D. H. Lawrence
D. H. Lawrence.

Tres cartas de D. H. Lawrence a Katherine Mansfield

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Padstow, Cornwalles, Enero 7 de 1916

Mi estimada Katherine:

Me entero de que Murry ha partido a Francia para visitarla: eso está bien. También he sabido que usted se siente bien de salud y es feliz: benissimo!

Hágale llegar mi afecto a John.

Me encanta estar aquí, en Cornwalles: es tan apacible, tan alejado del mundo... Pero el mundo ha desaparecido para siempre. Ya no existe. Sólo en estos lugares queda algo de él, rodeado por una suave y bella atmósfera que nadie ni nada corrompe.

Mi querida Katherine, he dejado de atormentarme por el mundo y las gentes. Basta. Sólo resta ahora encontrar un lugar hermoso donde uno pueda ser feliz. Y usted y Jack podrán venir si quieren, cuando tengan necesidad de él. Y todos reunidos podremos ser dichosos, sin estar ya preocupándonos más, y discutiendo y tratando de hacer algo con el mundo. El mundo se ha ido, se ha extinguido como las luces de anoche del Café Royal.1 Se ha ido para siempre. Hay un nuevo mundo con unos aires nuevos, suaves e inmaculados, y sin otros habitantes que los recién nacidos: moi meme et Frieda.

No es posible regresar a Londres ni al mundo, mi querida Katherine, porque ha desaparecido como las luces de anoche del Café Royal.

Nosotros, Frieda y yo, le enviamos nuestro saludo de Año Nuevo, con muchos afectos. El primer año del nuevo mundo. Igualmente a Murry. El año viejo tenía que morir.

Pero yo no voy a luchar ni a debatirme más con nada. Iré como el plumero del cardo, hacia cualquier parte sin tener ningún lazo, y nada que ver con el mundo.

Afectos.

D.H. Lawrence

 

Zennor, Cornwalles, Sábado2

Querida Katherine:

Su carta acaba de llegar. Basta de picoteos entre nosotros. De nada sirve eludir el hecho de nuestro afecto mutuo. Nosotros los consideramos a ustedes dos, como nuestros amigos probados, verdaderos, permanentes y de la misma auténtica sangre. Sé que este verano seremos muy dichosos, muy dichosos.

Katherine Mansfield
Katherine Mansfield.

Ya le he descripto la casa: las grandes masas de granito calcáreo le gustarán muchísimo. Y luego la agreste colina primitiva que está detrás nuestro, el mar que está más allá de los pocos prados poblados de grandes rocas semisepultadas en la hierba. Hay muchos corderos en torno a su casa. Son muy mansos. Se están por allí y levantan sus cabezas hacia uno y luego brincan por el aire como pequeñas explosiones.

Y su habitación de la torre está completamente cubierta por grandes zócalos de madera, y tres ventanas artesonadas la completan: es de lo más cómoda.

No se preocupe por los muebles. Los pueden tener con muy poco. Estoy seguro de que viviremos en Tregerthen una larga temporada, años, como una pequeña colonia solamente nuestra. Y la guerra terminará antes del próximo verano. Antes del verano del año próximo.

Yo haré que el Capitán X... —el propietario—, un pequeño capitán anciano y suave como un niño, que tiene la manía de hacer alborotos, le haré, digo, poner su casa en orden antes de que vengan ustedes.

Muchos afectos.

D.H. Lawrence

Kot3 me ha dado un libro de Kuprin. Se lee muy bien. Mas yo no tengo gran idea de estos escritores rusos de segunda línea. Ribnikov es el mejor sin ninguna duda, pero su Japonés no está logrado, es un objeto más que un sujeto.

 

Jueves4

Frieda dice que usted se enojó conmigo, que yo le produje repugnancia. Estoy seguro de que no. La comprensión entre Jack, usted, Frieda y yo, parece muy grande, especialmente con Jack. Pero yo estoy seguro de usted, lo estaba aún antes de Cornwalles, salvo en lo referente a Jack. Si usted tiene que irse con él y él no se pone jamás realmente de acuerdo con nosotros, ¡bien! Pero las cosas se resolverán por sí mismas.

¡Tuve un sueño tan intenso ayer sobre usted! Soñé que venía a Cromford y se quedaba allí. Aún no venía aquí porque no estaba lo suficientemente repuesta. Usted se había sanado de la tuberculosis, me aseguraba. Pero aun había algo que no la dejaba remontarse hasta aquí.

De manera que marchaba conmigo. Era una noche muy estrellada. Mirábamos las estrellas y eran distintas, todas las constelaciones eran diferentes, y yo que buscaba a Orión para mostrársela, ya que ahora se la puede ver, me quedaba intrigado por estas compactas y cerradas constelaciones nuevas. Luego, de pronto vimos un planeta tan grande y espantoso y fuerte que, por un segundo estuvimos penetrados por él, poseídos, entonces le dije: “Este es Júpiter”, pero yo sentía que no era Júpiter, al menos no el Júpiter que conocemos corrientemente.

¿Preguntarle a Freud, a Jung su significado? ¡Jamás! Fue una estrella que nos traspasó por un segundo el alma.

Querría que fuera primavera para todos nosotros.

D.H.L.

(De David Herbert Lawrence, Cartas; con una introducción de Aldous Huxley. Traducido del inglés y nota preliminar de Narciso Pousa. Buenos Aires: Imán, 1945).

 

Notas

  1. Café de Londres, lugar de reunión de artistas y literatos.
  2. Abril, 1916.
  3. Koteliansky.
  4. ¿Febrero de 1919?