mecánicos y cuatro ruleteros de la ruta Santa Martha-Niños Héroes, mientras que el Boy negociaba con el cantinero la rendición de la plaza. Le respetarían el mobiliario y los cristales a cambio de su silencio, una propina generosa y dos o tres botellas de tequila. El cantinero no tenía mejor salida que aceptar la oferta, mientras que Mónica soportó de pie y sin inmutarse la embestida vertical de dos plagiarios, a diferencia de sus primas, que se desmayaron a los primeros signos de que serían ultrajadas. De regreso a la rotonda de la patria y sus desmanes, sucedió que las autoridades de la capital sólo destacaron a un equipo de paramédicos para atender las emergencias que se pudieran presentar en la gran fiesta, lo cual explica la fatal coincidencia de que en el espacio reducido de una sola ambulancia —que ululaba a toda prisa camino al hospital— se apretujaban dos camillas, muy cerca una de la otra. En ésta, el Pucas balbuceaba maldiciones —con varias costillas, una mano y los brazos fracturados—; en aquélla, el Coque convulsionaba con furia mientras se desangraba a toda prisa. “Si logramos detenerle la hemorragia este hombre se puede salvar —comentó un paramédico a su colega—, tengo la impresión de que los navajazos no dañaron órganos vitales, pero lo malo es que ha perdido mucha sangre”. La conversación pausada de los paramédicos devolvió al Pucas a la tierra. De pronto comprendió lo ocurrido y con el rabillo del ojo identificó a su vecino. Obedeciendo más a su instinto que a sus huesos ensayó ponerse en pie, con el único propósito de contravenir el pronóstico de los socorristas sobre el tipo que se encontraba a su lado. Pero el dolor era insoportable y de un grito seco ahogó las quejas de su esqueleto que no admitía ningún movimiento brusco. Desesperado, intentó girar sobre su eje y como pudo se arrimó hasta que tuvo al enemigo a una distancia tan corta que admitía la posibilidad de embestirlo con la quijada —lo único que podía mover con cierta dignidad a esas alturas. De modo que se decidió a imprimir una dentellada sobre las mejillas regordetas y ya lívidas de su contrincante, que aun así no pudo reaccionar o por lo menos denunciarle a gritos. Al comprender su descuido, los médicos intentaban despegar al agresor —que se trabó como un perro— y no tuvieron más remedio que aplicarle una descarga eléctrica, originalmente destinada a reanimar el corazón del otro herido. El electroshock hizo saltar al Pucas, mientras que el Coque reaccionó por fin, en vista de que la electricidad pasó a su cuerpo a través de las fauces de su depredador y esto, de algún modo, lo trajo de nuevo al mundo. Y como el Pucas no dejaba de insultar a los paramédicos e intimidarlos con toda clase de amenazas, resolvieron arrojarle con la ambulancia en movimiento. Su cuerpo rodó sobre el asfalto y se estrelló de un golpe seco y definitivo sobre la acera de un camellón, muy cerca ya del hospital. Mientras tanto el Boy y los suyos abandonaron el bar con sigilo y muy pronto se lograron confundir con el resto de la muchedumbre. Una vez reintegrados a la turba el Boy propuso sin más que era el tiempo de regresar al microbús para ir en busca del Pucas, que a esas alturas debería estar en algún hospital de la Cruz Roja. A decir verdad, le inquietaba menos el Pucas —hierba inmortal— que el gordo ajusticiado al que suponía muerto, e incluso debía admitir para su fuero interno que echarles montón a las tres viejas no estaba dentro de lo previsto, a diferencia del resto de la pandilla, que lejos de lamentarse festinaban la ocurrencia entre empujones y carcajadas de hienas. Cuando se dio cuenta de que sería imposible interrumpir el ánimo extasiado de los pocos del grupo que a esas alturas le seguían, se convenció de que lo mejor sería dar marcha atrás para ir en busca de su armatoste de veinticinco pasajeros, y comprendió a su vez que no tendría mas remedio que cantar retirada en solitario. Inquieto por desconocer el paradero de su gran cuate del alma, el Boy se montó al microbús y todavía no atinaba a insertar la llave del encendido cuando escuchó una voz familiar desde el fondo de la Chevrolet. “Quihubo cabrón”, le dijo la voz, que en un principio identificó como la de algún rezagado del grupo esperándole en la penumbra. Esbozó una sonrisa en el momento mismo que se giró para identificar al personaje, y en ese preciso instante la sonrisa devino mueca, cuando descubrió que un tipo se le acercaba a grandes zancadas desde el fondo del camión, con algo parecido a un gran tubo entre las manos. Era el vinatero. El mismo que había asaltado y descalabrado un par de horas atrás y que por fin le daba alcance —tras una búsqueda por demás previsible— con todas las ansias de ponerle una gran madriza al hijo de puta que por poco lo mata de un botellazo. El Boy intentó escaparse por la puerta delantera antes que enfrentar al enemigo, pero ya otros gañanes rodeaban el microbús. Unos con bates, otros con botellas y uno incluso con pistola. Ninguno de ellos, sin embargo, intervino para consumar la venganza. Porque al vinatero le bastó abanicar el tubo una sola vez, a la altura exacta de la cabeza del Boy, que salpicó el tablero y los cristales de su camioneta con sangre, cabello, y seguramente una porción considerable de sesos. Colofón Destruir alegremente en el nombre de la patria, lo mismo un monumento, el cristal de una vinatería o la cabeza del vecino, no ha sido, por mucho, patrimonio exclusivo de los exaltados hinchas mexicanos, ni es un asunto limitado al canon de la pasión futbolera. Las gestas militares y las guerras de conquista —da igual si ocurren en el nombre de la corona, de la cruz, de la espada o de la bota— han contribuido por igual a esta temible ecuación por la cual el despliegue patriótico es directamente proporcional a la cantidad de objetos destruidos. En las postrimerías del siglo XVIII, un ejército de 54 mil franceses a bordo de 335 navíos de guerra tomó por asalto las costas de Egipto y rápidamente alcanzó las puertas de la ciudad de El Cairo. Era una mañana lluviosa de la primavera de 1798. Ahí, a los pies de las célebres pirámides de Gizeh, destrozaron en unas horas al débil ejército nativo al que le causaron mas de veinte mil bajas. En el fragor de la batalla, y para demostrar su poderío e infundir terror al enemigo, el general francés al mando de la invasión ordenó dirigir la artillería pesada contra una de las piezas más emblemáticas y sagradas del lugar: la esfinge edificada 4 mil 500 años atrás por el faraón Kefrén. Desde entonces, aquel emblema del rostro femenino y cuerpo de león perdió la nariz. Casi no es necesario decir que el general de marras era un joven de escasos 29 años de nombre Napoleón Bonaparte. Cuatro años después aquel muchacho se hizo nombrar emperador. Sus conquistas abarcaron dos tercios de Europa y buena parte de las naciones con salida al Mediterráneo. 50 mil españoles murieron en la resistencia a la invasión napoleónica, 80 mil rusos pagaron con su vida el precio de contener a las tropas del Corso, y más de 100 mil franceses murieron en las múltiples conquistas de su emperador. Mientras tanto, el loco nombró a su hermano José Rey de España; a su hijastro, Eugenio Beauharnais, Virrey de Italia; a su cuñado, el Mariscal Murta, Rey de Nápoles, y a su hermano menor, Jerónimo Bonaparte, Rey de Westfalia. Para coronar sus conquistas, Napoleón hizo edificar un gran Arco del Triunfo en la antigua Place de l’Etoile de París. Cien años más tarde, al término de la I Guerra Mundial, en aquel sitio se hizo prender una llama perpetua con el propósito de recordar y rendir homenaje a los franceses caídos en combate: desde las conquistas napoleónicas, hasta los muertos en la batalla del río Marne. Pero la historia, caprichosa y vengativa como es, ha enlazado como en una trama de espejos dos acontecimientos paralelos y coincidentes que ratifican la naturaleza universal de la infamia. Casi dos siglos después de que el emperador Napoleón mandó a construir el Arco del Triunfo, sobre el que ondea la flama venerada de los franceses, otro joven vándalo —mexicano y de 24 años de edad— tuvo la ocurrencia de apagar el fuego sagrado mientras se paseaba en compañía de sus amigos por los Campos Elíseos de París, tras una actuación victoriosa de la escuadra mexicana, en la fase inicial de la Copa Mundial de 1998. Conquistador a su manera, y envalentonado por el hecho de saberse invencible en suelo ajeno, a la manera de Bonaparte aquel joven decidió apagar con cerveza el fuego eterno de los mártires franceses —si bien algunos diarios parisinos aseguraron que se orinó sobre el pebetero. De este modo el hincha mexicano se cobró, sin tan sólo imaginarlo, una vieja cuenta que el Corso le debía a las naciones oprimidas por el vandalismo imperial. El trueque parecía inmejorable: la llama sempiterna de los galos en pago por la nariz de la Esfinge, el obelisco egipcio de la Plaza de la Concordia, o el resto del saqueo napoleónico que aún se exhibe en las salas del Louvre. Naturalmente este asunto no les hizo la menor gracia a los franceses, y el escándalo impactó en la prensa de todo el mundo. La protección consular para mexicanos en París hubo de realizar sus mejores lances para evitar que al chico le impusieran una pena mayor en la prisión. Además de una multa y varias jornadas de encierro, tuvo que disculparse públicamente a exigencia de las autoridades francesas. Su estupidez, pese a todo, ha quedado registrada en los anales del vandalismo patriotero, que se justifica a sí mismo en nombre del amor a una camiseta, a un mapa o a un balón. Otros mexicanos se integran a esta antología singular. En su libro The Soccer War, el periodista polaco Ryszard Kapuscinski registró la ocurrencia del célebre y ya olvidado carcelero mexicano Augusto Mariaga, guardia en jefe de la prisión de alta seguridad de Chilpancingo, que el 11 de junio de 1970 celebró el triunfo de México sobre la elección de Bélgica por marcador de 1 a 0. Era tal su alborozo que salió de su oficina echando tiros al aire y vivas a México a todo pulmón. Decidió entonces que tal hazaña ocurrida en suelo patrio —toda vez que México era sede de la Copa Mundial— debería ser compartida con los reos y decretó eufórico la apertura de todas las rejas del presidio. 148 reos peligrosos huyeron esa tarde. Semanas después los tribunales que le juzgaron redujeron sensiblemente el castigo, tomando en consideración que el señor Mariaga —y así lo dice el veredicto— “actuó con exaltado patriotismo”. ** Edgardo Bermejo Mora edgardobermejo@yahoo.com.mx Escritor, historiador y periodista, nació en Ciudad de México (1967). Es licenciado en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (1991) y tiene un diplomado en Historiografía Contemporánea en el Instituto de Estudios Históricos José María Luis Mora de Ciudad de México (1992). Ha obtenido el Premio Nacional de Novela Política, de la Universidad de Guadalajara, el Premio Nacional de Cuento Ciudad de Durango, de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), y el Premio de Ensayo Juvenil, del periódico mexicano El Día. Textos suyos forman parte de las antologías Dispersión multitudinaria (Joaquín Mortiz, Ciudad de México, 1997), y Líneas aéreas (Lengua de Trapo, Madrid, 1999). Dirigió el suplemento sabatino Lectura (1997-98), del periódico El Nacional de México y ha colaborado como articulista en diversos diarios, suplementos culturales y revistas literarias de México. Ha sido corresponsal en Singapur para medios de su país. Desde 2002 hasta 2008 fue agregado cultural de la Embajada de México en la República Popular China y desde 2008 ocupa el mismo cargo en la Embajada de México en el Reino de Dinamarca. === Victoria española en Galway Miquel Silvestre ===================== Galway es una pequeña ciudad al oeste de Irlanda que no tendrá más de sesenta y cinco mil habitantes. Fundada por los normandos en el siglo XIII, la ciudad vivió días de apogeo económico siglos atrás e incluso mantuvo un activo comercio con España. Aún la llaman la ciudad de las tribus por las doce familias o “tribus” de burgueses ricos que se repartían el cotarro y gobernaban la alcaldía. Galway es hoy es un frecuentado destino turístico. Su universidad, fundada en los años cincuenta del siglo XX, es pequeña pero muy acogedora que se abre en verano para miles de alumnos extranjeros. Abundan los americanos y los australianos, muchos descendientes de irlandeses en la diáspora. Pero no son los únicos extranjeros. También hay muchos emigrantes polacos. La colonia la completan los españoles, muy jóvenes en su mayoría. Vienen a sacarse unos euros trabajando en lo que sea mientras aprenden algo de inglés; algo que no siempre consiguen si se pasan la vida entre compatriotas dedicados al deporte nacional del levantamiento de pinta sobre barra fija. Normalmente, los evito. Prefiero practicar mi inglés de ligón de playa con otros extranjeros que no hablen español. Pero no fue así el domingo 29 de junio. Ese domingo la selección española de fútbol jugaba la final de la Eurocopa contra Alemania en un resarcimiento tardío por tantas esperanzas frustradas en cuartos. Pero esta vez habíamos llegado a la final y una hinchada alegre se reunió en el céntrico y famoso pub King’s Head, dedicado a la cabeza cortada del rey Charles I en 1649, lúdico acto en el que participó un soldado de Galway. En la puerta y en el interior éramos una multitud roja. La calle hervía de caras pintadas y dentro no cabía un alma. Superábamos a los alemanes en número, en jolgorio y en mala leche. Calor humano y pintas frías circulaban entre los escasos resquicios que dejábamos libres. Los polacos nos acompañaban en el empeño. Ellos no sienten simpatía alguna por los alemanes. Cánticos, gritos, emoción. La afición se desmelenaba reclamando goles y alcohol. Y en estas llegó. El gol de Fernando Torres cayó como una bomba en medio de un poblado vietnamita. Fue el delirio. La hecatombe. Las banderas rojigualdas y la espuma turbia de las güiness volaban por encima de nuestras cabezas. La mayoría no se conocía de nada, los amigos eran de hace un par de semanas, los noviazgos durarán lo que dura el verano, pero España jugaba y jugaba bien. Podíamos ganar, nos dijimos. Esperamos con el corazón en un puño el resultado final. Temblamos cuando los alemanes tiraban a puerta. Vimos al bravo Ballack sangrar. Dijimos “huy” en un par de ocasiones, mirábamos el reloj, nos retorcíamos las manos. Pero una vez más confiamos en que los milagros son posibles. Y ganamos. Porque a veces lo son. Y porque ya iba siendo hora. ** Miquel Silvestre miquelsilvestre@hotmail.com Escritor español (Denia, 1968). Licenciado en derecho. Ha publicado las novelas La dama ciega (Trymar, 2002) y Mariposas en el cuarto oscuro (Barataria, 2003), y el libro de relatos Dinamo Estrellada (Barataria, 2004). === Osvaldo Wilfredo Carrizales ====================================== La primera vez que Osvaldo vio un partido de baloncesto (popularmente al deporte lo llamaban “basque”) quedó fascinado por la dinámica, la velocidad y la precisión de los jugadores, tanto en los pases como en los tiros a la cesta. Tendría Osvaldo a la sazón unos doce años. En su pueblo no era fácil practicar aquel deporte porque no había canchas. La primera la construyeron dos años después que Osvaldo asistiera al inolvidable encuentro que lo ganaría de por vida para ese deporte. La cancha de baloncesto fue instalada, afortunadamente, muy cerca de la casa de Osvaldo. Tenía piso de asfalto, un tanto rústico (allí rompería en las rodillas unos cuantos pantalones nuevos de caqui, después de salir de clases del liceo) y los tableros eran de madera contraenchapada, donados por el aserradero del pueblo. Osvaldo se aficionó (“se enfiebró”, se decía por la época) en demasía por el baloncesto: dejaba de asistir al aula de estudios sólo por ir a practicar con un balón viejo y desgastado y cuando regresaba a la casa, ya casi al anochecer, no se salvaba de una segura paliza, por desertor y por traer los pantalones sucios y rotos. Él aguantaba sin chistar los correazos que le propinaba su madre. Se acostaba sin comer ni bañarse y en la cama continuaba, imaginariamente, practicando nuevas fintas con el balón y haciendo quiebres rápidos y burlando a la defensa del equipo contrario. Cuando el reloj de pared daba las doce campanadas, Osvaldo caía rendido sobre la almohada, pero su mente no descansaba. Dormido, dos o tres horas después, se paraba encima de la cama, enrollaba la almohada, la tomaba con la mano derecha, apuntaba y la lanzaba hacia una cesta inexistente ubicada en el tope del enorme armario de madera que estaba recostado a una de las paredes del gran dormitorio donde, además de Osvaldo, dormía yo y dos hermanos más del basquebolista sonámbulo. A la siguiente mañana nadie podía explicar cómo iba a dar la almohada al techo del armario, aunque yo sí lo sabía, pero me lo callaba y me divertía en silencio. Aquellos “lances de balón” fueron espectaculares y rompieron todos los records. Osvaldo también comenzó a llegar a la casa con moretones en la cara, rasguños y los zapatos de ir al liceo feamente dañados. Esto le costó nuevas y más prolongadas palizas, en donde a veces, además, intervenía el papá de Osvaldo, quien era, a fin de cuentas, el pagador de los estropicios que causaba su hijo al uniforme y al calzado escolares. La mamá de Osvaldo se cansó de remendarle los pantalones y comprarle zapatos de estreno y obligó a su hijo a ponerse camisas viejas y pantalones cortos y alpargatas de goma para que fuera a practicar con el balón en la cancha. Osvaldo iba muy mal en los estudios: reprobaba casi todas las materias, pero su nivel técnico y su destreza en el baloncesto se incrementaba día a día y velozmente. Un día anunciaron que a la cancha de baloncesto le pondrían alumbrado eléctrico. Al mes del anuncio la cancha se veía iluminada y Osvaldo y muchos jóvenes de su edad practicaban sin cansancio hasta altas horas de la noche. Él retornaba a la casa de modo sigiloso. Abría la puerta con sumo cuidado y me sorprendía al frente del televisor mientras yo me entretenía mirando algún partido de baloncesto disputado entre equipos gringos afamados. Yo sabía que Osvaldo admiraba a los “Celtics” y si ese equipo jugaba en ese preciso momento en la pantalla del televisor, Osvaldo se sentaba de inmediato junto a mí en el sofá y clavaba sus ojos en cada jugada de su equipo favorito. Yo le observaba las rodillas y se las descubría escarapeladas y con la sangre ya coagulada. A él parecía no importarle ni dolerle. Yo me encaminaba hasta el baño, mojaba un paño y se lo traía. Se lo daba en la mano y él nada decía. Continuaba absorto en el juego y se tapaba la boca para no gritar cada vez que los “Celtics” encestaban. Inconscientemente hacía una bola con el paño y se la pasaba con rapidez por las rodillas heridas. Luego arrojaba la bola al tablero del televisor. Me iba entonces a la cocina y regresaba al rato con una olla llena de cotufas con sal que devorábamos él y yo mientras aupábamos a los “Celtics” con agitados movimientos de nuestras manos. Una noche muy calurosa de junio, Osvaldo regresó más temprano que de costumbre. Muy excitado se dirigió a la cocina donde aún permanecía su mamá y le dijo que la próxima semana se inauguraría en la cancha el primer torneo de baloncesto del distrito. Ya se habían inscrito varios equipos y él quería inscribir al suyo. Su equipo, por supuesto, se llamaría “Celtics”. Los integrantes de su equipo eran tan pobres como Osvaldo, provenientes de familias cuyas economías apenas alcanzaban para lo necesario y el equipo necesitaba uniformes, zapatos deportivos y un balón. ¡Ah, y una madrina! Osvaldo le rogó a su mamá que lo ayudara a conseguir las camisetas y los shorts. Él y los otros siete integrantes del equipo lograrían los zapatos y el balón mediante rifas y tómbolas. La mamá de Osvaldo habló con su marido al respecto y éste le pidió fiados a su compadre, el rico libanés de la tienda, los shorts y las camisetas que, por cierto, llevaban años almacenados y hedían a moho. El papá de Osvaldo se apareció en la casa con el paquete de shorts y camisetas y se lo entregó a la mamá. Osvaldo quería que el uniforme de su equipo fuese blanquinegro: negros los shorts y blancas las camisetas. Su mamá le dio algo de dinero para que comprase unas papeletas de colorante. Por la noche, la señora colocó tres piedras en el patio, encendió una hoguera y montó una olla con agua. Cuando hirvió introdujo los shorts, agregó el colorante negro y un puñado de sal. Osvaldo y los integrantes de su equipo se sentaron alrededor del fuego como vigilando para que no fuera a suceder algún imprevisto. A la hora, la mamá de Osvaldo fue sacando uno a uno los shorts ya teñidos y Osvaldo y su equipo los iban colgando de una cuerda tendida de extremo a extremo del patio. La mamá de Osvaldo se retiró a dormir y ellos permanecieron allí hasta que los shorts se secaron casi con la llegada de la alborada. Antes de marcharse, los integrantes le preguntaron a Osvaldo cómo harían para ponerle el nombre del equipo a las camisetas y sus respectivos números. Osvaldo les dijo que con toda seguridad su madre encontraría una solución y así fue. Muy temprano al día siguiente, Osvaldo fue despertado por su mamá. Ella le pidió que escribiera con un lápiz el nombre del equipo sobre las camisetas y los números correspondientes. A Osvaldo le llevó la mañana entera concluir aquella ardua tarea, pero feliz la culminó y le entregó las camisetas a su mamá. Ella tomó una semilla de aguacate y la introdujo por dentro de cada camiseta. Luego con una aguja fue punzando sobre las líneas trazadas por Osvaldo. El resultado no pudo ser más perfecto, original e ingenioso. Osvaldo y los integrantes de los “Celtics” quedaron satisfechos y prometieron titularse campeones del torneo de baloncesto. Todo el pueblo se volcó a la cancha la noche de la inauguración del torneo de baloncesto. Aquello parecía y era y fue una inolvidable fiesta. Los equipos desfilaron con sus bellas madrinas y luego se procedió al sorteo de los equipos participantes. Los “Celtics” inaugurarían el torneo y se enfrentarían contra el equipo favorito. Osvaldo fungía de capitán y además era el piloto de su equipo. Los “Celtics” ganaron su primer partido por pocos puntos de ventaja y Osvaldo no pudo dormir esa noche y la almohada volvió a aparecer sobre el armario. Los “Celtics” dieron la gran sorpresa al ganar invictos todos los restantes partidos. Osvaldo logró además los diplomas como mejor encestador, mejor encestador de tiros libres, el mejor en la ofensiva y el mejor en la defensiva. No ganó el champion rebote porque no rebasaba el metro con setenta. Poco le faltó para quedarse también con la madrina del equipo. Osvaldo nunca terminó el bachillerato, pero aquella victoria y otras posteriores lo eximieron de severas críticas domésticas. Muchísimo tiempo después, cuando ya Osvaldo había dejado de jugar al baloncesto, yo me encontré dentro de un baúl la histórica camiseta de los “Celtics” marcada con el número 4. La lavé y comencé a usarla en improvisados partidos de baloncesto, mas la magia de la técnica de Osvaldo nunca pudo pasar a mi cuerpo. Tampoco aprendí a lanzar la almohada enrollada sobre el vetusto armario. ** Wilfredo Carrizales zalesw@yahoo.com Escritor y sinólogo venezolano (Cagua, Aragua, 1951). Reside actualmente en Peking, China, donde estudió chino moderno y clásico, así como historia de la cultura china en la Universidad de Peking (http://www.pku.edu.cn/eindex.html, 1977-1982). Textos suyos han aparecido en diversos medios de comunicación de Venezuela y China, entre otros países. También ha publicado los poemarios Ideogramas (Maracay, Venezuela, 1992) y Mudanzas, el hábito (Pekín, China, 2003), el libro de cuentos Calma final (Maracay, 1995), los libros de prosa poética Textos de las estaciones (Editorial Letralia, 2003, http://www.letralia.com/ed_let/estaciones; edición bilingüe español-chino con fotografías, Editorial La Lagartija Erudita; Peking, 2006), Postales (Corporación Cultural Beijing Xingsuo, Pekín, 2004), La casa que me habita (edición ilustrada; Editorial La Lagartija Erudita, Peking, 2004; versión en chino de Chang Shiru, Editorial de las Nacionalidades, 2006; Editorial Letralia, 2006) y Vestigios en la arena (Editorial La Lagartija Erudita, Peking, 2007), el libro de brevedades Desde el Cinabrio (Editorial La Lagartija Erudita, Peking, 2005) y tres traducciones del chino al castellano. La edición digital de su libro La casa que me habita (http://www.letralia.com/ed_let/casa) recibió el IV Premio Nacional del Libro 2006 para la Región Centro Occidental de Venezuela en la mención “Libros con nuevos soportes” de la categoría C, “Libros, revistas, catálogos, afiches y sitios electrónicos”. Actualmente es agregado cultural de la Embajada de Venezuela en Pekín. === Hispania II Ángel Olgoso ========================================= Refieren que los habitantes de esta ciudad son seres primitivos, de espíritu filisteo, carentes por completo de educación y cortesía, sin capacidad para ver más allá de sus ideas parásitas, para pensar en los otros o ponerse en su lugar, para imaginar, para hacer algo distinto de su vulgar rapiña diaria, algo mínimamente civilizado. Recordé esto a propósito de la noche en que al volver caminando de una cita, a la una de la madrugada, me vi asediado por una turbamulta vociferante que se acompañaba de explosiones y bocinazos de autos. Mientras me refugiaba aterrorizado en un zaguán pensé en revoluciones, en insurgentes e incitadores, en asaltos y saqueos, en barbaries desatadas. Creemos conocer el verdadero miedo hasta que nos topamos de pronto con algo cuyas consecuencias no podemos siquiera calibrar. Temí por mi vida. Sin el menor asomo de esperanza, me demoré en el escondite durante horas. La ensordecedora tromba humana, quizá enervada por el odio, la conmoción o la ignominia, ahogaba aún las calles, violando impunemente el silencio de la noche. Cuando más tarde, al borde del colapso, logré asomar sin peligro la cabeza y entrever al fondo unas banderas multicolores, creí entender que aquella buena gente celebraba la victoria deportiva de algún equipo local. ** Ángel Olgoso angelolgoso@wanadoo.es Escritor español (Cúllar Vega, Granada, 1961). Ha publicado los libros de cuentos Los días subterráneos, La hélice entre los sargazos, Nubes de piedra, Granada, año 2039 y otros relatos (Ed. Comares) y Cuentos de otro mundo (Ed. Dauro). Ha recibido, entre otros, el Premio de la Feria del Libro de Almería (1994), el Certamen de Literatura Erótica "Gruta de las Maravillas" de la Fundación Juan Ramón Jiménez (1995), el Premio Caja España de Libros de Cuentos (1998) y el Premio Clarín de Relatos convocado por la Asociación de Escritores y Artistas Españoles (2004). Ha sido también finalista del Certamen Gustavo Adolfo Bécquer de la Junta de Andalucía, del Premio de Relatos Alfonso Grosso (1999) y del Premio NH de Relatos (2004). Es miembro de la "Amateur Mendicant Society" de estudios holmesianos, y del Institutum Pataphysicum Granatensis. Relatos suyos se han incluido en Pequeñas resistencias. Antología del nuevo cuento español (Ed. Páginas de Espuma, Madrid, 2002), Cuentos del alambre. Antología de nuevos cuentistas granadinos (Ed. Traspiés, Granada, 2004), Noche de relatos (NH Hoteles, 2004) y en Grandes minicuentos fantásticos (Ed. Alfaguara, Madrid, 2004). También ha publicado relatos en la revista Quimera (Nº 222 y 253) y en las revistas digitales Relatocorto (http://www.relatocorto.com) y Ficticia (México, http://www.ficticia.com). Ha sido traducido al inglés. === # 333 Doménico Chiappe =========================================== Cuando descubres que no serás el mejor a pesar de todo tu esfuerzo y sacrificio, ya es tarde para remediarlo. No sirves para otra cosa y tienes que proseguir con tu entrenamiento, aunque tus tiempos nunca se acerquen a los del campeón. Para vivir del atletismo, tienes que competir en todos los juegos y tener un patrocinador. Así que sigue mi consejo, aunque nunca subas al podio: cuando llegues a la pista, estudia la ubicación de las cámaras que retransmiten el evento. Analiza cuándo y en qué parte del estadio, enfocarán de frente a los corredores. Y cuando te acerques a ese punto, practica un sprint, colócate en la cabeza del grupo. Aunque te desgastes y termines en una posición peor que la hubieras hecho con una buena carrera, tu esfuerzo será recompensado, porque las empresas verán que contigo siempre tendrán unos segundos en pantalla. Nunca ganarás pero, ya sabes, lo importante es competir. (Cuento de la serie Oficios). ** Doménico Chiappe textraccion@yahoo.com Escritor y periodista peruano-venezolano (Lima, 1970). Residió en Venezuela desde 1974 hasta 2002, cuando se estableció en Madrid, donde escribe guiones para cine y televisión y se dedica a la literatura. Ha sido periodista fundador del diario TalCual. Trabajó en El Nacional y en la revista Primicia. Colaborador del suplemento literario Verbigracia de El Universal. Junto con Andreas Meier, es autor de la obra multimedia Tierra de extracción. Su libro de cuentos Párrafos sueltos (2003) obtuvo el Premio de Narrativa Ramón J. Sender, en España. En 2007 publicó en Madrid su novela Entrevista a Mailer Daemon. === La forma sigue siendo importante ====================================== === María Elena Rodríguez Hernández ======================================= Ocasionalmente, los hombres tropiezan con la verdad, pero la gran mayoría de ellos se levantan y se van de prisa, como si nada hubiese sucedido. Sir Winston Churchill Están por empezar las Olimpiadas Beijing 2008 y el desfile de medallas de oro, plata y bronce que, de acuerdo al lugar que cada quien gane en su competencia, lo distinguirá como primero, segundo y tercer lugar. Todos los demás atletas y sus respectivos países resultarán perdedores, tanto por no ganar una medalla, como tal vez por ni siquiera acercarse en una mínima posibilidad. Cada competidor o equipo que va en representación de su país tiene la conciencia en la autocrítica de la capacidad que lo ha llevado hasta ahí para sentirse satisfecho por ello, pero también hay quien sabe que el esfuerzo mayor en esa competencia le puede dar un valor más importante a su país, pero sobre todo a su persona. Me refiero al hecho de saber que se ha preparado con todo para la competencia, que han dado su mayor esfuerzo para lograr un resultado positivo de acuerdo a su capacidad y al apoyo que ha recibido para su preparación, y que a veces algunos no muestran vergüenza ni dignidad para competir en este tipo de juegos. Hay una frase coloquial que dice que lo importante es participar, no ganar, pero los que alguna vez han enfrentado la situación en algún tipo de competencia saben que el ganar sí es importante, pero es mucho más importante saber cómo se ha ganado, cómo desarrolla su competencia. Las formas para ganar, incluso para perder, siguen siendo lo más importante. En el caso del futbol, que es un juego de conjunto, la forma de cómo se gana y cómo se pierde cobra mayor valor, porque el esfuerzo, la actitud y la capacidad desnuda durante los 90 minutos del partido, lo que cada jugador da al equipo, así como los jugadores y el cuerpo técnico, van reflejando el resultado, a final de cuentas, de lo que han trabajado en su tiempo de preparación. Hablamos de ganar o perder, no de empatar. Aunque en el futbol es válido el empate, si no sientes la derrota o sientes el triunfo no pasará nada que haga que cambies de actitud. Si no tocamos el fondo de una derrota o la cima de un triunfo no sabremos distinguir la diferencia. El conformismo de no aceptar un fracaso o una derrota hace creer que estamos en el camino correcto, pero a estas alturas, el camino elegido será eterno si no logramos captar y corregir los errores que nos han llevado a la mediocridad mental y de actitud ante las cosas que suceden. Por supuesto que cuesta trabajo aceptar una derrota, ya que a la vez estaremos aceptando que hemos fallado, que no nos preparamos para mayores metas, pero sólo aceptándolo como verdad es como podemos corregir los errores que nos hagan mejorar para ganar, aun perdiendo, y no seguir en el conformismo de disfrazar con el “no pasa nada” una derrota. En el caso del futbol varonil, que es donde más dinero se mueve en todos los aspectos, donde mejor se paga al jugador y todavía más aun, no se le cuestiona su labor en la cancha, seguiremos este camino eterno de derrotas sonrientes, de fracaso disfrazado de aventuras y de experiencias que no se aprenden. Unas Olimpiadas sin mexicanos en el fútbol, no pasa nada, como no pasó en Atenas 2004. Vimos cómo el equipo varonil de México no pudo anotar un gol a favor en los dos primeros encuentros en los que participó (empató a 0 con Mali, perdió 1-0 contra Corea). No supo aprovechar las llegadas a la portería rival en el caso del juego contra Mali y la actitud pasiva mientras transcurría el juego, y ellos se conformaban con el empate. Nadie dijo que éste fuera un mal resultado, aún faltaban dos partidos más por recuperar, pero la forma y la actitud para enfrentar esta competencia hace dudar del para qué llegar ahí, si no se tiene ni siquiera las ganas de ganar el primer partido. Cuando el agua les llegó al cuello, que fue contra Grecia, entonces sí se vieron apurados, corriendo toda la cancha, recuperando balones. Ricardo La Volpe, técnico del tricolor, ahora sí, dando instrucciones desde la banda, alentando a sus muchachos, cuando ya habían perdido toda posibilidad de avanzar a la siguiente ronda. Contra Corea no pudieron ni siquiera mostrar la capacidad para crear jugadas de peligro. Si hubieran empatado resultaría el mismo cuento, dos puntos logrados y un partido por disputar. Se tendió de nuevo la cama para caer en blandito, se dijo que se hizo lo que se pudo pero no se aceptó que no hicieron lo que debieron hacer, que es ganar, y se disfrazó de nuevo el fracaso. Y por no llevarlos a esa “oportunidad” es que cesaron a Hugo Sánchez de la Selección Mexicana en este 2008, y se le quitó toda posibilidad de revivir el espíritu de competencia y unión que México no tiene, ni demuestra, ni aprende de sus fracasos olímpicos en el fútbol. Hasta para quitar a un entrenador y poner a otro, la forma sigue siendo importante. “Somos la raza estrangulada por la inteligencia, ‘la insuperable, mundialmente famosa trapecista que ejecuta sin mácula triple salto mortal en el vacío’. ...En este continente que agoniza, bien podemos plantar una esperanza”. Rosario Castellanos. Felices Olimpiadas Beijing 2008, sin mexicanos en el fútbol. ** María Elena Rodríguez Hernández elenia257@yahoo.com.mx Escritora mexicana (Monterrey, Nuevo León, 1966). Sus escritos han aparecido en diferentes periódicos y revistas locales y nacionales. Pertenece al proyecto editorial Homo Scriptum, donde publicará su primer libro de poesía en 2004. === Ritos ancestrales Beto Agudelo =================================== Aproximarse a una Estación Orbital es una experiencia asombrosa y, para algunos seres humanos, terrorífica: darse cuenta de que un objeto tan grande —casi el tamaño de la Luna— ha sido construido por otros seres humanos; la sensación de vértigo cuando la astronave entra bajo la influencia gravitacional de la Estación y la impresión de que ese inmenso monstruo metálico va a devorar el vehículo... pero aproximarse a la Estación Orbital Cero, que gira en torno a la vieja Tierra, es aun más impresionante, pues es darse cuenta de que esa mole amarillenta y desértica que hay debajo es el sitio donde todo empezó: los viajes espaciales que permitieron colonizar el Sistema Solar y después la Galaxia... Siempre me he preguntado cómo habrá lucido la Tierra antes del cataclismo. Hoy es un vasto desierto árido con atmósfera tenue y temperaturas demasiado extremas para sustentar vida. La rutina de acoplamiento de la astronave se cumplió sin inconvenientes y pronto estuve sentado ante el escritorio del Almirante, aceptando una nueva misión como Agregado Militar del equipo de arqueólogos en la superficie de la Tierra, donde los investigadores han estado encontrando evidencias de una forma de culto extendida en la civilización pre-cataclísmica, además de las 27 de las que se tienen evidencias concretas y sobre las cuales se ha logrado reconstruir un cuadro histórico y social bastante completo. Lo curioso de la “nueva” forma religiosa es su extraordinario alcance: objetos rituales y centros de reunión han sido encontrados alrededor de todo el globo, aparentemente mezclados con muestras de otros sistemas de creencias, en un sincretismo curioso y difícil de entender. Sus templos tenían una extensión muy superior a la de otros santuarios. El culto tuvo medios bastante persuasivos para su expansión, que, según los historiadores del equipo, se desarrolló en menos de cien años. Y, dados los rumores cada vez más corrientes sobre el poder inimaginable de esa religión, es necesario tener cuidado sobre los descubrimientos a su alrededor. El descenso no fue muy diferente de los efectuados sobre otros planetas, excepto que en esta ocasión la nave era civil, y el traje espacial corriente y sin armas me hacía sentir desnudo, indefenso. Pero, además, estaba descendiendo a la superficie del planeta natal de toda la Raza Humana, con una misión relacionada, según los últimos informes, con el ritual más poderoso del ser humano en toda su historia. La excavación estaba protegida por una enorme cúpula geodésica que algunos técnicos estaban terminando de ajustar en ese momento. Pero el equipo científico estaba en el laboratorio, reunido alrededor de una pantalla holográfica. Dos técnicos y un experto en comunicaciones trabajaban sobre un objeto pequeño, negro, rectangular y achatado, que manipulaban con sumo cuidado. La pusieron en la bandeja de un analizador y esperaron, expectantes. El director del equipo arqueológico apenas me saludó y miró la pantalla, retorciéndose las manos. Uno de los científicos me señaló el analizador, comentando que el objeto era quizá un primitivo medio para almacenar información de audio y video. En la pantalla holográfica sólo se veía estática y por los altavoces surgía un ruido parecido al del agua corriente. Por fin apareció una imagen bidimensional. Reconocí el objeto como uno de los artefactos de culto recuperados en las excavaciones. Varias personas aparecieron y comenzaron el ritual. Los historiadores y arqueólogos rieron nerviosos: era distinto de lo que habían pensado, discutido, escrito y defendido. Poco a poco nos dejamos llevar por las imágenes y por las extrañas letanías que surgían de los amplificadores: palabras en una lengua extraña y que tenían una cadencia particular y un ritmo contagioso, pronunciadas por un oficiante invisible. Muy pronto nos empezamos a sentir conectados con la danza, extraña y magnífica, que esas personas en la pantalla —seres que vivieron antes del Cataclismo— llevaban a cabo con precisión, agilidad y poder sorprendentes. Nos hicimos, sin quererlo, parte del ritual, y entonces entendí el poder de una religión capaz de capturar las mentes entrenadas de científicos y guerreros a miles de años de distancia en el tiempo. Y entonces el ritual llegó a su clímax, y, sin saber por qué, contagiado por la evidente alegría de esos seres en la pantalla y de los hombres y mujeres a mi alrededor, grité junto con todos ellos y junto con el oficiante que, sin previo aviso, rompió la larga y extraña letanía y prorrumpió en ese grito que todos compartimos, como si lo conociéramos desde siempre, como si lo lleváramos en la sangre, herencia de los ancestros hasta ahora olvidada. Fue un grito largo y profundo que estremeció las paredes del laboratorio y pareció silenciar hasta el furioso viento del desierto. Gritamos y el grito, compuesto por una sola palabra, nos arrancó lágrimas de alegría. Fue un solo grito, una corta palabra que estiramos hasta el infinito, un grito capaz de contener todos los gritos de combate y de victoria que alguna vez haya gritado la raza humana. Gritamos y el grito se grabó en mentes y corazones para siempre. Una sola palabra, corta e infinita, un conjuro capaz de parar el Tiempo: ¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!!! ** Beto Agudelo mornatur@gmail.com Diseñador visual y escritor colombiano (Manizales, 1972). Textos suyos han aparecido en el diario La Patria (http://www.lapatria.com), de su ciudad natal, y en la revista electrónica Equinoccio (http://www.equinoxio.org). Mantiene el blog Señor Oscuro (http://mornatur.wordpress.com). ||||||||||||||||||||||| ARTÍCULOS Y REPORTAJES |||||||||||||||||||||| === La llama de la transparencia Magally Elvira Ramírez ============== “Veo otra ruta, la ruta del instante, la ruta de la atención, despierta, incisiva, sagitaria, pico de víscera... reflejo del rayo, vigilancia, ruta real con legión de frutos vivos, cuyo remate es en ese lugar en todas partes y en ninguna”. Rafael Cadenas. “Sueño frente a la nada, eso somos”. Vicente Gerbasi. Guaraira Repano es el nombre del libro de poesía realizado por Marissa Arroyal que le canta a esa montaña venida del mar Caribe. Los textos escritos por Marissa pertenecen a los haiku, que es un espacio para poetizar que se define por su brevedad, pero esta característica afecta, esencialmente, al formato de lo inscrito, la montaña es un paisaje, el “roji” del Tao, es una galería que atraviesa un jardín que lleva del porche, que hace de vestíbulo, a la sala del té, simboliza el primer estadio de la meditación, una reflexión filosófica cuyo primer llamado lo hace la poeta y su mensaje sobre el paisaje montaña es decisivo, es hacia “los indiferentes” que “jamás encuentran” el camino del otro porque están ensimismados en la contemplación de su yo ego. Nadie que atraviese el jardín olvidará la emoción que experimenta el espíritu cuando se eleva por encima de la vulgaridad cotidiana, mientras pasea a la sombra crepuscular de los árboles de follaje siempre verde. El haiku es poesía escrita y vívida, estamos frente a una estética que estructuralmente nos remite a un hacer rápido, a un tiempo particular, a ir hacia lo esencial, a una enunciación absoluta de asunto eterno mediante contrastes; la brevedad resuelta en intensidad y transformación, en asociaciones contradictorias, el poder de concentración de la palabra es lo que se impone en los diálogos de la poeta con el mundo. Los haiku de Marissa están asociados al momento de iluminación indecible del taoísmo, que sin duda le debe mucho al zen, que es una doctrina sin palabras; para propiciar la llama de la transparencia del conocimiento, los maestros de ese modo de descifrar el cosmos acuden a las paradojas, al contrasentido, a todas aquellas formas que tienden a disolver nuestra lógica y perspectiva normal y limitada de