~~~~~~~~~~~~~~~ Año XIV Cagua, Venezuela Nº 224 ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ http://www.letralia.com ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ 21 de diciembre de 2009 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras, es ~~~~~~~~~~~ la revista de los escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos en Internet. ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a info@letralia.com ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ ISSN: 1856-7983 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ === Sumario =============================================================== | Delfina en el Ateneo. / Tàpies expuesto. / La ciencia | Breves del amor. / Fotografiando en enero. | | El venezolano Tomás Onaindía Gascón gana el concurso | Noticias Paréntesis. / Fuente tipográfica española será incluida | en el catálogo de Microsoft. / Carlos Pacheco Pacheco | ingresa a la Academia Venezolana de la Lengua. / Jorge | Volpi recibió la Orden de las Artes y las Letras de | Francia. / Otorgan el premio René Cassin de Derechos | Humanos a Marcos Ana. / Un consejo comunal toma una | biblioteca en Venezuela. / Presentan aventuras de | Biblos, superhéroe bibliotecario. / Editan libro de Juan | Ramón Jiménez en braille. / Fernando Botero boicotea un | galardón que lleva su nombre. / Un antiguo hotel de | Ecuador será transformado en un museo. / Independencia | de Paraguay es relatada en un cómic. / Un argentino y un | colombiano ganan el concurso Juan Rulfo de la RFI. / | Falleció el intelectual venezolano Manuel Bermúdez. / | España igualará IVA de los libros digitales al de los | impresos. / Raquel Rivas Rojas y Freddy Ñáñez ganan la | Bienal Ramos Sucre. / Horacio Castellanos Moya presenta | novela en Tokio. / Ambrosio Fornet obtiene el Premio | Nacional de Literatura de Cuba. / Con tres libros cierra | celebración del Año Onetti. / La Librería Mediática | creará canal televisivo sobre libros. / Biblioteca | salvadoreña es declarada patrimonio cultural por la | Unesco. / Google recurrirá multa impuesta por tribunal | de París. / Falleció el pintor y poeta catalán Albert | Ràfols-Casamada. / España concede a Serrat el Premio | Nacional de las Músicas Actuales. / Antofagasta tendrá | una de las más modernas bibliotecas de Latinoamérica. / | Cápsula del tiempo hallada en Madrid contenía tomos del | Quijote. / Industria cultural española exige aprobación | de la “ley antidescargas”. / Protestan a Abel Posse como | ministro de Educación de Buenos Aires. / Gonzalo Rojas | recibe la Orden Gabriela Mistral. / Realizarán la Ruta | Inka desde Bolivia hasta Guatemala. / Real Academia | Española designa a Darío Villanueva como secretario. / | Terminó infructuosamente la búsqueda de los restos de | García Lorca. | | Twijote. / Arte Libre. / Typertext. / Serie Negra. / Red | Literatura de Gestores Culturales de Colombia. | en Internet | “Manuel Bermúdez. La curva del río lo imagina, la | Artículos y palabra lo nombra”, Alberto Hernández. / “José Emilio | reportajes Pacheco en la Casa Silva”, Eduardo García Aguilar. / | “Diciembre”, Pablo Mora. / “Mucha poesía y pocos poetas, | en el bicentenario de la independencia”, Germán López | Velásquez. / “Antonio Pérez Carmona, ausente. Sin medias | tintas en esta hora de esperanzas”, Andrés Cova Mata. / | “De amore”, Ricardo Martínez-Conde. / “Los pedorros y | las pedorras (una mirada desde el arrabal)”, Saúl | Hurtado Heras. / “Del silencio, la poesía y otras | divagaciones”, Francisco Pinzón-Bedoya. / “De Bécquer a | la telenovela”, Yvette Schryer. / “Vidas posibles”, | Pedro Crenes Castro. | | Mario Mendoza: “El realismo degradado es nuestra ciencia | Entrevistas ficción latinoamericana”, entrevista por John Harold | Giraldo Herrera. / “Las historias de Alberto Chimal”, | Guillermo Bravo. | | “La poesía sobrevive a la confusión de la esperanza (un | Sala de ensayo aspecto de la poesía de Fernando Paz Castillo)”, Lubio | Cardozo. / “De los diarios y las reflexiones íntimas al | relato autobiográfico. “Fragmentos de las memorias que | nunca escribiré””, Galia Ospina Villalba. / “La novela | del petróleo invisible”, María Elvira González. | | “Canciones humildes”, Jorge Dávila Vázquez. / “Cielito”, | Letras Antonio Mora Vélez. / Tres poemas de Silvia Mathieu. / | “Árbol, acantilado, arena”, Martha Durán. / Poemas de | Fulgencio Martínez. / “La muerta”, Pablo Giordano. / | “Sueños de revólver”, Javier Etchemendi. / “En el | pantano”, José-Carlos Nazario. / Dos poemas de Berenice | Noir. / “Obra sanitaria”, Eugenia Piazza. / Poemas de | Florentino Gutiérrez Gabela. / “Un amor perfecto”, | Montague Kobbe. / “Memorias del zoo” (extractos), | Santiago Bao. / “De la soledad”, Jairo Restrepo Galeano. | / Poemas de Mara Hinojo López. / “Casandra”, Gabriela | Ballesteros. | | Umberto Eco. | Post Scriptum | =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753 =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Premio Key Site Award, de Fortress Design, en mayo de 1999 http://www.fortressdesign.com =========================================================================== Premio a la Excelencia, de Exodus Ltd., en mayo de 1999 http://www.exodusltd.com =========================================================================== Premio Mejor Página de Poesía, de La Blinda Rosada, en julio de 1999 http://blindarosada.org.ar =========================================================================== Segundo lugar en los premios Lo Mejor de Punto Com, diciembre de 2004 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Lo Mejor de Punto Com, octubre de 2005 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2006, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Premio Nacional del Libro de Venezuela 2007, Centro Nacional del Libro http://www.cenal.gob.ve =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2008, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Para suscribirse a Letralia, envíe un mensaje vacío a: letralia-subscribe@gruposyahoo.com Para desuscribirse, envíe un mensaje vacío a: letralia-unsubscribe@gruposyahoo.com También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.letralia.com/herramientas/listas.htm Ediciones anteriores: http://www.letralia.com/tierradeletras/archivo.htm ||||||||||||||||||||||||||||||| BREVES |||||||||||||||||||||||||||||| Delfina en el Ateneo. Publicado por Servilibro (http://www.servilibro.com.py), el pasado 7 de diciembre fue presentado en el Ateneo Paraguayo de Asunción el libro de cuentos Guía del cementerio, de la escritora paraguaya Delfina Acosta (http://www.letralia.com/firmas/acostadelfina.htm), con palabras a cargo del escritor Victorio Suárez. Guía del cementerio reúne doce cuentos en los que la autora recrea su niñez despreocupada y feliz en su pueblo de Villeta del Guarnipitán. “Cualquiera de los cuentos del volumen que tengo el honor de prologar —me vienen a la mente ‘La araña de oro’, ‘Mi primo y yo’, ‘La casa prohibida’, o ‘La misión’, entre otros— podría figurar en la más exigente antología del género”, dice el escritor argentino Mariano Shifman en el prólogo del libro. “Personajes (o mejor, personas, por su carnadura vital) que viven del recuerdo de una ilusión perdida; mujeres que no pueden dejar de ser niñas, so pena de mentirse a sí mismas... Una galería de deliciosos protagonistas que hacen del secreto su verdad esencial. A Delfina Acosta —a sus historias como sueños— se le cree siempre, porque despierta aquella convicción que sólo es capaz de trasmitir la verdad del arte. Todo lo contrario a lo que ocurre con tanta literatura pasteurizada, o sujeta a las modas del establishment cultural”. http://bit.ly/4ul9bj Tàpies expuesto. La ciudad de Catanzaro, en el sur de Italia, acoge desde el pasado 11 de diciembre, y hasta el 14 de marzo de 2010, una exposición retrospectiva de la obra del español Antoni Tàpies (Barcelona, 1923) con la que se quiere rendir un homenaje a una de las figuras más destacadas del arte europeo contemporáneo. La muestra, titulada “Materia e tempo”, se inauguró en el Museo de Arte de Catanzaro (Marca, http://www.museomarca.info) coincidiendo con la víspera del cumpleaños del pintor y escultor, que arribó a sus 86 años el 12 de diciembre. Los habitantes y turistas del sur del país podrán visitar esta exposición, en la que figuran algunas obras de Tàpies que hasta ahora no han sido mostradas en público en territorio italiano, reunidas todas en una selección de creaciones “impregnadas de una presencia silenciosa”, según explican los organizadores. Más de 50 creaciones del español, entre cuadros, esculturas, murales, dibujos, composiciones gráficas y libros ilustrados, son las que el Marca incluye en la muestra, que acoge obras provenientes de importantes colecciones públicas y privadas italianas y extranjeras. http://www.museomarca.info/categorie.asp?liv=3&padre=4 La ciencia del amor. El escritor colombiano John Jairo Junieles (http://www.letralia.com/firmas/junielesjohnjairo.htm) acaba de publicar, bajo el sello Pluma de Mompox (http://www.plumademompox.com), su segundo libro de cuentos, El amor también es una ciencia. Con 185 páginas, el libro —que reúne diez historias hasta ahora inéditas— obtuvo este año una mención de honor en el Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Cultura de Colombia (http://www.mincultura.gov.co), entre 165 obras participantes. “Adiós luz que te guarde el cielo”, “Libro del innombrable” y “Santa Nicole Kidman llena eres de gracia” son algunos de los cuentos incluidos en este libro de Junieles, periodista nacido en Sincé, Sucre, en 1970. “El libro surgió de un reto personal bastante absurdo”, cuenta el autor. “Me preguntaba si podía escribir cuentos donde las historias fueran tan entretenidas que nos hicieran olvidar las palabras. No sé si lo conseguí”. El autor ya había publicado Con la luz que me queda basta (http://bit.ly/6R6DsH), que con 27 historias fue reeditado en 2007 por Panamericana Editorial de Bogotá (http://www.panamericanaeditorial.com), en ocasión de que el autor fuera seleccionado para el proyecto Bogotá 39 (http://www.bogota39.com), que reunió a los 39 escritores menores de 39 años más representativos de las tendencias de la literatura latinoamericana. http://www.plumademompox.com/verlibro.php?id=35 Fotografiando en enero. Roberto Mata Taller de Fotografía anunció el inicio de su temporada de cursos 2010, que se iniciará el miércoles 6 de enero con el primer nivel de “Fotografía digital”, dictado por Antonio Chagin en el turno nocturno, ideado especialmente para los interesados en profundizar en este formato, sus principios e impresión. Se trabajarán áreas técnicas y conceptuales en clases teóricas y prácticas. El 7 de enero comienza “Retrato comercial”, con Markos Leave, taller que responde interrogantes como qué es lo que hace comercial a un retrato o cuál es la iluminación ideal para éste. También, a través de prácticas en estudio y exteriores, se abordarán sus diferentes formas, como el corporativo, el familiar o las poses de las manos en el retrato. Leo Álvarez dicta un taller de documentalismo a partir del 11 de enero en el turno de la noche, con salidas los fines de semana. Además de aprender a observar al mundo con “actitud documental”, se pretende ofrecer las herramientas necesarias para acercarse a una de las áreas más antiguas y respetadas de la fotografía. Habrá una parte teórica que servirá como herramienta básica para la realización de los ejercicios prácticos. Finalmente, “El otro yo, una aproximación al retrato fotográfico”, es el taller a cargo de Ricardo Peña que inicia el 18 de enero. Éste es el acercamiento del ojo humano, a través del lente, a las conductas, logros, fracasos, tragedias y cultura de sus semejantes, es detallar a los protagonistas de las acciones, es hurgar, intimar, conocer al otro y establecer una relación, es entender las razones que motivan al fotógrafo y, a partir de allí, fabricar una imagen. Las clases se dictarán en la sede de la escuela, ubicada en La California Sur, en Caracas (Venezuela), y las inscripciones ya están abiertas. Quienes deseen información sobre requisitos, horarios, costos y otros detalles de cada taller, pueden llamar a los teléfonos (0212) 2579745 y 2562587, o visitar el sitio web de la escuela. http://www.robertomata.com ¿Quiere publicar una nota en este espacio? Envíenosla por correo electrónico a breves@letralia.com. === ¿Le interesa estar informado sobre concursos? ========================= Reciba por correo electrónico los anuncios vigentes de concursos literarios y artísticos en general suscribiéndose a nuestra lista de distribución. Todo lo que tiene que hacer es enviar un mensaje vacío a letralia-concursos-subscribe@gruposyahoo.com, o visitar nuestra cartelera de concursos en http://www.letralia.com/herramientas/concursos.htm. Si desea enviarnos las bases de un concurso, escríbanos a info@letralia.com |||||||||||||||||||||||||||||| NOTICIAS ||||||||||||||||||||||||||||| *** El venezolano Tomás Onaindía Gascón gana el concurso Paréntesis El escritor, guionista y traductor venezolano Tomás Onaindía Gascón obtuvo el pasado 3 de diciembre, con el relato “La espera”, el primer premio del Concurso de Microrrelatos Paréntesis, que en su cuarta edición recibió 3.723 cuentos procedentes de España y Latinoamérica. Como en la convocatoria anterior el jurado declaró desierto el premio, la cuantía se suma a la de esta edición, por lo que el premio para el ganador está dotado con 2.000 euros, más la publicación del texto ganador junto con los finalistas. Onaindía Gascón nació en Caracas en 1953. Ha traducido Exilio, memoria e historia en la poesía de Luis Cernuda, de Bernard Sicot (FCE, 2003), Diccionario de lugares comunes, de Gustave Flaubert (Edaf, 2005) y Teresa de Ávila y la España de su tiempo, por Joseph Pérez (Algaba, 2007), entre otros. Además ha publicado la novela para jóvenes Los ojos del miedo (Everest, 1999). Su cuento “981.5432” fue incluido en la antología Zgodbe iz Venezuele (http://www.letralia.com/213/0515eslovenia.htm), primera que reúne textos de autores venezolanos traducidos al esloveno. Los relatos finalistas del certamen fueron con “Dar batalla”, de Federico Pablo Demarchi (Rosario, Argentina); “Secuencias absurdas”, de Jesús F. Castro Lago (Cádiz, España); “Temperatura de oficina”, de Alexandra Jamieson Barreiro (Madrid, España); “Una tormenta criminal”, de Juan A. González de las Casas (Madrid, España ); “Unilateral”, de María Fernanda Trujillo León (Sevilla, España), e “Y seguimos”, de Alejandro Carmelo Dato (Necochea, Argentina). El Concurso de Microrrelatos Paréntesis es convocado anualmente en Málaga (España), desde 2006, por la Asociación Cultural Paréntesis (http://www.tallerparentesis.com). Los participantes pueden ser españoles o latinoamericanos y deben presentar una obra consistente en tres microrrelatos. Las bases de la quinta edición, cuyo plazo de recepción de cuentos cierra el 30 de septiembre de 2010, están disponibles en nuestro boletín de anuncios de concursos (http://www.letralia.com/concursos/100930.htm). Fuente: Asociación Cultural Paréntesis *** Fuente tipográfica española será incluida en el catálogo de Microsoft La fuente tipográfica Ibarra Real (http://ibarra.artempus.net), diseñada por Francisco Javier de Santiago Palomares y grabada por el pendolista Jerónimo Antonio Gil para la que es considerada la mejor edición del Quijote, realizada por el impresor Joaquín Ibarra en 1780 bajo encargo de la Real Academia Española (RAE, http://www.rae.es), será adoptada próximamente por el gigante estadounidense del software Microsoft (http://www.microsoft.com) para su catálogo tipográfico, siendo la primera de origen hispano en hacerlo. Así, los usuarios del sistema operativo Windows y de otros productos informáticos tendrán a su disposición esta fuente que tiene más de dos siglos de historia, y que fue creada “como contestación a la edición del 'Quijote' en Inglaterra, puesto que antes no había ediciones tan buenas aquí”, como explicó José María Ribagorda, comisario de la exposición “Imprenta Real. Fuentes de la tipografía española”, que desde el pasado 4 de diciembre y hasta el 24 de enero está abierta al público en la Sala de Exposiciones de la Calcografía Nacional de Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. La muestra gira en torno al origen y evolución del diseño tipográfico español y consta de tres apartados. En primer lugar, se revisan los antecedentes caligráficos que llevan al visitante hasta el trabajo de Gil y Santiago Palomares, y que incluyen la evolución de la famosa fuente Bastarda Española, una caligrafía desarrollada anteriormente a partir de otra de origen italiano. La segunda parte se centra en la edad de oro de la tipografía española, abarcando el período del reinado de Carlos III y el inicio de la Imprenta Real. El Quijote impreso por Joaquín Ibarra, con la tipografía que hoy lleva su apellido, marca el apogeo de un período en el que se desarrollan, por primera vez, caracteres genuinamente españoles. La época actual cierra la muestra, con las tipografías digitales modernas, cuyas referencias están en la Imprenta Real. Se trata del trabajo de recuperación y conversión a software que están realizando diseñadores y tipógrafos basándose en los modelos históricos. En el caso de la “actualización” de Ibarra Real, por ejemplo, se amplió su “familia tipográfica” para poder incluirla en Microsoft, lo que significa que va a haber negrita y redonda, según detalló Ribagorda. “Queremos homologar nuestra identidad a través de la Ibarra Real y Microsoft hará el control de calidad y distribución de esta fuente”, añadió Juan Bordes, delegado adjunto de Calcografía Nacional. José María Ribagorda es profesor de diseño en la Universidad Complutense de Madrid (UCM, http://www.ucm.es), y es el autor del diseño de tipografías como la Hispana (1996) o Cromotex (2003). Su trabajo de actualización de la fuente Ibarra Real puede apreciarse en el catálogo del proyecto (http://ibarra.artempus.net/pdf/muestrario.pdf). Fuentes: EFE • Europa Press • Papel en Blanco *** Carlos Pacheco Pacheco ingresa a la Academia Venezolana de la Lengua El ahora académico dedicó su discurso al cuento venezolano del nuevo milenio y a la actividad editorial, y reconoció el papel de Letralia y otros recursos de Internet en el desarrollo y la difusión del género “Los cuentos han sido pioneros, modelos o estandartes de algunas corrientes fundamentales de nuestra narrativa”, dijo el profesor, crítico e investigador Carlos Pacheco Pacheco el pasado 7 de diciembre, al ser incorporado a la Academia Venezolana de la Lengua en una sesión solemne cuyo discurso de contestación estuvo a cargo del escritor y crítico Luis Barrera Linares. Pacheco Pacheco es licenciado en filosofía y letras, egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab, http://www.ucab.ve), de Caracas, en 1970, y de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co), de Bogotá, en 1973. En 1979 obtuvo además una Maestría de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Liverpool (http://www.liv.ac.uk), en Inglaterra, y en 1989 un PhD en Literatura Hispanoamericana del King’s College (http://www.kings.edu), en Pensilvania (EUA). Entre 1994 y 2000 fue directivo del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg, http://www.celarg.gob.ve). Ha publicado Narrativa de la dictadura y crítica literaria (1987), La comarca oral (1992), Del cuento y sus alrededores. Aproximaciones a una teoría del cuento (con Luis Barrera Linares; 1993, 1997), La patria y el parricidio (2001) y Nación y literatura. Itinerarios de la palabra escrita en la cultura venezolana (2006), entre otros títulos, así como artículos en revistas, libros, diarios y actas de congresos. El nuevo académico, quien ocupa desde ahora el sillón W, hizo un recorrido por el género en un discurso titulado “Persistencia y vigor del cuento venezolano en el nuevo milenio”, en el que se detuvo en la obra de algunos de sus más destacados exponentes, recordó su amistad con el escritor Domingo Miliani (1934-2002), habló del auge de la actividad editorial en Venezuela y mencionó el papel que Letralia (http://www.letralia.com), Ficción Breve Venezolana (http://www.ficcionbreve.org) y otros recursos de Internet han tenido en su desarrollo y difusión. “Ningún otro proceso de formación genérico-discursiva ha resultado tan nítido ni tan paradójico y, justamente por ello, tan atractivo como el del cuento”, dijo el crítico al inicio de su discurso. “No hay pueblo ni nación que no albergue en sus momentos incipientes un manojo de relatos —ya sean orales o ya escritos— destinados a cumplir cruciales operaciones fundacionales, identitarias y patrimoniales. ‘Narrare humanum’, podría decirse por ello, haciendo cierta esta variante de la conocida frase latina sobre la universalidad del error”. Habló de los autores que lo han marcado como lector, mencionando a Poe, Borges, Chéjov, Cortázar, Quiroga, Meneses, Maupassant, Rulfo, Hemingway, Monterroso, Atxaga, Piglia, Julio Torri y Ednodio Quintero, entre otros. “Estos maestros del relato breve parecían compartir una sola búsqueda, pertinaz, obsesiva; la del cuento perfecto, la de aquel que lograra integrar, con rigor y con vigor, con no menos técnica que magia, de manera tan completa como armónica, redonda a la vez que rotunda, las cualidades o características esenciales de esa entelequia genérica llamada cuento”. Se refirió también a la afinidad con Barrera Linares, descubierta a fines de los años 80 y que “no sólo dio pie a una indagación que condujo a la publicación en 1993 del volumen Del cuento y sus alrededores, sino que significó el origen de una interacción profesional con frutos que aprecio inmensamente y también y sobre todo de la más fraternal de mis amistades”. Mencionó, asimismo, su colaboración con otros autores, como Beatriz González Stephan, Antonio López Ortega, Miguel Gomes y Carlos Sandoval. Al hacer un breve resumen de la historia del cuento venezolano del siglo XX, Pacheco Pacheco indicó que el género es “uno de los más claros indicadores o marcadores de las tendencias y los valores estéticos dominantes. En efecto, los cuentos han sido pioneros, modelos o estandartes de algunas corrientes fundamentales de nuestra narrativa”. Refirió, como ejemplos, textos de Manuel Díaz Rodríguez, Arturo Úslar Pietri, Guillermo Meneses y Alfredo Armas Alfonzo, identificó los que él cree “momentos de particular intensidad cuentística” en la literatura venezolana y destacó la importancia, como “termómetro”, del concurso de cuentos que convoca cada año, desde 1946, el diario El Nacional (http://www.el-nacional.com). “Lo que llevamos recorrido de este joven tercer milenio debe verse también como uno de esos momentos de gran intensidad cuentística, con numerosas y valiosas manifestaciones del género”, agregó, indicando que tal productividad ficcional “ha sido potenciada por las nutridas y talentosas generaciones de narradores egresadas de los talleres, por nuevos, variados y numerosos certámenes, por la versatilidad, interconectividad y poder de difusión de las nuevas tecnologías y por el desarrollo de colecciones de narrativa venezolana en varias editoriales como Alfaguara, Random House, Equinoccio, Norma, Alfadil y la novedosa Puntocero”. La polarización política de Venezuela en los últimos años, la significativa reducción de la importación de libros por las restricciones cambiarias y el estancamiento del sistema cultural durante la crisis de 2002 y 2003 fueron otras de las causas señaladas por el nuevo académico como dificultades que han propiciado el impulso de la actividad cuentística en el país. Asimismo, mencionó los certámenes como el Premio Sacven, el de Autores Inéditos de Monte Ávila, el Premio Nacional Universitario de Literatura y, de nuevo, el concurso de El Nacional, así como la Semana de la Narrativa Urbana organizada desde 2007 por los narradores Ana Teresa Torres y Héctor Torres, con el respaldo del Pen Club y la Fundación Cultural Chacao, y en la que han sido reconocidos los talentos de narradores como Adriana Villanueva, Enza García Arreaza (http://www.letralia.com/firmas/garciaarreazaenza.htm), Gabriel Payares (http://www.letralia.com/firmas/payaresgabriel.htm), Fedosy Santaella (http://www.letralia.com/firmas/santaellakrukfedosy.htm), Héctor Torres (http://www.letralia.com/firmas/torreshector.htm), Krina Ber, María Ángeles Octavio, Pedro Enrique Rodríguez, Roberto Martínez Bachrich (http://www.letralia.com/firmas/martinezbachrichroberto.htm), Rodrigo Blanco, Salvador Fleján (http://www.letralia.com/firmas/flejansalvador.htm), José Tomás Angola, Carlos Ávila, Eduardo Cobos (http://www.letralia.com/firmas/coboseduardo.htm), Mario Morenza (http://www.letralia.com/firmas/morenzamario.htm), Leopoldo Tablante, Leo Campos y Lucas García. “Es necesario aludir a las novedosas iniciativas de individuos y pequeños grupos potenciadas de manera definitiva por los blogs, las páginas web y las redes sociales como Facebook y Twitter”, continuó. “Entre ellas, destacaría particularmente, en el caso del cuento, el portal Ficción Breve Venezolana (http://www.ficcionbreve.com), el grupo Re-Lectura (http://www.relectura.org) con sus eventos, su blog y su programa de radio; algunas revistas electrónicas como Letralia (http://www.letralia.com) y los numerosos blogs de narradores individuales”. La parte central del discurso fue dedicada por Pacheco Pacheco a resaltar la obra de siete cuentistas “como manifestación de la persistencia y el vigor del género en la actualidad”: Ednodio Quintero, Antonio López Ortega, Federico Vegas, Miguel Gomes, Krina Ber, Salvador Fleján y Rodrigo Blanco. Mencionó además a otros autores como Oscar Marcano, Julio Miranda, Sael Ibáñez (http://www.letralia.com/firmas/ibanezsael.htm), Silda Cordoliani, José Luis Palacios, Blanca Strepponi, Juan Carlos Méndez Guédez, Nuni Sarmiento, Slavko Zupcic (http://www.letralia.com/firmas/zupcicslavko.htm), Milagros Socorro (http://www.letralia.com/firmas/socorromilagros.htm), Rubi Guerra, Gabriel Jiménez Emán (http://www.letralia.com/firmas/jimenezemangabriel.htm), Juan Carlos Chirinos, Sonia Chocrón, Eloy Yagüe y Roberto Echeto (http://www.letralia.com/firmas/echetoroberto.htm), entre otros. Posteriormente el académico mencionó a diversas personalidades de quienes dijo haber recibido “enseñanzas, apoyo, estímulo y afecto”, deteniéndose especialmente en Domingo Miliani, a quien eligió como “padrino intelectual” en virtud de que no disponía de un académico predecesor al cual referirse, pues el sillón W, que le fue asignado, no había sido ocupado hasta ahora. “No pocas veces lo visité en su casa-biblioteca de Las Guayabitas, para llevarle con orgullo filial, como pupilo a su maestro, a mis hijos y mis libros para que los conociera”, continuó Pacheco Pacheco refiriéndose a Miliani. “Alguna vez nos recibió en los mismos sembradíos, al lado de un tractor, cumpliendo su sueño de ser un agricultor de verdad, un Cincinato andino, un Thoreau venezolano, sin duda el más erudito agricultor de Hispanoamérica y sus alrededores”. En la parte final de su discurso, Pacheco Pacheco dedicó unas palabras a la letra W, que identifica el sillón que desde ahora le corresponde. “Debo confesar ante todo que, entre los sillones disponibles y por razones que comprenderán, tenía una definitiva predilección por los identificados con las letras Ñ y CH”, dijo. “Con la W, en cambio, me quedé en principio absoluta y totalmente perplejo. Me dirigí entonces a nuestro fiel DRAE para iniciar mi pequeña indagación por un lugar seguro. Para mi gran desconsuelo, el capítulo a ella asignado no alcanza ni siquiera a llenar el cuarto de un folio. Hasta la X la dobla en tamaño, mientras que la Ñ la triplica”. Al recordar que la W, repetida tres veces, forma las siglas de World Wide Web, destacó el papel de Internet en la comunicación contemporánea. “La humilde y exigua W alcanza a representar, tanto en español como en cualquiera de las lenguas del universo mundo, un proceso civilizatorio indetenible: el de la comunicación abierta, el del acceso a la información, el de la libertad de elección, el del contacto y la mutua cooperación (...). ¡Aleluya!, me dije. Me tocó una letra relacionada con los procesos de la democratización del conocimiento y la información, el de la pluralidad del pensamiento y la libertad de expresión”. Por su parte, Luis Barrera Linares en su discurso de contestación presentó la trayectoria de Pacheco Pacheco —a quien definió como “nuevo sillonario”— estableciendo varios “imaginarios enlaces que permitan visualizar lo que ha sido el periplo de un consecuente investigador de la lengua y la literatura”. Habló en principio de su formación profesional y de su trabajo, destacando las ocasiones en que ambos han colaborado. “Nos ha hermanado el recorrido de una trayectoria que se inicia en la docencia (con interés principal por lo literario y lo lingüístico) y continúa en el ejercicio de la crítica, hasta llegar a las interioridades del mundo editorial, ese territorio magnífico en el que hemos descubierto la luminosidad implícita en contribuir con la producción de los libros que otros han escrito”, dijo Barrera Linares antes de hacer un recorrido por las publicaciones del recién admitido académico. Habló también de dos proyectos que han tenido ocupado a Pacheco Pacheco en los últimos tiempos: “una antología del cuento venezolano del siglo XX, en preparación para la editorial Alfaguara (realizada conjuntamente con los escritores Antonio López Ortega y Miguel Gomes) y otra relevante iniciativa que, bajo el auspicio de la Fundación para la Cultura Urbana y de dos entusiastas analistas de nuestra literatura, don Rafael Arráiz Lucca y don Joaquín Marta Sosa, busca establecer a partir de estudios rigurosos el canon del cuento venezolano del siglo XX. En esa misión, además de mi persona, participará también el muy disciplinado y riguroso investigador Carlos Sandoval”. “Insisto en que el regocijo se multiplica cuando en una institución de esta naturaleza aceptamos recibir a quien ha sido amigo y colega solidario”, concluyó Barrera Linares. “Ruego entonces se me disculpe el inevitable sesgo afectuoso que ha marcado estas palabras de recibimiento y no me resta más que agradecer de nuevo tal deferencia y desear larga y fructífera vida académica al nuevo sillonario”. *** Jorge Volpi recibió la Orden de las Artes y las Letras de Francia “México es mi primera patria, de la cual estoy orgulloso; Italia es mi patria imaginaria y Francia mi patria por elección”, dijo en Ciudad de México el escritor mexicano Jorge Volpi el pasado 8 de diciembre, en la ceremonia donde recibió la Orden de las Artes y las Letras, en el grado de Caballero, por el embajador francés (http://www.ambafrance-mx.org) Daniel Parfait. El embajador se refirió a Volpi, en un emotivo discurso, como “un gran servidor público, brillante hombre de letras y amigo de Francia”, durante una recepción en la sede diplomática a la que asistieron personalidades del mundo literario como Carlos Fuentes, Elena Poniatowska y Guadalupe Loaeza. Parfait comentó que su obra no cesa de enfrentar las grandes problemáticas del mundo actual, poniendo al ser humano en el centro de su búsqueda y de sus lectores. “El homenaje que Francia le rinde manifiesta la importancia de un escritor que sabe cambiar la historia en palabra y la palabra en historia”, dijo. Al dirigirse a los asistentes, y puesta la mirada en Volpi, el representante del gobierno francés en la nación azteca apuntó: “Tu recorrido, querido Jorge, nos provoca admiración: licenciado en derecho, titular de una maestría en letras mexicanas y también doctor en filología hispánica por la Universidad de Salamanca”. Ponderó sus cursos en la Alianza Francesa (http://www.alianzafrancesa.org.mx) y en el Instituto Francés de América Latina. “Inició su carrera al servicio del Estado siendo sucesivamente secretario de Acuerdos de la Procuraduría de Justicia local, de la Procuraduría General de la República y director de Publicaciones de la Secretaría de Gobernación”. Añadió que, como joven escritor, Volpi es una de las figuras emblemáticas del movimiento literario “Crack”, caracterizado por la ruptura con el realismo mágico. Sobre su primera novela, En busca de Klingsor, que publicada en 1999 se convirtió en un éxito internacional y ha sido traducida a 10 idiomas, dijo que “revela su interés por confrontar su escritura con la historia tumultuosa del siglo XX. Luego publicó no menos de 15 novelas y ensayos que reúnen a la historia con los conflictos más íntimos”. El diplomático puso en relieve durante su alocución que Jorge Volpi fue en 2001 consejero cultural de México en París, y en 2007 se convirtió en director general del Canal 22. “Su compromiso por una televisión pública de calidad, que transmita saber y cultura a un mayor número de personas, es total. Siguió al pie de la letra la expresión el hombre no es culto, sino que se cultiva”. Con ello, reconoció el diplomático, “propone usted un código ético, y define los principios fundamentales de una televisión al servicio de los ciudadanos, de una televisión que debe volverse referencia en materia de pluralismo y transparencia. Su objetivo, lo ha mencionado, es despertar la conciencia crítica del espectador”. Agregó que gracias a una iniciativa de Volpi se consolidaron los nexos entre Canal 22 y los canales franceses. “Marcando su fidelidad a Francia y a su cultura, determinó usted programar, desde hace tres años, una semana francesa” que incluye documentales y obras de ficción para los televidentes mexicanos. Dijo que con esa programación, en México se descubren magníficos retratos de los más grandes escritores franceses o se ven de nuevo los clásicos de la cinematografía del país europeo. “Se trata de una experiencia única en el mundo y quisiera agradecerle por ello”, manifestó Parfait. Más adelante destacó que Francia es el país donde más se lee y se publica la obra de Volpi fuera de México. Su Trilogía del siglo XX, abundó el embajador, es una obra monumental que acaba de ser reeditada, y que marcó un acontecimiento en la temporada literaria del otoño de 2008 entre la crítica. Parfait citó al escritor francés Michel Tournier: “La gran diferencia entre el amor y la amistad es que no puede haber amistad sin reciprocidad”, y continuó diciéndole al escritor mexicano: “Usted quiere a Francia y Francia lo quiere a usted, y le agradece, por lo tanto, todo lo que ha hecho por ella, para mantener el diálogo que la une con México”. Por todo ello, el embajador le entregó a Volpi, “con gusto, las insignias de Caballero de las Artes y Letras, orden creada para recompensar a las personas que se distinguen por sus creaciones en la esfera artística y por su contribución a la proyección de las artes y las letras en Francia y en el mundo. Este gesto quiere subrayar sus méritos eminentes”. Fuente: Notimex *** Otorgan el premio René Cassin de Derechos Humanos a Marcos Ana El gobierno vasco dio a conocer el pasado 10 de diciembre su nuevo premio René Cassin de Derechos Humanos, que se celebrará cada año con motivo de la conmemoración de su declaración universal en 1948, y que en su primera edición se concede al poeta español Marcos Ana, represaliado y encarcelado durante 23 años por la dictadura franquista. La portavoz del ejecutivo, Idoia Mendía, presentó además la nueva campaña en defensa de los derechos humanos que el gobierno vasco ha lanzado bajo la premisa de vivir la diversidad y la pluralidad que existe entre la ciudadanía y apartar la discriminación entre diferentes. “El gobierno vasco defiende el pluralismo de Euskadi en su lengua, ideología y culturas como una seña de identidad, algo que está permanentemente amenazado por la violencia terrorista de ETA”, expresó Mendía. La portavoz del ejecutivo insistió que la declaración universal de los derechos humanos “nos hace a todos iguales, sin distinción”. El poeta Marcos Ana nació en una pequeña aldea en 1920. De profundas convicciones comunistas, durante la Guerra Civil española luchó por la causa republicana, lo que le valió una condena a muerte al terminar la contienda. Finalmente pasó 23 años de su vida en las cárceles franquistas, donde publicó versos que se hicieron famosos en todo el mundo. Una vez libre, recorrió universidades y parlamentos europeos y americanos pronunciando conferencias a favor de los presos políticos y denunciando el régimen de Franco. No obstante, el jurado ha destacado sus palabras pronunciadas en Londres en 1962 para justificar la entrega del premio por entender que el autor de obras como Decidme cómo es un árbol es un símbolo de la concordia y la reconciliación de las dos Españas. “La venganza no es un ideal político ni un fin revolucionario”, dijo el escritor en esa oportunidad. “Yo quiero el triunfo de la democracia para acabar con el odio y el fratricidio, para que todos los españoles podamos vivir pacíficamente, coincidir o discrepar en la defensa de nuestras ideas sin tener que degollarnos los unos a los otros. Ya se ha derramado bastante sangre en España”. Fuente: El Mundo *** Un consejo comunal toma una biblioteca en Venezuela Con el apoyo de funcionarios de la Guardia Nacional, el Consejo Comunal de Altos de Tomas, en Filas de Mariche, estado Miranda, procedió a la toma forzosa de las instalaciones de la Biblioteca Comunal José Antonio Guevara, ejecutada el pasado 10 de diciembre. La presidenta de Bibliotecas de Miranda, Miriam Hermoso, informó que en horas de la noche recibió un comunicado donde se indicaba que el mencionado consejo comunal firmaría la toma de las instalaciones de la biblioteca. “Para nuestra sorpresa el día de hoy en la mañana estaba el director de Bibliotecas Públicas supervisando las salas tecnológicas cuando llegó un grupo de personas de la comunidad, efectivos de la Guardia Nacional, el director de la Biblioteca Nacional y la consultoría con un acta elaborada en donde firmaba el consejo comunal cediendo la edificación y todos los bienes de la biblioteca”, dijo Hermoso en entrevista telefónica al diario venezolano El Universal (http://www.eluniversal.com). Agregó que si la comunidad estaba de acuerdo con hacer la toma, “podía haber informado con antelación de la visita y no amedrentar con la presencia de la Guardia Nacional”, y explicó que con la acción “se corre el riesgo de no ofrecer un servicio de calidad como se ha venido haciendo en los últimos años y los más afectados serán los niños”. Según un comunicado publicado el martes 15 por el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Bibliotecas (IABNSB, http://www.bnv.gob.ve), la toma de la biblioteca se realizó con el fin de ponerla en manos de ese ente, luego de que el consejo comunal reportara abusos por parte de la Gobernación del estado Miranda. “Fallas y deficiencias por parte de la dirección de bibliotecas de la Gobernación del estado Miranda fueron denunciadas por el consejo comunal de la zona, el cual decidió dejar en manos de la Biblioteca Nacional este espacio comunal de consulta y estudio”, indica el comunicado. Según la fuente oficial, tales irregularidades serían el desmantelamiento de las “misiones” —iniciativas de ayuda y participación social creadas por el gobierno venezolano en diversas áreas—, la interrupción del servicio de Internet del infocentro y el anunciado despido de seis trabajadores. Según la directora del Programa de Servicios de Bibliotecas Públicas, Milagros Calderón, “el personal de las bibliotecas mirandinas se llevó los materiales de la Misión Robinson e intentó cercenar el derecho de la comunidad a estudiar”. Asimismo, la funcionaria desmintió que la biblioteca hubiera sido tomada por la Guardia Nacional. “Simplemente, la comunidad organizada en su consejo comunal solicitó la protección de la Guardia Nacional Bolivariana a fin de resguardar el acto de entrega. Se trata de un ejemplo de organización y de ejercicio del poder popular”. El comunicado agrega que Ignacio Barreto, presidente de la Biblioteca Nacional, advirtió que la institución no avalará “que haya bibliotecas donde no se pueda estudiar porque no funcionen las misiones educativas, pues concebimos las bibliotecas públicas como espacios para las actividades comunales”. Por su parte, el director jurídico del IABNSB, Miguel Maradey, presente en la firma del acta, subrayó el carácter legal de la decisión del consejo comunal por cuanto se trata de un comodato que se disuelve por mandato del artículo 1.732 de Código Civil. “A partir de este momento la Biblioteca Nacional se ocupará de restituir el servicio en la Biblioteca José Antonio Guevara, que cuenta con más de 4 mil volúmenes y 58 puestos de lectura, y de que vuelva a funcionar la Misión Robinson para garantizar el acceso a la educación de la comunidad de Filas de Mariche”, concluye el comunicado. Fuentes: El Universal • IABNSB *** Presentan aventuras de Biblos, superhéroe bibliotecario Biblos es el nombre de un nuevo superhéroe de cómic, creado por los hermanos onubenses Gerardo, Marco y Ciro Macías, que tiene como principal misión acercar a los jóvenes los servicios que prestan las bibliotecas públicas e inculcarles interés por la lectura, y que fue presentado el pasado 10 de diciembre por sus creadores, acompañados por el delegado de Cultura en Huelva, Juan José Oña. El nuevo superhéroe “luchará para derribar las barreras que impiden a muchas personas acercarse a las bibliotecas”, según informó un comunicado. A través de sus aventuras, Biblos informará a los jóvenes de las múltiples ventajas y herramientas que pueden encontrar en los centros de lectura. Los hermanos Macías han señalado que maduraron la idea de crear este cómic junto al director de la Biblioteca Pública Provincial, Antonio Gómez, y a raíz de los actos de promoción de la lectura que organiza el centro. De esta forma, “se nos ocurrió crear un cómic en el que, de forma muy amena, se fueran soltando pequeñas pinceladas de temas como el servicio de préstamos, el catálogo por ordenador o la zona wifi”, indicó Gerardo Macías. En compañía de sus amigos Mercedes (Suferbook), Óscar (Marcapáginas) y el libro volador Lomo, Biblos tendrá que devolver los personajes a los libros, ya que el malvado Doctor Errata los ha sacado y ahora no saben cómo retornar. Fuente: EFE *** Editan libro de Juan Ramón Jiménez en braille La presidenta de la Diputación de Huelva (http://www.diphuelva.es), Petronila Guerrero, recibió el pasado 12 de diciembre, de manos del director de la Organización Nacional de Ciegos de España (Once, http://www.once.es), Antonio Casado, un ejemplar en braille del Diario de un poeta recién casado, de Juan Ramón Jiménez, que reproduce la edición del audiolibro realizada por la institución provincial y la Sociedad Estatal para Conmemoraciones Culturales (SECC, http://www.secc.es) con motivo del Trienio Juan Ramón Jiménez-Zenobia Camprubí. Los poemas recogen lo mejor de la tradición lírica del siglo XX, además de ser un jalón en la obra de Jiménez, ya que el poemario, escrito entre 1916 y 1917, representa un gran cambio en los aspectos formales de la creación poética de este autor y fue la primera obra simbolista de la literatura española. El tema esencial del mismo, como su título sugiere, es el amor. Guerrero elogió la edición en braille de la obra del poeta moguereño y mostró su agradecimiento por este gesto de la Once, que, según su director en Huelva, “corresponde a la atención que la Diputación tuvo al hacernos entrega en su día de esta obra, que hemos podido disfrutar como cualquier otro ciudadano gracias a que se incluía un CD con la grabación de los poemas interpretados por ese gran actor que es José Luis Gómez”. Según explicó Casado, este año se celebra el bicentenario del nacimiento de Louis Braille, “el creador del método que, como dice la campaña que estamos difundiendo por toda España, ha sido la llave del conocimiento para las personas invidentes, porque nos ha dado acceso a la cultura, a la educación y todo lo que aporta la sociedad a través del texto escrito”. En este sentido, señaló que la Once “quería hacer un reconocimiento a la Diputación con la entrega para su Biblioteca de esta edición en braille del Diario de un poeta recién casado, una de las obras cumbres de Juan Ramón, con una carátula que reproduce la impresión de la edición original de la Diputación”. Fuentes: Huelva Información • Solidaridad Digital *** Fernando Botero boicotea un galardón que lleva su nombre Los responsables del Premio Fernando Botero, destinado a artistas jóvenes, han decidido suspender su concesión debido a las recientes declaraciones del pintor y escultor colombiano, que descalificó a los jurados y la calidad de las obras premiadas en las ediciones celebradas hasta ahora. La directora de la Fundación Jóvenes Artistas Colombianos, María Elvira Pardo, anunció el pasado domingo 13 de diciembre que no se convocará más el premio. La decisión de no convocar más el premio, dotado con 50.000 dólares (algo más de 34.000 euros) —uno de los más cuantiosos de Latinoamérica para artistas menores de 35 años—, se tomó en una reciente reunión del consejo directivo de la entidad. Según un comunicado del consejo directivo de la Fundación Jóvenes Artistas, en la determinación pesaron las declaraciones que Botero (Medellín, 1932) realizó a la revista Arcadia en las que dijo que no estaba contento porque las obras premiadas le habían parecido “muy pobres”. Botero, conocido por sus pinturas y esculturas de formas exageradas, también señaló que se había designado un jurado internacional que premiaba “obras que eran lamentables” y que a su juicio “había obras mejores en los salones. Se dieron los premios muy mal dados”. Para la Fundación, las declaraciones del artista causaron extrañeza por el apoyo que siempre ha mostrado al certamen de arte contemporáneo. Pardo aseguró que después de leer “esas declaraciones tan tajantes sobre el arte joven en Colombia” decidieron que era imposible seguir con estos galardones. “No vale la pena hacerlo así”. El premio se otorgó entre 2005 y 2008. Fuente: EFE *** Un antiguo hotel de Ecuador será transformado en un museo El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador (INPC, http://www.inpc.gov.ec) anunció a mediados de este mes que convertirá el antiguo Hotel Aragonés, en Manta, población de la provincia de Manabí en la costa del Pacífico, en un museo etnográfico, después de unos trabajos de rehabilitación en los que fueron invertidos 240.000 dólares. En la rehabilitación, que se inició hace un año, se utilizaron, para las fachadas y entrepisos de la edificación, maderas de tipo duro, como guayacán, chanul, colorado y tangaré. Los tumbados originales de la casona fueron pintados por artistas franceses. Ahora, se están reuniendo objetos antiguos para el museo. Hace 91 años, este inmueble fue construido por uno de los potentados de la zona, de apellido Azúa. Fue un regalo para una de sus hijas, por sus 15 años. Luego, la casona de cuatro fachadas fue adquirida por Pedro Quiles, un español residente en Manta, quien la convirtió en el Hotel Aragonés. Luis Erazo, un comerciante quiteño que reside en Manta desde hace 60 años, dijo que antes la casa quedaba a orillas del mar. “Las olas entonces chocaban casi al pie de la casona, había un muro de piedra y el agua salpicaba hasta la segunda planta y en algunas ocasiones ingresaba a las habitaciones”. El comerciante cree que el mar ha retrocedido más de un kilómetro en este tiempo. “Era todo un espectáculo cuando el océano estaba tierra adentro”, dijo. Los amplios balcones centrales de la edificación fueron utilizados como tarima para los políticos de la época. Erazo tiene un puesto de venta de revistas y periódicos locales y nacionales, frente a la casona, y asegura que aún se acuerda de las dos ocasiones en las que presenció discursos pronunciados por el ex presidente de la República, José María Velasco Ibarra, quien se instalaba en esos balcones. Según Erazo, Velasco Ibarra se paseaba entre los balcones para dirigirse a sus seguidores que rodeaban la casa. El trabajo del INPC se concentró, en su primera fase, en la rehabilitación integral de la casona. La reconstrucción respetó los elementos originales. Ahora están listas las fachadas, la estructura, las paredes y el entrepiso de madera. La arquitecta Lilian Ricaurte, del grupo de técnicos que labora para el INPC, dijo que los trabajos que se iniciaron en junio de 2008 se focalizaron en la recuperación de la estructura y memoria histórica del inmueble. Fuente: El Comercio *** Independencia de Paraguay es relatada en un cómic La historieta 1811, creada por Robin Wood y Roberto Goiriz y que narra hechos históricos de los próceres de la independencia paraguaya, fue presentada el pasado lunes 14 en el salón de artes escénicas del Centro Cultural de la República El Cabildo (http://www.cabildoccr.gov.py), con el respaldo de la Comisión Nacional del Bicentenario, dentro del programa Itaipú-Cabildo. La historieta tiene como guionista a Wood y como dibujante a Goiriz, mientras que los colores digitales fueron un trabajo de Edgar Arce. Cuenta con el asesoramiento de Jorge Rubiani y se incluye un comentario de Andrés Colmán Gutiérrez. La presentación de la historieta estuvo a cargo del presidente de Paraguay, Fernando Lugo Méndez, y de la Comisión Nacional Bicentenario; del doctor Miguel Carrizosa, presidente del Congreso de Paraguay; y del doctor Carlos Mateo Balmelli, director general paraguayo de la Itaipú Binacional. El cómic 1811 posee una rigurosa fidelidad investigativa, ya que tanto Robin Wood como Roberto Goiriz recurrieron a archivos y documentos de época, testimonios y anécdotas de la memoria colectiva guardadas en diversas expresiones, como poemas y canciones, además de leyendas populares. La relación entre los acontecimientos en Europa —la invasión de Napoleón a España, la abdicación del rey Fernando— con los sucesos en América son el punto inicial de la historieta. Relata posteriormente las batallas previas al hecho mismo de la independencia, contra los argentinos de Buenos Aires, que deseaban anexar el Paraguay después de haber declarado su propia independencia de España. Muestra la huida de los españoles en plena batalla y la victoria final de los paraguayos que, aunque abandonados, lucharon y tomaron conciencia, en el proceso, acerca de sus propias posibilidades como nación. Además, desglosa los conciliábulos, las traiciones, las ambiciones y el desenlace final, con la rendición del gobernador Velasco a los revolucionarios. La historieta también plantea el protagonismo de dos personalidades contrastantes, Gaspar Rodríguez de Francia, calculador y metódico, y un coronel Fulgencio Yegros que en la narración se presenta como más joven e impetuoso. “En este subyugante y contradictorio clima de luces y sombras, de heroísmo y traición, de patriotismo exacerbado y conjuras políticas, se proyecta 1811, la gran novela gráfica con que el escritor Robin Wood —el más grande autor del noveno arte que ha dado el Paraguay— y el ilustrador Roberto Goiriz —incansable creador y principal productor de la narrativa dibujada en nuestro país—, han decidido homenajear a la celebración del Bicentenario de la Independencia”, dice Colman Gutiérrez en el prólogo de la obra. Fuente: Última Hora *** Un argentino y un colombiano ganan el concurso Juan Rulfo de la RFI El escritor argentino Mariano Pereyra Esteban, con su cuento “El metro llano”, y el colombiano Adolfo Ariza Navarro, con su novela corta Mañana, cuando encuentren mi cadáver, ganaron el concurso literario Juan Rulfo 2009, organizado por Radio Francia Internacional (RFI, http://www.rfi.fr), según anunció el jurado el lunes 14 de diciembre en la Casa de América Latina de París (http://www.mal217.org). Pereyra Esteban es un joven escritor, finalista en otros concursos en su país; también el caribeño Ariza Navarro, nacido en 1962, tiene una labor de poeta y narrador ya reconocida en Colombia. Un total de 4.753 cuentos, procedentes de América Latina, España, Francia, Estados Unidos y otros países fueron leídos por los miembros del jurado de la 26ª edición del concurso de RFI, integrado por Aline Schulman, Óscar Collazos, Waldo Rojas, Claude Fell, Efraín Kristal, Ignacio Padilla, Fernando Carvallo, Javier de Lucas y Elqui Burgos. Dos conocidos narradores, el chileno Poli Délano y el peruano José Rosas Ribeyro, quedaron entre los finalistas. El cuento de Pereyra Esteban, “El metro llano”, que recibió 5.000 euros, es la historia de un periodista deportivo “que por curiosidad y a pesar de su gran hastío profesional, asiste a una nueva competencia atlética que ha invertido la norma. Esta prueba, en la que el que pierde gana, tras comenzar como una broma se termina en hecatombe”, destacó el jurado. Premiada con 9.000 euros, entre más de 500 novelas cortas, la obra del colombiano Ariza Navarro, nacido en la misma tierra del Nobel Gabriel García Márquez, “nos revela una dolorosa humanidad: un inválido parapléjico de implacable cinismo desprecia a su mujer y a su madre, de las que depende. Su inutilidad espiritual se ha hecho física, en un país sin perspectivas y que sólo espera más violencia y muerte”, según los considerandos del jurado. La novela puede descargarse gratuitamente de la página de RFI (http://www.rfi.fr/actues/images/120/Manana.doc). El jurado del concurso de novela corta estaba formado por Lidia Barugel, Claude Fell, Rosa Regás, René Vásquez Díaz, Michele Gazier, Ernesto Pérez Zúñiga, Mercedes Deambrosis, Eduardo García Aguilar, Jorge Volpi, Patrick Rosas, Fernando Aínsa y Ramón Chao. El premio de fotografía Unión Latina-Martín Chambi, en el que participaron 137 artistas, fue compartido por los españoles Javier Arcenillas, por la serie “Head workers”, y Emilio Muñoz Blanco, por la serie “Cities”. Fuentes: AFP • RFI *** Falleció el intelectual venezolano Manuel Bermúdez El académico, profesor, semiólogo y escritor venezolano Manuel Bermúdez falleció la mañana del pasado martes 15 de diciembre de un infarto, a los 82 años, en el Centro Médico Docente de La Trinidad, en Caracas. Sus restos fueron sepultados el miércoles 16 en el Cementerio del Este de la capital venezolana. Nacido en La Laguna de Perro Seco, San Fernando de Apure, Bermúdez deja tras de sí una obra de gran valor en la docencia y los estudios literarios y de la comunicación. Especialista en un área de la investigación literaria con pocos seguidores en Venezuela, la semiótica, supo leer detrás de los signos culturales los códigos de conducta de los venezolanos. Dedicó vastos estudios académicos a la ciencia que analiza los signos y su estructura, y la aplicó no sólo a la crítica literaria, sino también a la política y la cultura popular, en especial las telenovelas. Entre sus libros se encuentran Tradición y mestizaje, dos ensayos de aproximación (1974), La ficción narrativa en radio y televisión (1980), Cecilio Acosta, un signo de su tiempo (1984) y Escaneo semiológico sobre textos literarios (2000). Su obra más reciente es Enciclopedia rústica de personajes insignificantes de Apure (2007), comentada por el escritor Alberto Hernández en su avenida Crónicas del olvido, en nuestra Ciudad Letralia (http://www.letralia.com/ciudad/hernandez/071207.htm). El mismo Hernández recuerda que Bermúdez “fue alumno de Umberto Eco en Roma, profesor del Pedagógico de Caracas y de varias universidades, insigne conferencista, sabio del monte, aprendiz de malandrín a lo Lazarillo de Tormes, entre otros oficios donde el temple y la sabiduría mostraban sus dones”, en una nota preparada para esta edición (http://www.letralia.com/224/articulo01.htm). Bermúdez trabajó en la década de los 70 en el Ministerio de Educación y se desempeñó como docente en todos los niveles educativos. Su aporte a la enseñanza en el Instituto Pedagógico de Caracas (http://150.187.142.39), en la investigación de la semiología, y en particular del fenómeno de la telenovela, lo hizo merecedor del reconocimiento público. También en los 70 fue asiduo de “El Gusano de Luz”, librería regentada por Freddy Cornejo y Néstor Tablante y Garrido en la céntrica avenida México de Caracas, donde alternó con Julio Garmendia —autor del cuento al que aludía el nombre de la librería—, Pedro Francisco Lizardo, Roberto José Lovera de Sola, Augusto Germán Orihuela, Orlando Araujo, Alexis Márquez Rodríguez, Oscar Sambrano Urdaneta, Domingo Miliani y Eduardo Casanova, entre otros. Hasta hace poco fue secretario de la Academia Venezolana de la Lengua, trabajo ad honorem sobre el cual el escritor y también académico Rafael Arráiz Lucca recuerda: “Sus actas semanales eran piezas literarias, bien escritas, precisas, con esa dicción particular que él tenía. Lo estimé muchísimo, desde hace muchos años en la universidad. Tuvo una vida plena, con su familia y legiones de alumnos. Una vida muy útil y muy bonita, digna de aplaudir y celebrar”. En su discurso de incorporación a la Academia, en 2002, Bermúdez “intentó representar una situación de formal chateo académico entre él y su antecesor en el sillón Letra E de esa institución, el profesor Augusto Germán Orihuela, sesión de chateo en la que participara además el poeta español Rafael Alberti”, según cuenta el también académico Luis Barrera Linares. “Entre varios aspectos de sumo interés para el estudio del tema, Bermúdez decía en un estilo jocoso lo siguiente: ‘A un óvulo de la cibernética lo fecundó un e-mail secreto de @.com y en la matriz energética de la utopía americana, nació Internet’ ”. Bermúdez dirigió un Departamento de Estudios Semióticos en el canal televisivo Radio Caracas Televisión (RCTV, http://www.rctv.net) para el seguimiento de la telenovela. Allí trabajó por más de quince años, asesorando al programa “Concurso Millonario” o analizando los textos de telenovelas y series culturales como el ciclo de adaptaciones de los cuentos de Rómulo Gallegos o las producciones del dramaturgo José Ignacio Cabrujas. Aunque destacó por sus méritos como investigador, Bermúdez será siempre recordado por su personalidad humilde y su conversación ocurrente, que le permitía transformar sus diálogos informales en agradable cátedra signada por la sabiduría, de la que nunca estuvieron ausentes los refranes llaneros y su refinado sentido del humor. Fuentes: El Nacional • El Universal • Literanova • RCTV *** España igualará IVA de los libros digitales al de los impresos Los libros electrónicos compartirán en España con sus réplicas de papel el mismo montante de 4% (el llamado tipo superreducido) del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). Ese porcentaje es el que grava a bienes como las viviendas de protección oficial, el material escolar o los alimentos de primera necesidad. La medida, anunciada el pasado 15 de diciembre por la ministra de Cultura de España (http://www.mcu.es), Ángeles González-Sinde, en la Biblioteca Nacional (BNE, http://www.bne.es), supone la adopción por parte de la nación ibérica de una recomendación aprobada el pasado mes de marzo por la Unión Europea (http://europa.eu/index_es.htm). El IVA del 4% para libros electrónicos es una vieja reclamación de los editores. Hasta ahora era del 16%. González-Sinde hizo este anuncio ante el presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (http://www.federacioneditores.org), Pedro de Andrés, en la presentación del proyecto Enclave (http://www.bne.es/es/Catalogos/BibliotecaDigital/enclave), de la Biblioteca Digital Hispánica (BDH, http://servicios.bne.es/BDH/index.htm). Dicho plan supone que por primera vez los internautas podrán leer y comprar libros electrónicos con derechos de autor a través del portal de la BN. Hasta ahora, la biblioteca virtual de esta institución se limitaba a ejemplares patrimoniales, en dominio público. Para el proyecto Enclave, la BN ha contado con la colaboración de 90 editores que han elegido y digitalizado unos 1.300 títulos, de los cuales por el momento están disponibles 629. En febrero, indicó la ministra, habrá una nueva convocatoria para que se sumen nuevos editores. Además, a partir de esas fechas la BN no sólo ofrecerá libros y grabados, sino también archivos de sonido (música y conferencias). Los internautas que realicen búsquedas accederán a una ficha del libro. Si deciden adquirirlo en formato electrónico, serán reconducidos a la web comercial de la editorial del libro seleccionado. “Desde su comienzo, la Biblioteca Digital Hispánica se ha convertido en un importante escaparate para el mercado editorial español, con cifras de acceso que han aumentado de una forma impresionante: en enero de 2009 el número de accesos totales llegaba a casi 270.000 mientras que en noviembre la cifra ascendía a 1,3 millones”, señalan fuentes de Cultura en un comunicado. Fuente: El País *** Raquel Rivas Rojas y Freddy Ñáñez ganan la Bienal Ramos Sucre La Dirección de Cultura y Extensión de la Universidad de Oriente (UDO, http://www.udo.edu.ve), a través de la comisión organizadora de la XVII Bienal literaria José Antonio Ramos Sucre, dio a conocer el pasado martes 15 de diciembre en Cumaná, Sucre (Venezuela), el veredicto correspondiente a la edición 2009 de ese importante certamen literario. En la mención Ensayo, la ganadora fue Raquel Rivas Rojas con la obra Narrar en dictadura; renovación estética y fábulas de identidad en la Venezuela perezjimenista, firmada con el seudónimo “Antonio Espinal”. El jurador calificador para este género, conformado por Mirla Alcibíades, Alejandro Padrón y Oscar Rodríguez, consideraron este reconocimiento por la profundidad en el tratamiento de la obra, su originalidad y contribución a la ensayística venezolana, condiciones suficientes que la hacen merecedora de tan importante premio. El premio único en Poesía recayó sobre Freddy “Chucho” Ñáñez (http://www.letralia.com/firmas/nanezfreddy.htm), con la obra Postal de sequía, firmada con el seudónimo “Juvencio Nava”. Para este género el jurado estuvo conformado por Antonio Trujillo, Fidel Flores y Alberto Barrera Tyszka, quien salvó su voto en la designación de este veredicto. Ñáñez es fundador de la editorial Nadienosedita. Miembro del Teatro de Títeres Kinimarí, es coordinador del espacio de cine alternativo Sala Canta Pirulero y director de la revista cultural Sujeto Almado. Pertenece a la directiva de la Red Latinoamericana de Creación Literaria, y coordina la Plataforma Política Editorial del Ministerio de la Cultura (http://www.ministeriodelacultura.gob.ve) en el estado Táchira. La XVII Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre recibió en esta oportunidad 21 obras para el género de ensayo y 85 para poesía. Los ganadores recibirán un premio en metálico de Bs. 10.000. Por razones presupuestarias, la organización no tiene estipulado acto de entrega de premios. Fuente: Ficción Breve Venezolana *** Horacio Castellanos Moya presenta novela en Tokio El escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya presentó el pasado miércoles 16 de diciembre en Tokio (Japón) la primera traducción de su novela Desmoronamiento, una “crítica a los nacionalismos” publicada en España en 2006, y que desde hace una semana se vende también en japonés. Es la historia del “conflicto entre una madre y su única hija, que sucede en un marco de enfrentamiento político entre Honduras y El Salvador”, explicó Castellanos Moya, quien presentó la novela en el Instituto Cervantes de Tokio (http://www.tokio.cervantes.es/es/default.shtm). Desmoronamiento comienza en 1963, año en que tuvieron lugar el asesinato del presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy y el golpe de Estado que derrocó en Honduras al presidente Ramón Villeda Morales, para dar comienzo a casi dos décadas de regímenes militares. Traducida al japonés por Ryukichi Terao, la novela retrata alrededor de treinta años de historia y culmina con un episodio de muerte hacia el final de la guerra civil en El Salvador (1980-1992), durante la que murieron al menos 75.000 personas. Para Castellanos Moya, las discusiones familiares que recoge en su libro suponen una crítica a los nacionalismos, “que suelen ser los responsables de las guerras entre países vecinos”, lamenta. La trama entre una madre autoritaria, de familia muy conservadora, y su hija hondureña y rebelde casada con un salvadoreño, representa “un conflicto universal —el de madre e hija— que se da en todas las culturas”. El escritor no duda que la novela será bien entendida en Japón, donde Castellanos Moya, que habitualmente reside en Pittsburgh (Pensilvania, EUA), ha pasado los últimos seis meses. Nacido en Tegucigalpa (Honduras) en 1957, Castellanos Moya se estableció durante su niñez en El Salvador, junto con su familia. Ha publicado Sensatez, traducida ya al menos a cuatro idiomas, y Tirana memoria, también publicada en España por Tusquets (http://www.tusquetseditores.com) en 2008 y que gustó mucho al ser presentada en la Universidad de Tokio (http://www.u-tokyo.ac.jp/index_e.html). Fuente: EFE *** Ambrosio Fornet obtiene el Premio Nacional de Literatura de Cuba El ensayista cubano Ambrosio Fornet fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura 2009, “por sus valiosos aportes a la cultura y su magisterio intelectual”, según el anuncio del jurado hecho en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, en la capital cubana, el pasado miércoles 16 de diciembre. El jurado, compuesto por los escritores Roberto Fernández Retamar, Luis Marré, Aida Bahr, Olga Marta Pérez, José Antonio Baujín, Nelson Simón y Emmanuel Tornés, otorgó el lauro por unanimidad y destacó la contribución que al ensayo, la crítica, la edición y los estudios literarios ha hecho Fornet, quien —a decir de Eduardo Heras León—, junto con Edmundo Desnoes, se dio a la tarea de poner al día al lector cubano en la literatura mundial, desde la editorial Arte y Literatura. Nacido en Bayamo en 1932, el intelectual ha sido laureado con la distinción de Miembro de Mérito de la Unión Nacional de Escritores y Artistas (Uneac, http://www.uneac.org.cu), el Premio Nacional de Edición, en 2000, y la medalla Alejo Carpentier. Entre sus obras más conocidas se encuentran A un paso del diluvio, En tres y dos y En blanco y negro. El premio lo recibirá el 12 de febrero próximo en la XIX Feria Internacional del Libro de La Habana. Fuentes: Juventud Rebelde • Prensa Latina *** Con tres libros cierra celebración del Año Onetti Tres libros fueron presentados en Montevideo la semana pasada para recordar al escritor Juan Carlos Onetti (1909-1994), en lo que constituyó el cierre del llamado Año Onetti, que en ocasión de su centenario incluyó seminarios, debates, proyecciones, actos artísticos y la colocación de una foto gigante en la azotea del legendario teatro Solís con la leyenda: “Onetti es Montevideo”. El libro Onetti: el ritual de la impostura, corregido, actualizado y ampliado, fue presentado el miércoles 16 en un acto celebrado en la Biblioteca Nacional (http://www.bibna.gub.uy), con la presencia de su autor, Hugo Verani. También se publicó la semana pasada el libro Cuentos completos, una recopilación que incluye relatos inéditos del autor, así como otros de difícil hallazgo por el tiempo transcurrido desde su primera publicación, como “Eva Perón”, escrito en 1994, poco antes de su muerte, o “La larga historia”, primera versión de “La cara de la desgracia”, que Onetti convirtiera posteriormente en un cuento largo o novela breve dedicado a su mujer. El viernes 18, en el Centro Cultural de España en Montevideo (http://www.cce.org.uy), se presentó un libro de historietas basadas en cuentos del autor de Juntacadáveres, en un acto presidido por el director nacional de Cultura (http://cultura.mec.gub.uy), Hugo Achugar, quien habló del propósito de la publicación de “abrir nuevos senderos” a la obra del ganador del Premio Cervantes de 1981. “Hay que romper barreras generacionales” y “derribar aquel viejo concepto de que Onetti era para mayores con sólido criterio”, opinó Achugar en su intervención. En Uruguay, agregó, “ha habido prejuicio sobre los horizontes culturales y de lecturas de Onetti, pero él también devoraba historietas”. El libro, de fina impresión, es resultado de un concurso entre jóvenes creadores uruguayos cuyo primer premio correspondió a la versión del cuento de Onetti “Esbjerg en la costa”, con dibujos de Matías Bergara y adaptación de textos de Rodolfo Santullo. Por su parte, el segundo premio recayó sobre la versión de “Un sueño realizado”, por Renzo Vayra. El jurado concedió menciones también a “Matías, el telegrafista”, dibujado por Alejandro Rodríguez Juele, y a dos versiones del cuento “Mascarada”, la primera realizada por Aldo Pérez y Daniel Morales y la segunda por Fabio Pérez Soares. Achugar calificó la publicación como “un desafío para los jóvenes del mundo audiovisual” e indicó que servirá para que Onetti “siga arraigado” también en ellos. El dibujante uruguayo Fermín Hontou, mejor conocido como Ombú, y quien integró el jurado del concurso, informó en el acto que se presentaron 41 trabajos, con amplia modalidad de técnicas y recursos gráficos. Enfatizó además que “la obra presentada no tiene balazos, puñetazos ni ataques de pánico, que no existieron en la literatura de Onetti”. Onetti, una de las figuras más destacadas de la literatura y de la cultura de Uruguay, nació en Montevideo y murió en Madrid, donde vivió desde 1974, un año después de que se instaurara la dictadura militar, hasta 1985. Cuando retornó la democracia, se negó a volver a Montevideo pese a las reiteradas invitaciones que recibió de los sucesivos gobiernos democráticos. Fuentes: Dirección Nacional de Cultura del Uruguay • DPA *** La Librería Mediática creará canal televisivo sobre libros La Librería Mediática (http://lalibreriamediatica.wordpress.com), iniciativa comunicacional de la periodista venezolana Marialcira Matute (http://www.letralia.com/firmas/matutemarialcira.htm) y el productor Isidoro Duarte que reúne diversas producciones sobre el libro y la lectura en radio, televisión e Internet, se transformará a corto plazo en una fundación para coordinar el funcionamiento de un canal televisivo. Según informó el pasado 16 de diciembre, Matute se reunió con Álvaro Cañizález, gerente de Responsabilidad Social de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel, http://www.conatel.gob.ve), para conversar acerca de los requisitos necesarios para la habilitación de una señal abierta alternativa para TVLecturas (http://tvlecturas.wordpress.com), el blog audiovisual sobre libros producido desde septiembre de 2008 (http://www.letralia.com/195/0921tvlecturas.htm) por La Librería Mediática, y que pasará a alojar las producciones audiovisuales transmitidas en el canal. Matute explicó que, como canal televisivo sobre libros, lecturas y lectores, TVLecturas abrirá espacios para productores independientes de Venezuela y Latinoamérica que realicen programas de media hora de duración de las más diversas temáticas: música, cine, deportes, gastronomía, turismo, tradiciones, autores, teatro, infantiles, artes plásticas, análisis internacional, política, humor, dibujo, historietas, integración latinoamericana, cultura originaria, afrodescendencia, economía, finanzas y otros. En el canal tendrán participación realizadores de todas las edades en propuestas libres, con la única condición de que los temas se relacionen con la literatura de una u otra forma. Matute y su equipo ya están recibiendo proyectos y propuestas, tanto para el blog como para la televisora, a través de la dirección electrónica tvlecturas@gmail.com. El equipo de TVLecturas se encuentra elaborando el proyecto, que presentará ante Conatel durante el primer trimestre de 2010, para lograr a mediano plazo la habilitación del canal en señal abierta y obtener el financiamiento necesario para hacer posible el proyecto, que tiene como fin principal estimular —por las más diversas vías— el deseo de leer. Fuente: La Librería Mediática *** Biblioteca salvadoreña es declarada patrimonio cultural por la Unesco La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, http://www.unesco.org) declaró este jueves 17 de diciembre a la biblioteca “Dr. José Gustavo Guerrero”, de la Cancillería de El Salvador (http://www.rree.gob.sv), como patrimonio cultural, por ser el único archivo histórico especializado en relaciones internacionales. El organismo hizo oficial el anuncio al entregar al Ministerio de Relaciones Exteriores el “Emblema Azul”, que consiste en el registro de la identificación de bienes, muebles o inmuebles que poseen un valor patrimonial de los pueblos. El inmueble, construido en 1961 e inaugurado con una colección privada de libros de derecho internacional, ha servido de soporte para la formación académica de los diplomáticos salvadoreños desde entonces. A la fecha cuenta ya con 20.000 títulos. La proclamación estuvo a cargo del vicecanciller de Integración y Promoción, Carlos Alfredo Castaneda, quien funge como presidente del Comité Interinstitucional Humanitario de El Salvador (CIDIH-ES), que tiene como misión hacer cumplir la Convención para la Protección de los Bienes Culturales en caso de conflicto armado, aprobado en La Haya, Holanda, en mayo de 1954. “El esfuerzo por preservar el legado de la biblioteca permite la entrada permanente de una fuente de consulta a investigadores independientes, universitarios que cursan la carrera de relaciones internacionales y público en general que buscan ahondar conocimientos”, señaló la Cancillería. Asimismo, la CIDIH-ES designó otros diez bienes inmuebles de valor histórico como las alcaldías de San Salvador y Santa Tecla, las iglesias parroquiales de El Pilar y La Asunción en varias regiones del país, así como los parques arqueológicos de San Andrés, Cihuatán, Museo de Historia Natural y una Casa de Cultura. Castaneda aprovechó el acto para anunciar que en el segundo semestre de 2010 se inaugurará una academia de formación de diplomáticos con el nombre de Instituto Especializado en Educación Superior para la Formación Diplomática. Fuentes: La Prensa Gráfica • Notimex *** Google recurrirá multa impuesta por tribunal de París Tras una denuncia de la editorial La Martinière (http://www.editionsdelamartiniere.fr), un tribunal de París prohibió a finales de la semana pasada al buscador Google (http://www.google.com) reproducir digitalmente obras literarias francesas sin la autorización de los editores, y condenó al gigante informático estadounidense a pagar 300.000 euros por daños y perjuicios más intereses. La empresa ha decidido apelar la sentencia al estar “en desacuerdo” con la decisión judicial. “Los lectores franceses se enfrentan ahora a la amenaza de perder el acceso a una gran cantidad de conocimientos y colocarse con ello a la zaga del resto de usuarios de Internet”, manifestó en un comunicado. “Creemos que mostrar un número limitado de breves extractos de los libros cumple con la legislación de derecho de autor tanto en Francia como en Estados Unidos, y mejora el acceso a los libros. Si los lectores son capaces de buscar y encontrar los libros, son más propensos a comprar y leer dichos libros”, indicó la compañía. Los editores del grupo La Martinière demandaron a Google por lanzar en 2006 un vasto programa de digitalización de libros pertenecientes, sobre todo, a bibliotecas estadounidenses, y reclamaron 15 millones de euros. A juicio de la editorial, el programa de Google era “no sólo ilegal sino perjudicial y peligroso para los editores”. Por su parte, Google, en primer lugar, negó la autoridad del tribunal francés para juzgar la cuestión y por otra apeló al “derecho de información de los usuarios”. El tribunal falló que “reproducir integralmente y hacer accesibles estas obras va en contra de los derechos de autor”. La sentencia viene a inscribirse en la polémica desatada por los planes del gigante informático, que recibió una querella en similares términos por parte de autores y editores de Estados Unidos, con quienes Google se vio forzado a alcanzar un acuerdo con el fin de desbloquear el proyecto de digitalización y repartirse los beneficios. Dicho proceso continúa bajo examen de un tribunal de Nueva York, que no obstante le ha dado un visto bueno preliminar. Fuente: El País *** Falleció el pintor y poeta catalán Albert Ràfols-Casamada Albert Ràfols-Casamada, pintor y poeta catalán, murió la madrugada del jueves 17 de diciembre en Barcelona a los 86 años de edad, según informaron fuentes de la Escola Eina de Arte y Diseño (http://www.eina.edu), que fundó en 1967 y que sirvió de foco de resistencia al franquismo. Ràfols-Casamada creó una extensa y reconocida obra pictórica y literaria —aunque ésta fue tardía—, dualidad que le mereció el adjetivo de artista “total para toda una generación”, según aseguró el conseller de Cultura y Medios de Comunicación, Joan Manuel Tresserras, en un homenaje que se le hizo en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (Mnac, http://www.mnac.es) el pasado 21 de noviembre. Entre sus obras destacan “Aurora roja”, “Finestra a Cadaqués” e “Interior blanc”. Su personal estilo y su particular uso del color le valieron comparaciones con el expresionista abstracto norteamericano Mark Rothko. Entre los premios que recabó se cuentan el Premio Nacional de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura (1980), la Creu de Sant Jordi de la Generalitat (1983), la Legión de Honor del Gobierno de Francia (1991) y el Premio Nacional de Artes Visuales de Catalunya (2003). Su obra se puede ver en los museos más importantes del mundo, como el Guggenheim Museum (http://www.guggenheim.org) de Nueva York, el Centro de Arte Reina Sofía (http://www.museoreinasofia.es) de Madrid, el Centro Georges Pompidou (http://www.centrepompidou.fr) de París, el British Museum (http://www.britishmuseum.org) de Londres y la Fundación Joan Miró (http://fundaciomiro-bcn.org) de Barcelona. Aunque su carrera literaria fue tardía, cultivó géneros tan variados como el ensayo y la poesía e incluso integró su pintura en la literatura ilustrando clásicos literarios catalanes como Mirall trencat, de Mercè Rodoreda. De sus escritos destacan los poemarios Notes nocturnes (1975) —formado por poemas visuales—, Territori de temps (1979), Angle de llum (1984), Els colors de les pedres (1989) y el ensayo Sobre pintura (1985). En 2000 reunió su obra poética en Signe daire: obra poètica, 1939-1999. También es autor de los dietarios Lescorça dels dies (fulls de dietari, 1975-1977), que continuó con Dun mateix traç (fulls de dietari, 1978-1982), publicado en 1994. El editor literario Josep Maria Castellet recordó en el homenaje de noviembre los días de vacaciones que solía pasar con Ráfols-Casamada y su esposa en el Empordà (Girona), y explicó que pese a que “no ha tenido nunca un aspecto dinámico, no paraba en todo el día”, porque se lo pasaba pintando, escuchando música y escribiendo. Aunque se inició en estudios de arquitectura, los dejó para dedicarse a las artes plásticas con el apoyo de su padre, el también pintor Albert Ràfols i Cullerés. Becado, viajó a Francia en 1950, y en su capital se instaló durante cuatro años con su esposa, la también pintora Maria Girona i Benet. Su interés por la pedagogía del arte le llevó a dirigir la primera escuela española de arte, Elisava, desde 1964 hasta 1967, cuando, por un desencuentro con parte del sector, decidió junto a otros colegas fundar la Escola Eina. Fuentes: AFP • Europa Press *** España concede a Serrat el Premio Nacional de las Músicas Actuales El cantautor catalán Joan Manuel Serrat ha sido galardonado este 17 de diciembre con el primer Premio Nacional de las Músicas Actuales, que convoca el Ministerio de Cultura de España (http://www.mcu.es) y que está dotado con 30.000 euros. Este galardón, que tendrá carácter anual, reconoce las acciones significativas en el ámbito de las músicas actuales realizadas por personas físicas o por colectivos susceptibles de ser considerados como creadores. El jurado, que estuvo presidido por el director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem, http://wwwinaem.mcu.es), Félix Palomero, y compuesto por Rosa León Conde, Lara López Fernández, David Novaes Ledieu, Montserrat Portús Francolí, Silvia Grijalva y Alejo Stivelberg Katz, destacó “su incuestionable talento y trayectoria y su influencia en el imaginario popular, que ha trascendido generaciones”. También por “su permanente presencia en los escenarios, con ‘Serrat 100x100’ y otros proyectos significativos”, además de por “poner la música al servicio de los grandes poetas”. Serrat nació en Barcelona en 1943. Cantautor, compositor y poeta, es una de las figuras más destacadas de la canción moderna tanto en lengua española como catalana. Entre sus trabajos destacan títulos como Cançons tradicionals, La paloma, Per al meu amic, Retratos, Canciones de amor, La mujer que yo quiero, Cada loco con su tema, Sinceramente teu, Poema de amor, Utopía, Nadie es perfecto, El gusto es nuestro (con Ana Belén, Miguel Ríos y Víctor Manuel) o Dos pájaros de un tiro (con Joaquín Sabina) y canciones como “Mediterráneo”, “Penélope”, “Lucía”, “Bienaventurados” o “Paraules d’amor”, entre otras muchas. Pionero de lo que se denominó “Nova Cançó” en 1968, fue elegido para representar a España en Eurovisión con la canción “La, la, la”, compuesta por Manuel de la Calva y Ramón Arcusa (del Dúo Dinámico). Serrat quería cantarla en catalán y fue finalmente Massiel quien la interpretó en castellano y quien ganó el festival. Serrat ha publicado más de 30 discos editados a lo largo de sus 45 años de carrera, tanto en lengua castellana como en catalán. Su próximo trabajo, Hijo de la luz y de la sombra, está dedicado al poeta Miguel Hernández. “No tengo nada más divertido que hacer que seguir cantando y componiendo”, ha dicho en alguna ocasión el cantautor, quien no se define ni como “oligarca” ni como “obrero”, sino simplemente como “un cantautor que no puede vivir sin componer y cantar”. El mar, la tierra, la gente, la paz y el amor a las cosas sencillas han sido los ejes de una poética que para él surge de todo lo que uno conoce, experimenta, sueña o anhela. Serrat se siente orgulloso de que su trabajo “forme parte de la memoria sentimental de varias generaciones”, algo que no podía haberse ni imaginado cuando empezó. Aunque para el cantante “la memoria es traicionera y dura poco”, le gustaría que le recordasen sus amigos “riendo y bebiendo” y, por supuesto, su familia, “a todas horas”. Fuente: Europa Press *** Antofagasta tendrá una de las más modernas bibliotecas de Latinoamérica El ministro de Obras Públicas de Chile (http://www.moptt.cl), Sergio Bitar, presentó el pasado viernes 18 el diseño de la moderna Biblioteca Pública de Antofagasta, que será uno de los recintos de lectura más modernos de Latinoamérica y se construirá en el marco del plan de rescate del patrimonio cultural de Chile. El ministerio a cargo de Bitar desarrollará esta obra conjuntamente con la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo (Subdere, http://www.subdere.gov.cl) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID, http://www.iadb.org). La Biblioteca Pública Regional, que tendrá tres pisos y un subterráneo, se construirá en el antiguo edificio de Correos de Chile, en una superficie de 3.700 metros cuadrados y con una inversión de 2.500 millones de pesos. Dentro de sus instalaciones estará el Consejo de la Cultura y las Artes, además de áreas de lectura y extensión. El diseño original del edificio data de 1921, siendo una obra pública de la Dirección de Arquitectura del MOP e inaugurada en 1929. En esa época se le denomina “Edificio de los Servicios Públicos de Antofagasta”, pues el programa original contemplaba a Correos, Telégrafo, Juzgados, Corte de Apelaciones y viviendas de funcionarios públicos. La construcción en hormigón armado (pilares, vigas y losas HA) fue una innovación para la época. El edificio ha llegado a la actualidad en buen estado de conservación, a pesar de haber perdido la mayor parte de sus ventanas y puertas originales y haber sufrido intervenciones interiores de parcelación del espacio que le restan valor. La biblioteca será de sistema “estantería abierta”, con un número inicial de 20.000 volúmenes y una capacidad proyectada de 40.000. Contempla salas de computadores (inforredes) para capacitación y computadores a disposición en cada sala de lectura. Se proyecta contratación de 33 funcionarios de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam, http://www.dibam.cl) para su operación y mantenimiento. La intervención se realizará a tres pisos del edificio patrimonial, considerándose en la planta inferior la habilitación de sala de inforredes, multiusos y bodegas de libros. En el segundo nivel se encontrarán las salas de reuniones y colecciones generales y temáticas para la lectura y consulta de la comunidad. “Hemos terminado los estudios que necesitaba esta biblioteca, por tanto podemos llamar a licitación el año que viene. Con esto hemos dado un paso importante en el patrimonio de Antofagasta y para el patrimonio de los chilenos”, dijo Bitar, quien agregó que el proyecto guarda relación con otros edificios que serán restaurados para potenciar el turismo y la cultura en la región. Según el titular del MOP, se dará “un gran paso en el patrimonio cultural de Antofagasta con la construcción de la nueva biblioteca regional, esto nos permitirá levantar el nivel educacional de quienes viven en esta zona, como nuestro país lo merece”. Fuentes: El Nortero • Radio Bio-Bio *** Cápsula del tiempo hallada en Madrid contenía tomos del Quijote Cuatro tomos de El Quijote del año 1819, un libro de la vida de Cervantes y otras publicaciones, textos, retratos de personalidades y paquetes con objetos sin identificar, en buen estado de conservación, constituyen el contenido de una “cápsula del tiempo” que, enterrada desde 1834, fuera hallada la semana pasada bajo la estatua de Miguel de Cervantes, frente al Congreso de los Diputados de España (http://www.congreso.es), en Madrid. Madrileños de 1834 eligieron estos objetos para la colocación de la primera estatua del escritor en Madrid e insertaron la caja en su base para las generaciones futuras. La urna, un cofre de plomo herméticamente sellado, se detectó con motivo de las obras municipales en la Plaza de las Cortes de Madrid. La “cápsula del tiempo” fue abierta el pasado jueves 17 de diciembre en el Museo Arqueológico Regional (MAR) de Alcalá de Henares, y su contenido fue presentado el viernes 18 a los medios de comunicación por el vicepresidente y consejero de Cultura y Deporte de la Comunidad de Madrid (http://www.madrid.org), Ignacio González. Tras realizar un primer análisis del contenido, los arqueólogos han identificado un Diario de Aviso de Madrid de 1834, que envuelve un libro calendario manual y guías de forasteros para el año 1834 (Imprenta Real), cuatro tomos de El Quijote de 1819 (edición de la Imprenta Real y de la Real Academia ilustrada en 21 estampas con grabados de Tomás López, Alejandro Blanco y dibujos de José Ribelles) y un ejemplar del Estatuto Real para las Cortes del Reino. El resto del legado está compuesto por un libro sobre la vida del general Mina —guerrillero español que luchó en la guerra de la Independencia y fue fusilado en 1817 en México—, un manuscrito envuelto en papel de trapo, un libro sobre la vida de Cervantes, ocho pequeños paquetes envueltos en papel, dos libros envueltos y lacrados y un papel enrollado con textura de trapo que envuelve seis láminas de 1831 con diversos retratos, entre ellos de Isabel II niña y de don Manuel Martínez Varela, que fue el mecenas que costeó el monumento, además de ejemplares del periódico La Gaceta de Madrid. Los restauradores del Laboratorio del MAR, tras separar la tapa de la caja exterior de plomo con un cúter térmico, comprobaron que contenía en su interior otra caja de vidrio minuciosamente ajustada y en un óptimo estado de conservación, y que se abría mediante un sistema de bisagra en el lateral. La primera comprobación al abrir la urna fue que los contenidos de la caja, en su mayoría de papel, habían sido impregnados originalmente con un químico tóxico en prevención del posible desarrollo de insectos y microorganismos. Este producto aún impregna los contenidos de la cápsula, dotándolos de cierta humedad, despidiendo un fuerte olor e implicando riesgo de toxicidad si fueran objeto de exposición pública. Sin embargo, tanto la cuidada estructura formada por las cajas de plomo y vidrio, como la utilización de este químico, han favorecido que los contenidos de la cápsula se presenten en un excelente estado de conservación. La escultura de Cervantes en la que se ha encontrado la cápsula fue la primera dedicada a un personaje civil que se instaló en la capital española, y se encargó al escultor neoclásico Antonio Solá. Otros ejemplos de cápsulas del tiempo encontradas en Madrid han sido la fundacional del Congreso de los Diputados —con paleta de plata, Constitución y monedas—, la fundacional del Asilo de Lavanderas en Príncipe Pío y la fundacional de la apertura de la Gran Vía. El vicepresidente señaló al final de su discurso la “gran transcendencia” del hallazgo “desde el punto de vista histórico, político y arqueológico” ya que “nunca se había descubierto una caja tan completa y en tan buen estado”. A partir de ahora, los técnicos del MAR trabajarán en la recuperación de los documentos deteriorados por el paso de tiempo y en el estudio en profundidad de los objetos. Fuentes: Comunidad de Madrid • EFE *** Industria cultural española exige aprobación de la “ley antidescargas” La Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos, un grupo creado por la industria de la propiedad intelectual de España en 2008, se reunió en Madrid este viernes 18 para hacer pública una carta abierta remitida al presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en la que le exigen que no dé marcha atrás en la llamada “ley antidescargas”. El texto legal, contenido en la disposición final del anteproyecto de la Ley de Economía Sostenible, autoriza el bloqueo de webs de enlaces a contenidos protegidos por derechos de autor por parte de una comisión administrativa, sin autorización judicial previa. Los firmantes, que engloban la industria musical, cinematográfica, editorial y de videojuegos, reclaman a Zapatero “respeto”, “seguridad” y “dignidad” para que “esta sangría se acabe ya”. “No podemos permitirnos otra generación orgullosa de su tecnología y que desprecie la cultura que disfruta con ella”, señala la carta. “Señor presidente, los creadores y las industrias de la cultura ofrecemos nuestro empeño para que la sociedad española aprecie en su justa medida que lo que hacemos tiene valor, también económico. Por eso necesitamos y apoyamos que se establezca una regulación que acabe con la piratería digital”, indica la misiva. “Nos parece valiente y proporcionado impedir la actual competencia desleal de quienes se apropian o enriquecen en la red con obras robadas a sus creadores y titulares, aprovechando vacíos legales e innovaciones tecnológicas. Y nos parece adecuado que se haga con todas las garantías legales, incluso para los que vulneran sin escrúpulos nuestros derechos”, agrega. La carta se produce después de que Rodríguez Zapatero, ante el revuelo provocado por el anteproyecto de ley, intentara aplacar los ánimos señalando que “no se cerraría ninguna web”, aunque ni él ni ningún otro miembro del Ejecutivo ha afirmado que vayan a retirar la polémica disposición final que trata de regular las páginas de descargas. El presidente de la Coalición, Aldo Olcese, antes del comienzo de la reunión, señaló que con esta iniciativa pretenden que el presidente del gobierno “no dé marcha atrás en ninguno de los aspectos de la ley”, que calificó de “mínimos”, aunque no aclaró el controvertido asunto de la tutela judicial del proceso. Según Olcese, el procedimiento debe estar dotado de garantías judiciales suficientes. “No somos quién para decir cuáles son esas garantías judiciales suficientes. El gobierno debe ser sensible a las peticiones de la industria cultural. Y exigimos que las medidas que adopten sean efectivas; lo que no estamos dispuestos a aceptar es que se haga algo de cara a la galería, que no tenga efectividad y que no sirva para luchar contra la piratería”. Olcese añadió que están dispuestos a abrir un proceso de diálogo con los internautas y quienes los representan, pero negó que sean interlocutores válidos los promotores del “Manifiesto por los derechos fundamentales en Internet” que se reunieron con la ministra de Cultura de España (http://www.mcu.es), Ángeles González-Sinde. “Estamos dialogando con el sector de los usuarios de Internet que tenga representatividad social. No vamos a dialogar con grupos aislados que no se sabe bien a quién representan”, continuó Olcese, quien citó como representantes “válidos” a la Asociación Española de Usuarios de Internet (http://aui.es) y las organizaciones de consumidores, que no estuvieron en la reunión con la ministra. La polémica generada por el tema de los derechos de autor ha producido una reacción inmediata de los ciudadanos, expresada entre otras iniciativas en la campaña “La Lista de Sinde” (http://www.lalistadesinde.net), una acción de desobediencia en red. La campaña propone la adopción de un buscador de descargas mediante un código HTML que cualquier usuario puede adoptar en su propia web. Un “elemento autoinculpatorio” que, según la información del sitio, consiste en producir una cantidad de webs “culpables” que se haga inmanejable para el organismo al que el gobierno español designe para hacer cumplir la ley. “Si en el punto de mira del gobierno hay unas 200 webs de enlaces, nuestro objetivo es responder con un listado de otras 2.000, 20.000, 200.000 páginas que integren buscadores de enlaces”, agrega la información de la campaña. “Si el gobierno quiere terminar con los derechos fundamentales, tendrá que terminar con todas nosotras”. El sitio también recoge el listado de páginas que se suman a la campaña autoinculpándose “en el ejercicio del derecho a intercambiar cultura libremente”. La lista será entregada a la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información del Ministerio de Industria (http://www.mityc.es), al Ministerio de Cultura y a otros órganos públicos. La campaña se completará con correos masivos a todo tipo de sitios, periódicos, blogs y redes sociales, con el objetivo de darle la mayor difusión. Su nombre alude tanto a la película de Steven Spielberg, La lista de Schindler, como a los 14 blogueros, periodistas, profesores y empresarios de Internet que redactaron el “Manifiesto por los derechos fundamentales en Internet”. Fuentes: El País • La Lista de Sinde *** Protestan a Abel Posse como ministro de Educación de Buenos Aires Una semana después de haber asumido como ministro de Educación de Buenos Aires, el escritor argentino Abel Posse se ha convertido en blanco de críticas por parte de organizaciones gremiales y políticas y representantes del área educativa que reclaman su renuncia. El pasado viernes 18, representantes de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE, http://www.ute.org.ar) se movilizaron a la Jefatura de Gobierno, cuyo titular es Mauricio Macri, junto con organizaciones gremiales, sociales, políticas y de derechos humanos que sostienen que la designación de Posse “rompe el piso de consenso básico para la convivencia democrática en la ciudad”. El 10 de diciembre, el diario argentino La Nación (http://www.lanacion.com.ar) publicó un artículo de opinión firmado por Posse, en el que el autor funda su posición en temas referidos a la seguridad y el uso del espacio público atacando duramente a los Kirchner, a quienes acusa de “prohijar el vandalismo piquetero, el desborde lumpen, la indisciplina juvenil”, recordándoles al mismo tiempo que “reprimir es obligación del Estado”, entre otras cosas. Los docentes de la UTE, a los que se han sumado otros gremios, manifestaron su negativa a dialogar con Posse en las próximas negociaciones salariales. “Tenemos la libertad de elegir con quién nos sentamos. Con él no, porque tenemos diferencias éticas”, dijo Eduardo López, secretario general de la UTE. “Estamos acá para exigir la renuncia de Abel Posse, ministro fascista y funcionario de la dictadura”, dijo López al iniciarse el acto. “Abel Posse, además de no tener antecedentes en educación, es un misógino, un xenófobo y un autoritario”, agregó, ante un público que ocupaba casi una cuadra sobre la Avenida de Mayo, cortada al tránsito. Los organizadores del acto entregaron un guardapolvo blanco a los representantes de diferentes grupos sociales en “desagravio” por las afirmaciones de Posee en distintos medios. El jefe del Bloque Porteño por el Encuentro Popular para la Victoria, Juan Cabandié, dijo que el ministro “es la cara visible de un pensamiento autoritario, poco tolerante y sumamente antidemocrático, que por supuesto comparte con Mauricio Macri”. Como parte de la campaña contra el escritor, figuras del ámbito educativo argentino firmaron una carta abierta en Internet en la que se pide la “renuncia inmediata” del diplomático y escritor. Entre los firmantes se encuentra el ex ministro del área Juan Carlos Tedesco, actual director de la Unidad de Planeamiento y Evaluación de la Educación, con dependencia directa de la presidenta Cristina Kirchner. “No se trata sólo de que el designado ministro tenga nulo conocimiento del área para la que fue convocado”, señalan los firmantes de la carta. Reclaman, además, que “Posse reivindica el accionar genocida de la última dictadura, cuestionando los juicios a los represores y la transmisión de la memoria sobre el pasado reciente a las nuevas generaciones”. Los especialistas Graciela Morgade, Inés Dussel, Graciela Frigerio, Axel Rivas, Roxana Perazza, Silvina Gvirtz, Carlos Skliar, Norberto Alayón, Alejandra Birgin, Flavia Terigi, Gustavo Bombini, Atilio Borón, Silvia Duschatzky, Carlos Cullen, Gabriela Diker, Nicolás Espert, Silvia Finocchio, Abraham Gak, Marta Kisilevsky, Pablo Pineau, Alejandro Morduchowicz, Irma Parentella, y Sandra Carli, entre otros, se encuentran entre los firmantes. También aparecen Stella Maldonado, secretaria general de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera, http://www.ctera.org.ar) —organización cuya página web muestra una caricatura de Posse representado como un oficial nazi—; la legisladora María Elena Naddeo, del “ibarrismo”; Gustavo Lesbegueris, responsable del área educativa de la Defensoría del Pueblo porteña, y los escritores Laura Devetach y Vicente Battista, entre otros. Mientras circulan los reclamos a Macri para que dé marcha atrás en el nombramiento, Posse permanece ajeno a ello. “Estoy planificando este gran diálogo para mejorar la educación en todo sentido, empezando con la continuidad de las clases, la revisión de los derechos de los educadores y los grandes planes para que la Argentina retome el paso en esta materia fundamental”, dijo el escritor a la prensa argentina. Durante su primera semana al frente de la cartera educativa porteña, Posse se dedicó a analizar la estructura del Ministerio, el presupuesto educativo del próximo año y la cantidad de cargos docentes, con el fin de hacer un diagnóstico de situación. Además, se reunió con la subsecretaria de Educación porteña, Ana Ravaglia, y con el subsecretario de Administración de Recursos, Andrés Ibarra. El sábado y pese a las críticas y al acto en su contra, Posse negó en un programa radial la posibilidad de dejar el cargo. “Eso está fuera de toda cuestión”, dijo, quejándose de que “la razón politiquera se impone sobre la razón escolar” y declarándose víctima de una “mala voluntad política” por parte de los gremios docentes y otros sectores que, señaló, “se manifiestan en esta especie de explosión contra mí, cuando yo fui representante de todos los gobiernos democráticos y con elogios”. En este sentido, Posse se defendió de los cuestionamientos sobre su presunto acercamiento a la dictadura: “No intervine en ningún proceso militar; en el 73, cuando subió Héctor Cámpora, viajé a Venecia y durante seis años fui cónsul allí. No tuve nada que ver con el Proceso”, argumentó. Por otra parte, destacó que “lo primero” que hizo al asumir como ministro de Educación de la Ciudad fue abrirse al “diálogo” con los gremios docentes. Y añadió: “Ofrecí lo máximo que se puede ofrecer, que es la disponibilidad total, ideas nuevas”. “Hemos tenido el año más antisarmientino de la historia argentina, con menos de 180 días (de clase) en casi todo el país y en algunos lugares, con 120 días, lo que es prácticamente la demolición del sistema educativo”, alertó. Por esta razón, consideró que “hay que iniciar esto con un diálogo y con una recuperación total de los problemas que hay que tratar, desde la situación del docente, la carrera docente, la disciplina y seriedad que merece el docente”. Nacido en Córdoba en 1934, Posse obtuvo en 1971, con su segunda novela, La boca del tigre, el Premio Nacional Trienio 1969-1971 y el Premio Nacional de Literatura de Argentina. En 1987 le fue concedido en Venezuela el Premio Rómulo Gallegos por Los perros del paraíso. Como diplomático ha sido embajador de Argentina en Praga y Lima. Fuentes: Clarín • La Nación *** Gonzalo Rojas recibe la Orden Gabriela Mistral La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, entregó el pasado viernes 18 de diciembre la Orden al Mérito Docente y Cultural “Gabriela Mistral” al poeta Gonzalo Rojas, cuya poesía, dijo, “sigue ahí, viva y palpitante”. “Cuando estaba a punto de cumplir 90 años, Gonzalo Rojas me dijo: me voy a morir joven. Me siento tan identificada con esa frase, porque la juventud es un tema de actitud, y yo comparto eso”, dijo Bachelet durante la ceremonia, celebrada en el Palacio de La Moneda. “Quiero agradecerle esa energía, esa juventud, esa sabiduría de seguir escribiendo sin apuro y mostrando que aunque pasen los años y los premios, la poesía sigue ahí, viva y palpitante”, subrayó la mandataria chilena. La Orden “Gabriela Mistral” se otorga en Chile a personalidades nacionales y extranjeras que se destacan por su significativa contribución a la educación y la cultura y expresa, además, el agradecimiento del país hacia el compromiso y mérito demostrado. Desde su creación, en 1977, ha sido otorgada a diversas personalidades, entre los que se destacan los premios Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, Naguib Mahfouz y Darío Fo; el pintor Roberto Matta, el actor francés Marcel Marceau y el cantautor catalán Joan Manuel Serrat. También los escritores Jorge Edwards e Isabel Allende, la soprano Verónica Villarroel, el director de orquesta Zubin Mehta, el ex Beatle Paul McCartney, el poeta español Rafael Alberti, la cantante argentina Mercedes Sosa y, de forma póstuma, la folklorista Violeta Parra. Rojas fue propuesto al premio por los senadores Mariano Ruiz-Esquide y Víctor Pérez, con el respaldo de dos rectores universitarios y otras personalidades, que presentaron al poeta como “un hombre que tiene una inmensa trayectoria poética y que, tal vez hoy, es lo más grande” de las letras chilenas. Bachelet agradeció al autor “lo mucho que ha entregado, lo mucho que le ha dado a Chile en estos sesenta y tantos años de poesía”, y aseguró que sus versos influyeron en su decisión de volver a Chile, tras vivir en el exilio durante la dictadura de Augusto Pinochet. “(Quiero) agradecerle los poemas que publicó en esos años, en que la tragedia de la patria parecía que no iba a terminar nunca”, dijo la mandataria, quien confirmó que Rojas será uno de los homenajeados “cuando en marzo próximo inauguremos en estas tierras el Congreso de la Lengua Española”. Nacido en Lebu el 20 de diciembre de 1917, Rojas lamentó que hoy “la gente la lee (a Gabriela Mistral) de puro chismosa”, y recordó que en su generación literaria, la de 1938, decían que la autora “era una vieja retardataria y aburrida”, mientras él se sentía “mistraliano y huidobriano”. Tanto que alguien le hizo llegar a la ganadora del Premio Nobel en 1945 un ejemplar de su primer libro (La miseria del hombre, 1948) y ella “me envió una nota de su puño y letra. Ni siquiera me atreví a contestarle”. Rojas estudió derecho y pedagogía, fue profesor en Valparaíso y Concepción, donde fundó el Departamento de Español y creó los Encuentros de Escritores y la Escuela Internacional de Temporada. Ha publicado 58 libros, entre los que se cuentan La miseria del hombre (1948), Contra la muerte (1964), Oscuro (1977), Materia de testamento (1988), Desocupado lector (1990), ¿Qué se ama cuando se ama? (2000), y Poesía esencial (2006). Sus obras han sido traducidas al inglés, alemán, francés, portugués, ruso, italiano, rumano, sueco, chino, turco y griego. Ha obtenido, entre otros galardones, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Nacional de Literatura, en 1992; el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo, en 1998; el Premio Altazor y el Premio Walt Whitman, en 2001 y el Premio Cervantes, en 2003. Fuente: EFE *** Realizarán la Ruta Inka desde Bolivia hasta Guatemala La Ruta Inka 2010 (http://www.rutainka.org), una expedición que bajo el título “Al encuentro de los mayas” será realizada por estudiantes sobresalientes de varios países, se desarrollará entre el 21 de junio y el 30 de agosto de 2010, abarcando un recorrido por santuarios indígenas y zonas arqueológicas de diez países de Sur y Centroamérica. Los estudiantes que deseen participar pueden registrarse en la web de la expedición (http://www.rutainka.org/?q=es/node/2). Los interesados deben tener entre 18 y 23 años de edad y serán escogidos los que tengan mejor expediente académico, así como dotes de liderazgo, tolerancia y capacidad para asumir retos, responsabilidades y actividades intensas (caminatas, torneos deportivos, climas adversos, convivencia con comunidades nativas, etc.). El plazo de postulación vence el 30 de abril. La gira se iniciará en el complejo arqueológico aymara de Tiwanaku, en La Paz (Bolivia), y se clausurará en la reserva arqueológica de Tikal, en Guatemala. El director ejecutivo de la Ruta Inka 2010, el peruano Rubén Latorre, explicó este viernes 18 de diciembre que entre los objetivos de la expedición están promocionar las culturas que se desarrollaron antes de la llegada de los españoles y promover relaciones de hermandad entre los pueblos indígenas de América. Sus protagonistas, añadió Latorre, son los estudiantes sobresalientes convocados en distintos países, no necesariamente americanos. Latorre dijo que ya se han cursado peticiones de apoyo a los mandatarios de los países que serán visitados: Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. La expedición busca en esos países la cooperación de instituciones estudiantiles de secundaria y universidades, como ha sido tradición desde la primera travesía que se realizó en el año 2000. “Por las dimensiones de esta expedición y por el tiempo que dura la travesía, la expedición tendrá dos tramos, para que quienes participan lo hagan por el sistema de postas, emulando de esta forma a los chasquis o correos incas”, explicó Latorre. La primera parte, llamada “El tramo inca”, se desarrollará del 21 de junio al 25 de julio desde Tiwanaku (que se consolidó antes que el imperio inca) hasta Capurganá, que está en la frontera entre Colombia y Panamá. La segunda, denominada “El tramo maya”, irá del 26 de julio al 30 de agosto, desde el Canal de Panamá hasta el Parque Nacional de Tikal, en Guatemala. Fuente: La Razón • Ruta Inka *** Real Academia Española designa a Darío Villanueva como secretario El filólogo español Darío Villanueva (Villalba, Lugo, 1950) fue designado nuevo secretario de la Real Academia Española (RAE, http://www.rae.es), según acuerdo adoptado en el pleno de esta institución el viernes 18 de diciembre. El académico sustituirá a José Manuel Blecua, que ocupaba el cargo desde enero de 2007. Villanueva ocupa desde junio de 2008 el sillón D de la RAE, donde sustituyó al fallecido Alonso Zamora Vicente. Su discurso de ingreso versó sobre “El Quijote antes del cinema”, en el que apuntó el “gran potencial cinematográfico” que encierra la obra cumbre de Cervantes. El nuevo secretario, un experto en teoría de la literatura, fue rector de la Universidad de Santiago de Compostela (USC, http://www.usc.es) entre 1994 y 2002. Es miembro de la Asociación Internacional de Hispanistas (http://asociacioninternacionaldehispanistas.org), preside la Sociedad Española de Literatura General y Comparada (http://www.selgyc.com) y entre 1996 y 2001 estuvo al frente de la Asociación Española de Teoría de la Literatura. El académico expresó su “satisfacción y gratitud” por “la confianza” que sus compañeros han depositado en él, al considerarlo capaz de “serle útil a la Academia” en sus nuevas responsabilidades. Curiosamente, el ex rector no pudo estar en el plenario en el que fue elegido, ya que aún está convaleciente de un accidente de automóvil y de una pequeña operación, pero confía en asumir de nuevo sus funciones académicas en enero. En el mismo pleno, el escritor leonés José María Merino (quien accedió a la RAE hace ocho meses) fue elegido vicesecretario. Fuente: El Progreso *** Terminó infructuosamente la búsqueda de los restos de García Lorca “Ahora hay que replantear la historia desde la base”, dice la historiadora Maribel Brenes La Consejería de Justicia y Administración Pública de Granada (http://www.juntadeandalucia.es/justiciayadministracionpublica) ha dado por “terminada” la excavación en Alfacar, donde los historiadores han marcado el enterramiento de Federico García Lorca, e insistió en que ahora son los investigadores los que deben retomar la localización de los que fueron fusilados en aquel paraje junto al poeta. Los trabajos de excavación para descubrir el enterramiento comenzaron el 29 de octubre de 2009, por decisión de la Junta de Andalucía (http://www.juntadeandalucia.es), tras la petición cursada por los familiares de tres de los fusilados y enterrados supuestamente en la misma fosa común que el poeta: el banderillero Francisco Galadí, el inspector Fermín Roldán y el restaurador Miguel Cobo. Además, se tuvo en cuenta la solicitud hecha por la Confederación General del Trabajo (CGT, http://www.cgt.es) en memoria del también banderillero Joaquín Arcollas, que se encontraría en el mismo lugar. El equipo de investigación de la Universidad de Granada (http://www.ugr.es), compuesto por cinco arqueólogos, dirigidos por Francisco Carrión (Melilla, 1954), rastreó sistemáticamente mediante excavación arqueológica una superficie total de 276,75 metros cuadrados en el lugar donde se creía podrían encontrarse los restos del escritor. En total, ha extraído 75,76 metros cúbicos de sedimentos. En su informe, los investigadores concluyen que allí “nunca se realizaron fosas de enterramiento, ni han existido restos óseos humanos”. La titular del departamento, Begoña Álvarez, manifestó este lunes 21 de diciembre que no es la Junta de Andalucía la que debe “buscar” sino que “tiene que abrirse una reflexión” a raíz de los trabajos desarrollados en el Parque Federico García Lorca, que concluyeron este fin de semana sin el hallazgo de restos óseos y con la “evidencia científica” de que en el lugar, situado en torno al monolito, nunca hubo fosas. Sus afirmaciones se producen después de que el investigador irlandés/español Ian Gibson apostara el pasado sábado 19 por reanudar las excavaciones alrededor del olivo del parque y en las lindes del mismo, cerca de la zona repoblada de pinos, porque todavía “hay sitio” para localizar la posible fosa del poeta, con lo que la búsqueda, a su entender, “en absoluto” debe abandonarse y la Administración andaluza “tiene la obligación moral de seguir buscando”. “Creo que ha sido positiva la labor que se ha realizado. Nosotros hemos terminado el trabajo y ahora le toca a los investigadores, a los estudiosos, retomar este tema y ver exactamente dónde pueden estar los restos de los familiares que los están reclamando”, sostuvo Álvarez, que reiteró que la Consejería “nunca” ha buscado a Federico García Lorca, sino a quienes lo han solicitado. En ese sentido, ahondó en que la función de la Administración se limita a ayudar a los familiares a localizar y, en su caso, identificar, porque “es un deber que nos impone la Ley de Memoria Histórica”. “Buscar, no buscamos. Lo que hacemos es, previo proyecto, previa demanda de familiares, atender esas peticiones y ver sin son viables, para lo que está el protocolo andaluz de exhumaciones. Nosotros seguiremos trabajando con la memoria histórica en aquellos sitios en los que nos presenten un proyecto”, indicó. “La investigación de una persona que se guía por el corazón y no la cabeza, nunca funciona. Después de las presiones, están los mitos y la gente que vive de ellos”, aseveró el arqueólogo Francisco Carrión el sábado en una entrevista publicada por el diario El País (http://www.elpais.com), en la que también fue consultada la historiadora Maribel Brenes (Úbeda, Jaén, 1971), presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH, http://www.memoriahistorica.org) de Granada, encargada de coordinar las excavaciones. Brenes indicó que el fracaso de la búsqueda “ha sido un poquito frustrante” para ella, pues “hay que decirle a los familiares que no están allí, pero como historiadora es un buen reto. No se puede calificar esto como un error, porque ahora hay que replantear la historia desde la base”. Por su parte, Carrión advirtió que las excavaciones fueron originadas “en testimonios orales, sin documentos. Nuestra obligación era confirmarlo. La excavación era precisamente necesaria por eso”. Agregó que, de haber restos en la zona estudiada, “probablemente estén tan sumamente compactados que sea difícil el rescate, pero sí hay posibilidad de dignificar el sitio”. Carrión asegura, además, que según el informe preliminar de la investigación “La posibilidad de que ahí hubiera algo es ninguna”, refiriéndose al lugar donde se realizaron los trabajos. “Ni un solo hueso, ni una sola esquirla por pequeña que fuera, ni una sola pieza dental, que suele ser habitual”. Ahora deberá iniciarse una labor metodológica de revisión de fuentes, documentos que aclaren por qué la mayoría de investigadores se basó en testimonios orales provenientes de un solo supuesto testigo. “Nos toca ver dónde está el fallo, pero a nivel interno. Hay que volverlo a estudiar todo y confirmar todas las teorías. Fundamentalmente, la comisión de investigación creada antes de instaurar el parque”, opina Brenes. Los investigadores no descartan que el cuerpo se encuentre en los alrededores del parque. Todas las posibilidades están abiertas, pero localizar los restos de Lorca, el maestro Dióscoro Galindo, los banderilleros Joaquín Arcollas y Francisco Galadí, el inspector Fermín Roldán y el restaurador Miguel Cobo, se presenta como un enigma de dimensiones extraordinarias. Descartada la tesis de historiadores como Ian Gibson, Brenes apunta a indagar en las teorías de investigadores como Eduardo Molina Fajardo, que señaló otros emplazamientos distintos del parque de Alfacar. “Hemos visto mapas militares de los años 40 con distintos barrancos”, abundó Carrión. Aunque la fuente principal de Gibson —cuyos trabajos sobre el autor de Poeta en Nueva York abarcan ya más de cuatro décadas— fue el enterrador Manuel Castilla, conocido como “Manolo el Comunista”, un amigo de éste ha afirmado que Castilla “le tomó el pelo al guiri” y que en realidad no se acordaba de dónde estaba enterrado. Otros investigadores como Gabriel Pozo sostienen también que años más tarde Manuel Castilla se desdijo y afirmó que llegó tres días después de los hechos, por lo que ni vio a Lorca ni participó en su enterramiento. Pozo cree que Lorca fue enterrado en la zona del Caracolar, próxima a la Fuente Grande de Alfacar donde se le ha estado buscando, y después desenterrado y trasladado a otro lugar para ocultar pruebas de su muerte ante los reproches que comenzaron a llegar desde el extranjero. La tesis de este investigador, expuesta en su libro de reciente aparición Lorca, el último paseo, es que el cadáver del poeta está en alguna fosa común sin determinar. En su libro, Pozo recoge también el testimonio póstumo, inédito hasta ahora, de la actriz Enma Penella, hija de Ramón Ruiz Alonso, quien supuestamente detuvo a Lorca en casa de los Rosales. Según Penella, el delator del poeta fue el hijo mayor de esta familia. Los trabajos infructuosos llevados a cabo en Alfacar hacen dudar de la veracidad de los datos manejados hasta ahora por el historiador irlandés/español. Sin embargo, Gibson ha dicho que si el poeta no aparecía donde se le estaba buscando se encontraría muy cerca, por lo que creía que habría que seguir insistiendo. El sábado, Gibson manifestó su enojo por los resultados de la investigación, aunque advirtió que no le sorprenden, ya que no se excavó al otro lado del olivo, en el barranquillo. “¿Por qué no han buscado al otro lado del olivo los tontos de Memoria Histórica?”, lamentó. “Jamás dije que se pusiera allí el monolito y que éste marcara la fosa donde se encontraba García Lorca”. Pero lo que sí le ha sorprendido e irritado es el hecho de que, al hacer el parque en 1986, la Diputación moviera huesos en la zona donde fue fusilado Lorca. “Lo que dijo Ernesto Molina, quien era vicepresidente de la Diputación en aquel entonces, es tremendo y es posible”, comentó el investigador. “¡Cómo no se dijo nada de los huesos que Diputación encontró en Alfacar, cómo se trasladaron huesos en sacos a otro lugar! Eso es tremendo y quedamos en ridículo”, exclamó. “Lo peor es que argumentaron que no querían perjudicar a las obras, y los pusieron en sacos”. Según el relato de Ernesto Molina, los huesos que se desenterraron en aquel entonces fueron llevados a otro lugar para poder seguir las obras, aunque se colocaron dentro de los límites del Parque Federico García Lorca, de forma que quedaran preservados al estar en el interior del recinto. Este último matiz habría permitido a los investigadores de Memoria Histórica haber encontrado, al menos, estos restos, según Gibson. El investigador defiende la autenticidad del testimonio de Manolo El Comunista —corroborada posteriormente por Agustín Penón—, quien le indicó donde fue sepultado el poeta, junto al olivo donde se encontraba el ya famoso monolito. “Creo que Manuel Castilla no me mintió”, insistió. Otros investigadores defienden tesis diferentes. Es el caso de Fernando Guijarro Arcas (http://www.letralia.com/firmas/guijarroarcasfernando.htm), que mantiene que la familia desenterró el cadáver tras pagar una fuerte suma como rescate y que podría estar enterrado en la finca familiar Huerta de San Vicente, como se explica en un extenso trabajo de investigación publicado en nuestra edición 175 (http://www.letralia.com/175/articulo01.htm). Fuentes: EFE • El País • Europa Press • Ideal ||||||||||||||||||||||| LITERATURA EN INTERNET |||||||||||||||||||||| Twijote http://www.twijote.com Aplicación con la que el usuario puede participar en una iniciativa para publicar el Quijote en la red social Twitter (http://twitter.com), mediante pequeños posts de menos de 140 caracteres. Cada usuario puede participar una sola vez. El sitio permite consultar cómo va la publicación en un momento determinado. Arte Libre http://www.artelibre.org.ve Portal venezolano dedicado a la enseñanza artística, con información útil tanto para niños que están teniendo sus primeros contactos con el arte como para padres y docentes. Publica imágenes de las obras desarrolladas por los niños en los talleres presenciales organizados por el pedagogo e investigador Ender Rodríguez, creador del sitio. Typertext http://typertext.com Bitácora sobre el signo escrito y la cultura impresa y la digital, desde una perspectiva amplia de interrelación y convergencias. Publica artículos sobre las relaciones de uso que se establecen con la letra, el texto y el hipertexto teniendo como referente el diseño y los procesos de interacción: el espacio, los sistemas de publicación, los aspectos perceptuales, las nuevas tecnologías, la convergencia web-impreso y ante todo las relaciones de interacción. Serie Negra http://serienegra.es Revista digital dedicada al género negro, creada por el sello RBA (http://www.rbalibros.com) y orientada a convertirse en un espacio para descubrir nuevas joyas del género y compartir la opinión con otros lectores. Publica información sobre eventos del género, reseñas editoriales, trabajos especiales sobre autores específicos, entrevistas, críticas y opiniones, mantiene blogs especializados y reúne noticias y enlaces sobre el tema. Red de Gestores Culturales de Colombia http://www.redgestoresculturalesdecolombia.com La página de esta institución, de carácter privado y sin ánimo de lucro, ofrece un gran cúmulo de información útil para el artista colombiano: un directorio de organizaciones, enlaces a otros portales culturales en Internet, enlaces a recursos en Internet creados por colombianos en el exterior, legislación cultural, formación académica y otros materiales. ||||||||||||||||||||||| ARTÍCULOS Y REPORTAJES |||||||||||||||||||||| === Manuel Bermúdez ======================================================= === La curva del río lo imagina, la palabra lo nombra ===================== === Alberto Hernández ===================================================== La lisura del río Portuguesa lo empuja hacia nosotros. Un espejo de agua quieta, de un color que revela su hondura, nos aproxima a la mirada de Manuel Bermúdez. Fue el 13 de septiembre de 1997. Éramos tres en medio del paisanaje llanero en Camaguán: Manuel, Sael Ibáñez y quien esto escribe. —¡Anda, acompáñame a Camaguán a hablar de un libro de Sael. Así decimos cosas, ¡vente! —me invitó por teléfono con aquella manera muy particular de hablar, de pronunciarse, de decirse Llano. Y nos fuimos. Entonces Manuel, mi profesor de posgrado de la Universidad Simón Bolívar, abrió los ojos para grabarse la planicie guariqueña y habló largo rato sobre una novela de Sael Ibáñez, también de Camaguán, como Manuel. Allá quedó el río, el que lo imagina. Y las palabras que hilvanó siempre lo nombran, porque quedaron en la corteza de los árboles, en la inquieta e irreverente orilla de la lenta serpiente líquida. Casi dos años después, el 20 de mayo de 1999, hicimos una fiesta para celebrar el advenimiento de un libro, Valles de Aragua, la comarca visible. Y se hizo en el Teatro de la Ópera de Maracay, donde se concentraron la familia de Manuel y la mía, los amigos, alumnos y lectores. Hace pocos meses nos reunimos aquí en esta ciudad calurosa y cálida para acompañar a un viejo llanero casi centenario, padre de los Castillo, afecto de esa apureñidad que en Maracay se concentra para vivir y celebrarse. Esa noche, Manuel habló de la vida y de la muerte, de la inmortalidad, “también la del cangrejo porque ese animalito es una vaina: camina de lado”. Fue la última vez que lo vi, aunque lo oí por teléfono porque lo llamé para sabernos el uno del otro. Un día, de esto hace ya varios años, con Edgar Colmenares del Valle, bautizamos una biblioteca en esta ciudad, en la casa del también académico apureño, cuya madre fue una insigne maestra de muchos montes llaneros. Manuel estaba pleno, porque cuando hablaba de su barrio Perro Seco y de sus habitantes se le inflaban el pecho y las emociones. Manuel acaba de marcharse. Y duele decirlo. Escuece reconocerlo. Fue nuestro profesor de semiología en la USB a comienzos de la década de los 80. Con esa experiencia de un año, la amistad se estrechó y nos hicimos familia por la vía del afecto y “porque tú no eres un poeta sifrino”. Ese hombre llano, abierto e informal, era no sólo miembro de la Academia de la Lengua de nuestro país, sino su magistral secretario. Fue alumno de Umberto Eco en Roma, profesor del Pedagógico de Caracas y de varias universidades, insigne conferencista, sabio del monte, aprendiz de malandrín a lo Lazarillo de Tormes, entre otros oficios donde el temple y la sabiduría mostraban sus dones. Con el narrador Denzil Romero, su carnal, en ocasión del bautizo de una de sus novelas en la Ciudad Jardín, amanecimos borrachos y alucinados —de tanto Apure y Aragua de Barcelona juntos— en las puertas de una tasca de Las Delicias. Entonces, Manuel comenzó a hablar del sol, de tanto “astro prendido”. Horas antes, en el interior del bar, trataron de ubicarnos pegados de la bisectriz de una pared. El apureño, apuradito, dijo: —¡No señor, a nosotros no nos arrincona nadie! Yo no sé tú, compadre Denzil. —A mí tampoco —pronunció el oriental. Entre las carcajadas de los presentes, nos colocaron en una mesa sin rincón. Sí, Manuel acaba de marcharse con sus libros, sus inteligentes salidas, su buen humor, su paciencia de buen maestro, su amistad infinita. Pero a pesar de la muerte nos queda él. Vuelvo a la curva del río, al río material y filosófico. El tiempo retrocede: allá lejos vi su perfil de indio y negro —mezclados— frente a don Julio Garmendia, en la librería El Gusano de Luz, donde también pude acercarme, con timidez, a Oscar Sambrano Urdaneta, Alexis Márquez Rodríguez, Domingo Miliani, Néstor Tablante y Garrido, Pedro Francisco Lizardo, Orlando Araujo, entre otros. Era otro país, otros los sueños. Manuel Bermúdez dejó muchos artículos de prensa, ensayos que acaban de ser recogidos en libro por el Pedagógico de Caracas, su pedagógico. Entre sus publicaciones orgánicas están Cecilio Acosta, un signo de su tiempo (1984), La ficción narrativa en radio y televisión (1984) y Enciclopedia rústica de personajes insignificantes de Apure (2007). Manuel acaba de tomar la canoa. Cruza los ríos de Heráclito: el Apure, el Portuguesa, el Tiznados, el Guárico. Todos los ríos que surcan la vida y la eternidad. ** Alberto Hernández adezgalina@gmail.com Poeta, narrador, periodista y pedagogo venezolano (Calabozo, 1952). Tiene un postgrado en literatura latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar y fue fundador de la revista Umbra. Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999). Reside en Maracay, estado Aragua, Venezuela, donde dirige el suplemento cultural Contenido, que circula en el diario El Periodiquito. === José Emilio Pacheco en la Casa Silva Eduardo García Aguilar ====== El pasado agosto, en la penumbrosa Casa de Poesía Silva de Bogotá se presentó el poeta mexicano José Emilio Pacheco (1939), quien acaba de obtener el consagratorio Premio Cervantes, semanas después de recibir el Reina Sofía de poesía. Aquella tarde de viernes en Bogotá caminé por la séptima y luego por las calles de La Candelaria para llegar a tiempo a la casa del suicida autor de Gotas amargas y De sobremesa. Las calles estaban llenas de gente, en las esquinas viejos cantantes de tango engominados interpretaban la Cumparsita y decenas de saltimbanquis y mimos hacían piruetas para el público vespertino de la multitudinaria Bogotá. Como muy pocas veces regreso a Colombia, me emocionaba caminar entre el gentío por la séptima, comprobando que seguía siendo el dominio de la plebe de barrios bajos y suburbios, de los desempleados y empleados modestos que se apresuran a tomar el transporte colectivo o estudiantes que se despliegan a encontrarse con amigos en alguna taberna improvisada. Sin duda hervían también por esas calles carteristas, cuchilleros, espías del DAS y vendedores de lotería, mendigos y estudiantes pobres de universidades y colegios públicos. Y en medio de esa barahúnda, el chilango José Emilio Pacheco trataba de llegar a la Casa de Poesía Silva sorteando en el vehículo en que lo llevaban el embotellamiento infernal de las calles bogotanas. Como yo iba a pie conmovido por el reencuentro con la entrañable Bogotá que sólo veo de cuando en vez, pude llegar a tiempo al santuario de la poesía colombiana como un caminante de los tiempos de la Gruta Simbólica de Julio Flórez, mirando con nostalgia las pequeñas fondas y las colegialas que volantoneaban por las calles de la vieja Bogotá colonial con minifaldas cuadriculadas color verde savia y camisas blancas cubiertas por un modesto suéter café. No podía perderme al poeta Pacheco en La Candelaria. En la Casa Silva me encontré con Hugo Chaparro Valderrama y Genoveva que ya estaban en segunda fila, con la poeta bogotana Eugenia Sánchez Nieto y con Alberto y Margarita Ruy Sánchez, en primera fila, quienes esperaban al sabio mexicano. Tras una espera entró por fin Pacheco, quien con sentido de humor contó las peripecias de sortear en vehículo las intrincadas calles coloniales bogotanas parecidas a las de una agitada Shanghái de tiempos de entreguerra o una lejana Calcuta bengalí, caótica y alegre, demencial, cómica, grotesca y terrible, pero en el fondo real, surreal y llena de vida. Pacheco, con el inconfundible rostro pálido enmarcado por gafas cuadradas de carey y el corte de pelo de eterno adolescente aplicado de los años 50, se colocó en la mesa, posó a un lado su novedoso bastón valleinclanesco, y lejos de la solemnidad que suelen agenciar los autores, distendió el ambiente con bromas y chistes para excusarse por el retardo y desde ese instante hasta al final leyó versos y prosas de sus dos últimos libros y creó un especial ambiente de informalidad agradecido por los asistentes que llenábamos la sala central y las adyacentes, en espera del “canelazo” santafereño que nunca llegó. El autor de Morirás lejos y Batallas en el desierto obtuvo hace años el Premio de la Casa Silva, primer galardón de carácter continental que mereció cuando era sólo considerado un polígrafo, autor raro, extraño erudito rodeado de libros en su casa de la colonia Condesa de la ciudad de México, no lejos de la Capilla Alfonsina de su maestro Alfonso Reyes. Y verlo ahí esa noche de agosto entre los aires santafereños y decimonónicos nos parecía un hecho insólito, salido de la novela De sobremesa de Silva o de las historias excéntricas de Joris-Karl Huysmans, ambos autores simbolistas y decadentes. Era una lectura histórica que no se podía perder un colombiano que ama a México y a toda su profunda tradición poligráfica. Sólo faltaba la gigantesca tortuga recamada de esmeraldas de Des Esseintes. Durante los tres lustros que viví en México comprobé que José Emilio Pacheco ha sido para los mexicanos una universidad permanente a distancia, ejercida a través de la columna semanal Inventario, publicada inicialmente en Proceso, ventana minuciosa a todas las literaturas del mundo y una revisión crítica de los autores mexicanos y latinoamericanos olvidados o por conocer. Con una prosa transparente, sin escándalos y con profunda generosidad magisterial de erudito, Inventario ha creado vocaciones entre los nuevos e incitado las curiosidades de los infectados literarios. Esperábamos cada semana ansiosos ese texto para partir luego a las librerías de viejo de la calle Donceles a hallar libros de los autores recomendados por él. Sus novelas cortas también han sido un descubrimiento, como Batallas en el desierto, donde despunta el erotismo desde la perspectiva adolescente en el vientre romano de la ciudad de México, cuando aún era una región transparente del aire, o en Morirás lejos, sobre los avatares de la diáspora judía, ambas publicadas por Era. Su poesía, entregada gota a gota a través de las décadas, es una conversación sobre las cosas esenciales, desprovista de himnos, engolamientos y corbatines tan usuales en la poesía escolar y juiciosa de México y otros países latinoamericanos. La primera vez que vi a Pacheco fue a principios de los años 80, presentado a él entre la algarabía mexicana una noche tras una presentación de libros, por uno de los más brillantes compañeros de su generación, el gran poeta Francisco Cervantes, el ya fallecido rebelde lisboeta-queretano con quien están en deuda en México en estos momentos de olvidos y consagraciones. Otra vez lo vi en la Feria del Libro de Guadalajara en 2006 para comprobar en directo la memoria asombrosa que lo puebla, cuando recordó de inmediato con escalofriante precisión un artículo mío de un cuarto de siglo antes sobre la traducción suya de Epístola: In Carcere et Vinculis (De profundis) de Oscar Wilde, publicada por Seix Barral, en 1980, y la última en el hotel Tequendama de Bogotá, al día siguiente del recital en Casa Silva, al lado de los novelistas Elmer Mendoza y Oscar Collazos. José Emilio Pacheco ha sido para muchos el ejemplo más transparente de lo que es el ejercicio literario. Estar en la literatura y para la literatura sin aspavientos, lejos del mundanal ruido pero entre el ruido mundanal de las calles, habitado por la curiosidad permanente de conectarse con los fantasmas de los escritores que pueblan el reino del olvido. Por eso hay que creerle cuando dijo, al conocer la noticia del Premio Cervantes, que “no soy ni el mejor poeta de mi barrio”, porque sabemos con él que Sócrates sólo era el mejor filósofo de la plaza del pueblo y Miguel de Cervantes Saavedra sólo un pequeño escribano que soñaba con un nombramiento en Cartagena de Indias, en la Nueva Granada, y fracasó en el intento. ** Eduardo García Aguilar egarciagui@aol.com Escritor colombiano (Manizales, 1953). Autor de las novelas Tierra de leones, Bulevar de los héroes, El viaje triunfal y Tequila coxis, así como de los poemarios Llanto de la espada y Animal sin tiempo. Varios de sus libros han sido traducidos y publicados en inglés, francés y bengalí. === Diciembre Pablo Mora ============================================= I Alto para fijar el horizonte, para otear la plenitud del día. Campanada de garza aleteando en la cresta de algún ciprés dormido, en busca del anafre o del camino. Un par de sueños despertando auroras. Un par de ojos descubriendo estrellas. Alma escarbando abrojos, serranías. Dos luceros velando en fogarada. La Luna vigilando, bien despierta, al hombre entretejiendo sus jornadas. Un modo de mirar, mirar despacio las sombras infinitas de los árboles, sus quejas, sus lamentos, sus latidos. Compás para medir la lontananza, la distancia entre el sueño y el olvido. Hallazgo de la vida, dentro, fuera. Atinar con el próximo jalón. Inventar nuevas rutas, nuevas eras, el viraje que a diario nos aguarda. Hurgarse, hundirse, ser sentirse, serse. Llegar a enero vivos todavía. Dar con la vena justa de la gracia o con el alma de la patria en ascuas. Paso de lluvia en torrencial suspiro mientras la madre su bocado implora. Un niño que en harapos llanto apaña. Una manera de sabernos vivos mientras cruzamos noche, tempestad, neblina, vendaval y cangilón, pena, chaparrón, vida o sobrevida. Diciembre: villancicos, serenatas, cuando bajan los ángeles a tierra para sentirle al hombre su quejido. Diciembre: lumbre, diapasón y canto. El abrazo temprano a nuestra madre que empieza, que prosigue, que culmina. Diciembre: el timbre con que el viento invita a seguirle los pasos a la vida, envueltos en rastrojos de la muerte. Remanso suspendido en la jornada para tomarle el pulso al ventisquero, a la tormenta, al rayo, al huracán. Sabor a trigo, a leche, a miel, a rosas, a durazno, que como un corazón recién nacido al despuntar el día palpita entre los dedos de las hojas por su sola dulzura sostenido. Himno con que cantamos a la vida en busca de una humanidad en paz tras un amanecer de cara al hombre, de espaldas a la noche que nos cruza. Tras un amanecer que al fin alumbre un día con la noche esclarecida de azul mañana que la fe vislumbre. II La luz en lontananza que nos mira. Infinito fulgor acurrucado en nuestros pies, en nuestras vagas sombras. Los árboles, la noche, entre los nidos. Un duendecillo en medio de la fronda. Los hombres tras la tierra prometida. Soplo de brisas, canto, resplandor. Fabuloso recuerdo alborozado. El hombre, tierno niño, desenfunda la alegría escondida entre la infancia. Pasos del viento, chispas de luciérnagas. Paso del Tiempo, paso de la gloria con que engañamos a las propias penas. El hombre encandilado por sus sueños. El hombre a solas con su propia sombra. Noche de luces, noche iluminada. Para un Dios que ría como un niño. Para un hombre que ría como un Dios. Silencio y soledad, clara ternura, añoranza sutil sin aspaviento, hacia la luz total de nuestras cosas, hacia la luz total de la esperanza. La dulce sombra del común destino mientras murmura alrededor la noche, arrodillada en los fogones yertos. Oscuridad de noche confundida en medio de la lumbre peregrina, encima del estruendo del misterio. Fragancia matutina, gloria breve. La clara majestad de los caminos. El tiempo fatigado de infinitos, el que a la muerte sin cesar nos lleva. Una luz, un candil intermitente, soledad de un ligero arrobamiento, sólo de asombros infinitos llena, la vida es una gloria suspendida. Descubrirse, encontrarse, hallarse, abrirse, desencerrar la pauta que nos falta. Vivir sin miedo, en libertad, de veras. Toparnos con el corazón silente que nos oye, nos sigue y nos conoce. Dar con el lagrimón de la vereda, latigazo que a todos atribula. Gozo, bondad y sobre todo paz para la buena voluntad del hombre. Tras esta oscuridad que nos circunda. La cresta de un lucero que nos mira, por el postigo corazón mirando. Pausa para mejores madrugadas. Una pregunta en pie para los hombres. Para el pobre que nunca tiene nada. Para el triste que llora su amargura. III Júbilo, alumbramiento, bienvenida. Ara en fulgor para el altar del tiempo. Luz en la voz y luz en las miradas. Gloria en la luz y en el amor del día. Llamarada de paz para la nave colmada de borrascas en la noche. Algo mejor para el mañana incierto. De nuevo niños con asombro puro. Aire de claridad en la amargura. Cósmica fuerza sobre el mundo alzada. Los pájaros, los árboles, la tarde, al habla con la brisa y con los hombres. Victoria de la noche de luceros saturada, victoria de la vida. La sangre universal cuando concilia la Tierra con los seres y la Nada. Dios acicateando resplandores. La ternura del hombre florecida. Paz, goce, amor, en yunta con la vida, para una humanidad en pie de guerra. Latido de corderos y de ángeles anunciando la paz a los pastores. Paso del tiempo, paso de las cosas. Paso del hombre a solas con su sombra. Estrella en el camino de los magos. Estrella para el hambre de los pobres. Lumbre para escaparnos de la muerte cuando la noche necia nos persigue. Manera de decir que Dios existe sin que nadie conozca sus resabios. Vieja costumbre de jugar a Paz entretanto la tierra se desangra. Deseo de partir al infinito. De cara hacia el misterio. Para siempre. Luz de la luz, en gozo reverente, deslumbrando los tránsitos finales. Balcón por donde un niño al mundo asombra con sus hombros cargados de juguetes. La noche fulgural donde nacemos cuando a morir apenas comenzamos. IV Un niño con nosotros de la mano la puerta del misterio nos descubre. La sombra de la aldea galopando auroras, portachuelos, madrugadas. Definitivamente encandilados frente al día en que el odio no amanezca, seguimos puntualmente el paso al sol, esquivando las garras de la guerra. Hurgándole el pavor a la jauría, ceñido el hombre de esperanza, sigue hacia la luz fugaz de sus fogones, hacia las cumbres donde duerme en paz. Calienta el pan, la claridad calienta. Apura el vino, la piedad apura. Bendice el fuego, la bondad bendice. Santigua el día, su morral santigua. De viaje hacia el confín del vuelo, el hombre confía plenamente en su destino, pregunta por la noche al mediodía, al tilín por la suerte de su infancia. Tilín, tilín, tilín, la campanada anuncia la llegada de la aurora, el transparente gozo de la luz, el esplendor triunfal de la alegría. ¡Ay del que viva lejos de su infancia, del que no sepa de ningún lucero, del que ignore el color de las ovejas y del que ausente de su ser delire! ¡Feliz quien con Francisco, atento, asista al canto matinal de los turpiales! ¡Feliz el simple labrador que sueña en ver crecer la flor en sus plantíos! Diciembre altivo en las fulgentes eras. Diciembre en el fulgor de la alegría. En los ojos azules de los ángeles y en el hambre del pobre y su quebranto. Diciembre, alumbramiento, bienvenida. Diciembre, asombro, arrobo y fogonazo. Diciembre, claridad en la amargura, para el pobre que duerme en el barranco. ** Pablo Mora moraleja@telcel.net.ve Escritor venezolano nacido en Santa Ana, estado Táchira (Venezuela) en 1942. Es licenciado en letras, graduado en la Universidad Católica Andrés Bello en 1966, doctor en psicopedagogía y periodismo y profesor jubilado de la Universidad Nacional Experimental del Táchira. Ha publicado seis volúmenes de su serie Almácigo (1978-1993), los poemarios De la noche insomne (1992), Asombro al descubierto (1996) y el libro de ensayo Cuenta abierta (1993). También ha publicado varias plaquettes entre las que destacan su Oda a Bello (1981), Homenaje a Pablo Milanés (1991) y Manifiesto (1992). Ha obtenido el primer premio en la Bienal de Literatura de Nueva Esparta (1991) y el Premio de Ensayo de la Gobernación del estado Táchira (1998). Es el impulsor de Poesía, Sociedad Anónima (http://www.poesia.org.ve), sitio en el Web consagrado a la exaltación de la literatura. === Mucha poesía y pocos poetas, en el bicentenario de la independencia === === Germán López Velásquez ================================================ La historia de Colombia es la historia de una fantasía. Seguimos levitando; con los pies por encima de la tierra. Nuestro nivel de locura se aproxima a la catalepsia, es decir, a la inmovilidad total, a la extinción del alma nacional. Sin alma no hay movimiento, por supuesto. Nuestra nación sigue postrada, alienada, paralizada. Es una tragedia porque nos acercamos a los doscientos años de la llamada independencia de España, que realmente medio se concretó en 1819 con las batallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá. No es verdad que nos hayamos independizado el 20 de julio de 1810, es un decir de historiadores de enseñanza primaria. Si nuestra independencia se hubiera sellado en esa fecha, no tendría razón de ser la gesta libertadora de Simón Bolívar, que seguía sin concretarse en 1830, el año de su solitaria y prematura muerte y que empezó, precisamente, después de 1810. El grito de independencia de los terratenientes, comerciantes, intelectuales y juristas del 20 de julio, los criollos ricos, que querían el poder para ellos en la Nueva Granada, no es más que el comienzo de una encarnizada lucha de clases. Y el pueblo, como siempre, utilizado y acribillado por la revolución contra España. Vale la pena rendirle tributo, reconocimiento sincero, abrazo fraternal, a los soldados de esa época, a los que se alistaron dando cumplimiento al Acta de Independencia para proteger a Bogotá de una arremetida española. También a los que acompañaron a Bolívar y a todo su enjambre libertador. Sin duda, verdaderos colombianos. Esos ejércitos populares, revolucionarios, renunciados a la vida total de sacar a España de nuestros territorios, merecen todos los monumentos públicos. Si imagináramos siquiera por un momento, el cruce a caballo desde Bogotá hasta Quito, en la llamada Campaña del Sur, comandada por Bolívar, entenderíamos el sacrificio. Ahora hay grandes autopistas, vehículos raudos, restaurantes en las vías, hoteles lujosos donde se suspende la travesía, armas de largo alcance, aviación militar, artillería moderna, trajes contra el frío, medicinas, termos y alta tecnología en los teatros de operaciones militares. Las bombas lanzadas del cielo son de al menos 500 libras de pólvora. Un estallido verdaderamente universal. En esa época, la faena tenía otro precio. Era el verdadero compromiso, la entrega absoluta a la causa libertadora de esos miles de campesinos desharrapados que morían en las hondonadas, los precipicios y por el frío inclemente de los páramos. Esa reflexión es necesaria y justa. Cuando era niño de escuela me hicieron dibujar a Camilo Torres y a don Antonio Nariño, para enseñarme la historieta aquella del grito de independencia. Desde luego, no pudo faltar don José Acevedo y Gómez, el famoso, trillado y no estudiado, Tribuno del Pueblo. El 20 de julio se conmemora en Colombia en forma superficial y estúpida, diciéndoles a las gentes que es día nacional y que deben izar una bandera. Claro que en los últimos dos años ha habido un cambio. Ya no importa poner la bandera en el balcón y la ventana sino salir a las plazas a escuchar a todos los cantantes vallenatos y a Shakira, Carlos Vives y Juanes. Esta es la nueva forma de celebración de nuestra historia. Es bueno comprender que el 20 de julio de 1810 no se dio por historicismo espontáneo. Hay unas causas y también unas consecuencias. Es decir, tres momentos perfectamente articulados. Antes del 20, el 20 y después del 20. Hablemos de antes del 20 para ir hilando todo el carretazo que se maneja en estos días de aparente primavera independentista. España nos colonizó por cerca de trescientos años. La transculturización fue total. Su brazo ideológico lo constituyó la Iglesia Católica con sus conquistadores, su Biblia y su Santa Inquisición. Lo demás, fue la violencia contra nuestras gentes, ejercida en todas las formas, desde la tortura hasta el sicariato de nuestros hombres insignes, no sólo con pistolas españolas, francesas o inglesas, sino con cuchillos y todo tipo de bayonetas. Los realistas o chapetones fueron bastante decididos a la hora de masacrarnos. Hacían cumplir las órdenes de su majestad o de su virrey a cualquier precio. Nuestra condición de vasallos nunca se puso en duda. Obligados a pagar impuestos, a ir a misa, a ser hipócritas y camanduleros, a no pensar, a no escribir, a dejarles los seminarios, los colegios y las universidades a los criollos, léase cundinamarqueses, caucanos o boyacenses, al servicio de la corona (la nueva clase social terrateniente y comercial, digna de recibir privilegios por su lealtad al virrey de turno); pero, también a morir en palacios de la Inquisición y descuartizados al estilo de José Antonio Galán, el líder comunero de la provincia del Socorro, de San Gil, Charalá y Mogotes. Es que los españoles nos hicieron duchos en el arte de la tortura antes de 1810. A José Antonio, a quien le incumplieron un acuerdo de paz que el virrey tiró a la basura al saber su asesinato, fundamentado en la baja de impuestos, en mayores oportunidades y trato justo para las gentes del Socorro y lugares aledaños, lo partieron y macabramente, lo izaron en maderos ubicados en varias localidades de esa provincia, para despertar terror en las comunidades que se atrevieran a protestar o levantarse de nuevo contra los amos españoles. Mucho antes que los paramilitares colombianos ya teníamos esos modelos para aniquilar a los opositores. Ellos nos dieron ejemplarizantes lecciones de muerte atroz, ajustadas a todas las exigencias del Derecho Internacional Humanitario. Si no hubieran muerto sus ejecutores y autores intelectuales, tendría ahí la Corte Penal Internacional mucho trabajo, ahora que rige en Colombia gracias al Tratado de Roma. Es suficiente desplazarse a Cartagena y visitar el Palacio de la Inquisición, para aprender sobre desmembraciones y lamentos propios de Dante. Todas esas cosas ocurrieron antes del 20 de julio de 1810. Ahora bien, los vientos renovadores de la Revolución Francesa de 1789, la independencia de la América sajona de 1776, la traducción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano hecha por Antonio Nariño desde la clandestinidad, la crisis económica de España invadida por Napoleón Bonaparte y el imperialismo expansivo de Inglaterra, hicieron su aporte revolucionario. No fue, pues, el 20 de julio de 1810, una simple algarabía de idiotas veintejulieros en la esquina de la Plaza de Bolívar de Bogotá, porque un rico comerciante español, chapetón hasta la médula que orinaba azul de Prusia, no les prestó un florero, valga decir, una jarra para servirle jugo de maracuyá o tomate de árbol a don Antonio Villavicencio y sus amigos, cercanos todos a la corona de don Fernando Séptimo y católicos hasta la coronilla. ¡Eso jamás! Había unos antecedentes como acabo de explicarlo de la mayor seriedad y con muertos suficientes. Eso hay que decirlo a las nuevas generaciones, a los estudiantes, a todos los que estamos próximos a los grandes conciertos de Juanes y compañía el 20 de julio de 2010, fecha de celebración del famoso bicentenario de nuestra independencia, donde ya se han lanzado hasta globos aerostáticos en cantidad de cien por toda la capital de la república con el nombre de Vuelo de la Libertad y cumplido otras juergas populares con costos cercanos a los cien millones de pesos y constituido una junta bienhechora encabezada por el ilustre escritor del establecimiento, don William Ospina. A propósito, qué lamentable el discurso del ilustre oidor de Bogotá, don William Ospina, al recibir el Premio Rómulo Gallegos, en Venezuela. Es verdad que su presidente Hugo Chávez ha dado muestras suficientes de ignorancia histórica, de falta de lectura, de mala formación. No fuera más que un hombre de tanta agresividad y desconocimiento de la historia, la filosofía y las humanidades, resultara ser el gran líder de los latinoamericanos. América Latina está sin líderes. No tenemos arcadia. Pero, ello, no lo habilita para decir lo que dijo. Es un discurso típico del arribista colombiano. ¡Claro! Don William sabe que en estos momentos tiene demasiado que perder y en consecuencia más le vale el silencio y la tartamudez histórica. Todo un viraje de la franja amarilla a la franja azul de metileno, como hubiera dicho don Mariano de Melgarejo, aquel del caballo que se orinaba en la cara de sus beodos ministros peruanos. La suya es una intervención erudita que no dice nada de la actual Venezuela por miedo a la izquierda y también por miedo a la derecha. Una camaleonada perfecta. Todos los autores mencionados en su discurso están muertos y, de Colombia, menciona sólo a García Márquez, por el sólo hecho de que él, el oidor don William Ospina, no está por encima de él. De no ser así, tampoco lo habría mencionado. No olvido que cuando ganó las elecciones Obama, esa misma noche el diario El Espectador estaba publicando un texto del oidor dedicado al ilustre líder de las negritudes norteamericanas. Tenía el artículo listo con antelación. Imagino que la Embajada norteamericana lo invitó a la posesión. Pero, bueno, lo cierto es que el tal oidor no dijo nada relevante en Venezuela. No fue capaz de referirse a los conflictos latinoamericanos, a los tratados de libre comercio, a la instalación de bases norteamericanas en la independiente, hace doscientos años, Colombia; a la crisis aterradora de la economía y la sociedad venezolanas; a la ignorancia de Evo Morales; al analfabetismo de Daniel Ortega; a la pésima formación intelectual de Rafael Correa; al entreguismo descarado y arrodillado de Alan García, el presidente que en su primera elección y en plena posesión, cuando era consecuente, negó el pago de la deuda externa a la banca internacional; hoy, gran amigo de nuestro mandatario. Producen risa estos autodenominados líderes latinoamericanos, cuando quieren reelegirse indefinidamente, es decir, ser tiranos. Lo escandaloso de todo es que lo hacen a nombre del Libertador. ¡Qué cinismo! Olvidan lo dicho por nuestro gran Simón Bolívar en el discurso ante el Congreso de Angostura: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle, y él a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía”. En fin, el suyo fue un discurso ahistórico, mediocre, agazapado, arribista, cuidadoso, propio de quien está empeñado en cuidar los privilegios que da el poder del prestigio y, también, por supuesto, en protegerse con el silencio. Uno puede tener mucho prestigio como artista, el oidor don William Ospina lo tiene, pero puede ser, también, independiente, asistir a fiestas, emborracharse con el poder político, aceptar cargos diplomáticos, compartir con el establecimiento, conversar, opinar, controvertir; es decir, tener grandeza. Eso lo han practicado valiosos escritores y artistas del mundo, consentidos por el poder, pero, insisto, se debe conservar y defender la independencia. Esta es la forma de ganarse el verdadero respeto, no con el manoseo que gusta tanto a los intelectuales colombianos a cambio de que les otorguen alguna canonjía, llámese embajada o agregaduría cultural. Un artista puede ser independiente y gozar de los más altos reconocimientos del Estado. No pasa entre nosotros. La mayoría cree que para acceder al respeto tiene que renunciar a su voz, a su discurso, a su ideología. Eso ha hecho mucho daño en la formación de la nación colombiana. Ha destruido mucho nuestro criterio como nación civilizada. Ellos han hecho de su vida y de su voz, una verdadera renuncia. De manera, pues, que cuando llegamos al 20 de julio de 1810 muchas cosas habían sucedido en los campos tributarios, jurídicos, sociales y violentos. Ahora bien, es bueno recordar que en el Acta de Independencia de 1810 nuestros revolucionarios criollos juraron seguir derramando la sangre por su majestad Fernando VII y por la religión católica, madre de todas las doctrinas colonizadoras en América Hispana. La nuestra fue, en consecuencia, una independencia a medias, un escarceo, un amago lleno de miedo, de terror. Y es lógico. No se crea que era un santito don Juan Sámano. ¡Jamás! Era un asesino del más alto perfil, excelentemente calificado. Esa turba chapetona española era sangrienta. Además, porque ideológicamente, desde los comienzos de la colonización, se impuso en los nuevos territorios la doctrina militar del terror, de la misma manera que en los tiempos modernos lo hizo la Escuela de las Américas desde Panamá. Es que nada es nuevo en estos lares. Qué cosa tan aterradora debieron enfrentar nuestras gentes, nuestros líderes, nuestros campesinos y hombres del pueblo, en la llamada reconquista española. Nunca aceptó España la intentona de independencia de 1810. Recordemos cómo van cayendo uno a uno nuestros próceres. Asesinados, encarcelados, fugitivos, desterrados, despatriados; pero, finalmente, caídos. Camilo Torres, protagonista del 20 de julio de 1810, con un tiro por la espalda en 1816. Antonio Nariño en la Prisión Real de Cádiz. El sabio Francisco José de Caldas, fusilado por la espalda en el que es llamado hoy Parque Santander de Bogotá. Es memorable la frase del realista Pablo Morillo: “España no necesita sabios”. Zea estuvo también preso por cuenta de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, con otros patriotas. Acevedo y Gómez, el llamado Tribuno del Pueblo (recordado por su famosa proclama del 20 de julio de 1810: “Si perdéis estos momentos de efervescencia y calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de doce horas seréis tratados como insurgentes: ved —señalando las cárceles— los calabozos, los grillos y las cadenas que os esperan”), murió escondido entre los indios andaquíes, en las selvas del sur del país en 1817, huyendo del régimen del terror impuesto por Pablo Morillo. Igual suerte corrió Emigdio Benítez. Y así, es infinita la lista de persecuciones y asesinatos en la famosa reconquista. Y es que asesinos de la calidad de Pablo Morillo son difíciles de conseguir, pero vale la pena, para el régimen, conseguirlos. Ahora, ¿qué tal un José María Barreiro? La acción de Simón Bolívar y sus amigos fue, sin duda alguna, una verdadera gesta revolucionaria. Es que la independencia de España fue un baño de sangre de muchos años. Cuando Bolívar libera a Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, tentado incluso a dirigirse a la Argentina a darle la mano a don José de San Martín, ha pasado por nuestro continente excesivo dolor. No olvidemos la muerte de su gran amigo y sucesor en la Presidencia de Colombia, Antonio José de Sucre, muerto también de un balazo por la espalda. ¡Ay, balazo!, exclamó el Gran Mariscal de Ayacucho en su último estertor. Bolívar sufrió demasiado. Si tuvo momentos de solaz con hermosas mujeres, fiestas populares a su llegada a tierras liberadas, fama, correspondencia importante y otras satisfacciones, es indudable que su alma estuvo cercada por el dolor de la condición humana. Nada más ver la forma tan vil como trató de asesinarlo el general Francisco de Paula Santander, ese agiotista desvergonzado que se atrevió a dejar el testamento más ignominioso que conozca la historia. De no ser por Manuelita Sáenz otra sería la suerte de la Nueva Granada. Nunca nos hemos preguntado qué hubiera pasado si Santander logra su cometido. Pero lo más grave de todo, es que muerto el Libertador de tuberculosis y, sobre todo, de tristeza (“La ingratitud me tiene aniquilado el espíritu habiéndole privado de todos los resortes de acción”, escribe en carta a José F. Madrid el 16 de agosto de 1819), el dolor siguió y siguió como una sombra cuando el sol declina, recordando al padre Choquehuanca. Somos un continente de dolor sangrante, más que de soledad. Vinieron los egoísmos, las traiciones, las luchas intestinas por el poder en las nuevas clases sociales, los José Antonio Páez, grandes con la lanza y pérfidos en lo político. La carnicería entre centralistas y federalistas fue desgarradora en las tierras que recién habían expulsado al imperio español y sus asesinos. Así atravesamos todo el siglo XIX, de guerra en guerra, de cansancio en cansancio y de traición en traición. Mientras Mosquera asesinaba al general Obando, Bolívar se estremecía en su tumba del olvido en Santa Marta. Se desvanece por completo el sueño bolivariano de unidad, igualdad y fraternidad. En la mitad del siglo XIX tuvimos varias guerras civiles. Nuestra división fue total como nación. Hasta un poeta romántico como don Jorge Isaacs estuvo vinculado a las refriegas de la época. Ya en 1900 se arma la guerra de los mil días, entre los colombianos. En 1903, nuestra oligarquía vende a Panamá para complacer al gobierno americano, mientras el presidente Marroquín se dedica a pulir un verso en su hacienda Yerbabuena. Vale la pena recordar su respuesta a los críticos cuando se perdió Panamá: “¿Y qué más quieren? Me entregan una república y yo les entrego dos”. El cinismo es total, el odio por el pasado, la negación de nuestro heroísmo, del sacrificio por ser, por tener una voz. La burla de las burlas. En 1933 afrontamos la guerra contra el Perú que quiere quitarnos un pedazo en el Amazonas. Le toca al presidente Enrique Olaya Herrera. Llegamos bien descompuestos a los años cuarenta con intentonas de reformas agrarias como la Ley 200 de López Pumarejo. Posteriormente se desata la otra violencia, la del machetazo, el corte de franela, la izada del feto, la desaparición y la tortura, entre liberales y conservadores, entre rojos y azules. De triste recordación Sangre Negra, El Cóndor y El Guatín, entre otros personajes siniestros, hijos de la ignorancia y la actitud criminal de los dirigentes liberales y conservadores. El asesinato de hombres ilustres toma forma de nuevo. Cae en Bogotá a pleno mediodía, de varios balazos, el candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán. A los pocos años, con más de cuatrocientos mil crímenes en las ciudades y campos colombianos, se logra una pacificación mentirosa obtenida con traiciones y más asesinatos como el de Guadalupe Salcedo en Bogotá, atribuido por algunos historiadores al liberal Carlos Lleras Restrepo y otros políticos de alto rango nacional. Llega el Frente Nacional con toda su carga represiva. Se impone la alternancia en el poder de los dos partidos tradicionales con exclusión de cualquier otra forma del accionar político. Se fortalecen las guerrillas nacidas en las filas del liberalismo. Terminado el Frente Nacional de 16 años en 1974, con Misael Pastrana Borrero, empieza otra violencia peor: la del narcotráfico. A los bombazos y estalladas de aviones de los años ochenta, se suma el activismo guerrillero que toma y destruye pueblos, secuestra y asesina soldados y policías. Y como si fuera poco, surgen los paramilitares, auspiciados por el Estado y enfrentados de manera sangrienta a las guerrillas. Son miles sus muertos. Fusilados, cortados con motosierras, desangrados en todas las formas, arrojados a fosas comunes. Miles de inocentes campesinos, obreros, estudiantes, sindicalistas, trabajadores, miembros de partidos políticos de izquierda, candidatos presidenciales, son víctimas del nuevo orden que se impone en el territorio nacional con el silencio del establecimiento, su cómplice solapado. En esas condiciones, arribamos al siglo XXI. Bañados en sangre, separados, divorciados, lejos de cualquier ideal bolivariano de unidad y reconciliación. Nada ha cambiado en estos nueve años del prometedor siglo que fue recibido con luces multicolores anunciantes de esperanza. Se firmó un Acuerdo de Paz con los paramilitares que ellos mismos han denunciado como una traición. El accionar de las armas de todos los bandos crece en los campos y ciudades. La vorágine no se detiene. Sigue la agonía, el lamento, el canibalismo. Nada hemos avanzado. Lo contrario, retrocedemos con indiferencia, sin alma, sin sueños, sin magia. Sin ninguna capacidad de reconstrucción, de mirar al frente; sin deleitarnos en la ilusión y la esperanza, esas dos palabras hijas de los dioses. Los actos de negación se nos repiten cada día. Seguimos crucificados, mirando hacia abajo, sin horizonte. O como murciélagos, observando apenas la sombra de la silenciosa noche. Unos verdaderos dráculas acostados entre la mortaja, huyéndole a la luz. Ya no necesitamos poetas ensimismados, encerrados, escritores para adentro, rendidores de culto al malditismo. Estamos agotados de poetas malditos anacrónicos, renunciados al mundo, divorciados del hombre. Exigimos poetas para el mundo, pues el poeta tiene que ser ante todo un hombre. Acaba de firmarse un acuerdo para la instalación de siete bases militares norteamericanas en territorio colombiano, que nos convertirá, gústenos o no, en un escenario geoestratégico para la confrontación regional. Bolívar no quería eso. Mientras tanto, se sigue escribiendo mucha poesía, publicando mucho libro, pero con pocos poetas a bordo. Es una realidad. Unos, escriben aserrín. Otros, plagian autores europeos de hace doscientos o trescientos años, para descrestar bobos, para copiarse como negativos. Y otros más, que ignoran dónde están parados. Los restantes, víctimas de una ignorancia, un narcisismo y una pedantería mariconas. Todo ello, mientras el oidor o regidor o comendador don William Ospina, escribe discursos inanes para señoras amantes del tresillo y publica elegías de varones ilustres de Indias que le permitan ser invitado a la Casa de América en España. Otra gran burla. ** Germán López Velásquez revistamefisto@hotmail.com Escritor, periodista, abogado y profesor universitario colombiano (Pereira, Risaralda, 1959). Fundó en 1984 la revista Mefisto de arte y literatura latinoamericana, de cuya dirección continúa encargado. Ha publicado los libros Muera el Quijote, Violaciones y Con Aurora en La Habana. Miembro de la Academia Hispanoamericana de Letras, de la Sociedad Bolivariana de Colombia y de la Academia de Historia de Colombia. Conferencista de amplia trayectoria en su país. Ha recibido diversos premios literarios tanto en Colombia como en Brasil, Francia y Estados Unidos. === Antonio Pérez Carmona, ausente ======================================== === Sin medias tintas en esta hora de esperanzas Andrés Cova Mata ==== Diciembre silenciosamente nos acerca, estirando las noches hasta atarnos al nudo del ausente, nuestro admirado hermano Antonio Pérez Carmona, tallador de la palabra, de la verdad revivida. Desde este lejano tiempo disipado seguimos peregrinos de nuestros propios atajos. Cabalgando sobre las querencias asumimos recuerdos que nos arrastran y adormecen en la ternura con olor a roble de Antonio. En esto Machado (don Antonio), fue preciso: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. La vida y obra de Pérez Carmona, maldita y creativa, vista en conjunto a través de sus textos, sigue generando hoy en día nuevas perspectivas. En los primeros días de diciembre de 2006 Antonio se embarca hacia la eternidad, dejando en Trujillo un vacío y un recuerdo profundo, mezclado con sentimiento de frustración. Un cuaderno de poemas constituye su equipaje. La voz del poeta brota como una fuente tumultuosa, luminosa o turbia, según los movimientos de la emoción, se trata siempre del testimonio de un camino interior en las tinieblas y el sufrimiento que atraviesa a grandes impulsos de esperanza un deseo que arde de felicidad, plenitud, eternidad; la acumulación de los símbolos, las imágenes, las metáforas, no deja de recordar la escritura automática de los surrealistas. La expresión martillada, crispada, tensa casi hasta romperse, parece con frecuencia fijarse retadora ante lo indeseable, sus textos dicen de la incertidumbre y del sufrimiento, sin dejar de afirmar un indestructible sueño de solidaridad humana. La actividad política de Pérez Carmona, su compromiso necesario de creador, ha suscitado numerosas polémicas e incomprensiones. Existe, por desgracia, un sentimiento bastante extendido según el cual los poetas y escritores deben responder a un arquetipo de individuo etéreo, sin contacto con las cosas materiales y la barbarie social de la humanidad, que engarza armoniosamente y cincela con delicado buril materiales nobles para expresar un legado de pura y simple belleza. Rescatar de Antonio Pérez Carmona su estilo literario. Lo fundamental del autor de Paula y Cambises fue su excelente estilo comunicacional, el dominio del idioma castellano. Sus obras fueron estructuradas de tal manera que sus conceptos se expresan como preceptos. Cuando intentamos caracterizar al autor, la noción de subjetividad toma una importancia cardinal en el léxico, esto porque la razón penetra el artilugio simbólico de una obra que ha sido confeccionada para poner en claro la dinámica del desenvolvimiento de proyección literaria. Sus escritos son obras de combate, se descubre que la partera de la historia son sus personajes originarios y desenvueltos en los intersticios de los oprimidos. Desde esta hipótesis la utopía toma rango concreto. Como autor no ha servido para todo. Sus textos convocan a una tarea imperativa, no sólo a transformar a la filosofía, sino a superar las bases que han vuelto añicos a la literatura universal. Pérez Carmona orientó con sus textos que los cambios no vendrían por evolución, sino por transformación, correspondiendo esa tarea titánica a los pueblos en las luchas liberadoras, antiimperialistas y soberanas. Cuando se indaga en la vida y obra de Antonio se lee a menudo que es un olvidado dentro del mundo literario en nuestro país, y así ha sido por muchos años, sus textos han pasado casi desapercibidos y han circulado muy pocos ejemplares; hoy se impone hacer voltear la mirada hacia los primeros textos del escritor, y es cuando se comenzará a conocer su obra. A tres años después de su siembra debe hacerse una recopilación y editar una antología. El autor se desdobla, se transforma, ingresa al mundo de los desaparecidos y se burla de los vivos, utilizando su fino humor que caracteriza la sociedad donde vivimos. A través de muchos de sus textos sustenta la inmortalidad, alaba a los héroes de nuestra América. Desprendimiento y generosidad fructuosa eran características en aquél su limpio sendero. Su figura moral fue siempre símbolo de luz. El contextualismo de su obra nada tiene que ver con corrientes poéticas de la época en que vivió, pero sí con el romanticismo, el lirismo de fondo y el clasicismo de forma. Fue Pérez Carmona psicólogo del hastío y del tema elegíaco, hombre de imaginación y de ensueño, y no dejó repercutir en él la obra de sus autores preferidos. Su estructura somática correspondía con su férrea personalidad moral, sonrisa jovial y un subyacente dejo de autodominio. Junto a Pérez Carmona hemos contado —en el campo del pensamiento renovador y de la cultura— con diversas personalidades que se negaron a hacerle coro al cipayismo extranjerizante o convertirnos en republiquitas de papel, manipuladas por un ventrílocuo llamado Tío Sam. Debemos sacar del olvido a hombres de la talla Mario Briceño Iragorry, Alberto Adriani, Enrique Bernardo Núñez, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Antonio Arráiz, José Rafael Pocaterra, Pío Tamayo, Leoncio Martínez y Mariano Picón Salas, tan lúcido y original, pero al mismo tiempo tan incomprendido. Igualmente hacen falta, en otros campos, Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Carlos Irazábal, Gustavo y Eduardo Machado, Simón Sáez Mérida, Domingo Alberto Rangel, Luis Barrios Cruz y tantos otros que jamás doblegaron su dignidad y su patriotismo. Se cuentan por millones los hombres y mujeres a quienes la nueva concepción de lo patriótico les inflamó los espíritus hasta llevarlos al sacrificio, al destierro, las desapariciones, las torturas, las cárceles y las guerrillas o la desolación intelectual y ética. Sus nombres piden a gritos, desde el “polvo quevediano”, el que sean publicadas sus luchas y resistencias contra los opresores de nuestros pueblos suramericanos, los textos escritos para que las nuevas generaciones sepan cuántos fueron ellos y cómo amaron, con verdadera pasión, el sentirse nuestros americanos raigales. En esta hora de esperanzas, cuando la imagen y las ideas del Libertador Simón Bolívar andan otra ez, revolucionando a Suramérica y al mundo, no podemos menos que evocar a Antonio Pérez Carmona, quien se sentía orgulloso de haber nacido en hogar humilde. Jamás —repetía— me contentaré con vivir una vida muelle —sin principios, ni ideales— porque eso no es propio de hombres recios, sino de homúnculos. Sí, amigos lectores, Antonio Pérez Carmona simboliza al HOMBRE DE SU TIEMPO. De la fe y de las esperanzas. Él siempre estará con nosotros, porque fue un Prometeo de las nuevas luces, un visionario del futuro. Muchos de los contemporáneos suyos, quienes no lo entendieron, lo despreciaron y adversaron, creyéndolo indigno de recibir los máximos reconocimientos literarios de la patria, se van quedando atrás, mientras que la imagen del escuqueño ahora es cuando —como los cóndores— empieza a tomar el vuelo sin retorno, inspirado en el Libertador de los países de Suramérica. Antonio Pérez Carmona es también un guía para la transformación, una voz gigante en el camino. En el tercer año de su siembra, en este tercer diciembre perezcarmoniano, se convoca la 4ª Bienal Nacional de Literatura Ramón Palomares. Se hace homenaje al pintor Antonio José Fernández, “El Hombre del Anillo”. Nuevamente se ignora a Pérez Carmona. Y aquí sin medias tintas hay que afirmar que él sentía que sus contemporáneos iban en otra dirección que tendía hacia el elitismo dentro del cual se pretendió colocarlo mientras él estaba fuera de esa concepción de la cultura y las letras por mantener su compromiso social revolucionario. Por ello reclamó en sus textos: • El empirismo, el individualismo, el azar y la anarquía deben concluir. • Basta de poemas individuales que benefician mucho más a quienes los hacen que a quienes los leen. • Basta, de una vez por todas, de esas manifestaciones de arte cerrado, egoísta y personal. En oposición a este tipo de arte vio el compromiso revolucionario. Hasta sus últimos días fue insobornable en sus planteamientos y fiero en la defensa de su propio ser contradictorio. Esto hizo de él un provocador, un subversivo, pretendiendo ser así un renovador de la escena literaria venezolana, como se ha demostrado a la luz de los años. Anticipándome entre sus herederos, creo que en este homenaje hay que recordar que Antonio deja una obra que es su propia vida y que será de mucha importancia para el momento actual y las nuevas generaciones como HOMBRE DE SU TIEMPO. ** Andrés Cova Mata (sin e-mail) Periodista y poeta venezolano (Caripito, Monagas, 1940). Entre los años 60 y 80 fue comandante guerrillero. Fue secretario general de la entonces organización guerrillera Bandera Roja. Ha publicado los poemarios Rompiendo el silencio y Formas para tocar a través del silencio, y tiene inédito el ensayo Antonio Pérez Carmona: un hombre de su tiempo. === De amore Ricardo Martínez-Conde ================================== ¿Qué habrá de ser de nosotros cuando belleza y armonía, reflexión y tristeza pasan a ser agravios de lenguaje, símbolos de debilidad porque el Otro, el interlocutor, actúa como guerrero o ser amorfo ante el reclamo de la amistad, ante la razón dialéctica que ayude a discernir en tanto desasosiego como la realidad propicia? Ese Otro necesario bien parece, en ocasiones, que actuase, ante cualquier postura ética y estética de aproximación, como enemigo asediado en su conciencia —en el código oculto de sus intereses, tan sospechosos como delatores de un interior hostil. ¿Qué hacer, entonces, para guardar y defender la parte de ingenuidad que todavía quede en nosotros? Cuando menos digamos no, no a que nos ennegrezcan el futuro más allá de lo que ya el Destino implica. Aristóteles, en previsión de los males (que son tan cíclicos como los frutos en otoño y tan seguros como la reiteración de los días) algo nos advirtió ya en su día: “Si fuéramos amigos no tendríamos necesidad de la justicia, pero si fuéramos justos, todavía tendríamos necesidad de la amistad”. Y aquí justicia habría de entenderse por el reconocimiento de la libertad de ser quien somos. Se trata de establecer (o restablecer) la amistad como vínculo, la conciencia moral y estética como premisa de actitud espiritual, máxime cuando la sombra de la amenaza del hedonismo más pobre (o peor entendido) parece cernirse sobre nuestro comportamiento, sobre lo ya aceptado de las relaciones sociales. No cedamos al azoramiento a que nos avoca la agresiva (y despectiva) Actualidad que algunos, al parecer, pretenden confundir con Utilidad. Antes bien, hagamos cuanto esté de nuestra parte para recuperar y hacer entender el bien del sosiego, el disfrute de lo aparentemente innecesario, que no es sino una variante del entendimiento del amor. Quizás, ahora, sea el momento de apelar de nuevo al bien de la lectura, al placer que ésta nos depara; así, al menos, iremos más capacitados para entender la vida, esa aventura soñada, el juego que debiera ser incruento. Gracias a la fantasía y a ese código de amor que la lectura encierra será, también, como podamos conocernos a nosotros mismos. Y aun más: convoquemos al amor (a las distintas formas y manifestaciones del amor) para que acuda en nuestra ayuda. Llamémosle con actos y palabras antes de envejecer de odio. Al menos, en el amor, la desdicha es humana; y se asume como tal, como algo propio. Sin embargo, en el desorden de los tiempos de la violencia, nada queda, nada es. Cedamos su lugar, el hogar que les corresponde, a la virtud de la belleza, a la premisa de la armonía, que tantas veces se expresa en la delicadeza de los sentimientos. Todas las viejas culturas nos han enseñado este argumento. Curiosamente, en la antigua reflexión de los clásicos estaba ya la advertencia: “La gente de hoy prefiere las técnicas insignificantes y no examina la profundidad del Tao, abandona lo correcto para seguir lo falso. Desea alcanzar el objetivo rápidamente, y por ello encuentra el camino obstruido. Son como ciegos sin bastón, o como aquellos que siembran trigo para recoger mijo, o usan el compás para dibujar un cuadrado. Ellos agotan sus fuerzas y cansan su espíritu, sin lograr éxito durante toda su vida” (Pao-P’u-Tzu). Recuperemos las verdades del amor en lo que tiene de sueño, en lo que guarda de esperanza, que esa es su alma. No importa que el comienzo sea en el momento en que nos duela la separación. Ahí ya estamos viviendo en la defensa del amor. Así lo expresa el lamento de la amada: Lágrimas sobre mi almohada, lluvia sobre mis escalones; separadas sólo por los paneles de la ventana, gotean durante toda la noche. Hay, ya, a estas alturas del tiempo, motivos para pensar que a una cultura refinada corresponde la expresión más delicada acerca del amor. Amor que lo es todo, pues es vivir y ser. Escuchemos, de nuevo, un bello pensamiento alusivo: “Una vez soñé que era una mariposa que volaba libremente de aquí para allá, como quisiera. No sabía que era yo. De pronto desperté y me di cuenta de que era yo. Ahora me pregunto si soñé que era una mariposa o si es que ahora soy una mariposa que sueña ser yo”. Entre Augusto Monterroso y Gregorio Samsa, Chuang-tzu introduce esta alusión conmovedora entre realidad y ficción, entre libertad y verdad: nos hace retomar el pensamiento idealizado del vínculo. A buen seguro que estas palabras las entendería a la perfección la monja sor Mariana Alcoforado, ella, que a punto estuvo de morir de amor mientras escribía las más bellas cartas de aproximación y entrega a su desdeñoso amante: “Aunque pasar toda la vida junto a ti se me antoja una felicidad inmensa, ya que el cruel destino nos ha separado, estoy satisfecha al menos de no haberte traicionado; por nada del mundo hubiera cometido tan negra ingratitud”. ¡Y tantos ejemplos que podríamos citar, alusivos a esa pasión que es sólo vivir (el único vivir); dar amor y recibir amor. Ondas do mar de Vigo ¿do meu amigo? ¿Tal vez por ello del amor ha nacido la tragedia? Amor que engendra gozo y dolor. Queriendo a alguien que no me correspondía, de tanto lamentarme, hasta el eco de los montes se puso a responderme Vida que deviene en muerte o en locura siendo, en el origen, la misma cosa. * En el amor es vano pretender el abuso; provocaría la muerte. Y, a la vez, ni la muerte ha podido con el amor, antes bien, ha propiciado su memoria, su durabilidad. “Te amo mil veces más que a mi vida, mil veces más de lo que imaginaba”. Veamos, pues, el lado eterno (a pesar de nuestra no-eternidad) que nos conmueve y redime. El amor exige delicadeza, esperanza; más en la soledad que, tantas veces, le es propia: Aunque detesto este devenir solitario, sola en un interminable día invernal, mi última esperanza es encontrarte cuando la luna llena esté en el cielo. Separada de ti, ¿qué puedo ofrecer? sólo este único poema bañado en lágrimas cristalinas. Apartemos la desazón, la hosca realidad cada vez más cruel hacia el valor de los sentimientos, contraria a la premisa de estética y armonía que concilia y guarda; “¡es tanto el regalo habiendo amor!”, dice el poeta clásico. Acudamos al interior, el que no miente, y si las palabras de hoy resultan agrias por el uso indebido, por el abuso de las mismas (incluso de la práctica de las mismas en el arte del vínculo) busquemos el refugio en las palabras antiguas y hagámoslas de hoy. Renovemos el arte espiritual de la palabra tomando de la cultura milenaria, la que nos ha enseñado la delicadeza necesaria. “¿Será que lo vi —piensa la amada— por haberme dormido pensando en él?”. Y se conforta diciendo: “De haber sabido que era sueño, no habría despertado”. Bien de amor. Gratitud de amor. Todo antes de que el tiempo agrio de los intereses espurios nos aboquen a una interminable y oscura melancolía. ** Ricardo Martínez-Conde csbgfrf@cesga.es Escritor español (Sanxenxo, 1949). Cursó los estudios de filosofía y letras y el doctorado en la Universidad Complutense de Madrid (http://www.ucm.es). Textos suyos han aparecido en la Revista de Occidente, el Boletín Galego de Literatura y las revistas Clarín, Claves y Extramundi. Además ha sido colaborador en diversos periódicos. Ha publicado los poemarios en gallego Lento esvaece o tempo (Milladoiro, 1990), Orballo nas camelias (Sotelo Blanco, 1993), O silencio das árbores (Espiral Maior, 1995), A núa lentitude (Follas Novas, 2001) y Compostela, vella memoria (3C3, 2003); y, en castellano, Los argumentos de la tarde (A.G., 1991), Sombras del agua (Endymión, 1993), Evoë (Calambur, 1997) y Los días sin nombre (Calima, 2000, premio Benasque de Poesía). En prosa ha publicado, en gallego, Os simbolos de Galicia (Cª Cultura, 1993) y Debullar (Galaxia, 1998) y, en castellano, Cuentas del tiempo (Pre-textos, 1994), La figura del Rey según Quevedo (Una lectura de la "Política de Dios") Ed. Endymión-Mº Cultura, Madrid, 1996, Alusión al paisaje (Calima, 2002). Ha recibido diploma de honor en el Concurso Internacional de Relatos Breves "Jorge Luis Borges" (California, 1992) y el premio Reimóndez Portela de Xornalismo (A Estrada, 1997). === Los pedorros y las pedorras =========================================== === (Una mirada desde el arrabal) Saúl Hurtado Heras ================= Ni para qué espantarnos: todos nos echamos pedos. El pedo es la realidad inevitable de todos los seres humanos. El pudor, el prejuicio, los escrúpulos, orillan a las personas a negarlo; o por lo menos, a reservarlo para ocasiones propicias; es decir, en la soledad, para evitar la mofa o el incomodísimo sentimiento de culpa por dejar escapar un pedo en un momento inoportuno. A veces se reserva para las reuniones de excesiva confianza, en las que, de cualidad deleznable, la pedorrera se transforma en un gracioso atributo. Existen exhibicionistas que hasta en el pedo encuentran la oportunidad de enseñar su existencia. Entonces alzan la patita al momento de tirárselo, apuntando, como si de un proyectil se tratara. En ese caso, se establece una com¬pe¬tencia, a ver quién se tira el pedo más tronado y más apestoso. Seguramente, este escrito provocará, por su contenido (o cuando menos por su tono), reacciones diversas. No faltará quien con el morbo a flor de piel lo lea con sonrisita cómplice como reconocimiento de su condición pedorra (hagamos una prueba: quien lea esto y se ría, es un pedorro o una pedorra). Pero tampoco faltará quien a las primeras líneas lo bote, asqueada o asqueado, repudiando el sacrilegio de tratar con tal desparpajo uno de los grandes tabúes de la historia humana. Y es que nadie quiere hablar del pedo, pues se trata de una de las excreciones más despreciables. En su rechazo hay una tendencia mística a negar la vulgaridad del cuerpo. Negar la naturaleza del pedo es como vivir en un mundo de hadas, acaso porque los sentimientos más sublimes le apuestan al espíritu, no a la materia. En general, todo lo que tenga que ver con el cuerpo causa aversión: las heces, las ventosidades, los mocos, el pus, la orina, la baba, etcétera, aunque algunas de estas excreciones, al asociarse con el sexo, despiertan senti¬mientos contradictorios entre el deseo y el rechazo. No creemos que sea descabellado pensar que son precisamente estas excreciones las que están asociadas al desenfreno sexual. Sacarle un pedo a la pareja durante el acto sexual puede ser la más evidente prueba de su posesión porque significa apropiarse de su más celosa intimidad. El varón festeja en eufórico silencio el pedo de la damisela, que lo mira incrédula y avergonzada, resignada e impotente por la incontinencia del pedo que la descubre ante el otro como un ser terrenal. Esto sucede en una primera fase de la relación, cuando la pareja aún no se atreve a tirarse pedos con absoluta naturalidad. Estamos, paradó¬jicamente, todavía ante una relación de manita sudada. La primera vez que se revelan recíprocamente como pedorro y pedorra, los ojos les palpitan entre sentimientos encon¬trados de culpa e inocencia. Más tarde será una cosa muy distinta. Freud diría que un equivalente natural de la civilización es la “sublimación del pedo”. Contener un pedo es un gesto de cortesía con el acompañante para evitarle el riesgo del mal olor. El autodeclarado “natural”, que no está dispuesto a contener el pedo para una ocasión propicia, es un barbaján, un cimarrón, un incivilizado, un bajo, un vulgar, un ordi¬nario, un arrabalero que no conoce las más elementales normas de la convivencia; y si las conoce, no quiere acatarlas. La vida en sociedad nos enseña, desde muy temprana edad, a educar nuestra maquinita de hacer pedos. En la escuela aprendimos a no tocarnos las orejas ante la evidencia pestilente del pedo: “¿quién se lo echó?”, “¡el que tenga las orejas calientes!”. Y ahí viene el despistado a tocarse las orejas, temeroso de tenerlas hirviendo. Sin embargo, algunos no sólo se reconocen como pedorros, sino que alardean de científicos o hermeneutas del pedo. A una persona le gustaba medir la extensión de sus pedos con la retórica de su discurso. Comenzaba a pedorrearse pausadamente al tiempo que empezaba a hablar y terminaba ambas acciones a la vez, como si la pedorrera fuera la cuerda de su discurso. Era, por supuesto, un discurso largo, largo, largo. No conforme con eso, esta misma persona se propuso averiguar las propiedades del pedo y, recostada en la cama y abriendo los pies, accionaba un encendedor que colocaba muy cerca de su ano al tiempo que soltaba sus ventosidades. Se moría de júbilo al mirar cómo la flama se incrementaba con la ventosidad, como si le echaran gasolina. “Este pedo me anuncia que debo cagar”, dice el festivo caminante luego de haber perfumado un largo tramo de su camino con su escandalosa pedorrera. Entonces se para, se baja los calzones y comienza a defecar al aire libre y a aliviar la enfermedad del pedo, que con frecuencia no es otra cosa que el síntoma de materia fecal no evacuada. Pedo tras pedo significa que no se ha tomado la suficiente agua para liberar el excremento o simplemente que no se han querido dejar escapar antes. En este caso, hay que señalar las excepciones cuando el cuerpo, como efecto de la ingestión de ciertos alimentos, se hace naturalmente pedorro porque se llena de gases. Por ejemplo, la ingestión abusiva de bebidas gaseosas repercute, irreme¬dia-ble¬mente, en una mayor producción de pedos. “Tanto pedo para cagar aguado”, dice el refrán, porque, según su sentido literal, al pedo lo “empuja” el excremento sólido. La chorrera no anuncia su llegada. Al contrario, es la más traicionera. Va el entusiasta galán a su cita, en busca del “sí” de su dulcinea y, al saberse solitario, no siente remor-dimiento alguno de soltarse un pedo. De pronto, advierte que no es propiamente un pedo, sino algo aguadito lo que ha salido sin que pueda ya evitarlo. No hay más remedio: a cambiarse los calzones y a postergar la oportunidad del “sí” para una mejor ocasión. Es el pedo más afortunado porque llegó con “premio”. No faltan quienes creen que la pedorrera se mide con la intensidad de la carcajada. Los de carcajada escandalosa son los más pedorros, dicen los partidarios de esta creencia, pero eso es puro mito. Lo más común es creer que los más pedorros son los autores de los pedos de más resonancia, pero eso es igualmente falso. Ojos vemos, culitos no sabemos. Miramos en la calle una auténtica beldad y nos invade una culpa criminal y sacrílega cuando imaginamos que ella sea capaz de tirarse un pedo. Nos negamos a creer que pueda soltarse la más ingenua plumita. O, por lo menos, nos inclinamos a negar el más característico atributo del pedo: su apestosidad. “En ese culito, ni los pedos hieden”, dice el lujurioso al ver aparecer al angelito hecho mujer, pavo¬neándose por la calle. Pero, en su intimidad, ese angelito es capaz de marchitar las flores con su pedorrera, dependiendo de su opípara apetencia del día. O quizás, desinhibida, lance letales bazucazos, capaces de estampar un gato en la pared. Pedo, pedito, pluma, plumita, flato, cuesco, ventosidad, pum, gas, soplido... toda una infinidad de términos para referirse a la misma burra, nomás que revolcada, según el contexto. Por lo común, un bebé se echa “peditos”, si es su madre quien lo cuenta a una amiga; en la escuela, los chamaquitos se echan plumas; o plumitas, si son de kinder. Pum es el término del extrovertido que intenta, con la onoma¬topeya, reproducir el sonido del pedo; el pudoroso siente como si al pronunciar la palabra pedo matara un cristiano y por eso se limita a llamarle gas o flato. Algunos prefieren utilizar el término “pedo” para significar otros conceptos: “ya andas pedo, ¿verdad?”, se le pregunta al borrachín; “no hay pedo”, dice el condescendiente para indicar que “no hay problema”. Pero del gas que sale por el ano, no tan fácilmente se habla. A algunos de plano les parece una desfachatez el asunto de los pedos. Quizá desearían que con negarlos dejaran de existir. Cuando oyen hablar de pedos en una reunión, pelan tamaños ojotes, como si se les estuviera acusando de asesinato y se alejan como quien se aleja de un apestado. Cuando más, los aluden con ironía o con fallidos eufemismos: “¿qué quieres hacer: pipí, popó o pupú?”. Nuestra ingenuidad infantil nos hace creer que existen personas que nunca han paladeado la delicia de tirarse un pedo simplemente porque en esa ingenuidad creemos no haberlos escuchado ni olido. Una persona adulta sostenía muy convencida que su “abuelito” no se echaba pedos. “¿Por qué lo aseguras tan convencida?”, se le preguntó y ella contestó con la misma vehemencia: “porque yo nunca he escuchado que se eche uno”. Sólo en contextos de excesiva confianza se le trata sin ningún miramiento. En una abierta deliberación, alguien decía muy convencido: “Hueles el pedo de otro y te da un chingo de asco, pero hueles el tuyo y hasta te tapas con la cobija para darle el toque”. Y es que mientras más apestoso, más exorcizado se siente el autor, como si con el hedor se escaparan los demonios de la insania que lleva dentro. Y la cama es el lugar más propicio para la ubérrima producción de pedos. Y es al comienzo del día, el despertar, cuando se liberan los pedos más intensos, como si la inconsciencia onírica no se hubiera apiadado de su ansia de libertad. Como el gallo que al iniciar el día bate fervoroso contra su pecho sus viriles alas, así las personas saludan al nuevo día con un estruendoso pedo que les confirma que todavía siguen vivas. Este es el pedo mañanero. ¿Pedo mañanero? Sí, porque hay muchos calificativos. Pero, en general, sus adjetivos están vinculados a tipos sociales para significar las características de un pedo. El pedo de arriero, o el pedo de albañil, son los más repudiables porque se consideran los más vulgares, como si en verdad los pedos de estos tipos sociales fueran los más deleznables; como si en verdad las figuras públicas fueran incapaces de semejante vulgaridad. Esto se cree porque no abundan testimonios de la naturaleza pedorra de grandes figuras, como por ejemplo, un presidente de México o de Estados Unidos, o sus respectivas esposas. Si los pedos de unos y otros se enfrentaran en exacerbada lucha de tú a tú, seguramente descubriríamos cuán vulgares son unos y otros. Eso, sin tomar en cuenta el desenfreno alimenticio en que con frecuencia incurren las figuras públicas. Existe también el “pan de pedo”. Algunos le llaman así al pan de feria que se traslada en canastas, en las que las cansadas vendedoras se sientan, como si fueran sillas, llenando el pan de pedos, según. Llega el momento en que el olor queda en segundo término y lo único relevante es el hecho de constatar que también los otros se echan pedos. Si huelen, si no huelen, no importa; lo que importa es la novedad de haber descubierto inesperadamente que creerse los más pedorros o las más pedorras es producto de la subjetividad. A una educadora se le quitó la maña de tirarse pedos en el salón de clase, en presencia de sus alumnos, cuando uno de ellos la descubrió. Creyendo que sus pedos no olían porque ella no los olía, o menospreciando la capacidad de sus alumnos, quienes seguramente se echarían la culpa entre sí en caso de pestilencia, la maestra se los soltaba sin miramientos. Pero un día dos chiquillos pusieron cara de fuchi. “Se echaron un pedo”, dijo uno en voz baja, espantándose el olor con la palma de la mano. El otro, atrevido, acercó su naricita a las nalgas de la maestra, que estaba parada al lado de ellos, y con absoluta certeza le dijo a su compañero, con cara de júbilo y agitando las manitas, como si quisiera volar: “¡fue la maestra!”. Hay quienes creen que hasta para ser pedorros existen clases sociales, jerarquías, pero que es difícil distinguir quién es uno y quién es otro. Como mucho de este sano y natural ejercicio de la pedorrera se realiza en secreto, al menos en un alto porcentaje, es difícil descubrir esta oculta realidad. Esto se resolvería si la ciencia nos hubiera dotado ya de un pedómetro, un aparato inventado ex profeso para medir las dimensiones del pedo con base en variables diversas como su intensidad, su fetidez, su frecuencia. Este aparato podría colocarse en el ano de los pedorros sujetos a observación o donde los peritos eligieran como el lugar más apropiado para garantizar óptimos resultados en la averiguación. Pero mientras el pedómetro no llegue, seguiremos considerando la resonancia como el único factor de medición. Habría que imaginar la cantidad y la intensidad de sonidos que se producirían en los más concurridos espacios públicos si, en lugar de la censura, cada individuo se instalara un micrófono para reproducir el sonido de todos los pedos liberados de una manera natural y espontánea; es decir, en el preciso momento en que “piden” ser liberados. Sería como si cada pedorro ofertara sus pedos apelando a sus estruendosas virtudes, como quien confía en el altavoz para ofrecer un periódico de discutible calidad, vendido a fuerza del escándalo: “¡compre sus pedos, fresquecitos, de resonancia comprobada, como usted lo ha podido atestiguar!”. Un concierto de pedos así, en un concurrido espacio público, sin excepción de pedo alguno, convertiría el lugar en una larguísima e interminable “perorata” de pedorros sin acuerdo definitivo. Ante el fenómeno inevitable del pedo, las reacciones son interminables. Muy pocos aceptan reconocerse como pedorros y ante las evidencias lo más común es buscar las justificaciones más absurdas. A un intelectual se le escapó un pedo y de inmediato se apresuró a explicar: “estamos al aire libre”. Un burócrata, agarrado con las manos en la masa en una imprevista visita, muy cordial hizo pasar al visitante a su escueta y encerrada oficina: “pásale, pero yo soy bien pedorro, ¿eh?”, le advirtió, justificándose del ambiente que prevalecía y del que tal vez ni se hubiera percatado el visitante de no haber sido por la apresurada y nerviosa aclaración del anfitrión. Una colegiala había dejado escapar un pedo y para despistar a sus compañeros intentaba rascar el piso con el zapato, insinuando que de allí provenía el ruido; pero sus compañeros, nada desatentos, distinguían claramente el sonido del zapato del que antes habían escuchado y no se comieron la píldora de la simpática y desafortunada rascadita. Una niña lloraba asqueada siempre que olía uno. “¡Se echaron un pedo!”, chillaba impotente, buscando y repudiando al autor, que con frecuencia quedaba en el anoni¬mato. Al no ver cumplido su capricho, un pillín chantajeaba a su madre, aprovechando que ella se había echado un pedo, y comenzó a gritar a todo pulmón: “¡vecinos, mi mamá se echó un pedo!”. La madre no sabía si reprenderlo o pasarle una lana: no fuera a ser que los vecinos lo escucharan. Una señora de edad avanzada se había alejado ligeramente del círculo de amigos para soltarse, a escasos metros, un silencioso pedo. Cuando advirtió que su estrategia no había funcionado, se quedó pas¬mada, boquiabierta y pelando los ojos, aceptando su fallido plan. En un terreno intrincado, cortésmente el novio ofreció cargar en su espalda a su novia, a quien la naturaleza de su calzado le hacía muy difícil avanzar. Al momento de echársela a machis, en la espalda, le sacó un pedo a la novia, que no paraba de reír, avergonzada. “Pero si yo soy el que va haciendo el esfuerzo, no tú”, le recriminaba el sarcástico novio, mientras ella cambiaba de colores, risa y risa, sin medir los riesgos de que se le salieran muchos otros. En la iglesia no se puede ser tan infame, por ser la casa de Dios. Curiosamente, los pedos de los feligreses parecieran ser auténticas bombas de destrucción masiva, pero ni para reclamar nada. Al contrario, hay quienes soportan con gallardía “el paso del huracán” quizá porque estiman una oportuna expiación de culpas al soportar el hedor. Pero en el transporte público, es decir, “en la casa de nadie”, es donde se cometen las acciones más criminales: “¡hijos de su puta madre!, ¡cuando coman cuervo quítenle la carroña, cabrones!”, gritan los más agresivos para mitigar, un poco, la ofensa de la que han sido objeto. Y el maldito pedo se la pasa vuelta y vuelta por mucho tiempo y el autor queda en el anonimato. Por fortuna, pues no faltaría un atrevido que, sin pensarlo dos veces, le apretaría el cogote, a ver si así se larga la criminal fetidez. Estimado lector o lectora: esto no es una declaración de guerra contra el pudor, mucho menos una declaración de honor; es simplemente una invitación a contribuir a develar los variados misterios del pedo. Es también una invitación a construir una especie de teoría del pedo, con base en la abundante cantidad de chistes y anécdotas, incluidas las más sesudas reflexiones sobre el tema desde cualquier punto de vista. Como las anécdotas son inagotables, se le agradecerá su colaboración en la noble causa de la revelación del pedo en la historia social de la humanidad. ** Saúl Hurtado Heras saulhurtadoheras@yahoo.com.mx Escritor mexicano (Temilpa Viejo, Morelos, 1962). Es doctor en estudios latinoamericanos y profesor-investigador por la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx). Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI, http://www.conacyt.mx/SNI/index_SNI.html) y miembro asociado del Centro Toluqueño de Escritores (http://www.ctescritores.org.mx). Ha publicado artículos en diferentes medios impresos y virtuales; también ha publicado los libros Metadiscursos: un recorrido por la crítica literaria latinoamericana (CTE, 1995), Por las tierras de Ilom: el realismo mágico en Hombres de maíz (UAEM/CCyDEL, 1997; UAEM, 2000), ¿Cuál entonces mi creación?: reflexiones para una poética narrativa en Miguel Ángel Asturias (Editorial Cultura, Guatemala, 1999) y La narrativa de Miguel Ángel Asturias: una revisión crítica (UAEM/UNAM, 2006). Coordina el proyecto de libro colectivo sobre la representación de la brujería en la literatura latinoamericana. Se desempeña como profesor-investigador de tiempo completo de la Licenciatura en Letras Latinoamericanos en el Centro Universitario UAEM Amecameca, dependiente de la Universidad Autónoma del Estado de México (http://www.uaemex.mx). === Del silencio, la poesía y otras divagaciones ========================== === Francisco Pinzón-Bedoya =============================================== “La poesía es aquel agudo silencio que por fin se torna en palabra”. Margarita Carrera “1251 El silencio es todo lo que nosotros tenemos En una voz hay redención Pero el silencio es infinidad El mismo no tiene rostro” Emily Dickinson Los minutos de silencio se estila realizarlos en honor a alguien que ha muerto. Tal vez en una instancia distinta hay otros minutos de silencio que nosotros llenamos de ruido, de bulla, de cacofonías y de intranquilidad, esos que deben ser dedicados a oírse, a saberse, a conocerse, a vivirse. Es posible que el alma no pueda ser en medio del barullo. Es probable que por eso muchas personas no quieran aquietarse. No se sabe qué cosas se oirían si fueran a su propio minuto de silencio, a ese espacio en que se puede y debe hablar de quien se homenajea. ¡Cuántas sorpresas! Las conversaciones con el todo de lo que somos, de la vida que llevamos, de las esperanzas que se mueren y nacen a diario, raras veces las tenemos. Podrían ser un diálogo trunco o uno enriquecedor, depende de qué tanto queramos oír de nosotros mismos. Sin embargo, siempre tendremos esa oportunidad de decirnos lo que la falta de silencio no permite, siempre habrá ese lugar en el estar, pero... ¿se le hace caso? ¿Se le aprovecha? Puede ser, pero lo más seguro es que no gusten las respuestas, y que se descarten porque no es lo que se quiere oír, y menos de quien más nos conoce, a quien no le podemos mentir: ese yo testigo de lo que somos que se manifiesta en lo que hacemos. hasta aquí, todo este cúmulo de entreveros sólo para decir que en el ámbito en que moramos los poetas es un poco el silencio ese sustrato nutritivo sobre el que en estas letras quiero divagar. Existe de forma abundante y evidente, entonces, la libertad de NO estar en silencio, de mantener siempre y por siempre el ser lleno de sonidos inaudibles y de lograr —por desidia o por aceptación vegetativa— que siga siendo así “ever 4 ever”. Debe estar consagrado como un derecho en las constituciones de todos los países, porque se da y a todos nos parece normal. Si ello es así, ¿qué falta para que el entendimiento de esa máxima (que no sabemos de quién es) se cumpla?: “El silencio tiene en sí la sabiduría del cosmos”. Falta todo, falta mucho, falta crecer, falta la capacidad de decidir ser un ser único e irrepetible. Es un pensamiento por demás contrario al status quo, porque proclama la individualidad y aliena o invita a hacer desaparecer “la masa”, es decir se invita a pensar desde lo individual, y tal vez ello es peligrosamente contestatario. Así como al lector le caben los derechos de no leer, saltarse páginas, de no terminar un libro, de releer, de leer cualquier cosa, de tener bovarismo (1), de leer en cualquier parte, de picotear de texto en texto, de leer en voz alta y hasta de callarse, entre otros, creo que a todas las personas pertenecen algunos otros derechos, como hacer silencio, no estar en silencio, mantenerse fuera del silencio, cambiar del silencio al ruido y viceversa sin tiempos ni espacios, y en concordancia con el leer, callar; entonces ello permite explicar el porqué se tiene casi siempre alrededor, en esta Colombia tropical, un ambiente de cero silencio de una manera omnipresente, como Dios, como algo supremo y hasta sublime sin que nadie reclame el porqué existe como el aire por donde circulan ondas acústicas de marca mayor. Ese ruido perenne tiene otros aliados, disfrazados por permisos sociales: el alcohol, la rumba, la tecnología y hasta otros más íntimos e insanos aditamentos, llamados iPod, televisión o Internet, que usamos lenguarazmente y hasta nos da símbolos de status que nos creemos y tal vez por ello consumimos. Resalto un género en especial, como ejemplo, que no acalla su voz ni la voz del ambiente: la vía telefónica. Allí se comparte lo que en presencia no se hace, los chismes y las consejas a la orden del día, con visos de comunicación, sin los cuales esa industria floreciente no existiría. Vuela de oído en oído lo que ocurre, no ocurre y puede llegar a ocurrir, de propios y extraños, de conocidos, desconocidos y por conocer. Se da contexto a imaginarios que son los imaginarios de otros y se confunden con los nuestros, y se forma una amalgama que lo llena todo y no permite nada más, que nos hace “masa”, que nos iguala y que nos quita lo más preciado: nuestra individualidad, esa forma apabullante de destruir la biodiversidad la llevamos dentro, sin percibirla apenas, sin conciencia de que está haciendo lo que está haciendo, y dejando apenas espacio para “vegetar”. No sabemos cuánto de lo que se comparte por este medio es realmente básico para la subsistencia de la sociedad que la construye, pero a mi parecer debe ser poco. ¿Pero entonces, dónde está esa posibilidad del ejercicio del derecho a estar y a tener silencio, a vivir en silencio, en el silencio si se quiere? No lo sé. Como colectivo, ¿dónde está la búsqueda de una identidad en medio del barullo, del bullicio permanente? ¿Cómo podremos entonces trascender (como sinónimo de “ir más allá de”) si no obtenemos algunos espacios de silencio para poder escuchar lo que nuestra alma nos quiere decir o eso que está en nosotros y que tiene las respuestas? ¿De cuánto del valor hermosamente único y personal nos estamos perdiendo por estar en medio de nosotros la bulla, el espanto de la luz y la sonoridad? Tal vez nos estamos perdiendo del acceder a estados de creación desconocidos y a dejar florecer el SER (con mayúsculas) en sus manifestaciones tan infinitas como personas se lo permitan. Es probable que del silencio, del dar y disponer de ese ambiente para escuchar la voz hermosa que todos llevamos dentro, aparezca esa fuente que permita suplir esa necesidad de crear desde lo que somos y no desde lo que copiamos, desde nuestra unicidad. De construir identidad, de hacer nuestro propio nido, de ser nosotros mismos. No se está hablando ni descubriendo algo nuevo. Milenarias culturas han preconizado el silencio como instrumento, como estado, como medio. La meditación es un ejemplo, una vía hacia lo que se ha llamado la espiritualidad, la iluminación. El efecto Mozart no es más que una belleza que ya alguien muy grande nos legó, que genera un espacio para que el pensamiento y el sentir tengan un orden en medio del caos, con un aditamento que es la misma “voz” del músico, esa voz que rebusca lo bueno que tenemos en el fondo del alma. Esa búsqueda del silencio interior es como el santo grial de muchas religiones y culturas, de muchas de las letras y emociones. No somos capaces de sobreponernos a la luz y por ello admiramos a los ciegos, y ni siquiera los entendemos y en el mejor de los casos, nos maravillamos de sus logros porque en nosotros también hay el ruido lumínico. Una de las formas de moderar y hasta intentar aliviarse de una gran jaqueca es aislándonos y cerrando ojos y oídos, por algo que sabemos que está dentro y se debe buscar, tal vez aquí acicateados por la necesidad de alejar el malestar, el dolor, y todo lo que ese mal contiene. El budismo, el hinduismo, el islamismo, por sólo citar algunas culturas (por no decir religiones) promueven la búsqueda del silencio interior, como ese El Dorado donde está la belleza, el arte, el santo grial, la sublimación de lo que el ser humano es. Ese aislamiento en que se imbuyen (2) artistas, políticos, estudiantes, poetas, profesores, etc., es creativo, es definitorio de directrices y disruptivo (3) de “realidades”, que tal vez permite dejar atrás cargas o esquemas preconcebidos que no dejan avanzar o, al menos, cambiar para crear nuevas formas no sé si de lo mismo pero, en fin, base del manido verbo que todos sabemos qué es pero que no sabemos cómo lograrlo: innovar. La Iglesia Católica tiene episodios en que proclama los votos de silencio como un espacio de expiación y reflexión: reflejar en la conciencia lo que somos, ¡oh!, ¡difícil tarea! La oración genera, a mi parecer, un estado de uniformización del sonido interno en el que, bajo algún mecanismo de corrección de ruido, aparece la ausencia de él, es decir, es una especie de aislante del medio externo (4). Tal vez por eso es que increíblemente la primera forma en que se nos enseña a meditar o a rezar incluye cerrar los ojos, dando paso al aislamiento de la luz que es tan invasiva y permea todo lo que somos. “No busques las soluciones afuera, están dentro”, dicen de esta y de mil maneras parecidas quienes nos quieren ayudar. Falta un espacio “vacío” que sólo nos lo permite el estar callados. Un indagar de medios nos puede llevar a la filosofía zen (“satori”), a esa manera de encontrarnos con el ese sabio yo interior, por solamente poner un ejemplo (5). Quizás la imaginación es hija del silencio, pero sabemos también que quizás esta afirmación la hagamos quienes pertenecemos a una generación distinta a la actual cuyas capacidades creo que están poco estudiadas, y lo peor, poco entendidas. Un adolescente tiene un montón de capacidades que ni siquiera él mismo sabe, y por ende mucho menos explota y explora. Están diseñados desde su nacimiento en ambientes multitarea, con cerebros que hablan en medio de la abstracción más absoluta, sólo que ese estado es permanente, es su estado. Sobre ellos, otros más avanzados que yo habrán de concluir sobre su devenir. Este silencio es difícil de lograr, sólo que uno más profundo como el aquí esbozado, ese tomar conciencia de lo que somos y sentimos, es aun más difícil de encontrar. Me refiero a ese en donde acallamos desde la propia voz para luego dejarla salir cuando sea oportuno, hasta esos pensamientos caóticos en que mantenemos la mente en un estado casi febril, caótico si se quiere, no porque sean desordenados sino porque no los comprendemos. Tal vez al hacerlo lleguemos a escuchar esa voz de “lo otro”, “de los otros”, de la naturaleza, de la sentenciosa voz que dice lo que son las cosas y no lo que creemos que son. Hablará esa voz a través de alguien y la podrá poner en versos o en música, tal vez. Como ejemplos: hablará esa voz al corazón del desamor, del verdadero desamor, y no de las calenturientas disculpas y explicaciones que nos damos ante la innegable existencia de su no presencia diaria y que como campana abraza y tintinea; hablará esa voz a nosotros de lo inseguros que somos y de lo que ocultamos ante el mundo; hablará esa voz a la hombría o a la feminidad de lo mucho que se extraña la piel y sus susurros, y de los engaños que se urden para camuflar las distintas formas de ausencia. Tenemos en lo profundo de nosotros una voz excusa, una voz justificante de todo lo que hacemos, incluso de aquello que a otros censuramos. Tenemos dentro un diablillo que nos miente y, si lo miramos como si fuera otro, hasta decimos que nada tiene que ver con nosotros sino que es él quien decide autónomamente, sin siquiera atrevernos a confesar que es ese alter ego a quien le concedemos licencias de ser lo que no somos. Y si ello, al ir leyendo hasta aquí suena a repetición de lo mismo, podríamos recordar en lo que la técnica del sicoanálisis proporciona: un espacio para invocar como ayuda a ese yo —inconsciente muchas veces— que nos define, para conversar con él, para poder llegar a poner en consonancia lo que sentimos con lo que pensamos, y esto con lo que hacemos. Coherencia es la búsqueda y el tesoro. Si entendemos el escribir poesía como literatura, siendo ésta una manifestación del arte, es este hacer un suceso producto de la necesidad de comunicar belleza y sentir que viven sus versos cuando otro se los apropia. Es dentro de este contexto del apalabramiento cuando aparece el silencio con sus mil facetas, lo que deseo abordar en este escrito, es decir del silencio en la poesía. Como lo dice Roberto Juarroz (6), el poeta se ciñe a una búsqueda interior que le permita “responder-se”. Es probable que en el poeta siempre haya una búsqueda de versos que digan lo que su ser interno le ordena, imagina y hasta es, pero para ello debe escucharse desde y con el silencio. Muchas veces hemos leído de poetas que dicen que al escribir “hay una voz que los posee y a través de ellos, escribe”, tal vez esa voz sea ese otro yo que escucha y dicta, y pone a su servicio la motricidad del ser que todos ven. Se me viene a la mente ese poema de Neruda (“Pido silencio”): “Pero porque pido silencio / no crean que voy a morirme: / me pasa todo lo contrario: / sucede que voy a vivirme”. Para el poeta el silencio es símbolo de vida, pero no de la vida que se muestra sino de una que él vive interna e intensamente: “...voy a vivirme”, dice el bardo en su exigencia de estar solo, de estar con su canto propio, sólo quiere cinco cosas para terminar con un casi “déjenme solo” (“Y sólo quiero cinco cosas, / cinco raíces preferidas”), Neruda equipara tener silencio al amor, a una fruta jugosa, a su Matilde, a su naturaleza primaria —lluvia y fuego, a tenerlas porque las concreta en poemas, en versos, en la alegría de escribirlos. Una muestra que nos legó el bardo sobre las bondades del silencio, que libo y acojo como el más dulce de los manjares. Alejo Carpentier nos regala una frase hermosa para ilustrar este texto: “Silencio es palabra de mi vocabulario”, como diciendo que se puede tener algo qué decir con sólo callar. García Lorca le encontró formas y decires en su poema “El silencio” de su Cante Jondo: “Oye, hijo mío, el silencio. / Es un silencio ondulado, / un silencio, / donde resbalan valles y ecos / y que inclina las frentes / hacia el suelo”, tal vez sabiendo que en él está el poema inmerso, o al menos su origen. No existirían las palabras si no se pudieran contrastar con la inexistencia de ellas, es decir, con esa forma de silencio, por ello el poeta no sólo expresa con lo que dice sino con lo que su silencio expresa. Una buena ayuda al escribir son los puntos suspensivos, unos que obligan a tener un pequeño silencio “decidor” de tonos y pesares, de suspiros y llantos, o hasta de susurros de viento marino. Jorge Eduardo Eielson nos ilustra este tema con: “La poesía se sirve de las palabras para hacerse comunicable. Ellas son un medio de expresión, no la expresión misma. Mucho menos la poesía misma. Superado el medio de las palabras, la poesía reina ilimitada y se confunde con la esencia de las cosas. La poesía, por lo demás, puede prescindir de las palabras (pintura, escultura, música, danza, religión, magia)”; nos da a saber que para la poesía, las palabras son sólo un medio, son sólo aquello que el poeta usa para manifestar su existencia, siendo a la vez el poeta un medio más, pues la poesía existe con o sin el poeta, con o sin las palabras, es “la esencia de las cosas”. Bella forma de decir sobre lo que la poesía puede ser. Se implica en estas afirmaciones la existencia del silencio para que existan las palabras, para que la palabra justifique la existencia de la poesía. Un poco dentro de este contexto, Susan Sontag en La estética del silencio nos dice: “El silencio es el supremo gesto ultraterreno del artista: mediante el silencio, se emancipa de la sujeción servil al mundo, que se presenta como mecenas, cliente, consumidor, antagonista, árbitro y deformador de su obra”, como una manera de decir que, sólo en la medida en que su obra sea capaz de verla exenta de algo que decir de ella, la obra es, el poema existe sin que se diga nada sobre él, el óleo es bello sin que haya alguien que diga algo de él, él existe ya en la admiración pura de quien lo contempla. Es una forma sublime de tasar el arte no por lo que se dice de él sino por lo que no se dice, por lo que de él percibe quien lo toma y lo hace suyo. Hay poetas como Rafael Cadenas (7), de quien se ha dicho que “el tono, la cadencia, las pautas, los activos de silencio de la prosa de Cadenas son ellos mismos trasunto de aquello a lo que aspira y de aquello que se propone”, en un alusión clara a que el reposo y la reflexión dentro de lo que se escribe es tan parte de lo que se quiere decir como los espacios en que se invita al lector a pensar sobre ello, y hay quien lo logra. En fin, sobre este tema mucho se ha escrito, mucha tinta se ha depositado en todos los tonos. Rescato algunos aportes que otros ya hicieron (8). “El silencio no puede ser concebido como el mero acto de renunciar a hablar. Menos aun bajo la idea de dejar de comunicar, este punto en particular debe quedar completamente descartado. // Stéphane Mallarmé (1842-1898) demostró inquietud por establecer una poética del silencio que, a la vez, deriva en un lenguaje del silencio. Este silencio pretende realizar una verdadera intervención quirúrgica a lo semántico y desligarse de las palabras para reformular el acto de comunicación, ahora a nivel simbólico. // De esta manera el silencio no interrumpe la situación comunicativa, ni altera sus códigos. Es, así, un complemento de lo que se dice y no una oposición”. Es la forma espléndida ya dicha de saber cuándo poetizar... y cuándo callar para que se oiga el poema. Es una metáfora llena de significado. Como diría Octavio Paz: “Oír los pensamientos, ver lo que decimos / tocar / el cuerpo de la idea”, o como Clemencia Sánchez dijo frente a miles de escuchas (9): “La poesía es leer en el aire la caligrafía de lo invisible”. Me parece aquí que vale la pena “llover sobre mojado”: nada más hermoso que llegar al poema y decir sólo lo que queremos decir, sin más ni menos, con lo preciso, sin ser rimbombante. Lo he empezado a aprender mientras lo practico y admiro, al cabo de muchos años de estar escribiendo poesía, y créanme, hay una belleza oculta en lo que las palabras no dicen pero insinúan porque el poeta confía en la inteligencia del lector, de ese ser que gusta de la poesía, de ese ser que por escaso ya es especial, de esa persona que se detiene a disfrutar la belleza en una minúscula metáfora o hasta cuando, atrevido, busca la belleza y la encuentra en las agobiantes y hasta angustiosas dicciones poéticas de genios como Borges o De Greiff. En fin, es la poesía “un arma cargada de futuro” (10), y por qué no de silencio... es “aquel agudo silencio / que por fin se torna en palabra”... es “todo lo que nosotros tenemos” (11), y por ser así: ¡disfrutémosla y llenemos el alma propia del alma de otros al leerla como perpetuadores de una especie escasa! Esa es mi invitación. Notas 1. “A grandes rasgos, el bovarismo es esa satisfacción inmediata y exclusiva de nuestras sensaciones: la imaginación se inflama, los nervios vibran, el corazón se acelera, la adrenalina salta, la identificación opera en todas direcciones, y el cerebro se confunde —por un momento— al gato de lo cotidiano con lo libre de lo novelesco”. Tomado de “Los derechos imprescindibles del lector”, de Daniel Penac. 2. imbuir (del lat. imbuire). 1. tr. Infundir, persuadir. 3. disruptivo, va (del ingl. disruptive). 1. adj. Fís. Que produce ruptura brusca. 4. “Recordemos también que el verdadero silencio, el silencio que se aconseja en el cristianismo, tiene la finalidad de callarnos externa e internamente para poder escuchar a Dios a través de la conciencia”. “Nueva era y cristianismo”, Catholic.net. 5. Como dice un poema zen: “Sentado tranquilo, haciendo nada, / La primavera llega, y el pasto crece por sí solo”. 6. “Es por ello que el poeta se ciñe a esta búsqueda interior de un silencio que le responda o, lo potencie a responder; a responder por, con, y, a pesar del “otro”; esa búsqueda del silencio que lo lleve a responder-se”. Hablando de Roberto Juarroz en su obra Poesía y realidad, Pretextos, 2000. 7. En torno al lenguaje. Ensayo-reflexión de Rafael Cadenas. Comentado y ampliado el 8 de noviembre de 2007 por Victoria de Stefano. 8. Ensayo sobre silencio y literatura. Daniel Hidalgo U. 9. Poetisa colombiana, de Itagüí, Antioquia, participante en el XVI Festival Internacional de Poesía de Medellín en 2006. 10. Gabriel Celaya, de Cantos íberos, 1955. 11. Ver epígrafes. ** Francisco Pinzón-Bedoya poesia_fpb@yahoo.es Poeta colombiano (Líbano, Tolima, 1956). Es docente universitario. Ha publicado el poemario Encuentro (1999). Textos suyos han aparecido en publicaciones digitales como Poesía en español (http://www.poesia-inter.net) y Almiar - Margen Cero (http://www.margencero.com). Mantiene una bitácora personal en http://poesia-letras.blogspot.com. === De Bécquer a la telenovela Yvette Schryer ======================== Bécquer, el representante español del romanticismo, marca el primer paso del camino literario que conduce con cambios y lenguajes diversos a lo que hoy conocemos como telenovela. En realidad, la telenovela basa su temática en un desarrollo romántico con agregados sociales o económicos, su romanticismo es exagerado y estereotípico; les invito a recorrer el camino que desembocó en esa forma pseudoliteraria, la cual goza de muy buena salud en nuestros días. Desde la época de Bécquer empezaron a surgir los folletines (de feuille, en francés) que era un agregado en los diarios de la época y llegaba al público como una faja al pie de las páginas del periódico o como un cuadernillo separado. Autores de gran envergadura usaron este estilo literario para lanzar sus obras: Balzac publicó La comedia humana, Alejandro Dumas editó así Los tres mosqueteros y El Vizconde de Bragelon, Victor Hugo deslumbró con Los miserables y Gustave Flaubert con su Madame Bovary, sólo para nombrar algunos de los más conocidos. En este tipo de literatura se da gran importancia a las emociones que transmiten los personajes. Después del folletín vino el auge de la novela rosa. Últimamente, en el mes de abril, falleció una prolífica escritora de novelas rosa: Corín Tellado, de la cual se dice que fue la española más leída después de Cervantes. En estas novelas, la fábula es siempre romántica, cambian los nombres y las situaciones, pero nos encontramos invariablemente frente a un amor imposible que a través de muchas peripecias permite a sus protagonistas coronar sus sueños. El final feliz era obligatorio. El cine de esa época respondía al gusto de los espectadores y las películas seguían paso a paso la dinámica de la novela rosa y llegaban invariablemente al happy end. Paralelamente se desarrolla el melodrama y el radioteatro que abarcan más argumentos que la novela rosa, ya que incluyen en su repertorio situaciones familiares, relatos folclóricos e históricos, policiales y a veces son reducciones de dramas teatrales. El radioteatro tiene una enorme popularidad, su éxito proviene de las entregas diarias que finalizan siempre en un punto culminante de la acción. La historia se escribe sobre la marcha y empeña a los autores a un ritmo acelerado que les lleva a menudo a graves errores de lógica. Esto llevó a Vargas Llosa a desarrollar la crítica humorística del escritor de radionovelas en la novela que titulara La tía Julia y el escribidor, en la cual relata la historia de un adolescente, Mario, que sueña con ser escritor y trabajando en una radioemisora conoce al excéntrico libretista boliviano de radionovelas Pedro Camacho, un inefable escritor, que de tanto escribir varias radionovelas contemporáneamente, confunde personajes y situaciones, provocando el caos y el desconcierto de los oyentes. Un Quijote moderno. Los medios de difusión cambian, llega el auge de la televisión y poco a poco la radionovela genera otro estilo en el nuevo medio: la telenovela. Para hablar de telenovela debemos abordar el término paraliteratura. El prefijo “para” en este caso, como en muchos otros (paramédico, parapsicología, paradoncia) señala que no se trata de literatura propiamente dicha. La novela, muchos libros policiales, algunos textos de autores mundialmente reconocidos reciben esta calificación. Es, si queremos, una definición levemente despectiva que habla de la limitación del alcance literario del escrito. La paraliteratura es en realidad el “kitsch” de otras épocas. En América se habla de “soap operas”. Recibieron ese nombre porque siendo un género que encuentra en su mayoría el gusto de las mujeres, la publicidad estaba concentrada en artículos de limpieza, sobre todo en la de los jabones en polvo. La telenovela es el desarrollo natural del romanticismo, del folletín y del radioteatro y del melodrama. Las características de la telenovela son la secuencia interminable de situaciones muy similares que abarcan una gran cantidad de tiempo, la repetición de situaciones, los conflictos familiares y amorosos, que son su núcleo, pero están rodeados por ambiciones desmedidas, traiciones, sufrimientos y engaños. Un clásico tema es el del hijo perdido o raptado o suplantado y su búsqueda, con las relativas peripecias. Actualmente los adelantos de la ciencia permiten la verificación de la paternidad y eso es un punto definitivo en el desarrollo de la historia que roza a veces con el incesto. Los personajes están marcados desde el vamos. Están: la chica, el malo, el amigo, la madre castrante o abnegada y el galán siempre apuesto y valiente. La chica se nos puede presentar como fea al principio pero no hay que preocuparse, será bella con el pasar del tiempo y sean cuales fueren las vicisitudes llegaremos en el futuro a una boda. A veces, a menudo, la historia sigue desarrollándose más allá. Dada su característica de texto por entregas su parentela con el folletín es innegable, y los autores deben seguir un ritmo no programado que a veces los hacen incurrir en absurdidades y repeticiones. El motivo del auge y popularidad de este género merece un estudio sociológico que excede los límites de mi ensayo. ** Yvette Schryer ivets@netvision.net.il Escritora argentina (1932). Reside en Israel desde 1970. Estudió filosofía y letras en Buenos Aires. Publicó en 2003 el libro de cuentos Un ramo de prosas en la editorial Índigo, de París. Madre de 2 y abuela de 6. Habla italiano, francés y hebreo. Imparte en Israel lecciones de castellano y dirige un taller de escritura creativa en castellano. === Vidas posibles Pedro Crenes Castro =============================== Un niño no tiene por delante una vida, como un callejón angosto, sino el completo y espléndido repertorio de las vidas posibles. Porque él podrá serlo todo, atentamente escucha en las prodigiosas proezas que le refieren —guerras, naufragios, cacerías de tigres— su propia historia, sus probables y altos destinos. El eco de esta ilusión nunca se apaga y todo en nosotros va envejeciendo, salvo la afición por los relatos. De soñar estos sueños la humanidad no se cansa. Adolfo Bioy Casares. El primer atisbo de esas otras vidas posibles, de ese amplio repertorio del que nos advierte Bioy, surgió un mediodía cuando tenía yo cinco años y caminaba junto a mi madre que me había ido a recoger al colegio. “Le metí su buen puñete en toda la cara”, le dije a mamá que caminaba escéptica a mi lado y ponía un gestito de “no te inventes cosas”. Pero sólo puso el gesto; le parecía, aunque remotamente, verosímil. Me pegaban en la escuela, Luciano me pegaba y yo no era capaz de devolverle la violencia, no por santo sino por miedoso. Allí, en ese camino de vuelta a casa, descubrí la diferencia entre la vida que vivía y la que quería vivir, entre mentir por salvar el pellejo o por entretener a los demás y a mí mismo de la vida que teníamos. Luego en el patio, durante el recreo, me inventaba historias de miedo para aterrorizar a mis compañeritos, inocentes ellos, por no tener una abuelita a la que le gustaban las películas de terror. Aun así, yo seguí siendo miedoso durante un largo periodo de mi vida. Después en casa, años después, mi hermano me reclamaba cada noche lo que en tiempos bautizamos como “la historia”, una serie oral donde mis primos, mi hermano y yo vivíamos miles de aventuras en una búsqueda paralela (cuentista y lector-oidor) de vidas que no eran las nuestras, que la superaban en dicha, libertad y aventura. El lector empedernido vive una enfermedad parecida a la del escritor, a pesar de no querer escribir. Meterse en la piel de otro, dejarse asustar, enamorar o cabrear por un prestidigitador literario, por un mentiroso evidente que no oculta que en realidad “el lugar de la Mancha” sólo existe en el olvido de un personaje que podría haber existido y en eso, en el “podría”, está la clave de escritores y lectores. Si no conmueve, no transmite, no funciona y conmover no es sólo hacer llorar, es como dice el DRAE: perturbar, inquietar, alterar, mover fuertemente o con eficacia. Sobre todo con eficacia, precipitando sobre los lectores un aguacero de vidas y situaciones que le amarguen o que le alegren el día. Así que Bioy tiene razón en eso de que los niños no tienen delante un callejón angosto, sin salida tantas veces, sino un amplio repertorio de vidas posibles, primero como lectores, luego, quizás, como escritores, pero la verdad es que tenemos, sobre todo, si seguimos caminando por la frase del argentino, futuro, no siempre posible pero sí verosímil, sólo basta con leer, confiar y trabajar para que al final leamos una historia con un posible final feliz. ** Pedro Crenes Castro pcrenes@yahoo.es Escritor panameño (1972). Reside en Madrid desde 1990. Ha publicado cuentos y artículos en distintos medios de comunicación como las revistas Letras de Fuego y Maga (Panamá), y las revistas virtuales Delibros (http://www.delibros.com), Revista de Letras (http://www.revistadeletras.net), La Biblioteca Imaginaria (http://www.labibliotecaimaginaria.es), El Placer de La Lectura (http://www.elplacerdelalectura.com; España) y Resonancias (http://www.resonancias.org; Francia). Ha colaborado, además, con los periódicos panameños La Prensa (http://www.prensa.com) y Panamá América (http://www.pa-digital.com.pa). Ha participado en el taller literario “Entrelíneas” del escritor peruano Jorge Eduardo Benavides. Fue segundo finalista del III Certamen del Libro Deportivo Marca con la novela inédita Los juegos de la memoria. Mantiene el blog Senderos Retorcidos (http://senderosretorcidos.blogspot.com), en el que habla de libros, cine, jazz y política. |||||||||||||||||||||||||||| ENTREVISTAS |||||||||||||||||||||||||||| === Mario Mendoza ========================================================= === El realismo degradado es nuestra ciencia ficción latinoamericana ====== === John Harold Giraldo Herrera =========================================== Todo buen escritor está siempre contando historias y así fue que me encontré con Mario Mendoza en Medellín: presentando libros de escritores, conversando sobre sus relatos y contando historias de la vida. Con motivo de la Fiesta del Libro y la Cultura en la ciudad de Medellín, pude conversar con el escritor que ha logrado estructurar una obra sólida: nueve títulos, todos muy urbanos, sobre hechos que hacen desaparecer el borde de la ficción y el de la realidad. Se recordarán: Satanás, Relato de un asesino, Scorpio City, Escalera al cielo, Los hombres invisibles, entre otros. En Latinoamérica, además de la novela negra y género policial, viene imponiéndose una mirada escueta, pero trascendente de la realidad. Una que habla sin tapujos, sin decoros, al cual han llamado algunos como realismo sucio: lo más hondo, lo que está por ahí pero algunos ignoran: las historias degradadas. De ese tema conversamos. Me confesó además su imposibilidad de dormirse temprano. De lo entrenado de su ojo para husmear en los detalles, de que siempre se encuentra pensando en sus próximos libros, pero sobre todo siempre contando una anécdota, una historia. A Mario lo persiguen las historias y él es un portador y contador de muchas. John Harold Giraldo H. Cuéntanos acerca de una tendencia literaria, que no es nueva en Latinoamérica, pero que ha venido haciendo un poco de reconocimiento del terreno y que ha publicado muchos libros y que a su vez los lectores los consumen mucho: el realismo sucio, Fadanelli en México, Roncagliolo en Perú, un poco lo que hace Fuguet en Chile, lo que hace Pedro Juan en Cuba y lo que haces tú aquí en Colombia. Mario Mendoza. Mira, yo lo que creo es que hay un estallido de las grandes ciudades tercermundistas y sobre todo latinoamericanas durante la década de los 60’s y 70’s, fuertes migraciones del campo, que llegan a estas hipermetrópolis, que van creciendo desmesuradamente pero que crecen de una manera caótica, crecen de una manera entrópica, desordenada, lo que algunos sociólogos han llamado una proliferación cancerígena de células que de pronto se empiezan a reproducir a alta velocidad, en alta intensidad y que son enfermizas en el sentido en que van, digamos, pululan, se expanden y se extienden pero no hay ningún control ni ninguna regulación sobre esas células. De la misma manera que nuestros cuerpos van enfermando en la contemporaneidad, la ciudad va creando una especie de reflejo misterioso y extraño de esa nueva patología que es el cáncer, y yo creo que eso son nuestras grandes ciudades latinoamericanas: Ciudad de México, Rio de Janeiro, Sao Paulo, Lima, Bogotá. Eso, tarde o temprano, esos nuevos ritmos y esos nuevos vértigos, esas nuevas velocidades en donde entran hip hop, rap, Internet, teléfonos celulares, buscapersonas y finalmente una nueva violencia, y finalmente también nuevas injusticias, nuevas distancias, nuevas segregaciones, nuevos imaginarios urbanos, tarde o temprano tenía que llegar a la literatura. Era un proceso inevitable, y el imaginario latinoamericano, tanto en Europa como en Estados Unidos ha sido más el del exotismo, y ese exotismo, esa especie de paraíso perdido, esa imagen que viene desde el siglo XVIII del buen salvaje muy rousseauniano, es un imaginario que no se corresponde en realidad con lo que es el continente, y si lees esta literatura yo creo que conectas inmediatamente, yo creo que es como una frecuencia radial que está bien conectada con la contemporaneidad de América latina. JHGH. Y, bueno, esos relatos también tienen una línea que los une, y es la decadencia de la utopía pero también la decadencia de los grandes relatos que presumió la literatura en algún momento. MM. Es que fíjate que, para uno idealizar, para uno producir exotismo o para uno producir esta imagen del buen salvaje o algo por el estilo, tienes que sublimar. Es decir, depositas de alguna manera la belleza hacia arriba, la pones en un plano ascendente, la elevas y casi que la alejas de una inmediatez y de una materialidad, de lo palpable; en este caso, se trataría de todo lo contrario: por eso se llama degradado, a veces, realismo degradado, porque no se trata de sublimar, no se trata de construir paraísos artificiales literarios por medio de los cuales te identifiquen en el futuro por haber construido una especie de torre de marfil, no, no, no trabajas de esa manera, trabajas hacia abajo y esa visión de una belleza que no se sublima, sino de una belleza que penetra casi que en la inmundicia, en lo que somos. Somos finalmente personas que mandan una cantidad de porquería en el sótano de una ciudad: materias fecales, orines, condones, mocos, todo eso de lo que la belleza no quiere saber, se trataría de construir una belleza humana y de reconocernos en esa transitoriedad, en esa materialidad efímera que somos y es un trabajo muy difícil porque de hecho el catolicismo y nuestra educación nos enseña a sublimar desde niños, entonces ir a contrapelo de eso, es muy difícil, no ha sido fácil. JHGH. Y en ese sentido, por ejemplo la gente que lee estas obras cree que la ficción o la realidad está superada allí, es decir que estas cosas no existen y las quieren obviar muchas veces, y por ello el escándalo, y por ello un poco la condenación, y por ello también a veces un poco la moral que aplica en estos textos. MM. Sí, yo lo que creo es que en este sentido hay una oposición muy clara entre los que siguen apegados a un establecimiento mariano, digamos, porque en el caso masculino nuestra belleza pasa por la sublimación de la Virgen María, y esa belleza la idealizamos un poco en el plano de lo mariano, pensado desde una perspectiva femenina sería distinto, pero pensado en una perspectiva masculina sería por esta línea y, claro, alguien que se niega a eso, alguien que en lugar de hablar de la pureza y de la impecabilidad de una de las mujeres que están al lado de la cruz, te habla de lo contrario, te habla de María Magdalena, de la otra María que está al lado de Jesús, quien es crucificado entre las dos, y tú optas por la Magdalena, pues sería casi que crear una nueva dimensión de conciencia, y eso es lo que produce en algunos lectores, creo yo, el rechazo y un repudio inmediato, visceral. Pero yo creo que es una línea muy sana, yo creo que es algo que va a enfrentar al continente con ciertos lectores y yo creo que hay algo ahí que no sólo es catártico, muy purificador, sino que creo que es muy valiente, creo que tenemos que darnos la cara, mirarnos en el espejo tarde o temprano para poder salir del agujero en el que nos hemos caído. JHGH. En el caso tuyo, la literatura, a ti te han encontrado los asesinos, por ejemplo en este caso Campo Elías y casi que el mundo, el submundo, el inframundo ha llegado a ti de una manera muy particular, para el caso de muchos escritores no es necesario vivir en medio de los terrenos más agrestes pero sí narrarlos, en algunos casos es vivirlos, para hacer una especie de autobiografía. ¿Cuáles crees tú que son los rasgos característicos de esta literatura que se ha llamado realismo sucio o degradado? MM. No sé, no podría, porque yo creo que cada autor es tan distinto, pero sí creo que debes tener una manera de percibir, tienes que tener una manera de ser, tienes que tener una manera de ver que te conduzca hacia allá, porque si no la tienes es muy difícil construir libros en esa línea, en el estricto caso personal, yo no soy una persona que mire hacia el centro, me cuesta mucho trabajo, yo soy una persona que siempre está mirando los bordes, soy alguien que siempre mira hacia la periferia, entonces, si ponemos un grupo de personas acá y ponemos una determinada imagen es seguro que ellos se van a fijar en ciertas cosas y yo me voy a fijar en lo que nadie se fija, mis ojos están muy entrenados para irse por el lado y fijarse en aquello que los demás obvian, y eso inevitablemente tenía que conducirme a este tipo de literatura que yo trabajé, que escribí y que he publicado. JHGH. ¿Tú crees que esa tendencia del realismo sucio va a seguir incrementándose? Hemos dejado atrás el realismo mágico, pero sin decir que el realismo sucio no nos sorprenda, no nos genere lo que llamarían algunos autores la poética de lo intrascendente, ¿el realismo sucio seguirá cobrando, va a ser como el género que se imponga de aquí a no sé cuánto tiempo? MM. Hombre, no sé, no me gusta jugar como el papel de profeta, porque asumes algo mesiánico, asumes el rol de una persona que se sube al púlpito y empieza a predicar y a dar la buena nueva y se cree un apóstol finalmente. Entonces como que es una imagen que rechazo. Yo lo único que sé es que América Latina está cada vez más necesitada de una visión distinta a la visión hipócrita y de doble moral que nos ha impuesto cierto catolicismo, porque tampoco vamos a hablar mal en términos tan radicales: está la teología de la liberación, es una línea en América Latina extraordinaria y maravillosa que dio una lucha muy fuerte, un catolicismo muy combativo, verdad, con grandes ideales que nos llevan a personajes como Camilo Torres, por ejemplo. Entonces yo creo que hay un catolicismo muy combativo, que da la revolución en Nicaragua, donde tiene mártires, incluso de la causa social que me parece muy meritorio, pero hay otro catolicismo que es el que se impone por lo general: el de parroquia, el del púlpito, el conservador, el que le tiene miedo al sexo, el que prohíbe el condón, ese tipo de imbecilidades, y yo creo que esa visión tan conservadora y mentirosa sí nos ha hecho mucho daño, yo creo que el continente tiene que enfrentar lo que le está pasando, el ataque que hicieron los yuppies de Wall Street el año pasado, es un ataque que venía cantado por Chomsky durante toda la década de los 90’s. Es decir, las grandes multinacionales y las grandes empresas y los grandes consorcios multinacionales ya no están contentos meramente con el dinero que han hecho, sino ahora se vienen sobre el erario, sobre los dineros públicos, los 850.000 millones de dólares que dio el gobierno Bush y el gobierno Obama, ellos no saben cómo controlarlo, ahora finalmente, éticamente ese dinero que iba para la General Motors, para la Chrysler. Y es un ataque que Chomsky cantó durante todos los 90, una cosa que viene desde la era Thatcher y desde la era Reagan, se viene un paso salvaje, del capitalismo salvaje al capitalismo depredador, eso causa sólo en América Latina 43 millones de indigentes durante los años 2009-2010-2011; desde esa perspectiva, creo que cada vez más el horror se va a imponer en nuestras sociedades, es decir, gente que va a pasar de la franja de pobreza a la franja de indigencia, multitudes de desarrapados por las calles, durmiendo debajo de los puentes, haciendo fuego en las horas de la noche; es imposible estar en humanidades, es imposible ser un antropólogo, es imposible ser un filósofo, un escritor, es imposible ser un artista plástico y no saber la época que te tocó vivir, no ver lo que está sucediendo, entonces yo creo que este ataque que se fraguó desde dos décadas atrás y que empieza a hacerse evidente, anuncia o es el advenimiento de un horror que va a ser inevitable, que los que se han negado a verlo lo vean y van a empezar a reconocer a las malas, desafortunadamente, que lo que viene trabajando el realismo degradado era casi un anuncio de unas nuevas ciudades apocalípticas, en las que quizás vamos a sucumbir muchos de nosotros, porque por ley de probabilidad los hijos de los hijos de nuestros hijos no serán magnates, si alguno de tus hijos llega a generar multimillonarias ganancias espero que se acuerde de los míos, pero por ley de probabilidad no creo que ni tú ni yo, ni nuestros descendientes serán julios marios santo domingos, yo creo que por ley de probabilidad, lo más seguro es que los hijos de los hijos de tus hijos y los míos sean indigentes y que caminen por las calles con sus bártulos al hombro en el futuro, eso es de lo que estamos hablando y lo que va a suceder. JHGH. Bueno, en eso que tú estás hablando, a mí se me ocurre pensar que en una época, los 70 por ejemplo, el escritor estaba muy comprometido con esa serie de sucesos y su literatura casi que se convertía en un medio para denunciar o para nombrar este tipo de cosas, el realismo sucio las nombra pero no es una literatura comprometida. MM. Desde la perspectiva, digamos, de la izquierda, de una militancia política, en partidos de izquierda no, yo creo que no, yo creo que hay algo claro y es que no se trata de una denuncia, porque la mera denuncia no te conduce a la buena literatura. Digamos, hay el profundo anhelo, el profundo deseo de construir una nueva belleza, ese es un propósito distinto. Yo creo que desde esta nueva perspectiva el realismo degradado está más cerca de la science fiction. Aunque uno los ponga contrapuestos, aunque uno crea que la ciencia ficción está acá y el realismo degradado está por allá, son opuestos, uno por ser excesivamente hiperrealista y el otro por ser una fuga de la realidad, aparentemente. Yo lo que creo es que en el hiperrealismo hay una fuerte dosis de anticipación y desde ahí se acerca a la anticipación de la ciencia ficción, la que nos narra mundos que están por venir o que están gestándose y que están a punto de llegar; si un tipo como Ray Bradbury escribe Crónicas marcianas o Fahrenheit 451 en el sur norteamericano, nosotros escribimos realismo degradado que es nuestra ciencia ficción latinoamericana. JHGH. Y pasando a un plano mucho más particular tú conoces a Pedro Juan Gutiérrez y lo has leído, ¿qué opinión tienes de él? MM. Extraordinario, es uno de los escritores que más me gustan en toda América Latina, ahora hablábamos de dos, uno era Pedro Juan, debo reconocer que lo leo después del año 2002, cuando ya tengo Satanás, Relato de un asesino, Scorpio City, La ciudad de los umbrales y La travesía del vidente, o sea lo leo casi como en la mitad de mi obra, yo tengo nueve libros publicados, cuando llevo 4 o 5 leo a Pedro Juan. Leí primero Trilogía sucia de La Habana y sentí una empatía profunda, me pareció de los mejores escritores cubanos y latinoamericanos que he leído, y el otro escritor del cual hablábamos era Élmer Mendoza, el mexicano, yo conozco todos los libros de Élmer, pero tengo fascinación por uno que es Un asesino solitario, ese libro lo leí también hace unos 3 años y me marcó profundamente, yo creo que leí el primer párrafo de esa novela y yo dije este tipo no va a ser capaz de sostener este ritmo a lo largo de 200 cuartillas, no va a poder, y sí, la voz se mantenía durante las 200 páginas y al final cerré y eso me produjo una admiración irrestricta. Esos son dos de mis escritores preferidos, tengo un peruano muy poco conocido que se llama Alonso Cueto, que ganó también un premio de narrativa y que tiene una novela que se llama La hora azul, es muy conocido también por otra novela que se llama Grandes miradas y me parece de lo mejor que tiene también el continente en esta línea escueta, entonces para mí Pedro Juan, Alonso Cueto y Élmer Mendoza son como tres de las directrices que tengo siempre como de nombres que me acompañan en esta escritura tan difícil, como te digo, porque nos ha tocado prácticamente una oposición del establecimiento que no quiere enfrentar lo que nosotros estamos haciendo y también en ciertas páginas de periódicos y revistas y en cierto lado muy recalcitrante de la academia, esa oposición no ha sido fácil y esas murallas que ha construido esa nueva visión conservadora; no ha sido fácil de derrumbar esas murallas, pero yo creo que vamos bien y creo que los lectores lo que sí ven en esta literatura es una profunda honestidad, una sinceridad, y que estamos dejando la carne en el asadero, que es, yo creo, finalmente, de lo que se trata. JHGH. Hablemos de Satanás para terminar. Uno podría pensar que la obra toda es una obra trasgresora: desde el título, desde la forma como está contada, de cómo estas historias dispersas aparentemente se unen en un suceso y que en términos generales también los sucesos que están allí relatados: un profesor, un ex combatiente de Vietnam, una mujer del submundo que se va a las altas élites a hacer una especie de delincuencia común, en fin, tu obra de Satanás, además de lo que yo he dicho, ¿podríamos denominarla como una obra trasgresora? MM. Hombre, no sé, tú sabes que un autor no debe teorizar sobre sus libros, no le corresponde, que no le pase lo que le pasaba a un personaje de Borges, que está en el Aleph, que decía que las explicaciones de sus libros eran mejores que sus libros. Entonces espero que ese no sea mi caso, pero yo sí tenía muy claro cuando terminé El relato de un asesino, que es la novela inmediatamente anterior a Satanás, esas dos novelas funcionan como un díptico sobre Bogotá, hay profunda conexión entre las dos: casi que la una es un espejo de la otra y son mis dos novelas ejes de psicopatología criminal, es mi gran acercamiento hacia lo negro y hacia la novela de tinte un tanto policiaco, y lo que sí te puedo decir es que cuando yo escribí Scorpio City, no pude tener como modelo lo policiaco anglosajón, no podía tener como modelo a Dashiell Hammett o a Raymond Chandler o a Ellery Queen, porque hay una oposición entre los buenos y los malos y esa oposición que tiene la novela policiaca tradicional de vertiente sobre todo anglosajona, aunque la francesa también, al final hay una reconstrucción del tejido social gracias a esa novela, triunfan los buenos, el criminal es descubierto, el caso se soluciona y la sociedad queda limpia de esas manchas que la contaminan. En América Latina tú no puedes trabajar en esa línea, en América Latina todos son malos, no hay buenos y malos, en América Latina si tú fueras a trabajar el caso de Galán, por ejemplo, desde esa vertiente, uno dice: Ah, bueno, qué maravilla, hay una gente buena que está intentando investigar a los malos y tiene que dar con ellos, veinte años después Masa Márquez está retenido y está finalmente demandado, investigado por la complicidad en el crimen y se supone que era del bando de los buenos, ese es sólo un ejemplo para mostrar cómo en América Latina no hay maniqueísmo, en América Latina lo que pulula es la corrupción y la contaminación, entonces trabajar en esa línea es muy difícil y mis modelos a seguir fueron Paco Ignacio Taibo II, en México, y por otro lado Rubem Fonseca, en Brasil, y en la línea del gran arte, y en la línea de Paco, fue que yo empecé a tejer esta visión que llega hasta Satanás y en Satanás también hay un fuerte acercamiento a lo popular, a lo popular no en términos socioeconómicos, sino en término de los diálogos, en término de lo pastiche, en término de las telenovelas; los diálogos están construidos de una manera televisiva, la estructura de la novela es matemática, yo creo que si los estudiantes desmontan la estructura se van a dar cuenta de que son 4 capítulos en trenza y que hagan la trenza abc, cba, etc., que son los 4 personajes que se van entretejiendo, el cura, la burundanguera y el pintor, toca dibujar esa estructura y de pronto un capítulo quinto que parte la novela en dos que es “Diario de un futuro asesino”, los 4 capítulos en trenza y el capítulo del asesino, si tú dibujas esa trenza y te das cuenta de cómo están ubicados los dos capítulos es una estructura matemática, absolutamente geométrica, que yo espero que al final dé la sensación de perfección, que dé una sensación que el mismo lector no sepa de dónde viene, porque está en la estructura, es un problema en que él sabe que algo está muy bien armado, que todo calza como en un gran rompecabezas pero no sabe por qué, sólo si dibujas la estructura en un tablero y la vas desmontando te das cuenta de que yo no me salí nunca una sola página de esa estructura. Yo lo que hice fue delirar y jugar con las formas populares, mezclarlas y amalgamarlas y fusionarlas como en una olla de alta intensidad, pero sin escapar de la estructura y del rigor hiperracional que me daba el mapa inicial. Entonces hay un delirio pero entre estructuras racionales muy sólidas, y eso es lo que yo siento que puede llegar a ser quizás no sólo renovador, sino quizás subversivo en esa novela, pero es un juego muy grave porque hay que hablar y hay que desmontar para poderse dar uno cuenta de esa especie de truco que está detrás de Satanás. Entonces yo espero que los estudiantes perciban eso, que lo sientan, además si son estudiantes de letras, pues el ejercicio es desmontar el libro y creo que desde ahí podría verse así. Lo otro es que yo siempre me esfuerzo mucho en que haya una visión del cuerpo muy abierta y sobretodo de sexo, tanto de un sexo amoroso, como de un sexo violento o agresivo, pero creo que es fundamental en nuestra literatura, empezar a enfrentar el lecho y la cama desde una estética que no sea la estética del decoro, porque esa estética que nos enseñó el cine norteamericano es horrible, los amantes se van a la cama, corte, y de pronto a la mañana siguiente la sábana aparece arrugada, ellos están ahí y no vimos ni escuchamos nada, creo que ese decoro esconde también algo perverso y una de nuestras grandes taras, y yo creo que nuestra literatura tiene que empezar a desprenderse jubilosamente y entrar a la cama con cierta alegría y con cierta fuerza. Yo siempre recuerdo en este campo una anécdota de Woody Allen, en donde lo invitan a un instituto para señoritas en Nueva York a que hable sobre sus películas, y una muchachita ingenua levanta la mano y le dice: Señor Woody Allen, el sexo es algo sucio, y Woody Allen le dijo: Si se hace bien sí, y creo que en las novelas hay que tener claro eso, hay que ser ligeramente sucio y perverso para poder excitar y para poder llevar al lector a buenas páginas de sexo, y eso hace parte de la visión que te estoy diciendo, no la mariana, no la de la sublimación, no la de María de Jorge Isaacs, sino las mujeres reales que sienten, que te abrazan, que tocan, que te dicen vulgaridades en la cama mientras estas haciendo el amor con ellas, mientras estas acostándote con ellas y hombres que también entran a la cama con una profunda alegría y con un deseo incontrolable y yo creo que un escritor se mide sobre todo en momentos donde aparece el sexo. ** John Harold Giraldo Herrera jhonharoldghutp@hotmail.com Docente universitario y periodista cultural colombiano (Colombia- Pereira, 1979). Magister en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP, http://www.utp.edu.co), donde es docente auxiliar y, además, cursa estudios de posgrado. Ha escrito diversos artículos y ensayos para la revista Semana (http://www.semana.com), y los diarios El Tiempo (http://www.eltiempo.com), La Tarde (http://www.latarde.com) y El Diario del Otún (http://www.eldiario.com.co), entre otros, así como para revistas literarias. Cinéfilo, participa en la película Los asombrosos días de Guillermino, próxima a estrenarse. En la actualidad dirige el grupo de investigación en periodismo investigativo Enfokados. === Las historias de Alberto Chimal Guillermo Bravo ================== Hace largas pausas, buscando la palabra correcta, comienza a hablar despacio y al terminar mira al interlocutor de manera interrogativa, obligándolo a alguna respuesta. Asombra su entusiasmo y su convicción al hablar de literatura fantástica, de “falsa literatura fantástica” (las “imitaciones de Tolkien y de J. K. Rowling”) y de los talleres que imparte. La trayectoria de Alberto Chimal es una de las más notables de los escritores de su generación. Comenzó su carrera en 1987, cuando ganó el premio “Becarios” y publicó Los setenta segundos (Centro Toluqueño de Escritores); le han seguido media docena de libros de cuentos y una novela, Los esclavos (Almadía, 2009). Desde que se dio cuenta, con un libro de Isaac Asimov, de que además de leer se podía escribir, y de que esas páginas habían sido inventadas y que no nacían de la imprenta, comenzó a soñar con ser escritor, era aún un niño. “Ya en ese entonces era aficionado a los cuentos y a las historias. A cierta edad mis padres dejaron de contármelas y, como seguía necesitándolas, aprendí a leer”. Precisamente esta sed de historias es lo que lo llevó, al terminar todos los libros de la biblioteca familiar, a escribir (historias); su blog se llama Las historias (http://www.lashistorias.com.mx) y la palabra es tan recurrente que resulta inevitable comenzar con ella la conversación. —Otros autores hacen hincapié en la creación de personajes o de una atmósfera. ¿Por qué es tan importante para usted la historia? —Quizás porque empecé por allí. El primer libro que leí fue una colección de cuentos llamada Mitos y leyendas, que básicamente son historias. Las historias pasan de generación en generación y ayudan a entendernos, a explorar la realidad. Me considero antes que nada un contador de historias, de lo demás no tengo control, me propongo algo nuevo con cada libro. —Y dentro de las historias, sin duda aquellas que más le interesan son las que pertenecen a la literatura fantástica. ¿Cómo nace la fascinación por este género? —Creo que también nace en la niñez, y no me ha abandonado nunca. Siempre me ha gustado mirar la realidad desde otro lado, o mirar el otro lado de la realidad. Siempre he preferido esa parte de la realidad que son los sueños y las pesadillas. Me interesa la imaginación, ella nos permite relacionar la realidad de afuera con la realidad de adentro. Creo que las mejores obras de la literatura fantástica interrogan la naturaleza de la realidad. No tratan de explicarla como lo hace un filósofo, pero sí de ponerla en crisis. Vivimos con una serie de ideas preestablecidas acerca de cómo es el mundo, de cómo es la realidad, pero nada puede explicárnosla totalmente ni prevenirnos lo que puede suceder. Y allí donde falla nuestra visión de la realidad entra lo fantástico para señalarnos qué hay más allá. Por eso creo que la literatura fantástica tienen un papel muy importante. A lo mejor la gran lección de la literatura fantástica es sacudirnos, señalarnos nuestra limitación, puede ser una lección dolorosa, pero se trata de una lección valiosa porque nos obliga a entendernos mejor. —Dado que hace años es tallerista quisiera preguntarle cómo ayuda a que otros cuenten sus historias. —Básicamente creando un espacio propicio, un espacio de trabajo y reflexión. Creo que el ámbito del taller es muy bueno además para confrontar con otras miradas. Siempre me preguntan si se aprende a escribir y yo creo que sí, hace falta una formación. Por supuesto, los talleres no son la única manera de aprender el oficio, pero es un buen espacio para encontrar otras alternativas que sin duda ayudan a enriquecer el trabajo. —Usted también ha tomado talleres. —Sí, cuando era adolescente tomé talleres en Toluca y descubrí muchas cosas, sobre todo a mirar mis textos con cierta distancia, a ser más crítico. —¿Qué satisfacciones le ha dado su experiencia como tallerista? —Muchísimas, entre otras conocer nuevas personas y textos. Creo que si uno se presenta a un taller con una actitud abierta, con deseo de aprender, sale enriquecido. Hay una gran cantidad de aspectos que uno sólo puede descubrir al tener contacto con los lectores, con el público, con la gente, por eso son tan importantes este tipo de actividades para mí. —Uno de los últimos talleres que ha dictado fue sobre literatura fantástica, en el Instituto Cervantes de París, donde contó con un público entusiasta constituido sobre todo por mexicanos residentes en la capital francesa, pero también algunos franceses estudiantes de español (el curso se dictó en español) y algunos otros estudiantes provenientes de países hispanohablantes. ¿Cómo fue la experiencia parisina? —Muy buena. Fueron cinco días de un trabajo intenso, de intercambio. Me parecía una locura ir a París a dar estos talleres, pero me he sentido muy bien. —¿Qué diferencia hubo con los talleres que suele dictar en México? —Primero la duración, el hecho de que se limite a tan sólo cinco días obliga a estrategias diferentes. Además el hecho de encontrarme en París sin duda cambiaba todo. Fue una gran aventura. —¿Ha traído algún autor nuevo de Francia? —Descubrí a George Simenon, este autor tan prolífico de literatura policial, estoy encantado. Durante la conversación, mira varias veces la grabadora, cuyos números verdes empiezan a borrarse, pero no me dice nada, parece impedírselo una mezcla de cortesía y timidez. Antes de que se acaben entonces las pilas de la grabadora aprovecho para las últimas preguntas. Acaba de publicar en Almadia la novela Los esclavos, donde, de la mano de Golo y Mundo, Marlene y Yuyis, se interna en el mundo del sadomasoquismo. El lector que busca en Chimal los juegos fantásticos puede resultar sorprendido por la apuesta realista, pero de ninguna manera se sentirá desilusionado ya que la intensidad del libro no decae hasta la última página. —Su género es la literatura fantástica. ¿Por qué para su primera novela eligió un estilo realista? La novela comenzó como un encargo de un amigo, que me pidió algo realista. Lo tomé como un ejercicio, porque estaba bloqueado con una novela que estaba escribiendo en ese momento. El ejercicio fue creciendo y finalmente me pareció que ese texto podía transformarse en una novela. —El sadomasoquismo, me parece, ofrece como la literatura fantástica un mundo paralelo. Puede ser, porque tiene sus propias reglas. Plantear mundos que tienen otras reglas es una manera de cuestionarnos la realidad. Es la manera que más me interesa de pensar en lo que nos sucede. ** Guillermo Bravo guillebravo@hotmail.com Escritor argentino (Pilar, Córdoba, 1981). Ha publicado el libro de cuentos No le cuentes a nadie (Editorial del Boulevard, http://delboulevard.com.ar/blog; 2006) y ha participado en diversas antologías en su país. Actualmente vive en Francia, donde forma parte del equipo de la revista cultural alba (http://www.albamagazine.com). ||||||||||||||||||||||||||| SALA DE ENSAYO |||||||||||||||||||||||||| === La poesía sobrevive a la confusión de la esperanza ==================== === (Un aspecto de la poesía de Fernando Paz Castillo) ==================== === Lubio Cardozo ========================================================= “...pero el espíritu vela como una mariposa en torno de esa luz que no advierten los sentidos”. F. Paz Castillo, “Insomnio”. Dialogar incesante con el espíritu para hallar la verdad —posible— de la existencia bajo el Sol ocupa buena parte de la lírica de Fernando Paz Castillo (Caracas: 1893-1981). Aunque la dimensión de la vida terrenal, biológica, cotidiana la abundancia de su presencia ofrece a ese pulcro escritor venezolano él sin embargo nada recibe más allá de lo necesario sin antes ponderarlo en la balanza de su hondo pensar. Pero pensar para Paz Castillo rememorar significa. La reminiscencia —la anamnesis— aviva el contemplar cuanto conforma el ámbito donde se permanece, donde se está junto a las cosas, las personas, los sentimientos, los aconteceres. Mas ese mundo inmediato el poeta lo observa al través de la certeza sensible, por ello lo sabe imperfecto, confuso, transitorio, tal una jungla terriblemente tentadora de la misma manera incierta. He allí el doloroso drama psíquico de este creador vidente: ¿disfrutar la fiesta de la mentira en medio de las propuestas dudosas de la comarca de la existencia o esperar virtuosamente el regreso a aquel reino de las Ideas de Platón, perfecto, puro, justo, bueno, bello, la kalokagathía? Tomar una decisión fácil no resulta por cuanto el poeta siente cual humano la fruición de los frutos fragantes esparcidos a lo largo del camino. “(...) ¡Mira!; el alba rosada se tiende sobre el huerto... Todo se torna joven; sólo tú, alma mía, como la mariposa de la noche de invierno, te has quedado en la sombra, prisionera de la sombra, cual sombra de otra vida que viví en otro tiempo”. (“Hoy la mañana ha vuelto”). Sólo en el nivel de exigencia de lo intelectual contemplativo se rememora. Reconócense las cosas de la vida terrena —objetos, árboles, animales, actitudes, sentimientos, personas, virtudes, cualidades, anhelos, en fin— al recordarlas. Se llama esa revelación reminiscencia, anamnesis. ¿De dónde provienen esas recordaciones? En sus diálogos Fedón, Menón, en algunos otros más, Platón habla del reino de las Ideas, en el cual el espíritu residía antes de nacer a la vida biológica. Mostrarían las Ideas las versiones originarias, perfectas, absolutas, en su ser de las cosas, de los sentimientos, de las virtudes inmersas en la justicia, la belleza, el bien, el agathón, también absolutos en sí. Constituye ello el saber verdadero, eterno, incorruptible, inmutable. Genera ese supramundo su réplica en la contingencia terrenal a la manera de una transposición imperfecta sometida a los torbellinos de la compleja ventura material, y en el caso del humano de sus necesidades, de sus apetitos, de sus emociones, pasiones. Después de nacer éste se topa otra vez con las cosas, sin embargo se sorprende doblemente: por reconocerlas y por irreconocerlas, las rememora en el alma pero las olvida en la borrosidad lúdica sensible de la presencia (¿revelación / ocultación?). Se despierta entonces en él el anhelo de precisarlas con el pensamiento reminiscente, de volverlas a ver con aquella venustidad y nitidez de otrora; en esa búsqueda la ciencia nace, la pasión por la verdad, además la aspiración de retornar al reino de las Ideas. “Pero