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Sé que es muy difícil, por no decir imposible, escribir sobre un poeta como Neruda, del cual tanto han escrito, hablado, bendecido, maldecido y bien amado. Lo de difícil lo digo por lo peligroso que es escribir sin verse influenciado por otras opiniones o las del propio poeta, sin caerse del puente colgante que es él o caminar sobre el filo de la navaja y no cortarse. Cómo establecer un pensar dialéctico sin desdoblarse ante un código lírico, esteticista mas no estético, como pretenden establecer muchos de sus críticos benevolentes, como el conservador español Amado Alonso y otros criticastros que todavía hoy no resisten la proyección continua del poeta. Porque su moral es tan elevada y lo fue, más alta que cualquier vuelo, porque de todo lo que consiguió materialmente a su pueblo lo devolvió. Pero la herencia más grande que nos legó fue su estética literaria.

Fue Neruda un maestro del lenguaje en sus múltiples formas, en el manejo de la palabra como un genio; como un aladino frotó toda la naturaleza, los pensamientos, cantó como pocos a la cosa, ese todo que envuelve lo finito, lo físico y para otros lo metafísico, sin ser metafísico.

Por todo eso, los apolíticos, los anarquistas de la filosofía y la literatura, no pueden escaparse de su influencia arrolladora, tal es el caso de un escritor y crítico de derecha como Emir Rodríguez Monegal, quien tuvo que dedicarle más de un libro a parte de la obra del poeta y otros ensayos. Ese texto al que me refiero se llama: Neruda, el viajero inmóvil, del cual Neruda opinó: "Emir Rodríguez Monegal, crítico de primer orden, publicó un libro sobre mi obra poética y lo tituló El viajero inmóvil. Se observa a simple vista que no es tonto este doctor. Se dio cuenta en el acto que me gusta viajar sin moverme de casa, sin salir de mi país, sin apartarme de mí mismo" (véase Confieso que he vivido, de Pablo Neruda; Barcelona, Seix Barral, 1976, pp. 402-408).

Se puede decir que en cuanto a geografía literaria es cierto que a Neruda le gustaba viajar en sí mismo, hacia dentro de sí y de otros, pero en geografía real era más viajero que cualquier poeta universal conocido hasta ahora. Se ha de notar el rejuego literario que existe entre ambos autores, el autor como actor y dueño de las palabras; y Monegal como curtidor de piel literaria, y en ese sentido Neruda como hecho literario a trabajar. Es por eso que Neruda interesa a todos los seres humanos literariamente, poéticamente, aunque sufra rechazos políticos de sus oponentes de la otra acera, esa acera donde están y estaban los que les gustaba y les gusta aún Veinte poemas de amor y una canción desesperada, pero no así Canto general, como refererente odiseaco de nuestra América, descarnada poética y políticamente devorada por la estética del brillo y el consumismo. Porque eso es literatura y cultura, la cual se está incrustando en Chile y toda América. Chile principalmente, la primera vitrina para exhibir al mundo después de una masacre, masacre que los esteticistas anti-neruda silenciaron porque en su fondo subjetivista era ese su deseo, su libido poético.

Esa antipoesía que Neruda enfrentó en vida se transmutó en dolor, inscribiendo en las vigas de su casa en Isla Negra su nombre para que formara parte de todos los difuntos amigos que habían partido. Porque cuenta Humberto Díaz-Casanueva que le hizo pasear por toda su casa y le pidió que se fijara en los nombres inscritos en las vigas de su casa, por lo que Casanueva notó todos los nombres escritos por Neruda. Sabía el gran poeta que su nombre no sólo iba a inscribirse allí, sino que en toda la humanidad estaría permanentemente presente.

Esa antipoesía, repito, era la daga que portaba Neruda como un Espartaco de hechos y acciones. Porque la palabra para él era, cierto, un constructo para extender sus sentimientos particulares para la mujer y en extensión a la humanidad. No había en su interior un sentido de romanticismo suicida, aunque le dolió la muerte de un joven que se suicidó y en sus manos se le encontró un ejemplar de su Residencia en la tierra. Es antipoesía, sí, pero para los ignorantes que parlotean lo que otros ya han dicho, sin ir particularmente a la totalidad de su obra o a la totalidad de cada una de sus obras. Cuando digo totalidad, no quiero provocar pavor; por el contrario, quiero llamar la atención de que se puede advertir hasta en cada verso o prosa de Neruda un cuido y un podar constante y delicado de las palabras y el verso desde Crepusculario hasta más allá de Canto general, incluyendo sus trabajos prosísticos como el discurso ante la Academia Sueca para recibir el premio Nobel de literatura; su novela, sus obras no incluidas en libros como hace constar una edición completa que hizo la casa editorial Losada.

Por ejemplo, su diálogo con Federico García Lorca en homenaje a Rubén Dario, donde ambos poetas demostraron tener respeto por la obra de Darío dándole con eso una fuerte cornada a la estética burguesa. Porque Rubén Darío fue un gran escritor y políticamente fue un gran reaccionario, un renovador del lenguaje oficial. Por lo tanto quedan los oponentes fariseos de Neruda, desarticulados literaria, estética y políticamente. Ver el diálogo de Neruda y García Lorca, donde dicen lo siguiente: "Neruda: —Hagamos esta noche su estatua con el aire, atravesada por el humo y la voz y por las circunstancias, y por la vida, como ésta su poética magnífica, atravesada por sueños y sonidos. Y entra Lorca: —Pero sobre esta estatua de aire yo quiero poner su sangre como un ramo de coral, agitados por la marea sus nervios idénticos a la fotografía de un grupo de rayos, su cabeza de minotauro, donde la nieve gongorina es pintada por un vuelo de colibrí, sus ojos vagos y ausentes de millonario de lágrimas, y también sus defectos" (Discurso al alimón sobre Rubén Darío por Federico García Lorca y Pablo Neruda; publicado en el Sol, Madrid, 1934; Obras completas III, p. 631, cuarta edición aumentada, Editorial Losada, Buenos Aires, 1973).

Este homenaje que realizaron estos dos grandes, a la vez fue crítico para con los deudores del poeta, los deudores oficiales, los cuales muy poco habían valorado la grandeza literaria del vate nicaragüense.

Recalco lo de antipoesía, no sólo por las tesis de Nicanor Parra, poeta éste que a mí particularmente no me gusta, sino por lo que envuelve en fondo y forma. Reconozco que el arte siempre ha estado en mano del poder burgués políticamente hablando; no obstante este arte ha sido cobarde y se ha manejado siempre de manera escurridiza, nunca dice sinceramente en lo que cree, promueve el arte impresionista, luego el abstracto, y en la literatura hace una defensa también soterrada de una obra que embellezca, que las palabras sean bellas e ingenuas, nada políticas, todo inocente. Promueven una literatura apolítica y esteticista.

Se oponen rabiosamente a toda la obra de Neruda porque nunca quiso formar parte de su ramaje cultural; por ejemplo se denunció que a él la CIA le trató de boicotear el premio Nobel. Esa denuncia está contenida en una obra de investigación que realizó una periodista inglesa llamada Frances Stonor Saunder y la obra responde al nombre La guerra fría cultural de la CIA. Su línea fundamental: contrarrestar todo lo que era literatura, pintura y cultura progresista, y como estrategia fundamental destronar lo que fue el llamado realismo socialista en el cual insistían e insistían en encorsetar a Neruda.

El arte y la literatura de Neruda era y es como la bilis, amarga y agria para los simplones por un lado y por el otro lado para los estrategas culturales del sistema como lo fueron Amado Alonso y es aún Emir Rodríguez Monegal, quienes se valieron de su fina inteligencia y capacidad de escritura para rechazar, por lo menos Alonso, España en el corazón y en cierta medida al Canto general. Pero entiendo que en esa misma medida estética y literaria debieran rechazar la Odisea y la Iliada de Homero o todos los cantos de Whitman, el cual políticamente era un nacionalista que apoyó la invasión norteamericana a México y es bueno aclarar que esto no ha sido óbice para que poetas como Neruda y otros, como el gran poeta dominicano Pedro Mir, escribieran a partir de la estética de él de manera laudatoria, porque estos grandes poetas no se obnubilan, la política no los hace enceguerarse, y murieron haciéndole honor al gran aedo norteamericano, e inclusive, creo, nunca le reprocharon al poeta esa actitud nacionalista políticamente errada.

Quiero hablar ahora sobre los conceptos que emitió el crítico y estilista español Amado Alonso sobre el estilo poético de Pablo Neruda en su libro al respecto. El mismo, como anteriormente había dicho, entra en el marco conceptual del esteticismo literario unilateral y reprobante. Cuando éste en su libro comenta parte de Residencia en la tierra, la parte exclusiva de España en el corazón, donde el poeta canta directa y estilísticamente de forma llana. De este poeta y crítico, me refiero a Alonso, quien da un salto cual torero que ha recibido una cornada por el toro embravecido. Porque las metáforas de todo el poemario no son barrocas, o encubridoras, sino a su criterio quevedesco, irónicas, muy a la usanza del poeta Quevedo. Pero veamos lo que dice Alonso: "La poesía de Pablo Neruda ha cambiado en su doble raíz de sentimiento e intuición, ha cambiado en la materia formada, y consecuentemente ha cambiado en la forma". Prosigue el crítico: "Claro: ha cambiado no como quien trueca una espada por un espejo, sino como cambia un individuo en la continuidad de sí mismo". Este crítico no resiste los cambios que ha experimentado Neruda, pero cambios, aunque molestos para él, porque Neruda dice: España pobre por culpa de los ricos, esa fue y es una verdad mayúscula; sus mejores poetas se lo llevó esa España rica a la tumba, al exilio, Miguel Hernández diezmado hasta morir, Lorca para nunca dejar rastro ni huellas de dónde está enterrado; acaso no es eso una poesía y estilo de la reacción política de la España católica y nacionalista.

En la misma obra Alonso continúa reprochando a Neruda, porque asume el discurso y estilo quevedesco, el cual él caracteriza como: "La misma voz poética es reconocible en la nueva poesía, aunque cambiada de tono. El mismo estilo, aunque alterado; la misma potencia verbal, ahora manifestada en violencia (Quevedo, antes y ahora, su antepasado poético más directo, parece haberle prestado su léxico de estallidos, especialmente el asqueroso y el caricatural)". Amado Alonso, Poesía y estilo de Pablo Neruda, p. 352, Pocket Edhasa, 1979, Barcelona.

En pocas palabras, fue Neruda un Quevedo moderno, continuador de los exabruptos verbales de éste. Pero se equivoca el crítico y estilista, no hay nada de asquerosidad y caricaturil en los poemas de España en el corazón, porque en estos poemas hay profundidad estética, y exhorto a reelerlo concienzudamente, no sólo en el estilo, que aunque llano es profundo, y el axioma, la verdad que la historia recogió no puede ser escondida, ni en la poesía más esteticista que haya, porque este canto nerudiano viene de sus adentros y usa el lenguaje con belleza, y que la violencia que Alonso le reprocha la usaron los políticos y poetas que apoyaron el sistema franquista, ¿o acaso era tan inocente Manuel Machado, hermano del gran Antonio Machado, o él mismo en sus poesías y trabajos estilísticos? Pues no.

Neruda hizo uso de su capacidad y estilo literario para aullar, si se quiere, para reprochar, también para salvar vidas de amigos y perseguidos, por eso hizo de su Winnipeg la esperanza para muchos que vivieron y además para otros, como Miguel Hernández que no le quiso acompañar. Si eso es tener un estilo quevedesco, está equivocado Alonso, porque la literatura no es ni inocente, ni neutral, es estética pero también ética. Porque el estilo es una forma o manera de decir con las herramientas concretas del arte o las letras lo que se quiere que permanezca y guste a unos, a pocos o a muchos. Porque en ese mismo sentido no se le podría reprochar la concepción aristocrática que tenia de la poesía el gran Juan Ramón Jiménez, por sus pretensiones de que la poesía fuera para una inmensa minoría.

Entre Neruda y Quevedo había una diferencia abismal: el primero no era irónico, ni coprológico, ni racista, ni católico recalcitrante, sino todo lo contrario, progresista y estilista fino y respetuoso hasta contra sus más grandes contrincantes poetas, así como respetuoso de sus amigos, como me lo confirmó su gran amigo Humberto Díaz-Casanueva cuando le manifestó que su poesía era poco realista pero que respetaba ese estilo.

Que se le reprocha lo de directo, es mejor que sea así, por qué no se le reprocha la supuesta apoliticidad de Dante en toda su vida literaria, pero que sin embargo estaba con los intereses más atrasados de su Italia contemporánea. Hasta aquí mi propuesta y respuesta en relación a los criterios de Amado Alonso.

Vuelvo a lo de estético, lo del gusto, y lo traigo a colación porque en 1983 entrevisté a un poeta y filósofo puertorriqueño, y de entrada me dijo: "A esta edad ya no me interesa Neruda". Para mí este rechazo, como devoto del poeta, fue un choque demasiado duro, pero no para que dejara de seguir hurgando y cuestionando a otros escritores al respecto, como lo hice, entre los que estaban Humberto Díaz-Casanueva, chileno y amigo personal de Neruda, el español Dionisio Canas, el peruano Isaac Goldemberg y el gran puertorriqueño Klemente Soto Vélez. De estos escritores tengo entrevistas que me sirven de testimonio para estudiar y comparar esta figura literaria y política que es Neruda. De esto expondré más luego, cuando publique las entrevistas. Pero hoy me permito extraer lo que me expresó el poeta, crítico y ensayista español Dionisio Cañas. Éste me dijo lo siguiente:

"H.M.: ¿Qué es para ti la poética nerudiana?

D.C.: Si por poética entiendes el pensamiento poético que se desprende de su obra escrita en verso, diría (y esto es simplificando mucho), que lo esencial en la poesía de Neruda es la abundancia. Abundancia en capacidad y calidad poética, abundancia en la intensidad poética, amor desbordante por el ser humano y por el mundo" (entrevista a Dionisio Cañas, por Héctor Miolán, Suplemento Cultural de La Noticia, Aquí, 28 de agosto de 1983, Santo Domingo, República Dominicana).

La opinión de Dionisio Cañas para mí entonces y ahora es muy valedera, porque no sólo sirvió para esclarecerme a mí y a otros, sino que fue explícito y directo sobre la teoría poética nerudiana. Esta teoría, me refiero a la poética en general, la desarrolló luego en su grandiosa obra El poeta y la ciudad: Nueva York y los escritores hispanos.

Voy a seguir trabajando a Neruda desde la teoría poética, desde la poeticidad, incluyendo todo lo que escribió, y por ende, luego de seleccionar unos que otros textos en prosas que he visto que no han sido tan estudiados, como lo han sido lo que es poesía pura y en sentido evolutivo-histórico desde la primera obra hasta sus últimos libros de poesía. Trabajaré en el sentido prosístico y particularmente sobre su novela corta: El habitante y su esperanza (Obras completas I, p. 115, Editorial Losada, Buenos Aires, cuarta edición aumentada, 1973). Esta obra es corta y merece un trabajo aparte; aquí no lo haré, sólo doy el dato para los interesados.

La bibliografía sobre Neruda es tan amplia como la de un Borges o un García Lorca. Y sigue creciendo porque es un clásico, que no pierde jamás la frescura lírica, literaria e intelectual; además es tomado en cuenta por grandes escritores-críticos como Harold Bloom. Pero uno de los trabajos crítico-literarios que mejor se han elaborado sobre la poesía de Neruda lo ha escrito el gran crítico argentino Saul Yurkievich, éste dice lo siguiente: "En la copa de sangre no sólo están postulados los objetivos de la poesía de Neruda, buscar el arcano que encierra la razón de su existencia, por el que inquiere confusa y ciegamente, sumergiéndose en sus aguas turbias, nadando a la deriva, penetrando en las entrañas de la tierra, en las intimidades de la materia, o sea confundiéndose intuitivamente con esas oscuras fuerzas genésicas sin poder explicarlas ni explicarse, también propone una estética, la del vitalismo sentimental y desbordante, la de la enajenación, la del irracionalismo que buscara instalarse mediante un salto imaginativo, que es siempre un naufragio, en lo recóndito del yo para captar dinámicamente el flujo que equivale al de la sangre, la savia, la humedad, el viento y los torrentes de la naturaleza". (Fundadores de la nueva poesía latinoamericana: Vallejo, Huidobro, Borges, Neruda, Paz, p. 153, Barral Editores, S.A., Barcelona, primera edición, 1971). Esta cita que extrajimos de Yurkievich es toda una prosa poética, un párrafo de una sola oración, una poesía en verso para definir de un plumazo todo lo que él entiende sobre la poesía nerudiana. Esta definición del crítico en cuestión, poeta también, logra mantener el ritmo comunicativo y expresivo y como pocos logra sintetizar lo que fue Neruda para la poesía.

En este mismo orden de calidad, aunque más intimista, se inscribe la antología poética que de Neruda hiciera ese otro grande de la literatura que fue Rafael Alberti, de donde extraemos las siguientes consideraciones: "Como cenizas, como mares poblándose... Y así también su imagen, que hoy, digo, quiero traer aquí, sacándola de entre los soles alegres, los vivos, claros, oscuros y dramáticos años de nuestra amistad". (Algunas breves imágenes de Pablo Neruda, Antología poética, edición de Rafael Alberti, p. 19, Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1985, segunda reimpresión: México, 1997, Editorial Planeta).

El gran Alberti no podía hacer menos que este trabajo sobre y encima de la poética nerudiana para homenajear a Neruda, para con esto escribir sobre él y para él a través de la memoria recuperada, por eso inicia con esos versos de Residencia en la tierra.

 

Neruda y el futuro de la poesía

La división de los géneros literarios, a mi entender desde Aristóteles hasta acá, ha sido para el acomodamiento y disfrute estético del lector y el productor como autor, poeta o escritor. En esa vertiente, los teóricos y críticos literarios en los últimos tiempos se han planteando la desaparición de los géneros literarios, así como la hibridez de los mismos. Teóricos como el búlgaro Tzvetan Todorov han escrito al respecto, y el recién fallecido filósofo francés Maurice Blanchot habló de más allá del libro para explicar la teoría de la desaparición de los géneros. Pero aunque eso no es tan importante por ahora, es perentorio traerlo a mención para oponernos a la tesis comercial e intrusa de las casas editoriales, que en su afán de vender están clasificando lo que ellas entienden como vendibles. Su taxonomía literaria no es inocente ni ingenua; cuenta con asesores adversos o frustrados en el género poético (poesía), e indican forzosamente que el género narrativa es el mejor —en esto la publicidad juega su papel rector en desmedro de la poesía. Particularmente estoy en desacuerdo con esas políticas comerciales y reduccionistas en perjuicio de la literatura y sus géneros, sean híbridos o puros.

