~~~~~~~~~~~~~~~ Año XVIII Cagua, Venezuela Nº 286 ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ http://www.letralia.com ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ 5 de agosto de 2013 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras, es ~~~~~~~~~~~ la revista de los escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos en Internet. ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a info@letralia.com ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ ISSN: 1856-7983 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ === Sumario =============================================================== | Minificción en la 2ª Feria Patagónica del Libro. / | Breves Música y poesía con el Círculo de Escritores de | Venezuela. / Taller para jóvenes sobre comprensión de la | lectura, en Caracas. / Taller de literatura y cine de | ciencia ficción, en Caracas. / Talleres literarios en el | Celarg, en Caracas. | | Murió el veterano periodista colombiano José Salgar, | Noticias maestro del Gabo. / Príncipes de Asturias creen en el | “camino iberoamericano” del Cervantes. / Juez ordena | realizar pruebas de ADN a restos de Pablo Neruda. / Un | filme mostrará a Neruda clandestino cruzando los Andes. | / Conceden el Premio Leteo al novelista irlandés John | Banville. / Gioconda Belli, caballero de la Orden de las | Artes y las Letras. / Fallece el escritor guatemalteco | Marco Antonio “El Bolo” Flores. / Bibliotecas públicas | de Canarias se fusionan en catálogo digital único. / | Anuncian jurado del Premio FIL de Literatura 2013. / El | escritor peruano Jaime Bayly evalúa candidatura | presidencial. / Actos de Bangkok Capital del Libro se | centran en literatura hispanolusa. / Inauguran en Cádiz | retrospectiva sobre José Manuel Caballero Bonald. / El | puertorriqueño Eduardo Lalo recibió el Premio Rómulo | Gallegos. | | “El último rostro de Chávez. Sabaneta sin “El Arañero” y | Artículos y el duelo rojo de Caracas”, Albinson Linares. / “Jaime | reportajes Jaramillo Escobar”, Harold Alvarado Tenorio. / “Miguel | Otero Silva: gran angular”, Gabriel Jiménez Emán. / | “Crisis. México 1968”, Juan Carlos Hernández Cuevas. / | “Humberto Pinedo: la vida concreta y su poesía. Entre el | sentismo y la razón”, Raúl Allain. / “La novela de | William”, Benhur Sánchez Suárez. / “Crisis, de Jorge | Majfud”, Alberto García-Teresa. | | Roberto Bolaño: “Hay que mantener la ficción en favor de | Entrevistas la conjetura”, entrevista por Eduardo Cobos. | | “La universidad como espacio ético”, Rafael Fauquié. / | Sala de ensayo “Aprender a esperar y a desesperar”, Alfonso Ramírez de | Arellano. | | Poemas de Merlyn Skarlet Boguier. / “El último beso”, | Letras Marina Verónica Garritano. / Tres poemas de Alejandra | Menco. / “La serpiente se come su cola”, Miguel | Alejandro Hernández Rocha. / Poemas de Katherine | Geraldine Medina Rondón. / “Zombies, nada más”, Felipe | Escovar. / Poemas de Miguel Alejandro Carpio Mirones. / | Dos relatos de Milka García. / Poemas de Gustavo Rubén | Giorgi. / Dos cuentos de Ariel Carlos Delgado. / Poemas | de Simón Fernando Herrera Herrera. / Tres relatos de | Maya Szir. | | Ednodio Quintero. | Post Scriptum | =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753 =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Premio Key Site Award, de Fortress Design, en mayo de 1999 http://www.fortressdesign.com =========================================================================== Premio a la Excelencia, de Exodus Ltd., en mayo de 1999 http://www.exodusltd.com =========================================================================== Premio Mejor Página de Poesía, de La Blinda Rosada, en julio de 1999 http://blindarosada.org.ar =========================================================================== Segundo lugar en los premios Lo Mejor de Punto Com, diciembre de 2004 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Lo Mejor de Punto Com, octubre de 2005 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2006, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Premio Nacional del Libro de Venezuela 2007, Centro Nacional del Libro http://www.cenal.gob.ve =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2008, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Mención de honor en los premios Stockholm Challenge 2010, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.org =========================================================================== Para suscribirse a Letralia, envíe un mensaje vacío a: letralia-subscribe@gruposyahoo.com Para desuscribirse, envíe un mensaje vacío a: letralia-unsubscribe@gruposyahoo.com También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.letralia.com/herramientas/listas.htm Ediciones anteriores: http://www.letralia.com/tierradeletras/archivo.htm ||||||||||||||||||||||||||||||| BREVES |||||||||||||||||||||||||||||| *** Minificción en la 2ª Feria Patagónica del Libro En el marco de la 2ª Feria Patagónica del Libro “Por la cultura de la lectura”, que se desarrollará del 6 al 10 de agosto en el nuevo Espacio Cultural de Fundación Cultural Patagonia y en el Centro de Seminarios y Convenciones de la institución, este martes 6 se realizarán tres actividades relacionadas con la minificción. A las 20 horas, el profesor Matías Sigot, de la Universidad Nacional del Comahue, disertará acerca de “El arte de la brevedad: la minificción como género”. Luego el escritor Martín Gardella, de Buenos Aires, pronunciará su conferencia “Microficción 2.0, literatura breve y nuevas tecnologías”. Finalmente, el escritor Eduardo Gotthelf presentará su libro de microrrelatos Paraísos paralelos. La jornada se realizará este martes 6 en el Centro de Seminarios y Convenciones de Fundación Cultural Patagonia, ubicado en la calle San Luis 2080, General Roca, Río Negro (Argentina). *** Música y poesía con el Círculo de Escritores de Venezuela El Círculo de Escritores de Venezuela y la Fundación Chacao para la Cultura y el Turismo organizan en conjunto el encuentro poético “Aproximación de dos lenguajes: música y poesía”, que tendrá lugar este sábado 10 de agosto a partir de las 11 de la mañana. La actividad tendrá un acento especial en la cultura francesa, a la que el CEV desea rendir tributo. Por ello, algunos de los poetas participantes leerán textos de autores venezolanos traducidos al francés, y habrá ambientación con música gala. La cita es en la Sala Cabrujas, ubicada en el nivel C-1 de la Torre El Parque, en la 3ª avenida de Los Palos Grandes, frente a la salida del estacionamiento del centro comercial Parque Cristal, en Caracas. http://www.circulodescritoresvenezuela.org *** Taller para jóvenes sobre comprensión de la lectura, en Caracas El escritor venezolano Alejandro Sebastiani Verlezza (http://www.letralia.com/firmas/sebastianiverlezzaalejandro.htm) dictará a partir del 12 de agosto en el Icrea, en Caracas, un taller sobre comprensión de la lectura dedicado a jóvenes de entre 14 y 19 años de edad. El objetivo de la actividad es enseñar a los participantes a identificar distintos tipos de textos —desde los más sencillos hasta los más complejos y exigentes— para aumentar la comprensión de lectura, así como también analizar reflexiones sobre el tema realizadas por lectores que pueden considerarse modélicos. Los contenidos que se estudiarán en el taller serán textos informativos y periodísticos; textos técnicos, propagandísticos y publicitarios; textos literarios; textos históricos y filosóficos, y niveles de interpretación y comprensión; todo acompañado por diversos ejercicios de comprensión lectora. El taller, que tiene un precio de 900 bolívares, se dictará en cinco sesiones de tres horas académicas cada una, los lunes de 3 a 5:15 de la tarde. Los interesados pueden solicitar mayor información a los teléfonos (0212) 2668497/2659491 o por la dirección electrónica infoacademico@icrea.org.ve. El Icrea está ubicado en el piso 5 (oficina 62) del edificio El Torbes, en la avenida San Juan Bosco de Altamira (Caracas). http://www.icrea.org.ve/cursos/detalle.php?int_id=155 *** Taller de literatura y cine de ciencia ficción, en Caracas Organizado por Corriente Alterna, el próximo 13 de agosto se iniciará el taller “El verdadero encanto de la ciencia ficción”, dedicado a la literatura y al cine en este género, y que será dictado por la escritora y docente venezolana Iliana Gómez-Berbesí. Los participantes recibirán herramientas que les permitirán incursionar en la crítica, investigación y creación de obras literarias y guiones fílmicos. Además, conocerán el trabajo de ilustradores del género que incursionaron en publicaciones impresas del siglo XX. Habrá lectura y comentarios de textos, expositores invitados, escenas de varios filmes y ejercicios de creatividad en clase, entre otras actividades. Gómez Berbesí (1951) es escritora y licenciada en letras. Ha publicado la novela Alto, no respire y el libro de cuentos Extraños viandantes, entre otras publicaciones. Textos suyos han aparecido en diversas revistas literarias y además ha sido merecedora de galardones como el premio José Antonio Ramos Sucre y finalista en certámenes como el concurso de cuentos del diario El Nacional. El taller, que cuesta 900 bolívares por participante, será dictado en la Biblioteca Simón Rodríguez, ubicada en la esquina El Conde, en Caracas. Para mayor información, el interesado puede comunicarse con Corriente Alterna escribiendo a cursoscorrientealterna@gmail.com o llamando a los números (0212) 307-8014 y (0424) 280-7278. http://www.corrientealterna.net *** Talleres literarios en el Celarg, en Caracas A mediados de septiembre se iniciarán los talleres literarios del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), por lo que el plazo de recepción de recaudos está abierto hasta el 30 de agosto. La primera de estas actividades formativas será el taller de narrativa que dictará el escritor Gabriel Payares, y que tiene el objetivo de orientar a los participantes hacia la escritura narrativa, en sus variantes más creativas, versátiles y potentes, de modo de potenciar el savoir faire literario, tanto en lectura como escritura de textos, y proveer un método y un incentivo individualizados en el difícil proceso de la escritura. El taller se realizará del 17 de septiembre al 17 de diciembre en sesiones semanales los martes de 5 de la tarde a 7 de la noche. Los interesados deberán presentar un texto narrativo de hasta quince páginas (cuento breve, microficción, novela, crónica, etc.). El 19 de septiembre, por su parte, se iniciará el taller de crónica y periodismo literario que dictará Eloi Yagüe Jarque, mayor que permitirá a sus participantes comprender recursos como la narración, la descripción y el diálogo, así como también entender la diferencia entre narrativa de ficción y de no ficción, y asimilar la especificidad de la crónica como tipología textual. Los interesados deberán presentar un texto narrativo de hasta dos cuartillas. Este taller se dictará los jueves de 5 de la tarde a 7 de la noche y se extenderá hasta el 19 de diciembre. Finalmente, Belén Ojeda dictará entre el 20 de septiembre y el 20 de diciembre un taller de poesía que recorrerá el género a través de sus exponentes en lengua española (venezolanos, españoles, latinoamericanos, guineanos ecuatoriales y filipinos), autores de otras lenguas traducidos al español, lectura de ensayos sobre poesía, lectura de textos de los participantes e interacción con autores invitados. Los interesados deberán presentar ocho poemas. El taller se realizará los viernes de 6 de la tarde a 8 de la noche. Además de los recaudos específicos de cada taller, se requiere que cada participante presente un resumen curricular, una fotocopia de la cédula de identidad y una carta explicativa sobre las razones por las cuales quiere realizar el taller. Todo debe ser enviado a la Jefatura de Formación y Docencia de la Fundación Celarg, en el piso 4 de la Casa de Rómulo Gallegos (avenida Luis Roche con 3ª transversal de Altamira), en Caracas. Para mayor información se puede hacer contacto a través de la dirección de correo electrónico tallerescelarg@gmail.com, por el teléfono (0212) 2868236 o por la central (0212) 2852644/2721 (extensión 275). http://www.celarg.gob.ve ¿Quiere publicar una nota en este espacio? Envíenosla por correo electrónico a breves@letralia.com. === ¿Le interesa estar informado sobre concursos? ========================= Reciba por correo electrónico los anuncios vigentes de concursos literarios y artísticos en general suscribiéndose a nuestra lista de distribución. Todo lo que tiene que hacer es enviar un mensaje vacío a letralia-concursos-subscribe@gruposyahoo.com, o visitar nuestra cartelera de concursos en http://www.letralia.com/herramientas/concursos.htm. Si desea enviarnos las bases de un concurso, escríbanos a info@letralia.com |||||||||||||||||||||||||||||| NOTICIAS ||||||||||||||||||||||||||||| *** Murió el veterano periodista colombiano José Salgar, maestro del Gabo José Salgar, el veterano periodista que se preciaba de haberle enseñado periodismo al Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, falleció en Bogotá el domingo 21 de julio, informaron el lunes sus familiares. Tenía 92 años. “Él murió ayer domingo, hacia las seis de la tarde, en su casa del barrio El Chicó... y murió de los achaques propios de la vejez”, explicó telefónicamente Daniel Salgar, nieto del periodista, quien tuvo seis hijos. “Hace unos meses a don José le encontraron un tumor en la cabeza. Llegó enterito (de salud) hasta la última semana y ya en la última semana se deterioró mucho”, agregó Fidel Cano, director del diario bogotano El Espectador, en el que se inició Salgar en 1934. “Sus orígenes en el oficio son apasionantes. Sobre todo para los reporteros de hoy, que no concebimos trabajar sin celular, computador o Internet. Hacia 1934, a sus 13 años, el ‘Mono Salgar’ fundía el plomo con el que se imprimía el diario a las 4 de la mañana. Luego pasó a recibir llamadas y tomar notas, después fue redactor, jefe de redacción, subdirector, hasta que llegó a la dirección” entre finales de 1997 y principios de 1998, escribió Daniel Salgar cuando su abuelo cumplió 90 años. En concepto de Cano, “buena parte de El Espectador se debe a don José, sobre todo en el último tiempo. Haber manejado esa famosa redacción de los años 50 con Gabo (García Márquez), Guillermo Cano, con (Eduardo) Zalamea, no debió ser nada fácil, y muestra su liderazgo como maestro de periodistas”. En los años 80 Salgar y Guillermo Cano, entonces director de El Espectador, se pusieron al frente desde el diario a denunciar a los narcotraficantes, sobre todo a los del cartel de Medellín del extinto capo Pablo Escobar. Cano fue asesinado en diciembre de 1986. Tres años después el narcotráfico hizo explotar una bomba en las instalaciones de El Espectador. Entonces Salgar, insistió Cano, “se echa a hombros el periódico e insiste en que éste tiene que informar sobre la noticia que lo afecta, y logra sacar una edición de 16 páginas”. A principios de los años 50 el periodista Salgar recibió, en calidad de jefe de redacción de El Espectador, al que más adelante se convertiría en uno de los mejores escritores de habla hispana de todos los tiempos: Gabriel García Márquez. En noviembre del año pasado, cuando en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, fue presentada la obra Gabo, periodista, Salgar figuró como uno de sus autores. El artículo de Salgar aborda hechos desconocidos del reportaje Relato de un náufrago, que García Márquez escribió en 1955 por entregas para El Espectador, sobre la historia de Luis Alejandro Velasco y cómo éste logró sobrevivir durante diez días en alta mar en el Caribe. “Es el momento en que García Márquez estaba tratando de inyectarle calor caribe al periodismo bogotano, que le parecía muy frío”, explicó hace ocho meses Salgar en una entrevista. “Entonces Gabo llegó a aprender periodismo conmigo porque decía que la literatura no daba nada de plata y que el periodismo al menos le daba un puesto permanente”, agregó Salgar, quien para esa época era jefe del entonces naciente escritor. Cuando el náufrago Velasco llegó a Colombia, recordó Salgar, “la noticia era demasiado fría y ya había pasado, pero se llegó a un momento en que (en El Espectador) se le dijo a Gabo: ‘Póngale usted cosas, sin desvirtuar la verdad, con un poco las arandelas literarias que usted ha aprendido y con el color caribe que usted quiere meterle al periodismo bogotano’ ”. Entonces, agregó, García Márquez “comenzó una serie extraordinaria (porque) empezó a sacarle a este tipo (Velasco) una cantidad de cosas que no había dicho. Por ejemplo, que el barco había naufragado porque llevaba contrabando, un barco oficial”. Para la época en que García Márquez escribió Relato de un náufrago, el país vivía bajo la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, un general con corte populista que gobernó a Colombia entre 1953 y 1957. Según Salgar, la publicación de la serie sobre la historia de Velasco contribuyó en parte a la caída del dictador, pese a que el Nobel tuvo que abandonar el país con rumbo a Europa “porque estaba amenazado”. Salgar recordó la última conversación que tuvo con García Márquez. “Fue cuando me llamó para felicitarme por mis 90 años”, dijo. “Esa conversación fue muy cálida (y ambos concluimos) que no había pasado nada en 60 años”. Fuente: AP *** Príncipes de Asturias creen en el “camino iberoamericano” del Cervantes El ministro español de Cultura, José Ignacio Wert, planteó crear un “mercado común del español” durante su intervención en la Reunión Anual de Directores del Instituto Cervantes. Los príncipes de Asturias presidieron el pasado martes 23 de julio en Cáceres (España) una sesión de trabajo del Instituto Cervantes, en la que don Felipe mostró su apoyo a la “gran meta” de esta entidad académica de “iberoamericanizarse”. “Un camino iberoamericano que suma talento, diversidad cultural y variedad lingüística”, además de una “fuerte identidad”, expuso el príncipe en el Complejo Cultural “San Francisco” durante la Reunión Anual de Directores del Instituto Cervantes, que se celebró desde el lunes 22 en Cáceres y concluyó el jueves 25 en Mérida, Extremadura, con la participación de unos setenta directivos de la entidad. El director del Cervantes, Víctor García de la Concha, aseveró durante la jornada que en un mundo globalizado no hacer copartícipes de la entidad a los países hispanohablantes sería una “equivocación imperdonable”, sobre todo ahora que en algunas naciones “rebrotan incomprensiblemente” las acusaciones de “voluntad imperialista”. Además de los príncipes y de García de la Concha, asistieron a la actividad el secretario general del Cervantes, Rafael Rodríguez-Ponga; el presidente del Ejecutivo de la Comunidad Autónoma de Extremadura, José Antonio Monago; el de la Asamblea, Fernando Manzano; el de la Diputación de Cáceres, Laureano León; la alcaldesa de Cáceres, Elena Nevado, y el delegado del gobierno español en Extremadura, Germán López Iglesias. García de la Concha, que recordó que los príncipes llevan varios años asistiendo a la Reunión Anual, explicó en la sesión que son momentos de “crisis” para la institución, pero también de “expansión”, de explorar nuevas vías en la organización interna y en el cumplimiento de sus objetivos. En una comparecencia posterior ante los medios, indicó que han llegado a la conclusión de que deben “subir de piso”: no sólo dedicarse a enseñar español de calidad, sino a formar al profesorado de castellano, a evaluar y certificar conocimientos, y a desarrollar nuevos métodos adaptados a la vía digital, donde ya tienen “miles y miles” de alumnos, agregó. Posteriormente, Rodríguez-Ponga dio datos concretos sobre la reforma territorial de la institución, con el fin de que los centros de un país no sean autónomos y trabajen mancomunadamente. A raíz de esta intervención, el príncipe se interesó por cómo funcionarían los centros de capitalidad respecto de los otros, según García de la Concha. Doña Letizia, a su vez, planteó cómo se combina el apoyo económico estatal con los recursos que obtiene cada centro gracias a sus actividades, desveló el director del Cervantes a pregunta de los periodistas. Don Felipe destacó en la sesión que el español es el producto del país “con mayor demanda en el resto del mundo” y un “valor en auge” en zonas de Asia y del Pacífico, según un comunicado de la institución. A su juicio, para aprovechar las oportunidades del idioma “tal vez sea necesario articular nuevas estrategias”. Pese a que son momentos “especialmente difíciles”, para el príncipe las reformas que prepara la institución parten de un punto de partida “inmejorable”, ya que el acervo de métodos y técnicas didácticas para el aprendizaje del español “es el más importante del mundo”. Además, según el príncipe, el Cervantes dispone de “grandes ventajas” como que el español sea “una lengua de cultura al menos desde el siglo XIII”. Para García de la Concha, el Cervantes “es hoy lo que es gracias al apoyo de la corona”. Durante la jornada varias decenas de personas —entre ellas el diputado regional de IU Víctor Casco— que portaban banderas republicanas se manifestaron a las puertas del complejo en contra de la monarquía y de la presencia de los príncipes en Cáceres. El jueves 25, en la clausura de la reunión en Mérida, el ministro español de Educación, Cultura y Deportes, José Ignacio Wert, abogó por crear un “mercado común cultural del idioma español”, como en cierta forma ocurre con el inglés, ya que su potencial sería enorme. “El consumo de productos británicos y americanos por ingleses y norteamericanos es prácticamente indistinto, nosotros todavía no estamos así de cerca y eso que la lengua española tiene un nivel de convergencia en todos sus ámbitos probablemente superior al del inglés”, indicó Wert en su discurso. Ante los más de 70 directivos del Cervantes, el ministro consideró que el español es un motor de “desarrollo inteligente” y una de las mayores fortalezas del país y de Iberoamérica. Subrayó, asimismo, que es la segunda lengua del mundo en hablantes, en comercio y en estudiantes, y la tercera en Internet, y se manifestó en favor de “poner precio a lo que no tiene precio”, apuntando que la riqueza que el español genera puede suponer el 11% del PIB del país. En su intervención apostó por poner en valor el español en el ámbito científico y tecnológico y en Internet. Se sumó a la idea del príncipe de la iberoamericanización del Cervantes, y resaltó la importancia de la promoción en México, “primer nicho de mercado del español”, y en EUA, donde unos 50 millones de personas lo hablan. El ministro también llamó a intensificar la relación entre el Ministerio de Educación y el Instituto Cervantes, ya que hay en el extranjero 105.000 alumnos del sistema educativo español. Y, a los directivos, los emplazó a reforzar su “papel diplomático” de la cultura española, y como “guardianes” del castellano. El secretario general Rodríguez-Ponga indicó igualmente, en rueda de prensa posterior a la clausura del evento, que el auge del español en el mundo ofrece nuevas posibilidades de empleo cualificado dentro y fuera de España. Recordó que cada año llegan a España 250.000 estudiantes extranjeros a aprender español, y destacó la presencia de esta lengua en Estados Unidos, donde ha crecido el número de hablantes y también su prestigio, presencia social, peso cultural y valor económico. Rodríguez-Ponga planteó como retos la presencia del Cervantes en el mundo árabe y el sureste asiático y, en este sentido, abogó por potenciar esta institución en Manila (Filipinas), como cabecera de la zona, al tiempo que avanzó que va a haber un congreso de profesores de español en esta ciudad. Esta reunión va a hacer historia en la entidad, en su opinión, porque va a condicionar su futuro. Fuente: EFE *** Juez ordena realizar pruebas de ADN a restos de Pablo Neruda El juez Mario Carroza pidió al Servicio Médico Legal (SML) chileno que realice pruebas de ADN con el fin de confirmar científicamente si los restos exhumados el pasado 8 de abril en la casa museo de Isla Negra, a unos 120 kilómetros de Santiago, corresponden al poeta Pablo Neruda, según se anunció este martes 23 de julio. Carroza investiga la muerte de Neruda desde mayo de 2011, cuando fue presentada una querella para esclarecer si el poeta murió de cáncer o asesinado con una inyección letal administrada por agentes de la dictadura de Augusto Pinochet. La decisión del juez fue adoptada tras la solicitud del abogado de derechos humanos, Eduardo Contreras, quien representa en esta causa a la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos. El juez indicó que la diligencia se realizará de forma paralela a los resultados toxicológicos que se esperan desde el extranjero. Recordó que todavía están pendientes los resultados que deben enviar España y Carolina del Norte “y ahora estamos oficiando al SML para identificar sus restos con familiares más cercanos”. “Si el ADN no coincide con el de sus familiares, estaríamos en condiciones de confirmarlo con muestras de sus padres, que se encuentran inhumados en el sur del país”, precisó Carroza. Como informamos en nuestra edición 282 (http://www.letralia.com/282/0408neruda.htm), la querella que abrió la investigación la presentó el Partido Comunista (PC) luego de que el antiguo chofer de Neruda, Manuel Araya, asegurase en una entrevista que el autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada había sido asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet. Fuente: EFE *** Un filme mostrará a Neruda clandestino cruzando los Andes El cineasta Manuel Basoalto, sobrino del poeta chileno Pablo Neruda, anunció este 24 de julio que estrenará en marzo del año próximo el filme Neruda fugitivo, en el que trabaja desde 2005, y que narra la huida del autor de Residencia en la Tierra, cruzando la Cordillera de los Andes en 1949, como fugitivo perseguido por Gabriel González Videla. La película, que cuenta con José Secall en el papel del escritor, se inicia con el discurso pronunciado el 13 de diciembre de 1971 en Estocolmo por un Neruda de esmoquin, ante la Academia Sueca, al recibir el Premio Nobel de Literatura, y en el que recordó el episodio. Basoalto ya había realizado el documental Neruda, diario de un fugitivo (2005), también protagonizado por Secall. El estreno original era en septiembre próximo, coincidiendo con el aniversario del fallecimiento, pero finalmente la exhibición fue pospuesta. En el elenco también están Catalina Saavedra y Erto Pantoja. El filme de Basoalto, quien en su documental contó con la colaboración del escritor José Miguel Varas, se concentra en el período en que el vate logra huir de su país por el paso que conecta Futrono (Chile) y San Martín de los Andes (Argentina). La travesía se realizó el 24 de febrero de 1949, a caballo, y fue una suerte de fin cinematográfico a un año de clandestinidad, con Neruda refugiándose en una docena de casas diferentes, de acuerdo con datos proporcionados por el propio Varas en su libro Neruda clandestino (2003). En la cinta, Neruda llega al sur para concretar su escape y, al mismo tiempo, comienza a recordar su infancia y adolescencia: los años en las cercanías de Temuco, sus lazos con el padre, los trenes, los bosques. En total, Neruda permaneció clandestino 13 meses, entre enero de 1948 y febrero de 1949. Indignado por la represión a los mineros del carbón de Lota y las relegaciones a Pisagua, el poeta publicó en noviembre de 1947, en el diario El Nacional de Venezuela, un extenso artículo titulado “Yo acuso”, tomando el título del famoso alegato en contra del antisemitismo escrito por Émile Zola en 1898. Allí, Neruda identificaba al presidente González Videla con la figura de un traidor. Bastó prender aquella mecha para que se allanara la inmunidad parlamentaria de Neruda —quien era senador—, lo que ocurrió el 2 de febrero de 1948. Ese mismo día trató de huir infructuosamente a Argentina por el paso de Portillo, junto a otros tres comunistas. Durante los siguientes 13 meses lo esperaría una docena de moradas diferentes, un cambio en su aspecto físico ejemplificado en una oscura barba, un trabajo contra el tiempo para terminar Canto general y hasta un nuevo nombre: Antonio Ruiz Legarreta, ornitólogo. En 1948 se decretó la llamada “ley maldita”, que proscribió al Partido Comunista, y Neruda se refugiaría finalmente en la hacienda de Hueinahue. El terreno era propiedad de un latifundista partidario de González Videla que se olvidó de sus lealtades políticas: ocultó al poeta sólo por su admiración literaria. El desenlace ocurrió el 24 de febrero de 1949. Acompañado de tres arrieros, Neruda logró cruzar a caballo desde Futrono a San Martín de los Andes por una ruta de cuatreros. Dos meses después reaparecía triunfal en el Congreso Mundial de la Paz, celebrado en París. Fuente: La Tercera *** Conceden el Premio Leteo al novelista irlandés John Banville El escritor irlandés John Banville es el ganador de este año del XIII Premio Leteo, que se falla en León, por su “exquisitez narrativa” y “la perfección descriptiva” en sus obras, según informaron el jueves 25 de julio fuentes del Club Leteo, grupo cultural que organiza estos premios. Nacido en 1945 en Wexford, Banville ha recibido importantes reconocimientos, como el premio Booker 2005. En 1970 publicó su primer libro, Long Lankin, una recopilación de relatos. Ha publicado también las novelas Nightspawn (1971), Birchwood (1973), la llamada “Trilogía de las revoluciones”, compuesta por Copérnico (1976), Kepler (1981) y La carta de Newton (1982), El libro de las pruebas (1989) y El mar (2005), entre otras. Además, bajo el seudónimo Benjamin Black ha incursionado en la novela negra con El secreto de Christine (2006) y otros cuatro títulos. Banville se suma a la lista de premiados de este galardón, entre ellos Paul Auster, Antonio Gamoneda, Belén Gopegui, Gonzalo Rojas, Fernando Arrabal, Michel Houellebecq, Amélie Nothomb, Adonis y Martín Amis, entre otros. La entrega del galardón será a primeros de octubre en la capital leonesa, dentro de las XIII Jornadas Leteo, a las que asistirá el escritor premiado, que es considerado por el grupo organizador como “uno de los impulsores de la mejor narrativa europea”. Estas jornadas, que cuentan con el patrocinio de la Fundación Monteleón, ya son un referente en el ámbito literario español, según dichas fuentes. Fuente: EFE *** Gioconda Belli, caballero de la Orden de las Artes y las Letras La poeta nicaragüense Gioconda Belli recibirá próximamente del gobierno de Francia la distinción “Caballero de la Orden de las Artes y las Letras”, según informó la autora a través de las redes sociales este 26 de julio. “Hoy por la mañana llegó a mi casa un sobre de la embajada de Francia. Dentro venía una comunicación de la ministro de Cultura francesa, Aurélie Filippetti, vía el embajador (en Nicaragua) Antoine Jolie”, relató la escritora en su cuenta de Facebook. “De más está decir que esta noticia me hizo el día y que me siento muy honrada. Comparto con ustedes mi alegría”, escribió Belli al referirse al galardón, una de las cuatro órdenes ministeriales de la República Francesa que se conceden a las personas “que se lucieron por sus creaciones en el ámbito artístico y literario”. Belli (Managua, 1948), narradora, ensayista y poeta, es una de las figuras literarias femeninas más importantes en la literatura latinoamericana contemporánea. Empezó a destacar en los 70, cuando obtuvo el Premio de Poesía Mariano Fiallos Gil (1972) y el Casa de las Américas (1978). Tras militar en el Frente Sandinista desde la etapa guerrillera, Belli participó activamente en la revolución (1979-1990), pero luego abandonó ese partido junto a otros intelectuales disidentes, como el escritor Sergio Ramírez y el poeta Ernesto Cardenal. Su obra poética incluye Sobre la grama (1974), Truenos y arcoíris (1982), De la costilla de Eva (1987) y la antología El ojo de la mujer (1990). En novela destacan La mujer habitada (1988), Sofía de los presagios (1990), Waslala (1996), El país bajo mi piel (2001) y El país de las mujeres (2010). Fuente: EFE *** Fallece el escritor guatemalteco Marco Antonio “El Bolo” Flores El poeta, ensayista, periodista y dramaturgo Marco Antonio “El Bolo” Flores, premio Nacional de Literatura 2005 de Guatemala, murió el sábado 27 de julio en la capital de su país como consecuencia de las heridas que sufrió en un accidente automovilístico el pasado 19 de junio, informaron sus familiares. Flores, de 76 años, se caracterizó por su polémica narrativa y es considerado uno de los mejores narradores guatemaltecos del siglo XX. Fue catedrático en las universidades de San Carlos y Rafael Landívar. También fue becario en el Sistema Nacional de Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, de México, e investigador. Escribió Los compañeros y En el filo, obras en las que relata su militancia en las organizaciones revolucionarias de Guatemala en las décadas del 60 y del 70, y critica con dureza la ortodoxia y doble moral de los líderes de esos grupos. “El Bolo”, como fue conocido a lo largo de su vida, fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias, el principal reconocimiento a las letras guatemaltecas, en 2005. Flores dictó conferencias en universidades y centros culturales de Guatemala, México, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, España, Alemania, Inglaterra e Irlanda. Su obra ha sido traducida al inglés, francés y alemán. Falleció en un hospital público de la capital guatemalteca, en donde permaneció internado tras el accidente de tránsito sufrido el pasado 19 de junio en la ciudad de Cuilapa, en el sureste del país. Viaje hacia la noche, su última novela, es un esfuerzo autobiográfico en el que narra los capítulos más importantes de su vida con ironía y autocrítica. Fuentes: EFE • Prensa Libre *** Bibliotecas públicas de Canarias se fusionan en catálogo digital único El gobierno de las Islas Canarias (España) concluyó el proyecto de la Biblioteca Virtual de Canarias (Bica, http://www.gobiernodecanarias.org/bibliotecavirtual), que implicó la fusión de las bibliotecas públicas en un único catálogo en línea para cuyo uso es preciso un único carné de lector. El catálogo resultante contiene información sobre más de dos millones de documentos y sirve a más de trescientos veinte mil usuarios inscritos, según se anunció este lunes 29 de julio. La Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural cierra así un proyecto iniciado la pasada legislatura, y en el que han participado ayuntamientos, cabildos y bibliotecas especializadas, según indica en un comunicado este departamento autonómico. La red Bica está compuesta por 213 bibliotecas públicas (municipales, insulares y públicas del Estado), 38 bibliotecas administrativas, dependientes del gobierno de Canarias, y 32 bibliotecas especializadas de titularidad no pública y de manifiesto interés cultural. Los más de dos millones de documentos disponibles permiten el acceso y la participación de los usuarios en un mismo servicio, hecho que, a juicio del gobierno, contribuye a la cohesión de los ciudadanos de diferentes islas. Otra de las ventajas es la posibilidad de utilizar un único carné para todos los servicios, ya que hasta ahora si un usuario quería obtener los servicios de más de una biblioteca, estaba obligado a tener una identificación para acceder a cada una de ellas. La implementación de Bica permite que con un solo carné se pueda acudir a cualquier biblioteca integrada en la red, con lo que se evita la fragmentación de lectores asociados a una única biblioteca y limitados exclusivamente a sus servicios. El carné de usuario se puede solicitar en cualquiera de las bibliotecas que integran la Red de Bibliotecas de Canarias, y además el sistema permite hacer renovaciones y reservas de títulos a través de Internet. El gobierno de Canarias busca definir las bibliotecas como “centros de información, cultura y ocio”. Fuente: EFE *** Anuncian jurado del Premio FIL de Literatura 2013 Siete reconocidos críticos literarios y escritores integrarán el jurado de la edición 2013 del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, cuyo fallo se dará a conocer el 9 de septiembre próximo en Guadalajara, México, según informó este 30 de julio la organización de la FIL Guadalajara (http://www.fil.com.mx) a través de una nota de prensa. El jurado, designado por la Comisión de Premiación del galardón, estará integrado por la española Esperanza López Parada (lengua española), el mexicano Hugo Gutiérrez Vega (lengua española), el brasileño Horacio Costa (lengua portuguesa), la rumana Simona Sora (lengua rumana), la italiana Benedetta Craveri (lengua francesa), la italiana Mariapia Lamberti (lengua italiana) y el francés Pascal Gabellone (lengua italiana). La escritora y crítica literaria española Esperanza López Parada es licenciada en filología española y doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid, donde actualmente trabaja como profesora. Es experta en literatura hispanoamericana y entre sus obras de no ficción se encuentran Bestiarios americanos: la tradición animalística en el cuento contemporáneo (1999) y Una mirada al sesgo: literatura desde los márgenes (1999). El poeta, periodista y diplomático mexicano Hugo Gutiérrez Vega es abogado y maestro en letras. Ha sido rector en la Universidad Autónoma de Querétaro y profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam). Fue director de la Casa del Lago, de Difusión Cultural y de la Revista de la Unam. Es autor de El teatro en México (1978), Poesía italiana moderna (1974), Lecturas, navegaciones y naufragios (1999), Algunos ensayos (2000) y Bazar de asombros I (2000) y II (2002). Es titular de la cátedra que lleva su nombre, dedicada al fomento del periodismo cultural y las letras de la Universidad de Guadalajara. El poeta, traductor y crítico literario brasileño Horacio Costa se doctoró en 1993 con una tesis sobre el período formativo de José Saramago. Tiene estudios de licenciatura en arquitectura y urbanismo, y de maestría en filosofía y en artes. Es experto en literatura portuguesa contemporánea, especialmente en estudios del canon poético de las lenguas española y portuguesa. Fue profesor en la Unam y actualmente imparte clases en la Universidad de São Paulo. Es autor de Mar abierto: ensayos de literatura brasileña, portuguesa e hispanoamericana (1998); José Saramago: o periodo formativo (1997) y A palavra poética na América Latina: avaliação de uma geração (1992). La traductora, crítica literaria y docente rumana Simona Sora es doctora en filología e imparte clases en la Universidad de Bucarest. Ha publicado reseñas literarias, ensayos y traducciones en revistas culturales, así como prólogos y epílogos de varias obras de literatura contemporánea. Ha contribuido a las antologías Women Fellow Travellers: Female Experience under Communism (2008) y First Book (2011). Además, es autora de los ensayos Regasirea intimitatii (The Rediscovery of Intimacy, 2008) y Ultima Thule. Cetatile dacice din Muntii Orastiei (Ultima Thule. The Dacian Forts of the Orastie Mountains, 2009). La italiana Benedetta Craveri es crítica literaria y escritora. Estudió letras con especialidad en filología clásica. Ha sido profesora en la Facultad de Lengua y Literatura de la Università della Tuscia y en la Università degli Studi Suor Orsola Benincasa, además de ser profesora invitada en la Université Paris-Sorbonne. Es miembro del Consejo Científico del Instituto de la Enciclopedia Italiana y del Consejo Directivo de la Fundación Benedetto Croce. Entre sus obras se encuentran Madame du Deffand e il suo mondo (1982), La civiltà della conversazione (2001), Amanti e regine. Il potere delle donne (2005) y Maria Antonietta e lo scandalo della collana (2006). La autora, editora y traductora italiana Mariapia Lamberti es licenciada en letras italianas clásicas por la Universidad de Pisa y doctora en estudios italianos. Actualmente es profesora en el Departamento de Letras Italianas de la Unam y directora de la Cátedra Extraordinaria Ítalo Calvino de la misma casa de estudios. Entre sus publicaciones destacan Jon Juaristi: Il sale Della colpa-La sal de la culpa. Poesie-Poesías 1982-1989 (estudio, selección y traducción, 1990); Palabras, poetas e imágenes de Italia (en coedición con Franca Bizzoni, 1997); y El narrador y el crítico. Un panorama de la literatura italiana del siglo XX (selección, estudio introductorio, notas y revisión, 2003). Por su parte, el francés Pascal Gabellone es profesor emérito del Departamento de Italiano de la Universidad Paul Valéry de Montpellier y profesor de literatura y civilización italianas en la Universidad de Toulouse II-Le Mirail, Francia. Es doctor en lengua y cultura italianas por la Universidad de Montpellier. Es experto en estudios italianos y franceses modernos y contemporáneos. Es autor de La blessure du réel: La poésie et l’art à l’épreuve du monde (2011), Emblemes epars. Essais sur la poésie italienne moderne (1997) y Résurgences du mythe: Figures de l’origine et de la fin des temps dans la littérature moderne (2010), entre otros. Dotado de 150 mil dólares estadounidenses, el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances reconoce la trayectoria de un escritor vivo con una valiosa obra de creación en cualquier género literario, cuyo medio de expresión sea el español, el catalán, el gallego, el francés, el italiano, el rumano o el portugués. El autor ganador recibirá el premio en el marco de la 27ª Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que se celebrará en esta ciudad mexicana del 30 de noviembre al 8 de diciembre. Instituido en 1991, este Premio ha reconocido la grandeza literaria de autores de México, Chile, Honduras, Colombia, Cuba, Brasil, Perú, Portugal, Argentina, Venezuela y España. Fuente: FIL *** El escritor peruano Jaime Bayly evalúa candidatura presidencial El escritor y periodista peruano Jaime Bayly reveló que evalúa la posibilidad de postularse como candidato presidencial en 2016, luego de haberlo intentado sin éxito en las elecciones de 2011, según lo anunció en una entrevista televisiva la noche del miércoles 31 de julio en el canal N de Noticias. “En un par de años miraremos cómo están las cosas... no lo descarto”, dijo Bayly respecto a una posible postulación presidencial. De concretar esa aspiración, sería candidato del partido centrista Acción Popular, del fallecido ex presidente Fernando Belaúnde (1963-1969 y 1980-1985), con cuyos dirigentes, según dijo, se reunió en 2011 para analizar esa posibilidad. “No me extrañaría que volvamos a conversar sobre el tema”, dijo el legislador Víctor Andrés García Belaúnde, figura prominente de Acción Popular, al ser consultado sobre las declaraciones de Bayly. Agregó que en los próximos comicios se prevé que haya nuevos candidatos, “y Bayly podría ser uno de ellos”. Bayly dijo que su candidatura para las elecciones de 2011 no avanzó porque estaba en tratos con el Partido Popular Cristiano, al que calificó de “conservador”. “Y yo soy un candidato libertario, ese no era un matrimonio bien avenido”, sostuvo. Declarado enemigo acérrimo del presidente Ollanta Humala, a quien consideraba un émulo del fallecido mandatario venezolano Hugo Chávez, por sus posiciones iniciales cercanas al chavismo, el escritor anunció en 2011 que no volvería a Perú mientras Humala estuviera en el poder. Sin embargo, de regreso a Lima esta semana para la Feria Internacional del Libro en Lima, Bayly admitió que Humala “no es Chávez” y que “es verdad que sus primeros dos años no han sido tan malos como lo temía”. Autocalificado de “provocador” y “liberal de izquierda”, Bayly tildó en 2010 a los militares de “inútiles”, a la Iglesia católica de “retardataria” y llamó a los políticos “mentirosos profesionales”. Además se ha declarado reiteradas veces defensor del aborto y de las bodas gay. Bayly, de 48 años, un declarado bisexual, dijo en 2010 que su lado gay “quedó eclipsado” desde que se enamoró de la joven escritora Silvia Núñez del Arco, de 24 años, con quien tiene un hijo. Ambos viven en Miami. Fuente: AFP *** Actos de Bangkok Capital del Libro se centran en literatura hispanolusa Varios actos relacionados con la literatura hispanolusa conmemoran estos días la celebración de Bangkok como “Capital Mundial del Libro” durante 2013. La Universidad de Chulalongkorn, con el apoyo de ocho países iberoamericanos, aborda desde el jueves 1 de agosto, y hasta el jueves 8, los entresijos de la lengua de Miguel de Cervantes y de Luís de Camões, con unas jornadas tituladas “Literatura en español y portugués: experiencia y exploración del mundo lusohispánico”. Coloquios sobre poesía latinoamericana, charlas de literatura contemporánea española o debates que tratan la traducción al tailandés de obras en castellano y portugués, son algunos componentes del programa. “Bangkok como ‘Capital Mundial del Libro’ es una oportunidad para acercar la lectura a los jóvenes y animar a los tailandeses a leer”, declaran Roque y Miriam, dos alumnos tailandeses de la Universidad de Chulalongkorn que estudian el idioma español, y quienes castellanizaron su nombre al comenzar los estudios. “Los estudiantes tailandeses son muy respetuosos, disciplinados con su trabajo y suelen hacer más de los que se les pide. Además se preocupan por el bienestar de los docentes”, apunta Laura Castro, profesora de la sección de español en la Facultad de Letras de esta universidad. Los alumnos de español y portugués en la Chulalongkorn eligieron “amor” y “saudade” como las palabras más bonitas, en su opinión, en ambos idiomas. Las jornadas de literatura hispanolusa están organizadas por la Universidad de Chulalongkorn, la Administración Metropolitana de Bangkok y las embajadas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, España, México, Perú y Portugal. Como parte de las actividades se proyectarán en el campus ocho largometrajes, uno por cada país organizador, tales como la adaptación de la obra de Mario Vargas Llora La ciudad y los perros, la portuguesa Encuentro con José Saramago o la mexicana Como agua para chocolate, inspirada en la novela homónima de Laura Esquivel. “Considero muy importante la semana de literatura iberoamericana para que sea también un momento de reflexión sobre los nuevos desafíos a los que se enfrenta la creación literaria en nuestros países”, declaró el embajador de Brasil en Tailandia, Paulo Cesar Meira de Vasconcellos, durante el discurso de apertura. La lengua castellana, uno de los tres idiomas con más hablantes en el mundo, se ha fijado en el continente asiático para proseguir su expansión. “El idioma español ya no es solo visto por su ámbito cultural, sino que cada vez se identifica más como un idioma de negocio”, destaca Antonio Casado, consejero de la Embajada de España en Tailandia. Instituciones como el Instituto Cervantes cuentan desde hace años con centros docentes en el sureste asiático, concretamente en Hanoi y Manila, esta última una de las delegaciones con mayor número de personas matriculadas en cada curso. “En la actualidad existe una tendencia al alza en la demanda de estudios de nuestro idioma, hay que concentrarse en las universidades y la gente joven (...). Asia es un lugar fundamental para la expansión del castellano. El sureste asiático es una de las asignaturas pendientes”, indica Casado. Con el lema “Leer es vida”, Bangkok festejó la acogida de esta designación que la Unesco creó en 2001 con el objetivo de promover la lectura. “La Capital Mundial (del Libro) sirve para crear una cultura de lectura, no para ver el libro como un negocio”, señala el representante de la embajada española. Madrid, en 2001, fue la primera ciudad en estrenar esta designación, que luego ha pasado por Ámsterdam, Bogotá, Nueva Delhi, Buenos Aires o Montreal, entre otras, y que recibirá la nigeriana Port Harcourt en 2014. Fuente: EFE *** Inauguran en Cádiz retrospectiva sobre José Manuel Caballero Bonald La delegada territorial de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Cristina Saucedo, inauguró el jueves 1 de agosto la exposición “José Manuel Caballero Bonald, de lo vivo a lo contado” en el contexto del homenaje que la Consejería de Cultura y Deporte realiza al “Autor del año” y Premio Cervantes 2012. La muestra, comisariada por el escritor Felipe Benítez Reyes, estará abierta al público hasta el 31 de agosto en la Biblioteca Pública Provincial de Cádiz y ha sido coproducida por el Centro Andaluz de las Letras y la Fundación Caballero Bonald. Ya presentada en Sevilla (en abril) y en la Universidad de Alcalá de Henares en Madrid para conmemorar la entrega del Cervantes al poeta jerezano, la muestra vuelve a Andalucía y comienza su gira por Cádiz. Posteriormente viajará a Málaga y a otras ciudades andaluzas, según la Junta. La exposición consta de ocho secciones con cinco paneles cada uno. Se incluyen fotografías de distintas etapas de la vida y de la trayectoria de Caballero Bonald, portadas de libros y revistas, y distintos elementos en torno a su familia y su biografía, desde su etapa colombiana a su vinculación con Doñana o con el flamenco y la música popular. Al catálogo de la muestra se agrega una antología de textos en torno al poeta firmados por escritores vinculados a su figura, como Pere Gimferrer, José María García López, Jesús Fernández Palacios, José Ramón Ripoll, Antonio Muñoz Molina, Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes, Carlos Marzal, Benjamín Prado, José Manuel Benítez Ariza, Juan Bonilla, Luis Muñoz, José Luis Rey, Juan Carlos Abril, Javier Vela, Josefa Parra o Antonio Soler. Por otro lado, y con motivo de la celebración del Día Internacional del Libro, la Consejería de Cultura y Deporte, a través del Centro Andaluz de las Letras, editó la antología Vivo allí donde estuve: poemas escogidos (1952-2012), con textos de Caballero Bonald y elaborada por el escritor y periodista José Ramón Ripoll. Esta publicación se encuentra en edición digital y puede descargarse gratuitamente (http://bit.ly/1czqDC9) de la web de la Administración andaluza. Fuente: Europa Press *** El puertorriqueño Eduardo Lalo recibió el Premio Rómulo Gallegos El escritor puertorriqueño Eduardo Lalo recibió el viernes 2 de agosto el XVIII Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, de manos del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en una ceremonia celebrada en el Teatro Teresa Carreño, en Caracas. La novela Simone, de Lalo, fue escogida de entre unas doscientas obras provenientes de 17 países, por un jurado compuesto por Juan Duchesne Winter, el venezolano Luis Duno-Gottberg y el argentino Ricardo Piglia, ganador de la edición anterior del certamen. La obra ganadora fue publicada en 2011 como título inaugural de la colección de literatura caribeña de la editorial argentina Ediciones Corregidor. El escritor de 53 años ha publicado además La isla silente, Los pies de San Juan, La inutilidad, Dónde, Los países invisibles y El deseo del lápiz. Durante la premiación, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sostuvo que Eduardo Lalo es un “grandes ligas de la literatura de nuestra América”, y que a través de su novela “nos sentimos en estas urbes expresadas por las batallas de Simone (...), por sus palabras creemos que conocemos a Puerto Rico de lejos”. “Hoy hemos tenido la inmensa fortuna de conocer a Eduardo Lalo y haber entregado el Premio Rómulo Gallegos a este extraordinario hombre de las letras de nuestra América Latina y del Caribe”, expresó Maduro. “Ningún pasaporte, ninguna ley imperial, ninguna de las incapacidades históricas de nuestra nación puede destruir o silenciar completamente lo que generaciones de hombres y mujeres han descubierto frente al océano que los separa y los reúne en las palabras que han reunido, cercados por el mar y por la historia”, dijo Lalo en su discurso, titulado El “hermoso hoy” (http://www.letralia.com/286/especial01.htm). Lalo agradeció a Venezuela por sacar de su bolsillo su verdadero pasaporte, “aquel que en ninguna de sus palabras me niega o me condena”. “Esta noche mi pasaporte ya no es una equivocación o una decisión tomada por un extraño, una agenda inconclusa, una incapacidad histórica o un cúmulo de denuncias, sino una forma en que generaciones de puertorriqueños se han enfrentado a la violencia de esa historia, al vacío del océano, a su dolor, a su lucha y al fracaso”, agregó. Lalo se impuso por delante de otras diez obras finalistas como Arrecife, de Juan Villoro (México); Bioy, de Diego Trelles (Perú); Desde la penumbra, de Silvia Lago (Uruguay); Formas de volver a casa, de Alejandro Zambra (Chile), y Humo rojo, de Perla Suez (Argentina). En rueda de prensa celebrada el miércoles 31 de julio, el escritor agradeció la “valentía” del jurado por “atreverse a escoger a un autor poco conocido en el continente” en un certamen del prestigio internacional del Rómulo Gallegos. “El premio permite que los ojos se centren sobre Puerto Rico. Reconoce la literatura de mi país. Eso es una gran ganancia que rebasa por mucho los beneficios personales”, agregó. El premio, dotado con un diploma y 100.000 dólares y organizado por el Ministerio de Cultura de Venezuela a través de la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), se otorga en honor al célebre escritor y político venezolano, Rómulo Gallegos, quien nació el 2 de agosto de 1884. Ya ha sido concedido a autores mundialmente conocidos como el colombiano Gabriel García Márquez, galardonado en 1972 por Cien años de soledad; el peruano Mario Vargas Llosa, por La casa verde, en 1967; el mexicano Carlos Fuentes, en 1977, por Terra nostra; o el chileno Roberto Bolaño, en 1999, por Los detectives salvajes. Fuentes: AFP • AVN • El Universal • Sibci ||||||||||||||||||||||| ARTÍCULOS Y REPORTAJES |||||||||||||||||||||| === El último rostro de Chávez ============================================ === Sabaneta sin “El Arañero” y el duelo rojo de Caracas ================== === Albinson Linares ====================================================== (Nota del editor: el año próximo será publicado por Sudaquia El último rostro de Chávez, una minuciosa crónica del periodista venezolano Albinson Linares sobre los últimos días del líder caribeño. Un texto fundamental —del que hoy presentamos en exclusiva este adelanto— para conocer de primera mano las reacciones que la muerte del presidente generaron en su pueblo natal, en su país y en el mundo). Cuando empezaron las colas vastas y desordenadas que se extendían por kilómetros para despedir al comandante fallecido, no estaba en Caracas. Recibí la noticia subiendo a la Sierra de Perijá en la frontera caliente con Colombia cuando iba a presenciar las exequias de Sabino Romero, el cacique yukpa asesinado el 3 de marzo. No habían pasado 48 horas de duelo por este crimen cuando la ciudad de Machiques enmudeció por el fallecimiento de Hugo Chávez. El luto se suda a mares en los pueblos de Perijá. Las penas se lavan entre lágrimas y transpiración macerada por los 40 grados a la sombra que todo lo derriten. Un sol de huevo frito irradiaba toda su fuerza ese 5 de marzo en que los perros se escondían debajo de las bateas para mojarse los hocicos con el agua estancada. En el sopor de las horas nonas, en un bohío a la vera del camino que inicia el ascenso a la sierra todos los presentes se sumieron en un mutismo ensordecedor cuando vieron a Nicolás Maduro anunciar el fallecimiento del presidente venezolano. “¿Vos sabéis lo que era Chávez?, ¿vos tas consciente de la belleza de hombre que era? Nadie sabe lo que era él, nadie”, gritó María Paredes, una de nuestras guías indígenas, desde la carretera. Al enterarse se bajó desesperada del bus que nos llevaba, y levantó una polvareda roja con la pataleta. Verla aullar frente al sol rojo de 40 grados era recordar los ritos bíblicos de vestiduras rasgadas y cabelleras repletas de ceniza. Admiré su desahogo. Pronto la pena se apoderó de todo el autobús y al voltear podía ver a hombres y mujeres que lloraban por igual. Un hombre abrazó a su cachorro y moqueaba, una anciana gordísima se desplomó aplastando una gallina y todos los niños sollozaron, cual sirenas atadas, en un lamento ensordecedor. Me bajé del autobús destartalado, viajé 22 horas por carretera y reporteé para el diario Últimas Noticias todo lo que vi en la tierra natal del revolucionario. Barinas se encuentra a 500 kilómetros de Caracas, es el estado llanero considerado la cuna del chavismo por ser el terruño del presidente y es hito fundamental en la comprensión del fenómeno político venezolano. Pero Sabaneta, población ubicada a 45 kilómetros de la capital llanera, es “el corazón de la revolución”. *** La tarde en que murió Chávez, su madre se encontraba en un oficio religioso en la “Plaza de los Poetas” al frente de la Alcaldía de Barinas. Elena Frías de Chávez rezaba, lloraba quedamente y elevaba su mirada al cielo rodeada de mujeres. En ese momento buena parte de las parroquias del sur de la ciudad sufrían los rigores de un corte de luz. El calor llanero lo hundió todo en un sopor espeso cuando cerca de las cinco de la tarde se supo la noticia. “Fue impresionante, todo el mundo gritaba, hubo muchos desmayos y llegaron las ambulancias de una vez. Al rato nos dirigimos a la plaza Bolívar y yo estuve hasta la una de la madrugada pero muchos amanecieron”, dijo Nancy Rodríguez, vestida de rojo y con una gorra del Che y Chávez. En la plaza Bolívar de la capital barinesa se concentró la colectividad chavista para rendirle homenaje al presidente. Desde la noche del fallecimiento se iniciaron actos políticos y cadenas de oración que transcurrían con el rumor de fondo de la señal en directo de los medios de comunicación. Los llaneros chavistas lloraban a su líder frente a la televisión. “Amamos a Chávez y esto no se acaba aquí. Él nos dio voz y nos formó con su ejemplo, su palabra está con nosotros”, decía María Márquez, miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en la zona. Juan González, ataviado de rojo y con lágrimas, se lamentaba: “Hay tanto dolor. Nosotros no sabemos quién era Chávez, lo vimos crecer y fue un gigante. Somos el pueblo llorando su muerte”. Las horas transcurrían con lentitud mientras intervenían los colectivos políticos y socioculturales afectos a la revolución bolivariana. Estudiantes como Javier Prado ondeaban banderas gritando consignas en la plaza. Luego de secarse el sudor, mezclado con llanto, exclamó: “Viviremos y venceremos, Chávez. En mi casa no había luz cuando se murió y me enteré tarde. Me tuvieron que llamar porque yo no sabía nada, hermano. Y aquí estoy con él”. Desde la misma noche del aciago martes los padres, hermanos y primos cercanos del primer mandatario partieron a la capital para participar en las exequias presidenciales. Las calles de Barinas amanecieron solitarias, los negocios cerrados y con muy poco tránsito. Los entes gubernamentales trabajaron media jornada y los locales de chinos y árabes que abrieron eran cerrados por la Guardia Nacional. En la mañana del seis el secretario de Gobierno de Barinas, Antonio Albarrán, dio una rueda de prensa con escasa presencia de medios. Anunció la implementación de estrategias especiales de seguridad antidisturbios para afrontar planes desestabilizadores y garantizar la seguridad de los militantes presentes en las calles. Albarrán quería garantizar que los chavistas pudiesen vivir su luto a plenitud durante esos días en los que todo parecía eternizado por la pena colectiva. Por la tarde se convocaron actividades en honor al mandatario fallecido en las treinta plazas Bolívar del estado Barinas, como para que no cupiese la menor duda del arraigo que los llaneros sentían por el extinto líder revolucionario. *** Apenas la noticia corrió como pólvora por el mundo empezaron las reacciones. En Caracas, el canciller Elías Jaua anunció siete días de duelo nacional y la suspensión de las clases en todos los niveles educativos hasta el ocho de marzo, y adelantó que los restos mortales serían trasladados desde el Hospital Militar hasta el hall de la Academia Militar: “Vamos a recibirlo en Los Próceres, donde se hacen los desfiles militares, con las tribunas llenas de pueblo, de esperanza, luego comenzarán las exequias y el homenaje póstumo en capilla ardiente”, declaró. Las calles de San Martín en Caracas se llenaron de una multitud roja que rodeó el feo edificio del Hospital Militar “Dr. Carlos Arvelo”. Llevaban enormes banderas y pancartas, eran entrevistados por los medios estatales en un extraño rito de dolor y exhibicionismo pop. No bastaba que lloraran en sus casas, los militantes salieron a gritar su dolor ante las cámaras. “¡Chávez al Panteón!, ¡Chávez al Panteón!, ¡Chávez al Panteón!, ¡Chávez vive y la lucha sigue!, ¡No volverán!”, coreaban entre llantos y risas histéricas. Al caer la noche Nelson Merentes, presidente del Banco Central de Venezuela, se subió al techo de una camioneta y gritó con un megáfono: “¡Todos somos Chávez!”, repetidas veces. Los medios reportaban conmociones en todos lados y ceremonias religiosas desde Guatire, Los Teques y Vargas hasta Táchira, pasando por todos los llanos, Amazonas y las lejanías guayanesas. La geografía sentimental de Venezuela aparecía traspasada y dividida por la mitad de la población que lo lloraba, mientras que la otra mitad miraba con estupor la pena ajena. La industria petrolera se sumó a la pena nacional garantizando la vital producción de crudo, no fuera a suceder una catástrofe financiera conspirativa, y otros gremios como los productores agropecuarios hicieron público su pésame: “Camarada, amigo presidente, vivirás por siempre con el pueblo”, declaró Balsamino Belandria, de Fegaven. Sus grandes amigos presidentes expresaron el dolor que los embargaba de diversas maneras. El boliviano Evo Morales dijo sentirse “destrozado” y viajó de inmediato a Caracas. Dilma Rousseff declaró: “Lo reconocemos como un gran líder, una pérdida irreparable y, sobre todo, un amigo de Brasil”. Rafael Correa y Cristina Fernández de Kirchner decretaron tres días de duelo en Ecuador y Argentina, respectivamente. Juan Manuel Santos reconoció sus valiosos aportes al proceso de paz en Colombia llegando a declarar, en un súbito arranque de espontaneidad que le valdría no pocas críticas en su país: “El mejor tributo que podemos rendir a su memoria es cumplir con ese sueño que él compartió con nosotros: llegar a un acuerdo para el fin del conflicto y ver una Colombia en paz”. *** Desde que se toma la autopista José Antonio Páez, de cuatro canales y recién refaccionada, se ven signos del amor de la gestión política en todos lados. A la izquierda silos nuevos, destellos de metal bajo el sol, más adelante a la derecha el Centro Técnico Productivo Socialista Florentino aparece vacío. Al avanzar un Mercal enorme, amarillo, surge en medio de bloqueras, fincas pequeñas y la llanura extensa donde brota el poblado de Sabaneta, súbitamente. Espacios infinitos con el cielo como límite perpetuo engendran caracteres peculiares, tercos y salvajes, soñadores y valientes, como escribió Rómulo Gallegos en Canaima: “En estas tierras nuestras, de impresionante silencio y trágica soledad, se siente que todavía no ha terminado el día sexto del Génesis, y que aún circula por ellas el soplo creador. Y por eso las llamo las tierras de Dios”. Aquí nació Hugo Chávez, el 28 de julio de 1954. En el pueblo natal del comandante muerto, había vigilia permanente desde el deceso y se prolongaría por los siete días de duelo decretados. En la plaza Bolívar había numerosas ofrendas florales y una exposición de retratos emblemáticos de Hugo Chávez a los pies de la estatua del Libertador. Sabaneta vivía el síndrome de los pueblos pequeños que paren hombres fuertes y, a su muerte, se sienten desvalidos. “Viviremos y venceremos, porque somos hijos de Chávez y Chávez es el pueblo”, eran algunas de las consignas que gritaban los miembros de círculos bolivarianos presentes en el sitio. En la mañana se mandó a limpiar el cementerio de Sabaneta y la antigua casa de la familia Chávez (ahora sede del PSUV), ubicada en la avenida “Antonio María Bayón” con calle 12, por órdenes expresas de Aníbal Chávez, alcalde y hermano del presidente. Fuentes cercanas al PSUV señalaban que cada hora cobraba fuerza la tesis de que los restos mortales de Chávez descansarían en su pueblo natal, bien en el camposanto o en alguna de sus casas familiares. Nada de esto sucedió. *** Pancho Lucena, amigo de la infancia y compañero de béisbol, recuerda que fue el primero en poner a lanzar a “Huguito”. Jugaban un partido difícil en el estadio “Francisco Contreras” y golpearon al pitcher del equipo, por lo que Pancho miró al centerfield y lo llamó: “Le dije: ‘Vas a pichar’, me respondió: ‘Pero yo no soy pitcher’. Le contesté: ‘No te estoy preguntando eso, prepárate porque vas a pichar, chico’. Lanzó y no le hicieron nada, desde entonces fue el pitcher”. Lucena creía que el presidente debía volver a su tierra: “Queremos que lo traigan para acá, que descanse aquí. Nunca dejaremos de pensar en él. Los hermanos son buena gente pero ninguno tiene el rango de Hugo, que llegaba a jugar metras y al rato ya era el líder del patio. Sin pelear con nadie, se ganaba al pueblo”. La sequía de esos meses vuelve ocre al llano, un infinito mar de tierra que se extiende hasta el azul del horizonte salpicado de palmeras. En estos espacios infinitos se crió el joven que sería líder de la revolución bolivariana. Alfredo Aldana estudió con él en la escuela “Julián Pino” y lo recuerda como un muchacho humilde de notas sobresalientes al que le encantaba jugar pelotica de goma, 40 matas y metras, y que todas las tardes iba al estadio. “Era muy alegre, activo y respetuoso, y siempre salía a vender los dulces, las arañas de lechosa de la abuela. Por eso le decían ‘El Arañero’. Acá nunca se metió en política, pero recuerdo claramente que un día estábamos tomando agua de un tubo porque habíamos corrido mucho jugando, y me dijo: ‘Yo voy a ser presidente de Venezuela’. Teníamos como seis años”, recuerda Aldana. Lucio Casanova fue otro “compinche” de Hugo Chávez y lo recuerda de buen carácter porque no era peleón. Dice que no es como lo pintan ahora, pero siente que el estrés de sus responsabilidades a veces le cambiaba el humor. “Le gustaba jugar pelota y recuerdo que como soy fanático de los Tiburones me creía Paúl Casanova y él se creía Isaías ‘El Látigo’ Chávez, porque era del Magallanes”. Casanova fue a visitar al comandante preso en el Cuartel San Carlos, luego del 4 de febrero. Nunca olvida que al llegar lo encontró con la mirada baja, triste, pero cuando escuchó su voz “sonrió, me abrazó y dijo: ‘¿Cuándo vamos a jugar una partida de chapitas?’. Le contesté que cuando saliera de ahí, pero nunca pudimos y eso nos quedó pendiente”. Muy cerca de la avenida Antonio María Bayón vive Flor Figueredo, vecina y amiga personal del mandatario. Enjugaba sus lágrimas al recordarlo cuando caminaban kilómetros para asistir a bailes y muchas veces Hugo espantaba a todos simulando ser un fantasma de la llanura. Dijo que todo el pueblo esperaba poder despedirse de Chávez: “Eso es lo que estamos rogando, que aunque sea por última vez podamos verlo aquí. Él vivirá para siempre en nuestros corazones pero toda esta gente del llano, sus campesinos, quieren decirle adiós a Hugo Rafael. Ya si lo entierran acá o en Caracas es decisión de la familia, pero nosotros todavía esperamos por él”. *** Desde las 4:25 de esa tarde su fallecimiento se erigió como el acontecimiento mundial más importante del día. Los diarios del mundo cambiaron su primera plana en un efecto dominó que recordó eventos míticos del universo massmedia como el asesinato de Kennedy, la muerte de Lady Di o el tsunami asiático. En España, ABC, La Razón, El Mundo y El País titularon con el deceso. Lo mismo sucedió con el Corriere della Sera y Le Monde Diplomatique en Italia y Francia. En Colombia El Tiempo decretó: “Fin de la era Chávez” y El Espectador preguntaba a su audiencia: “¿Sobrevivirá el chavismo?”, el resto de América Latina se unió a la cobertura especial de las exequias. Y para hacerse eco de lo que ya era un tifón mediático, The New York Times abrió su edición con una foto de los seguidores llorando al enterarse del suceso. Celebridades hollywoodenses se unieron al coro de condolencias planetarias. Fue el caso de Sean Penn, quien expresó en un comunicado: “Hoy la gente de Estados Unidos ha perdido un amigo que nunca supo que tenía. Y la gente pobre del resto del mundo ha perdido a un campeón”. Oliver Stone tuiteó: “Lloro a un gran héroe para la mayoría de su pueblo y de aquellos que luchan en todo el mundo por un lugar” y “Odiado por las clases arraigadas, Hugo Chávez vivirá para siempre en la historia”. Danny Glover se unió a los millones de “amantes de la libertad” que lo veían como un campeón social y, con su habitual acidez perspicaz, Michael Moore tronó: “Un total de 54 países permitieron a Estados Unidos detener (y torturar) a sospechosos. América Latina, gracias a Chávez, fue el único lugar que dijo no”. El diputado Freddy Bernal sugirió por Twitter que se modificara el numeral 15 del artículo 187 de la Constitución Nacional para que el cuerpo del presidente fallecido pudiese ser trasladado al Panteón Nacional, donde descansaría junto a los próceres independentistas encabezados por el Libertador Simón Bolívar. Ni corto ni perezoso, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, tomó nota del clamor popular y aseguró con un tuit que se agilizarían las gestiones para aprobar esta petición. La maquinaria del mito chavista estaba en marcha. *** Era 1963 cuando Carmen Egilda, de 18 años recién cumplidos, entró por primera vez a un aula de clases como maestra. Fue un afortunado malentendido, perdió una entrevista de trabajo y luego sólo pudo encontrar una suplencia en la escuela “Julián Pino” de una Sabaneta polvorienta y campestre. Allí enseñó a un grupo de 40 llaneritos traviesos. Como en cualquier salón había de todo: desde los rebeldes que no prestaban atención hasta los aplicados que sacaban puro 20. Hugo Chávez era un alumno distinto, jugaba y lideraba grupos pero también obtenía buenas calificaciones, según cuenta: “Era ese muchachito que siempre se sentaba en el primer puesto y copiaba toda la mañana. Yo nada más le veía esas rayitas que eran sus ojitos, un chinito, que siempre estaba observando”. Los patios y pasillos de esta escuela llena de matas de mango y amplias estancias para correr en juegos infantiles albergan muchas anécdotas de travesuras y aprendizajes. La maestra Crespo se sumerge en su memoria para rescatar el gesto de un niño que revela el carácter que se forjaría con los años: “En una oportunidad me iba a entregar su cuaderno pero me lo tiró en la mesa y se cayó. Le dije: ‘Hugo, no se tiran las cosas’. Lo recogió de mala gana y me lo dio. Años después me cuenta que estaba celoso de un maestro que me regalaba chocolates”. Pasaron 29 años antes de que Carmen Egilda volviera a recordar a ese niño llanero. Días después del 4 de febrero de 1992 recibió en Caracas, donde vive desde hace muchos años, la llamada de su hermano, quien le dijo que el comandante rebelde la mencionaba en una entrevista: “Todos los domingos leo Últimas Noticias y justo ese día no lo compré. Corrí a tocarle la puerta a los vecinos hasta que lo conseguí y en una parte Chávez contaba que no miraba al retrato del ‘cara ‘e cuchillo Zamora’ por mirarle los ojos a su maestra de cuarto grado, Egilda Crespo. Fue emocionante, brincamos y lloramos de emoción. Desde ese momento mi vida cambió”. A los pocos días volvió a Barinas y visitó a la familia Chávez para solidarizarse con ellos. Allí surgió la idea de visitar a su alumno en Yare, donde se encontraba preso. Años después la maestra aún se emociona al rememorar el encuentro. Apenas traspasó las rejas de entrada sonaron los detectores de metales varias veces. Mientras se quitaba los objetos metálicos amenazó a los guardias con “entrar desnuda” si seguía sonando, pero entraría como fuese. “Cuando entré a la habitación donde estaba Chávez, eso estaba full. Abrió la puerta y lo primero que dijo fue ‘Egilda’; me conoció por los ojos. Luego me dio un gran abrazo y conversamos por horas, era increíble cómo lo recordaba todo”, rememora la profesora de los ojos azules, medio siglo después, en la misma plaza de Sabaneta donde se le rindió tributo al presidente fallecido. *** Dos días después de su muerte, Pancho Lucena ya extrañaba a su amigo. Recostado en un banco frente al estadio de béisbol concluía que Sabaneta nunca volverá a tener una persona así. Mientras se lamenta, asevera: “Era humilde y muy inteligente. Siempre pendiente de todo. El que no siente a Hugo Chávez en su corazón no está vivo”. Lo conoció desde la temprana infancia y le llevaba cuatro años. El béisbol era el “arte” al que se dedicaban de muchachos: “Yo jugaba primera base y shortstop, él era pitcher y centerfield, pero Hugo inventaba mucho, por eso siempre era echador de broma. Eso sí, la abuela lo tenía sometido porque era muy estricta”. Como suele suceder con las celebridades basta con pasear por las calles de Sabaneta para conseguirse con gente que lo conoció, tocó, conversó y jugó. Cerca de la plaza Bolívar, en la avenida Antonio María Bayón, está el jardín infantil “Mamá Rosa”, edificio de tres pisos con aire acondicionado central y un baño para cada aula construido por Chávez como homenaje a su querida abuela. Hace décadas el presidente fallecido vivió allí junto a ella. Muy cerca está la sede del PSUV, otra de las casas donde fue criado el Comandante. En ese patio hay una mata de mango, un árbol de mandarina y un naranjo sembrados por Chávez y Evo Morales, respectivamente. La jornada del ocho de marzo fue lenta en el pueblo llanero. A las 10:00 am comenzó a congregarse con fuerza la militancia chavista en la plaza Bolívar. Ataviados de rojo gritaban los círculos bolivarianos del municipio Alberto Arvelo Torrealba: “¡No estamos solos, Chávez somos todos!, ¡viviremos y venceremos!”. Pasado el mediodía, una representación de la Escuela Latinoamericana de Medicina presentó una ofrenda floral en este espacio, al tiempo que brindaron discursos de agradecimiento al comandante fallecido. “Nosotros somos médicos gracias a él, a su empeño por brindarle salud al pueblo venezolano. Estamos conscientes de que no sólo somos médicos para la revolución, sino que adonde quiera que nos necesiten iremos para curar a los enfermos. Para eso fuimos formados”, dijo uno de los estudiantes. Los militantes de Sabaneta aprovechaban cualquier oportunidad para expresar su esperanza de que los restos mortales de Hugo Chávez descansaran en el pueblo que lo vio nacer: “Eso es lo que nosotros queremos. Nada nos llenaría este vacío que dejó pero si lo tenemos cerca podemos visitarlo siempre y llevarle música llanera, esos corridos que tanto le gustan”, dijo Walter Pérez. Otros como Sandra Castillo veían la vuelta de Chávez a Sabaneta como un impulso turístico para la región: “Si nos lo traen vendría gente de toda América y del mundo entero a visitarlo. Él siempre será un líder mundial y la gente no lo va a olvidar. Eso nos traería ese turismo que tanta falta hace en este pueblo para generar trabajo y seguir desarrollando el socialismo”. *** Capitales de todo el mundo se unieron a la congoja desatada por la desaparición física del mandatario venezolano. Bogotá, Quito, Managua, Madrid y la Franja de Gaza fueron algunos de los lugares donde se oyeron lamentos y discursos de homenaje a la figura de Hugo Chávez. Desde la Puerta del Sol madrileña hasta Cisjordania se congregaron simpatizantes de la revolución bolivariana, hechos sin precedentes en la historia moderna del país. El cuerpo del mandatario recorrió las calles de Caracas durante ocho horas el 7 de marzo hasta que fue depositado en la Academia Militar, mientras los rumores seguían creciendo. Se habló de varios ataúdes intercambiables, y expertos aseguraban que los restos ya habían sido embalsamados por medio de un procedimiento “sencillo” que toma una hora: primero debió drenarse toda la sangre a través de una vena cercana al corazón, luego una inyección de formol al 10% permitió su conservación. De otro modo la canícula caribe del valle capitalino habría deteriorado los restos. Nicolás Maduro anunció que el cuerpo se sometería a procesos de preservación y se metería en una urna de cristal para que “quede abierto eternamente, para que el pueblo pueda tenerlo allí en su Museo de la Revolución como están Ho Chi Minh, Lenin, Mao Tse-Tung”. Paradójicamente el destino final de Chávez parecía estar ligado al de los rusos Vladimir Lenin y Josef Stalin, Horloogiyn Choibalsan (Mongolia), Klement Gottwald (República Checa), Mao Tse-Tung (China), Agostinho Neto (Angola), Linden Forbes Burnham (Guyana), Enver Hoxha (Albania), el matrimonio Perón y los infaltables hombres fuertes de Corea del Norte: Kim Il-sung y Kim Jong-il. Sería convertido en una momia moderna, técnica que criticó en vida por parecerle antinatural. Sin embargo, nada de esto sucedió. Al final la exposición de sus restos momificados no sería el derrotero escogido por los líderes revolucionarios que le sobrevivieron. Fue depositado en un catafalco de mármol en el “Cuartel de la Montaña”, donde ahora es visitado por personas de todo el mundo. Para ese jueves, ya muchos simpatizantes llevaban hasta 15 horas en cola para verlo. Más de cinco kilómetros, ocho mil pasos y muchas horas llevaban los chavistas en las columnas monstruosas que debían hacer para despedirse. Alguien llegó a contar hasta siete colas que se juntaban en un nudo gordiano donde las diferencias y los coleados se dirimían a empujones. Unas barreras de seguridad fueron derribadas en el fragor de la pena y el hastío por verlo. La multitud enardecida le gritaba a los efectivos de seguridad: “Chávez es del pueblo, no de la oligarquía”, “Queremos ver a Chávez, déjennos pasar”. *** A miles de kilómetros de la barahúnda roja, Isaías de Jesús Romero secaba sus lágrimas mirando el horizonte llanero de Sabaneta. A sus 73 años lo ha visto todo pero jamás esperó que enterraría a su sobrino político predilecto. Es el entrenador de béisbol menor más veterano de los llanos venezolanos y tío político del líder revolucionario. Con un dejo de cansancio infinito insistía en que “Huguito” era el mejor del mundo, un muchachito alegre y bueno en béisbol, bueno como presidente y ciudadano: “Fui entrenador de todos ellos pero él jugaba pelota pa’lante y no llegó a profesional porque agarró la carrera militar. Tenía condiciones sobradas para eso. Quién iba a decir que se iba a convertir en uno de los mejores presidentes del mundo. Adonde fuéramos a jugar lo llevaba para todas partes”. En el pueblo todos le dicen “Chicho Panza” y se sostiene el abdomen escurrido mientras ríe por los recuerdos. Dice ser quien crió a Chávez de verdad, porque éste no recibió apoyo alguno de sus hermanos ni de sus padres. En voz baja explica que fue quien lo recibió de jovencito cuando quería irse a la guerrilla: “Estoy seguro de que va a reencarnar pronto. Un hombre así no se queda quieto ni en el más allá. Esos hombres vencen a la muerte”. Pese a los rumores desatados por esos días, Hugo de los Reyes Chávez no estaba muerto ni sufrió ningún accidente cerebrovascular. Sin embargo padeció los rigores de vivir al revés el orden natural de las cosas: en vez de morir en brazos de su hijo Hugo, le tocó asistir a sus exequias. Siguió la agonía del último mes de la enfermedad de su hijo recuperándose de una apendicitis, diagnosticada en uno de sus chequeos médicos, que fue operada el 4 de febrero en el Hospital Militar de Caracas. Por ello no pudo asistir a los actos conmemorativos de esa fecha y experimentó la peor tortura para un padre: ver languidecer a su hijo desde un lecho de enfermo, recuperándose para poder vestir la guayabera blanca que luego luciría frente al féretro del presidente. “Está destrozado, y cómo no. Pero no se murió como dicen esos canallas, está golpeado por los recuerdos y los achaques pero yo misma lo acompañé hasta el avión y lloramos juntos”, asevera Brígida Frías, tía abuela del líder bolivariano, en su casa de Sabaneta. “Huguito lo adoraba, quería mucho a su papá. Se sentaban juntos y reían a carcajadas porque se parecían mucho. Les gustaba el béisbol y la gente tiene que recordar que el maestro le dio clases y era muy estricto, de ahí le viene la disciplina. Además, cuando el comandante se molestaba o tenía problemas, siempre acudía al viejo”, finalizó la anciana sentada en una silla plástica de un patio humilde a medio construir. Al rato se paró y señaló un viejo televisor y VHS que cargaba a cuestas con sus hijos para mostrarle a la gente de los pueblos del llano los videos que Chávez grabó estando preso en Yare. Brígida Frías lo evocaba entre lágrimas, como si aún estuviese junto a ella, como si aún lo regañara porque no dormía, ni comía pensando en la revolución: “Su siembra no está perdida, aquí quedamos nosotros para luchar por los pobres hasta el fin”. ** Albinson Linares http://www.letralia.com/firmas/linaresalbinson.htm Periodista venezolano (San Cristóbal, Táchira; 1981). Trabajó en la sección cultural del diario El Nacional (http://www.el-nacional.com). Fue director editorial de la revista Playboy en Venezuela (http://www.bloquedearmas.com/playboy) y ha hecho periodismo de investigación en las revistas Exceso (http://www.noticiasexceso.com) y Zero, además de colaborar con Reforma (http://www.reforma.com; México), El Heraldo de Barranquilla (http://www.elheraldo.co; Colombia),¿Qué Pasa? (http://www.quepasa.cl; Chile), Letras Libres (http://www.letraslibres.com; México) y Ecos (http://www.ecos-online.de; Alemania). Fue escogido como uno de los “Nuevos Cronistas de Indias” por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI, http://www.fnpi.org) en 2012. En la actualidad se desempeña como periodista de investigación en la Cadena Capriles (http://www.cadena-capriles.com) y es uno de los fundadores del portal web Prodavinci (http://prodavinci.com; Venezuela), dedicado al debate de ideas. Publicó en 2013 el libro Hugo Chávez, nuestro enfermo en La Habana (http://www.ecicero.es/products/hugo-chavez-nuestro-enfermo-mobi), con la editorial española eCicero.es, donde está disponible gratuitamente en formato e-book. Sudaquia Editores (http://www.sudaquia.net) publicará en 2014 su nuevo libro de crónicas llamado El último rostro de Chávez. === Jaime Jaramillo Escobar Harold Alvarado Tenorio ================== Cuando X-504 publicó Los poemas de la ofensa, que había ganado el año anterior el Premio Cassius Clay, sólo unos pocos espíritus atentos se dieron cuenta de lo que había sucedido, con sus versos, a la lírica llamada colombiana. Uno de ellos, Guillermo García Niño, prestigioso bardo hoy olvidado, celebró su aparición en una nota de las Lecturas Dominicales de El Tiempo, que dirigía Eduardo Mendoza Varela, otro de los admiradores del poeta, retando precisamente a Gonzaloarango a valorar los quilates de poesía que contenía el libro. Desde entonces, Jaime Jaramillo Escobar, que ocultaba su nombre bajo una chapa de placa de carro, es uno de los más notables poetas de la lengua, un digno camarada de los peninsulares Gil de Biedma, Caballero Bonald o Ángel González. Es el más raro de todos los nadaístas —dijo Gonzalo Arango en 1966—, pues trabaja ocho horas al día, cobra quincena, paga impuestos religiosamente; tiene cédula, libreta militar y un certificado falso de buena conducta. Nunca lo han metido en la cárcel porque es muy metódico y ordenado; por fuera no tiene cara de sospechoso, ni de apache, ni siquiera de nadaísta, pues se hace motilar todos los sábados, lee la revista Cromos en la peluquería como cualquier parroquiano que se respete; paga el arriendo (también religiosamente) el último día de mes, y hasta comete la decencia de girar cheques con fondos. Él mismo se embola todas las mañanas antes de salir para el trabajo, y a las 8 en punto marca su tarjeta y le da los buenos días al patrón. Almuerza en lóbregos restaurantes para clase media donde no corra peligro de encontrarse con intelectuales, ni con poetas que tengan el desayuno envolatado. No habla mientas come, pero tampoco es glotón. No fuma, no bebe, no asiste a fiestas de intelectuales ni de sociedad. Su vida es, en todo, la de un anacoreta, salvo pequeñas aventurillas eróticas que cumple, no digamos arrojado en los hornos de la pasión, sino para estar a paz y salvo con la naturaleza. Pues hasta en esto del sexo él paga sus “deudas” religiosamente. Jaramillo Escobar vivía en Barranquilla cuando ganó el premio y nunca cobró los cinco mil pesos que ofrecían. Tenía treinta y seis años, muchos de los cuales llevaba ya trajinados por buena parte de Colombia y varios de los pueblos de su Antioquia natal. Nacido en Pueblorrico (1932) bajo el signo de Géminis, fue el mayor de seis de los hijos de Amalia y Enrique, un maestro de escuela y una señora ama de casa de Urrao, donde antes de iniciar el bachillerato ya había leído, en la biblioteca de la escuela de su padre y entre los libros de su madre, toda la buena poesía de entonces. Hizo la primaria en una aldea llamada Altamira y luego el bachillerato en Andes, en el Liceo Juan de Dios Uribe, alejado de su familia que había regresado a Urrao, a donde se llegaba tomando primero caballos hasta el río Cauca, luego un tren hasta Bolombolo y a continuación un bus de escalera. En Andes conoció a Gonzalo Arango y leyó en todos los libros que había en el colegio, porque como no podía ir a su pueblo durante las vacaciones, el rector del liceo le dejaba la llave del plantel y en compañía de un celador cuidaban del lugar. Con tan mala suerte, que antes de terminar el bachillerato le cancelaron la matrícula, teniendo que aceptar el cargo de secretario de la inspección de policía de Altamira, que la guerrilla liberal quiso quemar, pero un aguacero repentino impidió el asalto y el poeta en ciernes hubo de irse a Medellín, junto a su familia, como otros más de los desplazados de la violencia colombiana. Para 1953 el poeta estaba trabajando como técnico de las viejas computadoras IBM en la alcaldía de Bogotá y aburrido del frío capitalino se mudó a Cali, donde Gonzalo Arango fue a dar con sus huesos huyendo de los enemigos de Rojas Pinilla. Arango, que viajaba en ese entonces con un joven y bello Amílcar Osorio, le propuso crear el Nadaísmo, movimiento en el cual militó más como figura enigmática que como “compañero de viaje”. En Cali Jaramillo Escobar escribió tres de sus principales libros. “Me fui para Cali por curiosidad, porque a mí siempre me ha atraído Cali”, dijo a Luis Fernando Macías. “El destino preferido de los antioqueños era el Valle del Cauca. Todo el mundo se iba para Cali, porque allá dizque estaba el diablo”. Luego viviría por tres años en Barranquilla, trabajando al lado de Plinio Apuleyo Mendoza. Los setentas los pasó en Bogotá de nuevo en una agencia de publicidad de la cual fue socio con Gabriel Urrea Gómez: O. P. Institucional Ltda. (1970-1982). Quebrada la empresa el poeta se fue a vivir con su pobreza a Cali hasta que un gerente del Banco de la República le invitó, en 1985, a hacer un taller de poesía en la Biblioteca Piloto de Medellín, donde todavía vive y trabaja. Autor del libro de poemas más notable de la segunda mitad del siglo XX —los otros son Ritos (1914), Libro de crónicas (1924), Tergiversaciones de Leo Legrís, Matías Aldecoa y Gaspar (1925), Si mañana despierto (1961) y Morada al sur (1963)—, Jaramillo Escobar concibió y redactó los cuarenta y cuatro desencantados textos de Los poemas de la ofensa (1968) a la manera de los versículos bíblicos, con un tono exuberante, rico y sentencioso, tiznado de ironía y quizás como exorcismo a los cotidianos apocalipsis que vivíamos entre el fango de clericalismos y leguleyadas restauradas por el Frente Nacional, cuando cada mañana cientos de hombres y mujeres campesinas eran acuchillados y mutilados, entregados a sus dolientes con sus sexos en las bocas y los vientres abiertos. Sorprende, entonces, cómo en una sociedad y unas escuelas literarias como las colombianas de mediados del siglo pasado, que entendían, de muchas maneras, el propósito último de los vanguardismos como un elogio del progreso y los llamados avances de las tecnologías, Jaime Jaramillo Escobar decidiera ignorar los lenguajes del presente y navegar por las aguas arriba de las edades eternas, haciendo de los ritos y sus movimientos, la forma de su poesía. Los poemas de la ofensa es un libro en el cual predominan los temas eternos a la búsqueda de un presunto destino a la existencia, con un desencanto y sarcasmo encarnados en parábolas y simbolismos que dan cuerpo y dejan entrever una visión maldita del hombre, esa criatura deplorable, peligrosa víctima de sus propios engendros del mal, los crímenes y las guerras. La muerte, en últimas, como lo más banal y cotidiano de nuestra existencia, porque de lo que se trata verdaderamente en la vida es de la carne y del espíritu, es decir, del cuerpo, donde se suman y se restan todas las posibilidades del poema, allí donde yace su origen y su fin. Un largo recorrido por las apariencias de la muerte y los males del hombre culmina en los poemas de Jaramillo Escobar, los de ayer y los de hoy, en la celebración de la carne y sus lenguajes. Desde Los poemas de la ofensa hasta sus libros más recientes, así su decir se haya ido extendiendo hasta llegar casi que a una narrativa de juglar, los argumentos que han interesado a Jaramillo Escobar bordean zonas como el regusto por lo mórbido, la vida errante y marginal, los climas tropicales, la exaltación de los comportamientos y formas de la belleza de la raza negra y la burla y el sarcasmo de las pasiones eróticas. Los decorados de estos asuntos serán unas veces lugares de miseria y ruina, abandonadas estaciones de ferrocarril, viejas y empolvadas y mugrientas oficinas estatales, prisiones, remotas playas paradisíacas y calurosos lugares de la selva y el mar Pacífico, que en comparación con aquellos lugares citadinos ofrecen al poeta una comunicación directa con el corazón y la médula de la poesía. Este hombre ordenado y tímido —ha escrito J. G. Cobo Borda—, surgido en medio del apocalipsis nadaísta, se ha convertido así, paradoja última, en el autor de una obra que sin renegar del nadaísmo lo prosigue a un más alto nivel y a la vez más profundo: el de la auténtica poesía. *** Yairo contra mi ingle Mi cuchillo debajo de mi vestido, su vaina contra mi ingle. Las flores de tu jardín temblaban en sus tallos. Miré tus ojos junto a la reja. Dijiste: “Me vas a matar”. Te precipitas sobre el timbre. Se enciende la luz detrás de los cristales. Te escondes en tu alcoba. Mi cuchillo piensa: El amor y la muerte duermen juntos a los quince años. Tu sangre corriendo por mis manos entre el pulgar y el índice. Resurges mágicamente cuando el relámpago acuchilla el firmamento. Hoy eres un presidiario, pero yo compuse un libro de amor en honor a tu [adolescencia. “El libro de Yairo” fue quemado y el humo subió derecho al Cielo, pues era el sacrificio del puro Abel a su perverso dios. En las noches de invierno te veo correr por la hierba húmeda, descalzo. Hace diez años yo era un charco de amor en el invierno. Tú chapoteando en las charcas en octubre. Muchachos desnudos jugaban pelota en el campo de hierba mojada. Tú preferías correr y mirar por los corredores. ¡Ay mi cuchillo! El poeta dice: Si de un amor queda un poema está muy bien: eso indica que nos conmovió; pero si no queda nada tanto mejor: eso indica que no nos dejamos conmover. Ay, pero él es tan sólo un poeta; no un amante. *** La búsqueda El enamorado busca su amor aun allí en donde sabe que no está, como el aventurero busca su tesoro aun allí en donde no se encuentra, y así como el hombre busca a Dios en toda parte y lugar sin hallarlo nunca, aun apostado esperando en los huecos de la esquina de la sala, por donde [salen los ratones, y muere con la sonrisa de quien no encontró nada pero buscó mucho, hasta morirse. Así yo he venido hoy domingo y te espero sentado en un pedazo de sol. Días y noches de búsqueda por los más ignorados lugares, preguntando en altas casas desde cuyos umbrales se divisa a lo lejos la [ciudad entre la bruma, con el objeto de obtener un dato, una pista para seguir tu rastro y dar con [el lugar de tu paradero, oh tú, por quien el pastor daría sus noventa y nueve ovejas restantes. Aquí pongo a secar al sol los paños de mi angustia más íntima. Buscadora de ausentes mi soledad quiere comerse su propio amargo vientre. Y hoy domingo busco en tu nombre antiguo y en tus ojos asiáticos el tiempo, mientras los siglos pasados me levantan, con peligro de Dios, en brazo [inmenso. Pero tus bellos ojos no aparecen... y me voy a cansar. *** El deseo Hoy tengo deseo de encontrarte en la calle, y que nos sentemos en un café a hablar largamente de las cosas pequeñas de [la vida, a recordar de cuando tú fuiste soldado, o de cuando yo era joven y salíamos a recorrer juntos la ciudad, y en las afueras, sobre la yerba, nos echábamos a mirar cómo el atardecer nos iba rodeando. Entonces escuchábamos nuestra sangre cautelosamente y nos estábamos [callados. Luego emprendíamos el regreso y tú te despedías siempre en la misma [esquina hasta el día siguiente, con esa despreocupación que uno quisiera tener toda la vida, pero que sólo se da en la juventud, cuando se duerme tranquilo en cualquier parte sin un pan entre el bolsillo, y se tienen creencias y confianzas así en el mundo como en uno mismo. Y quiero además aún hablarte, pues tú tienes dieciocho años y podríamos divertirnos esta noche con [cerveza y música, y después yo seguir viviendo como si nada... o asistir a la oficina y trabajar diez o doce horas, mientras la Muerte me espera en el guardarropa para ponerme mi abrigo negro a la salida, yo buscando la puerta de emergencia, la escalera de incendios que conduce al infierno, todas las salidas custodiadas por desconocidos. Pero hoy no podré encontrarte porque tú vives en otra ciudad. Mientras la tarde transcurre evocaré el muro en cuyo saliente nos sentábamos a decir las últimas palabras cada noche, o cuando fuimos a un espectáculo de lucha libre y al salir comprendí que te [amaba, y en fin, tantas otras cosas que suceden... *** El rey Darío Darío era pequeño, con un gran billete de cien en el bolsillo, y poseía algunos de los más bellos potros brillantes de la ciudad, sobre los que se sentía tan grande como su billete de cien. Darío poseía un anillo, reloj y cadena de oro (la cadena brillando sobre su pecho), pero Darío no ofendía a sus amigos, simplemente se mostraba entre ellos, todo constelado y adorable con su pequeña estatura, como una estatuilla modelada y adornada por la perfección del arte antiguo, con sus quince años bien formados y su agilidad propia y natural. Yo en mi retiro de las montañas, cuando me alejaba del Liceo, me pasaba todo el invierno recordándolo entre sus ademanes de oro, como un icono en su santuario, rodeado de todos sus compañeros que lo amaban, y entre quienes él repartía sus sonrisas como monedas. Después transcurrió un lustro durante el cual no lo volví a ver más, pero en mi memoria seguía conservando sus quince años y sus pantalones ajustados cuando me daba la mano para despedirnos, su mano de corazón bajo los ceibos y los almendros del parque. Mas luego lo volví a ver, perdida la infantil vanidad, haciendo su carrera de hombre, elemental como un potro desbocado. Poco después, en un camino, una alambrada de cuchillos detuvo su carrera por una mujer. El pavor del puñal entrando veloz en su pecho como el rayo de Jehová en el [becerro de oro que había profanado la virginidad de una hija de Israel. Amigos: La noche y yo medimos nuestras varas de espanto. Dios es una estridente carcajada seguida de un profundo silencio. Bibliografía de Jaime Jaramillo Escobar Alheña & azúmbar, Medellín, 1988; Extracto de poesía, Bogotá, 1982; Los poemas de la ofensa, Bogotá, 1968; Poemas de tierra caliente, Medellín, 1985; Poemas principales, Valencia, 2001; Sombrero del ahogado, Medellín, 1984; X-504, poeta (selección y traducción: Paulo Hecker Filho), Porto Alegre, 1987. Bibliografía sobre Jaime Jaramillo Escobar Andrés Holguín: “Jaime Jaramillo Escobar”, en Antología crítica de la poesía colombiana, Bogotá, 1979. Darío Jaramillo Agudelo: “Jaime Jaramillo Escobar”, en “La poesía nadaísta”, Revista Iberoamericana, Nº 128-129, Pittsburg, 1984. Gonzalo Arango Arias: “El poeta X-504, un artista con placa de carro”, en Cromos, Bogotá, Nº 2.538, mayo 23 de 1966. J. G. Cobo Borda: “Jaime Jaramillo Escobar”, en Historia de la poesía colombiana, Bogotá, 2003. Joaquín Mattos: “Escolios a la poesía de Jaime Jaramillo Escobar”, Boletín cultural y bibliográfico, Nº 10, Bogotá, 1987. Juan Liscano: “El acto poético de Jaime Jaramillo Escobar”, El Nacional, Caracas, septiembre 5 de 1983. Oscar Collazos: “Jaime Jaramillo Escobar”, en Historia de la poesía colombiana, Bogotá, 1991. ** Harold Alvarado Tenorio http://www.letralia.com/firmas/alvaradotenorioharold.htm Escritor colombiano (Buga, Valle del Cauca, 1945). Doctor en letras por la Universidad Complutense de Madrid (UCM, http://www.ucm.es). Dirigió el Departamento de Español y las Latin American and Spanish Writers Series del Marymount Manhattan College (http://www.mmm.edu; Nueva York, EUA), así como el Comité de Redacción de la revista China Hoy (Beijing, China). Es profesor titular de la Cátedra de Literaturas de América Latina y director del Departamento de Literatura de la Universidad Nacional de Colombia (http://www.unal.edu.co). Dirige la editorial Arquitrave (http://www.arquitrave.com) y la revista de poesía homónima. Ha publicado Summa del cuerpo (2002); Fragmentos y despojos (2002); Literaturas de América Latina (1995); Ensayos (1994); Poemas chinos de amor (1992); La poesía de T. S. Eliot (1988); Espejo de máscaras (1987); Una generación desencantada: los poetas colombianos de los años setentas (1985); Kavafis (1984) y Cinco poetas españoles de la Generación del Cincuenta (1980). Ha recibido, entre otros, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar y el Internacional de Poesía Arcipreste de Hita. Su obra ha sido publicada en inglés, francés, italiano, griego, chino, alemán y portugués. === Miguel Otero Silva: gran angular Gabriel Jiménez Emán ============ “No he tenido una gran pasión por la naturaleza, sino por lo que hacen los hombres”, dijo una vez Miguel Otero Silva. Y en esta breve frase quedaba condensada gran parte de la personalidad literaria de este escritor, que desde niño escribía cosas en las paredes, hacía versos e intentó hacer periódicos. Aunque le apasionaron siempre los juegos y deportes y conocía muy bien sus reglas, fue mal jugador. Su voluntad tendió siempre al realismo, a la ciencia, la lógica y el raciocinio, antes que al ensueño. Sus sueños se basaron, ante todo, en los ideales de justicia; desde niño estuvo rodeado de las novelas que leían sus padres, de la poesía modernista, aunque nada le impedía saborear las aventuras populares de Salgari o de Buffalo Bill, o entretenerse con las tramas de Sherlock Holmes. La figura de la abuela fue muy importante en los primeros años de formación de Otero Silva, quien nació en Barcelona de Anzoátegui en 1908, con la cercanía del mar en Puerto La Cruz, un mar que él siempre identificó con el movimiento de la vida, y al que prefiere por encima de los paisajes lacustres y tranquilos de la montaña. A Caracas llegó el niño Miguel a estudiar primaria, al amparo de su abuela. Luego, el sentido del humor que siempre desplegó su madre fue decisivo en él. Estos años infantiles son evocados en un poema titulado “Infancia” y publicado en su libro Umbral (1966), donde se hace visible esa capacidad reminiscente que va a cubrir buena parte de su obra lírica. El poeta Precisamente el quehacer poético de Otero Silva se inicia con un libro, Agua y cauce, publicado en 1941, donde se advierte otra de las características de su temperamento, proveniente de su ideal de justicia: la lucha contra la tiranía del general Gómez y contra el régimen represivo de Eleazar López Contreras. Durante ambos gobiernos debió exilarse, y en la primera oportunidad (1930-36) visitó Bélgica, Francia y España, países en los que ejerció el periodismo. Debe ausentarse de nuevo en 1937; esta vez a México; en aquel país publica su primer libro de poemas en ese mismo año, Agua y cauce, a los que subtitula: Poemas revolucionarios. Desde entonces, la política y el periodismo definirán dos líneas de trabajo esenciales en su labor como escritor, complementadas siempre con el ingrediente del humor, que le sirve para satirizar al poder o rescatar la veta imaginativa y creadora presente en el temperamento del pueblo venezolano, con cuyas luchas sociales se identificó siempre. Los poemas de Agua y cauce están dominados por los ludismos vanguardistas en el plano formal, y sus motivos están sustentados en el cartel proletario, la tesis social. En una segunda edición de 1942, estos poemas aparecen complementados por nuevos poemas donde se incide más en el plano netamente lírico; plano que será retomado luego en la Elegía a Andrés Eloy Blanco (1957) y La mar que es el morir (1965). Aquí los temas sociales y políticos no son ya los dominantes, sino la celebración afectiva o la indagación en el mundo de la infancia, siempre desde ese plano palpable, directo, que desecha cualquier tipo de transcendentalismo o subjetividad, y prefiere centrar sus motivos en la vocación filial y el acontecer de esa memoria. Ello, probablemente, contribuyó a limitar el desenvolvimiento de lo lírico, que por su naturaleza debe contener ingredientes de subjetividad emotiva o desarrollos formales contentivos de cierta ambigüedad implícita, e incluso de alguna búsqueda de innovación formal. Pero ello no ocurre. El lenguaje deviene plano y discurre en una sola dimensión. Este acercamiento a la tangibilidad, al realismo, cristaliza mejor en su obra narrativa, que se fue gestando paralelamente a su obra poética desde la publicación de la novela Fiebre, en 1939. Pero antes de acercarnos a revisar la obra novelística del escritor, es importante observar su actividad en el campo del periodismo. Periodismo y humor Justamente, a su regreso de México en 1941 funda en Caracas el semanario humorístico El Morrocoy Azul, que cala profundamente en el medio periodístico y más que eso: tiene repercusión social inmensa. Con Carlos Irazábal y Kotepa Delgado, quienes lo acompañan en estas lides, se acerca a los temas populares y folklóricos, a explorar la rica veta de la sensibilidad de todos los días en la forma de la crónica, el artículo, el reportaje hilarante, el verso humorístico. En el lapso de la década 1940-1950, dentro de un gobierno democrático de marcada línea progresista como lo fue el del general Isaías Medina Angarita, respiró mejor El Morrocoy Azul, que después, fracturado el orden institucional de la democracia por el cuartelazo y la dictadura perezjimenista, torció su rumbo al caer en manos que no tenían el suficiente talento para sostener su verdadero aliento humorístico y social. Se cree que Otero Silva traía, a su regreso de Europa, varias ideas para fundar su semanario, entre ellas la del periódico El Benegre, de Barcelona, España, y de Le Canard Enchainé, de París. El contraste entre un animal como el morrocoy y el color azul ya contenía algo de humorístico y vernáculo a un tiempo. Recordemos, a este punto, que la imagen del morrocoy jugó un papel importante en la infancia de Otero Silva, pues en el patio solariego de su gran casa caraqueña había una gran cría de morrocoyes que el niño Miguel solía observar en las tardes, encaramado en las ramas de un gigantesco árbol de caimito “que era su reino”, según él mismo lo ha declarado. El Morrocoy Azul fue, más que una publicación para hacer reír, un periódico de opinión que superó en tiraje a los otros periódicos existentes entonces, hasta hacerse parte fundamental de su tiempo. De espaldas a toda chabacanería y al chiste grueso, consiguió encauzar el sentimiento crítico de un nutrido grupo de escritores, artistas e intelectuales progresistas. Su beligerancia de izquierdas, su posición frente al colonialismo e imperialismo fueron líneas trazadas por Otero Silva desde un comienzo, y marcan un hito fundamental dentro del humorismo venezolano contemporáneo. Además, debemos hacer referencia a la obra humorística de Otero Silva, aún no estudiada lo suficiente, que abarca el verso, la prosa y el teatro. De ésta destacan los libros Sinfonías tontas (1962), Las celestiales (1965), Un morrocoy en el cielo (1972) y Romeo y Julieta de William Shakespeare. Versión libre de Miguel Otero Silva (1975). En esta última, sobre todo, logra crear un clima efectivo para parodiar admirablemente el drama de Shakespeare, poblándolo de elementos vernáculos. Acierta además el escritor en el llamado “arte del pastiche”, como se nota en poemas como “Responso al grupo Viernes” o “El segundo frente”. Otras piezas suyas en verso, imprescindibles en el humorismo venezolano, son “Corrido de Pedro Sotillo”, “Semana Santa en Macuto”, “Tres elegías por sonetos”, “Don Salomón Facúndez y Batista” y “Carta a los Gobernadores de Caracas”. La labor periodística de Otero Silva no culmina con El Morrocoy Azul. En 1942 funda el semanario político Aquí Está y en 1943, junto a su padre Henrique Otero Vizcarrondo —que de atender una bodega en Barcelona había venido a Caracas a desplegar una exitosa carrera como comerciante y después como empresario—, funda un diario que sería esencial en el periodismo venezolano: El Nacional, que también estimuló a escritores e intelectuales a ejercitarse en el terreno de la creación literaria, al crear un concurso anual de cuentos y un Papel Literario que contó con la colaboración de prestigiosas firmas nacionales, y también con la participación de jóvenes creadores que con el tiempo alcanzaron renombre en las letras nacionales. En esta empresa editorial tuvo importancia de primer orden la contribución de Antonio Arráiz, poeta, novelista, periodista y trotamundos que tuvo decidida influencia en la formación ideológica y literaria de Otero Silva, cuestión que curiosamente no ha sido bien observada por la crítica. Mientras tanto, Otero Silva cursa y obtiene el grado de periodista titular en la Universidad Central de Venezuela; crea varios certámenes artísticos para estimular a los jóvenes. Resulta senador por el estado Aragua; a la Cámara del Senado presenta el proyecto de crear el Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (Inciba), aprobado por unanimidad en 1964. Como miembro fundador del Partido Comunista de Venezuela mantiene siempre una actitud abierta, progresista, de dar la cara a las contingencias y las coyunturas políticas sin doblegar su credo ni su ética, sin vender sus ideales a los postores en los gobiernos de turno. Paralelamente a su labor de periodista y novelista, reflexionó sobre varios fenómenos estéticos y sociopolíticos de nuestra época, en sus libros Cercado ajeno (1961), Florencia, ciudad del hombre y Tiempo de hablar (1980). Pero es en su prosa de ficción donde se dispone a mostrarnos los avatares de varios momentos de nuestro acontecer, volcado en el conjunto de sus novelas: Fiebre (1939), Casas muertas (1955), Oficina Nº 1 (1961), La muerte de Honorio (1963), Cuando quiero llorar no lloro (1970), Lope de Aguirre, príncipe de la libertad (1979) y La piedra que era Cristo (1984). Obras de iniciación En 1928 se produce en Venezuela, como reacción a la tiranía del general Gómez, una rebelión estudiantil que desea encauzar sus anhelos de justicia social a través de una ideología y de una posición vital e intelectual; nace así la llamada Generación del 28, a la que pertenece Otero Silva, junto con Antonio Arráiz, Fernando Paz Castillo, Carlos Eduardo Frías, Arturo Uslar Pietri, José Antonio Ramos Sucre, Nelson Himiob, José Nucete Sardi, Pedro Sotillo, José Salazar Domínguez y Juan Oropeza, entre otros. Éstos crearon una revista, Válvula, que apareció una sola vez justo en el año 1928, en cuyo editorial manifestaron sus principales posiciones estéticas y sociales, en las cuales se identificaban con los movimientos de la vanguardia europea (futurismo, ultraísmo, dadaísmo) y vindicaban el arte de la sugerencia; entonces anotan que “su último propósito es sugerir, decirlo todo con el menor número de elementos posibles (de allí la necesidad de la metáfora y de la imagen duple y múltiple), o en síntesis, que la obra de arte, el complejo, se produzca (con todas las enormes posibilidades anexas) más en el espíritu a quien se dirige que en la materia bruta y limitada del instrumento. Aspiramos a que una imagen supere o condense, al menos, todo lo que un tratado denso pueda decir a un intelecto”. El mismo título de Válvula alude a una imagen vanguardista definida así: “Válvula es la espita de la máquina por donde escapará el gas de las explosiones del arte futuro”. Fiebre refiere tres momentos de la tiranía gomecista: los acontecimientos políticos de 1928 —en cuya fecha la tiranía de Gómez cumple exactamente veinte años—, la acción de las montoneras y la pintura de las cárceles a donde el régimen llevaba a quienes se le oponían. En la novela se describe la corrupción de la llamada “alta sociedad” caraqueña, con sus bailes, ignorancia y falsas alcurnias, diversiones evasivas. Parte de esta juventud minada en su moral por los falsos valores de la dictadura la encarna un personaje, Egaña, quien impotente de hacer nada por los suyos se pierde en la niebla de un país frustrado y traicionado. Sin embargo, la naciente generación se entusiasma con los nuevos mensajes políticos de Pío Tamayo, Jóvito Villalba, Gabaldón Márquez, Rómulo Betancourt y otros. A través del personaje de Vidal Rojas —un valiente estudiante margariteño que tiene amores con Cecilia Pereda, caraqueña convencional y honorable, de la clase social baja— se narran tales acontecimientos en primera persona, que es justamente el recurso técnico utilizado por el novelista para introducir la anécdota: alianzas y encuentros entre estudiantes y obreros, personificados por Hilario Figueras, Eusebio, Quintín. Representa Figueras a los primeros obreros sindicalistas venidos de España, también perseguidos por la tiranía. La segunda parte, “Montonera” cambia del espacio urbano de la primera parte al ambiente rural. Vidal Rojas continúa siendo el personaje central, que analiza el proceso de cambio social al ámbito de la provincia, donde proyecta unirse a un alzamiento en armas protagonizado por el coronel Urrutia, lo cual le permitirá conocer de cerca la realidad del campo: el hambre, la explotación de los peones, las enfermedades, el fenómeno del caudillismo. En las partes finales (“Palenque” y “Fiebre”) cambia otra vez el espacio físico y humano. Ocurre el reencuentro de Vidal Rojas, Hilario Figueras y Robledillo en el ambiente sórdido de la prisión, donde sin embargo sacan fuerzas para pensar el país y darse cuenta de que muchos ya han traicionado a la causa pasándose al bando de la tiranía y ocupando altos cargos. Otero Silva escribió esta novela mientras era perseguido o estaba exiliado, lo cual explica un poco su dispersión, su falta de unidad de estilo y sus evidentes caídas formales. Pero el libro respira más allá de lo literario con sinceridad de escritor comprometido con su circunstancia y su historia, y no justifica plenamente las correcciones y podas que le hizo el autor en una reedición de 1971, ya tarde, cuando la novela tenía su lugar ganado en el tiempo. En su segunda novela, Casas muertas, Otero Silva insiste en el método realista para introducir una visión dramática en la vida de un pueblo del llano —Ortiz— azotado por el hambre, el paludismo, la destrucción. Muy pocas personas se oponen a esta destrucción —que se va “construyendo a lo largo de todo el relato”—, entre ellas Carmen Rosa Villena, una suerte de heroína, por todo lo que hay en ella de sacrificado y admirable en su afán de construir justo donde todo parece haberse acabado. La novela se inicia con la muerte de un personaje, Sebastián, o novio de Carmen Rosa. Desde allí, con el recurso del flashback que parte de una escena (el entierro de Sebastián), se reconstruye en la memoria de Carmen Rosa la historia casi borrada de este pueblo. Ella es una mujer con una voluntad de hierro, que desea escapar de un mundo donde ya no hay esperanzas y se marcha al oriente, tratando de emprender una nueva vida. Lo dominante en Casas muertas es su sentido descriptivo de la vida de muchos pueblos venezolanos —todavía existentes— agotados, agonizantes, y el contraste de este dibujo con el esfuerzo humano casi heroico de una mujer. Todavía hay en esta novela ecos del criollismo y del nativismo, sólo que tratados merced a un lenguaje vanguardista que en muchos momentos causó estragos en el marco de un desarrollo realista y convencional. Ese arte de la sugerencia preconizado desde las páginas de la revista Válvula no encajaba en las tesis del realismo, y mucho menos cuando intentaba expresar una situación dramática, donde las metáforas luces forzadas, implantadas. Otero Silva intenta dar continuidad al personaje de Carmen Rosa Villena en su próxima novela, Oficina Nº 1. Carmen Rosa viene del ambiente agrario a probar fortuna en una naciente ciudad petrolera. Si las casas de Ortiz son “casas muertas”, las de El Tigre son “casas mal nacidas”, como al mismo escritor gustaba de calificar, sugiriendo probablemente con ello que se trataba de casas nacidas artificialmente, al amparo de la riqueza rápida y sorpresiva, en torno de las cuales prosperaban los juegos de azar, el burdel, la diversión fácil. Se narran aquí episodios donde se describen magistralmente los ambientes de trabajo en los campos petroleros y los sórdidos ámbitos de prostitución y juego. Los personajes ya no se mueven en marcos costumbristas ni se apegan a la fatalidad de un destino, sino que se mueven con fluidez y transmiten sus acciones con verosimilitud y plasticidad. Deslastra esta vez Otero Silva su lenguaje de giros vanguardistas y metáforas forzadas para ingresar al dominio de un verbo magro, preciso. Oficina Nº 1 es su primera gran novela, donde tema y lenguaje se acoplan eficazmente; existe una conciencia literaria del oficio, más allá de cualquier vitalismo o preocupación ideológica; hay, antes, desenfado y precisión en el dibujo de personajes como el ingeniero de minas Francisco Taylor o el perforador texano Tony Roberts. También las atmósferas están logradas en cada caso —huyen del pintoresquismo— y la linealidad narrativa se adapta a la voluntad realista de la obra. Lo cual no significa que no se preocupe en investigar la interioridad de los personajes (piénsese, por ejemplo, en los monólogos y desdoblamientos eróticos de Carmen Rosa); todo ello señala a Oficina Nº1 como una obra de primera importancia en la evolución narrativa de nuestro novelista, donde además se indica uno de los temas de mayor relevancia dentro de nuestro discurrir social: el paso del país agrario al país petrolero. Una novela testimonial En su novela siguiente, La muerte de Honorio, nuestro autor utiliza los recursos y técnicas del periodismo en el logro de una obra técnicamente compleja, pues desea hacer convivir varias voces narrativas en un solo texto, cuyo tema es la prisión que sufren cinco hombres durante el régimen dictatorial del general Pérez Jiménez. Cada uno de estos hombres va relatando sus experiencias vitales y políticas, signadas todas ellas por la violencia. Tales narraciones se hallan enlazadas a la circunstancias común de estar compartiendo una celda. Surge entonces la necesidad, en uno de los presos, de inventar un hijo, Honorio, para justificar estos ideales comunes. El mismo Otero Silva declaró que “para La muerte de Honorio necesitaba, fundamentalmente, presos que hubieran resistido las torturas de los esbirros de Pérez Jiménez, sin soltar una palabra en el curso de ellas. Solicité de los partidos de oposición a la dictadura tres candidatos, y con ellos me puse en relación. Las lecturas y padecimientos que me refirieron esos hombres (Eduardo Gallegos Mancera, Luis Miquilena y Salom Meza Espinoza) fueron la materia fundamental de la novela...”. Se podría decir que, gracias a este procedimiento de la investigación directa y previa, se funda en el país lo que podríamos llamar una novela de la violencia en el sentido contemporáneo del término, aunque los monólogos yuxtapuestos tiendan en primera persona a unificar artificiosamente al lenguaje, tornándolo indiferenciado. Da la impresión de que todos los individuos hablantes tuviesen el mismo modo de pensar y obrar, cuestión que resulta inverosímil en una obra de índole realista. En el “Primer cuaderno” de la novela se presentan sintéticamente los personajes hablantes: el capitán, el periodista, el barbero, el tenedor de libros y el médico. Éstos son llevados a los campos de prisioneros que tenía en Guayana la dictadura; allí cuenta su historia cada uno de ellos, hasta completar el “Primer cuaderno”, los “Cinco que no hablaron”. Luego, en la segunda parte, el personaje del barbero, el único entre ellos que no tenía un hijo, inventa uno, Honorio, con el cual llena parte de su sufrimiento y soledad. El relato de tales personajes cubre la infancia, adolescencia, arribo a la adultez, ingreso a la actividad política y los subsecuentes padecimientos de persecución y torturas. Lo indiferenciado de las voces narrativas y la vuelta a un realismo crudo y patético indican en La muerte de Honorio un retroceso con respecto a Oficina Nº 1. Historia de Victorinos Siete años después Otero Silva publica Cuando quiero llorar no lloro, novela que por muchos motivos debe considerarse la más atrevida de cuantas escribió, desde el punto vista de su estructura. Victorino Peralta, Victorino Perdomo y Victorino Pérez son los protagonistas de esta novela, cada uno perteneciente a una clase social distinta: burguesía, clase media y proletariado, respectivamente. Se mueven en distintos ambientes, por supuesto, y cuentan los tres con la misma edad al comienzo de la novela, 18 años. La vida cómoda, inculta y decadente de Peralta; la actividad política, izquierdista e idealista de Perdomo; la vida marginal de ladrón de Victorino Pérez, que habla por sí sola de la violencia vivida cotidianamente en Caracas. El valor formal de esta novela reside en su tentativa de dominar la técnica del monólogo y de las voces narrativas distintas que había iniciado sin fortuna en La muerte de Honorio, así como en sus cambios de tiempo y espacio —que pudieron sortearse con mayor eficacia— y en los procedimientos de collage empleados (documentos, informaciones de prensa, contrapuntos con otras épocas, como el Prólogo donde se remonta a los tiempos del emperador Diocleciano), en el logro de una obra compleja, que le permitió al autor ampliar su perspectiva narrativa con el uso del humor, la imaginación, la fantasía verbal y los recursos de una narración abierta, menos apoyada en elementos realistas y acciones planas. Con esta obra, nuestro autor ingresa a una etapa de investigación formal ambiciosa que explora nuevos horizontes lingüísticos, cuestión muy propia de la actitud moderna ante el hecho narrativo. Entre la historia y la leyenda En 1979 Otero Silva da a conocer un libro que por muchos motivos es atípico en su producción novelística: Lope de Aguirre, príncipe de la libertad. Atípica porque es la primera vez que Otero Silva acude a una investigación documental previa para construir un personaje, que en este caso es una de las figuras más controvertidas de la conquista, una figura que resulta incómoda para la historia oficial española por todo lo que hubo en él de anarquía, de rebelión contra la corona; asimismo por su personalidad fuerte, sanguinaria, al margen también de la historia oficial hispanoamericana, con una clara patología mental que ha sido objeto de estudio por parte de psiquiatras, historiadores, cronistas y cineastas, que han hecho de Aguirre poco menos que una leyenda. Otero acepta la desmesura del personaje y a partir de ella convoca varias voces narrativas, visiones y puntos de vista, las cuales operan merced a una técnica combinatoria que le permita lograr algo primordial: la parodia de los estilos en primera, segunda y tercera persona, manteniendo siempre el carácter de narrador omnisciente, aunque es de notar que este narrador nunca deja ver sus opiniones o ideas acerca de tal o cual fenómeno, ni morales ni políticas. Narra o describe, eso es todo, pero hay tal fuerza en estas narraciones o descripciones que ello nos basta para aprehender la naturaleza de la aventura de Aguirre. Es esta novela, más que todas las novelas de Otero Silva, una novela del lenguaje, de un lenguaje que le otorga preeminencia a las imágenes: ellas dibujan el espacio, se adecúan a los requerimientos visuales, sensoriales del narrador en los diferentes niveles de expresión: monólogo interior, crónicas, cartas, partes de guerra, informes. Especialmente en la parodia epistolar, Otero Silva logra captar las sutilezas de una mente como la de Lope de Aguirre, de sus miedos, sus tribulaciones y sobre todo de su concepto último de la libertad. Posteriormente, Otero Silva realiza otra tentativa de reconstruir un personaje que se mueve entre la historia y la leyenda en La piedra que era Cristo (1984). Pero aquí el personaje central, Jesucristo, posee quizá demasiado peso histórico-religioso como para permitirle al narrador aportar algo significativo al discurso literario; entonces la narración se enfrasca en una sola dimensión de los hechos —casi tal cual la conocemos en la historia bíblica—; de tal modo, escenas y episodios de la vida de Cristo nos son transmitidos desde una perspectiva lineal que no aporta —como en el caso de Lope de Aguirre, príncipe de la libertad— innovaciones lingüísticas o técnicas de peso. Sin embargo, habremos de hacer notar el profundo sentido humano de esta obra, la epifanía de Miguel Otero. La mejor biografía de un escritor es su propia obra, sobre todo si ésta se ha ido cotejando con los cambios del tiempo, donde las ideas y las necesidades humanas, éticas y espirituales, nos enfrentan a los laberintos del yo, que desea buscar, en medio de las tribulaciones y anhelos colectivos, un lenguaje capaz de estremecer la inteligencia y el corazón del hombre. Miguel Otero Silva intentó esto por todos los medios. Su obra creadora, que se movió siempre entre los polos del drama colectivo y el humor incesante, entre la pasión del periodismo y una ficción siempre asentada en nuestras realidades, nos permiten reconocerlo hoy como a un gran venezolano. ** Gabriel Jiménez Emán http://www.letralia.com/firmas/jimenezemangabriel.htm Escritor venezolano (Caracas, 1950). Su obra narrativa y poética ha sido traducida a varios idiomas y recogida en antologías latinoamericanas y europeas. Vivió cinco años en España y ha representado a Venezuela en eventos internacionales en Atenas, París, Nueva York, México, Sevilla, Salamanca, Buenos Aires, Santo Domingo, Ginebra y Quito. Ha publicado los libros de cuentos Los dientes de Raquel (La Draga y el Dragón, 1973), Saltos sobre la soga (Monte Ávila, http://www.monteavila.gob.ve, 1975), Los 1.001 cuentos de 1 línea (Fundarte, http://www.fundarte.gob.ve, 1980), Relatos de otro mundo (1988), Tramas imaginarias (Monte Ávila, 1990), Biografías grotescas (Memorias de Altagracia, http://edimemorias.blogspot.com, 1997), La gran jaqueca y otros cuentos crueles (Imaginaria, 2002), El hombre de los pies perdidos (Thule Ediciones, http://www.thuleediciones.com, España, 2005), La taberna de Vermeer y otras ficciones (Alfaguara, http://www.santillana.com.ve, Caracas, 2005) y Había una vez... 101 fábulas posmodernas (Alfaguara, 2009), entre otros, así como las novelas La isla del otro (Monte Ávila, 1979), Una fiesta memorable (Planeta, http://www.planetadelibros.com/editorial-editorial-planeta-8.html, 1991), Mercurial (Planeta, 1994), Sueños y guerras del Mariscal (Comala, http://www.comala.com, 2001; Ediciones B, http://www.edicionesb.com, Bruguera, 2007), Paisaje con ángel caído (Imaginaria, Yaracuy, 2004) y Averno (El Perro y la Rana, http://www.elperroylarana.gob.ve, 2007); los libros de ensayo literario Diálogos con la página (Academia Nacional de la Historia, http://www.anhvenezuela.org, Caracas, 1984), Provincias de la palabra (Planeta, Caracas, 1995), El espejo de tinta (Fondo Editorial Ambrosía, Caracas, 2008), Una luz en el camino: fundamentos de ética para adolescentes (Biblioteca Básica Temática, Caracas, 2004), Espectros del cine (Cinemateca Nacional, http://www.cinemateca.gob.ve, Caracas, 1998) y El contraescritor (El Perro y la Rana, Caracas, 2008); los poemarios Materias de sombra (Premio Monte Ávila de Poesía, 1983), Narración del doble (Fundarte, 1978), Baladas profanas (La Oruga Luminosa, 1993) y Proso estos versos (Círculo de Escritores de Cojedes, 1998), Historias de Nairamá (Fondo Editorial del Caribe, Anzoátegui, 2007), y las antologías y trabajos de investigación Relatos venezolanos del siglo XX (Biblioteca Ayacucho, http://www.bibliotecayacucho.gob.ve, 1989), El ensayo literario en Venezuela (La Casa de Bello, http://www.casabello.gob.ve, Caracas, 1988), Mares: el mar como tema en la poesía venezolana (Banco Unión-Ateneo de Caracas, Premio Anda, 1990) y Ficción mínima: muestra del cuento breve en América (Fundarte, Caracas, 1996), entre otros, así como antologías literarias con estudios sobre Víctor Valera Mora, Luis Fernando Álvarez, John Lennon y Bob Dylan, Brian Patten, Baica Dávalos, José Lezama Lima, Vicente Huidobro, Ludovico Silva, Salvador Garmendia y Adriano González León. Ha recibido diversos reconocimientos, como el Premio Municipal de Narrativa del Distrito Federal, el Premio Romero García de Narrativa del Consejo Nacional de la Cultura, el Premio Nacional de Narrativa Orlando Araujo y el Premio Solar de Ensayo de la Fundación de Cultura del Estado Mérida (Mérida, 2007) por el libro El espejo lúcido. Es traductor de poesía de lengua inglesa y editor independiente. Dirige la revista y las ediciones Imaginaria, dedicadas a lo inquietante y lo fantástico, y es coordinador general de la Fundación “Elisio Jiménez Sierra”. Ha sido coordinador de la Plataforma del Libro y la Lectura (Ministerio del Poder Popular para la Cultura, http://www.ministeriodelacultura.gob.ve), director general del Gabinete Ministerial de Cultura en el estado Yaracuy y miembro de la Junta Directiva Nacional de la Red de Escritores de Venezuela (http://rednacionaldeescritoresdevenezuela.blogspot.com). === Crisis ================================================================ === México 1968 Juan Carlos Hernández Cuevas ========================= (Nota del editor: en abril de este año apareció, bajo el sello del Grupo Destiempos, Crisis, una colección de breves crónicas del intelectual mexicano Juan Carlos Hernández Cuevas. A través de una serie de personajes anónimos, el autor ofrece en este libro una recreación de Ciudad de México al final de los años 60 y principios de los 70. Hoy ofrecemos a los ojos de la Tierra de Letras el textos que abre este libro). Crisis (http://www.grupodestiempos.com/tienda2/product.php?id_product=60) Juan Carlos Hernández Cuevas Crónica Editorial Grupo Destiempos México, D.F., 2013 59 páginas ISBN: 978-607-9130-26-8 Bajó las escaleras con parsimonia, reflexivo e imaginando lo que podría encontrar... En aquel instante, con sólo algunos pesos en la cartera, poseía al mundo individualista y mediocre que le rodeaba. Durante el descenso cuestionaba a los rostros de gringos y mexicanos que giraban, como si fuesen figuras de carrusel, en pensamientos vertiginosos. Una detrás de otra, las vueltas retaban al tiempo y espacio, atrapados también en una urbe creciente que abría seductoramente sus calles y avenidas. Se sentía dueño de la noche, y no habría obstáculos que le impidiesen conseguir el jarabe del niño. Enfiló hacia la Prolongación Guerrero. Conocía el rumbo. Allí había crecido. Era el sitio donde su mano izquierda fue bifurcada por un navajazo traidor. Hizo lo correcto, razonaba, pues defendió a una de sus hermanas. Más que nadie, conocía los peligros que acechan el ámbito cotidiano de los chilangos comunes y corrientes, rodeados por la amenaza de temblores, atracos, balaceras, bayonetas, cuchilladas intempestivas u otras sorpresas. Sabía que los depravados, conejos y pandilleros operaban en sitios familiares e inusitados. Se les podía hallar varados en cualquier esquina; vagando por calles y mercados. A veces aparecían de sopetón, junto a mingitorios de cafeterías, restaurantes y cines. Solían esconderse en descansos de escaleras y callejones, en los cuales ofrecían caramelos, dinero, picahielos o cadenas a sus víctimas. Pululaban en ascensores, plazas y jardines. Se les veía delante de una escuela, escuchando la radio y pretendiendo leer el periódico. Cuando acechaban a su presa, sonreían con un cinismo indescriptible. Las hileras de luces ámbar, verdes y rojas revelaban simultáneamente ecos de miradas furtivas. A pesar de las capas de chapopote y asfalto, percibía el aroma a tierra humedecida por las aguas de Tenochtitlan. Aquel olor se entremezclaba con el aceite de fritangas y gases de corales y cocodrilos, que circulaban con lentitud hacia la Alameda, Reforma, Insurgentes, las ADO y Buenavista. Al pasar por Pedro Asencio, recordó a su queridísima madre. Por entonces la visitaba, allá por Héroes Ferrocarrileros. De repente, comprendió que el D.F. de su adolescencia era disímil a las imágenes de fulanas y cinturitas aposentadas en las salidas de cabaretuchos. Aquellos seres sólo eran remedo de los personajes y lugares que habían otorgado abolengo a la barriada. La ciudad era ya un ente abstracto e intangible. Ahora, el pueblo vivía rodeado de soldados y granaderos que trataban de imponer ley y orden. Dentro de poco empezarían los juegos olímpicos, y los mexicanos podrían mostrarse ufanos de pertenecer al conglomerado occidental: reafirmaban políticos y periodistas en la radio, prensa y televisión. Pasó frente al cine Briseño y se acordó de las películas de Johnny Weissmüller, las tortas de margarina y el queso de puerco; los gaznates, garapiñados y cacahuates japoneses. La persiana de la fuente de sodas le indicó que sus hijos eran clientes esporádicos de ese lugar. Después de cruzar por el jardín adyacente al panteón de San Fernando, viró hacia la avenida Hidalgo, con la idea de que alguna de las farmacias del rumbo estuviese abierta. Se equivocó, y continuó sobre las aceras que desembocaban en San Juan de Letrán. Echó un vistazo a los orificios metálicos, que permitían entrever una variedad respetable de libros resguardados por luces sombrías y una que otra polilla glotona. Siempre tuvo la ilusión de estudiar y escribir; pero la vida le condujo por otros derroteros. Tal vez, intuyó, algunos de sus hijos cultivarían las letras. ¿Por qué no?, estaban yendo a la escuela, y su madre era profesora versada en literatura. Además, tres de sus cuñados habían incursionado en el periodismo. Poseía los conocimientos necesarios para organizar y escribir una novela, pero el hecho de ser un lector voraz obstaculizaba el acercamiento a sus personajes, que de una u otra forma habían sido creados ya por otros escritores. Quedaba estupefacto al tropezar con ellos en las páginas de obras amontonadas en las librerías de Juárez, Hidalgo, 5 de Mayo; Repúblicas de Argentina, Guatemala, Justo Sierra y Donceles. Es más, hasta él era protagonista de la novela colgada en un puesto de periódicos. Al releer las perspicaces descripciones, experimentó tristeza ante la certeza de tener en sus manos fragmentos de una existencia, aunque apócrifa, basada en la realidad de su estrecha relación con la autora, a quien hubiera deseado amar con intensidad análoga. Compró el Excélsior, y a unos cuantos metros empezó a respirar una atmósfera cargada de humo, periodistas y olor a café. Al pasar por el edificio de Correos, vislumbró el día en que conoció a la madrina de su primogénito. Podía percibirla en la misma esquina, continuaba allí, incrédula y sonriente frente a las lanchitas verdes, amarillas, rojas y azules que en esa u otras ocasiones, se desplazarían de un extremo a otro en la tina de agua tibia. Para una gringa improvisada, esa realidad significó encontrar sentido a una vida simplona, regida siempre por el trabajo. México representaba alegría espontánea, arbitraria: la contraparte del mundo tedioso, ordenado y aburrido que había descubierto al desembarcar en Estados Unidos. ¡Qué paradoja! Las lanchitas efectuaban recorridos inexplicables ante las caras incrédulas de los mirones. La sonrisa madura sedujo al joven que compartía por enésima ocasión la misma acera. —This is marvelous! —Yes, indeed! ?contestó silenciosamente. La polifonía nocturna siguió extraviándose en los laberintos de su memoria. ¿Qué había sucedido?, se preguntó bajo la altivez de la Torre Latinoamericana, cuyas paredes de cristal empezaron a ser impregnadas por el amanecer diáfano y el smog. Al unísono, diversas melodías y canciones invadían las amplias aceras. ¿Cómo era posible que su vida hubiese cambiado tan drásticamente? Sabía ahora que su fenotipo y carácter habían inspirado a Vicki Baum. Se acordó del convertible y las Jack Kramer que utilizaba años atrás durante los entrenamientos con el Pelón Osuna en el Deportivo Chapultepec. La fortaleza y técnica que desesperaban a Osuna le habían otorgado otras victorias con algunos de los mejores tenistas de Estados Unidos de América. Viró y, a discreción, compró un chupamirto disecado con el propósito de guardarlo en los pliegues de su pañuelo. No le podía fallar. Hasta entonces, la carencia del dinero no había logrado hacer mella en una de tantas familias que luchaban para salir adelante. ¿Para qué? —indagaba—, ¿para justificar sacrificios de fantasmas vivos que acechaban la voluntad férrea de sus congéneres, quienes de manera estoica sobrevivían juntos la hostilidad urbana? Las vibraciones de los primeros tranvías, repletos de obreros, empleados gubernamentales y secretarias, hicieron que cesara el soliloquio. Cientos de semblantes somnolientos tenían la esperanza de encontrar sitio en los tranvías y camiones que, sin tomar en consideración a los que viajaban de mosca, se perseguían unos a otros. El tráfico y colorido artificial empezaron a apoderarse de calles y avenidas, inundando la atmósfera con más gases y prisas. El ruido de persianas metálicas, motores y cláxones acompañaron sus penúltimos pasos. Sonrió al llegar a la puerta de la farmacia. La ciudad despertaba halagüeña. Prometía lo inalcanzable a multitudes que se desplazaban rápida y monótonamente, con esperanzas de hallar un presente idealizado en los interminables anuncios. La música procedente de radios, tocadiscos y sinfonolas imperaba en banquetas pobladas por obreros que devoraban tamales, acompañados de champurrado. Los pedidos de tacos, licuados, jugos de naranja y zanahoria seguían multiplicándose. Las sonoras Matancera y Santanera, y Pérez Prado, se fusionaron con las voces de David Jones, Raphael, Leo Dan, Pedro Infante, Enrique Guzmán, Jorge Negrete, Javier Solís y César Costa; Mick Jagger, José Alfredo, Angélica María, Lennon, McCartney, Micky Laure, Morrison, Chavela Vargas y Rocío Dúrcal. Los gestos, saludos y actitudes del día anterior renacían en el mismo sitio y a la hora exacta. Cada individuo se apoderaba frenéticamente de su lugar correspondiente, y trataba de escapar del letargo matinal. El humo del cigarrillo y la vestimenta señalaban la clase social de los semblantes desperdigados en el filo de las aceras. Los cuellos almidonados, decorados por corbatas alegres y serias, esperaban impacientes la llegada de cualquier ruletero. Abrigos luengos cubrían piernas y caderas esplendorosas; rodeadas por minifaldas estrechas. La mayoría de las jóvenes retocaban su maquillaje e indumentaria como si de esta manera quisieran evitar el próximo manoseo fortuito. Los tranvías y autobuses avanzaban con lentitud, perdiéndose entre las hileras de automóviles y letreros. Todos deseaban ignorar aquel maremágnum plagado de noticias absurdas, rumores, chismes, mentiras y zozobra. Los voceadores toreaban con habilidad a los automovilistas, abriéndose paso al costado de motocicletas, pordioseros, Marías, agentes de tránsito y vendedores de lotería. Noctámbulos y madrugadores desocupaban las cafeterías, loncherías y cafés de chinos. La clientela de oficinistas, burócratas, estudiantes y desempleados pasaba a ocupar, alrededor de mesas y barras húmedas, los asientos tibios. Las cafeteras hervían a tope. Hombres y mujeres engalanados con chaquetas blancas, pantalones negros e incómodas pajaritas, adheridas a cuellos rígidos, llenaban tazas, vasos. En cada establecimiento, manos ágiles distribuían y reacomodaban el pan dulce, bolillos y teleras. El olor a chilaquiles, pan tostado, frijoles refritos, bistec, chuletas, tocino y huevos estrellados escapaba de las cocinas. La capital de los palacios lucía espléndida, reflejándose una vez más en la pulcritud de ventanales y ceniceros. Atravesó la Alameda Central. Le agradaba sentir el rocío matinal sobre la epidermis. Hacía un poco de frío, pero el paseo valía la pena. Los borbotones de las fuentes y el piar disimulaban el ruido del tráfico de la avenida Juárez, Hidalgo y San Juan de Letrán. El frescor de la arboleda y andar ligero de los transeúntes le distrajeron. Se sintió satisfecho. Había conseguido finalmente el jarabe. La tos de su hijo se prolongaría, y tenían que estar preparados. No era urgente, y valía la pena adelantarse a los truenos. Además, podría llegar a su cita del mediodía. Al igual que infinidad de familias, habían sobrevivido otra vez a la intranquilidad económica. A pesar de ambos ingresos, los pagos de renta, luz, agua, comida, transporte y pañales mermaban el modesto presupuesto familiar. Casi estaba seguro de que, en un día tan displicente, vendería alguno de los electrodomésticos Turmix. Vestiría con un traje claro. La primera impresión era importante ante la soberbia de los clientes indecisos. El respeto a la vestimenta era fundamental en cada una de las transacciones. Como te ven, te tratan. Repitió con lentitud matemática. ¿Quién iba a dudar que un hombre trajeado careciera del dinero necesario? Durmió un par de horas, pero llegó puntual a la cita. El cantinero necesitaba una batidora profesional que le facilitara la preparación de cocteles, y menguar así la infinita sed de sus parroquianos. Desde que entró al establecimiento, estaba un poco nervioso. Unos segundos antes, le pidió al niño que lo esperase afuera de La Hija de Moctezuma. No tardaría. Lo conocían en el barrio, pensaba rápidamente. Nadie se atrevería a meterse con su chamaco. Además, mientras palpaba la navaja guardada en su bolsillo derecho, notó que era muy temprano para que los malvivientes salieran a respirar el aire semifresco. Concluyó la venta del aparato sintiéndose más tranquilo, y apuntó otro pedido para el dueño de la U. de G. Padre e hijo celebraron la venta en El Tapatío, a un lado de Martínez de la Torre. El aroma de carnitas penetraba las áreas de ostionerías y supercocinas aledañas. El guacamole, las salsas, el cilantro y la cebolla picados mostrábanse radiantes. Los marchantes y amas de casa, indiferentes a la actitud suplicante de un perro callejero, engullían tacos condimentados con jugo de limón, salsas verdes y rojas. Unos minutos después, cada uno apresuraría la marcha para regatear en puestos de fruta y verdura, que se prolongaban y fundían con olores de pescado fresco, marisco y carnes. Los dos abordaron el Chato. Concluirían la jornada en alguna matiné. ** Juan Carlos Hernández Cuevas http://www.letralia.com/firmas/hernandezcuevasjuancarlos.htm Investigador. PhD en estudios hispánicos (literatura latinoamericana) por The University of British Columbia (Vancouver, Canadá), máster de artes por Pórtland State University (Portland, Oregon, EUA), licenciado en artes y letras (Portland) y minor en estudios africanos (Portland). Tiene también una diplomatura en educación primaria por la Escuela Nacional de Maestros de Ciudad de México. Ha publicado "México" en Max Aub en el laberinto del siglo XX (Ed. Juan María Calles; Valencia, España, 2003) y "Los cuentos mexicanos de Max Aub" en Actas del Congreso Internacional Max Aub: testigo del siglo XX (2003). Becario de la Fundación Max Aub (Segorbe, Valencia, España; 2000-2001), ha trabajado como instructor de español para Emporia State University (Kansas, EUA, 2002-2004). === Humberto Pinedo: la vida concreta y su poesía ========================= === Entre el sentismo y la razón Raúl Allain ========================= José Beltrán Peña, director de las reconocidas revistas literarias Palabra en Libertad y Estación Compartida y autor de estudios literarios que definen la generación del 70, la poesía concreta y numerosas antologías poéticas que se presentan en diferentes instituciones, tuvo el acierto de invitar al historiador, poeta y periodista Humberto Pinedo para que explique, dentro del marco de la presentación de la obra Casa de colores, cómo su poesía ha ido ganando —a través de la historia— estimaciones crípticas por parte de la crítica. El crítico literario instó a Pinedo a que exponga sobre su producción literaria y las exégesis de la poesía concreta que desarrolla, así como su vida y época. Nuestro poeta concreto entiende como Sartre que la vida representa existir, pero con esencia y trascendencia. Ortega y Gasset, además de la trascendencia, priorizaría la vitalidad. Miguel de Unamuno definiría a la vida con independencia y conexa a la identidad. La poesía concreta para Humberto no es el experimentalismo puro, sino más bien la esencia social creativa. Nietzsche enunciaría que cuando el artista crea sentimientos ajusticia a Dios y se convierte en un todopoderoso. Por esto, podemos afirmar que todo lo que posee cualidad de real es creativo, y si puedes expresarlo con pocas palabras (características minimalistas), pero con sentido poético, la condición se sublima. “Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar (...)”, estos versos de Jorge Manrique resumen apropiadamente el sentir de Pinedo Mendoza. Nació en Lima en 1947, y es en el año 1972 cuando comienza a escribir incentivado por la participación en el Congreso de Jauja organizado por la Universidad La Cantuta. Esta época se caracterizó por los cambios sociales de las Fuerzas Armadas. A este evento el joven poeta llegó solo, con su verdad a cuestas, evitando todo tipo de dogmatismo y sectarismo. Se encontró, atestigua, con cientos de pequeños poetas, poetas saturados de verborrea ideológica, pero sin rigor que comprenda un trabajo creativo original. También se percató de los reducidos grupos de poetas que se autoproclamaban con autobombos desmesurados. Por estos fenómenos, Martín Adán se automarginaba de estos elementos. Considera que el poeta debe asumir un rol social y escribir como siente. Este sentir no puede enmarcarse dentro del pragmatismo, sino más bien toma conciencia a tiempo de los problemas sociales. No es necesario ser comunista para que nuestros escritos se plasmen con sentimiento. Albert Einstein marcaría distancias entre el sentismo y el racionalismo. Bajo estos pensamientos, Humberto Pinedo, a sus veintitrés años, entendió lo que significa supervivencia. Con el pasar de los años comprendería que los gobiernos llegaban al poder por llenar apetitos personales o de grupo. Entendió que por más buen sistema social que exista en el país, si no se prioriza el desarrollo integral del hombre no se logrará nada y la valoración subdesarrollada nos seguirá acosando. Pasados cuarenta años, a opinión de Pinedo, las izquierdas siguen atomizadas y las derechas cavernarias y antihistóricas, primando el mercantilismo y la informalidad. Expresa esta posición cuando versa: “Ya me harté de escuchar bajezas a cretinos señores (...)”, asumiendo un carácter de cuestionamiento. La poesía concreta se explica en formular versos sentidos con el dolor e insatisfacción de los problemas del hombre de nuestro tiempo. Sobre estos idearios construiríamos una sociedad mejor. Es decir, el artista debe aportar con su imaginación para formar ese nuevo hombre que se vaticina y proclama. Ejemplifican poemas como “Canto coral a Túpac Amaru”, de Alejandro Romualdo, o “Himno a los voluntarios de la república”, de César Vallejo. José María Arguedas, símbolo de la integración del mundo andino, se desgarra social y antropológicamente en sus expresiones y es por esto que trasciende. Pinedo testimonia expeditamente que podemos encontrar poetas y narradores de su generación que escriben evasivamente y rozando la mala calidad. Señala como excepciones a Enrique Congrains, Julio Ramón Ribeyro, Mario Vargas Llosa y Oswaldo Reynoso, que atestiguan efectivamente la angustia de su clase social, convirtiéndose en parte de la historia de la literatura peruana. También rescata al poeta Arnulfo Moreno, en quien encuentra este mismo discurso. ¿Por qué concreta? Ortega y Gasset y Julián Marías evocarían que la inmediatez de la vida es circunstancia. Pero el hombre con su lucha diaria lo hace grande e importante. No pueden convivir dos verdades iguales. La trascendencia en el arte del concretismo es conseguir llegar a más almas y entender sus problemas humanos. En Europa, después de la Segunda Guerra Mundial, los jóvenes entendieron que las sociedades industriales deshumanizan, cosifican y alienan a las personas, y regresaron a condiciones naturalistas expresadas en los hippies y existenciales, influenciados por Jaspers, Heidegger o Sartre. De esta manera es que se produjeron los sucesos de mayo en París, siendo los estudiantes quienes asumieran con conciencia real sus propios problemas. Pronunciaban su disconformidad con pocas palabras: “Hagamos el amor y no la guerra”. Hacia el 2013, Humberto nos anuncia que ha encontrado un “ejército de poetas”. Por motivos de promoción cultural resulta ventajoso, pero para asumir un rol social aún se encuentran evasivos. Como entenderíamos de Herbert Marcuse, confunden la conciencia con la sexualidad descarnada como liberación. Lo concreto debe representar comunicación directa, pero partiendo de la calidad. Bajo este espectro es que comenzaron a surgir esos versos característicos que expresaran un oportuno desconcierto, incomunicación, furor y rebeldía. En el poema “Musgos y musgos”, cuando versa: “rumo muertos me gasto tramo monto y rumo (...)”, revela el dolor sartreano que César Toro Montalvo percibe en su poemario Topus. Sus versos, desde el origen, se concebían colmados de sabor clásico y testimonial. Las bulerías, así como los boleros, rancheros y huaynos del Perú profundo, interpretados de acuerdo a la coyuntura de vida, construían una particular atmósfera en su escenario como escritor. “Que tu padre arranca a la tierra / su futuro envuelto con desafíos (...)”, son versos que confluyen como reflejo de preocupación. También en el poema “Los sirvientes” cuando nos reclama: “El torpe que desprecia la pureza / al soñador golpeado por el tiempo (...)”