El amor
I
Al amparo de la luz tenue de esa bombilla, me visto con el mismo cuerpo de todos los días, me cubre un
intenso deseo que no me deja conciliar el sueño, una idea me acompaña, ¡desnúdame, deshuésame! Un
cigarrillo y un libro son los mejores aliados en noches de insomnio. Esa amarga soledad se mete por los
poros de la piel hasta matar el hambre, te carcome las heridas o te seduce en una lánguida pesadilla para
después aniquilarte.
II
El amor, el dolor y la muerte se sintetizan en esta habitación, forman parte de la gramática pues los
conjugas con el verbo que mejor te cuadre.
En esta alcoba se encuentran dos cuerpos que se funden, se asfixian, se corrompen y después claman.
Decir que nos hemos amado tantas veces es una inexactitud, decir que mi boca ha delineado las fronteras de
tu silueta es una realidad. Cabalgo lentamente hasta llegar a tus ojos que me miran sin recato, antes de
habitarte crucé por diversos caminos, incluso me acerqué a Dios. Mi vientre está vacío, quise llenarlo
de ti, pero ya era demasiado tarde.
III
Tus manos tienen el misterio de la magia, saben cuándo tocarme el corazón y cuándo hacerme tuya,
también saben acariciar la parte más obscura de mi espacio que comparto y te pertenece. Si alguna certeza
tengo, es que tu amor me abraza.
IV
Después del amor, el reloj sigue su marcha, despiertas y la cama está vacía, tan ancha que no llenas
ese hueco, sólo queda la humedad y el olor de tu perenne presencia. El silencio suele ser solemne, buscas
el abrazo que te cobije, pero callas y eres polvo, eres luz, eres ciego, tan ciego que callas.
La muerte
El amor es un ave de muerte,
me estoy muriendo,
te estoy amando.
Noche y día
Me envuelve tu suave ausencia y el amor se vuelve un tormento de noche. Los fantasmas andan al acecho de
las almas corrompidas, los muertos se anidan en el sueño de los vivos, los curas y las beatas piden perdón
por los pecados cometidos, los parias rondan en las calles en busca de un pedazo de cielo que sirva de
cobijo para dormir, los maleficios surten sus efectos al serenarse a la luz de la luna. La penumbra es
acompañada por el compás melódico de lamentos y aullidos de perros callejeros, gatos enamorados y gallos
que le cantan a la cercana muerte.
Llega el día, la esperanza corre a buscar al ser amado, los miedos se esfuman en un cálido beso, bocas
trémulas tras el roce de los labios que esculpen perlas de río, brazos que se anudan y aferran a la
angostura del desierto, manos que delinean tu estrecha cintura, la locura desbordada en una pasión, el
reencuentro de los rostros que se reconocen y reinventan, miradas fulminantes que se pierden en una
metáfora. Barro, fuego y sal, una entrega, un te amo, es una bendición contar contigo.
Sólo han transcurrido veinticuatro horas y en unas cuantas líneas he dejado una historia que se repite
todos los días.
Hay amores
Hay amores que en la despedida mutilan al corazón herido
con un beso claman desesperadamente una caricia próxima
mancillan de sangre el nuevo amanecer
matan cuando la ausencia está presente.
Hay amores que van con las manos entrelazadas,
sin prisa tras el viento del oriente,
emprenden el camino junto a la luz del sol
y cumplen cada día el sueño de cada noche,
con el surco de ojos conquistan el espacio
y llevan en las entrañas la esperanza perpetua.
Sin ti
Noche a noche peco por ti y para ti
en un cuarto sola y sin ti, me fundo en ti,
en la oscuridad busco la luz y me encuentro contigo
Quizá en la primavera, en el otoño o en el invierno
Me pierdo en ti, sin ti
Y pasa noche a noche la vida sin ti,
pensando en ti, sólo pensando en ti
Ayer
Ayer vi tu rostro desgajado, sin dientes
tus brazos se aferran a mis huesos, sin límites
Tus ojos me miraban sin miel, sin hiel
Escuché por primera vez tu boca que desgarradoramente
Sin palabras siquiera, me gritaba
¡quédate, siéntate, no te vayas todavía!
El conjuro de la noche
I
La noche está de mi lado, es la noche de la magia. La luna nueva al centro del cenit asediada por un
ejército de estrellas, sopla el viento del oriente, sube el canto del cenzontle. Huele a musgo, incienso,
sal y yerba, huele a ti.
II
La noche está de mi lado, que no me falta nada. Olfateo al lobo con sus ojos tibios al acecho de mi alma
corrompida, llueve en el desierto jade, ámbar y un corazón en la garganta. Es la hora del ensueño, es la
hora del olvido.
III
La noche está de mi lado, luz y sombra se acompañan. Cardo o ceniza bajo la luna clara, a la sombra del
árbol. Destierro el vestido blanco de este cuerpo dividido, desabrocho mi piel y unto rosas, sándalo y
miel. Es la noche del presagio, es la hora del conjuro.
Arribo a tu voz sin viento,
surco en tus ojos fuera de todo titubeo,
oscilo en tu mirada sin huellas de vacío,
palomas tus pupilas,
luna menguante,
néctar tu boca,
fuego nuevo,
sol creciente,
detengo este instante para que nadie nos vea.
Me pierdo en ti.
Bajo tu piel germinan las caricias alcalinas,
advierto en tu océano la quietud del silencio,
me apodero de tu cuerpo lluvia clara, rancia y muda
soy tus manos, soy tu luz, soy tu ausencia
deshojo tus ramas que anuncian sueños compartidos.
Amanece, que no quede duda,
Desperté en ti.
Otro secreto de la noche
Tus manos tibias acarician
mis labios húmedos,
tiemblan al desprender el himen
de esta piel que tanto esperas,
suave pétalo del rocío
que da la calma
con un beso me abres el infinito.
Luz sin sol, suave al viento.