~~~~~~~~~~~~~~~ Año XVI Cagua, Venezuela Nº 266 ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ http://www.letralia.com ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ 7 de mayo de 2012 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras, es ~~~~~~~~~~~ la revista de los escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos en Internet. ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a info@letralia.com ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ ISSN: 1856-7983 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ === Sumario =============================================================== | Los zombis no saben leer, número 10. / Nadim Marmolejo | Breves Sevilla gana el concurso “El Personaje Inolvidable”. / | Exposición “Dibujos de Leonardo da Vinci” en Lima. / | Proyección del documental Ajila, del venezolano Miguel | Guédez. / Cine-foro con la película Reverón, del | venezolano Diego Rísquez. / Maratón Atómico | Iberoamericano, concurso de cortometrajes. / Patpong | Road, de José Luis Muñoz. / Convocatoria de la revista | letrAtaque. | | Publican en España poesía completa de José Antonio Ramos | Noticias Sucre. / Carme Riera, octava mujer en la historia de la | RAE. / Arturo Pérez-Reverte cuenta en un blog cómo | escribe su próxima novela. / Ven la luz cuatro nuevos | títulos de la Biblioteca Clásica de la RAE. / Recuperan | cartilla española de principios del siglo XX. / Premios | de la Crítica de España para Martínez de Pisón y | Segovia. / El escritor venezolano Wilfredo Carrizales | expone fotografías en China. / Inicia actividades en La | Paz el Centro Cultural de España. / Concurso de La | Librería Mediática y TVLecturas anunció ganadores. / El | venezolano Gustavo Ott obtiene en España el premio Raúl | Moreno. / Difunden documental con imágenes hasta ahora | inéditas de Nicanor Parra. / Murió la escritora | guatemalteca María Teresa Fernández Hall. / Entregan el | Premio Xavier Villaurrutia a Felipe Garrido. / Soledad | Puértolas presenta adaptación de La Celestina al español | actual. / Petroperú creará el Centro Cultural Copé en la | Casa Thorndike. / Obras de Julio Cortázar fueron | publicadas en formato electrónico. / Élmer Mendoza | ingresa a la Academia Mexicana de la Lengua. / José | Ovejero obtiene el Anagrama con La ética de la crueldad. | / Festilectura Chacao se reafirma con el éxito de su | cuarta edición. / Sobreseído Pablo Katchadjian en | litigio presentado por María Kodama. / Herederas de | Saramago absueltas de condena por delito fiscal. / El | sello español Tusquets Editores se asocia con Planeta | Corporación. / Dayana Fraile gana el VI Premio de Cuento | Policlínica Metropolitana. / Roca crea Barcelona eBooks | para publicar libros digitales en inglés. / Recuperan | una obra del escritor español Juan Valera. / Publican en | España la autobiografía del Nobel sueco Tomas | Tranströmer. / Colombiano creó red de bibliotecas con | libros rescatados de la basura. / Ernesto Cardenal gana | el Reina Sofía. / Cassio Vasconcellos expone en Caracas | sus “Nocturnos de Sao Paulo”. / Gobierno español concede | la nacionalidad al escritor cubano Raúl Rivero. / Se | inicia esta semana el festival Barcelona Poesía 2012. / | Sacven presenta libros de sus concursos de cuento y | poesía. / Los Ángeles celebra este mes su segunda Feria | del Libro en Español. / Expondrán en Inglaterra | fotografías de Frida Kahlo y Diego Rivera. / El | venezolano Edgar Borges presenta su nueva novela en | Feria de Sevilla. / Subastarán dos páginas inéditas de | El Principito, de Saint-Exupéry. / Iliana Gómez dicta en | Caracas un taller sobre la evolución del vampiro. / | Tenerife acoge campeonato de “lucha libro”. / Abiertas | las inscripciones para el séptimo encuentro Letrarte. / | Festival por la Paz reunirá a 50 poetas en Bilbao, | Donostia y Gasteiz. / Literatura, lenguaje y | multiculturalismo, temas de jornada en Brasil. / | Escritores de Colombia y Ecuador se reunirán en | encuentro binacional. / Creación literaria puede | estudiarse en una maestría en El Paso. | | “De Thomas Mann a D. H. Lawrence: de la racionalidad | Artículos y europea al irracionalismo anglosajón”, Pedro García | reportajes Cueto. / “Susan Sontag y lo camp”, Juan Sierra | Hernández. / “El Evangelio según san Unamuno”, Miguel | Ángel Malavia. / “La gordita del Tropicana, de Antonio | Mora Vélez”, Carlos Orlando Pardo. / “La aventura | literaria de El hombre no mediático que leía a Peter | Handke”, Francisco Vélez Nieto. / “La filosofía, ¿para | qué?”, Víctor Roberto Sánchez Chuchuca. / “Quisiera | escribir otra historia”, Alberto José Pérez. / “El | yakusa de mi corazón, de Marnie Forastieri”, Ángel M. | Encarnación Rivera. / “Cuentos en el exilio, de Víctor | Montoya”, Virginia Ayllón. / “Cien años de Elvia, de | Daniel Rojas”, Julia Elena Rial. | | “Seamus Heaney: el doble regreso al mito y la infancia”, | Entrevistas entrevista por Marco Antonio Campos y Pura López Colomé. | | “Árbol de Diana, ausencia y pérdida de Alejandra | Sala de ensayo Pizarnik”, Fernando Salazar Torres. / “El efecto Poe en | la narrativa venezolana”, María Eugenia Betancourt. | | “Del diario de la señora Mao” (extractos), María Teresa | Letras Ogliastri. / “Aquella flor en el centro del caos”, Jorge | Castelli. / Poemas de Jéferson González Gómez. / “Mis | perros y yo”, Ada Vega. / “¡A escena, actores!”, Rolando | Revagliatti. / Relatos de Eva Medina Moreno. / Tres | poemas de Valeria Cecilia Pariso. / “Mi hermosa Raquel”, | Elena Herrera. / Poemas de Francisco Torres Montealegre. | / “Una forma de autoboicot”, Natalia Moret. / Cinco | poemas de José Manuel Oliveros. / “La tripona”, Héctor | Estrada Parada. / Textos ganadores del I Concurso de | Relatos Cortos y Microrrelatos “José Antonio Lago | Formoso” (Turmero, Venezuela). | | José Ovejero. | Post Scriptum | =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753 =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Premio Key Site Award, de Fortress Design, en mayo de 1999 http://www.fortressdesign.com =========================================================================== Premio a la Excelencia, de Exodus Ltd., en mayo de 1999 http://www.exodusltd.com =========================================================================== Premio Mejor Página de Poesía, de La Blinda Rosada, en julio de 1999 http://blindarosada.org.ar =========================================================================== Segundo lugar en los premios Lo Mejor de Punto Com, diciembre de 2004 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Lo Mejor de Punto Com, octubre de 2005 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2006, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Premio Nacional del Libro de Venezuela 2007, Centro Nacional del Libro http://www.cenal.gob.ve =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2008, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Mención de honor en los premios Stockholm Challenge 2010, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.org =========================================================================== Para suscribirse a Letralia, envíe un mensaje vacío a: letralia-subscribe@gruposyahoo.com Para desuscribirse, envíe un mensaje vacío a: letralia-unsubscribe@gruposyahoo.com También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.letralia.com/herramientas/listas.htm Ediciones anteriores: http://www.letralia.com/tierradeletras/archivo.htm ||||||||||||||||||||||||||||||| BREVES |||||||||||||||||||||||||||||| *** Los zombis no saben leer, número 10 Acaba de ser publicado el décimo número de la revista pulp de referencia en español Los zombis no saben leer, de descarga gratuita en tres versiones: gráfica en dos calidades (.pdf), textual para laptops (.pdf) y compatible para ebooks (.epub). La edición contiene dieciocho relatos y dos historietas gráficas de diversos géneros que ahondan en el carácter pulp desde las diversas perspectivas artísticas de los catorce autores que han participado; ilustrado todo ello de las manos de Aina Albi, David Montero, Javier Durán, Mafer, Ösk y Raquel Tormo. Esta revista pulp, que ha contado en números anteriores con una extensa participación de decenas de autores de habla hispana, se presenta en esta edición de primavera con una extensión de 150 páginas en la versión de sólo texto y de 170 en la gráfica, que incluye además un relato extra y dos historietas breves. http://www.revistapulp.com *** Nadim Marmolejo Sevilla gana el concurso “El Personaje Inolvidable” El Concurso de Cuento “El Personaje Inolvidable”, convocado por el periódico Sector H, la revista Libros y Letras y la web Periodismo sin Afán, y en el que los participantes enviaron cuentos sobre personajes vivos o muertos y, para ellos, inolvidables, entregó sus premios el pasado 30 de abril. Se recibieron 14 escritos en la categoría de mayores y 3 en la categoría infantil. Luego de la lectura de los cuentos por Giovanny Sánchez, director y gerente de Redes Kreativas; Adriana Téllez, directora de Urbana Comunicaciones; Carlos Castro, director de Periodismo sin Afán; Ileana Bolívar y Jorge Consuegra, de la revista Libros & Letras; Víctor Ogliastri, director del programa “Distrito Cultural” de UN Radio; Yeiver Rivera, de “Barrios de Bogotá”, y el periodista Esteban Flórez, se dio como ganadores a Nadim Marmolejo Sevilla (http://www.letralia.com/firmas/marmolejosevillanadim.htm), de 46 años, en la categoría de adultos, por “La medalla del rasta” —con un premio de 500.000 pesos en libros y la publicación del texto en Sector H, en Libros & Letras y en Periodismo sin Afán—, y a Juan Pablo Simón Rico Fernández (10 años), en la categoría infantil, por “Neil” —con un premio dotado de un paquete de libros infantiles. http://www.periodismosinafan.com *** Exposición “Dibujos de Leonardo da Vinci” en Lima El Museo de Arte de San Marcos, en Lima (Perú) presenta la exposición “Dibujos de Leonado da Vinci”, una selección de reproducciones que pertenecían a un álbum de dibujos desaparecido tras un incendio en la Real Biblioteca de Windsor. La exposición se inauguró el 3 de mayo en la Sala Vinatea Reinoso, Patio de Derecho del Centro Cultural, y está compuesta por manuscritos y dibujos que el artista legó a su discípulo predilecto, Francesco Melzi, descendiente de una noble familia de Milán, quien le había acompañado a Francia. Poco a poco el valor e interés de la colección cayó en el olvido, por lo que se dispersó su mayor parte. Muchos de sus dibujos fueron adquiridos hacia fines del siglo XVI por el escultor Pompeo de Leoni, quien los dispuso en álbumes. Uno de ellos fue adquirido por el coleccionista inglés Thomas Howard y después de su muerte los dibujos pasaron a la colección de la Corona Inglesa (siglo XVII). Este álbum, que se conservaba en la Real Biblioteca de Windsor, quedó destruido después de un incendio acontecido en sus instalaciones, perdiéndose así una colección importantísima y única de dibujos de los últimos años de Da Vinci, artísticos en su mayoría, y algunos de carácter mecánico y científico. De esta fuente provienen las reproducciones que la Unesco donó al Museo en el año 1952 y que se exhiben en esta muestra. http://www.ccsm-unmsm.edu.pe/arte *** Proyección del documental Ajila, del venezolano Miguel Guédez Este martes 8 de mayo se presentará en la Sala de Conciertos de la Universidad Central de Venezuela el documental Ajila, del joven realizador Miguel Guédez. “¡Ajila, ajila, ajila el ganado por la huella del cabrestero!” es el grito del arreador para que los animales lo sigan, para marcarles el rumbo. Durante los 45 minutos que dura Ajila el espectador se encontrará con varios personajes. Uno de los principales es el señor Raúl, un ordeñador que vive en la zona del Capanaparo, cercana del río Meta. “Este señor me parece que es un llanero en su máxima expresión y él nos comentó que ha querido mantener toda su cultura del llano y transmitírsela a su familia”, ha dicho Guédez. La actividad será el martes 8 de mayo a las 3 de la tarde, con la asistencia del cineasta. http://migueleguedez.wordpress.com/2010/10/05/ajila-estreno/ *** Cine-foro con la película Reverón, del venezolano Diego Rísquez El próximo miércoles 9 de mayo, a las 7:30 de la noche, se llevará a cabo en la Sala de Teatro 2 del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Fundación Celarg) un cine-foro con la película Reverón, del cineasta venezolano Diego Rísquez, quien después de la proyección compartirá sus experiencias del rodaje junto a los actores Luigi Sciamanna y Sheila Monterola, quienes interpretan, respectivamente, al mayor artista venezolano del siglo XX, Armando Reverón (1889-1954), y a su compañera de toda la vida, Juanita. http://www.celarg.gob.ve *** Maratón Atómico Iberoamericano, concurso de cortometrajes “El reto para participar en el Maratón Atómico Iberoamericano es hacer un plano secuencia que dure 60 segundos o un corto animado”, señala Karina Gómez Franco, directora de este proyecto donde el uso de cualquier tecnología disponible sirve para desarrollar una historia audiovisual. La competencia se realizará desde el 17 hasta el 20 de mayo, fechas previstas para el rodaje de cada corto, y la participación se extiende para todos en Iberoamérica. “Para afinar detalles se tiene previsto foros virtuales el 15 y 16 de mayo y las condiciones para participar se encuentran en nuestras redes sociales”, señaló Cesar Moreno, coordinador audiovisual del Maratón Atómico Iberoamericano, en sus dos renglones: Cine Átomo y Animado. El soporte tecnológico para enviar los cortometrajes inscritos es de Movibeta, que tiene experiencia como intermediaria digital entre diversos festivales y sus respectivos proyectos seleccionados. Los dos primeros ganadores podrán viajar a un festival internacional de cortometrajes y la premiación será del 3 al 7 de junio en el marco del Festival del Cine Venezolano, en la ciudad andina de Mérida, donde la competencia Cine Átomo tiene una trayectoria nacional de cinco ediciones y puede apreciarse en el canal por YouTube. http://www.fundearc.org *** Patpong Road, de José Luis Muñoz Acaba de aparecer la novela Patpong Road, 32º título del escritor español José Luis Muñoz, que entre finales de este mes y mediados de julio será presentada en varias ciudades de España. Publicada por La Página Ediciones y a medio camino entre la explicitud sexual de Henry Miller y el cinismo de Michael Houellebecq, Patpong Road es una novela erótica, dura y políticamente incorrecta en la que Muñoz explora el lado oscuro de la personalidad humana, con sus contradicciones morales enfrentadas a sus apetitos desmesurados. La obra de 350 páginas está ambientada en el barrio rojo de la capital tailandesa, el caótico y sensual Patpong Road, a donde viajarán en varias ocasiones René Lodosa —un escritor con aura de maldito— y Claire —su exuberante esposa francesa—, entre los cuales se irán ahondando sus diferencias a la par que se abrirán a nuevas experiencias sexuales. La adicción de René a las chicas de Patpong Road, que siempre sonríen pero nunca exteriorizan sus sentimientos, abrirá una brecha cada vez más profunda en la pareja pese a lo que el escritor, con una insistencia suicida, volverá una y otra vez a ese paraíso del sexo buscando su autodestrucción. La primera presentación de Patpong Road tendrá lugar el próximo viernes 29 de mayo, a las 19:30, en la Librería Picasso de Granada (calle Obispo Hurtado, 4), con palabras de Gregorio Morales. El miércoles 6 de junio a las 20, Fernando Marías la presentará en el Espacio Canarias de Madrid (calle Alcalá, 91); el viernes 15 de junio a las 19:30, Julio Murillo hará lo propio en la Casa del Libro de Barcelona (Rambla Catalunya, 39), y luego Marías y Murillo la presentarán, el 12, 13 y 14 de julio, en la Semana Negra de Gijón. Los lectores interesados pueden pedir un ejemplar, dedicado por su autor —quien la enviará contrarrembolso—, escribiendo a joseluismunoz33@gmail.com. http://bit.ly/JrUtbJ *** Convocatoria de la revista letrAtaque Andrés Pascuas C. y Andrea Vergara G. editan la revista letrAtaque, Lectura Portátil, cuyo número 3 ha abierto su convocatoria y estará orientado al tema de “Lo negro”, bien sea pensamiento, sentimiento, color, género literario o artístico. Los editores recibirán textos inéditos de hasta 500 palabras, así como dibujos, fotografías e ilustraciones, en formato JPG, hasta el 6 de julio. Los interesados en participar pueden enviar sus colaboraciones a letrataque@gmail.com. http://letrataque.blogspot.com ¿Quiere publicar una nota en este espacio? Envíenosla por correo electrónico a breves@letralia.com. === ¿Le interesa estar informado sobre concursos? ========================= Reciba por correo electrónico los anuncios vigentes de concursos literarios y artísticos en general suscribiéndose a nuestra lista de distribución. Todo lo que tiene que hacer es enviar un mensaje vacío a letralia-concursos-subscribe@gruposyahoo.com, o visitar nuestra cartelera de concursos en http://www.letralia.com/herramientas/concursos.htm. Si desea enviarnos las bases de un concurso, escríbanos a info@letralia.com |||||||||||||||||||||||||||||| NOTICIAS ||||||||||||||||||||||||||||| *** Publican en España poesía completa de José Antonio Ramos Sucre La Biblioteca Sibila de la Fundación BBVA/España, cuya especialidad son los clásicos hispanoamericanos, acaba de publicar en la nación ibérica la poesía completa del escritor venezolano José Antonio Ramos Sucre (1890-1930), una edición de 428 páginas que estuvo a cargo del poeta catalán Toni Montesinos, según reportó en abril pasado el diario caraqueño El Nacional. “La poesía del venezolano José Antonio Ramos Sucre, considerado uno de los fundadores del poema en prosa en español, es una asombrosa demostración de la manera en que un artista puede abordar un género literario y transformarlo en una estética incomparable”, dice el libro en su contraportada, citando como ejemplos los tres libros de Ramos Sucre: La torre de Timón (1925), El cielo de esmalte (1929) y Las formas del fuego (1929). Según Montesinos, es imposible prever la recepción que tendrá en España la obra del autor venezolano, por ser excepcional y atípica. “El editor de Ramos Sucre siempre está conociendo su obra y no está en capacidad de explicarla. Yo, por ejemplo, sólo puedo deslumbrarme ante ella. Por eso me parece tan complejo como atrayente. Autores como él, muchas veces, se quedan en el purgatorio del olvido y la incomprensión. Quizá este escritor no va a tener influencia en España porque es como Borges: imposible de imitar”. Ramos Sucre, continúa Montesinos —quien también firma el prólogo de la edición—, es “como una isla que en lugar de agua está rodeada de libros” y también “una excepcionalidad dentro de la literatura: no es modernista ni surrealista, ni clásico ni vanguardista. Y lo es a la vez todo. Es un poeta en prosa y no parece vivir la vida que le tocó vivir. Es uno de esos autores insólitos que no tienen maestros ni discípulos”. Nacido en Cumaná, Sucre, el 9 de junio de 1890, José Antonio Ramos Sucre se graduó de doctor en leyes en 1925, aunque prefirió trabajar como docente y traductor. Insomne patológico, recorre por las noches las calles de la ciudad y refleja en su obra la creciente fatiga producto de su condición. Cultiva la poesía en prosa, entonces desconocida en Venezuela, de cuya literatura se queja por considerarla retrógrada. El 13 de junio de 1930, durante un viaje diplomático a Ginebra, se suicida tomando una sobredosis de veronal. La edición más reciente en España de poemas de Ramos Sucre data de 2008, cuando Galaxia Gutenberg reunió en un libro a seis poetas venezolanos. Junto con Vicente Gerbasi, Juan Sánchez Peláez, Rafael Cadenas, Guillermo Sucre y Eugenio Montejo, se incluyó al autor cumanés como fundador de la poesía moderna en Venezuela. Años antes, en la década de los ochenta, la editorial Siruela publicó Las formas del fuego, que pasó desapercibido. Fuente: El Nacional *** Carme Riera, octava mujer en la historia de la RAE La escritora española Carme Riera (Palma de Mallorca, 1948) se convirtió el pasado 19 de abril en la octava mujer en ocupar una silla de la Real Academia Española (RAE), lo que además ha sido considerado un gesto de aprecio por las letras catalanas, ya que toda la obra de ficción de la autora está escrita en esa lengua. Su candidatura derrotó en las votaciones a la de la poeta malagueña María Victoria Atencia. La opción de Riera a la RAE había sido presentada por otro escritor en lengua catalana, el académico Pere Gimferrer, junto con el novelista santanderino Álvaro Pombo y la historiadora Carmen Iglesias, además de contar con el apoyo de la prestigiosa agente Carmen Balcells. Riera vivió en su ciudad natal hasta que se trasladó a Barcelona a estudiar filología española en 1965. Además de ser una destacada novelista en catalán, es catedrática de literatura española en la Universidad Autónoma de Barcelona, centro en el que realizó sus estudios superiores Su especialidad como docente es el Siglo de Oro español y los talleres de escritura. En su labor investigadora destacan los estudios en torno a la poesía española del siglo XX con especial atención a José Agustín Goytisolo y Carlos Barral, así como a la literatura femenina. Se doctoró en el Departamento de Filología Española y obtuvo el premio extraordinario con una tesis sobre la escuela poética de Barcelona, que luego convertiría en un ensayo con el que ganó el premio Anagrama en 1988. Entre sus galardones se encuentran el premio Prudenci Bertrana de novela por Una primavera para Domenico Guarini (1980), el premio Ramon Llull de novela por Juego de espejos (1989) y los premios Josep Pla, Lletra d’Or, Joan Crexells y Nacional de Narrativa de las Letras Españolas por En el último azul (1994). Con Por el cielo y más allá (2001) ganó el Premio Nacional de Literatura que concede la Generalitat de Catalunya, y con La mitad del alma (2003) el Sant Jordi de Novela. En 2000 recibió asimismo la Creu de Sant Jordi y dos años después el Ramon Llull. El Consell de Mallorca le concedió su medalla de oro en 2005. Tras conocer su elección para la Academia —que la había llevado a trasladarse preventivamente a Madrid—, Riera reflexionó sobre su doble condición (escritora en castellano y catalán) y señaló que “las lenguas son una especie de cristal con el que vemos el mundo, y yo puedo verlo en esos dos idiomas”, y, en la otra clave de su dualidad, añadía: “Tengo la suerte de enseñar literatura por las mañanas y de escribirla por las tardes”. Riera ocupa la silla “n”, vacante desde el fallecimiento de Valentín García Yebra el 13 de diciembre de 2010, y es la octava mujer que se incorpora al órgano rector de las letras españolas, que tiene 46 sillas, de las que tres permanecen sin ocupar por los sucesivos fallecimientos de Luis Ángel Rojo, Eliseo Álvarez-Arenas y Antonio Mingote. Antes de ella han sido elegidas académicas Carmen Conde —la primera mujer, en 1979—, Elena Quiroga, Ana María Matute, Carmen Iglesias, Margarita Salas, Soledad Puértolas e Inés Fernández-Ordóñez. Fuente: EFE *** Arturo Pérez-Reverte cuenta en un blog cómo escribe su próxima novela “Este cuaderno no es una novela en marcha ni la novela de una novela. Sólo recoge anotaciones sobre el trabajo en curso”, así define el escritor Arturo Pérez-Reverte su nuevo proyecto literario digital Novela en construcción: Anotaciones sobre una novela (http://novelaenconstruccion.com), un blog en el que comparte con sus lectores las técnicas literarias y de investigación que está aplicando en la redacción de la que será su próxima novela. El autor de El club Dumas, La reina del sur y El asedio —entre otros títulos— es uno de los novelistas españoles con mayor repercusión internacional, y asegura que “escribir una novela requiere una paciencia infinita y de cierta sangre fría”. Pérez-Reverte confiesa además lo largo que se le hace el camino como escritor: “Cuando consigues contar exactamente lo que hace año y medio decidiste que contarías, o lo que resultó de ello, piensas: qué largo camino para llegar a esto. Una felicidad singular, ésa. Es como empezar a navegar...”. En su web, iniciada el 20 de abril, el escritor registra, por ejemplo, algunas características de los personajes principales, los ambientes en que se desarrolla la historia, objetos personales que incorporará como “pequeños codazos cómplices”, sus consultas a amigos que son expertos en campos determinantes para el desarrollo de la historia e incluso detalles sobre la resolución de problemas estilísticos o técnicos. En la primera entrada en esta web, por primera vez, Pérez-Reverte desvela a sus seguidores algunas incógnitas sobre su nueva obra: “Seguirán en los próximos meses, sin método ni periodicidad fija, algunas de mis notas breves sobre el trabajo en curso”. Esta nueva novela, que podría publicarse antes de finales de este año, no es histórica, la empezó el 7 de enero de 2011 —aunque su origen sea muy anterior—, y “poco a poco parece encaminarse a su recorrido final”, comenta Pérez-Reverte. Gracias a este innovador proyecto sus lectores ya saben que esta nueva novela “es la historia de una historia de amor, entre otras cosas”, protagonizada por un hombre y una mujer que se encuentran tres veces en su vida: en Buenos Aires (Argentina) en 1928; en Niza (Francia) en 1937; y en Sorrento (Italia) en 1966. “Básicamente es una historia de amor. Peligrosa y turbia, creo. Un hombre y una mujer se encuentran tres (breves) veces en su vida. Una aventura que empieza en 1928, sigue en 1937 y termina en 1966. O eso creo. Salvo que se me cruce algo que lo complique más. Cosa que, a estas alturas, me parece improbable. Supongo que se sostendrá esa estructura de trama hasta el final”, señala el autor. Y esa trama es compleja, “porque no es lineal. Hay saltos atrás y adelante en la acción. Eso hace necesaria una carpintería cauta”, explica Pérez-Reverte, que lleva escritos unos 250 folios hasta ahora. “Buen ritmo. No me quejo”, asegura. “No responde a un plan sistemático, sino que será una sucesión de notas informales que, con el tiempo, pueden constituir un material interesante para algunos lectores”, indica el novelista. Fuente: 20minutos.es *** Ven la luz cuatro nuevos títulos de la Biblioteca Clásica de la RAE La Real Academia Española (RAE, http://www.rae.es) presentó el viernes 20 de abril cuatro nuevos títulos de su Biblioteca Clásica, que dirigida por Francisco Rico constará de 111 volúmenes editados por Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores. Se trata de El Lazarillo de Tormes; La Celestina, de Fernando de Rojas; La Dorotea, de Lope de Vega, e Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. La presentación, realizada en CaixaForum Madrid, contó con palabras de los académicos Luis Goytisolo, Soledad Puértolas, Darío Villanueva y el propio Rico, quien aprovechó para informar que en 2014 está previsto que se inicie la edición de Bolsillo y la Colección del Estudiante. También en esa fecha se emprenderá la colección de anejos con títulos como las Comedias de Lope de Vega, que no se encuentran en la Biblioteca Básica. Hasta la fecha, la Biblioteca Clásica, que contiene las obras que pueden considerarse el núcleo esencial de la tradición literaria española e hispanoamericana hasta finales del siglo XIX, ha publicado ya El Cantar de Mio Cid; Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo; Gramática sobre la lengua castellana, de Antonio de Nebrija, y La vida del Buscón, de Francisco de Quevedo. Según Rico, en esta segunda fase de la colección está previsto que a lo largo de 2012 vean la luz otros seis volúmenes. Sin embargo, precisó que los cuatro títulos ahora editados forman la parte “preferida” del proyecto que tiene como objetivo último “llegar a los lectores y hacerles sentir el placer de la lectura”. La web de la RAE es otra de las herramientas fundamentales en la divulgación de estas obras que se pueden hojear y también comprar en formato digital. Otra de las ideas, aún en preparación, en torno a esta Biblioteca Clásica, es crear un club de lectura una vez al mes con personas que hayan leído las obras y se reúnan en torno a un taller. El escritor Luis Goytisolo comentó los aspectos más relevantes de Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, un texto que había leído con anterioridad pero que ahora ha vuelto a leer en esta edición de la RAE que presenta notables diferencias. Bernal Díaz del Castillo fue un soldado que aprendió el oficio de escritor sobre la marcha y que decidió dedicarse a esta tarea “porque le irritaba la manera embellecedora en que se contaba la Conquista en América, favoreciendo la figura de Cortés y dejando en segundo plano a los soldados”, explicó Goytisolo. En opinión del escritor, el autor de este libro “lo cuenta muy bien, de forma clara y contundente, intentando ser objetivo y sin ocultar los desmanes de unos y otros”. “Es un caso insólito en alguien que se define no escritor, la verosimilitud que trasmite”, apunta. Bernal Díaz del Castillo “ve esto como una continuación de la Reconquista”. “La conquista de Indias no fue una excepción a las guerras que asolaban Europa en aquella época e incluso hoy en día”, concluyó Goytisolo. Para Soledad Puértolas, que habló sobre La Dorotea, de Lope de Vega, el Fénix de los Ingenios fue “el escritor, el rey de la Comedia”. La académica confesó no saber quién fue Dorotea hasta la lectura del libro, inspirado en un episodio autobiográfico del propio Lope con una de sus numerosas amantes. Una versión al español moderno que la escritora realizó sobre La Celestina le permitió contaminar ambas lecturas y recomendar este “viaje” por los dos textos. El enredo, el alto nivel de conversación de todos los personajes, el amor, las discusiones literarias y las generalizaciones constantes sobre hombres y mujeres, son aspectos que ha resaltado de la lectura de La Dorotea. “La sensación de caos de La Celestina se va abandonando en La Dorotea. Lope de Vega pone su empeño en el final con un punto de esperanza en el más allá”, señaló. Para Darío Villanueva, la lectura de este Lazarillo de Tormes de la RAE le reafirmó en su creencia de que la obra fue en su época “un best-seller paneuropeo”, pues se tradujo a numerosas lenguas. “El Lazarillo me gusta precisamente no por lo que tiene sino por lo que le falta. El autor renuncia a contarnos cosas pero lo que cuenta es tan pertinente y atractivo que nos deja con la miel en la boca”, dijo. Villanueva calificó los personajes de este libro de “fascinantes” y se refirió a ella como una “novela de rara modernidad, casi en lenguaje twitter”. Asimismo, considera que se trata de una novela “audaz para el lector más inteligente”. Por su parte, para Francisco Rico, “nunca antes la literatura europea había conseguido un grado tan extremo de realidad e intensidad” con La Celestina, en la que comedia y tragedia, amor y muerte, bajos fondos y grandes sueños se dan cita en el otoño de la Edad Media. Fuente: IBLNews *** Recuperan cartilla española de principios del siglo XX El Museo Pedagógico de Aragón, en la ciudad de Huesca, ha recuperado una cartilla editada en 1907 por Pedro Martínez Baselga que tenía como objetivo enseñar con métodos sencillos la caligrafía a la población de la época, según se anunció el pasado 21 de abril. “Añadiendo rayas al cero podemos formar varias letras y con éstas algunas palabras”. Con este truco comienzan las lecciones en la Cartilla Caligráfica para aprender a escribir en seis días. Se trata de un pequeño libreto que publicó el zaragozano Pedro Martínez Baselga para enseñar a la población de la época a escribir a través de un sencillo método. En la cartilla, Martínez Baselga propone un método diseñado para aquellos que no habían tenido la fortuna de contar con la asistencia de un maestro que les guiara en el aprendizaje de la escritura. Según indica el propio autor en el prólogo, el objetivo principal de la cartilla era repartirla entre los niños de las escuelas para que se las llevasen a sus casas y enseñasen a escribir a sus mayores. El autor de la cartilla fue catedrático en la Escuela de Veterinaria de Zaragoza, familiar de Joaquín Costa e impulsor de la educación. Desde el Museo Pedagógico de Aragón se ha querido “recuperar el nombre del autor y su empeño de extender la ilustración, la cultura y la escritura como una herramienta de comunicación”, explicó su director Víctor Juan. “Para Martínez Baselga lo urgente era trazar letras para formar palabras y expresar ideas, la ortografía y gramática vendría más adelante. Decía que la caligrafía permitía poner por escrito lo que pensabas y servía para estar en contacto con las personas en la distancia”, añadió el director. La cartilla fue bien acogida en la época y en menos de un mes se imprimieron cinco ediciones más. Por otra parte, fue premiada en el concurso literario de la duquesa de Villahermosa y consiguió varios premios de ayuntamientos y diputaciones. Junto a publicaciones próximas a su formación académica y a su actividad profesional, Martínez Baselga escribió obras como Urbanidad y educación del comerciante moderno (Zaragoza, Casañal, 1909), El matrimonio en la clase media (Zaragoza, Casañal, 1909), Sociología y pedagogía (Zaragoza, Casañal, 1909) o Museo infantil: juguetería y psicología (Zaragoza, Imprenta del Hospicio, 1910). Fuente: Europa Press *** Premios de la Crítica de España para Martínez de Pisón y Segovia Los escritores Ignacio Martínez de Pisón (El día de mañana), en narrativa, y, póstumamente, Tomás Segovia (Estuario), en poesía, han sido galardonados con los Premios de la Crítica 2011, según el fallo dado a conocer en Soria, Castilla y León (España) el pasado domingo 22 de abril por la Asociación Española de Críticos Literarios (AECL). Martínez de Pisón, zaragozano afincado en Barcelona, manifestó sentirse “muy feliz” por el reconocimiento para este libro que es, “como casi todos” los suyos, “una novela sobre gente menor, casi anónima”. El autor acababa de participar en un congreso de hispanistas en la Universidad de Kentucky, en Estados Unidos, cuando se enteró del fallo. El día de mañana (Seix Barral), novela ambientada en Barcelona y protagonizada por un confidente de la Brigada Social en los últimos años del franquismo, “es, como casi todas las mías, una novela sobre gente menor, casi anónima, experiencias diversas que sumadas unas a otras pueden transmitirnos también cómo fueron esos años de finales del franquismo y la transición en Barcelona”, dijo. Martínez de Pisón se refirió también a Tomás Segovia, galardonado en la modalidad de poesía por Estuario: “No llegué a conocerlo personalmente, aunque seguí su obra con mucho interés, e incluso incluí un relato suyo en Partes de guerra, la antología que preparé sobre la Guerra Civil”. Segovia “abrazaba la vida” y fue un poeta que “nunca estuvo al aire de las modas, sino más bien a la intemperie”, afirmó su viuda, María Luisa Capella, acompañada por su editor, Manuel Ramírez, tras conocerse la concesión del Premio de la Crítica 2012 al desaparecido escritor hispanomexicano. “Aprendí de Tomás a no esperar estas cosas, pero lo agradezco mucho, en su nombre y en el de sus hijos”, explicó la viuda, quien repasó la trayectoria de Segovia leyendo, incluso, algunos de los hermosos poemas de Estuario. El fallo se convirtió así en un homenaje póstumo a Segovia, fallecido el año pasado en Ciudad de México a los 84 años, sobreviviendo tan solo ocho meses a este libro. A juicio de Capella, este premio le hubiera “gustado muchísimo”, precisamente porque no tiene dotación económica, pero “es de los que acercan a los lectores”. “En Estuario no hay un solo verso que no sea verdad”, afirma la viuda del poeta, quien “describía el mundo para entenderlo, y acudía mucho a la naturaleza para celebrar el milagro de estar vivo”. En este sentido se manifiesta Manuel Ramírez, director de Pre-Textos, que editaba en España la obra de Tomás Segovia desde principios de los años 80, un total de catorce libros y ya en imprenta Rastreos y otros poemas, “lo último que dejó escrito; un recuento de la vida y de su relación con la naturaleza y las cosas”. Nacido en Valencia en 1927, Segovia vio truncada su infancia por la Guerra Civil española (1936-1939), que forzó la salida de su familia de España y su llegada a México en 1940. Con 16 años comenzó a escribir sus primeros poemas, asumiendo con naturalidad su condición de “desarraigado”, “como una forma de existir y sin amargura, ya que era una persona muy singular, muy libre”, prosigue su editor en España. En lengua catalana los ganadores fueron Jaime Cabré (Jo confesso), en narrativa, y Perejaume (Pagésiques), en poesía. En lengua gallega, el ganador ha sido Antón Riveiro Coello (Laura no deserto), en narrativa, y Olga Novo (Cráter), en poesía. Por último, en lengua vasca, ha resultado distinguido Harkaitz Cano (Twsit), en narrativa, y Aritz Gorrotxategi (Hariaz beste), en poesía. Fuente: EFE *** El escritor venezolano Wilfredo Carrizales expone fotografías en China Este 23 de abril, Día Internacional del Libro, a las 2 de la tarde, se inauguró en la Sala de Arte de la Universidad de Lenguas y Cultura de la capital de China la exposición “Impresión de Beijing”, integrada por una selección de fotografías —a color y en formato de 70 x 50 cm— del escritor venezolano Wilfredo Carrizales (http://www.letralia.com/firmas/carrizaleswilfredo.htm). Especialmente seleccionadas para esta muestra, “Impresión de Beijing” recoge diversos aspectos de la ciudad: retratos, arquitectura, vistas nocturnas, gastronomía y detalles curiosos. A la inauguración asistieron, además de personas vinculadas con las artes y la cultura del ámbito capitalino chino, profesores y alumnos de la Facultad de Español de la mencionada universidad, donde Carrizales es profesor contratado. Además, aprovechando la oportunidad de que se celebraba el Día Internacional del Libro y la Lectura, así mismo se mostraron algunos de los libros publicados por Carrizales, tanto poemarios y cuentos como traducciones de literatura clásica china. *** Inicia actividades en La Paz el Centro Cultural de España La biblioteca y el Media Lab del Centro Cultural de España (CCELP, http://www.ccelp.bo) en La Paz, Bolivia, están disponibles al público paceño desde el pasado lunes 23 de abril. El resto de los ambientes del complejo, habilitado en la Casa de España (avenida Camacho 1484), será inaugurado este mes. Con un horario que se inicia a las 9 de la mañana, la biblioteca dispone de una colección de libros —que pueden ser consultados sin ningún costo en la sala—formada por títulos dedicados al arte y la creación. Los investigadores también podrán retirar los tomos para estudiarlos en sus hogares, previo registro presentando el carnet de identidad. El otro ambiente que inició sus actividades en abril es el Media Lab, un espacio de innovación tecnológica que pretende apoyar la producción y formación de artistas y colectivos interesados en el arte y nuevos medios. Para ello se dictarán talleres de diferentes disciplinas y temáticas dirigidos a los artistas. El primero de su tipo en Bolivia, el CCELP está dedicado a “la democratización de la creación artística”. Es por eso que los creadores bolivianos podrán trabajar en las nuevas instalaciones. Todos los servicios son y serán gratuitos. Fuente: La Razón *** Concurso de La Librería Mediática y TVLecturas anunció ganadores El pasado 23 de abril fueron anunciados los ganadores del Concurso Anual de Cuento Breve y Poesía de La Fundación La Librería Mediática y TVLecturas, que en su novena edición, dedicada a las personas con discapacidad, recibió casi 400 textos de 19 países, y que arrojó 16 ganadores en el género cuento y 15 en poesía. Los ganadores reciben como premio la inclusión de sus textos en las antologías audiovisuales anuales de La Librería Mediática, denominadas Libro Radial 2012 y Libro Televisivo 2012 y divulgadas en Radio Nacional de Venezuela, La Radio del Sur y Venezolana de Televisión. Asimismo, tanto los textos de los ganadores como los de los finalistas fueron publicados en los blogs de TVLecturas (http://tvlecturas.wordpress.com) y La Librería Mediática (http://lalibreriamediatica.wordpress.com). El jurado, que tenía el cometido de elegir un máximo de 50 textos ganadores entre los 100 finalistas, estuvo compuesto por Daniela Saidman, Sara Labarca, Celenia Arreaza, Mariadela Linares, Caribay Delgado y Andrés Castillo, de Venezuela, junto con Gito Minore, de Argentina. Cada texto recibió un punto por cada juez que lo escogió. Así, el concurso tuvo ganadores con 4, 5 y 6 puntos, y un solo ganador por unanimidad, con 7 puntos, que resultó ser una autora con discapacidad: la venezolana Luz Marina Almarza (http://www.letralia.com/firmas/almarzaluzmarina.htm), en poesía, por su texto “Inventario”. En cuento no hubo ganadores por unanimidad. Almarza nació en Chivacoa, Yaracuy, en 1961, y reside en Barinas. Es licenciada en letras por la Universidad Católica Andrés Bello y ha ganado, entre otros, el premio Eliseo Jiménez Sierra (Yaracuy), el Premio Municipal de Poesía (Barinas), el Certamen Mayor de las Letras (primera edición) y la IV Bienal de Literatura Orlando Araujo (1988). Los cuentos elegidos con 4 votos del jurado fueron “Los pies sobre la tierra”, de Gustavo Green (Argentina); “Extrema lucidez”, de Ramón Zarragoitia (España); “Para morder la risa”, de Linda Cristina López Ortega (Venezuela); “Fragmento”, de Ileana Ruiz (Venezuela); “Te confieso”, de Albert Giménez (Venezuela); “La sorpresa del viejo samán”, de Ysabel López de Codina (Venezuela); “Sin nombre”, de José Espinoza (Chile); “Barco de papel”, de @La_mascotera; “El miedo de las estrellas”, de Adal Hernández (Venezuela); “Pintura pecho adentro”, de César Vázquez (Venezuela), y “Cuando lloré”, de David Flores (Venezuela). En poesía, los textos que recibieron 4 votos fueron “Alaridos”, de Gustavo Green (Argentina); “Espera”, de Gabriel López (Argentina); “Tránsito”, de Edy Barboza (Venezuela); “La nostalgia”, de Vielsi Arias (Venezuela); “Alegoría del sonámbulo”, de Hernán Cortez (Argentina); “Página”, de @fernandob_tw; “Liberación”, de Sandra Somera (México), y “Creo”, de @DuranLiteratura. Los textos con 5 votos fueron, en cuento, “Valioso”, de Pablo Borreani (Argentina); “Quiero esa estrella”, de Olga Cortez (Venezuela); “En el bosque”, de @DuranLiteratura, y “Si vamos a reescribirnos”, de @Rea1idadVirtua1; y en poesía, “Nunca”, de @sergiomarentes; “Escribiré”, de Arturo Sosa Leal (Venezuela); “Es cierto”, de Carlos Ramos (Venezuela); “Del si”, de Vanessa Gutiérrez (Venezuela), y “En la mañana”, de @ElTopoErudito. Por último, hubo dos ganadores con 6 puntos: el cuento “Las horas de Julia”, de Luciana Schwarzman (Argentina), y el poema titulado “Poesía”, de Manuel Barreto (Venezuela). Los lectores del Libro Radial y Televisivo de la edición 2012, grabado en la Biblioteca Pública del Parque Generalísimo Francisco de Miranda, de Caracas, y editado en Radio Nacional de Venezuela y Venezolana de Televisión, fueron Raúl Gómez (padre e hijo), Mary Bell Rodríguez, Rod Medina, Roraima Rivas, Paola Hernández, Helen Guzmán, César Jiménez, Arturo Sosa Leal, Isidoro Hugo Duarte y Marialcira Matute (http://www.letralia.com/firmas/matutemarialcira.htm), quienes también hicieron la filmación con equipos de La Librería Mediática. Como invitado especial para la lectura participó José Tomás Castejón, miembro del equipo de La Librería Mediática, quien pese a padecer parálisis cerebral se ha graduado con honores con poco más de veinte años de edad, y es actualmente un destacado periodista cultural, con varios premios por su labor con el Reporte Cultural Zuliano, transmitido en Radio Nacional de Venezuela. La edición 2013 del Concurso Anual de Cuento Breve y Poesía de La Fundación La Librería Mediática y TVLecturas recibirá textos breves de menos de 50 palabras del 1 de enero al 28 de febrero de 2013 al correo tvlecturas@gmail.com, y los jurados podrán también seleccionar textos en las redes sociales. Fuente: La Librería Mediática *** El venezolano Gustavo Ott obtiene en España el premio Raúl Moreno El dramaturgo y director teatral venezolano Gustavo Ott obtuvo el pasado lunes 23 de abril el VIII Premio Raúl Moreno (Fatex) de Teatro en España con su obra A un átomo de distancia. El premio, dotado con 4.000 euros, publicación y puesta en escena de la obra, es patrocinado por la Federación de Asociaciones de Teatro y la Junta de Extremadura. El jurado concedió además un accésit a 20604 Europa, de Marisa Esteban, y un premio especial a mejor obra de autor extremeño para Veinte millones de dólares, de Fulgen Valares. Según el Diario de Extremadura, la pieza del venezolano cuenta la historia de la desaparición de Alina, una niña de seis años que espera por su piñata, desencadenando una trama policial envuelta en memorias simultáneas, mundos paralelos y matemáticas inversas que, junto con el tema del abuso, el maltrato y el crimen, convierten a todos los sospechosos en culpables. Para su autor, la pieza es “una historia que finalmente habla sobre uno de los temas más inquietantes de la ciencia y las artes actuales: la naturaleza de la realidad, que ya no nos parece tan segura, ni estable, ni confiable como pensábamos”. Luego del estreno en España, la pieza podrá ser vista en Venezuela de la mano del Teatro San Martín de Caracas (http://www.tsmcaracas.com) durante la temporada 2013. Fuente: Teatro San Martín de Caracas *** Difunden documental con imágenes hasta ahora inéditas de Nicanor Parra Materiales de demolición es el título del documental que sobre el escritor Nicanor Parra, ganador del Premio Cervantes, ha filmado el cineasta chileno Sergio Marras con imágenes inéditas del Antipoeta grabadas entre 2000 y 2004. El registro, de 30 minutos, está disponible en la televisora virtual del Instituto Cervantes, Cervantes TV (http://www.cervantestv.es). En una de las escenas del documental, Parra se detiene a comprar un cucurucho de barquillos en un carrito instalado en un parque. El vendedor le pregunta: “¿Para qué canal están grabando?”. El poeta responde: “Están haciendo una película sobre el hermano de Violeta Parra”. “Me gusta, ¿usted sabe de esa familia?”, pregunta el vendedor. “Yo soy el hermano”, lanza Parra. Se trata de un collage de imágenes antiguas y nuevas que muestran al más reciente Premio Cervantes en su casa de Las Cruces, andando en bicicleta, afeitándose o tomando leche para una campaña publicitaria de 2007. “Busco transmitir lo parriano”, dijo Marras. “Parra es lo más revolucionario que ha producido Chile en varias facetas además de la literaria. Su visión de mundo no es solo rupturista, como se dice, es una manera distinta de mirar y entender la vida, que parte desde el habla común y del sentido común para transformarse en algo extraordinario al chocar con nuestros estereotipos mentales y culturales. Es increíble cómo los españoles, que lo conocían muy poco, han reaccionado frente a sus propuestas sintiéndose identificados”, agrega. No solo aparece hablando Parra en el documental, también hay entrevistas inéditas al escritor Jorge Edwards, quien da luces sobre la tensa relación entre el antipoeta y Neruda, y de su hermano el cantautor Lalo Parra, quien cuenta cómo Nicanor los alentaba a él y a Violeta a dejar el canto, para poner cabeza en los estudios. No resultó. En la cinta también aparece Cristalina Parra, la nieta que le robó el corazón y a quien bautizó como “Lina Paya”. La cinta registra sus recitales en la Universidad Diego Portales, en 2004, cuando repartió autógrafos, y en 2006, en el balcón del Palacio La Moneda, ante una gruesa multitud. Además, hay imágenes ya vistas de los documentales Cachureo, de Guillermo Cahn, y Parra 91, de Lotty Rosenfeld. “Quiero seguir ampliándolo, en este tiempo he conseguido mucho material adicional. Por ahora el documenta circulará por todos los institutos Cervantes del mundo”, cuenta Marras. El documental es uno de los testimonios que sobre el poeta chileno fueron presentados en ocasión de la entrega del Premio Cervantes el pasado 23 de abril. Paralelo a la ceremonia de premiación, por ejemplo, se exhibe aún “Hojas de Parra”, una gran instalación con la obra visual del poeta: más de 250 mil tarjetas postales con antipoemas que combinan textos, fotografías y dibujos y que están suspendidas por hilos en una de las salas del Cervantes, en la capital española. Fuente: La Tercera *** Murió la escritora guatemalteca María Teresa Fernández Hall El pasado 24 de abril falleció, a causa de un paro cardíaco, la escritora guatemalteca María Teresa Fernández Hall, quien fuera definida por Mario Antonio Sandoval, director de la Academia Guatemalteca de la Lengua, como “una formadora de toda una generación, maestra, literata y catedrática de primer orden”. Estudió dibujo y pintura en la Academia Nacional de Bellas Artes, con la guía de Rafael Yela Günther. También fundó la Sociedad Literaria-Guatemalense Juan Fermín Aycinena y el periódico escolar La Sagrada Familia. Escribió en el semanario católico Verbum y en medios como El Imparcial, además publicó libros como Caléndulas de arcilla y Saetas místicas, y realizó trabajos como Historia de la literatura y las artes en Guatemala, y Figuras femeninas en la historia de Guatemala. En 1967 fue propuesta por el doctor Carlos Martínez Durán como académica de la lengua. El 8 de septiembre de ese año, en un acto solemne, leyó su discurso basado en el soneto “Flor y espina”, con el cual logró ser la segunda mujer en integrarse a la Academia. Dos años después se convirtió en la primera mujer guatemalteca que asistió a un Congreso de Academias de la Lengua en Quito, Ecuador. El diploma que le otorga al privilegio de pertenecer a la institución fue entregado por la Real Academia Española (RAE) el 13 de marzo de 1970. Su labor en la institución quedó plasmada en la Comisión de Diccionarios, que le solicitaba investigar y proponer palabras propias de la jerga guatemalteca, para que se incluyeran en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Lo hizo, y por ese trabajo recibió una felicitación del entonces director de la RAE, Dámaso Alonso. Ese mismo año de 1967, con su investigación Historia del Colegio de Belén, ingresó en la Academia de Geografía e Historia de Guatemala. “Ha sido una de las pocas escritoras guatemaltecas que han trabajado la temática religiosa”, asegura Francisco Albizúrez Palma, de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Sus versos en libros como Apóstol de la campanilla, Trigos de eternidad, Florilegio para la Virgen del Rosario y ¡Dios te salve, María! reflejan su devoción. Su amor y fe la llevaron a formar parte de la primera división del Rosario Perpetuo. “Sus versos y delicadeza hacia la Virgen del Rosario demuestra la entrega que tenía con su religión”, asegura su hija Ana María. Fuente: Prensa Libre *** Entregan el Premio Xavier Villaurrutia a Felipe Garrido La estética del cuento corto es la del relámpago, planteó el escritor Felipe Garrido al recibir, el martes 24 de abril en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México, el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2011, el cual aumentará su monto este año de 200 mil a 500 mil pesos y precisará las bases de su convocatoria más allá de “la buena fe”. Con esa y otras reflexiones sobre el género, Garrido casi logró alejar de la velada las sombras que la rondaron por el escándalo desatado tras las acusaciones de plagio contra Sealtiel Alatriste, quien también había sido designado para ese galardón, al que finalmente renunció al igual que lo hizo con su cargo como titular de la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), como informamos en nuestra edición 261 (http://www.letralia.com/261/0123alatriste.htm). Garrido recibe el premio “con un retraso cuasihumorístico, de oscuro color”, reconoció Alicia Zendejas, secretaria de la Sociedad Alfonsina Internacional (SAI), que encabeza la organización del galardón, pues la ceremonia debió realizarse en marzo. “Hemos vivido a un rango punto menos que nacional una tragicomedia inédita en este galardón, que finalmente ha enriquecido nuestra ya larga historia en lo bueno y en lo malo”, reconoció la hija de Francisco Zendejas, quien fundara el premio en 1955. De hoy en adelante, anunció Zendejas, se revisarán y actualizarán las bases con las que ha funcionado el premio, “para evitar en lo futuro toda intención que propicie lo malo”, por ejemplo, un desacuerdo que soslaye “la razón”, dijo en una mesa en la que también estuvo Ignacio Solares, quien fue el único que no tomó la palabra. Jaime Labastida, presidente de la SAI, leyó el acta del jurado de esta edición del premio —integrado por Solares, Silvia Molina y Ernesto de la Peña—, en la que se destaca de Garrido “la maestría con que maneja el texto breve” en su libro Conjuros, integrado por 303 piezas cortas. También leyó la carta que Alatriste envió a la SAI, del 12 de marzo pasado, en la que confirma su renuncia al premio Villaurrutia, anunciada un mes atrás. Al final de la ceremonia, con reporteros, Labastida adelantó que ahora se seleccionarán al azar a los tres integrantes del jurado, de entre los escritores que han recibido el galardón. Teresa Vicencio, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, hizo la entrega formal del premio a Garrido y anunció el aumento del monto del mismo de 200 mil a 500 mil pesos. Vicente Quirarte consideró que los textos cortos de Garrido “revelan la madurez y lealtad de un autor que apostó a una forma su talento y energía desde el principio. Brevedad, intensidad, efecto, como exigió el maestro”. Quirarte, como otros participantes y el propio Garrido, mencionaron a maestros del galardonado, como Julio Torri, Juan José Arreola o Augusto Monterroso. Silvia Molina destacó que Garrido es un “escritor cuidadoso”, de “prosa exacta y elegante” que, en sus cuentos cortos, cambia la primera intención y, con malicia, sorprende al lector con sus finales. “Los buenos textos cortos son como un relámpago. El relámpago se lleva bien con el jab que pide Cortázar o con la flecha que pide Quiroga. Un cuento breve es deslumbrante, y mientras más breve, puede ser más deslumbrante”. Al final, Garrido leyó el largo texto “La estética del relámpago” y, con ello, casi exorcizó las sombras “cuasihumorísticas de oscuro color”, al hacer ingresar a los presentes al mundo de la creación y la reflexión literarias. Dijo, por ejemplo: “Un cuento corto —esta imagen se la escuché a Quirarte— es apenas la punta de iceberg. El resto no puede ser ignorado, pero no está a la vista. Hay una parte explicable, y otra, hundida en el misterio, que la sostiene. Por esa presencia oculta, un cuento corto va más allá de la anécdota”. Todo eso que se ignora en el cuento, agregó Garrido, es terreno para la intuición y la complicidad del lector. Y más adelante dijo que “los giros imprevistos y los finales cegadores son un requisito. La estética del cuento corto es la estética del relámpago”. Fuente: La Jornada *** Soledad Puértolas presenta adaptación de La Celestina al español actual Los escritores suelen ser, por definición, osados, y esa osadía le ha venido muy bien a Soledad Puértolas para acometer la difícil tarea de reescribir La Celestina, el clásico del siglo XV escrito por Fernando de Rojas, adaptándolo al español del siglo XXI. Puértolas califica La Celestina de “libro irrepetible” y asegura que “está mucho más cerca de la sensibilidad del lector actual que La regenta”, ya que en la novela de Clarín “abundan las descripciones de costumbres y el retrato social”, y “en esta otra se lo tiene uno que imaginar”. La versión moderna de La Celestina se publica en la colección Odres Nuevos de Castalia, que ya acercó al lector obras fundamentales de la Edad Media y que, en su nueva etapa, adapta títulos del Renacimiento. Además de La Celestina, ven también la luz Los naufragios, de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, en versión de José María Merino, y los Entremeses, de Cervantes, adaptados por Andrés Amorós. Puértolas aceptó “de inmediato” la propuesta de Castalia de convertir en “totalmente comprensibles” para el lector actual los amores prohibidos de Calisto y Melibea. “Era una empresa sugestiva”, asegura esta novelista y académica de la lengua, que ha disfrutado lo indecible “traduciendo” al español actual un libro “en el que el idioma está todavía haciéndose dado que está escrito un siglo antes que el Quijote”. En La Celestina la lengua “es un torrente casi salvaje, lleno de fuerza y de luz y extremadamente ambicioso, que busca precisión, matices, juego, belleza, claridad, complejidad, expresividad, comunicación, arte”, afirma Puértolas en el prólogo. La nueva edición de La Celestina tiene la misma extensión que la de Fernando de Rojas y su misma “magia”, pero el lenguaje sí cambia con frecuencia para hacerlo más comprensible. Por ejemplo, al principio de la edición que Maite Cabello hizo en 1989 para Círculo de Lectores (una de las que ha utilizado Puértolas), le dice “el autor a un amigo”: “Suelen los que de sus tierras ausentes se hallan, considerar de qué cosa aquel lugar donde parten mayor inopia o falta padezca...”. Puértolas ha adaptado esto de la siguiente manera: “Quienes se hallan ausentes de su tierra suelen considerar cuál es el defecto o la falta más grave del lugar del que han partido...”. El monólogo final de Melibea comienza así en la versión de Cabello: “Padre mío, no pugnes ni trabajes por venir adonde yo estoy, que estorbarás la presente habla que te quiero hacer. Lastimado serás brevemente con la muerte de tu única hija...”. Y reescribe Puértolas: “Padre mío, no trates de venir a mi lado. Si vinieras, yo no podría pronunciar las palabras que te quiero decir. Dentro de muy poco vas a sufrir la muerte de tu única hija...”. La Celestina reúne todos los elementos para ser “obra maestra”. Los personajes tienen una gran fuerza, en especial el de la alcahueta Celestina que, gracias a esta tragicomedia, se convierte en un personaje literario de fama universal. “El reto era complicado”, reconoce Puértolas, que mantuvo “casi igual” el final “maravilloso” de esta obra: “¿Por qué me has dejado triste y solo en este valle de lágrimas?”, se pregunta Pleberio, tras la trágica muerte de Melibea, su hija. “Es uno de los finales más dramáticos que conozco”, subraya la novelista, quien cree que La Celestina es más “una novela que una obra de teatro”. Y una novela actual, “donde lo que importan son los personajes”. José María Merino se encargó de poner en “un castellano inteligible, actual” Los naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca. “Es uno de los grandes libros de aventuras desde el Renacimiento hasta nuestros días”, asegura, y agrega que, si se tratara de una obra anglosajona o francesa, “sería un clásico con toda seguridad y se leería en todas partes”. Pero pesa sobre ella la leyenda negra de la conquista de América, comenta este narrador y académico, que, en su adaptación, ha procurado “no traicionar el espíritu” de este libro que cuenta la expedición de Pánfilo de Narváez, en 1527, a Florida; un viaje que terminó de forma dramática diez años después con solo cuatro supervivientes de las 600 personas que lo iniciaron. “Es un libro precioso”, asegura Merino al referirse a la crónica de “un individuo que ha caído en manos de una serie de tribus de indios y que cuenta su historia estremecedora, impresionante”. “Está escrito sin criterio imperialista. Cabeza de Vaca era muy crítico con lo que estaban haciendo los españoles por allí: esclavizar a los indios”, concluye. Fuente: EFE *** Petroperú creará el Centro Cultural Copé en la Casa Thorndike La Casa Thorndike, ubicada en El Olivar de San Isidro, en Lima (Perú), y perteneciente a Petroperú, será desde el próximo año el Centro Cultural Copé, anunció el pasado 26 de abril Carlos del Águila, responsable del área cultural de la empresa, quien además detalló en conferencia de prensa los proyectos de su institución, como el uso de un barco en el Amazonas como sala de exposición flotante e itinerante. El funcionario indicó que el inmueble, empleado hasta hace poco para oficinas, estuvo a punto de ser vendido, pero se decidió darle un nuevo uso. De acuerdo con lo planeado, servirá para acoger artistas foráneos que quieran realizar un trabajo en Perú. También indicó que se proyecta acondicionar el barco Manguaré, actualmente en Iquitos, al noreste del país, con el fin de que sirva como una sala para exponer arte plástico. La idea contempla que esta embarcación se desplace por el río Amazonas entre Iquitos y Manaos en Brasil, dando la oportunidad a los pueblos ribereños de contemplar una muestra de la cultura peruana. Otro anuncio de interés es la reactivación del sello editorial Copé para publicar a autores relativamente recientes que no han tenido la circulación debida. Para la selección se cuenta con un comité formado por reconocidos autores. Fuente: Andina *** Obras de Julio Cortázar fueron publicadas en formato electrónico Rayuela, Historias de cronopios y de famas o “El perseguidor” son algunas de las veintiún obras del escritor argentino Julio Cortázar que desde el pasado 26 de abril pueden leerse en la red en formato de libro electrónico lanzados por la editorial digital Leer-e (http://tienda.leer-e.es/es/catalogo/autores/cortazar-julio). Estos títulos se suman a la colección “Palabras Mayores”, el proyecto que ha firmado la editorial Leer-e con la agente literaria Carmen Balcells para digitalizar los libros de grandes autores, ente los que destacan Gabriel García Márquez e Isabel Allende, según informa la editorial. Así, los lectores tendrán, por primera vez en formato digital, los veintiún títulos de este maestro del relato breve y una de las figuras claves del siglo XX, entre los cuales se encuentra toda su obra en cuentos, entre ellos, Bestiario, Final del juego, La otra orilla o Las armas secretas. Precisamente Las armas secretas fue el tercer libro de cuentos que editó el genial escritor en 1959 e incluye uno de sus relatos más famosos, “El perseguidor”, que narra la historia de un magnifico músico saxofonista, inspirado en la figura de Charlie Parker. Rayuela, que es uno, o muchos libros, y obra clave del llamado “boom latinoamericano”, se publicó en 1963, y hoy es todo un clásico mundial, como Cien años de soledad. Su publicación supuso una gran revolución por su singular modo de narración, ya que se puede leer de varias maneras distintas. “Encontraría a la Maga? tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Siene, el arco que da al Quai de Conti...”, así comienza la mítica Rayuela, cuya versión digital puede ahora adquirirse en la red por 4,99 euros (5,68 dólares). Leer-e publicará próximamente también versiones digitales de obras de los chilenos Antonio Skármeta, José Donoso y el poeta Pablo Neruda. Fuente: EFE *** Élmer Mendoza ingresa a la Academia Mexicana de la Lengua El escritor mexicano Élmer Mendoza, cuyas novelas están inmersas en la llamada “narcoliteratura”, ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua (http://www.academia.org.mx) el pasado jueves 26 de abril como académico correspondiente en Culiacán, Sinaloa —designación decidida en sesión plenaria del 11 de agosto de 2011 de la AML—, con un discurso en el que habló de sus referentes literarios y de su aprendizaje del oficio. El acto, presidido por el director de la AML, Jaime Labastida; el director adjunto, Felipe Garrido, así como por los miembros Gonzalo Celorio Blasco, Diego Valadés, Adolfo Castañón (http://www.letralia.com/firmas/castanonadolfo.htm) y Ruy Pérez Tamayo, se celebró en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en Ciudad de México. Mendoza contó que decidió ser escritor una madrugada de 1977, aunque pasaron 21 años y ocho meses antes de que publicara su primera novela, Un asesino solitario. Poco a poco, explicó, se fijó tres metas: tomar al toro por los cuernos, escribir la línea que nadie ha escrito y tener voluntad de estilo, consejos que tomó de escritores: Fernando del Paso, el poeta Abutalid y Gonzalo Celorio, en ese orden. El escritor nacido en Culiacán en 1949 dijo también que con los años, y persiguiendo esas tres metas, fue alcanzando verdades: que cada autor es un sistema de escritura, que hay que crear una literatura que toque las fibras más sensibles, crear personajes que se vuelvan entrañables, que hay que tener la escritura como laboratorio y la literatura como arte. “Escribiendo Un asesino solitario, en alguna página comprendí el asunto del ritmo, del tono y que de momento no podía excluir del texto el lenguaje popular. No fue una decisión, simplemente lo supe”, señaló el narrador durante su discurso en el que habló de sus años forjándose como escritor. Felipe Garrido, recién galardonado con el Premio Xavier Villaurrutia, celebró la escritura de Mendoza definiéndolo como un escritor que en efecto tomó el toro por los cuernos, y celebró igualmente su lenguaje popular tomado de la calle: “Quién decide cómo debe ser el lenguaje, no la academia, sino los hablantes”. Con su ingreso a la AML se reconoce al escritor que ha sabido reflejar en sus obras el habla particular de su región. Al mismo tiempo, se destaca así su labor como catedrático de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), tallerista, incesante animador de la lectura y promotor cultural. Mendoza es autor de varios volúmenes de cuentos: Mucho que reconocer (1979), Quiero contar las huellas de una tarde en la arena (1985), Cuentos para militantes conversos (1987), Trancapalanca (1989), El amor es un perro sin dueño (1991), Firmado con un klínex (2009) y de dos crónicas sobre el narcotráfico, Cada respiro que tomas (1991) y Buenos muchachos (1995). Con su primera novela, Un asesino solitario (1999/2001), se dio a conocer, a juicio de Federico Campbell, no sólo como “el primer narrador que recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico en México”, sino también como autor de una aguda y vivaz exploración lingüística de los bajos fondos mexicanos, convertidos en rigurosa materia literaria. Mendoza nació en Culiacán, lugar que menciona en sus novelas y cuyas ambientaciones figuran comúnmente en ellas, como se puede apreciar en El amante de Janis Joplin (2001), que obtuvo el XVII Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares. Otras de sus novelas son Efecto Tequila (2004), finalista en 2005 del Premio Dashiell Hammett, y Cóbraselo caro (2005). En noviembre de 2007 ganó el III Premio Tusquets de Novela, por decisión unánime del jurado, por Balas de plata, premio que recibió en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) en Guadalajara. El jurado valoró en ella “la rabiosa modernidad en el uso del lenguaje, en la estructura narrativa hermanada con los últimos lenguajes televisivos, y en el ritmo endiablado que, como la mejor novela clásica, no da tregua al lector hasta su desenlace”. En 2010 publicó La prueba del ácido, en donde retoma al personaje de Édgar El Zurdo Mendieta, quien también protagonizó su novela Balas de plata. La Academia Mexicana de la Lengua, fundada con el nombre original de Academia Mexicana Correspondiente de la Española, inició sus trabajos en 1875 con el fin de contribuir en la construcción de la identidad lingüística de los mexicanos. Ha contado entre sus integrantes a los más ilustres escritores, lingüistas y estudiosos de México: filólogos, gramáticos, filósofos, ensayistas, poetas y novelistas, así como comunicólogos y jurisconsultos, dramaturgos e historiadores, humanistas y científicos. Fuentes: El Universal • Proceso *** José Ovejero obtiene el Anagrama con La ética de la crueldad El escritor español José Ovejero (Madrid, 1958) se convirtió el pasado 26 de abril en ganador del XL Premio Anagrama de Ensayo con su obra La ética de la crueldad, con la que, según el autor, “pretende agitar, sacudir al lector y al espectador y que se mire a sí mismo de otro modo”. Ovejero, cuya obra será publicada por Anagrama este mes, se había presentado bajo el seudónimo “Lord Edmund”, y se impuso en las últimas deliberaciones a la finalista, la argentina Graciela Speranza y a su Atlas portátil de América Latina —que saldrá a la venta en septiembre—, así como al ensayo Pasajes de Proteo, procedente de Colombia y presentado con el seudónimo “Nova Tarko”. El ganador, quien ha vivido en Alemania y reside actualmente entre Bruselas y Madrid, ha publicado en su trayectoria novela, cuentos, ensayo, teatro y poesía. La ética de la crueldad, según explicó, nació de una propuesta que le hizo una universidad de Pensilvania, que tiene un ciclo monográfico anual en torno a un tema y que en aquella ocasión propusieron el tema del exceso. Pronto se dio cuenta de que la parte que le interesaba más era “la crueldad excesiva”, una crueldad, admite, que ya formaba parte de anteriores obras suyas como Un mal año para Miki o en La comedia salvaje, con “escenas que resultan feroces”. En su análisis, Ovejero analiza “la crueldad que tiene un componente épico, que pretende agitar, sacudir al lector y al espectador y que se mire a sí mismo de otro modo”. El autor ilustra su propuesta teórica con una original exploración de novelas, que invita a leerlas o releerlas, de Georges Bataille, Elias Canetti, Luis Martín Santos, Cormac McCarthy, Juan Carlos Onetti y Elfriede Jelinek. “La selección tiene que ver con mis gustos personales, pues todas son novelas que me entusiasman y me permitían cubrir todo el espectro de la crueldad”, comenta. En ese abanico caben desde “un relato sangriento de una horda de hombres recorriendo la frontera entre Estados Unidos y México matando a gente” en Meridiano de sangre, de McCarthy, hasta La historia del ojo, de Bataille, que “busca aspectos que tienen que ver con la sexualidad más oscura y destructiva”. Una crueldad “más psicológica” se produce en El astillero, de Onetti, que “nos despoja de todas las ilusiones, de la fe, de la esperanza, factores que nos ayudan a soportar la vida”. Jelinek es, continúa Ovejero, fantástica en su tarea de “desguace de la sociedad austríaca, de los valores familiares, de los valores patrióticos” en novelas como Deseo y La pianista. Piensa que estos son los escritores que de alguna manera nos cambian, nos quedan en la memoria, que en su caso le han hecho mirar la realidad de otra manera y mirarse a sí mismo de otro modo. Ovejero hace una clasificación de la crueldad no ética: “la crueldad como espectáculo, que sería la reflejada en las películas de Quentin Tarantino; y la crueldad moralizante, como por ejemplo los infiernos renacentistas”. Aunque el ganador del premio Anagrama se centró en la literatura, también incluye otros referentes artísticos como el cine, el mundo del performance (Marina Abramovic) o el teatro de Peter Handke. Atribuye Ovejero su interés por la crueldad por su condición de español, pues “la crueldad está omnipresente en la cultura y la sociedad españolas, en Goya, en la picaresca, en Quevedo, en el Quijote, en Valle Inclán, en Cela, en Buñuel, en las fiestas populares y en los toros”. No obvia el autor madrileño que hay también una crueldad en la realidad que nos rodea, “una crueldad ejercida por los gobiernos, aunque sean democráticos, que cuenta con nuestro beneplácito siempre que no nos la cuenten”. El jurado del premio Anagrama de Ensayo 2012, al que se presentaron 131 obras originales y que tiene una dotación de 8.000 euros, estaba integrado por Salvador Clotas, Román Gubern, Xavier Rubert de Ventós, Fernando Savater, Vicente Verdú y el editor Jorge Herralde. Fuente: Público *** Festilectura Chacao se reafirma con el éxito de su cuarta edición Casi 200.000 personas asistieron al cuarto Festival de la Lectura de Chacao durante los diez días que duró el evento, que resistió los embates de la naturaleza —la capital venezolana atraviesa una fuerte temporada lluviosa— y de la política —una marcha oficialista por el Día del Trabajador se asomó a la plaza el 1 de mayo. Festilectura Chacao se celebró en la Plaza Francia de Altamira, en Caracas, del 27 de abril al 6 de mayo. La asistencia del público fue masiva a las casi 200 tertulias alrededor de la literatura, al Pabellón Infantil que tuvo actividades para niños todas las mañanas y las tardes, y a los 97 stands dedicados a la venta de libros, explicó Diana López, directora de Cultura Chacao. “Lo que nos ha asegurado el éxito ha sido el apoyo de los distintos actores: el Grupo SOB Eventos, la Cámara Venezolana del Libro, los productores que nos acompañaron, las embajadas de España y Colombia, Los Libros de El Nacional, que hicieron un bello Pabellón Infantil; Circuitos Éxitos, y la gente sigue sumándose. Estamos todos claros en que nuestro norte es la promoción de la lectura y la ciudadanía”, dijo López. “Aquí hicimos el ejercicio de oír al otro y de generar diálogo. Aquí la gente vino a escuchar y eso es importante para el país”, agregó. Destacó que este año se incorporaron nuevas voces de la literatura venezolana y que esto se debería profundizar en las próximas convocatorias. “El público y los escritores abrazaron este evento, que es del colectivo caraqueño, lo que le asegura permanencia en el tiempo”, concluyó. Iván Diéguez, presidente de la Cámara Venezolana del Libro, señaló que para 2013 la organización estudiará la posibilidad de abrir más espacios para tertulias literarias y sumar más plazas para la literatura. “El crecimiento ha sido significativo en cuanto a público, a la participación de los expositores que presentaron agenda cultural y la presencia de autores extranjeros, además de los venezolanos que viven fuera y que vinieron para este evento”, dijo. También quienes trabajan dentro de los stands apreciaron cambios. El librero Rodnei Casares celebró que en esta edición aumentaran las tertulias y destacó la visita de autores internacionales. Fuente: El Nacional *** Sobreseído Pablo Katchadjian en litigio presentado por María Kodama El escritor y profesor universitario Pablo Katchadjian fue sobreseído por el juez de primera instancia Guillermo Carvajal en la causa que se le seguía por reproducir sin autorización fragmentos de la obra borgeana en una propia titulada El aleph engordado, según se anunció el pasado 27 de abril. En una resolución que consta de 16 carillas, el juez destaca que no existe defraudación sobre la propiedad intelectual dado que el demandado no actuó en forma dolosa (ardid para obtener un beneficio). El magistrado consideró que no ocultó que la obra había sido “intervenida” y publicada por él fuera de Jorge Luis Borges, ya en entrevistas posteriores a la publicación, ya en un postfacio a la edición en el que reconoce que el texto original de El Aleph pertenece al célebre escritor argentino. Para fallar, el juez desestimó convocar a los testigos de autoridad en teoría literaria y artística ofrecidos por la defensa (figuras como César Aira, Beatriz Sarlo y Jorge Panesi, entre otros), considerando el tema como de puro derecho. El fallo reconoce que María Kodama puede accionar en el fuero civil por aplicación del artículo 80 de la misma ley 11.723, que contempla la reproducción sin autorización y el correspondiente resarcimiento. El caso está en el límite de librar a Katchadjian de una condena penal, pero también reconoce que su reproducción del texto de Borges no fue legal. Queda pendiente saber hasta qué punto modificar una obra de arte da por resultado una nueva de la que se puede adjudicar original autoría. María Kodama había advertido a principios de este año que iniciaría una demanda judicial a Katchadjian por la publicación que en 2009 hiciera éste en su editorial Imprenta Argentina de Poesía (IAP). La heredera universal de los derechos de la obra de Borges entendía que la reproducción del cuento, unas cuatro mil palabras, y la siguiente intervención por parte de Katchadjian —que intercaló oraciones propias para extender el texto original de Borges, “engordándolo” hasta más del doble de palabras— era un delito por la reproducción sin autorización y por la misma acción que lo modifica con agregados. Terminada la última feria judicial, la demanda se presentó en el Juzgado de Instrucción Nº 3 en lo Criminal, cuyo titular es Guillermo A. Carvajal, Secretaría 59 de María Cecilia Perzan, con un pedido de procesamiento por defraudación contemplada en los artículos 72 y 73 de la ley 11.723 (ley de derecho de autor, complementaria al Código Penal) y que establece como pena máxima hasta seis años de prisión. La noticia circuló en medios digitales y generó un debate en torno a la forma intertextual del libro en cuestión, a su verdadero valor como obra comercial (la tirada fue reducida, 200 ejemplares), a la faz humorística del autor (que ya había ordenado alfabéticamente los versos del Martín Fierro de José Hernández) y a si el método ready made de Marcel Duchamp (como pintar bigotes y barba a una reproducción de La Gioconda y exhibirla como un retrato original) era o no compatible con lo que fue motivo de la presentación en tribunales. Fuente: Perfil *** Herederas de Saramago absueltas de condena por delito fiscal El Tribunal Supremo de España dio la razón el pasado 27 de abril a las herederas del escritor portugués José Saramago, quienes habían recurrido una sentencia condenatoria de la Audiencia Nacional por impago de impuestos. El Supremo considera demostrado que Saramago tributó en Portugal y, por tanto, acepta los argumentos de los abogados del escritor, el despacho Cuatrecasas. Dos meses antes de la muerte del escritor, el 18 de junio de 2010, la Audiencia Nacional condenó al Nobel portugués a pagar 717.651 euros a la Hacienda española, al entender que el escritor no podía justificar su residencia fiscal en Portugal. La suma que se le reclamaba era relativa a los ejercicios fiscales 1997, 1998, 1999 y 2000, en los que el escritor pagó sus impuestos en Portugal. Fuente: El Mundo *** El sello español Tusquets Editores se asocia con Planeta Corporación El grupo editorial español Planeta llegó a un “acuerdo de asociación” con Tusquets Editores por el que aquél estará representado en el consejo de administración de la editorial con dos de sus cuatro representantes, informó la fundadora de Tusquets, Beatriz de Moura, el pasado 27 de abril. Mediante este “acuerdo directo”, De Moura seguirá liderando Tusquets junto a su equipo editorial, y a partir de ahora podrá acceder a la plataforma de servicios de distribución y administración de Planeta. Aunque De Moura no ha querido precisar la participación accionarial que ha tomado Planeta Corporación en Tusquets, sí ha indicado que se trata de un acuerdo “no invasivo” por el que en el consejo de administración se sentarán dos representantes de Planeta y otros dos de Tusquets, en este caso ella misma y el accionista Pantaleón Bruguera. La editora resaltó que, según el acuerdo, podrá “seguir la misma línea editorial que he llevado a cabo hasta ahora, desde hace 43 años, lo que para mí era primordial, y esto está contemplado en la letra grande y pequeña del acuerdo”. Agregó que “Tusquets está aquí para quedarse, no piensa morir”, y que para ello es consciente de que tendrá que introducirse en el campo del libro digital. “Esto no significa que nos retiremos ni que estemos ya por cerrar, como especuláis tantas veces. Al contrario, esto significa que seguimos. No son tiempos para juergas y, si las editoriales medianas como la nuestra no se alían con grupos grandes, desaparecerán”, continuó. Señaló que este es un buen acuerdo “en un momento en que hay una crisis económica de caballo, para una mediana editorial que tiene una distribución a la antigua, y cuando los tiempos van cambiando”. “Cuando lo digital, que está en pañales en este país, ha venido para quedarse, no quiero que los tiempos me pillen desprevenida y quiero estar respaldada y en un lugar seguro para seguir publicando tal y como he hecho hasta hoy”, añadió la editora. Planeta Corporación ofrecerá a Tusquets su plataforma de distribución, tanto de libros digitales como impresos, y acceso a otros servicios, como la compra de papel de forma conjunta “y poder gozar de un precio privilegiado”, explicó De Moura. Todo ello hará que “el futuro económico de la editorial quede completamente asegurado”, subrayó. “Mantendremos una autonomía absoluta. Seguiremos en la misma sede y yo no me voy a retirar”, agregó la editora. “Personalmente, me quedan de trabajo todos los años que me dé el cuerpo... A cambio, aprovecharemos de Planeta lo que no tenemos, sus posibilidades en digitalización, aspectos tecnológicos y distribución, en el que nos habíamos quedado un poco obsoletos”. En el comunicado emitido por Tusquets dando cuenta de la operación se señala que el acuerdo “se fundamenta en una sólida relación personal entre sus accionistas y parte del convencimiento mutuo de que a través del mismo se enriquecen ambas partes”. Añade que “tanto Tusquets, con su catálogo de reconocida calidad literaria y sólidas ventas de fondo, como Planeta, apuestan decididamente por el mantenimiento del ecosistema editorial y librero en España y en América”. También se proponen “desarrollar proyectos que mejoren su posición frente a los nuevos entrantes en la distribución de libros, tanto impresos como en formato electrónico”. Fuentes: EFE • El Mundo *** Dayana Fraile gana el VI Premio de Cuento Policlínica Metropolitana Los jóvenes narradores Dayana Fraile, Delia Mariana Arismendi y Miguel Hidalgo Prince resultaron los ganadores (entre un total de 214 textos participantes) de la sexta edición del Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores, según decisión unánime del jurado compuesto por Victoria de Stefano, José Luis Palacios y Luis Yslas. El primer lugar del certamen recayó sobre el cuento “Evocación y elogio de Federico Alvarado Muñoz. A tres años de su muerte”, de Dayana Fraile (Puerto La Cruz, Anzoátegui, 1985), “por tratarse de un cuento que articula con acierto diversos tiempos verbales de la narración, manteniendo una eficaz tensión, a la vez que hace uso de imágenes poéticas que enriquecen una prosa sin estridencias que es también la elegía de una experiencia fracasada”. Así mismo, otorgaron el segundo lugar al cuento titulado “Mondadientes”, de Delia Mariana Arismendi (Barinas, 1989), por “poseer un ritmo narrativo que no decae en ningún momento, debido al empleo de un lenguaje sencillo pero efectivo que recrea una historia de atípicas soledades que se encuentran en la singular figura de un antropófago”. Y por último, concedieron el tercer lugar al texto denominado “A medio camino”, de Miguel Hidalgo Prince (Caracas, 1984), en el cual “priva una escritura sobria, depurada de ornamentos, que recrea la historia de un desvío geográfico y psicológico, a través de una narración fluida y convincente que incorpora diálogos de lograda efectividad”. De igual manera, los miembros del jurado otorgaron menciones a los siguientes textos, listados sin orden de valoración: “Las propiedades curativas del fuego” (de Dacio René Medrano Arreaza), “Hacia una metodología del desecho” (de Noraedén Mora Méndez), “La visión de los lobos” (de Enza García Arreaza, http://www.letralia.com/firmas/garciaaarreazaenza.htm), “Erika y Berenice” (de Katy Civolani), “¿Cómo cae un poderoso?” (de Juan Carlos González Díaz) y “Sin título, 2010” (de Martha Durán). Los ganadores obtendrán premios en metálico de 8.000, 4.000 y 2.000 bolívares, respectivamente, además de aparecer, junto a los cuentos finalistas, en el libro compilatorio correspondiente a esta edición. Cabe destacar que esta edición del premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores se realizó completamente sin hacer uso del papel, ya que tanto la convocatoria como la lectura del jurado se realizaron usando los medios digitales, contribuyendo con la ecología e incrementando las posibilidades de participación de la población joven a la cual está orientado. El acto de entrega de premios se llevará a cabo el próximo 15 de mayo del presente año, en las instalaciones de la Policlínica Metropolitana. Fuente: Organizadores del certamen *** Roca crea Barcelona eBooks para publicar libros digitales en inglés Barcelona eBooks es el nombre del nuevo sello creado por la española Roca Editorial, y que tendrá como objetivo la publicación de libros electrónicos de ficción en lengua inglesa, en colaboración con Open Road Media, para atacar los mercados estadounidense (donde el libro electrónico se acerca a un tercio de las ventas), canadiense y británico, según anunció la editora Blanca Rosa Roca el pasado 30 de abril. Entre los títulos del primer catálogo del nuevo sello digital, que tiene oficinas en Barcelona y en Nueva York, destaca la novela histórica La bodega —con los viñedos de Cataluña y Languedoc y las guerras carlistas como telón de fondo—, de Noah Gordon, autor que ha confiado toda su producción a Barcelona eBooks, y cuyo hijo, Michael Seary Gordon, está en el sello como accionista con 30%. Además, tanto La bodega como otra de las novelas de Gordon, El médico, serán publicadas excepcionalmente en papel por primera vez en Estados Unidos por Barcelona eBooks, tras su éxito en Hispanoamérica y en varios países europeos en la edición en español. La presidenta y cofundadora de Barcelona eBooks considera un “reto apasionante” la posibilidad de dar a conocer al público anglosajón éxitos literarios publicados en español y catalán. El nuevo sello digital no se ceñirá a los títulos de Roca Editorial, sino que publicará libros de otras editoriales españolas, que podrán adquirirse a través de plataformas como BarnesandNoble.com, Overdrive, Google/IndieBound, Amazon.com, Apple iBookstore o Sony Reader Store. La amplitud de la oferta de distribución es posible gracias al acuerdo que Barcelona eBooks ha alcanzado con Open Road Media, una potente plataforma de distribución de libros en Internet que utiliza básicamente el vídeo y las redes sociales para promocionar a los autores. Al frente de la misma, donde trabajan 24 personas, está Jane Friedman, uno de los grandes nombres de la edición en Estados Unidos y que fue presidenta de la potente Harper Collins durante 11 años. Blanca Rosa Roca señala que “estamos muy satisfechos de aunar esfuerzos con Jane Friedman y de colaborar con su magnífico equipo comercial y de marketing editorial. Publicaremos en inglés a autores no solo de Roca Editorial, sino de otras editoriales españolas”. Para Friedman, “Barcelona eBooks es una magnífica editorial independiente, fundada por Blanca Rosa Roca, con un catálogo único, que sin lugar a dudas atraerá a los lectores ingleses. Estamos entusiasmados con este acuerdo. La nueva colaboración se basa en nuestro programa editorial internacional recientemente estrenado con el Grupo Mondadori de Italia”. Entre los primeros lanzamientos del nuevo sello digital —cuyo logotipo se diseñó tomando como base el famoso dibujo de la baldosa de las calles de la ciudad barcelonesa— figuran también La princesa perdida, de Maha Akhtar; Coses que et passen a Barcelona quan tens trenta anys, de Llúcia Ramis; Wendolin Kramer, de Laura Fernández; El anticuario, de Julián Sánchez; El carrer dels tres llits, de Roser Caminals; Tienes que contarlo, de José San Clemente; Una heredera de Barcelona, de Sergio Vila-Sanjuán; Tenim un nom, de Vicenç Villatoro, o Dr. Pearson, de Xavier Moret. Todos los títulos son de ficción y buena parte de ellos están ambientados en la capital catalana, pues “Estados Unidos es el país que envía más turistas a Barcelona”. Fuentes: ABC • El País *** Recuperan una obra del escritor español Juan Valera Asclepigenia, un divertimento a medio camino entre el cuento dialogado y la comedia teatral que el escritor egabrense Juan Valera (1824-1905) publicó en 1878, acaba de ser reeditada en Madrid por Ediciones 98, especializada en rescatar del olvido rarezas literarias que en su día no tuvieron la proyección merecida. “En honor a la tierra del autor”, según el editor, Jesús Blázquez, el volumen fue presentado el pasado lunes 30 de abril en la casa natal de Valera en Cabra con la presencia de Andrés Amorós, catedrático de Literatura Española de la Universidad Complutense y rendido admirador del autor de Pepita Jiménez, autor de una esclarecedora introducción del libro, “obrita, y el diminutivo se refiere solo a la extensión, muy poco conocida y escasamente apreciada por la mayor parte de la crítica, que me parece una obra singularísima en la que resplandecen las mejores virtudes de su autor. Tengo debilidad por ella”. De la misma opinión fue en su día Manuel Azaña, primer biógrafo de Valera, de quien dijo que “en ninguna otra obra tuvo más gracia”, no dudando en calificarla de “joya”. Tanto le gustó que consiguió que la pieza se representara —eso sí, una sola vez— en la Sala Rex de Madrid dirigida por Cipriano Rivas Cherif. Corría 1928, es decir, habían pasado 50 años desde que fuera escrita esta humorística obra “no dirigida a un teatro comercial sino de cámara”, matiza Amorós. Para aquella ocasión, Azaña escribió un amplio estudio, que leyó antes de la puesta en escena y ahora se incorpora al volumen a modo de jugoso epílogo. Asclepigenia, nombre de una erudita griega al estilo de la más conocida Hipatia, es una especie de sainete, una hilarante crítica de la sociedad española de la Restauración que Valera, habitual animador de salones literarios y gran vividor en distintas cortes europeas, ambienta en el Bizancio del siglo V. En ella trata de los amoríos de una cortesana culta con tres hombres: uno filósofo, otro rico y otro simplemente guapo, y con ellos del eterno deseo de felicidad del ser humano. “Se leyó en los salones de la época, pero la entendieron tan poco que nadie se sintió aludido”, afirma Jesús Blázquez, el editor, para quien Valera “es uno de los más grandes escritores del siglo XIX, hoy injustamente olvidado”. En recordar al autor de Juanita la Larga, así como a otros muchos literatos “a los que en determinadas obras no se ha prestado la atención debida”, centra su actividad Ediciones 98. Fuente: Diario Córdoba *** Publican en España la autobiografía del Nobel sueco Tomas Tranströmer Visión de la memoria, autobiografía del escritor sueco Tomas Tranströmer, acaba de ser publicada en España bajo el sello de Nórdica. El libro que el ganador del Premio Nobel de Literatura 2011 escribió a los 60 años, meses después de sufrir en 1990 una apoplejía que le privó prácticamente del habla y le paralizó la parte derecha de su cuerpo, contiene la infancia y juventud del poeta. “Dentro de mí llevo mis rostros anteriores, como un árbol lleva los anillos de la edad. Es la suma de ellos lo que es ‘yo’ ”, dice Tranströmer en este libro que aporta todas las claves de su obra. Aquí el lector podrá encontrar de dónde nacen su interés por el hilo de la memoria y su amor por la naturaleza, la antropología, la medicina o la biología. La música es otra de las pasiones del escritor y últimamente el vehículo con el que expresa sus emociones artísticas, ya que Tranströmer toca el piano con la mano izquierda, pues la derecha la tiene paralizada por la enfermedad. Visión de la memoria también acaba de ser publicada en Estados Unidos, donde Tranströmer es el poeta extranjero más traducido después de Pablo Neruda, según Diego Moreno, director de Nórdica. Y es que, en este libro, el narrador, poeta, traductor y psicólogo —durante años trabajó en la prisión de Roxtuna (sur de Suecia), rehabilitando a jóvenes delincuentes—, pone las simientes de lo que luego sería la poesía para él. “Mi vida. Cuando pienso estas palabras veo frente a mí un rayo de luz. En una aproximación mayor, el rayo de luz tiene la forma de un cometa, con cabeza y cola. La extremidad más intensa, la cabeza, es la infancia y los años de crecimiento. El núcleo, su parte más densa, es la más temprana infancia, en la que los rasgos más importantes de nuestras vidas se definen”, escribe Tranströmer. Traducido a más de 50 idiomas, el poeta nórdico, que encierra misterio y está plagado de claroscuros, relata cómo desde su infancia le atraían las bibliotecas, los museos y el zoológico, y cómo, al igual que a otros muchos escritores y pintores nórdicos, la naturaleza y su carácter extremo condicionaron su persona y su trabajo. El autor de El cielo a medio hacer habla del divorcio de sus padres, de la escuela primaria y de su manera de enfrentarse al más fuerte y poderoso de la clase, que le ganaba siempre. “Al principio ofrecí activa resistencia, pero de nada sirvió... Al final encontré un método para desanimarlo... Cuando se acercaba, yo fingía que mi ‘yo’ había volado lejos y que lo único que había quedado era un cadáver, un trapo que él podía manosear como quisiera. Entonces se cansó”, recuerda el poeta. Fuente: EFE *** Colombiano creó red de bibliotecas con libros rescatados de la basura Un recolector de basura colombiano, el líder social bogotano José Alberto Gutiérrez, halló la forma de crear una red de bibliotecas para sectores marginales del país: lleva diez años recogiendo libros de la basura para restaurarlos y luego compartirlos con las poblaciones menos favorecidas. “Hice un hallazgo maravilloso cuando descubrí que los bogotanos botaban los libros a la basura y me di a la tarea de rescatarlos. Puedo decir con orgullo que en 9 o 10 años rescaté aproximadamente 10.000 volúmenes”, dice Gutiérrez. Ante la falta de acceso a libros que padecen las comunidades aisladas de las ciudades principales de Colombia —un país donde la pobreza afecta a alrededor de 45% de su población de 45 millones de personas—, el activista fundó la fundación privada y sin ánimo de lucro “La Fuerza de las Palabras”. Con el apoyo de su esposa Luz Mery Gutiérrez y de sus hijos, quienes ayudan a restaurar los libros rescatados de la basura, transformó la sala de su pequeña vivienda en una biblioteca a la que asisten hoy unos 40 niños cada día para realizar sus deberes escolares. “Iniciamos con esta biblioteca, decidimos con la familia que la haríamos en el primer piso de nuestra casa y la bautizamos ‘La Fuerza de las Palabras’ ”, recordó Gutiérrez, quien ha impulsado la apertura de 20 bibliotecas en diferentes regiones de Colombia. Una de ellas está ubicada en Sumapaz, el páramo más grande del mundo, que a pesar de encontrarse a sólo dos horas del casco urbano de Bogotá, es un lugar apartado que no cuenta con rutas de fácil acceso, líneas de comunicación ni señal de Internet. La biblioteca, en la sencilla casa de un colono, es visitada por niños campesinos que llegan a diario desde veredas lejanas para participar del pequeño club de lectura. Anyi Kassandra Fajardo Díaz, de 16 años y estudiante de último grado de secundaria, es la encargada de promover la labor de la fundación en una región donde tres de cada diez niños no saben leer ni escribir. “Quiero tener una biblioteca más grande, que tenga más cosas como computadoras y un cuarto de cómputo, para no tener que tener la biblioteca en la sala; los muchachos me apoyan, y quiero el bienestar para ellos y para mí también”. Desde su inauguración, Nelson, el hermano de Luz Mery, se ha encargado de recoger los libros donados y llevarlos hasta el páramo. “Me acuerdo que los vendedores nos ofrecían enciclopedias de 2 millones de pesos y abusaban de la necesidad de las familias. Ahora Anyi, que es muy pila, les ayuda a los niños con los trabajos”, asegura. Andrés, uno de los usuarios de la biblioteca, recuerda que antes llegaba al salón a pedirle a sus amigos, los que sí viven cerca del portal gratuito de Internet en otra vereda, que le dejaran copiarse para no sacar mala nota. “Acá es mejor porque Kassa nos explica lo que no entendemos. Podemos venir a pasarla chévere, nos da consejos y nos enseña muchas cosas”, señala. Gutiérrez asegura que su iniciativa de coleccionar libros y ponerlos al alcance de la comunidad proviene principalmente del impulso de su madre, quien le inculcó el hábito de la lectura cuando era niño. “El amor a la lectura y a los libros lo heredé de mi madre que nos leía todas las noches antes de llevarnos a la cama; siempre nos leía fábulas y cuentos. Así, desde muy pequeño, comencé a sentir mucho aprecio por los libros”, agregó el líder social. Germán Ávila, uno de los colombianos que apoyan la labor de la fundación donando libros que no utiliza, dijo que Gutiérrez es un ejemplo de que con pocos recursos se puede mejorar la calidad de vida de los niños y jóvenes menos favorecidos. “Lo que más necesitan los niños de hoy en día es educación; si logramos educar al país, estamos dando un gran paso hacia adelante, y uno debe colaborar de una u otra forma con un granito de arena a la educación de los niños”, expuso el voluntario. Regiones colombianas como Chocó, Caquetá y Valle del Cauca, que padecen problemas como el conflicto armado con la guerrilla y la pobreza que obstaculizan el acceso a la cultura, cuentan hoy con una biblioteca de “La Fuerza de las Palabras”. Esta iniciativa, que se sostiene a base de la solidaridad ciudadana, fue invitada especial de la Feria del Libro de Guadalajara, donde el ejemplo de José Alberto Gutiérrez fue expuesto como una innovadora estrategia de promoción de lectura. Colombia ocupa el sexto puesto en América Latina en índice de lectura con un promedio de 2,6 leídos libros por año, mientras que países como Brasil alcanzan 4, Argentina 4,6 y Chile 5,3 libros. Fuentes: Semana • Xinhua *** Ernesto Cardenal gana el Reina Sofía El poeta nicaragüense Ernesto Cardenal (Granada, 1925) obtuvo este jueves 3 de mayo el XXI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que dotado con 42.100 euros y convocado por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca tiene como objetivo reconocer el conjunto de la obra de un autor vivo que por su valor literario constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España. El polémico escritor, quien fuera ministro de Cultura del gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), recibió la noticia a las 5:30 de la mañana. “No sabía que mi nombre sonaba para este premio”, declaró al diario español El País desde su casa de Managua. “Es una sorpresa inesperada pero muy agradable y que agradezco mucho”, reconoció Cardenal, quien también es sacerdote trapero y ensayista. Cardenal dijo que su poesía “ha tenido siempre el mismo estilo, sin estilo”, y recuerda que su primera etapa se caracteriza por ser una poesía de juventud, amorosa, del enamoramiento. Después, agrega, “llegó mi relación con Dios, algo que cambió mi vida, y últimamente ha sido más relacionada con los aspectos sociales”. Para el autor de libros como Hora 0, Epigramas, Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, El estrecho dudoso, Mayapán y Tocar el cielo, la poesía actual en castellano no pasa por su mejor momento: “No está muy bien. No hay ninguna cosa nueva desde hace mucho tiempo”. Asegura que ahora no hay un auge, al menos, lo percibe así y en las publicaciones. El jurado estuvo compuesto por José Rodríguez-Spiteri Palazuelo, presidente del Patrimonio Nacional de España; Daniel Hernández Ruipérez, rector de la Universidad de Salamanca; José Manuel Blecua, director de la Real Academia Española; Adrián Vitier Rodríguez (nieto de Fina García Marruz, ganadora de la edición anterior); Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes y académico de la RAE; Gloria Pérez Salmerón, directora de la Biblioteca Nacional de España; António Lobo Antunes, escritor portugués, y Pilar Martín-Laborda y Bergasa, directora de imagen, promoción y desarrollo del patrimonio nacional. Los otros jueces de esta edición del Reina Sofía fueron José Manuel Mendes, director del Instituto del Libro portugués; Genoveva Iriarte, directora general del Instituto Caro y Cuervo; Soledad Puértolas, escritora; Luis Antonio de Villena, poeta; Jaime Siles, poeta; José Miguel Santiago Castelo, subdirector de ABC y poeta; Luis Alberto de Cuenca, poeta; José Manuel Caballero Bonald, poeta; Javier Sanjosé Lera, director del Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad de Salamanca; Emilio de Miguel Martínez, profesor de la Universidad de Salamanca, y Esther Martínez Quinteiro, secretaria del premio. “No era justo que por motivos extraliterarios alguien tan significativo en la poesía del siglo XX se quedara fuera” de la nómina de ganadores de este premio, declaró Luis Antonio de Villena. Para Jaime Siles “a este premio le faltaba el nombre de Ernesto Cardenal, un gran poeta, con una obra muy amplia, además de uno de los grandes traductores de los clásicos”. “Lo he tratado bastante”, dijo el escritor y poeta Benjamín Prado. “Es un tipo particular, silencioso, en su mundo. Es de los poetas más compartidos y leídos. El primero bajo una gran influencia de Catulo, de los clásicos latinos y de los aforismos. Es el poeta que he leído con más gusto. Se parece a Walt Whitman. Hizo mucho por la poesía en Centroamérica cuando fue ministro de Cultura. Justo al contrario de lo que ocurre en este país (España), donde se cree que la cultura es un rastrojo”. Nacido el 20 de enero de 1925 y con estudios de literatura en México y Nueva York, Ernesto Cardenal viajó a finales de los años 40 por España, Suiza e Italia, regresando en 1950 a su país. Luchando contra el dictador Anastasio Somoza se integra a la fallida Revolución de Abril de 1954, donde mueren muchos de sus compañeros y amigos. Entra en el monasterio de Gethsemani (Kentucky, Estados Unidos), donde permanece hasta 1959. Luego se va a Cuernavaca, México, a estudiar teología. En 1965 será ordenado sacerdote en Managua y funda en una de las islas del archipiélago de Solentiname una comunidad cristiana, casi monástica, donde escribe El Evangelio de Solentiname. El 19 de julio de 1979, el día de la victoria de la Revolución Nicaragüense, es nombrado ministro de Cultura del gobierno revolucionario del FSLN. Ocupa este cargo hasta 1987, año en el que se cierra el ministerio por razones económicas. En 1980 recibirá el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán. En 1983, durante su visita oficial a Nicaragua, el papa Juan Pablo II visitó oficialmente Nicaragua amonestó e increpó severamente a Cardenal —arrodillado ante él en la pista del aeropuerto—, frente a cámaras de televisión que transmitían a todo el mundo, por su afiliación a la teología de la liberación y por formar parte del gobierno sandinista. En 1989 Cardenal funda en Granada con el actor austríaco Dietmar Schönherr la Casa de los Tres Mundos, fundación cultural de la que es presidente honorario. En 1994 se distancia del FSLN, organización que abandona, y de su líder, Daniel Ortega. Suma su apoyo moral al Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y extiende su apoyo a la Alianza Partido MRS, durante las elecciones de 2006, igual que otros destacados autores nicaragüenses, entre los que destacan Gioconda Belli y Sergio Ramírez, fundador del MRS. Fue nominado en mayo de 2005 para recibir el Premio Nobel de literatura. Dos meses más tarde, participó en la inauguración de la señal televisiva Telesur, junto a personalidades como Danny Glover, Eduardo Galeano, Pino Solanas y Adolfo Pérez Esquivel, entre otros. En 2007 se entrevista en México con el Subcomandante Marcos, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y participa en el XII Encuentro Hispanoamericano de Escritores Horas de Junio. Organizado por la Universidad de Sonora, ese año llevó por título “Tributo a Ernesto Cardenal”. En 2009 obtuvo el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, que recibió el 27 de julio de manos de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet. En abril de 2010 fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua. Actualmente es presidente honorífico de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET). En la nómina de ganadores del Reina Sofía se cuentan, entre otros, el chileno Gonzalo Rojas (1992), el madrileño José Hierro (1995), el asturiano Ángel González (1996), el uruguayo Mario Benedetti (1999), el catalán Pere Gimferrer (2000), el argentino Juan Gelman (2005) o el valenciano Francisco Brines (2010). Fuentes: El País • Europa Press *** Cassio Vasconcellos expone en Caracas sus “Nocturnos de Sao Paulo” Uno de los más prestigiosos fotógrafos de Sao Paulo, Cassio Vasconcellos, heredero de la escuela Imagem-Ação (imagen-acción), visita Caracas invitado por el Instituto Cultural Brasil Venezuela (http://www.icbv.org.ve) para exhibir una de sus exposiciones más conmovedoras, “Nocturnos de Sao Paulo”, cuyas imágenes han estado en muestras colectivas e individuales en las más importantes galerías y museos del mundo. La exposición, abierta al público desde el pasado 3 de mayo, ha sido montada bajo el cuidado de la artista y curadora francesa Anne Louyot, quien ha destacado la paradoja que se teje en torno al silencio en las imágenes de una de las ciudades más bulliciosas del planeta: “Las imágenes de Cassio Vasconcellos sugieren un modo de ver, de contemplar la ciudad: la más grande e inabarcable megalópolis de América Latina. Pero, más allá de la visión, sus fotos revelan otras dimensiones de la percepción: el tiempo nocturno, que pasa lentamente, y cuya materia parece sobrepasar los límites del momento fotográfico. Y sobre todo el silencio, que es tal vez la principal paradoja de estas fotos: llaman al silencio en una de las ciudades más agitadas del mundo”. El artista nació en Sao Paulo, Brasil, en 1965. Sus obras habitan las páginas de numerosos libros y revistas de fotografía, así como muchas de las mejores colecciones, privadas y museísticas, del mundo entero. Comenzó su carrera de fotografía en 1981, como parte de la escuela Imagem-Ação (imagen-acción). Durante su carrera, su trabajo personal, que siempre se centró en importantes proyectos artísticos, recorrió muchas galerías y museos de Brasil y el mundo. Con frecuencia ha sido invitado a desarrollar nuevos proyectos, como el “Arte/Cidade”, en 1994 y 2002. Teniendo en cuenta que Sao Paulo es la principal megalópolis de América del Sur, una aglomeración urbana fuera de la escala humana, la curadora se pregunta: “¿Cómo atrapar en imágenes esta ciudad, cuyos contornos parecen inasequibles? ¿Cómo establecer una relación personal, íntima, con ella? ¿Cómo retratarla? Tal vez recorriéndola de noche, con una Polaroid, como lo hizo Cassio Vasconcellos. Sus fotos desgranan los diferentes momentos de una peregrinación silenciosa, y su atracción intrigante deriva de una serie de paradojas delicadas”. Estas obras, agrega, son “huellas fotográficas de una realidad captada con un dominio perfecto de la composición, del equilibrio de los volúmenes, y de la luz. Y, al mismo tiempo, superficies planas que parecen haber sido pintadas con los colores chorreados de la Polaroid, sobre un papel sensual de acuarela”. La muestra estará abierta al público entre las 9 de la mañana y las 7 de la noche, en el Instituto Cultural Brasil Venezuela, ubicado en la Quinta Degania, en la avenida San Felipe de La Castellana Alta, entre 1ª y 2ª transversales. Los interesados en solicitar mayor información pueden telefonear a los números (0212) 3395295, 2661476 y 2664302, o escribir a instituto@icbv.org.ve. Fuente: ICBV *** Gobierno español concede la nacionalidad al escritor cubano Raúl Rivero El gobierno español va a otorgar la nacionalidad al poeta y periodista cubano Raúl Rivero, exiliado en la nación ibérica desde 2005, así como a su mujer y a su hija. La decisión se tomó en el consejo de ministros de este viernes 4 de mayo, según informó el Ejecutivo. “Es un gran estímulo el que este país me acoja como ciudadano. Aunque no voy a olvidar de dónde vengo, de qué circunstancias. Ni mi compromiso constante por trabajar para que un día Cuba tenga libertad”, comenta Rivero. “Desde que llegué a España nunca me he sentido un extranjero. Descubrir este país tuvo algo de extraño déjà vu. Como volver a un territorio que ya conocía, que estaba en mis sueños. Aquí he sabido lo que es la libertad, la tolerancia, el respeto... En ese sentido, este es el modelo que debiera tomar Cuba para alcanzar la democracia un día”. Rivero (Morón, Camagüey, 1945) fue uno de los disidentes presos del llamado “grupo de 75” que en abril de 2003 fueron condenados en Cuba, acusados de colaborar con Estados Unidos. Aunque fue condenado a veinte años de cárcel, pocos meses después de abandonar la prisión de La Canaleta, en la provincia de Ciego de Ávila, Rivero fue liberado en noviembre de 2004 en medio de una campaña internacional por la liberación de los detenidos. Como informamos en nuestra edición 123 (http://www.letralia.com/123/0401rivero.htm), el escritor y su familia llegaron el 1 de abril de 2005 a Madrid, donde residen desde entonces. Considerado el mejor poeta cubano de su generación, en el momento de su detención Rivero dirigía la agencia independiente Cuba Press, que fundó en 1995. En 2003 fue galardonado con el Premio Mundial de la Unesco a la libertad de expresión. Junto a él obtendrán la nacionalidad española su esposa, Blanca Adelaida Reyes Castañón, de abuelo español, y su hija, Yenia Rivero. Los tres deberán jurar o prometer fidelidad al rey de España y obediencia a la Constitución. Blanca Reyes fundó en España “Las damas de blanco”, colectivo de mujeres cubanas que cada semana sale a las calles para reclamar la libertad de los presos políticos que continúan encerrados en las cárceles de la isla. “Sigo junto a ellas en constante lucha por favorecer el cambio en Cuba. Y cada día pienso en el momento en que pueda ir a abrazarlas”. El procedimiento por el que serán nacionalizados españoles es el de carta de naturaleza: se trata de un procedimiento que no está sujeto a las normas generales, ya que es el gobierno el que decide conceder discrecionalmente la nacionalidad a alguien tras valorar que existen circunstancias excepcionales para hacerlo. Fuentes: DPA • El Mundo *** Se inicia esta semana el festival Barcelona Poesía 2012 Barcelona se convertirá entre el 8 y el 17 de mayo en la capital europea de la poesía, gracias a un festival en el que participarán voces tan diferentes como las de Saul Williams, Mark Strand, Andrés Sánchez Robayna, Stefano Benni, Pere Gimferrer o Narcís Comadira. Los jóvenes Martí Sales y Eduard Escoffet, directores del Barcelona Poesía 2012, anunciaron que el festival incluye más de cuarenta propuestas poéticas de entrada libre, en una veintena de espacios que van de la Fundación Miró o el Ateneu Barcelonés a La Pedrera y el teatro Poliorama. Escoffet explicó que, tras el cambio de estructura vivido en la edición pasada con una nueva dirección, este año se puede considerar el de la consolidación de un modelo que quiere ser “referente” en Europa, abierto a todo tipo de público y con una programación que tenga vinculación con otras artes, como las visuales y las escénicas. Nueve poetas de diferentes procedencias y estilos inaugurarán el festival en el Palau de la Música, el martes 8, con un recital en el que participarán Manuel Forcano, Carles Rabassa, Andrés Sánchez Robayna, Mónica Valenciano, Brigitte Oleschinski, Hélène Cixous, Mark Strand, Caroline Bergvall y Urayoán Noel. Escoffet subrayó que, en un momento en el que parece que se pone en duda el modelo de integración europea, este encuentro poético apuesta por “reivindicar el cosmopolitismo europeo y su diversidad” con poetas de Alemania, Francia, Noruega, Rumanía, Reino Unido, Italia y Serbia. Estarán en Barcelona durante los próximos días autores como Stefano Benni, Ileana Malancioiu, Svetlana Carstean, Vladimir Kopicl o Milutin Petrovic, además de los ya citados. La Pedrera será el escenario de “Una música de cavalls negres”, un espectáculo realizado a partir de los poemas de La tempesta, de Albert Roig, ganadora de los Juegos Florales del año pasado, con la participación de las actrices Sílvia Bel y Mónica Van Campen, y de los artistas Maria del Mar Bonet, Eloi Prat y Ferran Savall. Este año los Juegos Florales han sido ganados por Dietari del pic de l’estiu, poemario de Carles Hac Mor. La entrega se celebrará el jueves 17 en el Ayuntamiento de Barcelona. Por otra parte, se ha organizado una serie de diálogos entre poetas que permitirán al público escuchar a Pere Gimferrer y Antoni Marí en el Ateneu Barcelonés; a Perejaume y Chantal Maillard en La Poderosa; a Narcís Comadira y Josep Maria Fonalleras en la Biblioteca Nacional de Cataluña y a Joan La Barbara y Jaap Blonk en la Fundación Joan Miró. El martes 15 de mayo, a las 18:30 horas en la biblioteca Guinardó, el periodista Albert Lladó conversará con Andrés Trapiello sobre su trayectoria literaria, y de cómo convive el poeta con el novelista, el dietarista y el periodista. Además, se podrán escuchar los duetos de Tomàs Arias y Ernest Farrés; Laia Noguera y Adrià Targa; y Susanna Rafart y Biel Mesquida en la Fábrica Moritz. Los homenajes recaerán en esta ocasión en Josep Maria de Sagarra, Joan Sales, Josefa Cantijoch, Jep Gouzy y el poeta chileno Nicanor Parra. Las actividades también comportarán la elaboración en tiempo real de las revistas Cataclístic y La Más Bella y la presentación de dos nuevas revistas como Caravansari y El Procés. Eduard Escoffet ha querido destacar, igualmente, los recitales de los neoyorquinos Urayoán Noel —puertorriqueño de origen que explora el “spanglish”— y Saul Williams, uno de los exponentes del “slam” (torneo de poetas) de más fama mundial, con textos que conectan con los problemas sociales más actuales. Durante los días del festival, que se clausurará con la música de Roger Mas y la Cobla Sant Jordi y de Albert Pla y Diego Cortés en la plaza del Rei, el día 17, se pondrá el acento en la relación entre poesía y artes visuales y escénicas con la participación de artistas de diferentes disciplinas como Mónica Valenciano, Benet Rossell, Caroline Bergvall y Frederic Amat. Fuente: La Vanguardia *** Sacven presenta libros de sus concursos de cuento y poesía Este jueves 10 de mayo, a las 7 de la noche, la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela (Sacven, http://www.sacven.org) realizará la presentación del libro del VIII Concurso Nacional de Cuentos Sacven y el del II Concurso Nacional de Poesía Tradicional en la Librería Alejandría II, ubicada en el Centro Comercial Paseo Las Mercedes, en Caracas. El evento, que será moderado por Jasón Maldonado, contará con los finalistas y ganadores de los mencionados concursos, llevados a cabo durante el año 2011. Asimismo el cantautor venezolano Juan Bautista López, Yatu, será el encargado de amenizar la velada. Las publicaciones a bautizar el próximo 10 de mayo recopilan los trabajos de los ganadores y finalistas participantes. El Concurso de Cuento fue ganado por el escritor John Manuel Silva con el relato “Afrodita, C. A.”. El libro contiene además textos de Eloi Yagüe, Carlos Colmenares Gil, Eduardo Febres, Mario Morenza (http://www.letralia.com/firmas/morenzamario.htm), Giussepie Philadelplhio Pastrán, Miguel Antonio Hidalgo Prince, Raymond Nedeljkovic Febles, Carmen Luisa Ugueto Liendo (http://www.letralia.com/firmas/uguetoliendocluisa.htm) y Martha Patricia Durán Rodríguez. El Concurso de Poesía Tradicional fue ganado por Molinero de sombras, de Camilo Balza Donatti, que se incluye en el libro con textos de Ángel Segundo Castillo, César Enrique Acosta y Yorman de Jesús Tovar. Ambos libros podrán adquirirse desde el momento de su presentación. Fuente: Sacven *** Los Ángeles celebra este mes su segunda Feria del Libro en Español Del 11 al 13 de mayo se realizará, con entrada gratuita, la 2ª Feria del Libro en Español de Los Ángeles (LéaLA, http://www.lea-la.com), evento que tendrá como escenario el Centro de Convenciones de esta ciudad estadounidense, y que bajo la organización de la Fundación de la Universidad de Guadalajara recibirá a más de 150 autores. Un espacio de casi 9 mil metros cuadrados acogerá a más de 100 editoriales, que mostrarán sus libros en cerca de 200 puestos, indicó Schulz Manaut, directora del evento, que este año recibirá la visita de dos viudos destacados: Pilar del Río, la viuda del premio Nobel de Literatura José Saramago, que promueve el libro póstumo de su marido, Claraboya; y Chris Pérez, el viudo de la cantante de tex-mex Selena, quien escribió una autobiografía con detalles sobre su esposa. Colombia estará representada por el poeta Juan Manuel Roca (http://www.letralia.com/firmas/rocajuanmanuel.htm) y el novelista Héctor Abad Faciolince, mientras que el periodismo mexicano contará con la participación de Enrique Krauze, director de la revista Letras Libres, y Rafael Rodríguez Castañeda, director de la revista Proceso. De igual forma participarán las escritoras Mónica Lavín y Gaby Vargas, así como los novelistas Paco Ignacio Taibo II, Mario Bellatin, Pedro Ángel Palou e Ignacio Padilla. La feria incluirá charlas de los historiadores mexicanos expertos en la cultura precolombina Eduardo Matos Moctezuma y Enrique Florescano. Por su parte, el activista Javier Sicilia aportará una visión sobre la violencia del narco en México. James Ellroy, autor del clásico L. A. Confidential, presentará sus libros en español, mientras que el escritor mexicano-estadounidense Luis J. Rodríguez expondrá sus obras autobiográficas en inglés. La primera edición de la feria fue un éxito. De las 36.200 personas que asistieron, 64% compró libros con un gasto promedio de 23 dólares. “Esto dice dos cosas muy importantes: que a la gente si le interesa su cultura y que sí lee”, comentó Manaut. “Nos habla de que la necesidad de libros en español es brutal”. En el marco de la feria se realizarán en el Teatro Nokia conciertos de Gloria Trevi, Calle 13, Illya Kuryaki & The Valderramas y Los Tigres del Norte. Esas presentaciones tendrán un costo de entrada. Fuente: AP *** Expondrán en Inglaterra fotografías de Frida Kahlo y Diego Rivera Una exhibición fotográfica sobre la vida y obra de los reconocidos pintores mexicanos Frida Kahlo y Diego Rivera visitará Inglaterra del 12 de mayo al 24 de junio, como parte del festival latino “Vamos!”. La exhibición “Complicidades: Frida Kahlo y Diego Rivera”, ilustra los eventos políticos más importantes de la primera mitad del siglo XX en México y la tempestuosa relación que existió entre Kahlo y Rivera durante los 25 años que estuvieron juntos. “Los dos pintores son muy respetados, tienen un atractivo universal, particularmente Frida que es más conocida que Diego. A la gente le gusta lo que representan, el trabajo que desarrollaron, sus creencias políticas, desafiantes para su tiempo”, afirmó Nik Barrera, subdirector del festival hispano-portugués “Vamos!”. Las imágenes, algunas de las cuales fueron tomadas por la fotógrafa italiana Tina Modotti, representan la vida y obra de la pareja, su vida familiar y artística y su relación con el político soviético León Trotsky, exiliado en México. Lo interesante de esta muestra es que refleja la vida personal de Diego y Frida “y su conexión con otros políticos de la época..., el ambiente político de esa época brinda a la gente un antecedente más amplio y profundo de los pintores”, afirmó Barrera. Las 36 fotografías, que serán exhibidas en el Museo Bowes, en el noreste de Inglaterra, retratan las aventuras políticas de Kahlo y Rivera, su activismo en favor de los derechos de los trabajadores, y su defensa de los valores mexicanos en un país dividido por diversas facciones. En 1929, Rivera se convierte en militante activo del Partido Comunista, mientras que Frida se unió al Movimiento Comunista Juvenil, después de un fuerte accidente que sufrió y que la dejó lisiada de por vida. La muestra fotográfica, auspiciada por la Embajada de México en el Reino Unido, muestra las distintas etapas de la vida de Kahlo y Rivera hasta la muerte de Frida en 1954. Una de las imágenes muestra a Diego y Frida compartiendo la mesa en su casa de San Ángel, mientras que en otra se muestra a la pareja de pie con mosaicos y jarrones de talavera mexicana al fondo. De acuerdo con los organizadores del festival cultural, se espera que la muestra tenga un gran éxito este verano y que atraiga a cientos de personas al museo Bowes del siglo XIX, que cuenta con una importante colección de arte, incluyendo obras de Canaletto y Goya. Fuente: Notimex *** El venezolano Edgar Borges presenta su nueva novela en Feria de Sevilla El escritor nacido en Caracas en 1966 “se ha contratado a sí mismo” para integrar el reparto de la obra, publicada por Ediciones En Huida. La novela llega a las librerías Alejandría, de la capital venezolana, el 21 de este mes. El hombre no mediático que leía a Peter Handke, la nueva novela del escritor venezolano Edgar Borges (http://www.letralia.com/firmas/borgesedgar.htm), será presentada este 12 de mayo a las 19 horas en la Sala Apeadero de la Feria del Libro de Sevilla (http://www.feriadellibrodesevilla.com/2012), según indica el sello Ediciones En Huida (http://www.edicionesenhuida.es), que ha anunciado el arribo del libro a las librerías Alejandría, de Caracas, a partir del lunes 21 de mayo. En Roma, poco después de la presentación que el pasado 16 de marzo hiciera de su nueva novela, una periodista francesa le preguntó a Edgar Borges (Caracas, 1966) por qué, a un autor latinoamericano, le interesa la obra de Peter Handke. El venezolano respondió que “la palabra es del mundo y, si hoy los seres humanos padecemos de una severa interpretación de la palabra, lo más lógico sería que cualquier persona se ocupara de analizar las causas que nos han llevado a un creciente proceso de aislamiento social”. Luego, el autor se dirigió al público presente para intentar explicar por qué considera que su novela “investiga la realidad de una sociedad saturada de mensajes incompletos, desde la ficción de un sujeto vacío de opinión”. Según algunos críticos se trata de una novela propia de la postmodernidad, si bien a su autor no le agrada la etiqueta. Pero también es una obra “híbrida” de lectura abierta. De ahí que el lector deberá estar atento a las pistas que deja el autor. El hombre no mediático que leía a Peter Handke cuenta en tiempo real la historia de un investigador, llamado Edgar Borges, que permanece encerrado en su habitación recopilando datos de la obra del escritor austríaco Peter Handke (Griffen, Austria, 1942). Un encierro, no obstante, que podría ser considerado la opción normal de un frenético investigador que ha decidido aislarse de su familia, y que contiene realidades que van más allá de las cuatro paredes donde se desarrolla la historia. De niño el personaje central que habita la investigación fue secuestrado; en su aislamiento su único contacto comunicacional fue con los libros de Peter Handke. Por su parte, el sujeto real que conduce la investigación descubrirá que el personaje de su historia guarda muchas similitudes con su persona. Sobre el nombre y la realidad del investigador-personaje, Borges sostiene que “se ha contratado a sí mismo para integrar el reparto de su ficción, porque quería jugar al actor que interpreta su propia historia”. Y, además de él, afirma el autor, “he contratado a familiares, amigos, vecinos e investigadores para que participen en la construcción de esta otra realidad”. Con su escritura, el autor de novelas como ¿Quién mató a mi madre? (III Finalista del Premio de Novela Ciudad Ducal de Loeches 2008) y La contemplación (I Premio Internacional de Novela “Albert Camus” 2010) pretende subvertir el orden de lo que observa. Un mes después de su lanzamiento editorial en España, la nueva novela de Borges ha sido muy bien recibida por la crítica y por los lectores. Ya ha sido presentada en la Feria de Tomares, en Andalucía (España) y además de la Feria de Sevilla se prevé nuevas presentaciones en Arteduna Estudio de Madrid, el 18 de mayo, con el escritor y filósofo Ignacio Castro Rey, y el 14 de junio en la Casa del Libro de Gijón. El poeta y ensayista Francisco Vélez Nieto (http://www.letralia.com/firmas/veleznietofrancisco.htm) la define como “una aventura literaria de una dimensión trascendente”; mientras, el filósofo Vicente Huici destaca “el juego literario que Edgar Borges realiza entre la intimidad del yo y la mundialización que habita en el afuera”. Sandra Santana, poeta y traductora de la obra del austríaco Peter Handke, celebra “la original propuesta y la cuidada elaboración de la novela”. Entre los escritores venezolanos radicados en el extranjero también han surgido reacciones, es el caso de Fernando Báez (http://www.letralia.com/firmas/baezfernando.htm), quien asegura que “se trata de una obra novedosa, impactante y profunda que apuesta a la imaginación y nos conmueve con el diario de un pensamiento sobre la esencia misma de la condición humana”. De El hombre no mediático que leía a Peter Handke puede leerse un adelanto de dos episodios —las “Puertas” 7 y 8—, publicado el pasado miércoles 2, en la revista Ojos de Papel (http://www.ojosdepapel.com/Index.aspx?article=4388). En la presentación que se realizará en la Feria del Libro de Sevilla este sábado 12 participarán Martín Lucía y Pedro Luis Ibáñez Lérida, editores de En Huida, quienes lanzarán allí la colección “DSK”, de narrativa y ensayo, con la obra del venezolano y Julio Mariscal, y la revista Platero, de Francisco Basallote. Fuente: Ediciones En Huida *** Subastarán dos páginas inéditas de El Principito, de Saint-Exupéry Dos páginas que Antoine de Saint-Exupéry se eximió de incluir en el manuscrito final de su obra cumbre El Principito —publicada en 1943— serán subastadas este 16 de mayo por la casa de subastas parisina Artcurial. Se trata de dos hojas amarillentas descubiertas en medio de una pila de manuscritos y que habrían sido parte de un borrador, cuya escritura, aunque indescifrable, es definitivamente del escritor francés. Un coleccionista privado les había entregado, a Olivier Devers y Benoît Puttemans —expertos en libros y manuscritos de Artcurial—, un paquete de manuscritos con varios textos de Saint-Exupéry entre los que se encontraban 121 páginas del libro Piloto de guerra estimadas en 250.000 euros y las que ahora se sabe eran páginas de El Principito, que serán vendidas por entre 40 y 50.000 euros, es decir, diez veces más que un autógrafo del célebre y misterioso escritor, aunque por algunas de sus páginas redactadas a mano se han llegado a pagar varios millones de euros. No se trata del manuscrito final de la obra más vendida y traducida del mundo desde su publicación, el que llegaría a la imprenta con frases que se han instalado en la memoria colectiva, como “Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos”, sino de una versión anterior, probablemente de 1941, explicaron Devers y Puttemans. “Al descifrar la ilegible escritura de estas dos páginas, me di cuenta de que se trataba de un pasaje del libro El Principito ya que el texto lo menciona varias veces”, contó Devers. “El hecho de descubrir un borrador de El Principito me sorprendió. Fue maravilloso y muy importante: es la primera vez en 70 años que aparecen páginas desconocidas de El Principito. Además, me gusta mucho este libro, que es uno de los grandes textos de la infancia, y también su autor en general”, añadió. El texto está tachado pero aún así las palabras borradas se pueden divisar. La primera hoja tiene variantes de los capítulos 17 y 19 de la versión que conocemos del libro. Pero lo más sorprendente se encuentra en la segunda hoja, que lleva una parte totalmente inédita de la novela. El personaje acaba de llegar a la Tierra y se encuentra con el primer habitante en el planeta. Ante tal descubrimiento, expertos e historiadores de Saint-Exupéry llegaron a la casa de subastas para verlo encontrarse con este nuevo personaje que no conocían. “Decidimos llamarlo ‘el crucigramista’ porque está buscando una palabra de seis letras “, explicó Devers. De hecho, el borrador termina con un enigma no resuelto: Una pregunta que quedó sin respuesta. —Dónde están los hombres, se preguntaba el Principito mientras viajaba. Se encontró al primero en una carretera. “Ah!, pensó, quiero saber qué piensan de la vida en este planeta, se dijo. Quizás se trate de un embajador del espíritu humano...”. —Buenos días —dijo con alegría. —Buenos días —dijo el hombre. —Qué estás haciendo? —dijo el Principito. —Estoy muy ocupado —dijo el hombre. Claro que está muy ocupado, pensó el Principito, tiene un planeta tan grande. Hay tanto que hacer. Y casi no se atrevía a molestarlo. —Quizás te puedo ayudar —le dijo sin embargo: al Principito le hubiese gustado ser útil. —Quizás, le dijo el hombre... Llevo tres días trabajando en ello sin lograrlo. Estoy buscando una palabra de seis letras comenzando por una G que significa “gargarismo”. —Gargarismo —dijo el Principito. —Gargarismo —dijo el hombre. Según los expertos de Artcurial, la palabra que busca el hombre podría ser “guerra”. Su teoría se basa en una visión del Principito como una alegoría de la guerra. Además, se sabe que este tema era muy importante para su autor en esta época. La subasta del original de Saint-Exupéry se enmarca dentro de la venta de “Libros y manuscritos modernos” que organiza Arcutrial en París el 16 de mayo y cuyos lotes pueden visitarse entre el 13 y el 15 de mayo. En 1943, El Principito pasó de ser el manuscrito de un autor relativamente desconocido a un fenómeno literario que desde entonces ha vendido 140 millones de ejemplares en unos 260 idiomas. Las páginas del manuscrito original, que se publicarían por primera vez en Nueva York, siguen custodiadas en la Pierpont Morgan Library de esa ciudad. Después de la Biblia, El Principito es el libro más traducido de la historia, según la Fundación Saint-Exupéry con sede en París. Tristemente el autor nunca conoció el éxito de su obra pues, durante la Segunda Guerra Mundial y poco después de la primera publicación, desapareció en el mar Mediterráneo —el 31 de julio de 1944— con su avión de la Resistencia, un caza de combate Lightning P38. En abril de 2004, como en su momento informamos en nuestra edición 107 (http://www.letralia.com/107/0407exupery.htm), fue encontrado en Marsella un trozo de metal de un turbocompresor que, según los registros, habría pertenecido a la nave del escritor. Fuentes: AP • BBC • EFE *** Iliana Gómez dicta en Caracas un taller sobre la evolución del vampiro La escritora venezolana Iliana Gómez Berbesí dictará a partir del próximo sábado 19 de mayo un taller sobre la evolución del vampiro que, en ocho sesiones de tres horas, paseará a sus asistentes por las historias, características y proceso de evolución de este personaje en la literatura y el cine. Titulado “El vampiro: criatura fantástica y mito”, el taller está dirigido a jóvenes y adultos a partir de 16 años, interesados en ampliar sus conocimientos sobre la figura de este personaje, así como a quienes deseen escribir relatos y guiones de cine y televisión. Se revisarán conceptos, símbolos, diferentes versiones según el folklore de varios países, personajes reales y antecedentes literarios. También serán leídos y analizados fragmentos de relatos y novelas destacadas y se expondrán escenas de filmes considerados de culto, analizándose la renovación del mito desde los años sesenta hasta las más modernas versiones en literatura, cine, televisión y comics. El taller tiene un costo de 1.100 bolívares y se dictará todos los sábados hasta el 7 de julio, en horario de 9 a 11:30 de la mañana, en la sede del Banco del Libro, ubicado en la avenida Luis Roche de Altamira, en Caracas. Los interesados pueden solicitar mayor información o tramitar inscripciones con la señora Isabel Trujillo, del Banco del Libro, a través del teléfono (0212) 2673785 o del correo electrónico itrujillo@bancodellibro.org.ve. Fuente: Banco del Libro *** Tenerife acoge campeonato de “lucha libro” Hasta el 31 de mayo están abiertas las inscripciones para el Primer Campeonato de Improvisación Literaria “Lucha Libro” (http://luchalibrocanarias.wordpress.com), que enfrentará a dieciséis participantes los fines de semana de junio en el Café Atlántico de Tenerife, en las Islas Canarias (España). Respaldado por la editorial Baile del Sol y con la organización de Daniel Medina y Criserey Oropez, el particular campeonato lleva a la literatura la metáfora de “escritores luchadores” que bajo el lema “Tus palabras son más fuertes que tus puños” se enfrentarán entre sí escribiendo cuentos en vivo, en una dura competencia cuyo jurado, compuesto por escritores y artistas, elegirá a los cuatro finalistas que verán publicados sus relatos en el reconocido sello canario. Los participantes deberán elegir el seudónimo con el que librarán sus peleas y enviar antes del 31 de mayo sus datos y dos cuentos, con una extensión máxima de dos folios en formato Arial 11, a la dirección electrónica luchalibrotenerife@hotmail.es. El jurado escogerá a los dieciséis participantes, quienes recibirán, por cortesía de Librería El Paso, un libro obsequio. La competencia se desarrollará enfrentando cada vez a dos autores ataviados con máscaras de lucha mexicana, quienes deberán escribir, en cinco minutos, un relato que adopte tres elementos propuestos por el público. Habrá una pantalla tras los competidores que permitirá que los espectadores vean lo que va escribiendo el autor, descubriendo en tiempo real el proceso creativo. El jurado decidirá cuál de los dos contrincantes pasa a la siguiente ronda. El que pierda tendrá que quitarse su máscara y desvelar al público su verdadera identidad. Medina y Oropez conocieron este tipo de competencias durante un viaje en Perú, donde eran organizadas por el escritor y publicista Christopher Vásquez, y decidieron adaptarlas para los escritores canarios en un intento por modernizar los eventos literarios en la isla y desempolvar su “olor a naftalina” a golpe de espectáculo, como comenta Medina. “Queremos sacar la literatura a la calle” y desterrarla de los círculos cerrados como los ateneos y los centros de arte, continúa. Uno de los objetivos de esta actividad cultural es ayudar a los escritores emergentes de las islas, a la vez que estimular la literatura conectándola con el público más joven. “Queremos cubrir un hueco en la agenda de ocio de la ciudad y ofrecer una alternativa lúdica que promueva el descubrimiento de nuestros creadores literarios al gran público y la participación de los espectadores en la creación literaria”, dicen los organizadores. Fuente: La Opinión de Tenerife *** Abiertas las inscripciones para el séptimo encuentro Letrarte Hasta el próximo 5 de junio es posible inscribirse en el VII Letrarte, Encuentro Internacional de Escritores, evento que, dirigido por el escritor Julio Carabelli y con la participación de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), acogerá actividades de poesía, narrativa, ensayo y performances, y que tendrá lugar entre el 19 y el 22 de julio en San Miguel de Tucumán, Argentina. Tras su inauguración en la Casa Histórica de Tucumán, Carabelli dirigirá a los asistentes unas palabras de bienvenida, junto con el doctor Mario Leal, secretario de Extensión Universitaria de la mencionada casa de estudios. Además de la exhibición y venta de libros y revistas, las mesas de lectura, los talleres y ponencias y un concurso literario, el evento prevé la realización de exposiciones de artes plásticas y fotografías, así como la presentación de performances y visitas a los centros históricos de la ciudad anfitriona. Los participantes recibirán certificados emitidos por la UNT y podrán ser incluidos en la antología del encuentro, del que cada uno recibirá un ejemplar. Los interesados deberán enviar proporcionar un currículum vitae, especificando nombre completo, localidad de residencia, correo electrónico y teléfono, además de muestras de su trabajo literario: dos poemas, un cuento de hasta dos páginas o un ensayo de hasta dos páginas. La inscripción tiene un precio de 140 pesos e incluye el libro Memoria de Letrarte 2012. Los participantes extranjeros no pagarán inscripción; sólo abonarán 50 pesos o 12 dólares por el valor del libro. Para tramitar la inscripción u obtener mayor información se puede escribir a letrarte2011@gmail.com. Fuente: Organizadores del evento *** Festival por la Paz reunirá a 50 poetas Bilbao, Donostia y Gasteiz Alrededor de medio centenar de poetas participarán en el Festival de Poesía “Askoren Izenean: Pido la Paz y la Palabra”, que tendrá lugar en Bilbao, Donostia y Gasteiz y será uno de los eventos centrales organizados por el Gobierno Vasco para recordar el 75º aniversario del bombardeo de Guernica dentro de los actos previstos por el “Año de las Culturas por la Paz y la Libertad”. El programa de actos, presentado en Bilbao este 2 de mayo por la consejera de Cultura, Blanca Urgell, y la presidenta de la Fundación Blas de Otero, Sabina de la Cruz, dará comienzo en el museo San Telmo de Donostia, los días 7 y 8 de junio, y las actividades girarán en torno a una velada estelar sobre la poesía femenina como elemento central, y que contará con la presencia de creadoras procedentes de Camerún (Werewere Liking), México (Natalia Toledo), Tailandia (Chiranan Pitpreecha) y Canadá (Karen Connelly). Los actos incluidos en el programa incluyen coloquios, charlas, debates, lecturas dramatizadas y homenajes. Participarán poetas de Irak, Pakistán, Colombia, México, Turquía, Camerún y Vietnam, entre otros países, así como varios poetas vascos, tanto euskaldunes como autores que han escrito su obra en castellano, desde Kirmen Uribe, Bernardo Atxaga, Felipe Juaristi, Miren Agur Meabe, Itxiar Minguez y Karmelo Iribarren; cuya presencia se combinará con poetas estatales de relevancia, como Joan Margarit, Javier Ostalé, Luis García Montero, Ana Rosetti y cantantes como Amancio Prada. Junto a Donostia, el festival contempla actos en Gasteiz y Bilbao (Euskalduna). El presupuesto del certamen es de 300.000 euros. Fuentes: Diario Vasco • EITB *** Literatura, lenguaje y multiculturalismo, temas de jornada en Brasil La 15ª Jornada Internacional de Estudios Lingüísticos y Literarios (http://www.15jell.com.br), organizada por la Universidad Estatal del Oeste de Paraná (Brasil), se realizará entre el 20 y el 23 de junio con la participación de profesionales de las letras, la educación y otras áreas afines, según informaron los organizadores en un comunicado. Convocada bajo el lema “Literatura, lenguaje y multiculturalismo: veredas del imaginario y cartografías de la memoria” y organizada por los doctores Antonio Donizeti da Cruz y Ximena Antonia Díaz Merino, la jornada tiene el objetivo de ofrecer a los participantes un espacio abierto para el diálogo en torno a la literatura y a los desafíos y las perspectivas en el proceso de enseñanza y aprendizaje de las literaturas de expresión portuguesa y de las literaturas española, inglesa y alemana, entre otras. La jornada contempla en su programación un conjunto de actividades como la realización de conferencias, mesas redondas, talleres, muestras referentes a la literatura, seminarios avanzados, palestras, presentaciones culturales locales y comunicaciones, las cuales buscan englobar el papel de los diferentes abordajes de la literatura. Los interesados en presentar un trabajo en este evento —que se realizará en el Campus de Marechal “Cândido Rondon” de la citada universidad brasileña— tienen hasta el 8 de junio para inscribirse en la web del evento (http://www.15jell.com.br). El 20 de junio es la fecha tope para inscribirse sin presentación de trabajo y el 23 para inscribirse como oyente. Se puede solicitar mayor información a través de la dirección electrónica letras15jell@hotmail.com. Fuente: Web del evento *** Escritores de Colombia y Ecuador se reunirán en encuentro binacional Autores colombianos y ecuatorianos se darán cita en el I Encuentro Binacional de Escritores, que se organiza como parte de las actividades de la séptima edición de la Feria Internacional del Libro en Ecuador, Expolibro 2012, que estará sesionando en Guayaquil del 6 al 15 de julio próximo. Los organizadores del encuentro refirieron a la prensa que la delegación de Colombia en esa cita estará compuesta por 6 renombrados escritores: Gonzalo Mallarino Flórez (http://www.letralia.com/firmas/mallarinoflorezgonzalo.htm), novelista y poeta; Federico Díaz-Granados, poeta y ensayista; Juan Felipe Robledo, poeta y ensayista; Enrique Serrano López, novelista y cuentista; Jorge Cadavid, poeta y ensayista, y Juan David Correa Ulloa, novelista y cronista. Por la parte ecuatoriana se presentarán figuras también reconocidas como Jorge Dávila Vázquez (http://www.letralia.com/firmas/davilavazquezjorge.htm), narrador, poeta y dramaturgo; Lucrecia Maldonado, cuentista y novelista; Miguel Antonio Chávez (http://www.letralia.com/firmas/chavezmiguelantonio.htm), novelista y cuentista; Xavier Oquendo Troncoso (http://www.letralia.com/firmas/oquendotroncosoxavier.htm), poeta y ensayista; Iván Oñate, poeta y narrador, y Margarita Laso, poeta. Anunciaron igualmente que el intercambio estará liderado por Mallarino, nombrado recientemente como embajador de Expolibro en Colombia, y quien es autor de los libros de poemas Cármina (1986), Los llantos (1988), La ventana profunda (1995) y La tarde, las tardes (2000), así como de la Trilogía Bogotá, que incluye las novelas: Según la costumbre, Delante de ellas y Los otros y Adelaida. También se contará en ese encuentro con el liderazgo del escritor y poeta Federico Díaz Granados, uno de los autores más representativos de la nueva poesía colombiana. Actualmente director de la Biblioteca de Los Fundadores y de la Agenda Cultural del Gimnasio Moderno, ha publicado los libros de poesía Las voces del fuego (1995), La casa del viento (2000) y Hospedaje de paso, álbum de los adioses (2006) y Las horas olvidadas (2010). Una de las actividades especiales programadas en Expolibro es el homenaje a Miguel Donoso Pareja, que estará organizado por Mallarino y Díaz-Granados, por la parte colombiana, y Dávila Vásquez y Oquendo Troncoso, por Ecuador, según acotaron los organizadores. Donoso Pareja, que celebrará el próximo 13 de julio su cumpleaños número 81, además de ser uno de los autores más importantes de la literatura ecuatoriana, es por su obra y labor uno de los más destacados y trascendentales literatos de Latinoamérica junto a Juan Rulfo y Julio Cortázar, autores con los que dirigió la revista Cambio, que en la década del 70 revolucionó el pensamiento literario. Expolibro 2012 le dedica este Homenaje Especial por la obra de toda una vida comprometido con la literatura de su país. Fuente: Caribbean News Digital *** Creación literaria puede estudiarse en una maestría en El Paso Hasta el 2 de enero de 2013 están abiertas las inscripciones para la Maestría Bilingüe en Creación Literaria (MFA) de la Universidad de Texas en El Paso (http://www.utep.edu/cw), el único programa bilingüe de su tipo en Estados Unidos, que tiene una duración de tres años y recibe alumnos de Europa y las Américas. La maestría ofrece un programa totalmente bilingüe de cursos que cubren las áreas de ficción, poesía, dramaturgia, guión, ensayo y traducción literaria. Debido a que las clases son impartidas tanto en inglés como en español, no es necesario (aunque sí recomendable) que el estudiante sea bilingüe; esto también permite que escriban y compartan sus experiencias en ambos idiomas. Situado en el desierto de Chihuahua, en la frontera entre México y Estados Unidos, el programa está en constante proceso de cambio para satisfacer los intereses de estudiantes de todo el mundo, quienes tienen además la opción de solicitar trabajo como asistentes de enseñanza durante los tres años de estudios. Con un promedio de tres estudiantes por profesor, la maestría permite una instrucción basada en tutorías personalizadas con énfasis en carreras en edición, enseñanza y escritura. El éxito del programa se refleja en los importantes premios literarios obtenidos por algunos de sus alumnos, tales como el Premio Clarín de Novela, el Premio Nacional de Cuento de Colombia, el Premio Chicano-Latino de UC Irvine y otros. El proceso de solicitud de ingreso se completa en línea. El interesado deberá presentar su título de licenciatura o pregrado en cualquier área de estudio, certificados de estudios (transcripts), una muestra de escritura (de ocho a diez poemas o veinte páginas de ficción, dramaturgia, guión, crónica o ensayo), currículum vitae, tres cartas de recomendación y una carta de intención (Statement of Purpose) donde se expresen los objetivos personales para el programa de maestría. Además, deberá llenar el formulario de la Graduate School y efectuar el pago de la cuota correspondiente. Fuente: Maestría Bilingüe en Creación Literaria ||||||||||||||||||||||| ARTÍCULOS Y REPORTAJES |||||||||||||||||||||| === De Thomas Mann a D. H. Lawrence: ====================================== === de la racionalidad europea al irracionalismo anglosajón =============== === Pedro García Cueto ==================================================== La literatura de Thomas Mann está hecha con los mimbres de un lenguaje esmerado, que se adentra en la profundidad de lo racional, que descubre, en su íntimo vagar por la lógica, los meandros de la cultura humana. Thomas Mann nació en Lübeck en 1875 y murió en Zúrich en 1955, recibió el premio Nobel en 1929 y es autor de una densa obra narrativa donde germina el impulso del lenguaje en pos de la razón, como contrapartida a la pasión que anida en el ser humano, un debate y una lucha agonística que se colma en títulos tan afamados como La muerte en Venecia, donde Aschenbach persigue la belleza, sin poder olvidar que lo racional ha sido su verdadero ejercicio durante años, un esfuerzo para crear, siempre desde el impulso lógico, desterrando lo pasional, que aparece como un fulgor al conocer a Tadzio, un joven polaco en el Hotel Des Bains, en Venecia. El escritor, en la novela, músico en la película de Visconti, desarrolla su sentido enervante del placer, en una lucha contra la contención que le obliga a guardar su deseo, no desvelar el hombre sensible y emotivo que hay dentro de él. La narrativa de Mann se centra en los personajes lúcidos, intelectuales, que buscan el argumento, lo lógico, el discurso. Un caso muy claro es el Settembrini de La montaña mágica, novela cincelada como un fresco sobre la vida a principios del siglo XX, donde se exploran las contradicciones sociales y espirituales de una época. La erudición de un personaje como Settembrini ya nos habla de ese deseo del discurso, del argumento razonado sobre la vida. Como ejemplo nos sirve el diálogo con Joachim y con Hans Castorp, el protagonista que llega al sanatorio para curarse de una enfermedad imaginaria; el debate sobre la música pone en evidencia la alta cultura de Settembrini: —¡Bravo! —exclamó Settembrini—. ¡Bravo, teniente! Ha defendido a la perfección un aspecto incontestablemente moral de la música, a saber: que estructura el tiempo a través de un sistema de proporciones de una particular fuerza y así le da vida, alma y valor. La música saca al tiempo de la inercia, nos saca a nosotros de la inercia para que disfrutemos al máximo del tiempo. La música despierta... y en este sentido es moral (p. 165). Pero no olvidemos que en Doktor Faustus vuelve el tema de la música, el debate sobre la cultura, la importancia de lo racional, como si la novela fuese un ensayo, un tratado sobre las disquisiciones filosóficas que fundamentan nuestras vidas: —¿Estás seguro de lo que dices? —preguntó Adrián—. Además, la canción que tú cantas es política. En arte, lo subjetivo y lo objetivo se entrelazan hasta el punto de no ser posible distinguir lo uno de lo otro. Lo subjetivo surge de lo objetivo, adquiere su carácter y viceversa. Estas reflexiones entran en el campo filosófico, nos envuelven en un racionalismo que sustenta la novela, porque Mann crea un discurso que se va fragmentando en múltiples variantes, en personajes que se construyen teóricamente, ajenos a la realidad, lejos de sus placeres y sus cotidianeidades. La novela discurre sobre el sentido de la música, como La montaña mágica lo hace acerca de la sociedad de principios del siglo XX, un mundo abocado a la guerra, a la falta de valores, a la desintegración del ser humano, en pos de una realidad que expone la violencia y la emergencia de totalitarismos como respuesta a la posible libertad del individuo, cada vez más cosificado, como nos mostró magníficamente Franz Kafka en La metamorfosis. D. H. Lawrence: la sensualidad narrativa de un escritor irracionalista David Herbert Lawrence nació en Nottingham en 1885 y murió en Vence, Francia, en 1930. Nació en una familia de mineros; su padre, trabajador de la mina, y su madre, maestra de escuela, una combinación que fraguó un hombre controvertido, donde la incultura y la cultura siempre estuvieron en pugna, donde la naturaleza y el refinamiento buscaban su lugar. Lawrence empieza a escribir en 1911 con El pavo real blanco, a los que siguieron libros tan reconocidos como Son and Lovers (Hijos y amantes, 1912), The rainbow (El arcoíris, 1915-16), Women in love (Mujeres enamoradas, 1920), Canguro (1923), La serpiente emplumada (1926), interesante historia sobre la cultura mexicana en claro contraste con el universo británico a la que da vida la protagonista de la historia, y El amante de Lady Chatterley (1928), donde la historia de deseo y sensualidad entre una mujer noble y un jardinero vuelve a tocar un tema clave en la obra de Lawrence, la oposición cultura-barbarie, porque, en el fondo, el escritor vivió siempre la enorme contradicción de un mundo modelado por el analfabetismo de su lugar natal y los impulsos de su madre de dotar a su hijo de un rico caudal de conocimientos para huir de ese parasitismo de la sociedad en la que vivían. Por ello, Lawrence refleja en sus novelas posiciones encontradas, siguiendo una temática en la que el irracionalismo de la sociedad encuentra su opuesto en figuras tan irónicas y sabias como Rupert Birkin en Mujeres enamoradas, por poner un ejemplo. El escritor británico entiende el contacto de la Naturaleza como una ruptura latente con el mundo burgués porque el deseo no debe esconderse, forma parte de nuestra condición humana, muy lejos del recato al que somete Thomas Mann a sus personajes, envueltos en un mundo teórico que les impide encontrar una válvula de escape a sus obsesiones intelectuales. Birkin, uno de los protagonistas más interesantes de Mujeres enamoradas, conoce el desencanto de la vida pero goza con la Naturaleza; incapaz de amar a la mujer, vive con plenitud la sensualidad de la tierra, germinadora y fértil, que le invita a hacer el amor, en el paroxismo de la bella literatura, provocadora también, de Lawrence: Yacer y revolcarse entre los pegajosos y frescos jacintos jóvenes, yacer boca abajo y cubierta la espalda con puñados de hierba fresca y fina, suave como el aliento, suave y más delicada y más hermosa que el contacto con cualquier mujer, y luego pincharse un muslo contra vivas y oscuras puntas de las ramas de los pinos, y después sentir el latigazo de las ramas de los avellanos sobre los hombros, el latigazo picante, y luego oprimir el plateado tronco del abedul contra el pecho, con su suavidad, su dureza, sus vitales nudos y surcos (p. 137). El deseo de amar a la tierra, de fundirse con ella, es una obsesión en la novelística de Lawrence, porque él siente que la Naturaleza, su sabor, su olor, se impregnan en su piel. Incluso, Lawrence no oculta el contacto de dos cuerpos, los de Gerald y él, en una lucha que simboliza el paganismo, la ausencia de sacralización del mundo, el placer porque sí, exento de la culpa que ha generado el catolicismo, pero el deseo de Úrsula por Birkin es una necesidad que se cimenta en la búsqueda de la intelectualidad como consecución superior al placer, como verdadera invitación al amor con mayúsculas, lejos del animal que llevamos dentro: Úrsula le contemplaba igual que si lo hiciera furtivamente, sin darse realmente cuenta de lo que veía. Aquel hombre estaba dotado de gran atractivo físico, había en él una fuerza oculta, que se manifestaba a través de su delgadez y su palidez, como otra voz que comunicara otro conocimiento de él (p. 52). La idea de la sensualidad está presente en la novela, tanto es así que los diálogos se nutren de la sabia de Rupert y de la lujuria de Úrsula, esperando, a través de las palabras, una invitación de su hombre al sexo, pero Rupert siempre esquiva el placer a través de la intelectualidad, con la fina ironía de un hombre desapegado del mundo. Úrsula se pregunta: “¿No crees que todos nosotros somos ya suficientemente sensuales, sin necesidad de adquirir más sensualidad?”. A lo que Birkin responde: “No, no lo somos. Vivimos excesivamente poseídos de nosotros mismos” (p. 53). En La serpiente emplumada continúa Lawrence indagando en esa capacidad para confrontar el deseo y la cultura, como si el ser humano, contrariamente a lo que expuso Mann en sus novelas, tuviese que enfrentarse al placer, dejarlo ir, para liberar la tensión intelectual que merma nuestras vidas, como un jeroglífico del que no podemos escapar nunca. El personaje de Kate, racional y culta, se enfrenta en su estancia en México a la fuerza telúrica de la tierra, al poderoso imán de la Naturaleza que, al igual que el Birkin de Mujeres enamoradas, somete al hombre a un influjo devastador: Y estos hombres incapaces de dominar los elementos, estos hombres sometidos a las fuerzas del sol, de la electricidad, de las erupciones volcánicas, solían estar sujetos a rencores ardientes y al odio diabólico de la vida misma. No hay placer sensual que iguale a la voluptuosidad que se experimenta al clavar un cuchillo y ver correr la sangre (p. 177). Si Irlanda, de donde procede Kate, tiene flores blancas del espino, México lleva en su vientre el sol implacable, un país de oscuridad, de relámpagos, de lluvia torrencial. Conclusiones: del racionalismo al irracionalismo Lo importante es el peso que queda en nuestra lectura, como diálogo a solas con los escritores que amamos y tanto Mann como Lawrence, por muy alejados que nos parezcan el uno del otro, tienen una característica común, ambos dotan de vida a sus personajes y les exponen al gran combate entre la cultura y el deseo, la vida, al fin y al cabo. Si el escritor alemán lo desarrolla de una forma tímida, como en La muerte en Venecia, cuando Gustav von Aschenbach persigue al joven Tadzio por las calles infestadas de Venecia, sabiendo que su mundo cultural se derrumba ante la mirada del joven, penetrante y profunda, que destila la belleza de la vida, en el escritor británico los personajes se dejan llevar por ese impulso, como Rupert arrastrando su cuerpo desnudo por la tierra, en una íntima copula con el mundo, incapaz de entregarse a una mujer y viviendo la soledad inmensa de su placer contenido ante la hembra, exultante ante la tierra. Pero el escritor siempre enfrenta dos mundos, lo que constituye su afán narrativo en un esfuerzo irracional de jugar con la vida, desvelando sus aristas a través de la sensualidad. Mujeres enamoradas, una obra cumbre de la literatura contemporánea que merece, en mi opinión, muchas relecturas, fue la continuación de El arcoíris, novela que fue acusada de obscena, lo que la llevó a ser censurada y prohibida. Mujeres enamoradas llegó antes a los Estados Unidos en 1920, de manera privada y sólo para suscriptores; la publicación en Londres de la novela un año después fue calificada como “épica del vicio”. En el momento en que Birkin danza para Úrsula entendemos la afrenta que significa la entrega visual del placer, sin verdadera consumación, porque la mujer, hambrienta del deseo que le provoca el hombre misterioso y singular en su alejamiento del mundo, siente una fascinación que merece ser citada: Sin embargo, en su fuero interno, Úrsula se sentía fascinada por la visión del cuerpo lacio y vibrante de Birkin, perfectamente abandonado a la soltura de su balanceo, y también por la pálida y sarcástica cara que tenían allí, ante ella, en lo alto (p. 222). Úrsula se aleja de la cercanía de Birkin porque no ofrece placer sexual, sino solo un acercamiento visual, para hacer más insoportable el deseo de ella; al igual que el personaje de la novela de Mann, sólo puede acercarse al joven Tadzio a través de la mirada, como si un mundo, eterno, los separase. Para concluir, cabe decir que la narrativa de Mann nunca llega a la plasticidad de las imágenes de Lawrence, ya que, imbuida en el racionalismo y en la cultura alemana de la que parte, desconoce los meandros del irracionalismo y la sensualidad que vivió y sufrió el escritor inglés. Ambos maestros perviven en sus obras y en múltiples lecturas que deben hacerse para hallar todas sus connotaciones y referentes, un universo que se enriquece en cada ocasión que leemos a los dos escritores, tan diversos, pero tan cerca, al tratar, a conciencia, la contradictoria condición humana. Bibliografía • MANN, Thomas: Doktor Faustus, Edhasa, 1986. —: La montaña mágica, Edhasa, 2006. • LAWRENCE, D. H.: Mujeres enamoradas, De Bolsillo, 2006. —: La serpiente emplumada, Losada, 2005. ** Pedro García Cueto http://www.letralia.com/firmas/garciacuetopedro.htm Ensayista español (Madrid, 1968). Doctor en filología y licenciado en antropología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned, http://www.uned.es). Docente en educación secundaria en la Comunidad de Madrid. Crítico literario y de cine, colaborador en varias revistas literarias y de cine, autor de dos libros sobre la obra y la vida de Juan Gil-Albert y un libro, La mirada del Mediterráneo, sobre doce poetas valencianos contemporáneos. === Susan Sontag y lo camp Juan Sierra Hernández ===================== En la actualidad, con la proliferación de obras artísticas de todo tipo, es ingenuo dividir la cultura en dos: la “alta cultura”, que ha sido entronizada por museos, academias y universidades, cree que existen unos valores estéticos inmodificables a los cuales sólo puede acceder una minoría de personas “ilustradas” y sensibles; la cultura popular, en cambio, se manifiesta en los gustos de las masas, las cuales, por su falta de educación y refinamiento intelectual, no saben apreciar el verdadero arte (Bach, Beethoven, Mozart, Liszt, Mahler, Shakespeare, Dante, Goethe, Milton y Virgilio). Susan Sontag, una intelectual americana de origen judío que escribió la mayoría de sus ensayos en la plena apoteosis de los movimientos contraculturales de los años 60’s, encaró este fenómeno en una época en donde la sobreproducción de objetos artísticos era ya algo común. En un ensayo publicado en 1964 titulado Notes on camp, Sontag hace un catálogo de creaciones en el que incluye las películas de Scopitone, las lámparas Tyffany, el restaurante Brown Derby en Sunset Boulevard, títulos y narraciones de The Enquirer, dibujos de Aubrey Beardsley, óperas de Bellini, la dirección por Visconti de Salomé y Lástima que no sea puta, algunas postales de finales y comienzos de siglo, King Kong de Schoedsack, la cantante cubana pop La Lupe, la novela con grabados de Lynn Ward God’s Man, vestidos de mujer de los años veinte (boas de pluma, vestidos con flecos y abalorios, etc.), las viejas películas cómicas de Flash Gordon, y películas (sólo para hombres) vistas sin lujuria, entre otros. La enumeración esbozada anteriormente no pertenece al canon de la “alta cultura”, ya que estas obras pueden ser catalogadas como intrascendentes, de mal gusto, grotescas y de baja calidad estética; sin embargo, ningún intelectual o escritor se puede sustraer a esta oferta tan variopinta que inunda la sensibilidad moderna. La misma Sontag confiesa lo siguiente: “Me siento fuertemente atraída por el ‘camp’, y casi tan fuertemente ofendida por él”. Y esto es así porque el gusto nada tiene que ver con la razón cartesiana, sino que, por el contrario, éste se relaciona, según ella, con toda “respuesta humana libre”, hecho por el cual hay gusto por la moralidad, por las ideas, por la gente y por lo visual. En este sentido, lo camp cuestiona las parejas antitéticas con que se percibía el arte tradicional: lo frívolo y lo serio, lo trivial y lo profundo, lo popular y lo culto y lo banal y lo elevado. Al respecto, Sontag espeta que “La distinción entre alta y baja cultura es cada vez menos significativa en la sociedad de masas. [...] La nueva sensibilidad está consagrada a una intricada seriedad tanto como a la diversión, la inventiva y la nostalgia”. Ambas tendencias están presentes en la vida moderna, lo cual permite que tengamos una experiencia estética enriquecida con distintos niveles culturales. Lo camp también es “el amor a lo natural: al artificio y a la exageración”, lo que negaría la idea del arte como mimesis o representación de la naturaleza, puesto que lo camp está más relacionado con lo superficial. Esto quiere decir que la oposición entre forma y contenido pierde validez, ya que la preeminencia del contenido por encima de la forma evita que nuestros sentidos estén involucrados en nuestro acercamiento al arte. De lo que se trata es de postular una erótica del arte: “Lo que ahora importa es de recuperar nuestros sentidos. Debemos aprender a ver más, a oír más, a sentir más”. Susan Sontag escribió en revistas de moda como Vogue y aparecía de manera frecuente en televisión hablando de sus viajes a Sarajevo y a Vietnam del Norte. Las actitudes anteriores serían ajenas a un intelectual vetusto, que consideraría poco serio el hecho de publicar sus ensayos en una revista banal y frívola, en vez de hacerlo, como lo hizo ella, en la ya desaparecida The Partisan Review, la cual fue un bastión en donde muchos escritores (hijos de inmigrantes judíos) se opusieron a toda clase de totalitarismos, tanto de derecha como de izquierda, sobre todo después del ascenso de Stalin al poder en la Unión Soviética. The Partisan Review tuvo contribuciones de T. S. Eliot, George Orwell, Lionel Trilling, Philip Roth, Irving Howe, Hannah Arendt, Saul Below, Doris Lessing y Leslie Fiedler. La ambivalencia anterior es la esencia de lo camp. De ahí que la consigna de los campys o camps sea “es bello porque es horrible”. Enrique Vila-Matas, el escritor español, nos cuenta una anécdota que le sucedió en una terraza de Tuset Street, en la Barcelona de los años sesenta, en donde él y un grupo de amigos estaban despotricando de la vulgaridad del mundo; una mujer joven, al escuchar tales improperios en contra de las veleidades de la existencia, les dijo, de manera lapidaria, lo siguiente: “La vida es una cosa demasiado importante como para hablar seriamente de ella”. Como la mujer se percató de que sus palabras no habían sido entendidas, se justificó diciendo que ella era camp; sin embargo, esta explicación los dejó aun más confundidos, razón por la cual un señor que estaba en una mesa cercana les aclaró que lo camp “estaba contra la gravedad, proponía una versión cómica del mundo, y estaba también contra las tediosas y reaccionarias interpretaciones del arte hechas con la rigidez mortal y la gravedad de los críticos de izquierda. El camp decía que era posible ser serio sobre lo frívolo y frívolo sobre lo serio”. Vila-Matas, después de leer Contra la interpretación, de Susan Sontag, regresó a Tuset Street. En una mesa contigua a la suya, un franquista estaba elogiando la última película de Alfredo Landa, lo que le dio la oportunidad de estrenarse como camp y soltar una frase que se acomodara a su nuevo espíritu crítico: “Sí, es muy buena porque es horrible”. Lo camp tiene una relación muy profunda con escritores como Oscar Wilde y Alfred Chester, ambos reconocidos por su homosexualidad. En una sociedad con prejuicios sexuales bastante arraigados, los artistas deben jugar con su imagen para ser agradables al público, todo esto a través de sus críticas sociales, sus opiniones irreverentes, su estilo público, su narcicismo y su “esplendor gay”; de todas formas, estos artistas deben ser una especie de actores que mantienen su condición sexual semioculta, puesto que lo contrario implicaría la condena de la sociedad y los tribunales, como le sucedió a Oscar Wilde, quien estuvo en la cárcel a raíz de su relación con Alfred Douglas, en donde, sin embargo, escribió dos magníficos libros: De profundis y Balada de la cárcel de Reading. La ambigüedad de la palabra camp molestó sobremanera al crítico John Simon, lo cual lo llevó a buscar el término en un diccionario de habla coloquial. En este libro encontró que camp como sustantivo tiene el presente significado: “Afeminado, referido especialmente a los amaneramientos de ademán y lenguaje propios de los homosexuales” y como adjetivo tiene como acepción “homosexual, lesbiana”. Por tal razón, Susan Sontag nunca reveló su condición sexual en público, aunque en un ensayo poco conocido, titulado El tercer mundo de las mujeres, argumenta que “las opciones homosexuales serán tan válidas y respetables como las heterosexuales, pues ambas se nutrirán de una auténtica bisexualidad”. Por último, lo camp cuestiona y pone en entredicho una serie de oposiciones que han prevalecido en la cultura occidental desde la filosofía grecorromana: forma y contenido, frívolo y serio, alta cultura y cultura popular, homosexual y heterosexual, entre otras. Por eso es necesario destacar la importancia de los planteamientos de Susan Sontag, así como su intención de minar ese maniqueísmo que a veces embota nuestra percepción del arte y de la vida, y empobrece nuestros sentidos. Bibliografía • SONTAG, S. (1969), Contra la interpretación, González-Pueyo, J. (trad.), Barcelona, Seix Barral. • ABDALA, V. (2004), Susan Sontag y el oficio de pensar, Madrid, Campo de Ideas. • ROLLYSON, C. y PADDOCK, L. (2002), Susan Sontag: La creación de un icono, Castelli, G. (trad.), Barcelona, Circe. ** Juan Sierra Hernández http://www.letralia.com/firmas/sierrahernandezjuan.htm Ensayista colombiano. Profesional en estudios literarios de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co) de Bogotá. Realiza la tesis del posgrado en comunicación y gestión cultural de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso, http://www.flacso.org), Argentina. También está asociado a un grupo de investigación sobre creencias y subjetividades contemporáneas en la Universidad Nacional de Colombia (http://www.unal.edu.co). === El Evangelio según san Unamuno Miguel Ángel Malavia ============== No estoy de acuerdo con la visión de Unamuno como un autor agnóstico, angustiado porque quería creer pero no podía. No, Unamuno fue mucho más. Y, sin duda, fue un autor cristiano... aunque a su modo. Como no podía ser menos en una personalidad tan fuertemente libre. Unamuno, un poliedro con muchas caras, atravesó distintas fases. Tras su inicial cristianismo de inmutabilidad por herencia directa de su familia y entorno más cercano, acabó distanciándose de lo religioso. Ésa, en plena juventud, fue la única época de su vida en que no fue cristiano. Pero, a partir de la catarsis de su “noche oscura” de 1897 (que siempre recordaría con pavor y angustia), ya no hubo sino un Unamuno espiritual. Lo que se reflejó en toda su obra: en sus novelas, en sus cuentos, en sus ensayos, en sus poesías... Por supuesto, lo fue a su modo. Eligió la agonía, la crisis. Escogió atravesar un camino por el cual ir perdiendo las entrañas mientras andaba: cuestionándose todo, principalmente a sí mismo. Desde la contradicción, apelaba al intelecto a la vez que se refugiaba en la irracionalidad. Es decir, él mismo “pensaba” constantemente la fe, mientras que sus personajes más cercanos a Dios eran los que apelaban a su instinto, a su herencia natural. Unamuno concebía el mundo como un todo espiritual. Y, como tal, buscaba su esencia en lo más íntimo: en el arte y la poesía, en vez de en la ciencia o la filosofía. Esto, cuando él siempre siguió el método científico de la duda constante y el discurrir más profundo. Unamuno, el mismo que necesitaba huir del mundo para perderse en el silencio de las capillas perdidas y la eternidad de la naturaleza pura, no cesaba de buscar concienciar a todos los seres humanos de su generación, empezando por su tragicómica España. Quien tantas veces recorriera el país ofreciendo sus famosos “sermones laicos” (llamando a una fe de corazón, limpia y pura, alejada de dogmas innecesarios), a la vez, era criticado por altos representantes de la Iglesia a causa de su heterodoxia. No pocas fueron sus polémicas con obispos y “jesuitas” (genérico en el que englobaba a los ultramontanos y fariseos, que exigían lo externo mientras olvidaban cultivar lo interno). Él, modélico padre de familia (ocho hijos con la única mujer de su vida, “su” Concha) y con el crucifijo siempre a cuestas bajo su chaqueta de rabino, tantas veces acusado de “hereje”. Todo por no mostrarse como católico “oficial”, sino cristiano “íntimo”. Unamuno, ante todo, veía en Dios el ansia de eternidad que le quemaba el pecho. Y aquí, una vez más, la contradicción, mediante la pregunta que más le hacía perder entrañas al caminar: ¿es compatible la salvación del alma anónima con la perduración del nombre en la fama inmortal tras el morir del cuerpo? En su obra, esto es una constante. Parecía verse en la obligación de decidir entre una y otra. Sin duda, la fama la consiguió, aunque no siempre se le haga justa memoria (hoy, del pensamiento de Unamuno, apenas se conoce nada, cuando podría ser referente en tantas cosas para este difícil tiempo). Pero, ¿vive hoy el maestro, 75 años después de cerrar los ojos? Estoy seguro de que así es, de ahí que no me considere un provocador al llamarle san Unamuno. Lo consiguió; alcanzó la inmortalidad del nombre y del hombre. Y lo hizo al enseñarnos un método: toda su obra es un vaciamiento del espíritu, una muestra descarnada de su conciencia. Como su san Manuel Bueno, mártir, a él no le hizo falta recitar los versos de la resurrección. Los creyera o no auténticamente, se los grabó a sangre y fuego a un país tan complejo como él. Quien gritara “¡Muera don Quijote!” en tiempos de descreencia y vacío, para después, convencido al fin de que el propio personaje “inventó” a Cervantes para que éste le creara como modelo de sacrificio por lo justo (aun en el error de la irracionalidad o la locura), murió sin duda luchando hasta el final. Con un único objetivo: contradecirse para llegar a donde siempre quiso llegar. A Dios. A la vida que nunca se apaga. ** Miguel Ángel Malavia http://www.letralia.com/firmas/malaviamiguelangel.htm Escritor español (Cuenca, 1982). Licenciado en historia y periodismo. Mantiene una bitácora literaria en http://blogs.periodistadigital.com/lahoradelaverdad.php. === La gordita del Tropicana, de Antonio Mora Vélez ======================= === Carlos Orlando Pardo ================================================== (Nota del editor: el pasado 28 de abril fue presentado en la Feria del Libro de Bogotá el libro de relatos La gordita del Tropicana, del escritor colombiano Antonio Mora Vélez. El 18 de mayo será presentado en el Auditorio de la Corporación Universitaria del Caribe, en Montería, y entre el 15 y el 18 de agosto, en el marco del Parlamento de Escritores Colombianos, en Cartagena; Córdoba, Sincelejo, Barranquilla y otras ciudades colombianas también servirán de escenario para nuevas presentaciones en fechas por determinar. Hoy traemos ante los ojos de la Tierra de Letras las palabras con que el escritor y editor Carlos Orlando Pardo saluda el lanzamiento de esta obra en la que Mora Vélez se despoja momentáneamente de su carácter de pionero de la ciencia ficción en la nación suramericana, y recorre los caminos de la memoria). Seré verídico para que no me crean Tomás Carrasquilla La patria del hombre es su infancia, sentenció alguna vez León Tolstoi y es de aquella fuente inagotable donde Mora Vélez bebe para entregarnos este nuevo libro poblado por historias de inocencia, tan extrañas aunque bellas hoy como cuando a Aureliano Buendía su padre lo llevó a conocer el hielo. Y avanza hasta los tiempos de la pubertad encabritada donde el instinto comienza a alargarse y los sueños húmedos alcanzan su pedestal para transformarse, con el paso del tiempo, en la emoción de recrearlos en la literatura, sin que la vida se detenga ahí sino vaya inclusive a las horas que cruzan hasta que el sol comienza a iluminar nuestra espalda. Épocas fantasiosas y de maravilla por la candidez en que crecimos con los sueños intactos y nos permiten resucitar antiguas emociones bajo la magia de la palabra justa, pero ante todo por el de la turbación creativa que no deja morir escenas de momentos que marcan nuestra vida y son más o menos comunes a una generación que hoy se erige en plena madurez. Salvo para la grata curiosidad del mundo literario, el origen remoto o próximo de una fábula vertida al relato no tiene la importancia que refleja a la hora de la verdad cuando se lleva al texto escrito. Sus razones desde la evocación para hacerlo no pasan de ser un lugar frecuente a buena parte de los escritores en el planeta. Lo que sí resulta noticioso, en este caso, es el cambio repentino, tanto en su novela A la hora de las golondrinas como en este nuevo libro de cuentos de Antonio Mora Vélez, del escenario usual de sus ficciones que circulan por las carreteras intergalácticas a las avenidas donde uno se tropieza con situaciones ubicadas precisamente en este mundo, en que su búsqueda continua y creativa por cambiar de atmósferas y temas, hace su aparición lejos de aquellos nidos estrellados y asteroides remotos. Entre uno y otro, por fortuna, lo que permanece intacto es su talento en el narrar, la creación de ambientes que viajan hacia el centro de los sentimientos encontrados, dosificación inteligente de la anécdota, economía de lenguaje y estructura que lleva sin duda a atrapar al lector entre las fauces poéticas y a veces desencantadas de las pasiones evocadoras de un tiempo diluido que rescata y resucita en su lucha tenaz contra el olvido. Sin duda, el lector hallará en estas páginas la lucha del ser por reconstruir viejos pasajes instalados en la memoria que dejan florecer emociones y aprendizajes alrededor de la fugacidad de la existencia. Reconforta estacionarse en libros como este de Antonio Mora Vélez, que nos permiten vivir estremecimientos y nos dejan la impresión no de haber leído un libro sino de haberlo sentido, la indiscutible magia de los escritores verdaderos. Desde la valija de sus evocaciones, el autor nos remite a un universo desdeñado y desconocido hoy que parece extraño al de la era de la tecnología, y creyera removido sólo de su imaginación pertinaz ya reconocida internacionalmente, porque se juzgarán extrañas y hasta de la escuela del realismo mágico sus historias, pero quienes hemos vivido lo prodigioso de las provincias entendemos que es la vida de cuerpo entero, por dentro y por fuera, la que palpita y cabalga sin temor por sus páginas. Los 21 relatos que integran el nuevo volumen de Antonio Mora Vélez se distinguen también por su brevedad y lo intenso de las historias que narran. Las reiteradas dedicatorias de los textos a seres queridos suyos que partieron más allá de la vida pero no del afecto, concretan no sólo un homenaje a su memoria, sino a un pretérito donde habita la pobreza y la ilusión de crecer, como si el lente retrovisor permitiera el examen de un largo trayecto por la existencia donde la satisfacción de haber vivido algunas desilusiones no dejan huella de resentimiento sino de aprendizaje, y aquí está el testimonio estético desde lo estrictamente literario para eternizar esos instantes. ¿Qué significan para un niño las pequeñas cosas? “Mi caja de cartón” magnifica lo que simbolizaba para ese infante el recipiente ajado de cartulina gruesa que el chiquillo asumía como su único tesoro y logra poner en primer plano para que tome vida algo tan en apariencia insignificante, lo que sólo el buen cine o la buena literatura logran. Allí, en ese pasaje que conmueve, escrito en 1978, deja ver cómo, desde hace ya más de tres décadas, Mora Vélez era en realidad no un aprendiz sino un escritor. El grato paseo al que nos lleva tiene variedad de paisajes y situaciones que pueden ir hasta “Los indios”, donde los cuentos de miedo, la música, el deporte y el mar son el escenario. El de la evocación de los sustos y las creencias de la infancia bajo el templo de lo supuestamente demoníaco por el ritual de los masones, en “Berenice”. La primera decepción amorosa que de tragedia íntima se transforma en resurrección rápidamente, en “Más bonita que Georgina”. El cambio de mirada sobre la vida en “Mi dulzaina”. “El gallito giro” como un juguete viviente al que las limitaciones de la pobreza llevan a su exterminio. En “Recogiendo los pasos” los espíritus que aparecen para despedirse. En “Cielito”, las suplantaciones y el abandono. En “La gordita del Tropicana”, la sesión de estrenar el adiós a la virginidad. En “El borrachito de las 36”, el enfrentamiento a la sensación cercana de la muerte violenta. En “Ligia María”, la corraleja, el acordeón y el merengue. En “La virginidad de Rosario”, el miedo a la recreación. En “Plácida”, el amor frustrado y evocado. En “El partido de Magola”, el béisbol y el deseo paralelos al ritmo del juego y la pasión exaltada por el deseo sensual. En “El niño Dios”, los tradicionales regalos de navidad cuyo conocimiento de la verdadera procedencia permiten el desencantado instante de la pérdida de la inocencia. En “La aventura de los mangos”, las pilatunas y la angustia de la madre cuando el hijo se va sin decir adónde. En “Ana Bolena”, los versos, la pobreza, la coquetería. En “Por conversar un rato con Mariela”, incomparable y bella evocación de los amores desaparecidos. En “El funeral de mi abuelo”, el abandono y la tristeza por la muerte. En “Tierrasanta”, el comienzo de un activismo sindical y en “El circo”, aquel asombroso espectáculo que todos vivimos y admiramos. En fin, un viaje por la vida vuelta lenguaje y un libro de Mora Vélez que recibimos con alborozo. ** Antonio Mora Vélez http://www.letralia.com/firmas/moravelezantonio.htm Abogado y escritor colombiano (Barranquilla, 1942), reside en Sincelejo desde 1993. Es escritor de ciencia ficción, poeta, ensayista y catedrático. Es el vicerrector de Bienestar Universitario, director de la revista institucional y miembro de la junta directiva de la Corporación Universitaria del Caribe (Cecar), de la cual es miembro fundador. Ha publicado los libros de cuentos Glitza (Ediciones Alcaraván, Bogotá, 1979), El juicio de los dioses (Casa de la Cultura, Montería, 1982), Lorna es una mujer (Centro Colombo Americano, Bogotá, 1986), Lorna is a woman (Colombian Cultural Center, New Delhi, 1990) y La duda de un ángel (Ediciones E-Books de Cecar, 2000), el primer libro electrónico editado en Colombia. Ha publicado también el libro de ensayos Ciencia ficción: el humanismo de hoy (Cecar, Sincelejo, 1996) y los poemarios Los caminantes del cielo (Cecar, Sincelejo, 1999) y El fuego de los dioses (Cecar, Sincelejo, 2001). Aparece en las antologías Joyas de la ciencia ficción (La Habana, 1989) y Contemporáneos del porvenir: primera antología de la ciencia ficción colombiana (Bogotá, 2000). Ha ganado varios premios de literatura y su nombre figura en The encyclopedia of science fiction de John Clute y Peter Nicholls (New York, 1995, página 696). === La aventura literaria ================================================= === de El hombre no mediático que leía a Peter Handke ===================== === Francisco Vélez Nieto ================================================= Existe una línea de conducta literaria directa de Edgar Borges con autores alemanes, como Franz Kafka, Robert Walser, Thomas Bernhard, Peter Handke, que no solamente no oculta sino que proclama a modo de modelo, partiendo del propio compromiso de escribir, sumándolos como punto de partida a su capacidad creativa que, su propia escritura considera, mantener como muestra de análisis en sus crónicas y ensayos. Es el hilo con el que unir escritor y lector. El autor de la historia acude a quien pueda leerlo para mostrarle el peligro constante de alienación, para advertirle sobre lo que invitan a leer el mercantilismo endulzado y adulterado que envuelve a la sociedad mediatizada, tras la que se esconde y maneja los hilos un absolutismo cuyo ambicioso deseo es engatusar a la humanidad, encajonarla en una cárcel donde los barrotes carcelarios son invisibles, disimulando así la suciedad totalitaria. El hombre no mediático que leía a Peter Handke (Ediciones En Huida, 2012), es un libro de crónica y ensayo que juega con géneros diversos, desde los cuales por medio de la ficción literaria pretende mostrar la desnuda realidad de nuestras sociedades, partiendo del tronco, para el desarrollo de todo el entramado, de la polémica personalidad y comprometida tanto como diversa obra, del escritor de lengua alemana Peter Handke. Desde un principio tan elemental como real con que el autor considera tener muy claro que: “Siempre he creído que la peor condena del pobre es creer en las leyes del destino. El destino es la jugada perfecta (y cíclica) que el poder establecido inventa. Y el pobre juega (día a día) sin posibilidad de victoria”. Desde este punto de partida alumbra con absoluta transparencia su desafío de autor la andadura de una crónica sobre la alienación utilizando las leyes de la ficción, un arma que no es nueva en Edgar Borges, pues es principio conductor de toda su viva e inquieta escritura, ahora sostenida desde la obsesión que para él significa Peter Handke como autor literario no mediático, un pulso embriagador. “La vida del pobre te la imponen (con pistola invisible) como si fuese un atraco a mano armada”. Crónica-ensayo a modo de novela, donde se intercalan encuestas con Cecilia Dreymüller, escritora y traductora deseada por el autor por su amplio y sereno conocimiento sobre el polifacético escritor austriaco. Toda una rica y definitoria respuesta que le llega casi al final de la narración. Aquí unas breves líneas de las preguntas de Edgar Borges con respuesta de la interesante conocedora y traductora de Handke: Pregunta: Peter Handke apunta hacia la industria mediática que fabrica opinión pública. ¿Cuál es la historia de la relación entre Handke y los medios de información? Respuesta: Imposible de explicar en menos de 15 folios. Pero es algo que cada lector puede seguir perfectamente a través de la obra de Handke y las entrevistas. Para Dreymüller, según manifiesta en su libro Incisiones, “Handke es una referencia literaria ineludible desde hace cuatro décadas, entre otras razones porque posee una extraordinaria capacidad creativa asociada a una resuelta voluntad de intervención”. El autor espera desde la literatura romper todas las visiones del mundo aparentemente definitivas. “Desde esta disidencia”, señala Dreymüller, “Handke ha formulado un discurso metaliterario cuya profundidad y coherencia han sido decisivas para la discusión de las propuestas estéticas dominantes y la función del escritor en la sociedad”. Edgar Borges durante años ha ido asumiendo criterio y responsabilidad a través del estudio de la obra de tan polémico narrador, hasta llegar a la extenuación absorbido por su personalidad, hasta el extremo de sentirse absolutamente absorto para asumir a su narrador desde tres ópticas diferentes pero coincidentes para la investigación de su obra. Y así, en un desafío conjunto por medio de los tres narradores, enarbolarla como sólida base necesaria a la vez que paralelamente muestra los riesgos que ello puede provocar en todo escritor de actitud desafiadora y crítica, que con su obra cuestione la alienación en que la sociedad se encuentra encajonada. En este caso, con todas las consecuencias y estratagemas, con o sin el polémico caso de la guerra de los Balcanes y el protagonismo de los dirigentes serbios y la manipulación de los hechos por los poderes mediáticos. Esta postura crítica enfrentada al sistema ha podido alimentar a Handke por dos modelos anteriores: el desafío al poderoso poder mediático de la Iglesia en el siglo XVI protagonizado por Lutero (1493-1546) y su Reforma, toda una confrontación sin retroceso para la omnipotente Roma y su poder mediático, lo que provocó como respuesta la Contrarreforma y una larga contienda. La otra influencia, desafiante e incendiaria en términos literarios, la de su compatriota Karl Kraus (1874-1936), que, desde su famosa revista Die Fackel (La Antorcha), provocó una de las grandes crónicas desafiadoras de los poderes mediáticos establecidos de la época, y el anuncio de la barbarie más abrumadora que se avecinaba en el primer tercio del siglo XX. Dos modelos de influencia de la mejor literatura y filosofía en lengua alemana. Edgar Borges se ha desvivido, desde una disciplina delirante, en el buen sentido de la investigación con múltiples interrogantes, como hombre mediático encerrado con toda la obra de un escritor de muy diversas facetas dentro de la misma línea creativa, durante años, sin prisas, porque “el hombre no mediático no sufre de angustia ni de ataques imprevistos de prisa. Su lentitud visual le permite ver detalles inexistentes para la mayoría. Sin embargo, él tiene serios problemas para relacionarse con el resto. Su particularidad lo aleja de los otros. Y esto, a pesar de que aún no le representa desequilibrio, opera como una bomba alojada en su existencia (y que podría activarse en cualquier momento)”. Señalaba el estremecedor y profundo poeta Paul Celan que “la verdad está en el detalle”. De aquí que Edgar Borges sea un entusiasta comprometido de abordar y analizar las causas, convencido de que nos encontramos amenazados por todas partes y no solamente por las provocadas guerras bélicas tradicionales, sino por una guerra más sutil, pero no menos cruel. Tras este logro de El hombre no mediático que leía a Peter Handke, una crónica novelada donde un autor (Edgar Borges) encuentra a su autor (Peter Handke) para discurrir sobre el mundo mediático, le sugiero la aventura entre ficción y realidad de una nueva crónica novelada en una búsqueda que podría llevar el título de Un autor encuentra a cuatro autores. Éstos serían: Karl Kraus, Franz Kafka, Robert Walser y Thomas Bernhard. Juntos en un cuadrilátero para entablar un brillante coloquio dialéctico sobre el mundo mediático partiendo de una cita del clásico Heinrich Heine: “Para averiguar la verdad, hay que contradecir a los hombres”. ** Francisco Vélez Nieto http://www.letralia.com/firmas/veleznietofrancisco.htm Escritor, poeta y comentarista literario español. Ha publicado los libros de poesía La otra historia de siempre, Excepto la derrota, Memoria ante el espejo e Itálica y otros poemas; los cuadernos Poetas en el aula, Poetas y humanistas, Cuadernos abiertos y De soledades y desencantos y los libros de prosa Itálica y el Monasterio de San Isidoro del Campo (Guía para el paseante) y Guía oCulta del Parque de María Luisa (Paseo secreto entre glorietas y poetas). Ha sido también prologuista y editor de las antologías Antología del olivo, Poetas en bicicleta, Poetas en Sevilla, El Aljarafe y el vino y La caricia del agua, y coordinador de Las luces del agua (Ánfora Nova, 2011) y El vino y la poesía, antología poética (Ediciones Guadalturia, 2011). También es coautor de varias obras y textos suyos aparecen en varias antologías, así como en diversos medios digitales e impresos. Es presidente honorífico de la Asociación Colegial de Escritores de España en Andalucía (http://www.aceandalucia.org). === La filosofía, ¿para qué? Víctor Roberto Sánchez Chuchuca ========= “Un hombre sin compasión es un hombre sin honor” exclama, sabiamente, uno de los medievales personajes del libro Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros, cuyo autor es el narrador estadounidense John Steinbeck, al escuchar la negativa de un caballero británico de perdonar la vida a su rival vencido en un duelo, a pesar de las súplicas de este último. La Edad Media ha sido conocida, por lo general, como una etapa en la que predominaban la ignorancia, el fanatismo religioso, la intolerancia, la violencia y, en definitiva, la barbarie y el oscurantismo. En las postrimerías del siglo XV, según el criterio de algunos historiadores, comienza la denominada Edad Moderna en la que, mediante los viajes de circunnavegación, se da la “colonización del Nuevo Mundo”, eufemismo utilizado para referirse al período de exterminio y esclavitud a los que fueron sometidos millones de aborígenes americanos a manos de aventureros españoles, ingleses, portugueses y franceses que impusieron el imperio de la espada y la cruz europeas. En 1637, René Descartes da a conocer su libro El discurso del método, obra en la que este filósofo francés restablece a la subjetividad del individuo como punto de partida del conocimiento epistemológico. El cogito ergo sum, el pienso, luego existo, sería la antesala del siglo XVIII y el axioma que inspiraría a los ilustrados y jacobinos que, en plena efervescencia de la Revolución iniciada en 1789 (año que inauguraría la Edad Contemporánea), cortarían la cabeza del rey Luis XVI y la de su esposa María Antonieta, que gobernaban, despóticamente, a Francia por una supuesta voluntad divina. El siglo XX, en el que se llevaron a cabo la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil Española (contienda fratricida en la que murieron aproximadamente 500.000 personas de ambos bandos, nacional y republicano, durante los tres años que duró dicha guerra; esto sin contar con los represaliados durante la larga dictadura del general Francisco Franco), el Holocausto (en el que murieron seis millones de judíos de toda Europa), la Segunda Guerra Mundial (en la que dos ciudades japonesas, Hiroshima y Nagasaki, fueron arrasadas por el bombardeo nuclear norteamericano), entre otras atrocidades; es el paradigma de la escasa evolución, propiamente, humana de los hombres. El tan exaltado progreso del hombre ha sido, por un lado, tecnológico, es decir, la invención y fabricación de objetos, herramientas, prótesis y adminículos destinados para el confort de quienes puedan comprarlos; y por el otro, científico, con un conjunto de disciplinas, enfocadas desde una perspectiva meramente positivista, que se dedican a estudiar al hombre con la exclusiva finalidad de conocerlo para, así, poder dominarlo y perpetuar el sistema de injusticia y exclusión en el que vive. En estas circunstancias, no hay espacio en el que el hombre pueda pensar y cuestionar la realidad ignominiosa en la que se encuentra. Como lo expresó en Ser y tiempo (1927) el pensador alemán Martin Heidegger: “La mayoría de los hombres viven en calidad de interpretados”, es decir, se someten al poderío de los otros, hacen lo que desean los demás, renunciando a su libertad y a su dignidad. Este progreso material y externo, a mi entender, es una de las causas por las que la filosofía, otrora madre de todas las ciencias, vive horas malas, siendo desdeñada y hasta eliminada en los centros de estudios superiores de países atrasados como el Ecuador. Esto es algo muy grave, algo que debería preocuparnos, debido a que en un país como el nuestro, en el que la corrupción y la impunidad están entronizadas, es una necesidad imperiosa generar un pensamiento autónomo y crítico para que éste, a su vez, engendre una acción que combata y derrote a estas dos lacras que corroen a la sociedad ecuatoriana. Sin escuelas de filosofía no habrá pensadores, y sin éstos no existirá la acción necesaria que cambie la oprobiosa realidad en la que nos hallamos sumidos. A lo largo de su presencia en la historia, el hombre ha dado múltiples muestras de su crueldad y de su capacidad de destrucción, pero también ha dado ejemplos de nobleza y de altruismo. Quizás por esto, filósofos como el inglés Thomas Hobbes, en su libro Leviatán (1651), y el francés Jean Jacques Rousseau, con su obra Discurso sobre el origen de la desigualdad de los hombres (1755), han cavilado sobre si la naturaleza del hombre es mala o buena. El debate continúa. Hasta tanto debemos emprender en la construcción de un mundo mejor, en el que todos y todas tengamos el derecho real, auténtico, a la salud, a la vida, a la educación, y en el que esté abolida la explotación del hombre por el hombre. El filósofo francés Jean-Paul Sartre explicaba, en su maravilloso y difícil tratado de metafísica del ser titulado El ser y la nada, que el hombre, al ser un ser para sí, tiene durante toda su existencia la posibilidad de cambiar, de ser distinto, de agotar todas sus posibilidades. Por ende, el hombre, a pesar de la triste y hostil situación en la que está inmerso, no debe renunciar al pensamiento y a la acción, que lo transformarán a él y a la sociedad. ** Víctor Roberto Sánchez Chuchuca http://www.letralia.com/firmas/sanchezchuchucavictorroberto.htm Escritor ecuatoriano (Guayaquil, 1978). Estudiante de ciencias sociales; su producción se encuentra aún inédita. === Quisiera escribir otra historia Alberto José Pérez =============== Yo quisiera escribir otra historia que continuara las ficciones que este artesano escribidor llamado Arnaldo Erazzo ha logrado, afincado, en algunos personajes denominados “héroes” por haber fracasado en sus intentos de tumbar el gobierno del Benemérito General Juan Vicente Gómez, como el Catire Ángel Hurtado o el mismísimo Arévalo Cedeño, pero creo que es mejor leer la novela que este artesano escribidor logra con el cultivo de la memoria de Ángel Hurtado. Yo, ahora, debo decir que casi es una necesidad, una patología, de muchos escritores de provincia, asesinar sus libros, así sean de poesía, novela o cuento, con unas presentaciones completamente ajenas, inconvenientes, a la arquitectura de la obra, no es el caso de Erazzo, pues la presentación de su novela sí se ajusta al contenido histórico que contiene; yo creo que a los libros hay que dejarlos caminar solos, sin muletas, que construyan su mundo, su vida, como el fuego en la sabana. Esas presentaciones “inconvenientes” retardan lecturas y a veces nos perdemos los pasos de escritores, divertidos, gratos en su arte de narrar o, simplemente, geniales. Pero bueno, yo he sido lector de las historias que ha escrito Arnaldo Erazzo, al punto que fui editor de su primer libro, un pequeño volumen de cuentos titulado Quebrada amarga; Aldo Messori y yo éramos sus únicos lectores, ahora los tiene por cientos y lo celebro. Ángel Hurtado y el artesano escribidor, así se llama la última novela publicada con la firma de Erazzo bajo el sello del Fondo Editorial “Napoleón Sebastián Arteaga”, de la ciudad de Barinas, de donde es oriundo el escritor, fechada en 2008, edición al cuidado de Eduardo Maríñez, y desde esa fecha está en mi poder; pudo la presentación distraerme hacia otros puntos o vidas de otros “héroes” de la misma estirpe del novelado hombre que hizo su vida a lomo de caballo los más de sus años, atisbando en el vacío el brillo del poder, la gloria efímera de creer ser mejor que otro cuando en realidad son lo mismo y, como es normal en estos casos, justificarse “en la tiranía” del oponente, Ángel Hurtado y el artesano escribidor es una novela de muchas voces, un discurso polifónico, de la derrota de unos hombres, vencidos, como todos aquellos que a falta de ejército se exiliaban en nombres pomposos de generales, en recónditas aldeas, como si en verdad Miraflores se estremeciera a cada saludo, a cada paso del ser “superior” al mando. Pienso, después de la lectura de esta novela, escrita a ratos como un largo relato periodístico, el cual sirve para construir una casa de varios pisos, que el tinte histórico de la misma nos brinda un acercamiento a un escritor de oficio que maneja con acierto los planos con que construye la historia de las muchas voces de la cual hablo. Ir más allá sería rodar sin sentido por la textura de los mundos que el artesano escribidor hace posible a expensas de la vida de Ángel Hurtado, “el alemán pata e’ caimán”. ** Alberto José Pérez http://www.letralia.com/firmas/perezalbertojose.htm Poeta, editor y comentarista literario venezolano (El Samán, Apure, 1951). Ha obtenido reconocimientos por su obra poética entre los cuales vale mencionar el Premio Único de Poesía de la Bienal de Literatura de la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve) por su libro Homenajes (1991), y el Premio de Poesía de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Ezequiel Zamora (Unellez, http://www.unellez.edu.ve), por el poemario El espejo y la memoria (1987). También ha publicado los poemarios Los gestos tardíos (1975), El libro de Barinía (1985), Marca (1984), Olor de amor (1995), Como si valiera un siglo (1996), Retrato de memoria del corazón de una mujer (1997), Un poeta como yo (2006) y la antología poética El poeta de quien les hablo (1999). === El yakusa de mi corazón, de Marnie Forastieri ========================= === Ángel M. Encarnación Rivera =========================================== El yakusa de mi corazón Marnie Forastieri Planeta, 2010 Esta obra fue finalista del premio Juan Rulfo 2009 y como su título lo dice, trata, en parte, del mundo cerrado, enigmático y llamativo de la organización criminal japonesa conocida por Yakusa. Pero en sí trata principalmente del ala de esta entidad que maneja la prostitución. La obra se desarrolla a dos tiempos y paralelamente en Barcelona y en Tokio, ya que tiene un presente de la lectura con una trama inicial y un presente de la acción. El presente de la trama se desarrolla en Barcelona. En estos momentos una madre hispana le narra a su hija la supuesta vida de un hampón japonés llamado Yoshiki, quien crece en una sociedad cerrada y tradicional como la de la narradora, junto a su madre soltera. Luego de la muerte de su madre este joven decide convertirse en discípulo de un capo local o ayubun, quien, de acuerdo a las tradiciones y por la situación personal única de hijo de madre soltera, ocupa el lugar de la figura paterna. La narración va paralelamente del pasado al presente en uno y otro lugar del mundo describiéndonos las reacciones de la hija de la narradora, la que resulta ser colombiana. Por los diversos espacios geográficos descritos, la narradora demuestra gran capacidad de suspenso e inventiva narrativa para guiar a su hija por el laberinto de varios lugares difíciles y delicados como lo son los del barrio Las Cruces, de Bogotá, algunas localidades de la capital de Japón y ciertos sectores de Barcelona. Así logra acertar en lo escabroso del tema de la prostitución sin que ninguno de sus receptores reales y ficticios se alarme. En el universo literario que recrea el tema de la prostituta en lengua española, hay casos memorables y clásicos que siempre vienen a la memoria. Está la primera maestra, la Celestina, vieja tradicional, elocuente y manipuladora que conoce las pasiones humanas y saca partido de ese conocimiento para obtener provecho económico. Es el ser, hoy día local y folclórico, destinado a localidades rurales y apartadas, que ya no puede disfrutar del placer carnal, pero lo vive en carne ajena, colocando parejas en el disfrute, llevando y trayendo secretos por un precio, comprando el silencio de sus conocimientos. Esta vieja alcahueta es un personaje que siempre vivirá en nuestro acervo cultural; sin embargo hoy día está cayendo en desuso gracias a la globalización, al crimen organizado y a la corrupción política. La japonesa de El lugar sin límites (1967) de José Donoso es otra celestina del siglo XX, otra manipuladora y maga del amor capaz de hacer experimentar amor heterosexual a los homosexuales que la posean, gracias a sus artimañas y a su sabiduría carnal. Su papel de matrona de pequeño burdel rural también está cediendo ante los nuevos tiempos, como le sucede a los políticos de media tinta, en este caso, al famoso don Alejo, los que, a pesar de ser los amos de la carne, guardan el decoro al dar su palabra y hacen que aquellas relacionadas colaterales y en silencio advengan al poder. Ya casi no hay lugar para matronas de burdel ni para amos de burdel con palabras de honor. Por otro lado, hoy día tienen más actualidad y presencia las prostitutas vistas como acto festivo que se convierten en dependencias cosificadas de instituciones y entidades tan poderosas como el Estado, o el Estado mismo. Pueden ser parte de la maquinaria que sustenta el poder en un juego tragicómico y vital como las famosas mujeres de Pantaleón y las visitadoras (1973) de Mario Vargas Llosa. En todos los casos, sea el de un diputado como don Alejo en el Olivo, un capitán peruano, o una alcahueta del siglo XV, el comercio carnal casi siempre es mirado con los ojos protectores, disimuladores o completamente ciegos del Estado. En uno u otro caso al gran poder le tocará proteger, mirar al lado o administrar. Así lo testimonia de forma magistral Segundo Serrano Poncela en su revelador ensayo de 1959, El secreto de Melibea, al sacar a la luz, luego de varios siglos de silencio, las razones por las que la justicia ejecuta a los dos compinches de la Celestina. Los paralelismos que se desarrollan en la presente obra van más allá de la narración sobre tramas y espacios sobrepuestos. Se trata de la historia de dos madres solteras, una colombiana y otra japonesa. La hispana le cuenta a su hija, barcelonesa por adopción, la historia de Hana, una joven japonesa que a los dieciséis años tuvo un hijo con su profesor y se ve en la necesidad de cuidar sola a su hijo, situación estigmatizante y decisiva para la cerrada sociedad en que se desarrolla. El plano en que la madre relata a su hija estas historias ocurre en la ciudad de Gaudí. Hana educa su hijo con los medios que puede hasta los dieciséis años cuando muere de repente. Madre e hija intercambian en su conversación sobre este pasado asuntos relacionados a la historia, la cultura y el lenguaje de ambas ciudades mientras la narradora intercala datos importantes respecto a otra joven en Las Cruces, Colombia. Su nombre es Katia, quien, engañada por un representante comercial de la Yakusa, es reclutada para ir a trabajar como camarera a Japón. Katia es una joven pobre que se enamora de un joven colombiano cuyos intereses personales estaban más dirigidos a la emigración promisora a los Estados Unidos que al matrimonio, como le sucede a gran parte de la juventud actual. A pesar de su talento y de su inteligencia, las posibilidades de que Katia progrese como madre soltera son casi nulas. A estas circunstancias se le añade el engaño con que la contratan al prometérsele una vida mejor en el exterior. Yoshiki también cae en el encierro social que convierte el sexo y la violencia en una realidad más poderosa que la política y las ataduras familiares o sociales. Sexo, poder, violencia y status social amarran a Yoshiki y a Katia preparándolos para que se acerquen al hampa local y a la fuerza que comercia mujeres a nivel globalizado. Las conversiones de estos seres no resultan aberrantes, ni radicales, ni nos lucen demonizadas; la trama fluye con naturalidad humana y convincente. Sus vidas no responden a las causas patológicas de ciertos personajes de la prostitución y del bajo mundo a los que estábamos acostumbrados, tal como el caso de cierto hampón del genial Roberto Arlt en Los siete locos, de 1944, quien lubrica y sueña con el placer de convertir en prostituta a una joven ciega, por pura diversión personal. Los dos adolescentes (colombiana y japonés) están sedientos de patrones que emular, de modelos de progreso y de movilidad social. Son víctimas fáciles, naturales, de los poderes que consumen nuestras actuales sociedades. La violencia, el sexo, la criminalidad y la corrupción los convierten en objetos de cambio. No se trata de una patología individual ni ajena a las corrientes de vida que hoy prevalecen tanto en Bogotá como en Tokio, son frutos del juego social. Katia y Yoshiki se nos convierten en entidades reales que respiran en nuestro diario vivir. Los vemos por el filtro humano de Katia, quien ama, siente, trabaja, ahorra y procura seguir adelante como todo ser humano. El resto de los personajes nos convence, nos alarma y nos desilusiona como nos sucede con esos seres que conocemos en las calles o por medio de los noticieros televisivos diariamente. Son seres cuyas vidas en ningún momento ponen en duda la verosimilitud esperada ante el proceso narrativo. La trama se entreteje sucediendo un hecho al otro sin sobresaltos ni huecos que nos imposibiliten seguirla paso a paso. Sus entes nos convencen, nos capturan el ánimo. Lo que todos viven, aun las prostitutas que por razones particulares escogen este oficio voluntariamente, o las que lo suplementan con las drogas y el deseo de dejarse morir, son producto de hechos que pueden repetirse en cualquier lugar del mundo. Son la humanidad misma. Las técnicas que recrean estos hechos se consiguen de modo natural para dejarlos admirablemente tejidos. Los paralelismos de las vidas de Hana y Katia, de Katia y Yoshiki y de éstos y las compañeras colombianas arrastradas al servicio carnal, se desarrollan y se entrelazan sin esfuerzo ni tensión alguna. La duplicidad de caracteres entre la madre colombiana y Katia al final cae en un solo hilo conductor sin sobrecogernos. El retardo de la atmósfera mediante el diálogo entre madre e hija con intercalaciones de elementos narrativos, con pasajes descriptivos de las ciudades y de sus costumbres, con alusiones y juicios históricos que enamoran, no nos lesiona el interés. Las intercalaciones de pautas y juicios sociales resultan muy circunspectas y adecuadas; las interpretaciones sicológicas, pedagógicas y morales son un tesoro que enriquece esta obra y la convierten en un modelo en su género. El yakusa de mi corazón es un estudio de la actual sociedad global que interpreta esa realidad humana a veces absurda, a veces oscura, a veces jocosa, pero siempre entrañablemente característica de toda sociedad, que es el comercio sexual y la continuidad de su existencia como constante en la historia. ** Ángel M. Encarnación Rivera http://www.letralia.com/firmas/encarnacionriveraangelm.htm Escritor, docente y abogado puertorriqueño. Ha publicado en revistas y periódicos dentro y fuera de su país como Mairena, Talleres, Cupey, Revista de Estudios Hispánicos, El Nuevo Día (http://www.elnuevodia.com), Cuadernos Americanos, La Torre, Cundiamor, Creación, En Rojo, Diálogo, Exégesis, El Vocero. Ha presentado innumerables ponencias y charlas y ha cooperado con don Manuel de la Puebla en el programa radial Revista Oral de Poesía. Ha publicado la novela Noches ciegas, primer premio de novela del Ateneo Puertorriqueño (1973; segunda edición, Editorial Antillana, 1982); los libros de narrativa Cuadernos de juglaría 21 (Instituto de Cultura, 1979), Las meninas de Avignon en Orgaz (1996) y Signos de amor (San Juan, Puerto Rico, 2005); los poemarios Flor de azar (1980), El Cancionero I de Francisco Matos Paoli (Instituto de Cultura, 1989), El crítico y otras blasfemias clownescas (1997), Os espelhos (en portugués; 1998), Los dos ríos (2000) y El ser de la curva (2005), y el libro de ensayos críticos y reseñas Tentado por la palabra ajena (Colegio Universitario del Este, Carolina, Puerto Rico, 1999). Publica la revista virtual Palabrajena (http://www.palabrajena.com). Tiene un doctorado en filosofía y letras y un Juris Doctor. Es catedrático de la Universidad del Este (http://www.suagm.edu/UNE), Departamento de Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Educativa Ana G. Méndez, Carolina, Puerto Rico. === Cuentos en el exilio, de Víctor Montoya Virginia Ayllón ========== De los cuarenta y tres cuentos que conforman Cuentos en el exilio de Víctor Montoya, once de ellos —y catorce si estiro la definición— hacen a la pesadilla y a la experiencia vívida de la muerte. Son cuentos muy bien manufacturados y justifican por qué el título del volumen se refiere no al exilio sino en el exilio. Es importante insistir en la diferencia porque creo que lo mejor del libro no son los relatos sobre el exilio como experiencia política sino más bien la vivencia de diversos destierros, confinamientos y desarraigos de nosotros mismos. Estados todos en los que nos sentimos expulsados de nuestro centro y en los que la sinrazón y el horror son la norma. “Quise salir del sueño, pero...”, “Pesadilla III”, “Escritor suicida” y “Asesinato en invierno” son relatos que recuerdan a “El hombre muerto” de Horacio Quiroga, pero a diferencia de éste, en que la narración tiene como base la incredulidad del personaje ante el avance de la muerte en el territorio de su cuerpo, los personajes de los relatos de Montoya pasan de la vida a la muerte sin corte alguno; es decir, parecen cumplir aquello de que la vida y la muerte son una misma cosa, parte de una sola escena. El efecto es interesante porque se crean biografías que incluyen la vida cotidiana del sujeto, los aconteceres que dan lugar a su muerte y los hechos posteriores a su deceso. Sin embargo, estos hechos posteriores no son reflexiones sobre la muerte tal como hace María Virginia Estenssoro en “El occiso”, sino más bien son relatos de lo que sucede alrededor del ahora cadáver. El efecto, decía, es interesante, y añadiría que otra de las razones es el narrador en primera persona (también usado por Quiroga y Estenssoro). Entonces, estos cuentos narran, de corrido, hechos al estilo de “corrí, alguien me apuñaló, sentí la sangre y el asesino echó mi cadáver en una fosa...”. En cambio, “La riada”, “Los caballos”, Pesadilla I”, “Pesadilla II”, “Pesadilla IV”, “Crimen y castigo” y “La fuga” son relatos sobre la pesadilla. Muy bien escritos, son los que mi lectura y relectura privilegiaron. Montoya extrema un recurso sobre el que Borges discurrió en su memorable conferencia, precisamente sobre la pesadilla, publicada luego en un volumen denominado Siete noches. En dicha conferencia Borges hace referencia a Groussac, quien describió como “asombroso el hecho de que cada mañana nos despertemos cuerdos —o relativamente cuerdos, digamos— después de haber pasado por esa zona de sombras, por esos laberintos de sueños”. A eso, Borges añadió algo central que es la sensación de horror de la pesadilla, que es la diferencia de ésta con el sueño. Esto quiere decir que despertar de una pesadilla no es lo mismo que despertar de un sueño ya que, si ambos son laberintos, los de la pesadilla son horrorosos, de ahí que el espanto y el pánico acompañen al día que sigue a una pesadilla. Y este es, precisamente el artificio del que se vale Montoya para confeccionar estos relatos. Más aun, en la citada conferencia Borges trae a colación el concepto de Addison de que en el sueño somos el teatro, el espectador, los actores y la fábula. Y creo que Montoya ha hecho de este concepto una técnica en estos cuentos de buena factura. En tal sentido, estos relatos no son fantásticos, en el sentido estricto del término, porque no hacen a situaciones que no se dan en la realidad —como algunos de los cuentos de Cerruto—, ya que lo fantasioso sucede en escenarios —la muerte, la pesadilla— que no aceptan las diferencias entre real e irreal y tal vez eso es lo que asusta de ambos territorios. Precisamente por eso, la muerte y la pesadilla sólo pueden ser fabuladas; esto es, creadas. Pero, al ponerse en texto literario, todo relato sobre la muerte y la pesadilla no puede escapar al requerimiento de verosimilitud para ser leído, precisamente, como texto literario. Y creo que este es el trabajo más destacable en Montoya que, repito para concluir, ha creado estos cuentos de buena factura. ** Virginia Ayllón http://www.letralia.com/firmas/ayllonvirginia.htm Escritora boliviana (La Paz, 1958). Poeta, documentalista y ensayista. Se ha dedicado al análisis literario y la promoción cultural. Forma parte del Taller de Literatura Femenina. Es redactora de la revista boliviana de cuento Correveydile. Ha publicado, entre otros, los libros Búsquedas: cuatro relatos y algunos versos (1996) y Búsquedas: las discapacidades (2004), así como varias obras de análisis sobre la situación de la mujer. === Cien años de Elvia, de Daniel Rojas Julia Elena Rial ============= Comentar la petronovela Elvia, de Daniel Rojas, a cien años de su publicación (1912-2012), significa asumir dos líneas sesgadas por el tiempo, la del lenguaje, que se va desarrollando sobre sí misma, con matices del evidente modernismo de finales del siglo XIX; y la otra, la de esta comentadora, arropada, inevitablemente, por las dimensiones humanas y sociales del siglo XXI. Creo que será difícil imbuirme de aquel álgido periodo en el que desaparece, para siempre, la palabra “mene” con sus significaciones primitivas, para hablar sólo de petróleo con su complicada semiótica económica, social y cultural. Petróleo sí, ya no el “venero del diablo” sino el poder mundial creado por unos fósiles que, al surgir transformados del subsuelo de la tierra, desconocen dueños, ideas, derechos e identidades. Es lo que tenemos en Elvia, la gran metáfora de un “realismo mágico” que, sin cambiar estructuras literarias con trasposiciones de tiempos y espacios, se adelanta trece años a la frase inventada por Franz Roh, con la cual el crítico designaría, en 1925, la realidad transfigurada del arte expresionista alemán. Daniel Rojas inscribe por primera vez la magia transformadora de la palabra petróleo en la narrativa latinoamericana (1). La literariedad de Elvia se expresa asumida con la intelectualidad de un escritor preocupado por las controversias que los arrebatos del codiciado producto podían manifestar en una Venezuela aún semirrural. Rojas desidentifica las coordenadas económicas del país en el espacio geográfico petrolero, a sabiendas de que el aire social del acostumbramiento al atraso y represión política de la dictadura de Juan Vicente Gómez serían un escollo para una correcta posición sobre la explotación del petróleo. Para ello acude al sueño del anciano Roberto, quien le otorga valor literario al onirismo junguiano, haciendo de él una abstracción simbólica al soñar el petróleo con multiplicidad de lenguajes: excluyentes, poderosos, dependientes, ordenadores y formales, que constituirían el sistema de explotación que el imaginario del escritor vislumbraba para el país, en el campo de significaciones de un petróleo codiciado por todos. La “Cámara oscura” de Roberto le sirve a Daniel Rojas para fijar su posición de intelectual comprometido y definir el negocio del petróleo como el lugar donde, desde el ahora, y en adelante, se irían a formular las ideologías económicas mundiales. La ambivalencia de la modernidad que traía consigo el petróleo, el modernismo estético de la novela y las variables costumbristas expresan, intencionalmente, la desarticulada sociedad que aún conservaba reminiscencias del vivir campesino y urbano del siglo XIX, dentro del extraño sincretismo del marco referencial en el que el petróleo iniciaba su carrera de codicia y poder. Cabe pensar que a partir de 1912 el logos de ser poseedores de petróleo marcó un hito que enriqueció el panorama cultural venezolano, cuando se crea el Círculo de Bellas Artes y el maestro Vicente Emilio Sojo presenta en el Teatro Municipal la Romanza sin palabras. El clasicismo artístico dejaba sus puertas abiertas a nuevas tecnologías y atrevidas propuestas estéticas; mientras Daniel Rojas escribía una novela que hoy leemos como memoria, la cual con la permanencia de la lectura se actualiza para crear la dimensión de una verdad histórica. Desde una visión diacrónica el fluir del recuerdo de los inicios del petróleo no será sólo el paso del tiempo, sino el de los cambios estructurales que Rojas vaticinaba. Leer Elvia es algo más que acercarse al espacio inédito que creó el nuevo producto, es también imaginar la indeterminación a apropiarse y conquistarlo, encontrarse con nuevas grafías, cambios de paisajes en los arquetípicos pueblos venezolanos, la inserción de lenguas extrañas. La importancia de reconocer que era indispensable nombrarlo para que comenzara a formar parte de todos sus habitantes. Hoy, después de cien años, la metafísica que se esconde tras su negrura y viscosidad expresa cada día nuevos y codiciados conceptos que se siguen sustentando del sueño de Roberto. La novela Elvia y el petróleo, a pesar del tiempo transcurrido, sugieren lo que dice Fernando Ainsa cuando habla de los cambios que el inicio del siglo XX estaba produciendo en los países latinoamericanos: “Forjar un camino en una naturaleza inédita pone en evidencia, pues, las dificultades que ha encontrado el logos para adueñarse del topos” (2). Notas 1. ROJAS, Daniel (1912). Elvia. Caracas (sin P de I). Lilia, publicada en 1909 por Ramón Ayala, aborda el tema sólo superficialmente. Las primeras novelas mexicanas, país prolífero en la narrativa sobre este tema: Oro negro, de Francisco Monteverde, y Panchito Chapopote, de Xavier Icaza, se publican en 1926. 2. AINSA, Fernando (2006). Del topos al logos. Frankfurt: Iberoamericana. Pág. 39. ** Julia Elena Rial http://www.letralia.com/firmas/rialjuliaelena.htm Escritora y docente argentina (Tandil, provincia de Buenos Aires). Reside en Maracay, Aragua (Venezuela). Profesora de castellano y literatura en el Instituto del Profesorado de Buenos Aires. Estudió filosofía en la Universidad de Buenos Aires e historia de las ideas latinoamericanas en la Universidad de Chile. Se especializó en literatura latinoamericana en la Universidad de Chile y cursó la maestría en literatura latinoamericana en la Universidad Pedagógica de Maracay. Ha publicado el cuento "La fábula rota" y los ensayos El esperpento en Tirano Banderas de Valle Inclán, La poesía social de José Martí, Las masacres: ortodoxia histórica, heterodoxia literaria (premio de ensayo Miguel Ramón Utrera 1998) y Constelaciones del petróleo (2002). En publicación Memoria e identidad en José León Tapia y el ensayo Identidad, memoria y olvido (mención de honor en el premio de ensayo Augusto Padrón 2005). Colaboradora de la revista brasileña Hispanista. Jurado del premio de ensayo Augusto Padrón 2001 y del premio de ensayo Marita King 2005. Dicta talleres sobre narrativa del petróleo y ensayo en Maracay desde 2002. |||||||||||||||||||||||||||| ENTREVISTAS |||||||||||||||||||||||||||| === Seamus Heaney ========================================================= === El doble regreso al mito y la infancia ================================ === Marco Antonio Campos y Pura López Colomé ============================== I —Usted tiene buen número de poemas de infancia, en los cuales conviven las voces de la naturaleza, las voces de la guerra, las voces familiares. ¿Podría contarnos cómo surgieron en su vida y en su escritura y cómo se las ha ingeniado para otorgarle a cada una de ellas un lugar a la vez individual y colectivo? SH: No estoy muy seguro de cómo responder a esto. La primera voz de capital importancia que cambió el mundo, que cambió la vida para mí, fue la voz del poema, la aparición de la posibilidad de escribir un poema. Creo que todo escritor, cada poeta en particular, cuando siente que el poema le sucedió, se siente exultante, hechizado. Así que la primera vez que un poema me sucedió fue gracias a la voz de mi provincia, casi diría, la voz de mi dialecto. Esto no significa que empleara palabras de dialecto en el texto o alguna suerte de habla folklórica, pero las cadencias, las entonaciones, los patrones de la voz del poema eran los de mi primera voz. Entonces podríamos decir que la poesía pasó a través de mí como la voz de mi primer modo de hablar transformándose en verso, y luego, conforme los años iban transcurriendo, dejé pasar por ahí a personas que conocí, en especial en el libro Isla de las estaciones, que fue un examen de conciencia en cuanto a de qué manera yo, como miembro de la minoría católica en Irlanda del Norte y como escritor, me planteaba las mismas preguntas en una suerte de entrevista poética. ¿Cómo representas a esas personas? Esas personas se volvieron para mí individuos que yo había conocido: uno de ellos era un tipo que había hecho una huelga de hambre, otro era un amigo al que habían asesinado, otro era un joven sacerdote, otros, compañeros de escuela a los que dejé que hablaran conmigo a la Dante: los dejé llegar a mí para que habláramos en una suerte de mundo onírico. —¿Su lengua poética es el inglés irlandés, una lengua irlandesa o una combinación de ambas? ¿Hasta qué punto una moderna vía expresiva lo está conduciendo al pasado profundo de la lengua, del lenguaje y la poesía? SH: Pienso que todo es lenguaje poético, sin importar lo común y corriente que pueda parecer, y todo poema es una postura asumida dentro del lenguaje. Mis posturas se basan en el ritmo hablado del inglés en Irlanda, ése es mi oído, de ahí proviene. Pero también se basa en toda la tradición escrita de la poesía en inglés. Es imposible para mí decir la palabra poesía sin evocar de inmediato, digamos, a una gran audiencia vigilante, atenta, una audiencia de voces, aunque esto parezca una contradicción. La poesía en verso —no escribo poemas en prosa—, la disciplina de elaborar un verso, me viene en forma directa de Geoffrey Chaucer y llega hasta los tiempos más recientes. En cuanto a las melodías, desde luego es una herencia polifónica. He aquí una consideración importante pero hay otra: poder escapar a eso al tiempo que se conoce eso, tocarlo, tocar variaciones, jugar conscientemente con ello. A veces escribo como si estuviera hablando con mi propia voz; otras, como si representara el papel de alguien que sabe lo que es la poesía en inglés, y con frecuencia, escribo de las dos maneras. —Algunas historias míticas de su país (San Kevin, Sweeney) se relacionan con pájaros. ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo? SH: Me parece un símbolo universal de la imaginación en vuelo. El caballo alado, Pegaso, digamos, como una imagen de la inspiración para los griegos. Pero no sé la respuesta. ¿Por qué habrá pájaros? Una de las etimologías en broma de mi nombre, que yo mismo creé para explicarlo, y que no cuenta de ninguna manera con el aval de la Academia, es la siguiente: O’Heaney, en irlandés, significa “de los pájaros”, porque éan, en irlandés, significa pájaro. Así que O’Heaney es como decir: “pajarito, pajarito”. Ahora bien, Sweeney pertenece a una tradición de levitación. ¿Quién era aquel santo que levitaba? Es el santo patrono de los que se someten a exámenes. Pero esos temas irlandeses hoy en día, como el del rey loco Sweeney y el de San Kevin y el mirlo, esos cuentos fantásticos, un escritor no los utiliza por su cociente étnico o su cociente nacional. A principios de este siglo era muy importante establecer que nuestras posesiones culturales, que procedían de la cultura preinglesa, tenían una honda dignidad y no formaban sólo parte de una subcultura. De modo que el motivo para incluir el material irlandés era realmente el nacionalismo cultural, mostrar nuevas posiciones. Creo que hoy en día eso ha cambiado y se utilizan aquellas imágenes por el equivalente psíquico que tienen: yo las uso o tengo acceso a ellas pero no sólo porque sean irlandesas. Para mí Sweeney, el rey loco, era alguien que escapaba, que salía volando de una batalla, de árbol en árbol, lamentándose. Sweeney era una especie de personaje protobeckettiano, ahí sentado y diciendo: “No, me niego, no puedo ir adonde no quiero...”. —Ese doble regreso hacia el mito y la infancia, ese regreso a los dos pasados, está tocado por la poesía. Usted ha dicho que espera que los poemas inspirados en Sweeney sean independientes, tengan su propia autonomía, y se parezcan lo menos posible al poema medieval. ¿Cómo se aproxima al mito? ¿Cómo lo recrea? SH: Utilicé a Sweeney más bien como una tabla de surfeo, como un surfeador hace para deslizarse encima de ciertos oleajes. La voz en los poemas de Sweeney (“Sweeney redivivo”, en Isla de las estaciones) es la mía que, de cierta manera, habla autobiográficamente acerca del alejamiento de Irlanda del Norte, como diciendo: “Al diablo con la gente que me calumnia, que murmura a mis espaldas y me acusa”. Varios de ellos son a cle, por así decirlo: el clérigo es una persona así, los escribas son ciertamente personas así, el maestro podría ser Milosz, podría ser Ted Hughes, podría ser Yeats. Hay un libro muy importante que escribió un historiador francés acerca de la cultura francesa en los Pirineos a principios de la Edad Media (Jacques Lalourie, Montailloux), donde se explica que la palabra noble en aquellas comunidades aludía sólo a los granjeros acaudalados. Un personaje como el de la reina podría ser fácilmente cualquiera de esos o de esas nobles. Sweeney me liberó, me llevó más allá de la autobiografía, me desprendió de lo documental. Hizo de mí algo más sencillo y un poco más temerario, de modo que, al representar su rol, en realidad lograba ser más yo mismo al hablar. Es un truco demasiado viejo. —¿En qué se parecería el mundo de la infancia al mito? SH: Están muy cerca uno del otro. En efecto, la infancia es la hora del mito. Todo ocurre ahí, todo se sabe de antemano. De alguna manera hay un conocimiento “antes de tiempo”. Y bueno, yo viví en condiciones auténticamente míticas. Como he dicho otras veces, había un fogón en la casa, se veía el humo salir por las chimeneas, cruzábamos arroyos, teníamos miedo de la oscuridad, todo era ominoso, los árboles, un pájaro que se posaba en el techo, en fin, todas estas cosas. Entonces, de alguna manera, mi infancia fue demasiado pintoresca para un poeta contemporáneo, porque lo que era real para mí a otros les parece “pastoral”. Era demasiado bello. —En sus poemas se deja ver una infancia libre y feliz. SH: En términos de descripción sociológica, puedo decir que tuve magníficos padres y viví en una comunidad sustentadora, apoyadora, que no presentaba amenazas. La desolación se hallaba felizmente ausente; me refiero a aquella que provoca la disfunción familiar. Por otra parte, creo que la psique es una arena por la que penetra a ratos un gran pavor en el niño, no tiene que ser causado por las condiciones familiares. O sea, estoy hastiado de Jung, quien es un gran simplificador. Pero también estoy harto de Freud, de sus nociones de causa y efecto que llevan a uno a pensar en la criatura humana como resultado de apretar éste o tal botón y ser de tal o cual manera. Es mejor, en ese caso, la noción junguiana de que algo se sabe de antemano, que se ha heredado, que se ha sufrido anteriormente como una criatura de la especie, en unos espacios amplios, muy amplios, que están al alcance. El miedo está a la disposición todo el tiempo y para todo el mundo. Yo creo, más que nada, en algo que podría llamarse la afinación de una cultura. Un muchacho que crece en Estados Unidos, en una familia de profesionistas clasemedieros, estudia en Harvard. La afinación de esa cultura resulta, hasta donde puedo ver, demasiado confiable. La afinación de nuestra cultura, en cambio, estuvo cargada de fatalidad, de modo que uno no debía por qué tener, como he dicho, penas familiares o sociológicas. La visión religiosa en sí proponía un alma en peligro y la entonación del habla en torno nuestro expresaba que cualquier cosa que rebasara la tristeza representaría una gran victoria. —¿Podría hablarnos un poco acerca de sus guías, sus psicopompos literarios y legendarios, y contarnos si se siente más cerca de san Patricio o de san Columcille? SH: Recientemente me siento más cerca de Columcille. Él era un escriba, un poeta, y estuvo exiliado de Irlanda por la guerra. Para poder estar donde le pertenecía, tuvo que partir y llevarse a su tierra con él. Es una suerte de figura joyceana primitiva de nuestra cultura. Se va y se lleva todo. Por demás, era de mi condado, de Derry. Pero del otro personaje del que he de hablar, lo cual me remite a la primera parte de su pregunta acerca de los psicopompos, y de quien me siento muy cerca, es del primer poeta inglés a quien se adjudican los primeros poemas religiosos visionarios escritos en lengua inglesa: es un hombre llamado Caedmon. El campo y la agricultura cambian con el tiempo, se transforman, varía la vida en ellos, y él canta. Me refiero al granjero como poeta. —Estábamos justamente por preguntarle si se siente más cerca de Caedmon que de Carolan, personaje éste a quien se ve como el último gran bardo irlandés. SH: Desde luego que de Caedmon. Carolan era un músico muy dotado; tuvo el don desde el principio y tocaba y cantaba. Pero yo me siento más cerca de Caedmon porque no lo poseía de esa manera; tenía como una mordaza puesta, se sentía incapaz. Y he aquí que los ángeles le dijeron: canta. Y cantó. Entonces, en el sentido del don que llega, de lo no dicho que se libera, me siento muy próximo a Caedmon. —De aquí que en su poema “Whitby-sur-Moyola” diga que Caedmon “las traía todas consigo”. SH: Es una especie de visión, como estar sufriendo de antemano el silencio poético. Caedmon debió haber callado en algún momento para volver a su trabajo en el campo. —¿Considera usted las presencias de William Butler Yeats, de James Joyce, de Auden y de Ted Hugues en su poesía como antecedentes? ¿Es Yeats una influencia, sobre todo en su sentido del mito? Háblenos un poco acerca de la influencia de Joyce y del fantasma de Joyce en Isla de las estaciones. SH: Creo que si hablamos de genes, Yeats no fue genéticamente importante para mí. No llevo sus genes. Probablemente sí llevo dentro los de Gerard Manley Hopkins, pero en realidad de quien me siento muy próximo es de Joyce. Él era eróticamente muy susceptible al lenguaje. La filología era una suerte de placer, una jouissance, en cuanto su manejo de las palabras. Curiosamente, uno no encuentra esto en Yeats, sus palabras golpean con fuerza: “Me erguiré ahora y partiré. / Y cerca del ocaso los hallaré”. Las primeras frases de Joyce, en su primer cuento (“Las hermanas”), son muy íntimas, insinúan mucho en inglés. Comienza: “Esta vez, ya no había para él ninguna esperanza”. La segunda frase toca la extrañeza de las palabras, acerca de la “parálisis” que menciona a continuación: “Siempre me había sonado rara, como la palabra gnomon en Euclides”. En las dos primeras frases está todo: intimidad y extrañeza en el lenguaje, el lenguaje como su propio júbilo y misterio. La de Yeats es otro tipo de aventura, por lo cual no está en mí tan presente. Conforme me iba haciendo más viejo, en mis años treintas y cuarenta, digamos, fui entrando en negociaciones con Yeats como la imagen del poeta, la imagen representativa dentro de la sociedad, que tenía que ponerse de pie y comportarse a la altura delante de todo el mundo, y que resulta sagaz en el buen sentido, pero es como una máscara que en realidad servía como protección de algo muy secreto. Todo en torno suyo resulta muy interesante. Yeats significa mucho para mí porque lo conozco por dentro y por fuera, y en términos de discurso táctico acerca de lo que significa la literatura, acerca de lo que es un poeta, Yeats me parece un gran ejemplo, pleno de sabiduría. Está dentro de mí como una doctrina sobre la poesía, pero de ninguna manera como una voz en mi poesía. Si uno piensa en Joyce, en John Ashberry, o en todos los poetas desestabilizadores, en los cuales al sujeto, al antiguo sujeto estable, a la primera persona del singular, se le pide que dé un paso al frente, eso, tan moderno, ya se había hecho en Finnegans Wake. De hecho Joyce es muy anticuado, porque es bárdico: considera el destino de la nación igual a la visión que él tiene de ella. Y de alguna manera, en Irlanda, a lo largo de los últimos treinta años, los intelectuales, a quienes no les interesa necesariamente la poesía, pero que leen el pasado cultural, acusan a Yeats por hacer de la violencia algo heroico, por volver legendario el acto revolucionario. Como ustedes ven, en esta época relativista, postfascista, esta actitud resulta, a su vez, sospechosa. —El amor y la libertad son dos grandes temas de su obra poética. ¿Qué tan lejos lo han conducido de la mano a una comprensión más profunda de la realidad y la justicia que planteaba Yeats? SH: Creo que no puedo responder a esa pregunta. Soy muy anticuado y muy simple. Una de las grandes confirmaciones que he experimentado es que las extraordinarias personas que he conocido y que van tras la iluminación son, a su vez, bastante anticuadas. Vamos, que contestan como dice el maestro: di la verdad, no tengas miedo, y recuerda: no matarás. Pero desde luego que existe siempre el conflicto. Actuar como el juez, entre el impulso de no herir, o no hacerlo necesariamente, y el mandato de decir la verdad de cualquier modo... Creo que he tenido una relación conyugal con el mundo, mi vida ha sido conyugal, el amor ha sido conyugal, por lo que todas estas cosas son para mí una sola. —¿Por qué en el discurso de Estocolmo se detuvo tanto en la política, sobre todo la irlandesa, y quiso ser lo más objetivo posible apuntando los errores de uno y otro bando? ¿Por qué enfatizó tanto el discurso político en esa conferencia? SH: En realidad no sé si he adquirido un punto de vista objetivo. En ese texto dije cosas que debían decirse acerca del año de 1974. Quería dejar impreso para siempre que yo pensaba que el régimen de Irlanda del Norte actuó con lentitud, que debía haber hecho cambios a principios de los años setenta, que debía haber respondido entonces a la presión política. Se cometió un crimen en contra de la condición de la vida, porque sólo se logró aumentar la desolación. Y ¿por qué tratar el tema así? Bueno. Tengo un querido amigo, compañero poeta, mi querido amigo Derek Mahon, poeta magnífico, absolutamente maravilloso, de toda mi confianza, con el cual hablé, porque cuando ocurre algo así, como la asignación del premio Nobel, hay que sentarse y conversar. Y la cuestión era ésta: ¿había que mencionar a Yeats? Yeats recibió el premio Nobel en 1923; la guerra civil en Irlanda había concluido en mayo y él fue a Estocolmo en septiembre. Y luego Beckett. Pero Beckett no está en mi línea, digamos, ni tampoco Shaw. ¿En qué línea estaría Shaw?, me preguntan. Es como una operadora telefónica. Está en todas las líneas. —¿Y qué conversó con Mahon? SH: Bueno, continué la plática con Derek, quien me dijo: si no mencionas a Yeats va a parecer una pose, un querer ubicarte en las alturas formales, y eso no se perdona. Pero mencionarlo acarrea varias cosas: implica una definición de tu posición en la sociedad. De modo que decidimos que era necesaria su mención. Pero debo decir que el discurso, la conferencia en sí, surgió un poco como un poema. No estaba seguro de qué dirección tomaría. Comenzó como un deseo de hablar sencilla y claramente acerca de los orígenes, para lo cual me ayudó el discurso de recepción del premio, en 1994, del novelista japonés Kenzaburo Oé, el cual, bueno, es algo serio. Tenemos tras de nosotros a William Faulkner, quien habló en los términos trágicos más elevados de la condición humana, y luego se encuentra uno con este japonés, oriundo de una pequeña isla del oeste de su país, que dice: el tema de mi literatura es mi hijo, que nació con daño cerebral, aunque, claro, estudié en la Sorbona... El discurso era de una claridad maravillosa. Me hizo ver que yo debía sólo hacer un claro recuento de hasta dónde había llegado y cómo había llegado al sitio en que me encontraba en ese momento. Y una gran parte de mi condicionamiento lo ocupa lo político. Gran parte. Sin embargo, pienso que uno causa un efecto político más fuerte si no entra a la arena aparentando solamente interesarse en el arte. En verdad creo que la política se ve afectada por el arte, pero la política en el sentido de la polis, el grupo que entiende lo que es y cómo es, ubicándose debajo del nivel de la retórica, penetrándolo como conocimiento puro. Siempre me mantuve a un lado de la política partidaria, nunca milité en ningún partido, lo cual no significa que no me importe lo que está ocurriendo. Era sólo parte de lo que debía mencionarse. Pero aún me siento confundido al respecto. —Pero ¿cómo consideraría que entra la política en sus poemas, cómo la matiza, cómo logra no hacerla tan visible? SH: Entra a hurtadillas. Creo que así se da. Aparece de manera indirecta. Hay un poema, por ejemplo, de Miroslav Holub, donde escribe una cosa más o menos así: “Uno más uno son dos, dice el alumno. No, dice el maestro, uno más uno son dos. En el principio fue el Verbo, dice el alumno. No, dice el maestro, en el principio fue el Verbo, porque el maestro sí sabe”. Esto explica todo acerca de la falsedad que por ahí puede trepar. Digamos que yo he ido por debajo y oblicuamente, no hay política panfletaria en mi poesía. Sin embargo, ambos bandos me lanzan acusaciones. Unos me tildan de ser demasiado nacionalista, de estar demasiado dentro del lenguaje cifrado del nacionalismo irlandés, dentro de un apoyo disimulado a la violencia republicana; los otros me reprochan, en lo que se refiere al Sinn Fein, de no haberme comprometido lo suficiente. De modo que algo, en alguna parte, está en movimiento. —Un punto interesante, que tiene que ver con la política, lo hallamos en el impacto de la traducción. En un ensayo suyo, que así lo tituló, cita, por ejemplo, el poema “Interrogatorio”, donde hace ver que, en otras partes, el poema político encarna una mayor necesidad, como en el caso de Rusia o de otros países de la Europa del Este. A partir del poema de Edwin Muir surgen dos líneas: la más comprometida, la más visible, que es la del propio Muir, y la otra, digamos, la de Milosz. Esto es muy complejo pero sirve para ver que, gracias en ocasiones a la traducción, nos enteramos de las grandes tragedias o miserias ajenas. SH: No sólo que la traducción nos dé noticias acerca de las tragedias y la miseria, sino que nos recuerda que podemos responder a ella. Se trata de una decisión moral, para ser del todo sinceros. La posición del escritor, del poeta, es como la del cazador: vamos en pos de algo que ayude. Viviendo en Irlanda del Norte, hallé, en esa poesía de Europa del Este, cosas que me ayudaron y que no están presentes en la poesía de lengua inglesa. La poesía en inglés, para bien o para mal, es el preludio de una sociedad donde las cosas se establecieron hace mucho tiempo y se produjo, por consecuencia, una cierta ironía, un cierto cansancio, un cierto escepticismo. Pero en Irlanda nada está completamente establecido, incluso hoy en día. Y en aquellos países, bajo el sistema soviético, se vivía en continuo contacto con ciertas pruebas contradictorias: “Sí, somos soviéticos; no, no lo somos; entendemos ese lenguaje, desde luego estamos comprometidos, simulamos ser grandes nacionalistas pero de hecho aborrecemos el sistema soviético”. Entonces la ambigüedad moral y la capacidad de autoengrandecimiento y a la vez de autodesprecio me resultaban muy atractivas. Como en Irlanda del Norte, donde todo el mundo vive en dos lugares, erigiéndose en juez. Esa traducción, o lo que sinceramente recibí de ella, fue una ayuda, me abrió senderos, me mostró caminos, representó un emblema digno de la adversidad, o de las famosas “imágenes adecuadas a nuestro predicamento”. II —¿Cómo escribe un poema? ¿Cuánto le lleva hacerlo? SH: Muchos de los poemas que más me gustan los escribí con gran rapidez, de una sentada, y eso es instructivo. Otros, en cambio, me llevaron mucho tiempo. No quiere decir que me senté ante ellos una eternidad, sino que había un sentimiento de que algo no estaba realmente bien, y había, digamos, que esperar e insistir. El poema que cito en el discurso de Estocolmo titulado “A merced” me llevó mucho tiempo. Me gusta mucho, se pudo meter más dentro, se volvió más verdadero y más al desnudo conforme avanzaba. También pienso que si uno escribe, aunque sea de vez en cuando, con metro riguroso, que ya muy poca gente lo hace, como con cierta frecuencia y de manera estricta lo hago yo, resulta muy sencillo revisar los propios intentos. El metro y la rima son como una maquinita que si logras poner en marcha, puede moverse contigo, a tu ritmo, y ya el verso siguiente te llama a seguir adelante. Uno puede revisar, un poco como un versificador del siglo XVIII, y verificar la corrección dentro del poema, cómo se avanza. Al trabajar con una forma más abierta, uno se expone más al azar. Pero la verdad de todo esto es que los poemas que más me agradan se escribieron rápidamente. —¿Podría hablarnos de la influencia que han ejercido sobre su obra los autores a los que ha traducido? SH: No lo sé muy bien. De alguna manera Dante, quizá; traduje algo suyo que desde luego influyó en Isla de las estaciones. Pero hicieron sentir su peso sobre mí, de igual modo, la lectura del texto y mi traducción. Y nada más. —¿Qué motivos hay para traducir? Y en este sentido ¿cuál fue su experiencia con Sweeney Astray (La locura de Sweeney) y The Cure at Troy (La cura de Troya), versión del Filoctetes de Sófocles? SH: Bueno, The Cure at Troy fue diferente del Sweeney. En el caso de la primera ya me encontraba más fuera del material. Me atrajo el problema moral en su centro, digamos, la responsabilidad pública versus la integridad privada. Me resultó temáticamente interesante. Pero por así decir, no me liberó, mientras que Sweeney sí lo hizo. Como lo he dicho antes, creo que hay muchos motivos para traducir pero son básicamente dos los que me interesan. Uno, es lo que podría llamarse la aproximación de “embiste y toma”: uno ve algo por la ventana de la otra lengua o escucha algo que de ahí proviene, y piensa que lo quiere. Es el motivo del verdadero escritor, es un muy buen motivo, y se hace con todo el respeto necesario, con toda la delicadeza posible, para acercarse a la integridad de aquella obra. Esto es un generador de vida porque algo se funda en la otra cultura. Del otro lado, está la reverencia absoluta por aquella obra, lo cual produce temor en el traductor, y con mucha frecuencia el deseo de hacerle justicia total y ser del todo obediente al texto produce lo que Robert Lowell llamó “tapicería”, algo no precisamente vivo. —¿Acaso “la música de lo que pasa” se halla de igual modo en el mundo que en el poema? ¿Incluye la desafinación? SH: Sí, absolutamente. Es un intento de lograr el buen camino del discurso. —Por muy obvio que suene, ¿qué significa el poema en sus principios y qué significa ahora? SH: Significa que creo en mí mismo si me las arreglo para escribirlo. —Usted ha mencionado que escribe crítica como si fuera una suerte de autobiografía. ¿No cree que también podría ser una especie de autocrítica? SH: Lo que quise decir es que normalmente hablo con convicción acerca de obras que ahora son parte de mi memoria. Y hablo con más autoridad conmigo mismo. En realidad soy profesor. Comencé como tal, y a lo largo de la vida, cuando hago estas cosas, me ha ocurrido de modo recurrente que un salón entero de adolescentes de Belfast me grite: “No nos interesa la poesía, profesor”. Como lo diría un trabajador de la construcción (por ejemplo, uno de mis hermanos). Hay una división: la parte no literaria de mí, dice: “¿Qué es todo esto?”, y la otra ve lo que se le ofrece: es un diálogo. Y desde luego muestra una autocrítica. Las cosas con que comencé, lo que escribí sobre Hopkins o William Wordsworth, eran pequeños autorretratos. Cuando empecé a leer escritores que no me eran afines aprendí mucho en mi época de maestro en una escuela normal de Dublín. Di cursos acerca de sir Thomas Wyatt, de Andrew Marvell, del William Butler Yeats —tan estricto— a la mitad de su producción (todo lo cual no presenta ese engatusamiento del lenguaje joyceano o del shakesperiano, y es algo más de lo que simplemente está a la vista). Y eso representó un desafío para mí. En el poema titulado “Pérdida” hay un deseo muy consciente de escribir como Marvell o como el Yeats mencionado, sin que el lenguaje implique seducción, sino que se mantenga lineal: un deseo de hacer que la energía de la sintaxis descienda por el esquema del metro y de la rima, de modo que el movimiento frontal sea la energía del poema. En cambio, en un principio, yo quería que la gente se demorara en los versos, que les hiciera cariños... —Para terminar, habiendo sido usted profesor tantos años, ¿podría decirnos si el diálogo con sus alumnos le sirvió de algo para escribir poesía? SH: Hizo de la poesía, en cierta manera, algo cognoscible. Sin embargo, creo que la criatura que explica debe hacerse a un lado cuando escribe. El que da clases, dentro de mi poesía, lo único que hace es dañarla. ** Marco Antonio Campos http://www.letralia.com/firmas/camposmarcoantonio.htm Poeta, narrador, ensayista y traductor mexicano (México, DF, 1949). Ha publicado los libros de poesía Muertos y disfraces (1974), Una seña en la sepultura (1978), Monólogos (1985), La ceniza en la frente (1979), Los adioses del forastero (1996) y Viernes en Jerusalén (2005). La editorial El Tucán de Virginia (http://www.aemi.com.mx/htm/tucan.htm) volvió a reunir en 2007 su poesía en un solo tomo: El forastero en la tierra (1970-2004). Es autor de un libro de aforismos (Árboles). Ha traducido libros de poesía de Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, André Gide, Antonin Artaud, Roger Munier, Emile Nelligan, Gaston Miron, Gatien Lapointe, Umberto Saba, Vincenzo Cardarelli, Giuseppe Ungaretti, Salvatore Quasimodo, Georg Trakl, Reiner Kunze, Carlos Drummond de Andrade, y en colaboración con Stefaan van den Bremt, Miriam van Hee, Roland Jooris, Luuk Gruwez, André Doms y Marc Dugardin. Libros de poesía suyos han sido traducidos al inglés, francés, alemán, italiano y neerlandés. Ha obtenido los premios mexicanos Xavier Villaurrutia (1992) y Nezahualcóyotl (2005). Y en España, el Premio Casa de América (2005) por su libro Viernes en Jerusalén. En 2004 se le distinguió con la Medalla Presidencial Centenario de Pablo Neruda otorgada por el gobierno de Chile. En París es miembro de la Asociación Mallarmé. En el 2009 obtuvo el premio de poesía Ciudad de Melilla, España. ** Pura López Colomé http://www.letralia.com/firmas/lopezcolomepura.htm Poeta, ensayista y traductora mexicana (Ciudad de México, 1952). Es autora de Un cristal en otro y Aurora, entre otros títulos. Su libro Intemporie. No Shelter: The Selected Poems of Pura López-Colomé, fue traducido al inglés por Forrest Gander y publicado por Graywolf Press. En 1992 recibió el Premio a la Traducción por su labor en torno a la obra de Seamus Heaney. También ha traducido al español algunas obras de Samuel Beckett, H.D., William Gass, Philip Larkin, Edwin Muir, Frank O’Hara y William Carlos Williams. ||||||||||||||||||||||||||| SALA DE ENSAYO |||||||||||||||||||||||||| === Árbol de Diana, ausencia y pérdida de Alejandra Pizarnik (1) ========== === Fernando Salazar Torres =============================================== En esta hora inocente yo y la que fui nos sentamos en el umbral de mi mirada. Alejandra Pizarnik Introducción Toda obra literaria admite distintas lecturas, lo cual no hace imposible su estudio ni tampoco evade el conocimiento de su estética; sin embargo, el análisis sí resulta incompleto, debido a la variedad de teoría existente para aplicarse a la obra de creación. La dificultad se hace más laboriosa si se suma a la disertación el mito o personalidad del autor, tal como lo expresa la psicocrítica (2). La mayor parte de la crítica orienta sus estudios a la figura de Alejandra Pizarnik, argumentando que la obra no se comprende sin la vida y que la vida no se explica sin la obra. Desconozco qué tan afortunado es este pensamiento para abordar el examen de algunos de sus poemarios; a pesar de ello, me parece que siempre en la obra literaria existen rasgos de biografía, ya sea que los escritores los realicen de manera consciente o inconsciente como parte de su proyecto. La importancia y restricción de mi examen radica en la revisión, desde el psicoanálisis, del poemario Árbol de Diana (1962), el cual consta de 38 poemas muy breves. El tema principal de dicho libro son la muerte y el desdoblamiento de Pizarnik. Ella es quien padece su muerte. El juicio se inclina a emplear algunas categorías conceptuales del artículo “Aflicción y melancolía” (1917), de Sigmund Freud, al poemario, para observar los rasgos de la ausencia y la pérdida. Como la idea principal consiste en la fragmentación y desdoblamiento del yo lírico, se revisa la teoría del espejo de Jacques Lacan (1966), asimismo la importancia del doble y el fantasma. También se piensa en la importancia del título y la simbología del árbol para una comprensión más completa del poemario, rasgo del cual carece la crítica sobre Pizarnik. La melancolía (3) de Pizarnik Me parecen pertinentes los conceptos de aflicción y melancolía usados por Freud (1986), los cuales describen los síntomas de la pérdida de alguien, en la mayoría de los casos una persona querida, si bien no se restringe solo a eso. Este es uno de los temas de Árbol de Diana. El psicoanalista expone que la aflicción o duelo es una reacción ante la ausencia de alguna persona o de alguna abstracción equivalente; es un dolor cuyo objeto alejado, sea por muerte física o por mal ideal, es inasible. Estos mismos síntomas ocurren en otras personas en las que, en lugar de la aflicción, se manifiesta la melancolía. Esta enfermedad la explica Freud caracterizada, psíquicamente, “por un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución de amor propio” (Freud, 1986: 215). La diferencia entre aflicción y melancolía es tenue, pues en esta enfermedad el amor propio es nulo. Esta supresión provoca en el yo una inhibición y una restricción por no poder sustituir el objeto amoroso extraviado. El afligido sabe la razón de su mal, y el mundo se presenta empobrecido; el melancólico no distingue, claramente, lo que ha perdido, es decir, no es consciente y es su yo quien ofrece esa destrucción del mundo. La aflicción se caracteriza porque la persona que sufre la pérdida adopta y refleja algunos rasgos de la persona ausente a su propia personalidad. Considero conveniente adecuar la explicación que hace Freud sobre los rasgos del duelo y la melancolía con el planteamiento estético de Árbol de Diana, en torno a la identificación entre el sujeto que sufre el abandono y el sujeto de la ausencia. Ambos sujetos pertenecen a Pizarnik. El yo se divide en dos, y este fenómeno causa el desequilibrio en el mundo que observa el sujeto poético. La doble personalidad se unifica porque la adaptación entre la parte real y la parte mental adquieren rasgos comunes (4). Esta manía se manifiesta a lo largo del poema. Pizarnik es la ausente y, al mismo tiempo, es quien sufre la falta. La poeta está y no está presente como sujeto discursivo. Søren Kierkegaard (2002) define al yo como la síntesis de una relación y la síntesis la explica como una relación entre dos términos. Si el yo es una síntesis, entonces el yo es la unidad que se constituye en la relación que se refiere a sí misma. Los dos términos de la síntesis del yo son el propio yo y la identidad consigo mismo. Por otra parte, ese yo puede sufrir una crisis, a la cual denomina desesperación, manifestada por la discordancia de los términos de la relación. Ello significa que el yo irrumpe la relación por falta de identidad, lo que ocasiona la desesperación. Ese es el mal del cual sufre Pizarnik, porque el yo la abandona y la inestabilidad de su unidad sugiere la muerte. 