las cosas, pero esa destrucción no tiene por qué remitirnos al caos y al absurdo sino que a través de la experiencia del sinsentido descubrir una nueva percepción de nosotros y de lo que nos rodea, sólo que ese registro de la iluminación es incomunicable por la palabra, el humor, la poesía o la imagen. La búsqueda de la verdad relativa se transforma en un espacio infinito y la mirada se resuelve en el vacío hacia la profundidad contemplativa e inmóvil, se refugia en los abismos del koan que conducen al satori, hay un deseo indecible de pulsar la llama de la transparencia, se acentúa el habla religada del universo, se escucha lo que dice la arena, el dolor de su huella, los cantos del follaje, el silbido del viento o la presencia relampagueante del ocaso. La dádiva de la poeta despierta en el lector nuevos reflejos, lo transcrito en el poema del viaje de “Li Po por el río del cielo” recoge la contrastante mirada de la luna, ella ya no es la luna sino un “jazmín que se mira en aguas oscuras”, ella es y no es, la belleza transformada se expone en un nuevo significado instantáneo, las imágenes se activan para dar cuenta del espacio de sombra y luz, una nada mutada en un jeroglífico de lo animado, una sutil catarsis se opera en el lector, el cuerpo respira mejor en los signos del vacío, como visitantes fugaces de los textos escritos estamos frente a una ambrosía vegetal que nos recuerda que con la salida del sol se desvanecen los pensamientos del pasado y en medio del poema se “anuncia el inicio del sermón de la montaña” que recita las bienaventuranzas, la montaña es el lugar sagrado, un templo para la meditación y para la epifanía del filósofo chino Li Po convertido en fiel amigo, perro acompañante. El rumor del río, el vértigo de su desplazamiento y su voz, nos informan sobre la situación de ese árbol que se convierte en un Hércules vegetal que prepara todas las fibras de su cuerpo, su apoteosis, al “darse por entero en un sagrado ir hacia arriba”, pero la cima también es el ámbito para el entierro de la figura paterna, los huesos del padre se estacionan entre “el alba y el ocaso” “bajo el árbol de mango del cortafuegos” en el borde de los extremos, allí “nadie está exiliado”, todos se unen a la totalidad sagrada, “en la pequeña estela de octubre”. El símbolo recurrente es la cumbre que “le ofrenda al visitante su corazón de agua”, hay una rosa en el Ávila, ligera, asemeja “un nido de coral” y con esa flor se aproxima la noche en Galipán y de ella sólo “queda el brillo de la luna en la azucena”, el peregrino en la oscuridad es iluminado por el resplandor que se ha apostado en una azucena, lo Otro, lo Oculto, se presenta de inmediato como espacio de transformación, “la pupila del cielo se abre un instante” y se produce entonces en el viajero un koan, “reflexión”, de inmediato surge un vórtice de luciérnagas y en el espectador brota de nuevo una pregunta sin respuesta “¿De qué abismo regresan las luciérnagas?”, y se atisba a comprender que su luz es traída a la ladera por el Misterio desde su lugar habitual, lo abismal. La poeta interrumpe su marcha ante el infranqueable asombro; luego continúa su viaje hacia donde nada la detenga, los espíritus guardan sus lugares solitarios y apartados, el sol, la luna y las estrellas siguen su curso regular, la simplicidad de la cima, la ausencia absoluta de trivialidad en la misma, hacen de ella un verdadero santuario contra las fricciones del mundo exterior. Allí y solamente allí, puede un hombre consagrarse sin cortapisas a la adoración de la belleza expuesta, “a la sombra del Ávila” la montaña se convierte en el maestro, en el “índice que señala” el camino, la cúspide se nos presenta como una especie de colina de las hadas de la cultura celta y nos interrogamos: ¿en el Guaraira Repano está nuevamente el Zigurat mesopotámico? Todo el ámbito se transfigura, la neblina, que todo lo oculta, es un paso para entrever “con gusto a hierba” el conocimiento de uno mismo. En los poemas de Marissa Arroyal se advierte que la vida y la muerte forman parte de un insondable Misterio cuya incógnita, el “¿para qué?”, queda sin respuesta, como “una hilera de hormigas con un pétalo amarillo” porque el tiempo en que acaece la vida se convierte en fugacidad, es un río continuo que al atardecer “se lleva el día” y la voz de las chicharras como un “antiguo cincel” horada, suaviza y activa la belleza de “la oscura piedra de los versos” y de nuevo la incesante autoiluminación que produce el lugar sagrado se ve reflejada en los versos de cañada y claroscuro, donde “un colibrí de fuego” produce el éxtasis, y el grito final “de la bandada de loritos” diluye la ignorancia en medio de “la bruma del ocaso”. Junto al eco del agua la escritora anuncia su dolor y su consuelo dentro del “valle de Toromaymas”, viaje inmóvil al término del cual nos encontramos a nosotros mismos, la montaña le da la fuerza que fecunda en ella “jardines en su oquedad” y el arco iris es un poema que tiene un cuerpo hecho con gotas de llovizna y es una arquitectura de centelleantes átomos, bien construida, sin embargo no puedes ponerle la mano, no, ni siquiera tu mente. En un instante, inconmensurable, el silbido de un pájaro nos resguarda del habla perpetua del ayer, nos coloca sobre la escena de lo que acaece en el momento y la unidad con la montaña se concentra en un silencio sin tregua, en un diálogo de amor, la observación y lo observado se convierten en una unidad que nos abre las puertas del satori: el sentido y la ausencia del mismo, vida y muerte coexisten, dos realidades unidas e inseparables y que, no obstante, jamás se funden enteramente, el grito del pájaro y la luz del relámpago generando la contemplación que es un estado de soledad. La belleza de la palabra arde como un fuego, desrealiza lo real, la imagen del Guaraira Repano, como libro, supone la crítica del lugar común, el lenguaje tiende a dar sentido a todo lo que decimos y en su totalidad poética es un testimonio de la pregunta creadora que todo ser humano debe alcanzar en su búsqueda del conocimiento. Los haiku de Marissa Arroyal se sirven de la riqueza metafórica que inspira y genera el esplendor de un contraluz para describirnos el psiquismo que mantiene atenta la conciencia para dar fuerza a sus reflexiones estéticas. Es un libro que exige del lector disposición para acceder al ámbito de esas calladas iluminaciones y es una invitación, también, para asomarse al lento tiempo y al silencioso despertar del alma. Bibliografía directa • ARROYAL, Marissa: Guaraira Repano, Edit. El Perro y la Rana, 2006. • BACHELARD, Gaston: La llama de una vela, Monte Ávila Editores, 1975. • OKAKURA, Kakuzo: El libro del té, Edit. Kairós, 1978. • BASHO, Matsuo: Sendas de Oku, Edit. Seix Barral, 1981. • CHUANG-TZU: Monte Ávila Editores, 1972. • KRISHNAMURTI, J.: El despertar de la sensibilidad o el arte de ver, Edit. Orion, 1966. ** Magally Elvira Ramírez magar7r@cantv.net Ensayista venezolana. Es licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve) y máster en planificación y administración de la educación superior por la Universidad Rafael Urdaneta (URU, http://www.uru.edu). Fue directora de la Escuela de Letras de la Universidad de la Tercera Edad y presidenta de la Asociación Venezolana de Educación a Distancia (Aved, http://www.aved.edu.ve). Cofundadora de la revista en línea Kalathos (http://www.kalathos.com) y facilitadora de diversos talleres de literatura en la Universidad Metropolitana (http://www.unimet.edu.ve). Actualmente es colaboradora de varias revistas en la web. === Las torcazas también llegan a la tercera edad ========================= === Leopoldo de Quevedo y Monroy ========================================== A las cuatro de la tarde, a veces, acompaño a mi señora a visitar a su madre en la mansión que la enfermedad y la vejez le prodigaron. Es una casa antigua en el Barrio San Antonio, declarado Patrimonio Arquitectónico de Cali. Largos corredores abrazan con sus verjas de madera el jardín verde y florido en su interior. Sobre el costado hay una gruta sobrecubierta de piedras gordas que dejan ver el intestino gris de tierra. Mientras las horas tercas mueven sus manos casi paralíticas en el reloj, unas vecinas revolotean su saludo sobre el borde de la tapia que separa en dos el Hogar Santa Clara. Con paso sin afán recorren el jardín, mientras sus compañeras de arrugas se mueven en silla de ruedas. Cinco torcazas han bajado a charlar sobre la hierba fresca. Vienen vestidas como monjitas de gris con pintas blancas. Tienen su cabeza cana y su pico blando. Sus patitas con uñas casi amarillas llevan en andas el cuerpo leve en busca de arenillas, migas de pan y granos de arroz. Miran y miran a todo lado. Allá está Flor, allí, el arquitecto con su pliego abierto, en la esquina se sienta Bertha. Margarita, la periodista, tiene su cabello liso atado con una moña que le regalaron ayer. Pasan las nanas con su uniforme verde. Hay gran movimiento en la casa porque ya se acercan las 5 pm y huele a comida. Las palomas bajan su pico hasta la tierra y siguen buscando el alimento en este Hogar. Las pajarillas lucen contentas y no desesperan porque su mesa jamás se destiende. En la fuente lavan sus plumas, su cama está lista en el alero y bajo sus alas hay calor para dormir hasta la mañana. Tienen la suerte de tener un hogar muy ancho para pasar en paz sus últimos días. No se preocupan pues su Destino está asegurado. Si ustedes vieran estas viejitas y a estos viejitos. Unos con dientes, otros con su boca sin sierra blanca, unas bajitas muy encogidas, otras delgadas como ramitos de limoncillo, todos y todas abuelas y madres, abuelos y padres. A unos les llegan visitas todos los días. Vienen sus hijos y nietas y los acarician con su sonrisa y los abrazos. A ellos nada les falta y la vida los rodea igual que en casa. A otros sólo les basta la buena cara y el cuidado de los responsables de este Hogar humano. Sus ojos ven las torcazas picar la tierra y sacar la comida que la Naturaleza guarda para ellas todos los días. Vuelan y toman agua, unas con otras asean su vestimenta. Tal vez sean abuelas pero sus polluelos no los visitan y para ellos no hay medicinas. ¡Felices son las torcazas que pueden valerse sin necesidad de padres o hijos! ¡Dichosas son las torcazas porque se mueren de viejas en el alero donde vivieron! Bienaventuradas las torcazas porque ellas solas hacen recambio de plumas y no necesitan la limosna de una aspirina de papá gobierno. Las dos parejas de torcazas y su solitaria acompañante se retiran a su nido de “secas pajas” a las seis de tarde. Se recostarán una junto al otro y antes de cerrar sus ojos, echarán la última mirada a sus vecinas de edad, y les brindarán su postrer arrullo como señal de apagar la luz en su cuarto. A las seis de la mañana, de seguro, otra vez su arrullo saludará el nuevo día y alistarán su vuelo para visitar a las damas y abuelos en el Hogar Santa Clara. ** Leopoldo de Quevedo y Monroy leoquevedom@hotmail.com Escritor colombiano. Abogado egresado de la Universidad Libre (http://www.unilibre.edu.co) y magíster en Docencia Universitaria por la Universidad del Valle (http://www.univalle.edu.co). Ha publicado Confesiones de un cura casado (Corredor, 1999), El anteproyecto y el proyecto de investigación, los poemarios Versos sacros y profanos (Artes Gráficas del Valle; Cali, 2005) y Cotidianidad en Re-verso (Artes Gráficas del Valle; Cali, 2006) y diversos materiales en el diario El Tiempo (Cali) y la revista Plenilunio. Ha participado en eventos literarios como la “Hora de la Poesía” en la Feria del Libro en Bogotá (2005), el V Festival Internacional de Poesía en Cali, la XI Feria del Libro Pacífico y otros. === Psicologia em curta-metragem (Psicología en cortometraje): ============ === Reflexiones sobre el cine en el diván Jorge Sanglard ============= === Traducción: Lívia Miglioli ============================================ Una mirada múltiple hace que Jacob Pinheiro Goldberg transite por la psicología, literatura, cinema y derecho, siempre en la perspectiva de la comprensión de los conflictos que hicieron época en el siglo XX y en los primeros años del siglo XXI. La frontera es la patria de Jacob Pinheiro Goldberg, la esquina, su peregrinación. No es por nada que citó a Walter Benjamin en un epígrafe de su libro: “Como existen muchos caminos, estamos siempre en la encrucijada”. En la concepción del escritor y experto en psicología de la imagen, todo el mundo construye su película y nadie consigue huir del guión. Igualmente, las personas sin ningún contacto con el cine acaban creando e incorporando un personaje en su vida diaria y producen un guión, aun sin querer. El nuevo libro de Goldberg, Psicología en cortometraje (Editorial Novo Conceito), es un paso más en la trayectoria de un autor que no teme el desafío de revolver el pasado para discutir el futuro. En una coyuntura globalizada y donde todas las cosas y todo el mundo están conectados, sea por el Internet, sea por el celular, o por el cine, o incluso por la tele, Goldberg argumenta que el guión de cada uno está en el aire y que no hay escapatoria. De esta manera, el “psicólogo de la poética” se sumerge en el universo del séptimo arte con una perspectiva “traviesa” o astuta de quien vislumbra, a partir de rollos y rollos de cine, una nueva utopía. A fin de cuentas, a lo largo de toda su trayectoria de vida ya vio desmoronar muros, sueños, virtudes, esperanzas y verdades y deseos. Pero nunca ha perdido la fe. Según Goldberg, todo el estudio de comportamiento se basa en algunas perspectivas históricas. Contradictoria, paradójica y peligrosamente, en un proceso de actos instantáneos, se convive con el sincretismo, que es la posibilidad de comprensión libre, y con el totalitarismo, que es el fruto del miedo. Atento a lo que pasa a su alrededor, el autor destaca que las tribus urbanas, incluidas o excluidas en la masa, definen tendencias y prestan carácter al modelo del proceso social. Enfático, afirma que las fuentes de la imaginación y de la aventura son, cada vez más, esenciales para una nueva educación de los hombres y de las mujeres. Nacido en Juiz de Fora, Minas Gerais, y radicado en São Paulo —desde hace más de cinco décadas—, Jacob Pinheiro Goldberg es un outsider y ha investigado el debate de ideas y la reflexión, y con eso ha causado mucha polémica. En el libro Psicología en cortometraje el autor promueve una embestida densa en el universo del cine, ora como espectador, ora como un atento observador del contexto social. Según Sandra Magalhães en el prefacio de la publicación, Goldberg, que es un cinéfilo por muchas circunstancias, exige del lector que reescriba, en la conformidad de su tamaño, una concepción de ser a partir del personaje. La macro y la micro violencia de Brasil también están entremezcladas en el libro, donde propuestas polémicas, como la reducción de la edad penal y el endurecimiento de las penas en el país son valoradas y cuestionadas, teniendo la violencia abordada como referencia. Hoy, declara el psicoanalista, somos todos rehenes del bandidaje. Pero cambiar el juego exige que se cambien las reglas. Goldberg defiende que lo importante es el desarrollo de la visión crítica ante la realidad compleja y argumenta que es fundamental rechazar soluciones sencillas como el incremento del rigor de las penas, la reducción de la mayoridad penal y la criminalización de nuevas conductas. Y Goldberg, aprovechando un concepto de la procuradora del estado de São Paulo, Ana Sofia Schmidt de Oliveira, advierte que lo esencial es adoptar, sobre todo aquéllos que estén relacionados al sistema, como policías, abogados, jueces o promotores, una postura de humildad, incorporando la creencia de que si el sistema deja de causar un mal mayor que aquel que pretende combatir, ya habrá hecho una gran acción. El ser humano todavía no ha encontrado una fórmula para engañar su tendencia a la perversidad, enfatiza Goldberg. “Es cierta especie de tortura, mutila y mata con mucho placer. El ejercicio diabólico del sadomasoquismo. La respuesta está en la distinción, sublimación de la finitud, la única salida para el desespero del acaso, raíz de la violencia”. Y ese diálogo, que traba y destraba la palabra, es el que roza los idiomas, agrega el psicoanalista. La opinión de Sandra Magalhães es que, “en su amplitud, Jacob Pinheiro Goldberg está construyendo una teoría brasileña de la psicología, con la mejor tradición de originalidad que captura en el humano, la libertad”. Y añade: “Me apropio de las palabras de Gilberto Felisberto Vasconcellos que, en una crítica publicada en la Folha de São Paulo acerca del libro Cultura de la agresividad, la edición de la tesis de doctorado en psicología de Jacob Pinheiro Goldberg lo encuadra en la manera de los nuevos filósofos franceses, que son representantes del postmodernismo”. Psicología en cortometraje es calificado por Sandra Magalhães como otro turnover en la difícil e impresionante obra de Goldberg. Difícil como es su obra escrita y su discurso, disperso en conferencias y artículos en Brasil y en el exterior, en un proceso de torbellino de un peregrino que, alrededor de sí mismo, visita el mundo con una profunda militancia social que ya se incorporó a la propia historia de nuestra cultura. Impresionante, porque crea polémica, contesta, razona y hace apología de la desrazón, provocando la ira en los cobardes de espíritu, despertando la emoción en el humano. El libro trae un análisis del comportamiento de muchas películas, directores y actores de cine, donde Goldberg analiza Matrix, Los pájaros, Crimen perfecto, Dois Filhos de Francisco, Secreto en la montaña / Brokeback Mountain, Meu Nome Não é Johnny, Cidade de Deus y Tropa de élite. Acerca de este último, el psicólogo afirma que el director José Padilha hizo en el cine lo mismo que Nelson Rodrigues hizo en la literatura: “Él mostró un punto de vista ‘brasileño’ acerca de Brasil, que nadie lo escribe, nadie lo filma, porque somos todos hijos de una cultura que se escamotea para evadirse. Una sociedad que no ve con miedo la visión horrorosa que la amenaza. Brutalidad, violencia, hipocresía, todo es tratado por el bies del tabú, de la falsa cordialidad. El individuo suele decir no con la sonrisa de un sí”. Somos todos, y cada uno a su manera, prisioneros del pasado, afirma Goldberg: “En el ejercicio diario del psicoanálisis constato lo atemporal y lo inespacial del inconsciente. Lo que me pasó en la infancia está más presente, nostálgico y lacerante que el desayuno”. Y la obra es el ejercicio balanceado entre la omnipotencia del creador y la impotencia de la fragilidad del ser, proporcionando la interacción entre lo irreal y lo acontecido. ** Jorge Sanglard jorgesanglard@yahoo.com.br Periodista brasileño (Juiz de Fora, Minas Gerais, 1954). Investigador musical, programador visual y productor cultural. Ha producido presentaciones para artistas como Egberto Gismonti, Arthur Moreira Lima y Clara Sverner. Ha trabajado para medios como Tribuna de Minas, Tribuna da Tarde, Movimiento, Em Tempo, O Primeiro de Janeiro y otros. Ha hecho proyectos gráficos para medios de comunicación y producciones discográficas. Coordinó la antología poética Poesia em Movimento y colaboró como investigador en el Dicionário Houaiss Ilustrado da Música Popular Brasileira del Instituto Cultural Cravo Albin. === Y el río va Manuel Garrido Palacios ============================== Algaida ha editado el libro El sueño de Dakhla, atribuido al poeta saharaui Umar Abass, con poemas que hablan del exilio y de la tierra perdida desde una evidente actitud moral, sin renunciar por ello a una atmósfera intimista, a un ámbito propio. Umar Abass nace en Ad Dakhla (Sahara Occidental) en 1942. A los dieciocho años se traslada a París, donde permanece hasta rozar la treintena. Posteriormente se incorpora al Frente Polisario y es detenido en su ciudad natal. Tras un corto periodo carcelario es expulsado del país y se instala en Damasco, ciudad que abandona para incorporarse como combatiente a la lucha que libra su pueblo. No sólo participa en la proclamación de Bir Lehlú, sino que en ese período sufre heridas en combate. Desde 1987 vive entre Madrid, Tindouf y Kirsehir ligado a organizaciones humanitarias pro-saharauis e impartiendo cursos universitarios. Ha publicado el libro de viajes Por el camino de Luhr (Ed. Izmir, 1996), fruto de su viaje a pie por el norte de Irán y traducido por poetas sufíes como Rumi, Sadi y Feridu-d-Din al castellano. Su poesía escrita entre 1977 y 1998 es recogida por la prestigiosa editorial L’Harmattan (París, 1999) bajo el título de Tregua / Trêve. La obra El sueño de Dakhla abarca sus versos desde esa fecha hasta 2005. Sus poemas son como más de una vez hemos soñado que tendría que ser la Poesía: pura esencia. El titulado Abu Nuwas dice: “Hay tardes en que siento, aquí, en mi corazón, el río, / lo siento como siento que soy viejo. / Pero ajeno a mí, el río pasa y pasa, / mientras la tarde deja en las orillas una luz tibia, / olor a lodo, a flores muertas. / Sí, es este el río, / el que llega en las sombras, / el que muele las sombras, / el que arrastra las sombras”. En otro advierte: “Si así lo quieres, / cubre el cielo de tinieblas / y azota las cumbres y enfurece a los ríos, / pero apiádate de esta casa / que he alzado por tres veces / de la furia y la sevicia de los hombres. / Nada conozco más frágil que estos muros / donde un mísero fuego cada noche / me calienta y me da luz, / así que hazme el favor, / pasa de largo / y de castigar castiga las murallas del alcázar, / que se alzaron para desafiar al mundo, / y no a mí, que a nadie desafío”. En un tercero: “En mi casa espero la vuelta del sol, el viento / que hinche las sábanas, / las bruscas nubes de la primavera. / Me entrega la casa su seco mendrugo y la inquietud / de quien en ella ha visto anochecer / en una cadencia que no es nueva. / Ajena a la memoria, me tiende sus paredes (¿porque en ella / está lo que yo busco, lo que en vano busqué / en remotas aduanas? No lo sé) / Yo la oigo, como se oye al niño que llora en la memoria, / como se oye un río bajo la densa arena. / Y digo ‘mi casa’ pero debiera decir que soy suyo, / la parte de mi casa que baja a por tabaco, a por naranjas / la parte que mañana, mañana mismo, / se sube a un avión y ya no vuelve. / Yo hice esta casa. Ella me ha hecho. No estamos en paz”. Parecen beber estos versos de uno solo que leí hace años: “Si el río quisiera obedecerme”, escrito por el poeta Manuel Moya, quien, por cierto, acaba de obtener con este libro el Premio Vicente Presa de Poesía. ** Manuel Garrido Palacios elclan@inicia.es Escritor y realizador español (Huelva, 1945). Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española de Nueva York. A partir de una sólida formación en dirección cinematográfica ha dedicado su actividad como guionista y director de televisión (NKD de Japón, WDR de Alemania, TVE España). Ha sido miembro del jurado del Festival Internacional de Cine de Glaway, y del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Ha dirigido series televisivas como Raíces, Todos los juegos y La Primavera en Doñana, entre otras, y ha recibido premios dentro y fuera de España por ellas. Entre otras obras, ha publicado, en ensayo, Aún existen pueblos: etnografía de lugares dispersos (Salamanca: Centro de Cultura Tradicional, 1994), Voces de la Sierra (Fuenteheridos: Libros de la Huebra, 2000), Cartaya (Barcelona: Lunwerg, 2003) y Una mirada a Huelva (Huelva: Fundación Caja Rural del Sur , 2004); en narrativa, los libros de relatos Viaje al país de las leyendas (Valladolid: Castilla, 1997) y Noche de perros (AR.Abelardo Rodríguez Ediciones, 1999), así como la novela El abandonario (Palma de Mallorca: Calima, 2001); y en poesía, Brocal (1964 Col. Litoral, 1) y Soneto (Málaga: Corona del Sur, 2001), entre otros. Además aparece en las antologías Quince líneas: relatos hiperbreves (Barcelona: Tusquets, 1996) y Relato español actual (Unam, México 2002 - FCE, España 2003). Ha publicado textos y reseñas críticas en EOM: El Otro Mensual (http://www.eldigoras.com/eom/umbral.htm). Ha recibido diversos premios, como el "Querido Borges" de narrativa (Los Ángeles, California, EUA), el "Rodríguez de la Fuente" y el Premio Nacional de Periodismo "Ciudad de Cádiz", entre otros. === Aprende a reír con tus labios rotos John Jairo Junieles ========== Sobre Negocios, libro de cuentos de Junot Díaz. Traducción de Eduardo Lago. Random House Mondadori, 1997. Junot Díaz es uno de los escritores latinoamericanos más reconocidos del momento, aunque, curiosamente, su éxito le ha llegado viviendo en un país como Estados Unidos, donde se naturalizó hace ya varios años. Ser el ganador del premio Pulitzer de este año 2008, gracias a su novela La maravillosa vida breve de Oscar Wao, le ha permitido abrirse paso en medio de la marea de artistas dedicados a las letras que se han radicado en Norteamérica. Hay que decir que su éxito no fue una casualidad, ya que no se trata de un escritor neófito. En 1996 había escrito un libro de cuentos llamado Drown, el cual fue traducido al español como Negocios, en el que ya dejaba ver gran parte de su talento y vocación, además de una maestría patente a la hora de definir un estilo propio para narrar las historias. Negocios contiene 10 cuentos que transportan al lector a las calles de pueblos y ciudades de una República Dominicana habitada por historias que se acercan a cualquier espacio latinoamericano habitado por niños y jóvenes, y a los barrios de una New Jersey que parece no inmutarse ante la presencia de una generación de muchachos que crece entre sus avenidas, cargando a cuestas con una vida que se muestra opaca y que no ofrece, al parecer, salidas viables que permitan dar paso a la esperanza. El libro tiene la virtud de mostrar que en el fondo, y muchas veces, no existe una marcada diferencia entre las historias que van atravesando la existencia de sus protagonistas, porque aun a pesar de la distancia y el contexto propio de cada cuento, el trasfondo de cada uno deja ver elementos y características que se hacen generales. Temas como la violencia, el desarraigo, la desesperanza —ya sea patente o escondida—, la soledad, la tristeza o el desamor, se mueven sin ningún pudor entre las páginas del texto. Aun así, hay que decir que la presencia de estos elementos, que se encuentran comunicados por el hilo de otros más como la crueldad y la resignación, no alcanza a permear en su totalidad el instinto de supervivencia que caracteriza a los protagonistas. Acerca del texto, Eduardo Lago señala que este primer libro de Díaz fue publicado cuando tenía 28 años, y que se trató de “(...) un delgado volumen de relatos” que “centró en él la atención del mundo editorial de su país, que vio en Junot Díaz al más firme valor de las emergentes letras hispánico-norteamericanas” (Lago). Es cierto. El autor logra brindar en el texto una clara muestra del carisma literario que lo caracteriza, imprimiendo con fuerza la calidad y versatilidad que acompañan a sus letras. Esto resulta de un valor inestimable, ya que ayuda a abrir el camino para que un país como Estados Unidos comience a reconocer con más claridad aquellas obras que novelistas llegados de tierras latinas, y que habitan en sus entrañas, conciben gracias a su talento. Pero la creación literaria tiene sus vaivenes y nadie más crítico en el momento de examinar y calificar una obra, que su autor mismo. “Soy terriblemente duro conmigo mismo, padezco la enfermedad del perfeccionismo. Destruyo incluso cosas que me salen bien para intentar mejorarlas, de modo que parte del proceso consistió en derrotarme a mí mismo” (Lago), señala Junot Díaz acerca de su proceso creador. Pero la labor autocrítica, al final, rinde sus frutos, ya que sus textos presentan una interesante conformación del relato en todos sus niveles, brindando así a las historias un dinamismo único que se va paseando por las narraciones, las cuales, libres de ambages, llegan a tocar crudamente las temáticas cargadas de pasiones, emociones y reflexiones humanas que se asilan al lado de las vidas que nos recrea el autor. En Negocios resulta interesante descubrir la transparencia con la cual se cuentan las historias, lo cual le permite al lector asimilarlas tal y como lo ha pensado el escritor. En los textos no existe nada forzado, ya que todo linda con el terreno de la verosimilitud, y las experiencias de los personajes, aunque fuertes, permiten identificar puntos de cohesión suficientemente claros con respecto a un modo de vida puntual, el de una juventud que se mueve entre espacios que puede considerar propios y ajenos, que le brindan refugio pero que a la vez se muestran hostiles, que les acercan las oportunidades pero que muchas veces juegan cruelmente con sus esperanzas. Resulta justo señalar que parte de las historias que se cuentan se desarrollan en un mundo aparentemente blindado, pero que indudablemente muestra fisuras de manera intensa en niveles emocionales, lo que denota un deterioro en las relaciones, un alejarse voluntariamente de las cosas que podrían resultar cercanas, para evitar así un daño que resultaría más notorio porque nace de los espacios que de una u otra forma se consideran aparentemente seguros pero que, aun a pesar de esto, alcanzan a infligir heridas. Cada uno de los parámetros que se pasean por la obra de Díaz genera la suficiente tensión como para que el lector se mantenga atraído y aferrado a cada narración, casi que sin ningún esfuerzo, porque la naturalidad con la que se transmite el escrito le imprime a las acciones esa franqueza creadora que resulta tan importante en un escritor cuando se trata de ofrecer su obra a un público que se cuestiona y que no traga entero. Entremundos: Radio Bemba y escritura Hay que hablar del modo de narración, el cual se da constantemente en primera persona. Esta es una estrategia que rinde sus frutos ya que logra acercar más el lector a los protagonistas, porque éstos continuamente le están hablando, le están contando, le están permitiendo entrar e indagar en sus vidas. Negocios muchas veces da la sensación de ser un diario personal, donde cada joven expresa lo que siente, la manera en que ha vivido cada momento, cada experiencia, el modo de defenderse o escapar. La forma de hablar de los personajes deja traslucir un modo de vida emparentado con una difícil realidad social. El lenguaje fuerte y desparpajado denota un desprendimiento con lo establecido socialmente como culto, pero a la vez permite entender de manera cruda y con una gran profundidad, las circunstancias, condiciones y el ambiente que les rodea. Mijail Bajtin nos dice que “no existe un determinado patrón de lenguaje cotidiano y práctico. Los enunciados reales (...) se construyen de maneras muy diversas de acuerdo con las diferentes esferas y propósitos de la comunicación social cotidiana. Entre las construcciones comunicativas cotidianas y prácticas determinadas, las diferencias formales pueden ser incluso más profundas y drásticas que aquellas que existen entre un tratado científico y una obra poética” (Bajtín [1], 158). Teniendo en cuenta lo anterior, resulta importante brindar la importancia que se merece el modo de expresión oral que presenta Negocios. Y es que de las diferencias que se muestran con otros modos de expresión existentes, aunque estén por fuera del texto, nace el fundamento que en gran manera logra dar vida a ese trasfondo que acompaña cada historia y que le ofrece vigencia a cada una de ellas en cuanto a su autenticidad verbal, como medio de comunicación de un grupo determinado. El hecho de que el texto se narre en primera persona, hace que éste se manifieste con una oralidad interna muy interesante. Pero esto a la vez hace que la escritura tenga que responder a una serie de “valores” que se correspondan con esa oralidad señalada. Walter Ong señala que “(...) las culturas orales no carecen de una originalidad de carácter propio. La originalidad narrativa no radica en inventar historias nuevas, sino en lograr una reciprocidad particular con este público en este momento; en cada narración, el relato debe introducirse de manera singular en una situación única, pues en las culturas orales debe persuadirse, a menudo enérgicamente, a un público a responder” (Ong, 48). La oralidad que internamente contiene el texto hace que la parte escrita deba actuar con similar originalidad a la hora de transmitir el lenguaje que normalmente los personajes expresan de manera oral. La fluidez y naturalidad deben corresponderse para que, a pesar de las diferencias propias entre oralidad y escritura, no se generen rupturas de fondo en el momento de comunicar claramente y con el significado preciso las ideas y el trasfondo que manifiesta cada palabra que “sale de la boca” de los personajes y se plasma en las páginas del texto. En esto Junot Díaz logra acertar de manera indiscutible, ya que la forma en que conjuga los dos elementos hace que cada narración se alimente de un tono preciso y adecuado, para nada impuesto, conteniendo ese valor que la palabra posee y evitando que pierda de alguna manera su esencia. Veamos un ejemplo de esa forma de escritura que recrea la oralidad que se pasea por el libro. Se trata del cuento “Aurora”, donde el personaje cuenta la manera en que percibe a la mujer que quiere: Si tuviera medio cerebro habría hecho lo que me dijo Cut. Mandarla al carajo. Cuando le dije a mi compadre que estábamos enamorados, se echó a reír. Soy el Rey de los Comemierdas, dijo, y tú me acabas de dar un plato extra, mi pana. Encontramos un piso vacío cerca de la autopista, dejamos fuera los perros y la leche. Ya saben ustedes qué se siente cuando se vuelve con alguien de quien se ha estado enamorado. Nunca habíamos estado mejor ni lo volveríamos a estar. Al terminar pintó en las paredes con su lápiz de labios y su esmalte de uñas unos trazos que representaban hombres y mujeres singando (Díaz, 57-58). Leer el texto de Díaz es en cierta forma estar frente al personaje que habla, como si se tratara de un ser que se ha materializado y nos cuenta su historia sin aspavientos ni ambages. Por eso resulta tan interesante entender y descubrir en el texto esa manera tan particular de narrar la historia, porque para que resulte realmente exitosa requiere de ciertas características que le permitan equilibrar sus movimientos internos sin ir en detrimento de su verosimilitud o de la autenticidad de tono. Nuestro pan cruel de todos los días Es inevitable observar cómo en algunos textos de Negocios se manifiesta la crueldad como una forma de expresión por parte de sus personajes. Este elemento se acompaña en no pocas ocasiones de un desinterés por interponerse entre el generador de violencia y su víctima. La situación habla de manera diciente de una profunda desintegración en el modo de comunicación y sociabilización establecido entre los jóvenes que pueblan las páginas de la obra, pero también de una frialdad casi perversa a la hora de sentir misericordia por otros. Uno de estos casos lo vemos reflejado patentemente en el cuento “Ysrael”. Este personaje sufre de un aislamiento marcado debido a un accidente sufrido cuando aún era muy pequeño. En un descuido un cerdo entró a su casa y le mordió parte de su rostro, dejándolo desfigurado de por vida, razón por la cual usaba una máscara que cubría las heridas producidas por el ataque del animal. A pesar de su problema, los demás muchachos no le tienen compasión alguna, y muy por el contrario, lo atacan y se burlan de su condición: El verano pasado le pegué una pedrada a Ysrael y por la forma en que le rebotó contra la espalda me di cuenta de que le había dado en un omóplato. ¡Le has dado! ¡Le has dado, cabrón! Gritaron los demás muchachos. Iba huyendo de nosotros y el dolor le hizo arquearse y uno de los chicos casi lo atrapó, pero Ysrael se recuperó y salió disparado. Es más rápido que una mangosta, dijo alguien, pero la verdad es que incluso aquella comparación se quedaba corta: nos echamos a reír y volvimos a nuestros juegos de pelota y nos olvidamos de él hasta que volvió al pueblo y entonces dejamos lo que estábamos haciendo y echamos a correr detrás de él. Enséñanos la cara, le gritábamos. Déjanos verla sólo una vez (Díaz, 14). La marcada crueldad hacia Ysrael denota una primitiva forma de rechazo. No sólo se trata del aislamiento obligado, sino que además se presenta el maltrato emocional y físico expuesto por los demás muchachos. Su presencia hace que los demás juegos queden atrás y que sólo exista uno: perseguirlo y golpearlo. Esto da cuenta, entonces, de la violencia como forma de extensión del juego, donde se pasa de juegos inocentes o tradicionales a una forma de “juego” cruel, con una víctima específica que actúa como centro de burlas y desaires. El juego viene a ser en la sociedad una forma de aprendizaje, conocimiento y comunicación. En este caso, pasa a ser una manifestación de fortaleza en contra de un individuo, pero lo cual no significa que de alguna manera no se genere la presencia de los elementos mencionados anteriormente, acompañados además de una complicidad sádica y fría. Se trata de la presencia de la violencia como forma de juego e interacción, para brindar a cada individuo su espacio y enseñarle de cierta forma los límites a los que puede llegar. La crueldad trata de enfatizar el grado de poder que se quiere demostrar, como forma de lograr un “estatus” que está validado por implícitas normas callejeras. Atacar a Ysrael se convierte en una manera de luchar para obtener un lugar en medio del grupo que tácitamente grita por una víctima visible que sea blanco del escarnio. El personaje que nos habla nos cuenta más adelante que, junto a su hermano, se transportaron hacia el lugar habitado por Ysrael. Allí lo encuentran, se muestran amables con él y por unos instantes logran entablar una corta conversación con el muchacho para ganar su confianza. Pero no se trata sino de una trampa para poder tenerlo con la guardia baja y atacarlo sin misericordia alguna. Cuando Ysrael responde con un “soy de por aquí” y esboza una sonrisa a través de la máscara que usa, el mayor de los hermanos lo ataca rápidamente sin darle tiempo a defenderse: (...) y entonces mi hermano describió un arco con el brazo y le rompió la botella en la cabeza. Al estallar, el grueso disco del fondo salió disparado como un monóculo enloquecido y yo dije: ¡Anda’l diablo! Ysrael trastabilló una vez y se golpeó contra un poste que había clavado al borde de la carretera. Por la careta rodaban esquirlas de cristal. Se volvió hacia mí y cayó de bruces. Rafa le dio patadas en las costillas. Ysrael no pareció notarlo. Tenía las palmas de las manos apoyadas en el suelo y estaba cogiendo impulso para ponerse de pie. Voltéalo boca arriba, dijo mi hermano y así lo hicimos, empujando como locos. Rafa le quitó la careta y la lanzó a lo lejos. Fue dando vueltas hasta caer en la hierba. La oreja izquierda era un muñón y a través de un orificio que tenía en la mejilla se veía la masa venosa de la lengua. Carecía de labios. Tenía la cabeza apepinada, los ojos se le habían vuelto blancuzcos y llevaba al descubierto los músculos del cuello. Cuando el cerdo entró en la casa él era un niño de pecho. Se veía que el daño era de hacía mucho tiempo, pero aun así di un salto hacia atrás y dije: ¡Por favor, Rafa, vámonos! Rafa se agachó y utilizando tan sólo dos dedos volteó la cabeza de Ysrael a un lado y otro (Díaz, 17-18). Este pasaje muestra de forma contundente esa necesidad manifiesta de querer hacer sufrir a un ser humano más débil y que no se encuentra en condición de defenderse. La forma desproporcionada e injustificada del ataque da cuenta de la degradación a la cual se ven sometidos tanto la víctima como los victimarios. Pero, como ya se dijo, este hecho se convierte en una manera de marcar un territorio invisible, donde se le dice a la víctima que ni aun en el lugar donde habita está seguro, porque su presencia no es bienvenida ni tolerada. Acerca de la violencia que se infringe y el resultado que busca, Muniz Sodré considera que “en verdad, la idea de fuerza es un denominador común para la realidad multifacética o plurivalente del fenómeno de la violencia, a la cual se atribuyen, de acuerdo con las circunstancias, significados variados (negativos y positivos). Así, cuando se define violencia como todo tipo de acción que resulte en daño serio para la vida o sus condiciones materiales, incluso tomando en consideración el aspecto indirecto del fenómeno, no se están incluyendo los aspectos organizativos (o rituales) que la violencia puede asumir en determinados contextos. En verdad, la violencia integra como valor fundacional —al lado del miedo, según Hobbes en varias de sus obras— las estructuras de la sociabilidad humana” (Sodré, 22). La crueldad, como manifestación de la violencia, adquiere un valor simbólico y si se quiere ritual dentro de la estructura de la historia, ya que su presencia se enmarca dentro de una lucha por la búsqueda del poder. Tanto la víctima como el victimario reconocen su lugar en la cadena de poder, pero el segundo tiene la necesidad de hacer sentir con más fuerza su presencia, como manera de establecerse y permanecer. Pero la crueldad en este caso también nos puede llevar a un encuentro con el espejo. El victimario ve en su víctima el reflejo de su propio ser, quizá no en la parte física pero sí en la emocional. Y es que el descubrir lo que existe debajo de la máscara de Ysrael representa un arma de doble filo, porque se logra un “triunfo” pero también una derrota. La deformidad física del muchacho es la misma deformidad anímica y emocional del agresor, quien a través del sufrimiento de la víctima hace una especie de expurgación de sus propias miserias. Mediante una estrategia curiosa, Negocios le muestra al lector que la crueldad se extiende. Cuando éste se dirige al cuento “Sin cara”, puede decir que se encuentra frente a la continuación de “Ysrael”, y no sólo porque la historia se trata de un muchacho que debe usar una careta debido a la mordedura de un cerdo, sino porque la persecución física y emocional realizada por otros muchachos le acompañan hasta allí. El hecho de que “Ysrael” sea el primer cuento y “Sin cara” el noveno, da cuenta de la permanencia de dicha crueldad. En este último leemos: La emboscada tiene lugar mientras hace cálculos para ver si le queda para comprar otro yaniqueque. Lo agarran entre cuatro muchachos y las monedas le salen disparadas de las manos como si fueran saltamontes. El gordo cejijunto se le sienta en el pecho y lo deja sin respiración. Los demás están parados en derredor. Está asustado. Te vamos a convertir en muchacha, dice el gordo, y el eco de sus palabras reverbera por la masa fofa de su cuerpo. Quiere respirar, pero tiene los pulmones tensos como vejigas (Díaz, 134). Así pues, vemos que este elemento forma parte intrínseca de una juventud que se regodea en atacar a aquellos que demuestren debilidad. Los espacios son despiadados y aquel que no resista el sufrimiento desaparece. Todos los que miran alrededor del infortunado, y aun el agresor, son igualmente víctimas de la violencia, porque están validando una forma de dominio a la que quizá temen calladamente, pero por la cual abogan como único medio de seguridad, identidad y aceptación. El padre lejano Algunas historias de Negocios tocan un elemento particularmente llamativo, el del padre ausente. Dicho tema resulta importante si se toma en cuenta una realidad social que resulta determinante y es el de la desintegración familiar. Este tópico le permite al autor indagar en los recovecos más entrañables que posee la mirada de un niño, cómo va formando su mundo a partir de la falta de su padre y cómo suple su separación. En “Fiesta, 1980”, el personaje vive con su padre, madre y hermanos, pero el primero de éstos tres es autoritario, distante e infiel a su esposa, de allí que la imagen del padre se torna desdibujada de acuerdo a los parámetros que se consideran correctos. En un pasaje, el personaje está siendo reprendido por su papá y señala: Pendejo o no, no me atreví a mirar. Papi era de la vieja escuela; cuando le estaba dando una pela a alguien, no quería que la víctima se distrajera. Tampoco le gustaba que le miraran directamente a los ojos; aquello no estaba permitido. Lo mejor era clavarle la vista en el ombligo; lo tenía perfecto e inmaculado. Papi me agarró de la oreja y me puso de pie (Díaz, 21-22). Y más adelante: Aquel mismo año yo había escrito una composición para la escuela que se titulaba “Mi padre el torturador”, pero la maestra me mandó escribir otra. Creyó que era una broma (Díaz, 25). Como se ve, en esta narración el miedo y la visión de un padre “torturador”, no sólo a nivel físico sino sicológico, viene a actuar como conductor de la relación padre-hijo, el respeto o el cariño quedan a un lado debido al temor y las represalias. Esa figura actúa como el elemento de ruptura dentro de la narración, viniendo a crear una abrupta separación entre la inocencia de la niñez y el despertar de la juventud. En su Estética de la creación verbal, Bajtin señala que “el personaje vive cognoscitiva y éticamente, sus acciones se mueven dentro del abierto acontecimiento ético de la vida o dentro del mundo determinado de la conciencia” (Bajtin [2], 20). Es por esta razón que la figura paterna que vemos en la narración se mueve dentro del ámbito que le corresponde por natural desarrollo de sus acciones. De allí que llegue aun a otros extremos, como el de la infidelidad a su esposa delante de su hijo: ¿Por qué no vas a ver televisión? Sugirió papi. Miraba a la puertorriqueña como si fuera el último trozo de pollo que quedara sobre la faz de la tierra (Díaz, 31). La figura del padre se sigue desmitificando y ya el personaje va convirtiéndose en un ser lejano para el hijo. Es una especie de orfandad silenciosa que involucra a los protagonistas, mientras que colma los espacios y se va apoderando de la narración mientras que ésta se va desarrollando, ahondando aun más en ese desprendimiento anímico que se convierte en una pared entre uno y otro personaje. Pero no es el único caso en Negocios, ya que en el cuento “Aguantando” se presenta otra ruptura en este tipo de relación. Se trata de un muchacho que vive con su madre y su hermano únicamente, porque su padre un día partió y no regresó. De todas formas, la presencia del recuerdo del padre ronda cada rincón de la pequeña casa, moviéndose entre la esperanza y la desesperanza, entre la lucha y la resignación: Mi padre estuvo ausente de mi vida hasta que cumplí nueve años. Estaba en los Estados Unidos, trabajando, y sólo lo conocía por las fotos que mi mamá guardaba en una bolsa de plástico para sándwichs, debajo de la cama (Díaz, 59). Y después: Mi padre era el resultado de ir uniendo retazos de los padres de mis amigos, de los hombres que jugaban al dominó en la esquina, de las cosas que decían mami y el abuelo. Yo no sabía nada de él. No sabía que nos había abandonado. Que aquello de que un día iba a venir no era más que una farsa (Díaz, 60). Nuevamente se torna áspero el ambiente ante el abandono. Ese crear un padre a partir de lo que se ve o lo que se oye, hace que la figura paterna se torne difusa y no alcanza a llenar las necesidades emocionales de un hijo que no guarda en su memoria un rostro ni una forma definida. Todo se va convirtiendo en una mentira, en un espejismo creado por el tiempo y la distancia. Como se ve, en Negocios los personajes se enfrentan a un destino que les ha separado de las bases que se piensan fuertes. No hay raíces, no hay de dónde asirse, no hay algo seguro. En ese mundo la desesperanza se vuelve familiar y lo efímero adquiere una fortaleza inusitada. ¿A dónde ir, en quién confiar? Las máscaras del amor El amor es otro de los elementos que se ven deformados ante el lente de una realidad que resulta tan cruel como algunos de los personajes de las narraciones. Dicho sentimiento amoroso se ve relegado o disminuido ante la necesidad de no estar solo, ya sea por orgullo o simple instinto. Además, entran a jugar otros aspectos, como lo son el egoísmo, el adquirir un nombre o el sentirse como sujeto dominador de la relación. Leamos un ejemplo de esta deformación del amor en el cuento “Aurora”. Allí, un personaje se encuentra al lado de la mujer con quien lleva un tipo de relación muy particular: Me quita los lentes y me besa en una parte de la cara que casi nunca se toca, la piel que queda debajo de los cristales y la montura. Tienes las pestañas tan largas que me entran ganas de llorar, dice. ¿Cómo es posible que nadie haga daño a un hombre con unas pestañas así? No sé, digo, aunque la que debería saberlo es ella. Una vez trató de clavarme un lapicero en el muslo, pero fue la noche que le dejé todo el pecho marcado de moretones, o sea que no creo que cuente (Díaz, 46). Mientras tanto, en el cuento “Boyfriend” se nos narra el tipo de vida que lleva otra pareja: Aquella semana Boyfriend vino un par de veces para recoger sus cosas y también para rematar el trabajo, supongo. Era un pendejo engreído. Escuchaba hasta el final cuanto Girlfriend le tuviera que decir, argumentos que ella había tardado horas en elaborar, y cuando terminaba, soltaba un suspiro y decía que daba igual, que él necesitaba su propio espacio, punto (Díaz, 99). El amor, como se ve, pasa a un segundo plano en estas historias, donde al parecer los faltantes emocionales hacen que alguno o los dos miembros de la pareja, se conviertan en víctimas. De igual manera, cuando alguien quiere ser victimario lo hace sin remordimiento, sin pensar en el otro, sin doblegarse. Resulta lógico que en medio de estas deformaciones los sentimientos también adquieran otro matiz. Podemos hablar de una especie de monstruosidad sentimental para referirnos a los tipos de relaciones que vemos en Negocios. No hay una coherencia entre lo que se quiere sentir y lo que se ofrece, de allí que no se denoten uniones que trasciendan un momento específico. En un espacio así, el amor puede resultar en una excusa para satisfacer necesidades, mas no en una realidad para llegar más allá de lo común. Ante esta perspectiva, si pudiéramos indagar a nuestros personajes acerca de su posición frente al amor, muy seguramente éstos responderían con otros interrogantes: ¿para qué dar más? ¿Acaso importa? la respuesta, en su caso, está guiada por lo inmediato, por lo necesario. Quizá en su condición el amor les resulte inconveniente, pero quizá en el fondo no sea así. O quizá opinen como el esposo de Nilda, personaje del cuento “Negocios”: (...) escuchó con mucha atención los latidos de su propio corazón y se quedó pensando en que era un órgano de lo más escurridizo y engañoso (Díaz, 173). El desarraigo En el texto, el desarraigo viene a ser un cohesionador de las acciones. Cada cuento tiene inscrito de alguna manera ese factor dentro de su estructura, a tal punto que página a página se va volviendo familiar. Se trata de un desarraigo del lugar de nacimiento, del lugar en que se vive, de la familia, de los seres cercanos, de los amigos, de lo que aparentemente es seguro, de lo que se puede o no conocer o esperar. En el último cuento del libro, que se titula de la misma forma que éste, es decir, “Negocios”, hay un personaje que vuelve de visita a Santo Domingo después de muchos años. Pero las cosas ya no son como él las esperaba, como soñaba que podía ser ese regreso, y su seguridad va perdiendo espacio frente a la incertidumbre de saber si alguna vez perteneció a ese lugar que ahora se le hace lejano: En el avión se había sentido seguro de sí mismo. Habló con la vieja que estaba sentada al otro lado del pasillo, y le contó que estaba muy ilusionado (...). Viendo el país en que había nacido, viendo a su gente en control de todo, sintió que no estaba preparado. El aire le salía a presión de los pulmones. Hacía casi cuatro años que no se atrevía a hablar español en voz alta delante de los norteamericanos y ahora oía que todo el mundo lo hablaba a voz en cuello. (...) Se sintió turista, yendo a guagua a Boca Chica y haciéndose fotografiar con Nilda delante del Alcázar de Colón (Díaz, 174). El tiempo y la distancia van resquebrajando las raíces, pero también lo hacen el aislamiento, la soledad y el abandono. Lo conocido se hace desconocido. No es sólo este personaje que regresa a su tierra después de varios años, sino que también es Ysrael sintiéndose vulnerable en su propia casa, es el hijo temiendo al padre o desconociéndolo, es la mujer que ama y que no es correspondida, es el trabajador que no avizora otro futuro, son los muchachos que molestan a alguien más débil que ellos para sentirse parte de algo. El desarraigo es una estación conocida para los personajes de Negocios, porque es a partir de su presencia que sus vidas comienzan a desestabilizarse. ¿De dónde soy? ¿En qué lugar quedó mi esencia? Esas preguntas rondan el interior de las páginas del libro y permiten vislumbrar que quizá una respuesta a esas preguntas se halle lejana, porque estos personajes, voluntaria o involuntariamente, emprendieron un viaje que no tiene regreso, pero aprendieron a reír con sus labios rotos. Para terminar con este estudio, puede decirse que es precisamente el desarraigo junto con la crueldad, los dos elementos que marcan profundamente la historia. El uno habita al lado del otro, empujando a cada habitante del texto a recomponer su forma de ver el mundo. Es que de no ser así, esa misma crueldad que se les presenta y los ataca inmisericordemente les cobraría la osadía de no responder. Quizá el más fuerte, en últimas, sea Ysrael, quien con su pequeña careta y su soledad a cuestas vuelve a levantarse a pesar de las circunstancias. El destino en forma de cerdo furioso o hambriento le imprimió en su rostro esa marca que los demás llevan en su alma, sólo que la careta de los demás permanece escondida. La crueldad le recuerda día a día que el mundo casi nunca guarda esa nobleza que él atesora. Quizá él sea el más fuerte, o quizá no... Bibliografía • BAJTIN, Mijail. El método formal en los estados literarios. Madrid: Alianza, 1994 (1). —. Estética de la creación verbal. Madrid: Siglo XX Editores, 1982 (2). • DÍAZ, Junot. Negocios. New York: Random House, Inc., 1997. • LAGO, Eduardo. “Estados Unidos tiene pesadillas en español”. http://tinyurl.com/626k4a (acceso: junio 11 de 2008). • ONG, Walter J. Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. México: Fondo de Cultura Económica, 1996. • SODRÉ, Muniz. Sociedad, cultura y violencia. Bogotá: Norma, 2001. ** John Jairo Junieles johnjairojunieles@yahoo.com Escritor colombiano (Sincé, Sucre, 1970). Es periodista, guionista e investigador de temas literarios. Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Cartagena, y cursos de Periodismo en la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. Ha publicado Hombres solos en la fila del cine (novela); El temblor del kamikaze (cuentos), Canciones de un barrio en la frontera (poesía), Temeré por mí al final de estas líneas (prosa poética) y Papeles para iniciar el fuego (poesía). Nominado al Premio Rolex Mentor de Suiza (2003), Premio Nacional de Literatura Ciudad de Bogotá (2002) y ganador de la Beca Nacional de Novela del Ministerio de Cultura (2002). Textos y reflexiones suyos pueden leerse en su weblog (http://johnjairojunieles.blogspot.com) o en su página web (http://espanol.geocities.com/johnjairojunieles/John_Junieles.htm). === Jack London: Primero blanco y después socialista ====================== === Carlos Barbarito ====================================================== Siempre me llamaron la atención las profundas contradicciones de Jack London. Presumía de socialista, idea que oyó entre los vagabundos que frecuentó en una etapa y luego a través de la lectura de El Capital y el Manifiesto Comunista. El joven London era rebelde e inconformista y lo suyo era un marxismo romántico, hasta ingenuo, de lo que dan cuenta sus libros escritos entre 1903 y 1910. Incluso, esto es digno de mencionar, en el contexto de las agitaciones sociales en Estados Unidos y de la fracasada revolución en Rusia en 1905, hay páginas suyas que intuyen los próximos regímenes fascistas, con veinte años de anticipación. Pero el socialismo de London era ambiguo, contradictorio; al mismo tiempo que cerraba sus cartas con un Tuyo para la Revolución, manifestaba un elitismo sorprendente y hasta un más que dejo de racismo. Uno de sus estudiosos, Kevin Starr, afirma: El socialismo de London siempre llevó dentro una vena de elitismo y mucho de pose. Le gustaba representar el papel de intelectual de la clase trabajadora, cuando convenía a sus propios intereses. Para London la lucha revolucionaria era una aventura donde había un héroe. Un héroe compite, debe llegar al triunfo. En una sociedad sin clases no hay héroes —ya sin razones para existir— y por lo tanto el mismo London quedaría sin sustentación. Algo más grave es su convencido anglosajonismo y su creencia en la superioridad del blanco (Ante todo soy un hombre blanco y únicamente en segundo lugar soy socialista). Según London, entonces, el socialismo sería exclusivamente para un grupo social, el resto (incluidos los latinos muchas veces) estaría fuera de toda oportunidad. Aquí, London no escapa de la tendencia de los grupos dominantes hacia el darwinismo social, entonces en hegemonía, bajo una máscara revolucionaria se escondía un desprecio por lo que, supuestamente, decía defender. Como muchos otros escritores e intelectuales de su tiempo, London era un ser escindido, extraviado en un laberinto de contradicciones y sin salida a la vista. Persona con profunda fisura, su breve vida está atravesada por enfermedades tropicales, alcoholismo, el fracaso en su empresa con su embarcación, el Snark, una constante y degradante necesidad de dinero que, finalmente, lo hundió en la desesperación y la miseria física. Era lo suficientemente lúcido como para verificar en sí mismo la mala conciencia; la seguridad propia del que se creía líder acabó minada; duda, en un esfuerzo titánico, de la validez de sus acciones y celebridad, y el ciclo de su existencia —con la mirada puesta en una Colt 44 colgada en la pared de su estudio— se cierra entre la morfina y la heroína. Confesó a su hermana que se estaba volviendo loco. En una madrugada, a los cuarenta de edad, mezcló sulfato de morfina y sulfato de atropina, drogas que usaba para combatir sus afecciones renales y la falta de sueño, pero en cantidades excesivas. Murió luego de doce horas de padecimientos, calculó mal la acción de esos narcóticos y en vez de un fin indoloro y veloz tuvo una larga y penosa agonía. Años antes había sostenido: Preferiría ser un soberbio meteoro antes que un planeta dormido y permanente. ** Carlos Barbarito barbarito694@hotmail.com Escritor argentino (Pergamino, 1955). Su obra literaria comprende quince libros de poesía y dos de crítica de artes plásticas. Ganador del Premio Fundación Alejandro González Gattone, Premio Fondo Nacional de las Artes (http://www.fnartes.gov.ar), Premio Dodero de la Fundación Argentina para la Poesía (http://www.letrasargentinas.com.ar), Premio Bienal de Crítica de Arte Jorge Feinsilber, Premio César Tiempo, Premio Raúl Gustavo Aguirre de Sade, Mención de Honor Leopoldo Marechal, Mención de Honor Carlos Alberto Débole, Gran Premio Libertad, Premio Francisco López Merino, Premio Hespérides, Premio Iparragirre Saria, Mención Plural de México y mención honorífica en el Concurso de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires. Figura en el Breve diccionario de autores argentinos desde 1940, en el Inventario Relacional de la Poesía en Lengua Española 1951-2000, de Juan Ruiz de Torres y José Javier Márquez Sánchez, en el ABC de las artes visuales en la Argentina y el Diccionario de autores argentinos. Sus textos sobre arte y literatura y su obra poética están traducidos, en parte, al inglés, al francés, al portugués, al catalán y al holandés. Textos suyos pueden leerse en http://vigabajoelagua.blogpsot.com, http://d-sites.net/barbarito, http://www.writers.net/writers/25829 y http://carlosbarbarito.lalupe.com. === Bilingüismo, identidad y transculturación María Teresa Miranda === Transculturación, ¿el transportarse de una cultura a otra? ¿La asimilación del individuo por la cultura predominante? ¿La habilidad de nadar entre dos aguas? ¿Es deterioro, desintegración, dominación por absorción, proceso natural, alienación de la cultura de origen, adaptabilidad, enriquecimiento, o alquimia fenomenológica de la supervivencia? Aunque haya meditado mucho sobre este tema no he tenido la oportunidad de articularlo, mi intención ahora es la de explorarlo en términos de mi evolución personal, como puertorriqueña criada en la Isla pero que ha dado fruto creativo y profesional mayormente en los Estados Unidos. Nunca pensé que al trasladarme a los Estados Unidos a finales de los años setenta mi estadía se convertiría en una tan larga. A raíz de los disturbios ocasionados por la huelga en la Universidad de Puerto Rico (que eventualmente resultó en la eliminación del ROTC —servicio militar del recinto), decidí considerar la posibilidad de terminar mis estudios en los Estados Unidos. Unos amigos de mis padres les habían dado un enorme catálogo de universidades en los EEUU y me puse a mirarlo y a contemplar la idea de aprender muy bien el inglés y alejarme de la Isla por unos dos años, ya que la situación política me parecía una herida emocional abierta —y yo sin saber bien hacia dónde se inclinaba mi corazón. Graduada de la Escuela Libre de Música en Hato Rey, y con grandes ansias de libertad y autosuficiencia, no podía distinguir entre mi independencia personal y la política. Solicité entonces a varias universidades y de Livingston College de Rutgers University (en New Jersey), me llegaron noticias de beca y trabajo a medio tiempo. Además, me aceptaban todos los créditos de la Universidad de Puerto Rico. Así que empaqué mis libros y hasta algunos trastes de cocina indispensables (porque no sabía cuán fácilmente los podría encontrar): una tostonera, el pilón y la maseta, y una “grequita” para el café bien fuerte. Todavía recuerdo la voz interior que me decía: “Allá voy, a la boca del lobo, que Dios y la Virgen me protejan”. Tal como se habrá dicho mi abuela paterna, doña Úrsula Rodríguez (QEPD), varias décadas anteriores a la mía; ella se iba a trabajar a una “factoría” en los “Nueva Yores”, y yo a las extrañas aulas de un lugar desconocido. Al principio me costó mucho acostumbrarme al clima, el idioma, las comidas, la música de fondo, y contaba los días que faltaban para cuando pudiera regresar. Por momentos pensé que no terminaría la licenciatura, pero cuando mis hermanas también se trasladaron a los EEUU, poco a poco hasta me hacía de la idea de continuar los estudios hacia el doctorado en literatura hispánica y comparada. Pasaron los años entre libros de biblioteca y esporádicos viajes a casa, terminé estudios en Rutgers y luego me fui a la Universidad de Kentucky, donde me otorgaron una beca que me permitía sacar la maestría y el doctorado mientras enseñaba español a nivel universitario. La vida en Kentucky se me hizo más amena, probablemente por estar más acostumbrada o por entender mejor ciertos aspectos prácticos de la vida norteamericana. Si en New Jersey sentí el desprecio del racismo, en Kentucky me convertí en algo exótico: no era ni blanca ni negra y allí todavía no se conocía mucho a los hispanos. Rodeada de un ambiente universitario y un buen programa graduado, mis sensibilidades se fueron perfilando. Reanudé mi estudio del italiano, tomé clases de arte, religión y filosofía además del riguroso plan de estudio y trabajo. También hubo un interesante lapso, me fui a Guatemala por un año y estudié teatro en la Universidad Popular, fundada por Miguel Ángel Asturias, donde tuve una productiva y cálida estadía. Regresé a los EEUU para reanudar los estudios graduados y hubo aún otro lapso, esta vez a España por un año, para hacer investigación para la tesis, y eventualmente obtuve el doctorado en literatura de la Universidad de Kentucky. Desde entonces he enseñado español, cultura y literatura en varias instituciones en los EEUU: primero Berea College, en Kentucky, seguido de Eastern New Mexico University en Portales, Nuevo México, en donde encontré gran afinidad con los mexicoamericanos. En busca de verde y agua me fui a la lejana y fría Minnesota y después de una breve estadía en Vermont, ahora me encuentro enseñando en el Hostos Community College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), donde oigo el español a diario y convivo rodeada de diversas culturas trasladadas a este vértice del continente. Durante todos estos años que llevo viviendo y trabajando en diferentes regiones de los Estados Unidos no he cesado de pensar en temas como el bilingüismo, el sentido de identidad personal, la creatividad artística y el biculturalismo. Desde mis años en Puerto Rico escribía, y todavía escribo, mayormente poesía, y mayormente en español, aunque también en inglés y algunos “en bilingüe”. Gran parte de mi ser se ha mantenido siempre “en guardia”, a la defensiva, y de la boca del lobo he llegado a ver sus entrañas, sentir el latir de su sangre, reconocer la individualidad de sus seres y hasta entender sus particulares expresiones verbales. Pero ha sido así mediante un latente proceso que todavía ando por definir y renombrar. Indefectiblemente a nivel personal tenemos que conceptuar y reconocer lo que sea nuestra identidad individual, social y comunitaria, y en términos de lo que hacemos y de lo que son nuestras funciones. En el caso particular de los “híbridos culturales” con diversos trasfondos geográficos, lingüísticos, filiales y culinarios, se multiplican los recursos y las expresiones que enriquecen y complican la esencia de la identidad. Por eso, al considerar la literatura y la gama de expresión artística puertorriqueña no me sorprende encontrar una dinámica fuerza que muta, transforma y busca renombrar el universo que nos rodea. Aunque todos formamos parte de varios grupos culturales, ya sea por el idioma que hablamos, el lugar donde vivimos, nuestra formación académica o la falta de la misma, la estratificación socioeconómica, nuestra edad, género y nuestras preferencias, en términos generales, la experiencia cultural compartida por los hispanohablantes en los Estados Unidos es la del bilingüismo y por extensión el biculturalismo. En más de una ocasión he tenido la oportunidad de hablar con alguna persona que firmemente mantiene la opinión de que en realidad no existe el bilingüismo y que en el caso del biculturalismo se trata más bien de una confusión y una pérdida de identidad cultural. Estas personas no niegan que alguien pueda hablar y escribir correctamente dos o más lenguas, sino que afirman que no existe una verdadera interiorización o apropiación de las lenguas aprendidas en comparación a la lengua materna, que se aprende desde la niñez y que está impregnada de valores afectivos y hasta inconscientes. Yo no refuto que éste sea el caso de muchos que aprenden una segunda lengua con motivos prácticos y habiendo alcanzado ya una mayoría de edad, especialmente si el conocimiento de la segunda lengua no incluye una verdadera inmersión en el contexto cultural de esa lengua y su uso se limita a específicas circunstancias de trabajo, viaje o intercambio casual con hablantes “nativos”. No hay duda de que existe un correlativo entre el nivel de dedicación al aprendizaje de una lengua como segundo idioma y el nivel que efectivamente alcanza esta persona. Esta situación la vemos a diario nosotros los que enseñamos lenguas: el estudiante que se empeña, se esfuerza y estudia más, tiene mayor éxito que el que hace lo mínimo en su intento. Cuál es, entonces, la situación del mexicoamericano, del puertorriqueño que vive en los Estados Unidos, o del cubanoamericano, que se ha criado escuchando español en casa, entre amigos y parientes pero que vive rodeado de la influencia de la cultura norteamericana y quien aprende oficialmente el inglés en la escuela. Esta es una de las preguntas a considerar al hablar de bilingüismo y biculturalismo del hispanohablante de la sociedad estadounidense. Probablemente cada uno de nosotros podría contestar desde una perspectiva personal y particular, según sean nuestras experiencias y convicciones, y seguramente coincidiríamos de acuerdo en algunos puntos y posiblemente diferiríamos en otros. Por mucho tiempo, y a manera de autoafirmación, yo me refugiaba en la noción de una sola lengua propia. Buscaba afincarme en mi lengua original y sentía la necesidad de establecer unas fronteras que mantuvieran una clara identidad cultural frente a la presión de un mundo angloparlante con sus costumbres, expectativas y diferencias. No me parece exagerado decir que para una persona boricua esta percepción está acentuada por el contexto político de una pequeña isla que ha pasado de colonia española a territorio estadounidense (como botín de guerra), a la situación política todavía indefinida del término de “Estado Libre Asociado” (“Commonwealth” en inglés), y que las Naciones Unidas ha definido como colonial. En mi caso particular, el temor a la preponderancia de la lengua y la cultura angloamericana podría compararse a la presencia de un espía que, a hurtadillas y buscando ganar mi confianza, estaba listo para aprovechar la ocasión de infiltrarse, minar mi entereza, induciéndome a la traición, ya fuera por convicción o por haberme cansado de mantener la retaguardia. Puedo pensar en dos razones para ese “estado de sitio” lingüístico-espiritual: el trasfondo histórico-político de Puerto Rico y mi profesión como profesora de español en los Estados Unidos; para sobrevivir y afirmar la identidad, tenía que preservar la pureza del idioma y la cultura en que nací. Poco a poco, sin embargo, fui descubriendo otra vereda lingüística que ofrecería un sin número de posibilidades y combinaciones donde podía residir “el ser”. Al estar expuesta a otras influencias se multiplicaban las posibilidades de afirmar mi individualidad, me liberaba de patrones heredados y forzados, siempre y cuando me mantuviese en el estrecho camino de una cultura y un solo idioma predominante. En realidad, parte de mi decisión de ir a estudiar y vivir a los Estados Unidos era obtener una nueva perspectiva desde donde separar e identificar aquellos rasgos culturales que venían bien a mi persona, y abandonar otros que me resultaban limitantes, y en el caso de ser mujer, asfixiantes. Sin embargo, descubrí que no tenía que dejar de ser quien originalmente era, sino que podía diferenciar, seleccionar de entre ambas culturas e idiomas, mientras que personalmente “me re-creaba”, me enriquecía y se me abrían nuevos horizontes. Tengo que reconocer que es mucho más fácil hacer esta aseveración que llevarla a cabo, día a día. El aceptar el inglés como una manera alterna de expresión, y no como el instrumento de opresión que temía, fue una actitud clave en el proceso de mi enriquecimiento personal. Descubrí que hablar otra lengua me permitía un distanciamiento objetivo y emocional que facilitaba mi proceso analítico y diferenciador. No existían en el nuevo ámbito las trabas ni los tabúes conocidos, que se opusieran a mi crecimiento emotivo y psicológico, ni tampoco tenía que suscribirme a otros nuevos; en cambio, iba poseyendo una lengua que podía manipular en cierto sentido, más objetivamente, y que me ofrecía nuevos instrumentos de trabajo. Tal como lo es para el músico que se familiariza con la música de otros países u otras épocas, para el artista que explora con nuevas técnicas y medios plásticos, o para el tenista que incluye la natación en su entrenamiento, para afirmar su persistencia y relajar los músculos. Una vez que pude adentrarme culturalmente al contexto del inglés en los Estados Unidos, que los chistes que compartían mis amigos también me hacían gracia, que podía soñar en la otra lengua y que llegué a comprender más a fondo el valor afectivo y a veces moral de ciertas expresiones y llegar a usarlas, es cuando me di cuenta de que existo entre dos (o más) culturas y múltiples maneras de expresar la totalidad de mi ser... y vi delante de mí un nuevo mundo de posibilidades de expresión. El expandir mi conocimiento del inglés dentro de un contexto cultural no se tradujo a una pérdida o empobrecimiento del español, porque lo he continuado hablando, leyendo y estudiando. Es verdad que a falta de uso se adormila cualquier talento o función que no pongamos en práctica: este es el caso del pianista que no toca sus escalas, del dibujante que no ejerce su profesión o del tenista que deja de jugar regularmente. Sin embargo, nos queda siempre una base a la cual se puede volver en cualquier momento y una fundación sobre la cual pueden construirse nuevos teoremas y combinaciones, nuevos edificios lingüísticos y posibilidades de expresión. Playas existenciales a las que podemos regresar y recrearnos. Al hispanohablante en los Estados Unidos que tiene olvidada o adormilada la lengua heredada, yo le animo a considerar las implicaciones de reforzar y expandir su conocimiento del español, esa lengua de refranes y dichos de los antepasados, esa lengua que tiene olores a recao, cilantro, nuez moscada y canciones de otros parajes, esa lengua que ofrece un nuevo mundo de ensueños y también contradicciones, esa lengua en la cual puede refugiarse a veces y encontrar nuevas formas de expresión y posibilidades personales. Si, en cambio, tiene usted raíces más profundas en el español y todavía titubea, lucha y se defiende del inglés, le reto a que ponga a prueba su más fiel capacidad expresiva para lanzarse a descubrir otros universos emotivos y verbales. Le invito a cruzar el “río grande”, el ancho mar que le separa del otro idioma, porque en realidad no existen fronteras inalcanzables, sino en el alma, y pudiera ser que se recree de otras maneras y en otras playas. De vuelta a las preguntas iniciales sobre la transculturación, resta examinar qué rasgos de mi cultura de origen quedan arraigados. En mis primeros viajes de regreso a Puerto Rico hubo quien me tildó de “asimilada” y se empeñó en hacerme sentir en que allá yo no pertenecía, por estar acostumbrada a otras formas de comportarse y de ser “americanas”. Sin embargo, para los estadounidenses no he dejado de ser hispana y muchos esperan que represente a todos los de mi raza. Mi caso no es uno de escape, o de absorción por la otra cultura, evidencia externa no existe: no me he desteñido el pelo ni la piel, no he cambiado mi nombre ni he hecho por perder mi acento hispano, ni el corazón me ha traicionado. Tampoco he permitido que el miedo ni el aislamiento hayan impedido mis logros profesionales. Soy boricua y todavía está presente en mí el profundo sentido de pertenecer a una gran familia isleña, y a la mía propia, y todavía mi sentido primordial de responsabilidad es hacia ellos. Todavía me rigen el sentido de dignidad y respeto por la vida y valoro la bondad como la máxima expresión humana. Todavía desconfío del sistema que pretende funcionar como máquina perfecta, y me incomoda depender de sus procedimientos impersonales. Me rige un profundo sentido de espiritualidad, aunque también lucho contra la pasividad del “si Dios quiere” y “la divina providencia”. Hija de María he sido, para rechazar la suprema autoridad del marido y reconocer la tensión entre padres e hijas. Estos son los datos, saquen ustedes el cuento. ** María Teresa Miranda mmiranda@hostos.cuny.edu Docente e investigadora puertorriqueña (Guayama). Reside en Estados Unidos. Es profesora de lengua y literatura hispánica en la Unidad de Lenguas Modernas del Departamento de Humanidades del Hostos Community College (http://www.hostos.cuny.edu), de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, http://www. cuny.edu). Su doctorado es del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Kentucky (http://www.uky.edu) y obtuvo su licenciatura de Rutgers University (http://www.rutgers.edu), después de cursar estudios generales en la Universidad de Puerto Rico (UPR, http://www.upr.edu). Ha viajado y vivido por varios años en España y Guatemala, donde estudió teatro y se inauguró en las tablas en la Universidad Popular, fundada por Miguel Ángel Asturias. En Hostos ha tenido la oportunidad de ser parte del elenco de la producción bilingüe de Romeo and Julieta en NY. Ha ejercido la docencia en varios niveles e instituciones académicas de EUA. === Intertextualidad versus plagio ======================================== === (La confusa frontera ================================================== === entre la decencia literaria y la escritura tramposa) ================== === Antonio Cruz ========================================================== Hace un tiempo, el poeta Carlos Figueroa me dijo que no comprendía a quienes copian. “¿Para qué plagiar y privarnos del placer de crear?”, se preguntaba. A su vez, Ulises Juárez Polanco, en un artículo sobre el plagio, plantea que “Roland Barthes señaló que todo texto es un intertexto, ya que otros textos están presentes en él” (...); “todo texto es un tejido de citas anteriores. Eso ha llevado a la interpretación de que escribir equivale a reescribir, ¿entonces toda literatura es reescritura?”. En estos tiempos, en que por Internet circulan miles de escritos a los cuales se accede fácilmente haciendo un clic en nuestra computadora, las diferencias entre reescritura y plagio no son tan claras. Ni siquiera la promulgación de nuevas leyes ha logrado evitarlo y creo que no hay todavía una legislación que acerque una solución definitiva para este problema. Tal como aseguran numerosos autores, “el concepto de plagio es impreciso”. Es más, en esta sociedad “virtual”, por llamarle de alguna manera, en la que palabras como “ciberespacio”, “página web” o “blog” son parte del lenguaje cotidiano, el plagio ha llegado demasiado lejos. Comas, Sureda, Ortego y Urbina, en un artículo extractado del buscador más famoso de la red, afirman que “El plagio (...) no es un fenómeno nuevo. Ahora bien, la mayor parte de investigaciones y análisis recientes que sobre el tema se han desarrollado señalan que: a) el aumento acelerado en los índices de penetración de Internet en nuestra sociedad y b) la mayor facilidad de acceso a contenidos e información que se pueden encontrar en la red, han provocado un auge en las prácticas de plagio (...). El uso de Internet parece favorecer el truco, la trampa y la copia ya que (...) es fácil apropiarse de documentos, imágenes y archivos. Un par de retoques pequeños permiten camuflar los textos y transformarlos en propios con facilidad”. Probablemente algún lector avezado pueda descubrir similitudes entre lo escrito por un autor y lo que escribió otro pero, a veces, hasta para los expertos, resulta complejo distinguir estas cuestiones. Pruebas al canto: el ya citado Ulises Juárez Polanco en su trabajo “Toda escritura, ¿una reescritura?” se refiere al plagio en directa alusión a la novela de Sergio di Nucci, Bolivia Construcciones. Un prestigioso jurado (integrado por Carlos Fuentes y Tomás Eloy Martínez, entre otros) premió la obra, en la que un joven y agudo lector (Agustín Viola) descubrió la trascripción literal de numerosas páginas pertenecientes a la novela Nada, de Carmen Laforet, que fuera premio Nadal en 1945. A raíz de ello, al escritor de marras se le retiró el premio concedido (un caso exactamente igual al que menciona Jorge Carrasco en su artículo “Plagio en la literatura” en referencia a la escritora Paulina Wendt y que ha comenzado a repetirse de manera alarmante). Lo llamativo es que literatos reconocidos resultaran también engañados, aunque alguien con suficiente tino me dijo que “...nadie tiene la obligación de leer todo lo que se escribe”. Según esta premisa, los jurados que premiaron y después des-premiaron a Di Nucci quedan absueltos de culpa y cargo. En su defensa, Di Nucci, citado por Juárez Polanco, alegó que “la reescritura es un principio constructivo de la novela”. “Hubo ya trabajos académicos que identificaron y elogiaron ese procedimiento (...). Con sólo introducir una única modificación un mismo texto cuenta otra historia”. Según Di Nucci “él nunca quiso perjudicar a Laforet, sino más bien mostrarla, homenajearla”, pero Juárez Polanco se pregunta: “¿Es posible homenajear a alguien sin que se le mencione durante el homenaje? (...). ¿Tendrá Di Nucci razón en que basta una única modificación en un texto para contar otra historia?”. Como vemos, la cuestión no es tan fácil. En su libro Relatos críticos, Nicolás Rosa se pregunta: “¿el plagio debe ser entendido como ‘reescritura’, como ‘etimología generalizada’?”, y un poco más adelante sostiene que “el concepto de plagio se ha venido modificando desde su traslación del orden societario a la concepción jurídica del mismo”. A partir de los aportes de Mijail Bajtin, tal como expresa Silvia Barey en De la escritura y sus fronteras (este libro y el de Nicolás Rosa cambiaron significativamente mi modo de pensar cuando llegaron a mis manos) y con los aportes de Gennette, Barthes, Todorov y Julia Kristeva, entre otros, se ha generalizado la opinión de que todo texto es, en mayor o menor medida, “cita o refundición de otro”. Barey argumenta que: “...en una cadena construida a partir de textos, en una sociedad construida a partir de textos” es imposible que texto alguno sea absolutamente original. Borges, en el prólogo de su magnífica Historia universal de la infamia, afirma que sus cuentos son, en alguna medida, una reescritura de los clásicos por él leídos. “(Estas historias) son el irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar (sin justificación estética alguna vez) ajenas historias”, dice textualmente. Ahora bien, ¿alguien puede afirmar que hay plagio? Me parece que no; es más, cuando redacta la biografía de Tadeo Cruz (el mítico sargento que se solidarizara con Martín Fierro) nuestro ilustre ciego toma una historia prestada a José Hernández para componer una genialidad. Los ejemplos de reescritura o intertextualidad son muchos. Basta con recordar a Monterroso que retoma el texto de Homero para escribir su cuento sobre Ulises (nadie duda cuál es su fuente de inspiración, pero tampoco podemos afirmar que no sea algo original) o a Joyce que a partir de la misma historia escribe una novela memorable. También es necesario contemplar lo que pasa cuando las tradiciones orales se trasladan a la palabra escrita. Según estudiosos, dicha redacción conlleva cierto tipo de reescritura o de “plagio virtual”. No hace falta hilar demasiado fino para darnos cuenta de esto. Las numerosas transcripciones de nuestros mitos y leyendas vernáculos (como por ejemplo el Kakuy, la Salamanca o el Alma Mula, por citar algunos) no difieren prácticamente entre sí y no recuerdo que nadie haya mencionado la palabra plagio. Entonces, a esta altura, es pertinente preguntarnos: ¿qué es el plagio? En un trabajo titulado Corrupción y anticorrupción; plagio y valores, que firman Elba Baquero, Carmen Sofía Pérez y Analinda Sánchez Sartenejas, hay algunos conceptos a tomar en cuenta. Las autoras, en consonancia con la definición del diccionario Larousse, dicen que plagio (del latín plagium) es la “acción de imitar servilmente una obra” aunque alegan que dicha definición es “un tanto limitada”. Más adelante dicen que el plagio “puede ser consciente o no consciente; se refiere a si la fuente ha sido citada correctamente, colocada dentro de comillas o si por el contrario no se menciona el origen de la idea”. Para el Diccionario de la Real Academia plagio es la “acción y el efecto de plagiar” y plagiar es “copiar en lo sustancial las obras ajenas, dándolas por propias”. Pero también esta definición resulta incompleta en muchos casos. Un artículo que, curiosamente, extracté de Internet, asevera que “el concepto de plagio no es para nada preciso”; lo define como algo que requiere que de una vez por todas se descubra y se explique su exacto significado y afirma que “nos encontramos en una situación nada sencilla. La definición de plagio es ambigua y confusa. Además la creación artística actual se encuentra en un momento convulso y complejo. El plagio, la referencia y la cita manipulada son constantes en el arte actual. Por lo tanto, la línea que parece marcar y señalar la diferencia entre lo original y lo plagiado, en la creación artística, es más delgada de lo que podríamos pensar”. Alfredo Bryce Echenique (que fue noticia por las más de veinte acusaciones de reproducción dolosa y que se defendió arguyendo que ha publicado 24 libros aunque esto no es en lo absoluto prueba de decencia literaria), los mencionados Di Nucci y Wendt, Rosa Quintana, Stephen Ambrose, Alex Haley y hasta un conocido autor de obras de autoayuda, que copió más de sesenta páginas a otro escritor, son algunos de los que figuran en una larga lista de acusados de plagio. La polémica está abierta; por mi parte sostengo que el plagio, ya sea consciente o inconsciente, es un acto de traición bidireccional, al lector y al verdadero autor, y no caben dudas de que de ello se sale solamente volviendo a los principios éticos más elementales aunque por el momento no vislumbro un final feliz para esta problemática. Daniel Cassany, en Describir el escribir, sostiene que “escribir consiste en construir significados con palabras”. Se me ocurre que, si con el paso del tiempo encontramos la manera de codificar de manera apropiada las formas del lenguaje y los símbolos de la escritura, digo, si para “construir” nuestros escritos, en lugar de “cambiar el color de los ladrillos”, los usamos de una manera absolutamente diferente y construimos algo novedoso, seguramente nos habremos de acercar a buen puerto, pero para ello se hace necesario instalar un debate franco que condene con firmeza este acto de estafa a los lectores y de apropiación indebida del trabajo ajeno. Mientras tanto yo dejo flotando en el aire el “¿Para qué plagiar y privarnos del placer de crear?”