I
Si apostase la vida en que me abraso
a cara o a cruz en tu presente
me dirían que fue un accidente,
Eva Luna de amor. Y fue un fracaso
porque llego a ti con tal retraso
—y mi ansia de sol es tan urgente—
que te entrego este sol en mi poniente
y te entrego mi luna en otro ocaso,
que es un verso —no sé— denso y salobre
y la sal de la herida que me hiere,
de tu sol a mi sombra en mi costado.
Y si el sol, a occidente, se me muere,
que mi yo, Eva sin ti, no me zozobre.
La manzana de ayer ya no es pecado
II
La puerta si me buscas está abierta.
la luz en la mesilla y una rosa
en búcaro de amor que se rebosa,
azul. El cielo arriba se despierta.
Vendrás muy en silencio por mi puerta
sin llave ni candado, misteriosa.
(No se hunde el amor ni se anquilosa
ni en la duda veraz ni en duda incierta)
¿Tu barca buscaría por los mares
la playa de silencios que me abruma?
Los vientos, al sur, son caniculares.
Mi barca encontrarás en esa bruma
varada entre cenizas y pesares
¡ay Eva de silencios y de espumas..!
III
A la gente le gusta que te mates
con dos balas de amor innecesario
y te piden que lo hagas a diario
con los versos que dicen disparates.
Tan cansado estoy por cien combates
con mi muerte, mi entierro y mi sudario
que le sobra algún día al calendario
y le hago a la vida dos regates
porque ser, Eva y Luna es muy sencillo
mientras saco al verso todo el brillo:
desamores, amores y pecados...
Yo quisiera escribirle con mi pluma
a tu sombra que llora con la espuma
y beberte los besos a puñados