Rumano
Breve antología de la poesía rumana contemporánea

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Catedral católica en Piata Mare, Sibiu (Rumania)Poesía rumana contemporánea: entre la afirmación y la supervivencia

“Podemos vivir sin pan, pero no sin poesía...”.

Si al inicio del siglo XX el simbolismo francés se eclipsa como fórmula estética (“Maintenant il faut des barbares!”, era una de las exclamaciones del momento), por su parte, el simbolismo rumano acaba de aparecer. Evidentemente, dada la conocida influencia de la cultura francesa sobre la de Rumania antes de la guerra, esta corriente literaria ha seguido, al menos unos años, el modelo ya consagrado (y consumido...) en el espacio cultural francés. Así que es posible afirmar que los poetas rumanos contemporáneos continúan, cada uno a su manera, el simbolismo, pero en condiciones históricas muy diferentes, debido a que el simbolismo rumano es un poco contradictorio como doctrina y formas de manifestación. En primer lugar, sus representantes (re)descubren la poesía como una actitud particular de ser en el / este mundo, e igualmente son capaces de entenderla (y practicarla) como la única manera estética viable para construir un universo privilegiado, diferente del de la vida real. Además, todos los poetas rumanos de esta nueva generación están conectados con los istmos de la época moderna; una época que, en el más vasto espacio europeo, es animada por el espíritu tutelar del vanguardismo (futurismo, dadaísmo... o lo que sea...). Podemos decir, entonces, que el simbolismo rumano se transforma casi sin que se sienta, evidentemente e inevitablemente en el más claro modernismo, especialmente en la poesía; es decir un modernismo visible sustancialmente en la estructura y contenido de la poesía de esta época. Por este motivo, en Rumania, la importancia de las primeras décadas del siglo pasado no puede ser negada; y tampoco la del simbolismo rumano en su totalidad, visto como el verdadero punto de partida para nuestra entera poesía moderna. Por supuesto, hasta entonces, aquí han surgido grandes poetas, por ejemplo Mihai Eminescu, considerado, justificadamente, como el último romántico del viejo continente; o Alexandru Macedonski y tantos otros... pero en las circunstancias político-sociales del sureste europeo es difícil demarcar una verdadera historia de la poesía de esta región. En Rumania hay una tradición poética clara y continua, sin alguna duda, pero la historia real de la lírica moderna comienza en los primeros años del siglo XX. Los nombres de creadores que pueden ilustrar esta afirmación no son pocos, pero he preferido iniciar esta mini-antología con Lucian Blaga, también autor de un sistema filosófico destacado en el contexto general de la cultura rumana. Luego incluyo poetas tales como Ion Vinea, Emil Botta, Magda Isanos y Ştefan Augustin Doinaş, terminando con la lírica de Nichita Stănescu y Marin Sorescu. Una historia muy personal de la poesía rumana, como la de cualquier otra antología... Con un punto importante para enfatizar y que el lector extranjero no debe olvidar: durante un decenio, con más precisión entre 1948 y 1958, la poesía rumana es casi inexistente por culpa de una brutal intromisión de la política (ideología) en el espacio literario. Ejemplo trágico, sin duda, del camino que los regímenes totalitarios intentan imponer, también en el más delicado segmento de la cultura de un país, su lírica. Y algo más: a pesar de todos estos aspectos negativos, la poesía rumana ha sido muchas veces considerada como la única forma de sobrevivir a dichos tiempos. La poesía rumana ha sido casi reinventada por la generación poética de los ’60 (1960); por consiguiente, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que ella va a continuar su existencia, porque, como Marin Sorescu ha dicho, “podemos vivir para siempre sin pan, pero no sin poesía”. Una afirmación que cada generación lírica debería respetar de vez en cuando... ¿siempre?