. ** Antonio Cruz tonio_cruz@hotmail.com Maestro, médico y escritor argentino (Frías, Santiago del Estero, 1951). Egresó como médico cirujano de la Universidad Nacional de Córdoba (1976). Ha ejercido diversos cargos públicos relacionados con su profesión. Ha hecho periodismo radial y ha publicado colaboraciones en medios periodísticos de Santiago del Estero, Tucumán y Córdoba. Ha publicado los poemarios Catarsis, poemas de amor con esperanza (1998) y Simbiosis (1999). Entre otros reconocimientos, ha obtenido en poesía el primer premio del 2º Concurso Literario Horacio Germinal Rava (2001), el primer y segundo premio en el 2º Concurso Literario del Colegio de Médicos (2001), y en narrativa el primer y tercer premio del Concurso Literario "La Inmigración Árabe en Santiago del Estero" (2001). Participó en la Feria del Libro de Buenos Aires (2000) en representación de la provincia de Santiago del Estero. Junto a prestigiosas figuras como Lisandro Amarilla y Alfonso Nasif integró un panel sobre "Un siglo de literatura santiagueña". |||||||||||||||||||||||||||| ENTREVISTAS |||||||||||||||||||||||||||| === Luis Alberto Ambroggio habla sobre hispanismo ========================= === La poesía en español en los Estados Unidos ============================ === María Teresa Ogliastri ================================================ Luis Alberto Ambroggio es oriundo de Córdoba, Argentina, y vive en Washington DC desde hace 40 años. Partió para los Estados Unidos a los 22 años, en medio de los conflictos sociales de su país durante la dictadura militar de General Onganía. Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de PEN. Lucha desde Washington DC por rescatar y conservar la historia y cultura hispánica de los Estados Unidos. Ha publicado numerosos ensayos y artículos sobre identidad y bilingüismo, y sobre la literatura en español en los EEUU. Algunos poemas suyos han sido incluidos en textos de literatura de los EEUU, y se estudian en las instituciones educacionales del país. Merecedor de reconocimientos, su poesía está grabada en los Archivos de la Poesía Hispanoamericana en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. En octubre presentará en la Biblioteca del Congreso la Enciclopedia del Español de los EEUU, en la que colaboró con la Real Academia de la Lengua con ensayos sobre la poesía y el teatro puertorriqueños. Ambroggio estuvo de visita en Caracas para participar en el recital llamado “Bilingüismo, dos idiomas para un asombro” en el que leyó sus textos el 29 de julio en el Centro Cultural Chacao. Asimismo, fue invitado por la Fundación Francisco Herrera Luque para dictar el 30 de julio una conferencia llamada “Hispanismo desde Alaska hasta la Patagonia”. Entre actividades, cenas y largos coloquios con amigos, queremos rescatar en esta entrevista algunas de sus experiencias como hispano en los Estados Unidos. —¿Cuál es la razón de esta conferencia sobre hispanismo? —El objetivo de esta conferencia es hablar sobre la presencia de este hispanismo en la poesía escrita en español en los EEUU. Con la vigencia actual por la lucha de los derechos de los inmigrantes y la presencia cada vez más sobresaliente de la cultura hispanoamericana en el mundo estadounidense anglosajón. El pan-hispanoamericanismo que une desde el siglo XV a todo el continente americano, es también una realidad en los Estados Unidos, como parte del esfuerzo por rescatar la historia y la cultura hispana en este país que representa a la tercera nación hispanohablante del mundo. Una poesía que precede a la nación. —¿Qué es para usted la poesía y qué lo inspira? —Diría que me inspira el asombro, la realidad de la imaginación, el poder erótico y desconcertante de la palabra y el universo, esa “risa de la inteligencia” de la que escribe Borges. —¿Cuál cree que sea la función de la poesía en la sociedad? —Pienso que la poesía nace de la inconformidad y del compromiso que hacemos con nuestro tiempo y el espacio. Para mí la poesía tiene que ver con la solidaridad con los pueblos desde donde sale mi voz y con quienes hablo, aun en silencio. —Usted se fue a los EEUU a mediados de los años 60, ¿cómo vivió ese proceso de la dictadura militar en Argentina desde su poesía? —En mi caso la poesía se convirtió en una forma de resistencia, de testimonio, basado en el hecho de que el poeta no es un turista, sino por el contrario, es un individuo que vive inmerso en una polis que lo afecta. El escribir le da al poeta la oportunidad de expresar libremente, dentro de los confines del arte, lo que siente de una manera muy íntima. Si bien no me gusta la poesía panfletaria, sí me inscribo en una poesía comprometida. Pienso en Paul Celan, César Vallejo, más que en Pablo Neruda. Dentro de los EEUU me ha tocado vivir el conflicto de la guerra de Vietnam, sumado a la experiencia que traía de la Argentina de las guerras y revoluciones internas, desapariciones políticas, en fin, la historia de la generación de los 60 y 70. —Como miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, ¿qué nos dice de la importancia del español y del uso del spanglish por comunidades hispanohablantes en algunos de los estados de los EEUU? —El español es acaso el lenguaje que ha despertado la mayor hostilidad en los EEUU. Una hostilidad que se expresa tanto por parte de los que no lo hablan como por parte de los que lo hablan, no sólo por su competencia con el inglés sino también como vehículo de una identidad cultural antagonizada y por la proclividad a distorsionar y deformar el idioma casi diría de una manera fatal. Es el español que valora Pablo Neruda cuando dice: “se nos llevaron el oro y nos dejaron el oro”. Y hablo de español (no castellano), por tratarse del lenguaje que aprendimos en la escuela y nos une a los hispanoparlantes, por encima de todos los dialectos, transformaciones regionales, provincialismos, nacionalismos, convivencias lingüísticas identitarias (como, por ejemplo, el caso del guaraní y el español en Paraguay), con los matices sociolingüísticos, socioeconómicos, geopolíticos, de esta mezcla (“melting pot”) que es la población hispanoparlante de las Américas, incluyendo a los EEUU. —¿En qué sentido es importante el español en los Estados Unidos? —La importancia del español se da no en un sentido clasista o purista, ya que los lenguajes (y el español también) son dinámicos. Si bien el spanglish es una realidad, pienso que debemos cultivar y cuidar del idioma de Cervantes, de Andrés Bello, de Neruda, por citar sólo a algunos autores, que son expresión de nuestra cultura e identidad, con todas las posibles idiosincrasias y sincretismos, pero evitando que conquisten nuestra esencia con infiltraciones anglicistas que conllevan otra cosmovisión. —¿Por qué optó por escribir en español su poesía en los EEUU y no en inglés? —A pesar de la atracción comercial de escribir en inglés (el mercado es mucho más grande y pudiente), el aferramiento en mí al español, como lenguaje de mi escritura en los Estados Unidos, es una afirmación orgullosa de mi identidad cultural. A pesar de las pérdidas, dado que pueda ser una voz sin voto o sin público. Pero incluso esto está cambiando ahora, dado que pertenezco a la América hispana que vive en los Estados Unidos y que está creciendo no sólo demográficamente, sino también como presencia política, económica y cultural. —Un poema suyo llamado “Comunión” se ha publicado en más de medio millón de ejemplares de textos escolares y se estudia en diversos organismos educacionales de los Estados Unidos. ¿Este poema habla sobre la relación entre bilingüismo e identidad? —El poema refleja ese cuestionamiento ontológico de identidad a partir del lenguaje. Se refiere al por qué para poder entender a una persona hay que compenetrarse con su idioma, porque al expresar los mismos sentimientos en un lenguaje diferente no sé si uno continúa siendo la misma persona. —¿Qué influye en la popularidad de un poema? —Un poema para ser popular no sólo debe tocar la sensibilidad por el otro, sino también debe tener la facultad de vivir, ser recreado y formar parte de la diversidad de razas, culturas y creencias del ser humano. —¿Cuáles son las influencias más significativas en su creación poética? —Mi escritura poética va a alcanzar casi los cincuenta años. Cuando joven, estuve inspirado por lecturas de los clásicos, Homero, Virgilio, Dante, poetas del Siglo de Oro y escritores franceses. En clases de literatura comencé a escribir junto con poemas de un romanticismo decadente o modernistas de Bécquer y Amado Nervo. Hubo un lapso de unos 12 años de silencio, sin escribir poesía entre los quince y los veintisiete años. Al nacer mi primer hijo, esa misma noche, me reencontré con la escritura poética para expresar lo inefable, la experiencia de ser padre. Estos poemas se compilaron en el primer poemario publicado trece años más tarde, llamado Poemas de amor y vida. También en esos años, a mediados de los setenta, tuve un encuentro revelador con Jorge Luis Borges en la Universidad de Georgetown que relato en Poemas desterrados. Además de Borges, César Vallejo, Cernuda, Salinas, Aleixandre; y más recientes, Rafael Alberti, José Hierro, Ángel González y Gonzalo Rojas. Entre los de habla inglesa: Edgar Allan Poe, T. S. Elliot, William Carlos Williams. Debo agregar que no existiría como poeta sin ellos y sin poetas como Rilke, Kavafis, Pessoa y Octavio Paz. —Usted ha dicho que su militancia política consiste en trabajar por el rescate de la historia y presencia hispánica en los EEUU. —La historia de la literatura de Estados Unidos escrita en español es larga, variadísima y de una gran riqueza estética y temática. Cuando digo que la poesía precede a la nación norteamericana y a los peregrinos, que fundaron en 1620 la Colonia de Plymouth en Nueva Inglaterra, me refiero a que el primer poema escrito en español en territorio estadounidense, titulado “Florida”, por el fraile Gregorio de Escobedo, data de finales del siglo XVI y el segundo, “Historia”, Pérez de Villagrá, fue escrito durante la campaña de Álvar Núñez Cabeza de Vaca en Nuevo México en el año 1598. —¿Qué importancia tiene actualmente la poesía de los Estados Unidos en español? —Los cuerpos poéticos de la poesía en español como son: la poesía colonial, la poesía mexicano-estadounidense, la poesía puertorriqueña, la poesía cubano-americana, la poesía de los exilios españoles, suramericano, caribeño y centroamericano y, por último, la poesía actual publicada en español en este país de lengua inglesa ha sido de gran importancia para los Estados Unidos porque ha establecido un puente de unión entre dos culturas diferentes pero hermanas, y porque representa una contribución innegable a la literatura universal. Esta poesía en español deja escuchar muchas voces en una sola voz hispana estadounidense de testimonio, compromiso, rebeldía y nostalgia. La poesía en español en los Estados Unidos es un continuo cuestionamiento sobre la identidad, el derecho de expresión y supervivencia en el marco de una cultura anglosajona dominante. —¿Cómo debería considerarse esta literatura dentro de la literatura hispanoamericana? —Esta literatura, esta poesía escrita en español en un país de habla inglesa, merece un capítulo en toda antología de poesía hispanoamericana. Mi objetivo no es sólo rescatar y dejar constancia de esa “palabra en el tiempo” que es la poesía según Antonio Machado, sino también que se la estudie y se la considere con la pasión de un análisis serio, porque la crítica —como señala el gran crítico venezolano Guillermo Sucre— es la mirada en el tiempo, creación y sucesión que se le debe a la historia, rica cultura hispana y a los más de 45 millones de hispanoparlantes que hay en los EEUU. —¿Cuáles son los grandes poetas latinoamericanos que han sido traducidos al inglés y que son apreciados por el lector norteamericano? —Entre los latinoamericanos, creo que los traducidos con mayor frecuencia y disponibles en las librerías más grandes, son Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y Octavio Paz (con su fiel traductor Eliot Weinberger). Ahora están apareciendo traducciones de Rubén Darío. Entre los españoles destacan traducciones de Ángel González y algunos de la Generación del 27 como Pedro Salinas, Jorge Guillén, Luis Cernuda, que fueron profesores en los Estados Unidos; y de Juan Ramón Jiménez. Existen antologías bilingües, especializadas en un tema o género, por ejemplo poesía de mujeres poetas, o de poesía amorosa, que incluye la obra de poetas como Blanca Varela, Cristina Peri Rossi, Ana Istarú, Coral Bracho, entre otras. —¿Cómo ve el trabajo del traductor y el de las editoriales que se ocupan de publicar libros en español ahora que el mercado es más grande? —Una buena traducción es un poema sobre el poema, un desafío para reencarnar el poema en otro lenguaje, preservando y comunicando la imaginación, la tonalidad, la riqueza de las imágenes y expresiones originales en la originalidad de otro mundo. La palabra se lastima y florece en cada lenguaje. Creo que en estos momentos en Estados Unidos existe una gran necesidad de saber lo que están expresando poetas en otras lenguas dada la asfixia en que se vive, de allí el resurgimiento del arte de la traducción para salir de esta absorción en nosotros mismos. En el campo restringido y elitista de la poesía, hay algunas editoriales, muy pocas, que publican libros en español cuya labor es meritoria. Algunas forman parte de grandes organizaciones y otras son pequeños esfuerzos casi personales. Existe una proliferación de periódicos en español, algunos de los cuales tienen columnas culturales y literarias. Ha crecido el interés por ediciones bilingües, inglés-español, en casas editoriales como Curbstone, Cross Cultural Communications, Bilingual Press de la Universidad de Arizona, Arte Público Press, por citar algunas. —¿Cuál ha sido su contacto con el ambiente literario y los poetas de Venezuela? —Yo descubrí la poesía venezolana a través de Guillermo Sucre, con la publicación en dos tomos de su Antología de la poesía hispanoamericana moderna. La lectura de Andrés Bello, Rómulo Gallegos y otros escritores venezolanos siempre me interesó. Así como también, la obra de Vicente Gerbasi y la influencia punzante de Luis Alberto Crespo enriquecieron mi poesía. Asimismo, valoro el encuentro con poetas que aparecen en la antología de Julio Miranda, Poesía en el espejo. Igualmente, debo destacar mi respeto y amistad con el gran humanista, Premio Nacional de Literatura, el poeta Juan Liscano. He tenido el placer de compartir festivales y recitales internacionales de poesía con muchos poetas venezolanos, como son María Auxiliadora Álvarez, Arturo Gutiérrez Plaza, Ana María del Re, Edda Armas, María Antonieta Flores, Enrique Viloria Vera, María Teresa Ogliastri, Yolanda Pantin y Joaquín Marta Sosa, entre otros. Y este diálogo enriquecedor sigue en nuevos encuentros, con el recital organizado por el Centro Cultural Chacao: “Bilingüismo, dos idiomas para un asombro”, en el que tuve el honor de estar al lado de un Poeta Mayor venezolano como es Rafael Cadenas, así como la posibilidad de nutrirme con la poesía de poetas como Yolanda Pantin y Alfredo Chacón. —¿Cómo le ha afectado a usted como poeta la vivencia del exilio? —Todos los “desvalores del exilio” están presentes en mi escritura: la nostalgia, la rebeldía, los dualismos de lenguaje, de cultura, esa identidad compleja, insatisfecha, fuera de la raíz, los brotes de desarraigo y aferramiento, y a su vez esa sensación de extrañamiento al hablar con una audiencia que no es la de uno. Al mismo tiempo, no se pueden negar aspectos positivos de esta transculturización. —¿El hecho de vivir en los EEUU por tanto tiempo le da otra visión de Hispanoamérica? —Definitivamente. Gracias a que he vivido gran parte de mi vida en los Estados Unidos, tengo una visión de aprecio del sentido de valor continental y, por otra parte, manejo la posibilidad de un distanciamiento crítico para sentir la complejidad social y económica de Latinoamérica, como son las fallas y desigualdades propias del subdesarrollo. Me doy cuenta del potencial y el desperdicio que hay en nuestros pueblos, así como la diferencia en los sistemas de valores entre la cultura hispana y la cultura anglosajona: el contraste entre el personalismo de la comunidad en nuestras sociedades y el impersonalismo de las sociedades industrializadas, el orden y el desorden, el respeto y la validez de las leyes y del sistema jurídico con todas sus falencias frente a las manipulaciones, atropello y falta de respeto a los mismos. Como escritor no estoy inmune al entorno político, socioeconómico, pero en el esfuerzo por ser fiel a la literatura mi empeño se concentra en contribuir al imaginario de mi pueblo que es la América hispana de los EEUU, rescatar su historia, expresar su lenguaje y cultura y soñar en el “equilibrio del mundo” del que hablaba José Martí. Comunión Luis Alberto Ambroggio Vida para entenderme tienes que saber español sentirlo la sangre de tu alma. Si hablo otro lenguaje y uso palabras distintas para expresar los mismos sentimientos no sé si de hecho seguiré siendo la misma persona. ** María Teresa Ogliastri mtogliastri@hotmail.com Escritora venezolana (Los Teques, Miranda, 1952). Licenciada en filosofía por la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve). Ha publicado los poemarios Cola de plata y Nosotros los inmortales. === Bruno Sáenz Andrade =================================================== === “El teatro es para mí otra forma de poesía ============================ === paralela al verso y al poema en prosa” Augusto Rodríguez ========= Bruno Sáenz Andrade nació en Quito en 1944. Es un destacado poeta, dramaturgo y ensayista ecuatoriano. Hace pocos meses acaba de publicar en México un nuevo libro denominado La máscara desnuda los trazos de mi cara. Aquí una breve entrevista sobre su vida y su poesía. —Bruno, vamos al principio, cuéntame: ¿cómo entras a la literatura? ¿Cuándo te decidiste a escribir poesía? ¿Y cómo es tu propio proceso a la hora de escribir poesía? —Entro como lector, estimulado por mi madre, que además me enseñó a leer antes de la escuela. Dibujo (pésimamente) tiras cómicas en la niñez. En el colegio, el estímulo es el de los profesores, en particular de Hernán Rodríguez y de Ernesto Albán, los dos del San Gabriel de Quito. Poco a poco comprendo que puedo dedicarme a esa actividad tomándola como algo más que una afición. En cuanto a la poesía, la intento primero a través de unas traducciones del francés que no conservo, de los primeros años de la universidad. A través de ellas, me doy cuenta de que puedo intentar algo parecido al verso, pero ya he dedicado algunos poemas en prosa a las revistas Niziah y Ágora, durante los años universitarios. —¿Qué poetas son tus referentes y cuáles son tus autores de cabecera? —Claudel, fray Luis de León, Borges, Darío... Y otros, seguramente... Acaso Jorge Carrera Andrade... El autor ecuatoriano que tengo, ahora, por más cercano, es César Dávila Andrade, en parte porque dicto un curso sobre su narrativa a mis alumnos de la Politécnica. Entre los recientes (relativamente, al menos), tengo especial aprecio por Abdón Ubidia y Jorge Dávila, y los poetas Javier Ponce e Iván Carvajal, pero habría que citar a otros algo anteriores, como Adoum y Efraín Jara. —¿A qué autores o libros vuelves siempre a releer? —Carlota en Weimar, de Thomas Mann, y Partición de mediodía, de Claudel (no sólo a estos dos, pero valgan los citados). —¿Cuáles son los temas o preocupaciones que siempre predominan en tu poesía y por qué? —La trascendencia de la vida y su puerta, la muerte; la memoria; la responsabilidad; los dones; la familia; la naturaleza y la complejidad de la palabra. Supongo que por imperativos éticos, pero en realidad no conozco las causas de mis obsesiones. —Veo que incursionas mucho en la prosa poética, ¿es tal vez una forma más precisa de decir lo que deseas, con más libertad, más allá del verso libre? —Comencé, ya lo he dicho, escribiendo prosa poética (y algún relato, género al que he vuelto hace poco). El poema en prosa es una forma de expresión que me resulta natural y, en efecto, cuando el texto tiende a lo narrativo, a lo explicativo, la prosa facilita la comunicación, sin perder por ello la calidad de sugerencia, de símbolo, la multiplicidad de sentidos propios de la poesía y del verso. —Acaba de salir publicado en México tu último libro La máscara desnuda los trazos de mi cara, ¿qué me puedes decir de este libro, qué opinas de que ahora te leerán con más fluidez en México? —Continúa las tendencias de los dos libros anteriores —de poesía, claro— publicados con El Conejo, y recoge las temáticas que ya he anotado. Quiero creer que hay más economía y sutileza en el último de los títulos... Se publicó en México gracias a una recomendación de Vladimiro Rivas, domiciliado en ese país y nacionalizado allá. El libro tuvo que pasar por una doble lectura, la dispuesta por la Editorial Colibrí y la de la UAM, las coeditoras, y entiendo que fue bien recibido. Ojalá la respuesta del lector de la calle sea igualmente favorable, pero carezco de noticias sobre la distribución... La publicación me ha permitido, al menos, iniciar contactos (no sé si ocasionales o permanentes) con escritores mexicanos que se mueven en el área universitaria. —Por lo mismo te pregunto: ¿qué pasa con nuestra literatura? ¿Por qué no se la lee en el exterior? —Para Iván Carvajal, lo malo de publicar afuera es que el libro casi no circula en el país y se vende mal en el exterior, donde el autor no es conocido... Bueno: no se lee al autor ecuatoriano en el exterior, porque sus libros no llegan fuera de las fronteras, salvo excepciones o en cantidades mínimas, para estudiosos o especialistas, diría... Por supuesto, hay excepciones, pero no demasiado significativas. Se haría necesario todo un programa, con las editoriales nacionales y extranjeras y la Casa de la Cultura, vertido hacia el exterior, que incorporaría la edición, la promoción y la difusión, y con una selección rigurosa de los textos, lo que no quiere decir que haya que limitar los escogidos a los “clásicos” nacionales... —Es conocido tu trabajo en el teatro ¿qué me puedes decir al respecto? —El teatro es para mí otra forma de poesía —dialogada, dotada de una tensión especial—, paralela al verso y al poema en prosa. —Si tuvieras que dar un consejo a alguien que recién empieza a escribir y que desea escribir sobre todo poesía hoy en día, ¿qué le dirías? No recuerdo si era Confucio el que aconsejaba: “Lee a los malos poetas. Así, o dejarás de escribir o sólo escribirás versos admirables”... Aunque la broma es significativa, lo que recomendaría al principiante es la lectura, la reflexión, el desarrollo de un autoconocimiento que le permita saber qué asuntos y qué formas le convienen... Sobre todo, le pediría que jamás se conforme con la facilidad ni con una supuesta espontaneidad. Esas cualidades pueden aparecer en el texto pero son, paradójicamente, el resultado de un trabajo consciente y, a menudo, arduo. —¿Actualmente en qué proyectos literarios está Bruno Sáenz Andrade? —Acabo de concluir una pieza de teatro sobre el mito de Prometeo, en verso; me dedico a un nuevo libro de poesía; he dado el último toque a una breve colección de relatos más o menos fantásticos. Pienso (apenas es un proyecto y a largo plazo) en una comedia en prosa; retoco un libro de ensayos que no me decido a publicar todavía. *** Antes del principio No voy a abrir el libro ni a soplar en la página cubierta de una fina película de olvido, ni a sujetar la letra, la piel de la palabra, con la yema paciente y aplicada del índice. No quiero iluminar la sombra de los párpados, ni secar con un puño el agua en la pupila, ni arrancar del vacío la claridad del cuarto, ni cortar con los ojos las rosas o la aurora. No tengo que anotar mi nombre ni mis años ni que asentar los rasgos de un rostro en el espejo. ¿Para qué traicionar la esperanza del Verbo, de la voz tersa y sabia, con la escritura cierta, precisa, irreparable? (Aparto del volumen el peso del silencio, levanto la discreta levedad de la tapa. Encuentro una mayúscula; un trazo, no un sentido: la mancha en la hoja blanca. Mojo la pluma en tinta, el acero en la sangre). *** Espejo taciturno Puedes secarle la frente, buscar en vano su aliento. No vas a decirle adiós: nadie aguarda en ese cuerpo, nadie en la sábana blanca. te deshaces de una serie de fotos amarillentas, de hojas sueltas (¿el otoño?, ¿un libro que se desgaja?, ¿sólo unas motas de polvo?) Vuelves al revés la bolsa. No quieres llevarte nada. (¿Un mechón de sus cabellos, la sonrisa de sus labios?) El azogue del espejo te mira (no te has mudado de traje, de faz, de nombre): hay detrás de ti un vacío, una falta; te desprendes del zurrón de la [nostalgia. Tu pupila no se tarda en el desorden del lecho, en las cruces de madera, en el eco cavernoso, en la voluble memoria; pregunta a la luz del día (abre todas las ventanas, sale a la calle, a los patios. Tu sombra adelanta el paso...), a la mano que, discreta, se posa leve en tus hombros. *** Agonía de la casa Ciudad sin alma, sin voz inteligible, sin peso, sin cimientos, piel muerta de serpiente. Se han cerrado la alas de fuego de los aires. Ceden los cielos. Caen. Por las calles se esparce un rastro de ceniza. No hay cima, no hay abismo. No existen las distancias. La cal se desmorona en el vientre materno, en la boca sin habla de las [antiguas tumbas. Todo se ha vuelto estrecho, mezquino, desabrido: el límite, el espacio, la vista que los crea, la que abre y cierra puertas, los pasos que los [miden. Las vías desembocan en lodosos esteros, en llanuras estériles. Nadie guarda la casa. Nadie, el tesoro oculto. No hay gracia ni pecado en [los rincones. Las paredes son bajas, de estucos desconchados. Ciegos, los corredores. Menguados, los mensajes sobre losas y muros. (¿Alguien escribe en ellos? ¿Quién los lee?) *** Recolección nocturna Sólo el ojo vacío (fuga el halcón del sueño, cierra el garfio sangriento), sólo el rastro de un ala en la ciega cortina de tiniebla y ceniza, sólo la astilla impura y el deambular sin tino del noctámbulo. La forma gris del hombre extraviado de noche se envuelve en la pelliza, en los flecos del manto del que cuelga la luna. Sin abrir una puerta, abandona la casa con el oído atento (¿quién gime? ¿quién exulta? ¿nace o expira el orbe?), con las manos alzadas hasta clavar las uñas ansiosas en el cielo, con la mirada fija en esa uva de luz arrancada al viñedo, al racimo de [fuego. ¿Sabe de los demonios que moran en los campos segados de los astros? ¿De los seres amargos que alimentan su nada con las migajas fúnebres, su amor con los despojos y el olor de los lechos recién abandonados? Deambula por los pisos. Quizás nunca se ha ido. Reconoce las piezas: el desván, una alcoba... Un niño duerme. Flota. Está en otro lugar. Aquí. En ninguna parte. La mano que lo cubre no alisa las frazadas. Cumple el rito en el aire. Vestida con la ausencia, viaja sin movimiento la mujer por la sombra. Esta hondura colmada de voces que callaron, de dispersos aromas, de andares mitigados —tal vez nunca asentaron aquí unos pies la huella—, es única, se suelta de estas cuatro paredes, de la mano del padre, del beso de la amada, del callejón sin nombre. El insomne, a la caza de un vocablo elusivo, prosigue la aventura. Da un paso vacilante. ** Augusto Rodríguez elfrancotirador79@hotmail.com Escritor ecuatoriano (Guayaquil, 1979). Ha publicado los poemarios Ausencia (Santiago de Chile, 1999), Mientras ella mata mosquitos (2004), Animales salvajes (2005) y La bestia que me habita (2005). Sus textos aparecen en varias antologías locales y del extranjero. Ha obtenido el Premio Nacional de Poesía David Ledesma Vásquez (2005), el Premio Nacional Universitario de Poesía Efraín Jara Idrovo (2005) y Mención de Honor en el Concurso Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2005). Es el fundador del grupo cultural guayaquileño Buseta de papel. ||||||||||||||||||||||||||| SALA DE ENSAYO |||||||||||||||||||||||||| === El kururu (sapo) en la cultura guaraní y paraguaya ==================== === David Galeano Olivera ================================================= 1. Introducción Hace un tiempo, la Prof. Andrea Weiler, bióloga, investigadora y docente de la Carrera de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Asunción (Paraguay), donde también yo ejerzo la docencia en la Cátedra de Antropología, me comentó acerca de un trabajo de investigación sobre los batracios, en el cual se encontraba envuelta junto a otros investigadores, y fue entonces que me propuso escribir acerca de los batracios en la tradición guaraní y paraguaya; es decir, referirme a la concepción popular, no científica, que la gente tiene de estos peculiares, misteriosos y mágicos animales. Allí empezó esta aventura que a continuación paso a exponer. Sapo, según el diccionario Espasa, es el nombre común de numerosas especies de anfibios anuros de la familia bufónidos. Tienen el cuerpo rechoncho, ojos saltones, extremidades cortas y piel verrugosa provista de glándulas mucosas y granulosas, que secretan sustancias acres e irritantes, a menudo venenosas. Viven en las zonas templado-cálidas del mundo. Algunas variedades de sapo son: el sapo común, cuyo nombre científico es Bufo bufo, y es aquel que durante la época de celo se reúne en grupos alrededor del agua. Es la especie más grande europea. Luego está el sapo corredor, cuyo nombre científico es Bufo calamita, y es pequeño, de color oliváceo y con una raya clara en el dorso. Vive en el oeste de Europa. Por último, está el sapo partero, cuyo nombre científico es Alytes obstetricans, y se caracteriza porque el macho transporta los huevos entre las patas posteriores hasta el nacimiento de los renacuajos. Vive en el sudoeste de Europa. El sapo tiene el nombre de kururu en guaraní. Indagando en dos diccionarios guaraní-castellano, uno de Trinidad y el otro de Villamayor, al respecto del sapo, dicen: “Kururu: Sapo. Anfibio anuro, familia bufónicos. Posee una glándula que segrega un veneno muy peligroso para la sangre humana”. Villamayor agrega que viven 25 años y más, y que si un animal trata de morder a un sapo la piel despide una sustancia que da la sensación de escozor en la boca, lo que hace que el atacante suelte rápidamente a la presa. Se alimentan preferentemente de insectos y lombrices. En ambos diccionarios se mencionan dos variedades, que en realidad no son kururu (sapo) sino ju’i (rana), pese a que sus respectivos nombres empiecen en kururu. Así, el kururu pytâ (literalmente: sapo rojo o colorado) que es un batracio que no es sapo, sino una rana de gran tamaño. Es comestible, de carne muy sabrosa. Luego está el kururu sa’yju (literalmente: sapo amarillo) que es una rana grande que cambia de color. Por otra parte, el diccionario de Villamayor describe a las ranas de la siguiente manera: “Ju’i: rana. Anfibio anuro, de la fam. Ránidos. Vive en charcos, riachuelos y lugares húmedos”. Entre las variedades de rana se mencionan a la ju’i hovy (literalmente: rana azul), conocida como rana monito con pupila vertical, con glándulas paratiroides notorias. Manos y pies prensibles, con sus pulgares oponibles. De movimientos lentos, vive sobre la vegetación y realiza sus nidos en ramas sobre el agua. Se adapta a ambientes secos y para no deshidratarse se cubre con una sustancia producida por sus glándulas. Después está la ju’i titi (literalmente: rana chica): o rana pequeña; y por último, la ju’i pakova (literalmente: rana banana o del bananal): conocida como rana ternero. Es una especie arborícola, que habita en los troncos de los bananos, de ahí su nombre. El actual territorio del Paraguay fue el asiento precolombino de la Nación Guaraní y de otras comunidades indígenas nativas, no guaraníes. Posteriormente, tras la conquista y la colonia, se constituyó la actual República del Paraguay, en el corazón de la América del Sur. Asimismo, este espacio continental siempre estuvo poblado de grandes bosques y montes con numerosas variedades de animales, ya sean acuáticos, terrestres o aéreos; de ahí que, el indígena primero —creador y dueño de la lengua guaraní— vivió siempre en ese contexto natural y por consiguiente nominó en guaraní a prácticamente todas las especies y variedades zoológicas y botánicas; entre ellas el sapo (kururu) y la rana (ju’i). En segunda instancia —desde la colonia y hasta el Paraguay actual— el mestizo (hijo del español y de la mujer guaraní) siguió conviviendo en ese mismo espacio natural, y también aprendió a apreciar, distinguir y nominar a animales y plantas más habitualmente en guaraní, por ser éste el idioma cotidiano del paraguayo, hasta hoy. Hay que destacar que las nominaciones de las variedades siempre estuvieron relacionadas con alguna característica exterior o ambiental del animal: color (kururu pytâ), tamaño (ju’i titi) o el lugar o sitio que habitan (ju’i pakova). A partir de lo expuesto se deduce que el guaraní y luego el paraguayo rural aprendieron a diferenciar a los animales silvestres casi siempre peligrosos o perjudiciales (aguara = zorro, jaguarete = tigre, guasu = venado, ka’i = mono, mborevi = tapir, kapi’yva = carpincho, etc.) de los animales domésticos habitualmente mansos y útiles (jagua = perro, mbarakaja = gato, vaka = vaca, kavaju = caballo, ovecha = oveja, kavara = cabra, kure = cerdo, ype = pato, etc.). Asimismo, aprendió a reconocer y convivir con algunos animales de condición semidoméstica, como el sapo y la rana; y digo esto porque las viviendas —tanto guaraníes como paraguayas— se asentaban en la proximidad o costa de algún río o arroyo, donde estos pequeños animales siempre abundaban; y fue así como empezó la relación entre los anfibios y los humanos de la Región Guaranítica (Paraguay y zonas de Argentina, Brasil, Bolivia y Uruguay). Hoy esos espacios naturales (bosques y montes) prácticamente han desaparecido y la sociedad paraguaya se ha vuelto urbana, sin embargo las características y los nombres de esos animales y plantas permanecen aún en la retina y en la mente de los abuelos y padres, que alguna vez vinieron del campo a la ciudad. En la actualidad los jóvenes y niños que viven en los centros urbanos, por ejemplo, ya no conocen al ju’i pakova o al kururu pytâ. En todo caso habría que exhibirles alguna imagen o vídeo acerca de los mismos para que aprendan a reconocerlos; cosa que sus abuelos y padres —“antes”— observaban diariamente en su entorno y los distinguían con gran facilidad. El hecho de haber vivido mucho tiempo en un ambiente natural, permitió tanto al guaraní como al paraguayo agudizar su poder de observación. Muchas de las locuciones tradicionales (creencias, supersticiones, usos, costumbres, leyendas, refranes, etc.) estuvieron y están siempre ligadas a las plantas, los animales y los minerales. En síntesis, el habitante de esta región siempre fue sensible y conocedor de su entorno natural. 2. Desarrollo En la tradición paraguaya, el kururu o sapo es el más recurrente (con relación al ju’i o rana) en las diferentes circunstancias cotidianas; en otras palabras, se menciona o se recuerda más al sapo en un sinnúmero de acontecimientos. En algunos casos, el kururu inspira temor o se lo utiliza para inspirar temor, así cuando alguna criatura se porta mal o no quiere dormir se suele decir: “Cháke, kururu oúta ndéve... = Cuidado, que el sapo te vendrá a...”. En otras ocasiones, el kururu resultó gracioso, o sirvió o sirve para causar risa a partir de su aspecto poco estético. Al respecto hay un ñe’ênga (dicho popular) que sentencia: “Nde arriero molde vai kururu ñembo’y = Hombre desmoldado semejante a un sapo parado”. Asimismo, cuando las criaturas sacan la lengua a algún amiguito o a algún adulto, inmediatamente se le dice “kururu” o “sapo” y se suele agregar “solamente los sapos sacan la lengua”, esa actitud (sacar la lengua) se considera como un acto de mala educación, pues los niños no deben sacar la lengua a nadie, eso solamente lo hacen los sapos... que son mal educados. 2.1. El kururu entre los guaraníes León Cadogan —profundo conocedor de las tradiciones de los guaraníes— recopiló en su obra Ayvu Rapyta el mito del kururu o sapo, quien fue —en el principio de la humanidad— el proveedor del fuego, primer elemento facilitado a los moradores de la tierra. En efecto, Ñande Ru Tenonde (Nuestro Primer Padre) envió a su hijo Papa Mirî a la tierra y éste consideró que la primera necesidad era el fuego y en ese propósito pidió a su mensajero, su hijo: sapo, que atrapara en la boca la mayor cantidad de fuego. Éste así lo hizo y depositó el fuego en un gajo de aju’yjoa (variedad fofa de laurel, empleado hasta hoy por los Mbya guaraníes para producir fuego por esfregadura). En otra versión de este mito, kururu trató de engañar a Papa Mirî, queriendo guardar un pedacito de brasa para su propio uso, por cuyo motivo fue convertido en batracio, tal cual lo conocemos hoy. Concretamente, de este mito se deduce el valor que el kururu tiene para los guaraníes, ya que fue uno de los primeros animales de toda la creación, responsable —nada más y nada menos— de la provisión del fuego a la tierra. Por lo expuesto, es que el sapo goza de gran respeto entre los guaraníes. 2.2. El sapo en otra comunidad indígena, no guaraní, que habita el Paraguay Entre los totobiegosodes (ayoreos) existe una leyenda que trata de Ahoâi, el hijo de las nubes; en cuya trama unos niños traviesos tenían la costumbre de burlarse de Ahoâi, una nube mansa. A ella le tiraban con palos, hecho que un día molestó grandemente a Ahoâi, que se convirtió en una enorme nube negra y empezó a llover días y semanas, hasta cubrir toda la tierra. Los niños traviesos se ahogaron y se convirtieron en sapos, y pese a ello, seguían tentándose en el lenguaje de los sapos. 2.3. El kururu y las enfermedades En la cultura popular paraguaya, existen dos afecciones que supuesta y concretamente “se pueden curar” con el kururu o sapo: la erisipela y el cáncer. 2.3.1. Isípula (erisipela): Esta afección es causada por la picadura de un ácaro. El paraguayo cura la isípula fregando el vientre de un sapo vivo contra la pierna afectada, mediante movimientos de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba. Según la tradición el sapo absorbe la fiebre y el paciente se cura. Sin embargo, para que la cura sea verdaderamente efectiva, el sapo o los sapos utilizados deben ser enterrados hacia donde entra el sol. 2.3.2. Cáncer: De un tiempo a esta parte se hizo muy popular en el Paraguay, una especie de jarabe o preparado, conocido con el nombre de kururu caldo o sopa de sapo. En efecto, una familia de la ciudad de Coronel Oviedo fue la pionera en esta práctica; a la que se sumó posteriormente una monja de una congregación religiosa asuncena. Básicamente, este “remedio” se prepara hirviendo sapos con algún otro ingrediente que nosotros no conocemos. La resultante de ese hervido es un líquido cristalino, transparente, que debe administrarse a las personas que padecen cáncer en cualquiera de sus presentaciones. Mucha gente que probó esta medicina dice que es efectiva... 2.4. El kururu y el paje (magia) Así como la magia vudú y la macumba brasilera, en el Paraguay se practica una forma de hechicería o magia conocida con el nombre de paje. Dionisio González Torres, en su libro Folklore del Paraguay, cita los “ingredientes” que utiliza el pajesero o brujo; así, y a modo de ejemplo: tierra de cementerio, velas, cientas de distintos colores, agujas y alfileres, y también cuero o piel de kururu o sapo. De hecho, vale la pena destacar que la raíz “kuru” sugiere —en el guaraní indígena— la idea de algo mágico, con poder sobrenatural o virtud portentosa. Así, a los amuletos, reliques o talismanes en guaraní se los denomina kurundu. Por otra parte, los indígenas echan hojas del árbol conocido como kurupa’y (Piptadenia macrocarpa Benth; P. communis; P. rígida. Leguminosas mimosáceas) en el fuego que preside sus rituales religiosos, causándoles alucinaciones. Dionisio González Torres, en su libro Catálogo de plantas medicinales usadas en Paraguay, dice que el Kurupa’y es rico en tanino, hasta 25%. De sus semillas se ha aislado la bufotenina o bufonina. Esta droga derivada del indol, es la 5-hidroxi-N.N.-dimetil-triptamina, componente que además se encuentra —coincidencia llamativa e interesante— en las secreciones glandulares de sapos del género Bufo. 2.5. El kururu y los dichos populares (ñe’ênga) Entre los ñe’ênga (dichos populares), por ejemplo, existen varios que refieren al kururu o sapo, a saber: • Kururu ra’ýnte oñembyasy, porque isy naikámai (El renacuajo se aflige porque su madre no tiene teta). • Ju’i opurahéi jave, okýta (Cuando la rana canta es porque lloverá). • Amangýpe kururu osêva (Con la lluvia el sapo acostumbra salir). • Aguapyhápevoi aju he’i kururu oñeme’êrô chupe apyka oguapy hagua (Sentado vine, dice el sapo cuando le invitan a sentarse). • Amanova’erâ che kapríchope, he’i kururu ohasárô rúta (En mi capricho moriré, dice el sapo al cruzar la ruta). • Esto es lo que me revienta he’i kururu ohechárô tractor (Esto es lo que me revienta, dice el sapo cuando observa al tractor avanzar hacia él). • Esto es vida he’i kururu ohórô avión-pe (Esto es vida, dice el sapo cuando viaja en avión). • Esto me revienta he’i kururu ohasárô hi’ári rupi kamiö (Esto es lo que me revienta, dice el sapo cuando un camión le cruza encima). • Igusto korócho, he’i kururu pirépe oñehe’ÿiva’ekue (¡Qué gusto!, dice quien se rasca con el cuero de un sapo). • Iporâva ndaipo’ái he’i kururu osêrô rútape (Las criaturas bellas como yo no tienen suerte, dice el sapo al entrar a una ruta). • Kóvape ajokáta che rye he’i kururu ohechárô kamiô ilu rendy oúvo (Con estos reventaré mi panza, dice el sapo cuando a lo lejos ve venir un camión con las luces encendidas, pensando que se trata de insectos). • Jahápy ñambope he’i kururu osêrô rútape (Vamos pues a aplastar, dice el sapo cuando sale a la ruta). • Mitâ’i ipo’áva che, he’i kururu osêrô rútape (Soy un chico con suerte, dice el sapo cuando sale a la ruta). • ¡Nde jajúra! he’i kururu ha ha’e ndaijajúrai (¡Por tu cuello!, dice el sapo pese a no tener cuello). • Kóva ivai he’i imemby kururúva (Este sí que es feo, dice quien tuvo un hijo sapo). • Kururu rekakáicha hû (Es tan negro como el excremento del sapo). • Kururúicha hopepi ruru (Como el sapo tiene los párpados hinchados). • Typychápe kururúicha oñemosê (Fue echado como el sapo es expulsado con la escoba). • Kuña ryeguy ro’ysâ kururu (Mujer que tiene el vientre frío semejante al sapo). • Mitâ rye chigua kururu petáka (Niño barrigón semejante al sapo retacón). Estos ñe’ênga (dichos populares) son productos de la constante y puntillosa observación que el paraguayo hace de toda la figura del sapo, sus defectos, virtudes y costumbres. Después de mencionar estos ñe’ênga queda absolutamente claro que el paraguayo siente una atracción especial hacia este animal, dedicándole una extraña atención, casi inusual. 2.6. El kururu y los apodos o marcantes Por otro lado, la afición del paraguayo por los kururu se demuestra en los distintos apodos, sobrenombres o marcantes que le pone a prácticamente todos sus semejantes. En Paraguay es difícil encontrar una persona que no tenga un apodo, sobrenombre o marcante y una gran cantidad de ellos están relacionados al sapo. Así: • Kururu: se dice a quien es petiso, gordo y de cuello corto. • Kururu pelóta: se dice a quien no tiene una figura esbelta y es bajo de estatura. • Kururu pire: se dice a quien tiene la piel de la cara granulosa y áspera, parecida al cuero del sapo. Este sobrenombre se aplicó a uno de los más tenebrosos torturadores que “sobresalió” durante la dictadura stronista. La sola mención de dicho sobrenombre causaba pánico en la gente. • Kururu rekaka: se dice a la persona morena o de piel oscura y petisa. • Sapo Cancionero: es el sobrenombre del gran artista paraguayo César de Brix (músico, compositor y cantante), ya fallecido. 2.7. El kururu y los alimentos El nombre kururu por semejanza se aplica al pan o galleta mojado en agua y endulzado ligeramente con azúcar o miel. Del mismo modo, dícese de la galleta o pan sumergido en algún caldo o sopa. Asimismo, se aplica esa denominación al pan o galleta sumergido en la leche, el café o cocido. En los tres casos mencionados, el pan o galleta se hinchan semejando al sapo. 3. Conclusión Después de este recorrido cultural en el cual rescatamos algunas circunstancias vinculadas al kururu o sapo, queda visto que dicho animal siempre fue el centro de atención del guaraní y del paraguayo. El kururu siempre llamó la atención de la gente de esta región, por encima de varios otros animales; siendo además protagonista indiscutible del quehacer cotidiano del ser humano. El kururu prácticamente estuvo y está presente en todas partes junto a la gente de este lugar; así, en la religiosidad, la medicina, las creencias y las costumbres populares; en otras palabras, el sapo es un como un mítico ser omnipresente, pues está en la costa del arroyo o del río, en el pastizal, bajo la sombra de algún árbol o entre las ramas del mismo, en la lluvia; en la calle, ruta, empedrado o asfaltado; en la pieza o bajo la cama de algún paraguayo; su croar es tan conocido como el ladrido del perro o el maullido del gato, sin ser propiamente un animal doméstico; ya que ni en los textos escolares goza de la reputación de animal doméstico. Sin embargo, ese ser con cuerpo rechoncho, ojos saltones, extremidades cortas y piel verrugosa provista de glándulas mucosas y granulosas, siempre atrajo la atención del guaraní y del paraguayo. En algunas ocasiones inspirando temor, en otras causándole gracia y simpatía, y en otras dándole buena suerte. En la actualidad, entre las piezas cerámicas más vendidas en Paraguay, se encuentra la pareja de sapos, que debe ocupar un lugar preferente en el jardín o en la casa, a fin de asegurar la buena suerte a sus propietarios. Ese es pues el kururu o sapo... peculiar, misterioso y mágico animal que varias veces fue sacrificado —o dicho de otro modo, “dio su vida o su cuero”— a favor del guaraní y del paraguayo, ya que siempre tuvo varias “utilidades” en diversas circunstancias, algunas de ellas difíciles y desesperadas. ** David Galeano Olivera dgo@paraway.net.py Docente universitario paraguayo. Preside el Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní (http://www.ateneoguaraní.edu.py). Es profesor y licenciado en lengua guaraní, escritor bilingüe y traductor público. === La música moderna y su influencia en los jóvenes ====================== === Andrea Carolina Uribe Ávila =========================================== “Nada influencia tanto los valores y costumbres de la gente como la música” (Shu Ching, siglo VI A.C.). La música influye definitivamente en la cultura, ha estado presente en la historia de la humanidad desde sus inicios, se aprecia en las tradiciones de los pueblos, en sus eventos como participante o como protagonista, y hasta como icono representando una causa, un país o una persona. Son conocidos por muchos los numerosos cuestionamientos y respectivos estudios que se han realizado acerca de si la música moderna tiene algún factor influyente en la conducta de los jóvenes, que son el grupo poblacional que más la escucha. Por supuesto la opinión en cuanto a este tópico está polarizada. Mientras un grupo afirma que la música sí determina el comportamiento juvenil, otros argumentan que ésta sólo afecta a los adolescentes si no tienen definida su personalidad en bases sólidas y es fácilmente manipulable, y el otro grupo sustenta que la música es sólo una expresión cultural y que no tiene ningún tipo de influencia en los jóvenes. Para analizar este tema hay que mencionar algunos datos relevantes: según el Centro de Investigaciones Sociológicas y Eurostat (El País, 11.3.2000), el 78% de los jóvenes ente 18 y 24 años escuchan música todos o casi todos los días. En una amplia encuesta realizada a jóvenes entre 14 y 16 años, éstos escuchan música un promedio de 40 horas a la semana. Ahora bien, hay que anotar también que los jóvenes escuchan música todo el día, desde que se levantan hasta que se acuestan, cuando van en transporte, cuando esperan, en clases, en el tiempo libre, como música de fondo, incluso cuando duermen. Entonces no cabe duda de que la música tiene algún factor influyente en el joven. La música se compone de ondas, éstas llegan al cerebro del oyente; se afirma, pues, que es un estimulante, como todo estímulo provoca respuestas, que son el resultado de la interacción entre el individuo y el entorno. Aquí entra a jugar el conductismo; su máximo exponente, Watson, considera que el conocimiento es una copia de la realidad y que el hombre es una tabla en blanco donde se imprimen los datos de la realidad. Se confirma ya que en el período de la infancia y juventud se forma el sistema de valores en el ser humano. Al escuchar determinada música el joven va adquiriendo como propios ciertos valores, opiniones y creencias en cuanto al bien, el mal, la moral. Por su parte, y siguiendo en la misma línea, Bandura y Walters sostienen que el hombre sigue un modelo de aprendizaje imitativo, que tiene una base mediacional. El joven busca en la música su identidad y autonomía, siguiendo los ídolos musicales y reforzándose en sus homólogos, genera grupos de pertenencia, produce alienación. Y ahora se tocan temas que antes no, como el sexo, las drogas, el alcoholismo, la prostitución, el satanismo y de una manera permisiva, por tanto el adolescente imitará la conducta en cuanto a estos tópicos guiándose por las letras de sus canciones preferidas. La música, así, se puede enmarcar dentro de un proceso cognoscitivo en el individuo, implica criterios ideológicos y psicológicos; la sociedad genera la música como su producto cultural, vende un mensaje y se vale de la significación inconsciente de palabras, actos y pensamientos (mencionada por Sigmund Freud), para afectar al joven en su conducta y que éste siga comprando su música. En este punto, es factible afirmar que la música sí tiene un gran impacto en lo más profundo del individuo y que valiéndose de la ruta que siguen los caracteres adquiridos para llegar a ser propios y considerados verdaderos, modifican la conducta del joven que se encuentra en una etapa muy susceptible, pues está formando su identidad. ** Andrea Carolina Uribe Ávila acuribea@unal.edu.co Estudiante colombiana (Barranquilla, 1990). Cursa el pregrado en Ingeniería Química en la Universidad Nacional de Colombia (http://www.unal.edu.co). === El teatro anarquista, un camino fluvial Carlos Fos =============== En el seno de la primera provincia argentina que albergó inmigrantes merced a una planificación central, se dieron muestras aisladas de manifestaciones social-libertarias en la segunda mitad del siglo XIX. En el período de efímera vida de la colonia Victoria, ubicada a 42 kilómetros de Paraná, apareció una proclama incitando a la huelga general. Este libelo esgrimía citas de la corriente rusa del pensamiento anarquista liderada por Bakunin. Cinco años más tarde se organizó el centro denominado “resurgir obrero”, cuyo periódico Muerte a la Tiranía publica el 15 de abril de 1887 una pequeña pieza teatral que culminaba en el siguiente monólogo rimado: “Bajaron cantando, rodeados de guardias, con el gesto altivo, cual si quemaran. A los armados sayones miraba. ¡A la prisión!, gritó el jefe de la cosacada. A la prisión marcharon los ínclitos parias. ¿Qué hicieron?, pregunta, la muchedumbre ignora, esos hombres de dulce, pero soberbia mirada. ¿Qué hicieron? Querían la libertad sin trabas”. Un suceso será fundamental para el desarrollo de las ideas ácratas en la región. Dos maestros provenientes de Cataluña se radicaron en la población sureña de La Paz y, siguiendo los criterios pedagógicos de Ferrer y Guarda, fundaron la primera escuela racionalista de Entre Ríos. En aquellos años —1898— los anarquistas clásicos debatían sobre el peso que debía otorgarse a la transmisión de conocimientos y a la espontaneidad. Lejos de aceptar la existencia de una fuerza innata existente en los sectores populares que guiaría la educación, muchos señalaban límites del carácter natural de los procesos de enseñanza-aprendizaje. La escuela que nos ocupa, bautizada “Dignidad”, celebró su apertura con una reunión en la que luego de leerse adhesiones locales y del exterior, se hizo público el manifiesto que regiría sus pasos. Entre otros puntos fijaba: “Debemos diferenciar entre instrucción y educación. Solamente la educación, adquisición de ideas y costumbres en continua modificación, debía inspirarse en la más amplia libertad, en tanto, la instrucción, enseñanza de conocimientos útiles pero áridos, supone un plan y un método que por atractivo no dejaría de ser autoritario. Así podríamos confundir la dirección de nuestro proyecto. Pues la verdadera educación puede ser en alguna medida controlada, para que no resulte en enseñanza de convencionalismos inútiles y de fórmulas aprendidas sistemáticamente, sino en libre desenvolvimiento de las aptitudes en adaptación social y en enderezamiento de las propensiones peligrosas. Éstas son legadas por herencia o más bien por derivación, porque hay que advertir que aun los defectos como son: orgullo, avaricia, cólera, pueden orientados de cierto modo volverse en provecho de los individuos y de la sociedad entera”. Un fuerte sentido colectivo se instalaba así en la educación e impregnaba también las actividades instructivas. Sentimientos caros al movimiento ácrata como la solidaridad debían ser inculcados. Para alcanzar estos objetivos el manifiesto propone en uno de sus párrafos la creación de un taller artístico que incluyera diversas expresiones, entre ellas la teatral. Se implementaría formándose un cuadro filodramático, que a su vez escribiera las obras a representar mediante el procedimiento de creación colectiva por acumulación. Este cuadro filodramático hará su presentación en un acto popular diseñado para recordar a los mártires de Chicago el 1º de mayo de 1902. La obra, denominada Huelga negra, muestra la lucha de Vladimiro, un obrero linotipista, que debe enfrentar no sólo el accionar de rompehuelgas encabezados por su antiguo amigo Benjamín, sino también la represión de la policía brava. La hermana menor de Benjamín, Raquel, ama a Vladimiro y delata la traición del primero. El protagonista esclarecido organiza las masas proletarias, participa activamente en la redacción de panfletos y textos aclaratorios continuando sus acciones con visitas de carácter didáctico a la campaña. En una de ellas, a la vera de un arroyo, cruzando una cuchilla es asesinado por los partidarios de la traición, aprovechando la espesura de las tinieblas. Las banderas de la pelea son ahora recogidas por Germán, amigo del asesinado, con un bagaje teórico mucho mayor. El final nos muestra a los trabajadores reunidos en torno del féretro de Vladimiro, que cubierto por negro estandarte es marco genuino para el discurso vibrante de su amigo. Germán con verba inflamada incita a mantener la huelga a pesar de las amenazas. Raquel acompaña al disertante sin llorar y con gesto decidido. No hay dudas en su mirada y está dispuesta a entregar su vida en aras de la causa. La confrontación continuará. Un fragmento del fragoroso discurso, a manera de enérgico soliloquio, dice: “Y es como para dudar, pues no pareces capaz de hacerlo, camarada. Y, sin embargo, tú, poco a poco forjarás un mundo nuevo para nosotros y nuestra descendencia. A pesar de todo. Por encima de todo, estás en los logros y luchas del futuro. Hay un anuncio de cosas nuevas para el mundo dolorido de los trabajadores. ¡Han muerto las princesas! Aullad de penas si queréis. Pero los ojos se hunden en las cuencas y jamás te iluminarán, camarada. Cincuenta millones de pesares en las mesas sin pan de los obreros te gritan al oído; ¡no cantes compañero!, argamasa del espíritu. Escucha: bajo los puentes hay un clamor y de los campos llega el torrentoso gemir de los labriegos. ¡Y tú cantas!”. La estructura profunda de la obra es la siguiente: Sujeto: Vladimiro Gómez. Objeto: la lucha del proletariado que a través de la huelga general propugnan por obtener reivindicaciones sociales concretas. Ayudante: Germán, Raquel, Ismael (delegado tipógrafo). Oponente: Benjamín, los rompehuelgas que él encabeza, la policía y el orden injusto. Destinatario: el proletario y por medio de la concientización, la totalidad del género humano. Destinador: el tejido social injusto. Vladimiro no alcanza su objeto al ser asesinado. Germán toma su lugar pero con características propias; el líder ocasional pasa de ser un hombre de pura acción, pragmático, a un hombre de sólida formación intelectual, con un nivel de discurso elaborado. Vladimiro rechaza el amor que le ofrenda Raquel, amor a toda prueba, capaz de traicionar su propia sangre. Y este renunciamiento lo hace para cumplimentar la doctrina ácrata que pone el acento en el bien común. El bienestar de la mayoría precede al del individuo. Con sus actos, Raquel se convierte en ayudante al igual que Ismael, un aprendiz tipógrafo, casi un niño. La edad de este personaje es utilizada en esta obra al igual que en las demás del sistema de producción anarquista como símbolo de la esperanza. Porque más allá de caídas y retrocesos parciales la clase obrera alcanzará su destino de bonanza. En la estructura superficial, en relación con lo expuesto con respecto a los artificios, observamos el encuentro personal, la extraescena realista, la coincidencia abusiva, la causalidad lógico temporal y los niveles de prehistoria en el principio. La falta de recursos originales era buscada así como las continuas reiteraciones de texto. Los elementos señalados aparecen clara pero embrionariamente, debido a lo esquemático de la propuesta. El personaje esclarecido activo es Vladimiro, mientras que el pasivo es Germán. Como negativo encontramos a Benjamín, traidor al movimiento y asesino de su mejor amigo. Su importancia radica en este hecho puntual, es capaz de matar al personaje positivo, clarificado, embrague. Se intenta convencer al proletariado local, descrito desde el deseo y no desde una reconstrucción social compatible con su real historia. La mayor parte de los formadores son de origen extranjero y es necesario educar a los trabajadores de la zona, en su mayoría analfabetos, adocenados y acostumbrados al trato paternalista que esconde la explotación. Podemos analizar las formaciones discursivas en las que aparecen dos ejes. El anarquista, representado por Vladimiro, Germán y el proletariado entrerriano en orden de jerarquía. En posición antagónica aparece el discurso oficialista encarnado por los diarios burgueses, la policía y los líderes rompehuelgas. Benjamín no puede encuadrarse en ninguno de los dos ejes y queda sin voz. Como ejemplo del discurso oficial podemos citar a este pasaje representante de la prensa local vinculada a los terratenientes. En el acto III, cuadro I, escena I, Ismael comenta las noticias desarrolladas por el periódico El Tribuno, que como voz de la oligarquía detalla: “La chusma acicateada por los elementos subversivos quiere destruir lo que tantos desvelos nos ha costado. Este grupo minúsculo de agitadores no deben ser escuchados por nuestros paisanos. Exigimos a nuestra policía actúe en consecuencia”. La policía local se expresa en diferentes pasajes de la obra, pero destaco esta expresión de un sargento integrante de una cuadrilla represiva: “Metan balazos, que éstos están más asustados que un casero, que con nosotros se toparon con el horcón del medio”. Este párrafo corresponde al acto I, cuadro I, escena III. En cuanto al lenguaje de los obreros rompehuelgas podemos señalar este momento en el que un asalariado intenta desalentar a sus compañeros diciendo: “No me parece seguir con la huelga. Fijate cómo Lúquez se cagó dormido como los gallos. Yo tengo hambre como todos, pero escuchando a Vladimiro pienso que no ha de ser tan culona la garrapata y los patrones a la final nos van a perdonar si aflojamos”. Podemos encontrar esta cita en el acto II, cuadro I, escena III. Vladimiro, de acuerdo a lo expuesto por Martha García Negroni en su artículo “La destinación del discurso político, una categoría múltiple”, introduce un nítido discurso político. En el acto I, cuadro III, escena VI, dice: “Ante las fuerzas del oprobio sólo podemos oponer la solidaridad obrera. Contamos con armas más poderosas que sus rifles y pistolas: la imprenta, para conmover conciencias, y la huelga general para quebrar regímenes tiránicos”. En el acto II, cuadro I, escena III, en un mitin exclama: “Compañeros, quieren desunirnos con prácticas desleales. Envían falsos obreros que confunden con sus habladurías. Sabemos que si nos mantenemos en cadena como firmes eslabones enviarán sus perros cosacos para agredirnos. Muchos serán heridos y hasta tal vez debamos inmolarnos en aras del triunfo popular. Pero a cada balazo responderemos con decisión y a cada golpe con intransigencia, blandiendo la bandera negra de la libertad cruzada por una soberbia e invencible palabra: ¡HUELGA!”. El destinador de este discurso enunciado, Vladimiro, se está dirigiendo a un destinatario explícito que es el proletariado en huelga, del que es parte. Los actos de habla son de aserción y promesa: “La imprenta y la huelga son nuestras mejores armas para lograr la liberación”. El destinatario encubierto es el régimen imperante que trata de aniquilarlos; hacia él se dirigen actos de habla de advertencia y amenaza. También se aprecia como procedimiento la lucha polifónica por la palabra autorizada ya que en cada alusión a las fuerzas reaccionarias se antepone el discurso ácrata como revelador de la verdad ante las falacias del poder. En cuanto al discurso de Germán, podemos sentar que a partir de la muerte de su amigo se convierte en el personaje embrague, pasando de una actitud pasiva a una de liderazgo. En un tramo de su alocución frente al cuerpo de Vladimiro dice: “Quisiera que mis versos semejasen un ejército de hachas y por arte de magia transformadas en tajos mis plumadas. Que tomando por selvas los tiranos los desgajen, los violen y los talen destrozando los tallos milenarios. De aquellos que con sombra nos abaten. ¡Así quiero yo que sean mis palabras!, como hachas, ¡que maten!”. Aquí se asocia a lo político la función emotiva. Por último debemos considerar el idiolecto entrerriano dentro del discurso del proletario anarquista nativo: “Viste el Gómez, cazó una mosca mi perro. Ese que no es lechuza cascoteada pudo entrever al bandido traidor. Y yo que le dije entrá Cabrera que con vos era, al final tuve que darle la razón” (acto II, cuadro III, escena V). Este trabajador intenta ganar la confianza de sus pares despojado de sentencias crípticas e incomprensibles. La escuela racionalista que analizamos debió combatir en el plano de las ideas con los principios normalistas fuertemente arraigados en la provincia de Entre Ríos, cuna del positivismo educativo vernáculo. Pero en 1904, ante una huelga propiciada desde Rosario, las fuerzas de seguridad arrestaron a los docentes y según informó la prensa paranaense “las fuerzas vivas y esclarecidas de la ciudad quemaron este foco de infamias, verdadera afrenta para la región” (El Nacional, Nº 784, 15 de agosto de 1904). Desde las cenizas surgieron a partir de 1910 tres círculos ácratas, uno de los cuales, “Bandera Proletaria”, trabó relaciones con el falansterio de San José. Esta comunidad organizada de acuerdo a los principios del socialismo utópico de Fourier fue la única en su tipo del mundo. Se organizaron numerosos actos que solían culminar con una pieza breve, generalmente leída. Algunas de ellas formaban parte del sistema de producción nacional que circulaba por todo el territorio argentino y otras eran productos locales. Ángel Borda, sobreviviente de este proceso, nos comenta: “Debo recalcar que nuestro sindicato de Diamante siempre apoyó iniciativas de carácter popular, como la ayuda a las entidades de deportes. Con el auspicio de la organización se creó el Club Deportivo Rivera Portuaria, que intervino en una o dos temporadas en el campeonato local de la liga Diamantina. Siempre he creído que la organización gremial no debe ser odiada ni vista con recelo por el pueblo, porque si no está condenada a vivir al margen de la sociedad. También organizamos la biblioteca ‘Nuevos Rumbos’, que fue destruida por el primer gobierno peronista, cuyos bienes, integrados por más de trescientas sillas, gran cantidad de bancos, libros y máquinas de escribir, fue a parar a un colegio de curas. Además hicimos teatro con elenco propio, mediante el cuadro filodramático llamado ‘Esfuerzo’, cuyo primer director fue Claro Gómez. El grupo realizó una meritoria labor de difusión cultural y artística, en circunstancias en que nuestra actividad sindical estaba muy quebrantada”. Algunas piezas aparecieron en el periódico Avance, órgano oficial de la Federación Comarcal. En la obra Pena proletaria, un joven ácrata acomete en soliloquio: “Sube pensamiento. La escala de Jacob pende del cielo. Arroja el ropaje si eres bueno, si eres inocente, si eres niño. Así hablaba el hombre bueno. El pensamiento se elevó pletórico hacia el infinito. Las nubes alabastrinas se tiñeron de un rojo púrpura. ¿De qué os avergonzáis?, preguntó el pensamiento. Las nubes no respondieron. Sólo que desflecaba una canción silbante, apagó su música y habló de esta manera: No te extrañe, ¡oh pensamiento!, si las poderosas nubes no te contestan. Dirige tu mirada hacia la tierra por un segundo. ¿Ves aquel titilar de puntitos que brillan?, pues son los ojos de los hombres que miran su pudor en tus desnudeces. ¿Y por qué las nubes? Porque están desnudos, ¡oh pensamiento!; y el pensamiento desnudo es como los niños, no se dan cuenta de sus desnudeces; pero los grandes pequeños y los pequeños grandes, sí”. En 1912 abrió sus puertas en la capital entrerriana otra escuela racionalista fundada por alumnos del establecimiento modelo de Luján. En los principios que regirían su obra escribieron: “Los estudios deben ser lo más atractivos posibles y que se continúen insensiblemente en la hora del recreo. Tal propuesta implica la instalación profunda de rituales y denuncia el desarrollo del curriculum en espacios excluidos de él, en su definición clásica. Podemos enseñar la vida de los pueblos en lugar de la historia de reyes, las lenguas vivas en lugar de las muertas; las matemáticas serán enseñadas también insensiblemente en el transcurso de los paseos, la mecánica en el taller con más frecuencia que en las tablas, los ejercicios corporales irán paralelos a los estudios técnicos. Y como culminación se enseñará filosofía experimental, sintetizando todas las ciencias e iluminando a la humanidad en su marcha ininterrumpida hacia el progreso indefinido. Actuar es vivir, todos poseemos teatralidad por lo que favoreceremos la dramatización como práctica pedagógica”. Ese mismo año un libelo fechado en Puerto Diamante desgranaba con vibrante tono el contenido de una pieza breve en un acto. Un obrero cavilaba en voz alta: “Hoy he insultado al capataz. ¡Por fin soy un hombre y he vencido la cobarde timidez que me aplastaba! Lo mandé al reverendísimo carajo y le hubiera aplastado la nariz pero huyó acobardado, el gran cabrón. Y yo reí con limpias carcajadas de hombre nuevo, de liberado de espíritu. Aventados están ya los días vergonzosos y sólo tengo límpidas mañanas. ¡Al diablo el cavilar y los rezongos de las pasadas horas humilladas! Entiendan bien, señores ricachones, den gracias a sus dioses cogotudos y rueguen por la salvación de los pescuezos, sus cabezas, sus barrigas y sus millones” (fragmento perteneciente a la obra He vencido, de autor anónimo). En 1916 tenemos noticias otra vez de un renovado cuadro filodramático “Esfuerzo”. Nos cuenta Claro Gómez: “Es cosa sabida que Ángel en su primera juventud hizo experiencia teatral (antes de participar en los denominados sucesos de La Forestal como militante obrero bisoño), integrándose como peón de playa a uno de los circos que recorrían la provincia de Entre Ríos. Luego intervino en la creación de un elenco amateur llamado ‘Esfuerzo’. En su época de más vigor dimos funciones en algunas localidades lejanas de Diamante, como Villa Crespo, Viale, Puerto Las Cuevas. Agrego que la parte musical estaba a cargo de Andrés Ballesteros (bandoneón), los hermanos Palma (violín y guitarra) y Arraigada-Del Castillo (dúo folklórico de canto y guitarra); la puesta en escena y decorados eran de Danilo Romero y Juan Manizza”. En las producciones propias de este grupo se incluían temas musicales con melodías características de la región. Esto lo diferencia de los cuadros filodramáticos clásicos de Buenos Aires. Una canción que perduró en el colectivo popular fue la chamarrita “Del matrero”, que originalmente apareció en la pieza ácrata Marea negra, publicada en el periódico libertario Avance, el 7 de julio de 1917: Chamarrita retozona De barrancas coloradas Del pago de los matreros Y las mujeres calladas. Corazón de chamarrita Protegelo a José Manuel Que no muera su leyenda Ni tu canto alegre y fiel. Los matreros son poquitos Y los cantores también Los destinos parecidos Al ñandubay de Montiel Chamarrita protegelo No me hagas padecer Chamarrita hacele sombra Cuando lo aplaste la sed Por esa senda De los chañares Se fue una noche José Manuel Se fue una noche José Manuel Huyendo de los milicos Que lo querían prender. El año 1916 fue trascendente para el desarrollo del movimiento ácrata en la provincia de Entre Ríos. La Federación Obrera Marítima (FOM) decidió que ningún conflicto le era ajena, plegándose al criterio de solidaridad en la acción. Así lo señala Sebastián Marotta en su obra El movimiento sindical argentino (1). Lo cierto es que el cabal significado y alcance del acuerdo fue sintetizado así por el obrero Aparicio, de la sección Cocineros de a bordo: “Donde hay un afiliado marítimo, está la organización obrera”. Con ese espíritu combativo y militante, los hombres de la Federación apoyaron el fortalecimiento de la estructura gremial en todo el litoral. Por su esfuerzo surgieron en Entre Ríos setenta y cuatro sindicatos con más de 200 locales y centros. Los personeros de La Forestal tuvieron que reconocer por la fuerza el nuevo derecho obrero a la solidaridad. Barranqueras, Puerto Vilela, Puerto Ocampo, Tirol, Formosa tuvieron círculos de mucha actividad, así como Alto Paraná, Corrientes capital, El Dorado, Posadas, La Paz y Santa Elena. Cuando los barcos tripulados por trabajadores de la FOM tocaban puertos entrerrianos, nunca faltaba algún marinero, pariente o amigo de los peones u obreros de la fábrica o de los estibadores de rollizos, que recibieran provisión de periódicos libertarios, volantes, llamados a la organización. De esta forma circulaba la información de las decisiones tomadas por la Fora en Buenos Aires, con sus correspondientes explicaciones para ser sometida a votación por los sectores locales. Tampoco era extraño la aparición de algún misterioso caminante acompañado por algún baquiano. Inmediatamente participaba de secretas entrevistas en las que estimulaba a la participación y disipaba las dudas teóricas. Asimismo colaboraba en la creación de pequeñas bibliotecas circulantes en las que era posible encontrar numerosas piezas breves de teatro. La tarea de los mensajeros o acólitos permitía la difusión de los principios social libertarios y constituía una ingeniosa y aceitada maquinaria de propaganda. En general se trataba de hombres jóvenes con una elemental formación y locuacidad suficiente para convencer al ocasional compañero de charla. Un panfleto fechado en Rinconada de Burgos el 6 de agosto de 1911 reproduce una obra de títeres pensada para la técnica de guante. El personaje protagónico en el consabido soliloquio dice: “Sangrando estoy. Es de tantas penas, pero no odia mi corazón. No odia porque le hablo a mi corazón. Él me escucha y yo le digo: Corazón que tanto sangras, que tanto sufres, ¿sabes tú por ventura a quién odiar? ¿Al puñal cuyo doble filo te tallará al partirte, a unos labios de virgen, o al lazo cuya pujanza lo armó de ira? Corazón, no odies, le digo: el bien es el supremo. Tú, que tanto sabes el dolor de penar por los caminos, que sabes del bronco gemir de las alcantarillas, no odies. ¿Por qué te desprecian, por qué sufres? Por eso es que no quiero que aprendas por el odio. Él —el odio— gobierna el mundo; si el odio no existiera, todos los hombres serían felices. ¿Qué es eso que guardas en las arcas de tu centro, corazón? Son llantos, brisas, viajes, maldiciones de hombres que odiaron, besos de mujeres que amaron. Olvida, corazón, si odias, que el odio tendría un fin cuando todos los hombres digan: Corazón que tanto sufres, alma que tanto sueñas, no odies. ¿Por qué has de odiar?”. Este ideal libertario no se circunscribía a un panfletismo mesiánico de los días por venir, sino que un “aquí y ahora”, movido por la realidad que circundaba y dolía, obligaba a actuar. Fue el descrédito de los sectores socialistas dialoguistas los que pusieron el mote de idealistas sin proyecto al movimiento. Los obreros rurales eran con seguridad los más desamparados del país. Juntadores de maíz, peladores de caña, obrajeros de los yerbatales y hacheros de los montes, constituían algunos de los más humildes sectores de la cara macilenta de aquella Argentina que aún navegaba (sin saber las crisis a venir) en la opulencia agrícola. Se trataba del granero del mundo y la división internacional del trabajo nos había asignado ese papel primario de extraordinaria endeblez social. Ángel Borda, destacado luchador libertario, deambuló por la Mesopotamia, recorriendo especialmente el territorio de Pancho López. Gracias a su pasión se fundó la biblioteca popular “Luz del Pueblo” en Diamante. Borda no descuidó en momento alguno lo concerniente a la elevación cultural de los trabajadores. Tomó contacto con algunos maestros (como los hermanos Del Castillo), para que organizaran clases elementales de primeras letras en horario nocturno, fuera del circuito oficial. Esta iniciativa, que se llevó a cabo durante una temporada, no tuvo mayor éxito, aunque algunos adultos lograron alcanzar los rudimentos de las letras y los números. La acción represiva neutralizó sus efectos. Fue su interés continuo la selección y enriquecimiento del patrimonio de la citada biblioteca. Gracias a sus esfuerzos, muchos adultos pudieron conocer el pensamiento de Reclús, el lirismo de Gabriel y Galán y el acento humano de Walt Whitman. En un rincón del establecimiento se armó un pequeño escenario, donde diferentes cuadros filodramáticos, a lo largo de quince años, representaron obras ácratas. Pero el golpe institucional de 1930 cambió drásticamente la situación política de la provincia. El gobernador de facto impuesto por La Forestal comenzó una represión despiadada que culminó en secuestros, deportaciones y fusilamientos. Otros obreros sindicalizados, con mayor suerte, fueron encarcelados, sufriendo todo tipo de vejámenes. La biblioteca con su sala, magnífica realización cultural de los trabajadores, terminó asaltada y desvalijada. Sus libros, archivos y documentos, luego de una repartija indignante, fueron a parar al depósito comunal. Después del latrocinio les aguardaba el fuego. En esta marea de destrucción impiadosa se ahogó el movimiento libertario de Entre Ríos y quedaron como epitafio a tan magna empresa estos versos perdidos de la época: “Adoquín de tonalidad bermeja, ¿por qué de sangre tienes el color? Exhalando una postrera queja. ¿Expiró sobre ti un trabajador?”. Bibliografía • BENSON, Eduardo. Papeles para una historia del movimiento ácrata en Sudamérica. Cuadernos del Sur. Buenos Aires. Edición Labor. 1969. • COSTAS, Enrique. El racionalismo en Argentina. Buenos Aires. Ediciones Cántaro. 1986. • DUARTE, Mario. En busca del pasado anarquista. Paraná. Ediciones del Copista. 1990. • FOS, Carlos. Educación libertaria. Salamanca. Ediciones Universitarias. 1996. —. Teatro libertario y su acción pedagógica. Salamanca. Ediciones del huerto. 1995. • HILLEY, Edmundo. Banderas negras. San Pablo. Editorial Libre pensamiento. 1985. • LUIZZETO, Favio. “Cultura y educación libertaria en el inicio del siglo XX”, en: Educación y sociedad. Nº 12, septiembre 1982. México D. F. Ediciones Unicamp, 1982. • ORTON, Marcus. El teatro libertario. Nueva York. Editorial Nuevos rumbos. 2001. • PONCE, Julio. La escena ácrata. Montevideo. Ediciones dos banderas. 1995. • STIRNER, Alberto. El orden familiar. Córdoba. Ediciones del autor. 1882. Publicaciones ácratas consultadas • Dignidad Obrera. 1898-1905. Colección completa. • El Primero de Mayo. 1904-1908. Colección completa. • Lucha Proletaria. 1906-1923. Colección completa. Notas 1. MAROTTA, Sebastián. El movimiento sindical argentino. Editorial Inicial. Buenos Aires. 1949. Se consideraron las entrevistas realizadas por el que suscribe a los señores Ángel Borda y Ernesto Lurdes. ** Carlos Fos cfos@teatrosanmartin.com.ar Historiador teatral por la Universidad de San Marcos, especializado en el análisis de las fiestas de los pueblos originarios, especialmente los zapotecas. Reside en Argentina. Doctor en antropología cultural. Trabajó como docente en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx) y en la Universidad Nacional del Sur (UNS, http://www.uns.edu.ar), de Argentina. Fundador del archivo histórico del Teatro Municipal San Martín (http://www.teatrosanmartin.com.ar). Codirector del Centro de Documentación de Teatro y Danza del CTBA. Desde mediados de los años 80 trabaja sobre la producción libertaria en Latinoamérica, especialmente en Argentina, con publicaciones en las principales revistas especializadas como Teatro XXI, Revista Teatro Celcit (http://www.celcit.org.ar/publicaciones/rtc.php), Telón de Fondo (http://www.telondefondo.org), Revista Afuera (http://www.revistaafuera.com) y La Escalera, y ha participado en decenas de congresos y jornadas en Argentina y América. Es director investigador del Centro de Investigaciones de Historia Aplicada (Cihia). Ha publicado, entre otros títulos, La fiesta de San Lucas, un desafío en México y La utopía anarquista. ||||||||||||||||||||||||||||||| LETRAS |||||||||||||||||||||||||||||| *** Poemas Soledad Acedo Bueno *** Charito. Basado en una historia real Lucía Corning *** poemas cotidianos (extractos) Juan Guerrero *** Rapsodia nuestra Tere Dávila *** De Lesbia a Catulo María Dolores Pliego Domínguez *** Dos filamentos William Guaregua *** Fijeza de los trenes Gustavo Solórzano Alfaro *** Como un cuento Iván Bedoya Madrid *** Mi abecedario C. A. Campos *** Al filo de la muerte Abraham Prudencio Sánchez *** Poemas Carmen Elena Pérez *** El ojo Javier Martínez *** Poemas para merendar Gabriela Molina Herrera *** El despojo Aurora Arias *** Opúsculo lírico Rafael Batista Cáceres *** Hormonas ideológicas María Elvira González === Poemas Soledad Acedo Bueno ======================================= *** I Huye, Alicia Atrapo entre mis párpados La sonrisa que has perdido frente al espejo. Susurros en la mañana Pinceles de colores que el viento atrapa. Alicia no sabe que somos polvo de estrellas, Seres Mutantes atravesando Autopistas sin travesías. Motas en el universo, genes o bacterias. La Liebre de marzo ha perdido su reloj Ya no tiene quien marque sus agonías. A través del espejo, huye, Alicia, huye. Atrapo entre mis párpados El sueño de esta mentira que es la vida. Y te veo cruzar el jardín de palacio Donde una baraja anuncia la muerte del intruso Por haber respetado las reglas del juego. Que nos corten las cabezas, Si el mundo es cuadrado o redondo, Mañana sólo seremos polvo... ...polvo sin equipaje. Y entre el cielo y el espacio, Cavamos fosas comunes Alicia ya no quiere setas, Alicia ya no quiere jarabes. Susurros en la mañana Pinceles de colores que el viento atrapa. Tu cuerpo desnudo frente al tiempo Ya no es suave terciopelo. A través del espejo, huye, Alicia, huye. Ya no eres una niña, Alicia. Ya el tiempo ha clavado su tenaza Arrancando tu virginal halo. El gato ha perdido su sonrisa. No esperes el reflejo de tu imagen en el espejo. Y todo se ha convertido en polvo. Y ya no somos niños en un país imaginado. Las setas y los jarabes son drogas en nuestra sangre. Las setas y los jarabes ya no son juguetes de feria. A través del espejo, huye, Alicia. Huye. A través del espejo, huye, Alicia. A través del espejo, huye, Alicia. A través del espejo, huye, Alicia. Huye... *** II Perpetuidad En qué consiste la perpetuidad de las montañas Y el silencio que bajo su manto se extiende. En qué consiste la mirada de un hombre Cuando su mente está atrapada en un arroyo De helechos verdes. Dime en qué vacías tu mirada, montaña infinita, Si el silencio te atraviesa como si fuera un tren Viajando a través de sus traviesas. En qué consisten tus besos Cuando tu piel está ausente. Dime a qué sabe la luz de las siete de la mañana y En qué consiste la necesidad de sobrevivir Si la sed sólo se tiene cuando no hay agua. Pequeños pasos en silencio que se acercan. La noche es oscura y es habitable. Bajo la luz de las farolas se construyen Sueños para habitar la memoria de tiernas muñecas De porcelana. *** III Muero No había salido el sol y la luna me ha devorado al pronunciar tu nombre en la oscuridad. Arranco del alma vestigios jamás pensados, escarbas en mis días, encontrando piezas antiguas llenas de polvo en este mar salado que son mis lágrimas. Hoy me has arrancado una sonrisa. Eres la primavera que llega y aleja nieblas y tinieblas. Y, sin embargo, muero por vos. ** Soledad Acedo Bueno hilvanesyretales@hotmail.com Escritora española (Cáceres, 1976). Es asesora jurídica. Textos suyos han aparecido en la revista Narrativas (http://www.revistanarrativas.com). === Charito =============================================================== === Basado en una historia real Lucía Corning ======================== Hacía muy poco habíamos obtenido las escrituras de la nueva casa. Aunque no era demasiado grande, ni elegante, era confortable, y al ser mi primera casa propia, estaba llena de excitación por la mudanza. Mis hijas y yo estábamos descargando del auto nuestras pertenencias. En eso, una mujer vino a darnos la bienvenida. Se hacía llamar Charito. Al verla, mi primera impresión fue que se trataba de una adivina. Vestía ropas muy estrafalarias: un vestido largo hasta los talones, de color rojo oscuro, cubierto con los signos del zodíaco, junto con una ancha faja amarilla bordada con rojo intenso; tenía el pelo negro y rizado, sin duda teñido, y rondaba los sesenta años. Recuerdo que me llamó mucho la atención que, mientras caminaba hacia nosotros, iba murmurando. Al principio creí que eran palabras sueltas, pero después me pareció distinguir entre sus murmullos mi nombre, y luego el de mi esposo... y el de mis hijas. Al prestar más atención, escuché claramente que estaba diciendo nuestros nombres y datos personales. Me asusté. Sacudí la cabeza y los murmullos cesaron. Seguramente, todo había sido obra de mi imaginación, dada la tensión de la mudanza y la excitación de todo lo nuevo. Comenzó a preguntar. Quería saberlo todo: cómo se llamaba mi marido, cuántos años tenía, cuando cumplía... Y así con todos los miembros de mi familia. Yo, que por entonces era joven e ingenua, no consideré oportuno indicarle que se largara para que pudiéramos continuar con la mudanza. —¿Y tus hijitas cómo se llaman, querida? —Ésta es Carolina —respondí, señalando a mi hija mayor—. Tiene seis años. —¡Pero qué tierna..! ¿Y cuando cumplís, dulce? Carolina negó con la cabeza, avergonzada. —Dale, Caro, respondéle a la señora —le dije. Al ver que no respondía, le dije a Charito:—. Cumple años el 10 de agosto. —¡Aaaaah..! —exclamó repentinamente—. Leonina, ¿no? Muy salvaje, ¿a que sí? —Eh, sí —murmuré, incómoda. Charito continuó haciéndome comentarios astrológicos de mi familia y halagándome. Cada vez se me acentuaba más la impresión de que esa mujer estaba loca. Al fin decidió volver a su casa. No estaba inmediatamente al lado de la mía, sino dos casas después. Entre ella y yo vivía una anciana muy simpática, llamada Daphne. Volví a concentrarme en la mudanza y me olvidé de Charito. Unos días más tarde, mi esposo se quedó sin trabajo. Al parecer, su sucursal había sido trasladada al Uruguay. No me sorprendió demasiado; al fin y al cabo, vivimos en Argentina. Son cosas que pasan. Pero al cabo de unos meses, empecé a sentir de verdad la carencia del dinero. Tuvimos que hacer algunos sacrificios, pero continuamos enviando a nuestras hijas al Centro Cultural Italiano, donde iban a educarse... hasta que el director nos citó. Me presenté en el colegio de mis hijas, y al pasar, la secretaria me dijo de mal modo: —¿Qué quiere? —Recibí una llamada del director de esta institución donde se me cita aquí para una charla —le solté, intentando contener mi enojo. Pareció evaluarme con la mirada. —Está bien, pase. Caminé rápidamente a la oficina del director, y dado que no estaba allí, me senté a esperar. Cuando llegó, y después de disculparse por haberme hecho esperar, me preguntó por qué había dejado de pagar la cuota. Yo le comenté que estábamos cortos de dinero. El hombre, que era amigo mío y además muy amable, me ofreció un puesto en el colegio para que pudiera pagar la educación de las chicas. Se lo agradecí y acordamos que me llamaría cuando pudiera empezar mi nuevo trabajo. Cuando salí del colegio, estaba de muy buen humor, hasta que... —¡Grace, querida! Charito. —Hola —contesté con tono alegre. —Estás de buen humor, por lo que veo —comentó. —Sí, me ofrecieron un trabajo acá. —¡Qué bueno, qué bueno! Grace, ¿no quieren venir vos y tu familia esta tarde a tomar el té? Incapaz de hallar una excusa para rehusarme, acepté. De todas maneras, la casa de Charito estaba compartida con un jardín de infantes, y las chicas tenían ganas de probar la cama elástica de la que tanto les habían hablado. Además, admito que sentía curiosidad por saber cómo era la casa de la misteriosa Charito. Así que a las cuatro y media de ese mismo día, mi marido y mis hijas me acompañaron a la calle Roma, hasta el número 492, para tomar el té. Ese día conocí a la mamá de Charito. Me sorprendí, ya que ignoraba que estuviera viva y que viviera allí. Era una buena mujer, de ochenta y tantos años, y desde luego más normal y cuerda que su hija. No fue tan malo como pensé que sería; charlamos con Charito y su madre, y aunque hubo algunos momentos de incomodidad, las chicas se divirtieron y nosotros ganamos una merienda. Las cosas iban cada vez peor. Cada vez se notaba más la falta de ingresos. Aníbal, mi marido, siempre parecía estar por conseguir un nuevo trabajo, pero algo inesperado pasaba. Para colmo, las semanas pasaban desde mi encuentro con el director, y yo no recibía ninguna llamada. Después de tres semanas, mi paciencia se agotó y decidí ir a ver qué pasaba. Cuando llegué al colegio le pregunté a la antipática secretaria que me había atendido anteriormente qué había sido del director. —¿No te enteraste? —me preguntó, incrédula. —¿Qué pasa? —pregunté a mi vez, alarmada por su tono de voz. “Que no se haya muerto, por favor”, pensé. —Tuvo un infarto. Está internado, en terapia intensiva. Suspiré. Primero me sentí aliviada, aunque después constaté que un infarto era también bastante grave. —Bueno. ¿No sabe acaso cuándo puedo comenzar con el trabajo que él me ofreció? —¿Trabajo? ¿Trabajo? ¿Qué trabajo? Acá no se sabe nada de ningún trabajo —me espetó, volviendo a los malos modales. Me retiré; era inútil seguir discutiendo. Cuando llegué a mi casa, abatida, vi algo que no mejoró mi humor. Charito estaba esperándome en la puerta de mi casa. —Hola, Grace. Te ves un poco triste, ¿qué pasó? Resignándome a ello, empecé a contarle mis problemas. Cuando terminé, se quedó pensativa por unos segundos. —Yo tengo algo que te puede ayudar —me dijo—. Perteneció a mi familia por generaciones, y trae buena suerte. Llevalo con vos adonde quiera que vayas. Me entregó un crucifijo de madera, no más grande que la palma de mi mano. Me sorprendió que no llevara grabada ninguna figura, tan sólo estaba adornada elegantemente con cuatro piedras rojas, una en cada extremo, y dos serpientes de plata entrelazadas en el centro. Extraño talismán. —Ejem... Muchas gracias —le dije, forzando una sonrisa. Lo guardé en mi billetera cuidadosamente. —De nada, querida, de nada. Si las cosas hasta ese momento estaban mal, ahora estaban cada vez peor. Aníbal y yo tuvimos que sacar a las chicas del Centro Cultural Italiano. A duras penas podíamos conseguir comida. Claro que no lo relacioné con la cruz. Cuando Charito me había dado el amuleto de la “buena suerte”, yo me había limitado a guardarlo en mi billetera y olvidarme de él en pocos días. Pero algunos meses después sucedió algo que me hizo recordarla. Y bastante. Mi hermano y su novia habían decidido ir a ver a un anciano curandero de la zona. Al parecer, ella creía en esas cosas, y quería averiguar ciertas cosas sobre su futuro. Yo, que por entonces no creía para nada en ese tipo de sortilegios, los acompañé, por pura curiosidad. Esperé afuera mientras consultaban con el curandero. Media hora después, la novia de mi hermano salió de la casa llorando a mares, sin querer decirme cuál era el motivo de su angustia. Cuando llegamos a casa, me confesó que el anciano les había dicho que pronto tendrían una terrible discusión y jamás volverían a hablarse. Yo intenté consolarla, diciéndole que muy pocas veces se cumplían esa clase de profecías. No quiso escucharme. Y dos meses más tarde, efectivamente, tuvieron un enorme malentendido, y cortaron. Nunca más volvieron a establecer contacto. Esto resaltó aun más mi curiosidad, y decidí ir yo misma a visitar al curandero, ya que estaban sucediendo cosas muy raras desde que nos mudamos a la calle Roma. Además, tenía un terrible dolor de espalda, y mi padre siempre me había dicho que sólo los curanderos podían curar tales dolores. Cuando llegué a su casa, me sorprendí un poco, ya que había algo en que no me había fijado en mi anterior visita: una antigua aldaba de bronce para llamar a la puerta. Primero golpeé la madera con los nudillos, pero al ver que nadie contestaba, tomé la aldaba y la hice resonar sobre la puerta. Inmediatamente, como si me hubiera estado esperando, un anciano salió a atenderme. —Pasá, pasá —me invitó con voz animada y chirriante. —Eh, gracias —le agradecí, algo intimidada. Entrar a su casa no mitigó en modo alguno mi temor. Una luz oscura inundaba la habitación. En los estantes había muchos muñecos (que sin duda no eran para jugar), vestidos con sinuosas túnicas o togas. También había algunas velas pequeñas, que daban al ambiente una falsa sensación de magia negra, y otros cachivaches similares. —Cuéntame tus problemas —me susurró, cerrando los ojos—. Cuéntame. Me pareció raro ese súbito cambio del argentino al español, pero le conté sobre mi dolor de espalda y de las circunstancias en las que se había producido, y de los misteriosos hechos que habían tenido lugar desde la mudanza. —Hmmm... —dijo, pensativo, después de hacerme diversas preguntas—. Las maldiciones pueden ocultarse en los lugares más pequeños e insólitos. Dime, ¿te han regalado alguna cosa últimamente? —No —le respondí enseguida—. ¡Ah! Excepto esto —añadí, sacando el crucifijo de mi billetera. Repentinamente, el anciano comenzó a gritar con una fuerza que ignoraba que tenía. El cambio del ambiente, hasta entonces tranquilo y silencioso, fue increíble. Aguardé a que terminaran los gritos, aún no crédula del todo. Gemía y no parecía del todo consciente del lugar en que se encontraba. Tenía los ojos en blanco. De pronto, tomó un envase redondo que se encontraba en uno de sus múltiples estantes y comenzó a vaciar su contenido líquido encima de la cruz. Sin dejar de gemir, musitaba: “agua bendita, agua bendita...”. —¡¡Esa cosa está maldita!! —chilló finalmente—. ¡Sacala YA de mi casa! —¡Qué hago, qué hago! —preguntaba yo, llena de terror y confusión. Ya estaba empezando a temer por la salud mental del curandero, y por la mía. Tenía miedo de que empezara a revolear cosas por el aire, o de que me hiriera. —¡SALÍ, SALÍ! Tiralo en el primer tacho que encuentres. Salí de la casa, agradecida de abandonar ese lugar, y por las dudas, agarré la cruz y la tiré en una bolsa de basura. Volví a mi casa, preguntándome si la pesadilla había terminado, o si, por otro lado, no había hecho más que empezar. Al día siguiente, decidí salir por la puerta trasera al trabajo, para variar. Pero al abrir la puerta... Charito. Otra vez. ¿Cómo había adivinado que iba a salir por atrás? Su rostro no mostraba la alegre y amable expresión que solía mostrar cuando se encontraba conmigo, sino que estaba terriblemente seria y enojada. —Dame la cruz. —Eeeh... ¿la... la cruz? —tartamudeé, poniendo mi mejor cara de nenita inocente—. Ah... ahhh, la cruz... ¿Sabe lo que son las cosas? Me robaron la billetera en el colectivo; no pude hacer nada. —Ah, ¿sí? —preguntó, escéptica. —Sí —dije yo, ya más segura—. Bueno, vivimos en Argentina, son cosas que... —¡MENTIRA! ¡MENTIRA! ¡Vos la tiraste, yo sé que vos la tiraste! Era de mi familia, y eso que yo, que soy tan buena, te la había prestado para que te ayudara... El sonido de su voz se extinguió cuando le cerré la puerta en la cara. Desde ese momento, mi comunicación con Charito se limitó a los insultos que me gritaba cada vez que pasaba por la puerta de mi casa. En cambio, con Aníbal siempre se llevó muy bien. Lo invitaba a la casa, le pedía favores, le hacía favores y lo trataba muy bien. Aunque nunca pudo aprenderse su nombre. —¡Atilio! ¡Atilio! —decía—. ¿No me viene a cortar las ramas, que me invaden el jardín? Antes del asunto de la cruz, yo no me cansaba de repetirle que su nombre era Aníbal, pero después de eso... ya se imaginan. Después de unos meses, la tensión se me hizo insoportable, y le pedí a una amiga que nos alquilara un departamento que ella tenía, muy lejos de ahí. Cuando al fin llegamos al departamento, y por primera vez en meses, me relajé. Inspiré. “Uf, al fin en paz...”, pensé. Durante nuestra estadía allí, la única noticia que tuvimos de nuestro domicilio fue que el jardín con el cual compartía su casa Charito se había trasladado. Eso no renovó precisamente mis ganas de volver. Sin embargo, cuando a pesar de mis temores volvimos a nuestra residencia, encontramos que unos ladrones habían revuelto y desvalijado la casa. Después de pensarlo un tiempo, decidí que lo mejor para todos sería mudarnos definitivamente al nuevo departamento y no regresar a la calle Roma. Mi familia me apoyó gustosa. Hacía tiempo que intuían que allí pasaba algo raro. Rápidamente se arregló todo el asunto de la mudanza, y pronto habíamos trasladado todas nuestras pertenencias. El cambio fue instantáneo. Dos horas después de dejar la última valija, Aníbal recibió el llamado de una empresa, que solicitaba sus servicios. Me dedicó una mirada cómplice. Unos días después recibí una llamada para mí, respondiendo a una solicitud que yo había enviado para enseñar en un colegio como profesora de lengua. Después de algunas semanas, me enteré por Daphne del motivo del traslado del jardín de infantes. Yo no estaba segura de querer saberlo. —No es nada —comentó Daphne—. Aunque no es muy agradable. Me contó que Charito solía pasearse medio desnuda o en camisón por delante del jardín como si estuviera dentro de su casa. Las madres habían ido retirando a sus hijos del jardín hasta que no quedó ninguno. La directora y las maestras, horrorizadas, habían decidido trasladarse a otro lugar, con la esperanza de encontrar allí un poco más de suerte. Me acordé de las críticas de Charito sobre ese jardín, y entonces todo encajó. Después de la mudanza, supe algo que tal vez hubiera preferido no averiguar. Hace muchos años, Charito había estado casada. No se sabía si su esposo la había abandonado o simplemente si había muerto, pero lo cierto es que desapareció. Y desde ese momento, todos los hombres de la cuadra habían muerto misteriosamente, o, como sucedió en un caso, abandonado por su mujer e hijos. Daphne misma era viuda. Entonces me alegré de que Charito no hubiera aprendido el nombre de Aníbal, porque en ese momento comprendí que mi marido era el único hombre de la cuadra. Después de ese momento siempre pensé que eso tuvo algo que ver. Aunque yo no era demasiado crédula, comencé a pensar en cuentos que me habían contado de chiquita, de magia negra y muñecos vudú, unas imitaciones en pequeño de la persona a la que se quería realizar algún mal, y todo lo que sufría el muñeco, lo sufría la persona. “¡En qué estás pensando!”, me dije. Volví a pensar con claridad. “Esas cosas no existen”, reprendí firmemente a un yo imaginario. “Aunque la verdad...”. Sacudí la cabeza. Estaba pensando pavadas. Nunca volví a saber nada sobre Charito. Algunos dicen que murió; pero lo cierto es que su casa sólo se vendió una vez, y los desafortunados dueños murieron todos a causa de una fuga de gas. Hoy se puede ver su vivienda, en medio de todas las casas lindas de la calle Roma; una casa mohosa y descuidada, que sin duda identificarán como la de Charito. Hoy en día, estando tranquila, todavía pienso si la historia de Charito será sólo una serie de casualidades infortunadas, o si en realidad hubo algo sobrenatural en todo el asunto. ¿Quién sabe? ** Lucía Corning peteryalicia@hotmail.com Escritora argentina (Buenos Aires, 1995). Estudia 2º año de secundario. === poemas cotidianos (extractos) Juan Guerrero ====================== *** carrera barrancas estoy amando a la mujer más linda de la tarde sin melancolías ni fracasos mientras dejo caer levemente mi cabeza sobre esta almohada y los cielos se entrecierran en sombras de verano estoy amando a la mujer más linda de la noche en puntos de estrellas ahora cuando mi recuerdo vaga calle abajo deslizando mis dedos sobre la verja como sintiendo tu rostro esta densidad de saberte entre los lirios donde la madre dejó su olor la habitante de tu ausencia el padre desconocido mirando en lejanía esta noche la casa penetra como inmensa sábana blanca en mi piel vago por los espacios ajenos donde el limonero albergó su sueño pasos que escuché esta noche acaso la mirada desde el espejo densa ausencia de tu voz confundiendo palabras risas y deseos estoy amando a la mujer más linda de esta madrugada sin disculpas ni excusas rasgo de sonrisa entre mis labios mis manos sobre tus senos vaporosa mirada de casabe y café con leche metro y medio de humana mujer ampulosa y lasciva volcánica sedosa esta noche arde la memoria a media calle esta casa llena de ausencias cercada en grama y blanca no están los girasoles las ixoras se han ahogado con la lluvia y los azulejos de la tarde escaparon al bosque qué aguardar sino la noche este silente amanecer tú cerca del norte yo al sur vecinos de la última memoria brote de escombros acercando tristezas queda esta ceniza en la espesa noche la casa doblada en la mirada calle abajo *** pasional mirarme los pies las puntas de los dedos mientras cae la tarde saber que en alguna parte alguien está muriendo otro agoniza en su sangre y otro más sale a la vida sin destino mirarme los pies acariciarlos como tú lo hacías cuando me ofrecías tu sonrisa y saber que la soledad acompaña al desamor la tristeza de esta mujer golpeada y violada por su hombre me cuenta la crueldad de su pequeño infierno —pero en el fondo lo amo dice entre lágrimas observo mis pies y pienso en ella la veo caminar taconeando su plástica alegría siliconeada paseando su efímero poder en cada pecho de puntas más elevadas que su cerebro sé que el día ya no da para más tampoco la noche ni esta madrugada lluviosa y sombría de puerto ordaz esperando la mañana con su parte de guerra *** almuerzo vienes a mí desde tu pueblo de selvas con labios de seda diciendo alegrías esta manía de nombrarte en mi silencio mientras preparo el almuerzo hablarte mientras cocino adobo la carne para la sopa saber que estás entre olores crepusculares eres sabor de un vino tinto italiano entre mis labios mezclado entre perejil cebolla en rama una pizca de pimienta negra sal ajo y salvia después toda verdura se acopla en un manjar de dioses luz acunada en un mismo centro poblada de un lenguaje anterior a la memoria que resplandece y es oro de auyama de ocumo y papa deseo de tu piel que es vapor de caldo hirviente *** aniversario es demasiado temprano para nacer a la muerte y sin embargo el tedio y la melancolía hacen de este día un espacio que sobra lenta mañana que agoniza mientras la tarde avanza su calor de verano agosto pasa sin sobresaltos entre dibujos y lecturas de brujas y hechiceras es demasiado temprano para nacer a la muerte y sin embargo tu piel ya no me reclama humedades no me calma esta pasión este mes clavado entre mis ojos largo verano cóncavo lleno de truenos secos afiebrado en sus bordes esperando la noche entre dos lunas que iluminen este cansancio es demasiado temprano para nacer a la muerte porque todos se han ido a dormir sus miserias sus miedos entre discursos y declaraciones de prensa falsos rezos en las iglesias y no me acuerdo del nombre de mi ángel olvidé el rostro de todos el nombre de mi patria es demasiado temprano madrugada fría y lejana nadie despierta *** día feliz la mañana está en calma trinan los pájaros en la luz del araguaney no hay sobresaltos en mi costilla rota la mañana está en calma el mundo habla en internet trece vidas terminaron a balazos en puerto ordaz entre puñaladas y a pleno día dos secuestros se esfumaron frente al poder la tribulación de una madre terminó la vida de un desquiciado que violó a su hija en un país medioriental explotó un carro-bomba y mató a veinte personas los inmigrantes en el país del norte serán deportados la mañana está en calma con mis dolores limpio los desperdicios de mi gata kitty escucho los gritos de un niño cuando la voz del padre hiere y la madre llora su impotencia todo está en calma entro al messenger y veo a mis amigos virtuales —la mujer que amo tiene más de tres horas conectada y me deja sin metáforas los correos de amor y felicidad inundan mis pupilas y nublan la mañana todo está en calma la silueta de un recogelata pasa por la ventana y dos niñas se escapan de la escuela todo está en calma el araguaney cubre los picotazos de los azulejos mañaneros pienso en pessoa y sus versos laceran mi alma ¡Ay de ti y de todos los que pasan la vida Queriendo inventar la máquina de la felicidad! ** Juan Guerrero bdclfj@cantv.net Ensayista, poeta y docente venezolano. Es licenciado en letras, magíster scientiarium en educación, mención enseñanza del castellano, y candidato a doctor en filología hispánica por la Universidad de Oviedo (España). Es docente-investigador de la Universidad Nacional Experimental de Guayana. Ha publicado el poemario Elegía a la sombra / Elegia all'ombra (1981) y ha recibido en dos ocasiones mención de honor en el premio José del Valle Laveaux (Ciudad Bolívar, 1989 y 1992). === Rapsodia nuestra Tere Dávila ===================================== El lugar que escogimos para la transformación fue una fábrica abandonada: un espacio tipo hangar, con paredes descascaradas, abanicos de acero, tuberías y bombillas expuestas. Era más grande de lo que necesitábamos, pero la localización nos ofrecía privacidad, lejos de la carretera principal y accesible sólo por un camino de tierra escondido entre la maleza. Llegamos al atardecer. Los únicos sonidos: el raspar de las gomas de la camioneta sobre las piedras del camino y el chirrear de los grillos que se adelantaban a la puesta del sol. Nos bajamos y forcejeamos un rato con la doble puerta de metal, que estaba corroída y descuadrada dentro del marco, de forma que ni abría ni cerraba con facilidad. Después de unos cuantos empujones cedió, y el aire que se coló hizo volar parte de la capa de polvo que cubría el piso de madera. Entramos, y con cada pisada lo revolcábamos más, hasta que quedamos envueltos por una neblina de partículas. Limpié un círculo como de diez pies de diámetro en el piso, en el medio del salón, mientras mi esposa se desvestía en una esquina. Hacía frío, pero el proceso requería que estuviese desnuda. La tomé de la mano, la llevé hasta el área y la ayudé a acostarse. Vi que tenía erizados los vellos de los brazos. Temí que fueran las dudas de nuevo. Yo había tratado de aclarárselo todo, y habíamos tenido muchas conversaciones desde que le propuse mi plan. Pero no dijo nada, sólo colocó la cabeza, dejando que se desparramara debajo de sí su pelo negro suelto. Me sorprendió lo largo que lo tenía; hacía años que siempre lo llevaba en cola. Me incliné para acomodarla mejor, y noté que el labio le temblaba. ¿Frío? pregunté, a lo que meneó la cabeza en negativa. Ella y yo nos habíamos enfriado. Pero era otro tipo de frío, y más antiguo que el de esa tarde. Aunque no hablábamos de eso. Los días de semana, cuando yo no tenía espectáculo, eran los más insoportables; nos la pasábamos entre la sala y la cocina en un silencio que resentía interrupciones. Un suspiro mío, hasta una tos involuntaria, y ella apretaba los labios. Yo por mi parte empecé a entretener pensamientos morbosos. No que lo hubiese propiciado, pero a veces fantaseaba que ella moría en un accidente y me dejaba, de seguro triste, pero libre. También pensaba en mi propia muerte, y entonces, para sentirme menos mal, me sentaba al piano que teníamos en el saloncito de música. Era de pared, marrón y feo, algo puramente práctico, heredado de algún teatro. Un día, mi esposa sugirió cambiarlo, y eso me puso a pensar en el nuevo que conseguiría: brilloso, negro, de media cola; algo para mirar, pasarle la mano, olerle la mezcla de madera y acero. Y así fue como, de la idea que ella planteó, nació un deseo en mí, que se transformó en otro, mucho más fuerte. Al principio, me llegaban las visiones como escalofríos. Tan pronto reconocía su presencia, ya no estaban. Pero las ideas se fueron estabilizando, se desarrollaron casi por su cuenta, hasta presentárseme con un plan detallado, paso por paso. Empecé a hablar con mi mujer; a explicarle cómo nunca habíamos experimentado la unión que ahora podría ser posible si llevábamos a cabo el cambio. Ella ya conocía de mis experimentos. También ambos sabíamos que de los dos, ella era la más idónea para la metamorfosis. Aceptó. Aunque ahora que era el momento, se veía nerviosa. El atardecer entraba por las ventanas de cristales rotos, le moteaba de luz la cintura, los muslos, el pecho; prendía además las partículas de polvo que colgaban en el aire, las convertía en pedacitos de espejo. Sonreí para tranquilizarla, pero también porque mi entusiasmo, a pesar de sus temores, no me permitía hacer otra cosa. Ella me devolvió la sonrisa y ese fue el permiso para comenzar. Me pone las manos, y como el conejo que se convierte en pañuelos, mi cuerpo desaparece y se vuelve otra cosa. La piel deja de ser la mía. Él es mago de mis moléculas, cambia la materia, los elementos, mi química. Yo dejo de ser yo. Comenzó a contorsionarse y me eché sobre ella. Sentí la resistencia, el reflejo natural del cuerpo, pero la promesa de su nuevo olor a maderamen me alentó. La acaricié, sujetándola fuerte, hasta que ella suspiró y supe que cedía. De ahí en adelante, esa primera fase fluyó como en un delirio, y ella mudó por completo la epidermis. El dolor vino antes, pero ahora, ya disuelta la materia original, siento poco. Me endurezco, me vuelvo lisa, suelto un olor a roble africano; me expando a lo largo y a lo ancho, ocupo más espacio. Qué extraña sensación es ésta de ser gigante. Me excité al verla así, prometedora, todavía en etapa embriónica y cruda, pero ya convertida en el material básico. Mi trabajo, de ahora hasta el amanecer, consistiría en darle forma a su madera; en moldearla en el instrumento completo. Apliqué presión y la oí crujir. Empujé por un lado, halé por otro, hasta darle a sus tablas la primera curva, la mitad de la alargada “u” de la cola. Él suda. Su sudor me cae encima y lo peleo. Ya no estoy segura de que quiero esto. Serpenteo. Me niego. Pero no puedo contra él. Entonces siento el fuetazo. Cayó en sitio la última curva, el rizo final. Retrocedí para verla mejor. Parecía una escultura de Henri Moore, corpulenta, maciza, reclinada en forma de “u” y “ese” combinadas. La sentí respirar hondo, escuché el eco dentro del cañón de su caja torácica. Se expandía, haciendo espacio para las tripas de acero y cuerda que serían su alma. Porque el próximo paso era el definitivo, cuando todo es satisfacción o todo se desmorona. Alcé el arpa y la coloqué con cuidado en el pecho de roble. Pero a pesar de que velé no tocar los costados o molestar ni el más delicado tabloncillo, no sirvieron precauciones y lo próximo que pasó no estaba en mis planes. Ahora puedo gritar. Y grito en un estruendo de mil acordes, un desafine monumental. Un rugir de bronce que azota paredes y castiga oídos. Me incorporo. Una pata, después otra, y otra y otra. Me alzo tambaleándome. Busco mi centro. Considero mis opciones. Soy una elefante de madera, lista para embestir. Sentí el hormigueo caliente de la adrenalina subirme por el cuello; el salón comenzó a girar. Las paredes se encogían alrededor de ella, o quizás es que ella se volvía gigante. Entonces, una explosión lejana interrumpió la noche: el silenciador de un carro o una motora, allá en la carretera principal. A ella le sirvió como señal para lanzar su ataque, y soltó un horripilante alarido bemol que retumbó contra lo más alto del techo y despertó a cientos de murciélagos que nos rodearon con aleteos frenéticos. Traté de correr hasta la puerta pero las piernas no me obedecieron. La luna que entraba por los cristales le pintó ángulos filosos a la mole frente a mí. Como en cámara lenta —su enorme caja y patas cortas no daban la impresión de velocidad— ella se me precipitó encima. Sus apéndices tijereteaban en un aparatoso abre y cierra mientras toda la masa avanzaba en zig-zag. Se alzó sobre las patas traseras y batió el aire con las otras dos, las que fueron brazos. Entonces agarré un tubo que colgaba en la pared y le pegué lo más fuerte que pude. Ella perdió el balance y cayó contra una de las columnas que aguantaban el techo. Me rompo con un clamor de notas, un dolor desafinado, y luego nada. Se quedó quieta. Dos cuerdas rotas se asomaban por el hueco que le abrí. Esperé un rato y me le acerqué pensando que era seguro. Pero no. De un tiro retiró el labio superior, lo que ahora era la tapa del frente, y me enseñó, no la ordenada sonrisa de teclas de mis planes, sino una mueca hambrienta. Sin darme tiempo a retroceder, una cuerda de metal se soltó de las profundidades del instrumento, se coló entre las negras y blancas, y se enroscó por mi brazo derecho. En segundos formó una cabuya de nudos que amenazaba con triturarme los huesos. Me haló y caí encima del teclado dando golpes y aruñando las escalas. Se encorvó y levantó la tapa grande. Con una cuerda me haló por el brazo, con otra me atrapó la cintura, me alzó hasta la barriga llena de martillos y me tiró adentro. La tapa cerró con un cantazo y el gran salón de la fábrica se llenó de una temible música que yo no acertaba a discernir si la causaban mis movimientos o los suyos. Al contrario de lo que yo creía, no lo maté. Esperé y él dejó de pelear dentro de mí. Al rato abrí la tapa y lo dejé salir. Era hora de volver a casa. Según lo habíamos acordado, la coloqué, no en el salón de música, sino en la sala grande que es más fresca. Ella prefiere esa hora mágica, cuando ya no es ni de día ni de noche; la misma hora del comienzo de su transformación. De ahora en adelante, deberé visitarla cuando el cielo se vuelve violeta, y traer siempre el cartapacio con la música que más le gusta. Al interpretar las piezas, obedeceré un orden específico. Y cada dos días, sin falta, colocaré flores frescas —siempre perfumadas, rosas o lirios del valle— para que ambos las disfrutemos mientras la toco. ** Tere Dávila tedavila@hotmail.com Escritora y publicista puertorriqueña (1963). En 2002 publica el libro Fiesta en Puerto Rico (Gabriel Press), que documenta las festividades tradicionales y culturales de la isla. Al año siguiente publica el libro infantil La Oreja Sebastián. Tiene un grado de bachillerato en literatura e historia del arte de la Universidad de Harvard (http://www.harvard.edu). Cursa una maestría en creación literaria en la Universidad del Sagrado Corazón (http://www.sagrado.edu), en San Juan, Puerto Rico. === De Lesbia a Catulo María Dolores Pliego Domínguez ================ 1 Catulo, no quiero que veas a la Lesbia de ahora, con los brazos caídos y el manto roto tras la puerta que una tarde te cerró. La Lesbia de otros días la que comía del sol de tu boca, se perdió por las tierras de Cirene. “Dirías: ¿cómo es posible? Pues sí: una traición tal obliga a querer menos y a amar más”. Catulo. 2 Más por amor que por desasosiego, mis alas te siguieron. Al doblar la esquina me topé con los años que te llevarían de mí. Y entendí que no se debe querer sino amar. 3 Decías conocerme, saber el sitio exacto de mis lunas, la tierra donde dejé el ombligo olvidado. Dijiste que te consumías en celo y que me amabas como familia tuya. Sin embargo cuando tomas las sábanas con las hoy que te cubres ¿piensas en mis quebrantos? 4 Me quedé sin memoria cuando mi lengua se partió en dos. Desesperada, barrí los trozos de tus labios. La noche llegó de madrugada. Ya no tuve amores, ni quereres, sólo el hombro de los años. Ni tú fuiste mayor a mi muerte, ni yo, la naranja de tu plato. Juntos nos comimos los sinsabores del desayuno. Las cenas se perdieron al creer que nos quisimos 5 Dije que jamás volvería a esta Isla donde tus palabras me sepultaron. Juré por mí misma que ya no te hablaría. Todas estas cosas dije, Catulo, prendida en el enfado Y las guardé por más de veinte años. Pero cuando escucho tu nombre ¿Qué me dices en el pecho? No puedo, aunque yo quiera, borrarte de mis dominios. 6 Catulo, seguramente creerás que los años lograron empolvarte, que borré tu nombre de mis besos Y puse candado a mi vista. Ni lo uno ni lo otro. Me dueles Pegado al costado izquierdo donde la mariposa se fue contigo. 7 Cosa del destino, de las letras y las leyes que quisieron empobrecerte en amores y fortuna. Culpa mía no fue que tu suerte haya ido a parar a las patas de los bueyes 8 Ni la tibia devastada en la noche, ni las lágrimas secas de tus ojos, te exoneran de la tristeza de concebirme traicionada por tu enfermizo corazón. 9 Este día dejo que el silencio prolongue nuestra dicha y que el tiempo de nuevo te resucite. Por fin abro mi pecho, libero nuestros pájaros ¿Para qué hacerte la guerra? 10 Querencia “Qué duro es quererte así, contigo pero sin ti”. L. E Aute. Aún girasoleas en mi piel: juegas a volar. Anudas huellas al camino Y al ritmo del agua, del viento te fundes en la arena con mi sal. ** María Dolores Pliego Domínguez mpliegodomnguez@yahoo.com.mx Escritora mexicana (Toluca, 1968). Licenciada en letras latinoamericanas por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (Uaem, http://www.uaem.mx). Estudió la maestría en estudios latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx) y la maestría en administración de la educación (NSEM). Premio Internacional Fanny León Cordero (Ecuador, 2007), mención especial en el primer Concurso Latinoamericano de Poesía Alma Fuerte (Argentina, 2004), escritora seleccionada y édita en los Primeros Juegos Florales del Siglo XXI (Montevideo, Uruguay, 2005), finalista en la categoría de cuento en los juegos magisteriales “Clara del Moral” (2003). Forma parte de diversas antologías poéticas. Ha participado en encuentros nacionales e internacionales de escritores. Actualmente se desempeña como profesora en el nivel Medio Superior Técnico de la zona 13 del estado de México. === Dos filamentos William Guaregua ================================== Cerca de la media noche del sábado pasado una serie de disparos quebró el silencio de las horas finales del día. Primero fueron dos detonaciones, luego, el macabro ritmo de las armas automáticas continuó su eco hasta el fondo de los peines quemando las últimas balas, seguido del chirrido de los cauchos de un auto que se perdió a alta velocidad por las sombras. Todos, que no recuerdo ahora lo que celebrábamos en casa de los vecinos, reaccionamos con cautela. Aquello fue bastante cerca de la urbanización. Salimos despacio hasta el portón y a unos quinientos metros estaban los dos cuerpos. Fernando había salido primero que nosotros y estaba más cerca de ellos, no hacía diez minutos que Carlos, su único hijo, le había pedido el carro para ir hasta una fiesta bien cerca, casa de unos amigos. Afortunadamente no fue su turno. Los desarmados vigilantes de las urbanizaciones y hasta los que custodiaban la casa de un alto funcionario no salieron de sus garitas sino hasta escuchar el ruido de la gente que ya estaba en la calle. Fue necesario aguantar a los niños que con extrema curiosidad y con los ojos bien abiertos querían conocer de cerca lo que había acontecido. En la acera los cuerpos de dos jóvenes anónimos yacían ensangrentados. Los nervios de uno de ellos aún le hacían sacudir una de las piernas, pero ya eran parte de otro mundo. Nadie sabía si era un ajuste de cuentas entre malandros, si fue la policía con sus especiales técnicas para reducir la delincuencia o si era otro crimen de las nuevas mafias de los cupos petroleros, dispuestos a matar por un trabajo donde laborabas seis meses en el año para vivir disfrutando los otros seis y que ya se habían cargado unos cuantos. Lo cierto es que eran dos vidas perdidas que por azar o por milagro alguna vez crecieron nueve meses en el vientre de una madre, fueron paridos con dolor, amamantados de pecho y criados de niñez feliz o laboriosa hasta hacerse hombres, amados por sus familias o por alguna mujer, de la misma manera que sus verdugos. No pasarían de treinta ambos, uno más joven que el otro. Los primeros en llegar fueron el periodista y su fotógrafo, sabuesos que huelen primero que nadie a los muertos. Tomaron varias fotos, un par de notas, unas preguntas a los vecinos y listo, cosas de rutina. La patrulla llegaría una hora después para decir que esto ya no era asunto de ellos y que ya le correspondía a la policía científica levantar los cadáveres y comenzaron a llamar por la radio y sólo se quedaron para evitar que los perros de la calle se abalanzaran sobre los cuerpos. Una garúa pertinaz comenzó a caer en la madrugada y nos retiramos. Por la calzada corrió un par de hilos de sangre llevados por el agua de la lluvia que nos siguieron hasta el portón de la urbanización. De allí siguieron los dos filamentos hasta caer en el agua del arroyo, desde allí el flujo los fue llevando en forma paralela, sin tocarse el uno al otro, hasta el río. Ya en el cauce bordearon los cúmulos de boras amontonados en las orillas, esquivaron los peñeros de los pescadores que partían hacia el mar. Al amanecer tocaron el oleaje donde se mezclaba el agua dulce del río y la salobre del mar. Mientras, en un lugar ya distante llegaba la furgoneta de la policía científica al sitio de los acontecimientos, de la misma bajaron dos funcionarios. La frecuencia de su trabajo los hacía parecer autómatas. Uno de ellos, el más alto, tomaba las fotografías desde distintos ángulos y acercamientos. El otro, bajo y gordito, se puso los guantes de látex y comenzó a buscar los orificios de las balas para luego llenar una forma sobre la tabla de anotaciones. —Mañana viene el ministro —dijo el más bajo. —Sí, ya lo sé —respondió el alto—, otra vez a ponerse el disfraz y a darse golpes de pecho por la revolución. —¿Y el aumento? —Ni lo menciones, todavía no hay elecciones. —Aumento sólo para los militares, en Bolivia. —¡Qué mierda! Los dos funcionarios dibujaron con tizas el borde de los dos cuerpos sobre la acera, montaron los cadáveres anónimos en un par de cestas y luego en la furgoneta, se quitaron los guantes de látex y los dejaron tirados al lado del par de charcos de sangre, los perros callejeros luego se los llevarían en las fauces. Con la luz de la mañana los dos hilos de sangre se habían hecho bastante largos, jugaron a hacer rizos en el oleaje de la playa para luego adentrarse en aguas más profundas de la bahía. Los bancos de peces danzaban alrededor de aquellos extraños filamentos de un rojo brillante que no acostumbraban ver entre el lastre de los buques petroleros anclados y a la espera de su porción del negro pastel del petróleo. Un par de tiburones se acercaron, buscando inútilmente la fuente de aquel olor que los atrajo. Cruzaron cerca de un barco libio fondeado, de donde aún manaban los restos de vacas importadas que sólo alimentaron el insaciable apetito de la burocracia. Las aguas se hicieron azules y verdes más adelante, hacia los lados de las islas. En una de ellas el yate solitario de aquel gran empresario que conocía como nadie la manera de manejarse con cualquier tipo de gobierno, para él, al fin y al cabo, sólo eran políticos y ya tenía en su cartera casi todos los grandes contratos de la zona. En la proa de la lujosa nave, como invitado especial, el funcionario, sentado sobre una silla de extensión, con una mano llevaba el habano de la boca hasta reposarla en la pierna, con la otra daba una mirada rápida a los diarios, a un lado de los periódicos un vaso de whisky de mayoría de edad. En el agua, su empleada de turno nadaba con unos hilos dentales que poco dejaban a la imaginación. En la última página del diario que tenía en sus manos la foto de los dos cadáveres resaltaba sobre otros crímenes de menor encabezado. —No sé hasta cuándo van a seguir estos diarios con esta guerra mediática, mi jefe no quiere saber nada de esto, se arrecha si se lo mencionan —dijo el funcionario al empresario. —Pero por qué sigues leyendo esa porquería, lee el mío —en la última página del otro periódico una chica en traje de baño sonreía con pícara mirada hacia al lector. —Vamos a tener que seguir comprando más imprentas —dijo el funcionario. —Me parece una excelente idea. Por la escalera del yate subió la empleada de turno, del agua cristalina emergió el voluptuoso cuerpo de quien ya era presidenta de una fundación benéfica aun sin contar con una preparación adecuada. Sobre su cabellera rubia dos mechas de color rojo resaltaban a la luz del mediodía. —Mi amor, se te está cambiando el color del pelo por el que le encanta a mi jefe —le dijo el funcionario—, eso me parece magnífico. ** William Guaregua waguaregua@cantv.net Poeta y narrador venezolano (Barcelona, Anzoátegui, 1962). Ingeniero egresado de la Universidad de Oriente (UDO, http://www.udo.edu.ve), donde fundó el suplemento literario estudiantil El Mástil Roto (1986-1988). Dirigió por dos años (1997-1999) el suplemento cultural Fragua, del diario El Oriental (http://www.elorientalonline.com), de Maturín (Monagas). Ha publicado los libros de poesía Sólo piel intensa (1990, Editorial La Espada Rota), Cotidianas (1992, Departamento de Tecnología Educativa UDO-Anzoátegui), De tanto andar en solitario (1999, Fumcultura) y Pentagrama (2003, Litolila). Ha colaborado con diversas publicaciones periódicas, incluyendo la Revista Nacional de Cultura y ha escrito para diversas exposiciones de artistas plásticos de Venezuela. === Fijeza de los trenes Gustavo Solórzano Alfaro ==================== Hazme humano, oh noche, hazme fraterno y solícito. Sólo humanitariamente es posible vivir. Sólo amando a los hombres, a la acción, a la trivialidad del trabajo. Sólo así —¡ay de mí!—, sólo así es posible vivir. Sólo así, oh noche, ¡y yo nunca podré ser así! Álvaro de Campos, “Apuntes”. I Me vengo fijando desde hace mucho. Doy vueltas, acaricio cada contorno de piedra y sal, y yo me fijo y no hay nada. Nada que pueda hacerme sentir de otra manera. De otra forma menos ligera y tranquila. ¿Te has fijado? Mira cómo puedo quedarme: fijo en un punto, en un punto sin salidas ni senderos, sin otra aspiración que quedarme sentado, esperando, hastiado de mí mismo, como una estatua, un lecho, un árbol sin ramas ni raíz. La fijación se me vuelve una angustia y la angustia una apatía y la apatía empieza a enojar mis manos y mis manos también se quedan mudas, fijas y absortas, moderadas y abiertas. Deambulo por estas calles con los pitos de los carros queriendo fijarse en mis oídos. Y me quedo fijo de nuevo: fijación siempre. La fijación no es un instante. La fijación es toda la vida. II ¿Por qué te quedas en el portal de mi puerta? ¿Por qué no entras y platicamos de nuestros hastíos? Ya no puedo soportar más verte ahí de pie, esperando, solapada en el umbral de mi puerta, cavilando mi defunción, tomando medidas para el traje que habrás de hacerme en la mañana, vestido de encajes como el de la niña muerta. Y mamá llama a todos a comer. Y todos comemos y nos vamos de nuevo a jugar. Y el cartero insinúa palabras que se quedan en ciudades donde mis manos juegan a ser niñas, y niños que pronto descubren la delicia del hastío, y entonces viven para él, se alimentan de él y lloran con él, y penetran a solas los lugares donde yo estuve hace mucho. Vamos, entra, ¿no ves que me canso de hablar solo? La puerta, tu figura carmesí en la sombra de mi puerta. No entras, tienes miedo, todos tenemos miedo: las personas que buscan el calzado de su medida en tiendas equivocadas, los señores apurados que no saben que el tren hace mucho ha partido y que la estación de tren fue clausurada por unas manos ilustres y por eso el tren nunca más regresa, y sus esposas se quedan esperándolos al otro lado, sin saber que nunca llegarán porque el tren fue clausurado hace mucho. Y sus hijos ya son grandes y van a la escuela y la maestra les habla de la historia de los trenes y los niños no saben que esa es la historia de sus padres; de las personas que buscan trajes a su medida en las tiendas equivocadas porque el tren fue clausurado. Y los niños ya son abogados y arquitectos, y tienen en su puerta una mujer indecisa. Y uno de esos niños, ahora grande, convertido en abogado y arquitecto, levemente susurra, cada vez más audaz —porque ahora ya es grande y fue a la escuela y creció solo— susurra a la mujer, a la mujer detenida en el umbral de su puerta: —Por favor, entra, ¿no ves qué triste y solo que me siento? ¿No quieres entrar? ¿Prefieres quedarte ahí en el umbral de mi puerta? Y la mujer les responde: —Me vengo fijando desde hace mucho, y ser el instante —efímero y eterno— es lo único que puedo darte. Y entonces el muchacho, ahora grande, compra un tiquete para el tren de las doce, pues ha olvidado que su maestra le hablaba de que habían clausurado los trenes. III Hasta este punto llega mi hastío. Hasta sus propios y desnudos límites de asfalto. Sólo sirvo para escribir que escribo, para decir lo hastiado que estoy de mí mismo. Yo quisiera volver al mundo, eso es todo lo que quiero. Mundo, lejanía que se pierde. No me encuentro, no te veo, no veo a nadie, y la estación del tren está vacía. ¿Qué me pasa? ¿No será todo producto de estas líneas que no saben tampoco dónde detenerse? A veces solamente quisiera descansar, sin estar obligado a escribirlo todo, a pensarlo todo y a exprimirlo todo. Palabras vacuas como todas las palabras. Profetas de otros lugares que a veces mi vista quisiera conocer, pero si los conociera, lo conocería todo y lo sabría todo, y entonces el hastío sería otro. El hastío de serlo todo para siempre y hasta siempre: dios seguro de lo que debe hacer. dios al borde del pecado y siempre bajo control, comprando en las tiendas correctas, tomando el tren en punto porque los trenes no estarían clausurados. Y entonces podría decirte de nuevo: —¿Quieres entrar, o prefieres quedarte al borde del camino, donde el mundo ya no es mundo y mis manos no lo alcanzan, donde el hombre está perdido y sus pasos no se escuchan? ¿No vas a entrar? Y tu voz no me responde y me quedo solo a la orilla del mundo, y nadie me espera al final de la estación, y yo pregunto por qué los trenes tan vacíos y tan quietos y el mío que no llega, y tu piel que se aleja, y yo me quedo fijo, esperando, como si algo estuviera a punto de ocurrir, pero nada pasa porque los mundos fueron clausurados desde siempre. Y yo fijo, mirando la estación, tu figura, mi propia fijeza al borde de los cielos. Y nada ocurre, y todo gira y permanece como si algo nuevo estuviera por fin a punto de ocurrir. Pero todo quieto, y nada. Nada pasa por el mundo. De La múltiple forma del delirio ** Gustavo Solórzano Alfaro gsolorzano9@gmail.com Poeta, ensayista, profesor y editor costarricense (1975). Creador de la revista de teoría y crítica de literatura y artes Fijezas. Actualmente es el editor de la editorial Euned. Ha publicado los poemarios Del sudor de tus ojos (Líneas grises; San José, 1994) y Las fábulas del olvido (Euned; San José, 2005). === Como un cuento Iván Bedoya Madrid ================================ Mientras afuera una fría mañana se vislumbraba por doquier y todo parecía ser sólo una experiencia similar a la que debía sentirse en un camino sin sentido y largo como el viento, adentro todo parecía indicar que tendríamos una reunión de voracidades tiernas y de lentas divagaciones. Subí rápidamente las escalas de la casa donde quedaron de encontrarse ese día las amigas de mi amiga y comprobé lo que efectivamente había sentido y previsto mientras venía, mientras imaginaba cómo se entrecruzaban las sensaciones alrededor de los mismos recuerdos de las horas vividas. No sospechaba siquiera que todo lo que se iba a vivir allí ya estaba plenamente previsto con toda la anterioridad del instante fugaz, de una manera detallada, como si fuéramos a asistir a una ceremonia ya preparada de antemano y en la que ya supiéramos el papel que nos tocaría desempeñar en sus más pequeños detalles. La barandilla a la que me asía mientras subía me recordó toda la época en la que conocí a mi amiga por primera vez allá en el pueblo. Fue la época de mis primeras salidas a un mundo civilizado y nuevo para mis sentidos que comenzaban a despertar mientras me imaginaba muchas idas y subidas como a un alfombrado natural de juegos que acompañarían a los demás pero no a mí que me sentía aislado por completo. Pronto, recuerdo ahora, me fui acostumbrando a aquel ambiente de incomprensión y fastidio. Fue la época de mis primeras salidas al mundo de los otros. Cuando subí y entré a la sala de la casa donde estaban, vi cómo una de las muchachas que estaban allí abrió lentamente la boca mientras las demás la miraban como quien ve un acontecimiento inusitado. Estaban sentadas alrededor de una mesita. Se rieron porque la que había abierto la boca era la misma que en sus sueños de esa noche había aparecido con un aroma indefinible como prestado por todas sus amargas desilusiones. Era curioso experimentar eso y también a mí me desilusionó mucho ver uno de los temas de mis sueños traspuesto impunemente a la región de la realidad cotidiana pero dejé que las cosas siguieran su marcha para ver hasta dónde llegaba esta juntura de dos niveles tan dispares y enfrentados como los de la realidad y el del sueño. Ellas siguieron moviéndose de manera natural y no le prestaron demasiada importancia a lo que para ellas en otra circunstancia hubiera sido ocasión de expresar todo el fastidio que sentían por la realidad invariable de sus intenciones. Las vi como cuando había acabado de subir y me había sentado esperando poder descifrar en qué pararía todo aquello o cómo me tratarían porque de ese grupo de mujeres desesperanzadas y tenues sólo conocía a una, la que precisamente era para mí la ocasión de entrar en ese mundo calmado de la realidad, de la memoria indescifrable. Se juntaron de pronto para mí las experiencias que como recuerdos estaban presas en mi interior y las nuevas sensaciones que se sucedían unas detrás de otras en esos momentos de contacto con un mundo nuevo de relaciones entre mujeres, mesa, mujer que abría la boca y mundo exterior que entraba a través de mi presencia en ese mundo dibujado en estos instantes en el papel que tengo ante mis ojos. Porque ya todo eso pasó y de todo eso sólo queda lo que poco a poco voy redactando como materialización informe de todo lo que fue un momento en el tiempo, ya ahora sumido en el lugar de los recuerdos posiblemente para alguna de ellas u olvidado definitivamente todo el tiempo, para las demás, o relegado al mundo de los sueños y de las desilusiones para mí. Aquélla había abierto y ahora continuaba abriendo la boca. ¿Cómo relacionar este hecho con lo que ahora estábamos haciendo todos los que allí estábamos? Problema de vida o muerte para los hechos que deben ser revividos. Porque nuestros hechos, como cualquier otro ser o ente del mundo de los hombres, pueden morir o seguir existiendo merced a ellos mismos o gracias a otros acontecimientos que les dan razón de ser. ¿Razón profundamente filosófica que ahora viene a mi memoria o que en ese momento fue el objeto de mi pensamiento cuando trataba de explicarme de una forma completa todo aquello? No lo sé precisamente. Sólo sé con toda seguridad que es un problema, que es un hecho que cuestiona todo mi cerebro o mi mente o el órgano por medio del cual yo sólo puedo apresar la realidad que pasa a mi alrededor o en la que me desenvuelvo como otro más de mis sueños, cansados de añorar la realidad. Era la misma región del vacuo sueño lo que nos mantenía adheridos unos a otros. Mago misterioso que así nos trata cuando no somos sino juguetes en las manos del fragor del momento que pasa como un sueño precisamente con todo lo fastidioso y nefasto porque es algo luminoso por unos instantes en que nos sentimos manejados como juguetes de papel y como títere de fieltro rifado en un bazar de colegio y vuelto nada en la primera oportunidad en que se lo intenta hacer actuar. Porque en el sueño estamos pendientes de lo que esa fuerza innominada quiera hacer con nosotros como si no tuviéramos voluntad y como si otros dispusieran por completo a su amaño de nosotros. Así me sentía cuando me senté en aquella sala que ahora sale desde dentro como del pasado porque ¿dónde o cómo existía antes de estar en este momento pasándola a este papel que dejará de existir, cuando ya se quede guardado encima de la mesa o en este escritorio en que ahora se está plasmando? Existencia misteriosa y problemática entonces, la de nuestros intentos de transformar con nuestros sueños nuestros caprichos. ¿Qué tal que de esta forma nos mantuviéramos siempre pendientes? No podríamos existir sino como vaguedades, como vagas emanaciones de un polvo interminable entre nuestros contornos exteriores. Fue después de que me hube sentado cuando ocurrió lo único que me disgustó y por tanto me llamó poderosamente la atención porque fue lo que más se grabó en ese instante de dilapidación del tiempo: porque, ¿qué otra cosa puede ser la presentación y el estrechar las manos de personas que se han visto por primera vez y un instante más tarde ya no se volverán a ver nunca más? ¿Quién me puede contestar esto sino la misma realidad que allí está siempre presente para devolvernos y confirmarnos todos los reflejos que se hagan de ella misma o imaginemos nosotros en nuestras cavernas interiores por donde no deambulan más que nuestros sueños? Para seguir la relación normal de los hechos —objetivo de este y de cualquier otro relato de la vida o de los episodios vividos o por vivir de la insaciable vida— lo que me llamó mucho la atención fue el que una de las que esperaban en el lugar en que ahora se concentra mi atención estaba abriendo la boca pero de una forma no acostumbrada por una persona en la categoría de una mujer —ya que la mujer siempre ocupa y ha ocupado una posición de prestigio en nuestros sueños tal vez porque durante el día estamos en forma continua en contacto con la realidad plasmada por una civilización netamente masculina que nos predetermina— porque cuando así abría la boca me imaginaba estar asistiendo al único espectáculo que de tal forma transformaba mi noción de la realidad: lo que significaba estar abriendo la boca una mujer a quien yo no conocía. Miré al suelo y encontré sólo mis zapatos y la alfombra estropeada. Pero lo que había visto seguía diciéndome que había visto algo distinto de lo visto todos los días. Seguí viéndolo en mi interior frío por el contorno. El frío de esa mañana aún estaba afuera esperando a que lo sintiéramos. Seguía así en esa misma posición, mientras me iba sentando. Los zapatos y la alfombra estropeada estaban allí como testigos de mi desconcierto. Una mujer que no conocía antes, que en ese momento abría la boca, no para bostezar o estornudar o manifestar algo —ya que éstos son los usos cotidianos y habituales que le damos a la boca, fuera de abrirla para comer o para introducir algo en ella— y no podía esperar que en un momento no indicado para ello de pronto todo dependiera de la escena que veía en ese entonces. Estaba desconcertado porque no esperaba eso. Más bien esperaba que todas ellas se sentaran y conversáramos un rato mientras se iban o mientras quedaran solas allí en la sala antes de que me fuera con la única mujer que allí conocía, a otro lugar o a donde habíamos elegido ir. Pero no esperaba de ningún modo que una de ellas permaneciera más de lo acostumbrado abriendo la boca de una manera desacostumbrada. Es increíble, pero esto fue precisamente lo que hizo que esta realidad rescatada del fondo de los sueños se mantuviera ahora en el presente, precisamente por este hecho entremezclado allí con los otros, que lo confirmaban tan engañosamente. Pero esos hechos se reunían ahora en mi memoria alcanzados o sostenidos por estar abriendo la boca una mujer a quien yo no conocía. Lo más real, que ahora tenía delante de mí, eran ahora mis zapatos y la alfombra porque los veía, pero, superpuestos a ellos, estaba la mujer que abría la boca como signo premonitorio de la relación entre seres que éramos nosotros mientras seguíamos escondidos en lo más íntimo de nosotros como guardando algún secreto aún oculto para los demás que estaban como reflejos de los otros y del Otro, la realidad más desconocida y sólo desvelada en nuestros sueños, pero sólo por algunos momentos, porque vuelve a ser invisible en los momentos cotidianos. Tres visiones que servían como mi asidero a ese mundo recortado de estas mujeres que estaban ahí como mi lugar de encuentro con lo Otro, con los otros, oportunidad de hacer un nuevo contacto y no más, porque allí seguíamos como en un encuentro casual, esperando que la primera de todas dijera algo para reconocernos como personas que apenas acababan de ser presentadas, porque ellas tampoco se conocían todas entre sí. Recuerdo que la que tenía más edad era la que figuraba como la conexión con todos nosotros. Ahora cuando estaba esperando eso, sentí algo nuevo y me hice consciente del estado en que estaba la silla en que de pronto me senté como para ocultar de esa forma el desconcierto suscitado por todo ese cúmulo de hechos aislados, reunidos como por el azar, para recuperar una realidad y aparecer como una experiencia distinta para cada uno de los que estábamos allí. Porque cada uno puede decir de diferente manera todo lo que pasó o sintió allí en medio de la inmensidad de recuerdos y de insatisfacciones que todos expresábamos indirectamente entre sí como queriéndonos comunicar con la extensión misma de la incomprensión. Pero así seguíamos fríos, sólo conscientes, ahora como yo, del contacto de nuestra parte posterior de nuestros cuerpos con la superficie tersa y abollonada de las sillas como único escape al hecho nefasto y frío de aquel encuentro tenue y desdibujado de personas que son extrañas entre sí. Sentía en la piel ahora mismo lo que era toda la experiencia senil de la extrañeza. No bastó sólo la presentación sino la dilatación de aquel ambiente de tensión en que nos sumimos presas de nosotros mismos mientras el mismo frío ahora ya interior seguía siendo testigo de nuestros dardos interiores. Una realidad reunida sólo para nosotros que estábamos pendientes de todo lo que pudiera ocurrir en todos los instantes sucedidos. No éramos los mismos que cuando entramos porque había ocurrido algo importante, aunque no valorado por la simple relación temporal de los hechos, sino por alguna experiencia no temporal sino espacial en que se reunían todos nuestros recuerdos como disputando su existencia a la transformación fósil de los tiempos. Porque el tiempo sólo muestra un solo lado de los hechos: el que tiene de común en su sucesión temporal como hechos reunidos por el simple pasar de los momentos, pero la sucesión espacial y aun más, la sucesión de las mismas experiencias que permanecen, las mismas pero distintas, para los que las tienen o las sienten como experiencias, hace que los mismos hechos manifiesten su ser distinto y esporádico, corrompidos sólo por el paso nefasto del tiempo. Por eso podemos recuperar desde el presente la misma individualidad de los momentos como distintos entre sí, mas los mismos, desde el punto de vista de que constituyen la misma realidad interior para los que los tuvimos. Así podemos ver desde el presente lo que pasó de alguna manera en el pasado, ya sea como sueño, formando parte de las acciones verdaderas del mundo vivido realmente por nosotros, como formando parte de él como actores de una comedia que se repite la misma cada vez que aparecemos en escena como manifestando la misma inquietud, que algunas veces es, o puede ser, angustia o espera, y otras, sensación de satisfacción, aunque momentánea, en nuestra contemplación de lo mismo pero distinto para los otros. La alfombra en ese instante deslustrada y hecha tirones ya no parecía una verdadera alfombra sino una colcha de retazos recogidos en cualquier basurero y quizás ahora reparada o remendada o cambiada por otra. No he vuelto a saber de aquella sala ni de aquellas que allí estaban y que sólo, enfocadas ahora por mi recuerdo, constituyen el medio o el intersticio ciego, inanimado, como esos crepúsculos de verano que nos revelan no por ellos mismos sino por las ensoñaciones que hacen posibles en nosotros, todas las insatisfacciones por la tarea siempre dejada de cumplir y nunca completada del todo y que hace que sin darnos cuenta miremos hacia el otro lado para ver si encontramos otro espectáculo no tan doloroso, para nuestros mismos enfoques oscuros de lo cotidiano. Entre mi mirar los zapatos que tenía puestos y la alfombra que éstos pisaban, que me parecía muy inferior para el rango y la categoría como se diría, de aquel barrio, se entremezclaba el inmediato recuerdo de la muchacha que abriendo la boca constituía la primera sensación o impresión que tuve cuando llegué a aquella sala, que durante toda esta escena ya larga o alargada por mi ensimismamiento, había estado conteniendo mi retorno al lugar permanente de mi pasado, situado o localizado ahora en el lugar concreto del entrecruzamiento de mis recuerdos con lo que tiene la realidad de confuso y omnipresente al mismo tiempo. Estos mismos hechos se entrecruzan también ahora en mi mente y pasan lentamente al papel casi con la misma relación de formas, aunque no temporales como lo decía hace algunos segundos, sino como relación o sucesión de acontecimientos transformados por la mirada o la aceptación de quien los tuvo. Porque si sólo fueran acontecimientos y no tuvieran relación con nada más sino con el espacio temporal que les sirvió de guarida, pues inmediatamente quedarían recordados cuando los enfocamos objetivamente como distintos unos de otros, como es el punto de apoyo y la actitud, por ejemplo, del científico o del que mira con mirada natural, científica, fría, la realidad: ésta es el conjunto de fenómenos existentes o posibles y no más. La relación que tenga el individuo que tiene esas diversas experiencias es tan sólo accidental para la esencia o mejor para lo que son en sí mismos tales fenómenos. Pero aquí estamos en otro plano completamente distinto donde no es sólo el tiempo el que singulariza estos hechos o fenómenos que han tenido ocurrencia en un momento de mi realidad o de mi sueño, o de mi única realidad conformada por las experiencias que pueda tener de alguna manera, sea en la vida real o en la vida del sueño, sino el conjunto de relaciones que tienen conmigo: con todo lo que estaba sintiendo o recordando en el momento mismo en que ocurrían o en que yo ocurría a través de ellos o lo que estaba pasando entre los que participaban en esos acontecimientos por infantiles, pequeños, cotidianos que puedan ser y yo que estaba siendo consciente de que no sólo ocurrían sino que también yo también ocurría a través de ellos. Por eso entre mis zapatos, los que me pongo todos los días una vez me he bañado, y la alfombra, y lo que yo sentía en ese momento de la presencia imprevista de una muchacha, abriendo la boca también de una forma imprevista, hay todo un haz de relaciones nunca completamente deshilvanadas o revividas por mí en este momento o en otro momento cualquiera en que pueda volver a recordarlas o analizarlas como algo que existió de alguna manera en mi remoto pasado y que tienen una relación candorosa con el momento actual ya que a partir de ellas puedo sentir de nuevo todo lo que sentí mientras subía a aquella sala en la que encontré de pronto todo lo que he narrado de alguna manera ahora en que lo he ido transfiriendo tal como sale de mi imaginación. No es sólo el hecho de revivir un instante que ha pasado lo que tiene en sí su importancia sino todo lo que significó para quien lo experimentó, que depende del conjunto de sus intereses y afinidades que tenía con la realidad en ese momento que se van a transparentar a través de los mismos actores de esta escena que ahora es patrimonio del pasado ya largamente expuesto a ser olvidado, porque así son los instantes una vez que han sucedido, ya sea en nuestros sueños o cuando palpamos la realidad. Es de la región del olvido de donde surgen todos nuestros recuerdos cuando son puestos en la mesa de trabajo del obrero que hace la disección del conjunto oscuro de la memoria. Por eso, con relación a la vida de las reales sensaciones, los recuerdos, y su vivencia casi onírica, se recubren de un aspecto especial, como no sobresalientes, como deleznables. ¿A quién importará la relación ambigua y confusa, vista desde el presente, que tenga el hecho de que una muchacha haya sido vista por mí en algún momento del decurso de mis instantes, con los demás hechos de la vida tan distinta para cada uno de los individuos que llevan a cabo esta misma vida? Pero me pregunto: ¿esto pudo tener algún desenlace o fue algo tan peculiar, que aparece así aislado en la escena del desenvolvimiento de mis hechos sin más acompañamiento? Como estamos habituados a los conjuntos con sentido, a las obras con principio y fin, cabría esperar que en este caso, éste también lo tuviera. Pero el único desenlace —para dejar las cosas tal como quedan aquí y ahora, y dejando a la imaginación del lector la posibilidad de seguir tejiendo los sucesos de su propia vida y los que él conozca de alguna manera por referencia— o relación con otro u otros hechos de ese pasado en ese mismo nivel de lo real, puede ser elegido de los que a continuación sucedieron y tienen algún tipo de analogía con el que se acaba de relatar de una manera que yo llamaría escalonada: desde una de las ventanas de la sala, a la que precisamente me había dirigido al principio de este relato y donde me ocurrió lo que aquí ya se sabe con sus respectivos comentarios, pude ver cómo la persona que yo pensaba visitar una vez que hubiera salido de allí, se dirigía adoptando una actitud furtiva, tratando de ocultar precisamente lo que estaba haciendo, a la puerta de mi casa, de donde yo había salido un poco antes. Pero ocurrió algo que a mí me pareció curioso y hasta imprevisto porque yo conocía al dedillo a dicha persona y fue que dudó, en el momento de tomar el pasillo que conducía directamente a la puerta de mi casa, y tomó otro, el que se dirigía exactamente a la puerta de la casa de la única persona a quien ya nunca podría visitar. La de su amiga que había muerto hacía escasamente dos meses. En este momento es donde en mi memoria toma cuerpo, de una forma concreta, este aparentemente deshilvanado relato porque la amiga muerta que aquélla pretendía visitar inútilmente, se asomó a la ventana abriendo desmesuradamente la boca en un impresionante gesto de dolor indemostrable y apabullante, dándole a todo el contorno que se extendía desde su ventana hasta la mía, desde donde yo la contemplaba, mudo de espanto y de espera, impresionado por el tremendo frío que ya me hería hasta los pliegues de la memoria, el ambiente lánguido de las catacumbas en un invierno de país tropical. Era la misma persona que estaba en aquella sala que ahora parecía por esta razón como un lugar donde se reunían lo siniestro y lo fantástico. No lograba explicarme de ninguna manera cómo se habían transmutado todos mis recuerdos en ese instante hasta tal punto de superponerse unos a otros, y en medio de todos, surgía un hálito de misterio y como de fantasía que los recubría. Sólo pude hacer una sola cosa: guardar el más conmovido silencio mientras podía explicarme algo o mientras intentaba clarificar de algún modo todo lo que había pasado en la realidad y en mi mente que participaba tan misteriosamente en los acontecimientos que habían ocurrido de un modo inextricable sólo comprensible para los actores que actuaban en aquel ambiente de fiebre y hastío, porque nuestra razón siempre se esfuerza por comprender lo oscuro y lo confuso aun en medio de las mayores incomprensiones y lugares comunes de nuestra existencia sembrada de tantas cosas incomprensibles. Lo que más llamaba mi atención y me obsesionaba era la posibilidad que podía haber ocurrido y lo único que podría explicar ese aparentemente sin sentido: la de que se hubieran transgredido las eternas leyes del suceder temporal porque era como si no se hubiera tenido en cuenta el tiempo para la sucesión de todos estos hechos unos encima de los otros. Es como si al mismo tiempo, de una manera incomprensible hubieran ocurrido los siguientes hechos: la muchacha que abre desmesuradamente la boca, su muerte ocurrida dos meses antes y el asomarse desde una de las ventanas de la casa de enfrente donde yo la había visto un instante inmediatamente antes, porque para que se hubiera asomado a la ventana tenía que haber muerto porque fue esto precisamente lo que más impresionó a mi amigo que se dirigía a mi casa y en vez de penetrar en ella hubiera dudado y se hubiera dirigido más bien a donde nunca había ido y donde no tenía nunca por qué ir. Entonces los hechos se relacionaban necesariamente entre sí pero de un modo fantástico, increíble, como en la región de los sueños o del cuento fantástico donde pueden ocurrir los hechos más irreales que se pueda imaginar y donde se pueden superar todas las leyes físicas y temporales del mundo real de todos los días. ** Iván Bedoya Madrid jbedma@hotmail.com Investigador colombiano (Medellín, 1949). Licenciado en filosofía y letras por la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín) y magíster en investigación socioeducativa por la Universidad de Antioquia (Medellín), donde además es profesor titular en la Facultad de Educación. Autor del ensayo Pedagogía: ¿Enseñar a pensar? (Bogotá, Ecoe, 2005) y de la reseña crítica "Comenio. Pampedia", publicada en Educación y pedagogía (Medellín, Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia; 1992/93), así como de Epistemología y pedagogía, en colaboración con M. Gómez (Bogotá, Ecoé, 2004) y de "El saber pedagógico y las condiciones de enseñanza de las ciencias", incluido en Cuatro ensayos sobre pedagogía y saber (Medellín, Lealon, 1986). === Mi abecedario C. A. Campos ======================================= Ah, what stocks of merriment we need, what deep draughts of it are required to counter the griefs life has in store... Graham Swift El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria. Ernesto Sábato *** A. ¿Cuándo, señor Campos, va usted a cantarle a la alegría, la felicidad? Me pregunta una niña de Irlanda y Puerto Rico, una primorosa que cultiva la esperanza. Me pregunta una joven que no me atrevo a enfrentar, que no quisiera defraudar. *** B. Si aprendes a pedir ayuda, a desconfiar de tu astucia, con tu tarea el Chapulín Colorado podría darte una mano. Con él de tu parte se exilia hasta la tristeza: tu cabeza. Sólo tienes que dar primero con la clave, con la piedra de Rosetta. *** C. ¿Qué quiere usted?, matarile rile rile. ¿Qué quiere usted?, matarile rile ron. Yo quiero un paje, matarile rile rile. Yo quiero un paje, matarile rile ron. *** CH. ¿Volver a hacer reír? Durante los años universitarios mi amigo y yo fielmente cultivábamos la sonrisa, el humor, la cultivábamos con ahínco y buena fe hasta que notamos que nadie nos tomaba en serio, hasta que nos dimos cuenta de la burla de los otros. ¿Volver a hacer reír? Sí, hombre. Volver a hacer reír, a sonreír para tus amigos, tu familia, para tus adentros. Volver a cultivar este don, esta gracia, a compartir un poco de su magia, su aspirina. *** D. Cuentos de brujas en la galería, entre el silencio lunar y la cacofonía de la oscuridad. Allí de vez en cuando nos reuníamos a tentar el diablo, a probar del miedo, para ver si las muchachas con las que soñábamos se nos acercaban. Cuentos de muertos y botijas que luego nos robaban el sueño y nos hacían ser testigos de las sombras que uno mismo generaba, proyectaba, que narrábamos lejos de la vista de los viejos, de su dominó, el tabaco y los jarros de café. *** E. Para ella que llegaba de la ciudad en una camioneta con sus padres, que visitaba los domingos a nuestra vecina, su abuelita, para esa chica inalcanzable —me reservo el nombre, su misterio— era mi dominguera, lo mejor de mí, y no para el niño Jesús, nuestro Salvador. Por ella yo brillaba mis zapatos, me lavaba la cabeza, le rogaba a la tía que me planchara un pantalón, una chacabana, por esa chica inalcanzable que fue mi primer amor, mi primer pecado. *** F. ¿Recuerdas cuando creíamos en el bien? ¿Los atardeceres sabáticos y religiosos frente al televisor en blanco y negro de la vecina? ¿Cuando éramos de la cuadra de Jack Veneno, partidarios de la lucha libre, de los buenos, la justicia? ¿Las veces que Relámpago Hernández, su rival, huía del cuadrilátero y aplaudíamos la victoria del bien, la derrota del tramposo? ¿Recuerdas lo mucho que sufríamos cuando se iba la luz durante la transmisión? ¿Cuando creíamos en la libertad, nuestro porvenir? *** G. Gracias al buen humor Pepito no pasa de moda, no se pone viejo, anacrónico, Pepito no pierde su audiencia, contemporaneidad, su buena apariencia. Gracias a su don y al miedo de la otra vida, la otra muerte, de él no nos cansamos, de su torpeza, inocencia y su abuso de confianza. *** H. Aquí fue, te dices, aquí fue donde la lloré, en este río que se burla de la muerte, que no desemboca en la mar, en esta tierra que cultiva otras plantas, que cría otros hombres. Después del beso, la victoria, aquí fue, te dices, aquí fue donde yo la lloré. *** I. AEIOU más sabe el burro que tú Que tú que no has sabido andar en la oscuridad *** J. Con la lengua fuera y dos paraguas, aquella noche de relámpagos y lluvias ella llegó justo a tiempo a la estación, llegó, sin ser esperada, al encuentro de dos almas que necesitaban de un escudo, la recreencia en el prójimo, a socorrer a un hombre y su pequeño, al amor, el miedo y la esperanza que ella y éste atendían, conllevaban y compartían, apareciéndose ante ellos en la estación como si fuera otro bosque incandescente, como si fuera una prueba más de lo sobrenatural, aquella noche de vientos y de truenos, de abrazos y raíces desenterradas... *** K. Las palabras mágicas a ti llegan gracias a la cortesía de un pequeño, un pequeño que apenas empieza a confiar en las palabras. Tu puerta tocan gracias a ese niño que sustituye tu nombre y pseudónimo por el de papá. *** L. En la lectura a veces te sumes a escondidas, te incorporas al reino donde recuperas la fe en el hombre, tu inocencia. Permaneces allí hasta que el mundo te reencuentra, descubre tu escondite y te llama la atención. *** LL. ¿Qué hay de futuro en tu cabeza?, te atreves a preguntarte. ¿Una botija, un abracadabra o una mamajuana? ¿Qué hay en tu caja de Pandora, fuera de lo obvio, de lo que nos espera? *** M. Pío pío pío gritan los pollitos cuando tienen hambre cuando tienen frío *** N. En invierno dependemos de otra luz, una luz que llega y se va a su antojo, de un bombillo que en su apogeo no supera los cuarenta vatios. Dependemos, o sea, de la cera que almacenamos en el interior, de una mecha que solamente alumbra un cachete de nuestro porvenir. *** Ñ. Azul, mi viaje del celeste al turquí, de los cielos a la mar. Azul, mi salto, rayuela, mi arena movediza. Azul, azul, color por excelencia de la Tierra. *** O. Si, según ustedes, mis primeros once años fueron televisados en blanco y negro, del resto de mis días —hasta ahora—, yo no puedo allantar ni presumir lo contrario, no puedo darme el lujo de alegar a ciencia cierta que han sido realizados en color. Si, según ustedes, yo no califico, no cumplo los requisitos para el puesto... *** P. Él está al tanto de lo que otros no saben, de cómo la civilización parte de una gran mentira: la verdad. De lo que Dios le concedió a su especie: la capacidad de mentirse a sí misma. Está al tanto del poder que Jehová no posee, de las cartas que Éste descartó, las mismas que esta noche frente al borrador él también ha tirado, hecho trizas. *** Q. ¿En qué has estado, vate?, me pregunta aliviado, casi alegre, ¿dónde te habías metido? Cuento para nunca acabar, contesto, callejón que no vale la pena desandar. Mejor nos tomamos una, sugiero simulando una sonrisa, un “ya ves, no me he muerto”. ¡Salud!, entonces, hermano, me grita a pleno pulmón, es hora ya de superar nuestra postración. *** R. Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva, los pajaritos comen arroz y habichuelas. *** RR. Esperanza inútil, flor de desconsuelo... Un bolero que nos cantaba Danny Rivera. Una serenata con un paréntesis, una improvisación. Si ves que me engaño, ¿por qué no te mueres en mi corazón? Una canción, melodía, un vestigio de cuando se creía en el amor, la felicidad. *** S. Hoy he recuperado algo que era olvido, una costumbre que incluso me recompensa con recuerdos gratos y nuevas oportunidades. Mi álter ego, mascota o heterónimo me ha vuelto a pasear, a encaminar, ha vuelto a confiar en mi disposición. *** T. Cuando se consigue la confianza del lector, éste mismo desecha su paraguas para dejarse mojar de la lluvia que se llora, éste mismo cierra los ojos porque ha comprobado que el escritor es su lazarillo. Pero primero, claro, hay que sudar la gota gorda, ganarse su confianza, conquistar su escepticismo, y luego no abusar de ésta, no abusar de éste. *** U. Nos verticamos, hacia el sur, el norte, hacia el espacio sideral, las profundidades del mar y la tierra. Nos verticamos, —disculpen el vocablo—, pues hemos abarcado ya lo horizontal, el nuevo mundo, lo hemos exprimido. *** V. El café me recuerda al principio de la luz, el vino, su final, a su final cuando en el entreacto ha habido suerte, cuando el gallo de mi tío de la gallera sale victorioso, sobrevive otra espolada. *** W. Hay vidas que se conocen llegando a su final, que conocemos al principio de la nuestra, abuelos y abuelas que vieron en nosotros la victoria que les fue negada, prometida, la victoria que nosotros todavía no hemos experimentado. *** X. Si algún día llegan a mi cuarto oscuro sobre un sinnúmero de libros en su caja fuerte han de encontrar un ajedrez, un tablero que en mi tiempo me costó un ojo y que hace medio siglo que no toco, un rey y una reina de los cuales recuerdo derrotas, victorias y derrotas, es decir, como dice el viejo y reconocido refrán, darán con una botija que no requiere ni de magos ni de cerrajeros para que se abra y revele su tesoro, su pobreza. Les advierto, digo, de antemano, por si algún día tienen la mala suerte de dar con mi cuarto, para que no se aburran y no empiecen a mentarme la madre ni a quemar los libros que mi polvo abona y conserva por la falta de luz y mi propia oscuridad. Por si algún día llegan a leerme... *** Y. Trepar un árbol, llegar a su confín, a su rama más débil, y gritar como un Tarzán que lo lograste sin romperte la madre, en el proceso disimulando lo que no se puede nunca admitir, el miedo, el tuyo, ganándote la admiración de los que en primera instancia te empujaron a la hazaña, tus compañeros de la escuela, ganándote, en otras palabras, un bocado de esa fruta de la cual se nos habla en la Biblia, se nos recalca en el catecismo. *** Z. Esta era una vez que el que no pone azúcar no bebe café, y Colorín Colorado este Abecedario se ha acabado. Se ha acabado sin impartir moralejas ni lo prometido, sin mucha alegría ni poca tristeza. Con un perdón de epílogo a la niña de Irlanda y Puerto Rico, un por mi culpa, por mi culpa, mi grandísima culpa. ** C. A. Campos l_tmartin@hotmail.com Escritor dominicano nacido en Santiago. Desde 1984 reside en Nueva York, EUA. Escribe tanto en inglés como en castellano. === Al filo de la muerte Abraham Prudencio Sánchez =================== No recuerda con precisión si fue cuando subía o bajaba del tranvía, pero lo cierto es que sintió cómo el frío metal se hundía sin dificultad en su espalda; la mano asesina continuaba allí, pues tenía la intención de hundírsela hasta el puño. En ese instante, de eterno silencio, se le pudo percibir el aliento final; ese aliento de vida que ayudaba a vivir y sólo le dejó el tieso armazón con el caminar inconcluso y con la expresión casi inalterables. Se hubiera dicho que no sintió los rigores de la muerte si no hubiera sido por ese quejido de dolor que luego hiriera oídos. La expresión casi vívida y mortal motivó para que el loco le insertara otra puñalada más, que internamente pasó rozándole el pulmón izquierdo. José, aún en estado sensible, reaccionó como después de una pesadilla, pero no fue una reacción viva, sino rupestre, en que lentamente volvió la cabeza hacia atrás para ver qué manos le daban muerte, y fue en ese instante en que sus sentidos se descontrolaron y en un intento de recordarlo todo, olvida, por una fracción de segundos, en qué lugar estaba. Fue una necesidad tanto angustiante como obsesiva que luego le daría lugar para rememorar esa fatídica tarde lluviosa de octubre en que, por cosas de la vida, el destino se encargó de ponerle un arma a la mano; destino trágico y valedero, ya que por una simple confusión hirió de muerte a un joven irreprochable, triste final pues esa era la única muerte que no merecía. Recordó con amargura —que es otra de las formas de vivir— que en este mundo las afrentas se pagan con lo único de valor que se ha traído a este mundo: la vida. Y nadie que se respetara aguantaría esa calumnia hecha pública y que corrió como reguero de pólvora durante tantos días con tal publicidad, pero con tal ilógico percance que él fue el último en enterarse. No le hubiera enfurecido tanto si hubiera sido un enemigo declarado, pues siempre los tuvo bajo control, pero éste, surgido de una de esas tantas agrias polémicas, no se supo en qué bando estaba sino hasta el día en que escribió un artículo tan eficaz como ambiguo, pero que José, cegado por su furia, lo interpretó en su contra, no porque quiso, sino que se confundió de artículo y al otro día, al no poder vivir, le timbró el teléfono: no tengo nada contra ti, pero tu padre es un traidor a la patria. La frase avivó en el joven la furia que creyó controlada y con razón ya que no se metían con él sino con su familia, que es la peor forma de los cobardes y si no fue en ese momento a ponerle en su sitio, fue porque era un hombre leído. Esperó calmarse; sin embargo, le resultó inevitable prosar algunas duras verdades que, luego de terminarlas, llevó al periódico de su amigo, como la manera más correcta de demostrar su indignación ante el infundado agravio. A diferencia de sus otras entregas, en esta depositó toda su amargura. Esa insultante frase no lo dejaba vivir, le reventaba la cabeza. Fue en el hall del periódico de donde el joven se disponía a salir cuando de repente, al levantar la mirada, se encuentra con la cara de su oponente, que también sorprendido de verlo allí, retrocede espantado. Más tarde se diría que ese encuentro no fue casual, como al principio se creyó, sino algo tramado por el destino y algunas manos negras que se complotaron para hacer de esas prometedoras carreras unas desgracias irreparables, pues era obvio: ese era el único gran lugar donde ellos supuestamente jamás debían encontrarse. Y en efecto, el plan resultó mejor de lo planeado, pues el joven, sin poder contener la furia descomunal y aprovechando un descuido, se le va encima cual fiera asesina sin dejarle tiempo para reaccionar, lo toma de la solapa con la mano izquierda y lo abofetea con la derecha. Esa acción antes hubiera sido toda una invitación formal a las espadas, pero no. Fue en ese momento, en que creyendo próxima otra reacción del joven, cuando José se mete las manos en la solapa para asustarlo (era allí donde por lo general se llevaba las armas), pero descubre con terror algo duro y frío, era su revólver, calibre 36, que él creyó haber dejado en casa, pero por alguna razón desconocida, estaba allí, quietecito y preparado. Fue la insensatez del joven lo que le obliga a desenvainar su arma y tras la impresión de un nuevo ataque, se asegura apuntándole a brazo tendido. Fue en ese momento cuando el joven toma conciencia de sí, el cuerpo independiente retrocede unos pasos hasta chocar de espaldas contra la pared tapizada. Su cara pálida era de un muerto de siete días, pero no su implorante mano, que extendida hacia su adversario, pide que por favor no dispare. José, que vivió toda esa acción en menos de lo que se demora en parpadear, siente juntársele la cólera. El artículo pasado y la agresión de hoy le hierven la sangre, masculla algunas barbaridades y sin poder contener la furia descomunal, tira del gatillo. Su expresión continuaba alterada en el momento de ver cómo el joven se lleva ambas manos al lado izquierdo del abdomen, el gesto de dolor en su rostro da a entender una herida mortal. Se inclina hacia delante un poco y con lástima ve cómo el hilo de sangre le sale ininterrumpidamente por el hueco de la herida; en su afán loco de vivir, trata de taponarlo con el índice, es en vano. Los testigos tiempo después dirían que esa era la primera vez que veían a un hombre morir parado. Y así como a ellos, a José también le fue difícil olvidar aquel momento, era su sombra, e incluso, en esa última fracción de vida, la imagen de su antigua víctima se confundió ahora con la de su victimario, lo que le precipitó más a la muerte. La sangre, confundida con la llovizna, que se iniciaba como todos los días a esa hora, le bajaba por las pantorrillas hasta llegar al charco donde estaba el líquido de su existencia. El loco, antes de sacar el humeante cuchillo de la espalda, dice con una voz tan reposada que parecía haber esperado tanto para ese momento: —Sé que has vivido poco y te has cansado mucho, pero tienes que morir. ** Abraham Prudencio Sánchez alan1411@hotmail.com Escritor peruano (Ancash, 1979). Es licenciado en literatura peruana y latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM, http://www.unmsm.edu.pe). Ha publicado el libro de relatos La vida no vale nada (2005), la novela El día de mi suerte (2006) y el ensayo El Inca Atahualpa o historia de un héroe que nunca muere (2007) (texto premiado por el Consejo Superior de Investigación de la UNMSM). Ha traducido y prologado La bonne Chanson, del poeta francés Paul Verlaine. Actualmente sigue estudios de maestría en Lettres Modernes en la Université París 3 Sorbonne Nouvelle (http://www.univ-paris3.fr). === Poemas Carmen Elena Pérez ======================================== “La puta muerte” se ha ido huyéndole a los ladrones se esconde en el último sueño “de soles apagados”, callados, mermados. Tal vez en el asfalto en el musgo, barrotes o centinelas en una adolescente desflorada mil veces. El mendigo que yace en el banco de la plaza. El hombre en ella ya no piensa punto infinito en el firmamento... === *** Incertidumbre Del caos vamos al intersticio de la búsqueda, tejiendo y destejiendo realidades, utopías, sueños... la duda proclama divergencia, claridad... no hay forma de explicarlo (a veces sí)... simplemente somos complejos caleidoscopio de ideas. Pero para qué dar razones origen, causas, si la historia es un tablero de ajedrez movido por una mano inasible. *** Intersticios Horadar el silencio la penumbra, intersticios sociales del conocimiento, signos, símbolos que comunican sueños utopías clandestinas rocíos de esperanzas develados en el silencio de la cotidianidad que calla a gritos verdades/mentiras otredades ocultas en la sombra del conocimiento... ** Carmen Elena Pérez p.salome55555@yahoo.es Escritora y docente venezolana (Maracay, 1974). Profesora de lingüística y literatura y magíster en Literatura Latinoamericana. Participante activa desde 2001 del Simposio de Literatura Venezolana, evento que ha publicado cinco ponencias de la autora sobre la valoración e investigación de algunos escritores venezolanos. Participó en un taller de creación poética en 1997. Participó en el II Festival de Teatro Nacional Magosom en 1999. Tiene experiencia en títeres y narración oral. Actualmente es docente de tercera etapa y a nivel universitario. === El ojo Javier Martínez =========================================== Lo del ojo había sido una desgracia. Pero, como a todo acontecimiento desgraciado, Rómulo Manrique lo había suturado con humor. Nadie recordaba cómo había empezado la gresca en la votación del sindicato. Lo cierto es que lo primero que sintió fue un ardor tremendo en la oreja, un zumbido y, una fracción de segundo más tarde (que paradójicamente recordaría como anterior en el tiempo), el golpe del puño. Le hirvió la sangre. Los músculos de la quijada se le pusieron duros como rieles, tren de la ira, locomotora desaforada del cuerpo preparado para la pelea. Se dio vuelta en un tris y reconoció al agresor: era el Gordo Parodi, revoleando los puños, mazazos a diestra y siniestra. La boca se le secó de repente. Y al segundo siguiente, una catarata de saliva le indicó que estaba listo. Los puños de Rómulo eran como martillos. Le asestó uno y otro y uno más y un cuarto golpe en la misma oreja en que esa masa orgánica, devenida en matón, lo había golpeado. Ese Gordo era un pelotudo: encima de que no tenía seso ni siquiera estaba dotado de un sano instinto de conservación. Siempre en el bando equivocado. Por eso, más que por venganza, se merecía la golpiza. Después fue leña de árbol caído: todo el que pasaba por su lado se veía tentado de patearlo, mole en desgracia, pedazo de infeliz. Y los momentos previos al instante fatal empezaron a suceder. Rómulo se secó el sudor de la frente y cuando pasaba el dorso de su mano por sus labios, espantando un sabor amargo, secándose unos hilos de baba rabiosa, vio el filo de la navaja y el cuerpo esmirriado de su amigo Caferatta; el filo dirigiéndose hacia ese cuerpito que daba lástima; y saltó a salvarlo y el entrevero se puso jodido: rodaron por el suelo, se golpeó feo la cabeza, y casi sin darse cuenta, la navaja que entró por el pómulo hacia arriba y sintió un dolor agudo, un ruido a tela que se abre, un chorro tibio y un dolor que le pegó en la base del cráneo. Lo que siguió después fue la visión acotada de un solo ojo. Para siempre. Año 1972. Este tipo me costó un ojo de la cara, decía abrazando el cuerpo finito de Caferatta, que se perdía debajo de su sobaco, asomando la cabeza como una tortuga marina, los ojitos cómplices y agradecidos, eternamente agradecido. Cuando yo lo conocí usaba un ojo de vidrio. Un ojo temible, inmóvil, interponiéndose en la diagonal de una herida un poco más blanca que el resto de su piel. Rómulo era el padre de Rafa, mi mejor amigo de los últimos años de la escuela primaria. Un hombre tosco con gestos de cariño rudos y ásperos, porque así deben ser los hombres. Para llorar y quejarse estaban las nenas. Si él, que había pasado por semejante desastre —aseguraba pasando un dedo por la cicatriz que le cruzaba los párpados—, nunca había llorado como un mantequita, nadie, en su propia casa, tenía derecho a hacerlo por un coscorrón, un tincazo, un pellizco. Una noche, harto de nuestros cuchicheos nocturnos, harto de decirnos que nos calláramos de una vez, apareció con el ojo de vidrio en la mano. Nunca duermo con este ojo puesto porque me da miedo de que se me vaya para adentro, decía en una extraña confesión de debilidad. Todo hombre la tiene. Pero eso lo aprendería yo después, con el paso de los años; yéndose el tiempo en su carrera inagotable, llevándose consigo los segundos desde el futuro al pasado; apenas dejando el sabor efímero de un presente que nunca termina de serlo. Entró vestido con un pantalón pijama, el torso desnudo en pleno invierno y prendió un velador. Puso el ojo en la mesa de luz, apuntando hacia nosotros y nos advirtió: ojito que los estoy mirando. Lanzó una risa endiablada y se fue, dejando a la vista una espalda peluda y el pantalón cayendo por debajo de la línea que separa los glúteos. Era una visión de terror. Una mirada muerta, ausente, despiadada e inolvidable. Estuve despierto hasta el amanecer. Las sombras de la noche se fueron diluyendo en una luz sonrosada y los miedos se distrajeron, enredados en una modorra progresiva y picosa. Los ronquidos de Rómulo atravesaban la puerta de su cuarto e inundaban el ambiente que hacía las veces de dormitorio de mi amigo y sus hermanas. Unos años más tarde, quien me quitaría el sueño sería Clarisa, la mayor de las Manrique. Madrugada de un verano agobiante y pegajoso, húmedo. Su cuerpo apenas envuelto en un camisón transparente, levantado hasta la mitad de la cadera; formas redondas de piel muy blanca. Horizontal, la espalda curvada hacia el colchón. Tuve una extraña urgencia de ir al baño; y no la podía contener y no quería dejar de mirarla. Finalmente, me levanté sin hacer ruido. Abrí la puerta del baño con cautela y la escuché chirriar apenas, un grillo oxidado y diminuto. Mantuve la luz apagada para no molestar. El final del chorro me dio una sensación de liviandad y desahogo. Que duró menos que un instante. La estampida fue precedida por unas frenadas apuradas pero discretas, un tumulto de pasos, unos golpeteos herméticos. El ruido de madera rajada de la puerta, la ráfaga de disparos rebotando contra las paredes del baño, el grito de Rómulo, el grito de su mujer, los gritos de sus hijos, la casa en un grito, órdenes, insultos, golpes, objetos rotos contra el suelo, palabras desesperadas, un golpe, Rómulo puteando, un golpe seco, la voz de Rómulo que se perdió en el silencio, el ruego desesperado de Susana por su marido, que lo dejaran, que él no tenía nada que ver, que sus hijos, y culatazo en el estómago que la dobló al medio y la mandó sin pasaporte a un fragmento de tiempo sin aire, con la sensación de morirse, de perderse y no se lo podía permitir, y el aire entró y le nubló la vista, la mareó como si hubiera fumado opio, y Adelita ya estaba ahí, a su lado, sosteniéndola pegada al mundo, apoyándola en la tierra, los pies de Rómulo y esos dos milicos de mierda que lo arrastran de los sobacos. Nada puede volver a la normalidad. Esa vida se rompió. Ese futuro posible no lo será nunca, se ha perdido para siempre. A partir de ese momento iba a tener que aprender a vivir sin él; iba a tener que aprender a vivir para dominar ese dolor que le atenazaba la garganta, peor aun que el culatazo, peor que la muerte misma; iba a tener que aprender muchas, muchas cosas. Cuando pude ponerme sobre mis piernas, caminé hasta la puerta de entrada guiado por un miedo espasmódico. Imaginaba una escena de tragedia y era una escena de tragedia. Susana rasgaba el piso con las uñas. Apresándola en sus brazos, Adelita, la menor conservaba una extraña calma; la que se instauró en sí esa misma noche para no abandonarla nunca. Dice que es para preservar algunas cosas muy profundas detenidas en el instante previo a la tragedia; por lo demás, las formas de aquella noche se le desdibujan; las voces que recuerda le resuenan extrañas, uniformes, como dichas por una sola voz; los llantos, los gemidos, los lamentos y los ruegos están mezclados en un mismo murmullo que se le hace cada vez más lejano, en eterna bajamar. Lo mismo me sucede a mí. Volví sobre mis pasos. Mi amigo, estaba de pie al costado de su cama; abrazándose a sí mismo, temblando; parado sobre un charco nervioso, una enorme lágrima amarilla. Clarisa tironeándose de los pelos, poseída. Estiré mi cuerpo para ver la habitación de Rómulo. Sobre el piso de mosaico, el ojo de vidrio caído, rajado, la mirada más ausente y más perdida. Lejos, hasta una distancia imposible. ** Javier Martínez mrtnz.jvr@gmail.com Escritor argentino (San Fernando, Buenos Aires, 1964). Ha publicado el poemario Jólivud (Ediciones del Parche, 1991) y la novela Reality show (Paradiso Ediciones, 2004). Mantiene la bitácora personal Los (Sin)Sentidos de Jota (http://jmvirtual.blogspot.com). === Poemas para merendar Gabriela Molina Herrera ===================== *** Sin título Aquí las palabras son mudas, se les escupe, son manchas de humedad en los ojos. Aquí se les borra con un chasquido de dedos y con otro se les vuelven plegarias. Hace tiempo que les cortaron las alas y sin embargo como un milagro una que otra se salva son gotas de sudor en las hojas, mariposas, luciérnagas extraviadas en la noche. *** Nosotras Para Ale No tenemos licencia para amar nuestro permiso caducó con el último beso tocado por el sol. Besamos rincones sólidos, magullando la nostalgia, acurrucándola en regazos sin nombre. Somos cuerpos furtivos de la noche sombras, nieblas, sudoraciones, estremecimientos pueriles, vacuidades. Somos prófugas de la decencia. Nos bebemos solas sorbo a sorbo nuestra propia desolación. Nos inventamos de vez en cuando ilusiones. *** Fetiche I Nos hemos empeñado en disfrazar en abrazar como iconos la contorsión de la conciencia penetramos las luces danzando figurillas deshiladas bailarinas de ceniza empolvadas como si el tiempo se olvidara de ellas II La piel de los encajes nos transporta a esas calles olorosas de miradas III ¿A qué huelen las miradas? ¿A qué huelen las huellas de tus manos? ¿En qué te convertiste en esas noches después de besar el pálido reflejo de un objeto? ¿Qué sientes al tomar el cuezo la ser-pien-te el crepitar de la llama? Nos hemos empeñado en ser más que un objeto ser el objeto vivo en los objetos. *** Eróticas A un jacobino I Obscurece, la hora cero. El punto de encuentro. Luz-sombra, sombra-luz. Espacio-mar, cielo-muerte. II Pasan volando algunas garzas, giran, regresan en el aire. Buscan un árbol donde pasar la noche. Emigran... es su tiempo. *** Días Para Ale Los otros días siembran pasos, giros y veredas enredándose en los pies. Las otras noches palpitan en razonamientos ingenuos, sortilegios de pasiones consumidas. Este día navega en el insomnio de la melancolía..., en esta noche no pasa nada. *** Atzin Agua pequeña, sanadora de mis heridas, transparente, agüita viva de mis ojos nocturnos, línea invisible en veredas de tiempo. Agua viajera, peregrina ausente en este destierro inundado de pasiones huecas. Agua bendita del altar inculto. Sarcasmo en medio de las nubes negadas a desplomarse. Idilio de bocas secas. Utopía de lágrimas muertas. Agua envenenada en boca de serpiente verde, negra agua de los devaneos en noches de olvido. ¡Agua corazón mío agua! Muero por un beso mojado con tu lengua. *** Reinvenciones Cómo no cansarse con este cielo inmenso sobre la cabeza. Éste que se apesga por tantos aviones que lo cruzan. Cómo no soñar, si aún estamos vivos y vivas, a pesar, de morir en cada sueño. ** Gabriela Molina Herrera gabri_poe@yahoo.com.mx Escritora mexicana (Zacapoaxtla, Puebla, 1965). Es profesora de educación primaria, licenciada en ciencias sociales y licenciada en educación básica, y tiene una maestría en investigación educativa por la Universidad La Salle (Puebla). Además es asesora del Subcentro Zacapoaxtla de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN, http://www.upn.mx). Ha recibido el Premio Magisterial Burgos (2004), mención honorífica en el Concurso “Educación y Perspectiva de Género: Experiencias Escolares” (SEP-Conafe, 2003) y el primer lugar en el Concurso “Educación y Perspectiva de Género: Experiencias Escolares y Propuesta” (2004). Textos suyos han aparecido en diversos medios y antologías. === El despojo Aurora Arias ========================================== Mediodía del sur, absoluto y ardiente. En el trayecto, se vende coco de agua, dulce de Paya, plátano barahonero, mango banilejo... —¿Nos detendremos en las dunas? —preguntó Fifa. —Ay, chica, no, el despojo en la playa es lo primero (sonrisa bondadosa) —dijo Helen. Zelda, sentada a su lado, asintió. A Emiliana le daba igual. Fifa, ni modo, estuvo de acuerdo, ombligo que se mira a si mismo, lentes de sol y pañoleta de seda comprados en una venta de garage en Québec, año ’72. A un lado de la carretera, aparece un camino. Uno como otro cualquiera, sin ningún letrero que indique a dónde va. —¿Qué habrá yendo por ahí? —pregunta Helen, curiosa, y algo en su cabeza le ordena desviarse, a pesar de que la playa se encuentra transitando en línea recta. Pero al instinto hay que ponerle atención, así que frena, echa hacia atrás, y gira en dirección a la vereda, levantando un polvo rojizo y luminoso que le recuerda a Fifa una visita que hizo hace años a una zona desértica de no se acuerda cuál país, y sin querer fue a parar a una aldea peligrosísima llena de... pero mejor se calla, porque se siente molesta. Se está perdiendo la democracia en este grupo, piensa. El despojo es lo primero, acaba de decir Helen, y de buenas a primeras vira hacia este camino, porque le da la gana, sin consultar a nadie, sólo porque algo en su cabeza se lo dictó. Mi opinión ni la de las demás cuenta, uno no puede decir nada porque se trata de ti, Helen Montero, le reprocha en silencio la bruja radial, sentada en la parte trasera junto a Emi. Aunque total, no era ella la que estaba gastando varios galones de gasolina en aquel paseo. A lo mejor esto formaba parte del despojo, ir por este camino escabroso que la yipeta de la Montero alisa, y da la sensación de que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que una yipeta como esa anduvo por allí. Iban sin saber hacia dónde flotando en una nube de polvo, con el aire acondicionado a toda capacidad, protegiéndolas de la candela exterior. Media hora después se detuvieron en una capilla de piedra, tan rústica, que parecía hecha a mano por los moradores. Pero cuáles moradores, dónde están, no hay nadie, sólo cambronales y espinas y un silencio peor que sepulcral. Alrededor, los pocos árboles, siniestros y torcidos, crecían sin la recompensa de la lluvia ni el más mínimo oasis donde renacer, y la brisa, más que brisa, era un gran soplo de fuego. Se quedaron las cuatro metidas en la yipeta, mirando la capilla reverberar bajo los rayos solares, como un santuario alzado a mitad del infierno, hasta que Helen, orgullosa de su descubrimiento, hizo que se desmontaran. Ya sabía ella que cuando un lado de su cabeza le decía “vete por ahí, Helen”, por ahí es, chicas. —En esta capilla es donde comenzará nuestro despojo, ¿qué opinas tú, Zelda? —preguntó la mujer de negocios esotéricos a su compañera de asiento. —Me parece bien, Helen —contesta la terapeuta, quien hasta el momento no ha dicho casi nada, metida hasta el tuétano en sus adentros, secuestrada en sí misma, indiferente al mundo que le rodea. Fifa, en cambio, se sintió maravillada con esa capilla en un lugar sin verdor donde apenas puede uno creer que subsistan las piedras. Se acordó de una capilla parecida que alguna vez visitó en un viaje que hizo a Guanajuato... ¿Guanajuato queda en un desierto?, se pregunta, ombligo en la mirada, macuto donde se apresta a echar piedras de diferentes tamaños para ponerlas de adorno en su casa, porque en tiempos de crisis todo lo que salga gratis lo tenemos que aprovechar. Pero qué lugar tan desolado, pensó Emi. Ni casas, ni gente, ni ruidos, ni nada. Escalones arriba, hace hambre. Cierto que durante el trayecto, la más joven del grupo se ha comido todo lo que le brindaron, pero ella es así, siempre tiene hambre. Y no era que en su casa no le daban comida cuando chiquita. En casa de su abuela de crianza siempre apareció qué comer. Como una especie de milagro, a veces, pero aparecía. El hambre de Emiliana parecía más bien ancestral. Zelda opinaba que era un hambre psicológica producto de algún vacío emocional. O un hambre de tipo estructural, como la de la cara del San Martín de Porres que encontraron dentro del santuario. —Ay, pero qué maravilla, yo sí estoy fascinada —exclama Fifa—. Este sí es un San Martín de Porres auténtico, un San Martín de Porres pobre de verdad, gracias Helen por traernos aquí, esto no se ve todos los días, qué San Martín de Porres tan bello, ¿y qué es lo que dice en este letrero? Ah, que echen sus contribuciones para la comunidad en la alcancía de hierro (ríe y bate los hombros), y yo que pensaba pedirle al santo por mi propia prosperidad, que bastante bien me caerían unos chelitos en este momento, unos cuartos caídos del cielo para pagar la mensualidad de mi programa radial, San Martín de Porres (lo mira directo al ombligo), ¿tú me estás oyendo, verdad? Helen descubre que en la parte trasera de la capilla hay un confesionario. Se vuelve loca recordando sus vidas pasadas en las que fue monja de clausura. Toma su celular y le pide a la bruja radial que le tire una foto arrodillada allí, en aquel confesionario hecho de piedras, con las manos unidas y la cabeza baja, y Zelda haciéndolas de confesor. A Emiliana le pidieron que posara a un lado de la escena, con cara de mendiga. Se divirtieron un rato intercambiando poses. A todas les corría el sudor, a pesar de las pañoletas, los sombreros, los lentes de sol y las botellas de agua mineral, y todavía faltaba más de media hora hasta llegar al mar. Ya se iban, cuando Helen comentó que no podían marcharse sin antes hacer su contribución monetaria en la alcancía de hierro colocada a los pies del santo de los pobres. De no hacerlo, podría perseguirlas de por vida un mal karma. Sacó un talonario de cheques de su elegante carterón de ir a la playa, e instó a las demás a que hicieran lo mismo, pero Fifa se le rió en la cara. —¡Pero yo estoy para que me den a mí! —dijo. Zelda alegó no tener dinero menudo, “y ni sueñen con que Emiliana disponga de un solo centavo”, pero la muchacha, por dignidad, introdujo las manos en los bolsillos de sus jeans a ver qué aparecía, instante mágico en el cual algo cambió dentro del solitario panorama circundante. Como salidas debajo de las piedras, comenzaron a brotar pequeñas y estrafalarias criaturas, tres aquí, cinco allá. Fifa calculaba que la mayoría no sobrepasaba los siete años de edad, o tal vez carecían de edad porque se la había borrado por siempre la penuria. La miserable comparsa infantil se lanzó en primer lugar sobre la mejor vestida, la de las uñas pintadas de rojo, la de la cara de reina, la de la sonrisa bondadosa, la que se veía más rica, aunque ante sus ojos todas parecían ricas, cuatro ricas visitando al santuario de los pobres, pero muy especialmente esa, la del talonario de cheques y el carterón playero, y en un acto instintivo, sin pensarlo dos veces, se aferraron a Helen en un ruinoso afán de pedir algo, “doña deme algo, doñita deme algo, mire señora, usted misma, mujer, señorita, lo que sea, deme algo”. Hasta entonces, Emi juraba que la pobreza era una cosa maloliente que repollaba en los callejones citadinos alimentándose de sí misma, algo al menos húmedo y mugriento, pero vivo; su propia abuela contando los chelitos, su propia pobreza de recursos buscándosela a costillas de una esperanza, no esta escena infrahumana hecha de piedras, polvo y nuevas pieles envejecidas blandiendo las manos con ansia entre la brisa caliente. Creía que el hambre era la zozobra estomacal de unas horas, de un instante, no una cosa alojada por siempre en las pupilas. Creía que el hambre verdadera se encontraba lejos, propiedad de un grupo de etíopes; o cerca, marca de fábrica de los haitianos que salen en los noticieros. ¿No había escuchado decir que a pesar de la tan cacareada crisis, la economía del país se encontraba saneada? De ser así, entonces, ¿qué rayos eran la crisis, la economía, la pobreza, la sa-nea-ción? —¡Cierro mi aura! —dijo en voz alta Helen, mientras se visualizaba inmersa en una burbuja impenetrable, pero su automático cierre de aura no impedía que aquellas criaturas continuaran brotando de entre las piedras como auto-reproducidas, con su cara de no niños y su desnudez famélica, llenos de mala energía, olorosos a esa pobreza bien pobre que da náuseas contemplar, “así que vayámonos de aquí enseguida, chicas, que nosotras no tenemos la culpa de este karma”. Fifa dice que contemplar tal escena le parte el alma, “pero imagínense, es poco lo que uno puede hacer, salvo enviarle mucha luz divina a esta gente, aunque a lo mejor un día nos animemos a hacer una colecta para traerle comida, ropa y medicinas en nombre de nuestro Club de la Espiritualidad”, ombligo bizco que intenta tocar a sus amigas en el centro mismo de la compasión. Zelda opina que llevar de cada año un día unos cuantos trapos y dos o tres cajas de alimentos es tan sólo un paliativo inútil a esa situación, ya que así siempre habrá pobres en el planeta, además, no podemos convertirnos en un club de la caridad ni contribuir a que en este país la gente no trabaje, aparte de que no es recomendable involucrarse con el karma ajeno; por lo que siguen saliendo por debajo de las piedras más criaturas hambrientas, hasta el punto de que la Montero decide bajar de prisa y de un modo tortuoso y sin elegancia las escalinatas, tanto como se lo permiten las criaturas que como a una diosa parecen suplicarle vida. La negociante esotérica sigue bajando de prisa, pero le sale al encuentro, de frente, otra rumba de miserables, esta vez, mujeres preñadas ya casi ni en los huesos a las que apenas se les distingue el vientre porque el resto del cuerpo es sólo un espejismo, seguidas de ancianas de encías desnudas y pelo enmarañado color cal, que se abalanzan a sus bellos pies y la tocan, pidiéndole únicamente algo. Qué desastre de mundo, se dijo Emiliana, con ambas manos metidas en los bolsillos, mientras Fifa le espantaba a Helen los niños y las mujeres con su pañoleta, so, so, so, como si fuesen gallinas. Zelda se colocó unos lentes de sol, dispuesta a hacerse la ciega. Ya ella fue comunista en su juventud, y sabía muy bien de qué se trata todo esto. La visión de ese grupo de miserables sólo servía para confirmarle que lo suyo no era hacer trabajo social ni nada parecido, sino el acompañamiento espiritual, pero a otros niveles. Y ahora más que nunca se sentía dispuesta a ir en pos de su meta, que bien que se lo merecía, no sólo por ella y su karma, sino también por el karma colectivo, por tanta gente que necesita apoyo para trascender más allá de la materialidad, por lo que debía transmutar esta y cualquier otra visión negativa que le restase energías. Estaba convencida de que su destino era distinguirse como algo más que una simple terapeuta del Tercer Mundo. Deseaba convertirse en una moderna chamana reconocida a nivel mundial, así que desde ese instante, bajando en silencio por entre las escalinatas, se encaminaba resuelta a serlo. Qué mierda de mundo tan insensible, se repetía a sí misma Emi. Qué dura realidad. A quién coño será que pertenece. Quiénes la fabrican. Cuál es su raíz. Cómo aliviarla. Cómo matarla, incluso. Sintió un estrujón en el pecho, algo que se le restregaba dentro, removiendo una cosa pesada, como si de repente su alma, liberada de una vieja coraza, sufriese un súbito estirón. En cuestión de segundos, tocó fondo. Pisó tierra. Perdió el hambre. Tragó en seco. Vio la sed de socorro en los ojos de aquella pequeña multitud, y supo que sus amigas del club tenían razón, daba vergüenza que en sus 28 años de existencia no había hecho nada significativo, salvo vivir para sobrevivir y para que haya más gente, más bocas, más estómagos en el planeta, mientras tantos seres ahí cerca carecían de todo. —¡Van a hacer que la pobre Helen se tropiece! —rió Fifa, con la intención de quitarle dramatismo al momento, que ella gracias a Dios, a su edad sabe de sobra que cada quien es pobre a su manera, lo importante es no reflejar esa pobreza también en lo espiritual. —Apúrense, chicas —atacaba la Montero, buscando de prisa la llave de su yipeta, con miedo a que la turba fuese capaz de caerle a pedradas, que quizás el hambre les daba fuerzas para eso y más. Ante la vista de Emi parecía una total afrenta la yipeta del año color oro colocada en el mismo trayecto del mediodía del sur. —Vámonos, chicas —volvió a gritar Helen ya casi a punto de meter la llave en la máquina y abrir la puerta, pero una anciana insiste en impedirle el paso pidiéndole en un hilo de voz que le dé algo, “algo o la mato”, parecía reclamar con la mirada a pesar de su voz indefensa, seguida de una docena de mujeres decrépitas de vejez, preñez y hambre, gritando “linda dame algo”, y la sujetan por donde pueden, con ganas de comérsela viva, mientras Helen responde dando un portazo sin sonrisa alguna, con un seco no hay. &&& Lograron salir con vida del lugar. Llegaron a la playa. Cuando se sentaron en círculo de espaldas al mar deseosas de iniciar por fin el despojo, el sol de las dos de la tarde les acribilló las espaldas, las penetró por entre los sombreros y los cráneos, calentándoles el cerebro, como bien exclamó Fifa, que parecía una extraterrestre, con el pelo hacia arriba, y los lentes de sol en las narices, metida en aquel bañador florido, comprado en Portugal durante una barata de invierno, año ’68. —Este sol está mortal —dijo Helen. Decidieron romper el círculo y recoger sus motetes. Azuzadas por la arena caliente, se metieron en una enramada a medio construir, donde por lo menos hacía sombra. Pero qué le pasa a Emi que se ve tan pensativa. La más joven del grupo quisiera caminar, irse lejos. Tanta pobreza la dejó chocada. Pobreza no. Nada. ¿Por qué Dios lo permite? No, no es Dios quien lo permite... ¿somos nosotros? Había oído hablar de ese y otros temas en varias de las tantas reuniones de este Club de la Espiritualidad al que casi forzosamente pertenecía, pero nada la había sobresaltado tanto como la tétrica visión de aquel gentío hambriento. Había leído varios libros de autoayuda, pero ninguno la preparó para esto. Ahora sólo desea marcharse. Las demás no estarán de acuerdo, y no tiene en qué irse, así que calla. A su alrededor, Fifa y Helen hablan del pescado acompañado de ensalada verde y plátanos maduros fritos que venden por acá. Parecen animadas, incluso Zelda, a quien le asienta bien ese aire de renovada y adorada esfinge, ese salitre encendiéndole los párpados, sentada sobre un banco de madera, mirando el mar, que ya no le fascina, y sólo logra recordarle que nació aquí, justo aquí, en esta isla de la que definitivamente tenía que marcharme, en busca de su verdadera proyección, pues todo aquí era ya pan comido para su conciencia. Pensaba pues, como primera parada de su nuevo sendero espiritual, emprender un viaje sagrado al Macchu Pichu, o algo así. Se alejaría de aquí con tal de satisfacer su deseo de encontrarse con la misión trascendental y única de la que se sabía merecedora. Helen, a su lado, se puso un hermoso pareo, y se movía de aquí para allá, muerta de la risa, dando gracias a Dios por su riqueza. —¿Cómo vivirán los pobres? —bromeaba la mujer de negocios esotéricos, y la sonrisa bondadosa se le disolvía en voluptuosas carcajadas. Por primera vez en su vida, las dos voces en su cabeza se pusieron de acuerdo al preguntarse: ¿la vida es un carnaval? Fifa, que aunque parezca difícil de creer no miraba hacia el ombligo a nadie, estaba determinada a abandonar el grupo para montar tienda aparte. Ya no se sentía protegida en este Club de la Espiritualidad. Demasiados egos juntos queriendo coger a Dios por una pata. Ella bien puede fundar su propio club, pues Fifa Cruz también tiene un nombre dentro de la historia de los aportes a la espiritualidad en este país, caramba. Basta con llamar a unas cuantas amigas suyas, y hasta es probable que incluya a algunos varones en la lista, por qué no. Sería de lo más interesante incluir hombres en su nuevo grupo espiritual. El yin y el yang unidos en un verdadero grupo para la reflexión y el crecimiento, dentro de un ambiente protegido, donde cada quien se sienta a gusto. Las reuniones serían en su casa, por supuesto. Hoy mismo, cuando termine todo este asunto del despojo, hablaría con Emiliana para que la ayude a convocar en estricto secreto la primera reunión. Emi que se ve tan rara y decaída es porque tampoco le interesa pertenecer a este club. A Helen que se quede sola. Sí, se llevaría a Emiliana. Al fin y al cabo, fui yo quien la traje a este grupo, pensaba la bruja radial. Helen insistió en que prefería comer y luego hacer el despojo. Así lo hicieron. En el restaurante playero donde almorzaron, ella y Fifa comieron hasta irse de boca, con unas cuantas cervezas bien frías incluidas. La música se oía a todo volumen; eso, y la llegada de numerosos paseantes, montados en carros públicos, yipetas, guaguas, motoconchos, camionetas, convirtieron aquello en un ruidoso berenjenal. “Así es el mundo”, pensó Emiliana. “Ruidoso y elemental”. Nunca había sacado un pie de esta isla, es cierto, por tanto, no tenía elementos de comparación, pero para ella, el mundo, donde quiera y como quiera, era el mundo. Quería desasirse de él, huirle, y al mismo tiempo entregárselo todo, poco o mucho de sí. Pensar sólo en sí ya no le parecía aceptable. Dar lo mejor de sí al mundo, sin pertenecerle, era en ese instante su mayor necesidad. Despojarse de sí, claro, cómo no lo había pensado antes, era su verdadera vocación, su razón de ser, y al fin lo había descubierto. Ayudar a los más necesitados. Volcarse en su desgracia. Proteger la inocencia. Cuidar a los ancianos. Dar de comer a los enfermos. Ingresaría a alguna congregación, una Orden religiosa, una oenejé o un grupo de voluntarios donde necesitaran gente que ayude, sin importar sacrificios. No le resultaría difícil, acostumbrada a vivir de lo que aparezca. No era, sin embargo, un impulso místico lo que la arrastraba, sino un deseo inmediato de saciar la más pura y simple solidaridad. Ya había jangueado demasiado alrededor de toda la geografía nacional, y nunca soñó con fama ni fortuna. Nada la ataba a ningún lugar, ni una pareja, ni un hijo, ni un trabajo. Podía pasarse la vida entera jangueando, y hasta el momento, estaba convencida de que esa era su tarea en la vida: janguear. Sin embargo, ¿no le apetecía más colocar su granito de arena a fin de poder aliviar tanto dolor ajeno?... ¿O quizás toda esta crisis de conciencia no era más que un capricho, una inútil y pasajera necedad producto precisamente de su falta de oficio? Se vieron obligadas a partir antes de lo previsto. La playa se puso fea, llena de tígueres e intranquilidad. El despojo fue hecho, no del modo previamente calculado por Helen, sino como lo fueron dictando las circunstancias, los ánimos, y la Naturaleza. Se encapotó el cielo y se desató una brisa incómoda que alborotó al mar y levantó la arena. Bajo truenos y relámpagos, con los primeros goterones de lluvia cayéndoles encima, las cuatro integrantes del Club de la Espiritualidad salieron corriendo hacia sus respectivos destinos, despojadas. ** Aurora Arias auroraarias22@gmail.com Escritora dominicana (Santo Domingo, 1962). Ha publicado los poemarios Vivienda de pájaro y Piano lila y los libros de cuentos Invi’s Paradise, Fin de mundo y Emoticons. === Opúsculo lírico Rafael Batista Cáceres =========================== *** Nacimiento de la Poesía En la mitad de un brote naciente, en la región de ojos ensimismados, retumban unos rayos encrespados, crepitando al lírico sonriente. Relucen libando de un torrente los deseos blanquecinos soñados; y en la mística caja de anonadados espíritus, repican cual afluente. Y el tiro de aves inusitadas lavarán unos míticos anhelos, colmarán de alegría las usadas costumbres, tradiciones, en fin celos, de viejos bardos maniatados que gozan, ya, de remotos recelos. *** Plenilunio Plenilunio: catarsis impregnada de fértiles deseos, en la pena ociosa de proscritas cadenas, que guardan los ecos de luz curada. Canto elegíaco que al aire esbozas Odas puritanas de lunas densas, el nombre límpido, tenor de tensas horas, enhebran alas tenebrosas. Fugitivas hembras rondan la mente en los cantos eglógicos danzantes, en el deliquio triste, inminente de soledades turbias, errantes, que al paso raudo, seco, estridente, se ahogan, estupefactas, mucho antes. *** Cenizas escarchadas Del soplo de cenizas escarchadas, se forma en mí la volátil y aleja duda incierta que invita a la vieja resonancia de limpias carcajadas. En la entraña huésped del sonido, talen siluetas de mosaicos rojos, piruetean delgados, fríos despojos en el rastro impecable de lo vivido. Minuto: verdugo meditabundo, polvo del silencio, rastro hirsuto renueva el éxtasis tremebundo. Sueño que flagelo aquel luto de memorias del mito vagabundo, arenoso costal, frío e impoluto. *** Trébol de la Noche Trébol sobrio de la noche infame, linda, tú, esos ocres de la vida, renueva y vibra toda la partida incipiente que se abre y que lame. Espera el sórdido camino que sabe de blancos huesos húmeros, anida, tú, el alma callada y sentida, interpreta una lira comba, ave. Y que el rumor invite al cielo espejo, que sólo escuche símbolo sonoro, que surja en laguna del fuego del oro, que yerta en su frente es reflejo del vuelo incesante de la hora, en la partida danzante y cantora. *** Transmutación El fulgor se muda de piel desnuda vuelta capullo y crisálida clara, se despoja de carma y toda tara trémula y seca, ausente en duda. Camaleón sinuoso, ruleta alada, en la noche, los placeres son otros, y tal vez en esto todos nosotros nos empalagamos de ambrosía helada. Y un rayo cruzará el estío tal vez ese mismo viejo hastío llevará bocanadas de infortunio, mancillará arreboles de gentío en el cáliz doliente de Juno que se trasluce en la mente de uno. *** Adolescencia Del nocturno sínodo ambulante emerge la transparencia etérea y anida la mirada en la cérea pincelada del rubor rutilante. Adolescencia, estado o alma sutil, se viste del plumaje ufano y puro en él, se duerme por un conjuro al abstraer del tiempo la horda pueril. Se encumbra el perfil receloso que guarda reseco y sobrio las voces antiguas de un eco proceloso; su arte, su fuerza y sus veloces truhanerías se encierran con gozo en claros cuerpos núbiles de hoces. *** Psiquis Mística sombra que oculta algo en la humilde entraña lisonjera, aplaca, ésta, una huella de la procera calma en que claudica un hidalgo. Los necios rastrojos invisibles clavarán Líricas lágrimas grises, evocaciones tontas y risibles. Una esquila denueda del frígido silencio y su concepción sorda extasiará de tedio el lívido galardón que porta, y el eminente lloro que se regodea de la gorda bronca, nacerá ocioso, en la mente y será el gesto sublime de tristes *** Acontecimiento Tu mies apegada al nectario bendito de esos inmensos cipreses, bañan los sínodos de largos meses que convergen raudos al trepidarlo. Hendido en carnes abiertas por hierro gangrena la aorta de celo y furia y brota masa purulenta de injuria del surco ceñido por el cual yerro. Y el giro frenético, la hora encanta, ronda el sigilo de una vaga oda su treno seco, la aurora canta, moliendo el angelus de vida toda, bebe en un momento bajo la manta el lloro legendario de la boda. *** Tal vez Tal vez es eso, la tragedia es una yunta de bueyes arando la tierra. Es la hoz que corta el trigo. Es la sierra que mutila el árbol, la red que atrapa al pez, la ciénaga que ahoga al animal, el mar que abre la tierra, la muerte que calla al humano. *** Casi siempre Casi siempre será un instante donde vuelen los sentidos... y así... ido... regresaré pronto con paciencia de alma, sí, paciencia y tal vez con un poco de maná. *** Suceso Tal vez no sé, son esas cosas de la vida se ciernen las Ánimas cantarinas arrullan cuajadas de ocio y fatiga. Yo sólo impreco callado. Hay que seguir en la vereda sombría caminar taciturno y despojado, sin nada, desnudo. ¡Tal vez, sí, con algo!, el alma... pero alma... sí... alma, cambia transfigurada en esperanza. La huella no es pesada si lo fuera tendría firmeza lo que es, es vestigio apariencia banal. *** Ausencia Estoy sin estar en este mundo ajeno. Ajeno a toda bondad que sirviere de ejemplo. Aquí sordo, raído del quejido ambiguo que ronda sinuoso. Aquel tenue hilo lánguido, que estruendoso se mece en la imaginación aterida, cuando se dijera sombría; oblicua que se otorga a la pláñida y silente ánima ronda cálida Voz impía, cadencia sonora... Luz, irradiación escala fulguración recóndita, intenso destello sonoro, la luz, inmensa, eterna que regula la existencia. ** Rafael Batista Cáceres lexraf@hotmail.com Escritor panameño (Panamá, 1974). Licenciado en derecho y ciencias políticas por la Universidad de Panamá (1999). Ha participado en diversos cursos relacionados con su carrera y otros intereses. === Hormonas ideológicas María Elvira González ======================= I / Heavy ¿Cómo iba yo a saber que era lo que ese chamo quería? A nadie le explican eso. En estos días Sheila me dijo: “Amiga, ¿tú como que eres lesbia?”. Y yo: “Sí, pendeja, ¿para demostrarte que no soy lesbia tengo que acostarme con el primero que se considere Di Caprio? Tú sí que eres fanci”. Yo tengo que conocer bien al tipo, porque he escuchado unos cuentos de terror: que si el tipo se las da de galán y después no se quiere poner el condón, que se pone cómico y le da por drogarse o abusar demasiado. ¡Susto!, mejor me quedo tranquila. Si cualquier cosa, vibrador. La otra vez comencé a salir con un chamo bellísimo, burda de fino, full educado, me mandaba flores y todo. Me llevó a su casa, cenamos con sus padres como una familia de televisión: mantel rosado, flores, servilletas como coronitas sobre platos azules, todo así bien, de gente con plata más o menos ¿no? Cuando el chamo me llevaba a la casa nos dábamos los besos y tal; él iba para más, pero yo dura. Piernas trancadas, blindadas, algo me decía, todavía no, todavía no. Me regaló varios cidís, uno de Shakira y otro demasiado bueno, de Andrea Bocelli y Cristina Aguilera. Yo ilusionadísima, decidí de pronto que sí, que me iba con él desde el viernes para Choroní. Le dije a mi papá que iba a una investigación sobre cacao por esa zona, y me compré un tanga espectacular. Bueno chama, oye el cuento, el jueves fui a buscar mis notas, y cuando pasé por los bancos de la placita, estaba el tipo jamoneándose con una morenota de lo más chusma. La mona tenía unas tetas enormes y un culo martiniqueño. Casi me da un yeyo de la arrechera. En la noche lo llamé, le pregunté toda gris, decente, ¿no? Y el chamo, cool: “Tranquila pana, cero stress, Yuleisi es un resuelve, novia never. ¿No ves que es niche? Además es fácil. Tú no, tú eres así como hija de familia, ¿no?”. Na’guará e’rata. ¿Viste, marica? O sea. ¿Que si me bajo las pantaletas se acaba el amor? ¡Qué heavy! II / Colaboración de clases —Yo te digo brother, ella será sifrina y escuálida, pero está buenísima. Es una chama educada, no anda jamoneándose con nadie y tampoco está disociada con la política, o sea no es infofrénica, pués. Es un caramelo y hasta parece virguito. Ella se las da de arrecha; pero eso es estrategia defensiva. Yo la pongo suavecita. —¿Y cómo vas a hacer, marico? Si ni siquiera te mira la barbie esa. Montada en esas súper sandalias de plataforma. Yo creía que la tipa hablaba sola, pana. Después fue que le vi el celular, como un cortaúñas en la oreja. ¿Tú crees que la lucha de clases es un episodio de Harry Potter? Enrolla ese papagayo y aterriza. ¿Adónde van a ir? ¿De qué van a hablar? ¿Le das una clase de consejos comunales, mientras van a la cooperativa a sembrar zábila, si le da un yeyo con el calor, la metes en Barrio Adentro y ya? —Tampoco la cosa es así. ¿Cuál es el rollo, marico? La llevo a un concierto de la Sinfónica, a caminar en el parque, o nos vamos para la playa. ¿Tú crees que yo soy conejito? Esa lucha de clases se la escuché a mi papá, porque aquí no se ha planteado eso. Mi abuelo dice que los estudiantes universitarios somos revolucionarios sin clase (ni social ni de la otra) y que cuando nos graduamos y trabajamos nos volvemos oligarcas. —La verdad es que ante un buen culo, no hay teoría revolucionaria que valga. Después hablamos, marico. Yo estoy full toda la semana con exámenes. Además estoy asesorando una cooperativa que ya está produciendo. Na guará, marico, a mi me llaman 800peo, en lo que se forman los peos me llaman. Y nada compañero, hay que resolver, nos montamos en eso a darle hasta que se resuelve. Y tú, déjate de olerle las feromonas a la escuálida esa que lo que está es vacilándote, cualquier día de estos te deja fly por uno de los jugadores de rugby con camioneta cuatro por cuatro. III / Guácatela —Ayer me encontré en la biblioteca con el niche ese chavista, él cree que yo no lo conozco, pero yo sí sé quien es él. Aunque se vista mejorcito que los demás y no se ponga la franela roja, aunque se las dé de educado y fino, quién sabe de cuál barrio horroroso vendrá. A mí no es que me molesten los pobres, pero, o sea. ¿De dónde son los malandros? Yo estudio burda y mis padres me dan todo lo que necesito, pero también me exigen. —Entonces, esos malandros, ¿por qué no estudian? —¿Quién sabe? Pero es así chama, en estos días mi mamá se empeñó en que fuéramos a visitar a su mamá, o sea, a mi abuela, pero mis hermanas no querían ir, hasta mi papá ¡puso una cara! Yo fui porque me dio lástima con mi mamá. Lo que pasa es que esa familia es un rollo. Es horroroso. Todos son pobres y la casa huele a grasa, a sudor, no sé, y los otros hijos de ella, o sea mis tíos andan en chancletas, hay uno que no trabaja ni estudia, se la pasa viendo televisión, y el otro trabaja en un taller mecánico, pero nada, después tú lo ves tomando cerveza. Es incómodo. Es lo que te digo, a ninguno de ellos se le ocurre estudiar. Se quedan ahí en su pueblo y ya. Será mejor así, porque los niches que se vienen para acá no estudian, salen mal, no tienen educación ni saben tratar. —Ellos dicen que necesitan comedor, y arman una huelga por esa comida horrible, yo comí dos o tres veces ahí, me dio gastritis y me salieron gusarapos en los exámenes de heces que siempre me hago. Mejor que lo cierren. Ajá, ellos dicen que necesitan el comedor porque no tienen con qué comer, pero toman birras, yo los he visto. ¿Cómo así que no tienen para comer? Los demás no tenemos culpa de eso. No podemos perder clases porque unos cuantos niches se pongan cómicos y cierren la universidad. Yo no sé ellos, pero yo necesito graduarme. —Bueno chama, yo no soy chavista ni como en el comedor, pero tengo una amiga que me consta, que si no come en el comedor se queda sin comer. Cuando cerraron el comedor me pidió que la invitara a comer a mi casa. —No sé chama, hay que tener cuidado con eso, capaz que su papá es borracho y se bebe toda la plata. No puedo creer que no tengan dinero para comer. Bueno, no sé, de repente hay un caso. Pero lo más seguro es que esa gente se droga, por eso están pelando. Ajá, pero el muchacho ese del que te hablaba. Está bien bueno, me ayudó con el informe de fisicoquímica, y después me regaló un chocolate. Me dieron ganas de comérmelo, pero le dije que yo después de las cuatro de la tarde no como carbohidratos, full proteínas y vegetales. El tipo puso cara de ¿Qué? No entiendo y yo, gris. Chao pescao. —Tú sí eres rata, jmm, tú querías comerte al chavista. —No, que va chama, guácatela. —¡Jmmm! Ya veremos. ** María Elvira González mariaelviragonzalez@cantv.net Escritora venezolana (Caracas). Reside en El Limón, Maracay (Aragua). Fue docente en Maracay y en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Beijing (China). Ha sido traductora en la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve) y en forma independiente para diversas publicaciones. Fundó y dirigió durante varios años la revista Libros de Venezuela, que circuló en el país y en bibliotecas del extranjero. La mayoría de sus trabajos están inéditos, aunque dos cuentos breves se publicaron en el diario El Periodiquito (http://www.elperiodiquito.com), de Maracay, y su cuento “Ojos verdes” fue publicado en la página web Escuela de Escritores (http://www.escueladeescritores.com) como finalista del concurso Relatos Breves con Banda Sonora. ||||||||||||||||||||||||||| POST SCRIPTUM ||||||||||||||||||||||||||| “He encontrado poetas de mi misma raza en distintos países y en poetas de diferentes edades”. Juan Manuel Roca, entrevista en Página/12 (15/6/07, http://tinyurl.com/5lghm9). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviarnos algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. Usted puede verlas en el Web en http://www.letralia.com/tierradeletras/publicar.htm. 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