añadió Sócrates: —¿Qué piensas de lo que te he dicho, de que aprender no es más que recordar, y por consiguiente, que es necesario que nuestra alma haya existido en alguna parte antes de haberse unido al cuerpo? (...). Toda Idea existe en sí, y que las cosas que participan de esta Idea toman de ella su denominación” (Platón, Fedón. México, Porrúa, 1972; pp. 413, 420). Troquela el filósofo dicha tesis, conceptualmente, en Menón: “(...) En efecto, lo que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar” (México, Porrúa, 1972; p. 213). Canta Paz Castillo en precisa estrofa, “Sólo en la encrucijada soy un centro. Giran los soles, pasan las estrellas y yo persisto porque soy idea”. (“Perdido”). Perseverar dentro de la entidad del reino de las Ideas platónicas resultará difícil para quien no sea filósofo puro, exigente en su disciplina, adscrito a esa tesis, conocedor de la filosofía griega clásica así como de la lengua griega. No obstante, sin menester de alcanzar tal nivel intelectual aportará el mundo platónico a algunos poetas atraídos por esa lontananza un ámbito fértil, nutricio para su imaginación dentro de la singularidad creativa de cada quien. Disfrutaba Paz Castillo una bien digerida educación humanística a la par de su profunda asunción del catolicismo. Se dio por ello en él, fluidamente, un tránsito del reino de las Ideas de Platón al Paraíso judeocristiano aunque siempre se mantuvo la noción esencial del filósofo griego. En cualquier católico dogmático (en el buen sentido de la frase) la substitución hipostática de un espacio espiritual por el otro se esperaría y se entiende. Afirmó al respecto F. Nietzsche en una oportunidad: “El cristianismo es un platonismo para el pueblo” (citado por M. Heidegger en Introducción a la metafísica. Barcelona, Gedisa, 1997; p. 101). Paz Castillo en conmovedores y diáfanos versos lo expone, “Así conserva en su conciencia oscura la voz de humillación que lo lanzara de su vida floral del Paraíso. Y por más que se acerque a la ventura, que la tenga en sus manos, siempre lo llama la perdida tierra: ese sueño de dicha que fue suyo, cuando suyos eran el canto y su sentido, y suya el agua y su lenguaje simple, y suyo el viento animador de espigas, y suyo el tiempo —sin ayer ni mañana— en su fecunda juventud eterna”. (“La voz de la selva”). La angustia de Fernando Paz Castillo por el destino del espíritu, o de manera más singularizada, por el suyo, ocupó su tiempo de solitariedad contemplativa, de su pensamiento indagante en busca de respuestas a los grandes retos de la imaginación, de las hondas preguntas eternas. Representó su puerto de consolación, inmerso en las brumas del naufragio de toda vida, esa simbiosis del reino de las Ideas de Platón, visto al través de una profunda fe católica, con el Paraíso judeocristiano. Significó ello su verdad. Resultó esta afirmativa categórica fruto de un asentado conocimiento después de dilatadas lecturas, de mucho trajinar la oportunidad de estar sobre la tierra, de agudas intuiciones intelectuales, de continuas meditaciones. No era Paz Castillo ni un filósofo ni un científico, por eso el testimonio de su espiritualidad (o religiosidad pura) y de su certidumbre (sustentada en las Ideas platónicas) en estrofas, en odas las legó a sus lectores. Ahora bien, “la belleza es uno de los modos de presentarse la verdad como desocultamiento”, escribió M. Heidegger (Caminos de bosque. Madrid, Alianza, 1998; p. 40). Valga decir: la verdad se presenta, en uno de sus modos, mediante la belleza. Aunque la belleza queda sin definir por lo menos se conoce uno de sus atributos, la verdad; asimismo, el saberla también una Idea platónica: en su diálogo Lupias Mayor Platón pone en boca de Sócrates este final axiomático: “Las cosas bellas son difíciles” (México, Porrúa, 1972; p. 247). Revela esa originaria categoría de lo kállos su casi inaccesibilidad al entendimiento humano. Acuña con igual énfasis dicho aspecto —así lo percibo— R. M. Rilke, en su “Primera elegía” canta: “(...) Pues, de lo terrible / lo bello no es más que ese grado / que aún soportamos. Y si lo admiramos / es porque su calma desdeña destruirnos” (Elegías de Duino. Sonetos a Orfeo. Córdoba, Argentina, Afeandri, 1956; p. 57). Se da entonces una relativa, pero siempre lejana, aproximación a la esencia de la belleza. Tomó ésta en Paz Castillo, necesariamente, la senda legítima de la poesía. Tal vez esa verdad-belleza lo hizo trovador vidente para dejar las señales de su desesperanza, de su pensar, en nobles composiciones líricas. Interesa, al fin y al cabo, a los amici poesis, el espléndido producto final bien acabado, el poema. De allí el sentido del rótulo de este escrito, en la confusión de la esperanza la poesía sobrevive. Gracias a esa sobrevivencia los leales amorosos de los versos disfrutar pueden esta pequeña oda de Fernando Paz Castillo, “Más allá de la noche y de la estrella y del silencio, te he encontrado —nueva y perfecta— manantial de la noche perfumada; semilla de luz —luz tú misma— y esencia melodiosa de silencio”. (“Encuentro”). Nota Pertenecen los poemas de Fernando Paz Castillo reseñados, supra, a su libro Poesías escogidas, 1920-1974 (Caracas, Seguros Horizonte, 1974). ** Lubio Cardozo cardozouzcategui@gmail.com Escritor venezolano nacido en Caracas en 1938. Poeta, ensayista, investigador y crítico literario. Licenciado en Letras en la Universidad Central de Venezuela. Postgrado en Investigación Documental en la Escuela de Documentalistas de Madrid. Ha desempeñado diversos cargos en la Universidad de Los Andes (ULA, http://www.ula.edu.ve), en el estado venezolano de Mérida, donde reside. Coordinó la revista Actual de la mencionada casa de estudios. Es reconocida su valiosa labor investigativa en historia, teoría y crítica, con más de treinta títulos publicados. Además es autor de los poemarios Extensión habitual (1966), Apocatástasis (1968), Contra el campo del rey (1968), Salto sobre el área no hollada (1971), Fabla (1974), Paisajes (1975), Poemas de caballería (1983), Solecismos (1986), Poemas (1992), Lugar de la palabra (1993), El país de las nubes (1995), Un verso cada día (1995) y Ver (1999). Toda su poesía ha sido reunida en el volumen La cuarta escogencia (Ediciones Mucuglifo, 2006). === De los diarios y las reflexiones íntimas al relato autobiográfico ===== === “Fragmentos de las memorias que nunca escribiré” ====================== === Galia Ospina Villalba ================================================= La vida es un relato que nos contamos a nosotros mismos para desenredar la enmarañada selva de nuestros días. En realidad, todo recuerdo es una ficción. No podemos acceder al pasado en su estado puro, creer en él como una referencia fija e inmutable en el tiempo. El yo del presente que observa su pasado pertenece a las leyes del cambio, su mirada jamás será la misma al mirar atrás. Las imágenes del recuerdo son móviles, se transforman según el instante en que son abordadas. Es imposible desligar al Ribeyro que vive del Ribeyro que escribe. El primero lleva consigo el equipaje de sus reminiscencias, de sus viajes, de sus ilusiones perdidas. El segundo, transforma las reminiscencias de la vida en metáforas del arte. Cada relato nace de los fragmentos de la memoria para inscribirse en la riqueza simbólica de los signos gráficos: La experiencia es la materia prima de toda creación, la cual elabora los elementos de la realidad vivida. Uno sólo puede imaginar a partir de lo que uno es, de lo que uno ha experimentado, en la realidad o en la aspiración. La autobiografía presenta ese contenido privilegiado con un mínimo de alteraciones; más exactamente, cree, de ordinario, restituirlo tal como fue, pero, para narrarse, el hombre añade algo a sí mismo. De modo que la creación de un mundo literario comienza en la confesión del autor: la narración que hace de su vida ya es una primera obra de arte, el primer desciframiento de una afirmación que, a un nivel más alto de disección y recomposición, florecerá en novelas, en tragedias o en poema (1). Desde Berlín, Ribeyro escribió el cuento Por las azoteas (1958), trasladándose a los distantes días de su infancia en Miraflores. El escritor se siente atraído por lo que se halla lejano en el tiempo; pues sólo a través de la distancia es posible otorgarle unidad a su aventura. Por las azoteas: el código represivo en contraposición a lo aéreo Me he dado cuenta —dice Luder— que nuestra vida sólo consiste en dar vueltas y vueltas alrededor de unos cuantos objetos. Julio Ramón Ribeyro Niño desordenado. Cada piedra que encuentra, cada flor arrancada y cada mariposa capturada son ya, para él, el inicio de una colección, y todo cuanto posee constituye una colección sola y única. En él revela esta pasión su verdadero rostro, esa severa mirada india que sigue ardiendo en los anticuarios, investigadores y bibliófilos, sólo que con un brillo turbio y maniático. No bien ha entrado en la vida, es ya un cazador. Da caza a los espíritus cuyo rastro husmea en las cosas; entre espíritus y cosas se le van años en los que su campo visual queda libre de seres humanos. Le ocurre como en los sueños: no conoce nada duradero, todo le sucede, según él, le sobreviene, le sorprende. Sus años de nomadismo son horas en la selva del sueño. De allí arrastra la presa hasta su casa para limpiarla, conservarla, desencantarla. Sus cajones deberán ser arsenal y zoológico, museo del crimen y cripta. “Poner orden” significaría destruir un edificio lleno de espinosas castañas que son manguales, de papeles de estaño que son tesoros de plata, de cubos de madera que son ataúdes, de cactáceas que son árboles totémicos y céntimos de cobre que son escudos. Ya hace tiempo que el niño ayuda a ordenar el armario de ropa blanca de la madre y la biblioteca del padre, pero en su propio coto de caza sigue siendo aún el huésped inestable y belicoso. Walter Benjamin Existen espacios casi ocultos a los ojos de la multitud que recorre las calles. Si alguien se atreviera a levantar la mirada, reconocería que hay superficies desgarradas de la tierra que se elevan como “una isla secreta sobre los techos”. En el cuento Por las azoteas de Julio Ramón Ribeyro, un niño de diez años se pasea omnipotente en medio de objetos arrojados al olvido después de que han sufrido el rigor de la funcionalidad en el “mundo de los bajos” (2). Este último se distingue por ser el hogar de la costumbre, del tiempo esclavizado en los horarios, de los objetos que se inmovilizan al ser recorridos por una mirada plana y ordenada. Es una atmósfera familiar rígida, dura como una piedra; allí los objetos pierden sus voces y se sumergen en una mudez atroz en donde todo es “obediencia, manteles blancos, tías escrutadoras y despiadadas cortinas” (3) que cortan abruptamente la maravillosa distancia de lo inexplorado. Todo lo que ya no es útil o ha entrado en la etapa de la vejez y el desastre es arrojado a las inclemencias del tiempo, al corrosivo verano que se torna inclemente en los techos. En las azoteas los objetos han cambiado igual que el tiempo nos cambia a nosotros. El “reino de objetos destruidos” (4) es equiparable a los que se pierden en el mar, llegando a la orilla rotos, fracturados, ausentes de porvenir. Sin embargo, si un niño los encuentra en la arena, cobrarán vida de nuevo a través de su mirada. Serán liberados del hechizo que les otorgaba un significado unívoco, pudiendo asumir múltiples rostros gracias al poder transformador de la imaginación. En las azoteas los objetos destruidos son tesoros, piezas de colección que pueden mezclarse entre sí, tramando una red infinita de posibilidades de juego. El niño “podía pintar bigotes en el retrato del abuelo, calzar las viejas botas paternales o blandir como una jabalina la escoba que perdió su paja [...]. Podía construir y destruir y con la misma libertad con que insuflaba vida a las pelotas de jebe reventadas, presidía la ejecución capital de los maniquíes” (5). Él libera a los objetos de la pesada carga que les ha impuesto el pasado y al soltar la percepción de la costra del hábito mantiene el sentido de la maravilla. En el “mundo de los bajos” la vida de los objetos tiene la duración de su utilidad, cuando ya no sirven son expatriados, lanzados a “no lugares” en los que el olvido los torna invisibles. A diferencia del mundo adulto que dictamina la defunción de los objetos exiliándolos a islas áridas y ocultas, el niño se siente irresistiblemente atraído por ese reino de desechos que su mirada volverá a dotar de vida y de sentido motivado por los arrebatos de la fantasía y el deseo. “Como si de una secreta correlación se tratase, al igual que sólo la desesperanza concede la esperanza, también del sinsentido adulto surge un sentido infantil tan sorprendente como gratuito” (6). Thoreau sabía que el secreto de la sabiduría residía en la relación que mantiene la mirada con sus objetos. “¡Cuánta virtud hay simplemente en ver!... Somos tanto como vemos”.“Cada niño”, observa, “empieza de nuevo el mundo” (7). Para el niño entrar a la azotea es atravesar galerías secretas y encrucijadas. Su navegación es empírica, sensitiva, táctil. En sus trayectos no existe un comienzo y un final, pues todo ocurre en el medio, como el crecimiento de la hierba. No hay raíces ni arborescencias. No hay metas. Sólo existe el trayecto que se va creando a medida que se recorre. Deleuze le dio el nombre de espacio liso a este trayecto en el que las líneas que lo constituyen no están subordinadas a un desplazamiento que se realiza desde un punto A hasta un punto B. Los arquetipos del espacio liso son espacios abiertos como el desierto o el mar. Para el niño la azotea puede adquirir el rostro de una isla secreta o de una selva no exenta de aventuras y peligros. Su obsesión es convertir su cuerpo en una red que conquiste los espacios vislumbrados: Mi reino, al principio, se limitaba al techo de mi casa, pero poco a poco, gracias a valerosas conquistas, fui extendiendo sus fronteras por las azoteas vecinas. De estas largas campañas, que no iban sin peligros —pues había que salvar vallas o saltar corredores abismales— regresaba siempre enriquecido con algún objeto que se añadía a mi tesoro o con algún rasguño que acrecentaba mi heroísmo. La presencia esporádica de alguna sirvienta que tendía ropa o de algún obrero que reparaba una chimenea, no me causaba ninguna inquietud pues yo estaba afincado soberanamente en una tierra en la cual ellos eran sólo nómades o poblaciones trashumantes (8). Los juegos de la infancia involucran un cuerpo que se desplaza con libertad en el espacio. En el “mundo de los bajos” el cuerpo es adiestrado en la división de compartimentos estrictamente separados: en un cajón están las vacaciones, en el otro el deber, en el siguiente, la escuela. Este cuerpo maniático del orden tendrá como objetivo mantener al “yo” dentro de sus respectivos contornos, garantizando así la permanencia de la identidad personal. En los bajos “todo parece medible y previsto, el principio y el final de un segmento, el paso de un segmento a otro” (9). Deleuze denominó espacio estriado a las líneas de los trayectos que están subordinadas a los puntos. En este espacio predomina la razón y el navegante empírico ha sido expulsado de sus dominios. La casa y el colegio se ubican en este nivel como lugares represivos en donde la aventura es amenazada con una sucesión dolorosa de deberes, prohibiciones y castigos. Ante este panorama, la azotea es un lenguaje libre, imaginario, una nueva constelación personal en donde la vida se expresa a través del desorden, de la desorientación y la marginalidad. En una de sus exploraciones al mundo de los altos, el niño divisará a un hombre que como los objetos de la azotea pertenece a los extramuros de la ciudad, a esos espacios excluidos de la memoria y de los afectos. Como todos los trastos, reducido a la fragmentación y el olvido, resquebrajado por la intemperie, asediado por la molicie y el rechazo del “mundo de los bajos”. En la cúspide se está solo y el verano no cesa de calcinar dándole a la azotea las dimensiones desoladoras de un desierto limeño. El excesivo calor será un elemento recurrente en el cuento. El sol se dispara a varios significados simbólicos que pueden ser reveladores en el sentido oculto de la narración. Uno de ellos tiene que ver con la destrucción y la sequía que se oponen a la lluvia fecundante. “Así, en la China los soles excedentes debieron ser abatidos a flechazos” (10). Por otra parte, en la astrología, el sol es el símbolo del principio de autoridad, cuyo emblema inicial es la figura paterna, que se relaciona con “las funciones de adiestramiento, educación, conciencia, disciplina y moral”. Sus significados se extienden también “al negativo súper yo, que aplasta el ser con prohibiciones, principios, reglas o perjuicios” (11). El hombre de las azoteas sentirá en su piel el ardor de ese sol autoritario que no se cansa de durar. Su cuerpo recostado en la perezosa ha sido marcado por el paso del tiempo, en su rostro “mostraba una barba descuidada, crecida casi por distracción, como la barba de los náufragos” (12). La mirada curiosa del niño no se detiene y empieza a interpretar los signos del hombre en las páginas de un libro nuevo y extraño. En un comienzo, lo ve como un invasor de sus dominios salvajes, pero la obsesión de este hombre no es la del espacio, sino la del tiempo que no se cansa de prolongar el largo verano retardando el advenimiento de las lluvias. En el fondo, es el deseo quemante de otredad, de sentir en su cuerpo no ya el fuego destructor, sino la frescura del agua que en su camino arrastra la pesada carga de las horas. Entre el niño y el hombre se irá creando un lenguaje instaurado en la complicidad que ambos guardan en lo marginal. “...Así se juega de niño, solo. Así se toma el sol en la vejez, solo. Entre ambas edades, el interregno poblado por el amor o la amistad, el único cálido, soportable, entre dos extremos de abandono” (13). El hombre de la perezosa está muy próximo a la infancia. Al margen de la obediencia, del orden que reina en los bajos. La azotea pertenece a la simbología de lo alto. Palomar, torre, árbol recortado contra el cielo, son palabras familiares a su espacio. La simbología de una casa está en íntima relación con la configuración del cuerpo humano. “El exterior de la casa es la máscara o la apariencia del hombre; el techo es la cabeza y el espíritu, el control de la conciencia; los pisos inferiores señalan el nivel del inconsciente y los instintos” (14). En los textos tibetanos “la salida de la condición individual, del cosmos”, se expresa a través de fórmulas “tales como la fractura del tejado del palacio o del techo de la casa. La abertura de la cúspide del cráneo por donde se efectúa esta salida (brahmarandhra) es, por otra parte, llamada por los tibetanos el agujero del humo” (15). En las azoteas, el niño será iniciado en una “tierra nueva” en donde las palabras que salen de los labios del hombre enfermo son otros trastos: su condición es la fragilidad, la fractura, el deterioro. Se han constituido en un lenguaje que toca los bordes de la incertidumbre y el desarraigo. No es un lenguaje de líneas definidas por un principio y un final. Son piezas del naufragio, “fragmentos de la propia tiniebla interior” (16) asolados también por el tiempo destructor. En este sentido, pueden compararse a las paradojas y acertijos que habitan los Dichos de Luder. Los pequeños cuentos que le narra el hombre al niño se parecen a estatuas que fueron mutiladas en un naufragio quedando reducidas a fragmentos en los que ya no es posible leer el todo como una unidad perfecta y armónica. Así como el niño construye una nueva sintaxis a partir de ruinas y pedazos de los objetos que ahora son recuerdo de algo que alguna vez fue y ya no será, el hombre de las azoteas ha tocado los abismos de una nueva lengua en la que él mismo es un extranjero, un inmigrante, un gitano y un nómada. Hablar o escribir es una actividad equivalente al juego; juntar palabras entre sí como el niño que realiza una correspondencia secreta entre objetos disímiles. En este sentido, el hombre afortunado es el hombre-niño, pues todavía sus sentidos y su pensamiento no han perdido la frescura inicial. Como el niño, el hombre de las azoteas se sentirá atraído por lo diminuto, “por la contemplación de sus largas manos transparentes o por seguir el paso de las nubes viajeras” (17). El tiempo se ha vuelto lento, canicular, como la mirada del hombre detenida en los detalles de las cosas. El día de su santo le preguntó al niño: “¿Sabes lo que es tener treinta y tres años? Conocer de las cosas el nombre, de los países el mapa. Y todo por algo infinitamente pequeño, tan pequeño que la uña de mi dedo meñique sería un mundo a su lado. Pero, ¿no decía un escritor que las cosas más pequeñas son las que más nos atormentan, como, por ejemplo, los botones de la camisa?” (18). En los bajos, el ejercicio de la contemplación será catalogado como vagancia, pérdida y desorientación. Cuando el niño recibe un libro del hombre de las azoteas, su madre lo arrojará con prejuicio al cesto de la basura como si llevara impreso el contagio de la enfermedad y el desorden. El padre le dirá: “Ese hombre está marcado. Te prohíbo que vuelvas a verlo. Nunca más subirás a la azotea” (19). La mirada de la madre se convierte en un dispositivo disciplinario que controla los movimientos del niño en el espacio para impedir su extravío en la periferia, reino sin referencias ni puntos de anclaje. Si los objetos tienen lugares a los cuales son exiliados cuando sus cuerpos ya no están completos y no aportan nada al orden de lo práctico y lo funcional, los hombres también los tienen. Si alguna parte del cuerpo del hombre se enferma, si la cabeza ya no funciona o si el lenguaje empieza a tocar los extramuros de la locura, entonces, se recurre a “azoteas”: cárceles, manicomios, hospitales, cuya función principal es desaparecer a los hombres, enmudecerlos, volverlos invisibles. Ése es el orden de la sociedad, así funcionan las cosas... Las pequeñas piezas del naufragio que el hombre comparte con el niño revelan los peligros que asedian al hombre cuando decide rechazar toda forma de masificación y uniformización en nombre de su singularidad. La diferencia se aísla en manicomios, se recluye en hospitales, se vigila en circuitos carcelarios. El primer cuento del hombre de las azoteas parece desencadenar en el segundo, pues trata de decirnos que tenemos que seguir las reglas que el orden de la ciudad nos imponga, si no queremos ser exiliados de ésta; y para ello, casi siempre tenemos que alejarnos de nuestros primeros instintos o deseos y ponernos una máscara y simular (cuento del hombre que en realidad quería imitar al canario y no al avestruz). “...Las instancias de control individual funcionan de doble modo: el de la división binaria y la marcación (loco-no loco; peligroso-inofensivo; normal-anormal); y el de la asignación coercitiva, de la distribución diferencial (quién es; dónde debe estar; por qué caracterizarlo, cómo reconocerlo; cómo ejercer sobre él, de manera individual, una vigilancia constante, etc.)” (20). La ciudad está atravesada por toda una red carcelaria que se multiplica en elementos diversos: asilos psiquiátricos, penitenciarías, instituciones, escuelas, en donde se ejerce la disciplina como un tipo de poder. Lo que obsesiona a este sistema es la desviación, la anomalía, el nomadismo. Aún continúan los antiguos métodos de exclusión que se practicaban a fines del siglo XVIII cuando se declaró la peste: Este espacio cerrado, recortado, vigilado, en todos sus puntos, en el que los individuos están insertos en un lugar fijo, en el que los menores movimientos se hallan controlados, en el que todos los acontecimientos están registrados, en el que un trabajo ininterrumpido de escritura une el centro y la periferia, en el que el poder se ejerce por entero, de acuerdo con una figura jerárquica continua, en el que cada individuo está constantemente localizado, examinado y distribuido entre los vivos, los enfermos y los muertos —todo esto constituye un modelo compacto del dispositivo disciplinario. A la peste responde el orden, tiene por función desenredar todas las confusiones: la de la enfermedad que se transmite cuando los cuerpos se mezclan; la del mal que se multiplica cuando el miedo y la muerte borran los interdictos (21). “Los nombres cambian, pero las instituciones se perpetúan” (22). A la casa corresponde el orden, el tabicamiento, la verticalidad. En las azoteas pulula el desorden, las mezclas, la horizontalidad. La casa es un dispositivo disciplinario que busca mantener la incomunicación entre el centro y la periferia. Cuando terminan las vacaciones y el niño regresa al mundo de los bajos, el excesivo orden de los objetos sepulta el rumor de la vida. Dice el niño: Mi mamá comenzó a vigilar la escalera que llevaba a los techos. Yo andaba asustado por los corredores de mi casa, por las atroces alcobas, me dejaba caer en las sillas, miraba hasta la extenuación el empapelado del comedor —una manzana, un plátano, repetidos hasta el infinito— u hojeaba los álbumes llenos de parientes muertos. Pero mi oído sólo estaba atento a los rumores del techo, donde los últimos días dorados me aguardaban. Y mi amigo en ellos, solitario entre los trastos (23). En este punto, el cuento crea redes comunicantes con la vida de Julio Ramón Ribeyro. Como el niño de Por las azoteas, el escritor también recorrió hasta el cansancio con su mirada esos objetos marcados por la inmovilidad y la repetición. Es posible imaginar la atmósfera familiar de su casa en Miraflores: “...puerta discreta y decente, visillos blancos, techos altos y quizá alguna ventana teatina, salita con retratos familiares, comedor con una “Última Cena” en metal y siempre una frutera de loza, camas hondas y un poco desvencijadas, patio con muchos cachivaches que el decoro obliga a esconder, un insistente olor a humedad, azotea con piso de barro para volar cometas, tener al abuelo enfermo o jugar carnavales” (24). En esos paseos siempre idénticos por su casa limeña, Ribeyro fue aguijoneado por una quemante sed de otredad. En los estrictos muros de su casa el lenguaje corría el riesgo de enmudecer: Si partí para Europa fue quizás para evitar esos vagares solitarios por mi casa vacía, esas mañanas enormes rodando de una habitación a otra, tocando los muebles, mirando las fotografías y los candelabros. Ahora, como hace años, ando de nuevo entre mis cosas, las reconozco, pero trato en vano de encontrar un indicio. El gran ropero paternal con sus tres cuerpos guarda los mismos álbumes, conserva su olor a polilla muerta. Su espejo me devuelve mi cara, la misma que se ha conservado no sé cómo luego de mil peripecias. El tedio difuso de estas mañanas, el sabor del cigarro... todo permanece idéntico. También mi deseo de partir, sin lucha alguna, vencido (25). El lenguaje que Ribeyro ha ido forjando con infinita paciencia nace en las azoteas, en ese espacio abierto, libre, en donde las palabras pueden intercambiarse como los objetos de un juego. Mientras su hijo Julio encuentra el sentido del mundo en los veinte álbumes de Las aventuras de Tintín, Ribeyro penetra las fracturas de un antiguo paraíso ahora lleno de preguntas y carencias. “La escritura es un inventario de enigmas”, una indagación constante que jamás conducirá a la certeza y, menos aun, a una noción de absoluto. La primera resquebrajadura en el universo coloreado del niño de Por las azoteas ocurrirá en la brevedad de un instante, cuando al violar la prohibición materna se dirija a las azoteas. La lluvia de otoño ha llegado y la luz que antes era como “un ojo del infierno” ahora es penumbra, “brisa fría”, “aire caldeado”. En su imaginación visualiza al “hombre de la perezosa”, “jubiloso, recibiendo con las manos abiertas esa agua caída del cielo que lavaría su piel, su corazón” (26). Cuando el niño vuelve a visitar el espacio de su “nave cargada de riquezas” (27) encuentra que la atmósfera de sus juegos se ha ensombrecido; en la penumbra los objetos muestran un rostro atroz: “...la ropa olvidada se mecía” y “contra las farolas los maniquíes parecían cuerpos mutilados”. El niño recorre atemorizado sus dominios, y en la irrupción de un hecho el mundo de su infancia se desmoronará: Sólo vi un cuadrilátero de tierra humedecida. La sillona, desarmada, reposaba contra el somier oxidado de un catre. Caminé un rato por ese reducto frío, tratando de encontrar una pista, un indicio de su antigua palpitación. Cerca de la sillona había una escupidera de loza. Por la larga farola, en cambio, subía la luz, el rumor de la vida. Asomándome a sus cristales vi el interior de la casa de mi amigo, un corredor de losetas por donde hombres vestidos de luto circulaban pensativos. Entonces comprendí que la lluvia había llegado demasiado tarde (28). Al hombre de la perezosa podría atribuírsele aquella frase de Proust: “...a los hombres nos llega lo que esperábamos de la vida, sólo que demasiado tarde”. ¿Cómo volver al lugar de la infancia cuando se entra por primera vez en la muerte? El fin del verano se enlaza con el final de la infancia. “Dejar la infancia es precisamente reemplazar los objetos por sus signos” (29). El mundo abierto se transforma en referencia, en recuerdo. Se crea la distancia frente al tiempo que antes era unidad, espacio. En el mundo adulto, la azotea quedará arrumada en el inmenso trastero de la memoria en donde el pasado ha quedado reducido a sus nombres. Ribeyro sabe que la escritura es una forma de darles permanencia a esos puntos luminosos que huyen a altas velocidades, dejando el rumor de los techos instalado en el cuerpo como una perpetua sed de otredad. Ya adulto, buscará espacios equivalentes a las azoteas, al parque Santa Cruz de su infancia. En el lenguaje se sentirá como un nómada moviéndose entre fragmentos, recuerdos y memorias. La vida también se encargará de mostrarle su lado atroz y miserable: esos espacios sin alma edificados para esclavizar al hombre en labores alienantes y mecánicas. Sin embargo, en medio de las circunstancias más desfavorables, “el oído de Ribeyro estará siempre atento a los rumores del techo”: Es necesario dotar a todo niño de una casa. Un lugar que, aun perdido, pueda más tarde servirle de refugio y recorrer con la imaginación buscando su alcoba, sus juegos, sus fantasmas. Una casa: ya sé que se deja, se destruye, se pierde, se vende, se abandona. Pero al niño hay que dársela porque no olvidará nada de ella, nada será desperdiciado, su memoria conservará el color de sus muros, el aire de sus ventanas, las manchas del cielo raso y hasta “la figura escondida en las venas del mármol de la chimenea”. Todo para él será atesoramiento. Más tarde no importa. Uno se acostumbra a ser transeúnte y la casa se convierte en posada. Pero para el niño la casa es su mundo, el mundo. Niño extranjero, sin casa. En casas de paso, de paseo, de pasaje, de pasajero, que no dejarán en él más que imágenes evanescentes de muebles innobles y muros insensatos. ¿Dónde buscará su niñez en medio de tanto trajín y tanto extravío? La casa, en cambio, la verdadera, es el lugar donde uno transcurre y se transforma, en el marco de la tentación, del ensueño, de la fantasía, de la depredación, del hallazgo y del deslumbramiento. Lo que seremos está allí, en su configuración y sus objetos. Nada en el mundo abierto y andarín podrá reemplazar al espacio cerrado de nuestra infancia, donde algo ocurrió que nos hizo diferentes y que aún perdura y que podemos rescatar cuando recordamos aquel lugar de nuestra casa (30). Notas 1. Georges Gusdorf. “Condiciones y límites de la autobiografía”. En: Suplementos Anthropos, Nº 29, p. 16. 2. Ribeyro, 1994. “Por las azoteas”. En: Cuentos completos (1952-1994), p. 163. 3. Ribeyro, 1994. Ibídem. 4. Ribeyro, 1994. Ibíd., p. 162. 5. Ribeyro, 1994. Ibídem. 6. Manuel E. Vásquez, 1996. Ciudad de la memoria. Infancia de Walter Benjamín, p. 102. 7. Cit. Abrams, 1992. Op. cit., p. 423. 8. Ribeyro, 1994. “Por las azoteas”. En: Op. cit., p. 162. 9. Gilles Deleuze y Félix Guattari, 1988. Mil mesetas, p. 200. 10. Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, 1991. Diccionario de los símbolos, p. 949. En este sentido, puede compararse esta última frase con la que pronuncia el hombre de Por las azoteas: —“¡El sol, el sol! —repetía—. Pasará él o pasaré yo. ¡Si pudiéramos derribarlo con una escopeta de corcho!” (p. 166). (N. del autor). 11. Chevalier y Gheerbrant, 1991. Op. cit., p. 953. 12. Ribeyro, 1994. “Por las azoteas”. En: Op. cit., p. 163. 13. Ribeyro, 1975. Prosas apátridas (completas), p. 43. 14. Chevalier y Gheerbrant, 1991, Op. cit., p. 259. 15. Chevalier y Gheerbrant, 1991, Op. cit., p. 258. 16. Ribeyro, 1992. Dichos de Luder, p. 11. 17. Ribeyro, 1994. Por las azoteas. En: Op. cit., p. 163. 18. Ribeyro, 1994. Por las azoteas. En: Op. cit., p. 166. 19. Ribeyro, 1994. Ibíd, p. 167. 20. Michel Foucault, 1983. Vigilar y castigar, p. 201. 21. Foucault, 1983. Ibídem. 22. Ribeyro, 1975. Prosas apátridas (completas), p. 28. 23. Ribeyro, 1994. Por las azoteas. En: Op. cit., p. 167. 24. Oviedo, 1982. “Ribeyro o el escepticismo como una de las bellas artes”. En: Op. cit., p. 346. 25. Ribeyro, 1993a. Op. cit., p. 210. 26. Ribeyro, 1994. Por las azoteas. En: Op. cit., p. 168. 27. Ribeyro, 1994. Ibíd., p. 167. 28. Ribeyro, 1994. Ibíd., p. 168. He encontrado el mismo quiebre entre el final de una etapa de la vida y el comienzo de otra llena de dudas e inquietud en las líneas finales de Los gallinazos sin plumas y Página de un diario: “...Se dieron cuenta que la hora celeste había terminado y que la ciudad, despierta y viva, abría ante ellos su gigantesca mandíbula”. En Página de un diario, leemos: “Entonces comprendí por primera vez, que mi padre no había muerto, que algo suyo quedaba vivo en aquella habitación, impregnando las paredes, los libros, las cortinas, y que yo mismo estaba como poseído de ese espíritu, transformado ya en una persona grande. Pero si yo soy mi padre, pensé. Y tuve la sensación de que habían transcurrido muchos años”. (N. de la autora). 29. Ribeyro, 1975. Prosas apátridas (completas), p. 65. 30. Ribeyro, 1975. Prosas apátridas (completas), pp. 48-49. ** Galia Ospina Villalba galia.ospina@gmail.com Ensayista, poeta y crítica literaria colombiana (Bogotá, 1973). Magistra en educación. Profesional en estudios literarios, Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co). Formadora en el área de los talleres literarios de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano (http://www.utadeo.edu.co). Ha publicado Julio Ramón Ribeyro: una ilusión tentada por el fracaso, entre otros. === La novela del petróleo invisible María Elvira González =========== Algunas de nuestras virtudes y casi todos nuestros defectos y problemas se le han achacado a esa materia viscosa tan solicitada en el planeta, cuyo poder es tan grande que no solamente hablamos de lo que nos ha dado o nos puede dar el petróleo, sino que lo culpamos de lo que no hemos hecho. De ese betún o mene, que alimenta fábricas y guerras, se han impregnado nuestra cultura y nuestra imagen. Cuando hablamos de cultura, ciencia, educación, música, arte, narrativa o investigación, no siempre recordamos que somos uno de los tres países productores de petróleo más importantes del mundo, ubicados en el punto más conveniente para Estados Unidos. Nuestra economía monoproductora, o “especializada”, fue diseñada y apuntalada para garantizar el flujo constante del combustible, a precio conveniente para las empresas que manejan el negocio en todo el mundo. Desde 1936 hasta hoy, alimentamos las guerras de cualquier temperatura en el planeta. El petróleo venezolano ha sido proveedor fundamental de un país que desarrolló su economía y la impuso en el mundo, usando siempre más petróleo del que produce. Hechos conocidos aunque no siempre asociados en nuestras reflexiones en materia política, económica o cultural. Aunque no sepamos mucho de su composición química, su proceso de extracción o manejo comercial, aunque nunca hayamos visto un balancín, nuestra vida cotidiana, lo que somos, nuestra historia y lo que podemos esperar del futuro tienen mucho que ver con el petróleo y la lucha que se libra en el mundo por su causa. Tal vez por eso, la profesora Julia Elena Rial, en medio de un taller sobre narrativa petrolera en América Latina, nos hizo la magnífica pregunta que motivó en gran medida este trabajo: ¿por qué ha habido una ausencia de varias décadas en la narrativa del petróleo en Venezuela? La pregunta podría llevarnos por diversos caminos a múltiples respuestas. Desde las probables dificultades técnicas para abordar un tema que se ha hecho cada vez más abstracto y complejo, hasta la muy libre decisión de interesarse en otras cosas. Hay quienes plantean que es un tema para la economía o el realismo social pasado de moda. Lo cierto es que la novela, ese género que ha sido llamado “cajón de sastre” y “ladrón de géneros”, no ha dejado de ilustrarnos sobre los más diversos temas, acompañándonos y dejando constancia de nuestras épocas y de la evolución del género mismo. De tal manera que quizás podamos —a partir de lo que la novela de una época refleja— “leer” lo que no dice. ¿Qué nos dice la ausencia de una buena novela petrolera en Venezuela durante tantos años? ¿Qué hace que un novelista escoja escribir sobre Lope de Aguirre o Charlie Parker? ¿Qué lo anima a investigar sobre enfermedades o delirios? ¿Por qué decide escribir desde el punto de vista de un perro, de un feto o de un héroe? ¿Por qué ha desaparecido el petróleo de novelas o cuentos venezolanos durante treinta años? Hurgando entre lo dicho por escritores sobre el proceso creador, encontré que la mayoría coincide en las influencias determinantes de sus experiencias personales, de su mundo interior forjado por la geografía y el ambiente, por sus lecturas y su sistema de creencias, códigos afectivos y emocionales. Por supuesto, no podemos olvidar la influencia del cine, vertiente importante en autores como Manuel Puig, y en los más jóvenes, el cómic, la televisión y hasta los videojuegos. Si el petróleo no ha tocado el alma de nuestros narradores desde que Milagros Mata Gil escribió Memorias de una antigua primavera, tal vez sea preciso desentrañar detalles ocultos en nuestra cultura y en nuestra historia oficial. Habrá que hurgar con el auxilio de otras disciplinas, enfrentar verdades que nos permitan crear desde el fondo claro de nosotros mismos, sabiendo que intelectuales, poetas y narradores no son inmunes a las influencias culturales y políticas del país donde viven, y generalmente las reflejan en su obra mediante sus propios sistemas de creencias. En el año 2002, Janet Kelly escribió: “Venezuela is the most ‘American’ of the Latinamerican countries”. Eso que Janet percibió podría ser considerado un rasgo de “cultura híbrida”, aunque prefiero el término “cultura dependiente” o “cultura del petróleo”, como la llamó el antropólogo venezolano Rodolfo Quintero, apuntando a sus causas. En 1996, el sociólogo mexicano Néstor García Canclini escribió: “Cabe preguntar si la llamada reorganización global de las economías no conduce más bien a una norteamericanización”, y más adelante dice: “Este riesgo de que la globalización sea reducida a un dominio estadounidense sobre la cultura internacional, no es exclusivo de América Latina... Parece evidente que deficiencias en políticas culturales y científicas colocan a los países latinoamericanos en posiciones económicas y políticas cada vez más desventajosas”. En acto cotidiano de prestidigitación los medios fragmentan las noticias, les cambian horarios y colores, las ubican en portadas o rincones. En el poder de ese juego, el petróleo —como cualquier otro tema importante para nosotros— desaparece junto con su contexto histórico y sus verdades. Leer entrelíneas, mirar el revés de la trama e investigar en otras fuentes es nuestra decisión, yo diría nuestra responsabilidad. Cuando el término pasión venezolana no sonaba cursi y la agresiva explotación petrolera se reflejaba en las noticias, cuando sectores de la burguesía nacional e intelectuales de clase media tenían intereses nacionalistas, cuando Juan Liscano Velutini se acercaba y nos acercaba al folklore venezolano, cuando Uslar Pietri llamaba a sembrar el petróleo, se publicaron buenas novelas relacionadas con el tema petrolero, novelas que, desde La bella y la fiera de Rufino Blanco Fombona, ya muestran los conflictos de intereses, la injusticia y la penetración cultural. Los ensayos de genuina preocupación por Venezuela que publicaron Mario Briceño Iragorry, Mariano Picón Salas, Rodolfo Quintero y otros pensadores, estuvieron presentes en el entorno cultural de las novelas que siguieron: Mene fue escrita por Ramón Díaz Sánchez, en las oficinas de un diario de Maracaibo donde trabajó. Oficina Número Uno fue producto de una investigación in situ. Para Guachimanes de Gabriel Bracho Montiel, fue entrevistado el líder sindical petrolero Manuel Taborda, amigo del autor. Cuando las luchas sindicales logran resultados y mejora el nivel de vida de los obreros petroleros alcanzando condiciones salariales y laborales superiores a la mayoría, la explotación se radicaliza expandiéndose a todo el país, las compañías se deslastran de maquinarias y equipos obsoletos, de pozos no suficientemente productivos y de nóminas laborales: Memorias de una antigua primavera es memoria del futuro vivido por Milagros Mata Gil en pueblos de pozos agotados. La etapa de aseguramiento de la hegemonía en países-mercados que garanticen la compra de materia prima y la venta de sus productos (con el mayor beneficio y el menor esfuerzo) ahonda necesariamente en la cultura, la economía interna, el manejo de las relaciones internacionales y la educación. De ahí surge la novela Marea negra, del español Alberto Vázquez Figueroa, ambientada en nuestro país y publicada a finales de los años setenta, con el tema de las negociaciones internacionales, la corrupción en la política interna y los intereses de grandes consorcios en el mercado petrolero. Hubo en todas nuestras novelas petroleras, como lo hay en cualquier relato intimista o no, un sello ideológico que se reflejó fuertemente en la etapa de extracción. Sin embargo, la “cultura híbrida”, el resultado de lo que hemos hecho al “amasar el petróleo” sin sembrarlo, la visión crítica de nuestra cultura, están por escribirse. El tema de la cultura petrolera supondría una investigación que va más allá de este trabajo. Necesitamos escudriñar informaciones históricas, técnicas, comerciales, estadísticas y bibliográficas. Al avance de las tecnologías de extracción, le siguen políticas más radicales de comercialización. Al poder estratégico y político que ejercen las corporaciones industriales en el mundo, le sigue la influencia hegemónica en la ciencia y la cultura, medios de comunicación, universidades, centros de investigaciones científicas y sociales. De modo que la frase “El país más americano de los latinoamericanos”, dicha con natural sencillez por una profesora estadounidense que vivió y trabajó años en nuestro país, es una referencia interesante de la imagen que tenemos de nosotros mismos. Estamos hechos de petróleo, sí, pero el molde ha sido ajeno. Teniendo nuestras propias imágenes y propuestas, tenemos un look de ciudadano de marca, de Barbie o G.I. Joe, que ni nos corresponde ni nos queda bien. La conducta “mayamera”, bien afincada a finales de los setenta, se ha profundizado y ramificado. La penetración cultural a través del intercambio de bienes y servicios se refuerza con la inversión de grandes capitales estadounidenses o asociados a ellos, de millones de dólares para subvencionar proyectos científicos, sociales y culturales —fuera de convenios o tratados— captando así talentos que muchas veces ni siquiera están conscientes de haber sido manipulados. Los resultados, aparentemente tan invisibles como el petróleo para la mayoría de nosotros, están en las casas de comercio con nombres en inglés, en los anglicismos innecesarios, en las ventas astronómicas de las cadenas de comida chatarra, en la ausencia de música y películas europeas, latinoamericanas o de otros continentes, en el exceso de series policiales norteamericanas en la TV, en la compulsión de comprar cualquier cosa, en el vacío doloroso de querer ser lo que no se es, en la tristeza torpe de dejar de ser, para tener. En otros países latinoamericanos productores de petróleo, aunque la penetración cultural ha dejado secuelas, sus tradiciones afincadas en culturas prehispánicas parecen amortiguar la avalancha publicitaria que ha contribuido con nuestra alienación. En Venezuela, debido a nuestra “economía especializada” y a la inexistencia de políticas culturales firmes, el progreso ajeno logró convencernos de que “somos otros”. Dos hombres útiles y sensatos, centrados en Venezuela y alejados de cualquier extremo, nos dejaron estas reflexiones en los años cincuenta: el fisiólogo Humberto García Arocha, en el Décimo Congreso de Fisiología, dijo: “Es impostergable aunar esfuerzos para librarnos de la dependencia... que no es sólo económica, política o militar, sino también cultural... que no ha sido inventada por marxistas interesados ni nacionalistas exaltados...”. Y Mario Briceño Iragorry: “El petróleo estaba llamado a cambiar la estructura de la economía venezolana, su explotación era necesaria desde cualquier punto de vista... Desprovistos los políticos, negociantes y abogados del sentido de responsabilidad colectiva... no cuidaron de defender lo permanente venezolano y abrieron todas las puertas a la penetración exterior”. Por otra parte, los intelectuales, artistas y narradores no son inmunes al influjo de modas y escuelas. El concepto de “entretenimiento” ha suplantado las intenciones pedagógicas, las funciones de denuncia o la muestra útil de eventos, personajes o condiciones que ahonden en problemas sobre los que habría que pensar. Siendo el tema del petróleo un conjunto de hechos de nuestra historia política, económica y social, no encaja en los parámetros de la narrativa contemporánea, que desde los años ochenta se ha distanciado de los temas sociales huyendo del compromiso y la controversia. Ante esta maraña de complejidades se enfrenta la narrativa del petróleo hoy en día. Si en los últimos treinta años el petróleo ha sido invisible en la narrativa venezolana, el momento de polarización política que vivimos parece aun más estéril, presente como está el riesgo de utilizar el relato como instrumento político para la inmediatez. Aun así, los caminos de la forma son labrados por el tema, con el talento y el oficio de los autores, quienes seguramente realizarán algún día la mágica hazaña de mostrarnos el verdadero rostro del petróleo en la novela venezolana. El oficio de escribir puede llevarnos por laberintos difíciles de aceptar o comprender, entrar en el pozo que nos ha moldeado es siempre una tarea dura, no necesariamente agradable, pero siendo parte del trabajo creador podría llevarnos a zonas de mayor lucidez y encanto. En una ocasión ciertos narradores latinoamericanos se propusieron escribir sobre dictadores o personajes históricos de envergadura y surgieron de ese reto: Yo, el Supremo, de Augusto Roa Bastos, Oficio de difuntos de Uslar Pietri, El general en su laberinto de García Márquez, entre otros. Es posible —y deseable— que algunos de nuestros escritores encuentren el rastro hasta el mene invisible antes de que se haya cerrado el último pozo. Sería un hallazgo interesante. Bibliografía • BATTAGLINI, Oscar: El Betancourismo, 1945-1948: rentismo petrolero, populismo y golpe de estado. Monte Ávila Editores, 2008. • BRICEÑO IRAGORRY, Mario: Mensaje sin destino, Monte Ávila Editores, 2005. • EWELL, Judith: Venezuela, a century of change, Stanford University Press, 2001. • GALLEGOS, Rómulo: “Discurso desde el exilio”, www.analitica.com. • GARCÍA CANCLINI, Néstor: Culturas en globalización, América Latina-Europa-Estados Unidos:Libre comercio e integración, Clacso, Nueva Sociedad, Caracas, 1996. • KELLY, Janet: USA and Venezuela, Routlodge, 2002. • LÓPEZ MAYA, Margarita: Estados Unidos en Venezuela, Universidad Central de Venezuela, 1996. • PÉREZ ALFONZO, Juan Pablo: Petróleo y dependencia, Síntesis Dosmil, 1971. • QUINTERO, Rodolfo: Antropología del petróleo, Siglo Veintiuno Editores, 1972. • RIAL, Julia Elena: Constelaciones del petróleo, Ediciones Estival, Col. Hermenéutica, 2002. —. “Nuevos lenguajes del petróleo en Latinoamérica”. www.juliaelenarial.com. —. “Petronarrativas latinoamericanas”. www.juliaelenarial.com. —. El ensayo: identidad, memoria y olvido, Fondo Editorial Ipasme, 2007. ** María Elvira González mariaelviragonzalez@cantv.net Escritora venezolana (Caracas). Reside en El Limón, Maracay (Aragua). Fue docente en Maracay y en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Beijing (China). Ha sido traductora en la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve) y en forma independiente para diversas publicaciones. Fundó y dirigió durante varios años la revista Libros de Venezuela, que circuló en el país y en bibliotecas del extranjero. La mayoría de sus trabajos están inéditos, aunque dos cuentos breves se publicaron en el diario El Periodiquito (http://www.elperiodiquito.com), de Maracay, y su cuento “Ojos verdes” fue publicado en la página web Escuela de Escritores (http://www.escueladeescritores.com) como finalista del concurso Relatos Breves con Banda Sonora. ||||||||||||||||||||||||||||||| LETRAS |||||||||||||||||||||||||||||| *** Canciones humildes Jorge Dávila Vázquez *** Cielito Antonio Mora Vélez *** Tres poemas Silvia Mathieu *** Árbol, acantilado, arena Martha Durán *** Poemas Fulgencio Martínez *** La muerta Pablo Giordano *** Sueños de revólver Javier Etchemendi *** En el pantano José-Carlos Nazario *** Dos poemas Berenice Noir *** Obra sanitaria Eugenia Piazza *** Poemas Florentino Gutiérrez Gabela *** Un amor perfecto Montague Kobbe *** Memorias del zoo (extractos) Santiago Bao *** De la soledad Jairo Restrepo Galeano *** Poemas Mara Hinojo López *** Casandra Gabriela Ballesteros === Canciones humildes Jorge Dávila Vázquez ========================== *** Un niño —Madre, anoche oí a los ángeles cantando. Raquel mezcla la harina y el aceite. —¿Ah, sí? ¿Y qué cantaban? —Algo sobre la gloria de Dios allá en el cielo y la paz de los hombres en la tierra. —Ah. Y no se detiene la atareada mujer en sus labores. —Madre, y hasta he visto a los ángeles. —Claro, Samuel, claro, mi niño. Atiza el fuego y sigue con su masa de harina. —¿Y en dónde fue todo eso? —Cerca de aquí, en el portal de Isaac. Una pareja se cobijó del frío y anoche nació un niño. —¡Samuel, tus sueños! ¡Cómo sueñas, pequeño! ¡Cómo sueñas! Y coloca pedazos de masa en el rescoldo. Pronto, el padre y los hermanos de Samuel dejarán un momento sus ovejas, vendrán hambrientos, en busca de un bocado. —Madre, anoche vi una gran luz allá en el cielo. —Seguro fue la luna, Samuel. —No, madre, no. Era una inmensa estrella. Brilló sobre el portal de Isaac, donde cantaban ángeles, —Claro, Samuel. Y mueve los pedazos de masa junto al fuego. —Madre, anoche, he visto milagros. —Sí, mi niño. —Los he visto. —Los viste en sueños, Samuel, quizás tenías hambre. —Madre, he visto a los ángeles, escuchado su canto sobre la gloria de Dios, allá en lo alto. ¡Y vi brillar la estrella! —Por supuesto, Samuel, mas, ahora ve a la fuente y trae un poco de agua. Los hombres llegarán con hambre y sed, tú ve, corre por agua, la comida está lista. —Te digo madre que anoche... —Sí, mi Samuel. Eso fue anoche, ahora, ve a la fuente. *** El agua Siente el cuerpecito de Jesús, que se hunde, tibio, en sus ondas cristalinas. ¡Ah, si pudiera quedarse para siempre con ese Niño, que percibe viene de lo eterno! *** La piedra La joven madre ha posado su planta en ella, en esa leve piedra, mientras iba por un cántaro de agua al riachuelo. —¡Señora! Si usted quisiera grabar esa pisada en este cuerpo, inerte en apariencia, que suspira por esa eternidad suya, Señora, que apenas ha dejado breve huella. *** El asno Tenía en el pecho como un saco de rebuznos. No se atrevió a sacárselos de adentro, ruidosamente, como lo hacía siempre. Le daba pena despertar al infante dormido. Era un sol sobre el áspero y seco pienso. *** El buey Si él, tan manso, tan sumiso, pudiera hablar, seguro que diría algo como esto: “Y yo, Señora, hoy no podré trabajar y quién sabe si mañana tampoco y pasado mañana y el resto de mis días... ¿Para qué hacerlo después de haber visto lo que los hombres llaman la gloria del Altísimo, y rumiarlo larga, interminablemente? Seré un mártir, Señora. El primer santo buey del mundo entero. Me darán y darán de muchos palos, pero ya nunca podré dejarme uncir a un arado luego de haber calentado con mi aliento al hijo del Señor del Universo”. *** El velo Le había regalado Isabel, su prima, la mujer de Zacarías, cuando enterada de que esperaba un hijo, Ella fue a visitarla. La recordaba vieja, feliz y embarazada: “¿De dónde a mí que la madre de mi Señor haya venido?”. Y se abrazaron, llenas de ternura, y en el vientre de la prima estéril, se agitaba el Bautista. Al despedirse, colocó tiernamente en su joven cabeza nazarena un velo fino como tejido de la luz y el aire. —Viene de lejos, dijo, de algún lugar cuyo nombre he olvidado, y como ella intentara rechazarlo: te va muy bien, mujer, te hace más bella. Y sonrieron, mientras se separaban. —Adiós, María. —Adiós, prima Isabel. Cuando Él iba a nacer, allí en ese pesebre donde comían las bestias, la madre tendió el velo, su tesoro, sobre el heno, a que el pequeño no tuviese una cuna tan áspera. *** El pienso Las pajas han crujido, ligeramente, cuando la joven madre reclinó sobre ellas a su Niño. Mañana serán el alimento de bueyes y asnos que duermen allí cerca. ¡Si supieran que por unos minutos o unas horas han sido el centro del mundo y de la historia! ¡Si adivinaran que soportaron el peso de Dios en ese infante! Mas lo ignoran, muy humildes, se quiebran, se amoldan, al cuerpo casi sin peso del recién nacido, como las nubes acunan las estrellas, dulce, calladamente. *** La música Nacía en una leve flauta de caña, pero el pastor volcaba en su tañido el alma entera. Se perdía el sonido entre las sombras, confundido con el ruido de las aguas, con el grito del viento y la lechuza, con el murmullo del grillo y el arroyo... Pero el pastor pensaba en ese Niño al que cantaban ángeles en la noche, y ascendía en la música de su sencilla flauta, hasta los cielos. *** El rayo de sol “Perdón”, dijo y se abrió paso entre las pajas que cubrían el techo del establo. Algo había oído de la noche anterior, de sus prodigios, quería ver al causante del celestial barullo. Se quedó extático ante ese infante dormido en el pesebre, lo besó dulcemente y se volvió para siempre al firmamento. Sintió que nunca más podría iluminar algo en la tierra, pues había rozado el Paraíso. ** Jorge Dávila Vázquez jedavilav@yahoo.com Escritor ecuatoriano (Cuenca, 1947). Doctor en filología por la Universidad de Cuenca (http://www.ucuenca.edu.ec), en la que es docente. Ha publicado María Joaquina en la vida y en la muerte y Este mundo es el camino, Premio “Espinosa Pólit” 1976 y 1980, en novela y cuento, respectivamente; Los tiempos del olvido (cuentos), premio Casa de la Cultura, 1977; Con gusto a muerte y Espejo roto, teatro (premio nacional CCE, 1990), De rumores y sombras (novelas cortas), 1991; Cuentos breves y fantásticos y Acerca de los ángeles (cuentos, edición trilingüe español, inglés, francés), 1995; César Dávila Andrade, combate poético y suicidio (ensayo), 1998; La vida secreta (novela breve) y Memoria de la poesía (lírica), 1999; Piripipao (novela breve) 2000; cuatro tomos de cuentos: Historias para volar, Entrañables, Libro de los sueños (Premio Gallegos Lara, Municipio Metropolitano, Quito, 2001) y Arte de la brevedad, 2001 y Río de la memoria (poesía), 2004; y La luz en el abismo (antología de cuentos, Colección Cuarto Creciente, Campaña Nacional de Lectura “Eugenio Espejo”). Consta en antologías ecuatorianas y extranjeras, con textos traducidos al francés, inglés, alemán, portugués e italiano. Colabora permanentemente en El Mercurio de Cuenca (http://www.elmercurio.com.ec), Diario Hoy (http://www.hoy.com.ec) y en la revista Mundo Diners (http://www.dinediciones.com/diners). === Cielito Antonio Mora Vélez ======================================= Se llamaba Cielito y era un ángel en busca de amor. Tenía siete años, un solo vestido y las ganas de tener un papá que la consintiera. Mi madre era amiga de su madre, le compraba la lotería todas las semanas y le brindaba —a ella y a la niña— un vaso de chicha de badea que ella hacía y vendía en su colmena del Mercado Público. Tantas fueron las visitas y los vasos de chicha que Cielito, a instancias de su madre, empezó a decirle abuela a mi mamá. La mamá de Cielito —es conveniente decirlo— había sido meretriz y de esa época de su vida le quedó la niña y se había convertido en vendedora de ilusiones para no marcar el destino de su hijita de padre desconocido con el estigma de la profesión más antigua del mundo. Un día cualquiera la citada vendedora de lotería le dejó a mis padres a Cielito para que se la cuidaran porque ella se iba a aventurar a Venezuela. Y mis padres, quienes residían en esa época en el barrio Montería Moderno, la recibieron gustosos. Desde entonces Cielito vivió con nosotros y alegró nuestro hogar con su encanto de niña. Y yo tuve que destinar de mis ingresos como locutor de radio una pequeña parte para la compra de su ropita. Una noche en la que se festejaba mi cumpleaños, mi mamá les presentó Cielito a mis amigos invitados y éstos, maliciosos, le preguntaron quién era su padre. Cielito miró a mi mamá y me miró a mí, y no sabiendo cómo explicar su venida al mundo, me señaló con uno de sus deditos. Todos me miraron con picardía entonces y yo, por mi inexperiencia de adolescente, cometí uno de los errores que más he lamentado en mi vida. En lugar de seguir el juego le dije altaneramente a Cielito que yo no era su padre y ella se retiró de la sala cabizbaja y no pudo seguir exhibiendo esa noche su vestidito nuevo y su hermosa sonrisa. Todos me regañaron. Hasta mi novia, diciéndome que no había necesidad de hacer esa aclaración porque todos sabían la verdad y que con ella no hice sino herir los sentimientos de la niña, que se distanció de mis afectos desde entonces. Unos meses después apareció la madre de Cielito con la decisión de llevársela para Maracaibo, porque ya contaba, según le dijo a mis padres, con unos buenos ingresos, los suficientes para darle a Cielito la educación que se merecía. Mi madre y mi padre —que se habían encariñado con la niña— quisieron oponerse pero no pudieron hacer nada. Y yo quise en ese instante ser el padre de Cielito para evitar que se la llevaran de nuestro lado, pero ya la niña no me veía con los ojos filiales del día de la fiesta y se fue con su madre para el país vecino. Y hasta el sol de hoy, como decía mi mamá. Sin siquiera una foto para recordar su angelical figura. Con la sola imagen de su ternura en mi memoria. ** Antonio Mora Vélez antonio_moravelez@yahoo.com.ar Abogado y escritor colombiano (Barranquilla, 1942), reside en Sincelejo desde 1993. Es escritor de ciencia ficción, poeta, ensayista y catedrático. Es el vicerrector de Bienestar Universitario, director de la revista institucional y miembro de la junta directiva de la Corporación Universitaria del Caribe (Cecar), de la cual es miembro fundador. Ha publicado los libros de cuentos Glitza (Ediciones Alcaraván, Bogotá, 1979), El juicio de los dioses (Casa de la Cultura, Montería, 1982), Lorna es una mujer (Centro Colombo Americano, Bogotá, 1986), Lorna is a woman (Colombian Cultural Center, New Delhi, 1990) y La duda de un ángel (Ediciones E-Books de Cecar, 2000), el primer libro electrónico editado en Colombia. Ha publicado también el libro de ensayos Ciencia ficción: el humanismo de hoy (Cecar, Sincelejo, 1996) y los poemarios Los caminantes del cielo (Cecar, Sincelejo, 1999) y El fuego de los dioses (Cecar, Sincelejo, 2001). Aparece en las antologías Joyas de la ciencia ficción (La Habana, 1989) y Contemporáneos del porvenir: primera antología de la ciencia ficción colombiana (Bogotá, 2000). Ha ganado varios premios de literatura y su nombre figura en The encyclopedia of science fiction de John Clute y Peter Nicholls (New York, 1995, página 696). === Tres poemas Silvia Mathieu ======================================= *** américa piedra sobre piedra es otra herida porque el cielo vuelve a morder la oscuridad vuelve a encerrar el poema necesitamos brazos que se abran y modelen rostros lluviosos porque américa desciende con la certeza de recuperar sus piernas con la certeza de recuperar su cuerpo con la certeza de abandonar su jaula busca formas en el mundo formas iniciales de la tristeza piedra sobre piedra *** punto y línea dibujo el fuego en los túneles que fragmentan el vacío pero igual nos perdemos en la memoria de otra tierra que sufre sin fronteras sin fugas en un mar en un faro doliendo todos el dolor y amaneciendo entre pobres perdones *** la sombra comprendo lo inestable de la imagen sobre la mesa el peso del agua que desmigaja en tenues apariencias buscando un final remoto entre la verdad y los próximos días ** Silvia Mathieu silmathieu@yahoo.com.ar Escritora argentina (San Nicolás, 1973). Ha publicado los poemarios Refugios de insomnios (Editorial Yaguarón, 1997), Poemas bajo llave (coautora; Editorial Dei Genitrix, 1998) y Construcciones de la pertenencia (edición de la autora, 2008) además de haber integrado antologías como Tijeras en el viento (Yaguarón, 1993), Perfiles del fuego (Faro Ediciones, 1994), Poesía Arte Joven (Cartografías Esenciales, 2003) y Escritores nicoleños contemporáneos; aproximación a una exégesis, del crítico Miguel Julio Perret, entre otras. Ha obtenido el primer premio en el concurso Emma Rosa Mosto, primer premio en el Concurso Internacional de Acebal (Argentina), Premio Arte Joven de la Provincia de Buenos Aires, finalista del concurso de libro inédito de poesía de la Revista LEA, entre otros premios y menciones. Textos de su autoría han sido publicados en distintas diarios y revistas de Argentina y en páginas web. === Árbol, acantilado, arena Martha Durán ============================ Su recuerdo más antiguo proviene de un pequeño cajón donde guardó —por primera vez— un regalo de cumpleaños que le dio su padre. Piensa que ha pasado casi un siglo. Tiene en sus manos las esferas transparentes, verdosas, y recuerda que la primera vez que jugó con ellas su padre lo observaba —pensativo, complacido— desde el fondo del patio. Todas sus cosas tienen para él un color especial, un aroma que las envuelve, un fragmento palpable de su historia. Por eso nunca pudo desprenderse de nada. Su habitación se fue haciendo más pequeña, su tránsito más difícil y complejo. Sólo él podía entrar y moverse en ese diminuto espacio colmado de objetos. Una angustia terrible lo invadía de sólo pensar que algunas de sus pertenencias tendrían que irse a la basura u otro espacio que no fuera el suyo. En su pesadilla más recurrente y aterradora, los límites de su habitación se hacían visibles, y se veía de pie, sitiado, cercado por los objetos, ocupando únicamente el espacio necesario; su padre lo llamaba desde la cocina y él, espantado, se veía en la obligación de tomar una decisión, deshacerse de varias de sus pertenencias para abrirse camino hacia su padre. Atesoraba todas las cosas que llegaban a sus manos, desde la más extravagante, como un reloj de pared con grabados de oro que heredó de su tía, hasta la cosa más intrascendente del mercado. Su espacio se hacía cada vez más estrecho, y cuando ya su habitación se hizo definitivamente impenetrable, los objetos comenzaron a invadir el resto de la casa. Pensaron que había perdido la razón, y entonces —por insistencia de sus padres— comenzó a ir a un especialista. Luego de algunos meses de consulta, ya tenía una larga colección de récipes médicos que jamás salieron de su casa. Todos terminaron por irse de su lado, la casa los fue desalojando poco a poco. En los pocos centímetros de espacio que le quedaban, este hombre —solitario, silencioso— sólo podía escuchar sus pasos torpes, pesados. Se sentía sin embargo acompañado por los recuerdos que se desprendían de cada una de sus cosas, las repasaba una y otra vez, las contemplaba, las cambiaba de lugar para justificar sus presencias. En sus últimos años decidió no salir más de la casa, por una necesidad de repasarse se volvió tal vez un objeto más. Al poco tiempo lo invadió una fuerte tristeza, pues nada nuevo tenía ya que guardar. Sus cosas empezaron a callar, a guardar silencio ante sus pasos. Tenía la sensación de haber perdido algo, la necesidad de buscar entre aquellos escombros ese objeto olvidado que le quitaba la tranquilidad. Pasó años enteros escudriñando cada rincón de ese laberinto inanimado que era su casa, buscando sin saber cuál sería su destino, aterrado de no encontrarlo, de haberlo perdido definitivamente. Su nombre escrito en un viejo cuaderno lo sacudió de repente, lo sintió como un golpe, como un temblor, como una caricia luego. Se dio cuenta entonces de que podía también guardar palabras, de que esa tarea —vasta e inagotable— podía devolverle aquello que había perdido. Sólo tenía que comenzar a nombrar, a decir. Una sonrisa desvió el curso de las líneas grabadas en su rostro; siempre habrá algo que guardar, pensó. Empezó con la palabra vocal, la escribió grande, con manos temblorosas, ocupando toda la página. Luego cada una de las vocales, repasando suavemente sus bordes, sus curvas, celebrando el milagro de poseer todo aquello que el espacio no permite. Debajo de la a las palabras árbol, acantilado, arena. Recuperó la voz y su casa se hizo más grande, sus paredes de vidrio, sus manos el mundo. Finalmente, se detuvo en la palabra tiempo, y un escalofrío inesperado le llenó las manos de sudor. Aterrado, completamente desconcertado, se quedó mirando cómo la hoja caía lentamente al suelo. (de Qué impertinente manera de volver, 2007, Monte Ávila Editores, Caracas, Venezuela). ** Martha Durán anemonadeshecha@gmail.com Escritora venezolana (Valera, Trujillo, 1976). Licenciada en letras por la Universidad del Zulia (LUZ, http://www.luz.edu.ve). Actualmente cursa la maestría de Estudios Literarios en la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve). Cursó estudios en la escuela de fotografía “Julio Vengoechea”, en Maracaibo (1999-2000). Participó en el Taller de Creación Literaria dictado por Orlando Chirinos en la Universidad de los Andes (ULA, http://www.ula.ve; 2004-2005) y en el taller de narrativa de Monte Ávila Editores (http://www.monteavila.gob.ve; 2006-2007). Finalista del Concurso de Autores Inéditos (2007) con su libro Qué impertinente manera de volver. Participó en la IV Semana de la Nueva Narrativa Urbana (2009). Ha publicado relatos en el Diario de los Andes (http://www.diariodelosandes.com), en Ficción Breve Venezolana (http://www.ficcionbreve.org) y Relectura (http://www.relectura.org), entre otros. === Poemas Fulgencio Martínez ======================================== como un huésped procedente de un país donde todo es silencio. Guillermo Carnero *** Desde ahora Hablaré suavemente como el lagarto rubio en la cima del cielo, o como croa la luna inquieta en la charca, mientras dura la noche. Palabras como un pegaso de cartón que cruza ligero el mar de nunca. *** ¿Tu país? Tu país, ¿cómo se llama? ¿Existe, en tu país, el capvespre, esa riqueza de luz, de matices, esa gloria que espera hasta el final para mostrarse entre las ruinas del día? *** Noche de Hispania Identidades imposibles, números transracionales, miniaturas del Universo en un tenderete de souvenirs: el toro y el matador que son el mismo antebrazo (abrazados en un pase de pecho), la última potencia que tiene el agua antes de dormirse en un balde, entre viejas hojas de periódico, como un paraguas desencuadernado que ya ninguno viene a abrir. Lecciones de cosas a la deriva en una historia triste, en una tierra oscura donde se abre, cada día, la flor del enigma, y se deshoja. *** Construyendo España Un tormento de grúas es su cielo que anuncia una tormenta futura de todo el litoral construido, de uno a otro confín. *** Cementerio de palomas El servicio de limpieza del Ayuntamiento ha retirado las palomas muertas, por veneno, bajo la fachada de la Catedral. Diario de Murcia Qué desaliento el de la paloma envenenada bajo la gran torre. Cómo se apagan las cuerdas que, un día, iluminaron nuestro paso triste por aceras y plazas y jardines polvorientos de esta ciudad. Extrañas se han vuelto nuestras huellas aquí, como un aleteo, una vida que pasó hace mucho. *** Gracias, poesía Gracias a la Arquitectura, porque me ha permitido conocer el mundo con sus ojos. Rafael Moneo Gracias, Poesía, porque me haces vulnerable, porque, de pronto, en plena vigilia, me despiertas. Gracias por la resurrección que prometes: por ese lejano anuncio de la vida verdadera, que señalas con leves signos. Gracias, porque me diste a conocer el mar y la palabra de la calle, porque, cuando me cercan las dudas, me enseñas el valor siempre de buscar bajo los gruñidos de las ilusiones enterradas, a Ulises de eterno coraje. *** En la calle de agosto... I En la calle de agosto la golondrina que volvió antes de tiempo. II (La sola presencia de la luz remite a la honda escucha de lo abierto). Cuando abrí mi balcón, la perdí; las nubes la llevaban en su red tupida, las palabras, más que una vida robándome, no la pudieron retrasar, ni un momento. Ella, a la tierra, al aire, al más allá. A la tierra. *** La ignorancia de los que aman Las potencias del idioma y el fuego con su candor variable. El golpe de unos dados. La desnudez de tu cuerpo fundido con el mío: toda esa noche encendida no me basta para cerrar la puerta a las negruras diarias. Por el día se vengan los mismos cuerpos que deshacemos en la luz. Y la ignorancia no vuelve más, con su capa de mago, a escondernos el mundo. *** Noria asesina Las cosas matan a su dueño confiado. Trazan con sigilo una costumbre, un vagón de plumas y tú vas subido en lo alto de ese vagón como en un lecho que vibra adormeciéndote. Túneles e inviernos, primaveras, veranos y más túneles de otoño, y no hay un final en un círculo; no hay comienzo. Los deseos se queman lentamente. La ciudad. El amor. La poesía, incluso. Todo comercia con tu nostalgia del aire libre; sólo te dan un título sobre nada. ** Fulgencio Martínez correodefulgenciomartinez@gmail.com Docente y escritor español (Murcia, 1960). Es profesor de filosofía y dirige la revista literaria impresa Ágora. Licenciado en filosofía y letras por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM, http://www.uam.es). Ha publicado, entre otros, los poemarios Trisagio, La docta ignorancia, Libro del esplendor, Nueve para Alfeo y Cosas que quedaron en la sombra (2006), que obtuvo en 2007 el premio al Libro Murciano del Año en la modalidad de poesía. En 2009 publicó, además, el poemario León busca gacela (Editorial Renacimiento, Sevilla). Fue incluido en la Antología de poesía nueva, de Luis Rosales y Hugo Gutiérrez Vega (Madrid, 1982). === La muerta Pablo Giordano ========================================= La muerta Pablo Giordano Cuentos La Propia Cartonera Montevideo, Uruguay, 2009 Frente a la funeraria, miro el cartel con el nombre de la muerta: Azul Dietrich. Entro. Chequeo el lugar sin atreverme a mirar el féretro. Estoy en un rincón, junto a gente quejándose de la lluvia que no llega al campo. Un tipo se acerca y pregunta si fui amigo de Azul. Le digo que no. Es el padre. Azul fue una chica de pocos amigos, dice, por su problema. Voy a la otra sala con la esperanza de estrellarme contra el rostro del cadáver. De esta manera el impacto será fuerte, pero irremediable. El miedo me detiene antes de lanzarme como kamikaze. Es el primer muerto que veré en mi vida. Me acerco con las manos en la espalda. Es ella. Larga, unos dos metros veinte. Más que una muerta, parece una comida rancia servida para un Goliat que está a punto de llegar. Somos un montón de animales con la ofrenda lista, esperando al monstruo. La miro: tiene los pómulos reventados. Un tipo hace girar un cigarrillo apagado entre los dedos. Apoya la otra mano en mi hombro. Cree consolarme. La puerta entreabierta enmarca al padre de Azul lloriqueando más allá, en el regazo de una mujer. Alguien se acerca a ellos y los besa. Los ventiladores despiertan echando olor a muerto. Ya está, la vi. Salgo y me siento en la entrada. Surge de los zanjones del Centro Cívico un vaho caliente que se mezcla con el olor a baño limpio de la mañana. Hablaré de la muerta. La conocí una noche fría en que bailaba Norma Viola. Atrás, lejos del escenario, delante de su padre, agarrada de la mano de su mamá, me miraba golosa. No le di más de dieciséis años. Fue un hallazgo. Sus piernas, su cadera y cintura, y por último, las dos lomas que coronaban su pecho envuelto por ese inmenso abrigo de corderoy verde parecían dos módulos lunares flotando. Movió los labios. Miró. Al rato me fui. Caminé entre el público tratando de encontrar a algún conocido. Cuando volví, Azul y sus padres ya no estaban. Miré un rato el show. El Intendente le entregó una plaqueta de ciudadana ilustre a Norma Viola. Se rumoreaba que era su última actuación, que estaba enferma. Empecé a mirar a la gente aplaudir. Descubrí a Azul muy atrás, abajo del cartel de VeriHogar, sentándose en uno de esos bancos de cemento. Me tomé unos minutos para acercarme. Ella me hizo un lugar en el banco. Me llamo Azul, dijo. La boca se le derretía. Una gorda se sentó atrás y me quedé sin mi porción de banco. Ya no la veía. Esta chica padece alguna enfermedad mental leve, pensé: los ojos, la nariz y la boca en el centro de la cara regordeta no se ven saludables. Sin embargo, en mucho tiempo no había visto una cara así de bonita y provocadora. Todos rezan el Rosario, me miran de reojo. Parecen conocerse a la perfección. Me siento un intruso. Deben confirmar con mi presencia un noviazgo oculto de Azul. Me gustaría decirles que sí, pero no aguanto la decadencia de los velorios. Del otro lado de la puerta descubro al padre señalando con la mirada hacia donde estoy. La mujer que antes lo consolaba cogotea buscándome. Me siento cerca del féretro, donde no pueden verme, junto a unos chicos embarrados. Hablan de zapatillas. Alguien trae chocolates y convida. Yo no quiero, me levanto y salgo. Enciendo un cigarrillo. La verdad es que acabo de angustiarme. Aquella noche que la conocí, de camino a casa cuando el espectáculo había terminado, los vi pasar en la renoleta. Con la nariz pegada a la ventanilla como en las películas, Azul no me sacó los ojos de encima. Los meses que siguieron fueron de una soledad olvidable. Nadie sabía de ella en el pueblo ni en los pueblos vecinos. La mina no salía porque en realidad era una niña. No tenía catorce o quince, sino diez o nueve. Una enfermedad degenerativa, gigantismo o algo así, la mostraba púber. Descarté la idea por fantasiosa. No me gusta escribir sobre mis obsesiones porque no son verosímiles, pero juro que estuve mucho tiempo pensando en ella. La amaba. Encontré a Azul después de muchos años. Fue en la parada del colectivo. Yo pasaba con las bolsitas de las compras. Ella me llamó. Vestía con ropa deportiva tratando de no acentuar una flacura al borde del raquitismo. Medía un metro noventa o algo así. Cuando la vi me sentí invadido por ese olor de cuando la amaba y buscaba. Mis sueños se destrozaban en ese cuerpo deforme, pálido, lleno de manchas. Le pregunté si me llamaba a mí y dijo que sí, y si la reconocía. Le dije que no, fue terrible. Me quedé parado, actuando mal, entornando las cejas, dejando las bolsas en el suelo, mostrándole interés por seguir la conversación. Pero le repetí que no, que no sabía quién era, que no me acordaba. Hablamos dos o tres boludeces, y tuve que hacerme a un lado para que el colectivo estacionase. Subió con dificultad. Te tenés que acordar, dijo desde la ventanilla. Le sonreí abriendo las manos. Fue la última vez que la vi. Ahora cierran la tapa, y los llantos se mezclan con el sonido del destornillador eléctrico. Salgo. Hay gente esperando el cortejo. Varios viejos fumando, puteando por la eliminación en el Mundial. Tiro el pucho. Sacan el ataúd y lo meten en la parte trasera del coche. Los parientes lo acompañan unos metros y se vuelven. Ya está. Se encienden los faroles del bulevar. Cuando el último auto desaparece, camino al bar más cercano. Acá no pasó nada, me digo. ** Pablo Giordano pgiordano@lasvarinet.com.ar Escritor argentino (Las Varillas, 1977). Publicó en el suplemento El Especial de Nueva York-Nueva Jersey, el diario Perfil (http://www.perfil.com), de Buenos Aires, en la revista online Punto en Línea (http://www.puntoenlinea.unam.mx), de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx) y en la revista literaria Alex Lootz (http://www.alexlootz.com), de Madrid, entre otras. Colabora con la revista Narrativas (http://www.revistanarrativas.com) y otras de Argentina. Integró varias antologías entre las que se destaca Grageas; 100 cuentos breves de todo el mundo (IMFC, Buenos Aires, 2007), donde aparece con los autores Carlos Barbarito (http://www.letralia.com/firmas/barbaritocarlos.htm), José Ángel Barrueco, Abelardo Castillo, Alberto Chimal (http://www.letralia.com/firmas/chimalalberto.htm), Santiago Eximeno, Marcelo Luján, Leo Masliah, Ana María Shua, Patricia Suarez y Luisa Valenzuela, entre otros. En formato digital colaboró con sitios de Argentina, México, Cuba, Estados Unidos, Portugal, Brasil y España. Sus textos fueron traducidos al inglés y portugués. Ha publicado el poemario La felicidad es un Gordini (Textos de Cartón, Córdoba, 2009) y el libro de cuentos La muerta (La Propia, Montevideo, 2009). === Sueños de revólver Javier Etchemendi ============================= I. Ni odio débil ni moral satisfactoria deseo que podamos entre todos enseñarte la muerte: la correcta posición de los pies el peso del cuerpo con mayor intensidad sequedad en labios y en la boca largas e interminables sesiones frente al espejo enseñártelo todo y al terminar pondremos rosas de plomo entre tus manos así la naturaleza entera te llevará hacia el pozo en que se hace silencio entenderás finalmente por qué los picos no tienen voz. II. Una vida entera: mancillaste la tierra cegaste hijos dorados edificaste casas de sombra y de guerra tuviste derechos y los perdiste derecho a mirarnos de frente a dormir en paz tuviste derecho al espejo a convivir con tu cadáver pacíficamente pudieron tener todos ustedes dignidad pero sólo tendrán alucinaciones de bala escaleras al delirium tremens (1) o salidas al mar por las bocas de tormenta. III. Observamos tus últimas ocupaciones: subir al auto ir al médico acudir al juzgado mentir apagar la luz oscilar encender una linterna auscultar el idioma transparente de cadáver violar el último derecho: creer que tuviste razón. IV. Cuánto muerto allí están tras la puerta enrejada aguardando muertos ya muertos y otros en el limbo o como han dicho quizás en Suecia el limbo un cielo sin Dios carne bajo la tabla del piso en el aire en las partículas en las inundaciones qué silencio el de Dios cuánta marcha y hedor a milico y casco de caballo cuánta mierda, Sí páginas y páginas anotadas en el estercolero cuánta mala decoración y abuso de rojo: rojo hombre célula humo y jinete del Apocalipsis. V. Ven apaguemos la luz midamos la oscuridad escuchemos el sollozo de la carne tendida bajo tierra recorramos este tren en el que definitivamente irás solo oigamos el ruido que hace una bolsa al estallar tu corazón Senescal (2) es una bolsa. VI. Tres y media de la mañana la luz del corazón apretada. desde la tiniebla observan atentamente escribo sólo escribo nunca hice otra cosa —una piedra en el muro— apenas un susurro sobre el fragor de las balas hay tanto por hacer habría que excavar el aire demoler edificios dar vuelta toda la tierra habría que decretar la decencia para poder de una vez por todas cincelar los nombres no se termina hasta que se termina. VII. Nadie los envenenó. Yo no lo hice. No entré en sus casas ni observé sus armarios no pateé sus puertas ni siquiera toqué el timbre tan sólo para aterrorizar nunca estuve en una marcha de repudio sólo existimos al mismo tiempo pudo ser en otra época conmigo ausente pero no... debí matarlos y no lo hice deseé extraviarme pero me hallaron mi poder radica en escribir y memorizar el de ustedes en temer porque nadie los va a matar ni entrará en sus casas ni hurgará en sus armarios ni robará sus niños seguiremos viviendo cambiaremos las veredas Recordaremos mientras tanto una línea de cuerpos grises SEÑALANDO una fila interminable que sale de la oscuridad sin fin Aguarda. VIII. Percibo la huida pasos en la sombra. ¡Necesito Luz! Quiero más luz para esta oscuridad. Entro a los archivos como a una cocina campana a la derecha sangre a la izquierda órdenes aleteando furiosamente de un gancho: asesinado acribillada dinamitado enterrada violado. muerte confirmada. IX. ¡Qué difícil escribir esto! Tanto aborrecimiento que me parece estar entregándoles todo estoy volcándome al vacío como el universo sobre una puerta. X. Merodeo a la muerte aprendo qué hacer observo cómo lava y tuerce elaboro el crimen: dibujo cada uno de los rostros y borro línea tras línea demoradamente la muerte en efigie (3). XI. Lloro. Lo sagrado no se nombra los muertos no se nombran ¡Silencio! no hallo la expresión estoy decepcionado ¡No! éstas son palabras que diría un amante... estoy solo parado en la puerta del templo grave y lento como un sueño de revólver. Aguardando. XII. Nadie debería leer esto da tanta vergüenza que caminen por mis calles nadie debería verme desnudo odiando les estoy concediendo mi odio como enamorándolos. XIII. Ahora que estás sentado al borde de la cama cansado de esperar la muerte Ahora que has decidido cerrar los ojos de té esperando los aullidos de cemento Ahora cuando sales a saludar en el viento envuelto en una sábana rojísima como de recién nacido o de recién muerto Ahora llega la Historia con un soplo de hombres muertos —el rumor de sus huesos muerde tu sueño— Ahora precisamente ahora en que estás a punto de saltar y volar sobre las claraboyas. (Este poemario obtuvo en 2009 el Premio Fondos Concursables para la Cultura) Notas 1. Delirium tremens, trastorno orgánico agudo que aparece como síntoma propio de la retirada brusca de la ingesta de alcohol en consumidores crónicos de grandes cantidades de esta sustancia. Los ataques duran por lo general de tres a seis días y se caracterizan por alucinaciones terroríficas y temblores violentos. 2. Senescal (germ. siniskalk, el criado más antiguo). Substantivo masc. En algunos países, mayordomo mayor de la casa real. Jefe o cabeza principal de la nobleza, que la gobernaba, esp. en la guerra. 3. n.a. “La muerte en efigie” se denomina a la práctica con fines mágicos desarrollada por el hombre del período paleolítico. Éste antes de ir por su presa dibujaba la secuencia de caza y de muerte para que luego esto mismo pudiese ocurrir exitosamente en la realidad. ** Javier Etchemendi jetche2000@hotmail.com Escritor uruguayo (Montevideo, 1968). Técnico en animación a la lectura, egresado de Quipus (http://centroquipus.blogspot.com). Participó de los talleres literarios de Sylvia Lago y Jorge Arbeleche, Lauro Marauda, Suleika Ibáñez y Tomás de Mattos, Rosario Peyrou, así como en los Ciclos Literarios de la revista Zapatos Rojos (http://www.zapatosrojos.com.ar) en Buenos Aires (Argentina) y en la Casa de la Cultura de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Ha publicado los poemarios Río de ventanas (1999) y Empezar lo interminable (2007), y textos suyos pueden leerse en las antologías Polifonía (1997), Poesía (1998) y Letras derramadas (bilingüe, español-portugués, 2002). Ha obtenido, entre otros reconocimientos, el primer premio del certamen Arte en Letras II (1998) y el tercero del certamen de la Dirección de Loterías y Quinielas (1999). === En el pantano José-Carlos Nazario ================================ “Allí comienza el deseo. En el lugar del miedo, donde nada tiene nombre y nada es, sino parece”. Cristina Peri Rossi. “(...) y vio que se dirigía hacia él una bestia tan horrenda, que le faltó poco para caer desmayado”. J. M. Leprince de Beaumont. Tengan cuidado, dijo Goyo, en esos pantanos hay una bestia. Nunca he sido una persona asustadiza. Pero no puedo negar que esa frase produjo en mí cierta aprensión. Durante años hemos hecho costumbre de darnos ciertas escapadas (mi padre y yo) y la alusión a las bestias siempre ha sido una constante. Pero la expresión de aquel hombre entrado en edad, de barba gruesa y puntiaguda y nariz de maseta no hablaba de una simple yegua, de ninguna de las bestias acostumbradas en la vida rural. Cargaba aquel presagio una imagen de infierno, de lugar olvidado. Nunca pensé que aquel rojo Marte de la tierra podía dar cabida a un pantano. Era absurdo imaginar un fangal en esas zonas tan áridas en cuya epidermis se podían sentir al roce las heridas de un golpe. Acá no hay pantanos, pensé. La noche anterior había sido larga. Un maratón de excusas presentaba el sueño que entre libros, zapping, porno, evocaciones a Onán y algunos rezos, no quería ceder. Finalmente, sin darme cuenta cuándo, me quedé dormido. El abismo en mi memoria es seguido por un sol molesto que empujaba mi ojo izquierdo. Me despertó un chorro de luz que entraba por la ventana. Con cierto esfuerzo me puse en pie y me cepillé los dientes pensando en Pamela o en Susana, no recuerdo. Empujé la puerta y me duché. Dejé correr con alivio un caño caliente; se unió a unas gotas frías que se estrellaban en mi espalda y mi cabeza, mojándome. Salí del baño y recibí el fuerte golpe del aroma de un café del que mi padre había ya bebido. Me vestí. Salí al comedor. Probé un poco y pellizqué un par de veces el pan que reposaba en la mesa. Tragué el jugo de naranja. Los bultos estaban agrupados de manera uniforme en la galería. Papá me esperaba mirando a la nada del patio vecino, listo para partir. *** Nos adentramos en un desierto repleto de cambronales. La carretera mostraba un brillo extraño: una ilusión causada por el sol que estaba justo sobre nuestras cabezas, calentando el capó del carro y anunciando que habían pasado unas cuantas horas de viaje. Horas que había malgastado en discusiones con mi viejo. Disquisiciones estériles que no hacían más que intentar separarnos más, como si el abismo entre nuestros tiempos y vidas no fuera suficiente. Después de algunos temas hablamos de ella. El prohibido: la frágil y sinuosa silueta de la tristeza hecha mujer, hecha cáncer. Su muerte me hizo conocerlo más. Ver qué había detrás de esos lentes de pasta y esas miradas escurridizas. Me hizo descubrir al hombre que, disfrazado de galeno, se aventuraba a dar de sí lo que no tenía. Comprendí entonces por qué se había abandonado al alcohol y con esto, por qué no frecuentábamos ya, como siempre, las sierras y cordilleras del continente dominicano. Luego de algún tiempo de conversar sobre el tema y tras una pausa, mi padre me contó que el tío Luis le había dicho que en medio de aquel desierto había un pantano y que en él habitaba un cocodrilo de cinco metros que tenía más de cincuenta años. Una historia que le había hecho un cazador de las zonas, elucubraciones tal vez. Se dice que allí lanzaban cuerpos de los desaparecidos para que el cocodrilo los devorara, siguió diciéndome Padre. Yo no me lo creí. Eludí el cuento diciendo que debía estar bien flaco en tiempos de democracia. Pero en mi interior algunas tripas se enfriaron al recordar una escena de National Geografic, en la que un cocodrilo mordía el brazo de un fulano y con él entre los dientes empezaba a girar en el agua hasta desprenderlo. Bajamos las ventanillas y fumamos. De pronto la carretera se cubría de un polvo rojizo. Ya empezábamos a adentrarnos. Se lo comenté al viejo, luego le pregunté por su vida después de Madre, por las mujeres. No me respondió. Minutos más tarde tomamos un desvío. En el silencio, sin dejar de presionar el cigarro entre sus labios Padre giró el guía hacia una zona desconocida, sin señalización alguna. El camino vecinal ocultaba el horizonte. Sin embargo, tras unos diez minutos de avance empezamos a ver un mar inofensivo. Un verde aqua se ceñía junto a algunos tonos azules variados en un paisaje que amenazaba con tragarnos. No se observaba continuidad en la carretera. Imaginé nuestra caída por algún farallón, por algún barranco, directo en aquel fastuoso abismo marino. Caída libre: un Chevrolet del 89 derribándose por un acantilado. Una imagen extraña, tal como el paisaje. Mientras más adelantábamos el mar parecía ponerse más bravío, como si le molestara nuestra cercanía. Como si fuera un ser vivo con capacidad de coordinar sus movimientos y emociones. Agitaba sus olas con fuerza y altura, llevándome a recordar mi primera vez en la playa, cuando tuve la desoladora impresión, primero, y luego el alivio, porque creía que el mar se llevaría mi cuerpo con la resaca, tal como se tragó el cubito naranja con que yo cargaba la arena de una mina imaginaria para hacer un castillo. *** Bajamos en Playa Paraíso, el abismo era un declive que se convertía en curva. En el peralte podía uno detenerse y robarle el alma al temible y hermoso mar, con unas fotos. La arena era distinta a todas las arenas. Los sonidos de la respiración se escuchaban aumentados, las huellas, que marcábamos con cada paso, también crujían bajo nuestros pies. Porque la brisa era muda y sólo se escuchaba el cielo y el mar. Caminamos unos treinta metros para descubrir algo inquietante: la música, que rompía el silencio en mil pedazos, no se escuchaba sesenta pasos atrás. La bachata que salía por las ventanas de una choza con algunos letreros pintados en rojo transportaba a épocas perdidas. Una pizarra atiborrada de faltas ortográficas, con el dibujo extraño de lo que luego descubrí una iguana, anunciaba la especialidad. Me inquietó ver aquello, nunca probé el reptil. Pero no había; a pesar de decir que era el “plaTo der dIAs”. Una morena con la mitad de ambas nalgas al aire salió a nuestro encuentro. Qué quieren, preguntó sonreída, mostrando en la blancura de sus jachas la amabilidad que negaba su falta de saludo. Yo, educado en un ambiente racista, la miré de arriba abajo y qué buena está, me dije. Llevaba la parte superior de un bikini que mostraba unas mamas turgentes y sensuales, doradas al natural. Los pezones se insinuaban bajo la tela de licra. La piel brillaba al candente roce del sol. Los shortcitos que mostraban medio culo eran color blanco y su paso (la vi salir de la choza) era tan rítmico como el bachatón que gritaba la pena de algún pobre diablo. Mis manos se hicieron un instrumento filoso y rozando su contorno engulleron sus ropitas, dejándola abandonada a la más maciza y curvilínea desnudez. Mis ojos, perdidos en un paisaje demencial, consumieron cada instante, cada rincón de su geografía, cada recodo de su hermosa anatomía. Aquel azúcar moreno de su piel ardiente se dejó raspar por una lengua errante e inexperta, por unos labios ávidos de humedad. Me lancé al mar en un golpe irreverente de soberbia, en un grito desesperado por calmar la temperatura que mi mente, jugándome una treta, había alcanzado en sus divagaciones. Las olas, constantes y peligrosas, empujaban con fuerza mi cuerpo sumergido en la tibieza de la playa, rumiando, ligera la mente, en aquel culo, en aquellas tetas redondas donde ansiaba sumergirme y nadar. Tomamos unas cuantas cervezas al compás de esa música asesina. Padre se paró y caminó en dirección al mar. Su figura me pareció disminuida a contraluz y con la inmensidad de esa masa cortándola. Su silueta, contra el cobre del sol que ya se alistaba para acostarse dentro de unas horas, parecía más solitaria y triste de lo que era él. Me transporté a la imagen de aquel mismo tipo, con el pelo menos cano y de la mano de una mujer hermosa. Una escena de ensueño, engullida por la vida, como todos los sueños. Aproveché la ausencia de mi padre para ponerle tema a la morena. Se llamaba Clara. Le pregunté sobre los rumores. Si por esta zona había un cocodrilo. Le cuestioné si era cierto que en un sitio tan árido había un pantano. Yo no sé, ello lo que hay e’ una be’tia de do’ pata’, apuntó. Cómo así, dije extrañado. Uno que anda violando muchachita’ en el poblado. Hice silencio. A su regreso Padre dijo que iba a dejar un mensaje para que quien lo encontrara me lo comunicara. Pidió a la morena una pluma y un papel. Tras escribir, apartado, en el mostrador de la chocita, enrolló el papel y agarró una botella de Brugal que vio centellear en la arena. Allí lo introdujo y la lanzó al azul interminable. De inmediato me palmeó la espalda y miró a la morena. Pude ver descender un par de lágrimas por la montaña rusa de sus mejillas rasuradas. *** Eran las tres de la tarde cuando irrumpió en el lugar un hombre oscuro. Aludido por el vehículo y al ver la placa delantera que decía “Médico”, se acercó en busca de ayuda. Su figura era la máxima expresión de compunción. Su aura era oscura, como su piel. Se leía en él un dejo de misterio. Elucubraciones mías, pero que sin duda encuentran razón en algún lugar de esta historia. Sí, soy cirujano, dijo, en qué le puedo ayudar. Pensé en oponerme, pero habría sido inútil; mi padre tenía gran respeto por Hipócrates. Subimos al vehículo los tres: él, Goyo y yo. Conversaron de temas diversos. Mi memoria alcanza a recordar algunos pocos, como la ausencia de hospital en toda la zona y la necesidad de un médico que pudiera detener las enfermedades del verano. Mi padre le comentó que podría instalarse durante el verano siguiente. Que esa podría ser una especie de retiro, una oportunidad que hace tiempo venía buscando. Recuerdo que mi cara se arrugó en una mueca involuntaria, en rechazo. En el camino vi un cuadro desgarrador. A la vera de la carretera, en una especie de mirador, jugaban a atrapar las olas los enternecedores miembros de una tropa de subnormales. Sus correteos (en el caso de los que podían) eran angelicales y marciales a un mismo tiempo. Los demás se arrastraban emulando al resto, todos con el signo de su desgracia. Hice silencio ante aquella escena que no sé si mi padre captó. Tenía ganas de llorar. Llegamos. Entré con mi padre a una casa con el piso de una mezcla rara, nada que ver con cemento; parecía tierra endurecida, pero no sé cómo ni con qué. Las paredes lucían una imperfección ocre, hecha a mano, que dejaba leer miseria, junto con algunos detalles que escasamente la adornaban en su despojo. La choza era una sola habitación, una sola cama. En ella estaba tendida una niña de unos doce años, remontada sobre sus espaldas, en posición defensiva, se aferraba a la tusa que le servía de sábana buscando protección. La cabeza gacha, los ojos fijos y algunas marcas, hematomas que dejaban leer en su piel, color tabaco, vestigios de violencia. No tuve tiempo para ver más; una mujer salió de su inercia en la esquina más opaca y me pidió que saliera al tiempo que empezaba a hablar con el doctor. Yo esperé fuera, con Goyo, mientras Padre atendía a la joven que, supuestamente, llevaba tres días así. Yo le contaba al negro nuestros planes de pesca en el muelle de la Alcoa. ¿Y dónde piensan dormir? Goyo preguntaba y yo ignoraba. Le seguía contando y le hablaba de otros viajes. Al fin, tras su insistencia, le admití que dormiríamos en el mismo muelle, que no nos interesaba la comodidad para un hotel de gastos absurdos. Venimos en busca de aventura. Tengan cuidado, dijo entonces, en esos pantanos hay una bestia. Un diente dorado fulguró devolviendo el ataque a un sol picante. Yo, recordando la historia del tío Luís, sentí un breve apretón de tripas mientras replicaba su sonrisa, menor en brillo y en blancura. *** Mi padre salió estregando sus manos entre sí. Dijo que todo estaría bien, que había dejado las indicaciones a la doña. Yo no la vi. Como tampoco había notado en qué momento mi padre había sacado su maletín, por el que volvió al interior de la casucha. “Lo había olvidado”. Gracias, dijo el hombre, dándole un apretón con las dos manos a la de mi viejo. Tras el gesto de hermandad, que mi padre correspondió sin sonrisa, se escuchó el grito de la madre. “¡Maldito!”. Salió a nuestro encuentro armada de un odio desconocido para mí. Buscaba piedras en el suelo, tirada, llorando salvajemente cuando el marido, Goyo, la detuvo y le preguntó qué pasaba. La escuché decir barbaridades contra mi padre. El negro hizo una seña indicando que nos fuéramos. No comprendí por qué mi padre no dijo una sola palabra de lo ocurrido. Partimos y a los diez minutos ya estábamos en el rojo. El rojo Marte de la tierra. La carretera bordeada por aquel desierto de color intenso era una línea recta que algún día fue grisácea. Media hora más tarde vimos algo extraño. Un bulto gigantesco se tendía en la carretera. No podía distinguir, con el sol frente a nosotros, de qué se trataba. Noté que mi padre iba distraído, pero ya era tarde. Pensé, claro, en la bestia que Goyo había anunciado. No tuve miedo. Cuando dije “¡cuidado!” ya era demasiado tarde. De hecho, no había alternativa. El cuerpo extraño cruzaba casi toda la carretera. Mi padre, abstraído, sin haber hablado media palabra desde la partida de casa de Goyo hasta el momento, sacudió sorprendido la cabeza y apretó confundido el acelerador. Pensé que si se erguía, fuese lo que fuese el animal, podríamos volcarnos; matarnos incluso. *** Llegamos al muelle de la Alcoa a las seis y cuarto. El horizonte estaba quebrado por algunos islotes lejanos. A la derecha divisamos unos farallones, algunas ropas colgaban de palos en esa lejana fortaleza de roca rojiza. Padre señaló las empinadas paredes donde se destacaban algunas diminutas figuras en movimiento. Son los hombres de las cavernas, dijo. Yo hice silencio figurándome un homo erectus hipodesarrollado que cargaba un mazo en una mano y en la otra la bestia muerta que llevábamos en la cajuela. No imaginé que se trataba de una tribu desplazada, hija del hambre y la pobreza. No había razones en mi mundo para que gente como yo, como cualquiera, tuviera que tener por techo una covacha y cocinar al fuego y lamentar su vida cada día en la faena, sobreviviendo. Miré mis tenis Converse mientras pensaba y descubrí un suelo de concreto, gris plomo entre tanto grana. Un ciempiés se tambaleaba de lado a lado. Lo pateé con saña y lo vi caer en el charco quieto. Un bisturí rasgó la panza verdosa y escamoteada de la iguana. Los dedos se movían con destreza, con vida propia, al señalar cada órgano, al repasar, como rezando, dejando salir por sus labios un leve viento. Cada parte de la entraña de aquel lagarto gigantesco que, patas arriba, miraba con tres ojos sin vida el horizonte, salió a montones semitransparentes y teñidos. Mi padre las lanzó sin mucho esfuerzo. Minutos después un tiburón asomaba violento su aleta dorsal. Ladrón furtivo: las tripas del reptil ya no flotaban más. Las manos de mi padre, ahora ensangrentadas, habían decidido hacer lo que sabían. Nos recostamos un rato en el interior del vehículo para descansar del viaje. La temperatura empezaba a descender. En la madrugada recibí una especie de caricia que me despertaba para tirar el anganeo. Hay que atrapar la carnada. Yo me abstraje, deslumbrado con el baile de plata que brindaba el movimiento de los alevines al roce de la luz: qué danza mágica de peces, previo al alba; que desborda su belleza, asombrando al propio resplandor de la luna llena, al ritmo de la música del mar. Algunas sardinas nos bendijeron con su sacrificio. Mi padre miraba el horizonte tensando el hilo, pensando el hilo. Yo observaba las llamas lejanas, diminutas, de las fogatas de las decenas de familias marginadas a un estilo de vida prehistórico, en las cuevas de los farallones. *** Todavía no salía el sol cuando noté que alguien se acercaba por la enramada. Escuché las pisadas y vi las luciérnagas naranja de dos cigarrillos. Alerté a mi padre. Sí, tenemos compañía. Luego hizo una pausa silenciosa y me dijo: El tipo abusa de su hija. De entrada no entendí nada. Luego, rebusqué en mi memoria y di con Goyo y pensé en la bestia de dos patas y pensé también en la tropa de subnormales del camino. Pensé tantas cosas que al volver la vista a aquellos tipos, ya habían avanzado varios metros. Bajé la mirada y tragué en seco. La luz de la luna se reflejaba en algo metálico en la cintura del que iba en el medio. Un revólver: así supe que eran tres. La opacidad de aquel nonato amanecer no nos dejaba distinguirles. Sin saber que ya habíamos notado su presencia se detuvieron a unos cien metros de nosotros y cruzaron algunas palabras, se dividieron. Fue entonces cuando vi el destello del diente de uno de ellos. De nuevo, aquel apretón entre las tripas me había devuelto a pensar en esa tarde, en las palabras del negro. Miré a mi viejo, seguía empeñado en su cordel, que no daba noticias. Los peces no querían ser pescados, yo tampoco. Busqué con un atisbo las cavernas, alguien podría venir en nuestro auxilio. Nada. Empezaron a avanzar a la redonda. El sonido de sus pasos aumentaba y con ellos, el ritmo de mi pulso. Mis ojos merodeaban por aquí, por allá. La calma no hacía espacio entre mis venas. Yo estaba asustado. Sólo adrenalina. Lentamente, mi respiración fue haciéndose más grave y más pesada, mientras mis dedos, nerviosos, bailaban al rozar mí pantalón. Vi lo que es el miedo: unas ganas incontenibles de probar el sabor de una iguana en el desierto. Vi lo que es el deseo. Tuve miedo y deseo, de verdad. Más tarde yo repartía mis ojeadas hacia las tres direcciones. Repetida, indistintamente. Pude verlos en la bruma. En la penumbra distinguí que se hacían señas. Sentía los músculos agarrotados y vibrantes; pensaba salir a correr. Mi padre agarró el bisturí y lo puso a su lado, donde tenía organizados los señuelos y carnadas. Yo busqué algunas piedras con la vista, pero era inútil. Estábamos rodeados. ** José-Carlos Nazario jnazariobaez@gmail.com Escritor dominicano (Santo Domingo, 1985). Ha cursado estudios de derecho y política y ha participado en diversas agrupaciones sociales, estudiantiles y culturales. Redacta la columna “Dimensión Ética” del diario Clave Digital (http://www.clavedigital.com), donde difunde ideas reflejando su compromiso crítico con una nueva visión de ciudadanía. Ganador del premio Estrella de la Juventud Dominicana. Obtuvo el Primer Lugar en el Concurso de Ensayo Histórico sobre la Constitución Dominicana, organizado por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (http://www.pucmm.edu.do; 2003). Ha publicado de manera alternativa Morada de locos, una selección de microrrelatos. === Dos poemas Berenice Noir ========================================= *** Poema10 Las noticias en la montaña (trenzas de animales y guerreros periódicos) no me impidieron entrar en tu dormitorio Pensaste que después de ti yo me habría perdido tuviste razón y la montaña se alegró contigo y conmigo Los guerreros se pacificaron se independizaron los animales ocuparon la oquedad de su detonaciones los vegetales se abalanzaron sobre sus sacrificios todo se hizo expresión Vos no estabas en tu dormitorio en vez de ti habías dejado la guitarra los olores / los gestos / las botas musculosas como tu voz Me propongo permanecer a oscuras (los animales me entenderán) extraigo el revólver de mi cintura lo pongo junto a mis senos de montaña y allí se hunde me arrincono Los guerreros me entenderán Las noches te han vigilado Las libélulas te reportan a mí cada cien huevos Cada porción de la noche te asignó un animal Cada guitarra que tocaste se transformó en vigía Cada lanza (cada una de mis defensas) te incorporó antes de quebrarse Todo se hizo expresión Repaso en mis senos ardientes mis instrucciones en tu mano izquierda late el manojo la llave hace contacto la cerradura estalla me arrincono *** Poema13b si fueses una sombra acechada por un guerrero inútil si fueses un nombre elegido en el libro de los huesos si fueses un alma entregada adorando su concha y su cilicio si goteases desde mis pezones abiertos hacia el ojo de una boca (una concha de cuerpo una cara de cinabrio) si resultases ser un órgano vital que una niña vieja acarició al nacer si explotases desde un arma percutida en cuatro tiempos si te devolviese cada hora que te trajo hirviendo vencido (una ciencia en ruinas) si fueses nada más que estas cosas (pensamientos precoces de una víscera) un arpón / un hombro con un revólver / una catapulta lanzando cadáveres hacia el interior de mi ciudad ¿cómo puedo amamantarte? ¿cómo puedo tomarte sin provocarme el fin? y apareces y resultas y goteas y te devuelves y me miras y me siembras y me visitas y te entretienes y te serenas y te sepultas —Una mujer, dices, una más, entre tantas ciudades breves tantas ciencias arruinadas y me olvidas y estallas en mi territorio (también visitado por otros) como si yo fuese el acecho / la entrega la gota abierta / la pulpa / la cámara retráctil / el mercurio / la temperatura que se perdió o escapó del cuerpo de un herido (una vida finita / una muerte impecable / un resultado bastante corto) ** Berenice Noir noir.berenice@gmail.com Artesana, tatuadora y escritora nicaragüense (Rivas, Nicaragua. 1975). Viaja constantemente por Centroamérica. === Obra sanitaria Eugenia Piazza ==================================== “se trata cósmicos de ser más fértiles de no ser tímidos, de ser más trópicos, de ir a lo pálido, volverlo térmico sentirse prójimo de lo más lúdico” Daniel Viglietti Apagué mi sed con el obturador en mano, mi sed de obtenerlo todo con mi dedo, mis ganas de pasar la vida entera detenida en una imagen perfecta. —Eldrick, no te muevas, ¿okey? —pronuncié con suavidad. El juego de luces matinales hacía converger el sol, los árboles, el horizonte del estuario, ligeramente curvado, mis ojos, todo tenso y apretujado en la luminosidad de mi dormitorio, en un piso tres, sin nombre y sin número, sólo un cuerpo, Eldrick, contra mis ojos, y un oleaje suave, un olor agridulce meciéndose frente a la nariz fotográfica, separándonos y devolviéndonos a épocas distintas. Nuestras miradas andan por un circuito muy corto. De la cara a la cara, a la cámara, a mis caderas, a mi cabello sostenido con un lápiz. En la rambla el estuario es tan grande que la cámara hace caber en él un horizonte completo. Dentro de mi cuerpo se pudre un útero, se apagan los ojos de los visitantes más diversos que echaron sus anclas en mi astillero. Al ritmo de Eldrick, con café importado entre las manos, una utopía se infarta en mi cuerpo. No sé gritárselo a mi dedo en el obturador, a mis senos mordidos, a mi página de Internet. Aunque haya sido bello, Eldrick también se devuelve. En mi piso tres se corroen los hallazgos (la dicha, el erotismo de ver, también es corrosivo) de todo el Palermo. La panceta en la puerta del fondo de la calleja, el chico marcando el piano, Batlle, Tristán Tzara, los libritos con fotografías, el viejito con su bandoneón, el pibe punk, mis papás peleándose en las fotografías que ni mis mudanzas rompieron. El tiempo se apaga, único, diatómico, indivisible. Me muero. —Me muero, Eldrick —pronuncié, sin esperar un segundo de entendimiento. Pero en mi cámara. En mi cámara las cosas viven otras épocas, a fuerza de cargar siempre contra el mismo error. Con la misma cara, la misma palabra, paralizada de antemano. Me he detenido a verlo, fotografía por fotografía, y siempre llego a la misma conclusión: con qué desorden se mueve el cuerpo en una habitación iluminada. Mis pocos años, inmovilizada a la caja de las Obras Sanitarias, las tetas cayéndoseme, el lente engordando de grosor, me lo han enseñado. Del estudio de lo inmóvil surge el movimiento caótico. De la fotografía nace el ojo. —Quiero fotografiar tu cuerpo, Eldrick —anuncio entre pausas para respirar, para transpirar, para recuperar el control sobre el cuerpo y volver a dictarle órdenes coherentes. Para pasar un mate antes de que la cara deje de arder. “Alarga una mano, entorna ligeramente una persiana, toma las hojillas, lía un cigarrillo con saliva, todo el Palermo espera la primera bocanada para conversar sobre el hecho”, pienso, sobre el hecho de vivir y ser vivida, con mi ojo estacionado en un recuadro, mi cuerpo procesando mis pensamientos antes de imprimírselos a mis manos. Eldrick también observa la ventana, y sé que también piensa sobre la vida detenida en un sábado. “¿Qué hago en esta habitación, en este territorio a cuya mugre aún no pertenezco, cuyos desechos no exhalé, y cuya prisa —cambios sobre la marcha, abandonos, virajes en U— aún no convertí en risa, en ventaja, en fecha patria?”, y no lo dice, aunque lo capta mi cámara, mi ojo, su especie de traductor universal. —No te mueras, Eu —dijo Eldrick, como respondiendo hoy lo que dije hace un año, en el Cordón, en un edificio sin ventanas, arrojado como a prepo sobre Eduardo Acevedo. ¿Es que este día no está hecho con el mismo yeso que todos los otros días? —Voy a fotografiar tu cuerpo. Si te movés, te arrojo por el balcón. Desnudo, así, abierto, despreocupado, sin tabúes y con vellos, así, dale, poniendo cara de sabor. Si el sol se nubla o se mueve, o le ocurre maquillarse, lo arrojo por el balcón. Dura tanto este momento detrás de mi cámara, que no sé distinguirlo de otros años, de otras vidas resumidas en el crepúsculo. El momento exacto del rompimiento de las olas, el desbaratarse el rizo, Eldrick, ¿no es el momento más bello más triste? Observo a Eldrick, poniendo su cara de sabor, su risa sintética colocada en su cabello color de tundra, su español francófono, las cicatrices de sus ojos, lamidas por el desexilio. Me observo a mí, encaramada sobre su cuerpo, embistiéndolo y descubriéndolo en cada maniobra de ataque, hecha con el yeso de otro día. Acaricio mi cámara fotográfica. Pienso en mi cámara fotográfica, en sus tierras pacificadas. Me propongo empezar a escribir toda su vida. —Eldrick, no te muevas, bicho —pronuncio como salida de un molde de yeso, de una pila química. Me recuerdo aquí, en Palermo, y me retomo allá, en las Obras Sanitarias. Y no sé cómo consigo vestirme todos los días. A veces me resigno, otras viro en U, algunas me regalo un almuerzo con Eldrick, otras me ataco en una peluquería de Benito Blanco, y simulo perdonarme con naranjas y medio kilómetro de ejercicios diarios. Luego la cuerda se me acaba. Abandono y regreso a mi cámara, a mi erotismo por ver, como si me reintegrara a un coloso. Mis palabras no tienen curvas. Pero por poco. Sólo por poco. —No te mueras, Eu —repite desnudo, ya excitado, ya erecto, ya rojo, ya placa fotográfica, ya bolsa de celuloide, ya anacronismo, ya trabajo casero, ya negativo de mi propio ojo, de mi propio cuerpo. Le fotografío erecto, en blanco y negro. Le parece hermoso. —Pareces muy hermosa, Eu —añade. Su breve descripción se arrima a mí y me pregunta: “¿Seguirás en tu caja de las Obras Sanitarias?”. No puedo salir. No puedo desear salir. —Eldrick, eres un tonto, no te muevas, tienes una erección hermosa y quiero fotografiarla —respondo. Respondo a Eldrick, o a mi cámara fotográfica, o a mi cuerpo doblado en U. Sugiero unos ojos de yeso. Unos árboles con hojas al fondo, a pocos metros de una cancha, de unos niños estrenando patines. ¿Qué dirían los niños con patines de mis ojos ahora, justo ahora, que se los estoy imprimiendo a mis pensamientos? Eldrick piensa: “Aún no he hecho ninguna madre”, se aburre, se duerme, se apaga sin combatir. Soy hermosa, tarado. Soy hermosa, bicho. ** Eugenia Piazza piazzapatt@gmail.com Escritora uruguaya (Canelones, 1984). Estudió psicología. Es funcionaria pública por concurso desde 2007. Fotógrafa semiprofesional. === Poemas Florentino Gutiérrez Gabela =============================== *** La noche de los cuentos ¿Puedo yo, François Villon, malviviente y proscrito, saludar a las constelaciones desde mi soga de ahorcado? Yo maté a los espías de las estrellas delatoras al señor feudal de las tempestades a los guerreros templarios de la Edad Media tampoco niego haber matado a Nietzsche y a Kant me entristecí por Pound y Genet me conmovió Rilke he amado a Rimbaud en el corazón de París me emborraché con Dylan Thomas en las tabernas de Gales idolatré siempre a los malditos y alucinados admiré a los metafísicos y surrealistas a los que fueron precoces en su muerte todos los versos alcohólicos de los bohemios a los heterodoxos desde hace mil años a todos los poetas suicidas de todos los siglos a Maupassant en su manicomio, he visto a Karyotakis disparándose al corazón un verano de mil novecientos veintiocho, a Lowry bajo su volcán en Cuernavaca a Celan en el Sena, a Silvia Plath seducida por el arte de morir a los treinta años a Pavese el bello verano del cincuenta ¿acaso tendrá la muerte tus ojos, Pavese? Poetas de las pirámides soñadores de las estrellas el pájaro duerme. Se acabó la noche de los cuentos. *** Capítulo anacrónico para un Adán lírico Ya escribiste tu epopeya falsaria y eres uno de los sobrevivientes en este umbral de los siglos, un Fénix que ha escrito su genealogía aferrado a su cruz lignaria, el sicario maldito lapidándose enloquecido entre las reliquias de los jerarcas y un sicomoro espectro de un Egipto fúnebre. ¿Has tocado ya la esquila de los leprosos o el cuerno de los faunos? ¿te has asomado a las balaustradas donde Juan el Evangelista anunció el Apocalipsis? Caín no gozó el próspero paraíso y se escondió bajo el helecho y la hojarasca. Ya abriste los diminutos infiernos en los que zumban los aguijones de los elegidos, pisaste los erizos y musgos que poblaron los desiertos, anidaste letárgicas malezas. Todavía hay la misma hendidura bajo la tierra y el tambor de ébano suena aún sobre las lápidas de un campamento donde florecen el roble sagrado y el hierro de las espadas. El mismo séquito se alimenta en la oscuridad de la misma lluvia que ahuyentó a las alfareras del Éufrates. ¿Cómo se empuña un cuchillo contra el humo rojo de la sangre? ¿bajo qué helados páramos reposarán las vísceras de tanta hambrienta soledad? Ningún cautiverio será tan infame como ese refugio con el aroma cortante del invierno bajo la morada de tu propia desnudez. Cuando el desconocido que duerme bajo las estatuas encienda la lámpara con la llama de los alquimistas, presérvate de la injuria y de la arpía soberbia de la justicia, en el bestiario idolatrado de los regentes hay un decálogo que se rompe con la fragilidad del barro, y no atiende al intruso dios que contempló la luz primera ni al fósil flamígero que se asombró ante el primer ocaso. Las saturnalias son crespones para el viejo imperio, Heliogábalo sobrevive en el Tíber y sus restos resucitarán en las valvas de otra historia. No crezcan tus alas con el fraguado polvo de la maquinaciones, no reposen sobre el precario vidrio deslumbrante por la nevada, a veces cimbra una esfinge hasta su derrumbe y tiembla el claustro de los faraones y los escorpiones de Isis abonan el oro de las tumbas. ¿Qué esplendor, qué rostros agraviados por la tristeza se corromperán aún entre raíces hasta hacer su metamorfosis y yacer, sin embargo, en el túmulo profanado del colibrí? *** Noche Tu hermosura va creciendo como el ópalo que traspasa el valle, allí donde mansamente vuelan pájaros y se cubren de naufragios las palomas en el hondón del páramo interminable donde va latiendo la llama y clava luego su venablo de luz nupcial en mi pupila de algodón más allá donde no hay rutas y se nubla el ojo de siniestra soledad. Y pregunto en la ingravidez de esta constelación qué lira quebrada suena cuando los desheredados de la luz celebran su alumbramiento de eclipses y presagios. *** Apuntes para navegantes El mar sagrado es un gran rey de las tormentas. Las naves parten tras los años con plenitud y esplendor luego el sol batalla contra la ventisca las mareas se amotinan contra la luna las olas humedecen un ocaso poco antes de morir se añoran tabernas puertos lejanos barcas que crujen en las playas vacías y una mujer que espera y sabe que los náufragos nunca mueren del todo mientras las estrellas brillen. *** Una calle vacía Una calle vacía es como un nombre olvidado para siempre es un paisaje de espaldas al mundo. Duro es el silencio entonces y tú vas por la acera pisando la angustia el desperdicio todo lo que la vida no quiere. *** Recuerdo de tu voz todos los océanos Entra la noche en tu mirada como fuego, yacen trigos en la hondura irisada de la boca gráciles fulgores y pétalos de olvido vadean tenues tu levedad inabarcable. Recuerdo de tu voz todos los océanos. No existe el roce ni la herida y apenas tu claridad sonora me comulga y me persigue. Los niños jugarán con tus ojos yo te oigo crecer bajo los juncos y en los sótanos, las iglesias y los pantanos escucho mi latido de muerto entonces no soporto tan grande dolor. ** Florentino Gutiérrez Gabela fggabela@terra.es Escritor español (León, 1953). Es técnico de telecomunicaciones. Poemas suyos pueden leerse en revistas digitales como Destiempos (http://www.destiempos.com), Palabras Diversas (http://www.palabrasdiversas.com) y Almiar/Margencero (http://www.margencero.com). Ha publicado, además, los poemarios Liturgia del tiempo, Caballos del Paraíso, Últimas devociones y La vida y otros agravios, todos con el sello Visión Libros (http://bit.ly/1IlBVY). === Un amor perfecto Montague Kobbe ================================== Sus senos abultados, firmes, hermosos, se postraban sobre su pecho. Su tez bronceada brillaba con el resplandor del placer compartido. El peso inerte de ese cuerpo derramado sobre el suyo no le resultaba molesto. No era la primera vez que recurría a unos brazos extraños en vista de la ausencia de los de su esposa. Recordaba el sabor a disgusto que había invadido su paladar con aquella cita clandestina en un intercambio odioso y apresurado que lo había convencido de que nunca más engañaría a su mujer. Pero la tentación se había presentado nuevamente, oportuna y complaciente, en la figura de una joven atractiva cuyos besos le hicieron cuestionar su estado de salud, pues, a pesar de su devoción, ellos no habían despertado en él ningún tipo de reacción: ni frío, ni calor. Había transcurrido un buen tiempo antes de esta nueva reincidencia de sus vicios pasionales con otra desconocida. La luz que penetraba la habitación parecía no venir de ningún lado, llenando aquel espacio de un ocre tenue pero equilibrado. Un pensamiento —algo menor que una preocupación, algo más que una idea— invadió su mente, desterrando al sueño de su lecho. Un breve destello de amor en la córnea de aquellos ojos negros hizo que la noche que albergaban sus pupilas pareciera más profunda. El pensamiento que invadía la paz de su conciencia empezó a tomar forma, a combinarse con la ligereza de saberse satisfecho, con el deseo por abarrotarse de lujuria una vez más, por olvidarlo todo. Pero no podía olvidar, ni podía sonreír, porque aquel pensamiento se convirtió en la conciencia del dolor que habría de sentir su amada (sí, verdaderamente amaba a su esposa) de llegar a conocer los pormenores de sus escapadas nocturnas. No bastó para descartar aquel pensamiento la certidumbre de que su esposa vivía y (sin lugar a dudas) continuaría viviendo a plenitud la magnitud de su ignorancia. Tampoco logró restaurar su habitual serenidad la convicción de que éste sería —inequívocamente— su último desliz en el camino de la fidelidad. Nada logró serenarlo porque esta vez la convicción, aunque absoluta, no era ni voluntaria, ni necesariamente deseada. Un dolor ajeno e hipotético se alojaba vívidamente en su espíritu, exhortándolo a recurrir a cualquier medio para erradicar la posibilidad de su existencia. Sin embargo, las ansias casi incontrolables por apoderarse de la vida de aquella mulata con brillo de amor en las córneas, de compartir su sudor más que a menudo, de saberla parte inseparable de su vida, contrastaba de una manera devastadora con su primera resolución. Sus ojos evadieron el fulgor de aquellas pupilas de petróleo, y el inquisitivo “qué sucede” se hundió en el silencio mientras en su rostro se dibujaba una expresión taciturna que escondía todo júbilo y toda tristeza. Un dejo de melancolía se posó sobre su corazón cuando supo que ya no vería nunca más a aquella criatura. Pero no era esa una melancolía triste, ni agobiante; no era pesada y restrictiva, ni abstracta, ni absoluta: era más bien una melancolía en potencia, inactivada y pasiva que obedecía su reconocimiento del hecho que de no ser por un número de circunstancias —de no ser porque él estaba casado, de no ser porque él amaba a su esposa, de no ser porque no era ella sino otra la que ocupaba aquel lugar especial, irremplazable, indispensable en su vida— la mulata de ojos negros y piel morena podría haber llegado a ser quien rigiera su vida, podría haber llegado a ser el receptáculo de su amor. No fue la nostalgia de no poder repetir su experiencia con ella, ni la ausencia de una historia más substancial entre los dos, lo que nubló su mente en aquel instante, sino la sorpresa (el desengaño, tal vez) de encontrar que el gran amor de su vida podría haberlo vivido con otra mujer, que una relación tan intensa, genuina, sincera como la que tenía con su esposa podía dispensar de ella. Espantando al miedo, se levantó en silencio y partió, dejando tras de sí un corazón desnudo y la razón de su tormento. ** Montague Kobbe montycobbe@hotmail.com Escritor venezolano (Caracas, 1980). Ingresa a la Escuela de Letras de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab, http://www.ucab.edu.ve) en 1998; en 2000 parte a la Universidad de Bristol (http://www.bristol.ac.uk, Reino Unido) para completar su licenciatura en literatura inglesa y filosofía (2003). Posteriormente completa una maestría en la Universidad de Leeds (http://www.leeds.ac.uk, Reino Unido) en literatura y cultura norteamericana (2004). Entre 2005 y 2008 escribe una novela y una colección de cuentos en inglés al igual que una colección de cuentos en castellano. Repetidos fracasos en su intento por publicar la novela en el Reino Unido lo llevan a emigrar al Caribe en 2008. Durante 2009 ha publicado crónicas, artículos y perfiles en periódicos y revistas de Anguilla, Sint Maarten y Antigua, como Anguilla Life, Daily Herald (Sint Maarten), The Anguillian y Lime (Antigua). Actualmente trabaja en un nuevo proyecto literario. Mantiene una bitácora literaria en http://mkobbe.blogspot.com. === Memorias del zoo (extractos) Santiago Bao ======================== Memorias del zoo Santiago Bao Poesía Ediciones Suárez Mar del Plata, Argentina 2005 *** Las otras puertas En el umbral de la puerta abierta por la noche, el gato llueve. Lo único que yo hice fue cerrarla. Ahora, el gato maúlla. *** Lubricación pesada Para los que convirtieron a la espera en una profesión y una costumbre acechar a lo oportuno, a los que no se conforman con lo que cabe en una mano, a los que impidieron a los sueños —glotones empedernidos— a encontrar una salida, para ellos: lubricación pesada, aceite de elefante. *** Jarabe de arañas Paciencias huecos de la realidad para atrapar la imagen de la eternidad, mientras llueve en la orilla del mundo. Perseverancias del acechador de la existencia, los inevitables límites: el viento, las ramitas que mueven la tela de las esperas, paciencia infinita, jarabe de arañas. *** Polvo de mariposas Para la angustia de las puertas abiertas de par en par en las casas abandonadas, del derrumbe incesante en las habitaciones vacías, para los que están afuera y todas las puertas dan al misterio, para aquella mesa y esas sillas desiertas para siempre: golpes de vuelo, polvo de mariposas. *** Lágrimas de cocodrilo Para quienes la conquista de algún ingenio fue a expensas de la ingenuidad —las ilusiones del zonzo cuidadoso—, nada como el cinismo de la industria del talento: el furtivo engaño de las lágrimas de cocodrilo. *** Cantos de gallo El gallo cantó no tres sino seis veces, yo me quedé quieto, esperé un poco y seguí durmiendo, el gallo hizo lo mismo. Cuando desperté la canilla permanecía con su gotera el pasto asomándose por la ventana y el gallo picoteaba invisibles larvas en el piso polvoriento. *** Alas de abeja Desciende la penumbra con sus párpados cerrados y su inclinación de alas quietas. Desde una puerta misteriosa que se abre a un paisaje de nubes que pasan desciende una abeja que deposita un polen invisible sobre los ojos que despiertan. *** Cantos de murciélago Poseo sombras y tinieblas que como cataratas destilan en el espacio una lluvia de terciopelo y de una oscuridad blanda construyo mis túneles de luces distintas que mis ojos no ven, transcurro cerca de la risa de ciertos ángeles mientras la noche me recibe con un temblor desnudo cuelgo como nave de polvo tras el espanto que se arrastra desde el otoño antiguo de mis alas. *** Patas de gorrión Cuando quise huir de mi destino, cuando traté de llegar a tiempo a la única oportunidad, cuando la traición me acosaba de cerca, cuando la penuria me hostigaba los talones o lo efímero y el olvido me perseguían raudamente, cuando llegaba tarde a las lágrimas o a las despedidas, o lo que no fui me alcanzaba con facilidad, la providencia siempre me dotaba para mis evasiones de patas de gorrión. *** Motivos del zorzal Me distraigo en mi canto zurciendo mañanas imperfectas picoteando el rostro de la aurora en bosques y pantanos sin saber del propósito de mi canción al aire de la encendida alabanza a la transparencia de la brisa o al río inmemorial. Los recuerdos y los amantes se multiplican en el placer de un cielo abierto. Casi nada. La insistencia de un canto, que, aunque breve completa el sentido de los días a la deriva. *** El desván del ornitorrinco Resabios del esplendor de la tierra de unicornios, dragones y sirenas, en su desván el ornitorrinco con retazos diversos entrama su compostura y se burla de la evolución. Se mueve feliz y desde su ventana exigua contempla el mundo, pero, como en la industria humana añora algo: volar, poca cosa, modestia de ornitorrinco considerando nuestro anhelo de eternidad que las raciones del tiempo disipan. *** La complacencia del caí Muy pocos aún deambulan con organilleros eligiendo en un azar aparente los doblados papelitos coloreados de los destinos ilusorios. No dudan, ágiles en las orillas suburbanas. Los que permanecen en las horas del bosque, vagan alegres comiendo frutos y caracoles. Como buenos sabios aman los ríos y en sus orillas se complacen en descifrar los diminutos guijarros del destino. *** Animales del jardín De poseer un jardín privado, albergue del ocio y las memorias vulnerables, lo habitaría con el bandicut, el escuerquers, el nombats, el tenrec que bosteza inagotablemente y el pequeño noolbenger que se alimenta sólo de polen, néctar e insectos diminutos. Huéspedes dilectos para la intimidad del murmullo de la hojarasca. *** Homo Mamífero que prefiere los trópicos donde se encuentra con agrado. Si de conductas se trata no es muy distinto a los primates, se halla a gusto con la poligamia y la naturaleza para complacerlo hace que las hembras sean más numerosas, las crías nacen inmaduras y dependen mucho tiempo de sus padres, tendencia que se incrementó con los siglos y la tecnología. Son más cooperadores afuera que dentro de su propia casa. En general de naturaleza agresiva se disipan en ambiciones y quimeras. Construyen traiciones, olvidos, castillos en el aire y regresos imposibles. Esencialmente son terrestres. *** Pan de colibrí Mi alimento singular ha sido el pan del néctar de tus sueños en las tardes complacientes de tus labios de fábulas y breves abismos. En las despedidas abiertas he libado en el suspenso de un tiempo diminuto la dulzura susurrante de un abanico de guirnaldas. Pan de colibrí que brota de la garganta de la primavera y en un aleteo inverosímil se esparce y me mantiene suspendido como una canción inolvidable. ** Santiago Bao santinebao@gesell.com.ar Poeta argentino (San Fernando, Provincia de Buenos Aires, 1936). Estudió antropología en la Universidad de Buenos Aires (UBA, http://www.uba.ar), la que debió abandonar en 1976 luego del golpe militar de ese año. Ha publicado los poemarios Trabajos forzados (Libros del Empedrado, Buenos Aires, 1997), En el desvío (L. J. Silver Producciones Literarias, Buenos Aires, 1999), Pendientes (R. Salido, Junín, Buenos Aires, 2002), Memorias del zoo (Ediciones Suárez, Mar del Plata, 2005) y Cantos del río del Este (Editorial La Luna Que..., Buenos Aires, 2009), los libros de poesía y prosa Al otro lado (Editorial Dunken, http://www.dunken.com.ar; Buenos Aires, 1998) y Despliegues (premiado por el Fondo Editorial Rionegrino en 1990 y editado en 2007), y el libro de cuentos La máquina nocturna y otros cuentos (R. Salido, Junín, Buenos Aires, 2004). Textos suyos han sido incluidos, además, en las antologías Trece poetas (Bibliograma, Instituto Amigos del Libro, Buenos Aires, 1967), Antología del Empedrado II y Antología del Empedrado III (Libros del Empedrado, Buenos Aires, 1997), Poesía ácida (Ediciones El Candirú, Junín, 2002). Ha merecido cinco premios en poesía y uno en cuento. Entre otros reconocimientos obtenidos, fue finalista del Premio Internacional de Poesía “Miguel de Cervantes” (Granada, España, 2004). Ha colaborado en diversas publicaciones de su país y del extranjero. Varios de sus textos han sido publicados en distintas revistas virtuales de Internet. Posee cuatro libros inéditos. === De la soledad Jairo Restrepo Galeano ============================= Si fuese posible dibujar la soledad, ésta debiera tener los perfiles de la anciana que, sentada en la silla de mimbre, junto a la ventana, mira hacia la calle. Advierte la difusa línea vertical que rehíla y centellea; contempla la antorcha encendida que deviene en muchacha ceñida por el viento y el vapor de la calle; de lado y lado lugares de habitación sedimento de un cielo de tintas cambiantes según se desprende de los cerros orientales de Bogotá. Para la anciana la muchacha es también agujero de bordes cenicientos, abierto a la existencia de una atmósfera isobárica e isócrona desde la cual partir de la línea vertical que fija su atención en los fulleros glúteos de quien sabe de equinoccios y eclípticas, de soles ecuatoriales y esferas celestes con los cuales el trazo rápido de arriba abajo se apaña erguido: línea de sombra necesitada de verterse en sopa espesa sobre la concha bivalva desbordada de moluscos. Y eso lo sabe la anciana que entonces se quiere trasmutar en lisura prensada de miradas lúbricas. El viento lleva de un lugar a otro, papeles, polvo y humo de carros, al tiempo que pone de manifiesto en la vibración de la línea vertical y de la anciana las piernas de la muchacha. Al principio de una nueva cuadra, la línea guarnecida de ciudad empieza a definirse, ya no trazo vertical, hendija gris en la tarde, más bien brochazo firme y vigoroso sobre la tela del aire. Finalmente el brochazo se trasmuta en hombre. La mujer en la ventana, por su ceguera, lo detiene en sus ojos como chorro de luz rosada salpicada de puntos negros, grises y melados. La anciana siente la soga de los años acumulados sobre el reino que la apaña premiándole su equilibrio. El aire en sus brazos y en su pecho caricia de hombre que hace tanto, mucho tiempo no tiene, no regresa o no la busca. ¿Qué posee en sus pliegues, en sus promontorios, en los socavones de su piel-alma para que se resista a ramilletes de brazos masculinos que se movilizan en las calles que ella se niega a recorrer cada vez menos para no saber el vuelo de una mirada sobre las prolijas telas que la cubren? Ella, ahora, es cárcel y los barrotes tienen la dimensión de su miedo, de sus recelos hacia todo cuanto le huele a sudor de hombre. Potros con cascos de plata la pisotean toda vez que sale de compras, la mortifica el tintineo del metal de la herradura en las calzadas cada vez que su cuerpo, por rigores de concentración, selección y acumulación de viandas en los supermercados, la conduce por lo que a ella le parece un sartal de huevos de iguana que algún niño, apretado de abandono, arrastra con su hambre mugrienta por el solar de la casa y bajo mamoncillos. Ella no ha comprendido que el agua se vierte o se recoge, toda vez que el hombre atrapa una mariposa, para emprender vuelo por el camino al néctar de los elementos que surten heridas y esperanzas compartidas. Agua para conjuntar sueños, somnolencias, hostigantes veranos o inviernos bajo la ducha que diariamente se lleva lo que pudo haber sido y aún es en tardes y mañanas apretadas de frío. La ventana desde la cual la anciana abarca la calle está en un segundo piso de una casa y afuera de ésta un jardín que quiere serlo pero no llega a ello pues la mano de la mujer no posee la savia de los elementos que se enamoran del colibrí, del cucarachero, de la tórtola, del nido que se calienta de plumas y gorjeos que buscan acoplamientos. La calle es rectángulo que cambia a aristas, a obtusas encrucijadas, varía cada vez que el hombre y la muchacha avanzan, él desnudo y ella con la falda metida en vientos que quieren levantarla. El sol viene dando tumbos desde vientos de casas cerradas, de andenes irregulares, de calzadas cuarteadas, hacia la mujer que acomoda sus nalgas para disponerse a descansar con los ojos puestos sobre la calle y su domingo a cuestas. Hombre y mujer desprevenidos llegan a la calle, desprevenidos se van. Tal vez se alejan en busca de un amor o vienen de él. Tal vez han salido a empantanarse de soledad en lo incomplexo de ese domingo desasido de ellos. Calle y almas llenan los ojos de la anciana. Ojos que van de la deriva de la muchacha que se inclina a recoger algo del andén, a la aleatoriedad del hombre que ve en las piernas de la muchacha prendas de tela que se rasgan y caen a sus pies de caminante insomne. Fumarolas de volcanes se arremolinan en esas piernas. Colmado de desperdicios el pecho de la anciana; el viento tropieza y se arruga. Ella parece no tener nada que hacer con el surtidor de su silencio que se derrama sobre los muebles de la casa. Sus manos, quietas en el regazo, descansan de la ropa que planchar, de los platos que lavar, de la escoba que barrer. El tiempo es una superficie estriada sin canecas para la basura, sin canastas para la ropa, sin lavaplatos para limpiar trastos y trebejos, sin escobas para darle lustre al instante que la recoge arruga tras arruga junto a la ventana. Sus manos ya no moldean el fuego o la luz en la línea de los días y las noches acumulados en su carne que se seca. Desierto de cárcavas y en ellas la serpiente apaciguada. Osada en otro tiempo ya no tiene caminos para esperar. No recuerda temblor alguno cuando el hombre la miró. No sabe de una mano recia en su mano que, a tientas, buscara las paredes de sus gustos, los escondrijos de sus deseos, el despeñadero de su pasión. No supo de emociones que tantearan sus puertas para entrar en ella. No tendió puentes o hilos, no guió, como Ariadna, a un hombre para vencer laberintos y tensiones en las peligrosas astas de toros enfundados en pantalones de dril. Los lazos que confeccionó, para hacer posible la llegada del hombre, se pudrieron en algún lugar de su infancia, en la boca asustada de una madre que le dijo: Árbol y tierra aberraciones de los sueños. El padre, la madre, dos hermanas y ella. Las hermanas se fueron con hombres para no volver a la madre; supieron que regresar es morir la carne en sopa de soledades y aroma de moho. El padre, en uno de esos días de no recordar, salió de casa; acaso otra casa le abrió puertas y otra mujer le permitió otros regocijos. Entonces ella y la madre para inventarse en los espejos fantasmas con los cuales estirar la cuerda por el interior de ellas mismas. Después, la madre, un ataque fulminante al corazón para recordarle que, a pesar de los años, la vida sigue siendo breve e ineluctable. Ahora su soledad se compone de altivos y obsesivos odios al padre; ha creído siempre que éste maltrataba a su madre en largas noches de insomnio; atenazándola con sus piernas, hiriéndole el cuerpo a besos, las manos desarrugando monotonías acomodaba la serpiente en el nido. Luego la ponzoñosa voluntad hacia los maridos de las hermanas que la miraron aborrecer a los hombres, sin decirle nada, pues sabían cómo, en grado superlativo, cubría sus pechos y sus muslos con prendas y prendas de vestir. Exenta de ser observada. Pírrica victoria para tenderla sobre la calle y luego recogerla para armar de nuevo su rompecabezas de salmos y silicios. Sola, en su soledad, la calle no sabe de ella, sin embargo ella sabe de la calle. No la saben ni el hombre ni la muchacha. Y está bien. No es necesario. Al deseo no le hace falta una viuda de negro. ¡Ay!, ella. Lo primero línea vertical, luego brochazo rosa y puntos oscuros; ay, se exalta, un hombre desnudo. Desnudos los pudores la avasallan. Tiembla contrariada, salta de la silla, el cuerpo se le escapa de sus ojos al saber lo que el hombre tiene detrás de la muchacha. Se precipita al armario y, urgida, extrae una manta; regresa a la ventana. De pie, sin sentarse en la silla de mimbre, el cuerpo del hombre se trasmuta en destello de luz que la penetra, agobia y somete a un intenso calor que se le explaya por el cuerpo. Mira dentro de la casa como buscando la memoria de su madre en lucha intensa y sudorosa debajo de su padre. Acaso ella la pueda rescatar de la calle. Se piensa observada observando la desnudez que la atolla en el lodazal de sus fuegos apagados que ahora afloran para traicionarla. Agua sucia de valentías matadas antes de surtir sensaciones entre sus muslos; vientre donde no hubo espigas de trigo ni naranjos que florecieran frutos, olores y sabores de polvo húmedo y enamorado. Tensa, arrebol en sus mejillas antes pálidas, se sienta, se levanta prontamente. La ventana abierta, de par en par las cortinas, la dibuja para los ojos de la calle. Lo último que desea. Tiemblan sus manos, tiemblan sus pasos para alejarse de la ventana. La carne húmeda se le curva; las emociones vienen saetas y se entierran en su sangre. Sus ojos sólo conocen hombres sin sexo. Ella no untó su boca en otra boca; casas de estrellas sin firmamento. No se atrevió a pintar payasos en la pared; miedo de dibujar la cintura abajo, y algo más. Obsesionada por hacer y que le hicieran el amor, se consumió en su propio fuego. Inventó su propia salsa. Imaginó a sus hermanas padecer a hombres y vio a su madre padecer a su padre, y en este tormento de querer llegar a ellos, se perdió en el camino que va de la sala a la alcoba. Su signo, la cobardía, la negación de todo cuanto pudiera estar marcado por el dolor que infligen otros. El presentimiento más fuerte que el hecho concreto, el espejo más real que quien ahí, frente. No quiso, así, echarse calvarios, prefirió a la madre, depender de ella, saber de ella. De este modo volaron por cielos paradisíacos sabiendo poco de sus mutuas soledades. Ella, mujer de la ventana, no sabe de su poder para dar, para recibir, pero sí comprende su fuerza para negar, de no dar de su cuerpo lunas ni bicicletas bajo la luna. Ella ha estado en su cuerpo sólo para recostarse, para dormir entre la sangre y la piel y despertar en la baba espesa que limita con paredes y ventanas como desde la que ahora la deja mirar la desnudez del hombre detrás de la muchacha de piernas acarameladas. Ella, apenas ha visto en televisión y en revistas el promontorio detrás de pantaloncillos. Ella ha sabido cómo su cuerpo se llena de cosquillas e hilos calientes que le enlazaban la cintura. Entrevero de muslos y luces correosas le hacen temblar las manos. Emancipados sus jugos íntimos bajan por sus muslos o se quedaban en sus pantaloncitos olorosos a ausencias de sudores herméticos. Ella no comprende que son señales de la carne, procesos naturales que el televisor le lanza desde el arco iris de la pantalla para sostenerla despierta. La madre le dijo, no se acerque a los hombres porque la queman, porque le exprimen la flor de su roja ternura y, luego, adiós, en otra estación es posible que no nos veamos. Lo creyó, a pesar de que el matrimonio de sus hermanas no eran despedidas, no eran ausencias. Está a punto de desvanecerse, de caer sobre el frío de su desmayo como un costal lleno de papas, zanahorias y remolachas, en un mundo oloroso a cebolla frita, a manteca recosida de cerdo. Se contiene, domina la náusea porque su cuerpo le dice que sí, que hay que mirarlo, que hay que saberlo dibujado milímetro a milímetro en la calle, todo él dimensión y fragor de sol en sus muslos, en sus hombros, en sus caderas, en su pecho de animal que husmea el aire para saber conducirse hasta la presa. Sí, estragada y temblorosa se pone de pie; sus pasos chasquidos circulares en la sala, sus brazos parábolas para correr cortinas. Vacilación entre alejarse de la ventana o regresar a ella. Primero se acomoda detrás de la silla. Lucha su conciencia entre alejarse o quedarse en la ventana, culpándose de saberse mirada por otro en su propia casa. Sin embargo siente los ojos de la madre, están ahí para vigilarle su deseo, su incertidumbre. Escapar sí, pero a dónde, la imagen está fija en sus ojos, en sus entrañas que le responden soltando quejas. Sabe ahora que cultivó semillas secas, que hizo trampas al llamado de su pubis en sus manos, a roces de palomas entre sus piernas, a picotazos de pájaros carpinteros en las ramas de sus piernas, a su nido que, a gritos, pedía la llegada del polen hecho fuego. Entonces decide quedarse; pero no así, a la intemperie, no que el otro la vea, u otro, en la calle, o la muchacha de cuyas piernas el hombre va agarrado. Para quedarse corre las cortinas; pero no pudo ver nada, así que dobla un costado y deja luz suficiente para asomarse y la luz le dibujó al hombre; finalmente ella mujer que mira desde la ventana a un hombre desnudo. Mujer, anciana, cosecha multiplicada de deseos que la columpian desde la ventana a la calle y la llevan a caer al lado de la muchacha para hacerse muchacha que se detiene y espera al hombre que, lentamente, sumerge su desnudez en el cuerpo de la mujer; encendida casa de murrapo en la ciudad. ** Jairo Restrepo resjairo@gmail.com Escritor colombiano (Lérida, Tolima). Reside en Cartagena de Indias. Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia (http://www.unal.edu.co; 1982) y magíster en literatura (Cum Laude) de la Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co; 2009). Es docente de tiempo completo de la Universidad Central (http://www.ucentral.edu.co). Ha publicado el libro de cuentos Ojos de arena (1986) y las novelas Cada día después de la noche (1996), ganadora del XIII Premio Nacional de Novela “Aniversario Ciudad de Pereira”, y Narración a la diabla (1998, 2008), entre otros. === Poemas Mara Hinojo López ========================================= Carne encendida, piel mojada de poemas y saliva. Gotas de sudor frías recorren tu mapa, imágenes vacías mueren en mi cama. Alma y cera impía divina y pagana que cruza mi puerta secreta que quema mis entrañas que vierte su espuma tibia en mi frío lecho mi lecho de fríos peces muertos. === Quiero volver al lugar donde nace el universo donde tu cuerpo es el árbol y mis brazos el viento. En mi lecho de frías rosas donde tus dedos perfilan mi talle infinito de sombras. Cuando tu flor nace en mis labios y muere en mi vientre cuando mis manos son poemas sobre tu piel húmeda y caliente. Allá donde tus caderas son profetas y mi pecho se cubre de signos donde la carne animada culmina los sentidos. Quiero quedarme allí donde no acaba el cielo donde siento que la vida está en ti donde no hay más palabra que tu cuerpo. === Subo por las ondas de tu playa hasta llegar a la orilla de tu cuerpo. Beso tu arena húmeda y caliente bebo de tu aliento salubre. Cuando navego por tu cuerpo no hay horizontes todo es infinito. No quiero más que hundirme en tu luz ser musa de tu mar sumergirme en tu agua enredarme en tus algas y morir en tu carne azul. === Te amo cuando te llamas lejanía. Te quiero en el aire cuando te marchas. Y ¡qué amor tan duro! ¿qué amor sin amor es éste? que me siento perdida cuando sueño con perderte. ** Mara Hinojo López marayla7@hotmail.com Poeta y narradora española (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1965). Es artesana marroquinera y diplomada en Educación Social por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned, http://www.uned.es). Actualmente trabaja como educadora en un centro para discapacitados psíquicos profundos. Participó en las ediciones XIX y XX del “Premio de Narración breve” Uned, con “La soledad húmeda” y “El reino invisible” respectivamente. Mayoritariamente su obra aún permanece inédita. === Casandra Gabriela Ballesteros ==================================== La ropa blanca tendida al sol me ciega. Me transporta al cielo con sus nubes de luz y al mar con sus intrusos navíos errantes. Transportan víveres y mi desolación. Ahí va él, mi Simón, ajeno al tiempo que lo separa de mi costa, indefenso ante el letargo de la marea que ha de arrastrarlo a su perdición. Esperaré puntual en la orilla su regreso. Volverá, llegará nuevamente el navío a mi costa pletórica de caricias y susurros. Esperaré incansablemente hasta que vuelva, sin tregua, sin desesperanza, hasta la muerte, aun incluso ante la burla de la gente. Yo lo esperaré hasta que vuelva... Pero esto nunca sucedió. Pasó aquella mañana echando sus redes al mar, en espera de encontrarlo, limpio y fresco como era, hermoso, como lo veía. El mar siguió su curso, creció al caer la noche y por la mañana sus crestas casi la golpeaban contra los riscos de la costa. Pero Casandra permaneció firme, a la espera, con el velo cubriéndole la faz, de pie, como un árbol que extendía sus ramas hacia el sol. Pasaron varias noches, la marea crecía y decrecía, como el palpitar de su pecho, que parecía emitir un ruido como de pájaro herido que se resiste a morir. Nada, ni el viento monzónico pudo embestirla, y pasaron interminables cambios de estación que sólo consiguieron petrificar su figura enclavada en el muelle. Me quedé ahí, mirando el profundo abismo que se tendía a mi vista. Pétrea, solitaria como una playa sin mar, pero erguida aún, indispuesta a lanzarme al fondo de mis cavilaciones y dudas, indispuesta a dejarte marchar. Las banderas ondeaban sobre las olas, verdes, amarillas, pero no las tuyas, Simón, que eran de un blanco insoportable a la mirada. Nunca más resurgiste del mar, que te devoró, y junto contigo huyó también mi razón. Quedé ahí como una barca derruida amarrada al poste del embarcadero, dejándome golpear por las olas y sumergiéndome de vez en vez en el sopor que ululaban las caracolas. Al final, una noche mis ojos vacíos se cerraron y dormí. De la vigilia al sueño el paso es lento. Del sueño a la pesadilla sólo un salto... Y salté. Los demonios de la Moira me enseñaron tu navío destruido, tu cruz y tumba acuática, tu hermoso y frágil rostro tostado por la marisma y el astro rey, era ahora sólo un sumidero púrpura con los ojos abiertos. Y desde entonces sólo deambulo como oscura golondrina cautiva en un cambio perpetuo de estación. Alzo el vuelo apenas, y regreso al campo, prisión de espinas que atormentan mi dolorido corazón. Un demonio de ojos azules y cabellera ardiente, un vórtice de desolación, una bandera exigiendo tregua, un cadáver anhelando amor, y correteo las ropas blancas, las descuelgo, les exijo que me lleven al barco que aquella tarde nos perdió. Miro, sólo miro. No he hecho nada más que mirar con mis ojos vacíos. Me oculto, me escabullo, me confundo con una serie de nombres y atributos que no atino a comprender y me dedico a mirar. Las calles han perdido su forma, y lo que otrora fuera un camino recto se ha tornado un sendero sinuoso que me lleva ante los espejos de los otros ojos. Vago solitaria sobre el lomo de mi Moira y recojo la tristeza y la alegría de las cloacas y también aspiro su intangible e inmunda sencillez. Tu partida me deshizo, Simón, y aunque no fue culpa tuya que el barco sucumbiera ante el embate de la ola, te culpo a ti de mi delirio, de mi maldita condición. Desde que partiste he sido maldita, aunque maldito también fue mi nacimiento en esta villa, de esta madre y de aquellas concubinas de la prisión de amor. Desde el muelle hasta mi muerte se me ha impedido todo viso de cordura y ahora, con mis ojos vacíos y mi boca llena de palabras, sólo me está dado decir y gritar vergüenzas, desvaríos, mentiras y atrocidades en el tiempo y el espacio en que el linaje se ha desdicho y desdichado vaga en busca de otro pecho que le dé cabida. Y sí, Simón, maldito también seas tú en tu profunda morada, que los peces aniden en tus oídos y te griten mi vergüenza y mi desgracia, que tu culpa sea la misma que me ha conducido a esta triste condición, retuércete también en tu tumba con el recuerdo de mi amor... A la luz de la luna sonámbula entre las callejas los pasos de Casandra giran, saltan de un recuerdo a otro y vuelven, siempre con cierta elegancia de loco, a rodar cuesta abajo hacia la insignificancia. Nada son para ella paredes o cercas, pues presurosa las traspasa, verifica y viola. Aprendió joven a no respetar intimidades ni frivolidades, y ahora, libre como el viento o los trazos luminosos de la luna sobre las sábanas, va Casandra ahuyentando el desamor y la tristeza que la acechan desde los quicios de las ventanas... Tapatín ton tin, trip trap trop zzuuuum, suenan sus pasitos de insufrible amor; y la Moira, que la sigue a todas partes, a veces también la conduce presa de una terrible ansiedad hacia las puertas del mar que abraza a la ciudad. Allí, entre la vastedad del horizonte y la arena que la ata a tierra, va y viene con afán tratando de rescatarse la paz. A veces, a la sombra de su lúcido recuerdo, se pregunta si acaso la paz es un bien o un malestar. Se tiende sobre la arena y se cuenta cuentos que ha visto suceder entre las calles y bajo los techos de las casas, y descubre que detrás de toda paz existe un crimen o un secreto, que detrás de toda vida hay un pecado que le pesa sin remedio, que se oculta por vergüenza y que se niega por decencia, pues, en cierta forma, quién en su sano juicio aceptaría que no tiene la vida que ha deseado siempre, que no es feliz, que no ha elegido al punto su destino... Sólo ella, pero la muchacha de melena de fuego y ojos desorbitados está loca, y así nadie puede tomarla en serio, aunque aúlle, grite y se deslice entre las grietas que amordazan nuestras casas. Aunque recorra sibilante los trasuntos a través de las cañerías donde todas las demás han dejado caer sus desgracias cual si fueran desperdicios. Casandra va, se interna en el hedor del recuerdo, saca preciados tesoros con los que luego reconstruye la historia de cada una de sus vecinas y se enreda con esas alhajas de podredumbre la cabellera, nido de sierpes y pensamientos. Le han visto volar sobre los tejados o quedarse estática sobre la pilastra de la fuente de la plazoleta de los desterrados, desde donde las sigue mirando inquisidora, petulante, sarcástica, soñadora y loca. Lanza hiel y miel sobre todas las transeúntes. Las miro, y ellas también me miran. Han de reconocerse idénticas a mí en forma y contenido, pues también ellas, seis como los íncubos, están atadas a uno más de los picos de la pilastra de la perdición y yo de ella soy el centro. Van, como yo, aunque no lo quieran, a tientas y desatinando en sus vidas, rozando con las yemas de sus dedos la dulce demencia de desear ser otra mujer. Cuando las miro de frente y les grito alguna verdad que las ofende ellas cierran las cortinas, se cubren los ojos y procuran no gritar, se ensordecen ante mi voz que mana certeza y van trazando también su propia perdición. Las miro a todas: la una, atada a un marido, otra encontrándose presa del deseo, la de más allá absorta por la maternidad... O bien, a ésa que se quebró en el ensueño de ser lo que no pudo poseer y a aquella ocultándose entre la razón y el deber ser. Borden, pues su tumba, pinten ya su desconsuelo, vístanse de encajes y arrepiéntanse, piensen y desaparezcan, den a luz un mortinato, asesinen de una vez por todas su legado y vengan a la pilastra de la plaza de los desterrados, únanse a mí y las huestes de ser, sin más, lo que se es... Vivo en un círculo cuyo centro soy yo. Vivo en una isla rodeada por mar, en una villa cercada por muros, entre unas casas circulares que van y siempre vuelven sin remedio a su origen. Me rodean unas casas que se pierden en sí mismas como remolinos que disfrutan devorar a sus habitantes. Y a pesar de ocho casas que me rodean, yo, el epicentro de la desgracia, no poseo más que una gata. Vivo como las aves, y desciendo de mis moradas celestiales como ellas únicamente para devorar gusanos. Mi elegancia al descender nadie la entiende, ni pretendo que así sea. Bajo porque tengo hambre, no para provocarte placer. Devoro gusanos, salamandras, ratas y como no ha habido hombre alguno que se preste a mi deseo, he tomado como amantes a los carneros, a los bueyes y a los asnos. Y luego vuelvo a subirme a las techumbres, me lanzo de un techo a otro evitando a toda costa caer en su vorágine. Sobre los techos, aunque nadie lo sepa, se abre un abismo, un vértigo inacabable. Nadie sabe a ciencia cierta si la mía es o fue, en otros tiempos, naturaleza humana o bestial, pero dicen que antes de ser una maraña envuelta en mierda fue mujer. Un demonio de ojos azules y roja cabellera. Un demonio montado en la Moira que por las noches canta las verdades no aprendidas de los habitantes de la villa. Ningún celador se atreve a cerrarle el paso o a mirarle a la cara. Temen que al mirarla de frente su mirada los transforme en cristal. Temen, que al mirarla, surja de su forma un rostro semejante al propio, que en lugar de aullidos emita sonidos de palabras. Porque las palabras, si las tiene, tendrán significados, y quizás, sólo quizás, nos dirán verdades. Vaga, husmea, se esconde, horroriza, y hay que ocultarla en el lugar más invisible: la vista pública, la exhibición, el circo. Lo demás, que es normal, ha de mantenerse oculto, cercado, sin que se noten sus remiendos, sin que se vean sus detalles magnificados. La forma más simple de contravenir la verdad es haciéndola un escándalo. Grita, Casandra, grita más fuerte, que tu alarido sea, como el mar para Simón, tu perdición. Ajuar de novia, tejido en seda, tus manos son agujas que van asfixiándote mientras tejes sobre tu cuerpo tu historia. Ajuar de novia, de esposa, de amante, de sierva, de puta. Vístete niña de cuanto quieras, que debajo siempre se hallará la bestia, pero atada, asfixiada, apenas puede saltar de tu pecho como león hambriento. Pero el día que salte, saltará también tu vida por la ventana, y nada habrá de quedar de ella, ni su recuerdo. Salta, grita, rasga, mata... Alguien tiene que hacerlo, alguien tiene que dejar el suelo y habitar entre los muertos o las aves de rapiña. Alguien tenía que usar el estercolero como credo, alguien tenía que darte validez de norma contraviniéndote. Y fui yo. Recién ahora me doy cuenta que también caí en tu juego, mi lucha, que creía tan mía, es sólo un mal creado por tus miedos... ** Gabriela Ballesteros sahumeri@hotmail.com Escritora mexicana (México, DF, 1977). Estudió letras latinoamericanas en la Universidad Autónoma del Estado de México (http://www.uaemex.mx). Es egresada de la Primera Generación de la Escuela de Escritores de Metepec de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem, http://www.sogem.org.mx). Ha colaborado en diversas publicaciones periódicas, entre las que destacan La Colmena (http://www.uaemex.mx/plin/colmena), Castálida, El espejo de la Tinta, Cambio, El Águila y Portal. El Instituto Mexiquense de Cultura (IMC, http://www.edomexico.gob.mx/imc) editó su novela Historias de entrecasa y caza, escrita bajo el auspicio del Fondo para la Cultura y las Artes del Estado de México en su emisión 1998-1999. Posteriormente fue becaria en tres ocasiones más de la mencionada institución: 2003, con el proyecto Mi casa soy yo: Cotidiano femenino en el hogar (novela); 2004, con Yo veo, yo leo, yo cuento lo que veo: Iniciación infantil a la narrativa (cuento ilustrado), y 2005, con A cuatro paredes: cuentos y obras de teatro para hacer en casa (cuento y teatro infantil). Actualmente se dedica a la docencia y a la promoción independiente de la literatura y la lectura. ||||||||||||||||||||||||||| POST SCRIPTUM ||||||||||||||||||||||||||| “El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee”. Umberto Eco, “La isla del día de antes” (1994). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviarnos algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. Usted puede verlas en el Web en http://www.letralia.com/tierradeletras/publicar.htm. 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