Sueco
Bruno K. ÖijerPoemas de Bruno K. Öijer

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De Svart som silver

Nunca

construyeron
un trono para mí
se quiso que me sentara allí
que recibiera ofrendas y escuchara homenajes
pero primero debería probarse
que yo era yo y ningún otro
y puesto que yo era tan difícil de encontrar
la búsqueda se fue prolongando

algunos afirmaron
que me habían visto recientemente
no era yo aquel niño
que siempre se sentaba solo frente a la ventana del altillo
y que armaba un castillo de naipes de lluvia
mientras afuera el bosque de pinos
se balanceaba en el frío
suspirando largamente a causa de algo duro y penoso

otros no estuvieron de acuerdo
y decían
que yo debía ser decididamente mayor
ellos me habían visto en una gasolinera
yo me había bajado de un Mercedes blanco
con las llaves del auto en la mano
bronceado y vestido con algo que podría interpretarse
como una sonrisa introvertida

eso es incorrecto
dijo alguien
yo lo vi la semana pasada
durante una procesión de Pascua en una aldea griega
él llevaba una corona de espinas y arrastraba
una pesada cruz de madera que marcó un surco sobre la tierra
yo vi cómo él sudaba sangre
pero lo extraño fue
que cuando conduje rápidamente de vuelta
y pasé por el camino de playa de otra aldea
él estaba ya sentado allí
recién afeitado fresco y al parecer imperturbable
había recién prendido un cigarrillo
y parecía hablar consigo mismo
o era quizás con las olas del mar

no entiendo nada
interrumpió una mujer
él ha estado acostado aquí todo el tiempo
conmigo en mi cama
cuando no es que está sentado y bebe tequila
en el Café Vesuvio en San Francisco
ciertas tardes si el ocaso es generoso
y llena su vaso él habla incesantemente
sobre la batalla de Alamo y la de Little Bighorn
o de cómo ha intentado
enderezar el presente
hasta que sus manos se enfriaron

no puede ser él
dijo una pareja de ancianos
a él lo vemos todos los veranos
no dejaría nunca su modesta finca
o su jardín
anda siempre
bien vestido por el bosque con un traje negro
pero él no se trata con nadie
no permite que nadie se le acerque
todo su mundo son sus gatos recién nacidos
y flores silvestres azuladas

no sé
dónde está él en este momento
dijo un hombre
pero yo lo veo frente a mí
nos encontramos cuando yacía en un hospital enfermo de tifus
entre las montañas allá en los Andes
podía contar sus vértebras
y por lo menos una era una varita mágica
yo no sé nada de magos
pero recuerdo por lo menos su voz
cuando dijo que él nunca
se sentaría en un tren
que no pudiera elevarse de las vías
y acercarse al cielo

qué extraño
dijo una voz
yo lo he conocido toda mi vida
y no ha estado nunca enfermo
su teléfono sonaba constantemente durante las noches
eran personas desconocidas
que contaban que estaban quebradas interiormente
yo supongo que querían algo de él
y una vez fue tan pobre que
pudo tirar todo su dinero
estoy convencido de que
si hubiera arrojado un hueso hacia la hierba
hubiera logrado que la vida misma corriera a recogerlo

nunca
me ha gustado
dijo otro más del montón
lo he visto vestido con harapos
puedo jurar
que consume todas las drogas existentes
y no fue él el que escribió
que solamente salimos en libertad un par de semanas por año
para sellar los exteriores
de la prisión que hemos hecho de nuestras vidas
no fue él el que escribió
que las estrellas vigilan la tierra
apuntan sus extremos luminosos sobre las heridas abiertas
que llamamos países y ciudades

ustedes
han malentendido todo
dijo una adolescente
él ha escrito solamente un poema
y se trata de amor perdido
yo sé dónde está
yo sé a quién buscan
él fue el único en que detuve mi mirada un día
en que miré hacia afuera
a través de este rígido paisaje sin vida
él era la rama que todavía se ondulaba
donde el pájaro desaparecido había estado posado
y ustedes pueden seguir construyendo su trono
él nunca va a sentarse allí
nunca

 

Desaparecidos sin dejar rastros

he arrojado
me he deshecho de la mayoría
y ya no me quedan muchas palabras
pero no las abandono
no se las cedo a nadie
hago lo que todos
deberían hacer por sus hijos
mantengo mis palabras pegadas a mi pecho
y las busco
cuando las noches se hacen largas oscuras y frías
y cuando se duermen
me quedo sentado sin moverme y hago todo lo posible
para no despertarlas
tienen que dormir tranquilas
no durante mil años pero eternamente
y ya no me duele decir
que te entiendo a ti que empiezas
a sentirte más y más extraño
en este mundo
entiendo a las personas
que dicen que ya no quieren vivir más
de pronto ya no existimos
desaparecidos sin dejar rastros
lo he escuchado durante toda mi vida
lo he escuchado hasta el cansancio
y no me ofrezco
no cuenten conmigo
he arrojado
me he deshecho de casi todo
no guardé mucho
me quedé con lo que cae
me quedé con un puñado de copos de nieve
cuando yo lo ordeno
vuelven a caer
cuando yo lo ordeno pulverizan las montañas

 

La sangre en la nieve

esta tarde está todo silencioso
caluroso y quieto
como si la vida caminase descalza sobre la hierba
los últimos rayos del sol
ya no pelean en las copas de los árboles
sólo se empujan juguetonamente
y cuando el ocaso se acerca
me pone delante una silla
me siento a la mesa
dejo pasar el tiempo
pero después de un rato
y sin motivo
cae un peso sobre mí
y recuerdo lo que dijiste una vez
que estamos al final de un pérfido cuento de hadas
y que deberíamos
volver las páginas hacia atrás
hasta las primeras páginas felices
donde el oro reluce
en el bosque negro de pinos
y donde ese venado herido
se vuelve a levantar y lame su sangre
lame pétalos rojos en la nieve

 

En el extranjero

cuando te despiertas
eres tierna y cálida
y todavía extranjera en tu cuerpo
vienes de correr sobre páginas de arena
en un paisaje
que era un libro abierto
las olas del mar rodaban como renglones
y rozaban tu pie
largas oraciones luminosas se intercambiaban
se turnaban para perseguirte por una cuesta empinada
de tu mano
resbaló un pequeño sol negro
con un zumbido
fracasando en la tarea de poner
punto final

 

En el sueño no había nadie

grité mi nombre
en el silencio inmenso
y resonó el eco contra mí
rodó sobre el paisaje agreste solitario y ajeno

y en el sueño
no había nadie
las tribunas estaban vacías
todo era frío y espantoso
como si enterráramos a la vida misma
o al corazón de la vida
o solamente a alguien que hubiera estado lleno de vida
una niña quizás
ella que habría querido hacer tanto
debajo de sus uñas
había restos de hierba y arena
del mundo que habría construido
y aunque todo su cuerpo estaba completamente quemado
y sólo quedaban las cenizas
sus ojos tenían vida y miraban alrededor
todavía tenían esperanza
pedían ayuda

 

Descubierto

a la mesa puesta
estaban sentados los adultos conversando
jugabas a que la distancia
el mismo vacío entre ellos
semejaba una corona sobre sus cabezas
y entendiste muy temprano en quiénes podías confiar
quiénes apreciaban aquello que crece libre
los demás estaban solamente sentados inmóviles inseguros huecos
y no mostraban sentimientos
no mostraban nada
como si sus vidas y sus almas
fuesen los lugares del delito
lugares que ellos mismos ya no se atrevían a visitar
por miedo a ser sorprendidos
descubiertos

 

Misterio

los cuartos
se desperezan
como felinos veteados por la luz de la mañana
escucho el ruido de tus pasos
cuando vas por la escalera al piso de abajo
y me quedo tendido en la cama
me doy cuenta de pronto
que hace rato que estoy acostando mirando fijamente a las paredes
mientras las paredes con calma me devuelven la mirada
y no sucede nada
pero parece que transcurriera una eternidad
hasta que decido liberarme
e intento volver a dormir
intento concentrarme y que se me ocurra algo
llegar a un lugar
donde toda la angustia sólo es una lluvia fina
sobre las cosas que olvidé recoger por la noche
un lugar donde ya
no necesite preocuparme acerca
de lo que los seres humanos hacen
los unos contra los otros
un lugar que nunca he mencionado
y que nunca abandono
estuve allí sentado una vez
y refresqué mi mano en la profundidad
vi todo frente a mí
vi mi vida
vi las ondas en el agua negras como la plata