Letralia, Tierra de Letras
Año IX • Nº 112
16 de agosto de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Artículos y reportajes
Un quelonio en mi jardín
Miguel A. Schmucke P.

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"Una gran verdad se puede deducir
de una pequeña e insignificante evidencia".

Un quelonio en mi jardínUna soleada tarde de abril fui sorprendido por la aparición de una pequeña criatura que se arrastraba con lentitud en la hojarasca de mi jardín. Era un vivaz y pequeño morrocoy recién nacido, que por su sola presencia evocaba en mi mente interrogantes que al principio resultaban misteriosas e inquietantes. ¿De donde habrá venido? ¿Cómo llegaría aquí? En realidad las respuestas a estas preguntas llegaron muy pronto al poder observar a una de estas fascinantes criaturas del otro lado de la cerca, en el terreno del vecino; sin duda se trataba de uno de sus progenitores.

Más complicado resulta poder encontrar respuestas satisfactorias a la presencia misma de este ser vivo en nuestra época, debido a que actualmente se sabe con certeza que este género tiene millones de años arrastrándose sobre la superficie de la Tierra. Y, por lo tanto, ¿cómo se explica que las características de un fósil hallado en niveles geológicos del Pérmico, sean también las del morrocoy que camina en mi jardín? ¿Acaso no se supone que las especies se transforman con el pasar del tiempo? ¿Por qué las tortugas siguen siendo tortugas? Y la pregunta más pertinente, ¿cómo puede explicar la tan aceptada "Teoría de la Evolución", que esta pequeña criatura, que todavía se arrastra por el suelo, tenga parientes fosilizados y aun así sigan manteniendo las mismas características? ¿Es la transformación de las especies una "ley natural" o una suposición mundialmente aceptada por todos los círculos científicos? Y si es realmente una ley científica, ¿por qué no se han trasformado? ¿Por qué han dejado de convertirse en otra cosa, si es que alguna vez lo hicieron?

La contradicción entre el morrocoy que se arrastra en mi patio y la idea evolucionista es evidente, debido a que la premisa fundamental de ésta es que las criaturas se transforman al pasar el tiempo, pero la ciencia que estudia los fósiles ha determinado sin dudas la antigüedad de criaturas con características similares a las que hoy todavía existen. Del Pérmico al día de hoy ha pasado el tiempo suficiente como para que la transformación de las tortugas produjese otro género totalmente distinto a las tortugas fósiles, pero no ha sido así, echando por tierra la suposición de Charles Darwin. Las implicaciones de esta evidente realidad natural (la existencia del morrocoy en mi jardín), a pesar de existir también fósiles de la misma especie, son trascendentes, debido a que esta teoría es aceptada por la mayoría de los círculos científicos y académicos del mundo, y por lo tanto, aceptar que están equivocados significaría una verdadera transformación del pensamiento, una verdadera revolución científica y causa de una nueva forma de ver la vida y la existencia. ¿Pueden estar equivocados tantos científicos? ¿Se han equivocado alguna vez? ¿Cuál fue el fenómeno natural que indujo a Darwin a concebir la transformación como respuesta?

 

En la isla de los galápagos

Además de las diversas versiones de tortugas gigantes observadas por el naturalista inglés, éste es más conocido por los llamados "pinzones de Darwin", una especie de aves autóctonas de las cuales pudo recopilar y clasificar una variadísima colección de diversos tipos, lo cual le llamaba muchísimo la atención por el alto grado de diversidad de tipos de picos que tenían estas aves. Unas tenían el pico de una manera y por lo tanto se podían alimentar con un tipo especial de alimento, y otras, por tener el pico con otra forma, se alimentaban de una manera totalmente diferente. Este tipo de observación puede ser hecha hoy en día por cualquier persona; todos podemos observar, al igual que Darwin, el mismo fenómeno, pero también podemos llegar a conclusiones totalmente diferentes debido a que hoy en día cualquier joven estudiante de secundaria tiene un conocimiento que era totalmente desconocido para el también joven Darwin, las llamadas "leyes de la herencia" de Gregorio Mendel. Darwin supuso que eran las mismas aves las que transformaban la forma del pico por la necesidad de "adaptarse" al tipo de alimento que se encontraba a su alcance en el medio ambiente, pero, ¿es realmente esto posible? ¿Puede un organismo transformarse por necesidad? ¿Acaso un ave, al no encontrar el alimento que puede ingerir por facilitárselo la forma del pico, podrá sobrevivir? ¿Puede en realidad un ave lograr cambiar la forma de su pico solamente por tener el deseo de ingerir semillas y no insectos? ¿Puede transmitirse ese mismo deseo a su descendencia? Es evidente que la respuesta es no. ¿Qué es lo que en realidad sucede? Simplemente que las diversas características de la forma de los picos de las aves, ya están "registradas" en el código genético, unas son "dominantes" y otras son "recesivas", es decir; unas son más comunes y predominan, y otras características más débiles, las cuales aparecen de vez en cuando en algunos de los descendientes, y si éste se traslada a otro lugar aislándose y reproduciéndose, entonces la descendencia se genera con un tipo de pico algo diferente al de los abuelos, por lo tanto sucede que el ave nace con la forma del pico que le tocó por herencia y al explorar su entorno se encuentra que le es más fácil ingerir cierto tipo de alimentos que otros. Podemos concluir entonces que la explicación basada en las leyes de la herencia es satisfactoria, aclarando la verdadera razón por la cual existen las variedades, sin tener que recurrir a la idea de la transformación; además es necesario recordar que los pinzones, a pesar de tener los diferentes tipos de picos, hasta el día de hoy siguen siendo "pinzones".

 

Las hojas faltantes

Además de lo anterior, es necesario recurrir a otras ciencias para seguir confirmando lo que es evidente. Los geólogos, por ejemplo, se refieren a su ciencia como "un libro en el cual se puede leer la historia del planeta Tierra". Darwin, al observar que en el registro geológico no se podían encontrar fósiles de las fases intermedias de la supuesta transformación de las especies, los famosos "eslabones perdidos", llegó a decir que era el registro geológico el que estaba incompleto; es decir, que le faltaban algunas hojas al llamado libro de la vida, ¿es científica esta actitud? ¿Puede ser invertida en el campo científico la carga de la prueba? ¿Puede una suposición sobrevivir sin la existencia de la evidencia?

 

El nuevo darwinismo

Estos problemas sin solución condujeron a los círculos científicos a reconsiderar la "Teoría de la Evolución" a mediados del siglo XX. Los científicos conjugaron la evolución con la genética, debido al innegable avance de esta ciencia, pero sin reflexionar en las evidentes contradicciones, lo cual dio como resultado una verdadera mezcolanza de conceptos, dándole a todo esto el nombre de "neodarwinismo", tendencia que generó en la Iglesia la aprobación de la teoría, lo cual al sumarse el aspecto religioso a este asunto, se ha convertido a esta seudociencia en un verdadero "arroz con mango".

A principios del siglo XX la teoría evolucionista comenzó a entrar en una crisis de credibilidad por falta de evidencias del fenómeno de la transformación "gradual" de las especies, pero el redescubrimiento de las leyes de la herencia de Gregorio Mendel, por los científicos Hugo de Vries, Karl Erich Correns y Erich Tschemark en 1900, tendría importantes consecuencias en el debate evolucionista, debido a que éstas hacían evidente que lo que se observa en la naturaleza son variaciones del mismo tema y no la llamada transformación gradual, lo cual los llevó a tratar de explicar la teoría de Darwin de otra manera.

 

El equilibrio puntuado

Esta nueva teoría, también llamada saltacionismo, fue un intento fallido realizado por Stephen Jay Gould en el año de 1967, en la cual se trataba de explicar que en realidad la transformación de las especies no es gradual, sino que es repentina, es decir, que por causa de una mutación, de una clase de criatura se genera otra distinta de una buena vez. No es necesario aclarar que la genética y la simple observación niega esta aseveración, debido a que hoy en día es suficientemente conocido que los organismos tienden a mantener su forma genotípica con absoluta fidelidad, y que cuando se produce una mutación siempre desmejora el diseño del cual proviene, y si alguien se quiere convencer de esta realidad, sólo tiene que visitar un laboratorio o museo, donde tienen guardados en frascos con formol o disecados a cientos de monstruos que no es necesario describir aquí. Observe el lector a cualquier criatura y fíjese la forma perfecta que tienen, al nacer, un gatito, un cachorro o un bebé. Si nacieran con una mutación, se nota inmediatamente que ha ocurrido una excepción de la regla, es decir, un desmejoramiento que evidencia que lo que es perfecto no puede ser mejorado. Después de más de 100 años de haberse intentado explicar la causa de la variabilidad de las especies y su origen, ni la evolución gradual ni la repentina han podido demostrar que la evolución se produce en la realidad, más bien todo lo contrario.

La verdad es que las tortugas siempre han sido tortugas desde que "apareció" el género, y todas las especies que se han producido, tanto las extintas como las que todavía existen, simplemente son variaciones del mismo tema. Es decir, que cada género de los que existen y han existido tiene, cada uno, un origen único e independiente (un ascendiente común), y una vez que aparecen, mantienen sus características distintivas, variando en mayor o menor grado, únicamente por causas que explican muy bien las leyes mendelianas.

El espíritu científico es una motivación muy humana que se manifiesta por un gran interés y empeño en investigar la razón de ser de las cosas y de los hechos, y que no descansa hasta descubrir las causas que los producen y los principios y reglas que los explican. La calidad de una idea tan sólo puede verificarse mediante su efectividad.

Lamentablemente para algunos científicos, las teorías son más importantes que la verdad, y las han impuesto, más que todo, fundamentados en el llamado "criterio de autoridad", tanto en los círculos científicos, como en las universidades y escuelas. Es por estas razones que, ante la imposibilidad, por ahora, de convencer a los círculos científicos e intelectuales, recomiendo a mis alumnos que le arranquen a sus textos de estudio las páginas que les enseñan la "Teoría de la Evolución" como una certeza científica.

Las ideas, cuando son verdaderas, son útiles, claras y sencillas, pero la "Teoría de la Evolución" sólo ha producido confusión en todas las ciencias, y peor aun, segregación y exterminio de razas y pueblos en la historia del siglo XX.


       

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Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 30 de agosto de 2004 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes