Letralia, Tierra de Letras
Año IX • Nº 118
22 de noviembre de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Artículos y reportajes
Un premio en las estrellas
Dixon Moya

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Nota del editor
Al cierre de esta edición sobrevino la muerte del maestro Manuel Zapata Olivella. Este artículo del diplomático y escritor colombiano Dixon Moya, previsto para este número de Letralia desde mucho antes, mantiene el tono original de su autor, hablando de Zapata Olivella en presente, como le recordarán por siempre quienes le conocieron en el ámbito humano y en el literario.

Manuel Zapata OlivellaEl Planetario Distrital en Bogotá es uno de mis sitios favoritos. De niño, se me antojaba un lugar mágico, en el cual podía ver de cerca los lejanos astros. Este emblemático edificio que guarda los secretos de las estrellas fugaces fue el marco de celebración, en reciente fecha, del III Premio Nacional de Literatura de Colombia, galardón que se otorga por voto popular y que en esta ocasión recayó en la figura legendaria de Manuel Zapata Olivella. En sus primeras versiones fueron premiados Germán Espinosa y David Sánchez Juliao.

Manuel Zapata Olivella no sólo es escritor, es negro. Ese detalle no debería tener importancia, podría ser verde esmeralda, rojo bermellón, azul turquesa, pero lamentablemente vivimos en un mundo que a pesar de ser multicolor persiste en dividirse en blanco y negro, como si fueran los blasones de otros dualismos, belleza/fealdad, bondad/maldad, riqueza/miseria. La verdad es que Zapata Olivella es la voz escrita de las negritudes en Colombia, lo que dentro de nuestra maravillosa diversidad étnica se denomina lo afrocolombiano.

Los afrocolombianos son los descendientes de los esclavos que llegaban a Cartagena de Indias y se enviaban a las haciendas azucareras del Valle del Cauca, las plantaciones bananeras del Urabá, las minas de Antioquia. Gente alegre y creativa que ha aportado mucho al progreso de Colombia. Algunas de las mayores glorias colombianas han sido negras: el primer héroe marítimo, el almirante José Prudencio Padilla, libertador de mares, ríos y lagos americanos; campeones deportivos como el "Kid" Pambelé o "Rocky" Valdés; el "Tino" Asprilla, Freddy Rincón o el "tren" Valencia, para nombrar sólo tres baluartes de la selección colombiana de fútbol de los años 90; la medallista de oro olímpica María Isabel Urrutia, el beisbolista Édgar Rentería, músicos de la talla de Joe Arroyo, y se quedan muchos nombres en el tintero.

Manuel Zapata Olivella nació el 17 de marzo de 1920 en Lorica, departamento de Córdoba, tierra ganadera, artesanal y musical. Luego se trasladó a Cartagena de Indias, en donde comenzó a impregnarse de la historia y vivencias de la gente de su raza. En la Universidad Nacional en Bogotá estudió medicina, profesión que ejerció, aunque seguramente con el correr de los años ha curado más enfermos con sus obras literarias que con sus prescripciones. En todo caso, resulta una afortunada coincidencia escribir con manos de curador.

Zapata Olivella empezó narrando sobre reivindicaciones sociales y revoluciones fracasadas, como se refleja en su novela La calle 10, pero luego se concentró en su gran preocupación temática, la cosmología negra, la cultura de esa raza trasplantada a la fuerza desde África, que ha trascendido en expresiones artísticas como la música, la danza, la tradición oral. El fruto de dicho interés es una gran novela, la epopeya titulada ¡Changó, el gran putas!, una extensa obra que parte desde los orígenes africanos, pasando por las historias de los negros cimarrones en Cartagena, la independencia haitiana, hasta llegar a la lucha contra la segregación en Estados Unidos. Otras obras de su autoría son Tierra mojada, Chambacú, corral de negros y En Chimá nace un santo, esta última fue finalista en dos concursos legendarios, el Esso de 1963 ganado por García Márquez con La mala hora y el Seix Barral cuyo primer puesto fue para La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa.

A Zapata Olivella lo conocí una tarde hace varios años en las oficinas del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia; compartíamos un curso de inducción de las funciones consulares, él había sido designado como cónsul en Puerto España (Trinidad y Tobago) mientras yo me preparaba para prestar mis servicios en Ciudad Guayana (Venezuela). Lo noté taciturno, sentado con los ojos cerrados, no quise molestarlo, quizás estaba cavilando en las leyendas mitológicas de la gran nación negra, esparcida por el mundo.

El Premio Nacional de Literatura en Colombia lo organiza la Fundación Libros y Letras, grupo de quijotes liderado por el periodista cultural Jorge Consuegra, quien tuvo la buena idea de organizar un reconocimiento a nuestros creadores por votación popular. Este premio se concede anualmente a los escritores colombianos vivos, menos al mayor de todos, Gabriel García Márquez, por su renuencia personal a participar en premios o concursos.

Seguramente desde el Planetario Distrital, el día de la ceremonia de premiación, llegaron al oscuro firmamento las letras escritas con tinta negra, las palabras del gran Zapata Olivella.


       

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Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 17 de enero de 2005 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes