~~~~~~~~~~~~~~~ Año XIII Cagua, Venezuela Nº 193 ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ http://www.letralia.com ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ 18 de agosto de 2008 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras, es ~~~~~~~~~~~ la revista de los escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos en Internet. ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a info@letralia.com ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ ISSN: 1856-7983 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ === Sumario =============================================================== | Otro Necronomicón. / El ángel guardián de Felicidad. / | Breves Publicación gratuita de libros digitales. / Signos de | piel. / Recordando al poeta. / Tardes cubanas. / | Seminario en Malos Ayres. / Terminó la guerra. / Manual | romántico. / A actuar. / Escritura superior. | | Fundación Gerardo Diego publicará diccionario de poesía | Noticias de Cantabria. / Quino recibe el premio “José Hernández”. | / México confiere rango constitucional al derecho a la | cultura. / Premio José Donoso para el escritor español | Javier Marías. / Casi 90 años después, justicia peruana | desagravió al poeta Vallejo. / Poeta indio Subhro | Banddyopadhya recibirá beca Antonio Machado. / Uruguay | reabre el caso de la nuera del poeta Juan Gelman. / | Murió el poeta y ensayista español Antonio García | Ysábal. / Vargas Llosa hizo fugaz visita a Caracas. / | Denuncian parálisis de la organización del Año | Hernandiano. / IV Festival de Poesía Alternativa | celebrarán en Riohacha. / Docentes de literatura y | humanidades se reunirán en Colombia. / Usos pedagógicos | de la teoría literaria expondrán en Argentina. / | Cartagena reunirá a cuenteros de Latinoamérica. / Poetas | chilenos se reunirán en Santiago. / Encuentro “La de las | Siete Colinas” realizarán en Argentina. / Estudiantes | peruanos hablarán sobre literatura latinoamericana. | | Tebeosfera. / Blog de Libros. / Policial argentino. / | Literatura Revista Teatro/Celcit. / La Biblioteca Imaginaria. | en Internet | “Baudelaire y la crítica de arte”, Musa Ammar Majad. / | Artículos y “Recordar o mentir: oficios de dios”, Manuel Iván Urbina | reportajes Santafé. / “Puntos de fuga”, Efi Cubero. / | “Calicalenturas de un angelito empantanado”, Gabriel | Rimachi Sialer. / “Ceremonias de interior y Carreras | delictivas”, Andrés Mauricio Muñoz. / “El caso Padilla y | el Primer Congreso de Educación y Cultura”, René Dayre | Abella. / “La primera poeta del romanticismo boliviano”, | Víctor Montoya. / “La sonrisa del Quijote (Una concesión | a la melancolía)”, Ricardo Martínez-Conde. / “¿Cómo | serán los libros del futuro?”, María del Carmen | Villaverde de Nessier. / “Gonzalo Lizardo vs. Gonzalo | Lizardo (Holografía no autorizada)”, Manuel R. Montes. / | “El atanor y la llama”, Ernesto Fernando Iancilevich. | | Carol Zardetto: “Creo que he pasado el examen que | Entrevistas cuenta: la aprobación del público”, entrevista por | Lilian Fernández Hall. / Adán Echeverría, compilador del | Mapa Poético de México: “Hay que romper con las | antologías que sólo se hacen para cultivar egos”, | entrevista por Jorge Gómez Jiménez. | | “El Cid cabalga: entre tradición y modernidad”, Laura | Sala de ensayo Quadrelli. / “El agua pesada, lodosa y muerta en Ilona | llega con la lluvia, de Álvaro Mutis”, Laura Beatriz | Uzcátegui M.. / “Carlos Fuentes y el pan nuestro de cada | día: infelicidad, infidelidad e infamia en Todas las | familias felices”, Asima F. X. Saad Maura. | | “Pasado y otro tiempo”, Leslye Tánchez. / “Esta casa | Letras nueva”, Tibisay Vargas Rojas. / Dos relatos de José | Manuel Domínguez Valcárcel. / Poemas de Frank Otero | Luque. / “El bautizo”, Luis Villagrana. / “Con los ojos | perdidos en el placer”, Raúl García Palma. / “Shao”, | Juan Pérez Rosales. / Poemas de Marlene Pasini. / | “Antes, ahora, después”, Susana María Cavallero. / | Poemas de Santiago Acosta. / “El ciego y mi mujer”, | Marisol Flamenco. / “Preludio del adentro”, Eva Ruiz. / | “Señorita”, María Montelongo. / Dos poemas de Miguel | Aguado Miguel. / “El escape”, Ricardo Abdahllah. / | Poemas de Paula Ramos. | | Ida Gramcko. | Post Scriptum | =========================================================================== HABLEMOS..., de Octavio Santana Suárez Redactado a la manera de los clásicos de la filosofía, en el estilo característico del español Octavio Santana Suárez, Hablemos... dibuja diversas reflexiones sobre los grandes temas de siempre. “Un inmenso poema del pensamiento”. Antonio Núñez Ordóñez. Léelo en Editorial Letralia: www.letralia.com/ed_let/hablemos =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753 =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Premio Key Site Award, de Fortress Design, en mayo de 1999 http://www.fortressdesign.com =========================================================================== Premio a la Excelencia, de Exodus Ltd., en mayo de 1999 http://www.exodusltd.com =========================================================================== Premio Mejor Página de Poesía, de La Blinda Rosada, en julio de 1999 http://blindarosada.org.ar =========================================================================== Segundo lugar en los premios Lo Mejor de Punto Com, diciembre de 2004 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Lo Mejor de Punto Com, octubre de 2005 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2006, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2008, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Para suscribirse a Letralia, envíe un mensaje vacío a: letralia-subscribe@gruposyahoo.com Para desuscribirse, envíe un mensaje vacío a: letralia-unsubscribe@gruposyahoo.com También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.letralia.com/herramientas/listas.htm Ediciones anteriores: http://www.letralia.com/tierradeletras/archivo.htm ||||||||||||||||||||||||||||||| BREVES |||||||||||||||||||||||||||||| Otro Necronomicón. La 18ª edición del Necronomicón ya está en línea, e incluye los relatos “Una flor en el cementerio”, de Joaquín Torres; “Maxwell Huntington, escritor”, de Víctor Cuotto Drax, y “De repente doppelgänger”, de Héctor Chavarría. Las historias de estos autores tratan sobre los viajes en el tiempo de un vengador, los tormentos de un escritor atrapado por su oficio y un terror de la era del romanticismo. La ilustración, una visión gótica en blanco y negro del terror, corresponde al venezolano Juan Raffo, artista ganador del primer Premio Internacional de la Editoriales Electrónicas en la categoría ilustración. Publicada por Jorge De Abreu para la Asociación Venezolana de Ciencia Ficción y Fantasía, el Necronomicón es una publicación periódica dedicada a la ficción muy corta del género fantástico (terror, fantasía y ciencia ficción). Está concebida como un homenaje a H. P. Lovecraft, por lo que la temática lovecraftiana es favorecida dentro de la línea editorial. Publica relatos de menos de 1.000 palabras de longitud. Las colaboraciones deben ser remitidas a necronomicon@avcff.org. http://necronomicon.avcff.org/necronomicon/necro18/necro18.htm El ángel guardián de Felicidad. En 1987, la escritora española Felicidad López Vila se debatía en la duda de si matricularse en las facultades de filosofía o psicología. Entonces, un casual e imprevisto viaje cambió el rumbo de su vida y la llevó a interesarse por el estudio de las terapias alternativas, la metafísica y la parapsicología, mientras que cursaba estudios en la Escuela Oficial de Idiomas y desarrollaba su faceta como pintora. En el trayecto, un desconocido le propuso escribir un libro y, aunque al principio se negó, finalmente acabó accediendo al quedar fascinada por la dualidad abstracta de la existencia. Así nació su novela Tropecé con un ángel, en la que su protagonista, Aura, conoce en una librería a Om, quedando prendada de él y recuperando la fe en sí misma, descubriendo aspectos de la vida desconocidos para ella. Pero Om tiene que revelar su secreto: él es su ángel guardián y, mientras intenta ganarse sus alas, ha venido para salvarla de caer en un camino erróneo. Al revelar su identidad, Om desaparecerá y será amonestado en el Cielo, convertido en un ángel con las alas atadas. Tropecé con un ángel ya puede adquirirse en librerías de varias ciudades españolas. http://felicidadlopezvila.iespana.es Publicación gratuita de libros digitales. La editorial electrónica Remolinos está ofreciendo un servicio gratuito de publicación de libros digitales para autores de habla hispana, sin importar si sus textos son inéditos o si ya han sido publicados. Remolinos quiere crear una biblioteca alternativa de literatura, teniendo en cuenta obras cuyos autores no tengan los recursos necesarios para publicar un libro impreso y también abrir una ventana de expresión literaria para compartir las obras en formato digital. El sello ofrece la publicación digital gratuita, su almacenamiento en la red para que se pueda descargar libremente, difusión gratuita a través de la base de datos de la Revista Literaria Remolinos y a través de Internet, una entrevista al autor acerca de su actividad literaria y la respectiva reseña del libro publicado. Los derechos de la publicación son exclusivos del autor. Podrán publicar todas las personas que deseen con una o más obras siempre y cuando la obra se encuentre en español o con su debida traducción al español, y se admiten libros en todos los géneros. En el caso de que la obra ya haya sido publicada en formato impreso, se requerirá suministrar el archivo de texto (en formatos .doc o .pdf) al correo electrónico artesinlucro@gmail.com, así como un ejemplar de la obra que deberá enviarse a Paolo Astorga (avenida Malecón Checa 557, San Juan de Lurigancho; Lima 036, Lima-Perú). Si la obra es inédita, bastará con hacer el envío al correo indicado, junto con una reseña biográfica no mayor de diez líneas, un correo de contacto y una foto del autor, todo en un correo con asunto “Editorial Electrónica Remolinos”. La convocatoria está abierta permanentemente y cada dos meses se agregará nuevos títulos al catálogo de la editorial. http://es.geocities.com/revista_remolinos Signos de piel. Tal es el nombre de la exposición de la escultora bogotana Claudia Hakim (Bogotá, 1957) que se presentará desde el próximo jueves 21 en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia, en Maracaibo (Venezuela). Las 29 piezas de gran formato exhibidas en esta muestra, procedentes de la colección de la artista, tienen como elemento básico la geometría y el movimiento. Esta exposición itinerante viene de exhibirse exitosamente en Venezuela en los espacios de la Galería de Arte Braulio Salazar, de la Universidad de Carabobo, y del Museo Carmelo Fernández, en Yaracuy. Hakim, siendo diseñadora textil —oficio que ha influido en su trabajo artístico—, inició su carrera artística en este campo participando en varias exposiciones individuales y colectivas; sin embargo, la artista ha experimentado con diversos materiales, los que —según escribe Fernando Toledo, crítico de arte, en el catálogo de la exposición— “se convierten en el hilo conductor de su obra, que en un recorrido sustancioso ha ido llevando a la artista a una permanente confrontación con la textura y a la necesidad de explorarla y de apropiarse de ella”. Esculturas de metal, instalaciones interactivas y otras piezas podrán ser apreciadas por el público desde este jueves cuando la muestra sea inaugurada a las 7:30 de la noche. De igual forma, el viernes 22 a las 10 de la mañana se realizará un taller referido a la exhibición donde los participantes podrán crear sus propias esculturas. La entrada a ambas actividades es gratuita. http://www.maczul.com.ve Recordando al poeta. Un homenaje al poeta venezolano Juan Sánchez Peláez será celebrado el próximo miércoles 27 de agosto, a las 7:30 de la noche, en la Sala Experimental del Centro Cultural Chacao (avenida Tamanaco detrás del Centro Lido, El Rosal, Caracas, Venezuela), con la participación de los poetas Rafael Cadenas, Octavio Armand, Alejandro Oliveros, Tarek William Saab y Patricia Guzmán. La velada, de entrada libre, será moderada por Alexis Romero, quien comparte la organización con la poeta María Teresa Ogliastri. Natural del estado Guárico pero residente en Caracas desde hacía varios años, Sánchez Peláez falleció el 20 de noviembre de 2003 a los 81 años de edad. Había ganado el Premio Nacional de Literatura en 1975, como reconocimiento a una carrera literaria que se manifestó en obras como Elena y los elementos (1951), Animal de costumbre (1959), Filiación oscura (1966), Un día sea (1969), Rasgos comunes (1975), Por cuál causa o nostalgia (1981) y Aire sobre aire (1989). http://www.chacao.gov.ve/culturachacao Tardes cubanas. El próximo sábado 30 de agosto será presentada la novela Atardecer en Cuba, de la escritora Gioconda Carralero Dominicis. Publicado por el sello argentino Edamex, el libro de 155 páginas será presentado por la escritora y periodista mexicana Angélica García Santa Olaya. Carralero aborda la realidad social y política de su país natal a través de crónicas que parecieran pretender fijar la fugacidad de momentos que atesora la memoria, vividos muchos años atrás en una Cuba feliz, plena del resplandor que emana de la libertad de pensar y de decir y de la esperanza de vivir cada día con mayor dignidad. Así, la autora evita politizar el tema, abarcándolo desde la sencillez de la vida cotidiana y retratando las realidades que no se pueden negar ni ocultar, porque saltan a la luz desde hace años. “Los cubanos de hoy viven el desencanto de la traición”, reza la reseña de la editorial. “La revolución les había promedio una sociedad igualitaria y libre y ellos le creyeron. Pero día a día fue vaciándose de esencias el sueño revolucionario y una tras otra las desilusiones confluyeron en un desengaño total. Esta es la novela de ese cambio”. La presentación será a las 12 del día en la sede de Edamex (Heriberto Frías 1104, Colonia del Valle, cerca de la estación del Metro División del Norte). http://www.edamex.com/catalogo/product_info.php?products_id=353 Seminario en Malos Ayres. Promovido por el Grupo de Escritores de los Malos Ayres, este 1 de septiembre se iniciará el seminario gratuito sobre monografía, tesis y ensayo literario que la escritora argentina Liliana Díaz Mindurry (Buenos Aires, 1953) dictará a estudiantes de humanidades, periodistas, escritores, docentes y, en general, a cualquiera que esté interesado en el tema. El seminario se extenderá por todo el mes en sesiones de 5 a 6 de la tarde y se realizará en La Dama de Bollini (Pasaje Bollini 2281, entre Peña y Melo). Sólo se deberá abonar el costo de una consumición. Para reservar cupo es preciso escribir a lidimienator@gmail.com o a info@malosayres.com, o telefonear a los números (15) 4031-3110 o (15) 6577-3901. Se otorgará certificado de asistencia a quienes asistan a todo el seminario. Ganadora de importantes reconocimientos como el Premio Planeta, el Premio Juan Rulfo, el primer Premio Municipal de Buenos Aires y el primer Premio Fondo Nacional de las Artes, Díaz Mindurry ha publicado los poemarios Sinfonía en llamas, Paraíso en tinieblas (primer Premio Instituto Griego de Cultura y Embajada de Grecia) y Wonderland, los libros de cuentos Buenos Aires ciudad de la magia y de la muerte, La estancia del sur (primer Premio Municipal de Buenos Aires, inéditos 1990-91), En el fin de las palabras, Retratos de infelices, Último tango en Malos Ayres y las novelas La resurrección de Zagreus, A cierta hora, Lo extraño (primer Premio Fondo Nacional de las Artes), Lo indecible, Pequeña música nocturna (Premio Planeta 1998) y Summertime. http://www.malosayres.com Terminó la guerra. Con motivo de la celebración, el próximo 1 de abril de 2009, de los 70 años del final de la guerra civil en España, la Comisión Cívica de Alicante para la Recuperación de la Memoria Histórica publicará en su página los mejores poemas relacionados con dicho tema. Los poetas pueden enviar entre el 1 de septiembre de 2008 y el 30 de enero de 2009 sus creaciones, acompañadas de sus correspondientes reseñas biográficas, a poesia.c.c.alicante@gmail.com. Los mejores poemas se publicarán en la página y un comité se reunirá para decidir cuál de los poemas recibidos se leerá el día del recital poético organizado por la organización como parte de los actos y homenajes que se celebrarán a lo largo del próximo año 2009. http://memoriadealicante.blogspot.com Manual romántico. La empresa de servicios editoriales Premura acaba de publicar en la red su dossier especial Cómo escribir novelas románticas, en el que se recogen estrategias y técnicas para quien se quiere iniciar en este género, que vende actualmente casi un tercio de los libros que se publican en todo el mundo. “Puede parecer fácil escribirlas”, dice la reseña de Premura, “pero como todo, tienen sus propias claves. Escribir una novela romántica que impacte en las lectoras es una de las mejores maneras de ver el propio nombre en letras de imprenta”. El dossier explica todos los secretos del género, analiza el mercado editorial y lector en España, y las técnicas y trucos para lograr una novela de éxito: cómo crear personajes masculinos convincentes, la importancia de escribir con seudónimo, las claves del héroe romántico, cómo evitar los clichés, mezclar diferentes géneros sin perderse y el tratamiento del sexo en las novelas son algunos de los temas que se discuten en el libro, que tiene un costo de 29 euros y se puede adquirir en línea. http://www.premura.com/archivos/escribir_novela_romantica.htm A actuar. A partir del 2 de septiembre será dictado en la Casa de Rómulo Gallegos (Altamira, Caracas) el Taller de Actuación (2º nivel) de Gerardo Blanco, del Grupo de Teatro Bagazos. Este taller está dirigido a personas interesadas en el área actoral que quieran adquirir y/o revisar sus técnicas a través de un montaje, para lo cual deberán estar dispuestos a enfrentar un texto teatral y todos los compromisos y responsabilidades que esto representa, con el objetivo de presentar un trabajo final (presentación de la obra) cuya producción será parte de la experiencia de aprendizaje. Los participantes podrán así explorar sus capacidades y potenciar sus conocimientos en un ambiente real, con una producción que desarrollarán a través de todas sus etapas. Se le dará especial importancia al texto y al actor como protagonistas insustituibles del hecho teatral, tomando como punto de partida las emociones, la energía y las acciones. El taller tendrá una duración de tres meses y se dictará los martes y jueves de 6 de la tarde a 8 de la noche. Tiene un costo de 700 bolívares, que deben cancelarse en dos cuotas, una al inicio y otra al final. Para solicitar información se puede telefonear a los números (0212) 2852721 o 2852990, o escribir a eventos@celarg.org.ve. http://www.celarg.gob.ve Escritura superior. El Instituto de Creatividad y Comunicación (Icrea), ubicado en Caracas, iniciará a mediados de septiembre su 18ª Programa Superior en Escritura Creativa (PSEC), una iniciativa dirigida a quienes están dispuestos a formarse con rigor en el oficio literario. Estructurado por semestres, el PSEC abarca tanto la expresión escrita (narrativa, ensayo, artículos) como el guión (cine y TV). Además, se complementa con talleres especializados de corta duración para atender los intereses personales de los participantes (telenovela, radio, teatro). Este centro de estudio cuenta con docentes de amplia experiencia en la enseñanza del oficio, muchos de ellos prestigiosos escritores de Venezuela. Igualmente, muchos de sus egresados han destacado como escritores en diversos campos y algunos han ganado premios tanto nacionales como internacionales. Se ofrece en horarios matutinos, nocturnos y sabatinos (para quienes lo cursen en la semana, los días martes y jueves). El costo por trimestre es de 1.250 bolívares. Tanto las inscripciones como las clases se efectuarán en la sede del Icrea, en la avenida San Juan Bosco (entre 1ª y 2ª transversal) de Altamira, edificio Torbes, piso 5, oficina 62, al lado de Friday’s. http://www.icrea.org.ve ¿Quiere publicar una nota en este espacio? Envíenosla por correo electrónico a breves@letralia.com. === ¿Le interesa estar informado sobre concursos? ========================= Reciba por correo electrónico los anuncios vigentes de concursos literarios y artísticos en general suscribiéndose a nuestra lista de distribución. Todo lo que tiene que hacer es enviar un mensaje vacío a letralia-concursos-subscribe@gruposyahoo.com, o visitar nuestra cartelera de concursos en http://www.letralia.com/herramientas/concursos.htm. Si desea enviarnos las bases de un concurso, escríbanos a info@letralia.com |||||||||||||||||||||||||||||| NOTICIAS ||||||||||||||||||||||||||||| *** Fundación Gerardo Diego publicará diccionario de poesía de Cantabria La Fundación Gerardo Diego (http://www.fundaciongerardodiego.com) prepara la publicación de un diccionario que recoja la poesía de Cantabria entre los años 1970 y 2000, así como una bibliografía de la Generación del 27 y el libro El 27 y la Universidad Internacional de Santander (1947-2007), según informó en un comunicado el pasado martes 5 de agosto. Trabaja también en el tercer pliego de La Sorpresa y el número 5 del Cuaderno Adrede, ediciones periódicas que se distribuyen en el circuito académico, cultural y de personas relacionadas con la institución. Además, seguirá desarrollando la catalogación de la biblioteca de Gerardo Diego y propiciando la difusión de la obra del poeta santanderino. Estas actuaciones se suman al trabajo realizado por la institución el pasado año, cuya memoria acaba de presentarse al Patronato de la Fundación en una reunión que presidió el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, y en la que tomó posesión como miembro del Patronato, en representación de la familia del poeta, Isabel Diego, en sustitución de su hermana Elena. De acuerdo con los datos de la memoria, la Fundación Gerardo Diego editó un total de veinte publicaciones en 2007, año en el que participó además en once congresos, encuentros, seminarios y presentaciones, y trabajó en proyectos como la elaboración del catálogo completo de la colección de revistas de la biblioteca Gerardo Diego, compuesta por 599 títulos; y en la catalogación de la sección de música de la colección de monografías de la biblioteca del poeta santanderino. Entre las publicaciones, destacan la obra Gerardo Diego; antología poética, con la selección e introducción de Francisco Javier Díez de Revenga; Manual de espumas; la plenitud creacionista de Gerardo Diego, de José Luis Bernal, obra galardonada con el VII Premio Internacional “Gerardo Diego” de Investigación Literaria, y El legado de Juan Ramón Jiménez en la poesía española contemporánea, con las actas de las jornadas de estudio organizadas por la fundación y el Centro Cultural Generación del 27 en Santander. Además, la fundación editó las obras Gerardo Diego. Versos diversos. Antología, con la selección e introducción a cargo de José Luis Bernal; e Inés Fonseca: Generación del 27, que incluyó la edición musical en CD y un libro con los textos de los poetas del 27. Entre las actividades organizadas el año pasado por la Fundación Gerardo Diego o en las que colaboró se encuentran el XV Simposio de Actualización Científica y Pedagógica para Profesores de Español, celebrado en Santander; el congreso “Memoria del 27: la recuperación del panorama poético español de Gerardo Diego”, que se impartió en la Universidad de Cádiz (http://www.uca.es), y el homenaje a Rafael Montesinos por los poetas madrileños en la Casa de Cantabria en Madrid (http://www.casasdecantabria.org/madrid), donde también se celebró un concierto recital en homenaje a Gerardo Diego. También prestó su apoyo a iniciativas como la exposición de ediciones de autores del 27 organizada por la Fundación Rafael Alberti (http://www.rafaelalberti.es) en El Puerto de Santa María al cumplirse el 80º aniversario de la Generación del 27. Entre los trabajos técnicos llevados a cabo desde la sede de la fundación en Santander se encuentran la elaboración del catálogo completo de la colección de revistas de la biblioteca Gerardo Diego, compuesta por 599 títulos; la catalogación de la sección de música de la colección de monografías de la biblioteca del poeta santanderino, la elaboración de la formativa que regula el acceso y los servicios de la biblioteca; y la actualización continua de las colecciones “Gerardo Diego” y “Poesía española del siglo XX”. Fuente: Cantabria Confidencial *** Quino recibe el premio “José Hernández” El dibujante y humorista gráfico argentino Joaquín Lavado, más conocido como Quino y creador de la entrañable “Mafalda”, recibió este 5 de agosto el premio “José Hernández”, otorgado por la Provincia de Buenos Aires y dotado de un facón de plata, por su aporte a la cultura universal a través de sus “inolvidables criaturas”. Quino recibió el premio de manos del gobernador Daniel Scioli, quien encabezó el acto celebrado en el auditorio de la Casa de la Provincia de Buenos Aires (http://www.casaprov.gba.gov.ar). “Alguna vez leí a Mafalda preguntarse por dónde había que empujar a este país para llevarlo adelante. Y se me ocurre que la educación y la cultura son dos herramientas formidables para eso”, expresó. El público homenajeó al dibujante aplaudiéndolo de pie, en una ceremonia en la que se encontraban presentes sus familiares; colegas como Rep, Caloi, Renata Schussheim y Carlos Garaycochea; admiradores y amigos como el director de teatro Hugo Urquijo, el escritor Rodolfo Braceli, la ex ministra de Cultura de la Ciudad, Silvia Fajre, y el músico Eduardo Falú, que recibió el mismo premio este año. El gobernador agradeció al dibujante el haber “prestado” a Mafalda para una campaña de fomento de la lectura. “Quino es un hombre de una trayectoria ejemplar, un hombre de mundo, un espíritu emprendedor como los que se necesitan para empujar al país hacia adelante”, dijo en un breve discurso. Daniel Divinsky, editor de Quino, sacó risas al público al corregir al locutor, que había hablado de “la revista” Mafalda. “Pasando revista”, dijo, “prefiero considerarla libro”. Al final, le cedió la tarima a Quino después de decir que lo más le gusta en el mundo “es ser editor y tener un autor como Quino”. El dibujante agradeció el regalo y la distinción, pero al iniciar su discurso declaró: “Confieso que al principio no tenía ganas de venir. ‘Gente política’, pensé, ‘va a ser un plomo’ ”. Contó una anécdota de su infancia con la que reivindicó su derecho a apoyar una campaña oficial de lectura y sin embargo mantener su independencia. “Existe una vieja costumbre argentina que yo descubrí de chico, cuando vivía en el barrio de San José, en Mendoza, y por esas calles pasaba un auto cada cuatro horas. Ahí nomás, los vecinos ya te venían a preguntar si eras de Ford o Chevrolet. Era tajante, había que estar a favor o en contra de alguien. Esto se sigue repitiendo ahora, con esto de que se está con los Kirchner o con los agricultores”. Nacido en Mendoza en 1932, Joaquín Lavado se instaló a temprana edad en Buenos Aires, donde estudió Bellas Artes e inició su prolífica carrera como dibujante y humorista gráfico. En 1962, el semanario Primera Plana publicó Mafalda por primera vez como tira fija. Muy pronto, ese mundo infantil compuesto por arquetipos adultos, que reflejaba a la clase media argentina, se hizo tan famoso que en 1965 empezó a publicarse diariamente en el periódico El Mundo. En 1968 Mafalda llegó a Italia y luego a España, donde su éxito fue casi tan rotundo como en Buenos Aires. Posteriormente la historieta se tradujo a varios idiomas y ganó popularidad en otros países. No obstante, en 1972 su autor decidió no volver a dibujarla, pues hasta entonces había vivido presionado por el ritmo que le imponían las tiras diarias. A partir de 1973, cuando se instaló con su esposa en Milán, publicó varios libros de historietas humorísticas entre los que destaca la serie Mundo Quino, pero nunca alcanzaron la repercusión del legendario personaje y los de su entorno, que, a más de treinta años de su desaparición se repiten en posters, juguetes, postales, camisetas y en todo objeto susceptible de estampación. En 1990 se acogió a la doble nacionalidad y adoptó la española, pero aunque residió algún tiempo en Madrid, regresó finalmente a Buenos Aires. Fuentes: Clarín • Diario Los Andes *** México confiere rango constitucional al derecho a la cultura La Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados del Congreso de México (http://www.diputados.gob.mx) aprobó el pasado 6 de agosto, como ya lo había hecho la de Cultura, un dictamen para establecer en la Constitución el derecho al acceso a la cultura, así como una ampliación de las facultades de los diputados para legislar en la materia. El presidente de Cultura, Emilio Ulloa Pérez, aseguró que por primera vez todos los grupos parlamentarios representados en la Cámara estuvieron de acuerdo en elevar a rango constitucional el concepto de cultura, y consideró que con la votación del miércoles 6 los legisladores rinden un homenaje indirecto a Alejandro Aura y Víctor Hugo Rascón Banda, dos personajes que, dijo, pugnaron siempre por la defensa de la cultura en México. Explicó que, con la reforma, México cumplirá, asimismo, compromisos internacionales en materia de derechos humanos, económicos, sociales y culturales, y que si bien no se requiere ningún permiso explícito para el acceso a la cultura en ese país, ni para que los diputados legislen al respecto, sí es necesario contar con un fundamento constitucional para garantizar su pleno ejercicio. El dictamen aprobado por la Comisión de Cultura adiciona un párrafo noveno en el artículo 4º de la Constitución mexicana, para quedar como sigue: “Toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales. El Estado promoverá los medios para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con pleno respeto a la libertad creativa. La ley establecerá los mecanismos para el acceso y participación a cualquier manifestación cultural. El Estado tutelará estos derechos”. Asimismo, la reforma considera una adición a la fracción XXV del artículo 73 constitucional, para agregar, entre las facultades del Congreso de la Unión, la de “legislar en materia de derecho de autor y otras figuras de la propiedad intelectual relacionadas con la misma”. También se adiciona la fracción XXIX-0, para establecer como facultad del Poder Legislativo Federal, “la de expedir leyes que establezcan las bases sobre las cuales la Federación, los estados, los municipios y el Distrito Federal, coordinarán sus acciones en materia de cultura”, salvo las reservadas al gobierno federal en materia de conservación y preservación de monumentos históricos y zonas arqueológicas. Fuente: La Jornada *** Premio José Donoso para el escritor español Javier Marías El escritor español Javier Marías fue galardonado este 6 de agosto con el Premio Iberoamericano de Letras “José Donoso”, que concede desde 2001 la Universidad de Talca (http://www.utalca.cl), en Chile, en una decisión unánime en la que el jurado reconoció “el trabajo de una vida entregada a la literatura” por parte del autor de Los demonios del lobo. El premio, que es auspiciado por el Banco Santander Chile (http://www.santander.cl), está dotado de 20.000 dólares, una medalla y un diploma que serán entregados al escritor en 2009. Marías, al ser informado vía telefónica, agradeció el reconocimiento y se manifestó contento por el galardón. “Me causa mucho placer recibir un premio desde un lugar tan lejano, porque cuando uno escribe, en realidad, no sabe quién lo va a leer”, dijo Marías. “Cuando uno escribe no se puede imaginar que lo van a leer en su propio país o ciudad, el hecho de saber que en un país tan lejano como Chile se conoce, eso me causa mucho placer”, agregó. Aseguró tener “un buen recuerdo” de José Donoso, ya que tuvo la oportunidad de conocerlo en persona, cuando el chileno le pidió en Madrid que presentara su libro Casa de campo, obra admirada por el español. Nacido en Madrid en 1951, Marías se ha destacado por sus obras narrativas como Todas las almas, que destaca la historia de un profesor que imparte clases en la Universidad de Oxford. Otras de sus obras son Tu rostro mañana (novela que tiene el mismo personaje de Todas las almas, quien vuelve a Oxford luego de divorciarse), Negra espalda del tiempo y Hombre sentimental, entre otras. También se ha destacado en las traducciones, ensayos y artículos periodísticos. Según el jurado, Marías manifiesta en todas su obras “la maestría del manejo del idioma a través de una escritura crítica, inteligente, seductora, que atrapa al lector en sus asedios a la condición humana, desde la paradoja, la conjetura, la ternura, el humor y la poesía”. El jurado destacó que “el compromiso crítico con la memoria histórica y el carácter ensayístico y ético de sus novelas contribuyen a la singularidad de su escritura universal, y le convierten en un referente imprescindible de las letras actuales”. “Según nuestros criterios, Marías era el que más se adhería, además es un escritor conocido internacionalmente, tiene un intimismo en su obra muy interesante, tiene una proyección universal que hace que los lectores se compenetren y se identifiquen con el narrador”, dijo Doménico Antonio Cusato, jurado proveniente de la Universidad de Catania (http://www.unict.it), en Italia. En tanto, Selena Millares, jurado de la Universidad de Madrid, afirmó que “no hubo discrepancia al elegir a un autor que es esencial para las letras actuales, que es conocido, que tiene proyección en el espacio actual y una cierta sintonía con la propuesta narrativa de José Donoso”. Además de Cusato y Millares, el jurado estuvo integrado por Sussane Klengel, de la Universidad Mainz de Alemania (http://www.uni-mainz.de/eng), María de las Nieves Alonso, profesora de la Universidad de Concepción (http://www.udec.cl), de Chile, y el escritor chileno Roberto Merino. El premio “José Donoso” fue instituido por la Universidad de Talca, ciudad natal del escritor chileno (1924-1996), para perpetuar la memoria del autor de El lugar sin límites, y su vinculación a esa región de Chile, a 250 kilómetros al sur de Santiago. Fuente: EFE *** Casi 90 años después, justicia peruana desagravió al poeta Vallejo Con una muestra documental que se exhibe en el Palacio de Justicia, el poder judicial de Perú comenzó este martes 12 un desagravio público para el poeta César Vallejo (1892-1938), detenido injustamente durante 105 días en 1920 por un incendio en el que no tuvo ninguna responsabilidad. La muestra incluye el expediente que se le abrió a Vallejo en esa ocasión, así como el acta por medio de la cual se le designó juez de paz, cargo que ejerció entre 1916 y 1917 en la ciudad de Trujillo. También se exponen sus notas como estudiante de derecho de la Universidad Nacional de Trujillo (http://www.unitru.edu.pe). En 1918, Vallejo comenzó a trabajar en el colegio Barros. Cuando en septiembre muere el director y fundador del citado colegio, Vallejo consigue la plaza de director. Un año después, ven la luz los poemas de Los Heraldos Negros, en los que el escritor recrea la angustia existencial, la culpa y el dolor. Su madre murió en 1920, y al volver a Santiago de Chuco es encarcelado durante 105 días, acusado de haber participado en el incendio y saqueo de una casa. El presidente de la Corte Suprema de Justicia (http://www.pj.gob.pe), Francisco Távara, declaró que la muestra documental es una forma de reivindicar la memoria del poeta en el septuagésimo aniversario de su muerte. Vallejo, cuya inocencia quedó demostrada, fue acusado de incendiar y saquear una casa en su ciudad natal, en el departamento de La Libertad. En la cárcel escribió varios de los poemas de Trilce, una de sus obras cumbre. En 1922, ese mismo año, Antenor Orrego publica los poemas que Vallejo escribió durante su reclusión, recibidos tibiamente por la crítica, que no alcanzaba a comprender la vanguardia. En 1925, cuando Vallejo tenía 35 años, se interroga: “¿Hacia dónde voy? ¿Cuál es mi contribución humana a la vida de los hombres?”. Se trata de una inquietud definida que no es otra cosa que los primeros síntomas de la profunda crisis que pronto le afectaría gravemente hasta 1928. Moriría el 15 de abril de 1938 por paludismo. El autor, quien llevó una vida llena de sufrimientos, depresión y privaciones, es considerado uno de los más grandes poetas en español de todos los tiempos. En 2003, el primer poema de César Vallejo, “Soneto”, fue encontrado por el profesor peruano Hugo Arias Hidalgo, mientras realizaba unas investigaciones de sus estudios de posgrado en la Universidad Hermilio Valdizán (http://www.unheval.edu.pe) de la ciudad de Huánuco. Fuente: EFE *** Poeta indio Subhro Banddyopadhya recibirá beca Antonio Machado La Comisión Nacional para la Conmemoración del Centenario de la llegada de Antonio Machado a Soria (http://www.antoniomachado.info) dio a conocer el pasado 13 de agosto el nombre del ganador de la Beca Internacional “Antonio Machado”, que recayó en el indio Subhro Banddyopadhya, seudónimo de Subhransu Banerjee. Inicialmente y según informó la Comisión, el premio recayó en el chino Hu Xudong, pero a comienzos de junio el ganador descartó desplazarse a Soria como consecuencia, según comunicó el propio afectado en un e-mail, de “una tragedia inesperada” en su familia. De esta forma, tal y como establecen las bases de la beca, ésta pasó de forma automática al primero de los cinco finalistas seleccionados que, tras las oportunas gestiones de visado, acaba de llegar a la capital soriana, donde permanecerá varios meses para escribir un libro de poemas relacionado con Soria y con la figura de Antonio Machado. El objetivo de esta beca, según señaló la presidenta de la Comisión Ejecutiva “Centenario de Machado en Soria”, Amalia Iglesias Serna, es trasladar a Soria a un poeta no español que permanecerá en la provincia durante seis meses para realizar un proyecto de creación poética relacionado con el poeta sevillano en el contexto soriano. A la convocatoria de la beca se presentaron 27 candidaturas procedentes de distintos países. La iniciativa se enmarca en los actos programados por la Comisión para conmemorar el centenario de la llegada de Antonio Machado a Soria, en la primavera de 1907, para hacerse cargo de la cátedra de francés en el instituto que hoy lleva su nombre. Fuente: Europa Press *** Uruguay reabre el caso de la nuera del poeta Juan Gelman La justicia uruguaya decidió reabrir el caso de la nuera del poeta argentino Juan Gelman, detenida-desaparecida hace más de tres décadas, informó este 14 de agosto el abogado de la familia, José Luis González. El juez penal Pedro Salazar dio lugar al pedido presentado por González para que se investigue la desaparición de la argentina María Claudia García de Gelman, detenida en Buenos Aires en 1976, cuando tenía 19 años y estaba en avanzado estado de gestación. María Claudia fue trasladada de manera clandestina a Montevideo poco después, dio a luz una niña en el Hospital Militar de la capital uruguaya y luego desapareció. La hija de María Claudia, Macarena Gelman, a través de González, solicitó hace seis meses a la justicia uruguaya la reapertura del caso de su madre que previamente fue archivado en 2002 y 2005. “En los últimos tiempos surgieron nuevos elementos que respaldan nuestro pedido de reapertura”, afirmó el abogado en declaraciones a medios de prensa locales. El poeta Juan Gelman, que reside en México, “ya fue enterado de la novedad y la recibió con mucha alegría y expectación”, agregó el abogado. El pedido de reapertura fue acompañado de una solicitud “de prueba documental y de citación de nuevos testigos”, destacó González, quien agregó que la localización, a finales de 2005, de restos de dos uruguayos detenidos-desaparecidos durante la dictadura (1973-1985) sepultados en unidades militares, crean “un nuevo escenario” para la investigación. También contribuye el reconocimiento que realizó la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU) de la existencia de vuelos clandestinos que trasladaron de manera ilegal presos políticos desde Buenos Aires a Montevideo. El abogado solicitó a la justicia que se cite a declarar al actual comandante en jefe de la FAU, Enrique Bonelli, al ex jefe de la fuerza José Pedro Malaquín y al ex comandante en jefe del Ejército Ángel Bertolotti. Además pidió que se interrogue al general Raúl Gloodtdofsky, al aviador Uruguay Araujo Umpiérrez, al periodista Roger Rodríguez, que hizo una investigación sobre el caso Gelman, y al ex soldado Julio César Barboza, que integró los cuadros del servicio de inteligencia militar. Macarena Gelman fue criada por la familia de un policía uruguayo ya fallecido que la adoptó y sigue viviendo con la esposa de éste. La joven fue localizada en 2000 por su abuelo, el poeta Gelman, y dos años después recobró su identidad. Fuente: EFE *** Murió el poeta y ensayista español Antonio García Ysábal El poeta y ensayista Antonio García Ysábal, nacido en Barcelona en 1939 aunque afincado durante años en Canarias, murió en Madrid el pasado sábado 16, a consecuencia de “una cruel y rápida enfermedad”, según anunció el también escritor y periodista isleño Luis León Barreto. Diplomado en literaturas africanas por la Universidad de El Cabo (http://www.uct.ac.za), en Sudáfrica, donde pasó largos periodos, García Ysábal fue autor de una obra que incluye cuarenta títulos, entre los propiamente poéticos y los ensayísticos, que comenzó a publicar en 1962, explica León Barreto. En los años 80 y 90 García Ysábal dio a conocer títulos notables, como Laberinto insular, Salmos de la penumbra, Sarah o Kryptos. Según León Barreto, “desde que en 1965 aparecieron sus Leyendas africanas y su Poesía tradicional africana, hasta el Cancionero general africano, se alzó como un especialista ejemplar, quizá para remediar la falta de investigación sobre la variante africana de la identidad canaria; como él decía, la pata perdida de nuestras raíces”. Agrega el periodista que “buscando raíces comunes, cuando transcribía canciones de un poeta anónimo de Sudán se preguntaba si a través de ellas no percibimos el rumor de las endechas aborígenes de Gran Canaria o El Hierro”. Añade que “en los últimos años andaba empeñado en un proyecto editorial denominado Cuadernos del medio siglo, donde recuperó textos de juventud sobre lo que él llamaba ‘el laberinto insular’ ”. Por lo demás, Antonio García Ysábal “llevaba años apartado de casi todo” cuando le llegó la muerte en Madrid, adonde había trasladado su residencia últimamente, señala León Barreto. Fuente: EFE *** Vargas Llosa hizo fugaz visita a Caracas El pasado 16 de agosto estuvo en Caracas el escritor peruano Mario Vargas Llosa, quien viajó a la capital venezolana para asistir al estreno de su obra teatral Al pie del Támesis, escenificada por el Grupo Actoral 80 (http://www.grupoactoral80.com), con los actores Carlota Sosa e Iván Tamayo y bajo la dirección de Héctor Manrique. El escritor elogió el montaje, que consideró concebido desde un ángulo “lleno de pasión, de humor, de juego y también de misterio”. El autor de La casa verde agregó que la representación le pareció “creativa” y “maravillosamente bien interpretada”, por cuya razón considera que “extrae riquezas escondidas