Especial
Meira Delmar: “La tarde vuela sobre las rosas como un ala de oro”
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Otra cosa es la muerte; así nos dijo en su poema “Muerte mía” de su libro Secreta isla...

Olga Chams Eljach (1921-2009), conocida por todos como Meira Delmar, nos dijo adiós este 18 de marzo a las tres de la madrugada. Su vida, un sendero hacia la entrega y el amor. Dulce mujer bañada de miel surcando la vida, la naturaleza, las palabras, nos hiciste danzar al ritmo de melodías angelicales, en cada verso escrito y en cada palabra recitada se desborda el romanticismo en esa entrega de tu esencia por todos los lugares de la humanidad y por tu fluir en ese ancho y largo mar de tus sentimientos.

Muerte mía

La muerte no es quedarme
con las manos ancladas
como barcos inútiles
a mis propias orillas,
ni tener en los ojos,
tras la sombra del párpado
el último paisaje / hundiéndose en sí mismo.

La muerte no es sentirme
fija en la tierra oscura
mientras mueve la noche
su gajo de luceros,
y mueve el mar profundo
las naves y los peces,
y el viento mueve estíos,
otoños, primaveras.

¡Otra cosa es la muerte!

Decir tu nombre una
y otra vez en la niebla
sin que tornes el rostro
a mi rostro, es la muerte.
Y estar de ti lejana
cuando dices “La tarde
vuela sobre las rosas
como un ala de oro”.

La muerte es ir borrando
caminos de regreso
y llegar con mis lágrimas
a un país sin nosotros
y es saber qué pregunta
mi corazón en vano
por tu melancolía.

Otra cosa es la muerte.

Podemos percibir su nostalgia, su profundidad enmarcada de sencillez, humildad, cuando esa muerte va borrando todas las huellas y el camino de regreso es agreste y el mismo tiempo en su laberinto inexplicable no deja rastros.

Verde mar

(del libro Verdad del sueño)

1

De tanto quererte, mar,
el corazón se me ha vuelto
marinero.
Y se me pone a cantar
en los mástiles de oro
de la luna, sobre el viento.
Aquí la voz, la canción.
El corazón a lo lejos,
donde tus pasos resuenan
por las orillas del puerto.
De tanto quererte mar,
ausente me estás doliendo
casi hasta hacerme llorar.

 

2

¡Mar!
Y es como si, de pronto,
se hiciera claridad.
Ángeles desnudos. Ángeles
de brisa con luz. Cantar
del agua que danza una
zarabanda de cristal.

Islas, olas, caracolas.
Grito blanco de la sal...

Y el corazón, de latido
en latido, dice ¡Mar!

Vemos el mar rendido a sus pies, cómplice de su vida y de sus momentos fusionados. La brisa marina  irrumpe en su ser y grita sazonada por la blanca sal y su corazón se regocija en danza mágica y grita ¡Mar!

De paso

No es el tiempo
el que pasa.
      Eres tú
que te alejas
      apresuradamente
hacia la sombra,
y vas dejando caer,
como el que se despoja
de sus bienes,
todo aquello que amaste,
las horas
que te hicieron la dicha,
amigos
en quienes hubo un día
refugio tu tristeza,
sueños
inacabados.
Al final, casi
vacías las manos,
te preguntas
en qué momento
se te fue la vida,
se te sigue yendo,
como un hilo de agua
entre los dedos.

En qué momento se te fue la vida, ella nos dice en el poema con gran melancolía, pero estoy segura de que en sus 88 años de esa vida supo tejer armoniosamente su vida que nos mostró a través de sus palabras, sus ojos, sus manos y su sonrisa espléndida que era para todos.

Vuelo de jazmines, antología preparada por Dina Luz Pardo y Jenny Jajaira Pinilla que saldrá a la luz en el mes de abril de este año, era la sorpresa que le teníamos a Meira Delmar, sorpresa para el público ya que ella se enteró de ese homenaje en vida.

En el mes de enero de este año, la poetisa Dina Luz Pardo me invita a formar parte de la antología y acepté gustosa, ya que desde que tuve la oportunidad de conocer a Meira con su libro de poemas Reencuentro quedé embelesada. En el año 2002 el Instituto Piaget en la Dirección de Sofía Camacho la invita para rendirle tributo en el día del idioma en el mes de abril. Tenerla cerca, verla, escucharla, reafirmó mi sentir por ese ser que diluía cada palabra en la vertiente de mis venas; más adelante en el mes de marzo de 2007 en el Encuentro Nacional de Escritoras en Cartagena, aparece recitando sus poemas con la fluidez de un pájaro cantor. Los aplausos eran gritos de júbilo. En el mes de enero de 2009 en el lanzamiento del año Obeso-Artel en la Casa de Rafael Núñez, aparece nuevamente, sencilla y dulce como una libélula que flota en la brisa marina y nos regala a viva voz sus versos, cantándole a la vida con esa voz sonora y el corazón sólido.

Todos queríamos tomarnos fotos con ella y así lo hice, retraté a Gloria Triana, Winston Morales, Rodolfo Lara, Víctor Menco, Alicia Haydar, uno a uno en mi papel de fotógrafa empírica logré registrar los rostros bañados de satisfacción por la compañía de ese tesoro quien será reliquia invaluable a través de la historia de la palabra.

Luego la ilusión de la antología nos pone a pensar cuál será el título y la portada que debía estar definida cuanto antes. Meira gozaba con esa ilusión ya que uno de los comentarios del poemario lo haría su entrañable amigo Álvaro Suescún y sabía con cuánto amor le estábamos preparando este homenaje. El día 17 de marzo recibí un correo electrónico de Dina donde me informaba que el machote del libro estaba listo para que le diera una revisada, le respondí y pregunté: “¿Y la portada?”, nos hablamos telefónicamente y me dice: “Meira nos ha confesado a Álvaro y a mí que siempre soñó que en una portada de su libro aparecieran sus manos”. Sentí en esa expresión algo particular, las manos, en lo personal pienso que son el motor móvil impulsado por el motor inmóvil de la creación.

El 18 de marzo a las ocho de la mañana recibo otro correo de Dina Luz donde me dice:

Lidia, amiga...

Esta madrugada, a las 3 exactamente, se nos murió Meira Delmar.

Todavía mis manos tiemblan, como mi voz.

No te imaginas qué dolor tan grande, ella no sólo era la poetisa que todos admirábamos, sino la gran mujer que nos enseñó con su integridad, mucho de la vida y de la que vendrá.

Después te cuento... Están los periodistas, la ciudad, como locos, consternados, mientras yo encerrada en mi apartamento, lloro.

Mira... ella me dijo el jueves 12 de marzo: “Linda, me siento mal, del colon, hasta me ha dado mal de estómago, me siento débil”. Le dije que la entendía porque yo estuve mes y medio mal de lo mismo. Le dije que mejor la dejaba y que se recuperara para ir a tomar las fotos.

El viernes, Álvaro me llamó y me dijo: “Meira me dijo que no importa, que vayamos a su casa inmediatamente”. Mira... estaba tan emocionada con nuestra visita que pidió vino tinto seco y nos invitó no a una sino dos copas. Ella terminó primero la primera... y nosotros dijimos “Meira, nos vamos a emborrachar”. Ella dijo: “No hay problema, niña, ahí hay dos camas”, y reímos...

La tuvimos de modelo para las fotos de la portada de la antología. “Meira, ponte aquí, ponte así, pon la mano más para acá, dobla el lapicero, quédate un poquito. Meira, ya sé qué estás cansada pero espera, esta foto será la mejor”.

Dios, Lidia... Me duele mucho, no sabes cuánto. A ella se le olvidó toda la historia de mi hija ausente por esa enfermedad que conoces y ese día tuve que repetirle que Cami ya no estaba conmigo, no sabes cuánto dolor vi en sus ojos, su abrazo. Y me dijo: “A mí también se me han ido los amigos, mi hermana”.

Fue... mejor te sigo contando después.

La portada de la antología ya está lista, con su mano y su firma actual.

Dina.

Para escribir sobre Meira Delmar no me alcanzarían las hojas por esa copiosa vida literaria y por esas experiencias que saboreó en todos sus años de existencia material.

Meira, seguirás entre nosotros por siempre, tu alma como un velo nos arropa en este camino que aún nos queda por transitar hasta llegar a encontrarte en algún lugar..., allá, más allá del ahora.

Este amor

(del libro Reencuentro)

Como ir casi juntos
pero no juntos,
como
caminar paso a paso
y entre los dos un muro
de cristal,
como el viento
del Sur que si se nombra
¡Viento del Sur! parece
que se va con su nombre,
este amor.

Como el río que une
con sus manos de agua
las orillas que aparta,
como el tiempo también,
como la vida,
que nos huyen viviéndonos,
dejándonos
cada vez menos nuestros
y más suyos,
este amor.

Como decir mañana
y estar pensando nunca,
como saber que vamos
hacia ninguna parte
y sin embargo nada
podría detenernos,
como la mansedumbre
Delmar, que es el anverso
de ocultas tempestades,
este amor.

Este
desesperado amor.

Seguirás presente, amiga. ¡Paz en tu tumba!