Letralia, Tierra de Letras - Edición Nº 12, del 4 de noviembre de 1996

Las letras de la Tierra de Letras

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La quinta casilla

Juan Pablo Ona Hartman

(Nota del editor: el amigo Abelardo Mena nos ha ofrecido los textos que continuamente son publicados por el Boletín Cultural BIZ, que dirige desde Cuba. En la edición de octubre, aparecieron los poemas de Juan Pablo Ona Hartman y un cuento breve, este último lo reproducimos aquí hoy. Los mentores del Boletín Cultural BIZ pueden ser contactados a través del correo electrónico).

El Peón Rey no podía continuar avanzando. La casilla siguiente le provocaba un intenso pavor.

—¿Qué le pasa? —preguntó el Rey a la Dama.

—No lo sé. Quizá se siente demasiado solo.

Y la Reina envió su caballero a protegerlo.

—Despreocúpate, muchacho (el Peón Rey sintió la voz grave del caballero de la Dama detras de sí), avanza sin temor.

Pero la quinta casilla le parecía tan fuera del poder protector del guerrero experimentado, que permaneció en su lugar, como petrificado. El Rey se preocupó aun más.

—¿Todavía no ha avanzado? —exclamó el monarca—. Si no logramos distraer al enemigo, jamás podremos derrotarlo.

—Pero es tan joven —suspiró la dama.

—Por miles de generaciones esa ha sido su tarea; y una guerra, querida, no se gana sin sacrificios.

—Majestades —intervino el Capellán Real—, los peones bronceados de mirada feroz en las líneas enemigas y, tras ellas, al Caballero negro acechando la casilla quinta.

El terror se apoderó de él. Entonces percibió que el Capellán de la dama estaba a su lado.

—Hijo —comenzó a decirle el venerable anciano con aquella voz suave—, es necesario que avances. Todos tus antepasados han servido fielmente a los de ti Rey por siglos completos. ¿Serías capaz de romper con la tradición y llevarnos a la derrota?

—Tengo miedo —balbuceó el joven—, tengo miedo a morir.

—¿Y qué es la vida sin sentido? ¿Acaso no es eso un morir más doloroso? —replicó su consejero—. Tú eres el Peón Rey como tu padre, tu abuelo y todos tus antepasados. Ellos nunca faltaron a la lealtad. Debes tomar la quinta casilla porque de ello depende la victoria de tu Rey y tu propia vergüenza. ¿No crees?

El Peón Rey asintió y el Alfil se retiró satisfecho.

Tras un silencio brevísimo, el Peón Rey aspiró profundamente y se lanzó a la debatida casilla.

Al verlo, el Rey agarró fuertemente el centro; la Dama se cubrió el rostro, los Capellanes pronunciaron sendas bendiciones.

Entonces el Caballero Negro cayó sobre él como un rayo y lo mató.


       


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Depósito Legal: pp199602AR26 • ISSN: 1856-7983