Letralia, Tierra de Letras
Año IX • Nº 118
22 de noviembre de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras
Ingeniería sentimental
Marco Vinicio Padilla Arceo

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...Vámonos a ver
si la experiencia puede hablar más que cualquier
libro de ciencia que comente
fantásticamente
todo lo que se sabe de amor...
Fernando Delgadillo*

(Van a llevarse la caja a las doce del llanto. Sus ojos ya están cerrados pero sólo duerme y espera. Me espera porque sabe que lo alcanzaré con la estafeta del sentimiento. Ya se fueron todos y la manecilla ya no gira. El color es la representación cromática de la vida. El negro no se excluye, y aunque le atribuyan el ignominioso calificativo de ausencia de color, hoy yo abogo por él. El negro es el trozo arrancado de la noche como la de hoy, en la que él recostado con los ojos cerrados me espera y de negro se disfrazan los concurrentes para dar fe de él.)

Cuando él respira se prolonga el espacio, se estira de alguna forma el universo y todo flota. Un literato siempre será prejuzgado como el intelectual que escribe en una biblioteca y remite su obra a la editorial más cercana. Él no, y tiró mis prejuicios. Él respira y se plasma en sus letras. Hace tiempo que lo conozco y todavía no logro enterarme por qué el tiempo se hace más corto al mirarlo, al verlo escribir. Las aulas universitarias también lo observan, atestiguan su inmersión en las leyes, en los códigos, en la jurisprudencia, y se percatan de que, aunque buen estudiante, eso no es lo suyo. Y las aulas sapientes del Derecho envidian a aquéllas que dominan la literatura, porque le roban la mente y desgastan su talento intelectual. En su camino se topó con una de esas y griegas de la vida, una bipartición de preferencias, los libros líricos de un lado y los libros leguleyos del otro. Optó por dividirse en dos y tomarlo todo. Sólo él. Y no sé si ya lo había dicho antes pero tiró mis prejuicios, esas murallas inquebrantables y sempiternas que sólo se derriban con una persona como él.

Ayer me casé en la Oficina Central del Registro Civil. Hoy es día de las madres en México y mañana son siete meses que entré en su vida y él en la mía y se dio el sincretismo famoso del que todos hablan. Amor. Hoy al verlo respirar y escribir sé que eso es lo que mejor hace, porque al inhalar oxígeno vive, y su vivir es para mí lo mejor en mi vida, incluso mejor que mi propio respirar y mi propio vivir. Muchos no atienden el hecho de respirar y cuantimás, no le dan el peso ingente que tiene. Respirar es tragar vida y escupirla a la vez, y generalmente los científicos de la Medicina hablan de ciclos y aparatos del sistema humano, estudian sus enfermedades y aplican resultados, pronuncian panegíricos a sí mismos y se jactan de sus seudoconocimientos acerca del respirar. Entienden que un elemento como el oxígeno se adhiere a cualquiera de las cavidades que se diseñaron para que entrara. Les llaman nariz y boca. Los eruditos de la salud también creen saber la causa de todos los derivados del respirar, y se limitan a explicar que el estornudo, la tos, el bostezo y el hipo, verbigracia, tienen una razón de ser menos seria que la descrita en libros insulsos.

Respirar es tragar vida y escupirla a la vez. Los literatos también estudian este tipo de manifestaciones vitales del ente humano. O qué, ¿sólo los médicos con maestrías y doctorados y viajes a tierras de otras lenguas pueden (y deben) dar razón al devenir del hombre? Sería irrisorio pensar que sí. Y este estudio profundo y dogmático lo hallé gracias a él, pues respirar es lo mejor que hace, porque vive y su vivir es el mío. Los médicos, en medio de lo abstracto, dicen que saben que respirar es inhalar oxígeno. Yo digo que respirar es inhalar ilusiones, de eso se alimenta el respirar. Las ilusiones se fabrican con sueños, de tal modo que todo se vuelve una ingeniería compleja. Los sueños no terminan la cadena, pues son hechos con sentimientos, que se crean a su vez al trastocar otro respirar. Y los médicos creen que sólo es inhalar oxígeno. Pero no nos apresuremos y vayamos paso por paso. Quien respira es porque tiene ilusiones, y principio general del respiro es poseer una ilusión que lo sustente, que lo detenga. Nadie puede respirar sin una ilusión, los que respiramos por lo menos tenemos una, y que no necesariamente es buena o mala, simplemente es ilusión puesto que el respirar no conoce de ideologías humanas, de éticas o de morales costumbristas. El respirar sólo piensa en las ilusiones. No hace más. Yo ayer me casé en la Oficina Central del Registro Civil porque la ilusión me llevó de la mano; un literato, la sinonimia de mi ilusión. Y eso de casarse será muy solemne pero para mí todo el teatro aquél es accesorio. Un papel, un folio tamaño oficio trata de registrar con tinta un amor de dos. Yo me río; qué inocente el Derecho, qué inmaduro. Con reglitas codigueras pretende plasmar dos vidas al unísono, y no porque el Derecho sea defensor del sentimiento universal, sino porque pretende evitar actos tachados por la ideología contemporánea, aplastante. Casarse, no hacerlo, qué importa, lo verdaderamente relevante es la ilusión, ésa que proviene del sueño y alimenta el respirar. Mi ilusión, él.

El sueño del que devino fue y sigue siendo un maremágnum de universos, una caricia suave, una mirada trazada por la luz de sus ojos. Ese sueño que caminaba en mi mente, con su batallón de sensaciones detrás, con sus ventanas hacia el siempre, se volvió sombra, amigo encadenado. Los sueños tienen ese dejo de sublimes y etéreos, son realidades, no son fantasías como estúpidamente se cree. Son las mejores realidades al ser diseñadas por el sentimiento, no por la persona, realidades sustentadas en la otra realidad, la insulsa. El sueño generalmente tiene nombre y apellido, se aparece cual monstruo de mente humana, y lo más irónico de todo es que no deja dormir, cuando la mayoría de los criterios piensan que el hecho de cerrar los ojos y apagar el cuerpo precede al hecho onírico. Pues no. Soñar, dicho en su más puro sentido, es un acto anterior al dormir, y no simultáneo. "El soñador deja de serlo cuando advierte que está soñando".1 El soñador no puede dormir, no quiere. Yo no quiero dormir ya, quiero seguir soñando y no cansarme. El literato me mantiene en el mar onírico y Calderón de la Barca tenía razón en su vida que es sueño. El sueño construye ilusiones y gracias a las ilusiones se respira y cuando se respira se vive y de vivir se trata.

El sueño no llega solo, viene de la mano de papá sentimiento. En esta parte del estudio surge la conclusión de que no se puede soñar sin sentir. El símbolo de todo, del movimiento humano, porque el hombre y su constante movimiento, su ilógico orden, su absurda gravedad, estriba en el sentimiento. Por ello el peor de los sentires no es el odio, el rencor o el encono. El peor de todos es la tristeza, porque el triste no se mueve y el hombre es movimiento, el triste no se mueve y al no moverse obceca sus sueños, y los sueños son el germen de las ilusiones, que alimentan el respirar y por ende, justifican el vivir. Y pensar que los psicólogos hacen estudios kilométricos, miríadas de investigaciones, pingües deducciones, inocentes conclusiones con respecto al deprimido, en alusión al triste, y pretenden prever suicidios alabando a Freud sin siquiera comprender que la cadena está coartada, que no rota, en su parte más endeble, la del sentimiento. Y los psicólogos dicen que saben, y recomiendan terapias y terminan escuchando, terminan siendo un amigo comprado, un par de oídos y palabras de aliento, nada más. El psicólogo por más que intente adherirse al sentimiento fulminante del triste, nunca lo hará porque cree que todos caben en sus cuadros sinópticos, todos son un paciente presto a ser diagnosticado por un margen prestablecido. Inocente la Psicología al pensar que escuchando y redactando notitas, en una oficina con un sofá grande para que se recueste el cliente, perdón, el paciente, logrará disolver la tristeza. El sentimiento, a su vez, proviene de otro respirar, como me pasa a mí y como posiblemente le pasa a usted que me lee. El sentimiento se forja con base en respirar el aliento de otra persona, el sentimiento se funda en un deseo irresistible por ser irresistiblemente deseado. La ingeniería sentimental se vuelve un poco más compleja en este punto, porque es cuando el ciclo se cierra y la catarsis alucina por haber logrado su cometido. Es aquí cuando se extasía el mar torvo de sensaciones que se entrelazan para hallarse unas con otras. El sentimiento proviene de una mirada, en principio, puesto que es la puerta de entrada al mundo inefable de la otra persona. Así me sucedió a mí. Dicen los que dicen que saben que eso es amor. Digo yo que estoy de acuerdo.

Amor son cuatro letras, aunque al unísono el vocablo signifique todo menos lo estipulado por la Real Academia de la Lengua Española. Enamorado está el que ha cumplido cabalmente la cadena, y amor es la única palabra de todos los lenguajes mundanos que tiene tantos significados como habitantes haya en el planeta de locos que habito. Amor es para mí tan distinto a lo que piensa él, a lo que pensaron León Felipe o Bécquer, a lo que piensan el granjero neozelandés que habita Wellington o a la mucama que asea habitaciones en un hotel de Bangladesh. El amor se cae de la risa cuando le hablan de espacio y tiempo. Inocente la Real Academia de la Lengua al pretender encuadrar en cuatro letras un sentimiento loco, tan heterogéneo y homogéneo a la vez.

Decía yo que la cortina son los ojos, la luz de la mirada lo que guía al sentimiento a encontrarse con el otro sentimiento, ambos devenidos del proceso ilusión-sueño-sentimiento. Ya insertados ambos en la incandescencia ocular, todo se vuelve más sencillo. El tiempo es más corto y la luna brilla más y los rayos estelares abrazan con más fuerza y el sol calienta cuando debe y el frío no existe y el espacio es firmamento y sus manos son la meta y la ventana es infinita y el papel para escribir es eterno y todo y nada son sinónimos. Cuando un respirar y otro trastocan entre sí, ambos tienen su significado de amor, y sin embargo hay en el uno el picaporte en donde se inserta la llave del otro y viceversa. El amor, aunque distinto para uno y otro, encuentra un cauce común que comenzó en la mirada y recorre febrilmente el contorno del cuerpo hasta llegar a la mente, ésa que estorba para sentir, porque piensa y es indiferente, y le dicta a las comisuras que se abran para pronunciar el te amo y así llegar al punto donde todo comenzó. Yo respiro porque tengo una ilusión, que es producto de un sueño devenido del sentimiento abismal, resultado del respirar del otro y que finalmente se conecta con el respirar inicial. Mi respirar. Ese mío que se vuelve suyo. Y no sé si lo dije antes pero derrumbó mis prejuicios. Me condujo a la comprensión de que respirar no es lo que los médicos y sus libros enseñan con vanagloria y absurda jactancia; el literato me mostró que un estornudo es un éxodo de desilusiones, estorbosas de las ilusiones; me enseñó que el suspiro es el sobrante de aire de la persona faltante, que el suspiro es el espíritu del beso no dado por morirse en el intento; que la tos es el grito del sentimiento por la necesidad de estar con él, y finge ser enfermedad para que médicos y psicólogos no distraigan el objetivo; que el hipo es una relación curiosa con el tiempo, una repetición constante de instantes, un llamado a repetirlo tantas veces el cuerpo lo exija, por ello es importante saber cuántos saltos se dan al momento de la contusión diafrágmica, para así calcular el número de universos que la otra persona extraña al contuso.

El oxígeno es sólo un elemento químico, no tiene nada que ver con el respirar. La ilusión es lo que activa el motor humano. La ilusión es el elemento vital. El sueño diseña y traza con delicada precisión a la ilusión. Quedó atrás el prejuicio de que soñar es de dormidos y dormir es de enamorados. Ahora comprendo que el mejor antibiótico no es el de los psicólogos o médicos. Para abatir la tristeza es requisito afinar el sentimiento para que genere sueños y éstos ilusiones. Ahora sé que tantos libros de Psicología son inútiles ante tal remedio. Ahora sé que cuando respira se prolonga el espacio, se estira de alguna forma el universo y todo flota. Un literato siempre será prejuzgado como el intelectual que escribe en una biblioteca y remite su obra a la editorial más cercana. Ahora sé que el literato del que me enamoré respira y se plasma en sus letras, y contribuye a realizar este estudio cronológico de ingeniería sentimental, ahora sé por qué el tiempo se hace más corto al mirarlo, al verlo escribir.

Hoy él está muerto para la gente, pero yo lo espero porque la muerte de los enamorados ya pasó, fue antes de conocerse uno al otro. La fecha de nacimiento, el día en que las miradas se dieron la mano de luz. La muerte que los no enamorados suponen que es muerte es sólo un paso más para los enamorados, un escalón en el tortuoso e intrincado camino del amor. Yo nací el día en que lo conocí. Es frase trillada, pero cierta. Yo era muerta antes de eso. Hoy su muerte sólo es una sala de espera. Aguarda por mí. Y aunque para los médicos ingenuos él no respire, la ingeniería no cesa, y él me inhala, crea la ilusión de verme una vez más, teje el sueño, esculpe el sentimiento, y yo lo respiro. Tiró mis prejuicios y el presente es un estudio prolijo de lo sencillo que es el amor. Hoy descansen en paz los no enamorados, que ya se llevan la caja. Son las doce del llanto.

Ingeniería sentimental

 

Apéndice

Propuesta de nuevos significados a vocablos equívocos, dirigida a la Real Academia de la Lengua Española.

AMOR.- Remitirse a seis mil millones de interpretaciones.

ESTORNUDO.- Dícese del éxodo de desilusiones que estorban a las ilusiones.

HIPO.- Relación curiosa y temporal, representación constante de instantes que tiene como fin repetir a la persona amada tantas veces el cuerpo lo exija. Se recomienda por expertos saber cuántos saltos se dan en el momento de la contusión diafrágmica para así calcular el número de universos que la otra persona extraña al contuso.

ILUSIÓN.- Elemento vital similar al oxígeno que contribuye necesariamente al respirar de una persona. Es producto, a su vez, de un sueño.

SENTIMIENTO.- Hecatombe humana que gradúa el movimiento de una persona, forjado con base en el respirar de otra. V.gr. Amor, fundado en el deseo irresistible por ser irresistiblemente deseado.

SUEÑO.- Maremágnum de universos análogos a una caricia suave, nutrido por un sentimiento, y que nutre a su vez a una ilusión.

SUSPIRO.- Sobrante de aire de la persona faltante; dícese también del beso no dado por morir en el intento.

TOS.- Grito del sentimiento pregonando la necesidad por la persona amada, que finge ser enfermedad para que médicos y psicólogos no distraigan su objetivo.

 

* Variaciones de la canción informal "Buenas intenciones". Regresar.

1. Jorge Luis Borges. Regresar.


       

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Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 17 de enero de 2005 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes