~~~~~~~~~~~~~~~ Año XIII Cagua, Venezuela Nº 205 ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ http://www.letralia.com ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ 2 de marzo de 2009 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras, es ~~~~~~~~~~~ la revista de los escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos en Internet. ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a info@letralia.com ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ ISSN: 1856-7983 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ === Sumario =============================================================== | Un nuevo Fausto. / Memorias del agua. / Rebeldes. / El | Breves escándalo de Ibarbourou. / Fin de gira. / Hernández en | el cielo. / Soldado salmón. / Segovia en el club. / | Venezia. / Letras de café. / Mujeres en La Casona. / Los | actos de Molfino. / Mujeres por mujeres. / Crémer se | extiende. / Palabras y dibujos. | | Viuda de Cabrera Infante denuncia que La Habana “lo | Noticias utiliza”. / José Gabriel Ceballos gana el premio Tiflos | de cuentos. / Descartada iniciativa para repatriar | restos de Jorge Luis Borges. / Llegó a Rociana la | biblioteca de Odón Betanzos Palacios. / Poetas piden | declarar Patrimonio Cultural el Festival de Granada. / | Realizan en Collioure homenaje al poeta Antonio Machado. | / Literaturas.com lanza agencia editorial. / Protestan | con poesía estatua en honor a Primo de Rivera. / | Menoscuarto presenta colección de joyas literarias en | pequeño formato. / Juan Hernández Ramírez recibió premio | de literatura indígena. / Acusaciones de antisemitismo | rodean obra teatral en Venezuela. / Encuentran cartas | inéditas de Rafael Alberti y María Teresa León. / | Casatomada reedita libro del autor peruano Siu Kam Wen. | / Veinte bibliotecas de Jalisco son equipadas para | atender a invidentes. / Fotógrafos venezolanos | recorrerán su país en quince días. / X Congreso de | Periodismo Digital realizarán en España. | | “Tres circunstancias de la soledad”, Mario Amengual. / | Artículos y “La Habana y los absurdos coletazos a la chilensis”, | reportajes Ximena Troncoso. / “La letra y el garabato. Los oasis de | la prosa”, Alejandro José López Cáceres. / “Un tal | Rafael José Muñoz”, Alberto José Pérez. / “Un extraño | perfecto”, María Angélica Franco Frías. / “Qué bien | suena este llanto, de Margarita Belandria”, Gladys | Portuondo. / “Mary Grueso, almanegra de piangua y mar”, | Leopoldo de Quevedo y Monroy. | | Leandro Díaz, el compositor del epígrafe de El amor en | Entrevistas los tiempos del cólera: “La novela de Gabo se iba a | llamar La Diosa Coronada”, entrevista por Jaime de la | Hoz Simanca. | | “Hacia la ciudad inllegable: El perro en la niebla de | Sala de ensayo Róger Lindo”, María Eugenia Sáez. / “El dilema de la | apropiación sintética del “yo” indígena. Oscilando entre | la identidad interna y externa en Huasipungo”, Rodrigo | Toromoreno. / “Primer Congreso de Estudios sobre el | Peronismo: la primera década. La biblioteca “Honor”, un | ejemplo de continuidad en el cambio ideológico”, Carlos | Fos. | | “Un cuento borgiano”, Mayke De Freitas Santos. / | Letras “Sonetos a la vida”, Rafael Batista Cáceres. / “El | escondite de Francis Moliver”, Mónica Montaña Soto. / | Tres poemas de Verónica Bertoli. / “Una visita”, Jaime | Luis Albores Téllez. / Poemas de Luz Marina Almarza. / | “Clara”, Raquel Blasco Sánchez. / Poemas de David | Rolando López Ambrosio. / “La Hechicera de la Puna”, | Pablo Mendieta Paz. / “Pliegos de cordel”, Emma | Fernández López. / “Ojos verdes”, María Elvira González. | / Tres poemas de Idalia Sautto. / “La isla de Vlady”, | Juan Tena Martín. / “Cuando llueve en el alma del | mundo”, Leandro Vinasco A. / “La última noche con Viki”, | César Valdebenito. / Poemas de Fernando Soriano | Bensusan. | | Revista de Literatura Hispanoamericana del Instituto de | El regreso Investigaciones Literarias y Lingüísticas de LUZ. | del caracol | Maén García de Pérez. | Post Scriptum | =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753 =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Premio Key Site Award, de Fortress Design, en mayo de 1999 http://www.fortressdesign.com =========================================================================== Premio a la Excelencia, de Exodus Ltd., en mayo de 1999 http://www.exodusltd.com =========================================================================== Premio Mejor Página de Poesía, de La Blinda Rosada, en julio de 1999 http://blindarosada.org.ar =========================================================================== Segundo lugar en los premios Lo Mejor de Punto Com, diciembre de 2004 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Lo Mejor de Punto Com, octubre de 2005 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2006, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Premio Nacional del Libro de Venezuela 2007, Centro Nacional del Libro http://www.cenal.gob.ve =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2008, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Para suscribirse a Letralia, envíe un mensaje vacío a: letralia-subscribe@gruposyahoo.com Para desuscribirse, envíe un mensaje vacío a: letralia-unsubscribe@gruposyahoo.com También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.letralia.com/herramientas/listas.htm Ediciones anteriores: http://www.letralia.com/tierradeletras/archivo.htm ||||||||||||||||||||||||||||||| BREVES |||||||||||||||||||||||||||||| Un nuevo Fausto. Nora Bengoa es una escritora inédita que soporta su situación sin mayores problemas hasta que Julián Soraluze se cruza en su vida y le ofrece la publicación de su obra a cambio de una contraprestación. A partir de ahí, su relación evolucionará desde la suspicacia inicial hasta la connivencia última. Tal es la premisa de A contraluz, la tercera novela de la española Esther Zorrozúa (http://www.letralia.com/firmas/zorrozuaegurenesther.htm), que acaba de ser publicada bajo el sello Hiru y en la que se plasma una reinterpretación, desde el siglo XXI, del Fausto que Goethe recreó a su vez en el XVII. El libro tiene 352 páginas y su precio es 20 euros. Zorrozua (Bilbao, País Vasco, 1955) es licenciada en filología hispánica y doctora en literatura. Imparte clases de lengua castellana en un instituto de bachillerato. Relatos suyos han sido publicados en medios digitales e impresos. Ha publicado antes las novelas La casa de La Galea (2004) y Bilbao, ciudad abierta (Hiru, 2006). http://www.hiru-ed.com/COLECCIONES/FICCIONES/A-contraluz.htm Memorias del agua. Este 25 de febrero fue presentada en el Instituto Juárez, de Villahermosa (Tabasco, México), la antología Memorias del agua, un esfuerzo de las socias del Club de Mujeres Periodistas y Escritoras de Tabasco A. C. para referir la terrible inundación que devastó a casi todo el estado en noviembre de 2007, y que hasta hoy no termina de superarse; y a manera de agradecimiento a todas y cada una de las ciudades y países del mundo que brindaron su invaluable ayuda para la recuperación de la región. El libro, que fue presentado por el doctor en derecho Jorge Abdó, reúne una veintena de testimonios, relatos ficcionados, fragmentos de novela y diálogos. Las autoras incluidas son Bertha Ferrer, María Eugenia Torres Arias, Sheila Dorantes, Gabriela Gutiérrez Lomasto, Edith Matus de Sumohano, Lourdes Navarrete, Paloma Rives, Felipa Neri Sánchez, María Elena Zentella Cantón, Rosa Zetina Bertruy, Claudia Cecilia Gómez del Rosairo, Irma Fernández Calles, Luz María Armenta, María de los Ángeles Coria y Martha Elena Cuevas Gómez, Mari González del Castillo, Maru Torres, María Victoria Galán de Cruces y Ruth Pérez Aguirre. Además, contiene una docena de fotografías de la tragedia tomadas por Huitzil Pedrero y Rigoberto Navarro. El Club de Mujeres Periodistas y Escritoras de Tabasco es presidido por la escritora Xochitl Robles Bello, y tiene 33 años de trayectoria. http://www.escritorastabasco.com Rebeldes. Hasta el sábado 14 de marzo se estará presentando en la Sala de Cine Celarg 3 de la Casa de Rómulo Gallegos, en Caracas, el ciclo “Los rebeldes en el cine”, que reúne una serie de producciones cinematográficas en las que se ensalza la rebeldía social. El ciclo se inició ayer domingo con El salvaje (Laslo Benedek, 1953), con Marlon Brando, y Cero en conducta (Jean Vigo, 1953), con Jean Dasté, y continúa hoy lunes con Thelma y Louise (Ridley Scott, 1991), con Susan Sarandon y Geena Davis; el martes 3, Pierrot Le Fou (Jean-Luc Godard, 1965), con Jean Paul Belmondo; el miércoles 4, Easy Rider (Dennis Hopper, 1969), con Peter Fonda y Jack Nicholson; el jueves 5, Atrapado sin salida (Milos Forman, 1975), con Jack Nicholson; el viernes 6, Nido de ratas (Elia Kazan, 1954), con Marlon Brando; el sábado 7, Espartaco (Stanley Kubrick, 1960), con Kirk Douglas y Laurence Olivier; el domingo 8, Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955), con James Dean y Natalie Wood; el lunes 9, Antes de la revolución (Bernardo Bertolucci, 1964), con Francisco Barrilli; el martes 10, La leyenda del Indomable (Stuar Rosemberg, 1967), con Paul Newman; el miércoles 11, Sacco y Vanzetti (Giulino Montaldo, 1971), con Gian Maria Volontè; el jueves 12, Serpico (Sidney Lumet, 1973), con Al Pacino; el viernes 13, El último tango en París (Bernardo Bertolucci, 1971), con Marlon Brando y María Schneider, y el sábado 14, Michael Collins (Neil Jordan, 1976), con Julia Roberts e Ian Hart. Las funciones son a las 5 de la tarde y 7 de la noche y las entradas oscilan entre los 5 y los 10 bolívares. http://www.celarg.gob.ve El escándalo de Ibarbourou. El Centro Cultural de España de Uruguay inaugurará este martes 3 de marzo la muestra “Juana, escándalo de luz. Un homenaje a Juana de Ibarbourou”, que reúne una valiosa y única colección de objetos personales, fotos y manuscritos de la poeta uruguaya. La muestra, que tiene la curaduría de Jorge Arbeleche y Andrés Echevarría, se realiza en conmemoración de tres aniversarios muy especiales que se cumplen este año: los 30 años del fallecimiento de Juana de Ibarbourou, los 80 de la publicación de su obra Lengua de diamante y los 90 de la consagración como “Juana de América”. Y con ese objetivo se conformó una valiosa colección con sus manuscritos, las primeras ediciones de muchos de sus libros, fotos y una serie única de objetos que acompañaron a la poeta a lo largo de su vida. http://www.cce.org.uy/cce Fin de gira. El guitarrista italiano Flavio Sala realizará su concierto de fin de gira el próximo martes 3 de marzo a las 8 de la noche en la Sala de Teatro 1 de la Casa de Rómulo Gallegos, en Caracas. Ganador de la Guitarra de Oro 2006 en el Encuentro Internacional de Música en Alessandria (Italia), como Mejor Talento Italiano, Sala inició su carrera concertista a la edad de 18 años, teniendo numerosos conciertos y giras en toda Europa, Rusia, Estados Unidos y América del Sur. Ha tocado en prestigiosas salas de concierto (Tchaikovsky Concert Hall y Gnessin’s Concert Hall de Moscú, Sala Regia de Palacio Venecia en Roma, Sala del Conservatorio de Viena, entre otros), como solista, en dúo con el guitarrista flamenco Juan Lorenzo y con orquestas (Orquesta Filarmónica de Torino, Orquesta Milan Clásica, Orquesta Nueva Rusia de Jury Bashmet, Orquesta Sinfónica de Venezuela, entre otras). Las entradas para el concierto tienen un costo de 30 bolívares para el público en general y de 25 para estudiantes y adultos mayores. http://www.celarg.gob.ve Hernández en el cielo. La Fundación Miguel Hernández colabora con una exposición del Centro de Investigación y Divulgación Astronómica del Mediterráneo (Cidam) titulada “Perito en lunas”, y que será inaugurada el próximo 5 de marzo en el edificio Altabix de la Universidad Miguel Hernández, de Elche, Alicante (España). Con esta exposición de carácter divulgativo, que podrá visitarse hasta el 5 de abril y es organizada en torno a la celebración, en 2009, del Año Internacional de la Astronomía, se inicia la colaboración de la entidad hernandiana con el Cidam, que se concretará en otras actividades a realizar en el año hernandiano de 2010. Aparte de la exposición, que refleja la pasión de Hernández desde sus inicios poéticos por la luna, está prevista la realización de una conferencia del profesor Adriano Campo con el título “Cuando se nos viene el cielo encima: el riesgo de impacto de asteroides sobre la Tierra”. Además, con motivo de la llegada de la senda del poeta al campus, habrá una observación astronómica. http://www.miguelhernandezvirtual.com http://www.cidam.es Soldado salmón. La revista venezolana de poesía El Salmón celebra su primer aniversario con su edición Soldado, su cuarto número, en el que la palabra y el fusil se entrelazan en un mutuo y violento intercambio de vapores. Luis Moreno Villamediana explora la obra de Ismael Urdaneta, un casi desconocido poeta marabino que combatió en la Primera Guerra Mundial, tras alistarse en la Legión Extranjera. Pausides González presenta una lectura de Maquillando el cadáver de la revolución (1977), de Julio Miranda. El mismo Miranda, por su parte, ofrece una lectura de Fuera del paraíso (1970), de Arnaldo Acosta Bello, en un texto rescatado de su estudio Las aventuras imaginarias (1991). El dossier viene cargado con poemas de Ismael Urdaneta, José Lira Sosa, Víctor Valera Mora, Lucila Velásquez, Jesús Sanoja Hernández, Lydda Franco Farías, Víctor Salazar, Ángel Miguel Queremel, Olga Luzardo, Juan Martín Echeverría, Argenis Daza Guevara, Alí Lameda, Julio Miranda y Arnaldo Acosta Bello. También incluye una selección de Nada sobre piedra, poemario inédito de Reynaldo Pérez Só, y un sorprendente poema del joven José Delpino. El recorrido culmina con tres breves notas sobre poemarios de José Antonio Castro, Antonio Urdaneta y Lucila Velásquez. La presentación será el próximo jueves 5 de marzo a las 7 de la noche, en los espacios de la Librería El Buscón, en el Centro Comercial Paseo Las Mercedes, en Caracas. http://revistadepoesiaelsalmon.blogspot.com Segovia en el club. El Club de Lectura de Poesía de Ferrol (Galicia, España) organiza en la biblioteca local, desde hace más de un año, una serie de lecturas de poesía que tienen lugar cada lunes y en la que participan tanto poetas y lectores habituales como público sin mayor formación lectora. “Son seguidores variopintos”, dice Carlos González, uno de sus organizadores. “Gente con la opinión de que la poesía no la entienden, o que es algo de poetas, y con quienes desde el primer día comprobamos que nuestro criterio tiene sentido pues percibimos la emoción y la maravilla que en los que nos escuchan y leen en voz alta los poemas de los grandes poetas, ocasiona”. En el marco de estas lecturas, este jueves 5 de marzo el club será visitado por el poeta Tomás Segovia, quien compartirá con el público su palabra y sus vivencias. http://leyendopoesia.blogspot.com Venezia. A partir de este jueves 5 de marzo podrá apreciarse en la Sala de Teatro 2 de la Casa de Rómulo Gallegos la obra teatral Venezia, de Jorge Accame, en versión y dirección de Aníbal Grunn. Protagonizada por la primera actriz Elisa Estela, acompañada en esta oportunidad por Beba Rojas, Virginia Urdaneta, Malena González, Adriana Romero, Marco Alcalá, Anthony Lo Russo y Elisa Stella, la obra narra la historia de una anciana ciega que espera a un amante italiano de su juventud, quien —asegura— regresará algún día para llevarla consigo a Venecia. Las tres jóvenes que cuidan de ella se empeñarán en hacer el viaje de Venezuela a Italia, hasta que la anciana encuentre a su amante de antaño. Las funciones se extenderán hasta el próximo 11 de abril, los jueves y sábados a las 9:30 de la noche, con entradas a 45 y 50 bolívares. http://www.celarg.gob.ve Letras de café. La Fundación Museo de Arte Contemporáneo de Maracay Mario Abreu (Macma), de Maracay, Aragua (Venezuela), presentará el próximo 6 de marzo a las 6:30 pm la apertura de su espacio literario “Café con Letras, la palabra y su aroma”, con una lectura de textos poéticos a cargo de Rosana Hernández Pasquier (http://www.letralia.com/firmas/hernandezpasquierrosana.htm), Efrén Barazarte (http://www.letralia.com/firmas/barazarteefren.htm), Astrid Salazar (http://www.letralia.com/firmas/salazarastrid.htm), Jesús Morín, Mohamed Abi Hassan y Aarón Almeida Holmquist. El Museo Mario Abreu está ubicado en la avenida Constitución de Maracay, entre la calle Carabobo y la avenida Ayacucho. http://www.macma.com.ve Mujeres en La Casona. El Centro Cultural de San Marcos-La Casona, de Lima (Perú), celebrará este viernes 6 de marzo, a las 6 de la tarde, un evento artístico cultural gratuito en el marco de las actividades por el Día Internacional de la Mujer. El homenaje a las mujeres iniciará con el conversatorio “Mujer y derechos humanos”, en el que participarán la socióloga Diana Ávila y la abogada Pilar Aguilar. Posteriormente, a las 7 de la noche, se inaugurará la muestra colectiva de pintura y escultura “Más allá del silencio”. Katia Landauro, Margarita Ninapaytan, Katia Céspedes, Martín Ferro, Jacques Bartra, Lenin Vásquez y Boris Yupanqui son algunos de los artistas que presentarán sus creaciones relacionadas al tema del conversatorio. La muestra estará abierta hasta el 6 de abril en la sala Víctor Humareda. En la parte artística se presentará la cantante Sylvia Falcón. Para mayores informes, es preciso comunicarse con la Oficina de Prensa al teléfono 6197000 anexo 5207. http://www.ccsm-unmsm.edu.pe Los actos de Molfino. El próximo sábado 7 de marzo se presentará en el Circolo Degli Artisti (Círculo de los Artistas) de Torino, Italia, la traducción al italiano del poemario Actos mínimos, del escritor argentino Mario Molfino, realizada por Sonia Piloto di Castri, profesora de lengua española en la Universidad de Torino. El libro, que ya está a la venta en las principales librerías de Italia y a través de Internet, contiene ilustraciones de Doménico La Grotteria, artista plástico italiano, y está editado en español e italiano. La ceremonia de presentación se desarrollará a lo largo de un programa de lectura, música y comentarios sobre el poemario, bajo la organización de la Editorial Angolo Manzoni, e incluirá una teleconferencia desde Italia a la Argentina, al finalizar el acto, en la que Molfino —quien reside en la nación sureña— estará respondiendo preguntas del público italiano. http://www.circoloartistitorino.com http://www.angolomanzoni.it/libri/leggi/558/actos-minimos Mujeres por mujeres. El próximo 8 de marzo a las 4 de la tarde, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la escritora argentina Esmeralda Longhi Suárez dictará una conferencia sobre el papel de la mujer en las letras americanas, destacando las obras de sor Juana Inés de la Cruz, Gertrudis de Avellaneda, Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Herminia Brumana, Victoria Ocampo y Gladys C. A. Smith. Habrá ilustraciones poéticas a cargo de escritoras locales. Posteriormente, el 22, también a las 4 de la tarde, Longhi Suárez presentará la antología Caminos poéticos, edición XXIII, de la que es compiladora, con obras de Gabriela Abeal (http://www.letralia.com/firmas/abealmariagabriela.htm), Mónica Alonso, Renata Cajelli, Teresita Fernández, Delfina y Marcelo Madariaga, Beatriz Monticelli, Aurora Olmedo, Dorita Paredi, Alcira Fernández Pego y Marta Vega. Se leerán fragmentos literarios con referencias biográficas. Colabora en la coordinación María Angélica Zeballos. Ambas actividades, de acceso libre y gratuito, se celebrarán en la sede del Museo Histórico Roberto Barili (Lamadrid 3800), en Mar del Plata, Argentina. Crémer se extiende. La exposición “Manuscritos y garabatos de Victoriano Crémer”, que se exhibe en el Palacio de la Isla de Burgos (España), se prorroga hasta el 24 de marzo. La muestra, promovida por la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua y la Junta de Castilla y León, fue inaugurada por el presidente de esta entidad, Juan Vicente Herrera, el 26 de diciembre de 2008, y puede ser visitada de lunes a viernes entre 12 del día y 2 de la tarde y de 6 de la tarde a 8 de la noche. Comisariada por el poeta Adolfo Alonso Ares, la exposición recoge dibujos y poemas manuscritos realizados en el último periodo de la trayectoria de Crémer, quien ya ha cumplido 102 años de edad. 23 dibujos acrílicos de 42 x 30 centímetros, más de 30 poemas manuscritos y algunos folios mecanografiados por el propio Crémer, alguno de ellos inédito, son parte de la muestra. http://www.ilcyl.com Palabras y dibujos. Del 28 de junio al 5 de julio se realizará en Anzoátegui (Venezuela), en el marco de la I Muestra Internacional de Poesía Viual y Experimental, la exposición “La Palabra Dibujada / Dibujos desde la Palabra”, en homenaje al venezolano Juan Calzadilla y al uruguayo Clemente Padín. La muestra incluirá trabajos de Enrique Lechuga (México), León Ferrari (Argentina), Chema Madoz (España), Antonieta Sosa (Venezuela), Ximena Benítez (Venezuela), Julia Otxoa (España), Juan Calzadilla (Venezuela), Linda Phillips (Venezuela), Aldo Alcota (Chile), Clemente Padín (Uruguay), Alberto Asprino (Venezuela), Bartolomé Ferrando (España), Gustavo Pereira (Venezuela), Ramón Ordaz (Venezuela), Humberto Ak’abal (Guatemala), Milagro Haack (Venezuela), Carlos Yusti (Venezuela), Ludwig Zeller (Chile), Daniel Madrid (Chile), Franklin Fernández (Venezuela), Ramón Ordaz (Venezuela), César Reglero (España), Pilar Gispert (Venezuela), Tarek William Saab (Venezuela), Joaquín Gómez (España), Isabel Jover (España), Keyla Holmquist (Venezuela), Fernando Aguiar (Portugal), Antonio Gómez (España), Yucef Merhi (Venezuela), Claudio Trindade (Brasil), Fernando Costa (España), Manel Costa (España), Claudia Quade Frau (España), Andrea Calzadilla (Venezuela) y Valentín Malaver (Venezuela), entre otros. La comisaría y curaduría estará a cargo de Franklin Fernández. La muestra se desarrollará gracias a la colaboración de Tarek William Saab, Juan Calzadilla, Carla Di Martino, Pilar Gispert, Luis Alberto Crespo, Keyla Holmquist y Chema Madoz. http://www.holmquistartecorreo.blogspot.com ¿Quiere publicar una nota en este espacio? Envíenosla por correo electrónico a breves@letralia.com. === ¿Le interesa estar informado sobre concursos? ========================= Reciba por correo electrónico los anuncios vigentes de concursos literarios y artísticos en general suscribiéndose a nuestra lista de distribución. Todo lo que tiene que hacer es enviar un mensaje vacío a letralia-concursos-subscribe@gruposyahoo.com, o visitar nuestra cartelera de concursos en http://www.letralia.com/herramientas/concursos.htm. 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Le borraron de los diccionarios y ahora están publicándole como les da la gana”, explicó Gómez, quien denunció en concreto la publicación del cuento “En el gran ecbó” en una antología del cuento cubano titulada La Ínsula Fabulante, así como artículos periodísticos fuera de contexto, como uno de opinión que escribió sólo quince días después de la Revolución. “Él no quería que saliera nada en Cuba hasta que fuese libre, pero ahora lo han hecho sin autorización, los mismos que le censuraron y le hicieron la vida imposible”, insistió. “Los cubanos tenían que leer sus obras envueltas en papel de periódico para que no los descubrieran, o en pedacitos, y ahora, una vez muerto, le publican. Son gente cínica, unos castrados morales”. Gómez criticó también en términos muy duros a la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, por haberse prestado a inaugurar la Feria Internacional del Libro de La Habana (FILH), respaldando así a un régimen “totalitario” y “censor”, y elogió, por el contrario, al poeta Nicanor Parra y a otros escritores chilenos por haberse negado a acudir. En relación con el legado del autor de Tres tristes tigres y Mea Cuba, su viuda explicó que está “pasando a limpio” actualmente una novela, titulada Cuerpos divinos, que considera “la obra más importante” del escritor, y que podría salir a finales de año o a principios de 2010. Se trata de una obra que, en tres libros, cuenta los dos últimos años del dictador Fulgencio Batista y el primer año de la Revolución cubana, dijo Gómez. “Es la memoria histórica de Cuba vista desde la perspectiva de un periodista, de la prensa, con toda la censura. Es la memoria que ha quedado borrada de la gente”. “Él vio el horror ya en el primer año de la Revolución”, explicó Gómez, quien agregó que sólo se publicarán las dos primeras partes, pues la tercera la dejó el escritor en estado bastante inconcluso. “No me atrevo con la tercera parte, no le puedo cambiar una palabra”, señaló. Entre los papeles que dejó su esposo al morir de una infección contraída en un hospital londinense, donde estaba siendo tratado, hay otra novela titulada Mapa hecho por un espía. Está inspirada en su regreso a Cuba en 1965. Cabrera Infante la escribió años más tarde, pero, debido a su débil estado de salud, no se atrevió a revisarla hasta que estuviera “mentalmente más fuerte”, porque era demasiado doloroso recordar la muerte de su madre, y nunca llegó a hacerlo. “Me dijo que la revisara o la rompiera”, explicó Miriam, según la cual el manuscrito está en una caja fuerte y aún no lo ha leído. Gómez informó también que tiene actualmente un nuevo agente literario, el famoso Andrew Wylie, que le comunicó su gran interés en la obra de su marido y en quien tiene gran confianza. Dijo además que le gustaría que Galaxia Gutenberg del Círculo de Lectores, que sacó su obra póstuma La ninfa inconstante, publicara la obra completa de su marido, como está haciendo con otros escritores como Mario Vargas Llosa o Juan Goytisolo, o como hizo antes con Vladimir Nabokov. “No me interesa hacer libros inéditos, sino que quede toda la obra de Guillermo, y a mí no me va a dar tiempo porque soy mayor”, explicó Gómez, quien precisó que tiene muchos originales en cajas fuertes de los bancos y ha hecho fotocopias. Gómez quiere que los manuscritos vayan un día a la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, donde se guardan ya algunos de Cabrera Infante, así como los de Vargas Llosa, y de la que está segura de que “los cuidará muy bien”. Fuente: EFE *** José Gabriel Ceballos gana el premio Tiflos de cuentos El escritor argentino José Gabriel Ceballos fue galardonado este martes 17 de febrero con el Premio Tiflos de Cuentos, que la Fundación ONCE concede anualmente en Madrid, por su libro inédito Entre Eros y Tánatos. La dotación del premio es de doce mil euros, además de la publicación de la obra por Editorial Castalia. En esta XIX edición del premio, los miembros del jurado han sido José Manuel Caballero Bonald, Ana Rosseti, Juan Manuel de Prada y el editor Federico Ibáñez Soler (Castalia). La decisión de conceder el premio a Ceballos fue adoptada por unanimidad, fundamentándose el fallo en el hecho de ser “un texto curioso, con muy buena prosa y con un gran despliegue argumental”, según un comunicado de la institución organizadora. El relato que encabeza el volumen trata sobre la historia de Melchora Caburú, concubina del cacique Andrés Guacurarí, durante su invasión a la ciudad de Corrientes en 1818. La entrega de la distinción y presentación pública del libro se hará en la primera mitad de este año en la capital española. Los trabajos participantes provinieron de países de todo el mundo: Argentina, Colombia, México, Costa Rica, Venezuela, Ecuador, Estados Unidos, Japón, Nueva Zelanda, Portugal, Francia, Italia, Alemania, Israel y España. El premio Tiflos en poesía, asimismo, fue para Jaime Siles Ruiz, con residencia en Valencia (España), por su libro Desnudos y acuarelas, mientras que otro español, el madrileño Juan Manuel Muñoz Aguirre, obtuvo el premio en novela por Un alma aparte, por mayoría del jurado. Con éste ya son cuatro los premios internacionales que Ceballos (Alvear, Corrientes, 1955) conquista en España. Ha sido ganador del Ciudad de Alcalá (con su novela Víspera negra) y del Alberto Lista (por cuento individual, en Sevilla), habiendo obtenido el año pasado el segundo premio en el concurso Gabriel Sijé de la Caja de Ahorro del Mediterráneo (CAM), en Alicante (por su novela corta Confesiones de un extraño demiurgo). Anteriormente, en 1997, ganó en San José, Costa Rica, el Premio Educa, de la Editorial Universitaria Centroamericana (por su libro de cuentos El patrón del Chamamé). Fuente: Fundación ONCE *** Descartada iniciativa para repatriar restos de Jorge Luis Borges Una iniciativa para repatriar a la Argentina los restos del escritor Jorge Luis Borges, que reposan desde su muerte en Ginebra, Suiza, en 1986, fue descartada este 19 de febrero por el abogado de su viuda, María Kodama, quien indicó que “legalmente no es viable tomar una decisión diferente a la adoptada por el escritor y mantenida por su viuda”. El abogado Fernando Soto explicó que “el supuesto proyecto de ley para repatriar los restos de Borges nunca existió”, y aclaró que “en realidad fue una idea acercada por un grupo de personas a la diputada María Lenz, que ésta desechó ya que su intención era homenajear y no generar una polémica como pasó, según nos explicó a María Kodama y a mí”. Lenz, que impulsaba el proyecto para que el Parlamento argentino reclamara la repatriación de los restos mortales de Borges, abandonó la idea tras una conversación que durante hora y media sostuvo con Kodama el 13 de febrero. “Nunca quise plantear la eventual repatriación de los restos de Borges como un hecho traumático, que diera origen a una polémica ni que causara angustia a nadie”, aseguró Lenz. “María Kodama es la heredera universal de Borges y pretender hacer algo en contra de su voluntad es absurdo. Sería ponerme en contra de la institucionalidad”, aseguró. “No se trata de retirar ningún proyecto, porque nunca llegué a presentarlo formalmente en la Cámara, pero sí de decir que abandono la idea”. Soto, por su parte, se propuso transmitir las palabras de su apoderada y poner fin a la controversia generada “luego de que el diario Perfil publicara la noticia de un supuesto proyecto de ley” con el objetivo de traer al país los restos del autor de El Aleph, quien descansa en un cementerio de Ginebra desde su fallecimiento, en 1986, proyecto rechazado por su viuda. “La repatriación ya había sido definitivamente superada y resuelta tanto en Argentina como en Suiza, cuando se rechazó una intención que hubo en la década del 90 de repatriar a Borges con un documento que, se supo luego, era falso”, afirmó Soto. Tanto la justicia argentina como la suiza, recalcó el abogado, “decidieron entonces que no correspondía decidir sobre eso porque era una cuestión que solamente le atenía a Kodama, legítimamente reconocida como su viuda. Entonces es una cuestión que legal y judicialmente ya está superada”. Agregó que Borges está enterrado en Ginebra no porque muriera allí accidentalmente o porque nunca pudiera volver, sino que “fue su intención ir allá para morir, algo que está sobradamente documentado y acreditado”, insistió. “Mi intención es comunicar las palabras de María Kodama: no hay ningún litigio judicial, hubo pero ya fueron resueltos hace muchos años, tanto en Argentina como en Suiza, y la decisión siempre fue que Borges permaneciera en Suiza”. “La voluntad de la diputada Lenz, según nos dijo, era homenajear a Borges a los 110 años de su nacimiento, que se van a cumplir en agosto de este año, así que estamos colaborando con ella para hacer un homenaje diferente que la repatriación, que no era su voluntad”, continuó. De cara al aniversario del nacimiento del autor, la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, presidida por Kodama, aspira a concretar un museo y hacer una muestra con una colección documental de originales, objetos y recuerdos del autor de Fervor de Buenos Aires. “La idea es que estos objetos integren una muestra pública y se está buscando el apoyo oficial en este proyecto. Sería un gran momento para abrir un museo, aún no se sabe dónde, para mostrar en forma permanente a la comunidad estos objetos que pertenecieron al escritor”, concluyó. Fuentes: El País • Télam *** Llegó a Rociana la biblioteca de Odón Betanzos Palacios La biblioteca del escritor y académico Odón Betanzos llegó el pasado viernes 20 de febrero a su localidad natal, Rociana del Condado (Huelva, España), desde Nueva York, y su catalogación se iniciará “de forma inmediata”, según indicó el delegado de Cultura de la Junta de Andalucía en Huelva, Juan José Oña. La viuda del escritor y presidenta de la Fundación Odón Betanzos Palacios, Amalia Mígues, señaló que esta biblioteca será “un referente muy importante de lo que ocurría en estos momentos en la comunidad hispana”, a lo que añadió que “él está contento en estos momentos, al igual que cuando le hicieron hijo predilecto de Rociana, Onubense del año y cuando recibió la Medalla de Oro de la Universidad”, por lo que Betanzos sentía que “su pueblo le quería”. La biblioteca del escritor está formada por 13.000 volúmenes y todo tipo de documentos, entre los que se encuentran los personales y recortes de periódico de la época. La catalogación está siendo desarrollada por un equipo técnico y, cuando sea completada, el centro se convertirá en un espacio de investigación que “servirá para conocer la vida y obra del escritor, que permitirá que pueda difundirse mejor”. En este sentido, el diputado de Cultura, Juan Serrato, apuntó que el sueño de Betanzos “se ha hecho realidad ya que su biblioteca y bibliografía ya están en su fundación en Rociana al cuidado de su viuda”. Por su parte, el alcalde de Rociana, Amaro Huelva, agradeció la labor de la Junta y de la Diputación Provincial, destacando al mismo tiempo el papel de su viuda, por su “empeño y generosidad” en todo el proceso. La Consejería de Cultura, la Diputación Provincial de Huelva y la Fundación Betanzos suscribieron el 21 de mayo de 2008 el protocolo para el traslado de la biblioteca y el archivo del escritor y académico, de Nueva York a su localidad natal. Fuente: Europa Press *** Poetas piden declarar Patrimonio Cultural el Festival de Granada Más de 100 poetas de 55 países que participaron en el V Festival Internacional de Poesía de Granada, en Nicaragua, pidieron a la Asamblea Nacional local declarar ese evento Patrimonio Cultural Intangible de la Nación, según informaron sus organizadores. La petición fue suscrita por cientos de escritores que participaron en ese festival, celebrado entre el 16 y 21 de febrero, dijo el poeta nicaragüense Francisco de Asís Fernández, presidente del evento. En una proclama leída por la poeta nicaragüense Blanca Castellón, los poetas participantes reiteraron su solicitud a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, de designar a Granada, y a su Gran Lago Cocibolca, como sitio mixto del Patrimonio Mundial de la Humanidad. Los poetas consideran que Granada, por su valor histórico y arquitectónico, también debe ser declarado Patrimonio Cultural y Ecológico de la Humanidad. De Asís Fernández recordó que una petición similar se hizo a la Unesco en las ediciones anteriores del festival, desde 2006, sin respuesta aún. Ubicada en el Pacífico, a 45 kilómetros al sureste de Managua, Granada es uno de los principales destinos turísticos de Nicaragua y con mayor riqueza histórica y cultural del país. La ciudad conserva el toque arquitectónico colonial y fue de las primeras en ser fundadas por el español Francisco Hernández de Córdoba, a inicios del siglo XVI. Entre sus riquezas naturales posee el Gran Lago de Nicaragua, con varias isletas y sus tiburones de agua dulce, sobresaliendo las paradisíacas islas de Ometepe y de Zapatera, con sus volcanes Concepción y Maderas. Fuente: EFE *** Realizan en Collioure homenaje al poeta Antonio Machado Al cumplirse los 70 años de la muerte del poeta español Antonio Machado en Collioure, Francia, un grupo de jóvenes poetas andaluces, con la presencia de la consejera de Cultura, Rosa Torres, y la presidenta del Parlamento de Andalucía, Fuensanta Coves, le rindió homenaje este 22 de febrero, rememorando su breve estancia en la pequeña localidad francesa, donde yacen sus restos. El acto, promovido por el Centro Andaluz de las Letras, sirvió de unión simbólica de las ciudades que vieron nacer y morir al autor de Soledades en forma de arrayán, el que procedente del Palacio de las Dueñas de Sevilla, donde Machado nació en 1875, ha sido depositado en su tumba junto a un ramo de flores. Tras la lectura, en la Casa de la Cultura de Collioure, de una selección de poemas de Machado a cargo de poetas procedentes de las ocho provincias andaluzas, la delegación revivió la llegada, el 28 de enero de 1939, del autor sevillano junto a parte de su familia —su madre, su hermano José y la mujer de éste—, a esta pequeña localidad francesa de unos 3.000 habitantes. Con Monique Alonso, promotora de la Fundación Antonio Machado de Collioure, como guía, el recorrido se inició en la estación a la que aquel lluvioso día llegaron el poeta y su familia desde Barcelona, en la que fue la última etapa de su penoso periplo hacia el exilio huyendo de la Guerra Civil por sus ideales republicanos. Acompañados por el periodista y escritor Corpus Barga, los Machado se dirigieron, por recomendación de un ferroviario, hasta el cercano hotel Bougnol-Quintana, tras un corto pero difícil recorrido a pie y en taxi en el que la madre de Machado, exhausta y desorientada, preguntaba cuándo llegarían a Sevilla. Tras una breve parada en un comercio de lencería masculina (hoy tienda de vinos) para reponerse del trayecto, los Machado se instalaron en el hotel, donde el poeta, con apenas dinero y ya gravemente enfermo de neumonía, murió apenas un mes después, y tres días antes que su madre. La pensión, ubicada en una calle que hoy lleva su nombre, conserva intacta la habitación en la que ambos pasaron sus últimos días y en la que probablemente Machado escribió uno de sus últimos versos, el que a su muerte encontró su hermano en el bolsillo de su abrigo —”Estos días azules y este sol de la infancia”—, y que rememoró en el acto su sobrina nieta, Mercedes Lecea, quien además pidió a las jóvenes generaciones de poetas andaluces que extiendan el mensaje de “compromiso, integridad moral y tolerancia” que legó Machado con su obra, su vida y su muerte. Durante el acto, en el que también participaron los escritores Antonio Rodríguez Almodóvar y Aurora Luque, entre otros, la consejera de Cultura subrayó la complejidad de la obra del que ha considerado “una de las voces más lúcidas de la lírica andaluza” y el compromiso de un hombre “de ideas e ideales”. Por su parte, la presidenta del Parlamento andaluz, Fuensanta Coves, resaltó la valentía de Machado por “elegir decididamente la luz” ante “los agresores de las libertades”, y abogó por rememorar a este miembro tardío de la Generación del 98 “en tiempos de incertidumbre”. El homenaje, que se inició con una visita al Ayuntamiento de Collioure, donde la delegación andaluza fue recibida por el alcalde, Michel Moly, concluyó en el cementerio donde yacen los restos de Machado y de su madre, que, como cada 22 de febrero, recibió numerosas visitas, entre ellas la del cantautor Paco Ibáñez, que interpretó Proverbio y cantares a los pies de la tumba. Fuente: EFE *** Literaturas.com lanza agencia editorial Con la premisa “Nuestros clientes están donde está la gente”, el portal Literaturas.com lanzó la semana pasada su agencia Comunicación Internet Web 2.0, que ofrece identidad digital, promoción en Internet y visibilidad en redes sociales para autores y editoriales. “Los lectores y autores confluyen en las redes sociales”, explica Nacho Fernández, director de Literaturas.com. “A partir de ahí se genera un diálogo atractivo que se multiplica en las pantallas de una nueva generación de consumidores de la cultura que ya no precisan una reseña crítica o campaña promocional para saber en vivo y en directo qué se está publicando”. La agencia creará perfiles informativos del cliente, sea este un autor particular o una editorial, en las más importantes plataformas digitales y redes sociales masivas (Facebook, Myspace, Tuenti y otros) y en sectores especializados donde se informan los lectores (blogs, webs, foros y otros). Según Fernández, el objetivo es “dar a organizaciones e instituciones culturales, empresas editoras y autores las herramientas útiles para estar donde está la gente dentro de los espacios participativos de la Web 2.0”. Para ello, explica, se requieren dos fases. “La primera es la creación de perfiles en redes sociales, apertura de blogs y activación de herramientas de seguimiento y promoción. La segunda consiste en el mantenimiento activo, optimización de los perfiles y promoción continuada”. Las principales ventajas de la Web 2.0, según Alejandro Pérez Prat, director de Marketing de Literaturas Comunicación, son “la efectividad del boca-oreja, la gratuidad de uso de la mayoría de las redes, la interactividad entre los usuarios (que generan sus propios contenidos), el potente efecto viral que poseen todos estos sitios gracias al uso de feeds, friends-inviters, widgets y herramientas similares, así como el rápido posicionamiento en Google, que parece priorizar la indexación de los contenidos de las redes sociales y los blogs”. Literaturas.com está a punto de cumplir el décimo aniversario con su revista literaria en Internet, y sirve asimismo de altavoz para editoriales y autores a través de su agencia de noticias, actualizada diariamente con la batería de información generada por editoriales, autores, instituciones y otras fuentes. Edita en el suplemento digital de poesía Pata de Gallo, dirigido por Miguel Ángel Gara y mantiene la red social especializada Mi Literaturas!, en cuyo primer año ha alcanzado la cifra de 2.100 usuarios. Es hoy día punto de referencia en la blogosfera como lugar de encuentro de los profesionales de la edición. Fuente: Literaturas.com *** Protestan con poesía estatua en honor a Primo de Rivera Este martes 24 de febrero fue presentado, en la sede de la Fundación Euroárabe, en Granada, España, el libro Un árbol en lugar de una estatua, en el que los escritores Luis García Montero, Justo Navarro, Andrea Perciaccante, Mariano Maresca, Álvaro Salvador, José Carlos Rosales, Javier Bozalongo, Andrés Neuman, Rafael Espejo, Érika Martínez, Trinidad Gan, Rogelio López Cuenca, Daniel Rodríguez Moya, Fernando Valverde y Ángeles Mora, entre otros, protestan la permanencia de una estatua en honor a José Antonio Primo de Rivera. Publicado por sus autores y Amnistía Internacional, el libro representa el renacimiento de la Colección Romper el Cerco, un sello utilizado por la izquierda española en la Transición para luchar contra los rebrotes franquistas. Los autores reclaman al Ayuntamiento de Granada que “debata la conveniencia de mantener en la plaza de Bibataubín una estatua que, glorificando el saludo nazi —saludo bajo el cual fueron asesinadas millones de personas en Europa—, ofende cada día la conciencia de la sociedad civil, granadina, española y europea”. En el acto estuvieron presentes García Montero, Salvador, Perciaccante, Maresca, Martínez, Gan y López Cuenca. La estatua fue creada por el escultor Francisco López Burgos en 1972. Sobre un pedestal, cinco brazos atléticos hacen el saludo fascista con el brazo en alto. Sobre ellos, unas alas que pretenden ser un águila mantienen el equilibrio. “Ese saludo a la romana, copiado de los nazis y de las milicias de Mussolini, fue el saludo oficial del franquismo desde que un decreto del general Franco así lo estableciera en abril de 1937, en plena Guerra Civil. Ha llegado el momento de quitar esa estatua”, explicó el poeta José Carlos Rosales, que desde hace años ha tratado de lograr su retirada sin éxito. Rosales es uno de los autores que participan en esta nueva entrega de la Colección Romper el Cerco, donde la mayoría de los poemas son inéditos. Además, la edición del título colectivo, según reza en el mismo libro, se acabó de imprimir el 22 de febrero de 2009, en el 70º aniversario de la muerte de Antonio Machado en Collioure (Francia), tras cruzar la frontera en su huida de las tropas franquistas. Ya el 12 de enero, el alcalde de Granada, José Torres Hurtado, dijo que aplicará “estrictamente” la Ley de Memoria Histórica, por lo que retirará el monolito, aunque recordó que el mismo ostenta un premio nacional de escultura, por lo que “no se trata de una escultura común” y, por ello, habrá que debatir “qué se hace con ella”. Fuentes: Ideal • La Opinión de Granada *** Menoscuarto presenta colección de joyas literarias en pequeño formato La editorial española Menoscuarto ha creado la colección [entretanto] para publicar con calidad en pequeño formato textos breves de la literatura universal, sin descartar épocas ni géneros, rescatando títulos del pasado aunque abriendo también la posibilidad a inéditos. El sugerente nombre de la colección quiere subrayar precisamente la voluntad de brindar obras de indudable interés y grata lectura, sepultadas en un mercado editorial marcado por la proliferación de títulos y en una sociedad con exceso de información. Tras consolidar colecciones de narrativa breve, ensayo y novela, el sello que dirige José Ángel Zapatero ofrecerá ahora estas joyas literarias en volúmenes de 12 x 17 cm, manteniendo la calidad de los textos y brindando especial atención, a la vez, al diseño editorial y tipográfico, las calidades de papel e impresión, las traducciones y el proceso de producción en general. Sólo para fumadores (7 euros), del peruano Julio Ramón Ribeyro (1929-1994), abre la colección. Como afirma su compatriota Alfredo Bryce Echenique —gran estudioso de su obra—, Ribeyro es uno de los mejores narradores de Hispanoamérica. “Sólo quiero mencionar tres nouvelles o novelas breves —Al pie del acantilado, Silvio en el rosedal y la muy autobiográfica Sólo para fumadores— como ejemplos de la calidad sin par de la narrativa de Ribeyro. Escritos con muchos años de distancia, estos tres relatos bastarían para situar a su autor entre los más grandes exponentes de la narrativa breve en el mundo occidental”, afirma Bryce Echenique. La colección continúa con dos nuevas traducciones de otros dos títulos de agradable lectura de dos grandes de la literatura universal: El alienista (10 euros), del brasileño Joaquín María Machado de Assis (1839-1908), y Tratado de los excitantes modernos (7 euros), de Honoré de Balzac (1799-1850); en cuidadas versiones en castellano de Pablo del Barco y Julio Baquero Cruz, respectivamente. Relato publicado en la revista A Estacão en 1882 y recogido ese año por Machado de Assis en su libro Papéis Avulsos, El alienista es uno de los mejores ejemplos del gran talento narrativo del autor brasileño. Esta sutil e hilarante ficción sobre la locura y el poder le habría bastado para pasar a la historia de la mejor literatura, porque “Machado de Assis reúne los requisitos para la genialidad: posee exuberancia, concisión y una visión irónica impar en el mundo”, como subraya el crítico Harold Bloom. Por su parte, el Tratado de los excitantes modernos, publicado en 1839 como apéndice de la Fisiología del gusto del ilustre gastrónomo Brillat-Savarin, es un delicioso ensayo sobre el alcohol, el azúcar, el té, el café y el tabaco, donde el gran escritor francés Honoré de Balzac dirige su aguda e irónica mirada a estas cinco sustancias para incidir en su estudio analítico de la sociedad del XIX y mostrarse, en palabras del traductor y prologuista Baquero Cruz, como “el héroe de la modernidad que era y nunca dejará de ser”. Fuente: Menoscuarto *** Juan Hernández Ramírez recibió premio de literatura indígena El poeta Juan Hernández Ramírez recibió este 26 de febrero, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), el Premio Continental Canto de América de Literatura en Lenguas Indígenas, que entrega la Asociación de Escritores Indígenas, por su libro de poesía náhuatl Tlatlatok tetl (Piedra incendiada), aún inédito. Nacido en Colatlán, Ixhuatlán de Madero, Veracruz, el maestro Hernández Ramírez escribe poesía en náhuatl, en su variante de la huasteca veracruzana, desde 1992, cuando salió de su tierra natal para integrarse a la Dirección de Educación Indígena. “La poesía como arte siempre me ha gustado, por identidad empecé a hacerlo en lengua náhuatl, que aprendí de forma simultánea al español, pues mis padres se comunicaban en ambos idiomas”, recordó el escritor. “En México tenemos varias lenguas indígenas muy hermosas; la que más me gusta es la mía. El doctor Ángel María Garibay decía que el náhuatl se parece mucho al latín por su musicalidad, en lo cual estoy de acuerdo”, acotó Hernández Ramírez, un profesor de educación primaria con una licenciatura en educación media en lengua y literatura españolas por la Universidad Autónoma de Tlaxcala y un diplomado en creación literaria por la Universidad Veracruzana. Ha sido castellanizador, maestro y director de escuela e inspector bilingüe, siempre comprometido con el rescate de valores culturales, artísticos y lingüísticos de las culturas náhuatl, tének, tepehua y hñahñu, con lo cual ha notado lo complicado que puede ser mantener con vida a las lenguas indígenas. Ha impartido cursos y talleres, además de colaborado en publicaciones bilingües y ser cotraductor del español al náhuatl de la Constitución del Estado de Veracruz y otros documentos oficiales. “La pérdida de la identidad de la cultura provoca también una pérdida de la lengua, debido a la desatención que sufren los pueblos originarios. Parece ser que las políticas económicas van dirigidas a las grandes empresas y se olvidan de los pueblos indígenas, sobre todo los más marginados”, explica. “Con esto, los indígenas tienen que emigrar para tener una mejor situación económica, y en esta migración es natural que se olviden de sus raíces tratando de aprender otra lengua. Y no sólo es español, pues en algunos casos lo dejan de lado para aprender inglés”. Sobre la dificultad de hacer textos bilingües, comenta que es “totalmente diferente” escribir en náhuatl que en español, “debido a las normas de escritura, la métrica, los ritmos. Una traducción es difícil porque a veces palabras o frases enteras no encajan del todo, por lo cual es necesario no traducir de forma literal un verso, sino preocuparse por trasladar el significado”. El escritor ha publicado los poemarios Eternidad de las hojas, Avatl ivan sitlalime (Encinos y estrellas), Totomej Intlajotl (La lengua de los pájaros) y Chikome Xochitl (Siete flor), por el cual recibió el Premio Nacional Nezahualcóyotl de literatura en lenguas indígenas (2006). Fuente: Diario de Xalapa *** Acusaciones de antisemitismo rodean obra teatral en Venezuela El pasado 26 de febrero se anunció en la prensa venezolana que la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho (OSGMA) suspendería su participación en el musical El violinista sobre el tejado, que la compañía Producciones Palo de Agua presenta en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela (UCV), para evitar entrar en contradicción con la posición del gobierno de Venezuela en relación con el conflicto en Gaza. Basado en la novela Las hijas de Tevye, del escritor ruso Sholom Aleichem, el musical El violinista sobre el tejado es una historia de amor con contratiempos por causas raciales, y se desarrolla en una comunidad en la que conviven judíos y ortodoxos. El director artístico de la obra, Michele Hausmann, lamentó la acción de los directivos de la OSGMA de suspender su participación en la obra a causa de su tema judío, y aseguró que es una decisión que “no está al tanto con el ambiente de tolerancia del país”. “Por cuidarse las espaldas rompieron una serie de derechos humanos, incurrieron en segregación”, opinó Hausmann, quien explicó que días antes él y Yair Rosemberg, el otro fundador de la compañía, habían recibido una llamada de uno de los directivos de la orquesta para advertir que no participarían en la obra, pues como el Estado se ha declarado en hostilidad con Israel y la misma es de contenido judío, no le convenía a la agrupación ser vinculada con el musical. Hausmann comparó esta acción con la Alemania Nazi o la Italia de Mussolini. Sin embargo, aseguró que lograron conformar en pocos días una “hermosa orquesta con muchos de los músicos de la Gran Mariscal” que decidieron participar. “Es lamentable que estén tomando decisiones que no están acordes con el ambiente de tolerancia del país (...). En mi momento como director, mi vida artística que no es muy larga, creo que este es un momento muy triste”, dijo el también integrante de la comunidad judía venezolana. Reiteró que El violinista sobre el tejado es una obra universal y que no debe ser discriminada sólo porque se desarrolla en un pequeño pueblo judío. “Quiero que esto sirva para que el entorno cultural sepa lo que está pasando (...). Se están autocensurando para cuidarse las espaldas. Y en el momento en que la cultura sea autocensurada, muere”, opinó el director. El viernes 27, el presidente de la OSGMA, Manuel Torres, desmintió las acusaciones. “Aunque nuestro mayor subsidio es del Estado, jamás han condicionado nuestra participación en algún evento, nunca nos han dado un lineamiento, ni antes ni ahora, simple y llanamente se nos pide que popularicemos la música, que la llevemos a todas las personas”. Torres agregó que quienes lanzaron tales acusaciones contra la orquesta “ponen palabras en mi boca que nunca he dicho”. Agregó que es falso “lo que dicen los medios de comunicación, claro que recibimos un subsidio del Estado, todas la instituciones culturales que yo conozco reciben un subsidio, el Estado es nuestro principal promotor, pero jamás nos han condicionado participación alguna en un evento”. Indicó además que le causó gran desagrado que en la primera página de un diario venezolano se vinculara el lanzamiento de una granada en contra de un centro judío en La Florida con la supuesta autocensura por razones religiosas de la OSGMA. “No sé por qué se están manejando de esa manera las cosas”. Acotó que en mayo de 2008 la orquesta participó en un musical de los mismos organizadores de El violinista en el tejado porque en esa oportunidad sí pudo ser incluido en la programación de la OSGMA. “Nuestro trabajo es llevar cultura a todas partes. La orquesta es muy versátil, tocamos para todo el mundo, para distintas religiones, en barrios, en iglesias, en escuelas. Eso lo hacemos desde hace muchos años”. Además explicó que el jueves 26 no había querido declarar a los medios de comunicación porque quería evaluar la situación, y que hasta el momento los organizadores no lo han contactado para aclarar o desmentir las acusaciones. En cualquier caso, este sábado 28 de febrero se iniciaron las presentaciones de la obra, que cuenta con más de doscientas piezas de vestuario y en cuyo elenco participan los actores Armando Cabrera, Beatriz Valdés, Tania Sarabia, Cayito Aponte, Luigi Sciamanna, Rolando Padilla, Jean Paul Leroux, Gerardo Soto, Nathalia Martínez, Mariaca Semprún, Violeta Alemán, Victoria Nogueroles y Gonzalo J. Camacho. Fuentes: ABN • El Nacional *** Encuentran cartas inéditas de Rafael Alberti y María Teresa León “Aquí me muero poco a poco”, le derrama lágrimas Rafael Alberti, desde Buenos Aires, a su amigo Dario Puccini, catedrático de literatura hispanoamericana en la Universidad de Roma, en una de las cartas inéditas (5 de marzo de 1951) del poeta portuense que el prestigioso hispanista Gabriele Morelli, ha descubierto en Italia. Alberti y María Teresa León, casados en 1933, habían recalado en Buenos Aires pero añoraban Italia. El poeta deseaba publicar allí una antología suya en verso y prosa. Cuatro meses después, más animado, vuelve a escribir a su traductor transalpino anunciándole que escribe “casi nada” y pinta solamente sus poemas preparando una exposición para una sala. María Teresa le envía su libro Las peregrinaciones de Teresa y le pide favor y colaboración. Estas dos misivas inéditas van a ver la luz en Italia en el libro de Gabriele Morelli, Dario Puccini-Rafael Alberti. Corrispondenza inedita (1951-1969). “Encontré la correspondencia en casa del hispanista gracias a la disponibilidad de su viuda, Stefania Piccinato Puccini”, explica el investigador, quien también incorpora en su obra la síntesis de un guión inédito que María Teresa León envió a Puccini. “Puede ser una buena coproducción ítalo-argentina. Aquí hay gentes interesadas en hacer con (Vittorio) De Sica esta película”, dice ella. “Le pido que guarde un poco la idea de tantas gentes como hay por todo el mundo del cine a la caza de ellas. ¡Cuánto sentimos no llegar hasta Italia! Reciba un abrazo de Rafael y el saludo cariñoso de María Teresa León”. Puccini contesta: “Mi buena amiga, recibí su síntesis cinematográfica y pienso entregarla bajo mi nombre (si usted está conforme) a la Sociedad de Autores Italianos. ¡La idea es muy buena y creo que interesará mucho aquí! Pero me parece que sea necesario integrarla con un intrigo más sólido y realístico. En estos días pienso encontrarme con (Cesare) Zavattini (el inteligentísimo colaborador de De Sica y muy amigo mío) para presentarle su síntesis. Creo que se puede hacer algo. Pero es necesario, para una coproducción ítalo-argentina, que los argentinos, tan malos en cosas de cine, hagan proposiciones muy buenas desde el punto de vista financiero... Recibí también su adaptación teatral de Misericordia, de Pérez Galdós. ¡Voy a proponerla muy pronto a la radio!”. Según Gabriele Morelli, estos hallazgos suponen “una importante aportación, sin duda, para el conocimiento de la génesis de su obras, como también de su vida y sobre todo de la recepción y difusión en Italia de su libros. Significa también la recepción generosa que dio la cultura italiana (Pratolini, Moravia, Pasolini, Bodini, Delogu...) a los Alberti”. El investigador había encontrado antes cartas inéditas de Alberti y María Teresa León, que publicó en la obra Eugenio Luraghi-Rafael Alberti: Corrispondenza inedita (1947-1983). Luraghi, dirigente de Finanza, director de la Alfa Romeo y de la Mondadori y Finmecanica, humanista y escritor, había traducido la poesía de Alberti en una antología de 1949. Luraghi y Puccini guardaban las cartas del poeta y María Teresa, con una copia de las suyas. En una de esas cartas, fechada en Roma el 31 de enero de 1967, María Teresa León alude a la acusación lanzada contra Alberti por su lectura en la radio republicana de un poema de García Lorca, supuesta causa de la muerte del autor del Romancero gitano, como refiere la obra Crónica de la Guerra Civil Española (Buenos Aires, 1966). La noticia es falsa —denuncia Morelli—, pero el que la propagó fue nada menos que el ex embajador de la República en Londres, Ramón Pérez de Ayala, quien escribe: “García Lorca, que, por sus vinculaciones con las izquierdas, se había refugiado, temeroso, en casa de su gran amigo Luis Rosales, apenas salía de su refugio. Parece que en una de sus salidas fue preguntado por los milicianos a dónde iba. Lorca contestó que a entregar unas cartas para unos amigos y familiares que estaban en la zona republicana, y que un mensajero conocido se había ofrecido a llevar. Los milicianos, falangistas, aceptaron la versión con cierta incredulidad”. Días después, por la radio de Madrid, se escuchó la voz de Alberti recordando al “gran poeta republicano Federico García Lorca que se encontraba prisionero de los traidores rebeldes, pero que no había perdido su fe en el triunfo, y por eso había enviado a sus amigos de Madrid unos versos que acto seguido iba a leer ante el micrófono”. Alberti dio lectura a unos versos tremendos, poesía no imputable a Lorca, siempre correcto y elegante de expresión. Tenían, según explica Morelli, la factura de Alberti. “Parece ser que los milicianos y falangistas se encolerizaron contra Lorca, considerándose burlados por él, pues por lo escuchado lo que había hecho era facilitar material de propaganda con su nombre y forma a los republicanos. Esta supuesta actitud de Lorca había desencadenado la iracundia de sus fanáticos acusadores, quienes le dieron muerte en un entrevero de desorden y terror que nunca pudo, con certeza, aclararse”. Según Pérez de Ayala, “amigos comunes de Alberti y Federico reprocharían al primero haber atribuido a Lorca unos versos que no había escrito y habían equivalido a su condena de muerte, a lo que Alberti respondió disculpándose que con ello había intentado evitar, adelantándose él para dejarlo públicamente comprometido con la causa republicana, en la que siempre había militado”. Se trata, señala Morelli, de la versión “Más sobre la muerte de García Lorca, un poema envenenado”, incluida en la segunda parte del X fascículo de Crónica de la Guerra Civil Española. “En España el fascículo aparece en noviembre de 1966, lo que explica la carta de María Teresa sobre la furibunda reacción del poeta que quiere querellarse. Alberti ganó el pleito”. Fuente: ABC *** Casatomada reedita libro del autor peruano Siu Kam Wen Este 3 de marzo a las 7:30 de la noche será presentado en el Centro Cultural de España en Lima (Natalio Sánchez 181, Santa Beatriz) el libro de cuentos El tramo final, del escritor peruano Siu Kam Wen, quien se ha trasladado desde su residencia en Hawái para el acto, en el que también participarán los escritores Oswaldo Reynoso, Javier Arévalo y el editor Gabriel Rimachi Sialer. Con la reedición de El tramo final, el sello Casatomada inaugura su serie Clásicos Peruanos Contemporáneos. Rimachi, director de la editorial, recuerda que Siu Kam Wen, quien aprendió el castellano a los ocho años de edad y empezó a escribir en este idioma a los 29 (antes de eso escribía en chino), sorprendió al público lector peruano en 1985 con este libro, que sería elegido libro del año y luego señalado por escritores y críticos como uno de los 10 mejores títulos de la década del 80. Para entonces el autor ya había partido a Hawái, lo que motivaría dudas sobre su existencia real. En esa época, el diario La Prensa iniciaba una reseña del libro con estas palabras: “Siu Kam Wen, quien no sabemos si en realidad existe, ya que está de moda inventar escritores orientales para encubrir autores conocidos...”. Así, el enigmático escritor fue convertido en autor de culto, gracias a este libro que reúne, en palabras del editor, “relatos estupendos, sobrecogedores, tiernos, deslumbrantes, que han convertido a El tramo final, en un clásico de nuestras letras”. Siu Kam Wen fue parte de una generación de narradores que vivió los doce años de dictadura militar en Perú, entre 1968 y 1980. En ese escenario un grupo de escritores, hijos de inmigrantes establecidos en el Perú años atrás, cobra importancia al mostrar en su producción literaria una visión particular y el retrato de nuevos universos sociales cerrados para el común de los peruanos. Fuente: Casatomada *** Veinte bibliotecas de Jalisco son equipadas para atender a invidentes La Red Estatal de Bibliotecas Públicas (REBP) de la Secretaría de Cultura de Jalisco, en México, inaugurará este 6 de marzo a las 10 de la mañana el Módulo para Usuarios con Discapacidad Visual de la Biblioteca Central Estatal “Profesor Ramón García Ruiz”, con la actuación del cuentacuentos Pepe Veloz. Las REBP ha venido desarrollando desde 2008 un proyecto para dotar a las bibliotecas del estado del equipo necesario para atender a discapacitados visuales. El proyecto se puso en marcha con el objetivo de ampliar los servicios de la biblioteca, por lo que se llevó a cabo un estudio para determinar las regiones con un potencial alto de usuarios con estas características. Además se solicitó el apoyo económico del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México (Conaculta), que aportó la cantidad de 3 millones de pesos con los cuales se adquirieron 40 equipos de cómputo, 30 reproductores de audio, 10 impresoras de braille, 20 paquetes de 145 audiolibros, 20 licencias del software Super Nova y 800 títulos de libros electrónicos. Este equipo y material fue entregado a las primeras veinte bibliotecas equipadas, en los meses de diciembre de 2008 y enero de 2009, y pronto ofrecerán los servicios de préstamo interno y a domicilio, lectura en voz alta, grabación de textos, búsqueda bibliográfica, asesoría educativa, impresiones en braille, actividades culturales y reproducción de audio. Fuente: El Informador *** Fotógrafos venezolanos recorrerán su país en quince días Este sábado 7 de marzo se dará inicio a la expedición fotográfica “Venezuela en 15 días”, que organizada por Roberto Mata Taller de Fotografía y Larga Distancia Expediciones Fotográficas pretende realizar hasta el domingo 22 un recorrido por toda Venezuela, a fin de capturar en imágenes diferentes parajes del país y realizar un completo trabajo documental. “Le queremos dar la vuelta al país, no en su totalidad, pero sí hacer un paneo general que, además de permitirnos realizar un estupendo trabajo fotográfico, quizás nos ayude a cultivar un sentido de pertenencia por lo nuestro”. Con estas palabras el fotógrafo Roberto Mata explicó la intención del recorrido que ha organizado junto al también fotógrafo Julio Estrada. Se trata de una expedición fotográfica de quince días de duración, que tiene como punto de partida la ciudad de Caracas y que incluye entre sus destinos Sanare en el estado Lara, la Península de Paraguaná en Falcón, Los Nevados en Mérida, el río Capanaparo en Apure, Santa Elena de Uairén en Bolívar y El Paují en la Gran Sabana. “Son quince días que pueden ser una eternidad para algunos, pero también pueden ser la oportunidad para reconocernos como venezolanos a través del país y de lo que significa”. Durante todo el recorrido el trabajo fotográfico será constante y los participantes podrán apoyarse en Mata y Estrada para desarrollarlo; se espera que las imágenes que resulten de esta iniciativa sean publicadas posteriormente. Quienes deseen formar parte de esta enriquecedora experiencia pueden llamar a los teléfonos de la escuela, (0212) 2579745 y 2562587, o escribir a maryoriesanabria@robertomata.com para conocer los detalles. Los únicos requisitos son poseer equipo fotográfico y espíritu aventurero; los cupos son limitados. Larga Distancia ha organizado expediciones fotográficas dentro y fuera de Venezuela desde 2002. Su intención es hacer de cualquiera de sus viajes una experiencia enriquecedora de profunda orientación documental, así como satisfacer la necesidad de muchos apasionados de la fotografía de registrar en imágenes el contacto con terceros, la naturaleza, la aventura, el paisaje, las costumbres, el folklore y la religiosidad. Fuente: Roberto Mata Taller de Fotografía *** X Congreso de Periodismo Digital realizarán en España La décima edición del Congreso de Periodismo Digital se celebrará en el Palacio de Congresos de Huesca, Aragón (España) los días 12 y 13 de marzo, organizado por la Asociación de la Prensa de Aragón y el ayuntamiento local. Koro Castellano, directora de Internet de Unidad Editorial, que congrega a medios como El Mundo, Expansión o Marca; Rosalía Lloret, directora de Medios Interactivos de la Corporación Radio Televisión Española y Javier Blas, commodities correspondent de Financial Times, serán los encargados de abrir los debates. Despidos, reestructuraciones, medios que apuestan por integrar las redacciones tradicionales con las de Internet para, entre otras cosas, mejorar el equilibrio económico, y otros que, después de fusionarlas, optan por separarlas, son algunos de los temas en los que se internarán Castellano, Lloret y Blas. Los organizadores han limitado la asistencia a 250 congresistas. “¿Qué hacer en 2009?”, “El periodista empresa”, “Éxito en la crisis” y una reflexión sobre la formación del periodista serán algunos de los ejes de este foro, en el que participarán, además, Jean François Fogel (Le Monde), Juan Cruz (El País), Jaime Armengol (El Periódico de Aragón), Fernando Morales (Tele 5), Arsenio Escolar (20 Minutos), Enric Sierra (La Vanguardia), Roberto de Celis (ABC), Esther Tapia (Hachette), el periodista Ander Izagirre, el reportero David Beriain y el fotógrafo Sergio Caro. En el transcurso del congreso se entregará el VIII Premio de Periodismo Digital José Manuel Porquet, patrocinado por el Gobierno de Aragón con una dotación de 6.000 euros, y el premio al ingenio español en Internet, BlasillodeHuesca.net, creado a propuesta de Antonio Fraguas, Forges, con el patrocinio del Ayuntamiento de Huesca, cuya dotación económica es de 10.000 euros. Mariano Gistaín, Arcadi Espada, José Antonio Millán, Antonio Broto y Melisa Tuya fueron los ganadores de las ediciones anteriores. José Manuel Broto es el autor de la imagen del décimo Congreso de Periodismo Digital. Fuente: Web del Congreso ||||||||||||||||||||||| ARTÍCULOS Y REPORTAJES |||||||||||||||||||||| === Tres circunstancias de la soledad Mario Amengual ================= La poesía de la rocola La bruma de la edad difícil comenzaba a disiparse y nuestros cuerpos solicitaban con urgencia generosos cuerpos femeninos. El placer solitario nos dejaba ansiosos por los espejismos de la imaginación. Ya ningún letrero nos prohibía acceder a la oscuridad rojiza del bar. Nos inclinábamos sobre la barra o, en grupo de cuatro o más, rodeábamos una mesa que al poco rato estaba cubierta de botellas vacías. Descubrimos que el largo tiempo de unas pocas horas sin ver a la muchacha que nos desvelaba, el breve instante de toda una mañana a su lado, su nombre oprimiéndonos la garganta, la intolerable cárcel del deseo, se conjugaban en letra, música y voces del corazón. Comenzábamos la edad de las borracheras inmortales, la dispareja lucha contra la endiosada eficiencia; conocimos el silencioso rencor por hacer lo que menos nos gustaba. Queríamos el día completo para el goce de vagar, jugar cartas, correr bajo la lluvia, acostarnos a la sombra de un samán a contar chistes. La noche también la queríamos íntegra, sin que faltara una sola de sus estrellas, para agotarla, para agotar nuestras infatigables ganas de vivir. El ruidoso copeo, la confirmación de la amistad, la confesión del amor correspondido o del despecho: la vida era la tensión de la cuerda de un arco. Ahí, como un templo, estaba la rocola con sus luces seductoras, con sus combinaciones de letras y números, con su heterogénea muestra de amor y desamor. ¡A cuántos vimos llorar o maldecir ante ella, olvidados de su hombría por “una pérfida”, por “una ingrata”! ¡Cómo la insultaban algunos, cuyas peticiones ella no complacía de inmediato! Comenzamos a adorarla porque ella nos deparaba la expresión que faltaba a nuestro incipiente sentir y a nuestra inmadura labia. Ella nos entregó el descubrimiento de ese algo abrumador que las canciones sugerían, mejor o peor, acorde con la vitalidad del intérprete. Y cuando queríamos olvidar a las favoritas de nuestros corazones y nos fijamos en las reinas de los bares, en ocasiones amargas y vulgares, la rocola nos ofrecía las piezas que a ellas dedicábamos. Ella tenía la medida de nuestro sentir: sólo ella podía evocar la mujer que latía en uno para no perderla entre los oscilantes pensamientos de nuestras borracheras. La rocola nos dio la primera forma articulada de eso que nos quitaba el sueño y asaltaba nuestros precarios sentidos. Cuando llegó el día de las explicaciones indiscutibles, ya habíamos recibido de ella el conocimiento sin dogma de sus canciones. Quienes buscamos el no siempre afortunado sendero de las Letras, quienes nos adentramos en los aventuras verbales de poetas europeos, quienes intentamos consignar nuestra inconformidad y nos arriesgamos a vivir a un lado, supimos primero del amor dolido o consagrado en el rincón... me cansé de rogarle, me cansé de decirle que yo sin ella de pena muero... me salgo a la calle buscando un consuelo, buscando un amor... Ella poseía las palabras de nuestros deseos recónditos: privilegio compartido con otros, de rostros oscuros y melancólicos, que dio tierra a nuestros pies, que nos alejó del voladero de la sinrazón al que nos llevaba la insoportable gracia de vivir. Por la rocola supimos que en el mundo también mora la poesía. Utopía de un amante Más adelante (¿quién sabe cuándo?) otros, parecidos o iguales a nosotros, sin duda aparecerán y actuarán con mayor libertad. Esta ciudad, siempre inacabada, será distinta: habrá amplios bulevares entrecruzados, parques en todos sus barrios, plazas sin peligros donde los amantes se besen y celebren su existencia, y los poetas se acuesten sobre la hierba y contemplen y sean menos vanidosos. Tú te asomarás al balcón (de un apartamento amplio de un edificio de pocos pisos) y mientras riegas las azaleas y los helechos me saludarás con una mirada vivífica y yo, contento por ese presente festivo, te tiraré un beso. Ya no estarás agobiada por el trabajo, por las colas y el humo de los automóviles. No tendrás que madrugar para atravesar, fatigada, la ciudad entera, ni desfallecerás en la oficina donde siempre has hecho lo mismo y tu vida se desgasta como un tronco muerto en una playa prohibida. No padecerás las humillaciones de las calumnias y los rumores maliciosos: a nadie le importará ningún juicio ajeno a la ética elemental que, sin cultivadas mezquindades, será como respirar o tener corazón. El dinero volverá a ser un mero valor de cambio y para ganarlo no estarás obligada a perder el alma. ¿Y la riqueza? Ni siquiera sospechamos lo que ella será: siempre hemos sido miserables. El tiempo dejará de ser guardián que obliga a la urgencia. Viviremos acorde a la puntualidad de nuestro ritmo interior. También seremos ánforas sagradas e inteligencias desinteresadas en aniquilaciones. Como quiso Roberto Arlt, jugaremos a los piratas y construiremos insólitas moradas y nos preguntaremos mutuamente: ¿estás viviendo, verdad, estás viviendo? La tristeza perderá su sombra de castigo, porque sabremos que también somos ella. Tú serás impetuosa y cuando sea necesario tu rabia fluirá como un río desbordado. Querrás estar sola con tus pensamientos y tus recuerdos y sabrás que la vida es la noche del condenado a muerte al amanecer. Tal vez yo escriba para ti, pero preferirás que nos abracemos y nos amemos junto a un ventanal por donde entrarán la brisa y los sonidos familiares del vecindario. Despertaremos en un valle remozado y se habrán abolido tantas leyes y tantas costumbres. Las banderas no serán símbolos divisorios, las canciones patrióticas quedarán como vestigios de pretéritas disputas por fronteras absurdas. Entonces nos habrán abandonado las cíclicas noches del cavilar laberíntico y no padeceremos más los molestos signos de la convulsa realidad de desenfrenos bélicos. También de la muerte, que va a nuestro lado, serán tus ojos y los míos; pero el tiempo que estemos aquí estarán abiertos al mundo diverso y a los sueños. Del brazo tuyo bajaré por lo menos un millón de escaleras y no nos importarán las trampas y los oprobios de quienes creen que lo que vemos es la realidad. Por ahora nuestro viaje es largo (habrá tiempo, habrá tiempo), pero hagámoslo más llevadero olvidando nuestro desierto de nieve en este tiempo de asesinos. Ya lo dijeron Rimbaud y Vinicius de Moraes: hay que inventar el amor otra vez. El destino paralelo Nos toca fingir que seguimos las indicaciones de un mundo que entendemos, pero no aceptamos. Hace poco tiempo nos habríamos rebelado con nuestro orgullo maltrecho y nos habría bastado con permanecer en el círculo de la inconformidad. Hoy, con más años y algo de sensatez, salimos a bregar para subsistir, guardando nuestro secreto para gozarlo en la soledad. Si estamos a un lado, lo disimulamos; con un nudo en la garganta y apretando los dientes, salimos a enfrentar la realidad común. Seguimos creyendo en los milagros íntimos, en la reverencia por lo que no comprendemos, en nuestro recio desatino, en nuestra condición de mensajeros desoídos. Aún nos entregamos a las noches, festejamos la amistad y agradecemos la venida de las pasiones. Celebramos la sacralidad del cuerpo en lechos propios o ajenos, inauguramos cada hora con una alabanza, arrojamos las imposturas en los rincones de los bares, dejamos los disfraces diurnos en los percheros de las oficinas. Buscamos nuestras almas en la música, en poemas olvidados, en conversaciones nacidas en los riesgos de la franqueza, en el fondo de las botellas de aguardiente, en la ascética intimidad de nuestros cuartos, en la orilla del mar, en el verdor de los cerros, en la lluvia, en un gesto, en una palabra, en un abrazo, en el silencio, en la inmediatez de la muerte, en el sigiloso caminar de un gato, en el repentino saber... Nos toca ser río subterráneo; nos toca ser lento y sosegado fluir a un lado de la ruidosa carrera del progreso. No estamos en trance de sacrificarnos. Basta con guardar celosamente el caudal preterido. Nadie nos pide figuración ni artes ostensivas. No es en el terreno de las polémicas donde debemos aparecer. Más nos conviene el apartamiento y una que otra intervención para tocar la memoria de quienes arrasan y no conocen límites y no quieren detenerse. Nos toca llevar las gracias desechadas, el don desafiado, el misterio burlado. No nos arrogamos un privilegio: a nadie pertenece esta voz, ni a nadie pertenece este reino. Aquí estamos, mientras la barbarie campea. ** Mario Amengual amengual714@hotmail.com Escritor venezolano (Maracay, 1958). Licenciado en Letras por la Universidad Central de Venezuela (1985), es desde 1997 profesor del Taller de Literatura de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela. Ha colaborado en las páginas de opinión de los diarios Últimas Noticias, 2001 y El Siglo, así como en la revista ElMeollo.net, y poemas, cuentos y ensayos suyos han aparecido en los suplementos culturales de Últimas Noticias, 2001, El Periodiquito, El Impulso y en Revista Nacional de Cultura e Imagen. Ha publicado los poemarios La arboleda deslumbrante (1991) y El tiempo de las apariencias (Ediciones de la UCV, 2000), además de la novela breve y el poema en prosa El pozo de la historia / Los extranjeros (2001, un solo volumen). === La Habana y los absurdos coletazos a la chilensis ===================== === Ximena Troncoso ======================================================= Después de 24 horas de viaje que incluyen dos escalas que suman 12, vengo llegando de La Habana, de la Feria Internacional del Libro (FILH), que impacta de principio a fin, tanto por la portentosa escenografía en la que se desarrolla, la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, como por la magnitud del evento, desbordante en actividades, que anuncia a diario el matutino del evento, El Cañonazo, y que van tentando al lector a cada paso. Por sus calles empedradas transitaron, cada día, miles de personas que acudieron al morro en busca de las novedades, escritores que encontramos por sus callejones y especie de bóvedas; venidos de todos los rincones del mundo, y donde finalmente participaron, por diferentes medios, con o sin apoyo de nuestra Cancillería, más de treinta escritores chilenos que si me apuran llegamos a los cuarenta —oficiales y no oficiales—, de las más diversas generaciones y trayectoria, que darían para llenar varias páginas. En medio de esta fiesta literaria, a cada rato nos encontramos con el Ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto, que viene a presentar el libro de algún amigo o a integrar alguna mesa de conversación. Allí nos reconocemos los chilenos, en las alturas de La Habana y en la confluencia de editores, escritores y políticos, con Arrate, Navarro, Teillier y Hirsch; los dos últimos presentando sus libros De academias y subterráneos y El fin de la prehistoria: un camino hacia la libertad, respectivamente. Considerando las dificultades para editar en nuestro país, destacable se hace los más de veinte títulos que presentaron, en honor a Chile, las editoriales cubanas: Casa de las Américas, Arte y Literatura y la colección de la Uneac. Se realizó un extenso programa, de gran diversidad, además de las presentaciones de libros que hicieron las editoriales chilenas, varias que conformaron con amplia y significativa presencia el pabellón de Chile; las mesas redondas en torno a la literatura chilena; los encuentros con los premios nacionales, los de editores; lecturas de poesía y narrativa, conversatorios. Los homenajes tampoco faltaron, con un libro bajo el brazo, a Pablo de Rokha, a Gabriela Mistral, Enrique Lihn, Violeta Parra, Víctor Jara y Volodia Teitelboim. La narrativa tuvo sus días notables, uno de ellos el foro en el que participaron Poli Délano, presentando un exhaustivo panorama generacional; Nona Fernández, quien se refiere al papel que desea juegue su generación, dijo: “Mi generación está tratando de hacer algo visible”, y Pablo Azocar. Roberto Fernández Retamar presentó el número 253 de la revista Casa de las Américas dedicado a Ideas y letras de Chile, junto a la presentación de la antología Grandes cuentos chilenos del siglo XX, de Camilo Marxs, editada también por Casa. Otro, días antes se presentaba Lumpérica, de Diamela Eltit, con notoria lucidez, y tuve la ocasión de escuchar el magnífico encuentro de José Miguel Varas con la periodista cubana Magda Resik en el espacio “Conversando con...”, donde nos relata su sorprendente trayecto por la vida, la literatura y el periodismo, su relación con Cuba, con Neruda, el escenario cultural, en fin, nos sitúa con sus cuentos en nuestro Chile. La ocasión sirvió como marco de la presentación del libro El seductor, editado por LOM. También la poesía destacó y en la primera avanzada de la delegación estuvieron los poetas Raúl Zurita, Elicura Chuhuailaf, Omar Lara, Reynaldo Lacámara y Carmen Berenguer en la mesa en torno a la poesía chilena contemporánea y las presentaciones de sus libros editados en la isla: De sueños azules, Naciste pintada, Travesías y Fértil provincia, antología que hicieran nuestros compatriotas, poetas Lacámara y Morales, para Casa, y luego Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte, selección de Damaris Calderón para Arte y Literatura. Pero eso no es todo y no se agota en este artículo, los recambios se hacían notar a medida que avanzaba la feria, con más y nueva presencia chilena que descubría en el programa diario. La mujer en la literatura chilena no dio tregua en la mesa “Mujeres y literatura” y la presentación del libro de Lina Vera Lamperein. Los más jóvenes también tuvieron su espacio y cumplieron, la dramaturgia con Marco Antonio de la Parra, la literatura infantil con Manuel Peña, la ciencia y el cine. Las editoriales LOM, Cuarto Propio y Ventana Abierta hicieron un loable esfuerzo con su activa participación y presencia de sus directores. A modo de registro, estuvieron en la FILH representando a nuestro país: Raúl Zurita, José Miguel Varas, Carmen Berenguer, Elicura Chuihuailaf, Reynaldo Lacámara, Omar Lara, Diamela Eltit, Marco Antonio de la Parra con la antología La dramaturgia como sacrificio, Pedro Lemebel, Thomás Harris, Poli Délano, Faride Zerán, Nona Fernández, Pablo Azocar, Jorge Montealegre, Humberto Giannini, Isabel Gómez con El lugar de la memoria, Cristina Larco, Ximena Troncoso, Luisa Eguiluz, Guillermo García con En fin de modo que, Dinko Pavlov, Luis Aguilera, Jorge Navarro, Claudina Figueroa, Radomiro Spotorno, Teodoro Elssaca, Claudia Apablaza, Grinor Rojo, Miguel del Campo, Héctor Hernández Montecinos, Manuel Peña, Roxana Miranda, Gustavo Barrera, Julio Carrasco, Pavela Coppola, Sergio Ojeda, entre otros que pude observar, iban llegaban a mi regreso. Mi lista no terminaba nunca y cada día anexaba nuevos nombres, una suerte de juego que entretenía mis extraños momentos de ocio, pocos. Allá, durante mi estadía, pude constatar el interés y amplia cobertura de prensa en los medios locales y por mi parte ayudé a promocionar, aunque sobre la marcha —porque esta vez no era motivo de mi viaje—, en la prensa escrita y radial, a nuestros escritores, que advierto se me hizo fácil, por la calidez y el interés y porque hasta mi llegada no había un interlocutor chileno para la prensa cubana que fuera informando de cada uno de los literatos que iban concurriendo a la feria. Con todo, mi impresión es que Chile y sus embajadores en esta jornada, obviando las dificultades y ausencias, hicieron un gran papel que no cubrieron en su real magnitud los medios nacionales. “El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra” Siempre parece haber más de un punto negro que viene a empañar lo que se hace y logra con entusiasmo. Me pregunto qué está pasando, qué hace que las descalificaciones afloren cada cierto tiempo en el mundo literario nacional, como un antídoto carente de todo discernimiento. La ira desmedida que se arroja da miedo y a mi humilde entender busca ponernos en un peligroso inmovilismo, en una forma de autoexclusión y ese es el absurdo: mejor no hacer nada para no exponernos a la crítica, al glorioso horror desplegado por los nuestros. Así, llegando me sorprendo con la farándula de mails e insensata publicación que hiciera el diario La Segunda en la sección denominada “Top Secret” el pasado 16 de febrero. Nota titulada “Poeta bajado del avión a Cuba”, que contiene lamentables citas del poeta Andrés Morales, aseveraciones del diario que faltan a la verdad en cada uno de sus párrafos, y la tónica, confusas acusaciones en contra del presidente de la SECH, por supuesto sin molestarse el medio en corroborar, pero eso ya lo sabemos; recientes años atrás la prensa escrita publicó hasta anónimos. Todo lo cual es necesario desmentir a cabalidad, que es lo que se ha solicitado, en igual espacio y considerando fuentes fidedignas, porque los imputados tienen derecho a defenderse, como parece no otorgárseles el derecho a la duda, ni al respeto. ¿Es así entonces nuestra “Fértil provincia”?, me pregunto; nombre de la antología a que se hace mención, que por cierto, se gesta de manera totalmente contraria a lo que declara, porque es Lacámara el conminado a hacerla, luego de sus activos lazos con las instituciones de la cultura cubana, e invita a Morales a sumarse en este interesante proyecto literario como coautor y desarrollarlo en conjunto. Ambos entusiasmados por hacer una muestra centrada principalmente en los años 80 y 90 convocan a varios poetas. Como sea se edita el volumen de 245 páginas, que reúne a 28 autores contemporáneos, con prólogo de Andrés Morales, donde se detalla de manera magistral cómo se hizo este trabajo y que se presenta, atribuyéndole todos los créditos que corresponden a los dos coautores de esta selección, siendo la mejor prueba de ello el libro publicado por Casa (que naturalmente compré en la feria). Así lo informa el programa diario, el de Casa y las notas de prensa en la isla, y podrán constatar los que allí estuvieron porque la presentación fue colectiva e incluía, además de la antología, los libros de Carmen Berenguer y Elicura Chihuailaf. Difícilmente La Segunda y el propio Andrés puede dar testimonio o decir cómo se desarrolló el programa, si fue mencionado o no como autor, si finalmente no viajó a La Habana o la falacia que se construye en la nota donde finalmente, afirma el diario, luego de referirse al incidente en el aeropuerto: “Pero eso no fue todo: su obra fue impresa en La Habana y leída en la Feria de Cuba”. Y remata: “Mas él no la leyó y no figuró como autor, sino sólo en segundo lugar. Primero estaba el nombre del Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile...”. Cabe decir que la obra no fue leída propiamente tal, se refirieron a ella los presentadores que asistieron, Roberto Zurbano y Reynaldo Lacámara, donde también estaba confirmada la participación de Morales y se contó con la presencia de Miguel Barnett. Desconozco hasta ahora las motivaciones profundas del poeta y amigo Andrés Morales, posiblemente tergiversado por La Segunda o, por qué no decirlo, cayó en la trampa que obnubila la sabiduría de algunos escritores faltos del reconocimiento esperado y merecido en nuestro país. Conversé con él, minutos antes de que saliera rumbo al aeropuerto, y me quedé preocupada. Estaba perturbado, porque no se había encontrado en el programa ferial, el que todos buscamos por Google. Comprendí y traté de llamarlo a la calma, no lo logré. La línea aérea Copa, también aludida, hace un informe de los hechos que le impidieron el viaje a La Habana y niega además que haya sido encañonado, menos con una metralleta como cita el periódico. Como sea, respecto de ese hecho, nada menor, debiera pronunciarse Policía Internacional. En estos tiempos, nadie quiere volver a ver fusiles por la espalda. No he podido obviar estos tristes acontecimientos —de otros no aporta escribir—, tampoco pretendo husmear en la tragedia, ni menos encender más aun la seguidilla de descalificaciones, pero como dijo mi tía de 90 sabios años: “Nunca falta un roto para un descosido”. Por favor, no den tregua a los oportunistas, desalmados que se aparecen como paladines de la justicia, en vez de cumplir con ellos mismos. Se tiró la primera piedra, ahora párenla, por el bien de la obra, del gremio. Queremos ver esa antología, por cierto ya difundida por todas las librerías cubanas, presentada pronto en nuestro país, que al final del mundo, no es el edén en relaciones humanas. Definitivamente hay que superar estos episodios que circundan el espacio literario, rechazar el lodo que nos salpica, evitar ser presa de los medios tan polarizados en nuestro país y que tanto mal hacen sobre todo a los escritores y escritoras de nuestro Chile que tiene mucho que entregar y mostrar. Una obra digna de ser difundida, promocionada y por cierto leída. Hay mucho trabajo por hacer, reivindicaciones pendientes y cada uno tiene un rol en ello, al que no están ajenos las editoriales, los mismos escritores, el Estado y el potencial lector. Un día un amigo de la academia me decía: “es el peso de la noche lo que nos afecta”, pienso en ello ahora, la oscuridad de la noche tiene múltiples formas, nos fracciona, pero para volver a vivir nuevas décadas de oro necesitamos sacar la cabeza de ese cascarón trasnochado y contaminado. Ese humo nos ha cegado por sobre todo la solidaridad, la lealtad, la amistad, la confianza. Más sobre FILH • Cobertura informativa: o Narrativa chilena contemporánea: http://www.cubaliteraria.com/delacuba/ficha.php?Id=6215 o Poesía chilena contemporánea: http://www.cubaliteraria.com/feria_2009/articulo13_14.htm o José Miguel Varas y Magda Resik: http://www.lajiribilla.cu/2009/n406_02/406_79.html o Diamela Eltit: http://www.cubaliteraria.com/feria_2009/articulo14_6.htm o Mujer y literatura: http://www.cubaliteraria.com/feria_2009/articulo19_10.htm o Faride Zerán: http://www.cubaliteraria.com/feria_2009/articulo18_12.htm o Tribu de la palabra: http://www.cubaliteraria.com/feria_2009/articulo18_4.htm o Cine y literatura: http://www.cubaliteraria.com/feria_2009/articulo14_8.htm • Entrevistas: o “Guillermo García: un poeta singular”: http://www.cubaliteraria.com/feria_2009/articulo18_5.htm o “El hombre que narra desde el hombre. Cinco preguntas a Reynaldo Lacámara”: http://www.cubaliteraria.com/feria_2009/articulo18_10.htm ** Ximena Troncoso contactoconlacultura@yahoo.es Poeta y gestora cultural chilena (Santiago, 1967). Entre 1984 y 1987 estudió derecho en la Universidad Central de Chile (http://www.ucentral.cl) y actualmente termina sus estudios de periodismo en la Universidad ARCIS (http://www.universidadarcis.cl), actividad que desarrolla en paralelo con su gestión laboral comercial. Entre 1994 y 1996 integró la Compañía de Teatro y Poesía “Anemix”, cuyos montajes —que combinaban poesía, música y actuación— intentaban la difusión de la vida y obra de los grandes poetas chilenos, presentándose en diversos centros culturales. Participó en el Taller de Teatro de la Corporación Arrau y se introdujo en el arte de la declamación. Ha participado en talleres de creación literaria, recitales poéticos universitarios, municipales y regionales; tertulias literarias y encuentros de escritores regionales. Sus poemas han sido incluidos en antologías, revistas y discos compactos. Integra el Departamento de Prensa y Difusión Cultural de la Sociedad de Escritores de Chile (http://www.sech.cl). === La letra y el garabato ================================================ === Los oasis de la prosa Alejandro José López Cáceres =============== Reina de América Nuria Amat Editorial Norma Bogotá, 2007 (2002) Te habrá pasado, seguramente, que cuando estás leyendo te encontrás con una línea brillante, de esas que uno quisiera recordar porque sintetizan poéticamente cierta idea, alguna sensación, determinada intuición. Y te dejás llevar por ese impulso inconsciente que te hace agarrar un lápiz, o un resaltador, y usarlo para destacarla. Después, al concluir la lectura, cuando sucumbís a la tentación de echar una última ojeadita para despedirte del volumen —antes de instalarlo temporalmente en su anaquel—, ahí aparecen todas, notorias ya gracias a tu sensibilidad de lector. Tal vez podríamos denominarlas “frases subrayables”, o quizás “oasis de la prosa”. Porque son eso, pequeños manantiales verbales que fueron escritos para tu deleite. Por cierto que acabo de terminar, muy gratificado, Reina de América. Descubro que he dejado este libro de Nuria Amat repleto de trazos. Al volver sobre éstos, me doy cuenta de que su profusión es directamente proporcional a la felicidad que me ha causado esta novela. Releo algunos apartes y lo confirmo: estoy ante una auténtica orfebre del lenguaje. Y he de anotar que mi alegría de lector tiene visos de descubrimiento, pues ya no abundan —en estos tiempos de escritura industrial— autores que cultiven eso que Roland Barthes denominó “el artesanado del estilo”. En Reina de América se nos cuenta el periplo de Monserrat, una joven española que viaja a Colombia con Wilson, su marido escritor. La costa del Pacífico es el escenario de esta historia en la que se dan cita los ejecutores de nuestras calamidades interminables: la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes y la Fuerza Pública. Orientada por los pasos de la negra Aída —acaso el más entrañable de los personajes creados por Amat—, nuestra protagonista recorre la selva tropical y descubre el Pozo de las Mujeres Muertas, centro de acopio del comercio cocalero. La condición de extranjera permite que Rat (Monserrat) advierta lo insólito del entorno y de las situaciones; pero, al mismo tiempo, hace que recaiga sobre ella el peso de la segregación. En su narración de tono intimista nos da cuenta de dichas sensaciones y percepciones. Sin embargo, esta mujer blanca inmersa en una población negra llega a integrarse de forma dolorosa. La violencia tiene la cruel facultad de igualar a todo el que transfigura en víctima. De manera que, al ser adoptada por la tragedia, Rat termina convertida en un miembro más de la comunidad. Antes de cerrar la novela de Nuria Amat, caigo en la cuenta de que las “frases subrayables” tienen diferentes modos de ser. De hecho, históricamente han recibido nombres distintos según la clase de repercusión que busquen en el lector. Las que aparecen en las obras de Balzac, de matiz moralizante, son denominadas apotegmas: “hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir”. Aquellas de connotación filosófica, y que parecen formas poéticas de la definición, son aforismos, como los que estilaba Oscar Wilde: “El cigarrillo es el perfecto ejemplo del placer perfecto. Es exquisito y deja insatisfecho”. Hay otras que giran en torno al humor —Ramón Gómez de la Serna, su creador, las llamó greguerías—; García Márquez suele recurrir a ellas con mucha fortuna: “La estatua en cuya cabeza se fija una paloma debería sonreír”. Los “oasis de la prosa” que aparecen en Reina de América tienen un carácter particular. Quizás podríamos designarlos como aforismos fenoménicos, pues son síntesis verbales que no suelen estar destinadas a condensar ideas sino a iluminar sensaciones, a capturar percepciones. Así, cuando está más asustada, Monserrat nos dice: “Cada uno llevaba una historia oculta en su silencio. Algo con qué amarrar el vértigo del miedo”. Y dejá que me despida con éste, que es una joya: “La noche era un enorme corazón negro que no cesaba de latir a nuestro lado”. ** Alejandro José López Cáceres alejolopz@hotmail.com Escritor y realizador audiovisual colombiano (Tuluá, 1969). Ha publicado los libros Tierra posible (crónicas, 1999), Entre la pluma y la pantalla: reflexiones sobre literatura, cine y periodismo (ensayos, 2003), y Dalí violeta (cuentos, 2005). Reside en Cali, donde dirige la Escuela de Estudios Literarios (http://estudiosliterarios.univalle.edu.co) de la Universidad del Valle (http://www.univalle.edu.co). === Un tal Rafael José Muñoz Alberto José Pérez ====================== Pareciera que Rafael José Muñoz pasó la vida creando, sin poder concluirlo, su propio infierno, cual corresponde a un poeta como él; quiso la fórmula para soñar, eternamente, y si la consiguió, esos sueños jamás pisaron los límites del espanto, quizás el amor fue el nudo mágico que hizo posible los nombres de personas y lugares, dioses y demonios, que atesoró en su poesía. Eso sí, los puntos cardinales, sus puntos cardinales, son, en cierto modo, UNO, la bestia memorística que hace posible la atmósfera para que el poeta, respire, camine. Anterior a Muñoz, Salustio González Rincones también se arrinconó a sí mismo en ludopatía semejante a la del hombre de El Círculo de los Tres Soles (Fondo Editorial del Caribe, 2005), paisaje y hombre, amor y muerte. En Muñoz esos planos son más claros y precisos, el fárrago provinciano no le pesa tanto como a González Rincones, los símbolos de la ruralidad de la época son, en su poesía, retrato de un país que comienza a reconocerse como tal. Muñoz juega con dardos y con ellos sostiene los estandartes que como árboles deja caer con el estruendo que todo dolor se dimensiona a sí mismo, en la huida, cuando comienza a despegar las hojas del calendario de las rendijas de su alfabeto. Es extraño, pero percibo todo ese juego de Muñoz como una ventana de alas batientes. Cuyo sonido obliga a todos a atender los movimientos que con el viento estremecen los cimientos del poema, la voz de Muñoz, la vida de Muñoz, aun así puede distinguirse un poeta que no recala en esquinas ajenas, que no hiere el viento con banderas que no le pertenezcan. El espacio sagrado de El Círculo de los Tres Soles es la huella de un gigante que no se borrará, en ella resbalarán quienes lo intenten, si no dan el tranco posible para alcanzar a mirar Las Siete Cabrillas, el Pájaro Siete Colores y los Siete Pecados Capitales: El viento llega otra vez y se pone como un peón en su cabestro de anchulina que apuramos cuando tomábamos agua sin dolor. El viento llega, me trae sonidos del mar, batallones de cangrejos, fulgores de algas y los espejismos de las altas soledades nocturnas. Solapado yo lo veo junto a sus aves azules cuando envuelve como un miche de madrugada y hace que se esfumen los alcanfores en cruz. Es el viento que trae sus maletas, es él, mira so voladura, mira cómo voltea mi camioneta Austin 1958. Su horizonte tiene que ver con el cielo, con las siete cabrillas, con el pájaro siete colores, con el arco iris también, y con los siete pecados capitales. El viento, si lo pasamos, muere Krist. Si lo dejamos en su círculo es que nació Ogor. Es que ya vino, ojalá que haya traído Sus treinta y siete cocuyos. Muñoz, Rafael José, está en el círculo de los poetas, donde el lector puede probar la llama de una poesía donde “el énfasis es estrangulado” y disfrutar la extraña manera de anunciar la muerte de sus amigos, quizás con la intención de manifestar su lejanía, cosas de poetas, señores del mundo. ** Alberto José Pérez albertoperez802@hotmail.com Poeta, editor y comentarista literario venezolano (El Samán, Apure, 1951). Ha obtenido reconocimientos por su obra poética entre los cuales vale mencionar el Premio Único de Poesía de la Bienal de Literatura de la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve) por su libro Homenajes (1991), y el Premio de Poesía de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Ezequiel Zamora (Unellez, http://www.unellez.edu.ve), por el poemario El espejo y la memoria (1987). También ha publicado los poemarios Los gestos tardíos (1975), El libro de Barinía (1985), Marca (1984), Olor de amor (1995), Como si valiera un siglo (1996), Retrato de memoria del corazón de una mujer (1997), Un poeta como yo (2006) y la antología poética El poeta de quien les hablo (1999). === Un extraño perfecto María Angélica Franco Frías ================== Para un extraño amigo, con mudo agradecimiento... En algún momento de nuestras vidas hemos tropezado con extraños que, por una razón u otra, consideramos perfectos. Unos meses atrás, volví a encontrarme con uno de ellos. Lo descubrí hace ocho años. La mañana siguiente en que lo vi por primera vez, desperté sintiéndome diferente. Su imagen acudió a mi memoria de manera instantánea, en lugar que cualquier otra vivencia. Sin embargo, ahora puedo ver cómo con el correr del tiempo, cambian nuestras ideas y necesidades, mas hay emociones que perduran. Una noche de fin de semana, pasé por el restaurante de una amiga a saludarla, y para mi sorpresa, lo encontré haciendo parte de un grupo que departía animadamente en el local. Al escuchar su voz a intervalos dirigiendo frases llenas de amabilidad a sus compañeros de mesa, logré cerciorarme: era él. De pie, a un costado de la barra del bar, hablaba con mi amiga; la posición me alejaba de las miradas de los comensales, los cuales podía observar reflejados en el espejo de la pared del fondo. Creyendo que mi cara me delataría, le dije que allí se encontraba mi amor platónico en la época en que terminaba la universidad. Con un gesto disimulado, ella pide que se lo muestre. También lo notó. Corroboré por qué lo encontré perfecto, al hacerle ella un cumplido muy bogotano: “Es chusco”. Sin duda lo es, a su peculiar manera. Más allá de la simple impresión física, es lograr conectarse con lo que la persona transmite de sí misma a los demás, y hay que hallarse lo suficientemente receptivo para poder captar ese encanto. Él ignora e ignorará por qué una desconocida con la que coincidió en varias ocasiones, afirma sentir algo así, porque no se quiere lo que no se conoce. Alguna vez fuimos presentados, ya no recuerdo cómo fue estrechar su mano en ese instante único, pues todo sucedió demasiado rápido. Vagamente logro evocar que se le veía un poco tenso; por mi parte, sonreí y traté de mostrarme segura, aunque sentía las rodillas derretidas. En el portal de Internet Sepiensa.org encuentro una acertada definición de lo que representa el concepto de amor platónico, que no entra en discusiones filosóficas: “El amor platónico es, no el amor al ideal de una persona, sino el amor a conocer a una persona y a la sabiduría de esa misma”. ¿Será que todavía somos capaces de ver lo bello que hay en cada ser humano que nos rodea? Porque todos sin excepción somos sujetos de belleza, ésta reside en el interior de cada uno, y es más o menos perceptible en razón de lo poco o mucho que dejamos ver de nosotros mismos al mundo. Poder ver esa belleza es también cuestión de esperanza, la que en este tiempo se encuentra tan revaluada. No confiamos ni siquiera en nosotros, en nada, menos en los demás. Hoy todo es desechable, cero compromisos, sin ataduras ni cadenas que arrastrar. Al vivir tan desligados, ajenos hasta de nuestros más allegados, cada vez más se nos dificulta establecer nuevos vínculos. Por esto, de acuerdo a lo planteado por Erich Fromm en su libro El arte de amar: “Conocemos a nuestros semejantes y, sin embargo, no los conocemos, porque no somos una cosa, y tampoco lo son nuestros semejantes. Cuanto más avanzamos hacia las profundidades de nuestro ser, o el ser de los otros, más nos elude la meta del conocimiento. Sin embargo, no podemos dejar de sentir el deseo de penetrar en el secreto del alma humana, en el núcleo más profundo que es ‘él’ ” (1). Más extraordinario que tornar cercanos a esos extraños, es el hecho de que siempre habrá uno en especial, que vuelva a nuestra mente de cuando en cuando; pese a que puede que le sigan otros en mayor o menor grado de características similares que los distingan en nuestro concepto, del común de la gente. Habrá algunos con los que se intercambien palabras, dejando la sensación de querer ahondar más en su trato, y otros a los que nos una un océano de silencio. A éstos anhelarás encontrártelos en una situación que posibilite romper el hielo, tal como quedarse atascados dentro del mismo ascensor, o durante una espera casi interminable como puede ser la de una fila de clientes que esperan para hacer un reclamo en oficinas de servicios públicos. Si la oportunidad definitivamente no se materializa, es factible comprender cuando Gustav Aschenbach concluye asumiendo su condición de enamorado del adolescente Tadzio, en La muerte en Venecia: “Nada resulta más extraño ni más irritante que las relaciones que se establecen entre hombres que sólo se conocen de vista, que diariamente, a todas horas, se tropiezan, se observan, viéndose obligados, por la etiqueta o por capricho, a no saludarse ni cruzar palabra, manteniendo el engaño de una indiferencia perfecta. Se produce entre ellos una inquietud e irritada curiosidad. Es la historia de un deseo de conocerse y tratarse insatisfecho, artificiosamente contenido, y, en especial, de una especie de estimación exaltada. Pues el hombre ama y honra al hombre mientras no puede juzgarlo y el deseo se engendra por el conocimiento defectuoso” (2). Thomas Mann, creador de los personajes citados, fue sabio conocedor de esta clase de vibraciones. En La montaña mágica, Hans Castorp y su primo Joachim Ziemssen se encuentran presos de sus respectivos temores sobre el particular. Sólo circunstancias excepcionales, como la noche de Walpurgis, en el caso de Castorp, permitirán que le hable a Clawdia Chauchat, utilizando el pretexto de pedirle prestado un lápiz, argumento recurrido en sus años escolares para acercarse a su compañero de ojos tártaros, Pribislav Hippe; ojos iguales a los que encuentra más tarde en el sanatorio Berghof y que inciden en la transformación de su estadía de tres semanas en siete años. Madame Chauchat se da cuenta de sus intenciones mucho antes de que éste se atreva a dirigirle la palabra, disfrutando del poder que ejerce sobre él. Mann describe los momentos previos y concomitantes a ese definitivo encuentro con original sarcasmo: “La mujer del tricornio de papel le miró de arriba abajo con una sonrisa que no revelaba piedad alguna ni inquietud ante aquella cara desencajada. Ese sexo no conoce tal piedad ni tal inquietud ante los destrozos de la pasión, de ese elemento que por lo visto le es mucho más familiar que al hombre, el cual, por naturaleza, no puede soportarlo y esto produce a la mujer, cuando lo comprueba, una satisfacción burlona y maligna” (3). A diferencia de su primo, el teniente Ziemssen, enamorado en secreto de Marusja, la sonriente portadora del pañuelo impregnado de esencia de naranja; espera a que sea casi demasiado tarde para un acercamiento. El último día en que es capaz de mantenerse en pie, se decide a conversar con ella. Justo antes de iniciar la travesía que lo llevará “como un soldado y como un valiente” hacia la muerte. No sé si fui descubierta, o si la intuición de la gatita rusa del Daguestán la comparte el personaje que viste pantalones chinos y camisa blanca, adecuados para este clima. No esperaré, ya Joachim lo hizo suficientemente luego de saberse la rutina empleada por Marujsa —la risa ahogada con el pañuelo— de memoria. Aquí, la distancia me aleja de cualquier olor, sólo permite divisar las latas de Red Bull en la nevera del bar, acerca de las cuales reconvienen a su dueña para no venderlas por encontrarse prohibidas en Francia; pero no estamos en el “Zauberberg” en Davos, Suiza, sino en el trópico, un Caribe en el que si alguien logra soportar su temperatura e idiosincrasia, podrá sobrevivir en el lugar más inhóspito del planeta. El calor me obliga a tomar acciones, a ver las cosas con los lentes de la realidad, en vez de espejismos que se aparecen en el desierto para confundir hasta perder el rumbo. Es así que, por todo lo anterior, más que extraños perfectos, reconozco a quién encontré y a mí tan sólo en la categoría de perfectos extraños. La gracia de lo incógnito, el deseo de acercarse a la llama cómo si fuésemos mariposas, en algún momento se desvanece, de vuelta a tierra firme, sin amargura alguna: “Las cosas hermosas no tienen repetición”, leí en una vieja novela de Vicky Baum. Llegó el momento de decir hasta siempre. Había salido del restaurante pues la hora pactada para encontrarme con un grupo de amigos en otro sitio dando vuelta a la esquina se cumplió, necesaria. Los busqué en vano y me comentan a través del móvil que se atrasaron, pero pronto llegarían para celebrar el cumpleaños de Juan el argentino. Al ser casi medianoche encontrándome sola en un sector un poco peligroso para una mujer con cartera y teléfono celular deambulando por la avenida donde se encuentra buena parte de los sitios de diversión nocturna de la ciudad, decidí que era mejor regresar a lo seguro. Volví al local. Todavía se encontraban allí, la única diferencia fue que mi amiga y yo nos quedamos en la puerta, conversando con una clienta que había salido a fumarse un cigarrillo, mientras le pregunté, creando mi propia cortina de humo, si la flor que lucía en la oreja era una veranera o una flor de La Habana. Resulté conociendo hace varios años a su prima, porque una vez le compré un frasco de mermelada de patilla gourmet para regalar. A la mesa del extraño llevan, directo desde la cocina, un humeante plato de cous-cous, como el que invita a comer Sabrina a Linus en la versión de la película dirigida en 1995 por el fallecido Sidney Pollack; en la que vemos con claridad este fenómeno con todas sus aristas. Una vez en París, la hija de Fairchild el chófer, debe desprenderse de la sombra del enamoramiento que siente por David Larrabee, del cual todos cuantos la conocen están al tanto y él ni siquiera se da cuenta. Una de sus mentoras le da un valioso consejo: “Las ilusiones son personajes peligrosos, no tienen defectos”. Al regresar a casa y experimentar en carne propia el modus operandi del conquistador incorregible que es, acepta la situación sin pasar por alto el lugar importante que ocupa en su alma, para poder seguir adelante. Aunque no sé cómo se porta éste, será así cómo saldré adelante también. La idea me llegó después de dejar un mensaje a quien me acompañaba en el año 2000, cuando nos tropezamos a esta especie de David del cual ignoro si es o no un tarambana. Tal vez el momento de despejar la duda no sea ahora, o no lo sea nunca. Hay que hacer caso a la buena voluntad que todavía reside en una misma. Entre todos los amores que pueden tener cabida en la vida, el primero, el más curioso y trascendental, esa noche moriría para dar paso a quién sabe qué nos depare el camino, con los brazos abiertos. Nunca lo olvidaré, tal vez si me lo vuelvo a encontrar me arrancará una sonrisa, y ya el pulso no se me acelere. Notas 1. FROMM, Erich. El arte de amar. Colección Popular. Ediciones Skala. Pp. 38-39. 2. MANN, Thomas. La muerte en Venecia. Círculo de Lectores. Bogotá. 1982. P. 63. 3. MANN, Thomas. La montaña mágica. Plaza & Janés. Barcelona. 1983. P. 333. ** María Angélica Franco Frías mfrancofrias@yahoo.es Abogada colombiana (Cartagena, Bolívar, 1974). Egresada de la Universidad de Cartagena (http://www.unicartagena.edu.co). Ha publicado relatos y artículos en Semana (http://www.semana.com), Letralia (http://www.letralia.com), Destiempos (http://www.destiempos.com), Revista Literaria Remolinos (http://es.geocities.com/revista_remolinos) y Cañasanta (http://www.canasanta.com). Mantiene una bitácora personal en http://mariafrancofrias.blogspot.com. === Qué bien suena este llanto, de Margarita Belandria ==================== === Gladys Portuondo ====================================================== Qué bien suena este llanto Margarita Belandria (Canaguá, 1953) Novela Edición Centro Nacional del Libro Asociación de Escritores de Mérida Fondo Editorial “Ramón Palomares” Año 2007 La novela de la escritora y poetisa Margarita Belandria (Canaguá, 1953) dibuja a grandes trazos los contornos pintorescos de un apretado fresco del páramo andino merideño. Teñida de drama y de humor irónico, la narración articula las historias de los personajes en matices contrastantes que incisivamente atrapan la tragedia del desencuentro como “esencia” de las existencias: entre el matrimonio y el amor (María Antonia Solano, cuyo amante muere suicidándose al contraer ella matrimonio con el hombre elegido por su padre; Margarita Palma, cegada por el espejismo del amor al escapar con quien se convertirá en su marido y trágicamente enamorada de un imposible, sin que en ningún momento hubiese siquiera supuesto la posibilidad del divorcio); entre la infancia y la inocencia (las hijas de doña Toña, quien es un arquetipo del alter ego del machismo; Magdalena Marquina, la amiga de la infancia de Margarita Palma, cuyo infantil espíritu despierto contrasta con el temor a la escuela de los hijos de campesinos reticentes, los desamparados de la orfandad intelectual y moral); entre la virilidad y la hombría (“Macho Amargo”, el vulgar y vanidoso marido de Margarita Palma y Mariano Cedeño, el “hombre astral”, su amante poeta); entre el amor filial y el amor matrimonial (el distanciamiento entre Margarita Palma y su padre, don Ramón, consecuencia de la ajena relación entre éste y María Antonia, su madre); entre lo personal y lo social (Pilar Moronta, quien está dispuesta a entregar su fortuna al movimiento revolucionario y termina siendo expropiada); entre el intelecto y la pasión (el profesor Serfatti, quien se esconde tras un mundo libresco por la cobardía ante los riesgos de las pasiones del mundo real). La multiplicidad de historias simula una red donde queda atrapado cada personaje: ninguno escapa. El entrecruzamiento se muestra como una telaraña, a la manera de una “cárcel del alma” en un laberinto inextricable. Hay también como un voluntario desajuste, una incompatibilidad manifiesta entre las historias personales y el escenario político: Pilar Moronta no llega a articularse con la “causa”, que aparece sólo como telón de fondo. Pero además, la narración muestra toda “causa” (matrimonio, amor, relaciones filiales) como causa perdida. Cedeño y Serfatti representan la impotencia de las “dos alas” del alma, la pasión y el intelecto, al batir cada una por sí sola. El trazo más enérgico de esta pintura, dibujada con claroscuros y opacidades, son las relaciones antinómicas entre las míseras realidades y los amores fantasiosos (o fantasmales): la alternativa entre el amor-plenitud y la carencial realidad de lo cotidiano. El amor habita en el mundo de lo cuasi-realizable y las miserias humanas colman el mundo de lo real-no-maravilloso, mundo de una realidad obscena, en el sentido sartreano. Tanto la relación amable y desbordada en la pasión compartida entre Margarita Palma y Mariano Cedeño, como el oscuro y secreto sentimiento incestuoso de Marco Vinicio, quedan recogidos en el ámbito de lo irrealizable, asociado a sus desmesuras. Se apela a la imposibilidad de consumación de una hybris del eros que remite a lo trágico y a lo absurdo; a la muerte accidental, pero trágica, de Cedeño, y a la otra muerte, absurda hasta el ridículo, de Marco Vinicio, atragantado con un hueso. A través del simbolismo de la naturaleza, junto a los personajes y como escenario inseparable de sus acciones y pensamientos, aparece otra dimensión de las esencias del desencuentro: el contraste entre diferentes regiones geográficas, la montaña y la mar, parece sugerir la revelación posible de enigmas en apelación a una ley universal, cósmica, como razón última del sufrimiento humano. En una narrativa escrita en el más castizo lenguaje regional y apelando a las sintaxis y al léxico del habla característica de la gente del páramo merideño, entre los relatos y la superposición de frecuentes monólogos se articulan historias personales cuyo sentido inmediato puede ser hallado en una crónica del fracaso. La autora nos conduce a través de la trama con la experticia de quien conoce cada accidente del terreno —sobre todo del humano, recorrido en vasta extensión, pues el geográfico se muestra esporádicamente, en pinceladas y simbolismos— y nos acompaña en la recreación de vivencias en las que la intensidad desmesurada de las fibras humanas produce el estremecimiento de una profunda tristeza y el sentimiento de lo irremediable. La narración entreteje redes de transiciones imposibles, de mundos incompatibles que desembocan en la incomprensibilidad última del alma humana, lo que resume esta filosofía del desencuentro y del absurdo de toda elección, conducente a una interrogante siempre suspendida en la narración: ¿habrá fracasos reparables, destinos reparables? Desafiando la sensibilidad del lector, apenas éste logra mantenerse en este recorrido en la actitud de una imposible ataraxia, en la que la capacidad reflexiva terminaría anulándose al cerrarse los accesos del sentimiento a estos ínferos. Esta novela, no obstante, no es exclusivamente una crónica del fracaso personal y social. La crónica, como género literario, puede encontrarse lo mismo en el relato histórico que en el mitológico; en el lenguaje tanto de los hechos reales como en el de los ficticios, y puede también servir de vínculo entre ambos. Como vehículo hacia el mundo de lo posible (que no es ni lo real, ni lo ficticio, sino lo poiético), la crónica del fracaso en los relatos de esta novela actúa en el tránsito de la narración hacia el atrapamiento de una dicotomía ancestral, transhistórica y atemporal: la de la relación entre el orden y el caos, insoluble alternativa que abarca los destinos de aquellos personajes trágicamente sujetos a la imposibilidad de su integración. Curiosamente, hay un único personaje del que la autora dice que es una “persona alegre”, Pastora Santos. Pastora es el único personaje de origen desconocido, situación a la que la narración alude enfáticamente: aparece en la historia al llegar a la puerta del convento como huérfana, en un canasto. En contraste con Pastora, la persona sin origen, las historias de otros personajes se presentan en los contextos de respectivas historias familiares, de las cuales no pueden desatarse. Es por eso que Pastora simboliza la manera ingenua de una articulación posible entre el orden y el caos, entre el origen desconocido y un destino feliz en su ingenuidad; la conciencia y la identidad de sí asociadas al conocimiento del origen no representan en Pastora, en consecuencia, una elección dramática. Pastora asume ingenuamente el pathos de su destino sin origen, sin preguntarse y sin arriesgarse, en una tranquila inconsciencia sobre su propia identidad. Toda la narración tiene como centro al personaje principal, Margarita Palma, cuya historia no es mera repetición, pero tampoco quintaesencia, de lo dramático o de lo absurdo de los destinos de otros personajes. Más bien la historia de Margarita Palma es un desbordamiento de todas las antítesis; ella las concentra todas y al mismo tiempo representa el anuncio de la conciliación paradójica, mas no imposible, de aquellas tendencias habitualmente enfrentadas en la existencia humana: la pasión vital y el intelecto; la razón y el sentimiento; el orden y el caos. Esta condición es revelada en la carta póstuma del profesor Serfatti: “Tú amas los libros, y vives, sin embargo. No eres esclava. Esclava ni de tus libros ni de tus debilidades”. Margarita Palma es el personaje-clave de toda la narración: lo femenino-originario es el lugar simbólico donde se generan y reconcilian las antítesis, pues el origen es el lugar de la paradoja, único origen verdadero que trasciende los límites empíricos de los nacimientos y de todo linaje familiar o histórico (temporal), conocido o no. La paradoja encarnada en la historia de Margarita Palma a través de la relación entre la pasión-amor-poesía-imposible y lo cotidiano-real-predecible-conocido traduce a su dimensión humana la otra paradoja cósmica, universal: la de la relación entre el orden y el caos. Pues será en el alma humana, y no en la ley de la naturaleza, donde es posible alcanzar, al menos de forma fugaz, aquella posible integración, que asimilando el fracaso y aun sucumbiendo a éste —Margarita Palma es víctima del caos producido por las fuerzas de la naturaleza— recoge en el recuerdo de los seres queridos y del amado toda la riqueza de un destino que ha remontado las leyes del cosmos a través de la memoria-actualización de sus amores. El recuerdo, la reminiscencia, es la presencia de lo eterno: Margaviota es el símbolo del remontarse y del trascender los desencuentros, hacia el mundo poético de los posibles encuentros. Pero éstos son otros puntos cardinales... Publicado en la IV Antología Escritoras venezolanas ante la crítica (Asociación de Escritores de Mérida, http://www.escritoresmerida-ve.com, 2007). ** Gladys Portuondo gladysleandra13@yahoo.com Investigadora cubana (1952). Licenciada en derecho por la Universidad de La Habana (http://www.uh.cu; 1976), con maestría en filosofía por la Universidad de los Andes (ULA, http://www.ula.ve; 2005). Es profesora de historia de la filosofía del Seminario Mayor de la Arquidiócesis de Mérida (http://www.arquidiocesisdemerida.org.ve; Venezuela). Ha publicado los libros Antología de materialismo dialéctico (tres tomos, Universidad de La Habana, 1986), Antología de historia de la filosofía cubana y latinoamericana (sección Humanismo e historia en Fernando Ortiz, cuatro tomos, Universidad de La Habana, 1990) y Dimensión histórico-filosófica del problema del hombre (en coautoría con Lourdes Rensoli, Universidad de La Habana, 1991). Sus ensayos han aparecido en Dikaiosyne (ULA), Lógoi (Universidad Católica Andrés Bello, Ucab, http://www.ucab.edu.ve) y otras revistas especializadas sobre ciencias sociales. === Mary Grueso, almanegra de piangua y mar =============================== === Leopoldo de Quevedo y Monroy ========================================== (Nota del editor: esta semblanza de la poeta colombiana Mary Grueso Romero fue presentada por su autor el pasado 7 de febrero, en Cali, durante un homenaje rendido a la autora por la Fundación Plenilunio). Mary Grueso Romero es mujer de pulpa de cununo y calamar. Lleva en sus venas una cascada de alabaos tristes, ojos de negritos que corren por el litoral y cocos que se baten como maracas en la palma junto a la mar. Nació en el Corregimiento de Chuare Napi, en Guapi, Cauca, sobre la rivera del río en noche de chirimías, marimba y guasá. Por el estero cercano arrastraba la marea pianguas raiceras, sierras, cangrejos y jaibas y las dejó a su puerta para saludar a quien en su vida no haría otra cosa que hablar de mar y negro carbón. De mayor ha vuelto a visitar la casa grande paterna y materna que se revuelve en sus recuerdos. La mira de arriba hasta sus pies con sus dos plantas, grande, con pisos brillantes de madera, junto al río Guapi. La ha encontrado pequeña y extraña como postal magenta de un paisaje soñado. Con los ojos semicerrados extrae de su tristeza y del inconsciente la imagen huidiza de los momentos revividos: He llegado a la sala de mi casa a sacudir la neblina de polvo en mi memoria mientras de mi pecho salen entrecortados sollozos. Entren por mis palabras mientras yo desde la soledad de la Bahía los guardo por siempre y para siempre. Emprendí el retorno cuando la luna inclinaba sus cabellos y abría los portones de la noche. No sin esfuerzo subí una a una las escaleras de mi infancia. Al llegar a lo alto encontré la puerta cerrada deteriorada por el comején y el tiempo... Empezaron a caer del cerrojo las cancarrias y el murmullo de súplicas de las cansadas bisagras que pedían gotas de aceite... (1). Wilfredo Grueso y Eustaquia Romero, sus padres, la arrullaron en su tierra, junto al abuelo Martín Romero, y luego emigraron a un ingenio en Zarzal. Fiel a su tierra y a sus ancestros creció hasta los 20 años entre mimos y como una princesa, despreocupada de los afanes de la ciudad. Se casó a los 23 y con el apoyo de su marido estudió en la Normal Nacional de las Hermanas de la Providencia. Entrada a los 28 años se graduó de maestra y empezó su ascenso en la literatura y la poesía en las universidades del Quindío, Univalle y Los Libertadores. Mary Grueso es una mole negra nacida del vientre del mar. Alta, gruesa, se mueve como las olas violentas en noche de leva. Su cara sonríe con labios pintados de negro y carmín. De carnes firmes y voz de barco que saluda cuando llega al puerto. Su palabra es ola sonora y a veces grito de alerta, es marisco, es pájaro, es chonta de selva, es fúnebre chigualo de niño muerto. Todo en ella huele y tiene sabor a niebla marina, a sal de ambiente, a sol y cielo abierto, a sudor y cansancio de muelle, a risa franca y mano de mujer amiga. La hemos visto mirar ansiosa como gaviota que busca en el confín lejano la roca de coral para sosegar su viaje. Lleva en su alma una queja honda que aprendió desde que bebió la sangre en su madre. Es la marca de ser negra y sentir que sus congéneres no han aprendido a ver su rostro en el color que deja el fuego y que esconde un diamante sin talla. Hija de abuelos esclavos que trabajaban en minas sureñas, es heredera ahora de apellidos de negreros amos blancos. No esconde su triste pasado ni rumia odios ancestrales. Con la serenidad que da el trabajo y el arte y el calor de la familia pasa sus horas escribiendo y llevando un mensaje libertario. Ella sigue por el sendero que le enseñó la vida dura y la historia infame de sus ancestros. Pudo más en ella la paciencia y el ejemplo de los aborígenes que jamás se rindieron ante el infortunio que las cicatrices que dejaron en las espaldas los señores de abolengo que le dieron sus apellidos. Murieron para ellos sus baúles de morrocotas y el orgullo de sus títulos y Mary muestra hoy la joya que llevaba escondida entre sus ijares renegridos. Yo vengo de una raza que tiene una historia pa’contá, que rompiendo las cadenas alcanzó la libertá. A sangre y fuego rompieron las cadenas de opresión y ese yugo esclavista que por siglos nos aplastó. La sangre en mi cuerpo se empieza a desbocá, se me sube a la cabeza y comienzo a protestá. Yo soy negra como la noche, como el carbón mineral, como las entrañas de la tierra y como el oscuro pedernal (2). Ama el ancho del agua verde, con su hondo misterio que sube y baja en su masa de agua. Quiere ser poeta de pueblo, ama a su gente, conversa con la ventera, el taxista y la peluquera. Allí la llaman, se unta de calle y de olor a gente común y recorre a pie en el mediodía entre el sol y los colectivos las cuadras de Brisas del Mar en Buenaventura donde habita hace nueve años y enseña en el Colegio Juan José Rondón a cientos de negritos a contar y cantar. En Mary Grueso pierde sentido el viejo aforismo de que el poeta nace y no se hace. Antes de casarse con quien la instó a estudiar y a escribir, Moisés Zúñiga, el esposo que ya cumplió su misión con ella y se fue, jamás pasó por su mente que su amor y el dolor de su partida llegarían a convertirla en la poetisa que haría resonar por el mundo su amor por la arena negra del Pacífico y el paisaje de su tierra natal. Su libro El mar y tú guarda en su título y en gran parte de su cuerpo la efigie grata de quien fuera la raíz de ese árbol frondoso que es hoy esta mujer, madre y escritora. Escuché tu nombre sobre la playa y cerré mis ojos de emoción luego lo escuché en el pasamanos de la playa a la embarcación. (...) Escuché tu nombre en el muelle cuando el viento mi falda alzó y te busqué a todos lados pensando que habías visto aquella acción. (...) Oigo tu nombre por todas partes y el olvido no acude a mí mi corazón sangra al oír tu nombre implorando al cielo qué hacer sin ti (4). A Mary Grueso la coronó como “Almanegra” hace dos años la maestra de maestras, Águeda Pizarro, ante doscientas mujeres absortas, en una sesión de triunfo y baile. En la rotonda del Museo Rayo, la escuela más grande de poesía de América, Mary tronó y nadó en ese río de pianguas y calamares y cantó con los resoplidos de una garganta de ballena azul en la mar de la Gorgonia. Quienes la conocen ven en ella a una diosa colombiana, de piel y palabra negra. Su cuerpo es una mina de coral negro, por sus muslos corren versos negros y de sus dos cununos han tomado leche negra sus tres hijos y los negritos del Puerto que oyen sus clases con su voz de alegre látigo negro. La poesía de Mary Grueso cada día es más del mundo, como lo adivinó en el epígrafe que tomó de León Tolstoi para su segundo libro: “Aprende a describir tu aldea y entonces serás universal” (3). La riqueza idiomática, el rescate de la oralidad de sus raíces negras, la novedad de las imágenes y la naturalidad con que usa el lenguaje hacen de su poesía un canto propio y la colocan en el mismo Olimpo al lado de Candelario Obeso, Helcías Martán Góngora, Lino Antonio Sevillano Quiñones y, por supuesto, junto a María Teresa Ramírez y María Elcina Valencia Córdoba. Vamos a las montañas, vamos al mar nos subiremos en lanchas y empezaremos a jugar con las olas traviesas para subir y bajar entre espumas marineras o las palmeras trepar, y en los raiceros de natos y manglares sacaremos cangrejos de las cuevas del barrial o recogeremos almejas entre arena y aguasal (5). Al igual que Guillén y Palés Matos, que Obeso, Artel y Martán Góngora, lleva en su piel y su cintura el vaivén y el ritmo musical de los zulúes, los yorubas y de todas las tribus africanas. Un bongó milenario está sonando en su memoria cuando teje o borda como lo hacía su madre o cuando cantaba mientras hacía el atollao de piangua en la cocina. La jitanjáfora negra ronda en sus manos cuando escribe en castellano y hace que las líneas del cuaderno se conviertan en pentagrama, marimba o cununo para arrullar el negre en la cuna o para llorar al muerto en el chigualo. Cuando se habla de manigua de mina, manglar y son, esclavo, negro y negrero, de África viene el clamor. Palabras que se repiten por el viento en los esteros timba marimba simbra los cununos de la negra. Manambá mandinga singa guasá cununo y tambó pescando en los esteros el negro se enfermó. Cuzumbo zumbo zurungo palabras amargas son pronuncia el negro coplero ardido de fiebre y sudor (6). Las calles, ríos, palafitos y gaviotas de su pueblo, Nariño, Cauca, el Valle del Cauca han detenido su paso para escuchar su bello canto. Risaralda, Santander, la sabana de los muiscas en Bogotá y Cartagena con su Bahía la han visto triunfar y han aplaudido sus versos. Las ovaciones han sido su premio y su voz ha llegado hasta universidades lejanas que han pregonado su ingenio. Sus libros publicados son El otro yo que sí soy yo, poemas de amor y mar (1997), El mar y tú, poesía afrocolombiana (2003), Del baúl a la escuela, antología literaria infantil (2003), Negra soy (2008), publicada por Ediciones Embalaje del Museo Rayo, y los dos que tiene en imprenta, Cuando los ancestros llaman, con Univalle, y Tómame antes que la noche llegue, con Hoteles Estelar, son testimonio de su producción y sensibilidad por el paisaje del litoral pacífico, su colorido, amores y dolores. La poetisa Mary Grueso ha logrado alzar el vuelo como los enormes alcatraces en busca del mar y el cielo, del palmar y el manglar. Ha experimentado la velocidad del viento, la suavidad de la brisa, la inclemencia de las tempestades y ha gozado de los arreboles en el atardecer del Puerto. Su alma negra está llena de noche, de estrellas, de la sabiduría del búho y su palabra llega como refulgente rayo. Estamos de fiesta porque su presencia alegra y brilla como torso de palmera en medio de la tormenta. *** ¡Que güelva mi mujé! Hoy cuando tengo pena me voy a navegá con mi champa y mi canalete empiezo a canaletiá. Y es por esa negra que la pena me va a acabá y cojo mi atarraya y empiezo a atarrayá. La marea sube y baja y yo estoy en alta má pensando que llego al rancho y mi negra allá no está. ¿A dónde estará mi negrita? ¿Cómo se olvidó de tantas cosas buenas que a mi lado pasó? Toitico se lo daba lo que poría yo trabajaba a sol y agua porque era mi adoración. Me dejó sin motivo y se fue con el patrón. Y aún estoy esperando a que güelva otra vé y güelvo y se lo perdono porque sin ella no sé qué hacé, mi vida no tiene sentido. ¡Ay, por Dios, que güelva mi mujé! *** Cuando el negro dice Cuando el negro dice marimba y guasá su voz tiene el color de las algas y el manglar, la dulce provocación del chontaduro, el insinuoso vaivén de las canoas, el dorado amarillo del oro y el sentimiento de nostalgia de África. Cuando el negro dice marimba y guasá su voz tiene el llamado angustioso de los tambores, las rondas acrobáticas de las ballenas, el balanceo rítmico de las palmeras y la paciente espera de los esteros. Cuando el negro dice marimba y guasá su voz tiene la nocturna fragancia de los jazmines, el sentir pegajoso del salitre del mar en el cuerpo, el sabor inconfundible del encocao de jaiba y el atardecer en una playa de amor entre redes de luceros. Cuando el negro dice marimba y guasá la sangre se da prisa en las venas bailando al compás de los arrullos, de sentimientos que se escapan de los labios como monótono repicar de campanas cuando anuncian la fiesta en el altar y te deja en la boca la frescura del himno que te falta por cantar al amor, a la vida, a la nostalgia y a los amores que faltan por llegar. *** Pobreza negra El negrito tiene sueño quién lo arruyará tiralo en un petate o en una estera quizá que el negrito se duerme solo naide lo arruyará cuélgale una hamaca que él solo se dormirá que la mamá cogió el potro y se embarcó pa’ la ma’ dicen que a pescá cangrejo o jaiba será quizá. Y cuando el negrito dispierte quién lo alimentará mi comadre la vecina que está rando’e mamá. El negro no tiene compota ni tetera pa’ chupá lo que tiene es un pellejo que es la teta’e la mamá. Jala, jala, mi negrito la teta e’tu mamá el negrito jala y llora porque naa le bajará. La mamá no tiene leche porque en ayunas está pero le bajará gota a gota la sangre’e la mamá. *** Negra soy ¿Por qué me dicen morena? si moreno no es color yo tengo una raza que es negra, y negra me hizo Dios. Y otros arreglan el cuento diciéndome de color dizque pa’endulzame la cosa y que no me ofenda yo. Yo tengo mi raza pura y de ella orgullosa estoy de mis ancestros africanos y del sonar del tambó. Yo vengo de una raza que tiene una historia pa’contá que rompiendo las cadenas alcanzó la libertá. A sangre y fuego rompieron las cadenas de opresión y ese yugo esclavista que por siglos nos aplastó. La sangre en mi cuerpo se empieza a desbocá, se me sube a la cabeza y comienzo a protestá. Yo soy negra como la noche, como el carbón mineral, como las entrañas de la tierra y como el oscuro pedernal. Así que no disimulen llamándome de color diciéndome morena porque negra es que soy yo. *** Esberta parmera Soy una negra de raza y esbelta como parmera el que quiere cogé coco, que suba a carera mis pipas están tiernitas, pa’si las quiere probá pero sujétese ruro, cuando me empiece a meneá. Me alimento de chuntaruro, canchimala y calamá tomo jugo’e naidí pa’poreme acompletá así que si usted no aguanta, no se suba a mi parmá cuando se calienta mi cuerpo y me empiezo a remoliniá. Los cocos que no son jechos, al suelo van a pará por eso yo se lo rigo, y pa’sipuere aguatá que asujete ruro, cuando me empiece a meneá y si no tiene resistencia, no se suba a mi parmá. Notas 1. Las citas en cursiva son expresiones tomadas en la entrevista personal que concedió al autor. 2. GRUESO ROMERO, Mary. El otro yo que sí soy yo. Buenaventura: Marymar.1997. Pág. 116. 3. GRUESO ROMERO, Mary. El mar y tú. Poesía afrocolombiana. Cali: Feriva. 2003. Pág. 9. 4. Ib. Pág. 27. 5. Ib. Pág. 33. 6. Ib. Pág. 73. ** Leopoldo de Quevedo y Monroy leoquevedom@hotmail.com Escritor colombiano. Abogado egresado de la Universidad Libre (http://www.unilibre.edu.co) y magíster en Docencia Universitaria por la Universidad del Valle (http://www.univalle.edu.co). Ha publicado Confesiones de un cura casado (Corredor, 1999), El anteproyecto y el proyecto de investigación, los poemarios Versos sacros y profanos (Artes Gráficas del Valle; Cali, 2005) y Cotidianidad en Re-verso (Artes Gráficas del Valle; Cali, 2006) y diversos materiales en el diario El Tiempo (Cali) y la revista Plenilunio. Ha participado en eventos literarios como la “Hora de la Poesía” en la Feria del Libro en Bogotá (2005), el V Festival Internacional de Poesía en Cali, la XI Feria del Libro Pacífico y otros. |||||||||||||||||||||||||||| ENTREVISTAS |||||||||||||||||||||||||||| === Leandro Díaz, el compositor del epígrafe ============================== === de El amor en los tiempos del cólera ================================== === “La novela de Gabo se iba a llamar La Diosa Coronada” ================= === Jaime de la Hoz Simanca =============================================== Uno —La luz y yo somos enemigos —dice Leandro Díaz. La frase, poética y amarga, se expande por la sala de la casa en Valledupar, donde el legendario juglar vive aún con la aureola de los hombres que han tocado la buena fama. La expresión no aparece en sus canciones, ni siquiera en las inéditas, según afirma Ivo, su hijo, sino que surge en esta tarde que se desdibuja lentamente detrás de los cerros, más allá de montes y llanuras. Su ceguera de siempre está acompañada ahora de una audición débil que lo obliga a exigir la cercanía de los interlocutores a pocos centímetros de su oreja izquierda. Ya no abre los ojos como en otros tiempos, cuando mostraba parte de sus pupilas muertas. Apenas hilillos de agua como lágrimas, que nacen de pestañas ocultas, demuestran que ahí están los sentimientos de toda una vida que el canto y la composición aproximaron a la leyenda. Muchos creen que Leandro murió hace años después de recorrer los pueblos perdidos de los departamentos del Cesar y La Guajira en medio de la estela de canciones que ni él mismo sabe cuántas son. Otros ignoran su existencia y prefieren asimilarla a una especie de Francisco el Hombre que deambula como fantasma por veredas y corregimientos lejanos. Pero aquí está, sentado en una silla de mimbre, moviendo los dedos como si quisiera acompasar la cadencia de las palabras con el sonido leve sobre la madera. Entre frase y frase, revela su exquisito sentido del humor que en ocasiones festeja con una inmensa carcajada. —Sé que existe el sol porque me quema —afirma. Leandro, este hombre que nació el 20 de febrero de 1928, ya no posee la reciedumbre que lo hizo famoso en la región. A sus tanteos naturales en busca de los espacios libres, se suman los estragos de los años y el efecto de enfermedades que aparecen sin avisar. Pero su memoria está intacta. Por eso recuerda su primera composición, 15 de julio, y la historia que la rodea. —Era una canción fuerte y a mi mamá le molestaba —explica—. Le prometí que jamás la daría a conocer. —¿Está inédita? —indago. —Y seguirá —responde—. Después de que la hice me arrepentí. El destino de aquella composición que, según él, contenía expresiones desagradables contra su familia, fue distinto al de La Diosa Coronada, canción que habría de universalizarlo a través de una obra literaria: El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez. Gabo sabía de Leandro no sólo por sus ancestros guajiros, sino por los múltiples caminos que debió transitar por aquellas tierras en las que el canto vallenato forma parte de la cotidianidad. En la década del cincuenta, años en que la canción comenzó a escucharse a lo largo y ancho de las sabanas del Caribe, el autor de Cien años de soledad vivía preocupado por la construcción de un mundo paralelo, Macondo, cuya historia descrita en su obra más emblemática la comparó con un vallenato de trescientos cincuenta páginas. En esa época quedó grabada en su memoria la historia de la diosa que mueve el caderaje para que el rey se ponga más engreído. El compositor recuerda que, en su época de adolescente, sus tías leían por toda la casa los cuentos de hadas asomadas en ventanitas o mezcladas entre emperadores y princesas. Con esas historias de fábula que golpeaban sus oídos, supo de la llegada de una hermosa joven que, a sus 16 años, despertó la admiración del pueblo. Entonces, se acercó con el propósito de ser su amigo, pero fue rechazado. Leandro era un forastero que, meses atrás, había llegado a Tocaimo, un corregimiento del municipio de San Diego, Cesar, en cuyas orillas del caudaloso río que lleva su nombre se sentó varias tardes para preguntarse, a través de palabras que resultaron versos, por qué la muchacha que alcanzó a dibujar en las duermevelas del atardecer se creía una diosa coronada. Así nació la canción. Dos En 1985, tres años después de haber ganado el Premio Nobel de literatura, García Márquez publicó El amor en los tiempos del cólera con el siguiente epígrafe que sucede a la página dedicada a su esposa Mercedes: “En adelanto van estos lugares: ya tienen su diosa coronada”. Y en la parte inferior, el crédito al autor: Leandro Díaz. —¿Qué recuerda de eso, Maestro? —Que la novela de Gabo se iba a llamar La Diosa Coronada, como la canción —explica—. Él me conoció en el año en que se creó el departamento del Cesar y la canción que más le gustó fue esa. —¿Le han leído la novela? —No. En ese entonces mis hijos no tenían tiempo. Pero sí me leyeron la más importante: Cien años de soledad. El nombre de García Márquez lo obliga a reacomodarse en la silla. Pareciera reconocer que sus relaciones con el Nobel y la aparición de su verso en millones de ediciones de una novela famosa, constituyen el sello de garantía de su condición de juglar, moldeado por la melancolía de una vida en penumbras, pero también por el toque de una alegría expresada en metáforas y estrofas. Por eso se detiene en Cien años de soledad y evoca, mediante las imágenes que desfilaron por su imaginación después de haber escuchado la lectura de las primeras páginas, el regreso de los gitanos a Macondo y el anuncio de Melquíades de que la ciencia había eliminado las distancias. Leandro Díaz asocia la escena de la novela, que grabó para siempre en su memoria, con su idea de ser clarividente, no sólo para saber dentro de cuántas horas la lluvia caería sobre los arrozales secos, sino para ir de pueblo en pueblo descifrando el futuro a través del recorrido de sus dedos sobre la palma de las manos de su clientela ansiosa. Algunos destellos hubo, según él. Como el regalo de agua que cayó entre tempestades cerca de la finca San Esteban que tenía su padre arriba del cerro Los Girasoles, minutos después de que él lo sintiera como una premonición. O el anuncio de lluvia que le hizo al cosechero Alejandro Brito luego de agradecerle la entrega de un gajo de guineos. Pero fue una gitana —como la que llevó Melquíades a Macondo—, sentada en el extremo de la aldea, sin catalejo y sin carpa, la que lo obligó a desistir de su empeño de ser un gran prestidigitador. Leandro recuerda que se escondió detrás de la puerta de la casa para escuchar a aquella mujer de hablar hondo que decía echar la suerte a una de sus hermanas mayores. —¡Cómo se dejan robar la plata! —exclamó—. Esa gitana no vale ni cinco... Vinieron enseguida garrotazos que él soportó con estoicismo, pero seguro de que aquella charlatanería iba contra la tragedia que él presentía en su familia y cuyo comienzo fue el accidente mortal de su hermano mayor mientras limpiaba el revólver, seguido de la pérdida de su abuela y de su prima hermana. Decidió entregarse a la música y comenzó a cantar boleros, tangos y vals. Tenía doce años. Tres Leandro Díaz recuerda la sombra borrosa de su padre, Abel Duarte, un hombre de estampa mediana que reía a toda hora, pero parco al hablar. Nunca escuchó largueza en sus conversaciones, sino monosílabos que soltaba con una precisión de relojero. Era un campesino formal que trabajaba dieciséis horas en su finca de caña y café. Su madre, María Ignacia Díaz, alcanzó la categoría de matrona por la exhibición de su señorío. Por ser hijo natural de “Nacha”, como le decían a su progenitora, Leandro asumió su primer apellido. Al principio, el futuro juglar fue conocido como “El cieguito de Nacha”. Su nacimiento lo ubican en distintas regiones, aunque todas tienen relación con el origen. Cuando la leyenda comenzó a abrirse por los pueblos remotos del Caribe, se confundieron algunos nombres y, así como hablaron de su muerte, junto a la de Toño Salas, afirmaron que el autor de La Diosa Coronada había nacido en una finca del sur del Magdalena. Él es consciente del amasijo de nombres que revolotean alrededor de su punto de partida y por ello aclara que nació en Hatonuevo, un pueblo de la Baja Guajira ubicado en mitad de la serranía del Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta, que alcanzó la categoría de municipio en 1994 en medio de la fiebre carbonífera de El Cerrejón. —Pero también nací en la vereda Alto Pino —agrega—. Allí estaba la casa, situada en una finca grande que se llama Los Pajales. De eso resultó una canción. La canción, interpretada por Ivo Díaz y Colacho Mendoza, es apenas la punta de un iceberg en el que habitó el dolor de los primeros años. Porque, ser criado como un retoño perdido, significa que su infancia fue dura y triste, cruzada por desprecios que ahondaron el sufrimiento. Era una pena que sólo la música mitigaba a través de caminos que lo llevaban a la orilla del río o a los descampados de las llanuras donde se sentaba a escuchar la caída de las hojas maduras. —Como yo nací sin vista, entonces no me atendían —dice—. No producía y por tanto no tenía derechos. En vez de llorar mis sentimientos me puse a cantarlos. Y empezó a cantarlos desde los cinco años. Inicialmente, con la entonación de un verso extraviado de Chico Bolaños por el que recibió las primeras monedas. Después, con el grito a voz en cuello de las rancheras mexicanas mientras viajaba entre San Diego y Hatonuevo. Fue la época en que sus ingresos aumentaron, pues su vida transcurría sólo para endulzar los oídos de los pasajeros ocasionales que transportaban sus nostalgias en buses destartalados. Años atrás, había comenzado a soñar. Pero hoy, cuando no hay imágenes que inventar, recuerda que aquellos sueños eran difíciles, con figuras resquebrajadas que se aproximaban a las pesadillas. En algunos momentos armaba su contextura en el inconsciente y entonces sentía dificultades para caminar en ese otro escenario de las noches dormidas. Durante varias madrugadas soñó con una casa misteriosa, adornada con una fuente en blanco y negro, adonde intentaba llegar para observar la caída del agua, pero al acercarse despertaba a la realidad. —¿Se podría decir que nunca tuvo un sueño feliz? —No —contesta—. Mis sueños fueron terribles, pero como son sueños, no les paro bolas. Cuatro Tocaimo, adonde llegó Leandro después de un breve periplo por varias regiones, fue el verdadero comienzo de una vida de juglar que habría de trascender con sus composiciones. “Allí tomé la cosa en serio”, dice. Ya llevaba en sus entrañas motivos para la inspiración: las mujeres, el amor, la naturaleza y su propia vida invadida de tristeza. En el fondo, son los cuatro elementos clave de sus cuatrocientas composiciones de las que más de treinta forman parte de lo más exquisito del folclor popular. Podrían ser quinientas o más, según su autor, pero todas animadas con un soplo interior y una magia narrativa que sólo podría concebirse desde el silencio de sus miradas muertas. Las mujeres contribuyeron a su formación y eso explica que estén presentes en muchos de sus cantos. Las evoca con devoción y hoy trata de describirlas a su lado, sentadas sobre un taburete de madera y cuero, leyéndole María, de Jorge Isaacs, o relatándole las escenas más conmovedoras de La vorágine, que muestra la búsqueda desesperada de Arturo Cova en las inhóspitas selvas de la Orinoquia y el Amazonas. —La mujer que más me leyó libros fue la difunta Fanny Zuleta —dice—. También lo hizo Natividad Toncel, una muchacha de Fonseca, y después Clementina, mi mujer. Igualmente, el amor ha aguijoneado su existencia en diversas formas. No sólo el filial, el que comenzó a sentir cuando la razón se instaló en su vida, sino el que experimentó en los latidos acelerados de su corazón al escuchar el saludo de una mujer e imaginarla después de descubrir la anchura de su mano y el tamaño de sus brazos. De ahí su frase: “Sin amor, el hombre representa el astro que ha perdido su virtud por ser errante”. Así nació el sentimiento por Matilde Lina, la mujer que le provocó innumerables insomnios y la que sirvió de inspiración para organizar las letras de una de las canciones más representativas del folclor nacional. Leandro admite que aquella mujer, que al caminar hacía sonreír la sabana, fue el amor de su vida, y un milagro musical. Un día perdido del año sesenta y ocho, él, juglar reconocido en la región por su canto y por las composiciones que se extendían por las tierras calurosas del Caribe, amaneció inquieto, pues no había podido asistir a la fiesta de la Virgen del Carmen, en Hatonuevo. Decidió irse a Manaure para parrandear en casa de su amigo Juan Manuel Muelle. En la mañana del día siguiente, mientras reposaba en el patio de aquella casa hospitalaria, mirando hacia ninguna parte, escuchó el saludo de una mujer que dijo llamarse Matilde Díaz y cuyo recuerdo habrá de acompañarlo hasta su muerte. Después de visitarla en la población de El Plan, sintió que ella, Matilde, se había clavado en sus afectos y provocaba con el eco de su voz la evocación en las mañanas cuando despertaba sudoroso por el sueño inconcluso; en las tardes, tendido en una hamaca en mitad del silencio; y por las noches, antes de que se le apagaran los pensamientos y se refugiara otra vez a pocos metros del ensueño angustioso y tenaz. Con ese tormento a cuestas se fue un día a la finca Santa Fe, a la orilla del río Tocaimo, entre algodonales, según le dijeron, y en medio del canto de todos los pájaros de la región, según pudo escuchar. Era el momento ideal para componer una canción que fluyó al paso de las corrientes de agua que captaba en la cercanía: Un mediodía que estuve pensando (bis) En la mujer que me hacía soñar Las aguas claras del Río Tocaimo Me dieron fuerzas para cantar Llegó de pronto a mi pensamiento Esa bella melodía... La naturaleza, el otro componente, está expresada en El verano, una canción cuyo origen, de acuerdo con Leandro, es un árbol llamado uvito que utilizan las mujeres para pegar tabaco. Cada noviembre, él sentía que las hojas se empezaban a desprender y entonces las tardes ya no estaban cubiertas por la sombra de otros meses, sino que el esplendor del sol de campo abierto también lo sorprendía sentado encima de las raíces. —Aquí el verano es la sequía —afirma—. La compuse en el año cincuenta y seis y me pareció genial después de que la hice. Alejo Durán la canta con sentimiento desde las primeras estrofas: Vengo a decirles compañeros míos... Llegó el verano... Llegó el verano Ahora verán los árboles llorando Viendo rodar sus vestidos. Cinco Leandro Díaz dice que alguna vez le leyeron versos de Jorge Luis Borges, el escritor argentino que anduvo sus últimos años tanteando la oscuridad de sus días y sus noches. Cuando indagó por su vida le informaron que era ciego, como él, que caminaba, como él, pero apoyado siempre en un bastón curvo que lo acompañó hasta su tumba. Este juglar nunca ha usado bastón, pues le basta la mano derecha para abrirse camino entre los breves espacios que transita en la soledad. Cuando requiere de un guía, ahí está Ivo, uno de los seis hermanos de padre y madre que tuvo Leandro con Clementina Ramos. Ivo fue el único hijo que alargó la leyenda musical del viejo compositor: fue rey de la piquería en 1986 y rey de la canción inédita siete años después. Cuando su padre calla, después de haber revelado parte de su historia, Ivo toma la palabra para señalar que todas las mañanas escucha sus pasos lentos que luego recoge en la terraza o en el patio de la casona donde viven desde hace varios años. Allí espera a sus nietos para dialogar y entonarles estrofas de versos antiguos o poesías nuevas fragmentadas por el esfuerzo. Él sabe casi todo sobre su padre. Recuerda que hay centenares de canciones perdidas de las que sólo ha podido rescatar quince, aún inéditas, que guarda en un archivo especial; que hay una composición, tal vez la única, en la que menciona el tema de la muerte, a la que denomina “ave negra”; y que aún evoca, entre lágrimas, a Toño Salas, con quien hizo pareja musical por más de treinta años. —¿Cuándo fue la última parranda de Leandro? —pregunto a Ivo. —La última no la ha tenido todavía —contesta. Leandro escucha y ríe a carcajadas. ** Jaime de la Hoz Simanca delahoz.jaime@gmail.com Periodista y catedrático colombiano. Ha sido tres veces galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Coautor del libro de crónicas y reportajes Trece claves para soñar y de los textos didácticos Crónica y Reportaje. Se desempeña como asesor y tutor de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (Unad, http://www.unad.edu.co), en La Guajira, Colombia. ||||||||||||||||||||||||||| SALA DE ENSAYO |||||||||||||||||||||||||| === Hacia la ciudad inllegable: El perro en la niebla de Róger Lindo ====== === María Eugenia Sáez ==================================================== “Lo único que sé, afirmé, es que hay que salir de este país antes de que reviente”. “Todo país por pequeño que sea, tiene 15 minutos siderales de fama”. La fuga de un país a punto de estallar y la búsqueda de una nueva identidad de parte del narrador es el tema de El perro en la niebla (2006), la primera novela publicada del poeta salvadoreño Róger Lindo. Y es el topos de la narrativa centroamericana de la postguerra. Pero no en la acepción de “tópico o lugar comun”, sino como espacio discursivo: el “lugar” mental que la diáspora vive y escribe, el locus enunciationis del que habla Walter Mignolo (1). En los narradores de la diáspora centroamericana, el topos del país en ruinas, abandonado por el buscador de identidad, se convierte en el lugar interior de topografía idiosincrática, en un paisaje sólo existente para el narrador, con sus “ríos”, “lagos”, “picos” y “volcanes” o, mejor dicho, sus continuidades precarias, sus sondeos anímicos, sus hitos históricos y sus pasiones absurdas. El que eso les ocurra a los escritores tránsfugas es muy explicable. El telurismo salvadoreño se extiende a la historia, cuyos protagonistas políticos han rebautizado los sitios malditos de la matanza, rellenado los valles de la memoria, allanado los hitos de la violencia, desviscerado las emociones: han cambiado la faz de El Salvador terreno a una gran explanada de cemento, fábricas de pernicioso café instantáneo, smog, ruido regatonero en cds pirateados, tenderetes de plástico y baratijas. A este lugar no puede volver el escritor que vivió los 70s-80s ni que resida allí mismo o, en el caso del viajero que vuelve al lar patrio de vacaciones, ni que se plante allí frente al palacio de gobierno, pupusa en mano ridículamente, mientras ve salir a Saca y a algún ex guerrillero tornado en ministro, hablando ambos amigablemente. Al narrador le es imposible llegar al topos del que partió su relato y esto, precisamente, es lo que hace a su fuga eterna. Viene a agregarse a este paisaje Lindo. Narra en primera persona el protagonista Guille, un muchacho clasemediero, dado a filosofar en su novel faceta de “revolucionario” que analiza el acontecer en los primeros años de la Guerra Sucia ya que la universidad ha sido cerrada. El perro en la niebla (Epeln) atisba, husmea, lame y mea el sendero desnarrado hacia el país irreconstruible del -yo (2). Lindo ha cultivado por décadas el tema del recuerdo de El Salvador, desde sus poemas angelenos de Los infiernos espléndidos (1998): la gran víbora de niebla que descendía hasta mi pecho ciudad-flor desangrada en el circo de la noche y continúa cultivándolo en Epeln, en un valioso afán de reconstrucción (3). Nadie va a sospechar de un pobre diablo que ha tenido que irse al norte [162]. Desde lejos, en todas partes, se advierte lo que soy... un perro en la niebla [176]. La capital del país irreconocible es una ciudad inllegable: ni le deja llegar a ella, ni le llega al nivel de él. Epeln revisita El Salvador, “un planeta que estalló”, dice Lindo (4). Escrita por un periodista que trabaja en un rascacielos del downtown y vive de ermitaño del West Side de Los Angeles, es su vuelo a un Kriptón resguardado del mirar inquisidor (5), La organización hermética a la que pertenecía necesitaba abrir un frente a unos kilómetros de la capital y tal fue mi destino. La idea me encantó, así podría asomarme por las noches al pico más alto del sector y espiar mi ciudad desde ahí. Con suerte, me dije, me encargarían una que otra correría urbana. La subzona “Naranjal” resultó ser uno de los corredores entre la ciudad y los frentes. En realidad era una tierra de nadie [158]. Yo, por mi parte, pensaba aferrarme al país y, de ser posible, a la ciudad y su volcán. Unas veces rodaría por los bulevares como un neutrino, cambiante, inasible, insaciable. Otras veces residiría agazapado en las alturas, en lo profundo de los cafetales profundos del volcán, abrazado a su frío, fascinado con la luz titilante de las grandes torres de transmisión que montan guardia en su cima, y por los rumores de la ciudad, que ciñen el cono silente como una hidra a su víctima [125]. y es también el atisbo profético de un joven observador curiosamente desapegado: El gerente, así como los jefes malos, eran retenidos como garantía por si se presentaba la policía. Algún día, pensé, se podría hacer un buen musical con todo eso... En un corredor descubrí a Ana Gladys [la obrera con quien tendrá relaciones íntimas] paseándose con un pigmeo de aspecto zarrapastroso [9] (6). Descubrí que cada semana se inauguraba una nueva colonia en las afueras de la ciudad... De continuar este proceso ininterrumpidamente, juzgué, el país iba a terminar convertido en un gigantesco tablero de cemento [158]. Hades interior, ciudad otrora vibrante de posibilidades, ahora convertida en una lápida basta, de ignoto contenido, piedra cubierta de glifos que una vez fueron los nombres y fechas de los seres y lugares amados (7). “Un traidor puede cambiar el mundo” [183]. El narrador de Epeln invoca a la ciudad que no pudo salvarse a sí misma. La invoca con una medida mezcla de dolor y cultivado desdén, whisky en mano, ante los avatares de la urbe provinciana con aspiraciones. Como técnica de estilo, recurre Lindo a la bimembración simétrica de los clásicos, al latino “entonces” y “ahora”: ¿es que otra ciudad sonaba bajo las suelas de mis zapatos..? A dos cuadras del parque redescubrí el viejo cine al que solía llevarme mi madre cuando niño... ahora sólo pasaban ahí viejos filmes mexicanos para una audiencia muy distinta —domésticas y policías [3] (8). y al conocido tópico de “las aguas del olvido” y “el tiempo borrador de todas las cosas”: En algún momento, me dije, debía comenzar a trazar el perfil de la ciudad: las rutas de autobuses, la descripción de los parques... luego vendrían las aguas filosas del tiempo a borrarlo todo... el centro amenazaba convertirse en una tierra de nadie poblada por extraños, las clases medias escapaban a las afueras, cada día se distanciaban más y más del centro. La ciudad se estiraba: hacia el norte y hacia el sur en una proliferación de residencias multifamiliares, bancos, centros de compras y al oriente, parques industriales donde se exprimía a los obreros la sangre y el sudor del cuerpo... Algún día el centro [de San Salvador] sería un enorme hoyo negro lleno de recuerdos. Entonces aún estábamos lejos de eso [14]. Era una noche tan neblinosa que tuve la impresión de habitar una ciudad construida encima de un buque de proporciones prodigiosas. Abandoné mi máquina a varias cuadras del lugar, cerca del downtown [de Los Angeles], prendí un cigarrillo y caminé un largo trecho pensando en lo rara que es la vida. La niebla caía lentamente sobre la Novena Calle [190; mi énfasis]. ¿Niebla en el downtown de L.A.? ¿Desde qué ciudad habla, en este final de thriller, este narrador? ¿Narra el viejo en Los Angeles o el joven de San Salvador? ¿Qué tan “neblinosa” es cada “impresión” suya como para poder seguirle, si es que el hacerlo merece la pena? (9). ...en la oficina yo tenía mi propia cafetera, muestra de mi carácter inconforme [23]. Vivir para la acción es como entregarse al sueño, y nada me fascina más que soñar [16]. ...es difícil tener una erección en medio de una balacera [29]. Me caes bien, le susurré al final del tercer polvo [46]. Desafortunadamente todas las revoluciones parecen ocurrir siempre en el Atlántico y sus alrededores [106] (10). [en la página final, no cumple su encargo de matar a un paisano.] Comprendí que los tiempos heroicos habían terminado, y que eso que tenía ante mí no era sino una rata... (señal, pensé, de que necesitaba una compañera)... Fue en ese momento que decidí mudarme cerca del mar, suponiendo que la proximidad del aire marino y la neblina iban a sentarme bien [193] (11). ¿Cuál es el punto referencial —si alguno— del “nosotros” en ese “entonces aún estábamos lejos de eso”? La búsqueda de solidaridad con un “nosotros” desdibujado es tan nebulosa e imposible como la recuperación de esa ciudad que ni es Los Angeles ni es San Salvador, sino una utopía nunca confesada ni compartida con otros, sean de donde sean. Este, claro, es un problema falso para el crítico literario, miembro de una tribu academizante que se solaza en este tipo de cosas (y las cobra); pero es un problema verdadero para el lector o lectora poco dado a apreciar las finezas del punto de vista irónico (debido a que, por ejemplo, ha de bregar a diario por sobrevivir, caso de la mayoría de los salvadoreños) (12). El problema es que no podemos saber si ha habido maduración del personaje, porque tampoco podemos discernir el punto de vista del narrador. Al lector le importa discernir si el protagonista madura o no, ya que anuncia desde el inicio que va a narrar sus andanzas y peripecias de “revolucionario”, reales —en el caso del narrador que ha madurado— o, al contrario, producto de la imaginación juvenil e inocuamente encantadora. ¿Punto de vista irónico? ¿De quién? La obra termina con un párrafo detectivesco (la noche “neblinosa” en L.A.) muy similar al del inicio en el que el narrador cuenta su entrada al mundo obrero: Mi primera visita al local sindical se produjo sin grandes solemnidades... En la esquina, las puertas del Club de Motociclistas no se abrían aún. A esa hora, era de suponer, sus afiliados entregaban mensajes, acechaban a algún adversario o se abrían paso entre la muchedumbre... De inmediato supe que me habían puesto en las manos una pelota de barro ordinario, tosco, sin esperanza. Mi primer gran error fue creer que tenía algo que enseñarles [1]. Puede que por humor, todos los tópicos del escritor novel se filtran en los comentarios del protagonista (“erecto”, “acción” y “espeso” son los vocablos favoritos de Guille hasta el final de la obra), joven que, apenas asomado a la aventura, se figura a sí mismo una vez como detective, otra como explorador, piloto o navegante (“me sentí como Elliott Ness: el navegante que vivía en mi interior se había decidido por adoptar un gesto estoico”; 83), otra agente secreto (“mi reciente ingreso a los ajetreos de la vida secreta”, 69). Volviendo al operativo, me tenté el fierro y avancé en medio de la niebla, sin sombra, apenas tocando por el haz de un farol esquinero. A lo lejos se borraba el perfil de los rascacielos del downtown, que me parecieron ataúdes recién descargados en un muelle, fatuos y callados. Era temprano. Me colé al bar, atestado como siempre de tipos japoneses, y pedí un vodka-tonic [191] (13). Va irguiéndose el humor irónico de Epeln hasta desbordarse en un juego irreverente con el deslinde de voces narrativas, entre las que en vano intentamos oír la del autor real: Como si el terror no bastara, en esos días penetró al país la moda disco... [yo] raramente bailaba, prefería emplear mi tiempo en observar a los demás [después de] compartir un porro con mi amigo Piolín... un gran tipo y nos gustaba la misma música: Pink Floyd, Yes, Blood Sweat and Tears, Crosby... Después de la invención de la maxifalda, el disco fue lo peor que nos mandó el Imperio. Se lo dije a Piolín [59]. Cuántas lunadas nos disfrutamos ahí [en la playa] con Piolín y otros amigos y amigas... durante mi breve juventud... Eso sólo era posible en los viejos tiempos por supuesto [76]. El autor se habrá divertido de lo lindo en la elaboración de párrafos semejantes, en los que evoca, en tiempo verbal presente, que le “encanta” la compañía de muchachas jóvenes: Nos separamos como por común acuerdo (me encanta tener complicidades con muchachas, lástima que no se pueda hacer más seguido)... [44]. ...yo siempre he pensado que las mujeres no deben entregarse a los oficios de la maternidad... antes de formarse intelectualmente [127]. Quizá por diseño intencional del autor —inútil dilucidarlo— no están marcados los deslindes del narrador joven/viejo durante la mayor parte de la novela, salvo ocasionales atisbos, [L]e pedí prestado a mi tío el libro de Suetonio. Pocos días después estalló una ofensiva que supuestamente iba a abrir el camino de las batallas definitivas. Fue algo así como cruzar el Rubicón... Si uno se afinca desde joven en el desprecio a la muerte y si la fortuna lo permite, se puede llegar lejos (la osadía ante todo fue la primera lección que aprendí de Julio César)... En ese entonces no me daba cuenta de que nuestro naciente ejército guerrillero no era capaz sino de ejecutar acciones de tercera categoría... no logramos asaltar ni un solo cuartel [156; énfasis añadido] (14). que le revelan como un fino penetrador de la psique colectiva; p.e. al presenciar la altisonante parla y macroproyectos de los grupos revolucionarios “de poca monta”: En los meses siguientes puede decirse que terminé por habituarme a la vida a la intemperie. Incluso me gustaba. La razón principal: me hacía sentir como si estuviera al principio de la historia y formara parte de un grupo empeñado en fundar una nación a partir de la nada. Nada más fascinante que pertenecer a una tribu nueva en un siglo viejo, sobre todo si se pelea contra un imperio: no me interesa la vida si no es para enfrentarse contra algo grande [162]. Es poco dudable que en este tipo de observaciones, Lindo deja sentir una fuerte carga de ironía retrospectiva atribuible por tanto al narrador/viejo. No obstante, el deslinde entre voces narrativas, la madura y la joven, no se discierne sino —quizá— hasta el final poético, de gran belleza literaria, en uno de los párrafos audaces de este lector de los clásicos: Miré a Ana Gladys, menos parecida que nunca a Katherine Ross, alejándose para siempre de mí y dejando tras sí una larga estela de descendientes... Miré a mi madre con el cabello veteado de blanco, dominada por la fe de mi retorno... Miré a mi padre completamente ofuscado en alguna parte del país de las tinieblas. Obviamente nadie se molestó en explicarle los cambios ocurridos en el mundo después de su muerte. Miré que el Gran Jefe de la organización antaño hermética a la que yo pertenecía... se había suicidado en Nicaragua... Miré una marea —de la que formaba entusiasta parte— descender sobre mi ciudad, y la vida fue algo así como la batalla de Marengo, o como las noches de estrellas fugaces, o más probablemente, como el choque contra hermosos y enhiestos molinos de viento [172]. y aún en estas últimas páginas, se emborrona el deslinde entre voces narrativas, con el tono irónico de Guille contra sí, en su última apreciación sobre el bigote, como signo de madurez (unos pelos faciales que desaparecen de la cara al navajazo de unos segundos): Era el infantilismo puro de la Revolución... Era como si yo hubiera sido un antihéroe que ha yacido varias horas debajo de su barcaza volcada sin darse cuenta. El bigote desaparecido también podía interpretarse como símbolo inequívoco de que la paz iba a imponerse... no por amor sino por cansancio [181; mi énfasis]. El empleo de auto-ironía, el self-deprecating sentido del humor, es un guiño del autor a la lectora o lector empeñados en discernir voces narrativas y adivinar entre ellas a Lindo. En esto como en otros aspectos, Epeln es obra de humor agridulce en la línea del Quijote. Lindo no oculta en ningún momento su filiación intertextual, respecto a los autores bajo cuya paternidad arropa su Epeln, menos aun con el padre de “la ínsula Barataria”: En cuanto a nosotros, es decir al movimiento obrero, una vez que se ha llegado tan lejos ya no es posible detenerse. En ese momento, de pie en la atalaya, sentí como si estuviera en la torre mayor de una nave insignia, al frente de una flota que ha partido con grandes expectativas a la búsqueda de una ínsula, pero que por algún error de navegación se ve de pronto sumida en un espeso mar de niebla. Embriagado por el sentimiento trágico de la vida... [21; énfasis añadido] (15). Pese a distinguirse en la primogénita de Lindo un cierto pedigrí unamuniano, el narrador/“perro” de Epeln clama ancestro directo del Quijote, del El coloquio de los perros, y de toda obra cervantina cuyo protagonista/narrador sea un “pobre diablo” lleno de ínsulas e ínfulas, con la mente recalentada por los excesos de la lectura de libros antiguos (16): ...me dediqué a deambular en su biblioteca como un viejo hechicero que se prepara para una lid. Después de pasearme frente a los estantes una y otra vez, seleccioné Vidas de los Césares, de Suetonio, y Vida de Napoleón, de André Malraux, como mis libros de cabecera para la fase que se avecinaba, aunque a última hora, con el objeto de aligerar mi carga, repuse el... [139]. Mas no por eso deja de ser un perro centroamericano, un cadejo salvadoreño, cancerbero del pasado y de ultratumba (17). Lindo abre la puerta salvadoreña hacia El Manco (18). Este aspecto resume todos los de Epeln y ha de ser analizado. Guille le regala el Quijote a su musa, a quien desea “reclutar” para su “Ministerio del Talento” [6] —núcleo del mayor humor de Epeln. Ana Gladys es la Dulcinea sindicalista de un Don Quijote guanaco (19). Guille, inexperto en lides amorosas y sin novia, se siente atraído por la obrera Ana Gladys, e intentando moldearla a sus gustos literarios, le da a aprender palabras del Quijote: Una obrera en proceso de instrucción es la criatura más delicada que cabe imaginarse. Gozaba [ella] descubriendo palabras... Las recogía y las observaba con la pasión de una entomóloga [74]. [N]adie me autorizó a hacerlo, pues mis ideas estaban demasiado adelantadas para mi tiempo, así que me resolví a obrar por cuenta propia, es decir, a reclutarla y prepararla para una nueva forma de ser [6] (20). Mi obrera se había enamorado de las palabras, un gran salto de calidad para ambos [pocas líneas antes y en el mismo párrafo, estaban en pleno acto sexual y ella, dictu propio, buscando quedar embarazada pese a los condones de él y a sus charlas malthusianas en contra de la actividad genésica] [117]. Por tal razón, explicó [Ana Gladys], tenía el Quijote abandonado momentáneamente. La noticia me preocupó: las ideologías pasan, la buena literatura es perdurable —es decir, mientras exista la especie [123]. Por supuesto que es ella la que, con los pies asentados en la tierra, termina escogiendo su propio destino: logra salirse del país con un carguito y hallar el Sancho que la preñe (21). Ana Gladys se le va transformando a Guille en un símbolo femenino de la ciudad imposible e inllegable. La amante obrera y morena se va yuxtaponiendo a la madre refinada y blanca para juntas crear ese país mental en que habita el narrador viejo/joven, amante/hijo: ...tuve una plática con mi madre... yo era su único hijo... me reveló que mi padre tenía relaciones íntimas con una paisana suya. Yo... lo recordaba como un perdedor empedernido [90]; mi lucidez estaba menguada. Por alguna razón volvió a asomarse en mi mente la figura de [mi ex novia] Lupita, como si en vez de hablar con mi madre estuviera discutiendo con ella [92]. Vi nítidamente a mi madre y a Ana Gladys, hundidas hasta la cintura en el agua: pieles lustrosas, cabelleras untadas a los cuerpos, y una sombra que se acercaba lentamente, trazando un signo en las aguas [93]. Decidí pasar ese tiempo con Ana Gladys, pero antes fui a visitar a mi madre. La vista del volcán en el horizonte me puso de buen humor, hasta parecía haber crecido durante mis días de encierro. Una nube oscura similar a un caracol gigantesco flotaba perezosamente en su cumbre. Sin duda se gestaba en su interior la última precipitación del año [114]. El lenguaje alusivo al chaparrón sobre tierra fértil es de apropiada raigambre edípica. Sirve para marcar los ritos de pasaje a la edad adulta; así, por ejemplo, cuando Guille entra al cuarto de su madre, que ha salido con un hombre y no ha vuelto a altas horas de la noche: En ese momento comenzó a caer una lluvia rítmica, leve pero rebosante de autoconfianza. Abrí la ventana... y saqué la mano cuanto pude... Reconocí el perfume... la fragancia que mi madre llevaba aquel día... No paraba de llover. Un impulso me llevó hasta el tocador, y me dediqué a contemplar las fotos desplegadas al pie del espejo, empezando por el retrato del marido, es decir de mi padre... Nunca me expreso mejor que cuando bebo. Entonces me convierto en la persona más interesante y profunda que conozco. Llegué a la cama en vilo por una especie de torbellino delicioso. Me hundí en el fondo de una barcaza negra, silenciosa, conducida por una figura oscura, que me trasladó a una orilla brumosa [101]. El poeta Lindo hunde su Epeln en el mundo acuoso, oscuro y neblinado de los sueños y de esa “realidad” que no fue sino una proyección de los deseos reprimidos del subconsciente (22). El lugar tabuado se vuelve irresistible. Epeln es el conjuro a un conjunto de apariciones febriles gestadas en la mente de Guille y es aquí donde Lindo deja la compañía exclusiva de Cervantes y continúa su travesía en la de Unamuno y Freud, buenos conocedores ambos de la obra cervantina y del mundo del subconsciente encapsulado y eterno —el de Guille (23). El narrador viejo nunca deja, de una forma discernible, de ser el joven narrador que participó en la actividad subversiva de los 70s-80s —si por participar entendemos sus filo-maduras observaciones tras cada chasco “militar”, entre desvaríos bajo la influencia de la mota, en la tiniebla de su psique clasemediera. En su doble dimensión, el narrador escribe un Bildungsroman, con todas las características del resobado género adaptadas al siglo nuestro: el joven que va aprendiendo, y se masturba y se mira al espejo para chequear su look, mucho más que mira lo que pasa afuera, más de lo que “hace” aparte de hablar: Venía el tiempo de las batallas definitivas [137]. En adelante, me dije, todo iba a caminar más lento. Quizá las batallas definitivas no estuvieran a la vuelta de la esquina como las imaginaba [143]. Parece haber maduración en el joven cuyas menciones de la “organización hermética” a la que pertenece van disminuyendo y cediendo al desencanto; pero su sentenciosidad es dura de atribuir. Hay tanto del narrador viejo como del joven narrador en los maquiavélicos consejos de no descuidar la práctica de ejercicios estratégicos como la cinegética: “Aunque la caza estaba fuera de mi alcance, debido a la extinción de las especies domésticas, decidí poner en práctica el resto de los consejos del florentino siempre que hubiera lugar. Para efectos prácticos hice de caso que yo era el Príncipe” [53]. El intento final de Epeln de dar solución a estos dilemas se produce en las últimas páginas, referidas al tránsito de México a Los Angeles, y es la de recurrir a la figura del antihéroe de thriller: ...un acceso de voluntad me hizo plantarme firme ante las fotografías de los héroes que se ven en esa estación [de metro], y ya no me moví. No es que me importen los héroes, fue sólo un acto reflejo. Quizá ni siquiera fueran héroes, sino cantantes populares [de rancheras] [175]. Volviendo al operativo, me tenté el fierro y avancé en medio de la niebla, sin sombra, apenas tocado por el haz de un farol esquinero. A lo lejos se borraba el perfil de los rascacielos del downtown, que me parecieron ataúdes... Pero antes, se permite Lindo una fugaz aparición como poeta (“La soledad sólo tiene sentido en las ciudades”, 145). A tres cuartas partes del transcurso de la novela, sobreviene un muy esperado cambio de ritmo, con la descripción de la vida al raso, En el momento de sentir la proximidad de la lluvia me lanzaba a una loma que me servía de atalaya, y manteniéndome erecto y solitario, con los ojos cerrados, me concentraba en sentir los nortazos, que arremetían con la fuerza de una tropa de mongoles [146]. para volver presto a la ciudad tabuada, su locus inescapable, que le atrae y repele por igual. El poeta Lindo reinstaura la novela lírica del interbellum en suelo americano (24). Beatriz Cortez pone a los poetas salvadoreños Miguel Huezo Mixco (El ángel y las fieras) y Róger Lindo (Los infiernos espléndidos) en la compañía de Dalton, “la estética pasional”: Si bien la voz poética en la obra de estos autores carece de las ilusiones revolucionarias que guiaban sus actos como partícipes en la guerra, ha logrado sobrevivir gracias a la cínica forma que tienen de reírse de sí mismos y a lo que metafóricamente les queda todavía: la vida. Con ella a cuestas, la voz poética se marcha en un viaje existencial, enfrentando batallas privadas, todas pobladas de poderosas pasiones, para lograr darle sentido a su vida a través de su emigración o para perder el sentido de todo otra vez. Pero de cualquier forma, viaja para reinventarse. Es en este espacio de la postguerra que el poeta adquiere la oportunidad de buscarse a sí mismo y de construirse una nueva identidad. Para lograrlo, se deshace de su vieja piel de guerrero y se construye como un nuevo ser. Se convierte ahora en un fugitivo de su propio papel en la historia (25). Cortez da certeros pasos para asomarse a ese vacío de crítica, al que pocos osan —quizá porque esté lleno de muertos. Pero este brillante estudio suyo se limita a la poesía. En cuanto a la narrativa centroamericana de postguerra sigue habiendo un pavoroso vacío de crítica e interpretación (26). A la sombra del poeta salvadoreño Roque Dalton, asesinado en 1975, justo venían surgiendo gente de la talla de Claribel Alegría, Manlio Argueta, Miguel Huezo Mixco y Horacio Castellanos Moya, cuando la pesada lápida cayó de nuevo sobre El Salvador. No hubo críticos ni interpretadores porque no hubo escritores, ya que los pocos que no pudieron escapar del país hubieron de callar por un tiempo prudencial y dedicarse a sobrevivir en alguno de los pocos puestos que, sobre un terreno aún humeante, dejó en pie la cultura oficial (27). Y eso me devuelve al locus. “¿De (desde) qué locus estamos hablando?”, pregunta directamente Estela Fernández Nadal al abordar el tema de los “Subalternos, migrantes, letrados, e intelectuales dis-locados”, Retomemos ahora la cuestión de la pertinencia de la mirada del migrante como horizonte develador de la realidad latinoamericana (una realidad que, recordemos, es heterogénea, en la que coexisten y luchan diversas formulaciones de la identidad y de la memoria). desde una perspectiva ecléctica que intenta conciliar el análisis marxista con los estudios culturales y tomar en cuenta aspectos como la globalización, la migración y la alienación: Por este camino se arriba a la consideración del inmigrante de origen latinoamericano, radicado en los Estados Unidos, como uno de los referentes más firmes del “subalterno”, y a la del académico norteamericano como el prototipo del primero; algo que, sin duda, guarda una relación íntima con el hecho de que quienes teorizan en esta línea son, mayoritariamente, intelectuales oriundos de América Latina pero radicados en el primer mundo. ...¿Qué significa esta presunción de que el intelectual puede confundirse con los subalternos, formar parte de ellos, hablar desde ellos? Con [Friedrick] Jameson creemos que se trata de una ilusión que permite calmar la mala conciencia producida ante la evidencia de que existe una distancia infranqueable entre el acto de conocer y el objeto de conocimiento (28). Esta cita se le aplica a Epeln en el párrafo revelador en que Guille condensa su desazón: Con un poco de audacia, Lupita y yo podíamos haber escapado a otro país, a Europa o a Canadá, donde fuese posible reinventarse, ponernos a salvo del cataclismo y la locura que venía y de pasada poner a salvo a mi madre [82]. Un escape del lugar infernal en que se ha convertido el paraíso clasemediero, de parte de estos Adán y Eva salvadoreños; una pareja y un escape frustrados, un linaje imposible. “Topos”. Un modo de terminar de explorar el locus enuntiationis es por medio de la figura del itinerante maldito, el primer nómada y el primer alienado del que se tiene cuenta: de Caín, a cuyos descendientes se atribuye la invención de la música y la poesía, pero también de las armas y las ciudades (29). Para seguirle, es de nuevo un poeta salvadoreño autoexiliado, Gabriel Otero, el que nos lo permite con “Sueños de Caín frente al espejo”: Caín durmió después del asesinato se soñó habitante de tierras extrañas se vio labrando desiertos pletóricos de cadáveres se imaginó fundando ciudades con infiernos de plomo y cielos de hielo se sintió entraña del becerro de oro luego despertó y su culpa le hizo reptar eternamente hacia el destierro. En este valle construimos la ciudad creamos símbolos dioses imaginarios y uniones perecederas para elegir la muerte coronamos con laureles a los herejes nos creímos redimidos por el aire respirado y entonces irrigamos la tierra con la sangre del hermano (30). Obras citadas • BOSCH, Velia. Esta pobre lengua viva. Relectura de la obra de Teresa de la Parra: a medio siglo de Memorias de Mamá Blanca. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1979. • CORTEZ, Beatriz. “La estética pasional en la poesía de Roque Dalton, Róger Lindo y Miguel Huezo Mixco”, Cultura 87-88 (mayo-diciembre 2002): 169-189. • ESCUDOS, Jacinta. Jacintario, blog. http://filmica.com/jacintaescudos. • FERNÁNDEZ ECHEVARRÍA, Roberto. “Cervantes and the Modern Latin American Narrative”, Ciberletras 01, agosto 1999. http://www.lehman.cuny.edu/ciberletras/v1n1/crit_07.htm. • FERNÁNDEZ NADAL, Estela. “Los estudios poscoloniales y la agenda de la filosofía latinoamericana actual”, Herramienta, revista de debate y crítica marxista. http://www.herramienta.com.ar. • LINDO, Róger. El perro en la niebla. Bilbao: Verbigracia, 2006. • LLEBOT, Amaya. Ifigenia. Caso único en la literatura nacional. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1974. • MIGNOLO, Walter. — (1996 a), “Los Estudios Subalternos ¿son posmodernos o poscoloniales?: la política y las sensibilidades de las ubicaciones geoculturales”, Casa de las Américas, 204. — (1996 b), “Posoccidentalismo: las epistemologías fronterizas y el dilema de los Estudios (latinoamericanos) de Áreas”, Revista Iberoamericana, 176 & 177. • PRINCE, Gerald. “The Disnarrated”, Style (Narrative Theory & Criticism), 22.1 (1988): 1-8. • SÁEZ, María Eugenia. “El Quijote de Indias”. En: Q. En un lugar de las letras. Homenaje a los 400 años del Quijote. Libro digital. Editorial Letralia (mayo 2005). http://letralia.com/ed_let/quijote/13.html. • VILLANUEVA, Darío, ed. Asedios a la novela lírica. Madrid: Taurus, 1983. • WEIGER, John G. In the Margins of Cervantes. Hannover, NH: UP of New England, 1988. Notas 1. En el caso de muchos intelectuales latinoamericanos de la diáspora que emigraron a Estados Unidos o a Europa, puede decirse que el locus o “lugar” mental/afectivo de la enunciación se ha trasladado del Primer Mundo a uno propio pero sumamente difuso, que ni es latinoamericano ni primermundista tampoco. Se debaten éste y otros conceptos en “The Concept of Colonial and Postcolonial Discourse. A Perspective from Literary Criticism”, de la revista Latin American Research Review 28.3 (1993). Se trata de los comentarios de tres profesores —Hernán Vidal, Rolena Adorno, Walter Mignolo— en torno a un ensayo de la profesora Patricia Seed sobre el “discurso post-colonial”. Prefiero referir a los lectores, en mi bibliografía, a trabajos más recientes de Mignolo pertinentes al tema que nos ocupa. 2. Lo “desnarrado”, término de Gerald Prince, se refiere a cosas que el texto indica que no ocurrieron y que, por tanto, no pertenecen al nivel mimético de los hechos narrados. Un buen ejemplo de Epeln es el lamento de Guille al contemplar su futuro frustrado, cuando se le va a otro país la que hubiera sido madre de sus hijos, Lupita, la novia blanca de clase media acomodada —a la que más de una vez él relaciona con su propia madre (82, 92). 3. Muy valioso en tanto a que la generación de salvadoreños nacidos en la postguerra no reconoce el país descrito por la diáspora, particularmente los que crecieron en Los Angeles, ciudad que alberga más salvadoreños que San Salvador. Este tema es atendido por Lindo en su —aún no publicada— poética novela Entre el cielo y la tierra, que marcará un hito con su voz de narrador masculino que, atento a la voz femenina, no habla por ellas. 4. La cita aparece en Tapalcojote, el blog de María Tenorio y Miguel Huezo Mixco. 5. El cómic Superman, creado en 1932 por Jerry Siegel y Joe Schuster, es el más conocido referente de un planeta que estalla. De ambos procede también Batman, el otro súper cómic de ciudad. 6. Hay numerosas menciones del tema racial, a lo largo de la obra, y son muestra de los valores de la clase media de El Salvador (y de Hispanoamérica): horror ante la fealdad racial y el ennegrecimiento; pleitesía ante los rubios, etc. El narrador de Epeln se sitúa en un punto medio del ajedrezado racial: Guille entre blancos y morenos; sin embargo, es curioso que el protagonista mate de un tiro a un motociclista “blanquito” (108), ya que su primera aparición en la novela es cuando pasa frente al club de motociclistas. 7. “Hubo tantos cadáveres decapitados en esa época, que con ellos se hubiera podido fundar una ciudad” (148). 8. Los policías son objeto especial de desprecio a lo largo de toda la obra. 9. Una docena de cómicos ejemplos de las sentencias juveniles del narrador en la obra: “fundar un parque nacional” (51, 163); hablar de “proyectos fantásticos” como el Ministerio del Talento para el que va a reclutar muchachas (6); crear una “nueva raza” (62, 153); y enseñar a la clase obrera a bailar el vals (75), y a prescindir de la manteca y de comidas burdas, y sustituirlas por “algo decente” como el prosciutto (98) o la tortilla española (41). 10. Epeln menciona varias veces a la Revolución Mexicana para aludir a la anacrónica posición de los grupos revolucionarios salvadoreños (películas viejas, el programa radial “Corridos que dan cólera”), etc. Apenas se hace mención, de pasada, de la Revolución Cubana, y no se hace ninguna directamente del Che ni de Monseñor Romero; pienso que ello responde a un diseño de Lindo de apartar su novela del referente claro a la historia. 11. “La era de las grandes batallas había llegado a su fin y en la actualidad todo se reducía a acciones mínimas de mantenimiento, esto mientras se negociaba un acuerdo” (178), es otra de las frases del final de Epeln con breves y lúcidas referencias al proceso histórico. 12. El esfuerzo de crear una biblioteca virtual, de parte de la Universidad Nacional de El Salvador es digno de notar, como hizo la revista digital Letralia: “La Biblioteca de la Universidad de El Salvador ha resistido adversidades extremas, tales como terremotos —que inclusive han derrumbado por completo sus edificaciones— e intervenciones armadas a la universidad” (http://www.letralia.com/107/litin.htm). Mas, triste realidad, no incluye entre sus textos digitales a salvadoreños de hoy que son publicados y traducidos y premiados por doquier, como los aquí mencionados: http://virtual.ues.edu.sv/bvues. Es de esperar el aporte de Istmo, revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos, patrocinada por varias instituciones centroamericanas y universidades norteamericanas. Al menos eso promete la introducción hecha por Valeria Grinberg Pla y Ricardo Roque Valdovinos: “Las escrituras del yo. La construcción de la subjetividad en las literaturas centroamericanas”: http://collaborations.denison.edu/istmo/articulos/intro.html, pero desalienta, una vez más, el que no mencionen a ningún escritor salvadoreño actual. La Guerra Sucia habrá terminado oficialmente, pero no contra los escritores salvadoreños, los cuales habrán de seguir exiliándose, albergándose o acomodándose dónde y cómo puedan. Y harán muy bien si con ello nos siguen brindando esta calidad de obras. 13. ¡Un bar abierto en la mañana en L.A. y “temprano” y “atestado de japoneses”!: humor. 14. “La guerra de guerrillas es una larga cadena de acciones de poca monta” (157), p.e.: [En el intento de secuestrar a un rico para pedir rescate, lo matan pues éste los recibe pistola en mano.] “Mi tiro, reconozco, fue el que le traspasó el cuello, aunque mi intención era acertar en su arma como en las películas del Oeste... Nubio tuvo la suficiente presencia de ánimo como para quitarle el arma, bastante bonita por cierto” (154). 15. La intertextualidad hace clímax en este párrafo que resuena a títulos unamunianos, a sus frases famosas y, más sutilmente, a sus técnicas. La antecitada parrafada es típica del quijotesco Augusto, protagonista de Niebla, obra de la que es deudora Epeln en más de un sentido (Augusto es dueño de un perro parlante, el cual tiene la última palabra). El tono de altisonancia del narrador, cuyo desapego de la realidad anuncia que le espera un fin humillante, es técnica unamuniana que pasó a la literatura latinoamericana de la mano maestra de Teresa de la Parra en Ifigenia (1924), una obra que Unamuno admiró (sobre Parra, ver estudios de las venezolanas Velia Bosch y Amaya Llebot). Se detectan en Lindo las influencias de varios otros autores, tanto las obvias en base a frases reconocibles, como las profundas a nivel de contenido temático. Un buen ejemplo de ambas es el eco del Elogio de la locura de Erasmo en: “el gentío que se agolpaba a esa hora en espera de una máquina conducida por algún Caronte que debía acarrear a todos esos esclavos a una oficina, un banco, un oficio que era todo estulticia” (Epeln 25; mi énfasis), y el eco escogido es el adecuado ya que la locura es el tema más quijotesco del Quijote. La deuda intertextual de Lindo, diestramente implementada, no es sólo con autores europeos sino con clásicos latinoamericanos como José Eustasio Rivera de La Vorágine: “Para mí en cambio era muy tarde: estaba metido en un vórtice...” (164), cuyo Arturo Cova es el demiurgo latinoamericano por antonomasia, el nuevo Bolívar: [formaba] “parte de un grupo empeñado en fundar una nación a partir de la nada... [de] una tribu nueva en un siglo viejo...” (162). Y es, también por antonomasia, el latinoamericano pensante, el hondamente desengañado: “Vivimos la ilusión de ser el centro de algo planetario, incluso motivo de inspiración para el resto de la especie humana” (165). 16. Don Quijote/narrador es tema de John G. Weiger en su libro sobre los “márgenes” de la escritura cervantina, del cual traduzco el siguiente aserto: “No es Don Quijote personaje al que debemos analizar sino al Don Quijote narrador de la ficción de Cervantes” (“It is not Don Quixote the character that we should analyze but Don Quixote the narrator of Cervantes’s fiction that we ought to attend”; In the Margins of Cervantes, 146). El tema ha atraído también a otros cervantistas como Alan S. Trueblood y Elias Rivers, ambos ex presidentes de la Asociación Internacional de Hispanistas. Le dediqué atención al tema en “Don Quijote de Indias”, mi contribución a Q. En un lugar de las letras (http://www.letralia.com/ed_let/quijote), libro digital de Editorial Letralia. 17. Guille evoca a la mitología salvadoreña en los “cadejos”, perros fantasmagóricos y temibles que, sin embargo, ayudan a los pobres: “Buenos días, señor, respondí con una sonrisa de cadejo bueno” (39). Para el tema perruno y su impacto en la literatura de El Salvador, en su variante de la postguerra, refiero al lector al poema “Al perro me lo imagino” del incomparable Miguel Huezo Mixco, de su homónimo blog: http://alperromeloimagino.blogspot.com. 18. Investigando sobre los nexos americanos de Cervantes, el historiador salvadoreño Pedro Escalante Arce, Premio Nacional de Cultura 2004, se enfocó en Juan de Mestanza Ribera, sevillano que pasó al Perú y luego a Panamá, México y Guatemala, en la que en 1583 llegó a ser alcalde de Sonsonate, lugar que hoy es parte de El Salvador. Lo reseña Adda Montalvo de El Diario de Hoy, de El Salvador (perdí la referencia, lamentablemente). 19. Roberto González Echevarría ha estudiado la influencia de Cervantes sobre la narrativa latinoamericana moderna, para el caso de Alejo Carpentier en especial. 20. De espaldas a Pigmalión y Bernard Shaw, Guille se cree un hombre progresista. 21. Prácticamente nunca se deja hablar con sus propias palabras a Ana Gladys (musa al corte quijotesco, al fin y al cabo), personaje malicioso y de ribetes interesantes. La madre de Guille es el solo personaje femenino al que no se le retira la palabra. 22. Casi la mitad de los capítulos finalizan con una mención del hundirse en las aguas del sueño, la muerte, la inconsciencia o el olvido —o, alternativamente, de la mujer: cap. 1: “...después de oír juntos [mi madre y yo] el último noticiero nocturno por la radio, cada quien se hundió en su sarcófago de sueños” (4); cap. 2: “...me hundí en una tiniebla que era todo acción. No fue hasta entonces, no se me escapa, que mi madre logró conciliar el sueño” (12); cap. 4: “...me hundí en la oscura tierra común” (37); cap. 11: “Vi nítidamente a mi madre y a Ana Gladys, hundidas hasta la cintura en el agua: y una sombra que se acercaba lentamente, trazando un signo en las aguas” (93); cap. 12: “Me hundí en el fondo de una barcaza negra, silenciosa, conducida por una figura oscura, que me trasladó a una orilla brumosa” (101); cap. 14: [Ana Gladys y yo estábamos en la cama.] “Reiniciamos nuestros juegos. Al final, rendidos, caímos cada cual en una poza distinta, y pudimos por fin soñar”; cap. 19: “En tales ocasiones, erecto en medio de una barcaza negra, navegaba el río de los sueños” (164); cap. 22: “...alquilé una habitación [en] una vivienda a la sombra de enormes sombras de maple, sombras amigas. Continué enviando dinero a mi madre...” [incluidos los puntos suspensivos, esta frase, citada así completa, es la final de Epeln]. 23. Unamuno es bien conocido como cervantista por su Vida de Don Quijote y Sancho; Freud lo es menos, pero el hecho es que aprendió español leyendo El coloquio de los perros, con un amigo de la adolescencia que le servía de canino alter-ego (Elías Rivers tiene un trabajo al respecto, en la revista Cervantes). 24. Ricardo Gullón y Darío Villanueva estudiaron este subgénero surgido al acabar la Primera Guerra Mundial y terminado al inicio de la Segunda. Del editor Villanueva, Asedios a la novela lírica, publicado por la colección Biblioteca Universitaria de la prestigiosa editorial Taurus, recomiendo su propio ensayo “La novela lírica”. Epeln representa, si no yerro, una variante bien curiosa por cierto ya que para amortiguar su lirismo despliega un obvio interés en la acción y luego deshace a ésta en ironía. Si la “acción” existió en la mente del joven Guille, primordialmente, lo que queda en pie de Epeln es el fuerte lirismo. 25. Entre los escritores salvadoreños destaca Argueta, director de la Biblioteca Nacional de El Salvador, con Caperucita en la zona roja y Un día en la vida, que se situó quinta entre “las cien novelas en español más reconocidas durante el XX” (La Opinión de Los Angeles, 29/12/99); entre los más jóvenes el poeta Gabriel Otero, descendiente literario de Dalton. Encomiable es la labor pionera de José Alberto Cea de recopilar y documentar la narrativa centroamericana de postguerra, pero sigue urgiendo un estudio profundo y global sobre el tema. Quizá acometa esta tarea el escritor y periodista salvadoreño David Hernández (Putileón), asentado en Alemania y doctorado por la Universidad de Hannover. Más probable es que ya esté siendo acometida por los jesuitas que han dado a El Salvador no sólo una destacada universidad sino hasta sus propias vidas. De la narrativa de la diáspora, un aspecto que debería ser estudiado es justo el de su centroamericanidad, pues un número significativo de estos escritores pertenecen a más de un país centroamericano, ya sea por etnia o por residencia: los salvadoreños Castellanos Moya y Lindo son, respectivamente, de padre hondureño y nicaragüense; la nicaragüense Alegría residió por un tiempo en El Salvador. Otro aspecto a notar es que Nicaragua y El Salvador son los dos países representativos de la diáspora de narradores centroamericanos. 26. Podría ponerse a prueba la propuesta de Mignolo: la crítica post-occidental, “cuyo lugar natural es América Latina y cuyos antecedentes se remontan a las primeras décadas del siglo XX” (1996 a, págs. 33-40; 1996 b, págs. 679-686). Distando de tener su sapiencia, para permitirme una duda sobre la segunda parte del aserto, me basta con leer a un español afincado en Indias, el P. Bernardino de Sahagún: “...para conoçer el quillate desta gente mexicana el qual aun no se a conoçido: [pues] con [la conquista de] los españoles: fueron tan atropellados, y destruydos, ellos y todas sus cosas: que njnguna apparentia les quedo, de lo que eran antes. Ansi estan tenidos por barbaros, y por gente de baxissimo quilate: como segun verdad, en las cosas de politia, echan el pie delante, a muchas otras naciones: que tienen gran presuntion, de políticos”. En el colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, famoso por sus traducciones, Sahagún generó, con la ayuda de sus alumnos, hijos de los señores locales, la Historia general de las cosas de la Nueva España, escrita primero en náhuatl y luego traducida al español. Lo dejo ahí, por no apartarme de mi tema en pos, p.e., del Inca (quien tampoco es el primero en incluir tradiciones orales en sus escritos ya que Oviedo mencionaba los areitos caribeños como fuente de la sabiduría que se pasaban los indios de una generación a otra). Aquí me limito a sugerir que los investigadores y críticos no deben, en el esfuerzo por hallarle “teoría” a la literatura en español, olvidarse de los propios críticos hispanos de los ss. XVI y XVII. 27. Remito al blog Jacintario (http://filmica.com/jacintaescudos), de la poeta salvadoreña Jacinta Escudos, la cual ilumina con sus determinadas opiniones la oscuridad en que ha venido envuelta la literatura salvadoreña. Ésta ni siguiera figura entre los cientos de entradas de la revista digital Espéculo (http://www.ucm.es/info/especulo), de la Universidad Complutense de Madrid, pese a que el premiado Castellanos Moya fue publicado por la editorial barcelonesa Tusquets, y Lindo por la vasca Verbigracia. Singular caso el de esta ausencia y se explica en parte porque carecen los críticos de instrumentos para analizar la singular literatura salvadoreña, ya que han de ser los propios salvadoreños quienes se los suministren. 28. Por lo tanto no se soluciona el impasse que crean sus propias preguntas, si bien éstas añaden complejidad exquisita y sofisticación gauche al tema. Sin desestimar su notable esfuerzo de discernimiento ni descartar los aportes de su enfoque, hace falta otro más maleable a la idiosincrática experiencia de los narradores de la diáspora salvadoreña. 29. Génesis 4: 17-22. 30. Publicado en el 2006 en el Portal de Poesía, España; reproducido en Letralia 62 (2007): http://www.letralia.com/162/letras11.htm. ** María Eugenia Sáez mayerfmt@aol.com Escritora y editora venezolana (Maracaibo, 1955). Reside en Alhambra (Los Angeles, EUA), donde edita el quincenario Avance. Es historiadora por la Universidad Central de Venezuela y doctora en literatura de los Siglos de Oro por la University of Southern California (Los Angeles). Ha sido profesora universitaria en la UCV y en California. Tiene inédito su libro Don Quijote de Indias, así como diversos relatos de ficción y poemas. === El dilema de la apropiación sintética del “yo” indígena: ============== === Oscilando entre la identidad interna y externa en Huasipungo ========== === Rodrigo Toromoreno ==================================================== La identidad construida sufre el estigma de ser una fabricación maligna que destruye la individualidad. Corre el riesgo de suponer que por medio de la apropiación se pierde la identidad. Una lectura superficial de Huasipungo conduciría a tomar semejante posición. Sin embargo, Jorge Icaza no condena la “identidad adquirida” y lo integra en su novela como la manera primordial en que los personajes indígenas llegan a un entendimiento de lo que significa “ser”. A través del contacto con las influencias externas, personificadas en el poder soberano del patrón, ellos son amaestrados acerca de su posición social y sus obligaciones como runas. Analizando la esencia de esta identidad delineada por un poder soberano, emerge el problema de que a la raíz de esta identificación se encuentra una fabricación del hombre cuyo propósito es ser herramienta del dominio: la culpabilidad. Se complica la situación cuando los personajes indígenas, erróneamente interpretando sus existencias como “culpas”, aplican este concepto a sus vidas cotidianas y orientan todas sus acciones hacia una prevención de futuros males. Como el concepto anormal del “yo” indígena es interno y los personajes lo exteriorizan a través de sus acciones diarias, Icaza utiliza el estilo y la temática en Huasipungo para exponer los límites que esta dinámica problemática impone sobre el desarrollo del indio autónomo. Entre los personajes hay, como meta última dentro de la obra, un anhelo por llegar a una identidad definida a través de las propiedades físicas. Sin dar mucha importancia a los dueños legales del terreno, personajes como Andrés Chiliquinga labran tierras ajenas como si fueran de ellos. El mayordomo, Alfonso Pereira, explica este afecto a la tierra a su tío cuando el pariente quiere mandarle a Cuchitambo, “Los indios se aferran con amor ciego y morboso a ese pedazo de tierra que se les presta por el trabajo que dan a la hacienda. Es más: en medio de su ignorancia lo creen de su propiedad. Usted sabe. Allí levantan la choza, hacen sus pequeños cultivos, crían a sus animales” (66). Se refiere el latifundista a los “huasipungos”, que en castellano equivalen a un lote de tierra asentido por el propietario, donde el hecho de mantenerlos es suficiente para agradar a los indígenas. Desde este punto, estos personajes tienen un conocimiento empírico de la propiedad: ven que ellos solos cuidan del campo diariamente, entonces les pertenece en este sentido. Sin embargo, los indígenas están conscientes de sus posiciones en la estructura social y aquella perspectiva práctica se duplica como un deseo de tener algo propio. Precisamente esta aspiración es la esencia de la identidad, una esencia donde se puede concretamente exhibir la individualidad con algo palpable que uno puede titular su “casa”. Igualmente, el deseo de afirmar una existencia social con las posesiones está también presente en la vida del cholo. Juana, la esposa mestiza del teniente político llamado Policarpio, permite que Alfonso la viole a cambio de falsas promesas de bienes materiales: “¿Cuántas veces no se prometió exigir? Exigir por su cuerpo algo de lo mucho que deseó desde niña. Exigir al único hombre que podía darle: lo que le faltaba para sus hijos, para su casa, para cubrirse como una señora de la ciudad, para comer... Él nunca lo cumplió... ¡Nunca! No obstante, le hizo soñar” (133). Aquí, y en el resto de este mundo diegético, el sacrificio del cuerpo individual es insignificante en comparación al simple “sueño” de una realidad estable. Mientras el sueño mencionado sirve como una meta motivadora para los indígenas de la novela, el constante exilio crea una realidad turbulenta donde la noción de lo “propio” se tergiversa. Crear un alejamiento espacial de la casa igualmente crea un efecto profundo en la vida del runa huasipunguero. Para concretizar esta posición, cuando Andrés es elegido entre los campesinos que requieren abandonar sus tierras e ir a la selva de Rinconada, se arriesga a ser castigado por regresar sigilosamente a su aposento cada noche, como lo declara Policarpio, “Y como el rosca [indio] aceptó de mala gana [el trabajo], dicen que se viene toditicas las noches a dormir un rato por lo menos con la longa carishina [mujer de poco valor]” (100). Interpretando las escapatorias nocturnas como una añoranza por la identidad que ofrece la casa propia, se introduce el conflicto del exilio que deteriora el “yo”. Sophia A. McClennen, en su capítulo titulado There is no place like home: The tension between utopia and dystopia, seriamente analiza la implicación que tiene el desarraigo sobre el individuo: ...this same dystopic nation has expelled the exile and has condemned him or her to exist in heterotopia, a place for those who do not conform to the system. Indeed, often in the case of exile literature, heterotopias are described as utopic borderlands occupied by social outcasts (191). Aunque la crítica llega a esta deducción exclusivamente estudiando las obras de escritores españoles, como Juan Goytisolo, que se someten voluntariamente bajo dichas circunstancias, hasta cierto punto se asemeja a la problemática de la novela: el español abandona su país por desacuerdos con la gobernación y el campesino deja el huasipungo para poder mantener a su familia. En ambos contextos existe un deseo de pertenecer a esta “casa” aunque sea ajena por la corrupción política o literalmente improcedente. Más, resultan teniendo que aceptar aquella heterotopia de McClenan. Por lo tanto, el sentido del lote invaluable de los indígenas genera una ambivalencia porque el exilo los distancia de algo que nunca les correspondió, privándoles de cualquier asociación física que les pueda dar una identidad. Usando como ejemplo al mestizo del epíteto “Tuerto” Rodríguez, es evidente que los términos sociales, al igual que el destierro físico, también experimentan una forma de oscilación. Para poder explotar la madera de la selva vecina, Policarpio sugiere que Alfonso emplee a Rodríguez para la posición de capataz, “El Gabriel Rodríguez es bueno para estas cosas. Desmontes, leña, corte, hornos de carbón”. No obstante, la subida de puesto del cholo es un cambio drástico comparado a la labor que suele hacer e Icaza lo destaca con el uso de una descripción grotesca, “...chagra picado de viruela, cara de gruesas y prietas facciones, mirar desafiante con su único ojo, que se abría y se clavaba destilando cinismo alelado y retador al responder o al interrogar a las gentes humildes” (97). En tal narración, las apariencias desagradables metafóricamente equivalen a la anomalía de una posición fingida, donde Rodríguez adiestra a gente étnicamente semejante a él. Apropiadamente, la situación del “tuerto” ilustra, a nivel simbólico, un alejamiento de la identidad real para adoptar una identidad ficticia. Establecida la carencia de un “ser” en términos físicos, Icaza no ignora como el “yo” interno del indígena se redefine con el “yo” sintético de la culpa. Para proseguir, es necesario primero establecer la composición de la “culpa” como Rogelio Miranda de Almeida lo entiende en la filosofía Nietzscheana: “ ...the concept of guilt (Schuld) derives from an exceedingly material concept of debts (Schulden), and punishment, insofar as retaliation is developed entirely aside from the context of hypotheses about the freedom or non-freedom of the will” (141). El filósofo nihilista, de acuerdo a Miranda, propone que la culpa es fundamentalmente una fabricación para inculcar un sentimiento apologético en el ser humano. Lo que uno erróneamente entiende como un sentimiento natural es nada más que un artificio para recobrar el mal que el prójimo causa. Clarificando esto, la fragilidad de la culpa empieza a manifestarse en la paradoja que Miranda clasifica como “the all too human truth” donde el ver sufrir a otros es la única recompensa que produce la culpa: es un círculo regresivo impediente del progreso (142). En cuanto a la novela, el menosprecio, del cual son objeto los indígenas, opera en función de la idea de la culpa como algo que ellos han ocasionado por intentar exceder su posición de seres despreciables; condición de la cual se exentan los administradores blancos. Antes de violar a la mujer de Andrés, Alfonso medita sobre las razones por las cuales él no debe sentir apocamiento, “ ‘¿Y si se descubre? ¡Qué vergüenza! ¿Vergüenza?’... ¿acaso no estaba acostumbrado desde muchacho a comprobar que todas las indias servicias de las haciendas eran atropelladas, violadas y desfloradas así no más por los patrones? Él era un patrón grande, su mercé. Era dueño de todo; de la india también” (Icaza 118). En contraste, los indios están, como el sacerdote lo piensa entre sí, listos para la venta sólo cuando él les ha sosegado con las “amenazas” dogmáticas de la culpa (87). Entonces, lo que es instituido como el atributo primordial del indígena es la culpa que, por operar primariamente en el espacio interno, forja una especie de represión para estos personajes. Tal concepto se destaca en la novela con la experimentación estilística que Icaza ejecuta entre el ámbito intrínseco y extrínseco. El vínculo que permite el acceso entre el lector y los pensamientos campesinos viene a través de la voz interna. Tocante a esto, uno de los síntomas que produce la culpa en el espacio interno es la furia, exhibido en la reflexión de Andrés cuando, en uno de sus escapes nocturnos, no encuentra a su pareja en casa, “ ‘¡Longa carishina! ¡Carajuuu! ¡Toma, runa puercu, runa bandiduuu!...’, se repitió una y otra vez el runa. Y saltaban las astillas como moscas blancas, como moscas prietas, y el corazón de la madera resistía a la cólera sin lograr aplacarla” (106). Como el indígena no puede explícitamente revelar su ira por ser, de acuerdo a los amos, un simple trabajador inanimado, la única opción es incorporarla disimuladamente en el trabajo cotidiano. Igualmente, este impedimento emocional afecta al ámbito interno en forma de pensamientos inconclusos. Sucede esto cuando el capataz ordena que Andrés rescate a un trabajador inmovilizado en el fango y el indígena comenta fragmentariamente en su cabeza la imposibilidad de la proeza porque sabe que no es digno de reprochar aun subconscientemente (169). Por lo tanto, sólo el autor puede comunicar las emociones latentes del confín mental. En respuesta a esto, los críticos del movimiento “indigenista” han notado el dilema que crea un escritor blanco al intentar detallar el psique indígena. Elena Aibar Ray deduce que el autor de la literatura “indigenista combatiente”, dentro del cual típicamente se ubica a Icaza, tiene la tendencia de romantizar al campesino por medio de la exageración, “El intento del escritor era provocar la conmiseración del lector presentándole un cuadro de miserias que corregir... En resumen, aunque el indigenismo combativo tenía un propósito redentor, presentó un retrato exageradamente naturalista, no fidedigno y poco atrayente del indio” (21). La conclusión de Ray se basa en la verdad, dado que muchas obras indigenistas son víctimas de la convención mencionada. No obstante, sería conveniente decir lo mismo de Huasipungo, pero su autor se aproxima más al estilo “reportage” de Lukács que a la definición previa. El teórico húngaro, escribiendo acerca del realismo, nota el fetichismo burgués de “exotizar” al trabajador en la literatura cuando el autor narra los pensamientos del individuo y, para contrarrestar esto, ofrece la siguiente sugerencia: “Portrayal of the overall process is the precondition for a correct construction. Why is this? Because only portrayal of the overall process can dissolve the fetishism of the economic and social forms of capitalist society, so that these appear as what they actually are, i.e. (class) relations between people” (Lukács 53). Volviendo al ejemplo anterior acerca de la furia recóndita en la novela, Icaza balancea la cotidianidad con la angustia reprimida para incorporar la idea del “overall process”, dedicando el mismo énfasis al microcosmos introverso del indígena maltratado como a su realidad extraversa. Por tener la culpa como la esencia central de la identidad y entender el ámbito interno como un espacio ajeno subyugado con límites de expresión, los personajes indígenas recurren a la autodefinición exteriorizando acciones que no nacen de la voluntad individual, sino de una respuesta a la culpa. En su ensayo notorio titulado Traveling Theory, Edward Said hace un análisis profundo acerca de la metamorfosis de teorías cuando se transfieren de un contexto geopolítico a otro: I am arguing, however, that we distinguish theory from critical consciousness by saying that the alter is a sort of spatial sense, a sort of measuring faculty for locating or situating theory, and this means that theory has to be grasped in the place and the time out of which it emerges as a part of that time, working in and for it, responding to it; then, consequently, that first place can be measured against subsequent places where the theory turns up for use (241-2). Esencialmente, las ideas abstractas pertenecen a un espacio actual cuando interactúan con el mundo en forma de critical consciousness. En otras palabras, alejándose, como Said continúa, “just beyond the interpretive area” permite que uno se apropie de las teorías y las modifique de acuerdo a su realidad. Icaza hace lo mismo dentro de Huasipungo, excepto que el movimiento no es entre un lugar geográfico, sino corresponde a la exteriorización de lo interno. Los campesinos pagan constantes indulgencias al sacerdote para prevenir el castigo de Dios por ser seres naturalmente culpables (222). Como los indígenas tienen a la culpa como la definición de sus existencias, actúan de una manera deseosa de evitar el acrecentamiento de su culpabilidad. Mientras más se dedican a “prevenir” la culpa, más se distancian del “ser sintético” que les ha sido impuesto, generando en su lugar una nueva identidad: el “ser reparativo”. En resumen, el apartamiento del núcleo fabricado, que define al indígena, permite derivar un nuevo ente exteriorizando el que es impuesto. Por último, la tragedia de la novela se origina precisamente de esta nueva dinámica entre el centro de la identidad culpable y la apropiación de su derivado “yo” en las acciones del indígena. La palabra “centro” es clave para la explicación del tono fatalista de la novela porque implica una esencia organizada, una propiedad fácilmente controlada por los poderes soberanos. En realidad, este centro oscila frenéticamente por ser, como se ha explicado con la posición de Almeida, algo inestable y eternalmente regresivo. Cuando Goodkin explora el dilema de la “mitad virtuosa” aristotélica, se aproxima al esquema del centro variable en Huasipungo: “Virtue is not a synchronic, purely conceptual, mathematical midpoint equally dividing excess and deficiency. Rather, it is a mobile, adjustable point whose extremes are merely the limits of its range of movements...We might go a long way toward defining the limitations of the middle-as-virtue if we begin to think of this ethical system as having two axes: Virtue is a zero – neither deficiency or excess – on the scale of quantity, but a plus – the very sign of moral value – on the scale of quality...” (26-8). En la misma página, Goodkin revela que la “cantidad” es infinita porque sufre constante redefinición, mientras el aspecto “cualitativo” tiene un terminus donde la virtud es un extremo o una meta intemporal para el ser humano (28). Este diseño de ejes duplícitos ayuda a entender cómo el “centro” de Icaza, equivalente a la “línea de cantidad”, fluctúa con la presencia infinita de la culpa en la vida cotidiana del campesino. Más, en medio de este continuum y complicando la dinámica, se encuentran las acciones de los indígenas que son dirigidas con el telos claro de reparar aquella “culpa” infinita. El resultado es una exteriorización de un ente que no sustenta contrarios, un ente problemático desde su origen. Entendiendo esto, la derrota sangrienta del levantamiento indígena en las últimas diez páginas (Icaza 240-50) adquiere un nuevo sentido: la falla no fue en el hecho de “exteriorizar” sus emociones para engendrar un nuevo “yo”, sino que el centro, al cual sus obras respondían, era nebuloso. Reduciéndolo a un nivel básico, el sentido trágico de la obra brota de un suceso de eventos cuya base es falible. En conclusión, la dicotomía tumultuosa en Huasipungo, entre dichos ámbitos opuestos, dificulta que los personajes indígenas establezcan una identidad concreta por la constante ambivalencia de aquella relación. Igual a la índole compleja de la interioridad y exterioridad del indígena, Icaza no pretende ofrecer una solución simple al dilema delineado. En su lugar, rompe con el absolutismo de la “identidad como originalidad” para mostrar el proceso de apropiación, a través del cual también se puede llegar a la autonomía. Esta técnica y complejidad temática de Icaza sólo se ha apreciado a un nivel lamentablemente frívolo, con críticos, como Catherine Saintoul, cándidamente elogiando el uso que hace el autor del castellano y el quechua (82). No obstante esta anemia académica y considerando la hermenéutica propuesta, la obra de Icaza añade un nuevo entendimiento al tema de la identidad indígena donde, en medio de la artificialidad, aún existe un “yo” para el indio; es decir, al final ellos pueden justamente clamar “¡Ñucanchic [nuestro] huasipungo!” (250). Bibliografía anotada • GOODKIN, Richard E. “The virtuous Middle and the Excluded Middle”. The Tragic Middle: Racine, Aristotle, Euripides. Wisconsin: University of Wisconsin Press, 1991. 25-45. Este ensayo explica el dilema de pensar acerca de la virtud como algo horizontal. Goodkin introduce una alternativa con nuevos ejes para entender la virtud aristotélica en relación a la temporalidad versus la eternidad. • ICAZA, Jorge. Huasipungo. Ed. Teodosio Fernandez. España: Catedra, 1994. Este es el texto acerca de la vida indígena en el altiplano de Ecuador. Demuestra el tratamiento inhumano del indígena por el terrateniente durante la explotación de madera. Al mismo tiempo, el texto forma parte del movimiento conocido como la literatura indigenista. • LUKÁCS, Georg. “Reportage or Portrayal?”. Essays on Realism. Trans. David Fernbach. London: Lawrence and Wishart, 1980. 45-75. Lukács define los límites que surgen al usar un medio subjetivo como la literatura para “reflejar” situaciones sociales. Basándose en varias teorías de Engles, Lukács demuestra que el autor no puede “reportar” eventos porque carece de la perspectiva científica encontrada en el reportaje. Lo mejor que puede hacer es portray. • MCCLENNEN, Sophia A. “The Tension between Utopia and Dystopia”. The Dialectics of Exile: Nation, Time, Language, and Space in Hispanic Literatures. Indiana: Purdue University Press, 2004. 191-203. Estudiando escritores exiliados, McClennen analiza la esencia de lo que implica vivir en exilio. Se basa en escritores españoles para indicar el impacto que tiene el ostracismo sobre las obras e identidad de estos autores. • MIRANDA DE ALMEIDA, Rogério. “Guilt and Bad Conscience”. Nietzche and Paradox. Trans. Mark S. Roberts. Albany: State University of New York P, 2006. 141-146. La paradoja de la retribución y la culpabilidad se explora en este ensayo a través de las propuestas de Nietzsche, un pensador reconocido por interrogar las costumbres de la moralidad. Almeida detalla la paradoja que incita la culpa donde la retribución crea un círculo perjudicial para la identidad. • RAY, Elena A. “El indianismo y la novela indigenista”. Identidad y resistencia cultural en las obras de José María Arguedas. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1992. 19-24. El ensayo ofrece un detalle del movimiento indigenista y las tendencias que tiene de romantizar al indígena. Ray también sugiere la existencia del una ramificación de este movimiento llamado “el indigenismo combativo” en el cual los autores intentan elevar al indio a un nivel de “héroe” a través de la cotidianidad. • SAID, Edward W. “Traveling Theory”. The World, the Text, and the Critic. Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1983. 226-247. Said ofrece un acercamiento original a la temática de transference en relación a ideas académicas. Propone que al momento de pensar críticamente acerca de las ideas ajenas, los conceptos anteriores se redefinen para formar un nuevo ente. • SAINTOUL, Catherine. “La búsqueda de la identidad nacional”. Racismo, etnocentrismo y literatura: la novela indigenista andina. Argentina: Ediciones Del Sol, 1988. 81-84. Este ensayo ejemplifica la crítica somera típicamente hecha con respecto a Huasipungo. Dentro de este ensayo, la identidad es estudiada sólo en términos de las costumbres del indígena, como la gastronomía andina, y el “nacionalismo exagerado” de Icaza. ** Rodrigo Toromoreno r.toromoreno@utoronto.ca Investigador ecuatoriano (1987). Estudia literatura latinoamericana en la Universidad de Toronto (http://www.utoronto.ca; Canadá). Ha publicado artículos en la revista cultural A”n”E Vibe (http://www.anevibe.com). === Primer Congreso de Estudios sobre el Peronismo: la primera década ===== === La biblioteca “Honor”, un ejemplo de continuidad ====================== === en el cambio ideológico Carlos Fos =============================== Formo parte de un proyecto del rescate de la memoria de comunidades sumidas en la aculturación o de procesos históricos no funcionales a la historia “oficial”. Con acciones concretas y utilizando como herramientas la antropología cultural y la recolección científica del relato he desarrollado vías para la reconstrucción de fiestas de los pueblos zapotecas en Oaxaca, México, y para la restitución en el imaginario colectivo del discurso de los libertarios y su proyección en otras opciones políticas en Argentina. Mi tarea nunca la he planteado como la del buscador de objetos muertos o decorativos sino como el camino para que a través de esta memoria parcialmente restaurada renazca la voz y la producción cultural de los olvidados. Y siempre teniendo en cuenta que cada pieza oral redescubierta se convierta en pilar de construcción de originales y futuras producciones culturales. Es en este momento originario, cuando la oralidad se le presenta como solución y problema a la antropología, y no a la inversa; la antropología la que problematiza la oralidad. En una Europa sacudida por constantes descubrimientos científicos, descubrimientos (colonización) de los últimos rincones del planeta y enormes adelantos tecnológicos, los antropólogos del XIX viven en sus carnes la historia, están subidos en lo que perciben como dominio del hombre sobre el “mundo”. La historia como civilización, sin embargo, convive con unos márgenes que se hallarían ajenos a esta razón. Estas gentes, en el seno de los países occidentales estudiados por folcloristas, y más allá del “mundo conocido” por los antropólogos, inscriben sus vidas en los mecanismos que marca la tradición, la costumbre entendida como error. Asistimos, o al menos así lo hemos presentado nosotros, a una inversión de papeles en la concepción del tiempo: la tradición, en su concepción teológica eterna, ahora deviene efímera, y la razón humana, antes perecedera, ahora se convierte en fundamento, cimiento, de la historia de la humanidad. Desde estos presupuestos parten antropólogos y folcloristas en defensa y contra la desaparición de estas “formas”. Unos verán en su desaparición la llegada del progreso, y otros la pérdida de las raíces, de un orden natural romantizado como auténtico y propio. En esta segunda versión, la negación de la historia y esa búsqueda de la autenticidad, les acercan a una concepción teológica del tiempo. Tanto en un caso como en el otro, con lo que estos aventureros se encuentran es con relatos, leyendas, refranes, pautas de sociabilidad, etc. que tienen como código a la oralidad. Sin embargo, como puede desprenderse de lo dicho hasta el momento, estos conocimientos transmitidos por “tradición” oral son concebidos ya desde su nacimiento como tendentes a desaparecer. Incluso quienes, sobre todo desde posicionamientos nacionalistas —especialmente lingüistas—, defienden los particularismos frente a esta tendencia universalizadora de la razón, suelen entender estos conocimientos transmitidos por vía oral como degeneración, embrutecidos con respecto a un orden prístino idealizado en que esa tradición alcanzaba su estado y forma puros. Salvo tendencias muy aisladas, como el caso del folclore progresivo de la etnología soviética, y los tientos italianos en su “problema meridional”, metidos ya bien en el segundo cuarto del XX, no suele atenderse a las potencialidades creativas de la oralidad. Muchos románticos acuden al pueblo como inspiración, pero el “genio” suele haberse idealizado en esos componentes “atemporales” que sin saberlo transportan —las más de las veces— los campesinos. O se está en la historia, con la razón, o más allá de la historia, con una tradición cíclica en tanto regida por arquetipos. En todo caso, las diferencias se establecerían en que los antropólogos se acercaron mayoritariamente a esta oralidad como científicos —con toda la contundencia del término— mientras —y siento moverme tanto entre estereotipos— los folcloristas lo hicieron desde posicionamientos ideológicos. Nosotros nos centraremos en los antropólogos, que son de hecho, quienes han construido esta dicotomía ciencia/ideología (Prat 1985). Y es que si en las sociedades occidentales existían un tipo de fuentes oficiales que permitían establecer generalizaciones con criterios, sin embargo, nuestros antropólogos se las tienen que ver con gentes “sin historia”, con sociedades de las que no se dispone de documentos escritos. En este momento fundacional ya se estaba partiendo de un presupuesto que la antropología hegemónica aún mantiene, existir y estar registrado en el seno del orden de lo escrito son lo mismo. Un tipo de existencia legalista, normativa, y por ello, controladora, oficial con respecto a las necesidades del Estado, del poder. Las fuentes orales tratan de adecuarse al tipo de documentos oficiales con los que se trabajaba en Occidente, asemejándose en la medida de lo posible a las características científicas con las que la estadística construía la fiabilidad y representatividad de sus datos en Europa. Por tanto, desde buen inicio, lo oral tiene que ser traducido a lo institucional, a un lenguaje formal que registre nombres significativos y compartidos. Las formas habitan a sus hablantes, más que intentar ver la posibilidad de estos últimos para expresar su subjetividad mediante formas comunicables. Un “ser” que toma existencia con respecto a la sociedad o comunidad que inventa el antropólogo. Es así como una antropología al servicio de la ciencia y el poder desprovee a “esos diferentes” que estudia de la posibilidad de escapar a nuestros criterios de orden y de control, neutralizando su subjetividad en las formas normativas de la institución-concepto. Esta tendencia podemos afirmar que en mayor o menor medida ha estado implícita en la importancia que los antropólogos, a lo largo de la historia de la disciplina, le han dado al discurso y a las fuentes orales. En la exposición que os presento he distinguido tres momentos: En primer lugar, una primera etapa que podemos llamar de “coleccionismo”, en la cual se recogen los documentos orales con ánimo de fijar y buscar “normativizar” —institucionalizar— los contenidos implícitos en lo que muchos científicos sociales llaman tradición oral. Esta etapa inicial coincide con el estudio de las llamadas sociedades primitivas y tradicionales, sobreentendiéndose por los estudiosos de esta época que éstas tenderán a desaparecer. Un segundo momento, a partir de la segunda guerra mundial —que coincide en nuestra disciplina con el desplazamiento del campo de estudio de los antropólogos hacia Occidente— comprende el estudio de las sociedades que escapan a los cánones de control político oficial, es decir, a la normalidad o “institucionalización” de las relaciones sociales, y en cuya dinámica la función e interés de los antropólogos consiste en el uso de las técnicas de campo y de los registros orales como mecanismos de visualización de sectores marginales. Por último, un tercer momento, en el que el interés ya no toma como modelo la institucionalización, es decir, el cuestionamiento de ésta como campo de estudio de la antropología, sino la importancia de los registros orales como elementos de análisis importante para comprender cómo los sujetos sociales construyen su realidad social —y en la mayoría de las ocasiones buscando sus identidades colectivas—, atendiendo a las propias narrativas o ficciones mediante las cuales los “colectivos” y sujetos estudiados establecen la significatividad de los hitos y relaciones más importantes —la trama— sobre la que se definen a sí mismos, es decir, “su historia”. Es complejo definir una estética libertaria única, ya que nos encontramos con un movimiento con una fuerte horizontalidad, que genera posiciones disímiles. Pero podemos afirmar que en sus diferentes expresiones, la estética anarquista parte de considerar al arte como expresión indispensable en la vida de los pueblos y los individuos, en tanto se trata de una praxis que fusiona la imaginación con el trabajo, la actividad humana. De esta manera se convierte en una herramienta fundamental para mejorar la condición del hombre, hacerlo permeable a la sensibilidad necesaria para la construcción de una nueva sociedad. La cultura debe su grandeza y su significación al hecho de que su irradiación desconoce las fronteras políticas y sociales. Y si es superior al Estado y sus realizaciones, se debe a que es, en el sentido más profundo del término, anarquista. Al estudiar la naturaleza del arte y su función social, el teórico anarquista rechaza los esquemas estrechos de los determinismos económicos y sociales, aun cuando a veces interprete tal aspecto del arte en sus relaciones con la fortuna de una clase social histórica. Y tiende a considerarlo en su autonomía viviente haciendo al artista el único arbitro de su creación. El respeto al arte no le permite escapar ni a la tentación iconoclasta de los heréticos de toda época, ni al odio irracional al “gran arte”, al “artista genial”. No es casualidad la crítica que tantos anarquistas han hecho del culto de la “genialidad artística”, que en el mundo moderno se sustenta en el individualismo posesivo burgués, que transforma al arte, su práctica y sus productos en mercancías tasables y transables. En ese culto se expresa dogmatización del gusto, limitación para el desarrollo de nuevas formas de arte y la anulación de posibilidades de creación para la colectividad y el individuo. Pero el poder del Capital no es sino uno de los posibles agentes de opresión y mediatización para el arte; con igual o mayor fuerza pueden subordinarlo a sus intereses otros factores de dominación, en particular el Estado. Sin embargo el ácrata no pretende ni la tabla rasa del nihilista, ni la igualdad en la uniformidad. Él sueña con la “expansión horizontal” de la creación popular y diversa. Es evidente que la práctica libertaria era para nuestros anarquistas sólo un arma de combate más. La cultura anarquista parte desde la concepción clara de que la lucha es la vida y, por lo tanto, las representaciones de esa cultura remiten siempre a esa vida, a esa lucha. Punto de coincidencia entre los diversos matices estéticos del pensamiento ácrata es reivindicar el “arte en situación”, el acto creador por encima de la obra en sí. Cuando se está en el hacer del arte, se vive en un ámbito de libertad intransferible al producto de esa actividad cuando ella ha concluido; por más satisfactoria que fuese la obra anterior en forma y/o contenido, siempre la de ahora es más importante porque en su creación está presente la supresión de todo lo que separa a arte y vida. Las obras teatrales no fueron una excepción a esta regla. Los anarquistas promueven un “arte de la disconformidad”. Nos encontraríamos, pues, no tanto con obras acabadas como con primeras aproximaciones a un género y a una forma nueva de hacer teatro. Aproximaciones a cargo, en muchos casos, de autores noveles, que no pudieron gozar de la continuidad necesaria para poder consolidar su escritura. Y como intentos habría, en definitiva, que juzgarlas. Hay que añadir a lo anterior otro factor que creo que no ha sido suficientemente matizado a la hora de estudiar el teatro del período. Y es que no podemos olvidar que una parte de estas obras frustradas nacieron al calor del empuje revolucionario que los anarquistas promovieron en todos los terrenos durante los conflictos obreros. Y libertarios fueron, igualmente, algunos de los autores que las escribieron. Plantea este hecho la necesidad de profundizar en la estética y en la teoría teatral anarquista. Profundización que, para el teatro argentino, está todavía lejos de haberse alcanzado pese a aportaciones de algunos investigadores en los últimos años. Parece, con todo, evidente, que los anarquistas primaron sobre la perfección formal el valor propagandístico del arte (y del teatro), entendiendo, claro, la propaganda como no circunscrita al terreno de lo político, sino como difusión de concepciones alternativas a la ideología y cultura, a la visión del mundo, en definitiva, imperante. Como resultado de este desequilibrio podemos acercar algunas conclusiones parciales. Si nos preguntáramos ahora sobre el valor efectivo de la musa libertaria, la respuesta podría ser muy variada. Parece indudable que la mayor parte de la producción literaria y artística de los anarquistas no ha alcanzado una plenitud formal, en el sentido comúnmente aceptado por la crítica. No cabe duda que el estilo de muchas de aquellas obras resulta torpe y malogrado; pero es igualmente indudable que, a pesar de sus imperfecciones, esos poemas, esos dibujos, se animan con un cierto vigor original; un soplo de grandeza parece brotar de su generosa fe y entusiasmo revolucionario. Y en lo que se refiere a su efectividad como arma contra la tiranía, es posible que se encuentre en su propia existencia, en cuanto testimonio de la rebeldía humana contra la opresión y la injusticia. El teatro se convirtió en un eficaz transmisor de ideas y fue utilizado y promovido por los anarquistas. Surgieron decenas de cuadros filodramáticos, talleres de creación de obras y aun de escenografía e implementos de escenario. Encontraremos aquí diferentes formas de expresión, primando los dramas y los monólogos. Pero varios de los denominados “no dogmáticos” eligieron un arco más ecléctico, incorporando poéticas populares. Este es el caso de la Biblioteca “Honor”, fundada por un grupo de militantes, encabezados por José Díaz Morales en 1905, en La Paz, Entre Ríos. Funcionó en varios espacios cedidos por los obreros y nunca cayó en las disputas señaladas en el seno del movimiento libertario, que abandonó en 1928. Ese año el joven Enrique Morales, junto a dos peones rurales de nombre Liza y Núñez, decidieron acercarse al radicalismo yrigoyenista, lo que provocó una diáspora en los miembros más ortodoxos. Nos cuenta el propio Morales: “Sinceramente, hacía cerca de cinco años que realizábamos nuestras actividades sin responder a ninguna autoridad dentro del anarcosindicalismo. Las huelgas de 1927 dividieron las aguas entre los fundadores de la biblioteca y primamos los que pensábamos que, sin desmerecer ideas tan puras como las libertarias, no debíamos caer en la ingenua posición de una revolución social en manos de un proletariado a todas luces desorganizado y sin fuerzas. Por eso, junto a algunos luchadores radicales continuamos la labor cultural que nos habíamos impuesto, sin renunciar a los principios de educar al más humilde. Fueron tres años difíciles, hasta que hallamos nuestra propia voz. El cuadro filodramático y el coro adquirieron nuevos bríos y fuimos invitados por numerosas organizaciones sociales y políticas de distintos signos. La caída de Irigoyen, y la presión asfixiante de la burguesía, cerraron nuestras puertas. Pero sólo por unos meses, ya que don Justo Ramos, un vecino de probada honestidad, la reabrió con una comisión de lugareños muy ecléctica y de la que formé parte, junto a antiguos miembros. Pero fue en 1944, luego de la revolución, cuando alcanzamos un nuevo período de esplendor”. No es intención de este trabajo desarrollar la política cultural del primer gobierno de Perón, pero sí debo mencionar algunas de sus características, que impactaron en la institución que estoy analizando. El gobierno nacional crea la Subsecretaría de Cultura y había dispuesto que su labor debía orientarse a dos audiencias, los productores de cultura y a sus consumidores. Los primeros proyectos dirigidos al primer público, fracasaron o tuvieron escasa importancia debido a las resistencias operadas en el campo intelectual. Buena parte de los trabajos de investigación sobre las estrategias culturales del primer peronismo se limitan a este espacio y a la indiferencia o rechazo de la intervención estatal por reconocidas figuras del campo, que la consideraban intervencionista y en mayor medida de corte fascista. Pero poco se profundiza sobre las políticas que la Subsecretaría intentó para el segundo de los grupos, los calificados como consumidores. Con un afán primordialmente distributivo, no exento de preocupaciones “civilizadoras”, la Subsecretaría abocó desde un principio sus esfuerzos a hacer posible el consumo de alta cultura a la mayor cantidad de público. A tan solo días de ser inaugurada dispuso la consecución de un plan integral de política cultural, el que debía ser diseñado por la Comisión de Cultura. Varias y con suerte dispares fueron las actividades del gobierno programadas por este plan. Entre ellas cabe recalcar por ejemplo la del Tren Cultural: una especie de centro cultural itinerante que tenía como misión recorrer el país llevando “la cultura” a las poblaciones alejadas. Éste debía trasladar al interior conjuntos teatrales y artísticos, orquestas, exposiciones pictóricas, escritores y libros. Paralelamente a este proyecto se sumaban otras políticas que tenían el mismo “afán democratizador” que se le quería dar a la nueva agencia estatal. Se organizó un programa de conferencias y audiciones radiales, un programa de teatro para niños de los hogares obreros, se creó una Orquesta de Música Popular. La Comisión de Bibliotecas Populares dependiente de la Subsecretaría acusó un dinamismo extraordinario, entre otras cosas porque se aumentaron sus partidas en forma notable (de 1.309.935 pesos en 1945 pasó a tener 3.578.865 en 1946). El ciclo cerró con más de 1.600 bibliotecas subvencionadas y congregando a 5.535.521 lectores según estadísticas del año 1954. En julio de 1949 se ordenó la institución de un Gran Certamen Nacional de Teatro Vocacional, el cual se inspiraba en el intento de fomentar la labor de los grupos teatrales en el interior del país, “raramente visitados por compañías teatrales”, atentos además a que “tales cuadros constituyen núcleos experimentales de los que surgirán nuevas personalidades para incorporarse a la escena nacional”. La resolución que disponía la creación de este concurso estipulaba además que el apoyo a dichas manifestaciones artísticas [las vocacionales] ocupaban un lugar de preferencia dentro de las actividades planificadas por esta Subsecretaría. Estas medidas, junto a la refuncionalización del Teatro Nacional de Comedia y el recientemente creado Teatro Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, aumentaron las tensiones. Las críticas se apoyaban en la creencia general de que el peronismo era una forma de incultura y la oposición subrayaba la supuesta decadencia intelectual del período. Estas posiciones irreductibles corroboran la separación que se verificó entre campo político y campo intelectual, coincidentemente con la fuerte división de la sociedad en general. Si bien un mapa ideológico envía a esta polarización ideológica, en lo que respecta al funcionamiento del campo teatral durante los primeros años del gobierno peronista las diversas posiciones de sus agentes se definen en torno del grado de acceso y participación en las instituciones y los mecanismos de legitimación asumidos por el Estado. Pero quiero detenerme en la creación del Teatro Municipal en Buenos Aires, ya que la Biblioteca “Honor” tuvo una relación particular con esta organización. En una oportunidad, parte de su cuadro filodramático intervino en una jornada de teatros no profesionales, y dos de sus integrantes participaron en papeles menores en dos producciones de la sala de Corrientes. Este edificio, originalmente una sala del circuito empresarial, fue expropiada por el Municipio y entregada a Leónidas Barletta para usufructo de su Teatro del Pueblo por veinticinco años. El 3 de diciembre de 1943, las autoridades de la denominada revolución del 4 de junio de ese año, dejan sin efecto la concesión a Barletta y se pierde así la sede oficial del primer teatro independiente estable de la ciudad. Durante los casi seis años de su existencia la actividad destacada de este elenco fundante del teatro moderno convirtió al predio en un lugar ineludible para los sectores medios con formación intelectual cercanos a la estética de Boedo. El 18 de diciembre de 1943, por decreto del Departamento Ejecutivo Municipal, se crea el Teatro de la Ciudad de Buenos Aires, cuya finalidad ha de ser el fomento del teatro nacional en sus más puras fuentes tradicionales. Esta medida completaba el lapidario informe del síndico Pearson que recomendaba poner fin a la concesión de la que gozaba Barletta. Después de muchas refacciones, el 23 de mayo de 1944 se inaugura el Teatro Municipal de Buenos Aires, con el estreno del drama popular heroico Pasión y muerte de Silverio Leguizamón, de Bernardo Canal Feijóo. El primer director del organismo fue Fausto Tezanos Pinto, quien se desempeñó previamente en la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad y desde allí impulsó la creación de este teatro. Durante su gestión merecen destacarse la puesta que realizó el TUBA de Fedón, de Platón, y Fruta picada, de García Velloso. Durante las administraciones siguientes de Rabufetti y Enrique Cárcano descollaron Novelera, de Pico, y El trigo es de Dios, de Ponferrada. Luego del paso de Julio Traversa llega a la dirección del viejo teatro una de las figuras consulares de la escena nacional, Antonio Cunill Cabanellas, fundador de la Comedia Nacional, del Instituto Nacional de Estudios de Teatro y del Primer Museo del Teatro Nacional. La creación de este organismo respondía a la poderosa conciencia social que comenzaba, en ciertos sectores, a centralizar las manifestaciones de la vida pública argentina. Esta nueva conciencia, de acuerdo al criterio de las autoridades que le dieron vida, exigía que se extendiera y profundizara el concepto de función social de las entidades culturales, empezando por aquéllas a las cuales comúnmente no se les asignaba mayor importancia desde el punto de vista del gobierno. El nuevo espacio escénico debía servir eficazmente a las entidades culturales del arte teatral que lo requirieran. Su misión principal era vincularse con los artistas y crear con ellos un clima propicio al desarrollo de nuevas formas estéticas. Para ello debía conectarse con los teatros independientes de todo el país y ofrecerle su escenario con una vocación claramente federalista. Dentro de la denominada concepción popular de la cultura, el gobierno comunal, junto a las autoridades del Teatro Municipal, diseñaron un proyecto que permitiera (según sus dichos) recuperar parte de la deteriorada identidad nacional. Este ambicioso plan contaba con graves fallas teóricas de concepción y los resultados alcanzados pueden calificarse como insignificantes. De todas maneras, se trataba de la primera experiencia de este tipo encabezada por esta institución. El quién soy, largo proceso de pensarse a sí mismo, nos enfrenta en el transcurso de su búsqueda, con un espejo que desnuda el nosotros. Cada elemento que nos conforma se descubre. El presente-pasado, la naturaleza que se niega a desaparecer o simplemente lo normal-anormal de nuestras relaciones aparece. Indagar lo que constituye la identidad nacional (en especial a través de una sola herramienta, como el teatro) nos obliga a plantear el quiénes somos en el espacio tiempo de ahora. Introspección que nos sumerge en el conjunto de hechos que, con su interacción, circunstancian el decurso de la sociedad y vinculan lo interno y lo externo del uno y los otros. Nos introduce en el proceso paulatino y constante de construirse. Desentraña la particular manera como se expresa y mira desde aquí el entorno. Nos reconoce y nos redescubre. Pero el ser no es una esencia. Somos el resultado de una conjunción práctica, enclave que une la posibilidad y la imposibilidad, la subyugación y el sometimiento entre postulados y restricciones del medio sociocultural y la satisfacción existencial. La interrogante, esa identidad-identificación del quién soy contemporáneo, se ubica en la disyuntiva de un sistema que genera como arquetipo: la imposibilidad, el reduccionismo, y, como actual síntesis el olvido del ser. Su rescate o recuperación, que se han antepuesto al futuro, como propuesta de un paradigma valorativo que discrimina a favor del pasado que fue, en contra del ahora que es, cae, irresoluble, en la anacronía analítica, en el absurdo que obvia por engañosa transparencia, el cúmulo de acontecimientos que nos han transformado y nos constituyen. No consiste en el abandono de la historia. Huir de ella, mediante el prejuicio o la valoración, es huir de nosotros mismos. De igual manera es un grave error crear artificialmente pseudomitologías o promover una historieta diagramada de acuerdo a necesidades ideológicas. Desmembrar el decurso histórico en interrogante como hecho, situará el presente. Pero en el año 1946 nos encontrábamos muy lejos de esta concepción. El plan desarrollado entonces giraba en torno de fundamentos de una política cultural autodefinida como de restablecimiento de la justicia cultural. Adscriptos en la llamada línea “nacional y popular”, se proponía canalizar los principios existenciales del pueblo y devolverle su propia producción cultural transformada en arte. Pretendía, además, acabar con los espacios públicos teatrales que consideraba transformados en ámbitos de “elites”, como supuesta consecuencia natural de la práctica de un repertorio fundamentalmente extranjero que no consultaba ni se correspondía “con la escala de valores morales que sostiene el pueblo”. Siguiendo este razonamiento era diáfano el motivo que alejaba a las masas obreras de los espectáculos. Para revertir este proceso el teatro, como institución, no debía clausurar su labor en las salas sino que, en un proceso doble, conjugar la definida orientación nacional y popular de sus producciones en la sede (se insistía en las “raíces en la filosofía cristiana, el humanismo latino y el nacionalismo cultural” como parámetros de programación), con una acción hacia la comunidad por medio de una orgánica diagramación de acciones a desarrollar durante el primer quinquenio de gobierno justicialista. El Estado no imponía un “contenido rector” de “una” política cultural —como sucedía con la idea de un tren que desde el centro se dirigía a la periferia— sino que fomentaba un espacio por donde discurría la espontaneidad creativa del pueblo. No obstante sería erróneo pensar que el contenido de cultura que se promovía delineaba una estética estatal centrada en el color local y en lo popular, definiciones éstas acuñadas por los enemigos políticos de la administración nacional. Las medidas señaladas tuvieron un impacto decisivo en la biblioteca “Honor”. Severo Vera, presidente de la comisión en 1946, nos dice: “La llegada de Perón fue decisiva para la tarea que desempeñábamos. Los recursos eran muy pocos y la gente estaba bastante desmoralizada durante los primeros años de la década del cuarenta. Costaba mucho conseguir nuevos libros y ni hablar de poder visitar los grandes centros urbanos para que nuestros actores aficionados pudieran acercarse a las grandes compañías. Esta situación provocó una pauperización general, que alcanzó al endeble repertorio, que repetíamos una y otra vez. Poder enseñar a leer y escribir a nuestros peones y trabajadores del agro era una labor ya difícil en sí misma, pero la carencia de textos modernos la agudizaba. Por eso vimos como una bendición el subsidio que recibimos de la Comisión de Bibliotecas. No sólo se trataba de dinero para comprar libros, sino que nos invitaban a formar parte de un entramado social, donde el teatro amateur tenía un importante espacio. Por supuesto, la iniciativa sembró de alegría a los grupos, que con gran esfuerzo sostenían actividades artísticas. Por primera vez éramos tenidos en cuenta. Y no terminó todo allí, ya que el gobierno provincial sumó una beca para jóvenes actores y escritores. Estábamos de parabienes. Y decidimos festejarlo. Nuestro cuadro filodramático preparó dos obras. La primera era un aggiornamiento de una vieja pieza que los anarquistas habían representado en la vieja biblioteca. Lo hicieron como un homenaje a la trayectoria de la biblioteca. Y la segunda surgió de la discusión del colectivo”. Ignacio Tévez, actor aficionado y miembro del cuadro filodramático de la biblioteca “Honor” narra: “Estábamos emocionados por la posibilidad de contar con becas para aprender más y rápidamente surgió la idea de festejarlo con lo que mejor sabíamos hacer: teatro. Encontré unas viejas hojas de una obrita que los anarquistas habían hecho y que de niño recordaba haber visto. Pero los tiempos habían cambiado, por lo que le agregamos varios párrafos. Yo hacía de Patricio, un hachero, y el diálogo de la escena principal decía: ”PATRICIO: En el lenguaje de mis cicatrices está escrita mi vida. Al marcarme, le iban poniendo fecha al infortunio que me armó la mano. Mi vaina fue emplumando rencor... Y un día en un camino se fue encendiendo un alba de libertad y de sangre. Siempre he sido tan pobre, que parecía un pedazo más de tierra pegado a la tierra. Encallecido de hachar troncos y endurecido de intemperie; medio puma para defender el rancho y medio zorzal para cantarle a la aurora, vivía prendido al único amor que encontré en los años. En aquel amor, que acaso por ser el único, latía en cada nombre que llegaba a mi pensamiento. ”COMANDANTE: ¿Para quién trabajabas? ”PATRICIO: Para los que guardan escritos en un papel su poder de señores de la tierra. Yo trabajaba pensando en mi libertad, pero mi sudor, áspero y amargo, endulzaba la vida de don Pedro Escudero. ”COMANDANTE: ¿Eras su peón? ”PATRICIO: ¡Era su perro! ”COMANDANTE: ¿Qué decís? ”PATRICIO: ¿Cómo puedo nombrarme? ”COMANDANTE: ¡Su perro! ”PATRICIO: Trabajaba en sus montes... y el rencor enfrentó dos voluntades. ¡Sólo para morir somos iguales. Al parecer estamos en la vida, para ser separados en dos castas. Una la de los hombres que trabajan... y otra, la que usted sabe. Si aquél tiene tierras, le abre surcos, cosecha el trigo rubio y lo reparte, y tiene hermanos en lugar de peones, y no se nutre del sudor de nadie, es dueño de la fuerza de la tierra, porque él la fecundiza y le abre cauces. Pero el que tiene tierras infecundas, que agonizan de angustia, como madres que no tienen la gloria de ser hijos, ¿de qué pueden ser dueños, Comandante? ”COMANDANTE: ¡De esos largos potreros de abandono que manchan todo el porvenir con hambre! ”PATRICIO: Y los que tienen tierras, como Pedro Escudero, que sin ellos tuvieran que inclinarse a besar sus entrañas con trabajo, son trigales, viñedos, quebrachales... Esos que se asomaron a la vida y antes del primer ansia, mucho antes de dar el primer paso, el primer llanto, son ya los grandes dueños de un obraje. Esos que nunca amanecieron pobres y buscaron un pan. Los que no saben que la tierra es de todos, los que esclavizan y desconocen la igualdad del hombre. Los que aborrecen la solidaridad y los principios del socialismo verdadero. ¿Qué son? ”COMANDANTE: Son jaguares que se ceban criados a caprichos y se agrandan golpeando voluntades. Son los dueños de la tierra, porque la ambición de unos pocos lo establecieron. Pero no está en nosotros remediar esos males que son casi tan viejos como el hombre. ”PATRICIO: Yo no creo que debamos alimentar al tigre que nos mata. Yo soy sólo un paisano pero puedo transformarme en don pueblo o ser don nadie. De mí depende querer seguir siendo esclavo o luchar para liberarle de las cadenas de la ignorancia. Yo tengo garras para defender lo mío y no estoy solo. Usted es buena persona, pero defiende a una justicia burguesa. Tengo un cuchillo montero templado en ideales y no me doblaré. Mi historia empezó ya hace mucho. Fue en una tarde ardiente del verano. Una tarde de fuego, en la que la selva parecía abrasada por el diablo. Con la fatalidad por compañera, hice turbio el camino de mi rancho y en un hueco de sombras, el destino derrumbó mi ventura de un hachazo. Así empezó la cosa, Comandante... Allá en el monte ardiente... en un ocaso... Se apagaba la tarde en un suspiro de viento en los quebrachos... y la noche cargada de amenazas avanzaba sin pasos... y nosotros ahí, sin un camino... Carne y dolor sobre una cruz de llanto. Así empezó la cosa. Yo era sólo una antorcha con dos manos. ”COMANDANTE: Tranquilo. Te vas a hacer mal. Yo no entiendo por qué no entendés que desde siempre el pobre es pobre y el rico, aunque lo haya tomado por las manos, rico es. No podemos enfrentar esta ley casi natural. Ellos nos mandan, son los patrones. No hay otro camino. No seas ingenuo o todo lo que querés morirá. Yo traté, cuando mozo, rebelarme. Pero aprendí la lección a los lonjazos. Estamos solos. ”PATRICIO: No, señor. Antes estábamos solos y la unión del pueblo no se lograba, por miedo o ignorancia. Ahora está amaneciendo un nuevo país y lo tenemos que parir entre todos. Y Perón nos guiará a la victoria. No más hambrientos, no más menesterosos a la espera de un mendrugo. Perón nos trajo la igualdad, nos dio las herramientas para que los trabajadores tengamos un sueldo digno y nuestro rancho. Lo que empezó hace tiempo como desesperación y rebeldía, hoy es esperanza de una patria libre y justa. No tenga miedo, comandante, los otrora poderosos tendrán que hocicar”. Esta pieza, a la que rebautizaron Aires de libertad, integró las celebraciones que realizó este verdadero centro cultural para festejar el 17 de octubre. Era la primera vez que la biblioteca “Honor” tomaba parte de un acto político peronista. El cuadro filodramático local ofreció también El buen camino, un melodrama moralista, con tintes de radioteatro. Nos sigue contando Tévez: “La segunda obra fue motivo de discusión, ya que algunos preferíamos alguna pieza reconocida del teatro nacional, mientras que el taller literario bregaba porque la producción fuera propia. Finalmente accedimos, con la condición que el año entrante nos dedicáramos a ensayar textos de Payró o Sánchez. Se trataba de una pieza difícil de representar, por lo sinuoso de la temática. Luego de entonarse el himno nacional y de leerse una carta que el presidente Perón había enviado a todos los militantes, empezamos con la función. Sabíamos que lograr la atención del público iba a ser difícil, especialmente porque empanadas y un buen asado esperaban en el intervalo. He guardado el primer acto del que destaco ciertos párrafos: ”LUCAS: Creía hallar al pueblo aquí reunido con el mismo júbilo que en fiesta patria. ”SERAFÍN: Por lo que veo, los salvacionistas no cuentan con la simpatía popular. ”LUCAS: ¿Qué objeto los traerá a este rincón del mundo? ”SERAFÍN: (Irónico). El de ayudar a los pobres y regenerar a los malos. ”LUCAS: Están locos. Los buenos ya descansan bajo los cipreses. ”SERAFÍN: ¿Y los necesitados? ”LUCAS: Somos los que estamos aguardando para hacerles compañía. ”SERAFÍN: ¿Qué te parece si aprovechamos la oportunidad y les recomendamos a Raúl? ”LUCAS: Vos también estás creído que fue él quien cometió el robo en perjuicio del ferrocarril. Si por un delito, que debe ser condenado, en tan poco tiempo lo pusieron en libertad, está probada su inocencia. ”SERAFÍN: La habilidad no está en cometer el hecho, sino en eludir la acción de la justicia. Además el ferrocarril inglés quiere imponer su propia justicia. Y nosotros, como pobres que somos, estamos bajo ella. Nadie puede garantizar que un juez puesto a dedo por la empresa haga algo en su contra. Lo que pasa que el padre de Raúl es gerente y si bien le salió una manzana podrida, lo va a defender. Por eso sale en pocas horas. El problema es que el comisario, como buen empleado, va a salir a buscar un culpable. Y seguro algún pobre pagará por él. ”LUCAS: Tenés mucha razón. Pero ahora hay formas para que el cogotudo caiga. Y no me bromees con los salvacionistas. De ellos sólo podemos aprender el despojar a los poderosos de la careta con que se cubren. Así sería horrible mirarlos. Pero desde Buenos Aires, Perón está creando una verdadera justicia para todos, ricos y pobres. ”SERAFÍN: ¡Claro! Y Perón va a venir a estos parajes perdidos a hacer justicia. ¡Qué decís! Los días en Buenos Aires te nublaron la razón. Yo creo que el país está mejor que con esas lacras conservadoras, pero va a pasar mucho tiempo antes de que veamos justicia real en estos lugares. ”LUCAS: Sabrás vos. Pero no entendés que Perón llegó a los sindicatos y que la unión de los ferroviarios alcanza nuestro pueblito. Yo voy a ver al delegado, que seguro me va a guiar a un fiscal decente. Si no confiamos en la nueva Argentina, los poderosos van a seguir haciendo su negocio. Las comadrejas van a dejar sus nidos y no tendrán más donde esconderse. Te doy mi palabra, como Perón la dio a cada trabajador. No va a parar hasta que la revolución en paz llegue a cada rincón del país. Ya vas a ver”. La biblioteca “Honor” tuvo una destacada labor durante varios años, especialmente hasta 1952. Sus cuadros filodramáticos recorrieron las provincias del Litoral argentino y en tres ocasiones actuaron en Buenos Aires, realizando obras de Payró y González Castillo. En trabajos futuros desarrollaré la etapa 1948-1952, la más rica en cuanto a producción y relación con la comunidad. Encontramos, entonces, un espacio que el movimiento libertario había hecho suyo, pero que luego la comunidad refuncionaliza de acuerdo a sus necesidades. No se trata de un caso aislado, pero sí de uno particular, por adherir a otros proyectos políticos, encarnados por el radicalismo personalista y el peronismo. En instituciones como la que analizamos, se produjeron interesantes intercambios de experiencias, acompañando los profundas variantes operadas en el seno de la sociedad. Bibliografía • BILSKY, Eduardo, 1987. “Esbozo de historia del movimiento obrero argentino, desde sus orígenes hasta el advenimiento del peronismo”, en Cuadernos Simón Rodríguez, Nº 3. Buenos Aires, Biblos. • COSTAS, Enrique, 1986. El racionalismo en Argentina. Buenos Aires, Ediciones Cántaro. • FOS, Carlos, 1996. Educación libertaria. Salamanca, Ediciones Real Universidad de Salamanca. —. 1995. Teatro libertario y su acción pedagógica. Salamanca, Ediciones del Huerto. • HARDMAN, Francisco, 1984. Ni patria, ni patrón. San Pablo, Ediciones Brasilienses. • LUIZZETO, Flavio, 1982. “Cultura y educación libertaria en el inicio del siglo XIX”, en Educación y Sociedad, Nº 12, septiembre 1982. • NEIBURG, Federico. Los intelectuales y la invención del peronismo (Alianza Editorial, Buenos Aires, 1998). • OSLAK, Oscar, 1997. La formación del Estado Argentino. Buenos Aires, Editorial Planeta. • OVED, Iaácov, 1988. El rebelde. Buenos Aires, Ediciones Populares. • PASTORIZA, Elisa y Juan Carlos TORRE, “La democratización del bienestar en los años peronistas”, en J. C. TORRE (comp.), Los años peronistas, Tomo VIII, Nueva Historia Argentina (Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2002). • STIRNER, Alberto, 1882. El orden familiar. Córdoba, Ediciones del autor. Entrevistas personales: • Ignacio TÉVEZ, Buenos Aires, 1996. • Severo VERA, Paraná, 1988. • Enrique DÍAZ MORALES, La Paz, 1986. ** Carlos Fos cfos@teatrosanmartin.com.ar Historiador teatral por la Universidad de San Marcos, especializado en el análisis de las fiestas de los pueblos originarios, especialmente los zapotecas. Reside en Argentina. Doctor en antropología cultural. Trabajó como docente en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx) y en la Universidad Nacional del Sur (UNS, http://www.uns.edu.ar), de Argentina. Fundador del archivo histórico del Teatro Municipal San Martín (http://www.teatrosanmartin.com.ar). Codirector del Centro de Documentación de Teatro y Danza del CTBA. Desde mediados de los años 80 trabaja sobre la producción libertaria en Latinoamérica, especialmente en Argentina, con publicaciones en las principales revistas especializadas como Teatro XXI, Revista Teatro Celcit (http://www.celcit.org.ar/publicaciones/rtc.php), Telón de Fondo (http://www.telondefondo.org), Revista Afuera (http://www.revistaafuera.com) y La Escalera, y ha participado en decenas de congresos y jornadas en Argentina y América. Es director investigador del Centro de Investigaciones de Historia Aplicada (Cihia). Ha publicado, entre otros títulos, La fiesta de San Lucas, un desafío en México y La utopía anarquista. ||||||||||||||||||||||||||||||| LETRAS |||||||||||||||||||||||||||||| *** Un cuento borgiano Mayke De Freitas Santos *** Sonetos a la vida Rafael Batista Cáceres *** El escondite de Francis Moliver Mónica Montaña Soto *** Tres poemas Verónica Bertoli *** Una visita Jaime Luis Albores Téllez *** Poemas Luz Marina Almarza *** Clara Raquel Blasco Sánchez *** Poemas David Rolando López Ambrosio *** La Hechicera de la Puna Pablo Mendieta Paz *** Pliegos de cordel Emma Fernández López *** Ojos verdes María Elvira González *** Tres poemas Idalia Sautto *** La isla de Vlady Juan Tena Martín *** Cuando llueve en el alma del mundo Leandro Vinasco A. *** La última noche con Viki César Valdebenito *** Poemas Fernando Soriano Bensusan === Un cuento borgiano Mayke De Freitas Santos ======================= “A virtuous heretic shall be saved before a wicked Christian”. Benjamin Franklin Cuentan que el incendio fue un designio divino, y al final sólo cenizas ensombrecieron y achicaron los aires de la ciudad. Cuentan que el motivo fue una constante, casi eterna, negación del Señor. Los pocos testigos, o quienes la historia dice presenciaron los hechos, poco abundaron en detalles, connotándola con auras decimonónicas, casi bíblicas. Borges relata la historia de una inglesa convertida en india en la vastedad de la pampa. Notorio y dado por fidedigno, es el suplicio de Víctor de Aveyron. La historia de Salgado es más banal y mundana. Su irrestricto pecado, negar a Dios. Su metamorfosis necesitaba del ateísmo, y no, como el caso podría ser interpretado, era éste su fin último. De aquí en adelante, las versiones han variado con los años; unas dicen que todo fue culpa de un conjuro del cual Salgado, en vida, supo poco o nada. Otras dicen que su insistente pesimismo y decretación de un destino sombrío, no eran más que las sedientas fauces de una ambición incontrolable por un destino trágico, ergo, inmortal. Salgado era el único hijo de una familia clase media alta, y de profundas raíces católicas; su padre, doctor versado en leyes; su madre, consumada pianista. La historia, y en esto han coincidido las diferentes versiones, se ubica a principios del siglo XX, entre las dos grandes guerras. Época esta de aventureros y caza fortunas, con muchas posibilidades de éxitos, como lo podrían constatar un Onassis o un Rockefeller. Su única ambición era amasar una fortuna; demostrar sus denodadas dotes por el dinero y la codicia. Para hacer su plan más heroico y digno de contar a las generaciones venideras, decidió prescindir del soporte familiar. Partió al viejo continente para estudiar en una universidad parisina. Vanos fueron los esfuerzos en dar con su paradero. Se prometió, a la sombra de aquel trasatlántico, ya vacío de inmigrantes, pero no menos lleno de exiliados, en los muelles de su ciudad natal, volver hecho un millonario o morir en el intento. Regalar prebendas, aceptar visitas en la vieja casa paternal, y disfrutar su madurez en la más holgada posición. Para la perfecta consecución de su destino, uno que él mismo se forjó, decidió, como el Zaratustra de Nietzsche, dar a Dios por muerto. Como hombre demostraría que la raza puede existir y triunfar, sin meras supervisiones celestiales. Se haría rico, sin la más mínima plegaria por bienestar. Sin embargo, conservó el rosario que su madre le regalara como un ancla con su pasada realidad. Pendiendo de su pecho, como corolario de lo que había prometido, estaba la cruz con el hijo, mediante el cual se llega al Padre. Negando al uno, necesariamente se negaba al otro, Amén. Dios, cuya misericordia era tan infinita como para dar a aquel juramento importancia, le tenía deparado otro destino: sería escritor. Salgado vagó por toda Europa. Trató de aprender cuanto pudo, desde idiomas hasta finanzas y especulación. Lo mismo fue estibador en Le Havre, en Hamburg, en Liverpool, que asistente de finanzas en Paris, La Haye, o Brugge. Fue librero en Lisboa y London. Comerciante en las juderías de Budapest, Pražská y ?????. En la frontera con España, entre los pliegues de los Pyrénées, cansado un poco del trabajo vulgar y corriente, traficaría deslucidos fusiles con la República, los mismos que a Orwell causarían profunda impresión por su vejez. Si algo había aprendido Salgado eran las viejas mañas del comercio. Se aprovechó de los anarquistas catalanes, como los aventureros de Sevilla se habían aprovechado de los nativos del nuevo mundo casi quinientos años antes. Paladeó, como el que prueba mate amargo y le gusta al primer sorbo, el contrabando, mientras duró la utopía. Franco y el eje borrarían rápidamente de la faz de la península la amenaza roja y entonces hubo que partir a otras tierras. Se trabó en inútiles transacciones en Istambul, en el corazón de la recién nacida República Turca. Alejado de una Europa encendida en llamas, vagó por Asia y el Pacífico, entabló contacto con los japoneses en el neutral Macao, les sirvió como traductor (algunos dicen que también como delator de los portugueses, quienes ejercían una vigilancia secreta en toda el área; sin embargo, en sus escritos posteriores lo negaría furibundamente). Cuando comenzaba a hacer dinero, una vez más traficando, con China Continental, la guerra se terminó, quedándose otra vez sin profesión. La fortuna le fue esquiva desde entonces. Recorrió el Sinaí tratando, inútilmente, de abrir una nueva ruta para el contrabando con las recién nacidas naciones árabes. El sionismo lo persiguió, más de un oficial de la ????? (Haganah) recordó su rostro y sus vituperaciones en las juderías, sus insólitos denuestos contra el judaísmo, religión, decía él, que adoraba a un Dios que lejos de brindarle felicidad a su pueblo lo perseguía y entregaba como corderos en Progroms sin más sentido que el odio infecundo. Ya entrado en la madurez, oculto en alguna barraca de la ciudadela del Cairo, compró un pasaporte falso, los tentáculos del Mossab casi lo alcanzaban, y se embarcó hacia la única y posible morada de un ex contrabandista: Londres. Mr. Person Merril, de Cheshire, único biógrafo y autor de una de las más confiables versiones, dice haberlo visto por primera vez vagando, barbudo y huraño, alrededor de St Sepulchre Church. El cura de la iglesia pronto lo adoptó como correligionario debido a su sabiduría y conocimiento de Oriente Medio. Las barbas le crecieron hasta convertirlo en una especie de profeta bíblico transmutado. Nunca mencionó su origen con exactitud, ni los motivos para sus viajes de tan largo aliento. Ya casi septuagenario, hablaba seis idiomas con gracilidad, y aunque había hecho de todo, decía no tener profesión. Evadía con la pericia de un sofista toda conversación sobre religión. Vivía de la caridad de sus asiduos oyentes y buscadores de historias fantásticas. Dice Mr. Person haberlo visto escribiendo por primera vez a mediados de las protestas parisinas en mayo del sesenta y ocho. Salgado sin duda tenía ya varios años escribiendo y sus papeles se amontonaban en un pequeño habitáculo del sótano de la Iglesia que le servía, irónicamente, de última morada. De esa época datan sus novelas Mensajes del tiempo y Deformaciones del ego, la serie de poemas Amores diáfanos y Sétanta (estos últimos escritos en gaélico y en honor a la resistencia irlandesa). Obras estas, como las más, inéditas hasta bien adentrada la muerte del autor. En sus Memorias antibíblicas despotricó como no hubiera podido hacerlo el hereje más convencido, particularmente en su capítulo ????se?? (Herejía), en el cual jura no haber conocido a nadie con una personal y creíble vivencia religiosa, o algún contacto extra sensorial con el Señor. Como colofón cita varios textos griegos y latinos, en Apostata, el último capítulo, en los cuales se denota lo común de la tesis, entre las comunidades de Oriente Medio, de que Roma nunca liberaría a un reo de alta traición como ??-??? (Barrabás), a cambio de crucificar a Jesús. La invención y maquinación de la tradición latina de soltar a un reo durante la ??? (Pascua judía), no fue más que una vía de romanizar el cristianismo para hacerlo más atractivo ante un público greco romano. En Malezas del corazón hizo apología a “los que se van para no volver...”. Sería su único homenaje a la patria y familia lejanas, cuyos nombres nunca mencionó. No faltaron los excesos de erudición en sus Essais: Artemidoro y el arte de la oniromancia. Las mentiras de la cábala. El arte del paisajismo: John Constable. Piélago: o de la profunda estigmatización del hombre libre. Una de las pocas tardes en que el viejo Salgado salió para caminar alrededor de las ruinas de St Alphague, London Wall, un muro casi totalmente destruido con tres arcos pertenecientes a la planta baja de la Torre o Campanario de una Iglesia milenaria, un inmenso cansancio lo desvaneció; se recordó a sí mismo navegando, sin rumbo, por entre estrechos y canales. Recordó el color del cielo durante los bombardeos, y el olor a carne humana rostizada. Recordó el rostro de cientos de mujeres, algunas sonriendo, otras inexpresivas. Recordó a su madre tocando el nocturno en C menor, Op. 48 Nº 1 de Chopin que él tanto disfrutaba. Se vio a sí mismo en un espejo, cuyo reflejo, lleno de vida propia, le decía “Yo Soy”. Despertó, boca arriba, rodeado por un círculo de cabezas curiosas que lo examinaban; muerto de un casi aburrido cansancio se dejó llevar hasta el frontispicio de la Iglesia; le pidió al cura anglicano la benevolencia de un interregno, poder estar a solas consigo mismo esa noche sin interrupciones, el cura se decantó por la necesidad de las absoluciones, a lo que Salgado contestó que su momento aún no llegaba. Solo ya en el sótano decidió construir la pira que, en sueños, ya había figurado. Decidió quemar todos sus papeles y merecer la dignidad de una muerte anónima. “He fracasado”, se dijo a sí mismo, por primera vez en su larga existencia había mencionado la palabra fracasar, aunque ésta siempre bulló en su mente. Abrió con cuidado el viejo camisón y se encegueció con el fulgurante crucifijo y las cuentas del viejo rosario. El pecho se le apretó violentamente, cayó tendido sobre el lóbrego piso de piedra. Vio su imagen de nuevo en el espejo. —Toda Herejía tiene sus límites. Me has negado insistentemente sin ver que te niegas a ti mismo. Admite tu derrota y vuelve al regazo de dónde has salido —Salgado abrió sus ojos con un esfuerzo sobrehumano, sonrió y arrancó con desdén el rosario de su cuello arrojándolo a la pira. El infarto lo dejó inmóvil. De vuelta en el sueño, vio, del otro lado del espejo, a su pirómana imagen incendiando todo en el cuarto. El humo lo abrazó con cuidados de madre y se lo llevó... El resto de la historia no tiene nada de sobrenatural. Mr. Person Merril fue durante muchos años sacerdote anglicano. Durante sus años de cura en St Sepulchre Church se convirtió en el primer y más asiduo lector de las obras de Salgado. Pudo salvar muchos de sus manuscritos, cambiándolos a última hora por papeles enjutos, al dilucidar las intenciones del viejo, los cuales perecieron en el incendio junto con él. Sus obras completas ya van por la decimoquinta edición. Memorias antibíblicas es considerada por la crítica como de una religiosidad ejemplar, una búsqueda de Dios en otros planos. Se ha ganado varios premios internacionales y ha sido traducida a veinticinco idiomas. Mr. Merril ha dedicado parte de su fortuna a la caridad. Las causas del incendio, hasta los momentos, no han sido satisfactoriamente resueltas. ** Mayke De Freitas Santos maykef@gmail.com Abogado venezolano (Caracas, 1979). Residenciado en Inglaterra. Alterna su afición literaria con estudios de desarrollo y planificación en la Universidad de Bradford (http://www.brad.ac.uk). === Sonetos a la vida Rafael Batista Cáceres ========================= *** Soneto al campesino Brega y faena carga el campesino, en espaldas hercúleas del titán, lacerando su hombro, el tosco galán, se enfrenta a su vida, fatal destino. Sigue las sendas que la aurora alumbra con un bostezo del forzoso ayuno, pues es su alimento, la obra de Juno, que le da sus frutos en alba y penumbra. La fatiga quiebra sus duros huesos por la jornada abnegada del día, quedándole sólo heridas y abscesos. ¡No es suficiente el estrago que molía, todo su cuerpo y rostro como lienzos! También canas trazan su melancolía. *** Las palomas en el árbol Una bandada de palomas blancas, hermosas estrellas, níveas lunas revolotean jubilosas en cunas, movidas por nubes, nodrizas mancas. Acarician el recodo del ocaso con alas perfumadas de incienso, lavadas con rocío de un lienzo, tendido a lo largo, por un regazo. Parecen brumas en los altos árboles matizando en contraste gruesas ramas, dejan las plumas, parecen murales. Llega lo negro y se tiñen sus camas de ébano oscuro en noches astrales, silenciando su voz, hueca de llamas. *** Estación seca Cuando en enero comienza el viento, sopla impregnado de trémulo estío, parece flotar claroscuro rocío, y esfuma, lo húmedo, el frío opulento. Se esboza en el cielo vasto y cerúleo el prematuro crepúsculo níveo, parece un algodón blanco y ebúrneo desplegando el forzudo soplo hercúleo. Abstraído por el hecho, alzó la frente, y me impregnó de la irisación lila e idónea inspiración vehemente. Se unge mi cuerpo en sudor, y una esquila amarra mi ser con calor candente, oliendo sólo, y abriendo la pupila. *** Estación lluviosa Arremete lluvia, acercóse Abril, el adagio prodigioso y beldad, gota pequeña y divina bondad, la vernacular diadema sutil. Flotan en el aire olores sin olor ¿será un aroma?, ¿será un hedor?, parece un bello cristal sin color, traslúcido y diáfano su sopor. Origen de tempestades, truenos, y bienhechor del campesino riente, que goza del agua dulce, y ellos plenos. ¡Qué mansedumbre hay en el ambiente!, parecen lánguidos del aire, los trenos, cantos prematuros, viento estridente. *** Soneto al pájaro Brincos da el vivaz pájaro pequeño parece alegre, estará ilusionado, su canto atribulado, aflora osado, con fuertes pretensiones, sin desdeño. Se empapa de rocío que hay en la rosa, tiembla de júbilo, y el frío matinal cuela sus manos por el pajonal, en que espera su amada y buena esposa. La tierna hembra acurruca los pichones dándole amor, como una madre encinta, ¡qué paradoja!, si hay sacras unciones. ¡Señor!, sea tu mano, que marque en tinta el epitafio siguiente, gorriones, ¡El fiel amor animal no se pinta! *** Pena Cerrero de mi boca es la pena, que como hábil celador la vigila. Su alarido de chacal la sigila, urdiendo ardides en mi alma, su vena. ¡Ay cancerbero!, que siempre me inhibes, será mi rústica facha, acicate, será mi timidez núbil que mate, el gran esbozo del joven dios Hermes. Escabrosa celsitud descollante, poderosa la magnitud interna del escuálido hálito marchante. Podrá ser la agonía siempre eterna y el denuesto dejativo triunfante; la acción, confianza y fe una veraz terna. *** Agonía El vago sueño plácido y fantástico son rayos en la negra oscuridad, compendio de toda la gran bondad y quimeras del vil mundo semántico. Agito mi mente como remedio para todo el dolor que me embarca en la triste y melancólica barca, traído por marejadas de tedio. Encallo en la ribera temblorosa, absorto, en donde estoy desorientado, camino con los pies hechos trozos. Consumido en la fatiga escabrosa de todo el dolor, ya acostumbrado, mis miembros flaquean como destrozos. *** Recuerdo penoso La cadena secreta y muy encubierta es la que arrastro, como un cruel reo, yace mi cuerpo como Prometeo devorando la bestia, a entraña abierta. La pena de mi amor, como la de Orfeo, es límpida, sufrida y descarnada, cual de unas palomas, tan sosegada y tan abnegada que hasta jadeo. El recuerdo del deseo es tan amargo, sagrado anhelo no realizado, que me produce un sopor y letargo. No hay malicia, sino el pasado, que con trascender lúgubre y largo trae aquel recuerdo desmemoriado. *** Romance natural Galope sonoro del caracol que estremece las olas espumosas, blande las corrientes muy orgullosas que el olor a mar despide al sol. Entonces del sol una fugaz flecha atraviesa la bruma de nostalgia que el cielo con su milagrosa magia, conjura hechizando, del sol, su mecha. Llega el atardecer, ruborizando, pues sabe de su cita con la noche: que se unirán en un solo e inmenso bando. Que pareja tan hermosa, rumorando, la vieja lechuza, que desde anoche los espía en la vieja rama del mango. *** Mi don La fuente de mis locas pasiones es tan indiferente al futuro, pues hay un ensueño en cada grueso muro deteniendo el avance de situaciones. El encanto que gesta toda gracia es mi numen amado y singular, que lejano y cercano como el mar regresa y se va, en pobreza y abundancia. Es un privilegio que tengo en mi vía aunque en mi vida tenga otro don, pues me acompaña hasta la lejanía. Vetusta alabanza de una oración en cansancio de noche y desmayo en día, la que doy al Señor por el galardón. *** Grito Es humilde este real panorama latente, fatal y eternal verdad. Se apaga una luz en la oscuridad que ventura una cruel y cruda trama. Hay una abundancia de resplandores que vibran como las flores de loto, navegando en el lago vago y roto del bosque encantado de arreboles. Con fruición huelo el oriundo aroma incrustándome un profundo fulgor de estela en mañana, sobre una loma. La naturaleza, sí con furor echará de su margen la saloma clamante de auxilio por el pavor. *** Soneto al río Pregonan las rocas a voz en cuello un canto matinal en las vertientes diciendo al río, ¿qué tal tus afluentes? ¿qué pasó con tus aguas de buen resuello? Al borde del río, con risas y amor, las doncellas van a lavar enaguas pues saben que su amigo moja en aguas, cada sucinta prenda, innato color. Prestancia loca es, y un fiel ayudante, a las tiernas vírgenes, las bucólicas, y el bohemio parnaso es su estro y amante. Son rivales corrientes melancólicas que cuidan la pureza y el buen talante del río anacoreta, aguas lacónicas. *** Soneto al maíz Maíz dorado, base panameña, dios fisiocrático del campesino, que saca de la tierra, tierra istemaña su elixir maduro, aire matutino. Son las parcelas, canales dorados que bailan cantándole al dios del sol. Danza rítmica, parece el crisol, de miles voces en campos segados. Es el machete, osamenta latina, que corta venas del maizal bermejo, gotea savia, sangrando su ruina. Es hora de moler afrecho viejo, que antes fue al día y a la noche, cortina, de amores prolijados con consejo. ** Rafael Batista Cáceres lexraf@hotmail.com Escritor panameño (Panamá, 1974). Licenciado en derecho y ciencias políticas por la Universidad de Panamá (1999). Ha participado en diversos cursos relacionados con su carrera y otros intereses. === El escondite de Francis Moliver Mónica Montaña Soto ============== —¿Escucha algo? —No, ¿y usted? —Eso intento. Haga lo mismo. —¿De qué habla? —Haga lo que yo. Empínese, aquí en donde estaba la escalera. —¿Cuál? Siempre que llega uno nuevo resulta con esa misma historia. —Estoy seguro de que aquí estaba. ¿Por dónde bajé anoche entonces? —No lo sé, don... —Julián, Julián Quintero, y usted, ¿cuál es su nombre? —Francis, ¿fuma, Julián? —No, gracias. ¿Francis? Nombre poco común. —Cosas de mis padres, siempre fui el menos de mi familia, para la muestra semejante nombre, ¿fuma? —No, gracias. Más bien usted debería apagar ese cigarrillo. —No veo el por qué. —Estamos en un túnel, ¡ese humo podría matarnos! —No sería peor que allá arriba... —Ese no es el punto. —Ya, cálmese. ¿Qué lo inquieta tanto? Todos aquí estamos haciendo lo mismo. —¿Lo mismo? —Sí, hombre, protegiendo lo que nos queda de piel y rogando para que no nos atrapen las alucinaciones, signo claro de la toxina en el cuerpo. —¿También les teme? —Por supuesto. ¿Creía que usted era único con esa angustia? —No, claro que no. Es sólo que las pensaba como un castigo por haber despellejado a mis padres, pero Dios lo sabe... —Dios, amigo, no creo que aún esté enterado. —Claro que sí, entonces no seguiríamos con vida. —Sí, muy agradable sobrevivir a costa de la piel de otros. —No. Es lo más terrible, pero sabemos que tras de la dispersión de los tóxicos, si no es con piel sana, ¿cómo más podríamos seguir vivos? —¿Se da cuenta? Me da la razón. Yo la tomé primero de mi hermano mayor. Estaba enfermo desde antes, pero le confieso que no sentí remordimiento. Los injertos iniciales son difíciles, luego se va cogiendo práctica. —¿Eso quiere decir que dentro de poco nosotros nos ajusticiaremos mutuamente? —No. Eso no sucederá, le doy mi palabra. Mientras estemos aquí la Moliver h no nos hará daño. —¿Moliver h? ¿A qué se refiere? —A la toxina que desarrolló Henry Moliver, por supuesto, el científico que provocó esta epidemia que nos carcome la piel. La h, creo, es por el segundo apellido. —¿Pero acaso no fue la explosión de la planta química, la que dicen se hallaba escondida en plena selva? —Sí, he escuchado esa versión, pero no termina de convencerme. —Ni a mí la suya. De cualquier forma eso ya no importa. Estamos condenados. No tenemos mucho tiempo. Por ejemplo, en este escondite, ¿cuántos quedamos? ¿Doscientos? Tal vez menos. Se acabará la comida y luego... —Luego nada. No piense nada. Más bien tómese estas pastillas para el dolor, son más fuertes que las que repartió el Gobierno, casi anestésicas. También podría limpiarse el rostro, y del cuerpo lo que le sea posible, al fondo hay una pequeña tina con toallas húmedas, junto al alcohol. Pero entre tanto cuénteme, ¿de dónde es que viene? —De un poblado de la Sabana, un próspero recodo industrial. Todos teníamos trabajo y techo. Tengo vivo aún el recuerdo de la última fiesta en casa de mis tíos, a finales de julio de 2008. —A todos nos pasa. Siempre nos rondan recuerdos de esos meses... —¿Quién habría imaginado que ese agosto siguiente traería la tragedia? —Nadie, amigo. —Llevo casi tres años deambulando, observando el desfigurado panorama, la soledad, la muerte y el anhelo de los sobrevivientes por encontrar un escondite seguro. —Pues ha encontrado el más seguro, sé por qué se lo digo. —Sí, ahora que he llegado a éste, quiero parar mi errante y atormentada caminata. —¿Y quién más viene de..? —San Anónimo. —Sí, eso, ¿es posible que llegue alguien más de esos lados? —No lo creo. —¿Está seguro? —¿Cómo no estarlo? Yo fui el “elegido”. Tengo 117 injertos en mi cuerpo. Es irónico, pero es posible que tenga el “record”. —Temo desilusionarlo, amigo, hoy en la tarde yo me practicaré mi injerto numero 142... —¿Hoy en la tarde? ¿Y cómo lo sabe desde ahora? Si siempre hay que hablar con el donante. Escucharle su versión de la tragedia. Darle confianza y prometerle que se respetará su cuerpo, o lo que de él quede. —Sí, lo sé, ¿escucha algo? —No. Hay más silencio que antes. Y la gente se ha escondido. —Sucede a veces, por lo general coincide con ese mismo asunto de la escalera. No se preocupe, ya saldrán. ** Mónica Montaña Soto monicam111@hotmail.com Escritora colombiana (Bogotá). Su relato “Los juegos de José” fue destacado como Cuento de la Semana en el blog del Taller de Cuento Ciudad de Bogotá (http://tcuentobogota2008.blogspot.com; 2008). Participó en el taller de poesía de la Universidad Externado de Colombia (http://www.uexternado.edu.co; 1996). Realizó estudios de licenciatura en lingüística y literatura en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (http://www.udistrital.edu.co; 1997). Fue asistente y colaboradora en el colectivo “Poesía en escena”. Ha participado en recitales universitarios y ha realizado lecturas de poemas y textos narrativos para colegios y en recintos privados. Es administradora documental. Se desempeña en el campo de la archivística, también como correctora de estilo asistente para pequeñas empresas de impresión y publicidad. Mantiene dos bitácoras literarias en http://tcuento-monicarmsoto.blogspot.com y http://moriana-emer.blogspot.com. === Tres poemas Verónica Bertoli ===================================== *** Si no fuera por mí Si no fuera por mí me acercaría. Te allanaría este camino hecho de pozos y de espinas, te haría con mi cuerpo un puente para que cruces este abismo. Si no fuera por mí te regalaría las palabras perdidas, las pondría en mi boca y mi boca en tu oído. Si no fuera por mí te miraría. Profundo. Dejaría que me mires. Si no fuera por mí, pero acá estoy. Delante mío. Mezquina de palabras y de gestos. Helada. Si no fuera por mí, te tocaría, rompería el vacío con las manos para que viajen a tu pelo, y sonrías. Si no fuera por mí, pero acá estoy. Adentro mío. Seca y ciega. Llevándome lejos. Cerrando. *** Pocas palabras Elijo las palabras para que no te enojes, para que no me odies las busco mentirosas. Desecho las que afirman y sentencian. Borro las que atraen el pasado y escondo las que invitan un futuro. Destierro las posibles homicidas. Para que no sufras me voy quedando muda. No puedo pronunciar palabras que adoraba. Olvido las pequeñas que tanto me gustaban. A las pocas que quedan, no puedo respetarlas. El silencio es mi lujo en medio de las palabras elegidas para que no te enojes, para que no me odies. === Siempre estoy cerca, alrededor del abismo. Sin mirarlo, pero sin alejarme demasiado. Cuidando el abismo que está hecho de algo, de pasado, de preguntas. Rodeando el abismo que está hecho de lo que no es, de lo que no me quiere, está hecho de espejos. Me conoce. ** Verónica Bertoli veronica_bertoli@hotmail.com Escritora argentina (Monte Grande, Buenos Aires, 1961). Es docente. === Una visita Jaime Luis Albores Téllez ============================= Nunca olvidaré su llegada, no lo esperaba, hacía tres años que había desaparecido. Y de repente se quedó a vivir con nosotros, tal vez con la intención de apoderarse de la casa. Y digo tal vez porque murió inesperadamente. Llegué de un viaje corto acompañado de mi mujer; fui a ver a mis padres, pura visita, no más. Mi esposa fue la primera en reconocerlo: estaba sentado en las raíces del árbol que sobresalían de la tierra, junto a la entrada de la puerta; su cabello desparpajado cubría parte de su frente y su ropa se veía deslavada; su mirada fija, verdosa clara, parecía traspasar a mi esposa y a las maletas que llevábamos en las manos. La lluvia, que comenzaba lenta pero con fuerza al caer, hizo que Sandaroreira, mi mujer, se apiadara del ex..., dueño de la casa todavía. Para no parecer descortés le tendí una mano al igual que ella para levantarlo. Mientras Sandaroreira lo invitaba a pasar; traté de disimular una sonrisa para hacer el momento ameno. Por mi parte tardé en reconocerlo, ya no era el tipo gordo y sonriente. El tipo, antes regordete, se pasó a la casa todo orondo, feliz, sintiéndose el dueño, pues yo no había terminado de pagarle desde hace tres años y no porque no quisiera liquidar la deuda; él simplemente un día desapareció. Sandaroreira desde aquella tarde, desde hace tres meses, le asignó un cuarto de la esquina de la casa: húmedo y frío que no usamos nunca por los inconvenientes para mi salud. Sin embargo él pareció sentirse contento con la lejanía que había con los otros cuartos y el silencio, ya que podía dormir durante todo el día. Mi vida, nuestra vida de familia, se convirtió en un infierno desde la segunda noche. El ruido que hacía en su habitación mantenía a todos despiertos durante varias horas y hasta la pobre Dolores (la muchacha que junto con su pequeña se refugió en el cuarto de los niños) tenía pánico por los alaridos lastimeros que daba el ex..., dueño todavía de la casa. Por las mañanas todo marchaba con aparente normalidad. Yo me levantaba muy temprano para hacer un poco de ejercicio antes de tomar un desayuno ligero para después dedicarme a la creación de mis pinturas. Mientras Sandaroreira vestía a los pequeños que ya estaban despiertos y la muchacha se iba al supermercado de compras. La casa que había adquirido hace tres años era grande, tenía un jardín amplio con una fuente en el centro. Por las tardes mientras la familia veía televisión o se divertía, yo me iba a leer o a escuchar música. Sin embargo no podía dejar de mirar de vez en cuando hacia la puerta de madera negra donde estaba el ex..., dueño de la casa todavía. No podía confiarme del todo, aunque pasaba todo el día durmiendo. Hubo veces que desde donde estaba oyendo música lo veía de pronto dirigiéndose a la cocina para..., después regresar a su cuarto con una bolsa roja que siempre cargaba. Una tarde, la única, hice el intento de hablar con el ex..., dueño todavía de la casa, pero bajó la mirada, me rehuyó y dio media vuelta. Fue la única vez que traté de hablarle del pago, que ya no hiciera ruido por las noches. A través de los días nos dimos cuenta de que hacía una comida al día, cuando se levantaba al anochecer. Y el ruido noche tras noche se fue haciendo más insoportable cada noche: gritaba, aullaba, aventaba cosas, arrastraba los muebles. Llegó un momento en que ya no pude pintar más por el cansancio de no poder dormir bien. Mandé a Sandaroreira, a los niños y a Dolores a la casa de mis padres por un mes para que descansaran de él. No sé si el ex..., dueño de la casa todavía, se enteró de la partida del resto de la familia, pero esa tarde apareció sonriente ante mi cuarto de lectura; no dijo una sola palabra como era su costumbre, mientras miraba con cierto placer toda la casa desde el jardín. Además, increíblemente, se quedó en una silla y dormido en el patio. Mientras lo observaba me daba valor para enfrentarlo, para pedirle que se fuera, para darle el dinero que le debía, para... Cuando me acerqué a la silla vi que respiraba con mucha dificultad, que tenía la boca bien abierta para jalar aire; lo miré detenidamente y fue cuando recordé la historia del niño asmático que dormido, me contaron, murió asfixiado por un dulce que se le atoró en la garganta. Y de repente tuve la idea de que era asmático o estaba muy enfermo de los bronquios; regresé al cuarto de lectura donde tenía unos dulces, tomé uno duro, azucarado, entre los dedos sentía la consistencia. Me acerqué a la silla y miré de nuevo como jalaba el aire por medio de la boca y en cuanto vi su aspiración profunda tratando de tragar aire, lancé con fuerza y buen tino el dulce. Abrió los ojos, se llevó las manos a la garganta y la desesperación se dibujó en su rostro. Semanas después recibí a toda la familia con la noticia de la muerte desconcertante del ex dueño de la casa. ** Jaime Luis Albores Téllez jaimealbores09@yahoo.com.mx Escritor mexicano (Tlaxcala, 1964). Es maestro de primaria. Textos suyos han sido publicados en el suplemento cultural Sábado del diario Unomásuno (http://www.unomasuno.com.mx). === Poemas Luz Marina Almarza ======================================== En mi arco iris se refleja tu sonrisa, en luna azulada tu rostro limpio. === En mi jardín se impregnó tu fragancia tibia, de las blancas magnolias. === Al amanecer regresa el aroma leve de la flor blanca. === La fragancia de azahar un verso breve en mi mano debajo de la almohada. === Las luciérnagas iluminan tu rastro, tu huida === Poeta de luceros, no me robes el cocuyo. === Lágrimas caen en mi taza de té. Cada gota limpia el alma. === Mi mano tiendo para no cerrar, buscando otra que estrechar. === Me inclino a tomar agua en tu mano; camino desde lejos. === Al escribir poemas voy tras la nube hasta tocarla. === En las páginas entreabiertas de tu libro anidan mariposas cansadas. === Cuando saludas en mi pecho anidan azulejos que llegan hasta el sol. === Mi sonrisa, manojo de florecillas que adornan la sala. === Al escribir poemas voy tras la nube hasta tocarla. === Cartas de amistad en mi cuaderno, palabras rosas, lirios blancos. ** Luz Marina Almarza luzmarinalmarza@hotmail.com Escritora venezolana (Chivacoa, Yaracuy; 1961). Reside en Barinas. Licenciada en letras por la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab, http://www.ucab.edu.ve; 1988). Ha recibido el premio Eliseo Jiménez Sierra (Yaracuy), el Premio Municipal de Poesía (Barinas), el Certamen Mayor de las Letras (primera edición) y la IV Bienal de Literatura Orlando Araujo (1988). === Clara Raquel Blasco Sánchez ====================================== Clara despierta. Por delante un duro día de trabajo, un ex marido que no deja de causarle problemas y dos hijos que mantener y, aunque sabe que no está bien: —¡Ojalá digan pronto que se marchan de su lado! El sol aún no alumbra y la ciudad se siente en calma. No llega ni un sonido del exterior y eso parece contribuir aun más si cabe a acrecentar su soledad. Una soledad que arrastra tras de sí desde el día que dejó su pueblo para venirse a la gran ciudad. Salió de su casa para abandonar la miseria que la envolvía y buscar algo mejor pero, por desgracia, sólo encontró más miseria y mucha soledad. Si se hubiera quedado en el pueblo, quién sabe qué le hubiera deparado el destino, pero al menos habría vivido en una miseria arropada por el calor y el amor de los suyos. Un calor que perdió en la distancia. Sale a oscuras del salón, no quiere dar la luz, no quiere despertar a sus hijos. Hace meses que no duerme en su cama. Sólo el sofá le da la calma necesaria para conciliar un breve sueño. A oscuras se viste y se lava la cara. Ya no le gusta mirarse al espejo. Su imagen le lastima: sus ojeras, sus arrugas, esa vejez prematura que parece haberse adueñado de su cuerpo... No soporta ver en qué se ha convertido, en qué la han convertido, porque la vida no ha sido buena con ella. No lo ha sido y presiente que nunca lo será. Le da miedo expresarlo en voz alta, pero está gafada. La mala suerte le acompaña allá donde va. Nota cómo una lagrima se desliza por su mejilla y no hace nada para retenerla. Ahora las lágrimas gobiernan su vida a su antojo. Vienen cuando quieren y se van sin pedirle permiso. No le quedan fuerzas para intentar dominarlas. En la cocina un olor nauseabundo casi le hace vomitar. —Malditos críos —hace dos días que les dijo que vaciaran el cubo de la basura y allí seguía, en su sitio, lleno a rebosar, descomponiéndose a pasos agigantados a causa del calor que los azotaba esos días. Otra lágrima surca su cara, pero está vez es de rabia. Ella partiéndose el lomo para que ellos tengan qué comer y los muy cerdos viviendo a cuerpo de rey, sin dejar de poner la mano y de exigir plata. La vida no era justa con ella, no, no lo era. Cierra los ojos, da media vuelta y a tientas busca las llaves y el bolso. Sus manos tropiezan con un sobre. No recordaba haberlo visto ayer. Decide no abrirlo. Seguro que le reclaman algún pago y ahora no tiene fuerzas para enfrentarse a nada. Mejor lo abre cuando regrese a casa, como siempre ya bien entrada la noche. Por las mañanas limpia en una fábrica, por las tardes en un edificio de oficinas. Odia el trabajo en esas oficinas. Allí nadie es amable, nadie se digna a mirarle a la cara. Nunca la habían tratado bien. Nunca, hasta que llegó él. Otro error más que sumar a su larga lista. El primer día incluso la llamó por su nombre. Ninguno en aquel asqueroso lugar había pronunciado hasta ese momento su nombre. “Eh, tú” era la forma más amable que tenían de reclamar su atención. Así que cuando al girarse vio esa sonrisa iluminando aquella cara, se sintió flotar. Hacía tanto que nadie le sonreía... Después le dio conversación, le regaló los oídos con palabras amables, incluso la invitó un par de veces a tomar un bocado a la salida del trabajo. Pero resultó ser igual que los demás. Un polvo rápido, carente de cualquier muestra de ternura en los lavabos de las oficinas, era el último recuerdo que guardaba de él. Una nueva lágrima surca el rostro de Clara que impasible la ve estrellarse contra el suelo. La vida no es justa, lo sabe, pero ella no se merece tanta injusticia. Al fin ha acabado su jornada. Por suerte el día había pasado rápido. Le resultaba insoportable el trabajo en aquel lugar, pero necesitaba el dinero que semanalmente recibía como pago por sus servicios. Y hoy era día de paga y, como siempre, nadie para entregársela en mano. Sólo aquel sobre marrón pegado con celo en la puerta de su taquilla. Pero esta vez junto a él cuelga otro de color blanco. Un sobre que lleva su nombre. Entonces le viene a la memoria el que esta mañana encontró al levantarse y decide no abrirlo, ya lo hará cuando llegue a casa. Mira el reloj. Las once. Demasiado tarde para encontrar un autobús. Tendrá que volver andando y el trayecto le llevará al menos una hora si anda ligerito. Pero no tiene ganas. No tiene ganas de llegar a casa, de pelearse con sus hijos, de ponerse de mal humor, de ver una vez más su casa convertida en una pocilga, porque ella ya no da para más y sus hijos nunca le echan una mano. Sólo saben darle más trabajo. —Ojalá se marchen pronto de casa. Ojalá se larguen y me dejen sola —sabe que no está bien que una madre desee eso, pero hay ratos en los que incluso desea que no hubieran nacido. Sin ellos se imaginaba su triste vida de otra manera. Sin ellos no hubiera tenido que pasar tantas penurias tras su separación. El hombre que la enamoró sólo quería una sirvienta y un cuerpo caliente al que arrimarse para satisfacer sus necesidades, y cuando ella se dio cuenta era demasiado tarde. Con dos niños, sola y sin dinero, no tuvo más remedio que seguir a su lado. Recordaba con ironía cómo un año más tarde él la abandonaba “harto de aguantarla a ella y a los niños”. Sin dinero, con un alquiler que pagar y dos criaturas que alimentar, tuvo aceptar el primer trabajo que le ofrecieron. De eso hace ya catorce años. Sigue caminando sola. La ciudad está desierta, sumida en el silencio de la noche, roto sólo de vez en cuando por el ruido de algún coche o de alguna motocicleta. Mira el reloj y acelera el paso. Son casi las doce. A lo lejos el sonido de un vehículo que se detiene, unos pasos a sus espaldas y un golpe seco. Clara despierta, por segunda vez ese día. Ante ella la inmensidad de la noche y un dolor terrible de cabeza. En medio de la acera alcanza a distinguir su bolso tirado en el suelo. Lo recoge, se pone de pie como puede y sin molestarse en rebuscar en su interior lo cierra. Esta semana no tendrán qué comer. Todo su esfuerzo, las horas de sueño que no ha tenido, no han servido de nada. Dolorida y con el rostro surcado por miles de lágrimas llega a su casa. Rebusca en el bolso intentando localizar sus llaves. Por un momento piensa que también se las llevaron. Pero no, allí están las llaves y el sobre blanco que le dejaron en la taquilla. Al abrir la puerta el olor procedente de la cocina le hace retroceder. Ya no huele sólo a basura, huele también a platos sucios amontonados desde hace días, huele a casa sin ventilar, a casa hecha un desastre. Pero ella ya no puede. Dieciocho horas de trabajo diario es más de lo que un ser humano puede soportar. Abatida se derrumba. Cuando levanta la cabeza ve el sobre de la mañana y se acuerda del que guardó en su bolso. Lo abre y saca una pequeña hoja escrita a máquina. “Le comunicamos que a partir de hoy prescindimos de sus servicios en nuestra empresa. Como compensación, esta última paga equivale al salario de dos semanas”. Y ni una sola palabra más. Ya ni siquiera percibe el repulsivo olor que lo inunda todo. Quiere gritar, pero nada sale de su garganta. Se siente cansada, necesita dormir. Necesita descansar. Igual mañana es capaz de pensar con más calma. Igual hasta es capaz de encontrar una solución. Su mano roza el otro sobre. También lleva su nombre. Le tiembla todo el cuerpo cuando lo abre. Dentro una nota escueta: “Prueba de embarazo: positiva”. ** Raquel Blasco Sánchez blasco.raquel@gmail.com Escritora española (Valencia, 1968). Tiene cuentos y minificciones publicados en varias páginas web. En la actualidad colabora como tallerista en el portal mexicano de literatura Ficticia (http://www.ficticia.com). === Poemas David Rolando López Ambrosio ============================== *** Mal tiempo Fugaz sonido de lágrima alimenta el temor tardío afuera llueve tú no estás el cielo llora *** Regazo tenue cabriola entre caléndulas tu caricia vaivén de palmera monomanía incurable *** Psicomanía sé de la locura lo que me han contado tus labios empapados de mí diciendo adiós *** Siempre vuelven Parsimonia de ti en cada nota tus labios musicales tristes como la muerte han vuelto a sonreír ** David Rolando López Ambrosio abogadoyuca@gmail.com Escritor y abogado mexicano (Yucatán). Ganador del primer lugar en el Concurso “Ensayo político sobre la vida y obra de José Martí” convocado por el Instituto de la Juventud de Yucatán y el Consulado de Cuba en México. Ha colaborado con la revista virtual Remolinos (http://es.geocities.com/revista_remolinos). === La Hechicera de la Puna Pablo Mendieta Paz ======================= —Dirás a tu gente que si no obedecen al pie de la letra lo pasarán muy mal. —Así lo haré. —Y que es peligroso oponerse a mis órdenes. —Así lo haré. —¡Andá! Y que no se te olvide que tú, tu mujer y tus hijos serán los primeros en caer bajo el peso de mis maldiciones, si revelas una palabra de cuanto te he dicho. —No lo olvidaré. Sin darse cuenta, Silverio, el joven y diligente labriego se había convertido, desde hacía buen tiempo, en portavoz, víctima y cómplice inconsciente de la Hechicera de la Puna. Ésta, una mujer de edad indefinible y de una impura raza quechua y aymara, pues, al parecer, era originaria de una comarca que separaba con precisión poblaciones limítrofes, había sentado sus reales en la finca Esmeralda, en algún punto de la puna. Inexplicablemente, nadie recordaba, o tal vez, para ser más exacto, todos hacían esfuerzos para no recordar cuándo había aparecido en su comunidad. Pero todos estaban apercibidos de que sus poderes eran tan temibles como ilimitados. Se había apropiado, arbitrariamente, de la aludida finca, reducida, en verdad, pero muy “suya”, pues los campesinos tenían que ararla, sembrarla, desyerbarla, regarla y cosechar los frutos. ¡Ay del que se resistiera a hacerlo! Más pronto que tarde el infeliz era embrujado sin más ni más. Cuatro o cinco campesinos que andaban por ahí idiotizados, inconscientes, inútiles, eran la prueba tangible del poder y venganza de la Hechicera. Nadie supo nunca cómo se llamaba, pero reinaba, por el terror, como señora de su finca. Al tenor de sus exigencias, sus vasallos le rendían pleitesía acompañada de los humildes tributos posibles a ellos: gallinas, huevos, leche, y hasta algún cordero... La Hechicera inspiraba un temor supersticioso entre ellos, a tal punto que se daba por evidente la incapacidad racial de éstos para distinguir el nexo infalible que existe entre la causa y el efecto y viceversa; y que, por tal razón, los labriegos, dominados por ella, atribuyeran sus hazañas a tratos con el Diablo y a facultades sobrenaturales. Es cosa averiguada que los efectos sorprendentes logrados por los brujos, hechiceros, curanderos, adivinos y charlatanes indígenas, deben ser descartados en buena parte como imposibles; y que los que se imponen con certitud, son producto de causas nada diabólicas ni que estén fuera de lo natural. Existen entre los autóctonos individuos o familias enteras que transmiten, de generación en generación, los conocimientos secretos y casi perdidos de la botánica y la farmacopea antiguas, quechua y aymara. Esas gentes conocen empírica pero admirablemente las virtudes de ciertas plantas, de ciertos insectos, de ciertos tipos de tierra, pero ignoran nombres y manejo científico de jugos, sustancias químicas, tóxicos, tal vez propiedades radioactivas de los elementos que emplean en brebajes, emplastos, pócimas, masajes y otros modos de aplicación. Pero sin duda que pueden provocar el reblandecimiento de la corteza cerebral, la hiperestesia, la hipoestesia o anestesia de la sensibilidad general o de la sexualidad, así como trastornos glandulares; o lograr sorprendentemente cicatrizaciones de llagas y heridas, regeneración de tejidos dañados, ulcerados o necrosados; producir excitaciones afrodisíacas anormales e infrasensibilidades de orden sensual o sensorio. Y la Hechicera de la Puna dominaba con amplitud estas facultades, por lo que era experta herbolaria y naturista y, por tanto, tenía a los labriegos rendidos a su poder sin cortapisas. Pero cansados de las exigencias y exacciones de la Hechicera, los campesinos de la Esmeralda tomaron un buen día una decisión heroica. “¡Matemos a la endemoniada!” —exclamaron no sin temblar ante la sola idea. La conspiración era sencilla y absurda. —Sería sacrílego y peligroso matarla a palos —opinó uno de ellos, hombre maduro y con traza de sabido—. Si lo hiciéramos así, terribles castigos caerían sobre nosotros. ¡Matémosla..., pero sin hacerla sufrir, y sin darle muerte! Ante semejante incoherencia, se miraban contrariados, temblorosos y pávidos los indígenas de la Esmeralda, en lugar de reírse. Todos estuvieron de acuerdo, pero veían angustiosamente cuán difícil sería ponerle el cascabel al gato. Silverio, servil y sugestionado, llevaba puntualmente todas las noticias a la Hechicera, amparado por las sombras de la noche. —¿Con que quieren matarme? ¿Quién los agita? —preguntó ésta. —El Juancho. —Mañana me traerás un mechón de su pelo y alguna prenda suya. ¿Entiendes? —Así lo haré. Sólo él supo cómo obtuvo lo pedido por la Hechicera. A la noche siguiente, sigilosamente, llevaba un poco de pelos y una vieja prenda de vestir del Juancho. Sin que hubiera aquelarre, pues ella sola era la única bruja, los pelos y la prenda, añadidos a un sapo viviente, a un puñado de coca y a unos copos de lanas multicolores, fueron puestos debajo de una piedra, cerca de la choza del culpable. Silverio, sin tomar parte en el maleficio, tuvo que darle sin embargo un trozo de lejía seca preparada por la Hechicera con zumo de un vulgar y feo escarabajo, además de un inmundo jugo que reblandecía el cerebro y destruía la tiroides. A poco, el Juancho caminaba y se comportaba como un auténtico cretino. Durante algún tiempo, las veleidades de resistencia se esfumaron. Todos andaban miedosos y diligentes, y la Hechicera, más exigente e imperiosa que nunca, reinaba sin tropiezos ni oposición. Una media docena de embrutecidos paseaba por la finca su estupidez, testigos mudos del maligno poder de aquella misteriosa y cruel mujer que, en cuanto a su físico, estaba mandada a hacer para infundir miedo a quien se le cruzara por delante. De estatura elevada, andaba erguida con la cabeza unida al tronco por un cuello largo y delgado. El pelo, gris y corto, invariablemente desgreñado, mostraba, con todo, dos trenzas anémicas. Los ojos, hundidos en las órbitas, brillaban, enérgicos y movedizos. Dos cartílagos arrugados le servían de orejas, en tanto que la nariz ganchuda y el mentón en punta, trataban de juntarse delante de una boca hundida por falta de dientes. Las manos, terminaban en dedos huesudos y uñas larguísimas, en tanto que las piernas, enjutas y huérfanas de pantorrillas, acababan en anchos, largos y horribles pies planos. Transcurrían los días. La idea expuesta por el indio viejo —ahora débil mental— tomaba cuerpo y se había abierto paso en sus mentes obtusas. Sí que la matarían, pero sin violencia. Lejos de la casa de hacienda, en un barranco, alguien halló lo que necesitaban: una pequeña y estrecha cueva. Allí la enterrarían viva. Habiéndose dado ánimos mediante abundante aguardiente echado entre pecho y espalda, los veinte conjurados avanzaron, al anochecer, hasta la choza de la Hechicera, y en un santiamén le cayeron encima, la ataron de pies y manos, la amordazaron y, confundidos entre el pavor y la decisión, cargaron con ella. La Hechicera se agitaba como diablo metido en botella de agua bendita. Se retorcía; pugnaba por deshacerse de sus ataduras. Todo fue en vano, y sus malignas artes no pudieron sacarla de la procacidad a que estaba siendo sometida. Cuidadosamente y con el alma en suspenso, los labriegos introdujeron el fardo a la cueva; lo depositaron en el suelo; luego amontonaron grandes piedras, tierra y una cantidad descomunal de espinos a la entrada. La Hechicera quedó definitivamente aprisionada. ¿Hubo telepatía? ¿Hubo traición, cobardía, complicidad en el ánimo de Silverio? Quién sabe... Pero este hombre, que profesaba incondicional y asustadiza devoción por la maléfica criatura, se levantó a medianoche y, a la luz incierta de las estrellas, se dirigió con mil precauciones a la cueva. Deshizo toda la barricada de zarzas, espinos y peñascos. Halló a la Hechicera, quien, sin duda, estaría pidiendo perdón a Dios, o maldiciendo al Diablo. —Soy el Silverio: he venido a salvarte. La Hechicera no cabía en sí de felicidad ante la impensada acción de Silverio. Luego de desatarla, con pasos furtivos volvieron al caserío. —Tengo un dinerito para ti, yokalla querido —dijo la mujer, y se lo entregó a la puerta de la finca. Difícil es, si no imposible, describir el inmenso susto de los atónitos campesinos cuando, al otro día, vieron a la presunta muerta, calentándose, como reptil al sol, en cuclillas e impasible delante de su casucha, como si nada hubiera sucedido. Pocas semanas después, otros cuatro cretinos se sumaban a los ya existentes. Pero cierta noche de luna nueva, los labriegos le cayeron encima una vez más, decididos a acabar cuanto antes con ella. —La otra vez escapó por obra de sus amigos, los diablos —decía en nombre de todos el más viejo—, pero tal vez cometimos un error. Ahora, hagamos las cosas como es debido. Y muy diablo tendrá que ser el diablo que la ampare para salvarla. ¡Descuarticémosla, y no aparecerá más entre nosotros! Ejecutaron, pues, su designio. Se habían reunido lejos del poblado. De pronto, llevando antorchas, se lanzaron, no en silencio como la primera vez, sino gritando a voz en cuello y en desordenado tropel sobre la vivienda de la Hechicera. La apalearon sin contemplaciones, la arrastraron fuera de la choza y, a la luz de la hoguera que era ya el cuartucho incendiado, la despedazaron con habilidad de carniceros. En realidad, gritaban para darse valor, pues el miedo seguía apretándoles las gargantas. Llevaron lejos los restos, a más de una legua. Cavaron una tumba; tiraron dentro los despojos y, sobre ellos, un sinfín de piedras, espinos y cactus. Volvieron al pequeño poblado, no muy tranquilos, al amanecer. Cada mañana, por mucho tiempo, los campesinos dedicaban la primera de sus miradas a las ruinas de la choza incendiada, esperando o temiendo ver a la Hechicera en cuclillas calentándose con los primeros rayos del sol. Pero ella, como es de suponer, no volvió a aparecer en el caserío... ** Pablo Mendieta Paz mendipaz@hotmail.com Músico, abogado, poeta, escritor y periodista independiente boliviano (1955). Reside en La Paz. Tiene estudios en el Conservatorio Nacional de Música y especialización en Dirección de Coros con el maestro parisino Alain Charron, y estudió derecho en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz. Ha publicado artículos de derecho financiero y derecho constitucional y tiene publicados el libro Actualidad jurídico-financiera en Bolivia (1996) y el libro de cuentos La noche oscura y otros relatos (Plural; La Paz, 2006). Mantiene un blog personal en http://pablomendietapazs.blogspot.com. === Pliegos de cordel Emma Fernández López =========================== *** Ucubi Abato afilados rayos de Luna para indagar la doble faz oculta en el espejo y sutil rolar entre el aguijón de las rosas de mi jardín. Estremecedor reflejo las escabrosas púas del miedo. Con voz clara disperso las foscas imágenes. Por el ojo de una fina aguja pasa una hebra de luz, un vivo destello corona un monte de olivos. Bajo un almendro en flor reposa una jarra de agua en bandeja de plata. En especular a lomos del aire peregrino, acerca del críptico plumaje de los sentidos, un remolino de viento me susurra: Claritas Iulia Ucubi. Atalaya de privilegio Ucubi, evanescente soplo de un sueño punteado de letras. Espejo ayer Ucubi, pueblo en tierras de Córdoba do nunca posé pie. *** Odio Reverso de Santa Teresa Odio sin tasa ni medida tengo por cierto. Profundo pozo al que me asomo, del que bebo. Tronador castillo, morada de bárbaros placeres y deleites. Aposento de vana cera ardiendo. Odio. Ya nadie escucha dentro ni fuera del pozo, se disipó la última gota de agua. *** Drac Blau Tintín, a pasar el trébole, al amor del celeste lago, la noche de San Juan, alegrías del color del aire, oír a un elfo cantar. Platicar en Hugo, París, Place des Vosges. Subir al monte. Retozar en el maizal. Solazarse en el río y en la mar. Avistar un lujo de estrellas junto al frío muro de La Mota. ¡El Malecón qué bonito es! Altiva palma real, sueños, azúcar y ron. Rondar por Barcelona. Versear al pie de un árbol. Rumbear en alegre romería, prado verde, algodón y caramelo. Tintín, correr, pillar la fiera sombra de Drac Blau que ávido vuela tras la gloria del aire: qué rico olor a pan. Se disipó la última gota de agua, ya nadie escucha dentro ni fuera del pozo. *** Caudal El Gran Especulador A las cero horas de hoy... Fallece una trabajadora al pie de la cadena de montaje. Causa: un ataque cardíaco —agotamiento agudo—, provocado por extenuantes jornadas de trabajo. Ríe Caudal. Y qué más da la pérdida de una misérrima mujer, una esclava. Hay en este cascarón un sinfín de humanos prestos a bogar, con el afán del pobre, a merced del Juego Gran Caníbal. Quien pilla, pilla. Reclamar a santa Rita, Rita. Ríe Caudal. *** Teodora Por el ojo del jardín, la lluvia lame las heridas de los viejos cristales que avivan la galería. Entrañable compaña el mirador de Teodora. Puntean el cielo árboles de hondas raíces, tronco recio y verde cúpula de encaje, a su abrigo amado banco sobre cantos rodados. Pájaros de pico amarillo gozan las delicias de negra tierra húmeda y alegres flores. Raro embrujo de tinieblas hila en íntimo silencio Teodora. *** Jipijapa Alejandra toca su noble cabeza con albo sombrero jipijapa, realza sus delicados hombros un suave chal de fragante muselina y sutil entredós de lunares verde limón. Sortija de plata pura seduce al sol en el corazón de su mano izquierda. Airosa se inclina y ritmo prende a un urbano buenas tardes, toma asiento entre los brazos de una elegante butaca, tapizada en deslumbrante seda china tejida en Persia, subido tono rubí. Junto a la mesa de juego, frente a frente, negro y dorado tientan claros sus ojos verdes, bajo el ala de la más fina paja toquilla de jipijapa, nueva luz de luna estampa nuestra retina. Singular manantial nace de sus labios, Alejandra sonríe, alza la baraja con donaire y reparte suerte. *** Gozo Velas de suave tul extendidas al viento son las risas de mi hijo, su alegría mi gozo, sus lágrimas mi condena. === Ojos verdes María Elvira González ================================ En realidad, verdes, verdes, no eran. Quizás azules, o verdosos, no sé. Yo estaba encaramada en la mata de mango cuando lo vi venir. El sol se filtraba por entre las hojas y no podía ver los cogollos que me habían mandado a buscar para un remedio. El muchacho parecía un musiú: catire, fuerte, y con esos ojos rayaos como una verdigalla. Estaba buscando arriba con la mirada y cuando nos vimos agachó la cabeza. A mí me daba pena bajarme porque andaba como una tarabita, pero mi abuela me ordenó que me bajara, que hasta cuándo, que esos cogollos estaban ahí mismito y siguió refunfuñando. El catire resolvió bajar la cabeza, el sol le estaba pegando duro. Yo me dejé rodar por el tronco hasta que caí de platanazo. El catire se hizo el loco y no levantó cabeza hasta que mi abuela nos presentó: —Este jovencito es Sebastián, viene de España. Ellos van a vivir en el cuarto de arriba y su papá va a trabajar en la escuela. Pueden conversar y jugar aquí abajo, pueden estudiar juntos aquí en el patio, pero Usted (siempre me decía usted cuando la cosa era grave) no me va para allá arriba, ¿entendió? —Sí, abuela. —Bueno, pues, no quiero bochinches ni rochelas, ya lo sabe. Me di cuenta de que mi abuela se había ido porque la enorme sombra de sus caderas ya no estaba y el sol me pegaba de frente. Sebastián seguía allí sin hablar y yo por fin me animé y le dije: —Ven, acompáñame —y él me siguió callado y colorado viendo para abajo. Sus botas resonaban en las losas del piso. Cuando le entregué los cogollos a mi abuela, estaba ocupada en la cocina, apenas nos miró y le dijo a la negra Hilaria: —Dámele un jugo de guayaba a esos muchachos. Nos fuimos con nuestros vasos para el patio y nos sentamos a la orilla del tanque. Yo me tomé el jugo y le dije mi nombre, que estaba en cuarto grado, que mi mamá era aeromoza y trabajaba en Caracas, que mi papá era piloto, que ahora vivía en otro país porque ya no se querían, y no sé cuántas cosas más. Sebastián seguía callado, pero sus ojos —que para mí eran verdes, siempre serán verdes— me miraba como si fuera mayor que yo, como si supiera muchas cosas. Su cabello amarillo bien peinado se le vino a la cara al inclinarse a recoger unas peonías que había en el suelo. Cuando pude callarme, Sebastián habló. No sé lo que dijo, porque me perdí entre las lucecitas de sus ojos y las zetas de las palabras que decía. Además, creo que hablaba en pluscuamperfecto o algo así. Entonces le dije que me gustaba su modo de hablar, y él: —Es que vosotros habláis sin ortografía, vamos. Y yo: —¿Adónde vamos? Y él: —Que no, mujer, que es un decir. La jota que raspaba su garganta y la mía que sentía un nudo porque había dicho mujer y yo sentía esa palabra como palabra de mayores, como si fuera en el cine. Cuando mi mamá regresó de su viaje de trabajo, me mostró en el mapa de España el punto donde estaba la Barcelona de ellos que no es la nuestra. Me explicó lo que significaba Guerra Civil, y habló de la razón por la que Sebastián y su padre se habían venido a vivir a Venezuela. Después sugirió que le prestara algunos libros a Sebastián porque a él también le gustaba leer. Yo volví con Don Segundo Sombra, pero mi mamá dijo algo sobre realidad argentina que no entendí bien. Yo me figuraba que la pampa era igualita a nuestro llano y que el niño que viaja por Argentina era como Sebastián, pero ella escogió El soberbio Orinoco de Julio Verne. Yo esperé horas, hasta que Sebastián bajó y le entregué el libro sin decir mucho. Pocos días después comenzó la escuela, yo estrenaba uniforme, zapatos nuevos y una caja de creyones Prismacolor que era mi mayor orgullo. Todo eso me había hecho olvidar un poco al catire. Lo vi desde lejos en el recreo. Todos los varones de sexto grado corrían como locos, pero Sebastián no, él estaba sentado como un sabio. Los muchachos se burlaban de sus sandalias con medias, y él como si nada, se comía su merienda. Alguien salió desde el montón de muchachos y le golpeó la mano hacia arriba. El pan y el chorizo volaron con las risotadas por todo el patio. Pude ver sus ojos aguados, su espalda encorvada, su cara roja. Corrí por entre todo el mundo y cuando fui a abrazarlo me empujó y me caí. Sentí todo callado y después escuché los cuchicheos. Alguien gritó que bien hecho que el musiú me había empujado. El asunto se puso feo, aparecieron los maestros. Le avisaron a su papá en el comedor. Mi uniforme se ensució todo. Los cuchicheos siguieron y escuché que vivíamos en la misma casa y éramos novios. Al llegar su padre, sin averiguar nada, le dio una cachetada delante de todo el mundo. Yo nunca había visto una cachetada en vivo, ni siquiera en el cine. Su cara me dolía. Sus ojos me lloraban. Su vergüenza me mataba. El dolor y la rabia en sus ojos —verdes, sí— me acuchillaban. Mi mamá no me regañó, pero mi abuela me miraba feo. Nunca más vi a Sebastián. Se mudaron a otra ciudad. Ayer cumplí quince años y me van a hacer una fiesta. A mi mamá le prestaron unos discos bien chéveres. Ella es muy bonita, se parece a Sarita Montiel, pero a mí me gusta más lo que canta Lola, y otro señor que canta el gitano faraón. Mi mamá dice que faca quiere decir cuchillo. Los ojos de Sebastián no eran tan verdes como la albahaca, más bien eran “de mirada serena” como el bolero. Como el cogollo del mango, entre amarillo y verde. ** María Elvira González mariaelviragonzalez@cantv.net Escritora venezolana (Caracas). Reside en El Limón, Maracay (Aragua). Fue docente en Maracay y en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Beijing (China). Ha sido traductora en la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve) y en forma independiente para diversas publicaciones. Fundó y dirigió durante varios años la revista Libros de Venezuela, que circuló en el país y en bibliotecas del extranjero. La mayoría de sus trabajos están inéditos, aunque dos cuentos breves se publicaron en el diario El Periodiquito (http://www.elperiodiquito.com), de Maracay, y su cuento “Ojos verdes” fue publicado en la página web Escuela de Escritores (http://www.escueladeescritores.com) como finalista del concurso Relatos Breves con Banda Sonora. === Tres poemas Idalia Sautto ======================================== *** Constante san Si cuento los números de mi boleto escribiré en mi mente tu nombre quiero decir lo que significa tu apellido de origen ruso y emigrados que tenían ganas de inventar una larga historia que despierta la lluvia la lluvia no era para los adultos la lluvia no debe caer en tus ojos Entre mis dedos mi boleto es mi seguro de viajero que no pierdo porque te quiero también porque nadie sabe pronunciar las veces azules de tu olor Constante san tampoco saben dirigirse a ti como a los cerezos que rezan en Japón En este tiempo “cerezo” significa “palabra perdida en recuerdo” Constante san escúchame nadie te ha dicho que tu nombre cabe en un té mucho más caliente que la pronunciación pregonada en cada libro de Kanda Nadie podrá cercar tu memoria como las pestañas perdidas que ya no tienen vuelo azul precipicio sin nombre todos tus deseos caben en una carta del tarot para eso no necesitas pestañas el sabor de las estrellas son tu seguro de viaje palabra pegada a los dedos Si sumas los números de mi boleto pensarás que todavía existe una ventanita y por ahí asomarás cada noche que ha caído como las flores de cerezo sobre los ríos. Constante san te han mentido tu nombre significa caligrafía de manchitas rojas en ese recuerdo está la suma de todos los números de boletos perdidos y algunos sueños míos. *** Poema para Alberto como un suspiro que huye ya por nada sin hacer el menor ruido sin saber que ha huido de mi propia voz no hay pestañas en el fin de mis lágrimas sé que te extraño cómo no podría extrañarte si me alejo de ti y vuelvo a despertar en un silencio sobre mi sueño no es del gusto de nadie mis uñas verdes muy verdes sólo para la poesía o para algunas hojas en donde espero escondida morada pájara marco el tiempo con las uñas aunque incómoda no tengo en las uñas alas de mariposas sólo este barniz de realidad verdes escucho los miedos más bruscos ariscos a cada momento o me engaño o me duele la lengua cuando te extraño cuando sé que duermes allá en esa casa sin barandal sin ningún sostén y sin mí. ** Idalia Sautto cortazariana@gmail.com Escritora mexicana (México, D.F., 1984). Estudiante de historia en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx). Egresada de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem, http://www.sogem.org.mx). Un cuento suyo aparece publicado en la antología Paso al frente. Ha participado en talleres literarios coordinados por los poetas Maricruz Patiño y Agustín Jiménez. Actualmente es asistente y ayudante en clase del filósofo Alberto Constante en un seminario sobre Heidegger. === La isla de Vlady Juan Tena Martín ================================ No sé cuánto tiempo llevo aquí, quizá desde siempre, no lo sé; sí sé que esta isla es mi hogar, que nunca he salido de ella, pero que no nací aquí; llegué en algún tiempo. De eso hace mucho, tal vez milenios o eternidades. ¡Quién lo sabe! Mis padres me trajeron a esta isla, dijeron que mi nombre era Vlady, que el tiempo se detenía en mí, que nunca cumpliría años y tampoco envejecería en tanto el tiempo estuviera detenido, y que hasta ese momento sería inmortal. Dejaron conmigo a Marsias, mi preceptor, y después se marcharon. Nunca más volví a verlos ni a saber nada de ellos. La isla, mi hogar, no está como podría pensarse en el Ponto, sino en un río: en el Tajo, al que, en este punto, la isla divide en dos brazos de no más de 200 metros de ancho cada uno. Así pues, esa es la distancia que hay hasta la orilla, hasta tierra firme, donde el tiempo sí transcurre y la vida sigue con su tradicional y monótono devenir. La isla ocupa el centro del río que, a su vez, divide la ciudad por la que transcurre en dos partes. Una, la mayor, que mira al oeste y la otra, mucho más pequeña, que lo hace al este. Los habitantes de esta ciudad desconocen mi existencia y la de la isla. No pueden verla, pero ahí está, inmensamente verde y arbolada, ocupando una parte considerable del río cruzado por puentes que he visto nacer en épocas remotas. Marsias estuvo conmigo largo tiempo: siglos; me mostró todo lo que tenía que saber en el tiempo que estaba prefijado, y, después, llegado el momento, desapareció: con paso lento pero firme y seguro entró en el agua hasta quedar fundido con ella. Él, de cuya sangre había brotado un río en un tiempo al que la memoria no alcanza, regresaba a su hogar, dejándome sola y sin tiempo que transcurra: era inmortal y lo sería mientras el tiempo estuviese detenido. Desde mi isla podía observar la vida de las gentes en la ciudad con la tranquilidad de saber que ellos no podían verme; incluso si me acercaba a la orilla podía tocarlos sin que se dieran cuenta de mi presencia. Para ellos pasaba el tiempo, y yo veía cómo poco a poco, de manera lenta, iban envejeciendo. Esto hizo que el interés por conocerlos y estar cerca de ellos aumentara mis ganas de abandonar durante más tiempo la isla. Cada mañana me trasladaba a la orilla y me sumergía en aquella laberíntica ciudad llena de gentes. Nada me estaba vedado: las puertas no existían para mí. Así que al poco tiempo de mis frecuentes visitas a la ciudad no había calle, callejuela, rincón o casa que no me resultara familiar. Pude conocer a toda aquella gente: sus pasiones, alegrías, miserias; envidias, preocupaciones, instintos, odios, desprecios; incluso conocí a criminales y las razones profundas de sus comportamientos e instintos asesinos. Cuando llegaba la tarde noche volvía agotada a la isla en busca de soledad, de calma y paz, pues la vida al lado de los mortales era fatigosa. El designio de estas gentes es sobrevivir y en ello se afanan con empeño y sin descanso para doblegar un azar al que están sujetos y que no siempre es justo con ellos. Los mortales son seres egoístas, violentos y arrogantes, pero al mismo tiempo son capaces de dar la vida por cosas banales y también por salvar otras vidas. Son seres en donde los extremos pueden convivir sin dificultad: el vanidoso con el modesto; el egoísta con el generoso. Sí, los mortales son seres contradictorios, apasionados, caprichosos a veces, pero combativos y forjadores de sueños realizables. Sé que pasé mucho tiempo entre ellos, no recuerdo cuánto, pero en todo ese lapso conocí generaciones y generaciones de hombres: los veía nacer y al poco tiempo envejecer y luego morir. Una tarde, a mi regreso a la isla, encontré a Marsias; había vuelto y me estaba esperando con una sonrisa. Yo me abracé a él y le cubrí el rostro de besos y lágrimas. Me dijo que había vuelto para darme el tiempo. Aquella noche, que duró siglos, nos amamos apasionadamente; en nuestro frenesí recorrimos mundos, civilizaciones... y recónditos universos. Al amanecer de un tiempo, Marsias se despidió de mí, esta vez sería para siempre: juntos fuimos hasta la orilla y allí, quieta, con lágrimas en los ojos, vi cómo despacio, con paso lento y firme, como había hecho antaño, aquel ser excepcional entró en el río hasta quedar fundido con sus aguas. Epílogo El sol entraba ya por los grandes ventanales abiertos de par en par, y una brisa suave y húmeda llenaba todo el espacio. Vlady se incorporó y acercándose a uno de aquellos ventanales se asomó al exterior y allí, a sus pies, estaba la isla con la que tantas veces soñaba y el río de aguas tranquilas y orillas de arenas doradas por el que un día se fue Marsias, al que había querido como a un padre y un amante. Vlady se volvió hacia un espejo para ver su joven figura y eterna juventud por última vez: “por fin el tiempo corría y con él la mortalidad”, se dijo. La isla era ahora muy visitada, pues hacía poco tiempo que había aparecido de pronto, como si hubiera emergido del lecho del río. A la gente le gustaba visitarla, además de por ese hecho tan extraordinario, por encontrarse en ella especies de vegetales y animales desconocidas hasta entonces. (Este relato, que pertenece al libro de cuentos La edad del recuerdo [http://www.lulu.com/content/4562950], resultó en octubre de 2008 ganador del tercer premio del VII Premio de Narrativa Literaria Leopoldo Lugones, concedido por la Biblioteca Popular y Centro Cultural de El Talar, Buenos Aires, Argentina). ** Juan Tena Martín j.t.m@telefonica.net Escritor, periodista y consultor español. Especializado en comunicación social de la ciencia y la tecnología. Es autor y coautor de varios libros de ciencia y comunicación científica, como El Hespérides: diez años de investigación; El futuro que viene; In formar sobre innovación; La energía del futuro se llama fusión, y otros. También es autor del ensayo Un mito llamado Leonor de Guzmán, y autor del libro de relatos La edad del recuerdo. Es profesor de prácticas periodistas y conferenciante de comunicación científica. Ha recibido, entre otros, el primer Premio de Periodismo Enresa 1991; el Premio Club Español de la Energía en sus categorías “Carbón” (1992) y “Eficiencia Energética” (1994), y el tercer lugar del VII Premio de Narrativa Leopoldo Lugones 2008, concedido por la Biblioteca Popular y Centro Cultural de El Talar (Argentina). === Cuando llueve en el alma del mundo Leandro Vinasco A. ============ (Nota del editor: a finales del año pasado se realizó en el portal literario Escribe Ya [http://www.escribeya.com], por iniciativa del escritor venezolano Nesfrán González [http://www.letralia.com/firmas/gonzalezsuareznesfranantonio.htm], el primer Certamen Internacional de Poesía Escribe Ya 2008, del que resultó ganador este poemario del escritor colombiano Leandro Vinasco A.). *** Cuando llueve en el alma del mundo Estar hecho de deseos y mañanas Ir caminando por los bosques de la infancia Por los senderos de la juventud Portando una esperanza que palpita entre las manos Explotando en medio de los días rutinarios Adivinando del momento la magia perdida por el tiempo Queriendo que nazca del corazón un árbol fuerte que nos lleve hasta el [cielo Mientras otros conspiran pobreza y destrucción Ser el fuego inextinguible de la helada noche Revolución dormida entre los cuatro muros de tu cuarto Cuando llueve en el alma del mundo *** La tristeza de la carne Alguien sueña la tristeza de la carne El perdón de todos los pecados La culpa como alimento diario. Próxima generación del miedo Cruzados de brazos esperando la muerte Frente a nuestros ojos Se despedaza el mundo en la pantalla Pronóstico reservado Para la velocidad de nuestra definitiva autodestrucción Algún día el show no continuará *** Niño de la guerra El niño comió la carne de su amigo de su novia de su jefe apenas la probó la dejó servida en el plato y se fue escapando para hacer la revolución pérdida en el horizonte. *** Lo que llaman poesía... Angustioso no saber reconciliar todos los sentires en este modesto intento al aire. Lo que llaman poesía es sólo el día a día de un recorrido que tal vez no tenga mayor sentido. Pero perduramos tras las sombras, las imágenes, los sonidos Como mares furiosos Como olas nunca repetidas Como ecos perdidos en el desierto de nuestros oscuros cielos interiores. Es la noche de nuestro día bajo el sol, es el frío del afuera mordiendo las entrañas, el impulso para despegarte del suelo que te reclama esclavo Es el secreto —inexistente— para hacer con todos estos días, horas, meses [del calendario una numerología de acontecimientos sin explicación, el mapa borrado del recuerdo y la amnesia, y caminar así en la noche sin miedo cantando una nueva historia Una nueva poesía, libre de dios y del demonio... *** El beso de la Serpiente Así asesina un amor por la mañana Luego de haberlo besado con su veneno Le deja para verlo morir en la arena. Le encanta que se revuelque y sufra Hasta dar su último suspiro Luego se va. Al fin y al cabo La serpiente siempre seguirá siendo serpiente. *** Inexistente poema 18 Quisiera creer hoy Que nada desaparece Que esa transformación Escapándose de mis ojos Describe la perfección de algo Que no alcanzamos a comprender En este maravilloso tiempo Te invito a la vida Hagámonos dueños de lo que somos Y así construiremos un mejor ser Lenguaje para el futuro que invade y desborda Sabiendo que lo único que podemos ver Es nuestro pasado. *** Amor ilegal de mis poemas Difícil escapar de esta lluvia de recuerdos que lleva tu nombre Dejar de sentir en la mitad del pecho esta misteriosa llama Dejar de escribir en las paredes la alegría rebelde La configuración de nuestros deseos Cuando una ciudad de monstruos y fantasmas nos habita por dentro Difícil dejar de pensar en nuestra vida explotando en el vientre Y no anhelar el calor eterno de los felices trópicos. Yo que soy quien no soy Que he dejado de ser tantas veces en este espejo fracturado Reclamo al dios muerto o vivo una razón más allá de estos días Más allá de estas luchas por un distinto porvenir Escapando de la guerra que nos sume en la inconsciencia sin razón Yo que tantas veces he caído sobre la arena Soy de tus abrazos y tus besos también un pequeño hijo Un incompleto amante, tonto, tonto Cantando canciones a las ratas Fumando lo que ya no queda de la cosecha perdida Ilegal de mis poemas, Sobreviviente de tantos desengaños aún te quiero Aún te sueño y te amo como la vez primera. *** La laboriosa costumbre que se quisiera La laboriosa costumbre que se quisiera Para perdurar como restos insalvables Es posible otra vida aquí mismo Algo distinto como tu sonrisa de todos los momentos Seguir dando pasos en la nada, incansables, Sin territorio, sólo refugios temporales ante la amenaza permanente El esfuerzo que nace desde adentro todos los días como un sol esquivo Sol derrotado por la lluvia ácida, por la lluvia En esta ciudad como mi locura Yo soy quien se mira ante el espejo en estas tardes *** El nombre del silencio El nombre del silencio El trazo del que sólo somos puntada, fragmento, El interrogante que constantemente nos plantea la distancia eterna de los cuerpos Toda esta falta de sentidos peligrosamente moderna oliendo demasiado a ti. Respiramos en el afán de poseer la nada cada día y acumularla en un rincón oscuro ojalá A pesar de la esclavitud que nos propone su egoísta amor a crédito, Los intereses cambiantes y movibles de su frío y oscuro capital El nombre del silencio para bailar juntos la nostalgia El nombre del silencio para ser sol como la tierra, tierra como el sol... Y consentir así el enamoramiento de nuevo en nuestra cama vacía Después de haber cruzado todas las fronteras, Los límites borrados y perdidos Más allá de los desiertos con su silencio poderoso Vayamos a andar por este camino de estrellas hacía el fin de la mentira Tomaremos la opción de la diferencia en la maquina binaria Labrando con nuestros pasos la nueva no-ciudad Salida o llegada al corazón del olvido En este ir rodando por las aceras y las hojas secas en el aire, Asfalto húmedo y piel de tu sonrisa en un café, en un cinema, En una tarde de sol tumbados en la hierba contando tréboles Dándole forma y nombre a las nubes que llevamos impregnadas en el alma Al fin, hermosa, Rescatada del vacío permanente y los malos amores... A mi lado He aquí señora nada Nuestra vida en una vida Nuestro sueño en un sueño Vida bailando. El nombre del silencio. Extraña fisonomía de nuestro ser. ** Leandro Vinasco A. leandrovinasco@gmail.com Escritor colombiano (Bogotá, 1978). Profesional en lingüística con énfasis en comunicación de la Universidad Nacional de Colombia (http://www.unal.edu.co; 2005). Diplomado en periodismo cultural y crítica literaria de la Universidad de Chile (http://www.uchile.cl), sede Santiago (2007). Se ha desempeñado como docente universitario, escritor creativo y corrector de estilo para publicaciones diversas. Cuentos y poemas suyos han sido semifinalistas en concursos internacionales en España, Argentina y otros países. === La última noche con Viki César Valdebenito ======================= Tratándose de Viki, lo curioso no está en su oficio de secretaria, sino en lo sexual. En su casa hay pornografía por todas partes. Y cámaras expuestas a plena vista. Ella me muestra las cintas de las fiestas. Sus amigos merodean por el exterior y miran por las ventanas. En su trabajo la miran de reojo. Incluso, hay veces en que ven cosas y se excitan. Lo cual viene a ser una agradable distracción en su mezquino y feroz trabajo. Le hace bien y les hace bien. A todo el mundo le hace bien. A casa de Viki vienen niñas de doce años. Se visten de putas callejeras y pueden proceder hasta de quinientos kilómetros a la redonda. Todo el mundo, incluido el púber con cara de zángano de la plaza, anda en busca de diversión. Viki dice: “Si te van las orgías, ven conmigo”. Viki dice: “Desde que llegaste tú las mejores orgías de Chile se montan aquí”. En casa de Viki puedes hacer todo lo que se te pase por la cabeza. Asesinatos: no, pero sí mucha droga. Puedes follar, puedes masturbarte, puedes mirar imágenes cochinas o tu propia figura en el espejo mientras eres empalado por algún tipo, puedes no hacer nada. Aquí viene lo mejor de lo mejor. También lo peor. Ahora, todos somos viejos amigos. Viki dice: “Vente a la orgía, Valdebenito: así verás el Sumo Apocalipsis de la Vida”. La última noche se une a nosotros una chica alta y esbelta. Lleva una minifalda que le llega al ombligo, se nota que no usa calzón por que se le ve la pelambrera de la vagina. El maquillaje le recubre el afilado rostro de pájaro. Tiene los ojos grises, como de gato, y una sonrisa que emite señales. —Sé quién eres —me susurra. —¿Y quién eres tú? —No sé. Ni siquiera tengo la impresión de existir. Y añade, para el gordito, semi borracho, que está a su lado: —¿Existo yo? —Te presento a Rosa —me dice Viki—. Tiene las mejores piernas de Concepción. Y te las está enseñando. Por lo demás, no, no existe. El gordito se acerca a Rosa, le hace una reverencia palaciega y le toma la mano. Es un gordito insignificante. El gordito le esta susurrando algo al oído. Ella lo aparta con un gesto. Pongo mi mano en la pierna de Rosa. Rosa se queda mirando el techo con los ojos inyectados en sangre, como si yo fuera un depravado. Rosa dice: —Eres un ignorante, un vago, un egoísta. Un consumidor chileno de mierda. Tus amigos son auténticas nulidades, el típico hombrecillo al que van dirigidos los anuncios de automóviles. De lo único que hablan es de cómo ser un gran artista antes de los veinticinco años... sin trabajar, claro. Imagínate, cuando estábamos en el colegio, que alguien hubiera dicho la palabra artista delante de sus padres, con admiración y respeto. Los oigo recitar de memoria los nombres de los titanes del negocio del arte y me dan ganas de rebanarles el cuello. Pero eres un soltero gorrón, y tienes toda la pinta de que una mujer te va a llevar a cuestas para siempre. Se supone que estas escribiendo día tras día, pero no creo que conozcas ni de nombre lo que significa terminar una página. Se hace el silencio. Viki me defiende. Viki dice: “todo el mundo lo adora”. Rosa arremete, señala que me vaya a la mierda e insinúa que ahora mismo se va a ir a vivir con su madre y que no va a volver nunca, porque (según ella) me paso muchísimo de hijo de puta y de falso y de exigente. —Pues vete, Rosa, ahora mismo: yo te pago el taxi —le contesto. Pero claro, Rosa se queda muda y Viki explica que la madre está fuera del país y anda un poco majareta, y allí hace un frío que pela, de modo que, en vez de marcharse de la casa de Viki, para nunca más volver, a los cinco minutos está en el segundo piso tirándose al gordito. Cuando me cabreo le aseguro a Viki: —Rosa es un encanto. —No hagas chistes baratos. —Lo que soporto bien es la hipocresía. La farsa. La negación de nuestros falos. La falta de parecido entre la vida como yo la he vivido en la calle, que es todo sexo y hacerse pajas y pasarse el día entero pensando en vaginas, y lo que algunos dicen que debería ser la vida. Cómo montárselo... ésa es la cuestión. Lo único que de verdad importa. Y sigue importando. Da miedo pensarlo, por las dimensiones que alcanza la cosa. ¿Por qué negar el permiso de existir? ¿Qué se supone que deberíamos hacer? ¿Mentir? Hay estadísticas. Se están produciendo cambios fundamentales. A mí, en mi condición de erotómano hipersexual, ninguno me parece suficiente. Todo va demasiado lento. Pero, así y todo, durante la última década la producción chilena de semen ha subido gracias a un pequeño segmento de la población. Claro que de eso no te vas a enterar leyendo los diarios de circulación nacional. El hombre de la calle, se queda mirando las conejitas Playboy y, ¿qué es lo que ocurre? Que son inaccesibles, son mujeres que nunca se las pondrán a tiro. Pues qué bien. Una paja, y a la cama, a dormir con la esposa. Ese era todo el problema. La casa de Viki era tremendamente agradable. Allí podía vivir la diferencia entre la fantasía infantil y la realidad. Y yo era un fanfarrón sexual católico que amaba la realidad. —Hoy casi todas las mamadas las practican hombres casados —creo que dije. Dos semanas atrás, Rosa llegó a Concepción, procedente de Florida, y ya habíamos tenido una gresca furibunda. —Tiene toda la tristeza de su raza, y un esplendido par de tetas —le aseguré a Viki, delante de Rosa. Era una asquerosa bromita de sicópata, pero a Rosa no la puso nada feliz. —¡A mí me vas a hablar de bromas asquerosas! ¡No se te ocurra insultarme, intelectual de mierda! ¡Un farsante, eso es lo que eres! ¿Cómo te atreves, y en nombre del Arte más elevado estoy segura que no tienes corazón en el pecho, hijo de puta? Yo en la vida soy cien veces mejor que tú, cara de culo. Lo sabe todo el que me conoce. Detesto la violencia. Detesto los insultos y el sufrimiento. Lo que está sucediendo en este país, ahora mismo, me da náuseas. Más vale que te pongas en marcha y deprisa. ¿Cómo se habría comportado Neruda? ¿Y Donoso? ¿Y Coloane? En mis tiempos de universidad siempre me planteaba así estas cosas. Mejor preguntarse qué habría hecho Bin Laden o Rasputin o un adorable, pero descontrolado asesino en serie. ** César Valdebenito tliterario@gmail.com Poeta, narrador y ensayista chileno (1975). Ha publicado los libros El jardín (premio Municipalidad de Concepción, http://www.concepcion.cl), Urnas y La muerte de Bukowski. Además, aparece en la antología Poetas chilenos jóvenes, del Consejo del Libro y la Lectura de Chile. === Poemas Fernando Soriano Bensusan ================================= I No pesan los pasos del aire, el alma en pena pesa donde yace. La noche vertical circunda tu relieve. Voraz alumbra la llaga el silencio. Son mis manos gota de tiempo, fuego enamorado, pira de nieve. II Barriendo como el viento las ciudades entra y sale tu cuerpo de mis manos. Entra y sale, y su sombra me encadena. Contra los muros de la noche veo a veces tus labios irisados. Contra los muros del deseo, a veces, soplas tú sobre mis llagas. III La luz gime encrespada. Por el olor de mis fluidos qué dulce desembarcas. Gira firme el dolor bajo la luz azul en llamas. Aún el cáliz de mis ojos contiene el vértigo de la esperanza. ** Fernando Soriano Bensusan fsimnsorianobensusan@yahoo.es Escritor español (Granada, 1966). Trabaja en el sector comercio, en el campo de la enmarcación. Ha publicado Materia dormida (edición de autor, 1994), Lluviosas tardes de verano (Cuadernos del Gallo, Pozoblanco, 1999), Los rostros de la dicha (Unión Sindical de CCOO, http://www.ccoo.cat; Barcelona, España; 1999), Melpómene (Planeta DeAgostini, http://www.planetadeagostini.es; 2000) y Las llamas del olvido (Ayuntamiento de Loja, http://www.aytoloja.org; 2004). ||||||||||||||||||||||| EL REGRESO DEL CARACOL |||||||||||||||||||||| === Revista de Literatura Hispanoamericana ================================ === Instituto de Investigaciones Literarias y Lingüísticas de LUZ ========= === (revliteraturahispanoamericana@gmail.com) ============================= Maracaibo (Venezuela), 2008 ISSN: 0252-9017 160 páginas La Revista de Literatura Hispanoamericana, cuya edición 56, correspondiente a enero-junio de 2008, puso gentilmente en nuestras manos su editora, la profesora Fátima Celis, es una de las dos publicaciones humanísticas con las que cuenta el Instituto de Investigaciones Literarias y Lingüísticas de la Universidad del Zulia (LUZ, http://www.luz.edu.ve), junto con Lingua Americana. Ambas congregan en sus páginas los estudios y análisis más relevantes y recientes de especialistas e investigadores del área. Financiada por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (Condes, http://www.condesluz.org.ve), la revista tiene periodicidad semestral y entre sus objetivos se encuentran estimular la investigación en el campo de la literatura hispanoamericana y divulgar sus resultados, así como afianzarse como espacio editorial donde puedan confrontarse, discutirse y analizarse las más avanzadas ideas en el área de la literatura y la crítica literaria hispanoamericanas. Es por ello que la revista no limita sus espacios a profesionales relacionados con el IILL. Cualquier investigador venezolano o extranjero puede proponer sus trabajos al Comité Editorial, que decidirá sobre la publicación y propondrá, si es necesario, modificaciones formales. Para enviar un trabajo de investigación se sugiere contactar antes al Comité Editorial, mediante el correo electrónico revliteraturahispanoamericana@gmail.com, a fin de solicitar las normas de publicación. Esta edición de la Revista de Literatura Hispanoamericana incluye los trabajos “La búsqueda de la utopía: un análisis de la revolución sandinista en La mujer habitada, de Gioconda Belli”, por Kajsa Larson; “Presencia de la naturaleza y de la luz en la poesía de Rafael José Álvarez”, por Maylen Carolina Sosa Silva; “La comedia alarconiana en el contexto de la literatura barroca del siglo XVII: La verdad sospechosa”, por Leisie Montiel Spluga y Johann Pirela; “Epistemología e investigación literaria”, por Jesús David Molina, Hermelinda Camacho y Tomás Fontaines Ruiz; “La deixis temporal y espacial en las obras de sor Juana Inés de la Cruz y Juan Ruiz de Alarcón”, por Ángel Delgado, Donaldo García y Gloria Fuenmayor de Vílchez; “Anotaciones para releer la literatura venezolana de tema petrolero. A propósito de Oro rojo, de Udón Pérez”, por Cósimo Mandrillo; “Farsa y absurdidad en Mezclaje, de César Chirinos”, por Celso Medina, y “El imaginario indígena zuliano”, por Alberto Áñez Medina. ||||||||||||||||||||||||||| POST SCRIPTUM ||||||||||||||||||||||||||| “En la escuela existe un predominio por enrolar al niño hacia el valor práctico de la lectura, y queda relegada cualquier capacidad de goce, de aventura, de imaginación y fascinación que la literatura pueda brindar al niño, así como las innumerables experiencias estéticas que éste puede vivir a través de ella”. Maén Puerta de Pérez, Lectura, teatro y escuela (1999). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviarnos algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. Usted puede verlas en el Web en http://www.letralia.com/tierradeletras/publicar.htm. 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