1 He dado el salto de mí al alba He dejado mi cuerpo junto a la luz Y he cantado la tristeza de lo que nace. (Pizarnik, 2003: 4) Aunque esa significación ambivalente se presenta en la escritura de manera paulatina, el poema que da inicio al libro plantea el abandono material, a saber, el cuerpo. Esta primera ausencia como parte de la semántica del espacio poético origina una abstracción cuando ese abandono pasa al nivel metafísico. Después es la memoria, como capacidad de recuerdo, la que espera la llegada de aquello que fue abandonado y que, ahora, ya es sombra. Ella, Pizarnik, es quien habla de sí misma como si fuera otra (5), en el momento en que la metamorfosis supone un desdoblamiento, o bien una doble personalidad. 6 ella desnuda en el paraíso de su memoria ella desconoce el feroz destino de sus visiones ella tiene miedo de no saber nombrar lo que no existe (Pizarnik, 2003: 5) Cabe destacar que, retóricamente, dicho recurso lingüístico se logra porque el sujeto de la locución cambia entre una oración y otra —de la primera persona del singular (en el poema 1) pasa a la tercera persona del singular (en el poema 6). Pese a esto, el fenómeno retórico no interesa abordarlo en este estudio, sino comprender que la obra implica un desdoblamiento y la ruptura del yo lírico, como fue sugerido con el planteamiento de la desesperación de Kierkegaard. Ocurridos la escisión, el reflejo y el juego de espejos, que se manifiestan en el desplazamiento del yo a otro yo, se genera una búsqueda para volver a adaptar la relación de los términos del yo. A lo largo del discurso poético, la autora se asume como otra, como un desconocimiento y una afirmación, que sufre cambios espaciales, metafísicos y de identidad. “Muere de muerte lejana / la que ama al viento” (2003: 5), expresa al referirse a sí misma. La pérdida de sí es una abstracción que es aplicable tanto al duelo como a la melancolía. En relación con el primer término, el duelo, la característica principal consiste en estar alejada de la realidad, y ello hace más notable el detrimento del objeto amoroso. En relación con el segundo concepto, la melancolía, el sentimiento es una reacción a la ausencia del objeto amado, no necesariamente muerto, porque en ocasiones la falta se presenta de manera ideal y, por tanto, es una separación o fragmentación del sujeto. En ambos conceptos se manifiesta, psíquicamente, el dolor y, en ellos, se expresa una irrupción en el interés por el mundo exterior, el abandono de sí por la incapacidad de amar —“un viento débil lleno de rostros doblados / que recorto en formas de objetos que amar” (Pizarnik, 2003: 6)—, la inhibición de las funciones todas y, finalmente, la disminución del amor propio. Resulta, pues, que el melancólico asume como propias ciertas características del objeto amoroso, por lo cual volver a la adaptación del yo con el yo perdido ocasiona el desdoblamiento de Pizarnik, expresado, lingüísticamente, en diversas metáforas. Ahora en esta hora inocente yo y la que fui nos sentamos en el umbral de mi mirada (Pizarnik, 2003: 6) El camino del espejo La metáfora principal del poemario es la muerte de la poeta. Esa idealización de sí misma como una ausencia sugiere una analogía que es preciso interpretar dentro de los mismos poemas. A lo que antes nombré como ambivalencia y doble personalidad, ahora se comprende bajo el concepto de analogía, cuya figura retórica es la relación semántica entre dos ideas que pueden ser contrarias o no, y con este sistema de correspondencias se formulan las metáforas de Árbol de Diana. Una de dichas metáforas es la del espejo, que forma parte de la isotopía del texto, y significa la noción de desprendimiento o reflejo, en el uso lingüístico, semántico y temático del poemario. Es precisamente el espejo la causa por la cual se fragmenta el yo lírico y se busca la unidad personal, diluida a consecuencia del duelo y la melancolía. Es una transformación que pasa de lo material a lo espiritual: “Explicar con palabras de este mundo / que partió de mí un barco llevándome” (Pizarnik, 2003: 7). La expresión del poema citado más abajo indica el uso obsesivo de ciertas relaciones, que se superponen para construir otras semejantes y contiguas. Tal forma de análisis corresponde a la psicocrítca de Mauron; aunque su metodología compara distintas obras del mismo poeta, no creo inconveniente comparar y suponer algunas metáforas, en el poema en cuestión, para demostrar la diferencia de sus relaciones. En distintas partes del libro es visible ese cambio en la significancia, no obstante en otras permanece oculto ese nivel de isotopía. Lo latente se desvela a medida que se revisan y analizan los campos semánticos y poéticos a los que pertenecen las palabras. Dicha labor se practica mediante la metonimia y la metáfora (6). El código de los términos silencio, silenciosa y sombra están presentes en el poema 3, los cuales, por su semejanza semántica y expresiva, denotan el no encuentro al que se refiere la poeta. Más adelante, en el poema 16, esa referencia aparece bajo el concepto soledad cuando dice de sí como otra: “has terminado sola / lo que nadie comenzó” (Pizarnik, 2003: 8). Por otra parte, también en el mensaje se expresan palabras adyacentes, que por sustitución corresponden a distintos niveles semánticos, pero que participan de un mismo rango de isotopía para otorgarle una homogeneidad al poemario. La muerte es uno de tales campos semánticos. Las dicciones memoria, sombra, viajera, ausencia, palabras y espejo se suplen entre sí, en distintas partes, para darle unidad al texto y sugerir, de esta manera, la idea de muerte. Puede consultarse el poema 8, en el que la incertidumbre es un lugar de la memoria donde vagabundea la sombra, símil de Alejandra, del doble y del espejo, siempre y cuando se comparen con otros poemas, como por ejemplo el 14 y 17. El primero de ellos es un miedo a la muerte que se traduce en no poder decir la palabra; el segundo es claro por la imagen de la autómata, y por la ambigüedad que se establece, entre el sonambulismo y el funeral del sujeto de la enunciación. La transnominación y similitud de los campos semánticos corresponden a la ambivalencia de la locución; el sujeto poético práctica la sustitución y repetición de entidades lingüísticas para hacer más expresa la idea de desdoblamiento. 14 El poema que no digo, el que no merezco. Miedo de ser dos camino del espejo: alguien en mí dormido me come y me bebe. (Pizarnik, 2003: 7) El símbolo del espejo permite comprender la identificación y visión del yo como un tú. Ese rasgo es explícito cuando, en el enunciado, el yo se refiere a sí como un tú, o bien, en el momento en que el yo se expresa en tercera persona, como en el poema 14 (7). Estas entidades lingüísticas reconocen la transformación no solo espacial, sino también temporal y metafísica. El movimiento espacial se observa con los cambios de lugar, el cambio temporal con las variaciones que han sufrido las cosas mismas y, finalmente, el metafísico por la muerte del sujeto de la enunciación. Entonces, “el sujeto se funda en una alineación forzada que se manifiesta como el revés de la implicación del cogito cartesiano” (Moustafa, 2008: 118). La expresión cogito ergo sum de René Descartes expone la ontología del ser, pero a este planteamiento lógico, Lacan le aplica su negativa y queda de la manera siguiente: o yo no pienso, o yo no existo. Lacan sostiene que es la mejor traducción que se puede dar del cogito cartesiano como punto de cristalización del sujeto del inconsciente, porque corresponde a una ontología del ser del yo y no del ser. No pensar o no existir exigen un extrañamiento y la alienación del sujeto. En parte, en ello consiste la lógica del fantasma, pues la fragmentación del cuerpo, con sus faltas, sueños y mundo visible, se presenta como un doble o espejo que se proyecta desde el yo. Es la imagen del cuerpo propio lo que corresponde al imago, el cual manifiesta realidades psíquicas y proyecciones que derivan del espejo. Si bien se ha insistido mucho en la desintegración de la identidad, correlativamente a eso ocurre una búsqueda de la semejanza entre los términos del yo, a lo cual puede denominarse, bajo los conceptos lacanianos, como “la formación del yo [je]” (Lacan, 1980: 15). Sería, pues, intentar salir de la desesperación y de la escisión del yo. Árbol de Diana, una simbolización del equilibrio Como parte de la unidad textual, el título presume un significado y orienta el análisis a descifrar los símbolos contenidos en él; por lo tanto, es necesario relacionar esa simbología con el tema del poema. Para ello se revisaron dos diccionarios que ayudaron a diagnosticar lo que significa cada uno de los elementos del título: el árbol y Diana. Según Hans Biedermann (1996), el árbol “es, al igual que el mismo ser humano, una imagen del ser de dos mundos”. Dicha correspondencia vincula lo divino y lo humano, el infinito y lo finito, arriba y abajo, universo y tierra. Esta serie de relaciones implica el equilibrio y, quizá, la regeneración, si es posible pensar en una descompensación entre los dos términos que conforman la unidad. Como puede deducirse, el árbol también se refiere a la analogía y a la dualidad, por lo cual, el árbol, en el poemario, simboliza la unidad y la síntesis del yo; aunque ese mismo árbol, eje rector, puede padecer la ruptura de su unidad, tal como ocurre con el sujeto poético, también es posible su regeneración, la formación del yo. José Felipe Fernández-Checa (2001), propone otra explicación, a saber, el árbol reúne en sí los cuatro elementos: el agua, la tierra, el aire y el fuego. En general, considera dos significados simbólicos: eje del mundo y paralelismo con la vida. Ambas definiciones tienen como argumento la unidad, conformada por dos términos cuya síntesis establece un orden, mismo que se desestabiliza cuando el espejo representa la irrupción en el yo. La síntesis queda liquidada y la búsqueda de volver al orden provoca la desesperación, que culmina, finalmente, en la muerte de la poeta y, por lo tanto, con la parte infinita del árbol. Destruida la unidad, lo que resta es “un agujero en la noche / súbitamente invadido por un ángel” (Pizarnik, 2003: 10). La otra parte de la relación corresponde al presumible mito de Diana, nombre latinizado de Artemis. Robert Graves (2007) proporciona datos que hacen pensar en el significado del mito. Según esto, Artemis es hija de Zeus y de la mortal Leto, quien fue perseguida por la serpiente Pitón, enviada por Hera, para impedir el alumbramiento, que se efectuó favorablemente en Ortigia, cerca de Delos. Al nacer Artemis “ayudó a su madre a cruzar los angostos estrechos, y allí, entre un olivo y una palmera que crecían en el lado septentrional del monte Cinto, dio a luz a Apolo tras nueve días de parto” (Graves, 2007: 69). También es considerada diosa virgen y del nacimiento, lo cual hace pensar en la relación que pueda existir con el Árbol de la Vida. Las explicaciones del árbol como representación de los contrarios pueden ser infinitas, y para ser más breve, me interesa recuperar una relación que, únicamente, se ha mencionado de forma implícita: vida y muerte. El árbol, fuente de vida, y Diana, la que ayuda a los nacimientos, son aspectos presentes en la obra de Pizarnik de modo latente, y se hacen evidentes a través del examen de sus metáforas y metonimias. Finalmente, el sujeto poético se relaciona con los símbolos expuestos en la textualidad y en la semántica, porque el desequilibrio del yo lírico, además de estar expresado lingüísticamente, también se encuentra en la unidad constituida en la isotopía. La figura Pizarnik es símil del árbol porque conforman una analogía, que funciona como metonimia, porque el predicado es concedido a sujetos distintos e, incluso, por la semejanza existente entre varios de sus términos. Cabe mencionar que el desplazamiento, condensación, identificación, transferencia y simbolización se articulan de forma latente entre el yo de Pizarnik y el árbol. Así como se presupone un equilibrio que se desplaza a una inestabilidad, la vida termina con caer, y esa caída implica la muerte. Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fuego, de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche, déjate caer y doler, mi vida. (Pizarnik, 2003: 13) Bibliografía • ÁLVAREZ COLÍN, Luis (2003), Hermenéutica analógica, símbolo y psicoanálisis, México, Ducere. • BIEDERMANN, Hans (1996), Diccionario de símbolos, Barcelona, Buenos Aires-México, Paidós, pp. 41-43 y 151-152. • BURTON, Robert (2006), Anatomía de la melancolía, Madrid, Alianza. • FERNÁNDEZ-CHECA, José Felipe Alonso (2001), Diccionario de ciencias ocultas, Madrid, Espasa, pp. 201-203. • FREUD, Sigmund (2004), El yo y el ello, Madrid, Alianza. — (1986), “La aflicción y la melancolía”, El malestar en la cultura, Madrid, Alianza, pp. 214-230. • GRAVES, Robert (2007), Los mitos griegos, 1, Madrid, Alianza. • JAKOBSON, Roman, y Juan Ángel MAGARIÑOS DE MORENTIN (1973), “Dos aspectos del lenguaje y dos tipos de afasia”, Semiología, afasia y discurso psicótico, Buenos Aires, Rodolfo Alonso. • KIERKEGAARD, Søren (2007), El concepto de angustia, Madrid, Alianza. • LACAN, Jacques (1966), Seminario 14. 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En el escrito presente me sujeto a la nueva ortografía que la Real Academia de la Lengua Española ha sugerido en la nueva edición de 2010. 2. Charles Mauron (1963) avanza desde un camino diferente hacia el estudio de la literatura, basado en algunos descubrimientos de Freud, y amplía la comprensión de las obras literarias. Particularmente se centra en la genética de las metáforas, considerando la biografía y el inconsciente con el resto del proyecto literario. Jefrey Mehlman (1981: 46-66) explica el método psicocrítico como un análisis de la metáfora, en cuyo constructo participa el inconsciente del poeta. Lo interesante de esta crítica radica en descubrir cuáles son las imágenes y metáforas más constantes y, por lo tanto, obsesivas, mediante el diagnóstico de la semejanza y contigüidad entre ciertas palabras o símbolos. Ello permite registrar el cambio que sufren las propias metáforas. No hay que olvidar que tales modificaciones en las palabras corresponden al empleo de la metonimia y la metáfora. Sobre esto último véase Roman Jakobson (1973). 3. La melancolía es uno de los males más antiguos registrados. Proviene de las palabras griegas mélas, que significa negro, y kholé, que es bilis. Robert Burton (2006) realiza una descripción de sus síntomas y características, de la misma manera presenta una teoría en torno a este síntoma. En un principio fue considerada un humor. De los primeros en efectuar escritos sobre ella fue Galeno, quien no supo decir de dónde procedía o cómo se originaba en el cuerpo. Otros tantos autores, antiguos y modernos, dice Burton, han equivocado y confundido entre melancolía y locura. Para leer la historiografía y la clase y tipos de melancolía véase Burton (2006: 65-206). 4. Frédérick Pellion (2000: 137-169) expone de manera sucinta los orígenes de la formación del concepto de melancolía. Realiza una revisión de los textos más antiguos, orientando su hipótesis a la descarga de libido como uno de los factores del síntoma. Por otra parte, también supone que, desde un inicio, la reflexión freudiana sobre la melancolía está acompañada por la pregunta del correlato intrasíquico del objeto sexual o perdido. La cuestión de la identificación, por cuyo intermedio se confiere a ese correlato igual objetividad —en el sentido del mismo poder de realización— que la atribuida al propio objeto, es por lo tanto indisociable de ella desde el comienzo. Desde ese punto de vista, podemos considerar Duelo y melancolía, redactado veinte años antes que el escrito G, como portador ante todo, de una nueva tentativa para reexaminar el papel de garante del objeto exterior, pero de un objeto que ahora se presenta como faltante y ya no como lo que remedia (2000: 141). 5. La presencia de la conceptualización del yo de Arthur Rimbaud está registrada en Árbol de Diana. Rimbaud dijo: Je suis autre, en una carta dirigida a Durmé. 6. Roman Jakobson (1973) presenta su estudio de la metonimia y la metáfora como la selección y combinación de las unidades lingüísticas a través de lo adyacente y lo semejante de los términos. En la selección las entidades lingüísticas se asocian en el código y están ligados entre sí por distintos grados de similitud (metáfora). Contrario a ello, en la combinación las entidades se asocian en el código y en el mensaje mediante una serie de alternancia y contigüidad (metonimia). 7. El lector puede reconocer estos rasgos lingüísticos en los poemas 16, 17, 19, 20, 22, 28, 34 y 36. Me parece excesivo citar todos los ejemplos, por lo cual solicito al lector revisarlos. Baste señalar solo dos de ellos que pueden servir como orientación para definir dicha característica de la escisión del yo. 17 Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por esos días, sonámbula y transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta, se cuenta casas y cosas: nido de hilos rígidos donde me danzo y me lloro en mis numerosos funerales. Ella es su espejo incendiado, su espera en hogueras frías, su elemento místico, su fornicación de nombres creciendo solos en la noche pálida. (Pizarnik, 2003: 8). Este poema demuestra lo que son las transformaciones o metamorfosis espaciales, temporales y metafísicas. La autómata se canta, se llora y es el espejo ya muerto, ya quemado. El traslado del espejo como reflejo al espejo como cenizas supone un cambio de tiempo y, por tanto, un cambio en el ser de Pizarnik. Ella se asume como viajera, la que sufre las modificaciones. 34 La pequeña viajera moría explicando su muerte sabios animales nostálgicos visitaban su cuerpo caliente. (Pizarnik, 2003: 12) ** Fernando Salazar Torres http://www.letralia.com/firmas/salazartorresfernando.htm Escritor mexicano (Ciudad de México, 1984). Licenciado en filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa (UAM-I, http://www.izt.uam.mx), donde cursa actualmente la maestría en teoría literaria. Ha publicado en distintas gacetas y revistas literarias impresas y electrónicas. Subdirector de la revista literaria el golem y de el golem editores. Ha publicado el poemario Sueños de cadáver. === El efecto Poe en la narrativa venezolana ============================== === María Eugenia Betancourt ============================================== Tomando en cuenta los rasgos novedosos que hemos observado en la actual narrativa, donde se mezclan diversos estilos y variadas temáticas, se considera necesario estudiar la nueva narrativa bajo la luz del género cuento. Hay que considerar además que no existe una teoría universal y totalizadora sobre el cuento, ya que cada escritor crea su obra de muy diversas maneras y con diferentes recursos, de acuerdo con su sensibilidad y manera de percibir el mundo. Para ello, se examinará el efecto del cuento, propuesto por Edgar Allan Poe. El efecto es para Poe un aspecto central en el cuento que atañe tanto a la forma, en tanto búsqueda consciente de una impresión que se quiere crear en el lector, y el fondo, en tanto ese efecto se fundamenta en elementos y vivencias profundas transmitidas al lector. Si bien no se pretende encasillar a la cuentística actual dentro de modelos preestablecidos, sí se hace necesario, con fines académicos, tomar en cuenta los antecedentes del cuento, propuesto por Poe. También hay que considerar las más recientes formulaciones en cuanto al género. Por ejemplo, Barrera Linares nos dice: ...una teoría del cuento debería ser lo suficientemente amplia como para explicar cada una de las distintas categorías de relatos breves escritos, imaginados o narrados con propósitos estrictamente literarios. Vale recordar que no se conoce hasta ahora ninguna iniciativa que pretenda integrar de algún modo factores de apariencia tan diversa como el texto (objeto de estudio), el receptor (destinatario y juez final), el productor (escritor) y el contexto psicológico y socio-cultural implícito en la elaboración de un cuento (Barrera Linares en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 31). Es así como, tomando como base la metodología propuesta por Edgar Allan Poe en “La filosofía de la composición”, se explorará cómo se logra el efecto del cuento, a modo de catalizador que pudiera dar cuenta del estatus actual de la narrativa, a través de cinco relatos seleccionados, correspondientes al lapso 2001-2008. Tal acercamiento nos puede conceder la posibilidad de postular si la noción de efecto propuesta por Poe ha variado o ha desaparecido en los cuentos que analizaremos. No cabe duda de que Edgar Allan Poe ha sido considerado por críticos y cuentistas como el creador del cuento moderno, tanto por su producción literaria como por las formulaciones teóricas sobre este género. De hecho, ensayos como “La filosofía de la composición” (Poe, 1973: 65-79) y “Hawthorne y la teoría del efecto del cuento”, entre otros, en los que instaura un método de creación literaria, lograron constituirse posteriormente en las bases fundamentales de las teorías sobre el género. Julio Cortázar, estudioso de la obra de Poe, nos dice que: Toda la obra crítica de Poe busca racionalizar el proceso artístico y demostrar la lucidez y el rigor que exige la composición de una obra. El ejemplo más cabal de esto lo constituye su ensayo “La filosofía de la composición”, donde se dedica a analizar, paso a paso, el proceso de la composición del “El cuervo” (en Rosenblat, 1997:240). A pesar de que el método de composición que Poe propuso se refiere a la creación de su poema “El cuervo”, tal sistema se extiende a la creación de cualquier obra literaria, explicitando la rigurosidad en el manejo de todos los elementos compositivos en el acto creativo, tanto del cuento como del poema, de tal forma que es aplicado con la misma intensidad en sus propios relatos, así como a la obra de otros autores, como la de Hawthorne, por ejemplo. Y el mismo Poe lo expresa en su ensayo: Es mi intención mostrar que ningún detalle de su composición puede asignarse a un azar o una intuición, sino que la obra se desenvolvió paso a paso hasta quedar completa, con la precisión y el rigor lógico de un problema matemático (Poe, 1973: 67). Aunque ya la noción de género parece gastada, se hace necesario sistematizar varias de las características que pudieran ser aplicables al relato en general, por supuesto, tomando en cuenta los cambios desarrollados en la nueva narratología, y considerando lo que dicen algunos críticos en relación con ello, tal como lo expresa Barrera Linares: “Presumir que la esencia del cuento resida en el efecto producido por él mismo o que su extensión no sobrepase un determinado número de páginas deviene casi en una contradicción a la hora de evaluar algunos textos propuestos como ‘cuento’ que no alcanzan a cubrir tales condiciones” (Barrera Linares en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 32). En ese sentido, y a los fines de acercarnos a la narrativa del lapso 2001-2008, revisaremos las explicaciones sobre las cuales Poe expone su método para la creación literaria. En el mencionado método de composición, Poe establece que es ineludible elegir de antemano un efecto, procurando que nada quede al azar: “De entre los innumerables efectos o impresiones de que son susceptibles el corazón, el intelecto o (más generalmente) el alma, ¿cuál elegiré en esta ocasión?”. Luego de escoger un efecto que, en primer término, sea novedoso y además penetrante, me pregunto si podré lograrlo mediante los incidentes o por el tono general —ya sean incidentes ordinarios y tono peculiar o viceversa, o bien por una doble peculiaridad de los incidentes y del tono—; entonces miro en torno (o más bien dentro) de mí, en procura de la combinación de sucesos o de tono que mejor me ayuden en la producción del efecto (Poe, 1973: 66). En una comparación entre la poética de Poe y la de Julio Cortázar, realizado por María Luisa Rosenblat, ésta destaca algunos comentarios que el propio Cortázar había expresado en relación con la teoría y producción literaria de Poe: Cortázar, que lo considera el iniciador del cuento contemporáneo, dice que tanto la teoría como los propios cuentos de Poe “prueban su perfecta comprensión de los principios rectores del género” y agrega: “Poe se dio cuenta antes que nadie del rigor que exige el cuento como género (...)”. Cortázar señala la estrecha relación que existe entre la teoría y la actividad narrativa de Poe y advierte la importancia que adquiere comprender su visión del proceso artístico para apreciar la obra de ficción (Rosenblat en Pacheco y Barrera Linares, 1997:228). Poe realiza una serie de consideraciones a tomar en cuenta para el logro del efecto, tales como la extensión de la obra, el dominio, el tono y carácter de las palabras, que conlleven a la impresión deseada. Con relación a la extensión de una obra, lo cual es para Poe de suma importancia para el objetivo primordial, el efecto, dice: Si una obra literaria es demasiado larga para ser leída de una sola vez, preciso es resignarse a perder el importantísimo efecto que se deriva de la unidad de impresión (...) pues resulta claro que la brevedad debe hallarse en razón directa de la intensidad del efecto buscado, y esto último con una sola condición: la de que cierto grado de duración es requisito indispensable para conseguir un efecto cualquiera (Poe, 1973: 67-68). Con respecto al propósito de la obra, Poe considera que debe establecerse también la intención de cualquier composición: “Mi segunda preocupación fue la de elegir la impresión o el efecto que el poema produciría; desde ahora puedo señalar que, en todo momento de su composición, no descuidé un instante la intención de hacerlo universalmente apreciable” (Poe, 1973: 68-69). Igualmente, Poe estimó estas consideraciones para el relato, puesto que en su ensayo sobre los cuentos de Hawthorne reitera su concepción de la importancia de premeditar un efecto en el cuento como tal: “Señalaré al respecto que, en casi todas las composiciones, el punto de mayor importancia es la unidad de efecto o impresión (...). Y sin unidad de impresión no se pueden lograr los efectos más profundos” (en Pacheco y Barrera Linares, 1997:303). Además agrega que el efecto preconcebido dictará los incidentes que se deben dar al relato, y que éstos deben estar en concordancia para su logro, puesto que de esa manera se alcanzará la unidad del relato: Un hábil artista literario ha construido un relato. Si es prudente, no habrá elaborado sus pensamientos para ubicar los incidentes, sino que, después de concebir cuidadosamente cierto efecto único y singular, inventará los incidentes, combinándolos de la manera que mejor ayuden a lograr el efecto preconcebido. Si su primera frase no tiende ya a la producción de dicho efecto, quiere decir que ha fracasado en el primer paso (en Pacheco, 1997:304). Sobre la trama, el desenlace y el efecto, Poe reitera la preconcepción del efecto antes de la elaboración del relato: “...el efecto buscado en todas las demás composiciones, debería haber sido considerado y arreglado de manera definitiva antes de escribir la primera palabra (...) hacia el desarrollo del desenlace o al fortalecimiento del efecto” (en Pacheco y Barrera Linares, 1997:313). Con referencia a la trama, Poe dice que: “En su acepción más rigurosa, trama es aquel conjunto del cual ni un solo átomo componente puede ser removido, ni un solo átomo componente puede ser desplazado, sin arruinar el todo...” (en Pacheco y Barrera Linares, 1997:314). Por su parte, Hernán Lara Zavala, en su ensayo titulado “Para una geometría del cuento”, compilado en el texto Del cuento y sus alrededores. Aproximaciones a una teoría del cuento (1997), de Carlos Pacheco y Luis Barrera Linares, analiza la teoría formulada por Poe, en la que destaca que éste infiere, a través de sus relatos, que a mayor dramatismo corresponderá una mayor revelación en el cuento, es decir, que se enfatice la importancia de la trama con el objeto de lograr un desenlace más fuerte y sorpresivo. En otras palabras, a mayor efecto dramático habrá una mayor revelación al final (1). Con esa misma finalidad, se destaca que para Poe la intensidad del relato podía lograrse o bien mediante la anécdota o bien mediante el tono, puesto que Poe consideraba que existían dos medios para lograr el efecto dramático de un relato: los incidentes y el tono, lo cual conduce a un tercero al combinarse ambos aspectos. La explicación de tal fórmula proviene de que como el efecto de un cuento está basado en gran medida en el desenlace, que normalmente sería el punto donde se establece el giro dramático de la acción o clímax, los cuentos que buscan acrecentar esa intensidad en el relato establecerían un mayor dramatismo o complicación en ese punto. A este respecto Lara Zavala concluye que: Lo anterior nos lleva a confirmar que existen dos tipos básicos de cuentos (aunque no siempre de cuentistas): los que se concentran en la anécdota y en su sorpresivo desenlace, y aquellos que logran establecer un clima, una atmósfera, un tono que, en los relatos logrados, contienen la paradoja íntima inherente a todo buen relato breve (Lara Zavala en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 550). Por otra parte, Ian Reid se opone a la idea original de Poe, y otros escritores, según la cual “(...) la simetría de diseño era para el cuento condición sine qua non (...). Un cuento no tiene prácticamente validez si carece de trama (...). La trama es siempre básica en un cuento moderno y que la estructura narrativa surge siempre del conflicto, la secuencia de acciones y la resolución” (Reid en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 262), puesto que la “simetría del diseño” de Poe no ha ayudado a discernir la estructura donde dicha simetría se encuentra y también porque ha impedido reconocer que en muchos cuentos la simetría está completamente ausente. Además, el cuento no necesita tener un desarrollo completo, puede no tener ni principio ni final, y representar un estado de cosas más que una secuencia de acontecimientos, “existe una tendencia en nuestro siglo [XX] a reducir los cuentos a “sólo la parte del medio”, a evitar complicaciones estructurales en general y momentos climáticos terminales en particular (Reid en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 265-266), y en ese sentido, los relatos se parecen más a la realidad, pues dan la impresión semejante a situaciones que conocemos y que nos causan alguna emoción. En cuanto a nuestra narrativa, Barrera Linares nos presenta un panorama del cuento venezolano. En el prólogo a Re-cuento. Antología del relato breve venezolano (1960-1990) (1994), indica, a grandes rasgos, una división global de los cuentos literarios en cuatro categorías: la que presentan ciertas características tales como una visión subjetivada de la historia narrada mediante puntos de vista intimistas; en lo estilístico, resalta una inclinación a la metáfora y la sugerencia; anécdota difusa, inclinaciones hacia la actitud filosófica y la búsqueda de trascendentalismo, la autorreferencialidad textual, la nostalgia: ...los cultores del textualismo (...). Se trata de narradores cuyo foco narrativo principal es la exploración de espacios internos del texto y cuya manifestación exterior más evidente apunta hacia el experimentalismo gráfico. Les interesa notoriamente la transgresión [sic] de los esquemas espaciales del discurso. También cabrían aquí aquellos que, conservando la espacialidad tradicional, se aproximan al tipo de ludismo que se caracteriza por el cruce de varias categorías de discurso, en ocasiones destacados grafemáticamente, y por una indagación de los espacios internos relacionados con la conciencia de los personajes (Barrera Linares, 1994:8). Otro tipo de narrativa conserva su apego a los cánones y criterio de la “realidad”, cuyo rasgo más notorio es la narración de historias, en diversas formas y estilos, ajenos a la metáfora y el lirismo. Utilizan el humor, el sarcasmo y lo tragicómico, y sus personajes actúan como antihéroes de una contemporaneidad que los atosiga, con un registro verbal coloquial o familiar (Barrera Linares, 1994:10-11). Al analizar los relatos tomaremos en cuenta tanto la estructura del texto como la probable recepción de la obra, pues de allí se puede determinar cómo se logra el efecto del cuento, observando lo que explica Barrera Linares: Buena parte del abordaje teórico tradicional ha sido centralizada en dos variables básicas: el receptor y la estructura. Hacia el primero estarían dirigidos aspectos como el efecto, la intensidad y la relativa autonomía semántica. Hacia lo segundo apuntan factores como la sintaxis verbal propia del cuento (lenguaje directo y limpio de retórica, ritmo narrativo, importancia del principio y el final) y la extensión, condicionada esta última por el tiempo de lectura, la focalización en un solo hecho y la coherencia semántica (Barrera Linares en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 40). De la cuentística venezolana, se seleccionaron los cuentos “Papá paga la cuenta” (2006), de Orlando Chirinos, “Monsieur Ismael” (2006), de Norberto José Olivar, “Sobremesa” (2006), de Armando Coll, “El espadachín manco” (2007), de Antonio López Ortega y “En la hora sin sombra” (2007), de Rodrigo Blanco Calderón, puesto que estos cuentos nos confrontan con una narrativa en la que notamos la evidente transformación en la manera compositiva con respecto al cuento canónico. Tal vez tal extrañamiento proviene de cierta estética del cuento, manejada por mucho tiempo, que se hace patente cuando evaluamos los textos con los parámetros tradicionales, y esas transformaciones tengan que ver con la búsqueda de la originalidad como un intento de crear nuevas formas del relato: La originalidad, para Poe, (...) no consiste en una originalidad temática sino que tiene que ver con la creación de un efecto novedoso. Ese efecto constituye ante todo una experiencia de tipo emocional pero envuelve diversos factores intelectuales y espirituales. Cortázar señala que la originalidad en Poe tiene que ver con el tratamiento del tema, más que con el tema en sí (...) (en Rosenblat, 1997:237). En el cuento “Papá paga la cuenta”, de Orlando Chirinos (Chirinos, 2006: 13-21), se recurre a la metaliteratura (tal vez dirigido a un lector ideal). Se plantea la ficción, con la materialización al mundo “real”, de dos personajes, Rojas (médico) y Víctor (malhechor), escapados “de manera extraña” de las páginas de dos novelas distintas, escritas a medias por Moisés Botero Viña (papá). Sorprendido en el bar Giramundo por su némesis conformada por “la dupleta de ficción” y “los que habían provocado el descalabro inicial de esos espacios en blanco dentro de sus libros” (Chirinos, 2006: 15), el autor de tales personajes se sumerge dentro de una “realidad” transfigurada en una multiplicidad de espacios temporales, pero que trascurren en un tiempo dilatado, como una materia “gomosa” que se proyectaba hacia el pasado y hacia el futuro, como espejos deformantes, donde “... podía jurar que, aun cuando su cara apuntaba hacia la salida, lo estaba observando a él” (Chirinos, 2006: 18). Tal vez enfermo o víctima de su propia ficción, los “evadidos” lo precipitan a su fin al suelo del bar Giramundo. Tal propuesta correspondería al cuento con visos fantásticos, expuestos con un lenguaje directo y un estilo que estaría enmarcado dentro de la estética que Barrera Linares había categorizado para los relatos producidos en la década de los 80, como esquemas tradicionales: Estrategias formales como la dislocación temporal, la ruptura de planos espaciales, los juegos con el narrador, la literatura misma como referente del texto narrativo, se volvieron cotidianos a pesar de cierta resistencia, y se integran a una vertiente anecdótica cuyo objetivo primordial se centra en el afán por ganar lectores, atrayéndolos mediante la presentación de historias amenas, atrapantes, interesantes, narradas con humor (...) (Barrera Linares, 1997:50). En cuanto a los tipos de cuentos, y en lo que concierne al logro de los efectos comunicativos del relato, Barrera Linares reseña la clásica división entre cuentos “dinámicos” (épicos o miméticos) y “estáticos” (líricos o epifánicos), según sus efectos estilísticos se concentren en la acción (la trama) o el escenario (el marco) (Barrera Linares, 1997:31). Dentro de esas categorías, los cuentos “dinámicos” o miméticos, se encontrarían los cuentos sin grandes misterios que resolver o profundidades a ser discernidas, ya que el significado es directo y transparente, digamos, tienen un significado lineal y explícito, con lo que el autor buscaría sólo que el receptor experimente un sentimiento de satisfacción al completar la forma de la historia. Esa categorización no parece haber variado mucho en la narrativa actual, o por lo menos se le parece mucho. A pesar de la ruptura de ciertos parámetros correspondientes al cuento canónico, el cuento “Papá paga la cuenta” se enmarca dentro de lo que reseña Barrera Linares como el cuento “mimético” o “dinámico” (Barrera Linares, 1997:31), pues responde a una superestructura concreta, es decir, un inicio, orientación, evaluación, trama, evaluación y resolución que suele responder a los esquemas generales del cuento canónico, y la descodificación de su contenido se logra sin mucho esfuerzo. El efecto del cuento se logra tanto por la anécdota como por el tono de la narración, y tal como nos dice Poe: “Su efecto se ve reforzado por otros efectos insólitos...” (Poe, 1973: 74). Además se establece en la narración “...el deseo de aumentar la curiosidad del lector por mera prolongación de la expectativa...” (Poe, 1973: 75), cuando el personaje Moisés Botero Viña se sumerge en una serie de evocaciones, prolongando el tiempo desde el encuentro con los “evadidos” hasta el momento en que éstos acaban con él, manteniendo al lector en expectación. Las referencias metaliterarias del cuento pudieran equivaler a lo que Poe denominó “estímulo artístico” (refiriéndose al estribillo, nevermore, del poema “El cuervo”): “Determinados así la extensión, el dominio y el tono, me confié a la inducción ordinaria con el fin de hallar algún estímulo artístico que me sirviera de clave para la construcción del poema...” (Poe, 1973: 70). En este caso, las referencias literarias tienen la función de “estimular” al lector, pues son fácilmente reconocidas, como la mención al libro Cuando quiero llorar no lloro, de Miguel Otero Silva, o a los premios literarios de un diario venezolano, en el sentido de captar la atención y recuperar la memoria del lector ideal, lo que supone una literatura para “entendidos”. Por otro lado, se aprecia el artificio aplicado por el autor en la composición del cuento, y “artificio [es] aquello en lo que predomina la elaboración artística sobre lo natural (...), también es disimulo, cautela, doblez, engaño” (Castagnino en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 220). Hacia el final del cuento, el autor logra una capacidad de síntesis de todo el proceso de ataque y defensa a que es sometido Moisés Botero Viña, el padre de las “creaturas”, lo cual se corresponde con la brevedad y la idea de originalidad: Y aquello era una mezcla de dolor y calambre en el brazo, corría por el hombro, le disminuía o alteraba la visión, la audición, y el mundo iba de aquí hacia allá y de regreso era una y varias materias a la vez, en ambientes distintos: el salón de lectura, su esquina predilecta, las imágenes de sus hijos congeladas en un paseo al Vaticano. Estaba íngrimo y buscaba las pastillas en sus bolsillos, el mareo crecía, se apoyaba en el mesón de trabajo. El hombre sacaba la nueve milímetros, la montaba, daba una patada al velador, saltaban las copas, las botellas, salpicándolos, ordenaba al médico salirse de la línea de tiro. Él se ponía una mano en el pecho, llamaba a su mujer, que andaría por el jardín, atravesaba un territorio negro mate, de superficie irregular y desconocida, con la otra mano iniciaba una defensa débil y sin sentido (Chirinos, 2006: 21). “Tal culminación consiste en la capacidad de encerrar en las pocas páginas de su extensión: intensidad concentrada, interés, depurada condición expresiva...” (Castagnino en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 212). Lo que Poe denominó efecto, o su concepción de efecto, se constituye en una “máquina” que somete al lector a diversos estados emocionales, logrando finalmente el cometido primordial que el escritor se propuso con su rigurosa metodología: “Al hablar de ‘misión narrativa’ [de Poe] que se propone lograr esa ‘máquina infalible’ que es el cuento, Cortázar alude sin duda al efecto, entendido como una experiencia de tipo emocional que busca someter al lector imaginativa y espiritualmente (...), ‘perfectas máquinas de producir efectos fulminantes’ ” (Rosenblat en Pacheco y Barrera Linares, 1997:230). En el relato “Monsieur Ismael”, de Norberto José Olivar (en López Ortega, 2006:165-190), se van tejiendo varias historias para confluir en un suicidio. Mientras Ismael va redactando su testamento, evoca varios recuerdos como historias secundarias que van solapando la historia principal, la de su propia muerte. Arrellanado en su lecho de enfermo, va hilando el testamento entre sentimientos de nostalgia, ira y humillación, arrebatado por esa suerte de tragedia irónica que le ocasiona la enfermedad (¿lepra?) que lo consume de manera espantosa, después de haber sido honorable miembro de ejércitos de legiones extranjeras y que le merecieron condecoraciones de alto nivel como la Cruz de Hierro. La estrategia compositiva del autor se establece en la manera como narra estas historias entrecruzadas, pasando de la primera a la tercera persona y la ubicación del mismo personaje en tiempos diferentes. Mientras en el presente el personaje se encuentra postrado en su cama escribiendo, se infiere la redacción del testamento por el uso de letras en cursivas, como si fuese un texto aparte inserto en el relato de la vida pasada de Ismael. También resulta curioso el uso de la i latina en todo el texto. De igual forma, el cuento “Monsieur Ismael” se puede leer como un relato con rasgos históricos, puesto que se hace mención a algunos personajes de la vida política y militar del país, tales como el ex presidente Guzmán Blanco y el general Pérez Soto, entre otros, y de la vida zuliana de la época de mayor esplendor del personaje Ismael, que podría ubicarse hacia el año 1915. En general, el efecto del cuento se logra mediante las estrategias de composición narratológicas, utilizadas por el autor, para ensamblar el relato de un suicidio, que es lo que activa el cuento, montado sobre retazos de memorias del personaje principal. La estratagema del autor se evidencia porque logra confundir al lector, quien supone que está leyendo una historia, cuando en verdad se está narrando la historia principal, que es el suicidio de Ismael. Con relación a este tipo de relato, y de acuerdo con lo que dice Barrera Linares, acerca de los tipos de cuentos del período precedente al que se está analizando, cabe destacar la mención al cuento “lírico”, el cual sumerge al lector a un estado de confusión relacionado con el establecimiento del significado real del cuento, y cuyo final comúnmente es abierto o de resolución imprecisa. Pero, en este caso, el grado de satisfacción se logra cuando el receptor sea capaz de resolver que se le está contando solapadamente es la historia del suicidio de Ismael, lo que cerraría el círculo. En concordancia con la idea del efecto propuesta por Poe, dice Juan José Millás: “el cuento ha de ser algo circular o esférico, cerrado sobre sí mismo y conteniendo en su interior (...) toda la esencia del relato en cuestión” (Millás en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 252). Por otra parte, podemos notar que Norberto José Olivar construyó el relato teniendo en cuenta previamente el efecto que quería causar, al utilizar la estratagema del suicidio desde un principio. Según Poe: “ El desenlace (...) en la narrativa, el efecto buscado en todas las demás composiciones, debería haber sido considerado y arreglado de manera definitiva antes de escribir la primera palabra...” (en Pacheco, 1997:313), y que luego complicó con otras historias, incluyendo el testamento. Estos elementos serían los incidentes combinados entre sí a posteriori, para la prosecución del objetivo final. Lo anterior queda expresado por Poe de la siguiente manera: “Un hábil artista (...), si es prudente, no habrá elaborado sus pensamientos para ubicar los incidentes, sino que, después de concebir cuidadosamente cierto efecto único y singular, inventará los incidentes, combinándolos de la manera que mejor ayuden a lograr el efecto preconcebido...” (en Pacheco y Barrera Linares, 1997:304). El cuento “Sobremesa”, de Armando Coll (en López Ortega, 2006: 45-54), narra un misterio en torno a la desaparición de un niño. La anécdota no se cuenta directamente sino que hay ciertas sugerencias que generan tensión y preguntas al lector. De esa situación se puede apreciar una crítica soterrada hacia el seno de una clase social pudiente que se encuentra al margen de la ley y de la ética, puesto que se oculta la “desaparición” de un miembro de la familia, y posiblemente su muerte, sin dar cuenta de ese hecho a las autoridades y a la sociedad en general, manteniéndola como un secreto “familiar”, como un hecho aislado, menor, sin importancia y ajeno a las demás personas, pues las familias involucradas continúan la vida normalmente. Se sugiere en el cuento cierta relación de tipo sexual (¿homosexual?) muy difusa dentro de la trama del incidente de desaparición del niño Tico, donde hay una evidente complicidad familiar, y que se constata al final del cuento cuando la madre de los primos de Tico le revela a uno de sus hijos, no al lector, el secreto de su “desaparición”. Al dejar la resolución del misterio al lector, su significación, como dice Cortázar, lo que está más allá de la simple anécdota y que hace que un cuento rebase sus propios límites, provoca una “explosión de energía espiritual”, y en la que el lector participa como el intérprete, en la resolución del misterio. “Poe planteaba la idea de que al lector le toca recrear la obra, anticipándose así a la concepción tan moderna de la obra abierta y del lector como coautor”. “La significación del cuento, su carácter sugerente, plantea la relación entre el escritor y el lector” (Rosenblat en Pacheco, 1997:237). La “significación” del cuento, lo que está más allá de la simple anécdota y que hace que un cuento rebase sus propios límites, genera interrogantes que no pueden ser respondidas por el autor, porque ya el cuento está cerrado y sólo le queda al lector la tarea de interpretación. Probablemente este aspecto tiene que ver con el planteamiento de Poe, de lo “universalmente apreciable” (Poe, 1973: 68-69). Porque lo “significativo” aglutina en un relato simple, modesto, una realidad más vasta, y por ello percibimos su influencia como una fuerza. “La significación parece residir en el carácter simbólico o metafórico del cuento que muestra esa ‘fabulosa apertura de lo pequeño hacia lo grande’ (...) que esconden tras su significado aparente otro sentido oculto y sugerente” (Rosenblat en Pacheco y Barrera Linares, 1997:235). Al final de este cuento, la voz narrativa calla, pero el lector queda trepidante y estimulado en cerrar el círculo. “El espadachín manco”, de Antonio López Ortega (López Ortega, 2007: 223-235), es una propuesta con visos psicológicos, donde se constata el conocimiento en el manejo de la prosa en la elaboración del relato. El efecto se logra mediante la técnica narrativa de contar varios episodios, entrecruzándolos y haciéndolos confluir al final, utilizando el mismo tono narrativo. A través de la narración en primera persona por uno de los personajes, el cual no dice su nombre, logra construir una trama bifurcando la historia en una sucesión lógica de núcleos actanciales, eslabonados por la correlación de funciones en varios episodios a un mismo ritmo en dos acontecimientos paralelos, pero en espacios diferentes: la trama del filme El espadachín manco y el altercado contra Andrés. Un grupo de muchachos se reúne en Río Chico, en la casa vacacional de los padres de Álvaro, tal como lo hacían desde la adolescencia. En esta oportunidad, el reencuentro acontece como un recogimiento en solidaridad por la reciente muerte del padre de Vicente, lo cual les permitiría recuperar cierto equilibrio. Pero Andrés rompe ese esquema de abstracción llevando a una “nativa” a la casa, perturbando la paz del grupo. A causa de esa relación, Andrés visita el hospital, rememorando un episodio de su infancia cuando se desgarró un pie. Una noche, el grupo decide ir a ver la película El espadachín manco, y mientras se narra las aventuras del guerrero chino, ésta se entrecruza con la vida de Betsaida (la nativa, enfermera y affaire de Andrés), para desembocar en la persecución y ataque de que será víctima Andrés —quien se había escabullido de la sala de cine— por parte de un antiguo amante de Betsaida. Se establece un paralelismo entre las embestidas del espadachín invencible de la película al mismo ritmo en que Freddy, el ex amante de Betsaida, hunde la navaja en Andrés: “La daga que el espadachín hunde en el vientre del guerrero era la misma que en el árbol de la meseta sujetaba el brazo perdido. La navaja que el joven hunde en el vientre de Andrés era el mensaje de Freddy para Betsaida...” (López Ortega, 2006: 234). La bifurcación de las historias que se establece para el logro del efecto, reside en la forma en que se amalgaman al final, haciendo del cuento un relato acabado, impulsado por una unitaria tensión. A este respecto, Castagnino se refiere al impulso y la tensión que debe tener el cuento: Para lograr acceso y vida eficiente en dichos ciclos no hay fórmula única sino que los caminos y medios para alcanzarlos son múltiples e inagotables. Sin embargo el único y mínimo condicionamiento de la cuentística: el cuento o artefacto ha de funcionar a merced de un único impulso por presión de una unitaria tensión que no podrá interrumpirse hasta el final (Castagnino en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 220). Las repercusiones emotivas, psicológicas (rememoración de la infancia, las relaciones grupales), como sociales (el muchacho capitalino vs. la gente “nativa”, las clases sociales), le dan al texto un carácter de originalidad. Al respecto, es importante lo que dice Rosenblat en la siguiente cita: La originalidad para Poe (...) no consiste en una originalidad temática sino que tiene que ver con la creación de un efecto novedoso. Ese efecto constituye ante todo una experiencia de tipo emocional pero envuelve diversos factores intelectuales y espirituales. Cortázar señala que la originalidad en Poe tiene que ver con el tratamiento del tema, más que con el tema en sí (...) (Rosenblat en Pacheco, 1997:237). El cuento “En la hora sin sombra” (2007), de Rodrigo Blanco Calderón (Blanco Calderón, 2007: 105-116), bajo la canícula inclemente, un hombre, o dos, padece la desesperación de encontrarse extraviado en el cerro Ávila, el cual tiene la propiedad legendaria y mitológica de engullir a los incautos “encantados” que acuden a sus entrañas, provocándoles toda clase de alucinaciones. El efecto de este cuento radica en la atmósfera de incertidumbre, tanto para el personaje como para el lector. Por una parte, la perturbación del “yo” del personaje (¿psicótico?) nos convence de su situación y su realidad exterior: “Están perdidos él y su ‘compañero’: nos despertó el ladrido de un perro. Cuando abrí los ojos ya él estaba despabilado...” (Blanco Calderón, 2006: 110). Pero luego viene el final, cuando se nos revela, o caemos en cuenta, de que el “otro” no era más que su propia sombra, pues solo a él lo habían rescatado. El tema de este relato bien pudiera ser el “doble”, el doppelgänger, una falsificación de sí mismo, pues “el que sube al Ávila se contempla a sí mismo desde una breve, antigua y primitiva eternidad” (Blanco Calderón, 2006: 115). El personaje decide unirse al equipo de rescatistas, como arrebatado por una especie de síndrome de Estocolmo, para regresar, una y mil veces, al lugar de los desvaríos. Este relato también nos hace pensar en el cuento epifánico, que había mencionado Barrera Linares, pues el manejo de los recursos estilísticos del autor, del “artefacto” como llama Castagnino, nos dejan la sensación de un “más allá”, de una revelación, que es la toma de conciencia del personaje puesto en una situación crítica, y que es percibida por el lector cuando culmina el cuento, a través de la indagación de los espacios internos relacionados con la conciencia de los personajes (Barrera Linares, 1994:8). El efecto se constituye así en una experiencia de tipo emocional que envuelve diversos factores intelectuales y espirituales (Rosenblat en Pacheco y Barrera Linares, 1997:237) y que repercuten en la conciencia del lector. “Poe señala que lo que diferencia las obras meramente fantasiosas de aquellas auténticamente imaginativas o ideales es ese sentido de lo oculto, sugerente y místico que caracteriza a las segundas y que nacen de ciertas vivencias profundas del poeta”. De allí, la importancia que tiene el efecto para Poe, más que el tema o argumento, como forma de dar expresión a estas vivencias (Rosenblat en Pacheco y Barrera Linares, 1997:237). Lo anterior guarda relación con lo “universalmente apreciable” (Poe, 1973: 68-69). Y como dice Lara Zavala: Lo curioso, y donde radica la propia paradoja del género, es que aun cuando la anécdota sea un elemento indispensable, los mejores cuentos son los que logran ir más allá del diálogo y de la descripción, aquellos cuya historia deja en nosotros la sensación de que su materia memorable, su esencia, se halla en el estrato cuya profundidad se localiza más allá del mero aspecto incidental de la historia (Lara Zavala en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 552). Los cinco cuentos que hemos analizado parecen responder a la noción del cuento canónico, de acuerdo con lo propuesto por Poe con relación al efecto del cuento, y como también reitera Cortázar, cuando describe lo que para él son los tres aspectos fundamentales del cuento: la intensidad, la tensión y la significación (2), aspectos que están estrechamente relacionados con el efecto propuesto por Poe (Rosenblat en Pacheco y Barrera Linares 1997:232), según hemos constatado. También se puede observar que, en sus estructuras, la narración es cerrada y esférica, lo cual coincide con la noción de Poe sobre la unidad o totalidad de efecto en la obra. De ello se desprende que el desarrollo del cuento venezolano moderno parece estar en un proceso de continuidad, tal como supuso Barrera Linares para la narrativa del siglo XX con respecto a la del siglo XIX (Barrera Linares, 1997:52). Por ejemplo, es frecuente el uso de temáticas relacionadas con lo social contemporáneo incluyendo la crítica social, manejados en diferentes tonos como el humor, la doble significación, el sarcasmo o la ironía, con personajes contextualizados en esos medios; que, en definitiva, no son ajenos al quehacer literario, pues el escritor está envuelto en los procesos sociales y los interpreta. Sin embargo, y a pesar de cierta continuidad del género, se destaca cierta amplitud en los finales de estos cuentos, lo que permite considerar una profunda evolución del cuento actual con respecto al cuento canónico. En lo que respecta a estos relatos, no se puede aplicar aquello de que la singularidad del cuento resida en producir una impresión única en el lector, concentrándose en una crisis cuyos hilos son controlados por el autor, tal como suponían ensayistas, incluso antes de la teoría Poe (Reid en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 257), puesto que ahora el lector además interviene en la obra, asignándole diferentes interpretaciones y cerrando el círculo cuando los finales son abiertos y ha callado la voz narrativa. Inclusive, es posible que, como nos dice Barrera Linares: “No es el autor quien selecciona sus temas, sino que en el proceso creativo intervienen factores sociales, estéticos, ideológicos y psicolingüísticos implícitos en todo proceso de creación de signos (Barrera Linares en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 40). De igual modo, se percibe que, en la búsqueda de variados efectos, los autores de esos relatos traducen su singularidad con estilos peculiares, lo cual se corresponde con la noción de lo auténticamente original de la obra y que según Poe son aquellas que despiertan en el lector sentimientos o experiencias universales (Rosenblat en Pacheco y Barrera Linares, 1997:236), por las repercusiones que transmiten al receptor. Haciendo una comparación entre la producción literaria actual con la inmediatamente anterior, Barrera Linares observó que luego de un período de la narrativa, al que llama la corriente híbrida anecdótico-experimental (precedida de la narrativa de la década de los 70), los procesos literarios vuelven a los esquemas tradicionales (aproximadamente hacia el año 1988): Estrategias formales como la dislocación temporal, la ruptura de planos espaciales, los juegos con el narrador, la literatura misma como referente del texto narrativo, se volvieron cotidianos a pesar de cierta resistencia y se integran a una vertiente anecdótica cuyo objetivo primordial se centra en el afán por ganar lectores, atrayéndolos mediante la presentación de historias amenas, atrapantes, interesantes, narradas con humor, y sin los prejuicios de una estética que antes sacralizó y censuró muchos aspectos de la cotidianidad que parecían poco dignos de la literatura, y que ahora se incorporan como integrantes del texto narrativo (Barrera Linares, 1997:50) Sin embargo, la concepción de unidad, de “deliberada meticulosidad” propuesta por Poe, resulta limitada para englobar todos los cuentos: los sueños, la experiencia de los escritores, la gama de emociones, el cambio de tono, etc., inciden en la composición del cuento, lo cual implica que no todo en el cuento obedece necesariamente a un recurso mecánico (Reid en Pacheco y Barrera Linares, 1997:258), o a un problema matemático como propuso Poe. Es así como se puede afirmar que para la actual narratología no existe, ni debería existir, una teoría general y universal sobre el género cuento, aun cuando el género regula u organiza la producción literaria, sino que cada escritor recrea el mundo a su total libertad y de acuerdo con motivaciones propias, con sus estilos particulares y sin ceñirse a modelos preestablecidos. En relación con ello Barrera Linares reflexiona: El mismo hecho de no sentirse constreñidos por la necesidad de elaborar postulados teóricos que puedan ser utilizados en la delimitación buscada, ha ocasionado que quienes los sustentan no se sientan obligados sino a perfilar una supuesta teoría del cuento desde dos perspectivas básicas: el efecto (sobre el receptor) y la presentación (o estructura). Desde los puntos de vista más generales (Bosch, Poe, Balza, etc.) hasta los que intentan ser muy específicos (Meneses, Cortázar, Quiroga, etc.), la especulación teórica se diluye muchas veces en algún aspecto particular del cuento literario que pareciera no ir más allá de una presunta posición individual al respecto (Barrera Linares en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 30-31). A pesar de observar cierta continuidad en el género, en lo formal se destaca la exploración de nuevas formas narrativas para la consolidación del cuento venezolano de este período, tal como ciertos principios estéticos por la confluencia de lo que parece provenir de diferentes tendencias, aunque éstas compendian vastos recursos estilísticos. En suma, el cuento ha sufrido los cambios naturales con el devenir histórico y con una visión renovada del relato breve, aunque conserva los principios básicos del género, tal como lo propuso Poe en su “Filosofía de la composición”, en cuanto a la búsqueda del efecto y sus características. Bibliografía • BARRERA LINARES, L. (1997). Desacralización y parodia. Aproximación al cuento venezolano. Caracas: Monte Ávila/Equinoccio. — (2005). La negación del rostro. Caracas: Monte Ávila Latinoamericana. — (1994). (Coord.) Re-cuento. Antología del relato breve venezolano (1960-1990). Caracas: Fundarte. — (1997. “Apuntes para una teoría del cuento”. En PACHECO C. y BARRERA LINARES, L. (1997). Del cuento y sus alrededores. Aproximaciones a una teoría del cuento (pp. 29-42). Caracas: Monte Ávila Latinoamericana. • BLANCO CALDERÓN, R. (2007). “En la hora sin sombra”. En Los invencibles (pp.105-116). Caracas: Mondadori. • CHIRINOS, O. (2006). “Papá paga la cuenta”. En Los días mayores (pp.13-21). 