de un texto teatral”. “Presencié la obra conociéndola y desconociéndola. Eso es lo maravilloso que tiene el teatro. El teatro es como la vida, siempre permite interpretaciones diferentes según el ángulo desde el cual se la observe, y el ángulo que Héctor ha optado para crear esta obra es realmente muy original. Está lleno de pasión, de humor, de juego y también de misterio”, dijo el escritor. Vargas Llosa dio su apreciación sobre esta pieza —que se presenta de viernes a sábados en el Teatro Trasnocho (Centro Comercial Paseo Las Mercedes)— al finalizar la función de este sábado, subido al escenario junto a Manrique y a los primeros actores, quienes se sintieron halagados con las palabras del escritor. “He visto esta noche mi texto enriquecido por la originalidad de la lectura que ha hecho el director y, desde luego, por la maravillosa interpretación de esta pareja de actores. A todos ellos muchísimas gracias y muchas gracias también a todos ustedes por acompañarme en una noche que va a quedar siempre viva en mi memoria, como una de la experiencias más gratificantes que he tenido como autor de teatro”, concluyó Vargas Llosa, quien posteriormente se retiró a descansar y se marchó del país el domingo 17 en la mañana. Al pie del Támesis está inspirada, según explicó su autor, en la visita que el escritor venezolano Esdras Parra hiciera al cubano Guillermo Cabrera Infante tras su cambio de sexo. Según explica el crítico venezolano E. A. Moreno Uribe, en la pieza, presentada por primera vez en Lima en abril pasado, “un asesino lleva 30 años sin purgar una sanción moral hasta que sueña con su víctima y ésta se le presenta, de manera inesperada y sin que el otro lo identifique inicialmente, convertido en mujer, para obligarlo a que revise lo ocurrido, confiese su culpa e inicie un proceso de aceptación de su verdadera sexualidad”. La obra fue estrenada el pasado 8 de agosto y permanecerá en cartelera hasta el mes de septiembre. Fuentes: Grupo Actoral 80 • SinFlash *** Denuncian parálisis de la organización del Año Hernandiano España declaró el año 2010 como “Año Hernandiano”, por celebrarse el 30 de octubre los cien años del nacimiento, en Orihuela, del poeta Miguel Hernández, pero la organización de las actividades se encuentra en un punto muerto, según denunció la nuera del poeta y representante de la familia, Lucía Izquierdo, este lunes 18. En octubre de 2007, coincidiendo con el 97º aniversario del nacimiento del poeta, las administraciones (Ayuntamiento, Diputación y Generalitat), en manos del PP, y la familia, empezaron a preparar el calendario de actividades previsto para el centenario. La propia consejera de Cultura, Trini Miró, firmó un compromiso con la familia que presentó una propuesta abierta de actividades, entre las que figuraba varias exposiciones, la publicación de toda la obra completa, congresos internacionales, el rodaje de una película, la realización de documentales y dos álbumes de música en formato CD con letras del poeta. “Han hecho caso omiso, van por libre y ni siquiera han contestado”, asegura ahora, preocupada, Izquierdo. “Queremos que todos vayamos juntos, de la mano, pero el tiempo pasa y nos están poniendo entre la espada y la pared”, admite mostrando su inquietud y preocupación porque las administraciones “se han dormido”. En su opinión, para celebrar en condiciones adecuadas un evento de esas características se tiene que preparar con tiempo “y no esconder el ala bajo la cabeza, como están haciendo, nadie da la cara, llevamos un año y medio esperando, todo son buenas palabras pero ningún gesto concreto”, asegura. La familia de Hernández, propietaria del legado del poeta, siente “impotencia” ante tanta descoordinación y confía en que “pronto” las aguas vuelvan a su cauce porque “es conveniente que todos colaboremos”. Mientras la familia espera contactos formales, cada institución empieza a lanzar sus propias iniciativas. La semana pasada el director del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert (http://www.dip-alicante.es/gilalbert/index.htm), Joaquín Santo Matas, anunció que las ciudades de Alicante, Elche y Orihuela acogerán el III Congreso Internacional Hernandiano, ya que el poeta nació en Orihuela, vivió con su mujer, Josefina Manresa, en Elche, y murió en la cárcel de Alicante durante el régimen franquista. Santo confía en que los herederos del legado del poeta participen, ya que poseen la gran mayoría de documentación sobre el autor de El rayo que no cesa. Destacó que este tipo de foros sirven para “poner en común el conocimiento” del mundo poético y “se suelen descubrir obras no publicadas” del autor estudiado. Por su lado, el escritor y biógrafo del poeta, José Luis Ferris, advierte que “si se dejan de lado los intereses económicos y personales, y se pone en valor la figura de este poeta universal, para que por fin, sea reconocido y admirado, el esfuerzo habrá valido la pena”. Dijo confiar en que a partir de septiembre se reanuden las negociaciones entre administración y familia y se lleguen a acuerdos porque “por encima de todo, debe prevalecer el interés de Miguel Hernández y la difusión y estudio de su obra”. Fuente: El País *** IV Festival de Poesía Alternativa celebrarán en Riohacha Entre el miércoles 20 y el sábado 23 de agosto se celebrará, en el Centro Cultural y diferentes colegios de Riohacha, Departamento de La Guajira (Colombia), el IV Festival de Poesía Alternativa (http://festivaldepoesialternativa.blogspot.com), evento que bajo el lema “Desde la percepción de las miradas” es organizado por la Fundación Atrapasueños (http://fundatrapasuenos.50webs.com) en homenaje al poeta mexicano Jaime Sabines. La poeta Betxy Barros, coordinadora del evento, aseguró que contará con la presencia de reconocidas poetas del país como Gabriel Ferrer, Miriam Biosca, Rómulo Bustos, Alfredo Ocampo Zamorano, Jhon Fredy Galindo, Kibeslay Bermúdez, Winston Morales Chavarro (http://www.letralia.com/firmas/moraleschavarrowinston.htm), Yirama Castaño, Dora Berdugo, Jaidith Soto, Solenys Herrera, Juan Pomponio (http://www.letralia.com/firmas/pomponiojuan.htm) y Miguel Iriarte, entre otros. Entre los objetivos del evento se encuentran “promover la formación de público dispuesto a penetrar las líneas de fuerza, poder y saber de la cultura local, regional y nacional hacia la propuesta de construcción ciudadana a través de la poesía”, así como intercambiar voces y pensamientos desde el escenario múltiple de la creación poética. Ofrecer a Colombia y el mundo desde la Guajira un espacio de encuentro, diálogo y divulgación de los valores culturales de la región, y crear espacios de convivencia a partir de lecturas públicas de poemas y otros eventos abiertos, vinculando a la población estudiantil, universitaria y todos los sectores de la sociedad como estructuras que permean el desarrollo sociocultural de los pueblos, son otros de los objetivos del festival. En el marco del encuentro se realizará una serie de talleres como “Sexo oral y literatura”, bajo la conducción del poeta Miguel Iriarte, en el Centro Cultural, el 20 y 21 de agosto. Por su parte, las jornadas académicas se realizarán en instituciones educativas, bibliotecas, auditorios de instituciones y otros centros de la ciudad. Barros indicó que la actividad también se llevará a barrios de la ciudad como La Loma y José Arnoldo Marín, y a municipios como Fonseca y El Molino. La clausura del evento se realizará el 23 en la Plaza Padilla de Riohacha, con la participación de los poetas que participan del evento. Fuentes: El Informador • Web del evento *** Docentes de literatura y humanidades se reunirán en Colombia Del 21 al 23 de agosto se realizará en Manizales, Caldas (Colombia) el II Seminario de Actualización para Docentes en Literatura y Humanidades, un evento académico organizado por la Corporación Cultural Babilonia (http://www.corporacionbabilonia.org) y que reunirá a más de veinte destacados escritores, maestros, investigadores y expertos en el área. Asistirán invitados de España, Uruguay, Chile y Estados Unidos, quienes se reunirán en el Teatro Los Fundadores (http://www.ccclosfundadores.com) de Manizales. El catedrático hispano-estadounidense Alejandro Herrero-Olaizola y el investigador chileno-estadounidense Daniel Noemi Voionmaa, de la Universidad de Michigan, junto con el uruguayo Martín Vidart Novo, de la Universidad de los Andes, componen la cuota extranjera del certamen. Por Colombia participarán Iván Vicente Padilla Chasing, director del Departamento de Literatura de la Universidad Nacional de Colombia (http://www.unal.edu.co); el crítico literario y docente Carlos A. Castrillón, de la Universidad del Quindío (http://www.uniquindio.edu.co); la crítica y docente Luz Mary Giraldo, de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co); el escritor y periodista Carlos Augusto Jaramillo, del diario El Espectador (http://www.elespectador.com), y César Valencia Solanilla, director de la Maestría en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP, http://www.utp.edu.co). Además estarán el poeta y periodista Juan Carlos Acevedo, de la Secretaría de Cultura de Caldas; el poeta, periodista y docente Federico Díaz-Granados y el escritor y docente Gonzalo Mallarino, del Colegio Gimnasio Moderno de Bogotá (http://www.gimnasiomoderno.edu.co); Liliana Moreno Martínez, directora de la Fundación Letra Viva (http://fundacionletraviva.org); el escritor y docente Orlando Mejía Rivera, de la Universidad de Caldas; el escritor y docente Jaime Echeverri, de la Universidad Nacional de Colombia, y Jaime Alejandro Rodríguez, director del Departamento de Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana. Los participantes abordarán temáticas de gran interés para la actualización de los profesionales y personas vinculadas a la cultura literaria y otras disciplinas como la historia, los nuevos medios, el cine, el periodismo, las nuevas narrativas y la pedagogía, entre otras. El seminario tiene como objetivo conocer y discutir las nuevas tendencias en modelos de enseñanza y aprendizaje de la literatura. Está dirigido a docentes y estudiantes que deseen profundizar sus vivencias en el mundo pedagógico de la lectura y la creación literaria. Habrá ponencias sobre ciencia ficción, narrativa norteamericana, narrativa colombiana, ensayo, periodismo, cine, crítica literaria, escritura creativa, lectores contemporáneos y planteamientos de nuevos modelos de aprendizaje, entre otros temas. Además de la inscripción general que permite el ingreso a las veintiún conferencias, talleres y paneles que se realizarán en el marco del evento, las personas también podrán acceder a un módulo de dos conferencias a precios individuales. Las inscripciones para todo el certamen tienen un costo diferencial para particulares, docentes e instituciones, y para estudiantes, quienes pueden acceder a un menor precio. Aparte de esto, los interesados en cursar uno de los doce módulos podrán adquirir por $25.000 la entrada a la doble conferencia que lo compone, como una opción para ingresar a sólo un módulo específico. El evento cuenta con el apoyo de entidades como el Instituto de Cultura y Turismo de Manizales (http://www.culturayturismomanizales.gov.co), la Universidad de Caldas (http://www.ucaldas.edu.co), la Universidad de Michigan (http://www.umich.edu), la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co), el diario La Patria (http://www.lapatria.com) y las librerías Libélula y Palabras, de Manizales, y Quijote y Círculo Cultural, de Armenia y Pereira. Fuente: Corporación Babilonia *** Usos pedagógicos de la teoría literaria expondrán en Argentina En el marco de la Maestría en Literatura para Niños de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR, http://www.unr.edu.ar), en Argentina, el doctor Roberto Retamoso dictará del 21 al 23 de agosto un seminario de usos pedagógicos de la teoría literaria. El seminario se propone revisar el campo y las categorías fundamentales de la teoría literaria contemporánea, atendiendo especialmente a la cuestión de su posible instrumentación en la práctica pedagógica. Sus objetivos fundamentales son la revisión crítica de los supuestos epistémicos sobre los que tradicionalmente se ha basado la enseñanza de la literatura, y la formulación de alternativas que se correspondan con las orientaciones actuales en el campo de las investigaciones teóricas contemporáneas. El programa propuesto pretende realizar un desarrollo de carácter teórico-metodológico capaz de dar cuenta del estado de tales investigaciones, contemplando al mismo tiempo la necesidad de su articulación con los contenidos básicos comunes para la formación docente en lengua y literatura. Por otra parte, este viernes 22, de 6 de la tarde a 8 de la noche, la Biblioteca Argentina “Dr. Juan Álvarez” (Pte. Julio Argentino Roca 731, Rosario) recibirá a las escritoras Sandra Siemens (Premio Fundalectura 2008) y Graciela Bialet, con el auspicio de Editorial Norma, con entrada libre y gratuita. La Maestría en Literatura para Niños de la UNR propone generar un espacio de estudio y de investigación en relación con esta temática, en un marco de reflexión crítica y de permanente revisión superadora que permita la formación postgradual de los graduados universitarios en letras y afines (psicopedagogos, psicólogos, fonoaudiólogos, etc.), y está destinada además a profesionales con título terciario interesados en la temática (docentes, bibliotecarios, etc.). Para informes e inscripción es preciso dirigirse a la Escuela de Postgrado de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR mediante el teléfono (54) 341 4802670 o por los correos electrónicos ep_maestrias@fhumyar.unr.edu.ar y yamilaher@hotmail.com. Fuente: Imaginaria *** Cartagena reunirá a cuenteros de Latinoamérica Con participantes de Argentina, Venezuela, Cuba y Colombia se realizará del 1 al 5 de septiembre el III Festival Iberoamericano de Cuentería, Cuentiarte 2008, que ofrecerá funciones gratuitas todos los días, de 7 a 9 de la noche, en el Centro de Formación de la Cooperación Española (http://www.cifaeci.org.co), Claustro de Santo Domingo, en Cartagena (Colombia). El evento presentará a reconocidos cuenteros de Latinoamérica como Roberto Nield de Argentina, Joel Sánchez de Cuba, Nildhe Silva de Venezuela, Alberto Borja, Reynaldo Ruiz, Felipe Angulo, Dora Malo, José Bernal, Alicia Vásquez y Juancho Sierra, de Colombia, quienes ofrecerán sus cuentos, mitos, leyendas, fábulas y anécdotas urbanas y campesinas al público asistente. Cuentiarte 2008 rendirá homenaje al cuentero argentino Roberto Nield, comediante y actor que se inició actuando en café concerts en Buenos Aires. Sus espectáculos, que viene desarrollando desde hace más de veinte años, se caracterizan por la energía que le imprime a sus relatos, que se basan en sus vivencias. Nield acaba de realizar una exitosa temporada en el Teatro Nacional. Además de la Cooperación Española, la amplia programación tendrá como escenarios la Caza Teatro en el Pie de la Popa, plazas, centros culturales, colegios y universidades. Además, en el marco del festival se realizará previamente el taller “La tradición oral en movimiento” entre el 19 y 22 de agosto, para cuenteros e interesados en aprender técnicas, historias y expresiones del arte de contar. El taller gratuito pero tiene cupos limitados, y es preciso formalizar la inscripción a través del correo cuentiarte@gmail.com. Una de las actividades más importantes del evento será la Gran Narratón que se realizará en la tarde de clausura en Plaza de la Proclamación, donde los cuenteros participantes ofrecerán lo mejor de su trabajo. El festival cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura de Colombia (http://www.mincultura.gov.co), Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC, http://www.ipcc.gov.co), Fondo Mixto de Cultura (http://www.fondoculturanarino.org), la Cooperación Española, Estructura y Construcciones, El Universal (http://www.eluniversal.com.co) y C.I. Océanos S.A. Fuente: Cuentiarte 2008 *** Poetas chilenos se reunirán en Santiago Del 25 al 27 de septiembre se celebrará en Santiago de Chile el I Encuentro Nacional de Poesía Descentralización (http://descentralizacionpoesia.blogspot.com), evento que reunirá a unos cuarenta autores y gestores culturales, la mitad de ellos provenientes de Iquique, Coquimbo, Valparaíso, San Felipe, Rancagua, Talca, Chillán, Concepción, Valdivia, Osorno, Puerto Montt, Punta Arenas y otras regiones del país sureño. Lecturas, reflexión, puesta en escena y diálogo multicultural son algunas de las actividades que se desarrollarán durante el encuentro, que ofrecerá variadas modalidades de expresión de muestras literarias, incluyendo soportes tecnológicos interactivos para que poetas de otras ciudades presencien en línea el encuentro. La organización es llevada a cabo por un equipo al frente del cual está el poeta Oscar Saavedra Villarroel. Entre los objetivos del encuentro están propiciar el aprovechamiento de los espacios culturales tradicionales y centrales a los poetas del sur y norte de Chile, generar interacción e intercambio teórico y practico entre poetas de las regiones y la comunidad y forjar intercambios entre gestores culturales. Igualmente, se contempla otros objetivos más específicos, como la publicación de un libro con textos de los poetas asistentes al encuentro y con la colaboración de Editorial Problema, preparar un registro visual de las experiencias de lectura que pueda ser divulgado a través de Internet y en formato DVD, y abrir una página web . Los escenarios en los que se desarrollará el evento incluyen espacios académicos como la Universidad de Chile (http://www.uchile.cl), la Pontificia Universidad Católica (http://www.puc.cl) y la Universidad de Santiago de Chile (Usach, http://www.usach.cl), espacios institucionales como la Sociedad de Escritores de Chile (Sech, http://www.sech.cl), la Fundación Pablo Neruda (http://www.fundacionneruda.org) o las municipalidades de Macul, La Pintana, Conchalí y La Florida, y espacios de encuentro social, ciudadano y cultural, como centros culturales autónomos, sedes sociales de barrios y locales nocturnos. Para mayor información sobre el encuentro es preciso escribir al correo electrónico de sus organizadores, descentralizacion.encuentro@gmail.com. Fuente: Web del evento *** Encuentro “La de las Siete Colinas” realizarán en Argentina Del 7 al 9 de noviembre de 2008 se realizará en Victoria, Entre Ríos (Argentina), el VI Encuentro Internacional de Arte y Poesía “La de las Siete Colinas” (http://lasietecolinas.blogspot.com), que con el lema “Humanizarte: las artes como apertura al humanismo” reunirá a artistas plásticos, escultores, teatristas, músicos, escritores y profesionales en el campo de las ciencias. Entre los invitados especiales de esta edición se encuentran el sacerdote y escritor mexicano Daniel Baruc Espinal Rivera; el escritor, investigador y periodista chileno Carlos Calderón Ruiz de Gamboa; el escultor argentino-español Xavier Fontela; el artista plástico costarricense Miguel Azofeifa; el escritor y dramaturgo argentino Vicente Zito Lema y el escritor costarricense Alejandro Cordero Vargas. La sede del evento será el Hotel Sol Victoria (http://www.hotelsolvictoria.com.ar). Los participantes podrán presentar ponencias, ensayos o disertaciones de hasta quince minutos de duración, o intervenir, también por hasta quince minutos, en presentaciones de libros y mesas redondas de arte y literatura. Igualmente podrán integrarse a las mesas de lectura, por siete minutos cada día por participante, así como exponer y vender obras y textos literarios, de cuyas ganancias la organización percibirá el 20%. Los primeros cincuenta inscritos podrán aparecer en el catálogo del evento. Las inscripciones podrán formalizarse hasta el 20 de octubre. Se entregará certificado de participación. Para ponencias y presentaciones de libros, los autores deberán enviar sinopsis de hasta veinte renglones. Los escritores que así lo deseen podrán participar en el Concurso de Poesía “Victoria Siempre 2008”, dotado con la edición de un poemario de hasta setenta páginas. Igualmente, los artistas plásticos podrán participar en una exposición de pintura y escultura con un máximo de dos obras por participante, con dimensiones de hasta 1 metro por 1 metro. Estas obras se recibirán hasta el 25 de octubre en el Hotel Sol Victoria. El arancel de inscripción tiene un costo de 30 dólares para participantes extranjeros y de 80 pesos para argentinos. Los oyentes podrán asistir gratuitamente. Fuente: Web del evento *** Estudiantes peruanos hablarán sobre literatura latinoamericana Para generar la reflexión en torno a la literatura latinoamericana desde el ámbito universitario, y propiciar el diálogo académico con el objetivo de ofrecer nuevas miradas y alternativas sobre cómo abordar los estudios literarios en el Perú y Latinoamérica, entre el 24 y el 26 de noviembre se celebrará en Lima (Perú) el II Congreso Nacional de Estudiantes de Literatura, Conelit (http://www.proyectoperuanos.org/conelit). Bajo el lema “Reflexiones universitarias sobre literatura latinoamericana”, el congreso es organizado en colaboración conjunta por estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM, http://www.unmsm.edu.pe), la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP, http://www.pucp.edu.pe) y la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV, http://www.unfv.edu.pe). Se celebrará en los campus de la UNMSM y la PUCP. Podrán asistir estudiantes en cualquier área del conocimiento, así como público en general. Para participar con ponencias es preciso ser estudiante universitario matriculado en el pregrado y posgrado (diplomado, maestría, doctorado) en las áreas de literatura, humanidades o afines, o egresado de bachillerato de un máximo de dos años. El envío de los resúmenes de ponencias (abstracts) se deberá realizar antes del 14 de septiembre de 2008 a la dirección de correo electrónico conelit@proyectoperuanos.org. La aceptación se notificará por la misma vía antes del 28 de septiembre. Las ponencias deberán ser inéditas. No es necesario que sean de autoría individual. Pueden ser parte de un trabajo de investigación mayor, dato que debe incluirse en el documento enviado. Se deberá enviar una sumilla en archivo de Word de 10 a 15 líneas con el título de la ponencia, nombre del autor, correo electrónico, teléfono y filiación institucional (universidad). También se recibirá propuestas de mesas, que deberán incluir el título de la misma, nombres y resúmenes de las ponencias (máximo cuatro ponencias por mesa) y datos personales de cada ponente. Los participantes cuyas sumillas sean aceptadas tendrán plazo hasta el 2 de noviembre para enviar la ponencia completa. Las ponencias enviadas no deberán tener menos de 9 páginas ni superar las 17 a espacio doble. Las ponencias podrán enfocarse en uno de estos ejes temáticos: teoría y crítica literaria latinoamericana, oralidad y discursos literarios andino y amazónico, estudios interdisciplinarios (literatura comparada, estudios poscoloniales, estudios culturales, estudios de género, cine/teatro y literatura, mass media e industrias culturales, estudios subalternos, discursos híbridos, testimonial, periodismo literario), literatura infantil y literatura fantástica en Latinoamérica, estudios coloniales y literatura, identidad y nación en los siglos XIX y XX. Durante el congreso, además de las mesas redondas de estudiantes, se ofrecerán tres conferencias magistrales a cargo de los profesores invitados Aníbal González (Yale University, http://www.yale.edu), fundador y editor general de Bucknell Studies en Literatura Latinoamericana y de las Series de Teoría de Bucknell University Press; Tracy Devine Guzmán, assistant profesor de la Universidad de Miami (http://www.miami.edu), y Rocío Ferreira, assistant profesor del Departamento de Idiomas Modernos en DePaul University (Chicago, http://www.depaul.edu). Fuente: Web del evento ||||||||||||||||||||||| LITERATURA EN INTERNET |||||||||||||||||||||| Tebeosfera http://www.tebeosfera.com Publicación digital española dedicada a estudiar la historieta y las viñetas satíricas y humorísticas. Ofrece información de actualidad sobre el medio, reseñas, artículos, biografías de autores, muestras de obras y un glosario del cómic. Incluye asimismo la novena edición de su catálogo de historietas españolas, que cubre el período 1880-1992, con imágenes de muestra, en color, de cada colección. Blog de Libros http://www.blogdelibros.com Bitácora de la argentina Mariana del Rosal, quien publica regularmente recomendaciones de títulos de prosa, teatro, poesía, ensayo, historia, filosofía, biografía y crítica literaria, así como reseñas de libros de los más diversos autores. Se da a conocer en cada caso un breve resumen del libro así como una mirada acerca de su autor y un enlace para descargar el libro o conocer más sobre el mismo. También ofrece noticias sobre libros y otros materiales. Policial argentino http://policialargentino.blogspot.com Blog policial de la escritora argentina Mónica Sacco. En él publica textos de sus novelas y cuentos del género negro, que aparecen con periodicidad semanal, así como enlaces a otros sitios, noticias policiales, reflexiones sobre el género y otros materiales. Revista Teatro/Celcit http://www.celcit.org.ar/publicaciones/rtc.php Revista de teatrología, técnicas y reflexión sobre la práctica teatral iberoamericana. Publica noticias de actualidad, reseñas, trabajos de crítica y otros materiales relacionados. Es editada por el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (Celcit, http://www.celcit.org.ar). Sus ediciones se pueden descargar gratuitamente en formato PDF. La Biblioteca Imaginaria http://www.labibliotecaimaginaria.es Página de recomendación literaria dirigida por la española Cristina Monteoliva con el fin de promover la lectura. Publica reseñas de obras literarias con imágenes de las portadas correspondientes, así como noticias de actualidad. Se incluye también una “sala de exposiciones” con imágenes de obras artísticas y un directorio con enlaces de interés (editoriales, escritores, portales de escritura y otros recursos). El lector puede comentar los artículos, enviar los suyos propios, avisar de noticias de interés, aportar fotos o hacer sugerencias. ||||||||||||||||||||||| ARTÍCULOS Y REPORTAJES |||||||||||||||||||||| === Baudelaire y la crítica de arte Musa Ammar Majad ================= ¿Cómo ejercía Baudelaire la crítica de arte? De sus textos se puede inferir la respuesta. Ya para el Salón de 1845 anuncia que el método del discurso consistirá simplemente en dividir nuestro trabajo en cuadros de historias y retratos —cuadros de género y paisajes—, escultura, grabados y dibujos, y colocar a los artistas según el grado y el orden que les ha asignado la estima pública (1982, p. 337). De lo que se desprende la existencia de 1) un método, 2) una jerarquización de los artistas, 3) unos valores asignados. En cuanto al método, éste no compete únicamente al aparato discursivo, que comprende ejercer la crítica del Salón artista por artista u obra por obra, sino también al ejercicio de aquellas facultades propias del crítico, a saber —como lo declara en la primera parte del artículo que escribió para la Exposición Universal de Bellas Artes de 1855—: la voluntad aliada a la imaginación para operar en el individuo que contempla y anexiona, por medio de los sentidos, la obra, independientemente del ámbito cultural y geográfico del que ésta provenga. El crítico ante todo —aclara— es un espectador que trabaja sobre la imagen como único resultado. En consecuencia, más que por la naturaleza de su composición, la obra de arte debe ser destacada por sus cualidades subjetivas, dando cabida en el discurso, por tanto, a sustantivos imprecisos como sentimiento o placer. La jerarquización de los artistas y los valores asignados a éstos por el público vienen dados, sobre todo, por la “presencia” en la obra de la imaginación sobre la sensibilidad. Así, para el Salón de 1859, explica que es la imaginación la que ha enseñado al hombre el sentido moral de los colores, de los contornos, del sonido y del perfume. Ha creado, al comienzo del mundo, la analogía y la metáfora. Descompone toda la creación y con los materiales amontonados y dispuestos según unas reglas de las que no se puede encontrar el origen más que en lo más profundo del alma, crea un mundo nuevo y produce la resurrección de lo nuevo (1982, pp. 344-345). Esta “resurrección de lo nuevo” no es otra cosa que la presencia de la originalidad. Tan importante es este carácter para Baudelaire que, al momento de abordar las virtudes de Delacroix, no duda en señalar: “...es el pintor más original de los tiempos antiguos y modernos” (1982, p. 338). Es más una novedad en las formas, las cuales no deben ser discutidas, sí apreciadas, pues la pintura es un evocar, un operar mágico, que escapa a la comprensión, por parte del crítico, de cualquier método utilizado por el artista para suscitar la idea y el sentimiento. En tal línea, la noción de progreso, en cuanto artístico, debe entenderse, como declara para la Exposición Universal de 1855, en función de los logros del artista en imprimir a las obras saber y fuerza imaginativa, y no en las vías adoptadas —que suscitan afirmaciones como la de que “la industria fotográfica era el refugio de todos los pintores fracasados” (1982, p. 343)— para que el cuadro sea una extensión fidedigna de la realidad, que considera trivial. Por todas estas características y nociones que determinan la concepción temperamental que del arte y la crítica posee Baudelaire, cabe la interrogante: ¿cuál modalidad artística es la más idónea para el ejercicio de una crítica tal? Indiscutiblemente, la pintura, que imprime un único punto de vista, el del pintor, permitiendo, por ende, acentuar la expresión, impidiendo —siempre según Baudelaire— que el cuadro sea algo más que lo propuesto por el artista. Referencias bibliográficas • BAUDELAIRE, Ch. (1982). “Salón de 1845”. En CALVO SERRALLER, F. et alt. (edit.) Fuentes y documentos para la historia del arte. Ilustración y Romanticismo (pp. 336-341). Barcelona: Gustavo Gili. — (1982). “Salón de 1859”. En CALVO SERRALLER, F. et alt. (edit.) Fuentes y documentos para la historia del arte. Ilustración y Romanticismo (pp. 336-341). Barcelona: Gustavo Gili. ** Musa Ammar Majad musamajad@hotmail.com Investigador venezolano (Táriba, Táchira; 1977). Licenciado en letras por la Universidad de Los Andes (ULA, http://www.ula.ve). Dirige la Coordinación de Eventos Educativos del Museo de Artes Visuales y del Espacio (San Cristóbal, Táchira), donde ha llevado adelante el Centro de Investigaciones Históricas, Artísticas y Culturales y el proyecto de registro y catalogación de la colección permanente, entre otras actividades. En 2004 recibió la orden Luis María Rivas Dávila, de la ULA, por su alto desempeño académico. === Recordar o mentir: oficios de dios Manuel Iván Urbina Santafé ==== Aproximación a la obra del escritor invitado, Cristian Valencia, realizada en el taller literario de la Red Nacional de Talleres del Ministerio de Cultura y el Banco de la República, y disponible en http://tinyurl.com/6nedge. Creen que imagino, pero eso no es cierto: sólo recuerdo. Vincent van Gogh (Stone, 1984) Entrando por el final Cuando termina de leer “El eterno vuelo de Giselle” (Valencia, 2005) —una de las crónicas favoritas de su autor, el periodista y novelista Cristian Valencia—, no le queda al lector el recuerdo de una historia más, o una anécdota que sorprende, sino “El Cuento” como el escritor anuncia en la entradilla. No es sólo la relación del hecho (la pérdida de la memoria de una mujer, su vida en las calles de Bogotá), sino que allí se participa de la angustiosa incertidumbre de su protagonista, sus intentos de recrear el pasado, que la hacen oscilar entre realidad y fantasía, y los esfuerzos del escritor por hacerse suplantador o dios de Giselle, para dar razón de ella, de su existencia incompleta, del territorio vedado desde donde emergió. Se propone el narrador ponerse en su lugar, para dar las respuestas pendientes; sin embargo, ese dios está limitado. No obstante, hablando de Giselle, narrando su historia, se construye a sí mismo como fabulador y ser de fábula, porque se sabe parte del nuevo mundo del escrito. El texto íntegro atrapa al lector; pero al final lo aguarda la estocada: “Ahí le dejo esa inquietud, señor periodista”, concluye Giselle; “ahí les dejo esa inquietud”, se apresura Cristian Valencia a descargar en el lector ese fardo, la obsesión de Giselle que viene desde la sombra a que se redujo su memoria. El escritor advirtió que esa frase —tan adecuada para una cuentista callejera como para la Esfinge— es una clave mágica que impide que cese la lectura, pues nos devuelve a la obra para hacerla perdurable; ya no es posible escapar u olvidar, porque toca las fibras del ser y el olvido, enfrentando al interlocutor con un sentir universal. ¿Quién narra? El texto inicial es el relato oral; el final, una crónica tan bien “aceitada” como El Cuento en su forma oral. Como se trata de un género venido de la historia, emparentado con los orígenes de la novela, periodístico y literario a un tiempo, el periodista Cristian Valencia no demora en dar paso a Cristian Valencia, el escritor, que juzga la realidad de Giselle, o su versión, como un artefacto literario: “Lo más impresionante de semejante cuento es la urdimbre literaria que lleva implícita”. Valiéndose también de las posibilidades que brinda el género, ya en el tercer párrafo El Escritor se hace cargo de la historia: un narrador en primera persona suplanta a Giselle, pero no en plan de iguales, sino como una deidad literaria que asume el ser de esa mujer para ordenar su relato. Estrategia de cronista, orientada a aclarar para sí mismo y para el lector los hechos, o estrategia de creador, que toma para sí la historia y traslada su botín a la ficción, como hace deliberadamente el novelista. Matrioska, espejos o laberintos La crónica que narra Cristian Valencia está contenida en un envoltorio especial que la hace más atractiva: a la manera de las cajas chinas o de las muñecas rusas —Matrioska, madrecita—, donde una figura aparece dentro de la otra, y otra más pequeña dentro de ésta, así las versiones van conformando un juego de realidades posibles, de narradores responsables de darle al lector —al escritor también, y a la misma Giselle— razón de la vida que una mujer perdió en los laberintos de su mente. La historia que nos comienza a contar el dios de Giselle, no es una versión completa, ni segura, pues existe el grueso filtro de la amnesia, que niega de plano la posibilidad de acceso. Ni siquiera a ella le pertenece lo que cuenta, pues refiere la versión de Pepe, su compañero, tamizada a través de los delirios de bazuco. Y dentro de esta incierta caja china, hay otra, que se declara la más “aceptable” explicación del origen de Giselle: la de Pinocho. Y quizá sea suspicacia de lector, pero el autor de esta versión dentro de la versión de Pepe, tiene dos características para tomarlas con beneficio de inventario: primera, es el nombre de un mentiroso; segunda, es un nombre tomado de la literatura. Y, bueno, vale incluir otra interpretación “iluminada”: ¿Pepe no será amigo, homónimo, sucedáneo, o algo, de Pepe Grillo, la conciencia del primer Pinocho? Un envoltorio mayor es la escritura, esa es la muñeca rusa que recibe el lector de manos de Cristian Valencia y de los múltiples seres que en él se apresuran a contar. Una muñeca especial, vestida de crónica, con los variados colores de la historia, de la literatura, tal vez con el pudor de alguna pretensión de objetividad. Los planos de realidad Es Mario Vargas Llosa, en su libro Gabriel García Márquez: historia de un deicidio, quien enumera unos planos de realidad: dos dentro de la obra (lo real objetivo y lo real subjetivo, sea que el escritor pretenda comunicar lo exterior o recrear su mundo interior) y uno fuera de la obra: la “realidad real”, el contexto en que viven los seres que describen y son descritos en un texto. Ya la atención del cronista, su interés por contar “objetivamente” los hechos, muda la realidad en un objeto que está en el interior de la obra y de su creador; esto es igual de cierto cuando el escritor es un historiador. Valga esta cita donde Vargas Llosa aplica esas categorías al análisis de la obra cumbre de Gabo: “...esta operación de ‘desmesurar’ cuantitativamente lo real objetivo hasta mudarlo en imaginario, se aplica en Rabelais, de manera sistemática, sólo a algunos aspectos de lo real objetivo, en tanto que otros pasan a la ficción con los rasgos cuantitativos que tienen en la realidad real. Exactamente lo mismo ocurre en Cien años de soledad” (Vargas Llosa, 1971, pág. 173). Pues bien, la realidad que ocupa mayoritariamente la crónica no es la “real” (ésta incluso se ignora y se pretende proteger), sino la incierta circunstancia desde donde vino Giselle, amurallada en primera instancia por la memoria perdida, y luego por otras circunstancias que el indigente lector puede cuestionar, sin esperar respuesta de esa mujer y sin darle oportunidad de defenderse. Como ciertos amigos griegos hacían intervenir dioses para resolver conflictos humanos y narrativos, resultará lícita la imprudencia de clasificar dentro de la técnica Deus ex machina algunos elementos del escrito: el primero, el papel que se perdió el día límite entre la amnesia y el recuerdo y que, a diferencia de Pepe, sí lo podrían leer Cristian y sus lectores; el segundo, las huellas que se borraron, hecho del cual, estando las manos permanentemente en el área de visión, ella no hizo conciencia sino bajo la ducha, preparándose para la inminente visita a la Registraduría, mientras Pepe, Pinocho y Juan de Dios esperaban al pie de la puerta. Este es, sin duda, un momento “literario”; cinematográfico incluso: está ubicado en el lugar justo (¿por el cronista o por la informante?). No se incluye en la clasificación un tercer elemento, el de la visita a la Registraduría, porque ya dijo Carlos Fuentes en el reciente homenaje a García Márquez, que en nuestro medio Franz Kafka sería un escritor costumbrista. En la realidad de la crónica (que correspondería en la novela a la realidad de la ficción, del arte-facto), Cristian Valencia es ayudado no sólo por su narrador en primera persona, acusado ya de dios y suplantador, sino por la creadora principal, con su técnica narrativa de construir y reconstruir sin afirmar nada, dejando así un buen espacio al lector. En la realidad real, Giselle tiene una “nueva vida”; incluye a Pepe, Pinocho y Juan de Dios, las calles de Bogotá, las flores del cementerio, los enamorados que compran esas flores en la Zona Rosa. Es su nuevo asidero; ya no tiene un papel que la identifique, ahora su identidad es una historia. Una nueva memoria la aleja de la locura. Y aquí tienen la palabra los hacedores: “La biografía nos dice ‘eres lo que fuiste’. La novela dice: ‘eres lo que imaginas’. La confesión nos dice: ‘eres lo que hiciste’. Pero biografía, confesión o novela requieren memoria, pues la memoria, dice Shakespeare, es el guardián de la mente” (Fuentes, 2002). Ya que la incertidumbre y el no-saberse son temas en la crónica analizada, no se distinguen los límites entre la realidad real, la supuesta existencia de la que vino Giselle y la realidad de la crónica. No es fácil advertir cuándo se muda entre realidad y fantasía, o realidad y creación. No se sabe cuándo está de vuelta desde esas instancias. Con todo, esa definición de planos de realidad pasa por inocua e “irreal”. Y no hace falta la cita de autoridad de Gabriel García Márquez en Cómo se cuenta un cuento: “La imaginación trabaja sobre esos datos [los que da la realidad] y a menudo se queda corta, como es natural. Porque la inventiva de la realidad no tiene límites”. (García Márquez, 1995) El escritor reflexiona sobre su oficio La presencia de El Escritor no se percibe solamente por las estrategias que pone por obra, sino especialmente por las reflexiones que hace sobre su oficio y el proceso de creación en general. Una lectura intencional detecta al menos siete de esas intervenciones. Desde el inicio, el cronista le da a Giselle status de creadora, reconoce su “infalible técnica narrativa”, que combina realidad, recuerdos e imaginación, en un acuerdo inmejorable. Después de pensar en lo que piensa todo artesano, artista, creador o descubridor —en los aprendices—, Cristian Valencia nos propone su propia creación como modelo: “supongo que alguno de los relatos sería más o menos así”. Uno de los primeros trayectos en la construcción de una historia es el de la verosimilitud; algunos escritores lo salvan mencionando un antiguo manuscrito que al fin deciden dar a la imprenta; otros mencionan un personaje, lugar o tiempo conocidos; otros entran de lleno dentro de la historia y de inmediato el lector firma el acuerdo con el creador, con la única condición de que la obra esté bien escrita. Giselle sostiene su historia en unos recuerdos borrosos, en sueños y suposiciones, en posibles lecturas, y en un informante que casi no puede dar razón de sí mismo. Pero hay también una forma, que se podría llamar negativa, de darle verosimilitud a un relato. Giselle lo utiliza, iniciando con la confesión: “poco me importa la veracidad de tales hechos”, y reconociendo enseguida ante la audiencia posible que puede tratarse de un juego. ¿No le importa que le crean? Sí le importa. Pero llega a la verosimilitud por otro camino: si la historia no la tiene, si hay baches evidentes, es mejor confesar para ganarse la confianza —o la compasión— de ese juez riguroso que se acomoda delante del texto. Reconocer las debilidades es también una estrategia, con ellas se suscribe un convenio con cláusulas y condiciones aceptables, que no ofenden la inteligencia de nadie y, de paso, pueden convertirse en excelente técnica narrativa, como en las múltiples voces que relatan la muerte de Santiago Nasar en Crónica de una muerte anunciada. Por ese mismo camino, Giselle (o el narrador encargado por Cristian) sigue contándole intimidades creativas a los lectores (aquí en plural), que para algunos será una amabilidad excesiva. Pero bueno, en todo caso hay que ajustar los “tornillos”, como dice Gabriel García Márquez, para que la insistencia en el “Dice que dijo, Dice que dije” no vaya a sonar “odioso y le quite ritmo a la narración”. El diablo es puerco. Al final del relato, le quita la palabra Cristian a su narrador para insistir en la verosimilitud, para excusarse tal vez por su intervención —por demás permitida en este género—; entonces reconoce que incluyó, para darle la merecida altura literaria, “los artilugios necesarios de la ficción”. No es posible juzgar al escritor y recriminarle aquello de “Excusa no pedida...”, porque en varias momentos de la lectura surgió la pregunta de si sería Cristian o Giselle quien le narraba. Además, es precisamente en este punto de la estructura que Cristian desmonta al lector en la realidad real, alelado e indigente, para entregarle el fardo de incertidumbre que se nombró al comienzo. Y, en el último párrafo, no se despide una mujer sin huellas, sino varios seres, a saber: Cristian El Escritor, El Periodista que lo acompaña, y otro Cristian que se asoma con insistencia en el argumento, el Realizador de Cine. (Perdón por las mayúsculas). Regresar siempre Y luego de todo el recorrido de lectura y análisis, puede regresar el lector al título “El eterno vuelo...”. No se sabe ya si será el que la trajo a las calles de Bogotá, desde una ciudad europea o desde cualquier capital latinoamericana; o el vuelo que desde niña soñó Giselle y, que en todo caso, a este mismo lugar la condujo; o el decolaje de los recuerdos, ese aleteo imperfecto de la memoria que se destroza contra un muro, y deviene en el avión de papel —o de palabras— que Pepe encontró un día en el cementerio, en medio de cuerpos mutilados; o el vuelo afortunado que la sacó del conjeturado hospital mental y la trajo a esta realidad, donde puede ser una mejor Giselle, Campoalegre o la Siempreviva (nombre y apodo insisten en su oposición al camposanto y a cualquier abolición del ser), liberada de remordimientos y tristezas, aunque no del todo aliviada de la carga de las preguntas. No obstante, libre, sí, de la esperanza, a la que no pretende dar oportunidad; esa que Nietzsche llama “odiosa palabra”, causa de sufrimiento —lo advirtieron a tiempo los estoicos pero nadie les hizo caso—, pues coloca al deseo en vilo, y desgarra al ser entre la realidad y una posibilidad lejana, inalcanzable o definitivamente inexistente, no-posibilidad. Ya que esta es una historia depositada hace tiempo en alguna acera bogotana, el vuelo puede aludir a la imaginación, que pone al escritor a corregir —y al lector a completar— los olvidos de Dios. Viaje atizado por la pobreza o el placer de contar, cernido entre delirios de bazuco, documentos y huellas indescifrables e irrecuperables; mediado por las palabras de Cristian y los muchos seres que lo acompañan a narrar; alentado por la locura o la amnesia, que muy bien ayudan a remontar la cometa, pues las dos consideran a la memoria un tesoro, en evidente peligro de ser saqueado. Este vuelo condujo a Giselle al lugar donde armaron para ella la única historia que sabe de sí, que la lanza a contar, y esto es todo lo que tiene, lo único que heredan los lectores y que “si bien se mira —Gabo dixit—, no sirve para nada”. Para el taller Una historia siempre invita a su mundo; la lectura invita a la escritura; la realidad a la imaginación, y viceversa. Por eso, la protagonista de esta crónica, su cronista, los talleristas de la Red Nacional de Talleres, los hijos de vecino, y muy especialmente abuelos, cuenteros y escritores, quedan atrapados en ese limbo entre la realidad y la imaginación, que a todos deja insatisfechos pero anhelantes, con cierta manía definida por Ítalo Calvino en una crónica decididamente fantástica: ...esa manía de quien cuenta historias y nunca sabe si son más hermosas las que ocurrieron de verdad, y que al evocarlas traen consigo todo un mar de horas pasadas, de sentimientos menudos, tedios, felicidades, incertidumbres, vanaglorias, náuseas de uno mismo, o bien las que se inventan, en las que se corta por lo sano y todo parece fácil, pero después cuanto más se disparata más advierte uno que vuelve a hablar de las cosas que le han ocurrido” (Calvino, 1988, pág. 199). Bibliografía • CALVINO, I. (1988). Nuestros antepasados. Madrid: Alianza Tres. • FUENTES, C. (27 de octubre de 2002). “Gabo: memorias de la memoria”. Imágenes, Diario La Opinión, 6. • GARCÍA MÁRQUEZ, G. (1995). Cómo se cuenta un cuento. Bogotá: Voluntad. • STONE, I. (1984). Codicia de vida. Barcelona: Plaza y Janés. • VALENCIA, C. (2005). El eterno vuelo de Giselle. Bogotá: En: www.populardelujo.com, sección textos / bogotá | 08/2005. • VARGAS LLOSA, M. (1971). Gabriel García Márquez: historia de un deicidio. Caracas: Monte Ávila. ** Manuel Iván Urbina Santafé salidaemergencia@hotmail.com Docente y escritor colombiano nacido en Pamplona en 1967 y residente en Cúcuta. Textos suyos han sido publicados en periódicos regionales. Autor del poemario Para que tú los entiendas (1997) y coordinador de la revista taller "Salida de Emergencia: Taller de la Palabra", que circuló en Cúcuta entre 1997 y 1998. Segundo lugar en el Premio Nacional de Poesía Universitaria (1998) de la Universidad del Quindío, en Colombia. === Puntos de fuga Efi Cubero ======================================== (Sobre el poemario La tristeza del eco, de Àlex Chico, que acaba de ser presentado en la Librería La Central de Barcelona el día 6 de mayo de 2008). Antes que nada convendría hacer aquí una precisión, una advertencia acaso con respecto al enunciado de este libro, La tristeza del eco; he de advertirles que no se dejen influenciar por la melancolía que este título entraña, no hay eco (o ecos reconocibles) en esta voz que lo sustenta, aparte, claro está, de las citas que abren los diferentes apartados del mismo. Existe en estas páginas una modulación personal, una radical madurez que sabe atrapar y seducir al lector en los sucesivos y reflexivos planteamientos concebidos desde el punto de fuga de la extrañeza. Las palabras existen, al margen de toda verbal imaginería, como sustancia poética y esencia, fuera también del artificio retórico, sólo en función de esa voz, personal, reconocible, no de los ecos. Aunque aparentemente este libro señale lo que a otros autores contemporáneos seduce y, lo que ya en su tiempo, atrapó a Baudelaire: (“Un relámpago, luego la noche”) la condición urbana del paseante extrañado, el deambular existencial del extranjero, siendo a la vez uno y múltiple, por laberínticos y difusos espacios donde realidad y sueño se entremezclan. La idea del viaje; un no-lugar, una tierra de nadie, un vacío de tintes urbanos, aunque la naturaleza en ciertos poemas también se halle presente, donde de pronto todo puede acumularse o revelarse. Hasta aquí un recurrente motivo de la modernidad o posmodernidad, como se quiera. También nos hallamos ante una ortodoxia verbal, de concisión y limpidez de forma, junto a una potente estabilidad lingüística que sabe muy bien conducir al lector a través de la cartografía sabiamente trazada por la palabra poética. Madurez, por tanto en un autor joven y autorizado, de alguien que sabe manejar expertamente las herramientas del lenguaje contenido. De ahí nuestra particular extrañeza cuando constatamos que es el primer libro que Àlex Chico publica, aunque sepamos bien de su sólida formación universitaria. Álex es licenciado en filología hispánica por la Universidad de Salamanca y doctorando en la Universidad de Granada donde prepara una tesis sobre la relación entre el cine y la literatura. Y su vinculación con la revista de humanidades, Kafka, de la que es codirector, aparte de ejercer la enseñanza de literatura en un instituto aquí, en Barcelona y ser asimismo autor de artículos diversos y de crítica literaria en varias publicaciones. Dividido en tres apartados o capítulos, con citas de autores que ayudan a una mayor comprensión en el iniciático recorrido, La tristeza del eco es un poemario en apariencia (subrayo la ambigüedad del término) circular donde la extrañeza o el desarraigo, el amor y el retorno, remarcan la trayectoria utópica de un personal itinerario. La búsqueda hacia la identidad que se hurta, la necesidad, después del conocimiento, de una nueva forma de pureza expresiva, la constatación de que todo ha sido ya nombrado por las generaciones anteriores a través de los siglos: eco de ecos, la tristeza de no poder hallar la palabra primigenia que devuelva el sueño fundacional de los orígenes, el lastre de los restos del pasado o, como Sísifo, la piedra que una y otra vez transportamos o el palimpsesto que se reescribe a perpetuidad, la búsqueda del añorado paraíso en la intocada luz de la escritura. Ser de nuevo analfabeto y poder crear, fundar el nombre señalando la vida en cada cosa... La imposibilidad de la génesis, de la emoción única en plasmar algo no dicho, nuevo, esencial o no contaminado por palabras eternas o por palabrería (Palabras, Polonio, palabras, palabras). En esa búsqueda donde, como en este caso, el poeta se implica sabiendo de la impotencia y la intemperie para finalmente retornar, cerrando el anillo, al silencio sonoro —“Debes escuchar nuevamente el silencio / la soledad sonora en la que habitas”— comenzando de nuevo lúcido y sin falsas expectativas sabiendo que un espacio-otro será el mismo espacio y que una ciudad representará otras muchas ciudades y que un poema remitirá siempre al Poema. Al eterno Poema... ¿Dónde entonces radica la esencial heterología de esa fuga o elipse, de ese juego de espejos que subyace en el fondo o trasfondo del libro? Sencillamente en que el poeta necesita de ese emocional alumbramiento, que no deslumbramiento que es concepto distinto. La poesía de Álex Chico llega envuelta por un lenguaje exacto y contenido, de imágenes muy nítidas, poesía de equilibrios ajena a luminarias o alharacas, y ahí, desde esa contención percibimos el trasfondo del misterio que la palabra oculta. Pese a la tersura y concisión en el lenguaje y a la nada críptica exposición del discurso poético, desde los inicios ya nos damos cuenta de que nada es lo que parece. Hay secuencias de planos y contraplanos que desorientan al lector, en este caso el compañero atento y receptivo que sigue las previstas o entrevistas huellas. “Detrás del muro hay siempre otra muralla” —nos advierte Chico. Como las matriuskas cada imagen contiene otro silencio. Otro hurtado secreto tras una nueva clave. Ya los primeros versos de apertura encierran la complejidad de un conflicto. Otro enfoque distinto del trayecto: “Lo más extraño del viaje / —dice— es no saber hacia dónde se regresa”, y en ese enigmático “se regresa” observamos que la búsqueda se dirige hacia el interior y que una palabra puede dejar de serlo y convertirse en fuga o ser vacío. La paradoja reside en que el límite del lenguaje puede muy bien señalar lo ilimitado. No hay tregua ni respiro, la infancia se conjura en “el color que no se escapó de la memoria” o en “la luz invernal de las ventanas” pero esa “nostalgia transparente” que resbala como lágrima o sueño, aunque se halle traspasada por la sensibilidad emocional del recuerdo, será también otro ilusorio espacio fronterizo, algo mental y fugitivo, y el poeta nos mostrará otra “imagen imprecisa de sí mismo”, puesto que la nostalgia que lo habita, o la ciudad que habita, sólo está en la palabra formada, como todo, como la ciudad misma, o como la memoria, de fragmentos dispersos. Lúcido, consciente de su propia emboscadura, sabe que ese árbol transplantado le permite ver alguna vez el bosque, que algún rayo de sol focaliza una nueva pureza en la palabra viva e ilumina de pronto las entintadas sombras con una nueva marca, un nuevo referente, un nuevo hito abriendo otro camino que alguien transitará a su vez iluminándolo. Frente a la perfección del círculo, la liberadora, inesperada elipse, dos figuras geométricas, en este caso literarias, que él se encarga de remarcar: “Ahora la elipse es espacio / fundado en mi memoria” dice en el poema “Círculo” y, en “Elipse”, por el contrario, afirma invirtiendo la imagen: “Paseo hasta aquí conciliando una huella, / más allá de las constantes / que han fundado mi vida / como un espejismo y, claro está / como otra mentira”. No hay duda de que en este juego de contrastes nada hay de azaroso ni casual si no es en la aventura del espíritu, Álex Chico demuestra conocer bien los postulados de Kepler al oponerse a Galileo, la subversión del orden en la elipse que envuelve a Caravaggio o a Bernini, donde las palabras vacilan, el juego erótico, el movimiento, lo lúdico, la ausencia de la serenidad, frente al reposo del orden clásico del que hablaba Aristóteles en su Metafísica, presente en ese círculo, superador del caos o del propio tiempo, el orden circular, y la borgiana esfera, por otra parte esfera de Pascal, blancura de la página mallarmeana, movimiento y ausencia, reflexión y ruptura. Todo cabe en un todo, en el vacío transitable, en el silencio y la palabra, en la Poesía. Solitaria y de todos, asequible y esquiva, parecida al amor como subraya el poeta, para el lector avezado, entre líneas, en la parte central de La tristeza del eco. Coexisten diversos procesos —aunque el libro se cierre con el magnífico “Epílogo” del poema final, en un todo unitario. En este recorrido se halla la desconfianza hacia el lenguaje, hacia la palabra misma, hacia la creación, hacia la semántica: oficio y herramienta con que expresar lo puro, lo que brota de fuente más recóndita, lo que nace de sí: lo inapresable pero también la confianza en la conciencia creadora. Paradójicamente el verbo también puede alzarse como emblema de lo que surge en territorio aún virgen, en las redes electivas y en las “correspondencias” que Gracián propugnara, está el abrazo, la unión que el círculo proclama, roto, en la fuga de la elipse hacia el olvido. Exiliada y a tientas avanza la palabra, cercada por los ecos, ex céntrica, condenada a ese vértigo incesante de murmullos, de divagar por este laberinto o por esos espacios de fugas discontinuas. Lo mismo que el viajero, consciente de saberse nómada y fronterizo, sin paz de fondo herido o vulnerable. Tras las sombras atraviesa el poemario una límpida luz; esa serenidad que irradia siempre lo reflexionado, lo que el silencio oculta y cede la palabra, el lugar que intuimos. Una voz que se escucha y que se escuda en esa radial secuencia de las dobles lecturas de las distintas perspectivas dentro de un mismo ámbito. El ser más que el decir, y el ritmo interno formado de conocimiento y de sensibilidad, de incertidumbre y lucidez, de desconcierto y afán de plenitud. Como en uno de los cuadros de Hopper, miramos la clara transparencia de un espacio, y al solitario ser humano que lo puebla, pero nunca sabremos nada de su interior, de esa mirada absorta que no nos corresponde que está cerca, y tan lejos, del que mira. La conciencia esencial de la voz distanciada —y tan cercana— que aporta el transeúnte solitario que percibe, entre la sombra gris y acristalada, casi como condena, La tristeza del eco. Biobibliografía Álex Chico (Plasencia, 1980). Licenciado en filología hispánica por la Universidad de Salamanca y doctorando en la Universidad de Granada, actualmente ejerce la enseñanza de literatura en Barcelona. Es codirector de la revista Kafka y miembro del consejo editorial de La Isleta del Moro. Ha publicado el poemario La tristeza del eco (Editora Regional de Extremadura), y las plaquettes Nuevo alzado de la ruina (Vebo Blues Ediciones, Salamanca) y Las esquinas del mar (Vitolas del Anaïs, Granada). Ha ejercido la crítica literaria en diversos medios (Falsirena, La Prensa de Zamora) y publicado sus poemas en diferentes revistas (Letra Clara, Contra Tiempo, La Plaza Humana, Nadadora). Fue antologado en el libro Poesía en la Tertulia y en Vitola de vitolas (Cuadernos del Vigía). Es autor de la novela Telón de fondo y del ensayo Antes del simulacro. Cine y literatura en el primer tercio del siglo XX. Su blog es http://iselca.blogspot.com. Poética Escribir es defenderse del lugar que se habita. La única manera de resguardar la habitación vacía. Y de protegerse, al cabo, de uno mismo. Porque en ese diálogo a oscuras se establece una comunicación con lo que ya no somos, con lo que fuimos. Escribir es ocupar un espacio desconocido por sobradamente cercano (Hay también lo invisible, Gil Albert). Un diálogo en penumbra con la frontera. En esos márgenes que delimitan la incierta presencia de la memoria. La escritura es, al final, un pequeño ejercicio de resistencia. Una respuesta a esos sapos reales en jardines imaginarios (T. Capote). No sé por qué escribo, pero sé que sería mucho peor si no lo hiciera (Auster). Ciudad del hombre me pregunto por qué sé describir tan justamente ese país en el que nunca he estado. Juan Antonio González Iglesias Volvería a este lugar si lo hubiese habitado. Buscaría mi exacta conciencia, recordando nuevamente mi rostro en cada esquina. Ocuparía el atardecer para que la ciudad me retomara, rescatándome desde la tierra, si pudiera, como a un hijo suyo. Si perteneciera a este paisaje, plegado entre los valles que la concentran, la voz de algún pariente me reconocería, y volvería a hablar conmigo. Yo me sentiría un ser prolongado, asumido entre su especie. Pero nunca he habitado este lugar, mi paso por aquí no es más que un espejismo. No he construido esta tierra, ni puedo ocupar —es imposible— el silencio que la nombra. Las aguas que la circundan no me pertenecen y las voces que creí escuchar de mis parientes anuncian, en otra ciudad, el final de este viaje. (de La tristeza del eco). ** Efi Cubero Escritora española (Granja de Torrehermosa, Badajoz, 1949). Estudió historia del arte, lengua y literatura en Barcelona, donde reside. Ha publicado los poemarios Fragmentos de exilio (1992), Altano (1995), Borrando márgenes (2004) y La mirada en el limo (2005). Poemas y relatos suyos han formado parte de las antologías Kylix (1992), Estrechando círculos. Antología de escritores extremeños y colombianos (1999), La narración corta en Extremadura. Siglos XIX y XX, T. III (2000), Ficciones ERE (2001), Antología de poetas extremeñas (Mérida, 2002), Compilación de relatos y Cuentos ilustrados (2004), entre otras. Es corresponsal de la revista Frontera en Barcelona y colaboradora habitual de Revistart (Revista de las Artes) y Ventana Abierta, entre otras publicaciones. Ha publicado también numerosos artículos, prólogos y extensas entrevistas (Javier Cercas, J. A. Goytisolo, Joan Brossa, Arnau Puig, José María Valverde, Rafael Moneo, Rufino Mesa y otros). Parte de su obra ha sido traducida al francés —Peut ce vent, por Alain R. Vadillo—, al braille y al inglés —sobre la obra de Doménech, Chiaroscuro y Meditations, editado por Washington Green Fine Art Publishers (Birmingham; http://www.washingtongreen.co.uk). También ha participado en varias exposiciones de arte contemporáneo con la revista objeto Lalata, con poemas visuales: Efigrafías, Strangers in the night, Pinzamientos, Ónfalos, presentes en Estampa, Arco, Euskal Erico Poesía Esperimentalaren i. Jardunaldiak, Sin.Con.Texto (Espacio Contemporáneo Arte Toledo), o ArtistaAlbacete en el Palazzo Magnani (Reggio Emilia, Italia), en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid (UCM, http://www.ucm.es), entre otras. === Calicalenturas de un angelito empantanado ============================= === Gabriel Rimachi Sialer ================================================ Maldita sea, Cali es una ciudad que espera pero no le abre las puertas a los desesperados... La lápida de su tumba ha sido robada dos veces, los jóvenes y los adolescentes lo leen con una devoción cercana al fanatismo, han fundado un grupo con su nombre y el más pequeño de sus lectores tiene doce años, sus libros son hurtados de las bibliotecas públicas, su casa natal recibe constantemente el peregrinaje de admiradores que desean conversar unos minutos con su padre o su hermana, sus libros se imprimen por millares para toda Latinoamérica, y es que Andrés Caicedo (Cali, 1951-1977) antes de morir, fundó un cine club en Cali, filmó dos películas, escribió una treintena de cuentos y tres novelas sobre la juventud de la clase alta caleña, pasó por clínicas psiquiátricas, se obsesionó con Vargas Llosa y rechazó a García Márquez con una energía visceral, viajó a Estados Unidos a venderle sus guiones al cineasta Roger Corman, entrevistó al legendario Sergio Leone, se introdujo en cuerpo y alma en el mundo de las drogas, escribió y dirigió la mítica revista cinematográfica Ojo al Cine y escribió para diarios y revistas de Colombia y Perú. Tenía sólo 25 años. Andrés Caicedo creció en Cali en medio de las convulsiones sociales que afectaron a Colombia durante el inicio de la segunda mitad del siglo XX, el desarrollo paulatino de la violencia política, el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, el posterior Bogotazo, la violencia callejera, la irrupción de la salsa dura y el establecimiento de una cultura de la noche que hasta entonces sólo era aceptada en las clases bajas. Ya en el colegio mostraba la destreza de su arte, logrando estrenar un par de obras de teatro. Al obtener el bachillerato descubre que el tiempo se le está acabando y entonces explota todas sus aristas artísticas: desde escritor y guionista hasta actor y productor de mediometrajes. Sus amigos más cercanos, entre ellos Carlos Mayol, colaboran con el desarrollo del artista adolescente. Lector compulsivo y crítico despiadado de sus lecturas, escribió una serie de textos que recién vieron la luz treinta años después de su muerte: El cuento de mi vida. Poco antes de cumplir veintiuno, Andrés se distancia de su familia y conoce a dos niños de nueve y once años, Clarisol y Guillermito, con quienes pasa del norte al sur, del rock a la salsa, de la marihuana a las pepas, de lo imaginario a lo real, pero a lo real drogado, y entonces dicta la sentencia: los niños a uno también lo pueden corromper. Es entonces cuando realiza una exploración por una ciudad desconocida, alimentándose del lenguaje para poder escribir, haciendo una mezcla singular entre el horror de la violencia en todas sus expresiones y el vampirismo, como la salsa más salvaje de la Fania All Stars, Richie Ray and Bobby Cruz, y la actitud disconforme del espíritu oscuro de los Rolling Stones, frecuentando gente más lumpen, menos burguesita, reflejando al adolescente rebelde de todas las épocas. Pero las drogas y la rumba son incompatibles con el orden y la disciplina necesarias para escribir. Su fascinación por el mal le producía angustias, su vida creativa estaba fuera de control. ¿La razón? Creía que vivir más de 25 años era una insensatez. Y con ese lema como norte, se desató en su interior una genialidad contenida, un deseo de expresar todo lo que su cuerpo, su mente y su talento podían explotar en el soporte que fuera: el teatro, el cine, la literatura. El escritor chileno Alberto Fuguet ha reconocido en Caicedo al “eslabón perdido del boom, y el enemigo número uno de Macondo. No sé hasta qué punto se suicidó o acaso fue asesinado por García Márquez y la cultura imperante en esos tiempos. Era mucho menos el rockero que los colombianos quieren, y más un intelectual. Un nerd súper atormentado. Tenía desequilibrios, angustia de vivir. No estaba cómodo en la vida. Tenía problemas con mantenerse de pie. Y tenía que escribir para sobrevivir. Se mató porque vio demasiado”. Y es que Caicedo durante la época de los festivales teatrales de los 70 formó parte de un grupo llamado Los Dialogantes, que contaba con la participación de escritores y críticos como Carmiña Navia, Gustavo Álvarez Gardeazábal, y Eduardo Serrano, entre otros; es aquí donde inicia un periodo compulsivo en su formación como escritor. Sin descuidar esta parte de su vida, trabaja con el Teatro Experimental de Cali como actor. Allí funda el Cineclub de Cali, que inicialmente funcionaría en la sala del TEC para posteriormente ser trasladado al desaparecido Teatro Alameda y luego al Teatro San Fernando, cineclub que poco a poco se convierte en “una actitud generacional” para los jóvenes de Cali, epicentro de una intensa actividad cultural en la ciudad y que junto con Ciudad Solar —especie de posada-espacio cultural— se convierten en centro de operaciones y disipaciones de Andrés y su grupo de amigos. También es desde el cineclub que planea y ejecuta su folleto Ojo al Cine que hacia 1974 se convertiría en la revista especializada sobre cine más importante de Colombia. Entre el cineclub y Ciudad Solar, Caicedo inicia sus proyectos cinéfilos con sus “pocos buenos amigos” entre los que sobresalen Hernando Guerrero, Luis Ospina, Carlos Mayolo y Sandro Romero, con quienes intenta llevar al cine su guión Angelita y Miguelángel, de cuyas grabaciones todavía se conservan algunos fragmentos. En 1973, Caicedo viajó a Estados Unidos con cuatro guiones de largometrajes escritos por él y que pretendía vender al cineasta de películas clase B, Roger Corman, pero no lo reciben. Ahí empieza la escritura de ¡Que viva la música!, que alcanzara su publicación en 1975 por Colcultura. En 1976 la casa editora Crisis, de Buenos Aires, compró los derechos de impresión de ¡Que viva la música! Caicedo intentaría por primera vez suicidarse ese año tomando 300 pastillas de valium, y como lograran salvarlo, lo vuelve a intentar con Mayeptil (droga que inhibe el acto de pensar), pero fracasa por segunda vez. La mañana del 4 de marzo de 1977, Andrés despertó con un sinsabor en el alma: una pregunta con respuesta pendiente. El sol abrasador de Cali prometía un día hermoso a pesar de todo, a pesar de haber peleado con Patricia Restrepo, la musa de toda su vida. En el aeropuerto recogió el ejemplar de su primera novela impresa ¡Que viva la música!, y entonces la respuesta apareció. De regreso a su departamento en el edificio Corkidi, en el corazón de la Avenida Sexta, empezó a disfrutar sus páginas como quien baila un bolero. Cuando Patricia llegó, él le había escrito una carta donde decía: No peleemos, Patricita, reconciliémonos. No te vayas no te vayas no te vayas no te vayas no me dejes no me dejes no me dejes no me dejes... Entonces salió y tomó 60 pastillas de secobarbital, suficientes para matar a un elefante. Luego entró, se sentó en el escritorio y le dijo a Patricia: me acabo de tomar 60 pastillas, ojalá no se me reviente el cerebro. ¿Es por mi causa? Preguntó ella con la voz entrecortada. No, no es por tu causa; yo tomé esta decisión hace muchos años, en ese entonces había un motivo... ahora no hay nada qué hacer. Y se quedó muerto, encima del escritorio. Su pregunta había sido respondida: le habías ganado a la muerte, Andrés, tal como escribiste en tu novela: Tú enrúmbate y después derrúmbate. Échale de todo a la olla que producirá la salsa de tu confusión. Ahora me voy, dejando un reguero de tinta sobre este manuscrito. Hay fuego en el 23. ** Gabriel Rimachi Sialer gabrielrs@gmail.com Arqueólogo y escritor peruano (Lima, 1974). Estudió arqueología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM, http://www.unmsm.edu.pe), donde siguió cursos de literatura como alumno libre. Ha publicado los libros de cuentos Despertares nocturnos (2000), Canto en el infierno (2001), El cazador de dinosaurios (2003) y El color del camaleón (2005), las antologías de cuento Nacimos para perder. Simplemente cuentos (2007) y 14 fantásticos. Cuentos extraordinarios (2007). En 2004 fundó el sello editorial Casatomada, orientado a editar narrativa clásica y contemporánea. Ha sido redactor en algunos diarios de Lima y colabora con páginas virtuales dedicadas a la literatura. Dirige talleres de escritura creativa y el área de redacción periodística de un canal de televisión. === Ceremonias de interior y Carreras delictivas ========================== === Andrés Mauricio Muñoz ================================================= Esa vieja y extraña costumbre de la buena literatura... esconderse. Es común por estos días, al menos si consideramos el caso colombiano, encontrar publicidad que invita a cultivar el hábito de la lectura. Bogotá, como sabemos, fue distinguida el año anterior con el título de capital mundial del libro. La publicidad en este sentido, como sabrán o imaginarán, abunda. Se diseñaron estrategias. Se programaron jornadas de lectura. Se organizaron encuentros de escritores. Se fortaleció la red de bibliotecas. Se repartieron libros, en calidad de préstamo, en las estaciones de Transmilenio. La sobrina de un amigo, a quemarropa, me contó que quería empezar a leer y me pidió que la aconsejara; por dónde comienzo, fue exactamente lo que preguntó, y se quedó callada sin dejar de mirarme. En ese momento pensé en la eterna disyuntiva de muchos de los ávidos lectores: leer clásicos de la literatura o leer a escritores contemporáneos. Muchos, por política, son reacios a leer la obra de un escritor sólo por el grave pecado de estar vivo; la buena literatura, dicen, como los buenos vinos, sólo aflora luego de que el tiempo haya cumplido su riguroso trabajo de decantación y añejamiento. Yo, aunque he sido muy ecléctico en mis lecturas, descubrí en ese momento que en cierto modo había restringido mis lecturas. He leído clásicos así como contemporáneos; sin embargo, me he privado de leer a todo aquel que no esconda bajo su gabardina un premio de renombre o que arrastre tras de sí el eco plausible de la crítica. Eso sí, he leído los manuscritos de todos mis amigos. Aunque suena coherente que el tiempo actúe como el más refinado de los filtros para llevar a nuestras manos un producto cuya percepción de calidad ha salido airosa en más de una generación, las letras no son las uvas de un viñedo y las obras, mucho menos, el vino que se añeja en el interior de un barril. Un buen vino depende no sólo del tiempo de añejamiento, también de la variedad de la cepa (Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, Malbec, Tempranillo y centenares más); también son importantes la zona geográfica donde reside el viñedo (en Europa, por ejemplo, la inclinación del sol hace que sean pobres en alcohol y polifenoles) y el material del barril donde se añeja. Para no ser muy prolijo en sustentar mi analogía, basta decir que de similar manera ocurre en la literatura. No sólo son buenas aquellas obras que han sido bendecidas por el paso de los años. Sin embargo hay un elemento en común que ha regido gran parte de la historia de la literatura y que, muy sutilmente, se asemeja al vino confinado en el barril: esa costumbre de esconderse, al menos por algún tiempo. Cuántas obras de gran valía literaria han sido descubiertas, y reconocidas como tal, muchos años después de ser escritas; incluso cuando ya sus autores no tenían la posibilidad de disfrutar ese reconocimiento. Cuántas obras, muchas más aun, dignas de ser conocidas y estudiadas, se quedan desperdigadas en menos de 200 ejemplares de pequeñísimas editoriales. Por estos mismos días, y por diferentes razones, llegaron a mis manos dos libros de cuentos. Ceremonias de interior, de Ignacio Ferrando, español, asturiano; Carreras delictivas, de Juan Sebastián Cárdenas, colombiano, payanés. Antes de entrar en detalles sobre lo que encontré en estas dos colecciones de relatos, puedo decir que los dos tienen en común su juventud y el hecho de tener a España como país de residencia. El primero, aparte de otros grandes certámenes de la literatura en los que ha sido ganador, a finales del año pasado su cuento “Trato hecho” fue distinguido con el primer puesto en el concurso Juan Rulfo; Juan Sebastián, por su parte, alguna vez comentó sobre su reticencia a participar en concursos literarios. Ni Ignacio ni Juan Sebastián tienen sus libros en el mejor lugar de las principales librerías; hay que buscarlos, casi con igual dificultad. No por ello, sin embargo, sus obras carecen de importancia. Por el contrario, he encontrado en estas colecciones buena literatura. Sus cuentos se disfrutan. Sus personajes y sus historias permanecen en el subconsciente, como esa anécdota de adolescencia que, de vez en cuando, aparece trayendo consigo el recuerdo de un buen momento. En estas obras veo trabajo, talento, dedicación; se insinúan ya cojones de escritor. Editorial Castalia fue la encargada de editar el libro de Ignacio, como ganador del XVI premio Tiflos de cuento y donde el jurado afirmó intuir un promisorio futuro en las letras para el ganador. Castalia, especializada en obras clásicas de la literatura castellana e hispanoamericana, es un sello editorial que ocupa un importante lugar en el lote de punta del sector editorial español en el ámbito de empresas independientes. La editora madrileña, sin embargo, no descuida su labor de promoción de nuevas figuras en el panorama narrativo actual. Universidad de Antioquia hizo lo propio con Juan Sebastián; no en reconocimiento a algún premio, lo hizo como una apuesta, pues esta casa editorial es reconocida en Colombia por su refinado criterio literario. Lejos de obedecer a probados modelos comerciales, son juiciosos académicos lectores quienes deciden los proyectos en los que se embarcan. Editorial Universidad de Antioquia es una extraña especie de apostador, que apuesta lo que sea sin detenerse a esperar el resultado; una especie de náufrago que tira una botella al mar y se interna nuevamente en la isla, donde quiere, a toda costa, seguir permaneciendo. Entrando en las obras, debo decir que en cada uno de los cuentos de estos dos autores se ve un trabajo riguroso, una labor decantada, una disciplina persistente pero sosegada poco proclive a turbarse por la presión de publicar que tanto inquieta a los jóvenes escritores; ese deseo de existir en el mercado editorial. En los cuentos de Ignacio, que es profesor de escritura creativa, es evidente un refinado cuidado del lenguaje, un conocimiento de la técnica literaria en que se apoya para la consistente creación del perfil de cada uno de los personajes, para la dosificación de la tensión a lo largo del relato y la disposición cuidadosa de los símiles con que recrea las imágenes. Ignacio, y esto es ya una ventaja, se preocupa por mostrarle al lector también a qué huelen las cosas, cómo se presentan los sonidos (elásticos, acolchados, secos); es decir, apela a un juego de seducción del lector arribando a él por todos los sentidos que tiene a su alcance. Otro aspecto que juega a su favor, es que en varias ocasiones nos deja una inquieta sensación de que el narrador sabe mucho más sobre la historia o los personajes que lo que nos revela; de esta forma, abre una puerta a la imaginación del lector para que éste asuma, intuya, cuestione y trate de asimilar lo que le urge entender. En cuentos como “Doble salto mortal”, el lector se entrega al ejercicio de comprender el extraño mecanismo que tuvo que activarse en la cabeza de Thomas Solvein, avezado trapecista, para decidir lo que decidió estando en el trapecio. El autor, entre balanceo y balanceo de Thomas, nos revela la vida de este hombre que, desde la altura del columpio, ve a la mujer que abandonó años atrás cuando, en una noche de certezas e incertidumbres, huyó tras de un circo que peregrinaba por los pueblos sin explicación alguna. “Tenerte entre las manos” nos cuenta la obstinación de un capitán por seducir a la mujer de un soldado suyo que murió en la guerra, y quien siempre compartió con él las fotos donde posaba desnuda su novia analfabeta y que ésta le mandaba para apaciguar el ánimo exaltado luego de un combate. “Yarbird” nos presenta la entrega de un hombre, que modela Venus de Milo, a su sueño de tocar el saxo con la maestría requerida para enamorar a su vecina, manca de los dos brazos, interpretando Yarbird Suite desde la terraza del edificio en donde viven. En “Incomprensión” vemos cómo un hombre intenta escapar de la confinación a que lo ha sometido su amante entomóloga, repentinamente convertida en araña mientras hacían el amor. Sin embargo la ficción, en su estado más puro, nos llega en relatos como “Otro artista del hambre”, con la visita de Franz Kafka a una feria del libro moderna; o “Incapaz de verla morir”, donde un viejo escritor logra desarrollar una técnica para destilar realidad de las obras literarias y revive así a la bella Anna Karenina. Ceremonias de interior contiene doce cuentos de considerable valía literaria. Un aspecto, sin embargo, que no quisiera pasar por alto, es poner de manifiesto mi percepción en cuanto a que, en ocasiones, y quizá por el apego de Ignacio a la academia, se ve desvanecerse esa espontaneidad, esa intuición natural que debe tener todo narrador a la hora de dejar que su relato fluya; a veces, se siente que la técnica hala para un lado cuando el cuento quiere irse por el otro, así al final converjan. En Carreras delictivas, de Juan Sebastián, hay una clara entrega del autor al propósito de encontrar la forma adecuada para cada uno de los cuentos. Se evidencia también una fuerte madurez para afrontar el proceso de construcción de las historias; éstas son, a todas luces, largamente meditadas. La lectura de los cuentos deja esa agradable sensación que deja ese buen conversador de reunión, el narrador de sala que puede hablar por horas y todo el tiempo nos mantiene expectantes, seducidos por el uso del lenguaje, las inflexiones de la voz, la postura seria que, sin embargo, no está exenta de humor fino abordado desde diferentes frentes. Un narrador que no se detiene a contemplar el efecto que causan sus palabras, sea risa o conmoción; alguien que sabe que sólo está ahí para llevar el cuento hasta el final. En los cuentos no hay mucho trabajo concentrado en delinear el perfil del personaje; el autor no lo necesita, pues éste va aflorando, de una manera asombrosamente “fácil”, de la historia, de cada una de las acciones que los individuos acometen, de los impecables diálogos. Es decir, se deriva de la historia que, como dije antes, nunca se detiene. Juan Sebastián Cárdenas, gran virtud de él, no se deja seducir por la posibilidad que como buen narrador tiene a su alcance, de caer en descripciones demasiado morosas o prolijas, contemplaciones que no le aporten a la historia en situaciones donde bien podría aferrarse a su madera de escritor y salir muy bien librado. Las tramas de los cuentos son, también, inteligentes y arriesgadas; no asoma algún tipo de complejo cuando el autor decide experimentar. En cuentos como “Fechorías y simulaciones del archifamoso hampón señor ‘Mediabola’ ” nos encontramos con un par de sujetos embarcados en la difícil empresa de descifrar un extraño dialecto desarrollado por una siniestra banda criminal; en “Informe disciplinario”, quizá donde el autor muestra de manera abierta toda su capacidad para el humor, el rector de una prestigiosa institución nos devela la forma en que, magistralmente, en uso de sus facultades y haciendo acopio de toda su experiencia, ha logrado contener una inesperada epidemia de piojos. En “Procopio Catamuscay”, un joven atraviesa el océano para regresar a su país a asistir al velorio del perro de su abuelo; sin embargo, decide aprovechar el viaje para conocer a un viejo músico, alcohólico y demente, quien lo ha inquietado después de la lectura de un libro suyo. El hombre, cada vez más desquiciado, le revela una insólita historia, que con los delirios del alcohol parece permear la realidad. Quizá el punto donde Juan Sebastián logra hacer converger varias de las virtudes que nos ha espoleado a lo largo de los cuentos, es el último. En “Combustión espontánea”, un hombre, traductor de libros de autoayuda, sufre un desmayo que desemboca su monótona, pero apasionada existencia, en la vida de una mujer y su perro tuerto, rodeados por el inverosímil fenómeno de la combustión espontánea. Completan el libro dos cuentos más con que el autor consolida una gran primer obra literaria en su carrera. Pese a que la lectura de los cuentos es un ejercicio fácil y agradable, en algunas ocasiones el autor hace uso, apoyado en un lenguaje algo inusual para el lector común, de una retórica compleja desestimulante. Sobre todo si ésta se encuentra al inicio de los cuentos. Ignacio Ferrando sigue entregado a su proceso de escritura y, sin duda alguna, no tardará en entregarnos una nueva obra o sorprendernos con un nuevo gran premio como es ya una costumbre. Juan Sebastián, me he enterado, acaba de reeditar su libro de cuentos con 451 Editores, editorial española; es posible que esto, para bien de todos, logre acercar muchos lectores más a él. La sobrina de mi amigo, si aún mantiene vivo su interés en la lectura, debería estar terminando el Libro de las maravillas de Nathaniel Hawthorne. La experiencia de leer a estos dos jóvenes autores, que permiten intuir grandes cosas para sus carreras literarias, afirmó en mí la idea de que la buena literatura, pese a su obstinación por esconderse, también es posible encontrarla hoy en día siendo un poco aplicado. No se trata de leer y de leer en espera de una pesca milagrosa; se trata de no erguir un muro infranqueable sin justificación alguna, se trata de no juzgar a priori, de mantener uno de nuestros ojos acucioso. ** Andrés Mauricio Muñoz andres.munoz@hp.com Escritor colombiano (Popayán, 1974). Ingeniero en electrónica y telecomunicaciones de la Universidad del Cauca (http://www.ucauca.edu.co) y especialista en evaluación y desarrollo de proyectos de la Universidad del Rosario de Bogotá (http://www.urosario.edu.co). Trabaja como consultor de tecnología de una multinacional. Ha publicado la novela breve Te recordé ayer Raquel (Sic Editores, 2004) y tiene un libro de cuentos inédito. Dos cuentos suyos se encuentran publicados en la antología de la revista Dos Islas Dos Mares, de Cuba, en homenaje a Hans Christian Andersen (2005). Actualmente trabaja como director de la edición impresa de la revista La Movida Literaria, de Colombia. === El caso Padilla y el Primer Congreso de Educación y Cultura =========== === René Dayre Abella ===================================================== En la primavera del año 1971 el mundo conoció del Caso Padilla, una gran farsa montada por las llamadas autoridades culturales cubanas y que recordaba a los tristemente célebres Procesos de Moscú, donde intelectuales de prestigio, principalmente poetas y escritores, eran obligados a retractarse de su obra en una especie de autocrítica. Este nuevo proceso involucraba a Heberto Padilla y a su esposa Belkis Cuza-Malé, escritores y poetas ambos de reconocida trayectoria, con obras premiadas y un amplio currículo en el mundo de las letras, no solamente cubanas. Ambos intelectuales tuvieron que repetir un guión previamente acordado y orquestado por la Seguridad del Estado. En la llamada autocrítica Heberto se declara culpable de su condición de contrarrevolucionario y de haber cometido una serie de “crímenes” eminentemente políticos e implicó, previo acuerdo, a su esposa, Belkis Cuza-Malé, quien a su vez sufrió prisión y una serie de vejámenes por parte de la temible Seguridad del Estado. Esta “autocrítica” también incluyó a otros escritores que finalmente, al paso de los años, aceptaron “rehabilitarse” a cambio de prebendas y aún permanecen en la isla. No vale la pena nombrarles. Lo burdo del espectáculo hizo recordar a la intelectualidad progresista del mundo que se trataba de un nuevo proceso similar a los instaurados por Stalin en la antigua Unión Soviética, y reaccionaron de inmediato enviándoles dos cartas a Fidel Castro firmadas por lo más granado y prestigioso de los intelectuales lúcidos que, aunque militando en posiciones de la izquierda política, no cejaron en su empeño de denunciar ante el mundo la gran farsa y sacar a luz el verdadero carácter totalitario del dictador caribeño como un nuevo émulo de Stalin. Quiero significar que no se trató, como luego llamaría Castro, de intelectuales de salón preocupados sólo por brillar y destacarse en una sociedad decadente, no, basta el caso del intelectual comunista mexicano Revueltas quien tuvo que firmar desde la cárcel donde cumplía condenas por sus acciones revolucionarias de militante comunista. Según los propios castristas el “Caso Padilla” vino a significar la primera gran herida abierta a la Revolución Cubana. De hecho fue la primera gran toma de conciencia que se produjo en la izquierda internacional para abrirnos los ojos a toda la podredumbre que se esconde detrás de la fachada de los llamados paraísos comunistas. La llamada “autocrítica” se produjo en los salones de la Uneac el 27 abril de 1971 y Fidel Castro convocó al llamado Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura justo tres días después, el 30 de abril de aquel mismo año. En ese Primer Congreso, que como dijo un reconocido intelectual cubano, “menos mal que sólo se celebró uno, porque de lo contrario no hubiera quedado nadie”, Fidel Castro dijo —refiriéndose evidentemente al libro premiado de Heberto, Fuera del juego—: “Por cuestión de principios hay algunos libros de los que no se debe publicar ni un ejemplar, ni un capítulo, ni una página” (1), evidenciando el verdadero carácter totalitario de su régimen. En ese Congreso también se dictaron normas tan ridículas como de qué forma debían vestirse los jóvenes cubanos, destacando el uso de la guayabera como “prenda de vestir de identidad nacional” y la música que debía escucharse en la radio. Se prohibieron de manera oficial y radical toda música que conllevase al diversionismo ideológico, o sea el rock y otras modalidades. Se fustigó a la homosexualidad como figura delictiva y se llegó hasta más lejos cuando, en uno de sus acápites decía: “Un homosexual sería llevado ante las autoridades y procesado legalmente solamente por la pública ostentación de su condición”. Y así nació el “parametraje”. A raíz de las Declaraciones del Congreso, Santiago de Cuba se volvió un hervidero de opiniones muy encontradas. Entre las filas de la CJEAO (2) los más jóvenes creadores éramos iconoclastas, irreverentes y, en mi caso particular, contestatarios. La actitud asumida por Heberto era tan digna frente a los ataques de los oficialistas —comenzando por el prólogo infamante y demoledor que con la intención de destruirle políticamente le escribieron Nicolás Guillén y el resto de la fauna que formaba la Dirección de la Uneac (3) a su poemario Fuera del juego, premiado en 1968, muy a pesar suyo por el jurado calificador, con el Premio Nacional de Poesía Julián del Casal, y las alusiones de Castro a su obra y a su persona, donde lo calificaba de un hombre ambicioso y que formaba parte del cenáculo de poetas e intelectuales de salón, que sólo les interesaba destacarse en una sociedad decadente—, nos irritaba sobremanera. Veíamos en el poeta al ícono de un movimiento pujante que tendía a enderezar las cosas, enmarcado en el sentido rimbaudiano de cambiar las cosas y poniendo de lado el enfoque marxista de la Historia. Así lo deja ver en aquel atrevido poema “Mi compañera de viaje”, vistiendo, además, al llamado socialismo real con un rostro humano. Además, Belkis, su esposa, había estudiado letras en la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, por lo que casi todos los columnistas nos solidarizamos con ella y odiábamos las vejaciones de las que fue objeto, y aunque nunca se hicieron públicas —como es una práctica habitual en los todos los regímenes comunistas—, esos vejámenes y atropellos eran un secreto a voces. Las opiniones se dividieron antes y después de las Declaraciones Finales del evento. De un lado, la gran mayoría, estábamos quienes consideramos a la autocrítica como una farsa, una especie de opereta veleidosa concebida, guiada y conducida por la Seguridad del Estado donde los involucrados debían seguir línea a línea un guión y del otro lado los más “politizados” que por disciplina consideraban a la autocrítica genuina, veían en Heberto y en Belkis a unos agentes de la CIA quienes entregaban las armas al enemigo y contribuían al “diversionismo ideológico” entre los intelectuales y los creadores del país. En aquellos lejanos días yo todavía me mantenía joven, acababa de cumplir veinticinco años y sin posar de rebelde que no piensa las cosas seriamente —en realidad nunca he tenido madera de héroe, ni mucho menos de mártir—, me dejé llevar por la indignación que nos movía a todos los que nos solidarizábamos con Belkis y Heberto, aquel binomio inseparable, y escribí un poema con un título muy largo e irónico: “Pendiente para discutir en un nuevo congreso”, y que llevaba, además, la siguiente dedicatoria: “A Heberto, en gratitud, por abrirnos los ojos”, y animado por mis compañeros le di lectura una noche en el otoño de aquel mismo año 1971 en el patio de la Casa Museo Heredia. Las críticas llovieron. Los que hasta entonces consideraba mis amigos me demostraron lo contrario. Sólo recuerdo que Jesús Cos Cause, que había leído previamente el poema y lo consideraba bueno o, para parafrasearle, “está muy bien estructurado, me gusta, pero esconde ideas que no logro desentrañar”, no asistió a la discusión, alegando que se sentía agripado y debían disculparle pero se quedaría en su casa reposando. Creo que su actitud fue muy inteligente, pues apoyarme hubiese sido muy arriesgado de su parte y significado un alto costo político para su carrera diplomática. Unos meses después del incidente lo vi en compañía de una muchacha en el Parque Céspedes. Yo, la verdad, traté de ignorarlo para no perjudicarlo, pero él me gritó “¡Poeta!”, y vino a mi encuentro. Nos saludamos con mucho afecto, pero no tocamos para nada el tema. Nunca más le volví a ver hasta que el año pasado navegando en la red descubrí la noticia de su fallecimiento. Fragmento del libro de relatos testimoniales La piel de la memoria. Notas 1. Fidel Castro Ruz. Discurso de clausura del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura. La Habana, 30 de abril de 1971. 2. CJEAO, Columna Juvenil de Escritores y Artistas de Oriente. 3. Uneac, Unión de Escritores y Artistas de Cuba. ** René Dayre Abella renedayre@gmail.com Escritor cubano (Banes, 1945). Docente egresado del Instituto Pedagógico “Manuel Ascunce Domenech”, en Topes de Collantes, Cuba. En su país se desempeñó como educador de adultos enseñando los cursos secundarios de superación obrera y campesina. Formado además como técnico de nivel medio en la rama de la industria azucarera, trabajó como químico analista en varios centrales azucareros. Reside en Estados Unidos desde 1980. === La primera poeta del romanticismo boliviano Víctor Montoya ======= María Josefa Mujía (Sucre, 1812-1888), conocida también como la Ciega, escribió versos de dolor y de tristeza en la intimidad de su hogar. Sus biógrafos dicen que perdió la vista de tanto llorar la muerte de su padre a los catorce años de edad. Tenía una formación autodidacta y una inclinación natural a la versificación, único medio que le permitía transmitir con energía y precisión los sentimientos que le nacían desde lo más hondo de su ser. María Josefa Mujía, considerada la primera poeta boliviana, alimentó su intelecto y su fantasía de la mano de su hermano Agustín, quien, además de leerle las obras de los clásicos del romanticismo español y francés, le dedicó su tiempo durante veinte años, prácticamente hasta el día en que él falleció en 1854. Desde entonces, y por cerca de treinta y cuatro años, la poeta chuquisaqueña llevó una vida en soledad, privada del amor fraternal y sincero que le unía a su hermano, a quien le dictaba sus versos bajo la recomendación de no revelar jamás este “secreto”. Sin embargo, conmovido por la temática de los poemas, Agustín faltó a la promesa y se los enseñó confidencialmente a un amigo. Ello bastó para que se divulgase la condición poética de María Josefa Mujía, ya que, poco tiempo después, su poema “La ciega” apareció publicado en el periódico Eco de la Opinión, de su ciudad natal. El poema, que se supone dictó hacia 1850 y cuando frisaba aproximadamente los treinta y ocho años de edad, retrata la particular situación existencial de la autora, con un pesimismo que estrangula el corazón y un negativismo que oscurece la razón: “Todo es noche, noche oscura, / Ya no veo la hermosura... / Ya no es bello el firmamento; / Ya no tienen lucimiento / Las estrellas en el cielo, / Todo cubre un negro velo, / Ni el día tiene esplendor, / No hay matices, no hay colores / Ya no hay plantas, ya no hay flores, / Ni el campo tiene verdor... / Lo que en el mundo adorna y viste; / Todo es noche, noche triste / De confusión y pavor. / Doquier miro, doquier piso. / Nada encuentro y no diviso / Más que lobreguez y horror... / Y en medio de esta desdicha, / Sólo me queda una dicha / Y es la dicha de morir”. No cabe duda de que estos versos, cargados de la insondable melancolía de un ser sensitivo y delicado, retratan de cuerpo entero a su autora, revelándonos tanto la naturaleza de un dolor sin consuelo como la soledad de su espíritu, debido a una insuficiencia que la apartó de la vida social y la condenó a asimilar los conocimientos literarios sólo de oídos, pero que, empero, no le impidió componer poemas que despertaron el interés de varios críticos como Gabriel René Moreno y el español Marcelino Menéndez y Pelayo, los mismos que, impactados por la calidad de su poesía y su situación de invidente, le dedicaron comentarios elogiosos en la prensa nacional y extranjera. María Josefa Mujía, en el panorama de la literatura boliviana, corresponde al periodo del romanticismo, que tuvo lugar durante el siglo XIX; una época en la cual destacaron Manuel José Cortés, Mario Ramallo, Daniel Calvo, Néstor Galindo, Adela Zamudio, Ricardo Mujía, Manuel José Tovar y Nataniel Aguirre, entre otros. Se trataba de una generación de escritores que no sólo exaltó un espíritu de individualismo y subjetivismo sentimental, sino que también se movió inspirado por las ideas libertarias y las luchas anticolonialistas gestadas por los movimientos sociales y políticos que se desarrollaban tanto en Europa como en Latinoamérica. A María Josefa Mujía, de corazón tierno y sensitivo, le tocó vivir la época en que los escritores, oponiéndose a la ilustración, el clasicismo y la revolución industrial, criticaban a las tiranías encaramadas en el poder, mientras se identificaban con las aspiraciones libertarias y se convertían en genuinos portavoces del clamor popular. Claro está que los poetas románticos, cansados de la búsqueda de la verdad y la razón, decidieron abrazar la belleza y la verdad, pero, sobre todo, se preocuparon por darle mayor sentido a los aspectos emocionales del ser y abogaron por el retorno del hombre a la naturaleza. Algunos poetas románticos, que despreciaban abiertamente el materialismo burgués y pregonaban la sencillez, fueron arrinconados por el avance avasallador del sistema capitalista, que los condujo a acabar con su vida mediante el suicidio; una medida extrema que simbolizaba de algún modo el descontento en una época en que los valores materiales parecían sobreponer a los valores humanos. La poeta chuquisaqueña, a diferencia de sus colegas varones que eran mitad escritores y mitad políticos, se encerró en su mundo privado y, a pesar de estar alejada de la vida pública, expresó abiertamente su admiración por los padres de la patria, quienes crearon la República por sobre los intereses del colonialismo español. Aquí es donde María Josefa Mujía cumplió con su misión social y moral; primero, porque creía que la belleza era verdad y, segundo, porque rescató los valores más nobles del ser humano. No en vano en su poema “Bolívar”, escrito en circunstancias hasta hoy desconocidas, le dedicó versos de simpatía y admiración al Libertador de cinco naciones americanas: “Aquí reposa el ínclito guerrero: / Bolivia triste y huérfana‚ en el mundo, / Llora a su padre con dolor profundo, / Libertador de un hemisferio entero... / Al resplandor de su invencible acero, / Cayó el león de Iberia moribundo; / Nació la libertad, árbol fecundo, / Al eco de su voz temible y fiero... / Honra a la historia y enaltece al hombre / ¡Bolívar! genio de eternal memoria, / Nombre que dice: ¡Libertad y gloria!”. María Josefa Mujía experimentó también las ataduras sociales y morales de una época en que la mujer estaba condenada a vivir recluida entre las cuatro paredes del hogar, dedicada al cuidado de sus atributos femeninos y a los quehaceres domésticos, aparte de estar sometidas a los caprichos del varón, el mismo que, amparado por la cultura patriarcal y la doble moral religiosa, tomaba las decisiones sobre los aspectos concernientes a las superestructuras de la sociedad. Por entonces no era fácil ser mujer y mucho menos una mujer intelectual que, a tiempo de gozar de los mismos derechos que el hombre, influyera en el destino de la nación. Quizás por eso, y en despecho de su entorno social, decidió alejarse de los compromisos convencionales. Lo curioso de esta romántica boliviana es su rechazo a vivir en pareja con el amor de su vida. No contrajo matrimonio ni formó familia. Su alma se cerró a uno de los sentimientos que más inspiró a los románticos de todos los tiempos; más todavía, en su poema, “Al amor”, calificó este sentimiento de “ídolo falso que el mortal adora”, sinónimo de “muerte, veneno y amargura”. Ella, que se ufanó de haber conservado su corazón ileso y libre del amor, afirmó en otros versos: “Si mi mejilla en llanto se humedece / Y si en el corazón hay amargor, / Si en la angustia, la dolencia crece, / No es del acíbar de tu copa, amor... / ¡No te conozco, y de esto me glorío! / Tu nombre odioso escucho con horror, / Y al ver que causas males mil, impío, / Te dice el labio: ¡Maldición, amor!... / Sé que el interés te vence, abate, humilla; / Sé que los celos te dan gran temor; / Sé que el mortal te inclina la rodilla. / Yo te desprecio y te maldigo, amor!”. Si en su famoso poema “La ciega” revela la sombra de su vista y su alma, en un afán de encontrar la luz y la paz sólo en los brazos de la dama sombría que es la muerte; en su poema “Al amor” destila la amargura, la desilusión y el sentimiento de quien se sabe encerrada en un horrible cautiverio, donde no se siente la presencia de Dios sino de la desesperanza y el dolor. Aun así, su poesía resalta la conciencia del Yo como entidad autónoma y crea un universo propio de acuerdo a las circunstancias y necesidades que rodearon su situación existencial, compuesta de escenarios lúgubres y sentimientos de honda melancolía, como quien cumple al pie de la letra las aspiraciones profundas de los poetas más románticos de su época. ** Víctor Montoya montoya@tyreso.mail.telia.com Escritor, periodista cultural y pedagogo boliviano (La Paz, 1958). Perseguido, torturado y encarcelado durante la dictadura militar de Hugo Banzer, fue liberado en 1977, después de haber pasado por las prisiones de mayor seguridad de San Pedro y Viacha, por una campaña de Amnistía Internacional. En prisión escribió su testimonio Huelga y represión. Se exilió en Suecia. Es autor de Días y noches de angustia (1982), Cuentos violentos (1991), El laberinto del pecado (1993), El eco de la conciencia (1994), Antología del cuento latinoamericano en Suecia (1995), Palabra encendida (1996), El niño en el cuento boliviano (1999), Cuentos de la mina (2000), Entre tumbas y pesadillas (2002), Fugas y socavones (2002) y Literatura infantil: lenguaje y fantasía (2003) Dirigió las revistas literarias PuertAbierta y Contraluz. Ha recibido premios y becas literarias y tiene textos traducidos y publicados en antologías internacionales. Actualmente escribe para diversas publicaciones en América Latina y Europa. === La sonrisa del Quijote ================================================ === (Una concesión a la melancolía) Ricardo Martínez-Conde =========== ¿Has reparado, lector, que el afamado texto universal (y lo es por cuanto se dirige al corazón y a la inteligencia) comienza por el menú? Comienza recordándole al hombre que es hombre y mortal. Luego se le añadirán los sueños, pero esa es la parte de maravilla y ficción que arropa toda historia para hacerse creíble. El hombre es así. ¿Y a quién hemos de inculpar por tal sencillez, al señor Cervantes o a Cide Hamete Benengeli, cuyo nombre se aproxima a una verdura y, a la postre, es quien ha de asumir la transmisión de tantas desventuradas aventuras? Sostiene el proverbio que de la gordura deriva la felicidad, pero a fe que la receta del señor hidalgo es bien magra, como sus propias carnes. La dieta no infunde por sí la imagen de alegría del satisfecho, claro está que tampoco es símbolo de hambruna. Lo que sí comprobaremos, a lo largo del libro, es el ascetismo y frugalidad del caballero. Pocas veces se le relata comiendo. Resulta algo muy solemne, interiormente solemne, estar delante de un hidalgo de triste figura. (No es en vano el calificativo que Harold Bloom le atribuye a don Quijote, al que define como “el entristecido caballero”) Un hombre triste —más si es soñador— infunde respeto, invita a la reflexión y aun predispone a una inicial filosofía. Es sabido que la comida no ocupa el primer lugar de sus desvelos, de su voluntad. Ha elegido para sí otras preocupaciones más altas, más del alma. Quizás, entonces, venga por ahí el mohín seco del señor don Quijote, su humor (al que varias veces se alude) extraño, un tanto desvaído... No eran sus preocupaciones el atender a los bienes materiales de este mundo (“Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso —que eran los más del año— se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza —a la que antes era ‘amigo’— y aun la administración de su hacienda”). Era, se nos dice, “de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro...”. Pero no radica ahí el mal de su sobria seriedad. El bueno del caballero, haciendo caso de los libros, habría de llevar el origen de su flaqueza más allá de su cuerpo, pues, en sus lecturas, atendía ilusionado a requiebros reflexivos como “la razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece...”. De tales argumentos no es fácil salir airoso y contento. Él estaba en el convencimiento de que era muy alta la misión a la que se había encomendado. Nada menos que “desfacer entuertos” ya fuesen éstos derivados de la injusticia de los hombres o por causa de los destinos del desamor. Revestido de humildad y decisión justiciera, a cuya causa ofrendaría su vida con valor, una mañana de julio salió “por la puerta falsa del corral” al campo. Y aquí habremos de reparar, por primera vez, en su disposición de gozo. Inició su andadura “con grandísimo contento y alborozo”. Pero, ¿iniciar aventura de caballero sin haber sido investido como tal? Y le acomete al punto grave desazón por no haberlo conseguido. Hay ya motivo para asociar hombre-caballero-causa justa. Es el inicio de su seriedad. Y lo habría de ser de la fecundidad de su tristeza. Era de rostro enjuto. Y Diego de la Vega ya nos lo advirtió: “la tristeza seca los huesos”. Una de las principales ocupaciones de Sancho fue el requerirle que se alejase de las preocupaciones, que entendiese la vida de un modo más sereno; digamos que no negando el derecho a la alegría, a los bienes de este mundo. Pero no había tal en el corazón del señor hidalgo. El mismo Flaubert, de haber tenido ocasión, le hubiera dicho, en un tono más familiar y próximo: “Cuidado con la tristeza, es un vicio”. Pero no hubo lugar para ello. * Sería suficiente razón la lucha contra la injusticia en los hábitos del hombre para “enseriar” el rostro, pero bien es verdad que otra existe: la que viene generando desde antiguo, por sí sola, una profunda desazón. Es el amor. O el desamor, como su consecuencia. Llegamos, así, al segundo punto de inflexión donde el ánimo del ascético señor se regocija un instante, si bien pronto, de nuevo, aporta razones el narrador para ahogar sus esperanzas. Un día advirtió don Quijote “que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma”. (Advierte, lector, con qué brevedad y precisión se describe el efecto). El hidalgo quería, tal como el Cantar de Roland describe en dramatizados pasajes, tener una dama a quien remitir a los caballeros que venciera para que, hincando éstos la rodilla ante ella, le rindiesen pleitesía y se sometieran a su disposición. A tal fin su dulce señora sería Aldonza Lorenzo, “una moza labradora de muy buen parecer”, de quien él un tiempo estuvo enamorado. La llamaría Dulcinea del Toboso, por ser nativa de ese lugar y porque el nombre, a su parecer, era “músico y peregrino y significativo”, como todos los otros que a él y a sus pertenencias había puesto. Pero decidido esto he aquí que, al poco, el autor retrotrae el ánimo del caballero —y el del lector— a las proximidades de la tristeza, pues “ella, según se entiende, jamás lo supo ni le dio cata de su amor”. Vedlo ahí: cuitas de amor. “¡Oh!, cómo se holgó nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso —el de la existencia de una destinataria de sus desvelos—, y más cuando halló a quien dar nombre de su dama”. Pero, al fin, no se dará ocasión en el libro para que tal destino tenga realidad. Antes bien, y abundando en los graves sentimientos, ¿no habría de ser, en tan apasionante historia, este expresado sentimiento, puro, de amor, un motivo de chanza entre los demás protagonistas de la obra, con lo cual le ridiculizaban a él y a su pasión? De nuevo habrá motivos para la soledad del corazón y la tristeza. * Sólo una vez, en todo el transcurso del texto (y las innumerables situaciones y aventuras que en él se recogen) se ha de aludir a la sonrisa del Quijote. Sólo en una ocasión —y por ello constituye un pasaje de una belleza exclusiva, y trágica— se le atribuye al caballero entristecido una sonrisa. Es altanera, de desafío, y a la vez, para nosotros, se toca con una cierta melancolía. La situación se da cuando, encarándose con un carretero, le requiere que desenjaule a unos fieros leones para enfrentarse a ellos, y, ante las llamadas a la prudencia de éste, dice el texto: “A lo que dijo don Quijote, sonriéndose un poco: ¿Leoncitos a mí? ¿A mí leoncitos, y a tales horas?”. Sancho le disculpa ante el carretero diciéndole que su amo no es un loco, sino un atrevido. El carretero no oculta su espanto. Sancho, ahora sí, ve próximo el fin; el de su señor y el suyo propio, pues la fiera enjaulada tenía tal expresión amenazante que era como “para poner espanto a la misma temeridad”. Sin embargo el pretendido enfrentamiento, y cruel pelea, no ha de tener lugar. ¿Y quién ha de resolver tal situación, propicia para haber otorgado gloria a las aventuras del malhadado caballero? Válgame Dios: el propio león, quien, despectivo, le vuelve la grupa, indiferente, a aquel loco (o atrevido) desafiante. Esto es, le desprecia. Y aquí el lector sonríe, pero sonríe de pena y de tristeza. Qué cruel argumento, qué ingratas palabras ha elegido el autor para ridiculizar el desenlace que podría ser propio a un valerosísimo y desigual enfrentamiento. ¿Acaso infravalora Cervantes la puesta en práctica de un sueño lleno de arrojo, la incitación a la pelea, alimento para el corazón de un caballero andante? ¿Tal vez ignora que “el cálamo puede ser más cruel que la espada”? Desvarío y enseñanza guarda este libro hermoso y triste donde los haya. Porque conmueven las razones de la tristeza. Más, mucho más, si afectan a este caballero que va en procura de dones (aventuras) para su gloria (ficticia). Todo en ofrenda para su dama, de la que está dolientemente enamorado. “Tú mismo eres el tema de mi discurso”, escribió Burton, el autor de la Anatomía de la melancolía, dirigiéndose al lector. Y yo, humilde confiado en la lectura, tal vez influido por este a modo de anatema, fácilmente me dejé llevar por las pasiones recogidas en el libro de Cervantes. Y hasta aquí he llegado sólo por preguntarme el porqué de la triste figura en don Quijote. Ha sido sólo un gesto, un gesto de amor literario. ¿Tal vez una concesión a la melancolía? ** Ricardo Martínez-Conde csbgfrf@cesga.es Escritor español (Sanxenxo, 1949). Cursó los estudios de filosofía y letras y el doctorado en la Universidad Complutense de Madrid (http://www.ucm.es). Textos suyos han aparecido en la Revista de Occidente, el Boletín Galego de Literatura y las revistas Clarín, Claves y Extramundi. Además ha sido colaborador en diversos periódicos. Ha publicado los poemarios en gallego Lento esvaece o tempo (Milladoiro, 1990), Orballo nas camelias (Sotelo Blanco, 1993), O silencio das árbores (Espiral Maior, 1995), A núa lentitude (Follas Novas, 2001) y Compostela, vella memoria (3C3, 2003); y, en castellano, Los argumentos de la tarde (A.G., 1991), Sombras del agua (Endymión, 1993), Evoë (Calambur, 1997) y Los días sin nombre (Calima, 2000, premio Benasque de Poesía). En prosa ha publicado, en gallego, Os simbolos de Galicia (Cª Cultura, 1993) y Debullar (Galaxia, 1998) y, en castellano, Cuentas del tiempo (Pre-textos, 1994), La figura del Rey según Quevedo (Una lectura de la "Política de Dios") Ed. Endymión-Mº Cultura, Madrid, 1996, Alusión al paisaje (Calima, 2002). Ha recibido diploma de honor en el Concurso Internacional de Relatos Breves "Jorge Luis Borges" (California, 1992) y el premio Reimóndez Portela de Xornalismo (A Estrada, 1997). === ¿Cómo serán los libros del futuro? ==================================== === María del Carmen Villaverde de Nessier ================================ ¿Leer en el futuro será cuestión de oídos y de vista? ¿Leeremos a elección a través de las computadoras los libros, capítulos, artículos periodísticos de nuestra particular apetencia? Sí, ya leemos así: con sólo apretar un botón aparecerán en la pantalla las páginas, los esquemas, los dibujos deseados y una voz de mujer o varón (también a elección) nos hacen gozar de los contenidos. ¿Habrá ya, entonces, libros con soportes electrónicos en librerías, bibliotecas, escuelas y kioscos callejeros? ¿Habrá disponibles libros para escuchar y leer en las pantallas de relojes, celulares y en las vidrieras? Sólo será cuestión de elegir, teniendo la suerte además de ir reconociendo los objetos y el paisaje por los aromas y olores. De verdad, tal tipo de lectura será deslumbrante y cada uno de nosotros tendrá la posibilidad de complicarse directamente en la trama. ¿Serán así los libros del futuro? ¿Leeremos proyectando el contexto de cada página en pantallas escolares áulicas y/o familiares, claro, para todos sin discriminación? ¿Reconoceremos a los personajes por las modulaciones de sus respectivos tonos de voz? ¿Habremos aprendido a comprender los textos interpretando esas modulaciones en un abrir y cerrar de ojos? ¡Atención!, en todos estos casos, seguramente, también habrá que recurrir al libro escrito, al texto MADRE, al autor y a sus otras creaciones literarias para interesarnos más, para comprender mejor. Los sistemas tecnológicos informáticos por ser electro-dependientes podrán interrumpir esas lecturas tecnificadas ante la ausencia o carencia de energía, pero el LIBRO seguirá allí. Porque la lectura puramente electrónica puede llegar a ser un elemento de exclusión, de marginación social y cultural, pero el libro, ese que tenemos en nuestras manos, el de leer en cualquier sitio, el de llevarse en el bolso o el bolsillo, tendrá siempre mayor posibilidad de abrirse a todos y a todos los niveles, y estará siempre allí creando espacios para que la gente pueda, de cualquier modo y con muy pocos elementos externos, leer, recrearse, imaginar y escribir. El libro escrito, el de ayer, el de hoy y el de siempre seguirá proponiendo la textura de la vida, la sobrevivencia espiritual, la expresividad humana, el vuelo libre del pensamiento en busca de la Verdad. ** María del Carmen Villaverde de Nessier mnessier@fhuc.unl.edu.ar Docente e investigadora argentina de la Universidad Nacional del Litoral (UNL, http://www.unl.edu.ar). Profesora de letras especializada en literatura infantil y juvenil y lectura. Experta en literatura infantil y juvenil, teatro para niños y educación primaria. En la UNL dictó durante diez años la cátedra Literatura Infantil y Juvenil, integrando luego la cátedra Lengua y Expresión Estética en el Taller de Expresión Estética Integral. Posee amplia experiencia en educación primaria, secundaria y universitaria. Dentro y fuera de su país forma parte de diversas instituciones dedicadas a la lectura y a la literatura infantil y juvenil. Ha obtenido premios en sus especialidades, nacionales e internacionales, y escribe en revistas nacionales e internacionales. Pionera en su país en la formación de formadores en el área de literatura infantil y juvenil y lectura viva. Textos suyos sobre el tema han sido publicados en el Boletín del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc, http://www.cerlalc.org), y en las revistas Candelita (Venezuela), La Obra (Buenos Aires), entre otros medios. Ha publicado los libros Para cantar y contar (1971, libro audiovisual), Pepe Cuis (1978, premiado en Münich y seleccionado en Bologna para su traducción al italiano), Historias de ayer (1991), Circunnavegando la palabra (1997), Casi mil libros (1998), Bichos y dichos (1999, tres tomos), Aventuras de entre casa (2000) y Cincuenta poemas (2004), entre otros. Mantiene una bitácora personal en http://mariadelcarmenvillaverde.blogspot.com. === Gonzalo Lizardo vs. Gonzalo Lizardo =================================== === (Holografía no autorizada) Manuel R. Montes ====================== Con motivo de la presentación de la novela Corazón de mierda, de Gonzalo Lizardo (http://jaqueperpetuo.blogspot.com), en la Octava Feria del Libro y la Lectura de Zacatecas (octubre de 2007). Gonzalo I: ¿Ya vio, cabrón? Por fin llegamos al punto que anhelábamos como narradores. Somos, por decirlo de algún modo, más nosotros mismos: somos más Gonzalo Lizardo que nunca. Gonzalo II: Relájate, por favor, y baja la voz, no es necesario que grites. ¿Puedo saber de qué me estás hablando? Gonzalo I: ¡Ah, que mi Gonzalo! ¿No se da cuenta? Corazón de mierda es lo más honesto, lo más lizardeano que nos ha salido —lizardeanamente hablando, claro. Porque primero que nada somos inventores, ¿verdad? Gonzalo II: ¿Inventores? Por supuesto, sí, inventores. ¿Y qué hay con eso? Gonzalo I: Cómo que qué hay con eso... Mire, concéntrese, por favor. Póngame mucha atención. Deje esa pinche partida de ajedrez para más tarde... Me refiero a que nos encanta construir juguetes imposibles, máquinas complejas, armatostes vistosos y chirriantes como los de Da Vinci o como los que bosquejaba Boris Vian en algunas de sus ficciones. Cachivaches que quizá no le sirvan a nadie para absolutamente nada pero que entrañan una belleza incomprensible, luminosa. Aparatos como los que imaginaba Macedonio Fernández, aquellos mentados aquenós “a cuyo funcionamiento precede siempre una expectativa incrédula”. Y Corazón de mierda es eso, un alucinante motor, un precioso insecto fabricado con desperdicios de yonke que sobrevuela, hipnótico, las alturas a las que nunca antes habíamos llegado en nuestras acrobacias de escritura. Gonzalo II: ¿En verdad lo crees así? No sé... Puede que sea cierto. Pero recuerda, Gonzalo, yo también escribí la novela. Me hablas como si fuera solamente de tu autoría, o de la de alguien más. Gonzalo I: Bueno, bueno, si a ésas vamos, el verdadero autor de la novela es otro. ¿Le suena el nombre Gonzalo de Lizardi? Pues él es el meritito chinguetas. Ni usté ni yo escribimos nada. Es más, la neta ni nos conocemos bien, casi no nos hemos visto y nadie podría reconocernos, de tan falsos. Eso sí, espejismos aparte, esta vez el que salió ganando fue su servilleta. En nuestro último libro sí que me la peló, carnalito, me la peló usté machín, bien peladita... Gonzalo II: Oye, oye, te ruego que no me ofendas. Además, estoy tratando de averiguar dónde convendría colocar este alfil... Gonzalo I: ¡Que deje ya esa chingadera! Los juegos de mesa no son lo suyo. Piensa usté demasiado, me hace pensar demasiado a mí y no deja que nos divirtamos como realmente nos gusta: a lo bestia. Ése fue siempre uno de sus más recurrentes defectos: imaginó tramas embrolladas y había conjugado personajes con acierto y perfección. Fue un matemático, un apóstol de los crucigramas, pero le faltaban sangre, vísceras, orines... mecos. O no es que no hubiera sido abyecto en obras anteriores, sino que a la podredumbre la había usado más bien como un símbolo: sin embarrarse, sin apestar, como si se colocara una bata blanca para escribir, mirando a través de un microscopio y enclaustrado en un laboratorio o en un monasterio. Pero en Corazón de mierda... ahí sí que la cagó, mi buen, la cagó todita: le faltaba excremento en la pureza de su sintaxis, le faltaba ser lúdico y cristalino sin dejar de echar mano de los vocablos más soeces. Y por fin, por fin se soltó. ¡A toda madre!, ¿no? Adiós a las entropías, a las licantropías, a los nihilismos y a las metafísicas. ¡Ah, qué alivio! Sus ejercicios anteriores a Corazón de mierda rebosaban de erudición. Yo siempre insistí en que se deschongara, en que ya no mareara a la banda con tantas espirales, adivinanzas, universos y tiempos paralelos. ¡Y lo logró! O sea, lo logramos. ¡Lo logró Gonzalo de Lizardi, pues! ¡Gracias a él, hemos dejado de ser una multiplicidad de escritores estreñidos! Aunque, claro, usté siempre lo fue, muchísimo más que yo y que todos los otros batos que son tocayos nuestros. Gonzalo II: ¡Bueno ya, ya estuvo! ¡Escúchame de una vez por todas, pendejo! Gonzalo I: Uh... ahí ‘tá... ¿Po’s qué pasó, mi Gonzo? Aliviánese. ¿Ya ve?, hasta está hablando como yo... No me joda, carnalito, ¿a poco se enchuchó de a de veras? Gonzalo II: ¿Cómo puedes creer, farsante, que Corazón de mierda carece de profundidad, de peripecias, de laberintos? No mames. Disculpa que te lo diga; pero no mames. Vuélvela a leer y te darás cuenta de que no he dejado de ser Gonzalo en una sola línea. Gonzalo I: ¡Ah, no! Eso sí que no, mi hermano. ¿Quién se va a querer reventar otra vez la novela, después de tantas corregidas que le dimos, después de tantos años de desvelos y nalgas adoloridas? No me chingue, brother. Qué hueva. Corazón de mierda ya es mierda de otra letrina. Mejor que la digieran otros lectores, ¿no? Gonzalo II: No te atrevas a faltarle el respeto a tu trabajo... Gonzalo I: Ah, ya va usté a empezar con su sermón de “santifiquemos el oficio”. Si todo lo que nos obsesiona, a fin de cuentas, no es más que la tensión del chiste y el absurdo, la broma, el albur. No se haga wey. Si es usté un humorista, y de los buenos, un artífice de la charlatanería, como yo. Y Corazón de mierda es una fábula cómica muy bien lograda. ¿O qué?, ¿no se siente orgulloso de eso? Gonzalo II: ¡Suficiente! Has conseguido que me enoje en grado superlativo. Es decir, hijo de la chingada, que ya sacaste boleto... Gonzalo Lizardo amenaza con el puño a Gonzalo Lizardo. Felizmente, entra en escena “El Candingas” y los separa con aspavientos de réferi. Imagina que está en un teatro abarrotado y se dirige al público (imaginario) mientras recibe patadas y empujones. “El Candingas”: Tranquilos, mis muchachitos. Aquí el más autorizado pa’ hablar de la novela por la que se sulfuran, soy yo y nadie más que yo. Porque, fuera joterías, y ahí como me ven, me precio de ser la musa que inspiró el danzón-son Corazón de mierda... Ora, fíjense bien, tanto Gonzalo como Gonzalo tienen toda la razón. Les voy a explicar a ustedes el asunto en tres fumadas... O no, mejor no, no acabaría nunca de hablar, y si me dan cuerda, menos. Que lo haga otro, un lector cualquiera. Con mis poderes chamánicos haré que aquí mismo en el estudio aparezcan, cual vírgenes encueradas danzando en el humo, unas apostillas... Chéquense nada más lo que puede uno hacer cuando sabe utilizar como nadie la materia prima extraída de la mota más pura, osease, del sueño... Un, dos, tres, catorce… ¿Qué tal, eh?, ¿no que no? Iren, contemplad, ahí ‘tán las letritas, ¿las ven? ¡Oh portento! (Aparecen las apostillas del lector cualquiera.) Apostillas del lector cualquiera: Los trebejos que adornan esta obra —trebejos humanos, mecánicos— acaso disfuncionen como prototipos de una realidad cochambrosa en estado de oxidación. Máquina social desaceitada. La novela descuella por una no sé si llamarla autenticidad literaria sin impostaciones filosóficas, rasgo del que carecen, creo, las otras dos que conozco de Gonzalo Lizardo. Como si el Corazón de mierda hubiera sido extraído, latente aún, del cadáver exquisito que devoraban gusanos de circunloquio e inconsciencia, tras un jaque perpetuo entre lo fantástico y lo urbanamente demencial... El experimentado novelista zacatecano ensaya, pues, eficaces nexos con la prosa poética y enaltece, con una cadencia epifánica, los meandros del arrabal (1). “El Candingas”, apodo del protagonista de la historia, remite a un pequeño Álex en versión marginal o a un Silvio Astier defeño, sucio de anhelos y de experiencias precoces, vibrantes. La brevedad folletinesca de los capítulos se antoja un cómic ácido en el cual el autor no victimiza a su héroe, quien logra contrastar, a fuerza de ironías, el contexto de miseria en el que se desenvuelve, cumpliendo con ello una regla de oro del humor negro literario: el personaje central como objeto de burla de sí mismo. Este “Candingas” es la sustancia narcótica de la narración, que también se sostiene como un largo monólogo proferido por un anciano nostálgico a quien podríamos emparentar, quizá, con el Amadeo Salvatierra de Los detectives salvajes y cuya tarifa asciende a un episodio por cerveza o por cuarto de licor... Luego, el “villano”. ¿Qué anotar sobre Ricardo Olmedo? “Ricardo Corazón de Perro, Soberano del Purgatorio, Amo de las Ánimas delincuentes” (p. 65). ¿Qué anotar sobre este Huey-Tlatoani de Lecumberri? Se trata acaso de un Virgilio diabólico que guiará a “El Candingas” hacia una engañosa luz, atravesando ambos un infierno callejero montados sobre el convertible, modelo clásico, del crimen como una de las artes del dandismo. La travesía, sin embargo, n o culmina con el encuentro del Dante chilango, envilecido, con su Beatriz cabaretera, a quien en esta Comedia infrahumana Lizardo ha cambiado el nombre a Pilar... Encartada, la fotografía del célebre criminal Ricardo Olmedo, muerto, se coloca al inicio de la novela, lo que pudiera interpretarse como un guiño a Salvador Elizondo. Pero aquí no ocurre lo que en Farabeuf y el supliciado del Leng Tch’é, pues la resurrección narrativa se suscita en retrospectiva, y no en rodeos gerundiales. Corazón de mierda, entonces, como un punctum barthesiano, necrológico, de la imagen de Ricardo Olmedo, uno de tantos Marlon Brando venidos a menos, “cinturitas de barrio” anónimos y seductores. (Por cierto, esta analogía con Marlon Brando no es ociosa: abunda, de hecho, en el texto, que fue aderezado con astucia por numerosas viñetas cinematográficas, entre las que destaca un elemento llamativo: a cierta altura de la trama, Gonzalo Lizardo sorraja una página en blanco y otra en negro, con todo y los títulos de cada capítulo invisible, lo que semeja un abrir y cerrar de claqueta para que el sorprendido lector improvise el par de escenas omitidas, que seguramente fueron rescritas y pulidas una y otra vez, sólo para ser desechadas en el borrador definitivo.) Las apostillas del lector cualquiera se disipan hasta ser ilegibles. A lo lejos se oye una risa sarcástica, senil, de proxeneta o diablo de pastorela. Gonzalo y Gonzalo, extrañamente quietos y reconciliados, se observan con perplejidad y silencio. Cuando se hacen nítidos el tablero de ajedrez y el estudio, antes sumido en la humareda, emerge una voz: Gonzalo I: ¿Y qué, mi Gonzo, qué opina de los comentarios del tarado lectorcito éste, con eso de que nuestro santo Candingas, quien no deja de aparecérsenos desde la primera vez, nos puso a reflexionar como a dos escolapios chaqueteros en clase de gramática? Gonzalo II: La verdad, no opino nada. Me da la impresión de que este lector cualquiera piensa casi como tú, lo que me preocupa menos que mi necio alfil y la casilla donde debo colocarlo. Estoy jugando conmigo mismo desde hace horas, y comienzo a aburrirme. Yo creo que continuaré después. Convendría más que te acercaras una sabanita tibia y que dormitáramos los dos sobre nuestra capa de césped predilecto... Gonzalo I: Ya está, carnal... Pa’ luego es tarde... Ahí va, pues, sírvase maestro, a la salud editorial de nuestro más reciente artilugio y a la salud literaria de Gonzalo de Lizardi, nuestro brujo e ilustre padrote. Nota 1. No como —o no quizá como— en Jaque perpetuo, que “jamás consigue conmovernos —aunque nos llegue a convencer—” (Jaque perpetuo, ERA, 2005). ** Manuel R. Montes testamoruna@gmail.com Escritor mexicano (Zacatecas, 1981). Licenciado por la Unidad Académica de Letras de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ, http://www.uaz.edu.mx), obtuvo el título con un trabajo de investigación sobre el mito de Quetzalcóatl y la literatura fantástica. Luego de haber sido becario durante un año del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Zacatecas, en el rubro Jóvenes Creadores, publicó El inconcluso decaedro y otros relatos (Fecaz, 2003), parcialmente traducido al inglés por Toshiya Kamei e incluido en revistas norteamericanas y británicas de corte virtual e impresas. Textos suyos han aparecido en suplementos y revistas mexicanas de literatura en todo el país. Actualmente dirige La Cabeza del Moro, proyecto colectivo de escritura auspiciado por el Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde” (http://www.zacatecas.gob.mx/inscultura.htm). Con Infinita sangre bajos nuestros túneles obtuvo el Premio “Juan Rulfo” para Primera Novela 2007, convocado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (http://www.bellasartes.gob.mx) a través de los institutos de Cultura de los estados de Tlaxcala y Puebla. === El atanor y la llama Ernesto Fernando Iancilevich ================ En el oficio concentrado, la intensidad de un destino. Asir esencial y hacer sustancial proyectan al hombre en su obra y a ésta en el mundo: si el artista es uno con su obra, su obra es una con el mundo. Él habita el mundo a través de su obra. Oficio de escritor y destino de poeta se penetran y fecundan mutuamente como experiencia y expresión de vida. Esto suena simple para quien espera difíciles especulaciones o complejas explicaciones, y lo es, en la cierta medida que lo simple resulta el medio más apto y el camino más corto para mostrar la verdad. No se trata de especular ni explicar, sino de transparentar y mostrar. El arte no explica la vida ni especula sobre ella: la muestra en transparencia, la dice en trans-apariencia. El lenguaje es el cristal donde el mundo se transfigura en pensamiento y el pensamiento se transforma en mundo. Oficio en busca de palabra y destino que encuentra pensamiento, versión externa de una visión interior, la palabra de escritor comprende lo que el pensamiento de poeta contempla. Palabra y pensamiento conversan en el poeta y convierten su habla en una escucha. El habla primordial se le descubre escucha de pensamiento en la palabra. Conversar es convertir el habla en escucha. Destino que porta palabra y oficio que soporta pensamiento, oficio concentrado e intensidad de un destino son el atanor y la llama que destilan el poema. ** Ernesto Fernando Iancilevich ernestoiancilevich@yahoo.com.ar Poeta y ensayista argentino nacido en Buenos Aires en la década de 1950. Licenciado en bibliotecología y documentación por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde cursó estudios avanzados de filosofía. Estudió arquitectura en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la misma universidad. Coordinó durante diez años el Taller de Creatividad Literaria Aletheia. Integra el equipo editor de la revista literaria Palabras Diversas (http://www.palabrasdiversas.com), editada en España. Colaborador de prestigiosas publicaciones nacionales e internacionales en los campos del pensamiento y la creación. Ha recibido el 1r. Premio de Poesía de la Fundación El Libro-Edenor (1996), el 1r. Premio de Poesía de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Avellaneda (1999), el 1r. Premio de Poesía del Encuentro de Escritores de Avellaneda-SADE filial Sur (2001-02), y el 1r. Premio de Poesía de la Universidad Nacional de Córdoba (2005), entre otros. Publicó Primeros