Letralia, Tierra de Letras
Año VIII • Nº 106
5 de abril de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras
Áglae
Mario Mele

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Nota del editor
"Café negro", Mario Mele El escritor uruguayo Mario Mele nos envía desde Paysandú su más reciente poemario, Café negro, publicado en 2003 por la casa montevideana Ediciones Aldebarán en su Colección Hermes, en la que también apareciera en 1999 su libro anterior, La camena, comentado en nuestra edición 89 del 5 de junio de 2000. De Café negro publicamos ahora la sección "Áglae", en la que nuestros lectores podrán apreciar la fina poesía de Mele.

AGLA1
nada volvió de la noche
                   pasada la madrugada,
tus pies quedaron encima de mis manos
                                       y desde allí traté de hablarte.
Tu cadera amordazó mi boca
y nos taparon las sábanas que cayeron del techo con tu piel
                  a calentarme las piernas y los brazos,
después,
             los pechos juntos sacudieron
                             los pájaros ocultos de la cama.


AGLA2
me canso de verte de noche
                       poblada de fantasmas
la luna acude a tu boca
                       para hincar su filo en mi carne,
no viene el silencio ni llegan las palabras,
por eso no muero,
no puedo en tu vientre desnudo abrazado de piernas
                         morirme aunque lo quieras. Y besarte.


AGLA3
atrás de la casa
         se impregna tu cuerpo
                            de yuyos y tierra,
adentro siempre el mismo incendio
                        que nos deja desamparados,
por eso ando desnudo por tus piernas
                    ocultando mi boca del aire.


AGLA4
de todas tus sombras, la mejor,
             es la de las dos de la mañana
cuando la luna de octubre baja
                      y te recorta desnuda
                                       en el filo de mi cuerpo,
la piel festeja erizada
                    la caricia de tu cadera,
y los senos inmóviles se suben a la vida
                    para presenciar de a ratos
                                           esos ratos de mi muerte.


AGLA5
cuando desperté
no eran más de las dos de la madrugada,
los lápices jugaban en el techo
a cual de todos caía al alma,
más tarde, en la noche,
se partió el pecho
con tu llegada por las sombras
a rozarme con los senos
y erizarnos la carne.


AGLA6
rocé el sudor
       en la mitad de tu espalda
                        para escribir el nombre
                                          entre tu vientre y mi mano,
y solté el lápiz
       a la altura de tu cadera,
                        pero antes de caer
                                          dibujó en tus piernas
                        las letras que faltaban.


AGLA7
¿será un fin de semana que muera?
o una noche de lunes en la comisura de tus labios,
los grandes sueños de la noche
                           cortarán los pechos en mitades,
para llevarme tus ojos los miraré sin pausa
                                 a las tres de la mañana,
y no habrá silencio que inunde la soledad
                           cuando trague tu beso a la altura de mi frente.


AGLA8
anoche
robaron de mi cuarto
el reloj viejo de los sueños,
sobre la pared vacía
escalé al techo
y bajé a tus piernas
para darles mi vientre,
rogué sobre mis manos
tu mano delgada
y juré en vano la muerte
si morías.


AGLA9
mis dedos velaron tu cara
mientras los ojos recorrieron tus piernas
blancas y frías
como un alma deshabitada,
en el terciopelo de las sombras,
mis dedos velaron tu cara
y mi boca rezó en tu pelo
la noche entera de rosarios,
mis dedos creyeron un momento
ser los pies de los muertos
y se fue tras tu rostro
copiado de la noche
con la máscara de los recuerdos.


AGLA10
cumplo el recorrido de la noche
                           sobre tu piel morena,
cada palabra que suena
                   acaricia la espalda
                    por la que baja mi mano,
tenés otra cara, otros ojos
                       que contemplan el ángulo
                       que formás con mi pecho,
desde allí desplegás la vela
que baja a la calle por la que nos perdemos
mareados de humedad y vino.


       

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Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 19 de abril de 2004 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes