~~~~~~~~~~~~~~~ Año XVIII Cagua, Venezuela Nº 299 ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ http://www.letralia.com ~~~~~~~~~~~ ======================================= ~~~~~~~~~~~ 21 de abril de 2014 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras, es ~~~~~~~~~~~ la revista de los escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos en Internet. ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a info@letralia.com ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ ISSN: 1856-7983 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ === Sumario =============================================================== | El mensaje de Chuscha, de María Fernanda Rossi. / XIX | Breves Premio de Novela Lengua de Trapo para Santi Fernández | Patón. / Ciclo “Cine y literatura: un matrimonio de | conveniencia” en la BNE. / Exposición de libros antiguos | en La Rioja, España. / Taller “Invención y ficción”, a | cargo de Guillermo Hermida, en Paraguay. / Taller | “Escritura periodística, marketing y 2.0” con Mariveni | Rodríguez. / Unión Europea premia a fotógrafos | venezolanos. | | El escritor español Miquel Silvestre recorre el mundo en | Noticias motocicleta. / Inauguran en Honduras una “biblioteca | itinerante”. / Conceden el Xavier Villaurrutia al | escritor español José de la Colina. / Carlos Germán | Belli homenajeado por la Cancillería del Perú. / Nominan | a Juan Gabriel Vásquez y Andrés Neuman al premio Impac. | / México celebra los cien años del escritor Efraín | Huerta. / Intelectuales cubanos afiliados a la Uneac se | reunieron en La Habana. / Uruguay tiene ya su | “Biblioteca Cannábica”. / Alcalá de Henares disfruta de | una “biblioteca al aire libre”. / Publican en Chile una | novela gráfica sobre la “Revolución Pingüina”. / | Conmemoran el centenario del escritor mexicano José | Revueltas. / Alicante concede doctorado honoris causa al | poeta chileno Raúl Zurita. / Publican la obra | cuentística del escritor nicaragüense Sergio Ramírez. / | Gabriel García Márquez muere en Ciudad de México a los | 87 años. / Poniatowska, Pacheco y Vargas Llosa, los más | buscados en el Gran Remate. / Caja de las Letras del | Cervantes recibe legado de Elena Poniatowska. / Colombia | celebrará una “Gabolectura” en el Día del Idioma. / | Antonio Gamoneda asistirá al festival “Poesía con Norte” | en Santander. / Biblioteca Nacional de España rinde | homenaje a Gabriel García Márquez. / Isaac Rosa | inaugurará la Feria del Libro de Sevilla 2014. / Fiesta | de Paraty, en Brasil, invita a cuatro autores de habla | hispana. | | “Viaje hacia el otro Macondo. La soledad de García | Especial: Márquez”, Alberto Hernández. / “Voló la mariposa | Adiós amarilla a su nido”, Leopoldo de Quevedo y Monroy. / | a Gabriel “Una página olvidada del Gabo”, Manuel Cabesa. / “Los | García Márquez conjuros no son perfectos. Los funerales del Papá | Grande”, Rolando Gabrielli. / “García Márquez, un | escritor para la historia”, Pedro García Cueto. | | “Oficio de hojas caídas”, Eugenio Montes Rodríguez. / | Artículos y “¡Estupideces!”, Rafael Pérez Ortolá. / “El imprevisible | reportajes porvenir del libro impreso”, Gabriel Jiménez Emán. / | “Gustavo Adolfo Bécquer (XI). No siempre la flor da | fruto”, Vicente Adelantado Soriano. / “Conjugar la | memoria”, Rey Emmanuel Andújar. / “Curso de literatura | para comprender a la muerte. Diario de lectura de Lo que | no tiene nombre”, Enrique Trujillo Gamboa. / “Fruta | extraña, de Juan Ignacio Guijarro”, José de María Romero | Barea. | | “Literatura y cuentos de hadas. “Si esto es la vida yo | Sala de ensayo soy Caperucita Roja”, de Luisa Valenzuela”, María del | Carmen Castañeda Hernández. / “De Brynhild a Ulrica, la | saga del eterno retorno”, Adriana Churampi Ramírez. / | “Los ejércitos, de Evelio Rosero”, Daniel Felipe Osorio | Correa. / “La monstruosidad subyacente en los héroes | literarios de la modernidad: el caso de Macbeth, Fedra, | Robinson Crusoe y Frankenstein”, Leonardo Andreé | Yantorno Faúndez. / | | Poemas de Jorge Etcheverry. / “Los amigos no existen”, | Letras David Betancourt. / Poemas de Evelyn de Lezcano-Mujica. | / “Manjar negro”, Gabriela Mier Martínez. / Tres poemas | eróticos de Adriano de San Martín. / “Violencia en | grados variables”, María Isabel Briceño Armas. / “Otros | ojos” (extractos), Camila Charry Noriega. / “Patos | silvestres”, Marco Villarroel Bruna. / Cuatro poemas de | Esther Martín Blanes. / “Fake prizes”, Cristina García | Ramírez. / “Ojos claros” (extractos), Alcides Rojas Gil. | / Dos relatos de Luis Paucar. | | Juez en el invierno, de Jorge Gómez Jiménez. Reseña por | El regreso Les Quintero. | del caracol | Gabriel García Márquez. | Post Scriptum | =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753 =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Premio Key Site Award, de Fortress Design, en mayo de 1999 http://www.fortressdesign.com =========================================================================== Premio a la Excelencia, de Exodus Ltd., en mayo de 1999 http://www.exodusltd.com =========================================================================== Premio Mejor Página de Poesía, de La Blinda Rosada, en julio de 1999 http://blindarosada.org.ar =========================================================================== Segundo lugar en los premios Lo Mejor de Punto Com, diciembre de 2004 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Lo Mejor de Punto Com, octubre de 2005 http://www.lomejorde.com =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2006, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Premio Nacional del Libro de Venezuela 2007, Centro Nacional del Libro http://www.cenal.gob.ve =========================================================================== Finalista en los premios Stockholm Challenge 2008, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.se =========================================================================== Mención de honor en los premios Stockholm Challenge 2010, Estocolmo, Suecia http://www.stockholmchallenge.org =========================================================================== Para suscribirse a Letralia, envíe un mensaje vacío a: letralia-subscribe@gruposyahoo.com Para desuscribirse, envíe un mensaje vacío a: letralia-unsubscribe@gruposyahoo.com También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.letralia.com/herramientas/listas.htm Ediciones anteriores: http://www.letralia.com/tierradeletras/archivo.htm ||||||||||||||||||||||||||||||| BREVES |||||||||||||||||||||||||||||| *** El mensaje de Chuscha, de María Fernanda Rossi La escritora argentina María Fernanda Rossi (http://www.letralia.com/firmas/rossimariafernanda.htm) presentó el 7 de abril en Salta su más reciente libro, El mensaje de Chuscha, una novela para jóvenes en la que cuenta la particular historia de una de las momias que fueron encontradas en las alturas de la Cordillera de los Andes. En el libro, los incas deciden extender sus fronteras hacia el sur y, en el camino, se encuentran con valientes hombres dispuestos a morir para defender sus dominios en los antiguos Valles Calchaquíes. Del sincretismo entre la pluralidad de etnias y costumbres surgirá Chuscha, una niña elegida por su perfección para ser ofrecida al dios Inti, y quien será la encargada de llevar el mensaje de su pueblo, el imponente Tawantinsuyo. http://bit.ly/1eWM0lr *** XIX Premio de Novela Lengua de Trapo para Santi Fernández Patón El escritor español Santi Fernández Patón (http://fernandezpaton.wordpress.com) es el ganador, con Grietas, del XIX Premio de Novela Lengua de Trapo, según anunció la editorial en un comunicado el martes 15 de abril. El galardón incluye la publicación del libro ganador en la Colección Nueva Biblioteca de Lengua de Trapo y una dotación económica de 4.000 euros en concepto de anticipo de derechos de autor. “Hace algunas décadas aprendimos que lo personal es político o, dicho de otro modo, que lo individual no se entiende sin lo colectivo”, dice el comunicado sobre la obra ganadora. “Sólo de esta manera el narrador de esta novela podría comprender su aternidad forzosa; solo así Lucía, el personaje principal, comprendería la extensión de su cruel enfermedad: la anorexia”. El jurado, compuesto por los escritores Guillermo Aguirre, Federico Guzmán Rubio y Chavi Azpeita, y los editores Fernando Varela y Jorge Lago, destacó que con Grietas Fernández Patón “describe los caminos por los que nuestra contemporaneidad (la crisis, la precarización, las movilizaciones posteriores al 15M) se refleja en nuestra intimidad y nuestra relación con los otros”. Fernández Patón nació en 1975. Es miembro de La Casa Invisible de Málaga, una de las iniciativas de gestión ciudadana más relevantes de la última década. Ha publicado, en formato e-book, la novela Miembros fantasma. http://www.lenguadetrapo.com *** Ciclo “Cine y literatura: un matrimonio de conveniencia” en la BNE La Biblioteca Nacional de España (BNE), en Madrid, acoge del martes 22 de abril hasta el martes 13 de mayo el ciclo “Cine y literatura: un matrimonio de conveniencia”, que consta de cuatro conferencias y está coordinado por el director de cine y escritor Manuel Gutiérrez Aragón. La primera charla, que lleva por título “Lo escrito y lo representado. Don Quijote cabalga de nuevo”, se celebrará el martes 22 y será conducida por Gutiérrez Aragón. Josefina Molina ofrecerá la conferencia “Biopic, contar una vida en imágenes” el 29, una charla en la que se referirá a la biografía de Santa Teresa de Jesús. El 6 de mayo será el turno de Soledad Puértolas, quien tratará el tema “La Celestina”, sobre el que la escritora realizó en 2012 una versión, del castellano antiguo al actual. El ciclo lo finalizará el 13 de mayo Manuel Rivas, quien se encargará de descubrir en “Una segunda historia ha nacido” los aspectos de la poesía en el cine de John Huston. http://www.bne.es/es/Actividades/Ciclos/Temporales/2014/Ciclocine *** Exposición de libros antiguos en La Rioja, España Una exposición de libros antiguos, incunables, raros y facsímiles conservados en la Biblioteca Pública de La Rioja se abrirá el miércoles 23 de abril en el marco de los actos del Día del Libro. La muestra, organizada con ejemplares pertenecientes al fondo de esta institución, se denomina “Recuperamos nuestros tesoros escondidos. Ptolomeai MDXLI”. Luego de la inauguración se ofrecerá una charla a cargo de la escritora riojana de novela romántica Caroline March, quien obtuvo este año el primer premio del certamen HQÑ 2014 con su segunda novela, Mi alma gemela (Mo anam cara). La biblioteca también acogerá el 26 de abril un cuentacuentos en inglés dirigido a niños de entre 4 y 10 años. Habrá juegos, manualidades, magia, música y sorpresas para los más pequeños. La Filmoteca Rafael Azcona acogerá la presentación del libro El Quijote según Scaparro entre melancolía, soledades o carnaval, que precederá a la proyección de la película Don Chisciotte, una adaptación de Maurizio Scaparro y Rafael Azcona. El guion de la cinta ha sido traducido por el director del Área de Filología del Instituto de Estudios Riojanos, Ricardo Mora, y los subtítulos han sido realizados por la Filmoteca Rafael Azcona. http://bit.ly/1h6om4B *** Taller “Invención y ficción”, a cargo de Guillermo Hermida, en Paraguay El escritor argentino Guillermo Hermida dictará en Asunción, Paraguay, el lunes 28 y martes 29 de abril, su taller “Invención y ficción”, que tiene entre sus objetivos responder a ciertas preguntas relacionadas con la creación narrativa: ¿de qué forma puede transformarse una imagen o una idea en una trama de ficción?, ¿qué recursos nos interesan o estamos dispuestos a utilizar para dar forma a nuestra obra?, ¿cómo adecuarnos a las posibilidades de producción sin dañar nuestro propósito artístico como autores-directores? Los participantes indagarán sobre la construcción de personajes y vínculos, la elección de un contexto adecuado para optimizar el desarrollo de la acción, y qué elecciones contemplar para generar mayor identidad al relato (y a la obra). Se verá además cómo pueden entramarse y convivir el idioma cinematográfico y el teatral. Hermida es director, guionista de cine y televisión, dramaturgo, actor y docente. Ganó el Premio Argentores a la Mejor Ficción Diaria por Hombres de honor. La actividad se realizará el lunes 28 y martes 29 de abril de 19 a 21:30 en El Granel (Juan de Salazar 372 c/ Artigas), en la capital paraguaya. Los interesados pueden gestionar su inscripción a través de la dirección electrónica elgranelasuncion@gmail.com o del teléfono 0981-227071. http://www.facebook.com/ElGranelAsuncion *** Taller “Escritura periodística, marketing y 2.0” con Mariveni Rodríguez La periodista venezolana Mariveni Rodríguez dictará en Caracas el taller “Escritura periodística, marketing y 2.0”, a partir del martes 6 de mayo, a las 5:30 pm. Se trata de una inducción dirigida a todos los interesados, que tengan o no experiencia e indistintamente de sexo y edad, siempre que deseen aprender las técnicas de redacción periodística, creación de marcas y uso de las herramientas digitales 2.0. El costo del taller es de 1.000 bolívares para estudiantes y 2.000 para el público en general. Para más información, llamar al (0212) 7937015 o al 7151316 o escribir a la dirección de correo electrónico formacion.ateneo@gmail.com. http://bit.ly/PoaAPH *** Unión Europea premia a fotógrafos venezolanos El 15 de mayo serán entregados los premios del Primer Concurso Nacional de Fotografía 2014, convocado por la Unión Europea en Venezuela en alianza con Roberto Mata Taller de Fotografía, y cuyo veredicto fue anunciado el 14 de abril. La temática del Primer Concurso Nacional de Fotografía se basó en la presencia de Europa en la cotidianidad venezolana y la influencia sociocultural de sus inmigrantes en la sociedad contemporánea. La convocatoria estuvo dirigida, únicamente, a personas residenciadas en el país, sin importar su nacionalidad. El jurado, integrado por los fotógrafos venezolanos Efraín Vivas, Charles Brewer Carías, Vasco Szinetar y Gabriel Osorio, concedió el primer premio en la categoría Individual a Jordi Contreras, mientras que Carlos Becerra y Wilfredo Fuentes lograron el segundo y tercer premios, respectivamente. En la categoría Serie, Omar Salas resultó ganador del primer premio por Lo que compartimos; Rodrigo Picón obtuvo el segundo premio por Hábito del café italiano en Venezuela, y Vanessa Almendro el tercero por 24 horas con los nonnos; también en esta categoría, Andreína Blanco obtuvo mención honorífica por el proyecto Raíz italiana: producto venezolano. La premiación se realizará el jueves 15 de mayo a las 6 de la tarde en el Trasnocho Cultural, ubicado en el centro comercial Paseo Las Mercedes, en Caracas. Ese día también se inaugurará una exposición integrada por los trabajos sobresalientes que se recibieron durante la convocatoria, junto a las obras ganadoras. http://bit.ly/1mvmwhk ¿Quiere publicar una nota en este espacio? Envíenosla por correo electrónico a breves@letralia.com. === ¿Le interesa estar informado sobre concursos? ========================= Reciba por correo electrónico los anuncios vigentes de concursos literarios y artísticos en general suscribiéndose a nuestra lista de distribución. Todo lo que tiene que hacer es enviar un mensaje vacío a letralia-concursos-subscribe@gruposyahoo.com, o visitar nuestra cartelera de concursos en http://www.letralia.com/herramientas/concursos.htm. Si desea enviarnos las bases de un concurso, escríbanos a info@letralia.com |||||||||||||||||||||||||||||| NOTICIAS ||||||||||||||||||||||||||||| *** El escritor español Miquel Silvestre recorre el mundo en motocicleta La última aventura del escritor español Miquel Silvestre, que renunció a un trabajo estable como funcionario para recorrer el mundo en motocicleta, le ha llevado hasta Paraguay como parte de su viaje sobre dos ruedas destinado a captar en imágenes la épica de los exploradores que se adentraron en Suramérica. El proyecto, cuyo resultado será una serie televisiva que se verá en dos canales de España, supone trazar unos 20.000 kilómetros por diez países de Suramérica a bordo de una BMW, un periplo iniciado a finales de febrero en Chile con el apoyo de un automóvil y un camarógrafo. Como ya lo hiciera en 2012, cuando concluyó su “Ruta de los exploradores españoles olvidados”, un viaje de un año alrededor del mundo en busca de esas huellas, Silvestre repite la fórmula de entrelazar la divulgación histórica con la aventura a lomos de una motocicleta, esta vez en Suramérica, región que no visitó en su gira anterior. “La filosofía es la misma: explicar el hecho histórico intentando meterme en la piel de los exploradores españoles. Para ello pienso que hay que padecer los rigores del camino y de ahí la moto, el sustituto moderno del caballo”, dijo Silvestre. En su aproximación a aquellos hombres, Silvestre ha conducido su moto por Chile para seguir las pisadas del extremeño Pedro de Valdivia (1497-1553), quien, en su opinión, estaba más motivado por la conquista de la gloria que por las riquezas materiales. Silvestre explicó que Valdivia gozaba de una rica encomienda en Perú obtenida tras participar en la conquista de Chile y que, sin embargo, se deshizo de ella y regresó a tierras chilenas para morir en la guerra contra los mapuches. “Vende todo lo que tiene en Perú y se va a Chile sabiendo que aquí no iba a encontrar riquezas. Pero busca la fama, la gloria, el nombre, ser cabeza de ratón en lugar de cola de león”, explicó el escritor. Desde Chile, Silvestre se fue a filmar a Argentina, donde hizo escala en el estrecho de Magallanes para imbuirse del espíritu del explorador portugués. Después siguió el curso del Río de la Plata tras la estela del descubridor del estuario, Juan Díaz de Solís (1470-1516), para luego rodar en la ciudad uruguaya de Colonia de Sacramento, eterno objeto de disputa de las ambiciones españolas y portuguesas. De ahí, remontó el río Uruguay hasta entrar a Brasil, donde visitó la misión jesuítica de San Miguel con el objetivo de abordar el tema de esas reducciones guaraníes. Su entrada en Paraguay la hizo a través de las cataratas de Iguazú y del primer europeo que las tuvo ante sus ojos, el andaluz Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1507-1559), a juicio de Silvestre, uno de los exploradores más emblemáticos del país. “Para mí es el modelo de explorador, sobrevivió ocho años entre los indios de Norteamérica y eso le hizo comprender al nativo, al otro. Es un paradigma por esa capacidad para entenderse con el otro”, dijo. Como Cabeza de Vaca, Silvestre ha recalado en Asunción, desde donde partió el 7 de abril para cruzar la árida región del Chaco y dirigirse a Potosí (Perú), la ambicionada ciudad del oro de los conquistadores, y luego a Machu Picchu. El punto final de la aventura, tras pasar por Ecuador y Colombia, será Panamá, a principios de junio, para recrearse en uno de los descubrimientos más importantes, el del océano Pacífico, por Vasco Núñez de Balboa (1475-1519). “Balboa es muy interesante porque era consciente de lo que estaba buscando y de su trascendencia. Cuando encuentra el Pacífico hace toda una escenificación: sube a una loma para contemplarlo y se mete luego en el agua con una espada en una mano y la cruz en la otra”, apunta Silvestre. El escritor abandonó su cómodo despacho como registrador de la propiedad, en la ciudad española de Zaragoza, para lanzarse a la carretera y cumplir su sueño de escritor. Es autor de tres novelas y cuatro libros de viaje, entre ellos Un millón de piedras, fruto de una travesía en moto por 14 países africanos. Sin embargo, confirmó que esta es la última de sus aventuras motorizadas. “He tenido suerte porque me he convertido en un aventurero profesional, un oficio más difícil de encontrar que el de registrador de la propiedad, donde al menos hay oposiciones, pero ahora busco otras aventuras, por ejemplo tener un hijo”, dijo. Fuente: EFE *** Inauguran en Honduras una “biblioteca itinerante” La Biblioteca Itinerante Iberoamericana, una iniciativa cultural que comenzó su andadura hace dos años, fue inaugurada en el Centro Cultural de España en Tegucigalpa (Ccet) el martes 8 de abril. “Estamos presentando el primer evento de la Biblioteca Itinerante en Honduras, que desde hace dos años ha recorrido todo el continente y ahora viene procedente de Guatemala”, indicó el director del Ccet, Álvaro Ortega, al presentar la muestra. Unos 25 niños de un centro educativo de la capital hondureña fueron los primeros en abrir la biblioteca, que se plantea como una reflexión sobre la edición vinculada al arte contemporáneo. Ortega subrayó que la muestra itinerante recoge ediciones de otros países como Alemania, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, España, Guatemala, México, Perú y Portugal, entre otros, que difícilmente se pueden obtener en Honduras y otras naciones, salvo a nivel comercial. La biblioteca se ha presentado en los centros culturales de España en el continente americano bajo la coordinación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid). En Honduras la muestra permanecerá abierta hasta el 30 de abril en diferentes sitios, aunque su puesto principal será la sede del Ccet, dijo Ortega, quien fue acompañado a la apertura de la muestra por el director de la Aecid en Tegucigalpa, Miguel González. La jornada cultural se enmarca en las diversas actividades conmemorativas al Día del Idioma Español. Fuente: EFE *** Conceden el Xavier Villaurrutia al escritor español José de la Colina El escritor español José de la Colina obtuvo el premio Xavier Villaurrutia por su libro de ensayos De libertades fantasmas o de la literatura como juego, informó el martes 8 de abril el Instituto Nacional de Bellas Artes de México (Inba). El jurado decidió otorgar este galardón por unanimidad al escritor español radicado en México desde 1940, debido a que “se destacó el ingenio y la brillantez de sus breves ensayos, que exaltan el manejo de su buena prosa”. “Densa y transparente al mismo tiempo, su escritura tiene la exquisitez de fluir en el goce de su malicia entre sus textos personalísimos de onda melancólica festiva”, apunta el acta del jurado, integrado por Bárbara Jacobs, Vicente Leñero y Myriam Moscona. “De la Colina no conversa en tono pedante y, pese a su erudición, jamás se jacta de ella”, añade el acta. El galardón, convocado anualmente por la Sociedad Alfonsina A.C., el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Inba, será entregado en una ceremonia que se llevará a cabo el 29 de abril en el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana. “Nos da mucho gusto que un hombre que ha consagrado su vida a la literatura se le reconozca con este premio”, dijo Moscona, quien reconoció que la decisión “no fue nada fácil” porque los finalistas del concurso, en el que participaron más de 130 libros, eran de excelente calidad. “De libertades fantasmas o de la literatura como juego es un libro delicioso de leer”, añadió la periodista y poeta mexicana. De la Colina nació en Santander (España) el 29 de marzo de 1934 y al término de la guerra civil viajó con su familia a Francia, Bélgica, República Dominicana, Cuba y finalmente a México, donde radica desde 1940. Ha sido miembro del consejo de redacción de varias revistas como Plural y Nuevo Cine y colaborador de otras como Letras Libres o Milenio Diario. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural 1984 por El Semanario Cultural de Novedades y el Premio Mazatlán de Literatura 2002 por Libertades imaginarias, entre otros. Fuente: EFE *** Carlos Germán Belli homenajeado por la Cancillería del Perú El peruano Carlos Germán Belli, considerado uno de los poetas vivos más importantes de Hispanoamérica, fue homenajeado por la Cancillería de su país el miércoles 9 de abril, durante una ceremonia en la que se destacó su trayectoria y se inauguró una muestra biobibliográfica sobre su vida y obra. Belli, de 87 años, fue invitado para inaugurar el ciclo “La República de los Poetas”, organizado en el Centro Cultural Inca Garcilaso de la Cancillería y que se celebrará cada dos meses, según explicó un portavoz de la organización. “Es considerado uno de los grandes poetas vivos de la lengua española, por eso creemos que reúne todos los méritos para ser quien inaugure este ciclo que se organiza con miras al próximo Bicentenario de la República” en 2021, precisó la fuente. La presentación de Belli estuvo precedida por una semblanza sobre su trayectoria literaria, a cargo del presidente de la Academia Peruana de la Lengua, el también poeta Marco Martos. Durante el acto se inauguró, además, la muestra “Carlos Germán Belli, el poeta del Hada cibernética”, que permite apreciar las primeras ediciones de sus libros, además de estudios, antologías, fotografías y manuscritos. También se presentó un video sobre su trayectoria, hecho por el director de cine y documentalista peruano Javier Corcuera. “Esperamos que (a Belli) le den pronto el premio Cervantes, hay una gran expectativa en Perú de que se lo otorguen porque es autor de una obra excepcional, quizá con Antonio Gamoneda sea la figura más importante viva de la poesía en español”, remarcó el portavoz del Centro Cultural de la Cancillería. Como parte del reconocimiento al autor del poemario ¡Oh! Hada cibernética (1961), el 21 de abril se presenta la conferencia “Métrica expresiva en la poesía de Carlos Germán Belli”, a cargo de la sevillana Inmaculada Lergo Martín, compiladora del volumen Vivir en el poema; homenaje a Carlos Germán Belli (Sevilla, 2013). Belli ha sido galardonado con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2006), el Premio Casa de las Américas de Poesía José Lezama Lima (2009) y el Premio Nacional de Poesía (1962). En dos ocasiones recibió la beca Guggenheim (1969 y 1987) y entre sus principales libros se encuentran El pie sobre el cuello (1967), En alabanza al bolo alimenticio (1979), Los talleres del tiempo (1992) y Sextinas, villanelas y baladas (2007). Fuente: EFE *** Nominan a Juan Gabriel Vásquez y Andrés Neuman al premio Impac Las novelas El ruido de las cosas al caer, del escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, y El viajero del siglo, del argentino Andrés Neuman, han sido postuladas al premio Impac, que entregan anualmente el Ayuntamiento de Dublín y una empresa privada. Los dos libros ya habían sido premiados, antes, con el Premio Alfaguara de Novela, en 2011 y 2009, respectivamente. “Esta es una lista de literatura de alta calidad”, señaló el miércoles 9 de abril, en un comunicado, el teniente de alcalde de Dublín, Henry Upton, al anunciar los diez aspirantes a este galardón, que premia la mejor novela de ficción, elegida por un centenar de bibliotecas de todo el mundo. El premio, dotado con 100.000 euros (unos 265 millones de pesos), está organizado por el Ayuntamiento de Dublín y la multinacional norteamericana Impac. Upton destacó que, entre los trabajos seleccionados, hay cinco novelas traducidas al inglés, “lo que ofrece a los lectores la oportunidad”, dijo, de acercarse a autores de otras nacionalidades. Además de Neuman y Vásquez, optan al Impac con obras traducidas el holandés Gerbrand Bakker, con Diez gansos blancos; el noruego Karl Ove Knausgaard, con La muerte del padre, y la francesa Marie NDiaye, con Tres mujeres fuertes. También figuran en la lista el irlandés Donal Ryan, quien escribió The Spinning Heart mientras desempeñaba su trabajo de funcionario del gobierno en Limerick (suroeste de Irlanda), y el norirlandés David Park, un antiguo maestro de escuela en Belfast y autor de The Light of Amsterdam. “Estoy encantado de ver a Donal Ryan y David Park en la lista. Esto representa un verdadero tributo de los jueces hacia la calidad de la literatura irlandesa contemporánea”, destacó en la nota el segundo edil de Dublín. Completan la lista de aspirantes el estadounidense Patrick Flanery, con Absolución; el malasio Tan Twan Eng, con El jardín de las brumas, y la australiana Michelle De Kretser, con Questions of Travel. Los cinco miembros del jurado darán a conocer el próximo 12 de junio el nombre del ganador, que en anteriores ediciones se llevaron el español Javier Marías, con Corazón tan blanco (1997); el francés Michel Houellebecq, con Atomised (2002), o el irlandés Colm Tóibín, con The Master (2006). Fuente: EFE *** México celebra los cien años del escritor Efraín Huerta El jueves 10 de abril, con la instalación de su nombre en letras de oro en el muro de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, se iniciaron las festividades por el centenario del poeta y periodista mexicano Efraín Huerta, considerado uno de los más importantes de la cultura mexicana y llamado “El Gran Cocodrilo” por haber iniciado el movimiento neovanguardista de “El Cocodrilismo”. Entre las actividades conmemorativas habrá mesas redondas, presentaciones de libros, ediciones especiales, exposiciones, antologías, lecturas de poemas, música, cine, un convoy con el nombre de Huerta y una tarjeta conmemorativa del Sistema de Transporte Colectivo Metro. El programa es organizado por el gobierno mexicano, el gobierno de Ciudad de México, universidades e instituciones culturales y del gobierno federal, según anunciaron en conferencia de prensa el miércoles 9 el presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de México (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, y el hijo del escritor, David Huerta. Tovar y de Teresa y Huerta destacaron la importancia de celebrar la obra y el pensamiento del escritor, y sobre todo de que las actividades sirvan para ponerlo al alcance de las nuevas generaciones. De ahí que la Dirección General de Publicaciones del Conaculta y por otro lado el Fondo de Cultura Económica (FCE) hayan preparado un programa de ediciones conmemorativas entre las que sobresale la edición facsimilar de Los hombres del alba, considerado uno de los libros cumbre de la poesía hispanoamericana del siglo pasado. Destaca también Permiso para el amor; brevísima antología, cuya selección ha estado a cargo del poeta David Huerta y que coeditan la Dirección General de Publicaciones, la Secretaría de Cultura del DF y la Asamblea Legislativa; así como La ciudad del poeta, una nueva edición de Poesía completa, una edición ilustrada para jóvenes de los míticos Poemínimos y una Iconografía amplia del poeta nacido en Silao, Guanajuato, el 18 de junio de 1914 y fallecido en la capital mexicana el 3 de febrero de 1982. Justo durante el mes de junio se celebrará el grueso de las actividades artísticas y culturales en su honor, que incluyen la develación de la escultura en mármol “Avenida Juárez”, del artista Juan Manuel de la Rosa, inspirada en el poema del mismo nombre; también se celebrará el Gran Cocodrilo Fest que recorrerá Reforma y Avenida Juárez, lecturas en voz alta, conciertos, mesas redondas y lecturas de poemas, entre varias actividades más. Igualmente, la exposición temporal “Buenos días a Diana Cazadora”, en los camellones que rodean la fuente; allí se colocarán mamparas con fotografías e imágenes en gran formato del poema que Huerta dedicó al monumento, y se distribuirán cien mil ejemplares tipo biombo de La ciudad del poeta que serán repartidos en el Metro. “Queremos ver a la capital del país inundada de poesía y reflexión, involucrar a los jóvenes e invitarles a leer las obra de estos poetas”, señaló Eduardo Vázquez Martín, secretario de Cultura del Distrito Federal, al dar cuenta de las conmemoraciones por los centenarios de nacimiento de Efraín Huerta, Octavio Paz y José Revueltas. Fuente: El Universal *** Intelectuales cubanos afiliados a la Uneac se reunieron en La Habana Una representación de escritores, artistas, cineastas, intelectuales y músicos participó el viernes 11 y sábado 12 de abril, en La Habana, en el VIII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), con debates sobre temas como el “mercado del arte” y la necesidad de una ley de cine en la isla. Los 320 delegados de las distintas manifestaciones del arte y la cultura participantes en el congreso se reunieron en las comisiones de Cultura y Medios, Mercado e Industria, Ciudad, Arquitectura y Patrimonio y la de Estatutos, Reglamentos y Reclamaciones, según reportes de medios oficiales. La crítica en los medios de comunicación, la calidad de la programación radial, televisiva y cinematográfica, la eficiencia empresarial y el papel de las instituciones ocuparon la atención de los delegados. En la apertura del encuentro, el presidente de la Uneac, el escritor Miguel Barnet, dijo que este congreso se celebra en la circunstancia de un “necesario e impostergable proceso de cambio” en la sociedad cubana, en referencia al proceso de reformas económicas emprendidas en la isla para actualizar su modelo socialista. “No somos una agrupación gremial y tampoco una organización ejecutiva”, señaló Barnet, y definió a la Uneac como “un laboratorio de ideas, un nicho de debates y un sitio para promover lo mejor y más valedero de la cultura cubana, frente a la seudocultura y los rezagos coloniales”. Hubo pronunciamientos de los delegados a favor de un “mercado del arte”, a tono con los ajustes en la política económica y social del país, según la estatal Agencia de Información Nacional. En la Comisión de Cultura y Medios, los realizadores Manuel Herrera y Rebeca Chávez abogaron por impulsar la aprobación de una ley de cine en el Parlamento cubano. “Las nuevas realidades y circunstancias hacen necesaria y urgente una ley de cine, integradora y con el (estatal) Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficas (Icaic) como ente regulador”, señaló Chávez. También consideró que en la actualidad abundan en el cine cubano las productoras independientes responsables de muchas buenas películas, y opinó que “esa realidad no se puede obviar, sino potenciar y regular”. El sábado se realizó la reunión plenaria, donde las comisiones de trabajo compartieron sus conclusiones. La Uneac, fundada el 22 de agosto de 1961, reúne en este congreso a 320 delegados de diversas manifestaciones artísticas en representación de los casi 9.000 asociados de distintas manifestaciones artísticas con que cuenta en la isla. Fuente: EFE *** Uruguay tiene ya su “Biblioteca Cannábica” Autocultivadores de marihuana en Uruguay inauguraron el sábado 12 de abril la primera “Biblioteca Cannábica” de este país sureño, con la mira puesta en la creación de clubes de membresía, pocos días antes de que el gobierno anuncie la reglamentación de la ley sobre el mercado de la droga. Con sus muros pintados con flores de cannabis, un edificio a pocas cuadras del centro de Montevideo funcionará como biblioteca y como sede para la Asociación de Estudios del Cannabis del Uruguay (Aecu). “Lo que más tenemos de consultas son personas que quieren formar parte o directamente ser cultivadores de un club de cannabis”, dijo Laura Blanco, presidenta de la Aecu. Para Blanco “hay que tener mucho control de la seguridad” en las plantaciones de marihuana, y aseguró que su organización —que armó un club cannábico experimental— logró “un sistema de cultivo cerrado en un indoor para no tener ese problema”. Uruguay aprobó en diciembre una ley —impulsada por el presidente José Mujica— que regula el mercado de marihuana en el país, pero será la reglamentación, a presentarse en unos días, la que defina por ejemplo dónde y cómo se plantará la marihuana que abastecerá a quienes decidan comprar la droga en farmacias y no acudir al autocultivo o a los clubes de membresía. La ley permite el cultivo personal (con un límite de seis plantas o una producción máxima de 480 gramos) y en clubes de membresía (con 15 a 45 socios y un número de plantas proporcional, con un máximo de 99). Blanco comentó que con la Biblioteca Cannábica, con la que colaboraron enviando libros de activistas de varios países, y que prevé contar en breve con todo el material en formato digital para facilitar el acceso, buscan conectar a los interesados en formar un club “con jardineros que quieran cuidar las flores de un grupo de personas”. La legalización “fue un escalón que logramos subir. (...) Es mucho mejor un mercado regulado a que se maneje un mercado negro, donde estás financiando otras actividades criminales, donde es inseguro para el usuario”, dijo Blanco. En una primera instancia, Uruguay reglamentará el uso recreativo de la droga, para luego trabajar en la marihuana medicinal. Fuente: AFP *** Alcalá de Henares disfruta de una “biblioteca al aire libre” Vecinos de Alcalá de Henares (España) reeditaron el domingo 13 de abril la iniciativa estrenada el año pasado de depositar libros en desuso en los bancos que recorren el paseo del río Henares. A razón de una suelta de cinco libros por cada uno de los 22 bancos que recorren el paseo, la iniciativa para fomentar la lectura da como resultado una espontánea biblioteca, de la que los vecinos de la zona, así como los transeúntes, pueden disfrutar durante los meses de primavera y verano. “En la Biblioteca Libre del Henares (http://bibliotecalibredelhenares.blogspot.com) seguimos la recomendación del Quijote: ‘El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”, dicen los organizadores de la original biblioteca, entre los que se cuentan la Asociación de Vecinos Manuel Azaña, así como el Foro del Henares y la Universidad de Alcalá. A efectos organizativos, estas entidades, así como particulares, apadrinan cada uno de los bancos y liberan los ejemplares acordados cada segundo domingo del mes. “El libro que te encuentra es para que lo leas. Lo puedes intercambiar, dejárselo prestado a otra persona o devolverlo a uno de los bancos del río Henares para que encuentre a otra persona que quiera leerlo”, reza en los ejemplares depositados en el paseo a modo de manual de instrucciones. Respecto a la suerte que puedan correr los ejemplares, las entidades participantes piden a los vecinos su colaboración si ven algún libro fuera de los bancos, tirado en el suelo, o que al estar en mal estado haya que devolverlo a los organizadores, así como en el caso de que los ejemplares requieran ser recogidos porque se ponga a llover. Fuentes: Biblioteca Libre del Henares • EFE *** Publican en Chile una novela gráfica sobre la “Revolución Pingüina” Una historia de amor, pero también política y generacional, contiene la novela ilustrada chilena Al sur de la Alameda: diario de una toma (http://www.diariodeunatoma.cl), de la escritora Lola Larra y el ilustrador Vicente Reinamontes, que acaba de publicar la editorial Ekaré. El libro cuenta la historia de Nicolás, el arquero estrella del equipo de fútbol, que estudia en un pequeño colegio del sur de Santiago y es testigo de la toma del establecimiento en medio de la llamada “Revolución Pingüina”, que estalla en mayo de 2006. Aunque no está muy convencido de participar, Nicolás se termina involucrando prendado de Paula, una carismática chica francesa. La novela gráfica, dirigida a jóvenes pero también a sus padres, revela todos los avatares que vive una ocupación de este tipo: las eternas asambleas, la organización para alimentar a los muchachos y las peleas, entre otros, en una obra que mezcla elementos del mundo del cómic, el cine, la televisión y la fotografía. “¿Cómo se organizan los estudiantes en una toma, cómo funcionan, cómo se relacionan entre ellos? ¿Repiten los defectos de la sociedad? ¿O son capaces de librarse de ellos y crear una comunidad más armoniosa? Esas preguntas fueron las que me hice al empezar a escribir”, cuenta Larra, autora de varias novelas, con una historia cruzada por el exilio en Caracas y una trayectoria periodística que incluye el diario español El País y las revistas Rolling Stone y Vogue. “Y a nivel meramente literario y dramático la toma me parece una escenografía fascinante: un espacio aislado, sin adultos, en el que el tiempo se encapsula y la rutina normal se trastoca”, agrega la autora, que conoció la experiencia de cerca al acompañar al colectivo artístico Patogallina en sus actividades al interior de varios establecimientos ocupados en 2006. “Me ayudé con los recuerdos de aquellas tomas a las que fui como observadora y también con una buena parte de investigación”, relata. “La Revolución Pingüina ha dado muchos y muy buenos documentos periodísticos, escritos y audiovisuales. Faltaba, supongo, la ficcionalización de ese movimiento que ya tiene su hueco en la historia de Chile”. Para la autora, aunque no deja de ser una historia clásica en la que “chico conoce a chica”, también es una historia sobre el crecimiento y la toma de conciencia ciudadana y política. “¿Hasta dónde llega nuestro deber como ciudadanos? ¿Hasta qué punto implicarse o quedarse fuera?”, se pregunta Larra, quien encontró el sustrato de la novela en obras como La invención de Hugo Cabret, el clásico El señor de las moscas, de William Golding, la poesía de Paul Éluard, la música de Los Prisioneros y el filme El ángel exterminador, del cineasta español Luis Buñuel. “Creo que es un libro que entrega una invitación”, complementa Reinamontes, un diseñador cuyos trabajos han sido publicados en medios como las revistas Qué Pasa y Paula, entre otros, y que para la obra se inspiró en “el cartel político polaco y austríaco”, así como la saga The Sandman, del inglés Neil Gaiman. “Es una invitación a reflexionar sobre nuestros ideales y compromisos con nuestro entorno. Y creo que eso es lo que me gusta tanto del personaje de Nicolás, el protagonista de la historia, es que su desarrollo en la novela no está motivado por convertirse en héroe, sino por encontrar su lugar, consigo mismo y con quienes lo rodean”, subraya. Uno de los aportes del libro es que ayuda a desmitificar las tomas como un espacio de anarquía y desorden, y que como tales fueron muy cuestionadas en su momento por los medios tradicionales. Por el contrario, los autores defienden esa acción como legítima. “A mí personalmente una toma me parece un acto completamente válido si se respetan las mínimas normas de civismo”, argumenta Larra. “¿Que los alumnos pierden muchas clases? Puede resultar más formativo, tanto para estudiantes como profesores, lidiar con una toma que correr cumpliendo malamente los objetivos del currículum”. Para Reinamontes, hay que tener altura de mira y observar cómo las tomas funcionan como un quiebre dentro de la rutina física y psicológica tanto de los jóvenes que están dentro como fuera de ellas. “Estos quiebres, en el caso de Chile y Latinoamérica en general, pueden resultar en agentes de cambio muy positivos para la sociedad”. “También hay que recordar que tanto las tomas como cualquier otro tipo de manifestación activista ocurren cuando los canales de diálogo tradicionales entre la sociedad y sus instituciones están deteriorados o simplemente no existen”, asevera. “Gracias a este tipo de manifestaciones, y los acontecimientos que les siguieron, es que los jóvenes chilenos lograron poner sobre la mesa la discusión sobre la educación en nuestro país”. Otro de los hechos relevantes de la obra es que conecta los acontecimientos con la lucha contra la dictadura. De hecho hay un capítulo en el que el “Gordo Mellado”, ideólogo de la toma, explica las similitudes entre ambos momentos. Reinamontes, contemporáneo de los actores de la Revolución Pingüina, recuerda que cuando era estudiante hubo comentarios de muchos adultos que al observar las manifestaciones recordaban “vívidamente” las protestas que enfrentó Pinochet. “Y es curioso cómo estos dos acontecimientos, distanciados en tiempo y contexto político, de alguna manera terminaron por acercar a muchos adultos a las generaciones más jóvenes, como a estos mismos jóvenes al pasado de nuestro país”, agrega. “Parte de la sorpresa de la trama tiene que ver con este encuentro de épocas”, asegura Larra, aunque destaca que una cosa es protestar en democracia y otra en una dictadura. Unas manifestaciones de un movimiento estudiantil que para muchos ha generado una revolución cultural y un cambio de mentalidad frente al neoliberalismo en Chile. “Y es muy emocionante que suceda, que sean los estudiantes los que planten cara a una sociedad perfectible. Yo defiendo mucho la democracia chilena actual, creo que tenemos que congratularnos por ella. Pero arrastra muchísimos defectos y muchas injusticias en temas primordiales como educación o salud, o algunas libertades civiles”, afirma Larra. “Espero que ese cambio de mentalidad pueda traducirse en avances positivos y concretos para nuestro país”, coincide Reinamontes. “Después de conocer las diferentes realidades educacionales en Chile, me di cuenta de cómo muchas escuelas, en lugar de ser un agente de cambio, perpetúan la segregación de los jóvenes dentro de los niveles socioeconómicos de los que provienen”. El diseñador había tenido ya un acercamiento previo al tema de la educación con una comentada ilustración que desarrolló para la Fundación Educación 2020, que mostraba a un grupo de estudiantes jugando al cachipún y el lema “Educación pública para todos”, “en donde jugaba con la idea de que la educación de calidad no debiese ser algo que se obtiene al azar”. “Sin entrar en detalles acerca del modo, creo que la educación debería ser una garantía de Estado que abra las puertas a un panorama de igualdad de oportunidades, en donde la educación privada sea sólo una opción más, y no la promesa de éstas”, concluye. Fuente: El Mostrador *** Conmemoran el centenario del escritor mexicano José Revueltas El lunes 14 de abril fue anunciado el programa de actividades del homenaje nacional que México le rendirá al escritor José Revueltas en su centenario, en cuyo marco se realizarán lecturas y mesas redondas, la develación de una placa en las Islas Marías y la divulgación de ediciones conmemorativas, antologías e iconografías. El programa fue presentado en la ciudad de Durango, capital del estado homónimo —donde nació Revueltas el 20 de noviembre de 1914— , con la presencia del director del Instituto de Cultura, Rubén Ontiveros Rentería, en representación del gobernador Jorge Herrera Caldera. Asistieron también el director del Fondo de Cultura Económica (FCE), José Carreño Carlón; el director del Museo de Ciudad de México, José María Espinasa, por el Gobierno del Distrito Federal, y en representación de la familia Olivia Revueltas. Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Conaculta, resaltó la personalidad del autor de Los muros de agua y El apando, a quien calificó como uno de los intelectuales que mayor influencia ejercieron en el siglo XX y un hombre comprometido con su tiempo, de pensamiento agudo y honesto en sus convicciones. “Revueltas entendió su tiempo, vivió a México con gran pasión, leyó la literatura de otros ámbitos, asimiló las ideas y se volcó como pocos a hacer libros, a contar historias que tenían raíces profundas en nuestra realidad”, dijo Tovar y de Teresa. Las actividades conmemorativas tendrán como sedes sitios emblemáticos que dejaron una honda huella en la vida de Revueltas, como las Islas Marías, la antigua cárcel de Lecumberri, hoy Archivo General de la Nación, y el Centro Cultural Tlatelolco, a un costado de la Plaza de las Tres Culturas. El 20 de noviembre, día del nacimiento de Revueltas, se develará una placa conmemorativa en las Islas Marías, donde se escenificará su obra de teatro El cuadrante de la soledad y se realizarán lecturas de su obra. Ese mismo día, en el Centro Cultural Tlatelolco, se inaugurará la exposición “Los escritores y el 68”, acompañada de una mesa redonda en la que participarán Elena Poniatowska, Luis González de Alba, Felipe Cazals, Evodio Escalante, Gerardo Estrada y Sonia Adriana Peña. Por su parte, José Carreño Carlón dijo que Revueltas fue “un ser humano lleno de afecto y de amor por la gente. Comprometido con la literatura —hoy valorado como uno de los grandes narradores mexicanos del siglo que fue—, un hombre de compromiso también con las causas políticas y sociales a las que les entregó su vida, siempre concentrado en la exploración intelectual, en el análisis político filosófico más refinado”. Anunció las obras que editará el FCE, entre ellas una edición conmemorativa de Los errores, la sexta novela de Revueltas, en dos volúmenes; además la Iconografía de José Revueltas que está a cargo de José Manuel Mateo; la antología El paraíso del mal, compilada por Mario González Suárez, así como una edición de su producción poética. Este año, junto con el de Revueltas, se conmemora el centenario de nacimiento de Octavio Paz y el de Efraín Huerta, tres de los personajes mexicanos más versátiles y completos del siglo pasado, sin cuya presencia el siglo XX habría sido muy distinto, destacó el titular del Conaculta. Fuente: El Universal *** Alicante concede doctorado honoris causa al poeta chileno Raúl Zurita El poeta chileno Raúl Zurita y el economista español Gabriel Tortella serán investidos doctores honoris causa por la Universidad de Alicante (UA), informaron fuentes académicas el lunes 14 de abril. Las dos propuestas, elevadas por las facultades de Filosofía y Letras, y de Ciencias Económicas y Empresariales, respectivamente, fueron aprobadas en esa fecha por el Consejo de Gobierno de la UA. El rector, Manuel Palomar, manifestó su intención de hacer coincidir las investiduras con “actos de singular interés para las dos facultades”. En cuanto al reconocimiento que se le rendirá a Zurita, la UA destacó en una nota que “su trayectoria poética está vinculada a una memoria de la última parte del siglo XX y a una creación nueva en la primera parte de nuestro siglo”. “Recordamos, por ejemplo”, continúa el comunicado, “acciones de arte como la escritura de un poema mediante avionetas en el cielo de Nueva York (último verso: ‘Mi Dios es no’) y el trazado en el desierto de Atacama mediante excavadoras de la frase ‘Ni pena ni miedo’, que es continuidad de una protesta civil y pública que el poeta inició con otros intelectuales durante la dictadura chilena de la que fue víctima”. Finalmente el consejo añadió que “por su trascendencia en la joven poesía chilena e hispanoamericana, por el valor de su mundo poético, la Universidad de Alicante va a realizar actividades para acompañar su investidura como doctor honoris causa prevista para comienzos del próximo año, actos que recorran su mundo y el de la cultura chilena actual de tan prometedoras promesas y esperanzas”. Este grado honorífico ha sido otorgado anteriormente a otros dos autores latinoamericanos: Mario Vargas Llosa y Mario Benedetti. Fuentes: Diario UChile • EFE *** Publican la obra cuentística del escritor nicaragüense Sergio Ramírez El periodista, narrador y ensayista Sergio Ramírez (Masaya, 1942), doctor en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de León y quien fuera vicepresidente de su país entre 1986 y 1990, reunió sus relatos realizados a lo largo de 50 años en un solo volumen, lanzado al mercado bajo el título Cuentos completos. Desde su natal Nicaragua, trae a colación una serie de historias sobre los acontecimientos más comunes y los más inverosímiles, donde su talento entreteje relatos sarcásticos pero que, al mismo tiempo, contienen una aguda crítica social. La incursión de Ramírez en el cuento se inició en 1960, con la publicación de su relato “El estudiante” en la revista Ventana, de León. El autor es fundador de la Editorial Universitaria Centroamericana, y su nombre saltó a la fama en 1977 cuando encabezó el grupo “Los Doce”, integrado por los intelectuales, empresarios, sacerdotes y dirigentes civiles en feroz lucha contra el régimen de Somoza. Ramírez obtuvo el Premio Internacional de Novela Alfaguara en 1998 con Margarita, está linda la mar. Es columnista de varios periódicos alrededor del mundo, como El País, de Madrid; La Jornada, de México, o El Nacional, de Caracas. Dirige la revista electrónica cultural centroamericana Carátula (http://www.caratula.net). En 2011 publicó La fugitiva, novela basada en la vida de la escritora costarricense Yolanda Oreamuno (Amanda Solano en la novela). Cuentos completos es una edición del Fondo de Cultura Económica (FCE) dentro de su colección Tierra Firme. Ramírez ya ha publicado en esta editorial El viejo arte de mentir y Puertas abiertas. Fuente: Notimex *** Gabriel García Márquez muere en Ciudad de México a los 87 años El escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, murió el jueves 17 de abril en Ciudad de México, ciudad donde residía desde hace varios años. El primer reporte de su muerte se hizo público a las 3:16 de la tarde a través de la cuenta de Twitter de Fernanda Familiar (https://twitter.com/qtf/statuses/456881341376643072), una periodista cercana a la familia que ayudaba al escritor como enlace con la prensa. “Muere Gabriel García Márquez. Mercedes (su esposa) y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, me autorizan a dar la información”, escribió Familiar. El autor de Cien años de soledad había salido recientemente de un hospital en la capital mexicana en el que permaneció internado del 31 de marzo al 8 de abril por una deshidratación e infecciones en los bronquios y vías urinarias. Poco después de que saliera del centro asistencial se supo que, en realidad, no era un problema pulmonar sino un agravamiento del cáncer que lo aquejaba y que se había extendido por pulmón, ganglios e hígado, y que estaba recibiendo cuidados paliativos en su casa. Tras la última recaída su familia decidió no castigarlo más con agresivos tratamientos y darle sólo cuidados que le aliviaran los dolores. Los restos del escritor fueron llevados esta misma tarde a la funeraria J. García López, que se ubica en el número 140 de la avenida San Jerónimo, para ser velado. Se dispuso de un operativo policíaco para agilizar el traslado, que se inició a las 17 horas desde su casa, al sur del Distrito Federal, y fue seguido por familiares y amigos en diversos vehículos. “¡Mil años de soledad y tristeza por la muerte del más grande colombiano de todos los tiempos! Solidaridad y condolencias a la Gaba y familia”, escribió el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en @JuanManSantos. Considerado por muchos el mayor escritor contemporáneo de habla hispana, García Márquez había nacido el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, en el departamento del Magdalena, en Colombia. En 1940 abandonó la costa colombiana para estudiar interno con una beca en el Liceo Nacional de Zipaquirá, una localidad cercana a Bogotá donde conoció el frío, la introspección y su talento para la escritura, temporalmente frustrado por el empeño de su padre en que estudiara Derecho. No obstante, en septiembre de 1947 publicó su primer cuento, “La tercera resignación”, en el diario El Espectador, y su papel como promesa literaria comenzó a forjarse en Bogotá hasta que el asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán y los consiguientes disturbios del “Bogotazo” le obligaron a volver a la costa en 1948. Allí se vinculó al Grupo de Barranquilla, donde con intelectuales se acercó a los clásicos rusos, estadounidenses e ingleses y perfeccionó su estilo directo, ya como columnista de El Universal de Cartagena, de El Heraldo de Barranquilla y como crítico de cine y reportero de El Espectador. La publicación de La hojarasca, y sobre todo del reportaje por entregas Relato de un náufrago, le valió la censura del régimen del último dictador de Colombia, el general Gustavo Rojas Pinilla, lo que marcó el inicio de su carrera como corresponsal superviviente por Europa, la Unión Soviética de entonces, Estados Unidos y Venezuela. “El hijo del telegrafista”, como se presentaba, huyó siempre de identificarse como un intelectual de su tiempo, pero lo fue, pues cultivó su amor por la pintura y la música, fue accionista de la revista colombiana Cambio y fundó instituciones como la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños de Cuba. Además, en su etapa europea ya se había empezado a codear con célebres escritores como el colombiano Plinio Apuleyo Mendoza o Mario Vargas Llosa, amigo cercano en la época parisina y de quien se alejó en 1976 cuando el Nobel peruano le asestó, en público, un derechazo en un ojo por un episodio del que ambos guardaron el secreto, aunque el fotógrafo Rodrigo Moya dejó testimonio del episodio. En 1959 conoció en La Habana al triunfal líder de la revolución cubana, Fidel Castro, momento en el que comenzó una polémica amistad que según García Márquez se basaba en pasiones como la literatura o la gastronomía. Pero Castro no fue el único mandatario con el que alternó el Nobel, pues como afirma su biógrafo británico Gerald Martin, Gabo tenía una “enorme fascinación por el poder” que le llevó a ser amigo, entre otros, del español Felipe González y del estadounidense Bill Clinton, quien hace unos años le visitó en su casa de Cartagena de Indias y le confesó cuánto le quería. A principios de los sesenta ya se había casado con Mercedes Barcha y había tenido a sus dos hijos, Rodrigo y Gonzalo, con quienes se trasladó a vivir a México, donde escribió guiones, así como las novelas El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora y el libro de relatos Los funerales de la Mamá Grande. En 1967 llegó Cien años de soledad, al cabo de dos décadas de disciplina y estratagemas de Mercedes para que el carnicero le fiara; con esta obra, en la que narra la fundación, el auge y la caída del pueblo mítico de Macondo a través de la familia Buendía, barrió en las librerías y se consolidó como el padre de un estilo poliédrico, de una rica prosa y de descripciones detallistas hasta el extremo. En agosto de 1966, cuando el escritor y su mujer fueron a Correos en México para enviar el manuscrito (casi 600 cuartillas) no tenían suficiente dinero para ello. Les quedaban 53 pesos y mandar el paquete costaba 82. Abrieron el paquete y sólo metieron la que creyeron era la primera parte de la novela. Error: mandaron la parte final. El error no resultaría en tragedia, ya que el director de la Editorial Sudamericana quedó completamente cautivado con lo leído y quiso la primera parte. Fue él quien mandó el dinero al entonces “pobre” escritor para que enviara la primera parte. Dos semanas después de su publicación, en 1967, la obra estaba agotada. Consolidado después de este “vallenato de 450 páginas” que el poeta chileno Pablo Neruda calificó como “la mejor novela que se ha escrito en castellano después de El Quijote”, le siguieron cuatro libros más, tres volúmenes de cuentos y dos relatos a caballo entre Barcelona, México, La Habana y Cartagena. En 1972 recibió en Caracas el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, y pocos años más tarde regresó a América Latina para residir alternativamente en Cartagena de Indias y Ciudad de México, debido sobre todo a la inestabilidad política de su país. Vestido con un inmaculado liqui liqui, el traje que manda el protocolo caribeño, recibió en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura en 1982, en una pura reivindicación de su hemisferio que resumió en el potente discurso “La soledad de América Latina”. La Academia explicó que el colombiano merecía el premio porque “sus novelas e historias cortas reúnen la fantasía y la realidad que se combinan en un tranquilo mundo de imaginación rica, reflejando la vida y los conflictos de un continente”. En 1985 publica El amor en tiempos del cólera, novela que se riñe con Cien años de soledad en las preferencias del público lector y de la crítica, y que relata la historia de los amores contrariados de Florentino Ariza y Fermina Daza, iniciados cuando él va a llevar un telegrama a la casa de ella, y que continuarían incluso cuando el padre de la joven, opuesto a la relación, la envió lejos. La obra está inspirada en la historia real de Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, los padres de García Márquez, que finalmente consiguen casarse en Santa Marta en junio de 1926, alejados de la familia. Ambos se establecerían en Riohacha pero, al poco tiempo, y con Luisa embarazada, la familia se reconcilió y ésta volvió al pueblo para dar a luz a su primogénito. Pese a las dificultades, la pareja acabó por tener once hijos. El escritor mantuvo siempre su compromiso con las causas latinoamericanas: participó como mediador en los intentos frustrados de paz con las guerrillas en Colombia de 1985 y 1998-2002, rechazó públicamente el bloqueo estadounidense contra Cuba y firmó la “Proclama de Panamá” por la independencia de Puerto Rico. En 1999 le detectaron un cáncer linfático que superó escribiendo sus memorias Vivir para contarla (2002), para apartarse del ruido mediático y aparecer sólo en los días de su cumpleaños, siempre sonriente y tratando de disimular las lagunas de la memoria. “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla”, afirmó en su día. Gabriel García Márquez vendió más de 40 millones de libros en el mundo. El escritor se llevó a la tumba el misterio sobre su famosa novela inacabada, una obra que debía llamarse En agosto nos vemos. “Se trata de un libro que escribió hace algunos años, poco después de Memoria de mis putas tristes, pero que ha corregido casi de forma obsesiva”, dijo su editor Cristóbal Perea al diario español El Mundo el año pasado. La leyenda cuenta que Gabo había escrito hasta seis finales y que, una vez terminada, la guardó en un cajón para que fuera publicada una vez fallecido. Para su editor, que ha leído varios capítulos, se trata de una “obra maestra” pero la fecha de su publicación “es una decisión personal de Gabo” aclararía entonces. Además de estar ligado a diversos proyectos cinematográficos, García Márquez vio cómo varias de sus obras fueron llevadas al cine con mayor o menor éxito. En 1999 Arturo Ripstein filmó El coronel no tiene quien le escriba, protagonizada por Fernando Luján, Marisa Paredes, Salma Hayek y Rafael Inclán. En 2006 se rodó El amor en los tiempos del cólera, con guion del sudafricano Ronald Harwood y bajo la dirección del británico Mike Newell. Fue filmada en Cartagena de Indias y los personajes fueron encarnados por Javier Bardem, Giovanna Mezzogiorno, John Leguizamo, Catalina Sandino y Benjamin Bratt. En 2010, en el Festival de Cine de Cartagena de Indias, se estrenó la versión fílmica de Del amor y otros demonios, una coproducción entre Colombia y Costa Rica dirigida por la costarricense Hilda Hidalgo. Memoria de mis putas tristes, coproducción entre Dinamarca y México, dirigida por el danés Henning Carlsen y con la adaptación cinematográfica a cargo del francés Jean-Claude Carrière, iba a ser filmada en 2009 en el estado de Puebla, pero se suspendió por problemas de financiación. Finalmente la película fue filmada en 2011 en la ciudad de San Francisco de Campeche, México, protagonizada por Emilio Echavarría, y se estrenó en 2012. La obra desató cierta polémica por el tema que aborda. Jaime García Márquez, hermano del Nobel colombiano, dijo que “el mundo de Macondo que recreó mi hermano Gabo fue la Aracataca de nuestra infancia, los cuentos de la abuela, de nuestras tías, de todas esas cosas inverosímiles que ocurrían, que a nosotros nos parecían de una absoluta normalidad y que después terminaron asombrando al mundo. Todos pudimos haberla contado, pero solo él tuvo el talento suficiente para hacerlo”. “Estamos consternados los colombianos, los latinoamericanos, y la república de las letras. La actuación con todos los gobiernos fue definitiva. La libertad le debe mucho a Gabriel García Márquez”, dijo el ex presidente de Colombia Belisario Betancur. Entretanto, el director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, Jaime Abello Banfi, anotó que “Gabo vivió una vida plena e incomparable (...). Lo recordaremos como un creador genial, un ser humano lleno de sabiduría, humor y ternura, un trabajador incansable, que supo mostrarnos que la mejor manera de aprovechar un trayecto vital es siguiendo la vocación personal, con la terquedad y disciplina que dan cimiento al talento y la pasión”, expresó el también amigo del Nobel de Literatura. Asimismo, Abello se refirió al legado de Gabriel García Márquez en el periodismo iberoamericano. “Gabo nos deja su fuerza. Asumimos con seriedad y entusiasmo, de la mano de nuestros maestros y aliados, la responsabilidad de que cada día más periodistas de Iberoamérica puedan conocer sus ideas, estudiarlas, aplicarlas e incluso cuestionarlas, pero siempre con la convicción de que este es un oficio de carpinteros, que se aprende y se perfecciona con la práctica, escuchando a la gente y despertando los sentidos para ver lo que nadie más ve, para que las sociedades se informen mejor”. Cuando se enteró de la noticia, el gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, expresó: “Me cuentan que se murió Gabriel García Márquez. Lo recuerdo abriéndome la puerta de su casa en Cartagena. Qué señor. Creía en la educación”. “Todos dirán que su mayor legado es el literario”, destacó el ex presidente Andrés Pastrana. “Pero yo me atrevería a recordar dos de las grandes obsesiones que tuvo García Márquez cuando hablaba de Colombia: la educación y la paz. Siempre creyó que en educación los gobiernos podían hacer mucho más. En cuanto a la paz, él fue uno de los primeros que aceptaron la invitación a asistir a la instalación de los Diálogos de Paz del Caguán. El día de la ‘silla vacía’. Y el Gabo que asistió fue el Gabo periodista, que entrevistó a Tirofijo. Todos los demás periodistas se lamentaban y decían: ¿Quién puede contra una crónica de García Márquez?”. Entre tanto, el ex presidente Álvaro Uribe Vélez manifestó: “Maestro García Márquez, gracias siempre, millones de habitantes del planeta se enamoraron de nuestra patria en la fascinación de sus renglones”. La candidata presidencial Marta Lucía Ramírez escribió en Twitter: “Lamentamos la muerte de nuestro maravilloso Nobel, Gabriel García Márquez. Nuestras más sentidas condolencias”. La también aspirante presidencial Clara López se pronunció así: “Mucho dolor por la muerte de Gabo. Celebramos su fecunda vida y el regalo de Macondo”. El candidato Óscar Iván Zuluaga, también en la red social, sostuvo que la “partida de García Márquez es pérdida irreparable para la literatura. El mejor homenaje a su vida será releer su obra y recordar su magia”. El ex alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, manifestó: “Adiós, Gabo, las generaciones de cien años de soledad tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra. Adiós, coronel Aureliano Buendía”. “Gabriel García Márquez, siempre estará en nuestros corazones y será eterna inspiración de Colombia para el mundo, #GraciasGabo”, tuiteó el ministro del Interior, Aurelio Iragorri. El candidato presidencial de la Alianza Verde, Enrique Peñalosa, escribió en Twitter: “Sobre el río Magdalena en Cambao, me duele la muerte de Gabo, formidable colombiano del Caribe”. “Recuerdo a Gabo interpretar con el más grande sentimiento el vallenato que más le gustaba: ‘Elegía a Jaime Molina’, de la autoría de su gran amigo, el maestro Rafael Escalona. El folclor vallenato está de luto porque Gabo era un vallenato, un vallenato de esos que lloraban de alegría y sentimiento. Él, muy acertadamente, lo dijo: ‘No sé qué tiene el acordeón de comunicativo que cuando lo escuchamos se nos arruga el sentimiento’ ”, dijo Rodolfo Molina, presidente de la Fundación de la Leyenda Vallenata. José Gabriel Ortiz, embajador de Colombia en México, tuiteó: “Lo vi a finales del año pasado en una cena muy amena. Gabo manejaba todos los campos de la cultura. A mí me dan celos de Gabo porque lo consideraban más mexicano que colombiano y yo tenía que rectificar eso”. Fuentes: 20Minutos • EFE • El Liberal • El Mundo • El Nacional • El País • Milenio • Reuters *** Poniatowska, Pacheco y Vargas Llosa, los más buscados en el Gran Remate La mayor actividad de venta de libros a precios rebajados en Ciudad de México aplaudió durante un minuto al escritor colombiano Gabriel García Márquez en ocasión de su muerte, ocurrida el 17 de abril. Los mexicanos Elena Poniatowska (1932) y José Emilio Pacheco (1939-2914), así como el peruano Mario Vargas Llosa (1936) son algunos de los autores más buscados y que más altas ventas registraron en la octava edición del Gran Remate de Libros, que se celebró desde el domingo 13 hasta ayer domingo 20 de abril en el Auditorio Nacional de México. Los lectores prefirieron autores de moda, ganadores del Premio Nobel de Literatura o del Premio Cervantes, y favoritos como José Revueltas (1914-1976) y Carlos Monsiváis (1938-2010). Casas editoras como la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), Era, Grupo Planeta, Tusquets y el Instituto Nacional de Bellas Artes (Inba), por mencionar algunas, ofrecieron diversos títulos con precios entre 19 y 980 pesos, siendo Gabriel Orozco y Juan O’Gorman: 10 años, dibujos y estudios preparatorianos, los libros más caros. Según los responsables de los puntos de venta, narrativa, ensayo e historia son los temas que más vendieron y lo que más buscaron lectores de diferentes edades. En la representación de editorial Era, sus expositores comentaron que el recién fallecido José Emilio Pacheco y Elena Poniatowska fueron los favoritos de los lectores, pues no sólo buscaban obra reciente, sino títulos añejos como Ciudad de la memoria y Tinísima. Los responsables del puesto de la Unam comentaron que lo más solicitado fue historia, aunque no ofrecieron nombres. Obras completas y escritos, de Francisco Hernández, del año 1984, es la edición más añeja que exhibió la máxima casa de estudios, con un precio de 60 pesos. En Planeta, según sus expositores, los títulos más solicitados fueron novelas de autores como el español J. J. Benítez (1946) y el mexicano Francisco Martín Moreno (1946), por mencionar algunos. Además, había disponibles libros para niños desde los 19 pesos. En Tusquets lo más solicitado, al igual que en la Unam, fueron temas históricos, colecciones de ensayos y fábula de diversos autores. Para Santillana, lo que más buscó la gente fueron los precios, sobre todo de novela, en particular las obras del autor peruano Mario Vargas Llosa. De acuerdo con sus expositores, el Premio Nobel de Literatura 2010 —cuya obra ha sido reimpresa luego de que se le concediera el galardón— “vendió muy bien”, en esta octava edición del Gran Remate. Por lo que hace al Inba, las publicaciones que ofreció no eran “material de desecho”, sino que por el contrario son títulos que aún se encuentran en librerías, dijeron sus expositores, quienes agregaron que los visitantes solicitaron libros relacionados sobre todo con pintores y artistas plásticos como Diego Rivera (1886-1957), Frida Kahlo (1907-1954), Juan O’Gorman (1905-1982), Rufino Tamayo (1899-1991) o Juan Soriano (1920-2006), por mencionar algunos. El jueves 17 de abril, el evento rindió un minuto de aplausos al escritor colombiano Gabriel García Márquez, cuya muerte, ocurrida ese día a las 14 horas, causó revuelo entre asistentes, organizadores y expositores. El jueves, Déborah Chenillo, coordinadora de Vinculación Cultural Comunitaria de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, expuso a través del sistema de audio del Auditorio Nacional: “Lamentamos el sensible fallecimiento del escritor Gabriel García Márquez, que acaba de suceder hace algunos minutos. En reconocimiento a su labor en la literatura latinoamericana, los invitamos a todos a brindarle un minuto de aplausos, por favor”. Fuentes: Crónica • Notimex *** Caja de las Letras del Cervantes recibe legado de Elena Poniatowska La escritora mexicana Elena Poniatowska (París, 1932), premio Cervantes 2013, donará un legado a la Caja de las Letras del Instituto Cervantes el lunes 21 de abril, a las 17 horas, dos días antes de recibir de manos del rey de España el máximo galardón de las letras en español. La autora de La piel del cielo visitará el instituto para depositar un legado personal en la antigua cámara acorazada de la sede central, donde permanecerá guardado durante los próximos 10 años. El director de la institución, Víctor García de la Concha, entregará a la escritora y periodista una llave simbólica y un certificado que acredita la custodia del legado en la caja de seguridad número 1.515 hasta el 21 de abril de 2024. Se cumple así, un año más, la tradición por la cual los nuevos premios Cervantes, en vísperas de recoger el galardón, ceden al instituto algunos objetos relacionados con su trayectoria vital o profesional. La Caja de las Letras guarda legados de todos los premios Cervantes desde 2006 —Antonio Gamoneda, Juan Gelman, Juan Marsé, José Emilio Pacheco, Ana María Matute, José Manuel Caballero Bonald y Nicanor Parra—, además de Francisco Ayala, premio Cervantes 1991. También custodia legados de otras destacadas personalidades de la cultura en español como Carlos Edmundo de Ory, Antoni Tàpies, Alicia Alonso, Luis García Berlanga, Margarita Salas, Cristóbal Halffter, Manuel Alexandre, Carmen Balcells, Nuria Espert y Víctor Ullate. El jueves 24 Poniatowska volverá a la sede central del Cervantes, donde a partir de las 19 horas mantendrá una conversación con el también escritor mexicano Jordi Soler, en un acto abierto al público organizado por la Universidad de Alcalá con la colaboración del instituto. Presentarán la charla el director García de la Concha; el rector de la universidad alcalaína, Fernando Galván, y el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam) y presidente de honor del Instituto de Estudios Latinoamericanos, Juan Ramón de la Fuente. Fuente: EuroLatin Press *** Colombia celebrará una “Gabolectura” en el Día del Idioma El Día del Idioma se celebrará el 23 de abril en Colombia con un maratón de lectura de El coronel no tiene quien le escriba, en homenaje al Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, quien murió el jueves 17 en México. La Biblioteca Nacional de Colombia señaló que ese día se espera que miles de personas se concentren en bibliotecas de varias ciudades para leer por turnos y en voz alta una de las principales obras del escritor colombiano, en una jornada a la que se puso por nombre “Gabolectura”. La ministra de Cultura, Mariana Garcés, dijo que los homenajes en memoria del literato incluirán el martes 22 una ceremonia en la Catedral Primada de Bogotá, que contará con la presencia de familiares de García Márquez que viven en Colombia. Garcés dijo que se trata de una ceremonia solemne, no religiosa, que fue acordada junto con la esposa y los hijos del escritor, que viven en México, pues el Gabo estaba distanciado de la Iglesia Católica. “No es una misa, sino una ceremonia solemne. Es decir, no habrá una eucaristía”, afirmó Garcés, tras señalar que en el acto la Orquesta Sinfónica de Colombia interpretará el Réquiem de Mozart. Según la ministra, las únicas personas que hablarán en el acto son el obispo de Bogotá, cardenal Rubén Salazar, y el presidente Juan Manuel Santos, quien asiste este lunes 21 a un homenaje que se realizará en el Palacio de Bellas Artes de México. La funcionaria también reveló que la participación del Ministerio de Cultura en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, que se realizará del 29 de abril al 12 de mayo con Perú como país invitado de honor, se centrará en un homenaje a García Márquez. En el marco de la feria el Ministerio de Cultura presentará un concurso hispanoamericano de cuento para rendir tributo al escritor colombiano, según Garcés. Fuente: DPA *** Antonio Gamoneda asistirá al festival “Poesía con Norte” en Santander Trece poetas españoles de gran prestigio y con dilatadas trayectorias, entre ellos el premio Cervantes Antonio Gamoneda, acudirán a Santander para participar en la tercera edición de “Poesía con Norte”, festival que se celebrará entre el 25 de abril y el 27 de junio en la Fundación Botín. Así, viajarán a Santander poetas de gran recorrido premiados con algunos de los galardones más valiosos de la literatura española, como Antonio Colinas, Vicente Gallego, Eloy Sánchez Rosillo, Jaime Siles, Álvaro García y José Luis Piquero, que unirán sus voces a las de reconocidos autores cántabros como Adela Sainz Abascal, Guillermo Balbona (afincado en Santander pero natural de Bilbao) y Regino Mateo. Además, el ciclo contará con la presencia de Antonio Gamoneda (el “Maestro” de este año) y dos jóvenes promesas como son la asturiana Laura Casielles y el cántabro Martín Bezanilla. En total se ofrecerán nueve recitales, que darán comienzo a las 20 horas. Como en ocasiones anteriores, la iniciativa pretende reflexionar sobre los rasgos esenciales de la obra poética de un variado grupo de autores españoles mientras comparten sus versos con el público y ofrecen información “de primera mano sobre su labor creadora”. Esta tercera edición fue presentada en rueda de prensa por el alcalde de Santander y presidente de la Fundación Santander Creativa (FSC), Íñigo de la Serna, el director de la FSC, Marcos Díez, y el director del festival, Lorenzo Oliván. De la Serna destacó que se reunirá a un gran número de poetas españoles “muy distintos” entre sí, todos de gran calidad y refrendados con algunos de los mayores reconocimientos. El alcalde consideró “importante” que el público pueda adentrarse en la poesía de la mano de sus propios autores, en este caso cántabros y también procedentes de otras regiones, con lo que se generan “vínculos y puentes”. Según su director, la principal novedad de esta edición es una sección nueva, “Voz de voces”, en la que se realizará un homenaje al poeta cántabro Julio Maruri, “cuya voz inconfundible resonará en las voces de otros poetas que lo sienten cercano y que le trasladarán a él y al propio público esa cercanía y ese calor”, explicó Oliván. El responsable de este festival patrocinado por la FSC precisó que, en lo “esencial”, el ciclo ha sido fiel a la estructura y al fondo que mostró desde sus orígenes. En cada una de las lecturas, al poeta se le invita a reflexionar sobre los rasgos esenciales de su labor creadora, de manera que quien asiste al recital recibe información “de primera mano” sobre algunas de las claves para penetrar mejor en el universo del escritor. Cada poeta desarrollará una “poética” después de las lecturas, es decir, un texto de carácter ensayístico que se recogerá en un libro de distribución nacional, publicado por la editorial Pre-Textos. Así, en 2013 llegó a las librerías Poesía con Norte y en 2014 acaba de publicarse Segunda Poesía con Norte, que se presenta en la Librería Gil de Santander el 21 de abril, en un acto en el que, junto al coordinador del ciclo, estarán los poetas Ana Rodríguez de la Robla, Carlos Alcorta, Fernando Abascal y Marta San Miguel. Fuente: Europa Press *** Biblioteca Nacional de España rinde homenaje a Gabriel García Márquez La Biblioteca Nacional de España (BNE) dedicará su jornada de puertas abiertas del 26 de abril al recuerdo de Gabriel García Márquez, como primer acto de una serie de homenajes al autor colombiano, cuyo legado “es enorme y su obra, tantas veces editada y leída, es el tesoro que nos lega”. El homenaje de la BNE al Premio Nobel de Literatura de 1982 se centrará en “acercar a todos” su obra, “en facilitar su lectura, en mejorar su conocimiento”, informó la directora de la institución, Ana Santos Aramburo. Durante la jornada de puertas abiertas, el recorrido por la BNE estará salpicado por las obras de García Márquez, y el público podrá dejar su recuerdo en distintos libros de firmas, añadió Santos Aramburo. La funcionaria anunció que la institución se pondrá en contacto con la Embajada de Colombia en España, con la cual ya se organizó un acto en relación con la faceta de periodista de García Márquez, para ampliar el homenaje a un autor del que “todos somos deudores y al que le debemos inmensa gratitud”. “Creemos que el mejor homenaje que se le puede rendir es volver a leer su obra una y otra vez, acercarla a todos para volver a disfrutar, una vez más, de su enorme capacidad creativa”, añadió Santos Aramburo, quien avanzó que, entre las diversas actividades dedicadas al autor de Cien años de soledad se celebrará próximamente una lectura participativa. García Márquez es uno de los autores cuya obra “sigue permaneciendo cientos de años después de que nos hayan dejado, aquellos que tienen un don, algo que les convierte en distintos, en mejores”. La Biblioteca Nacional de España conserva las ediciones de su obra no sólo en español, también traducidas a varias lenguas, muestra de un legado “enorme” y “muestra de la genialidad de un escritor que amaba la vida apasionadamente, tanto que fue capaz de escribirla”, añadió Santos. La directora de la BNE informó también que la institución prepara una bibliografía de las obras de García Márquez y los estudios que existen sobre su obra, para rendir homenaje al autor de El coronel no tiene quien le escriba acercándolo al público y “mejorando su conocimiento”. Fuente: EFE *** Isaac Rosa inaugurará la Feria del Libro de Sevilla 2014 El escritor español Isaac Rosa inaugurará la Feria del Libro de Sevilla 2014, que bajo el lema “Poesía. Homenaje a Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez” se celebrará del 22 de mayo al 1 de junio en la Plaza Nueva. Rosa (Sevilla, 1974) ha publicado, entre otras, las novelas El vano ayer (Seix Barral, 2004), ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil! (Seix Barral, 2007), El país del miedo (Seix Barral, 2008), La mano invisible (Seix Barral, 2011) y La habitación oscura (Seix Barral, 2013), además de la obra de teatro Adiós, muchachos (1998), la narración El ruido del mundo (1998) y varios relatos que han aparecido en libros colectivos. En su conferencia, que llevará por título “Leer(nos) en las plazas”, el novelista reflexionará, muy en la línea con el espíritu de la feria, sobre “los libros como lugar de encuentro y la necesidad de no encerrarnos en la lectura sino salir afuera desde los libros, usarlos no como refugio sino como puerta abierta, y no leer a solas sino leer con los demás, crear comunidad desde la lectura”. Por su parte, los dos grandes poetas andaluces de los que se cumplen importantes efemérides este año —el 75º aniversario de la muerte de Antonio Machado y el centenario de la publicación de Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez— serán los protagonistas de algunas de las principales propuestas de la edición. La Casa de los Poetas y las Letras del Instituto de la Cultura y las Artes (Icas) del Ayuntamiento de Sevilla organizará la mesa redonda “Antonio Machado y Sevilla: fondo y forma”, con la participación de Antonio Rodríguez Almodóvar, José María Vaz de Soto, Francisco Vélez y Pilar Alcalá. Además, en colaboración con la Fundación José Manuel Lara, hará entrega del IV Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado a José Pérez Olivares por La mano zurda. Por su parte, la Fundación José Manuel Lara ha preparado un homenaje a Juan Ramón Jiménez y a Platero y yo con un acto en el que varios poetas y escritores de prestigio leerán fragmentos del famoso libro y otro en el que conversarán Andrés Trapiello y Carmen Hernández de Pisón, en representación de los herederos del moguereño. Platero y yo centrará también la actividad de las visitas concertadas de escolares, organizadas por Grupo Anaya y la Delegación de Educación del Ayuntamiento de Sevilla. Los colegios se divertirán y aprenderán sobre esta obra de la literatura universal con un espectáculo de La Compañía Barataria basado en los libros Mi primer Platero y Platero y yo contado por Concha López Narváez (Anaya). El tema central, la poesía, está igualmente muy presente en el cartel de esta edición, obra de Antonio G. Villarán. Según explica “es un claro homenaje al lector y la poesía. Tres personajes caminan en diferentes direcciones mientras leen atentamente su libro, haciendo un guiño al último fotograma de la conocida película Fahrenheit 451, adaptación de la novela de Bradbury, en la que se observa caer la nieve mientras las personas-libro realizan su poética transformación conceptual”. Fuente: Europa Press *** Fiesta de Paraty, en Brasil, invita a cuatro autores de habla hispana La argentina Graciela Mochkofsky, el chileno Jorge Edwards, el mexicano Juan Villoro y el peruano Daniel Alarcón figuran entre una veintena de invitados extranjeros para la edición de este año de la Fiesta Literaria Internacional de Paraty (Flip), el mayor festival de las letras de Brasil, que se celebrará del 30 de julio al 3 de agosto en esa ciudad colonial, informaron sus organizadores el lunes 7 de abril. La Flip, que reúne anualmente a escritores de todo el mundo, es concebida como un foro en el que los autores pueden dialogar con los lectores y participar en seminarios, talleres y mesas redondas. La edición de este año, según sus organizadores, se propone darle un mayor espacio a la literatura en español y una oportunidad para que autores de países vecinos dialoguen con sus lectores brasileños. Edwards, aún poco conocido en Brasil pese a sus 82 años y a haber recibido importantes premios como el Cervantes y el Planeta, dialogará con los lectores brasileños sobre su novela El origen del mundo (1996), cuya traducción al portugués fue lanzada el año pasado por la editorial Cosac Naify. La periodista Mochkofsky, conocida en Brasil como colaboradora de la revista Piauí, podrá abordar las tramas que traza en Pecado original (2011), en la que describe las disputas entre los Kirchner y el grupo de medios de comunicación Clarín. Villoro, autor de una treintena de libros, aprovechará la fiesta para lanzar la versión en portugués de Arrecifes y para promover El libro salvaje, su única obra hasta ahora lanzada en Brasil. El peruano-estadounidense Alarcón igualmente tan sólo tiene un libro publicado en Brasil, Radio Ciudad Perdida, pero la editora Alfaguara pretende aprovechar la Flip para lanzar la traducción al portugués de De noche andamos en círculos. Fuente: EFE |||||||||||||| ESPECIAL: ADIÓS A GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ ||||||||||||| === Viaje hacia el otro Macondo =========================================== === La soledad de García Márquez Alberto Hernández =================== 1 Hace pocas horas se murió García Márquez a la orilla de un río imaginario cercano a Macondo, en México, donde también está Comala, referencia mítica de la literatura latinoamericana. No murió solo, pero tenía en la soledad su más estricto tema, su más cercano muelle para llegar al mundo que lo hizo posible luego de haber sabido de los recuerdos del coronel Aureliano Buendía frente al pelotón de fusilamiento, haber conocido el hielo y pasearse por los inventos y malabares del aventurero Melquíades. En El olor de la guayaba, conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza, Gabriel García Márquez respondió al periodista acerca del libro de Macondo, si éste era el centro de su mundo, el tema de su libro. El novelista habló del asunto que más le preocupaba: El libro de la soledad. Fíjate bien, el personaje central de La hojarasca es un hombre que vive y muere en la más absoluta soledad. También está la soledad en el personaje de El Coronel no tiene quien le escriba. El Coronel, con su mujer y su gallo esperando cada viernes una pensión que nunca llega. Y está en el alcalde de La mala hora, que no logra ganarse la confianza del pueblo y experimenta, a su manera, la soledad del poder. Y así hasta El otoño del patriarca y, por supuesto, Cien años de soledad. La soledad nunca dejó de estar en las páginas de este premio Nobel que imaginó el mundo y lo escribió en medio de una totalidad solitaria. La soledad, personaje que constituyó en su poética eslabón para elaborar la más exigente de las invenciones, estuvo acompañada de la espera. Todos los personajes de García Márquez esperaban algo. De allí que la eternidad, el tiempo distendido, lo haya agobiado tanto, por la obsesión de crear otro mundo con sólo mirarlo desde sus adentros. Admitió el autor colombiano que se trata de un tema que todo escritor lleva en sus angustias, que no ha dejado de estar en la memoria del mundo. Que ha sido compañía permanente del hombre. La soledad como designio, como marca de fábrica del ser humano. 2 Quien navegue por las páginas de Cien años de soledad se dará cuenta de que todos los personajes “no tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra”, como dice la última línea de la novela. Sería un siglo de silencio, de arraigada soledad. El recorrido por la obra, entre los linderos de los ecos provocados por los tantos asuntos tocados por el escritor (novela total al fin), desemboca en un pesimismo de aquel pequeño mundo por el que se movían los fantasmas del autor. La soledad de aquellos pueblos, la soledad de quien la invocaba, la soledad de quien escribía sus obras luego del horario como redactor de revistas y periódicos. Una soledad que empujó al autor a irse a otra soledad. A la espera de algo que le dijera que iba por buen camino. Era la Colombia torturada por su propia historia: García Márquez pasó por tantos lugares donde dejó la impronta de su silencio. En Caracas, en París, en Barranquilla, en México. De los amigos que dejó en Venezuela muchos hablaban de su alegría, pero también de su mirada interior, de su soledad, de un silencio que lo apergaminaba. Sabana Grande, Candelaria, La Pastora, tantos sitios donde vivió y escribió crónicas y reportajes para sobrevivir en nuestro país. Mientras tanto, se iba gestando la obra que luego lo catapultaría a la fama. Desde La hojarasca hasta Memoria de mis putas tristes Gabriel García Márquez ha sido parte de una mitología. Inventor de ensueños y realidades, deja en este lugar llamado América la marca de su estilo, la huella de un sujeto, de un solo personaje, de un solo libro, que sigue consumiendo las horas de la soledad de un continente en permanente convulsión. 3 Antes de entrar de lleno en Vivir para contarla, García Márquez escribió: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Y, en efecto, vivió largamente una vida y dejó muchas otras en páginas que se han regado por el mundo. Son tantas vidas que las recordó todas y las hizo una, solitaria, extensamente vivida, celebrada, acontecida, criticada. Estas líneas quedan en el aire, en el mismo instante en que Gabo pasa a ser un duende solitario y ausente, porque la eternidad es la más cruel de las soledades, donde habrá de esperar la llegada de sus más cercanos, de sus personajes aún vivos, los que corretean de página en página y hacen que los lectores lo hagan también con ellos. Así como los muertos en sus novelas siguen envejeciendo, así seguirá haciéndolo García Márquez en la suya, en el otro Macondo, el que se imaginó en los momentos de mayor espera, en los ratos de mayor soledad y silencio, pero al contrario de los muertos literarios, el Gabo es un muerto tan vivo que seguirá dando de qué hablar. Por allí anda Melquíades preguntando por él para entregarle otro de sus inventos. Ya habrá tiempo para saber que la tierra sigue siendo redonda como una naranja y el Universo gira alrededor de una larga espera. Las cenizas del escritor serán polvo mágico regado en alguna parte de México o sobre las aguas del Magdalena en su Colombia natal, así como el cuerpo de Melquíades había sido arrojado en el lugar más profundo del mar de Java. Alguien respirará esas cenizas y dirá que lleva en su sangre el legado de quien tanto escribió, de quien tanto imaginó, de quien tanto esperó en medio de una larga soledad. ** Alberto Hernández http://www.letralia.com/firmas/hernandezalberto.htm Poeta, narrador, periodista y pedagogo venezolano (Calabozo, 1952). Tiene un postgrado en literatura latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar y fue fundador de la revista Umbra. Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999). Reside en Maracay, estado Aragua, Venezuela, donde dirige el suplemento cultural Contenido, que circula en el diario El Periodiquito. === Voló la mariposa amarilla a su nido =================================== === Leopoldo de Quevedo y Monroy ========================================== Me quedé con un ala en la mano, como niño inocente que la atrapa al vuelo. García Márquez se nos ha escapado esta vez ya no para México ni para Madrid o La Habana. Se nos esfumó como una ilusión o fuego fatuo, pero nos deja el polvillo de colores entre los dedos. Se deshizo el hechizo que produce la vida. Se mantuvo encendida la vida de Gabo por 87 años y no sabíamos el placer de tenerlo. Era nuestro mejor representante en el mundo. Mejor que un embajador de la ONU. Era un personaje de novela que anduvo perdido en este pedazo de mundo llamado Locombia. Nació en Aracataca, un pueblo metido en una botella y de allí sacó el genio que estaba escondido. Salieron caras, el casco de un galeón enterrado en la selva, mujeres que levitaban por sobre las cabelleras de los descreídos. Por su cabeza rondaba el fantasma de la literatura, de la poesía, de la verdad agazapada entre metáforas. Cuando Gabo garabateó ese libro esencial, escribió nuestra historia patria y describió a niños, mujeres y locos que andan por ahí urdiendo mentiras. Ni Silva, ni Isaacs, ni Mejía Vallejo, ni Zapata Olivella lograron retratar la idiosincrasia de quienes hemos salido del huevo de la ignorancia, de la fantasía y del mito. Gabo, como un santón hebreo, se sentó sobre este suelo hollado y narró una historia inédita que no nos dejaron ni Colón, ni Marco Polo, ni Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Reinventó nuestra Biblia en donde todavía no han aparecido la luz ni los acueductos en muchas ciudades. No hay Abrahanes ni Saras ni Josés que venden a sus hermanos ni Holofernes, pero sí Aurelianos, Remedios, nombres no santos pero sí agoreros. Cada párrafo es sagrado, es inmortal, es una imagen de lo que somos: con los ojos abiertos al oro, a los sortilegios, al brillo artificial de la realidad. Nunca hemos visto por dentro el tesoro que somos. Ha muerto ese caballero andante por patrias ajenas, en medio de molinos de viento que lo alejaron de La Mancha de la guerra fratricida, de la adoración del becerro del petróleo y la corrupción. Se refugió en la Manga izquierda del río Estigia en donde late el Cancerbero y corre el río de la libertad. García Márquez, como un niño de barba espesa y sin pelos en la lengua, despidió a los periodistas días antes y les dijo imprudente: Váyanse a trabajar. No estaba delirando sino diciendo la verdad. Aquí todo se vende como los burros viejos pintados para que parezcan nuevos y sanos. Todo es realismo con magia por fuera y estopa por dentro. Gabo se fue riendo a vivir en la tolda de los gitanos de su Macondo. Desde allí seguirá mirándonos y a toda esta familia ingenua de componendas, unturas milagrosas, recetas sabias de universidades y promesas de salud y salarios decentes. Sabía desde hacía muchos años que sus personajes seguirán viviendo rodeados por mares lejanos, de sueños americanos, de cofres enterrados, de sabidurías salidas de gurús y profesores que venden baratijas. Sabía que Cien años de soledad serán luego Mil años de lo mismo en este País de la prosperidad de Úrsula Iguarán. Gracias, Gabo, por este mágico magisterio. ** Leopoldo de Quevedo y Monroy http://www.letralia.com/firmas/quevedoymonroyleopoldode.htm Escritor colombiano. Abogado egresado de la Universidad Libre (http://www.unilibre.edu.co) y magíster en Docencia Universitaria por la Universidad del Valle (http://www.univalle.edu.co). Ha publicado Confesiones de un cura casado (Corredor, 1999), El anteproyecto y el proyecto de investigación, los poemarios Versos sacros y profanos (Artes Gráficas del Valle; Cali, 2005) y Cotidianidad en Re-verso (Artes Gráficas del Valle; Cali, 2006) y diversos materiales en el diario El Tiempo (Cali) y la revista Plenilunio. Ha participado en eventos literarios como la “Hora de la Poesía” en la Feria del Libro en Bogotá (2005), el V Festival Internacional de Poesía en Cali, la XI Feria del Libro Pacífico y otros. === Una página olvidada del Gabo Manuel Cabesa ======================= Durante cuatro décadas los libros del recién fallecido Gabriel García Márquez (1927-2014) han acompañado mi vida de lector. Todavía conservo el ejemplar de Ojos de perro azul publicado en la colección Ariel Universal (Lima: 1974), comprado a mis trece años, cuyos cuentos fueron la puerta de entrada a su mundo de fabulaciones. Ahora, ¿cómo escribir unas palabras de despedida más o menos decentes sobre un autor del que todos hemos leído al menos una novela? La empresa es harto difícil sin acometer una serie de banalidades salpicadas con los lugares comunes que en estos casos todos conocemos. El mejor homenaje a un autor de sus dimensiones es el homenaje de la lectura, así que he desempolvado una página olvidada del Gabo publicada por el diario El Heraldo el 19 de mayo de 1950; la misma pertenece al manuscrito de una novela en ciernes que debía llamarse La casa y que luego no fue incluida en la versión definitiva que terminó por llamarse, en 1967, Cien años de soledad. *** La hija del coronel Gabriel García Márquez En la iglesia había una silla reservada para el coronel Aureliano Buendía, detrás de los últimos escaños, precisamente bajo el coro. Al lado de la silla, un sitio desocupado, donde la pequeña Remedios colocaba su almohadilla para arrodillarse cuando su padre lo hiciera. El coronel sólo usaba la silla durante el sermón. El primer domingo, Remedios no supo qué hacer cuando su padre se sentó. Ella siguió de pie todo el tiempo, sin moverse, hasta cuando los pies se le adormecieron y comenzaron a dolerle las rodillas. Después cuando el sacerdote descendió del púlpito, el coronel se puso de pie y la niña no sintió más el adormecimiento, ni los dolores, no porque se hubiera movido de su sitio, sino porque cuando el sacerdote dejó de hablar y su padre se puso de pie, la niña creyó que la misa había concluido. En las misas siguientes, Remedios ya sabía, sin haberlo preguntado, que durante el sermón debía sentarse en el escaño que tenía enfrente, pero sin llevar la almohadilla. En esa época su conciencia empezó a llenarse con las cosas del pueblo, a comprender por qué debía vivir en la misma casa donde varias veces había reaparecido el miedo. En la escuela aprendió a coser. Aprendió a hacer adornos para la ropa y hasta es posible que entonces hubiera empezado a creer que todo eso era la vida, cuando concluyó el año, antes de que su hermanita aprendiera a sostenerse en pie. Al año siguiente volvió a la escuela. Remedios no sabía por qué, pero cuatro años más tarde recordaba que fue en las vacaciones cuando asistió a la iglesia en compañía de las mujeres, sin haber hablado todavía directamente con su padre y sin haberlo mirado a la cara alrededor de unos cuatro años. Con las mujeres se sentó en los escaños de adelante, junto al sacerdote. Fue entonces cuando oyó cantar en la iglesia por primera vez. Remedios no extrañó el cambio de sitio en el templo. Posiblemente ni siquiera estaba en edad para comprender lo que significaba un cambio de compañía durante la misa. Pero cuando oyó cantar por primera vez, se asustó a las voces iniciales; se desconcertó. Frente a ella, el Arcángel Gabriel, con una mano alta y las alas plegadas, debió sentir también la voz de los cantores, porque Remedios vio la túnica disuelta en los espacios totales de la música y vio los pliegues sacudidos por una brisa tenue; por el airecillo redimido y absoluto de la nueva creación. Ella sabe que volvió la vista (porque la música sonaba a sus espaldas) y no vio a los cantores, pero vio, al final de la nave central, a su propio padre erguido, estirado junto al sitio vacío donde estuvo su propia almohadilla durante un año entero. Y vio a su padre solo, humano, conmovedor, con un aire de completo abandono al final de la nave. Sólo entonces tuvo deseos de estar allá, junto a su padre, sintiendo el adormecimiento de las rodillas. Tal vez Remedios no recuerda que fue esa la segunda vez que miró de frente a su padre y que su rostro no era ya parecido al de los pájaros, sino exactamente igual como lo había querido ver durante largos años al extremo de la mesa. Repentinamente, el mundo de su padre se le volvió claro. Fue como si la voz de los cantores hubiera descorrido un velo que durante toda su vida se había interpuesto entre su padre y ella. Entonces comprendió que un hombre no tiene necesidad de hablar con su hija menor cuando la hija sabe hacer las cosas a tiempo, correctamente, como el padre hubiera querido que las hiciese si la hija las hubiera hecho de una manera distinta. Y comprendió por qué, cuando iba los domingos a misa de ocho cogida de la mano de su padre, pudo pensar que un padre no era más que eso. Un hombre que lleva de la mano una niña con quien no debe cruzarse una palabra durante todo el trayecto. Eso ocurrió un domingo. El lunes, Remedios empezó a crecer apresuradamente. ** Manuel Cabesa http://www.letralia.com/firmas/cabesamanuel.htm Narrador, poeta y ensayista venezolano (Caracas, 1960). Perteneció al Taller de Poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg, http://www.celarg.org.ve) y ha colaborado con las principales páginas literarias de la región y del país. Ha publicado el poemario Vida en común (1985), la antología El acto y el lugar de la poesía. Una antología de arte poética venezolana (Maracay, 2002), el libro de cuentos Falsificciones (Villa de Cura, 2004) y la antología Un lento deseo de palabras (Monte Ávila Editores, http://www.monteavila.gob.ve; Caracas, 2010), que reúne su obra poética completa. Reside en Maracay, Aragua. === Los conjuros no son perfectos ========================================= === Los funerales del Papá Grande Rolando Gabrielli ================== “Y cabe todo abril en una rosa” GGM Los conjuros no son perfectos. Ayer en la noche busqué en mi desordenada biblioteca un libro biográfico sobre Gabriel García Márquez. Algo íntimo, abrí algunas páginas al azar, revisé fotografías de ayer, anteayer, del presente más presente, del pasado, pasado, y de lo que se podría proyectar hacia el futuro. Vi de reojo en los estantes los clásicos que escribió y que le inmortalizaron, uno de los libros más emblemáticos de mi generación, la novela que irrumpió a finales de los sesenta con su propia lámpara convirtiendo el hielo en fuego literario. No toqué una sola página, dejé que la novela se sostuviera a sí misma con su propia imaginación en las viejas tablas sobresalientes de la pared. Otros tomos quizás querían conspirar y me miraban ansiosos para que los recogiera y revisitara. Creo que les guiñé un ojo. En las últimas 48 horas había leído algunos mensajes de su familia, reveladores en sí mismos, cargados de la víspera inevitable. Una de esas palabras resumía todo: frágil. En días pasados me encargué de que se le pusiera frágil a unas láminas que se enviaban a un país centroamericano para que no se dañaran. Frágil siempre va en letras rojas y es un alto, cuidado, un llamado de atención. Frágil es todo lo que se puede romper. Esta vez la palabra no iba a tener un contenido diferente. Su hermana Aída, en Colombia, dio una alarma mayor cuando dijo que debíamos estar preparados para aceptar la voluntad de Dios. Uno quisiera que la gente fuera eterna y no muriera. Todo lo demás era realismo mágico. Con este presentimiento me acosté anoche y a estas horas que escribo, Gabriel García Márquez —quien le había dicho a los periodistas al salir del hospital que se fueran a trabajar en vez de preocuparse por él— hoy es polvo enamorado que recorre su infancia en Aracataca, el pueblo mágico que le regaló su destino y que su abuelo Nicolás le contaba, hacía vivir cada día, en cada rincón de sus calles e historia. Un pueblo en miniatura, mágico, con circo, gitanos, tiendas del Oeste, calles polvorosas, vendedores de chucherías, mercancías únicas y el cine del pueblo: la magia de las magias para un niño vivaz. Fueron siete años y le bastaron para toda una vida. Dormí y soñé con mariposas amarillas aquella noche y recordé un día que pasé por ese polvoso pueblo donde se encontraba la mítica finca bananera Macondo, cuyo nombre inauguraría un nuevo mundo para la literatura en América Latina. Viajé a reencontrarme con mi generación, que mucho le debe al autor de Cien años de soldad, El coronel no tiene quien le escriba, Los funerales de la Mamá Grande, La hojarasca, El otoño del patriarca, El amor en los tiempos del cólera y El general en su laberinto. Los últimos tramos de los sesenta, con La mala hora incluida, tienen ese aire, la inconfundible atmósfera y sello de un parto genuino. América Latina tenía carta de ciudadanía, pero seguía con sus deudas centenarias, la pobreza y abandono de su gente, las tiranías. El sabor agrio de una guayaba en descomposición. El arquitecto y fabulador del universo macondiano se decidió a arrastrar por el mundo a todo un subcontinente mestizo con un relato que lo identificaba y pondría un sello imborrable a nuestra identidad. La palabra soledad ya tenía carne y hueso, un cuerpo visible, una historia real y mágica. Chile no es Caribe, pero en mi tiempo la gente leía y soñaba y emprendía aventuras con la palabra y vivía el realismo mágico a través de la literatura de Gabo. Aún no llegaba la fiebre digital ni la dictadura de la imagen y de la estupidez. Eran otros tiempos, donde se soñaba bajo las estrellas o en algún cuarto de estudiante. No fuimos diferentes ni indiferentes en nuestros años universitarios, tres grandes novelistas nos motivaban esos días con la fuerza de un huracán, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Juan Rulfo. Borges era una isla aparte. Eduardo Marín, colombiano, periodista, compañero de curso, oriundo del Quindío, recreaba en sus palabras, y en las de la Mamá Grande, los pasajes que para nosotros los chilenos superaban no sólo la realidad, sino la ficción. Acudía a un mapa de América Latina y mostraba las agitadas zonas de la violencia colombiana, hace más de cuatro largas décadas. Colombia prolongaría su historia violenta y GGM sería el cronista más aventajado de su época y de la vida convertida en un tsunami social para los millones de colombianos dispersos por el mundo y por su propia tierra sin un techo. Años después, cuando me instalé a vivir en una de las sucursales de Macondo, comprendí que realidad y ficción eran una misma cosa, y aún no podía entender cómo un noruego, un chino o un alemán podían leer con tanta pasión Cien años de soledad. Macondo era mucho menos ficticio que la realidad que en el mapa colombiano ocupaba Aracataca, hoy un pueblito de 32 mil habitantes más abandonados que la palabra abandono, allá en el Magdalena colombiano. Me sigo preguntando algo más: ¿nunca llegará el boom económico a Aracataca? Su hijo más ilustre puso a Colombia, América Latina y su narrativa, a esas calles desoladas, en el mapa universal, describió como ninguno la tragedia de un pueblo que lucha por sobrevivir en medio de una desgarradora violencia que pareciera no tener fin. Conservadores y liberales, liberales y conservadores, dueños del tiempo y de la verdad, el eterno turno de la tragedia. Su muerte en México, donde residía exiliado desde 1961 —con “ires y venires” por el mundo—, convocó a la gente humilde a la casa del niño que fue y eclipsó el sol en Macondo, y los hijos de Aracataca comenzaron a encender velas blancas y a contemplar la vida llena de los recuerdos de la Casa fundacional, como si todos los personajes de Cien años de soledad acudieran a una última cita con la vida y la muerte (México, lo he dicho varias veces, es un fuerte imán para escritores y músicos extranjeros. Los más relevantes escritores colombianos establecieron su residencia en el DF. Álvaro Mutis fue el primero en encabezar la lista de los famosos muertos en los últimos siete meses. La lista la integran el argentino Juan Gelman y el mexicano José Emilio Pacheco). Aracataca, nacida en las llamadas tierras de la Santísima Trinidad, gobernadas hace siglos por el rey de España, es empujada por el ocio, el aburrimiento, el olvido de todos los gobiernos colombianos de los últimos dos siglos. Aracataca ya ha vivido 200 años de soledad y resistido a esa indolencia burocrática y a una impudicia epopéyica, al uso y abuso del verbo hacer sin hacer nada. Es un pueblo tan latinoamericano como un aula de enseñanza para nuestros gobiernos mediocres y rateros. La estirpe de alcaldes que se turnaban con proyectos faraónicos, demenciales, inútiles, pareciera no tener límites ni fin, los pueblos han sido arrastrados por el laberinto de la postergación y la desidia. Ahí nació quien se calificaría como un inofensivo francotirador, y recorrería incansablemente América Latina y Europa para conspirar en favor de las causas progresistas de esta parte del mundo. Llegó a decir que no escribiría más hasta que cayera Pinochet, La Habana fue su segunda casa, visitó constantemente Panamá en vida de Omar Torrijos por el tema del canal y la guerra en Centroamérica y siempre puso sus buenos oficios por la paz de Colombia. Su vida está llena de anécdotas, en estos días circulan profusamente de Aracataca a Moscú, seguramente el mito y la leyenda las multiplicará como reguero de pólvora. Algunas suelen ser particularmente divertidas y significativas, como la que se relaciona con la firma del Tratado del Canal de Panamá en 1977. García Márquez y el inglés Graham Greene eran invitados de honor de Torrijos el día de la firma de los tratados en Washington, pero no tenían visa para entrar a Estados Unidos. Su ingreso estaba prohibido. Las autoridades panameñas resolvieron el tema otorgándole pasaportes panameños; los nacionalizaron de un solo plumazo. GGM venía a Panamá desde sus días de indocumentado en México. Tomaba un vapor y cruzaba el canal para cumplir con los requisitos de las severas leyes mexicanas y de inmediato retornaba a la legalidad azteca. En uno de sus últimos viajes se quedó en el hotel Bristol, en el área bancaria de Panamá, y salió a caminar por las calles aledañas. De pronto ingresó a la librería El Hombre de la Mancha, que publicitaba su obra con una réplica de un maniquí de cartón del tamaño del autor. Me contó un ex vendedor de la librería que nadie le reconoció. Supongo que cumplió con uno de sus sueños, pasar desapercibido cuando la fama no le dejaba respirar. El Gabo fue un “intelectual” de los que ya no existen, comprometido con las causas vitales de su tiempo. Usó su prestigio para que América Latina se mirara y reencontrara a sí misma. Fue un cronista y personaje de su tiempo. Un periodista de agallas, reportero nato, que defendió con lucidez e imaginación como pocos una profesión sobresaturada por la tecnología, pasada de moda por la camaleónica realidad, invadida por la mentira y desprestigiada por puro gusto. Lo hizo de la única manera posible, con creatividad, talento, imaginación y honestidad. Y recordó que la ética es como el zumbido al moscardón. El idioma de la imaginación no tenía límites, GGMárquez se había instalado en el corazón aventurero del hombre, ese que nunca termina de soñar y vive en todos los pueblos del planeta. Cuando viví en Colombia comprendí que la literatura de GGMárquez era mucho más realista allí que en cualquier otra parte del mundo. Lo fantástico resultaba ser lo cotidiano y lo asombroso la realidad. Se acercó tanto a Colombia que vivió para contarla, porque su biografía era también la historia de su país. Una narrativa llena de historias fantásticamente reales, experiencias, el espejo de su propia patria, como un río que aún no puede llegar a la orilla. Pienso, sin embargo, que su amor y devoción por la poesía fue algo providencial para el éxito de su narrativa. Él lo expresó a lo largo de su vida de una y mil maneras, su reconocimiento absoluto a una musa tenaz y esquiva, pero absolutamente imprescindible. Se inició escribiendo versos, como tantos otros narradores famosos, el Siglo de Oro español era una de sus mayores debilidades y la otra, Pablo Neruda, con quien conversó en diversas ocasiones sobre el misterio de la poesía. La aspiración que tenía el autor de Cien años de soledad sobre su propia obra era a que el libro tuviera un valor poético más que narrativo. Mario Vargas Llosa, uno de los críticos más perspicaces y lúcidos de su novela total, como la califica, dice que el colombiano, devoto de la palabra, se convierte en esclavo de ella y la sigue a donde se empeñe en conducirlo. Ha logrado GGM, dice Vargas Llosa, el milagro del arte, un poema, una sinfonía en el poblado espacio inmenso de la soledad de Macondo hecho libro. En mi opinión, Cien años de soledad es el esfuerzo poético, la construcción de una novela bíblica, en el sentido real, cotidiano de la palabra. La política y los círculos de poder fueron una de sus grandes pasiones. El mundo noticioso no se perdía pisada de los pasos del Gabo por los vericuetos de la política. Su amistad con Fidel Castro superó todos los récords de fidelidad a La Habana. Era un Caribe por los cuatro costados, nadie podría imaginarlo de otra manera. Un pequeño napoleoncito, decía su abuelo Nicolás. Cuando ya sus cenizas reposen en México y Colombia, o en México (sería un gran homenaje a la paz si regresaran a Aracataca cuando se haya firmado la paz en Colombia), volverán las oscuras golondrinas a cuestionar el personaje político. Esa es la historia de un escenario anunciado. Me sorprende que un personaje de tal trascendencia e impacto mundial, como lo fue y es GGM, no haya dejado un testamento donde pusiera orden y destino a algunas cosas esenciales, dónde quería pasar su eternidad, por ejemplo. Seguramente la heredera es Mercedes, la Mamá Grande, la del cabello de golondrina incierta. Nada se ha dicho, el hermetismo ha sido total. Nadie esperaba ni quería esta muerte anunciada. ¿Habrá dejado su última suerte en manos de su mujer?, a quien poco se nombra y fue la gran organizadora de la vida de GGM, según cuentan sus hermanas. Después de todo, se crio en medio de mujeres, siempre les rindió culto, y sus novelas tienen también la visión femenina de un mundo machista. Fueron tan importantes que nunca las contradecía ni discutía, aplicaba el viejo adagio de que sólo era posible amarlas. Hoy el mundo de la cultura, el pueblo de Colombia y de América Latina, sus lectores, despiden al periodista, escritor y cineasta, al intelectual que abogó incansablemente por las causas justas, al forjador de periodistas, cineastas, al maestro, al premio Nobel. Su partida física es un largo adiós, así lo reconoce el planeta a este verdadero faraón popular de la palabra. Su entrañable amigo de toda una vida, Álvaro Mutis, leía sus originales antes de editar. Afirmó en una oportunidad que “le cuesta mucho decir algo sensato de su obra”. No es poco decir. Lo que sí pareciera estar claro es que ni García Márquez sabía que iba a morir el mismo día que sor Juana Inés de la Cruz, hace 319 años, también en el DF. Del epilogar sin fin El mundo, las primeras páginas de los diarios, Internet, los medios audiovisuales, no han dejado de comentar y escribir, pasar imágenes sobre la vida y la muerte de GGM, desde la víspera del Viernes Santo. Y estamos a 48 horas de su despedida oficial en México, en el emblemático Palacio de Bellas Artes, donde se realizará una ceremonia laica. El homenaje se extenderá por todo México. Colombia está de duelo y durante tres días la bandera estará a media asta. En su pueblo natal, Aracataca, la bandera también estará a media asta por cinco días y todos sus habitantes se han declarado en un duelo colectivo sin precedentes. El próximo miércoles, los colombianos leerán masivamente uno de los libros más populares del Gabo: El coronel no tiene quien le escriba. Gabriel García Márquez se despide en medio del dolor de sus seres queridos y de quienes lo han querido y admirado. Lo hace en medio de un terremoto en México, de un gran estremecimiento de la tierra en distintos puntos del orbe, desde Chile a la Isla Papúa, ubicada entre Asia y Oceanía. Nunca pensó, seguramente, que en Colombia lo despedirían con el Réquiem de Mozart. El mundo no es un vallenato, sino una coctelera, Gabo, tal y como lo dejaste. ** Rolando Gabrielli http://www.letralia.com/firmas/gabriellirolando.htm Periodista y escritor chileno residenciado en Panamá. Poeta, narrador y ensayista. Ha obtenido diversos premios y menciones literarias en Chile, México y Panamá. Ex funcionario internacional, corresponsal extranjero en Colombia y Panamá. Ha dirigido y editado diversas publicaciones y artículos suyos han sido publicados en América Latina y Europa. Es el autor de la avenida “Fechado en Panamá”, en nuestra Ciudad Letralia (http://www.letralia.com/ciudad/gabrielli) y mantiene un blog en http://rolandogabrielli.blogspot.com. === García Márquez, un escritor para la historia ========================== === Pedro García Cueto ==================================================== El gran escritor colombiano nos ha dejado el jueves 17 de abril, a los ochenta y siete años, después de una larga y fructífera trayectoria de novelista, una de las más reconocidas y prestigiosas de la literatura contemporánea. El universo del escritor estaba repleto de una portentosa imaginación, de una búsqueda de lo maravilloso en un ámbito lleno de luces y sombras. Nació en 1927, en Colombia, hombre de imaginación prodigiosa, hay que destacar, de sus primeros libros, La hojarasca (1955), novela corta que explora el mundo de la niñez del autor, en el pueblo de Aracataca; en este relato hay lirismo emocionado, una búsqueda del mundo infantil, de la infancia como universo irrecuperable, lugar donde las fantasías son espejo de todo, donde las huellas de los antecesores del escritor cobran especial resonancia. Aparece por primera vez Macondo, trasunto de su infancia en Aracataca, donde el escritor nos ofrece ya la magistral capacidad de combinar la imaginación y la realidad, en forma de recuerdo. En ese tiempo, García Márquez dejó Barranquilla para trabajar en Bogotá, lugar en que su pluma dio lugar a artículos de gran interés. Fue enviado como corresponsal en París, surgió allí La mala hora (1961), novela de gran calado que ya anticipa los logros del escritor: poderosa narrativa, lenguaje brillante y una imaginación que va calando en el lector, ensimismado ante el universo del narrador, repleto de historias y de relatos que son leyendas del pasado familiar. En este ámbito de gran belleza, la ciudad de la luz, surgió esta magistral novela corta, de gran talento, donde el escritor plasma el tema de la soledad, el arrinconamiento del hombre que espera, infructuosamente, el reconocimiento de sus derechos para la jubilación; todo está vendido, no les queda nada, tan solo el gallo de pelea que fue de su hijo y a quien quieren matar las fuerzas del Gobierno. La soledad, el desprecio a un hombre que ha prestado sus servicios a su país, representan una radiografía de la abulia y el marasmo de una sociedad que desprecia a los ciudadanos, mientras la clase política se enriquece cada vez más, ahíta de poder. En La mala hora también circulan personajes que ya habían aparecido en La hojarasca, dato que nos señala la influencia de Pérez Galdós y Balzac en la obra del escritor colombiano. En La mala hora tenemos el aviso de un aguacero que sirve de símbolo del poder represor, va aniquilando las aspiraciones de libertad del pueblo, que empieza a enviar pasquines nocturnos con proclamas de independencia. Todo está escrito, la maldad es intrínseca al ser humano; además, una dictadura pesa sobre todos, en el poder del ejército que reprime siempre a los ciudadanos. Llegó Cien años de soledad como un auténtico mosaico de la vida humana, la novela no está inmersa en la línea realista de la narrativa hispanoamericana, como lo hace Vargas Llosa, pero tampoco en la fantasía intelectual de Borges; hay una libertad total en la novela, es un retorno al mundo infantil, a una forma de leer el universo, ya que no es sólo la historia de una familia, los Buendía, sino también una representación del mundo entero, como si de una Biblia se tratase, el origen del mundo, cómo surge la familia, como institución santa y sacrílega a la vez, cómo surgen el deseo y la ambición del ser humano, en un relato que debe mucho al cuento y a las historias que contaban los abuelos a los hijos en la penumbra de la noche, frente al fuego de la chimenea, la capacidad de trasladar la narración oral a la escrita es uno de los grandes logros de esta novela, que tendrá luego discípulas aventajadas, pero con cierta distancia en calidad, como Isabel Allende y su La casa de los espíritus. Llegan otros libros, La increíble historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada (1972), sigue existiendo un mundo infantil detrás, no profanado por el adulto, una forma de leer el mapa de la vida sin el desencanto del hombre ya maduro, sin el desengaño de nuestros grandes del barroco, como Cervantes y Quevedo. García Márquez quiere retomar el tiempo del niño para que la literatura vuelva a ser virgen, no mancillada por el tiempo ni por el mundo de las palabras que ya están manipuladas por la política o por la religión, en un lenguaje que vuelva al paraíso de la infancia, notable esfuerzo que se siente presente en cada página de Cien años de soledad, su obra maestra. Novelas como El coronel no tiene quien lo escriba, Crónica de una muerte anunciada o El amor en los tiempos del cólera, maravillosa historia que nos hace sentir en nuestra carne el amor de los personajes, su angustia ante la ausencia, un relato que hace de esta novela río un inmenso tratado del amor y de sus sombras y luces. Gran conocedor del alma humana, el escritor se pone en la piel de Florentino Ariza y Fermina Daza, seres unidos por un amor que, en la línea del gran poema de Quevedo, va más allá de la muerte, recordando aquel polvo enamorado del gran poeta barroco. Luego llegan libros de menos calado como Memoria de mis putas tristes o su autobiografía, Vivir para contarla, que también dejan clara la singularidad de este premio Nobel de las letras, de este universal narrador contemporáneo. Como colofón, hay que recordar Relato de un náufrago, como ese superviviente en el mar, como si el escritor, luchador ante la muerte y ante el cáncer que le venía rondando desde hace tiempo, que ahora lo ha vencido, no hay batalla que no pueda vencer el gran escritor, que ha hecho de la imaginación todo un mundo, un regalo para sus lectores, pero la muerte siempre es negra e invencible y se ha llevado al hombre, pero no su legado, uno de los más grandes de la literatura contemporánea, deudor de Cervantes o Balzac, pero también de Faulkner o Melville, porque su fuerza reside en las poderosas imágenes que traducen sus palabras, siempre tan cerca de las del lenguaje original, esas que no debemos olvidar porque son lo mejor de nuestra infancia ya perdida. ** Pedro García Cueto http://www.letralia.com/firmas/garciacuetopedro.htm Ensayista español. Es doctor en filología. Trabaja como docente en Madrid y es crítico de cine y literario. ||||||||||||||||||||||| ARTÍCULOS Y REPORTAJES |||||||||||||||||||||| === Oficio de hojas caídas Eugenio Montes Rodríguez ================== Una señora de largo cabello negro entra a la librería con su esposo y su hija. Nosotros, tras la caja, apenas la reconocemos cuando se emociona al ver los libros de la editorial Anagrama en una de las mesas. Pronuncia, con el placer del descubrimiento, sus títulos y autores. Antes de agarrar cada libro, su mirada ha saboreado, con cada portada, cada palabra posible de las historias contenidas. Su fascinación escarcea con nuestra sonrisa. Su esposo y su hija son figuras borrosas ante tal emoción. Los libreros y ella compartimos miradas, nos reconocemos entre gustos. Qué placer lo que nos reconoce cómplices. Una mujer de mirada dilatada entra y, con su aliento, delata no sólo su embriaguez, sino su desparpajo: se dedica a conversar con un extraño quien, con una seriedad de catedrático e instalado ante la caja, me tiene atrapado en un monólogo sobre Jodorowsky, Freud, Jung y Jorge Bucay. Ambos congenian como dos borrachos que comparten una botella y yo ni siquiera puedo compartir mi propia embriaguez de risas con Graciela, la encargada de la librería para aquel momento, quien se esconde en la covacha para escuchar, pero no ver, la escena. He allí dos puertas ante las que he trabajado, El Buscón y Suma. Ambas son puertas de vidrio, casualidad frágil y traslúcida de cualquier tienda que, guindando tantas indicaciones como “Cerrado” aunque el cliente pregunte si sigue abierto, “No sacamos fotocopias” aunque la persona las necesite tamaño oficio, o “No somos papelería” aunque los libros estén hechos con hojas de papel, nos hacen bromear sobre cuán poco parecen leer los clientes. A veces, ingenuo, fantaseo que, si las personas entran preguntando por los objetos más insólitos, es su manera inconsciente de reconocer que los mundos de la literatura son tan evocadores que los libros pudieron haber escupido tales objetos y ellas vienen en busca de alguno. Qué poco dura mi engaño. Y si usamos este lugar común de que el libro es la ventana a otro mundo, acaso porque sólo lo común nos vuelve humildes, ¿es la librería la puerta hacia tales ventanas? Cada puerta de trabajo destila un lenguaje y sus trabajadores se convierten en instrumentos para que tal lenguaje perviva. Así como la muchacha que vende café en frente de Suma habla de una manera diferente cuando exclama “A la orden el café”, siempre con la misma cadencia, estirando la última vocal, siempre con el mismo tono hasta que nos provoque tomar café o lo rechacemos; nosotros adquirimos, de centímetro en centímetro, las funciones de las puertas que acompañamos, guardando estas funciones como las llaves de la librería que cargamos cuando salimos de nuestro trabajo a ser otros y los mismos. Si es así y nos vamos convirtiendo en extensiones de la librería, ¿es el librero un portero? Pues si portamos algo o a alguien, y hacia donde sea, lo hacemos dispuestos a perdernos entre estantes y personajes, estos más acá de la ventana, estos más allá de la puerta; conscientes, o al menos inquietos, de que no hemos salido ilesos de tal pérdida y de que, si formamos a los clientes como lectores, lo hacemos como extraños que descubren afinidades en este nuestro fin común, la frontera que es el goce y la respectiva decepción de cada silencio dentro lo leído. El librero goza del libro como un coleccionista de pérdidas donde cada palabra, cada puntuación, lo devuelve a la frágil fruición. Somos exploradores de lo que sostiene en constante vaivén nuestro andar cotidiano, aunque lo que hayamos descubierto, ahí mismo, sin movernos, sean los relieves y los sonidos de una puerta. Somos cada libro que atesoramos, la esquina que resguardamos o que ofrecemos a la venta, y la librería nos presta, sólo por un rato, sea el de trabajo o el de visita, las maneras para ubicarnos en la lectura mientras nos vamos desencajando. Y, sí, el sistema de búsqueda por computadora nos ha atrofiado la memoria. Ya no somos aquellos libreros para quienes tener un libro era tener un recuerdo de su ubicación editorial, literaria, histórica y, sobre todo, libresca. En ellos, cada olor y cada textura hacían rastrear una geografía del libro. Ahora, acudimos al sistema para confirmar nuestras distracciones en una ficha que señala los datos básicos mientras desecha sus detalles sensuales. Nos inquieta el cliente que llega dando pistas de un libro, no por su título ni por su autor, mucho menos por su editorial (¡y cuánto nos desconcierta tanta desinformación!) sino por su color o por su tamaño como si se tratase de una fruta de la cual olvidaron el nombre. Al final, hemos sido nosotros quienes olvidamos que deberíamos conocer cada libro por su color, su sabor, su olor, y no sólo por su nombre. Pero, por más que la practicidad deshoje el objeto en sus rasgos generales y nuestra distracción los olvide, el librero nunca deja de ser amante del libro: goza su vida secreta, estas palabras que sólo lo pronuncian a él, y, secretamente también, desea hacer pública esta vida impronunciable a quienes quieran compartirla. Nos toma tiempo conocer las mañas del sistema, sus errores, sus desbarajustes con la realidad. Nos toma más tiempo conocer el giro preciso de la llave para que cierre la vitrina. Cómo, entonces, es tal misterio el tiempo que nos toma afinar el trato con nuestros compañeros. Por ahí dicen, generosamente, que somos “un poco psicólogos de los clientes”, o como dice Graciela, “somos figuras públicas”. Los clientes nos piden por alguna recomendación o nos preguntan dónde podemos conseguir tal libro. Y nosotros, como el médico que detecta la enfermedad, no porque la ve directamente, sino porque palpa sus síntomas, le indicamos dónde pueden encontrarlos. Pero no les estamos recomendando ninguna cura. Más bien los estamos llevando, así, a tientas, hacia la enfermedad, que se queden ahí, instalados como estamos los lectores al placer que nos atrofia y engaña. “Los libros son una enfermedad”, me decía una señora hace unos días, “peor que otras”. Tarde nos damos cuenta de que no vendemos ni frutas ni curas y apenas vamos recogiendo las distracciones de los clientes y las nuestras propias, así, a diario, en cada hora, como recogemos las hojas de los árboles que caen a la entrada de la librería, marchitas, sucias, lejanas de la copa de donde cayeron como lejos quedamos nosotros de cualquier precisión. Somos pregoneros de los libros, no sólo porque los anunciamos con nuestras maneras de trabajar en la librería, acompañándolos desde que los ingresamos hasta que son comprados; también lo somos porque los clientes y los proveedores nos reconocen fuera del recinto y, a veces, más que compartir una mirada o una sonrisa de complicidad, nos abordan en el Metro para contarnos qué les pareció el libro comprado, como le ocurrió a Nicole, librera encargada de Suma. Hace unos meses, mientras buscaba sobre la librería Suma en las virtualidades de otra ventana, y preparándome para trabajar en ella, conseguí una crónica de Sebastián de la Nuez sobre la librería y el señor Raúl Bethencourt. En ella venía una cita de este, su primer dueño: “Para ser librero es imprescindible tener buena memoria, inquietudes por la lectura y una paciencia terrible para aguantar al ignorante”. Luego de sonreír, me di cuenta de que la primera ignorancia que aguantamos es la nuestra. Nosotros, quienes resguardamos y acompañamos desde nuestra puerta, y quienes también, en nuestra fascinación, deseamos (y todo deseo nos vuelve hegemónicos) que todos leyeran nuestro caprichoso concepto de “buena literatura”, ignoramos que cada librería es una puerta que contiene el mundo desde las ventanas, leves o macizas, traslúcidas u opacas, cuadradas u ovales, que escoge cada lector. ** Eugenio Montes Rodríguez http://www.letralia.com/firmas/montesrodriguezeugenio.htm Diarista, ensayista y corrector de textos venezolano (Caracas, 1984). Ha trabajado en las librerías caraqueñas Suma, en Sabana Grande, y El Buscón (http://www.trasnochocultural.com/buscon.php), en Paseo Las Mercedes. Ha participado en el Taller de Poesía Armando Rojas Guardia. === ¡Estupideces! Rafael Pérez Ortolá ================================ La bruma de las excusas disimula cualquier exabrupto; a pesar de que éste fuera revelador de verdades desnudas, lo disimulan, lo desvirtúan también. Sabemos más de lo que nos enseñaron. Y presumimos de saber una enormidad. Lo que tiene esta presunción de tendencia al infinito contrasta con el escaso saber que demostramos en las actuaciones. Quejarnos, sí, sabemos y practicamos; es una de las aportaciones generosas de cualquiera entre los ciudadanos. Sin embargo, aunque pretendamos pasar desapercibidos, quedamos con frecuencia al descubierto, exponemos una miseria tras otra. El profesor Mihai Nadin (Universidad de Texas) nos incita desde hace tiempo con sus reflexiones sobre las andanzas humanas desenvueltas por las diversas sociedades. En su reciente libro Are You Stupid?, cuidadosamente editado por Synchron, el autor pone el dedo en la llaga de lo que no queremos ver ni oír (menos aun escuchar, ni hablar, ni enterarnos; dado que resulta penosa la exposición de las propias incoherencias). ¡Caramba con la preguntita! ¿Qué contestarán los estadounidenses? La enjundia de la cuestión subsiste en Venezuela, España y yo diría que en todas partes; en ella nos va la dignidad de ciudadanos. Sin duda, la misma pregunta nos hace abrir las entendederas. Aunque la coherencia, el respeto, la dignidad u otras cualidades señeras, no sé lo que significan para la gente moderna. Es buen ejercicio el intento de la respuesta solicitada. ¡Qué país! Seguramente predomina el uso de esta expresión como lamento de los desorientados comportamientos de la gente de ese país. Pero, en origen, también puede ser dicha en plan admirativo. El profesor Nadin nos sitúa ante esta disyuntiva que podemos extrapolar a otros países. Convivimos con notables adelantos culturales, técnicos y sociales, pero la misma ligazón de las personas a esas nuevas organizaciones provoca deslizamientos con serias repercusiones. La placidez de las mejoras y las servidumbres exigidas contribuyen a la anestesia eficaz de la conciencia ciudadana. Y sin ciudadanos activos, como tales entidades básicas, ¿qué país luciremos? El victimismo no arregla los entuertos. En la progresiva enajenación de la figura del ciudadano influyen factores externos determinantes, pero no vayamos a silenciar los rasgos decadentes aportados por cada sujeto. A estas alturas ya no sirve el recurso de la ignorancia, o estamos o no somos. Confabulación decadente Bajamos por un auténtico tobogán que nos aboca a la estupidez. A través de un goteo continuado acabamos salpicados por todos los sectores de la vida en sociedad. Insistamos en la importancia de preguntarnos en qué medida somos cómplices de la confabulación. Con un poco de aquí y de allá, una codicia y cuatro egoísmos, hemos encumbrado a los negocios hasta la frialdad de unas esferas sin el calor humano. Los medios audiovisuales impulsaron las expresiones indiscriminadas, poco predispuestas a la crítica y la elaboración de buenos criterios. Las judicaturas se limitan a ir a remolque de los poderes establecidos. Si acaso confiábamos en el bastión de la Educación, en las escuelas y universidades penetró la tolerancia de una masificación con las miras puestas en la nivelación mediocre. Con estas trazas, la confabulación incrementa su potencia progresivamente; tiene visos de convertirse en el reinado de la estupidez. Espiral de la estupidez Todas las pulgas parecen saltar en la misma dirección, no sólo mantienen, sino que acrecientan la enfermedad. Cada pulga es un factor laborante en la promoción de conductas estúpidas. Y no es que actúen por turnos, el desempeño de sus funciones es simultáneo, sofocante, con flagrantes ejemplos a la vista de quienes quieran verlos; a los que no les importe, no será por falta de evidencias. Con esos mimbres, la vacuidad de los contenidos en las diferentes redes sociales resulta crucial. Aunque hubiera conceptos de valor, quedan diluidos entre la marabunta. A ello contribuyen los anonimatos que repelen los compromisos, la velocidad de los contactos y el lenguaje sincopado. Los pensamientos acaban siendo espasmódicos, en resorte, poco propicios para empeños de mayor enjundia. El exhibicionismo de lo que sea llamativo rompe cualquier articulación de los mensajes, prima el destello momentáneo. En pleno vértigo aparecen mezclados los rasgos detestables con alguna que otra maravilla; eso sí, sin valoraciones, que resultan impertinentes para el espectáculo montado. A mí me parece una ligereza más la inculpación del sistema como principal responsable. ¿Simple excusa? Son las personas quienes funcionan con poco fuste. Socialismos diversos y teocracias, quizá superaron los males y en ello continúan. Sin embargo, la reconversión de las mentalidades es una aspiración desde los primeros humanos y no será extraño que siga siendo una utopía. Por y para el pueblo ¿Qué quiere decir eso? ¿Quién es el pueblo? ¿Alguien piensa en el pueblo? Ni es el pueblo el conjunto de derechos... sin deberes. Ni el reparto de enormes abundancias... ¿Quién reparte? Tampoco son iguales cada uno de sus componentes... ¿Cómo administrar la diversidad? En suma, ¿de qué hablamos cuando mentamos al sufrido pueblo? El libro del profesor Nadin nos proyecta hacia la necesidad de una nueva convención ciudadana, que aborde las cuestiones nodales de la convivencia, las que notamos aceradas sobre nuestras propias carnes y sentimentales cerebros. Aunque parece que manejamos un tratado frío de antropología, sin llegar al abordaje radical de los asuntos perentorios. Cabe la posibilidad, remota, eso sí, de que seamos más sensatos en el futuro. Si bien los antecedentes conocidos, la característica dispersión mental de los humanos y las dificultades añadidas no eliminan ni un ápice de la intranquilidad actual. Sensatez por goteo Unas gotas de sensatez no hacen daño, lo comprobamos cada día por experiencia directa; pero tampoco ningún beneficio significativo. Ni se notan, ante los devastadores aluviones de la corrupción voraz, esa expansión de la frivolidad pusilánime, la mediocridad rampante, la agresividad en aumento y la pasividad general a la hora de pensar en alguna corrección. Si en el concepto de sensatez, como parece oportuno, incluimos el estar atentos, la preparación adecuada con el esfuerzo requerido para cada empeño, buen gusto, tenacidad, coherencia y solidaridad; entenderemos las carencias de este producto, no dan para otra cosa que un goteo lento e ineficaz. A ver si tenemos que asumir el dictamen final, que abogue por el trabajo en compañía cercana con la insensatez, en espera de que surja el buen revulsivo por casualidad. Entonces sí que aumentarían los creyentes en los milagros; logrado esto, cualquier obstáculo será vencido. Admitiríamos apuestas sobre quién contaminaría a quién, la insensatez o el buen sentido, sometidos al azaroso recorrido por este mundo. La reconversión de la estupidez en la sensatez es el reto del tiempo presente. Reto inmerso en la libertad general, que podrá ser asumido, ignorado y no pocas veces vilipendiado. Sin embargo, el reto no procede de cada personajillo, sino de la implantación general de los humanos sobre el planeta. Termino con un enfoque poético sobre los roces con la estupidez; quizá sea posible encontrarles algún lenitivo, es posible que aún estemos a tiempo. Aunque, en cuestiones de tiempo, la sabiduría también escasea y la evolución del tiempo y sus significados sobrevuela sobre las ánimas menesterosas como las humanas. En una enconada ecuación en la que están incluidos, los roces nos mantienen extraviados; aceptaremos de buen grado la sugerencia del libro, para el oportuno repaso: Extraviados ¿Seremos estúpidos? Pero si... Cerramos los ojos en momentos álgidos, Callamos en discusiones relevantes, Nuestros oídos eligen los sonidos, Sólo tendemos la mano a los obsequios, Silenciamos los gustos por disimulo. ¿Seremos estúpidos? Pero si... Delegamos en papeletas de voto, Aplaudíamos cada nueva sorpresa, Sabíamos que todos somos iguales, Confiábamos todo al progreso desnudo, Leímos todas las historietas vanas. En todo caso: Nos crujen los huesos a través del tiempo, Acumulamos varias penalidades, Avasallaban las preguntas en serie, Sin atisbo de las respuestas sencillas. Y vueltos hacia el abismo inevitable, Extraviados, seguimos tan ignorantes. ** Rafael Pérez Ortolá http://www.letralia.com/firmas/perezortolarafael.htm Médico español (Pego, Alicante, 1945). Reside en Vitoria, Álava. Es autor de Álava. Geometría sentimental itinerante. Ha publicado artículos en La Vanguardia Digital, El Inconformista Digital, Bierzo Noticias, Deia y Noticias Médicas. === El imprevisible porvenir del libro impreso ============================ === Gabriel Jiménez Emán ================================================== He leído en Letralia un interesante artículo firmado por Benedicto González Vargas, “La falsa batalla entre los libros de papel y los libros digitales” (http://www.letralia.com/ciudad/gonzalez/59.htm), donde se examina con especial claridad la realidad actual del libro impreso y del libro digital, a la luz de las necesidades de los lectores, tanto desde Internet como desde el clásico formato impreso. Casi todas las ideas expresadas en este trabajo desean atenerse al máximo a verificaciones contabilizadas de ejemplares difundidos por ambos medios en Europa, Norteamérica y Latinoamérica, y aunque pudiera diferir de algunos de los vaticinios que hace, el planteamiento general es bastante cercano a nuestra realidad, en el momento de ejercer la lectura de obras literarias. Tampoco soy de los que piensan que el libro impreso desaparecerá en el largo plazo, pero por si esto llegara a ocurrir algún día, me he detenido en esta posibilidad haciendo una consideración personal bastante nostálgica, si se quiere, de aquello que los libros han significado para mí. Hela aquí. Hasta ahora, el libro ha sido el vehículo principal del pensamiento, la literatura, el arte y la ciencia, ha sido el soporte principal para difundir las ideas de los seres humanos, sus hallazgos conceptuales, sus avances materiales y espirituales. En sus frágiles páginas se ha construido buena parte de lo que hoy conocemos con el nombre de cultura o sociedad. El papel con letras impresas o escritas ha soportado la mayor y mejor carga del pensamiento y la sensibilidad humanos. Sin embargo, el papel es hoy un recurso de escasa capacidad renovable, por lo menos hasta ahora no ha podido ser reciclado adecuadamente para suplir el consumo de los propios libros, revistas o diarios que se imprimen a nivel mundial. Bosques enteros se talan para fabricar cantidades enormes de un papel que no se repone en la misma proporción con que se gasta. Ya empezamos a notar la escasez de papel en distintos países de todo el mundo, y cómo éste ya no puede seguir soportando la inmensa demanda de publicaciones impresas a nivel planetario. Enormes cantidades de bobinas de todo tipo de papel ingresan a diario a las imprentas a un costo que se triplica o cuadruplica. Sumado a esto, los insumos para las imprentas se han encarecido de una manera gigantesca: planchas, material fotográfico, tinta, repuestos para las máquinas y mantenimiento técnico de las mismas por un personal especializado se han elevado a costos astronómicos. Poco a poco vemos cómo los dueños de imprentas se llevan las manos a la cabeza cuando una máquina les falla o cuando se terminan los insumos. Las ganancias de los editores ya no son tan altas como antes, y las de los escritores menos aún. Tal situación afecta directamente a editores, escritores y lectores, profesores y educadores, pues todos forman parte de la cadena del libro. En la enseñanza actual, vemos cómo el libro de papel poco a poco va siendo sustituido por el libro electrónico y la información en Internet. Los soportes digitales y electrónicos, por su rapidez y bajos costos, ganan terreno como vehículos de transmisión de información y conocimiento. Sabemos que información y conocimiento son cosas diferentes; en cierto modo el conocimiento es la asimilación plena de la información para el provecho del hombre y la naturaleza; pues no siempre debemos colocar al hombre y la mujer primeros que todo, no hay razón para pensar siempre que los seres humanos seamos necesariamente más importantes que los pájaros, los gatos, los ríos o los árboles. A veces me siento frente a mis viejas bibliotecas y las observo como si fueran objetos de museo: ahí están los libros que adquirí desde los años 70, y a medida que las bibliotecas se han ido renovando, década a década, hasta llegar al siglo XXI, veo cómo los libros de hoy se han ido convirtiendo en objetos lujosos, de un colorido y vistosidad que se imponen a los mensajes de la palabra escrita. Los libros ahora deben impresionar por su diseño externo más que por su contenido, para poder competir en el canon económico del marketing, en esos sitios donde se venden libros tan “bonitos” que no parecen libros, sino objetos artísticos o esculturas, independientes de su contenido. Los libros también pueden ser objetos físicos donde se colocan tarjetas, facturas, pasajes de bus o avión, billetes, pétalos, cartas, son suertes de confidentes de nuestra identidad; permanecen en nuestros dormitorios o salas, autos o cocina; pasan de mano en mano y luego regresan a nosotros, pudiendo percibir luego en ellos una suerte de historia secreta. Al releerlos, algo se despierta en nosotros; como si leyéramos en nosotros mismos algo nuevo en cada ocasión, como si las tramas, historias, personajes, diálogos, escenarios o ideas volvieran a anidar en nosotros con una fuerza diferente. Los percibo con el tacto de mis dedos, sopeso el tamaño y forma de sus caracteres y hasta el olor de cada papel estando en el estudio, la cama o la hamaca (el libro es imbatible en la hamaca, recuerdo que dijo una vez Umberto Eco); disfruto de las primeras ediciones, de la delicadeza o devoción puestas en los ejemplares antiguos, cuando el libro impreso con tapa repujada en cuero no tenía rival como depositario del pensamiento. A los libros que adquirí siendo joven de veinte años les tengo un afecto especial; a ellos hice construir una biblioteca con un viejo carpintero de San Felipe, que me la hizo de una madera noble y resistente. Otros se encuentran en una pequeña y antigua biblioteca que me donó mi padre. Así mis libros han ido rodeándome a lo largo del tiempo de mi vida como referencias indelebles de mis aventuras intelectuales o imaginarias; he regalado muchos y recibido otros tantos; me han seguido a todas las casas y departamentos donde he habitado: los tomo al azar o por curiosidad, y siempre me revelan algo nuevo. Quizá desaparezcan un día, no lo sé, pienso que nunca lo harán del todo. Por lo menos me aseguraré de que los míos estén allí. Lo cierto es que he logrado verme en ellos como si fuesen espejos de mi conciencia, o viejos amigos que aparecen ante mí de repente para saludarme con calidez, cada uno de ellos entrañando un universo diferente que desea hablarme a toda costa. ** Gabriel Jiménez Emán http://www.letralia.com/firmas/jimenezemangabriel.htm Escritor venezolano (Caracas, 1950). Su obra narrativa y poética ha sido traducida a varios idiomas y recogida en antologías latinoamericanas y europeas. Vivió cinco años en España y ha representado a Venezuela en eventos internacionales en Atenas, París, Nueva York, México, Sevilla, Salamanca, Buenos Aires, Santo Domingo, Ginebra y Quito. Ha publicado los libros de cuentos Los dientes de Raquel (La Draga y el Dragón, 1973), Saltos sobre la soga (Monte Ávila, http://www.monteavila.gob.ve, 1975), Los 1.001 cuentos de 1 línea (Fundarte, http://www.fundarte.gob.ve, 1980), Relatos de otro mundo (1988), Tramas imaginarias (Monte Ávila, 1990), Biografías grotescas (Memorias de Altagracia, http://edimemorias.blogspot.com, 1997), La gran jaqueca y otros cuentos crueles (Imaginaria, 2002), El hombre de los pies perdidos (Thule Ediciones, http://www.thuleediciones.com, España, 2005), La taberna de Vermeer y otras ficciones (Alfaguara, http://www.santillana.com.ve, Caracas, 2005) y Había una vez... 101 fábulas posmodernas (Alfaguara, 2009), entre otros, así como las novelas La isla del otro (Monte Ávila, 1979), Una fiesta memorable (Planeta, http://www.planetadelibros.com/editorial-editorial-planeta-8.html, 1991), Mercurial (Planeta, 1994), Sueños y guerras del Mariscal (Comala, http://www.comala.com, 2001; Ediciones B, http://www.edicionesb.com, Bruguera, 2007), Paisaje con ángel caído (Imaginaria, Yaracuy, 2004) y Averno (El Perro y la Rana, http://www.elperroylarana.gob.ve, 2007); los libros de ensayo literario Diálogos con la página (Academia Nacional de la Historia, http://www.anhvenezuela.org, Caracas, 1984), Provincias de la palabra (Planeta, Caracas, 1995), El espejo de tinta (Fondo Editorial Ambrosía, Caracas, 2008), Una luz en el camino: fundamentos de ética para adolescentes (Biblioteca Básica Temática, Caracas, 2004), Espectros del cine (Cinemateca Nacional, http://www.cinemateca.gob.ve, Caracas, 1998) y El contraescritor (El Perro y la Rana, Caracas, 2008); los poemarios Materias de sombra (Premio Monte Ávila de Poesía, 1983), Narración del doble (Fundarte, 1978), Baladas profanas (La Oruga Luminosa, 1993) y Proso estos versos (Círculo de Escritores de Cojedes, 1998), Historias de Nairamá (Fondo Editorial del Caribe, Anzoátegui, 2007), y las antologías y trabajos de investigación Relatos venezolanos del siglo XX (Biblioteca Ayacucho, http://www.bibliotecayacucho.gob.ve, 1989), El ensayo literario en Venezuela (La Casa de Bello, http://www.casabello.gob.ve, Caracas, 1988), Mares: el mar como tema en la poesía venezolana (Banco Unión-Ateneo de Caracas, Premio Anda, 1990) y Ficción mínima: muestra del cuento breve en América (Fundarte, Caracas, 1996), entre otros, así como antologías literarias con estudios sobre Víctor Valera Mora, Luis Fernando Álvarez, John Lennon y Bob Dylan, Brian Patten, Baica Dávalos, José Lezama Lima, Vicente Huidobro, Ludovico Silva, Salvador Garmendia y Adriano González León. Ha recibido diversos reconocimientos, como el Premio Municipal de Narrativa del Distrito Federal, el Premio Romero García de Narrativa del Consejo Nacional de la Cultura, el Premio Nacional de Narrativa Orlando Araujo y el Premio Solar de Ensayo de la Fundación de Cultura del Estado Mérida (Mérida, 2007) por el libro El espejo lúcido. Es traductor de poesía de lengua inglesa y editor independiente. Dirige la revista y las ediciones Imaginaria, dedicadas a lo inquietante y lo fantástico, y es coordinador general de la Fundación “Elisio Jiménez Sierra”. Ha sido coordinador de la Plataforma del Libro y la Lectura (Ministerio del Poder Popular para la Cultura, http://www.ministeriodelacultura.gob.ve), director general del Gabinete Ministerial de Cultura en el estado Yaracuy y miembro de la Junta Directiva Nacional de la Red de Escritores de Venezuela (http://rednacionaldeescritoresdevenezuela.blogspot.com). === Gustavo Adolfo Bécquer (XI) =========================================== === No siempre la flor da fruto Vicente Adelantado Soriano =========== Cualquier persona sensata sabe que todo en esta vida tiene marcado su fin. Todo verdor perecerá, dice la Biblia. A los pocos años de nacer ya somos conscientes del paso del tiempo, y de que la gente de nuestro alrededor va desapareciendo para nunca más volver. No tarda mucho en comprenderse que también uno está incluido en la lista de los alimentos caducos, o de los reos de muerte. Esa caducidad nos hace, a veces, disfrutar de los momentos en los que todavía estamos vivos. Otras nos llena de desazón, de tristeza y de resignación, cuando no de miedo y espanto. En ocasiones nos aferramos al tiempo pasado como el náufrago a una tabla. Y algunos días nos dejamos ir a la deriva, sin deseos ni ilusiones. No todos los tiempos son unos. —En esta vida es inevitable la melancolía. A veces la imaginación nos tiende trampas y agranda algunos momentos del pasado. Los recordamos mejores de lo que fueron, los adornamos y engalanamos, y nos construimos nuestra propia vida. Y así, y de alguna forma, nos creemos un poco eternos. —No le digo que, de vez en cuando, no suceda así. Pero también puede suceder que la mente, el recuerdo, le sea muy fiel a lo que fue. Tanto como lo pueda ser una buena fotografía. Una selección, claro, pero fiel. —Y entonces la melancolía se agranda doblemente. Todo en esta vida es selección. Unos días escogemos o seleccionamos nosotros, y otros la imaginación se vuelve en contra nuestra. Somos dueños de muy pocas cosas. Todo fluye. —Sí. Así es. —De todas formas, no se fíe mucho de sus recuerdos. No dejan de ser construcciones mentales. Tenemos que sobrevivir, y tenemos que procurar hacerlo de la mejor forma posible. —Tiene usted razón. Pero pese a todo, hoy no puedo evitar un poso de tristeza y melancolía. —¿Y cuál es la causa? Hace un día precioso. Estamos en primavera, tenemos libros para leer, y esta tarde hasta vamos a asistir a un concierto. ¿Qué más podemos desear? —Un imposible: que el tiempo se detenga, que el río esté congelado y fluya, o que vuelva el río a sus fuentes originales, pues el paisaje fue tan bello que habría que recorrerlo de nuevo. Una y otra vez. —Eso no es un imposible. Se puede hacer cuantas veces se lo pida el cuerpo. Aunque nunca será lo mismo, desde luego. Ya sabe: nadie se baña dos veces en el mismo río. —Efectivamente. Somos tiempo. Y el tiempo pasa. —Y nada más fugaz que el presente. Es teniendo conciencia de esa fugacidad cuando comienzan a disfrutarse las cosas. ¿Cree usted que podría existir una persona sin conciencia del tiempo? —No lo creo. Tal vez algún enfermo... Lo malo es que aunque él no tuviera conciencia del tiempo no quiere decir eso que éste no pasara. —¿Y no le parece que es mejor saber lo que va a acontecer, a grandes rasgos, que ignorarlo? Yo creo que el peligro está en que el hombre olvida con gran facilidad que va a morir. O cuando piensa en la muerte, también piensa a continuación lo clásico: para largo me lo fiáis. Y actúa entonces como si fuera eterno, como si aquello no fuera con él, aunque sí con el vecino, desde luego. —A veces parece como si la felicidad consistiera en el olvido, o en creernos aquello que no somos. Tal vez por eso se añora tanto la juventud y hasta la infancia. Época de inconsciencia total. De vivir sin pensar en nada. —Quizás también sea debido a que durante esa época, la juventud sobre todo, el hombre es receptivo; como una tierra ávida recoge todo cuanto va por el viento; y luego, con el paso de los años, se encierra y se anquilosa de alguna forma, se apelmaza. Tal vez de ahí, de ese ferviente deseo de conocer y saber, venga el mito de la eterna juventud. —Si es así qué mal interpretado ha sido dicho mito. La capacidad de asombro ha quedado sustituida por la tez aterciopelada y tirante, y por el pelo abundante y el vigor físico. El resto parece no tener importancia. —Sí, tenemos cierta facilidad para coger el rábano por las hojas. Como le sucediera a aquel sabio que fue en busca de unas hierbas que crecían lejos de su país, las cuales, sabiamente mezcladas, le dijeron, hacían resucitar a los muertos. Y allí, en aquellas montañas, pasó el buen hombre años y años, haciendo pruebas y combinaciones, sin obtener resultado alguno con las dichosas hierbas. —La vida, a veces, no es más que un fracaso continuo. —O una mala interpretación de los hechos y de las palabras. Cuando el sabio, cansado y derrotado por las hierbas, incapaz de resucitar a nadie, decidió abandonar las montañas, otros sabios le dijeron que había interpretado mal lo que había leído: los muertos son los ignorantes, le explicaron, y las hierbas que los resucitan son los libros, que de la ignorancia nos llevan al conocimiento, de la muerte a la vida. La vida es conocer, saber. Y la ignorancia, la muerte. —¡Ay, si fuera así! Lo malo es cuando uno se medicina continuamente con esas hierbas, con fe y pasión, y no logra nada a cambio. —Está usted hoy especialmente pesimista, ¿qué le sucede? —Lo que me temí hace tiempo, que la flor no ha dado fruto: he terminado de leer sus obras. Y algunas me las he leído infinidad de veces. Sus obras están en un volumen un tanto grueso. Cuando las comencé, como siempre, me pregunté si sería capaz de llegar hasta el final. Era un pregunta retórica... Los días fueron pasando, y las páginas también. Y he aquí que, una vez más, hemos llegado a la última página. —Bien, querido amigo, hay más libros y más autores. Y yo, imagino, estaré siempre a su lado. Y aunque no esté en su librería, tal vez formaré ya parte de usted para siempre jamás. Y allí me veré con otros muchos colegas. Lo sé positivamente. —Espero que sí. Lo espero de usted y de muchos más... Yo me parezco a aquel pobre rey que se sabía corto de entendederas, y por eso mismo se hizo rodear de los mejores hombres de su reino. Y así, gracias a ellos, consiguió ser un rey justo, y sabio. Y si no lo fue, dio esa impresión. —No sería muy tonto cuando tenía conciencia de su cortedad, ¿no le parece? Y usted mismo ha dejado claro que es mejor el conocimiento que la ignorancia, aunque sea el conocimiento de la muerte. —Sí, sólo de esta forma puede surgir el carpe diem. —Brillante observación. Y ahora dígame, y espero que a estas alturas no interpretará mi pregunta como una muestra de vanidad, ¿qué le han parecido mis obras? —Me han alegrado doblemente. Por una parte porque bastantes de sus escritos, que no conocía, me han gustado mucho; y por otra porque he sido capaz, con los que conocía, de recuperar mi gozo y mi contento de la primera vez que los leí. Entonces no tuve en cuenta si las golondrinas eran la inspiración, el tempus fugit, o qué eran. Para mí eran emoción. Poesía. Me las aprendí de memoria a fuerza de leerlas. Y hoy lo han vuelto a ser. Me he emocionado como se emocionó aquel joven que fui años ha. —No hay más. El resto es palabrería. Algunas veces llegué a pensar que se deberían prohibir las clases de literatura: muchos profesores convierten las clases en tribunas de oradores donde van a lucir sus prendas, sus cábalas y sus juegos mentales... Ya, ya sé lo que me va a decir: no se trata de suprimir sino de plantear las cosas de forma distinta, ¿no es eso? —Sí, es lo que se debería hacer. —Pero, claro, el hombre es tan poca cosa. Hay persona que se pasa media vida perorando, y se va a su casa tan tranquila, como si el hecho de haber estado hablando durante un tiempo determinado hubiese significado algo, o hubiera producido algún fruto brillante. —Eso es lo malo de muchos de los trabajos de hoy en día, que nunca se ve el fruto. ¿Sabe? Sin duda por eso de la melancolía yo hay días que añoro lo que nunca fui. —¿Se puede añorar lo que nunca se tuvo? Claro, si recurrimos a los arcanos, tal vez a la mitología... —En el fondo debe haber algo de esto. En momentos de desánimo, de desaliento, envidio al labrador o al ganadero, al carpintero... Me imagino al primero cogiendo una espiga, o un fruto, y siendo consciente de que con ello va a alimentar a su familia, a su mujer y a sus hijos. Su trabajo no ha sido en vano, ha sido útil. Y ahí están sus hijos para demostrarlo. Ya son capaces de hacer las mismas tareas que su padre; han crecido, se han hecho fuertes... —No todos los trabajos son iguales, querido amigo. Ni hay que esperar ver siempre el fruto. O tal vez busca usted el fruto en el árbol equivocado, como le sucedió al sabio que fue en busca de las hierbas que resucitaban a los muertos. Quizás tendría que preguntarse si el trabajo realizado le ha servido a usted para ser mejor o más sabio. —No lo sé, don Gustavo, no lo sé. Dígamelo usted. ¿Lo hicieron a usted mejor las Rimas? ¿O las cartas de Desde mi celda? —No lo sé. Yo tampoco lo sé. Escribí las poesías por pura necesidad. Y las cartas sí, las cartas me hicieron conocer una parte del país desconocida para mí. Valió la pena sufrir las incomodidades del viaje. No hubiera sido el mismo sin aquella estancia en Veruela. No sé si hubiese sido mejor o peor; pero, desde luego, no hubiera sido el mismo. Además, tampoco creo que se trate de sacarle utilidad a todo momento... quiero decir que éstos hay que vivirlos de la mejor forma posible. Nada más. —Y nada menos. Sabe usted que muy a menudo eso se hace muy difícil. —Las cosas no son sencillas. Todo cuesta un enorme trabajo: leer, escribir, hacer poesías, caminar. Pero hay que hacerlo con ganas, con pasión. Lo demás se dará por añadidura. —A algunos. —A usted, querido amigo, le va a pasar como a la serpiente: que estaba preocupada porque se mordió la lengua y no sabía si era venenosa o no. —¿Lo era? —Pues no lo sé: no lo dice el cuento. Me sucedió con esta señora serpiente lo mismo que con Sócrates: nunca da ninguna definición ni llega a ninguna solución. No sé ni lo que es la virtud ni si murió la serpiente víctima de su propia mordedura. —Usted sabe, haciendo una metáfora, que no toda simiente caída en distintas tierras crece y se desarrolla por igual. —Sería triste y aburrido que fuera así. Eso es lo que, al parecer, algunas personas entienden por democracia. —No deja de ser una interpretación. Está claro que no todos vamos a pensar lo mismo de un texto. Quizá porque nadie se baña dos veces en el mismo río, ni dos personas distintas leen el mismo texto: cada uno va a él con sus vivencias, con sus recuerdos y sus intereses. —Efectivamente. Por lo tanto no hay que temer las diferencias: unas pueden enriquecer y complementar a las otras, ¿no cree? —Sí, por supuesto. Aunque hay algunas posiciones, o interpretaciones, que preferiría que pasaran de largo: sé positivamente que en nada nos van a beneficiar. —Los extremos son ciertamente peligrosos. Y más peligrosos son todavía las contradicciones y los arribistas, aunque por causas distintas. —¿Y de qué forma se puede luchar contra eso? De joven yo no entendía que me pintaran siempre a los generales nazis tan enamorados de Beethoven o de Wagner y que fueran, al mismo tiempo, capaces de matar a tanta gente, y de la forma que lo hacían. —Donde hay música no puede haber nada malo, dijo un amante de la misma. Y se equivocó. Como se equivocó aquel personaje, ¿lo recuerda usted?, que ante el silencio de su amada todo lo interpretaba como signo de capacidad, modestia e inteligencia por parte de ella. Hasta que lo desengañó una buena amiga: su amada no hablaba porque se lo había prohibido su madre. La razón: que era tonta. Y callando amagaba su falta de sentido común. —Sí, me acuerdo. Fue una de sus narraciones que más me sorprendieron, como lo hizo aquella otra del hombre que sueña con tener un perro, luego un caballo y más tarde una mujer. Y ésta le mata al perro y utiliza al caballo para huir con su amante. —Sí, de vez en cuando la vida es desagradable, o una hoja de acero que se nos hunde en las entrañas. Pero también eso hay que saber llevarlo con elegancia. Ahí es donde está el quid de la cuestión, querido amigo. —Se nota que es usted vecino de Séneca. —Me halaga que me diga usted eso. Aunque yo de filósofo creo que he tenido más bien poco. —Depende de lo que se entienda por filosofía. Yo creo que en las cartas de Desde mi celda hay bastante filosofía. Me parece muy interesante, por ejemplo, lo que dice o cuenta con respecto al nacimiento de las supersticiones, a la bestialidad que puede conducir esto, la muerte de la tía Casca; y cómo una criatura vanidosa, la sobrina del cura, puede deshacer la obra de toda una vida, la obra de una buena persona. Y todo eso dicho y contado con unas palabras sencillas y que todo el mundo entiende. —Me alegro que le hayan gustado mis consejas. —Me han encantado. Yo quería hacer un estudio sobre ellas. Pero no se me ocurre nada. Y, sinceramente, y no se lo tome a mal: estoy harto de leerlas. Me ha pasado con sus cartas lo que una vez, de joven, me pasó con una mujer: me pareció tan bella, tan hermosa, que fui incapaz de pensar que la pudiera tocar y hasta besarla. —Y terminó yéndose con otro. —Normal. —¿Y la recuerda? —Sí. Y cada día que pasa la veo más hermosa. En mi recuerdo, claro. —Mis cartas siempre estarán con usted. Las tenga o no en su biblioteca. Y yo también. Espero. —Ha sido un placer pasar estos días con usted, don Gustavo. —Adiós, mi joven amigo, adiós. No es ironía: siempre será usted más joven que yo. —Adiós, don Gustavo. Adiós. Ha sido un placer descubrirlo y redescubrirlo. Espero que nos volvamos a ver. —A su disposición. Nunc et semper. ** Vicente Adelantado Soriano http://www.letralia.com/firmas/adelantadosorianovicente.htm Investigador y docente español. Doctor en filología española. Es profesor de secundaria en Valencia. Textos suyos han sido publicados en Liceus (http://www.liceus.com), Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (http://www.cervantesvirtual.com) y Long Island al Día (http://www.lialdia.com). También tengo novelas y cuentos, inéditos, salvo aquellos que han sido premiados en algunos concursos. Intervino en la redacción del libro Història de la literatura de Valencia, escrito por el doctor Josep Lluís Sirera. Participó en el Simposium de Teatro Medieval de Elche (2004). === Conjugar la memoria Rey Emmanuel Andújar ========================= Era una noche loca, sin gobierno RRS La nostalgia es un lugar peligroso. Allí el dolor está cerca de las emociones y en la escritura, como en la vida, las decisiones que se toman a partir de la emoción pueden ser fatales. La cercanía a estos espacios de emoción y memoria implican riesgo y entrega. Por lo tanto, frente a este texto, busco identificar el origen y no el destino. Solo de flauta de René Rodríguez Soriano se funda en el decir de la memoria. La estructura del libro niega el diario o la bitácora. Cada breve pieza es un solo de tiempo, no el recuerdo de una escena, sino la conjugación de un instante preciado. Un compuesto de sueño, magia y tiempo. Capricho: imagino el libro destartalado en el aire, hecho mil mariposas. Si una de estas alas perdidas viniese a parar en tu regazo leerías en “Certidumbre de las manos” que una mujer se complace sola mientras el hombre, lejos, desespera, “Me palpé como un gusano, y percibí un pitito en la distancia. No sabía nada del frío y sus secuelas; no conocía la nieve, las heladas”. El cuerpo propio puede ser el espacio de lo ajeno, el animal que crece a la sombra de la soledad. Rodríguesoriano se caracteriza por diseñar juguetes de mecanismos particulares. Es recomendable llegar a él sin tramas preconcebidas; de lo contrario, el lector se vería ante el libro como el turista que posee un buen mapa de Detroit, pero está en París. El único requisito para esta lectura es la libertad, la destrucción momentánea de las orientaciones; el reto está en perderse: “Y una vez más, cientos de miles de veces más, volvió con los senderos, con la brújula en banda, pensando que cantaba”. Para quien haya degustado de las locuras del siempre niño René, encontrará en este Solo notas de su fuero anterior: el constante coqueteo y homenaje al Tío Julio (Cortázar), la reorganización de los mapas, la conveniente relación entre desplazamiento y temporalidad, la negación de lejanías. Con Solo de flauta se consolida el muestrario del vasto conocimiento de este escritor: sus cosmogonías, sus lecturas, su música. La mujer aquí es la muchacha locura e ingenuidad, en otras ocasiones es la valentía y el desenfado: “Se fue por la pendiente del hastío, pensaste. Y te encontraste de pronto frente a la noche, transeúnte, solo y sin anillo”. Este es el juego propuesto, el del imposible dentro de lo posible. El fuego siempre el fuego. Mi corazón amaneció prendido en fuego... El cuerpo de la mujer cercana, soñada, el contorno de una guitarra, un estadio repleto en Los Ángeles o el espejo roto de Borges. El autor sostiene una diatriba entre el fondo y la forma que pende de un hilo conductor de colores, frutas y aromas; una película delineando épocas, canciones inolvidables, esquinas coloniales, el campo como un landscape del olvido, amigos, gastronomías, cómplices y amantes. En la relectura concluyo que es el amor lo que articula estos relatos, que son cortos, cortísimos en ocasiones, pero que sin duda conjugan el aleph de un universo llamado Rodriguesoriano. ** Rey Emmanuel Andújar http://www.letralia.com/firmas/andujarreyemmanuel.htm Escritor dominicano (Santo Domingo, 1977). Ha publicado la novela El Hombre Triángulo. Sus cuentos "El Factor Carne" y "Doña Ana, los gallos y el Monstruo de Samaná" han ganado menciones de honor en los certámenes de Casa de Teatro y el Banco Central. Ha estudiado literatura creativa en el Baruch College de Nueva York y ha sido dramaturgo residente para IDStudio en la misma ciudad. === Curso de literatura para comprender a la muerte ======================= === Diario de lectura de Lo que no tiene nombre =========================== === Enrique Trujillo Gamboa =============================================== Lo que no tiene nombre Piedad Bonnett Bogotá: Alfaguara, 2013 131 páginas Viernes en la tarde / sábado en la mañana Subiendo hasta la terraza del edificio Aunque conozco la novela desde una noche bogotana de 2013 en que, aturdido por el dolor y con la prisa que da la urgencia de devolver un libro prestado, lloré con sus páginas varias veces, recordando a su vez los días oscuros de un período muy oscuro, vuelvo con incertidumbre a las palabras de Piedad Bonnett ahora, que tengo que hablar de ella en clase, leer críticamente, descifrar sus mecanismos, insertarla en un contexto narrativo, tender puentes intertextuales... Pienso en el bonito rostro de Piedad Bonnett, en cómo aparece demacrado en las entrevistas que siguieron a la aparición de Lo que no tiene nombre y en cómo, poco a poco, parece recomponerse en videos más recientes. Su rostro dulce de madre, su rostro de eterna profesora de literatura que asume la labor de contar, con la belleza contenida de una enorme laguna al anochecer, la enfermedad mental y muerte por suicidio de Daniel, el menor de sus tres hijos. Contención, decía, es una palabra fundamental para hablar del libro. No hay aquí, al menos en lo que llevo leído, ataques de pathos desenfrenado ni rabia contra el mundo, ni exposición morbosa de detalles escabrosos. Aquí la palabra es melodía suave, sin búsquedas formales ni experimentación alguna, más allá de un impecable manejo del tiempo y la inclusión de citas y epígrafes de autores como Paul Auster y Nabokov. La transparencia del relato es quizá la herramienta con la cual va permeando la piel y las reservas del escéptico: la profesora Bonnett cuenta, y al ir contando va destruyendo la distancia con el lector, va creando un clima de confianza e intimidad en el que, tras recorrer algunas páginas, Daniel pasa de ser un personaje narrado a ser una persona cercana, alguien real, con abismos oscuros y también con actitudes entrañables, como cualquiera de nuestros amigos o de aquellos que hemos querido. Como nosotros mismos, que alguna vez, al menos en algún sentido, hemos estado al borde del abismo. *** Visitar el cuarto donde durmió la última de sus noches un ser amado, tocar sus cosas, su ropa, sus libros, sabiendo que nunca más arroparán su cuerpo, ni serán tomados por sus manos, lo que se narra en las primeras páginas, casi que obliga a un silencio en el silencio, a una actitud de encogimiento. No estamos leyendo una novela, podemos pensar, estamos oyendo el relato de quien, después de las lágrimas, nos ha escogido como confidentes. En alguna parte de La Ilíada, creo recordar, el rey Príamo, el mismo que tiene la entereza de besar las manos del asesino de sus hijos, maldice la época en la que sean los padres quienes preparen los funerales de los hijos, y no al contrario. Esa época parece ser la nuestra, más que cualquier otra, la época en que nada, absolutamente nada, ni tener una familia hermosa y unida, ni una madre sabia y reconocida, ni las posibilidades económicas de viajar y estudiar en una excelsa universidad extranjera, ni tener talento artístico y éxito con las mujeres, puede salvarte de la locura y el suicidio. *** Uno de los tres epígrafes que abren la novela, escrito por Paul Auster (cada una de las citas incluidas por Bonnett es sencillamente perfecta), dice: “Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro”. Éste, creo, es uno de los espíritus que animan la escritura del libro y dan valor a su testimonio: así como asumimos que hay cosas de las que es mejor no hablar, o sólo hablar en voz baja y en secreto, asumimos que hay cosas que jamás nos van a suceder. Sin embargo, es darnos cuenta de que somos tan vulnerables como el más vulnerable de los otros lo que nos hace humanos. Y este libro respira humanidad. Eso, más allá de haber sido escrito por una poeta y novelista cada vez más reconocida; más allá de ser distribuido por uno de los sellos editoriales más poderosos de la actualidad, es lo que ha hecho que sea masivamente leído y abrazado (más que para disfrutar, éste es un libro para abrazar) por muchas personas de aquellas que jamás compran libros; y eso ya es mucho decir. *** En uno de los episodios iniciales más impactantes de la novela, la autora/narradora nos cuenta cómo decide entregar, donar para su aprovechamiento médico, los órganos y tejidos del cuerpo de Daniel. ¿Dónde estamos cuando estamos vivos?, ¿en nuestro cuerpo, en cada uno de los miles de procesos bioquímicos que ocurren sin que nos demos cuenta? ¿Dónde estamos cuando estamos muertos?, ¿en los tejidos que con precisión de artista un cirujano puede insertar, instalar, en otro cuerpo? La vida es física, sin duda, y la novela nos permite acercarnos a esas pequeñas tragedias físicas que resultan determinantes en la vida del personaje narrado. Nos cuenta cómo ningún cuerpo, ni siquiera uno joven y atlético acompañado de una mente brillante y talentosa, puede escapar de la inexorable determinación de la física corporal: algo aparentemente trivial, un ataque de acné en el rostro poco más que adolescente de Daniel, es la causa que provoca la utilización de un medicamento tan efectivo como cuestionado por los posibles efectos secundarios sobre el estado anímico de sus usuarios. Este medicamento, quizá, tiene un porcentaje importante de responsabilidad en el desencadenamiento de las crisis mentales de Daniel. ¿Hasta dónde —nosotros que nos creemos espíritu y mente que gobiernan un cuerpo— estamos condenados por una lógica perversa y casi incomprensible, la lógica de nuestra información genética, la lógica del caótico desgaste de nuestras células? ¿Hasta dónde el que Daniel subiera hasta la terraza del edificio neoyorkino donde vivía para tomar impulso y estrellarse contra el piso estaba escrito en sus genes y hasta dónde esa determinación es producto de un contexto, de unas elecciones, de una época y su escala valorativa? La vida es física, sin duda, y todo lo que nos ocurre nos ocurre en el cuerpo, pero, ¿dónde estamos cuando ya no estamos? Piedad Bonnett es tajante cuando en una entrevista responde, tomando postura frente a supersticiones e imaginerías religiosas: “No creo que Daniel esté ahora en ninguna parte”. Y sin embargo, ¿no está, un poco al menos, con nosotros cuando leemos las páginas de Lo que no tiene nombre? Sábado en la tarde Caminando en el peligro de quedarse al Otro lado El pintor Daniel Segura Bonnett se suicidó en mayo de 2011, luego de casi una década de afrontar una enfermedad mental que por temporadas le imposibilitaba totalmente atender eficazmente (sonrío, subrayando la ironía de escribir una palabra tan “empresarial” tan de “economía de mercado”) la cotidianidad, con su carga de obligaciones y responsabilidades. Estudiaba una maestría en la Universidad de Columbia que, según lo que narra Piedad Bonnett, le generaba una carga de angustia y estrés tal que permitía suponer que estaba llegando al límite de su capacidad para soportar y enfrentar la vida que había escogido. Por eso, su mamá desde Bogotá se ocupó de que tuviera una tarde de relajación en un spa, una pausa para respirar, en un esfuerzo inútil para alejarlo del espectro del vacío y el salto suicida, un espectro que aparece varias veces en la novela y que permite suponer que Daniel había elegido, o había intuido, con anterioridad, la manera en que moriría. Desde esa perspectiva, el libro puede leerse como una increpación a lo que nuestra época ha constituido como indicadores de éxito, a lo que hemos aceptado como el deber ser de una persona triunfadora: qué debe estudiar y en dónde, a qué edad debería ya haber terminado una maestría, cuánto debería ganar, en dónde debería vivir y todos esos límites autoimpuestos (¿siempre autoimpuestos?) entre lo aceptable y lo intolerable. Estos límites, en suma, constituyen lo que nuestros tiempos asumen como normal y lo apartan de lo Otro, lo anormal. Por eso, creo yo, es tan importante que la novela asuma hablar de la enfermedad mental sin idealizaciones ni infiernos románticos: la dolorosa verdad es que Daniel Segura Bonnett era un hombre como cualquiera de nosotros, un hombre cuyas inseguridades y frustraciones, cuyas dudas e incertidumbres eran por momentos más grandes y más fuertes que él. Exactamente como cualquiera de nosotros. *** No puedo dejar de pensar en uno de los contrastes señalados en el libro: Daniel se lanza a la muerte desde la azotea de su edificio pocas horas después de que a su madre le comuniquen que ha obtenido un importante premio literario, el Casa de América de Madrid de Poesía Americana, una especie de coronación a nivel hispanoamericano, un justo reconocimiento a una mujer que ha dedicado su vida a la literatura y apenas ahora comienza a ser conocida más allá de las fronteras de Colombia. Mientras, quizá, Piedad Bonnett sonreía satisfecha (¿vanidosa, tal vez?) haciendo una lista mental de regalos para su familia, incluida la tarde de lujoso spa ya mencionada, Daniel terminaba de poner los últimos ladrillos de su cuarta pared, aquella idea que confirma en