Portugués
Un poeta solitario atraviesa la ciudad
Roberto Piva (algunos poemas)

Roberto Piva

“Piva define el momento. Un poeta con cara de niño atraviesa solitario la ciudad rompiendo un himen gigantesco. Poesía de sangre, que genera una flor en el sexo de la adolescencia. Visión de Piva, antropófago, São Paulo en la boca, madrugada en el diente, poesía en el estómago. Un poeta con cara de niño atraviesa la ciudad. Tirando la juventud”.

Thomaz Souto Corrêa
SP, Brasil 1963

Roberto Piva contra la corriente de la mediocridad

Leo Lobos

“Sólo es posible ser feliz cuando se nada contra la corriente de la mediocridad”.
Roberto Piva.

“Yo traigo conmigo a los guardianes de los Círculos Celestes”.
Libro de los Muertos del Antiguo Egipto.

“Suena el tambor / en el ritmo de las ofrendas sepulcrales / en el ritmo de la levitación alquímica / en el ritmo de la paranoia de Júpiter”. El poeta Roberto Piva murió en la ciudad de São Paulo, Brasil, la misma que lo vio nacer, el sábado 3 de julio de 2010 a los 72 años. Famoso por su libro Paranoia, de 1963, Piva se encontraba internado desde mayo en el InCor (Instituto del Corazón). La causa de la muerte fue una falla múltiple de órganos debido a una insuficiencia renal. En este mundo de borregos se extrañará su presencia, el espíritu de la contracultura —aguado por el imperio del consumo, por la globalización de lo mismo, por el proceso de imbecilidad generalizada que asola y anestesia los corazones y mentes de las personas— sobrevive en la poesía de Roberto Piva. No solamente en su temática, el éxtasis de las drogas, el chamanismo o el homosexualismo que pueblan y son materia prima de sus versos, herederos directos de la generación beatnik de 50 años atrás, sino principalmente en la forma, un radical desmantelamiento de todas las convenciones. Piva fue contracultura también en su actitud, un poeta rebelde y transgresor. Contrario a la erudición higiénicamente esteticista y a la confortable sumisión al entretenimiento, características de una parte significativa de la literatura contemporánea.

Nacido el 5 de septiembre de 1937. Descendiente de un condenado a la hoguera, su infancia y juventud transcurrieron a caballo entre las esquinas malhabladas de su ciudad y las antiguas haciendas de su padre. Sus primeros textos salen a la luz en 1961, pero la publicación de su libro Paranoia en 1963 con referencias geográficas precisas, ilustradas por fotografías del artista plástico brasileño Wesley Duke Lee, lo convierte en abanderado de la más vanguardista poesía brasileña de su tiempo. El cineasta Ugo Giorgetti, filmando un documental titulado Una otra ciudad: poesía y vida en São Paulo en los años 60, afirma: “Para mí, a veces era difícil reconocer, en los poemas de Paranoia, a São Paulo. La razón es clara. Piva hablaba de otra ciudad. Que no existía en 1960. Pero que él, cumpliendo su obligación de gran poeta, ya veía. Y año tras año, casi sin que yo me diera cuenta, lentamente, esa nueva ciudad se fue materializando, como si los hechos obedecieran al poema. La verdadera ciudad que está en Paranoia es São Paulo de 2000, no la ciudad de 1960. Tan exacta es la imitación del poema que me pregunto si esta ciudad existe o si no estamos viviendo en la pesadilla de Piva”. Uno de los pensamientos más importantes de la poesía de Piva se hace presente en esta cita: el poeta como visionario, oráculo para la invención del presente y del futuro. Eso acontece cuando él asume su propia fundamentación, indiscernible de la del mundo, donde el lenguaje y la palabra se reconocen como productoras de la realidad. Piva, como poeta, dirá que la poesía se anticipa a las acciones, transformando la realidad, y no siendo revocada por ella. Interpretar el mundo es cambiarlo, estar lanzado en experiencias singulares realizadas por seres creativos, que ocurren siempre por primera vez. Así, la existencia de la ciudad se manifiesta en el delirio paranoico del poeta, que de un detalle, parte para una alucinación lingüística que nos obliga a vivenciarla originalmente, sin que consigamos trazar cualquier límite entre lo “real” y lo “imaginario”. Los cortes de la poesía son las dos velocidades de la efervescencia citadina generando nuevos caminos. Estamos presos en el chamanismo urbano, mágico, del primer libro de Piva. Nos resta, ahora, perdernos en esa ciudad de innumerables caminos, y perdidos seremos instigados a encontrar nuestros propios descubrimientos. Su vida fue una permanente insurrección contra todos los poderes y en su momento llegó a afirmar: “Sólo creo en el poeta experimental que tiene una vida experimental”. Tal proyecto significa la tentativa de imponer a la sociedad, por la variación de su propio destino, la necesidad de reconocer las diferencias de pensamiento, de lenguaje, de vida o al menos la de acatar la vida, el pensamiento, y el lenguaje, en sus diferencias.

Profeta iracundo, de ideas delirantes y escritura de reminiscencias surrealistas, que tiene la garganta llena de afrentas. “Yo vi a los ángeles de Sodoma desgreñados y / violentos aniquilando a los mercaderes, / robando el sueño de las vírgenes, / creando palabras turbulentas. / Yo he visto a los ángeles de Sodoma inventando / la locura y el arrepentimiento de Dios”. Roberto Piva ganó fama con la publicación de Paranoia al retratar la capital paulista bajo la influencia del LSD, inspirado por el movimiento beatnik y por el surrealismo. Piva rechaza las convenciones literarias y comienza a desarrollar su exploración al inconsciente, acusa a buena parte de la poesía brasileña de estar orientada hacia la pulsión de muerte en contraposición de la pulsión erótica. Erudito, estudioso de la fauna y la flora brasileñas e iniciado en el chamanismo, extrae de estas vertientes su inspiración poética. Evidenciar el carácter erudito de su creación literaria puede evitar el tratamiento restringido dado a autores de la generación beat, dirigiendo el foco exclusivamente a sus viajes y libertinaje, sin observar sus lecturas y el modo como éstas los impulsan hacia la aventura. En Piva, la presencia de otros autores —inclusive en epígrafes, citas, alusiones y menciones— no se reduce a la influencia o imitación de modelos. Hay un encuentro de muchas voces que se incorporan a una dicción personal. Y una línea evolutiva resultando en relaciones cada vez más complejas, desde los primeros poemas hasta Veinte poemas con brócoli, Quizumba, Ciclones y Extrañas señales de Saturno. Tomando la distinción de André Breton, entre signo ascendente y descendente, se observa que Piva se mueve en las dos direcciones. Están presentes en él tanto el objeto, erótico y grotesco, como lo lírico y apasionado, lo sublime y maravilloso. El autor hizo parte de la generación de escritores, como Hilda Hilst (1930-2004) y Claudio Willer (1940), descubiertos por el editor Massao Ohno (1936-2010), publicados en su antología de los novísimos, no había grito o poesía suelta en el aire que Massao Ohno no transformase en libro, responsable de la publicación y promoción de la gran mayoría de los poetas jóvenes brasileños desde mediados del siglo XX. “La verdad de los dioses / carnales como nosotros & lánguidos / no proveen de nada / sino del deseo iracundo del corazón partido por el amor”.

La obra poética de Roberto Piva es, tanto una respuesta franca, marginal y urbana al convulsivo Brasil como un intento personalísimo de comunión con las raíces afrobrasileñas. El despliegue erótico, la búsqueda premeditada del delirio y otros arrebatos, el ser iniciado en cultos chamánicos, son algunos elementos vivenciales presentes en su poesía, Roberto Piva entendió que la sacralidad es la única manera posible de salvación del mundo moderno, así como el culto a la erótica un componente de transgresión del deseo. Formado en sociología, durante algunos años ejerce la docencia, luego Roberto Piva renuncia para convertirse en productor de espectáculos de rock, otra manera de ejercer su crítica a la conducta depredatoria de la civilización actual. Publicó, entre otros, los libros: Paranoia, Piazzas, Abra os olhos e diga ah!, Coxas, Veinte poemas com brócoli, Quizumba, Antologia poética, Ciclones, Um estrangeiro na legião y Estranhos sinais de Saturno. La poesía de Piva es predominantemente visceral, a veces sucia, como la ciudad que él contradictoriamente ama y odia. Pero al mismo tiempo es lírica y está llena de metáforas. Como ocurre con la poesía de Allen Ginsberg y el cine de Pier Paolo Pasolini, dos gurús del escritor, la exaltación abierta y franca del deseo homosexual puede chocar a los desprevenidos lectores, pues Piva era un enemigo de los eufemismos. Otro tema que no cambió en su poesía fue la relación chamánica del poeta con la naturaleza: “El arco-iris / es el collar del hechicero / que apaga el día / con la mano izquierda”. Uno de los motores de la poesía de Piva es el rescate de lo mágico y de lo sagrado de las fuerzas míticas de la naturaleza, una manera de actualizar la tradición dionisiaca y la transgresión sagrada del paganismo. Estudioso de Mircea Eliade, del candomblé y de los rituales indígenas brasileños, él hace de las palabras un instrumento del culto orixás (Xangó, Yemanjá y Oxum) y al mismo tiempo, para invocar al halcón, su animal chamánico, embebido por la ingestión de drogas alucinógenas. Otro elemento es su asociación con el surrealismo, que se expresa, sobre todo, en la errancia lisérgica-sicodélica del poeta por las calles de una metrópolis apocalíptica. Muchos de sus poemas se basan en la traducción alucinada de la pesadilla urbana: “Sobre los pavimentos desolados el firmamento está distante como nunca”. Piva, además de utilizar el método paranoico-crítico de Salvador Dalí, se sumerge muchas veces en la intuición y en la libre asociación de imágenes e ideas, nunca liberadas de sentido, haciendo del absurdo una forma de agresión al conformismo y la apatía.

Piva emprendió una tentativa original de superar dicotomías entre lo simbólico y lo real, sueño y vida, lo imaginario y el mundo de las cosas; una realización de lo que Baudelaire había propuesto como Arte Filosófica: “Crear la magia sugestiva que contenga al mismo tiempo el objeto y el sujeto, el mundo exterior y al propio artista”. El título de uno de los manifiestos de Piva publicados en 1985, “El siglo XXI me dará la razón”, acabaría por anticipar la propia recepción de su obra. Piva promueve la unión de todos los contrarios, carne y espíritu, vida y obra, arcaico y contemporáneo, y rescata los estados primitivos del sueño y la locura. En un tiempo de versos inofensivos, su lectura a un tiempo agrede y agrada. Difícil olvidar a gente inconformada, en un mundo de mansos.