Letralia, Tierra de Letras
Año VIII • Nº 108
17 de mayo de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Sala de ensayo
Hacia una literatura de las muchas culturas
Carlos Oriel Wynter Melo

Comparte este contenido con tus amigos
Nota del editor
A finales de 2003 se celebró en Bogotá el III Encuentro de Nuevos Narradores de América Latina y España, evento que reunió en la capital colombiana, bajo el lema "Ciudad y literatura: nuevas estéticas urbanas", a varios de los autores que están construyendo la narrativa contemporánea en nuestra lengua. A continuación, Letralia ofrece a sus lectores la ponencia que en tal ocasión presentó el escritor panameño Carlos Oriel Wynter Melo.

Canal de Panamá (sello conmemorativo estadounidense)No una sino muchas

Comencemos por decir lo obvio: en Panamá existen no una sino muchas culturas. Estando el concepto de cultura relacionado, etimológicamente, con el cultivo de la tierra, podemos decir que han surgido florecimientos variados en el territorio panameño.

Según Pedro Rivera, se dice que "Panamá geográficamente pertenece a Centroamérica, culturalmente al Caribe, históricamente a Suramérica, políticamente a los ‘rabiblancos’1 y sentimentalmente a los Estados Unidos". Tommy Guardia, en un extracto del "Atlas de Panamá",2 actualizado por Dolores E. Cordero Pérez, habla de grupos humanos indígena (el cual divide en 5 culturas), hispano-indígena, afro (que clasifica en coloniales y afroantillanos) y otros grupos (entre los cuales cuenta a los chinos). Alfredo Castillero, por su parte, desestima los estudios basados en clasificaciones humanas o sociales3 y propone aproximarse a la identidad nacional desde tres ángulos: variables morfológico-culturales formativas (ibéricos, indios y negroides), sistemas sociales históricos y ruptura del equilibrio geográfico con la zona transístmica.

No queremos particularizar el fenómeno de la multiplicidad cultural al caso panameño; es común, en mayor o menor medida, a todas las naciones. Lo que sí deseamos es colocarlo como base, en esta ponencia, para construir un alegato sobre sus estéticas urbanas actuales. Para nuestros fines, utilizaremos la siguiente clasificación de culturas o modos de vida: rural, afro, colonial español y estadounidense. Todas convergen y modelan, a nuestro modo de ver, un espacio urbano: la Ciudad de Panamá.

 

Belleza de la naturaleza

Según los estudiosos, las culturas indoamericanas están íntimamente ligadas a la naturaleza; de ahí el carácter matriarcal de sus modos de vida. La literatura kuna retrata animales, praderas y mares; ilustra valores humanos con tortugas, jaguares y ñeques. Para muestra, unas líneas recogidas de narraciones orales: "El amigo jaguar decidió engañar a Ñeque, pues éste siempre estaba burlándose de él...".4

Con el coloniaje español, a lo rural indígena le nace una nueva rama: lo rural campesino. Este reverdecimiento conserva la reflexión frente a la naturaleza y extiende a la literatura nacional sus metáforas; éstas aparecen en escritos de carácter rural e incluso urbano.

Carlos Francisco Changmarín, escritor cuya obra gira en torno a lo campesino, cuenta en "La Tempestad" sobre una mujer llamada Rosa, quien arriba con la lluvia: "El rayo iluminó la entrada y de pronto, en medio de la tempestad y de la noche, entró Flor María".5

Y Rogelio Sinán, en su cuento "Hechizo", compara la caza de conejos con el flirteo de un hombre y una mujer menuda: "Se daban por allí unos conejillos de carne muy sabrosa, y tenía la esperanza de cazar uno de ellos".6 Más adelante, culmina la metáfora: "La chinita se desprendió asustada; saltó al campo de arroz, cogió el rastrillo y huyó vuelta una liebre".7

Los episodios de la guerra de los mil días, con su héroe inevitable, Victoriano Lorenzo, traen un nuevo ingrediente a la narrativa criolla. No sólo en Panamá sino en el resto de Latinoamérica, lo rural campesino sirve de escenario para la transmisión de valores como la solidaridad, la comunidad y la equidad, representaciones ancestrales del matriarcado (la madre tierra). A la vez, con la figura antipática del terrateniente (elemento patriarcal, guerrero y capitalista), se desalienta la concentración de bienes y la desmedida carrera por ser más que otros.

En resumen, lo rural aporta al caleidoscopio del país su meditación frente a la naturaleza; implica esto la absorción, por parte de la literatura, de símbolos e ideas propios del matriarcado.

 

Vida mágica de África

En Panamá ocurrieron dos grandes inmigraciones negras: la colonial y la antillana. La primera aconteció durante el dominio español, con el tráfico de esclavos. La segunda fue consecuencia de la construcción del Canal.

Ambos grupos lucharon por la defensa y reivindicación del África que vivía en ellos. La "magia", el ludismo, la musicalidad y las variaciones lingüísticas fueron maneras de rebelarse furtivamente. Y estos recursos quedan impresos, entonces, en las manifestaciones de su arte.

Hacia finales del siglo XIX y principios del XX, descendientes (culturales y/o raciales) de los negros de la colonia produjeron literatura de importante talla. Demetrio Korsi llegó a experimentar con ritmos tamboriles: "Con quejas de indio y grito de chombo / dentro de la cantina de Pancha Manchá / trazumando ambiente de timba y kilombo / se oye que la cumbia resonando está. // Baile que legara la abuela africana / de cadena chata y pelo cuscú; / fuerte y bochinchosa danza interiorana / que bailó cual nadie Juana Calambú".8

Los antillanos, años después, legaron lúcidos pensadores y literatos: Armando Fortune, George Westerman, George Priestley, Alberto Barrow, Carlos "Cubena" Wilson y Gerardo Maloney, entre otros. Conservaron la musicalidad de la primera influencia negra. Para muestra, un texto de Wilson: "Abuelita africana, / ¿no me reconoces? / Mi lengua es cervantina / Mi letanía es cristiana / Mi danza es flamenca / Mi raza es mulata / Abuelita africana, / ¿por qué no me reconoces?9

Pero también persiste el mensaje reivindicativo. Otro texto de "Cubena": "Don Justo, ciego de nacimiento, de repente cambió el hilo de la narración y preguntó: —¿Es usted español de pura cepa? / —No, señor —contestó el joven negro. / —Yo sí. Un pariente mío fue tripulante de la Santa María... / Mientras Don Justo peroraba disparates sobre disparates acerca de la pureza de sangre de su cepa castellana, el joven pensó, primero, que los iberos, antiguos pobladores de la Península Ibérica, eran de África...".10

Podemos concluir, pues, que las dos inmigraciones negras persiguieron el mismo objetivo: preservar la identidad africana. Logran colar sus juegos y música en la literatura nacional, además de las referencias a su muy particular aventura histórica.

 

Muros para evitar lo impuro

Un relato de Lady Mallet reza lo siguiente: "Dionisio (un esclavo de la familia) debía tener cuidado de que los botones de turquesa con una diminuta perla en el centro hicieran juego con los ‘no me olvides’ bordados en la pechera. Las hebillas de plata de los zapatos de charol debían haber sido bien limpiadas, y hechas brillar con la palma de la mano; los encajes rizados de la camisa y la corbata de fina seda alrededor del cuello eran examinados cuidadosamente para estar seguros de que estaban bien, pues el amo era muy cuidadoso respecto de dos cosas: su apariencia personal y la esencia de jazmines para su pañuelo, que le preparaba Benancia (otra esclava de la familia)".11

Hemos traído a colación este texto testimonial para ilustrar el orden que defendía un imperio orgulloso. Lady Mallet rememora a su madre, quien vivió de 1832 a 1914. No es propiamente el periodo colonial, pero sí constituye un reflejo de "la forma de vida" de tales épocas.12 Es más, retrata la nostalgia posterior. Lady Mallet apunta en una parte del escrito: "...y muy pocas familias de Panamá y de las demás colonias de Sur América permanecieron claramente españolas, refinadas, educadas y viriles, como lo fueron sus antecesores".13

Por la década de 1850, la sociedad decimonónica se encerró intramuros para separarse del arrabal. Es llamada entonces la "república de los primos" por sus costumbres endogámicas.14 Esto demuestra sin duda su resistencia ante los nuevos influjos.

La añoranza hacia lo español permanece, como en las demás naciones iberoamericanas, después de conformada la república. El primer conjunto de poetas que se presenta como generación, la exhibe. En 1933, se les critica en la sonada ponencia "Los poetas de la generación republicana". Roque Javier Laurenza, refiriéndose al autor negro Octavio Gaspar Hernández, dice en la mencionada disertación: "Nutrido de historias griegas y latinas, de lecturas francesas con abates rubios y princesas pálidas, viviendo en Panamá, donde todavía a pesar del poco de África que se lleva en el alma y en el cuerpo se tiene esta baja clase de conflictos, no tuvo la suficiente rebeldía como para echar por tierra todos los prejuicios, y sucumbió ante ellos".15

El enredo de los republicanos es entendible: Panamá buscaba formarse como nación y las referencias resultaban urgentes y esquivas. Muchas veces les quedaba sólo la nostalgia.

 

Y llegó la caballería...

Después del fracaso del Canal francés y de la separación de Panamá de Colombia, los Estados Unidos ocuparon una franja del istmo panameño y extendieron las redes de su cultura por todo el territorio nacional. Llegan el rock and roll, el consumismo y los eficientes modelos norteamericanos. Un importante sector de la sociedad se identificó con estos referentes, pero otro —que incluyó a un grupo nutrido de escritores y poetas— se instala, como para equilibrar el balancín, exactamente en el extremo contrario: prolifera la literatura contra-yankee; desde la que describe, casi como testimonio, las injusticias de la zona del canal —con su sistema de castas—, como la panfletaria y propagandística. Joaquín Beleño fue un novelista emblemático de aquella época; cito un fragmento de su obra Luna verde: "Estaba fatigado y lo atribuía al agotamiento físico sufrido durante los diez últimos días, en que estudiantes, obreros y maestros nos unimos en un lazo de sangre y lágrimas para rechazar el convenio sobre sitios de defensa que hipotecaba gran parte del territorio panameño a los Estados Unidos de Norteamérica".16

No hay que desconocer, sin embargo, que el "American way of life" logró colarse en el sistema de significados panameño. Hacia 1980, las principales ciudades del país, como si fuera un paradigma incuestionable, comenzaron a henchirse de "pubs", bares y discotecas que programaban música pop y rock. Las nuevas generaciones tomaron las guitarras ya no para entonar ritmos interioranos o caribeños, sino para producir distorsionados acordes de música norteamericana.

En la superficie, sobre todo en las ciudades terminales —Panamá y Colón—, se instituyó el mecanismo eficiente de la técnica: con motivo del funcionamiento del canal, se crearon numerosas carreras de características meramente profesionales. En otras palabras, más que conceptuar al individuo como ser humano, se le concibió como una pieza de la maquinaria.

En ese escenario, el arte se refugia en la marginalidad y la literatura se convierte en una actividad a medio tiempo. Los escritores se hacen "profesionales" que escriben. Muestra de eso es que en la compilación Hasta el sol de mañana. Cuentistas nacidos en la segunda mitad del siglo XX, 17 de Enrique Jaramillo Levi, prácticamente todos los escritores ejercen profesiones distintas a lo literario.

En definitiva, la especialización del trabajo por sobre el enfoque integral, artístico, es un modelo sin duda herencia del "modo de vida" que impulsaron los estadounidenses durante su permanencia en la república. Sin embargo, sobrevivió a la veda de los proyectos formales, la búsqueda de la propia identidad y, en efecto, el rescate de lo humano.

 

Se derrama el vaso: nuevas estéticas urbanas

En la ciudad de Panamá convergen, por lo menos, los modos de vida que hemos repasado. A veces aparecemos ante los ojos extranjeros como un "desorden insoluble".18 Quizás la diversidad es causada por la juventud de la nación que aún no se detiene con reglas absolutas —el istmo fue la última porción de continente que surgió de las aguas. Contribuye a esta situación, sin dudarlo, nuestra posición geográfica y el carácter de zona de tránsito mundial que han tenido las ciudades terminales desde siempre.

Aparecen las culturas dominadoras, pues, igualando lo inigualable. Arriba, la colonial española y la angloamericana; abajo la raizal, indígena y campesina, y la afro. El poder no es sólo temporal sino ilusorio; y al desaparecer la presencia física de los imperios —primero el hispano y recientemente el norteamericano— quedan en libertad las manifestaciones soterradas. Eso nos hace pensar que en la urbe panameña, punto en que se concentran estos rayos como traídos por una lupa, se incendia una cultura que, actualmente, cuestiona el status quo (que de algún modo son las culturas dominantes) y luego se alimenta y conforma con el combustible de su historia mestiza. Quisiera dar muestra de dicho cuestionamiento con algunos autores.

Oscar Issac Muñoz (1963) hace a un BMW hablar a modo de dura crítica al materialismo: "Me exhibía, me ostentaba. Nunca se dio cuenta que él era más mío que yo de él". Carlos Fong (1967) narra la lucha (la derrota) de un "magíster" frente a una mosca: "Todo se ha convertido en un asunto de honor, de vida o muerte. Mosca vs. Hombre". O sea, manifiestan: el ser humano es algo más que sus creaciones.

Rafael de León Jones (1969-2001) cuenta del "mundo mejor": "Las personas son frías: nadie habla en los trenes subterráneos, no expresan emociones en casa, no manifiestan su enojo en las largas filas que hay en todos lados, no hay protestas, no bailan". Y declara al final de la historia refiriéndose a la transgresión de las reglas: "...es lo único que me recuerda que soy humano... Y además, ¡se siente tan bien!".19

Carlos Oriel Wynter Melo (1971) se queja de la mecánica vida actual desdoblando a un "administrador": "Una voz lo sorprende, una voz que viene de la entrada. ‘Tú, administrador, sal inmediatamente de ahí. ¡A trabajar, perezoso!’, en la puerta grita su efigie vestida de saco y corbata, los puños clavados en la cintura como un emperador romano".20

Y José Luis Rodríguez Pittí (1971), por su parte, relata la historia de un hombre que naufraga en su computadora: "Dentro de mi computadora hay un náufrago. El tipo es bajito, gordito, viste sólo con un pantaloncito, una gorra de marinero y una abundante barba que le cubre la cara entera". Y al final del cuento, desenlaza: "Enciendo mi máquina computadora y la pantalla se hace blanca, tan blanca que en todo el día no veo más que mi rostro reflejado en el pulido vidrio del monitor".21

El poeta y ensayista Eloy Fisher (1981), retrata, implícita y explícitamente, el dilema del joven panameño actual. Comentaremos el epígrafe de su obra Retratos, algunos versos de la canción Black / The unforgiven del grupo de rock pesado Metallica: "Nueva sangre llega a la tierra / y rápido es dominada / a través de la constante y dolorosa desgracia, / el joven aprende sus reglas. / Con el tiempo el niño atrae / la disciplina de la culpa, / privado de pensamientos / el joven lucha solo / y se jura que nunca más dominarán su albedrío".22

Es significativo que la cita sea en inglés y de una banda de rock característica norteamericana; refleja así la influencia comentada párrafos antes. La frase, desde su fondo, trasluce la eterna lucha entre la juventud y el orden de las cosas que se levanta, ante su mirada, como un muro.

Pero en autores con más camino andado, se observa también la crítica hacia el sistema establecido:

Ariel Barría (1959) cuestiona el status quo desde muy diferentes ángulos; sus temas tocan el mal utilizado poder de los políticos y las fechorías de los curas, entre otros.23

En síntesis, se critica la deshumanización, se rescata la posibilidad de ser individuos, de ser más que piezas de un sistema lubricado y eficiente. Se vive la urgencia por decir; la literatura se rebela contra los controles, supera los obstáculos, cuestiona las normas.