. Podemos afirmar que sus poemas no parten, como inspiración, del concretismo brasileño propio del experimentalismo, ni tampoco de los antipoemas de Nicanor Parra o las características crípticas de Octavio Paz. Son versos escritos sobre una realidad existencial. Sucede que en el Perú fácilmente podemos descubrir un agudo complejo de inferioridad estrechamente ligado a las capas intelectuales. Para este sector en particular todo lo extranjero posee cualidad de “bueno”, según entendemos del discurso del autor de La historia de San Miguel. Sostenido en actitudes imberbes no se puede definir cabalmente el sentismo y racionalismo. Sin embargo, en esta postura se comprende a poetas como Walt Whitman, Edgar Allan Poe, Ezra Pound, T. S. Eliot y Cesare Pavese, emblemas de la literatura universal. Entendemos de esta manera que la poesía concreta consiste en expresar, sin camisas de fuerza, los graves problemas que acusamos pero de un modo sintetizado. De esta manera es que el pueblo podrá comprender claramente el mensaje de los textos poéticos y rebelarse contra los tiranos que someten parte de su libertad y justicia. Leoncio Luque señala que en sus poemas, artículos y posiciones sociales, se subvierte el orden. Pinedo coincide con esta interpretación y atestigua que en el camino de la creación literaria se ha enfrentado a “tirios y troyanos”. Hallamos revelaciones de este sentir en el poema “Grama Lused”, por ejemplo cuando versa: “cerdo lumpen pata saluda (...)”, encontramos un testimonio del gesto deshonesto del poeta Manuel Morales. Así también comprendemos que la democracia es necesaria para sostener instituciones sólidas, como la inversión privada para generar desarrollo y libertad de expresión. Esta posición debemos defenderla con justicia social. Sus poemas concretos están publicados con ese sentir expresivo característico y con elocuencia tanto visual, testimonial como artística. Aparecen exitosamente en el medio Discover Latest Info-Washington. El poeta concreto del Perú nos anima a manifestarnos con amor, pasión, rebeldía, usando los recursos que nos brindan la informática, la ciencia de la psicología y la sociología. Por esto manifiesta: “Si le das confianza a un intruso te devolverá amistad con reparos”. Este verso podría ilustrarse con dibujos o viñetas para darle más consistencia al mensaje. De esta manera se nos invita a ser concretos en nuestras concepciones y vidas. Iluminar las palabras con imágenes que nos afecten positivamente y con belleza, y que también nos puedan llenar de felicidad y ternura. También podemos citar el verso “Ya me harté de soportar torpes sin corazón honesto”, del poema “Dolor de un hombre sensible”. Así entonces la admiración a los poetas como Alejandro Romualdo y Carlos Germán Belli se demuestra, cada uno expresa en su estilo el sentismo y la conciencia de los problemas sociales e históricos de su época. Practiquemos, como Mario Florián, Javier Heraud y Mariano Melgar, un sentismo concreto, expresiones consecuencia de lo que sucedió con sus vidas provincianas, guerrilleras y precursoras. La vida debe considerarse concreta y posee un determinado sentido y sabor asumirla. El carácter fantasioso en los textos se torna necesario, pero es cuando se van por las ramas que la poesía concreta no cumple su objetivo. Por ejemplo, en el poema “La vida no vale nada”, cuando arguye: “Increíble, asesinan seres y se ufanan de muertes enemigas (...)”, indica lo contrario a ese informal orgasmo creativo que puede acosar nuestro quehacer literario. Este poema expresa el sentir de lo que sucedió en nuestra época subversiva. Para Humberto Honorato Pinedo Mendoza la poesía concreta significa liberación y comunicación. Poemas concretos de Humberto Pinedo Mendoza *** Extranjero terrestre de capote tullido Complacido estado que recado hastió me incendio de emoción todo motivado amago, desmorono el cerco, cual espécimen, mi cogote marco exploto fomento el embriague cual enfermo me arrastro y cojo lodo toldo espécimen cual jumento encargo mi sueño y rapo al tacho mi amago mustio afónico me angustio me emboto cual polvo mi tórrida mano ceboso quejido que oxigenada colina 25 años míos cual galgo empaco mi tullida mesa que ensombro crujido que engolino terrestre letrina pierdo la sonrisa cual ñaño desolado excroto mi chaco efímero zairirme quejido sublime de emoción trucada que arrastro huellas cual polvo Jorge Ovidio amazo mi tiempo sí Jorge Ovidio lo amazo cual anacoreta y [agradezco a mi madre por su matriz por haberme parido diferente a tanta mierda *** Frunzo mi ceño y no me corro Frunzo mi ceño cobijo mujeres de pecho rojo que irá santa trago claros [bollos me canso robo mi cuerpo empaco mi mundo mi trueno que herido contemplo solo camino ahogo pasos ido muy ido los tomo, los reporto, consolado, redomo mi [mundo cobijo bollos me canso, robo mi alma, robo mi sol, robo mi día, que opaco [guardo pomposo tiempo que empaco que anudo desgarrado rostro de copioso nudo todo frunzo mi ceño me embarro solo nutro al día sombras meto garra rebelde saco combato, bicho raro de muchos, redomo mi hechura, que a perro mundo mato contemplo hermano nuestros años colgados sudaban, habíamos nacido al mundo hermano habíamos nacido *** Pueblo gitano Gitano tu raza nómade ganará su destino con libertad luchando contra déspotas matones y decretos perros romperás maldición de naciones egoístas siguiendo llamado griteríos de reencuentro y persecución regirán tus meses tenaz hombre tu sangre rodará los campos de justicia Gitano mil injurias combaten tus sentidos hijos por el mundo valiente entrega que aumenta martirio con alaridos cantes lamento guerrero que desgarra fibras de herido soñador Gitano tu alma telúrica es la rebeldía de pueblos heridos Humberto Pinedo en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Humberto_Pinedo ** Raúl Allain http://www.letralia.com/firmas/allainraul.htm Escritor peruano (Lima, 1989). Es estudiante de sociología. Dirige el blog-revista Suicidas (http://2suicidas.blogspot.com). Textos suyos han sido incluidos en las antologías Abofeteando a un cadáver y Antología Suicidas Sub-21, editada y compilada esta última por el autor. Además ha publicado textos en la Revista Literaria Remolinos (http://revistaremolinos.blogspot.com), en la revista portuguesa Incomunidade (http://incomunidade.blogspot.com), en la revista Almiar-Margencero (http://www.margencero.com), en el portal de humanidades Liceus (http://www.liceus.com) y en otros medios. === La novela de William Benhur Sánchez Suárez ======================= Desde noviembre de 2012, al transitar por el llamado viaducto del Sena, en Ibagué, no puedo dejar de mirar con cierta aprehensión el monumento erigido ahí en honor de Andrés López de Galarza, fundador de la ciudad. Sucede que él me remite, casi de inmediato, a las atrocidades cometidas por Pedro de Ursúa con los indios chitareros, muzúes, tayronas y cimarrones, en nuestro territorio, con cuyo exterminio demostró su codicia y su crueldad, y la continuación de sus hazañas con los pueblos aborígenes en el Perú y los primitivos pobladores de las riveras del Amazonas, víctimas también de su ambición y afán de gloria. Andrés López de Galarza, por su parte, lideró la “pacificación” del llamado “Valle de las Lanzas”, en el hoy territorio del Tolima, y estuvo al frente del exterminio del aguerrido pueblo Pijao, del cual casi no nos queda ni el nombre, cuestionado, además, por algunos historiadores. Tantos muertos para edificar un mundo, este mundo que ahora habitamos y ni siquiera respetamos. Y es que estas atrocidades y heroísmos hacen parte de la novela de William Ospina, que fuera publicada en tres etapas durante ocho años, Ursúa (2005), El país de la canela (2008) y La serpiente sin ojos (2012). Hace poco terminé de leer esta última, con la misma ansiedad y la misma admiración con que abordé los tomos anteriores. Ella es la causante de esa desolada y ofendida mirada que ahora no puedo reprimir. El respeto innato y la admiración que siempre se ganaron los conquistadores en nuestro imaginario desde niños, inoculados por la historia oficial en escuelas y colegios cuando la historia se enseñaba para generar arraigo y definir la nacionalidad, pasan a ser, después de su lectura, un frío desprecio en el estómago. Y digo la novela de William porque los tres libros, que algunos llaman saga, para mí son una sola novela dividida en tres partes, no tres novelas con un mismo tema y sobre una misma época. Sobre esto quiero aventurar una opinión; en nada erudita ni académica, por supuesto, sólo la de un lector que ama la literatura. Para que sea saga o trilogía (o cuarteto o quinteto) debe tener cada uno de sus componentes su propio universo concluido (recuérdese el Cuarteto de Alejandría (1960), de Lawrence Durrel, la trilogía Milenio (2006), de Stieg Larsson, incluso Harry Potter (1997), heptalogía de J. K. Rowling) mientras que para el caso de William, Ursúa, por ejemplo, termina como decía mi padre, en punta, pues su personaje Pedro de Ursúa no se desarrolla por completo en este libro sino que su vida queda abierta para que sólo en el tercero culmine su periplo con toda su miseria y esplendor. Queda la sensación de un capítulo que falta. En la mitad de esos dos tomos se ubica la narración sobre el viaje de Francisco de Orellana en busca del “país de la canela”, ese otro Dorado del mito conquistador de América, que constituye en sí misma una unidad completa, un todo armónico, y es el tema central del segundo libro. El vínculo de las tres partes es el narrador, aparte del lenguaje. Se entiende que el narrador general de la gran aventura por el Amazonas es un familiar de Ursúa, que hace un alto en su narración de las peripecias de su pariente del primer tomo para relatar su propia experiencia con la expedición de Orellana, núcleo de la segunda parte, motivo por el cual es invitado luego por Ursúa para volver y ser parte del agua y de la selva —el infierno verde de José Eustasio Rivera (La vorágine, 1924) y de Mario Vargas Llosa (El sueño del celta, 2010)—, o sea la expedición a “la serpiente sin ojos”, que se constituye en el tercer tomo. Aventura que también muestra la vida en el Perú, las peripecias de los preparativos de la expedición, los amores de Pedro con Inés de Atienza, y sus muertes en pleno furor de la selva amazónica. Ese pariente es el mismo que se acercó a Juan de Castellanos en la Tunja colonial y le narró, en su calidad de sobreviviente, la aventura de Orellana por el Amazonas y que, cuatro siglos después, retoma William con la libertad del creador que asume la historia como algo que puede ser revivido y enriquecido con la magia de la literatura. Por eso el autor, con inteligencia, lo erige como su narrador y le asigna la responsabilidad de testificar la historia, mientras que en Juan de Castellanos es apenas una presencia, un informante como tantos otros. Es indudable que el lenguaje es el otro factor unificador de los tres tomos, ese lenguaje inserto en el pasado arcaico, a veces cargado de demasiadas descripciones y detalles ante la suntuosidad de la naturaleza, pero al mismo tiempo vivo en la contemporaneidad; ese lenguaje que el autor maneja con exuberancia, permeado de metáforas necesarias a la magnificencia del paisaje e indispensable para narrar las verdades de la condición humana. Un lenguaje que no es barroco pero sí pródigo y suficiente, por cuyas sinuosidades fluye sin parar la poesía. Se me ocurre que las tres partes podrían ser publicadas en un solo tomo, como debió haber sido si los caprichos y necesidades económicas, comerciales y de divulgación de las editoriales no forzaran la división (recuérdese el caso contrario de 2666 [2004], de Roberto Bolaño, quien dejó dicho que se publicara en cinco libros pero que, después de su muerte, el editor y la familia decidieron hacerlo en uno solo de 1.119 páginas), amén del proceso de escritura que, tal como el mismo autor lo ha manifestado, ha sido uno a uno en la medida del ritmo de su creación. Téngase en cuenta, además, que cada tomo fue publicado por diferentes editoriales, Alfaguara, Norma y Mondadori, respectivamente. Media también el premio Rómulo Gallegos que obtuviera el segundo tomo, El país de la canela, porque supone una ruptura definitiva de una unidad que, a mi juicio, es innegable. Sin embargo, pienso que la primera y la última conforman una novela autónoma, que se podrían unir para publicarse, mientras que la segunda se puede mantener como independiente, con todo y premio, si fuera el caso. Son especulaciones, claro, propias de alguien que alguna vez trabajó en el mundo editorial, pero que no implican ninguna variación en el proceso realizado porque, simplemente, es un hecho cumplido. Es más bien fruto de mi proceso de lectura y un ordenamiento mental que no coincide con el de los editores ni con el de los críticos, tan avisados y suficientes en estos temas. Sea que se mantenga como los tres libros existentes o se publicara como una sola obra, la novela de William es una gran demostración de maestría narrativa, de seriedad en la investigación, y de dedicación amorosa al manejo del lenguaje. Y de paciencia creadora. También es un homenaje a Juan de Castellanos, cuya obra fue motivo de inspiración del autor, que ya había trabajado sobre él y producido un libro bajo el título de Las auroras de sangre (1998). De hecho, las crónicas de Juan de Castellanos brindan al autor gran parte del acervo histórico y cúmulo de datos necesarios para la elaboración de la novela, aunque hoy en día poco importe si mantiene la rigurosidad de la historia o es una amalgama de imaginación y crónicas de Indias revividas. Por eso, quizá, me parece que sobran las explicaciones finales, porque no es oportuno para el escritor justificar su ambición de plasmar un mundo, salvo la ambición de poner bien los pies sobre la tierra a través de la ficción. Si el lector está metido en la narración, poco o nada le ha de importar si lo leído es verdad histórica o qué partes del libro son verdad ficticia. Y que me perdonen los letrados miembros de las academias de historia. Por el contrario, las justificaciones rompen la magia de la verosimilitud, tan cara a la literatura, y siembran con dudas y decepciones el ánimo del lector. A propósito, igual sensación tuve al terminar de leer La otra raya del tigre (1977), de Pedro Gómez Valderrama, esa importante novela hoy caída en el olvido. Aclaro que esas notas finales, aunque molestas, no menguaron para nada mi admiración por las obras. Son prescindibles, también, los poemas que introducen cada capítulo en el tercer tomo, como si fueran de otro tiempo o, por lo menos, no acordes con la cosmogonía aborigen del contexto histórico en que se mueven los personajes. Aportan poco al desarrollo de la historia, mejor aun, si se eliminan no se afectaría para nada la contundencia de la narración. Para concluir, debo decir que los tres tomos conforman una de las mejores novelas que se han publicado en el país en los últimos tiempos, y colocan a William Ospina en el pináculo de la literatura colombiana y latinoamericana. Además, debe servir para que los lectores aprendan, como yo, a mirar distinto a esos héroes que dormitan eternidad convertidos en monumentos. ** Benhur Sánchez Suárez http://www.letralia.com/firmas/sanchezsuarezbenhur.htm Escritor colombiano (Pitalito, Huila, 1946). Ha publicado las novelas: La solterona (1969), El cadáver (1975), A ritmo de hombre (1979), La noche de tu piel (1979), Venga le digo (1981), Memoria de un instante (1986), y Así es la vida, amor mío (1996); los libros de cuentos Los recuerdos sagrados (1973) y Cuentos con la Mona Cha (1997); los libros de ensayo Narrativa e historia (1987), Identidad cultural del Huila en su narrativa (1994) y Esta noche de noviembre (1998). === Crisis, de Jorge Majfud Alberto García-Teresa ==================== Crisis (http://bit.ly/1bV0ksg) Jorge Majfud Ediciones Baile del Sol Tenerife, Islas Canarias (España), 2012 146 páginas 14 € Sólo despegándonos de lo concreto, pero atendiéndolo, podemos aspirar a comprender la globalidad de nuestro mundo. El narrador uruguayo Jorge Majfud articula ambas escalas en esta excepcional novela, que nos plasma un excelente relato sociológico y cultural de las personas inmigrantes en EEUU, y de la propia sociedad de este país. La obra está formada por la yuxtaposición de fragmentos de historias, encabezadas por la fecha, el lugar (diferentes localidades de EEUU cercanas a la frontera sur) y el valor del índice del Dow Jones. Así, se hace explícita la relevancia del capitalismo a la hora de condicionar la vida. A su vez, la multiplicidad de ciudades en la que figuran unos (aparentemente) mismos personajes da pie a entender la vida errante de los sin papeles. De esa forma, se obtiene una novela con un protagonista colectivo en la que no se pierde individualidad. Crisis resulta un libro estremecedor, que presenta un relato duro, lleno de injusticias, de dolor, de abusos de poder. El autor explora los miedos, sueños y esperanzas de las personas inmigrantes a través de escenas representativas, de marcado valor simbólico y metonímico, que le ocurren a un personaje concreto, aunque le pueden suceder a cualquier otro. De hecho la desubicación sirve para globalizar los acontecimientos, pues puede que sucedan en un mismo lugar o en cualquier otro espacio. Por otro lado, juega con diversos tipos de narrador y pone el foco en diferentes esferas implicadas: migrantes, familiares, mafias, empleadores, trabajadores locales... Además, de una manera muy hábil, también construye un retrato de la sociedad estadounidense, con lo que levanta una condena de un estilo de vida deshumanizado, hipócrita y personalmente empobrecedor. Así, abre numerosas puertas a las que asomarse, lo que permite vislumbrar distintos ámbitos de realidad. Por lo tanto, como confluencia de voces narrativas, también resulta muy interesante el libro. A su vez, Crisis alterna la ficción con hechos reales o reproducción de noticias. Igualmente, se incorporan fragmentos ensayísticos, a modo de disertaciones de los personajes. Con todo esto, el autor consigue dotar de fluidez y dinamismo al volumen, que no posee una trama sino que, de manera fragmentaria, levanta una visión panorámica del presente. En este sentido, Majfud demuestra un gran acierto al emplear esta construcción de la novela, pues potencia sus objetivos de discurso y, en sí misma, la estructura aporta contenido en esa misma dirección. Por todo ello, se trata de una obra muy rica, por la que pululan decenas de personajes que, en definitiva, tratan de sobrevivir en y a un mundo gobernado por un sistema económico despiadado. Así, la brillante denuncia de Majfud apela a la dignidad, al humanismo, en un relato amargo y desalentador. Crisis resulta una novela esplendida, hábilmente construida, que nos presenta numerosas vías para observar nuestro tiempo y hallar puntos donde incidir para transformarlo. ** Alberto García-Teresa http://www.letralia.com/firmas/garcia-teresaalberto.htm Escritor español (Madrid, 1980). Es doctor en filología hispánica con una investigación que, ampliada y revisada, derivó en el libro Poesía de la conciencia crítica (1987-2011) (Tierradenadie, 2013). Fue coordinador de la revista de crítica sobre ficción especulativa Hélice (http://www.revistahelice.com), codirector del anuario de ensayo fantástico Jabberwock, redactor jefe de la revista Solaris, coordinador de la sección “Libros” del periódico Diagonal (http://www.diagonalperiodico.net) y director de contenidos de poesía de Culturamas (http://www.culturamas.es). Escribe crítica literaria y teatral en diferentes medios, nacionales e internacionales. Es autor de los poemarios Hay que comerse el mundo a dentelladas (Baile del Sol, http://www.bailedelsol.org; 2008), Oxígeno en lata (Baile del Sol, 2010), Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas (Umbrales, 2012) y Abrazando vértebras (Baile del Sol, 2013), así como de la plaqueta Las increíbles y suburbanas aventuras de la Brigada Poética (Umbrales, 2008). También del libro de microrrelatos Esa dulce sonrisa que te dejan los gusanos (Amargord, http://amargordediciones.es; 2013). Sus poemas han sido traducidos al inglés, al francés, al serbio, al rumano y al macedonio. Mantiene una página personal en http://www.albertogarciateresa.com. |||||||||||||||||||||||||||| ENTREVISTAS |||||||||||||||||||||||||||| === Roberto Bolaño: ======================================================= === Hay que mantener la ficción en favor de la conjetura ================== === Eduardo Cobos ========================================================= (Nota del editor: este 15 de julio se cumplieron diez años de la muerte del escritor chileno Roberto Bolaño. En 1999, cuando su estela empezaba a adquirir las dimensiones delirantes de su particular condición de escritor de culto y éxito editorial, visitó Venezuela para recibir el Premio Rómulo Gallegos por Los detectives salvajes. Esta entrevista fue publicada ya por su autor, el periodista Eduardo Cobos, en la revista Mezclaje, que editaba por aquellos años con Anwar Hasmy. Con motivo del aniversario luctuoso del autor de 2666, Cobos ofrece ahora esta edición corregida para disfrute de los lectores de Letralia). Roberto Bolaño sorprende por su buen humor y los giros inesperados que dan sus aseveraciones. En todo caso, su conversación no es nada intelectual, más bien le gusta explicar o dar ejemplos con lo que sabe hacer: contar historias una tras otra y confirmar lo que uno sospechaba, que muchos de sus personajes, por increíbles que pudieran parecen, han existido en carne y hueso, más allá de la verosimilitud demostrada en sus escritos, o bien la confirmación plena de que Arturo Belano, el personaje de varios de sus libros, es el alter ego de este prolífico escritor. Para quien lo haya leído, no cabe la menor duda de que la narrativa latinoamericana recobra con él la vitalidad de la que se había visto casi excluida desde los estertores del boom, ya que las estructuras de sus obras son de una complejidad novedosa. En el mes de agosto, las lluvias son esporádicas en Caracas, pero siempre están al acecho. Es a esta ciudad donde se acercó Bolaño, de origen chileno, desde Blanes, un pueblito de Cataluña, para recibir por Los detectives salvajes (1998) el premio de novela Rómulo Gallegos de 1999. Se hospedó en el Hotel Ávila, cuyo nombre hace homenaje a una de las montañas que cercan el valle, y le debe todo su prestigio a la arquitectura modernista de la época de Isaías Medina Angarita, cuando en Venezuela comienza el repentino desarrollo económico debido a la extracción petrolera. Estuvimos conversando una tarde, en la cual el ajetreo por momentos nos impedía la desenvoltura de la entrevista. Los libros —Tú publicaste una novela con Antoni García Porta, Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce (1984), ¿me puedes hablar de la experiencia de escribir una novela compartida? —Toni es un buen amigo. Escribió un texto y me lo dio. Tomé las cuartillas de la novela y no hice otra cosa que destruirla, absolutamente toda, y luego rearmarla. Jugar con eso. Por cierto, el título es un guiño a un poema de Mario Santiago, él es un gran poeta mexicano con el que fundé, en México, el movimiento infrarrealista, que son los real visceralistas de Los detectives salvajes. En la novela es el personaje llamado Ulises. Mario escribió un poema que se llama “Consejos de un discípulo de Marx a un fanático de Heidegger”, en el año setenta y cinco, que fue emblemático para toda una generación de poetas jóvenes, ya fueran infrarrealistas o no. Es un poema maravilloso, larguísimo, como de veinte partes. Vi a Mario recitar ese poema, tenía una fuerza sobrenatural. Él murió unos días después de que yo terminara de corregir Los detectives..., a principios del noventa y ocho. Fue una muerte por demás violenta; ya que apareció atropellado en una calle. Se encontraba en los límites totales, la estaba pasando muy mal y cada vez actuaba con mayor violencia, de forma intransigente. Mario es un gran poeta, para mí el mejor poeta de los últimos veinte años en México. Era realmente impresionante, lo más cercano que he visto a las propuestas de Rimbaud: la radicalidad y el brillo sesgado absoluto. Era de los que espantaban a quienes estaban a su lado. —Se pueden observar dos tipos de voces narrativas que le cuentan a otros en tus libros, por un lado las voces que, fragmentariamente, arman las historias; y por otro los que le cuentan al narrador la anécdota que va a desarrollarse. En esta perspectiva, ¿cuál es la necesidad estructural del relato para que te plantees esas voces narrativas? —Yo creo, presumo, no te lo digo como algo seguro, se me acaba de ocurrir, que la intención es la de mantener la ficción en función de la conjetura, esto quiere decir: este me contó que este le dijo y, además, historias que llegan de alguna manera de forma oral. Eso atenúa el trabajo de estructura. Si lo metiera tal cual, si no le diera la ligereza de la oralidad, la estructura narrativa puede llegar a ser muy ardua para el lector y sobre todo para el escritor. —¿Eso, quizás, tiene sentido, si uno piensa por ejemplo en Las mil y una noches? —A partir de allí está todo dicho. En Las mil y una noches, o en textos medievales europeos, la oralidad que va avanzando es clave en el interior del relato que se narra, eso mueve las diferentes perspectivas. Esto hace que el armazón de la obra, que a veces no puede ser más que pesado, se vaya deslizando, se suavice y permita, de esta manera, la entrada en sus entrañas. —Tal vez esto último se relacione con algo muy atrayente en tu obra, que es la repetición de personajes, estos se redimensionan cada vez más. ¿Qué relación existe entre voces e historias? —Son voces que se van y vuelven, son rostros que se van y vuelven, historias como quería Stendhal: toda historia que se va, en algún momento vuelve, pero vuelve transformada o en el proceso de volver se ha transformado en otra historia, es como el paso del tiempo. Además, soy insaciable cuando me sale bien algo, lo exprimo hasta sacarle la última gota. En el proyecto de mi obra —digo obra entendiendo que aún se encuentra en proceso— los planes iniciales comprenden eso: historias que se bifurcan, que se pierden pero que vuelven. Es así con personajes como Abel Romero, el investigador que aparece en Los detectives salvajes, aunque en Amuleto (1999) no sea así, está en mi obra más reciente. Belano se encuentra a Romero en una celebración de chilenos en París, allí hablan sobre la causalidad y la casualidad. Y Romero vuelve en otra novela que estoy escribiendo, que se llama Los sinsabores del verdadero policía, instalado en Chile con su agencia de pompas fúnebres, ha cumplido la promesa que hizo a Belano en Estrella distante (1996), que era la de poner ese extraño negocio. Asimismo, ha invertido el dinero que le pagaron por eliminar a Carlos Wieder. En todo caso, Romero tiene una ética, que a veces se la salta, pero la tiene. —¿Tipo los detectives de Raymond Chandler? —Abel Romero es lo que en Chile se llama un tira, y además un tira izquierdista, con conciencia de clase. Pero por los tiras más vale no meter las dos manos al fuego, meter una nada más. En la novela que te menciono, Romero se encuentra en Chile y le encargan un caso, que va a ser el último, porque a partir de allí este personaje se acaba. La verdad es que no sé sinceramente qué pasa con él, ya que aún no he terminado de escribir la novela. También así van apareciendo otros personajes y lugares: Villaviciosa, el pueblo de Los detectives salvajes, de hecho es una ciudad que aparece en un poema mío, antiquísimo, del año noventa o noventa y dos. —¿Cómo elaboraste la estructura por ejemplo en Los detectives salvajes? —Es la única que podía tener. Fue un trabajo bestial. No lo parece, pero el trabajo fue bestial. En cambio Estrella distante es una novela escrita en estado de gracia, me demoré un mes y medio. Allí hay cambios con respecto a “Ramírez Hoffman, el infame”, el personaje de La literatura nazi en América (1996), que fue de donde lo tomé. Hubo un momento en que me ganó el deseo de la obra bien hecha, del juego o de la experimentación, y hay momentos en que está más presente la emotividad, esta se impone sobre el lujo, sobre el aspecto suntuario del texto. En cambio, en Amuleto, donde se recobra una historia perfilada en Los detectives, la escritura mantiene el proyecto con una frialdad total, hasta las comas originales están respetadas. Es decir, las páginas que le dieron origen están iguales a las ciento cincuenta definitivas; las incisiones son quirúrgicas. Esa es la relación que he tenido con cierta pintura, a mí me encantan las variaciones en la pintura, la serialización, a pesar de que en literatura solo se puede hacer con los textos cortos. En ese sentido, Raymond Queneau tiene un libro que ilustra claramente lo que digo, se llama Ejercicios de estilo, allí repite cien veces una anécdota, con técnicas disímiles. —De tus libros el que más sorprende, por la imaginación que manejas, es La literatura nazi en América. Allí está presente la literatura en muchas dimensiones. ¿Cómo se originaron esas ficciones? —Sin duda, es una novela donde la literatura es el personaje. Por otro lado, es el último fruto de una gran rama que va desde La sinagoga de los iconoclastas de Rodolfo Wilckoc, pasando por Borges con La historia universal de la infamia, incluye, además, a Alfonso Reyes con los Retratos reales imaginarios. Por supuesto, el itinerario recae en Marcel Schwob con su Vidas imaginarias, deteniéndose en la prosa en píldoras de los enciclopedistas franceses. En La literatura nazi... no hay más que un ejercicio que recurre a esa tradición y en ese sentido el más literario, donde la literatura es la protagonista, porque aunque pareciera un libro de relatos es una novela por capítulos. Además, es una novela satírica sobre la miseria de la escritura, la miseria de los escritores, la picaresca canalla de un mundo tan aparentemente lejano, como aparentemente es la literatura y donde los nazis son solo la máscara para caricaturizar el modus vivendi, el estar dentro de la literatura de cualquier escritor. Ars narrativa —Con respecto a tu ars narrativa, ¿cómo resuelves en forma práctica las dificultades de la escritura del día a día? —Levantarse temprano, sentarse delante del computador y ponerse a trabajar. Escribir mucha porquería que se eliminará. Tengo un método más bien riguroso, trabajo las estructuras, las infraestructuras de la novela; elaboro mucho el argumento, el cual se va arrastrando durante mucho tiempo hasta quedar totalmente claro. Sin duda, la estructura te da previamente el orden del material, la estructura es el material, el argumento entra dentro de la estructura, está todo preparado a partir de allí. —¿Y en cuanto a la corrección del texto? —Pulir el texto es como el vaciado en la escultura: corregir, leer, releer. Cada vez corrijo menos, cada vez creo que tengo más oficio. Sin embargo, en cuanto a la corrección del texto el de Flaubert me parece el proyecto más radical. Soy incapaz de pasarme cinco u ocho años escribiendo una novela. Pero en relación con el tiempo de sedimentación del texto, estoy más cercano a Stendhal que a Flaubert. El primero tardó cincuenta y tres días en escribir La Cartuja de Parma. Eso es un escritor. Es el novelista en todos sus aspectos, me siento más cercano a él incluso en la sexualidad. —¿Nos podrías hacer una especie de decálogo del cuentista? —A mí me pidieron una vez que escribiese un decálogo de cómo se debería escribir un cuento, lo hice en plan de broma, pero el último de los puntos iba bastante en serio, decía que los dos más grandes cuentistas eran Anton Chéjov y Raymond Carver. Para mí Carver es un cuentista gigantesco, mejor aun que Hemingway, la capacidad de crear en cualquier situación una atmósfera que pesa, es inigualable. Todos hemos aprendido de ese relato atmosférico que le llaman, que te pesa a ti como lector, que los personajes se mueven apartando cosas, sientes la presión física, como si estuvieras en otro planeta, en otra gravedad. La novela actual en Chile, José Donoso y la novela total —En cuanto a los autores que se quedaron en Chile, los que se formaron en la dictadura, los que comenzaron a publicar en los noventa, gente que en la actualidad tiene entre treinta y cuarenta años, ¿qué opinión te merecen? —La verdad es que no los conozco mucho. Personalmente, conocí a Carlos Franz en un viaje reciente a Chile. Fue uno de los presentadores de la reedición de La pista de cristal (1993, 1998). También conocí a Gonzalo Contreras, a Arturo Fontaine Talavera y a Diamela Eltit. Sinceramente, me aburre la Eltit. Ahora esto no quiere decir que me guste Luis Sepúlveda; entre Sepúlveda y Contreras no sé con cuál quedarme. Creo que no me quedaría con ninguno. Aunque hay, sin duda, más indagación en Contreras que en Sepúlveda. Sin embargo, cuando quiero leer a Henry James lo leo directamente y lo último que se me va a ocurrir es leer a un jameseano de Santiago de Chile. —¿Te parece que la narrativa chilena actual no tiene peso? —Un poeta español señalaba que la poesía es una zona de peligro. O no es. Esto es aplicable a toda la literatura. La novela no es, como creen en Chile, una isla social o un escaparate social, no es el casarse con ministros ni ser las estrellas de la discoteca. La literatura se parece mucho a la pelea de los samuráis, pero el samurái no pelea contra otro samurái, pelea contra un monstruo, generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear, eso es la literatura. —¿Un jameseano podría ser José Donoso? —Es distinto, Donoso tiene cierta desmesura. Y por otra parte, él quería que lo consideraran un discípulo de James, pero era más bien un escritor que no le debía mucho al norteamericano, exceptuando, claro, Las tres novelitas burguesas. También es notable, en ciertos textos, la influencia de Virginia Woolf, por ejemplo, en partes de El obsceno pájaro de la noche, o bien la cercanía con Ford Madox Ford. —Donoso, al parecer, era un fanático de la lengua inglesa, creció leyendo a los clásicos en ese idioma. —Así es. Pero incluso hay cosas inconfesables en él, que vienen más bien de la literatura francesa. La influencia que en él tiene André Gide, la prosa de Las catacumbas del Vaticano puede ser decisiva, eso se puede detectar. Aunque Donoso fue un autor bastante complejo y con gustos muy pendulares, que es lo que no veo en autores más recientes de Chile. —En ese sentido, la ambición de Donoso se corresponde con el boom, donde la búsqueda de la novela total estigmatizó a esa generación. ¿Te parece válida la ambición de la novela total? —Creo que no existe la novela total. Pero me parece magnífico el escritor que dice: voy a lograr la novela total. Eso me parece admirable. El trabajo de un Lezama Lima, de Cortázar, de Vargas Llosa, estuvo muy cerca; el de Fernando del Paso, o el del mismo Donoso con El obsceno pájaro... y luego con Casa de campo. Con esta última intenta cubrir todo un destino trágico de Latinoamérica. En él es clave esa experiencia. —Como lo dices, pareciera un acto de gran heroicidad... —Todos esos escritores proteicos que se enfrentan a la novela imposible, se me parecen a los adelantados españoles que venían casi a la deriva en los barcos. Los intentos de buscar la novela total me parecen grandiosos, nadie la va a conseguir, porque la propia naturaleza de la novela escapa a la totalidad, no hay novela total; si alguna vez la hubo, la hicieron Stendhal, Tolstoi, Dostoievski o Flaubert, este último, en ese aspecto, fue de una lucidez extrema, superior a todos nosotros. Bouvard y Pécuchet es un laboratorio donde se demuestra una y otra vez, entre muchas otras cosas, la imposibilidad, no solo de la novela total sino de la novela. Pero es una imposibilidad gozosa. Por demás, esa aparición y desaparición de personajes en diferentes libros míos, puedo verlo como una prueba de mi imposibilidad de llegar a la novela total, como un síntoma y como una demostración, las dos cosas al mismo tiempo. A mí me encantan los desafíos inalcanzables. —Por otra parte, están los escritores de obras “menores”. —Así es. Escritores magníficos que optaron por la obra menor, por la miniatura. En ese aspecto, me remito a perfeccionistas de la prosa mínima, como lo son, por ejemplo, Julio Torri, Augusto Monterroso o bien Juan José Arreola, escritores latinoamericanos, todos ellos, casi opuestos a la concepción de novela de la que hablamos. Bueno, también está Rodrigo Rey Rosa, entre los más recientes, que opta por el texto en apariencia menor, ni siquiera por el texto perfecto, si se lo compara con Monterroso. Hay cuentos de Rey Rosa donde tú revisas una frase y da para pensar que esa frase se podría haber escrito mejor y más efectiva, sin embargo, la ha construido de esa manera con plena conciencia de lo que hacía. —Tú conociste a Donoso, incluso refieres un encuentro con él, en forma cifrada, en Los detectives... ¿Qué impresión te causó? —Sí. El encuentro está descrito en la novela. Pasé una tarde entera con él, me pareció una buena persona, muy sencilla, desde todo punto de vista. Por otra parte, tenía la sinceridad de retratarse en forma despiadada. Así lo veo en El jardín de al lado, su último gran libro, además de la lucidez con la que está escrito, él se describe con una crueldad impresionante. Eso es propio de los novelistas de valía. Es toda una paradoja el destino de Donoso. Es triste. Volvía a Chile para cobrar el puesto rector en la literatura. Es decir, el lugar de gallo en el gallinero. Pero no se puede ser un gallo sin un pensamiento crítico, y él era un narrador nato, que no tenía casi otras aptitudes. Su naturaleza no daba para el temple rudo del líder, no tenía los arrestos nerudianos o huidobrianos para ser un gallo y era básicamente una buena persona, porque para ser gallo en el gallinero hay que ser una mala persona. La figura en Chile de Donoso es respetada, pero poco respetada y su destino me parece el del típico escritor latinoamericano, un destino tristísimo. ** Eduardo Cobos http://www.letralia.com/firmas/coboseduardo.htm Escritor y traductor chileno-venezolano (Santiago de Chile, 1963). Reside en Caracas desde 1990. Es licenciado en historia y candidato a doctor en ciencias sociales por la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve). Artículos, traducciones y relatos suyos han aparecido en diversas publicaciones de Venezuela, España, Argentina, Chile, Italia y Francia. Ha publicado Pequeños infectos (Fundarte, http://www.fundarte.gob.ve, 2005), La muerte y su dominio: el Cementerio General del Sur en el guzmanato, 1876-1887 (Centro Nacional de Historia, CNH, http://www.cnh.gob.ve; 2009), 19 de abril de 1810 (BCV, 2010) y Miranda y la expedición emancipadora de 1806: el deseo inacabado de libertad (Banco Central de Venezuela, BCV, http://www.bcv.org.ve; 2010), así como libros de traducciones suyas de los autores brasileños Lêdo Ivo, Affonso Romano de Sant’anna y Moacyr Scliar. Además, ha sido incluido en diversas antologías. Ganador de una mención especial en el III Concurso de la Fundación para la Cultura Urbana (2003) y del Premio de Narrativa Fundarte (2005), así como del Premio de Investigación Humanística y Educativa de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV (2008), entre otros reconocimientos. ||||||||||||||||||||||||||| SALA DE ENSAYO |||||||||||||||||||||||||| === La universidad como espacio ético Rafael Fauquié ================= Existen grupos humanos que se avienen mal con la obediencia ciega, con la falta de cuestionamientos; grupos que no aceptan ser uniformados; que, sobre todo, obedecen a sus intuiciones, a sus convicciones, a sus sueños; grupos de individuos que, por sobre cualquier otra cosa, se apoyan en su libertad. Pienso, por ejemplo, en esos grupos que han sido mis interlocutores por muchos años: los jóvenes universitarios. Los fanatismos, la obediencia irracional, la ausencia de crítica pertenecen a universos ajenos a la universidad: espacios que, generalmente, sustentan sus principios y valores sobre la supresión de cualquier forma de individualismo. El mundo castrense, por ejemplo, saturado de uniformes y uniformidades, de estandartes e himnos, de obediencias y consignas, acostumbra imponer la razón y los argumentos de algún particular “superior” sobre muchos “inferiores” como la única razón y el único argumento posible. Iniciativa que no es exclusiva sólo del mundo militar: se repite en todos aquellos espacios empeñados en reducir la individual complejidad humana al tamaño de un lema, un proyecto, un código, una obediencia o un símbolo. El individualismo juvenil de los estudiantes universitarios suele colocar a éstos al margen de muchos referentes que frecuentemente no aceptan ni acatan. ¿Su respuesta? Aferrarse a sus propios espacios, a sus valoraciones, a la fuerza de su particular rebeldía. Rebeldía: acaso una forma de orientación necesaria para ese joven que está aprendiendo a creer en sí mismo, en eso que es y en eso que hace. Si posee la lucidez suficiente para superar ciertas limitaciones y apartarse de algunas torpezas, su rebelión bien pudiera darle fuerzas en la construcción de su propio camino, un significado para su rumbo. Rebelarse puede, de hecho, expresar un gesto de honestidad de un individuo consigo mismo y con cuanto le concierne. Una cotidiana forma de rebelión: ir en contra de la corriente, acudir al encuentro de nuestra autonomía, perseguir nuestra independencia... La rebeldía —o la resistencia: también ese nombre le cuadra a ese sentimiento de apoyo a una soberanía que sólo a nosotros incumbe— en modo alguno está relacionada sólo con el resentimiento, la amargura o el nihilismo. Puede tener que ver con algo mucho más sencillo y honesto: la aceptación de eso que somos y que no podríamos dejar de ser. El tiempo universitario existe para permitir a quien lo vive adecuadamente esfuerzos, ideales, sueños, propósitos. Ningún gobierno, ningún Estado, ningún gobernante debería tener la potestad de imponer a los estudiantes irrestrictas obediencias. Eso —repito— pertenece a otros espacios, nunca al universitario. Los principios y valores que rigen la realidad de la universidad se relacionan con curiosidad, con ideales, con principios, con valores, con sueños... Cosas, todas ellas, que jamás podrían ser sometidas al arbitrio de una voluntad ni al designio de dogmas o ideologías. *** Desde su nacimiento, las universidades tuvieron clara conciencia de su designio: ser formadoras de individualidades. La universidad simbolizaba el mérito de la inteligencia; intelecto como fuerza y herramienta de poder. El espacio universitario supone el encuentro de maestros y discípulos: unos guían y otros aprenden y obedecen. La dignidad del maestro reposa en su sabiduría. El saber se apoya en la inteligencia y en la experiencia. Ambas afirman el “derecho” natural del sabio: su autoritas. La autoritas académica es la fuerza del prestigio, la potestad del hombre que conoce, que ha visto, que ha vivido; del hombre que sabe. *** La universidad deforma sus objetivos y hasta la misma razón de su existencia en la reiteración de algunos errores: la vinculación a un sentido estrecho de lo político, por ejemplo; o la identificación demasiado cercana a la avidez industrial. El reto de las universidades, hoy, es definir rumbos nuevos que disientan de dos inercias: una, la de un revolucionarismo torpe, ritualizador de envejecidas contraseñas políticas; la otra, tal vez deformada respuesta a lo anterior, es la inercia del cientificismo: limitada letanía de catecismos tecnocráticos. (Analogizar universidades con institutos de investigación tecnológica puede ser, a fin de cuentas, tan aberrante como destinarlas a ser fábricas de guerrilleros o depósitos de políticos). Para mantenerse vivos, los sueños dependen de su cercanía a lo real. El viejo sueño universitario de una comunidad humana entregada a la libertad creadora de la inteligencia y la búsqueda vivificante del conocimiento, termina dramáticamente en el momento en que esa comunidad deja de estar a la altura de su sueño. El ideal desaparece, muere, porque se ha dejado de merecerlo. *** La universidad es un territorio sometido a leyes propias; un sitio cuyos límites están trazados por esfuerzos y propósitos, por ideales y sueños. Como dije alguna vez, más que un lugar, ella es un símbolo, un emblema de anhelos tan viejos como el hombre. Fue siempre lugar de privilegio, de aislamiento, de quietud. Desde luego, la universidad se debe a su sociedad, para ella vive. Jamás podría permanecer aislada de su circunstancia. Y, sin embargo, precisa también de cierto repliegue frente al ajetreo de su tiempo para conservarse necesariamente cercana a su propia irrealidad. El rumbo de la universidad sigue su propio ritmo; y hay algo de afirmativo, de inmutable en ese ritmo que va conduciéndola por derroteros propios, lejos de la febril movilidad y del desasosiego de los días. Todo en la universidad señala a una comunidad de seres curiosos próximos a sus interrogantes y entregados a la búsqueda de sus hallazgos. Para ellos, para todo genuino maestro, se tratará de sentirse y saberse parte de un ideal y de un esfuerzo compartido alrededor de nociones tales como compromiso y creación, curiosidad y entrega, saber y humanidad... *** En el encuentro de rectores celebrado hace ya bastantes años en la Universidad Simón Bolívar, tuve oportunidad de escuchar la conferencia del rector de la universidad española de Alcalá de Henares. Entre sus palabras, destacó una idea particular: la de que las universidades habían perdido, históricamente, un espacio que alguna vez había sido suyo. Comentaba el rector Gala Muñoz que, por ejemplo, su propia universidad había conocido en el pasado una importancia y grandeza hoy sólo concebibles en el terreno de las grandes compañías transnacionales. El espacio universitario —y era una de las tesis del rector— no podría volver a ser eso que, alguna vez, había sido. Baste pensar lo que significaron dentro de la historia de la cultura europea nombres como el de Salamanca o el de la Sorbona, para comprender hasta qué punto los significados de una universidad referencia de su tiempo han ido debilitándose. En su libro El alma matinal, el escritor peruano José Carlos Mariátegui prolijamente describe el símbolo de la torre: metaforización —dice— de un tiempo de feudalismo y aristocrático individualismo; tiempo de “náusea del vulgo”. El medioevo —recuerda Mariátegui— impuso la torre como una forma genuinamente suya, emblema de su concepción del mundo. Los griegos no usaron torres en su arquitectura ni en sus ciudades. El pueblo griego fue un pueblo de ágoras, de foros, de democracia. Los romanos descubrieron lo monumental, la mole. La torre es solitaria y aristocrática; la mole, multitudinaria y anónima. Después de la universal grandeza del Imperio Romano, el espíritu de la Edad Media volcó sobre la torre su imaginería más frecuente. Europa toda se pobló de castillos y éstos, pétreamente, tallaron en torres su símbolo de aislamiento y poder. Compañeros del castillo fueron los monasterios. Centros del saber universal por varios siglos, las abadías de las más poderosas órdenes religiosas fueron, también, grandes centros de saber. Los monasterios fueron como torres: encerrados en sí, solitarios, distantes. La ciudad sucedió al castillo; la universidad, al monasterio. La ciudad era multidudinaria y universal; la universidad, elitesca y mundana. El monasterio, que por mucho tiempo había mirado hacia el cielo, se prolongaba en una universidad que contemplaba la tierra. El destino de la universidad era el mundo, el tiempo del hombre. Ese destino constituyó su fuerza y, también, su historia. Universidades y ciudades anuncian el fin de la Edad Media. El Renacimiento —y sus signos: individualismo, liberalismo, mercantilismo— significó el inicio de la irreversible decadencia de la torre. En nuestros días, los grandes rascacielos parecieran ser una variante contemporánea de la torre medieval; en realidad, multitudinarios y fríos, ellos no se asemejan a la torre sino más bien a la mole: recuerdan la anonimia del dinero y la metaforización suprema de la esencial protagonista de nuestro mundo de hoy: la plutocracia. Oyendo al rector de la Universidad de Alcalá hablar de un pasado tiempo universitario de mayor fuerza y trascendencia, recordé las páginas de Mariátegui sobre la Edad Media y la torre. Evolución de un mundo y de sus formas. También la universidad ha evolucionado. Y debe seguir haciéndolo. Por muchos siglos, ella ha ocupado el importantísimo espacio de la dignidad del saber. De la universidad de ayer a la de hoy: lo que persiste es esa dignidad asociada a mérito intelectual, elitismo del conocimiento, excelencia. El culto a la productividad y al beneficio es otra cosa: él se relaciona con las poderosas transnacionales, ellas sí, protagonistas de un mundo que mide y contabiliza en exceso. Tenía razón el rector de la Universidad de Alcalá de Henares: a lo largo del tiempo, el espacio universitario se redujo en beneficio de otros espacios. Reflexionando sobre eso, sólo se me pudo ocurrir un comentario: ¡lástima! *** En su libro La otra voz, comenta Octavio Paz: “Los poetas se refugian en las universidades, como en la Edad Media, pero sería funesto que abandonasen la ciudad”. De más está decir que el poeta no puede abandonar la ciudad de la misma manera que la poesía no podría abandonar la vida; pero, a fin de cuentas, la poesía, que merece vivir en todas partes, también merece hacerlo en las universidades. Universidades capaces de aceptar a la imaginación como una de las formas más amplias de la sabiduría humana; capaces de aceptar, también, que razones poéticas y científicas pueden coexistir porque unas y otras no son sino complementarias expresiones de lo humano; universidades en condiciones de permitir a ciertos seres de palabras trabajar con dignidad el hallazgo de su voz, y, también con dignidad, expresarlo. Quizá he idealizado el espacio universitario. No lo niego: es el lugar donde he trabajado por veinte años. El lugar en que me he sentido feliz de poder escribir, siempre en sosiego y en asilo, mi propia palabra. *** Nuestra contemporaneidad posee un dios principal: la velocidad. Lo acompañan otras deidades: la eficacia y la competitividad; y, también, una superstición: la de la imprescindible interacción de esfuerzos y logros dentro de un orden social cada vez más interdependiente. A ninguna de esas imágenes podría ser ajena la universidad. Ella, en tanto estructura creada por el hombre para su propio beneficio y desarrollo, tiene en su vinculación al tiempo que la entorna, una esencial razón de sentido, de vigencia y de fuerza. La cercanía de la universidad a su circunstancia sociohistórica, más que una opción, es, hoy por hoy, una necesidad. Tal vez sea mayor la urgencia en nuestras sociedades latinoamericanas, que, sin estructuras excesivamente fortalecidas por el uso o la tradición, deberían descubrir en las universidades un irremplazable espacio de referencia de su rumbo cultural. En toda universidad conviven la técnica y la ciencia, el arte y las humanidades; esa universalidad es espacio céntrico desde el cual una alta casa de estudios logra irradiar su influencia sobre la sociedad toda. En las universidades trabajan frecuentemente los profesionales mejor preparados de la sociedad, que ésta no aproveche debidamente ese potencial luce como una lamentable y grotesca falta de sentido común. *** La universidad como espacio ético Ética: voz griega que originalmente significó lugar, sitio; posteriormente, referencia a la ubicación del alma humana: el territorio donde reposa todo carácter individual. Esa noción, utilizada por Aristóteles, llega hasta nuestros días en la acepción que hoy le damos: idiosincrasia de un individuo; su temple: personalidad apoyada en esos valores con que sustenta su relación con el mundo y los otros; con esos principios que determinarán su conducta, su manera de actuar y sus propósitos, también sus sueños y convicciones. En tal sentido, la universidad es un espacio esencialmente ético. No es sólo un centro de altos estudios destinado a acumular conocimientos o a producirlos. Es también el lugar donde un estudiante generalmente joven —ya no el niño que dejó atrás el colegio; ni el adulto formado o deformado, incapaz ya de cambiar sus perspectivas— tiene aún mucho que aprender: a dar y a darse en su vocación y en sus deseos de aprendizaje en ese momento de su vida en el que realmente empieza a conocerse. Como muchas veces he dicho a mis estudiantes universitarios: no es concebible un buen profesional que sea una miseria humana; ni, tampoco, un buen profesional ignorante de cuanto no pertenezca a su limitada área de especialización. La universidad debe formar seres humanos que sean, también, profesionales. Y ese doble concepto: formar buenos profesionales y buenas personas, es el absoluto opuesto a cualquier imagen de adoctrinamiento. Adoctrinamiento significa imposición: de catecismos, de consignas, de respuestas aplastantes y únicas; alude a masas ideologizadas, a homogéneas colectividades seguidoras de algunas “definitivas” verdades desde las cuales discriminar a todo quien piense diferente. El ideólogo es un personaje que, por sobre todo, teme a su libertad; y ese temor lo arrastra a sumisas y tranquilizadoras obediencias. La universidad no existe ni para adoctrinar ni para formar ideólogos. Eso reduciría miserablemente su propósito. Sería, de hecho, el fin del ideal universitario. No se entiende, no entiendo, una universidad empeñada en hacer de sus estudiantes seres obedientemente entregados a la repetición de algunos argumentos junto a los cuales alcanzar el más triste, el más lamentable de los resultados: dividir el universo entero entre quienes piensan como nosotros; y los otros: todos los demás. ** Rafael Fauquié http://www.letralia.com/firmas/fauquierafael.htm Ensayista y poeta venezolano (Caracas, 1954). Licenciado en letras por la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab, http://www.ucab.edu.ve; 1977), postgrado en sociología de la literatura en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (1979) y doctor en ciencias sociales por la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve; 1984). Entre 1979 y 1985 dirigió los seminarios de literatura venezolana en la Universidad Católica Andrés Bello. Desde 1980 es profesor del Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad Simón Bolívar (USB, http://www.usb.ve), institución de la que es profesor titular y en donde ejerció entre 1989 y 1993 el cargo de director de Extensión Universitaria. Ha publicado Espacio disperso (Caracas, Academia Nacional de la Historia, col. El Libro Menor, 1983), Rómulo Gallegos: la realidad, la ficción, el símbolo (Caracas, Academia Nacional de la Historia, col. Estudios, Monografías, Ensayos, 1985), De la sombra el verso (poesía, Caracas, Epsilon Libros, 1985), El silencio, el ruido, la memoria (Caracas, Alfadil, col. Trópicos, 1991; Premio Conac de Ensayo “Mariano Picón Salas”, 1992), La voz en el espejo (Caracas, Alfadil, col. Trópicos, 1993), La mirada, la palabra (Caracas, Academia Nacional de la Historia, col. El Libro Menor, 1994), Espiral de tiempo (Caracas, Fundarte-Equinoccio, 1996), Arrogante último esplendor (Caracas, Equinoccio, 1998), Puentes y voces (Caracas, Sentido, 1999), El azar de las lecturas (Caracas, Galac, 2001) y Testimonios, espejismos y desconciertos http://www.comala.com (Caracas, Comala, 2007). === Aprender a esperar y a desesperar Alfonso Ramírez de Arellano ==== (Nota del editor: Alfonso Ramírez de Arellano obtuvo con este trabajo, hace unos meses, el Premio Limaclara Internacional de Ensayo 2013, que convoca el sello argentino Limaclara Ediciones, según el veredicto al que llegó un jurado compuesto por los docentes Cecilia Durán Mena, de México; Antonio Sánchez-Bayón, de España, y Julio Rafael Silva Sánchez, de Venezuela). Indefensión aprendida Cuando ingresé en la Facultad de Psicología, los estudiosos del comportamiento llevaban décadas adiestrando a ratitas blancas de ojos rojos y a monitos Rhesus de ojos asombrados para que realizaran manipulaciones más o menos complejas a cambio de obtener un beneficio. En el caso de las ratitas, generalmente comida, pero en el caso de los Rhesus cosas menos tangibles como afecto y seguridad. Unas y otros habían aprendido a accionar palancas, recorrer laberintos y escoger colores. Anteriormente el perro de Pavlov había segregado saliva no ante un suculento solomillo sino por efecto del sonido de una campana que precedía a la comida. Esas asociaciones ya estaban establecidas con carácter científico cuando yo empecé a estudiar, y traté de imaginar cómo pudo ser la cadena de acontecimientos que dio lugar al concepto de la indefensión aprendida. Mi hipótesis sería la siguiente: los investigadores comenzaron a probar la posibilidad de no ofrecer beneficios a los animales del laboratorio sólo como parte de las condiciones de experimentación. A unos les aplicaban un programa basado en obtener beneficios o evitar un daño, y a otros no. Otra parte salía perjudicada hiciera lo que hiciera; pero no por maldad, sino para comparar resultados. Cosas de la ciencia. Un día uno de los ayudantes de laboratorio se quedó contemplando una ratita triste y preocupada en un rincón de su jaula. No sé si la llamarían Luci o sujeto R1; en cualquier caso, el experimentador comprobó que Luci —nosotros la llamaremos así— ya no se movía histérica ante la disyuntiva de cuál camino elegir en su laberinto, ni tocaba alternativa y frenéticamente el botón rojo y el azul para ver si podía obtener su trocito de queso como en ocasiones anteriores. Ahora sólo giraba los ojos en dirección a esas alternativas, pero sin moverse de su sitio. Tampoco deambulaba por la jaula ensayando, en el vacío, conductas que en algún momento habían tenido éxito y que contempladas fuera de contexto daban la impresión de que se había vuelto loca. No, ya no se movía del lugar donde se había agazapado mirando asustada a su alrededor. Cuando el ayudante comprendió lo que ocurría se le empañaron las gafas. Con paciencia fue anotando cómo el grupo al que pertenecía Luci iba pasando por una serie de fases entre el frenesí y el atolondramiento para culminar en un estado de apatía y depresión que años después el doctor Seligman denominaría como indefensión aprendida. Efectivamente, la indefensión aprendida es la consecuencia de creer que nuestra conducta no tendrá ninguna influencia sobre los resultados. Esa creencia se aprende y tiene importantes consecuencias sobre nuestra conducta y nuestro estado de ánimo. Técnicamente se ha descrito como una expectativa que produce tres efectos: a) déficit motivacional para emitir nuevas respuestas, b) déficit cognitivo para aprender que las respuestas controlan los resultados y c) reacciones afectivas de miedo y depresión. El sujeto —nuestra Luci— aprendió a creer que estaba indefensa, que no tenía ningún control sobre la situación en la que se encontraba y que cualquier cosa que hiciera sería inútil. Como consecuencia permanecía pasiva frente a una situación desagradable o dañina, incluso cuando disponía de la posibilidad real de cambiar esas circunstancias. El fenómeno se ha denominado de distintas maneras a lo largo del tiempo: desesperanza, indefensión e incluso pereza aprendida, arrojando esta última una sombra de culpa sobre la víctima. Hoy el término indefensión está en boca de todo el mundo relacionado con las consecuencias más duras de la crisis económica: desempleo, desahucios y pobreza. También con los efectos de las políticas adoptadas por los gobiernos para hacer frente a la crisis caracterizados por sucesivos recortes de sueldo, de prestaciones y de derechos que recaen sobre los ciudadanos que nada han tenido que ver con sus causas, y que no entienden lo que ocurre. En estos tiempos la palabra acude una y otra vez a nuestra mente cuando contemplamos a esos ciudadanos probando conductas que ya no tienen el menor efecto sobre la realidad, como buscar trabajo o protestar por su pérdida. También cuando sucumben ante la perplejidad o la desesperación y se les exhorta a ser optimistas y emprendedores culpándoseles de su desánimo, de su falta de iniciativa y hasta de su pereza. Cosas de la política. Es cierto que los medios de comunicación suelen emplear la palabra indefensión en el sentido estricto de estar indefenso ante una determinada situación o en el sentido jurídico de haber sido desposeído del legítimo derecho a la defensa, pero no podemos evitar pensar también en los significados psicológicos del término. Ahora sabemos que la indefensión puede ir más allá del hecho concreto de una situación, que se puede aprender y se puede reproducir. Se puede aprender a perder, a no tener esperanza, a no ver soluciones donde existen potencialmente. Esto explica, al menos en parte, situaciones tan graves como las que experimentan las mujeres que son víctimas de violencia de género sistemática; por qué es tan difícil revertir la pobreza cuando se vuelve crónica —aun cuando las condiciones económicas hayan cambiado—, o por qué muchas personas sin hogar (homeless) se resisten a reintegrase socialmente. No es que estén bien como están, es que han perdido la esperanza y tienen miedo de volver a sufrir. Se avecina un panorama muy sombrío sobre las consecuencias de esta crisis si se prolonga demasiado en el tiempo. La resiliencia Afortunadamente los seres humanos podemos aprender otras cosas que a sentirnos indefensos; también aprendemos a tener esperanza, a confiar en nosotros mismos y en los demás, a ser optimistas y a desarrollar respuestas creativas incluso en las condiciones más adversas. Esta capacidad de protegernos y adaptarnos creativamente a un medio hostil se ha relacionado con un concepto de difícil adaptación al castellano denominado resiliencia. La resiliencia ha sido definida de muchas maneras. Desde el aforismo de Nietzsche: “Lo que no me mata me hace más fuerte”, hasta la definición de Luthar, uno de los promotores de la teoría, de “un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad”. En definitiva un mal comienzo o una mala racha no tienen por qué tener un mal final. Trabajando en un programa de salud con ancianas judías, Aaron Antonovski comprobó que un grupo de ellas, que había conseguido sobrevivir a los campos de concentración nazis, disfrutaban de un estado de salud mental extraordinario. Buscando una explicación a por qué algunas personas son capaces de salir indemnes e incluso reforzadas de situaciones muy desfavorables, desarrolló un modelo que denominó “salutogénesis” y que relacionó con determinadas características de los individuos para recuperarse, para crecer saludablemente y para resistir las condiciones hostiles. Antonovski estudió, por una parte, lo relativo a la fortaleza de los individuos, ya que no todos tenemos la misma capacidad de resistencia ante determinadas condiciones ambientales y, por otra, el significado que cada individuo atribuye a la situación estresante a la que se enfrenta, ya que cuando los humanos vivimos etapas difíciles importa mucho el modo en que las interpretamos y el sentido que damos a nuestra conducta para resolverlas, rendirnos o adaptarnos a ellas. Agrupó esas características en dos tipos: la capacidad de resistencia y el sentido de coherencia. La capacidad de resistencia la relacionó con recursos biológicos, materiales y psicosociales, y la coherencia la basó en tres factores: 1) comprender lo que ocurre, 2) manejarse con lo que acontece y 3) dar un sentido a lo que se hace. Incluso entre los animales siempre se encuentra un grupo de individuos más resistentes a la indefensión aprendida. El mismo Seligman describió un subconjunto de perros en sus experimentos que, a pesar de recibir descargas eléctricas indiscriminadas, supieron sobreponerse y no caer en el abatimiento. En el caso de los animales habría que buscar la explicación en la primera parte de la fórmula: la capacidad de resistencia, que en ellos está muy influida genéticamente, pero entre nosotros es la segunda la que cobra un valor diferencial. En nuestro caso la seguridad del instinto es sustituida por la búsqueda de sentido. ¿Podemos abordar el sentido de la vida desde un punto de vista psicológico además de filosófico o religioso? Y en caso afirmativo, ¿cuáles serían los elementos que determinarían la búsqueda del sentido y el desarrollo de una actitud positiva ante las adversidades en los seres humanos? Según Bowlby, los seres humanos necesitamos desarrollar, sobre todo en la infancia, lo que él llamó un apego seguro, algo que se consigue básicamente contando con alguien que confíe en nosotros, que nos quiera incondicionalmente y que partiendo de esa seguridad nos aliente a explorar e investigar por nuestra cuenta. Es muy importante desarrollarse en un ambiente seguro y afectuoso, pero no basta, también es necesario aprender a explorar. Tienen que animarnos a investigar, o al menos no desalentarnos por miedo a los riesgos, de lo contrario podremos llegar a ser ciudadanos adaptados, previsibles, que sigamos los procedimientos correctos, pero no muy interesados por hacer las cosas de la mejor manera posible aunque desafíen las convenciones, ni preparados para encontrar alternativas donde aparentemente no las hay. Cuando se ha adquirido ese aprendizaje se pueden resistir con más probabilidad de éxito las dificultades de la vida y las situaciones de alto riesgo, porque la confianza en uno mismo y la esperanza también se aprenden y se trasmiten. En cierto modo la confianza y la seguridad en nosotros mismos está ahí porque alguien previamente las depositó. Pero, ¿qué ocurre si no adquirimos esa seguridad y confianza de pequeños? ¿Estamos condenados a la indefensión? No necesariamente; como adultos el proceso que seguimos para adquirirlas es básicamente el mismo que de niños, aunque requiere de unas condiciones especiales. Todos los procesos terapéuticos, reeducativos o resocializadores, orientados profesionalmente o apoyados por nuestro entorno personal, tienen en común la necesidad de disponer de un vínculo que ofrezca la confianza suficiente para atrevernos a experimentar nuevas alternativas vitales. Un suelo desde el que ponernos en pie, mirar a nuestro alrededor y probar sin sentirnos paralizados por miedos internos o por temor a la censura social. Afortunadamente nuestro destino no se forja en los primeros cinco años de vida, como han sugerido algunas teorías psicológicas y han creído muchos padres incautos. Los hombres y las mujeres contamos con toda nuestra vida para realizarnos si disponemos de las condiciones mínimas, que dependen enormemente del modelo social en que nos desarrollamos. Condiciones sociales de la resiliencia La adquisición de un conjunto de habilidades con las que hacer frente a las adversidades y con las que resistir las situaciones estresantes forman parte de nuestro aprendizaje social; por eso resulta tan relevante el sistema en el que nos socializamos. No todos los modelos sociales influyen de igual modo en la resiliencia; unos la favorecen y otros la dificultan. Hay modelos cooperativos y modelos competitivos; los hay que interpretan las diferencias como elementos enriquecedores de una igualdad básica y los hay que hacen de la diferencia la legitimación de la desigualdad. La sociedad capitalista en la que nos hemos socializado ha creado una cultura que concede demasiada importancia a la competitividad. La cultura capitalista cree que la competitividad es el motor del desarrollo económico, de la historia y hasta de las relaciones humanas. Es más, la presenta como la ley natural que gobierna todos los órdenes de la vida, proyectando la imagen de una lucha por la supervivencia que se parece demasiado a los antiguos reportajes sobre naturaleza donde el pez grande siempre se come al chico y el león a la inocente gacela. La competitividad a ultranza deja poco espacio para la colaboración y las segundas oportunidades, sencillamente porque, según su lógica, las cosas no funcionan así. Pero esa visión no deja de ser parcial, una interpretación ideológica del funcionamiento de la naturaleza y de la sociedad, ya que científicamente existen los mismos argumentos —si no más— sobre la importancia de la cooperación en la evolución biológica, psicológica, económica y social. También podríamos proyectar reportajes basados en la colaboración entre elefantes, que son unos animales muy inteligentes, en los tiburones y las rémoras o en los insectos que intervienen en la polinización de las plantas. Cada vez disponemos de más modelos científicos basados en relaciones mutualistas productivas, en interdependencias, en equilibrios ecológicos y progresos cooperativos en los campos no sólo de las ciencias sociales sino también en los de la biología, la genética, la economía, la evolución, las ciencias cognitivas, el aprendizaje, la computación, etc. Hasta en el mundo de la moderna empresa se habla de cooperación, de considerar a los clientes y a los proveedores como aliados y colaboradores, y a los competidores como actores necesarios y no como enemigos a batir, sin que por ello deje de ofrecer beneficios. No estamos obligados a aceptar interpretaciones de la sociedad como una jungla en la que sólo sobreviven los más fuertes, como el escenario de una competición con pocos campeones y muchos fracasados, o como un laboratorio dirigido por científicos sádicos o por fuerzas oscuras. De hecho, cuando la mayoría piensa así, solo se benefician unos pocos frente a esa mayoría. Nada nos impide impulsar un modelo educativo que, basado en el principio de la cooperación y la solidaridad, ofrezca segundas oportunidades a quienes no han tenido suerte durante los primeros años de vida o en algún tramo de la misma. Una sociedad más basada en la colaboración que en la competición, sin que por ello deje de ser eficiente y productiva. Según Cirulnyk, otro defensor de la resiliencia y víctima también cuando niño del nazismo, todo lo que hace falta para no descartar a los vencidos es que alguien confíe en ellos incondicionalmente, valore su trabajo y los anime a buscar. Ese es el motor de la confianza que da sentido a la vida y sirve de base para la exploración. Pero no se trata sólo de autoestima y confianza en uno mismo, todo proceso de socialización o de resocialización implica adquirir confianza en los demás. El reconocimiento del otro es básico para el desarrollo comunitario pero también para una adecuada integración personal. Quizá la cuestión va más allá de confrontaciones ideológicas, quizá el profesor Carlos Duarte tiene razón cuando afirma que estamos asistiendo a un cambio de paradigma cuyo eje se estaría desplazando desde la competición a la cooperación (El Huffington Post del 6/7/2012). La cooperación como núcleo de un paradigma emergente basado en la solidaridad y la empatía social, aspectos de los cuales nuestra sociedad —no el Estado— ha dado muestras más que suficientes a pesar de la crisis, de las restricciones económicas y los desaciertos políticos. La cooperación como una poderosa fuerza creativa capaz de inspirar nuevos modelos de desarrollo y de convivencia. Modelos en los que no sobra nadie; en todo caso, las actitudes agresivamente competitivas y excluyentes. Un modelo, en definitiva, que sea cosa de todos. ** Alfonso Ramírez de Arellano http://www.letralia.com/firmas/ramirezdearellanoalfonso.htm Psicólogo español, especialista en psicología clínica y psicoterapia de familia. Ha trabajado como actor y director de teatro. Actualmente desempeña sus funciones en el ámbito de las drogodependencias, en el que ha recibido el premio Reina Sofía 1989 y Mención de Honor 2008. Además recibió el premio al mejor artículo de 1996 de la revista europea Ítaca por su trabajo “Drogodrama y dramadependencia” y fue finalista del premio periodístico Enrique Ferrán. Compagina la publicación de relatos en revistas literarias con artículos de divulgación científica en prensa diaria. Es autor de los libros Actuar localmente en (drogo)dependencias (GID), Problemas emergentes en jóvenes y adolescentes (CSZ) y Manual de supervivencia del empleado público o cómo defenderse del político de turno (Almuzara), así como de diversos capítulos y colaboraciones en libros y manuales. Colabora habitualmente con los medios del Grupo Joly (Diario de Sevilla, http://www.diariodesevilla.es). También ha publicado relatos y artículos en las revistas El Ciervo (http://www.elciervo.es), Cuadernos para el Diálogo y El Siglo que Viene. ||||||||||||||||||||||||||||||| LETRAS |||||||||||||||||||||||||||||| *** Poemas Merlyn Skarlet Boguier *** El último beso Marina Verónica Garritano *** Tres poemas Alejandra Menco *** La serpiente se come su cola Miguel Alejandro Hernández Rocha *** Poemas Katherine Geraldine Medina Rondón *** Zombies, nada más Felipe Escovar *** Poemas Miguel Alejandro Carpio Mirones *** Dos relatos Milka García *** Poemas Gustavo Rubén Giorgi *** Dos cuentos Ariel Carlos Delgado *** Poemas Simón Fernando Herrera Herrera *** Tres relatos Maya Szir === Poemas Merlyn Skarlet Boguier ==================================== Pasaste como un temblor derrumbando muros sutilmente con cada cambio de máscara que exhibías mientras disparábamos a la multitud Recuerda nuestras charlas etílicas cuando decías que en tu vida pasada fuiste hombre y morías de risa al llamarte MARINERO Allá donde te has ido huyendo de ti misma aún recuerdas las noches dedicadas al placer de romper testículos Cada marca una historia el beso ilícito la mirada despeinada === *** Viaje post mortem Hay una nube en el cielo que espera por quien se ha ido un asiento en primera fila deseoso de ser ocupado La función debe continuar El infierno humano La eterna ilusión bajo la mirada del difunto amado Capítulos del sueño llamado vida el espiral de lo que fuimos acelera en cada vuelta hasta ser el cordón umbilical que ciñe el retorno al útero La cueva de la luz el eslabón mayor de la conciencia tan fuerte como un rayo que nos ciega al nacer en blanco === Ese monstruo que me habita y cuando sale no le reconozco ha apagado las luces de la torre apenas una llama tenue titila en el fondo No me veas donde no estoy la respuesta es el silencio sólo queda el flagelo al soltar las cadenas de esa que contengo Ese huracán que arrasa con todo también soy aunque me niegue sin mirarme sin ver más allá que mi engañosa imagen frente al espejo. === *** La luz del hastío Agotamos la historia hasta el repudio Llegará el día en el que ya no podamos ver nuestros rostros Agotamos las horas hasta el duelo Lloverá como esta noche en la que cada gota es un instante de luz. === Para qué retroceder si hace tiempo me salí del cauce lo mismo desembocar en el mar o la nada sé que el sol brilla frente a nuestras caras atrás quedan cadáveres de lo que fuimos quizás volver la mirada de vez en cuando asomarnos por esa hendidura de la nostalgia sólo para suprimir la bestia saber que somos antorchas nacidas de una chispa aunque llueva en la luz ausente llena de lluvia hasta las venas. === Volveré a sentarme en el rincón que más me plazca sin advertir amigos o enemigos diciéndolo todo en silencio incurriendo en el delito de pasear por las nubes moverme entre la oruga y el pájaro persiguiendo la belleza de la inmundicia. === El escalofrío del corazón El vértigo del vientre ese abismo advierte la herida he perdido toda lucidez no preciso datos para el olvido tampoco diviso límites el pudor no es amigo del deseo se ha prolongado la noche se ha hecho lento el adiós ambos masoquistas del mismo vicio hemos de extender el placer de la agonía hemos de escribir tanto en nuestra piel como para borrarnos. === Luna lámpara de leche limpia espejo nocturno de rostros ausentes cuenco de luz tapara cósmica del tiempo mujer de miel marina néctar de la noche antigua Apaga el llanto de los ojos ancestrales que te han mirado por tantos siglos de sangre Regrésanos al profundo pozo del origen. ** Merlyn Skarlet Boguier http://www.letralia.com/firmas/boguiermerlynskarlet.htm Escritora venezolana (Maracay). === El último beso Marina Verónica Garritano ========================= Con ese último beso pensé que me iba a decir de irnos a la cama juntos. A ver, no hay mucha más vuelta que esa, somos adultos y algunas consecuencias siguen a sus causas como cosa ineludible. Pero lo que pasó fue aun más extraño. Resulta que “nos conocimos” en un bar que está muy cerca de mi casa. Ella se apareció toda rubia, toda alta, toda vestida como una puta y los tipos del bar la miraron de arriba abajo. Me puse en personaje y me dije “esta es la mía” y arranqué. Ella, estratégicamente, se sentó en la barra, lejos de donde yo estaba, pero de vez en cuando me mandaba sonrisitas y miradas sugerentes. No me achiqué y despacito le devolví el interés. Estaba linda: tenía puesta una pollera negra muy corta y un top verde manzana que desentonaba un poco con su piel extremadamente morena. Los rulos se los había dejado sueltos, y caían rápidos sobre su espalda. Todos le miraban las tetas y el sudor que le calentaba las mejillas y la dejaba así, medio salvaje, medio vulgar y a la vez inalcanzable. De pronto noté que mis manos también sudaban y que estaban muy frías. No podía ser miedo, pensé. Hasta que entendí que sí, que estaba nervioso, que no sabía cómo acercarme a esa mujer tan... desconocida. Un tipo medio gordo que tomaba en una mesa del fondo se levantó en dirección a la barra y le pasó muy cerca. Con su dedo meñique —el de la mano que sostenía un vaso de vino— le tocó apenas los rulos y susurró muy despacito me gustaría ser pedo, para hacer tronar esas nalgas. Ella se rió y ni se dio vuelta, como si el piropo se lo hubiera dicho un ángel desde lo etéreo. Yo seguí su risa en detalle y miré al tipo que volvía a su silla con cierto aire victorioso. Ella paró de reírse y recibió un vaso de agua que ahora le alcanzaba el barman. Vi que sacaba el pedazo de limón incrustado en el vidrio y lo dejaba sobre la barra. Todos sus movimientos eran un poquito bestiales: el limón sobre la madera, mojando la barra, sin la delicadeza bien femenina de buscar una servilleta para evitar el enchastre. Tomaba con cierto desenfreno, con los dientes clavados al vidrio. Después, sólo por unos segundos, quedarían sobre sus mejillas las marcas apuradas del vaso. Pero su piel enseguida retornaría a la normalidad del calor pesado de la noche, cuando era más suave y propensa a ese rosita leve que le resaltaba los ojos oscuros. Se prendió un cigarrillo y largó el humo de un tirón como si estuviera indignada. Ahí me di cuenta de que ella también estaba nerviosa. Y como no hay nada mejor para curarse de cualquier cosa que ver la peste de uno epidémica en el otro, me levanté de la silla y me le acerqué. Hola, soy Claudio, le dije. Ella me miró con un poco de desilusión y respondió qué tal. La invité a mi mesa y aceptó. Algo torpe se bajó del banco de la barra, dejando que su pollera se levantara un poco y mostrara parte de su cola. Es innecesario decir por dónde andaban las pupilas de los hombres del bar. Se hacía la callada y me miraba intensamente. Le pregunté a qué se dedicaba y si vivía por ahí cerca. Me dijo que era maestra jardinera y que no, que no era del barrio. Cuando me preguntó qué hacía yo, le mentí, claro, y le dije que era músico. Cuando quiso saber qué instrumento tocaba tardé un segundo de más en responder, pero ella actuó con naturalidad. El saxo, toco el saxo. Sonrió y pareció volverse más despierta. Empezó a hacer muchas preguntas, dónde tocaba, si tenía un grupo de música, si había sacado algún álbum, qué estilo me gustaba más. La música llenó la charla mientras del otro lado, en ese otro mundo del bar donde las fieras se relamían y esperaban en cualquier momento el papelón (porque ¿cómo podía un tipo como yo levantarse a semejante diosa?), el calor se hacía inaguantable y las horas pasaban a su manera, empastadas en ese verano decadente. Le pedí un martini pero ella me frenó, no, no, no tomo alcohol. El mozo se fue a buscar, entonces, mi segundo vaso de fernet y volvió casi al instante. Yo sentí que desde ella fluía una fuerza gravitacional más grande que cualquier otra conocida o por conocer. ¿Por qué no tomás alcohol?, le pregunté. Es una larga historia, no creo que quieras escucharla. Pero yo sí quería escucharla. Para eso estábamos ahí después de todo, para escuchar historias. No sé de dónde sacó la imaginación pero me contó que a sus diez años su padrastro había comenzado a darle de tomar cerveza bajo el pretexto de ir generándole una cultura alcohólica. “Porque no quiero que después vuelvas borracha de los boliches, cuando sea la hora de que eso ocurra”, dijo que decía. El vicio le quedó de por vida hasta que se propuso dejarlo. Yo me pregunté si todo no era demasiado armado. El estereotipo de cualquier bar de película. Ella entendió lo que estaba pensando y siguió fumando su pucho, largando el humo con la indignación que creí haber adivinado antes. ¿Y vos? ¿Vos sos de los que tuvo una infancia fenomenal?, me dijo algo cabreada. Le dije que no, que mi familia había muerto toda en un accidente de autos y que había tenido que vivir hasta mis dieciocho años con una tía imposible que me hacía hacer la cama a las 5 de la mañana y me obligaba a limpiar la pileta a las 12 del mediodía. Imaginé que de algún lado, si era músico, tenía que sacar la inspiración. Serían alrededor de las once de la noche y el bar, de a poquito, recibía a su gente. La mayoría eran hombres, y todos sin excepción se quedaban mirándola a ella. En realidad, supe que lo que hacían era observarnos a los dos, esa cosa rara de ver a un pelotudo como yo con una mujer tan hermosa. Imaginarán que cada vez que sentía los ojos del resto sobre nosotros se me inflaba el pecho y me hacía el ganador, cosa que ella mucho no apreciaba. Seguimos hablando de nuestras vidas hasta que mencionó a no sé qué escritor que yo obviamente no conocía. ¿No estás de acuerdo?, me preguntó respecto a una frase de ese mismo tipo que citó mientras yo terminaba el fernet. Le dije que sí y evité adentrarme en algo que mucho no me interesaba. Ella pareció estar disconforme y miró hacia otro lado. Me alarmé un poco, porque no podía dejar, bajo ningún punto de vista, que su fuerza gravitacional se enfocara hacia el mundo de las fieras. Entonces hice lo que toda mujer espera que un hombre haga en algún momento. Primero largué una pregunta “trascendental” para demostrarle que ese personaje que había confeccionado podía no ser un erudito, pero no era ningún boludo. Luego, cuando esto le dio un poco más de ánimo, hice eso que esperan las mujeres, le toqué, con inglesa prudencia, la mano. Le di cierto calor, como si en ese pequeño gesto le explicara que la iba a cuidar toda la vida, y ella entró de tiro, porque enseguida se abstrajo de lo que pasaba más allá de nosotros. Lo noté en su forma de mirarme, en la manera en la que se reacomodó en la silla y en el apresurado gesto de apagar el cigarrillo. Una hora más tarde seguía hablando. Yo estaba con un poco de sueño, pero no había perdido el interés del todo. Las fieras seguían mironas y sorprendidas. Desde su mundo, el nuestro era maravilloso, inaccesible, una pequeña fábula contada en un bar de barrio. Mientras ella hablaba empecé a preguntarme para qué hacía todo eso. De repente sonrió y yo sonreí sin saber por qué, luego comenzó a reír y yo hice lo mismo. Activé enseguida la parte B del plan y le toqué la mejilla, que ya no estaba sudorosa. Ella me miró fijo a los ojos y se me acercó. No lo dudé y la besé. Ella se dejó y rápidamente me devolvió un beso fuerte. Es decir, me metió la lengua hasta el alma y yo loco de contento. Desde el mundillo de las fieras se sentía un calor reprimido, metido dentro de un gran recipiente de celos y calentura. Estuvimos mucho tiempo besándonos hasta que de la nada se alejó, miró alrededor y me dijo no, Claudio, esto es cualquiera. Fue como si me arrancara la piel ahí adelante de todos. Este juego es una mierda, me voy a casa, siguió. Yo quedé con la boca abierta y pedí una explicación. Ella se limitó a decir que no era buen actor. Después desapareció. Y yo me había ilusionado con que íbamos a irnos a la cama juntos, con que íbamos a besarnos y a tocarnos como cuando éramos jóvenes y no había necesidad de inventar juegos porque todo era un juego. Las fieras me miraron triunfales. Y ese fue su último beso, porque después ya no hubo bares, ni historias, ni terapias. Ya después me quedé solo, como un planeta que se sale de la órbita y ya no hay nada que lo sostenga, que lo tire hacia su centro. ** Marina Verónica Garritano http://www.letralia.com/firmas/garritanomarinaveronica.htm Escritora argentina (La Plata, 1986). Escribe en inglés, francés y español. Ha publicado los libros de cuentos A Merlina y De escritores y miserias. Ha trabajado para revistas y sitios en Internet tanto en inglés como en español. Mantiene dos páginas personales en http://burana.yolasite.com y http://ficcionreal.webs.com. === Tres poemas Alejandra Menco ====================================== 1. In memorian mimi Sobre tu cuerpo mudo yace el silencio de un rostro de agua, hecho lluvia para ti. La agonía de unos ojos pulveriza las manos extraviadas en ausencia, y un rostro pálido navegando el sueño se aferra al rocío que reviste su cuerpo. Alas de eternidad cubren el vuelo en el silencio y un viento parco erizando los ojos enhebra la presencia hecha pájaro. Vuelas al tiempo como a mi ventana, a lo lejos se escucha aún palpitante el último canto del alba. 2. Asistes a mi noche cáliz vacío, llegas hecho verbo: carne que adivino en desaforadas horas, soplo de fuego revelado con tempestuosa bravía, palabra encendida en el desierto arremetiendo fuertemente contra las paredes del vértigo. Un murmullo en la cama anticipa tu nombre, eco inaugural llaga brutal del deseo y el cuerpo evocado bebiendo mis ansias. Hablo del encuentro en la noche, tu palabra incendiando mi boca y la eternidad sucediendo. 3. Pero la herida no, la herida nos precede, no inventamos la herida Chantal Maillard Todos los días son una gran noche bordando el tejido de mi piel, noctámbulo abierto al desespero. Siempre tener que beber la sangre la espera, y caer rendida ante el tiempo, contemplando la propia llaga sollozando al silencio por una señal que nunca llega. Madeja de huesos y carne siguen girando, tan poco cuerpo en la rueda de hilar de una anciana de la pequeña niña hilvanando mis pasos. ¿Cuántos días más perdida en la certidumbre de hallar un hilo quebrado en la madeja? incapaz de ser mío a esta hora, para hacer la vida de veinte años. De este cuerpo cubierto de polvo, sólo hay hilazas olvidadas en el suelo, y una mujer encerrada en la casa oscura absorbiéndome. Una araña teje insistentemente lo desgarrado cada noche, sólo habrá un segundo de abandono, para roer el hilo de los días. ** Alejandra Menco http://www.letralia.com/firmas/mencoalejandra.htm Escritor colombiana (Bogotá, 1993). Es estudiante de licenciatura en educación básica con énfasis en humanidades y lengua castellana en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (http://www.udistrital.edu.co). === La serpiente se come su cola Miguel Alejandro Hernández Rocha ==== Cada noche es una emoción distinta, un atropello o un asesinato, pero he olvidado el último día en que no morí, para comenzar mi larga vida que termina con la transformación de los tonos azulinos que nos cubren. Dejé de respirar. No he podido terminar nada desde hace años, décadas tal vez; el acto de leer un libro se torna una apoteosis entre la página veintitrés y la veinticuatro. Aunque esta sea mi maldición, no me considero una persona diferente a las demás, pues mi muerte no es muy diferente a un sueño. Todos mis recuerdos son inventados, pues podría jurar que ayer fue la última vez que olí el suave destello del pastel que preparaba mi madre, pero ella murió hace siglos y no puedo recordar el día de ayer. El hecho de morir cada noche me otorga la inmortalidad, no importa cuántas veces sufra paros cardiacos a las seis veinticuatro de la tarde, no importa el número de ocasiones en que mi cerebro esté pintado en la pared o mi sangre baile con el cianuro, todos los días a la hora exacta en que el rayo de sol toca las ramas y genere los colores, amanezco con una cobija en el suelo y un dolor de dientes. Mi corazón se detuvo. Me he quedado confinado a mi país, mi ciudad, incluso mi casa, las horas pasan y yo me pregunto por qué la gente invierte tanto tiempo en vivir momentos, pues siempre nos destruyen las horas que le preceden y las que anteceden, generan la sana ilusión de la felicidad, puesto que yo sé, al igual que el mundo, las horas que pasarán terminarán en un enfisema pulmonar. El grito de la gente resuena en los oídos de sus hijos, nadie se pregunta el transcurso que tiene que recorrer la luz para que nosotros veamos, para que tengamos colores, nadie se preocupa por la luz, está ocupada viviendo en la, los carros suenan siempre, las toallas no están en su lugar, y la gente dedica su vida a generar recuerdos para que puedan tener un entretenimiento antes de la muerte, los últimos días que anteceden a su sueño, oscuridad. Me cayó un rayo. Quisiera irme a una zanja y que salieran plantas de mi piel, que de mis manos brotaran unas lindas azucenas, un jazmín en mi pecho, mis piernas podrían ser unos poderosos robles, y de esa forma podría agonizar en el olvido, escuchando siempre el giro del viento. Me atropellaron. Mi día empieza por el desayuno, hay veces que desayuno madera porque tiene una cantidad buena de fibra y si cada día será la última mierda que voy a cagar prefiero que pase flojita y cooperando. Hay días nublados en que doy un paseo y muero antes de la noche; al principio morir me entristecía, de hecho mi primera muerte la dramaticé de tal manera que sería excelente ponerla en una obra romántica; me atropellaron y me arrastré de tal manera que escribí el nombre de la mujer que amaba en aquel tiempo con mi sangre y puse una interpretación de Callas como último sonido por parte de este mundo, pero al siguiente día me di cuenta de que mi muerte fue un sueño o tal vez mi vida lo era y mi muerte es mi realidad. Me asesinaron. Creo que fue Virginia la que dijo que la gente muere para que las demás personas apreciaran su vida, pero estoy seguro de que si el mundo me conociera odiaría su vida y hasta la de sus hijos, odiaría al español, al catorce de julio, a la noche estrellada y a la gloriosa luna. Al principio consideré que sería una maldición absoluta y hermosa, podré escuchar el llanto de las langostas, comprender la divina estructura de la cápsula celeste. No puedo afirmar que he conocido toda la historia del mundo, con mi muerte también se van mis memorias, los recuerdos son la ilusión de identidad más grande que he conocido. Olvidé. He muerto tantas veces, al menos eso creo, que tuve que conversar con Dios para ver cuál es el error en mi estructura espiritual, no me dijo mucho, sólo que haría lo posible para arreglar mi problema y que disfrutara del vasto mundo que tenía para mí, que no me rindiera a Sodoma y que votara por él para las próximas elecciones. Amé con intensidad. Y creo que fue un dos de noviembre, tal vez el cinco, pero diré que fue el treinta de julio cuando me encontré con la mujer más hermosa que se puedan imaginar. Conversé tanto con ella, y supe que por ese día me amó, no de la manera en que se ama a un novio o a un hermano, me amó de la manera en que me llamo, y deseé estar con ella en su sueño. Al día siguiente ella estaba muerta, hay ocasiones en que transcurre mucho tiempo y no me puedo dar cuenta a menos que vea a la gente envejecer, murió de senilidad y me perdí toda su vida por morir cada noche. Comprendí el horror de la belleza al igual y tuve la certeza de que esa noche sería mi última noche y lloré de pura paz. Despierto. Cada noche es una emoción distinta, un atropello o un asesinato, pero he olvidado el último día en que no morí, para comenzar mi larga vida que termina con la transformación de los tonos azulinos que nos cubren. ** Miguel Alejandro Hernández Rocha http://www.letralia.com/firmas/hernandezrochamiguelalejandro.htm Escritor mexicano (1994). Estudia psicología en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC, http://www.uabc.mx). === Poemas Katherine Geraldine Medina Rondón ========================= *** Tú te enredas Yo me enredo Tú te enredas Él se enreda Nosotros nos enredamos Pero enredar no es un verbo que me guste Prefiero conjugar vivir-amar-soñar, Pero cuando nos enredamos Termino sintiendo los verbos anteriores Y ¡zaz! De pronto es muy tarde para desenredarnos Y los meses se vuelven años Y las fotos avejentadas por las mudanzas y el polvo Me hacen lucir como Madame Matisse Y el sastre a lo Coco Chanel Que compré con mi primer sueldo Se ve apolillado en el ropero Pero tú embustero / infame No reposas ni un escribo Te sigues enredando Creces y creces Como los girasoles en las casas abandonadas. Me escondo en la refrigeradora, en el baño, en el ropero Pero mi aroma a café pasado me delata Entonces me encuentras y te sigues enredando Como estría en mis caderas, Me escondo de nuevo pero eres desleal y te vas Ya nadie me busca y me pierdo Doy saltitos Canto un bolero Estoy felizmente perdida Pero tú te habías enredado y de nuevo ¡zaz! Vuelves y me encuentras Y te sigues enredando Y te enredas Y te enredas... *** Vocecita Y si tal vez esa vocecita que me hacía brincar reír sollozar se cansó de mi sordera temporal y se fue corriendo tras una mejor persona que habitar o se quedó en algún peldaño de las 37 gradas que conducen a mi pequeño refugio, y si tal vez se suicidó de pena y algún día una lágrima la encontrara colgada de una pestaña ¿Qué sería de mí? ¿Qué me quedaría? quizá vender mi sonrisa por una rupia a algún fulano de tal y vagar con la esperanza de encontrar en el mercado de pulgas una tímida y económica vocecita que me diga tal vez en vez de no y permiso en vez de hola. *** Te espero A J. R. R. Te espero aspirando muerte en cajetillas de a 10 en la hora incierta siempre antes de las 12 un puntito verde anuncia tu llegada hola, ¿qué tal? / a miles de kilómetros los gallos protervos cantan y sus ecos son acribillados cuando empiezo a teclear tric-tric-tric agradeciendo ninguna suerte. La música se extiende y una voz se quiebra: “I heard somebody whisper, please adore me and when I looked, the moon had turned to gold”. Las menudencias de tu afecto crecen en silencio tan lejos donde empiezan los sueños y yo en Webolandia empecinada en des-nacer mordiéndome la lengua que no te habla. *** To know him is to love him Tres manzanas, tres te quieros cuatro despedidas y un hasta pronto ¿Cuánto cabe en un segundo? Una aguja atravesando mi piel otra aguja roma y oxidada ¿Y cuántos besos? ¿Cuánto buscaré tu apego? ¿Cuán perdurable será tu abrazo? Una esperanza, así, en singular doce huidizas alegrías un arroyo de prudencias un poema doliente y con apetencia. Cuarenta y dos canciones To know him is to love him ¿Y algún día caminaremos juntos de la mano? Versos extranjeros y una flor carmesí ¿Cuándo se me marchó tu sonrisa? Sé que me aguarda una duda en el filo de mi ventana... *** Pink Moon Pink, pink, pink moon el verano del 2009 aporreando mi cerebro a las 3 am la imagen mental de testículos vacios llenando mi útero por seis semanas, la sangre corriendo por mis piernas como si escapara de un cuerpo podrido y las toneladas de hierba con las que se empaña la memoria. Por un segundo me figuro como Van Gogh en una institución mental dibujando la indefinida figura de mi lobo estepario porque hoy no existe placer de varón ni de mujer que me satisfaga más que una copa de whisky besándome los labios y vomitar la culpa en un recital de poesía de algún bar y gritarle a los espectadores, maniquíes y fantasmas que soy un títere en este paraíso de espectros. ** Katherine Geraldine Medina Rondón http://www.letralia.com/firmas/medinarondonkatherinegeraldine.htm Escritora peruana (Arequipa, 1994). Tiene estudios inconclusos de artes plásticas en la Escuela Superior Carlos Baca Flor (http://www.facebook.com/bellasartesarequipa). Actualmente estudia literatura y lingüística en la Universidad Nacional de San Agustín (http://www.unsa.edu.pe). Ha publicado Murmullos y volantes (2012). Obtuvo el tercer puesto en el género poesía en el concurso Jorge Eduardo Eielson (2012) y colaborado en diversas revistas tales como Pléyade, Castillos en Aire, Apostasía, Destiempos Modernos, La Ira de Morfeo y Delirium Tremens. === Zombies, nada más Felipe Escovar ================================= A los poetas mapuches Los significados de las palabras encerradas entre los signos de interrogación se resbalaron de su memoria como los sapos que huyen de las manos de los zombies de Curepto en la noche invernal. Algunos rompen la tenue película de escarcha en la que se transforman los lagos que versificó Jorge Teillier: quiebran el piso, convirtiéndose en muertos conservados por el frío. El cadáver del poeta es el líder de ese levantamiento de muertos ocurrido con la segunda venida de Cristo: “Levántense y anden”, dice el mesías. Y todos salen de sus sarcófagos a buscar sesos frescos, preferiblemente de niños. Después de su arenga, el Cordero de Dios desaparece de la historia; no es necesario explicarlo todo: simplemente se levantan los muertos y, entre ellos, Jorge Teillier que lo primero que hace es ir a un bar a pedir un trago de licor y, después de que se lo sirve el barman, le muerde la cabeza. Teillier con la boca roja de sangre de barman. Roja escarlata porque la sangre de los barman es más oscura que la de cualquier humano. Al otro lado de la ventana los árboles se levantaban como muertos que naufragan en invierno. “Cadáveres de invierno”. Así puede llamarse mi película. Es mucho mejor que “Bajo el cielo nacido tras la lluvia”, le quita ese tufillo de literato cinéfilo que intenta lucirse. Y él quiere lucirse pero que nadie se dé cuenta de su deseo, a veces ni él se da cuenta de ello. Si fuera poeta tendría unos versos que, como relámpagos, brillarían en la oscuridad para que después todo vuelva a ser oscuro. Para siempre. Sacó del bolsillo de su camisa el papel que le entregaron a la entrada del edificio y lo desdobló: la promoción de un consultorio psicológico que tenía las palabras depresión, soledad, desconcentración, desarraigo y un número telefónico, fulguraban con sus caracteres negros. Cuando se aprestó a escribir en el reverso, una mirada azul se fijó en él. Guardó el papel, volvió al examen. Nunca asistió a una sesión de psicoanálisis en los dos años que llevaba viviendo en Buenos Aires, un récord equiparable con el de no haber ido a un estadio de fútbol. “Psicoanalistas, putas y futbolistas”: Otro título para una historia que aún no escribió. Clavaba los volantes promocionales de atenciones psicoanalíticas y prostibularias en una placa de corcho justo arriba de su computadora, cuya pantalla encendida solía carecer de palabras como la hoja de respuestas del examen. ¿En qué momento terminé metido en esta mierda? ¡Mierda!, esa puede ser la primera expresión de “Cadáveres de invierno”, ¿o de “Psicoanalistas, putas y futbolistas”? ¡Cuántas ideas había enviado a convocatorias dentro y fuera de Chile! En ninguna de ellas se molestaron en notificarle la negativa a su solicitud de financiamiento para sus Films. ¿Films? ¿De dónde carajo se me pegó la costumbre de decirle film a una película?, trataba de sentir vergüenza por esa costumbre de repetir las palabras que decían sus profesores y que denunciaba cuando alguien de su edad las emitía en una conferencia. Ya llegará el momento para los zombies decapitados y tristes que deambulan por Curepto hasta perderse en el desierto mientras del cielo llueven sapos que escapan de sus manos muertas. Pero no puede ser Curepto si el zombie protagonista es Teillier. A él lo enterraron en Lautaro; es un nombre lindo pero no evoca tanta insipidez como Curepto. A él una novia lo dejó por un tipo de Lautaro que decía ser mapuche para obtener becas del ministerio de cultura. Atardeceres cureptanos: “Espérame en Curepto”, es mejor título que “Cadáveres de invierno” y “Bajo el cielo nacido tras la lluvia”. ¿Cuántos kilómetros hay entre Lautaro y Curepto? Puede ser una peregrinación de muertos; tienen que ir a su tierra prometida y el gran Jorge Teillier, su líder, vuelve a morir antes de llegar porque, borracho, se suicida. ¿Cómo se mata un muerto? Puede ser que se le olvide que no debe respirar para seguir muerto y suspira por alguna nostalgia del far west: “Añoro los grandes espacios-trigales de las llanuras”. Teillier disfrazado como Marlon Brando en “El rostro impenetrable”. El rostro impenetrable de un poeta. Odio a los poetas, son más burócratas que los burócratas de Chile, su mami se lo enseñó después de que ella fotografiara a unos cuantos. Desde ese momento ella decidió fotografiarlo a él mientras crecía y se le iba cayendo el pelo. Solía decirle a otros autodenominados directores que sus zombies eran más cercanos a Bergman que a esa mierda pseudo pulp de Tarantino. Se puede ser mediocre si demuestras tener todos los recursos para no serlo, le dijo un director muy viejo y comunista que filmó las marchas estudiantiles y obtuvo una beca Gughenheim. Jamás