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Manguel: hagamos como idiotas.
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Recientemente el sello Alianza editó el libro
Diario
de lecturas,
de Alberto Manguel, el escritor canadiense de origen argentino —nació en Buenos Aires en 1948— que
publicó también, en 1998,
Una historia de la lectura.
Su nuevo libro es una particular guía de lectura para quienes sienten la pasión y el placer de leer, y
propone un título para cada mes del año, lo que se supone brinda un plazo prudencial para la gente
ocupada, que es el tipo de gente que más abunda en estos tiempos.
Sólo como condimento mencionamos los autores de Manguel: Bioy Casares, Dino Buzzati, Cervantes, Goethe,
Machado de Assis, Chateaubriand, Margaret Atwood, Sei Shonagon, Rudyard Kipling, Kenneth Grahame, H. G.
Wells y Conan Doyle. Tan heterogénea lista, por supuesto, no tiene la intención de crear un precepto:
Manguel simplemente nos propone estos autores como el padre que un mediodía de domingo lleva a su familia a
un restaurante chino. Sólo por variar con algo sabroso, sustancioso y diferente.
En una entrevista reciente, el escritor se queja del carácter clandestino que reviste a la lectura en un
mundo en el que las grandes preocupaciones —el hambre, las epidemias, el terrorismo, los engendros
políticos— no dejan espacio para el cultivo del intelecto. Dice Manguel: "El acto intelectual no
tiene hoy ningún prestigio en nuestra sociedad frente a la televisión o el videojuego. Parece que debemos
leer a escondidas, como un acto subversivo".
Lo ideal, ironiza, es no hacerse preguntas, a la manera del idiota. "Este es un momento muy difícil
para la inteligencia. Lo ideal sería ser idiota, no hacerse preguntas. Pero ningún lector puede hacerlo
porque los libros constantemente nos plantean preguntas y no siempre nos dan respuestas".
Es posible que el crecimiento demográfico a nivel mundial, y la explosión de las comunicaciones, tengan
que ver en esta apreciación de Manguel, que cada día se hace más frecuente entre los intelectuales. La
inteligencia es un don tan sutil que, aunque no está claro si es más inteligente quien se proclama
inteligente que quien niega serlo, todos están de acuerdo en que son minoría quienes lo poseen.
Sabemos que la inteligencia no es un bien público, aunque esto suena discriminatorio a quienes suelen
confundir conceptos paralelos, pero no similares, como inteligencia, conocimiento e igualdad de derechos —en
lo que respecta al acceso a la cultura. Los inteligentes, como dice Amaury Pérez, no están de moda.
Quizás realmente nunca lo estuvieron.
Toda esta parrafada no ha tenido otro propósito que felicitar a nuestros lectores en la ocasión de
celebrarse el Día del Libro. Y proponer, desde esta Tierra de Letras que aspira a ser un trabajo
inteligente, el acopio de renovados esfuerzos en pro de la inteligencia. Aunque sea sólo por variar.
Post-Scriptum |
"Las palabras, son palabras, poetas, / y yo no puedo hacer nada por
ustedes".
Darío Jaramillo Agudelo, "Otra arte poética una: la palabra"
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