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Aproximaciones a una teoría del cuento (pp. 225-245). Caracas: Monte Ávila Latinoamericana. Notas 1. Esta misma fórmula del “efecto” es invertida más adelante por Antón Chéjov, quien considera que a menor dramatismo, mayor será la revelación, pues “en su narrativa, lo inesperado, lo informulado y lo inconcluso conllevan un poder trágico intrínseco (...). Chéjov opta por el tono, y al sustituir los efectos dramáticos por la sutil intensidad del clímax, logró darle al cuento una densidad mayor y un carácter inefable” (Lara Zavala en Pacheco y Barrera Linares, 1997: 549). 2. Cortázar dice que la tensión y la intensidad vienen dadas por la eliminación de rodeos, digresiones o descripciones innecesarias (Rosenblat, en Pacheco y Barrera Linares, 1997:233) ** María Eugenia Betancourt http://www.letralia.com/firmas/betancourtmariaeugenia.htm Investigadora venezolana (Caracas, 1959). Tesista de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve). Su producción permanece inédita. ||||||||||||||||||||||||||||||| LETRAS |||||||||||||||||||||||||||||| *** Del diario de la señora Mao (extractos) María Teresa Ogliastri *** Aquella flor en el centro del caos Jorge Castelli *** Poemas Jéferson González Gómez *** Mis perros y yo Ada Vega *** ¡A escena, actores! Rolando Revagliatti *** Relatos Eva Medina Moreno *** Tres poemas Valeria Cecilia Pariso *** Mi hermosa Raquel Elena Herrera *** Poemas Francisco Torres Montealegre *** Una forma de autoboicot Natalia Moret *** Cinco poemas José Manuel Oliveros *** La tripona Héctor Estrada Parada *** Textos ganadores del I Concurso de Relatos Cortos y Microrrelatos “José Antonio Lago Formoso” (Turmero, Venezuela) === Del diario de la señora Mao (extractos) María Teresa Ogliastri === (Nota del editor: el pasado domingo 22 de abril fue presentado en la Librería Kalathos, en Caracas, el más reciente poemario de la escritora venezolana María Teresa Ogliastri, publicado por el sello bid & co. “Un poemario complejo sobre cómo las bajezas del odio logran construir imperios en las grandezas del amor”; así lo describió, en el texto de presentación, el escritor Alexis Romero. Hoy, por una gentileza de su autora, presentamos cinco de los textos del libro). *** Pies de loto Mi madre aseguró que vendar mis pies traería buena fortuna y que pasado el dolor sería hermosa esa mañana los pasteles de arroz amanecieron intactos los espíritus no vinieron el vendaje fracasó y mis pies quedaron torcidos como un árbol antiguo el regreso de los cisnes salvajes no trajo mensaje alguno ¿seré emperatriz después de este dolor? mi madre respondió la mente del hombre es un caballo desbocado déjalo correr sin bridas y será una montaña si aprendes a someter tu voluntad en primavera llegarás a esposa ni sierva ni manceba seré emperatriz de China con súbditos y vasallos a mis pies cien mil cabezas caerán a mi izquierda y diez mil a mi derecha y si mi mano temblara la cortaré *** Brotes de alfalfa Mi madre era de bambú cuando la brisa movía su falda veía las marcas en sus piernas delgadas mi padre tomaba la cintura de sauce y la zarandeaba como una marioneta sin hilos la última concubina haría todo el trabajo de la casa si no tenía un hijo varón los pies de mi madre eran una carreta andaban andaban andaban sin cansarse la recuerdo tumbada en la hierba cerca de la pequeña alberca donde nadaban los patos con una jarrita de porcelana recogía agua y me acercaba hasta donde ella estaba para regar cada dedo cada brote de alfalfa fue la única vez que la vi sonreír ese es el recuerdo más antiguo que tengo del amor *** El gato de la emperatriz Wu Durante el exilio en el Jardín de la Quietud aprendí a contener la violencia como el gato de la emperatriz Wu una mañana mientras meditaba cerca del lago me visitó un dios vestido de seda y de apariencia de mono no sé si fueron tantos mimos pero con el tiempo se volvió carnívoro y los criados le temían cuando llegaban los espías lo saludaban con una venia en prueba de rectitud política me gustaba verlos correr por el jardín de orquídeas cuando él pasaba volando sobre sus cabezas al terminar mi exilio regresé a la Ciudad Prohibida quise que mi mono imitara al gato de la emperatriz Wu que contuvo sus instintos y convivió en una jaula con impasibles loros pero era salvaje y mordía un amigo leal al que tuve que sacrificar *** De una leyenda china Para satisfacer a sus generales el emperador Tang Li ordenó ahorcar a su amante la dama Yang ella sabía que a pesar de disfrutar de los favores de la corte una soga estaba en su destino ser la favorita no hacía más que recordarle la caída de las flores del ciruelo al final del invierno después de su muerte cada año un paisaje nevado traía de vuelta a la dama Yang así fue como los obligó a venerarla en invierno *** Enséñame árbol Un rayo de luz cae sobre mi caja en ella suceden cosas en ella reposa el circo de mi amo sólo aspiro el perdón del árbol que el ruiseñor esté pendiente de las hojas el crimen no afecta al árbol está cautivo en mis ojos en las ramas y en sus frutos cuando pasen las grullas comenzaré la poda y en primavera vendrán nuevos brotes ahora exhibe ese aspecto de madera muerta que da la impresión de que fuese muy viejo enséñame árbol la quietud para atraer a los pájaros ** María Teresa Ogliastri http://www.letralia.com/firmas/ogliastrimariateresa.htm Escritora venezolana (Los Teques, Miranda, 1952). Licenciada en filosofía por la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve). Ha publicado los poemarios Cola de plata, Nosotros los inmortales y Del diario de la señora Mao. === Aquella flor en el centro del caos Jorge Castelli ================ ¿Y ahora qué, Torres? ¿Qué es exactamente lo que hará usted cuando, frente al teclado de la computadora, pueda, al fin, descargar su historia? ¿Comenzará acaso usted de golpe, sin preámbulos, diciendo aquello que en el fondo más sombrío de su alma piensa de verdad? ¿Comenzará acaso usted diciendo, Torres, que Pablo Picasso lo empujó a viajar a España, lo obligó a permanecer durante cuarenta minutos extasiado ante el Guernica, y lo colocó ahora frente a la necesidad de contar la historia, una historia que incluye aquello que supo usted descubrir como un postulado inmodificable? No. De sobra lo sé: no es usted tan estúpido como para comenzar de esa manera, con un párrafo que teñiría todo con la peor de las literaturas, y que desviaría, al fin, con un simple relato de fantasmas, el núcleo de lo que ha ocurrido, el exacto núcleo de lo que usted ha vivido. Creo sospechar su tentación, entonces, a iniciar todo con alguna breve referencia a la función que cumple un artista dentro de este mundo, algo así como Al fin y al cabo, esta es una historia cuyo eje es la relación entre el arte y la esperanza, o tal vez De eso, precisamente, se trata. De eso que es consigna y misión de cualquiera que se enrole en este lado de la calle: hallar la luz en mitad del caos, la fe en medio del infierno, la esperanza en el centro del fuego y la metralla. ¡Ay, Torres... Torres..! ¡Cómo le seduce a usted la idea de comenzar su historia con alguna de esas frases! Aunque poco cueste admitir que un principio semejante rozaría apenas cierto aspecto místico, cierta zona casi casi religiosa, muy lejana, por otra parte, a sus verdaderas ideas y aspiraciones. ¿Cómo negar, además, el marcado, el definido rigor melodramático de semejante comienzo? Tal vez lo más lógico, lo más natural —si se me permite una opinión— sea comenzar hablando de los sueños. Sueños o, mejor dicho, pesadillas, porque si bien hay que aceptar que nunca hubo en ellas elementos terroríficos o desesperantes, en cambio lograban despertarlo a usted en medio de la noche, la respiración fuerte, el sudor en la espalda y en las palmas de las manos, el gusto amargo que sucede a las pesadillas girando en el centro de la boca. Muy bien. Dirá usted, pues, que el primer sueño tuvo lugar a principios de marzo y que se reiteró noche tras noche —con las variaciones que ya conocemos— durante casi dos meses, exactamente hasta el día anterior al vuelo de Spanair que los depositó, a usted y a Mercedes, en el aeropuerto de Barajas. A propósito de Mercedes... espero no ser del todo inoportuno, pero... ¿nunca le contará usted la verdad? ¿Nunca le dirá por qué causa apareció usted una tarde con los pasajes en la mano, para simplemente informarle “En veinte días nos vamos a España”? Ah, es cierto... es cierto... comprendo... el tema de los sueños recurrentes, el escritor y los misterios revelados súbitamente, la flor en el Guernica, los ocultos mecanismos que mueven el arte... comprendo... todos asuntos demasiado delicados, demasiado delgados para alguien en el fondo tan simple como Mercedes. Seguro que ella no lo entendería... ¿Seguro que ella no lo entendería, Torres? En cambio usted sí, usted sí lo entiende. Y tanto lo entiende que hasta ha decidido volcar todo en una serie de páginas que luego serán presentadas (ante Mercedes y ante el resto del mundo) como una prueba más de su reconocido ingenio, ingenio éste que le permite a usted mezclar de un modo estudiadamente casual y con relativo éxito, los hechos más puros de la realidad con la más frondosa de las fantasías. De modo que aquellos sueños, aquellos sueños exasperadamente repetitivos, serán al fin exhibidos como mera literatura, cuando lo cierto es que sí sucedieron y lograron conmoverlo y terminaron colocándolo a usted en un hotel de la Gran Vía, el mismo que en su frente exhibe un pequeño y aparentemente olvidado cartel, informando que en ese mismo lugar un tal Ernest Hemingway escribió sus más famosos párrafos sobre la guerra civil española. En definitiva, Torres, que aquellos sueños, entonces, disfrazados de narración, esconderán entonces bajo el desgaste de las palabras el horror y la angustia que de verdad le provocaron; horror y angustia sin justificación alguna, si vamos a ver, dado que lo único verdaderamente asombroso en ellos era su capacidad de casi exacta reproducción noche tras noche: usted de pie frente a una tela negra que ocultaba algo que no podía ser identificado. Y de inmediato aquellas dos únicas preguntas: qué cosa se escondía detrás de aquella tela y cuáles serían sus verdaderas dimensiones (dentro de la pesadilla calculó usted una noche unos seis o siete metros de ancho por tres de alto). Eso era todo: un rato así y el mundo convirtiéndose en un gusto amargo girando en el centro de la boca, la suavidad de las sábanas conocidas y tranquilizadoras, Mercedes durmiendo a un lado, ajena a todo. Con seguridad será usted capaz de recordar que fue a la semana del comienzo de ese inexplicable sueño, cuando las cosas tornaron a variar muy levemente: la tela negra empezó a ceder en uno de sus extremos, dejando al descubierto algo que, ya desde un inicio, pareció tratarse de una pintura. Cada noche, unos centímetros más. Irse a la cama cada noche, pues, con la esperanza a cuestas, con la fe depositada en la posibilidad de un descubrimiento definitivo. La decimoquinta noche no dejó lugar a dudas: la tela negra ocultaba el Guernica. Asunto importante, Torres: entre la plástica y usted (debe admitirlo) nunca hubo demasiada simpatía. Frente a determinado cuadro, su opinión más aguda era “Me gusta” o “No me gusta”. Hasta allí. Nada de escuelas, nada de tendencias, nada de nombres —salvo los diez o doce más famosos de todos los tiempos. Con respecto al Guernica, ningún tema demasiado especial. Por supuesto, así como a cualquiera le resulta imposible determinar en qué momento exacto de su infancia supo su nombre o su nacionalidad, no está usted ahora en condiciones de decir cuándo fue su primer contacto con esa pintura, la primera referencia, la primera fotografía o reproducción que llegó hasta sus manos. Quiero decir que desde siempre uno sabe que está el Guernica, así como desde siempre sabe que están el Quijote o la Novena Sinfonía. Bien. Pero en cambio sí puede usted recordar aquella sensación —anterior a los sueños, claro— que se acomodaba en su alma con cada fotografía o con cada reproducción que llegaba hasta sus manos. “Sensación de abismo”, solía usted decir, de un modo algo ampuloso pero estrictamente cierto, aunque todo quedara allí nomás, aunque la vida siguiera con sus rutas conocidas: las clases en la universidad, los alumnos, las matemáticas; y también el cine dos veces al mes, el noticiero de las nueve de la noche, el amor puntualmente semanal con Mercedes, el amor pulcro y rítmico y libre de máculas (once años de matrimonio pueden convertirse en verdugos de la pasión, ¿no es así, Torres?). Y últimamente la literatura, por supuesto; la literatura tratando de compensar la enojosa exactitud de las matemáticas. Tanto tiempo dedicándose a lo perfecto, para venir a descubrir un día, ya bien entrada la adultez, que lo perfecto carece de un único elemento, pero elemento central, irremplazable, definitivo: la sangre. Y entonces, amigo Torres, la literatura: la más imperfecta de las disciplinas y el más hermoso de los trabajos inútiles, según gusta usted definir a veces. Algún poema por allí, claro, aunque básicamente relatos, historias con gentes de carne y hueso, desbordantes de aquella sangre que siempre les faltó a los números. En suma, nada con veleidades de publicación —salvo un par de ocasiones una revista parroquial y otra del centro de egresados—, sino mera búsqueda de material para sentirse vivo. Hasta allí, todo más o menos normal, puede decirse... todo más o menos previsible. Pero llegaron las pesadillas, la lenta tela negra descorriéndose con suavidad, los grises y negros del Guernica tornándose cada noche más y más palpables, el cálculo sobre las dimensiones de la tela, el inexplicable nudo en la boca del estómago. Comenzó entonces la búsqueda. ¿La búsqueda de qué, Torres? Sólo al encontrar lo que buscaba iba a ser usted capaz de reconocer la respuesta. La búsqueda incluyó atlas, enciclopedias, libros de arte. La búsqueda otorgó primariamente información. Gracias a ella supo usted (o recordó, no es fácil decirlo a carta cabal) cómo se gestó la masacre en la ciudad de Guernica, de qué nacionalidad eran los aviones que la bombardearon, la desvergonzada explicación posterior sobre el puente y el supuesto error en el objetivo de las bombas. Supo usted, básicamente, una fecha: veintiséis de abril de mil novecientos treinta y siete. Pero además conoció usted (o tal vez recordó) la solicitud del gobierno español al autor de la obra, aquella idea de dejar reflejado en una pintura el horror del primer gran experimento de bombardeo aéreo sobre una ciudad civil, todo ello para exhibir luego dicha pintura en la Exposición Universal de París de ese mismo año. Y también hay que decir que supo usted de las verdaderas dimensiones del Guernica, que mide exactamente 3,49 metros de alto por 7,66 metros de ancho. Nada mal su capacidad de cálculo, según está a la vista. Resultará casi obvio señalar que estudió usted a fondo cada reproducción del óleo en cada enciclopedia, en cada libro que pudo hallar por ahí. A estas alturas de los sucesos, ya se preguntaba usted obsesivamente cuál sería el verdadero significado de todo esto. Una mañana casi llegó el momento de desear contarle el asunto a Mercedes (un asunto que era en realidad poca cosa, salvo soñar cada veinticuatro horas con el mismo cuadro famoso). Y sin embargo, aún sin saber bien por qué, no dijo usted nada. Pero entonces una determinada noche, al concluir la pesadilla habitual (la pintura, la tela negra ya en el piso, etcétera), supo usted que iba a viajar a España para enfrentar en la realidad al verdadero Guernica. El resto fue trámite puro: la petición de vacaciones atrasadas en la universidad, los ahorros tan escrupulosamente guardados durante tanto tiempo en el Banco de la Nación Argentina, el agente de viajes, el taxi hasta casa, la ansiedad, los dos pasajes en un bolsillo interno del sobretodo. ¿Una locura, Torres? Sí, por supuesto, una locura absoluta y más que evidente. Mercedes quedó estupefacta, en mitad de la cocina, sin atinar a hacer comentario alguno, el fuego de la hornalla peligrosamente alto y la tortilla pegándose a la sartén. Usted y su mujer conocían ya buena parte de la República Argentina, incluso habían viajado una vez a Montevideo y otra a Río de Janeiro. Pero por lo demás... ¿Europa? ¿España? Pero... ¿Cómo? ¿Así, de golpe? —Es una sorpresa que vengo preparando desde hace tiempo —mintió usted. —Pero... ¿y los gastos? ¿Estamos en condiciones de..? —Tranquila. Está todo calculado. Mañana mismo iniciamos los trámites para los pasaportes. Las primitivas prevenciones de Mercedes se convirtieron en euforia en poco tiempo: con la inestimable ayuda de las páginas de Internet, en menos de tres días ella había diagramado un itinerario más que suculento. Esto era: Madrid, Córdoba, Sevilla, Cádiz, Jerez de la Frontera, Granada, Valencia, Barcelona y retorno a Madrid. Y una vez de regreso en la capital, tres visitas obligadas: Segovia, Toledo y Alcalá de Henares. Emplearían básicamente el tren, aunque algunos tramos serían cubiertos en ómnibus. La Costa del Sol estuvo también en danza, pero básicas razones de tiempo y dinero terminaron por descartarla. Usted, Torres, asentía blandamente a cada una de las sugerencias de su mujer. En realidad, viajar a España y recorrer sus atractivos era algo que a usted no le interesaba en lo más mínimo. El motivo central del viaje (el único motivo de su viaje) era llegar a la sala número seis de la segunda planta del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Durante esas dos últimas semanas en Buenos Aires, las pesadillas, lejos de apaciguarse, parecieron tomar algo más de brillo: los detalles del Guernica se volvían más y más lúcidos. Dentro del sueño, usted alcanzaba a reconocer que no estaba viviendo la realidad, y hacía un esfuerzo para memorizar cada aspecto de la pintura, para luego, ya despierto, poder compararlo con los trazos reales. Debe ser dicho que, más allá de alguna zona descolocada, su mente logró adquirir una capacidad de reproducción casi fotográfica: el Guernica de los sueños se parecía de un modo demasiado incómodo al verdadero cuadro. Finalmente, el 10 de mayo pasado, a las ocho de la noche, Mercedes y usted despacharon las dos maletas pequeñas en el mostrador de Spanair, tomaron un café nervioso en uno de los barcitos de Ezeiza y abordaron, una hora después, el monstruoso siete seis siete que los puso a 10.000 metros de altura sobre el Océano Atlántico. —¿Qué se supone estoy haciendo aquí arriba? —se preguntó usted dos veces promediando el viaje, mientras Mercedes, tapaojos de por medio, dormía el plácido sueño de aquellos que no temen volar. Ya en Madrid se instalaron ustedes en un pequeño hotel de dos estrellas, sobre la Gran Vía, a no muchos metros de la Plaza de Callao; hotel cómodo, limpio y, por sobre todo, económico, cuyo servicio, además, incluía anécdotas de diverso calibre —reales o no— sobre Hemingway. Usted y su mujer se ducharon, acomodaron ropas y enseres de baño (esas cosas mecánicas que uno hace cuando toma la posesión de un cuarto de hotel), y luego salieron a comer algo. A una cuadra de distancia tropezaron con un bar llamado Zahara —así, con zeta—, donde la imaginación no les dio para más que hamburguesas y cocacola. Mercedes quiso la recomendación del mozo para saber cómo hacer un primer recorrido por la ciudad. El hombre, encantado de brindar información, mencionó un orden de lugares posibles, orden que por supuesto incluía a la Cibeles, la Puerta de Alcalá y la Plaza Colón. Usted agradeció con una sonrisa forzada y dijo en voz baja a Mercedes: —Volvamos al hotel. Una vez allí, se dirigieron directamente al conserje. El conserje, que se llamaba José Manuel, era un madrileño de unos treinta años, de cabello muy corto, muy simpático y muy diligente, que prefería mil veces “tratar con argentinos y no con brasileños”, frase que sonó inadecuada y demagógica. José Manuel hurgó bajo el mostrador de roble, sacó un mapa de la ciudad y comenzó a trazar círculos muy marcados sobre determinados sectores. Usted notó que señalaba algunos de los lugares previamente mencionados por el mozo del Zahara. —Podéis comenzar por aquí, que está cerca —dijo, circulando algo que —después se sabría— era el Monumento al Quijote. —Y esto por si el caballero gusta del fútbol —explicó el muchacho, marcando el estadio del Atlético y el Santiago Bernabeu. —Pero si vais a elegir uno, elegid el Atlético, que somos los mejores —agregó sonriendo. Decidió usted entonces ir directamente al grano. —¿Cómo llegamos al Reina Sofía? —Sencillo —respondió el conserje, tomando el mapa y trazando nuevas líneas—. O váis a pie, siguiendo este recorrido hasta aquí... o abordáis el metro y os bajáis en la estación Atocha. Una vez allí, estaréis a muy pocos metros del Museo. Agradeció usted guiñando un ojo cómplice y pronunciando el muy porteño “fenómeno”. Mercedes preguntó si podía quedarse con el mapa. —¡Que para eso está, hombre! —exclamó el conserje. —Me gustaría empezar por allí, por ese lugar —indicó usted, apenas disimulando la ansiedad que dominaba su espíritu. —Pero hoy no va a poder ser —sentenció el muchacho, como quien suelta la cuerda de una guillotina. Y sin aguardar comentarios, miró su reloj y dijo:—. Son casi las cuatro de la tarde. Y los domingos, el Museo cierra a las dos y media. —¡Qué pena! —suspiró Mercedes—. Y mañana tampoco va a ser posible, porque acá los museos cierran también los lunes, ¿no? Creo no exagerar, Torres, si empleo la frase “depresión súbita”. Sintió usted de golpe una depresión aguda, demoledora, injustificable. Tan cerquita... pero, carajo... tan cerquita... ¿y tener aún que esperar cuarenta y ocho horas para encontrar aquello que, al fin y al cabo, todavía ni siquiera sabía usted qué era? Depresión, decepción, angustia, desesperanza, desencanto, tristeza, impotencia... tantas palabras que podían haber sido aplicadas a su estado de ánimo de aquel momento... —El Prado cierra los lunes. Pero el Reina Sofía descansa los martes. Mañana podréis programar una visita, sin problemas —aclaró José Manuel, trayendo un poco de luz. El resto de la tarde fue empleada en recorrer los lugares previsibles de Madrid, aquellos marcados con un círculo dentro del mapa. Hubo fotos en la Puerta del Sol, con el típico cartel de Tío Pepe como fondo. Hubo fotos en el Parque del Retiro y en las vitrinas de uno de los museos del Jamón. Esa noche le costó a usted muchísimo conciliar el sueño, a pesar de las catorce horas de avión y de la posterior caminata. Extrañamente, por primera vez en casi dos meses, no soñó usted nada. Al día siguiente desayunaron relativamente temprano. Luego decidieron caminar y esperar que llegaran las once en el reloj, horario de apertura de las salas. Mercedes preparó la cámara, pero se vio frustrada cuando al ingresar en el Museo la obligaron a dejarla en manos de la gente de la custodia. Con gusto abonó usted allí los doce euros de las dos entradas. De inmediato abordaron el ascensor de vidrio y salieron a la segunda planta. De allí a la derecha, para comenzar el recorrido por la sala número uno: pintores vascos y catalanes de principios del siglo XX, de nombres —para usted— absolutamente enigmáticos. Mercedes se detenía un rato ante cada pintura, las manos atrás, el cuerpo hacia delante, los tacos apenas levantados del piso, un “ajá” pronunciado de vez en cuando, una lenta inspección a los informes del folleto azul que les habían entregado al ingresar. No sé cómo, pero aguantó usted exactamente siete minutos. —Es mejor que me adelante, Mercedes. Nos vemos en la sala seis —dijo al fin, saliendo a paso largo por el corredor, sin siquiera detenerse a verificar la respuesta de su mujer. Sé bien que de poco servirá aclarar que caminó usted unos pocos metros, porque lo cierto es que fueron en verdad kilómetros los que debió atravesar hasta dar, por fin, con el primer tramo de la sala seis, los múltiples bocetos de mayo del 37 sobre los costados, algo de la época azul, los pasos apurados, el panel de separación quedando atrás, de pronto el ámbito central de la galería, los pasos cediendo potencia, el Guernica allí, a la izquierda, el milagro allí, el Guernica como un barco quieto, sin más protección que una delgada cuerda para separarlo de la gente; el Guernica allí, el verdadero, más grande que cualquier otra cosa de este mundo, el Guernica, el nudo en la garganta, la emoción subiendo como una araña, los pies repentinamente fríos, la sensación de estar transitando un momento único, irrepetible, el Guernica... Mercedes no tardó mucho en aparecer. —¿A qué viene tanto apuro? —preguntó aferrándolo a usted de un brazo, para después alzar la vista y encontrarse con la pintura. —¡Qué maravilla! —exclamó—. ¿Este es el Guernica, no? Usted la miró fijo y asintió levemente con la cabeza. Entonces hizo señas para que ella bajara el tono de su voz. Mercedes permaneció en silencio, junto a usted, por unos minutos. Enseguida abrió el folleto azul. —¿Quién era el de la sala siete?... Ah, Joan Miró... Voy a ver y después vuelvo. Otra vez, afortunadamente, usted y el Guernica a solas, más allá de las muchas personas que observaban en silencio. Otra vez usted y el toro, el guerrero vencido, el caballo, la mujer con el niño muerto entre los brazos. Creo ahora —si a usted, Torres, claro está, no le disgusta el consejo— que resultará conveniente que se acomode bien en esa silla de respaldo alto, que pierda la vista en la luminosidad de la pantalla de la computadora, y que analice a fondo qué palabras empleará cuando deba describir lo que sigue. Relájese. Porque lo que sigue son las tres revelaciones; lo que sigue es usted y el Guernica original, aquellos cuarenta minutos de éxtasis, las palpables diferencias entre el cuadro verdadero y las reproducciones o los sueños. Seguramente mencionará usted allí, Torres, esa primera cosa obvia que descubrió con los ojos algo humedecidos, primera cosa obvia que, sin embargo, no había notado nunca antes: el Guernica iba mucho más allá del horror producido en una determinada ciudad arrasada por criminales; el Guernica bien podría haberse llamado Varsovia o Beirut o Saigón o Londres o Hiroshima, cualquiera de los múltiples lugares que alguna vez fueron crucificados desde un comodísimo botón en las alturas. La segunda revelación —también obvia— fue aun más impactante: el Guernica, concebido como denuncia de la barbarie, no había logrado, a pesar de todo, evitar un solo muerto. La incontable sucesión de martirios a lo largo del siglo era la mejor prueba. ¿Había servido de algo, entonces, esa pintura? Las repentinas... las infinitas ganas de echarse a llorar ahí, Torres, en la galería de un museo a diez mil kilómetros del hogar, rodeado por otras personas; las ganas de llorar a los gritos por cada absurdo genocidio de la Historia, miles y miles de cadáveres apilados sin ninguna razón valedera, la muerte ganando la partida con una simplicidad decididamente aterradora. Los claroscuros del horror frente a usted; y frente a usted, la inutilidad de esos claroscuros. Porque, entonces, Torres, de repente la gran cosa dando vueltas en su cabeza: si el arte es incapaz de evitar un solo crimen, ¿para qué sirve exactamente el arte? Una revolución rotando en todo su cuerpo, Torres; su sangre acelerada descorriendo cortinas obvias. Al fin y al cabo, no había sido en vano tan largo viaje, aunque por cierto estuviese generando más preguntas que respuestas. —El arte es incapaz de neutralizar a un criminal. De acuerdo. Pero no está nada mal que el arte demuestre que los criminales existen —pensó usted. Y ese pensamiento, en parte, lo tranquilizó. Porque, seamos francos... cuando Bonaparte dijo que la razón estaba en la boca de los fusiles, no se equivocaba. ¿Existe acaso algo más evidente que eso? Lo que ocurre es que un artista debe elaborar su obra de un modo que haga parecer falsa la veracidad de tal afirmación. ¿Qué otra cosa más que sus desesperados trazos puede oponer un artista a esa razón de los fusiles? En esa ya desordenada maraña de ideas estaba usted perdiéndose, Torres, cuando tuvo la tercera y definitiva revelación: en mitad del Guernica, en su parte inferior, tímida y desapercibida, una flor. Una flor, la cual usted, inconcebiblemente, no había percibido nunca antes, en foto o reproducción alguna. Afantasmada con relación al resto, aunque indudablemente viva, aquella flor repentina parecía un elemento del todo fuera de lugar en medio de aquella estampa del infierno. Imposible determinar en ese momento cómo había logrado permanecer allí agazapada, sin ser vista por usted, después de tantas y tantas reproducciones y fotografías del cuadro analizadas hasta el hartazgo. Incluso entre las infinitas explicaciones sobre los símbolos del Guernica, no pudo recordar usted allí ninguna referencia a la flor. Y entonces, Torres, comprendió usted todo de golpe. Porque fue de golpe que supo —de verdad lo supo— que aquella flor era el elemento central, el núcleo, la metáfora del Guernica. En medio del horror, entonces, por encima de gritos y dolores y muerte, el casi insignificante asomo de la esperanza. Aquella flor, descubierta en la pintura original, era, al fin, la verdadera causa de su viaje, el punto final para la búsqueda. —Describir la muerte, sí, pero también, básicamente, anunciar las resurrecciones —dijo usted en voz muy baja, con ese tono ceremonioso que a veces suele acompañarlo. Enseguida llegó Mercedes, diciendo que algunas cosas de Dalí estaban buenas, pero que los colores de Miró la habían impactado, etcétera. Usted, lógicamente, no escuchaba. Usted, Torres, tenía todos sus sentidos colocados en aquella flor del Guernica. Sospecho que no hay más para contar. Allí mismo decidió usted que escribiría la historia ni bien pusieran pie en Buenos Aires, pero más que eso, decidió que se dedicaría —lejos de voluntarismos baratos— a bucear en la esperanza, no ya dentro de sus escritos, sino más bien dentro de su propia vida. Eso fue todo. Del resto del viaje, quedaron cinco o seis anécdotas muy especiales que, tal vez, se resuelvan a formar parte de algún otro relato. Por el momento, está usted ahora frente al teclado, pensando y pensando en todo esto que ha ocurrido. Una de las cuestiones que más lo atormentan, Torres, es saber por qué fue usted elegido como protagonista de esta historia. Y en todo caso, también desearía saber por quién fue usted elegido. Lamento decir que no puedo ofrecerle una respuesta, aunque tal vez sea mejor de este modo: creo que a veces es bueno que algunas cosas permanezcan ignoradas. Por supuesto, no volvió usted a soñar con el Guernica; ya no era necesario. En cuanto a mí, no soy importante. Pero digamos, eso sí, que ahora usted y yo estamos unidos por una suerte de cuerda invisible que nos ata irremediablemente, usted como autor del cuento que está a punto de comenzar a escribir, y yo como el hombre que alguna vez, hace ya muchos años, decidió pintar aquella flor en el centro del caos. ** Jorge Castelli http://www.letralia.com/firmas/castellijorge.htm Escritor argentino (Buenos Aires, 1956). Es poeta, cuentista, novelista y dramaturgo. Coordina talleres literarios. Ha obtenido múltiples premios nacionales e internacionales, destacándose el Premio La Nación de Novela y el Premio de Narrativa “Ciudad de Alcalá”. Es autor de los libros de cuentos El lugar de Fanny y Aquella flor en el centro del caos, y de las novelas El delicado umbral de la tempestad y Las campanas de la revolución. En 2008 su obra teatral Whitelocke, un general inglés, fue estrenada en el Teatro Nacional Cervantes (http://www.teatrocervantes.gov.ar) de Buenos Aires, con gran recepción por parte de público y de crítica. A principios de 2011, Editorial Sudamericana (http://www.edsudamericana.com.ar) pondrá en vidrieras su nueva novela, El purpurado cuello. === Poemas Jéferson González Gómez =================================== *** Marioneta Tengo hilos atados a mi alma. Mi boca dejó de sembrar mis propias palabras. Ahora cosecho una voz en otra tierra. Mis pies y manos bailaban con la rebeldía del viento. Ahora tengo raíces controlando mis huesos. *** Jinete Gime la última campana de la noche en el lamento que diseca mis huesos. La violencia en mi boca escapa en un grito de sangre. Es la muerte siniestra... que cabalga por mi cuerpo. *** Tormenta Del cielo caen cuerpos marcados con tu nombre. Nubes negras rugen y se despedazan en mi frente. Rayos de sangre, tormenta de acero fundido que azota mi esqueleto: Te recuerdo y la tristeza tiene forma de hombre. *** Hallazgos A veces no puedo sentir el sol, debe ser que mi piel es nocturna *** Inconsciente Otra vez con los pies en el techo ¡Benditos zapatos rebeldes! Secuestrado. Traicionado. Me calza mi sombra, se burla mientras me diseca. No soy yo el que deambula indiferente, es que tengo tobillos sumisos y talones necios. *** Lienzo de sol La espalda de tela, con costuras y remaches. Cicatrices de palabras tejidas con aguja de desprecio. Desnuda, tiene un esqueleto de papel. Un bordado en hilos de humo rojo que murmuran su abandono por los poros. *** Aparento La sonrisa fingida los ojos esclavizados la nada burlesca las neuronas estúpidas el tiempo anciano yo desierto. *** Cáncer Aún respiro esta distancia que habita de polvo mis pulmones. ** Jéferson González Gómez http://www.letralia.com/firmas/gonzalezgomezjeferson.htm Escritor costarricense (Grecia, Alajuela, 1989). Cursa la carrera de ingeniería electrónica en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (http://www.tec.ac.cr). Participa, como poeta y cuentista, en el Colectivo Carbunco Poesía y Arte Comunitario (http://tallercarbunco.blogspot.com) de la ciudad de Grecia. === Mis perros y yo Ada Vega ========================================= En el año 1919 Thomas Mann escribió una novela que tituló Amo y perro. La novela consta de cinco capítulos donde, en una prosa romántica, el escritor se dedica casi con exclusividad a hablar de su perro. Yo era una joven estudiante cuando leí este relato y recuerdo que no dejó de llamarme la atención que alguien pudiese escribir más de dos páginas hablando de un perro. Pues, aparte de comentar cómo era de tamaño, el color de su pelo, la raza, si era cachorro o adulto, obediente o no, qué otra cosa, pensaba entonces, se puede decir. Tal vez que es una grata compañía; que nos provoca ternura. Exaltar su nobleza y lealtad. De todos modos, para todo este relato, sólo nos bastaría una carilla. Sin embargo Mann dejó impresas, en dicha narración, más de cien páginas. Muchas lluvias han caído desde aquellos días en que fui estudiante. Los años, agazapados, se fueron dejando huellas. Se acaba de morir una perra que fue mi amiga y compañera durante doce años. La he llorado no por ella, que ya no sufre su reuma ni su ceguera. La he llorado por mí. Porque no la tengo y la extraño. Porque he quedado sola y no sé que voy a hacer sin ella echada a mis pies, mientras escribo, o estirada junto a mi cama. Tendré que aprender a vivir en completa soledad, pues no deseo más compañía de perros ni gatos. Estoy harta de llorar y enterrar mascotas y no sé cuánto más me quede por vivir, ni qué pueda ser de ellos si me voy y los dejo solos. Por ese motivo, al recordar a Thomas Mann en aquella novela que escribió hace casi un siglo, he decidido contar cómo llegaron a mí y cómo me abandonaron los perros que amé y me amaron, en estos porfiados años que llevo vividos. II Cuando abrí los ojos por primera vez ya en mi casa había un perro. Un cachorro fox terrier que Antonia y Casio, unos amigos de mis padres, les obsequiaran en esos días de mi nacimiento. Mi madre le puso Terry y crecimos juntos. Terry fue mi primer juguete, mi primer amigo. Mi recuerdo más lejano. Era un perro pequeño, de pelo corto, manchado en blanco y negro. Rabón. Con los ojos marrones, brillantes e inquietos. Un perro fuerte, veloz, inteligente. Ratonero de oficio. Lo recuerdo, a partir de mis tres años, apretado junto a mi pecho, mientras mi madre me decía que no lo fastidiara tanto que podía morderme. Nunca me mordió, a pesar de haber sido un perro genioso y obstinado. No le gustaban las caricias ni que lo tuvieran en brazos. Él era muy perro: no soportaba las zalamerías de la gente. En aquellos días vivíamos en el barrio del Prado, sobre la calle Luca Obes, en una casa quinta de paredes de piedra y techo de tejas azules, que había sido de mis abuelos maternos. Mi madre era una mujer muy hermosa, dueña de un carácter afable y conciliador. Era quien realizaba los quehaceres de la casa ayudada por Benigna, una señora, encargada de la cocina, que vivía con nosotros. Fuimos en los últimos años más que madre e hija, amigas. A pesar de no haber sido todo lo sinceras que debimos la una con la otra. Nos quedaron muchos detalles sin aclarar y aunque éramos conscientes de ello nunca permitimos que los mismos llegaran a perturbarnos. A mi padre lo recuerdo como un hombre apuesto, dinámico y benévolo. Que a pesar de trabajar mucho y estar poco en casa, fue siempre un buen esposo y un padre protector. Durante cinco años fui única hija. Después nacieron Bernarda y Carolina con quienes, a pesar de la diferencia de edad, tuvimos siempre una buena relación. Mientras crecieron y estudiaron vivieron rodeadas de amigas y amigos que iban y venían por la casa entre voces y risas, que perdimos cuando se casaron y se fueron. Durante mi niñez, todas las tardes, mi madre me llevaba a pasear por el Prado. Allí nos encontrábamos con Antonia y Casio. Los tres paseaban por la rosaleda, mientras yo jugaba con Terry. Mantenían extensas y animadas conversaciones, pues tenían mucho en común: Casio era escultor y mi madre que había sido modelo de una escuela de pintores fue también, en una oportunidad, modelo suya. Sus charlas, por lo tanto, giraban sobre exposiciones y pinturas. Mi padre estaba exento de esas conversaciones. Era en aquellos días un fuerte comerciante de plaza y no transaba mucho con el arte, opinando que éste era una vacuidad, algo que no merecía su atención ocupada en pagos, transacciones y recaudos. Una tarde cuando volvíamos del Prado tuve la impresión de que Casio, al despedirse, retenía demasiado tiempo la mano de mi madre entre las suyas. III El tiempo siguió su curso. En ese andar, también llegaron los años de túnica blanca y moña azul. Había cumplido los seis años y esperaba llena de ansiedad el primer día de clase. No lo supe entonces. No me di cuenta. Pero en esos días comencé a separarme de mi amigo Terry. Entusiasmada con mi cartera nueva, los lápices de colores, la cartuchera con dibujos, lo fui apartando sin querer de mi lado. Se quedaba solo toda la tarde, sentado a la entrada del jardín, aguardando mi regreso. Él, que me seguía a todas partes, que pasábamos los días juntos, que dormía a los pies de mi cama, no me acompañó en mi primer día de escuela. Nunca me acompañó a la escuela. Cuando llegaba saltaba a mi alrededor, daba pequeñas corridas, ladraba, como hablándome. Quería jugar conmigo, pero yo venía cansada, no tenía deseos de jugar. Terry comenzó a ponerse triste. Mi madre se dio cuenta y me decía que jugara un poco con él. Que el pobre me extrañaba. Yo nunca lo rechacé, pero los libros y los cuadernos me fueron apartando de Terry que dejó de esperarme, al volver de la escuela, sentado a la entrada del jardín. Había terminado sexto grado cuando ese verano mi perro Terry, el amigo leal que me acompañara desde mi nacimiento, murió mientras dormía a los pies de mi cama. Aquel fox terrier de mi infancia no pudo acompañarme en mi adolescencia. Cuando lo llamé y no se movió ni levantó la cabeza comprendí que se había ido. Lo levanté del suelo, donde yacía, y lo mantuve en mis brazos mientras él me miraba con sus ojitos turbios. Él me había entregado su fidelidad y yo, en cierto modo, lo había traicionado. Lo había dejado a un lado de mi vida. Lloré tanto con él en mis brazos que sentía oprimido el pecho y apretada la garganta. Mi padre me lo quitó y lo llevó a la quinta para enterrarlo y yo me abracé a mi madre, que lloró conmigo la pérdida del primer perro que me acompañó en la vida. Pasé mi luto con un arraigado sentimiento de culpa. Desde entonces, cada vez que me acuerdo de Terry siento el dolor de no haber sido más buena con él. Con aquel pequeño amigo que me enseñó que el amor no debe ser egoísta. Que debemos cuidar, proteger, no abandonar al ser que amamos. A partir de su muerte comencé a comprender muchas cosas que hasta ese momento habían permanecido veladas para mí. Con Terry se fue mi infancia y me enfrenté recelosa con la adolescencia. Un atardecer de ese mismo verano antes de empezar el liceo, vi a mi madre besarse con Casio en el claroscuro del comedor. IV Entrar al liceo significó, para mí, una experiencia asombrosa que me abrió caminos interiores. Siempre me gustó estudiar y las distintas y nuevas materias despertaron en mí una gran expectativa. No fue así con mi actividad social: no hacía amistades. No me interesaba hacerlas. Fui poco a poco convirtiéndome en una joven retraída. Encerrada en mí misma. Una tarde al volver a casa encontré un perro callejero. Al pasar junto a él movió la cola, yo lo miré, golpeé mi pierna con la palma de mi mano y me siguió. Era un perro de raza indefinida, de cruzas perdidas en el tiempo. Mediano de tamaño, de pelo negro; tenía los ojos tristes y las orejas caídas. Estaba sucio y con hambre. Lo entré por el costado de la casa y en el fondo le acerqué un balde con agua. Le llevé de la cocina un plato con restos sobrantes del mediodía y fui a buscar alguna ropa en desuso para hacerle una cucha donde pudiera echarse a dormir, pero cuando volví él ya estaba durmiendo, hecho un ovillo, junto a la casilla que fuera de Terry. Entonces entendí que a ese perro de la calle, sin dueño, que comía de la basura y dormía en cualquier parte, Terry lo había puesto en mi camino para que fuese mi compañero, para que me cuidara y yo lo cuidara, porque los dos estábamos solos y ambos nos necesitábamos. Le conté a mi madre de mi nueva adopción. Ella lo aceptó, de nombre le puse Arapey y comenzó a acompañarme al liceo. Cuando yo entraba, él se volvía a casa. A la salida andaba siempre merodeando mientras me esperaba para acompañarme en el trayecto de vuelta. Sin embargo, no dejó nunca de ser un perro solitario. Independiente y callejero. Pese a tener casa y comida, pasaba largas horas vagando por las calles. Regresaba cuando le parecía, entonces se dirigía hacia donde yo estaba estudiando y se echaba a mi lado. Con él conocí otras fases del amor. Arapey era reacio a las demostraciones exageradas de afecto. Él daba y recibía amor sin ostentación. Me enseñó a amar a la distancia. A confiar en lo que amamos. A no avasallar al ser amado. Los años del liceo no cambiaron mi vida ni mi carácter. Tuve muchos compañeros, pero no hice amigos. V Aún no había decidido qué carrera seguir en la universidad, cuando se desató en el país un conjuro cívico que dio a los militares la oportunidad de implantar una nueva dictadura. En mi casa no sufrimos los atropellos y violaciones que sufrieron muchas familias que, como nosotros, no estuvieron implicadas. Pocas veces oí a mis padres hablar de política. A pesar de que ambos tenían ideas claras sobre la situación que vivía el país, nunca los oí explayarse sobre ellas. Sin embargo, un día mi madre gritó y lloró como nunca la había visto hacerlo. Mi padre, enojado, trataba de calmarla. El motivo era que a Casio, la noche anterior, los militares se lo habían llevado de su casa y nadie sabía dónde se encontraba. Mi padre no entendía por qué ese hecho la ponía tan fuera de sí. Sin embargo yo, aunque un poco confundida, creí intuir el porqué. Fue entonces que le oímos aquel comentario que destruyó a mi padre, que deshizo la familia y terminó de moldear mi vida de eremita. ¡Casio es el padre de Verónica!, dijo. Yo llamé a gritos a mi perro y fui corriendo a encerrarme en mi cuarto. Y allí hubiese querido quedarme para siempre; sin comer, sin oír, sin saber. Morirme, hubiese querido. Pero la vida es un río caudaloso que a nuestro pesar, nos arrastra y nos lleva en sus remolinos. Decidí seguir respirando. Casio desapareció y la familia no volvió a saber de él. Mi padre, o el que creí mi padre por muchos años, se fue de casa esa misma noche. No obstante, siempre estuvo cuando lo necesitamos. Siempre nos apoyó y nos ayudó y, a pesar de que nunca dejó de venir a vernos, a vivir con nosotras nunca volvió. Yo no quise, en aquel momento, que mi madre me explicara nada. La concepción que tenía yo de mi vida dio esa noche un giro de campana. El que creí mi padre desde que tuve conciencia no era mi padre, mis hermanas eran medio hermanas y mi verdadero padre era un amigo de mi madre. Después, de a pedazos, fui yo misma reconstruyendo la historia: ellos se habían amado cuando mi madre era modelo y él un hombre casado. Nunca supe por qué Casio no se separó de su mujer y se fue a vivir con ella, si es que de verdad la amaba. Lo que sí entendí fue que Casio fue su gran amor. Después conoció a mi padre que se enamoró de ella y le ofreció matrimonio. Dejó de modelar y se casó. Pero Dios o el destino quiso que, un verano, viniera Casio a vivir al barrio con su familia y se volvieron a encontrar. Lo demás: el epílogo de una historia de amor prohibido y yo su lógica consecuencia. Cuando terminé el liceo fui a la universidad, allí conocí a Leandro, un joven del interior del país que había venido a estudiar a Montevideo. Fuimos primero amigos, compañeros de clase. Después, novios. Él alquilaba un departamento cerca de la facultad. Allí nos encontrábamos para estudiar y hacer el amor. Leandro se enamoró de mí y a mí me gustaba estar con él. No sé si realmente lo amé o si sólo apreciaba su compañía. Siempre fui muy introvertida, ni yo misma he llegado a conocer a fondo mis propios sentimientos. Lo cierto fue que, pasado un tiempo, se aburrió de mi ostracismo y una tarde decidió poner fin a nuestra relación ambivalente. No sentí pena, Leandro dejó en mí sólo el recuerdo de haber sido mi primer hombre. VI En quinto año de facultad estuve de novia con un joven de Montevideo que estaba terminando la carrera. Se llamaba Asdrúbal, trabajaba y estudiaba. Era unos años mayor que yo. Nos conocimos en la biblioteca y casi en seguida comenzamos a salir. Congeniábamos y teníamos buena química. Yo me esforzaba por mejorar mi carácter. Por ser más receptiva. Más confiada. Con la ayuda de Asdrúbal, con quien hablábamos mucho sobre mi personalidad, creo que lo hubiese conseguido. Hasta que una noche, mientras tomábamos un café en un bar del Centro, apareció una joven que según dijo era la prometida de Asdrúbal y le increpó duramente el estar en mi compañía. Yo no quise saber nada. Me levanté, me fui y lo dejé a él que solucionara su problema de pareja. No quise volver a verlo. Creo que él tampoco lo intentó. Un verano, dos años antes de recibirme de doctora en leyes, murió Arapey. Hacía tiempo que estaba enfermo. Comenzó por abandonar sus correrías. De andar vagando por el barrio. Después fue dejando de comer. El veterinario lo había examinado sin encontrar nada grave. Una tomografía reveló, al final, la existencia de un tumor maligno en la cabeza. No existía una intervención quirúrgica que diera cierta seguridad de cura. Lo fuimos tratando con calmantes, hasta que un día dejaron de hacerle efecto. El veterinario aconsejó sacrificarlo. Lo inyectaron y yo me quedé junto a él, con una de sus manos entre mis manos, hasta que sus ojos quedaron fijos en la nada y su mano rígida entre las mías. No se quejó. Simplemente se fue apagando. No sé cuánto tiempo me quedé sola con él. Mi padre ya no estaba en casa, mi madre me acompañó, y yo misma lo enterré en el fondo de la quinta. VII Unos meses después de recibir mi título en la Universidad de la República, mi padre se despidió de mí y de mis hermanas y se fue a vivir a España. No lo volvimos a ver. Falleció en Barcelona cinco años después de haber llegado a la península. El verano aquel, cuando terminé mis estudios de derecho, mi madre colocó junto a la puerta de entrada una chapa que decía: VERÓNICA CARABAJAL, ABOGADA. No se veía desde la calle. Las santarritas y las glicinas entrelazadas cubrían las vetustas paredes de la casa. En esos días, con mi flamante título en la mano, comencé a trabajar en el estudio de un abogado muy respetado, amigo de mi padre. Allí trabajaba el hijo, también abogado, un poco mayor que yo. Se llamaba Guillermo, era soltero y buen mozo. Estaba de novio con la hija de un juez de la Suprema Corte de Justicia. De todos modos, simpatizamos en cuanto nos vimos y comenzamos a salir. Al pasar el tiempo, nuestra relación se afianzó y estuvimos juntos casi dos años. Entonces él anunció su matrimonio y, sin más, se casó con la novia hija del juez de la Corte. Siguió, sin embargo, afirmando que me amaba y me propuso continuar nuestra relación. Pero para mí, él ya no existía. Durante mucho tiempo intentó un acercamiento, tratando de explicarme hechos irreversibles que no tenían explicación. Jamás transé. Nunca me detuve a escucharlo. Él ya era en mi vida una historia acabada. Cuando el padre de Guillermo se jubiló, nos dejó el estudio a ambos. Fuimos socios varios años. En los últimos tiempos fui también la encargada de explicarle a su hijo, tercera generación de abogados de la familia, el funcionamiento del estudio. Hacía ya unos meses había decidido dejarle mi puesto al muchacho y retirarme. Tenía pensado dedicar mi tiempo a escribir y así lo hice un fin de año, ante la sorpresa de Guillermo y la alegría del hijo. Cuando murió Arapey decidí no tener más perro. Mi madre no estaba de acuerdo. Ella, como yo, era muy perrera. Cada pocos días me traía noticias de alguien que regalaba un “cachorro divino”. En esa época Bernarda y Carolina se pusieron de novias y se casaron, las dos, en el mismo año. Bernarda se casó con un joven argentino que conoció en La Pedrera, donde tenemos una cabaña que nos dejó mi padre junto con otros bienes. Se casó y se fue a vivir a Córdoba, en Argentina. Carolina se casó con un compañero de estudios, vecino del barrio. Con mala suerte pues, al poco tiempo de casados, el joven murió en un accidente automovilístico donde ella salvó su vida de milagro. Cuando se recuperó se fue a vivir a Córdoba con Bernarda, que tiene tres hijos. Allí, hace unos años, volvió a casarse. VIII Para entonces doña Benigna, la cocinera que vivió con nosotras tantos años, se había jubilado y se había ido a vivir con una hija. Nos quedamos solas, mi madre y yo, en aquella casa tan grande. Le propuse entonces que podríamos mudarnos a una casa más chica, donde no tuviese que trajinar tanto todo el día y la manutención no fuera tan gravosa. Le pareció una buena idea y decidió vender la casona y comprar un apartamento en un barrio más céntrico, cerca de mi trabajo. Al poco tiempo consiguió una transacción beneficiosa. Vendió la casona y compró un departamento en el centro, frente a la plaza de los Treinta y Tres Orientales. Demoramos un poco en mudarnos. Desmantelar aquella casa y preparar la mudanza nos llevó mucho tiempo. En esos meses, antes de dejar la casa, entró una tarde de la calle muy alterada. Le pregunté que le sucedía y me contó una historia “enternecedora”. Según le contó una vecina, en el Miguelete algún desalmado había dejado, adentro de una caja, una perrita con cuatro cachorritos recién nacidos. Es de raza, me decía, que parece que se enamoró de un perro cualquiera y los dueños al ver esa camada sin pedigrí, la sacaron con su cría para la calle y la dejaron en el arroyo. Bueno, mamá, le dije, qué vamos a hacer, no es asunto nuestro. Vos sabés que son preciosos, me dijo, mientras con sus manos alisaba las arrugas del mantel sobre la mesa. Cómo sabés que son preciosos, pregunté. Porque fui a verlos, me contestó con un suspiro. ¡Mamá! ¿Fuiste hasta el arroyo? ¡Claro! Para ver si era cierto. Y es cierto, están allí. ¿No querés ir a verlos..? Alguna vez me pregunté por qué no me resistí. Por qué no dije: ¡no! no quiero ir. Nos vamos a un departamento. ¡No hay lugar para un perro..! Los cachorros eran divinos. Dos de ellos todavía tenían los ojos cerrados y la madre, la joven expulsada de un hogar de humanos inhumanos, una pequinesa de pelo dorado y nariz chata, que nos miraba suplicante con sus ojos redondos y llorosos. La pequinesa es una de las razas más antiguas del mundo. Alguien nos contó que estos perros fueron, durante siglos, venerados como propiedad exclusiva de las Cortes Imperiales de China. Volvimos con la caja, la madre, a la que llamamos Tarita, y los cuatro cachorros. Le dije con firmeza a mi madre que los tendríamos hasta que nos mudáramos y ellos estuvieran, por lo menos, con los ojos abiertos. Fue un trato. IX Habían pasado dos meses, estaba todo pronto para hacer la mudanza. Como nos estábamos enamorando de los cachorros decidimos comenzar a regalarlos. También decidimos, de común acuerdo, quedarnos con uno. De modo que nos acercamos al lugar donde Tarita estaba con su cría y mi madre se inclinó para retirar uno de los perritos. Mamá y yo andábamos siempre con los perritos en los brazos, porque eran preciosos y parecían de juguete. Sin embargo, parece que Tarita hubiese adivinado que le íbamos a quitar uno, pues se puso a llorar con hipos y todo, de tal manera, que no podíamos calmarla. Se había puesto de pie y parada en las dos patitas de atrás se apoyó en mi madre que tenía el perrito en los brazos. Lloraba como una desaforada. Las lágrimas le caían por la cara hasta el piso. Así que le dije a mi madre: ¡Por favor, mamá, devolvele el hijo a esta escandalosa! Mi madre le dejó el cachorro junto a los otros, Tarita se echó con ellos y siguió llorando. Aunque más tranquila, de todos modos, siguió llorando. En una oportunidad le comenté al veterinario de la lágrima siempre pronta, en los ojos de Tarita. El facultativo me contó que los pequineses suelen contraer una enfermedad que les deja los ojos lacrimosos, por lo que aparentan que lloran. Eso dijo el veterinario. Pero yo puedo asegurar que Tarita lloraba, y lloraba de verdad. Dos días después nos mudamos al departamento, frente a la Plaza de los Treinta y Tres Orientales, con los cuatro cachorros bastardos y la pequinesa de lujo venerada en el imperio chino metidos todos en un cajón de cebollas que el domingo anterior, mi madre le había comprado a un puestero de la feria. X El apartamento estaba en el octavo piso, tenía una terraza amplia al frente y otra al fondo, hacia donde se abría la puerta de la cocina. En esa terraza le hicimos a Tarita y sus vástagos una cucha amplia donde pudiesen pasar el mayor tiempo posible. Los cachorros se aquerenciaron en seguida a su nueva vivienda y recorrían olfateando y ensuciando toda la terraza: trabajo extra para mi madre. En esos días contratamos a Onilda, una señora que ya conocíamos, que vino a vivir con nosotras pues el apartamento tenía habitación y baño de servicio. Los cachorros pasaban bien en la terraza. Jugaban y comían todo el día y de noche dormían y soñaban felices como niños. Pero Tarita descubrió la puerta de la cocina el mismo día de la mudanza y cada tanto abandonaba la camada y se colaba al interior del departamento. Lo recorría, estaba un poco con nosotras y se volvía con sus hijos. Después, el tiempo pasó, los chicos crecieron y ella un día no los toleró más. En realidad estaban grandes, comían solos, andaban por todos lados pero seguían chupando teta. Había llegado el momento de regalarlos. Tenían casi cuatro meses y se habían convertido en unos perritos preciosos. Entre los diez pisos del edificio quedaron los cuatro. Algunos vecinos que nos habían visto llegar con ellos sabían que cuando crecieran los íbamos a regalar. No tardaron en venir a verlos y dejarlos encargados. En una tarde se llevaron a los cuatro. Tarita ni se despidió de ellos. Tanto que lloró cuando le quisimos sacar uno y, sin embargo, al ver que se los llevaban a todos, ni parpadeó. Ella quedó con nosotras. Eligió el mejor sofá donde apoltronarse y así recuperar su antigua jerarquía china. Verla allí, recostada en los almohadones, daba la impresión de tener en casa una diminuta y peluda emperatriz. XI Nos acostumbramos a vivir en el centro antes de lo que creímos. El apartamento era muy cómodo, tenía una hermosa vista hacia la plaza y sabemos que en el centro de la ciudad todo queda cerca. Teníamos los cines, los teatros, las grandes tiendas, los restoranes, todo a mano. Nunca fuimos tanto al cine y al teatro como en los primeros años de vivir en el apartamento. Mi madre estaba contenta. Todas las mañanas bajaba con Tarita a la plaza, se sentaba en un banco y en seguida entablaba conversación con alguien que, como ella, no tuviese nada que hacer. De tarde bajaba a hacer compras o a mirar vidrieras. Mamá fue siempre muy sociable, le encantaba la gente. Conversaba con todo el mundo. No salí a ella. Yo salgo de mi casa para ir a un lugar determinado y regresar. Salir porque sí, a caminar o a sentarme en la plaza, nunca se me ocurriría. Hacía tres años que vivíamos en el apartamento cuando me retiré del escritorio que compartía con Guillermo. A partir de entonces quedarme en casa: levantarme más tarde, terminar con las corridas a los juzgados, los juicios, las sentencias, el papeleo, fue, para mí, un placer enorme. De todos modos, nada en esta vida es perfecto, ni gratuito. Mamá empezó con arritmias y problemas en el corazón. Yo la cuidaba mucho y ella también se cuidaba. Le habían diagnosticado insuficiencia cardiaca, dolencia que llevó varios años. Hasta que sucedió un hecho que trastocó mi vida y aceleró el final de la suya. Habían pasado ya seis años de nuestra mudanza al centro. Tarita estaba preciosa. La habíamos hecho socia de una veterinaria de la zona donde, aparte de darle las vacunas y alguna medicina que necesitara, la bañaban, tenía peluquería y corte de uñas. Mamá, a mi pedido, para que no bajara todos los días, había dejado de llevarla a la plaza. Ese trabajo lo hacía Onilda. Un atardecer que Onilda no estaba bajé yo y crucé al quiosco, que está en la plaza, a comprar una revista por un artículo que había publicado y me interesaba leer. Mamá quedó arriba con Tarita que la enloqueció. Se puso a ladrar junto a la puerta y a llorar, porque yo había bajado. Como no la pudo calmar, mamá la tomó en los brazos y bajó con ella a esperarme. Cuando bajaron yo estaba en la acera de enfrente esperando que pasaran unos autos, para cruzar. Mamá me vio, dejó a Tarita en el suelo y se quedó en la vereda a esperarme. Tarita también me vio y cruzó la calle corriendo. En ese momento un auto que venía le pasó por arriba. Yo grité, mi madre se puso una mano en el corazón, el auto siguió y Tarita salió corriendo de entre las ruedas de atrás hacia donde yo estaba, y cayó muerta a mis pies. XII Fue tan cruel, tan injusta esa muerte que aún al recordarla siento dolor. Al principio no me di cuenta de que estaba muerta. Mientras, algunas personas que vieron lo que sucedió se acercaron. Entonces yo me agaché junto a ella y la llamé. A mí alrededor nadie hablaba. Un señor se acercó y me dijo: —El perrito está muerto, señora. Me acuerdo que le dije: No, si el auto no le hizo nada, ¿no vio que salió por la parte de atrás y vino corriendo? Sí señora, me dijo, pero el auto lo golpeó, debe haberle golpeado la cabeza. Yo no podía conformarme, la tomé en los brazos y crucé con ella hasta donde mi madre se encontraba llorando. Cuando llegamos al apartamento la dejé sobre los almohadones donde ella dormía. Tenía los ojos llorosos y abiertos. No tenía sangre ni marca de golpe alguno. Llamamos a la veterinaria que estaba de turno y vino un doctor que comprobó su fallecimiento y dijo lo mismo que me dijera el señor en la esquina de la plaza: el auto la había golpeado, ella salió y corrió ya sin vida, porque el sistema nervioso aún estaba activo o, tal vez, debido a que el corazón aún le latía. Pero si el golpe que recibió en la cabeza la mató y corrió solamente por la acción del sistema nervioso o del corazón que aún le latía, ¿por qué no corrió para cualquier lado? ¿Por qué corrió hacia mí?, le pregunté. La ciencia aún no tiene explicación para esos casos extraños, dijo el veterinario. Nos llevó meses empezar a conformarnos de la pérdida de Tarita. A mí, aquello de verla caer a mis pies me trajo infinidad de conflictos emocionales. Hasta hoy sigo buscando una explicación a por qué corrió, ya muerta, hacia mí. A veces creo encontrarla. La explicación sería muy simple. Bastaría con creer en la existencia de Dios. Mamá ese día empeoró de su deficiencia cardiaca. A la mañana siguiente le dio un infarto, se recuperó pero ya no fue la misma. Se levantaba de la cama y se sentaba en un sillón, junto al escritorio donde escribo y miraba para afuera. Pasaba horas en silencio, mientras yo escribía. A las cinco Onilda nos servía el té, yo dejaba de escribir o de leer, conversábamos un rato, hablábamos de mis hermanas, de los nietos que tenía en Córdoba, mirábamos juntas alguna película o alguna novela y cuando ella quería irse para su dormitorio y se acostaba, yo volvía a mi trabajo. Una tarde estábamos tomando el té y tocaron timbre. Nos llamó la atención, puesto que el timbre de la puerta es para alguien que está dentro del edificio; si es alguien que llama de afuera lo hace por el portero eléctrico. Onilda fue a abrir. Es Guida, la nena del apartamento de arriba, anunció. Que pase, le contesté. Entró Guida con una perra dobermann preciosa, con las orejas y el rabo cortado. Cuando entró, la niña le quitó la correa y la dejó solo con el collar. Mi madre y yo no atinamos a decir una palabra. La perra entró y ni siquiera nos miró, dio unas vueltas por el living donde estábamos y se echó sobre la alfombra entre mi madre y yo, con el hocico apoyado en mi pie. Guida se había instalado en un sofá frente a nosotras. La perra, en lugar de quedarse junto a la niña se acomodó con nosotras, como si ella también fuese la dueña de casa y su dueña la visita. Muchas veces las personas cuentan lo que hacen sus mascotas y la gente no cree. Es necesario convivir, principalmente, con los perros para saber a qué grado de inteligencia han llegado esos animales, desde que conocieron al Hombre y se convirtieron en su sombra. XIII Guida comenzó hablando de su próximo viaje a la ciudad de Hamburgo. Allí se iba en los próximos días, con sus padres y hermanos, en un plan de dos años al principio, y perspectivas de quedarse del todo. El padre de Guida era un ingeniero que había venido contratado al Uruguay, a dirigir una empresa naviera. En el transcurso de ese contrato conoció en Montevideo a la madre de Guida, descendiente de alemanes, se casó con ella y se estableció en Uruguay. En esos días volvía a su país a interiorizarse sobre ciertos trabajos realizados, en áreas del operativo portuario, en el puerto de Hamburgo. El ingeniero se iba con toda su familia: esposa, hijos y perros. Nos vamos dentro de dos días, dijo Guida, y nos llevamos las dos perras, a Dagma, la madre, y Érika, la hija. Tuvimos que sacarles pasaportes a las dos. Pero hoy mi padre nos dijo que les trajéramos a Érika para ustedes. Tiene seis meses, es muy dócil y muy buena, dice mi padre que va a ser una buena compañía para ustedes que son dos mujeres solas. Que se queden con ella, que no se van a arrepentir. Ni yo ni mi madre sabíamos qué decir. Era una perra demasiado grande para un departamento. ¿Cómo íbamos a manejarla? ¿Y un perro dobermann..? Yo pensaba en aquella boca con semejantes colmillos cruzados y le dije la verdad a la chica: muchas gracias querida, pero no, no podemos aceptar. Yo no me animo a tenerla en casa. Ella no nos conoce. Y tú sabes que ésta es una raza con muy mala fama. Si, dijo ella, tienen mala fama, pero los perros son como uno los cría. Nosotros siempre tuvimos perros dobermann y nunca nos causaron problemas. Son vigilantes y muy compañeros. De acuerdo, le contesté, pero no creo que ella... y miro a la perra que, echada entre mi madre y yo... se había dormido. ¡Érika!, la llamé, abrió un ojo y me miró. Ni levantó la cabeza. Se quedó un momento con el ojo abierto y como no dije más nada, lo volvió a cerrar. Confundida miré a mi madre y la vi reír. Cubrió su boca con una mano y siguió riéndose. ¡Mamá!, dije emocionada, ¡hacía tanto que no la veía reír! ¿Estás riéndote? ¡Sí!, me contestó. Guida se puso de pie: ¿Se animan a quedarse con ella hasta mañana? Mañana de mañana vengo, si no se quedan con ella, me la llevo. Miré a mamá y me dijo que sí con la cabeza. Me puse de pie para acompañarla mientras pensaba en qué haría la perra cuando viera que su dueña la dejaba y se iba sola. Comenzamos a caminar las tres hacia la puerta de entrada. Abrí la puerta, Guida se adelantó y salió al pasillo. Se despidió hasta el otro día y dejó la correa de Érika en mi mano. Yo seguía expectante esperando la reacción de la perra. Guida comenzó a caminar hacia el ascensor. Yo continuaba con la puerta abierta. Érika no esperó más, dio media vuelta y fue a echarse a los pies de mi madre... y volvió a dormirse. Con los ojos húmedos mi madre me sonreía, ¿qué podía hacer yo? Antes de irse al aeropuerto pasaron por casa todos los miembros de la familia de Guida. Menos la madre de Érika, a Dagma ya la habían embarcado. Nos dejaron la documentación de nuestra hija adoptiva: la partida de nacimiento con su ascendencia y nombre verdadero y su inscripción al Kennel Club del Uruguay. Se despidieron de la joven dobermann, que les movió un poco el rabo, y se fueron. XIV Doce años vivió Érika conmigo. Nunca la oí ladrar. Fue la perra más limpia, más prolija y más educada de cuantos perros tuve. Se adaptó con tanta facilidad a nosotras como nosotras a ella. A mí me había adoptado como madre. Donde yo iba, iba ella. Si entraba al baño se sentaba junto a la puerta a esperarme. Cuando me sentaba a escribir en mi escritorio se echaba a mis pies y allí permanecía las horas perdidas. La llegada de Érika reavivó un poco el espíritu de mamá, pero siguió muy delicada de salud. En los días en que ya no se levantaba, la dobermann me abandonó para acompañarla. Se quedaba, echada de perfil, al costado de la cama día y noche. Cuando falleció, fue Érika la que anunció su deceso. Se puso a lloriquear y a dar vueltas, con la cabeza gacha, entre el dormitorio y el living. Cuando llegué junto a la cama de mamá ella se fue a la cucha en la terraza, y por dos días no volví a verla. Mamá murió una noche de invierno de hace cuatro años. Después, la soledad sólo fue mi compañía. Qué hacer de mi vida sin mi madre. Sin ella, mi compañera de todas las horas. Mi amiga. Todo lo que realmente me importaba. Todo lo que tenía, que tuve siempre. Me quedé sola. Entonces redescubrí a Érika. Mi sombra. Mi otro yo caminando a mi lado. El refugio de mi soledad y mi tristeza. Érika y yo, juntas en el apartamento frente a la plaza. Comunicándonos, cada día más, en una simbiosis perfecta. Donde yo estaba, estaba ella. Sentada con su cabeza sobre mi pierna; acostada con el hocico sobre mi pie. De pie las dos, tan pegada a mí que me empujaba casi. Sus ojos renegridos mirándome. Mirándome siempre. Tan tristes al final. Tan tristes. ¿Sabía ella, como yo sabía, que se estaba yendo, que estaba abandonándome? Me quedé sin su mirada mansa, su hocico tibio, sin su sombra junto a mi sombra. Y sigo, porque la vida es eso. Un continuo caminar. Hoy he dado vuelta la hoja y cerrado el libro de los recuerdos. Comienzo a acostumbrarme al silencio. Algunas veces, al caer la tarde, me detengo a observar la plaza desde el ventanal como lo hacía mi madre. Estos días he visto que, entre los jardines, anda un perro perdido. El pobre debe tener hambre. ** Ada Vega http://www.letralia.com/firmas/vegaada.htm Escritora uruguaya (Montevideo, 1936). Jubilada del comercio. Narradora, miembro de la Casa de los Escritores del Uruguay (http://www.casaescritores.org). Ha publicado los libros de cuentos Garúa y Malena, así como la novela Detrás de los ojos de la mama vieja. Mantiene un blog literario en http://adavega1936.blogspot.com. === ¡A escena, actores! Rolando Revagliatti ========================== Helia Pérez Murillo, mi compañera en las clases de interpretación, así como en las de expresión corporal, enseñaba literatura inglesa en un colegio religioso. Religiosa ella, rara avis, buen humor y mal aliento, no respondía a los cánones usuales de quien se prepara para ejercer de actor. Se anexaba a los grupúsculos más laburadores sin desestimar a los que apuntaban hacia un destino de reviente. No todos la querían (nunca ocurre), y menos aun la comprendían. Detalles simpáticos la adornaban: en substancioso revoltijo portabas tijerita, carreteles de hilo blanco e hilo negro, dedal, aguja, alfileres de gancho. Costurera ambulante, un botón me cosiste apenas nos conocimos. Por años trazamos un mismo derrotero estudiantil. Realizamos, a propuesta mía, los seminarios de maquillaje y de foniatría. Hicimos “de pueblo” (categoría “figurante”), bajo contrato, en la tragedia campestre “Donde la muerte clava sus banderas” de Omar del Carlo, en el Cervantes. Vos, como “mujer ribereña”; yo, disfrazado de montonero, detrás de una decena de ursos por igual disfrazados, en un cuadro secundábamos a Venancio Soria (Alfredo Duarte) peleando a facón con su padre, el general Dalmiro Soria (Fernando Labat), en el segundo acto. Se te veía en el escenario. A mí, en cambio, como dije, cubriendo las espaldas del pelotón, con barba y gorro, el más bajo, sólo se me hubiera distinguido con la perspicacia de la que mi padre y su primo Boche carecieron cuando recibíamos los aplausos. De ese saludo en la función del estreno, conservo una foto: allí estamos: vos, sobre la derecha, empollerada y con pañuelo en la cabeza; yo, en el otro lateral, inclinado, con poncho y lanza. Nunca olvidaré aquella friega entusiasta que me propinaras con linimento Sloan, antes de irnos a comer Traviatas al barcito de la galería de la Sala Planeta. Ese calambre fue de lo más genuino, y por mí la pantorrilla hubiera podido quedarse agarrotada. Me dulcificaste. De qué buen grado te habría ofrecido todo mi territorio contracturado. Te deseé con continuidad. Me enfebrecitabas al cerrarte el sacón de vizcacha o cuando te instilabas el colirio. Virginidad agazapada, Helia, vos, transida y amagante con tus treinta y cuatro años en ristra, mientras yo, con ocho menos, te alcanzaba mis versos esotéricos, mis silvas a la metalurgia y a la agricultura, mi única lectora, siempre una palabra amable, como una novia. También siempre tuviste hermanos mayores, todos machitos, y siempre confundía yo la voz de tu mamá con la tuya, por teléfono. Tu padre, siempre, además, fue un anciano delicado de salud. Vivías en una mansión de ésas que emputecen a un pequeño burgués que como yo la otearía desde afuera y de noche, a bordo de su Ami a dos tonos de colorado, bien de chapa, en una callejuela de Adrogué, mucho árbol y parejo empedrado, mucho, muchísimo parque alrededor de la casona. Yo te dejaba, Helia, en el portón que se abría a toda esa manzana lóbrega y rodeada por ligustro. Estuve casado durante los dos primeros años de tratarnos. La conociste a Viviana. Te amedrentaba su independientismo enérgico y su desconcertante labilidad. Por entonces, con Antonieta y Alejandro concurríamos a los café-concert, previa presentación de nuestros modestos carnés de la Asociación de Estudiantes de Teatro. Sucesos que acontecían cuando te mandaste con Samuel Gomara esa atrevida improvisación en clase, incorporando los diálogos de Ionesco en “Delirio a dúo”. No te notamos más que ligeramente turbada cuando tu ducho partenaire te lamía a través de la malla amarronada y te besuqueaba en la nuca y se entretenía en tus nalgas y hasta en el perineo con los avispados dedos de su pie derecho, el mocoso. Nos quedamos boquiabiertos, y encima el texto no molestaba, abstrusas líneas que habían logrado justificar, ustedes, el adolescente aventurado y la ex catequista. El recuerdo de tus desmandadas acrobacias, las nítidas imágenes de aquel recíproco adobe juguetón, me impulsaron a masturbarme. Y durante un tiempillo disfrutaste de popularidad. María Palacini me informó de tu presencia en una velada de gala en el Teatro Colón con un joven británico, alto y rubio, con el que platicabas en su idioma. Al salir, él te había tomado del brazo, según la chismosa que los siguiera hasta una parada de taxis. Asocio con que nos extasiabas recitando en inglés los sonetos de Shakespeare. Y no te hacías rogar. Ya más nacionales (Dragún, Gambaro, Monti), nos divertíamos memorizando escenas, tirándonos almohadones, para automatizar la incorporación de la letra. No me gustaba que te trataras con un psiquiatra, que fueras a recibir consejos y medicación de ese vetusto chanta catolicón, amigo de tu padre. Te costaba dormirte, tenías sacudidas en la cama, lipotimia y taquicardia de origen emocional. Circulabas también con la farmacia a cuestas, y el kiosco: pastillas de menta y mandarina, Genioles por las dudas, Efortil, antiespasmódico, Curitas, terrones de azúcar, saquitos de té. ¿Qué no he visto salir de tus carterones? ¡Ah, y el asma! El asma que habías superado tratándote con ese doctor, lo que hacía que sintieras por él una gratitud incondicional. Eras, en cierto modo, su cautiva. ¿Nunca de una pasión descontrolada?... En tus jornadas de retiro espiritual te imaginaba incandescente, y después retornando a mí, aún sin el alivio procurado. Retornando, digo, vos, la no siempre macilenta. Cada tanto algo ocurría y tu cabellera lucía limpia y alborotada, vestías una ropa de calidad, calzabas zapatos acordes. Remanida en expresión corporal, tus progresos fueron magros al principio. Allí se expuso tu confusión. El profesor soslayó la calentura larvada que rezumabas. Gocé cuando me embadurnabas y desembadurnabas mientras realizabas las prácticas cosmetológicas y de caracterización: Ratón Mickey, villano, mariquita; cíclope, linyera, marciano, bucanero. Jamás desprovista de ahínco deslizabas tus algodones por mi cara. Cuando en pleno auge grotowskiano, Guido y Jorge se desnudaron recreando las circunstancias de un cuento originariamente infantil, te observé: impávida, negándote al impacto visual. Retaceaste, luego, el imprescindible comentario. Vivía solo cuando me insinué y me disuadiste: nada cambiaría entre nosotros. Yo, en broma, atropellaba: “Soy el hombre de tus...”. Y apelabas a mi compostura. Me descubriste besando a un minón por el obelisco; y ciñendo de la cintura a una espigada pendejita del Bellas Artes, en la esquina de Quintana y Libertad. Y de esos encontrones, ni una palabra. Astuto, te sugerí preparar para el fin del cuarto año lectivo una pieza corta de Tennessee Williams: “Háblame como la lluvia y déjame escuchar...”. Aceptaste conmovida. “La mujer alarga el brazo, un brazo delgado que sale de la deshilachada manga de su kimono de seda rosa y coge el vaso de agua, cuyo peso parece inclinarla un poco hacia adelante. Desde la cama el Hombre la observa con ternura mientras ella bebe agua”. Ensayaríamos en mi departamento una vez por semana. Con el texto nos meteríamos cuando la etapa de improvisaciones avanzara. En los dos primeros sábados estuvimos trabados. En el tercero ubiqué mi cabeza en tu regazo y me amparaste. “En la ciudad le hacen a uno cosas terribles cuando está inconsciente. Me duele todo el cuerpo, como si me hubieran tirado a puntapiés por una escalera. No como si me hubiera caído, sino como si me hubieran dado puntapiés”. En el siguiente sábado me acariciaste, no sin algún grado de entrega, breve, claro está. En el quinto, te retrajiste. “Me metieron en un cubo de basura que había en un callejón, y salí de allí con cortes y quemaduras en todo el cuerpo. La gente depravada abusa de uno cuando se está inconsciente. Cuando desperté estaba desnudo en una bañera llena de cubitos de hielo medio derretidos”. En el sexto sábado, como había mucho ruido en el palier, nos mudamos al dormitorio. Incluimos el borde de la cama (matrimonial). En el séptimo, y habiendo adoptado ya ese ambiente, apagué la luz y susurré, mi voz entrecortada, la tuya opaca, neutra. “Recorreré mi cuerpo con las manos y percibiré lo asombrosamente delgada e ingrávida que me he quedado. ¡Oh, Dios mío, qué delgada estaré! Casi transparente. Apenas real, ya”. En el otro fin de semana nos reunimos, además, el domingo. Vos arderías subrepticiamente, y yo, agitado sufría y cerraba la puerta, te invitaba a trastornarte con el auténtico temporal que zarandeaba la persiana, apagaba la luz y en completa oscuridad intercalaba frases de Williams, mientras con impericia me libraba del gastado pantalón de corderoy (de bastones anchos) y de la polera. Algo se me anunciaba desde la médula, al tantearte; sofrenado me encimé y desgarré de indeseado semen, todo mi ser ridículo y perentorio, me ofrendé al slip de nailon. Destemplado justifiqué el recule, atiné a desdecirme y vos te adaptabas, Helia querida, módica, en lo tuyo. Me fui vistiendo con ocultado desdoro, encendí la luz, alegué desconcentración y desánimo, tomamos mate con bizcochitos de anís en la cocina. Durante los días subsiguientes recobré ímpetus. Un tropezón no es caída. Mis antecedentes de eyaculación precoz habían sido aislados y en circunstancias atípicas o calamitosas. El ensayo de la obra, no obstante lo viciado del procedimiento, nos conformaba. Y fuimos consubstanciándonos con el texto. “Tendré una habitación grande, con postigos en las ventanas. Habrá una temporada de lluvia, lluvia, lluvia. Y me sentiré tan agotada después de mi vida en la ciudad, que no me importará estar sin hacer nada, simplemente oyendo caer la lluvia. Estaré tan tranquila. Las arrugas desaparecerán de mi cara. No se me inflamarán nunca los ojos. No tendré amigos. No tendré ni siquiera conocidos”: tu largo monólogo final, el poético y enrarecido clima de la pieza. El punto era cómo enajenarte, cómo enajenarte y mandar, mandar la escena al carajo. “Sus dedos recorren la frente y los ojos de ella. Ella cierra los ojos y levanta una mano como para tocarle. Él le coge la mano y la mira volviéndola, y después oprime los dedos contra sus labios. Cuando se la suelta ella le roza con los dedos. Acaricia su pecho delgado y liso, como el de un niño, y luego sus labios. Él levanta la mano y desliza sus dedos por el cuello y el escote de su kimono a medida que se afirma el sonido de la mandolina”. Creadas las condiciones de río revuelto, pescar, arrebatar los numerosos peces, los peces de tu soterrada lujuria. Y así, otra vez a oscuras la escena, impregnado, mórbido, con suavidad te bordeo, nictálope, busco tu boca con mis dedos, rozo tu nariz, beso tus párpados con alevosía, me desenvaso de las incordiosas prendas, doy contra tus dientes interceptando mi lengua, sin arredrarme aplasto tu mano con mi sexo, te aplasto, tenaz y corroído, te encepo los pies, girás la cabeza como que te dispararías, pero yo te sigo en el giro sin separarme, y resistís también con las piernas, aunque tu mano no pugna por zafarse de mi aplastamiento. Es más: me siento aferrado; advertirlo me nutre de renovadas ínfulas, no cejo, y tu boca y tus piernas algo se distienden; yo confío, me arrellano, tu lengua soliviantada no atina a organizarse; ¿qué es esto?: esto es mi nobilísimo tironeo de tu ropa, la cual desparramo, te quito las medias, te dejo en aros y en crucecita. ¿Y quién piensa en el inmenso dramaturgo norteamericano, si hiendo tus pezones y debajo te tenemos, transpirada y silenciosa?; “...el viento limpísimo que sopla desde el confín del mundo, desde más lejos aun, desde los fríos límites del espacio ultraterrestre, desde más allá de lo que haya más allá de los confines del espacio”; y tus brazos a los lados, como desmembrada, y a no distraerme, que esto en cualquier momento se quema, ya adviene lo superlativo, y se quemó cuando subiste las rodillas. Costó un poquito pero percibí que me alentabas. Respirabas mejor, acordate, después de los espasmos. Aún hoy, años después, ensayamos de vez en cuando la escena. Nunca presentamos en el curso nuestra versión libérrima. Apenas toleraste una mínima luminosidad. Nunca me permitiste pasar a los papeles sin el ritual de “el suelo de aquel departamento junto al río... cosas, ropas... esparcidas... Sostenes... pantalones... camisas, corbatas, calcetines... y muchas cosas más...”. Nunca te permitiste, fuera de contexto, un ademán extra-compañeril. Nunca aludimos al diafragma que aportaras a nuestros encuentros. Nunca me dejaste ni un mísero recado de tinte qué ganas que tengo, y siempre arreglaste con prontitud para reunirte conmigo a ensayar cuando, como hasta ahora, te lo propongo. Helia: siento urgencia por descristalizar esta trama. No te amo. Todo es perfecto. Quiero más con vos. Ansío secuestrarte. Variados argumentos. El epitalamio, el epitalamio. Pronto me mudo. Ensayemos otra obra. Disponé vos: Beckett, Jean Genet, Arrabal, Harold Pinter, Sartre, Schiller, García Lorca, Osborne, Ibsen, Armando Discépolo, Strinberg, Pirandello, Eurípides, Valle-Inclán, Racine, Benavente, Adellach, Camus, Albee, Leroi Jones, Aristófanes... ** Rolando Revagliatti http://www.letralia.com/firmas/revagliattirolando.htm Docente y escritor argentino (Buenos Aires, 1945). Ha hecho estudios de realización cinematográfica, formación actoral, psicodrama psicoanalítico y psicoanálisis, entre otros. Entre 1988 y 2004 ha publicado los poemarios Obras completas en verso hasta acá, De mi mayor estigma (si mal no me equivoco), Trompifai, Fundido encadenado, Tomavistas, Picado contrapicado, Leo y escribo, Ripio, Desecho e izquierdo, Propaga, Ardua, Pictórica, Sopita y Corona de calor; los libros de cuentos Historietas del amor y Muestra en prosa, y la obra de teatro Las piezas de un teatro. Doce de estos libros se encuentran en distintas bibliotecas virtuales de varios países. Ha sido traducido y difundido a diez idiomas en medios gráficos y electrónicos. Ha coordinado cafés literarios y ha dirigido espectáculos teatrales. Textos suyos pueden leerse en diversos medios latinoamericanos y en su página, http://www.revagliatti.com.ar. === Relatos Eva Medina Moreno ======================================== *** Redada Íbamos con palos a terminar con el ruido traidor. Vimos a un niño escondido detrás de los contenedores de basura, con un reloj pequeño en su mano. —Dame el reloj —le dije. —Es mío, yo lo encontré. —Su mecanismo se ríe de ti, de todos nosotros. Hay que terminar con ellos, nos están contaminando con sus minutos, nos adormecen con sus cuartos, las horas nos ahogan. Créeme, tú eres pequeño y sabes menos de la vida, yo ya he pasado por muchas dictaduras de esferas y manillas que ahora estarán oxidadas. —¡Libertad, libertad! —gritaban los aliados—. ¡Abajo los relojes, muerte a los relojes, muerte al tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo! Mis manos se acercaron al niño, hacia sus manos, luego subieron al cuello. El niño gritaba. Rodeé su cuello con suavidad. Gritos más profundos. Las manos se desligaron de la mente, y ya no sabía si presionaba o no. La voz débil de su garganta infantil me contestó. No la escuché, seguí, seguí, hasta oír un cuerpo contra el suelo. Cogí el reloj, lo tiré al suelo y lo pisé, oyendo mi grito: —¡Relojes, harpías del tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo! *** Ruidos nocturnos Me duermo. Los pensamientos flotando en una materia extraña, algo pegajosa, que va cerrando posibles salidas a nuevas ideas. La madera de los muebles se estira, se oye la carcoma, el cemento entre baldosas se dilata, las cucarachas salen de los desagües, aplastan su cuerpo, metiéndose por debajo de las puertas. La televisión, que parece dormir, hace el ruido del descanso, respirando lo trabajado. Algún papel se abre, desperezándose. Las bombillas se liberan del calor acumulado. Y una gota cayendo, el grifo mal cerrado de la cocina, se une a otra del lavabo. El ruido metálico del fregadero, junto con una caída más suave, algo más acuosa. Cerámica del lavabo, acero de la pila, cerámica lavabo, acero pila. Me levanto. Cierro grifos. Al acostarme, los ruidos cesan, hasta que ese papel que parecía desperezarse ahora cruje, liberándose de esa forma que le he dado. *** La erre Un hombre escribe. Una hora, cuatro. En la pantalla, una “r”. Sigue escribiendo. Las cinco, las siete. En la pantalla, una “r”. Llega la noche. El cuello le duele, los músculos de los hombros tiran. Necesita un descanso pero sigue escribiendo. Mañana, mediodía, noche. Sólo oye el ruido de sus dedos en las teclas de plástico. “La historia fluye”, piensa y sonríe. En la pantalla, una “r”. La mira, desafiante. “Levantarme, huir”. Pero el hombre sigue; sigue escribiendo. *** Una capa de irrealidad cubre los objetos Miro un escaparate. Los objetos parecen desnudarse, darme su verdadero rostro. Las fotografías enmarcadas, puñales de acero oxidado, que han esperado tanto para saborear el interior de un cuerpo; atravesar piel, venas, órganos cerrados, vísceras tan bien hechas. Cierro los ojos para no ver los objetos transformándose, ni sentir mis órganos intentando respirar bajo la mirada de esa hoja cierta. Huyo. Ahora son los objetos de la calle los que mudan, atenazándome. Se difuminan, mezclándose unos con otros, cambiando de forma. La farola se une a la pared, la pared al suelo, el suelo al muro. El suelo se pega a mis zapatos, parece chicle. Tiro y tiro para despegarlo de mis suelas, pero no puedo. Y me doy cuenta de que las paredes de la calle van entrando por los dedos de mis manos. Después el pelo, que se pega al muro como si éste fuera cepillo que arrastrase la electricidad estática. Y no puedo hacer nada. Nada para evitarlo. El cemento tira de mí y me dejo llevar. Ahora la pared se acerca al suelo, presiona; pared, suelo, pared, suelo, presionan fuerte, aplastándome. *** Yo Que me ahogo sin poder escribir una línea, me esbozo y me invento cada día. Me como, me devoro y me río. Opresora de mi propio yo, que crece y pide explicaciones. Habiendo sido dictadora, debo ahora cortar las cuerdas. Mis pequeñas Evas estiran piernas y brazos; habrá que enseñarlas a andar. *** La ferocidad de una gota Era una gota rápida, prematura. El ritmo, sofocado. Gota enfurecida que, tomando el papel de líder, se quejaba por la fugacidad de su vida. Pensé que si hubiera sido gota pausada, de ritmo lento, nadie la habría escuchado. Sin embargo, nadie parecía hacerle caso, nadie se acercaba allí y cerraba el grifo, aunque eso significase acabar con ella. Sólo yo había captado algo, al menos la había escuchado. Aunque no me acercase al grifo, vivía con intensidad el desarrollo de esa gota. Hubo un momento de exterminio. Luego, el espacio se ensanchó, para que no olvidase que ella seguía allí esperándome, cansada de repetirse, una y otra vez. *** Parpadea Unos párpados que se abren y se cierran. Pequeños trozos de carne, piel escurridiza que se tensa y destensa. Si permanecen cerrados, desapareceré, desintegrándome en átomos diminutos. Lucho. Esos trozos de piel son mi única apertura. Si al bajar los párpados cierro los ojos, me introduciré en ellos y dejaré de existir. Al cerrarlos desapareceré, también los ojos. No quedará nada, sólo una mota de polvo; esencia de lo que fui. Esa mota se desvanecerá, mezclándose con el entorno. ¡Parpadea, parpadea! *** Mi bodega Descolocadas, algunas rotas, el líquido derramado y seco; botellas de muerte y olvido. Otras, con moho por fuera, cerradas con tapón de corcho y plástico duro. Selladas, bien selladas, el vino picado desde hace tantos años. Unas, llenas de horas vacías, de palabra afónica, embrutecida. Algunas, las limpio, las coloco en el mejor sitio, donde nada las dañe, para quitarles el tapón y oler; oler creyendo que volveré a enamorarme. Botellas, cada una con su etiqueta, cambiada o superpuesta; la del amor por la del hastío, encima la del odio. Las del dolor, tristeza y rabia, tumbadas boca abajo. Muchas, sin tapones, abiertas, y el líquido mezclándose: pena, miedo, placer. *** Sombras Camino. De noche. En una calle, frente a mí, dos sombras. La oscura, alta, arrogante; la clara, débil. Y yo, más sombra que ellas, detrás. Entonces pienso que deberían salir muchas sombras para abarcar todo lo que somos. Me imagino que algunas de ellas van mudando como lo hacen las serpientes con su piel. Veo que la sombra de la inocencia cambia de color, de un violeta claro a uno más oscuro, con matices, con sombras dentro de sombras. La de la inquietud, sonrojada. La del dolor se endurece; opaca, con menos aberturas. La sombra del deseo, encogida, muda, añeja. Pero hay momentos en que besa sin saber qué pasará, se embrutece como antes, se aferra a un vínculo; soplo de vida, aliento. ** Eva Medina Moreno http://www.letralia.com/firmas/medinamorenoeva.htm Escritora española (Madrid, 1971). Licenciada en filología inglesa y diplomada en profesorado de Educación General Básica, por la Universidad Complutense de Madrid (UCM, http://www.ucm.es). Tiene también el título del Ciclo Superior en Inglés de la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid (http://www.eoidiomas.com), y el Certificate of Proficiency in English por la Universidad de Cambridge (http://www.cam.ac.uk). Ha realizado talleres de relato y novela. Ha asistido a seminarios y cursos de literatura, y a cursos sobre la obra de escritores como Luis Mateo Díez y Laura Restrepo, que los propios autores impartieron. Premiada en el I Certamen Literario Ciudad Galdós por su relato “Tan frágil como una hormiga seca” (Editorial Iniciativa Bilenio, 2010). Seleccionada en el V Premio Orola, en cuya antología se incluyó su relato “Mi bodega” (Ediciones Orola, 2011). === Tres poemas Valeria Cecilia Pariso =============================== *** Suculenta Algunas con los años devienen en mujeres. Yo devine en tuna. No lo elegí Pasó. Es una suerte que entiendas mis espinas y me las beses como si fuesen bocas es una suerte digo más suerte que una lluvia en medio de esta árida existencia que hayas aprehendido lo dulce de mis jugos. *** Remedio casero para abandonar la soltería De todos los remedios caseros que conozco el de la soltería es el más complicado. Requiere que se unte el cuerpo enteramente con la tierra de Iruya. Iruya queda en Salta y es un pueblo de polvo perdido donde el hombre recobró la paciencia. Tiene senos tan altos que parecen montañas y se escuchan amantes gozando a media tarde. Si está lejos de Salta, tome un avión, un tero, viaje usted como pueda lo importante es que llegue. Hecho esto, encremada con el barro de Iruya piense en todos los hombres que no quiso mirar. Mire a todos, de a poco con los ojos de Iruya que se acuesta a la tarde con los senos tan altos con los valles tan huecos con gemidos de barro. Recapacite, piense, cuánto amor macerado siempre hay alguien que espera un vecino, un amigo el hermano de alguien el padre de una amiga, qué se yo, piense en algo. Hecho esto, con calma quítese todo el barro sienta cómo la tierra le penetra en la cara cómo huele la piedra cómo el poro conoce lo esencial y se cierra con el amor adentro. Ahora salga, camine tome un trago, disfrute, conozca a mucha gente bese a todos. La boca no cuenta si no habla. Bese nomás, que nadie se resiste en Iruya. *** Viajera Alguien me lee lejos. Hunde su cuchara en la poesía que hago en Buenos Aires y me traga y me lleva digerida por ahí. ** Valeria Cecilia Pariso http://www.letralia.com/firmas/parisovaleriacecilia.htm Escritora argentina (Provincia de Buenos Aires, 1970). Abogada egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA, http://www.uba.ar). Textos suyos han sido incluidos en las antologías II colección de autores contemporáneos - II certamen de poesías, cuentos y cartas de amor (Editorial Embajada de las Letras), Poesía encontrada (Editorial Dunken, http://www.dunken.com.ar; 2007), Vuelo íntimo (Dunken, 2008) y Lunario (Dunken, 2008). Mantiene un blog literario en http://tantotequeria.blogspot.com. === Mi hermosa Raquel Elena Herrera ================================== La primera vez que la vi, estaba preciosa envuelta en un vestido rojo que dejaba al descubierto sus pantorrillas. Me llevó cinco semanas escuchar de sus labios aquel “sí”, el Cerro de la Silla se teñía de púrpura. Fui tan feliz esa tarde, miraba su cabello despeinarse con el viento convencido de haber encontrado mi gran amor, no advertí los nubarrones grises a punto de desatar la tormenta. Pronto me acostumbré a mi hermosa Raquel, las miradas iracundas, su perfecta anatomía, las preguntas insistentes, sus manos escurridizas, los desplantes en público, sus dotes de bailarina de oriente, las llamadas constantes, su asombrosa flexibilidad, las dramáticas apariciones en mi departamento por mujeres siempre imaginarias, nuestros ardientes revolcones en todas partes excepto en la cama. Ella ha sido la mujer por la que he dado todo en la vida. Desde el principio supe que en algún momento saldría de una joyería con un soberbio diamante incrustado en un arito tan pequeño como sus dedos. Y así fue a un mes de nuestro tercer aniversario. Ese día me desocupé temprano del trabajo, ya con la joya en la guantera, conduje de regreso a casa muy entusiasmado imaginando las maneras más cursis de preguntarle al fin, aunque ya sabía la respuesta, si quería compartir su vida conmigo. Iba absorto en mis pensamientos. No vi la luz roja del semáforo. Una chica bajó tan de prisa la banqueta. Tardé unos segundos en reaccionar. La calle estaba sola. Bajé del auto y mecánicamente subí a la chica en el asiento de atrás. Manejé con las manos heladas y la mente en blanco. La recosté en mi cama. No tenía buen aspecto, seguramente se había pasado la noche de fiesta. Un raspón le atravesaba la frente. Estaba ahí, en mi departamento, en mi cama, con los ojos cerrados, apenas gimiendo; entonces me surgió un miedo terrible de que Raquel golpeara la puerta con uno de sus ataques imaginarios. Le di un par de golpecitos en la mejilla. No reaccionó. Vi la hora. Apresurado busqué el alcohol. La botella estaba vacía. Tomé las llaves y bajé corriendo. Raquel iba entrando al estacionamiento. Aturdido, no se me ocurrió otra cosa que anunciarle una sorpresa. Todo fue tan rápido. Inútilmente quise pensar un pretexto para convencerla de esperarme ahí, mientras yo subía, sacaba a la chica y la dejaba en la puerta de algún vecino; fingí normalidad sonriendo como estúpido. La llevé a su restaurante favorito, evidentemente estaba afectado, ¿qué haría cuando acabara la cena y una Raquel ardiente quisiera terminar la noche en mi departamento? La imaginé bailando para mí. Tiré la copa accidentalmente, ella comenzó a sospechar. En medio de la ensalada me preguntaba inquisitoriamente en quién pensaba; en su acostumbrado “salmón al vino blanco”, a quién veía; llegando el postre, por qué la llevé a cenar si no festejábamos nada. Me levanté al baño, mentía, necesitaba aire. Parado frente a mi auto, mis manos temblorosas apenas lograban sujetar la pequeña cajita de terciopelo negro; minutos después, Raquel lloriqueaba hermosa y conmovida. La convencí de ir a darle la noticia a su madre, en el camino llamó a sus amigas. Aprovechando la oportuna reunión de mujeres, me liberé con facilidad. Una sensación de alivio comenzaba a recorrerme, quizá la chica despertó y se fue. Si seguía inconsciente ya tenía un plan, la dejaría cerca de un hospital, donde alguien pudiera verla. Una desviación me obligó a transitar por la calle Héroes del 47, llamó mi atención un grupo de adolescentes que nadaban en pleno Paseo Santa Lucía, en medio de la noche. Abrí la puerta de mi habitación. Ya no estaba. Un cosquilleo de satisfacción me recorrió el estómago, acomodé las sábanas. Miré las palmas de mis manos y me dirigí al baño a lavármelas, mas por una cuestión mental que por higiene. Un grito apagado salió de mi garganta, no esperaba encontrarla recargada en el inodoro. Me senté desde donde podía verla, ahí estuve un rato. Tenía que cargarla, llevarla al auto y hacer lo que tenía pensado. Si no tuve contratiempos cuando llegué con ella, supuse que a esas horas debería ser más fácil. Me acerqué solo para pasar del temor al pánico, su piel estaba helada. Con náuseas la toqué del cuello. No tenía pulso. Mi respiración agitada me llevaba de un lado a otro con desesperación. ¡La había matado! Ya podía ver mi cara en los noticieros de la mañana, lo que dirían mis padres, mis amigos, mis vecinos, ¡lo que diría Raquel! ¿Quién en su sano juicio se lleva a una extraña atropellada a su departamento? Ahora sí tendría argumentos contundentes para asegurar que la engañaba, podría restregarme en la cara que siempre tuvo razones para desconfiar de mí. El teléfono sonó y me sobresalté. Era Raquel, escuché su voz seguida del tono de marcado. Me quedé inmóvil. ¿Había escuchado bien? “Esperame desnudo, voy llegando”. Evidentemente ya no había tiempo de bajar el cuerpo hasta el auto. Torpemente la arrastré hacia el closet, pero fui incapaz de acomodarla. Justo llamaron a la puerta cuando acababa de ocultarle la mano bajo la cama. Me quité la camisa y abrí. Raquel se me abalanzó arrancándome el resto de la ropa. No recuerdo qué pasó entre dos imágenes que tengo de ella, una vestida y otra desnuda; mi concentración se vio trastocada ante su insistencia por hacerlo en la cama. ¡Nunca lo hacíamos ahí! ¿Era una broma? A pesar de lo chocante, salí del paso. Eran las tres menos veinte cuando Raquel quedó profundamente dormida. Me vestí en cámara lenta, conteniendo la respiración para no hacer ruido. Lo cardiaco fue sacar el cuerpo. Conduje despacio, pensando en algunos rincones oscuros. Vi un terreno baldío, pero no me convenció. Por descuido, de nuevo la desviación me obligó a transitar por la calle Héroes del 47. A la mañana siguiente, Raquel y yo almorzábamos viendo las noticias, una chica había sido encontrada flotando boca abajo en el Paseo Santa Lucía, algunos testimonios aseguraban haber visto a un grupo de jóvenes nadando en el mismo lugar la noche anterior. Seis meses después, la hermosa Raquel me dejó. Conoció a un negro cubano en la tienda donde elegía las flores para nuestra boda. ** Elena Herrera http://www.letralia.com/firmas/herreraelena.htm Escritora y fotógrafa mexicana (Monterrey, Nuevo León, 1982). Coordinadora editorial. Ganadora del primer lugar del Certamen de Literatura Joven Universitaria organizado por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL, http://www.uanl.mx) en 2004. Desde 2002 colabora en la revista Nave. Mantiene un blog literario en http://elenaherrera.blogspot.mx. === Poemas Francisco Torres Montealegre ============================== *** Qué día y qué hora ¡Qué día y qué hora son estos, Infiltrándose por mis poros, Llegando a mis carnes, Transciendo mis huesos Con una palabra! Tú, Sí, tú, Este día y esta hora. *** En el patio, la cabeza En el patio, la cabeza En el frío de la madrugada, En los hombros de hachero, Desafiante sobre el torso de árbol La vieja cabeza, los ojillos enrojecidos, La floja boca, la maraña de arrugas. Riendo los ojos en la marcada cabeza, Ardiendo el tabaco apretado En los labios temblorosos. Los brazos largos y retorcidos, Las largas piernas desnudas, Las raíces de los pies, aporreadas, Negras, acuchilladas, Andante poder quieto Esa madrugada, Casi antes que la primera brizna De luz. Subiendo un poco el pecho, Las orejas grandes oyendo Los cantos amontonados, La nariz abriendo los ollares, La mano que va y agarra En el cuello brotado de venas La antigua manzana Y atrae la voz ronca, Rigurosa y rebelde. Julio se llamaba la vieja cabeza, El matepalo del cuello, El vocear rebelde, Los hombros de hachero, El torso de árbol, Los brazos largos, Las desnudas piernas, Los enraizados pies En el patio. *** Herido vengo Herido vengo Con la camisa flotando, Suelta me la dejé Al pisar tu reino. Herido vengo Con los pantalones recogidos, Empapados en sangre Por ti me los recogí. Herido estoy, Pelo sangriento, Vientre sangriento, Muslo sangriento. Herido en tu reino, Herido en tu vera, Herido en tu puerta, Herido en tu lecho. *** Todo canta Pasó, vino, oyó la canción del viento Que más adelante iba entre las hojas. Silbando andaba Y silbando andaba el viento Por entre las hojas Y las hojas verdes y rojas, Y las hojas secas y castañas Silbaban en el viento Y bajo el pie suyo. Y la tierra estaba bajo los árboles Y bajo las hojas secas Fluyendo tozudamente, Rozándose filosa Mientras cantaba bajito, Mientras silbaba una dulce canción. ** Francisco Torres Montealegre http://www.letralia.com/firmas/torresmontealegrefrancisco.htm Escritor colombiano (Neiva, 1960). Licenciado en filosofía e historia y docente desde 1984. Ha publicado cuatro libros de poesía. === Una forma de autoboicot Natalia Moret ============================ ¿Creen que quería llegar temprano a esa fiesta? Bueno, no. Quería llegar tarde, a la altura de todos nos sonreímos con todos. Pero mi reloj se había roto y ahí estaba yo, una hora antes de tiempo en ese ágape del club de los contactados, más extranjera que nunca. Con un vestido nuevo que me había costado setecientos pesos (pagados con un artículo titulado “¿De qué es independiente el cine independiente?” y otro sobre la obra del poeta under Francisco Mini). Con mis sandalias bajas y delicadas, cuidadas a pesar de su uso. Podría haber empezado todo bien: llegaba a la hora correcta, saludaba de lejos y con una sonrisa a los conocidos, me sumaba a alguna conversación sobre cine o literatura mientras aceptaba el salmón, una copa, y comentaba lo bien que está esa actriz ignorada (y tan talentosa) en la última película de aquel director tan significativo. Y entonces, casi por azar, alguien me presentaba a Román Sarino, el productor ítalo—francés que estaba de viaje en Buenos Aires y que después de conocerme iba a pedirme el mail, ansioso por leer mi guión. Guión que iba a adorar, y producir. En euros. Con un elenco prodigioso. Pero ya había cometido el primer error de la noche y la incomodidad no tardó en exponerme su primer síntoma: necesidad de cualquier cosa con alcohol. Salvo a los subsidios, las becas y los premios, nadie que importe llega temprano a ninguna parte. Y ahí estaba yo, con los empleados del catering, mientras los legítimos protagonistas de esa comedia romántica con final feliz llamada Progresía se maquillaban en los baños en suite del palacete. Busqué una copa de champagne cerca de la cocina donde terminaban de montar una de las barras. Un mozo me la entregó con una sonrisa. Sin sacarse la sonrisa de la cara, me preguntó si quería alguna otra cosa, porque yo sabía quién era (y no era) yo, pero para él esas distinciones no existían. Estábamos en el polo norte y yo era un esquimal distinguiendo entre cientos de blancos diferentes; él seguía siendo un mozo con otras preocupaciones. Miré rápidamente alrededor mío buscándolo a Juan. No lo vi. Caminé hacia el salón principal y me detuve frente a un cuadro, con serenidad, como si ese pedazo de tela me tocara alguna fibra. ¿Qué había frente a mis ojos, además de una buena inversión sugerida por alguna curadora? Las trazas rojas y amarillas se combinaban con un gran talento para la nada. Ni idea. Un mamarracho para mi más bien tosca sensibilidad hacia la pintura. Haceme escuchar una canción, leéme una página de una novela, mostrame una película y voy a poder decirte lo que siento y lo que pienso. Pero la pintura tiene en mí el mismo efecto real que el hambre en el mundo. Me encantaría que me conmueva. Me haría sentir una mejor persona. Cada uno en un extremo, dos mozos hicieron flamear un mantel blanco para vestir la última mesa que quedaba desnuda. El mantel hizo un sonido grave, el tipo de sonido que hacen las telas pesadas con el viento, el peso certero y elegante que el dinero le da a las cosas. Acomodaron diecisiete copas altas en forma de u. Las conté mientras tomaba mi champagne e intentaba nublar la mirada simulando estar abstraída en pensamientos superiores. ¿Qué celebrábamos? La vida, por supuesto. Y la tercera reedición de Yo era un puto reprimido, la novela de Pedro De Gol (gran amigo de mi amigo y dueño de casa, Martín), cuyos derechos habían sido recientemente vendidos a la Border Bohemian Press de Chicago. El verdadero motor de la fiesta era que De Gol se cruzara con Sarino y que este último, seducido por el éxito innegable de Yo era (...), la adaptara al cine. Pero Sarino también iba a cruzarse conmigo, ¿y a quién iba a elegir? No estaba segura. Pero no soy idiota, conozco el mundo: existía una alta probabilidad de que comprara a De Gol. ¿Quieren saber cómo empezaba esa novela que ya había tirado quince mil ejemplares y que seguiría multiplicando la deforestación, ahora a escala internacional? (Sí, leí el principio por lo menos veinte veces, tratando de entender por qué tenía tanto éxito, y lo aprendí de memoria; a mi favor tengo para decir que nunca pude pasar de la página cincuenta). Así: “Yo era un negro. Yo era un cartonero muerto de hambre. Yo era una travesti sidosa fanática de la pija. Yo era un judío. Un peruano. Un paraguayo ladrón. Yo era mujercita. Yo era costurera en un departamento de Once. Yo tenía y quería conservar. Yo era un puto reprimido”. —Mi Cenicienta... —era Martín. Apareció del fondo de la casa y me agarró por la cintura sin que lo escuchara acercárseme—. ¿Venís tan temprano porque a las doce te hacés calabaza? Estás linda, Florencia linda. —Cenicienta no se hace calabaza, animal. Se me rompió el reloj. Se lo mostré haciendo puchero. Nos dimos un piquito, como si él fuera puto y yo tortillera. ¿De dónde habíamos sacado esa costumbre? Se fue por un pasillo a terminar de dar órdenes en tono de sugerencias. Atrás suyo empezaron a aparecer más personas, amigos suyos que estaban desde temprano en alguna parte de ese palacio majestuoso que Martín había heredado de su abuelo. Los privilegiados. ¿Alguna vez vieron alguno? Son hermosos y abominables a la vez. Siempre como recién salidos de una sesión de masajes, con expresión fresca, y una sonrisa que no le sonríe a nadie ni nada. No son ellos quienes sonríen, es la gracia la que sonríe a través de ellos. A su pesar. Eso es lo hermoso y lo abominable, ser esclavo de todas las cosas bellas del mundo. Martín me había dicho que entre gente de la editorial de Chicago y algunos amigos extranjeros iba a haber más de quince invitados de afuera, pero parecían más. Habían viajado especialmente del primer mundo al primer mundo. Yo —creo que ya lo dije— había gastado parte de mis ahorros en el vestido. Negro, con falda de tul y flores bordadas con hilos color plata, largo por las rodillas, los hombros descubiertos y un collar con una piedra brillante y diminuta que caía exactamente entre mis clavículas, que se me marcaban más que nunca desde que había perdido unos cuatro kilos por angustia, según mi psicóloga. Cuatro kilos menos por angustia era una noticia excelente. En mi peor época había aumentado cinco, por angustia también. ¿Y dónde estaba Juan? ¿Y dónde estaba Román Sarino? Llevaba casi dos años trabajando en el guión de mi largometraje y dos meses antes había dicho basta. Me había aburrido. No tanto del guión. De mí. De mí escribiéndolo. Todo lo que había salido del esfuerzo sostenido de mi imaginación, ahora, con la relectura, mostraba cada vez más su hilacha autobiográfica. Y eso era precisamente lo que yo no quería. Empecé a tachar, cortar, matar personajes. Quería que la historia despegara (se despegara de mí) y mirarla de lejos y preguntarme: ¿Sos una buena historia, historia? ¿Vales la pena, historia? Y me acerqué, bastante. Y en el proceso de acercarme (que era alejarme, ¿se ve?) empecé a odiarla. Entonces, ¿qué iba a hacer? ¿Tirar todo? Tuve ganas, y no hubiera sido la primera vez. Pero me pareció que estaba acercándome a ese momento en que la corrección, más que corrección, es autoboicot. Así que hice lo único que podía hacer: dejar que otro tomara la decisión por mí. Mi psicóloga me dijo dásela a alguien. Y aquí estoy, Sarino. ¿Dónde estás que no te puedo encontrar? Además, ¿quién quiere ser un artista cajonero? Nadie. En el cajón de un gran escritor probablemente siempre haya un libro. Pero en el cajón de un inédito trabajando en su gran obra, ¿saben qué hay? Pesadillas. —...es tipo Coffee and cigarettes, sólo que Jarmusch lo hizo antes y mejor. Hay que reconocer que el tipo encuadra bien. Pero deriva en la nada... Ojo, yo no soy un fundamentalista del conflicto, eso lo sabe todo el mundo. Yo soy amante del lenguaje del cine. Y una película que no reflexiona sobre sí misma para mí fracasa. Mientras yo dirija el festival, este va a ser el tipo de películas que apoyemos. Aunque se queden a mitad de camino, como en este caso. Porque eso no es lo que importa. Lo verdaderamente valioso es cruzarse con gente que sigue queriendo llevar el lenguaje del cine hasta hacerlo chocar con sus propios límites. Y extenderlos. El límite del lenguaje es un tendón... como un tendón... ¿O acaso alguno de ustedes quiere que les cuenten un cuentito? —Te diría que las mayorías, Daniel. Es lamentable. ¿Pero qué querés? Si el espectador se subestima a sí mismo... Simulé haber divisado alguien muy querido y salí, sin excusarme, del grupo de conversadores sobre el último festival de cine. Caminé despacio hacia la barra pensando qué le depararía el futuro a mi cuentito de noventa y dos páginas. Si iba despacio tal vez no se notara que no me sentía cómoda. Si iba despacio tal vez pareciera que tenía dónde ir, y eso trasmite seguridad. ¿Pero me la trasmitiría a mí también? Me mantuve fiel al champagne, que de a poco empezaba a darme lo que me faltaba. Y pensé esto, mientras miraba todo: yo sé que existe el bien y existe el mal. Yo sé que toda la gente que me rodea esta noche no me hizo ningún daño directo. Al revés. A muchos de ellos les debo favores. Diego Barrechea, por ejemplo, me consiguió un trabajo en el festival de cine hace dos años. Si no era por él, no pagaba el alquiler. Josefina Palmer, que me prestó su casa y los mil dólares para filmar el corto. O Joaquín Gutiérrez, que me recomendó en su editorial. El libro de cuentos no salió, pero él tuvo un buen gesto. Y podría seguir. Yo sé. Existe el bien, existe el mal, y puedo discernir uno de otro. Odiar a esta gente que no me hizo nada malo profundiza mi costado hipócrita. Mal. Desear que toda esta gente sea expropiada de sus subsidios, sus contactos y sus herencias es resentimiento. Mal, e inadecuado. Porque yo no soy rica, pero ya no soy pobre. De Gol hubiese escrito una novela así: Yo era una arribista rencorosa con una madre ignorante. Otra novela de mierda. Yo sé. Tienen plata y yo no. Sí. Tienen contactos y yo no. También. ¿Pero acaso no son generosos conmigo? ¿No me respetan? ¿No leen mis artículos en el suplemento cultural? —...con mi novio, en un restaurant en Puerto Madero. Sí, ya sé, lugar horrible, pero nos pintó y fuimos... Caemos en este lugar, medio lindo, raro, cero onda Puerta Madero, con tipo un bazar adentro con objetos de diseño, ¿lo ubicás? No importa. Viene el mozo y mi novio le pide un cuadrado de maracujá, estaba en la carta. “¿Un cuadrado o un redondo?”, dice, el oligofrénico. “No sé qué forma exacta tiene, geométricamente hablando...”, le dice mi novio. Ja, ja, ja. ¿Quién sos, querido? ¿De verdad te creíste que estás en Dean and Deluca? La chica que contaba esta historia: Miranda Pliterman, fotógrafa, mención especial del Fondo al Talento, actualmente exhibiendo en dos muestras simultáneas, una en Casa Katinga y otra en Villa Ocampo. ¿Tótem personal? Un guante de encaje rojo que llevaba siempre en su mano izquierda, y que —dicen— no se sacaba ni para coger. —Mir, sos tan cómica... Me hiciste acordar a un poema que está en el último libro de Juli. ¿Lo leíste? Acaba de publicarlo Trash. Es hermoso. Medio libro objeto. La chica que decía esto: Rochi Irigoyen, poeta, vegetariana militante, autora de Té con uñas rojas y Mmmmm, ohhhhh, shhhhh. ¿Tótem personal? Una encantadora frivolidad. Yo sé que existe el bien y existe el mal, pero... ¿Cómo podía ser que toda esa gente publicara sus novelas, sus poemas, sus cuentos, hiciera sus películas, sus cortos, expusiera sus ponencias, ganara premios por sus ensayos, y que yo tuviese que pedir plata prestada para filmar un corto que no había entrado a ningún festival? No entiendo. ¿No soy lo suficientemente moderna? ¿Actual? ¿Vibrantemente contemporánea? Y mi libro de cuentos... Son perfectibles, lo sé, pero están bien escritos, tienen historias, una mirada... Algo no estaba bien. Pongamos, sólo como ejercicio, que lo mío era una mierda. Pongamos. ¿Pero desde cuándo eso era un obstáculo para la publicación? Observen. Aquel chico de camisa leñadora y zapatillas plateadas, Mirko Helper. ¿Su libro de cuentos? Atigrada. Una colección de doce relatos sobre las medias animal print de doce chicas con las que había tenido sexo durante un año. Literalmente, la descripción —hartante, repetitiva, empalagosa— de doce medibachas. Esa chica. Karen Kósicher. Me hice pis hasta los quince. Asquerosa prosa poética escatológica. Susy Gé. Realpolitik de alcoba. Chicos, chicas, pijas, tetas, y todos apellidados así: Maquiavelo, Richelieu, Tucídides, von Bismarck... Y otros. Muchos. Y por supuesto, De Gol. El rey de todos estos hijo de re mil putas, Pedro De Gol... Un pan de campo con jamón crudo y albahaca aquietó momentáneamente la efervescencia del alcohol, pero estaba acercándome a mi límite. Mi problema no es darme cuenta a tiempo, mi problema es detenerme a tiempo. Juan todavía no llegaba. Junto a uno de los ventanales, rodeado de editores, traductores y futuros exégetas, estaba el agasajado. De Gol, que decía que no era puto, llevaba una chalina violeta al cuello, combinada con un saco verde y una camiseta como las que los hombres, antes de la revolución femenina, usaban sólo para dormir. Tomen esta cuarta copa conmigo y mírenlos. Todos tan cosmopolitas. Todos tan atravesados por el mundo. ¿O debería decir mírennos? Mírenme. ¿Me ven? Mírenme qué linda soy. Qué bien sonrío a los que no conozco y agrado a los que van a ayudarme. En mi vestido de puta y mis sandalias de sensible, haciendo un uso racional y calculado de la contradicción. Sé todo lo que hay que decir y todo lo que hay que hacer. Vamos... ¿quién me financia? Terminé esa copa, empecé otra, y entre ambas me pregunté por qué quería, con tanta desesperación, que todos esos idiotas reconocieran mi talento. ¿Tenía talento? No me sentía idiota. Sin embargo, quería tener éxito entre los idiotas. ¿Eran idiotas exitosos? ¿Eran idiotas? ¿O era mi resentimiento el que hablaba? Me sentí mal, nauseabunda. Recorrí el larguísimo pasillo hacia el baño de Martín intentando sentirme como una persona que puede vivir sin trabajar. ¿Saben qué fue lo que me salió primero? Pararme más erguida. ¿Y después? Sonreír, sin una pizca de rencor. El cuarto de mi amigo seguía casi igual. Un ambiente muy amplio, como de seis por ocho, con pisos de pinotea y ventanales que daban a una terraza llena de flores. Los techos eran tan altos que Martín había pedido un entrepiso, decía que los cinco metros de aire le daban agorafobia. Cuando entré vi dos valijas abiertas y un sobre con pasaportes sobre una mesa. Escuché el ruido del agua corriendo en el inodoro. Un segundo después apareció frente a mí un hombre poco agraciado. De la mano llevaba a un bebé que recién aprendía a caminar y que, inocente él, se le parecía mucho. El hombre mediría un metro ochenta, tal vez un poco más. Encorvado, en parte para llegar a agarrar a su hijo, pero en parte porque su cuerpo era así, me pareció, ya que los hombros se ubicaban varios centímetros delante de su torso como si quisieran cerrársele en el centro del pecho. La barba crecida cumplía la promesa de taparle gran parte de la piel, pero su piel grasosa, prodigiosamente saturada de agujeros, quedaba a la vista en la frente, la nariz y las mejillas. ¿De dónde me sonaba tanto? ¿A quién se parecía? Me miró en silencio. —Perdón, tengo que usar el baño —dije. Él frunció la nariz, como si fuera el dueño de casa y estuviera haciéndome un gran favor. Cuando se agachó para alcanzarle un juguete a su hijo recordé todo. El otro De Gol. Santiago. El que se había dedicado a las artes plásticas. Su primera exposición la pagó su madre, en la galería de arte de una tía, y al vernisage fue tout le monde. Su segunda exposición nunca llegó a existir. En algún momento se había mudado a Toronto, para reinventarse. Pero salvo el pelo (que empezaba a caérsele como una catarata agónica) y un aura de resentimiento (por ser rico y conectado, pero feo y poco talentoso) no lo vi muy distinto. —Mirá que en cinco minutos viene mi esposa a cambiarlo y ahí voy a necesitar la ducha —dijo, y después, al niño, moviéndole un juguete a pocos centímetros de la cara—. Do you like your new horse, Tommy? It’s beautiful, don’t you think? And how does the horse sound? Iiiiiiiiiiiiiiiii! How? Show me! —y haciendo relinchar el caballito de plástico—. Iiiiiiiiiiiiii! Entré al baño y trabé la puerta. De afuera seguían llegando los ruidos de Santiago De Gol con su primogénito. Tommy quería el horse. Lo agarraba y lo tiraba al piso. Tommy no quería el horse. Santiago se lo alcanzaba y volvía a preguntarle si le parecía beautiful. Tommy lloraba. Agarraba el horse. Lo tiraba al piso. Santiago lo retaba. Imaginé que lo quería desde que había nacido, pero recién en esa época empezaba a odiarlo, sólo de a ratos, con muchísima culpa, intermitentemente. Y que entre pañal y pañal leía los mails que le enviaba su hermano Pedro, con links a las críticas fabulosas de Yo era un puto reprimido, y hacía un gran esfuerzo por alegrarse, se alegraba incluso, y mientras le preparaba la papilla a Tommy pensaba que tenía que volver a pintar, hacer una muestra en la galería de arte tal, una mediana, una muy interesada en la obra de artistas emergentes de países emergentes, pero en medio de la ensoñación Tommy tiraba el plato con papilla al suelo y lloraba, Tommy tenía hambre, Tommy no quería comer, Santiago le alcanzaba su new horse y lo hacía relinchar para divertirlo mientras pensaba en la novela de su hermano, era buena, ¿pero era tan buena?, ¡mirá, Tommy!, y Tommy sonreía, ¡mirá cómo cabalga en las nubes tu hermoso, beautiful horse!, y eso, la sonrisa de Tommy, era lo verdadero, no una estúpida novela, no un estúpido guión, Florencia, no una estúpida muestra de arte, Tommy, no sabés cuánto te amo, ¿no?, ¿y entonces, por qué llorás?, ¿no querés tu horse?, ¿por qué llorás, Santiago?, ¿se puede saber qué más? ¿Qué más? ¿Por qué, Tommy, no te hace feliz tu beautiful, beautiful horse? En el mueble al costado del vanitory encontré un necessaire y un perfume que imaginé de la esposa de Santiago De Gol. Lo acerqué a mi nariz: era dulce, con... ¿cómo