Especial
Meira Delmar, mar calmado, se ha recostado para siempre en la ribera
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Meira DelmarLa poetisa más amable, más sencilla, más amorosa y más grande de Colombia ha fallecido.

Meira Delmar, muere coronada de mar, de caracolas, de trigales amarillos y del viento y regará su semilla por el continente y por el mundo.

Su voz, su fuerza interior, su bastón suave que la ayudaba a recorrer escenarios y teatros, ya no está como otras tantas veces. Sus ojos ya no nos buscarán entre los bultos borrosos para saludar y desear los buenos días.

Meira Delmar, mar calmado, se ha recostado para siempre en la ribera.

Meira se fue callada, como cuando lanzó su primer poema por la revista Vanidades. Vanidades la acogió, más no la vanidad. Varias veces quisimos coronarla con laurel sobre sus sienes en Plenilunio. Y ella había aceptado con sencillez ese honor que le ofrecimos. No era una bandeja de plata ni unos millones, sino era para reconocerle ante el gran público su grandeza, su palabra delicada, sin estruendos ni gran pantalla. Eso no lo hubiera aceptado.

Bajamos hoy la frente ante su lecho y nos dolemos de haber perdido a esta mujer hecha palabra, que volaba, que nadaba en el mar, que crecía en la pradera. Su amor de hombre —que lo sintió y guardó para el ella y el secreto de sus amigos— lo trasladó a todos nosotros que tuvimos el placer de andar unas horas en su honrosa compañía.

La Poesía ha perdido a una de su cultoras y cantoras. El Olimpo y las Musas han abierto las puertas de su casa y le impondrán la corona que se le concede a quienes han enaltecido la metáfora, la pureza del lenguaje y han hecho correr los ríos frente a nuestros ojos.

En honor a Meira levantaré la copa y celebraré la amistad, la muerte, la vida, la simplicidad y la poesía.