el suicida su sensación de encierro, la certeza de que sólo la muerte puede ser liberadora o, por lo menos, acabar con el dolor. ¿Hasta dónde los dos hechos pueden estar conectados? ¿Hasta dónde la consagración literaria de su madre, la confirmación de una carrera sólida, de un talento indiscutible, de una vocación certera, activaron, reforzaron, apuntalaron en Daniel la pulsión autodestructiva? ¿Sintió quizá Daniel que no era un digno hijo de su madre, él, que temía fracasar, que se sentía incapaz de aprobar satisfactoriamente los exigentes requisitos académicos de su posgrado? La novela no toca este punto. Sé que es una idea atroz, odiosa, resentida; pero no creo que necesariamente descabellada. A veces, la sombra de los otros, aun la de aquellos que más amamos, oscurece y enfría nuestro pequeño rincón en el bosque. *** Nos cuenta Piedad Bonnett que “La noticia de que se trató de un suicidio hace que muchos bajen la voz, como si estuvieran oyendo hablar de un delito o de un pecado” (p. 38), y luego, más adelante, refiriéndose a todo el tiempo que Daniel dedicó a dar la batalla contra la esquizofrenia, sostiene que “(...) cargó durante ocho años con una aterradora enfermedad mental que convirtió sus días en una batalla dolorosa y sin tregua, a la que él le sumó el esfuerzo desmesurado de parecer un ser corriente, sano como cualquiera de nosotros” (p. 41). Las citas contienen dos aspectos fundamentales en la novela, dos tópicos sobre los cuales se teje una enredadera de prejuicios y deformaciones: la soberana decisión del suicidio y la enfermedad mental. Resulta curioso que ambos tópicos sean aún hoy en día, polémicos y delicados en una sociedad como la colombiana donde la violencia resulta literalmente desquiciante. Como si miles de asesinatos, incluso cometidos de las maneras más atroces, resultaran más normales que la voluntad suicida de un muchacho que siente que ha perdido la batalla contra la locura. La hipocresía de una sociedad que ha estratificado y jerarquizado hasta las enfermedades es uno de los asuntos más importantes del libro; por ello, no puede perderse de vista la valentía de la autora al escribir la novela para decir esta es mi historia, esta es la historia de mi hijo. No hay nada inventado. Padecía esquizofrenia; él y su familia hicimos todo lo que creímos conveniente, confiamos en la medicina, en la psiquiatría, en la psicología, pero nada fue suficiente, no pudimos impedir que se matara. Nos pasó a nosotros, como puede pasarle a cualquiera de ustedes. En varias oportunidades, después de la publicación de Lo que no tiene nombre, la autora se ha referido, conmovida, a la enorme cantidad de personas que se ha comunicado con ella para contarle su historia, para hablarle de un hijo al que le pasó lo mismo que a Daniel, para conversar sobre lo inconfesable: que en casa hay un enfermo mental o un suicida, para asegurarle que tiene razón al desconfiar de aquel medicamento, para decirle que al escribir su historia, lo que ha hecho es narrar la historia de miles. De cuando en cuando, la literatura tiene la oportunidad de ser mucho más que literatura. Sábado en la noche Otra vez cerrando el libro, otra vez abriendo el corazón Termino de leer, haciendo muchas pausas, para detenerme en un pasaje, para releer alguna cita, para volver a una descripción, para imaginarme a Daniel, para llorar un poco (esta vez tampoco puede evitarlo), las páginas finales de la novela con la sensación de que de nuevo la escritura ha posibilitado construir un bote para atravesar el océano del dolor. Si algo sorprende en Lo que no tiene nombre es cómo, en medio de su duelo, la autora hace todo lo contrario de lo que hizo su hijo Daniel: si éste, desesperanzado, abandonó la pintura, ella abraza y acoge la literatura, hurga e investiga en una multitud de textos para construir su refugio de palabras. Y nos comparte con generosidad lo mejor de las joyas que encuentra. Así, esta novela puede leerse también como una guía de buenas lecturas para momentos de tristeza, como un bellísimo curso que podría llamarse Literatura para comprender a la Muerte. Escribir para mirar de frente al dolor y a la muerte; para decirles que ellos no pueden ganar siempre, todas las batallas. Para afirmar el poder cambiante de la palabra por encima de las tumbas. Las líneas finales del libro son tan hermosas que no valen la pena más paráfrasis ni comentarios: Envío Dani, Dani querido. Me preguntaste alguna vez si te ayudaría a llegar al final. Nunca lo dije en voz alta, pero lo pensé mil veces: sí, te ayudaría, si de ese modo evitaba tu enorme sufrimiento. Y mira, nada pude hacer. Ahora, pues, he tratado de darle a tu vida, a tu muerte y a mi pena un sentido. Otros levantan monumentos, graban lápidas. Yo he vuelto a parirte, con el mismo dolor, para que vivas un poco más, para que no desaparezcas de la memoria. Y lo he hecho con palabras, porque ellas, que son móviles, que hablan siempre de manera distinta, no petrifican, no hacen las veces de tumba. Son la poca sangre que puedo darte, que puedo darme. ** Enrique Trujillo Gamboa http://www.letralia.com/firmas/trujillogamboaenrique.htm Escritor colombiano (Bogotá, 1975). Profesor de literatura. En 2011, con un poema titulado “Refugio”, fue uno de los ganadores del Concurso Nacional de Poesía “La Poesía como una Casa”, de la Casa de Poesía Silva (http://www.casadepoesiasilva.com). Twitter: @gatodelalluvia. === Fruta extraña, de Juan Ignacio Guijarro =============================== === José de María Romero Barea ============================================ Después de haber visto en el periódico la trágica foto de Lawrence Beitler que muestra el linchamiento de dos negros ahorcados, colgados en un árbol del sur en Indiana, el profesor de inglés Abel Meeropol escribe su poema “Strange Fruit” (“Fruta extraña”). En 1933, lo publica la revista marxista The New Masses. Luego se convertirá en canción, que la cantante negra Laura Duncan interpretará durante el Festival Anti-Fascista de 1937, en el Madison Square Garden, a beneficio de los soldados republicanos que luchan en la Guerra Civil española. Pero será Billie Holiday la que inmortalizará el tema en los estudios Brunswick World el 20 de abril de 1939, y su voz torrencial y melodramática la que hará justicia al tema de Meeropol, memoria imposible de un Sur legendario, lamento por la muerte y su ceremonia. Desde entonces, la canción “Fruta extraña” ha pasado a convertirse en un grito de protesta contra la injusticia del racismo. Ahora, Juan Ignacio Guijarro rescata ese título para su antología Fruta extraña: casi un siglo de poesía española del jazz (Sevilla, 2013), un panorama del influjo del jazz (y la muerte de los músicos de jazz) en cerca de 130 poetas españoles, una selección cronológica en la que están representadas desde las vanguardias hasta los autores actuales, pasando por la generación del 27, la poesía de posguerra o las promociones de los años cincuenta y sesenta, además de las lenguas cooficiales, poemas en catalán junto a su traducción y un poema de Manuel Rivas en gallego. Tal vez los mejores poemas de la colección sean los escritos a partir de la época de los Novísimos, finales de los años sesenta y setenta, cuando el jazz adquiere plena entidad como tema lírico de enorme calado y complejidad. Los poemas de esta época son lamento, grito de rabia y protesta. Poetas como José María Álvarez, Pere Gimferrer, Eduardo Jordá o Joan Margarit los escriben siguiendo una emoción parecida a la que impulsó a Abel Meeropol a escribir su poema “Fruta extraña”, casi cincuenta años antes. José María Álvarez, por ejemplo, se pregunta en “Persecución y asesinato de Billie Holiday” a dónde han ido las grandes damas del jazz (Bessie Smith, Ma Rainey, Billie Holiday), y concluye: “Dónde están, oh noche soberana? / Pero y nosotros que tanto las amamos?”. Pere Gimferrer escribe en “Canción para Billie Holiday”: “Extraña fruta en el aire del crepúsculo se ausenta” y el poema es al mismo tiempo homenaje a la mítica intérprete, al poema de Abel Meeropol (“cuántos cow-boys muertos como trovadores la sonrisa en los labios que se tiñen de sangre”) y por ende, a la literatura: “la pecera magnética la cueva del pasado el submarino bajo las mareas que fulgen”. En “Bird”, de Eduardo Jordá, nos habla el cadáver de Charlie Parker (“Este cuerpo que veis, esta maltrecha / carne deshabitada de mí mismo”). El poema es solo de trompeta, al modo de Parker, endecha por la muerte del amor y la música (“Cuanto tocan mis manos se hace música), experiencia que duplica y anula (“No puedo amar a nadie, ni tocarlo, / porque amarlo es llevarlo hacia lo oscuro”). “Parker conversa amb la mort”/“Parker conversa con la muerte” en el poema homónimo de Joan Margarit, durante una jam session en que aquél le dice a ésta que junto a Art Blakey, Bud Powell y Miles Davis, los cinco forman “el quinteto / más brillante del jazz entre los muertos”. En su poema “Destrucció”/“Destrucción”, el poeta de Sanaüja se imagina frente al cadáver del trompetista blanco de jazz Chet Baker, que acaba de caer por la ventana de un hotel de Ámsterdam. “Por aquel frío de hoteles que llevaba en los ojos / soplaba el puro y cálido sonido del mal”. Es 13 de mayo de 1988. El poema, en traducción de Antonio Jiménez Millán, recrea la escena: “Boca sin dientes, ojos cavernosos / y un anillo en la mano de esqueleto”. Juan Ignacio Guijarro, profesor de la Universidad de Sevilla, especializado en la literatura de los siglos XX y XXI y en su relación con otras artes como la música o el cine, consigue llevar a buen puerto esta ambiciosa empresa. El libro incluye prólogo a cargo del especialista sevillano, notas sobre las referencias jazzísticas citadas en los poemas y semblanzas de los autores antologados. La edición de la Fundación José Manuel Lara, colección Vandalia, permite disfrutar de esta selección al conceder a cada autor su espacio, de forma que la visión del conjunto sea lo más completa y representativa posible. ** José de María Romero Barea http://www.letralia.com/firmas/romerobareajosedemaria.htm Escritor español. Colabora con reseñas, entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional: los diarios Mundiario (http://www.mundiario.com) y Luz de Levante (http://www.luzdelevante.com), la revista de divulgación IES (http://www.revistaies.net) y las revistas de literatura Quaderni Ibero Americani (http://www.quaderniiberoamericani.org), Vísperas (http://www.revistavisperas.com) y Nueva Grecia (http://revistanuevagrecia.blogspot.com), de cuyo consejo de redacción forma parte. Twitter: @JdMRomeroBarea. ||||||||||||||||||||||||||| SALA DE ENSAYO |||||||||||||||||||||||||| === Literatura y cuentos de hadas ========================================= === “Si esto es la vida yo soy Caperucita Roja”, de Luisa Valenzuela ====== === María del Carmen Castañeda Hernández ================================== ¿Qué es un cuento de hadas? En vano acudiréis en este caso al Oxford English Dictionary. No contiene alusión ninguna a la combinación cuento-hada, y de nada sirve en el tema de las hadas en general. J. R. R. Tolkien El acto de leer y la lectura ha sido uno de los temas más frecuentados tanto en la filosofía como en la historia de la literatura. Desde Schopenhauer hasta la crítica moderna el debate y las teorías de cómo interpretar los textos han buscado desentrañar lo oculto, lo silenciado. La mayoría de las teorías que se han esbozado hacen volver al texto sobre sí mismo, buscan sus referencias históricas, las relaciones con otros textos, lo que tal o cual palabra significaba en la época del autor, la relación entre vida y obra o bien la dicotomía forma-contenido. Definitivamente estas teorías han transformado nuestra forma de leer y de interpretar. Actualmente se sitúa el valor y el sentido de los textos en el lector, buscando la historicidad de la obra, la relación entre la historia y la textualidad, de modo que el significado se precise cada vez más como “función lectora”, como la conciencia del lector, con sus atribuciones y restricciones. De ahí que Foucault (1999) proponga la función de autor, no al autor omnisciente, Barthes la muerte del autor (1968) y Eco (1981) al “lector modelo”. La literatura ha utilizado, frecuentemente, a los cuentos de hadas y a sus personajes como interpretación del momento presente, algunas veces como correlatos subjetivos de confluencias históricas, otras, para que el autor cumpla una función mítica, fantástica e imaginaria llena de resonancias interpretativas, de su ideología y del tiempo histórico en el que se inscribe. Según Carl Gustav Jung (1995) el ser humano utiliza la palabra, oral o escrita, para enunciar lo que quiere transmitir, utilizando un lenguaje saturado de insinuaciones, alusiones y eufemismos. Para Jung el símbolo es una palabra o una imagen cuando representa algo más que su significado inmediato y obvio, por lo que podemos considerar a los cuentos de hadas como símbolos. Cuando hablamos de “cuentos de hadas” es importante puntualizar que dichas historias no se refieren exclusivamente a las hadas, sino a leyendas y fábulas tradicionales que tienen en común la fusión entre lo real y lo fantástico, el presentarse como “ejemplos” en sentido amplio y el tener esa condición alegórica y claramente “arquetípica” y mitificada. Por lo general son relatos lineales, con lenguaje coloquial, transmitidos por tradición oral. El Diccionario de la Real Academia define: Hada: (Del lat. fata, f. vulg. de fatum, hado). 1. f. Ser fantástico que se representaba bajo la forma de mujer, a quien se atribuía poder mágico y el don de adivinar el futuro. 2. f. ant. Cada una de las tres Parcas. 3. f. ant. hado. La palabra original viene del francés antiguo faie o fee y pasa al inglés como fai, o fay. Fairy, hada en inglés, fue tomado aproximadamente en el siglo XIV del francés antiguo faerie que significa “tierra de hadas, encanto”. Del uso adjetival (“fairy gold”, “fairy queen”,) utilizado en el siglo XV para describir a una especie de criaturas sobrenaturales, se llegó a una reinterpretación derivada de fair (bella), en singular fairy y con un nuevo plural, fairies. El concepto de fate, en inglés, significa la “fuerza divina” que determina los eventos y las casualidades en la vida de una persona. El término “cuento de hadas” es una traducción de Conte de feés de Madame d’Aulnoy (1698). Como la mayoría de las palabras en español, la palabra “hada” viene del latín. Finalmente, por lo general se acepta que viene de fatum, y en su forma plural fata, que significa oráculo, designando así el destino, el hado, el futuro. Con esta última explicación llegamos a un significado más preciso de cuentos de hadas: cuentos de hado, de destino. Este es el significado que Luisa Valenzuela propone y que podemos interpretar como el “destino evidente”. El cuento de hadas exhibe, devela el subconsciente, contribuye a entender la condición humana, y al igual que la obra de arte, es un acto de creación del espíritu, por lo tanto es el relato de una “creación”. De manera que cuentos de hadas y literatura están estrechamente vinculados. El cuento de hadas con su valor simbólico se manifiesta en forma literaria y la literatura encarna a los cuentos de hadas. “Caperucita Roja” es quizá el más famoso de todos los cuentos de hadas. Aparece en la famosa colección de Charles Perrault del siglo XVII que inaugura el género, pero tiene orígenes folclóricos mucho más antiguos. La relación que se establece entre los cuentos tradicionalmente denominados “de hadas” y la versión actual de los mismos, lúdica y subversiva, tiene uno de sus mejores exponentes en la reescritura que hace de los mismos la argentina Luisa Valenzuela. Valenzuela se vale de este género narrativo porque considera que es el elemento perfecto para poner en práctica su estrategia: es un género típicamente infantil, utilizado, por lo general, para transmitir valores de armonía y fraternidad, desde una perspectiva ingenua e inocente. En “Si esto es la vida yo soy Caperucita Roja”, Luisa Valenzuela presenta el tradicional cuento de hadas desde diferentes niveles: el temático, el estructural y el simbólico. En el nivel temático podemos observar que, a pesar de que se conserva el tema original de Caperucita Roja, la autora lo transgrede, destruyendo la inocencia y la aceptación pasiva de los valores que se transmiten. De esta forma, contrasta el enfoque infantil con la perspectiva adulta y crítica que propone. Por medio del cuento de hadas, considerado como género marginal, hace frente a la sociedad patriarcal como sistema dominante. Además de la idea de la vejez y la muerte, el tema del sexo hace su aparición y anticipa otra temática propiamente adulta y ajena al cuento de hadas tradicional. Desde el punto de vista de la estructura Valenzuela plantea un relato que más que narrativo parece ser una dramatización, en donde los diálogos de los cuatro narradores, Caperucita, Madre, Abuela y Lobo se confunden. Por su parte, la estrategia narrativa de la “ sugerencia e inferencia” posibilita una atmósfera de ambigüedad e imprecisión que alarga sinuosamente el desenlace del relato cuya estructura abierta, plurisignificativa, demanda, forzosamente, la participación de un lector cómplice que comparta la recreación narrativa. Al utilizar el cuento de hadas como eje de la caracterización de los personajes, Valenzuela integra uno de los modelos habituales de socialización en la cultura occidental, según Bruno Bettelheim (2006), que es la función de las figuras en estos cuentos de personificar e ilustrar conflictos internos y mostrar cómo éstos pueden ser resueltos. En este sentido, Valenzuela entabla un diálogo, ya sea explícito o implícito, con otros textos anteriores: las diferentes versiones del cuento de Caperucita Roja, la alusión al espejo de Blancanieves y a Alicia en el País de las Maravillas: “Me reí, se rió, nos reímos, me reí de este lado y del otro lado del espejo, todo pareció más libre, más liviano; por ahí hasta rió el espejo. Y sobre todo el lobo” (1999: 66). Genette llama a este fenómeno “transtextualidad”, y la define como “toda relación que une un texto B a un texto anterior A en el que se injerta de una manera que no es la de comentario” (1989:14). Para Genette, en este tipo de “transtextualidad” existe una acción básica: la transformación del texto precedente. Si esta transformación es simple o directa, se habla de “transformación” tal cual; pero si, por el contrario, dicha transformación es compleja y más indirecta, surge lo que el crítico denomina “imitación” (1989:17). Desde la perspectiva simbólica, este relato, transformado, alterado y tergiversado, cuenta una historia, un acontecimiento, que se convierte en arquetipo y cumple con las funciones de explicar (explicar algo en el instante justo de su creación) y la de revelar (revelar el ser). Paul Ricoeur define lo que es símbolo y mito y se preocupa por estudiar cómo funcionan y cómo se manifiestan. Para Ricoeur el mito expresado en símbolos es fundamental para una meticulosa valoración de los orígenes, de los procesos y de las profundidades del pensamiento humano. Ricoeur (2003) señala que el mito en la actualidad ha perdido su valor explicativo, pero por lo mismo, revela su trascendencia y su valor de exploración y de comprensión, esto es, su función simbólica, la cual puede definirse como la facultad que tiene el mito para descubrir y manifestar el lazo que une al ser humano con lo sagrado. De esta manera, el mito se convierte en una dimensión del pensamiento moderno. ¿Pero de qué trata realmente Caperucita Roja? El contenido sexual del cuento es indiscutible aunque Perrault pretendiera lo contrario: advertir a las jóvenes ingenuas de los peligros del sexo. Valenzuela retoma el sentido original y lo trastoca, emancipando al personaje femenino y presentándola en sus tres etapas: juventud, madurez y vejez: “Yo soy Caperucita. Soy mi propia madre, avanzo hacia la abuela, me acecha el lobo” (1999: 67). Una de las preocupaciones literarias de Valenzuela es el tema de la travesía en busca del deseo. Este recorrido está relacionado con el viaje iniciático vital. Caperucita es cualquier mujer que debe “salirse de la madre” para “caminar hacia la abuela” (Russo, 2000). Valenzuela reconstruye el viaje de Caperucita Roja que está lleno de peligros (los propios deseos), de símbolos fálicos (los árboles), de placeres (las frutas prohibidas), de experiencias agradables (la cesta donde Caperucita recoge lo que va encontrando en el bosque) y dolorosas: “En el dintel de mi abuela me lamo las heridas, aúllo por lo bajo, me repongo y compongo” (1999: 69), pero es un viaje que toda mujer debe emprender para alcanzar su plenitud. De ahí que los cuatro personajes que intervienen en el relato, la madre, Caperucita, la abuela y el lobo, se conviertan en uno: Y cuando voy a expresar mi asombro, una voz en mí habla como si estuviera repitiendo algo antiquísimo y comenta: —Abuelita, qué orejas tan grandes tienes, abuelita, qué ojos tan grandes, qué nariz tan peluda (sin ánimos de desmerecer a nadie). Y cuando abro la boca para mencionar su boca que a su vez se va abriendo, acabo por reconocerla. La reconozco, lo reconozco, me reconozco. Y la boca traga y por fin somos una (1999:70). Al presentar una versión distorsionada del cuento de hadas Luisa Valenzuela desenmascara el mito por medio del lenguaje, deconstruye el relato por medio del uso de metáforas y símbolos que nos invitan a una multiplicidad de interpretaciones. Resulta interesante recalcar la fusión de los cuatro narradores-testigo. Dichos personajes, inmersos en el tiempo ahistórico del eterno presente, funcionan como un principio estructurador del texto cuyo desarrollo aparece determinado por la técnica de contrapunto, la contraposición de lo real con lo simbólico en la línea discursiva del relato y la estructura abierta. Luisa Valenzuela expresa con su prosa irónica y ambigua la problemática de la mujer, escindida entre la esencia arquetípica de lo femenino y la expresión de su identidad. 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Es licenciada en lengua y literatura hispánicas por la Universidad Iberoamericana (http://www.uia.mx; 1972-1976). Tiene una maestría en psicología de la salud por el Centro de Estudios Universitarios Xochicalco (http://www.xochicalco.edu.mx), de Tijuana (1997-1998). === De Brynhild a Ulrica, la saga del eterno retorno ====================== === Adriana Churampi Ramírez ============================================== Introducción La riqueza de la lectura de un texto radica en la posibilidad de variadas interpretaciones, diversos descubrimientos y nuevos matices en cada una de las aproximaciones. Esta lectura propone analizar la construcción de un relato de Borges aspirando a proponer una interpretación diferente; de esa manera pretende constituir un ejemplo de los múltiples acercamientos posibles a la ficción borgiana. El cuento que trataremos es “Ulrica”, aparecido por primera vez en 1975 en el volumen El libro de arena y posteriormente en Libro de sueños (1976). En primer lugar, hemos seleccionado y resumido tres conceptos borgianos que son, en nuestra opinión, fundamentales para la sustentación de nuestro análisis de ciertos elementos textuales. Seguidamente nos acercamos al texto de la Volsunga Saga. La historia de Brynhild allí contenida constituye el núcleo de la relectura que proponemos. La familiaridad de Borges con la antigua literatura islándica no es un descubrimiento reciente; en muchos de sus poemas, en diversos momentos, ya encontramos el desarrollo del tema. Lo que rescataremos de ello será el manejo tanto de los elementos mitológicos como de la simbología, para aclarar algunos pasajes del relato. Con el apoyo de estos dos capítulos iniciales, a los que recurriremos constantemente para sustentar nuestra interpretación, iniciamos el trabajo con el relato mismo. El amor que Otárola experimenta por Ulrica al conocerla, y que lo llevará a “elaborar” el sueño en el que fluye el amor entre los dos, es la primera lectura que proponemos. Pero el sueño será también el escenario para la recreación de un nuevo desenlace para una antigua historia de amor vivida en Islandia: la tragedia de Brynhild. El relato, como Borges postuló, consiste de este modo no tanto en la exposición de los significados inminentes sino en la conversión de esos significados en otros nuevos. Las doctrinas del eterno retorno, de la marginación de la cronología, de la relectura de viejos textos redistribuyendo los materiales, se ponen en práctica al interpretar “Ulrica” como una reescritura de la trágica historia amorosa entre Sigurd y Brunhild en la Volsunga Saga. El nuevo significado que se le concede a determinados símbolos, como la espada, permiten elaborar un nuevo final, más promisorio para la historia. Algunos conceptos borgianos Para intentar el análisis de los relatos de Borges es fundamental el acercamiento a las elaboraciones metafísicas que constituyen una constante en la construcción de sus tramas. Para la lectura que proponemos de “Ulrica” son tres los conceptos a los que prestaremos especial atención. a) La originalidad ilusoria de un texto: la reescritura. b) Sueños y espejos: el mundo real es ilusorio. c) La temporalidad de la ficción: memoria, “antes” y “después”. a) Conocida es la modestia de Borges, que, cuando se hacía alusión a la revolucionaria originalidad de sus relatos, siempre replicaba diciendo que lo que había escrito ya se encontraba en otros autores. Pero tras esta afirmación lo que se encuentra es su postulación de un concepto de la literatura como la reelaboración de la misma. Efectivamente, cuando Borges en numerosos relatos menciona sus fuentes, lo anima el convencimiento de que el acto de creación literaria radica no tanto en los materiales, sino en la habilidad del escritor para disponer y armar el relato. El núcleo creativo se centra así en la redisposición de materiales antiguos, en la relectura de viejos textos (1). Borges acepta el agotamiento de los temas en la literatura y define la originalidad como la generación de nuevas funciones, la ubicación de nuevos significados no encontrados en los textos antiguos. Esta obligada función de la literatura de innovar los sentidos partiendo de lo antiguo se sintetiza en el postulado borgiano de la literatura como un libro único escrito por un solo autor. Si Borges concibe la posibilidad de que una obra literaria surja de la lectura de otra, es comprensible que el sentido enunciado en el texto de un relato pueda reorganizarse, invertirse o revertirse, hasta generar un nuevo sentido. Uno de los elementos que proporcionan una clave para esta nueva redistribución lo constituyen, por ejemplo, los epígrafes, que actuarían, según una expresión borgiana, como un pequeño espejo devolviéndonos la imagen del otro que espera al fondo del relato (2). El despliegue de las fuentes en Borges tiene como objetivo llamar la atención no sólo sobre la simple exposición del significado textual sino sobre la conversión de estos significados en otros nuevos. Los temas literarios pueden haberse agotado pero no los modos de formulación. De esa manera todo texto antiguo posterga su sentido original para convertirse en expresión de nuevos contenidos. Así surge la posibilidad, al interior del universo borgiano, de que todos los hombres puedan ser autores de una misma obra o de un idéntico poema repetido infinitamente, pero aun así distinto. La novedad requiere acudir a categorías externas al simple lenguaje: al contexto, a la intención declarativa, a la relectura, que será la que nos conduzca al nuevo significado, como en el caso del Quijote de Menard. b) La imagen de los espejos adopta en Borges dimensiones obsesivas. A lo largo de su obra, estos objetos están dotados de diversos sentidos, hasta convertirse en una imagen central. La concepción que resumiremos será aquella según la cual el universo en el que vivimos es tan irreal como el reflejado en los espejos. Conociendo además que para Borges los verbos vivir y soñar son rigurosamente sinónimos (BORGES, 1989, tomo II: 48), el sentido final de los espejos radica en la interpretación de los términos vida, sueño y espejo. Si la vida es el sueño de alguien que nos sueña, entonces resulta tan etérea como los reflejos del espejo. La realidad estaría conformada por apariencias, por imágenes de un espejo, que sólo reflejarían vagamente a la otra: la fuente original de la reflexión. Fuera del espejo, la vida se convierte en un reflejo ilusorio, tan efímero como un sueño (3). El definir la vida como un sueño nos conduce a la idea de que la muerte supondría el despertar de dicho sueño. La única realidad de la ficción, para Borges, radica en su similitud con los sueños. Inclusive retoma la teoría de Jung que “equipara las invenciones literarias a las invenciones oníricas, la literatura a los sueños” (BORGES, 1989, tomo II:48). De este modo Borges amplía sus posibilidades imaginativas. Ya que la mente humana es incapaz de conocer el universo, entonces el idealismo es más fecundo en especulaciones creadoras, así las leyes que gobiernan la realidad no limitan la obra de arte. Lo que es intolerable e inconcebible durante la vigilia no lo es durante los sueños. Estos conceptos nos ayudan a entender la posibilidad de que, en la ficción borgiana, el momento esencial del cuento, el de la iluminación, que confiere claridad a los significados anteriores, “el final sorpresivo”, no sea más que la revelación, para el protagonista (y con él para el lector), de que lo vivido ha sido ficticio, de que es una ilusión, de que los objetos concretos son relativos. Y sólo quedaría, como lo proponemos en el caso de “Ulrica”, un momento definitivo, eternalizado. Símbolo no sólo del sentido de la existencia y de la razón de ser de los protagonistas, sino también de otros paralelos, anteriores o ficticios. Es este instante el que es necesario descubrir. c) La conocida propuesta de Borges de refutar el tiempo trae consigo consecuencias fundamentales. En el caso de nuestro análisis esto significa que se cuestiona la identidad del protagonista: ¿quién es?, ¿sigue siendo el actor de tal o cual momento? La solución radica esencialmente en la fragilidad de la memoria (NUÑO, 1986: 92). Será la memoria la que garantice la identidad. El recuerdo permite afirmar quién se es. El mismo Borges reafirma al inicio de “Ulrica” que no importa tanto la realidad como su “recuerdo personal de la realidad” (4) (17), que es lo mismo. “La memoria erige el tiempo”. dice en “El instante” (BORGES, 1989, tomo II: 295) y en “Cambridge”: “Somos nuestra memoria / somos ese quimérico museo de formas inconstantes / ese montón de espejos rotos” (BORGES, 1989, tomo II: 359). De igual manera los aspectos circunstanciales, y como tales sujetos al tiempo y al espacio, presentes en los relatos, podrían constituirse en generadores de caos. Pero Borges se adelanta y en el prólogo de Elogio de la sombra nos dice: “El tiempo me ha enseñado algunas astucias: (...) intercalar en un relato rasgos circunstanciales (...) ya que si la realidad es precisa, la memoria no lo es (...)” (BORGES, 1989, tomo II: 353) Del mismo modo, en el prólogo de El informe de Brodie señala que la invención de hechos circunstanciales es una necesidad a cumplir, al mismo tiempo que reconoce haber realizado cambios acorde a su razón e imaginación, ya que después de todo la literatura “no es otra cosa que un sueño dirigido” (BORGES, 1989, tomo II: 400). Estas observaciones son importantes al momento de la lectura para no desorientarse cuando los datos parezcan no guardar coherencia con el resto de la narración. Otra consecuencia inevitable de la relativización del tiempo es la alteración de la relación causa-efecto. Si suena inconcebible la posibilidad de que un hecho relatado en Islandia en el siglo XIII tenga consecuencias o continuación en la Inglaterra del siglo XX, es que aún no hemos ingresado a la ficción de Borges. La teoría borgiana de la eternidad, que sería el adquirir conciencia de que es lo mismo hoy que hace cientos de años, implica también la doctrina de los ciclos: de que “todo sucede por primera vez, pero de un modo eterno”. Una consecuencia de este circularismo es la exaltación del presente, no se vive ni en el pasado ni en el futuro y no existe la novedad. La propuesta borgiana de un nuevo tipo de lectura implica el rechazo del antes y del después (5). Sólo permanecería el presente, un instante aislado, autónomo y suficiente. Al expulsar el tiempo de la realidad, se desconectan la fijación temporal de un suceso y su datación, se deja la cronología de lado. Estos son algunos de los conceptos borgianos que facilitarán nuestra relectura de “Ulrica”. La antigua literatura nórdica La relación que establecemos entre Borges y la antigua literatura nórdica no es en modo alguno arbitraria o casual. Lo demuestran, entre otros, su estudio en colaboración con Delia Ingenieros: Antiguas literaturas germánicas. Su ensayo sobre las kenningar. Su producción poética alusiva al tema: “A Islandia”, “Un lobo”, “Espadas”, “Un lector”, “Un sajón”, “Islandia”, “Einar Tambarskelver”, “Midgarthormr”, “Quince monedas” y “En Islandia al alba”, entre otros. Al igual que sus menciones en los prólogos a Elogio de la sombra y El informe de Brodie. Su vinculación con la Volsunga Saga, sin embargo, parece ser aún más emocional, como lo demuestra su poema “A Islandia”: “(...) Islandia, te he soñado largamente Desde aquella mañana en que mi padre Le dio al niño que he sido y que no ha muerto Una versión de la Völsunga Saga (...)” (BORGES, 1989, tomo I: 511). Esta Saga de los Volsungos, escrita en el siglo XIII (entre 1260 y 1270 aproximadamente) por un autor islándico desconocido, se basa en los versos tradicionales nórdicos: la Edda poética. Sin embargo, muchos de sus episodios históricos podrían hacer referencia a acontecimientos reales de los siglos IV u V A.D. El conocimiento sobre la antigua mitología nórdica emana de tres fuentes: 1. La Edda poética, una compilación de poemas míticos o heroicos, elaborados antes del año 1000 por la cultura popular oral de la antigua Escandinavia. El núcleo de esta compilación lo constituye el manuscrito llamado Codex Regius, que trata algunos aspectos de la leyenda volsunga. 2. La Edda en prosa, o la Snorra Edda, que debe su compilación al erudito Snorri Sturluson, en los años 20 del siglo XIII, es un tratado islándico del arte de la poesía eskáldica y un diccionario sobre su mitología. 3. Los poemas de los antiguos bardos nórdicos o Skalden. A diferencia de la Edda poética, los autores en este caso son conocidos y sus creaciones relatan eventos de su tiempo posibles de ser ubicados con precisión y objetividad. Fueron estos poetas los que entre otras historias contaron el ciclo de Sigurd tal como los poetas alemanes contaron la historia de Siegfried. A lo largo de siete décadas la Saga de los Volsungos fue compilada en Islandia con mucho menos elementos de caballería que su contraparte alemana. Eso hace que los estudiosos califiquen a la versión de la Edda poética como la original, ya que el patrón del Nibelungenlied responde a un estilo más moderno en el cual el material está estructurado de modo más sofisticado. La Volsunga Saga narra la historia de los ancestros de Sigurd, descendientes de Odín: Volsungr el abuelo y Sigmund el padre. Sobre Sigurd se relata su preparación física y espiritual a cargo de Reginn, el hermano del dragón Fafnir. Una vez que Sigurd reciba la célebre espada Gram, que perteneciera a su padre, y obtenga el caballo Grani, descendiente del corcel de Odín, se enfrentará a Fafnir, derrotándolo y apoderándose del tesoro maldito de los Volsungos. Luego encontrará a Brynhild y, tras liberarla de la maldición impuesta por Odín, intercambiarán promesas de amor. Pero al arribar a la corte de Gjuki, la reina Grinhildr le ofrecerá una pócima que lo hará olvidar a su amada y contraer matrimonio con Gudrun, la hija de los reyes. Establece lazos de sangre con sus cuñados Gunnar y Hogni, y cuando el primero decide conquistar a Brynhild le ofrece su ayuda. Con ese propósito, por arte de magia, intercambia apariencias con Gunnar y conduce a Grani, el único que puede cabalgar a través de las llamas, hacia el castillo de Brynhild. Permanece tres noches con ella y, respetando su acuerdo con Gunnar, clava su espada al centro del lecho, entre los dos. Posteriormente, durante una discusión entre Brynhild y Gudrun, ésta le revelará la verdad. Brynhild, airada, exige venganza a Gunnar acusando falsamente a Sigurd de no haberla respetado durante las tres noches. Guttorm, el único hermano sin pacto de sangre con Sigurd, es el encargado de asesinarlo mientras éste duerme. Al final Brynhild confesará su mentira antes de apuñalarse y morir en la misma pira funeral que Sigurd. La importancia que otorgamos a la familiaridad de Borges con la antigua literatura islándica no sólo contribuye a sustentar la posibilidad de una lectura paralela de “Ulrica” y de la Volsunga Saga, sino que nos sirve de ayuda para la interpretación de determinados símbolos que de otro modo pierden su significado (6). Una relectura de “Ulrica” Las primeras líneas del relato, en las que Otárola equipara la objetividad de la realidad con su recuerdo personal de la misma, constituyen el primer ataque a la arbitrariedad de la realidad. Como mencionamos en c), será la memoria la encargada de establecer cierto orden que garantice la continuidad de la conciencia. Lo que sigue es la relativización de la temporalidad: el cuándo y el dónde. Otárola afirma que el hábito literario es el de intercalar circunstancias y acentuar énfasis, de ese modo insiste en la condición de irrealidad de la literatura, perturbando la lectura continua y superficial del texto. Se nos sugiere la posibilidad adicional de que el escenario presentado, esa inminencia verbal, pueda tal vez también ser escenario de otra trama. Es así como Borges elimina los límites entre realidad y ficción. A partir de ese momento, queda abierta la posibilidad de una nueva lectura del relato. Ulrica no tiene apellido; Otárola piensa: “No supe su apellido y tal vez no lo sabré nunca” (17). Un recurso que brinda la posibilidad de universalizar al personaje. Ya cuestionados el espacio y el tiempo, también la protagonista adquiere así una nueva dimensión que sobrepasa su rol como Ulrica. Es más universal, ¿por qué no?, ¿no se dice que en Borges: “(...) his stories are allusions to other stories, his characters are allusions to other characters and their lives are allusions to other lives”? (7) (AIZENBERG, 1984: 73). En la misma línea se situaría la definición de la nacionalidad, un elemento convencional que vincula la identidad con la objetividad de la realidad, pero que en el relato se convierte en un “acto de fe” (18). La crónica durará una noche y una mañana, continúa el texto, pero, ¿no se había desintegrado ya la categoría tiempo? Nos queda entonces la propuesta borgiana del presentismo, el instante aislado y autónomo en que adquirirán sentido la existencia de Otárola y la de Ulrica. Más bien dicho, el sueño de Otárola y la experiencia de Ulrica que será a la vez la reescritura de un tema antiguo. La incapacidad de recordar de Otárola, su olvido: “Nada más puedo recordar de lo que se dijo esa noche” (18), es la clave de continuidad de los ciclos. Sin memoria de las veces anteriores cualquiera puede ser la primera vez. Así se da paso a la recreación de la antigua historia de una mujer, que también es Ulrica, pues no olvidemos que “un hombre es todos los hombres” (BORGES, 1989, tomo II: 52), principio que indudablemente se aplica también a una mujer. Podemos deducir que nos encontramos ante un sueño de Otárola por algunas claves distribuidas a lo largo del relato, aunque la revelación magistral sólo se encuentra al final. Esa pequeña eternidad personal que a cada hombre le está dada durante el sueño la empieza a vivir Otárola después de su noche de olvido. Si en el mundo de la vigilia, en un relato de amor éste se desarrolla paulatinamente, en el mundo de los sueños puede ser al contrario, será el amor el que produzca la historia (8). “Todo esto es como un sueño” (18), dice más adelante Otárola, en una abierta alusión a la posibilidad onírica de la experiencia. Pero la clave más importante para la deducción del sueño la encontramos en las líneas finales cuando, al llegar a la posada, Otárola ve reflejarse el lecho en un cristal y la “bruñida caoba” (19) le trae a la memoria el espejo de las Escrituras. Es una referencia al versículo 12, capítulo XIII, de la 2ª de Corintios: “Ahora vemos por espejo, en oscuridad; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; mas entonces conoceré cómo soy conocido”. Este texto de San Pablo, al que Borges aborda en su ensayo “El espejo de los enigmas” (BORGES, 1989, tomo II: 98-100), resume el principio de la incertidumbre de la realidad del universo, lo efímero de lo reflejado, la imagen que no sobrevive, que se duplicará infinitamente, transformándose, convirtiéndose... como los sueños. A lo largo de la ficción borgiana el encontrar un espejo es un llamado de alerta para descreer de la realidad de lo visto, pues todo podría no haber sido más que un reflejo, lo que creíamos realidad se transforma en un sueño. En el relato, en el momento cumbre Otárola poseerá sólo la imagen de Ulrica (9). El sueño es el momento definitivo en la historia de Otárola pero trae también consigo la posibilidad de la recreación de un texto antiguo. Todo empieza por el análisis del epígrafe de “Ulrica”, cuya comprensión transformará la interpretación del rol de la protagonista. “He took the sword Gram and lay it unsheathed between them” (10) (BYOCK, 1990: 81). ¿Qué significa, en la Volsunga Saga, este momento específico de la historia de amor entre Brynhild y Sigurd? Marca el dramático encuentro entre dos desconocidos. Sigurd se halla bajo la influencia de la pócima que ha borrado su memoria, Brynhild tiene ante sí la apariencia de Gunnar, un hombre al que no conoce pero con el cual deberá casarse. La espada entre los dos es para Sigurd una exigencia de fidelidad hacia su amigo Gunnar y para Brynhild una sorpresiva formalidad que la libera, por el momento, de entregarse a quien no ama. Pero hay algo aún más importante según la versión islándica de la Volsunga Saga: significa el momento en que Brynhild rompe la promesa hecha a Sigurd de casarse sólo con él. En la mitología islándica, ante el rompimiento de una promesa, peor aún en el caso de una valkiria, sólo quedaba esperar la llegada del castigo final. Podemos apreciar la similitud con la vivencia de Ulrica, quien inicialmente también se encuentra con un desconocido. La imposibilidad de pronunciar sus nombres podría interpretarse como un símbolo de ajenidad. El énfasis puesto en la participación femenina Ulrica/Brynhild es otra de las claves fundamentales de esta relectura que interpreta el episodio de amor en “Ulrica” como una nueva versión de la truncada historia de amor de Brynhild. En este sentido, es más que significativo el rechazo que Ulrica expresa por los “tardíos nibelungos” que “echaron a perder” (19) la trágica historia de la saga. En el Nibelungenlied, Brünhilt no hace ningún juramento de amor a Siegfried ni se suicida, permanece “enthroned in her pride” (11). La ausencia de estos elementos convierte la actitud de Brünhilt en una simple reacción de ira ante la seducción por parte de Siegfried, y vergüenza porque Kriemhilt lo sabe y ya se ha hecho de conocimiento público. Desaparece el desarrollo pleno, el rol prominente que le consagra la Volsunga Saga. En esta última, la existencia del juramento previo constituye la base que proporciona mayor complejidad al personaje. Aparte de los celos que la boda entre Sigurd y Gudrun despierta en Brynhild, la ruptura del juramento significa que se ha perjurado, con las consecuencias que esto acarreaba para una valkiria: la perdición. Su suicidio sería visto entonces, además de la póstuma unión con su amado, como una heroica y digna anticipación a su castigo final, una autoinmolación. Además, su habilidad al explotar la envidia y las ansias de poder de los cuñados, y así instigar la muerte de Sigurd, recibe una vehemente expresión sólo en la Volsunga Saga, no así en Los nibelungos. Cuando a lo largo de “Ulrica” encontramos elementos cuya explicación no emana del texto, el recurrir a la Volsunga Saga nos brinda mayor claridad, a la vez que nos proporciona más pautas para la recreación de un nuevo final para la historia de Brynhild. “Oí de pronto el lejano aullido de un lobo” (18). Esta afirmación de Otárola, que podríamos tomar como una simple imprecisión ya que no existen lobos en Inglaterra, adquiere otro sentido a la luz de la mitología islándica. Uno de los atributos que identificaban a Wodan (que es Odín, el más antiguo y poderoso entre los dioses nórdicos) eran sus dos lobos: Gery y Freki, que descansaban siempre a sus pies. Y como sucedía con todo aquello que tuviera contacto cercano con Odín, ellos también eran símbolo de buena suerte (12). El lobo constituía el símbolo que identificaba a los guerreros. Sobre el aullido del lobo dice la Edda que aquel que lo escuchara tenía asegurada la victoria en el combate. Otárola recibe, entonces, una señal del buen final de su aventura. Pero al llegar a la posada es Ulrica quien dice: “¿Oíste al lobo? Ya no quedan lobos en Inglaterra” (19). Para aclarar esta referencia nos remitimos al mismo Borges cuando dice en “El lobo”: (...) Es el último lobo de Inglaterra. Odín y Thor lo saben. En su alta casa de piedra un rey ha decidido acabar con los lobos. Ya forjado ha sido el fuerte hierro de tu muerte. Lobo sajón, has engendrado en vano (...) (BORGES, 1989, tomo III: 409). El poema alude de esta manera a la expulsión —de la antigua Inglaterra— de los sajones, los guerreros identificados con el lobo. Alguien comenta en el relato, refiriéndose a la presencia de Ulrica, que alguna vez los noruegos tomaron York. “Inglaterra fue nuestra y la perdimos” (17), responde ella. En otro momento la conmueven las espadas de York Minster (13), los monumentos del pasado. A estas alturas ya podemos apreciar el matiz cíclico, la sugestiva circularidad que van adoptando los acontecimientos. El pasado no queda atrás, es persistente, el regreso es inevitable. Borges comenta, en “Nathaniel Hawthorne” (BORGES, 1989, tomo II: 58), que hasta los intentos de abolir el pasado ya ocurrieron en el pasado, lo cual demuestra la imposibilidad de su realización Alude así a los intentos radicales de los puritanos de Cronwell, mencionados también al inicio de “Ulrica”. Establecido el regreso persistente y la reiteración del pasado, lo siguiente es la redisposición de los materiales, la reelaboración del texto antiguo, la emergencia de la figura de Brynhild. Cuando Otárola comprende que su amor por Ulrica no es imposible la besa, pero ella “lo aparta con suave firmeza” (18) y le promete ser suya en Thorgate; hasta entonces le pide que no la toque. Actitud consecuente con lo que Brynhild recomienda a Sigurd cuando, recién conocidos, él le pide consejos sabiendo que ella es la mujer más juiciosa del mundo. Refiriéndose al trato de las mujeres bellas le dice: “Do not allure them with kisses and other tenderness” (14) (BYOCK, 1990: 22). En otro momento, Ulrica anuncia el canto de un pájaro antes de que suceda. A lo largo de la Volsunga Saga encontramos numerosos ejemplos del don profético de Brynhild. Al inicio de su enamoramiento con Sigurd, cuando nada hacía presagiar el drama, ella le predice su futura boda con Gudrun (BYOCK, 1990: 75). Inclusive durante la discusión entre Brynhild y Gudrun, ésta última reconoce: “Your thoughts see far beyond the present” (15) (BYOCK, 1990: 84). Momentos antes de morir, Brynhild dice, dirigiéndose a Gunnar: “Now I will quickly tell you what will happen in the future” (16) (BYOCK, 1990: 92). Otárola responde al don de Ulrica mencionando la creencia de que “quien está por morir prevé lo futuro”. Ante lo cual Ulrica reafirma: “Yo estoy por morir” (19). Aquí cabe una doble interpretación. En el contexto del sueño de Otárola, la muerte de Ulrica sólo puede aludir al despertar. La inminencia del final del sueño, creado por el amor de Otárola, es la desaparición de la protagonista, su “muerte”. Pero en el contexto de la recreación de la historia de Brynhild, la aceptación de la idea de la muerte es un elemento con el que ella vive desde el momento en que se ve obligada a casarse con Gunnar rompiendo su juramento hecho a Sigurd. Las sagas islándicas destacan esta actitud hacia la muerte, basadas en la convicción del destino inmodificable, en la idea de que la existencia se hallaba determinada por poderes sobrenaturales. Siguiendo este principio la gente sentía como su deber el contribuir lo mejor posible al cumplimiento de su hado. Otro detalle es la afirmación de Ulrica: “El bosque es peligroso” (19). Del texto no podemos deducir una explicación. En las sagas, sin embargo, se considera a los bosques como símbolos del desorden y del caos de la naturaleza, constituyen una amenaza. Además el bosque es la morada de seres temibles: dragones, hechiceros y bestias salvajes. En la Volsunga Saga 8 (BYOCK, 1990: 44), cuando Sigmund, el padre de Sigurd, es condenado al exilio, se marcha acompañado por su hijo Sinfjotli. Desde entonces, juntos y vistiendo pieles de lobo aterrorizan los bosques como fieras en busca de sus presas. Cuando Otárola expresa su deseo de que esos momentos juntos duren para siempre, Ulrica contesta que “siempre es una palabra que no está permitida a los hombres”. El diálogo en la Volsunga Saga 25 transcurre en términos similares. Sigurd expresa claramente sus deseos: “The best day for us would be when we can enjoy each other”, y agrega: “Our lives will be most fruitful if spent together” (17). Mientras que Brynhild manifiesta: “It is not fated that we should live together. I am a shield-maiden. I wear a helmet and ride with the warrior kings. I must support them, and I am not averse to fighting” (18) (BYOCK, 1990:75). Finalmente la simbología de la espada. En la Volsunga Saga es la representación del momento en que Brynhild ve truncado el cumplimiento de su promesa a Sigurd, y se enfrenta a la posibilidad de su boda con un desconocido. En la reescritura vemos que, al final, Ulrica no sólo logra pronunciar el nombre del desconocido, cosa que antes no había conseguido hacer, sino que también desaparece la espada, lo cual indicaría la nueva opción que le brinda a Brynhild esta “circularidad temporal”. La posibilidad de escoger libremente si seguir o no el cauce de sus sentimientos. Si desaparece la espada que significaba la irreversibilidad de un destino que Brynhild o Sigurd no pudieron controlar, entonces queda la posibilidad de la intervención personal en la construcción de una historia de amor. Ulrica, descrita como un personaje enérgico y decidido, se fusiona con Brynhild, cuyas cualidades no son menores, y el final elaborado esta vez para la historia de amor contiene también, en su esencia, el absoluto protagonismo que caracteriza la vida de las dos. Con la misma energía con que Brynhild afronta su tragedia amorosa en la Volsunga Saga, vuelve (recordemos el “eterno retorno”) en “Ulrica” a vivir otra historia amorosa donde el elemento novedoso lo constituye, esta vez, la libertad. Sin la espada con la que en la Volsunga Saga 21 (Byock, 1990:67), Sigurd “despierta” a Brynhild a la vida y al amor, la Brynhild/Ulrica actual, la “resplandeciente y resuelta discípula de Ibsen” (18) asume la propia definición de su destino. Del momento esencial, resumido en el epígrafe, desaparece en la recreación la intervención incuestionable del destino. Un nuevo elemento: la libertad, será el nuevo desafío al que se enfrentarán Brynhild/Ulrica. La evidencia de la relación “Ulrica”-Volsunga Saga reafirma el principio borgiano de que “El pasado es indestructible; tarde o temprano vuelven todas las cosas” (BORGES, 1989, tomo II: 58). Notas 1. De este modo, “El Zahir” podría ser la reescritura de Los Nibelungos; “La casa de Asterión” otra versión de la leyenda de Apolodoro o “El fin” una innovación del Martín Fierro de Hernández. 2. Sobre los espejos como modelo estructural de los cuentos de Borges: Jaime ALAZRAKI. Versiones, inversiones, reversiones. Madrid: Gredos, 1977. 3. “Los espejos”, en BORGES, 1989, tomo II: 192-193. 4. En adelante, al referirnos al relato, consignaremos sólo las páginas. Hemos trabajado con la edición: BORGES, 1989, Tomo II: 17-19. 5. Borges adscribe el razonamiento de Hume, que refuta la explicación de los fenómenos como una relación de causa y efecto para reemplazarla por descripciones que destacan la contigüidad, prioridad y repetición del experimento con iguales resultados (ALAZRAKI, 1977: 130). 6. En la poesía borgiana (“Islandia”, “Midgarthormr”, “En Islandia el alba”) encontramos, por ejemplo, reiteradas alusiones a la “nave armada/labrada con las uñas de los muertos”, expresión que sólo se comprende al conocer que Naglfar es, en la mitología islándica, la nave que los gigantes construyeron con las uñas de sus víctimas (BORGES, 1989, Tomo III: 179, 477 y 147, respectivamente). 7. “(...) sus historias aluden a otras historias, sus protagonistas a otros protagonistas así como las vidas de éstos aluden a otra vidas” (traducción mía). 8. “La pesadilla”, en BORGES, 1989, Tomo III: 221. 9. El relato concluye de la siguiente manera: “Secular en la sombra fluyó el amor y poseí por primera y última vez la imagen de Ulrica” (19). 10. “Él tomó la espada Gram, la desenvainó y la depositó entre los dos” (traducción mía). 11. “Entronizada en su orgullo” (traducción mía). 12. Lobos eran también Skol y Hati, los que perseguían al sol y la luna, respectivamente, y que terminarían devorándolos el día del juicio final: El Ragnarök. 13. Borges escribe en A una espada en York Minster: “En su hierro perdura el hombre fuerte, (...) Aquí está el hombre / Blanco y feral que de Noruega vino, / Urgido por el épico destino; Su espada es hoy su imagen y su nombre” (BORGES, 1989, Tomo II: 283). 14. “No las seduzcas con besos u otras muestras de ternura” (traducción mía). 15. “Tus pensamientos ven mucho más allá que el presente” (traducción mía). 16. “Ahora te relataré rápidamente lo que va a ocurrir en el futuro” (traducción mía). 17. “Nuestro mejor día llegará cuando podamos disfrutar uno del otro”. “Nuestras vidas serían fructíferas si las viviéramos juntos” (traducción mía). 18. “No es nuestro destino vivir juntos. Yo soy una doncella guerrera. Uso un yelmo y cabalgo con aguerridos reyes. Debo darles mi apoyo y no le temo a las batallas” (traducción mía). Bibliografía consultada • AIZENBERG, Edna. The Aleph Weaver. Maryland: Scripta Humanistica, 1984. • ALAZRAKI, Jaime. Versiones, inversiones, reversiones. Madrid: Editorial Gredos, S. A., 1977. • ANDERSON, A. M. Norse Mythology or the Religion of our Forefathers. Chicago, S. C. Griggs and Company, 1981. • BORGES, Jorge Luis. Obras completas. Barcelona: Emecé Editores S.A., Tomos I, II, y II, 1989. • BYOCK, Jesse L. (traductor). The Saga of the Volsungs. The Norse Epic of Sigurd the Dragon Slayer. Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1990. • NUÑO, Juan. La filosofía de Borges. México: Fondo de Cultura Económica, 1986. • TAYLOR, Paul B. and W. H. Auden (translated from the Icelandic). The Elder Edda A Selection. London: Faber and Faber Limited, 1969. ** Adriana Churampi Ramírez http://www.letralia.com/firmas/churampiramirezadriana.htm Ensayista peruana (1965). Doctorada en la Universidad de Leiden (http://www.leiden.edu), Holanda, donde trabaja actualmente como docente titular de literatura latinoamericana. Textos suyos han sido publicados en revistas como Siete Culebras, Revista Cultural Andina, o Espéculo (http://www.ucm.es/info/especulo). También ha sido incluida en las antologías Ciudad y escritura: imaginario de la ciudad latinoamericana a las puertas del siglo XXI, editada por Nanne Timmer (Leiden University Press, http://www.lup.nl, 2013) y Manuel Scorza: homenaje y recuerdos, editada por Mauro Mamani Macedo y Juan González Soto (Andesbooks, http://andesbooks.blogspot.com, 2008). === Los ejércitos, de Evelio Rosero Daniel Felipe Osorio Correa ====== Los ejércitos Evelio Rosero Barcelona: Tusquets, 2007 Impreso 203 pp. “Dios no existe y si existe es la gran gonorrea”. Fernando Vallejo, La virgen de los sicarios Los ejércitos, ganadora del II Premio Tusquets de Novela en el 2006 y publicada el año siguiente por la misma editorial, ha sido galardonada también con el Foreign Fiction Prize, que le otorgó el periódico londinense The Independent como mejor obra de ficción traducida al inglés en el 2009. Además del inglés, la novela ha sido traducida a otros siete idiomas y le ha dado relevancia internacional al escritor Evelio José Rosero, de origen bogotano, pero de ascendencia y crianza pastusa. La ilustración que Kamil Vonjar hace a la portada de la novela presenta a una mujer que mira hacia atrás mientras se va alejando de un lugar que parece devastado. La imagen remite a la historia bíblica de Lot, que huye con su familia de Sodoma antes de que ésta sea ajusticiada por la furia de Dios. Sodoma y Gomorra eran, recordemos, lugares perdidos por la injusticia y maldad de sus habitantes. Al no haber siquiera cincuenta justos entre toda la población, el lugar es arrasado por la mano inmisericorde del creador. En la novela, en cambio, el pueblo en el que ocurre la narración está condenado a su desaparición aunque los injustos no sean los habitantes del pueblo sino los que vienen de afuera: los ejércitos que se enfrentan en los alrededores del pueblo y progresivamente se lo van tomando sin que se pueda reconocer “a qué ejército pertenecen, los rostros igual de despiadados” (p. 98). “Sea quienes sean, las mismas manos” (p. 110). Como vemos, la ilustración de la novela sugiere una actualización del mito bíblico en el que, a diferencia del original, no hay Dios ni ley que castigue a los injustos que se toman el pueblo progresivamente y terminan por desplazar a sus habitantes. El destino del pueblo, igual que el de Lot y su familia, es el de marcharse sin mirar atrás. Ismael, en la tradición judeocristiana, fue el primer hijo varón que tuvo Abraham a los ochenta y seis años. Ismael, celoso por el nacimiento de su hermano Isaac, fue condenado a vagar por el desierto de Parán junto a su madre, Arán. Ismael Pasos, en cambio, parece condenado a vagar sin encontrar un oasis que lo libre del infierno en el que se convierte San José. No es el único intertexto de Los ejércitos. Antes de empezar la novela, como epígrafe, se lee la siguiente cita de Molière: “¿No habrá ningún peligro en parodiar a un muerto?”. La referencia, tomada de la comedia El enfermo imaginario, nos sitúa en el momento en el que Argan, un hipocondríaco y sobreprotector patriarca burgués francés, decide pasar por muerto para descubrir qué tanto lo aman sus allegados. El simulacro de la muerte de Argan se actualiza, en tono trágico, en la figura de don Ismael Pasos. El viejo profesor, en su peregrinar por el pueblo buscando a su esposa, deambula como muerto por las allanadas calles de San José: “A este viejo no hace falta matarlo, ¿no lo ven? Parece muerto. ¿Le damos chumbimba de la buena? No es el mismo viejo que vimos muerto hace un minuto? Sí, el mismo. Mírenlo qué rosado, no huele a muerto, a lo mejor es un santo” (187). La comedia de Molière termina con un final feliz: Argan descubre el falso amor de su esposa —a quien piensa dejarle toda su fortuna— y el verdadero amor que le profesa su hija. En la novela de Rosero, por el contrario, la posibilidad de un final feliz para don Ismael —que implicaría el reencuentro con su esposa y la resurrección del pueblo— es imposible. De hecho, el final de la novela sugiere la próxima muerte del narrador y protagonista del relato: “Quieto”, gritan, me rodean, presiento por un segundo que incluso me temen, y me temen ahora cuando estoy más solo de lo que estoy, “Su nombre” (...); les diré que me llamo Simón Bolívar, les diré que me llamo Nadie, les diré que no tengo nombre y reiré otra vez, creerán que me burlo y dispararán, así será (203). El segundo intertexto bíblico de la novela inicia con la descripción del patio de la casa en la que viven Ismael y Otilia —profesores jubilados que llevan juntos cuarenta años. Mientras se sube en el árbol a coger naranjas, Ismael aprovecha para espiar a su vecina, que se acuesta desnuda al lado de la piscina a disfrutar del sol. La risa de las guacamayas, la presencia acusadora de los gatos que desde el piso escrutan al viejo profesor, los peces, el palo de naranjas y el mismo sol hacen parte de una naturaleza rebosante, que parece sincretizarse en Geraldina, su vecina. “Geraldina no habla, aúlla” (p. 16); su sonrisa es “una bandada de palomas explotando intempestiva a la orilla del muro” (p. 17). Además, camina desnuda con la naturalidad y desvergüenza de un animal. Ella se sabe observada por su vecino pero eso no la perturba. En cambio, se le acerca, le recibe y muerde una naranja. Entonces: “un efluvio amargo y dulce se remontó desde la boca enrojecida” (p. 17). De esta manera se constituye una correspondencia natural entre los seres humanos y la naturaleza que nos remite a la idea del Edén. Este locus amoenus de San José, en el que Geraldina camina desnuda con la desvergüenza anterior al pecado original y muerde un fruto que le ofrecen de un árbol, nos recuerda la historia del pecado original. En la novela de Rosero, empero, el destierro del paraíso no es responsabilidad de quienes habitan este lugar sino, más bien, de fuerzas externas que con el uso de la violencia transforman progresivamente este pueblo en un locus horribilis. Los ejércitos, en la medida en que van cercando el pueblo, van creando una atmósfera “irrespirable (...) un lento desasosiego, [que] se apodera de todo, no solo del ánimo humano, sino de las plantas, de los gatos que atisban alrededor de los peces inmóviles” (p. 83). De esta forma, la naturaleza, antes exultante, parece congelarse por efecto de la violencia, que cae como un “paño de niebla, oscureciéndolo todo” (p. 84), e incluso se manifiesta como un “aire oscuro” (p. 84) que persigue a Ismael por las calles. Así, pues, conforme los ejércitos se toman a San José la atmósfera se materializa como algo que persigue a las personas e invade a los animales. “Es la muerte viva”, dirá el narrador desconsolado. La progresión de la violencia desuela a San José. Lo que era antes un pueblo tranquilo —con episodios de violencia, pero aislados y no frecuentes— ha cedido su lugar a un pueblo oscuro, sin vida, en el que la naturaleza descrita en las primeras páginas de la novela ha sido aniquilada: Ismael encuentra su naranjo incendiado y cortado, el cadáver de uno de sus gatos en las raíces del árbol y las guacamayas de Geraldina flotando en la piscina vecina. Algunos animales son salvados, como en el diluvio, pero no por compasión con ellos, sino porque son objetos de lujo del general Palacios. En este caso, el intertexto alude claramente a la priorización que el máximo representante de la policía hace de la mercancía sobre el valor de la vida de los habitantes del pueblo. No obstante, lo que constituye el principal acto transgresor hacia la naturaleza es la violación que un grupo de soldados hace al cuerpo sin vida de Geraldina, máxima expresión de la naturaleza, Eva asesinada y violada: Olvidándome de todo, sólo buscando a Geraldina, me sorprendí avanzando yo mismo hacia ellos [soldados de algún ejército]. Nadie reparó en mi presencia; me detuve, como ellos, otra esfinge de piedra, oscura, surgida en la puerta. Entre los brazos de una mecedora de mimbre, estaba —abierta a plenitud, desmadejada— Geraldina desnuda, la cabeza sacudiéndose a uno y otro lado, y encima uno de los hombres la violaba (202). Como hemos visto, los intertextos orientan una mirada desesperanzadora sobre la población civil de San José. Este pueblo pequeño, caluroso y con nombre de santo —como tantos otros que existen en Colombia—, está condenado al éxodo sin que haya un Dios que guíe a los desprotegidos hacia una tierra prometida. La misma situación la había presenciado Ismael: “Hace años, antes del ataque a la iglesia, pasaban por nuestro pueblo los desplazados de otros pueblos, los veíamos cruzar por la carretera, filas interminables de hombres y niños y mujeres, muchedumbre sin pan y sin destino” (116). Así pues, la repetición de los desplazamientos forzosos permite pensar en una circularidad de la violencia. Ésta, por lo tanto, se entrona en el lugar de Dios, y la gente comenta su inexistencia o su impiedad: “ ‘Mataron a una recién nacida’, y se persignan: ‘Descuartizada. No hay Dios’ ” (35), concluyen unas ex alumnas de Ismael que conversan entre sí. Un soldado de alguno de los ejércitos se burla de su existencia: “¿No quieres un pedazo de pan, santo? Pídele a Dios” (187). Para concluir, el mismo Ismael parece constatar la carcajada que el creador está echando desde el cielo: “Escucho las primeras gotas de lluvia, gordas, aisladas, caer como grandes flores arrugadas que estallan en el polvo: el diluvio, Señor, el diluvio, pero cesan de inmediato las gotas” (186). ** Daniel Felipe Osorio Correa http://www.letralia.com/firmas/osoriocorreadanielfelipe.htm Ensayista colombiano (Cali, 1986). Reside en Bogotá. Cursa la Maestría en Estudios Literarios en la Universidad Nacional de Colombia (http://www.unal.edu.co). === La monstruosidad subyacente =========================================== === en los héroes literarios de la modernidad: ============================ === el caso de Macbeth, Fedra, Robinson Crusoe y Frankenstein ============= === Leonardo Andreé Yantorno Faúndez ====================================== Aspectos iniciales La hipótesis, la premisa, que acá intentaremos resolver, consiste en que hay la existencia de un monstruo en las obras literarias —específicamente veremos algunas que comprenden desde el siglo XVI hasta el siglo XIX—, que condiciona el actuar del héroe. Para llevar a cabo un estudio analítico de dicha afirmación, es necesario aclarar que la figura del monstruo la veremos en tanto algo exterior —en el sentido de un ente fáctico— al héroe, y como algo interior, viéndolo como una situación más sicológica, una pugna consigo mismo. El tema de la monstruosidad es algo que es transversal a cualquier marco histórico o estético, ya que trasciende en el tiempo, esto lo demostramos en variados ejemplos: el monstruo aparece en obras clásicas como en La Odisea, en los momentos donde salen Escila y Caribdis; también está presente en la literatura medieval, como por ejemplo en el Beowulf. Pero acá nos centraremos en las obras enmarcadas en la denominada Edad Moderna, que a su vez se subdividen en épocas estéticas diferentes: veremos obras de carácter manierista, clasicistas (francés e inglés) y por último románticas. Para lograr lo dicho en un principio es menester tener un conocimiento acabado, por una parte del héroe, y por otra, del concepto de monstruo; es por eso que primeramente se desarrollarán dichos términos, pues es ineludible manejar esos conceptos para probar en las diferentes obras la premisa propuesta. Finalmente, reafirmamos que lo que se pretende probar es que, en cada obra (Macbeth, Fedra, Robinson Crusoe y Frankenstein) existe un elemento monstruoso que afecta el desenvolvimiento del protagonista, ya sea por medio de una intervención directa o indirecta. El concepto tradicional de héroe Como se mencionó anteriormente, es necesario tener una clara comprensión de lo que se denomina “héroe”, ya que dicho concepto se diferencia del de Dios y hombres; es una categoría intermedia entre ambos y posee cualidades propias y fácilmente diferenciables. Es por eso que ahora veremos el concepto de héroe —a través de Joseph Campbell y Hugo Bauzá—, pero en el sentido tradicional, no se comprenderá una visión más moderna o actualizada. En el libro El mito del héroe, de Bauzá, aparecen múltiples características del héroe, tanto en su naturaleza como en sus funciones/acciones. En primer lugar abordaremos la naturaleza del héroe para así dar pie a sus acciones. Los héroes, en su origen, eran los dioses caídos y también hombres excelsos que al morir eran divinizados. A pesar de esta ambivalencia, “no existe una explicación omniabarcante que nos aclare la naturaleza y el origen de los héroes” (Bauzá, 37). Es de esta manera que no se puede encasillar la naturaleza de un héroe, sólo se puede decir que posee una singularidad que lo diferencia de los humanos; asimismo, en sus acciones presenta elementos distintivos que logran la articulación del héroe. El término héroe para Bauzá es aplicable a “determinados personajes singulares (...), se lo diviniza a causa de la nobleza de su proceder. Se aplica también a un conjunto preciso de muertos que en vida se han destacado a causa de su areté (excelencia, virtud)” (9-10). Es este último elemento algo característico del héroe, ya que por medio de su areté logra realizar hechos inimaginables; asimismo, posee una inteligencia superior, una morfología fuera de lo normal, debe sortear diversas pruebas y posee un fin generalmente violento, lo cual desemboca en su posterior “divinización”. Junto con lo anterior, se puede afirmar que el héroe tiene funciones y una naturaleza que no es posible reducirlas a reglas generales, pero esto no quita que no tengan cualidades distintivas. En síntesis, el héroe es un elemento mediador (entre lo divino y lo humano, entre el orden y el desorden, entre otros) y su naturaleza es ambivalente ya que tiene aspectos sublimes, dignos de imitar, y otros destructivos, grotescos. Viendo ahora lo que propone Campbell, podemos notar ciertos rasgos fundamentales en el héroe que, esencialmente, se centran en el viaje de éste para así adquirir una transformación espiritual que lo erija como ente diferente a los hombres. Campbell postula un viaje tanto físico como espiritual que parte desde la “separación” del héroe con los demás, y es en ese momento cuando acontece el cruce del umbral (lo que significa la imposibilidad de volver), luego llega la parte de la “iniciación”, que consiste en la superación de las pruebas impuestas al héroe y la obtención de la apoteosis, y así alcanza el equilibrio absoluto. En última instancia está el “regreso”, que consiste en el traspaso del umbral hacia su mundo; asimismo, logra un nuevo status que es el de “héroe cósmico”, logrando así la trascendencia. Todo esto desemboca como “último acto del héroe, su muerte o partida. Aquí se sintetiza todo el sentido de la vida” (Campbell, 316). Es en todos estos pasos que el héroe consigue distinguirse de los humanos y así logra llevar a cabo acciones singulares que lo reflejen como un ser digno de imitar. El concepto del monstruo y monstruosidad Ya visto el concepto de héroe, sólo nos falta abordar el de “monstruo” para así poder analizar las diferentes obras. En este caso utilizaremos el texto La era neobarroca, de Omar Calabrese; veremos también que el monstruo se aplica al héroe de forma exterior y de forma interior. Es imperante decir que la figura del monstruo siempre ha estado presente en toda la historia de la literatura, sólo debemos recordar algunos ejemplos: Ulises se enfrenta a varios monstruos (Polifemo, Circe, Escila y Caribdis, entre otros); también está presente en la actualidad, ya sea por películas, series o libros. En síntesis, podemos afirmar que la figura del monstruo está “rondando” siempre a los protagonistas, pero, ¿qué significa ser un monstruo? Según Calabrese, la palabra monstruo tiene dos significados; el primero, “la espectacularidad, derivada del hecho de que el monstruo se muestra más allá de una norma. Segundo: la ‘misteriosidad’ causada por el hecho de que su existencia nos lleva a pensar en una admonición oculta de la naturaleza, que deberíamos adivinar” (107). Lo que se quiere decir es que el monstruo es a la vez enigmático y maravilloso. Esta sentencia se puede relacionar con la aparición de un monstruo interno y el otro externo; el primero está con lo misterioso y el segundo con la espectacularidad de su figura. Otro elemento constitutivo del monstruo es su desmesura, su exceso, que lo lleva a erigirse como un ser fuera de toda norma, de toda medida, lo cual conlleva que generalmente esté considerado de forma negativa y pertenezca a la marginalidad. Junto a lo anterior, el monstruo tiene ciertos aspectos que lo corroboran como un ente negativo: es deforme, malo, feo y disfórico. Esto lo podemos corroborar con la siguiente cita: “Todo aquello que tenga relación con la monstruosidad denotará un cierto regusto de negativismo, algo demoníaco, el estado de caos por excelencia” (Planella, 55). Estos aspectos, al igual que la morfología heroica, no son cánones rígidos que afecten a todos los monstruos; son elementos generales que poseen varios, pero no todos. Viendo ahora la noción de monstruo en Foucault, vemos que la monstruosidad es Transgresión de los límites naturales, transgresión de las clasificaciones, transgresión del marco, transgresión de la ley como marco: en la monstruosidad, en efecto, se trata realmente de eso. Pero no creo que sea únicamente eso lo que constituye al monstruo. La infracción jurídica a la ley natural no basta para constituir la monstruosidad. Para que la haya es preciso que esa transgresión del límite natural, esa transgresión de la ley marco sea tal que se refiera a, o en todo caso ponga en entredicho, cierta prohibición de la ley civil, religiosa o divina, o que provoque cierta imposibilidad de aplicar esa ley civil, religiosa o divina (Foucault, 68-9). En otras palabras, el monstruo rompe con las normas (no acepta las leyes) jurídicas y biológicas, lo cual lo sitúa como alguien “anormal” que se encuentra fuera de las categorías enmarcadas en las estructuras civiles. Ya visto el concepto de monstruo según varios autores, podemos concluir diciendo que el monstruo es alguien/algo que está fuera de los cánones establecidos, que se caracteriza por tener cualidades negativas (feo, malo, deforme) y que se manifiesta de forma espectacular o de forma misteriosa. Hemos analizado el concepto de héroe y de monstruo, y consiguiendo así un conocimiento acabado de dichos términos, podemos ver el rol del monstruo, ya sea interior o exterior, en diversas obras de la época moderna, para así corroborar que esta figura afecta en el actuar de los héroes y/o protagonistas logrando salir de su marginalidad para situarse en un lugar preponderante. El monstruo de Macbeth y la pugna interior por conseguir el honor En la tragedia de Shakespeare, se aprecia que el personaje es corrompido por la ambición de querer ser rey. Mencionada corrupción es debida a factores tanto internos como externos, que los vincularemos con un monstruo interior y otro exterior. Al desarrollarse la obra vemos que, gracias a las intervenciones de dichos monstruos, Macbeth, el protagonista, sufre un fin trágico debido a sus acciones; es decir, el rol del monstruo en Macbeth es fundamental ya que éste influye en las acciones del héroe llevándolo a la degradación total. Ahondando más en el tema del monstruo en sí, notamos que la monstruosidad interior corresponde a las mismas ansias, las ganas de Macbeth por ser rey; asimismo, este aspecto se aprecia cuando está en una constante pugna interna para poder discernir lo que es correcto o no. Esto lo vemos en el pasaje cuando el héroe duda si mata o no a Duncan: “El rey Duncan se halla aquí bajo doble salvaguarda; una es que soy su deudo y vasallo, dos razones en contra de mi intento; la otra es que está en mi casa como huésped, y yo, como anfitrión, más debería detener en la puerta a su asesino que tomar en mis manos el puñal” (Shakespeare, 98). Pero, a la larga, Macbeth escoge asesinarlo, pero no es sino gracias a la intervención del otro monstruo, el exterior, que se ve representado en la figura de su esposa, Lady Macbeth. Es su esposa la que lo insta a que acometa el crimen, y es más, a la hora de tomar las decisiones representa distintivos del monstruo (dichos por Calabrese): es mala ya que rompe las reglas de la lealtad, y fea, en el sentido de que siempre se muestra a través de la oscuridad, tiene un aspecto misterioso. Siguiendo con el tema de la misteriosidad, podemos ver que esta obra se sitúa en el período (estético, artístico) denominado manierismo, o también como barroco. Es por esta razón que en la obra del inglés vemos como elemento transversal la oscuridad, el misterio, el espectáculo, la locura y el desvarío, todos elementos relacionados con el monstruo. Esto se ve reafirmado en el siguiente pasaje: “Lady Macbeth: ¡Fuera, mancha maldita! ¡Fuera, te digo! Una, dos. Ya es hora de hacerlo. El infierno es oscuro. ¿Qué es eso, señor? ¿Tiene miedo un soldado? ¿Y por qué vamos a temer que alguien lo sepa, si nadie podrá pedirle cuentas a nuestro poder? ¡Pero quién iba a decir que este viejo tenía tanta sangre dentro!” (Shakespeare, 192). Es en este sentido que vislumbramos todo lo monstruoso que encierra Macbeth y el rol determinante del monstruo en la obra, ya que a la larga el héroe termina sufriendo un final trágico, que es un elemento importante en el desarrollo de la morfología heroica, y todo esto gracias al monstruo interior y exterior que atacó a la figura del héroe, que resultó ser corrompido, logrando así generar terror y admiración. La monstruosidad latente de Fedra como eje de sus acciones En el caso de Fedra la figura del monstruo es más bien interior, ya que a lo largo de la obra no hay muchos seres anormales que actúen, solamente aparece uno; es por eso que primeramente nos centraremos en éste. Cuando Hipólito es expulsado por Teseo, el joven es interceptado por una bestia marina enviada por Poseidón, el cual es enviado por el padre para consumar su venganza: “Entretanto, en el llano del líquido ponto se elevó a borbotones una montaña de agua; se acercó la ola, rompió y vomitó ante nosotros entre las espumas un monstruo furioso. Su ancha frente armada de temibles cuernos, su cuerpo cubierto de escama amarilla, cual toro indomable o dragón impetuoso curvada su grupa en repliegues tortuosos” (Racine, 308). Con la dicha cita evidenciamos que Racine tiene un concepto claro de monstruo y que su función no es meramente “estética”, ya que él cumple un rol trascendental porque es el que mata a Hipólito, el arquetipo, el modelo de la mesura, de lo “humanizado” y es el monstruo el que destruye ese modelo, lo cual significa que Fedra con su pasión desbordante quedó como único modelo. Ya visto el monstruo exterior (la bestia marina) y su función en la obra, veremos lo que trasciende a lo largo de Fedra, que es el monstruo interior de Fedra. La monstruosidad de Fedra radica esencialmente en su actuar. La protagonista, intentando salvarse por la pretensión fallida de “conquistar” a Hipólito, deja a su nodriza que diga que fue éste el que trató de enamorarla, desatando así la furia del padre. Fedra se nos muestra de una forma misteriosa ya que nunca se muestra verdaderamente, en el sentido de exponer sus verdaderas intenciones; es por eso que su actuar se puede catalogar como monstruoso; asimismo, debemos recordar lo que expone Foucault, que afirma que el monstruo rompe las reglas, las normas biológicas y jurídicas, cosa que intentó hacer Fedra al querer estar con su hijastro y cometer también incesto. Otro elemento que corrobora la monstruosidad interna de Fedra es su relación con la magia, ya que al utilizarla se transforma en un ser marginal, fuera de la norma; el uso de la magia se aprecia en el desenlace de la obra, cuando le dice a Teseo: “He ingerido, he hecho introducir en mis venas ardientes un veneno que a Atenas trajo Medea. Como la pócima llega al corazón, un frío fatal se apodera de él” (Racine, 312). Fedra, al mencionar a Medea, lo que está haciendo es asumir su condición de maga y, por lo tanto, de estar en una marginalidad constante, y la única salida es la muerte, debido a su inviabilidad para estar dentro de las normas. En síntesis, se puede decir que Fedra es un monstruo tanto interior como exterior y eso se demuestra por sus acciones pasionales y transgresoras, violando así las normas establecidas. Robinson Crusoe y la lucha racional contra la monstruosidad El tema del monstruo en Robinson Crusoe quizás no sea tan notorio, ya que dicha obra está enmarcada en el contexto de la Ilustración, del Clasicismo, y por lo tanto es difícil notar lo monstruoso en dicha obra. Pero este elemento sí está en el libro de Defoe y tiene un rol importante en el desarrollo de la obra. El monstruo es exterior, se muestra al personaje y causa en el protagonista asombro, lo cual se asocia a la espectacularidad descrita por Calabrese. El monstruo es la antítesis de Crusoe, o, en otras palabras, es la contraposición de la Ilustración, es la pugna entre razón e irracionalidad. Esto lo vemos ejemplificado cuando Crusoe se encuentra a un monstruo (león), “descubriendo en efecto un monstruoso animal: era un enorme león, echado sobre el declive de una altura. (...) De inmediato cargué las tres escopetas y, apuntándole detenidamente a la fiera, traté de hacer blanco en su cabeza (...) y le di en el blanco propuesto” (Defoe, 24). En la cita se aprecia que Crusoe se enfrenta a lo desconocido, tiene un enfrentamiento con la otredad y, al conseguir la victoria, reafirma lo que predomina en la época, que es la importancia de la Ilustración. Siguiendo con el tema de la otredad y del monstruo, se puede mencionar que es plausible una relación entre el monstruo y los otros, entendiendo a éstos como la gente externa a Crusoe. Dicho de otras palabras, los piratas, los caníbales, y hasta los moros de Marruecos pueden ser considerados monstruos para el héroe, ya que todos éstos se le muestran de forma misteriosa o espectacular; asimismo, en la obra, todos éstos rompen con las normas impuestas, son seres marginales que rompen los esquemas establecidos. Es en consecuencia que podemos decir que en Robinson Crusoe la monstruosidad es un elemento externo que afecta el actuar del héroe, ya que Crusoe se enfrenta de distintas formas, según las circunstancias. Un ejemplo es cuando crea un plan para atacar a los piratas ingleses, para así lograr alejarlos de su isla. El monstruo moderno por excelencia: Frankenstein o el moderno Prometeo El tema de la monstruosidad, de la oscuridad, de la marginalidad y de la locura está presente a lo largo de toda la obra; son los elementos característicos que logran erigir la obra como un ícono de la monstruosidad. Podemos considerar esta obra como productora de monstruos, logra perdurar en el tiempo: “En los últimos años hemos asistido a la creación de universos fantásticos pululantes de monstruos. Cine, televisión, literatura, publicidad, música, nos están proporcionando una impresionante galería de ejemplares” (Calabrese, 106). Frankenstein es un universo pululante de monstruos, ya que no sólo está la bestia hecha con piel humana muerta, sino que también aparece en la obra otro monstruo que es el creador del primero: Víctor Frankenstein. Como se mencionó anteriormente, en la novela existen dos monstruos; abordaremos en primera instancia el monstruo más “espectacular”, o sea, el creado por Frankenstein. Es menester describir la fisonomía del monstruo para que comprendamos por qué este ser es considerado una bestia, un “anormal”. Víctor lo describe con una “piel amarillenta (que) apenas cubría la obra de músculos y arterias que quedaba debajo; el cabello era negro, suelto y abundante; los dientes tenían la blancura de la perla; pero estos detalles no hacían sino contrastar espantosamente con unos ojos aguanosos que parecían casi del mismo color blancuzco que las cuencas que los alojaban, una piel apergaminada, y unos labios estirados y negros” (Shelley, 78), y también dice que “su estatura gigantesca, y la deformidad de su aspecto, más horrendo del que puede asumir un ser humano” (Shelley, 103). Es en este último aspecto que notamos que es un monstruo, ya que su creador le da la connotación de deforme (característica dada por Calabrese) y lo excluye de los humanos, por su “horripilación”. Los rasgos fisiológicos y morfológicos dados del monstruo contrastan con sus acciones, ya que él a lo largo de la obra actúa de forma más racional que pasional; esto no quiere decir que no hizo daño, sino que sus acciones sólo fueron consecuencia del trato que le dieron, que a su vez fue por su aspecto deforme. Es esto lo que genera la marginalidad del monstruo y que se muestre de dos formas, en primer lugar como un espectáculo para Víctor y posteriormente para Walton, y en segundo lugar como misterioso, ya que la bestia vive en la naturaleza más inhóspita que existe, siempre alejado de la civilización; es por consiguiente que podemos afirmar que este ser sí rompe con las normas, tanto jurídicas como biológicas (elementos monstruosos según Foucault). En síntesis, podemos decir que el gigante creado, el “ángel caído”, es considerado por sus rasgos fisiológicos un monstruo, asimismo por sus acciones, pero no se debe olvidar que sus actos fueron consecuencia del trato que le dieron los humanos; lo marginaron por su forma, así que se debe considerar al monstruo también como un ser con racionalidad, ya que a lo largo de la obra se muestra más “hombre” que su propio creador; esto lo evidenciamos en un encuentro entre ambos, cuando el monstruo le dice a Víctor: “¿Cómo podré conmoverte? ¿No hay súplica capaz de hacer que vuelvas una mirada favorable hacia tu criatura, que implora tu bondad y tu compasión?” (Shelley, 136), o también cuando el monstruo se vio a sí mismo y retrocedió del asombro y la repugnancia, sabía que era un monstruo. Es en consecuencia que podemos afirmar que el monstruo es un ser lleno de contradicciones, ya que muestra bondad y buenos sentimientos, pero a su vez refleja odio, venganza e ira. Ya analizado el monstruo que se muestra de forma “evidente”, daremos pie al análisis del monstruo “oculto” de la obra, que es V. Frankenstein. Éste, a lo largo del relato, mostró un ferviente deseo por adquirir ciertos conocimientos, entre ellos el decisivo fue darle vida a la carne muerta, conocer el origen de la vida; Víctor tenía una “dedicación más intensa y estaba profundamente dominado por la sed del saber” (Shelley, 51). Esta sed de saber desembocó en la creación del monstruo que, paradojalmente, iba construyendo al mismo como un monstruo. Pero, para llevar a cabo dicha empresa, él tuvo que romper las normas jurídicas y las biológicas (la primera porque profanó tumbas para sacar cuerpos muertos y la segunda porque le dio vida a esos cuerpos, jugó con la vida y la muerte); esto lo vemos expresado cuando él declara: “Recogí huesos de los osarios y turbé con dedos profanadores los tremendos secretos del cuerpo humano” (Shelley, 75). Son estos acontecimientos los primigenios en la configuración del monstruo de Víctor. Un segundo aspecto de la monstruosidad en Frankenstein es su desbordante ira y rabia contra su creación; éste actúa como si no fuese un humano, pierde los estribos y cae en una pasión que lo termina consumiendo. Esto lo vemos repetidas veces cuando hay una pugna, un choque o encuentro entre ambos: Decidí esperarle para entablar con él un combate mortal. Al fin llegó; su expresión reflejaba una angustia infinita, no exenta de desprecio y malevolencia, mientras su espantosa fealdad le hacía casi insoportable a los ojos humanos. Pero apenas me di cuenta de esto: la rabia y el odio me habían privado de la voz. (...) Mi enojo no tenía límites; me abalancé sobre él, impulsado por todos los sentimientos que pueden encontrar a un ser contra la existencia de otro (Shelley, 134-5). Un último aspecto de la monstruosidad en Frankenstein es la vinculación entre creador y creado, ya que ambos son interdependientes y la monstruosidad de uno es gracias al actuar del otro; en otras palabras, hay un traspaso de la monstruosidad, ésta se ve como un uno por la mezcla que hay entre los protagonistas. Esto se ve reflejado de forma evidente en dos momentos de la obra. El primero es cuando Víctor se culpa a sí mismo de la muerte de William, de Justine o de Clerval, a pesar de que el crimen lo haya hecho la bestia. En segundo lugar, la vinculación, el traspaso de la monstruosidad se ve reflejado cuando el monstruo le dice a Víctor: “Tú eres mi creador, pero yo soy tu amo: ¡obedece!” (Shelley, 225). Y cuando le dice: “Mi dominio aún no ha concluido; vives, y mi poder es completo. Sígueme; voy en busca de los hielos eternos del norte, donde sentirás el suplicio de los fríos y de la helada, a los que yo soy insensible” (Shelley, 272-3). Lo que queremos decir es que ninguno existe sin el otro, ya que la monstruosidad se construye a través del otro; es por eso que cuando muere Víctor, la vida del monstruo carece de sentido, ya que ambos luchaban incesantemente para destruirse, pero, sin embargo, el aniquilamiento de uno significaba la destrucción del otro. Consideraciones finales en torno a la figura del monstruo A lo largo de este trabajo hemos intentado demostrar mediante ejemplos, definiciones y descripciones que la figura del monstruo, ya sea interior o exterior, sí condiciona el actuar del héroe y/o protagonista, y, es más, llega a influir de forma directa en el desarrollo y desenlace de la obra literaria. Asimismo, tratamos de dejar en claro que el elemento monstruoso, junto con sus características (como por ejemplo su espectacularidad, su misteriosidad y su marginalidad, entre otros), es algo que está a lo largo de toda la historia de la literatura, ya que está tanto en obras clásicas como en medievales y modernas. Lo que queremos lograr es que el monstruo tome un valor importante en los análisis literarios, pues es algo trascendental en la articulación de las distintas obras. Esto quedó demostrado mediante el análisis de cada obra, ya que vimos que en Robinson Crusoe el monstruo sirve para reafirmar el marco artístico de la época: la Ilustración y el Clasicismo. Por otro lado, vimos que en Frankenstein tomó un grado más importante ya que es por medio del monstruo que la obra logra el final trágico, tan característico de los románticos, pues gracias a este elemento Víctor logra desenvolverse de múltiples formas hasta lograr un clímax que desemboca en la ruina máxima: todos sus cercanos han sido asesinados por su culpa. En síntesis, podemos afirmar que el héroe, como elemento singular por su naturaleza y acciones, sí está afectado por el monstruo, y juntos logran articular una concepción de análisis literario especial que toma en cuenta elementos poco utilizados, como la monstruosidad subyacente en las diferentes obras, independientes de si están encasilladas en determinadas épocas, tanto históricas como estéticas. Bibliografía • BAUZÁ, Hugo Francisco. El mito del héroe: morfología y semántica de la figura heroica. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1998. • CALABRESE, Omar. La era neobarroca. Madrid: Cátedra, 1999. • CAMPBELL, Joseph. El héroe de las mil caras: psicoanálisis del mito. México: Fondo de Cultura Económica, 1972. • DEFOE, Daniel. Robinson Crusoe. Santiago: Zig-Zag, 1992. • FOUCAULT, Michel. Los anormales. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007. • PLANELLA, Jordi. Subjetividad, disidencia y discapacidad. Madrid: Fundación Once, 2006. • RACINE, Jean. Andrómaca. Ifigenia. Fedra. Madrid: Gredos, 2003. • SHAKESPEARE, William. Macbeth. Madrid: Gredos, 2005. • SHELLEY, Mary. Frankenstein o el moderno Prometeo. Madrid: Alianza, 2007. ** Leonardo Andreé Yantorno Faúndez http://www.letralia.com/firmas/yantornofaundezleonardoandree.htm Ensayista chileno (Santiago de Chile, 1993). Cursa la carrera de historia en la Universidad Alberto Hurtado (http://www.uahurtado.cl). En 2013 participó como ponente en el I Congreso Metropolitano de Estudiantes de Historia con un trabajo sobre la Casa Colonial en Chile. ||||||||||||||||||||||||||||||| LETRAS |||||||||||||||||||||||||||||| *** Poemas Jorge Etcheverry *** Los amigos no existen David Betancourt *** Poemas Evelyn de Lezcano-Mujica *** Manjar negro Gabriela Mier Martínez *** Tres poemas eróticos Adriano de San Martín *** Violencia en grados variables María Isabel Briceño Armas *** Otros ojos (extractos) Camila Charry Noriega *** Patos silvestres Marco Villarroel Bruna *** Cuatro poemas Esther Martín Blanes *** Fake prizes Cristina García Ramírez *** Ojos claros (extractos) Alcides Rojas Gil *** Dos relatos Luis Paucar === Poemas Jorge Etcheverry ========================================== *** Bullanga Desde la calle O en la mañana en Santiago Los silbidos que cruzan hombres imitando a los pájaros Los perros que se despiertan temprano Los gallos (infaltables) Las micros Por acá En el otro hemisferio Algunos meses los cuervos muy de mañana Los gansos que emigran En el centro de todas las ciudades variedad infinita de motores produciendo gases Estamos acostumbrados a la bulla Nacimos en una ciudad sudamericana Mal que les pese a los europeos o norteamericanos Nosotros también tenemos ciudades y cómo Echo de menos ese rumor que me asaltaba las veinticuatro horas del día “te hicimos te vimos crecer nos pertenecen tus pulmones y tus ojos nos echarás de menos hasta el día de tu muerte Tu cielo tendrá ese ruido como música de fondo” *** Chancho 6 Chancho en piedra Dilapidado de ajo y ají Así lo quisieran ver O asándose costillar Por chancho Muchos aunque no yo Que lo escuchaba gruñir bajito “lo pasé chanchito” Después de remoler o carretear a la bolsa Que supe por ahí de más de una chanchada que parece que hizo Siempre dicen Que yo aguanto mucho Que no me entran balas Que tengo cuero de chancho Pero a él lo juzgan otros chanchos de distinto pelaje que se revuelcan en el mismo barro no yo porque puede ser un obispo puede y no puede como Manuel Rodríguez y a la postre no me va ni me viene porque ese es un chancho que no da manteca *** Clorodiaxepóxido Leo las noticias Me duelen las articulaciones No hay nada nuevo bajo el sol En las mañanas me desplazo en la ceguera proveniente del insomnio eso dijo y más medio con rabia brotada de la médula de los huesos que se vuelven tiza o ceniza o a lo mejor sólo se siente despertando como efecto secundario esas terminaciones nerviosas que gimen a su vez en el cerebro desde todas las partes y me escapo de mí volando por la computadora al otro lado acechan miríadas masivas a la vez que solitarias Son las cápsulas de 5 o 10 miligramos vulgo Librium las que me dan este respiro o me hacen dormir incluso a veces frente a la tele *** Acetilsalisílico Piden las junturas de brazos y piernas la cabeza que se abomba que desea florecer en neutro “Quien te ha visto y quien te ve” me dijo ella el otro día cuando me molestó el volumen de la tele —peor es mascar lauchas— proclamamos tomando agua para la píldora azul de vida breve que se nos inmola lenta por las venas para que pase menos espesa —ojalá— la sangre *** El pequeño dios de Huidobro piensa en su posible santidad Para la canonización Se exige que el candidato o candidata Haya efectuado milagros Y que haya testigos Mis dos únicas instancias testificadas Han sido dos disoluciones de tormenta Por medio del soplido Separadas por un intervalo de varios meses La testigo principal sin embargo Alega que se trata de simples coincidencias Tengo que reconocer que en ambas ocasiones Salía del café medio curado Más relevante me parece Que un cuadro mío Hace dos o tres años haya desencadenado la primavera árabe Esa pintura figura como portada de un libro Que no quiero nombrar Desgraciadamente carezco de testigos *** Presencia Desde un pasado que yace no muy muerto A pesar de los años esta carne que se seca Este pelo que se vuelve una aureola que anuncia un otro mundo que no creo que exista Vienes volando Apenas esbozada Tus palabras nos son tan familiares Tus ademanes oscilan en el aire con el mismo ritmo de otros tiempos Tus manos son como sendas alas Y ya no sé cómo te miro Desde dónde Si estoy sentado en el vulgar escritorio o en un abismo delineado por la reminiscencia Poblado por otros rostros y figuras Que parecen a veces quemarme las entrañas que me quedan con sus ojos O desgarrarme los lóbulos frontales Haciendo equivaler la rasgada memoria y el deseo Sobre todo a la hora del alba En que despiertos Porque ya dormimos menos *** Mundo De qué estamos hablando Cuando decimos mundo Con todas sus letras Que en su tiempo fue cuadrado Rodeado por un mar inacabable no tan sólo de agua Sino de vacío Ese mismo que incuba en su seno al universo Que a lo mejor también quiso decir mundo Incluso cuando equilibrándose Sobre una tortuga gigante A su vez encaramada en otro reptil Ya más incalificable Aunque quizás todos bajo esas concéntricas esferas de siete a cincuenta y cinco según el caso Que jerarquizan y defienden de ese mismo enemigo Otra vez Que nos sigue acechando a nosotros El vacío Tratamos de decir Mi mundo, Y entonces abarco lo que veo Entiendo y siento Con un movimiento inclusivo de la mano En cada caso personal y distintivo ** Jorge Etcheverry http://www.letralia.com/firmas/etcheverryjorge.htm Escritor chileno (Santiago de Chile). Doctor en literatura y traductor. Ex miembro del Grupo América y la Escuela de Santiago, agrupaciones poéticas de los sesenta. En Canadá desde 1975, ha publicado The Escape Artist / El evacionista (Canadá, 1981), La calle (Santiago, 1986), Tánger (Santiago 1990; versión inglesa, Canadá, 1997), A vuelo de pájaro (Canadá, 1998) y Vitral con pájaros (Ottawa, 2002), además de la novela De chácharas y largavistas (Canadá, 1993) y Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá (Canadá, 1993). Ha publicado prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba y España. En 2000 ganó el concurso de nouvelles de Escritores.cl con "El diario de Pancracio Fernández". === Los amigos no existen David Betancourt =========================== Para Pablo Zuluaga, que sí existe El día que conocí a Jeringa salí de la casa para el Parque del Periodista. Cuando llegué los muchachos estaban afuera del bar, cada uno con su botella, sus cigarrillos, sentados en fila y separados por medio metro. A Aguapanelo la falta de amigos parecía que lo había enloquecido, por eso lo miré primero y, en un ataque de amistad, quise saludarlo, acercármele e invitarlo a la reconciliación, a la amistad, pero no lo hice y me pasé varias horas, mientras me tomaba mi litro personal de aguardiente, oyéndole sus disputas a alto volumen con él mismo. Se decía que los amigos no existen, que se acabaron, que la soledad es muy hijueputa, y él mismo se respondía que sí, que existen, que son una bendición de Dios. Se decía que odiaba ser bipolar, que era una sensación maravillosa. Brindaba con él, lloraba y el otro él le decía que no fuera nenita, que dejara de chillar. Yo seguía tomando muy seguido, cogiendo fuerzas para aguantar los golpes que me darían los muchachos cuando me parara frente a ellos y les dijera lo que se merecían, lo patéticos que se veían cada uno con su mundo, que me veía, lo peligroso de andar solo en esta ciudad sin amigos, lo aburrido... Tampoco tuve agallas. A medida que llegaba la noche éramos menos. Los que se iban sacaban de la billetera algún billete para el ladrón de turno o de diez mil para el taxi, plata que de andar juntos significaría entre todos unas cuantas botellas más y una pasaíta a saludar a Fernandito, que nos había cambiado por las peladas del estriptís. Cuando estaba a punto de acabar el litro y vi solo a Alelí, que había terminado su trago, me fui para el estanquillo y compré, con la plata destinada para el ladrón, mediecita para compartirla con él, darle la mano y decirle que dejáramos de bobiar, que amigos por siempre, que nos pusiéramos en la tarea de reconciliarlos a todos..., pero cuando llegué ya no estaba, tampoco lo que quedaba de mi caja de aguardiente. Lo maldije. A todos los maldije y estuve de acuerdo con el yo de Aguapanelo, que aseguraba que los amigos no existen. Me sentí más solo que nunca. A los pocos minutos conocí a Jeringa. Subiendo para la casa me agarraron los nervios porque no tener plata para los ladrones era como estar muerto. Así que decidí burlarme de la vida, retarla por maluca, injusta y peligrosa, por quitarme con quién charlar. Como antes, subí gritando, cantando canciones a todo volumen, mirando de frente y amenazante a los ojos de los que me encontraba en la calle, sintiéndome muchos... De un momento a otro escuché sonar las ramas del palo de mangos que acababa de pasar y se me fue el valor, me entró un escalofrío tremendo, un miedo de esos que presienten la muerte. Sólo me faltaban tres cuadras para llegar a la casa y pensé en correr, pero las piernas me temblaban, así que saqué la media que me venía tomando en el camino y me mandé un trago largo. Me di la bendición disimuladamente para que el ladrón no advirtiera el miedo y, antes de que se me acercara por detrás con una navaja o pistola y me dijera: “Esto es un atraco, no mire para atrás, no me mire y deme lo que tenga”, me puse el buzo, que cargaba en los hombros, para restarle potencia al impacto de la bala o de la navaja. El ladrón seguía detrás de mí, caminando muy muy lento, y yo seguía tomando y fumando como si nada, pero repitiendo por dentro, muy por dentro para que no fuera a escuchar: “No tengo miedo, no tengo miedo, ni cinco, ni cinco de miedo”. Unos pasos más adelante se me acercó y me cogió del cuello abrazándome fuerte. —Hey, chino, no se mueva que le clavo esta pistola —me dijo, muy asustado, mientras yo, confundido, pensaba con qué me iba a matar—. Haga de cuenta que somos amigos y no dé visaje. Abráceme también. —Tranquilo, señor ladrón, fresco —y lo abracé también, como a un amigo, y me sentí pleno. Hace años que no abrazaba a nadie. Seguimos caminando lentamente y me pidió plata o anillos o el reloj o algo de valor, pero yo le dije la verdad. Ahí fue cuando sentí que me empezaba a clavar la navaja o la pistola o el dedo, no sé, pero en todo caso algo me punzaba en la espalda. —Que me des plata, güevón, que no estoy charlando. —Don ladrón, se lo juro, no tengo nada, estoy pelao. Si quiere tómese un trago —le dije, y me voltié a mirarlo, luego le aclaré, dándole palmaditas en el hombro—. Eso sí, no tengo copas, le toca a pico de botella. Se tomó el sorbo sin dejar de abrazarme y seguimos caminando. Le ofrecí cigarrillos. En el camino le dije que me daba mucha pena pero que en realidad estaba sin un peso, sin fondos, que la plata que tenía me la había gastado en la media, que en otra oportunidad con mucho gusto, que qué días atracaba por acá y a qué horas para yo pasar... Hablando y hablando se olvidó de que yo era su víctima, y yo de que iba para mi casa. Me había alejado treinta minutos a pie abrazado y bebiendo con el ladrón. Le conté mis penas y él me contó las suyas. Le conté que antes los muchachos y yo íbamos y veníamos por la ciudad juntos, felices, haciendo locuras, conociendo el mundo, pero que a la vida se le había dado por separarnos de a poquito. Le conté que cuando empecé a trabajar en el periódico y salía mi nombre en Google era el ídolo de todos, que me admiraban, chicaniaban conmigo, pero que luego me les convertí en una amenaza y me mandaron a la mierda. Le conté que con el paso de los días todos se fueron quedando solos, que cada uno andaba con cada uno, que se había desbaratado el grupo. Me contó que los amigos que tenía también lo habían sacado a patadas por pobre, luego otros por ladrón, otros por no compartir la plata de los robos y, al final, se quedó sin nadie para charlar. Le conté que a Andresito le había pasado algo parecido, que también lo habían echado del combo porque era el más lindo, el más papi, el tumbalocas, y las peladas sólo lo querían y perseguían a él y a los demás no les dejaba ni un piquito ni una tocaíta. Me contó que llevaba dos años robando en el barrio, que antes era muy difícil pero que de un tiempo para acá era sencillísimo, que ya no se veían galladas, que las personas andaban solas, sin amigos, y no había peligro, que con un dedo hacía para comer, compraba ropa, pagaba la pieza, iba a toros y mucho más... En una ocasión, me dijo, yo iba a ser su víctima pero otro ladrón se le adelantó. —Y vos le diste, pillao, y a mí te me estás haciendo el loco —me dijo, sonriendo, y se tomó el último trago—, pero te la perdono y te agradezco la conversada y el guaro, sos un bacán. Entonces se soltó del abrazo y arrancó para abajo otra vez. Lo vi alejándose y me agarró la nostalgia, la melancolía, me acordé de la soledad, de la falta de compañía, me puse a pensar cosas, a extrañar el abrazo y no me aguanté y me fui corriendo detrás de él para alcanzarlo, persiguiéndolo como un ladrón. —¿Otra media o qué, viejo man? —le pregunté—. ¿O una botella? A propósito, ¿cómo te llamás?, si se puede saber. —Jeringa, un amigo más —me dijo, y me estiró la mano—. ¿Y la plata? —me preguntó. Le dije mi nombre, le conté el plan y nos volvimos a abrazar como al principio. En el camino de regreso a casa nos la pasamos de lo mejor hablando mal de la gente, burlándonos de los solos, contando chistes, hablando de fútbol... Me esperó en la sala de la casa mientras yo sacaba plata, luego preparé dos sánduches de atún y salimos de nuevo. Compramos el trago, nos sentamos en un parque, hasta el amanecer, a beber y conversar. Entre guaro y guaro le dije que en esta vida andar sin amigos es muy verraco. Que antes los muchachos y yo hacíamos todo juntos, éramos inseparables, pero que con el tiempo nos fuimos dejando, traicionando, evitando, yéndonos de distintas maneras. Le confesé que desde la echada me sentaba en los parques solo, iba a fiestas solo, a cine, a los conciertos de Los Perros Mojados solo, al centro a ver gente, a discotecas, a bares y pedía una botella y dos o tres copas... Que hablaba y brindaba conmigo, que me daba ánimos, me elogiaba, me hacía reír, que en ocasiones me coqueteaba, me burlaba, me ponía zancadillas y me empujaba para que dejara de charlar pesado conmigo, que me daba consejos, palmaditas en la espalda... Jeringa, llorando de la rasca, conmovido con mi relato, me dijo que sí, que los amigos no existen, que cuando medio se asoma uno siempre conspira algo para que la cague... —Me voy ya, estoy que me vomito —dijo, mirando el azul culposo del cielo. —Pues cómo, Jerin, no te podés ir así todo borracho, te atracan —le dije, y puse su brazo en mi hombro para cargarlo—. Venga, amanezca en la casa. Hasta ahí todo iba bien. Nos veíamos los sábados, nos emborrachábamos, hablábamos de todo, él amanecía en la casa, mamá al otro día nos llevaba los Alka-Seltzer, el desayuno y el almuerzo a la pieza, nos hidrataba durante todo el día. En la noche, luego de ver los partidos por televisión, Jeringa se iba para su casa. Con los días nos hicimos inseparables, íntimos, los mejores amigos del mundo. Íbamos juntos al Parque Bolívar a chupar paleta, a ver artistas, ladrones correr, a los recitales de poesía a dormir, al estadio a ver perder al Medellín, a cine, a teatro, a caminar por el centro, al Parque del Periodista a disfrutar de la envidia de los muchachos que cada vez estaban más solos; parecían tirados por ahí. Pero las cosas entre los dos no podían durar, no hay excepción a la regla. Cuando fuimos donde las mujeres esas empecé a sospechar de Jeringa. Primero, antes de entrar, le conté que los muchachos y yo cuando teníamos plata íbamos a ver mujeres en pelota, que les poníamos billetes en las tangas, entre las nalgas, que se nos sentaban en las piernas, que se dejaban tocar hasta el alma. Le conté que Fernandito se envició a ellas y que ahorraba la plata de los pasajes y la merienda que le daban los papás para la universidad y que se iba solo todos los fines de semana para allá, que nos cambió a sus amigos por ellas. Luego le dije a Jeringa que lo invitaba, que yo le pagaba el rato, que escogiera la que más le gustara del catálogo. Yo me enamoré de una pelinegra blanquita y me la llevé para la pieza, pero él no quiso, se negó a entrar y me esperó en la recepción. Cuando salí me puse a detallarlo y caí en la cuenta de que la mayoría de las veces Jeringa vestía la camiseta rosada y le sentí, por primera vez, la voz afeminada, mimada. Cuando lo conocí lo había visto descuidado, como todo un hombre, pero desde que andaba conmigo se había motilado, afeitado, comprado ropa, se echaba loción, se miraba recurrentemente en el espejo... No salía de mi casa y eso me parecía sospechoso. Cuando llegaba del trabajo él estaba ahí, esperándome y hablando con mamá. Ella siempre se la llevó muy bien con mis amigos, pero con Jeringa se la llevaba de lo mejor. En la semana, todos los días, nos poníamos a jugar videojuegos en mi pieza y, desde mis sospechas, me pareció que me miraba mucho, que me preguntaba de todo. Mamá no faltaba con el mecato. Se quedaba mirándonos jugar y Jeringa se portaba muy amable con ella, como si fuera la suegra, intentando ganársela. Hablaban de ropa, de peinados, de olores, de viajes, de la separación de papá, del futuro, de maquillaje, de telenovelas, de moralismos, de libertad, de maricadas... mientras yo masacraba gente, pajaritos, tiraba bombas, mataba al dragón y rescataba a la reina. A los pocos días pasó lo que pasó. Por eso digo que a la vida no le gusta que uno tenga amigos. El sábado nos emborrachamos en el Parque Obrero y no me aguanté. No sin pensarlo dos veces le pregunté que si yo le gustaba, que si era marica o qué, que si andaba conmigo por amistad o por algo más. Le dije que yo era todo un varón, que ojo, que mosca, que conmigo de lejitos los del otro equipo, que out. Jeringa se puso rojo, agachó la cabeza, luego se levantó y fue a orinar en un árbol. Yo no podía de la piedra, de la decepción, de la tristeza, me preguntaba por qué a Jeringa que era tan buena gente, mi mejor amigo, le tenían que gustar los hombres y precisamente yo. Que le gustaran no era el problema, lo malo era que estuviera enamorado de mí, porque Jeringa sólo me servía para amigo, para nada más. En un momento pensé en ir a abrazarlo y decirle que no me importaba su condición, que tranquilo, que siguiéramos de amigos pero que conmigo no, nunca, pero me pudieron la rabia, el desengaño, los prejuicios... —¿Cuál es tu secreto conmigo, güevón? —le pregunté cuando llegó de orinar, esperando la respuesta para darle un puño—. Te camuflaste de amigo pero no sos más que una loca. Andate antes de que te dé en la cara, marica. Se fue cabizbajo. Me acabé la botella solo, ahí sentado, pensando que la amistad está llena de intereses, siempre se desvía, no va por donde tiene que ir, es imperfecta, defectuosa, la cagada. Antes de irme a dormir estallé la botella en el piso. Al otro día me llené de ira cuando leí la carta de Jeringa y me enteré de que en la noche, antes de que yo llegara, se había robado lo que yo más quería, que me había utilizado para su fin. ¿Cómo no lo había sospechado si todo era tan claro? La carta terminaba diciendo que lo había hecho sin querer queriendo, que así es el amor, que estaban hechos el uno para el otro... Terminé de leerla llorando, decepcionado. Luego quebré todo lo que se me interpuso en el camino, corrí como loco por la casa, sintiéndome huérfano, maldiciéndolo y a mamá también. ** David Betancourt http://www.letralia.com/firmas/betancourtdavid.htm Periodista y filólogo hispanista colombiano (Medellín, 1982). Ha publicado artículos, crónicas y cuentos en revistas y periódicos del país y del exterior. Asimismo, ha ganado varios concursos de cuento y crónica. En 2011 Editorial Universidad de Antioquia (http://editorial.udea.edu.co) publicó su libro de cuentos Buenos muchachos, y en 2012 Editorial Equinoccio (http://www.equinoccio.cultura.usb.ve) su segundo libro del género, titulado Yo no maté al perrito y otros cuentos de enemigos, libro ganador del Concurso Internacional de Escritura Creativa (Caracas, Venezuela). === Poemas Evelyn de Lezcano-Mujica ================================== *** Escaparate En el escaparate exponen pedazos de gritos y voces. Voces que te llaman para que te acerques, para que acaricies sus pobres cuerpos laminados. Qué pena, ya los caminos no llevan a Roma, son tránsitos a ninguna parte. *** En la Plaza En la Plaza busco. Sé qué busco. En la Plaza, cruz caída, transito. Cráneo al cielo firme, camino, aprieto los cuatro puntos cardinales. Música y tiendes brazos en cruz. Estruendo de rostros sin rostro, te acuestas. En el punto central donde se apoyan los hombros puedes partir al sur, al norte, al este y oeste, mientras palpite esa vena que cruza la garganta hacia la neurona primera y te digo que existen los encuentros en el límite, con los dientes clavados en la tierra y una mirada sedienta al firmamento, gracias a la que pude comprarte una botella de agua, pequeña, con gas. *** Muchedumbre Hay muchedumbre de temblores en mis manos. Sirenas álalas, les queda golpear sus cuerpos contra los cascos de los barcos por si el dolor arranca, en los momentos últimos, un quejido salvador, las notas del ancestral canto *** Doliente Doliente está la mirada, cicatriz que hirió tu mano cerca de la misma aurícula derecha. II Llevo perdida la cuenta de un amor liado con papel de tabaco. III Consumido Amor en rúbricas de humo: “Aquel es el último cigarrillo compartido” IV En el cenicero sólo queda una colilla. *** La planta de hojas brillantes La planta de hojas brillantes se desploma, temblorosa. Los entendidos murmuran: “Ya está agónica”. La saco un rato al sol. Junto a ella, atenta, por si habla, me recuesto. “No hay nada qué hacer”, dicen ellos. Y espero su último suspiro que otoñe de ecos el salón y aplaque el ruido de los coches. *** Los abrazos Los brazos abiertos a los abrazos lentos, a las fragantes explosiones de los besos en andanada sobre arenoso lecho. Tenía los brazos abiertos antes, mucho antes del estertor en la fe, de los viajes rumbo a mares que resultaron pozos. Tuve los brazos abiertos antes de la explosión galáctica que dejó el cuerpo aplastado sobre sí mismo. Se despojan de sus ropas los antiguos centinelas del paraíso. Grises por los besos furtivos del tiempo, caen ropajes sobre los árboles, sobre sus hojas. Los frutos, bajo los troncos donde algunos niños grabaron sus nombres, tallaron sus sueños. ** Evelyn de Lezcano-Mujica http://www.letralia.com/firmas/delezcano-mujicaevelyn.htm Escritora española. Reside en Las Palmas de Gran Canaria, Islas Canarias (España). Es trabajadora social y experta en terapia familiar. Mantiene un blog literario en http://maevelyn19.blogspot.com.es. === Manjar negro Gabriela Mier Martínez ============================== Anna tenía el cabello cobrizo; después, mucho tiempo después, blanco. Siempre, en su mirada, había algo muerto. Pudo haber sido cualquier amanecer de otoño en Siberia. Amanecer de nubes color arcilla. La luz, enredada con la profundidad del horizonte, atraviesa unos ojos que parecen incoloros. Llega a tiempo para subir al barco, con un bebé en brazos y una niña andando. Lleva puesta la falda color aceituna que usa en ocasiones especiales. Cubre al pequeño con una frazada de algodón turquesa y toma la mano de la niña que tiembla al ver el gigante de metal en la superficie plana y triste del mar. Anna es delgada. Camina despacio. Decidida avanza hacia la escalerilla que conduce al interior del navío. Piensa en su padre y su hermano; la esperan, están lejos, muy lejos. Sobre el océano, el ocaso. La noche crece. Consoladora para algunos que viajan en camarotes adornados con la cálida sombra de sus hogares. Pero para Anna, que viaja en tercera clase, no hay calidez. Tampoco sombra. No lleva recuerdos. Nació en Alemania y nadie sabe cómo ni por qué llegó a Rusia. Se casó. Del marido poco se sabe. Tal vez fue alto, robusto, de piel marchita o lozana. No importa. Dentro del barco, donde permanecen entumecidos los que viajan en tercera, el reposo se desvanece rozando pieles sudadas de calor y frío. El encierro de las noches es nauseabundo y la inmundicia ronda. Se rumora que han arrojado al mar a algunos pasajeros que viajaban en tercera. Se rumora que tenían el semblante pálido, con diminutos granos púrpura en la piel. No se sabe si la palidez se debía a la enfermedad o al espanto de la muerte revelada en la calma del océano. Es madrugada. Madrugada de luna transparente. Un destello resbala sobre el rostro de Anna alumbrando la piel de su hijo. Es tan frágil. Ella lo mira y suda, y un cosquilleo la recorre hasta detenerse en su cabeza. No quiere que nazca el sol, desea penumbra, que nadie los mire. Desaparecer. Ser fantasma y ocultarse entre las paredes hasta llegar a donde esperan su padre y su hermano, que están lejos, muy lejos. Otra vez el ocaso, la noche, los sueños. El aire enrarecido. El sonido del barco flotando en la negrura del mar. Anna despierta temiendo que alguien mire el rostro enfermo de su hijo, al que día tras día sostiene con fuerza entre sus brazos, y que ahora llora, mientras su hermana duerme con los párpados entreabiertos. El día se empecina y llega. El cielo está vacío de nubes y la luminiscencia del sol es solemne. Igual que las paredes del gran salón donde se reúnen hombres y mujeres para saborear platillos suntuosos, asquerosos. Con sonrisas opulentas, rebosadas de dientes deslumbrantes. Gente de aspecto pétreo y mente tenaz, como el crujido de las olas reventando sobre las conciencias que viajan atrapadas entre la grandiosidad del horizonte y la pequeñez de sus cuerpos endebles. Un joven de tez morena corre agitado, vociferando algo que nadie entiende. Tras él dos hombres corpulentos caminan sin premura; saben que no hay en dónde esconderse, que no hay hacia dónde escapar. Eso tiene el mar de perverso. Es refugio cuando lo miras, lo hueles, lo escuchas; cuando te posas frente a él y abres los brazos y frota el cuerpo con la liviandad del polvo. Pero si caes en él, mueres. Nadie volvió a ver a ese joven atravesar el barco. Nadie lo recordaba. Como a los mendigos o a los perros errantes que nacen sin ser vistos, y mueren igual. Durante la noche una luz encandila los ojos de Anna. No puede distinguir el rostro de aliento putrefacto, que la sostiene con fuerza mientras arranca al pequeño de sus brazos. Anna intenta mirar al hombre pero pequeñas nubes perforan sus pupilas y se quedan soldadas en ellas como el hierro de una prisión. Espira débilmente un nombre. Alexander. La madrugada percibe el murmullo de dos hombres con voces repulsivas. Uno se protege del frío con la frazada de algodón turquesa que aún guarda el calor de un cuerpo que cae al mar. No hubo clemencia. Alexander abre los ojos y siente el agua escarchada bajo sus pies y enrosca sus piernas como retrae sus cuernos el caracol con el ligero roce de un dedo. Anna sueña con peces; Alexander los mira, intenta tocarlos mientras lo rodean y juguetean con su delgado cabello que se eleva mientras él desciende. El color de su piel es conmovedoramente pálido. Está desnudo. Escucha el ronquido del barco alejarse y los peces lo siguen mientras su silueta danza entre burbujas que salen de sus labios azul blanquecino. Después violáceos. Ya no se resiste. Sus movimientos son más tardos y los peces dejan de acompañarlo; menos uno. Uno que se quedó mirando sus ojos. Un pez naranja con abundantes pecas esmeralda. Los acompaña la bruma majestuosa del fin. No hay murmullos, nada. Sólo profundidad. Esa pura profundidad cómplice de lo que vieron los ojos de Alexander antes de secarse como hoja de roble y ser dos huecos insondables. Una luz naranja ilumina su rostro mientras sus pupilas se pintan de esmeralda. Su lengua es manjar negro. El alba descubre al barco y en el cielo no hay señas de vida. Ni luna ni sol ni estrellas, tampoco aves. El rumbo, con su destino, sigue. Los pasos en cubierta son escurridizos. No los de Anna. Esos dejaron de andar treinta y dos días, escondidos entre olores agrios y noches de cuerpos apiñados; a veces alguna caricia de manos pequeñas posaba en sus hombros el recuerdo de su padre y su hermano. El aire entibia rostros ansiosos de miradas fijas en el horizonte. El olor a sal se mezcla con el del barro y el barco se tambalea de agua dulce. A lo lejos se dibujan siluetas sombreadas de polvo. El sudor humedece pieles agrietadas como hojas de álamo blanco; impregnadas de murmullos nocturnos de terror, de valses mareados por perfumes exóticos. Siguen, avanzan, y el barco entra al puerto de La Plata. Adormecida, Anna va hacia la escalerilla y asoma sus ojos buscando. Nadie está. Nadie espera. Sus brazos penden deshabitados mientras una mano pequeña tiembla y se sostiene de su falda color aceituna. ** Gabriela Mier Martínez http://www.letralia.com/firmas/miermartinezgabriela.htm Socióloga y escritora mexicana (Ciudad de México, 1969). Vivió varios años en La Habana, Cuba. Ha leído muestras de su obra en veladas literarias y ferias del libro y la lectura. Forma parte del colectivo de escritores independientes María Luisa Puga, fundado por el escritor Isaac Levín en Pátzcuaro, Michoacán, estado en el que reside desde hace 1996. Ha recibido menciones honoríficas y premios de cuento en México y España. Imparte talleres de creación literaria a niños de comunidades rurales en la región de la cuenca del lago de Pátzcuaro. === Tres poemas eróticos Adriano de San Martín ======================= *** 1 Amanecíamos mordisqueados con arañazos y breves contusiones en piernas, nalgas, muslos y brazos El oleaje convulso de los cuerpos enardecía la madrugada: nos sosteníamos con dientes, uñas y cabellos en amarres desenfrenados *** 2 La semilla se abre en flor fragante y tibia del rosa hasta el azul... Mi lengua se entretiene en sus pétalos con un ritmo de olas y aves en la anochecida de los muslos El éxtasis más profundo es cuando asciende hacia el perfume de los pechos que danzan y se enervan en su propia oscilación Bajan y suben mis labios con los suyos de humedad a humedad hasta que el alucín nos hace rodar por la alfombra fundidos en un solo haz *** Hotel de paso (Hora de almuerzo) Afuera un altavoz anuncia artefactos de línea blanca con trasfondo de reggae y reggaetón Adentro un adagio para violín de Johann Sebastian Bach ordena la penumbra de la habitación Las cortinas doradas de la ventana sacuden el humillo de hierba con una danza tenue de peces y dulzor En la cama los labios de su vulva besan con ímpetu mi boca Su clítoris erecto y en éxtasis salta y regresa enredándose y enredándose con mi lengua (del libro Diario del amante, Producciones BBB, San José 2013). ** Adriano de San Martín http://www.letralia.com/firmas/desanmartinadriano.htm Escritor costarricense (1958). Poeta, narrador y ensayista. Ha publicado siete libros de poesía, dos novelas, un libro de cuentos y dos volúmenes de ensayo. Radica en San José, Costa Rica, donde labora como profesor e investigador del Tecnológico de Costa Rica (http://www.tec.ac.cr), Campus Metropolitano de San José. === Violencia en grados variables María Isabel Briceño Armas ========= *** Un solecito Este sábado no lo visité. Quería llevármelo a la bahía de Cata. Ir a buscarlo y decirle, mi hermano, agarre su traje de baño, la toalla, y vámonos a agarrar un solecito. Pero no fui. No soporto el poco de carajitos de esa casa, encaramándose encima de uno y atravesados en el medio de la conversación, sin que nadie les pare. Y mi hermano calándoselos, echado a morir. Tiene diabetes avanzada. Se está quedando ciego y a él sin importarle. No deja ni que lo vaya a examinar el médico de ahí del barrio. Él era el más avispado. Inventaba unos juegos, sin juguetes, sin un centavo. Montaba los mejores carnavales de la cuadra, a punta de lata de agua y de las pinturas vencidas que nos pasaba Gaspar, el de la ferretería. Por Navidad convencía a mamá para hacernos los estrenos a las hermanas, así fuera con el reciclaje de las telas de las cortinas. Nos prevenía cuando papá llegaba con el ánimo atravesado, para justo huir todos, perro incluido. La pasábamos bien felices. Y ahora, ahí lo tienes. Sentado en ese sillón, de broma se baña. Se tiró al abandono, como decía mi abuelo. Un año lleva en ese plan. Hace un poco más enviudó, pero no llegó a derrumbarse como ahora. Aquella vez hasta nos atrevimos a echarle vaina con la vecina de la 8. Total, la Josefina había sido una sola incomprensión toda la vida. Una gritadera por cualquier estupidez. Él la aguantaba por mi sobrino, su orgullo. El futuro presidente de la República, como él mismo le pronosticó al nacer. Y mira tú, El Presidente de la República. Al rato de morir mi cuñada, y menos mal, el Ricardito se anotó para llevar un encargo. Unas medicinas, según dijo. Ve tú a saber, porque son más brutos. ¿Quién no sabe cómo andan las cosas? Pero los reales vuelven loca a la gente. Por necesidad, necesidad, no fue. Tienen casa. Sencilla, pero una buena casa. Salud y trabajo, lo más importante. Ahora está preso, en el Retén. Una tía lo fue a ver. Aparte de la cola de diez horas a pleno sol para poder entrar, le hicieron bajar las pantaletas, saltar y caer en cuclillas para ver si llevaba drogas en la vagina. Por poco se infarta. Cuenta que unos presos están hacia un lado del penal, vueltos unas piltrafas: los dientes podridos, esqueléticos, todos sidosos, gritando enloquecidos cuando las mujeres pasan, las aguas negras de la mierda corriéndoles entre los pies descalzos. Allí duermen como vampiros, atados a unos restos de hamacas de nylon, casi pegados del techo para que no los violen. Hacia donde caminaban ellas, les abrían paso con las armas en la mano un grupo de hombres, esos sí bien vestidos y alimentados, protegiendo a su pran. Mija, me dijo, yo no vuelvo más nunca: eso está hecho para carajas bien arrechas. La pobre, pasó tremenda pena: se orinó y se cagó encima. ¿Eso es justo? ¿Qué necesidad tenía ella? ¿Y él de meterse en esa vaina? Según los periódicos, el camión llevaba drogas y un montón de armas. El pendejo sirvió de cebo. Eso no tiene ninguna lógica, mandar por plena autopista, pasando alcabalas, delante de las narices de la guardia, algo tan evidente. Pagó por pendejo. Dicen, hay un juez que saca con cualquier delito, pide mil millones. Por mí se muere adentro. Otra, que los amigotes le ofrecieron cambiarse para un penal donde ellos tienen influencias, montadas piscina, discoteca, mujeres... Pasaría confortable los dieciocho años. Los bien jodidos fueron los tres carajitos. La mujer ya no para en la casa y al mayor, ponle tú, diez añitos, le tocó lidiar con los otros, prepararles los espaguetis, tenerles ropa limpia, llevarlos temprano a la escuela. Si no lo hace, ella cuando llega le mata a palos. Ve tú a saber cuánto más aguantará el muchacho. Y el otro. Mi hermano. Del próximo sábado no paso sin llevarlo a que me tome un solecito. *** El Tigre Duelo de uñas acrílicas. Tops ceñidos. Sombras al mayoreo bajo las cejas. Las dos muchachas estaban sentadas en el porche cuando la motocicleta pasó muy veloz, rociándoles un splash de polvo y humo de escape. —¡Esto no es una autopistaaaa! —le gritaron. Se acercó el vecino y les advirtió: —¿Ustedes saben quién es ese? El Tigre. Tiene encima unos doce homicidios y violaciones. Volverá. Corrieron adentro. La madre las escondió al fondo del patio, detrás de un cachivachero. A los minutos el rugido del motor les estremeció cuando paró de sonar justo allí, en la entrada. En la sala, el tío, ebrio por el sopor de la tele. En el fregadero, la madre, cabalgando en una naturalidad de esas de mentira, que quiebran platos y tazas. Los otros dos hijos, en la escalera hacia la azotea, acorralados entre huir o dar la cara. La puerta principal seguía entreabierta, como un ruego para la negociación, tal como estaba un rato antes, cuando la vida aún no pendía de un hilo. El hombre la arrambló con el codo, en la mano derecha la pistola, apuntando. La mirada desquiciada. Todos se despedían de algo, sin saber ni qué pensar en ese último instante. —¿Dónde están las putas? Irrumpía en los cuartos a puntapiés, en medio de la no respiración de los circundantes. El tío apenas si giró el rostro, confundido entre ficción y realidad. El hueco negro de la pistola fue visto por los dos hermanos tan de cerca que nunca lo hubieran pensado tan oscuro, tan sin fin. En el fregaplatos, ni una gota de detergente. Volveré. Amenazó. Unos días más tarde El Tigre apareció abaleado, arriba en la cuarta terraza. —¡Bendito sea el Señor! —murmuró la madre. *** Mataperros Los perros del barrio correteaban por las escaleras, se enfrentaban feroces unos con otros y olfateaban el objeto del deseo: una cuatro patas color frijol, pelona, boca negra, medio enana, sin atavíos de concurso, pero capaz de provocar entre los machos el cataclismo que durante días mantenía el sueño de los vecinos en vilo. Ya los niños sacaban cuentas del reparto de la camada y las madres aplacaban las diferencias: habría para todos, con seguridad. Hasta que un escopetazo, seco, ejemplarizante, sembró el silencio y acabó con los planes. *** Sara Cuando era muchacha trabajó para una diseñadora de modas y, a cambio de no cobrar el salario, le pidió que le enseñara el oficio. Con el tiempo montó su taller de costuras y tejidos. Poco a poco adquirió las máquinas y con el trabajo de algunas empleadas surtía dos tiendas de la ciudad. El marido, para poder soportar tanta prosperidad, tuvo que dedicarse a la bebida con muchísima disciplina. Una noche, de grados alcohólicos altos, le pegó fuego a las Singer, a los géneros y figurines, haciéndola huir con los tres niños a casa de la suegra, quien no tuvo más remedio que darles un rincón. Hoy me encontré al hijo mayor limpiando parabrisas en la gasolinera. Que Sara murió hace un año, recordó. Como una arañita. Como doblada sobre su propio corazón. *** Y los dedos de uñas sucias Johnny abre Google para copypastear el primer trabajo de biología del trimestre y le dice por el Facebook a los amigos, esperen, la tía, que ya no soporta a esa vieja. En la casa sólo velan él, y en el patio el loro, partiendo las semillas de girasol. Al terminar su siesta, ella revisará una tarea bien adelantada, y servirá la cena para dormir temprano: se gasta mucho en electricidad últimamente, dice. La de Johnny es una vida de un muchacho que no pierde el tiempo en tonterías. Aunque con los compañeros, le parece a Johnny, no le sirven el inglés ni la informática, sino las tonterías en las que no ha perdido el tiempo. Este descubrimiento le atasca el dormir, como pesadilla, como solían hacerlo los truenos en las noches de lluvia, olvidados sólo cuando su madre y algún hombre le acomodaban a su lado. Piensa en su día siguiente y ya se ve al margen de las conversaciones, otra vez de mirón, padeciendo las puyas de los otros. Hablan de una discoteca con nombre de vaca. Suda. Si ella no tuviera la mirada tan azul y tan burlona, clavada en sus zapatones de trenza como ya no los lleva ninguno; en su pantalón zancón, azul, de poliéster, con filo permanente, como pendón en las canillas; en el asqueroso morral de Tom y Jerry, tan distinto a los bolsos serios de los demás. Con un imaginario pase mágico elimina en su mente lo más insoportable: el cuchicheo y las risitas de las muchachas por su look, y las pesquisas acerca de cómo el raro se toquetea la oreja. Nada. Ahí siguen él, su mano, su oreja. Y las risitas. Las risitas. De súbito, los gritos biliosos de la tía lo repliegan, como si fuera un caracol sorprendido por una ramita caída entre las antenas, apartándolo del dibujo que hacen las sombras en el techo. Por hoy, la mujer ya no logrará sacarlo de la habitación para, primero y principal, estudie en el comedor, segundo, cene como todas las noches, tercero, apague temprano la luz para que las abuelitas no se achicharren en las lámparas, y cuarto, se eche a dormir las debidas ocho horas. Ni con todas las invocaciones al Señor lo lograría. —¡Perdónalo, mi Dios! Ella renuncia, analfabeta ante un muchacho que cuando llegó a su casa corría sin ropas por el patio, ahora ya adolescente, tan alto y con esa voz, queriendo mandarse él solo. Hablará con el padre Ángel, el de la parroquia. Su sabiduría indicará lo mejor. Ir a misa el domingo con la tía le aumenta a Johnny los problemas. Cruzarse con alguno del liceo por la plaza rumbo a la iglesia, y seguro el lunes llega el cuento a clases antes de él salir de casa. Para colmo, la mujer se le cuelga del brazo como si ella fuera una enana o él un viejo. Y le pesa tanto como una piedra, tanto como la presencia del cura haciéndose el amigo, con sus ojos como vidrios persiguiéndole las pupilas, la boca escupiéndole boronas y las manos sobándole insistentes los cabellos. Detesta ver a la tía, espalda encorvada, ojos bajos, sonrisa acojonada. Su voz, una cadena de estrangulados Sí Padre, Sí Padre, Sí Padre. Encantada, Padre. Tan distinto al cura Tinoco del que contaba el abuelo. Rudo pateador de montañas de por estos Altos, con toda una tropa de muchachos tequeños atrás, mirones embelesados ante la entrega a los pobres de su última camisa, y el rechazo sostenido de obsequios y privilegios. La oreja le comienza a arder más. Y ella ahí, halándole el codo con disimulo, caminando a pasitos diligentes detrás de la sotana que vuela, enseñándoles la nueva construcción en los traspatios de la iglesia, reducida alegoría granadina, con naranjo y todo. Largo corredor, con arcos minúsculos de adobes, paseo, entre cuchicheos y miradas, de otros muchachos presentados por el párroco como muy felices ante su proyecto de seminario escaso. Johnny no entiende muy bien. Y menos comprende la adoración por el cura, que flota espesa desde la tía hasta los chicos esos; trepa como una araña mona por las paredes de ladrillo, despierta como un mal sueño al perro, se empapa en la fuentecita del patio, y salpica el aire, a los azahares, a las matas de rosa, a los mismos murmullos. Por fin la visita termina y le llegan las palabras como sogas: —¿Te gustaron esos muchachos, tan entregados al señor? Nada más deben asistir los viernes. Y el domingo, a misa, claro. Su respuesta no debe ofender. —Tía, ni los conozco. Y las náuseas repentinas le recuerdan lo no digerible de esta vida, y lo hacen correr tras ella, calle arriba, hasta la farmacia del Centro Comercial, implorando, sin ritual alguno, transmutar en cualquier cosa. Pájaro. El ave, obediente, bebe el Primperan boqueando sobre la cucharilla que le extiende una tía-zamuro parpadeante, en pregunta a la dependienta: —¿Y si le diera también un Atamel? —¿Tiene fiebre? —pregunta la otra, montadas sus dos patas sobre el mostrador y girando el pico inquisitivo hacia él. Y la pájara: —No, no creo. Pero una cucharada, por si acaso. Yo le tengo mucha fe. Siempre tengo en casa. Y la reina de los brebajes trina: —Con el Atamel no se debe abusar. Puede matar a cualquiera. Unas dosis de más, y el hígado... Y pasea su mirada de bruja, con la autoridad que le confieren el plumaje blanco y las antiparras plateadas sobre las estanterías, perseguida por la mirada redonda del muchacho-pájaro, fascinado por el secreto del medicamento, poción de la muerte, sin duda, y por la antigua vitrina con frascos de mixturas extrañas, pipetas y balanzas minúsculas, matraces de todo tipo y tazones de porcelana con sus respectivos mazos. El viernes siguiente el padre Ángel recibe a seis muchachos, bendita decisión de los papás de todos ustedes que los trae a la Santa Madre Iglesia, representada por nuestra Casa Parroquial, templo modestísimo hecho para adorar a nuestro Señor Jesucristo, a la Santa Virgen María y a todos los Santos. Y con un suspiro de satisfacción expele una lluvia bíblica de saliva: ahora demos la bienvenida a nuestro hermanito Johnny, por vez primera nos acompaña. Cubre con el brazo protector su espalda de obrerito chino. Clava en sus ojos pelados, otros, hinchados de venillas rojas, brotados como canicas de Murano. Les pasea por la biblioteca toda en madera. Olfatea para ellos: cedro, dice. Un gran mesón para sentarse a estudiar. Aquí la cocina, y la cocinera, je je. Bandeja de rosquillas de anís sobre servilleta impoluta; al paso, en el aire, cilantro, perejil y yerbabuena; más allá las flores, cada una con una historia que ya les contará el jardinero; la tortuga pataleando en la fuente, la casita del perro con una cadena —rara vez se emplea, es muy obediente— el salón para las visitas, por si viene el Señor Obispo. Al final del pasillo su habitación, mi espacio. Y a todos se les van los pies atrás. A casi todos. Menos a Johnny, a quien le llega una visión de la Tía-Pájara. Ella vuela hasta allí tapando la luz del sol. Posa sus garras como una gran águila arpía en el borde de piedra de la fuente levantando una gran polvareda de pétalos, de pupús de perro, de relicarios y de hábitos negros que descubren largos calzoncillos sobre canillas regordetas. Veloz, la tía lo alza hasta el nimbo solitario que se cuela en el cielo del patio, y se lo lleva al lado del loro rompecáscaras. A terminar las tareas. Toda la tarde. No importa. Hasta el fin. Hasta la cena con ella. Aburridos, no importa. Hasta apagar las luces a tiempo y los mosquitos no, y el recibo de la luz tampoco. Hasta el amén. Pero está visto. Sus incipientes poderes le han abandonado. En toda la tarde no ocurre nada extraordinario. La Pájara, cuervo, zamuro, no viene sino a cubrir de babas de agradecimiento, en un solo balbuceo, la mano del cura. Padre, será lo mejor para este muchacho, ya comenzaba a rebelarse, Padre, la edad, las malas influencias de los compañeros, las madres ya no educan, todo está perdido, haga lo que pueda Padre, antes que se termine de torcer, tiene nuestro permiso Padre, el de su padre y el mío, sólo Usted. Y Johnny: —Tía... Y la Pájara: —¡No se hable más! Y el cura: —Todo irá bien, hijo mío. Todo irá bien. Y los dedos de uñas sucias en el hombro de Johnny. Apretando. ** María Isabel Briceño Armas http://www.letralia.com/firmas/bricenoarmasmariaisabel.htm Escritora venezolana (Caracas, 1959). Reside en Los Teques, Miranda. Periodista egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV, http://www.ucv.ve). Tiene un postgrado en psicología. Ha tomado talleres de narrativa con los escritores Ángel Gustavo Infante (Universidad Católica Andrés Bello, Ucab; http://www.ucab.edu.ve), Israel Centeno (Centro Cultural Trasnocho, http://www.trasnochocultural.com), Carlos Sandoval y Rodrigo Blanco Calderón (Escuela de Escritores, http://www.escueladeescritores.org.ve). Tiene inédito el libro ¿Qué está pasando? y otros cuentos. === Otros ojos (extractos) Camila Charry Noriega ===================== Otros ojos Camila Charry Noriega El Ángel Editor Ecuador, 2014 *** 2. Bajo el sol violento de la sabana pastan las vacas. Entre la neblina que asciende son aparentes montes que se deslizan en medio de la hierba crecida y despojada de su vuelo. Miran todas hacia el mismo rincón de la mañana; inocentes creen mientras rumian estar destejiendo su destino. *** 6. Olas sobre el ojo abierto de la gaviota abatida en la arena de la playa. Difícil saber cuál murió primero. La ola en la costa que revienta y se divide perdiendo la unidad; la gaviota muerta en cuyos ojos de agua se fragmenta el mar. *** 14. Sin órganos calientes la araña come sobre hilos brillantes la carcasa de la mariposa. Sin embargo todo sigue siendo la vida bajo la lengua fría del hambre. *** 16. Vacía flota en el viento la hoja. Cae y mientras cae la eternidad penetra. Su alfabeto, una luz otra, otra constelación revierte su centro a su decir primero; raíz, materia sin rostro árbol ausente en el paisaje la tarde. *** 21. Mi carne es tu carne padre desde ella imagino tus ojos jóvenes enamorados de mi madre en ella laten mis palabras que no aciertan a rasgar el tiempo mi temor a la oscuridad, hace tanto deslizándose por la madera de la casa. Ahora mi carne envejece y mi corazón se tuerce de esperar; entre sus vetas arden viejos amores reptan los deseos que jamás pronuncié, entre ella oigo tu voz áspera y lejana que me parte en dos. *** 31. Mi madre extraña a su madre que se fue hace años. Corta el tomate y la cebolla desde su silencio más triste esperando una lágrima o una aparición. *** 32. Madre, puede ser que una tarde vuelva blanca, honda y triste a buscar tu abrazo luego de haber creído vivir bien esta vida que me diste. *** 36. Murió, la semana pasada, mi perro. Lo simple reconoce en el espíritu su morada. Pasan los días y sus noches, le oigo aullar desde su paz. Desde mis manos, la ausencia de su hocico cubre el sitio donde durmió. Bajo la lluvia todo parece menos cierto y a veces un temblor en mi puerta me obliga a creer que me sigue que olfatea mi tristeza y busca mi mano para lamerla otra vez. Eso quiero creer porque la bondad del mundo no puede ser tan poca porque reconozco su vida, la que fue como una señal cierta y firme de una voluntad que acerca, definitivamente, lo poco del mundo que de verdad nos premia. *** 44. Maduro el sol de la mañana corta horizontal las sombras del tejado. Desvisto, dentro de la habitación, mi cuerpo de su exilio, tu nombre flota entre mis piernas y repta a la intemperie como otro sol que estalla ofuscado en mis ojos. ** Camila Charry Noriega http://www.letralia.com/firmas/charrynoriegacamila.htm Escritora y docente colombiana (Bogotá). Ha publicado los libros de poesía Detrás de la bruma (http://bit.ly/ZDewun; 2012), parte de la colección “Los conjurados” de la Fundación Común Presencia (http://coleccionlosconjurados.blogspot.com), y El día de hoy (2013), bajo el sello de Garcín Editorial. Sus poemas y reseñas han aparecido en diversas revistas y magazines de su país y el exterior. Es profesional en estudios literarios y trabaja como profesora de arte y literatura. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés y al francés. Textos suyos fueron incluidos en las antologías Una mirada al sur en Argentina (2012); Poesía colombiana del siglo XX escrita por mujeres, editada por Ediciones Epidama y el Ministerio de Cultura de Colombia (http://www.mincultura.gov.co; 2012), y XVII Encuentro Internacional de Poetas (Zamora, Michoacán, México, 2013). Fue finalista y obtuvo en 2012 el segundo lugar en el XVI Concurso de Poesía Ciro Mendía. === Patos silvestres Marco Villarroel Bruna ========================== Era a finales de abril. Por la noche había llovido y los caminos estaban empantanados. Tiramos por un atajo. El maestro Aguayo se tumbó sobre una mata de helechos y estuvo haciendo la puntería unos segundos. Yo esperaba lo que iba a venir. Puse los ojos en la familia de los patos silvestres, en la yema acuática, y calculé. Era una distancia respetable. Los patos se hallaban acurrucados en un lugar muy incómodo. La primera vez que lo hizo fue por la ardicia de pegar un tiro: la balita salió rozando los filamentos del agua, oímos crujir el eco entre las hojas, un aleteo multisonoro, y las aves se echaron a volar hacia los olmos. Sólo quedó un lavanco, un ala rota, mal sentado sobre el espejo del lago. Los perros ladraban, furiosos, salían del agua, jadeantes, el hocico lleno de espuma. Don Mateo se enderezó con un silencio incrédulo en la boca y dijo: —¡Eso se llama mala suerte! El pato se escabulló hasta la floresta contraria del bosque. Lo que pasó después, yo ya lo sabía. Enarmonamos una fogata —a don Mateo le supo a cadáver la carne de los patos, no quiso probarla—, se bebió un trago de aguardiente —supongo que sería la fiebre—, yo armé un techo de lona contra la lluvia, y decidimos pasar ahí la noche. Era bajo unos sauces. Abracé a los perros y me dormí. Cuando vine a despertar todo era una parranda de aúllos y ejercicios. La Tiña me hería a colmillazos —me desenvolví de la manta, somnoliento—; era casi de amanecida, no pensé que hubiesen transcurrido tan rápido las horas. Nerón tenía el hocico en las nubes, vi que don Mateo removía el fuego de la noche con un leño en tanto abarcaba los hombros desnudos de una mujer. Me levanté trabado a la escopeta (por costumbre), advertí una espalda moza, una beldad cubierta de yuyos —don Mateo acababa de uncirle una venda en el brazo—, los cachorros se abalanzaron: ella comprendió que yo venía, encontré sus ojos, de frente; hice callar a las bestias con un tiro al aire, adrede. Don Mateo exclamó: “¡Qué diantres, Luciano!”. La chica desarmó violentamente la enredadera de su traje líquido y terminó por zambullirse en el agua. Los perros le mordían las nalgas, la tirilla vegetal de sus ropas, su paso animalesco. Volví a disparar. —¡Aquí!, ¡aquí, Nerón! Don Mateo estaba hundido en el pantano como cazando pirgüines. Cuando todo volvió a su sitio, echamos de ver al lavanco de la víspera en el centro del lago, arrellanado entre sus plumas, haciendo círculos, con un vendaje en el ala izquierda. Creí que los perros irían a enloquecer. Don Mateo se llevó la cantimplora a los labios y le sacó un gorgorazo. Maldijo la repugnancia que sentía. Era una actitud desfachatada. La cuestión no me gustó, pero nunca quisimos hablar del asunto. Ya en el bosque destrabó la lengua. A mí se me había metido una culebra en la bota. Don Mateo me alargó los ganchos para que no fuera a desmandarme. Yo trataba de mantener la escopeta en la nuca —tenía el agua a la cintura—, trataba de asir el rabo de la culebra, de interpretar aquellos sus ojos cínicos. Se afirmó en los coligües, bosque adentro, al borde de un macizo de robles y alerces, y le oí decir: “Tú pensarás, seguramente, que soy tonto”. Al principio fue una visión simplona de todo. El pobre confundía los pájaros, le daba lo mismo un jote que un queltehue; se ponía malo con los hongos, soportaba los morrales un tramo del camino, no más, después los iba arrastrando yo como paquetes, o encima de mi espalda; el carburo se le caía al agua, gemiqueaba por sus ampollas, o sus heridas fabulosas. “No soy para estos andares” —repetía. Tuve que subirlo en muchas ocasiones por entre lomas de quilas, meterlo, remolcarlo. Simplemente era un caballero de ciudad, un hombre culto. En su juventud había estudiado Leyes, Historia de las tribus germánicas, Lingüística, Cibernética... —años y años—, pero todas esas materias estaban inconclusas así como la búsqueda de su propia vida: dejó de seguirlas —ni se acordaba cuándo— y se fue por el mundo —vendió tres granjas de su abuelo Ricardo Ugarte—, anduvo perdido en el Amazonas —lo rastreaban con helicópteros—, se enamoró de una aristócrata casada, en Méjico (allá lo querían tronar), y cuando regresó, parecía distinto: los ojos brillantes, más inteligente; regresó con unas ganas enfermizas de convertirse en ingeniero agrónomo. Sin embargo, de aquello salió la pura luz: liquidó en remate unas parcelas de su abuelo Ricardo Ugarte y se hizo célebre por sacarle el jugo al diario vivir: amoríos fáciles, el Casino de Viña, casas de damiselas prostitutas, jardines de rosas salvajes, sus amigos Bulnes, Riales, Amunáteguis. Se transformó de pronto en una especie de hijo mal avenido con la familia, en un sonso demócrata, en una Biblia sin abrir. Todos reconocían sus dotes de maestro, sus reflexiones audaces sobre la importancia del arte italiano; pero en el fondo se quebraban la cabeza por hallarle alguna ubicación práctica en la sociedad. En la época del otoño, don Mateo se ganaba hasta la choza de los Zentenos y vivía ahí una semana, o dos. Almorzaba en la cocina con mi padre —hablando siempre—, con mi madre, sin confundirse; dúctil como era. Sabía tragonear del mismo puchero, compartir las lentejas y el ulpo, representar la figura de un Cristo pobre. La aparición de algún futre, en el campo, era un tremendo regocijo. A mi madre le costaba admitir lo que veía —los ojos arrasados en lágrimas—, don Mateo Aguayo Infante había venido a almorzar con ellos, con el cuerpo doméstico de la hacienda, a esclarecer los secretos íntimos de la vitamina D, hundido en un plato hasta los bordes de prietas con arroz, igual que ellos, tan humilde como ellos, sobrio, los codos sobre la mesa, la barba sucia de migas y vino, exponiendo sus ideas con la boca llena, modestísimo. Cierto. Don Mateo era un bálsamo de fineza. No obstante, las emociones que provocaban semejantes visitas me habían costado más de una vez un cachetazo en la boca. Yo sufría. Simplemente sufría con esas personas. Hubo un tiempo en que sufría con el enjambre de niños que llegaba en verano: los Aguirre Prietos, los Egaña Méndez, los Infante Ovalles —por nombrar algunos—, críos volubles, hijos de los dulces, cuando yo era hijo de los pehuenes: se zampaban en volandas lo que ayer me había sido negado bajo control absoluto tirándome las sobras de chocolate para que yo las cogiera en el aire, se reían; yo era fruto de yegüeros y mozos de caballería, descendiente de amas de llaves, de mayordomos lacayunos, de alguaciles de cuadras y bosques, de una centenaria servidumbre física y espiritual, y nadie podía explicarse de dónde diablos polía correrme sangre de pergenio por la lengua y las venas: debía bruñir las botas de don Juan Iriarte, levantar hembritas como de algodón hasta las monturas de los caballos —ellas se aferraban de alguna bestia, chillando, hundían sus uñas de jazmines en las cernejas de las bestias, sus propios rizos de miel—, yo las oía quejarse, vocear; no importaba que fueran bellas: corría hacia los animales y los alzaba en vilo, deseando, en mi corazón —esa mañana de la partida— que se troncharan la nuca en algún barranco. Con todo, aquel sentimiento crepitó. Don Mateo hizo de mí su alumno preferido, y yo le oía bien. Le oía sus relatos de viajes por el mundo, sus ideas, amores: de entre su barba canosa, llena de gotitas de rocío, ensartaba las palabras de suerte que yo las entendiera mejor —él estaba tirado, culebreando, con una linda mujer, en Bolonia, en París—; íbamos saliendo de los pantanos —yo no conseguía desunir la imaginación de aquello que era tan real y vivo. Se me hinchaban las narices, solía atarlo a preguntas, enrojecer; luego no decir palabra media legua. El hombre me había entregado un pedazo de su alma y si venía por aquí era para hablar conmigo. El año cuando terminé el liceo, don Mateo me ayudó en el asunto del servicio militar, y en noviembre de ese mismo año empecé, gracias a él, a trabajar en la Agropecuaria de Osorno como apuntador de remates, y a ser bien mirado en la hacienda. (Meses después don Mateo contrajo matrimonio con una mocita de diecinueve. Trabajaba de corredor de propiedades en Rancagua.) Cruzamos hacia el estero de Trobalonco. —Tú, Lucio, pensarás que ya estoy viejo para estos bailes. —Usted no es viejo, don Mateo. Restañó la soga sobre el culantrillo. Me agarré de los ganchos. —¡Diabla! Tuve que hacerme un nudo de culebra a la cintura. —¡A ver, don Mateo, quítele el poncho a ese jote! Yo escogía un jote pechudo sobre un boldo y le entregaba la escopeta. Para reírme, nada más. Don Mateo dirigía los cañones, cerraba un ojo, y paf, paf: el pajarraco se echaba a volar como si le hubieran jodido el descanso. La última vez que lo vi, en la choza de los Zentenos, fue un viernes temprano. Yo recién me había casado; el crío tenía nueve meses. Estaba nostálgico y de un humor bellaco. Su saludo fue una fiesta, igual que su gesto: un mantel con bordaduras de oro, de doce piezas, como esos manteles de la Colonia: el regalo de bodas. —No soy para los jotes —gimió con resignación. Llevaba un rifle de chiquillo. Se tendió sobre un montículo y descargó el arma. Yo desbandaba las aves con boleadoras —los perros iban adelante, una o dos lenguas rojas, esculléndose sobre el agua, nerviosos, verdes por el lomo, llenos de brotes y sombras. Era un rifle calibre 22. Me desprendí de la carne tibia de mi mujer, en la oscuridad, tanteando la manta con la punta de los dedos, y me arrojé puertas afuera. Ya en el patio hice saltar la escarcha de la batea y puse la mocha bajo el frío. Deseaba un té caliente. —¡Qué mierda, Luciano, yo me vine a enamorar de cuestiones que no existen! Las matronas del viejo Aguayo me habían hecho sufrir. Al abrigo de unos alerces, cerca del Trobalonco, le dije lo que pensaba. Él no contestó. No sé si dormí, o no dormí, o cuántas horas estuve despabilado. Ponía la cara sobre la tierra, me ardían las mejillas; necesitaba pensar. Había dejado de llover y el cielo diáfano era un claro signo de la helada por venir. El contacto con el hocico baboso de los perros me trajo a la luz. Nerón jalaba con las tirillas de la manta. Me sentí violento. —¡Nerón ! ¡Nerón, aquí! Encaminé los pasos hacia el fuego. Yo sabía de qué se trataba el negocio. La muchacha se dio cuenta de que yo me iba acercando por detrás, dio un respingo, agitó su cabellera salvaje mientras se le descolgaban las rosas del lago sobre sus hombros desnudos y se redujo en el acto: soltóse de las amarraduras y chichisbeos del viejo y huyó de la sangre de los perros por entre el herbazal acuático. A don Mateo se le mudó la voz: “¡Córtala, Luciano! ¡Córtala!”. Era una lechuza del espíritu. Ya no daba más: se me agolpó una masa de hielo en el pecho. Me eché la escopeta al hombro, la mira al ojo, y le volé la cabeza al pato silvestre. Quedó un montón de plumas flotando en el agua. Esa misma tarde llegamos al fundo. Llegamos en silencio. Don Mateo se enclaustró en la choza de los Zentenos y le bastaron tres días para morirse. No quiso hablar con nadie, menos conmigo. De eso me acuerdo bien. Aquí le dimos un entierro fausto. ** Marco Villarroel Bruna http://www.letralia.com/firmas/villarroelbrunamarco.htm Escritor chileno (Quillota, 1945). Reside en Suecia desde 1973. Titulado en matemáticas, es también lingüista y programador. Ha publicado Bosquejo de otoño (1978), Cuentos en el exilio (1980), La olla del tiempo (1989), El círculo de Venus (2010) y Una vaga complicidad (2012). Trabajó en la Universidad de Uppsala (http://www.uu.se). Actualmente está jubilado. === Cuatro poemas Esther Martín Blanes =============================== *** Pinceladas Perfiles de esqueleto en la retaguardia alzados de avanzada edad, rivales de la paleta coloreada de humor cíclico que llora, sonríe, se lamenta. Y si descansa plácida, asidero de altura, su Madre, enfática y encarnizada, aculturados y hastiados, al amor de sus profundas brasas, duraderas en empeño, desapegados de la carne, estáticos, ellos descansan plácidos. Y cuando la bóveda gime y se descarga su pena, mayor en rebeldía, se agita despeinada de insensatez, olvidada de las Eras, en la montaña de alambicados senderos, la melena brama entre crujidos de madera airada. La sonrisa de lianas colgantes, en unión sinonímica, sobre fondo marino de cota encumbrada, suaviza sus rencores, y su Madre cruel beneplácita, bendice el dibujo de sus perfiles de vanguardia. *** Consejo de sabias Excelentísimas damas de porte indiferente reunidas hoy para esclarecer composturas para adivinaros los nuevos corsés, esos hierros de antaño, para saberos divinas. Presidiendo la Miseria; a su diestra la Injusticia, a su siniestra la Soberbia; más allá la Envidia, más acá la Impaciencia. En el centro Ella, sol de soles, fémina de féminas, aún enjuta y marchita, arrugada y chaparra, soberana se aferra con laca negra a su era y es aquí la mejor peinada (moreno moño engominado), la mejor vestida (altas hebillas sobre estalactitas), la peor disimulada (zainas ojeras que quisiera glaucas). Es el año de la Desesperanza en el calendario escatológico. En el consejo de sabias glorias, soberbiosa y envidiada, miserable, injusta e impaciente, ella fluye sin orillas ella silba sin átomos ella asiente sin aquiescencia. La Señora funde en su corpúsculo sin evidencias vuestras mejores mugres, creaciones infalibles inspiradas en la Historia. Las vetustas reinas, esquilmadas en sus virtudes, ceñudas se resignan a vivir reminiscentes y esperan amargas el olor de los rugidos que desprende el paso de las páginas de un diario. *** Falsa agreste Me labré a mí misma con mañas de veterana campesina horticultora de sentimientos avezada artesana de la tierra fértil. El tempero del campo se reflejaba en mi alma cálida cuando, con luna plena, la ladera que ardió incesante durante años de rutinario empeño se despeñó por mis cadenas de ganglios soliviantados. Lo que cultivé verde vida, fertilizado con mis anhelos, se descubrió negra ceniza al alba; lo que escardé, creyendo mala hierba, fue mi candor de amanuense herida. Y lo que había sembrado se enfermó, se enfermó de topos subterráneos de cien ojos inútiles, momentáneamente perenne en la garbosa superficie, mas radicular polvorienta. Me transformé en lobo hambriento hasta el crepúsculo y husmeé en los restos de mi labranza aullándole a la luna con ira cuando me saludó tímida, sonriente y protectora, omnisciente elevada en el silencio. Con mi saliva rabiosa aboné de realidad, sin conocerlo (sólo ella sabía), mis futuros terrenos, aún baldíos. El misterio irresoluble de la semilla que germinará persiste lúcido en mi alma falsa de agreste. *** Si me quedo quieta y me torno gris Si me quedo quieta y me torno gris y mis errores, gigantes torpes, calan las nubes a mi cabeza como Cernuda abrigó su torso, quizá pueda mimetizarme; Si me resisto a sufrir el verde estado y mis errores, perros rabiosos, remontan el vuelo hacia sus cumbres infernales como Santa Teresa arrulló su éxtasis quizá logre salvarme; Si me transfiguro marcescente roble de raíz ajada y mis errores, rayos tronantes, Iluminan de nuevo el sendero como Guillén afirmó su inmensa bóveda quizá consiga olvidar; En el mar defraudado mimetizada de la salada derrota salvada y del abismo de la esencia olvidada ahora me sé lejos, desencontrada ausente de mí, porque en mí me hallo y para mí soy y porque soy barro, penumbra, sabor. ** Esther Martín Blanes http://www.letralia.com/firmas/martinblanesesther.htm Escritora española (Madrid, 1981). Es enfermera de profesión. Estudia teoría de la literatura y literatura comparada en la Universidad Complutense de Madrid (UCM, http://www.ucm.es). === Fake prizes Cristina García Ramírez ============================== Pablo respira profundo, son las ocho de la mañana. La gente recién entra al hotel, firma en la mesa de registro de la chica rubia que nunca puede faltar. Los niños ingresan dando giros y saltos. Alguno lo empuja, como de costumbre. La recepcionista le da sonriente una etiqueta de identificación y le permite el acceso. A las ocho con quince, las familias entran presurosas a grandes salones etiquetados con rangos de edad. Los adultos, uniformados con camisetas que tienen el nombre de sus hijas en el frente, acomodan banderitas, grabadoras para un último ensayo y ajuares coloridos. Arrastran a las niñas que quieren seguir jugando en el maletero de la recepción y sus corazones comienzan a latir cada vez más rápido. El maletín de Pablo inicia su habitual recorrido, asomándose a los salones llenos de niñas que lo miran por el rabillo del ojo, sentadas en bancos. La primera voltea de golpe. —¡Candies, mommy, candies! —grita, provocando que el lápiz se le corra hasta la oreja. La madre hace un ademán y le pide cuatro tubos de Sugarmix. La niña corre a arrebatarle la primera entrega del día y su madre se la quita para evitar que la abra con los dientes. Luego de cortar la punta superior con unas tijeras, le vacía el contenido directamente a la garganta. A partir de ese momento, niñas por todos los salones ingieren grandes cantidades de las pequeñas bolitas de azúcar pintadas de cualquier color, para permanecer despiertas las siete horas restantes. Adultos las secundan agitando los tubos y llevándoselos a la boca cada cinco segundos. Alternan las ingestas con regaños por no ejecutar correctamente los pasos y con mayores suministros de azúcar a las alteradas concursantes. Como en cada certamen, Pablo ha pensado que podría conseguir un empleo donde aprendiera más sobre computadoras, pero no se queja, entre los concursos de los últimos cuatro años y su trabajo de rebanador/mesero/cajero en McDonald’s, ha aprendido a observar a la gente y a temerle un poco menos. Aún no se acostumbra a la euforia de las madres detrás del jurado, como no se acostumbra a la de los niños por las cajitas felices. Los percibe como costales de azúcar hechos de carne y le parece cada día más evidente la similitud entre ambos empleos. En el local entran adultos de todas complexiones con niños soltándose de sus manos al entrar y corriendo como dementes con los ojos resplandeciéndoles por los colores vivos de las golosinas, de donde brotan pequeñas ganzúas que se les enganchan y los jalan bruscamente hasta que sus rostros se hunden en helados cremosos y albercas de pelotas. En el hotel, es el maletín de Pablo el que escupe largas manos pegajosas con la capacidad de adherirse enseguida en las cabecitas llenas de hairspray y extensiones de cabello rizado. A las once de la mañana, las madres parecen predadoras, sus miradas amenazantes escudriñan a cada contrincante, enmarcadas por melenas acicaladas. Niñas lloran. Adultos les detienen las lágrimas con pequeños toquecitos en las comisuras de los ojos evitando así la caída sobre sus cachetes rosados y brillantes. Las madres dan los últimos toques a peinados y vestidos. Una mujer mete los pulgares en la boca de su hija para asegurar que las fundas se peguen bien a los caninos —la dentadura blanca les da puntuación extra, pero nadie quiere correr el riesgo de que caiga sobre los piececitos de su portadora. Otra hace un recorrido con la espalda erguida, recordándole a la pequeña cómo caminar. Las largas horas del concurso se reproducen en la mente de Pablo: las familias se sientan a esperar que sus niñas salgan disfrazadas de adultos editados y sonrientes. Pablo se para en un extremo, sosteniendo los tubitos de plástico a una altura que permita a todos ver que aún está ahí y tiene lo que cada uno necesita para sobrellevar la ansiedad. Ya no pone atención al concurso —al menos no a las presentaciones musicales preparadas por madres claramente proyectadas en el acto— como lo hacía al principio. Ahora sólo se para y observa a los hermanitos corriendo o llorando, a la madre que baila frente a su hija para que no olvide los pasos, al padre orgulloso, la anciana dormida, las juezas haciendo anotaciones... observa a su mercado, cada vez más decepcionante y pegajoso. Terminada la exhibición, la gente se amontona afuera del salón de hotel. Sus vahos se mezclan en el pasillo y los murmullos les llenan las orejas. El jurado, encerrado, discute quiénes obtendrán los codiciados premios. El maletín naranja y gastado se cierra luego de un servicio rápido y eficiente. Pablo se lleva la mano a la cara y se limpia el sudor, mirando la bola de gente pegada a la puerta: carnes acumuladas que apuestan y se felicitan con los pies sobre la alfombra, entre montones de tubos plásticos babosos y hormigas que salen en busca de los restos. Eight, please, balbucea un niño pequeño que ha logrado salir de entre el gentío amontonado. Pablo hace la última entrega, recibe su pago y ve al niño perderse de nuevo entre los cuerpos que finalmente entran, más eufóricos que hace siete horas, a escuchar el veredicto. Pablo no se mueve. Oye las premiaciones desde afuera y luego ve salir familia por familia: sonrientes cargando sobres de dinero y trofeos en las manos, tristes jalando a sus hijas que protestan y gritan, indiferentes con bebés llorando porque la crinolina les pica las piernitas. ** Cristina García Ramírez http://www.letralia.com/firmas/garciaramirezcristina.htm Escritora mexicana (Morelia, Michoacán, 1988). Es estudiante de la licenciatura en sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam, http://www.unam.mx) y pasante en derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (http://www.umich.mx). === Ojos claros (extractos) Alcides Rojas Gil ======================== *** Donde jamás estuve Ha vuelto a nuestra puerta el que dimos por perdido parece que jamás hubiese tenido que partir No pregunten dónde estaba pues la voz se le tornó ronca y la memoria vulnerable Después de todo ir o venir es sólo un punto de vista y la ausencia es un corto paseo avezado a las inflexiones del silencio una línea que define el horizonte cóncavo convexo un viaje sin predestinación a través de las grietas por las que el sol declina A nuestros ojos todo es incongruente a sus ojos todo es idéntico y ya nada es igual El helecho se marchitó la tinta se seca adherida a la pluma apartada sin volver a surcar el papel Las mantas están decoloradas una arruga surca la frente y se refracta en los días de vigilia El tiempo punto indefinible la brisa se levanta y tras lo que se lleva deja arena en los ojos Mi mirada está fija en una cortina de visiones Hace mucho que no oro hoy siento la imperiosa necesidad de hacerlo La vieja tela cae sobre mí al caer la noche sudo fría y copiosamente pronuncio después de mucho el nombre de Jesús y me sumerjo en una paradoja tras un momento de contrición *** Voces En la madrugada sanarán mis heridas ya no seré buscador de revanchas la creí árbol de buen fruto abrió las ramas de mis ojos y los lamió Simboliza una culpa desnuda en mis sueños está pálida bajo el cielo raso se desata las trenzas en la estampa de un mundo sin lunas Se acercó de una manera distinta caminó en pos de mí y probó de mi plato ha plenado el mundo de granos de café y exprime naranjas en mi boca La envidia es un río bordeado de helechos aquel sueño trae olores de primera vez cantos de primer día Detrás del fogón de mi memoria besa la tierra donde dicen que nací mientras juegan cartas los viejos Los oye brindar mientras desentraña las entrañas de la madrugada *** Exhalación No sé si volver pero si lo hago y veo que ya es tarde no lloraré Ahora tengo los ojos cosidos soy un entorno de naturalezas muertas Ella es concupiscencia y engorda como cerda Mientras copula su leche fluye y se almacena en las muescas del pecho Se ensombrecen aquellos días de fiesta el vicio se hizo a la noche como la lengua a sus aureolas Ahora es día de juicio final todo ha muerto con el único propósito de resucitar *** Una mañana Las esferas de fuego que abriga en sus cuencas me encontraron de pie me coloqué en su frente tenía cara de vidrio y manos trémulas Aparte el resto de los sentidos aún duerme en el abisal saco del sopor Soy un pensamiento avanzo hacia los restos del día tropiezo con el hambre de mi padre y sus horas ásperas Trato de emanciparme pero no puedo salir de este dédalo desquiciante Al redibujarse el alba el lastre no será distinto Esta mañana es como cualquier otra pero yo no la percibo igual Fría la ansiedad se suspende el día pasa de largo y la noche llega como por inercia como por un accidente que separa y une los párpados Sus manos corren la cortina y miran la luna ahora puedo mirar a través suyo en las mañanas que simbolizan mi resurrección *** Morichal El techo debió quedar más alto y más contraídos sus cráteres así lo que sembré podría esbozar un poco de libertad y podríamos soñar con torbellinos de hojas Sonreiríamos y nuestra voz sería meliflua Todo crecería aunque el cielo esté cargado de ácido la lluvia no semejaría un llanto de lanzas cruzadas de flores contra el cemento Grita la gente afuera el agua rasguña los cristales todos tienen hambre y miedo Más allá del llanto los morichales derrotados tratan de alcanzar una torre eléctrica que les señala la afrenta en su carrera hacia el cielo *** Errática Como su estrella es roja sé que no puedo confiarme Errante y errática vuelve a expulsar su aliento para castrar sueños me desarropa me arranca la piel mientras juega con mis labios mi psiquis es una plastilina macera las hojas caídas de mi voluntad En las noches jóvenes nubla mis ojos enfermos *** Pécor Un camino lleva a la montaña hay cielos que duermen en ella mi boca se quiebra la tormenta enmudece con labios vibrantes Mientras los ríos cambian de curso recuerdo la manera de mirar al mundo Hay mucho sin ti de truenos y truenos que no dicen nada A los oídos que son un adorno los ahoga el sonido del madero y la piedra canta sus deslaves El pan sobre la mesa hace añorar al África niña y su tierra sagrada Tengo sal en la boca lastima la herida la tersura de su piel ha nacido para corroer mi alma no hay nada dulce cuando se vacían los ojos y un paso sigue al otro y al otro sólo por hacerlo en este mundo pequeño *** Aflicción Releí todas sus cartas eran mariposas sobre la hoguera a veces somos náufragos de sueños a veces levamos anclas sobre sus turbios cursos ave cansada sobre las aguas de la muerte Hora de cenar en casa de los burladores inhalo el olor de este hogar palpo el vacío entre las paredes beso las mejillas del asco Acércate que mientras escribo la alegría vuelve a echarse a mis pies como manso perro los niños se descalzan portan una fuente de caramelos y la bendición de las lágrimas que no se marcan *** Fugacidad Concédenos la voz de lo imaginario la verdad carece de importancia lo importante es vanidad Tenemos perlados los labios con un rocío de espejismos anida en mí la mentira se hilvana sin dejar de vociferar Observen cómo se transfigura no lo hagan con sarcasmo estamos ante el verdadero opio de este mundo triste *** Cestas vacías Hay una guitarra rota al lado de una retrospectiva de la contracción que recoge la memoria Siempre veremos tres mujeres una de ellas saluda una fuga eterniza su pañuelo y lo acopla al vacío La brisa parece que eriza el agua creo que bordea el jardín y sigue Una barrera pétrea y la distancia serán contenedores del cielo un eje solitario demarca lo “lejos” Será un saludo a lo invisible de las redes que jamás llegarán al agua y en su inacción parecen pasmar todo en un cuadro de antaño unas velas azules y una guitarra sin cuerdas ** Alcides Rojas Gil http://www.letralia.com/firmas/rojasgilalcides.htm Poeta, ensayista y narrador venezolano (Caripe, Monagas, 1970). Es miembro fundador y directivo de la Fundación Cultural Fundaurimare, del papel literario pezdeplata (http://www.pezdeplata.com.ve; VI Premio Nacional del Libro por el Centro Nacional del Libro de Venezuela, Cenal, http://www.cenal.gob.ve), y del papel literario Criba, encartado en el diario El Sol de Maturín (http://www.elsoldematurin.info). Mantiene la columna de ensayos Bitácora de libros y autores monaguenses en la revista Etcétera (http://www.facebook.com/pages/Revista-Etcétera/111453985538560) del diario La Prensa de Monagas (http://www.laprensademonagas.info). Textos suyos han sido publicados en la antología de poesía I Certamen Internacional Toledano “Casco Histórico-2013”, en la de ensayo Narrativa de Julián Padrón, visión y revisión y en las de Latin Heritage Foundation (http://www.latinhf.com; Estados Unidos) Al este del arco iris (cuentos), Hijos de la pólvora (poesía) y Con otra voz (poesía). Tiene varios títulos inéditos. Participó en el Proyecto de Rescate de la Memoria Histórica de Julián Padrón y en otros proyectos culturales. Ha dictado talleres de creación literaria para el Instituto de la Cultura del Estado Monagas (Icum, http://institutodelaculturadelestadomonagas.blogspot.com), el Gabinete del Ministerio de la Cultura del Estado Monagas (http://gabinetemonagascultural.blogspot.com), el Instituto Pedagógico de Maturín (http://www.ipm.upel.edu.ve) y la Red de Bibliotecas e Información del Estado Monagas (http://www.monagas.gob.ve/redbim). === Dos relatos Luis Paucar ========================================== *** Monólogo impersonal Empecé a morir desde que nací. Cuatro mil respiros significaban un minuto menos de mi existencia, sesenta segundos de silencio mineral. Viví solo, errático, pensando que el paraíso era la noche líquida, plasmática, horrorosa, aunque sólo era un palacio putrefacto donde me revolcaba a sus anchas. El amor nunca llegó a mí y me cansé de buscarlo en lugares endemoniados, en ángeles con rostro de santa puta. Me recuerdo yendo bajo la lluvia, mi traje ultrajado, sin volver a casa por mucho tiempo, sin comer, sin beber un poco de agua aun cuando la sed parecía cuchillazos, latigazos en la garganta. Y esa era una forma de pagar mi condena. Soy pecado piadoso. He hecho llorar a mamá muchas veces, la ahogué despierta, la maté con una pistola de papel. Eso ya no me importa ahora, ya no. Cada lágrima suya fue una roca que me catapultó en el infierno de su llanto, en el iris incandescente del propio diablo. Pero quiero que sepan que, entre el cielo y el infierno, prefiero el infierno. Fuego originado por el gas propano. Humo de cigarrillo armado por papel de biblia. Llamas azucaradas lamiendo mi cuerpo combustible. Comburente. Insípido. Soy un ser cuya vida fue insípida desde el comienzo al punto de necesitar el mar y sus salíferas olas. Mi cuerpo es David y el mar, Goliat; y la barcaza de Caronte se bambolea en tremolina contra las gaviotas arrechas, sicalípticas, en las curvilíneas figuras de mis sesos. Soy un morfinómano de la soledad asfixiado por mis barbas de algodón mohoso. Soy el silencio que grita; catorce mil hormigas pisoteadas. Soy un escribano inútil; el rastro invisible que antecede al rayón del lápiz. Pero yo, sobre todas las cosas, amé la vida, me aferré a ella como a una rosa, pero la rosa tenía espinas que desangraron las yemas de mis dedos. La hemorragia me dejó en coma. He pasado a ser el ausente que está. No le temo a la muerte. Mi ausencia sólo puede ser el zumbido de una mosca estrellándose contra el ataúd. *** Letralia A quería ser B; lo gritaba a los cuatro vientos. Un día B se vio de perfil, en el espejo, y se dijo: debo hacer una dieta rigurosa. Los 226 días siguientes la pasó comiendo lechugas. No se sabe si enflaqueció. A O le habían diagnosticado diabetes por su obesidad axiomática, y cuando fue al recatado doctor C, éste le recomendó iniciar una dieta que consistía en eliminar sales y azúcares de sus comidas. Ya no más sopa de letras, le dijo el doctor C. Un día en el abecedario, ese lugar donde se reunían a tomar el té de las seis, vieron, en una esquina, sentada, a H. Era la única en el abecedario que no podía hablar. Y sin embargo, era deliciosa, hermosa, tan hermosa que ermosa no existe. ** Luis Paucar http://www.letralia.com/firmas/paucarluis.htm Escritor peruano (Piura). Estudiante de periodismo. ||||||||||||||||||||||| EL REGRESO DEL CARACOL |||||||||||||||||||||| === Juez en el invierno, de Jorge Gómez Jiménez Les Quintero ========= Juez en el invierno Jorge Gómez Jiménez Relato Editorial Lector Cómplice (http://lectorcomplice.blogspot.com) Caracas, 2014 ISBN: 978-980-7477-205-3 44 páginas En este cuento de Jorge Gómez Jiménez, una importante universidad invita al escritor venezolano Raimundo Trillo a participar como jurado de un certamen literario. A partir de esta invitación, el personaje inicia una desternillante peripecia como juez del concurso que debe premiar la obra más representativa de las letras jóvenes de un país tropical. El viaje de Raimundo Trillo está hilvanado por una ironía que no busca provocar, sino exponer la vivencia desde la perspectiva cotidiana del escritor, quien sobrevive con una menguante economía y debe aprovechar cualquier oportunidad para ganarse un dinero extra. Juez en el invierno explora con humor no solo el discurso literario convencional en el que inserta sus reflexiones cargadas de lenguaje irreverente, sino también la autosuficiencia del escritor-jurado y las zancadillas de un dios burlón que se aparece en los lugares más inesperados. El manejo estético que hace el “maestro Trillo” desbroza las fórmulas de cortesía (de profusión barroca) hasta provocar la ruptura discursiva con lo socialmente correcto. Esta transgresión ofrece a cambio una relación directa con la realidad ficcional del personaje, despojada de ceremonias inútiles. Raimundo Trillo evoca al pícaro y sus delirantes aventuras (o desventuras) en un evento disparatado. Juez en el invierno se recrea en los aspectos lúdicos del lenguaje, al narrar la historia del jurado al que solo le interesan los dólares que le pagarán, los problemas que puede resolver con ese dinero cuando haga el cambio a la moneda nacional, en el mercado negro, por supuesto, y en lo bien que lo pasará en la playa rodeado de chicas. ||||||||||||||||||||||||||| POST SCRIPTUM ||||||||||||||||||||||||||| “Muchas de las novelas que entonces leía y admiraba sólo me interesaban por sus enseñanzas técnicas. Es decir: por su carpintería secreta. Desde las abstracciones metafísicas de los tres primeros cuentos hasta los tres últimos de entonces, he encontrado pistas precisas y muy útiles de la formación primaria de un escritor. No me había pasado por la mente la idea de explorar otras formas. Pensaba que cuento y novela no sólo eran dos géneros literarios diferentes sino dos organismos de naturaleza diversa que sería funesto confundir. Hoy sigo creyéndolo como entonces, y convencido más que nunca de la supremacía del cuento sobre la novela”. Gabriel García Márquez, Vivir para contarla (2002). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviarnos algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. Usted puede verlas en el Web en http://www.letralia.com/tierradeletras/publicar.htm. 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