se dice?, notas... notas de café. Me puse un poco en las muñecas, en la ropa, y me llevé un delineador para mi colección de objetos robados en baños. Me puse de pie, planché la falda del vestido con mis manos, me miré en el espejo. Un leve mareo me hizo bajar la cabeza, pero todavía podía controlarme. Volví a posar mis ojos sobre esa chica de clavículas prominentes. Podían faltarme algunas cosas, pero tenía algo que muchos de los que estaban en el living no tenían: apenas veintinueve años. Cuando salí del baño Santiago De Gol le cantaba a su hijo para dormirlo. No lo miré. Llegué inestable a la pista, que había sido copada por un grupo de sexagenarios de la cultura. Con ligeros quiebres de rodilla, sus piernas se incrustaban en la madera para acompañar el movimiento defectuoso de la vejez. Noté que me temblaba el ojo izquierdo justo en el mismo segundo que vi a Juan. Tenía una remera de los Kinks, un jean gastado, el pelo castaño revuelto como siempre. En estos dos años de no estar juntos, mi ex novio no había parado de superarse en todas las áreas de su vida: más atlético, más tranquilo, menos inseguro, más exitoso en su carrera de investigador (era físico), más ocurrente. Todas cosas que me hacían sentir como la mierda. Ahora hablaba con Martín y una chica que cargaba una guitarra en la espalda. ¿Quién era? Metí un dedo índice en mi copa de champagne hasta apoyarlo sobre un hielo (me gusta el champagne con un hielo), y cuando se enfrió me lo apoyé sobre el párpado. El frío cura todo. La chica le dijo a Juan algo bien cerca de la boca y él le sonrió. ¿Quién era? Estaba vestida como una estudiante de circo, con unas babuchas violetas y una vincha con los colores del arco iris. Vestía como una adolescente. Sin embargo, no parecía más joven que yo. ¿No te dijeron, nena, que hay un momento para ser rebelde y otro momento para negociar? Salí a uno de los balcones hasta que se me calmara el ojo. Hay que negociar. Ese es el verdadero significado y objetivo de cualquier revolución. ¿Sabían? Romper para negociar. Escribir para plasmarlo en un libro, o en una película, y que quede así. Quieto. Deambulé y deambulé hasta que divisé a Pedro De Gol conversando vivamente con un hombre. De Gol lo miraba a los ojos, sin sacarle la vista de encima ni un segundo. Se las ingeniaba para hablar sin que se le desarticulara la sonrisa, lo que le daba una expresión asombrosamente tensa. El otro estaba parado frente a él en un ángulo de 45 grados: el gesto típico del que detenta el poder. El poderoso presta sólo un 50 por ciento de su atención mientras el otro 50 sigue disponible para lo que ofrezca el mercado. Después la aguja empieza a moverse. El débil se ve obligado a hacer una gracia atrás de otra, temiendo siempre equivocarse, aburrir al poderoso, y que la aguja baje de 50 a 45, a 40, a 30, y los mismos nervios de saber que lo pierde harán que esté perdido. El poderoso lo miraba, no lo miraba, asentía, pensaba en otra cosa. De Gol transpiraba para adentro. Era clarísimo que ese hombre era Sarino. Me acerqué a uno de los mozos para dejar mi copa en la bandeja, prendí un cigarrillo, y caminé hasta donde estaban Juan, Martín y la falsa adolescente. Tener un objetivo superior me daba la seguridad necesaria para acercarme a mi objetivo inferior y ver si esa noche nos íbamos juntos. —Te juro, acabás. Es un acto reflejo. Saludé con un beso a Juan, y después otro beso a la chica. Se llamaba Cielo; estaba contando que un segundo antes de morir, cuando se le parte el cuello, el ahorcado tiene el orgasmo más poderoso de su vida. Siempre. Que estaba científicamente comprobado. —¿El orgasmo más poderoso de su vida? —pregunté. —Sí —respondió. —¿A cuántos ahorcados consultaron? —pregunté, otra vez. Cielo se rió conmigo. Tonta de remate, ¿querías irte con mi ex? —Es loco, pero es así. Se fracturan todas las terminales nerviosas del cuello y eso hace que el muerto tenga una erección y eyacule... Eso a nivel fisiológico. Y estar al borde de la muerte... El afrodisíaco más poderoso que existe. “La muerte, el afrodisíaco más poderoso que existe”. Pregunté cómo habían llegado a ese tópico tan exótico. —Hablábamos de sexo. Me gusta que me asfixien. La perra me sonrió. Los otros dos le sonrieron a la perra. —¿Y la tuya, Flor? —me preguntó Martín. —¿La mía qué? —Tu parafilia preferida, cuál es. —El sexo oral. —El sexo oral no es una parafilia —dijo Cielo. —No, salvo que sea lo único que querés hacer. Porque todo lo que atente contra la reproducción es sexo desviado, ¿no? —hice una pausa, y le pregunté—. ¿Vos ya tenés hijos? Cielo me miró confundida. Podés seguir con tus babuchas hasta el geriátrico, pero ya estás en edad de negociar. —¿Tengo cara de madre? Primero me limité a callar y sonreír, como si su pregunta me resultara completamente extraña. Después dije: —Perdoná... —No... no me ofendés... —dijo ella. ¿Por qué ofenderte si alguien te pregunta si sos madre? No. Ser madre no es un insulto, para nada. Ser madre es algo maravilloso. Pero en ciertos círculos, para ciertas mujeres, de cierta edad... ¿Qué quiero, ser una mujer independiente, con una carrera exitosa y montones de reconocimiento? ¿O en realidad soy una mujer antigua encerrada en el discurso de una mujer moderna y lo que quiero es una familia, unos hijos, una casa grande con mucama y jardín? Hay mujeres que se atormentan mucho por esto. En una fiesta como esta, llena de artistas, está repleto de esas mujeres. Mírenlas. Todas las que no son madres y se acercan a los treinta, a los treinta y tres, a los cuarenta. ¿Las ven? Todas esas mujeres se hacen las mismas preguntas, todos los días, cuando se duchan y ven su estómago chato y vacío, cada vez más vacío. Yo puedo reconocer muy bien a estas mujeres. Yo sé muy bien cómo son, porque soy una de ellas. —¿Te están tratando bien? Pensé que Martín me lo preguntaba a mí, porque no, mis emociones no me estaban tratando bien. Tampoco Juan, que me maltrataba, flirteando con Cielo adelante mío. El alcohol me había tratado bien pero ahora ya no, ya no. Y el tabaco me maltrataba también, me hacía sentir mugrosa y débil. Pero seguía tomando alcohol y fumando tabaco, para olvidar lo mal que el alcohol y el tabaco estaban haciéndome sentir. Martín, sin embargo, no me hablaba a mí. Y eso también, si lo piensan un segundo, era una forma de maltrato. Porque nadie parecía darse cuenta de todo lo mal que me trataba el mundo. A nadie parecía importarle todo lo injusto que el mundo era conmigo, dándome expectativas que ¿dónde me estaban llevando? A un trabajo mal pago. A escribir cuentos que nadie quería publicar. A un departamento de dos ambientes con kitchenette. —Muy bien —dijo Román Sarino en un castellano casi perfecto. Se había acercado a nuestra conversación en compañía del autor de la noche—. Pedro está a cargo de mi copa llena. Y levantó su copa de champagne. Pedro De Gol rió con los demás. Nada tan gracioso, pero yo reí también. Estaba nerviosa, pero saber que podíamos conversar en el mismo idioma me dio algo de seguridad. De Gol habló. —Hablábamos con Román de su última película, La recherche. Acaban de venderla en Estados Unidos. ¿Sabés cómo la tradujeron? Lack of Love. —¿Por qué? —preguntó Martín. —No lo sé —dijo Sarino, sonriente—. Parece que los norteamericanos creen que toda película francesa tiene que tener la palabra “amor” en alguna parte del título... —Totalmente. Y si es un libro de un sudaca, la palabra “pobre”. La editora de la BBP me dijo que a mi novela querían ponerle Poor and Gay, que qué me parecía... —se hizo un silencio—. ¿Y ya tienen fecha de estreno en Argentina, Román? —No todavía, pero será de aquí a dos meses, no más. —¿Y estás acá filmando? Cielo había vuelto a hablar, pero esta vez me pareció bien que hablara. Su pregunta era un buen pie. Sarino dijo que estaba programando algunas reuniones y leyendo guiones que le habían hecho llegar personas de su confianza. Que tenía muchas ganas de filmar acá. Que la industria del cine, acá, estaba creciendo. Que acá había mucha gente talentosa. —Me regalaron un libro —dijo, y continuó después de un trago de champagne—. Diario de un paranoico... Todos conocíamos ese libro. Era un libro enorme. Escrito en 1982, por Ricardo Grats, seguía reeditándose y vendiendo. El primer libro sobre el proceso, escrito durante el proceso, en el país. Grats nunca se había exiliado. Muchos años después había trabajado para la derecha, y ahora, aunque seguía siendo un escritor sobresaliente, la intelectualidad lo denostaba por traidor. Pero más o menos secretamente todos lo admiraban. Sarino dejó los puntos suspensivos flotando, nadie tomaba la posta. Cielo y Juan, imagino, porque no tenían opinión al respecto. Martín porque estaba mirando que sus invitados se divirtieran. De Gol y yo porque estábamos calculando. Sarino me salvó. —¿Qué te parece a ti el libro, Pedro? —Bueno. Es complicado... Dijo De Gol, y empezó a enredarse en teorías sobre el autor y su obra, sobre el efecto del arte, sobre el lugar desde el que se escribe, sobre la conciencia, sobre la derecha, sobre la izquierda... Y la aguja de atención de Sarino —todos nos dábamos cuenta— empezó a bajar y a bajar. Para cuando De Gol se dio cuenta de que había tomado el camino equivocado ya era demasiado tarde. —A mí me parece un libro fabuloso —dije. Sarino me miró inmediatamente. Pedro cerró la boca. Todas las luces estaban puestas en mí. —¿Sabés cuál es el problema que los chicos de izquierda tienen con Grats, Román? Que Grats es un hombre culto. Eso les pone los nervios de punta. Que un escritor genial los cachetee con inteligencia. Estos chicos piensan que no hay vida inteligente en la derecha. Pero sí que la hay, y muchas veces salen todos de la misma escuela. Lo que los pone tan mal, creo, es que los espeja. Además Grats también fue bolche... ¿Me ven? ¿Ven cómo Román Sarino se ríe conmigo? ¿Ven cómo gira su cuerpo hacia mí? ¿Ven cómo De Gol, desesperado, festeja todo lo que digo? Vean cómo yo crezco mientras él desaparece, y véanlo a Juan, ¿la mira a Cielo? No. A mí, me mira a mí. ¿Ven esa luz que brilla sobre mi pelo? Es el espíritu de la justicia que al fin bajó de las alturas para ver cómo estoy. Esto es lo que tenía que pasar. Y esto es lo que estaba pasando. Vean cómo Sarino me pregunta a qué me dedico. ¿Escucharon el tono despreocupado con el que le dije que tengo un guión? Lo repito. —Tengo un guión recién terminado. Un thriller. —Qué interesante, ¿y ya lo llevaste a alguna productora? —Todavía no. Me lo pidieron un par de conocidos, pero no estoy desesperada. Creo que si le doy tiempo la mejor oportunidad va a llegar sola. Véanla llegar. —Me gustaría leerlo. ¿Quieres pasármelo? Por supuesto, Román. Dame tu mail y nos tomamos un café en la semana, que yo casualmente ando con algo de tiempo. Lo miré a Juan. Le sonreí. Seguí hablando con Sarino de las mejores playas para visitar en la costa. Lo miré a De Gol; miraba hacia todos lados, buscando una ayuda. Levantó la mano y saludó a una mujer al otro lado de la pista. Martín entrecerró los ojos para ver mejor. —¿Esa es Roberta? —preguntó. —Sí —dijo De Gol, que, me pareció, se parecía cada vez más a su hermano. Y agregó, a Sarino—. Mi mujer. Ya lo dijo Tom Wolfe: si en una reunión social un cónyuge se ve obligado a buscar la complicidad del otro cónyuge, ha fracasado. Martín se excusó para ir a saludar a Roberta. Yo agarré otra copa de champagne de la bandeja que pasó frente a mí. Era la sexta o séptima de la noche, pero era la primera que tomaba para sentirme todavía mejor. —¿Estás casado? —le preguntó Cielo a De Gol. —Sí. —¿Podemos decir entonces que seguís siendo un puto reprimido? Dije yo. Y me reí, y casi todos rieron conmigo. De Gol también (no le quedaba otra). Era un buen chiste pero estuvo completamente de más. Lo supe después. En ese momento empecé a reírme tanto que tuve que agarrarme el estómago con una mano para que no me doliera. Literalmente, me doblé de la risa. Borracha. Acaso triunfante. Dejé caer mi cabeza hacia el suelo mientras me reía. Mareada, pero todavía victoriosa, sentí un asco profundo y pensé: es el mismo asco que sentiste toda la noche, Florencia. Pero no. No era. Me había dado cuenta a tiempo, pero no me había detenido a tiempo. Doblada, con las manos sosteniéndome el torso desde las rodillas, observaba la pinotea ensuciarse con el champagne que estaba dejando caer desde mi copa mientras rogaba no vomitar los zapatos de mi futuro productor. —¿Te sentís bien? Cielo se acercó y me apoyó la mano en la espalda. Me levanté de a poco, intentando mantenerme derecha. Con los ojos cerrados estiré la mano con la copa vacía y apoyé la otra en mi frente. —Estoy bien. Dije, y me levanté el pelo en un rodete para dejar que corriera aire por mi nuca. Sarino me observaba con una expresión que no llegaba a descifrar. ¿Qué pasaba? Estaba borracha, sí, ¿pero no estábamos en una fiesta? —¿Me explicas lo que dijiste a Pedro? —dijo—. No sé si entendí bien... —y sonrió. Empecé a explicarle el chiste, que el título de su novela, que su esposa, etcétera, mientras notaba que mi explicación era innecesaria. Sarino no era idiota, había entendido. No es idiota, es, es... me repetía, mientras seguía intentando excusarme... ¿de qué? Empecé a sospecharlo mientras me enroscaba en mis propias justificaciones y lo miraba a Martín. ¿Cómo puede ser, Martín, que no me hayas dicho que Sarino era susceptible y homosexual? —¿Tienes algún problema con los putos? Entendí que todo se acercaba peligrosamente al desastre. Sentí la cara caliente. ¿Tenía algún problema con los putos? Para nada. De hecho varias veces me había preguntado si la heterosexualidad era lo mío. ¿Por qué, entonces, no podía decir algo salvador? El alcohol no ayudaba, tampoco los nervios. Y el temor horrible de haber ofendido a mi futuro productor... ¿Lo había ofendido? Mi futuro productor, dueño de un sentido del humor que empecé a sospechar deficitario. Sarino me sonrió pícaramente. ¿Estaba él haciendo otro chiste? —Los europeos... —dijo—. Todos tan correctamente políticos... Lo dijo para el grupo, y el grupo se rió con él. No eran correctamente políticos. Eran, en todo caso, políticamente correctos. ¿Pero quién iba a corregirlo? Definitivamente, no yo. Entonces Cielo dijo: —¿Qué tenés acá? —en voz muy fuerte, acercándose a mi espalda. —No sé... Sentí un tirón en el vestido y después me acercó su mano, mostrándome algo. ¿Qué era? Hice foco, pero no entendía. Cielo, la misma falsa que un segundo antes había querido ayudarme, la misma perra que pensé que no me guardaba rencor... —Te olvidaste de sacarle la etiqueta al vestido —dijo—. ¿La tiro, o la querés? Yo sé que existe el bien y existe el mal, y puedo discernir uno de otro. Lo que Cielo estaba haciendo era el mal, y estaba haciéndomelo ahora que yo estaba ebria y vulnerable. Doblemente el mal. Humillante. Mírenme. Soy la misma que hace unos minutos estaba a punto de dar un salto magnífico en su carrera. ¿Cómo había pasado a ser esta borracha que se compra un vestido nuevo, deseosa por causar una impresión? ¿Cómo iba a hacerle creer a Sarino, ahora, que no estaba desesperada? ¿Y cuánta maldad podía tener Cielo adentro para preguntarme si quería guardar la etiqueta del vestido? Como recuerdo de la noche en que un productor importante estuvo quince minutos interesado en vos, Florencia. Intenté armar algún chiste ocurrente que encarrilara mi dignidad. No pude. Los miré a todos. Me pareció que Sarino me sonreía con cierta compasión. La que provoca la vergüenza ajena. La mía. ¿Vieron llegar la oportunidad, unos minutos antes? Bueno. Véanla irse. —¿Viste la última de Lynch? —dijo Pedro De Gol. Y la aguja de Sarino empezó a moverse hasta darme el perfil. Y así, como si nada, hablaban de otra cosa. Lo miré a Juan. ¿Para vos también me volví invisible? Retrocedí unos pasos aguantando todo. La náusea no era lo peor. Lo peor, ahora, eran las ganas de llorar. Tenía que reprimirme. Caminé hacia el largo pasillo que llevaba al cuarto de Martín. —¿Te sentís bien? No. No me siento bien. ¿Por qué seguían preguntándome si me sentía bien? ¿No era evidente? Pero que Juan se hubiese preocupado por mí me reconfortó un poco. Le dije que quería acostarme hasta que me sintiera mejor y se ofreció a acompañarme. Entramos al cuarto a oscuras. Fuimos a oscuras hasta la cama. Nos tiramos, a oscuras. —Gracias. Le dije, y quise darle un beso. Dejó que se lo diera. Fue un beso triste. Yo quería dormir abrazada a él, pero él, me pareció, quería dormir abrazándose a sí mismo. —Un cigarrillo. Quiero un cigarrillo. —No tengo — dijo—. Dejé. ¿Dejaste de fumar para volverte todavía más perfecto? ¿O para hacerme sentir todavía peor? Le pedí que me alcanzara mi cartera y empecé a revolver todo. —Ya vengo. Cuando Juan abrió la puerta para salir del cuarto la luz y la música de afuera entraron un segundo. Después la cerró y todo volvió a quedar a oscuras. Está bien, dejame sola. Todavía tenía el mail de Sarino, ¿no? Todavía podía hacerle llegar el guión de mi película, que lo leyera... todavía no me había dicho que no, ¿o no? Los imaginé en el living, conversando sobre... Me senté despacio, tanteé la oscuridad hasta dar con un velador, lo prendí. Mientras buscaba el encendedor en la cartera descubrí la cuna de Tommy. Me había olvidado de que el bebé estaba en ese cuarto. Me puse de pie, despacio, y me acerqué a él. Dormía. Cuando encontré el encendedor volví a sentarme en la cama, me puse un cigarrillo en la boca, y pensé unos segundos en mi vida, a punto de acortarse unos segundos más después de que prendiera ese cigarrillo. Lo prendí. Inhalé profundamente. Guardé el humo. Exhalé. Dejame decirte algo, Tommy. Hay cosas que tenés que saber, y mejor saberlas lo antes posible. Ese hermoso cielo celeste que te arrulla tiene un agujero enorme, enorme (como el mar con sus olas y sus barcos); por ese agujero todos los días el sol (esa pelota dorada que flota entre las nubes y te hace cosquillas) manda rayos que pueden debilitarte hasta hacerte sufrir presbicia, sarampión, herpes, lepra, malaria, varicela, cáncer. Ese auto tan lindo en el que papá te lleva a pasear tira unos gases que no se oyen, no se huelen, y esos gases (los gases de todos los autos de todos los papás del mundo) navegan en tu sangre (como un submarino muy chiquito y muy rápido) hasta tus pulmones, y pueden dejarte ciego, darte dolor. Esa pileta en la que mamá te está enseñando a nadar está llena de cosas invisibles y venenosas que vienen de mil lugares del mundo, de las fábricas (donde se hacen los autos de los papás y los juguetes de los hijos), y que llegan hasta los ríos, que riegan los campos, que hacen crecer el alimento para que seas un nene fuerte y hermoso. Esos nenes con los que jugás en la plaza un día van a hacerse grandes (vos también, Tommy) y van a querer ganar. Van a tener que hacer muchas cosas que no querrían hacer. Van a tener envidia de otros que ganen más que ellos. Van a casarse, van a divorciarse, van a conseguir y perder trabajos, amigos, recuerdos. Van a disputarse migas. Van a llamar cada vez menos a sus padres y a sus hermanos. Van a fracasar, muchas veces. Van a frustrarse y decirse cosas horribles. Van a sentirse egoístas. Miserables. Enfermos. Van a tener miedo de morir. Van a tener miedo de estar solos cuando estén por morir. Y van a tener hijos, que al principio siempre son chiquitos y tiernos. Como vos. Los van a traer a este mundo (hermoso, a pesar de todo) para que crezcan en compañía de todos nosotros, Tommy, de toda esta gente que somos. Para que crezcan respirando este aire, tomando de esta agua y calentándose bajo este sol. ¿Te das cuenta, Tommy? ¿Qué puedo hacerte yo, con el humo de mi cigarrillo, que el mundo no haya pensado antes por mí? Así que no te preocupes por nada, Tommy. Hasta que algo salga mal, todo va a estar bien. Ahora no te preocupes. ** Natalia Moret http://www.letralia.com/firmas/moretnatalia.htm Socióloga y escritora argentina (Buenos Aires, 1978). Asistió a un taller literario con Abelardo Castillo. Publicó cuentos en revistas, en su mayoría literarias, y en antologías (Narrativas Breves 2004, Ed Sudamericana; Narrativas Breves 2006, Ed Sudamericana, Nuevas voces para otra navidad, 2005). Es colaboradora en el suplemento de cultura del diario Perfil, de Buenos Aires, y en las secciones de crítica de otras revistas literarias. Realiza correcciones de estilo y traducciones del inglés. Mantiene un blog literario en http://despuesdelaspiedras.blogspot.com. === Cinco poemas José Manuel Oliveros ================================ I Como nace un sueño, un grito, la voz del ser entre silencios, emerge el hombre hasta lo vivo, hacia una larga historia de deseos. II Hay algo que no está y reclamo con la boca cargada de esperanza, fielmente, como se busca el diálogo con un ser envuelto en palabras. Algo que debería estar y extraño, una fuerza misteriosa, una mirada certera al corazón de lo humano, un cúmulo de luz, un grito al alba cruzando muros de fe gastados como una necesidad eterna del alma que hay que satisfacer amando. III Volver a lo sencillo, a lo blanco, a los cálidos senderos de la vida donde el hombre se hace campo de surcos fértiles y sombra ávida, al compás de los serenos cantos cuando un ángel deja en la tierra la luz que sobra en los astros. IV Por el amor a fuerza desvividos, desamados a veces por la vida, por el tiempo siempre revividos, entre la dureza y la sombra mística de un destino eterno, de azul vivido, convertimos el cuerpo de los días con el jugo asimilado de lo vivo en alma ingente de palabras vivas. V Dejadlo quieto, lejos de la luz y de los hechos, es un instante único de ser entre sueños, viviendo, entregado solo al eco sin aire del alma, un puro yo creciendo, después ya irá hacia el fuego, a sentir brillo, espacio y tiempo. ** José Manuel Oliveros http://www.letralia.com/firmas/oliverosjosemanuel.htm Escritor español (Ceclavín, Cáceres, 1965. Además de diversas publicaciones en medios digitales como la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (http://www.cervantesvirtual.com), ha publicado el poemario Solo alma (Editorial Artgerust, http://www.artgerust.com; 2011). === La tripona Héctor Estrada Parada ================================= —¡A mi papá se lo dijo cuando venga, tú vajavé, gran carajo! —Tan bonita y tan grosera, lástima que se perdieron esos potes de leche —le dijo Cirilo desde una esquina. —Qué potes de leche ni qué niño envuelto, piazo ‘e gafo. A mí me criaron fue con pura teta. Se llamaba Berta, tenía catorce años y un genio del demonio. Su padre estaba preso desde hacía once años y ya a punto de salir. Había matado a un hombre a puñetazos porque, borracho en un bar, le tocó el culo. Berta iba a la escuela en las mañanas y por la tarde ayudaba a su mamá con los oficios de la casa y a repartir los bollitos y cachapitas de maíz jojoto, que los vecinos le compraban por encargo. Cirilo era un vividor que se había criado en el barrio, pero que al hacerse hombre, se dedicó a “chulear” a viejas con plata, por el este de la ciudad. Decían que vivía con una veterana actriz de televisión. De vez en cuando pasaba por la casa materna para, como él mismo decía, no perder sus raíces. —¿Y entonces qué primita, cuándo te animas a echarte un baño y ponerte ropa limpia para dar un paseíto conmigo en mi nave? —dijo señalando con los labios en punta, al reluciente Galaxie 500, 1962, recién sacadito de la agencia. —Mira, Cirilo, yo no soy prima tuya ná’. La mae tuya es mi madrina de confirmación y hasta ahí. Además tú tienes muy mala fama por aquí, y si me ven siquiera hablando contigo, mi buena cueriza que me dan. Así que ¡zapatea pa’ otro lao! —Bueno, de todos modos, tú solamente eres una tripona —dijo como en “La zorra y las uvas”. —¡Tripona será tu agüela, desgraciao! Siguió su camino a la mamá el producto de la venta de esa tarde; Berta sabía lo que buscaba Cirilo con ella. A pesar de su juventud, conocía más de la vida que la mayoría de las muchachas de su edad. Un hermano de su padre, quien venía a casa con frecuencia, se había encargado de aleccionarla desde hacía unos dos años. Les traía a ella y a su madre, rutas, pollo y otros comestibles. También traía unas cervecitas y el último disco de moda, para “alegrarles un poco la vida”. Se quedaba todo el fin de semana y por las noches, se acercaba al cuarto de Berta para arroparla, como cuando estaba chiquita y darle un besito de buenas noches; solo que de un tiempo acá, se lo daba en la boca y mientras lo hacía, le acariciaba el cuerpo con sus huesudas y callosas manos. Al principio, Bertica lo dejaba hacer por pura inocencia, pero ya después empezó a gustarle que su tío la tanteara en lo oscuro de la pieza. No sabía por qué, pero entre semana extrañaba las buenas noches de Anselmo. Mentira, sí sabía, y al acostarse, ella misma sobaba sus muslos y vientre como lo hacía él, hasta que después de un rato se quedaba dormida, luego de un profundo suspiro y ahogando los gemidos y estremecimientos con la almohada. Un sábado en la tarde llegó Anselmo con una mala noticia para la madre de Berta. —Tu marido se metió en un peo allá en la Modelo. Parece que hubo un motín o algo parecido y lo involucraron en la trifulca. Ahora le van a dar dos o tres años más, porque ique le dio unos carajazos a un guardia. En su fuero interno, Berta se alegró, ya que si su padre hubiese salido de la cárcel, los escarceos de su tío Anselmo se pondrían más difíciles. Esa noche... —Berta, Bertica, mi amor, hoy tú también deberías tocarme a mí un poquito —le decía en susurros el tío, mientras le llevaba la mano de ella hasta la bragueta abierta.. Anselmo se estaba cansando de desahogar las ansias de su piel con la mamá de Berta, al salir excitado del cuarto de la niña. Ahora quería avanzar un poco más con su sobrina, quien definía formas día tras día y se estaba poniendo más “sabrosita”. Además, esa noche su cuñada estaba más borracha que de costumbre y ya dormía. Cierta tarde, al día siguiente de su cumpleaños diecisiete, Berta paseaba por el barrio enseñándole a unas amigas el vestido y los zapatos que le había regalado su tío Anselmo, cuando apareció Cirilo haciendo alarde de su nuevo Thunderbird ‘65. —Hola Tripona, ¡qué bonita estás hoy! —Gracias don Cirilo, usté siempre tan caballerosiento. —¡Guá! ¿y de cuándo a dónde tú tan simpática conmigo? —Bueno, es que ya soy una mujer y la antipatía contigo, eran puras niñerías mías. ¿O es que no se me nota que soy una mujer? —¡Sí... rilo me llaman!, claro que se te nota, Tripona. Por eso te digo que andas muy bonita. Al chulo se le alborotó la testosterona al mil por uno. No contaba con esa reacción de Berta, a quien le tenía ganas desde hacía años. —Esa nave me gusta más que la otra —dijo Berta con inusual coquetería. —Ah, entonces, ¿en esta sí darías un paseíto conmigo? —¡Sí... rilo te llaman! —dijo la muchacha riendo a mares y subiéndose al carro. Tiempo después andaba “Bertica” por el barrio saludando a las amigas, cuando una de ellas le preguntó: —¿Y ese carajito, Berta? —¡Guá!, este es Cirilo Anselmo, mi tripón. ** Héctor Estrada Parada http://www.letralia.com/firmas/estradaparadahector.htm Escritor venezolano (Caracas, 1951). Es técnico superior universitario en mercadeo y publicidad y cursó algunos semestres de comunicación social en la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve). Durante el bachillerato dirigió un periódico liceísta y más tarde el semanario del Banco Hipotecario de la Vivienda. Tuvo a su cargo la revista K-leido en los años 90. Es miembro activo del programa Plataforma del Libro como promotor de lectura, y miembro de la Red Nacional de Escritores (http://rednacionaldeescritoresdevenezuela.blogspot.com), Capítulo del Táchira. Autor de las novelas históricas Perdedores y Réquiem por Leonora. Docente en el Colegio Aplicación de San Cristóbal. Actualmente asesor de tesistas universitarios. === Textos ganadores ====================================================== === del I Concurso de Relatos Cortos y Microrrelatos ====================== === “José Antonio Lago Formoso” (Turmero, Venezuela) ====================== El primer Concurso de Relatos Cortos y Microrrelatos “José Antonio Lago Formoso”, convocado por el Instituto Pedagógico Rural “El Mácaro”, de Turmero, Aragua (Venezuela), nace de la incesante demanda de sus estudiantes de constituir un espacio permanente para la discusión de sus producciones literarias a la luz del criterio de profesores y compañeros; especie de talleres de creación donde presentar sus textos y nutrirlos del juicio de terceros. Luego surge la idea de abrir un concurso literario. De la mano de la cátedra Unesco Upel-Iprem, y el apoyo de los docentes de lengua y literatura, no parecía difícil llevar a cabo este proyecto. Un vistazo a los intereses de los estudiantes arrojó un hecho notorio: la narrativa breve era leída ávidamente; en cambio, no corrían con la misma fortuna el género lírico, el ensayo o la dramaturgia. Faltaba sólo un nombre y quién mejor que nuestro entrañable José Antonio Lago, que ha dedicado tantos años a cultivar el amor por la palabra. Los ganadores que aquí presentamos han seguido escribiendo y asistiendo a talleres, lo que nos hace creer que el objetivo se ha cumplido. Esta es una oportunidad para reconocer su talento, sobre todo ahora que faltan pocos meses para una nueva edición del concurso. Prof. Luis Azuaje *** Microrrelatos El chico con una bufanda... Jessica Martínez El chico con una bufanda parecía un aviador. Era de noche, una noche fría caraqueña del ‘95, los hippies ocupaban la mayor parte de la acera. Mientras avanzábamos en sentido contrario, por la calle de los bohemios —la obra del momento acababa de estrenarse, malabaristas y artesanos por todas partes—, de repente un fuerte disparo dispersó la atención de todos, justo el que nos acompañaba cayó tendido en la acera con un agujero rojo y delicado en la frente, ella lloraba sobre él y yo sólo observaba incapaz de entender. Seis meses más tarde nací, nunca he visto a mi papi, pero mi mami es muy hermosa. Flor de narciso Yohanna Martínez Siempre me encantó su cuerpo: pálido, con pechos pequeños, perfectos, del mismo tamaño, rosados... o verdes, su transparencia asomaba las corrientes de sangre que palpitan por su carne. Si bajaba la mirada, encontraba la aparición de unos rollos, que se alargaban, que se encogían en aquella imagen tan bizarra. Sus ojos eran tan comunes: marrones, así como los troncos de los árboles que se encuentran en todas partes del mundo, pero si te acercabas y veías con firmeza, en sus ojos encontrabas oro, unas líneas doradas o tal vez amarillas que rodeaban la negrura de la pupila. Sus labios daban la apariencia de una muerta, ¡eran tan pálidos!, sin embargo, más de uno quería retornarlos a la vida. Mirar su cuerpo era un deleite, parecía una de esas pinturas donde están las musas más hermosas, que inspiran paz y placer sin necesidad de tener una perfecta silueta. Podía dar vueltas y vueltas con ella, y siempre encontraba algo nuevo en su carne. Uno de estos días, mientras disfrutaba de la belleza común de sus ojos, noté su rostro, imperfecto: de pronto aparentaba que una mitad se derretía de tristeza y la otra permanecía en su lugar. Jugué con esa horrenda imagen por muchas horas. ¡La imperfección es divertida! Ya no sólo podía fascinarme y filosofar de su silueta —sí, porque yo veía una línea parecida a un grafito, que rodeaba todo su cuerpo, así que reía al pensar que era una caricatura—, sino que ya hasta jugábamos juntas. Un día mientras seguía disfrutando del placer de tener su cuerpo en mis manos, mi madre me sorprendió con su presencia, su cara de horror fue tan humillante que caí en cuenta inmediatamente que debía dejar de mirarme en el espejo. Tierra mojada Leonardo Yoris Cuando la vi lloré. La extrañaba tanto, había pasado mucho tiempo y hoy la tenía ahí a pocos metros de mí, noté que sus ojos, esos que me idiotizaban, que me hacían sentir un sinfín de emociones, hoy no me miraron igual, algo pasaba, tenía esa mirada como perdida, como asustada, su boca la que en diversas ocasiones besé con desesperado amor y esos labios que me mordían y me decían las palabras de las cuales se alimentaba ese mutuo sentimiento, hoy estaban en silencio, sólo una sonrisa un poco forzada, no sé por qué el tiempo te pudo cambiar tanto si fueron unos meses y verte así me rompe el alma y el corazón, pero debo disimular o lo notará, ¿lo notará? Estaba confundido y molesto. ¿Acaso no se alegrará de verme? ¿Pasamos tantos momentos juntos y hoy ni siquiera me puede mirar a los ojos? ¿O serán cosas mías? Me acerqué un poco más para tratar de ver sus senos, ese par de amigas que me acompañaban en aquellas noches, pero incluso hoy parecían no estar ahí, tenía tanta ropa encima que me dejaba mucho a la imaginación, y hasta su olor estaba distinto, no llevaba la fragancia que se ponía cada vez que nos veíamos, definitivamente había cambiado, cerré mis ojos para imaginar que no estaba pasando aquello, mi Elizabeth ya no era la misma, la sentía fría, sola, con esa maldita sonrisa forzada y vacía, volví a llorar, mis lágrimas caían, esta vez sobre la tierra mojada, éste será nuestro último encuentro, cerré la tapa y dejé todo como estaba antes, adiós mi amor, prometo nunca más volver a exhumar tu cuerpo. *** Relatos Tú no naciste gemela, como diría mamá... Mía Miralles Pasar el día entero en la peluquería y que nadie se dé cuenta de que te cortaste el cabello, como respondiendo un saludo en la calle y resulta que no eras tú sino el de atrás, por fin atreverte a llamar a ese número y resulta que lo tenías anotado mal, bajo la lluvia en tus sandalias favoritas, una mujer sin gracia, un hombre sin sonrisa, un beso sin ganas, una canción sin melodía, una noche sin luna, una playa sin cielo, circunstancias temibles, sentimientos equivocados, una excusa perfecta, una mirada pendeja, temas incompletos y despedidas que duelen. Unas lágrimas que fingen no salir y una sonrisa fingiendo ser natural, así defino yo la tristeza, pero no te dejes engañar, todo es relativo, y dando vuelta al universo de la vida, por qué no condimentar mis letras con una exquisita definición de lo que significa para mí la felicidad, un lado opuesto del día, un orgasmo inesperado, un cállate y bésame, un menos mal no te fuiste, una disculpa sincera, un poema apasionado, un amor adictivo, una comida con hambre, una cama con sueño, un niño con perro, un jardín con rosas, mojarse en la lluvia, llegar cansada a tu casa y que te reciban con una sonrisa, es impregnarme de todo, es aferrarme a un mundo, es aparecer en la oscuridad, es convencer a una duda, es que sigas aquí, es darme una oportunidad, es construir y llegar al final, enmendar un error, sanar una herida, es un no te vayas nunca, es apostar una risa, es divertirse como niño y sorprenderte día a día, es el placer de vivir, es besar sin palabras, es tener sin pedir, un pecado el cual no quieres discutir y un mensaje fácil de trasmitir. Yo soy así, una chica distraída, a veces torpe, a veces ágil, es mi manera de ser, mi forma de actuar, mi transmisión perfecta, soy el canal que quiero ver. Esa chica que ríe cuando otros desean verla llorar, la que se cae y dice “tranquilos, no ha pasado nada”. La que parece perfecta porque sus lágrimas nadie ve derramar, me entiendo en mi desorden, en mi apariencia superficial, soy lo que quiero ser. Como verás soy muchas cosas a la vez, contradictoria, incoherente, absurda, pero soy yo, no tengo un letrero en la cabeza con una lamentable definición, no soy como tú ni como ella, no tengo un prototipo, ni un test puede definir mi personalidad, no puedes saber quién soy ni yo escribir cómo eres, todos aprendemos a construir nuestra definición de tristeza y de felicidad, aprendemos a definir la amistad pero no a los amigos, sabemos definir el amor pero no a quien está con nosotros compartiéndolo, es cuestión de tiempo aprender a definir la verdad que nos lleva más de un suspiro saber comprenderla. Me gusta el chocolate caliente y odio que me toquen los pies, no sé qué tiene que ver una cosa con la otra pero fue lo que imaginé inmediatamente, comúnmente relaciono escenas que no tienen nada que ver, empiezo hablando del clima y termino hablando de una película que vi cuando tenía trece, aquí estoy, llenando el ambiente de incansables bostezos que hacen mi cara inquietante, pienso, escribo, leo, borro y vuelvo a escribir, y me doy cuenta de que escribí lo mismo y pienso “para qué quiero cambiarlo si es lo que realmente pienso”, y lo dejo así, por segundos movilizo mi pie izquierdo como si tuviera un tic nervioso, no sé, es otra de mis extrañas manías, recojo mi cabello y pruebo las gotas de un caliente café, escucho una canción sin letra, lo que todos llaman instrumental, tiendo a odiarte cuando te pareces a mí porque no sé qué decirte, y tampoco que dirás, odio cuando eres yo, o cuando yo soy tú porque tus pensamientos pueden traicionarme y los míos evitar tropiezos. No soy nada fuera de lo normal, soy como todos... diferente a los demás. Cambio radicalmente y siempre digo la verdad, me condeno como culpable porque odio tener que explicar. Siempre pensé que las autobiografías no tenían sentido, o por lo menos la mía sería aburrida, y en algo tengo razón, lo es. Pero aun así escribo sobre mí, pues no me interesa mucho la vida de los demás, o quizá sí, es difícil comprenderme, pero la verdadera razón de estas líneas es porque no conozco a nadie tanto como a mí, o no sé la historia de nadie más y hay que hablar sobre lo que uno sabe, pero lo que me tiene realmente preocupada es que ya voy por la tercera cuartilla y no hablo de nadie, no corto mis venas ni paso días sin comer, y la idea de que hay poca acción en mis letras me angustia, no porque no haya asesinos en mi flexible escritura, es más bien esa sed inhumana de alertar a la ciudad. Hace meses fui al circo. De pequeña odiaba a los payasos pues me parecía que eran esos de los que sufrían en silencio, pero al pasar los años sentí admiración y vi sus risas desde otra perspectiva, el show siempre debe continuar y si caemos nos levantamos. Bueno, retomando el tema, ¡fui al circo!, inesperadamente salieron tres payasos, cantaron, brincaron y un globo gigante suspendido en el aire hacía que el público se conectara brevemente con el espectáculo, pero el ánimo desvanecía frecuentemente, colores invadían las miradas inocentes pero nada les sorprendía, sólo hasta que se presentaron dos jóvenes en motos que se jugaban la vida ambos en una cúpula de metal y estaban al borde de la muerte, tenías que ver sus miradas concentradas sintiendo fuertemente sus latidos, suspiros de asombro y movimientos efusivos demostrando la excitación de contemplar el peligro. Y ahora inspecciono y no está pasando algo grave de mi entorno personal, digno de publicar en sucesos del diario matutino, bueno, entonces ya tengo muy claro que si eres de quien prefiere los chicos en las motos cuando vas al circo, desecharás mis letras cruelmente. Y no sólo es una deducción, más bien se puede tomar como una aclaración, si buscas un crimen policial, una suicida bipolar, o un adolescente anoréxico creo que decepciono tus expectativas. Ya lo dije anteriormente, soy una persona común, a veces demasiado aburrida, y otra indiscretamente atrevida. Con un corazón grande, digo yo, no sé usar muy bien el término modestia, pero lo que debería tener el corazón es una opción como la de algunas redes sociales tipo facebook, o msn, “Eliminar contacto” porque eso de olvidar espontáneamente es un poco difícil, es como meter el pie en una alcantarilla y cuando logras sacarlo darte cuenta que también se te partió el tacón, entonces empiezas a caminar apurada con los pies descalzos y te rompes los pies, de manera similar reacciona el corazón, cuando terminas con alguien, te apuras tanto en olvidarlo que terminas con el corazón hecho pasita, arrugadito como sin ganas de volver a amar. Y no es que yo tenga muchas decepciones amorosas, pero sí me he atrevido a correr y me estrellado contra una gran pared, pero ya lo decidí, el próximo amor en mi vida: que me quite el flequillo de la cara y se atreva a decirme que estoy despeinada, que no me diga mami, bebé, chiquita, ni menos muchachita, a mí me encanta mi nombre, y siento que no hay nada malo en él, pues sí que sea normal, que haga muchas expresiones en su cara sin perder la cordura, como llaman “espontáneo”, estoy cansada de lo mismo, ya no quiero más Ken, de todas formas yo no soy Barbie. Además Fiona se la pasa mejor con Shreck y no tiene que usar tacones todos los días, el Ken nunca ha estado de moda, sólo que la belleza que atrae rara vez es la misma que enamora, y siempre nos sentimos atraídas por la sonrisa de tan superficial ser. Pero si lo pensamos bien, Shreck siempre ha sido el boom del romance, sólo que antes lo llamábamos osito de peluche o Sr. Dinosaurio, o por lo menos ese fue mi caso, siempre odié a Ken, y ahora se encarga de perseguirme en la vida cotidiana (cara de tristeza). Cuando somos niños, nos acostumbramos a ver el alma de las personas, y cuando crecemos nos olvidamos de que aún conservamos ese hermoso don o nos volvemos miopes de espíritu. Y caigo en lo que empecé, la felicidad, la tristeza, la construcción de ese cielo que todos debemos tener, confundimos un gesto, una acción, una realidad, con una definición barata, y ¿cómo consigues en el diccionario una emoción que sólo tú puedes sentir?, es una mentira, no puedes, pero después que algo es mencionado por mucho tiempo deja de ser cuestionado, cuestiónate, mírate, critícate, mímate, que no se te vaya la vida queriendo recibir algo de los demás, conviértete en tu mejor compañía, dibuja tu paraíso que no está en ninguna parte sino dentro de ti, eres tu Dios y decides si llueve o no en tu cielo, si te caes, ríete, no querrás volverte viejo y amargado, y mira que lo primero indiscutiblemente llega, no construyas un infierno para juzgar a los demás, cuando quieras destruir a alguien, obsérvate pero no seas cruel. Yo suelo observarme, pero mi espejo cree que salió del cuento de Blanca Nieves, sí, Mía, tú eres la más bonita, no soy nada vanidosa, pero lo siento, ya dejé claro que estamos hablando de mí, o sea, yo soy la protagonista, y como esto no es una telenovela, no me secuestran, no pierdo la memoria, ni tengo una gemela, esto es un poquito más de lo mismo, de la vida real, lo que escuchas en el supermercado, o cuando vas en el autobús, sólo que yo digo que es literatura y ellos no, me gustaría poder agregar gestos a un texto, en estos momentos estaría guiñando el ojo derecho. Bueno ya, en serio, ahora hablemos de ti, los niños, tu familia, el perrito ese que tanto querías. Realmente me gustaría saberlo, pero me tengo que ir. ¿Te han dicho alguna vez eso? Cualquier parecido con la realidad es simple coincidencia, que no se te escape tu vida en los problemas de los demás, no pierdas tu tiempo en alguien que no quiere compartir el suyo contigo. Y como yo tampoco quiero, me despido sin tanto protocolo, sinceramente odio las despedidas. Halo. Una memoria perdida Leonardo Yoris Caminaba por la noche pasiva y tuve una rara sensación. Como un escalofrío que recorre todo mi cuerpo... Y que me aproxima a una fortuita mala jugada del tiempo y del camino, me aproxima a un par de piernas torcidas que sobresalen de un arbusto, un cuerpo sin vida... ¿Realmente será un cuerpo sin vida?... o se tratará solo de una visión de mis ojos cansados, de mi cuerpo agotado, mi cerebro exhausto, de mi psique exprimida... empecé a sudar... Entre mareos y raros pensamientos vacilé en seguir, el miedo de un posible cadáver o una extraña locura emergía desde mis adentros, giré mi vista algunos grados y la vi ahí detrás, a unos 30 metros, su hermosura sospechosa y su vestido ensangrentado me ofrecían una clara hipótesis de lo ocurrido, si es que ocurrió algo. ¡Era como un ángel mortal!, su macabra aura aterrorizaba el lugar, y vi, creo que un cuchillo en su mano izquierda... Por un momento pensé en correr, huir de aquel lugar, pero me vi envuelto por los recuerdos de pérdidas pasadas, de peleas que se repiten en mi mente tantas veces como se repite la muerte en un suicida, cerré mis ojos y al abrirlos me encontraba en un cuarto Y allí se encontraba ella... con el vestido ensangrentado. Sentí que me mareaba... vomité... había cabellos en mi cama y ella cual maniquí yacía calva... aún no sabía si muerta. Una horrible imagen. Traté de irme pero las paredes parecían alejarse. Su mirada intrínseca y fría me pulverizaba el alma, me observo y mi desnudez se mancha con un objeto metálico en mi mano izquierda, la daga punzo-mortal con restos del vestido de flores de Amanda, y claro mucha sangre y cabello. Un recuerdo se me asoma y tomo mi rostro en señal de desesperación. Escucho pasos, ¿algunos pasos?, o ¿cientos de ellos?... no lo sé, ¡atormentan mi cabeza! Ella duerme como si no supiera lo que hizo, pagarás algún día esto. Huía... o al menos pensaba que lo hacía. El vestido, las flores, ¿eran girasoles?, ¿eran margaritas? más recuerdos. ¡Sí, eran margaritas! El olor del pasto, mis pies humedecidos por el rocío del alba... la luz del sol que me cegaba... esa misma luz que bañaba sus hombros desnudos y le daba matices dorados, brillantes.... ¿Era realmente el sol lo que me cegaba? ¿O era ella?... qué sé yo... los pasos me alcanzaron, estaban justo detrás de mí, los escalofríos y el sudor ya jamás me abandonarían, era más fácil notarlo así desnudo como... desnuda se encontraba mi alma... volví a despertar en la habitación... Giré mi vista temiendo encontrarla, el cabello, el vestido, las flores, la sangre... Pero nada vi... solo un cuarto inhóspito y una mente perturbada. Ella no estaba, pero ¿habría estado?, solo puedo recobrar imágenes sexuales y masoquistas, la cuchara y el fuego, su silueta vistiendo ese vestido, la maldecía por no comprender, por subestimar mi honestidad... pero nada más, ¡no recordaba nada más!, mucho menos porque aún tengo el cuchillo en mi mano pero esta vez completamente limpio. Ella no está, pero llegará... en cualquier momento llegará... Escondí el cuchillo... sonó el teléfono... escuché ladridos lejanos, una sirena, una puta borracha gritando en la calle. Me asomé a la ventana, el teléfono seguía sonando... no lo contesté... de repente vi las cicatrices. En mis muslos, en mi costado... algunas estaban sanando, otras sangrando... quería salir de allí, pero ahora de verdad y no despertar de nuevo con la mente balbuceando imágenes. Volví a mirar mis cicatrices, seguía sin recordar. Me vestí. Unos jeans, un sweater de rayas... Amanda habría odiado ese atuendo. Por alguna extraña razón solo podía recordarla a ella... el vestido, el pasto, las mañanas... ¡Toda esa mierda, solo alimentaban mis lagunas mentales! Salí, no tenía ni un centavo, no sabía a dónde diablos ir... de nuevo la maldita extraña sensación se apoderó de mis sentidos. Al principio pensé que era el frío, creo que el sweater no fue suficiente, 4 grados... Me entretenía con el vaho producto de mi respiración, me recordaba el humo del cigarrillo emergiendo de su boca después de casi matarnos de placer... Recordé las cicatrices... Recordé cómo las obtuve... Una risa macabra, unas cuerdas, una vela y una daga, la música estúpida, la cama, mis asesinos pensamientos y mi enérgico masoquismo. Continúe caminado... sentí que me miraba. Su olor, ese olor tétrico a cabello quemado lo sentía tan fresco. ¿Dónde está el utensilio de muerte? ¿Dónde está ella? ¿Dónde estoy yo? Seguí mi rumbo sin destino, el frío congelaba la sangre y acentuaba el dolor, pero aún su retórico recuerdo me mataba poco a poco. ¿Qué hice? Me reprochaba haberla perdido... pero ¿cómo habría podido ir más allá? Tanta sangre no me causaba ya placer... paré y ella no pudo... ¡PARA! y ella no me escuchó... ¡BASTA!... y siguió... Se revolcaba en las manchas de sangre sobre la alfombra. Su imagen evocaba una criatura mítica maligna que se alimenta solo de carne y dolor humano. Rasgó su vestido... ¿cortó sus cabellos? Se penetró con la daga... Volví a vomitar... pero seguí caminado. El frío acrecentaba el dolor... o ¿el dolor me hacía sentir más frío? Más confusión. Vi un claro en el bosque, estaba entrada la noche y la luna formaba un círculo perfecto en el cielo. Por macabra que pareciese, el ambiente estaba sereno. Con ganas de morir, la sangre que vomitaba estaba llena de culpa y violencia. Drogas, Amanda y locura... dolor, mucho dolor. Ya no percibía mi vaho... ni mis manos... ¿el corazón? nunca lo tuve. Se lo llevó, se lo tragó... se masturbó con él... ya ni sé... deseaba tanto un cigarrillo. Por fin la vi... la sensación había desaparecido, lo supe porque volví a sentirla. A unos 30 metros ella, con su vestido de flores y los ríos de sangre que bajan por sus rodillas, detrás de mí unas piernas torcidas sobresaliendo de un arbusto. Vi sus ojos, y su mirada me empuja hacia atrás. Me llamaba, me seducía... no lo entendía. Camina de manera perfecta, serena y maliciosamente empuñando el cuchillo, se acerca. El frío, el dolor, cerré los ojos, me atravesó, su cuerpo lo sentí como esas noches de sexo maldito: su calor, su olor, esa decadente sensación que me dejaba y se alejaba al salir por mi espalda. Tomó el cuerpo sin vida del arbusto, un cuerpo con jeans y sweater de rayas, más dos cicatrices horribles en un costado. Lo abrazó... me abrazó. Yo solo observé. Ahora no sé dónde estoy. Amanda... ahora no sé dónde estoy... Extraña inconformidad Jessica Martínez Sentado, hurgándose la nariz, semidesnudo, pensando en nada, pues tenía todo lo esencial para vivir y ninguna preocupación que pasara por su mente, un chico exitoso que por chicas nunca tuvo que preocuparse. Así dirán en los periódicos: que me encontraba yo en mi habitación el día que pensé en escribir esta carta y dirán, por ejemplo, cómo es que un chico con becas de estudio y un futuro brillante por recorrer llegaría a esas condiciones si era perfecto. ¡Ja! Patrañas. Así pensó Alexander el día más eufóricamente triste de su vida, al ritmo del rock, fumando su pipa, pensando en el sabor amargo que sentía en su boca y llegaba al corazón recorriendo su cuerpo a través de las venas, sentía un vacío en el cuerpo, y es que nadie lo conocía realmente, todos decían que era el amigo perfecto y la pareja perfecta, todo el mundo se sentía feliz cuando llegaba, pero, ¿él se sentía realmente feliz?, y es porque no demostraba lo contrario ni un segundo, siempre se mostraba feliz aunque su sonrisa irradiara las penumbras más extensas de cualquier pensamiento. Y se encontraba allí, a un paso del abismo, cayendo de soledad a pesar de siempre estar rodeado de un mar de almas ciegas que no eran capaces de ayudarle ni del más mínimo modo. “Una vez conocí el amor”, expresó Alexander en diálogo con su mente alucinada. Era perfecta, su sonrisa lo era. Subió por las escaleras hacia el techo de su casa a mirar la fabulosa luna llena y las estrellas que titilaban desde la lejanía del infinito, mientras enciende un cigarrillo y coloca un poco de música, continuando su monólogo: —...y es que hasta su olor era perfecto, combinaba con la playa, su cabello suavemente ondulado simulaba las olas del mar, sus ojos expresaban un atardecer soñado, recuerdo la primera vez que observé de cerca esos ojos color caramelo, los dos quedamos conectados. Ese día entró a mi corazón como una estaca, poco tiempo después nos besamos debajo de un árbol, una noche estrellada, pero se marchó, un día desapareció. Mi felicidad se marchó poco a poco detrás de ella y me quedé vacío, nunca conocí a otra igual, pero nunca perdí la esperanza de que volviera, nunca, pero hoy, hoy la perdí. Suspiró, sus ojos se enrojecieron aun más y entró de nuevo a su habitación, donde se sentó en el sofá y comenzó a escribir en un papel que preparó especialmente para su carta, quería una hoja digna para enmarcar sus lágrimas, sus últimas lágrimas: “Querida mamá, para el momento que leas esto yo debería estar en el infierno, si es que existe peor infierno que este mundo, quién sabe. Tenía deseos de confesarte lo miserable que es mi vida, vida que tú desconoces. A mi corta edad he recorrido casi todos los límites, te preguntarás la razón de por qué hice esto, y la razón es porque ya estoy muerto. Vivir como zombi no es mi estilo, ya no tengo esencia, vivir sin vivir no me interesa. Quiero que estés feliz, madre, y al momento de leer esto, sonrías, porque tu hijo Alexander fue feliz. Viví con pasión cada segundo y hoy moriré con esa misma pasión que dejo impregnada en mis letras. Comenzaré por contarte que nunca fui demasiado correcto, he probado drogas y he volado al infinito, donde nadie pudo tocarme. Mis amigos nunca fueron malos, yo era la influencia baja para ellos. Siempre seguí adelante y no me importó demasiado nada. Sonrío al recordar esos extraños momentos, pero no los juzgo, sólo sucedieron y ya. Mamá, déjame aclararte, ahorita la vida de los adolescentes es muy diferente a la que una vez tuviste tú; no presiones tanto a Laura para que sea igual que yo, deja que viva su vida un poco, no todos poseemos los mismos talentos, y con tantas materias extracurriculares enloquecerá, créeme, yo estuve a punto, sólo que jamás te lo dije. ¡Ah! ¿Sabes?, una vez estuve jugando dentro de tu habitación con mi primera novia, esa chica sencilla pero hermosa que arrancó la virginidad de mis pantalones. Creo que ya debes estar asustada con todo lo que te estoy diciendo, pero no lo tomes así, porque yo también, aparte de tu hijo, soy un ser humano, un humano con emociones, sentimientos, ganas de experimentar, con miedos, virtudes y por supuesto errores. He aprendido mucho a pesar de mis pocos años y me siento satisfecho, pero hoy, hoy decidí morir, esta noche decidí cruzar la línea, mi última aventura, jamás regresaré para contarla y eso me emociona. ”La vida transcurre en momentos, momentos que he perdido y he ganado incesantes”. Un golpe en la ventana lo sacó de su concentración, fuera de órbita, volteó desinteresado, era un gato negro que en su ventana se posó. Lo observó por un minuto y exclamó: —¡Oh, bestia oscura, llegas de la nada, de la infinita y constelada noche, de los rincones espeluznantes de esta ciudad, con tus enormes patas. Tus ojos grises resaltados por esas enormes pestañas, clavando tu presencia a mi miserable ventana. Al rincón de un solitario que hoy llora por un amor intangible! El gato negro como la noche sin luna no dejó de observarlo. Su mirada se encontró clavada en la de Alexander, hasta que de repente, de un salto, llegó a sus pies y comenzó a frotarse contra sus piernas mientras maullaba. Alexander sorprendido se quedó inmóvil y de repente suspiró y se alejó de la criatura. Se levantó de la silla, algo extasiado, pues no había recibido una muestra de cariño desde hacía ya tiempo. De su habitación no había querido salir últimamente. Su madre se encontraba muy ocupada en los sitios de moda para darse cuenta de que su hijo se estaba perdiendo a sí mismo en un abismo infinito y que ya no tenía retorno. Lloraba de dolor mientras observaba al gato negro y expresaba: —Gato, sólo somos dos solitarios en este mundo de escoria. Esta noche mi amor salió a bailar con otro, otro que la besará y la tocará frente a todos, irá con él de la mano y seguro fingirá muy bien que le gusta, como lo hizo conmigo, pero tal vez se encuentre mejor con él que con un cobarde como yo, un cobarde que se la dejó ganar, y es que en sus ojos no vi más esperanza, y hoy, esta noche, mi único sueño es morir, entregarme con los brazos y el alma a ese vacío desconocido de la muerte. Alexander deseaba morir lentamente, sentir el dolor de morir en cada parte de su cuerpo y disfrutar del túnel del principio hasta el final, por eso decidió tomar un veneno. Ya el reloj apuntaba las 11:45 pm, Alexander se encontraba bajo una fuerte dosis de drogas, no dejaba de observar al gato, quien se convirtió en su acompañante misterioso. “Encontré a mi mejor amigo antes de morir, qué gracioso”, replicó, y lo acariciaba como si fuese un bebé. Se encontraba maravillado pues nunca había sido tan tierno con animal alguno. Sentía una enorme conexión con sus ojos y no dejaba de mirarlos. —Te llamaré Jon —pensó—, así solía llamarse mi mejor amigo, a quien pronto espero ver. Cuando esta noche muera, sé que no iré al mismo lugar que él, pero me conformaría con verlo de paso. Qué diferente sería si él viviera, más que mi amigo era el padre que nunca tuve. Se incorporó nuevamente a escribir la parte final de su carta, colocando a sus pies al gato y a un lado la botella de veneno. Inhaló un poco de aire y sintió un olor extraño pero no le prestó atención, y pensó que por un momento se encontró en la feria donde solía ir desde pequeño. Tomó el lápiz y continuó: “Madre, sé que hoy llegarás tarde como siempre, y será tarde para verme morir. Moriré pero estoy feliz de que así sea, moriré porque espero ver a Jon. Por favor, encárgate de que a mi muerte nadie esté hablando de lo ‘bueno’ que era, ni del futuro brillante que me esperaba, justo como el de mi padre. Recuérdales a todos que soy un cobarde, y haz un funeral breve y barato. Dile a Nathaly que le dejo mi amor, ese que ya no quiere, pero que jamás tendrá su falsa existencia mi corazón, porque él hoy muere, dejará de latir. Mi alma volará, ya no podré recordarla o, al menos eso espero. Por favor alimenta a mi nuevo gato, pues junto a mí vivió los últimos momentos de mi existencia”. El olor había penetrado ya toda la habitación, Alexander se sintió nuevamente en la feria. Pensó por un segundo estar alucinando, por eso poco le importó. Dejó la carta abierta, se disponía a encender el cigarrillo, su último cigarro. Destapó la botella de veneno, el gato lo miraba, el olor ya le fastidiaba. A lo lejos una sirena de policía escuchó, luego el silencio de la avenida, cerró los ojos, pensó por un segundo en el silencio y la soledad que envolvía la casa y que tal vez tardarían días en descubrir que estaba muerto, resopló, sacó un fósforo y frotó por el borde de la caja, no enciende, intentó nuevamente y con más fuerza frotó el fósforo, la llama se le vino encima, oscuridad, silencio, se fueron las palabras y las letras. Los periódicos lo decían en primera plana: “Fuerte explosión, causada por fuga de gas, deja al borde de la muerte a brillante estudiante”. “El techo era blanco, o más bien ¿era la luz blanca?”, pensó Alexander, intentando abrir un poco los ojos, una silueta femenina en el fondo y una voz lo confundían, allí comenzó a sentir dolor hasta en la última parte de su cuerpo. Su cara, todo, le dolía respirar, un aparato parecía ayudar a hacerlo. “¿Ya morí?”, intentó decir entre llanto y rabia, ya que los dolores se agudizaban cada segundo más, una voz en el fondo le dijo: “Hubo una fuerte explosión, todo se quemó, tus libros, todo. Fue Nathaly quien se encontraba cerca y salvó tu vida, pero sus pulmones no aguantaron y ahora ella también se encuentra al borde de la muerte. Sólo dijo que te amaba y que la perdonaras, que esa noche iba a pedirte que te quedaras con ella, pues había descubierto a tu lado el amor, aunque tardó en darse cuenta”. El dolor se hizo más fuerte, comenzó a convulsionar. En medio de eso logró preguntar por su gato, nadie supo responder, nadie había visto o sabido nada de algún gato en esa explosión. Todo oscureció de nuevo, el dolor desapareció, lentamente... Y nuevamente el techo blanco, esta vez todo más tranquilo, un poco de dolor. Abrió lentamente los ojos, observó los de su gato, sintió alegría pero incapacidad de demostrarla, murmuró un sonido, y sintió el gato sobre su pecho, se sentía pesado, no podía moverse, escuchó nuevamente una voz, esta vez sí reconoció a su madre: “Tienes tres meses dormido, Nathaly murió, los padres te culpan, tus heridas aún no sanan, tuviste fuertes quemaduras, los médicos están completamente extrañados de que resististe todo esto, es un milagro, conozco tus ganas de vivir, hijo”. Sintió en su pecho que algo se abría, sintió dolor, desesperación. Tampoco podía hablar por el enorme tubo que atravesaba su boca. Intentó levantarse con cuidado de no tumbar el gato negro pero no pudo, ya no tenía piernas, ni brazos, dentro de sí gritó. Lágrimas salieron de la masa deforme en la que se había convertido su cara. Un dolor le penetró el alma y un pensamiento renació en su cabeza adolorida. “Ahora solo soy una bestia, incapaz de comunicarme, una masa deforme incapaz de vivir y de morir, ni siquiera apta para suicidarse. El silencio es mi condena. Sólo tengo un gato que me observa. El recuerdo de mis confesiones en una carta perfecta, que el fuego consumió en segundos. El suspiro perdido de un adolescente deprimido por un amor impaciente y ocultamente correspondido. Con el deseo de quitarse la vida en su habitación solitaria a las sombras de la ciudad pecadora. ”Soy un monstruo egoísta e inconforme, siempre lo he sido, sólo que ahora lo parezco...”. ||||||||||||||||||||||||||| POST SCRIPTUM ||||||||||||||||||||||||||| “La única literatura comprometida es una literatura de ataque, no es una literatura complaciente, no puede adular los sentimientos ni las creencias del lector, y sobre todo debe atacar a aquellos que creen lo mismo que nosotros” José Ovejero, entrevista para Canal-L Televisión (26 de abril de 2012). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviarnos algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. Usted puede verlas en el Web en http://www.letralia.com/tierradeletras/publicar.htm. 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