poemas: antología de poetas argentinos noveles (Buenos Aires: Fundación El Libro, 1996). |||||||||||||||||||||||||||| ENTREVISTAS |||||||||||||||||||||||||||| === Carol Zardetto ======================================================== === “Creo que he pasado el examen que cuenta: la aprobación del público” == === Lilian Fernández Hall ================================================= Carol Zardetto nació en Guatemala. Se ha desempeñado como abogada, diplomática, funcionaria de gobierno, columnista, guionista de cine y escritora. Es autora de cuentos, ensayos literarios y políticos. Fue coautora de la columna de crítica de teatro Butaca de dos en el periódico Siglo XXI. Con pasión absoluta es su primera novela y fue galardonada en el año 2004 con el Premio Centroamericano de Novela “Mario Monteforte Toledo”. Lilian Fernández Hall: Carol: sin una experiencia literaria anterior, tú escribes Con pasión absoluta, una novela de casi 400 páginas, con una estructura compleja y una rica trama de personajes que abarca varias generaciones de mujeres y hombres de Guatemala, y de paso te ganas el Premio Centroamericano de Novela Mario Monteforte Toledo, como primera mujer guatemalteca. ¿Qué te llevó a escribir una novela, a encaminarte como escritora, en un ámbito desconocido para ti, quizás hasta dejando de lado tu labor de abogada y funcionaria? Carol Zardetto: Publicar Con pasión absoluta fue un salto grande que me colocó de golpe en el mapa de los escritores guatemaltecos, lo cual fue sorpresivo para muchos. Sin embargo, la literatura había sido parte fundamental de mi vida desde siempre. Nunca había intentando una narrativa de largo aliento, pero cuando me vi frente a la posibilidad de una historia como la que narra Con pasión absoluta, dejé todo para seguir su rastro. El impulso creativo es una pulsión difícil de rechazar. Por otro lado, aceptar el compromiso implicó grandes sacrificios. LFH: ¿Cómo se gestó tu novela? ¿Fue tu primer proyecto literario grande? CZ: Pasé cuatro años expandiendo mis fronteras de libertad personal en Canadá. Regresar a Guatemala “a la fuerza”, como yo me lo planteaba en aquel entonces, fue entrar en un embudo. La contracción produjo una explosión interna muy poderosa. Un factor importante en este proceso fue el trópico. Los colores, olores, la tibieza del ambiente, fueron despertando una memoria aletargada que me llevaba de la mano a la infancia y, por ende, al encuentro con Guatemala. LFH: ¿Por qué crees que Con pasión absoluta es una de las novelas que más vende actualmente en Guatemala, y que ya va por su tercera edición? CZ: Creo que es una novela escrita con honestidad. LFH: Sin duda, pero además está bien escrita y supongo que atrae también porque es una historia, sobre todo, de las mujeres de Guatemala, en medio de tanta literatura escrita por hombres y sobre hombres, sobre tantos “compañeros” que hicieron la historia reciente de Guatemala... CZ: Claro. Las mujeres guatemaltecas pudieron verse reflejadas en mi novela de una manera que no lo habían logrado en la literatura escrita por hombres. Pero quizá más importante, mi novela arroja una mirada femenina sobre la Historia. Eso también fue fundamental para las mujeres, que parecían excluidas de la tragedia que hemos vivido. LFH: ¿Te sientes parte del establishment literario del país o más bien como una outsider? CZ: El recibimiento del “establishment” fue, en general, frío. La respuesta fue ignorarme e ignorar la novela. No me desagradaba para nada ser una outsider. Siempre he disfrutado de la libertad que proporciona la marginalidad. Sin embargo, ese tiempo ha terminado. Creo que he pasado el examen que cuenta: la aprobación del público. LFH: Irene, la protagonista de tu novela, ya viviendo en Vancouver, logra finalmente desprenderse de trabas y vivir su sexualidad a pleno. Dice entonces: “Nacida en un país mojigato y castrador, me sentía francamente libre (...). La experiencia era excitante, por transgresora y porque sucedía en público, lo cual parecía convalidar mi protesta” (p. 90). ¿Cómo ha evolucionado el ambiente en Guatemala en los últimos años? ¿Hay un clima más permisivo para la exteriorización de la sexualidad femenina o sigue siendo una sociedad fuertemente normada y patriarcal? CZ: La construcción de la sexualidad en Guatemala es aberrante. Prácticamente no permite un verdadero encuentro. Los roles y los ritos son rígidos y castradores por un lado, pero también amorales y sin ningún respeto por el otro. La construcción de la masculinidad no permite al hombre superar la adolescencia y la mujer generalmente asume patrones de conducta complacientes y desvalorizantes. LFH: Otro de los grandes temas en tu novela es la percepción de la patria y los sentimientos encontrados que implica. Irene se va voluntariamente de Guatemala buscando otros horizontes, y cuando regresa, la abruma lo provinciano, la intolerancia, el ambiente limitado y castrador de la familia. La crítica a Guatemala es dura: “Guatemala es un país jodido. Yo viví aquí siempre y por eso lo digo. Hay algo aquí duro, sórdido y siniestro: la columna vertebral que sostiene, organiza y hace funcionar a nuestra sociedad (...). Lo demás es paisaje”. “Guatemala es asfixiante y cruda como la más exasperante de las pesadillas” (p. 261). ¿Cómo es tu relación personal con Guatemala? ¿De amor-odio o de amor incondicional? CZ: Alguna vez afirmé que los guatemaltecos somos todos exiliados de la patria posible y estamos condenados a vivir una patria que se empeña en ser im-posible. La frustración que esto provoca es angustiosa, pero a la vez muy fértil. En cuanto al amor, Guatemala es mi infancia, ¿cómo me saco ese amor? LFH: Tú has viajado mucho, ¿nunca pensaste en quedarte a vivir en el exterior? CZ: Incontables veces, y no descarto que la vida me proponga un nuevo viaje que me lleve lejos. Soy muy curiosa y me encanta el desafío que significa el desarraigo. LFH: Cuando Turin, el hermano de Irene, muere, la protagonista intenta encontrarle un sentido a esta muerte. Dice: “Mi hermano murió de lo mismo que se moría la gente allá en el Ixcán. La gente que él quería. Comió de su comida, durmió bajo su techo y murió como ellos: de una disentería. Sin medicinas, sin cuidados, como ellos. Gesto impráctico, pero subraya su integridad frente a la obscenidad cotidiana de una sociedad como la nuestra. Puedo equivocarme. Quizás fue simplemente una muerte más, de las inútiles y absurdas” (p. 360). La “obscenidad” a la que te refieres, la miseria profunda, la desigualdad, las muertes evitables, ¿hay alguna manera de encontrarles sentido?, ¿puede la literatura contribuir a este deseo? CZ: La manera de encontrar sentido a la “obscenidad” de nuestra sociedad es indagar en la historia y descubrir cómo ha moldeado las biografías que tanto nos importan. Cuando el individuo desarrolla una conciencia “histórica” deja de ser un sujeto pasivo de las circunstancias. Ese es un cambio fundamental. Yo creo que la literatura tiene un papel ineludible en la creación de significados. No existe comunicación inocente. LFH: Irene dice también: “Ojalá todos pudieran tener alguien que los amara en forma absoluta. Es lo único que nos redime de la culpa de estar vivos” (p. 368). ¿Carga Irene con una especie de sentimiento de culpa que le impide ser feliz? ¿Tiene que ver con su educación católica? ¿Qué se puede hacer para combatirlo? CZ: Esta afirmación de Irene no tiene que ver con la culpa religiosa, sino con el impulso humano a amar y ser amados. Cuando no logramos hacer esta conexión básica en que nuestro ser es plenamente “amable” a los ojos del otro, quedamos con la oscura sensación de que tenemos que cambiar algo para complacer. Esta es la culpa de la cual nos redime el amor. LFH: El hecho de que Con pasión absoluta haya sido recibido en forma tan positiva tanto por los críticos como por los lectores, ¿significa una presión especial para ti a la hora de seguir escribiendo? CZ: No es una presión, sino un descubrimiento. A través de mis lectores y de los críticos que comentan mi obra me descubro a mí misma como escritora y encuentro una vocación. LFH: ¿Te interesaría proyectarte al mercado latinoamericano más allá de Centroamérica? ¿Qué posibilidades existen de ello? CZ: Me siento agobiada por el encierro en Guatemala y anhelo abrir espacios para mi obra. En todo caso, no es mi preocupación fundamental en estos momentos. Estoy dedicada a crear... embarazada con una novela que todavía se está gestando. LFH: ¿Cómo ves a la literatura centroamericana en relación con la que se escribe en los demás países de habla hispana? ¿Cuánto se conoce, cuánto se lee? CZ: Creo que la literatura centroamericana es muy fresca. Somos países intensos, volcánicos y crudos. Tenemos un gran potencial para revitalizar una literatura latinoamericana que no está pasando por su mejor momento. El problema principal de los escritores en Centroamérica es la escasa distribución editorial. Si ese escollo pudiera salvarse, tendríamos un mercado interesante para crecer. LFH: ¿Qué lecturas inspiran tu trabajo literario? CZ: Me gusta mucho la narrativa norteamericana. Soy admiradora de Henry Miller, por ejemplo. Me marcaron los escritores del Boom y las lecturas obligadas de mi época: Hesse, Sartre, Nietzsche. También la producción cinematográfica impacta mi trabajo. A veces ansío trabajar en una narrativa menos plana. LFH: Sabemos que estás trabajando actualmente con una nueva novela. ¿Puedes contarnos algo sobre ella? CZ: Es una novela sobre la ciudad como lugar de intercambio de mensajes, memorias, deseos. Un hombre cincuentón cuya vida está en crisis busca reinventarse en New York inscribiéndose en una academia de cine. Su experiencia se ve trastornada por el encuentro con una mujer misteriosa que desata una fantasmagórica búsqueda. La novela que intentaba alejarme de la temática femenina me ha arrojado de lleno al tema de la mujer: las políticas que marcan su cuerpo y la expresión de su deseo. ** Lilian Fernández Hall lilian.fernandez@yahoo.com Docente e investigadora argentina residente en Estocolmo, Suecia. Egresada de la carrera de Letras de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Colabora en varias publicaciones, impresas y digitales, de Europa y de América Latina. Corresponsal en Suecia de El Diario de Hoy (http://www.elsalvador.com), de El Salvador. Coordinadora de círculos de lectura en español en Suecia. === Adán Echeverría, compilador del Mapa Poético de México ================ === Hay que romper con las antologías ===================================== === que sólo se hacen para cultivar egos ================================== === Jorge Gómez Jiménez =================================================== A finales de este mes estarán listos los CDs en los que se distribuirán los nueve volúmenes que conforman la monumental antología Del silencio hacia la luz: Mapa Poético de México, poetas nacidos en el período 1960-1989, que congrega en unas 1.600 páginas muestras de la producción poética de 650 autores de toda la nación azteca. El alma de este proyecto es el narrador y poeta Adán Echeverría (Mérida, Yucatán, 1975), quien lleva cerca de un año construyendo el Mapa con la intención de que se constituya en “un documento en el cual, con una sola mirada, el lector pueda recorrer las visiones poéticas que se desarrollan en México en la actualidad” y en el que sea posible localizar y comparar “algunas búsquedas literarias, intenciones, capacidades, novedades del lenguaje entre los autores nacidos en tres diferentes décadas”. —¿De dónde nace la idea? —El proyecto ante todo es producto del interés por la inclusión. Es sabido que cada año en México, como en muchas partes del mundo, las muestras o antologías de poetas aparecen unas tras otras, y siempre el comentario será que se ha dejado fuera algunos autores de amplia valía para los lectores. Esto tiene un motivo principal que es la falta de presupuesto para incluir a todas las voces poéticas que se requieran. Pero también tiene que ver que cada antologador quiere aparecer como el “sabio responsable” que dicte qué es o qué no es poesía. El Mapa Poético quiere romper con eso de un solo golpe: al reducir al máximo los límites para esta muestra, se pretende que sean los lectores los únicos jueces de la poesía que se publica en México. Hemos visto cantidad de libros publicados por el Conaculta, por el Fondo Editorial Tierra Adentro, o adquiriendo las becas de la Fundación para las Letras Mexicanas, o del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, o en diferentes revistas impresas o electrónicas a lo largo y ancho del país, y muchos lectores, en los que me incluyo, pueden darse cuenta que sólo se trata del cultivo de egos. Maestros poetas tratando de poner su pie en la historia, crecen el trabajo de ciertos autores, lo crecen sobre peldaños de humo. Esto hace que los lectores se pregunten ¿es esta la poesía de valor en México? ¿son estos autores los que marcan la tradición poética de un país? Y todo por el pequeño panorama que podemos encontrar. Este proyecto intenta mostrar un panorama mayor que permita que esos peldaños de humo desaparezcan, incluyendo autores de valía que han sido cotidianamente ignorados, por mala leche, por falta de conocimiento de su obra, por falta de distribución, pero que ahora, en este documento, pueden ser sopesados nuevamente y en conjunto con los otros, aquellos que sí han recibido apoyo. —¿Cuánto tiempo tomó todo el trabajo? —El trabajo fue convocado en junio de 2007. La idea venía en mi mente desde enero de 2007. Es ahora en agosto de 2008, cuando estoy a punto de terminarlo y lanzarlo al mundo. Ha sido un arduo trabajo de más de un año. —¿Cuántas personas colaboraron en la producción del Mapa Poético? —Podría decirse que el trabajo lo he realizado completamente solo, pero sería faltar a la verdad. Debido a que cada autor que me ha enviado su trabajo, así como aquellos que fueron convenciendo a otros de sumarse a este proyecto, son parte fundamental del mismo. El trabajo de edición es el que puede decirse que ha sido hecho únicamente por mí. Sin embargo, Armando Pacheco se ha encargado de darlo a conocer a los colaboradores de su revista Letras en Rebeldía (http://www.letrasenrebeldia.galeon.com). —¿Bajo qué criterio fueron incluidos los autores? —El criterio de inclusión fue muy sencillo. La idea fue ordenar a los autores de acuerdo a su lugar de nacimiento. Es decir, estado por estado, aunque muchos autores, es sabido, han destacado literariamente en otro estado al que han ido a residir. Los límites fueron claros, haber nacido entre 1960 y 1989, haber publicado al menos una plaquette de poesía o haber ganado un premio del mismo género, y haber publicado en revistas indexadas en el Sistema de Información Cultural del Conaculta (SIC, http://sic.conaculta.gob.mx). Cada uno de los siguientes criterios fueron definidos con el fin de que ni Armando Pacheco ni yo nos asumiéramos como los dictaminadores de qué es o qué no es poesía. Han sido los editores, los jurados o los consejos editoriales de las revistas quienes han permitido que tal o cual autor sea considerado poeta al haberles publicado o al haberles dictaminado ganadores en el género de poesía. —Noto que en algunos estados (Aguascalientes, Coahuila, por ejemplo) sólo se ha incluido autores de los 60 y 70. ¿Qué pasa en esos estados con los jóvenes? —A pesar de que este es el primer documento mexicano que reúne a más de 650 autores en una muestra, me quedo con la idea de que faltó mucho por hacer. Ya sea por no haberse enterado, ya porque no tuve a la mano ni revistas, ni documento alguno que me hablara de su trabajo, algunos estados no tuvieron representación de alguna década. En particular te puedo compartir que para Aguascalientes, me escribió Claudia Santa-Ana, como representante de la década de los 80, pero al revisar su ficha biobibliográfica, ella es nacida en el Distrito Federal, aunque su trabajo literario lo ha hecho siempre en Aguascalientes. Así que tuve que ponerla entre los autores nacidos en el Distrito Federal, para mantener el mismo esquema a lo largo de todo el documento. —Recopilar material de todo un país ha de ser un trabajo enorme. ¿Qué dificultades especiales tuvieron que afrontar? —El principal fue la falta de distribución del material impreso de los autores, muchos de los cuales fueron publicados por editoriales independientes o por los institutos de cultura de sus estados, y la distribución es demasiado localista. Esta fue la principal dificultad. —¿Recibió el proyecto algún tipo de apoyo económico de fuentes privadas o públicas? —En principio ninguna. Más adelante, el Ayuntamiento de Mérida me donó los CDs en los que quemaré toda la información para hacérsela llegar a los autores. Posteriormente la Editorial Homo Scriptum, de Monterrey Nuevo León, por medio de Alexandra Botto, me entregó un dinerito para comprar tintas con las cuales imprimir las portadas de los CDs. Este ha sido el único apoyo hasta ahora. —¿Qué vías de difusión tendrá el Mapa Poético? —En primer lugar entregaré, de acuerdo a lo estipulado en la convocatoria, dos CDs a cada autor. Posteriormente pienso entregar CDs al mayor número de bibliotecas del país. Estoy pensando en involucrar a los autores de cada uno de los estados de México, que así lo deseen, a reproducir los CDs que les entrego, para que ellos mismos sigan distribuyendo el proyecto. Los derechos de las obras son de cada uno de los autores; a mí sólo me pertenecen los derechos de la compilación. Se pretende que el documento llegue de mano en mano, entre conocidos, hacia cada uno de los rincones del país, y más allá de sus fronteras. Adán, el cartógrafo Quien lee sus cuentos o sus poemas quizás no imagine que este escritor yucateco de 33 años es un biólogo especializado en producción animal tropical, área en la que tiene una maestría. Nacido en Mérida en 1975, el cartógrafo del Mapa Poético de México ha obtenido reconocimientos tan importantes como el Premio Nacional de Poesía Tintanueva 2008 o el Premio Nacional de Poesía Rosario Castellanos, entre otros. Sus letras han desfilado por revistas impresas como Abisal, del Instituto Quintanarroense de Cultura (http://www.iqc.gob.mx), o Tierra Adentro (Conaculta, http://www.conaculta.gob.mx), y en digitales como Prometeo Digital (http://www.prometeodigital.org) y el Proyecto Sherezade (http://home.cc.umanitoba.ca/~fernand4). Suyos son los poemarios El ropero del suicida (2002), Delirios de hombre ave (2004), Xenankó (2005) y La sonrisa del insecto (2008), así como el libro de cuentos Fuga de memorias (2006). Compiló en coautoría el libro Nuevas voces en el laberinto: Novísimos escritores yucatecos nacidos a partir de 1975 (2007) y apareció en Los mejores poemas mexicanos. Edición 2005 (2005). Echeverría coordina la Catarsis Literaria El Drenaje (http://www.lacoctelera.com/eldrenajeliterario) y mantiene un blog personal en http://www.espacioblog.com/adaneslaberinto. En Letralia está desde 2006 y ha publicado con nosotros cuentos y poemas a los que se puede acceder desde su ficha, http://www.letralia.com/firmas/echeverriaadan.htm. ||||||||||||||||||||||||||| SALA DE ENSAYO |||||||||||||||||||||||||| === El Cid cabalga: entre tradición y modernidad Laura Quadrelli ===== El poema es tiempo arquetípico; y por serlo, es tiempo que encarna en la experiencia concreta de un pueblo, un grupo o una secta. Esta posibilidad de encarnar entre los hombres lo hace manantial, fuente: el poema da de beber el agua de un perpetuo presente que es, asimismo, el más remoto pasado y el futuro más inmediato (1). Como todos sabemos, la atracción por una Edad Media sugerente y exótica había germinado en la lírica como tema moderno con el romanticismo y heredado por el parnasianismo, el simbolismo y el modernismo. El criticismo prerrafaelista ve en este medioevo idealizado y atemporal una forma de vida franca y natural; una imagen del mundo colmada de sentido, belleza, nitidez y simplicidad en firme oposición a la actual esterilidad del arte junto a una sociedad disgregadora, mercantil, industrial y capitalista, que bien define Darío al escribir su semblanza sobre Fra Domenico Cavalca: Cuando en nuestra bolsa de oro se cotiza duramente, cuando no hay día en que no tengamos noticia de una explosión de dinamita de un escándalo financiero o de un baldón político, bueno será volar en espíritu a los tiempos pasados, a la Edad Media (2). Esta renovada y profunda seducción por lo arcaico y lo bárbaro, por lo épico y legendario, dará nuevo impulso a poetas como Manuel Machado para rescribir viejos textos y transformarlos en algo original y de carácter universal. Bajo las formas de un simple “retrato de época” se halla, en su poemario Alma (3), una sección que se compone de un solo poema de título análogo: “Castilla”. La crítica, habitualmente, suele ver en esta composición el epítome de un grupo de escritores que recupera de modo regeneracionista o noventayochista un territorio en particular —lo que a simple vista y sin parcialidades el mismo poema se encarga de demostrar—, sin embargo, observaremos cómo “Castilla”, en su metamorfosis y sin disipar su aroma tradicional, se despliega más allá de las fronteras nacionales. El poema deja de ser una mera evocación de una tierra en particular ni de unas gentes determinadas como sostenía Unamuno (4), sino de un espacio que deja de ser territorialmente castellano para ser ficticio, irreal y visiblemente exótico, símbolo central del espíritu de la modernidad. En esta composición, Machado va a rescribir completamente la serie cuarta del Cantar de Mio Cid y elabora su palimpsesto sobre uno de los pasajes más dramáticos y conmovedores para el lector de todos los tiempos. Su agudeza se centra sobre un episodio clave donde las numerosas y fecundas sugerencias le permiten inscribir su creación, dotada ya de un “alma” nueva, en un original universo estético. El primitivo cantar, que fija preponderantemente su atención sobre la figura doliente del héroe desterrado, nos presenta la situación de este modo: Conbidar le ien de grado, mas ninguno non osava: el rey don Alfonso tanto avie le grand saña. Antes de la noche en Burgos dél entró su carta, con grand recabdo e fuertemente sellada: que a mio Çid Roy Díaz que nadi nol diessen posada, e aquel que gela diesse sopiesse vera palabra que perdiere los averes e más los ojos de la cara, e aún demás los cuerpos e las almas. Grande duelo avien las yentes cristianas; === Los de mio Çid a altas voces llaman los de adentro non les querién tornar palabra. Aguijó mio Çid, a la puerta se llegaua Sacó el pie del estribera, una feridal dava; Non se abre la puerta, ca bien era çerrada. Una niña de nuef años a ojo se parava (5). En manos del poeta moderno, el texto comienza rápidamente su proceso de descontextualización cuando el mismo suceso es transportado y transmutado y, como sostiene Unamuno, “el viejo y recio romance castellano, el de los períodos anquilosados, el de los relativos y preposiciones y adverbios, parece que se disgrega y se hace más invertebrado y suelto en estos versos...” (6). De las viejas formas a las nuevas, una silva arromanzada donde se armonizan libremente endecasílabos y heptasílabos frecuentemente encabalgados que variarán, alternativamente, el tono del poema. Previo al encuentro entre la niña y el héroe, Machado dispone —mediante una descripción insistente e impasible— un espacio extraño en el que se conjugan hostiles imágenes sensoriales. Una atmósfera luminosa que enceguece y turba los sentidos (7), la escena se carga de un potencial peligro. La apócrifa meseta castellana se convierte aquí en un adverso territorio donde —en acertada metonimia— el “ciego sol”, “llaga de luz” “se estrella” contra el espectro de un pasado proverbial que se funde y confunde en el raro espejismo de un “ahora”. De “Castiella la gentil” a “la terrible estepa castellana”, nuevo escenario donde va a refundir solamente una imagen: vagas siluetas marchando bajo una lacerante e inexorable luz solar. El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas, llaga de luz los petos y espaldares y flamean en las puntas de las lanzas (8). Revelador y supremo fuego perturbador que abrasa, misteriosamente, todo instrumento bélico, hiere y consume las crestas de las lanzas, funde al rojo vivo los petos y espaldares creando un violento ambiente casi inhumano. Sobre esta imagen ígnea el poeta moderno va a resucitar la figura épica y casi “mesiánica” del Cid que, significativamente, avanza en su éxodo solamente “con doce de los suyos”. Aquellos “sessaenta pendones”, han quedado atrás: El ciego sol, la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos —polvo, sudor y hierro— el Cid cabalga. Cerrado está el mesón a piedra y lodo... Nadie responde. Al pomo de la espada y al cuento de las picas el postigo va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa! (9). Súbitamente se suspenderá la tensión alcanzada y se extingue el potencial siniestro anunciado desde el inicio del poema. La rudeza de la acción se mitiga ante la aparición de una angélica figura que irradia paz a la escena; delicadeza suspendida en el portal de un opuesto universo. Se acentúan los contrastes y sus significados: de la roja esfera candente a la nítida blancura; de la aspereza expresiva de los recios hombres a la indefensión absoluta; de la pluralidad de sonidos estrepitosos a un singular tintineo cristalino. Si el cantar de gesta no se detiene en caracterizar a aquella “niña de nuef años” que “a ojo se parava” (10), aquí, contrariamente, es este personaje quien recibe mayor cuidado descriptivo: A los terribles golpes, de eco ronco, una voz pura, de plata y de cristal, responde... Hay una niña muy débil y muy blanca en el umbral. Es toda ojos azules y en los ojos lágrimas. Oro pálido nimba su carita curiosa y asustada (11). Es precisamente en este punto de la composición donde Machado dramatiza vigorosamente el ancestral encuentro optando libremente por incrementar o reducir elementos del viejo cantar. Las correspondencias entre un medio ambiente desolado y el avance de la escena crean un intervalo de extrema incertidumbre, expresado por puntos suspensivos, un abrupto encabalgamiento y la incesante aliteración de la bilabial oclusiva sorda —p-: “Cerrado está el mesón a piedra y lodo... / Nadie responde. Al pomo de la espada / y al cuento de las picas el postigo / va a ceder...”. Se ha modificado completamente el tono del poema pues se rompe el predominio anterior de endecasílabos y comienzan los heptasílabos de continuo encabalgamiento que, junto a las pausas, logran el ritmo entrecortado que refleja el temor y la inseguridad de la criatura: —Buen Cid, pasad... El rey nos dará muerte, arruinará la casa, y sembrará de sal el pobre campo que mi padre trabaja... Idos. El cielo os colme de venturas... ¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada! (12). Si bien las palabras que la pequeña dirige al héroe tienen un carácter más restringido y menos informativo que en el antiguo poema, Machado aumenta el número de verbos (“...nos dará muerte, / arruinará la casa, / y sembrará de sal el pobre campo / que mi padre trabaja...”, logrando ampliar con esto el castigo real; pero muy a pesar de las intimidaciones, añade a su composición una invitación fraternal inexistente en este fragmento del cantar: “—Buen Cid, pasad...”. Además, los dos versos finales de su parlamento son citados casi textualmente: “Çid, en el nuestro mal —vos non ganades nada; / mas el Criador vos vala— con todas sus virtudes santas” (13). El poeta moderno ha trocado el orden de los mismos incrementando la angustia de la escena al introducir un vocativo en medio de la súplica de la niña: “Idos. El cielo os colme de venturas.../ ¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!”. Luego de las palabras de la pequeña, el silencio nuevamente envolverá la escena para cargarse, ya hacia el final, de un hondo patetismo. Todo contribuirá a marcar el contraste y la oposición entre los dos mundos enfrentados. Calla la niña y llora sin gemido... Un sollozo infantil cruza la escuadra de feroces guerreros, y una voz inflexible grita: “¡En marcha!” (14). Cierto es que el poeta medieval ya había puesto frente a frente un exquisito contraste entre el heroísmo y la sensibilidad, pero la salida de Burgos nos la presenta con un héroe que solamente desiste ante el dictamen del rey: “Ya lo vede el Çid —que del rey non avie graçia. / Partiós dela puerta—, por Burgos aguijaua”. En el poema de Machado, se resalta al máximo su conversión cuando toma una decisión inexistente en el cantar claramente motivada por el “sollozo infantil”. El poema, que se encarga previamente de ubicarnos en un paisaje desnudo, mineral y más próximo a un “Oasis” (15), ahora centra su atención en el encuentro entre los dos personajes y en el impacto emocional que provoca este instante. De este modo, el héroe del cantar de gesta, de crónicas y romances que había excitado la imaginación artística de todos los tiempos, cobrará con su actitud su más profunda y piadosa significación. Si bien el legendario poema comienza “in media res” y prescinde de relatar el origen del personaje, se encarga permanentemente de exaltar su figura por las frecuentes aposiciones explicativas, y una de ellas está referida a su nacimiento (“el que en buena hora nasco”). En el poema de Machado, se invoca la grandiosidad del héroe tradicional con la sola mención del título honorífico, no obstante, este “Cid” es estética y simbólicamente “resucitado” de las cenizas de un pasado surgiendo en medio de una “llaga de luz”, con “doce de los suyos” e inmerso en un nuevo tormento. Nada hay detrás ni hacia adelante, sólo “cabalga”, cubierto de polvo, sudoroso, extenuado y sediento; todas sus necesidades físicas son sacrificadas ante la súplica infantil, estableciendo un encubierto paralelismo muy frecuente en su momento (16), con un referente cristológico que aumenta el valor del sacrificio final del héroe. Y a partir de sus únicas palabras, el Cid nuevamente deberá sumergirse en la letanía del estribillo conformado por los mismos versos monótonos, estáticos e insistentes de la apertura. Como si todo retrocediera para volver a comenzar: El ciego sol, la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos —polvo, sudor y hierro— el Cid cabalga (17). Se reaviva el fuego inicial y la imagen atemporal se circunscribe a un horizonte solar e inhóspito donde trece hombres continuarán buscando un “oasis” donde saciar su atávica sed. Machado ha logrado, por medio de la creación de un paisaje paradójico, inmortalizar lo más sencillo, encantador y apasionadamente humano de aquel encuentro entre la niña y el Cid. “Viejo y nuevo en uno; de ayer, de hoy y de mañana; fuera de tiempo, es decir, eterno” (18). Notas 1. O. Paz, (1996) “La consagración del instante”, en El arco y la lira. Fondo de Cultura Económica, México, p. 188. 2. R. Darío, “Fra Domenico Cavalca”, en Los raros (1896). Editorial Losada S.A., Buenos Aires, 1994, p. 202. 3. M. Machado, (2000) Alma, Caprichos, El mal poema. Editorial Castalia, S.A., España. Edición, introducción y notas de Rafael Alarcón Sierra. 4. M. de Unamuno, En torno al casticismo (1895) Editorial Biblioteca Nueva, S. L., 1996. Este mismo concepto será compartido por Dámaso Alonso, (1965) quien sostiene que “Manuel Machado, como auténtico representante de la posición del 98, ha vuelto sus ojos intuitivos a muchos otros rincones de la tradición patria: a Berceo y a su Santo Domingo de Silos, a Álvar Fáñez, al Arcipreste de Hita...”. “Ligereza y gravedad en la poesía de Manuel Machado”, en Poetas españoles contemporáneos. Editorial Gredos, S. A., Madrid, p. 91. Para una mayor confrontación vide Gordon Brotherston, (1976) “Modernismo dentro del Modernismo”, en Manuel Machado. Taurus Ediciones, S.A., Madrid. 5. Poema de Mío Cid. Edición, prólogo y notas de Luis Guarner. Acervo (ORO: Clásicos españoles) Barcelona, 1979. p. 23, vv. 1-10. 6. M. de Unamuno, “El ‘Alma’ de Manuel Machado”, en Heraldo de Madrid (18 de marzo de 1902); recogido en De esto y de aquello. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1950, p. 201. 7. Cf. la poesía de su hermano que presenta también la creación de una fúlgida atmósfera de plenitud solar que era muy frecuente en la poesía de fin de siglo: “en la hora del arrebol”. A. Machado, “Soledades (1899-1907) Canciones, XLV”, Obras. Soledades y otros poemas. Editorial Losada, Buenos Aires, 1997. Tomo I, p. 106, vv. I-V. 8. M. Machado, “Castilla”, op. cit., p. 131, vv. 1-4. 9. M. Machado, op. cit., p. 131, vv. 4-12. 10. Poema de Mío Cid, op. cit., p. 24, v. 20. 11. M. Machado. Ibíd, vv. 13-20. 12. M. Machado, op. cit., p. 132. vv. 21-26. 13. Poema de Mío Cid. Op. cit., p. 24, vv. 27-28. 14. M. Machado, Ibid, vv. 27-30. 15. Cf. la descripción de este espacio con el de “Oasis”, situado en el desierto de Damasco. M. Machado, op. cit., p. 125. 16. Cf. “Antífona”, op. cit., p. 126-128. En esta composición Machado alude al arte como la religión del poeta y la equiparación entre el poeta y el Nazareno. En “Castilla” reitera los referentes cristológicos en correspondencia trimembre: “El ciego sol, la sed y la fatiga”; polvo, sudor y hierro” de raigambre cristiana. 17. M. Machado, Ibid, p. 132. 18. M. de Unamuno, “La poesía de Manuel Machado”, op. cit., p. 14. Bibliografía • ALARCÓN SIERRA, Rafael (1999). Entre el Modernismo y la Modernidad: la poesía de Manuel Machado (Alma y Caprichos). Edición: Diputación de Sevilla, Área de Cultura y Deportes, España. • ALONSO, Dámaso (1965). “Ligereza y gravedad en la poesía de Manuel Machado, en Poetas españoles contemporáneos. Editorial Gredos, S. A., Madrid. • BOUSOÑO, Carlos (1985). Teoría de la expresión poética, Tomos I y II, Gredos, Madrid. • BROTHERSTON, Gordon (1976). Manuel Machado. Taurus Ediciones, S.A., Madrid. Versión española de Nuño Aguirre de Cárcer. • DOMÉNECH, Jordi (2001). Antonio Machado. Prosas dispersas (1893-1936). Introducción de Rafael Alarcón Sierra, Editorial Páginas de Espuma, S. L., Madrid. • GUILLÉN, Claudio. (...) 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Es Licenciada en Letras y JTP en las cátedras de literatura española I y II en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, sede Trelew. === El agua pesada, lodosa y muerta ======================================= === en Ilona llega con la lluvia, de Álvaro Mutis ========================= === Laura Beatriz Uzcátegui M. ============================================ Apostados como silenciosos centinelas alrededor de toda la ciudad, hay millares y millares de seres mortales absortos en sueños oceánicos. (Herman Melville, Moby Dick) Verdaderamente, el hombre es una corriente impura y cenagosa. Hay que tornarse Océano, para poder recibir tal corriente turbia y cenagosa sin contaminarse de su impureza. (Friedrich Nietzsche, Así habló Zarathustra) El núcleo de la poética de Álvaro Mutis es Maqroll, personaje principal de sus múltiples historias. Estas historias están caracterizadas por una misma materia: el agua, elemento superlativo en la imaginación de Mutis, la materia orgánica de la que derivan sus imágenes y ensoñaciones. Maqroll es un ser del agua, siempre a punto de “tocar el fondo del pozo” (Mutis, 2007, p. 39), de hundirse en el “pantano” (p. 45). Carece de una forma definida, de descripción física, su origen es una incógnita y su procedencia es incierta. Es un personaje que se hace a la mar para vivir en su inconstante e impredecible estar. Su filiación con el océano le permite sobrevivir calladamente, sin alarmar su naturaleza hipocondríaca. Habita en lo profundo de su inconsciente, en el límite exacto de lo pasivo y de lo activo, en comunión con el universo, siempre “conquistando el elemento más extraño a su naturaleza” (Bachelard, 1978, p. 247), haciéndolo su patria. En Ilona llega con la lluvia, la segunda de las novelas cortas que conforman la trilogía sobre los primeros viajes de Maqroll, el agua es el elemento madre que pesa sobre la ensoñación interna, íntima, del personaje. Éste, al contemplarla, solo, rememora su pasado y el desenlace de sus últimas travesías. En estas experiencias oníricas el agua aparece de dos formas. La primera, bajo la imagen de añoranza y anhelo del océano, de lo lejano que ha quedado atrás y reconforta: “estábamos lejos del siempre mudable desorden del mar” (Mutis, 2007, p. 17). La segunda, bajo la imagen del agua turbia, pesada y adormecida, que evoca su pasado y se hace cada vez más oscura a medida que su angustia va tomando forma y él se encuentra imposibilitado para dominar una situación. La toma de consciencia de su inhibición, representada por la espera e inmovilidad, lo desesperanza. Ésta se demuestra como un desorden biológico, un dolor punzante, “paralizante” en el estómago (p. 28), un “dolor sordo [en la] mitad del pecho” (p. 127), como “ese peso muerto en la boca del estómago, aciago anuncio de desastres por desgracia bien conocidos” (p. 49). Esta última forma del agua aparece en la historia cuando Maqroll llega a Panamá y se ve en la obligación de atracar en tierra. En ese instante es mostrada como un líquido “sucio”, que “descompone” las materias, es “pesado” (p. 18) y ejerce sobre él un poder inexplicable y perturbador que le produce ansia y malestar físico. Las siguientes citas lo ilustran: “yo estaba absorto mirando hacia el puerto, mientras un sordo agobio crecía dentro de mí a medida que se prolongaba el silencio de esa agua muerta y lodosa” (p. 21); “yo estaba tan acostumbrado a ese bullicio monótono y tristón, que lo tenía ya confundido con el ánimo de final de viaje que solía traerme siempre una ligera ansiedad, un vago pánico a lo desconocido que pudiera depararme el bajar a tierra” (p. 35); “una cortina de lluvia caía sobre las sucias aguas del Pacífico y la ciudad daba, desde la ventana, la impresión de desleírse ante mis ojos indiferentes, hasta acabar en una mezcla de barro, basura y hojarasca girando en ávidos remolinos en la boca de las alcantarillas” (p. 45). “Estar en tierra firme” (p. 38) provoca en Maqroll un “fastidio abrumador”, un “hastío sin fondo”, un “vago miedo” (p. 38). El tránsito acompasado del tren que toma para llegar hasta la ciudad, el clima caliente y tropical (la humedad), “la temperatura de baño turco” (p. 39), lo sumergen en una ensoñación. El personaje se traslada a lugares lejanos, al Oriente. El sonido “desfigurado” que percibe viene de afuera, de las conversaciones de los otros viandantes. En su entresueño, piensa, recuerda a sus amigos, el pasado de su alma que es “agua profunda”. Llegado a la ciudad se instala en un hotel acorde con sus expectativas, cuya habitación, “en el cuarto piso, daba hacia la bahía”. Allí contempla el agua, otra vez “lodosa, casi inmóvil, idéntica a la que había visto en Cristóbal” (p. 40) e inicia una nueva travesía que durará desde el final de la estación de lluvias, “que se establece sobre el istmo con la desorbitada energía de una trompa y dejan las calles convertidas en ríos caudalosos e intransitables” (p. 45), hasta el comienzo de la siguiente, cuando aparece “la primera tormenta de la temporada” con truenos y relámpagos que a lo lejos estallan, luego de la muerte de Ilona (p. 127). La lluvia es la melancolía y a menudo ha sido relacionada con el llanto. La lluvia son lágrimas cósmicas vertidas por la naturaleza y los dioses. En la novela, ésta “parece alejarse” inesperadamente luego que Maqroll rinde culto a sus “dioses tutelares” y “cumple con la ceremonia del vodka” (p. 40), “el auténtico bebedizo de brujas”, “la bebida narcótica, de la que hablan en himnos todos los hombres y pueblos originarios” (www.nietzscheana.com.ar/tragedia/uno.htm). El vodka le permite tener también una experiencia onírica y renovar su alianza con la naturaleza y consigo mismo. El advenimiento del sol supone un estado sosegado del personaje en el que se reconforta recordando “épocas de penuria y fracaso que pudieron ser más terribles aun y más definitivas que ésta en Panamá” (Mutis, 2007, p. 51). Pero este estado conciliatorio dura hasta que sale a la calle y nuevamente la lluvia cae en torrentes “que amenazaban con arrastrar todo” (p. 53). Es ahí cuando aparece Ilona, como siempre, con la lluvia. La ve sentada frente a una de las “máquinas tragamonedas alineadas en el costado que daba a la piscina y patio principal” (p. 53) del hotel, entonces el agua abre paso a la voluptuosidad, Maqroll se baña, se limpia. El aire se purifica, el calor se hace “espléndido”, el “olor a tierra mojada, a hojarasca que empieza a descomponerse” no perturba y la lluvia se aleja “manchando el mar con una ceniza sombría” (p. 55). Allí se contendrá hasta el último capítulo. Mientras, el sudor de Ilona y el licor lo sumen en un sueño apaciguador y los grillos siguen contando el ritmo del tiempo. Comparte con su amiga viejas historias, recuentos de sus viajes y empresas comunes. La rutina de la vida en tierra, estancada como el agua de la piscina del hotel, se le hace más llevadera estando acompañado. Hasta que la necesidad de cambio vuelve a aparecer e Ilona formula el plan para salir de Panamá cuando lleguen otra vez las lluvias, pues, en palabras de ella, en Panamá “no pasa nada. Es decir, pasa todo, pero no lo que me interesa” (p. 70). El orden armónico de los sucesos transcurridos se rompe cuando un nuevo personaje se introduce en la historia. Larissa aparece rodeada de un “áurea de intenso color naranja” (p. 94), como una imagen líquida que se le escapa a Maqroll a cada momento, enigmática: Tuve la impresión de que este efecto era provocado como parte de una secreta ceremonia cuyo significado se me escapaba. Su voz ronca partía de la sombra con un acento de sensualidad que me hizo pensar en una pitonisa interrogando el incierto futuro de transeúntes indefensos. (...) Había en la mujer algo que se me escapaba a cada instante. No porque se propusiera ocultarlo sino, más bien, porque pertenecía a un mundo que yo no conocía, y que, sin ser hostil, representaba fuerzas, corrientes, regiones que eran para mí tierra incógnita (Mutis, 2007, p. 95). Esta mujer es la personificación de la muerte, viene del más allá, del otro lado del mar. Como más tarde Ilona dice, pareciera que “viviera en otra orilla, a donde no le llegan nuestras palabras” (p. 116). En efecto, la mujer vive en los restos del “Lepanto”, barco en el que zarpó, años atrás, de Europa meridional y en el que experimentó una serie de situaciones oníricas más que extraordinarias, copuló con fantasmas y sobrevivió a un naufragio esperado que la soltó frente a las costas de Panamá. Larissa ejerce una influencia magnética sobre Ilona, tanto así que se la lleva a pesar de las advertencias de Maqroll, quien desconfiado le dice a Ilona: El tiempo de su espera se ha agotado. Frente al abismo, a la nada, se agarra como náufrago al salvavidas, al rescate que significa tu amistad, tu compasión, tu interés hacia la experiencia inconcebible que ha vivido. Pero lo que veo, con evidencia que me aterra, es que, en lugar de tú sacarla del tremedal que la devora, es ella la que te está arrastrando con una fuerza que ni tú misma estás midiendo. (...) Ella ‘es’ ese barco, forma parte de esos despojos tirados en la costanera; hasta tal punto que uno no consigue saber dónde terminan estos y dónde comienza ella” (Mutis, 2007, p. 119). El tremedal vuelve a traer a la narración la imagen del agua pesada. Dice Bachelard en El agua y los sueños al analizar las imágenes de Edgar Poe, que el agua “acompaña el destino de