Letralia, Tierra de Letras
Año IX • Nº 114
20 de septiembre de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras
Antología del suicidio
(extractos)
Roberto José Adames

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Latidos del alba

En tu dispersión
Como en la memoria de la tarde
Un hondo cansancio
Deshace las edades
En mil pedazos de barro
Y sobre el hueco rostro de una herida
Caen
Como un murmullo
Como un breve suspiro
Como un hondo silencio
único                  inconcluso
Y en la consumación hiriente de la nada
Mis manos desangran
El vasto espacio que hiere los espejos
El latido del alba.

 

Confesiones

A ti
Te detuvo el espanto
A mí
La líquida soberbia
      O el movimiento  se detuvo
En fantasmales ausencias
Es que la muchedumbre edificó el hastío
Y en su líquido esperma
Un musgo blanco y voraz como los ángeles
Evocó una lluvia de tristeza.

Los círculos bailaron
Como marca inevitable
Que redefine el rostro en tu sinfónico grito de dolor
Y el mar
                como tú
Comenzó a descender por el abismo
Puro de tu ausencia
Y una ventana de estertores
Miraba la máscara repetir tus horrores
Y luchar con perplejos naufragios

Era la lengua hirsuta de mi dolor
Temblando porque sólo somos
La dimensión exacta del miedo
Tal
Vez
Solo
Un recuerdo en la memoria de algún dios.

 

Poema I

Sueño o sortilegio
El vuelo se hace pájaro
Y escapa por el ojo
Cual retazo de cristales
O puertas y relámpagos

Oh abanico de sol que te bebes el miedo
No nos robes el mito.

 

Poema II

La noche
       un pájaro
En un ala el horizonte
En la otra        el vuelo:
              Un gimnástico movimiento de infinito
Que con mis pasos ha roto los espejos
Porque he pisado la tierra
              Y la noche se ha vuelto eternidad.

 

Poema III

Lo real escapa imaginando espejos
        Mas          no nos duele
              Y aunque no nos duele
        Y el vaho de la vida no nos pudre
Sobre una ventana de estertores
Voraces
Estamos muriendo de nada

 

Poema IV

Un misterio verde
Se ha roto sobre el mar
Y como mil espadas líquidas y dispersas
Que se buscan en el miedo
        (como inasibles instantes)
Persiguen el reposo
        O tal vez
La eternidad.

 

Poema V

Una ventana me cabalga en el ojo
Y se bebe la nada.
Muertes se desparraman
En carbones de espacio
        —Lo circular corrompe—
Llueven miedos
Y no tengo a dónde huir
Sólo una ventana
        Una ventana
O más bien el olvido.

 

Poema VI

Mi indivisible eternidad
Es interrogada en El umbral
De un espejo líquido
Y líquido es El Verbo
Y líquidas las aguas
        Donde aleteaba su nombre.

 

Espanto

Otra vez este existir
              este temblor de símbolos
Quemados por la rabia
        otra vez
El regreso de la fuga
Horada mis suspendidas memorias
Y en el estupor del    deseo
Tu silencio es el espanto.

 

Trampas del deseo

Oteando memorables angustias
He sido tú
        para desearte como me deseas
Hecho cristal y pedazo de luna
Mi grito ancla en el delirio
Y en el vórtice de la trampa
Alguna luz relata tu cuerpo
        —En el oráculo
        Hay transparencias
        Haciendo mis nostalgias—

Lo terrible
Como un inconstante momento
me acosa de infinito
Y mete tu silencio en la palabra eterno
Inmenso escorpión de sílex
Que fluye sobre el tiempo
Y vomita estos espacios de locura
Y espejos de peces
Que se buscan en la nada
Y en el color difuso que desgarra los sentidos

Un brazo ileso
Me embriaga de serpientes
Y como el círculo o la trampa
Me aleja del corazón de lo eterno.

 

El último dolor

Al encontrarme en soledad
El sepulcro lapida mis sueños
Y siembra miedos poblados de inocencia
Entre desiguales puertas
La noche renuncia al soplo de las palabras
Esas que escupen barro
Vestido de sol
Cuando la lluvia toma nombre
Y su mirada recoge la piel del ojo
Y del círculo

Y se difumina en el umbral de los espejos
Como la utopía
Que busca el punto cero
Entre luz y sombra
Entre el sucesivo oleaje
Que conjuga cementerios marinos
Como luz multiforme
Circulando en el espacio
La he visto habitar la noche
Con oquedad de siglos
Como si refutara su forma
Con miedo infinito
Y en el eco de su voz

—como un misterio—
La agonía del crepúsculo decretó mi Inexistencia.

 

Antología de un suicidio

El mar es un antiguo lenguaje
que yo no alcanzo a descifrar.
Jorge Luis Borges

Derramo noches de abismos
Y pájaros
Sobre tu cuerpo
Libando el vacío que atormenta la espera

En impredecibles voces
Muertas de tiempo
        lejos
                en los orígenes
Levita un cementerio de raíces
Orquestal a la luz
        un derroche de sonidos
Corre a gastar tardes de colores
En tus ojos
Y la noche abreva en la noche
Entre sus cortinajes
Se extravían peces amarillos
Y la muerte   se deshace

        y ligero
             el temblor
Busca la calma
Entonces
        miro al mar
Para descubrir sus sueños
Y sus lunas
Las horas danzan orgías de negrura
Y anticipo mi hermandad
Al origen
Y
A su vaivén
La luna

Alucinada sobre el mar
Sepulta susurros en el viento
Y esqueletos en las noches
Desliza su voz
Como si ungiera asombro
Para constelar gritos
Que evoquen
Razón y ausencia
Y nada del agua
Refleja sublimación o vuelo
        o desdibuja vacío
        y el mar
                       y lo inmenso

El ave se consuma

La memoria
        de abismos teje misterios
Y de tiempo             agonía
Circulares olvidos
Estrujan en sus manos
El placer que los desdice
        ah el espanto
El miedo
Postración que repta en lo terrible
Para descubrir lo frágil de la muerte
En cada despedida

Una línea se dilata en lo alto
Y entre el sueño y otros colores
El paraíso disemina el reloj
Y te cierra el ser a lo perdurable
Mas
El mar aguarda
Para limpiar nuestros cuerpos de ilusiones
Y desmoronar el templo de las sirenas
Y aunque el cielo se vuelva mágico
Una piedra   de mi paso    fijara   morada
Mientras en su profundidad milenaria
La luna guarda su néctar inmortal

Epifanía de infinito
Cabalgan sobre un cisne
Y te bañan de mar
Y sobre el fuego que danzan los cristales
Hay un presente que se ahoga
Entre un musgo que te quiebra.

 


       

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Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 4 de octubre de 2004 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes