Letralia, Tierra de Letras
Año VIII • Nº 106
5 de abril de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras
Toro y Él
Olimpia Chong Carrillo

Comparte este contenido con tus amigos
I

Soy la seducción para tus ojos, el polo opuesto para el imán de tu mirada, la roja tela por la que viertes roja vida. Yo/tú, contraposición y engarce, aborrecimiento y atracción innata, rojo chino para el farol de la redonda visión de un mundo que aplaude tu muerte.

Soy el polvo que revuelves, el polvo futuro de tu inocente potencia, la arena del rodeo, ceniza del tiempo incinerado. Soy la mano que ondea y engalana, el paso coreográfico, el giro atrevido del coqueteo sagitariano en este dúo de humanas intenciones jugando con la irracionalidad de tu fidelidad animal, de tu entereza ajena al show y a las apuestas.

Soy la lágrima infantil, los dedos cubriendo el rostro, soy el grito ahogado, el grito grito. Soy la euforia y el parpadeo continuado, soy el pañuelo de damas y el sudor de los esposos.

El sol soy, que te abrillanta el pelo, luminaria natural para esta forzada despedida, soy la derrota en el ruedo, la agonía en el ruedo... soy tu violencia obligada, tu destreza y torpeza, tu acierto y el error que te condena.

La taquicardia, el gemido, el orgásmico clavo que atraviesa la caliente piel de tu bravura. Agitación, puntería, el blanco que te evade y te revienta, el blanco inteligente que no juega limpio en medio de la pradera, que no se funde en la inmovilidad de un impresionista cuadro, ni en Soroya.

El alma que se distancia y te nombra, soy el cuerpo desalmado.

Vino tinto seco en la garganta, sequedad tensora, desierto de esperanzas soy para tu exquisito cuerpo diseñado.

Tarros de cerveza, espuma en tus tarros de fiera incitada y molesta, cautiva y sola.

Soy el ambiente de tu último día, soy Dios.

 

II

Es el toro la expresión salvaje del torero, la imagen silente que se enfrenta al lenguaje de un cerebro articulado.

La gala comienza al comprobar que la hermosura tortura el ego de ambas partes que son una. Torero no aguanta la mirada redonda, toro no soporta el parpadeo.

Enfrentamiento interno, duplicación concreta y materializada del espíritu iniciático, de la encarnación pasada contra esta nueva existencia que domina.

Conciencia de muerte que se impone a la ingenua jugada defensiva del animal caliente, del animal herido.

 

III

Cuando el torero ofrenda un orgullo gestual preconcebido, vendida imagen de superioridad innata. Aniquilamiento como objetivo ante el opuesto fin de la defensa llana y la supervivencia animal ante una agresión inesperada. ¿Habrá un Nirvana para el toro..? ¿En algún círculo del Dante yacían los toreros enaltecidos y sanos... sordos de aplausos y de llantos?


       

Aumentar letra Aumentar letra      Reducir letra Reducir letra



Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 19 de abril de 2004 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes