Edición Nº 19, del 3 de marzo de 1997
Post Scriptum
Lo cierto es que todo esto de literatura —y, en general, lectura— en Internet tiene sus bondades y sus vilezas. Entre las primeras se encuentra, al menos por ahora, la economía. Es mucho más sencillo y menos costoso publicar en Internet que en el mundo real. Algo que poca gente sabe de Letralia, pero que nos serviría de ejemplo en este asunto, es que nuestra revista es la evolución de un proyecto anterior que debía salir en papel, y abarcaría sólo el quehacer cultural venezolano. Con la aparición de nuevas posibilidades en el ciberespacio, la Tierra de Letras es hoy en día un proyecto internacional sin mayores contratiempos económicos.
La otra cara de la moneda la constituye el hecho mismo de leer. Para muchos es imposible disfrutar del placer de la lectura en un monitor y prefieren imprimir el material que consiguen en la red para al menos sentir la textura del papel; que, al fin y al cabo, es un juego de sentidos lo que interviene cuando hablamos del "placer de la lectura".
La letra impresa, estamos seguros, no morirá, pero podría ocurrir si los sistemas de información electrónica se desarrollan a tal punto que puedan emular ciertas características propias del libro, la revista o el periódico. Es probable que quienes tengan la última palabra en esto, aún ni siquiera hayan nacido.
Al menos en nuestro tiempo la literatura está teniendo un impulso tremendo debido a los sistemas de información. Sólo introduzca la palabra "literatura" en una maquinaria de búsqueda y entenderá de qué estamos hablando. Día a día nuevas editoriales introducen proyectos en Internet y hace tiempo que es posible adquirir libros —de papel— enviando cierta información a los sites de ciertas casas distribuidoras. Sobre si esto es positivo o negativo, les invitamos a opinar enviándonos sus propias impresiones al buzón de la Tierra de Letras. Escríbanos a info@letralia.com y coméntenos lo que desee al respecto.
"El Maestro no es el que compromete, el que incita a pelear siendo él mismo
parte en el pleito, el que recluta prosélitos, el que funda partidos; sino
el que crea las condiciones interiores para que alguien viva su propia
experiencia, para que alguien se encuentre a sí mismo, para que alguien
escoja, para que alguien traduzca al hecho de vivir, un determinado tipo de
conocimiento".
Juan Liscano, "Sobre maestros y demagogos". Diario El Nacional,
Caracas, D.F., Venezuela (23 de diciembre de 1960).
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