“Los doce libros”, de Marco AurelioDel Libro Primero de Marco Aurelio

I

Recibí de mi abuelo Vero:

Costumbres sin mácula; a no demostrar jamás impaciencia.

 

II

Recibí de mi padre, tanto por su reputación como por los recuerdos que me quedan:

Ser modesto y tener firmeza varonil.

 

III

Recibí de mi madre:

Enseñanza de piedad y beneficencia. A no practicar jamás el mal y ni tenerlo siquiera en el pensamiento. También, a vivir con frugalidad y huir siempre de las riquezas y el lujo.

 

IV

A mi bisabuelo materno, debo el no haber asistido nunca a escuelas públicas, haber tenido en casa excelentes maestros y el haber aprendido también que para ciertos objetos es preciso gastar sin cálculo.

 

V

Aprendí de mi preceptor:

A huir de los estudios frívolos; a no creer nada de lo que hablan los charlatanes y los impostores acerca de los encantamientos, conjuraciones de los espíritus malos y otros sortilegios. A no criar codornices para augurios, ni obstinarme en extravagancias semejantes.

A tolerar que se me juzgue con entera libertad.

Débole el haberme dedicado enteramente a la filosofía, y haber recibido en primer lugar las lecciones de Baquio, y luego de Tandasio y de Marciano.

Siendo yo niño, me enseñó a componer diálogos, a contentarme con un lecho modesto, cubierto de una piel sencilla, y, me enseñó, en fin, todas las prácticas de la educación griega.

(De Marco Aurelio. Doce libros. Traducción de N. Rufino. Buenos Aires: Tor, s/f. Nueva Biblioteca Filosófica).