seré reconocido en este mundo sino en uno paralelo, en ese que el mismísimo Philip K. Dick intuyó y que muchos lo asimilan como artificio literario. Se hablaba así, dictándose cátedra mientras se aferraba a las argollas del tren o a las barras grasientas del autobús. Se consideraba de la estirpe de Dick aunque, desde que llegó a Buenos Aires, no hubiera escrito más de dos cuartillas de alguno de sus proyectos de guiones ni se deprimiera o sintiera que los perseguían salvo en las mañanas de resaca. “Phillip Little Dick”: un título digno para anotar antes de que se resbale de las manos. Podría ser un director con la celebridad póstuma de un gran escritor. El cineasta que dictará el canon del siglo XXI. ¿Canon? Otra palabra del orto de esta maestría que le gustaba mucho y, en susurros, se confesaba a sí mismo que le entusiasmaba más Pierce que Dick. ¿Orto? ¡Por qué orto si es mejor decir culo o cuneta! Volvió a sacar el papel del bolsillo de la camisa. Apenas saliera del examen llamaría a la red de psicoanalistas universitarios. Si lo hubiera hecho una semana antes tendría un documento que acreditara mi depresión. Lo atendería una mujer que usara calzas negras y cruzara la pierna tan riquita como la de mucha porteña que no lo mira ni para escupirlo. Licenciada, no me digas licenciada llámame Mariela, bueno Mariela mi problema es que entusiasmo a las minas pero después se asustan, pero eso es problema de ellas, no de vos. Seguro que es depresión lo que tengo y por eso me quedo dormido hasta las cuatro de la tarde. Una vez despierto se ponía boca abajo, frotaba su vientre contra el colchón, acordándose de las palabras que alguna novia le decía. Ah, esa época en que podía metérselo a alguien, lejana ya, eran el tiempo en que su mami le ayudaba a conocerlas en las reuniones de artistas santiaguinos. La psicoanalista sería entrevistada muchos años después, cuando alguien lea mis guiones y publique en “Artes y Letras” de El Mercurio un reportaje llamado “El secreto mejor guardado del cine chileno”. Mariela contará que, cuando me tenía el diván, escuchaba una cátedra que arrancaba con rechazos para Metz y culminaba con relatos de zombies poetas que caminan por el sur de Chile y no entendía cómo yo no me daba cuenta de mi excepcionalidad. Zombies con el cuerpo de su mami. Otra idea: un documental sobre la vida de un cineasta que nunca hace cine, sólo esbozos de cortos. Desdobló el papel para escribirla. Una mirada azul, salida de los mismos ojos que lo auscultaron antes, volvió a clavarse en él; seguramente la profesora quería largarse y estar con sus dos mellizos, esos que, a medida que crecían, se alejaban del cuarto de ella y de su esposo quien, a medida que envejecía, más tiempo se la pasaba tirado en la cama y no le hacía nada. La luz pálida del sol era el antónimo del último verano de Ginebra. “Sé lo que hiciste el último verano en Ginebra”. Si en lugar de haber sido chileno hubiese nacido en los Estados unidos tendría, como mínimo, un par de películas que emitirían en horas de la madrugada por algún canal del cable. Una película vista por los adictos a la cocaína a los que la fiesta se les acabó y alguno que otro insomne que mira la televisión en un hotel lujoso de Suiza. La profesora de mirada azul no es cocainómana pero tiene insomnio a causa del cambio de horario. Verá la película en su hotel suizo: es la historia de una académica que va a un encuentro mundial de semiótica en Ginebra, en el discurso inaugural un académico africano habla sobre un tema que ella olvida pues sólo se fija en ese negro con facciones de blanco. Mejor que así sea. Anotó, al respaldo de la promoción: “Negro Blanco”. Harán estudios sobre el racismo subrepticio en Noches de Ginebra, quizá ese nombre sea mejor, no hay necesidad de hacer guiños a nada. La película por sí misma generará muchos guiños de futuros directores. En las noches cálidas de Ginebra, mientras se ducha la nicaragüense con la que comparte el cuarto, la académica se figurará el instante en que bese al africano: junta sus muslos hasta que surge una humedad de su entrepierna, esa humedad que ya no le genera su marido banquero. La semióloga centroamericana sale con una toalla en la cabeza como si fuera un turbante, la académica-protagonista-narradora se ocultará bajo la sábana blanca y se calmará, recordando la indiferencia que le suscita su marido cuando le habla de sus reuniones con presidentes de bancos. En la tercera de las cinco noches, la académica es invitada por el profesor africano a una cena. En el trayecto del ascensor que la lleva hasta el lobby donde se encontrarán, sus muslos se juntan tanto que debe separarlos para evitar el acto reflejo de colocar la mano entre sus piernas. Después de cenar, el profesor le confiesa que el canibalismo es el mecanismo africano más efectivo para absorber los conocimientos del devorado; le cuenta la historia del ganés que se tragó a Einstein y Carnap y terminó ahogándose en el lago Victoria en un accidente mientras iba a dictar conferencias a Kinshasa. Le dice que es vegetariano pero que, dado el conocimiento que ella tiene, la comerá para darle mayor instrucción a su país. Ella, la académica, se levanta de la mesa. Huye. Todo desemboca en una persecución por Buenos Aires, ciudad donde el africano, camuflado entre los negros que venden relojes y collares, asesina al esposo de la académica y llega a su casa, la de ella, le hace el amor a oscuras como se lo hacía su esposo en los mejores tiempos. La académica enciende la luz y el negro abre la boca, saboreándose: Fin. La profesora de mirada azul apagará el televisor y lo que sospecha que es una coincidencia, se convertirá en profecía: al otro día un africano dictará la conferencia de apertura. En la profesora se repetirán todos los gestos que hace la académica de la película: será una propuesta radical que verán los cocainómanos con atención desaforada aunque la olviden cuando sean presas del sueño. Los insomnes la recordarán como un desvarío de sus ansias de dormir y temerán que la historia se repita en ellos. Por fin ese relato de Julio Coll sobre el africano que se comió a Freud en 1933 y a Ochoa en el 68 irradió mi filmografía. El libro se llamaba “Las columnas de cyborg”, lo encontró en los saldos de una de esas librerías de la calle Corrientes por donde caminaba, fumando un cigarrillo tras otro. Solía esculcar y esconder algún volumen costoso con la promesa de volver por él. Pero si volvía no era para comprarlo sino para encontrar un nuevo prospecto de compra. El libro de Coll salía barato y, aunque no le gustara la ciencia ficción, había relatos raros que lo harían un director raro, más raro que el propio Coll que ni en España lo conocen. Para eso sirven esos libros: para que los mejores los mejoremos; a la larga, Philip K. Dick es raro y él sólo se hacía el raro porque, más que nada, sé extraer lo excelso de los más bajo y puedo hacer de Teillier un zombie y me recordarán como un Tito Bolaño del nuevo siglo. La mirada azul de la profesora ya no se clavó en él sino en sus propios brazos, erizados por el toque que hizo con la punta de sus uñas largas, pintadas con esmalte trasparente. Ella recordó los encuentros con el negro que no resultó ser caníbal pero que se la comió. Contuvo una sonrisa. Él, el pequeño Bolaño, se incorporó para entregarle la hoja de examen enrollada, sin una sola respuesta: —Es la segunda vez que curso esta materia —no sabrá si dirá mierda en lugar de materia. La profesora ignorará si escuchó mierda en lugar de materia: Ese puede ser un buen efecto que se reflejará en el hecho de que la voz femenina en off que narra la historia se transformará en mi voz, intercalando la palabra mierda con la palabra materia: será la resonancia de un eco que se expande hasta que, en la pantalla, aparecerán figuras geométricas. “La geometría de la decepción”—. Usted ignora el sacrificio que es levantarme los sábados en la mañana para venir a escuchar cosas que no entiendo ni me interesan, ¿sabe por qué lo hago? —clavará sus ojos pardos en los azules de ella—. Porque usted... usted me encanta —desenrollará la hoja y se la mostrará—. Entiendo que si me reprueba querrá volver a verme y si me aprueba, es porque lo nuestro no es posible —la profesora le señalará la esquina del escritorio donde está el montón de exámenes. Lo verá por primera vez: es negro, el primer chileno negro que verá en su vida. Pero tendrá los rasgos de un mestizo, una versión achocolatada de Jorge Teillier que se le tirará encima para comerle la cabeza y aprender la primeridad, segundidad y terceridad: la santísima trinidad de la semiosis infinita. ** Felipe Escovar http://www.letralia.com/firmas/escovarfelipe.htm Escritor colombiano (Bogotá, 1981). Ha sido uno de los coordinadores del proyecto LEA (Laboratorio de Escritura de las Américas, http://www.leapornos.com). Escribió, con Luis Cermeño (http://www.letralia.com/firmas/cermenoluis.htm) y Julián Marsella, Tríptico de verano y una mirla (El Zahir Ediciones, 2011; Cinosargo, http://www.cinosargo.com; 2012). En 2011 obtuvo el primer lugar en el concurso de relatos “Game Over” con el cuento “Un té vespertino”, escrito con Luis Cermeño. Es coeditor de Mil Inviernos (http://milinviernos.com). === Poemas Miguel Alejandro Carpio Mirones =========================== *** Niño interior Si lo buscas, Tal vez está en rehabilitación, Creo que lo han vuelto a internar Si es que no se ha vuelto a escapar; Por quinta o sexta vez O séptima U octava. Si no lo encuentras ahí, ve al putero. No le gusta acostarse con las mujeres, Pero a ellas las considera amigas, Porque ellas no lo abruman con tareas Ni con lecciones ni promedios. En el manicomio, Ahí no está. Ya estuvo algún tiempo Encerrado en un cuarto Encadenado a una muerta y una cruz, Durmiendo en el suelo Con dos guardianes enfermeros Que hurgaban los culos de las flores de los sueños Buscando si llevaban algo de droga o de sexo. Cuando lo encuentres Se estará masturbando en el infierno Succionando los pezones y los coños del Cielo, Y seguirá intentando aprender a nadar En los tsunamis de vino y cerveza Huyendo de los incendios de tabaco y humo verde; Y se habrá suicidado por quinta vez Bebiendo un cóctel de pólvora Y hojas de afeitar, Porque la infancia El puto sueño de la infancia Nunca duerme, nunca muere. Y cuando lo encuentres, dile que venga; Quiero que conozca a mis hijos. *** Quiero dormir contigo Quiero dormir contigo Mujer, Y con tus ojos de bala Y tus brazos de soga Y tus dientes de vidrio. Quiero que me invites una copa de ceniza Inflamable, Y muchos dulces amargos Con jugos y sodas, Y me tomes de los brazos Hasta dejar marcadas mis muñecas. Y quiero que luego nos acostemos Y que tu beso me parta el cráneo Y tu orgasmo me corte el aire; Para poder quedar dormido En el único sueño Donde podré descansar. *** Domingo en la tarde Me he quedado dormido junto al gato; Junto a esa cosa peluda Que araña Muerde Y maúlla, Sobre el sillón El domingo en la tarde. Y al despertar me he dado cuenta Que tenemos dos cosas en común: Te extrañamos como a nadie Y estamos jodidamente solos sin ti. ** Miguel Alejandro Carpio Mirones http://www.letralia.com/firmas/carpiomironesmiguelalejandro.htm Escritor boliviano (Oruro, 1993). Cursó estudios de piano en el Conservatorio Nacional de Música (http://www.conservatoriobolivia.edu.bo). Textos suyos han sido publicados en el periódico estudiantil Nuestras Voces y en el suplemento juvenil del diario La Razón (http://www.la-razon.com). Ha ganado tercer lugar en el concurso “Terminemos el cuento” (2009), organizado por la Embajada de España (http://www.exteriores.gob.es/embajadas/lapaz/es/Paginas/inicio.aspx); primer premio en el Concurso Homenaje a Simón Rodríguez (2010), organizado por la Embajada de Venezuela (http://bolivia.embajada.gob.ve), y, con el poemario Jazzologías (Editorial Gente Común), primer premio del VI Concurso Nacional de Poesía Pablo Neruda para Jóvenes Bolivianos (2012), organizado por la Cámara Departamental del Libro de La Paz (http://www.camaralibrolapaz.org.bo). === Dos relatos Milka García ========================================= *** El Paco Una aldea en el desértico valle de una montaña se alzaba pobremente casi del polvo. Sus cuarenta casas viejas se alineaban en círculo alrededor de una plaza poblada de altos árboles y revoloteantes palomas que dejaban sus plumas por doquier. A un costado de la plaza se alzaba el sacramental edificio que constituía la iglesia contrastando con el orden ruin en el que se elevaban las demás fachadas —mercado y hospitalucho incluidos. La familia más pudiente de esta aldea había construido su casa al otro lado de la plaza. La casa era modesta y muy amplia; en la entrada burbujeaba una pequeña fuente de la que solía manar un agua muy fría. Paco levantó la mirada hacia la fuente de aquella casa. Tenía tanta sed. Sus ojos se posaban sobre aquel torrente de agua clarísima, fría, quizá dulce. Su sed le nublaba el pensamiento, le hacía recordar vagamente la paliza recibida el día anterior. Nadie en la aldea reparaba en Paco, salvo las palomas que él mismo ahuyentaba a ladridos, correteando e intentando morder y un viejo carnicero que de vez en cuando le traía los huesos sobrantes del mercado. No poseía privilegio alguno, sólo el frío pasto debajo de un banco y el anhelo de aquella agua helada. Esa tarde la aldea estaba solitaria, en la plaza habían desaparecido los peatones. Brillaba un sol rutilante en la cima del cielo. Después de haber correteado toda la mañana a las palomas y escarbado debajo de un árbol en busca de un hueso olvidado que roer, Paco estaba sediento. Parecía tener fiebre: respirando rápido, jadeante y con toda la lengua afuera chorreando baba. En su cabeza debía gestarse un plan para calmar su sed. Así, debajo del banco, erguida la cabeza y las orejas, miraba fijamente su objeto: el agua correr de aquella fuente. ¿Cómo poder salvar esa prohibición de entrar en aquel patio con sus “cochinas” patas llenas de barro a beber? ¿Acaso en lo profundo de la mente pudo su obscura psiquis fabricar un plan? Lento, agazapado y con el pelaje revuelto se fue acercando a la casa. Cruzó la calle. Del mismo modo se pegó a la cerca. Sigiloso consiguió entrar en el patio. Su olfato agudísimo le indicó la ausencia de personas cerca de la fuente. Creía poder llegar alzándose sobre sus patas traseras y beber. Sin duda llegó. Se apoyó en el borde hundiendo el hocico antes de lamer (ambas patas delanteras dentro del agua). ¡Agua! ¡Por fin! Aunque no tan fría como había imaginado mojaba su lengua, bajaba por su garganta. ¡Le refrescaba! Bebía a ojos cerrados. —¡Zape! Perro inmundo —gritó la mujer propinándole un escobazo—. Esos vagabundos, sucios... Paco se alejó de la fuente gruñendo y mostrándole sus punzantes dientes. Una vez fuera (cabizbajo, cola entre las patas, orejas gachas, ojos airosos y costillas adoloridas), fue a refugiarse debajo de su banco en la plaza. Satisfecho, refrescado, había logrado vencer su sed. Sólo faltaba su hambre. *** Por el día 10 —En el día 10 de cada mes, recité la misma oración frente al espejo, por varios años —contaste un día como si se te escapara un pensamiento por el orificio de la boca. Debías recordar con fiereza algo que te sobreviniera alguna vez en la misma fecha, pues entornabas los ojos o bien divagaba tu mirada; mientras, inexpresivo el resto del rostro, te temblaban los labios. Tenías esa expresión abrupta. Pero no contaste por qué, también en la misma fecha, escribías cuatro páginas de “X”, “Y” y “Z” en hojas amarillas; estrictamente amarillas, las cuales pedías con el simple gesto de alzar la barbilla y entrompar la boca señalando el cajón donde se guardaban. ¿Pagabas el precio de alguna cosa hecha por ti por otro u otra? ¿Lo superaste ahora que balbuceas 17 palabrezcas sobre el tema? ¿Acaso pretendes dar una explicación de tus actos? Nunca más hablaste de ese tiempo de 10 de mes. Ni del para qué de atuendos extraños; del espejo roto y reemplazado sin falta cada última hora del día; de la abstinencia total de lo que fuese ingerido, bañado, besado, deseado, visto, hablado y sobre todo reído. Tampoco del cómo lograbas estar sentada frente al espejo durante las 12 horas de luz, sin sucumbir en el desespero o aburrimiento de tus contornos envejecidos un poco más cada 10. Todo el que visitó la casa aquel día pregunta por esa actitud tuya, y el por qué, qué, cómo y cuándo sobresalían. —Si parece tan cuerda del 1 al 9 y del 11 al 28-29, 30 o 31 correspondientes —decían más o menos. Y la casa era muy visitada por esos primeros 15 días del mes. ¿Cómo ocultaste o reprimiste tu trastorno mental a unos pocos 12 días al año? ¿A dónde escapaba o se replegaba la parte sana y juiciosa de tu mente en cada 10 de mes? Jamás pudiste contar algo al respecto. Jamás, porque una madrugada de 10 cuando dabas inicio a tu observación obsesiva, se posó una libélula en tu nariz. Sonreíste. Miraste hacia la puerta del balcón, inusualmente abierta, y dejaste a un lado, por primera vez en años, el espejo. Con la sonrisa y libélula pegadas aún en el rostro saliste al balcón subiéndote a la baranda. Quizá pretendiste ser libélula o sentiste una ráfaga de libertad vuelta viento cuando, al lanzarte tras la nada, caíste al piso un par de metros más abajo golpeándote fuertemente la cabeza. El médico aseguró ese mismo día que estabas del todo bien, sólo se debía extraer, delicadamente con un pitillo quirúrgico, un viscoso y enorme coágulo de alguna parte de tu cerebro. Realizada la exitosa extracción tuviste hasta el día 17 durmiendo inexplicablemente. Al despertar de esa tu hibernación de 168 horas recordaste todo perfectamente, excepto por un detalle: desconocías la existencia del día 10 en todos los meses de tus 36 años. ** Milka García http://www.letralia.com/firmas/garciamilka.htm Escritora venezolana (Maracaibo, Zulia; 1983). Es licenciada en letras por la Universidad del Zulia (LUZ, http://www.luz.edu.ve). Su trabajo “Atisbos al aire: lecturas y palabras de tres poetas colombianos contemporáneos” fue publicado en 2011 por la Revista de Literatura Hispanoamericana (http://revistas.luz.edu.ve/index.php/rlh), en su número 63. === Poemas Gustavo Rubén Giorgi ====================================== *** Delira Platón, en el mercado de esclavos de Egina* El hombre es la medida de todas las cosas. Protágoras de Ábdera, conf., Platón, “Crátilo”, 385 e ss; Aristóteles, “Metafísica”, XI 6, 1062 b 12; Sexto Empírico, “Esbozos pirrónicos”, I 216 ss; Her- mias, “Irrisión de los filósofos paganos”, IX (D. 653). La carne humana cruje en los tablados cuando el tratante halaga a sus clientes: el dedo obsceno hurgando entre los dientes o entre los lomos, anchos y agobiados.** Delira el desdichado y se imagina ser Platón, concediendo sin rodeo que es justo ser esclavo en El Pireo y una infamia en el ágora de Egina. De repente, al ensueño del cautivo lo deshace un espectro que despunta el horror de aquel juicio relativo; Protágoras, señor de las disputas, desdeñoso y difunto le pregunta qué fue de sus verdades absolutas * El hecho que el poema narra es histórico. Platón fue cautivado, vendido como esclavo en el mercado de Egina y redimido por sus amigos. En “República” desaconseja la esclavitud de griegos, pero la admite para con los bárbaros y él mismo poseía, a su muerte, cinco esclavos. El autor se ha ocupado antes del tema en su relato “Las visiones y las razones de Aristocles”, que integra el libro El profeta y el traidor (Ed. Proa, 2000). ** “Platón” quiere decir: de anchas espaldas. *** El riesgo voluptuoso (...) BURQUIO.- Con esta opinión vuestra pretendéis subvertir el mundo. FRACASTORIO.- ¿Te parece que haría mal quien pretendiera subvertir el mundo subvertido? Giordano Bruno, “Sobre el infinito universo y los mundos”, Diálogo tercero. La pública disculpa de los bronces no consigue ofuscar a nuestras mentes; imperceptibles, casi inexistentes son los cambios habidos desde entonces. Entonces es ayer, o la remota edad en que el filósofo execrado no pensaba en favor del potentado, el caudillo, el magnate o el idiota. ¡Pobre Venecia, cuando tus señores sacrifican al huésped y al amigo! ¡Pobre de ti, Giovanni Mocenigo, patíbulo del Campo de los Flores! Giordano Bruno sabe que le espera el fulgor de la ciencia y de la hoguera. *** Herencia A Antonio Requeni El fuego Levítico, 6:2. Servio, sobre las Églogas, de Virgilio, vi, 42. Ha de haber un mandato que nos viene de lejos, Y orienta mansamente los pretéritos ritos. Por ejemplo el del fuego, heredero del día, Que rescata a los hombres del miedo y la ceguera. Disponer los maderos, arrimarles la lumbre, Contemplar satisfechos la extensión de colores Amarillos y rojos, o azules encendidos; Y el aire empavesado con serena alegría. Una vez aventados los temores primeros A la anónima noche, y al frío que penetra Con aguja de hielo las almas y las carnes, El hombre frente al fuego es siempre el mismo hombre: ¿Dónde empiezan los cielos? ¿A quién debo la vida? ¿Qué me espera mañana? ¿Qué seré con la muerte? La hecatombe Génesis, 8:21. Homero, Ilíada, Canto I, v. 455-465. Ha de haber un mandato que nos viene de lejos, Y orienta mansamente los pretéritos ritos; Por ejemplo la traza de alegres hecatombes Para honrar la memoria de los dioses arcanos. La leña perfumada y el canto de la hoguera Señalan el comienzo de sutiles negocios: La salazón de carnes, la quema de la grasa, Los primeros aromas que se elevan, calmantes. En las sacras moradas del mundo y de los cielos Los reciben, gozosos, los Bienaventurados; Y abandonan la trama de la humana desdicha. Mientras tanto los hombres, por un rato inmortales, Devoran a la víctima en alegre jolgorio. (La grasa pone lustre en la piel y en las barbas). El vino Juan, 2:11. Plutarco, Banquetes, vii, 5. Ha de haber un mandato que nos viene de lejos Y orienta mansamente los pretéritos ritos; Por ejemplo el del vino, que requiere de otros Ya que siempre se bebe para unir soledades. Nunca debe vaciarse la copa del ingrato, Que la apura sin antes propiciar a los muertos Que penan en el Hades, o en Los Campos Elíseos De la Buenaventura, nos guardan y recuerdan. ¡Oh, vino delicioso, que entibia las entrañas Y regocija el alma! ¡Que nos convierte en buenos, Que nos hace valientes! ¡Qué nos hace esforzados! ¡Oh, vino verdadero, que proscribe mentiras! ¡Que degrada al infame con amarga resaca, Y distingue a Odiseo del voraz pretendiente! ** Gustavo Rubén Giorgi http://www.letralia.com/firmas/giorgigustavoruben.htm Abogado y escritor argentino (Zárate, Provincia de Buenos Aires, 1955). Trabaja como funcionario público en el cargo de jefe del Registro Civil de Zárate. Ha publicado Cuentos de la resignación (Editorial Dunken, http://www.dunken.com.ar; Buenos Aires, 1997), el libro de relatos históricos El profeta y el traidor (Ediciones Proa, Buenos Aires, 2000), los poemarios El último bien (Proa, 2001), El retorno de Hipsipila (Alloni-Proa, Buenos Aires, 2005) y Acechanza de reflejos (Proa, 2009), la colección de ensayos Aunque sean los papeles rotos de las calles (Alloni-Proa, 2005) y un volumen con el relato “El emisoriario” y el soneto “Elección” (colección “Biblioteca Mínima” del diario Opinión; Cochabamba, Bolivia, 2007). Además, textos suyos aparecen, traducidos al italiano, en la Antologia della Poesia Argentina Contemporanea (Edizioni Sentieri Meridiani, http://www.sentierimeridiani.it; traducción de Emilio Coco; Foggia, Italia, 2007). Ha dado conferencias sobre cine, historia y literatura en Buenos Aires, y en el interior y exterior de Argentina. Integra el plantel de colaboradores permanentes de la revista Proa, fundada en 1922 por Jorge Luis Borges y en la que ha publicado cuentos, poemas y ensayos desde 1998. En 2009 fue jurado, en el género Novela, para la Faja de Honor 2009 de la Sociedad Argentina de Escritores (Sade, http://sade.org.ar). === Dos cuentos Ariel Carlos Delgado ================================= *** La larga noche El suave zumbido de las máquinas es la única música que me acompaña en el viaje, casi puedo sentir cada pieza de información transmitida a la tierra, a cientos de años luz ahora; el pensar en el tiempo que tardarán esas señales en llegar a su destino dejaría sin aliento a cualquiera, generaciones pasarán y quienes lanzaron la sonda de investigación ya serán simple polvo. A veces paso el tiempo recordando partes de mi vida; mi infancia suele ser un tema recurrente, me habría gustado ser más consciente de lo efímero de ésta y haberla disfrutado más, habría pasado más tiempo con mi abuela y mi mamá y no tanto con gente que al final no valía la pena. La señal de emergencia parpadea, un fragmento de roca ha rozado la superficie de una de las antenas. El sistema se reinicia y comienza el escaneo en busca de daños físicos y posible pérdida de información. A veces especulo sobre qué sucedería si abandono la sonda, preguntándome si podría alcanzar la Tierra, a fin de cuentas soy un ente inmaterial, pero siempre me atemoriza la perspectiva de quedar estancado en el vacío, flotando en un punto fijo del espacio. En cierta forma mi situación no deja de ser graciosa, soy un espíritu atrapado en una sonda espacial, la razón es simple; en un compartimiento de la máquina, en una pequeña cápsula de metal, reposan mis cenizas, y en un lugar visible en el exterior del aparato una brillante placa conmemorativa con mi nombre, mis logros en esa efímera vida humana que tuve y el año de lanzamiento del explorador espacial. Supongo que mi esposa ya murió, no puedo saberlo. Nunca fui un hombre de preocupaciones metafísicas, nunca me interesó saber si había vida después de la muerte o si existía un dios; ahora ya no importa, al menos sé que al morir tales preguntas no son contestadas. Es irónico, ahora soy el fantasma en la máquina, o como dirían algunos de mis amigos propensos a los chistes: el fantasma del espacio. El espectáculo más hermoso hasta ahora fue pasar por la Vía Láctea, me habría gustado compartirlo con alguien, con mi esposa o mis hijos. En estos momentos todo es oscuridad y el brillo de estrellas a la distancia es una larga noche, y yo permanezco despierto, observando, esperando. *** Punto de vista La roca sobre la que descansaba estaba caliente por el sol, era una magnífica mañana para disfrutar. Se acomodó un poco, las antenas descansando sobre su espalda, ya no existían depredadores aéreos que temer. Con un fuerte ruido la máquina apareció levantando nubes de polvo por la maltrecha carretera. Se puso alerta, esperaba que el vehículo pasara sin importunarle. Se detuvo a unos metros y bajó una de esas criaturas bípedas y desgarbadas que se autodenominaban humanos. De la parte trasera del todoterreno descargó una serie de artefactos con los que comenzó a trabajar. La curiosidad le impidió continuar disfrutando del baño de sol; bajó de la roca y con esa velocidad tan característica de los suyos se acercó al lugar donde se encontraba el humano. Mantuvo, sin embargo, por aquello de los pisotones, una prudente distancia. El hombre estaba muy molesto y revisaba una y otra vez los datos que arrojaban los indicadores. Apuntó sus largas y sensibles antenas hacia el humano y atisbó en sus pensamientos. Rabia y frustración, sentimientos muy comunes en ellos por lo que había podido comprobar con el paso del tiempo. El hombre se cubría con un grueso traje que le daba un aspecto grotesco, aunque no tan desagradable como esos mutantes de las cuevas; los humanos vivían temerosos de algo que llamaban radiación. El humano hizo un gesto en su dirección por lo que rápidamente buscó refugio en una hendidura. Falsa alarma; el hombre caminaba de un lado a otro gesticulando y hablando consigo mismo, luego de un rato se arrancó la máscara, los gruesos guantes y aullando como demente se alejó corriendo hasta ser un simple punto en la distancia. Qué extraños eran esos humanos, pensó mientras volvía a su roca, al menos estaban en vías de extinción. Era una hermosa mañana, sin duda. ** Ariel Carlos Delgado http://www.letralia.com/firmas/delgadoarielcarlos.htm Escritor colombiano (Bogotá, 1971). Es abogado de profesión. Colaborador frecuente de la revista digital miNatura (http://www.servercronos.net/bloglgc/index.php/minatura), también ha publicado historias en los magazines literarios digitales El Humo (http://www.revistaelhumo.com), Remolinos (http://revistaremolinos.blogspot.com), Revista NM (http://www.revistanm.com.ar) y Lectures d’Ailleurs (http://lecturesdailleurs.blogspot.com), un proyecto de la Universidad de Poitiers (http://www.univ-poitiers.fr; Francia) que traduce textos de autores de habla hispana. === Poemas Simón Fernando Herrera Herrera ============================ *** Karl Despertó el pinar de casas con su mirada de niebla envuelta entre las primeras aguas del día, presa del chacoteo y rugido de la mañana, primero un murmullo líquido, después espuelas de hierro, llevando una voz de tambor zurcida en sus entrañas, la llama de la cima de agua el clamor de pisadas ardientes la fiebre desvelada de la huida el resplandor de las pisadas de agua, desde la meseta amarilla el líquido arrojaba su espalda metálica en ríos desbordados. Caía la hora húmeda sobre el peso de los hombres con el latir gris de sus pechos, el tiempo frenado por la desbocada caída, cubierta de infinitos cubos métricos y la hiedra nocturna y sonámbula trepando por los sueños, por las bardas de los rostros de las gentes. Era una boca de ola en la espera matutina de los hombres que agigantaba su paso, el cielo vuelto agua bajo su manto el cielo hecho tierra, agua subterránea, los ojos eran estrellas rojas incandescentes, sobre el agua había sueños que dormían con sus velas rotas, luces que torcían renacimientos, rezos que flotaban sobre hilos musculosos de ríos, espigas dobladas bajo el yugo matutino de la corriente, un blanco teñido de arterias vivas más vivas que la muerte, ovillos de carne escalando la hora de la vida, estruendo de ramas mudas, era una mano multiplicando conjuros marinos, ojos de noche engullidos por una luna de vendas ciegas, todo envuelto en la llaga líquida del mundo, la hora reptante de dientes transparentes, enjambres de ecos, verdor de gritos, musgos plegados a cuerpos humanos, sumergidos en el vaivén de olas ahogadas en un segundo, roca partida aún con vida en una sábana flotando entre huesos y carne, un día de mantas blancas cubierta de llantos, de suspiros y de instantes. *** Tarde La tarde desvanece sus fumarolas proféticas y un silencio gris cae sobre la vida desplegada en hirsutos melancólicos y en rompientes de olas. La luna llega con su aliento de mar negro, las estrellas uniforman los deseos sobre el limpio pulso de la noche, la luz nocturna cae con su peso de hiedra sobre las sábanas que cubren nuestros sueños. Hay un rascacielos sobre mi cabeza. Un zumbido de hojas escala la distancia. El día cierra las horas y las dispone en el paisaje con su aliento materno. La noche embiste con sus siluetas los párpados dormidos de la tarde. *** Las casas El silencio era una mecha en la alcoba, flotaba entre los pilares de la noche, imprimiendo a los objetos un aire majestuoso de serenidad. La estela ardiente del tiempo penetraba las ventanas de la casa, el parque respiraba estelas adormecidas y ceñía a su cintura el blanco suspiro de las casas. *** Pergamino Aquella noche las estrellas bordaban ojos nocturnos, la tristeza reptaba los bordes de la llama del tiempo cuando los ruidos cotidianos del ambiente cierran cerraduras y clavan sus ecos en pergaminos enmohecidos por el olvido, todo era cristal de sangre, cristal de puños, miradas encendidas, transcurrir de sombras por calles que los años han esculpido en cabezas de piedra. *** Posesivo Nacía un silencio entre tus hombros, una boca crecía bajo las ramas de la noche, palabras excavaban muros bajo sombras de sábanas y hojas de concreto, el jardín florecido de las horas, la playa encendida de las risas, el libro sostenido por tus manos se volvía un concierto de ecos y signos extraños, un envoltorio de tardes dormidas en las cordilleras de tus senos, la llegada multiplicada de la luz en tu vientre, el perfil del mundo atisbado por un instante a través de tu cuerpo. ** Simón Fernando Herrera Herrera http://www.letralia.com/firmas/herreraherrerasimonfernando.htm Docente mexicano (Veracruz, 1973). Trabaja en la Central Nuclear Laguna Verde en México. Participó en el taller de poesía de Oscar Wong y más tarde en el de Marianne Toussaint. Textos suyos han sido publicados en la Revista Literaria Remolinos (http://revistaremolinos.blogspot.com) y otros medios. === Tres relatos Maya Szir =========================================== *** Cosa Lo había visto asomarse por la ventana. Noche tras noche me enceguecía con su pequeña luz. Me perseguía en mi desvelo y en mis sueños. Su insignificante cuerpo rojo con escamas parecía impenetrable. Comprendí que ya no me abandonaría, ese brillo que se desprendía de su ser se apoderaba de mi mente y no me permitía imaginar nada más que su desaparición. A veces, en esos momentos de la noche en que me despertaba, aún inconsciente, allí estaba interrumpiendo la oscuridad, intentando susurrarme algo que prefería no entender. Hasta que su presencia terminó de atormentarme y violentamente le quité sus ojos y la luz terminó de destruirme. *** (sin título) —Recuerda que ya no queda nada, a menos que hagas algo. El reflejo se convirtió en un gato con pelo a veces lacio, a veces rizado, teñido de colores suaves [esos que afuera no existen] y se fundía en su alrededor que se transformaba en un paisaje de su misma textura, en constante movimiento, y se alejaba en la profundidad del espejo. La muchacha estaba observando de espaldas esa escena que le parecía tan familiar. Y así de espaldas ella dice: —Un día yaceré en una pequeña laguna, entregándome al reino de los árboles, pálida ya (contagiada de la inocencia de Ofelia). Y tú, parca, mientras me sumerjo me acariciarás dulcemente en tus frías y amargas garras con un suave balanceo y una canción de cuna. *** En silencio somos Espera al atardecer, las víctimas solitarias permanecen a estas horas y se hacen más fáciles de encontrar. Camina, intenta parecer relajado y observa, nunca dejes de observar. Allí en la orilla del río, sentada, esperando. Limítate a mirar, espera tú también, escóndete y espera. Imagínate un león, imagínate lanzando ferozmente tu cuerpo hacia la víctima, esfuma esas imágenes y regresa. Mira un poco más, más profundo, más. Quédate así por unos momentos, sólo mira. Y tras un suspiro de humo regresa de donde sea que vengas, piensa en todo lo que no mirabas y si realmente ese montón de basura en el que clavaste tu mirada por largas horas fue, en ese tiempo, para ti algo más. ** Maya Szir http://www.letralia.com/firmas/szirmaya.htm Escritora argentina (Tigre, 1996). Cursa el 4º año de la escuela secundaria. ||||||||||||||||||||||||||| POST SCRIPTUM ||||||||||||||||||||||||||| “La descripción de lo acontecido supera al hecho en sí, como si las palabras hubieran capturado la esencia del suceso, como si al posar la mirada sobre el pergamino un mecanismo sutil diera cuerda a los personajes impulsándolos a repetir las acciones (...). ¿Se podría decir entonces que lo que se escribe continúa sucediendo en algún lugar?”. Ednodio Quintero, El hijo de Gengis Khan (2013). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviarnos algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. Usted puede verlas en el Web en http://www.letralia.com/tierradeletras/publicar.htm. 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