Con esto quiero introducir la opinión que Neruda dio en relación al futuro de la poesía, de lo que manifestó: "¿Qué pasará con la poesía en el año 2000? Responde: Es una pregunta peluda. Si esta pregunta me saliera al paso en un callejón oscuro me llevaría un susto de padre y señor mío. Porque, ¿qué sé yo del año 2000? De lo que estoy seguro es de que no se celebrará el funeral de la poesía en el próximo siglo. En cada época han dado por muerta a la poesía, pero ésta se ha demostrado vitalicia, resucita con gran intensidad, parece ser eterna. La poesía acompañó a los agonizantes y restañó los dolores, condujo a las victorias, acompañó a los solitarios, fue quemante como el fuego, ligera y fresca como la nieve, tuvo manos, dedos y puños, tuvo brotes como la primavera; echó raíces en el corazón del hombre" (Para nacer he nacido, Pablo Neruda, Regalo de un poeta, 2000 by Vergara & Reba Editores; Buenos Aires, Argentina, edición de Lidia Maria Riba, colaboración literaria: Emilia de Zuleta).

Tantos años han pasado y todavía están teorizando sobre el tema interesadamente, olvidándose que es el público lector el que determinará cuándo la poesía morirá, porque será cuando la humanidad desaparezca físicamente; no obstante, prácticamente se puede decir que la humanidad en estos momentos está manipulada por la estética y la prosa prosaica del arte burgués. Que es ella desgraciadamente la que determina qué se vende y qué no se vende en todos los órdenes. Pero en el mundo editorial ellos han dicho y repetido una mentira de que la poesía no vende, porque así ellos lo han determinado, pero no porque la poesía no tenga lectores: sí los tiene en gran demasía. Hay que comprender que la poesía, la verdadera poesía, nunca vende en el sentido que quisieran las editoriales, sino porque es la poesía paradójicamente la síntesis de todo lo que es pensamiento, lengua codificada, canal ideológico e instrumento para casi todas las academias determinar lo que puede ir incorporado o no a las nuevas palabras y neologismos. Así se puede decir de lo que es la prosa, un ramaje de poesía ordenado o diferente estructuralmente hablando. Si no es así, dése una lectura de todos los trabajos prosísticos de Neruda, Lezama Lima total, o de Goethe en su Fausto, o el caso más clásico del gran poema de la Odisea de Homero, desdoblado prácticamente en novela. No soy partidario de establecer políticas culturales de detrimento contra ningún género literario o artístico, sin dejar de reconocer que todo es creación del hombre y la naturaleza, porque, por ejemplo, ¿no es el huracán un poema dramático, como lo es la tormenta, el volcán, la brisa apacible que acaricia los árboles? ¿De ahí todas esas odas de Neruda? ¿O también acaso no es la guerra un poema del hombre, donde éste es el poeta único y responsable? Porque Neruda fue una síntesis de antropología poética, porque es el hombre mismo una poesía, aunque practique diversos géneros literarios u oficios. Para finalizar este ejercicio me gustaría hacerlo con una acotación de Rolando Gabrielli, extraída de su hermoso trabajo En defensa de la poesía, donde dice: "La poesía de Neruda y el personaje son más profundos que las charlatanerías de sus oficiosos detractores, y no hay nada mejor en poesía que leer la obra, leer la obra. Neruda ocupó una época como una gigantesca tortuga en las transparentes, torrentosas y a veces lúgubres aguas de su poesía en el sur del planeta" (En defensa de la poesía, sitio desarrollado por SISIB-Universidad de Chile).

Este crítico recoge también las opiniones positivas que tuvo de el Octavio Paz poco antes de morir, en una entrevista que le realizara el escritor chileno Jorge Edwards en su libro Adiós, poeta, donde reconoció a Neruda como el mejor poeta de su generación, que los españoles, que Borges, Vallejo, etc. Esto lo dijo un poeta y crítico políticamente correcto para con el sistema, que conste, el cual hasta problemas personales allá por los años treinta del siglo pasado tuvo con Neruda; pero eso no ensombreció su criterio literario.

Nueva York