Por otro lado, las dos culturas que permanecieron bajo la losa pesada de los imperios se manifiestan. En ese sentido, citamos a David Robinson: "¡Allala vida!, viste cómo tú eres. Bueno, si no puedo ver televisión ¿puedo salir a jugar? Yo no tengo tarea, en serio, la maestra no dejó nada que hacer, ¿el cuaderno? ¿Cuál cuaderno? ¿Todos los cuadernos? ¡Allala peste! ¡Ayayay! Ya voy, ya voy...".24

Lenguaje coloquial, callejero, no el de la cultura oficial sino el que nació en los márgenes, mestizo. Si se presta atención, se puede constatar que el habla contiene referentes de las culturas negras: los elementos sonoros, el ritmo tamboril.

Un caso que pensamos simiente del proceso actual, es la novela Loma ardiente vestida de sol, de Rafael Pernett y Morales; en ella la prosa se vuelva mágica, deja atrás los referentes hispanos y europeos, y se toca entraña adentro, en la realidad urbana panameña. Vale la pena rescatar un fragmento de su prosa: "La noche que apuñalearon a la Petra, el chango Sebastián volvía de casa de su compadre Chón, de ver a su hijo que tenía trancazo. Del cielo negro colgaban treinta y seis estrellitas y, aunque la Loma parecía y semejaba un nacimiento, no había ni querubines ni serafines, ni siquiera un cartero, llevándole buenas noticias a nadie".25

Leadimiro González (1963) publica un libro en el año 2000 que rescata las tradicionales imágenes kunas: "Mientras permanecíamos dentro de la casa y Dada estaba sentado junto al fuego como de costumbre, empezó a llover y un viento fuerte comenzó a azotar la isla. Parecía el fin del mundo, porque el viento soplaba como si estuviera quejándose por algún dolor insoportable".26 En otro cuento, "Naidili", González relata la añoranza de una abuela por un nieto que vive en la ciudad. Puede interpretarse su dolor como la perdida del indígena ante la urbe; el trato del tema, simbólico o evidente, es su rescate.

Rose Marie Tapia, escritora reciente —su primera obra se publicó en el año 2000—, hace de la magia —referente propio de las culturas matriarcales, indígenas y africanas— su tema literario preferido: "No sé lo que está pasando, ni cómo te puedes adelantar a lo que va a pasar, pero anoche tu papá tuvo un infarto a las doce de la noche. Afortunadamente yo estaba en cuidado intensivo; porque, aunque no lo creas, concedí el beneficio de la duda a toda la información que me diste. No digas que lo soñaste, porque eso sí que no te lo voy a creer. / Todas estas informaciones me las proporciona la cartomancia, doctor. / —No lo puedo creer —fue su respuesta".27

En perspectiva de lo que venimos disertando, el personaje del doctor es el lado racional; lo mágico, lo negado por la ciencia del galeno, manifiesta los valores "sensibles".

Juzgamos que los pasajes que hemos referido evidencian un cuestionamiento incisivo al status quo y el resurgimiento de las manifestaciones sensibles de las culturas afro y raizal, tal como a lo largo de la ponencia venimos apuntando.

La diversidad es un enfoque novedoso; la aceptación de lo diferente, como método para renovarse y ser creativo, debe estar alimentada de un espíritu curioso, lúdico y humanista. Es guiada por la premisa de que se conoce hacia lo profundo sin importar lo aparente. Ese, nos parece, es el camino que seguirán las manifestaciones literarias panameñas. Y no por la diversidad se sacrifica la unidad; ya Laurenza aclaró la contrariedad: "Me parece que la esencia de los países se consigue verticalmente. Quiero decir que el que bucea en sí mismo hasta lo más profundo de su yo consigue captar la corriente del delicado y misterioso río que es el alma de los pueblos...".

Es cuestión, pues, de conocernos de verdad, sin identificarnos con una o pocas manifestaciones culturales.