la ensoñación de la muerte” (Bachelard, 1978, p. 76). Ésta, añade, es el “elemento material que recibe la muerte en su intimidad, como una esencia, como una vida sofocada, como un recuerdo de tal modo total que puede vivir inconsciente, sin ir nunca más allá de la fuerza de los sueños” (p. 77), por eso el agua clara se “ensombrece” y muere en su horizontalidad, absorbe la incertidumbre de quien la contempla y busca, en su profundidad, el reflejo de su propia identidad, de su pasado, de lo que es en función de los otros. En Mutis, las imágenes del agua pesada y lodosa absorben el inconsciente del personaje y anuncian la solución de un hecho preciso. Por ejemplo, antes de que se produzcan las muertes de Wito e Ilona, Maqroll contempla las aguas inmóviles, muertas, durmientes, calladas. Así se establece un paralelo entre el agua y el muerto, pues, según Bachelard, “los muertos son, para nuestro inconsciente, durmientes. Reposan. Después de los funerales son para el inconsciente, ausentes, es decir durmientes más escondidos, más encubiertos, más adormecidos. No despiertan hasta que nuestro propio dormir nos da un sueño más profundo que el recuerdo” (p. 104). Para Ilona, algo “hondo” y “terrible” la une a Larissa. Esta mujer le despierta “demonios, aciagas señales que reposan [en ella] y que, desde niña [ha] aprendido a domesticar, a mantener anestesiados para que no asomen a la superficie y acaben con [ella]” (p. 119). Estos “demonios” del inconsciente del personaje se encuentran sumidos en el agua profunda de su pasado. Larissa los aflora, hace que permeen el consciente de Ilona y la mantengan en un vértigo constante. Ilona prefiere actuar y enfrentar lo que la perturba. Medita y decide tomar entre sus manos, más que dejar al azar, los hilos de su historia, pero el silencio del agua ya se ha apropiado de la narración y arrastra, a su paso, todo. Maqroll e Ilona, en su última noche, se tumban en la terraza hasta que los rinda el sueño, recuerdan a Abdul, y dan por jugada “la última partida” (p. 120). Seguidamente, Maqroll cae en un sueño profundo de toda una tarde y se despierta sintiendo la amenaza de la lluvia, próxima a caer. El final de la temporada ha llegado. Los relámpagos vuelven a iluminar el cielo y los truenos “apenas” se escuchan. Ilona arde con el “Lepanto” y Larissa. Su carácter bilioso se consume en el fuego y vuelve a su materia originaria. Maqroll, por su parte, llega cuando el “aguacero” comienza a caer y a disolver el cuerpo negro de Ilona, su sangre se confunde en el agua. El cadáver es la materia de la imagen de la hojarasca descomponiéndose en la lluvia. Los recuerdos vuelven a poblar la mente del Gaviero que contempla, solo, la imagen difusa de la ambulancia y los bomberos. Todo se ve como un reflejo, un espejismo que corrige lo real (Bachelard, 1978): Empezaron a desfilar los recuerdos. Con los ojos secos, sin el consuelo del llanto, transcurrieron largas horas en ese último intento de mantener, intactas por un momento todavía, esas imágenes del pasado que la muerte comenzaba a devorar para siempre. Porque la muerte, lo que suprime no es a los seres cercanos y que son nuestra vida misma. Lo que la muerte se lleva para siempre es su recuerdo, la imagen que se va borrando, diluyendo, hasta perderse, y es entonces cuando empezamos nosotros a morir también (Mutis, 2007, p. 128). De esta manera, el agua, elemento transitorio, metamórfico, es una lección material para una meditación de la muerte, no en el sentido heraclitiano sino “es la lección de una muerte inmóvil, de una muerte en profundidad, de una muerte que permanece con nosotros, cerca de nosotros, en nosotros” (Bachelard, 1978, p. 110), y, sin embargo, permite al otro continuar la vida, en el caso de Maqroll, sentir esa nueva punzada en su estómago que le anuncia la “tarea” de contarle a Abdul el final de Ilona y emprender nuevo viaje. Bibliografía • BACHELARD, Gastón. (1978). El agua y los sueños. México: Fondo de Cultura Económica. • GARCÍA AGUILAR, Eduardo. (2007). “Viaje al mundo de la novela con Álvaro Mutis”. En: MUTIS, Álvaro. Ilona llega con la lluvia. Bogotá: Grupo Editorial Norma. • MELVILLE, Herman (2003). Moby Dick. Barcelona: Planeta. • MUTIS, Álvaro (2007). Ilona llega con la lluvia. Bogotá: Grupo Editorial Norma. • NIETZSCHE, Friedrich (1984). Así habló Zarathustra. Bogotá: Oveja Negra. —. www.nietzscheana.com.ar/tragedia/uno.htm ** Laura Beatriz Uzcátegui M. laura_uzcategui@hotmail.com Ensayista venezolana (Mérida, 1986). Estudiante de letras mención lengua y literatura hispanoamericana y venezolana, en la Universidad de Los Andes (ULA, http://www.ula.ve). === Carlos Fuentes y el pan nuestro de cada día: ========================== === infelicidad, infidelidad e infamia en Todas las familias felices ====== === Asima Saad ============================================================ A los ochenta años, Carlos Fuentes (1928 - ) continúa activo en su carrera de escritor. Acaso sea uno de los más prolíficos del siglo XX y, dada su larga vida, ya deja profunda huella en el XXI al salir publicadas sus últimas dos novelas, Instinto de Inez (Alfaguara, 2001) y Todas las familias felices (Alfaguara, 2006). La primera trata de los amores complejos de un músico famoso (Gabriel Atlan-Ferrara) y la que se convertirá en la reconocida diva Inez Prada; la segunda se bandea entre sinsabores familiares y adversidades callejeras. Se trata de un potpurrí de miserias terribles contadas sin tapujos ni miramientos; es literatura que denuncia las injusticias que en los libros de historia podrían resultar pesadas o, incluso, manipuladas aun más que si fuera mera ficción. Si hay algo muy del presente siglo que se viene arrastrando de los anteriores y que resume el estado actual de nuestra sociedad es “la violencia, la violencia”, palabras con las que termina la segunda novela y a las cuales, vale aclarar, el autor deja sin punto final, como si de profecía se tratase: nunca mermará, siempre habrá violencia y todo lo que ésta conlleva por los siglos de los siglos... Como bien señala José Miguel Oviedo, las novelas de Fuentes son “obras abiertas a lo plural e infinito” (El Comercio de Perú, Número Especial Homenaje a Carlos Fuentes, 16 de junio de 2008). La sentencia de esas palabras finales —“la violencia, la violencia”— sirve de contrapunto irónico a la cita de Leon Tolstoi escogida por el autor como epígrafe: “Todas las familias felices se asemejan, cada familia infeliz lo es a su manera” (Anna Karenina). El ser humano no se salva de los azotes que producen infelicidad, infidelidad, infamia, situaciones que arrastran violencia y rigen nuestro diario vivir bien sea de forma directa e individual o bien de manera vicaria gracias a las noticias, “peores que el peor sueño personal” (Todas las familias felices, 341), que nos llegan por los medios de comunicación. Sería risible creerse el mito de que hay familias felices, mucho menos todas. Por eso, y partiendo de “lo que fue es, lo que es siempre será”, regalo del Eclesiastés, no hay por qué asombrarse de la existencia de familias infelices, común desde que el mundo es mundo. “No hay nada nuevo bajo el sol”, continúa la Sagrada Escritura. Nada más recordar el modelo de la familia bíblica Adán y Eva, quienes, expulsados del Edén, tienen que enfrentar la peor tragedia que pueda padecer cualquier madre o padre: la muerte de un hijo. En el caso de esta primigenia pareja, el colmo de los colmos es saber que el asesinato fue cometido nada menos que ¡por el otro hijo! Así, pues, a lo largo de los libros, capítulos y versículos de La Biblia —y al lado de toda la sabiduría y espiritualidad que ésta sin duda contiene— la infelicidad, la tragedia, la miseria y la violencia resultan ser el pan de cada día. De ahí que Carlos Fuentes, pendiente de este fenómeno tan inherente a la naturaleza humana, exponga en su novela la hipocresía en la que viven tantas familias infelices a la vez que presenta una imagen global de la política, la sociedad y la cultura mexicanas. Al hacerlo mezcla pasado y presente, vida y muerte, historia y ficción. Mejor aun, trasciende las fronteras de su país hasta tocar al resto del mundo. En Todas las familias felices hay una marcada pugna entre los diferentes niveles sociales en un México tan contemporáneo como pretérito a la vez que va en pos del futuro. Estructuralmente, la novela se compone de dieciséis capítulos titulados, pero sin numeración, que además están intercalados por composiciones más cortas denominadas coros. Sea el coro de las tragedias griegas o el que “significa multitud de gente que canta y se regocija” (Covarrubias, 1611) —en cuyo caso aumentaría aun más la ironía antes mencionada— cada una de estas composiciones es una crítica punzante que a la par da coherencia al caos y las barbaridades que denuncian, en su mayoría, los de abajo; denuncias desgarradoras que erizan la piel. Entre las más estremecedoras se encuentran las jovencitas “entre doce y quince años” que en la calle dan a luz a hijitos que nacen odiándose a sí mismos porque son “menos que un vómito de perro” y sus “uñas [son] negras hasta la raíz”; tienen “ojos pegados por las lagañas”, “los labios descascarados” y “baba negra en [la] lengua”. Son chiquillos que no tienen “más alimento quel alcohol madre marihuana / madre / Thinner madre resistol madre cemento madre cocaína / madre / Gasolina madre” (Coro de las madrecitas callejeras). La repetición de “madre” choca y hiere; estos chicos claman sin que a la madre —¿y por qué no, la sociedad entera?— parezca importarle. En éste como en otros coros, Fuentes les otorga el privilegio de la voz a los silenciados de México que no son diferentes a los del resto del planeta; si no fuera por él, estos pobres no hablarían ni nadie los escucharía. No es posible leer esta novela sin detenerse a pensar y recapacitar en las injusticias que en muchas ocasiones, y hasta sin percatarnos de ello, reciben nuestro apoyo. Las voces narrativas de cada cuento y coro relatan las pasiones, frustraciones, contradicciones, inseguridades, envidias, malentendidos, infidelidades y demás, hasta los recovecos más profundos de la vileza humana, que son parte del diario vivir de los personajes que, salvo algunos, llevan nombre y apellido. Por ejemplo: José Nicasio —el asesino de Alessandra Ferrer— y la señora Vanina —la madre enlutada— que intercambian cartas en las que tratan de explicar y entender las razones del asesinato (“Madre dolorosa”); la bella Mayalde se desquita de los abusos del cura Benito Mazón empujándolo por el mismo precipicio por el que éste había empujado a Félix Camberos cuando se dio cuenta de que los jóvenes llevaban amoríos (“La sierva del padre”). De otro lado, tanto en cuentos como en coros salen a relucir las relaciones conyugales y filiales desviadas, enfermas y truncas, tema presente también en Instinto de Inez, donde hay una compleja, extraña e incierta relación fraternal entre el director de orquesta Gabriel Atlan-Ferrara y el supuesto hermano que, en una foto, aparece y desaparece inexplicablemente del lado del famoso músico. Ese misterioso hombre es el que tanto le atrae a Inés/Inez aunque lo ve sólo metido y atrapado en un marco. La situación de los hermanos Reyes y Luis Albarrán de Todas las familias felices es diferente. Se reúnen después de muchos años y el que a primera vista tiene aire de loco e irresponsable termina siendo el cuerdo y honesto de los dos. Entre ellos los lazos rotos no se arreglan; imperan el odio y la incomprensión. El menor y próspero don Luis ha llegado a la cima a costa de ser “lambiscón” y por deshacerse de las personas como si fueran basura. La discordia entre ambos hermanos es irreconciliable; queda el rico en su riqueza y el pobre vuelve a su pobreza. Al fin y a la postre, para los que tienen dinero, “todo en ese reino es posible. Todo lo que deseamos está al alcance de la mano. El sexo. El dinero. El poder. La mesa y el vino” (“El hermano incómodo”, 340). Es cierto que la literatura no puede tomar el lugar de la historia, pero tampoco cabe duda de que la creatividad literaria esclarece y hace pasable la verdad de las cosas que de otra manera podría resultar demasiado fuerte. Se sabe que a Fuentes le obsesiona la historia aunque no por eso se le pueda tildar de historiador, algo que él mismo se ha visto obligado a aclarar. De hecho, el año pasado, en un encuentro literario en la Brown University (Providence, Rhode Island, EEUU), Agustín Prado y Alonso Rabí do Carmo le preguntaron sobre el papel de la novela histórica; la respuesta que dio sirve para ilustrar su propio compromiso con estas dos facetas del arte de escribir: lo real y lo ficticio. Por sí sola, asegura el octogenario, la novela histórica se queda vacía. Ésta, dice, ha de “ser una obra basada en la historia pero capaz de trascenderla” (El Comercio de Perú, Número Especial Homenaje a Carlos Fuentes, 16 de junio de 2008). Y eso es precisamente lo que ofrece Carlos Fuentes en Todas las familias felices: la posibilidad de crear conciencia ante las crueldades de la realidad cotidiana que trascienden lo temporal y lo espacial. ** Asima Saad asaadmau@haverford.edu Ensayista puertorriqueña. Ph.D. por University of Pennsylvania (http://www.upenn.edu). Ejerce la docencia en Haverford College (http://www.haverford.edu). Es autora de una edición crítica y anotada de El Lazarillo de Tormes (Buenos Aires: Stockcero, 2007). Sus ensayos y artículos se han difundido en revistas especializadas de Estados Unidos y América Latina. ||||||||||||||||||||||||||||||| LETRAS |||||||||||||||||||||||||||||| *** Pasado y otro tiempo Leslye Tánchez *** Esta casa nueva Tibisay Vargas Rojas *** Dos relatos José Manuel Domínguez Valcárcel *** Poemas Frank Otero Luque *** El bautizo Luis Villagrana *** Con los ojos perdidos en el placer Raúl García Palma *** Shao Juan Pérez Rosales *** Poemas Marlene Pasini *** Antes, ahora, después Susana María Cavallero *** Poemas Santiago Acosta *** El ciego y mi mujer Marisol Flamenco *** Preludio del adentro Eva Ruiz *** Señorita María Montelongo *** Dos poemas Miguel Aguado Miguel *** El escape Ricardo Abdahllah *** Poemas Paula Ramos === Pasado y otro tiempo Leslye Tánchez ============================== ¿Me vas a sentar, al lado de la lámpara; a la par del despertador, encima de la mesa adornando el rincón de tu cuarto confundida entre las paredes o como parte de un retrato sonriente? Ya cumpliste, bebita, ya te tuve, fuiste mía por un momento, ahora has caducado; por eso al rato te llevo al sitio de arrumacos; bajando las gradas, a mano derecha, pasillo oscuro. Encendamos la linterna, movamos el cofre, quitemos los libros, los ponchos, abramos la puerta. Más oscuridad, ¿a quién se le ocurre? Caminemos despacio no sea que caigamos nuevamente sobre los trastos viejos, cuidado con la mano. Sí, sí, sí, no tropieces con su pierna, ten cuidado con la cabellera. A mí ya no me sirves pero puede que a alguien más sí le seas útil. Recuerda, lo que a nosotros nos parece un montón de basura para otros podría ser una gran riqueza, un tesoro, una maravilla. Aquí vas a estar bien, muñeca. Procura no llorar tan alto, ni mojar las tablas. Procura no levantar las telas de polvo. ¡Ah! por cierto, no molestes a los vecinos. Pobres bichitos tan silenciosos... como tú, a veces. Subiendo, subiendo, subiendo, cuidado con las cajas y con las casas; de arañas y con las arañas. Subiendo, subiendo... Apaguemos la luz. Lo siento... ¿eso fue tu dedo? Bueno, qué importa, nadie vino por ti, supongo que rota ya a nadie le sirves, mucho menos a mí, de la basura ya no recojo nada. Subiendo, subiendo... Cerrando la puerta, ¡clic!... ¡Qué precioso sonido! ¡Clic... Trac! La llave en la palma de la mano derecha, la cerradura ajustada cuidadosamente, ¡trás!..., echando pasador. Moviendo el cofre, ¡ya está! Colocando los ponchos, ¡ya está!, ordenando los libros, ordenando los libros, ¡listo! ¡Ah!, qué cansado. ¡Ah!, qué fastidio, saliendo, saliendo, ¿en qué momento perdí la linterna? Bueno, no importa, a la próxima llevo una vela, con un golpe de suerte la dejo olvidada y consume entre cenizas y quejidos el pasado y otro tiempo. Yo muñeca, sí, sí... claro. Aun aquí sobre las tablas, por si las moscas no quise ni abrir la boca. No fuera que una de tus palabras se enredara en mi lengua y me acariciara con sus alas la garganta o con sus patas las papilas sabiéndome a mielecita, o de perdida me zumbara entre los dientes... ¡No, qué va ser! Te veo partir con un saco de recuerdos justo como los que me llevo grabados en la piel. Huellas de viejas sonrisas y luces que iluminaron nuestras ventanas, un par de mareos y aleteos de algún insecto multicolor deambulante de organismos, ¡escucha! Qué pena, ya no le oíste, ese zumbido como de papelitos. Ya va, sí, ahora me llevo también unas cuantas de esas imágenes que cobran vida al evocar una tonada. ¡Qué bonito..., que alegría, vivirte para después contarlo!... ¿o vivirnos, cómo es?, bueno ya estuvo, me empaco el racimo de espasmos y el agotamiento de brazos, piernas y labios. El racimo de temblores de cuerpos febriles bañados de ilusión y otras especias, digo, de vez en cuando hace falta de algunos de ellos. ¡Sí, de verdad!... cuando el tiempo le llama a uno la puerta para saber qué tanto hay de nuevo o qué tanto de viejo y uno no sabe si servirle una taza pequeña de café oscurísimo o algún té y galletitas, ofrecérsele un sillón grande o un cojín en el suelo. Me imagino que dependería entonces de cuántas visitas haya realizado antes, pero, ah, sí, entonces, gracias por las huellas, por ahí vi pasar algunos de tus fantasmas; por cierto, les di la mano; me despedí de tus muertos a los que les llamaste bichitos. Al parecer no te fijaste y aquí el polvo no conversa, pero bueno, si algún día te veo te cuento lo que me dijeron los demás, tan amables, me acicalaron las alas, bueno, me marcho, un beso en la ceja... ** Leslye Tánchez leslyemond@gmail.com Escritora guatemalteca (Ciudad de Guatemala, 1984). Estudiante de una Licenciatura en Letras en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala (http://www.usac.edu.gt). Secretaria administrativa. === Esta casa nueva Tibisay Vargas Rojas ============================= *** A “El Taque” Esta casa nueva no es un cuarto un solo cuarto aquella para temblar de frío de miedo con los truenos un solo miedo todos vamos de una vez a dormir como las vacas todas allá duermen Aquí soñamos. *** Puede serlo ahora Esa casa lejanísima de San Juan de los Morros la vía de Los Llanos no quiero ir abuelo te la pasas recorriendo detrás de la puerta escondo mi miedo los grandes ojos pensándote de catorce años la sombra de tu jeep se estaciona porque el llano era tu asunto no mío. *** Vaivén Dejo los hicos para el regreso. *** Mascada Ya sacamos todo de adentro sólo queda el porsiacaso en la puerta cuelga un trenzado de hojas muertas si no quieres dame un trozo desanuda el corazón amargo en la boca. ..................................... Allá una palma sola Resquebraja el sol sobre la carne esta carga la bestia tiembla y yo arreo tanto cuesta un pedazo de sombra. *** Mudanza No vamos a meter más cuñas en el bahareque todas las grietas despidieron el recinto más guardado hace tiempo el sol quema bajo un techo fácil de ser ceniza con otro fuego. ....................................... El Willys azul capota lona vamos a quitarle la costra de barro con las uñas ¿por dónde habrá ido? esta semana la tierra es roja la otra fue amarilla... ¿Camaguán? poco a poco dije un día no traerá costra y nos van a doler las uñas de olvido. (de Llana palabra, 1993; publicados en el díptico Esta casa nueva, de Viento del Sur Editores). ** Tibisay Vargas Rojas jerohmontilla601@gmail.com Escritora venezolana (Caracas, 1961). Licenciada en educación, mención lengua y literatura, por la Universidad de Carabobo (UC, http://www.uc.edu.ve). Docente de educación media y universitaria. Ha publicado los poemarios Llana palabra (1993), Pasollano (1993), De humo y sal (1998), Tachaduras (2000), Tema de miseria (2002), Poemas Patacaliente, selección de poemas (2003) y De un patio a otro (2005). Galardonada con premios nacionales en poesía: Ipasme (1992); “Rafael Rivero Oramas”, ME (1997); tercer lugar del Primer Concurso Nacional Interuniversitario de Poesía (1998); Primer Premio del Concurso Interuniversitario de Poesía Cuam (2001) y calificación para selección y publicación en el IX Concurso Nacional de Literatura Infantil “Miguel Vicente Patacaliente” de la Fundación Cultural Barinas (2003). === Dos relatos José Manuel Domínguez Valcárcel ====================== *** Que tenga un buen día El señor Cortina paseó cansinamente por el amplio y lujoso despacho que le había usurpado la familia, la juventud, y quizá el alma. En su mesa se acumulaban los expedientes de los grandes morosos, personajillos y políticos que él, como presidente de una gran banca, condonaba a su antojo o utilizaba como moneda de cambio para turbios intereses y oscuras prebendas. Se preguntó cuántos expedientes de deudores más humildes habían tramitado sus múltiples subordinados; cuántas familias fueron arrojadas a la calle por culpa del afán de dinero durante todos sus años de presidencia usurera. En la ventana se dibujaba la línea de los edificios del centro financiero, sosteniendo el cielo de primavera como pilares de una gran carpa, tapadera azul del circo mundial de payasos y fieras. El señor Cortina se armó de valor. Se quitó la chaqueta y la corbata y, disparado, emprendió la huida. —Señor Presidente: que me tiene que firmar estos documentos —lo intentó frenar su secretario en el piso 56. —Vete a la mierda, Morales —le respondió Cortina, acelerado—. Métetelos donde te quepan. En el piso 45 lo avistó doña Socorro, la jefa de limpieza, con su eterno pichi limpio azulado. Siempre tan amable y fachendosa aquella mujer... —Que tenga un buen día, señor Cortina. —Lo mismo te digo, Socorro. Saluda a tu nieto de mi parte —le contestó Cortina. En el piso 34 sorprendió a varios empleados en la cafetería. Se sonrojaron al verse cazados holgazaneando. —Seguid, seguid. No os preocupéis por mí —los tranquilizó Cortina—. Es lo mejor que os llevaréis de esta empresa. En el piso 21 lo descubrió el pelotas de Ramírez. —¿Todo va bien, señor presidente? —se interesó Ramírez. —Hasta ahora perfecto. Hala, adiós, y que te den. En el piso 12 reparó en la nueva empleada. Ni siquiera se acordaba de su nombre. —Búscate un empleo decente —le aconsejó Cortina—. No te metas a usurera. No supo si lo había escuchado o no, porque Cortina ya marchaba como una flecha. ¡Qué agradable sensación! ¡Qué libre se sentía!, veloz y despeinado al viento. ¡Qué pena no poder repetirlo! —se lamentó Cortina. A la vera de la fachada de su rascacielos, precipitado al vacío, caía Cortina en picado. La mañana era perfecta para suicidarse. *** Un mal día Hoy he tenido un mal día. En realidad ha sido un día tan normal como otros tantos. Lo que sucede es que hoy fue mi treinta y cinco cumpleaños y me hubiese gustado celebrarlo de alguna manera. Pero mi agenda social viene a ser una costumbre protocolaria que mantengo como una reliquia de hace un lustro: todos sus huéspedes están emparejados, muertos, alcoholizados, en otra ciudad, pasan de mí o tienen cosas mejores que hacer; y como la única familia que tuve fue Miranda, al abandonarme perdí el hilo social y nunca más he vuelto a encontrar el ovillo. De todas formas nada ni nadie pudo impedirme una solitaria celebración cenando fuera, como una sutil tregua contra la vaciedad que me ataca desde que me abandonó Miranda. Aunque la soledad y la tristeza son ya mi fiel compañía y se han instalado en todos los resquicios de mi existencia sin que hayan ausentado un solo día. Tras ir y venir por la misma calle de la ciudad, el aburrimiento me apeó en un restaurante cualquiera. Me senté y extendí el periódico comprado a la mañana. Un camarero me atendió desganado y me mostró la carta. Le pedí un cóctel de no sé qué, revuelto de no sé qué, mero al no sé qué y un buen vino. Añadí a mi comanda que me lo trajera todo junto. El camarero me advirtió que era muy temprano para cenar, que todavía tenían que encender la cocina y el horno, con lo que me tocaría esperar un rato. Miré el reloj y eran como las siete y media de la tarde. Acostumbrado de mí... ¡con treinta y cinco años de esperar nada!... me acomodé plácidamente. Evidentemente estaba solo en el comedor, unos minutos de soledad diluidos en toda una existencia, y mi trabajo como representante de lámparas tampoco es que ilumine en exceso las relaciones sociales, porque cuando trabajo me encuentro muy solo entre los clientes, y cuando no trabajo estoy solo en mi casa. Encendí un cigarrillo, extendí de nuevo el periódico, y en un descuido me quemé con la brasa del pitillo. Fue una agradable sensación, pues al menos era una sensación que me indicaba que todavía estaba vivo, toda una experiencia en mi triste y rutinario deambular por la vida, que algunos dicen que es un regalo de Dios. Como una hora más tarde el camarero me trajo el cóctel, el revuelto y una cazuela rebosante de mero. En realidad no tenía hambre, porque nunca tengo hambre, y ni siquiera me interesaban las noticias del periódico. Siempre lo llevo porque me da conversación. Me cuenta cosas, todas desagradables pero cosas al final, con su característico silencio roto al pasar cada página. El periódico también tiene razones para estar deprimido, carga con todos los muertos, guerras, conflictos, terremotos, huracanes, chismorreos, estafas y demás calamidades. Probé de mala gana un poco de todo. Pedí la cuenta y un café solo, y decidí regresar a mi casa. Por el camino paré a tomar otro café, evidentemente solo, y en el bar debajo de la pocilga que habito tomé una caña. El camarero me conoce de sobra, sabe lo que consumo y que nunca acudo acompañado, así que como un fiel reflejo me la sirvió sin mediar palabra. En la tele del bar retransmitían un partido de tenis. Yo ni a eso llego, lo mío es el frontón. Mi vida social es la de una solitaria en las tripas de un ermitaño. Mi acomodado cubículo viene a ser como un vertedero fruto del desdén, el caos y la ley natural de entropía, fiel reflejo de mi deprimente y ninguneada existencia. Inclusive es digno de un nuevo arte adivinatorio, de una nueva mancia: la desordenomancia. Con todo tirado, una cama eternamente desecha e inmudada, ropa sucia, una arruga en cada prenda y un vacío gravitatorio en cada rincón de la morada. Tras una hora, y media botella de JB, todo ha cambiado milagrosamente en mi madriguera. Me encuentro feliz y exultante, radiante de felicidad. Sé que nada malo o deprimente se volverá a repetir de nuevo en mi vida. Mi soledad y angustia tocan a su fin, por fin, y se inaugura una etapa llena de viveza y dulces cambios. Tengo puesta mi corbata favorita, regalo de Miranda, anudada a mi cuello con un nudo distinto al convencional. A su vez está atada a una soga de un metro y medio, que a su vez está amarrada a la barandilla del balcón, la cual estoy a punto de saltar. La verdad es que nunca me ha gustado excesivamente llamar la atención de los demás, ni ser noticia del periódico local, ni perdurar eternamente en la memoria de los vecinos y conocidos —que no amigos—, pero tampoco tengo mucha experiencia en suicidarme, eso creo, y no paso de ser un autodidacta que intenta improvisar, y en el interior de mi cochinera no he encontrado ningún sitio adecuado donde enlazar la cuerda. Durante breves instantes consideré la posibilidad de subirme a una silla y enroscar la soga a la lámpara del comedor, quizá la corbata —siempre queda uno más elegante al presentarse como finado— pero dudo mucho que la lámpara soporte mi peso y no quedaré más que medio suicidado. Además, aunque resistiera todo mi peso, posiblemente transcurriera mucho tiempo hasta que alguien encontrara mi cadáver deshuesado y descompuesto, y se diesen cuenta de que en realidad ya llevo mucho tiempo muerto. ** José Manuel Domínguez Valcárcel 988239104@terra.es Español y gallego (1969). Escritor por afición, gusta de los textos de final rotundo, cuerpo clásico, y la creación de imágenes con las palabras. Amante de la lectura, de la buena mesa, la buena charla y demás placeres. Bohemio, despistado y poco ordenado. === Poemas Frank Otero Luque ========================================= *** Domitila Runawarmi (Domitila, mujer andina) Wawa-imilla / Niñita. Phujllana-jugar maki muqu, muñeca bonita. Llumppa-doncella Warmi-mujer, chura-coqueta, kantuta tan bella. Mama después. Bondad consabida. ¿Qué más, pues? Wawayux-Mama: Santidad conocida. Pachamama. Muju-semilla / saphi-raíz, tronco / sara-maíz; fuente de vida. Mamakocha también. Pukio caudal, amor manantial, jarsuri de bien. Es lecho / y es pecho. No hiera a su crío ni el hambre ni el frío. La bruma no abruma. De alguna manera, rebusca el sustento al revés y al derecho. Puscana, Phitana / Hilar, tejer. Away, awakuy. P'itay. K'anti / rueca-phusca. Y yapuy-arar con taclla certera son su elemento. Wawita / en lliclla-uijgsa cargado, pasajero de primera, nunca polizón / asoma carita. Leche materna, chucho-pezón. Uyas tostadas, Ojitos-ñawis rasgados. Assina-ríe feliz, Mama / Wawayux-Mama / Pachamama / Mamacocha. Siempre Domi, Siempre nana. Siempe Alba, tuta-tuta. Siempre... ¡Mama! *** Entre el sol y la tierra En el Ande, el Sol se casa con la Tierra y guiña un ojo / a la Luna. En grande ayllu se suman, a las llamas de la puna, Apu, viña y gente; una sola mente y un alma. En el Ande, la calma del futuro no radica en el pasado sino en el hoy seguro de cada mañana. Con pulso sereno y firmeza hermana, en el Ande iluminado, en el Ande bueno, el camino es trazado por el cambio constante del rayo y el trueno. En el Ande me hallo en Inti Raymi a cada instante / y en galante homenaje a la Pachamama. Cuando deje este hospedaje y parta a patria lejana, seré cóndor, ichu y llama; seré Apu, río y chicha; y tendré la enorme dicha de ser siempre / siempre Sierra, entre el Sol y la Tierra. *** Decisiones Cojeo. Renqueo largamente mi pie herido, por culpa de la piedra del zapato; del zapato de tu indiferencia. ¡Sí! Más dura grande / que la piedra misma, más grande que la casa donde habitas; donde yo / dejé de morar. Eventualmente, mi herida ha de sanar, porque ahora camino descalzo. *** Lagartija sin cola Lagartija / con la cola cortada. Botija embrujada / que nunca se llena. Ola rompiendo / en marejada, como ánima errante / y en pena. Como cuarto menguante, como sol eclipsado; como queso mordido; como sordo llamado, como ahogado bramido. Como beso volado, como copa sin vino; capitán sin destino y navío perdido. ¡Cómo duele el olvido! ¡Cómo llena el pasado! *** El real monarca Soy un Rey / en perpetuo jaque, flanqueado por la Torre de tu orgullo, por el Alfil desbocado de tu ira, y la Reina: tu indiferencia lacerante. Soy un Rey loco, delirante, que, poco a poco, regresa a la caja de su empaque, lejos / del alcance de tu mira, y renuncia / al juego y al barullo. Soy un Rey, mas no soy tuyo. Reptando y sin ahínco, dejé al Caballo dar un brinco y echarme del tablero; al recuadro / sesenta y cinco. Cual mal Peón, peor obrero, frente al cuadro y al espejo, con horror / a otro rey venero: Es un viejo. Está acabado. Descubro, en un momento, que en minúsculas soy rey ante la Parca. ¡Un esperpento! Pido perdón. Pisoteado el corazón, he hallado al corazón... ¡El Real Monarca! ** Frank Otero Luque oteroluque_edita@infonegocio.net.pe Escritor y fotógrafo peruano (Lima, 1959). Vivió en Estados Unidos y en Venezuela. Preside la asociación sin fines de lucro Manos, dedicada a promover la cultura, el turismo y la producción artesanal. Integra el taller de escritores que dirige Cronwell Jara en la Casa Museo José Carlos Mariátegui, pertenece al movimiento "Martes Poéticos", al Consejo Internacional de las Artes (Inter Art), y a la Asociación Latinoamericana de Poetas (Asolapo). Fue alumno del fotógrafo Rómulo Luján (2002) y como tal participó en la muestra colectiva XX Exposición de Arte, en el Museo de Arte de Lima. Fue miembro del jurado calificador del I Concurso Fotográfico "Palpa Querida" (2003), organizado por Manos. Ha publicado el libro de cuentos El Señor de Palpa (Milla Batres, 2003). === El bautizo Luis Villagrana ======================================= El Negro terminó de presionar el último botón metálico de su camisa vaquera. Enseguida fajó las faldillas de la camisa por dentro de su pantalón color crema, de terlenca, marca Lee, especial para lucirlo con sus botas vaqueras, unas color café oscuro, con chinelas de armadillo. Alisó con un poco de vaselina el encrespado pelo y asomó el rostro al espejo. Acomodó el bigote tupido con sus manos y fijó la mirada sobre el cristal. —¿A dónde tan curro y a deshoras, Javier? —le dijo su madre. Lo observaba desde que salió de la regadera. Por el empeño supo que era algo especial. Aunque todas las noches salía de casa, ya fuera con la Claudia o con los compañeros de la Dirección de Tránsito, nunca se acicalaba tanto tiempo. —A dar un rol... con los compas de siempre jefa, vuelvo de volada —respondió el Negro, sin dejar el arreglo del bigote. Nadie mejor que su madre para conocer gestos, costumbres, pesares y alegrías de el Negro, como para no apreciar algo raro. De niño, cuando hacía una vagancia se volvía huraño, evitaba verla de frente, por eso mejor se salía de la casa. Después de varias horas de ausencia, su madre presentía que andaba en líos. Al hablar con él, observaba sus ojos grandes y saltones, de iris negro, inquietos, movedizos, con un aleteo como de temor o de zozobra. Esa mirada le vino después de que su padre murió, allá en el mercado Cuauhtémoc, donde se dedicaba a cuidar lugares para los vehículos de los clientes. Un pesado camión de transporte conducido por un chofer drogado pasó por encima de su cuerpo, en una maniobra cerrada que hizo, al girar por el callejón de la parte trasera del mercado, donde los trailers descargaban sus mercancías. El Zona Roja News tomó nota del accidente y publicó las gráficas en su estilo acostumbrado. En una de ellas se veía a don José, con el cuerpo medio partido por la cintura y su sangre regada sobre el piso, confundida con los tomates podridos y despellejados, entre aguacates espanzurrados y pequeños montículos de grasa, adheridos al asfalto. Fue la primera visita de la muerte a la casa de los Lardizábal. Entonces, su hermana mayor, Rosa María, le tomó un cariño especial a su único hermano y siempre lo protegió. Esa mirada fija en el vacío, con intermitentes espasmos en los ojos, se le quedó desde entonces. Cada vez que vulneraba una regla, lo primero que le venía era esa mirada, como si viera a su padre de nuevo en las fotografías del periódico. Esa misma mirada enrarecida no lo dejaba desde que volvió a la casa por la tarde, luego de cumplir con su turno en la corporación de Tránsito. Volvió cabizbajo, huidizo. Se sentó en el sillón y prendió el televisor, pero lo dejó hablando solo; él estaba concentrado quién sabe en qué pensamientos, sumido como en un hoyo. Después del funeral de su padre, el Negro siempre deambuló con sus 12 años de edad por todo Barrio Alto, vieja colonia del centro de la ciudad, de casas de adobes, con pretiles altísimos, coronados con ladrillos de un rojo quemado y canaletas de lámina incrustadas en el frente para desaguar las lluvias. Cruzaba el Hospital Civil Libertad, refugio de enfermos mentales indigentes, por la calle Joaquín Terrazas, antiguo cuartel militar en los tiempos de la Revolución, hasta llegar a un enorme mercado tendido sobre la calle; ahí se reunía con sus amigos para dedicarse al robo: Una gorra de moda o unos tenis Converse o un cinto de cuero con hebilla de herradura para la buena suerte. Después corrían hacia la avenida Malecón, una calle que formaba parte de un perímetro que circundaba toda la ciudad. Esa avenida estaba amurallada con piedra para contener, sin lograrlo, el torrencial que bajaba de los cerros, llevando a su paso perros aterrorizados, colchones remojados, tablas, matorrales desprendidos desde su raíz y todo tipo de basura que arrastraba el agua por su paso, en la temporada de lluvias. Ahí se sentaban, sobre el borde de los muros rocosos del malecón, a esperar la noche, mientras los colores malva y rojo se mezclaban en la parte alta del cielo y abajo, en el horizonte, a la altura de su mirada, un color naranja luminoso chisporroteaba a punto de extinguirse junto con el sol, para caer vencida la tarde. —Esos roles, como tú dices, cada vez son más largos. Te va a pasar algo grave, Javier. Un día de éstos ya no vuelves —advirtió su madre. Se revolvió en la silla de madera, colocada bajo el marco de la puerta de su recámara, frente al baño, donde acostumbraba a zurcir calcetines, utilizando una pequeño bombillo de luz como bastidor. Sintió un ligero temblor en el dedo meñique de su mano izquierda, síntoma de la ansiedad que la atraparía hasta el punto del vómito, como en otras ocasiones, quizás, también era un aviso lejano, de alguna capa del cerebro; un impulso eléctrico disparado sin permiso de nadie, que alertaba el peligro. —De algo nos tenemos que morir jefa, pero no te preocupes, mañana tengo una entrevista de trabajo muy importante, no puedo desvelarme mucho —dijo el Negro. Sintió el aleteo de las dos bolas que tenía por ojos. Desvió la vista del espejo. No sólo evitó la mirada de su madre, sino la de él mismo. Puso la vista en su recámara y recordó lo que faltaba. Fue hasta su cuarto. Del cajón del buró sacó una pistola de un color negro metálico, calibre .45. La miró reluciente, en la corporación todos los días le daban mantenimiento a las armas. Revisó la recámara del revólver y constató que estaba cargada. La sopesó con una palma, como para familiarizarla con la mano, conciliar su peso con su brazo derecho, como quien prueba un martillo, un serrucho, una llave mecánica, a fin de cuentas también era una herramienta. Si en el fondo de todos los tiempos, la mano encontró una extensión que aliviara el peso de los hombres al construir y transformar la naturaleza, ahora, la mano encontraba otro instrumento para cambiar las voluntades de sus semejantes. Al caer la noche, el Negro y sus amigos bajaban al corazón del centro de la ciudad, a unas seis calles de su casa, ubicada en la calle Otumba #959 Sur, zona Centro. La catedral antigua, de un blanco calizo permanecía impávida al frente de un amplio rectángulo que formaban la Plaza de Armas, dos edificios antiguos, habilitados como cines, el Reforma y el Plaza, y una larga cadena de negocios, viejos como la ciudad misma, el Café Central, Casa de Música de Luxe y Los Tres Hermanos. Todos, rodeados por corredores de vendedores ambulantes apostados a lo largo del Callejón Velarde. Ahí se vendían nopalitos frescos, veneno para las ratas, cerillos, discos, tenis y pantalones gringos. La zona estaba llena de cantinas: El Norteño, El Gallo Rojo, El Triángulo de las Bermudas y La Tuna. Afuera de los bares, había instalados puestos de madera, donde se ofrecían cocteles de camarón y de ostión, bichos de mar que eran colocados en grandes barras de hielo y daban el aspecto de ser escupitajos babosos. Atrás de la cruz de neón, de la catedral, se ubicaba la presidencia, forrada de cantera café, ubicada en un solitario callejón. El Negro y sus amigos se sumaban a los ríos de personas que cruzaban aprisa la plaza, para abordar los camiones que los llevarían hasta las colonias del poniente, la parte alta de la ciudad, invadida desde la década de los cincuenta por miles de braceros que quedaron varados en su intento de cruzar a los Estados Unidos y no hubo otra que irse a poblar los cerros, las laderas y los diques de contención de agua, aunque cada temporada de lluvias tuvieran que velar ahogados. El Negro y sus amigos caminaban entre la gente sin ningún motivo, nomás por diversión y por no tener un lugar mejor a donde ir. El Negro caminaba por la avenida Juárez, la 16 de Septiembre, la Lerdo, la Mejía y la Mariscal, apurado y con un braceo vigoroso. Al caminar, casi trotar, el aire fresco de agosto le rozaba la piel y lo hacía sentir que tenía rumbo, destino, que su vida iba por algún lado seguro; aunque veloz, en el rostro no le se veía la prisa, diferente al resto de las personas que lo rodeaban, porque en ellas se veía el apuro por salir de ahí, parecían hormigas caóticas que extraviaron el rumbo, después de haber sido destruidas sus enigmáticas casas en el fondo de la tierra, en esta ciudad hecha para el camino y no para el encuentro. El Negro colocó el arma en la funda de cuero rugoso y con el anverso de la mano la presionó a su costilla derecha, en un débil intento de ocultarla mientras salía y la guardaba en la guantera del automóvil. Ojeó la casa desde la puerta de salida. Reparó en la vista de su madre puesta en su figura. Regresó y se inclinó para darle un rozón de labios en la mejilla al tiempo que desbarraba la mirada hacia el piso. —Duérmete, jefa —pidió el Negro. Abrió la puerta y se fundió con la oscuridad del callejón Otumba. En su casa dejó el sabor amargo de la incertidumbre. El Negro torció a la derecha en sentido contrario, para tomar la avenida 16 de Septiembre, así evitaba los congestionamientos viales que se daban calles abajo. Enseguida tomó un atajo que lo colocó, hacia el norte, en la avenida Rivereño, que corría paralela, pegadita, al Río Bravo. A su izquierda observó una franja horizontal, compuesta por luces amarillas, que recortaban en picos la noche, formando una figura como las que se dan en las pantallas computarizadas, que registran los impulsos del corazón. Era la cadena de edificios iluminados de El Paso, Texas. Observó la figura romboide instalada en la cima del Bank of America. “El trompo”, así lo llamaban los habitantes. Sus superficies emitían distintos colores, según el pronóstico del clima, de acuerdo a un código de colores del Servicio Meteorológico. El aire fresco de la rivera era una caricia. El Negro evocó la figura de la Claudia y sintió un cosquilleo en el estómago, una sensación por adelantado del placer que veía venir. —Primero el gusto y después el disgusto —murmuró para sí mismo. La frase le recordó el deber que tenía que cumplir esa noche. También las advertencias de su madre. —¿A dónde tan curro y a deshoras, Javier..? Volvió a su memoria la piel de la Claudia. Trigueña y suave, igual que un durazno reluciente. Señal de un vibrante sexo en despunte. El Negro detuvo el vehículo en el semáforo de la universidad y observó el paso de unos estudiantes. Se reconoció en algunos de ellos, cuando cursaba la preparatoria, estudios suficientes para ingresar a la academia de tránsito, para luego, según sus planes, de ahí pasar a la Policía Judicial, si es que todo salía bien. El semáforo emitió su orden de flujo y arrancó el vehículo. Giró hacia la derecha por la avenida Adolfo López Mateos, al sur. Las caderas voluptuosas, encajadas con armónica precisión en dos columnas turgentes y en medio de ellas un pequeño corazón cerrado, como un pálpito debajo del pantalón, apretado y ceñido a la altura de los tobillos, fue lo que llenaron los ojos de el Negro Lardizábal, cuando levantó el rostro y vio a la Claudia por primera vez. Terminaba de escuchar a dos personas involucradas en un accidente de tránsito y ella buscaba a uno de sus compañeros para que fuera su gestor y evitar el pago de una infracción vial. El Negro inició alrededor de la Claudia la instintiva danza del pavorreal. La amabilidad y el aplomo de sus palabras aseguraron su atención. —¿Y luego para qué estoy yo, señorita? Yo le cancelo su multa. El Negro se levantó de la silla y al erguir el metro ochenta de su cuerpo sobre ella, acomodó su placa de agente, metálica, de bronce, con el escudo de la ciudad en el centro y alrededor su matrícula y el lema “Para servir”. —Sí..., pero es que también quiero saludar a Indalecio... Ibarra. —Luego la acompaño a que lo busque en los patios, porque ahí sólo se entra con autorización. Ajustó la fornitura amarrada a la cintura y sobó su pistola, el ademán dio la impresión de que quería cerciorarse de que ahí estuviera el arma, aceitada y lista para desenfundarse, como quien se acomoda los testículos en un impulso previo a la acción. —Bueno pues, muchas gracias. La Claudia observó el gesto y barrió con el rabillo del ojo la figura de el Negro. Pantalón crema, untado al cuerpo, con una franja lateral café, en la parte exterior de cada pierna del pantalón, botas negras, altas, a la altura de la rodilla. Intercambiaron palabras preliminares, direcciones y números. El Negro no le despegó la mirada hasta que desapareció entre la marcha de automóviles en movimiento. Estaba decidido a explorar las posibilidades de una relación. El auto continuó por la amplia avenida, hasta girar a la derecha por una calle estrecha y oscura, para continuar hasta el fondo, donde se perdía frente a una casa amplia, con fachada de ladrillo rojo, enrejada con altos barrotes de fierro, pintados de blanco. Un tipo alto salió al frente, sin traspasar el barandal. Intercambió unas palabras con él, apenas audibles, ajustaron relojes y se despidieron con un saludo de manos. Retomó la avenida y continuó el recorrido durante 10 minutos más, hasta llegar a un cruce amplio, donde el rojo lo paró en seco. Lo que siguió después fueron encuentros sexuales, cada vez más intensos conforme la Claudia pasaba de una sensación a otra, más suelta, más libre, en coitos como una pedagogía instintiva del sexo, impartida por el Negro, en diferentes moteles de la ciudad. Cuando la visitó por primera vez en su casa, sin avisar, la encontró abrazada con un joven de 18 años, de cuerpo espigado. Acomodó el automóvil en un parque cercano y esperó con paciencia a que se fuera. Después, se acercó sin comentario alguno sobre el novio. Ahí les llegó la medianoche en una larga conversación. El Negro aceleró el vehículo al apuro del semáforo, cruzó la avenida y giró a la izquierda. A unos cuantos metros de la esquina, la Claudia esperaba atrás de un sauce que desparramaba sombras por sus delgados ramajes, amplios y circulares alrededor de su tronco. —¿Quihúbole, lista? —preguntó Lardizábal. La observó. Llevaba una blusa de gasa negra, por la que se trasparentaba el pecho blanco y amplio. La Claudia respondió un sí cuando se montaba al vehículo y atrapaba la nuca de el Negro con las palmas de sus manos. Respiró su aliento y experimentó el vértigo. Las lenguas de ambos se enroscaron húmedas y saborearon un beso hondo. —¿Veniste preparada? —volvió a preguntar el Negro. Entonces la Claudia reparó en la molestia que la maleta le producía encima de sus pies. La sujetó y la aventó al asiento trasero, lo tomó del cuello de la camisa y lo acercó de nuevo, esta vez le dio un beso fuerte, de presión, sobre los labios. El Negro respondió a la caricia con el jugueteo de sus dedos en el lóbulo derecho de la oreja de la Claudia. La retiró con suavidad para encender el Mercury y continuar la marcha. Sus ojos volvieron a revolverse sobre las cuencas. Al cruzar por su casa, en la 8 de Mayo, en la colonia Melchor Ocampo, la Claudia hundió el cuerpo en el asiento para evitar ser vista por su madre y sus hermanos. Siguió de frente y, luego de dar varios giros, se internó en el callejón Victoria, una larga serpiente de asfalto, que escondía oscuridades y viviendas en sus rincones; cantinas, moteles y burdeles en sus salientes redondas. Buscó entre los rutilantes neones el motel Los Amores, introdujo el coche en la cabaña 25, la única que tenía levantada la cortina de acero. La Claudia aventó la maleta al suelo y la alfombra roja amortiguó el golpe. Se tendió sobre la cama y pasó revista al cuarto. Los muros vacíos, sin cuadros, ningún mueble alrededor, excepto un pequeño buró. La cama, enorme, cubría casi toda la superficie del lugar. El negro entró al baño y sacó un paquete de polvo blanco, vació una porción en un espejo de mano que descansaba sobre el lavabo, del bolsillo del pantalón extrajo una pequeña navaja con la que le hizo dos cortes, raspando varias veces el vidrio para dejar las delgadas líneas de cocaína bien formadas, sin gránulos regados, luego enrolló un billete y a través de él esnifeó profundo, echó la cabeza hacia atrás, para volver enseguida sobre el resto e inhalar la segunda columna; de sus fosas nasales salió un sonido seco. —Ya nomás nos falta amanecer juntos, Javier —dijo la Claudia. —Hoy va a ser ese día, chiquita —contestó el Negro, con las manos enroscadas entre los muslos de la Claudia. —¡Ven aquí! ¡Después te vas! —musitó la Claudia. Al suavizar la voz, frotó sus senos sobre la espalda de el Negro y agregó: —Luego vienes y terminas lo que dejes pendiente. Amplió la sonrisa sobre su cara y ensalivó los labios con los ojos traviesos. Los de el Negro se dilataban para tatuar la vieja expresión que tanta zozobra le provocaba a doña Carmen. —Mejor termino el trabajo de un solo golpe, pero cuando regrese. Porque hoy me bautizo —contestó Lardizábal. —¿No estás ya gandecito para bautizos? —bromeó la Claudia. —Nunca es tarde para bendiciones, quienquita, no pierdo la esperanza que en el futuro nos caiga la gracia de arriba. Esta noche podría suceder. El Negro repasó por última vez los muslos de la Claudia antes de abandonar la cama. Luego se despidió. La Claudia podía imaginar las manos de Lardizábal hurgar en su vagina y eso avivaba sus deseos. Después de noches intensas, en las que iba a dar a su casa en la madrugada, le gustaba tenderse sobre la cama y respirar hondo y largo el aroma penetrante del fluido sexual impregnado en su cuerpo, eso la encendía de nuevo y prolongaba una dulce agonía en la espera del nuevo día, para volverse a encontrar con el Negro, al que terminó de entregarse por completo. La Claudia pertenecía a una familia de la clase media en pleno desplome por las turbulencias que causó la devaluación de la moneda y el estancamiento de la economía maquilizada de la región; la clase a la que pertenecía rasguñaba la pobreza en medio de la angustia por la falta de caminos para salir del hoyo. Ella olfateó las consecuencias y alzó la mira, pero había poco que ver en el horizonte. El Negro llegó hasta la casa de Lalo Rivas, su compañero en la corporación de tránsito. Ya lo esperaba con una camioneta Durango, del año y sin las placas de identificación vehicular. —Puro jale fino, mi Negro, en lo que fuiste a la casa de la Claudia —presumió Lalo de la rapidez con la que se había robado el reluciente vehículo. Al llegar a la discoteca El Q, El Negro conducía la Durango. Se detuvo por un momento frente a la entrada. Estaba repleta de jovencitos. Rodeó el edificio, de muros altos, coronados por una delgada luz neón y en medio, sobre el techo, una gigantesca Q que emitía luces oscilatorias, y se estacionó atrás. El callejón estaba en penumbra; una luz tenue de un farol, colocado arriba de la puerta de emergencias de la discoteca, impedía la oscuridad total. —¿Se sentó junto a la puerta de emergencias? —preguntó el Negro. —El Nene está mesereando aquí y ya me confirmó que sí —contestó Lalo Rivas. Volvieron al frente y entraron a la discoteca. Había una pista cuadrada en el centro del salón, que se alzaba sobre las pequeñas mesas colocadas en los cuatro costados de la plataforma de baile. Los muros estaban forrados con pequeños rombos de caucho café, ensamblados a la perfección. La oscuridad en esa zona sería casi total, si no fuera porque una delgada línea azul, de neón, corría por el piso. El Negro afinó la vista y repasó la zona. En una de las mesas del fondo, cercano a la puerta de emergencias, frente a uno de los ángulos de la plataforma de baile, localizó al comandante. Avisó a su compañero y ambos se dirigieron hacia él. Estaba solo. —¿Qué pues muchachos? —saludó el comandante. —Aquí nomás, comandante, cumpliendo con usted —respondió el Negro. —¿Qué cuenta Lalito? —agregó el comandante. El comandante vestía una camisa lisa, de seda, color azul cielo. El cuello ancho y abierto dejaba ver dos gruesas arrugas atravesar la garganta. Por su piel cruzaban las manchas cafesosas de la vejez. El pelo cano acentuaba más la blancura de su rostro, de figura cuadrada, pómulos pronunciados y mentón ancho, que le daba un aspecto agresivo y de fuerza, contrastante con los años que se le veían encima, unos 65. Después de intercambiar saludos, se sentaron a la mesa, ordenaron una botella de Buchanans y dejaron correr la media noche entre anécdotas ocurridas en la corporación de Tránsito. El Negro y su compañero se levantaban de forma esporádica al baño para “polvearse la nariz”, como ellos mismos le llamaban a la esnifeada de coca. El comandante les recordaba sus inicios como agentes de vialidad. —¡Pinche Lardizábal! Si no lo saco de un crucero y lo subo a la moto, hubiera terminado más negro por el sol —bromeó el comandante. —No crea, mi coma, me costó cinco mil dólares ingresar a la corporación y dos mil más subirme a la moto, pero se me hace que ya merezco la charola de capitán —reviró Lardizábal. El comandante salivaba al hablar y pausaba sus palabras por el efecto del licor, mientras que Lardizábal y Lalo Rivas mantenían una parranda serena, por el efecto de la inhalación del polvo blanco. —Está difícil, el cambio de administración y de partido en el poder está provocando reacciones en la corporación —dijo el comandante. —Se oye decir que todos los mandos van a ser removidos, ahora con la llegada de los del otro partido, mi comandante —intervino Lalo Rivas. —¡Se les haría un batidero la ciudad! Aquí traigo en la cabeza muchas cosas que les pueden servir o les pueden perjudicar, así es que nomás es cosa de hablarlo y tomamos acuerdo con ellos. A propósito ¿reunieron la polla? —el comandante se dirigió al Negro. —Está aquí cerca, coma, no vamos a cargar con tanto dinero encima —respondió Lalo Rivas. El Negro asintió con la cabeza el dicho de su compañero, ante la mirada inquisitiva del comandante que reclamaba el dinero que se reunía cada semana, producto de las “mordidas” cobradas por los agentes de la corporación, a los guiadores de vehículos infractores. —Bebamos, pues, pero no olvidemos que hay que ir por él, porque ese dinero, para que baje, primero tiene que subir. La madrugada escarchaba cuando el Negro y Lalo Rivas sacaron al comandante por la puerta de emergencias. En una ida al baño, Lalo Rivas lo siguió. Le colocó el cañón de su pistola en la nuca y así lo condujo hasta el callejón. Afuera, le hundió el puño derecho en el abdomen y el comandante se dobló de dolor. Boqueó de asfixia. El Negro aprovechó para atarlo de pies y manos y colocarle en la boca una bola de trapo. Entre Lalo Rivas y él lo aventaron al asiento trasero y arrancaron el vehículo. A esa hora los asistentes a la discoteca casi terminaban de salir por la puerta delantera. Lejano, un eco que descendía hasta extinguirse se escuchaba de forma esporádica, era un chirrido como de raspadura de fierro que venía de una refinadora de petróleo, ubicada a un kilómetro de donde el Negro y su compañero tenían al comandante. Era un solo cuartito construido con ladrillos, en medio de una llanura pareja. No había más casas alrededor, si se salía al patio, cercado por trozos de madera vieja, lo único que se veía era el chorro de luz pálida de la luna y las sombras de arbustos enanos, proyectados en la arena. Estaba sentado en una silla de madera, con cáscaras de pintura roja en las patas y en el respaldo. Sólo estaba atado de las manos ya y chorreaba sudor como si hubieran zambullido su cabeza en un balde de agua. Lalo Rivas estaba atrás de la casa y el Negro, sentado frente a él. La luz de un quinqué de petróleo dibujaba figuras danzarinas en las paredes. Por el bombillo se elevaba un hilo de humo negro que se pegaba a las vigas ahumadas de madera. El comandante se sacudía en espasmos intermitentes y de los ojos amoratados, cerrados por la hinchazón de los golpes, salían lágrimas de súplica. —¿Por qué, Negro? ¿Por qué? ¿Es el dinero? ¡Quédatelo! Lardizábal tenía la mirada clavada en la llama del quinqué. El sudor le corría por las sienes y ocultaba un ligero temblor en la mano derecha. —¡Carajo! No moquee, comandante. Los muertos no saben de razones y usted, como quien dice, ya es muertito. Un temblor sacudió el cuerpo del comandante y lo hizo girar en su silla y caer de rodillas al suelo. El Negro se levantó como si un resorte lo hubiera impulsado, dio dos pasos atrás y gritó: —¡Párese, coma, póngase de pie! —¿Es por lo de la Claudia? Tú sabes lo que buscaba en la corporación. No era a mí, quería seguridad, agarrar barco. —¡Me carga la chingada! —maldijo el Negro. De un puntapié quitó la silla de en medio. Lalo Rivas entró de prisa, alarmado y con la pistola en la mano. —A ver, mi coma, siga —ordenó Lardizábal. —La Claudia iba al Q a bailar, ahí nos conocimos, ahí la conocieron los otros capitanes. A veces con uno, a veces con otro. Tú sabes que no me buscaba a mí, buscaba su propia seguridad, hasta que te conoció y le ganó el amor. El Negro martilleó su pistola sin apuntar. Sintió su peso en la mano derecha. Todavía se le hacía imposible. Sentía miedo de cruzar la raya. Pero el bautizo es un pacto y los pactos son indisolubles, ya no se rompen y a él claramente le dijeron: “Ya pronto viene tu bautizo de fuego y con él tu ascenso, de ti depende”. El sudor no dejaba de escurrirle por la frente y empezó a sentir laxo el cuerpo y las piernas débiles. Una ola caliente le subió del pecho y se le acomodó en el rostro endurecido por los músculos tensados. Sintió correr por su saliva el veneno de los celos, llegados a el Negro de golpe, sin presentimiento, a la luz de la confesión del comandante. Una tela roja le cubrió la mirada y lo agitó una violencia interna a punto de irrumpir a la superficie. Pero no, se contuvo. Tragó saliva. Pudo controlar la ira y se sintió capaz de dosificarla. —Anda bien errado, mi coma, aquí la Claudia no tiene nada que ver, esto es cosa de los barones de arriba, precisamente ellos me encargaron que le diera a usted un recado: “Que estos son los tiempos del cambio y a usted no se le podía cambiar nomás así, porque traía muchas cosas en la cabeza que, como usted dijo, podían beneficiar o perjudicar”. El estruendo de la .45 retumbó en el cuarto y cuando el eco apenas se perdía en el arenal, el ruido de una segunda explosión se esparció con más fuerza por el desierto. Adentro del cuartucho, la bala abrió la frente del comandante. —Ahora sí ya tienes tu primera calaverita —comentó Lalo Rivas, con una sonrisilla maliciosa. Lalo fue hasta el cadáver y lo esculcó, sacó de los bolsillos delanteros del pantalón unas monedas que luego arrojó al piso. De la camisa obtuvo una credencial con nombre, grado y fotografía: “Indalecio Ibarra, Comandante Primero de la Dirección General de Tránsito”, lo arrastró al patio y procedió a cavar una tumba. El Negro, recargado sobre la camioneta Durango, cerraba los ojos para sentir de lleno un aire fresco que le secaba el sudor de la cara y el cuello. En su espalda sentía el peso del cansancio. —Ya soy capitán —murmuró. Los ojos del Negro se espasmaron y el aleteo no cesó. Bajó la mano a su pistola. Estaba tibia por el fuego reciente. La sopesó en sus manos y pensó en la revelación angustiada del comandante. Volvió a sentir de nuevo el arponazo de los celos. La arena parecía un inmenso océano blanco. La luna palidecía cada vez más por el presentimiento del nuevo día. ** Luis Villagrana lvillagrana04@yahoo.com.mx Escritor, periodista y trabajador social mexicano (Ciudad Juárez, 1962). Es colaborador de las revistas Semanario y Revista Net, y del periódico Hispano de Tulsa (http://www.hispanodetulsa.com), publicado en el estado de Oklahoma (EUA); dirigió por tres años la Dirección de Cultura de su ciudad, pero antes trabajó como obrero en las fábricas maquiladoras, vendió enciclopedias, sacó borrachos de cantinas, acomodó vehículos en estacionamientos públicos, fue homosexual de tiempo completo en las playas de Cancún y después símbolo sexual de las gringas en Tulsa City, donde trabajó indocumentado por un tiempo en los campos petroleros de esa ciudad. === Con los ojos perdidos en el placer Raúl García Palma ============= Con los ojos perdidos en el placer Todo espuma por las mejillas Toda sangre Ramón Palomares *** 1 Solitario inspecciono la herida nadie la ha tocado Desde mi ausencia lo deseaba Una piel pura forrada de huesos cubierta con hojas De existir un valiente me sentaría a ver su hambre de uñas pequeños olores polvo en el ombligo y su ignorancia de los alrededores *** 2 Desde aquí veo la espalda cierro los ojos allí está intacta la idea la mejor por quien debo morir abro la boca muerdo trago brillante y hablo sé que afuera es la historia fría quieta aquí no me canso de tocar *** 3 De amarrar mi cuerpo lo haría con helechos bañándome donde un perfume a medias limpia Al principio la cola la oreja dando un rodeo para meter la boca En esa meseta es cuando segregan saliva los animales *** 4 Me escapo no más cristales La ciudad tiene ojos por donde he mirado Me llaman el cuerpo de siempre con gotas de agua Estoy viendo la eternidad Subo aparto las cortinas me reciben las manos atrás dulces reflejos sin poder escaparme pienso *** 5 Metales hacia el sur sobre conchas con puntos se astillan en el blanco Estoy en una franja ácida dos abismos tuercen la figura A comer a beber el día habrá terminado Introduce dedos nudos amenazas a contar el fondo donde cuaja el nosotros pecadores *** 6 Enfermos nos quitaremos las costras te contaré la historia de las mías A veces la ciudad es un gran cuerpo invitando con la fruta es un padecimiento que gira El abrazo más largo arde sin duda mancha *** 7 Me dices trepa es un mapa con ríos y reptiles que sacan la lengua Vendré con más a ver si aguantas no hables sólo suplicarás con sangre Valor se necesita para el placer de unir diferentes cuerpos sintiendo uno el perfecto *** 8 Anotas la fecha intentas atrapar así la pureza Dejas caer inútilmente la exaltación y aprehende estos restos vacíos entre dientes Las hojas vuelan la voracidad no es por carne Apenas al cerrar reaparece el tiempo ese sabor del presagio en la batalla de los ojos perdidos *** 9 Tatuajes se tejen Tienen que ser sobre venas azules un trébol cuando estiras el brazo hace el amor El sudor y las escamas en tu boca son apenas una línea de entrega lo celeste *** 10 Retar el ánimo donde la membrana se seca y desandar tu brazo derecho tortuga de metal Abrir tu boca para que emerja el alga y tres ángeles flacos con sus coronas de oro limpio es nadar o apagar *** 11 Al dejar las vestiduras sobre el aire al vuelo se desmiente lo angosto Es indudable provoca tocar La piel tampoco es un escudo ni lo pleno En la desnudez (la verdadera) está la memoria una minoría atrapada sin agotarse en sí misma *** 12 Las manos con las mías ábrelas dentro de los brazos obligándote con el olor espero amargo moviendo mis manos por encima El resplandor indica reiniciar el ensayo para los cuerpos verdaderos vivir luego es el asalto definitivo *** 13 Provoco la desilusión viene es grieta Decías dame y yo toma no importa viviré reducido Estoy aquí pensando /la lengua tiene que estar en algún lugar Es urgente que venga porque es de bufón decir para su sed de crear *** 14 Vamos abrazados tejidos con avidez Me siento en cualquier parte a provocar líquidos La verdad de la acción fragmentada no cubras la carrera capas intermedias dices con los ojos cerrados *** 15 Vengo soplo sobre un largo cuerpo tendido respirando sacrifico la oscuridad Digo sol y disparan cráteres Todo con el obsequio se ilumina un ombligo Si dices fiesta bailaré con el cansancio aún sobre tus piernas *** 16 Delicias secretas porque soy inexperto de una sola manera invitando Entre el público se asoma un dedo lo aprieto mojándolo doy el espectáculo luego lo lanzo buscando dónde dejar mi huella entre cortes para resucitar *** 17 ...ya que no alcanzan a perderse en el otro ni a ser un mismo ser. Lucrecio Amamos el efluvio Buscamos la tierra casi húmeda un lugar próximo a ser fecundo la re-escritura que al ceder contempla Ser eliminados por el esfuerzo de la transpiración Tendidos abiertos al mínimo intellectus a la aventura *** 18 La magia vuelve retienes y cierras Cuando abandonas entras al éxodo la riqueza Oloroso animal rompecabezas sin nirvana allí perteneces a lo desmedido texto sagrado *** 19 Igualan al vacío que los envuelve y atrapa De sencillos movimientos bárbaros parecen a los lejos Más cerca las uñas si alguno pudiera entrar con todo el cuerpo encontraría el centro del secreto la saliva cabeza de cristal ambición de piedra *** 20 Repetir la mirada Clamar Formar un canon Dices mi sonido hasta el cansancio Lentamente bajas con tus manos esa segunda película Ese olor cuando sale es tu intensa música aquí mientras me condenan abajo antes de girar *** 21 El centro sorprende por su doblez esas fauces abiertas a lo que pueda atrapar sonríe porque sabes que es mentira tanta profundidad tanto llamado No No hay nada Sólo este acuoso mediodía entre alargar gotear y volver al torbellino *** 22 Para cambiar de lugar es necesario desenredarse ser liviano Dibujarse sobre el hombro unas alas Soplar contra la cintura salir por el aire por encima de rejas y vigilantes Ganar la idea de divertimento más barro más agua Únicamente cantar y estar de vuelta arriba despojado sobre el jugo (del libro inédito Que se rindan los otros). ** Raúl García Palma garciap_20@hotmail.com Docente y escritor venezolano (Caracas, 1958). Reside en Barinas. Es profesor de sociología en la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (Unellez, http://www.unellez.edu.ve). Ha publicado los poemarios Ya no vas a poder tejer el cielo. Poesía 1988-89 (Caracas, Celarg, 1990; Colección Voces Nuevas), Un lugar próximo a ser fecundo (Barinas, Icam, 1995), Lugar sin monumentos (Mérida, Mucuglifo, 2005) y No sabemos dónde tejer su forma (Caracas, El Perro y la Rana, 2005), y los libros de ensayo Historia y ficción en Armas Alfonzo (Barinas, Fundación Cultural, 2000) y Armas Alfonzo. Ensayos sobre su obra (Caracas, Conac, 2000). Ha ganado el primer premio de cuentos del Liceo Andrés Bello (Caracas, 1976), el primer premio de Investigación Literaria de la Fundación Armas Alfonzo (Caracas, 1993), el primer Premio de Poesía Ciudad de la Juventud (La Victoria, Aragua, 2001) y el primer Premio de Poesía Nuevos Autores (Conac, 2004). === Shao Juan Pérez Rosales ========================================== Shao desde hace miles de años es la miel. La conocí en La Avenida, pero no viene al caso. Lo que verdaderamente importa es la certidumbre de gargantas cuando ella aparece. —¿Dónde vamos? —le suplico. —No lo sé. Yo creo que cuando inspira toma aire, y cuando expira, llegan limones al mundo extraño que somos ella y yo. Trece limones por minuto, trece veces una pequeña primavera, una tras otra. Además, intuyo que así será siempre. Ya no he vuelto a verla, pero si ella volviera, otra vez las abejas, otra vez el ruido de las piedras pequeñas en un río. —Vamos al coche —le sugiero. —Apárcalo en un lugar oscuro. No es necesario vernos. Lámeme, tócame, huéleme. Yo imagino cosas, Shao. En mi cabeza se agolpan ranas con barro en sus ojos, barbas mojadas en té, libros que expulsan las chimeneas, una orquesta de cadáveres, títeres, flautas, molinos (molineras sin bragas, escaleras). Pero no alcanzo a encontrar las palabras que den fe de tus caderas en mis muslos, de tu perfil brotando de mi pecho, de tu cabello que cae sobre mi cara como si sólo fuera agua, nada más que agua que mancha mi cara, agua con el olor remoto de tu tierra, agua que a veces me das por tu boca, pero que siempre deseo que me inunde desde tus cabellos. —Te oleré, sobre todo —le prevengo. —Cuando me hueles la piel me arde. Intuyes mi intención de encender la radio, pero eres más atenta que yo en casi todo, y por eso detienes mi mano, para impedir el sacrilegio hiriente de otras músicas. Esa es tu manera de enseñarme a guardar las fronteras. Una labor que siempre acaba con un pequeño baile de tus brazos extendidos. Igual que cuando te acercas y quedas quieta, y me alumbras con el silencio de tus ojos de luna. Esos estrépitos de calderos antiguos, Shao, tu sombra que también está hecha de sangre. —Levántame la falda. —Mójame, mátame. (Molineras sin bragas, escaleras, los dioses del falo, la rueca de los cuentos, los patios lluviosos, los ahorcados). Lejos, el agua se riza en valles inesperados. Es turbia, naufragan los rayos. —No dejes de moverte —me dice, y me saliva. —Yo destrozo las puertas, como un río roto. En inciertas regiones los orfebres enlazan la niebla. Lo sé por ti, en la mirada que llevas como un sol triste. Shao, la miel, el cáliz, el veneno. Fuera de este encuentro nuestro, los demás se mueren. ** Juan Pérez Rosales jperros@gobiernodecanarias.org Escritor español (Las Palmas de Gran Canaria, 1962). Es profesor de matemáticas en enseñanza secundaria. Su obra permanece mayoritariamente inédita. === Poemas Marlene Pasini ============================================ *** Mutismo Para Alfonsina Storni In memoriam La boca silenciada mutila palabras que agonizan en la punta de la lengua. Látigo de relámpagos: el oculto dolor. El cuerpo gotea su desmesura en su fondo de pozo, por debajo de sí capa tras capa se desflora hasta su centro ínfimo. El grito desolado irrumpe en los muelles de la calma. Vorágine de lunas afiladas, máscara ante una puerta de sombras, desde el limbo rostros de arcángeles se desploman como guijarros de cristal. (de El silencio es otra noche). *** Sortilegio Ondulación perdida en la mirada, inscripciones de lo invisible caen al fondo del sueño. Insignias de otro tiempo. Alas fugaces danzan entre las ramas, cada movimiento se evapora en la hoguera del instante. Desde lejos un rumor de pájaros asedia el estanque y su quietud de jade. Cuarzos de luz cruzan un esplendor de nubes, reverberan en las aguas mudas. Un último andar en sigilo sepulta la oscuridad. Intacta negrura de sombras. El profundo cielo es un canto impasible de cuervos. Soñar: luz que se disuelve. Sortilegio. (de Recintos bajo el sol). *** Mutaciones Se hunden relojes. Prisión que de pronto acecha. Espinas lapidan el fango de la memoria, tanto rostro destejido por grises hilanderas. Noches y días sobreviví errando desiertos ciega en tus nervaduras invisibles. Batalla sin tregua invencible hasta la derrota. ¿Dónde está mi lugar entre despojos? Mi sombra también se irá en tu buque de fantasmas. (de Cristal del tiempo). ** Marlene Pasini pasini@att.net.mx Escritora mexicana (Toluca, 1970). Reside en el Distrito Federal; es comunicóloga y poeta, cursó los diplomados de Dirección de Recursos Humanos y Relaciones Laborales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (Itam, http://www.itam.mx). Ha publicado Cristal del tiempo (2002), El silencio es otra noche (2003) y Recintos bajo el sol, (2004) este último perteneciente a la Colección de Poemas de Cuadernos Mexiquenses. Ha sido incluida en las antologías Desde el fondo de la gruta, de la Universidad Autónoma del Estado de México (http://www.uaemex.mx) y Cuando las olas se hicieron palabras (Poetas del nuevo siglo mexiquense). Poemas suyos han aparecido en las revistas Magisterio, de la Dirección General de Educación Normal y Desarrollo en México; Casa del Tiempo (http://www.uam.mx/difusion/revista/index.html), de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM, http://www.uam.mx), Molino de Letras y El Búho, y ha colaborado para la sección cultural del periódico http://www.excelsior.com.mx Excelsior, entre otros. Ha participado en los encuentros nacionales de poetas. Obtuvo mención honorífica por el Primer Concurso Nacional de Poesía “Francisco Javier Estrada” (2007). === Antes, ahora, después Susana María Cavallero ===================== La tarde se escondía tristona en el horizonte de la quinta. Hasta donde alcanzaba mí vista, veía las dalias y el cantero de las rosas, de pétalos de terciopelo color rojo oscuro. La santa rita de flores solferinas caía en guedejas abrazando la canaleta apoyada en la pared. Las mandarinas ya eran sombras largas oscureciendo las calas. Yo estaba parado, quieto como me habían indicado, mirando cómo mamá sacudía el traje gris, el mismo de la comunión, mientras le cosía un género negro en la manga. Las mangas ya me quedaban un poco cortas y los pantalones ajustados en las piernas, a la altura de las rodillas, hacían que éstas parecieran más huesudas que de costumbre. Nadie decía nada, pero la casa y sus moradores estaban distintos, había como un malestar en el aire, los adultos hablaban entre ellos y cuando nosotros nos acercábamos, hacían silencio. Sabía que una desgracia se había abatido sobre nuestra familia, pero nadie explicaba nada. Ese día no me habían enviado a la escuela. A mí hermana Martita le habían puesto un vestido blanco, el de los domingos, de organza con cintas de terciopelo color azul marino. Mamá y la abuela Micaela estaban en la amplia cocina hirviendo algo en unas ollas inmensas. —Salgan de la cocina, chicos, se van a ensuciar con la anilina —dijo mamá. Martita y yo (Cris, diminutivo con el que obligo a todo el mundo a llamarme, ya que mi nombre completo es Cristófano, puesto en memoria de un tío abuelo muerto hace muchos años), nos quedamos muy quietos en la galería con piso de ladrillos, mirando desde la puerta cómo la ropa de color claro se convertía en negra cuando mamá y la abuela revolvían con un palo de escoba el agua de las ollas. La tía Ágata restregaba nerviosamente sus manos, que se le iban poniendo moradas, y caminaba de una punta a la otra de la galería, sin propósito alguno, por momentos se detenía y dejaba vagar la mirada como si observase la parra, que, indiferente e indómita, trepaba por su esqueleto de alambre desparramando uvas moscatel sobre la pileta de agua llovida. Era extraño que no estuviera tirada en su silloncito forrado de cretona floreada, leyendo Maribel y pintándose las uñas de rojo, haciendo parecer que le sangraban las puntas de los dedos. Decididamente estaba rara. El tío Juan y papá no estaban, faltaban desde el día anterior. Nadie dijo dónde habían ido. Hacía varios días que todos actuaban distinto, como si tuvieran algún secreto. La abuela, a la que nada ni nadie le impedía escuchar la radio mientras tomaba su tacita de café, ese día la tenía apagada; se extrañaba el radioteatro, y tampoco se sentó a media mañana a desgranar choclos o sacar de sus vainas a las arvejas. Hizo cosas diferentes. Junto con mamá y tía Ágata sacaron todos los muebles del comedor, entre las tres la pesada mesa, sacando y doblando con cuidado el mantel de hilo blanco con rosas bordadas en punto cruz. La pusieron en uno de los dormitorios y lo curioso es que dejaron las sillas de esterilla en hilera, contra las paredes, y trajeron más de la cocina, dejando el resto del comedor vacío. Luego vinieron dos vecinos y sacaron el armario con vidrios biselados y mesada de mármol rosa. Descolgaron los cuadros con los retratos de los abuelos y uno que tenía pintados unas manzanas y racimos de uvas. Limpiaron bien el piso y cerraron la puerta sin dejarnos entrar. Hablaban algo de una niña. —Pobrecita la niña —decían—. ¿Qué haremos ahora? Como Martita era chiquita, yo no tenía con quién hablar de lo que estaba pasando, ni preguntar, porque cuando lo quise hacer, me dijeron que no era cosa de chicos, pero yo sabía que pasaba algo extraño. La abuela me dio como todos los días, luego de almorzar, tres cucharaditas de su café negro, y con ojos llorosos me acariciaba la cabeza, cosa que jamás hacía. Luego vino lo feo, mamá bombeó con energía, llenando baldes de agua, que calentó en la cocina de leña y luego los acarreó hasta el baño, para llenar la bañadera con patitas en forma de mano (cosa que siempre me dio impresión porque parecían vivas), el suelo de baldosas blancas y negras se encharcó enseguida cuando agité con los pies el agua jabonosa. Mamá atacó con frenesí mis orejas y demás partes que quedaron rojas por la refriega, y con fuertes pasadas de toalla quedé seco y limpio. Me puso el traje gris y allí estaba yo, esperando... No sé qué esperábamos, pero teníamos que estar callados. Con disimulo observé que mamá preparaba grandes cantidades de café, y en las bandejas del aparador, esas que usaban para las visitas, alineaba las copitas de vidrio y una botella de licor. La abuela preparó el hisopo con alcohol para que la plancha se calentara y planchó la ropa teñida de negro. Luego, apuradas, ella, mamá y tía Ágata, se las pusieron, quedando como tres pájaros, flacas, lisas de pecho, con sus caras serias y sus vestidos negros, zapatos y medias negros también, todo muy negro. Y mientras la noche entraba en la cocina, ellas se sentaron muy derechas y en silencio, a esperar... ¿Qué esperábamos? El cuello de la camisa blanca me apretaba, dura de almidón, el horrible moñito se movía y me asfixiaba cada vez que tragaba saliva, los zapatos me hacían doler los dedos de los pies y el pelo peinado con gomina se había desarmado, porque me rasqué y se despegó el jopo. Estábamos así, todos inmóviles como en un cuadro, cuando, en la puerta de alambre, alguien golpeó las manos. Como si se hubieran puesto de acuerdo, empezaron a llegar vecinos y parientes que casi nunca veíamos. Hasta el señor Racetto, que como era del Partido Conservador le había retirado la palabra a mi abuela, porque mi mamá se casó con un peronista. Salimos al corredor y más allá, en la oscuridad, brillaban los ojos del gato barcino que estaba sentado en el borde del aljibe, tan curioso como nosotros. Lo raro era que cada uno que llegaba abrazaba a mamá, a la abuela y a la tía, a la vez que se lamentaban, casi todos, sobre todo las mujeres, lloraban o parecía que lo hacían, ya que sacaban pañuelos que pasaban por sus ojos, pero yo no veía las lágrimas. A mí me daban la mano y a Martita un beso. Aproveché la confusión y me escapé al patio; allí estaba don Ramón, un primo lejano de la abuela, hablando con otro hombre, me escondí tras un laurel y pude escuchar: —¡Pobre mujer! ¡Tan joven! No había otra manera. ¡Sí! Era muy lejos. ¡Claro! Somos los únicos familiares. ¡Pobre la niña! Una rama me raspaba la nariz, contuve el aliento para no descubrirme, pero no lograba entender nada. ¿De qué mujer hablaban? ¿Cuál niña? —Cris, Martita, ¿dónde están? —dijo mamá elevando la voz al límite del grito. —Aquí estoy —dije apareciendo en la punta del corredor. —Vengan a la cocina, a cenar, luego a la cama —exclamó mamá. No puede ser, pensé yo, quería saber qué iba a hacer toda esa gente en la casa. Entonces me pregunté para qué me bañó y vistió de domingo. Mis protestas no obtuvieron respuesta. Así es como me encontré en la pieza que compartíamos con Martita, a oscuras y obligados a dormir, cuando lo que menos queríamos era dormir. Ni siquiera podía leer las historias de Vidas Ejemplares, no es que me gustaran mucho, pero hubiera sido más entretenido que esa oscuridad. Pasó un rato y a Martita la venció el sueño, y yo, en la negrura de la habitación, me levanté tratando de no hacer ruido y sin darme cuenta, pateé la taza de noche que estaba debajo de la cama. Menos mal que estaba vacía. Traté de espiar por la cerradura, pero no veía nada, sólo escuchaba rumores de conversaciones. Fui hacia la ventana, abrí un poco el postigo, logré ver que un auto grande y negro se detenía en el frente de la casa. Unos hombres flacos con trajes negros, caras pálidas y sombrero de copa bajaban unas cosas redondas, inmensas, llenas de flores y hojas verdes, con cintas anchas color violeta. Una cruz grande de madera con el cristo plateado, seis velas gigantes y una copa enorme y plateada. ¿Qué eran aquellas cosas? Sin saber, sentí miedo. Acerqué la silla a la ventana y subí a ella, pasé una pierna por el alféizar, me senté con las dos piernas colgando hacia afuera y me dejé caer al suelo; reboté en el húmedo pasto, caminé agachado a lo largo de la pared y llegué a la ventana del comedor. Subí a unos ladrillos que había en un cantero, me asomé, el postigo estaba cerrado, pero habían dejado la ventana sin cerrar del todo, con mucho cuidado logré separar un poco las dos hojas y apoyar el ojo izquierdo para espiar. Un leve resplandor iluminaba la pieza, se oía llorar a alguien. Quedé petrificado por el terror cuando me di cuenta de lo que veía, una caja brillante de madera oscura con unas manijas doradas a los costados, sobresalía de los bordes superiores unas puntillas, y adentro... Retiré el ojo de la rendija, con el corazón a punto de escapar del pecho, y temblando tanto, que las manos y las piernas se movían solas. ¡Un muerto! Por primera vez en mi corta vida estaba viendo un muerto. En nuestro comedor. ¡Un velorio! El terror me paralizó, las rodillas no me respondían, pero la curiosidad pudo más que el pavor que sentía y me animé a fisgonear otra vez. La imagen espectral del perfil del muerto parecía moverse a por la luz de los gruesos velones encendidos a los costados del cajón. Se veía una parte de la mejilla y la nariz, blanca, filosa, y un poco de pelo, bastante, me pareció una mujer. ¡Una muerta! ¿Quién era? Mi visual era bastante limitada, pero al lado del cajón había una chica pálida vestida de negro, con grandes ojos vacíos de lágrimas, pero absortos, mirando el rostro del cadáver. Me dio una pena terrible, parecía muy sola... ¿Cuándo pusieron el cajón? ¿Cuándo llegó la nena? Yo no la conocía. Estaba tan abstraído pensando y contemplando esa escena, que al sentir que algo tocaba mi espalda emití un alarido de espanto, a la vez que con mis manos empujaba la ventana, que se abrió en forma aparatosa, apagando los velones con el viento que generaron los postigos. El gato saltó adentro de la habitación. Al grito mío de terror se sumaron los gritos, también espantados, de las personas que se hallaban alrededor del cajón al quedar a oscuras. Por un momento todo fue confusión, se escuchaban gritos y llantos airados. Mi padre, como aparecido de la nada, me rodeaba con sus brazos tratando de calmarme, pero yo estaba ciego de miedo y no podía parar de gritar y llorar. Luego se restableció la calma. Trataron de explicarme quién era la muerta (una sobrina lejana de la abuela, que dejaba huérfana a la pálida niña); también trataron de explicarme qué era la muerte, el cielo y todos esos eufemismos que se usan para que un niño entienda algo tan definitivo como la muerte. Luego me enteré de los detalles más truculentos, como que a la muerta la trajeron en un gran auto negro desde una ciudad lejana, sentada, como si estuviese viva, porque parece que no se podía trasladar un muerto en un auto, así nomás. Nunca más entré al comedor, ni aun en pleno día. Ella dice, a pesar de su pena, fue en ese instante que se enamoró de mis ojos azules llenos de terror. ** Susana María Cavallero cavallerosu@hotmail.com Escritora y comerciante argentina (San Miguel del Monte, Provincia de Buenos Aires, 1954). Ha recibido menciones de honor en distintos certámenes literarios. Textos suyos han sido incluidos en diversas antologías y, además, ha publicado el libro de cuentos Personas (Editorial C.I.E.N., 2001). Integra la comisión del Círculo de Escritores de Monte (http://escritoresdemonte.com.ar), que dicta talleres literarios para adultos y niños, organiza cafés literarios y realiza actos culturales e impresión de revistas artesanales con las obras de los socios escritores, además de conferencias y seminarios con autores conocidos. Publica sus textos en su página personal, http://suletrasmonte.escribirte.com.ar. === Poemas Santiago Acosta =========================================== Siempre que atravieso tus pasillos me alcanza un puñado de ventanas nerviosas Al fondo vigila una lámpara negra como una garza de tinta que se eleva entre sillas y santos Sentarse ahí es el asma hundida bajo un techo que finge crecer. === *** Dama de los Flancos No nos devuelvas el rumor del camino Déjanos curvados en el quebranto Ocúltate en el mismo pan de las ferias y las balas donde los asesinos incautos se amamantan en silencio Haz que nuestra noche siga siendo grave como encajar una cabeza dentro de otra hasta nunca despertar. *** La Canal Dime qué es lo que jadea detrás de los erizos Cuál es la fruta oscura que despierta en la piel de esa torre de algas Cuánta es la sal que se acerca para romper el oído de quien ya no insiste en el espeso eslabón del aliento. === Cruza sin que el tallo acueste ni se abra un gesto en vez del cuerpo Deja que esa cadena de piedra estalle en breves tripas hasta que escapar sea verde como si respirar fuese el aire. === Entre las muelas de la tarde crece la piel de los nunca delatados incendios Mandíbula único arco que se inflama también tengo que llevarte. *** Piedras Blancas Un hielo quieto baja la montaña del primer valle donde las pálidas frutas del hambre encallaron como la Virgen de la roca Con el musgo en la sombra cruzamos muelles que revientan y nos quema ser los únicos desprendidos las puertas más limpias. === En el cruce de las hazañas y los llamados tardíos algo detiene la red que ensayas frente a mi tropa de mártires Bebedero de carroña no vengas si traes algo más que tus escombros. === En el ruido retrasa tus ojos Saldrás del cruce de rodillas y sin sombrero pero con la blanca manera de soltar hacia arriba tu mano abierta. (del poemario Detrás de los erizos; Monte Ávila, 2007). ** Santiago Acosta santiago.acosta.i@gmail.com Escritor venezolano (San Francisco, EE UU, 1983). Licenciado en letras por la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve), donde se encuentra finalizando la Maestría en Literatura Venezolana. Artículos y poemas suyos han aparecido en diversos medios impresos del país como Papel Literario, Plátanoverde (http://www.platanoverde.com) y Babel. Realizó talleres de creación literaria con Alberto Barrera Tyszka, Juan Antonio Calzadilla Arreaza y Armando Rojas Guardia. Ha publicado el poemario Detrás de los erizos (2007), ganador del V Concurso para Obras de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores. Participó en el 5º Festival Mundial de Poesía, en las III Jornadas de Creación Literaria (Universidad de Los Andes, ULA, http://www.ula.ve) y en el VII Encuentro Internacional de Poesía de la Universidad de Carabobo (UC, http://www.uc.edu.ve). Actualmente se desempeña como ejecutivo editorial de la Fundación Bigott (http://www.labigott.com) y es editor, junto al poeta Willy McKey, de la revista de poesía venezolana El Salmón (http://revistadepoesiaelsalmon.blogspot.com). Mantiene una bitácora personal en http://detrasdeloserizos.blogspot.com. === El ciego y mi mujer Marisol Flamenco ============================= No era más que un aprovechado. Sin embargo, para mí mujer había sido el hombre de su vida... Y no sólo eso..., el muy descarado tenía toda la intención de pasar aquella noche de otoño en mi casa. ¿Qué le podía decir yo a Lucrecia?, ¿acaso podía negarme a la súplica de sus palabras?, ¿tenía yo el suficiente poder moral para impedirle semejante locura? Las respuestas se confundían en mi cabeza y, para ser sincero, no encontraba una sola que me pareciera cuerda. Aquel pasado regresaba gritando desde el mas allá. Y yo, yo tenía un miedo inexplicable. No lograba entender el cómo ni el porqué; pero yo no quería que Fernando Morán se encontrara con mi esposa, y menos que pasara aquella noche en mi casa..., no en la casa en la que he vivido veinte años con mi mujer..., con esa mujer que me corta la respiración con su sola presencia, que me envuelve en un mundo de seducción, que me ama con locura y a la cual me entrego en cuerpo y alma, muriendo lentamente, esperando encontrarme con ella aun después de muerto. Sin embargo, las palabras de Lucrecia seguían resonando en mis oídos. No pude evitar sentir celos, cuando la vi con esa mirada tan distante, con esos ojos que por primera vez en veinte años me fueron totalmente desconocidos. Sus palabras fueron una puñalada y me la dio sin pensarlo..., me apuñaló de frente y estoy seguro de que lo hubiera hecho también por la espalda..., ella no pudo contener la emoción, no sé cómo se enteró de la llegada de Fernando Morán y menos cómo hizo para invitarlo a pasar esa noche en mi casa..., nuevamente la duda salió a mi encuentro. ¿Acaso me han estado engañando todo este tiempo?, ¿será posible que se quieran burlar en mi propia cara? La alegría de Lucrecia me tenía inquieto y durante todo el día no hice otra cosa que pensar en la llegada de aquel maldito ciego. Caminé, queriendo escapar de mí mismo, no tenía ni la más mínima intención de llegar a casa..., al menos no en ese momento... Yo sabía muy bien que Lucrecia me estaba esperando, seguramente me pediría tranquilidad y comprensión. Y es que ella deseaba que su antiguo amigo pasara la noche en nuestra casa... ¡Por todos los demonios!, ¿es que ella no se da cuenta de mi dolor? Son los vientos de octubre y entre el soplar del viento puedo ver a lo lejos mi casa, miro el reloj y me doy cuenta de que es hora de regresar, es hora de enfrentarme con la realidad. Lucrecia invitó a su amigo a pasar precisamente esta noche en nuestra casa, supongo que debo confiar en mi mujer, devolverle con este gesto todos esos años de felicidad que desinteresadamente me ha dado. Miro con nostalgia mi casa, el corredor tan vacío y solitario... Deseamos tanto ver a nuestros hijos correteando y jugando. Ese era nuestro más grande sueño; pero ellos jamás llegaron. La vida se cobró de esa forma todos mis errores del pasado, me negó la oportunidad de ser padre..., pero para qué recordar ese pasado lleno de nostalgia y sufrimiento, no quiero darle paso a los remordimientos. Es mejor llegar a casa y enfrentar seriamente a mi mujer. Son los vientos de octubre, y el silencio de esta calle me recuerda que vivo en un pueblo alejado del mundo y de la realidad, escondido entre las sombras de la muerte y de la vida. Las dudas siguen asaltando mi ser. No voy a negar que tengo miedo, sí, tengo miedo de perder esta noche a mi mujer. Todo por culpa de un amor que debió quedar en el pasado y del cual nunca debería volver. Sin embargo, esta mañana al mirar la expresión tan distante de Lucrecia me di cuenta de que ese pasado nunca se fue y que por el contrario, fui yo quien lo quiso desaparecer... Ese antiguo amigo de mi mujer llegará hoy y quizás mañana ella se marche con él. El silencio era abrumador y el andar de las agujas del reloj convertían la espera en una verdadera y angustiante agonía. ¿Qué demonios quería el maldito ciego?, ¿acaso cobrarse la deuda que dejé en el pasado? Mi mujer estaba ahí parada, mirando a la nada, buscando en aquel sepulcral silencio las palabras, pero ellas no estaban... Se habían marchado al mísero mundo del olvido. Era una tarde de octubre, el viento soplaba con intensidad. Parada frente a la ventana estaba ella, descifrando entre susurros el futuro; un futuro que yo conocía perfectamente, pero que por miedo o por imbécil no quería aceptar. ¿Qué pasaría después de esa noche?..., la mirada soñadora y la sonrisa seductora de Lucrecia me respondieron. Lucrecia no me podía engañar ni con la mirada, yo la conocía más de lo que me conocía mí mismo. Yo sabía de aquel ciego, sí, ese aprovechado hijo de su cruel desgracia, quien había sido el aire que ella respiraba. Ella le había amado tanto que hasta fue capaz de renunciar a todo cuanto tenía, y todo por estar a su lado. Pero claro, yo no podía permitirlo. A si que me propuse separarlos en circunstancias que no se me pega la gana recordar; pero que me ayudaron a librarme sin complicaciones de aquel maldito ciego. Lucrecia jamás entendió por qué su amado no se presentó aquella linda mañana de domingo; pero Fernando Morán sí lo sabe, y temo que hoy venga a cobrarse esa deuda que para él quedó pendiente... ¡Mil veces maldita la hora en la que se le ocurrió venir a visitarnos! Aquel ciego había sido..., y por la expresión romántica de mi esposa, continuaba siendo el amor de su vida. Él vendría a casa, yo le abriría la puerta, le estrecharía fuertemente la mano. Lucrecia le miraría con ternura y él respiraría con denuedo su perfume, tomaría tierna y cariñosamente su mano. Ella por temor y por respeto a estos veinte años de matrimonio se limitaría a darle un beso esquivo en la mejilla y yo, yo tendría que fingir que no me doy cuenta de que esa noche es el reencuentro de dos viejos y apasionados amantes. Luego pasaríamos al comedor, disfrutaríamos de una rica y apetecible cena, los tres a la luz de las velas, respirando en silencio un amor que regresó del pasado. Verdaderamente es una lástima que Fernando Morán no pueda ver. Se perderá la expresión mágica que tendrán los ojos de Lucrecia.... Esa expresión que sólo tienen los ojos de una mujer enamorada. Fernando Morán había sido y continuaba siendo un pobre iluso, ciego de nacimiento y sin más dote que la ropa que andaba puesta. Aspiraba a ser un gran músico, él no lograba comprender que su destino estaba marcado por la oscuridad y era allí donde siempre tendría que estar. Y aunque para ser honesto, el hombre tenía talento, gracia y una voz verdaderamente privilegiada. Sin contar con la pasión desmedida que se entregaba al interpretar cada una de sus canciones. Acompañado siempre de su inseparable guitarra, lograba transportar a su mundo a todo aquel que le escuchaba. Lastimosamente era ciego, y aunque su tenacidad y esfuerzo lo habían llevado al éxito, seguía viviendo entre tinieblas, y ni la fama ni el dinero, habían logrado sacarle de aquel maldito mundo de oscuridad. Esa fría noche de octubre Fernando Morán estaría en mi casa, probablemente cantaría dejándose alumbrar por el fuego de la chimenea. Lucrecia le escucharía y le miraría con amor, entregándose en silencio a ese amor que nunca murió... Y yo, yo sería testigo de la traición. Esa noche, mientras el sueño acariciara mi propia muerte, ella y él se entregarían al placer... ¡Por Dios, yo sé que ese maldito ciego hará el amor con mi mujer!..., las lágrimas se apoderaron de mi rostro, un nudo se hizo en mi garganta, mi cabeza giró mil veces y mi corazón palpitaba con violencia. Sentí un escalofrío extraño y vi nuevamente el reloj. Eran exactamente las cuatro de la tarde y, en la calle, el viento soplaba con toda su fuerza, las hojas de los árboles caían y aquel paisaje fúnebre y frío me hizo recordar. Yo había jurado amar a Lucrecia hasta el final, y yo sabía que ni la misma muerte nos podría separar, yo lo sabía... Pero ella no lo comprendía. Epílogo Era una tarde de octubre y entre el soplar y el soplar del viento, parado frente a la ventana puedo ver a mi mujer, tendida en el suelo, con la mirada perdida y fría, tal cual está ahora el alma mía. Ahí está mi Lucrecia en ese maldito charco de sangre. En la espalda tiene clavado un puñal, sonrío y pienso... Ahora sólo me falta él. ** Marisol Flamenco marisolflamenco@hotmail.com Narradora y poeta salvadoreña. Amante de la literatura y del teatro, ha dedicado gran parte de su vida a sus pasiones: escribir, actuar y enseñar. Escribe desde que aprendió a hacerlo, y ha participado en numerosos concursos de poesía y narrativa. Participa activamente en foros poéticos con dos poemarios: Kinyal de pasiones y Yacija, los cuales han tenido muy buena aceptación. Entre sus escritos cabe destacar Flor de mi soledad, una recopilación de sus relatos y cuentos. Ha trabajado en numerosas representaciones teatrales, de danza y recitales de poesía, trabajos de televisión y video. Actualmente es una de las maestras del programa Experiencia Teatral del Teatro de la Luna en la ciudad de Washington, DC (EUA), y se desenvuelve en la asistencia técnica de las producciones del mismo teatro. === Preludio del adentro Eva Ruiz ==================================== I Todo va tomando la forma de su adentro. Caen las hojas del otoño hechas de fuego y el resplandor es abril... Y abril es el silencio. El silencio es un lenguaje, un paso que separa el otro lado de éste. Como todo vocablo tiene un origen y sus bifurcaciones infinitas donde echan raíces los adentros. II Siempre hay una puerta, que no es por la que entramos y salimos diariamente. Hay una puerta siempre que no vemos, sólo se siente el aire que llega forastero y que calma al otro que está adentro y también que no lo calma porque le deja el aire y sigue andando... hacia dónde, eternamente III Si uno pudiera verse a través de un vidrio cuando alguien piensa en uno y nos lleva extranjero, con los pies colgando desaliñado mudo. Y seguir caminando como si nada, como entero. ** Eva Ruiz evaisabelruiz@speedy.com.ar Poeta y cuentista argentina (Buenos Aires). Textos suyos han sido publicados en diarios y revistas como Caracol Rosarino, Artes y Letras, Ronda Literaria y diario El Cóndor, entre otros, así como en diversas antologías. Obtuvo la mención de honor en cuento de Ronda Literaria (1996-1997), el Premio Nacional de Literatura organizado por la Sociedad Argentina de Escritores (http://www.lasea.org.ar) y el Departamento de Cultura de la Municipalidad de Tres de Febrero (http://www.tresdefebrero.gov.ar; 2003, 2004 y 2006) y otras distinciones. Ha sido jurado en los Juegos Florales de Tres de Febrero y es colaboradora de la revista Las Letras. Mantiene una página personal (http://evaruizbarrios.com.ar). === Señorita María Montelongo ======================================== Señorita tiene siempre los ojos grandes, tan grandes para rodear el cuerpo de su gato sentado en el sillón y todo en esa habitación. Señorita no me habla, ni me deja hablar, se va de mi lado, se para, se levanta y me mantiene suspendido. Esperando. Señorita se ha ido. La habitación se queda sola, un sillón con un gato centinela y videojuegos esparcidos por todo el piso, whish you were here, se enciende el estéreo, el ruido es alto, pero las paredes de la habitación impenetrables, nadie sabe que estoy aquí por Señorita. Nadie, excepto Señorita y su gato. Conocí a Señorita en los pasillos de la escuela, ella leía un libro, sentada con las piernas tan juntas que me pareció la mujercita más tierna de la Universidad, su cabello corto y negro, sus manos tan blancas con uñas recién cortadas y esmaltadas de color caramelo, párpados rosados como de princesa japonesa y labios vampíricos. Besé a Señorita en la tercera cita, besé a Señorita entre sus tiernas piernas, temblé cuando ella me mordió, cuando me tomaba la nuca con ese toque gatuno y siniestro, cuando me dejó sin dignidad al ganar siempre en todos los videojuegos y me ató en su suelo, y me dejó esperando. Ahí tendido vigilado por su gato, con la puerta de la habitación sellada. Señorita siniestra, Señorita con apariencia tierna, Señorita gatuna, Señorita a quien trato de describir. Despierto y ella está nuevamente aquí, con sus ojos tan grandes, con su gato acariciando mi cuerpo cansado y mordisqueado por los salvajes colmillos de esta chica. Ella me quita la gasa de la boca y me deja descansar, toma a su gato en sus brazos y enciende el televisor, me ignora mientras me pierdo en el sueño nuevamente y mis ojos la ven tan bélica contra un montón de zombies que salen de la pantalla, Señorita exterminio, Señorita es una perra secuestradora, Señorita maldad leyendo un libro en el pasillo de la Universidad, Señorita comiendo de mi grupa. Ella con poderosos rayos que salen de sus ojos, me somete desde su sillón, acariciando a su gato, lanza gasolina al viento, ella desde el último piso de un apartamento en los suburbios, disparando a distancia hace caer uno a uno a sus novios en turno. Whish you were here, vuelve a sonar, el estéreo con un sonido más suave, la habitación está sola, no hay ningún videojuego en la habitación, no está el gato en el sillón, yo ya no estoy amagado y los ojos de Señorita los recuerdo siempre tan grandes. Señorita no está y ha dejado la puerta abierta. Señorita, mi señorita se ha ido. ** María Montelongo isa811219@hotmail.com Narradora mexicana (Monterrey, Nuevo León, 1981). Estudió la Licenciatura de Letras Españolas en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL, http://www.uanl.mx). Trabajos suyos han sido publicados en el Anuario del Centro de Estudios Humanísticos de la UANL (http://www.uanl.mx/acerca/dependencias/ceh) y en la revista Posdata. === Dos poemas Miguel Aguado Miguel ================================== *** Navidad Es un invierno crudo; días cortos y fríos, noches demás de largas, muy oscuras y blancas. Fuertes vientos arrecian, y soplan con más bríos; heladas nocherniegas cuidan de aguas estancas. Dos niños por el bosque forman haces de leñas; hinchados han sus dedos llenos de sabañones, sus pies se desorientan en grandes almadreñas, la brisa libre pasa entre tantos jirones. El celaje plomizo nieve suelta con gana, el viento se encapricha, y forma la ventisca. Se suceden las horas, transcurre la mañana, y nuestros mozalbetes soportan la cellisca. La leña atan a prisa, cargan al hombro el haz, cual hormigas obreras a casa se encaminan. La tan pesada carga permite ver su faz, el cansancio y la hambruna su mirada dominan. Llegan a un medio muro, del aire es abrigaño, sostiene un falso techo que al agua brinda paso, la chimenea es amplia, el fuego más tacaño; la techumbre elegante, cálido el cielo raso. En el rincón más seco se ubican los hermanos, cerca montan la hoguera, mas les falta la llama; cerillas que tenían, huyeron de sus manos; sin mixtos, lumbre o fuego fría será la cama. Pedir lumbre deciden por la calle cercana. La gente lleva prisa, esquiva las nevadas, la noche se avecina con llegada temprana; los varones se abrigan con sus boinas caladas; los niños corren, juegan, en pobres no reparan; las señoritas dicen: “Nosotras no fumamos”. Las damas pasan rápido, las señoras no paran. Nadie les da cerillas... “Sin fuego nos quedamos”. Las gentes escasean, quedan calles desiertas, a casa acuden presto honrar la Noche Buena. Los hermanos regresan, dejan puertas abiertas. Las décimas descienden en la noche serena. Los dos hermanos juntos, los dos acurrucados, las estrellas contemplan, observan las ventanas, contra el frío se estrechan, están los dos helados; por leña hoy no comieron, de cenar tienen ganas. Abren una ventana, escápase el calor, al suelo se desprende un dulce de maicena. Los dos muchachos saltan, cazan al volador; los dos lo saborean, loan la Noche Buena. Oyendo villancicos que por los aires llegan, examinan la hoguera, sin llamas y sin brasas, mutuamente se abrazan, al letargo se entregan. Dormidos ambos sueñan con quimeras escasas. Su madre ven llegar en una nube blanca, una bandeja trae llena de cosas buenas, comida les reparte y una sonrisa franca. Son alimentos sanos para suplir sus cenas. Ambos tienden sus brazos. La madre con cariño a sus dos hijos besa, con mimo los arrulla, los pega a su regazo, a su bata de armiño; calor de madre sienten, su amor los aturulla. Los tres juntos se marchan, se encaminan sin prisa, en una nube envueltos, una nube muy blanca, los cuerpos se caldean, trazan leve sonrisa. La noche pasa rápido, el día presto arranca. En un lugar aislado cubiertos por la nieve, dos niños abrazados, de frío congelados, nos muestran su semblante con alegre relieve. Muertos, de frío helados junto al fuego apagado. (Este poema recibió un accésit en el concurso “Amanecer Literario”, organizado por el Círculo de Castilla y León en Barcelona el 30 de junio de 2007). *** Aurora En una pendiente dos cuevas cercanas mirando al oriente dos casas hermanas. Vive una doncella muy trabajadora, muy guapa y muy bella su nombre es Aurora Vive en la otra casa un ser muy osado, a distancia escasa siempre está asomado. Madrugó la Aurora, saltó el sol en pos, el sol la decora, se miran los dos. Aurora enrojece, el sol se acicala, a la Aurora mece en traje de gala. Casarse el sol quiere, Aurora es su amada, mas Aurora muere ante su llegada. (Publicado en la antología Poemas para un minuto; Editorial Hipálage, septiembre de 2007). ** Miguel Aguado Miguel m_aguado2000@yahoo.es Escritor español (Estepar, Burgos, 1934). Su obra permanece mayoritariamente inédita. === El escape Ricardo Abdahllah ====================================== Leaving a note that she hopes will say more. The Beatles, She’s leaving home Today we escape. Radiohead, Exit music (for a film) Escape is never the safest place. Pearl Jam, Dissident Andrea Camila Delic Crow estiró la mano y apagó el despertador. Fue un acto instantáneo. Primer timbre, mano que lo apaga. Sin embargo pensó que quizás había tardado demasiado y escuchó con atención pesimista pensando que no era la única que se había despertado. Pero ni en la casa ni en la calle había ruido. Se le hizo extraño haber dormido, considerando la expectativa, y pensó en que lo mejor habría sido ser raptada, que su salvador entrara por la ventana o algo así, pero ya los tiempos no dan para caballeros y dragones y, aunque vive en un buen barrio, su casa no es un castillo. De todas maneras habría sido mejor si él entrara por la ventana y susurrara para despertarla y al menos ese día, el último día, la hubiera salvado del sonido del despertador. Estaba muy oscuro y Andrea Camila encendió la lámpara de la mesa de noche haciendo que el cuarto se llenara de ese amarillo puro que la luz artificial sólo puede lograr en la madrugada. Se frotó los ojos, un gesto inevitable, y siguió haciéndolo mientras caminaba hasta la ventana sobre la baldosa helada. La calle estaba completamente sola y la invadía la niebla que sube desde Ciudad Norte y a veces cubre la meseta antes de la madrugada. Andrea Camila esperaba al menos ver un celador o un repartidor de Vanguardia Liberal pero no había nadie. Nadie andaría por ahí con ese frío y esa niebla. Clavadas con tachuelas en un corcho colgado en la pared hay varias fotos; la más grande es una de Fernando Barajas. Camila siempre pensó que en esa foto Fercho no se parecía a Fercho, pero la dejó colgada porque, de todas maneras, en esa foto Fercho se veía mejor de lo que era. Tantas veces Fercho llegó junto a su ventana como un caballero al rescate y le gritó “Tira el lazo” y ella tiraba un lazo por la ventana y se escapaba a veces hasta el día siguiente y luego entraba sin saludar y se encerraba en el cuarto, en ese mismo cuarto que ahora le parecía tan frío, y ponía música a todo volumen para no escuchar a su papá regañándola desde el primer piso. Andrea Camila siempre pensó, siempre tuvo por cierto, que un día se escaparía con Fercho y se irían por una carretera donde casi no había árboles y acamparían en el desierto. Andrea Camila pensó si estaría en una carretera al final del día y se contestó que la pregunta no tenía sentido, que uno nunca sabe dónde va a estar cuando termine el día. Uno no sabe si al día siguiente amanecerá bajo la misma niebla. Fercho Barajas y Andrea Camila se conocieron en el colegio y se hicieron amigos porque cada vez que los sacaban de clase se iban a tomar tinto a la sala de profesores. A Fercho le perdonaron los piercings y los cigarros y a Andrea Camila la manía de fingir cólicos para no entrar al salón, pero el día en que de común acuerdo se negaron a ponerse la cruz en la frente el Miércoles de Ceniza los echaron con humillación pública y todo y ni siquiera el profesor Medina pudo interceder por ellos. Al final del día estaban celebrando su expulsión tomando cerveza en un andén y fumándose una caja completa de cigarros. Por ejemplo, ese día ellos no sabían que iban a terminar en un andén. Camila caminó hasta el baño, abrió un poquito la llave (“el agua está helada”) y se limpió la cara. Irse siempre es triste así uno se quiera ir. Nunca había pensado dejarle una nota a su papá el día que se fuera, buscó un cuaderno y garrapateó una explicación. La dobló por la mitad y escribió “Papá” y pensó que hace mucho no escribía esa palabra y se sintió un poco como en preescolar. Por fin se había despertado del todo. Su morral estaba empacado desde la noche anterior. Abrió un poco la ventana. Hacía frío. Buscó un cigarro, lo encendió y pensó en que igual podría escaparse con el humo que salía por la ventana y se mezclaba con la neblina. Uno puede escaparse con el humo de un cigarrillo... La imagen de la televisión mostraba el cielo ennegrecido y luego uno de los muchos incendios de la ciudad durante los peores días de la guerra, pero el mensaje era optimista: habíamos ganado y la siguiente imagen mostraba un desfile donde, mezclados con los militares que copiaban el paso marcial que, también en la televisión, habían visto hacer al ejército ruso, pasaban mujeres disfrazadas de venados, leopardos y cazadores vestidos con chaleco verde; y luego el ruido que era el ruido de los aviones mezclados con la banda de guerra que tocaba un bambuco viejísimo y con los cañonazos que todavía se escuchaban y la campana, la campana de la noche anterior y la noche anterior a esa, la campana que le gana a todos los ruidos. Él sólo tenía tiempo para despertarse, saltar de la cama, mojarse la cabeza y peinarse con las manos y ni siquiera se acordó que estaba soñando con días de armisticio y desfiles absurdos. Ella ya estaría esperándolo. Las llaves del carro estaban donde siempre y allí, donde estaban, dejó la nota. Bajó en segundos las escaleras del edificio. Encendió el R9 rojo de la familia (no planeaba robarlo, sólo lo necesitaba por lo del escape), bajó hasta el parqueadero del edificio y pitó para que el celador le abriera la puerta. “Pero dónde se metió este desgraciado”, pensó después de pitar por segunda vez y de inmediato pensó que estaría en la esquina tomando tinto o metido en algún apartamento con una empleada. Nada qué hacer, porque no podría salir del edificio hasta que el celador no apareciera. Bajó del auto, sacó un cigarrillo de la chaqueta (hacía frío) y pensó que el humo podría salir sin problema por las rejas de la puerta del parqueadero. Sabe lo que va a suceder y por eso no tiene importancia la pequeña tardanza del celador. Unas horas después él está recorriendo el desierto junto a Andrea Camila, perdiéndose en algún lugar entre el Cañón del Chicamocha y el Paso de Arcabuco. El desierto es la tierra prometida, hay gasolineras con lagartijas gigantes en las paredes y pequeños pueblos donde se esconden ladrones y fugitivos con deudas de sangre, bares donde un hombre de treinta y pico y su amante de dieciséis fuman marihuana todo el día hasta el día en que se vuelven arena y una ciudad sin ley y cementerios indígenas cubiertos de conchas y cruces de caminos que llevan a todas las carreteras el mundo y vodka servido en vasos sucios y hogueras en las noches. Sentada en su vieja ventana, Andrea Camila arroja la colilla que cae sobre la arena (antes había asfalto, ahora hay arena, el desierto está llegando) se pone los zapatos, piensa que le tomó mucho tiempo aprender a amarrarlos y se coloca el morral. La indescriptible sensación del viaje, el dulce peso que debe sentir el caracol sobre la espalda. Una última mirada por la ventana ya con la carta en la mano. Su padre la descubrirá con el primer tabaco de la mañana (el tabaco viejo, su único vicio) y no podrá creerlo y buscará más pistas y durará como loco todo el día hasta el tabaco de la noche y pasará derecho hasta la niebla de la madrugada cuando para tratar de dormir va a destapar una botella de vino importado. Andrea Camila soltó una lágrima que parecía seguir el camino de la colilla. El celador llegó tomándose un tinto caliente y abrió la puerta del garaje. El auto salió despacio pero aceleró apenas llegando a la esquina. Sus padres encontrarían la nota cuando su mamá lo llamara el desayuno está caliente y nadie contestara y de una pensarían en la muchachita esa, en la muchachita esa que siempre supimos le iba a dañar la vida. Su madre no va a llorar (estará más bien histérica), pero a su padre se le aguarán los ojos. Su padre es un buen tipo, es sólo que así son las cosas y hay que huir y si no era él alguien más huiría con Andrea Camila y la esperaría en un cruce de trenes (él sabía que Andrea ya había dejado a alguien porque no fue capaz de escaparse con ella); pero no, Andrea Camila no era una mala persona, sólo estaba asustada y cada vez más asustada. Andrea Camila sólo quiere quemar las naves y una lágrima cae sobre la colilla y se vuelve vapor y desaparece. Todo lo que no se vuelve humo sigue existiendo. Era tanta la rabia. Tantas cosas que no se van a volver a ver, su padre, la ciudad. Los parques repetitivos, el escape no es el lugar más seguro pero es un lugar, tira el lazo, somos jóvenes. Fercho Barajas, ¿por qué nunca lo vio vestido con colores alegres?, Fercho, en el andén, Fercho sin ceniza en la frente, Fercho incapaz de encender un fuego. Andrea Camila puso la carta sobre la mesa, sólo unos escalones más y luego la calle que se volverá la carretera interminable, el polvo del camino y la arena del desierto y nuevas ciudades y una gasolinera como las de las películas (porque siempre todo es tan como lo de las películas) como las gasolineras que ya han visto a la orilla del camino. Han visto tantas cosas desde que dejaron la ciudad. Parejas ilegales, asesinos en fuga y varios candidatos a terapias de litio y electrochoques y un letrero que decía “Larga vida (aquí y en El Desierto) a las almas atormentadas”. O algo así. La tierra prometida es un alto en el camino, un cruce de caminos, un rastro de polvo en la carretera. “Ojalá no despierte”, pensó Andrea Camila mirando a su padre. “Ojalá no despierte”, piensa de nuevo mientras baja del auto en la gasolinera. La tradición exigiría un trago fuerte pero ella tiene la garganta seca y bien se conformaría con agua fresca. Un tipo sentado a la entrada, no un vaquero ni nada, un tipo común y corriente, tiene una pistola sobre la mesa y ella piensa en cómo habría sido dispararle al viejo mientras dormía y piensa en la felicidad que traería esa pistola humeante mientras su padre enciende el primer tabaco de la mañana y observa una nota sobre la mesa y de inmediato piensa en el escape y llora de rabia ante lo irremediable de la situación. “Un vaso de agua y cigarrillos”, dice Andrea a la mujer tras el mostrador y luego pide un encendedor. La primera bocanada, ¿cuánto tiempo han viajado? “¿Cuánto tiempo hemos viajado?”. Él contesta. Cuánto tiempo ha pasado desde el último cigarrillo en casa, con la puerta entreabierta y siempre mirando hacia la esquina, cuando apareció un auto rojo girando lentamente, cortando la niebla, el humo del primer cigarro y la pistola humeante y el polvo del desierto que nubla la vista y no deja ver si uno está realmente durmiendo en el asiento trasero de un auto rojo y los vidrios han comenzado a empañarse (y El Desierto es un cuerpo desnudo), los vidrios del auto que llegó en la madrugada (uno puede escaparse con el humo). Fercho, el viejo Fercho en unos años estará loco y caminará por ahí repitiendo la misma frase (y es la frase de un cuento de horror: “El miedo siempre triunfa”), pero por supuesto, eso no importa ahora, no en la madrugada del escape, porque a pesar de haber querido tanto a Fercho, a pesar de tener su foto pegada en un corcho y a pesar de haber huido con él un par de veces por un par de días, Andrea Camila sabe que escapar un poco es quedarse y Fercho nunca tendrá la fuerza suficiente. Por eso, en esta madrugada de miércoles, mientras Fercho Barajas duerme tranquilo en su cuarto que ha decorado con relojes, Andrea Camila escapa con Vlacho. No lo quiere tanto, pero es él quien conduce, quien maneja el auto que gira en la esquina que ella cree no volverá a ver y desde ese carro Vlacho mira la luz apagada de la ventana, aspira su cigarro y bota el humo y cuando el humo se dispersa (quizás ha cerrado los ojos mientras tanto) la ve junto a la puerta. Tal vez lo descubran al tiempo en las dos casas. Tal vez, pero no importa. Andrea Camila pide un cigarrillo, el mismo que tendrá que esperar hasta que lleguen a la gasolinera porque Vlacho está terminando el último cigarro que le quedaba. Sube al auto y toma a Vlacho de la mano y uno puede seguir la trayectoria de la manguera azul brillante que sale por la mínima abertura de la ventana del conductor y empieza o termina en el tubo de escape y es por eso que los dos lloran suave y respiran profundo cuando Vlacho gira la llave y enciende el motor o en realidad lloran y respiran porque han llegado al desierto, a la gasolinera soñada, y se recuestan para descansar o si lo que sucede es que escapan, se aman en autos viejos y minas abandonadas y llegan a conocerse tanto que terminan por odiarse y cada uno regresa a su casa sin que nada cambie y se ven muy poco hasta que Camila, saturada de todo, hasta de esa respiración profunda, salta por la ventana de su nuevo apartamento en un noveno piso en una noche en la que también llueve. Uno no sabe (tampoco ellos) dónde va a estar cuando termine el día. Lo de la noche lluviosa pasará en algunos años porque hoy es un hermoso día soleado y al encender el motor, Vlacho se da cuenta de que no vale la pena desperdiciarlo y respira profundo y el humo (cigarro o tubo de escape, no hay manera de saberlo) se mete en sus pulmones mientras Camila sonríe entre lágrimas con cara de libertad recién estrenada. ** Ricardo Abdahllah r_abdahllah@hotmail.com Escritor colombiano (Ibagué, 1978). Publicó sus primeros textos en los diarios Protexto y Vanguardia Liberal (http://www.vanguardia.com), de Bucaramanga, y se dio a conocer en 1999, cuando su libro Noche de quema ganó el Premio Metropolitano de Cuento de esta ciudad. Fue durante dos años profesor de literatura en la Universidad Industrial de Santander (UIS, http://www.uis.edu.co) y elInstituto Caldas (http://www2.unab.edu.co/institutocaldas/index.jsp). Residió en Estados Unidos (2001) y actualmente en París (desde 2005), donde escribe para Rolling Stone Latinoamérica (http://www.rollingstonela.com), La Hoja (http://www.lahoja.com.co), El Malpensante (http://www.elmalpensante.com), Revista Don Juan (http://www.revistadonjuan.com) y, ocasionalmente, para Revista Credencial (http://www.revistacredencial.com), Puesto de Combate (http://www.puestodecombate.com) y Gatopardo (http://www.gatopardo.com). Ha publicado los libros de cuentos Noche de quema (1999) y El desierto (2003), la novela corta Licantropía (2001) y la biografía Kurt Cobain, el rock estaba muerto (2006). Su relato “La historia de Elizabet Bathory” fue llevado al cine por el director Leonardo Carreño. === Poemas Paula Ramos =============================================== :: 1 un gato que se acurruca sin prisa durante años de ronroneo inconcluso el miedo al agua de un gato que entra al mar cerrando los ojos :: 2 recordó un sueño como si partiera y mordiera por primera vez un fruto, con los ojos cerrados (ella había roto con su propio secreto) y temía a lo incesante de ese acto, tan breve :: 3 en profundo desacuerdo con la luz cierra las manos tratando de apropiarse de un centímetro cuadrado de penumbra a flor de piel para espiarse entre los dedos como a un modelo vivo :: 4 cuidadosamente se desborda tres puntos de crochet y medio en mitad de la noche como si esquilara un esquimal sin ropa, lampiño hasta el sexo en la espera agridulce de un acto heroico cualquiera: algo imposible como una hilaridad o la tibieza :: 5 algo que de extenderse otro segundo ya nada tocaría el punto vivo de sí mana, como un dios de corazón expuesto. en vela, llama, pregunta: estoy buscando entre nosotros algo capaz de balancear hacia el final de cada día un holocausto :: 6 hilvanar lo dicho en ese limbo la luz irrevocable de la música arrastrándote hasta el fondo de algo vivo :: 7 soñó que bailaba más alto y más rápido que el cielo algo dormido en su sonrisa, arde :: 8 La música hacía que viniera desde afuera un canto como de procesión religiosa antigua, a vela. Empecé a sacar las frazadas una por una, hasta llegar hasta las sábanas. Una por una, la deshojé entera. “Es obsceno lo que estás diciendo” Y sí. Adoro temblar cuando te escribo cartas. :: 9 un ánima como los veintiún gramos de peso-alma que pierde un cuerpo al morir un brillo que en la figura del perfume y la forma de la última hilera de trenes mira al sol venir por él recuerdo cada aroma que se hizo luz :: 10 como una paradoja una soledad tiene más fuerza que toda la poesía, y sin embargo gana. es el goliat de un david apocopado, un gólem :: 11 mirá mis pies el pulgar derecho continúa avanza llega hasta la punta como si fuera la avant-garde ya sé el destino de la sal no cabe en la huella igual dejé una carta en el cordón umbilical de unos zapatos :: 12 Alguien se le acerca “Sin azúcar —pide— lo prefiero puro” No dice “amargo”, dice “puro” y algo le hierve mientras sirve. Por un pequeño accidente genético acaso hereditario cada vez que oye un silbido de “pureza” se le dilatan las pupilas y ciega, derrama una sola gota. No es torpe, es que algo en ella más simple que un caníbal se le traduce en apetito de una humanidad preferentemente tierna al tacto: disculpándose, acaricia un dedo con una servilleta y lo nota. El enjambre de pájaros picoteándole el estómago no es otra cosa que el hambre, piensa, visceral y más puro que un color primario. Ahora todo lo que puede recordar de la cultura es un mandato de no comer carne humana y entre tanto, la reunión se diluye. Ella ha logrado sublimar otra noche. Va a dormirse satisfecha, creyendo no haber puesto en evidencia, nunca, la violencia elemental congénita que da origen a cada una de sus manos. Y va a esperar pacientemente el regreso de un sobreviviente de esas guerras. ** Paula Ramos aerofanias@yahoo.com.ar Escritora argentina (Buenos Aires, 1980). Estudió comunicación social en la Universidad de Buenos Aires (UBA, http://www.uba.ar). Actualmente coordina talleres literarios y mantiene una bitácora personal en http://espacioparafumadores.blogspot.com. ||||||||||||||||||||||| EL REGRESO DEL CARACOL |||||||||||||||||||||| === Escritoras venezolanas ante la crítica ================================ === Asociación de Escritores de Mérida (AEM) ============================== Ensayo Fondo Editorial Ramón Palomares (http://www.escritoresmerida-ve.com) Mérida, 2007 ISBN: 978-980-6679-17-7 240 páginas La Asociación de Escritores de Mérida (AEM) convoca regularmente a autores venezolanos para sus antologías temáticas. Escritoras venezolanas ante la crítica, la cuarta de estas antologías, recoge —como se puede inferir del título— muestras de la percepción que tiene la crítica venezolana de sus escritoras. La antología es uno de los resultados concretos del 8º Encuentro Internacional de Escritoras, que en homenaje a la poeta Elizabeth Schön (1921-2007) se efectuó en Caracas a mediados de este año, y que había tenido siete precedentes en Arequipa (Perú, 1998), Arica (Chile, 1999), Montevideo (Uruguay, 2000), Río Gallegos, Patagonia (Argentina, 2001), San Juan (Puerto Rico, 2003), Guadalajara (México, 2004) y Vigo (España, 2006). Así, la AEM ofreció con este libro, a los escritores, investigadores y visitantes que participaron en el encuentro, una muestra de la labor literaria producida por mujeres venezolanas. La antología se inicia con un trabajo sobre la obra de Elizabeth Schön, la poeta homenajeada, a cargo de Rafael Arráiz Lucca (Caracas, 1959), quien dice de la autora de Ropaje de ceniza (1993): “Una vez concluida la lectura de toda la obra de Elizabeth Schön tuve la impresión de que está abierta. No ha terminado. Esta intuición la tuve particularmente en cuanto a su poesía, pero esto no lo expreso porque sienta falla o incompleta su aventura creadora. Todo lo contrario, lo creo porque la riqueza de las puertas que toca es tal, que aún faltan espacios por ocupar con su hondura, su bonhomía, su belleza”. Treinta críticos, en su mayoría venezolanos, analizan la obra de algunas de las más destacadas autoras de este país. Entre ellos se cuentan Víctor Bravo (quien escribe sobre Metálica virtud, de María Isabel Novillo), María Antonieta Flores (sobre Ida Gramcko), María Luisa Lázaro (sobre Magia divina, de Carmen Botas Blanco), Valmore Muñoz Arteaga (sobre Miyó Vestrini), María Cristina Solaeche (sobre Hanni Ossott), y Carlos Yusti (sobre Teresa Coraspe), entre otros, y con ellos están, provenientes de otras latitudes, el español José Calvo González (sobre Margarita Belandria), la puertorriqueña Mairym Cruz-Bernal (sobre Astrid Lander), la española Ana Martín Puigpelat (sobre María Isabel Novillo), la cubana Gladys Portuondo (también sobre Belandria), la mexicana Nohemí Sosa Reyna (sobre Ana Enriqueta Terán) y el cubano César Augusto Terrero Escalante (sobre Escarcha o Centella bebe conmigo, de María Luisa Lázaro). Soy el universo, de Adela Romero Álvarez, es el título de la obra que ilustra la portada de esta antología, que además de ser un insoslayable aporte a la comprensión de la literatura venezolana contemporánea, ofrece un estímulo a la comunicación que pocas veces se ve en libros de esta naturaleza, y es que los autores accedieron a que se publicaran sus correos electrónicos. Una puerta abierta a la discusión y al encuentro. === Poemas de la Tierra Media Ana María Moreno ======================= Poesía Imprenta Regional de Aragua (imprentadearagua@yahoo.es) Maracay, 2008 ISBN: 9789807163866 36 páginas De la mano de la Imprenta Regional de Aragua llega el primer libro de la escritora venezolana Ana María Moreno (Maracay, 1975), Poemas de la Tierra Media, que ya en el título anuncia de qué habla: de la obra inmortal de J. R. R. Tolkien, El Señor de los Anillos. El escritor británico, ya se sabe, tiene una febril plantilla de seguidores en todo el mundo. Nueva visita a sus mundos míticos, Poemas de la Tierra Media ofrece, en sus veinticinco textos, la visión de algunos de los personajes y pasajes principales de la conocida trilogía desde la lectura personal de Moreno. Y ella misma retrata su trabajo en el epígrafe de Tolkien con que se inicia el libro: “Benditos los hacedores de leyendas con sus versos sobre cosas que no se encuentran en los registros del tiempo”. El primer poema, “La Compañía del Anillo”, anuncia el recorrido épico: “Las huellas han quedado atrás. / Nos espera un sendero incierto, / temor y valor luchan en el equipaje / que reposa en nuestra espalda”. A partir de allí, Moreno se introducirá en la piel de los personajes. No puede soslayar las dudas del protagonista de la historia, que su poema “Frodo” plasma así: “Espero ser liberado, / deseo despertar o morir, / estoy en la incertidumbre de un mal sueño / y la crueldad de la realidad”. La caracterización que Moreno hace de los personajes de Tolkien no pocas veces funde a la autora con los aspectos que decide retratar de cada uno. Así, en “Aragorn” habla de búsquedas y regresos: “Búsqueda continua, / amaneceres inquietos faltos de hogar, / años errantes con un rumbo fijo, / muchos esperan el retorno prometido / tras las murallas de Gondor”. En “Faramir” se detiene en la incertidumbre de lo por venir: “Si pudiera ver el futuro / menguaría mi aire ensimismado, / cabalgaría sin temores / al encuentro de lo inevitable”. Editado y diseñado por Héctor Bello, Poemas de la Tierra Media es el tercer título incluido en la colección “El árbol y la lluvia”, dedicada a poemarios de autores aragüeños, y en su portada ostenta una obra del artista local Édgar Porras. El libro ha visto la luz como una coedición entre la Imprenta Regional, la Agrupación Literaria Pie de Página, la Biblioteca Agustín Codazzi y la Escuela de Arte Dramático de Aragua. Moreno es docente egresada de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (Upel, http://www.upel.edu.ve), donde se graduó en Ciencias Sociales mención Geografía e Historia. === La noria de los aromas y otros relatos Francisco Suárez Trénor === Cuento Ediciones Idea (http://www.edicionesidea.com) Santa Cruz de Tenerife, 2007 ISBN: 978-84-8382-313-2 156 páginas El español Francisco Suárez Trénor (Santa Cruz de Tenerife, 1948) es letraliano de vieja data. Su primera colaboración en Letralia apareció en 1999, y desde entonces nos ha acompañado en algunas oportunidades. El año pasado, Suárez Trénor publicó La noria de los aromas y otros relatos, un volumen que además del cuento anunciado en el título incluye “La muchacha de los ojos color de uva” y “Las confesiones de don Abel”. Los textos están ordenados por su extensión. El mayor de ellos, que le da título al libro, es una novela breve de unas ochenta páginas. El segundo roza las cuarenta y, el último, quince. Pero Suárez Trénor es esencialmente un poeta, e incluso en estas historias de largo aliento el lenguaje del poeta se antepone a la dinámica de la narración a través de diversas pistas, como ciertos guiños en los nombres de los personajes (Acracia, Libertad, Mercedes) o pasajes en los que pareciera estar ocurriendo un poema: “La niña tiene la piel más fina. La niña está más delgada. La niña no tiene apetito. El médico la examinó. La niña no tiene nada, la niña no ha perdido peso” (en “La noria...”). El primer cuento narra la historia de Acracia y Libertad, dos chicas que intentan sobrevivir en el caos de una pequeña ciudad cuya moral ha sido bruscamente transformada por los aromas elaborados por Eloísa Grenuil, personaje que no gratuitamente recuerda al Grenouille de Süskind. El segundo y el tercero son dos historias relacionadas. “La muchacha de los ojos color de uva” narra los primeros años de la vida de Mercedes y las desventuras de su hermano Judas Tadeo, apodado El Malparido, en una reinterpretación de la historia bíblica de los últimos días de Jesús. En “Las confesiones de don Abel” el testigo es pasado a Mercedes, quien se ha convertido en monja tras la muerte de su hermano, Médico de profesión, Suárez Trénor escribe poesía y narrativa. Ha obtenido el primer premio del Concurso Literario del Primer Centenario del Colegio Oficial de Médicos de Tenerife (1999) con uno de los relatos incluidos en este libro: “La muchacha de los ojos color de uva”. Además, en 2002 obtuvo el Premio de Poesía Pedro García Cabrera 2000 con el poemario Sencillamente agua, editado igualmente en Santa Cruz. ||||||||||||||||||||||||||| POST SCRIPTUM ||||||||||||||||||||||||||| “La pasión del poema, esta pasión antigua, impetuosa, insurrecta, ilegal, de lo ilímite, devela el desvarío del rostro, el vanúnculo y la roca. Se plasma en poesía más allá de la pelvis, la pulpa o el peñasco. El ente se humaniza. Y el hombre se hace cosmos: rosa, raíz, rocío, ramazón. Todo sobresale de su ritmo, todo vuela del ente, lo hace saltar, sobrepasarse”. Ida Gramcko, Poética (1983). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviarnos algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. Usted puede verlas en el Web en http://www.letralia.com/tierradeletras/publicar.htm. 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