El escritor español Francisco Suárez Trénor recibió en 2000 el Premio de Poesía Pedro García Cabrera, convocado por CajaCanarias, con su poemario Sencillamente agua, del cual tenemos el gran placer de brindar a nuestros lectores los versos que componen el texto que le da título. Médico de profesión, Suárez Trénor establece insospechados paralelos entre temas existenciales —el amor, la vida— y las maravillas de la naturaleza.
I
En aquel largo otoño
que viví coincidiendo
con varias primaveras.
En aquel largo otoño
envejecí cien años.
Hasta darle sentido
al pensamiento oculto,
a la voz, a la niebla.
Y hoy surgen las palabras
gota a gota, una a una,
destilándose simples.
Sencillamente agua.
II
Sencillamente agua
se me antojan los pinos,
la urbana fresca sombra
de laureles de Indias,
la cumbre, los senderos
hollados por mil pasos,
el rojizo color de la tierra
en que crece la verde laurisilva.
III
Sencillamente agua
se me antoja la niebla,
la bruma de la cumbre,
los charcos del camino,
la pequeña cascada pasajera
del barranco que corre.
IV
Sencillamente agua
se me antojan las rocas
de la playa, la arena,
la perpetua embestida
persistente, tozuda,
caprina, multicornia,
de la mar en la costa.
V
Sencillamente agua
se me antoja la mar
surcada por mil quillas,
herida sin descanso,
cicatriz permanente.
VI
Sencillamente agua
se me antoja la brisa,
el viento enfurecido,
el alisio, la calma,
el calor del verano,
la tormenta, la lluvia,
la calina y el humo.
VII
Sencillamente agua
se me antoja la vida,
la infancia, los juguetes,
el trabajo, la historia,
los profundos estudios,
la más pura poesía,
la lenta decadencia,
el nacer, la agonía.
VIII
Sencillamente agua
se me antoja tu sombra
tras haberte buscado
en campos, en silencios,
en la orilla del mar,
en la cumbre más alta,
en las calles estrechas,
en amplias avenidas.