En Un mundo feliz,
Huxley prefigura un espacio geográfico apartado y paradisíaco en el que los intelectuales son confinados a
una permanente vacación en la que pueden dedicarse a lo que mejor saben hacer: pensar. Es así como, pese a
las imperfecciones de una sociedad que se precia de ser perfecta, se da a cada ciudadano una opción, aunque
ésta pueda ser monstruosa.
Tal cosa no existe en el presente, pero abundan los sucedáneos. Es el caso de Ficticia, una "ciudad
de cuentos e historias" construida con bits, enteramente dedicada al cultivo de la narrativa y en la
que expresamente se niega la entrada a poetas. Un verdadero mundo feliz para quienes hacen de la palabra que
narra su razón de vida.
Ficticia es una gran metáfora de un país narrativo. Funciona como una comunidad literaria en la que
narradores de diversos países comparten sus creaciones y se critican entre sí, pero también como una
inmensa antología de narrativa y hasta como un bar donde ir a libar letras y otras sustancias.
La ciudad tiene hasta su propia mitología fundacional: "El dios de Ficticia, cansado de buscar
números anteriores de revistas y periódicos, regresar a su cuento favorito y encontrar en su lugar a su
viejo enemigo ‘404 NOT FOUND’, dijo: Sea creada, construida, visitada y aumentada eternamente la Ciudad
Virtual de Ficticia, biblioteca perpetua de la narrativa escrita originalmente en español. Y así los
dioses de Ficticia redactaron, programaron y dibujaron el sitio de Ficticia".
El sitio ofrece dos mecanismos de difusión. El primero, el más sencillo, es el Puerto Libre, un foro
cuyos participantes publican automáticamente, y sin que intervenga filtro alguno en el proceso, sus
cuentos. El segundo es la Antología, donde se publican textos seleccionados por los editores y en la que,
al momento de nuestra visita, ya había más de doscientos autores incluidos.
Para optar por publicar textos en la Antología es preciso enviar dos o más cuentos a antología@ficticia.com
de acuerdo a características que están precisadas en el sitio. Los textos deben ser acompañados,
obviamente, con los datos del autor, quien, de ser aprobados por el cónclave editorial, declarará su
autoría mediante una carta. Como se puede apreciar, es un procedimiento harto sencillo y sólo hay que
procurar el envío de material de calidad.
El sitio cuenta además con su propio taller de minificción, la Marina, un foro cuyos participantes
periódicamente proponen sus historias a un escritor previamente escogido por Ficticia como jurado. Además,
los textos son comentados y criticados por el colectivo en lo que ha sido definido como un "taller
participativo".
Una editorial que tiene ya varios títulos impresos, en los que se ha involucrado también el género de
ensayo referido a la narrativa, es otra de las opciones que convierten a Ficticia en un sitio literario
extenso e intenso, que no se limita a los quehaceres internéticos. Los ficticianos —que es así el
gentilicio de esta ciudad de letras— le dan vida a su ciudad y la hacen crecer con su participación y con
iniciativas que surgen del contacto permanente. De esta manera, para conocer la ciudad se requiere de varias
y espaciadas visitas.
Y no lo olvide: absténgase si es usted poeta.