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“Roteiro lírico e sentimental da cidade do Rio de Janeiro”, de Vinicius de MoraesVinicius de Moraes
Bitácora lírica y sentimental de la ciudad de Río de Janeiro (extractos)

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Presentación

Estos textos de Vinicius de Moraes provienen del libro póstumo Bitácora lírica y sentimental de la ciudad de Río de Janeiro (Companhia das Letras, 1992; reimpresión de junio de 2001), que lleva como subtítulo “y de otros lugares por donde pasó y se maravilló el poeta”. Es un libro curioso desde el punto de vista de las anécdotas que cuenta en la presentación José Castello, dado que la primera versión data de 1944, cuando el poeta enseñó el primer borrador a su amigo el artista plástico Carlos Scliar. Diez años después le hace entrega del libro con notas en algunos textos que decían “listo” o “por terminar” y le advertía que los que estaban ya “listos” podrían tener cambios a futuro. Otra versión inacabada entregó el poeta al escritor Otto Lara Resende y en los años 70 perdió una más en un vuelo de avión de donde fue bajado con una emergencia médica dejando sus papeles a bordo. Lo cierto es que el poeta nunca vio la publicación del libro en vida dados sus constantes cambios y versiones inacabadas. El mismo fue publicado doce años después de su muerte y no deja de tener el encanto de libros como Para vivir un gran amor. A pesar de la sencillez de su palabra se hace un tanto difícil su traducción dado que he procurado mantener la musicalidad de los versos. La palabra de Vinicius sin música puede ser sólo una versión triste. Y no sólo la música sino también el humor y la picardía brillan en sus textos. Desde que fui seducido por la música de Brasil siempre mantuve admiración por las canciones de Vinicius y en el único viaje que he hecho a Río, recorrí las calles de Ipanema buscando el espíritu de la ciudad que enamoró al poeta. No fue difícil hallarlo, estaba en el violão maravillosamente tocado por Cedón Alves; en prieto helado de açaí; en la mirada de una garota, de esas que inspiran canciones y poemas, en la Plaza General Osorio; en la alegría de un mineiro que por primera vez venía a Río y quien cantaba como loco y gastaba sus reales con chicas por el paseo de Copacabana; en la fuerza de Flavia, una morena que alquilaba sillas y toldos en la playa y defendía su territorio como una fiera de los otros vendedores; en el ambiente del bar donde, sentados, el poeta y Tom Jobin vieron pasar a la chica rumbo a la playa. Nunca llegué a ver cantar al poeta en vida, sólo en videos, pero llegue a presenciar un concierto de su último parceiro, Toquinho, en el cual cantó canciones del poeta y tuvo una dedicación muy sentimental para su querido amigo y sinvergüenza, poetinha Vinicius. Eso fue hace ya un tiempo en el Teatro Teresa Carreño, el que fuese el más hermoso de América del Sur, mucho antes de su conversión en el Pare de Sufrir político que es ahora y en el que convertirán al Ateneo de Caracas.

William Guaregua