  1. "En Panamá se les llama 'rabiblancos' a la casta que la gobernó desde tiempos coloniales. Con el tiempo se les llamó así a todos los ricos...". Este pie de página es extraído textualmente de Rivera, Pedro. Panamá en América. (Ensayo de economía poética). Ediciones Formato 16. Panamá, 1997. Regresar.
  2. http://www.up.ac.pa/direccionadministrativa / institutos/inestec / grupos_humanos_de_panam%C3%A1.htm Regresar.
  3. Castillero; Alfredo. La sociedad panameña: historia de su formación e integración. Comisión de Estudios Interdisciplinarios para el Desarrollo de la Nacionalidad (CEIDN). Panamá, 1970. Pág. 25.
  4. Regresar.
  5. Kungiler; Iguaniginape (compilador). Espíritu de la tierra, nuestro espíritu. Congreso General de la Cultura Kuna. Panamá, 1997. Regresar.
  6. Changmarín, Carlos Francisco. Faragual y otros cuentos. Editorial Manfer. Panamá. Pág. 43. Regresar.
  7. Sinán, Rogelio. La boina roja. Editorial Lewis S.A. Panamá. Pág. 67. Regresar.
  8. Ibíd. Pág. 69. Regresar.
  9. Jaramillo Levi, Enrique (selección). Poesía panameña contemporánea (1929-1979). Editorial Libertad Sumario. México, 1980. Pág. 30. Regresar.
  10. http://www.wbcmundo.org / international/Carlos.doc Regresar.
  11. Wilson, Carlos "Cubena". Chombo. Editorial INAC. Panamá, 1977. Regresar.
  12. Antología de la ciudad. Editorial INAC. Panamá, 1977. Regresar.
  13. "Con estas fechas, queda claro que no se trata realmente del período colonial, pero para la autora el modo de vida colonial pudo sobrevivir durante algún tiempo después de 1821". Tejeira Davis, Eduardo. La Prensa. Panamá, 9 de julio de 2000. Regresar.
  14. Antología de la ciudad. Editorial INAC. Panamá, 1977. Regresar.
  15. Omar Jaén Suárez citado por Patricia Pizzurno Gelós en: Pizzurno Gelós, Patricia. Historia de las contribuciones étnicas a la nacionalidad panameña (siglos XIX y XX). Editorial Portobelo. Panamá. Pág. 1. Regresar.
  16. Laurenza, Roque. Los poetas de la generación republicana. Conferencia dictada en el Instituto Nacional el 17 de enero de 1933. Panamá. Regresar.
  17. Beleño, Joaquín. Luna verde. Editorial Manfer S.A. Panamá. Pág. 9. Regresar.
  18. Jaramillo Levi, Enrique (compilador). Hasta el sol de mañana. Fundación Signos. Panamá, 1998. Regresar.
  19. John Le Carré, en su obra El sastre de Panamá, utiliza como epígrafe una frase común en el principio del siglo veinte francés, "Quelle Panamá", para referirse a un desorden insoluble. Regresar.
  20. Jaramillo Levi, Enrique (compilador). Hasta el sol de mañana. Fundación Signos. Panamá, 1998. Pág. 33. Regresar.
  21. Wynter Melo, Carlos Oriel. El escapista. Universidad Tecnológica de Panamá. Panamá, 1999. Regresar.
  22. Rodríguez Pittí, José Luis. Crónica de invisibles. Colección Cuadernos Marginales. Panamá, 1999. Págs. 10-11. Regresar.
  23. Fisher, Eloy. Retratos. Producciones Erlizca. Panamá, 1999. Pág. 3. Regresar.
  24. Prueba de esto puede encontrarse en: Barría, Ariel. El libro de los sucesos. Fundación Cultural Signos. Panamá, 2000. Regresar.
  25. Robinson, David. Fragmento inédito del texto en prosa "Peligro: niño buscando ver televisión". Inédito. Regresar.
  26. Pernett y Morales, Rafael. Loma ardiente y vestida de sol. Manfer S.A. Panamá, 1995. Regresar.
  27. González, Leadimiro. Bajo el calor del fuego. Fundación Cultural Signos. Panamá, 2000. Pág. 29. Regresar.
  28. Tapia, Rose Marie. Caminos y encuentros. Edición de autor. 2001. Pág. 24. Regresar.


       

Aumentar letra Aumentar letra      Reducir letra Reducir letra



Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 24 de mayo de 2004 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes