El 20 de mayo de 1996, después de dos meses de anunciarlo por diversas vías, doce personas de diversas
partes del mundo recibieron en sus buzones electrónicos la primera edición de Letralia, Tierra de
Letras.
La novicia publicación, que presentábamos como la revista de los escritores venezolanos en Internet,
constaba de un editorial que escribimos "a manera de prólogo", una sección de noticias muy
breves, un comentario sobre la revista argentina Axxón —uno de los
modelos que nos inspiraron— y textos de tres autores venezolanos.
Desde entonces han transcurrido ya ocho años, aunque para la vida nominal de la Tierra de Letras
realmente han sido cinco. El sueño profundo en que por diversas circunstancias se sumió Letralia
entre los años 2000 y 2003 es un largo período que no podemos ocultar, y durante el mismo fueron muchos
los cambios que se produjeron en Internet, en el medio literario hispanoamericano y en la tecnología que
sirve de carril para que usted esté leyendo estas breves líneas.
Inalterable se mantuvo, sin embargo, nuestro empeño en seguir produciendo una revista literaria que
estableciera nexos entre escritores y lectores de todo el mundo de habla hispana, y ser una alternativa
viable a las formas tradicionales de difusión de literatura. Por ello trabajamos durante ese período para
reconstruir la revista y volver a ofrecerla a vuestros ojos.
La edición actual de Letralia equivale a unas quince ediciones como la primera, y la Tierra de
Letras se ha convertido en un punto de referencia para los amantes de las letras de habla hispana que usan
la red como recurso de información, un atributo que hoy no dudamos en mostrar con orgullo por el
significado que tiene en términos de honestidad literaria.
Hoy celebramos nuestro octavo aniversario, y no el quinto, porque sabemos que en esos tres años de
sueño ustedes y nosotros estuvimos, igual que siempre, en la Tierra de Letras.
Post-Scriptum |
"Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura".
José Agustín Goytisolo, Oficio de poeta (1968)
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